Post on 12-Jan-2015
“DE LA MANO CON MARIA SEMBRAMOS
ESPERANZA: Jóvenes, testigos de Cristo en el mundo”
• Cada vez que sembramos esperanza y bondad, el Reino de Dios crece y la sociedad camina
hacia delante, hacia la plenitud• En la resurrección de Jesús estriba la esperanza
segura de la liberación para todo el que cree en El, especialmente para los pobres de Dios
• Los misioneros están siempre listos para dar razón de nuestra esperanza a todo el que lo pida
Sembramos esperanza a manos llenasLo seco retoña flores
Los pozos tienen aguaLa sacamos a golpe , en cubos.
En el corazón del hombre radica la esperanza, por eso podemos decir que el hombre es un ser-que-espera. No podemos vivir sin esperanza, ya
que esta es parte de nuestra estructura antropológica.
La espera es el clima del vivir humano; sólo esperando podemos sobrevivir. Gracias a la esperanza avanza la humanidad,
cuya historia multisecular es la de la espera. •
Gracias a la esperanza, el cristiano tiene
aguante y respuesta ante la vida y la
muerte, el amor y la violencia, la salud y la enfermedad, la paz y
la justicia, la familia, la sociedad, el trabajo. Quien no espera
nada, está acabado como persona y como
cristiano.
Sobre estas mismas huellas del pueblo de la esperanza –formado por los profetas y por los santos de todos los tiempos– nosotros
continuamos avanzando hacia la realización del Reino, y en nuestro camino espiritual nos
acompaña la Virgen María, Madre de la Esperanza.
María, Madre de la esperanza
San Pablo es para vosotros un modelo de este itinerario
de vida apostólica. Él alimentó su vida de fe y esperanza
constantes, siguiendo el ejemplo de Abraham, del cual
escribió en la Carta a los Romanos: «Creyó, contra toda
esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones»
(4,18).
Ella, que encarnó la esperanza de Israel, que
donó al mundo el Salvador y permaneció, firme en la
esperanza, al pie de la cruz, es para nosotros
modelo y apoyo.
Sobre todo, María intercede por nosotros
y nos guía en la oscuridad de nuestras dificultades hacia el
alba radiante del encuentro con el
Resucitado.
MARIA MODELO DE LA ESPERANZA CRISTIANA
María confió plenamente en Dios: concibió creyendo y
alimentó esperando al Hijo del Hombre y entregada por entero
a la obra de la salvación, fue hecha madre de todos los
hombres. Fruto excelso de la redención es también hermana
de todos los hombres, que miran a María como señal de
esperanza segura y de consuelo hasta que amanezca
el día glorioso del Señor.
"Arraigados y edificados en Cr
isto, firmes en
la fe"( Col 2, 7)
Llamados a ser testigos …
El libro de los Hechos se abre, al igual que el tercer evangelio se cierra, con la promesa del Espíritu que vendrá sobre los discípulos. Una fuerza que, como lo dice el mismo Jesús,
los conducirá y “serán mis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra”
(1, 8; ver Lc 24, 49).
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» (Benedicto XVI, Deus caritas est, 1).
¡Que el Evangelio sea el gran criterio que guíe las decisiones y el rumbo de vuestra vida! De este modo os haréis misioneros con los gestos y las palabras y, dondequiera que trabajéis y viváis, seréis
signos del amor de Dios, testigos creíbles de la presencia amorosa de Cristo. No lo olvidéis: ¡"No se enciende una lámpara para ponerla
debajo del celemín“ (cf. Mt 5, 15).
No podemos guardar para nosotros las palabras de
vida eterna que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo: son para todos,
para cada hombre.(Aparecida
311)
Todo bautizado recibe de Cristo,
como los apóstoles, el
mandato de la misión: “Vayan por
todo el mundo y proclamen la
buena nueva a toda la creación. El
que crea y sea bautizado, se
salvará” (Mc 16, 15)
Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y trasmitir este
tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al
llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. (Aparecida 18)
Nos corresponde a nosotras la responsabilidad de transmitir lo que, a su vez, hemos recibido por gracia. (Verbum
Domini, 91).
