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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
SEMANA SANTA EN IZTAPALAPA,
UN ACTO DE CONVICCIÓN CATÓLICA
REPORTAJE
TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:
LICENCIADO EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN
P R E S E N T A:
JULIO CÉSAR MACIEL CAMACHO
DIRECTORA DE TESIS:
LIC. MARÍA DE LOS ÁNGELES CRUZ ALCALDE
MÉXICO, D.F. 2013
UNAM – Dirección General de Bibliotecas
Tesis Digitales
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Agradecimientos
A mi esposa, Laura Rubí Ramírez Plácido, quien siempre me motivó a dar este gran paso. Por
mucho tiempo pensé que sería una meta inalcanzable, pero tu comprensión, apoyo y amor
fueron mi fuerza para titularme. Gracias por ser mi compañera de vida, mi cómplice, mi
confidente, mi metal más preciado. Te amo mucho y tú eres parte fundamental en esta tesis.
A mi hija Laura Isabella Maciel Ramírez. Aunque eres muy pequeña para comprender este
proceso, te agradezco tu comprensión mi niña, porque te resté tiempo de juegos y de cuidados
por escribir y leer, pero todo el esfuerzo ha valido la pena por el bienestar de nuestra familia.
A mis padres, María Isabel Camacho y José B. Maciel, quienes desde niño me motivaron a
estudiar. Gracias por sus regaños, porque de ellos aprendí que el estudio no te abre todas las
puertas, pero te da más oportunidades y comodidad en la vida.
A mi hermano Cristian porque soy su ejemplo y me gustaría que algún día él también termine
una carrera universitaria. Gracias por todo tu apoyo y por soportar mi mal humor.
A mis suegros, Josefa E. Plácido y José J. Ramírez, porque durante estos años han formado
parte de mi vida, me han facilitado muchas cosas y me han enseñado que la familia y la
humildad está primero.
A mi cuñado Rodrigo quien siempre me ha tratado con mucho respeto y mucho aprecio, y
deseo que en unos años más, él también concluya su preparación profesional.
A mi asesora, Lic. María de los Ángeles Cruz Alcalde, porque fue la persona que alguna vez
me dijo que para hacer periodismo de investigación se debe leer mucho, y luego volver a
replantear el tema. Gracias profesora por estos seis años en los que dirigió la tesis, le pido una
disculpa porque me tardé más de lo pactado, pero al final usted fue quien me facilitó todo este
proceso, no tendría con que pagarle, de corazón muchas gracias.
A Dios, a la Virgen de Guadalupe y a mi querido Juan Pablo II porque en ellos siempre he
encomendado todo lo que he hecho en mi vida. No podría entenderme sin la inmensa fe que
les profeso.
Gracias a todos ustedes porque ya logré mi objetivo: titularme.
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………………4
1.- CRISTO, VÍRGENES Y NAZARENOS DE IZTAPALPA, UN ACTO DE FE Y
REIVINDICACIÓN MORAL………………………………………………………………………...14
1.1 La Virgen María………………………………………………………………………………16
1.2 Del reclusorio oriente a nazareno de por vida……………………………….….………...20
1.3 “Yo fui quien limpió a Jesucristo…”……………………………………………..………….24
1.4 No sólo por manda…ni tampoco por reivindicación…………………………………..….26
1.5 “…ver la representación de cerca”………………………………………………………....27
1.6 “Yo sólo le pido a Dios salud…”…………………………………………………………....29
1.7 Un nazareno excepcional…………………………………………………………………...30
1.8 El Cristo de 2007: gran compromiso……………………………………………………….31
2.- SEMANA SANTA NO TERMINA CON LA CRUCIFIXIÓN……………………………………36
3.- UNA PASIÓN CON DRAMATISMO Y SUFRIMIENTO REAL ……………………………….39
4.- DÍAS SANTOS EN IZTAPALAPA………………………………………………………………...49
4.1 Domingo de ramos en la iglesia de la Cuevita: encuentro de dos tradiciones………...49
4.2 El Gólgota de Iztapalapa: aprehensión de Cristo ………………………………………..53
4.3 Desde el calvario hasta la cruz……………………………………………………………..60
5.- IZTAPALAPA, UN LUGAR DE MISTICISMO…………………………………………………...68
5.1 El día de la selección: todos contra todos…………………………………………………73
5.2 Quiero ser el Cristo…………………………………………………………………………..75
REFLEXIONES FINALES……………………………………………………………………………..79
FUENTES CONSULTADAS…………………………………………………………………………..84
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SEMANA SANTA EN IZTAPALAPA, UN ACTO DE CONVICCIÓN CATÓLICA
INTRODUCCIÓN
Desde que inicié mis estudios en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
(FCPyS) siempre tuve la inquietud de investigar más a fondo la Semana Santa
de Iztapalapa. Lo que me motivó a elegir este tema y no otro, es mi cercana
relación con esta representación. Vivo a escasos metros de las cruces donde
se lleva a cabo la crucifixión, conozco los ocho barrios que conforman el centro
de dicha demarcación: San Lucas, San Pablo, San Pedro, San José, Asunción,
Santa Bárbara, San Ignacio y San Miguel.
Quienes habitamos esta delegación sabemos la historia y los motivos que
originaron esta tradición: es parte de una historia colectiva. Por ello sentí la
necesidad de informar a toda la gente que esta representación es más que sólo
cruces, multitudes y golpes.
El formarme como periodista me hizo entender que la Semana Santa tiene
muchas vetas de investigación, yo sólo trabajaré con un tema: los actores.
Estos jóvenes no son tomados en cuenta: sí se les pregunta su nombre, su
edad, incluso su oficio o estudios, pero no hay más; nadie pregunta por qué
participan, qué sienten al caminar entre la multitud, qué recompensa reciben
luego de su representación, todas las incógnitas anteriores fueron formando
mis objetivos de investigación.
La Semana Santa inicia el Domingo de Ramos y concluye el Domingo de
Resurrección. Durante esta semana se recuerda la pasión y muerte de
Jesucristo. Es un periodo sagrado y de reflexión para todos los católicos
apostólicos romanos.
El Domingo de Ramos o Palmas reconstruye la entrada triunfal de Cristo a
Jerusalén, mientras que el Lunes, Martes y Miércoles Santo se elevan
oraciones e incluso en algunos lugares las imágenes salen a procesión;
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aunque desde 2009 en Iztapalapa, también hay dos escenificaciones más el
Martes Santo, en otro momento haré mayor referencia de estos sucesos.
El Jueves Santo es conocido como el Día de la Última Cena, es cuando Jesús
comparte el vino y el pan con sus doce apóstoles e instaura la eucaristía. El
Viernes Santo recuerda el calvario y finalmente la crucifixión del hijo de Dios.
Dentro de los días Santos, el que menos se celebra es el Sábado. En
diferentes lugares se reza porque es cuando Jesús baja al reino de los
muertos, al Santo Sepulcro. Finalmente, el Domingo de Resurrección es el día
mayor porque Jesús resucita y según las escrituras sube al reino de los cielos,
al lado de su padre.
Semana Santa no se conmemora ni se representa de la misma forma en todos
los países; por ejemplo, en Latinoamérica se escenifica mediante procesiones
en las que sólo se incluyen imágenes sagradas, pero no existe la actuación.
En México, y específicamente en el Distrito Federal, la representación cobra
diferentes matices; Iztapalapa es la demarcación que lo hace con mayor
realismo, así lo informa la prensa nacional y extranjera.
El 94% de los hogares iztapalapenses son católicos, con esta cifra se puede
entender, por qué esta representación convoca a más de dos millones de
personas durante el Jueves y Viernes Santo.
Los habitantes de esta demarcación se sienten orgullosos de vivir aquí, pues
es contrastante que pese a ser la delegación con los índices más altos de
delincuencia en el Distrito Federal, sea al mismo tiempo, la más apegada a sus
costumbres y a sus creencias.
Es un acontecimiento que moviliza a sus habitantes, reúne a cientos de medios
de comunicación, nacionales y extranjeros, al mismo tiempo que convoca a la
participación del gobierno local, estatal y federal.
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Además en los últimos cinco años se ha convertido en un destino turístico para
todas aquellas personas que visitan el Distrito Federal durante la Semana
Santa, de acuerdo con la monografía de la delegación de Iztapalapa de 2008.
Desde 2007, el entonces Jefe delegacional, Horacio Martínez, junto con el
Comité Organizador de Semana Santa, promocionaron ante la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO),
para que la representación fuera declarada como Patrimonio de la Humanidad,
con el fin de resguardarla, protegerla y fomentarla; sin embargo, este trámite
todavía no ha concluido, pero siguen en marcha los planes.
La musicalización, los vestuarios, los escenarios y la adecuada adaptación de
los guiones son algunos elementos que han dado reconocimiento y prestigio
internacional a esta representación.
En el reportaje se ponen en práctica todos los conocimientos de la Opción de
Periodismo, así como el Eje de Redacción, además en un reportaje se:
“debe buscar lo que otros han dicho, lo que ha sucedido o lo que simplemente
es, y transmitirlo ordenadamente al lector. El éxito de su trabajo depende, en
gran parte, de su habilidad, conocimientos e investigación. Y siempre debe tener
presente que, en esta materia, lo que caracteriza al reportaje no son las
opiniones del autor, sino la abundancia y relevancia de su investigación”1.
La parte central de este reportaje será las entrevistas que realicé a algunos
actores que han participado en esta representación. Tomé algunos datos
anecdóticos para brindar color a mis narraciones para que no redunden en el
plano general o en la información que ya todos conocemos.
En este reportaje construiré un trabajo nunca antes presentado, ya que no se
han publicado textos periodísticos, en donde se explique detalladamente cómo
viven estos Días Santos los protagonistas de la escenificación, que se realiza
cada año en la delegación Iztapalapa.
1Eduardo, Ulibarri. Idea y vida del reportaje, Ed. Trillas, México, 1994, p. 33
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Cada año se presentan en los diferentes medios de comunicación: reportajes,
crónicas y notas informativas, que fundamentalmente hablan sobre la
representación, pero nunca le dan un tratamiento a lo que sucede fuera de
ésta.
Es por eso que en este reportaje se encontrará todo aquello que las cámaras
de otros periodistas no han grabado, se abordarán todas las emociones que los
medios impresos no pueden sentir, y se describirá todo aquello que una
imagen no puede decir.
Para poder escribir un reportaje diferente, como lo expliqué en párrafos
anteriores, tendré que ser:
“narrador testigo, al igual que el protagónico también está presente en el lugar de los
lechos; sin embrago, su participación dentro de los acontecimientos es menor, no es el
personaje protagónico en el acontecimiento narrado. Su papel consiste,
predominantemente, en expresar su experiencia personal sobre los acontecimientos que
ocurren a su alrededor y de los cuales él es testigo ocular. Aunque no se da la
coincidencia del narrador y protagonista en una misma persona, sí se conserva el carácter
personalizado del texto”2.
Usar este tipo de narrador me permitió brindarle mayor sensación de
credibilidad a mi texto, por eso a través de mis crónicas dejé plasmada mi
presencia en el lugar de los hechos, incluso hago referencia a todo lo que vi a
mi paso, pero nunca emití alguna opinión o juicio de valor. En el reportaje no es
posible.
Escogí titularme mediante un reportaje porque Eduardo Ulibarri dice que
“en el reportaje hay información con diferentes grados de profundidad y
extensión. Los medios recomendados para obtener esta información varían, pero
la observación testimonial, la documentación, la investigación inspirada en
métodos científicos y las entrevistas son esenciales. Su propósito puede ser
informar acerca de un hecho inmediato, narrar al lector lo que acontece en
lugares remotos, ampliar la noticia o revelar la trama de los vínculos existentes
en un conjunto de hechos”3.
2 Lourdes, Romero. La realidad construida en el periodismo, UNAM-FCPyS, Ed. Miguel Ángel Porrúa, México, 2006,
p.83 3 Eduardo,Ulibarri, Op. cit., p. 28
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Esa última parte de la definición de Ulibarri fue decisiva en este reportaje, si
bien existen muchos textos de Semana Santa, yo quería ampliar más la
información, no sólo de lo ya investigado, sino de los actores que nunca antes
han sido tomados en cuenta en los medios de información.
Eduardo Ulibarri enumera ocho pasos para elaborar un reportaje. A
continuación los citaré, al mismo tiempo que los iré hilando con el presente
reportaje, en sí, ocupé su metodología en este texto periodístico o “relato no
ficcional o relato periodístico”4, que es como Lourdes Romero llama a los
géneros narrativos.
1.- La idea: hacer un trabajo de Semana Santa porque es una celebración que
año tras año ocurre frente a mi casa, además tendría la facilidad de acceder a
todos los documentos, y de entrevistar a los actores principales.
2.- El propósito: profundizar más en el tema, porque el hecho de que los
actores no hayan sido investigados, no quiere decir que no existan las
herramientas y los medios para hacerlo. Me llamó la atención que no todos los
participantes lo hacían por cumplir “una manda” o promesa, sino porque
querían sentirse más cerca de Dios, en sí, porque tenían la convicción de
hacerlo. En ese momento supe que sería interesante conocer los motivos de
los actores, pero también vi que sería interesante ofrecer un reportaje donde se
dejara a un lado el mero hecho noticioso. Mi propósito fue crear otros hechos
noticiosos.
3.- El enfoque: me surgieron muchas interrogantes, saltaron muchas ideas y
dentro de las que problematizaron mi trabajo son las siguientes; ¿por qué los
jóvenes participan en este representación?, ¿tendrán alguna reivindicación
moral cuando acaban de actuar? Todos los jóvenes participan para cumplir una
promesa. En fin fueron muchas dudas las que tuve, pero finalmente las
anteriores fueron las que dieron enfoque a este texto periodístico.
4.- La investigación: primero me di a la tarea de leer todos los reportajes que
han versado sobre este tema, consulté diarios de años anteriores y me di
cuenta de que los periódicos sólo reciclaban la información, la actualizaban y
4 Lourdes, Romero, Op. cit., p. 28
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publicaban. Consulté un trabajo de tipo sociológico de Mariangela Rodríguez.
Su publicación me dio la pauta para constatar que este tema ya exigía un
tratamiento periodístico, el trabajo que hace esta profesora emérita de la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) retoma la parte de la cultura
popular, las festividades vistas desde el pueblo. Sí hay una investigación sobre
la Semana Santa en Iztapalapa, pero vista desde la Antropología.
También me acerqué al Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa,
para decirle lo que estaba haciendo, ellos me dieron las facilidades de
entrevistar a algunos jóvenes actores, me permitieron la entrada a los ensayos,
incluso tuve la oportunidad de hacer todos los recorridos al lado del Cristo, su
ayuda fue valiosa para la elaboración del reportaje.
5.- La selección: me enfrenté a lo que todos los investigadores padecen; tenía
alrededor de 50 entrevistas, había hecho muchas crónicas, tenía citas, notas,
fotografía, un sinfin de información, inicié la depuración de la misma y tuve
como resultado este reportaje. Dejé fuera de este trabajo información muy
valiosa, pero desgraciadamente no era parte de mis objetivos, no tenía razón
de permanecer plasmada.
6.- El razonamiento: esta parte llevó mucho tiempo porque el reportaje se inició
desde hace más de cinco años, ya había escrito algunas crónicas, pero no
estaban cumpliendo su misión periodística, porque me dejé llevar por el
momento, los sentimientos me rebasaron y mi escritura tenía mucha opinión.
Me di cuenta de que emití juicios de valor, mi vocabulario era como de un
visitante más en esta celebración, al ver este gravísimo error, tuve que
desechar muchos párrafos y empezar a escribir lo que siente la gente. En las
entrevistas no hubo mayor problema, porque otorgué la voz a cada actor para
que contara su historia de vida, claro que tienen un tratamiento periodístico,
pero en las entrevistas dejé que fluyera su información, dejé que ellos me
contaran qué sintieron y cómo vivieron su participación.
7.- La confección o armado: decidí presentar un reportaje iniciando con
crónicas acerca de los días santos, para que la gente que nunca ha asistido a
esta escenificación conozca los detalles de la misma; luego, escribí las
entrevistas que son las de mayor peso en este trabajo y, finalmente, los
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aspectos que han convertido a esta Semana Santa en la más visitada y de
mayor prestigio, desde el punto de vista informativo.
8.- La presentación: al ser un trabajo de titulación supe muy bien qué tipo de
lenguaje utilizar, además no quise incluir imágenes porque mi reto fue
dibujarlas con el lenguaje escrito y no el visual, pretendo que las palabras digan
más que las imágenes y borrar esa idea común: “una imagen dice más que mil
palabras”.
Esa metodología me fue ayudando a lo largo de este proceso, una vez
concluido este reportaje pude entender lo útil que es hacer la planeación de tu
trabajo, que no basta con tener los cientos de libros o tener las cientos de
entrevistas, si no tienen claro para qué y qué deseas comunicar.
El reportaje engloba técnicas de otros géneros periodísticos, por ejemplo: de la
crónica para narrar y describir situaciones; de la entrevista, para dar voz a los
involucrados y credibilidad al relato periodístico; en numerosas ocasiones este
género puede partir de la información que brinda una nota periodística. Es por
eso que el reportaje informa, profundiza e interpreta aspectos de interés
común.
Mario Rojas Avendaño enumera cuatro tipos de reportaje: reportaje expositivo,
descriptivo, narrativo y anecdótico o retrospectivo. El reportaje de Semana
Santa en Iztapalapa será de tipo expositivo ya que se presentará un supuesto:
los jóvenes participan en la Semana Santa para cumplir una manda y
reivindicarse, y de igual modo se le presentará al público una investigación más
profunda y no sólo la nota como tal. Aunque también tiene que ver con el
discurso narrativo y anecdótico; es por eso que resulta imposible encajonar un
reportaje con determinado estilo, no se da puro, una buena mezcla logra un
gran reportaje; un reportaje requiere exposición, narración, descripción,
anécdota y elementos retrospectivos.
El tema de este reportaje es de carácter social. Julio del Río dice que el
reportaje “es un género periodístico que consiste en narrar información sobre
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un hecho o una situación que han sido investigados objetivamente y que tienen
el propósito de contribuir al mejoramiento social”5.
Alberto Dallal define al reportaje como: “el género base del periodismo; por así
decirlo, su representante más idóneo. Es un género a través del cual sólo
puede hacerse verdadero periodismo, periodismo auténtico”6
Semana Santa en Iztapalapa es retomada por los medios cada año, sus notas,
crónicas y reportajes se basan en información que ya todos conocen, no hay
trascendencia en la investigación.
La investigación social, al igual que el reportaje, se basa en una metodología,
ambos tienen sus propias técnicas de indagación, pero lo más importante es
que ambos estudian hechos sociales. Por eso Julio del Río dice que este
género investiga lo social, mediante la búsqueda de información objetiva.
Este reportaje trata un tema de interés social y periodístico ya que mucho se
habla de la participación de los jóvenes en Semana Santa, muchas personas
suponen que reencarnan a los personajes para cumplir alguna manda o
promesa; sin embargo, debemos hacer un análisis y búsqueda de información
para saber cuál es el motivo que los impulsa a participar. De esta forma el
reportaje generará conocimiento y nuevas vetas de investigación.
