YO REÚNOYO REÚNO
Qué orgullo el mío cuandoQué orgullo el mío cuandopalpitabapalpitabael navíoel navío
y tragabay tragabamás y más hombres, cuandomás y más hombres, cuando
llegaban las mujeresllegaban las mujeresseparadasseparadas
del hermano, del hijo, del amor,del hermano, del hijo, del amor,hasta el minuto mismohasta el minuto mismo
en queen queyoyo
los reuníalos reuníay el sol caía sobre el mary el sol caía sobre el mar
y sobre y sobre aquellosaquellos
seres desamparadosseres desamparadosque entre lágrimas locas,que entre lágrimas locas,entrecortados nombres,entrecortados nombres,besos con gusto a sal,besos con gusto a sal,
sollozos que se ahogaban,sollozos que se ahogaban,
ojos que desde el fuego sólo aquí se ojos que desde el fuego sólo aquí se encontraron;encontraron;
de nuevo aquí nacieronde nuevo aquí nacieronresurrectos,resurrectos,vivientes,vivientes,
y era mi poesía la banderay era mi poesía la banderasobresobre
tantas congojas,tantas congojas,la que desde el navío los llamabala que desde el navío los llamaba
latiendo y acogiendolatiendo y acogiendolos legadoslos legados
de la descubridorade la descubridoradesdichada,desdichada,
de la madre remotade la madre remotaque me otorgó la sangre y la palabra.que me otorgó la sangre y la palabra.
(Pablo Neruda: Memorial de Isla Negra, 1966)(Pablo Neruda: Memorial de Isla Negra, 1966)
También Neruda dejó escrito en sus memorias otros testimonios en prosa, como los siguientes: Mi poesía en su lucha había logrado encontrarles patria. Y me sentí orgulloso. Tuve la dicha de ofrecerles en mi patria el pan y el vino y la amistad de todos los chilenos. Que la crítica borre toda mi poesía, si quiere, pero este poema del Winnipeg que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie
MISIÓN DE AMORMISIÓN DE AMOR
Yo los puse en mi barco.Yo los puse en mi barco.Era de día y FranciaEra de día y Francia
su vestido de lujosu vestido de lujode cada día tuvo aquella vez, de cada día tuvo aquella vez,
fuefuela misma claridad de vino y airela misma claridad de vino y aire
su ropaje de diosa forestal.su ropaje de diosa forestal.Mi navío esperabaMi navío esperaba
con su remoto nombrecon su remoto nombre““Winnipeg”Winnipeg”
pegado al malecón del jardín encendido,pegado al malecón del jardín encendido,a las antiguas uvas acérrimas de Europa.a las antiguas uvas acérrimas de Europa.
Pero mis españoles no veníanPero mis españoles no veníande Versalles,de Versalles,
del baile plateado,del baile plateado,de las viejas alfombras de amaranto,de las viejas alfombras de amaranto,
de las copas que trinande las copas que trinancon el vino,con el vino,
no, de allí no venían,no, de allí no venían,no, de allí no venían.no, de allí no venían.
De más lejos,De más lejos,de campos de prisiones,de campos de prisiones,
de las arenas negras de las arenas negras del Sahara,del Sahara,
de ásperos escondrijosde ásperos escondrijosdonde yacierondonde yacieron
hambrientos y desnudos,hambrientos y desnudos,allí mi barco claro,allí mi barco claro,
al navío en el mar, a la esperanzaal navío en el mar, a la esperanzaacudieron llamados uno a unoacudieron llamados uno a uno
por mí, desde sus cárceles,por mí, desde sus cárceles,desde las fortalezasdesde las fortalezas
de Francia tambaleantede Francia tambaleantepor mi boca llamadospor mi boca llamados
acudieron,acudieron,Saavedra, dije, y vino el albañil,Saavedra, dije, y vino el albañil,
Zúñiga, dije, y allí estaba,Zúñiga, dije, y allí estaba,Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,
grité, Alberti! y con manos de cuarzogrité, Alberti! y con manos de cuarzoacudió la poesía.acudió la poesía.
Labriegos, carpinteros,Labriegos, carpinteros,pescadores,pescadores,
torneros, maquinistas,torneros, maquinistas,alfareros, curtidores:alfareros, curtidores:
se iba poblando el barcose iba poblando el barcoque partía a mi patria.que partía a mi patria.Yo sentía en los dedosYo sentía en los dedos
las semillaslas semillasde Españade España
que rescaté yo mismo y esparcíque rescaté yo mismo y esparcísobre el mar, dirigidassobre el mar, dirigidas
a la paza la pazde las praderas.de las praderas.
(Pablo Neruda: Memorial de Isla Negra, 1966)
ESPAÑOLES:
Tal vez de toda la vasta América fue Chile para vosotros la región más remota. También lo fue para vuestros antepasados. Muchos peligros y mucha miseria sobrellevaron los conquistadores españoles. Durante trescientos años vivieron en continua batalla contra los indomables araucanos.
De aquella dura existencia queda una raza acostumbrada a las dificultades de la vida. Chile dista mucho de ser un Paraíso. Nuestra tierra sólo entrega su fruto a quien la trabaja duramente.
REPUBLICANOS:
Nuestro país os recibe con cordial acogida. Vuestro heroísmo y vuestra tragedia han conmovido a nuestro pueblo. Pero tenéis ante vosotros sólo una perspectiva de labor, que puede ser fecunda, para bien de vuestra patria, amparada por su Gobierno de base popular.
Pablo Neruda
Cónsul General
para la inmigración española.
Valparaíso, domingo 3 de septiembre de 1939
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