7/25/2019 Venezuela Heroica de Eduardo Blanco
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Venezuela Heroica de Eduardo Blanco
La Victoria
(12 de febrero de 1814)
II
He aqu el ao terrible! El ao de las sangres y de las pruebas en cuyo
prtico aparece escrito por la espada de Boves, el Lasciate ogni speranza para
los republicanos de Venezuela.
En torno de aquel eroz caudillo, iprovisado por el odio, "s que por el
anatiso realista, las #ordas diseinadas en la dilatada regin de nuestraspapas, invaden, coo las tuultuosas olas de ar ebravecida, las
coarcas #asta entonces vedadas a sus depredaciones.
$ayor n%ero de &inetes &a"s se viera reunido en los capos de
Venezuela. 'e cada cepa de yerba pareca #aber brotado un #obre y un
caballo. 'e cada bosque, coo ieras acosadas por el incendio, surgan
legiones aradas, prestas a cobatir. (os ros, los caos, los torrentes que
cruzan las llanuras, aparecen erizados de lanzas y arro&an a sus riberas tropel
inn%ero de escuadrones salva&es, capaces de copetir con los antiguos
centauros.
)uelta la rienda, #abrientos de botn y venganzas, ipetuosos coo
una r"aga de tepestad, oc#o il llaneros coandados por Boves #acen
teblar la tierra ba&o los cascos de sus caballos que galopan veloces #acia el
centro del territorio deendido por el (ibertador.
*ube de polvo, enro&ecida por el rele&o de le&anos incendios, se e+tiende
cual atdico anto sobre la rica vegetacin de nuestros capos. oblaciones
enteras abandonan sus #ogares. 'esiertas y silenciosas se e+#iben las villas y
aldeas por donde pasa, con la ipetuosidad del #urac"n, la selv"tica alange,
en pos de aquel deonio que le orece #asta la #artura el botn y la sangre, y a
quien ella sigue en inernal tuulto cual s-quito de urias al dios del e+terinio.
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Es la invasin de la llanura sobre la ontaa el desbordaiento de la
barbarie sobre la /ep%blica naciente.
0onlictiva de suyo la situacin de los republicanos, se agrava con laapro+iacin inesperada del poderoso e&-rcito de Boves.
Bolvar intenta detener las #ordas invasoras, oponi-ndoles el vencedor en
$osquiteros1, con el ayor n%ero de tropas que le es dado presentar en
batalla. Vana esperanza. 0apo Elas es arrollado en 2(a uerta1, y sus tres
il soldados acuc#illados sin isericordia. 3an unesto desastre aenaza de
uerte la e+istencia de la /ep%blica. 0apo Elas vencido, es la base del
e&-rcito perdida, es el laco abierto, la cat"stroe inevitable.
3odos los sacriicios y prodigios consuados por el e&-rcito patriota para
conservar ba&o las aras la parte de territorio tan costosaente adquirida, van
a quedar burlados.
(a onda invasora se adelanta rugiendo nada le resiste, todo lo aniquila.
'etr"s de aquel tropel de inditos corceles, ba&o cuyas pisadas parece sudar
sangre la tierra, los capos quedan yeros, las villas incendiadas sin pan elrico, sin aparo el indigente y el pavor, coo ave atdica, cerni-ndose sobre
ailias abandonadas y grupos despavoridos y #abrientos que recorren las
selvas coo tribus errantes.
El nobre de Boves resuena en los odos aericanos coo la tropeta
apocalptica!
0unde el terror en todos los corazones4 ina de desconianza el
entusiaso del soldado4 0aracas se estreece de espanto, coo si ya
golpearan a sus puertas las #uestes del eroz asturiano4 decae la e en los "s
alentados, y una par"lisis violenta, producida por el terror, aenaza anonadar
al patriotiso. 0ual si uno de los gigantes de la andina cordillera #ubiese
voitado de iproviso gran tepestad de lavas y escorias capaz de soterrar el
continente aericano, todo tiebla y toda se derruba.
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)lo Bolvar no se conueve4 superior a las veleidades de la ortuna, para
su ala no #ay contrariedad, ni sacriicio, ni prueba desastrosa que la avasalle
ni la postre.
)in detenerse a deplorar los #ec#os consuados, alcanza con el
rel"pago del genio los #orizontes de la patria4 pesa la situacin e+trea que
le trae la derrota de 0apo Elas y la doble invasin que practican a la vez
/osete y Boves sobre la capital y sobre el centro de la /ep%blica4 ide sus
propias uerzas, que nunca encontr d-biles para luc#ar por la idea que
sostuvo, y concibe y pone en pr"ctica, con en-rgica resolucin, un nuevo plan
de ataque y de deensa.
)eguido de parte de las tropas con que asedia uerto 0abello, va a i&ar
en Valencia su cuartel general4 punto c-ntrico desde el cual con acilidad puede
au+iliar a '5 Eluyar, a quien #a de&ado rente a los uros de la plaza sitiada4 al
ala izquierda del e&-rcito patriota, que cubre el 6ccidente4 y a atender al
conlicto producido en 7ragua con la apro+iacin de Boves.
7 tiepo que /ibas iprovisa en 0aracas una divisin para arc#ar
sobre el eneigo, 7ldao recibe orden de ortiicar el estrec#o de la 0abrera,
donde va a situarse 0apo Elas con los pocos inantes salvados de la
atanza de (a uerta.