La gran esperanza está en CristoPara Pablo, la esperanza no es sólo un ideal o un sentimiento, sino una persona viva: Jesucristo, el Hijo de Dios. Impregnado en lo más profundo por esta certeza, podrá decir a Timoteo: «Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo» (1 Tm 4,10).
Si no estamos solos, si Él está con nosotros, es más, si Él es nuestro presente y nuestro futuro, ¿por qué temer? La esperanza del cristiano consiste por tanto en aspirar «al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1817).
Sostenidos por la fe de la Iglesia, para ser testigos
En aquel momento Jesús exclama: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20, 29). Nuestra fe personal en Cristo,
nacida del diálogo con Él, está vinculada a la fe de la Iglesia: no somos creyentes aislados, sino que,
mediante el Bautismo, somos miembros de esta gran familia, y es la fe profesada por la Iglesia la que
asegura nuestra fe personal.
En la historia de la Iglesia, los santos y mártires han sacado de la cruz gloriosa la fuerza para ser fieles a Dios hasta la entrega de sí mismos; en la
fe han encontrado la fuerza para vencer las propias debilidades y superar toda adversidad. De hecho, como dice el apóstol Juan: «¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús
es el Hijo de Dios?» (1 Jn 5, 5).
La victoria que nace de la fe es la del amor. Cuántos cristianos han sido y son un testimonio vivo de la fuerza de la fe que se expresa en la caridad. Han sido artífices de paz, promotores de justicia, animadores de un mundo más humano, un mundo según Dios; se han comprometido en diferentes ámbitos de la vida social, con competencia y profesionalidad, contribuyendo eficazmente al bien de todos.
La caridad que brota de la fe les ha llevado a dar un testimonio muy concreto, con la palabra y las obras. Cristo no es un bien sólo para nosotros mismos, sino que es el bien más precioso que tenemos que compartir con los demás. En la era de la globalización, sed testigos de la esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta esperanza. Ante la tumba del amigo Lázaro, muerto desde hacía cuatro días, Jesús, antes de volver a llamarlo a la vida, le dice a su hermana Marta: «Si crees, verás la gloria de Dios» (Jn 11, 40).
También vosotros, si creéis, si sabéis vivir y dar cada día testimonio de vuestra fe, seréis un instrumento que ayudará a otros jóvenes
como vosotros a encontrar el sentido y la alegría de la vida, que nace del encuentro
con Cristo.
Vuestra misma edad es una gran riquezaLos años que estáis viviendo son los años que preparan vuestro futuro. El ‘mañana’ depende mucho de cómo estéis viviendo el ‘hoy’ de la juventud.
Mis queridos jóvenes, tenéis por delante una vida, que deseamos sea larga; pero una sola, es única: no la dejéis pasar en vano, no la desperdicies.
Viaje de Benedicto XVI a Brasil. Encuentro con jóvenes. Mayo 2007
Dios no quita nadaLa felicidad que buscáis tiene un nombre: Jesús de Nazaret. Os repito lo que dije al principio de mi pontificado: “Quien deja entrar a Cristo en la propia vida, no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera”. : Discurso de Benedicto XVI en la Fiesta de Acogida de los Jóvenes en Colonia, agosto 2005
CRISTO SÓLO DESEA QUE SEÁIS REALMENTE FELICES
Id a su encuentro en la santa Eucaristía, id a adorarlo en las iglesias y permaneced arrodillados ante el Sagrario: Jesús os colmará de su amor y os manifestará los sentimientos de su Corazón. Si os ponéis a la escucha, experimentaréis de modo
cada vez más profundo la alegría de formar parte de la Iglesia, que es la familia de sus discípulos congregados por el vínculo
de la unidad y del amor. Mensaje a los jóvenes de Holanda, noviembre 2005
Es necesario que tengáis a Jesús como uno de vuestros amigos más queridos, más aún, el primero
Es necesario que tengáis a Jesús como uno de vuestros amigos más queridos, más aún, el primero. Así veréis
cómo la amistad con Él os llevará a abriros a los demás, a quienes consideráis hermanos, manteniendo con cada
uno una relación de amistad sincera. En efecto, Jesucristo es precisamente “el amor de Dios encarnado”
Discurso de Benedicto XVI a los participantes del Congreso UNIV, abril 2006
Compromiso con el prójimo
“Debe manifestarse en la sensibilidad hacia las necesidades de los demás. Debe manifestarse en la
disponibilidad para compartir. Debe manifestarse en el compromiso con el prójimo, tanto con el cercano como
con el externamente lejano, que, sin embargo, nos atañe siempre de cerca.
