Dimensión escatológica por Mariano Herrera Form. perm 1996-2002 núm. 13
PRESENTACIÓN
Cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del
Señor hasta que vuelva (1 Cor 11, 26). Cada vez que en la Iglesia celebramos la
Eucaristía, recordamos la muerte del Salvador, anunciamos su resurrección,
esperamos su venida gloriosa.
Dice el Concilio de Trento: “ Cristo ha querido que la Eucaristía sea la prenda
de nuestra gloria futura”. 1
El Concilio Vaticano II: “Banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a
Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera” (SC
47).
Y la plegaria eucarística sobre la reconciliación II: “ Señor, Dios nuestro, tu Hijo
nos dejó esta prenda de tu amor”.
* * *
El ésjaton 2, lo escatológico, la orientación escatológica, es un “proprium” de la
fe cristiana, que se realiza y se nos da de manera fundamental y significativa en el
sacramento central de la Iglesia, que es la Eucaristía.
En la Eucaristía, en tensión desde la actual realización en Cristo y en el creyente
(“ya dado”) hacia la plenitud futura (“sin terminar”), se expresan y viven las
realidades escatológicas, “ya, pero todavía no”. Cumplimiento en el presente y
simbolización del futuro, de Cristo, se nos dan, como contenido y como perspectivas
en el horizonte, muy especialmente en la Eucaristía. 3
La celebración eucarística es “fuente de la vida de la Iglesia y prenda de la gloria
futura” (UR 15a), manteniendo al cristiano en una continua tensión escatológica
ante Aquel que es la “puerta” (Jn. 10, 9) de salvación, ante Aquel “que es, que era, y
que vendrá” (Ap. 1, 4.8), “futurae gloriae pignus”.
En un documento reciente de los obispos españoles encontramos este pasaje 4:
La Iglesia que existe en un determinado lugar y que se manifiesta en cuanto tal
cuando se reúne para la Eucaristía, no está formada únicamente por los que integran
la comunidad terrena. Existe una Iglesia invisible, la “Jerusalén celeste” que
desciende de arriba (cf. Ap. 21, 2). Por eso “en la liturgia terrena pregustamos y
participamos de aquella liturgia celestial que se celebra en la ciudad santa, Jerusalén,
hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, donde Cristo está sentado a la derecha
del Padre como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero” (67). 5 Pero
además están los fieles difuntos que se purifican a fin de obtener la santidad
necesaria para entrar en la alegría del cielo. A ellos estamos unidos también en el
Sacrificio eucarístico, que constituye el más excelente sufragio por los difuntos y el
signo más expresivo de las exequias (68). 6
Es toda la comunidad eclesial la que es asociada como Esposa de Cristo al culto
que Éste rinde al Padre para su gloria y santificación de los hombres, de modo que
la celebración de la Eucaristía hace visible esta función sacerdotal a través de los
siglos (69). 7 Asistida por el Espíritu Santo la Iglesia peregrinante se mantiene fiel
al mandato de “comer el pan” y “beber el cáliz”, anunciando la muerte y
proclamando la resurrección del Señor a fin de que venga de nuevo para consumar
su obra (Cf. 1Cor. 11,26). En la presencia y bajo la acción del Espíritu toda
celebración de la Eucaristía es súplica ardiente de la Esposa : “¡Marana tha! ¡Ven,
Señor Jesús!” (Ap. 22, 20; cf. 1Cor. 12, 3b).
Y en el texto base del XLVII Congreso Eucarístico Internacional 8 se nos insiste:
A los hombres y mujeres de hoy, deseosos de vivir una existencia no efímera, de
sobrevivir más allá de las limitaciones del tiempo y del espacio, Jesús les ha
prometido la posibilidad de estar ya injertados en su misma vida y de poder aspirar a
una existencia sin fin: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y
yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54). San Ignacio de Antioquía recuerda que
la Eucaristía es “el único pan que es medicina de inmortalidad, antídoto contra la
muerte, alimento de la vida en Jesucristo” 9.
En la Eucaristía se contiene ya de hecho la bienaventurada esperanza que
alimenta la espera y el deseo de la Iglesia y de cada creyente del retorno del Señor:
“Ven, Señor Jesús”. Es la Iglesia esposa la que dice a Cristo, su esposo: “Ven”. Y él
se hace presente en el pan y en el vino consagrados y confirma la promesa de su
retorno glorioso. “Sí, vendré enseguida” (Ap. 22,20).
La Eucaristía además, mientras testifica la renovación del mundo realizada por
el Salvador 10, compromete a los creyentes a ser responsables de la naturaleza, de la
tierra, del aire, confiadas al cuidado del hombre por el Señor del universo. Al creer
que el pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo de los hombres y de las mujeres,
se hacen Cuerpo y Sangre de Cristo, vislumbramos desde ahora la transformación de
lo creado que, al final de los tiempos, el único Salvador del mundo devolverá, ya
definitivamente redimido, a las manos del Padre 11.
Esto que se nos expresa en estos escritos pastorales, ritualizado y vivido como
sacramento, realidad y misterio, con mayor fuerza e intensidad nos lo ofrece y da la
Eucaristía como realidad vivida, acontecimiento escatológico, acontecimiento
(plenitud) de los “últimos” tiempos, en la celebración del Sacramento.
Los Padres de la Iglesia primitiva, mucho más que nosotros en la actualidad,
insistían en la índole escatológica de la Eucaristía, en la que descubrían al Cristo
glorioso que ha de venir.
Y santo Tomás, como ejemplo posterior en la Edad Media, en sus hermosos
himnos eucarísticos 12 expresa clarísimamente esta perspectiva.
Veamos, pues, esta dimensión fundamental de la Eucaristía, en los apartados
siguientes.
I
“... HASTA QUE ÉL VUELVA”
La dimensión escatológica de la Eucaristía es uno de los aspectos fundamentales del
Sacramento que, desde el principio, en la celebración, en su teología y devoción, se
ha manifestado y expresado. Hay que reconocer, al mismo tiempo, que este aspecto,
a no ser en el recuerdo y petición por los difuntos que se incluye en el rito de la
Eucaristía, quizás no ha sido suficientemente estimado, reconocido y estudiado en
la celebración, reflexión y devoción eucarística.
