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De
2º Domingo de Cuaresma
año XVI · número 849 · 20/3/2011
interés
ara ayudarnos a comprender y a vivir este tiem
po deC
uaresma, la liturgia nos propone la lectura del E
van-gelio que nos relata el episodio de la Transfiguración.Los evangelios sitúan la Transfiguración de Jesús
(Mateo 17, 1-9) en un m
omento decisivo de su vida. Jesús
acaba de ser reconocido como M
esías por sus discípulos(M
ateo 16, 13-20). Ante la pregunta de Jesús: “Vosotros,
¿quién decís que soy yo? Tomando la palabra
Sim
ón Pedro, dijo: Tú eres el M
esías, el Hijo
de Dios vivo”.
Y, para que no haya dudassobre
la naturaleza
de su
ser de
Mesías
“desde entonces comenzó Jesús a m
anifes-tar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusa-lén para sufrir m
ucho de parte de los ancia-nos, de los príncipes de los sacerdotes y delos escribas, y ser m
uerto, y al tercer día resu-citar”.D
e esta forma Jesús vincula, y así se lo
manifiesta a sus discípulos, su m
esianismo
con la figura del Siervo de Yahvé (Isaías 53).
En este contexto, los evangelistas nos relatan
que: “Seis días después tom
ó Jesús a Pedro,
a Santiago y a Juan su herm
ano, y los llevóaparte a un m
onte alto. Y se transfiguró ante
ellos”.Jesús, el M
esías, toma a tres testigos
(Ped
ro, S
antiago y
Juan) p
ara revelarles
cómo se va a realizar su obra. S
erá glorifica-do,
transfigurado, resucitado,
pero previam
ente deberá
“pasar” (Pascua) por el sufrim
iento y la muerte. La transfigu-
ración vendrá, vedlo y experimentadlo en este m
omento,
pero como culm
inación de la Pasión y M
uerte. Estos tres
testigos de su Transfiguración serán los mism
os que Jesúsllevará consigo, no m
ucho tiempo después, para que tam
-bién estén presentes en su agonía (M
ateo 26, 37). Es com
osi Jesús quisiera robustecer su fe en É
l, como M
esías, paraque no se escandalicen ante su P
asión y Muerte, haciéndo-
les experimentar previam
ente su Gloria, m
ediante su presen-cia en su Transfiguración: “B
rilló su rostro como el sol, y sus
vestidos se volvieron blancos como la luz. Y
se le aparecie-ron M
oisés y Elías hablando con É
l”.La Ley (M
oisés) y losP
rofetas (Elías) corroboran, con su presencia y conversa-
ción, que Jesús es el Mesías, según había sido anunciado
por la Ley y los Profetas. Y
lo que la Ley y los Profetas habí-
an anunciado es lo que Jesús explicará a aquellos dos dis-cípulos que iban cam
ino de Em
aús, después de su resurrec-ción:“¿N
o era preciso que el Mesías padeciese esto y entra-
se en su gloria? Y com
enzando por Moisés y por todos los
profetas les fue declarando cuanto a Él se refería en todas las
Escrituras” (Lucas 24, 26-27).
Los discípulos (y ¿quién no?), acogían con entusias-m
o cualquier manifestación de la gloria de Jesús: “Tom
ando
Pedro la palabra, dijo a Jesús: S
eñor ¡qué bien estamos
aquí!”. P
edro, con su entusiasmo y espontaneidad, ya se
había lanzado, unos días antes, a declararle Mesías, para,
poco tiempo después, envalentonado quizá porque Jesús le
había llamado “P
iedra” sobre la que “edificaré mi Iglesia”,
ante el anuncio de su Pasión, se pasa varios pueblos cuan-
do “Tomándole
(a Jesús)aparte se puso a am
onestarle,diciendo: N
o quiera Dios, S
eñor, que esto suce-da”. A
lo que Jesús, con extraordinaria dureza,replicó:”R
etírate de mí, S
atanás, tú me sirves
de escándalo, porque no sientes las cosas deD
ios, sino las de los hombres” (M
ateo 16 22-23). Lo que no im
pidió que Jesús, fiel a su pro-m
esa de que Pedro sería, a pesar de todo, la
“Piedra”,
la “R
oca”, invitara
a este
mism
oP
edro, a quien acababa de llamar “S
atanás”, aacom
pañarle en su Transfiguración.A
lli “los cubrió una nube resplandecien-te, y salió de la nube una voz que decía: ‘E
stees m
i Hijo am
ado, en quien tengo mi com
pla-cencia:
escuchadle”.R
ecordemos
que, casi
palabra por palabra, esta mism
a voz se oyócon ocasión del B
autismo de Jesús: “V
ió abrír-sele los cielos y al E
spíritu de Dios descender
como palom
a y venir sobre él, mientras una voz
del cielo decía: ‘Este es m
i hijo muy am
ado, enquien tengo m
is complacencias’” (M
ateo 3, 16-17). La vozque le identificó com
o Mesías, H
ijo de Dios, en su B
autismo,
le vuelve a identificar en su Gloria, com
o preludio de suR
esurrección. Y, en esta segunda ocasión, la voz añade;“E
