DOCUMENTACIÓN II
TALLER ELMAR ROLOFF Y DAVID AMITÍN
25 – 30 MAYO 2015 TEXTO
PLEBE CORIOLANO. UNA FARSA DE LADRONES
AUTOR: KEVIN RITTBERGER
Kevin Rittberger
PLEBE CORIOLANO
Una farsa de ladrones
Traducción del alemán: Lucía Relanzón Briones
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Esta obra se elaboró por encargo de Schauspielhaus Wien, donde se estrenó el 12 de abril de 2013 bajo la dirección de su autor. Título original: PLEBS CORIOLAN. Eine Räuberpistole La traducción se ha financiado con la ayuda de
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plebe coriolano Una farsa de ladrones
La propiedad privada es algo que no ha existido desde siempre. (Thomas Paine) Muchos ya nos han dado ese nombre (multitud de múltiples cabezas). No es sólo que entre nuestras cabezas algunas sean pardas, otras negras, otras abigarradas y otras calvas, sino que nuestros intelectos son también diversos; y creo verdaderamente que si todas esas mentes abandonaran de una en una este único cráneo, si marchasen al este, al oeste, al norte, al sur; estaría cada una para sí misma y llenando al mismo tiempo todos los puntos del mapa. (W. Shakespeare)
Soportar vivir con aquellos que nunca podrán gobernar, y nunca podrán poder ser gobernados. (W.S.) El mayor levantamiento de esta era fue la Revuelta de las Midlands de 1607. Por primera vez se empleó el término Levellers para designar a aquellas personas que, con sus propias manos, trataban de retirar los cercos. (Peter Linebaugh & Marcus Rediker)
El poder del pueblo no es el poder de la población reunida, el de su mayoría o el de la clase obrera. Simplemente es el poder que pertenece a aquellos que no están destinados a gobernar ni a ser gobernados. (Jaques Rancière)
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PERSONAS Los que gorjean (figuras) Dama de la casa Notario/Amigo de la casa Irina/ Lilith Kucov Descercadora Descercador Noticias de alguna parte (orador)
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SUPERESTRUCTURA Plebe Prólogo
Sepulturas de héroes/ Acéfalo, ¿cómo se lee un monumento – de izquierda a derecha? Imagen Fija. -‐Ahí. Una silla sobre el tejado. Un montón de bolsas de basura azules. Jóvenes abedules crecen salvajes. Las delgadas sombras que proyectan las nubes escapan rápidamente cuando aparece la luz. En sentido contrario, pero con la corriente, un barco, no hay nadie en cubierta. Un día turbio. Así se empieza una novela. -‐En el interior del complejo de edificios se deslizan rápidamente figuras apenas más oscuras que las paredes, los techos y el suelo, ennegrecidos por el paso del tiempo. La misma luz, que entra a través de un lucernario. Pintura vieja. Hay cuatro paredes y ninguna ventana que pueda llamarse como tal. Manchas de pintura al óleo visibles en algunos lugares. En un fregadero demasiado bajo gotea vajilla esmaltada. Conservas frías, porque ya no puede confiarse en la electricidad. Una de las figuras escapa hacia afuera y se siente amargamente decepcionada. No le importa la lluvia, caen gotas de agua que se cuelan por la descolorida tela de malla gruesa y penetran hasta la sucia piel, pegándose en ella. Pero el día no quiere empezar. Aquí se acabaría la novela. ¿Pero dónde está el pueblo?¿Qué es el pueblo? ¿Acaso existe? ¿Acaso existe el cuerpo del pueblo, el estómago del pueblo, la lengua del pueblo, el alma del pueblo? ¿El qué? -‐Ya nadie dice pueblo. Está pasado de moda. -‐Antiguamente se hubiese dicho: aquí vive la clase obrera. En los abandonados templos de la industria. -‐El edificio va a tener que hacer sitio, igual que las personas que dentro–¿eh, qué?-‐ que dentro viven. Empieza algo nuevo. Nuevos cercados que van a hacer huir a la comunidad.
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-‐Tampoco se dice comunidad. Suena a comunidad nacional, apesta a fascismo. -‐¿Y quién crea lo nuevo y por qué? ¿Quién paga, cobra y concibe lo nuevo? ¿Quién le sacará provecho? -‐¿Y adónde va el pueblo? ¿Y cuándo se levanta? -‐Ya no se dice pueblo. Ya nadie lo dice. Allí detrás, entre el follaje, sobresale un monumento, es la conmemoración por antonomasia del fin de la comunidad nacional. -‐Sigamos mirando. Allí, se ven los primeros bloques de viviendas. Hábitats desconchados, bien juntos los unos de los otros. Todo cerrado. Dedos que cierran cortinas y se pegan a teclas, y creen que tienen elección. -‐En el pequeño huerto alguien martillea, o corta madera. Detrás del seto. ¿Quiere algo? -‐Tiene que haber alguien que cree lugares inalienables. -‐A mí me da miedo la violencia -‐Tiene que haber alguien que diga: vosotros lo queréis así, estoy haciendo esto yo, casualmente, yo, no porque no lo queráis también vosotros, sino porque habéis olvidado lo que significa poder querer, a vuestra manera, para vosotros, por todo lo vuestro. Cuando lo sepáis, yo ya me habré ido. -‐El pueblo no te necesita -‐Decir pueblo es anticuado. Los jóvenes hablan de otra manera. -‐No podemos cortarles el pescuezo a esas sanguijuelas. Habría que ofrecerles otra cosa, a esos pocos. Porque asumo que son pocos, soy optimista. -‐Ahí. ¿Ves a ese? Ese es uno de ellos. Prácticamente aún le gotea la sangre por la comisura de los labios. -‐¿Y quién lo dice? A mí me da la impresión de ser una persona pacífica. -‐En el momento decisivo se sacude la frustración del alma a golpes. -‐Y eso es contagioso. La violencia camina por su propio pie. -‐O da puñetazos al aire. -‐Enorme capacidad de atracción. -‐Es un buen tipo. -‐Voy a seguir a ese hombre. Ahí está, al pie del monumento. Las escaleras, cada escalón lleva hacia arriba, pero el hombre está parado abajo, alarga el cuello hacia arriba, se le doblan las vértebras, adopta la mirada del otro, del guerrero monumental, y mira a través de sus ojos, eso parece, febril, porque se odia a sí mismo. Y ahora se ve a sí mismo. Desde los ojos triunfales contempla esa figura ridícula que se arrodilla, dispuesta a aceptar las dimensiones de la espada, que es enormemente larga, sólo la espada es ya tan alta como una torre; una criatura, que no sabe lo que vale y haría cualquier cosa por ayudar al otro, al coloso, en su victoria eterna, estaría incluso dispuesto a pasar por encima del cadáver de cualquiera, el hombre minúsculo, ese es su contrato social, el férreo cráneo pensante, observando a las masas sumisas. Por supuesto, dado el valor irrefutable de lo superior, secuestrar otras almas y salir a la caza de votos. Hacer ver a los sometidos que sólo esa mirada colosal merece la pena, esa mirada que se refleja en ellos, sucumbir a un sentimiento inexpugnable, a una raza, a una clase, al menos a una pose de empresario vencedor. Que cualquiera puede sentirse de maravilla alargando el cuello hacia arriba y doblando la espalda, hasta que se parta, de eso se encarga él, eso sabe hacerlo magníficamente. La figura del comandante, la ha examinado lo suficiente, gestiona la herencia. Pues ese hombre ha conseguido llegar hasta donde está ahora. Ahí sigue en pie, y cómo, se ha impuesto, ha superado a otros, con esfuerzo ha conseguido una posición, ha dejado a otros
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verdes de envidia. Que no es poco. No va a permitir que se lo quiten. Lo que uno tiene, lo tiene. Y seguramente así es como la espada se le convierte en la pluma que plasmará en papel estos pensamientos de importantes consecuencias. -‐Vuelve a la tierra. El Comandante no nos interesa. -‐Ir a la caza de votos, eso en absoluto, no es más que un gigante de metal, no quiere nada de nada. Yo me voy, temo por mi vida, hay que aclarar este malentendido, calmar las aguas inmediatamente, antes de que... Pero el hombre ha desaparecido. Esto no puede salir bien. Si no redacta un contrato, si oculta el malentendido, de alguna manera, de forma oficial. -‐No se trata de mercancías, somos descercadores, lo que nos importa a nosotros es comercializar juntos los productos, producir juntos. Cualquier cosa. -‐Sí. Antes de que la situación degenere. Si ha llegado el momento, es entonces la hora de los embaucadores. Nuestras voces se acallan y no vuelven a emerger. -‐¿Quién dice que ha llegado la hora del embaucador? -‐Si es necesario, nos esconderemos bajo identidades civiles. Para que el vecino de enfrente nos entienda. No será porque nosotros queramos. -‐Imaginaos un estadio de fútbol. Dos bloques, dos himnos. Y de pronto, todos entonando la misma canción, se crea una voluntad común, y el canto se derrama y fluye por las calles. Y ahora, los dos grupos, el nuevo orden y el viejo orden, enemistados. De lo que se trata es de evitar el gran derramamiento de sangre. -‐Pero estábamos hablando de fútbol, y de repente ya no. -‐El viejo orden acá, el nuevo allá. Y nosotros en medio. Debilitando los frentes. Flamantes. He dicho. -‐Cuando la chispa se extienda a todos, y la idea se filtre, y nadie sepa de dónde viene la señal. -‐Y ya no decimos pueblo, no abarca lo suficiente. -‐Nuestra voluntad no tiene límites. -‐Pero por favor, no esperen nada grandioso, eso sería enormemente decepcionante. -‐No tiene que haber ese uno. Pero sí tiene que haber alguien que sepa cantarnos otra canción. -‐Esperemos que no haya nadie... esperemos que no haya nadie que destaque. -‐Una suave voz, que cante. -‐Para la multitud sería en realidad un lamento. -‐Para el futuro, confianza en la multitud. Muchísima confianza. -‐¿Sabes cantar? No gritar, ¡cantar! -‐¡Ahí! ¡Un pájaro! -‐De momento me ocupare de ir observándolo, irregularmente, porque prolifera rápido, se propaga como meandros, se desborda, encuentra nuevos canales. No estoy por encima de vosotros, sino junto a vosotros, como un tentáculo. -‐No existe la multitud veleidosa. Simplemente unos son de una forma y otros de otra. -‐La imagen del tentáculo cojea un poco, pero cumple su función. -‐No me importa enredarme en contradicciones. Cuanto más estrecha la malla, mejor. Así da calor. -‐Estoy harta de las inseguridades en uno mismo. Aquí no vamos a tener ningún ego de artista envenenándose la biografía. Somos descercadores, no tenemos biografía. Aquí eso no es importante. -‐No se trata de soberbia cuando digo “yo”. Si lo entendéis como un estar por encima. -‐Si lo entendéis como un estar por encima, habéis perdido vuestra voluntad.