Semana Santa en Iztapalapa, un acto de convicción católica es un texto
periodístico en donde sólo se da cuenta de lo que sucede durante los días
santos en la delegación Iztapalapa, pero no desde el punto de vista
espectacular. Es un trabajo donde se describen, narran y dibujan todas las
escenas que conforman la representación y no sólo los momentos clave que ya
todos conocen, tales como: Última Cena, Aprehensión y Crucifixión.
Aquí se les da voz y crédito a los jóvenes que participan en esta
representación. El presente reportaje pretende documentar cuáles son los
motivos que impulsan a los jóvenes a actuar en la Semana Santa.
5Julio del Rio. “Vida y reportaje”, en Cuaderno del centro de estudios de la Comunicación. No. 7. México, FCPyS.
UNAM, 1983, p 49.
6Alberto, Dallal. Lenguajes Periodísticos, México, Ed. UNAM, 1989, p 61.
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No dejaré de lado los datos históricos y anecdóticos ya que forman parte del
contexto y de la misma investigación. Aunque mi principal objetivo va más allá
de la celebración, el interés está en los jóvenes que participan, sobre todo en
las vírgenes, Cristo y nazarenos.
La Semana Santa en Iztapalapa ha sido investigada desde lo anecdótico,
histórico, social, pero nunca desde el ámbito periodístico; investigaré a los
actores que hacen posible la realización de este Vía Crucis.
Semana Santa en Iztapalapa, un acto de convicción católica en realidad es un
título que indirectamente corresponde a una hipótesis, que queda demostrada y
comprobada a lo largo de este trabajo, porque más allá de que cientos de
jóvenes participen por manda, por reivindicación, o cualquier otro motivo, lo
hace porque en ellos hay fe católica, hay una convicción y deseo de hacerlo,
nadie los obliga. La fe es la principal característica que tienen muchos de los
habitantes de esta demarcación política, además de un apego a sus
costumbres y que decir del arraigo de sus antepasados.
El reportaje consta de 5 partes: la primera es “Iztapalapa, un lugar de
misticismo”, es donde narro cómo es el proceso de selección de los actores
principales, describo cómo son las audiciones y las etapas que cada joven
tiene que ir superando si es que en realidad desean representar a algún papel
principal.
Dentro de esta sección incluyo toda la información para comprender los
antecedentes, no sólo de la representación, sino de la misma demarcación,
pues no es casualidad ni causalidad que la representación se ha llevado a cabo
aquí desde hace más de 170 años.
En la segunda parte, “Días Santos en Iztapalapa”, recreo todas las imágenes
posibles para que el lector tenga una idea de lo que año tras año se vive en las
calles del centro de la delegación. A través de crónicas y descripciones voy
relatando lo que viven las personas y lo que tienen que hacer los actores para
darle mayor emotividad a la escenificación. En este mismo capítulo ya voy
enumerando todos los cambios que ha tenido este Vía Crucis para hacerlo más
real.
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La tercera parte, “Cristo, Vírgenes y nazarenos de Iztapalapa, un acto de fe y
reivindicación moral”, con la serie de entrevistas aclaro los planteamientos y
objetivos de este reportaje, aquí ellos dicen por qué deciden participar, cuáles
fueron esos motivos que los impulsaron y en muchos casos orillaron a tomar
esta decisión, que no es nada fácil, porque los recorridos suman varios
kilómetros a lo largo de esta Semana Mayor. También aquí es donde hago una
diferenciación entre los actores principales, y los demás actores, es decir, entre
los que tienen parlamentos y los que no.
Esta diferenciación permite saber que un grupo de ellos participa por manda y
el otro lo hace por una reivindicación moral y social o bien por su fe católica,
por sentirse bien con Dios, es así como ellos lo expresaron.
“Semana Santa no termina con la crucifixión” es la cuarta parte de este
reportaje. Aquí explico a la gente lo que ya no se ve por televisión, les cuento lo
que pasa con los actores y el Cristo una vez que es bajado de la cruz.
Mediante una crónica voy describiendo una escenificación que tiene alrededor
de 5 años que fue retomada: la resurrección.
La quinta y última parte es “Una pasión con dramatismo y sufrimiento real”, en
donde explico cuáles han sido los elementos que le han dado dramatismo, así
como internacionalización a esta representación, elementos que también le han
dado prestigio.
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1.- CRISTO, VÍRGENES Y NAZARENOS DE IZTAPALAPA, UN ACTO DE FE
Y REIVINDICACIÒN MORAL
Desde hace 170 años habitantes de Iztapalapa realizan la escenificación de la
Pasión y Muerte de Cristo. Su origen se remonta al año de 1843, cuando el
cólera morbus mató a miles de personas que habitaban esta demarcación, sus
pobladores al no encontrar otro remedio ofrecieron a Dios hacer una manda
para que el mal terminara, así es que ellos prometieron representar la Semana
Santa año tras año.
En un principio la representación se realizaba con imágenes, pero años
después, los habitantes decidieron darle realismo, y así fue como jóvenes
nativos de Iztapalapa decidieron actuar.
Año tras año, alrededor de 40 jóvenes intentan ser el Cristo de Iztapalapa. En
épocas pasadas, el papel de Cristo era hereditario, pero desde hace más de 20
años, se tiene que competir para representarlo, y es que el sueño de muchos
jóvenes católicos de Iztapalapa es ser, aunque sea por una semana, el Cristo
de Iztapalapa, con esto no se busca el reconocimiento social, ni tampoco
pretender saltar a la fama, sólo buscan cumplir con sus tradiciones, hacer de
esta celebración su fiesta.
Es necesario hacer una diferenciación entre los personajes que participan en la
representación, para esto llamaré a Cristo y a la Virgen María como papeles
principales o protagónicos, puesto que tienen parlamentos y al resto los
llamaré, los demás actores, debido a que no tienen parlamento.
Los papeles principales deciden participar porque ellos sienten el anhelo y
deseo espiritual de hacerlo. Tuve la oportunidad de entrevistar al Cristo y a la
Virgen María que participaron en 2007 y al menos ellos así lo sienten. Estos
personajes no lo hacen por una manda ni mucho menos por tener una
reivindicación social, ellos dicen que sólo es por fe.
Cuando menciono la palabra “manda” me refiero a que muchos personajes,
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como los nazarenos, deciden participar porque le han pedido “un favor” a Dios
o a la Virgen María, y si resuelven su problema, o su petición es concedida,
entonces sienten que ésta es la mejor manera de agradecer a esos seres
supremos.
Algunos otros nazarenos y vírgenes de pueblo cayeron en una adicción o por
diferentes circunstancias han estado encarcelados, entonces ellos participan
para reivindicarse ante Dios.
Los nazarenos son representados por todos aquellos jóvenes que sienten un
fervor católico, ellos se comprometen, durante el recorrido a lo siguiente:
Caminar descalzos durante todo el trayecto;
No ir acompañados por ninguna persona durante el recorrido;
No decir palabras altisonantes durante esos días;
Llevar consigo la palma, el Domingo de Ramos; el cirio, el Jueves Santo; y la
cruz, el Viernes Santo.
Los nazarenos no tienen que hacer ninguna audición para participar en la
representación. Éstos, a diferencia de los actores principales, pueden
registrarse una semana antes de iniciar los días santos; evidentemente deben
pagar una cuota de $50.00 para que los organizadores les puedan entregar su
contraseña que los identificará, con esto puedan tener acceso al Cerro del
Gólgota o de la Muerte, que es como le llaman en esos días al Cerro de la
Estrella.
El dinero recaudado es para comprar pintura y demás materiales para la
elaboración de las escenografías que se utilizan, cada uno de los días, así
como papel de china y las palmas con que se adornan las calles principales de
los ocho barrios.
Porque al igual que todos los actores, los nazarenos y vírgenes de pueblo
asumen el costo de sus vestuarios y demás artículos que portan durante su
participación. Los precios entre la indumentaria de los nazarenos y el vestuario
de los personajes principales no tienen comparación.
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Los nazarenos gastan alrededor de $500; además sus trajes nunca cambian,
son túnicas satinadas, cuyo material es muy delgado y no les produce calor
corporal, al menos no por las ropas.
Los nazarenos son todos aquellos varones que acompañan a Cristo durante
todo su recorrido, desde el Domingo de Ramos hasta la Resurrección, ellos
representan a todos los hombres del pueblo que vivieron en la época de Jesús.
Las vírgenes de pueblo son aquellas mujeres que acompañan a la Virgen
María durante toda la representación, al igual que los varones, ellas
representan a las mujeres que fueron testigos de la pasión y muerte de Cristo.
Las jóvenes también aportan una cooperación para obtener el distintivo o
logotipo, el objetivo de este distintivo es controlar mejor la cantidad de
personajes que ascenderán al Cerro de la Estrella.
Cualquier mujer que desee participar como virgen de pueblo lo puede hacer,
tampoco hay casting para ellas, lo único que el Comité pide es fervor y sobre
todo respeto al momento de hacer el recorrido.
Al igual que los nazarenos ellas deciden participar por una manda y en el
menor de los casos por tener una reivindicación moral. Es muy común ver que
algunas de estas mujeres hacen el recorrido con sus hijos, ya sea en brazos o
bien caminando al lado de ellas.
¿Qué los motiva a participar?, ¿Fe o reivindicación social, o es una manda? A
continuación ellos mismos lo aclaran:
La Virgen María
“A mis diecisiete años y con todas las ganas, emoción y orgullo, representé a
la madre de Jesús de Nazaret, en esa Semana Santa”, comenta muy alegre
Paola Guzmán, quien dio vida a la Virgen María en la representación 164.
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Su cara proyectaba mucha paz y serenidad, sus palabras emanaban de lo más
profundo de su ser. Para Paola “fue un gran compromiso ser la Virgen en
2008”.
Dice que ella participó porque: “mi fe es inmensa y mi fervor es apacible”, a
Guzmán no le importaron las horas de desvelo, ni tampoco los kilómetros que
recorrió.
— ¿Para ti que es tener un fervor apacible?
—Para mi tener un fervor apacible, es cuando lo profesas por amor y no por
convicción, cuando lo haces porque así lo sientes y no porque te lo heredaron.
Tuve un encuentro con esta joven de 22 años, en la casa de ensayos, ubicada
en la calle de Aztecas 34, donde desde hace más de 30 años, se han llevado a
cabo todos los ensayos de la representación. Y es que aunque fue la virgen de
hace cinco años, ella tiene el compromiso moral de brindar apoyo a todos los
actores principales que así lo requieran.
“El papel de las Vírgenes y Cristos, de años anteriores, es muy importante para
los actores en curso, porque les narramos nuestras experiencias y les
detallamos todo lo que tendrán que enfrentar: el objetivo es hacerlos sentir más
seguros y menos nerviosos, a mí nadie me dio estos ánimos, pero yo sí deseo
compartir lo que viví en el 2008”, comenta Paola.
La casa de ensayos es la más famosa durante la Semana Santa, ahí se reúnen
los actores, medios de comunicación, curiosos, familiares, es un espacio
privado que se vuelve público. No hay restricciones para ingresar, eso sí, no
puedes tomar fotos, videos, ni hacer publicaciones de los ensayos; a los
medios de comunicación se les permite el acceso siempre y cuando lo hagan
sin sus equipos de grabación.
“El portón negro de la casa de ensayos es el sueño de muchos, entrar ahí es
ser parte de la Semana Mayor, todo un orgullo y satisfacción para quienes los
cruzan, no importa que no seas actor, el simple hecho de ingresar te permite
sentirte importante, al menos el tiempo que estás ahí”, aseguró Guzmán.
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Los ensayos son arduos para los actores y de mucha admiración para los que
tienen la oportunidad de presenciarlos. Se cuidan cada uno de los detalles,
desde los movimientos hasta los parlamentos, los miembros del Comité
Organizador de Semana Santa son quienes enseñan a los jóvenes a actuar, su
experiencia los ha convertido en profesores de teatro, incluso se saben todos
los parlamentos de memoria. “Un ensayo dura aproximadamente seis horas,
pareciera que es mucho tiempo, pero como son más de 30 actores por escena,
sí toma mucho tiempo adaptar el guión entre tantas personas, sobre todo la
sincronía”, asegura Roberto Guillen.
Paola Anneliz Guzmán Mosco, a diferencia de otros jóvenes, no participó en
Semana Santa para redimir sus pecados o pagar alguna manda, sino que
actuó porque desde pequeña lo deseaba hacer; su único motivo es la fe que en
ella impera.
La designación de Guzmán no fue fácil. Hubo 20 competidoras, las cuales
cubrían los requisitos. Paola dice que la diferencia puede radicar en la forma de
sentir al personaje. Nunca se sintió segura de ser la elegida, aunque en el
fondo de su ser, algo le decía que ese año sería su turno. Es tal la fe de esta
joven que ella asegura: “Dios me brindó esta oportunidad para que demostrará
el fervor y amor que le profeso a mi Iglesia”.
“La importancia en esta representación religiosa se centra en la fe, no se puede
participar, moralmente, si no tienes esa inmensa religiosidad que hay en el
pueblo de Iztapalapa”, aclara Guzmán Mosco.
Ver a los nazarenos y a las vírgenes de Iztapalapa en ese largo peregrinar,
permite comprobar que aquí sólo hay fe. El único interés de todos estos
jóvenes es sentirse bien, espiritualmente, y reivindicarse como católicos.
A partir de su designación para representar a la Virgen María, su estilo de vida
cambió de manera sustancial, ahora siente mayor apego por la religión. Asistir
a misa cada domingo la hace estar más cerca de los principios y enseñanzas
19
de Dios.
Su convicción católica creció conforme se acercaba la fecha de su
participación, no había nerviosismo por la actuación, sino preocupación porque
todo saliera como el Comité Organizador lo había planeado desde el primer
domingo del año, que es justo cuando se abre la convocatoria para invitar a
todos los jóvenes para representar los papeles principales; el segundo domingo
ya se saben los nombres de quienes serán los encargados de dar vida a todos
estos personajes bíblicos.
Guzmán Mosco tenía muy claro que su participación no terminaría el Sábado
de Resurrección: “en mi corazón siempre tendré muy presente que fui la Virgen
María de 2008, ese será mi gran orgullo y el de mi familia”.
Paola tenía una vida ordinaria, como cualquier otra joven, estudiaba el cuarto
año de la carrera de Fundición y Modelismo en el Centro de Estudios
Tecnológicos Mexicano-Alemán, a nivel industrial.
En su escuela sólo tres profesores y dos de sus amigos sabían que ella iba a
ser la Virgen, obviamente, al correr de las semanas ya todos se habían
enterado de que en la escuela estaba la joven que daría vida a la Virgen María.
Paola no quería que se enteraran de su participación porque: “a esa edad
muchos jóvenes tienen ciertos prejuicios hacia la representación,
principalmente hacia la religión, no me afectaron los comentarios, la tolerancia
es uno de los valores más importantes”.
Sus amigas fueron un gran apoyo desde su designación, pues la aconsejaban
moralmente y también le ayudaban a realizar sus tareas. Por otra parte, sus
profesores le hacían hincapié en no perder el suelo, le decían que lo más
importante es tener humildad, Guzmán Mosco dice que ellos fueron sus guías:
“fueron aquellas voces que me indicaban hacia donde tenía que caminar”.
Paola nunca había participado con ningún otro papel en esta representación,
dice que hace algunos años su hermano mayor representó a un apóstol. Y a
20
partir de ese momento tuvo una fijación más clara y mejor pensada para ser la
Virgen, de alguna forma sabia la difícil tarea porque lo vivió con su hermano;
sin embargo, los papeles son diferentes y las obligaciones son mayores, aun
así ella no desistió de su sueño.
“Siempre he sido persistente, he logrado lo que me he propuesto, aun cuando
esta decisión no dependía de mí, tenía la intuición de que sería mi turno, mi
seguridad y mi expresión durante el casting, me dieron la pauta para suponer
que yo sería la Virgen María”, concluyó.
Del reclusorio oriente a nazareno de por vida
El 29 de marzo de 2010 parecía un día normal en la vida de Hugo Martín
Canto. Era un Martes Santo, de esa semana Mayor para los católicos, cuando
salía de su domicilio ubicado en uno de los ocho barrios de la Delegación
Iztapalapa, se dio cuenta que afuera de su casa estaba un taxi, con las
ventanillas abajo y con el estéreo encendido, la curiosidad lo hizo asomarse
para ver si se trataba de alguien conocido, porque no es común ver a un taxi
en esas condiciones a las 05:00 horas, hora en la cual salía a trabajar.
Cuando él se acercó sigilosamente y con cierto temor, no vio a nadie dentro,
pero nunca se dio cuenta que ya detrás de él estaban dos policías
pertenecientes a la Secretaria de Seguridad Publica, ellos al momento de verlo
a la cara lo detuvieron porque ese automóvil tenía reporte de robo y tenía que
acompañarlos al Ministerio Público para explicar que hacia dentro del auto, es
ahí cuando empezó su Vía Crucis.
“Ante mi oposición y mi reclamo, les dije que ellos claramente sabían que al
momento de mi detención yo sólo estaba pasando por el carro, que sí me
acerqué, pero jamás me subí al automóvil, ellos me ignoraron y me dijeron que
si me seguía poniendo necio, no me la iba a acabar. Me trajeron paseando en
la patrulla como unas tres o cuatro horas, fuimos a muchas Coordinaciones
Territoriales, en ninguna de ellas me bajaron, hasta que por fin en la
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Coordinación Territorial No. 2, ubicada sobre Ermita Iztapalapa esquina con
Avenida Tláhuac, me descendieron y me metieron a una cuarto frío y enorme
donde había como diez detenidos más”.
Hugo Martín pasó todo el día incomunicado, sin probar ningún alimento y sobre
todo sin conocer qué pasaba. Cuenta que alrededor de las 21:00 horas le
permitieron llamar por teléfono a su casa para avisar a sus familiares y pedirles
que fueran a verlo para que el MP les informara de su situación legal.
Canto asegura: “Esas horas fueron eternas, no sabía ni qué pensar, me
preocupaba cómo lo tomaría mi familia, en especial mi esposa y mi hijo,
siempre traté de tener un buen comportamiento y así poderle exigir a mi hijo lo
mismo. Nunca fui un fiel católico, ni tampoco acostumbraba ir a misa cada
domingo; sin embargo, la representación de Semana Santa siempre ha sido mi
fiesta favorita, siento que es como la fiesta de mi pueblo”.
Toda esta tradición siempre se la inculcó a su hijo, pues aunque él nunca, de
soltero, representó ningún papel, sí solía hacer los recorridos y ya de casado
iba acompañado de su esposa e hijo.
Por fin dieron las 23:00 horas y de ese cuarto frío fue llamado a los separos del
Ministerio Publico, donde ya se encontraba su mamá, su papá, sus hermanos,
su esposa y su hijo, ahí les leyeron la acusación que los agentes de seguridad
habían hecho en su contra, ellos aseguraban que él estaba dentro del auto y
que era el presunto responsable del robo de ese taxi.
Como ese delito está considerado como grave, llevó su juicio dentro del
Reclusorio Oriente, ahí vivió lo peor que un ser humano puede presenciar,
desde convivir con violadores, hasta ser testigo del asesinato de otro interno.