scuchadle”. Es decir, no desoigáis su m
ensaje. Seguidle,
si queréis participar de su gloria.Jesús, prudente, en repetidas ocasiones prohíbe a
sus discípulos que hablen de lo que han visto u oído. Así,
tras la
confesión d
e P
edro
de
que
Jesús era
elM
esías:”Ordenó a los discípulos que a nadie dijeren que É
lera el M
esías”. (Mateo 16, 20). E
n este caso, sin duda, por-que la gente, sin descartar a sus propios discípulos, iba ainterpretar de m
anera errónea su mesianism
o, como m
esia-nism
o triunfante, político, liberador del yugo de Rom
a. Por
las mism
as razones, sin duda, al bajar del monte de la Trans-
figuración“les m
andó Jesús diciendo: No deis a conocer a
nadie esta visión hasta que el Hijo del hom
bre resucite deentre los m
uertos”. Si Jesús se llevó a los tres para que fue-
ran sus testigos en la Transfiguración, era porque también
iban a ser sus testigos en su Agonía. S
ólo de esta manera
podrían soportarla y entenderla. La Agonía de Jesús culm
i-na en la Transfiguración, en la R
esurrección. No suprim
e eldolor, pero le da sentido. E
ste es el sentido de la Cuaresm
aen la perspectiva de la P
ascua de Resurrección.
SanMiguel
ArcángelLa
vozde
laparroquia
La Transfiguración
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PORQUE
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COSAS
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cita
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«regalo
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ueridos herm
anos y her-m
anas,La
Cuaresm
a es
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ino, es acomp
añar aJesús q
ue sube a Jeru-
salén, lugar del cum
plim
iento de
su misterio d
e pasión, m
uerte yresurrección; nos recuerd
a que la
vida cristiana es un “cam
ino” que
recorrer, que consiste no tanto en
una ley que ob
servar, sino la per-
sona mism
a de C
risto, a la que
hay que encontrar, acoger, seguir.
Jesús, de hecho, nos d
ice: “El
que
quiera
venir d
etrás d
e m
í,q
ue renuncie
a sí
mism
o, q
uecargue con su cruz cad
a día y m
esiga" (Lc 9,23). E
s decir, nos d
iceq
ue para llegar con É
l a la luz y ala alegría d
e la resurrección, a lavictoria d
e la vida, d
el amor, d
elb
ien. Tamb
ién nosotros deb
emos
tomar la cruz d
e cada d
ía, como
nos exhorta una bella p
ágina de
la Imitación d
e Cristo: "C
arga contu cruz y sigue a Jesús; así iráshacia la vid
a eterna. Él fue d
elan-te,
llevando
su
pro
pia
cruz y
murió p
or ti en la cruz para q
ue túlleves tu p
ropia cruz y estés d
is-p
uesto a morir en ella. P
orque si
mueres con É
l con Él igualm
entevivirás. Y
si eres su socio en lap
ena tamb
ién lo serás en el triun-fo” (L. 2, c. 12, n. 2). E
n la Santa
Misa
del
Prim
er D
om
ingo
d
eC
uaresma rezarem
os: “Oh D
iosnuestro P
adre, con la celeb
raciónd
e esta Cuaresm
a, signo sacra-m
ental d
e nuestra
conversión,conced
e a tus fieles crecer en elco
nocim
iento
del
misterio
d
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risto y de d
ar testimonio d
e élcon una d
igna conducta d
e vida”
(Colecta). E
s una invocación que
dirigim
os a Dios p
orque sab
emos
que sólo É
l pued
e convertir nues-tro corazón. […
]E
n los dom
ingos de C
ua-resm
a, de form
a muy p
articularen este año litúrgico d
el ciclo A,
somos introd
ucidos a vivir un iti-
nerario bautism
al, casi a recorrerel cam
ino de los catecúm
enos.Las Lecturas q
ue escucharemos
San
Mig
uelArcángel en los p
róximos d
omingos y a las
que os invito a p
restar especial
atención, se toman p
recisamente
de la trad
ición antigua, que acom
-p
añaba al catecúm
eno en el des-
cubrim
iento del B
autismo: son el
gran anuncio de lo q
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uno de nosotros. E
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omingo, lla-
mad
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la tentación, porq
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resenta las
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e Jesús enel d
esierto, nos invi-ta a renovar nuestrad
ecisión
definitiva
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valor la
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ecisión,d
e resistir al mal, d
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a Jesús.