Al reflexionar especialmente sobre la Eucaristía, en el Jubileo del año 2000,
cumplimiento del segundo milenio del “ahora, en esta etapa final” (Hb.1,2), no
podemos dejar de descubrir, celebrar y vivir ta escata en el misterio
eucarístico. “En el Sacramento de la Eucaristía, el Salvador... continúa ofreciéndose
a la humanidad como fuente de vida divina.” 13
Vamos a tratar de valorar, pues, lo escatológico, descubriendo su presencia y
dinamismo en la primitiva comunidad cristiana que celebra el misterio de Cristo, en
la doctrina renovada y renovadora del Concilio Vaticano II, y en el amor y devoción
eucarísticos de nuestro fundador, el Beato Manuel Domingo y Sol.
1. 1Cor. 11, 26.
“osakis gar ean esziete ton arton touton kai to poterion pinete, ton zanaton tou
Kuriou kataggellete, arcis ou elzh”
“Quotiescumque enim manducabitis panem hunc et calicem bibetis, mortem
Domini annuntiatis donec veniat”.
“Porque cuantas veces coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte
del Señor, hasta que venga” (1Cor. 11, 26).
Este texto de San Pablo, explicando la institución y celebración de la cena del
Señor, es el más antiguo dentro de la tradición literaria del Nuevo Testamento sobre
la Eucaristía, con una clara orientación escatológica. La primera carta a los corintios
data aproximadamente del año 56, o primavera del 57..., y la fórmula (eucarística)
paulina se remonta muy verosímilmente a los años 40. En este versículo claramente
se expresa, además de la dimensión cristológica y pascual, la dimensión
escatológica en cuanto que la Eucaristía es signo y anticipo de la definitiva paz y
unidad que tendrá lugar cuando se consume la historia de la salvación, situada entre
la cruz que recuerda y la parusía que anuncia 14, actuándonos en la esperanza de la
venida del Señor.
La Eucaristía es signo y arras, “prenda” de la consumación celeste; puede
considerarse como sacramento escatológico que abarca el tiempo entre la Pasión y la
Parusía, “anámnesis” que, además del pasado y la actualización de este pasado, hace
también “proyección al futuro ya anticipado de alguna manera”, manifestando a
Jesús como Kurios eternamente viviente, presente y proyectado hacia el futuro. 15
El versículo nos remite al acontecimiento de la muerte-resurrección de Cristo,
celebrado y proclamado en la comunidad cristiana primitiva..., y caracterizado
también por la esperanza de la realización en plenitud ( “...hasta que venga”),
esperanza que caracteriza a toda la vida cristiana, y más particularmente al banquete
eucarístico. Este banquete eucarístico introduce ya, aunque todavía no de modo
definitivo, en la realidad plena del misterio de Cristo, de manera que los cristianos,
caminando por el mundo hasta que Él vuelva, consideran, profesan y viven los
objetos esenciales de su fe; el pasado, el presente y el futuro atraviesan la cena
eucarística: el pasado de la cruz en el presente del anuncio del Señor que está vivo,
hasta el momento en que venga a llamarnos consigo. 16
La Eucaristía es premisa de la comunión total con el Padre por el Hijo, el día de
la resurrección, de la venida en gloria. Es ese “ya” del banquete mesiánico y la
seguridad de que caminamos hacia él.
2. Vaticano II
Se recogen aquí simplemente algunos textos de los documentos del Concilio
Vaticano II, que hacen una referencia directa a la relación y dimensión escatológica
de la Eucaristía:
“Sentado a la derecha del Padre (Cristo) actúa sin cesar en el mundo para llevar
a los hombres a su Iglesia. Por medio de ella los une más íntimamente consigo y,
alimentándolos con su cuerpo y sangre, les da parte en su vida gloriosa” (LG 48).
“La más excelente manera de unirnos a la Iglesia celestial tiene lugar cuando....
Así, pues, al celebrar el sacrificio eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto
de la Iglesia celestial, entrando en comunión y venerando la memoria,
primeramente, de la gloriosa siempre Virgen María, de San José, de los
bienaventurados Apóstoles, de los mártires y de todos los santos.” (LG 50).
El sacramento nos hace vivir ahora, en el “todavía no”, lo que será finalmente
manifestado en la liturgia eterna: “...la gloria de Dios iluminará la ciudad celeste y
su lumbrera será el Cordero (cf. Ap. 21, 23). Entonces toda la Iglesia de los santos,
en la felicidad suprema del amor, adorará a Dios y al Cordero que fue inmolado
(Ap. 5, 12), proclamando con una sola voz: Al que está sentado en el trono y al
Cordero alabanza, gloria, imperio por los siglos de los siglos (Ap. 5, 13)” (LG 51).
“Cuantas veces comen la cena del Señor proclaman su muerte hasta que vuelva.
..., celebrando la Eucaristía se hacen de nuevo presentes la victoria y el triunfo de su
muerte” (SC 6).
“En ella (la liturgia y especialmente la Eucaristía) los signos sensibles significan
y cada uno a su manera realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo místico
de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro”
(SC 7).
“En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial
que se celebra en la Santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como
peregrinos y donde Cristo está sentado a la derecha de Dios como ministro del
santuario y del tabernáculo verdadero; cantamos al Señor el himno de gloria con
todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos, esperamos tener parte
con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, nuestro Señor Jesucristo,
hasta que se manifieste Él, nuestra vida, y nosotros nos manifestemos también
gloriosos con Él” (SC 8).
“... el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y Sangre:... sacramento de piedad,
signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como
alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria
venidera” (SC 47).
“El Sumo Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, Cristo Jesús, al tomar la
naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno que se canta
perpetuamente en las moradas celestiales... . Porque esta función sacerdotal se
prolonga a través de su Iglesia, que sin cesar alaba al Señor e intercede por la
salvación de todo el mundo, no sólo celebrando la Eucaristía, sino también de otras
manera, principalmente recitando el Oficio divino” (SC 83).
“... a todos los libera , para que... se proyecten hacia las realidades futuras,
cuando la propia humanidad se convertirá en oblación acepta a Dios.
