Introducción
“Chabón” es una palabra que podría ser una derivación del “chaval” español, aunque también
se ha propuesto que surgió de la forma “charabón” (cría de ñandú). Esta forma habría evolucionado en
el conocido “chambón”, término lunfardo que denota a una persona torpe, inútil o con poca habilidad
en el juego u otros ámbitos, y que, tras la moda de los ’80 del “vesre” donde se cambiaban las sílabas
de lugar para decir “nami” por mina o “naca” por cana por ejemplo, se llegó de chambón a “boncha”,
y luego nuevamente modificado habría vuelto a usarse como “chabón”. En este proceso de cambio,
hubo además una resemantización del término, para abandonar el primer sentido con el que chambón
se usaba, que rastreamos en el Corpus Diacrónico de la RAE y salieron 13 resultados incluido el
siguiente del relato breve “El gran Serafín” de Bioy Casares (1962):
“—Para estos trotes (…) usted es bastante inútil. Hasta chambón (…) Así no sigo porque me
voy abajo…”. Entonces decimos que actualmente ya casi no hay rastros de aquél sentido.
El significado literal aproximado de “chabón” hoy es el que refiere a una persona poco o nada
conocida: “Estaba el chabón parado ahí, en la esquina, y pasó el motochorro […] y le arrancó el
celular de la mano”; “El chabón este, Pablo, me llamó y me dijo que no podía venir el lunes”.
Sin embargo, también puede utilizarse como una forma apelativa vocativa con marca de
cortesía informal, i.e., con marca de cercanía, fraternidad o cariño entre los hablantes (¿Qué hacés por
acá, chabón?), incluso en los casos en los que el contenido de la información que se intercambia entre
los locutores se presentara como negativo (No, chabón, ¿cómo vas a hacer eso?). El uso como
vocativo fue el único uso distinto al literal que se encontró en algunas fuentes de información
formales o académicas (como el cuadernillo de Semiología de 2009, el artículo de Gelbés sobre
boludo, etc.).
Sin embargo, la recolección de datos mostró un uso de esta forma bastante más complejo y
diverso. Además del uso literal y vocativo, encontramos evidencia de un uso que, a nuestro criterio, es
el de marcador de discurso, según lo definen Zorraquino y Portolés: “unidades lingüísticas
invariables [morfológicamente], [que] no ejercen una función sintáctica en el marco de la
predicación oracional y poseen un cometido […] en el discurso: el de guiar […] las inferencias
que se realizan en la comunicación” (1999, XX). Nos parece que éste es el caso en los siguientes
ejemplos:
(1) ¡Me muero de hambre, chabón! No veo la hora de ir al cumpleaños de mi abuela.
(2) Chabón, cantar “Still waiting” a los gritos.
(3) Mick Jagger, no podés ser tan groso, chabón.
(4) A: “Hoy se surfea en la arena” (se envía adjunta una imagen real de la playa).
B: No, ¡qué bueno eso, chabón!
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(5) A: Chabón, ¿te conté lo de ayer? (Conversación entre mujeres).
(6) No, chabón, qué lindo tema “Love You Goodbye”.
(7) Qué sueño tengo, chabón, no reacciono.
(8) Les juro que me re obsesionó con “Never giving up”. Chabón, ¿qué me pasa?
Otras características propias de los marcadores, propuestas por los mismos autores, también
aplican a estos ejemplos: prosódicamente, están limitados por la entonación (en la escritura, se sitúan
entre comas); sintácticamente, no están integrados en la oración ni presentan una posición fija: pueden
aparecer al principio (2, 5) o al final de la oración (1, 3, 4), o bien, tras partícula (6); semánticamente,
no presentan contenido referencial o denotativo, sino de procesamiento. Permiten, además, el
encadenamiento posterior de construcciones reformulativas (7) o que aportan nueva información (1,
8).
Los marcadores discursivos pueden clasificarse en diversas categorías: reformuladores,
conectores, operadores argumentativos, estructuradores de la información… Consideramos que
“chabón” podría inscribirse en la categoría de “marcador de control de contacto” o “de alteridad”, ya
que “’manifiestan la relación entre los participantes de la conversación, sujeto y objeto de la
enunciación, y de éstos con sus enunciados, […] refuerzan o justifican los razonamientos de los
hablantes ante su(s) interlocutor(es), sean argumentos o conclusiones; bien como retardos en la
comunicación; como llamadas de atención para mantener o comprobar el contacto; […]’” (Ibíd., 145)
[Ojo, es cita dentro de cita].