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-‐Somos un espíritu formado por muchos, como figura no tendríamos cabeza. -‐De muchas cabezas, pero acéfalo. -‐...eso es una contradicción, eso no es una contradicción. -‐No se trata el dominio de la plebe, sino de algo blando, blando como la cera. -‐Dejar hacer, dejar ser, dejar querer, no puedo decirlo de otra manera. -‐¿La dictadura del pueblo? -‐Yo no he dicho eso. -‐Sí que lo has dicho. -‐Si fuese una persona espiritual, diría: ya no existe ni el yo, ni el tú. Tururú. -‐Allá. La plaza, al atardecer. Muy poca gente por la calle. -‐Es reclamar aquello que lo resolverá todo. -‐Reclamar cantando. -‐Sí, por mí, cantamos. -‐Ahí, lámparas de araña balanceándose, esto es caro. Un salón, techos altos, estamos en el centro. -‐No tengáis miedo de que no me marche a tiempo. No os voy a enseñar... nada. -‐Pero cuidado con poder equivocaros. El poder está equivocado. I DESCERCOS 1 Irina Un salón aristocrático. En el fondo, en una pared gris, apoyan imágenes de gran formato. En medio, una entrada abierta. En el centro, una mesa de grandes dimensiones que parece más un cubo o una escultura. Tiene que haber también asientos para dos. A la izquierda, al borde del escenario, una Cuarta Pared de un cuarto hasta un octavo, con el corte de una ventana. IRINA Me gusta estar desconcertada, no me importa. También me gusta inventarme una historia cada día, no me supone ningún esfuerzo, ¿quién me lo prohíbe? Hoy, nos dedicamos a descercar. Decimos descercar, reapropiarnos, borrar las letras de imprenta de los registros de la propiedad, algunos lo llaman simplemente robar. A gente que está forrada. De momento, con las élites difusas, aún sería demasiado arriesgado. Hoy, vamos a por aquellos que están a nuestro alcance, esos afables aristócratas (o la triple A: afables aristócratas ajados). Así que vamos y robamos, deshacemos los cercos. Mejor dicho, primero urdimos un plan, decidimos qué o quién consideramos espeluznante e ideamos una estrategia. Nosotros, en realidad tampoco sé quiénes somos. Nosotros, se trata del nosotros de los que piensan diferente. Nosotros, que no es ellos. Así que vamos y nos metemos en una casa particular, obviamente no en una cualquiera, y nos llevamos algo que podamos necesitar, con lo que podamos hacer trueque o satisfacer nuestras necesidades. El objeto en sí mismo,
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pongamos un Kindle o un iPad, no satisface nuestras necesidades primariamente, pero no lo cambiamos por si pudiéramos necesitarlo. Al menos, hasta que la impresora 3D Open Source no pueda producir una unidad de pantalla. Porque desafortunadamente aún dependemos de hardwares de mierda que contienen coltán y de los malditos proveedores de Apple que amenazan con el suicidio en masa, porque tampoco queremos irnos de la noche a la mañana a vivir entre matorrales y alimentarnos de raíces. Y no lo digo literalmente. Yo no tengo absolutamente nada en contra de los tubérculos ni de la verdura de temporada. Todo lo contrario, precisamente de eso se trata. En cualquier caso, la impresora 3D del taller de los descercadores tendría que funcionar, y entonces utilizaría menos anglicismos, lo prometo! ¡Usaría más romanismos, sinismos y arabescos, o como se llamen! ¡Shitmierdamalditasea! Y digo esto porque aquí se agarra al toro por los cuernos. Ahora va en serio. La siguiente escena no va a ser apta para todos los públicos. Pero no porque haya dos personas que hagan el amor. Así que, queridos niños, abandonen la sala. Lo que va a ocurrir, no va a ser nada agradable. No podemos utilizar sangre artificial porque la propietaria después viene y dice: ¿queréis tomarme el pelo? Así que vamos a tener que golpearnos de verdad. Nos dividiremos en dos, uno será el que golpea, y el otro... la otra, la que recibe el golpe. Sin embargo, no nos lo tomamos como algo personal, no se trata de nada psicológico. No tiene nada que ver con amos y esclavos. Es pura estrategia. Nos lesionamos nosotros mismos. Ese es el plan de hoy. Objetivo: salir de esta con el hardware bajo el brazo y un ojo morado. No va a ir a más. Sobreviviré, eso está claro. No va a ser para tanto. En realidad, os podéis quedar. La propietaria no opondrá resistencia, no va a tener que defenderse, porque no verá ningún motivo para hacerlo. No va a pasar nada grave. Pueden estar tranquilos. No hace falta taparles los ojos a los niños, ni los oídos. Seguramente se sientan aliviados. Estamos en contra de la violencia hacia los demás. La violencia no es la manera de hacer ver eso otro, lo contrario de aquello que hemos observado en todas partes del mundo, el dominio violento del ser humano sobre el ser humano. La no violencia es nuestro objetivo declarado. Así que nos golpeamos. Nosotros. Mismos. ¿Entienden? 2 Irina y Kucov IRINA No lo hagas KUCOV ¿Quieres ir y decirle: dame el portátil, que no tengo dinero para comprarme uno? IRINA No. KUCOV El dolor se te irá pasando. IRINA ¡Para!
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KUCOV ¿Y ahora qué pasa? IRINA No me des muy fuerte. KUCOV Sabes qué, te pinto una herida y ya está. Con un poco de jugo de remolacha, ketchup, lo que haya. ¿O mejor llamo a una maquilladora? IRINA No, no va a funcionar. La conozco. Entra y mete directamente la mano en la herida. Y luego la quiere curar. Es muy empática. KUCOV Entonces no nos queda otra. IRINA ¡Para! Espera un momento. Tengo que pensar. No puedes arañarme, no sé, rozarme la cabeza por algún sitio, despacito. No duele tanto al principio, luego quema un poco. Y sale una costra seria. Y ya no es un golpe. Me parece… quiero decir que me parece fuerte que me quieras atizar en la cara. KUCOV Yo no quiero. Pero no tenemos otra elección. Necesitamos el portátil y las demás cosas. ¿Quieres seguir limpiando casas?¿Acaso el trabajo remunerado te ha vuelto loca? ¿Qué te crees, que mañana te va a contratar como secretaria y la semana siguiente como directora de su fundación? Al final te vas a creer el cuento ese del que empezó como aguador y se hizo millonario. IRINA Tenemos tiempo. KUCOV No tenemos ni para comer. IRINA Tenemos, ¿quién? Bueno, bien, entonces me refriegas, necesito un trago, me refriegas la cabeza por la pared y luego la estampas contra el canto ese, ahí detrás, de forma que la nariz... KUCOV De forma que la nariz... IRINA Sí, que me sangre la nariz, ¿no? Está bien así, ¿o qué es lo que quieres? ¿Quieres matarme de un golpe y largarte sin mí?
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KUCOV ¿Crees que esto me divierte? Ya no puedo más, lo digo en serio. Me largo, sin nada. Yo, eh, yo... Déjame... IRINA ¡Espera! Lo intento yo una vez, yo sola, y... y si no impresiona lo suficiente, te dejo que me golpees tú. ¿De acuerdo? KUCOV Piensa que la historia tiene que sonar verosímil. Se la tendrás que contar a ella y a la policía, y ella al seguro, cien veces. Y cien veces lo mismo, no puedes cambiar ni un solo detalle. Después encuentran un pelo ahí en la esquina, ahí detrás y tú les has contado que hubo una pelea y que el ladrón te tiró al suelo y ellos van y te preguntan: ¿y qué hace ese pelo ahí en la esquina? Y luego te pones roja y nerviosa y empiezas a decir tonterías. Y nos detienen. Y nos ejecutan y todo eso. IRINA Bien, entonces haz lo que quieras. Si después acabo tarada mental y por no saber ni como me llamo, me tendrás que ingresar en un loquero. KUCOV No va ser para tanto. IRINA Hazlo. KUCOV Te voy a dar. IRINA Pero no muy fuerte, no sea que los vecinos llamen a la policía. ¡Vamos, dale! KUCOV Sí. IRINA ¡Hazlo! KUCOV ¿No quieres cerrar los ojos? IRINA ¿Para qué? KUCOV No puedo golpearte si me estás mirando.
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IRINA Entonces me doy la vuelta. KUCOV Eso sería traicionero. IRINA ¿Por mi parte? KUCOV No. Venga, así de lado, así le doy mejor a la mandíbula y acabamos antes. IRINA No. KUVOC Ha..... IRINA Ay. KUCOV ¿Qué? IRINA Cerdo. Mierda, esto duele. Prefiero golpearme yo misma. La próxima vez. KUCOV Oye. IRINA Deja de acariciarme, no se me va a curar así.