El Señor dejó a los suyos prenda de tal esperanza y alimento para el camino en
aquel sacramento de la fe en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el
hombre, se convierten en el cuerpo y sangre gloriosos con la cena de la comunión
fraterna y la degustación del banquete celestial” (GS 38).
“Por el ministerio de los presbíteros se consuma el sacrificio espiritual de los
fieles en unión con el sacrificio de Cristo, mediador único, que por manos de ellos,
en nombre de toda la Iglesia, se ofrece incruenta y sacramentalmente en la
Eucaristía hasta que el Señor venga” (PO 2).
“... la celebración eucarística, fuente de la vida de la Iglesia y prenda de la gloria
futura...” (UR 15a).
3. El Beato Manuel Domingo y Sol
No se hace, ni creo que se pueda hacer, un estudio sistemático y profundo de la
dimensión escatológica de la Eucaristía en los escritos y vivencia de D. Manuel. Su
devoción, vivencia y expresión eucarísticos, como en aquel su tiempo y también en
la actualidad, iban y se vivían más bien por otros derroteros; pero no faltan en sus
escritos algunas expresiones significativas de esta dimensión escatológica de la
Eucaristía:
“Hermanos míos, no sólo en un punto del globo, no sólo una vez al año, no a
ciertas almas, sino que ha querido fijar su tabernáculo en medio de todos nosotros, y
en todas las partes de la tierra, y quiere venir a nuestros corazones..., y esto hasta la
consumación de los siglos, real, vivo y verdadero” (Escritos I, 2º, 1).
“Y por la Eucaristía Jesucristo obtiene este fin. Porque, así como el pan material
se convierte en carne del hombre, porque aquel es inferior a éste, al contrario el pan
eucarístico, que es más noble que el alma que lo recibe, la atrae, por decirlo así, y la
transforma en sí. Por consiguiente, venimos a ser otro Cristo. Y como tales debemos
aparecer.
Si el apóstol san Pablo decía: Imitatores mei estote, si el mismo Jesucristo nos
decía: sed perfectos, como vuestro Padre celestial, recibiendo la Eucaristía, debemos
ser y representar a Jesucristo, que nos transforma en El” (Escritos, I, 2º, 7).
“Voy a dormir el sueño de la muerte; pero no dormiré todo entero: mi corazón
velará; velará, sí, cerca de Vos y en Vos durante la eternidad bienaventurada”
(Escritos I, 2º, 27).
“Al ofrecerse en el ara de la cruz, al derramar su sangre divina, obtuvo el perdón
y la remisión para todos cuantos pudieran ser lavados y tocados con aquella sangre;
y con esta sangre todo se convierte en mérito y en gracia y en premio de vida eterna,
vivificado por esa sangre de Cristo” (Escritos, II, 2º, 37).
Pistas para el trabajo personal
a) Lectura y reflexión de los relatos de la celebración de “la cena del Señor”,
reparando y redescubriendo el contexto y los elementos escatológicos (1Cor. 11,17-
33; Mc. 14, 22-24; Mt. 26, 26-30; Lc. 22, 14-22).
b) Repasar el cap. VII de “Lumen Gentium”: Índole escatológica de la Iglesia.
c) Anotar detalles de interés en la lectura tomada del Beato Manuel Domingo y Sol:
“Yo estaré con vosotros”, en Selección de textos I, pp. 42-45.
II
CRISTO: EUCARISTÍA Y
“ÉSJATON”
1. Cristo es la Eucaristía. La Eucaristía, “plenitud”, “ésjaton” de Cristo
Si “la Escatología es la reflexión teológica que, basándose en el misterio pascual
de Cristo, ve, en Él, el prototipo de la condición final de la humanidad como
coronación del plan divino de creación y de salvación del hombre”; y si “la
Eucaristía es el sacramento central que hace presente al mismo Cristo, rito
sacramental que actualiza la Pascua, en el que la Iglesia y los creyentes reciben,
mediante la comunión con Cristo, el fruto del sacrificio (misterio pascual) de su
Señor, uniéndose a Él en ofrenda al Padre” 17; podemos y debemos deducir que el
Sacramento de la Pascua, la Eucaristía, revive en la fe (“memorial”) los
acontecimientos de la muerte, resurrección, gloria y segunda venida del Señor,
misterios a los que llega y de los que participa, por su comunión en Cristo, la Iglesia
y cada uno de los creyentes, de modo que la salvación pasa de la Cabeza, Cristo, que
la realizó, a cada uno de los creyentes, miembros del Cuerpo de Cristo.
La Eucaristía, pues, realiza, como Pascua de la Iglesia, por la comunión con
Cristo, toda la plenitud y verdad de la salvación, en aquellos que de ella participan,
siendo “ofrenda viva”, asimilados a Cristo, la víctima pascual.
En la Eucaristía se da el cumplimiento pleno del misterio de Cristo en los
hombres. Los creyentes empiezan a experimentar y vivir, en la vida eclesial de fe
vivida y celebrada en la Eucaristía, estas realidades de la salvación, en la ansiosa
esperanza, eso sí, de vivirlas en plenitud “al final de los tiempos”.
La Eucaristía es el lugar y acontecimiento vivo de la fe esencialmente
escatológica: el cumplimiento eclesial de lo que se realiza y ya se ha realizado en
Cristo.
En la Eucaristía acontece el “evento Cristo” en su totalidad-unidad (vida,
muerte, resurrección, gloria), evento supremo y último, ésjaton; y en este “evento
Cristo” se cumple la salvación definitiva para la humanidad, el mundo y la historia.
18
La Eucaristía, celebrada y vivida, colma la realización del vínculo tan estrecho
existente (así nos lo expresa Pablo, cf. 1Cor. 15) entre Cristo muerto y resucitado y
la muerte y resurrección de los cristianos, así como realiza también en el presente
(así nos lo expresa Juan, cf. Jn. 6.), lo que al final se verá ratificado, la vida eterna o
la perdición fatal definitiva.
