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El paraje denominado “Olla” es un lugar ubicado en el
interior de los montes de Porta-Coeli (Valencia-España).
Concretamente a orillas del barranco, también denominado de
Olla, y próximo a las laderas del monte Gorgo (907 m), el más
alto de la zona.
Pertenece al municipio
de Marines, cuyo
emplazamiento original
se halla junto al
barranco que lleva el
nombre de los términos
por donde pasa: de
Gátova o de Olocau, y
que aguas abajo se
denomina del Carraixet.
La Aldea de Olla, un poblado
imbricado en los montes de
de Portaceli, al pie de las
estribaciones del Gorgo.
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El topónimo aparece citado en el siglo XIII en el Llibre
del Repartiment (registro de las donaciones prometidas por el
rey Jaume I ante la conquista del Reino de Valencia y
expropiadas a la población musulmana) y continúa citándose
así en la documentación posterior, cuando pertenecía a la
baronía y posterior condado de Olocau. Según la opinión más
generalizada éste proviene del árabe y designaba a “la
alquería de arriba”.
Se da la circunstancia que dicho lugar es
zona de contacto entre los ámbitos de lengua
aragonesa (Gátova y Marines) y valenciana
(Olocau, Serra, etc.), y por lo tanto la toponimia y
el lenguaje autóctonos recogen esa realidad.
El botánico Cavanilles, en su famoso libro
Observaciones sobre la historia natural, geografia,
agricultura, del Reyno de Valencia, publicado en
1797, se refiere al lugar con estas palabras:
Parcelas de cultivo, montaña, poblamiento, caminos, acequias… formaban una unidad indivisible en un paisaje hasta bien poco sostenible y que desea volver a serlo
“... por el mismo barranco, hacia el norte se halla el
lugarcillo de Marines de 38 vecinos, y casi á igual distancia
mas arriba la corta aldea de seis casas llamada la Olla,
cercados de montes que permiten poco cultivo.”
Así mismo, este lugar es citado en otras publicaciones,
como en el periódico “El Fénix” (semanario valenciano de
literatura, artes, historia y teatro), en su número del año 1845,
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cuyo texto, trascrito por el actual cronista de Olocau,
Ferran Zurriaga, dice: “Se forma de ocho casas, colocadas en
una pequeña llanura en el promedio del monte. La parte baja
esta reducida a una huerta, formando bancalitos que se
riegan con el agua de la celebre fuente del Zaragatillo, y las
laderas y altos se halla plantados de parrales, sostenidos por
rodrigones y cuidados con el mayor esmero; de almendros,
olivos, alcornoques, higuera y algún viñedo. Aquel rincón del
mundo, sin otro camino que sendas por entre cumbres y
precipicios, visitado sólo por cazadores y algún curioso,
ofrece puntos de vista sumamente pintorescos....”.
Esta aldea y su huerta, así como los campos de
secano adyacentes, tienen su origen en una torre de
construcción andalusí, del siglo XI, a la que posteriormente se
le añadió un edificio de dos alturas, construido en época
medieval; y más tarde un poblado cuyos edificios están
construidos con piedra del terreno (rodeno) y barro. La torre
tendría un uso para vigilancia y almacén y está a unos pocos
kilómetros del castillo denominado “del Real, del Águila, o de
Alí Maimó”, de cuyo sistema defensivo formaría parte. Está
construida en tapial, su base está ataluzada, y su parte alta
está desmochada desde hace mucho tiempo.
Detalle del plano de localización del Plano Geométrico de la ciudad de
Valencia llamada del Cid, 1831, donde se ubica la aldea de Olla junto a los
pueblos vecinos de Marines y Olocau y la Cartuja de Porta-Coeli.
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Torre de Olla y Castillo del Real. La torre medieval de la Alquería de Olla
fue el centro de este hábitat islámico integrado en el hisn representado por
el Castillo del Real.
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La aldea siguió ocupada por moriscos hasta su
expulsión, a principios del siglo XVII, siendo un lugar aislado y
de pobre economía, sólo frecuentado por pastores
procedentes de Teruel, con sus rebaños trashumantes y por
los transeúntes del cercano paso entre las cartujas de Porta-
Coeli y de Vall de Crist.
Tras quedar abandonado, el conde y señor del Valle de
Olocau volvió a intentar su repoblación, muy dificultosa por lo
abrupto y pobre del lugar.
