UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PEREIRA Especialización En Psicología Social Comunitaria Y Acción Psicosocial
LOS SUSURROS DEL GUAYACÁN: Experiencias de
autodeterminación de 2 mujeres cabeza de hogar líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado colombiano.
Artículo investigativo para optar al título de Especialistas en Psicología
Social Comunitaria y Acción Psicosocial
Asesor: Doctor Fabián Felipe Villota Galeano
Realizado por: Fabio Andrés Coral Torres1 y Diana Marcela Muñoz Giraldo2
1. RESUMEN
Este artículo describe a partir del relato de 2 mujeres cabeza de hogar líderes en
el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado colombiano, el proceso de
autodeterminación, por medio de una entrevista semiestructurada dividida en 3
momentos cronológicos del relato desde la etnometodología, al igual que la revisión
documental del libro “Cartas de dignificación por la memoria”, logrando evidenciar
diferencias socioeconómicas y familiares entre las participantes, la ausencia y
negligencia por parte del Estado Colombiano para la atención y reparación integral a
víctimas del conflicto armado, y la indiferencia de la sociedad.
Se logra caracterizar las transformaciones en el tiempo de la autoposesión y la
autodeterminación, que tras atravesar el conflicto armado a sus puertas, se torna en
acciones y un sentido de vida relacionado con la lucha por la justicia social y el
sentido de otredad, que para ellas ha resultado del sobrevivir y comenzar desde
cero, tomando como punto de partida, sus familias, sus hijos, como motor principal
para continuar y crecer, por lo que hoy son líderes sociales en el Cauca, dando
apoyo a quienes lo necesitan.
1 Psicólogo graduado de la Fundación Universitaria de Popayán, 2015. Director General HumanizArte S.A.S 2 Psicóloga graduada de la Fundación Universitaria de Popayán, 2013. Coordinadora Brigada Psicosocial HumanizArte S.A.S
Palabras clave: Conflicto armado colombiano, Autoposesión, Autodeterminación, Líderes, Mujeres
cabeza de hogar.
2. ABSTRACT
This article describes from the story of 2 women heads of household leaders in
the Cauca and survivors of the colombian armed conflict, the process of self-
determination, by means of an interview semistructured divided at 3 chronological
moments of the story from the etnometodología, like the documentary revision of
the book “Cartas de dignificación para la memoria”, managing to demonstrate
socioeconomic and familiar differences between the participants, the absence and
negligence on the part of the Colombian State for the attention and integral repair
to victims of the armed conflict, and the indifference of the society.
It’s managed to characterize the transformations in the time of the self-
possession and the self-determination, that after crossing the armed conflict to their
doors, becomes in actions and a meaning of life related to the struggle by social
justice and the meaning of otherness, that for them it has turned out from surviving
and to start from scratch, taking as a starting point, their families, their children, as a
main motivation to continue and to grow, reason why today are social leaders in the
Cauca, giving support to those who needs it.
Keywords: Colombian armed conflict, Self-possession, Self-determination, Leaders, Women
heads of household.
3. INTRODUCCIÓN
El Cauca es el quinto departamento con mayor número de eventos
victimizantes (Registro Único de Víctimas – RNI, Junio de 2017) a nivel nacional,
con 324.173 personas registradas víctimas del conflicto armado en el Cauca de las
409.628 en total (Ibíd.), debido a su ubicación geográfica (ver Anexo 1), ya que
conecta el Cauca con 5 departamentos (Nariño, Putumayo, Huila , Tolima, Valle) y
el océano pacífico, la cual se vuelve estratégica para los combatientes que operan en
esta zona, dada su facilidad para transportar recursos, tropas y poseer zonas para
cultivos ilegales, dejando miles de víctimas directas e indirectas, haciendo relevante
repensar el lugar que ocupan las ciencias sociales y las políticas públicas en la
atención integral y acciones psicosociales reales a esta población.
En este caso la psicología social comunitaria, que "va más allá de la salud
mental en la comunidad, por su interés en problemas [que no son] de salud mental,
por ejemplo, el funcionamiento de los individuos en las unidades sociales, las
organizaciones y las comunidades" (Cook, 1970, pág. 2, citado en Montero, 2004,
Pág. 35), por su rol activo dentro de la comunidad, que gracias a su variada
metodología como la IAP, la mayéutica, la etnometodología, la estructural
funcionalista, la experimental, la cartografía social, etcétera, otorgan la posibilidad de
intervenir desde las dinámicas sociales hasta la psique humana, abriéndose paso para
el análisis y participación en los procesos de transformación social de las 206.153
mujeres registradas víctimas del conflicto armado en el Cauca, convirtiéndolas
forzosamente en mujeres cabeza de hogar –cifra diferencial no censada–.
Para este artículo, se hace relevante comprender las condiciones que han
gestado procesos de autodeterminación3 y autoposesión4 en 2 mujeres cabeza de hogar
líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado colombiano, otorgándoles
transformaciones significativas para su autorrealización y la de sus familias; que hoy
las hace líderes de organizaciones sociales que retratan su inicio y su hoy.
Así, es importante vislumbrar esos relatos que surgen tras bambalinas del
discurso institucional del Gobierno Colombiano, dejando huella para la psicología
social comunitaria y las construcciones teórico-prácticas necesarias que de aquí se
pudiesen lograr, ya que tanto desde las políticas públicas hasta las acciones
investigativas e interventivas no han profundizado concretamente en acciones
3 Autodeterminación: Término acuñado por la psicología humanista-existencial que hace referencia a la “voluntad de sentido”, a la intencionalidad del ser humano en aras de optar por la “elección existencial”, de los cuales subyace la acción. 4 Autoposesión: Término acuñado por la psicología humanista-existencial que hace referencia al self, al sí mismo, siendo quien se es, auténtico, trascendiendo a la alienación.
psicosociales que retraten las necesidades reales y las historias más cercanas al
conflicto.
4. ANTECEDENTES
El marco jurídico del DIH está constituido por los cuatro convenios de
Ginebra de 1949 (Bonell, F., et al, 2008); el cuarto convenio es el que protege a las
personas civiles en medio del conflicto armado, naciendo ante las altas cifras de
muertes y persecuciones que dejó la segunda guerra mundial y que se mantiene para
los conflictos actuales alrededor de todo el mundo.
Así, debido al gran número de víctimas que ha dejado el conflicto armado en
Colombia, es decir, las 8.116.948 víctimas registradas (RUV-RNI, 2017), el Estado y
otras organizaciones no gubernamentales –como la Ruta Pacífica de las Mujeres,
PRODEPAZ, ASFUPAZ, Fundación Hombre Nuevos y Mujeres Nuevas,
CORDEPAZ, etc.– han tenido que estudiar a fondo este fenómeno sociopolítico a
través de métodos cualitativos que permitan comprender las secuelas personales,
sociales y territoriales de esta guerra, evidenciando la necesidad de crear un enfoque
diferencial luego de obtener como resultado las formas en que cada comunidad y
cada uno de los sujetos que la integran responde ante este evento de forma
diferenciada, tomando en cuenta la cultura, el hecho victimizante, las características
personales (género, edad, etnia, discapacidad) y las condiciones en que se
presentaron los hechos –incluye territorio, tiempo y acciones–.
La intervención sistemática de este fenómeno a través de la acción del
Estado, la investigación universitaria, las ONGS, etc., ha derivado en diversos
estudios sobre víctimas del conflicto armado interno, dada su relevancia histórica y
civil, revelando circunstancias de desplazamiento forzado, delitos sexuales, masacres
y homicidio, secuestro, desaparición forzosa y demás crímenes de lesa humanidad,
al igual que las implicaciones sociales y humanas producto de un conflicto que data
de hace más de 60 años, y las acciones tomadas frente a tales acontecimientos.