La Eucaristía, memorial, además de un pasado salvífico y de un presente en
donde acontece la nueva alianza (en la cena, en la cruz, en el resucitado), expresa y
realiza también el futuro en donde toda la creación será una sola oblación con Cristo
al Padre en una alianza eterna (Cf. LG. 48; GS. 38). El cumplimiento y la
unificación últimos y definitivos de las promesas de Dios salvador es un “ya dado”
en Jesucristo muerto y resucitado, sucedido en medio de la historia y que se realiza
en la Iglesia y en los creyentes, en los sacramentos y vida cristiana, especialmente
en la Eucaristía, en tensión hacia la plenitud última en la “venida del Señor”:
“anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven, Señor Jesús!”.
2. Cristo es el “ésjaton”. La Eucaristía es y realiza a Cristo “ésjaton”
Cristo muerto y resucitado, “ésjaton personal, medida y término, para el hombre
y para la historia, de situaciones-de-relación definitivas con Él” (H.U. von
Balthasar) -cuya venida gloriosa esperamos, como primicias de los muertos, dando
sentido y orientación a la vida y muerte del creyente, así como a su futuro
postmortal-, es el centro, núcleo, fundamento de la Eucaristía... Él es la
Eucaristía. La Eucaristía es Cristo Señor, que es “el mismo ayer, hoy y siempre”
(Hb. 13, 8), “el que era, el que es, el que ha de venir” (Ap. 4, 8c.)
Y en Él, Cristo Señor, celebrante y celebrado en la Eucaristía, “pan de vida” y
“bebida de salvación”, se expresa y realiza la fe escatológica del creyente. La
Eucaristía nos orienta y educa a una proyección escatológica de la existencia, es una
condensación de la dinámica escatológica de toda la creación (Ireneo enlaza la
eucaristía con el tema de la resurrección final, y es también la visión global de
Teilhard de Chardin (“la Misa sobre el mundo”), sobre la dinámica escatológica del
cosmos, que él relaciona también con la eucaristía), y, “pascua”, nos sitúa siempre
en perspectiva escatológica:
La Parusía (venida del Señor en gloria), el acontecimiento de la muerte y
resurrección (de Cristo, el Hijo de Dios, y del hombre redimido por Cristo), el juicio
de la Palabra y del Sacrificio del Señor (que acontece en quien participa), la oración
por la purificación postmortal de los difuntos (purgatorio), la comunión con Cristo
(estar con Él, ver a Dios), la seriedad y sentido de toda la vida del hombre “salvado”
(cielo o infierno), se realizan y expresan “ya pero todavía no”, en toda la liturgia y
vida cristiana, pero de manera especialísima en el Sacramento de la Eucaristía. 19
La Escatología, las verdades y realidades del “más allá”, de la “otra
dimensión”, pues, se expresan, realizan y viven, profunda y significativamente (“ya
pero todavía no”, “en arras”) en la Eucaristía, en el Misterio que constituye, en el
rito que la enhebra, en el espíritu que la orienta..., e incluso en la estructura que la
conforma. Se nos hace presente y real lo escatológico cristiano, que es no una cosa
ni un lugar, sino el “Ésjaton” personal, Cristo glorioso, muerto y resucitado, Señor.
Será de gran interés conocer, distinguir y apreciar tantísimos aspectos del
ésjaton CRISTO en los elementos mistéricos y estructurales del sacramento
eucarístico.
Pistas para el trabajo personal
a) Analizar de qué modo, hasta qué punto, siento y realizo la plenitud, el “sentido de
la vida”, el cumplimiento pleno, el gozo del Cristo total en la celebración y vida
eucarística.
b) Eucaristía “memorial”: pasado, presente, futuro (“ayer, hoy y siempre”). ¿Cómo
entiendo, expreso y proyecto mi existencia humana, cristiana y presbiteral en la
Eucaristía, en cuanto realización ya aquí y ahora de los “ésjata” que espero?
III
ELEMENTOS ESCATOLÓGICOS
QUE CONSTITUYEN EL MISTERIO
Y RITO EUCARÍSTICO
1. Componentes literarios de la anáfora 20 que expresan las diversas realidades
escatológicas.
Veámoslo de modo concreto:
Parusía: “Ven, Señor Jesús” (aclamación después de la consagración). “...hasta
que vuelvas” (aclamación después de la consagración). “...mientras esperamos su
venida gloriosa” (III). “...cuando Cristo haga resurgir de la tierra” (III).
Celebrar la Eucaristía significa y es realizar el memorial de la muerte y
resurrección de Cristo, con la mirada puesta en la vuelta, al final de los tiempos,
porque el “memorial” no es sólo recuerdo del pasado y realidad presente, sino
también anticipo y garantía del futuro.
Muerte: “Anunciamos tu muerte” (aclamación después de la consagración).
Memorial “de la muerte gloriosa de Jesucristo” (I), “de la muerte” (II), “de la pasión
salvadora de tu Hijo” (III). “Ha compartido ya la muerte de Jesucristo”
(III). “Recordamos la muerte de Cristo y su descenso al lugar de los muertos” (IV).
“Muerte” expresada en la Eucaristía como “cuerpo entregado” y “sangre
derramada”, “pan de vida” y “copa de salvación” para la Nueva Alianza, que se hace
“víctima viva”, “ofrenda permanente” para nosotros.
Resurrección: “Proclamamos tu resurrección”(aclamación después de la
consagración), memorial “de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su
admirable ascensión a los cielos” (I), “de la resurrección de tu Hijo”(II), “de su
admirable resurrección y ascensión al cielo” (III), “...comparta también con Él la
gloria de la resurrección” (III), “...transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo
glorioso como el suyo” (III), “...proclamamos su resurrección y ascensión a tu
derecha” (IV).
Juicio: “...por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan” (I);
“...ordena en tu paz nuestros días, líbranos... y cuéntanos entre tus
elegidos.”(I); “...confiamos obtener siempre tu ayuda” (III); “...a quien llamaste de
este mundo a tu presencia” (III); “... cuando Cristo haga surgir de la tierra a los
muertos y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo”
(III); “...todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste” (IV).
Purificación postmortal: “... a los que nos han precedido... y duermen el sueño
de la paz concédeles...” (I). “Acuérdate de nuestros hermanos que durmieron con la
esperanza de la resurrección, y de todos los difuntos: admítelos a contemplar la luz
de tu rostro” (II). “A nuestros hermanos difuntos... recíbelos en tu Reino” (III).
