Post on 28-Mar-2020
Diario Sebastián
colofon
© Una edición de la Fundación Michaël De Witte
www.michaeldewitte.be
p/a Willem De Witte
Reinpadstraat 227
3600 Genk Bélgica
Traducción de Dagboek uit El Salvador Michaël De Witte
Redacción revisada por Karin Lievens
Imprimido en octubre 1989 por la Casa Editorial EPO
Lange Pastoorstraat 25-27, 2600 Berchem, Amberes, Bélgica
Gracias por la traducción a Alberto, Claudia, Jo, Felix, Luisa, Roos y Karin
Gracias por las fotografías a Dirk Holvoet
Impresión: EPO, Amberes Bélgica
Indice
Prefacio – 5
Las Crucitas Tres Calles – 9
Testimonios de combatientes – 11
La juventud – 17
Cartas – 37
Diario año 1983 – 45
Diario año 1984 – 83
Diario año 1985 – 135
Testamento político – 163
Diario año 1986 y 1987 – 189
Sebastián – 203
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Prefacio
Hace 20 años murió Michaël De Witte (nombre de guerra:Sebastián) en El
Salvador. Una granada de mortero puso fin a una vida valiosa, entregada y
comprometida hasta las últimas consecuencias. Michaël pasó cinco años con
los compas del Frente Farabundo Martí para la Liberación (FMLN) dando lo
mejor de sí mismo como persona y como médico.
El Comandante Carmelo, quien fue durante un buen tiempo el encargado
del Frente Sur donde permaneció Michael la mayor parte del tiempo, escribe
en su testimonio: “sus aportes fueron integrales como revolucionario, en el
campo técnico y político. Con su muerte tuvimos una gran pérdida al no
seguir contando con sus aportes directos. Pero sí contamos con las expe-
riencias que nos dejó en la formación de gente con capacidad técnica y sus
aportes políticos e ideológicos. Con su muerte perdimos a un revolucionario
y a un buen compañero”.
También para nosotros: compañera, familia, hermanos, hermanas y amigos,
fue una pérdida irreparable, pero estamos felices y agradecidos de haberlo
conocido de tan cerca y de poder conmemorarlo con este diario.
La Fundación Michaël De Witte nació pocos meses después de la muerte de
Michaël y tuvo como uno de sus principales objetivos editar las notas/diario
de Michaël/Sebastián para que sus ideas encontraran suelo fértil para otra
gente que quiera compromoterse con los más débiles en este mundo.
Desde que llegué a conocer a Michaël siempre lo vi escribir en su diario. Se
había vuelto una práctica diaria. Dondequiera que estaba siempre anotaba
sus experiencias y reflexiones. Así también en El Salvador. Emilio, un mé-
dico mexicano que lo conoció en El Salvador y trabajó junto a él, también lo
recordaba escribiendo a la luz de una vela y con su libra de azucar a la mano.
No tenía ningunas ambiciones literarias, sino que lo hacía para reflexionar
sobre lo que pasaba a su alrededor, sobre lo que hacía. Quería vivir muy con-
ciente y tomar decisiones muy premeditadas. Vivir y no dejarse llevar por la
vida o por las circunstancias.
En el diario de El Salvador, no encontrarás muchas anécdotas sobre la vida
en la guerra, sino sobre todo reflexiones alrededor de su aporte como médico
y como revolucionario.
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Estando en un frente de guerra, resultó muy difícil enviar cartas a Bélgica,
pero Michaël logró enviar algunas. También pudo enviar una parte de su
diario a través de la Cruz Roja Internacional, y desde Ginebra llegaron a
manos de su hermano Willem. Este mismo hermano fue a El Salvador en
junio de 1988 a traer los restos de Michael y ahí mismo fueron entregados
unos 10 cuadernos que estaban enterrados. Faltan los primeros 8 meses de
su estadía (octubre 1982 hasta abril 1983) y se perdieron los cuadernos que
abarcaron el período entre noviembre 85 y agosto 86. Pero con el material
que estaba se pudo hacer una selección representativa de lo que escribió y
meditó Michaël. El diario fue editado en neerlandés en 1989 por la editorial
EPO y en varias visitas a El Salvador de Willem y su hermana Roos salió la
inquietud de los compañeros de poder leer el diario en español.
Y aquí está el diario, gracias al esfuerzo de los traductores Alberto, Claudia,
Jo, Felix, Luisa y Roos y gracias al esfuerzo de los hermanos que pertene-
cen a la Fundación Michaël De Witte y de la editorial EPO que se demostró
dispuesta a editar el diario en un tiempo record. Como se conmemora este
año el vigésimo aniversario de su muerte, nos pareció idóneo hacerlo en este
momento.
Estamos convencidos que, aparte de mantener viva la memoria de Michaël,
este diario puede significar algo para los hermanos de El Salvador y otros
países en América Latina que continúan luchando por un mundo mejor.
Cuando éramos estudiantes, Michaël tenía, como muchos en los años 70,
colgado en la pared de su cuarto un gran póster de Che Guevara. Pero para
él el Che era más que un ídolo, él quería SER como el Che. Después de la
lectura de su diario te darás cuenta de que llegó muy muy cerca de este
sueño, de que realmente llegó a ser un buen revolucionario.
En una última carta que recibí, me escribió: “No sé por qué, pero siento que
no voy a volver a ver a mi país, que no voy a volver a verte, que no voy a ver
el triunfo. Pero lo importante no es, que yo voy a ver el triunfo, sino que
el pueblo salvadoreño llegue a celebrar su triunfo. Me quedo aquí , a pesar
del peligro. Con gusto doy todo lo que puedo, hasta mi vida si es necesario,
para poner fin a la explotación del Tercer Mundo por el imperialismo de los
Estados Unidos”.
Hoy día, en 2007, sigue vigente ese imperialismo (aunque no suele llamarse
más así). Basta recordar lo que pasa/pasó en Afganistan, Irak, en Palestina
y tantos lugares del mundo. Los EE.UU. siguen interviniendo en las eleccio-
nes en América Latina, como recientemente en Nicaragua, tratando de es-
tablecer gobiernos pro-americanos. Año 2007 sigue habiendo ciudadanos de
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primera, de segunda, de tercera y hasta de cuarta. La lucha sigue vigente, tal
vez no de la misma forma, porque las injusticias siguen de pie. Por suerte hay
un nuevo auge en América Latina. En diversos países han llegado gobiernos
más democráticos al poder, con más preocupación por los pobres (Chile, Ar-
gentina, Uruguay, Brasil). Y también hay Gobiernos más radicales, como el
caso de Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia que no temen
la confrontación directa con los Estados Unidos. Pero también en los países
de Centro-América, hay gente que ha aprendido de las revoluciones y luchas
de los años 70/80 y que continúa con otras formas de lucha para llegar a
construir un país en donde todos tienen iguales derechos y posibilidades.
Muchas veces la gente me ha preguntado si valió la pena haber participado
en esta lucha de liberación, si el sacrificio de Michaël no fue en vano. Pues,
la respuesta es: SI valió la pena y NO, no fue en vano. Nuestra participación
fue la consecuencia de una convicción, no sólo quisimos pensar y hablar
sobre la revolución pero quisimos dar nuestro aporte, hasta la última conse-
cuencia. Hasta vencer o morir.
Espero que este diario pueda inspirar a otra gente/jóvenes de hacer lo mismo.
Karin Lievens
febrero 2007
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Las Crucitas, Tres Calles
8 de febrero de 1987
Son las seis de la tarde. Sebastián se prepara, como todas las tardes, para su-
bir al cerro a ver las noticias televisivas en el puesto de mando, cuando un
mensajero anuncia que el ejército está planeando un ataque con morteros. El
anuncio en sí no era muy importante, porque diariamente hay ataques con
morteros. Sin embargo, Sebastián no estaba tranquilo, le parecía que la clíni-
ca no estaba suficientemente segura, porque estaba ubicada en un valle y por
esta razón decidió ir a dormir, junto con su equipo, un poco más arriba.
Felizmente, no había heridos, lo cual facilitó un poco la mudanza. Sólo esta-
ban las brigadistas, Chayo y Rosa, el inseparable Boonerge o “Mister” y Nico,
el hazlotodo.
Eran las seis de la tarde y estaba lloviendo suavemente. Sebastián se sentía
cansado, porque había trabajado duro todo el día: dos reuniones y muchas
consultas. Los caminos eran muy resbalosos y ya estaba oscuro. Además, na-
die podía utilizar la linterna, porque este mismo día se había señalado una
patrulla enemiga en la zona y no se sabía dónde exactamente se encontraba
ahora.
Decidieron instalarse bajo un gran palo de mango que los protegería un poco
de la lluvia y allí levantaron sus tiendas de campaña. Unos palitos en el suelo
y encima un gran pedazo de plástico. No les quedaba más que ponerse a dor-
mir y esperar los morteros.
Sebastián no logró dormirse inmediatamente y pensó en mil y una cosas: en
la actividad política del día siguiente; acababan de armar un pequeño teatro
con el colectivo y pensó que aún había que trabajar bastante para hacerlo
“presentable”; en el primer aniversario de la UNTS, el sindicato; en el paro de
tráfico que tenía bloqueado casi al país entero; y en los morteros anunciados.
Pero estos últimos le preocupaban poco, porque generalmente no alcanzaban
sus objetivos.
Nueve de la noche. El equipo de la clínica duerme en el lugar abierto, bajo el
mango. En San Marcos Lempa el batallón de paracaidistas se prepara para el
ataque de artillería.
Exactamente a las nueve horas disparan el mortero 105mm. Los compas de-
bajo del mango se despiertan por la explosión, siguen el silbido de la granada
y esperan a saber donde va a caer. De repente se produce una explosión en-
sordecedora, las ramas se quiebran y se oyen quejas. Rosa se levanta, medio
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ensordecida por la explosión, mira a su alrededor y se da cuenta que todos
a su alrededor están muertos. Oye a Nico, quien estaba acostado al lado de
ella, quejarse y ve que su cabeza está partida en dos. Corre como loca hacia
el puesto de mando para ir a buscar a Federico, que es médico. Unos minutos
más tarde, están de regreso. Federico constata que Nico ha muerto y a toda
prisa se dirige hacia los demás. Sebastián y Mister están gravemente heri-
dos. Sebastián tiene los dos brazos rotos, una esquirla en el vientre y otra en
la cabeza. Cuando Federico saca el material de su mochila para empezar a
atenderlo, Sebastián dice con voz débil: “Esta vez fue mi turno. Ya no gastes
medicamentos en mi, otros pueden necesitarlos.” Diez minutos más tarde, se
muere.
A Mister, quien también está gravemente herido, lo llevan a toda prisa al
hospital de las FPL, pero fallece en el camino. Antes había dicho: “Yo siempre
acompaño a Sebastián y, si lo matan a él, también es el fin para mi”. Chayito
llegó al hospital y se salvó.
A la mañana siguiente entierran a Sebastián, junto con Nico. Tres días más
tarde, cuando todos están de regreso en la zona, se organiza una conmemo-
ración política y sus compañeros deciden darle su nombre a la campaña de al-
fabetización que estaba iniciando. Quince días más tarde se produce un golpe
de mano contra el Atonal en san Agustín. Los compas matan a diez soldados
y conquistan tres fusiles. Esta acción le fue dedicada. Así es como los compas
honran a alguien. No hay llantos ni quejas sino una respuesta combativa.
Exactamente como a él le hubiera gustado.
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Testimonios de combatientes
Odilio (combatiente lisiado)
Yo conocí a Sebastián y a su compañera cuando entraron en el país en 1982
por el Brazo del Niño en el Departamento de San Miguel. El casi no podía
hablar español, pero poco a poco aprendió de nosotros. Y lo primero que
aprendió a decir fueron groserías, como hijo de puta y cabrón.
Me hirieron dos veces y dos veces me atendió Sebastián; la segunda vez el
ya podía hablar más el español y se le entendía bien. El siempre preguntaba
sobre nuestra experiencia en los combates: cómo se peleaba, si no teníamos
temor, cómo se siente uno, etc. Como el era médico, no se enfrentaba al
enemigo. El bromeaba con todo, no de manera ofensiva, pero con todos bro-
meaba. Era bien cariñoso con todo el mundo. A nadie le hacía mal, ni hacía
las cosas de mala gana. El siempre daba todo lo que tenía.
Lo conocí una vez que andaba con los zapatos rotos y supe que el había en-
tregado sus botas buenas a un compañero que fue a combatir y el se quedó
en la clínica con los zapatos rotos. La última vez estuve con él en la clínica
unos tres meses y pude ver bien cómo Sebastián trabajaba. Cuando había una
invasión del ejército, se preocupaba mucho por la comida de los compañeros
heridos y él se quedaba sin comer por darnos a nosotros. También, en una
de las operaciones vi que se sacó sangre para darle a un compañero herido.
Pensé muchas veces que el era un verdadero revolucionario: venir de un
país tan lejano a pelear aquí y siempre me llamó la atención que el trataba a
la gente con tanto cariño, calor humano, como si nos hubiéramos conocido
desde siempre.
Sebastián era muy popular entre los compas, porque bromeaba con todos,
pero también porque era muy buen médico. Yo conozco muchos compañeros
a quienes les salvó la vida. Le teníamos mucha confianza porque nunca bus-
caba la solución más fácil. Si no había necesidad de amputar, el no lo hacía.
Prefería operar toda la noche en lugar de amputar rápidamente una mano o
un pie. El siempre buscaba la forma de que el compañero quedara lo mejor
posible después de una herida.
También se llevaba bien con los brigadistas, se preocupaba por que apren-
dieran mucho y siempre explicaba lo que estaba haciendo cuando operaba o
curaba a alguien. Pero no soportaba que hubiera relajo en la clínica.
Nos sentíamos mucho más seguros cuando salíamos a combatir, porque sa-
bíamos que allí estaba Sebastián y que el nos podía curar si resultábamos
heridos.
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Vicente (combatiente lisiado)
Todos lo admirábamos mucho. La última vez que me hirieron, fue en la zona
costera y Sebastián estaba en Tres Calles. Pisé una mina y mi pie estaba hecho
pedazos, pero estaba convencido de que Sebastián me hubiera amputado más
abajo o que quizás no me hubiera amputado. Deseé mil veces que el hubiera
estado allí…
El mismo siempre decía que lo que más le gustaba era venir donde nosotros,
las unidades militares, para revisarnos, y lo hacía muy regularmente. Se pa-
saba entonces un día con nosotros en el campamento y revisaba a todo el
mundo, nos daba medicamentos contra la malaria o nos vacunaba contra el
tétanos, por ejemplo: “esto es para cuando les den un balazo”, bromeaba él.
Pero siempre lo decía con buenas intenciones, porque lo que le animaba en
todo lo que hacía era siempre salvarle la vida a los compañeros.
También siempre aprovechaba el tiempo, cuando estábamos en la clínica,
para enseñarnos temas políticos. No sólo lo hacía con los brigadistas sino
también con los heridos.
Gustavo (combatiente lisiado)
Aparte de ser muy buen médico, Sebastián también era un verdadero revolu-
cionario. En el último período, justo antes de que me hirieran, él acompañaba
más a las unidades militares de la guerrilla y en todos lados combinaba su tra-
bajo médico con el trabajo de organización política. El revisaba la gente en los
pueblos, les daba medicamentos,pero también les explicaba las razones de la
lucha.
Me recuerdo bien, después del ataque a Berlín en el 83, cuando tuvimos
nueve heridos: Sebastián estaba en la costa con aquellos heridos y, durante
la primera semana, casi no durmió, porque se ocupaba constantemente de
ellos, a cada rato los revisaba, porque no quería que nadie se muriera. Desde
el inicio supimos de qué madera estaba hecho. Me recuerdo que el mismo
estaba enfermo, que tuvo que vomitar mientras estuvo operando. Salió rápi-
damente un ratito y luego siguió.
El operaba en aquel entonces junto con otro médico, José Luis, y más tarde
los escuché mientras estaban bromeando y Sebastián contaba que se había
orinado en el pantalón, mientras estaba operando. En esta misma zona, yo
vi cómo Sebastián caminaba kilómetros y kilómetros, descalzo, porque sus
zapatos viejos estaban rotos y aún no le habían llegado los nuevos. Y en ese
momento un compa fue gravemente herido y Sebastián no dijo “traigan el
herido para acá, yo no voy porque me duelen los pies”. No, el se fue descalzo
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a buscar al herido, porque sabía que, si pasaba más tiempo, el compa podía
morirse.
Cuando un herido llegaba a sus manos, casi con seguridad se salvaba, a me-
nos que fuera realmente un caso perdido. Tenía una manera muy especial
de tratar a los heridos. Nunca lo escuché desanimar a alguien diciendo que
estaba mal herido o cosas así; al contrario, siempre les decía que los iba a
ayudar a curarse. O sea que confiábamos mucho en él. Esto sí, se enojaba
cuando un herido no estaba quieto. Le explicaba entonces que un herido
debe aportar mucho de si mismo si quiere curarse, que un herido debe tener
tanta disciplina en la clínica como en su unidad militar si quiere ponerse
bien rápido. Le interesaba mucho lo relacionado con las estructuras. Una
noche, cuando revisaba las guardias de la clínica, vio que un compa se ha-
bía quedado dormido. Le quitó el arma sin que lo notara y lo llevó con el
responsable del compa. Esa era su manera de enseñarle al compa que había
puesto en peligro la seguridad de la clínica al dormir durante su tiempo de
guardia.
Gerardo (combatiente lisiado)
Sebastián me amputó la pierna y me dió de su sangre durante la operación.
Esta es la razón por la cual sigo vivo. Me recuerdo muy bien cómo siempre
trataba de darnos ánimo por medio de lo que decía y gracias a sus atencio-
nes. Así es cómo el me decía que no me tenía que preocupar por mi pierna
perdida, que yo seguía siendo igual de importante para la revolución, porque
aún tenía mi cabeza para pensar... La sola presencia de Sebastián en la clínica
bastaba para animarnos.
Por su actitud, Sebastián nos mostró que el entendía perfectamente el sufri-
miento de nuestro pueblo y que el quería ser parte del pueblo.
Antes de que me hirieran, yo había hecho varias caminatas largas con Se-
bastián. Durante los descansos, el siempre bromeaba, de manera que todos
olvidaban el cansancio. No creo que será fácil encontrar a otra persona como
él, alguien que abandona todo en su país para entregarse completamente a
la revolución.
Carmelo, comandante del Frente Sur
Para nosotros, Sebastián es totalmente irremplazable, como médico y como
militante. Personalmente, he aprendido mucho de él. Sebastián tenía mu-
cha cultura y grandes conocimientos políticos y siempre insistía con nosotros
para que estudiáramos más y leyéramos más textos políticos y libros. Leímos
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juntos el Manifiesto Comunista y toda una serie de otras obras de Marx y
Lenin.
Tampoco olvidaré nunca que, una vez que le enviaron 100 dólares desde
Bélgica, se los dió inmediatamente al partido. Le insistí en que se los quedara,
porque le gustaba fumar de vez en cuando. Pero el decía que había otras cosas
más importantes que comprar.
Sebastián nació y creció en un país en donde las condiciones sociales y eco-
nómicas eran muy diferentes de las nuestras; aquí vivimos en un frente de
guerra, en donde no existen las facilidades de la ciudad y en donde todo es
diferente. Y, sin embargo, Sebastián logró adaptarse y convivir con los com-
batientes, quienes en su mayoría son campesinos con un bajo nivel cultu-
ral. Lo logró gracias a su alto nivel de empatía humana y porque poseía las
cualidades del verdadero revolucionario: sencillo, entregado, perseverante y
valiente. Sus cualidades revolucionarias hacían que el no mirara a los demás
desde arriba, desde su origen de clase; al contrario, el sabía que sus compañe-
ros habían vivido intensamente la injusticia social y siempre quería aprender
de ellos. Esto le permitió ir entendiendo paulatinamente las justas razones de
nuestra lucha; y esto lo llevó a convertirse, desde un internacionalista que
viene un tiempo a dar su contribución, en un revolucionario que terminó
por sentirse parte de esta revolución salvadoreña: hizo de ella su proyecto
de vida.
Su muerte significó para nosotros una enorme pérdida, porque ya no pudi-
mos contar con sus aportes directos, pero seguimos aprovechando las expe-
riencias que el nos transmitió a través de las formaciones que nos dio tanto a
nivel médico-técnico como a nivel ideológico y político.
Con él perdimos un revolucionario convencido y un camarada en quién se
podía confiar totalmente.
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La juventud
¿ Quién era Michaël a final de cuentas ? ¿ Cómo llegó a la decisión de salir
hacia El Salvador ? Son preguntas que he escuchado muchas veces, y no ten-
go respuestas claras. Es muy difícil explicar el carácter de Michaël a gente que
no lo ha conocido bien. Solamente puedo compartir con Ustedes mi opinión
muy personal sobre Michaël, porque la tengo profundamente grabada en mi
memoria.
Desde que nací, cuando Michaël tenía siete años, hemos compartido el mis-
mo cuarto durante once años. Sentí siempre una gran admiración hacia mi
hermano mayor, quien narraba historias sin cansarse y quien siempre estaba
dispuesto para aventuras nuevas. Era un gran aficionado del bricolaje, de
aviones hasta casas rodantes a escala, y también miraba apasionadamente por
su microscopio durante horas seguidas.
Pero Michaël también adoraba el esfuerzo físico, a veces con demasiado en-
tusiasmo e imaginación. Cuando sus hermanos mayores decidieron que el
arenal del jardín sería una piscina, Michaël (tenía ocho años) lo tomó en
serio y se dió un tremendo clavado en la “piscina” sin agua y sólo con arena.
Resultado : el brazo roto y enyesado, lo que no le impedía seguir subiéndose
a los árboles los días siguientes.
En el quinto año de primaria Michaël entró a la KSA (movimiento juvenil
católico), pero no se quedó más que dos años, porque prefería jugar en el
amplio jardín de la casa. El fútbol era su pasatiempo favorito : “mi pasión y mi
vida”, escribió en una redacción escolar. “Sobre todo me gusta jugar partidos.”
Con su hermano Lodewijk no se perdía ningún partido en casa del Deportivo
Zwevegem, el equipo del pueblo donde nació (jugaba en cuarta división). “Nos
damos un brinco de alegría cuando anotan.” Recorta los reportajes y las fotos
del periódico sobre Club Brujas, su equipo favorito de la primera división.
Michaël también fue un chico bastante emocional. Cuando su hermano me-
nor sufrió un accidente de tráfico y su vida pendía de un hilo, Michaël lloraba
y lloraba día tras día sin consuelo, más que los otros de la familia. Pero se
mordió los dientes con gran valentía cuando, a los nueve años, fue víctima de
una grave osteomielitis (infección de la médula ósea). Durante tres semanas
no podía caminar y perdió todo un trimestre en la escuela. Pero se recuperó
totalmente de esta enfermedad muy seria, una primera prueba de su gran
resistencia y aguante.