Así mismo los estudios cuantitativos –informes de la Unidad de Víctimas5,
Fiscalía6 y la Defensoría del pueblo7– tienen un papel importante a la hora de
realizar este abordaje ya que partiendo de estos, el Estado obtiene las cifras de
delitos y personas afectadas y así contribuye con la construcción de políticas
públicas que permitan mitigar estas acciones.
Desde el año 2005 con la implementación del decreto 250 de 2005, como
una de las primeras acciones jurídicas, fue crear un plan de atención a la población
víctima de desplazamiento, el cual tuvo en cuenta un enfoque diferencial, territorial,
humanitario, restitutivo y de derecho que garantizara la atención integral a la
población. Además, se han emprendido diferentes acciones tales como ayuda
humanitaria de emergencia, atención integral a víctimas, estrategia de recuperación
emocional, reparación económica, acceso a la justicia y a la verdad (Ley 1448 de
2011; ley 387 de 1997) permitiendo ayudar a la población víctima del conflicto
armado interno a través del Gobierno Nacional Colombiano.
Aunque la ley 387 de 1997 y la ley 418 de 1997 dieron apertura al fenómeno
del desplazamiento forzado y al tema del conflicto armado interno en Colombia, es
hasta el año 2000 con la creación del decreto 2569 que contemplaba la estabilización
socioeconómica de la población desplazada por la violencia, que movilizó las
políticas al foco del conflicto armado interno, a pesar de que este carecía de una
atención integral, por lo que el decreto 250 marcó cierta diferencia, de tal forma que
para la alta demanda de atención a víctimas en el Cauca se generó la apertura de
oficinas para satisfacer esta necesidad, como la UAO y una oficina específica en la
Defensoría del Pueblo de la regional Cauca.
Más adelante, en el año 2011 se crea la ley 1448 conocida como ley de
víctimas, la cual hasta la fecha es quizás uno de los mayores avances del Gobierno
Nacional Colombiano en implementación de políticas públicas que mitiguen el daño
causado por los actores armados a las víctimas debido a las medidas judiciales,
5 Esta información puede ser obtenida en: https://rni.unidadvictimas.gov.co/RUV 6 Esta información puede ser obtenida en: http://www.fiscalia.gov.co/jyp/unidad-de-justicia-y-paz/ 7 Esta información puede ser obtenida en: http://desarrollos.defensoria.gov.co/desarrollo1/ABCD/opac/
económicas, administrativas y sociales tanto individuales, como colectivas, las cuales
permiten además de la atención integral a las víctimas a través de la Unidad
Administrativa Especial de Atención y Reparación Integral a Víctimas, formalizada
a través del decreto 4802 de 2011, el acceso a la verdad, la justicia y la reparación
reconociendo y dignificando su condición a través de los Derechos
Constitucionales, enmarcando estas acciones en un proceso de justicia transicional.
De tal manera que, diversos autores en Colombia han enriquecido el
conocimiento frente a tal suceso desde diferentes perspectivas y con variadas
aportaciones como Guevara, R. (2008; 2002) en su estudio “Violencia y
desplazamiento” y “Desplazamiento y derechos humanos”, Guevara, R. y Barney,
F. (2009) en su investigación “Desplazamiento forzado en Florida, Valle del Cauca”,
Fuentes, D. y Atehortúa, C. (2016) en su artículo “Sobre el sujeto-víctima”,
Fonseca, N (2015) en su trabajo de magister “Resistencia y reparación como
prácticas políticas”, Espinosa, A. y Tapias, A. (2012) en su libro “Psicología y
acompañamiento a víctimas”, Chávez, A. y Tamayo, F. (2012) en su investigación
“Papel de la participación social y política en los procesos liderados por mujeres”,
Díaz, I., Ortega, M., Prieto, P. y Zabala, S. (2012) en su libro “Mujeres, paz y
seguridad”, González, A. (2012a; 2012b) en su artículo “Mujeres, conflicto y
desplazamiento forzoso” y su conferencia “Las mujeres en medio del conflicto”,
Montoya, S., Romero, M. y Jeréz, L. (2013) en su estudio “Mujer y desplazamiento
de sí”, Sandoval, E. (2013) en su artículo “Los caminos para la paz en Colombia”,
Castillo, A. (2009) en su conferencia “Lo humano, la violencia y las mujeres”,
Sánchez, O. (2008) en su libro “Las violencias contra las mujeres en una sociedad en
guerra”, Martínez, C. y Pérez, A. (2012) en su artículo “La restitución de tierras en
Colombia”, Estrada, A., Ripoll, K. y Rodríguez, D. (2010) en su estudio
“Intervención psicosocial con fines de reparación con víctimas y sus familias
afectadas por el conflicto armado en Colombia”, Alzate, M. (2009) en su
investigación “Interpretaciones y aportes recientes sobre las acciones colectivas
frente a la violencia y el conflicto armado en Colombia”, Blanco, J. (2006) en su
estudio “Implicaciones del conflicto armado interno en el desarrollo y evolución de
la jurisdicción especial indígena en Colombia”, Andrade, D., Álvarez, B. et al. (2000)
en el artículo “Esta guerra no es nuestra... y la estamos perdiendo”, Morales, A.
(2016) en su tesis de especialista “El empoderamiento de la mujer: meta con mirada
de mujer”, Tolosa, A. (2015) en su trabajo de especialización “El arte como posible
herramienta metodológica para la construcción de paz”, Ocampo, M., y Forero, P.
(2013) en su investigación “Desplazamiento forzado e itinerancias”, Orozco, A. y
Aristizábal, A. (2012) en su proyecto “Ceniza de fénix”, Guerrero, M. (2011) en su
investigación “Afectación de la familia a causa del conflicto armado interno”.
Y demás autores que recorrerían línea tras línea de esta mención, pero que
concuerdan en que tanto las políticas públicas como las estrategias de abordaje con
víctimas del conflicto armado interno, subyacen a historias, contextos y a modos de
enfrentar sus realidades a partir de los recursos que como comunidad tienen
disponibles al momento de trascender al papel de víctimas y se constituyen como
sujetos, actores de transformación social, al igual que comprender la
autodeterminación más que el mero hecho de consolidarse como naciones o
comunidades independientes con todo lo que ello prevé en los tratados
internacionales, ubicándose desde “sus vidas como individuos y como parte de un
colectivo” (Holston & Appadurai, 1996, citado por Fuentes, D. & Atehortúa, C.,
2016, p. 67), con autoposesión de sus vivencias y empeñados, libres y decididos,
enfrentar con entereza su papel existencial.
Por otro lado, se ha hecho necesario que además de las políticas públicas
generadas por el gobierno, diferentes organizaciones creadas en el departamento del
Cauca implementen planes de acción en pro de las víctimas y en algunas ocasiones,
que sean las mismas víctimas las que creen dichas organizaciones con el fin de
visibilizar el conflicto y sus víctimas, así como también ayudar a otros sujetos que
atraviesan una situación similar, como sujetos autodeterminados que trascienden a
su etiqueta de víctimas y renacen a su existencia desde el sentido de vida que nace
en esa relación con sus vivencias, como podría argumentarse desde la postura de
Frankl (citado por Längle, A., 1995, pp. 8-11).