En la gran familia de la Iglesia nos encontramos con toda clase de personas .En el fondo, consuela que
exista la cizaña en la Iglesia. Así, no obstante todos nuestros defectos, podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús, que ha llamado precisamente a los
pecadores. Vigilia con los jóvenes. Jornada Mundial de la Juventud de Colonia, agosto 2005
“No os desaniméis”Cristo es plenamente consciente de todo lo que
puede arruinar la felicidad del hombre. Por eso, no debéis sorprenderos de que surjan
contrariedades. No os desaniméis a causa de ellas. Haber construido sobre roca significa
tener la certeza de que en los momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se
puede confiar. Viaje apostólico a Polonia. Encuentro con jóvenes, mayo 2006
El amor satisface nuestras necesidades
más profundasEl amor auténtico es
evidentemente algo bueno. Sin él, difícilmente valdría
la pena vivir. El amor satisface nuestras necesidades más
profundas y, cuando amamos, somos
plenamente nosotros mismos, más plenamente
humanos. Texto completo:
Jornada Mundial de la Juventud de Sídney. Encuentro
con jóvenes, 2008.
Dejaos sorprender por Cristo
Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender
por Cristo. Dadle el derecho a hablaros. Presentad vuestras alegrías y vuestras
penas, dejando que Él ilumine con su luz
vuestra mente y toque con su gracia vuestro
corazón. Discurso de Benedicto XVI en la Fiesta de Acogida de los Jóvenes en Colonia, agosto 2005
Cristo llama a la puerta de vuestra libertad y pide que lo acojáis como amigoEl Señor sale al encuentro de cada uno de vosotros. Llama a la puerta de vuestra libertad y pide que lo acojáis como amigo. Desea haceros felices, llenaros de humanidad y de dignidad. La fe cristiana es esto: el encuentro con Cristo, Persona viva que da a la vida un nuevo horizonte y así la dirección decisiva. Y cuando el corazón de un joven se abre a sus proyectos divinos, no le cuesta demasiado reconocer y seguir su voz. TeViaje apostólico de Benedicto XVI a República Checa. Encuentro con jóvenes, septiembre 2009
Ánimo! Atreveos a tomar decisiones definitivas
En verdad, éstas son las únicas que no destruyen la libertad, sino que crean su
correcta orientación, permitiendo avanzar y alcanzar algo grande en la vida. Sin duda, la vida tiene un
valor sólo si tenéis el arrojo de la aventura, la confianza de que el Señor nunca os dejará solos.
Viaje Apostólico de Benedicto XVI a Camerún y Angola. Encuentro con los jóvenes. Marzo 2009
Poned en Cristo elfundamento de vuestras
vidas. Arraigados y edificadosen él, firmes en la fe y
abiertos al poder del Espíritu,encontraréis vuestro puesto
en el plan de Dios y enriqueceréis
a la Iglesia con vuestros dones. Recemos
unos por otros, para que hoy y siempre seamos testigos
gozosos de Cristo. Benedicto (XVI)
Todo cristiano está llamado a ser misionero de la esperanza y la luz
“DE NADA SIRVE, SER LUZ SI NO ILUMINAMOS EL CAMINO DE LOS DEMÁS”
Jóvenes: Acoged también vosotros a María en vuestro corazón y en
vuestra vida: que sea Ella la idea inspiradora de vuestra fe, la estrella luminosa de vuestro
camino pascual, para construir un mundo nuevo
en la luz del Resucitado, esperando la Pascua
eterna del Reino. (Benedicto XVI)Gracias y
bendiciones…