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3 La dama de la casa DAMA DE LA CASA ¿Creen ustedes que no sé lo que está ocurriendo aquí? Es totalmente obvio, evidente y reconocible a simple vista, que estos dos están tratando de engañarme a toda costa. ¿Y para qué? Para usurparme a hurtadillas todos mis bienes. Porque me quieren descercar, como les he oído decir. Descercar. Es lo contrario de cercar. Y a su vez… ¿vienen? He oído algo. Una puerta se ha cerrado. A su vez ese es el pecado original al que todos ellos se remiten. Al hecho de que yo y la gente como yo, alguna vez cercamos algo, o lo que es lo mismo, tomamos, sin cuestionárnoslo, posesión de algo, algo que yo y la gente como yo en nuestra demencia profesional, lógicamente ocultamos e hicimos pasar por los frutos de nuestro esfuerzo individual, algo que ahora me tienen que quitar, algo que ahora tienen que anular. Una especie de pecado ancestral. Un pecado original patrimonial. Un mito que apesta, que se reproduce cada día. No necesito explicaciones. Hoy en día es muy fácil mezclarlo todo bien y vomitarle a la mentira en la cara, como proclaman ellos por todas partes. Libertad bajo premisas invertidas. ¿Qué? Una vez oí alguien decir eso. Es una injusticia que clama al cielo que yo viva aquí entre tanto lujo. ¿Pero de verdad les parece esto lujoso? Estos zapatos son de Uli Lunge, un corredor de maratones de Hamburgo, que abrió su propia fábrica de zapatos en una cuadra de vacas. Salarios justos, sostenibilidad y todo eso. Estos zapatos son completamente veganos. ¿Qué tiene de malo? ¿Acaso tendría que haberme comprado unos zapatos de cuero barato en Deichmann o unas Nikes en las rebajas? Como carne dos veces por semana porque tengo falta de hierro. Y no me importa pagar un poco más si sé dónde se ha criado el animal, en qué prado. Supongo que es ese el motivo por el que actúan de una forma tan escrupulosa. Porque soy progresista, no levanto barricadas, no escapo al extranjero. Sería absurdo quitar de en medio a un espécimen tan ejemplar, borrar de la faz de la tierra, así sin más, a alguien como yo. Quiero decir que a mi alrededor las cosas se están dando de forma diferente, no le preguntan a nadie, no tratan de tomarle el pelo a nadie, simplemente te lo arrancan de la mano, te arrancan el brazo, sí, eso ocurre, te arrancan la cabeza, aunque eso ocurra menos, es decir, en cualquier caso con brutalidad y sin ninguna consideración. Y por eso puedo estar contenta y orgullosa de que mi ama de llaves, o mi señora de la limpieza, quien parpadea tan pesadamente, como si la pobrecita aún estuviese al otro lado del telón de acero, sea tan amable, o sea: que sea tan escrupulosa y que no prenda fuego a la casa sin más. ¿No les parece? Vienen. AMIGO DE LA CASA Es tan tierna. Con qué grandilocuencia se arrima a esos idealistas que aparecen por todas partes. Con el corazón en la mano ayuda a construir castillos en el aire, que luego se deshacen, se desmoronan, se esfuman. Y detrás tiene que ir el abogado a calmar las aguas, a redactar contratos, para que la corriente no se lleve todo el patrimonio.
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4 Informe sobre el accidente DAMA ¿Se encuentra mejor? KUCOV Sí, menos mal. IRINA Me han dado puntos enseguida. Por suerte no hemos tenido que esperar mucho. Normalmente urgencias a estas horas está hasta los topes. KUCOV Sí, delante de nosotros sólo había una mujer sin brazo y un perro atropellado. DAMA ¿Es que habéis ido al veterinario? KUCOV Es lo mismo. Los han unido hace poco, animales y personas, seres con mandíbula superior. IRINA Mandíbula inferior. DAMA Aha. ¿Y cómo estás? IRINA Sabe usted, me dio un buen golpe. Directo, y justo en... DAMA Eso, ¿pero qué es lo que ha ocurrido? ¿Contádmelo de una vez! KUCOV Le golpeó en la cara. Y escapó. DAMA Aún estoy totalmente consternada. Sigan. Por favor. KUCOV Está bien, pero es mejor que lo cuentes tú misma, yo no estaba allí. DAMA Sí, el no estaba allí. Eso. Irina. Por favor cuénteme lo que pasó. Tengo curiosidad. Y además hay que cazar al ladrón. Cuanto antes lo cuente, más fácil será encontrarle. IRINA
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¡Pero ya se lo he contado todo a la policía! DAMA ¡A la policía! ¡A la policía, dice! ¿Acaso existe todavía? KUCOV ¿Pero qué le ocurre? ¿Por qué no iba a existir la policía...? DAMA Sólo hago... sólo digo... bueno, ¡no me tengan más tiempo en ascuas! KUCOV ¿Se lo cuento yo? IRINA No, ya se lo cuento yo. Sólo tengo que darle la vuelta a la bolsa de hielo. Para que enfríe, para que baje la hinchazón, lo ha dicho el médico. Es mejor. DAMA A ver, enséñeme la herida. No, mejor no. Que me mareo. Sí. Le cazaremos, al ladrón. KUCOV ¿Perdón? DAMA ¿Qué aspecto tenía? KUCOV De eso se ocupa la policía. DAMA Tal vez lo conozco. Tal vez esté entre nosotras. KUCOV Cómo quiere usted cazar al ladrón. No es usted tan rápida. DAMA Luego entra y sale, como si nada, es muy poco cuidadoso, todo esto ya ha ocurrido antes. KUCOV ¡Y cómo salió huyendo con el botín! DAMA ¿Qué botín? IRINA Se llevó el portátil y las joyas
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DAMA ¿¡QUÉ!? Gracias. Todas las joyas... KUCOV Sí, claro, ¿cree usted que le iban a romper el cráneo a mi novia para nada? DAMA No, claro que no. Está claro que tenía que llevarse algo. Está claro. Pero por qué el ordenador. Quiero decir, con todos los datos. No se le ha ocurrido copiarlos en un disco duro externo. Seguro que tiene uno. Uno donde estén todos los datos de la fundación... IRINA Sí, ya lo creo, seguro que tiene uno. DAMA ¿Y las joyas? No se las ha llevado IRINA Honestamente, yo creo que sí. Míreme el cráneo, casi me lo parte. Llevaba un cuchillo así de grande y lo agarraba por la cuchilla, tan fuerte que le salía la sangre por entre los dedos y le correa por la manga. Cómo se dice, ¿correa? KUCOV Sí, más o menos. DAMA ¿Y por qué iba a hacer eso? IRINA Porque quería darme miedo. Quería... salpicarme el miedo en la cara. Suena perverso, pero a él le divertía, para él era todo un placer, una eyaculación. Y lo consiguió. Es decir, con toda la manga sangrienta, tomó impulso y con el brazo estirado, hasta donde recuerdo, con el mango del cuchillo, no con la cuchilla, me dio en la cabeza. Y luego perdí el equilibrio y me golpeé contra la estantería, contra la pared, luego contra la puerta. Y luego se puso todo negro. Una pesadilla horrible. Horrible. DAMA Pobre. ¿Y pudo reconocerle? Quiero decir si se acuerda de cómo era. IRINA No, se había mascarado, ¿cómo se dice? KUCOV. Enmascarado DAMA
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¡Qué mascarada! Se ríe. KUCOV ¿De qué se ríe? DAMA Perdónenme. Lo siento muchísimo. ¿Conocen esa sensación de cuando ocurre algo horrible y a una le entra la risa, la conocen? Mi hijo está de pie frente a la ventana, en una banqueta, y mira hacia afuera. Hay mucho que observar. Y se cierra la contraventana, empujada por el viento, se cierra de pronto, eso en realidad no pasa nunca, pero a él le pasa, a mí me pasa. Y yo qué hago mientras él se tambalea. Totalmente irracional. Me río. Parada. Sin moverme del sitio. Y él se da la vuelta hacia mí, pierde el equilibrio, cae a horcajadas por la ventana. Cosas que pasan. El diafragma es inescrutable. IRINA ¿De qué está hablando? KUCOV No tengo ni idea. IRINA ¿Acaso no me cree? ¿A qué viene eso? ¿No es verdad? KUCOV Claro que sí DAMA Qué poca vergüenza tengo, ¿verdad? Le golpean en la cabeza y encima viene la vieja a reírse. Además del golpe tiene que aguantar el escarnio. ¿Cómo fue su presentación, su mascarada? Vuelve a reírse. De verdad, qué palabra tan graciosa, ¿no les parece? Bueno, ya me darán la razón. Es sensacional, graciosísima. KUCOV La verdad es que un poco rara sí que es. Pero lo entiendo, todo este perjuicio, el recuerdo, la sangre, ni un rastro. Mejor la dejamos sola. Seguro que tiene cosas que hacer. Y a ti te vendrá bien tumbarte un rato y poner los pies en alto. DAMA No, no tengo nada que hacer, de verdad, nada de nada. Me hubiese gustado mirar un rato la pantalla de Retina, sólo por mirar un rato los colores, pero ahora ya me puedo ir olvidando de eso. Pero sí, ponga los pies en alto, ¿verdad? Irina, venga aquí. Deje que la abrace. Ha puesto en juego su vida sólo por estar aquí limpiando lo que ensucia una vieja. ¿Verdad? Y al fin y al cabo la han asaltado a usted, el ladrón. Incluso ha apartado a un rincón el cubo de agua sucia. IRINA Sí, estaba a punto de marcharme.
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DAMA Y entonces él la golpeó. IRINA Sí. DAMA Irina, ¿cómo entró? ¿O acaso ya estaba en la casa, atravesó la pared y la observaba mientras limpiaba? IRINA ¿Qué quiere decir? DAMA Tal vez estaba esperando el momento adecuado porque no quería enredarse en una pelea, el cuchillo contra el palo de la fregona. Al final le hubiese restregado la fregona por la cara y le hubiese quemado los ojos con la lejía. IRINA Sí, al final lo hubiese hecho. Es verdad. KUCOV Así es. DAMA Así es. KUCOV Bueno, entonces... vamos, deberías tumbarte un rato. Sentimos mucho no haber podido parar al ladrón. Para la próxima vez Lilith, que diga , Irina, tendrá experiencia en la lucha cuerpo a cuerpo. Uno de los dos. DAMA ¿A qué viene eso? ¿Usted estaba aquí cuando ocurrió? ¿Acaso estaba ayudándola a limpiar? KUCOV No. DAMA ¿Entonces? KUCOV Quería decir que a veces la recojo. Entonces hubiese estado abajo en la entrada esperando y hubiese cazado al ladrón. Si nos permite la señora, nos vamos...