Este artículo parte del caso de un grupo de mujeres caucanas que ha venido
trabajando en defensa de las mujeres y con la intención de visibilizar los hechos
victimizantes que han sufrido. En el año 2014 presentaron una propuesta con el fin
de crear la “Agenda de paz de las Mujeres del Cauca – Unidas, pactamos paz y
exigimos justicia social” en la cual expusieron su necesidad de empoderamiento –
uno de los elementos de la autodeterminación– de las mujeres después del conflicto
armado, así como la visibilización especialmente de las mujeres víctimas, las cuales
han sido invisivilizadas por parte del Estado según lo estudiado y analizado por
ellas, exigiendo así justicia y equidad social, teniendo un argumento jurídico que lo
soporte con el fin de darle viabilidad como el Decreto 1325 de 2000, el cual habla
de la participación igualitaria por parte de las mujeres entre otros que rechazan la
violencia contra las mujeres.
5. PREGUNTA ORIENTADORA
¿Cómo han vivido el proceso de autodeterminación 2 mujeres cabeza de
hogar líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado colombiano?
6. OBJETIVOS
6.1. GENERAL.
Describir el proceso de autodeterminación de 2 mujeres cabeza de hogar
líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado colombiano.
6.2. ESPECÍFICOS.
Sistematizar la experiencia de 2 mujeres cabeza de hogar líderes en el Cauca y
sobrevivientes del conflicto armado colombiano.
Analizar las transformaciones psicosociales a través de los relatos de 2 mujeres
cabeza de hogar líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado
colombiano.
Caracterizar cronológicamente los sucesos emocionales, sociales, económicos y
políticos más significativos para las 2 mujeres cabeza de hogar líderes en el
Cauca y sobrevivientes del conflicto armado colombiano en su proceso de
autodeterminación.
7. JUSTIFICACIÓN
El conflicto armado colombiano inició en los años 50, y desde entonces, el
número de víctimas ha crecido considerablemente a través de los años, dejando más
que cifras altas de muerte y destrucción, ha llevado a la parálisis de poblaciones,
convirtiendo muchos lugares del territorio nacional en callejones sangrientos, de
sufrimiento, de zozobra, y claramente a las puertas de la decadencia cientos de
hogares sin suelo, sin padres, sin hijos, sin hermanos, sin su gente.
De ahí, para estas 2 mujeres en el conflicto, como madres, como esposas,
como sostén filial, han sido trastocadas no sólo por el conflicto armado que les tocó
vivir en carne propia, como por las acciones que hoy en día llevan a cabo dentro de
las organizaciones donde son líderes, teniendo que resignificar en muchos casos su
rol dentro del núcleo familiar, al igual que su propio self.
Sin embargo, a partir del 4 de septiembre de 2012 con el inicio de los diálogos
de paz con la guerrilla de las FARC-EP y el Gobierno Nacional, para estas mujeres
y en general para todas las víctimas ha significado un alivio a las condiciones
personales y sociales; siendo éste, el grupo insurgente que más actos de violencia ha
cometido. Lo que deja hoy por hoy, el inicio de los diálogos con el ELN, pero es
claro, queda en el tintero las BACRIM, y a pesar de ello es posible erguir banderas
de paz, una paz que se construye desde las acciones individuales de la mano del
otro, que hablen de construir estas posibilidades concretas de paz como la
esperanza que perpetúe el futuro de la gente colombiana, que para el Cauca significa
esperanzas y posibilidades de surgir de nuevo en temas agrícolas, sociales,
personales y territoriales, con lo que para las 2 mujeres líderes cabeza de hogar
víctimas del conflicto armado tomadas en cuenta en para esta investigación,
significarán las acciones de autodeterminación que las lleva incluso a ser agentes y
guías en la defensa de sus derechos o de acompañamiento psicosocial para otras
personas que aún se comienzan a desarraigar del flagelo del conflicto armado
colombiano.
Dicho esto, los diálogos de paz han causado la disminución de los actos de
violencia contra la fuerza pública y la población civil en el Cauca, como se puede
evidenciar por la RNI (Red Nacional de Información, 2017) el número de víctimas
para el presente año luego de la finalización de estos diálogos es de 73 personas,
teniendo en cuenta que en 2016 fue de 4.783 y en 2012 –por ejemplo– se marcó el
mayor número de víctimas en el Cauca dejando un saldo de 42.798 personas
víctimas –por lo menos– por parte de las guerrillas que han afectado gran parte del
departamento del Cauca, y que hoy, aquellas personas que sufrieron actos de
victimización a raíz del conflicto armado que deja el estado y los grupos armados
ilegales, vitorean y resurgen de entre historias dolorosas, como es el caso de muchas
mujeres de este departamento que han sufrido desplazamientos forzado,
reclutamiento forzoso, violencia sexual, secuestro o la pérdida de sus seres queridos,
ya sea por el delito de homicidio o desaparición forzada, en una proporción
inhumana.
Ello lleva a observar la población caucana, especialmente la campesina e
indígena, quienes son los más afectados por el conflicto armado colombiano dada
su ubicación geográfica, en zonas rurales que han sido estratégicas para la
movilización de tropas y recursos en los llamados “corredores” que conectan
diferentes municipios y departamentos desde la periferia de las cabeceras;
Contextualizando los roles familiares tradicionales de dichas poblaciones, es común
ver a los hombres de la casa como proveedores para la familia; inicialmente lo hacen
los esposos o compañeros de estas mujeres, y en los hogares donde hay hijos,
cuando los hijos varones crecen y aún viven en su casa, ellos ayudan a su padre a
sostener económicamente a la familia. Pero no siempre es esta una posibilidad,
teniendo en cuenta el reclutamiento forzoso, el secuestro, el homicidio de hijos y/o
esposos, como es el caso de Piedad8, una de las mujeres entrevistadas para la
construcción de este artículo.
Muchas de las familias caucanas que han vivido el conflicto armado a sus
puertas, deben contar la historia de esposos, de padres, de abuelos, de estos
proveedores y brazo de trabajo que han sido desaparecidos, secuestrados, reclutados
o asesinados, dejando a la mujer –esposa o madre– sola o con hijos más pequeños,
haciendo necesaria la transformación de su rol y sus significantes de vida,
haciéndola adoptar el rol proveedor adicionalmente, lo cual culturalmente no ha
sido fácil, y aunque algunas han sabido trascender dicha situación y han salido
adelante con su familia o incluso solas, no es el caso de todas.
Esto lleva a preguntar ¿Qué sucede con las mujeres cabeza de hogar víctimas
del conflicto armado? ¿Qué historia se esconde tras bambalinas? ¿Quién ha de
preguntar por ellas? ¿Qué ha ocurrido con ellas después de toda su historia en el
conflicto armado? Y resulta triste comprender la ausencia impoluta del enfoque
diferencial por parte de la mano estatal, y más triste aún, las irrisorias y fatídicas
condiciones que han creado un imaginario social de estigma, gracias a las políticas
mismas, como a la publicidad e incluso a la desigualdad social, al igual que la
precariedad de acciones psicosociales reales indiferentes al asistencialismo o a la
necesidad institucional del “cumplimiento de metas” en atención para esta
población.
El conocer los relatos y las experiencias libres y sin muros, interesará el
conocimiento y los rumbos que desde la psicología social comunitaria –
principalmente– pueda abarcar frente a posturas más humanas, más dignas y reales
en la praxis psicosocial, que destaque las construcciones teórico-prácticas que deja la
8 Nombre ficticio usado para mencionar a una de las participantes de esta investigación. El nombre ha sido cambiado con el fin de preservar su identidad, al igual que su integridad. Se encontrará a partir del Relato metodológico en este artículo.
especialización en Psicología Social Comunitaria y Acción Psicosocial de la
Universidad Católica de Pereira a los autores de este artículo.
8. SUSTENTACIÓN TEÓRICA Y CONCEPTUAL
8.1. AUTODETERMINACIÓN Y AUTOPOSESIÓN.
La autodeterminación y la autoposesión son conceptos acuñados por
autores como Deci, Kierkegaard, Frankl, Längle, May, Rogers, Bingswanger,
entre otros, concordando en que constituyen elementos pilares para la
autorrealización de la persona, como sujeto crítico.