“La vida en un reclusorio es pesada, te la tienes que rifar a diario, ahí un $1.00
vale oro, todo es dinero, por eso se le conoce como el hotel más caro del
mundo”.
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Cuando Hugo me estaba contando esta historia, sus ojos se le llenaron de
lágrimas, por momentos no podía contenerse, dice que llora porque en esos
momentos fue cuando más valoró a su familia, lo que más le dolió fue ver a su
hijo sufriendo: “Me da mucho coraje saber que mi familia tuvo que vender todas
las cosas para poder sacarme y pagarle al licenciado que me ayudó”.
Después de un juicio que duró seis meses obtuvo una sentencia a su favor,
tuvo que pagar $11 000 de fianza y $30 000 al abogado, lo cuales aún sigue
debiendo.
Martín es oriundo de Iztapalapa y: “durante mi estancia en aquel lujoso hotel,
tuve un acercamiento espiritual con Dios, me volví un hombre de fe y
esperanza, lo único de lo que te puedes agarrar en la cárcel es de alguien
supremo y tus creencias se vuelven más rígidas mientras más tiempo pasas;
te acuestas pensando en Dios y te levantas encomendándote a él”.
“Estando recluido en aquel lugar, siempre le pedía a Dios mi pronta salida y
que si me ayudaba iba a hacer una penitencia que me costara mucho esfuerzo.
Por mi mente pasaron cientos de cosas, pero que ninguna de ellas le lograba
dar satisfacción”, comentó.
Su primera semana en el reclusorio coincidió con la Semana Santa. Cuenta
que dentro de ese lugar también se hace una representación de la pasión y
muerte de Cristo: “en esos momentos nada de eso me interesaba, sólo me
aferraba a la idea de reincorporarme a la sociedad, de ver a mi familia y de que
el juez me creyera, porque era su palabra contra la de dos servidores públicos”.
Una vez terminada su estancia en aquel “horrible lugar”, justo como Hugo lo
define, se fue reincorporando a las actividades cotidianas, sólo que esta vez
fue muy difícil, porque perdió su trabajo, las deudas en el hogar parecían
impagables, y el trato que la sociedad le daba era humillante: “de la gente no
se come, pero sí te pega que te vean como un delincuente, porque ni saben tu
caso, pero te juzgan por todo, y es que la gente cree que todo el que estuvo en
la cárcel es por mafioso y ratero, y la neta no es mi caso”, aseguró.
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Una de las situaciones que le dolía a Martín era el mal trato que sus vecinos le
daban, las habladurías y los rumores sobre su persona. Dice que luego de
pensarlo muchas veces, decidió participar en la Semana Santa de Iztapalapa
como Nazareno: “sentí que de esa manera iba a tener una reivindicación social,
una reivindicación de comportamientos y actitudes frente a la familia, no es una
manda, se trata de mostrarle a todos que sí es posible arrepentirte de todo lo
malo que has hecho, pues aunque no me robé el carro, ni siquiera intenté
hacerlo, sentí que estuve en la cárcel, porque así pagué todas las malas
actitudes que tuve en mi vida, hasta el momento de mi detención”.
Luego de muchos meses, él llegó a la conclusión de que Dios le mandó esa
prueba tan grande para que valorara más su vida y su familia, y que fue
también Dios quien lo impulsó a participar de Nazareno para que limpiara su
imagen frente a los ojos de la gente que lo conoce.
Este señor dice que a él no le gusta la palabra manda: “hay unos chavos que
son bien drogadictos y borrachos, se la pasan todo el año así, y piensan que
por salir en esta representación ya Dios los va a perdonar, eso no debería ser,
porque ellos se creen que tienen el permiso de Dios para ser unos gañanes
todo el año y que con cargar una cruz unas horas ya están perdonados, así no
es la cosa”.
Hugo Martín Canto dice: “voy a participar en la Semana Santa hasta que me
muera”, dice que por su edad, 40 años, ya no es posible ser apóstol u otro
personaje de mayor relevancia, pero que de Nazareno está bien, porque así
tendrá la oportunidad de cargar año tras año todos sus pecados, pues él
asegura que “el peso de la cruz equivale a todas las tonterías que uno hace, y
así cada Semana Santa tendré la oportunidad de arrepentirme, acercarme más
con Dios y agradecerle que me dio la oportunidad de salir del reclu y estar con
mi familia, que en sí es por eso que participo”.
Este Nazareno refuerza la hipótesis de que mucha gente desea tener una
reivindicación moral y social frente a los demás, no en todos los casos se hace
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por manda o por fe, es muy cierto que estos dos conceptos están muy
anclados en la mayoría de los casos, pero cada personaje tiene un motivo muy
particular para participar.
El motivo de Martín es que pueda salir libremente a la calle y la gente que lo
conoce no lo vea como aquel que estuvo en la cárcel, sino como aquel señor
que participa cada año en Semana Santa. Dice que la imagen ante los demás
es muy importante, pero que le interesa más cómo lo percibe su familia, en
especial su hijo, porque en algún momento él le reclamará y cuestionará el
porqué de su estancia en aquel reclusorio; y él le podrá contestar: “primero
porque fue un error, yo no robé nada, sin embargo, sí tuve una reivindicación y
además tengo el compromiso con Dios para participar en Semana Santa hasta
que me muera”.
“Yo fui quien limpió a Jesucristo…”
“Yo fui quien limpió a Jesucristo y éste dejó el rostro grabado en la manta”, es
así como Alma Granados Torres describió al personaje de la Verónica, el cual
representó en 2008, en la Pasión de Iztapalapa.
A poco más de cinco año de su participación, Alma lo recuerda como si
hubiese sido ayer: “y es que no es fácil olvidar una experiencia que se vivió con
tanto fervor y religiosidad”, reveló. Esta joven de 27 años narra cómo su vida ha
sufrido grandes modificaciones, tras haber sido una de las actrices de esta
representación.
Granados Torres tuvo 13 rivales, porque en Iztapalapa el sueño de muchos
jóvenes es, por lo menos una vez, participar en esta festividad. Se lucha por
obtener cualquier papel, aquí nadie es más que el otro, todo se hace con
estricto apego a sus creencias y a sus tradiciones.
“Yo pensé que no iba a ser, porque otras personas eran más altas y se
expresaban mejor, yo creo que Dios ya tenía destinado que yo sería la
Verónica”. Esa seguridad la tienen todas y todos los participantes, su fe católica
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los convence que ellos traen marcado su destino, pues Dios así lo ha dispuesto
y así tiene que ser.
En esta representación no se lucra, aquí cada quien se tiene que ganar a su
personaje, de acuerdo con sus aptitudes y cualidades, lo que sí existe es una
inmensa fe y un orgullo de representar a un personaje bíblico.
Atrás han quedado aquellos años en que los papeles protagónicos eran
heredados, ahora existen los castings. Cada quien tiene que demostrar que en
verdad desea ser partícipe en este evento.
Lo único que le queda a esta joven es el orgullo y la satisfacción, dice que se
volvió más creyente, más sencilla y sobre todo humilde: “me doy cuenta que no
sabía nada de la vida de Jesús”.
Para Alma, el ser más creyente “no significa ir a la Iglesia todos los domingos”
creer en Dios es más que persignarse y estarse confesando cada vez que
cometes un error, yo reflejo mi vida en la de Cristo y pienso que si él fue amado
y querido por todos sus buenos actos, yo también haré lo mismo, puesto que
no existe nada más reconfortante que servir y amar al prójimo”.
“La emoción le gana a la pena, pero puede más la fe que la emoción”, recordar
su participación no le emociona, sino que la llena de fe católica. Recuerda que
cuando recorría los ocho barrios lo hacía pensando en todo lo que significa,
dice que no sentía pena, porque no estaba expuesta a un espectáculo teatral:
“estoy consciente que es una representación, por momentos, a muchos actores
se les olvida y empiezan a sentirse como en los tiempos de Jesús, es lo mejor
que me ha pasado en mi vida, en verdad no hay palabras para decirte lo que se
siente, sólo te puedo decir que mi vida ha cambiado para cosas positivas y es
algo tan padre que se lo cuento a cuanta persona me lo pregunta”.
Granados Torres es otra joven que participó en la semana Santa de Iztapalapa
por compromiso moral y religioso. Ella no tenía una manda o alguna promesa
por cumplir. En esta representación hay motivos inequívocos para participar, el
primero: todos aquellos que le deben una gracia concedida por Dios; la
segunda: los que participan por fervor y fe católica; el tercero: por una
reivindicación moral y/o social. En Iztapalapa cada motivo está bien definido,
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los nazarenos lo hacen por manda o promesa, mientras que los papeles
protagónicos actúan por fe y en otros casos por reivindicación moral y/o social.
No sólo por manda…. ni tampoco por reivindicación
Víctor Estrada tiene 33 años de edad, es nativo de Iztapalapa, del barrio de
San Miguel, actualmente trabaja por las tardes y estudia inglés en el Instituto
Conversa. Este joven dice que cada actor participa en esta celebración por
“motivos diferentes y especiales”.
Él ha participado por más de diez años en la representación, en 2005 tuvo un
papel importante, fue el encargado de servir el vino en la escenificación de la
Última Cena. Cuando tenía 13 años solamente participaba porque sus primos
mayores solían hacerlo. Al correr de los años se dio cuenta que “cada
nazareno tiene su propia cruz” y sus propios motivos.
Estrada tuvo muchas dificultades personales, su mamá padecía de cáncer en
el estómago, una enfermedad que cada día la mataba. Se quedó sin trabajo y
la economía en su casa no era la mejor; siempre ha sido creyente y eso le
ayudó a salir adelante.
En septiembre de 2004, Víctor pensó en cuál sería el objetivo de participar con
un papel más importante en la representación 162. La cercanía con los
organizadores de esta representación le dieron ánimos para solicitar el papel
de un sumo sacerdote, sus objetivos estaban bien trazados: “si consigo obtener
el papel de sacerdote, juro que todo el sacrificio y la caminata estarán
dedicados para la salud de mi mamá, así como para un mejoramiento
económico en mi casa” expresó Víctor. En el mes de enero se abrió la
convocatoria y Víctor fue seleccionado para ser el sacerdote.
Después de su participación con tan importante papel, la economía en su hogar
mejoró, de igual modo, su mamá tuvo una ligera mejoría, el joven atribuye
estas bondades a Jesucristo, a él no sólo le cambió su forma de vivir, sino que
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lo hizo más devoto y creyente, “no se trata de creer sólo cuando recibes algo a
cambio, siempre debes de creer porque Dios jamás se olvida de ti”.
Hoy, a más de ocho años de su participación como sumo sacerdote, Victor
nunca ha dejado de representar a algún personaje, hoy lo hace con más apego
y más conciencia, dice que le debe a Dios que le haya permitido vivir, aunque
sea un poco más, a su mamá.
“Contra el cáncer, nadie puede y mi madre no la libró, pero sé que desde
donde esté, ella se encuentra orgullosa de mí, porque aquí sigo echándole
ganas a la vida, siendo una mejor persona, ayudando a quien puedo y
agradeciéndole a Dios y a la Virgen todos los días. Mi madre ya no está entre
nosotros, pero doy gracias de que me haya inculcado esta religión, porque de
no ser por sus enseñanzas bíblicas, yo no hubiera sabido cómo salir adelante”.
Historias como la de Víctor hay por cientos en las calles de Iztapalapa, algunas
más trágicas y desgarradoras que otras, pero todas ellas coinciden con actos
de fe, con agradecimientos para Dios.
Los habitantes de Iztapalapa tienen a su representación por religión, no hay
nada más que los haga sentirse orgullosos que pertenecer a alguno de los
barrios de esta demarcación, porque eso es sinónimo de Semana Santa en su
delegación.
A ellos no les importa que, según fuentes oficiales del Gobierno del Distrito
Federal, esta delegación sea la que tiene el mayor índice delictivo; eso es lo de
menos, porque es más fuerte el fervor religioso que los números rojos de la
Secretaría de Seguridad Pública.
“…ver la Representación de cerca”
“Quise salir para ver la representación de cerca y por mi fervor”, así es como
Nayelli Reyes Ramírez explica los motivos por los cuales decidió participar en
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la representación: “no todas lo hacemos por manda o porque sea una tradición
en mi familia”, dice.
Con tan sólo 16 años de edad, esta joven iztapalapense dio vida a la “Soledad”,
cuya participación tiene lugar el Viernes Santo al pie de la cruz, es ella quien
recibe la corona y el cuerpo de Jesús, prácticamente el momento más
dramático de esta pasión.
Reyes Ramírez tuvo 20 rivales, “todas ellas tenían la aptitud y el coraje para
competir en la reñida audición”. La primera prueba de Nayelli consistió en la
lectura de algún fragmento de la Biblia. La lectura tiene que ser clara, concisa y
sobre todo estremecedora. Los jueces califican la expresión corporal y oral,
cualquier palabra mal pronunciada es motivo de descalificación. “En la prueba
no hubo mayor problema, puesto que estaba preparada para este tipo de
exámenes, algunos actores, de años anteriores, me habían dicho en qué
consistían dichas pruebas”.
Una vez que pasaron las 20 aspirantes al puesto de la Soledad, los jueces
eligieron a cinco finalistas para la última prueba para decidir quién
representaría, en esa ocasión, el papel en disputa. La prueba consistió en la
pregunta obligada, de acuerdo con tus ingresos familiares, ¿cubres el costo del
vestuario?, filtro que se vuelve más ancho cada año, y es que la situación
económica no permite pagar fácilmente alrededor de $7,000.
“Me llevé un bonito recuerdo que durará toda mi vida, estoy agradecida con el
Comité Organizador por haberse fijado en mí”. El sentir de todos los personajes
es el mismo: agradecimiento y fervor. Estos elementos son los que mueven la
fe de todos los participantes, su fervor y creencia católica los ha llevado a
suponer que fue Dios quien los puso en el camino para ser, por lo menos una
vez, sus representantes en la tierra.
A Nayelli no le importó ni el cansancio ni el calor, lo único que deseaba era
saber qué se sentía ser parte de esta representación: “el vestuario era muy
pesado y yo no tuve a nadie que me acompañara para que me diera algo de
beber”.
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“En mi familia ya es una tradición que generación tras generación alguien
represente cualquier personaje, esto viene desde mi bisabuela, en mi casa ha
habido desde Cristos hasta nazarenos, realmente no es trascendental el papel,
sino el fervor y la preservación de esta tradición familiar”, señala.
“Yo sólo le pido a Dios salud…..”
Antonio Reyes, otro nazareno, participó como el apóstol Felipe en esta ocasión.
No tenía un objetivo bien definido; sin embargo, todo lo que realizó tuvo su
recompensa. Para él lo más importante es tener salud durante todo el año, su
filosofía la resume en unas cuantas palabras, “yo sólo le pido a Dios salud, de
lo demás yo me encargo”.
“Desde pequeño me ha gustado participar en Semana Santa, es una
motivación y deseo personal, no sé si he cometido muchos pecados o si sea un
modelo a seguir, lo único que me interesa es tener la satisfacción de poder
hacerlo, porque soy una persona creyente, y sé que cuando participo, es
cuando más cerca estoy de Dios”.
— ¿Qué necesidad hay de cansarse?
—si te refieres a lo físico, ninguna, porque soy un hombre que le gusta hacer
ejercicio, los recorridos los aguanto muy bien, practico el futbol desde que era
niño, y desde hace más de diez años asisto con frecuencia a un gimnasio, no
porque quiera ser modelo— lo dice entre risas—sino porque el cuerpo se
vuelve flojo y pesado si no lo acostumbras a ejercitarse.
Antonio tiene 30 años de edad, es licenciado en Derecho por la Universidad
Insurgentes, dice que estudió por convicción, pero que su verdadera vocación
está en las aulas, actualmente es docente en la Universidad Icel, ubicada en
Ermita Iztapalapa, casi esquina con Periférico Oriente.
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Un nazareno excepcional…
El caso del nazareno Rodrigo Neri es sorprendente. Ha participado como
nazareno por más de 26 años. Actualmente tiene 38 años de edad, es soltero y
trabaja para una fábrica ensambladora de motores de uso rudo.
Rodrigo Neri es un joven nativo de Iztapalapa, su fe por la religión católica lo ha
impulsado a participar año tras año en esta representación. A diferencia de
otros nazarenos, él no lo hace porque se sienta en deuda con Cristo. Lo
realiza para reafirmar su compromiso con Dios, “no se necesita cargar una cruz
cada año para sentirse bien consigo mismo y con Dios”, su creencia van más
allá del simple arrepentimiento.
Neri acude a la celebración litúrgica cada domingo, reza por su familia a diario,
no sólo cada año. Para Rodrigo lo primordial de participar en este acto es la
plena convicción y anhelo de hacerlo. “No es importante reencarnar los
personajes principales”, él nunca lo ha hecho, aunque tampoco desea hacerlo,
“es preferible guardar tu fe y presentársela a Dios que aparecer en periódicos e
ir a entrevistas”. De hecho la cruz que él lleva es más pesada que la del mismo
Cristo, 115 kilogramos, la del Cristo apenas rebasa los 90 kilogramos.
Comenta que el hecho de cargar una cruz con mayor peso no lo hace “ni más
católico ni menos hereje”. Soporta el peso porque está acostumbrado a cargar
mucho, además dice que su condición física es excelente, acostumbra, desde
hace más de 20 años, a asistir al gimnasio diariamente.
“Año tras año he ido aumentando el peso de la cruz, al menos medio kilo, pero
es por reto personal, no tiene nada que ver con presunción o sentirse más
fuerte, físicamente, que el Cristo o algún otro nazareno, durante estos años, he
visto que otros nazarenos traen cruces más pesadas que la mía”, comentó.
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El Cristo de 2007: gran compromiso
Si uno pregunta a cualquier habitante de alguno de los ocho barrios de la
demarcación, todos conocen a los jóvenes que representaron a Jesús, saben
dónde viven, quién es su familia, incluso sus horarios, y no es que se vuelvan
figuras públicas, pero en el centro de Iztapalapa todos se conocen, muy similar
a cualquier pueblo, pues saben hasta los más íntimos secretos.
José Manuel Roldán Guillén llegó muy puntual a la cita, la reunión sería en la
explanada de la delegación Iztapalapa, le propuse que recorriéramos del centro
del Jardín Cuitláhuac, hasta las tres cruces del Cerro de la Estrella, le dije que
me interesaba saber lo que sintió a cada momento de su recorrido y lo que hoy,
a poco más de 6 años, siente al volver caminar por esas mismas calles.
Claro, las calles de la vida cotidiana de Iztapalapa no lucen como en esa
Semana Mayor, hoy los puestos ambulantes, el tráfico vehicular y los cientos
de personas que corren presurosas para llegar a tiempo a su trabajo, ir a
comprar al mercado o recoger a sus niños de la escuela, nos dicen que esto es
la realidad y no la escenificación de la antigua Jerusalén.