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DAMA Quiere decir, que si hubiese visto salir por la puerta triunfante a uno con las mangas sangrientas, pantalla de Retina y todo enjoyado, le hubiese dado su merecido. KUCOV Sí, lo dice de forma graciosa. Pero lo digo en serio. Me hubiese metido. IRINA ¿Metido dónde? KUCOV En la pelea. Nunca permitiría que alguien le hiciera daño a ella. DAMA Es usted un hombre noble. IRINA Sí, lo es. Pero puedes dejar de acariciarme. No se me va a curar así la herida... DAMA Los frutos nos pertenecen a todos. La propiedad privada no existe desde siempre. Simplemente alguien se ha llevado algo que necesitaba. ¿No es verdad, señor Gordillo? KUCOV ¿Señor, qué? IRINA Pero para eso no hace falta emplear la violencia. KUCOV Eso pienso yo también. Casi le rompe la cabeza... DAMA Sí, sí, casi se la rompe. No hace falta emplear la violencia. ¿No creen ustedes que si el ladrón lo hubiese pedido amablemente, lo hubiese conseguido? ¿No creen? KUCOV No sé qué hubiese hecho usted. Yo no se lo hubiese dado. Quiero decir, los objetos de valor. DAMA ¿Podría usted simplemente pedirlo, sin violencia? Me resulta difícil intuir qué hubiese hecho usted KUCOV ¿Quién?
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DAMA Usted. ¿Hubiese insistido? Se puede pedir primero por las buenas, y si no funciona, siempre se puede sacar el cuchillo, ¿no? KUCOV No. IRINA Sí. Tendría que haberme preguntado. O al menos amenazarme. Y luego escaparse con las cosas. Pero luego me hubiese culpado usted por no proteger sus pertenencias. ¿Verdad? DAMA ¡Ahora tengo que sentirme culpable yo! Yo no tengo la culpa de nada. O cree usted que tengo yo la culpa de su accidente craneal? IRINA No, por supuesto que no. Como me ha preguntado, he pensado que... DAMA Ha pensado. KUCOV Sí, y yo creo que –en el caso de que me lo hubiese pedido, con o sin cuchillo en mano-‐ naturalmente, no le habría dado las cosas. DAMA Yo sí. IRINA ¿Y cómo puedes saberlo? DAMA Y si se lo hubiese explicado de forma plausible, que necesita las cosas. Que no tiene para comer. La familia. El pueblo. La dula. El camping. Las ocupaciones. Sé de qué va esto, ¿verdad? Seguro que él lo sabe explicar mejor. Y entonces usted se ablanda. Y luego le ofrece algo, por ejemplo el anillo con el diamante, él se lo puede ofrecer, para que usted se lo quede. IRINA ¿Y entonces me ablando? ¿De quién estamos hablando? DAMA De usted. Usted está esperando abajo y lo rechaza. Y se golpea usted misma contra la pared porque no puede soportar el hecho de que su propio novio se haya convertido en un ladrón. Por ejemplo.
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KUCOV No, no aceptas el brillante. IRINA No, no lo aceptas. Claro que no. KUCOV Seguro que lo aceptas, porque con eso tendrías suficiente. ¿O no? IRINA Puede ser. KUCOV No son más que especulaciones. ¿Y qué gana usted finalmente? Sus cosas han desaparecido. DAMA Para la próxima vez. En caso en que se vea envuelta de nuevo en una situación así, Irina. No hace falta que se sacrifique. IRINA ¿Cómo? No la entiendo. Yo no me he sacrifi... No tenía alternativa. KUCOV La golpeó sin piedad, si lo he entendido bien. No había nadie abajo golpeándose la cabeza contra la pared. DAMA Pensaba que estaba usted abajo. IRINA Sí, tú. Casi estabas abajo. ¿Verdad? DAMA Ya está bien. Nos vemos la semana que viene. Aquí tiene su dinero. IRINA ¿Tanto? DAMA Está bien así. Se lo ha ganado. IRINA Gracias. KUCOV Bueno, entonces nos vamos. ¿Vienes, Lilith... Irina?
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DAMA ¿Cómo que Lilith, Irina? Todo el rato Lilith. Pensaba que se llama Irina. LILITH No, no me llamo Irina, ese nombre es sólo para sus oídos, para que me oiga mejor. KUCOV Está bien, lo reconocemos, esta es Lilith, licenciada en física molecular, de Moldavia. ¿Hubiese permitido que una Lilith limpiase para usted? DAMA No tengo absolutamente nada en contra... Todos llevamos el mismo nombre. Mi nombre es ser humano. ¿Creen ustedes que eso lo he inventado yo, que ustedes dos dediquen su existencia a servir y entretener a una pequeña élite saciada de todo? Anhelamos algo más sublime y justo, el bien común o la comunidad de bienes. Los terrenos deben dejar de ser propiedades personales – la tierra no le pertenece a nadie. ¡Llévense lo que necesiten! ¡Llévenselo todo! Tome, el jarrón. Tome las pinzas para la chimenea con el mango de marfil. Está caliente. Tome, la concha de nácar, aquí, el abrigo, la semana pasada lo llevé a coser un pellejo nuevo. La llave de la caja fuerte. Tomen, tomen, tomen. KUCOV Venga, vámonos, la vieja se ha vuelto loca. LILITH Déjame. ¿Querida..., se encuentra usted bien? DAMA ¿Bien? Me encuentro mejor que nunca! De maravilla. Esto es muy importante Lilith y... KUCOV ¡Kucov! DAMA ¿Kucov? KUCOV ¡Kucov! DAMA Kucov. ¡Esto es muy importante, Lilith y Kucov! ¡Ni siquiera han tenido la desfachatez de llevarse hasta lo que llevo puesto, Kucov e Irina! Tienen que ser más resueltos en lo que hacen. Miren, por ejemplo, a los que están luchando ahí fuera. ¿Creen ustedes que los guardianes del orden pueden seguir protegiendo las calles? Es imposible sin violencia, acéptenlo de una vez. Es sólo cuestión de tiempo. Lo tengo clarísimo. LILITH
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Nos vamos, nos vamos. Hasta la semana que viene. No se preocupe tanto. Está usted demasiado tensa. Lea algo, tome, una novela de viajes, le hará bien. Me voy. DAMA ¿Una novela de viajes? ¡No tiene usted ni idea de lo que me haría bien! Soy progresista, pero ahí fuera las cosas son de otra manera. Ahí fuera no le preguntan a nadie. No estafan a nadie. 5 Acefalía, demarquía KUCOV La mayoría de los que han visto nuestra actuación pensarán que somos una célula par, es decir, nosotros, una pareja. Que nos conocemos desde hace años. Puede que algunos se pregunten si nos conocemos desde la escuela o si nuestros padres trabajaron juntos en la fábrica y luego en la fiesta de la empresa, en el castillo hinchable, nos dimos un cabezazo y nos hicimos amigos para toda la vida. Enamorados. No, no fue así. Simplemente tenemos el mismo concepto del enemigo. Eso es lo único que nos une. Se nos asignó aleatoriamente. Pero en realidad no soportamos ni nuestros olores. Le huele fatal el aliento, me lo pareció desde el principio. Un par de horas más tarde ya me había acostumbrado o le daba goma de mascar. Seguramente ella piensa también que yo apesto. En cualquier caso, introdujimos nuestros objetivos sociales en ese buscador, que interroga sobre las disposiciones antagónicas de cada persona que es nueva en la plataforma, una especie de agencia matrimonial más allá del núcleo familiar. Esto se valora, y el siguiente paso fue conocernos en esa tómbola de masas semanal. Más de uno pensará que en realidad lo que queríamos era encontrar una pareja para toda la vida. Pero no es así. Este intento de descerco de la propiedad privada que han presenciado, y que parecen apreciar, no es más que una acción directa que estamos poniendo en práctica aquí a modo de tarea semanal. Esta agencia matrimonial conecta pequeñas células, esta vez individuales, que construyen patrones celulares y se marcan pequeños objetivos para, a posteriori, alcanzar objetivos mucho más grandes, lo que no deja de ser el descerco en masa. Sólo se puede asignar para un campo determinado a quien se compromete con él. No hay una cabeza pensante. La semana que viene me toca dos bloques más allá. Otros están haciendo cosas parecidas en el campo, se ocupan de la atención sanitaria, reparación, comunicación, suministro de agua, etc. La no violencia es nuestro objetivo último. Pero no vayan a creer que no empleamos ninguna violencia, y no vayan a creer que nos van a volver a ver trabajando en equipo. Como mucho cuando se me vuelva a olvidar eso del coeficiente de Gini, entonces me plantaré otra vez delante de ti. Nunca me lo habían explicado de forma tan conmovedora como ella, ¿no es verdad, cariño? Me voy, ¿llevas tú el ordenador o mejor lo llevo yo...? LILITH Yo me lo iba a llevar, pero si quieres... Se lo vas a dar ... a.... a quien lo necesite... KUCOV Claro, ¿qué iba a hacer sino?
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LILITH Claro. KUCOV Pues eso. LILITH Eso. Sólo lo decía por... KUCOV No me importa, de verdad. Queda de camino y ... LILITH Bien, pensaba que... KUCOV Bueno, si quieres... Si prefieres... LILITH No, de verdad. A no ser que tú tengas algo mejor que... Yo tengo tiempo y pensaba... KUCOV Claro, entonces llévalo tú... LILITH Pero sólo si tú... KUCOV Sólo era un ofrecimiento... LILITH ¡Venga, entonces tómalo! Menudo teatro...