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Su gran confianza en si mismo a temprana edad es otro indicio de lo que se-
guiría en su vida. Pero por el momento sigue siendo un chico bueno. “¿ Todo
bien con los negritos ?”, pregunta en una carta a su tío misionero en Zaire
(hoy Congo, en África). “Espero que la conversión al catolicismo de los ne-
gros continúe viento en popa.” Mucho más tarde firmará sus cartas hacia mi
con “saludos de tu hermano misionero” … pero otro tipo de misionero.
En los últimos años de la secundaria, la crítica social de Michaël ya se vislum-
braba de manera más clara, sin llegar a ser un dirigente o luchador juvenil.
Michaël optó por estudios de latín y matemáticas, la rama más difícil de la
secundaria, pero su gran capacidad para analizar y organizar le daba buenos
resultados. En las vacaciones se iba a Irlanda para aprender inglés.
Karting
Pero antes que todo está su nuevo pasatiempo favorito: el karting. Michaël
dedicaba casi todo su tiempo libre a su kart. Por falta de dinero no podía com-
prar buenas piezas, por lo que peleaba en la cola durante las carreras. Eso no
lo desanimaba, sino que le daba más perseverancia para arreglar su kart con
gran empeño y poner su mejor esfuerzo en las carreras. En las vacaciones
salía a trabajar y ganaba algo de dinero para su kart. Las paredes de nuestro
cuarto estaban llenos de afiches de los bólidos de la Formula Uno, otra gran
pasión de Michaël.
Cuando Michaël terminó la secundaria y entró en la universidad, abandonó
el karting con mucho pesar, porque sabía que no le podría dedicar el tiempo
y el dinero necesario para obtener buenos resultados en las carreras durante
los próximos años. Se inscribió para un curso de verano de paracaidismo.
Cuando nadie se atrevió a ponerse adelante en la cola para saltar, en el pri-
mer vuelo de verdad que hacían, Michaël no dudó en lanzarse primero y sin
miedo del avión.
Michaël continuó con el paracaidismo como pasatiempo en los años siguien-
tes y también se compró una moto. Nunca fue un imprudente, pero sí le
gustaba tomar riesgos medidos y ampliar sus límites. Sobre todo gozaba del
vertiginoso sentimiento de libertad que uno siente cuando cuelga de su para-
caídas o cuando corre a toda velocidad en la moto.
Michaël desde temprana edad fue un chico inquieto y agitado. Sabía des-
ahogar su energía y agresividad excedente en el deporte y trabajando en el
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jardín. Michaël siempre me pareció el “perpetuo móvil” en carne y hueso,
un hombre que no puede estar quieto, porque está lleno de planes y metas.
Alguien que siempre quiere llegar más allá y corregir sus puntos débiles.
Lo que también le llevaba a ser duro con los “flojos” y “pasivos” de su al-
rededor.
Cuando Michaël cumplió dieciocho años y estaba a punto de terminar la
secundaria, ya quedaba claro que se comprometería muy enérgicamente con
lo que pasaba en el mundo. No dudaba en pelearse con su profesor titular
por temas políticos y participaba con muchas ganas en las protestas escola-
res contra la compra de nuevos aviones de guerra por el gobierno belga del
primer ministro Van den Boeynants en 1974, el famoso “No a los treinta mil
millones” (de francos belgas para los aviones).
En el curso de historia, hizo un remarcable análisis del nacional-socialismo,
que demostraba una gran madurez para un chico de su edad. Su interés en
problemas como el racismo y el imperialismo aparecían por primera vez en
el primer plano, aunque no se enmarcaban todavía en una clara simpatía por
la izquierda. Sobre todo destacaban su gran capacidad para estructurar temas
y su espíritu crítico.
En una carta a una amiga, Michaël escribió : “No tengo idea si Dios existe. Me
imagino que Jesús habrá sido un hombre magnífico en muchos sentidos, pero
la interpretación católica que se le da está equivocada. Por esta razón estoy
contra el matrimonio como institución, aunque sí quiero comprometerme
con alguien a largo plazo.”
En la misma carta, Michaël expresó sus dudas si estudiaría para médico o para
abogado en la universidad el año siguiente. “Los estudios de derecho me pa-
recen más interesantes, pero como médico puedes actuar más directamente.
El objetivo de mi vida es trabajar en los barrios pobres o como médico en una
fábrica. Pero como abogado también puedes luchar contra la injusticia ante el
juez.”
La mentalidad correcta
Al final se decidió por la medicina y en octubre de 1974 empezó con sus tres
años de candidatura en la Universidad Católica de Kortrijk. Esta sucursal de
la Universidad de Lovaina estaba a unos quince minutos en bicicleta de su
casa paterna, por lo que se quedó a vivir allí el primer año. Pero el segundo y
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tercer año, se mudó a una casa comunitaria de estudiantes en Kortrijk, donde
tomaba la vida en común muy en serio.
Eso se nota en un texto que Michaël redactó al respecto. Donde estaba, apun-
taba muchas notas, en todo tipo de reuniones y para ordenar sus propios
planes e ideas. Casi siempre para uso propio, así que totalmente ilegible para
no-aptos, como se acostumbra con la escritura de un médico. Pero pude des-
cifrar con mucho esfuerzo su nota sobre la vida en una casa común, porque
me pareció que valía la pena resumirla brevemente.
“Esta es una reacción a la crítica que siempre se escucha”, empezó Michaël,
“que los jóvenes protestan mucho pero hacen poco, que destruyen mucho
pero lanzan pocas alternativas, que ahora te pones muy rebelde pero en un
par de años como médico rápidamente te adecuarás al sistema. A lo que uno
responde obviamente que los otros se adaptarán, pero yo mismo nunca jamás
en mi vida. Pero cuando uno intenta ser realista, se da cuenta que será muy
difícil no rendirse.”
“Por eso tienes que construirte la mentalidad correcta ahora mismo, y no
plantear que eso es algo para más tarde. Si ahora no puedes denegarte para
los demás, si ahora no puedes dedicar parte de tu tiempo a los marginales,
¿ cómo te imaginas que lo podrás hacer más adelante ? Si ahora no puedes
mantener una buena relación con tus compañeros de la casa común, res-
petando los acuerdos que tomaron juntos, entonces ¿ cómo podrás trabajar
bien y conjuntamente con los otros médicos en un consultorio común ?”
“Es muy interesante e importante plantear desde ahora y muy claramente
cómo querrás vivir más adelante, en qué dirección quieres evolucionar. Eso
te ayudará a entender lo que te toca hacer ahora para lograr la mentalidad
correcta. ¿ Y cómo se logra eso ? Aspirando a una vida común utópica en la
casa de estudiantes.”
Para Michaël este asunto no se quedaba en palabras nada más, lo inten-
taba en serio. Desde el primer año participaba activamente en Médica (la
organización estudiantil de su facultad), en la parroquia universitaria y en
el sindicato estudiantil. Además trabajaba cada semana durante unas horas
en las Tiendas del Mundo de Oxfam (que venden mercancía de los países
pobres a un precio justo para el pequeño productor), y dedicaba una tarde
de cada semana al trabajo voluntario en una institución para minusválidos
sociales.
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No alardeaba de estas actividades, pero exigía la misma entrega de sus com-
pañeros de la casa común. Le parecía que esta casa no tenía que limitarse a
ser un punto de descanso común, sino también un estímulo para el compro-
miso compartido. Michaël creía muy fuertemente en la sensibilización de los
demás y en el cambio. La casa común debía funcionar como un buen ejemplo
de democracia de base. Cenar juntos era solamente un mínimo.
Michaël no se tragaba sus críticas hacia sus compañeros de casa que no se
comprometían tan enérgicamente como él. Bueno, de hecho nunca se comía
sus críticas, para nadie. Escribió una carta furiosa contra las “huevadas” que
se publicaban en la revista estudiantil. Cuando el cura llegó a un campamen-
to de la parroquia estudiantil con naranjas sudafricanas de la marca Outspan
(durante la época del apartheid), Sebastián lo mandó inmediatamente de
vuelta a la tienda para comprar otras.
Pero no le gustaba a Michaël pelearse. Cuando se enojaba, normalmente se
encerraba en si mismo y se iba. Muy raras veces insultaba a otros. Nunca
llegaba a los puñetazos, porque estaba a favor de los argumentos racionales,
no los “manuales”. Durante las manifestaciones formaba parte del equipo de
seguridad, de ninguna manera iba a lanzar piedras.
Chico de acción
La vida de Michaël en la casa común estudiantil fue fascinante y tormentosa,
entre otras razones porque en el tercer año vivía en una de las primeras casas
“mixtas” (hombres y mujeres) en Kortrijk. Una decisión muy consciente, que
llevaba a muchos cuestionamientos en círculos universitarios. Debatieron
mucho y fuerte en la casa, pero también salieron mucho y fuerte a divertirse.
Además hubo mucho énfasis en el deporte : para Michaël una buena condi-
ción física siempre fue primordial.
Sus compañeros de la casa se recuerdan de Michaël como un chico de acción,
no de la romántica. Una figura dominante, que amaba instigar a los demás y
lograba convencerlos con sus argumentos. Alguien que siempre caminaba sin
titubeos hacia su objetivo, pero con una gran capacidad para adaptarse y muy
apto para comunicarse con la gente común de la calle.
Michaël era muy abierto y muy cerrado a la vez. En sus estudios y sus acti-
vidades estaba solo muy seguido. Pensaba mucho, escribía mucho, elaboraba
sus propias opiniones, no escamoteaba tiempo para criticarse a si mismo. Pero
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esta actitud justamente irradiaba en los demás. Por otro lado, Michaël podía
lucirse muy jovial y eufórico. No se guardaba sus comentarios agudos hacia
los demás. Sobre todo durante los descansos de sus estudios estaba muy ani-
mado. Aunque nunca le gustaron los chismes sobre los ausentes.
No acostumbró ventilar su intimidad. “Narcisismo vanidoso”, lo llamaba, “hay
cosas mucho más importantes de qué hablar que de uno mismo.” Escondía
muy bien sus propios sentimientos, le costaba mucho hablar de ellos. Eso no
le impedía demostrar una gran empatía hacia los demás. “Uno se sentía muy
bien al lado de Michaël, aunque era bien complicado expresárselo”, lo resu-
me una compañera de casa.
Michaël era y seguía siendo un joven muy sensible. Eso salió a la luz por
ejemplo cuando su hermana mayor murió joven. Michaël, que tenía veinte
años cuando ella falleció, se sintió totalmente destruido por su muerte. Llo-
raba desconsoladamente, pero quiso superarlo solo, no quiso que los otros lo
consolaran. Siempre mantenía un vínculo muy estrecho con su familia; aún
cuando estaba en El Salvador, escribía muchas cartas. Mostraba mucho inte-
rés y amor para los hijos de sus hermanos y hermanas.
Durante su segundo año de estudiante en Kortrijk, Michaël empezó una re-
lación amorosa con Karin, quien estudiaba filología germánica en la misma
universidad y quien también era muy activa en las luchas estudiantiles. En
este escenario se habían conocido un año antes. Michaël nunca estuvo inte-
resado en aventuras amorosas pasajeras. Su relación con Karin se mantuvo y
se volvió más profunda con los años.
Pero Michaël no quería hablar mucho de su relación. Cuando sus compañe-
ros de casa intentaban averiguar más, él cambiaba de tema o se salía con una
ocurrencia. Opinaba que no tenía que debatir con otros sobre su relación con
Karin.
Michaël logró su título de candidatura en medicina sin mayores problemas,
aunque cada año tenía que repetir algunos exámenes en segunda sesión.
Pero esto se debía sobre todo a que él mismo planificaba pasar sus exámenes
repartidos entre las dos sesiones. Esto le permitía dedicarse no solamente a
sus estudios, sino también a varias actividades sociales durante todo el año.
Mostraba una dedicación fervorosa durante sus exámenes, porque los buenos
estudios le parecían de suma importancia. Tenía un esquema muy rígido y
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estricto para estudiar, con pausas muy breves pero intensivas para relajarse,
incluyendo cinco comidas puntuales al día. Se molestaba mucho cuando una
comida se servía diez minutos tarde.
Para asegurarse de la tranquilidad y la puntualidad necesarias, prefería es-
tudiar en la casa de sus padres, pero la casa común de estudiantes le gus-
taba más para las pausas de relajo. Eso le llevaba a mudar regularmente
todos sus libros, sus discos y sus plantas de una casa a otra para cambiar
de ambiente. Yo le ayudaba a instalar todas sus cosas en nuestra casa de
familia, y dos días más tarde todo el ritual se repetía de nuevo en su casa
de estudiantes.
Un verano Michaël buscó y encontró la tranquilidad perfecta para estudiar
sus exámenes de segunda sesión (en septiembre) mudándose con sus libros
hacia los lagos de Finlandia (al extremo norte de Europa). Los años después
repitió esta experiencia exitosa en las montañas de la isla de Córcega (al sur
de Francia) y en las colinas del País de Gales (al oeste de Inglaterra), pero ya
no para estudiar. También visitó Londres y Berlín. Amaba viajar, un rasgo
familiar que heredó.
Lovaina
En octubre de 1977 Michaël comenzó el primero de sus cuatro años de docto-
rado en medicina en la Universidad Católica de Lovaina (a 120 kilómetros de
su pueblo natal), donde también viviría en una casa común de estudiantes.
El primer año en una casa en el centro de Lovaina con su hermano Jozef, el
segundo año en una casa en las afueras de Lovaina, el tercer y cuarto año con
amigos en unas casitas de obreros en un callejón de Lovaina.
En Lovaina el dinamismo de Michaël llegó al tope. En primer lugar dentro
de la organización estudiantil Médica, donde se dedicaba plenamente a las
reformas de la carrera de medicina. Participaba en la lucha contra una ley
que proponía limitar cada año la entrada de nuevos alumnos a esta carrera
y también poner cuota al establecimiento de egresados de la carrera como
médicos reconocidos por su gremio y el estado.
El segundo año de su doctorado, Michaël salió elegido como vicepresidente
de Médica, representando a su facultad en el Consejo Social de la universi-
dad. Junto con sus compañeros de la directiva (muy progresista) de Médica,
animaba a los estudiantes de su facultad a participar en muchas actividades
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de protesta, pero también lúdicas, así que Michaël se divertía bastante. Le
dedicaba por lo menos tanto tiempo a Médica que a sus estudios.
Al final de 1978 se agregaba a todo eso la lucha “No a los diez mil” (francos
belgas para la inscripción anual en la universidad). Como dirigente partici-
paba en reuniones contra este aumento inaceptable, repartía volantes, orga-
nizaba huelgas y marchaba en las manifestaciones en Lovaina y Bruselas (la
capital). Era una lucha por la democratización de la educación superior y para
ahorrar gastos en proyectos de lujo de la universidad.
Para convencer a los otros estudiantes de su facultad a participar en esta
lucha, Michaël daba el buen ejemplo. Cuando los estudiantes ocuparon la
biblioteca universitaria, el se quedó a dormir allí toda una semana.
Durante sus primeros meses en Lovaina, Michaël asistía a reuniones de ini-
ciación de la Liga Marxista Leninista (MLB), el movimiento estudiantil del
partido maoísta Todo el Poder a los Obreros (AMADA, ahora se llama PVDA).
El MLB era la organización de izquierda más fuerte en estos años, mientras
que el AMADA se hacía conocido y popular entre muchos estudiantes de
medicina por lanzar sus primeras iniciativas de consultorios comunes (gratis
para los pobres).
Michaël seguía bastante convencido de que, después de sus estudios, quiería
trabajar como médico en una fábrica, para conocer mejor a los trabajadores
y ayudarlos a organizarse. Encontraba muchos elementos positivos en los
consultorios comunes del Partido del Trabajo : un buen tratamiento médico,
la misma tarifa que el seguro social devuelve al paciente, la lucha contra el
gremio (muy derechista) de los médicos, contra la industria farmacéutica,
contra la contaminación del medio ambiente, contra el desmantelamiento del
seguro social. Más adelante Michaël trabajaría unos meses como practicante
en un consultorio del Partido del Trabajo.
Pero Michaël decidió no afiliarse al MLB o al Partido del Trabajo. Tenía al-
gunas críticas hacia sus ataques contra la Liga Revolucionaria Obrera (RAL,
trotskista) y contra el Partido Comunista (KP, línea de Moscú). Tampoco com-
partía totalmente su centralismo democrático y su defensa de la política exte-
rior de China. En grandes líneas estaba de acuerdo con la ideología de Partido
del Trabajo, pero prefería mantener su libertad y opinaba que ya tenía bas-
tantes actividades de por sí. De todas maneras visitaba las fiestas del primero
de Mayo del Partido del Trabajo en Bruselas.
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Por mientras, vivió dos años más en una casa común de estudiantes, pero ya
no quedaba mucho de las altas expectativas que tenía cuando todavía estaba
en Kortrijk. “Michaël nunca estuvo totalmente a gusto en una casa común,
porque sus valores apuntaban demasiado alto para sus compañeros de casa”,
explica uno de sus amigos.
De todas maneras lo intentó de nuevo el segundo año en las afueras de Lovai-
na, con unos ex-compañeros de la casa en Kortrijk. Este año, como vicepre-
sidente de Médica, su lucha dentro de la organización estudiantil era primor-
dial, así que no pasaba tanto tiempo en casa. Pero cuando estaba, participaba
en debates encendidos sobre el rol de la universidad y de la sociedad.
Muchos amigos se recuerdan de esta imagen de Michaël, pedaleando fuerte-
mente cada día en su bicicleta destartalada, ida y vuelta a Lovaina, la camisa
afuera del pantalón. También se le veía mucho en los cafés de Lovaina, no para
emborracharse, sino para discutir arduamente entre una cerveza y otra. Iba
muy seguido al cine, pero no le gustaban las películas con un final feliz “porque
te impiden seguir pensando en la historia después de que termine la película”.
Michaël era un visitante asiduo de fiestas pro fondos de varios grupos de ac-
ción, también de conciertos de rock en Lovaina y el festival anual de Werchter.
Con el tiempo se adquirió una impresionante colección de discos : Doors,
Who, Gruppo Sportivo, Bad Company, Pink Floyd, Boomtown Rats, Kinks,
… Sobre todo rock sólido.
Obviamente el deporte no se quedaba atrás. Como gran amante de la natu-
raleza, Michaël salía regularmente a correr en los bosques. También empezó
con el karate y a veces continuaba con el fútbol, la natación y el tenis. Se-
guía esforzándose por tener una buena condición física, lo que le resultaría
muy oportuno cuando estaría en El Salvador. También en el deporte Michaël
exigía el máximo de si mismo y de sus compañeros de equipo. Mantenía su
interés en la Formula Uno y en el fútbol profesional a través de los medios de
comunicación, pero muy pocas veces iba al estadio.
El tercer año de doctorado en medicina (el sexto en total) era un año de
pura práctica. Los primeros meses, Michaël trabajó en una clínica de Kortrijk,
donde ponía en práctica de manera muy concienzuda sus principios : nada de
tratamiento rutinario, sino que mucho interés por los problemas personales
de los pacientes. Aunque no se tragaba sus críticas cuando discutían el fun-
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cionamiento de la clínica, Michaël era bien visto por los otros médicos y por
los pacientes, porque tomaba en serio su trabajo.
Ruanda
De Enero a Mayo de 1980, Michaël cumplió la segunda parte de su práctica
en Ruanda (África Central). Su primera experiencia laboral en un país pobre
tuvo un fuerte impacto en Michaël. En Ruanda constató por primera vez con
sus propios ojos las grandes necesidades de los países pobres y cómo se podían
solucionar. Michaël aprendió muchísimo en Ruanda.
En la capital Kigali trabajó en cirugía, en una maternidad, en una pediatría
y en un dispensario. Así aprendió muchas “técnicas” médicas, porque le die-
ron mucha responsabilidad. Pero, por la terrible miseria de los pacientes y la
pasmosa indiferencia de los médicos locales, su práctica en Ruanda resultó en
una experiencia bastante negativa.
“Existe una escasez de materiales, de medicinas, de sangre, de todo”, repetía Mi-
chaël en sus cartas. “Pero lo más grave es la manera bestial en la que los médicos
tratan a sus pacientes. Les ladran y hasta les pegan. Los pacientes no reciben
ninguna explicación sobre su tratamiento y son operados sin anestesia.”
“A veces me dan ganas de llorar cuando veo el pésimo trato. Los médicos
de la maternidad tienen flojera para aplicar una cesaria, por lo que los bebés
mueren. Las mujeres se quedan solas en la maternidad durante el fin de se-
mana y son víctimas de violación por el equipo de limpieza.”
Michaël era el único que trabajaba horas extras. Se sentía sumamente feliz
cuando un paciente le agradecía por el buen trato. Pero estaba remando solo
contra la corriente. “Más que nunca odio los comentarios que escuché en
Bélgica antes de salir”, escribió Michaël, “que no pasa nada cuando te equivo-
cas durante una operación como médico en África, porque sobran negros.”
Intentaba hablar con sus colegas ruandeses sobre la situación política, pero
ellos eran muy desconfiados por la represión. “Un médico ruandés tiene que
ganar mucho dinero para mantener a toda la familia. Si juega al tonto idealis-
ta, toda su familia se le va encima porque ven peligrar sus ingresos.”
“La burocracia y la corrupción engendran una mentalidad de : yo trato de so-
brevivir y que los demás se las arreglen. No existe solidaridad, los practicantes
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ruandeses se burlan de los pacientes como campesinos estúpidos. También
me molesta mucho el lujo increíble que tienen los pocos blancos. Lo único
que les interesa es despilfarrar su dinero en comida europea, mucho alcohol
y viajes bonitos.”
De todas maneras es con mucho dolor en el corazón que Michaël salió de
Ruanda en Mayo. “¿ Qué harán los otros médicos ahora que yo ya no voy
a estar para controlarlos ?” Michaël se sintió muy motivado para regresar
a otro país pobre por un tiempo largo, donde podría aportar su granito de
arena para lograr cambios estructurales, junto con maestros y agrónomos.
Se sentía contento que sus estudios casi terminaban, porque ya no aguantaba
más para entrarle de lleno a su trabajo de médico. Pero antes tenía que cum-
plir su cuarto y último año de doctorado (el séptimo año de medicina). En
el verano de 1980 Sebastián intentó trabajar por unas semanas en Argelia o
Tunez, pero no lo logró.
Último año en Lovaina
Así que en septiembre regresó a su casita de obreros en el callejón en el cen-
tro de Lovaina. Aunque vivía en común allí con sus amigos de muchos años,
pasaba muchos momentos solo en su casita. Se desilusionó de la vida en co-
mún con amigos. Leía mucho, para intentar ampliar cada vez más su bagaje
cultural e intelectual. Dedicaba mucho tiempo a pensar profundamente en lo
que haría después de sus estudios.
Michaël siempre ha sido un lector ávido. Aparte de los periódicos belgas,
también leía “Le Monde” (periódico francés) y “Vrij Nederland” (periódico
holandés), además de “Solidario” (revista del Partido del Trabajo). Se infor-
maba bien a través de muchos libros de izquierda. Pero también leía muchas
novelas, de escritores belgas como Lampo, Vandeloo y Ruyslinck, al igual que
escritores extranjeros como Camus, Sartre, Huxley y Neruda.