A partir del siglo XVII estuvo habitada normalmente y a
finales del siglo XVIII se rehabilitó parte de la “casa grande” (o
casa de los moros). Esta situación se mantuvo
aproximadamente hasta 1915, momento en el que los últimos
habitantes estables (una pareja de ancianos) tuvieron que
marchar a Marines (viejo), tal como relata el erudito local,
Rafael Deltoro Escrig. A partir de entonces, sólo fue habitada
de forma temporal con motivo de la realización de trabajos
agrícolas.
Aún así, según Rafael Deltoro “en el padrón de
edificios y solares del año 1936 se cita que habitaban unas 25
personas en las casas de Olla”.
Se tiene constancia de que en la década de 1940 y 50
residían algunas personas en Olla, entre ellas la Sra. Amparo,
conocida como “Juanita” o “la Tía Pelá”, donde criaba sus
gallinas y vendía los huevos en Serra, atravesando para ello
los montes por estrechas sendas, tal como relatan sus
descendientes.
Posteriormente, en 1957, con motivo de las torrenciales
lluvias de octubre que desembocaron en la “riada”, se produjo
un alud sobre una parte del pueblo de Marines que arrasó
varias casas, falleciendo cinco personas, y como
consecuencia el gobierno decidió el traslado del pueblo a un
nuevo emplazamiento, en tierras de los términos municipales
de Llíria y Olocau, mientras una parte importante del término
municipal fue dedicado a usos militares.
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La Casa Grande con la torre islámica al fondo
Tras el traslado de los habitantes de Marines al nuevo
emplazamiento, los del vecino pueblo de Gátova fueron
adquiriendo propiedades en Olla y partidas próximas. Entre
los nuevos pobladores, destacó el Sr. Pascual S. R., que
aunque tenía casa y familia en Gátova, pasaba la mayor parte
del tiempo en Olla, desplazándose con su carro, tirado por
una mula. Allí adquirió poco a poco parcelas, así como
algunas casas y corrales, y era un gran conocedor de la sierra
y de sus habitantes. En aquellos años seguía frecuentando la
zona un rebaño procedente de la sierra de Albarracín
(Teruel), como lo venían haciendo tradicionalmente desde
siglos atrás.
Las personas que mantenían la actividad agropecuaria
de Olla eran personas mayores de Gátova, Marines y alguna
de Olocau, pero la falta de rentabilidad del sector y el paso del
tiempo provocaron el progresivo abandono de los cultivos,
dadas las reducidas dimensiones de las parcelas y su difícil
mantenimiento, a causa de su orografía montana.
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Ejemplo de rebaño de ovejas de raza aragonesa habitual en los montes
de Porta-Celi hasta hace unas décadas. Foto publicada en
http://naturaxilocae.blogspot.com.es.
A partir de 1976 entablamos contacto con el Sr.
Pascual, quien nos animó a compartir el cuidado de Olla. Nos
integramos en los usos y costumbres del lugar y fuimos uno
más entre los pequeños copropietarios que cultivaban y
mantenían la aldea y su huerta, el secano y la red de caminos
y acequias.
No obstante, la precariedad de las construcciones, el
envejecimiento de los anteriores propietarios, el incremento
de los robos y el expolio de todo tipo, afectaron
negativamente al mantenimiento de la aldea y su entorno. En
ese momento solo se podía acceder a Olla a través de una
senda que la conectaba con Olocau y de una pista forestal,
abierta sobre una antigua senda, procedente de Marines.
Esta época duró hasta los años 90, momento en el que
el Sr. Pascual, dada su avanzada edad, abandonó su
residencia en Olla, por lo que ésta dejó de estar habitada, si
bien su familia siguió manteniendo, en la medida de sus
posibilidades, la actividad agraria.
Un hecho que ha tenido un gran impacto ha sido la
declaración, en enero de 2002, del Parque Natural de la
Sierra Calderona, topónimo éste que sólo corresponde a un
paso natural existente en la otra vertiente de la sierra, por la
zona de Gilet, pero cuyo uso se ha generalizado para
designar a toda la sierra, cuya denominación tradicional es la
de montes de Porta-Celi.
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Como consecuencia de su calificación como parque
natural se destinaron por la Administración Pública diversos
fondos para la apertura de pistas, así como para la
construcción de una balsa contra incendios, junto al barranco
de Olla y frente al poblado, desviando a tal fin la totalidad de
las aguas que regaban la huerta de Olla y su entorno, con la
sorpresa de los usuarios. Dicha balsa fue construida en enero
de 2007 y desde ese momento se cortó el riego a la huerta. El
paso de los años ha evidenciado que esta actuación ha
provocado una degradación de la variedad botánica y
zoológica que hasta entonces tenía el lugar.