7 8rdaneta que cobate en 6ccidente, se le e+ige reorzar con parte de
sus tropas las ilicias que se organizan en Valencia. 9nstasele a $ario a que
acuda en au+ilio del 0entro. 'ctase edidas e+treas, pnese a prueba el
patriotiso4 al que puede ane&ar un usil se le #ace soldado4 ac-ptase la
luc#a, por desigual que sea4 y $ariano $ontilla, con algunos &inetes, sale veloz
del cuartel general, se abre paso por entre las guerrillas eneigas que inestan
la coarca, y va a llevar a /ibas las %ltias disposiciones del (ibertador.
*ada se oite en tan diciles circunstancias4 lo que est" en las acultades
del #obre, se e&ecuta, lo de"s toca a la suerte decidirlo.
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El conlicto entre tanto, crece con rapidez. 0oo aquellos terribles
conquistadores asi"ticos, "vidos de poder y venganza, Boves se adelanta por
entre un ro de sangre, que alientan sus eroces llaneros al resplandor
siniestro de cien cabaas y aldeas incendiadas, que el invasor va de&ando tras
s convertidas en ceniza.
7percibido a la deensa, el (ibertador aguarda coniado en su destino la
sucesin de los aconteciientos que van a eectuarse. 7l terror general que le
circunda, opone, coo uerza ayor, su car"cter tenaz e incontrastable4 al
#urac"n que se desata para aniquilarle, enrenta en prier t-rino, toda una
ortaleza4 el corazn de :os- ;-li+ /ibas.
El &aguar de las papas va a edirse con el len de la sierra4 son dos
gigantes que rivalizan en pu&anza y que por la priera vez van a encontrarse.
III
7penas son siete batallones que no e+ceden en con&unto de > plazas,
un escuadrn de dragones y cinco piezas de capaa, /ibas ocupa (a
Victoria, aenazada a la sazn por el e&-rcito realista. Escaso es el n%ero de
cobatientes que el general republicano va a oponer al eneigo, pero el
renobre adquirido por este &ee aortunado alienta a cuantos le acopaan.
Epero, ?)ab-is qui-nes coponen, en "s de un tercio, ese grupo de
soldados con que pretende /ibas cobatir al victorioso e&-rcito de Boves@
arece inconcebible!.
En tres aos de luc#a, 0aracas #aba orendado toda la sangre de sus
#i&os al insaciable vapiro de la guerra4 #all"base e+tenuada, sin #obres que
aportar a la deensa de su inv"lido territorio4 y al reclao de la patria en peligro,
slo #aba podido orecerle sus "s caras esperanzas los alunos de la
8niversidad.
7ll van a buscarse los nuevos lidiadores que e+#ibe la /ep%blica en
aquellos das cl"sicos de cruentos sacriicios y una generacin, todava
adolescente, abandona las aulas y el Nebrijapara toar el usil.
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)obre la beca del seinarista se ostenta de iproviso los arreos del
soldado. A parten en solicitud del eneigo los iberbes conscriptos,
conundidos con las tropas de lnea4 y aprenden de caino, el ane&o del ara
que los abrua con su peso, as coo acostubran el odo a los toques de
guerra, y a las voces de ando de aquellos nuevos decuriones que se
proeten ensearles a orir por la atria.
3odos arc#an contentos4 dirase que est"n de vacaciones. obres
nios! ?(igero bozo sobrea apenas sus labios y ya la plvora va a
enardecerles el corazn4 apenas la sangre generosa de sus padres sienten
correr ardiente por las venas, y ya van a derraarla! (a atria lo reclaa!.
(ibertad!, (ibertad!, cu"nta sangre y cu"ntas l"grias se #an vertido por
tu causa y todava #ay tiranos en el undo!.
(a situacin de (a Victoria #asta entonces desguarnecida, y en la
e+pectativa de ver caer sobre ella el azote del cielo, coo a Boves nobraban,
e+presa elocuenteente el grado de terror que inunda en nuestras asas
populares la ira, &a"s apaciguada, de aquel eroz aliado de la uerte, a quien
la vista de la sangre produca v-rtigos voluptuosos y ruiciones inernales.
3oda #uana criatura sin distincin de edad, se+o o condicin social,
trataba de desaparecer de la presencia de tan unesto aventurero.
(os bosques se llenaban de aedrentados ugitivos, que preeran coniar
la vida de sus #i&os a las ieras de las selvas, antes que a la cleencia de aquel
onstruo de corazn de #ierro, que &a"s conoci la piedad.
En el poblado, el silencio lo doinaba todo4 nada se ova4 casi no se
respiraba. (os nios y las aves do-sticas, parecan #aber enudecido4 los
arroyos callaban4 el viento iso no produca en los "rboles sino oscilaciones
sin susurros.
(os que #aban podido #uir a las ontaas se inclinaban abatidos en el
recinto del #ogar, buscaban la oscuridad para ocultarse en ella coo en los
pliegues de un anto ipenetrable, y a cada instante, sobrecogidos de pavor,
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crean or ruidos siniestros, precursores de la cat"stroe que los aenazaba,
ruidos que no deseaban escuc#ar, pero que el terror saba ingirles,
#aci-ndoles "s larga y palpitante la zozobra.
/ibas ue acogido por aquel pueblo agonizante coo enviado del cielo.
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SAN MAE!