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llos que son ad
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e la Transfigura-ción. E
l Bautism
o es el sacramen-
to de la fe y d
e la filiación divina;
como A
braham
, pad
re de los cre-
yentes, tamb
ién nosotros somos
invitados a p
artir, a salir de nuestra
tierra, a dejar las segurid
ades q
uenos hem
os construido, p
ara volvera p
oner nuestra confianza en Dios;
la meta se entrevé en la transfigu-
ración de C
risto, el Hijo am
ado, en
el que tam
bién nosotros nos con-
vertimos en “hijos d
e Dios”. E
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omingos sucesivos se p
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autismo en las im
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agua, de la luz y d
e la vida. E
l Ter-cer D
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e tu tierra y de la casa d
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re,hacia la tierra q
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e ti un gran pueb
lo, te bend
eciré, haréfam
oso tu nomb
re, y será una bend
ición.B
endeciré a los q
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icho el Señor.
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Palabra
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Miércoles
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San
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Toribiode
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Señor
San
Braulio
Dan
9,4-10/Sal78
/Lc
6,36-38Is1,10.16-20
/Sal49
/Mt23,1-12
Jer18,18-20
/Sal30
/Mt20,17-28
Jer17,5-10
/Sal1
/Lc
16,19-31Is7,10-14;8,10
/Sal39
/Heb
10,4-10/Lc
1,26-38Miq
7,14-15.18-20/Sal
102/Lc
15,1-3.11-32
Lunes21,
20:00Funeral
porRafael
Cortés
PérezMiércoles
23,19:00
1 erAniversario
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24,19:00
Funeralpor
AntonioRom
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aritana (cfr Jn 4,5-42). Com
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xodo, tam
bién nosotros
en el Bautism
o hemos recib
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que
salva; Jesús,
como
dice
a la
Sam
aritana, tiene un agua de vid
a, que
extingue toda sed
; y este agua es sum
ismo
Esp
íritu. La
Iglesia en
esteD
omingo
celebra
el p
ri-m
er escrutinio
d
e lo
scatecúm
enos y durante la
semana
les entreg
a el
Sím
bolo: la P
rofesión de
la fe, el Cred
o. El C
uartoD
omingo nos hace refle-
xionar sobre la exp
erien-cia
del
“ciego d
e naci-
miento" (cfr Jn 9,1-41). E
nel B
autismo som
os libe-
rados d
e las tinieblas d
elm
al y recibim
os la luz de
Cristo
p
ara vivir
com
ohijos d
e la luz. Tamb
iénnosotros d
ebem
os apren-
der a ver la p
resencia de
Dios en el rostro d
e Cristo
y así la luz. En el cam
inod
e los
catecúmenos
seceleb
ra el segundo escru-
tinio. Finalmente, el Q
uin-to D
omingo nos p
resentala resurrección d
e Lázaro(cfr
Jn 11,1-45).
En
elB
autismo hem
os pasad
od
e la muerte a la vid
a ysom
os hechos
capaces
de
gustar
a D
ios,
de
hacer morir el hom
bre viejo p
ara vivird
el Esp
íritu del R
esucitado. P
ara loscatecúm
enos,
se celeb
ra el
tercerescrutinio y d
urante la semana se les
entrega la oración del S
eñor, el Pad
re-nuestro. […
.]Q
ueridos am
igos, en este cami-
no cuaresmal estem
os atentos a aco-ger la invitación d
e Cristo a seguirlo d
eun m
odo m
ás decid
ido y coherente,
renovando la gracia y los com
prom
i-sos d
e nuestro Bautism
o, para ab
an-d
onar el
homb
re viejo
que
está en
nosotros y revestirnos de C
risto, para,
renovados, alcanzar la P
ascua y pod
erd
ecir con san Pab
lo “no vivo yo, esC
risto q
ue vive
en m
í” (G
al 2,20).
¡Buen cam
ino cuaresmal a tod
os vos-otros ¡G
racias!
TAMBIÉN
NOSOTR
OS
SOMOS
INVITAD
OSA
PARTIR
,A
SALIRDE
NUESTR
ATIE
RRA,
ADEJA
RLAS
SEGURIDADES
QUENOS
HEM
OS
CONSTR
UIDO
SSaallmm
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32
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