Durante su último año de estudios, Michaël se volvió un poco más serio y
sombrío. ¿ Era porque ya estaba rumiando mucho sobre el gran paso sin re-
greso que estaba a punto de tomar ? ¿ Entendía que sus años libres y alegres
como estudiante se estaban acabando definitivamente ?
Michaël nunca fue una persona fácil de calar sus pensamientos. Era difícil
seguirle el paso cuando estaba muy entusiasmado en sus actividades y sus
planes para el futuro.
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Era muy abierto para expresar sus opiniones, lo que a veces lo llevaba a cho-
car con otros. Tenía un sentido del humor seco y sarcástico, que mucha gente
no entendía. Podía ser muy agudo hacia sus amigos. Del otro lado era muy
tolerante, dejaba a los otros ser como eran. Sus lazos de amistad eran muy
libres, sin ninguna obligación de ambos lados.
Algunos dicen que era terco, porque era muy obstinado en seguir sus propios
planes y convicciones. Michaël gozaba de una manera muy profunda de su
libertad, no dejaba que nada ni nadie lo encerrara. Vivió la alegría y la tristeza
de manera muy intensa, pero siempre sin perder de vista la realidad.
Al final de su último año de doctorado, en marzo y abril de 1981, Michaël
trabajó como practicante en la ciudad de Genk, en el consultorio común de
“Médicos para el Pueblo” (ligado al Partido del Trabajo de Bélgica (P.T.B.)).
Fue una lucha muy difícil para que la Universidad Católica de Lovaina reco-
nociera este consultorio “revolucionario” como lugar de práctica, una decisión
que revocaron posteriormente.
Michaël escribió un diario durante esta práctica, que deja traslucir que fue
una experiencia muy grata. Era muy feliz al constatar que los médicos no se
apuraban con los pacientes durante las consultas y las terapias, sino que las
adaptaban a las personas. No solamente ayudaban a la gente en la esfera mé-
dica, sino también en sus problemas familiares. Como opositor convencido
de la sobremedicación, Michaël estaba contento de ver que los médicos no
llenaran a los pacientes de medicinas.
Todo eso resultaba en un juicio positivo sobre la manera de trabajar de este
consultorio en Genk. Del otro lado, los médicos del consultorio también te-
nían una muy buena apreciación de Michaël, como un hombre inteligente y
con grandes dotes de organización. El año después, justo antes de viajar a El
Salvador, Michaël trabajaría algunos meses más en el mismo consultorio. Allí
estrechó sus lazos son su hermano Willem, quien también trabajaba para el
Partido del Trabajo y con quien ideológicamente Michaël se acercaba más.
Zimbabwe
En el verano de 1981, terminó su doctorado y sus siete años de medicina.
Antes de empezar sus estudios de seis meses como especialista en el Instituto
de Medicina Tropical en Amberes, viajó por seis meses a Zimbabwe (sur de
África) con su novia Karin y su amigo Jan.
29
Karin iba como reportera para la “Agencia de Prensa de Liberación” (BPA,
agencia belga progresista que dejó de existir). Michaël y Jan la acompañaron
para averiguar cómo funcionaba el sistema de salud en un país pobre donde
la revolución socialista acababa de triunfar. En 1980 el presidente Mugabe
había conquistado el poder de los blancos.
Michaël también había pensado visitar Nicaragua, donde la revolución sandi-
nista venció un año antes que en Zimbabwe. Karin le había contado mucho
sobre su viaje a Cuba. Pero al final decidieron viajar a Zimbabwe.
Cuando Michaël llegó a Zimbabwe, Médicos Sin Fronteras (MSF) buscaba jus-
tamente en este momento y urgentemente un reemplazante por otro médico
que se había ido. Aunque Michaël había ido para conocer el país y la revolu-
ción, no dudó un segundo en ofrecerse como voluntario. Así fue enviado a un
puesto de misioneros en medio de la selva tropical, en la frontera con Mozam-
bique, manejado por un jesuita alemán bastante excéntrico. Allí trabajó tres
semanas y con mucho gusto, porque el puesto médico funcionaba bien.
Las otras tres semanas Michaël, Karin y Jan viajaron con un médico de MSF
que realizaba una gira de inspección por el país. Michaël se guardó muy bue-
nos recuerdos de Zimbabwe, pero mucho menos de MSF. Opinaba que la
entrega de sus médicos se quedaba corta. En El Salvador ampliaría sus críticas
hacia la posición neutral y sin compromisos de MSF.
De regreso de Zimbabwe, Michaël entró al Instituto de Medicina Tropical de
Amberes. Allí también se instaló en una casa común, con Karin. Amberes era
una ciudad mucho más grande y diferente a Lovaina. Como viviría solamen-
te seis meses allí, nunca logró sentirse plenamente integrado en Amberes.
Además, sus planes de futuro lo tenían mucho más preocupado que la vida
estudiantil en Amberes.
En febrero de 1982, terminó sus estudios de medicina tropical y trabajó dos
meses más en el consultorio en Genk. En mayo salió con Karin para un viaje
de tres meses en moto por toda Europa. “Nuestra despedida del continente”,
lo llamaba él mismo. En ese momento ya estaba más decidido que nunca que
saldría a trabajar al extranjero.
Francia, España, Portugal, Italia, Austria, Checoslovaquia, … Michaël disfru-
taba mucho de todos los rincones más bonitos de Europa, y también del paseo
en moto. Había tenido varias motos en el transcurso de los años y siempre
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le había gustado mantenerlas y mejorarlas. Hizo su viaje por Europa en una
BMW 600.
A su regreso, Michaël y Karin ya estaban 100% decididos que saldrían a El
Salvador en septiembre. Michaël empezó a aprender el castellano a ritmo
forzado. Se escuchaban las frases del Asimil en alta voz por la casa familiar,
donde el castellano se instaló momentáneamente como lengua franca.
Michaël y Karin ya se conocían siete años, su relación se había profundizado
mucho. La mejor prueba de eso es justamente la decisión común de partir ha-
cia El Salvador, una decisión difícil y con graves consecuencias. Por un lado,
Michaël siempre era bastante exigente hacia Karin, porque opinaba que una
relación amorosa no era solamente para divertirse, sino que también para
estimular el compromiso político del otro. Por otro lado, tenían una relación
muy libre, ninguno de los dos quería dejarse atar por el otro.
El Salvador
¿ Por qué El Salvador ? Michaël lo explicó en su diario : “Porque la lucha
del pueblo salvadoreño es justa y porque es el lugar donde yo puedo dar lo
mejor de mi mismo.” Una casa propia con jardín nunca fue el ideal de su
vida. El dinero y la carrera no le interesaban. Quería ir a donde él sería lo
más útil. Antes de irse a El Salvador, Michaël y Karin vendieron sus pocas
pertenencias.
Michaël no tenía miedo de sufrir, si era a favor de los demás. Trabajar mu-
cho y duro nunca fue un problema para él. Quería evolucionar y aprender
todo el tiempo, que su compromiso político mostrara una línea recta hacia
arriba. Los contratiempos tenían como único efecto motivarlo aún más. No
quería estancarse, sino vivir una vida intensa. Sentía un fuerte impulso hacia
la libertad personal, por lo cual difícilmente hubiera encontrado un tubo de
escape en la sobrenormalizada Bélgica.
Me recuerdo muy bien que Michaël siempre se informaba sobre mis planes
de futuro. El quería que los demás también hicieran algo útil con su vida.
De ninguna manera partió a El Salvador por deseo de aventura. Fue una de-
cisión muy bien ponderada, que llevaba años de planificación y preparación.
Estaba claro que quería funcionar como médico en un país pobre. Aún así,
consideró la posibilidad de trabajar primero por algunos años en una fábrica
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en Bélgica o en un consultorio común de Médicos por el Pueblo. Pero borró
estos planes para poder salir lo antes posible afuera.
Pero regresemos a la misma pregunta : ¿ por qué El Salvador ? Después de su
mala experiencia en Ruanda, Michaël no quería regresar de ninguna manera a
un país parecido. Quería establecerse en un país donde no solamente podía curar
a los enfermos, sino también lograr cambios estructurales. En primera instancia
mejorar los servicios de salud del país, poniendo más atención en la higiene, las
vacunas, la orientación, la prevención, la instalación de postas médicas, …
Michaël tenía una fe inquebrantable en la revolución como base sólida de
estos cambios estructurales. Pero entonces, ¿ por qué escogió afiliarse a un
movimiento de liberación y no irse a un país donde la revolución ya había
triunfado : Cuba, Nicaragua, Zimbabwe, Angola, … ? Porque el reto le pare-
cía más grande en un país donde esta nueva estructura de salud todavía tenía
que construirse desde cero, que en un país donde ya estaba en marcha.
En este sentido, Michaël me hace pensar en el Che Guevara, que dejó Cuba
con su revolución triunfante, para irse a Zaire (Congo) y luego a Bolivia, con
el propósito de empezar otra revolución.
Con este criterio, le quedaba escoger entre los siguientes movimientos de
liberación mejor organizados : la Organización para la Liberación de Palestina
(OLP) en Líbano (a donde fue su amigo de estudios Jan Cools), la resistencia
de Afganistán contra la ocupación soviética (lo que escogió su buen amigo
Paul Ickx), el New People’s Army (NPA) en las Filipinas, el African National
Congres (ANC) en África del Sur, o el Frente Farabundo Martí para la Libera-
ción Nacional (FMLN) en El Salvador.
El Partido del Trabajo quiso enviarlo a Afganistán o a las Filipinas, pero Michaël
lo rechazó, aunque le tomó bastante tiempo escoger entre el NPA de las Filipi-
nas y el FMLN del Salvador. Posiblemente llegó a la conclusión que lograría su
máximo rendimiento en El Salvador, porque la brecha cultural entre este país
y Bélgica era más estrecha que con otros países. ¿ Quizás estaba simplemente
más interesado en la lucha de El Salvador ? La entrevista en una revista belga
con otro médico belga, que se afilió unos meses antes al FMLN, también lo
puede haber influenciado.
De todas maneras, fueron necesarias muchas reuniones con delegaciones del
FMLN en el extranjero, entre otras en Paris, para que Michaël y Karin fueran
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aceptados por el FMLN, que se cuidaba mucho de no enlistar posibles espías.
Michaël no se paseaba vanagloriándose de su decisión. No hablaba mucho de
eso con otras personas que Karin. Sentía que muchos amigos y familiares no se
daban cuenta qué tan difícil fue esta decisión, qué grandes eran los peligros. Se
molestaba mucho que algunos se atrevieran a llamarlo un aventurero.
Las últimas semanas antes de irse a El Salvador, Michaël demostró más que
nunca su inquietud e impaciencia. Como la decisión ya estaba tomada, quería
salir lo más antes posible. La inseguridad sobre su fecha de salida lo volvió muy
nervioso. Al final se alegró que esta fecha se adelantara al 10 de Septiembre.
Despedida
Unos días antes, Michaël y Karin organizaron una fiesta de despedida cer-
ca de Lovaina, donde reinaba un ambiente algo angustioso. Para ambos era
obviamente un momento muy difícil. Querían partir absolutamente a El Sal-
vador, pero la despedida de los amigos y de la familia les pesaba mucho. Se-
guramente la gran duda estaba dando vueltas en sus cabezas : “¿ alguna vez
volveremos a verlos ?”
Muchos otros presentes en la fiesta tenían la misma duda tácita. ¿ Pero cómo
se podía contar eso a ambos ? Michaël probablemente se hubiera salido por
la tangente con humor : “¿ Por qué no vienen a visitarnos entonces ?” Yo
no estaba presente en esta fiesta, entre otras razones porque la despedida de
Michaël no me parecía una “fiesta” y por eso no estaba con ánimo de festejar.
Aunque después me arrepentí no haber ido a la fiesta.
Tampoco me despedí de Michaël y Karin en el aeropuerto de Bruselas, porque
decirles adiós allí me hubiera resultado demasiado doloroso emocionalmente.
De esta manera se fueron, ya no estaban. Solamente me quedaba escribirle a
Michaël en mis cartas cómo lo admiraba por todo lo que hacía en El Salvador,
pero obviamente esperaba poder contárselo en vivo y en directo algún día.
Una esperanza en vano.
“Siempre intenta actuar de manera honesta y sincera, siguiendo tus propios
criterios y convicciones, sin importar cuales sean las consecuencias”, me es-
cribió Michaël en su última carta desde El Salvador. Algo que me parecía más
fácil decir que hacer. Pero Michaël sí lo hizo. Hasta la última consecuencia,
hasta la muerte. `
Felix De Witte, octubre 1989
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Cartas
El 10 de octubre, Michaël y su compañera Karin llegaron a El Salvador. Se
perdieron los primeros 7 meses de su diario. Pero en este período Michaël
también escribió una serie de cartas a su familia y a sus amigos. Aquí repro-
ducimos partes de estas cartas para así presentarles sus pensamientos y senti-
mientos de estos primeros meses.
Managua, 21 de septiembre de 1982
Compañeras, compañeros:
Aquí les mando una primera carta desde Managua. Estamos preparando de
lleno nuestra salida. Ya sabemos con más precisión qué vamos a hacer. Karin
trabajará en parte con Radio Vencere mos. La radio es muy importante por-
que permite romper la información unilateral. Radio Venceremos informa
diariamente sobre la lucha de liberación, presenta análisis políticos, imparte
clases sobre nutrición, alfabetización, etc. También se brinda bastante impor-
tancia a la política internacional y a la manera cómo funcionan los comités de
solidaridad en el extranjero. Al lado de esto, Karin también colaborará en la
campaña de alfabetización y en la construcción de una de las organizaciones
de masa.
Yo mismo haré trabajo médico tanto curativo como preventivo: medicina
general, partos, operaciones … y formación de promotores y trabajadores de
salud, vacunas y trabajar en el mejoramiento de la “situación general” (ali-
mentación, higiene, viviendas). Es decir, trabajar en el mejoramiento de la
situación de la salud. Lo que esto significa exactamente ya se lo escribiré en
una carta siguiente, después de haber trabajado un rato.
Hace calor aquí, tanto en el sentido literal como figurado. Mientras que en
Líbano se sigue asesinando al pueblo palestino (hemos escuchado las noticias
sobre las matanzas perpetradas, con la ayuda del ejército israelí, en los cam-
pos palestinos de Sabra y Chatila), la represión en Guatemala, Honduras y
El Salvador deja cada día víctimas. En Guatemala, cuatro guerrilleros fueron
fusilados esta semana por el ejército de Ríos Montt, después de un simulacro
de juicio. Sin hablar de los muchos muertos que caen sin ninguna forma de
juicio. En Honduras las preparaciones de la guerra contra Nicaragua están
en plena marcha. En El Salvador se sigue asesinando diariamente de 20 a 30
personas de la manera más horrible. Las contradicciones internas al interior
del gobierno y del ejército aumentan cada vez más, pero aparentemente los
Estados Unidos logran aún reparar los daños. En ocasión de la fiesta de la
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independencia en El Salvador, grupos de élite estadunidenses marcharon
abiertamente en el desfile. Pero, por el otro lado, también es esperanzador
ver cómo la resistencia logra organizarse mejor y cómo gana adeptos.
Esperamos recibir de vez en cuando noticias de Bélgica,
Muchos saludos,
Karin y Michaël
Domingo, 5 de diciembre de 1982, zona “Tres Calles”
Queridos todos,
Por fin una primera carta después de dos meses en este pequeño país. Esta
vez sólo escribo yo, porque ya no estamos juntos, ya que Karin trabaja en
otra zona. Es decir que yo trabajo en otra área que la originalmente planea-
da. Porque aquí la necesidad de tener un médico es mucho mayor. Antes no
había médico aquí. Mi trabajo consiste en levantar una clínica desde la nada:
consultas a la población y a los guerrilleros, campañas de prevención contra la
desnutrición, enfermedades como piojos, sarna, micosen, ...), capacitación de
enfermeros y enfermeras para la clínica, para lugares lejanos y para el ejército
guerrillero. Y levantar un equipo quirúrgico: yo como cirujano, un anestesis-
ta, un asistente, un instrumentalista y un hazlotodo. En fin, va a haber mucho
trabajo.
Ahora bien, ¿cómo es esta zona? Muy, muy tranquila. Aunque se oigan día y
noche los balazos y los bombardeos, en la clínica la situación es muy tranqui-
la. No te das cuenta que la guerra está tan cerca. El único peligro consiste en
una posible invasión del ejército gubernamental, pero esto sólo pasa algunas
veces al año y cada invasión dura cuando mucho diez días. Fuera de esto,
aquí reina la paz. Pero... vemos llegar a los heridos, vemos cómo tropas de la
guerrilla salen y regresan, o a veces no regresan...
El apoyo de la población es enorme. Les dan comida, ropa, papel y plumas,
... todo. Procuran que nadie le cuente al ejército quiénes son los guerrileeros,
en dónde están, cuántos son.
Actualmente la guerrilla lleva una ofensiva que ya dura dos meses: conquis-
taron muchos pueblitos, conquistaron muchas armas, apresaron a 270 solda-
dos, el tráfico fue paralizado... todo esto con el fin de obligar al gobierno a un
diálogo. Un diálogo que debe llevar a la formación de un gobierno de unidad
nacional y que debe poner un término a la guerra, un término a este baño
de sangre. Ya hubo más de 40.000 muertos desde 1979, entre los cuales más
de 95% de civiles.
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Y yo tengo que ocuparme en dar solución a las necesidades médicas de la
población civil y del ejército guerrillero. Es una tarea muy pesada, es mucho
trabajo. Pero pienso que lo voy a lograr.
Hoy me llegaron las primeras cartas desde Bélgica, entre las cuales dos de
mamá. Esto me da mucho ánimo. Espero recibir más cartas.
Les deseo una feliz navidad y un próspero año nuevo.
Y hasta pronto.
Michaël
Sábado, 8 de enero de 1983
Queridos todos,
Les deseo un feliz año nuevo. ¿Cómo pasaron las fiestas? Pensé muchísimo
en la casa y en la familia durante estos días. Aquí festejamos con un mítin po-
lítico, un baile y comida rica: pastel de queso, tortillas con pollo y muchísimo
café. Aquí toman café por libras... increíble. No es por nada que este país es el
país cafetalero por excelencia de América Central. Tengo muchísima curiosi-
dad por saber cómo están todos, ya que las últimas noticias que tengo datan
de finales de octubre... lo que me parece muy lejano. Espero con ansias una
carta de la familia para saber cómo están todos.
Desde hace tres días reina un ambiente algo pesada en esta zona, porque se ins-
talaron muchas tropas gubernamentales en los alrededores y porque la ame-
naza de una invasión es muy grande. Esto significa bombardeos, abandonar
la clínica, enterrar todo en escondites bajo tierra y todo el equipo médico sale
junto con la guerrilla y la población que también huye. Para nosotros casi no
existe ningún peligro; durante las invasiones del ejército gubernamental en
esta zona en el curso de los dos años pasados no murió ningún guerrillero de
esta organización. Pero, para la población la situación es distinta. Cada vez más
el ejército se dedica a asesinar: las mujeres son violadas, los recién nacidos y los
niños pequeños son macheteados, los ancianos son asesinados y decapitados.
Horrible. O sea que la población es la mayor víctima. En julio y agosto asesina-
ron de esta manera a 20 personas. El pánico es enorme entre la población.
¿Y mi trabajo? No me recuerdo si les conté en mi carta anterior sobre el
guerrillero que operé de un balazo en el vientre. Ahora ya se está paseando
tranquilamente y dentro de un mes retomará sus actividades militares. Operé
varias personas más que habían recibido balazos.
Esta semana capacité a otras diez personas como trabajadores de salud (pri-
meros auxilios, prevención de diarreas, sarna, y diagnóstico y tratamiento de
40
las veinte enfermedades más frecuentes)... También capacité a otras personas
como encargados de los centros de salud, enseñé cómo sacar dientes, capacité
a otros como anestesistas o como asistentes en las operaciones. Y, mientras,
hay que tratar de organizar todo lo mejor posible para tratar de conseguir la
mayor cantidad posible de medicamentos y de material médico. Y, claro, lo
más importante: las consultas y la curación de los pacientes admitidos en la
clínica. También preparamos campañas contra la malaria, la desnutrición, la
diarrea, enfermedades de la piel... en fin, un montón de trabajo.
Espero que mis cartas lleguen a pasar bien y rápido. Debido a la ofensiva que
está por iniciarse, se espera mucho trabajo; sin embargo, trataré de escribirles
regularmente una cartita. Esperando noticias de casa,
Hasta pronto,
Michaël
Zona costera, sábado, 5 de marzo de 1983
Queridos todos,
Por fin me volví a sentar a escribir. Quise esperar hasta recibir unas cartas de
casa para así contestarlas de una vez, pero la última carta que recibí es la del
22 de octubre del año pasado. No sé exactamente a qué se debe que el correo
pase tan difícilmente, pero la situación general de guerra explica mucho. Y
también el hecho de que a menudo me mudo dentro de la zona.
Pero me puse a escribir. Con cientas de preguntas en la cabeza. ¿Si recibieron
bien mis últimas cartas? ¿Si reciben mucha información sobre la situación aquí,
por medio de la televisión, la radio, periódicos y revistas? ¿Y qué cuentan estos
periódicos y revistas, la radio y la televisión sobre El Salvador? Me gustaría mu-
cho saberlo... Saber si sólo retoman las noticias de la agencia de prensa del ejér-
cito, que siempre cuenta sobre cientos de guerrilleros muertos, mientras que yo
mismo puedo ver que mueren muy, pero muy pocos compañeros. ¿O si también
retoman las noticias de la guerrilla? Y también tengo muchas preguntas sobre
cómo están Ustedes, sobre cómo estuvo el invierno, sobre la situación política,
económica y social (ya que no tengo la radio de onda corta, Karin la tiene) en
mi patria. Y quisiera conocer los resultados deportivos. En otras palabras: estoy
deseando mucho una cartita de casa. Me encantaría que Ustedes me mandaran
regularmente artículos sobre todo esto. Porque, a nivel de información interna-
cional, aquí es pura pobreza, sólo están las emisiones internacionales.
Así es como me enteré de que mañana habrá elecciones muy importantes en
Alemania. Y mañana el papa visitará este país.
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¿Y cómo está la situación acá?
Cuando decidí venir aquí, la guerrilla estaba en una posición muy defensiva:
a nivel político, debido a la gran campaña en torno a las elecciones del año
pasado, el 28 de marzo de 1982; a nivel diplomático, porque muchísimos
países apoyaban esas elecciones; a nivel militar, porque el ejército guberna-
mental tomaba la iniciativa.
Cuando llegué aquí, las fuerzas estaban en equilibrio: a nivel militar, había
iniciativas de ambos lados; a nivel político y diplomático también.
Ahora la situación es muy clara: esta guerra será ganada por la guerrilla, es
decir por la población casi entera. Porque es el enorme apoyo de la población
entera el que fortalece tanto al FMLN.