“Pararme en medio de esta explanada me llena de mucha emoción, de
inmediato se me vienen a la cabeza muchas cosas, recuerdo todo lo que viví,
que para mí todo fue bonito, la verdad ahora mismo no recuerdo si me dolieron
los golpes, o qué tantas heridas tenía mi cuerpo, sentí mucha responsabilidad y
mucho compromiso con mi fe, quería que Dios se sintiera orgulloso de mí
porque yo iba a representarlo, no sé si lo logré, pero lo que sí te puedo decir es
que mi vida cambió por completo, hoy sé que todo eso me sirvió para tener una
vida llena de bendiciones, porque sé que Dios jamás me va a abandonar, así
como yo tampoco lo dejaré, el Señor entró en ese momento en mi vida y yo
humildemente le he servido, a través de mis actos”.
Seguimos recorriendo las calles del centro de Iztapalapa, al llegar a la calle de
Allende, donde se encuentra la primera caída, dice: “en esos momentos no
recuerdas nada, yo sólo tenía la imagen del Cristo clavado en mi cabeza, así
32
como la de mi hermana, quien ya había muerto”.
Le hice referencia que durante todo su trayecto hay miles de personas
viéndolo, incluso muchas de ellas le rezan o se persignan a su paso, dice que
antes de su participación en la Semana Santa del 2007, él hablaba,
frecuentemente, con un sacerdote para que le brindara apoyo, una especie de
terapia teológica.
“Las pláticas con el sacerdote y el oír misa me funcionó muy bien, para tener la
concentración necesaria e interpretar mi papel, nunca me adentré en mi papel,
porque tenía miedo de caer en un trastorno psicológico, de perderme en lo que
hacía y en sentirme Cristo”.
Incluso se sorprendió cuando le mencioné que mucha gente se persignó al
verlo; “jamás me di cuenta de esto, lo único que recuerdo es a muchas mujeres
que a mi paso, me daban a sus niños para que los cargara”. Él sí accedió a
esta petición porque los organizadores que iban a su lado se los pasaban; sin
embargo, esto tuvo consecuencias, porque los miembros del Comité le dijeron
que estos actos hacen que la gente se confunda y caigan en un fanatismo
hacia su persona y que la representación son todos, no sólo él.
Le pregunté si valió la pena todo el esfuerzo que tuvo que hacer, primero para
que lo eligieran como Cristo, y en segunda para soportar el cansancio, desvelo,
ayunos, y otras “incomodidades” que traen consigo el papel más importante de
la Semana Santa. Este joven no lo vio como un sacrificio: “participé porque así
lo quise, además yo pienso que Dios se fijó en mí para que representara al
Cristo en ese año, creo que ese era mi destino”.
Seguimos caminando, un poco enfadados por el calor que hacía a esa hora,
15:00 horas aproximadamente, pero no hay comparación con lo que Manuel
tuvo que soportar aquel día en que personificó a Cristo.
“Cargar la cruz no fue lo más difícil. Lo más difícil fue estar ya en la cruz,
porque en esos momentos el cansancio me estaba venciendo, ya no tenía
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fuerzas ni para respirar y todavía falta el último parlamento, para mí el hecho
de hablar con los ladrones, ya colgado en la cruz, era el momento que todos
estaban esperando, no podía permitirme fallar, cuando esto casi terminaba, yo
sé que en ese momento entró mi fe, se apoderó de mi cuerpo y fue como
saqué el coraje y empecé a hablar, ahora mismo no me recuerdo hablando en
la cruz, pero por las imágenes y comentarios de la gente, sé que lo hice bien, al
menos cumplí con todo lo ensayado, porque yo siempre tuve bien claro que no
iba a reencarnar a Dios, iba a representar un papel, iba a actuar, tal como lo
hace la gente en la tele o en el teatro, sólo que me había tocado, porque así lo
anhelaba, ser el hijo de Dios”.
“Cuando estás en la cruz no te das cuenta de nada, yo no veía si este lugar
estaba lleno de gente, o si me estaban tomando fotos, yo sólo me preocupaba
por hacer las cosas bien, por seguir preservando esta tradición tan importante
para los ocho barrios, porque la Semana Santa de Iztapalapa es mi pasión”.
Este joven de 28 años, contador público por el Instituto Politécnico Nacional,
asegura que su vida no tuvo una transformación, que siempre ha sido una
persona de buenos principios, piensa que su vida es muy similar a la de Jesús
de Nazaret y todo se lo debe a sus padres que supieron educarlo con buenos
principios morales.
“El papel de Cristo me dejó muchas enseñanzas, porque yo sigo haciendo el
bien, ayudo a quien así me lo pide, pero eso siempre lo he hecho, yo participé,
porque creo que Dios me eligió, además porque ya tenía algunos años
buscando representar a este personaje, quería sentir, aunque sea un poco, el
dolor que sintió Jesús al cargar esa pesada cruz, al portar la corona de
espinas, a caminar kilómetros con el único afán de salvar a la humanidad, pero
transformación no tuve, es que no se trata de arrepentirte de todo lo malo
representando un papel, se trata de hacerlo por fe, por sentirte bien con Dios y
contigo mismo, se trata de ser mejor cada día, de apoyar aunque te den la
espalda, se trata de seguir siendo tú, y si consigues hacerlo entonces Dios te
bendecirá siempre, como lo hace conmigo”.
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“Sé que voy a seguir participando, porque luego de haber sido el Cristo hace 6
años, he participado como sumo pontífice, como apóstol, me mantengo en la
representación y me gustaría hacerlo toda mi vida, porque eso me ha traído
muchas satisfacciones; además, desde mi abuelo esto ha sido una tradición
familiar, y yo la voy a conservar y si está en mis manos, voy a ser que
trascienda a nuevas generaciones”.
Estamos a los pies de las tres cruces del Cerro de la Estrella. Desde este lugar
se puede ver toda la ciudad, huele a pasto seco, a tierra, el vaivén de las ramas
de los arboles nos indican que se aproxima la hora de despedirnos, pero no me
quedé con la duda y le pregunté:
— ¿Volverías a ser el Cristo de Iztapalapa?
—No, porque ya la condición física no es la misma y porque yo me quedo con
lo que viví, ya tuve mi oportunidad, ahora les toca a otros ser los elegidos por
Dios nuestro Señor.
Los actores principales deciden participar por su fervor religioso, mientras que
los demás actores lo hacen por cumplir una manda, así como sentirse liberados
espiritualmente.
El simple hecho de hacer castings o audiciones para interpretar cualquiera de
los papeles principales en esta representación habla de que lo hacen por un
fervor, por un acto de fe; mientras que los nazarenos y vírgenes de pueblo lo
hacen sin hacer audiciones por algo más que fe, existe un agradecimiento, “un
compromiso con Dios”, así lo consideran, entonces es aquí cuando entra el
principal motivo de ellos: pagar por una penitencia, o prometer para que algo
les sea concedido.
En ambos casos se trata de un acto de fe, de estar convencidos que su
participación está ofrecida hacia Dios, total, nadie los obliga, el único
compromiso que tienen es con ellos mismos.
Las situaciones son múltiples y variadas, pero los motivos siguen siendo los
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mismos, a veces no sólo es una razón, sino que se van combinando entre
ellas, pero la mayoría de los actores de la Representación de Iztapalapa
participan por cumplir una manda, por su fervor católico y porque desean una
reivindicación moral ante la sociedad.
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2.- SEMANA SANTA NO TERMINA CON LA CRUCIFIXIÓN
La mayoría de las personas piensan que la Semana Santa de Iztapalapa
termina con la crucifixión, sin embargo, ese es sólo el preámbulo para un buen
final.
Una vez que el Cristo es crucificado y declarado muerto, lo bajan de la cruz y
una ambulancia está esperándolo para que sea conducido a la clínica particular
“Santa Rosa” que se encuentra en la Avenida Ermita Iztapalapa, casi esquina
con Rojo Gómez, en donde es atendido, principalmente todos los Cristos sufren
de deshidratación por el intenso calor (en 2013 el Cristo no visitó la clínica).
A las seis de la tarde aproximadamente, de ese mismo Viernes Santo inicia una
procesión de ocho kilometros, el mismo recorrido que hace el Cristo por los
ocho barrios, el Jueves Santo. Aquí participan miles de personas,
especialmente los actores principales; ellos llevan una veladora encendida y
van rezándole a las huellas que dejó el Cristo.
Esta procesión es conocida como “la Oración del Silencio”, dicha celebración
termina a las 22:00 horas. Entonces podemos afirmar que en ese momento
concluye la Semana Santa de Iztapalapa, pero esto cambió a partir de 2009
porque ahora también se escenifica la Resurrección, sólo que en Iztapalapa se
realiza el sábado y no el domingo como lo dictan las Sagradas Escrituras.
En punto de las 19:00 horas del Sábado de Gloria, el Jardín Cuitláhuac se
obscurece y sólo queda una pequeña luz amarilla que da un toque de misterio,
al menos así lo sentimos los que estamos presentes, de repente un humo
blanco empieza a salir detrás de los escenarios, una música sacra acompaña
el momento,
Frente a los espectadores se encuentra una gran roca que simula estar
tapando la entrada una pequeña cueva, en este caso la tumba de Jesús; las
luces se tornan blancas y es así como se ven reflejados dos soldados romanos,
los cuales se tapan los ojos, pues el brillo de las lámparas les lastima la vista,
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la piedra se empieza a mover y en medio de más humo se alcanza a distinguir
la silueta del Cristo de Iztapalapa, quien usa una túnica blanca que lo cubre de
cabeza a pies.
La gente no dice nada, sólo observa, los llantos han desaparecido, sólo hay
asombro ante lo que están viviendo. El Jardín tiene capacidad para 10 000
personas y es increíble que la multitud permanezca en silencio, nadie se lo ha
pedido, lo ha hecho porque quiere ser testigo de la Resurrección.
El Cristo de Iztapalapa caminó por el escenario hasta ocultarse detrás de una
gran roca; es momento de la participación de los apóstoles, la Virgen María y
Magdalena. Ellos quedan asombrados al ver que el sepulcro está vacío, por
momentos pensaron que podría tratarse de un robo, pero los soldados
romanos cuentan lo que presenciaron.
En la plaza ya no hay lugar para nadie, como la visión se torna complicada,
entonces los vendedores ambulantes ofrecen los binoculares caseros, “para
ver de cerca”, incluso hay quienes también venden bancos de plástico para que
se suban en ellos y la visión sea mejor.
Tras dos horas de parlamentos, los apóstoles quedan convencidos que Jesús
resucitó. La escenificación es muy concurrida, incluso, las autoridades
delegacionales aseguraron que en 2013 hubo más gente el sábado que el
Viernes Santo.
La escenificación culmina con el Cristo en las alturas, pues es prendido de una
grúa que lo levanta aproximadamente unos diez metros, así es como dan a
entender que Jesús sube al cielo y se encontrará con su padre el
Todopoderoso, de acuerdo con la Biblia.
Al término de la escenificación pasan dos cosas:
1.- Los medios de comunicación preguntan al Comité Organizador de
Iztapalapa si hubo saldo blanco o si hubo algunos actos que alteraran el orden
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durante estos Días Santos.
2.- El joven que representó a Cristo ofrece una cena a todas las personas que
lo deseen. Son grandes celebraciones, de hecho son varias calles que se
cierran debido al gran número de personas que quieren saludar al Cristo
“El ser Cristo requiere de mucha paciencia para atender a la prensa y a las
personas, algunas piensan que estos jóvenes son los representantes de Dios
en la tierra. Esto es por su incomparable catolicidad y fe religiosa”, asegura
Roberto Guillén, Presidente del Comité Organizador.
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3.- UNA PASIÓN CON DRAMATISMO Y SUFRIMIENTO REAL
La semana Santa de Iztapalapa se ha convertido en una de las
representaciones más visitadas de todo el mundo. El dramatismo y dolor se
han conjugado tan bien que por momentos los asistentes, incluso hasta los
mismos actores, se sienten apóstoles, vírgenes e incluso Cristo.
Iztapalapa, en especial su representación, tiene un aspecto interesante. Sus
parlamentos no son tomados de la Biblia, los organizadores se basan en la
novela El Mártir del Gólgota de Enrique Pérez Escrich, dramaturgo español del
siglo pasado; así como de la cinta “El Mártir del Calvario”.
Esta última llegó a las pantallas en 1952, dirigida por Miguel Morayta, este filme
ha sido uno de los más emblemáticos de la pasión y muerte de Jesucristo,
incluso las películas de los últimos años que versan sobre este tema han
tomado como base esta película mexicana.
El Mártir del Gólgota, a pesar de ser una novela que tiene mucha ficción, no se
desapega de la mesura, sino que en su contenido abundan momentos de dolor
y prolifera el castigo brutal que recibió Cristo.
La novela fue parte de la llamada protesta cultural en España que buscaba
educar a las clases populares mediante el teatro sonoro y dramático. En
Iztapalapa se vive de igual manera, pues aunque aquí no se trata de educar a
nadie, el acompañamiento musical es de mucha importancia. Es incluso una
característica primordial de esta escenificación.
Los recorridos del Domingo de Ramos, Jueves Santo y Viernes Santo son
acompañados de una banda musical, cuyos instrumentos primordiales son los
metales y las percusiones, que siguen al Cristo y demás actores, su capacidad
permite que se escuche a varios kilómetros a la redonda. Esta banda tiene 50
integrantes y cada año vienen desde el estado de Hidalgo para ellos también
hacer este Vía Crucis con el Cristo.
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La labor de estos músicos es admirable, pues aunque son contratados para
musicalizar, a ellos no les causa ningún problema ir detrás del Cristo en todos
sus recorridos, así pues, se convierten también en actores, porque ningún
habitante podría entender su Semana Santa sin la musicalización.
Generalmente, cuando una banda armoniza determinado evento, estos tienen
un espacio previamente designado, en Iztapalapa no es así, como lo expresa
Guillén: “la banda va para donde se mueva el Cristo”.
Tampoco es casual que en varias calles sean colocados escenarios en los que
se representa escenas de llanto y dolor, esa es una de las principales
diferencias de Iztapalapa con el resto del mundo.
Roberto Guillén explicó: “esta representación, al momento del Vía Crucis,
escenifica prácticamente las quince estaciones de las cuales habla la Biblia,
por lógicas razones tiene que haber diferentes escenarios, en los cuales hay
representación, estos elementos han hecho que en esta demarcación política
se viva la Semana Santa, lo importante es hacer sentir a la gente como testigo
de cada uno de los momentos que Cristo padeció, y todo se ha ido logrado a
través de los años”.
La Semana Santa de Iztapalapa no siempre ha sido tal cual la conocemos hoy
en día. El párroco de la Iglesia de San Lucas, Fernando Calleja relató: “en un
principio esta Semana Santa se representaba sólo con imágenes, se realizaban
los recorridos y se representaban los quince pasajes de Jesucristo, pero no
había una actuación, no se tiene la fecha precisa, ni el motivo por el cual esto
empezó a cobrar vida”.
Los habitantes sólo recuerdan que sus ancestros les heredaron lo que hoy
tienen, claro con variantes, pero finalmente con participación humana.
Si se compara con las demás representaciones que tienen lugar en la ciudad
de México resulta que en ninguna aparecen bandas musicales, ni mucho
menos los escenarios decorados, si acaso se observan tres cruces y nada
más, en contraste con todo el equipo tecnológico y humano de Iztapalapa.
Esas son las principales diferencias.
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Y no es que la demarcación política tenga mucho presupuesto o que los
actores sean poseedores de fortunas, sino que las donaciones de los
habitantes de los ocho barrios hace posible que esto se lleve a cabo, las
autoridades delegacionales apoyan con la logística, pero jamás lo han hecho
con recursos oficiales.
Otra gran diferencia es lo dramático de la situación, en Iztapalapa los azotes
que recibe el Cristo son reales y de eso todos son testigos, ya que se le castiga
en medio del Jardín Cuitláhuac, lugar donde también se llevan a cabo la Última
Cena y el juicio Final.
Al ser reales los golpes, la corona de espinas, la sangre, se conjugan con lo
que todo el mundo quiere sentir, este año como en muchos otros más, se pudo
apreciar cómo los asistentes sufrieron y lloraron el dolor del joven, fue algo
fuerte para quienes tuvieron la oportunidad de verlo por primera vez.
—Señora, ¿por qué está llorando?
—porque siento que Dios Nuestro Señor sufrió mucho, que no se merecía
tanto dolor, y ahorita me duele ver como sufre este joven, no hay necesidad de
que lo azoten de esa manera, pobrecito—sin más exclamaciones, más que su
llanto se quedó desconsolada viendo como golpeaban a Cristo.
Cristo no es el único que presenta heridas en su cuerpo, también los nazarenos
terminan con los pies llenos de llagas y con múltiples cortadas; muchos de ellos
con los rostros cubiertos de sangre. Se puede asegurar que estos “paganos”,
como también son conocidos, son los que más sufren, pues el hecho de
caminar descalzos en pleno rayo de sol hace más dolorosa su participación.
Al entrevistar a un nazareno que iba cargando su cruz, comentó: “ya tengo
quince años saliendo de nazareno y ya no siento las cortadas, de hecho como
ya tengo experiencia, me pongo unas vendas bien apretadas en los tobillos,
para evitar sentir el dolor”.
Los demás actores también tienen su propio sufrimiento, pero no es tan visible
como el de Cristo o los nazarenos, sus principales afecciones son insolación y
cansancio extremo por los kilómetros recorridos durante su participación. Es
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pertinente precisar que en México la Semana Santa, se realiza durante los
meses más calurosos, marzo y abril.
Lo sonoro y lo dramático son factores importantes para esta principal
diferenciación entre las demás representaciones de la ciudad de México. En el
Zócalo, en la delegación Tláhuac, en Milpa Alta nunca se ha castigado ni
dramatizado tanto la situación como en Iztapalapa.
Cabe resaltar que en 2013 la representación de Milpa Alta recibió una
importante cobertura por los medios de información, llama la atención que tuvo
10 000 visitantes, quiere decir que también los habitantes de aquella
demarcación intentan tener una Semana Santa digna de ser reconocida.
La representación del Zócalo capitalino siempre ha recibido a mucha gente, los
medios masivos la han tomado en cuenta, por tratarse de la representación de
la catedral más importante del país.
Pero ninguna de las anteriores concentra los dos millones de visitantes que
asisten a Iztapalapa, los aproximadamente 300 actores, con parlamento
sumados a ellos los casi 1000 nazarenos y 500 vírgenes de pueblo.
Por citar un ejemplo internacional. La representación de Filipinas es aterradora,
allá al Cristo sí lo clavan de pies y manos, por lo tanto ese tipo de imágenes
son dignas de ser presentadas, pero ¿por qué no pasan imágenes de otros
lugares del mundo?; por la sencilla razón de no tener nada dramático ni
interesante para ellos.
En el Cerro de la Estrella, a los pies de las tres cruces, se realizó la
representación de “La oración de la Montaña”, cuando concluyó, el Cristo bajó
hasta la iglesia de la Cuevita para representar “la resurrección de Lázaro”,
ambas escenificaciones otorgan un sentido de mayor vivacidad y realismo a
Iztapalapa y fueron representadas en 2010 por primera vez.
Es importante destacar que dichas escenificaciones se llevan a cabo el Martes
Santo y no han sido cubiertas por ningún medio audiovisual, incluso la cantidad
de asistentes es mínima comparada con la de otros días.
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Como las dos escenificaciones son nuevas, y no han tenido difusión suficiente,
sólo han asistido alrededor de 200 personas, por lo cual el cierre de calles y
avenidas es momentáneo.