("ebrero # $arzo de 1814)
I
'igno del noble orgullo de una raza viril es el recuerdo de esta &ornada
insigne, ya que el alto e&eplo de #eroica abnegacin que en ella se consagra4
ya por la e+celsaaniestacin que dio a la 7-rica, de lo inle+ible de aquella
voluntad que acoeta, coniada slo en su propio valer y su pu&anza, la
conquista "s noble y "s gloriosa a que puede aspirar el aor patrio.
2)an $ateo1 no es sipleente una batalla. Entre los episodios "s
trascendentales de nuestra guerra de independencia, igura en prier t-rino4
siboliza el #eroso de la revolucin.
II
8n sol desaparece y otro se levanta.
Entre los escobros de la revolucin, aniquilada #asta en susundaentos por el triuno inesperado y sorprendente de $onteverde, se
eclipsa la #istrica igura de $iranda alta virtud a quien #aba coniado sus
destinos la naciente /ep%blica. 7p"gase en el polvo, donde cae destrozado el
altar de la patria, el uego sacro de la idea redentora. 'esaya el sentiiento
que provoc a la rebelin. El cielo de las #alagCeas esperanzas se obscurece
de s%bito, y las sobras de un nuevo cautiverio coo lbrega noc#e,
aenazan cubrir la inensa tuba, donde parece sepultada para siepre, conel #eroico esuerzo, la "s noble aspiracin de todo un pueblo.
'os aos de luc#a, entorpecida por inructuosos ensayos de sisteas
polticos al aconse&ados por la ine+periencia en los negocios p%blicos, unidos
al desaliento de candorosas esperanzas rustradas, al encono latente de
rivalidades peligrosas, y a la aenaza, &a"s bien escondida al egoso, de
arrostras a%n "s serios conlictos y recias tepestades, antes del deinitivo
aianzaiento de las nuevas instituciones, #aban gastados los resortes
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polticos de la revolucin, ellado la entereza de sus "s esorzados
apstoles, y entibiado entre la ultitud el entusiaso, de suyo escaso, por una
causa, al parecer, de tan dicil coo reota estabilidad.
ara
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0uan", quiz"s la "s #erida de las provincias orientales por la erocidad
de sus doinadores, es la priera que reacciona, pero su #eroico esuerzo no
alcanza a sacudir la postracin de sus #eranas. )in ebargo, aquel nuevo
Viriato, coo graciosaente a $onteverde caliicaron sus aduladores, se
estreece de espanto ante la ruda obstinacin de los patriotas orientales, y
posedo de salva&e uror, oprie entre sus brazos, casi #asta estrangularla, la
presa que le diera la ;ortuna y que presue conservar.
lusoria esperanza! En edio de tan prounda oscuridad para la soetida
Venezuela, un gran oco de luz aparece de s%bito en la epinada cia de los
andes. 0#ispa al principio, oscilante entre los ventisqueros, acrece r"pidaente
#asta alcanzar las proporciones del dilatado incendio. En la inlaada regin de
los volcanes brilla radiosa coo el gneo penac#o del ic#inc#a, cuando viste
el gigante los terribles arreos de su iponente a&estad4 iluina con
resplandores que deslubran a la cautiva 7-rica4 inlaa el ar con los
rele&os de su ulgente lubre, y atnitos y udos la conteplan, desde el
teplo del sol #asta las playas donde 0oln de& caer el ancla de sus naos
victoriosas, los descendientes de los ncas y los #i&os sin patria de aquellos
isos #-roes que al cetro de 0astilla la dieran cual presea.
7quella inensa lubre, aquella #oguera aenazante para los e+arcados
espaoles, es el prier destello del genio de la 7-rica es Bolvar que surge
coronado de luz coo los inortales4 es la presencia del adalid apstol, que de
lo alto de su corcel de guerra, predica la nueva doctrina aericana al
resplandor ulneo de su espada.
7irado vuelve los o&os a su patria el uturo (ibertador de un undo, y la
contepla de nuevo esclavizada, oribunda, ba&o la -rrea planta de sus
ensaados opresores. En las alas del viento que sacude la tricolor bandera
sobre las cubres de los 7ndes, llegan a -l entre laentos prolongados, el
%ltio estertor de la adre ultra&ada y el c#asquido del l"tigo con que se la
lagela, atada al poste inaador de la ignoinia. :usta es la indignacin del
#-roe aericano, proundo su dolor, cuando llaa al cobate a sus propios
#eranos, sin obtener respuesta. En vano los e+#orta a proseguir la ardua
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cruzada u-stranse los "s indierentes. En vano les recuerda la altivez de
otros das, los &uraentos espont"neos de orir por la patria, la libertad
perdida y todas las iserias a que soete la tolerada esclavitud su voz se
pierde en el silencio que acrece el estupor.
7quel cuadro doloroso prueba a Bolvar lo que ya sospec#aba que la
revolucin #aba cado para no levantarse sino apoyada en un esuerzo
sobre#uano. (a tepestad revolucionaria detenida de s%bito en su r"pido
curso, #aba plegado las poderoFsas alas y, constreida por una uerza
e+traa, apenas si poda estreecer la oculta ibra del aor patrio, latente en el
recndito de pocos corazones.
'espreciada por unos, aldecida por otros, por todos relegada al olvido,
la revolucin era un cad"ver que slo una voluntad superior poda galvanizar.