De ahí que se entable una diatriba entre el sentido ontológico que lleva a
la comprensión de la libertad y la angustia, como aquella tensión existencial por
la autorrealización, trastocando la responsabilidad inherente a la libertad de
forma diferenciada con la autonomía desbordante, es decir, la libertad inconexa
de la responsabilidad y únicamente al actuar sin medida por la capacidad de
toda posibilidad como un hecho, de tal forma que le lleva a la intranquilidad a
la persona.
Por el contrario, afirma Kierkegaard (citado en López & Protasio, 2014)
que la libertad es volver a sí mismo para responsabilizarse de sus propios
posibles, como el hito de la logoterapia que estriba en la búsqueda del sentido
desde la responsabilidad y el compromiso en el actuar dentro del sentido de
vida (Frankl 1972; 1982, citado en Canal, pág. 191), “reafirmando la fe en los
posibles, pues es en este espacio que la libertad puede transparentarse a sí
misma. Transparentándose a sí misma, la libertad puede constituirse como
instante transformador” (López & Protasio, 2014, pág. 176).
Así, la libertad “en el existencialismo no se caracteriza a partir de la
autonomía o la capacidad racional del ser humano, sino a partir de una historia
que siempre habrá de estar marcada por las particularidades, la incertidumbre y
la búsqueda de sentido” (Canal, 2000, pág. 178).
En ese orden, la autoposesión se refiere al retorno y reencuentro del sí
mismo, del self, que en palabras de Henao (2014) significa que “cada hombre
es un autós, un ‘sí mismo’, una apertura a sí, una autoposesión. No siempre
somos lo mismo, pero siempre somos el mismo” (p. 340) de tal forma que
“nos conecta (…) principalmente a pensar en el encuentro como diálogo,
como participación, como presencia, nos conlleva al mundo compartido, es
decir, al mundo de la coexistencia” (Ibíd.), aquella coexistencia que se
incorpora a la otredad.
La autodeterminación entonces emana en gran parte de la autoposesión,
por ende, subyace a los valores, a la capacidad de permear las acciones de
forma intencional, respondiendo al “logos” y al “ethos” frente al sentido de
vida (Frankl, 1984, citado en Längle, pág. 8). Por tanto, es necesario vislumbrar
la motivación humana en los contextos sociales, como argumento de la
interacción y la otredad, obviando en parte la “reflexión” per se, ya que
constituye el compromiso y la acción que le lleve a la persona hacia la
tendencia autoactualizante.
Ello con el objetivo más alto que corresponde a la autorrealización en
tensión, ya que “la existencia se basa en el poder del hombre, de salir de sí
mismo y poder aventurarse con aquello que él mismo ha reconocido y sentido
como valioso” (Längle, 1995, pág. 14).
La autoposesión surge desde la problematización como la forma de
“analizar críticamente el ser en el mundo” (Montero, 2004, pág., 125) y
movilizar la conciencia (concientización) para poder autotrascender desde el
compromiso (responsabilidad-libertad) y la acción “en la medida en que toda
acción corresponde a una forma de valorar los acontecimientos, y en últimas
una forma de ser-en-el-mundo” (Mebarak, De Castro, Salamanca y Quintero,
2009; De Castro y García, 2008a, 2008b; De Castro, 2000b, citado en De
Castro et al., 2013, pág. 15), como sujeto crítico, es decir, autodeterminado.
Finalmente, estos conceptos se conjugan en el significado y el
significante que resulta de las motivaciones humanas (aprobación del mundo, la
vida, sí mismo y el sentido), logrando retornar a las cuatro preguntas
existenciales del hombre que propone Längle (1995, p. 14):
1. ¿Puedo vivir (así)?
2. ¿Me gusta vivir (así)?
3. ¿Es lícito vivir (así)? ¿Me permito ser así?
4. ¿Debo yo vivir (así)? ¿Corresponde a la situación?
Preguntas que revelan los significantes y el sentido de valor, como
potencial para la autodeterminación que se pueden evidenciar en el proceso
cronológico de los relatos de las participantes en esta investigación.
8.2. ETNOMETODOLOGÍA.
Se ha tomado la etnometodología para el desarrollo de esta investigación,
ya que se refiere a “la investigación de las propiedades racionales de las
expresiones contextuales y de otras acciones prácticas como logros continuos y
contingentes de las prácticas ingeniosamente organizadas de la vida cotidiana”
(Garfinkel, 2006, pág. 20), lo que representa la comprensión no solamente
lingüística sino cultural, relacional, afectiva y comportamental de las 2 mujeres
entrevistadas, mientras que “la reflexividad de éste fenómeno constituye un
rasgo singular de las acciones prácticas” (Ibíd.), lo que posibilita analizar desde
la autodeterminación y la autoposesión, esos elementos existenciales propios de
cada individuo (persona).
En ese sentido, es en el discurso y la interacción con las comunidades
que se revelan tales hechos sustanciales y observables, ya que conservan la
información necesaria para dar sentido a los fenómenos sociales más allá de las
expresiones culturales y dialógicas comprendidas en la objetivación de los
procesos sociales, por tanto, comprende las codificaciones del interlocutor con
base en la codificación lingüística del emisor. (Ibíd., págs. 9-46)
9. RELATO METODOLÓGICO
Este es un estudio cualitativo de tipo exploratorio-descriptivo con enfoque
etnográfico, dado que el interés de este proyecto reside en describir el proceso de
autodeterminación de 2 mujeres líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto
armado colombiano, mediante los procesos descriptivos rigurosos como menciona
Hernández Sampieri (2007), por medio del análisis de los relatos en el segundo
periodo del año 2017 de las participantes en esta investigación, correspondiendo al
estudio de comunidades dentro de sus culturas, sus historias, y sus características
como fenómeno social (Angrosino, 2012), por medio de una entrevista
semiestructurada (ver Anexo 3) con 18 preguntas guías abiertas, dirigida a las 2
mujeres cabeza de hogar líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado
colombiano, y el análisis documental de el libro “Cartas de dignificación por la
memoria”.
Para ello se explicita de acuerdo a cada axioma, la autoposesión y la
autodeterminación como elementos de autorrealización de las participantes,
tomando como categoría principal el sentido de vida dadas las condiciones actuales
de las 2 mujeres, una perteneciente a la organización Fundación Hombres Nuevos y
Mujeres Nuevas, y otra perteneciente a la Asociación de Desplazados Fuerza de Paz
(ASFUPAZ), que muestran una transformación en estos aspectos. Teniendo en
cuenta que han aceptado ser parte de este proceso investigativo, es de reconocer
que a pesar del temor que representa la violación a la protección de identidad y las
amenazas y señalamientos que como ellas señalan, ya ha ocurrido en otras
ocasiones, incluyendo el asesinato de varios líderes sociales; además del temor a ser
revictimizadas en uso de historia y su dolor.
9.1. Aplicación de instrumento.
Se aplicó la entrevista semiestructurada, logrando establecer 3
momentos cronológicos: primero el relato inicial donde se evidenció que
antes de atravesar hechos victimizantes en el marco del conflicto armado
colombiano, poseían bienes, rutinas y dinámicas familiares unidas. Relata una
de ellas a quien llamaremos Gloria “Siempre sabíamos que había presencia
guerrillera, pero la guerrilla nunca se metía con personas de ahí”, mostrando
aquel modo de vida que viven muchos en la región, que a pesar de conocer del
conflicto, este ocurre sólo a su alrededor, pero como cuenta ella, esto dejó de
ser así “cuando vino la incursión paramilitar –digamos– a hacer daño, a investigar
quien era los que colaboraban (…) y como nosotros vivíamos en un resguardo
indígena (…) siempre decían que los indígenas eran guerrilleros”, algo que ahora le
produce gracias, porque encuentra en esta suposición, esa irracionalidad, o ¿de dónde
salieron ellos?, porque no sólo fueron campesinos o estudiantes inconformes o
soldados desertores, también fueron indígenas que aprobaban o se veían forzados a
ser paramilitares, tan claro como haber nacido siendo un grupo armado del Estado
Colombiano pero sin legalidad, tan sólo legítimo.