El trayecto es corto, son aproximadamente cuatro kilómetros; empieza a las
16:00 horas y concluye a las 18:30 horas. Para la primera escenificación el
recorrido inicia en el Centro de Iztapalapa y culmina en el Cerro de la Estrella;
después el Cristo desciende a la Iglesia ubicada sobre la avenida Ermita
Iztapalapa, donde se recrea la resurrección de Lázaro.
Sin duda alguna lo que da mayor dramatismo y sufrimiento real a esta Semana
Santa son las actuaciones de todos los participantes. El entusiasmo y la pasión
con que hablan, la forma tan decidida de caminar y, sobre todo, ese empeño y
fuerza física que van dejando a lo largo de todos los recorridos, hacen sentir
que se camina por Jerusalén; a través de sus parlamentos nos transportan a
esa Tierra Santa.
Los jóvenes actores se posesionan de su papel que ni los gritos de los
espectadores, ni el cansancio los distrae; la concentración es lo que más se
practica en los ensayos, muchos de ellos aseguran que en esos días hasta su
mismo nombre olvidan, dicen que reaccionan más rápidamente con el nombre
de su personaje que con el propio.
Todos estos elementos y, hasta cierto punto, símbolos han hecho de Iztapalapa
la representación más apegada, aunque nadie de los que viven en este mundo
fueron testigos de primera mano, todo lo que se sabe es mediante los pasajes
bíblicos.
Si uno lee la Biblia, en especial los últimos momentos de Jesucristo, pareciera
que lo escrito coincide perfectamente con lo representado, si acaso faltan
aquellos paisajes y caminos encrucijados, pero pese a esto hay un realismo en
todos los escenarios y en todos los parlamentos.
El presidente del Comité Organizador de Iztapalapa, Roberto Guillén, afirma:
“nos hemos preocupado por recrear todos los escenarios lo más apegado a la
realidad, aunque también hemos jugado mucho con los diseños, porque la
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arquitectura y el arte plástico va cambiando y debemos adaptar todo de
acuerdo con los tiempos, me refiero a los materiales, no a las edificaciones”.
Incluso Guillén explica que las escenografías que hoy en día vemos no han
sido siempre iguales aquí en Iztapalapa, que su padre, también artista plástico,
fue quien se encargó de hacer los primeros diseños de estos “majestuosos
escenarios”, es así como él los describe.
La Biblia no habla del tipo de prendas que usaban los apóstoles o la Virgen. En
Iztapalapa el vestuario se ha ido confeccionando a través de los años, aunque
respetan la sobriedad y el estilo que debe tener, sí resulta muy llamativos.
Recordemos que estas telas son importadas y su característica principal es que
no guardan el calor, ahí radica su alto costo.
También llama la atención, la entrega de todos estos jóvenes al momento de
actuar. Sus rostros expresan dolor cuando el parlamento así lo pide, también el
llanto sale, cuando así es requerido, más que actuación es su fe y su
convicción católica de participar.
Jesús Flores, Cristo en 2013, dice: “Para interpretar un personaje en esta
Semana Santa no se necesita ser buen actor, se necesitan tener los ánimos y
el anhelo de querer hacerlo, se necesita mucha fe y mucha devoción, porque
aquí no hay pago, ni mucho menos un reconocimiento público, los personajes
sólo son famosos durante esos días, después vuelves a ser lo que antes eran:
hijos, estudiantes, trabajadores”.
Los organizadores le han dado a su Semana Santa muchos aspectos que al
público lo hacen sentir que están reviviendo lo que ocurrió hace más de dos mil
años, y con el fervor y los sentimientos a flor de piel de toda la gente, pues la
vivacidad y la espectacularidad han hecho de la Semana Santa de Iztapalapa
la más famosa y de mayor prestigio internacional.
Los jóvenes participantes, a lo largo de su vida, han tenido diversas vivencias y
experiencias que los han impulsado a participar, ellos sienten ese gran
compromiso moral con su Dios, además saben que es la única forma certera
de agradecerle a Dios todo lo que, afirman, ha hecho por ellos.
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En el caso del Cristo, la Virgen María y demás personajes principales,
participan porque su fe católica es inmensa, justo como ellos lo cuentan,
además algunos dicen que una vez concluida su participación se sienten
reivindicados, es decir liberados moral y espiritualmente.
Los motivos son diferentes pues aunque también lo hacen por agradecer a
Dios los favores recibidos, ellos no tienen un compromiso moral con su Dios, o
sea ellos no se sienten obligados a cumplir una manda.
Es cierto que ninguna de las personas que habita este planeta fue testigo de
aquellos acontecimientos que ocurrieron hace más de dos mil años, por lo tanto
podría parecer imposible que alguien diga que esta Semana Santa es muy
realista, es decir, que se representa tal y cual ocurrieron los hechos; sin
embargo, el libro sagrado de los católicos, La Biblia, sí da muchos elementos
descriptivos que han hecho que el Comité Organizador los retome y los
escenifique.
Los grandes palacios en donde juzgaron y finalmente sentenciaron a Jesús,
son montados en el Jardín Cuitláhuac con una semana de antelación, no son
escenarios hechos sobre lienzos pintados, o fotografías a gran escala, no, son
edificaciones, que si bien están hechas de cera y fibra de vidrio, son muy
resistentes y vistosas.
Toda la escenografía fue diseñada y ha sido mejorada por el Presidente del
Comité Organizador de Semana Santa, Roberto Guillén, quien como ya había
mencionado es artista plástico.
En el Cerro de la Estrella el escenario dispuesto para el día Jueves, la noche
de la aprehensión, es de tipo sencillo: sólo una simulación de una gran roca y
todo lo demás es pasto y ramas de árboles secas, realmente el elemento más
importante es la forma y el modo de aprehenderlo, pues es un momento que se
sufre junto con el Cristo; lo golpes, insultos, empujones, son parte de ese
escenario nocturno.
El Viernes Santo lo crucial se vive cuando Jesús es crucificado, todos los
presentes dirigen su mirada hacia ese Cerrito de la Muerte, aquí no hay mayor
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ornamentación, más que las cruces y los cerca de dos millones de personas
que presencian esta escenificación del deceso de Cristo.
La Semana Santa de Iztapalapa no sería la misma si sus actores no usaran un
vestuario tan similar al de la época de Cristo. Ese elemento le ha dado un gran
impacto visual a esta representación, es importante recalcar que desde el
Cristo hasta los nazarenos se caracterizan.
Además el Cristo, los apóstoles, los sumos sacerdotes y los gobernadores
utilizan pelucas y barbas postizas para darle mayor realce a su personaje; así
mismo los soldados romanos utilizan caballos reales, para que toda la
representación vaya en sintonía, es decir, en Iztapalapa todo es real.
La pieza que toca la banda, como ya lo había mencionado, es la Marcha
Dragona, toque militar que se utiliza para acompañar a las unidades montadas,
no tiene nada que ver con música religiosa, pero al correr de los años se ha
usado en esta representación como otra característica de la representación.
Entonces la música, los golpes, el vestuario, los escenarios, la actuación y los
medios de comunicación han sido elementos que le han dado fama nacional e
internacional a esta Semana Santa. El objetivo del Comité Organizador de
Semana Santa nunca ha sido competir en sí son la mejor o la representación
más visitada, ellos sólo se ocupan de seguir dando gracias a Dios mediante
este acto y cumplir con sus tradiciones heredadas. De la difusión nacional e
internacional, los medios masivos de comunicación se han encargado.
Las entrevistas muestran que los jóvenes sienten una gran dicha luego de
haber representado a determinado personaje, dicen que si bien no se sienten
liberados moral y espiritualmente, sí tienen un mayor apego a la Iglesia
Católica y sobre todo a Dios, como el caso del Cristo de 2007.
Sin embargo, la reivindicación tiene mucho que ver con algo que no se tiene, o
que se ha perdido, en este caso los jóvenes han perdido la fe porque, según
ellos, “Dios no les ayudó”.
La reivindicación la tienen aquellos que desean participar porque tienen un
compromiso con Dios, porque han hecho una manda, al ver que se les ha
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cumplido, es cuando deciden “pagar su manda” y, luego, ellos dicen sentirse
diferentes, dicen que su apego a Dios es mucho más grande que el que tenían
antes de hacerle la petición
En todos los reportajes existentes acerca de la Semana Santa en Iztapalapa se
habla del hecho noticioso, presentan imágenes que ya todos conocemos,
incluso dicen todo lo que ya se ha escuchado, pero ninguno había retomado un
aspecto central de esta representación: los actores.
Sin la participación de estos miles de jóvenes la Semana Mayor de Iztapalapa
no tendría los alcances, ni la importancia que tiene hoy en día, aunque en este
trabajo ya también se explicó que hay otros elementos que le han dado ese
matiz que otras representaciones no tienen.
…¿Y los medios de comunicación: cómplices o culpables?
Los medios de comunicación han sido los responsables de que este acto de fe
se haya internacionalizado, si uno visita las páginas electrónicas y consulta los
principales medios escritos, al menos el Sábado de Gloria es muy notorio que
Iztapalapa es parte importante de la agenda de los medios en cuanto a
representación de la muerte y pasión de Jesucristo.
El caso de otras representaciones en México no es así, la cobertura en los
medios nacionales es amplia, incluso en 2012 Televisión Azteca tuvo un
programa especial de tres horas con transmisiones en vivo, que daban cuenta
de lo que estaba aconteciendo en Iztapalapa.
Dicha transmisión tuvo como invitado al sacerdote José de Jesús Aguilar,
Subdirector del área de radio y televisión del Arzobispado en México, quien iba
explicando en qué consistía cada estación. Durante el programa se tenía
enlaces con cinco reporteros, ubicados en distintos puntos de Iztapalapa, más
una desde un helicóptero.
Televisa no realizó programas especiales, sí tenía cortes especiales cada hora
para informar lo que sucedía en Iztapalapa, ellos contaban con tres reporteros
en tierra, más uno en el helicóptero.
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Si hacemos una comparación con las demás representaciones de México, se
puede observar que casi no había reportes de lo que pasaba en el Zócalo o
Tláhuac, realmente no tenían nada que informar, ya que esas representaciones
no tienen drama, ni sangre, ni mucho menos efectos sonoros que destacar,
excepto Milpa Alta.
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4.- DÍAS SANTOS EN IZTAPALAPA
Domingo de Ramos en la iglesia de la Cuevita: encuentro de dos
tradiciones
Todo empieza con la escenificación del Domingo de Ramos que según las
Sagradas Escrituras fue cuando Jesús de Nazaret llegó al templo de Jerusalén
y echó a todos los comerciantes y mercaderes, al ver que habían convertido
en un mercado al recinto sagrado de su padre el Todopoderoso.
En Iztapalapa se escenifica este pasaje bíblico en la iglesia del Señor de la
Cuevita; el momento es muy concurrido por los feligreses. Las escenas nos
remontan a lo que ocurrió en aquella época; los vestuarios, la escenografía y el
templo son factores que le dan certidumbre y ambiente a la representación, nos
transportan a los tiempos de Jesús, en donde había grandes templos, todos
ellos decorados suntuosamente con mármol y oro.
Este escenario se encuentra frente al atrio de la iglesia, es un templete con
pacas de paja, algunas vasijas llenas de agua, cajas de madera con algunos
animales como: patos, pollos, gallinas y hasta un burro. También se emplean
en la escenografía frutas, verduras, collares y joyas que simulan ser de oro y
piedras preciosas.
El amplio atrio de la iglesia de la Cuevita se vuelve pequeño comparado con la
cantidad de personas que desean ver a Cristo, no a los actores, sino a los
apóstoles, no a las jóvenes, sino a las vírgenes; en medio de tanta emoción y
con los sentimientos encontrados, todos se confunden y creen que en realidad
están viviendo el momento, este fervor sólo se puede dar en México y con
mayor peso en Iztapalapa, que por ningún motivo deja de lado sus tradiciones
religiosas ni místicas.
El Cristo de Iztapalapa recorre 12 kilómetros, con él van sus discípulos, la
Virgen María, el Diablo, el Ángel, miles de nazarenos, y cientos de vírgenes de
pueblo.
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El trayecto no es nada fácil y mucho menos cuando hay que recorrer los ocho
barrios que conforman el centro de Iztapalapa. El calor es sofocante, el
pavimento ardiente, el mayor sacrificio, puesto que los actores van descalzos.
En cada barrio se lleva a cabo una celebración litúrgica de 30 minutos; en esta
ocasión los actores sólo llevan su tradicional palma. Es importante mencionar
que los nazarenos no deben ir acompañados de sus novias o esposas. De
hecho es uno de los requisitos, indispensables, para su participación.
Los nazarenos más pequeños, quienes también van solos, pueden utilizar
huaraches o sandalias para que el pavimento no les provoque quemaduras en
sus pies. En todo momento deben portar su palma, su cruz o su cirio, según el
objeto especifico que corresponda a cada uno de los días.
Para el Domingo de Ramos, el objeto primordial es la palma, el Jueves Santo
deben traer consigo el cirio, en todo momento encendido, pues es la luz que los
está guiando en su largo peregrinar; el Viernes Santo, sin duda es su cruz,
literalmente, los nazarenos dicen que “la cruz pesa de acuerdo con el número
de pecados que cada uno tenga”, no le dan mucha importancia al peso en
kilos, sino que se lo dan al peso espiritual y moral.
El peso de las cruces, en kilogramos, varía de acuerdo con la decisión de los
nazarenos, todos los años se puede ver que muchos jóvenes soportan un peso
mayor que el Cristo, los miembros del Comité Organizador no tiene un peso
estandarizado, cada quien es responsable de su decisión.
Los nazarenos niños pueden ir acompañados sólo el Viernes Santo por algún
familiar o amigo para que les ayuden a cargar la cruz o para darles agua y
prevenir problemas de deshidratación más frecuentes entre los pequeños.
En la iglesia de la Cuevita, el Cristo entra haciendo destrozos. Es una de las
escenificaciones que se viven con más realismo, la pecadora entra corriendo
puesto que gente del pueblo la viene apedreando porque la acusan de adúltera
La mujer es presentada ante Jesús y les dice que no tienen por qué ofenderla,
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puesto que todos somos pecadores desde el momento de ser concebidos, les
dice: “aquel que esté libre de pecados, que le arroje la primera piedra”. Aunque
es incalculable cuántas personas están presenciando este acto, todos los
parlamentos se escuchan con claridad, vamos, hay silencio desde que entra el
Cristo al atrio, es un gran respeto que se le tiene a este joven, muchas
personas se arrojan a sus pies o se persignan a su paso, para el joven que
representa a Cristo es una experiencia inolvidable, para las personas es
reforzar y reivindicar su fe a través de esta representación.
También en este lugar se escenifica el encuentro de Jesús con los niños y
realiza un milagro, pues una mujer de pueblo le dice a Cristo que si en verdad
es el hijo de Dios, le devuelva la vista a su niña, él sólo le toca los ojos y la niña
se arroga a sus pies dándole gracias.
El momento causa emoción entre los asistentes. Un niño le pregunta a su
mamá:
—Mamá; ¿y si estaba ciega la niña?
—Sí hija, qué no viste que estaba corriendo para todos lados, porque no veía, pero papá Diosito la curó. Este tipo de diálogos son muy frecuentes a lo largo de todos los recorridos, hay
expresiones de credulidad entre los asistentes. Debido a la adaptación y
realismo que los jóvenes actores de Iztapalapa inyectan a su representación.
Semana Santa trae consigo muchas otras tradiciones, como lo es el mercado
ambulante de artesanías de barro, que desde hace más de 50 años se instala a
las afueras de la iglesia antes mencionada sólo durante estos días.
Son unos 300 puestos que ofrecen desde ollas de barro hasta lujosas fuentes,
llegan unos dos días antes del Domingo de Ramos y se van una semana
después del Domingo de Resurrección.
Los puestos retrasan mucho la llegada del Cristo a este Santuario, y de igual
manera dificultan su salida porque obstaculizan su paso. Los primeros 500
metros de trayecto los hace montado en un burro blanco.
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Debido a los tumultos y la gran cantidad de puestos de venta de variadas
mercancías, en muchas ocasiones la Seguridad Pública tiene que intervenir
para abrir paso, aunque es importante recordar, que la seguridad de los actores
está a cargo del Comité Organizador, así como personal de la demarcación
política.
Después de esta primera parada, el Cristo de Iztapalapa, junto con toda su
corte, inicia el recorrido de los ocho barrios que conforman el Centro de
Iztapalapa, durante el resto del trayecto ya no hay representaciones, sólo se
atiende una misa, en una iglesia de cada barrio. Aquí los sacerdotes les
recuerdan a todos los actores la importancia de sus personajes.
“No lo deben ver como un espectáculo bíblico, ni una obra teatral, sino como la
oportunidad de arrepentirse de todos los pecados cometidos a lo largo de su
vida y como un crecimiento espiritual que hará su fe inquebrantable”, dice el
párroco Callejas.
El Cristo, los apóstoles y la Virgen María sí utilizan huaraches, caminar más de
12 kilómetros en pleno rayo de sol no es sencillo; en ocasiones ni siquiera agua
pueden tomar, ya que no hay tiempo para detenerse a comprarla, por eso
muchos jóvenes son acompañados por alguien para que en cualquier
oportunidad les ofrezcan agua, importante para evitar la pérdida de sales con el
sudor, porque el recorrido se tiene que hacer en ayuno, son días de guardar y
ser ofrecidos a Dios, de acuerdo con la religión católica y la tradición local.
Los atuendos están confeccionados con terciopelo chino. Este material es muy
pesado, pero no guarda tanto el calor; por eso su costo promedio es de $4500
el metro, aunque los actores dicen: “que de cualquier manera siente el calor en
todo el cuerpo”; en realidad es un gran sacrifico el que hacen estos jóvenes de
Iztapalapa para ser parte de la Representación de la Pasión y Muerte de
Jesucristo, pero como ellos afirman: “todo esto es por fe, y cuando lo haces así,
nada cuesta trabajo, ni es pesado”, asegura Antonio Castillo, quien representó
a San Pedro apóstol en 2013.
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El Gólgota de Iztapalapa: aprehensión de Cristo
El Jueves Santo es el preámbulo para que el Cristo sea crucificado. La cita es a
las tres de la tarde en el Jardín Cuitláhuac (centro de Iztapalapa). Todos los
actores realizan su acostumbrado recorrido de ocho kilometros por los ocho
barrios, escenificando el pasaje bíblico de la visita de las siete casas.
Por la hora del día, 15:00 horas, es imposible que el calor los sofoque y los
canse en exceso, también sólo por esa única vez todos los nazarenos pudieron
utilizar huaraches o cualquier otro aditamento que cubriera sus pies, porque en
2013 las autoridades delegacionales decidieron reencarpetar las avenidas por
donde se lleva a cabo el recorrido y había piedras que se les encajaban en los
pies.
De la misma manera que el Domingo de Ramos, los actores asisten a una misa
en una iglesia de cada barrio, en éstas los sacerdotes les dicen que por ningún
motivo deben permitir que sus fuerzas desfallezcan, ya que lo más importante
está por ocurrir.
Los sacerdotes de Iztapalapa apoyan en la logística de sus iglesias, si es que
en alguna de ellas se llevará a cabo alguna escenificación, así como las
pláticas de meditación con todos estos actores.