Bolvar se &uzg capaz de tanto esuerzo y lo intent.
ero, ?qui-n era -l@. ?Iui-n el atrevido aventurero que osaba acoeter
tan agna epresa@ *adie lo conoca4 la co%n desgracia le #aba #ec#o
e+trao a la eoria de sus propios #eranos. 'espu-s de aquella ruina y del
estrago de una cat"stroe espantosa ?a qu- volver a provocar las iras del len
con el descabellado intento de arrancarle su presa@. *i ?co pretender
arrebatar con d-bil brazo lo que un gigante se epea en retener@ A en vano
aquel sublie ena&enado se esuerza por alentar a las vctias que perdona el
cuc#illo de eroces verdugos4 aenaza, suplica, se inlaa al in en ira, y
desnuda el acero. 7y! )u clera terrible #ar" "s que sus ruegos4 aqu-lla se
desborda, y una ola de sangre surcada de rel"pagos, desciende de las
cubres andinas con la violencia del alud, con el ragor del trueno.
(a #istoria pavorosa de aquel tiepo, escrita al resplandor de una llaa
inernal con la sangre inocente de los nios descuartizados por Juazola, sobre
el seno aterno #erido y palpitante, recoge, poseda de estupor, las treendas
palabras de Bolvar estapadas con caracteres de uego en el 'ecreto de
3ru&illo decreto aterrador, reto inaudito que le trae con las iras de todas las
pasiones, ortales aenazas e iplacables urores.
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V
Henos aqu a las puertas de aquel inierno "s espantoso que el inierno
de 'ante a la entrada de aquel periodo pavoroso de nuestra luc#a de
eancipacin, conocido con el l%gubre nobre de la guerra a muerte.
El 'ecreto de 3ru&illo, espada de dos ilos que esgrie audaz la ano de
Bolvar lo teneos delante, y es orzoso detenernos rente a rente de su
sat"nica grandeza.
7# est", coo siepre, sobro y aenazante para unos, cual un
escollo donde van a estrellarse nuestras pasadas glorias4 para otros,
deslubrador y &usticiero, coo la espada a que debi su libertad el pueblo
aericano. 6sar decir si ue digno de escoi o vituperio, si conducente o
pernicioso al t-rino eliz de la gran luc#a, es epresa tan ardua que slo la
iparcial posteridad podr" llevar a cabo.
VI
El 'ecreto de 3ru&illo es el pav-s sobre el cual aparece Bolvar en
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capaa prodigiosa, arc#a triunal del genio sobre los destrozados #ierros
del despotiso.
8n grito inenso de &%bilo y asobro se propaga por toda Venezuela./evive el aor patrio, llena los corazones, y del sangriento polvo donde cayera
e+"nie la naciente /ep%blica, se alza de nuevo a&estuosa y terrible al
aparo de Bolvar y de su incontrastable voluntad.
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7 pesar del rec#azo que #aban surido los realistas, era en e+treo
conlictiva la situacin de la coarca. El terror doinaba todos los "nios.
oblaciones enteras #uan despavoridas a la apro+iacin de las #ordas de
Boves, y una eigracin nuerosa alua al cuartel general republicano
buscando aparo en el e&-rcito.l
*ios, u&eres y ancianos sobrecogidos de espanto, enlaquecidos por la
iseria, seguan los cuerpos que velozente iban reconcentr"ndose en )an
$ateo y en torno de aquellos bravos que dividan con ellos su escaso pan con
ano generosa, gritaban sin concierto, prorrupiendo en desgarradores
alaridos a la enor alara.
)ituado el (ibertador en )an $ateo, punto escogido coo estrat-gico,
para vigilar los oviientos del poderoso e&-rcito eneigo reconcentrado en la
Villa de 0ura, y au+iliar con "s acilidad, en caso necesario, una u otra de las
dos ciudades "s iportantes de la /ep%blica O0aracas y ValenciaP,
aenazadas a la sazn por los realistas, se ocupa en reorzar sus posiciones
con algunas obras de deensa, en tanto que la llegada del e&-rcito de 6riente,
acaudillado por $ario, y esperado con ansiedad creciente durante uc#osdas, le pone en capacidad de acoeter a Boves y de abrir, con probabilidades
de buen -+ito, una nueva capaa.
En la aana del Q, se incorpor al (ibertador el $ayor general $ariano
$ontilla, con la divisin de los Valles del 3uy, y al da siguiente los cuerpos de
once y de )alcedo y la brigada de Barquisieto al ando de Villapol. (as
uerzas todas de los independientes, reunidas en )an $ateo, ascienden a
> inantes, con cuatro piezas de capaa de grueso calibre y Q>> &inetes,
entre los cuales igura el brillante escuadrn de )oberbios 'ragones, ansioso
por vengar la uerte de su &ee, el bravo /ivasM'"vila.
/epuesto Boves del descalabro surido en (a Victoria, e ipaciente por
edirse con el (ibertador, a quien cree e+terinar con el epu&e de sus
nuerosos escuadrones, se apresura a caer de nuevo sobre los republicanos,
al seguros en sus posiciones de )an $ateo. 7 la cabeza de oc#o il
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cobatientes sale orgulloso de la Villa de 0ura4 ocupa a 0agua, pueblo
inediato al cuartel general de los independientes4 ordena a su vanguardia
orzar en el paso del ro las avanzadas a cargo de $ontilla, las que le oponen
dura resistencia4 repliega con la noc#e4 toa venta&osas posiciones en las
alturas que doinan al sur del casero, y espera el da para librar una batalla en
la que de anteano se ad&udica la victoria.