Ese fue el momento en que comienza a calar el temor y las acciones de
hostigamiento, como los asesinatos circundantes le recuerdan que “era paso obligado
para pasar por la finca (…) ese era como el corredor que ellos tenían”, lo que
constituye el principio de la pérdida de su territorio, no solamente para ella y su
familia, sino para todas las personas de la zona. Ese territorio que para Gloria le
significaba su quehacer, que menciona tajantemente “nosotros trabajábamos en la
finca, teníamos el cultivo de café, de caña, (…) de plantas aromáticas”,
argumentando que “ese era nuestro medio de sustento, (…) era nuestra vida”,
así como para quien llamaremos Piedad “yo me dedicaba a mi hogar, a mi
familia, a mi casa”, mostrando su posicionamiento con relación a su self
(autoposesión) de lo que significaría en aquel entonces su ser-en-el-mundo,
hasta que es visible que “Ellos [los paramilitares] iban haciendo daño al que es
y al que no es, entonces eso es bastante complicado”, ese nuevo contacto con
la realidad que comienza a tallar las vivencias dolorosas por venir.
Segundo el relato intermedio que dilucidó la transformación, como
relata Gloria “Una vez había llegado la guerrilla a una finca cercana y los del
ejercito estaban acampando en mi finca (…) Ahí comenzaron las amenazas,
comenzaron a decir que si nosotros éramos informantes (…) del ejército”,
contando cómo esto resultaba simplemente ocurrir, porque en ningún
momento –según el relato– quisieron ser parte del uno o del otro.
Cuenta Gloria que toda su familia se vio comprometida por estos
hechos:
Tenía una prima (…), uno de los miembros de la guerrilla la violó; de eso ella
quedó en embarazo. Se dieron cuenta, le iban a hacer un juicio, entonces
comenzaron a perseguirnos (…). Nosotros denunciamos ese hecho (…), la
inspectora dijo ‘mejor váyanse’, entonces decidimos venirnos a la ciudad (…).
Siendo ese el momento en que el conflicto armado llama a su puerta,
que aunque en circunstancias y condiciones diferentes, para Piedad sería la
despedida, que como cuenta: “Mi esposo salió a las 4:30 de la casa (…) lo
secuestraron y hasta ahí lo vi”; dejando entrever la realidad de lo inesperado, de
lo que la ruptura de los vínculos hace para el ser humano como un duelo, pero
inherentemente a esto, el imaginario social que dice “Uno no se alcanza a
imaginar que realmente es un secuestro ni que realmente es una extorción ni
que realmente es una desaparición forzada hasta que tu no lo vives”, algo que
sustenta la crítica a los estigmas sociales, a las fallas en la comunicación, sobre
todo a la más condicionante en las relaciones interpersonales: “asumir que”. De
esto que Piedad deberá vivir.
Esta perdida, además de su esposo, el tener que huir, dejando su
territorio, su casa y su modo de vida, hace que para Piedad sea momento de
hacer una proclama a la gente, a aquellos que habitan cómodos en sus tierras,
en sus trabajos:
La gente tiene que saber y tiene que conocer qué es una víctima, qué es un
conflicto (…) siempre la víctima es el ladrón, el delincuente, el narcotraficante
(…) pero entonces tú no te das cuenta que habemos personas de la población
civil que no tenemos nada que ver en este conflicto
Mostrando la realidad cercenadora a que muchos desplazados deben
adaptarse detrás del dedo señalador del ciudadano y el ejecutivo
deshumanizado, incluso desconocedor del sufrimiento y la pérdida de todo lo
que tiene. Este comentario al que se alude tras bambalinas, es el por qué de
artículos como este.
Tercero el relato final donde aquellas historias de temor, de zozobra, de
incomprensión y de abandono por parte del Estado sería la semilla que
germinaría en ellas como figuras de liderazgo y apoyo social, como cuenta
Gloria:
Uno se fue formando como líder (…). La necesidad de que el gobierno no era
capaz porque (…) el Estado no decía que había conflicto armado (…). La
cooperación internacional era la encargada de tomar la asistencia humanitaria
de las personas desplazadas. Y después de la ley 975 (…) peor, porque como
nosotros no éramos de paramilitarismo sino de guerrilla, entonces nos
negaban toda la posibilidad de ayudas, reparación. Y viendo los vacios
políticos y jurídicos que habían dentro de la misma atención y asistencia a la
población desplazada que nos llamaban a una reunión (…) ellos hacían la
reunión, los refrigerios eran para ellos (…), cada uno de ellos se iban a
almorzar y nos dejaban ahí.
Haciendo claro que regía la llamada “atención pobre para pobres”,
como suele ser denominada coloquialmente este tipo de atención en contextos
marginales. Demostrando en primer lugar, la incapacidad del sistema jurídico
para regular la legislación, además de la carencia humanizadora de las prácticas
y acciones en que la responsabilidad y la ética deben priorizar los funcionarios
de las instituciones gubernamentales, y claro, la condición de poder y de
exclusión que deben incorporar los “beneficiarios” de nada o muy poco. En
resumen, la práctica dehumanizadora y la revictimización que supone la
legislatura no debe ocurrir, pero ocurre.
Y es a pesar de todo ello que tanto para Gloria como para Piedad será
su nueva regla de vida: “No nos dejamos vencer de la tristeza (…) tarde que
temprano sale el sol” (Gloria).
Entonces Gloria decidió generar un impacto social “Hace 7 años con mi
tía conformamos una fundación y comenzamos a trabajar en restablecer los
derechos de las personas” Permitiendo con ello ayudar a restablecer el tejido
social convirtiéndose en un agente de cambio, como ella lo manifestaba “ Hay
muchos niños de mamás (…) cabeza de familia que están en esas condición
[con hijos en condición de desnutrición] (…) en la fundación les brindamos ese
servicio en agradecimiento.” Mostrando así su empatía y sensibilización frente
al dolor del otro. Por otro lado está Piedad, intentando que los derechos de
otros no sean vulnerados y tratando de mitigar el daño en otras personas, daño
que en su momento ella sufrió por la revictimización a la que fue sometida por
las diferentes instituciones que pedían una y otra vez que contara su historia
para garantizar que si era una víctima del conflicto, por esto como ella lo
expresa:
Aquí vamos, ahí fue donde me fortalecí en el liderazgo (…) estos eran mis
derechos y los derechos de los demás. En las instituciones los vulneraban, los
ponían a voltear de un lado para otro (…) entonces allí fue donde nacimos
como (…) en la parte de liderazgo.
Así ella asume una posición política y ética frente a lo que en su
momento comprendió como una injusticia social, encontrando en su familia y
en la sociedad un motivo para dar un paso y seguir adelante después de lo que
había tenido que vivir Lo que más me apasiona es el poder ayudar a las demás
personas. “Es como aprender a defender tus derechos, y no solamente que te
quedes defendiendo los tuyos sino que hay mucha gente que te necesita”. Y
finalmente ella, segura de sí misma, orgullosa de ver la mujer en la que se ha
convertido, demostrando su autodeterminación y con una sonrisa manifiesta,
“Hemos dejado una huella que es en beneficio de la paz”.