Morazán y Chalatenango, dos provincias norteñas, están casi completamente
liberadas. Y las acciones del FMLN se multiplican y crecen, porque cada vez
más gente se da cuenta de que la victoria del FMLN es segura y la gente quie-
re contibuir a ella. Por medio de la radio internacional, me enteré de que un
editorial del Washington Post planteó lo siguiente: la victoria del FMLN y de
la población entera es un hecho, sólo es una cuestión de tiempo. Y ese tiempo
no será muy largo.
A nivel político y diplomático, el apoyo a un diálogo entre los partidos no
asesinos (demócratas cristianos, el sector privado entero...) y el FMLN-FDR
crece cada día. Si este diálogo no se establece rápidamente, lo que habrá es
una victoria militar del FMLN. Y luego, finalmente, después de 50 años de
dictadura, explotación, masacres... ¿paz y justicia? !Esperemos!
Y, mientras, ¿qué hice yo?
Conformé un equipo quirúrgico, di capacitación sobre primeros auxilios y
enfermería a un gran número de personas e implanté y fortalecí el sector mé-
dico entre la población. Todo esto en unos escasos dos meses. Porque después
se inició una acción de los compas en esta zona: liberaron los pueblos de San
Francisco Javier y San Augustín, así como la ciudad de Berlín. No sé en qué
medida Ustedes recibieron noticias sobre estas acciones. Vi en ambos pueblos
y durante la invasión de Berlín un equipo de la televisión francesa. Esto me
deja suponer que Ustedes reciben imágenes de lo que está pasando aquí.
Durante esa ofensiva, yo siempre acompañaba a los compas durante la con-
quista de los pueblos y de la ciudad. Me encontraba a media hora de la línea
de fuego, del foco. Y todos los compas heridos eran transportados hacia don-
de estaba yo, y les dábamos los primeros auxilios y de allí los transportaban
hacia nuestra clínica para una eventual operación y mayores cuidados. Tuvi-
mos bastante trabajo, aunque para mi sigue siendo un misterio el que caigan
tan pocos compas. Sí hubo algunos muertos y también hubo muchos heridos,
pero casi todos se recuperaron. Tuve que abrir más vientres para sacar balas.
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Y esto en circunstancias inaudibles. El material y las condiciones de traba-
jo son terriblemente frustrantes. No hay laboratorio, no hay radiografías, y
trabajamos sin yeso, sin bolsitas de sangre, sin sero... y esto duele mucho: el
hecho de no poder ayudar a algunos heridos por falta de material.
Fue en Berlín donde la situación fue peor. La fuerza aérea bombardeando sin
cesar y matando a muchos civiles. En Berlín y San Francisco Javier murieron
muchos niños. Esto duele.
Después de cada conquista, yo acompañaba a los compas cada vez hasta el
centro del pueblo o de la ciudad liberada. Para dar consultas a la población,
para curar tanto a personas de la guerrilla como a soldados presos.
Durante esos días, uno vive bajo una tensión sentimental tremenda: la triste-
za por los muertos y los heridos, la presión hacia uno mismo para aguantar, y
finalmente la alegría por las conquistas. La población que distribuye galletas,
refrescos, cigarrillos… Escenas indescriptiblemente bellas.
Durante los días que duraron esas acciones, tuve que trabajar muchísimo en
el hospitalito. Entre otras cosas, operamos tres días y tres noches seguidas,
con apenas cuatro horas de sueño.
Unos días más tarde me mudé con los heridos más graves hacia la zona costera.
Porque el hospitalito de la zona en donde estaba yo originalmente era dema-
siado inseguro. Los heridos se fueron primero, yo les seguí dos días después. Y,
efectivamente, durante esos dos días, bombardearon el hospitalito. Que suerte
que se había transportado a los heridos, sino esto hubiera sido un baño de
sangre. Ahora: nada. Fue una experiencia nada agradable. El avión sobrevoló
una primera vez y arrojó la primera bomba a cincuenta metros del hospitalito,
luego arrojó la segunda bomba sobre el hospitalito y luego regresó unas diez
veces más para ametrallar. Después del primer sobrevuelo, todos nos escondi-
mos en los escondites y las trincheras. Y esta bomba y estas ametralladoras no
se sienten nada agradables. Pero, afortunadamente, no hubo ningún herido.
Y, unos días después, otra bomba cayó a veinte metros de donde yo estaba. El
golpe de la onda de explosión, los pedazos volando por todos lados, ...
Como ya dije, ahora trabajo en la zona costera. La travesía del camino princi-
pal, la carretera litoral, también fue toda una experiencia. Unos segundos an-
tes de que íbamos a atravesar la carretera, apareció una columna del ejército.
Nosotros, que eramos unas treinta personas, nos quedamos parados comple-
tamente silenciosos a unos 50 metros de la carretera, mientras pasaron uno,
dos, ... nueve camiones. ¡Uf! No nos vieron.
Es una zona extraña aquí. Completamente plana. Muy cerca del mar, en
donde seguramente iré a nadar uno de estos días. Esta zona se llama el man-
glar: es una zona llena de riachuelos y canalitos y ríos... y todo el transporte
se realiza por agua. No hay caminos. Todo por el agua, que tiene sus mareas
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altas y bajas. Cuando es marea baja, no llegas a ningún lado, puesto que los
ríos están bloqueados por árboles caídos; cuando hay marea alta, el agua sube
de uno a un metro y medio. El hospitalito se encuentra muy bien escondido
en medio de este laberinto de ríos y islitas. Hasta ahora, los soldados nunca
han venido a esta zona pantanosa.
En esta zona la situación es la misma: mucha desnutrición, gran falta de hi-
giene… con todas las enfermedades que acompañan estas carencias.
La pequeña clínica funciona bien. La semana que entra voy a ir a recibir
material médico. También es posible que siga el viaje hasta otra zona, para
ayudar allí a reestructurar la clínica y capacitar a los/as enfermeros/as. Y sigo
esperando que algún día podré ir a Morazán. Para adquirir más experiencia
médica, para hablar con los comandantes políticos, y ... para volver a ver a
Karin. No la he vuelto a ver desde el 10 de noviembre. Y las cartas de la zona
en donde ella está pasan difícilmente. Es una zona muy aislada.
Sigo estando muy entusiasmado con mi trabajo aquí. Por nada del mundo
quisiera ir a otra parte. Aún si extraño muchísimo noticias de casa, aún si
aspiro muchísimo a volver a ver a la familia y a los amigos ... lo cual no es po-
sible en la situación actual. Ojalá y la victoria ya no tarde mucho y entonces
invitaré a un montón de personas para que vengan a visitar a este pequeño
país liberado. Son sueños para el futuro…
Por mientras sigo comiendo tortillas y frijoles y… pescado y cangrejo. Los
cuales abundan aquí. Sigo resistiendo a la tentación de fumar. Todos fuman
aquí, porque es la única distracción. Junto con el café. El cual sí tomo, por-
que es la única bebida caliente. Té, chocolate caliente, leche ... no son para
nosotros. La buena comida no me hace falta, pero lo que sí me hace falta es
literatura: es por esta razón que les pedí artículos. Siempre pueden tratar de
enviarme libros, aunque dudo que pasen. Si me mandan libros, no me los
manden junto con los artículos y las cartas, porque es un hecho que enton-
ces no va a llegar nada. Unos buenos puros junto con los libros y estoy en el
séptimo cielo. No quiero nada más.
Los contactos sociales siguen siendo escasos. Todos los demás internacionalis-
tas y todos los comandantes y políticos están en otras zonas; así que siempre
me pongo muy contento cuando pasan algunos. La zona en donde trabajaba
y en donde trabajo ahora son efectivamente zonas nuevas o más aisladas. De
allí también que llega tan poco correo.
No me acuerdo cuándo escribí mi última carta, pero creo que fue como hace
dos meses. Seguramente que se me olvida escribir un montón de cosas, pero
les contaré muchas más cosas a mi regreso.
Hasta pronto,
Michaël
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El 11 de Diciembre de 1981, en el pueblo “ El Mozote” 900 civiles fueron masacrados por el batallón Atlacatl del ejército salvadoreño. Esta masacre es comocida como la peor crueldad de la historia moderna de América Latina.
45
Diario ãno 1983
Domingo 1 de mayo de 1983
Primero de mayo. He estado pensando en mi tierra natal y en Karin. Hace
un año inciamos nuestro viaje en moto a través de Europa saliendo de París.
Todo esto parece ahora muy lejano.
Por fin me tomé un placentero baño en el río, luego me dejé cortar el pelo
por un compa (ciertamente con unas tijeras desafiladas), platiqué con Andrés
sobre las acciones de las tropas especiales de la cuarta seccion. Me gustaría
estar con ellos, ya que representan de alguna manera la imagen que teníamos
en Europa de los guerrilleros. Me gustaría acompañarlos como médico, pero
estoy muy consciente de que no es possible, porque las acciones que ellos
realizan son demasiado arriesgadas.
Rigo va bien, menos la infección de su herida que me preocupa. Se me hace
difícil dejarlo irse, pero no hay otra alternativa, aquí no podemos atenderlo
como es debido.
Martes 3 de mayo de 1983
Rigo de momento no se va, porque hay una amplia concentración de tropas a
la altura del pueblo de Jucuarán, pero se encuentra estupendo, a pesar de que
no logró recuperar el volumen normal de su pulmón derecho, lo que para él
significará una invalidez permanente.
Tengo muchas ganas de regresar a Tres Calles, porque me preocupa la clínica
de la zona de la costa en donde me falta capacitar a muchos brigadistas.
¿Qué me traerá el futuro? ¿Volveré a Tres Calles? ¿Me quedaré en Jucuarán?
¿Me iré más hacia el Norte? Sigue siendo una gran incógnita, sólo puedo
especular y esperar.
Ayer y hoy charlé mucho con Danilo, Rubén, Ernesto y otros compas y apren-
dí algo sobre explosivos.
Lo agradable de este frente es que hay muchos interlocutores interesantes y
que hay bastante lectura, cosas que echo de menos en Tres Calles. Aunque
mi corazón sigue estando allí.
Viernes 6 de mayo de 1983
La estancia en Jucuarán es como un período de vacaciones en plena guerra y
lo aprovecho de lleno para elevar un poco mi insumo intelectual, con textos
de Martha Harnecker, un librito de Lenin sobre “el trabajo con las masas”.
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Siento que he madurado mucho aquí, que mis “principios e ideas de izquier-
da” del inicio han sido confirmados en su confrontación con la realidad y,
debido a esta práctica, regresaré a Bélgica totalmente cambiado.
Martes 10 de mayo de 1983
Hoy hice una larga caminata y visité casi todos los campamentos, los cuales
a veces están a muchos kilómetros el uno del otro. Jucuarán es una región
muy bonita, las montañas me hacen pensar mucho en Ruanda. Desde una
de las montañas se puede ver el mar y se me derritió el corazón de ganas
de bajar allí para ir a nadar, pero semejante estupidez puede costarte la vida
aquí.
Buenas perspectivas: perspectiva de buenas acciones militares, perspectiva de
conseguir material, de recibir cartas de casa y de Karin desde Morazán.
Rigo aún no se ha marchado. Estuvo esperando más de una semana en el
sitio donde lo vendrían a recoger y le dio otra vez temperatura.
Radio Venceremos anuncia invasiones en San Vicente y en Usulután. Esta
última nos afectará a nosotros. También habría una acción de búsqueda en la
zona del litoral, por lo menos según Radio Chaparastique. Mientras, sé que
existe una diferencia enorme entre lo que el enemigo dice y la realidad, pero
esto no me impide preocuparme por la costa y su clínica.
Mientras tanto, he elaborado un plan de restructuración médica para esta zona,
pero Gabriel y Amilcar me retienen mucho, lo cual es bastante frustrante.
Aún me topo bastante con las barreras culturales y encuentro pocos compas
con los que puedo llevar una conversación sólida.
Sábado 14 de mayo de 1983
En la mañana se tomó de manera repentina la decisión de regresar a Tres
Calles. Estoy contento, pero también siento el dolor de la despedida de esta
zona y de los compas que se quedan. Desde aquí envié a Karin en Morazán
dos meses de mi diario. ¿Cuándo los recibirá?
Nos echamos a caminar, a un ritmo muy acelerado, porque teníamos que
cruzar la carretera del litoral antes de la madrugada y la costa se encuentra
a gran distancia. Primero caminamos unas cinco horas de un tirón hasta San
Felipe, luego descansamos un poco, comimos y seguimos caminando, a un
ritmo muy veloz. Y, aún así, ya casi era de madrugada cuando finalmente cru-
zamos el litoral, todos agotados, pero felices de que todo hubiera pasado bien.
En el primer río nos tomamos un baño refrescante (después de 12 horas de
caminata) y luego seguimos hasta La Granada. Esto es ya la zona de la costa,
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y no encontramos huella de la invasión anunciada por la radio.Volví a ver a
Faustino, Mauricio y Jacobo; esperamos con paciencia unas horas más y luego
seguiremos caminando hacia la zona de Tres Calles. Nos espera otra noche de
caminata.
Lunes 16 de mayo de 1983
No obstante el hecho de que caminamos de noche, hace un calor sofocante.
Sudé como un caballo y mis pies están muy maltratados porque otra vez
tengo zapatos que me quedan chicos. Y, a lo largo de la caminata, siempre
el mismo suplicio: sed, sed y más sed, y entonces me puse a pensar en una
cerveza fría, un yogurt o un jugo de frutas. Al llegar a la zona, me sequé el
sudor y me fui inmediatamente a dormir, soñando y deseando tener cerca
a Karin.
Me sorprendí hoy cuando por primera vez en meses me miré en el espejo: me
sorprendieron mis ojos azules, ya que sólo veo ojos oscuros a mi alrededor.
Me alegro de estar de vuelta en la zona, en terreno familiar.
Domingo 22 de mayo de 1983
El ambiente en la clínica es muy agradable, porque el colectivo de trabajo es
relativamente reducido y porque todos trabajan bien. No hay grandes proble-
mas ideológicos que absorben horas de reuniones, de manera que tenemos
más tiempo para dar formación y estudiar.
Desde mi estancia en Jucuarán tengo muchas ganas de marchar con las tropas,
de estar en movimiento, pero estoy amarrado aquí en la retaguardia y esto no
cambiará pronto. ¿Y cuándo me tocará ir a otra zona? ¿Morazán, Santa Ana
o Guazapa?
El contacto con mi tierra natal es muy escaso, ya llevo siete meses sin noticias;
las noticias desde Morazán también son escasas y, mientras no vengan com-
pas de allá para acá, eso no cambiará.
Lunes 23 de mayo de 1983
Tres Calles es una zona bonita: unos alrededores preciosos. Reina mucha paz
aquí, no obstante las amenazas de invasión y de bombardeos.
La clínica está muy activa y hay mucho trabajo. Puesto que se habla de una
posible campaña militar muy intensa, tenemos que prepararnos adecuada-
mente para recibir a los heridos graves. Hoy instalamos una “sala” de opera-
ción en una cueva, para así poder seguir operando durante los bombardeos.
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En toda la zona se colocan tiendas de campaña entre los árboles, ya que las
casitas que aún están de pie, no son suficientes.
Y, por mientras, la campaña en Morazán sigue adelante.
Miércoles 25 de mayo de 1983
Acabo de tomarme un baño refrescante cerca del manantial, después de un
día de arduo labor. ¿Qué significa esto? Excavar medicinas, seleccionarlas,
volver a enterrarlas y entre tanto controlar los curaciones que realizan los
brigadistas, hacer consultas, sacar dientes y finalmente hacer unas explora-
ciones en torno al campamento.
Hoy constaté de nuevo que aquí se necesitan muchos más conocimientos de
lo que se aprende en la universidad en los cursos de formación de medicina
familiar: conocimientos quirúrgicos (muy importante), saber sacar dientes,
saber organizar el sector médico, dar formación y capacitación, ... sin tomar
en cuenta todas las tareas que conlleva una guerra.
Jueves 26 de mayo de 1983
Hoy se eliminó al asesor más importante de los Estados Unidos en San Sal-
vador.
Durante los últimos días se produjo una verdadera escalada en la guerra: se
hizo volar el puente, la muerte del asesor, el derribamiento del A-37 y, según
Roberto, que acaba de regresar de Morazán, el oriente es como una fruta
madura que en cualquier momento le puede caer en las manos del FMLN. Y,
una vez que esté liberado el oriente, se puede decir que la guerra ha entrado
en una fase decisiva.
Estaba decepcionado de que Karin no hubiera venido con ellos de Morazán.
¿Cuándo volveré a verla? He vuelto a pensar en las innumerables discusiones
que tuve en Bélgica con mis hermanos y amigos sobre lo que es primero: una
vida como revolucionario o una vida en donde el desarollo personal es lo más
importante. Para mi, lo primero es primordial, aunque una combinacion de
ambas sería evidentemente lo ideal. Pero, en situaciones como éstas, muchas
veces se debe escoger entre ambas.
Por la noche seguí trabajando un rato en poner en orden la sala de ope-
raciones, hasta que de repente nos asustamos por una lluvia de balas. Al
mismo tiempo estalló un combate y hubo fuertes gritos. Me fui a toda ve-
locidad hacia la clínica, que desde luego estaba toda revuelta. Rápidamente
preparamos todo para irnos, ya no hubo tiempo para enterrar cosas, así
que nos limitamos a medio esconder algunas cosas y nos llevamos el res-
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to. Posteriormente resultó que un comando había penetrado en la zona,
hasta cerca del campamento, pero, para nuestra suerte, se toparon con
una patrulla de compas, huyeron y nosotros nos quedamos en nuestro
campamento.
Si tal acción hubiera ocurrido durante las primeras semanas de mi estancia
aquí, seguro que me hubiera causado mucho miedo, pero ahora ese miedo se
ha convertido en agresividad. Obviamente, uno nunca se deshace totalmente
del miedo, pero ya no te paraliza.
Mañana salgo por tres días para la costa, de hecho para cerrar la clínica allí.
Martes 31 de mayo de 1983
Finalmente salimos para la costa, después de una semana de retraso.
Esta es verdaderamente una zona extraña, con sus propias características y
por lo visto también con sus propias leyes. Aquí siempre me llama la aten-
ción la falta de mando sólido; la clínica otra vez está hecha una verdadera
porquería; por suerte solamente hay tres pacientes. Esta clínica siempre me
da dolores de cabeza.
Jueves 2 de junio de 1983
Estamos en camino hacia la zona, con un herido. Esta mañana hicimos un
primer intento por cruzar la carretera del litoral y en el camino nos encontra-
mos con unas personas que nos dijeron que había soldados. Nos regresamos
con el herido y en ese mismo momento rompió a llover balas, aunque bas-
tante lejos de nosotros. A mediodía hicimos un segundo intento y de nuevo
hubo soldados. Nicolás, el herido, caminaba valientemente, aunque sobre
carne viva, ya que su pie está herido; también Alberto, con su pierna coja,
hacía lo imposible; verdaderamente, son dos héroes.
Un tercer intento consistió en tratar de subir por la vía del tren, pero, cuando
llegamos allí, llegó un tren con soldados y esta vez las balas volaron alrededor
de nuestras cabezas. Fue una situación que me hizo recordar el recibimiento
que nos brindaron, hace ocho meses, en el volcán de San Miguel, cuando
entramos al frente.
Parece que escogimos el día equivocado para ir a la zona. Me pregunto por
qué de repente hay soldados por todas partes: ¿será una coincidencia o estará
relacionado con algún plan? Esta noche lo intentaremos de nuevo, con me-
nos personas, como si fuera una acción de comando, lo cual no es sin peligro;
por esta razón Nicolás y Alberto se quedarán más tiempo en la costa, hasta
que la carretera esté de nuevo segura.
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Viernes 3 de junio de 1983
Estoy contento de estar de nuevo en tierra conocida.
Esta noche por fin logramos cruzar la carretera, sin problemas. Pero yo estaba
muy tenso.
Esta noche tuve una reunión con Checo (cuadro) sobre la clínica de la costa,
donde se decidió que, a pesar de todos los problemas, tiene que seguir abierta,
aún si no tiene pacientes, porque se avecina una campaña militar y tenemos
que estar preparados para poder acoger bien a eventuales heridos graves.
Ambas clínicas, tanto la de aquí como la de la costa, pueden funcionar sin mi,
excepto si hay que operar, lo cual es muy positivo.
Hoy tuvimos de nuevo “visita” de los aviones. Bombardearon, pero no cerca
de nosotros.
Domingo 5 de junio de 1983
Hoy perdí mis papeles de identidad, por lo cual me he convertido en un
clandestino completo. En Jiquilisco un compa fue herido gravemente; fui a
buscarlo junto con Yarol, ensillamos un caballo y nos fuimos.
Selmín se veía muy mal: una herida fea en la pierna, un brazo paralizado y
una herida en la cabeza, a consecuencia de la cual hablaba incoherencias. Fue
todo un trabajo traerlo a lomo de caballo hasta aquí. Lo estuve curando casi
toda la tarde y noche, sacando esquirlas, eliminando cascotes de granadas:
fue un trabajo de mucha precisión y exasperante. Me preocupa sobre todo la
herida de la cabeza, me temo que no se va a recuperar del todo.
Martes 7 de junio de 1983
Hoy me dijo un compa, que vino de Morazán, como si nada, que Karin le
había dado su diario para entregármelo, pero que se lo dio por equivocación
a otro médico, que además está en Morazán... Espero que por lo menos se lo
regresen rápidamente a ella. Me da rabia de impotencia...
Esta tarde tuvimos una reunión, un análisis de la situación actual, basado
en el discurso radial de la Commandante Luisa: sobre el papel de los Esta-
dos Unidos, las últimas victorias del FMLN, gracias a su estrategia de prime-
ro conquistar pueblos pequeños y atacar unidades pequeñas del ejército y
después atacar grandes guarniciones por medio de la concentración de las
tropas. El plan de eliminar un batallón de élite fue abandonado. Además de
esto, siguen el sabotaje a la economía, el control de las vías más importantes
y la destrucción de los centros de comunicación del volcán Cacahuatique y
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Jucuarán. Habló también sobre el papel de las masas durante la ocupación de
las ciudades. Me parece bueno que la organización está convencida de que
el ejército de los campesinos solo no podrá conseguir la victoria, sino que es
necesaria una gran contribución de parte de las masas de las ciudades. Tam-
bién se enfatizó la importancia de la unidad del FMLN. Y el ERP critica su
propio triunfalismo de los años anteriores y plantea que la victoria no llegará
a través de una batalla decisiva o a través de la destrucción de un batallón de
élite, sino que plantea que se conseguirá a través de un proceso durante el
cual deben transcurrir varias etapas distintas y necesarias.
Cada vez me asombra la flexibilidad con la cual el ERP analiza sus propios
errores, propone nuevas ideas, busca nuevas estrategias...
Los compas empiezan a tirarme muchas bromas porque aun no tengo otra
compañera, pero no tengo ganas de iniciar un romance que no ofrezca per-
spectivas; además, sigo esperando que Karin se venga para acá.
Miércoles 8 de junio de 1983
Estamos en pleno invierno, esto significa que llueve continuamente, que la natu-
raleza se pone de color verde intenso, es increíble lo rápido que cambia el panora-
ma. Pero también significa patullar en el lodo, desambular con ropa empapada...