%%I
8n grito inenso de triuno y de alegra resuena al iso tiepo en el
capo realista4 pero instant"neaente, inslita e+plosin y aterrador estr-pito
retuba en todo el valle, y densa nube de #uo y de polvo asciende al cieloentre lenguas de uego y cubre la ontaa.
?Iu- pasa@ ?Iu- acontece@ 3odos lo adivinan al disiparse el #uo que
cual %nebre anto se e+tiende sobre la casa del ngenio. El antiguo ediicio
convertido de s%bito en un ontn de escobros, pregona el #eroso de
/icaurte! Llorioso sacriicio a que no le induce la desesperacin4 ni se
puede estiar coo el arranque del despec#o de una tr"gica uerte, ni enos
coo la protesta insolente del orgullo ilitar #uillado! *o4 /icaurte no es
0abrone en el %ltio cuadro de Raterloo, revolvi-ndose en su agona de
len, para escupir el rostro, con rases de desprecio, a su eneigo vencedor.
Est" "s alto. El aor a la patria es slo quien le inspira 8na peripecia de la
batalla le sirve de pedestal y sobre ella se epina. )u talla adquiere las
proporciones de los antiguos #-roes4 su cabeza se pierde entre
deslubradoras claridades4 a sus pies todo lo ve pequeo, enos la #uesa que
para recibirle cava todo un e&-rcito. 'esde la altura en que se encuentra divisael capo de batalla4 en -l a sus aigos desesperados de vencer4 a Boves,
soberbio y victorioso4 y tanto esuerzo in%til y tanta sangre vertida
inructuosaente, y la patria #uillada, y su causa perdida todo lo ve a sus
pies, y "rbitro se siente y soberano de la cruenta &ornada )u vida por il vidas
y por el triuno de los suyos, le propone el 'estino4 y convencido acepta el
sacriicio, y corre a -l4 y espanta, y vence, y desaparece de la tierra para ceir
en la inortalidad la reulgente aureola de su gloriosa abnegacin.
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7nte aquel e+traordinario sacriicio, Boves retrocede aterrado, y de nuevo
va a guarecerse en las alturas.
Bolvar le persigue #asta sus ine+pugnables posiciones4 recorre el capodonde yacen e+tendidos il cad"veres, y espera la llegada de $ario para
abrir la capaa.
3res das "s peranece el terrible asturiano en sus antiguas posiciones4
luego cabia de aviso y se retira al in de la presencia de Bolvar, noticioso de
la pro+iidad del esperado e&-rcito de 6riente.
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&A'AB!B!
(24 de unio de 1821)
06(6$B7, la aspiracin grandiosa del genio de Bolvar, era una
realidad.
Hi&a del #eroso, concebida en el seno de las tepestades al el-ctrico
resonar de los clarines, entre el ragor de las batallas, los rugidos del len
soberbio, doinador del *uevo $undo, y los #inos triunales de un pueblo
anatizado #asta el artirio por loa idea redentora de la independencia ylibertad, #aba surgido altiva coo deidad terrible, coronada la rente de
sangrientos laureles y arada de la noble potencia de su virilidad y sus
derec#os, del surco ardiente de la guerra en el capo inortal de 2Boyac"1.
)obre el rico troeo de cien victorias, descollaba con proporciones
gigantescas, entre las nacientes /ep%blicas aericanas. )u porvenir estaba
lleno de proesas4 su nobre, al par de sus #azaas, era tibre de orgullo
para los pueblos del *uevo 0ontinente4 y al aparo de su egida, nuevasuerzas, y bro, y ayor ardiiento cobraban las aspiraciones y los nobles
propsitos de los sostenedores de aquella cruenta luc#a contra el poder
doinador de la $etrpoli.
7penas en su aurora, la viva luz que diunda aquel astro radiante
proeta no eclipsarse &a"s.
*o obstante, la luc#a desastrosa epeada #aca ya tantos aos,continuaba con el iso calor. Vilipendiada al par que cobatida siepre por
sus iplacables eneigos. 0olobia se ostentaba orgullosa en edio del
#urac"n que se esorzaba en abatirla. 7penas si poda dar un paseo en el
caino de su engrandeciiento, que no uera apoyada en su robusta espada,
que no #ubiera enester abrirse capo con el uego de sus caones. )u
iperio se e+tenda sobre ruinas #ueantes, sobre capos desiertos, sobre
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doscientos il cad"veres que claaban venganza, sobre un suelo estreecido
de continuo por el sacudiiento de las batallas.
Epero, tanta perseverancia y tan costosos sacriicios no #aban de serest-riles.4 para teir de p%rpura la aurora del gran da del deinitivo
aianzaiento de nuestra independencia, por todos esperada con an#elo tras
una noc#e de tres siglos, uc#a sangre generosa #aba sido indispensable
derraar4 pero la aurora tan deseada iba a lucir al in en los #orizontes de la
atria.