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II NOTICIAS DE ALGUNA PARTE 1 El enemigo de la multitud Gorjeos. Los dos descercadores del campo, rodeados por una valla, en un pequeño pedazo de tierra. Primero, un gorjeo feliz de los dos, que poco a poco se va haciendo más desagradable. Al tomar conciencia del cerco, los graznidos aumentan hasta que los dos meten la cabeza con las caras enrojecidas entre las rejas y rompen el cerco. Saludan agitando las palas en el aire. Se van. El amigo de la casa observa a los descercadores del campo. Lleva algo en la cabeza, una suerte de sombrero del que salen cables de colores. El electroencefalograma (EEG) lo puede leer en una pantalla que le cuelga del cuello. AMIGO DE LA CASA ¿Quién es el enemigo de la multitud? ¿Quién puede ser sino yo? Yo, enemigo de la multitud, que soy yo. Yo, una única cabeza de entre las múltiples cabezas de la multitud, que no se puede cortar, a la que no pueden cortarle nada. ¿Qué le ocurre a la multitud cuando quiere ver cabezas rodar pero no puede cortarlas, ni las de los otros, ni entre ellos? ¿Por qué no entre ellos? ¿Por qué no a sí misma? ¿Por qué no se sangra a sí misma? ¿Y por qué no como mínimo cortarse su propias carnes? ¿O acaso sí lo hace? Aguantar el dolor forma parte de ello. Oigo algo. Los dos descercadores del campo con un cesto lleno de remolachas que van a pelar. DESCERCADOR ¡Una adivinanza! ¿Qué es? Imagínate: un ser que nos da la espalda. Apartándose de él, pero aún bajo su sombra, tenemos que imaginarnos a los seres humanos, todos a pie, pequeños, frágiles. Él da un lento paso hacia atrás, con cuidado para no pisar a nadie. Y ellos salen du su sombra, observan tras él, observan por todas partes, se quedan quietos, se mueven, cada uno según le parece. Y él los contempla, los sigue con la mirada, cuando hace falta está a su lado, según sus necesidades. Y pronto estará a la misma altura, mirándose a los ojos de ese uno, de aquellos, cuyas sombras ahora caen sobre él, las unas sobre las otras, en los brazos, piernas, barrigas. Luz temprana que se otorga a las personas sin que tengan que pagar nada por ella. ¿Cómo le llamamos?, al principio es colosal, pero luego se empequeñece. Ese que ha dejado de sacar pecho. Ese que no cruza el umbral hasta que no ha dado los pasos certeros que le dan seguridad. Al menos en el interior de sí mismo. ¿Barrer delante de la puerta de su propia casa? Está incluso lejos de eso. Para empezar, él se preocupa sólo por sí mismo. No hace falta siquiera una expresión que lo defina. Quizás cuando desaparezca toda monumentalidad de cualquier espacio, cuando no haya idioma. ¿Y? ¿Qué es? Es el Leviatán invertido. DESCERCADORA ¿Eso es lo que te motiva cuando miras el campo? A la campiña. Y pones las manos en la tierra. ¿Cuando recoges los frutos de la cosecha y los metes en los sacos? DESCERCADOR
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Airear los pensamientos, estudiar los miedos. Girar en torno al yo, como un derviche, tejer un capullo en torno a uno mismo, hasta el final, de forma consecuente, inspirar, expirar, los brazos cruzados, escuchar dentro de uno mismo, reposar, vivir, sentir los latidos del corazón, no en torno a la voluntad de ella, a la voluntad de él, sino en torno a nuestra voluntad, abrir los ojos, arrancar ese velo rosado, emerger, sacudirse el albumen, limpieza de primavera, cada día de nuevo, nada de ciclos, más bien la fuerza centrífuga de la peonza. DESCERCADORA Yo soy más bien una persona tranquila. También algo lenta. De verdad. Puedo seguir tus ideas, sin problemas, pero prefiero no tener que expresarlas. Se te haría insoportable. Mi madre casi se vuelve loca. Cuando me hacía una papilla tardaba tanto en abrir la boca que siempre se enfriaba. Por eso estoy aquí, porque necesito mirar al vacío. En línea recta. Kilómetros y kilómetros de aire y respirar, tú lo has dicho. Porque no aguanto la ciudad. Allí me falta el aire. ¿Quieres decir algo más? Tú eres más bien una persona espiritual. Nos ayude o no a quitar la mala hierba. Tenemos un cometido común, somos descercadores. Nos esperan en la ciudad. Debemos llevar verduras y noticias frescas. Carguemos el camión y vayámonos. DESCERCADOR Ahora has sido más rápida que yo. Por un momento me he dejado llevar. Empuña una pistola y le dispara en el brazo. La descercadora grita, se tambalea. DESCERCADORA Gracias. ¿¡Estás Loco!? DESCERCADOR ¿Estás bien? Ya conoces nuestra táctica. He pensado que mejor te sorprendo. Así no entramos en discusiones innecesarias. ¿Me oyes? El amigo de la casa con el casco EEG se coloca en medio de los restos de coles peladas. Lleva un documento grande en la mano que muestra los flujos cerebrales (EEG). AMIGO ¿Qué es esto? ¿Avance o fe ciega? Aquí, impreso en papel. He colgado en la pared estos gráficos que documentan mi estado cerebral en el campo. Este es el estado normal. Una tormenta inofensiva. Se ve que está todo tranquilo. No ocurre nada revolucionario. Ni en el campo ni en la ciudad. Ahí fuera no ocurre nada que vaya a tener consecuencias. Se va. 2 Necrópolis / En busca del fantasma de la economía escocesa clásica. AMIGO En una reciente lucha por la vivienda en Vipburgo se ha tomado la decisión. Rehenes. Todos muertos. Al final, cinco tiros en la cabeza. Y ya está. Y de forma incomprensible la vieja y la nueva propietaria entran juntas en la casa con el cerrajero y, claro, el alto ejecutor y les pegan un tiro a cada uno, apenas sorprende. La nueva propietaria, muerta. La vieja propietaria, muerta. Asesinada por el inquilino, que se resistía al
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desahucio. La vieja propietaria, la antigualla: al parecer recibió el último tiro en la cabeza. Aunque a mí no deja de parecerme un misterio cómo cae al suelo una cabeza perforada por una bala después del último tiro y luego alguien, o sea, el verdugo o el tirador, como se le llama entre la plebe, el tirador se dispara a sí mismo. Eso ya no tiene nada que ver con tener buena puntería, si se dispara a sí mismo desde bien cerca, ¿desde dónde sino? Pero me gustaría saber cómo puede ser que no disparase el último tiro contra sí mismo y a pesar de eso cayese el último. No se pudo disparar a sí mismo el penúltimo y mientras caía disparar de nuevo. La nueva propietaria, qué tragedia, antes de recibir las llaves está ya bajo tierra con los sesos agujereados dentro de una caja. Bueno, seguramente la habría registrado ya en el registro de la propiedad, pero de qué sirve cualquier documento, si ya nunca se mudará. Voy al grano. He olvidado a alguien. El trabajador social no recibió ningún disparo. Se salvó. Cómo he podido olvidarme de él? ¿Quién puede convencer a un tirador?, obviamente, el cerrajero no, él ya hace rato que ha perdido los nervios, en casa le esperan mujer e hijos, va a tener un tercero, hoy ha parido, la viuda, tuvo que sustituir a alguien, él, hacer el turno del colega que estaba enfermo, en realidad él ni siquiera es cerrajero, o sea, doblemente en vano está él aquí, junto al ejecutor y la nueva propietaria y el trabajador social a las 8 de la mañana frente a la puerta, observa con total atención la cerradura, está a punto de sacar el destornillador sin saber exactamente cómo lo iba a hacer, cuando se abre la puerta, y entran, y se sientan. Sí, primero sentarse, indica el que aún no se ha convertido en asesino múltiple al séquito de la nueva propietaria. Y así es como el cerrajero yacerá después con ese desamparado movimiento de destornillador en mano, incapaz, sin vida, nervioso aún más allá de su corazón parado, porque en realidad está en casa, en el parto de su tercer hijo, está sentado, o de pie, le tiemblan las rodillas, malditas rodillas. ¿Por qué ha permitido el trabajador social todas estas ejecuciones? ¿Y por qué él ha salido ileso? ¿Se ha salvado porque es un listillo? Para empezar, cuando apela a la conciencia del secuestrador a quien más beneficia es a su propio ego y luego, encima, sale con vida. Puede apelar a la conciencia del tirador, de ese que se ha autodenominado así, de manera tal que le permita a él salir con vida, pero no a los demás. Le dice lo siguiente: tienes razón, toda la razón, si disparas. Sientes rabia, estás en tu derecho. Llevas años sin encontrar otro empleo que no sea agacharte a recoger los casquillos de bala en la asociación de tiro. Tienes que disparar en la nuca a los vecinos de enfrente en persona, que osan aparecer en el escenario de tu escalera. Realmente piensa que su ayuda puede ayudar, pero le sale el tiro por la culata. Al único a quien ayuda es a sí mismo. Y ahora, a posteriori, con las lágrimas resecas se pone cachondo pensando en que era una táctica que podía funcionar. Pero no funciona, nunca. Y luego una falange de cosas sin relación alguna entre sí, eso es lo más fatal de todo, imagínatelo. Simplemente la imagen que se le presenta al que tenía intención de matar cuando abre la puerta. ¿Qué hace aquí el cerrajero, que se iba a perder el parto y pronto iba a perder también su propia vida, qué hace aquí ese al lado de un ejecutor judicial, por qué? El trabajador social debería apelar a su conciencia, a la del ejecutor, si tuviese una personalidad crítica. Y la nueva propietaria, con las llaves tintineando en el bolso, ¿qué hace sacando la cabeza por detrás del trabajador social en la escalera, qué tipo de acuerdo es ese? El trabajador social puede evitarlo todo y salir ileso, ¿no es así? Y torpemente surge en su mente, en la del trabajador social, esta coreografía. Él debe saber que la forma en la que están