Esta será mi primera temporada de lluvia aquí.
Sábado 11 de junio de 1983
Con Booneerge fui a Pueblo Viejo y a Tres Calles y por fin pude llenar una vez
más mi estomago. Comí sopa y pollo, lo cual fue un cambio grato comparado
con los eternos arroz y frijoles.
Coyote regresó de una acción de comando. Me sigue asombrando el ingenio
de los compas: provocar un combate, eliminar a muchos soldados y ellos mis-
mos salir sin un rasguño.
En Morazán, el batallón Atlacatl sufrió 80 pérdidas y tres de sus soldados
fueron hechos presos por los compas.
He tenido reuniones que deberían de darle un nuevo impulso a la clínica. Y,
por lo demás, me siento algo deprimido, por la falta de impulsos, la falta de
buen material de estudio y de buenos interlocutores.
Lunes 13 de junio de 1983
Durante los últimos días estuve totalmente fuera de batalla: me mareaba, es-
taba cansado y con dolor en los miembros y tenía poco apetito. Probablemen-
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te son parásitos. Carlos, el brigadista de la zona de la costa, vino de paso, con
buenas noticias sobre el funcionamiento de la clínica. Dentro de poco tendré
que cruzar otra vez para allá, llevándome a los heridos de aquí. Entre tanto,
por fin pude suturar la herida de la cabeza de Selmín y sancioné a los briga-
distas porque me dejaron solo para hacerlo todo y propagaron falsos rumores
sobre una invasión del GN en la zona.
Esta tarde nos sobrevoló un avión, tirándonos propaganda por medio de fo-
lletos e incitando con altavoces a los compas a desertar. Son situaciones muy
locas que me hacen pensar en películas que he visto sobre Vietnam.
Miércoles 15 de junio de 1983
Hoy cumple años mi madre. Son días que me hacen pensar mucho en mi
familia.
A pesar de la tranquilidad que reina en el campamento, seguimos estando en
guerra; esto se nota al otro lado del río (San Vicente, volcán de Chichontepe-
que): aviones, bombas, fuego de mitralletas, columnas de humo, explosiones.
Allí claramente se produjo una invasión.
Hoy los compas compraron grandes cantidades de maís; ésta es una señal de
que van a llegar tropas. Checo me contó también que los soldados se acerca-
ron a 500 metros de la casita de los compas en La Granada, los observaron,
pero no se atrevieron a atacarlos. Esto demuestra claramente cuán baja está
la moral de los soldados.
Vi televisión en el nuevo puesto de mando: vi las noticias y una película.
Fue muy extraño: ver una película te extrae por un rato de la realidad de
la guerrilla y, al darle vuelta al botón, te vuelves a encontrar con la dura
realidad.
Viernes 17 de junio de 1983
Poco a poco me recupero: el dolor de cabeza ya pasó, el cansancio disminuyó,
pero la falta de apetito sigue.
Los compas destruyeron el tercero de los cuatro centros de comunicación en el
oriente: La Antena (Cacahuatique), Apacayal y Torreciflas; queda solamente
Conchagua. Aparte de esto, siguen con el sabotaje de la cosecha del café y del
algodón, el volar de diferentes puentes. Todo esto no es una coincidencia, sino
un plan bien estructurado para liberar el oriente, paso a paso.
Y, en el momento en que estamos enterrando medicinas, llega gente que está
escapando de los soldados.
Esto significa que también aquí habrá una invasión.
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Espero que no encuentren ningún escondite de medicinas. La invasión resul-
ta ser mínima. Todos los combatientes ya regresaron sin heridas. Todo sigue
estando tranquilo.
Lunes 20 de junio de 1983
No nos queda más que esperar. Esperar a ver qué rumbo tomarán los sol-
dados y qué harán. Los combatientes se encuentran cerca de los soldados,
pero tampoco provocan combates; seguramente recibieron la orden de des-
perdiciar la menor cantidad posible de municiones. Los morteros caen con la
regularidad de un reloj, pero sin causar efectos.
Martes 21 de junio de 1983
Anoche abandonamos la zona, ya que por lo visto los soldados decidieron
instalarse durante un rato en nuestros sitios. Los compas hacen bromas al
respecto: que los soldados están celosos, que también quieren jugar al guerri-
llero por un ratito y vivir en nuestros campamentos. A pesar de la inseguridad
y la poca comida que tenemos ahora, conservamos nuestro buen humor.
Pasamos la mayor parte del tiempo charlando, riendo, haciendo bromas... Y
constato una vez más que he aprendido mucho aquí, por ejemplo distinguir
los momentos en que tienes que ser agresivo, tomar iniciativa o ser paciente,
como ahora.
Hambre.
Jueves 23 de junio de 1983
Hoy regresaron los primeros compas al campamento, que los soldados abando-
naron de nuevo, aunque se siguen encontrando en la zona. Los compas hicie-
ron huir una compañía que se encontraba abajo cerca de la carretera. Así que
fue de nuevo la invasión clásica: duró unos seis dias y no hubo pérdidas (por lo
menos con nosotros, porque los soldados fueron atacados varias veces).
Viernes 24 de junio de 1983
Esta madrugada nos fuimos caminando, de regreso a la zona. Fue una cami-
nata tranquila y bonita. Me fui primero a San Agustín para encontrarme con
la gente de la Cruz Roja Internacional, aunque el encuentro no trajo muchos
beneficios. Luego regresé con la sección de Matías y en el camino nos in-
volucramos en un tiroteo con el Atonal. El combate estuvo duro: el Atonal
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tuvo ocho pérdidas, siete heridos graves y un herido ligero. De nuestro lado,
Giovani fue herido de gravedad. Me temo que va a ser necesaria una ampu-
tacion.
Y, al regresar a la zona, nos esperó otra sorpresa. La clínica fue completamen-
te bombardeada y nuestro escondite totalmente vaciado. Perdimos mucho
material y medicinas, maldito sea. Pero no podíamos llevarnos más en nues-
tras mochilas.
Roberto nos manda de nuevo a La Montaña, para montar allí una clínica
pequeña y curar al herido, ya que no nos podemos quedar aquí, porque el
enemigo conoce demasiado bien este lugar.
Sábado 25 de junio de 1983
Esta mañana llegué a La Montaña y, para mi gran sorpresa, me encontré con
Jonathan, el otro médico belga que está aquí, Marc Ingelbrechts: fue un reen-
cuentro muy agradable. Junto con él preparamos la operación de Giovani y
operamos tranquilmente. Después charlamos sobre Bélgica, los amigos, la
solidaridad... y sobre la unidad dentro del FMLN.
Ahora estoy muerto de cansancio: una operación en semejantes condiciones
y con semejantes medios primitivos no es fácil; luego estar atento a la evo-
lución del paciente, construir la nueva clínica, etc... Giovani está asombrosa-
mente bien, Selmín tambien.
Domingo 26 de junio de 1983
La clínica que construimos con toda velocidad deja aún mucho que desear;
los compas están acostados en el piso y no hay agua cerca. Hoy descubrí gu-
sanos en la herida de Giovani.
Esta tarde, cuando estaba regresando, cayó un mortero a 10 metros de mi.
Escuché la tremenda explosión y no vi nada a mi alrededor por el polvo y las
nubes de humo. Es un milagro que haya salido ileso.
Otro día de hambruna: ni tortillas, ni pan. Ya perdimos todo nuestro sobrepeso.
Martes 28 de junio de 1983
Por fin pude tomar un buen baño en el río y me tomé un día de descanso.
Hoy volvieron las tropas de Morazán con, entre otros, Jonás, Javier y Calín,
con muchas novedades pero sin cartas de Karin, ni sus diarios.
Hoy cayeron de nuevo morteros, muy cerca. Selmín nececita una transplan-
tacion de piel, Giovani necesita rayos equis y una operacion del pecho, Nacho
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rayos equis y una operación ortopédica... pero, no podemos hacer nada de
todo esto aquí, tenemos que luchar con lo que tenemos.
Viernes 1 de julio de 1983
Esta tarde hubo otro combate fuerte. Los compas atacaron el puesto de man-
do del Atonal con RPCG-2. Resultado: doce soldados eleminados y apodera-
miento de un gran botín. Pero cayó un balde de agua fría sobre nuestra ale-
gría al aprender que Jonás, el jefe del pelotón, murió en combate. Jonás era
un verdadero guerrillero de raza con años de experiencia, con una capacidad
innata de liderazgo.
Es el segundo hermano que Boonerge pierde en la lucha.
Lunes 4 de julio de 1983
Hoy fui a operar a dos compas del PRTC que se encuentran en esta misma
zona, pero sin material médico, y Jonathan no se atrevió a operar solo.
No fue una operación tan dificil, pero sí fue larga. Un compa tenía más de 20
perforaciones en el intestino por esquirlas de granadas, así que tuvimos que
cocer todas las heridas, eliminar pedacitos de intestino y volver a coser todo.
El PRCT ya llevó a sus heridos a la costa, nosotros aún no.
Martes 5 de julio de 1983
Estoy agotadísimo, muerto de cansancio.
Los parásitos me causan muchos problemas, sigo sin apetito (no soy capaz
de ingerir ni tortillas ni frijoles), tengo diarrea, dolor de cabeza y, además,
duermo mal por la lluvia, las pulgas, el frío y el ruido de los morteros, que los
soldados disparan de noche.
En momentos como éstos quisiera tener a Karin cerca de mi.
Y de repente nos viene la noticia de que hay dos batallones en la Paname-
ricana y que llegaron 33 camiones con soldados a Berlín. Esto significa que
quieren mandar unas cinco mil tropas hacia esta zona y que la invasión,
que inició el 18 de junio, seguirá o entrará en otra fase. Llama la atención el
hecho de que están aplicando la misma táctica en diferentes zonas: primero
un período de hostilidades y luego la propia invasión con miles de soldados:
es el famoso plan CONARA. La segunda fase fue anunciada por el coronel
de Usulután, así como por la “Voz de los EE.UU”, la radio Americana. Esto
demuestra en qué medida esta guerra está americanizada.
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Viernes 8 de julio de 1983
Los compas de la cocina empezaron a hacer tortillas a las dos de la mañana
y a las cinco nos pusimos en camino. Mi mochila y la de los brigadistas están
llenas de material médico. Volví a ver a Jonathan que salió hacia la costa con
“sus” heridos.
Caminamos hasta las cuatro de la tarde, todo seguía tranquilo. Los ciudada-
nos y los heridos, que nos acompañaban, siguieron hasta la costa; ellos ya
están a salvo.
Y tambien hay buenas noticias hoy: Karin está en camino hacia aquí.
Domingo 10 de julio de 1983
A medianoche nos pusimos en camino hacia la costa. Cruzamos la carretera
al amanecer, entre dos postas de guardia del éjercito. Tanta gente que tenía
que pasar por allí, sin hacer ruido... Y esta mañana llegamos a la costa. Me
tomé un baño fabuloso y reina aquí una paz bienvenida. Pero aún no me
siento nada bien. Lo que más me fastidia es la falta de energía.
Lunes 11 de julio de 1983
Fui a la clínica con Calín y Faustino. Las primeras horas las pasé muy mal y
vomité varias veces.
Vamos a reorganizar la clínica. Estaremos de nuevo en el manglar, entre los
mosquitos y el agua salada, nada agradable.
En la mañana hubo de nuevo disparos y bombardeos; parece que tambien
aquí va a haber una invasión.
Viernes 15 de julio de 1983
Los días pasan y yo sigo amarrado en la costa. Hay que mudar el hospital ha-
cia un lugar más seguro: esto significa adentrarnos más en el manglar y con-
struir casitas sobre palos, en medio del agua salada. Normalmente echo manos
a la obra para ayudar a construir, pero ahora solamente puedo mirar desde mi
hamaca, porque estoy completamente aniquilado: no tengo apetito, una taza
de agua llena mi estomago, tengo diarrea y dolor de estómago. Puesto que ya
tomé todos los posibles medicamentos contra parásitos, sólo me queda esperar.
Don Pacento, un viejito que es famoso aquí por sus masajes, vendrá a darme
tratamiento. Los compas hacen bromas porque el médico no logra curarse a sí
mismo y necesita un “curandero”.
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Esta noche soñé con mi reencuentro con Karin. Estaba durmiendo cuando el
chele Lino me vino a despertar para decirme que había llegado de Morazán
junto con Karin. La noticia me produjo un choque muy emocional. Al des-
pertar me realicé que sólo fue un sueño...
Miércoles 20 de julio de 1983
El tiempo vuela y descuido mi diario por mi enfermedad y por la falta de
noticias. Ya llevo diez días sin comer, el menor esfuerzo me deja agotado. Me
empiezo a preocupar seriamente. Entre tanto zumban las noticias: sobre la
próxima invasion aquí, que compas de Jucuarán ya estarían en camino hacia
aquí y que nosotros nos iríamos a Jucuarán...
Por muy fea que esté esta zona, tambien tiene sus encantos: la tienda de Pio-
quinto en medio del manglar donde se puede hasta comprar helado, las tor-
mentas tropicales, los monos que trepan y gritan en las ramas, los cangrejos
que surgen por todos lados, etc... .
Jueves 28 de julio de 1983
Hoy tuve un ataque de malaria con fiebre muy alta mientras hubo un com-
bate entre los compas y el Atonal, en el cual el Atonal sufrió grandes pérdidas
y un compa recibió un balazo en una mejilla. A pesar de la malaria, no hay
más remedio de que me ponga a operar.
Boonerge llevará esta noche el herido a la costa.
La clínica y el hospital siguen siendo débiles allí, principalmente porque no
hay nadie que le invierta toda su energía o que sea capaz de mantener el
negocio funcionando. Tila, la brigadista puede sola con la mayoría de los pa-
cientes, pero cuando se presenta la más mínima complicación ya no sabe
qué hacer. Sin embargo, dejaré sola a Tila a propósito, para que así aprenda a
tomar iniciativas y a buscar soluciones.
Miércoles 3 de agosto de 1983
Hoy caminé hasta el Jícaro (a dos horas de Jucuarán): fue un paseo muy ago-
tador. El herido, Matacho, nos impidió avanzar rápidamente, porque tenía que
descansar regularmente. Lo llevamos en turnos sobre nuestros hombros. Siem-
pre es reconfortante ver la solidaridad y la camaradería que reinan entre los
compas. Los heridos los llevan sobre las manos de manera figurativa y literal.
Pero parece que este paseo me hizo bien al estómago descompuesto. En el ca-
mino comimos muchas golosinas: naranjas, sandías, mangos, etc... y, cuando
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llegamos a El Jícaro, nos comimos un plato de sopa de frijoles con pan blanco:
estuvo riquísimo.
Sábado 6 de agosto de 1983
Llegamos a Jucuarán. Ya vi a mucha gente de Morazán, menos a Karin que
se quedó en Santa Elena (El Tigre). Hablé mucho con Rogelio Ponseele, que
es exactamente como me lo imaginaba, y con Emilio, un médico mexicano.
Por fin pude intercambiar “experiencias médicas”, lo que me cayó muy bien,
después de tan largo aislamiento. Ambos, tanto Rogelio como Emilio, son
personas muy agradables.
A mediodía fuimos con un grupo de compas a El Espino, un pueblecito cerca
del mar. Fue un verdadero alivio nadar en el mar, olvidar por un momento la
guerra, comer cocos, pancitos con queso, refrescos... en fin, una fiesta.
Por la noche, muertos de cansancio, caminamos de regreso.
Lunes 8 de agosto de 1983
Han sido otra vez días de mucha emoción.
Hoy fui a La Cruz para completar mis provisiones y para visitar a Enrique
(médico ecuatoriano) y en el camino me encontré con Karin quien iba cami-
no a Jucuarán. El reencuentro, después de nueve meses de separación, me
causó una fuerte impresión porque llegó de manera inesperada, aún si yo
sabía que ella andaba por la región. Pudimos hablar un cuarto de hora, pero
¿qué dice uno en 15 minutos después de nueve meses de separación? Ella
siguió su camino y yo el mío. Parece que va a regresar dentro de un mes pero
ya no lo creo mucho.
Miércoles 10 de agosto de 1983
Durante los últimos días he estado pensando mucho en mis tareas aquí y en
cómo voy a salir de esta lucha, probablemente muy cambiado y más madu-
ro. Después de todas las experiencias vividas acá, mi capacidad de aguantar
habrá seguramente aumentado mucho y mi personalidad será más fuerte. No
hay de otra: aquí o bien te hundes o bien sales fortalecido y es obvio que yo
quiero lo último.
Para mi, es nuevo poder trabajar en un colectivo de médicos. En Tres Calles
estaba solo, ahora discutimos todo con Enrique y Emilio y el personal de la
clínica. Sin embargo, espero poder regresar a Tres Calles. ¿Será que yo tam-
bién ya me haya convertido en un “localista”?
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Tres Calles, con todas sus aspectos muy propios, me ha enseñado cosas que
probablemente no hubiera aprendido en otra zona: el terreno de trabajo más
amplio, una mayor responsabilidad... aunque me gustaría también ir a Mo-
razán y colaborar con otros médicos, como Eduardo el cirujano, con quién
seguramente aprendería mucho. Pero tengo confianza en los comandantes
que seguramente tomarán la decisión más adecuada.
Por otra parte, sigo convencido de que, después de dos años, debería de regre-
sar por un tiempo a Bélgica, para actualizarme un poco, completar mi bagaje
intelectual y cultural, establecer contactos sociales, etc... Y la gran pregunta
es: ¿Qué después de un descanso eventual en Bélgica? ¿Quedarme allí para
trabajar al interior del partido? ¿O regresar acá? ¿O participar en otra lucha
de liberación en otro país? Lo bueno es que tengo tiempo para seguir reflexio-
nando sobre esto.
Domingo 14 de agosto de 1983
De hecho, debería de seguir el ejemplo de Rogelio quien lleva ya más de diez
años viviendo aquí, lleva más de cuatro años sin regresar a casa e hizo de la
revolución aquí su proyecto de vida.
Lunes 15 de agosto de 1983
Tuvimos una buena reunión con el equipo médico completo y seguimos ba-
tallando para fijar responsabilidades “estrictas” en la clínica. Lo bueno es que
Emilio y Enrique me apoyaron totalmente en cuanto a mi propuesta de re-
organización de la brigada médica. Me siento lleno de energía ahora que hay
tanta actividad: la “construcción” de un hospital nuevo, la complementación
del material médico, las consultas, mucha lectura y, sobre todo, una buena
colaboración con los otros médicos. Cada noche seguimos platicando hasta
muy tarde, escuchamos siempre la misma música de Silvio Rodríguez y todo
el mundo está de buen humor.
El reencuentro con Karin de quince minutos de hace una semana me sigue
dando vueltas en la cabeza: ¡cómo me gustaría platicar con ella aunque fuera
un solo día!
Jueves 18 de agosto de 1983
Ayer fue un día muy ocupado. Levanté grupos sanguíneos, hice el inventario
del material médico y me ocupé de Netali, quien murió esta noche de malaria
del cerebro. No dormí mucho, pero me levanté muy animado, con la inten-
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ción de trabajar duro, pero... nos vinieron a avisar que teníamos que enterrar
todo porque allí venían los soldados.
Era de esperar, porque hace tiempo que el ejército ha de saber que en Jucua-
rán hay muchos compas que están preparando algo.
Con esto se nos echaron a perder nuestros planes para la clínica así como los
planes de los comandantes.
Emilio es enviado a la línea de fuego, Enrique acompaña la clínica ambulante
y yo acompaño a Roberto y Cirilo. Van a ser días en los que voy a tener que
aprender a tener mucha paciencia.
Sábado 20 de agosto de 1983
Estamos a una hora de distancia de El Jícaro. Así es como pasan las cosas du-
rante una invasión. Marchamos más o menos una hora, máximo dos horas
y el resto del día nos quedamos en el mismo lugar. Esa es la lógica de las in-
vasiones, en donde los compas no quieren desperdiciar muchas municiones,
y menos ahora. Dejan hacer a los soldados, los atacan acá y allá, para que
regresen con heridos y muertos, y después de un tiempo éstos abandonan la
invasión. Es como dicen los comandantes: ellos no nos van a obligar a com-
batir, nosotros combatimos cuándo y dónde queremos.
Y, mientras, yo arrastrándome con esta mochila pesadísima. Pero esta mochi-
la mía tan famosa ha demostrado de nuevo ser muy útil. Esta tarde llegó un
médico de las FAL para que le ayudara a operar a dos heridos: un compa tenía
una herida abierta en la pierna y otro tenía heridas en la cara. El médico no
tenía ningún material, esto me enoja muchísimo, pero los heridos no pueden
ser víctimas de esta inconciencia, así que yo los operé y después los envié a
nuestra clínica para que los siguieran atendiendo.
Lunes 22 de agosto de 1983
Hoy llegó Checo de la zona de Tres Calles y nos contó que la invasión allí se
está desarrollando igual de tranquila como la de acá.
Tampoco en Tres Calles desperdiciaron municiones; sólo hubo dos heridos
ligeros y causaron pérdidas al Atonal, el cual se pasea por la zona sin saber
muy bien para qué ni adónde.
Después regresamos al campamento de base y a la clínica. Fue un paseo ma-
ravilloso; desde uno de los cerros teníamos una vista magnífica sobre la costa,
el golfo de Fonseca y las montañas nicaragüenses... y todo esto acompañado
de una brisa muy refrescante; hasta parecía un paseo turístico.
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El reencuentro con el equipo de la clínica fue muy agradable. También nues-
tro primer baño después de la invasión fue una verdadera fiesta: sientes que
toda la suciedad, el sudor y el cansancio se te deslizan por el cuerpo.
Vamos a tener que aguantar unos días más con una tortilla por comida: mien-
tras los compas no puedan ir al pueblo para hacer compras, seguiremos su-
friendo hambre. Después de un mes de casi no comer nada, debido a mi
enfermedad, tengo ahora un hambre tremenda que no logro apaciguar ni con
tres o cuatro tortillas.
Sábado 27 de agosto de 1983
La situación, en la que continuamente tenemos que estar listos contra un
posible ataque, sigue. El día entero la situación ha sido muy intranquila: ba-
lazos, morteros y esta noche un bombardeo. Enrique le teme a los aviones, yo
le temo más a las balas. Probablemente porque él ha curado más heridos por
bombardeos y yo he atendido más compañeros heridos por bala.
Las buenas noticias de Radio Venceremos nos caen muy bien y rompen un poco
la monotonía. En Guazapa, los compas causaron 89 pérdidas al enemigo; la
electricidad está interrumpida en 70% del país. Aquí los compas se ponen impa-
cientes por entrar en combate, pero tienen que esperar el momento indicado.
La “temperatura” empieza a subir mucho; el diálogo entre el FDR y el dele-
gado estadunidense, Richard Stone, salió en la prensa mundial. La prensa na-
cional habla mucho de una ofensiva próxima de la guerrilla y el Washington
Post escribió un artículo sobre el fracaso del Plan Conara desde su inicio. La
moral de la mayoría de los soldados estaría muy baja.
Fumo para acallar el hambre. Pero, a pesar de todo, me siento muy bien aquí.