9.2. Resultados.
Las diferencias socioeconómicas entre las 2 mujeres son marcadas,
mientras Gloria proviene de una familia campesina, donde su fuerte es el
trabajo con la tierra, para Piedad que proviene de un entorno urbano con
relativa estabilidad económica, resultan atravesadas por el conflicto armado
colombiano y relegadas a la etiqueta social y jurídica de “víctima”, esa etiqueta
acompañada de “merecer serlo”.
En el relato inicial se pudo determinar que para Gloria existen elementos
de autoposesión relacionados con su territorio y dinámica familiar, expresados
en la tenencia de cultivos que creaban cohesión y espacios de interacción con
sus hijos, su tía, su padre y sus primos.
Tal tenencia, representa la conciencia geográfica de inclusión hacia su
satisfacción de necesidades como la seguridad y afiliación, que se representan
en el discurso plural, que tras los hechos que narra en el relato intermedio,
“siempre sabíamos que había presencia guerrillera, pero la guerrilla nunca se
metía con personas de ahí”, surgieran emociones de temor, ya que para el
momento histórico, como cuenta “pero cuando vino la incursión paramilitar
digamos a hacer daño, a investigar quien era los que colaboraban (…) y como
nosotros vivíamos en un resguardo indígena (…) siempre decían que los
indígenas eran guerrilleros”, detonara la inseguridad, la insatisfacción de sus
necesidades y la transformación en la dinámica familiar, que con el
desplazamiento forzado y el paso del campo a la ciudad, fuese de “aquí no
había albergue, no había atención inmediata, no había nada.(…) Gracias a Dios
hubo gente que nos colaboró aquí en la ciudad”. En la época que ocurrieron
los hechos tanto para Piedad y para Gloria, el Estado no tenía políticas públicas
bien establecidas, una ayuda humanitaria de emergencia podía tardar 9 meses o
más como relataba Gloria, quien también contaba, ahora con extrañeza,
“Nosotros vinimos a entender que era desplazamiento cuando comenzamos a
saber que habían unas leyes (…)”, y la deshumanización por parte de los
funcionarios era evidente, “ellos hacían la reunión, los refrigerios eran para
ellos (…) cada uno de ellos se iban a almorzar y nos dejaban ahí.”
Estas situaciones reales que comenzaba a divisar de injusticia, como en el
caso de la prima de Gloria, víctima de violencia sexual y denuncias reiteradas,
descubriese que “son cosas muy tristes de la injusticia que hay en este país y
más en el sistema judicial (…) ahí se va a quedar”, enmarcando así detalles de
las sensaciones y pensamientos que se convertirían en sus nuevas reglas de vida
(introyectos), dado que las comprensiones de sus realidades se ven
“reforzadas” una y otra vez con injusticias e inoperancia de la justicia, lo que
hará de esto, una forma de comprender el mundo y la dinámica de esta justicia,
que en pocas palabras determinará su autoposesión ligada a los hechos de
injusticia. Esa misma injusticia se convertiría en el motor que resignificaría su
vida, posibilitándole autoactualizarse siendo un agente crítico que encuentra un
sentido de vida en la transformación social con el otro.
Tales introyectos van surgiendo al discurso en frases como “a pesar de
que uno tenga procesos psicosociales, que tenga uno terapias (…) yo se que el
tiempo va a sanando (…) pero siempre le va a quedar algo en su vida”,
mostrando que los procesos grupales y psicosociales de los que entran a hacer
parte, muchas veces queda en la institucionalización, llenando formatos y
cumpliendo metas de atención mensual. afirmándose a sí misma sus reglas pero
de una forma diferente, que para el relato final, son el argumento de la
autodeterminación, ya que lleva de afirmarse “esto tiene que cambiar” a la
acción aquello que ha experimentado, lo direcciona y lo transforma en esa
forma de retomar su sensación de seguridad, de afiliación y de reconocimiento,
logrando que con la misma energía con que sufrió y tuvo temor, ahora sea la
energía que resiste a la injusticia que vivió con la negligencia del estado que en
vivencia propia fue “viendo los vacios políticos y jurídicos que habían dentro
de la misma atención y asistencia a la población desplazada”, así como ver
comer a los funcionarios públicos en frente de personas con hambre o de la
desnutrición de sus hijos, ahora se convertía en el talante para alimentar otros
niños y de guiar y apoyar a quienes aún atraviesan incluso la incomprensión de
la gente en la ciudad, que como menciona “Si estos se vinieron de por allá es
porque hicieron algo, ese era el decir (...) O si no son guerrilleros, son
cocaleros”, sin imaginar que los vicios de la ciudad ahora rodearían e invadirían
a muchos que llegaron a la ciudad por una nueva oportunidad, representando
la asimilación tóxica de las dinámicas circundantes, es decir, introyectando
nuevas normas de adaptación social para satisfacer su necesidad de seguridad y
afiliación
Pero no todo acaba con Gloria; para Piedad también la transición ha
marcado su vida, la de su familia y hoy por hoy, la de muchas personas.
En el relato inicial, Piedad expresa su estado de autodeterminación y
autoposesión alrededor de los vínculos y rituales familiares que se han
convertido en su quehacer, en su sentido, es decir, la enseñanza de la guerra, de
la ausencia, de la pérdida, e incluso de las emociones que pueden entreverse en
el relato, tratan de la familia y su cotidianidad, del “no saber” de la guerra, del
“no ser” parte del conflicto, que al estar inmersos en esa realidad que había
sido ajena, discrepa con lo que se ha planeado, con los sueños, las expectativas,
e incluso con las rupturas en vida o muerte con las personas que hacían parte
de sus vidas; ese argumento que da paso a las transformaciones de los roles de
estas mujeres y las añade como proveedoras, como sostén filial y las moviliza
hacia la lucha por la supervivencia.
Así, al entrar al relato intermedio, cuando expresa que “uno no se alcanza
a imaginar qué realmente es un secuestro, ni qué realmente es una extorción, ni
qué realmente es una desaparición forzada, hasta que tú no lo vives”, refleja un
elemento importante en el imaginario social que se ha construido con base en
los ideales introyectados de proyecto de vida, sujetos al plan básico de formar
una familia, trabajar y “ser feliz”, que el estatus quo ha creado dentro de las
dinámicas sociales como modelos de satisfacción económica y familiar dentro
de los sistemas tradicionales de la tipología familiar, evidenciado en “mi trabajo
y lo que mi esposo me decía (…), lo único que le pido a usted es que me ayude
a cuidar los niños, del resto yo me encargo”.
Consonante a ello, se muestra de principio a fin de los relatos argumentos
sólidos como “tiene que (…) tener una fortaleza bastante grande y mi mayor
impulso eran mis hijos” que incluso actualmente le significa “Mis hijos son mi
motor principal”, que surge al debeísmo como forma regular de asimilación,
incluso ante los eventos que ha vivido dentro del conflicto armado.
El secuestro del esposo de Piedad apenas saliendo de casa, crea un
desajuste evidente a nivel familiar, social, económico y personal, lo que anula
su autoposesión ligada al nicho familiar, posibilitando su insistencia de
enmarcar “mi meta era encontrar a mi esposo”, forzándola a transformar su rol
de cuidadora a añadirle el rol de proveedora, entrando inicialmente en un
estado de indefensión e inseguridad, mientras se topa con que “la justicia no
está ahí cuando tú realmente la necesitas (…) La autoridad, ¿qué hace la
autoridad por uno? ¡Nada!”, momento en el cual sus necesidades han retornado
a la prioridad que le obliga la situación, la seguridad será incluso una cuestión
de supervivencia.