La apertura, hacia el año 2000, del nuevo tramo de la
pista que conecta la que llega a Olla desde Marines, abierta
en las décadas de 1940 y 1950, con la pista que desde
Olocau llegaba al collado, ha facilitado la circulación de
vehículos de toda clase y ha propiciado que sea una ruta muy
frecuentada también por ciclistas de montaña y
excursionistas.
Balsa contra incendios que recoge las aguas del barranco de Olla y antes
regaban las huertas de Olla
El acentuado deterioro de Olla y su entorno ha
provocado que la situación actual haya llegado a ser tan
crítica que algunos de los actuales propietarios -y
conservadores de las características etnográficas, culturales e
históricas del lugar- se han decidido a poner en marcha una
iniciativa novedosa para intentar salvaguardar, y poner en
valor, este peculiar conjunto, aunando las iniciativas de
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diversos colectivos (arqueólogos, bio-constructores,
agricultores, etc.) en un proyecto común. Para ello han
aprovechado el impulso que ha supuesto para la zona la
redacción Plan Estratégico Territorial*, elaborado por la
Universidad Politécnica de Valencia, e impulsado por los
Ayuntamientos de la zona central-sur de la Sierra Calderona,
con el fin de emprender la rehabilitación y puesta en valor del
paraje de Olla y de su área de influencia.
La tarea no va a ser fácil, ya que se trata de una
iniciativa pionera, novedosa y compleja, con un horizonte a
largo plazo, que intenta aunar y hacer compatibles una serie
de intereses complejos -públicos y privados- que pretenden,
por una parte, el respeto y la preservación del legado histórico
y etnográfico y, por otra, la adecuación de este peculiar
conjunto a los tiempos y necesidades actuales, poniendo al
día las técnicas pero también los objetivos, incardinados en
una realidad social muy diferente a la que existía hace unas
pocas décadas.
Trabajos de piedra en seco para la recuperación de los corrales de Olla
_____________________________
* Plan Territorial Estratégico Área Centro-Sur de la Sierra Calderona,
2014. Dirección Juan José Galán Vivas. Universidad Politécnica de
Valencia.
Proyecto Piloto de rehabilitación y reactivación de la Aldea de Olla. 2014.
Alfonso Fernández Morote. Universidad Politécnica de Valencia.
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Sin embargo, el hecho de haber conseguido aglutinar
en torno a este proyecto a un equipo multidisciplinar,
experimentado y entusiasta, hace que alberguemos
esperanzas en que esta iniciativa saldrá adelante y que
podamos en un futuro mantenerles al corriente de nuestros
avances.
Equipo del Proyecto para la rehabilitación y reactivación de la Aldea de Olla
- Ángel López García
- Santiago López García
- Colectivo Proyecto Aliaga: Alberto Araico, Carlos Martín, Luis Contreras, ...
- Alfonso Fernández Morote, arquitecto
- Paloma Berrocal Ruiz, arqueóloga
- Víctor M. Algarra Pardo, arqueólogo
- Silvia Bronchales Alegre, arquitecta
La aldea y el territorio en el que se ubica, por sus valores históricos, etnográficos, paisajísticos y naturales, es un legado patrimonial que no podemos perder
Bibliografía
DELTORO ESCRIG, R., 2002: Marines. Historias de un pueblo. Diputació de Valencia. 2002.
SOLER, A. y YAGO, R., 2004: Marines. Geografia, historia, patrimonio. Ajuntament Marines.
ZURRIAGA I AGUSTÍ, F., 2002: Rondalles i llegendes de la muntanyes de Portaceli.
ZURRIAGA I AGUSTÍ, F., 2013: “Itinerari a l’Alqueria d’Olla”. Revista Mirades al Camp del Túria. Institut d'Estudis Comarcals. nº 4/5. Pàgs. 163-169.
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La entrada a Olla nos hace retroceder muchos siglos atrás, cuando eran frecuentes aquellos poblados de montaña habitados por moriscos
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Los últimos años no han sido buenos para la aldea. El abandono, los continuos robos, el pillaje y la expoliación de materiales de construcción han causado un rápido deterioro de las estructuras de hábitat, así como de todo el entorno paisajístico, provocando la aparición de montañas de escombros donde, hasta hace muy poco, habían casas y corrales en perfecto estado.
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