Viernes 2 de septiembre de 1983
Esta mañana tuve una reunión muy agradable con Filomena y la brigada
médica, que fue interrumpida a mediodía porque todo el mundo tenía que
prepararse para las acciones próximas. Por fin.
Emilio y Enrique van a salir con las tropas y yo me quedo aquí en la clínica,
para recibir a los eventuales heridos graves.
Cerca de cinco batallones revolucionarios se acercan al objetivo y esta noche
empieza la fiesta. Los escasos compas que se quedan en la zona se van a mu-
dar a un lugar más seguro, porque es un hecho que, después de la acción, nos
tocará una buena invasión. Otra vez admiro la buena organización: las tropas
estuvieron listas en un mínimo de tiempo y la retaguardia es muy móvil y fue
eficazmente puesta en resguardo. Esto me gusta mucho.
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Domingo 4 de septiembre de 1983
Esta noche se inició la campaña militar “Independencia, Libertad y Democracia
para El Salvador” con un ataque fulminante contra el cuartel de la tercera bri-
gada en San Miguel. Se dispararon más de 150 morteros contra el cuartel y el
ejército tuvo más o menos 300 pérdidas; aparte de esto, se volaron tres puentes,
se destruyeron una hacienda y un tanque; éstos son los primeros resultados. El
puesto de mando ya me anunció que vienen llegando los primeros heridos. Casi
todos los brigadistas se fueron, la única buena asistente que se quedó es Julia.
Y esta noche nos mudaremos otra vez con la clínica y los heridos: hay dos que
pueden caminar, dos en caballo y uno en litera.
Martes 6 de septiembre de 1983
El paseo no fue nada divertido: estaba totalmente oscuro, llovía a cántaros
y los caminos eran terriblemente resbalosos, y así tuvimos que caminar, su-
biendo y bajando cerros, con los heridos...
Sino, todo va muy bien acá. Gabriel es muy ordenado y tiene mucha iniciativa,
pone a trabajar a los compas: preparar una farmacia, construir una casita contra
la lluvia, mantener limpio el terreno, esterilizar material ... Da gusto ver las ga-
nas de trabajar de los compas. Sólo los heridos son un poco difíciles.
Estoy muy celoso de Emilio y Enrique quienes están en medio de las activi-
dades militares; tal parece que mi destino está fijado: siempre quedarme en
la retaguardia. Es difícil para mi aceptarlo. En tales momentos me siento muy
solo y me dan muchísimas ganas de fumar y comer dulces, pero, como no hay
nada de esto aquí, me pongo a comer azúcar.
Aquí se come azúcar en grandes cantidades, sobre todo porque les gusta en-
dulzar todo: el café, los refrescos, pero todo el mundo también come azúcar
para calmar el hambre.
El enemigo bombardeó hay nuestro campamento de base anterior; que bue-
no que salimos de allí.
¿Y dónde estará Karin ahora? ¿Habrá estado implicada en las acciones o se
habrá quedado en El Tigre? Emilio y Licho se fueron para allá, porque parece
que las acciones se van a intensificar.
Jueves 8 de septiembre de 1983
Desde nuestra casita admiro un cuadro muy bonito: un grupo de niños va a
la escuela, haciendo mucha bulla, y en sentido contrario viene un grupito de
ancianos con caballos, muy cargados de municiones.
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Hoy fue un día de mucho trabajo: visité a los pacientes, fui a buscar provi-
siones, en el puesto de mando platiqué un rato con Calín, tomé choclate con
Ernesto y finalmente fui al campamento de base.
Ahora se siente bien la guerra: el ejército bombardeó los caseríos en los alre-
dedores e hizo huir a los civiles; los soldados se retiran de Jucuarán, gracias a
un ataque de la guerrilla.
Los compas atacaron hoy el puente Delirio, pero parece que no fue un éxi-
to. Emilio llega con cuatro heridos. Concentramos toda nuestra atención en
Marco. Emilio quería amputar, yo no... hice una operación limpia de un pa-
ciente en estado de schock. Murió a las tres de la madrugada, de manera
totalmente inesperada. Normalmente, se puede parar un schock con sero y
sangre, pero nos fue imposible encontrar una artera y parece que las condi-
ciones del transporte hasta acá también habían sido muy duras.
Sábado 10 de septiembre de 1983
El entierro de Marco. Triste. Me hace recordar el primer entierro que me tocó
en el volcán San Miguel. En aquel entonces me afectó muchísimo. Ahora, la
muerte de un compa me sigue afectando mucho, pero ya reacciono de otra
manera.
Domingo 11 de septiembre de 1983
Justo después de un año de nuestra salida de Bélgica volví a ver a Karin. Otra
vez fue un reencuentro breve. Pero esta vez fue muy agradable. Fue breve
porque en la tarde nos tuvimos que ir huyendo y nosotros, con la clínica,
teníamos que ir en una dirección, mientras que los de prensa y propaganda,
con los que trabaja Karin, tenían que ir en otra dirección. Pero ahora hay
buenas esperanzas de que nos podamos volver a ver más tiempo y más tran-
quilamente, porque estaremos en la misma zona. Con esta seguridad, nos
separamos tranquilamente.
Lunes 12 de septiembre de 1983
Ayer en la noche caminamos y caminamos con los heridos: tres en literas,
cinco a caballo y, puesto que estamos en temporada de lluvia, los caminos
eran verdaderos lodazales. A las tres y media llegamos a este lugar nuevo
y me acosté inmediatamente, con la ropa mojada, en el lodo. Esta mañana
temprano, me tomé un baño refrescante, me afeité y después a trabajar duro:
a atender a todos los heridos.
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Martes 13 de septiembre de 1983
Hoy tuve que regañar otra vez a los brigadistas, porque aún no habían fabri-
cado “camas” para los heridos. Además, yo exijo que se les brinde atención
correcta y a tiempo, que se les lave a diario, porque la higiene es de enorme
importancia aquí para evitar infecciones.
Esta noche otra vez nos vamos caminando, porque parece que los soldados
quieren venir aquí. Tuvimos tiempo para preparar todo tranquilamente. Es
increíble ver la valentía de los compas acostados en las literas. Se les trans-
porta de acá para allá y, como los compas que llevan las literas, a menudo
se resbalan en los caminos mojados, los heridos reciben seguido golpes. Pero
aprietan los dientes y no se quejan, porque saben que para los cargadores es
una tarea muy pesada tener que caminar así. Yo también cargué a un herido
hoy, pero después de dos horas tuve que abandonar porque estaba completa-
mente agotado. Estos compas son los “héroes silenciosos”.
Hacia medianoche nos encontramos con las otras estructuras que venían des-
de la otra dirección. En medio de un aguacero. Me volví a encontrar con
Karin en la lluvia y juntos esperamos el amenecer.
Miércoles 14 de septiembre de 1983
Me pasé toda la mañana en el flanco de un cerro, atendí a los heridos y pla-
tiqué con Karin. Hacía más de un año que no había podido hablar a corazón
abierto, abrirme completamente, sin temor a que mis palabras fueran mal
interpretadas. Y, ahora que empezamos, siento que necesitaremos muchos
días más para hablar de todo.
Y todo esto en medio de la invasión: los aviones ya nos están sobrevolando
otra vez esperando encontrarnos; cada dos horas hay fuego de morteros.
Jueves 15 de septiembre de 1983
Ahora estamos en un lugar (momentáneamente) seguro, sin haber sufrido
percances. Me empiezan a preocupar seriamente los heridos; estan exhaus-
tos, hambrientos y sus heridas empiezan a infectarse porque no los podemos
atender debidamente. También me falta la necesaria agresividad como para
llevar a cabo la atención a los heridos de manera perfecta, en medio de las
tormentas. Además, la tensión y el cansancio me están afectando.
A mediodía algunas cocineras fueron a un pueblito aquí abajo para hacer tor-
tillas, pero fueron hechas presas por el ejército, que invadió repentinamente
el pueblo.
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Esto significa que otra vez tenemos que cambiar de lugar, puesto que el ejér-
cito pudiera obligarlas a contar en donde estamos. O sea que otra vez a ca-
minar, la patrulla adelante, después la cocina y la población civil, después los
caballos y las literas con los heridos y finalmente el resto de las estructuras; y
así tuvimos que caminar durante una hora por el flanco de un cerro comple-
tamente al descubierto. Llenos de inseguridad sobre si el enemigo nos iba a
ver o no, y con una quebrada muy honda del lado izquierdo. Nada divertido
para los caragadores, con el peligro de resbalarse.
Estoy muy contento de que Karin también esté acá; gracias a la invasión
tenemos por fin mucho tiempo para dedicarnos el uno al otro: hablamos jun-
tos, caminamos juntos, dormimos juntos...
Sábado 17 de septiembre de 1983
Quiero llevar lo antes posible el trabajo a buen fin para luego regresar con
Roberto a Tres Calles.
Hoy, por fin pudimos atender bien a los heridos. Dimas tenía gusanos en la
herida. Fue una curación que tomó tres horas y que fue muy enervante, pero
creo que lo hice bien, a pesar del hambre, el cansancio y el desgane.
Lunes 19 de septiembre de 1983
Los combatientes de Tres Calles se fueron todos para su zona, yo iré más tar-
de. ¿Pero, qué me va a traer el futuro? ¿Me quedaré aquí o regresaré a Tres
Calles o iré a otra zona? ¿Se queda Karin aquí o también se volverá a ir?
Viernes 23 de septiembre de 1983
Ya llevo casi una semana aquí en El Caracol, en donde se encuentra el hos-
pital; aún no he podido ir al campamento de base en La Cruz para platicar
un poco con Enrique, Karin y otros compas. Sin embargo, estos contactos me
hacen mucha falta, porque estoy otra vez muy aislado aquí.
En la tarde fui a un lugar imposible ubicado en un cerro, con selva baja, sin
agua ...
Domingo 25 de septiembre de 1983
Pero, lo que en un inicio me pareció un lugar imposible, se transformó en el
curso de un día en un nuevo campamento guerrillero, gracias a la iniciativa y
la energía de los compas. Se levantaron dos tiendas de campaña, que sirven
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de hospital y de cocina, se construyó una casita que sirve de farmacia, una
letrina. Y tenemos una cantidad de medicinas y comida como para aguantar
unos 15 días acá.
Nos encontramos en condiciones verdaderamente típicas de guerrilla: curar a
los heridos en el piso, constantemente buscar los medicamentos en la mochila.
Martes 27 de septiembre de 1983
Tengo que aprender a no perder la paciencia y a no enojarme tan rápido
con los brigadistas. Cuando estoy cansado física y mentalmente, me enojo
rápidamente; ya se me ha reprochado esto varias veces. Tengo que cuidarme,
porque los compas y los heridos pasan por situaciones igualmente difíciles y
hasta más difíciles y yo no tengo el derecho de descargar mi mal humor por
el cansancio en ellos.
Recibí una carta de Karin que me animó mucho. Ella sigue en La Cruz y se irá
a Tres Calles, junto conmigo, para montar allí un taller de propaganda. ¡Qué
buenas noticias!
Sábado 1 de octubre de 1983
Recibí una carta y una cajetilla de cigarros de Enrique. Fue una grata sorpresa.
Cuando piensas que algo tan pequeño te da tanta alegría, me da pena la socie-
dad de consumo en la que se vive en Bélgica. Aquí todo tiene una dimensión
diferente en comparación con la vida “normal”. Todo se vive de una manera
mucho más intensa: la alegría, la tristeza, el amor... todo es muy intenso.
Y por medio del mensajero aprendí que sigue habiendo mucha gente en el
campamento, también los comandantes siguen allí. O sea que la fiesta aún
no ha terminado. Dentro de unos 15 días nos mudaríamos entonces a Tres
Calles, sólo espero que no me dejen solo y abandonado acá.
El campamento ya está bien instalado: las comidas son regulares y bastante
buenas; hay camas para los heridos; hay mesas para trabajar; hay regularidad
en la atención a los heridos y en la administración de los medicamentos y
además me queda tiempo para leer y estudiar. Pero el aislamiento me pesa,
sobre todo ahora que sé que hay tantos compas en el otro campamento con
quienes platicar...
Lunes 3 de octubre de 1983
Hoy me llamaron de repente del puesto de mando y Enrique viene aquí a
la clínica. Me voy con la conciencia tranquila, porque todos los heridos van
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bien. Ya sólo quedan cinco. En el camino (cuatro horas de marcha) me pre-
gunto constantemente qué me espera. Y, una vez llegado al puesto de mando,
todo se aclara: me regreso a Tres Calles, porque la campaña ahora se iniciará
allá. Estoy muy contento y Filomena me “reprocha” que soy un “localista”.
La única sombra en mi alegría es que Karin aún no me puede acompañar y
que sólo nos queda una tarde y una noche para volver a despedirnos. Pero,
según Chico, ella nos alcanzará en 15 días. Ya veremos.
Martes 4 de octubre de 1983
Desde temprano en la mañana nos marchamos con una escuadra hacia el
punto de contacto, en donde otra escuadra me estaría esperando.
Me fui un poco frustrado porque ya no pude ver a Enrique para informarle
sobre los heridos y también muy frustrado por el muy breve tiempo que pude
estar junto a Karin. Justo antes de que me marchara, Karin logró reir a través
de sus lágrimas y me emocioné mucho. La guerra es dura, pero aún así me
siento contento frente a las perspectivas de trabajo.
En el lugar de la cita nadie apareció. Estuve esperando durante horas, decep-
cionado. Sólo nos quedó regresarnos. A pie hasta cerca de Zamurai y luego en
carro hasta Jucuarán. Y de allí otra vez a subir al cerro hasta el campamento,
en donde me cuentan que la escuadra que me iría a recoger sigue estando
en la costa.
Toda la noche hablé con Enrique y Karin.
Sábado 8 de octubre de 1983
Estoy en San Emilio, esperando la escuadra de Tres Calles.
Hoy hace exactamente un año que llegamos a El Salvador. La caminata de
ayer estuvo pesada, debido al calor sofocante y a mis zapatos rotos. Después
dormí muy bien, porque no me tocó hacer posta. Esta mañana caminamos
hasta el río, fue una distancia de tres horas que hicimos en seis horas. El río
está hirviendo y lleno de mosquitos. Esta noche haremos el trayecto hasta
La Granada. Pero antes pasaré por la costa en donde me esperan unos he-
ridos.
Lunes 10 de octubre de 1983
La Granada. Caminamos toda la noche. El camino fue largo, pero aún así me
pareció corto, probablemente porque ya lo conozco y así lo voy repartiendo
en pedacitos. Durante la marcha estuve pensando en muchas cosas: recuer-
68
dos del año pasado cuando llegamos al volcán San Miguel y cuando atendí a
mi primer herido, Camilo; pensé en mi relación con Karin, quien, a pesar de
que nos veamos tan poquito, significa para mi un apoyo enorme; sus críticas
hacia mi son muy constructivas y aún puedo aprender mucho de ella, de su
sencillez, su paciencia, su aguante y su perseverancia...
La Granada es un contraste fuerte con Jucuarán; aquí todo es plano, seco y
hay mucho polvo; y hay muchísimos enfermos entre la población. La malaria
hace muchos destrozos aquí.
Mañana salgo para el hospital en la costa.
Jueves 13 de octubre de 1983
El hospital ha cambiado muy poco desde que lo dejé hace dos meses. Sólo
construyeron dos casitas más y el mejoramiento de las casitas existentes no
se llevó a cabo.
Tila, Silvia, Evelyn y Alberto siguen trabajando de la misma manera: lento,
pero Tila me sigue sorprendiendo con sus capacidades como anestesista.
Matilde, la nueva doctora que llegó acá, es agradable, pero sus conocimientos
médicos son más bien ecasos. Había tres pacientes en la clínica cuyo diagnós-
tico no logró hacer: una epilepsia, una tuberculosis y la infección de una he-
rida. Pero es muy reconfortante saber que en esta zona ya hay otro médico.
Sábado 15 de octubre de 1983
Hoy me puse a trabajar: me reuní con Matilde, me reuní con los brigadistas y
con la gente de la cocina y después me fui para El Hulechacho, en donde se
encuentra el puesto de mando. Así, por fin logré aprender que me consideran
como un “cirujano” y que por esta razón nunca marcharé junto con las tropas
y que siempre tendré que recibir a los heridos. Por lo menos esto está claro.
Aún si la idea no me agrada.
A Balta le gustan las bromas. Esto me ha llamado muchas veces la atención,
el hecho de que todos los commandantes siguen siendo muy humanos, que
hacen bromas, que son personas agradables. Muy diferentes de nuestros re-
volucionarios aburridos en Bélgica.
Martes 18 de octubre de 1983
Me enoja mucho el hecho de que no se hagan esfuerzos por convertir este
hospital en un lugar un poco más agradable; sólo es una cuestión de tomar la
iniciativa, de trabajar y de poner a los demás a trabajar.
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Matilde sólo trabajará un rato como médico, para trabajar después como cua-
dro. Debido a la falta de cuadros, casi todos los médicos salvadoreños trabajan
como cuadros: Federico, Ramón, Manuel, Fidel; sus puestos son asumidos por
médicos extranjeros. Este hecho me pone a pensar: ¿siempre van a reducir
mi papel al de médico, porque soy un extranjero? ¿Sólo me puedo hacer útil
como médico? ¿Mi papel aquí es sólo técnico? Me cuesta creerlo. Y todo esto
me pone a pensar en qué hacer después de la revolución: ¿trabajo político en
Bélgica? ¿Trabajar a favor de otra revolución? ¿O trabajar aquí en la construc-
ción del nuevo Salvador? Muchas ideas que me gustaría discutir con Karin.
Por el momento tengo que funcionar lo mejor posible como médico: tomar
iniciativas para mejorar la organización médica, formar personal médico, re-
dactar folletos para los brigadistas.
Admiro a los compas que están heridos y constantemente hablan del futuro
y de lo que van a hacer a favor de la revolución. Tienen una moral admira-
ble: Alberto, Jorgón, Jorguito, Nacho, Carlos, Vicente, Oscarón, Abel.... todos
estos compas que ya no pueden marchar con las tropas, pero que de alguna
manera seguirán contribuyendo a la revolución.
Jueves 20 de octubre de 1983
Estoy en camino hacia la zona de Tres Calles. Salí temprano en la mañana, a
las tres y media, del hospital, en una lancha que estaba agujereada, a conse-
cuencia de lo cual mi mochila se mojó. Menos mal que todo el material y las
medicinas estaban bien envueltas en plástico.
El Lindero, El Amarillo,... caminar con una mochila pesadísima, sanguijuelas,
zapatos que aprietan, calor...
Viernes 21 de octubre de 1983
Pasamos la noche en La Granada, que se ve muy abandonada. Y en la madru-
gada seguimos caminando.
La clínica es buena: hasta tiene mesitas y una verdadera silla, de manera que
puedo escribir, planear tranquilamente... con la radio cerca. Estamos a 45
minutos del aprovisionamiento y a 15 minutos de los manantiales, lo cual es
ideal.
Hace justo un año que llegué por primera vez a esta zona, como novato. En-
tonces también me habían encargado organizar el sector médico, pero yo ni
sabía por donde empezar. Ahora tengo muchos planes y he adquirido muchí-
simos conocimientos y experiencia. Siento que he cambiado mucho durante
este año de guerra y que he aprendido muchísimo.
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Y me puse a pensar en la casa: ¿Cómo estarán mi papá y mi mamá, mis her-
manos y hermanas, mis sobrinos y sobrinas? Espero poder regresar un rato a
Bélgica después de dos años.
Domingo 23 de octubre de 1983
Hay un montón de trabajo por hacer.
Fui a la clínica “vieja” y constaté que el material que enterramos allí sigue
sin tocar; fue algo que me dio mucho gusto, porque ya me había hecho a
la idea de encontrar un gran hoyo vacío. Ahora tenemos que hacer nuevos
econdites cerca de la nueva clínica, un trabajo poco agradable. También es
urgente que les dé formación a los brigadistas, tengo que hacer consultas
generales a los combatientes, ir a comprar medicamentos en San Agustín y
establecer contacto con la Cruz Roja, hacer el inventario, construir otra sala
de operación, etc.
La clínica parece una colmena, entra y sale gente constantemente, reina un
ambiente relajado, aunque yo quisiera un poco más de disciplina, porque así
no nos da tiempo para trabajar.
Lunes 24 de octubre de 1983
Estamos en pleno invierno: fuertes aguaceros alternados con sol. Estos agua-
ceros son muy agradables cuando estás abrigado en una casita, pero lo son
mucho menos cuando estás caminando o en un campamento guerrillero en
donde duermes debajo de los árboles.
Hoy nos tocó un fuerte aguacero justo cuando terminamos de excavar un es-
condite. Estos aguaceros llegan de manera tan repentina que difícilmente se
pueden prever: de repente surge un viento fuerte e inmediatamente después
llega el aguacero.
Boonerge está lleno de energía, que bueno. Ya hizo una letrina y ahora vino
por mi para excavar otro escondite.
Viernes 28 de octubre de 1983
Fui a San Agustín para encontrarme con la Cruz Roja Internacional. No fue
un encuentro muy agradable porque siguieron insistiendo en los soldados
hechos presos.
El pueblito mismo se ve bastante triste: no se ven ni ancianos ni niños jugan-
do en la calle, sólo comercios y tienditas. En oriente ya hay muchos pueblos
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liberados, según la radio unos 30, y esto en un país tan pequeño en donde los
puestos del ejército siempre están muy cerca.
Hoy me di otra vez cuenta de que los compas tienen una relación diferente
con el tiempo: no quieren ponerle a fuerzas una fecha a la victoria, como no-
sotros siempre queremos hacerlo. Simplemente siguen combatiendo, seguros
de que van a ganar, el cuándo no importa tanto.
Domingo 30 de octubre de 1983
Sonia, la doctora de la RN pasó para pedir consejo sobre un herido, quería
material (yeso, antibióticos) y un libro de cirugía... Todas cosas que nosotros
tampoco tenemos. Fue muy frustrante.
Martes 1 de noviembre de 1983
Un nuevo mes, una nueva campaña:”yanquis fuera de Grenada y de Cen-
tro-América”. Una campaña que inició con la ocupación de Ciudad Barrios
(San Miguel) en Tejutepeque; se sacó al ejército de estos pueblos, se conquis-
taron 10 armas de apoyo y más de 100 fusiles. En Ciudad Barrios se incor-
poraron 117 nuevos compas. En el cerro de Cacahuatique hay dos nuevas
columnas, que se preparan militarmente y que ahora pasaron por su primera
prueba de fuego, a saber el ataque de Ciudad Barrios.
Boonerge, Claudia, Evelyn y Brando van a un mítin y un baile en San Agus-
tín, de manera que la formación de los brigadistas otra vez se pospone.
Esta tranquilidad repentina que reina aquí de hecho no me satisface. Es como
dice Cirilo: es mejor estar constantemente en movimiento, porque de otra
manera la vigilancia se afloja. Y esto se nota bien aquí: no se hacen ejercicios
matutinos, no se hacen guardias, todos duermen como angelitos y luego se
levantan preguntándose si va a seguir la tranquilidad... Hace mucha falta que
retomemos la vida guerrillera.