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todos parados frente a él ha de tener algún efecto en la psicología del que va a convertirse en asesino quíntuple. ¿Y cómo es que él sale ileso? Porque le entiende. Y porque nunca ha servido de nada entenderle y presentarle ante sí su ideología momentánea. No ocurre ninguna purga, nunca ha ocurrido. El muchacho de los múltiples tiros no puede comprender su acto con antelación y dejarlo estar, el trabajador social lo sabe. Lo tiene que saber. Tiene que decirle algo visionario: eres un idiota, por ejemplo. Sí, eres un idiota. Así por lo menos él sale vivo de esta. Porque entonces el tirador abandona su plan no planeado y dispara por despecho y luego se rinde. Porque entonces el tirador se carga, con razón, al trabajador social y luego a sí mismo. Pero tiene que merecerle la pena, ¿no? si lo dice en serio, su actuación, su papel. Básicamente debería sacarle ventaja en algo al futuro asesino múltiple y dispararse a sí mismo, entonces le dejaría anonadado. Sí. Tiene que hacerse desaparecer del mundo, el mayor farsante de todos, el trabajador social. Y hoy están todos los demás sentados alrededor de un asado que se ha celebrado en vez del entierro. El ejecutor le ha conseguido a la vieja propietaria una vivienda asequible, la nueva propietaria hila en las inservibles llaves de la casa algodón de azúcar, que todos lamen. El padre cerrajero ha cambiado la cerradura y está feliz por su nuevo empleo. Están todos de buen humor por el hecho de que la violencia ha tenido lugar sin ellos, pero sin asesinatos múltiples. Al trabajador social se le plantará un arbolito porque hizo lo correcto, se apartó del medio. Y se ha restablecido el orden. Para mí como abogado, esta es toda una lección para la humanidad, que ampara la propiedad privada. Sí, todos ellos recuerdan al trabajador social que se sacrificó por la paz común. Él representaba la peor contradicción personificada, mientras hubiese seguido literalmente escurriéndose en estas excluyentes relaciones de propiedad donde nadie le había dado vela. DAMA El magnate de los tornillos. Les ha metido en el coco a sus empleados que tienen que producir más, que quiere duplicar en los próximos cuatro trimestres la cantidad final acumulada. Ha pensado en cuadruplicarla. Pero eso aún no lo puede decir. Deben trabajar rápido, escupirse en las manos, dedicar cada minuto, deben tomarlo en serio, trabajar con la lengua fuera. Ha prometido despegar, a sí mismo, ha prohibido escapadas para echar polvos, a los demás. Todo es ya conocido. Y añade algo más: yo sólo veo a mis hijos durante las vacaciones. ¿Qué quiere decir eso? ¿Sólo en vacaciones? ¿Cómo? No los ve en todo el año por culpa del trabajo, que le imposibilita el ir a ver a sus hijos. Porque se ha convertido en un auténtico animal del trabajo, un leproso del tiempo libre, nunca sin trabajar, excepto en el tiempo libre, que no es nada más que las vacaciones una vez por año. ¿Porque está siempre en montaje continuo, o qué? Lo que significa que el tiempo no puede ser libre porque no va a poder elegir, no, porque entonces sólo podrá ir a ver a los niños. El magnate de los tornillos no ha dicho que no vea nunca a sus hijos, sino sólo durante las vacaciones. A mí me parece bastante improbable. En cambio, es más probable que lo que ocurra sea lo siguiente. Que despida a quien vea sus hijos. El magnate de los tornillos aconseja con total urgencia que los taladores y los aguadores tampoco vean a sus hijos en el tiempo no libre de las no vacaciones. En principio, no. Quiere decir: existiría la posibilidad pero él aconsejaría no hacerlo. Grita. Miradme, ¿tengo acaso tiempo para columpiarme? ¡No puedo ni veros, no os
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soporto, quitaos de mi vista, niños! Tampoco quiero trabajar menos. Y no me voy a castrar para no quemarme de tanto trabajar. No quiero afeminarme y trabajar menos, como proclaman por todas partes esas ultra demócratas lesbianas. Yo nunca he promovido que las mujeres sean iguales que los hombres, sin embargo, si no hubiese más remedio sí que podría vivir con esta república homosexual. Pero que ocurra al revés, que los hombres quieran ser mujeres, trabajar menos, igual de poco, eso es el ocaso de la biología. Lesbianas allá a donde se mire. Yo no quiero que las mujeres y los hombres trabajen sólo seis horas al día. ¡No quiero ni pensarlo! Prefiero la retina enrojecida, acres marcas de sudor, ese cortante frío interior… yo quiero currar hasta que me caiga, quiero que las malditas plagas hagan gimnasia en mis ojeras mientras duermo, si hace falta. Quiero observarles con ojos de muerto, quiero que sientan ese dolor que les garantiza su educación elitista. ¡Eso es lo que quiero! Quiero que el trasfondo se conserve intacto y que el hombre curre. ¡Eso es todo lo que quiero! ¡Y quiero que todos le imiten! Quiero que los niños me importen una mierda. De mi lucidez esculpirán un bloque de hielo, que se derretirá en una sola vida, igual que ya han hecho otros antes que ellos. Se quedarán pegados al hielo y ya nunca podrán librarse de él. Y me lo agradecerán cuando sigan mis pasos, que han superado todos los desfiladeros. Y ni ellos ni yo nos sentiremos nunca decepcionados. ¡No miraré más esos ojos de fascinación, sabiendo que no necesito ver ya esa mirada en ninguna parte! ¡Mirad el hielo o la sal, maldita sea! Así más o menos es como habla o gruñe. En su interior. Así es como piensa. 3 Noticias Cuatro descercadores vacían el salón (las pinturas de las paredes, las sillas). Al final sólo queda la mesa en el centro del escenario. DESCERCADOR Tenemos noticias. En todas partes se están ocupando casas. Ayer mismo doscientas personas bloquearon la entrada de una casa en Greinming. La audiencia provincial que representa al propietario no pudo entrar. Los otros estuvieron celebrando hasta el amanecer. DESCERCADORA La central de policía de Brenner-‐Villingen se ha mostrado cooperativa en los reiterados descercos de la zona de viñedos del sudoeste, ya que ha cedido a las demandas de material pesado y liberó sus arsenales. DESCERCADOR En todas partes la gente está aunando fuerzas para apoyarse en la lucha por la vivienda. En todas partes la gente está entendiendo que se puede evitar que una vivienda cambie de propietario. Que se puede evitar que una vivienda sea propiedad de alguien. Que se puede poner trabas a quien no da preferencia a las prioridades humanas. A que las personas tengan un techo sobre su cabeza. Para eso existe el vecindario. Nada clama en contra de la ejecución de un ejecutor, pero ¿es necesario que sea así...? Perdón, eso ha sido un desliz, no tiene que ver con esto. ¿Por dónde íbamos?
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DESCERCADORA A otro, a quien por la mañana le falta la casa porque su llave tuvo que llevarle ante otra cerradura, que pertenecía a otra puerta, a otra vivienda, a otro edificio, por su parte, por la casa que le falta, la que le han expropiado, tuvo que pagar cuatrocientos años de deudas contados, y de pensarlo se puso enfermo. Cuando se recuperó, después de vaciarse un cubo de agua de lluvia en la cara, llevaba un casco puesto y disparaba cuando le picaba el dedo. Junto con los demás, a quienes se había inculcado sentimientos patrióticos, obediencia y otras bobadas, hacía rodar un barril de pólvora por un camino de piedras, hacia arriba, hasta bien cerca de las nubes. El hombre, que en vano intentaba imaginarse patrias altas como edificios, atisbó un pequeño huerto que se había librado de la miseria generalizada y, sin que nadie le viese, se guardó algunos tomates y melocotones en la bolsa. Antes de que la tropa dirigiese el barril de pólvora hacia el valle, donde se encontraba el enemigo, como todos suponían, en solitario se comió tres tomates que estaban a punto de explotar y que le supieron a gloria. Antes de engancharse el cinturón de la munición al barril de pólvora, movido por los remordimientos, le había regalado a un camarada los melocotones. Antes de salir rodando cuesta abajo con el barril de pólvora se dio cuenta de que el enemigo no podía ser el enemigo. Ahora bien, tuvo suerte y consiguió ponerse en pie en un campo cerca de la iglesia del pueblo, con algunas heridas, pero el barril se había salvado. No hubo detonación. Estaba a punto de sacudirse el polvo de encima cuando una carga de perdigones le entró en la barriga, disparada por un amigo; aquel, sin embargo, se consideraba a sí mismo el enemigo. Ese error que se ha repetido y se ha grabado en la tierra cientos de miles de veces, llevaba en este caso frutas. El almuerzo fermentó. Y de la barriga del guerrero creció una tomatera que floreció un par de meses después. El calor del verano hizo que los agujeros del cuerpo reventasen; y así es como una planta nace tierna, y después fuerte como un roble, del interior de una persona. La primavera pasada me encontré a ese que perdió su casa. No tenía nada que comer y me comí los frutos de su cuerpo, rojos y jugosos. Ahora sabéis a qué sabe todo esto. Entretanto, esta historia ha dado muchas vueltas. En todas partes se labran alfombras de cadáveres en el campo, para plantar la próxima siembra. ¿Qué hubiese movido a aquel, aquel expulsado fuera de su casa, si hubiese sabido antes de su final? Que se ande con ojo aquel que carece de techo. DESCERCADOR ¡Un chiste! Debido a una nueva interpretación equivocada de su obra, se revolvía Thomas Hobbes a tal velocidad en su tumba que el cadáver rotante perforó la tierra. De camino al manto de la tierra Hobbes se topó con Jean-‐Jacques Rousseau, que se encontraba en dificultadas parecidas. Después de agitarse juntos un rato, cada vez más cerca del centro de la tierra, fueron a dar con Adam Smith, y algo más tarde con Karl Marx. Los cuatro, en un momento de giro cada vez más alto, pues el revolverse en la tumba es un movimiento que una vez puesto en marcha no puede abandonarse sin más, y menos aún estando a la vista del abrasador núcleo de la tierra, se acercaron por primera vez de forma significativa al ir extinguiéndose en el fuego para siempre.