Estos usos son recientes, y se perciben en grupos delimitados, en general, por los siguientes
parámetros: adolescentes o jóvenes adultos, tanto hombres como mujeres, en situación de confianza o
cercanía, ya sea por vínculo o por edad (amigos, hermanos, compañeros, padre/hijo, etc.). La muestra
a analizar determina, en principio, que es un uso propio de la región rioplatense (C.A.B.A. y Gran
Buenos Aires). Con un poco más de certeza se podría determinar que “chabón” tiene una marca
“cronolectal”, porque percibimos su uso en una determinada generación. No obstante, sería necesaria
una investigación más profunda para poder afirmar que el uso marcador sea exclusivo de estos
parámetros.
El fin de este trabajo será el análisis de “chabón” en tanto marcador del discurso (según la
definición y características que se han brindado) desde la perspectiva de la Teoría de la Polifonía
Enunciativa (TPE) y la Teoría de la Argumentación en la Lengua (TAL) de Ducrot.
Análisis
Apelando a la TAL, Zorraquino y Portolés destacan que un tipo de instrucción semántica que
forma el significado de los marcadores son las “instrucciones argumentativas”, en tanto pueden
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coorientar o antiorientar dos argumentos. Además de una orientación determinada, los argumentos
poseen también mayor o menor fuerza argumentativa; si varios argumentos son coorientados, algunos
marcadores del discurso indican cuál de ellos tiene más fuerza.
Caso A:
(1) ¡Me muero de hambre, chabón! No veo la hora de ir al cumpleaños de mi abuela.
Instrucciones:
- Argumentativa: manifiesta la relación entre los participantes (confianza, cercanía: hay en
“chabón” una marca de que se está hablando a los pares, un guiño); refuerza el razonamiento ante el
interlocutor.
- Ilocucionaria: representa un acto expresivo, en el que se muestra un sentimiento de necesidad y
desesperación moderada (¿?).
- Causal: es visceral. Parece que “morirse de hambre” exige exclamar “chabón”.
- Polifónica:
* Punto de vista (enunciador) 1: el locutor presenta su enunciado como representando que tiene
mucho hambre.
* Punto de vista (enunciador) 2: prosodia exclamativa. Manifestación del enunciador de la reacción,
con función de marcar la subjetividad del locutor. En este caso, reacción de desesperación.
* Punto de vista (enunciador) 3: puesta en escena de una marca generacional (franja etaria 15 a 35
aprox.) que asegura que todos los jóvenes usan el término “chabón”.
¿Qué pasa con el marco y qué topos se convoca? El enunciado argumenta hacia
<+hambre, -felicidad>, y “chabón” está de alguna manera reforzando esa argumentación. Habría un
efecto muy similar si se dijera “Qué hambre, chabón” o “Chabón, ¿cuándo comemos?”, y no podría
decirse por ejemplo “#Chabón, tengo un poco de hambre” o “#No tengo nada de hambre, chabón”,
salvo en un contexto específico como el de ironía. También se estaría apelando al topoi que asegura
que durante los cumpleaños habitualmente se come bien y en cantidad, entonces puede interpretarse
que el locutor espera ese momento para saciar su hambre, además de convocar otro topoi como el de
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“morir de hambre” que sería una forma habitual y comúnmente usada para contarle a otro sobre las
ganas excesivas de alimentarse (¿).
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Caso B
(2) Todos los chabones quieren algo serio y zorrear a la vez. ¿Quién te entiende, chabón?
Instrucciones:
- Argumentativa: manifiesta la relación entre los participantes (confianza, cercanía: hay en
“chabón” una marca de que se está hablando a los pares, un guiño); refuerza el razonamiento ante el
interlocutor.
- Ilocucionaria: representa un acto expresivo, en el que se muestra un sentimiento de
desconcierto ante las actitudes masculinas.
- Causal: es reflexiva, de pedido de razonamiento. Parece que la idea de que “los hombres son
todos piratas en el fondo” exigiera exclamar “chabón”.
- Polifónica:
* Punto de vista (enunciador) 1: el locutor presenta la idea general de que todos los hombres
(utilizando el término “chabones” aquí como lo describimos al comienzo, en su sentido literal de
sujeto desconocido o como un universal) poseen la característica de no conformarse con nada, y
buscar relaciones serias y casuales al mismo tiempo.