III
7 pesar de los obst"culos de todo lina&e, con que el esuerzo y la
tenacidad de los &ees realistas ebarazaban la arc#a progresiva de la
/evolucin y su creciente desenvolviiento, nuestras conquistas en eran
trascendentales y de incontestable valiiento. Venezuela se #aba unido a su
vecina #erana ba&o el ulneo casco de 0olobia. *uestra uerza oral era
iponente. *uestro e&-rcito probado en cien batallas, aunque escaso en
n%ero, era disciplinado y aguerrido. *uestros generales, as coo nuestros
agistrados, #aban cobrado e+periencia y alcanzado con la continua rotacin
de los sucesos, la altura indispensable al puesto que ocupaba y la prudencia
tan necesaria as en la guerra coo en las eergencias de los negocios
p%blicos. (a serenidad y el ro c"lculo #aban vencido y doinado el
atolondraiento, la irrele+iva ipetuosidad y las &actanciosas presunciones
que, &unto con el antagoniso de intereses y pasiones, tan unestos resultados
dieran "s de una vez en los prieros tiepos de la /evolucin. 8na sola voz,
un solo pensaiento, diriga aquel con&unto de #oog-neos propsitos, antesde aspiraciones turbulentas y de intereses encontrados, entonces soetidos a
una sola ley, a una sola voluntad voluntad por todas acatada y estiada por
todos coo iprescindible.
ara , Espaa coenzaba a dudar del soetiiento de sus rebeldes
colonias, y nuestro pueblo esquivo largo tiepo al sagrado propsito de sus
libertadores, se inclinaba a creer en las proesas de los nobles apstoles de la
libertad y del derec#o aericano Espaa, en su propsito de soeter a la
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rebelde Venezuela al yugo colonial, #aba agotado cuantos edios violentos le
#aba sugerido la erocidad de las "s e+altadas pasiones la represin
salva&e, el cautiverio inquisitorial, el #abre, el #ierro, el uego, la peridia con
sus garras ocultas, el verdugo disrazado de aigo. ero el terror y la crueldad
#aban sido ineicaces. En vano se condenaban a la endicidad y al
desaparo las ailias de los tac#ados de rebelda4 en vano se e+#iban en las
encruci&adas de los cainos p%blicos, en las plazas de las aldeas y en las
puertas de las ciudades principales, cabezas cortadas por los verdugos,
brazos, piernas y esqueletos pendientes de los "rboles, clavados sobre picas o
encerrados en &aulas para deenderlos de las aves de presa y prolongar el
espanto que desean inundir entre la ultitud. (a cabeza de /ibas estuvoe+#ibida por cuatro aos en una de las llaadas puertas de 0aracas. A nada
ue bastante a detener el ipulso que ipelFa a Venezuela a su
eancipacin4 las edidas violentas se desprestigiaron y agostaron, y otros
edios "s #"biles ueron puestos en pr"ctica a ver de contener por la
conciliacin lo que alcanzar no pudo la violencia, ni enos la crueldad.
IV
(a libertad proclaada en Espaa, en el seno iso de los
aconteciientos de las tropas e+pedicionarias con destino a reorzar en
Venezuela el e&-rcito de $orillo, al par que abate el despotiso y coloca ba&o la
egida de instituciones liberales el porvenir poltico de la ennsula, avorece a
7-rica la transoracin republicana de las colonias espaolas.
;i&o, no obstante, coo siepre, el Lobierno de la $etrpoli, en el
propsito de conservar a la 0orona sus posesiones de ultraar, se apresura,reci-n &urada la 0onstitucin, a restablecer su quebrantada autoridad en las
colonias4 pero descainado respecto al verdadero espritu de la /evolucin
aericana, cree allanable por la conciliacin lo que vanaente por las aras
se #aba epeado en repriir.
En tal sentido, la proesa de instituciones liberales y de una aplia
anista, &unto con el oreciiento de dignidades y epleos para los &ees
insurgentes que sostenan la guerra en *ueva Lranada y Venezuela, ue el
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prier paso de las 0ortes en el caino de un aveniiento entre la $adre
atria y sus rebeldes #i&os4 y, con tal in, enc"rgese a $orillo la paciicacin de
las provincias sublevadas por edio de la conciliacin de tan encontrados
intereses.
(a nueva inesperada de sucesos tan e+traordinarios, coo los que se
eectuaran en Espaa, produ&o en sus colonias una prounda conocin, no
e+enta de desaliento y de despec#o, entre los sostenedores del principio
on"rquico absoluto y de la integridad del territorio soetido por los
conquistadores al cetro de 0astilla. 7quel insigne triuno de las nuevas ideas
sobre el absolutiso, triuno reputado por el pueblo espaol coo la "s
gloriosa de sus victorias cvicas, desprestigia en 7-rica el podero de la
0orona y sus augustos ueros, no solaente entre las clases ineriores
posedas las "s de an"tico realiso e incapaces de suponer nada tan alto y
poderoso coo la voluntad de sus onarcas, sino a%n entre aquellos isos
"s esclarecidos a quienes era "cil concebir la trascendencia de un cabio
tan avorable a sus personales intereses
I%
Valeroso y disciplinado era el e&-rcito espaol, y superior en n%ero al
que el (ibertador poda oponerle, a pesar de las avorables circunstancias que
avigoraban la causa republicana, y la popularizaban #asta entre los "s
esorzados opositores.
*o obstante las venta&as y desventa&as de los opuestos bandos, podan
equilibrarse4 si en el realista prevaleca por el oento la uerza aterial,
capeaba en su contrario el entusiaso y la uerza oral de todo un pueblo
identiicado en una isa aspiracin. ara cada una de las bayonetas de que
(7 3orre dispona, diez corazones resueltos a sacriicarse por la patria podan
oponerle los republicanos.
