8/16/2019 si funciono el rpiemro este tambien
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cuerpo maestro, avanzaron sobre la arquitectura: el paisajismo, la ingeniería estructural,
y, sobre todo, las prácticas del real estate business. La figura histórica del Arquitecto se
desarma ante nuestros ojos, pero en su lugar no encontramos ni un democrático
colectivo de decisiones, ni un equipo de sabios que renueven el pensamiento sobre el
habitar, sino las más crudas estrategias del mercado global. El Arquitecto, y toda la
parafernalia ética y estética que acompañaron la construcción de esta figura, sedesvanece por el lado más banal, más peligroso para cualquier manera viable de habitar:
por la multiplicación de las burocracias privadas transnacionales cuya única lógica es el
incremento de las ganancias. ¿Qué pueden entonces significar precaución y
responsabilidad en este marco?
No es más fácil la situación para quienes nos dedicamos a la crítica de
arquitectura o a la investigación teórica sobre ella: las raíces kantianas de la crítica nos
llevan inevitablemente a los mismos caminos duales, mientras se sospecha que ninguna
teoría, en sentido fuerte, ha resistido sus embates. Hemos desarmado los “grandes
relatos”, pero la propia naturaleza de la actividad crítica nos impide cualquier incidencia
operativa –no ha de extrañar, pues, el divorcio creciente entre quienes trabajan en la
profesión y quienes se dedican a especular sobre los caminos de la disciplina. Sólo lahistoria ha quedado como parámetro de “verdad”, lo que es paradójico, porque en la
historia no es posible encontrar ninguna verdad. La ilustre clave temporal, por otro lado,
se encuentra tradicionalmente en tensión con el ámbito material en el que el arquitecto
trabaja: es que la oposición espacio/tiempo, a pesar de las metáforas de reunión,
reproduce también las jerarquías clásicas –el tiempo espiritual, inmaterial, móvil y
fluido, versus la extensión, de crasa permanencia, in-significante, última pero muda
realidad. Los intentos de abandonar esta razón crítica –como el muy difundido artículo
de Alejandro Zaera Polo, en 1999, proponiendo una cartografía descriptiva de las
tendencias del momento, presentada “con la metodología” de las prácticas de
marketing- redundaron en la aceptación sin resquicios del sistema político-económico
global.2
¿Debemos –o más bien podemos- dejar a otros las consideraciones específicas
sobre la construcción del espacio? Bueno, parece difícil encontrar a esos otros. Durante
un tiempo no muy lejano, la arquitectura encontró sus interlocutores en la filosofía –o
más precisamente, en el ensayo filosófico- pero, más allá de la innegable productividad
del episodio posmodernista en la demolición de las narrativas modernas, la arquitectura
se colocó en situación de minoridad, replicando las abstracciones de sus amigos. 3 No
está en la naturaleza de la filosofía pensar el espacio en términos concretos y
constructivos, aunque muchos indicios –desde las preocupaciones hermenéuticas acerca
de la escisión animal/humano, la recuperación de la experiencia, o las versiones
foucaultianas del territorio y la biopolítica- nos llevan a reconocer que allí también seasiste al agotamiento de una manera de pensar.
¿La ciencia, entonces, nos dará soluciones para el habitar? No es raro encontrar
hoy, en los trabajos de investigación teórica en arquitectura, un llamado similar al que
una vez hicieran las vanguardias clásicas: desembarazarse del peso de las
consideraciones históricas y semánticas, desafiar la inercia de la industria de la
construcción que continúa utilizando técnicas milenarias, y aprender de los diseñadores
industriales, incorporando nuevos materiales y, sobre todo, la increíble potencia de las
técnicas digitales de producción y modelización. Sin embargo, es el complejo científico-
2 Alejandro Zaera Polo, « Un mundo lleno de agujeros », El Croquis nº 88/89, Madrid, 1998, pp. 308-3233
Ver, por ejemplo, el triste papel del arquitecto en las conversaciones que mantuvieron Jean Baudrillardy Jean Nouvel en Los objetos singulares. Arquitectura y Filosofía. Fondo de Cultura Económica, Mexico,2000