* Punto de vista (enunciador) 2: el locutor se pregunta cuál sería el sentido de tener dicha actitud, se
cuestiona si existe alguien que comprenda esa realidad y el “chabón” reforzaría esa desesperación
porque no existe nadie que entienda eso bajo la mirada del locutor, porque es una pregunta retórica
que no espera contestación.
* Punto de vista (enunciador) 3: prosodia normal al comienzo y luego interrogativa ascendente.
Manifestación del enunciador de la duda, con función de marcar la subjetividad del locutor. En este
caso, desconcierto, infelicidad.
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* Punto de vista (enunciador) 4: puesta en escena de una marca generacional (franja etaria 15 a 35
aprox.) que asegura que las mujeres jóvenes también usan el término “chabón” durante la
conversación entre ellas.
¿Qué pasa con el marco y qué topos se convoca? Se estaría convocando el topos casi
feminista de plantear la infidelidad innata de los hombres, esta idea de que la mayoría pretende un
noviazgo y una amante, y también el topos de “a las mujeres nadie las entiende” bueno, pero aplicado
a los hombres, es decir, se está apelando al lugar común de poner en escena esta idea de que “a los
hombres nada les viene bien”, la disconformidad, y el uso de “chabón” vendría a enfatizar a funcionar
como un modificador realizante (habría que agregar mínima descripción de los MR) para la pregunta
“¿quién te entiende?”, sería una forma de aumentar la fuerza argumentativa para la idea de que “nadie
los entiende”. La partícula refuerza el sentido del enunciado, marca en el discurso en tanto guía las
inferencias que debe realizar el interlocutor, todo en este enunciado indica hacia tener que pensar que
“nadie entiende esta actitud lamentable de los hombres” y el agregado de “chabón” hace hincapié en
esa indicación, es como si con el “chabón” se estaría diciendo “sé que pensás como yo”, “sé que creés
que nadie entiende que los chabones quieren algo serio y zorrear a la vez”. Ahí está la marca de
confianza y fraternidad que esta partícula analizada aporta.
La TPE propone reconocer una pluralidad de personajes discursivos a los que se atribuyen los
distintos puntos de vista vehiculizados por la enunciación a los que Ducrot llama enunciadores.
Pudimos hasta acá considerar que es la enunciación misma la que dice algo sobre el enunciado, que
pueden advertirse infinidad de sentidos que se desprenden nada más que de la interacción entre los
locutores, nada hay afuera, y lo que hay de afuera está representado en las palabras, la duda, el
asombro, la confianza, el enojo, el desconcierto, la desesperación, la alegría, la sorpresa. El marcador
discursivo “chabón” agiganta todos esos sentimientos, los refuerza, los pone en el foco, nos obliga a
releer lo anterior para agregarle una nueva instrucción de interpretación. Reformular para agregar
sentidos y resemantizar el enunciado en el que fue utilizada la partícula.
Los marcadores discursivos “sirven en nuestras interacciones verbales de mecanismos para el
establecimiento de muchas de las inferencias comunicativas que llevamos a cabo” (es Gaviño
Rodríguez, Revista Didáctica del Español como Lengua Extranjera) durante nuestros enunciados. Lo
que queremos decir es que con la utilización de “chabón” el locutor no solamente se inserta en
determinada comunidad de habla (franja etaria joven, rioplatense, actual) sino que también organiza el
proceso de la comunicación en el sentido de indicar instrucciones sobre la forma para interpretar lo
dicho, indicios hablados y escritos sobre cómo pensar el sentido de aquello que deseamos transmitir.
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Caso A
(2) ¡Me muero de hambre, chabón! (No veo la hora de ir al cumpleaños de mi abuela).5
Un posible topos convocado por (1) podría ser el que expresa la relación <+hambre, -felicidad>. Es decir que un oyente se encuentra con la instrucción argumentativa de interpretar la enunciación en la escala que determina que cuanta más hambre se tenga, mayor será el nivel de infelicidad, o bien, que cuanto mejor alimentado se esté, menor será el nivel de infelicidad. Es una argumentación similar a la presente en el refrán “Donde hay hambre, no hay pan duro”.
Ilocucionariamente, este enunciado da instrucción sobre un acto expresivo, en el cual se muestra un sentimiento o actitud; en este caso, se trata del cansancio del hambre o de la desesperación por comer. Este cansancio o desesperación se representa con un origen visceral, como un sentimiento que surge en el interior del sujeto y el cual no puede contener (es esta, pues, la instrucción causal).