0on creciente rapidez acerc"base el desenlace de aquel sangriento
duelo, reido con el iso uror #aca ya tantos aos4 y a nadie se ocultaba
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que #aba de ser ruda y decisiva la pr+ia batalla que se librase en
Venezuela.
En su larga carrera, Bolvar #aba pugnado con dos #obresverdaderaente notables por las condiciones especiales que los distinguieron
en aquella guerra desastrosa, y abos #aban desaparecido del palenque sin
#aber logrado avasallarlo. En Boves #aba cobatido al sectario de las propias
creencias, al #obre de la naturaleza, el torbellino de las pasiones de la -poca,
con todas las iras y arrebatos de una abicin ardiente, con todo el arro&o de
un car"cter resuelto y e+altado, y toda la pu&anza y valenta del len. En $orillo
#aba luc#ado contra el renobre glorioso, la pericia ilitar, el ardor rele+ivo y
la ordenada ipetuosidad de un capit"n e+perto y teerario a la vez que
prudente. )oetido a las reglas que prescribe la disciplina #asta encadenar su
genial intrepidez a las severas prescripciones de la t"ctica4 tan rudo coo #"bil,
de propias ideas, de no escasas aptitudes para el desepeo de la epresa
que se le #aba coniado, sagaz, cruel, arrebatado, perseverante, sin dotes de
caudillo, pero terrible e indito.
%
Breves das dur la suspensin delas #ostilidades acordadas en 3ru&illo,
tregua tan desastrosa para Espaa coo ben-ica para las aras de
0olobia. (7 guerra enciende de nuevo su destructora tea, el rayo vibra y en la
vasta e+tensin de Venezuela dilata sus ragorosas resonancias.
*o obstante, la s%bita ruptura del aristicio, acogida con -rvido
entusiaso por los independientes, ue coo el despuntar de una risuea
aurora para la causa aericana.
3ras las espesas nubes que obscurecieron #asta entonces los #orizontes
de la patria, aparecen los prieros destellos de un sol resplandeciente que
todo lo iluina, lo e+#ibe, y agniica con sus brillantes resplandores. (os
bandos eneigos se iran sin el pasado eno&o y se conteplan con
adiracin. *o ya "s luc#a entre tinieblas agloeradas por el odio4 las
sobras #uyen avergonzadas y con ellas desaparecen las escenas terribles, el
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uror ratricida y la saa ortera que alientaran en su seno. (a tierra
absorbe la sangre derraada y el yero capo reverdece y produce laureles.
(a espada de los #-roes luce ante el nuevo sol, resplandeciente y sin ancilla4
y el iso ronco estr-pito del bronce oridable que truena en las batallas,
pierde la l%gubre y aterradora repercusin de los pasados tiepos. )lo el
acaso es responsable de la sangre que se derrae en los cobates
%VIII
7l despuntar la aurora del N de &unio de
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Heranas, #aba que penetrar por el desiladero de Buenavista, posicin
oridable donde pocos soldados bastan a contener todo un e&-rcito4 arc#ar
luego por un caino lleno de asperezas, doinado en gran parte por alturas
cubiertas de bosques y zarzales, y atravesar, al in, una abra estrec#a y larga,
"cil de deender.
(a 3orre desprecio, sin ebargo, las venta&as que oreca la conoracin
de aquel terreno por donde orzosaente nuestro e&-rcito tena que penetrar.
;ranca de& al (ibertador tan peligrosa va, conor"ndose slo con deender
la entrada a la llanura. (a p-rdida copleta del destacaento situado en
3inaquillo, ue acaso la razn que decidiera al eneigo a reconcentrar todas
las uerzas. (as avanzadas que tena en Buenavista replegaron a la
apro+iacin de los independientes4 ocuparon -stos tan ine+pugnable
posicin4 y desde all pudieron ver nuestros soldados todo el e&-rcito espaol,
desplegado en batalla, en la espaciosa sabana de 0arabobo.
El b-lico alborozo de los prieros 0ruzados al divisar los uros de
:erusal-n, ansiando rediir al sepulcro de 0risto, no ue ayor que el &%bilo
entusiasta que se produ&o en el e&-rcito patriota al conteplar el capo debatalla donde #aba de eectuarse la copleta redencin de Venezuela. 8n
grito inenso reson en las alturas que doinaran de le&os el capaento de
(a 3orre, grito terrible, provocacin aenazante de seis il cobatientes,
resueltos a conquistar aquel da, la aSs trascendental de sus victorias o a
perecer en la contienda.
%%III
0on un rente de cuatrocientos #obres y sin "s ondo que dos #ileras
de soldados. 27pure1, 23iradores1 y 2(a (egin Brit"nica1 avanzan
siult"neaente, con ls bayonetas asentadas sobre los regiientos espaoles
con que (a 3orre rie la batalla4 carga brillante, a cuyo epu&e ceden los
realistas, pierden sus posiciones, y repliegan buscando apoyo en el grueso de
su caballera.