El Sacerdote Edmundo Duarte, presbítero de la parroquia Transfiguración el
Manto, comentó: “Todo es actuación y mientras lo hagan con respeto y pleno
apego a lo que dictan las Sagradas Escrituras no hay ningún problema, aunque
no por el hecho de llevar a cabo esta representación, Dios los perdonará de
todos sus pecados”.
Para él, pedir perdón y dar gracias al Señor es más que actuar y esforzarse
durante una semana. Dice que nuestros buenos actos día a día nos ayudarán a
ser mejores personas y a alcanzar la vida eterna.
El recorrido dura aproximadamente cinco horas para que finalmente lleguen de
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nuevo al Jardín Cuitláhuac y representen la Última Cena, según los
espectadores ese momento es uno de los más importantes, además de ser el
más vistoso por todo el juego de luces que hacen en el escenario, así como el
empleo de efectos especiales.
El Jueves Santo, todas las calles por las cuales pasa el Cristo han sido
decoradas con moños de papel morado y blanco, también la delegación coloca
focos de colores en todas las calles, como la mayor parte de este recorrido se
hace ya muy entrada la tarde, entonces se pueden apreciar muy bien las luces.
Este año el gobierno del Distrito Federal también colaboró con las autoridades
delegaciones para tener un mejor control, en cuanto a seguridad se refiere,
porque es la primera ocasión en que se cierra la circulación desde el jueves a
las 02:00 horas. Los cierres se dan en el Eje Tres y Ermita Iztapalapa; en la
Avenida Javier Rojo Gómez y su cruce con el Eje Cinco Oriente, así como
Periférico oriente al cruce con Ermita Iztapalapa, si localizamos estos puntos en
un mapa, nos damos cuenta que es un cuadrado, y al centro de este se ubica
el Cerro de la Estrella.
Además de los cortes viales, “el gobierno capitalino contrató el servicio de dos
helicópteros-video cámara, que son conducidos a control remoto, y que en todo
momento están conectados con una central policiaca para resguardar la
seguridad y vigilar la zona del Vía Crucis”, explicó en conferencia de prensa el
delegado de Iztapalapa, Jesús Valencia.
Mientras tanto, el Jardín ya se encuentra al máximo de su capacidad, los
escenarios, más que listos, el equipo de sonido realiza sus últimas pruebas y
las luces ya apuntan hacia el escenario, lo importante es que el público tenga
una sensación de realismo al momento de la actuación.
Por fin llega el Cristo con sus doce apóstoles, los espectadores miran al
escenario, cualquier lugar es excelente para ver, lo que se pueda: -“agáchense
que no dejan ver, no empujen hay niños, recórranse que ya no cabemos”-, en
efecto, jamás podrán ver bien, porque la explanada y cualquier otro lugar es
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insuficiente para los miles de espectadores.
Los actores que representan a los sacerdotes lavan los pies al Cristo y éste a
los 12 discípulos que lo acompañan en la procesión. Después del lavatorio de
pies, se sirve la Última Cena; a esa hora de la noche el Jardín Cuitláhuac no
puede dar cabida a nadie más, tratar de caminar resulta imposible. No se
pueden escuchar los parlamentos debido a la algarabía que se vive, ni siquiera
pensar en tratar de salir, cómo hacerlo si uno se encuentra en medio de un
tumulto.
Hacia la aprehensión
Diez de la noche, los actores inician el ascenso al Cerrito de la Muerte. En este
Cerrito ya hay miles de personas esperando, en 2013 las autoridades
delegacionales calcularon unas 200,000 personas, únicamente en este
escenario.
Cientos de personas van caminando junto al Cristo, lo miran asombrados, no
pueden creer que a unos pasos de ellos está el hombre que será aprehendido
y finalmente crucificado, algunos le intentan tocar la túnica, le hablan: “Dios te
bendiga”, “Perdónanos, Señor”. El Cristo sigue su paso.
De nueva cuenta, su andar se vuelve muy complicado, la gente lo quiere
saludar, una señora dice: “Mínimo me conformo con tocarlo, con persignarme
ante él”. Los visitantes tienen mucha fe en su Cristo de Iztapalapa.
Entre jalones y empujones el Cristo logra avanzar en su trayecto. Los apóstoles
caminan detrás de él cargando un cirio encendido, los cuales le dan mucha
lucidez al momento. En esa comitiva también va el ángel y por vez primera
hace su aparición el diablo.
El vestuario del diablo es espectacular, más bien sus alas llaman la atención,
es una combinación de tonos rojos con negro, miden aproximadamente unos
tres metros, y fueron diseñadas por el Presidente del Comité Organizador de
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Semana Santa, Roberto Guillén Flores.
La caminata es lenta y muy agresiva porque cientos de personas también
quieren caminar junto con el Cristo y se empujan. Los policías los van
replegando, no por despotismo, sino por la seguridad de los espectadores,
cualquier resbalón podría ser fatal en medio de esa multitud.
Como las autoridades delegacionales ya saben que cada año cientos de
personas intentan caminar al lado del Cristo y que éstos también intentan subir
junto con él, hasta el Cerro de la Estrella, se vieron obligados a instalar dos
retenes para que sólo se permita el paso a los actores y no es que la gente no
pueda estar en el Cerro y presenciar la aprehensión, sino que lo deben hacer
por otros accesos.
El escenario es imponente, la iluminación es tenue, lo único que se ve con
claridad son los miles de cirios pascuales encendidos, como un coro, todo se
vuelve a una luz. Los minutos transcurren sin que nada extraordinario ocurra.
Los miles de nazarenos, así como las vírgenes de pueblo siguen llegando
hasta la cima de este lugar. Frente al escenario se encuentran unas gradas
para los invitados especiales, generalmente es el delegado político y los
miembros de su gabinete quienes se sientan en estos lugares.
Debido a que los nazarenos siempre intentan subir acompañados, aun
sabiendo que el acceso principal es sólo para los actores. El Agrupamiento
Policiaco a Caballo hace una valla, que inicia desde la Avenida Ermita
Iztapalapa y culmina hasta la cima del “Gólgota mexicano”. Su labor es cuidar y
mantener el orden entre los visitantes; puesto que año tras año se suscitan
enfrentamientos entre los nazarenos y este grupo policiaco.
A lo lejos se escucha la banda sonora, no se alcanza a distinguir qué entonan,
conforme pasan los segundos y se acercan más, todos los presentes escuchan
que es la Marcha Dragona, esto indica que el Cristo de Iztapalapa está a unos
metros de llegar hasta el escenario que ha sido instalado al propósito de la
aprehensión.
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Junto al Cristo vienen sus discípulos cargando unas antorchas que iluminan su
camino, ese elemento es otro indicativo de la cercanía al Cerrito de la Muerte
del Cristo.
El Cristo hace muecas de nerviosismo y sorpresa. No ve hacia ningún punto en
particular, tiene la mirada perdida, la gente le habla y él no reacciona, vamos,
pareciera que no escucha. Qué difícil debe ser actuar bajo estas condiciones,
pues no sólo implica un largo caminar, sino una inmutación ante los demás.
Parece que sus maestros de actuación le han dicho que nunca debe sonreír, ni
mucho menos saludar a los presentes. Su mirada es fija, pero no por eso es
altanera.
Los granaderos y miembros del Comité abren paso entre la multitud para que
los actores principales puedan seguir su camino, la gente se arremolina
alrededor del Cristo, no tienen precaución, su fervor les impide obedecer las
instrucciones, ellos sólo quieren verlo, otros hacen hasta lo imposible por tocar
su túnica, en verdad que esta pasión también es de los asistentes.
El Cristo sube al escenario junto con sus discípulos y de inmediato empiezan a
orar. El escenario se viste de luces blancas y doradas, detrás de una roca
aparece el Ángel y le dice a Jesús todo a lo que se enfrentara.
En un momento que nadie esperaba, empezaron a incendiarse juegos
pirotécnicos, las luces blancas se tornan rojas: le toca hablar al diablo, el
sonido se distorsiona, como parte de los efectos escenográficos, y así es como
aparece el Diablo.
Los sonidos son extraños, estruendosos, es como escuchar un trueno en
medio del desierto, ese eco nos hace pensar que es música sacra, con un tinte
diabólico, no hay concordancia, ni mucho menos ritmo en las notas musicales,
simplemente “música infernal”, opinan los ahí presentes.
Los parlamentos se prolongan por una hora, tiempo que tardó el ejército
romano en apresar a Cristo. Esta escena es el que más gozan los
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espectadores, pues la aprehensión es tan real que algunos asistentes
derraman lágrimas y se abalanzan, agresivamente, en contra del Ejército
Romano.
Los soldados romanos vienen a caballo, no les importa que haya miles de
personas varadas en el Cerro, ellos llegan a todo galope. Judas llega
caminando, quien por unas monedas vendió al Hijo de Dios, según las
Sagradas Escrituras.
Judas, postrado ante Cristo, le da un beso en la mejilla y así lo entrega. El
primero en bajar del escenario es Judas, lo tiene que hacer bien resguardado
porque aunque la gente sabe que es representación, no miden sus expresiones
y su fervor, y en muchas ocasiones este personaje sale golpeado, escupido,
amenazado y hasta sangrado de todas las agresiones que recibe por parte de
los asistentes, al no entender, en ese momento, que sólo se trata de una
representación sacra.
Miembros del Ejército Romano atan las manos al Cristo y entre gritos e insultos
lo bajan del escenario y lo van empujando durante todo el trayecto. Tampoco
los soldados romanos miden las consecuencias, es una constante que le
avienten encima los caballos. En diversas ocasiones lo tiran y lo levantan a
patadas y varazos.
A la par que va bajando el Cristo también lo hacen las miles de personas, todos
se dirigen hacia el Jardín Cuitláhuac, en donde el Cristo va a ser presentado
ante los sumos sacerdotes para que lo enjuicien.
Esta representación tiene una particularidad, la gente bien sabe que sólo es
una mera escenificación, pero es tanto su fervor católico que muchas veces
piensan que en realidad están viendo y sintiendo el sufrimiento de Cristo, se les
olvida que son jóvenes actores, y por lo tanto, actúan como defensores de
Jesús de Nazaret.
Quienes más viven estas muestras de fervor y cariño son las Vírgenes y el
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Cristo, a ellos sí les sucede que a su paso muchas personas se persignan o
escuchan decir a los niños:
— Mamá, ese es Dios y la Virgen
—Sí, hijo, persígnate”.
Los jóvenes no tienen palabras y lo único que pueden hacer es sentirse
orgullosos de poder transmitir a su gente paz, felicidad y fervor religioso,
aunque sólo sea en esta Semana Mayor, como es llamada por la Iglesia
Católica.
La banda sonora está integrada por más de 50 personas, utilizan instrumentos
de viento, en su mayoría metales y percusiones con gran capacidad de
alcance, en su sonido, alrededor de ocho kilómetros.
La música le da un toque de tristeza, arrepentimiento y sobre todo de odio
hacia el ejército romano que cumple su objetivo de capturar a Cristo. Hay
cientos de personas que lloran cuando el Cristo desciende del Gólgota. La
música juega un papel sumamente importante, todos los sentimientos los pone
a flor de piel.
El Cristo es aprehendido y llevado de nuevo con los sacerdotes, para que éstos
finalmente decidan qué hacer con el “impostor” según ellos. El Jueves Santo
termina a la 00:30 horas
Después de esta escenificación muchos actores se van a dormir, sin embargo
el Cristo de Iztapalapa no puede pernoctar, luego de esta presentación ante los
sacerdotes, Jesús es llevado a la casa de ensayos en donde ya lo espera
impaciente otra gran multitud para velarlo toda la noche.
La casa está adornada con frutas y flores que son colgadas de las paredes y
muros del patio; al Cristo le han acondicionado un pequeño cuarto que está a la
intemperie, de esta forma las personas que deseen verlo lo pueden hacer y
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orar un rato con él, porque alrededor de las cuatro de la mañana cierran los
portones de esta casa y nadie más puede entrar.
Esta ornamentación tiene que ver con otro pasaje bíblico, de acuerdo con este
libro, para los católicos, el huerto de Getsemaní fue el último lugar donde Cristo
oró, en dicha referencia se dice que este lugar estaba repleto de flores, así
como diversos frutos, por tal motivo también en Iztapalapa recrean este lugar.
Al preguntarle a Emmanuel Guillén, Cristo de Iztapalapa del 2007, si en
realidad permanecían despiertos y sin comer una vez que cerraban las puertas,
era cierto, él me dijo que en realidad eso ocurre, incluso me dijo que si fuera
falso, “entonces estaríamos traicionando nuestra fe y de nada serviría todo el
sacrificio, porque no defraudaríamos a la gente sino a Dios”, enfatizó.
Este Cristo no sólo no debe dormir, sino que tiene que hacer ayuno, realmente
es un desgaste físico para cualquier persona y más para él que al otro día le
espera una larga jornada: subir con la cruz a cuestas hasta la cima del Cerro
de la Estrella.
Desde el Calvario hasta la Cruz
El Viernes Santo comienza a las 12:30 horas con el Juicio Final en el Jardín
Cuitláhuac; Pilatos es el encargado de juzgar a Jesús de Nazaret, él no
encontró culpabilidad alguna para crucificarlo, y le pregunta al pueblo
enardecido:
— ¿Qué debo hacer? No encuentro culpabilidad alguna contra este hombre,
hay dos opciones: ¿o suelto a Barrabas o suelto a Jesús?
—Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos—responde el pueblo.
Finalmente Pilatos se lavó las manos y Cristo es llevado con Herodes donde
deciden crucificarlo.
Al término de la condena es cuando inicia realmente el dramatismo en esta
representación. Se escenifican 12 de las 15 estaciones, que en realidad son los
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momentos que vivió Jesucristo desde la sentencia a muerte hasta su
resurrección, claro, aquí en Iztapalapa se representan todas las estaciones,
sólo que no en el mismo día.
Mucho se puede hablar de la veracidad o el dramatismo que el Comité
Organizador de Iztapalapa le da a su representación, lo que es un hecho y una
realidad es que los azotes que recibe el Cristo de Iztapalapa son reales, la
corona de espinas, también es real toda la sangre que le escurre por su
cuerpo.
Jesús Flores, Cristo de 2013, asegura que los golpes y la corona de espinas
son reales: “cuando yo veía la representación de lejos, siempre tuve la idea que
todo era pintura y maquillaje, jamás pregunté a nadie porque me da pena
hacerlo, pero cuando a me tocó vivirlo, ahí encontré la respuesta y con toda
certeza puedo decir que los golpes son reales, incluso todavía tengo las
cicatrices en mis piernas y espalda”.
Le pregunté si en los ensayos también lo golpeaban de la misma magnitud
como lo hicieron el día del juicio: “No, en los ensayos se usaban unos
mechudos de trapo y no dolía nada, por eso yo pensé que cuando fuera la
actuación, sería de la misma forma, pero no, todo fue diferente, porque usaron
un fuete de cuero“.
—¿Y la corona de espinas?
—También son espinas de verdad, pero si te la sabes colocar adecuadamente,
no te espinas, sin embargo el movimiento hace que en tu intento por
colocártela, tú mismo te hieras.
Los presentes también sienten el dolor, entre la multitud se escuchan
murmullos, “ya déjalo, no te manches, no te pases de listo”, las caras de las
personas son de mucho sufrimiento, cada golpe dado al Cristo es un apretón
de ojos, es un tocarse la cabeza, incluso es un voltear discreto. También a los
pobladores de Iztapalapa les duele su Cristo.
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Este tipo de acontecimientos son los que enajenan a la gente por unos
momentos, pues aunque año tras año se representa, cada vez que reviven
estos pasajes, la gente vuelve a llorar, a enojarse, a insultar y en este caso, a
sufrir. Su fe católica es inmensa, sus costumbres y su religión la tienen muy
bien arraigada.
Graciela Rodríguez, de 62 años, habitante del Barrio de San José, comentó: “A
veces los pecados de los actores son tan grandes, que los golpes, ni las llagas
de los pies les duelen”. Ella cree que si ellos resisten todo el desgaste físico:
“Dios nuestro señor, los perdonará de todo lo malo que han hecho”, es así
como cada quien le da su propia interpretación a la llamada Semana Mayor de
la Iglesia Católica.
Las personas se desbordan sin medida alguna, todos los presentes están
sufriendo, sus lágrimas son las palabras que salen de sus corazones, no
pueden dar crédito a lo que ven, si por ellos fuera, cualquiera se metería a
recibir los azotes para que no sólo sea Cristo quien los padezca.
A nuestras espaldas se escucha cómo la virgen María está llorando e
implorando que tengan misericordia con su hijo. Los actores al igual que las
personas dejan de ser ellos mismos y en verdad se concentran tanto en sus
personajes que ya no son lágrimas ni llantos fingidos, son expresiones que
salen desde lo más profundo de su ser. Es una escenificación con tanto
dramatismo que todos nos sentimos en aquel Jerusalén que fue testigo de
estos hechos
Aproximadamente a las dos de la tarde inicia el Vía Crucis, es decir el camino
hasta la cruz, son alrededor de cuatro kilómetros los que Cristo tiene que subir,
cargando una cruz de poco más de 90 kilogramos. Durante este trayecto es
cuando se van representando las estaciones más significativas, de acuerdo con
el Nuevo Testamento.
Judas, el apóstol que vendió a Cristo, también inicia su asenso hacia el Cerro
de la Estrella, él a diferencia de Jesús es insultado, humillado, escupido,
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incluso golpeado por muchas personas, en su recorrido.
El comité Organizador al ver estos acontecimientos, decidió incluir algo que
está fuera de la Biblia; este libro sagrado por los católicos hace referencia que
cuando el apóstol va caminando, va arrojando algunas monedas; en
Iztapalapa, el apóstol también va arrojando monedas, pero de chocolate y de
manera continua, con el propósito de distraer a la gente y que no lo golpeen, la
estrategia es buena y desde hace tres años este personaje no ha sido tan
humillado ni mucho menos lastimado físicamente.
A esas horas el Cristo está ensangrentado de su rostro, y por supuesto la
banda sonora va atrás de él. La melodía que tocan es la misma que se
escuchó la noche anterior (marcha dragona), sólo que esta vez alargan sus
notas para no repetirla varias veces durante el recorrido.
El Cristo del Cerro de la Estrella cae por primera vez, el peso de la cruz
desvaneció su cuerpo, nadie lo puede ni debe ayudar, los romanos hacen lo
que está en el libreto, lo golpean y lo patean para que se incorpore y continúe.
Sin embargo, el cansancio, la sed, incluso el hambre no le permiten al Cristo
levantarse y esto no estaba ensayado, ni mucho menos era parte de la
representación, sucesos así son lo que le dan vida a la Pasión de Iztapalapa,
pues nadie se imaginaba que la temperatura estuviera por arriba de los 30º
centígrados en la sombra, es un calor sofocante, que si caminando te fatigas,
ahora imaginemos lo que el Cristo siente con 90 kilogramos sobre su hombro y
en ayuno.