Cielo: “...y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal” (I). “Pan de vida
eterna y cáliz de eterna salvación” (I). “Que esta ofrenda sea llevada a tu presencia
hasta el altar del cielo” (I). “Para que.. tengamos también parte en la plenitud de tu
reino”. “El lugar del consuelo, de la luz y de la paz” (I). “Admítenos en la asamblea
de los santos... y acéptanos en su compañía” (I). “A contemplar la luz de tu rostro”
(II). “Compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas” (II). “Para que gocemos de tu
heredad junto con tus elegidos...” (III). “...Donde esperamos gozar todos juntos de
la plenitud eterna de tu gloria” (III). “...Allí enjugarás las lágrimas de nuestros
ojos..., al contemplarte como Tú eres..., seremos semejantes a ti y cantaremos
eternamente tus alabanzas.” (III). “...Que todos tus hijos nos reunamos en la heredad
de tu reino con María..., con los apóstoles y los santos..., junto con toda la
creación... te glorifiquemos...” (IV).
La Eucaristía nos sitúa y realiza en la perspectiva de la salvación total:
caminamos hacia los cielos nuevos y la tierra nueva.
Infierno: “...líbranos de la condenación eterna...” (I)
2. La escatología del “Sanctus”. El cielo en la tierra
Este himno, proclamado por toda la Asamblea al concluir el prefacio, es un
canto significativo del ser escatológico de la liturgia eucarística, que se sitúa y
realiza, desde la asamblea “terrestre” que es, en la asamblea “celeste” a la que
tiende, invitándonos a hacer nuestro el cántico de los serafines (Is. 6, 3)
21. Grandeza universal y Señorío absoluto de Dios: “Santo, Santo, Santo, Señor
Dios del Universo”.
El cielo y gloria de Dios: “Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna
en el cielo”.
La venida, parusía del Señor: “Bendito el que viene...” (Cf. Ap. 4, 8-11).
La Iglesia se siente unida a todas las potencias angélicas y a la asamblea entera
de los santos..., y Cristo viene para actuar él mismo en la Eucaristía... 22
3. La “anámnesis”
En casi todas las “anámnesis” litúrgicas de los diversos ritos litúrgicos (latino,
siríaco, bizantino, armenio, copto...), la “memoria” no se limita solamente a la
pasión, muerte y resurrección de Cristo, sino que añaden, en casi todas las
ocasiones, el “recuerdo prospectivo” de Cristo sentado a la derecha del Padre, y,
sobre todo, que volverá gloriosamente: “su venida gloriosa”, “¡ven, Señor Jesús!”,
“hasta que vuelva”, “esperamos tu segundo advenimiento”, “tu segundo
advenimiento espantable y glorioso, cuando vendrás a juzgar a los vivos y a los
muertos y a dar a cada uno según sus obras” (de la liturgia siríaca).
Así, la Eucaristía, presencia y sacrificio de Cristo, “con su cuerpo resucitado y
glorioso es anuncio y anticipación de la bienaventurada parusía.” 23
4. El Padre nuestro y el rito de comunión
Además de todo el significado escatológico del Padre nuestro (Padre, en el cielo,
venga tu reino, el pan, el perdón, no nos dejes caer en la tentación...), en la oración
siguiente se nos sitúa en la esperanza clara del juicio y segunda venida del
Señor: “...mientras esperamos la venida gloriosa de nuestro Salvador Jesucristo”,
con la respuesta final de todo el pueblo con “Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la
gloria por siempre Señor”, de claro simbolismo escatológico.
5. La doxología trinitaria, que en tantos momentos importantes aparece en la
celebración eucarística desde el principio hasta el final, (canto de entrada,
conclusión de la colecta, momento final y de plenitud de la anáfora, bendición final
de la Misa: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.) tiene también el sentido de
plenitud, de consumación en Dios de toda la vida del creyente, de la Iglesia.
6. El signo escatológico del banquete: el pan y el vino
La dimensión escatológica se expresa de manera muy significativa en la “cena”,
banquete, comida eucarística..., que es ya liturgia celeste, banquete de los últimos
tiempos, sacrificio celeste, culto que se desenvuelve “en el templo mismo del cielo”
24, siendo presencia, anuncio y espera del Reino por venir, posesión anticipada,
comida mesiánica, anuncio y preparación del retorno, segunda venida de Cristo y su
Reino, gozo anticipado de los bienes celestes.
El banquete (“tomad y comed”, “tomad y bebed”, pan y vino) es símbolo y
realidad anticipada del convite celeste. Es de gran interés redescubrir el sentido de
las comidas en el Antiguo Testamento (Dt. 12, 4-18; Is. 55, 1-3), las parábolas y
referencias de Jesús en los evangelios al “convite de bodas” (Mt. 22, 3, Jn. 2, 1-12),
y las comidas de Cristo resucitado (Lc. 24, 30. 42; Mc. 16, 14; Jn, 21, 12-14; Hech.
1, 4), que llevan siempre consigo una significación de realización y cumplimiento
de las promesas y la verdad de que el Reino ha comenzado ya. 25
El pan del cielo, pan de la vida eterna (Jn. 6, 50-51), “maná”. “Como el maná
del desierto (Sal. 77, 23-25; 104, 40; Sab. 16, 20 ss.), este pan es también el
pregusto de la tierra prometida y el alimento que da fuerza para llegar a ella, causa
de inmortalidad, prenda de resurrección”, arras y prenda de nuestra resurrección
(1Co. 15, 1-18), viático para el encuentro definitivo con Dios. 26
Y el vino, el vino “nuevo” (Mc. 2, 22), bebida escatológica, en el “cáliz de
salvación”. La misma palabra de Jesús (Lc. 22, 18; Mt. 26, 19; Mc. 14, 25) nos dice
que el vino es lo más significativo del banquete del Reino de Dios.