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$ientras luc#a tan bizarraente nuestra inantera, inerior en uc#o a la
contraria, atraviesa la dicil quebrada un grupo de &inetes de la guardia de
"ez, encabezado por el valiente 0apit"n Tngel Bravo, y parte del escuadrn
priero de 2(anceros1, a las rdenes del 0oronel $uoz4 y a tiepo llegan de
#acerle rente a los #%sares de 2;ernando V1 y a los 'ragones y 0arabineros
de la 28nin1 que en n%ero de quinientos caballos lanza (a 3orre sobre la
e+trea izquierda de nuestra lnea de batalla con el ob&etivo de envolverla
"ez re%ne, entre tanto, los trozos de su caballera que lentaente salen
a la llanura. )u ansiedad por allegar el ayor n%ero, sin privar de su
presencia alentadora a su diezada inantera, se descubre en la rapidez
vertiginosa con que lanza su ipetuoso caballo para acudir a todas partes as
se ve lucir entre el revuelto torbellino del cobate su ro&o penac#o, batido por
el viento, cual una llaa errante, veloz, ine+tinguible, ala de la batalla,
provocadora del incendio.
'e pronto, en edio de la inquietante e+pectativa que suren los dos
bandos, la llaa voladora se detiene4 y "ez lleno de asobro, v- salir de la
nube de polvo que oculta los eectos de aquel violento c#oque, a un &inetebaado en propia sangre, en quien al punto reconoce al negro "s pu&ante de
los llaneros de su guardia aqu-l, a quien todo el e&-rcito distingue con el
#onroso apodo de el primeroO (os llaneros llaaban as al 3eniente 0ae&o,
porque su bravura reconocida lo llevaba a ser siepre el priero que acoeta
al eneigo en toda carga.P
%%IV
El caballo que onta aquel intr-pido soldado, galopa sin concierto #acia
el lugar donde se encuentra "ez4 pierde en breve la carrera, toa el trote, y
despu-s, paso a paso, las riendas sueltas sobre el vencido cuello, la cabeza
abatida y la abierta nariz rozando el suelo que se enro&ece a su contacto,
avanza sacudiendo su pesado &inete, quien parece auto"ticaente
sostenerse en la silla. )in ocultar el asobro que le causa aquella ine+plicable
retirada, "ez le sale al encuentro, y apostroando con dureza a su antiguo
-ulo en bravura, en cien reidas lides, le grita aenaz"ndole con un gesto
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terrible Tienes miedo?... No quedan ya enemigos?... Vuele y !azte
matar"...7l oir aquella voz que resuena irritada, caballo y &inete se detienen el
priero, que ya no puede dar un paso "s, dobla las piernas coo para
abatirse4 el segundo abre los o&os que resplandecen coo ascuas y se yergue
en la silla4 luego arro&a por tierra la poderos lanza, rope con abas anos el
sangriento dor"n, y poniendo a descubierto el desnudo pec#o donde sangran
copiosaente dos proundas #eridas, e+claa balbuciente #i $eneral %
Vengo a decirle adi&s% porque estoy muerto. A aballo y &inete ruedan sin vida
sobre el revuelto polvo, a tiepo que la nube se rasga y de&a ver nuestros
llaneros vencedores, lanceando por la espalda a los escuadrones espaoles
que #uyen despavoridos.
"ez dirige una irada llena de aargura al iel aigo, inseparable
copaero en todos sus pasados peligros4 y a la cabeza de algunos cuerpos
de &inetes que, vencido el ata&o #an llegado #asta -l, corre a vengar la uerte
de aquel bravo soldado cargando con indecible uria al eneigo
%%V
$ayor que la ipaciencia que Bolvar #aba e+perientado con el retardo
de las dos divisiones, ue su angustia, cuando al laquear el eneigo, ir
resuelta la batalla por el #eroico epu&e de "ez y sus soldados, sin que uera
posible conseguir que todo el e&-rcito espaol quedase prisionero. Vencedora,
ero destrozada, no era dable a la
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estiula a sus aturdidos caaradas. n%til es su epeo4 su voz se pierde en
el estr-pito de la ardorosa lid, su brazo se atiga. 3enaz soldado insiste, sin
ebargo, en la tarea iposible de con&urar los estreeciientos de la
cat"stroe que aenaza estallar y que lo arrastra, al in, con la ipetuosidad
del #urac"n 2Hortslric#1, da, el priero, el pernicioso e&eplo4 al bote de
nuestras bayonetas rope las ilas, se desbanda y #uye produciendo terrible
sacudida entre los otros cuerpos espaoles. 2Burgos1, luct%a, no obedece la
orden que le intian sus &ees, de dar rente a los lanceros reunidos de )ilva y
de $uoz4 y cargado de lanco se desordena, gira sin concierto, y sirve de
pasto a las lenguas de acero de nuestros escuadrones
7nte aquella uriosa acoetida, 2Valencey1 retrocede y 2Babastro1 se
rinde4 as a#! su postrera descarga antes de entregarse prisionero, arrebata a
0olobia una de sus "s puras y "s preclaras glorias 8na bala penetra el
corazn del &oven #-roe, y laza e+pira entre los vtores del triuno.
0on la entrega de 2Babastro1, el capo de batalla se siente sacudido por
la gran cat"stroe de las legiones espaolas4 y un grito espantoso, claor
desgarrador, inenso %ltio suspenso de agona de aquel pu&ante e&-rcito,resuena en la llanura, y la derrota, contenida un instante, se declara copleta.
20arabobo1 dur lo que el rel"pago, puede decirse que para todos ue
un deslubraiento.
)obre la rente erguida del vencedor en 2(as Iueseras1 brillaba un laurel
"s, y de alto precio.
El (ibertador desciende a la llanura en el oento que se decide la
batalla. )u pronstico estaba cuplido4 el e&-rcito patriota saluda entusiasado
a su inortal caudillo.
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