Viernes 4 de noviembre de 1983
Hoy pasó una doctora del PRTC, Margarita, y me prestó un libro de cirugía,
que me va a ser muy útil porque es algo que exige mucho práctica y yo no
soy un especialista. Es realmente algo para mi. Margarita estaba impresiona-
da con nuestra clínica.
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Miércoles 9 de noviembre de 1983
Esta noche tuve un sueño muy bonito, aunque confuso, pasando de una
escena a otra: vi a Karin, con cabellos largos y ondulados y llevaba mi suéter
azul; después estaba en un curso de medicina tropical; después sobrevolé una
zona guerrillera en helicóptero; después una reunión familiar en el jardín de
la casa de mis padres... y todo esto a todo color.
Hoy fue un día de alegría pero también de decepciones. Alegría por la llegada
de los compas de la costa, que fueron dados de alta en la clínica y van muy
bien; por los medicamentos que recibimos de la Cruz Roja; por los brigadistas
que trabajan duro y por la clínica que funciona bien. La decepción: Balta y
Roberto regresaron de Jucuarán sin Karin quien se quedó allá. Es una verda-
dera lástima, porque ahora es un momento tranquilo para volvernos a ver.
Balta y Roberto tienen gripa y vienen a la clínica, hacen bromas y cuentan
sobre los grandes progresos en Jucuarán, en donde cientos de nuevos compas
se incorporaron (entre los cuales muchas mujeres), en donde los compas se
desplazan en carros, etc... Pero también les preocupa seriamente una posible
invasión de Estados Unidos.
Viernes 11 de noviembre de 1983
Hay otra vez muchas enfermedades entre las tropas: gripa, hongos (sobre
todo en los pies), sarna, parásitos y malaria. Yo mismo no me siento muy bien
y sufro de hinchazón en las piernas.
Todo esto no es muy bueno, pensando en la campaña que viene.
Sábado 12 de noviembre de 1983
Por primera vez desde que estoy en esta zona, la estructura médica funciona
como debido: cada sección, cada pelotón tiene su brigadista, el hospital tiene
un equipo quirúrgico (incluido una anestesista) y aparte hay un equipo móvil
que puede hacer cirugías pequeñas (para trabajar cerca de la línea de fuego
y recibir a los heridos). Además, el nivel técnico de los brigadistas es bastante
elevado.
Martes 15 de noviembre de 1983
La Cruz. Poco después de las seis empiezan los combates. Me quedo a unos
300 metros de la carretera. Un camión cargado de soldados, vestidos de civil,
es atacado y al mismo tiempo se ataca una posición del ejército. Primer resul-
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tado: tres muertos y tres fusiles conquistados y la huida de los soldados. Des-
pués se ataca la posición del Atonal y ellos también salen huyendo. Me llega
un compa, Vidal, que recibió un balazo en la cara que le sacó un montón de
dientes y le despedazó la lengua. Lo bueno es que lo pude atender inmediata-
mente aquí en la Cruz y coser sus heridas. Primero las cosí con anestesia local.
Después me empecé a preocupar porque su lengua no paraba de sangrar. Así
que tuve que anestesiarlo completamente, pero a las siete de la mañana en-
tró en schock. Felizmente, logré controlar las dos arterias sangrantes y logré
detener la sangrada.
Me preocupé bastante, pero pude salvarle la vida porque lo pude operar den-
tro de las ocho horas después de que fue herido y no como Camilo (primer
herido en el volcán de San Miguel), Chamba y Marco quienes murieron por-
que perdieron demasiada sangre. Y otra vez me molesté mucho porque no
tenemos el material necesario para definir el grupo sanguíneo; es urgente
darle un litro de sangre a Vidal.
El transporte hacia el hospital fue muy lento, a pesar de que fuimos de San
Chico a San Agustín en carro.
Miércoles 16 de noviembre de 1983
Inmediatamente después de llegar al hospital, atendí la herida de Vidal. Por-
que me da miedo de que vaya a volver a sangrar, le di sero. Al rato iré al PRTC,
para ir a buscar reactivos sanguíneos. Espero que la herida no se infecte.
O sea que logré atender bien al primer herido de la campaña y esto me da
confianza en mi mismo. Los compas bromean sobre un “desarme general”
(desarmar completamente un arma para limpiarla) y dicen que yo hago exac-
tamente lo mismo con los pacientes. Pero estas bromas me demuestran que
confían en mi.
Jueves 17 de noviembre de 1983
Vidal va bien, sólo tiene un poco de fiebre. Temo una infección.
Los compas regresaron, con los presos y con historias fuertes. Primero fueron
atacados por el Atonal en la espalda (cayó un compa, Ronnie), pero voltearon
inmediatamente la situación y rodearon a los soldados y aquí están con sus
18 fusiles y nueve presos. Siempre me sorprende el hecho de que traten a
los presos de manera muy humana, a pesar de que sean sus enemigos. Pero,
una vez dearmados, éstos aparecen lo que realmente son: pobres muchachos
que por quien sabe cual razón se incoporaron al ejército o fueron obligados
a hacerlo.
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Viernes 18 de noviembre de 1983
Fui a San Agustín para encontrarme con la Cruz Roja y estoy determinado a
conseguir reactivos sanguíneos nuevos. Me fui caminando con mis zapatos
rotos, ya no tengo suelas y, sin embargo, caminé tres o cuatro horas como si
nada. La Cruz Roja Internacional no llegó porque el ejército no la dejó pasar.
Ya hace una semana que me anunciaron la llegada de Karin pero no viene.
¿Por qué?
Sábado 19 de noviembre de 1983
Estuve hablando con Checo sobre la falta de cuadros políticos. No faltan mi-
litares, pero sí muchos políticos. Probablemente es la causa de que haya tan
pocas incorporaciones en esta zona y de que aquí no sentimos nada del am-
biente pre-insureccional que reina en las otras zonas. Tres Calles, el patito
feo. ¿Se adaptará Karin en este nido?
Además, los mosquitos no me dejan dormir y me quitan la energía necesaria
para trabajar duro durante el día.
Miércoles 23 de noviembre de 1983
Hoy fue un día agradable porque recibimos café y cigarros; porque los escon-
dites están finalmente terminados; porque Vidal va bien; y porque siento que
Karin está cerca.
Las conversaciones de los compas cada vez me ponen a pensar. Así como ahora
puedo servir como “cirujano”, después de la guerra pudiera servir muy bien
como traumatólogo (después de unos cursos de especialización, obviamente).
Las heridas psíquicas que los compas adquieren también son importantes: de-
bido a que viven constantemente al borde de la muerte, a la imposibilidad de
construir una relación buena y estable, a las condicones de vida en general, a la
separación de su familia, etc... Es increíble lo bien que se portan ahora, pero esto
se debe sin duda a que están aquí de manera voluntaria y a que saben por qué
están aquí. A veces me da la impresión de que estamos viviendo aquí en otra
dimensión, una dimensión que no se puede encontrar en la “vida normal”.
Viernes 25 de noviembre de 1983
Esta mañana fui otra vez al pueblo. Esta vez tuve resultados positivos: vi a
la Cruz Roja Internacional y logré arreglar la evacuación de Selvín y Wilber;
también recibí algunos medicamentos. Un poco después, llegó caminando un
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pelotón con Carmelo y Karin. Estaban todos agotados y aún les faltaba una
caminata de tres horas hasta el campamento. Karin estaba completamente
exhausta, porque estaba en compañía de verdaderos combatientes, que mar-
chan sin parar y, además, tuvieron que subir y bajar quebradas para despistar
a los soldados. Así estuvieron caminando durante doce horas, sin parar.
Tomamos una coca-cola (buena publicidad para Coca-Cola: guerrilleros ago-
tados, llenos de polvo y sucios que se toman una coca-cola y luego siguen
caminando muy valientes) y salimos hacia la zona.
Karin y yo nos sentimos un poco extraños, aún no podíamos creer que final-
mente trabajaremos juntos en el mismo lugar.
A primera vista, la zona de Tres Calles le pareció poca cosa a Karin, no hay
montañas, sólo cerros muy bajos. Ella también me contó con mucho entu-
siasmo sobre la zona de Jucuarán y el Tigre.
Vidal se recupera sorprendentemente rápido y finalmente inicié un nuevo
curso de anestesia para los brigadistas, pero hay poco tiempo para dar clases
y para estudiar, porque los brigadistas también deben cocinar, ir por agua,
atender a los heridos, dar consultas, de manera que siempre empezamos muy
tarde o que el curso a menudo se interrumpe.
Karin tiene también mucho trabajo, porque debe empezar desde cero y aún
tiene que capacitar a todos los compas que trabajarán con ella. Nos vemos
a mediodía y en la noche. Nos pasamos juntos pocos momentos, pero son
momentos muy intensos.
Lunes 28 de noviembre de 1983
Corren rumores de que del otro lado del río, cerca del volcán Chichontepe-
que, inició otra invasión. O sea que tenemos que preparar otra vez las mochi-
las, esterilizar el material, etc.
Miércoles 30 de noviembre de 1983
Me llamaron para ir al encuentro de un herido grave. Fue el inicio de una
experiencia frustrante.
A final de cuentas, resultó que había dos compas heridos, uno del ERP y otro
del PRTC. Uno tenía una bala en el bajo vientre desde las diez de la mañana
y sólo llegó a la clínica a las cinco de la tarde: ¡pasaron siete horas! Alrededor
de las ocho empezamos con la operación. Al abrirle el vientre la sangre salió
a borbotones, mezclada con el contenido del intestino grueso. Debido a la
infección grave desde el intestino grueso y la gran pérdida de sangre, falleció
poco después de la operación. El otro compa tenía despedazada la espinilla;
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esto también pasó en la mañana, perdió muchísima sangre; al principio no
logré detener la sangre y justo cuando lo logré, falleció. Dos heridos que mue-
ren después de una operación en la clínica. ¡Una terrible desilusión! No sólo
para mi, sino también para los brigadistas y el resto de los combatientes. ¿Qué
falló? En primer lugar, la intervención quirúrgica se hizo demasiado tarde.
En segundo lugar, no se pudo administrar sangre a tiempo. Y en tercer lugar
el sero administrado pasó por el hueso. El transporte demasiado lento de los
heridos sigue causando problemas.
Me siento terriblemente mal, aún si hicimos lo imposible por salvarlos. La gue-
rra se siente muy dura en tales momentos. Sabía perfectamente bien lo que
teníamos que hacer en teoría, pero la práctica sigue siendo muy diferente.
Pensé realmente que iba a poder salvar a ambos: primero atender a Ismael,
después operar a Colorado, pero las heridas de ambos fueron mucho más
graves de lo que pensé al inicio. Estaban tan gravemente heridos que ni una
buena atención médica, según las normas guerrilleras, logró salvarlos.
Me siento muy frustrado por ello, porque trabajé rápido y de manera agresiva
pero ni esto funcionó; el equipo quirúrgico trabajó muy bien y, sin embargo,
hubo dos muertos.
Y, mientras estoy escribiendo, Colorado aún está aquí frente a mi en la mesa
de operación, listo para ser enterrado. Murió porque los compas quisieron
otra vez conquistar armas y lo lograron; conquistaron 10 armas y un M-79 y
le causaron 16 pérdidas al ejército. Nosotros tuvimos dos muertos.
Ahora voy a dormir porque estoy agotado. Por lo menos, si lo logro. Karin
ayudó durante la primera operación a detener las linternas (operamos a la
luz de linternas de mano), pero se fue para la segunda operación porque no
se sentía bien.
Diciembre de 1983
Ahora que el año casi está llegando a su fin, me doy cuenta que tengo cada
vez más fe en esta revolución, que pienso cada vez menos en un “descanso”
después de dos años; estoy cada vez más convencido de que esta lucha no es
un trampolín, sino que es mi vida misma; que esta revolución no me sirve
de aprendizaje para después participar en otras revoluciones, sino que en sí
misma vale una vida.
Miércoles 7 de diciembre de 1983
Ayer se entregaron los presos a la Cruz Roja Internacional en San Agustín,
en presencia de las televisiones francesa y estadunidense. Diez de los presos
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decidieron quedarse aquí e incorporarse a la guerrilla. ¡Cómo las cosas se
llegan a invertir!
Caminé hasta La Mora con Mister (Boonerge); parece mi guardia personal.
A donde voy yo, él me acompaña. Me contó mil cosas sobre Aguachapán
de donde es originario. Llegó a esta zona porque siguió a sus dos hermanos
(ambos ya cayeron).
En El Tigre, el Atonal, los Cazadores y la tercera brigada están llevando a cabo
una invasión. Los compas ya les infligieron decenas de pérdidas. ¿Significa
esto que la acción planeada otra vez será pospuesta? Aunque parece que esta
invasión es más que nada defensiva: para asegurar la cosecha del café, que
ya empezó. Son cosas de las cuales el ejército no se debería de ocupar. Ahora
están vigilando cinco plantaciones importantes de café.
Martes 13 de deciembre de 1983
El BRAZ hizo hablar de si.
El oriente sigue siendo un campo de batalla. Hoy los compas de Morazán
recuperaron La Antena (centro de comunicación del ejército en el Cerro
Cacahua tique). El batallón Tecana fue prácticamente eliminado: 63 muertos,
75 heridos y nueve presos; se conquistaron 41 fusiles y diez armas de apoyo.
¡Increíble! Pero también pagamos un precio alto: se murieron 13 compas.
Otra vez es un día en el cual uno se puede sentir muy alegre por las victorias,
pero en el cual también te enfrentas con la muerte. Los compas de esta zona
atacaron la Hacienda San Juan, a la altura de la carretera, hicieron huir a 60
soldados y causaron 18 pérdidas al enemigo. Los compas regresaron con un
caballo cargado de fusiles y con un muerto: Danilo. La liberación de este país
exige sus muertos: ¿cuántos más?
Miércoles 14 de deciembre de 1983
Karin tiene dificultades con su equipo: Giovani se ha vuelto muy cínico desde
que perdió un brazo; Haydée llora por su novio Danilo y otros dos compas
trabajan sin ganas. Visto que esta zona no está exenta de machismo, muchos
compas, y sobre todo los combatientes, consideran la tarea de prensa y pro-
paganda como inferior.
Martes 20 de diciembre de 1983
Hoy me fui para la costa, no muy a gusto porque sentí que no era realmente
necesario: ya mandaron todos los medicamentos desde la costa para acá y,
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según la cartita de Matilde, están trabajando de lleno en la construcción del
hospital.
Miércoles 21 de diciembre de 1983
Pasamos un día agradable en la clínica, con visitas de los comandantes Chico,
Licho y Cirilo que hablan como pericos.
También me encontré otra vez con la Cruz Roja, que vino a hacer consultas
en la zona. El médico que viene ahora es una persona agradable que real-
mente se esfuerza por ayudar. Pero para él tiene que ser una experiencia
extraña: en un mismo día trabajar tanto con la guerrilla como con el ejército;
encontrarse con compas y con soldados y procurar que todos estén contentos.
Yo no podría hacerlo.
Y siguen llegando más compas, que luego salen a explorar. Llegó también el
equipo de cine, así como Emilio. Hay mucho movimiento.
Domingo 25 de diciembre de 1983
Noche Buena y Día de Navidad. Aquí estos días no son muy diferentes de los
otros días, sólo que la cena estuvo muy rica. Pero la mayoría de los compas
están de “misión” y las preparaciones para las grandes acciones siguen su
curso. Por esta razón no se festeja, para evitar que la población y los soldados
se den cuenta de que hay tantos compas aquí.
Sábado 31 de diciembre de 1983
Festejamos la noche de San Silvestre en el bosque, con un montón de comida
que trajeron desde la costa: pescado, frutas, queso, etc… Sólo pensar que los
soldados se pasean por la zona sufriendo hambre y sin conseguir nada.
Y nosotros tenemos muchas razones para festejar, porque los compas de Cha-
latenango atacaron ayer el cuartel de El Paraíso en Chalatenango. Los resul-
tados provisorios no son malos: 200 soldados eliminados y otros 200 hechos
presos, entre los cuales varios oficiales y dos asesores estadunidenses. Este es
el mayor golpe que libraron los compas en cuatro años de guerra. Chico está
muy feliz, sobre todo porque la acción tuvo lugar en Chalatenango, lo que
demuestra que los compas de las FPL también son fuertes y complementan
las acciones de la BRAZ (Brigada Rafael Arce Zablah). Este ataque tendrá
muchas consecuencias, sobre todo a nivel político: hacia la administración
Reagan, que se va a preguntar qué está pasando con sus millones de ayuda
pero sobre todo hacia las masas que se sentirán motivadas para luchar.
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Radio Venceremos dice que 1984 será el año de la integración de las masas en
la lucha. Chico argumenta que este golpe llevará la guerra a otra etapa, que
la etapa de la conquista de puntos estratégicos y la eliminación de la mayor
cantidad posible de enemigos ya no es letra muerta, sino un hecho.
Entraremos caminando al año nuevo, porque otra vez nos vamos. ¿A la costa?
¿A Jucuarán?
A cada uno se le da su porción de tortillas, queso, huevos y azúcar para el
camino.
Este cambio de año es muy diferente del cambio de año en Bélgica. Pero esta
vez no siento nostalgia del cambio de año en Bélgica; la situación aquí es de-
masiado rica. Son los primeros días de fiesta que paso aquí en compañía de
Karin y nadie sabe cómo serán las cosas dentro de un año...
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Diario ãno 1984
4 de enero de 1984
La situación está muy tensa. Durante la noche los soldados estuvieron ex-
plorando la zona; una patrulla de reconocimiento de los compas cayó en
una emboscada; constantemente sobrevuelan aviones; hay soldados en San
Agustín y hay unos 2000 soldados en la carretera del litoral. Eso huele a una
nueva invasión.
Estuve platicando mucho con Emilio, Gaspar, Ernesto, Augusto, Arman do...
y me siento un poco extraño, porque nunca he estado en Morazán así que
no puedo participar en la conversación. Cada quien tiene su visión sobre el
partido, pero nadie la discute realmente a fondo.
Siento que ya me identifiqué mucho con esta vida de pobreza (pobre tanto
materialmente como en cuanto a contactos sociales) y siento poca nostal-
gia de la vida lujosa europea (libros, discos, comer rico...). Y quiero seguir
creciendo y evolucionando mucho aquí, quiero alcanzar niveles más altos y
diferentes: dedicarme a sacar dientes, curar heridas, dar clases, dar consul-
tas... me parece un poco limitado. Quisiera hacer más trabajo organizativo,
también quisiera hacer trabajo político o militar, es decir que quisiera hacer
trabajo más integral. Tengo muchísimo interés en discutir con el partido so-
bre el partido, en intercambiar experiencias sobre lo que sé del partido en
Bélgica, etc. Sigo buscando una evolución y la tarea que ahora cumplo me
satisface en la medida que sigo evolucionando. No quisiera concentrarme
únicamente en mis tereas de médico sin ampliar mi visión hacia otras tareas.
Soy ahora el responsable del sector médico aquí y en la zona costera. Esta
responsabilidad significa que estoy enclavado aquí y que difícilmente podré
ir a otra zona. Pero estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad y aún pudie-
ra asumir mayores responsabilidades si el partido me lo pidiera, aún si esto
significara mayor sacrificio. Por otra parte, el partido no reparte fácilmente
responsabilidades, hay que merecerlas.
5 de enero de 1984
Impaciencia, intranquilidad, cansancio.
En la clínica seguimos “bailando en la cuerda floja”. Los brigadistas van y
vienen (Claudia fue sustituida por Rosa), los pacientes van y vienen. Hay
otra vez demasiados pacientes en la clínica. Los voy a examinar bien a todos
para ver quién se puede ir. Algunos compas simplemente se quedan aquí
porque están a gusto o porque comen bien o porque se enamoraron de
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alguna de las brigadistas. Y esto daña el reposo de los que realmente están
enfermos.
6 de enero de 1984
Hoy llegaron otra vez tropas desde Morazán. Jaime se fue y Amanda (enfer-
mera francesa) lo sustituyó. Ella forma parte del grupo de dirección médica
de Morazán. ¿Cómo será el trabajo con ella: conflictivo, agradable? Hasta
ahora, Emilio y yo estamos prudentemente satisfechos porque aplica las lí-
neas y los métodos del partido, trabaja de manera colectiva, pero a veces les
tememos a los métodos de trabajo muy ortodoxos.
Me incluyeron en el grupo de dirección médica y así, a través de las reunio-
nes, aprendo mucho sobre trabajo organizativo y liderazgo, pero siempre hay
cosas con las que no estoy de acuerdo. Entonces doy mi opinión, pero tampo-
co me peleo. Ya aprendí a ser tan paciente que dejo que la realidad demuestre
si tenía razón o no.
Me preocupa a veces el ambiente que reina entre los cuadros: envidia, mo-
notonía… cosas que me recuerdan a los miembros de AMADA, que son tan
ortodoxos que ya no logran divertirse. Para ellos el trabajo no puede ser di-
vertido, sino que debe ser un peso que hay que cargar con mucha paciencia.
Pero, como ya dije, afortunadamente Amanda no es así.
Por un lado me siento muy ansioso por asumir más responsabilidades, por
trabajar como miembro del partido, con todo lo que esto implica, pero por
otro lado no me quiero convertir en un “partícrata” seco y aburrido.
8 de enero de 1984
Después de un año, por fin recibí correo de casa, del cual destaco sobre todo
las cartas de Willem, Felix y Anne. También recibí algunas revistas, como
Newsweek, que se luce por sus maniobras ideológicas y que aporta tan
poco.
Mis ganas de tomar vacaciones se reducen cada vez más. Tengo muchísimas
ganas de volver a ver a mi mamá, a los sobrinos y sobrinas, pero me parece
que el momento no ha llegado aún. Es una verdadera lástima que el correo
sea tan terriblemente lento, porque me gustaría mucho animar a los que se
quedaron en casa con noticias sobre el frente, noticias desde esta lucha de
liberación, que les pudieran enseñar muchísimo.
Karin y yo tenemos que seguir peleando para lograr pasar un poco de tiempo
libre juntos. Ambos estamos tan ocupados, hay tantas personas que tenemos
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que atender de alguna manera, pero ambos estamos convencidos de que vale
la pena invertir tiempo en nuestra relación.
Hoy salieron tres columnas al combate: dos de las nuestras y una del PRTC:
¿qué van a hacer?
12 de enero de 1984
Algunos compas regresaron con pollos (Pollo Campero), refrescos y leche,
todo en grandes cantidades. Todo esto lo “conquistaron” en la calle e inmedia-
tamente se decide organizar una fiestecita de año nuevo. Los compas del apro-
visionamiento se fueron a san Agustín para comprar hielo y para encontrar
una instalación de música prestada. O sea que la fiesta va a estar grande.
Hablé con Amanda sobre las dificultades con unos brigadistas. Y no puedo
deshacerme de la impresión de que existe una distancia demasiado grande
entre “los pecadores y los curas”, una distancia demasiado grande entre los
cuadros y los compas, de tal manera que la crítica suena demasiado a regaño
en lugar de hacerse a nivel de camaradas.