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Quisieron entonces convenir que al final de su próxima vida preferían ser incinerados y esparcidos en alta mar. III DESCERCOS 2/ GRAN GUIÑOL 1 P€€ling Society Dama de la casa, Amigo de la casa (con gorra EEG), Kucov, Lilith y dos descercadores más con un cesto de col lombarda y sacos de dormir. Un cuadro de tullidos: la dama de la casa lleva un esparadrapo en la nariz, al amigo de la casa le sangra la sien. Kucov lleva el dedo vendado, Lilith una mano, y la descercadora del campo lleva un vendaje grande alrededor del brazo. DESCERCADOR No somos educadores, no se educa a las masas, no enseñamos a nadie, tal vez digamos un poco aquello que no es verdad, es decir, al final nos comportamos como todo el mundo. Evitamos la violencia actuando un poco violentamente, juntos, contra uno mismo. Es una medida táctica. Ahora bien, si el oponente malinterpretase esta violencia y estuviese dispuesto a transformarla, si la emplease para sí mismo, por sí misma, contra sí misma, si la emplease contra nosotros, ocurriría algo, aquello que ocurre siempre que está en juego la libertad del ciudadano. La libertad es su régimen de propiedad; por ella está dispuesto a ponerlo todo del derecho y del revés a su antojo. Simplemente, le pone cerco a todo. Utiliza una idea para conseguir sus fines, la utiliza contra aquellos que originalmente la inventaron. No nos vayamos a obstinar con nuestra propiedad intelectual, eso sería una paradoja. Pero tenemos confianza en que nadie use eso en nuestra contra. Somos del campo. Somos de naturaleza afable. DESCERCADORA Sí, ya estamos aquí de nuevo. KUCOV No hace mucho tiempo. DAMA ¿Quiénes son esos? LILITH ¿Qué le ha ocurrido? DAMA ¿Quiénes son esos? KUCOV ¿Y quién es ese? DAMA Un sombrero particular, ¿verdad? Un amigo de la casa.
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LILITH Gente de la calle. DESCERCADORA Gente del campo. DAMA Ah. DESCERCADOR ¿Qué está haciendo? DAMA Un encefalograma. Flujos cerebrales. Al amigo ¿Puedes quitarte ese trasto? DESCERCADORA Ah. ¿Por qué? ¿No sabe hablar por sí mismo? DAMA Lo que mejor se le da es hablar por los demás. LILITH ¿Qué le ha ocurrido? DAMA Me atacaron. Ayer. Se llevaron la caja fuerte. LILITH ¿Mucho? DAMA Sí. KUCOV ¿Y ya no tiene nada más? DAMA Sí. Debajo de la alfombra queda algo. KUCOV Nunca lo dijiste. LILITH Es que nunca barrí debajo de la alfombra, nunca miré debajo de la alfombra. KUCOV ¿Puedo echar un vistazo?
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DAMA Por supuesto. KUCOV No tiene nada en contra. DAMA No. LILITH ¿Qué está haciendo con su cerebro? DAMA Lo examina. Cada día. El amigo de la casa se golpea con un martillo en la sien. Todos se alarman. DAMA Quiere saber si los últimos tiempos han tenido algún impacto que se plasme en su cabeza. Lo de fuera. Entra al interior. Y esas cosas. DESCERCADORA A mí me parece que tanto impacto va a acabar con él. El amigo de la casa amenaza con golpearse de nuevo con el martillo. DAMA ¡No! Esa es sólo una medida adicional. Para mejorar el riego sanguíneo en el cerebro. DESCERCADOR Sí que se lo toma en serio. LILITH ¿Para qué, qué quiere saber? DAMA Si hay esperanza de que se puedan establecer nuevas interconexiones. Cada nueva era necesita su ciencia. LILITH ¿Y eso es lo que le interesa? DAMA ¡Oh no! Usted también se ha hecho algo. ¿Qué es eso? DESCERCADORA Una bala me rozó. No es para tanto.
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DAMA ¿Y usted? Ahora veo que ... Irina, Lilith, otra vez tiene usted...? LILITH Sí, otra vez. DAMA Pero con el pelo corto... DESCERCADOR Este es Irin, el hombre de la limpieza, Irin. KUCOV ¿Qué? DESCERCADORA Te sienta bien. DESCERCADOR Ayer le atacaron delante de su puerta, justo cuando acababa de cerrar. Los ladrones estaban agazapados en las escaleras. No los pudo ver. ¿Verdad? LILITH Sí. Me pillaron la mano. Cuando aún estaba en la puerta. Por suerte llevaba puestos los guantes de fregar. Si no hubiese perdido los dedos. DAMA ¿Y usted estaba allí? ¿Como la última vez? ¿Por qué iban a cerrar los ladrones la puerta? Si lo que quieren es entrar, ¿no? KUCOV No... DAMA Bueno, mejor dejo de hacer preguntas. KUCOV ...él estuvo allí. DESCERCADOR Buenos días, Señora. DAMA ¡Menos mal! Venga, siéntese. ¿Pero dónde? ¿Se han llevado todos los sillones? ¿Estaban aún aquí ayer por la noche cuando le atacaron? ¿O ha sido esta mañana, cuando la puerta se ha salido de los goznes y se me ha estampado en la cara?¿Dónde están todas las obras de arte? Aquí había un... ¿Qué era? Ya ni me acuerdo. Ya no sé
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nada, más que lo estrictamente necesario. Imagínense, si una no se acordase ya ni de respirar. KUCOV No le importa que mire debajo de la alfombra, ¿verdad? DAMA En absoluto, en absoluto. Y usted la ayudó, ¿sin heridas? DESCERCADOR Mostrémonos nuestras heridas. El descercador se golpea la cabeza contra la mesa y se desploma. Se vuelve a levantar y le sangra la nariz. KUCOV Sí, no ve cómo sangra. Él se enfrentó a ellos con total vehemencia. Pero no sirvió de nada. Entraron y se llevaron los sillones. Sentémonos en el suelo. DAMA Cuánta violencia. LILITH ¿Usted cree? ¿Por qué? Aquí estamos todos en paz. ¿Ha visto usted a algún criminal violento? DAMA Me han dejado los libros. Eso es lo importante. Mire, Oroonoko, ¿lo ha leído? Lo único que falta es un rey, ¿no es cierto? KUCOV Pero dígame Señora Dama, ¿por qué la han golpeado si ya no había nada que llevarse? La caja fuerte de ahí abajo también está vacía. DAMA Cuando a una le estampan la puerta en la cara, no le da tiempo ni a discutir. Cuando una despierta del desmallo, no sabe ni qué es lo que tiene en frente. No tengo explicación. KUCOV No tiene explicación DAMA Di algo de una vez. KUCOV Ya, ¿y dónde esta el contenido de la caja fuerte Señora Dama, Sota, Caballo, Rey?
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DAMA ¡No tengo ni idea! AMIGO No tenemos ni idea. Se golpea de nuevo con el martillo en la sien. Todos se alarman. KUCOV ¿Cómo? Mira quien habla. ¿Cómo? Mira quien se está golpeando con un martillo en la cabeza, ¿y eso para qué? ¿Voluntariamente? ¿Por qué enseguida emplear la violencia? ¿Por qué estallar a la primera? Venga, suéltalo, chaval. Te voy a quitar este sombrero tan raro. Basta ya de gráficos y diagramas. Kucov ha hecho la compra, a partir de hoy cenamos todos juntos. Preparar la cena para cincuenta personas es más eficiente que cincuenta hombres preparándose la cena a sí mismos. ¿Comprendes? Y la dama que firme aquí. DAMA ¿Esto? LILITH Hemos hecho una propuesta en relación al testamento. Que todo pasará a manos de los descercadores. Firme aquí. Esto es para usted, para que tenga usted una copia, por escrito. Nosotros no lo necesitamos. DAMA Gracias! Rasga el contrato. DESCERCADORA Venimos directamente del campo. A esta casa de locos aristócratas. Hemos ocupado un campo, lo hemos cultivado y hemos recogido. La cosecha. Esto es col lombarda. Y un quintal de manzanas. Plátanos no hay. Y me vienes con esas. Que si el cesto estuvo más lleno, ¿eso es todo lo que tienes que decir? AMIGO No sé cocinar col lombarda. LILITH Firme aquí. DAMA ¡Gracias! DESCERCADORA Hubiésemos traído patatas también. Pero alguien entró por la noche en nuestro campo. Se las llevaron. Ahora falta la mitad. DESCERCADOR Déjalo. Ya no importa. Ahora tenemos que estar tranquilos. No nos lamentamos por la cosecha.
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DESCERCADORA Sí, sí que lo hacemos. DESCERCADOR Pero no a ese precio, no poniendo un cerco de nuevo. Entonces sí que habría sido todo en vano de verdad. Si empezásemos nosotros ahora con lo de cercar los terrenos. DESCERCADORA Costó trabajo. ¿Ves mis manos? En realidad no están hechas para trabajar la tierra. Puede ser que la próxima vez me entregue a cosas más livianas. Y no lo digo con doble sentido. No somos ningunos guarros, no sé qué se piensa. No vamos todo el día bailando por ahí en pelotas, por mucho que a usted le guste. Esto es trabajo duro, en el campo. Y ahora la mitad de la cosecha ha desaparecido, maldita sea. DESCERCADOR La próxima vez nos reiremos de esto. Ya verás. ¿Qué miras? Tienes que cocinar. AMIGO No sé cocinar. DESCERCADORA También teníamos guisantes. DESCERCADOR Déjalo. DESCERCADORA Y calabacines. KUCOV Claro que sabes. DESCERCADORA Toma el cuchillo. Queremos hablar de nuestras contradicciones durante la cena, con entereza. Esa es nuestra voluntad conjunta. KUCOV ¡No puede ser! DESCERCADORA Se ha cortado los dedos, no puede ser cierto. AMIGO No he apuntado bien.