7. Las procesiones
Es significativo también el sentido escatológico, peregrinante hacia el más allá,
que tienen, o deben tener, las “acciones procesionales”, reales y simbólicas, en la
estructura de la celebración eucarística (la procesión de entrada, la procesión del
evangelio, la procesión del ofertorio, la procesión de la comunión, la procesión
final... Ite, missa est. Podéis ir en paz ), en especial la procesión de entrada y la
procesión final.
El “marchar”, el movimiento en la celebración litúrgica de la Eucaristía, debe
expresar simbólicamente a “la comunidad escatológica que en cierto modo se
trasciende a sí misma y avanza hacia la meta propuesta. Se siente peregrina, sin
afincarse excesivamente ni en un lugar ni en una situación.” 27
8. La orientación del espacio celebrativo y de la asamblea
El edificio sagrado, lugar de la celebración eucarística ordinariamente, presenta
un simbolismo referido sobre todo a la comunidad que acoge y a las realidades que
allí se celebran. El Ritual de la Dedicación de iglesias (1977) nos dice:“esta casa es
signo peculiar de la Iglesia que peregrina en la tierra a imagen de la Iglesia
celestial.”(p. 24) 28 Peregrinación hacia el futuro, avance hacia “el más allá”, “la
otra dimensión”, “Dios, futuro del hombre”, que podemos encontrar
significadas también, en la disposición, orientación y dirección del espacio
celebrativo “de un modo longitudinal, rectilíneo (significando el sentido itinerante
del Pueblo de Dios en marcha hacia su Señor)” 29 que tienen la mayoría de nuestros
templos, y la misma disposición, en el presbiterio, del que preside (sede), del ambón
(la Palabra) y del altar, y en la nave, de todo el Pueblo de Dios, peregrinos del
Absoluto. Igualmente tantos elementos decorativos, así como la iconografía
representando en tantas ocasiones la liturgia celeste 30, que nos “hablan” de muerte
y resurrección, de juicio, de venida gloriosa, de la vida futura...
9. Y el canto..., que es siempre significativo de la alegría escatológica, porque “los
tiempos escatológicos han comenzado”
La agalíasis 31(Hech. 2, 46), a saber, la alegría propia de los tiempos últimos,
expresada en los cantos que rodean la celebración eucarística, pone en relación la
acción cumplida sobre nuestro altar terreno y la liturgia celeste. Canto y escatología
parece que van de la mano. Se canta porque es fiesta, a saber, la fiesta de los
redimidos, la fiesta parusial de la liberación en Cristo.
El Apocalipsis que describe la Jerusalén celeste, la iglesia de la parusía
proyectando sobre ella los rasgos principales de la iglesia de su tiempo, vuelve una y
otra vez sobre los himnos y cantos de esta liturgia escatológica... (Ap. 4, 8. 11; 5, 9;
10; 14, 3; 15, 3-4; 19, 1-8).” 32
“No es extraño que haya actualmente tantos cantos que hablen del camino, del
caminar (‘Camina, pueblo de Dios’, ‘Somos un pueblo que camina’).” 33
Pistas para el trabajo personal
Lo sugerido en la Nota 20:
Análisis personal de algunos prefacios.
Análisis personal de alguna de las Plegarias V, de la reconciliación, de Misas
con niños.
¿En nuestras celebraciones eucarísticas, ayuda el espacio celebrativo, el
sentido y la participación con los cantos, la orientación de la Asamblea, a
una comprensión del más allá, del misterio, de la plenitud, de Cristo “Alfa y
Omega”?
CONCLUSIÓN
Para todo el Pueblo de Dios, para los presbíteros, que realizamos el ministerio de
la presidencia, para los operarios, caracterizados por el espíritu eucarístico, la
celebración, la presidencia, y vivencia de la Eucaristía es siempre motivo y realidad
de esperanza, apertura al futuro de la promesa de Dios, realización del banquete
definitivo del Reino, del que este Sacramento es anticipación y promesa.
Este “pan de los peregrinos”, que presidimos y partimos, nos ha de estimular a
vivir en constante reforma y conversión..., y a animar a los otros, en nuestra entrega
pastoral, a una constante conversión y reforma hacia el futuro prometido que la
Eucaristía anuncia y anticipa.
El “donec veniat”, “hasta la venida del Señor”, que la Eucaristía lleva consigo,
empuja a lo definitivo del más allá desde la absoluta relatividad del aquí y el ahora.
La Eucaristía actualiza ya las realidades últimas; y desde esta experiencia de fe y
vida cristiana, nos empuja a actitudes críticas, renovadoras, transformantes,
actitudes de esperanza real del Reino de Dios. Bien conscientes de que este Reino ya
se hace realidad en la propia vida de entrega y conversión, de caridad pastoral, de
santidad de vida que nuestro ser presbíteros y operarios, servidores de la Eucaristía,
exige y lleva consigo 34.
GUÍA PARA EL ENCUENTRO DE GRUPO
Oración. (Puede ser oportuna la “colecta” del Domingo XXXIII del Tiempo
Ordinario; o cualquier otro modo que suela utilizar el grupo).
Exposición personal abierta de cada una de las aportaciones que los
miembros del grupo traen a partir de la lectura-estudio del folleto y desde las
pistas de trabajo personal.
En nuestra condición de peregrinos, cómo nos afecta la perspectiva
escatológica de la Eucaristía: ¿como alimento? ¿como aliento de la
esperanza? ¿como sentido de la existencia? ...
En cuanto pastores, ¿cómo experimentamos esta dimensión de la Eucaristía
en una sociedad cada vez con menor sentido de la trascendencia? ¿Qué retos
platea esto a la evangelización, a la celebración misma, etc.?
Concelebración de la Eucaristía, pudiendo seguir las orientaciones
presentadas al final de este cuaderno.
Cena compartida.
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
(Se presentan aquí los elementos que pueden integrar un celebración de la Eucaristía
que pone especialmente de relieve la dimensión escatológica que se ha expuesto en
los capítulos anteriores)
Canto de entrada 35 Pueblo de reyes, asamblea santa,
Pueblo sacerdotal, Pueblo de Dios,
¡bendice a tu Señor!
1. Te cantamos a ti, Esplendor de la gloria 2. Te cantamos, Cordero de la
Pascua eterna,
te alabamos, Estrella radiante te alabamos, oh Víctima
que anuncias el día. que borras nuestros pecados.