Así, tras eludir el secuestro, la extorsión en busca del cuerpo de su esposo
y el desplazamiento, se topa con el imaginario social de aquella época “siempre
la víctima es el ladrón, el delincuente, el narcotraficante (…) pero entonces tú
no te das cuenta que habemos personas de la población civil que no tenemos
nada que ver en este conflicto”, punto en el cual, va tomando forma la
autodeterminación, ya que comienza a aglomerar los significantes personales de
justicia, sociedad y derechos entorno a las acciones que la tristeza y el temor de
un inicio, hacen metamorfosis y se convierten en su más aguerrida lucha por
los derechos de ella y los demás, tomando como base “la justicia en Colombia
para mí no existe”, que le permite ver que “en las instituciones los vulneraban,
los ponían a voltear de un lado para otro (…) entonces allí fue donde nacimos
en la parte de liderazgo”, es decir, se ha movilizado para asimilar su experiencia
y convertirla en acciones concretas pensando que “hay muchas personas que
están enfermas, pero no es una enfermedad física, sino que es una enfermedad
del alma, una enfermedad que no te deja avanzar, que si tú no lo cuentas (…)
no vas a poder tener ese descanso, por eso son importantes esos procesos
psicosociales”, que hoy por hoy la hace liderar procesos psicosociales como
persona autodeterminada que surge, y a sí misma se atribuye “hemos dejado
una huella que es en beneficio de la paz”.
Es entonces que se puede evidenciar claros elementos de trascendencia,
donde participan emociones que logran transformase para crear argumentos de
autoposesión, los que a su vez mediante diversas reglas de vida y experiencias
que flagelan las necesidades humanas, convergen en acciones concretas que se
pueden asimilar proyectadas hacia el otro en proyectos de vida productivos,
sociales e incluso políticos, es decir, de autodeterminación.
10. CONCLUSION Y DISCUSIÓN
El Cauca es el quinto departamento en Colombia con más altos índices
registrados de hechos victimizantes a nivel nacional, que como se podría corroborar
en el Registro Único de Víctimas, ha dejado 324.173 personas registradas víctimas
en el Cauca de las 409.628 en total, pero ¿hasta dónde el mismo conflicto armado
entre el Estado Colombiano y grupos armados ilegales (FARC-EP, ELN y AUC
principalmente) ha sido únicamente la expresión política y guerrerista que ha
desterrado, humillado, asesinado y olvidado a un sinnúmero de éstas víctimas?
Pues ha de notarse que a pesar de los actos conmemorativos, de la
propaganda política y la mediatización masiva de altos estándares en atención,
reparación económica y programas con llamativos carteles, son cifras sin voz; No ha
de ser posible para un ciudadano percatarse del silencio que tales maravillas dejan
tras bambalinas para las personas víctimas del conflicto armado.
Quizá suene pretencioso divagar entre magnos estudios, gráficos estadísticos
de atención integral e incluso de la legitimidad de los actos del poder político
“circuncidante”, sin embargo, no son las letras de éste escrito la muestra beligerante
a las realidades comunitarias, sino, los relatos que nacen de la propia voz de dos
mujeres líderes en el Cauca y sobrevivientes al conflicto armado colombiano las que
otorgan el ímpetu a este escrito, relatos que hablan por sí mismos y dan nuevas
perspectivas al discurso gubernamental, o ¿no?
Mientras se hacía un pausado recorrido por los relatos de estas dos mujeres,
fue inexplicable suponer cuánta angustia se esconde en sus historias del conflicto
armado llamando a sus puertas, pero inevitablemente suscitan esas afirmaciones de
contracorriente, anarquistas y de resistencia que a gritos proclaman “infamias” del
Gobierno Nacional, del paupérrimo sistema de salud, de la injusticia y la corrupción,
del irrisorio sistema financiero nacional; todo aquel comentario y grafiti que dejan
las “marchas de antorchas” o los paros nacionales o las mingas indígenas, mientras
como oposición se iluminan discursos de víctimas en la Habana en Cartagena y en
los púlpitos de grandes eventos de memoria histórica que realzan el perdón, la
trascendencia, la esperanza. Pero hasta que se toca el alma de estas personas
sobrevivientes al conflicto armado colombiano es que se esboza una realidad
paralela a la vanidosa práctica política de la paz.
Es por ello que, en honor a todas aquellas personas señaladas por la sociedad
de quienes el desplazamiento, al igual que tantos delitos de guerra, deben ser
rescatados del silencio; ese retrato del imaginario social que traspasa los valores
sociales y la humanidad más íntima, así como la atención integral y las políticas
públicas, pero más aún la coherencia del funcionario que “tropieza” desde la
jurisprudencia con estas personas, y no se estrella con la humanidad que lleva ese
sujeto victimizado y apabullado por la violencia.
De aquí se desprende el cuestionamiento sobre violencia, ¿no es esto
violencia? Si bien, se habla de la revictimización como un hecho de vulneración en
contra de la legislatura de víctimas, ¿es coherente contar su historia, revivir su
sufrimiento en la Defensoría del Pueblo, luego en la Fiscalía, después en la Unidad
de Víctimas y finalmente por investigadores, estudiosos y ciudadanos “del común”?
Y claro, ¿si ya han soportado el peso de su historia en la atención integral y los
diferentes entes no gubernamentales privilegiados para proyectos con esta
población, siendo líderes sociales, son asesinados, como cuentan los más de 50
líderes sociales asesinados en el Cauca entre los años 2016 y 2017? Entonces,
¿Dónde está el conflicto?
Basta con ubicar un lente de aumento para ver la “letra pequeña” en las
discrepancias que puede crear, por ejemplo, una entrevista a un funcionario público
específico de la Personería de Popayán que narra cómo es tan humano y sus
funciones extraoficiales para ayudar a la población víctima del conflicto armado,
mientras que en un evento público de víctimas en una comunidad marginada se
muestra distante, receloso al contacto y enaltecido con su mirada de poder
institucional, que además, tras bambalinas en la entrevista con las líderes, es
inevitable preguntar por él, obteniendo respuestas tácitas que cuentan como en un
evento de la Mesa de Víctimas del Cauca, simplemente dice: “yo soy el funcionario,
ustedes las víctimas”, y aunque se pudiese contar el contexto de esta afirmación,
será más importante pensar la posición ética y política que puede llegar a asumir un
funcionario público que debe tener contacto con personas victimizadas, ese dibujo
de la deshumanización que pudiese encontrarse en los diálogos con estas
poblaciones marginadas.
Estos relatos que una y otra vez, hicieron posible consignar actos violentos
contra el hambre, contra la dignidad, contra la historia, contra las mujeres, como si
el conflicto armado hubiese sido a “contra-entrega” o hubiese sido la elección de los
miles de muertos que ha dejado tantos hogares sin padres, sin hijos, a madres solas,
a mujeres desterradas y que hoy, la restitución de tierras habla en “sus gentes”, de la
restitución partidista, empresarial y en pro de la nueva economía agraria del trabajo
“campesino” en manos del excombatiente que ahora puede trabajar la tierra de la
paz en la tierra del desplazado que ahora, como dice Piedad “Nosotros extrañamos
mucho el lugar, extrañamos la tranquilidad del campo (…) y que la tierra nos daba
todo (…) aquí todo toca comprarlo”, pero se convierte en un nuevo logro de la paz,
¿verdad?
Y son tantas frases que las voces de las sobrevivientes aportaron, que sería
inocuo perpetuar una realidad tan disonante entre las vagas líneas de un “kamikaze
redactor”, por ello, al pasar la página del conflicto y las historias de
deshumanización –incluso al fin del conflicto–, es de contar como fue la resistencia
al sistema administrativo y jurídico, al odio, a la negligencia y a la represión del
Gobierno Nacional Colombiano en manos de mujeres autodeterminadas que
asumieron las riendas de la lucha social por los derechos de las poblaciones en
situación de vulnerabilidad y víctimas del conflicto armado colombiano,
emprendiendo un camino para rescatar el mínimo de humanidad que las diferencias
entre el poder político y social han alcanzado en esa realidad que relatan.