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DESCERCADOR ¿Qué? DAMA ¿Pero qué estás haciendo? DESCERCADORA Menuda porquería. KUCOV Se ha mutilado, el muy idiota. LILITH No te vamos a hacer nada. DESCERCADOR En realidad se elige al azar quien tiene que cortar la col, no puedes hacer eso, ni aunque no sepas cortar ni aunque no quieras cortar. AMIGO ¡Que no me vais a hacer nada! ¡Miraos! DAMA Tranquilízate. No nos van a hacer nada. KUCOV Quítale el cuchillo de una vez. LILITH Está totalmente fuera de sí. DESCERCADOR Qué bien. AMIGO Atrás o pincho. Aquí dentro. DESCERCADOR ¡Ay, por dios! DESCERCADORA Maldito idiota, sólo tenías que cortar la col lombarda porque todos tenemos hambre. ¿Tan difícil es de entender? AMIGO
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Queréis otra cosa. Nos queréis cortar en pedacitos y meternos en la cazuela y daros un banquete ahí abajo con los demás salvajes. Ver arder afables aristócratas. Lo he leído en todos los muros. Pero conmigo no. KUCOV Eres un imbécil. DESCERCADOR Ahora se lo ha clavado de verdad. Maldita sea. KUCOV ¡Haz algo! DESCERCADORA Está totalmente consternada. LILITH Mira, la dama no se encuentra bien. AUSGEHERIN Venga, vámonos de aquí. KUCOV Sí, vámonos. Esto se está volviendo contra nosotros. Al final parece que de nuevo sembramos odio y violencia, sangre y armas, terror y azufre, peste, maldita sea. La no violencia es nuestro precepto más importante. LILITH Vámonos. KUCOV Llévate la vitrina de los licores. DESCERCADOR No puedo, tengo la espalda fatal. LILITH Ya la llevo yo. KUCOV Hubiese bastado con que te hubieses lesionado la mano. DESCERCADOR Pero eso ya lo había hecho Irina. No podemos ir todos con la mano lesionada. Sería inverosímil. KUCOV
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¿Y esto? Esto también es inverosímil. Esto parece un campo de batalla. Ya sabíamos que este salón no era el centro neurálgico del ejercicio del poder. Todos sabíamos que no iba a haber resistencia, incluso aunque nos hubiésemos puesto amenazantes. ¿Pero qué decir ante tan abnegada autodestrucción? LILITH Nadie lo creería. DESCERCADOR Dios mío, si las cosas aquí ya están saliendo así, no quiero ni saber cómo andarán en otros sitios. DESCERCADORA Hasta luego. Se van todos menos Kucov que se queda parado en el umbral de la puerta. La dama de la casa observa al amigo. Éste se arrastra por el suelo. DAMA Esto ha ido demasiado lejos. Si no puedes soportarlo, te vas. AMIGO ¿Adónde? DAMA ¡Te vas! AMIGO ¿Adónde? DAMA Al campo. Necesitas unas vacaciones AMIGO ¿Y tú? DAMA A mí me basta con airearme un poco. Se va Lilith y los descercadores del campo vuelven. DESCERCADOR Para cocinar la col lombarda hace falta vino tinto. Un chorro generoso. LILITH ¿Os habéis creído que ibais a comer solos?
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DESCERCADORA Saca la cazuela, indio. Cómo huele a gas. ¿Qué pasa, acaso la dama ha metido la cabeza en el horno? Era una broma. DESCERCADOR ¡Ni lo toques! El vino es para cocinar. KUCOV La vieja se ha ido. DESCERCADOR No pasa nada. Aún tardaremos un rato en hervirlo todo. Se sentará con nosotros a la mesa cuando la comida esté lista. LILITH Deja esa mierda, indio. Aún necesitamos tu cerebro. Para el postre. Era una broma. Venda al amigo de la casa. Te has hecho daño, ¿eh? DESCERCADORA Podrías darle un trago. DESCERCADOR ¿Del vino para cocinar? KUCOV Claro, de lo de demás ya no queda nada. Dame un trago a mí también. LILITH Toma, bebe. Todavía te necesitamos. No te nos puedes morir ahora. No tenemos nada contra ti. El hecho de que nos mudemos a esta casa no quiere decir que tú te tengas que ir. No vamos a disparar a nadie, ni al pianista ni a nadie. KUCOV ¿Qué está haciendo? ¿Pero qué haces? Eso no. El amigo se tumba encima de la mesa. DESCERCADOR Todo el rato estos malentendidos. ¿Pero quién ha dicho que te vayamos a comer? ¡Maldita sea! ¡Siéntate a la mesa como una persona civilizada! ¿Es que no tienes educación? DESCERCADORA ¡Quítale de una vez ese casco de mierda! LILITH Le ayuda a levantarse. Así.
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KUCOV Muy bien, así está mucho mejor. AMIGO Toma, ¿me puedes disparar? ¿No? KUCOV ¡Lárgate de aquí! AMIGO Vamos, lo digo en serio, no tengas miedo. KUCOV Ahí está la puerta. Hasta aquí hemos llegado. LILITH No te vamos a hacer nada. AMIGO Atrévete. Kucov le golpea con la culata del revólver en la cabeza, no muy fuerte, más bien por despecho. El amigo de la casa cae al suelo. DESCERCADORA ¡Ay! DESCERCADOR ¡Le has matado! KUCOV ¡Qué va! IRINA Mira la pantalla del EEG. Está inconsciente. DESCERCADORA ¡Le has golpeado! KUCOV ¡Tonterías! Sólo está cansado. Se echado a descansar un rato. Eso es todo. Ha entendido algo y eso le resulta agotador. Aquí hay una frecuencia cerebral más elevada. Porque por vez primera está tratando de pensar lo impensable. Que somos totalmente pacíficos. Que queremos comer todos juntos. No se lo podía imaginar. Entonces el cerebro tiene que trabajar doble. ¡Lo imprimiremos! Lo veis? Lo colgaremos en todas las paredes. En cada muro. Qué obra. Los descercadores se van con los aparatos.
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3 Epílogo El escenario está vacío, sólo el amigo de la casa, que se ha vuelto a levantar AMIGO Y entonces ella vuelve, porque esto no puede terminar así. Ella vuelve a casa y se queda en el umbral de la puerta. Apoyando el hombro izquierdo en el marco, la mano derecha sobre la cadera, el brazo izquierdo oculto detrás de su espalda, porque lleva el bolso con la pistola. Está apoyada en la puerta, con aire desenfadado, la misma por la que antes salió con los ojos llenos de lágrimas. Y dice con un suave temblor en la voz: “Lo hubiese dado todo. Incluso mi propia vida. Si hubieseis sido honestos. Es imposible sin violencia. ¿Verdad? No todos son tan afables como yo. ¿Qué hacéis cuando alguien saca un arma, qué hacéis? ¿Cómo os imagináis la transición? ¿Y quién os va a heredar? ¿Se pueden legar los intereses? ¿Y qué ocurre cuando la herencia fenece, la herencia comunal de todos los descercadores del mundo? ¿Qué ocurre entonces? Que entonces el notario tiene que redactar de nuevo el testamento.” Entonces saca el arma del bolso. Es un fusil de asalto perfectamente normal, de Heckler y Koch, un G3, o algo así. Lo saca del bolso y dispara un tiro, uno detrás de otro. Y espera a que haya alguna reacción. Si hay resistencia o algo parecido. Si los descercadores son capaces de devolver el golpe llegado el momento. Pero no ocurre nada. Y dispara cuatro veces. Pam, pam, pam, pam. Y no papapapam. O por si le fallase la puntería y para estar segura de que da en el blanco: papapapapapapapapapam. Así no. Exactamente cuatro casquillos de bala caen al suelo de forma tal que se oye rodar al primero un par de centímetros antes de que se produzca el siguiente disparo. A mí no me dispara. Yo soy el notario, sí, eso es lo que soy. Y por la presente, declaro vuestros descercos finalizados, tiroteados. El final es grandioso. ¿No es maravilloso, esa lucidez que dice que no puede salir bien? ¿No les parece? Porque el cuerpo de la plebe yace en el suelo, fusilado. Y a posteriori se puede decir: podía haber salido bien. Un comienzo. Porque hay personas que no soportan que no haya un final. Si no fuese porque alguien se ha tomado la justicia por su mano, por lo que ningún aristócrata receloso ha podido ser demandado de forma eficaz, seguiríamos aquí sentados comiendo manzanas y col lombarda, ad calendas graecas. ¿Y quién puede desear algo así? Tengo que pintarlo yo mismo, de cabeza. De izquierda a derecha: aquí una cuesta empinada, luego un bloque, a partir de aquí un suave descenso, de forma escalonada, abierto por el lado derecho.... Una obra maestra. Un día todo el mundo querrá verlo: un cerebro, que reacciona, cuando hay disparos. El cerebro. Un día admirarán lo que puede pasar con los nervios del cráneo, cuando el mundo exterior se haya ido a pique, cuando todo sea un mismo alboroto, cuando llegue a su fin, cuando todo vuelva a ser como antes.
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Sepulturas de héroes II, Necrópolis. Fotograma Fijo. Fin. APÉNDICE Intermezzo -‐¿Es posible que aquí, en este escenario, nadie se enamore o arda de amor? -‐Sí, bien puede ser. -‐¿Quiere decir eso que el amor no desempeña un papel importante? -‐Eso no puede ser -‐¿Y por qué entonces no tiene lugar? Ni siquiera entre bastidores. He buscado por todas partes. -‐Hay veintidós formas de amor. Eres incapaz de verlas. -‐¿Te parece que estoy solo? -‐Creo que sí El intermezzo puede interpretarse en cualquier parte de la obra por todos los actores. Cuanto más a menudo, mejor.