Te cantamos, oh Luz te cantamos, oh Templo
que iluminas nuestras sombras, de la nueva alianza,
te alabamos, Antorcha de la nueva te alabamos oh Piedra
angular y Roca
Jerusalén. de Israel.
3. Te cantamos, Imagen del Dios invisible
te alabamos, oh Rey de justicia
y Rey de paz.
Te cantamos, Primicias
de aquellos que duermen,
te alabamos a ti, el Viviente,
principio y fin.
Saludo 36 El Dios de la esperanza
que por la acción del Espíritu Santo
nos colma con su alegría y con su paz,
permanezca siempre con todos vosotros.
Acto penitencial
- Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia: Señor, ten piedad.
- Tú que te has hecho pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad.
- Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo santo: Señor, ten piedad.
Oración colecta
Oh Dios, que nos has creado a imagen tuya
y has entregado a tu Hijo a la muerte por nosotros,
concédenos la gracia de vivir vigilando en oración,
para que podamos salir sin pecado de este mundo
y descansar con alegría en el regazo de tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios
(Podrán elegirse normalmente las lecturas del día; seguro que en ellas aparecerá
el mensaje de plenitud, de tensión y finalidad, de comunión y misión... tan
característicos de la Eucaristía y de la Escatología)
Oración de los fieles
(Cada uno de los miembros del grupo prepara y presenta alguna de las peticiones
de la oración universal de los fieles).
Canto de Ofertorio Bendito seas, Señor,
por este pan y este vino
que generoso nos diste
para caminar contigo,
y serán para nosotros
alimento en el camino.
1. Te ofrecemos el trabajo 2. Te ofrecemos nuestro barro
las penas y la alegría, que oscurece nuestras vidas
el pan que nos alimenta y el vino que no empleamos
y el afán de cada día. para curar las heridas.
Oración sobre las ofrendas
Tú, Señor, que con la muerte de tu Hijo
has destruido nuestra muerte,
concédenos ahora por la eficacia de este sacrificio
que, obedeciendo tu voluntad hasta el fin de la vida,
podamos partir de este mundo con paz y confianza
y participar en la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo nuestro Señor
.
PREFACIO COMÚN, V
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque, unidos en la caridad,
celebramos la muerte de tu Hijo,
con fe viva proclamamos su resurrección,
y con esperanza firme anhelamos su venida gloriosa.
Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar.
Santo, Santo, Santo...
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
(Resaltando la “anámnesis” y otros varios aspectos de clara resonancia y sentido
cristológico-escatológico.)
Canto de comunión Hacia ti, morada santa, hacia ti, tierra del Salvador,
peregrinos, caminantes,
vamos hacia ti.
1. Venimos a tu mesa, 2. Somos tu pueblo santo
sellaremos tu pacto, que hoy camina unido;
comeremos tu carne, tú vas entre nosotros,
tu sangre nos limpiará. tu amor nos guiará.
Reinaremos contigo Tú eres el camino,
en tu morada santa, Tú eres la esperanza,
beberemos tu sangre, hermano entre los
pobres.
tu fe nos guiará. Amén, aleluya.
Oración después de la comunión
Después de recibir en estos misterios
la prenda de la inmortalidad,
te pedimos, Señor,
el auxilio de tu amor en el momento de la muerte,
para que, superados los ataques del enemigo,
nos gocemos de ser acogidos en tu regazo paterno
al llegar a la gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición solemne, final
El Dios todopoderoso y rico en misericordia
por su Hijo Jesucristo,
cuya ven ida en carne creéis
y cuyo retorno glorioso esperáis,
os ilumine y os llene de bendiciones.
R/. Amén.
Dios os mantenga durante esta vida
firmes en la fe,
alegres en la esperanza
y diligentes en el amor.
R/. Amén.
Y así, los que ahora os alegráis
por el nacimiento, vida, muerte y resurrección
de nuestro Redentor,
cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria
recibáis el premio de la vida eterna.
R/. Amén.
Canto final
Somos un pueblo que camina,
y juntos caminando podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas: ciudad de eternidad.
Somos un pueblo que camina,
que marcha por el mundo
buscando otraciudad.
Somos errantes peregrinos
en busca de un destino, destino de unidad.
siempre seremos caminantes,
pues sólo caminando podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.
Danos valor para lucha,
valor en las tristezas,
valor en nuestro afán.
Danos la luz de tu palabra,
que guíe nuestros pasos en este caminar.
Marcha, Señor, junto a nosotros,
pues, sólo en tu presencia, podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas: ciudad de eternidad.
ÍNDICE
PRESENTACIÓN
I.“...HASTA QUE ÉL VUELVA”
1Cor. 11, 26.
Vaticano II
El Beato Manuel Domingo y Sol
Pistas para el trabajo personal
II. CRISTO, EUCARISTÍA Y “ÉSJATON”
Cristo es la Eucaristía
Cristo es el “Ésjaton”
Pistas para el trabajo personal
III. ELEMENTOS ESCATOLÓGICOS QUE CONSTITUYEN EL MISTERIO
Y RITO EUCARÍSTICO
Componentes literarios de la anáfora
La escatología del “Sanctus”
La anámnesis
El padrenuestro y el rito de comunión
La doxología trinitaria
El signo escatológico del banquete
La procesiones
La orientación del espacio celebrativo y de la asamblea
El canto
Pistas para el trabajo personal
CONCLUSIÓN
GUÍA PARA EL ENCUENTRO DE GRUPO
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
ÍNDICE
1 Denz, 875.
2 to escaton, ta escata : lo postrero, extremo; lo primero, lo más alto, lo
último.Pabón-Echauri, Diccionario Griego-Español. Barcelona, 1964, 3.
3 L. Pacomio y Varios, Diccionario Teológico interdisciplinar II. Voces
“Escatología”, pp. 372-381 y “Eucaristía”, pp. 430-45. Sígueme, Salamanca 1982.
4 Instrucción pastoral ante el Congreso Eucarístico Nacional de Santiago de
Compostela y el Gran Jubileo del 2000, La Eucaristía, alimento del pueblo
peregrino, presentada en la LXXI Asamblea Plenaria, año 1999, nn.35-36.