Para ello, ambas concibieron la libertad y su vivencia entorno al reclamo de
los valores sociales y los Derechos Humanos, como lucha personal vivida con el
otro, a partir de la negociación desde nuevas formas para equiparar el poder
respecto a las instituciones del Estado Colombiano mediante el liderazgo en
organizaciones sociales que velan por dar un nuevo surgir a las comunidades
vulneradas en medio del conflicto armado, como a razón de los estigmas sociales;
son las artes, la construcción de parques, el acompañamiento y la acción social las
que logran resistir a la dinámica del empobrecimiento en la convivencia social y
política.
Se hace pertinente comprender que en los relatos de las 2 mujeres cabeza de
hogar líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado colombiano, se
evidenciaron elementos dialógicos comunes, como el abandono del Estado frente a
la humanización de sus procesos, pues si bien la política pública está establecida y se
muestra muy completa, la actuación de distintos funcionarios frente a la
problemática que tienen al frente, muestra desinterés por la víctima e interés por el
cumplimiento de metas, lo cual se evidencia en una atención que las mismas
víctimas han calificado como humillante y carente de empatía, al igual que resulta
ser un ejercicio irresponsable plantear la atención psicológica en nueve sesiones
grupales o la atención “integral” psicojurídica donde se da respuesta a la reparación
económica por encima de la recuperación emocional, considerándola como el no
pretender que la persona “víctima” aprehenda el discurso profesional y el
institucionalizado como es el caso evidente de la “sanación” con dolor de fondo, es
decir, no ha servido como podría plantear Montero (2017); la ausencia jurídica
frente a la atención de un acceso real a la justicia se ve opacado por las deficiencias
administrativas y burocráticas a las que se deben someter las personas “víctimas”,
por lo que se hace negligente el actuar que funcionarios e instituciones públicas
tuvieron inicialmente con ellas para la atención inmediata e incluso frente al hecho
victimizante que para ellas cambió sus vidas.
Sin embargo, ese abandono y la necesidad de sobrevivir, así como la familia,
fueron los recursos motivacionales que potenciaron condiciones personales en el
desarrollo de valores sociales y el posicionamiento ético y político, como agentes
críticos líderes de procesos de ruptura con el Estado, pero muy de la mano con la
población marginada y entorno a la justicia social, lo que habla de la autoposesión
como una cualidad de apropiarse de acciones autorreferenciadas.
Ellas, quienes resurgen como personas que vivieron hechos victimizantes,
pero que lejos de ser pasivas, se convierten en agentes activas que trascienden a “ser
víctimas”: son personas, son humanas; algo que en su mayoría la sociedad y el
Estado no ha hecho conciencia, han familiarizado el conflicto armado y se ha
naturalizado “las consecuencias del conflicto”, que cala desde las raíces, como
procesos de deshumanización cuasi arraigados a la apología darwiniana.
Estas diferencias geográficas, socioeconómicas e incluso familiares, son el
argumento de la unión que día a día las mantiene juntas en sus actividades de
resistencia y de lucha. Estas condiciones que son propias de la autodeterminación.
Así, este artículo describe el proceso de autodeterminación de estas 2 mujeres
cabeza de hogar líderes en el Cauca y sobrevivientes del conflicto armado
colombiano, que desde sus propios relatos han dibujado ese trasegar histórico que
hoy las hace quienes son, dando cuenta de quien pregunta hoy por ellas, por su
mundo y lo que ha de seguir.
Claro, dentro de todo el proceso investigativo no todo fue fácil, la dificultad
del acceso a personas que han sufrido hechos victimizantes es complicada y en su
mayoría negado. Es justificable, ya que por ejemplo en el Cauca, ya son más de 50
líderes sociales asesinados en el transcurso del año 2016 al 2017: el mercado del
silencio, por ello lo importante de susurrar estos relatos, relatos cual guayacán que
florece.
Es claro que aquí se abren puertas para continuar indagando sobre los relatos
de la población que ha sobrevivido al conflicto armado colombiano y tomar
posturas críticas frente a las acciones reales de atención, que en gran medida, no
están en manos de Estado, sino en las manos del pueblo colombiano.
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12. ANEXOS
12.1. ANEXO 1: Mapa de corredores de las FARC en el Cauca
Tomado de: http://www.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/multimedia/graficos/2012/02/25/Las-farc-en-el-cauca.jpg
12.2. ANEXO 2: Formato de consentimiento informado
12.3. ANEXO 3: Formato de entrevista semiestructurada
A continuación se presentan las preguntas guías, divididas en 3 momentos
de los relatos que la persona entrevistada pueda contar.
DATOS BÁSICOS
Fecha de entrevista: DD/MM/AÑO |Edad: ___ |Lugar de Residencia actual: __________________
Lugar de procedencia: __________________ |Tiempo en medio del conflicto armado: ___________
Organización a la que pertenece: ______________________________________________________
RELATO INICIAL
1. Recuerda usted ¿a qué se dedicaba en su hogar antes de atravesar los hechos victimizantes que se dieron lugar en su territorio?
2. Respecto a su familia, su territorio y usted, cuéntenos un poco sobre aquellos días. 3. ¿Cuál era la importancia de lo que usted hacía en ese entonces para su familia, para la sociedad y para
usted misma? 4. En general, ¿Qué considera usted le dio inicio al conflicto armado de entonces?
RELATO INTERMEDIO
1. ¿Cuál fue su experiencia vivida entre el conflicto armado interno colombiano? Cuéntenos tanto como desee.
2. ¿Cuáles eran los pensamientos y las emociones más frecuentes en ese entonces? ¿Qué lemas o reglas de vida le parecían más acertadas para lo que estaba viviendo?
3. Recordando aquello que hacía en su diario vivir antes de quedar en medio del conflicto armado, ¿qué se fue transformando para usted y su familia durante el conflicto armado?
4. ¿Quiénes les dieron la mano en aquel momento? ¿Quiénes no lo hicieron? Cuéntenos libremente esa historia.
5. ¿Cómo cree que las personas externas al conflicto armado veían estos hechos, a usted y a su familia? ¿Cuál era la diferencia con relación a las personas que estaban inmersas en este?
6. ¿Tiene algún recuerdo de esa época en que haya tenido la fortaleza y la seguridad para salir de esa situación? Cuéntenos.
RELATO FINAL
1. En ese momento de transición dejando atrás el conflicto armado, ¿quiénes los apoyaron? ¿cómo? 2. Al final de su experiencia en medio del conflicto armado en carne propia, ¿qué ocurrió con usted y su
familia? 3. Tras haber pasado por ese ciclo entre el conflicto armado, ¿qué puede rescatar ahora como aprendizaje o
enseñanza para su vida? 4. ¿Qué hizo usted en adelante para trascender todo lo vivido? 5. ¿Cuál es su proyecto de vida actualmente? ¿Cómo lo fue construyendo? ¿Qué lo hace tan importante? 6. Si comparamos aquello que hacía normalmente antes del conflicto armado y lo que ahora hace, ¿Qué
encuentra tan importante? ¿Qué cambió? 7. ¿Cuáles son los logros más destacables hoy por hoy en sus labores cotidianas? ¿Qué los hace
destacables? 8. ¿Cuáles son los pensamientos, las acciones y las emociones que definen su vida y su quehacer diario para
usted misma, para su familia y para la sociedad?
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