Pero lo que interesa aquí son las instrucciones dadas por “chabón”.A la instrucción argumentativa recién mencionada debe agregársele una instrucción
presente en “chabón”: en tanto el uso de esta partícula está limitado a una determinada porción de hablantes en una sociedad mayor, su aparición “llama” a los pares a interpretar el enunciado. Dentro de un vasto espectro de oyentes, el locutor selecciona aquellos con los que mantiene una relación de confianza o cercanía. El enunciado indica esto, dejando de lado a todos los demás posibles interpretantes. Esto no quiere decir que el enunciado no pueda ser comprendido gramaticalmente, sino que argumentativamente delimita a los oyentes “autorizados” para la interpretación.
Las instrucciones polifónicas que aparecen en el ejemplo son dos: por un lado, hay un primer punto de vista (E1) que crea una representación del locutor como si tuviera mucha hambre/no hubiera comido hace mucho tiempo/etc. Por otro lado, de acuerdo a la teoría en la que este trabajo se inscribe, la prosodia constituye siempre un punto de vista (aquí, E2), en tanto le permite al locutor manifestar su reacción. Este ejemplo se acompaña de prosodia exclamativa, la cual permite observar -y confirmar lo ya comentado sobre la causa de la enunciación- la reacción de cansancio o desesperación por parte del locutor ante el hecho de pasar de hambre.
Como se muestra, “chabón” está funcionando en el ejemplo como un reforzador de la fuerza y escala argumentativas, ambas convocadas en el enunciado principal. Da instrucciones causales, que señalan el origen incontrolable de la enunciación, e instrucciones argumentativas, que señala un límite en los destinatarios. Este tipo de instrucciones son propias de los marcadores de discurso, y no podría representarse a la enunciación de la misma manera si “chabón” estuviera funcionando como un vocativo. En efecto, un locutor lograría un efecto argumentativo similar al del ejemplo si dijera “¡Qué hambre, chabón!” o “Chabón, ¿cuándo comemos?”, mientras que ya no se trataría de un uso argumentativo en casos como “#Chabón, tengo un poco de hambre” o “#No tengo nada de hambre, chabón”. Estas dos últimas construcciones incluyen ejemplos de vocativos, por lo que no presentan naturalmente instrucciones argumentativas. Se las debería insertar en un contexto específico (como puede ser el de la ironía) en los que los vocativos pasaran a usarse como marcadores de discurso, y entonces poder funcionar argumentativamente.
Caso B:
(8) Les juro que me re obsesioné con “Never giving up”. Chabón, ¿qué me pasa?
Instrucciones:
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- Argumentativa: llama a que su enunciado sea interpretado por pares, y refuerza el argumento.
- Ilocucionaria: acto expresivo, en el que se muestra un sentimiento o actitud.- Causal: visceral. La obsesión o la canción producen la incredulidad.- Polifónica
E1: expresa incredulidad. E2: prosodia marcado, acento. Manifiesta la reacción, marca la subjetividad del
locutor. En este caso, el locutor se muestra incrédulo.
Modalidad: expresa actitud de asombro, de incredulidad.
Marco/Topos: no hay contexto para determinar cuál es el marco, pero se puede suponer que: Suposición 1: <+obsesión, +negativo>, el locutor representa que obsesionarse con algo es
malo, se cuestiona a sí mismo tras reforzar el topos con el “chabón”. Suposición 2: <+la banda que canta el tema, +negativo>, el locutor representa que
encontró una canción de una banda considerada mala o que por lo general no le gusta, y con “chabón” refuerza su incredulidad.
Caso C:
(5) A: Chabón, ¿te conté lo de ayer? (Conversación entre mujeres).
Marco/topos: <+noticia, +urgencia>. La enunciación se presenta como un alto a la conversación precedente y marca que el cambio de tema (o no haber hablado aun del tema nuevo) es de lo más importante. El “chabón” introduce este cambio, refuerza la pregunta que en este caso no es una pregunta a responder por el interlocutor, sino un introductor de cambio de tema. Hay un sentido de “Uh” o “No sabés”. Se podría haber dicho “Uh, ¿te conté lo de ayer?” o “No sabés lo que tengo para contarte”, pero no “#No sabés lo que me tengo para contarte, chabón”. En este último caso, “chabón” funciona como vocativo.
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