5 Hace referencia en nota a SC 8; Cf. LG 50; CCE 1090; 1137-1139.
6 Hace referencia en nota a LG 49-50; CCE 1030; 2032; Ritual de Exequias, 1989,
Prenotanda, 1; Orientaciones del Episcopado Español, 40.
7 Hace referencia en nota a SC 7; 83; CCE 1088-1089.
8 Gesù Cristo, unico salvatore del mondo, pane per la nuova vita, el nº. 21, titulado
“Pane di vita eterna, segno della Pasqua dell’universo”, Vicariato di Roma, 1998.
9 Hace referencia en nota a Ignacio de Antioquía, Epistula ad Efhesios, 20, 2, en
Catecismo de la iglesia Católica, 1405.
10 Hace referencia en nota a Vat.II, Gaudium et spes, 38.
11 Hace referencia en nota a 1Cor. 15, 24; Vat.II, Gaudium et spes, 38-39.
12 Oh salutaris hostia, quae caeli pandis ostium(Laudes del Oficio del Corpus).
Tu qui cuncta scis et vales, qui nos pascis hic mortales, tuos ibi comensales,
coheredes et sodales fac sanctorum civium(Secuencia de la Misa del Corpus).
Iesu, quem velatum nunc aspicio, quando fiet illud quod tam sitio; ut te revelata
cernens faciem, visu sim beatus tuae gloriae? (Del himno Adoro te devote).
13 Juan Pablo II, Tertio Millennio Adveniente, n. 55.
14 M. Salvador., San Pablo. Cartas a los Tesalonicenses y a los Corintios, en “El
Mensaje del Nuevo Testamento, 6”, Madrid, 1990, p. 143; y A. Robert – A.
Feuillet., Introducción a la Biblia II. Herder, Barcelona 19773, pp. 392, 397, 403.
15 F. Fernández Ramos., Cartas a los Corintios, en Varios, “Manual Bíblico IV.
Hechos, Cartas, Apocalipsis”, Madrid 1968, pp. 148 y 157.
16 L. Legasse., La Eucaristía según San Pablo, en Equi8po Facultad de teología de
Toulouse, “La Eucaristía en la Biblia”, Cuadernos Bíblicos, 37. Estella 1991, p. 48.,
que, a su vez, cita un artículo de Ch. Perrot., “L’Eucharistie comme fondament de
l’identité de l’Eglise dans le Nouveau Testament”, en La Maison-Dieu, n.137.
17 Varios, Diccionario Teológico Enciclopédico. Verbo Divino, Estella 1995, pp.
313 y 349.
18 J. Alfaro, “Reflexiones sobre la escatología del Vaticano II”, en R. Latourelle
(ed.) Vaticano II. Balance y perspectivas, Sígueme, Salamanca 1989, p. 789.
19 Cfr. Tratados más usuales de Escatología, por ejemplo, J.-L. Ruiz de la Peña, La
otra dimensión. Escatología cristiana. Sal Terrae, Santander 1986 y La pascua de la
creación. Escatología. BAC, Madrid 1996. C. Pozo, Teología del más allá. BAC.,
Madrid, 1984 y La venida del Señor en gloria. Edicep, Valencia 1993.
20 Cf. Misal Romano, Ordinario de la Misa. Plegarias Eucarísticas. Aquí se hace el
análisis solamente de las Plegarias I, II, III y IV. Me parece que sería también de
gran interés, porque hay muchos elementos escatológicos en ellos, estudiar esta
literatura en todos los prefacios; pero creo que, dado el carácter de este trabajo, no
es necesario hacerlo aquí. Lo sugiero más adelante como trabajo de carácter
personal o de grupo. Igualmente (para no insistir aquí en expresiones muy similares
que sin duda se repiten), se puede hacer este estudio en las plegarias eucarísticas V
a, b, c y d.; en las plegarias eucarísticas sobre la reconciliación I y II ; y en las
plegarias eucarísticas para las misas con niños I, II y III.
21 A.-G., Martimort, Los signos de la Nueva Alianza. Sígueme, Salamanca 1965, p.
246.
22 M. Thurian, La Eucaristía. Sígueme, Salamanca 1967, pp. 331-332.
23 A.-G., Martimort, o. c., p. 287.
24 A.-G., Martimort, o. c., pp. 288-291.
25 Cf. M. Gesteira Garza, La Eucaristía Misterio de Comunión. Salamanca, 1992, 2,
pp 10-11. 25-26. 51-56. 77-85.
26 A.-G., Martimort, o.c., pp.306-307.
27 J. Aldazábal, Gestos y Símbolos II. CPL, Barcelona 1984, p. 78.
28 Ibid., p. 72.
29 D. Borobio y Otros, La celebración en la Iglesia I. Liturgia y Sacramentología
fundamental. Sígueme, Salamanca 1985, p.224.
30 A.-G., Martimort., o. c., p. 246.
31 agalliasis -ews h : júbilo,gozo. Pabón-Echauri,o.c. Cf. M. Gesteira Garza, o.c.,
pp. 78-80.
32 D. Borobio y Otros, o. c., p. 251. Y A.-G., Martimort., o. c., p. 245.
33 J. Aldazábal, o. c. , p. 78.
34 Cf. B. Forte, Sul sacerdozio ministeriale. Due meditazioni teologiche. Milano
1998, pp. 29-36; y también el folleto nº4 de Formación Permanente Eucaristía y
Fraternidad Sacerdotal, pp. 23-27.
35 Los cantos están tomados del Cantoral Litúrgico Nacional, Coeditores
Litúrgicos, Madrid 1990. Pueblo de reyes, nº 401, pp. 138-139; Bendito seas,
Señor, nº H5, p. 29; Hacia ti, morada santa, nº O16, p. 43; Un pueblo que camina, nº
719, pp. 210-211.
36 Los textos litúrgicos están tomados de Misal Romano, Coeditores Litúrgicos,
Madrid 1988. Saludo, p. 410; Acto penitencial, p. 416; Oraciones, p. 967; Prefacio,
p. 497; Plegaria Eucarística III, pp.530-535; Bendición solemne, final, p. 557.
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