Como pudo, Cristo se puso de pie y continuó su camino, a lo lejos se ve una
mujer vestida con una túnica blanca y un velo azul marino, efectivamente se
trata de la Virgen María, madre de Cristo, ella al verlo caminar, se le lanza
hacia los pies, y le da consuelo tocándola en el hombro: “Hijo, ¿qué te han
hecho?”, él le corresponde con unas palabras: “Madre, permíteme seguir mi
camino, debo encontrarme con mi Padre, todo está escrito”; así es como se
vive cada momento en esta escenificación.
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El cansancio vuelve a desvanecer al Cristo, en esta ocasión, el Cirineo es
quien lo ayuda a cargar la cruz, lo hace por unos diez metros y después los
soldados romanos obligan a que Jesús lo haga. El Cirineo es aplaudido y
elogiado por la multitud, que según las autoridades de Iztapalapa rebasaron los
dos millones de personas entre el jueves y viernes.
En las caras de los espectadores se refleja dolor, tristeza, si por ellos fuera,
también ayudarían al Cristo a soportar este gran peso, en muchos momentos
algunos de ellos brincaron las vallas para tratar de hacerlo, pero la seguridad
es tan precisa que actúan al momento y no les permiten, ni siquiera que toquen
al Cristo. Y aquellos que lograron hacerlo, sólo lo hacen para tocar la cruz o
alguna prenda del Cristo y persignarse, es tanta su fe y devoción católica que
no recuerdan que es sólo un actor representando el papel principal de la pasión
de Iztapalapa.
El fervor católico y el entusiasmo pueden más que la realidad, de igual forma,
los actores viven estos momentos con gran intensidad y júbilo, muchos de ellos
no saben cómo actuar ante tantas muestras de cariño, y compasión, a
diferencia de las personas que se enajenan, ellos dicen que siempre tienen
presente que sólo es actuación, que nunca se creen seres supremos o con
poderes divinos.
Raúl Horacio González, Ángel de 2003, dice: “Tienes que salir en la
representación para creértela, me habían dicho que mucha gente se
persignaba ante ti, pero cuando tuve la oportunidad de ser el Ángel, me di
cuenta que te quedas sorprendido de todo lo que ocurre. Recuerdo que
algunas personas me pedían la bendición, sobre todo los niños, este personaje
al ser tan carismático hace que la gente se fije más en ti y te vea como ese ser
superior y bondadoso”.
— ¿y tú te la creíste?
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—sí me la creí, pero también sabía que eso era una representación, que sí
hice con mucha devoción, siempre supe que yo era Raúl, representando a
alguien, mas nunca me creí un ángel en el cuerpo de Raúl.
La sexta estación también se vive con mucha emoción, una mujer llamada la
Verónica se acerca a limpiar el sudor del Cristo, al terminar de secarlo ve que
en su lienzo ha quedado dibujado el rostro de Jesús, al verlo, se lo muestra a
todos los presentes y empiezan a gritar que efectivamente “se trata del Hijo de
Dios, es el hijo de David” sin más diálogos, termina esta escenificación y Jesús
sigue subiendo hacia el Gólgota, que es así como en esos días le llaman al
Cerro de la Estrella.
Jesús cae por segunda y tercera vez; los golpes y los insultos, por parte de los
romanos, acompañan a estos dos desvanecimientos.
En la cara del Cristo de la 170 representación se refleja mucho agotamiento;
sin embargo, le falta lo más difícil y es que la geografía del terreno donde se
ubican las tres cruces es muy complicado, aunque se localiza muy cerca de la
avenida Ermita Iztapalapa, y ya cuenta con un camino asfaltado, tiene una
subida bastante prolongada, son aproximadamente unos 500 metros, pero
cuanto más se camina, más inclinada es la pendiente y si a eso se le suma que
para las tres de la tarde, el Cristo ya tiene 24 horas sin dormir, sin comer y sin
beber agua, entonces la condición física se ve mermada, aquí es cuando los
cristos deben sacar fuerza física y mental para concluir lo que iniciaron el
Domingo de Ramos, el momento que toda la multitud ha estado esperando: la
crucifixión.
Desde la avenida por donde cruza el Cristo, se alcanza a ver la cruz donde
será colgado, la banda empieza a escucharse con mayor claridad, los
nazarenos levantan su cruz respectiva al paso de Jesús, los medios de
comunicación intentan buscar el mejor ángulo, muchos de ellos colgados de las
grúas, otros trepados en los árboles; la policía también cierra su valla, la gente
empieza a buscar la mejor ubicación, cualquier espacio es bueno.
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Parece que el Cristo se da cuenta de todos estos movimientos, porque también
el acelera su paso, quién sabe de dónde ha sacado la fortaleza, pues ese
semblante que hace unos momentos se veía pálido, ahora se muestra sereno y
muy concentrado en llegar al pie de esa cruz, donde lo esperan la Virgen
María, María Magdalena, todos sus apóstoles y el pregonero romano.
Jesús cae por cuarta vez, tampoco era parte del libreto, ni corresponde a un
pasaje bíblico; es real, producto de un cansancio genuino, pero la juventud y el
ímpetu del Cristo le permiten llegar al pie de la cruz, vuelve a caer, pero esta
vez sí tuvo un desmayo que duró cinco minutos, tiempo que fue aprovechado
para que le despojaran de sus ropas y lo ataran a la cruz, con estos dos
momentos se cumple la décima y la décima primera estaciones.
El Cristo ha tomado un descanso de 15 minutos aproximadamente y poco a
poco lo empiezan a subir hasta quedar colgado de la cruz principal, en
Iztapalapa a diferencia de Filipinas, me refiero a esta representación por ser la
segunda más concurrida a nivel mundial, el Cristo no es calvado, sólo se le ata
con un lazo de las manos y los pies.
Jesús ya se encuentra colgado en medio de los dos ladrones más famosos de
esos tiempos, Dimas y Gestas, en tono burlón, él último le dice:
—Hey tú, si has salvado y curado a tantas personas, por qué no te salvas a ti
mismo, bájate y bájanos de la cruz, si es que eres el hijo de Dios
—yo les prometo que hoy mismo ustedes también estarán en el reino de mi
padre—contestó Jesús
Estamos prácticamente a punto de terminar la representación 170 de
Iztapalapa, de su Cristo o como los habitantes le llaman: “De su fiesta mayor”.
Son las 16:00 horas y en el Gólgota hay miles de personas; el Cristo está
siendo crucificado. Hay un silencio, impresionante a pesar de tantas personas,
que dura hasta el momento que uno de los soldados romanos comprueba que
Cristo ha muerto en la cruz.
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La gente llora y los nazarenos inclinan sus cruces hacia el Cristo, en señal de
duelo, la Vírgenes lloran al ver cómo el hijo de Dios ha sido castigado de una
manera tan cruel, todos saben lo que está ocurriendo, pero se resisten a
creerlo, nadie siente el sofocante calor, el cansancio desaparece.
Por alguna extraña razón el sol se ha ocultado, y como de película unas nubes
negras están cubriendo al Cerro de la Estrella, este fenómeno se ha repetido
en incontables ocasiones, coincidencia o causalidad, nadie sabe, pero es algo
que ocurre frecuentemente. Otro elemento más que da realismo a la
escenificación.
El dramatismo de la música rompe el silencio. En este año como en muchos
otros más, Humberto Cravioto cantó el Ave María. Perfecta para el acto, los
sonidos rítmicos son inestables, en un momento es armonioso y en otro más se
vuelve muy triste. La melodía provoca un efecto similar a una fusión entre la
alegría y la tristeza. El equipo de sonido sube todo el volumen para que la
interpretación de Cravioto sea escuchada hasta el Jardín Cuitláhuac e incluso
más allá.
Poco a poco el Gólgota va retornando a ser el Cerro de la Estrella, la gente
abandona el lugar, lo hacen despacio, no podría ser de otra manera.
Ahora el Cerro se queda con las toneladas de basura y los cientos de
trabajadores de la delegación política, que presurosos desconectan los equipos
de audio y desarman todas las estructuras metálicas que han servido de base a
las bocinas e incluso de sets para algunas televisoras.
Alrededor de las seis de la tarde ya no hay nada en el Cerrito de la Muerte,
todo es calma, uno que otro curioso se acera al pie de las tres cruces; cabe
mencionar que éstas jamás son desmontadas. Desde hace siete años las
autoridades delegaciones las mandaron a hacer de acero inoxidable, forradas
con madera, la cual recibe un tratamiento anual y esto permite que la madera
no se deteriore por estar a la intemperie.
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5.- IZTAPALAPA, UN LUGAR DE MISTICISMO
La delegación Iztapalapa siempre se ha caracterizado por su alto índice de
hogares católicos, no es casualidad que el 94% de la población que habita esta
demarcación profese el catolicismo, de acuerdo con la Monografía de la
delegación Iztapalapa del 2008; y es que sus ancestros les heredaron una
cultura de misticismo, una cultura llena de tradiciones antiguas, muchas de
ellas prehispánicas.
Un ejemplo muy claro de este misticismo es el ritual del Fuego Nuevo que se
realiza cada 52 años, según los aztecas significaba el ciclo de una nueva vida.
Muchos se preguntarán por qué cada 52 años; el calendario azteca
contemplaba que cada 52 años se iniciaba una nueva etapa, en tiempos
modernos equivaldría a un siglo.
Los orígenes de la representación de Semana Santa se remontan a 1833,
cuando una epidemia de cólera morbus invadió el país. El virus penetró por el
puerto de Tampico a principios del mismo año, para junio ya se había
diseminado por los estados de Coahuila, Veracruz, Guanajuato, y finalmente la
ciudad de México, con mayor gravedad la zona de Iztapalapa.
De acuerdo con el libro de defunciones, alojado en la Iglesia de San Lucas, la
epidemia mató a 14 000 personas, también registra que la enfermedad
concluyó en septiembre de 1833.
Pero ¿qué relación hubo entre el cólera morbus y la festividad religiosa de
Iztapalapa? Como ya lo había mencionado, Iztapalapa fue afectada por la
enfermedad, los lugareños al no encontrar solución al problema acudieron a su
iglesia con el único afán de rezar para que la epidemia cesara.
“La primera vez que los pobladores elevaron oraciones hubo un número menor
de muertes, ellos entendieron de inmediato la señal, al día siguiente vuelven a
rezar y el índice de muertos volvió a descender y así continuaron las oraciones
hasta completarse diez, que es justo cuando terminó la epidemia no sólo en
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Iztapalapa, sino en todo el país”, narró el Presidente del Comité Organizador de
Semana Santa en Iztapalapa, Roberto Guillén.
Como los iztapalapenses siempre han sido muy agradecidos, el pueblo decidió
pagar los favores otorgados. Cada familia hizo lo suyo, sin embargo,
consideraban que la epidemia de cólera pudo haber terminado con toda la
población, entonces acordaron realizar año tras año la representación de la
pasión y muerte de Jesucristo.
Los habitantes oraban en la iglesia de la Cuevita, la parroquia más importante
de Iztapalapa. Este centro religioso tiene una historia muy singular. El
presidente del Comité Organizador, Roberto Guillen, cuenta: “Por el año de
1663 un grupo de oaxaqueños vino a la ciudad de México a restaurar el Cristo
de su localidad. Por aquellos tiempos los caminos eran muy inciertos, las
cuevas abundaban en la ciudad capital y se conjugó un papel muy importante,
estos oaxaqueños hicieron su recorrido a pie y en temporada de lluvia”.
Continúa Guillén: “La noche sorprendió a los peregrinos, las cuevas son la
mejor protección cuando una tormenta se avecina. Al no haber otro refugio más
seguro, ellos pernoctaron en este lugar, las noches de lluvia son muy largas,
además su cansancio era muy grande para preocuparse por su Cristo. Al día
siguiente se despertaron con el objetivo de reparar la imagen, al paso de las
horas se dieron cuenta que el Cristo había desaparecido, la búsqueda se tornó
en preocupación y finalmente encontraron al Cristo incrustado en una roca”.
Roberto asegura que de acuerdo con las creencias de este grupo de
oaxaqueños: “El Cristo quería permanecer en ese lugar, los peregrinos
oaxaqueños lo entendieron muy bien y acordaron donar la imagen para que se
edificara un templo en donde se venerara al señor Jesucristo, hoy señor de la
Cuevita”.
Dice que esta historia se la contó su abuelo y es la creencia que muchos
habitantes de Iztapalapa tienen de su iglesia principal. Sin embargo, no hay
ningún documento que pueda comprobar, desmentir o ahondar en más
70
detalles.
Dichos motivos hacen que la iglesia de la Cuevita sea sumamente importante
en la representación. Aquí se lleva a cabo la escenificación del Domingo de
Ramos, haciendo alusión al pasaje bíblico que cuenta la llegada de Jesucristo
al templo de Jerusalén.
En diferentes ocasiones perdemos de vista los aspectos nodales de las
festividades y tradiciones mexicanas, recordemos que nuestros ancestros son
prehispánicos, la cultura era, principalmente, ritual antes de la llegada de los
españoles, por eso no podemos olvidarnos de lo heredado.
Iztapalapa tiene su propia historia, quién podría pensar que fue habitado por los
aztecas, este lugar dejó impresionados a los españoles. Hoy la geografía ha
cambiado y los siglos han pasado, a pesar de ello, los lugareños siguen
conservando las costumbres.
Fray Bernardino de Sahagún en su libro Historia General de las Cosas de la
Nueva España describe: “Con la caída del imperio tolteca un grupo de
habitantes se fue a vivir a los alrededores del Cerro de la Estrella. En ese lugar
establecieron un señorío llamado Culhuacán, que junto a Azcapotzalco y
Texcoco formaban los tres poderíos más grandes de México-Tenochtitlan”.
Culhuacán fue creciendo y se fueron asentando los aztecas, ellos eran
guerreros, pues su imperio al ser rico y productivo siempre fue objetivo de
constantes invasiones y arduos combates. Al pasar los años Culhuacán formó
parte, definitivamente, de Tenochtitlan. Así, Itzcóatl fundó Iztapalapa. Su primer
gobernante fue Cuitláhuac.
Iztapalapa era un lugar majestuoso, tenía palacios, templos, canales, estaba
situada a los alrededores del Cerro de la Estrella, en sus faldas había un
templo indígena dedicado a Tezcatlipoca (actualmente ocupado por la iglesia
de la Cuevita).
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Iztapalapa perdió su esplendor en la época colonial, muchos de sus amplios
territorios fueron arrebatados por el gobernante de la ciudad, llamado Cabildo.
Los colonizadores como buenos estrategas políticos concentraron su territorio
en el centro de la ciudad, por eso Iztapalapa fue reducida drásticamente.
Cada 52 años era encendido el Fuego Nuevo, tenía una significación religiosa,
los habitantes utilizaban el calendario azteca para concluir no un siglo, sino
más bien el fin e inicio de un nuevo ciclo de vida, era la creencia de renovar la
vida. El encendido se realizaba el último día del ciclo, eran tres intentos, si no
se conseguía obtener el fuego se corría el riesgo de condenar a la humanidad y
por ende sería el fin del mundo.
El fuego tenía una característica especial, para encenderlo se tomaba a un
verdadero guerrero y con una lanza puntiaguda se perforaba el pecho del
guerrero hasta conseguir el fuego de la vida.
El Cerro de la Estrella es el cerro más grande del Distrito Federal, tiene una
altura de 225 metros sobre el nivel de la metrópoli.
Como podemos darnos cuenta, el lugar está lleno de tradiciones prehispánicas,
tiene una amplia cultura, sus celebraciones datan de muchos siglos y lo más
importante es que todavía se preservan.
Hoy en día se siguen conjugando tradiciones rituales y religiosas que hacen de
Iztapalapa un lugar perfecto para una representación digna. Puesto que
disfrazan la demarcación para ofrecerle a los visitantes credibilidad y realismo.
Los actores son, de manera principal, quienes aportan más entusiasmo a la
pasión, con sus acertadas actuaciones y sus detallados vestuarios hacen
creernos que en realidad nos transportamos a la antigua Jerusalén, nos
confunden y nos hacen sentir testigos de la vida de Jesús.
Ese apego por el culto a los guerreros se ha transformado, si bien hoy ya no se
sacrifica a nadie para encender al fuego sí se hace del Cristo de Iztapalapa un
Salvador del mundo.
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La crucifixión representa todo lo tradicional; en primera instancia se realiza para
conmemorar y recordarles a todos los fieles católicos que Jesús dio la vida por
ellos, además se sigue realizando por la salvación de un nuevo ciclo de vida y
finalmente para agradecerle al señor de la Cuevita el fin del cólera morbus.
Este agradecimiento hace que los jóvenes decidan participar en esta
representación porque tienen motivaciones morales, la mayoría de ellos
conservan y fortalecen su fe católica y a través de su participación intentan
liberarse, renovarse y purificarse de todos sus malos comportamientos. Porque
su cansancio, su dolor y arrepentimiento están ofrecidos hacia su Dios, ellos
aseguran que “Dios al ver todas las muestras de humildad, los perdonará y los
eximirá de todos los pecados que han cometido”.
En 2013 se cumplieron 170 años de la representación de la Semana Santa en
Iztapalapa, fue interrumpida de 1910 a 1917, durante los años de la Revolución
Mexicana, pero según habitantes, al triunfo de Zapata, él prestó los caballos y
dio las facilidades a los colonos para que la tradición no se perdiera.
Como todo es tradición en Iztapalapa, hasta hace unos 20 años, sólo podían
participar en la representación los hijos o cualquier otro familiar de los
organizadores, es decir, los personajes eran heredados. Dichas decisiones
trajeron una serie de conflictos a la pasión.
Roberto Guillén dice que su padre fue quien impulsó la idea de las audiciones o
castings, como ahora se les conoce. Recuerda que su padre dijo: “todos los
jóvenes, por el puro hecho de ser iztapalapenses deben tener la oportunidad de
reencarnar a algún personaje”.
Guillén asegura que a través de los años se han ido modificando los
mecanismos de selección, al principio sólo bastaba que se presentaran y que
explicaran los motivos por los cuales deseaban participar, después se dieron
cuenta que eso no era suficiente y que necesitaban también calificar los rasgos
físicos, al menos, exigirles una complexión delgada y una edad mínima y
máxima; en el caso de la Virgen tiene que ser entre los 16 y 20 años, el Cristo
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debe rondar entre los 18 y 25 años.
Éstos fueron los inicios de la selección, después se incrementaron los
requisitos, y éstos tuvieron que ver con la economía de cada participante, pues
no bastaba con cubrir lo que anteriormente cité, ahora también debían tener
recursos para comprar todos sus vestuarios, que año tras año son modificados,
así como los maquillajes y demás accesorios.
Hoy además se les piden rasgos físicos e incluso que hagan una prueba de
lectura, las ropas que traen al momento de la audición también son
importantes, porque como comenta Guillén: “la representación es visual y ellos
se tienen que ver bien ante las cámaras, pero más ante su público, porque la
gente no sólo viene por la representación, sino por la imagen que ellos
proyecten”.
El día de la selección: todos contra todos
Las audiciones comienzan a principios de enero de cada año, las filas son
inmensas y las posibilidades son pequeñas. Para el papel de Jesucristo acuden
alrededor de 50 hombres nativos de Iztapalapa. El papel de la Virgen María
también consigue que unas 40 jovencitas se motiven para participar en la
selección.
Lo menciono porque más adelante leerán que la evaluación es ardua desde el
principio, la apariencia física cuenta mucho, sobre todo en 2013; los
organizadores pusieron mucho énfasis en rostros y cuerpos más estéticos,
específicamente para quienes aspiraban a representar a las vírgenes.
El papel de los apóstoles es menos reñido, según Roberto Guillén: “los
apóstoles son personajes que han tenido puestos importantes en años
anteriores, estos pueden ser Cristos, Judas o cualquier otro que así lo desee”.
Sin embargo, esto no quiere decir que se les prohíba la audición a otros
jóvenes que nunca han participado.
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La selección inicia por la tarde, el primer día de audiciones está destinado a
aquellas jóvenes que quieran representar a María, la madre de Cristo, la
selección empieza desde el momento en que entran a la casa de ensayos.
Las jóvenes no saben que al cruzar el portón, están siendo evaluadas, la
primera prueba consiste en la apariencia física, su rostro debe proyectar
ternura, además un gran parecido con el perfil de la madre de Cristo.
La segunda evaluación es la lectura en voz alta. Los organizadores toman
cualquier versículo de la Biblia y piden a las candidatas que lean un párrafo en
voz alta, con esta prueba el jurado se da cuenta de la seguridad, la dicción y la
expresión de las asistentes.
De las 40 candidatas sólo eligen a diez jóvenes y el jurado finalmente decide y
determina quién representará a María; la prueba no ha concluido ahí. Una vez
que ya tienen a la representante, se le pregunta si está comprometida con el
papel que va a desempeñar, si ella contesta que sí, entonces viene la pregunta
decisiva.
Esa pregunta tiene que ver con la cuestión económica, a la candidata se le
pregunta si cuenta con recursos y si estará dispuesta a correr con todos los
gastos de maquillaje y vestuarios; la suma total alcanza los $10,000. En 2013
esa fue la cifra real, obviamente que cada año se modifica debido al incremento
de los precios de las telas y cosméticos teatrales.
Es importante decir que los participantes de la representación corren con todos
los gastos de vestuario, maquillaje y accesorios. Por ejemplo, el Cristo además
de sus cuatro túnicas satinadas y sus capas, tiene que lucir una peluca de 20
centímetros, así como una barba postiza, ambas requieren de un adhesivo que
cuesta $300 el frasco y deberán comprar tres.
Las vírgenes no utilizan nada postizo, ellas tienen que comprar maquillaje que
sea resistente a altas temperaturas, para no correr el riesgo de que éste se
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derrita por el calor, lo más costoso para ellas son las incrustaciones y detalles
que llevan sus vestuarios, porque la mayoría opta por la pedrería y las cadenas
de oro, aunque esto es opcional porque tiene que ver con la situación
económica de cada joven.
Las autoridades delegacionales apoyan en la logística y seguridad del evento.
Su apoyo consiste en facilitar elementos de seguridad, así como la instalación
de carpas para la hidratación, carpas de protección civil y carpas de la Cruz
Roja, quienes dan servicio a los espectadores y a los actores.
El Comité Organizador es el responsable de todos los gastos, ellos recaudan
el dinero gracias al apoyo de los habitantes. A partir de enero, además de las
audiciones, arranca una colecta de cooperación voluntaria, cuyo dinero se
ocupa para la instalación de los escenarios.
Quiero ser el Cristo
La selección del Cristo de Iztapalapa es extremadamente rigurosa, dado que
este papel es el más solicitado e incluso codiciado por cualquier habitante de
Iztapalapa; si uno le pregunta a cualquier niño de esta demarcación acerca de
quién te gustaría ser en la representación, ellos contestan que Cristo. Es el
sueño y anhelo de muchos, y el cumplimiento de pocos.
Jesús Flores, Cristo de Iztapalapa de 2013, comenta: “Yo desde muy pequeño
deseaba ser Cristo, siempre me llevaba mi mamá a ver los recorridos y yo me
imaginaba que algún día estaría caminando entre todas esas personas. Mi
mamá me decía que tenía que ser buen niño para poder estar ahí, la verdad no
sé si he sido bueno o malo, lo que sé es que fui el Cristo y cumplí mi sueño y
también le cumplí a mi familia, porque siempre se los había prometido”.
— ¿Fue muy difícil ser seleccionado?
— Fue muy difícil la selección, fuimos 37 o 38 jóvenes los que hicimos el
casting, yo jamás los conocí, porque así como vas llegando te llevan a
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diferentes lugares de la casa para evitar la comunicación con los demás
aspirantes, no sé por qué. Tuve que esperar dos horas para pasar, me hicieron
las pruebas, pero la verdad cometí varios errores en mi lectura, en ese
momento creí que ya no sería el Cristo, luego de dos semanas me llamaron y
me dieron la noticia, me sentí muy contento, en ese momento no piensas en
nada ni en nadie, yo sólo quería gritarle a todo el mundo que sería Cristo.
Las audiciones se realizan durante dos domingos consecutivos, comienzan
muy temprano. Los jóvenes aspirantes pasan uno a uno, presentan las mismas
pruebas de selección que las candidatas a representar a la Virgen María: la del
físico y la de lectura.
Cuando ya se tiene a los tres mejores candidatos se les pregunta si están
dispuestos a cubrir los gastos que conlleva su papel, este año rebasó los
$8000.
Hay tres jóvenes y cualquiera de ellos puede ser el elegido. Los organizadores
realizan una ardua labor de indagación acerca de la vida y costumbres de estas
tres personas, que consiste en la investigación de abuelos, padres, hermanos,
amigos, a todos, incluso preguntan si han incurrido en actos que alteren el
orden, como riñas con otras personas, si los han visto ingerir bebidas
alcohólicas en la vía pública o algún otro detalle que no los haga merecedores
de representar al Cristo.
Roberto Guillén dice que este año sí fue complicada la designación del Cristo,
“porque había un muy buen candidato, cumplía con los requisitos físicos
requeridos, su lectura era fluida, su familia tenía intachable reputación entre los
vecinos, pero tenía un pequeño detalle: un tatuaje en forma de cruz, de unos 2
centímetros, en su brazo derecho”.
—Y, ¿cómo te diste cuenta de eso, si no los revisan del cuerpo, o si?
—Efectivamente, a nadie se le revisa, pero un vecino de este joven se lo contó
a uno de los investigadores, y ese pequeño detalle le impidió ser el Cristo, por
lo que tomó una semana más en designar al Cristo, incluso pensamos que
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repetiríamos al Cristo del año anterior porque los tiempos ya nos estaban
ganando, pero afortunadamente, encontramos a un digno representante.
Roberto Guillén explica: “una vez concluida la investigación que dura ocho días
se cita a los jóvenes y finalmente se les dice quién es el mejor candidato para
representar al Cristo de Iztapalapa. La investigación puede durar más, porque
en diversas ocasiones se tienen dos finalistas, la diferencia puede radicar en
que la familia de uno de ellos no sea nativa de los ocho barrios o que
simplemente no cuente con la altura suficiente (1.75 metros), aunque sólo sea
por un centímetro, o que ocurra una situación especial como la de este año”.
Ahora que ya están todos los participantes se tienen que empezar los ensayos,
lo primero que les dan a leer es la obra en la cual se basa esta representación,
la mayor parte de los parlamentos pertenecen a una obra épica del siglo XVIII
titulada El Mártir del Gólgota del dramaturgo español Enrique Pérez.
También ya es costumbre que todos los actores asistan, juntos, a misa todos
los domingos en la Parroquia de San Lucas, aquí “los van preparando
mentalmente y sobre todo los hacen conscientes que aunque sea una
representación, tienen un reto muy importante, puesto que no es la vida de
cualquier persona la que van a escenificar, sino la de Dios”, asegura el párroco
de esta Iglesia, Fernando Callejas.
El Cristo de 2013, Jesús Flores, dice que es de vital importancia la participación
de los sacerdotes, pues aunque no es un acto netamente eclesiástico, sí se
requiere de un guía espiritual y sea éste quien les explique el significado de
cada una de las escenas que se representarán.
Los nazarenos forman una valla humana para marcar el camino por el que
andarán la Virgen María y Cristo, una vez que ya todos están congregados, el
sacerdote de esta Iglesia les bendice las palmas que traen en sus manos, y los
invita a sentarse, dentro de la iglesia, para que escuchen la ya tradicional misa
dominical de este templo.
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Una vez concluida la misa, a las afueras de este recinto católico, el Comité
Organizador de Semana Santa inicia la colecta entre los nazarenos y vírgenes
de pueblo, a cambio les entregan un logotipo, que deberán portar en todo
momento del lado derecho de su pecho.
Este logotipo sirve como identificación oficial de todos los actores registrados,
quien no lo porte no podrá ascender al Cerro de la Estrella, durante esos días,
ni mucho menos participar en los recorridos.
Además, es una medida de seguridad para que las autoridades sepan cuántos
policías mandar a que resguarden la integridad de estos jóvenes, aparte de los
miles que estarán vigilando la representación.
A partir de este momento inicia, oficialmente, el primer recorrido que harán
todos los jóvenes actores. Su primera parada ocurrirá en la iglesia de la
Cuevita, en donde ya los esperan cientos de personas para que se escenifique
la entrada al templo de Jerusalén.
Después de su visita el templo de la Cuevita, se dirigirán a la iglesia principal
de cada uno de los ocho barrios que conforman el centro de Iztapalapa. Así es
como concluye este primer día de Semana Santa en esta demarcación.
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REFLEXIONES FINALES
Es importante aclarar que las siguientes reflexiones no forman parte del
reportaje, puesto que éstas van dentro del mismo texto periodístico, sin
embargo, este apartado forma parte de la tesis como trabajo de titulación.
Realicé más de 25 entrevistas a los jóvenes actores y sólo decidí retomar las
más significativas, aquellas que revelaban su sentir en este Vía Crucis.
Mediante las entrevistas indagué los principales motivos por los cuales jóvenes
de entre 16 y 24 años participan en la representación de la Semana Santa en
Iztapalapa.
También me interesaba saber por qué participaban, pues sin pago ni fama
mediática no me explicaba por qué hacían inmensas filas para tener un casting
y ser seleccionados, tampoco entendía por qué tenían que costear sus
vestuarios, si se supone que la delegación y el Comité Organizador son los
responsables de la representación. Hoy todas esas dudas han quedado
disipadas en este reportaje.
Tenía que vivir de cerca cada momento para que pudiera entenderlo y
describirlo. No fue sencillo caminar más de 20 kilómetros, pero eso no importa
porque resultó un trabajo periodístico que ya merecía tener la Representación
de Semana Santa en Iztapalapa.
Viví con los actores el cansancio y la sed, supe exactamente qué es ser un
actor en este Vía Crucis. Pues aunque no participé caracterizado, sí he tenido
la oportunidad hacer los recorridos junto con los actores desde hace 6 años.
Entrevisté a actores de otras ediciones de Semana Santa en Iztapalapa, que
fueron ellos los que me ayudaron a despejar todas estas incógnitas que había
desde el momento en que elegí el tema. No me quise centrar en los actores de
2013 porque quería demostrar que la reivindicación y la fe católica se ven
reforzadas no cuando se quitan el disfraz, sino conforme van pasando los años,
luego de su participación
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Agradezco el apoyo y las facilidades que me brindó el Presidente del Comité
Organizador de Semana Santa en Iztapalapa, porque a lo largo de estos seis
años me ha aportado información que nunca antes había sido revelada a
ningún medio de comunicación. También agradezco que me haya permitido
estar en todo el proceso de selección de los personajes, así como todos los
ensayos. Durante estos dos últimos procesos pude entrevistar a muchas de
mis fuentes.
Doy las gracias al Cristo de 2007, José Manuel Roldán Guillén, por
concederme una entrevista, y acceder a caminar junto conmigo 4 kilómetros,
durante los cuales pregunté todo lo que la gente necesita saber, para
imaginarse lo que siente el Cristo al momento de ir caminando entre miles de
personas.
Con la culminación de este reportaje rindo un homenaje a todos los actores que
han participado durante estos 170 años en la representación, ya merecían
tener voz y crédito en esta pasión. Porque mediante las entrevistas y la
búsqueda de información supe que la Semana Santa de Iztapalapa es posible
gracias al entusiasmo y participación de todos los actores, es muy sencillo: sin
actores no hay representación.
Como quería un texto inédito, cambié la estructura preliminar de este reportaje,
no quise iniciar con los antecedentes, que si bien son importantes, no es
necesario colocarlos al principio, traté de darle un mayor impacto a mi trabajo,
iniciando con las entrevistas y culminando con lo histórico, porque como lo
expliqué en la introducción, todos sabemos por qué los habitantes de
Iztapalapa representan la pasión y si no lo sabemos, los medios de
comunicación se encargan, cada año, de remontarnos a los orígenes.
La metodología propuesta por Ulibarri me fue dando la pauta para que se
cumplieran los objetivos del reportaje:
1.- Explicar los motivos por los que jóvenes de entre 16 y 24 años participan en
la Semana Santa de Iztapalapa.
2.-Describir los aspectos que dan realismo a la representación, mismo que la
han convertido en la más vista y visitada a nivel mundial.
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3.-Dar a conocer que el Cristo y las vírgenes de Iztapalapa participan por fervor
católico, mientras que los nazarenos lo hacen para cumplir una manda o
promesa.
4.- Explicar por qué los jóvenes, luego de su participación, se sienten liberados
moral y espiritualmente.
El primer paso de Ulibarri habla de la idea; yo pensé que sería fácil conseguir la
información, tenía todos los medios a mi alcance, pero nunca imaginé que
tendrían que pasar más de cinco años para poder conseguir todas las
entrevistas que necesitaba. Tenía mucha información, pero luego de leerla me
di cuenta de que no aportaban nada nuevo, sólo hablaban de la Aprehensión,
Crucifixión y Resurrección, pero no había esos datos interesantes que yo
necesitaba, en ese momento supe que mis fuentes de información serían los
actores y el Presidente del Comité Organizador de Semana Santa en
Iztapalapa, Roberto Guillén.
A través de las entrevistas pude constatar que mis propósitos, segundo paso
de Ulibarri, se estaban cumpliendo, fue información útil y de primera mano.
Hasta ese momento el reportaje estaba bien enfocado, pero por momentos
sentía que el reportaje se estaba quedando en lo informativo, que al igual que
otros trabajos, Semana Santa en Iztapalapa, un acto de convicción católica era
repetitivo, cuyo contenido era igual o muy parecido a todos los existentes.
La investigación documental me tomó muchos meses conseguirla y otros más
leerla. Revisé la historia y la geografía prehispánica de Iztapalapa, esa
información me remitió a consultar libros de la época, pero necesitaba hacerlo
para comprender por qué los habitantes de la delegación tienen tan arraigadas
sus costumbres y, sobre todo, sus festividades.
La selección de todos los libros y entrevistas quedó plasmada en el reportaje,
omití la información y las entrevistas que no tenían nada que ver con alguno de
los objetivos iniciales de la investigación. No dudo que dentro de las omisiones
haya información muy valiosa, pero en este momento no era necesaria.
El reportaje tuvo cambios significativos, desde su organización hasta su forma
de redactarse. Sabía que existía un estilo directo e indirecto, pero no lograba
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entender por qué siempre se recomienda emplear el estilo directo, ahora sé
que una de las ventajas de utilizarlo es para dar mayor credibilidad a lo escrito.
En un momento opté por el estilo indirecto porque pretendía ser el protagonista
del reportaje, sentía que de esa manera se daba mayor certeza al lector.
En mi etapa de estudiante los profesores siempre decían que el reportaje es el
rey de todos los géneros periodísticos, que en él se englobaban todos los
demás, ahora puedo constar esa afirmación porque investigué la información
que me proporcionaron algunas notas informativas; realicé crónicas para
describir los recorridos y las escenificaciones; entrevisté a los jóvenes actores
para que compartieran su testimonio.
Ahora entiendo por qué Mario Rojas Avendaño dice que un reportaje no se da
de forma pura, sería complicado diferenciar si el reportaje que realicé es de tipo
expositivo, narrativo, anecdótico o retrospectivo, a mi juicio tiene la esencia de
cada uno de ellos. Lo importante es hacer esa combinación perfecta, para que
el lector tenga un texto periodístico inédito.
Pero no sólo quería tener un texto inédito, sino auténtico como Dallal define al
reportaje; al ser un género tan amplio te permite escribir con mayor libertad,
porque no te tienes que sujetar a determinada características, como es el caso
de la nota informativa, la crónica o la entrevista.
El pasado reportaje también tuvo un punto de vista propio, no sólo la cercanía,
o la facilidad de poder entrevistar a los actores me motivaron a investigar el
tema, hay una anécdota.
Quiero compartir con mis lectores una historia personal. Luego de investigar
sobre este tema, entrevistar a actores y hacer los recorridos de este Vía Crucis,
supe la importancia que tiene la Semana Santa para los habitantes de esta
demarcación política.
Como lo expliqué en “El día de la selección: todos contra todos”, a cualquier
niño de Iztapalapa le gustaría ser el Cristo de Iztapalapa. Esa frase siempre
estuvo taladrando en mi cabeza desde que tengo uso de razón, efectivamente,
al ser yo un habitante de dicha demarcación, también tuve mi interés por llegar
83
a ser el Cristo algún día, jamás pude consumar mi anhelo porque no soy
oriundo de ninguno de los ocho barrios.
Eso es parte de mi pasado, no me avergüenzo, al contrario, sigo lamentando
en que las condiciones de selección sean tan tajantes, porque si bien ya no
podría ser yo el Cristo, por mi edad, muchos jóvenes que tampoco son
oriundos, como yo, les fascinaría representar a Cristo.
Esos anhelos quedaron en mi pasado, pero ahora que tengo este reportaje, sé
que cumplí mis objetivos; el primero: titularme; y el segundo: saber qué se
siente ser el Cristo, mediante mis recorridos y mis entrevistas.
Finalmente, la Semana Santa en Iztapalapa cambia de actores cada año, pero
los procesos, recorridos y sentimientos de los jóvenes actores, así como el de
las personas son los mismos.
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FUENTES CONSULTADAS
ENTREVISTAS
Actores
Jesús Flores.- Cristo en 2013
Paola Guzmán Mosco.- Virgen María en 2008
Hugo Martín Canto.- nazareno
Alma Granados Torres.- Verónica en 2008
Víctor Estrada.- nazareno y sumo sacerdote en 2008
Nayelli Reyes Ramírez.- Soledad en 2008
Antonio Reyes.- apóstol Felipe en 2006
Rodrigo Neri.- nazareno
José Manuel Roldán Guillén.- Cristo en 2007
Raúl Horacio González.- Ángel en 2003
Especialistas
Roberto Guillén Flores.- Presidente del Comité Organizador de Semana Santa
en Iztapalapa
Fernando Callejas.- párroco de la Iglesia de San Lucas
Edmundo Duarte.- presbítero de la parroquia Transfiguración el Manto
85
BIBLIOGRAFÍA
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FCPyS. UNAM, 1983.
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Ed. Porrúa, 1976.
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Kapuscinski, Ryzard. Los cínicos no sirven para este oficio: sobre el buen
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Rojas, Mario. El reportaje moderno, México, Ed. FCPyS. UNAM, 1976.
86
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España, México, Ed. Porrúa, 1956.
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