Me gustaría tener un fin de semana libre para ir a pasear con Karin; para es-
cribir cartas a casa, para caminar, para lavarme tranquilamente y nadar en el
río, para pasear por los pueblitos… pero no va a ser posible este mes, debido
al alto ritmo de trabajo y la campaña... Pero el alto ritmo actual significará
el reposo después, porque todo este trabajo deja un sello, el cual podrá ser
aprovechado muy bien después.
Mucha gente se volvió a ir: los periodistas, Juancito y la escuela militar, la
columna de Sánchez con Boonerge y Tony, todos regresaron a El Tigre.
15 de enero de 1984
Ayer hubo baile. Todos estaban muy contentos y alegres. Primero comimos
bien y después hubo baile con verdadera música que sonó muy fuerte. Es-
toy seguro de que nos escucharon hasta San Agustín. Los compas bailan de
manera muy chistosa, con el fusil en la espalda, aún con ritmos modernos.
En tales momentos la guerra parece estar muy lejana. Pero esta sensación no
dura mucho, porque al día siguiente todo vuelve a la “normalidad”.
En la clínica estamos muy apretados: de treinta a cuarenta personas bajo un
solo techo y todos muy ocupados. Lo mismo pasa en la unidad de prensa, así
que es verdaderamente difícil para Karin y mi aislarnos un poquito. Si vamos
a bañarnos a los pozos, hay por lo menos doce compañeros más, etc. La única
privacía que tenemos acá es el hecho de que podemos hablar en neerlandés,
sin que nos entiendan.
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Además los compas son muy curiosos. Cuando estoy escribiendo algo en mi
diario, me vienen a preguntar constantemente qué estoy haciendo.
23 de enero de 1984
No escribí nada durante una semana, debido al trabajo.
Estoy ahora a la altura de un río, con siete heridos en literas. Los brigadistas
están lavando a los heridos y esterilizando el materal médico y yo aprovecho
un momento libre para relatar los sucesos de la última semana.
Estamos sumergidos de lleno en una invasión masiva.
Esta tarde reemprendemos la marcha: formamos una larga columna con sie-
te literas y otros enfermos, la escuela de la milicia, cocinas y la columna de
Goya, en una marcha larga y peligrosa hacia la costa.
Lo más probable es que Karin siga en la zona, así que otra vez nos encon-
tramos separados, espero que no sea por mucho tiempo. Esta mañana aún
escuchamos tiros de mortero en la zona.
Y mientras que nosotros aquí “tenemos ocupados” a los soldados, en otras zo-
nas el BRAZ lleva combates fuertes. En San Miguel ocuparon algunos barrios
de la ciudad, destruyeron el beneficio de café más importante del Oriente y
conquistaron Moncagua ...
Durante los últimos días seguí pensando mucho en la estructura médica. El gran
problema sigue siendo la falta de una base científica, no sólo en las operaciones,
sino también en la estructura, en la organización. El sector médico debe crecer a
la par del ritmo de la guerra. Nosotros, los médicos, debemos dominar mejor la
anestesia y la traumatología; tenemos que ver cómo lograr más y mejor material
médico, porque esto es esencial para una mejor atención de los heridos.
Por ejemplo, el caso de Chibolón, a quien una bala le atravesó el brazo. Para
él yo necesitaría un clavo de huesos; con esto él se recuperaría bien y rápido,
pero no lo tenemos, así que su brazo va a quedar dañado. Hay mucha buena
voluntad, pero falta el material adecuado.
Y luego hubo la invasión, que empezó el jueves de la semana pasada. Algunos
compañeros, que están siguiendo una formación militar, fueron sorprendidos
por el Atlacatl, que entró en la zona sin ser detectado. Así que tuvimos que
huir a toda prisa y los aviones ya nos estaban sobrevolando cuando nos es-
tábamos yendo. Pero esta vez los compas resistieron y se combatió duro con
fuertes bombardeos y fuego de morteros. Cayeron muchos muertos y heridos
en el Atlacatl pero también nosotros tuvimos algunos muertos y heridos du-
rante los dos primeros días.
Esta vez no estábamos preparados para una invasión. En el momento mismo
tuve que llenar las mochilas de los brigadistas y formar los equipos médicos.
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Justo cuando habíamos enterrado todo el material bajo tierra, llegó Guada-
lupe con un brazo que le sangraba muchísimo; no le pudimos atender en ese
momento porque teníamos que marcharnos.
Nos fuimos para Casera, camufleados con ramas, y avanzamos muy despacio.
Teníamos que evitar a toda costa que los aviones nos descubrieran.
Cuando llegamos a Casera, pudimos finalmente atender a los heridos: el
brazo de Guadalupe, la herida del vientre de Esterión (afortunadamente no
en la cavidad) y Chibolón que tiene el brazo despedazado. Curé el brazo de
Chibolón hasta medianoche, mientras los aviones estaban haciendo círculos
encima de nosotros; estaban disparando luces de bengala, de manera que a
veces estuvimos durante varios minutos a plena luz y no podíamos movernos
en lo más mínimo.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano y otra vez hubo bombar-
deos y morteros muy intensos, pero ya no cerca de nosotros. Avanzamos muy
lentamente pero de manera segura y al anochecer atravesamos el río Lempa.
Seguimos caminando toda la noche, hasta el lugar en donde nos encontra-
mos ahora. A pesar de los heridos (ya hay siete) no estamos tan mal. El único
caso realmente grave es el de Chibolón. Si llegamos pronto a un lugar seguro,
los demás pacientes se repondrán rápidamente.
Ya no volví a ver ni a Karin ni al resto de los compas desde que abandonamos
la zona, porque ellos se fueron en otra dirección. Se me hizo realmente un
nudo en la garganta cuando dejé a Karin y no logré decir nada sensato. Era
como si no la fuera a volver a ver nunca más. ¿Por qué? ¿Le va a pasar algo a
ella o a mi?
24 de enero de 1984
Esta noche nos fuimos caminando con los heridos hacia el Norte.
Una columna de San Vicente nos esperaba para llevar a los heridos a Mora-
zán. Otra vez me sorprendió gratamente la buena organización y coordina-
ción y de nuevo pude constatar que los comandantes se preocupan realmente
por los compas heridos y siempre se organizan para llevarlos a los lugares en
donde mejor pueden ser atendidos. Y así estoy otra vez libre para recibir a
eventuales nuevos heridos. Porque está claro que habrá más combates.
Después de mediodía me regresé caminando tranquilamente.
26 de enero de 1984
Han sido días con muy poca cosa que hacer; he estado pensando en el pasa-
do, en el futuro; hablé con Amanda quien cuenta sobre las grandes invasio-
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nes de antes (a principipos de 82) cuando la población aún acompañaba a la
guerrilla con todos sus enseres y los bebés llorando y a veces hasta con pollos
y puerquitos. En aquel entonces, las invasiones aún se parecían más a hui-
das, mientras que ahora la situación es muy diferente. Ahora la guerrilla se
empodera inmediatamente de la situación y decide si se entra en combate o
no y dónde se entra en combate, mientras que antes a menudo tenía que in-
terrumpir una acción para poner en seguridad a la población civil. Sino, ésta
era completamente eliminada por los soldados. En aquel período, los solda-
dos asesinaron en la región de Tres Calles a un grupo grande de civiles.
28 de enero de 1984
Un paseo nocturno hacia El Lindero. Bajamos hacia la carretera del litoral
de manera extremadamente lenta y llegamos a la carretera depués de me-
dianoche. La columna se movía muy lento, casi durmiéndose… y yo estaba
pensando que todo estaba demasiado tranquilo cuando de repente se oyeron
los primeros balazos. Una emboscada. Nos lanzamos rapidísimo a la zanja y
nos retiramos, dimos una vuelta para hacer otro intento y de nuevo estaban
allí los soldados. Entonces tuvimos que abrirnos un camino a través de los
arbustos, brincar barreras… hasta que llegamos a un camino. Y, durante
todo el resto del camino, pura tensión: ¿nos iban a seguir los soldados? ¿Nos
estarían esperando cerca del río?
La columna se dividió en dos. Nosotros caminábamos enfrente con la clínica
y no nos dimos cuenta que los demás ya no nos seguían y se habían perdido.
Cerca del río descansamos una hora y esperamos a los demás hasta que el
sol nos despertó. Pasamos el río nadando y nos pasamos un día en la playa,
como si no hubiera pasado nada.
Comimos y bebimos rico en El Marillo y así fue como regresamos otra vez
a la zona costera. Una área en donde por lo pronto sigue habiendo tranqui-
lidad.
29 de enero de 1984
Visité la clínica para ver a los enfermos y a los brigadistas y para hablar con
Matilde y Manuel.
El sol quema y los bichos nos atacan.
El trabajo médico en la costa es deprimente; hay poco trabajo y estamos lejos
de las zonas de combate y de las actividades políticas.
Me siento aún débil después de 10 días de vagabundeo.
Los mosquitos son tan agresivos que tengo que parar de escribir.
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2 de febrero de 1984
Me tengo que volver a acostumbrar a una nueva situación. Nosotros, los
compas de Tres Calles, estamos otra vez solos. Se siente cierto vacío, después
de tanta bulla. Esto significa que podemos seguir con la campaña interna
hasta que volvamos a regresar a la zona.
5 de febrero de 1984
La formación médica me sigue frustrando debido al bajo nivel cultural de
los compas por una parte y por otra parte porque nos falta tiempo para
explicar las cosas de manera más lenta y sencilla. Sigo sin encontrar un
método realmente bueno para capacitar a los brigadistas y parece que en
Morazán tampoco existe. Finalmente, logré encontrar un pizarrón, lo cual
es un enorme paso adelante. Lo que falta sobre todo es un manual y mucho
tiempo.
Las discusiones políticas me animan para profundizar mucho más las cosas,
pero con el colectivo de la clínica esto es imposible, por las mismas razones
que di anteriormente.
El librito “Por qué lucha el FMLN” de Joaquín Villalobos me parece un ma-
terial excelente para estudiar en los movimientos de solidaridad, porque da
una respuesta a toda una serie de preguntas que probablemente se plantean
en Europa: ¿por qué la lucha armada? ¿Por qué el sabotaje? ¿Por qué las elec-
ciones no son la solución? ¿Habrá una intervención de los Estados Unidos?
¿Quién está realmente ganando? ¿Y qué después de la victoria?
¿O me estoy haciendo ilusiones al pensar que en Bélgica les preocupan estas
preguntas?
7 de febrero de 1984
El poco dinero que aún tenía se acabó, así que dependo ahora completa-
mente de lo que me dan aquí. Recibimos dinero de casa, pero tanto Karin
como yo decidimos entregarlo, para que sea mejor gastado que en cigarrillos
y dulces.
Me siguen faltando personas con quienes poder entablar conversaciones de
nivel; las pláticas aquí son generalmente muy superficiales, a menos que lo-
gres hablar con alguien del mando, pero ahora todos los comandantes se han
ido. Rosa, por ejemplo, habla sin parar pero no pasa de las superficialidades.
¿Por qué será tan difícil para mi hacerme de buenos amigos? ¿Por las diferen-
cias culturales? ¿Debido a la situación de guerra que limita mucho los con-
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tactos? Me parece que Karin tiene menos problemas que yo en este sentido y
tiene varios amigos: Rogelio, Armando....
Estoy contento por la derrota de los Estados Unidos en Líbano y porque tu-
vieron que retirarse de la región, después de los Israelitas. ¿Qué consecuen-
cias traerá esto para América Central? Después de esta lección, ¿se quedarán
en casa o mandarán las tropas liberadas para acá?
11 de febrero de 1984
Hoy Karin y los otros compas regresaron de las zonas cafetaleras. Estuvimos
separados durante un mes, pero de esta manera logro aprender mucho sobre
otra zona en la que aún no he estado. Para Karin es su primer contacto con
la zona costera.
Si nuestra relación no tuviera una base tan fuerte desde Bélgica, pienso que
ya nos hubiéramos separado desde hace tiempo, porque aquí no hay tiempo
para trabajar una relación. Pero, por otro lado, tampoco se puede vivir eter-
namente sobre la base del pasado, así que tendremos que aprovechar el poco
tiempo que tendremos para profundizar nuestra relación.
Unos cuantos fragmentos de sus escritos me hacen reflexionar: “Cuando estás
en medio de las maniobras, no sientes que la revolución avanza, pero esto
es falso. Mientras los soldados te pisan los talones, los compas les pisan los
talones a ellos en otros lados. Mientras estás caminando y esperando, en otros
lugares hacen trabajo organizativo y afilian a nuevos miembros”. Es como
ella dice, siempre hay que mirar más allá de la propia situación, más allá de
la zona en la que te encuentras y en esto a veces me equivoco terriblemente.
Pero también se debe a que ella ha conocido muchos más frentes y situacio-
nes que yo.
Otra reunión con Matilde de sentido único. ¿Por qué toma tan pocas inicia-
tivas?
14 de febrero de 1984
Se hará más trabajo político en esta zona, con el fin de aprovechar mejor el
tiempo. Ahora que Karin está aquí me llega más información: sobre el porqué
de la estancia de los compas en El Taburete, sobre los planes para los próxi-
mos meses, sobre las principales noticias de las radios internacionales, etc.
Pero quizás esto no vaya a durar mucho, porque le encargaron organizar un
taller dentro del manglar, es decir: un lugar difícilmente accesible. Realmen-
te, es la caverna de Pluto. Espero poder ir a ver a Karin más tarde, aunque
esto signifique batallar en el lodo durante hora y media.
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16 de febrero de 1984
Estoy en la casita de Prensa y Propaganda, con velas, el radio de onda corta y
esperando a Karin, quien fue a bañarse. Los demás compas están muy ocu-
pados en sacar propaganda con la máquina de esténciles y yo aprovecho el
tiempo para escribir algo.
La clínica, que más bien es un puesto médico, se encuentra al lado del puesto
de mando y allí es donde paso la mayor parte del tiempo, mientras Matilde
está en el hospital.
21 de febrero de 1984
Esrcribí poco durante los últimos días, porque estoy enfermo y porque in-
vierto toda mi energía y tiempo libre con Karin, quien también dispone
de más tiempo ahora. Se mudaron para acá, porque en este momento no
hay razones para seguir escondidos en el manglar. Pero tienen lista allí una
casita para cualquier caso de emergencia. Pero a nadie le gusta vivir en el
manglar.
24 de febrero de 1984
Los soldados están de regreso en la zona; parece que se trató únicamente de
un cambio de tropas; ahora son los Cazadores y desde el primer día ya su-
frieron cuatro pérdidas. Seguramente que el Atlacatl está en este momento
curándose las heridas en el cuartel o también es posible que los hayan man-
dado a otra zona.
El ejército quiere garantizar las elecciones en lugares tales como Jucuarán,
Perquín, San Agustín y San Francisco Javier... entonces esto significa que
deberán seguir con sus operaciones militares por lo menos hasta el día de las
elecciones, o sea el 25 de marzo.
Hoy realicé una gira médica por todas las estructuras de la costa. Primero fui
a la escuela, en donde están concentradas unas 30 mujeres, en su mayoría
muchachas jóvenes que no han gozado de ninguna capacitación y que se
incorporaron muy recientemente. Antes de que se les designe tareas, deben
haber recibido un mínimo de formación, tal como alfabetización. Matilde o
yo también les damos cada tercer día un curso sobre higiene, prevención, etc.
Después fui al manglar, al depósito de los materiales, y finalmente regresé por
el pueblo Las Mesitas, así que fue un día muy ocupado.
Karin también se fue por un día con Armando y algunos otros compas de las
armas de apoyo; es un grupito muy divertido.
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Armando es uno de los pocos compas que vinieron de Morazán y que se que-
daron acá. Apenas lleva 6 meses en el frente; antes trabajaba como comando
urbano, pero en la ciudad la situación se volvió demasiado peligrosa para él,
así que tuvo que venir hacia el “interior”. Se quedó un tiempo en Tres Calles
(y ahora en la costa) como instructor militar.
7 de marzo de 1984
Llevo mucho tiempo sin escribir nada.
Seguimos en el mismo lugar, lo cual es algo extraordinario en este frente
sureste. El ejército dejó tropas en casi todos los pueblos, con miras hacia
las elecciones futuras. Según Roberto, casi todos estos reclutas son nuevos
(incorporaciones obligatorias), con poca experiencia y moral baja. Hay inva-
siones en casi todos los frentes, porque la estrategia del ejército consiste en
tratar de hacer retroceder al FMLN hacia el Noreste (Morazán) y Chalate-
nango, con el fin de impedir el boicoteo de las elecciones. Las declaraciones
de las autoridades del ejército demuestran que temen los planes secretos del
FMLN. No dejan de advertir contra los golpes que el FMLN está planeando y
que quieren evitar a toda costa. Karin tiene de nuevo mucho trabajo; tiene
que preparar mucha propaganda en torno a las elecciones y yo aprovecho
la tranquilidad para redactar algunos folletos médicos. Es un plan que tenía
desde hace mucho, pero hasta ahora no había tenido tiempo para hacerlo.
Empecé con un folleto sobre anti-concepción, porque éste es el curso que
ahora estamos dando; y después me falta elaborar todos los cursos para los
brigadistas.
La relación con Karin sigue siendo muy intensa; sin embargo, últimamente
hemos discutido un poco, probablemente porque yo me siento algo “desem-
pleado”, mientras que ella está muy ocupada. Y reflexioné sobre el alto grado
de intensidad que la guerra le da a la vida. Debido a que uno vive tan cerca
de la muerte, todo se vuelve mucho más intenso. En la vida normal, una re-
lación de muchos años puede llevar al aburrimiento, pero aquí uno no tiene
la oportunidad de sentir este cansancio. No tienes la oportunidad de hacer las
cosas “por costumbre”. Cada día es diferente y trae consigo cosas nuevas.
11 de marzo de 1984
Llevo varios días quebrándome la cabeza sobre cómo pudiera cambiar la
situación en la clínica. Los brigadistas no están muy animados, sobre todo
Zulma, Rosa y Tila. Matilde está en el hospital y no iré allá mientras no sea
necesario.
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Y sigo preguntándome cuánto tiempo más durará la guerra. Siento que
el FMLN está muy fuerte, pero lo que falta es la capacidad para poder dar
golpes estratégicos muy seguidos. Ya pasó todo un tiempo sin que se haya
dado ningún golpe significativo; los compas se limitan a llevar a cabo ac-
ciones pequeñas. Y mi pregunta es: ¿se trata de una nueva política o más
bien es la incapacidad de seguir dando golpes grandes? Ya planteé esta
pregunta un par de veces, pero nadie me la contesta. ¿Cuándo se pondrá
en marcha el tren? La incorporación masiva que se dió poco después de
y durante las campañas anteriores casi se detuvo por completo y esto me
parece lógico, porque hay que motivar a la población para que se incorpore
al FMLN. Realmente, tengo la sensación de que la dinámica, que se había
iniciado gracias a la campaña anterior en el oriente, ha sido interrumpida.
Espero realmente que la coyuntura electoral conlleve algunos cambios en
este sentido.
14 de marzo de 1984
Estoy en el hospital en el manglar. Nos mudamos hace dos días, debido a una
invasión. Una invasión que arrancó de una manera muy lenta; los soldados
avanzaban muy despacio, de manera que nos sobró tiempo para preparar-
nos. Pero, a pesar de eso, los compas que se encontraban en Las Mesitas fue-
ron sorprendidos. Silvia, de la radio, cayó en manos de los soldados debido
a su falta de resistencia. El auto de los compas fue ametrallado camino al
campamento y no les quedó otra solución que bajarse y irse corriendo. Silvia
no logró correr tan rápido y fue hecha presa y asesinada.
Estamos ahora más de cuarenta personas como sardinas en una lata en un
pequeño pedazo de tierra seca en medio del manglar. Alrededor de nosotros
sólo hay agua.
16 de marzo de 1984
Hoy me levanté muy tenso ya que dormí muy mal. Los mosquitos no me
dejaron dormir. Seguimos en el manglar, pero por el momento todo está tran-
quilo: no hay aviones, no hay morteros, el enemigo no se nos acerca.
Las elecciones se aproximan: los compas se apoderaron de Suchitoto y fue un
hecho al cual se dio mucha importancia porque murió un periodista extran-
jero. Al mismo tiempo atacamos otra vez a la Tercera Brigada de San Miguel,
mientras que otros compas controlaban las carreteras principales. La acción
no fue tan grande como la vez anterior, pero logró sembrar el pánico entre
los militares.
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Aquí en la zona el Batallón Belloso pisó una mina, lo que causó tres muertos
y doce heridos. Esto recompensa nuestra estancia en este nido.
22 de marzo de 1984
Ayer en la noche se murió Armando. Estaba solo y cayó en una emboscada
en las afueras de San Francisco Javier. Según los testimonios de la población
que lo enterró tenía cinco balas en el cuerpo y los soldados se llevaron su
mochila y lo abandonaron. Karin está muy afectada, ya que era muy buen
amigo suyo. Este tipo de compas dejan un gran vacío; así también Walter,
jefe de columna, quien cayó hace poco en El Tigre. Extrañamos mucho a
todos estos compas ahora, pero también se les extrañará después de la vic-
toria. Me da una sensación momentánea de impotencia, una sensación de
amargura, pero al mismo tiempo te obliga a trabajar aún más y mejor por la
revolución.
24 de marzo de 1984
Estamos en la víspera de las elecciones.
Admiro a Karen quien, a pesar de su enorme tristeza por la pérdida de Ar-
mando, sigue trabajando de manera muy intensa. Para ella vale el mismo
principio que para mi, es decir comprometerse aún más en favor de la revo-
lución. Pero es muy duro…
25 de marzo de 1984
Hoy es el día de las elecciones. En 51 de los 80 municipios orientales no se
votó. En cuanto a los números a nivel nacional: en 84 de los 270 municipios
las elecciones no se llevaron a cabo. Los compas atacaron de manera simultá-
nea a los soldados en doce lugares; en todo el país no hubo electridad debido
a la campaña nacional y a que los centros de comunicación de El Paisnal y
Los Torrecillas fueron dañados. Además, la incompetencia del CCE (comité
de elecciones) causó que las elecciones a nivel nacional se convirtieran en
una enorme farsa.
La RN nos trajo un herido: Diego está paralizado desde la cintura para aba-
jo y es muy difícil atenderlo en las actuales circunstancias de guerra. Dos
muchachitos de la población de más o menos diez años fueron heridos por
esquilmas de morteros; ambos tratan de controlar valientemente su dolor
durante la curación. Dos víctimas inocentes del ejército: es algo que me enoja
muchísimo.
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2 de abril de 1984
Después de cuatro intentos seguidos para atravesar la carretera del litoral ha-
cia la zona, Javier me mandó de regreso a la costa. Es una lástima, porque me
hubiera gustado verificar la situación médica de los compas de la columna de
Chomo. Pero los días que estuve en camino con los compas de Javier fueron
de mucho provecho para mi: por fin otra vez tierra firme bajo los pies y con-
tacto con un ambiente diferente.
Desde que regresé acá casi no he tenido descanso: reuniones con Matilde y
los brigadistas y con Roberto.
Randy de la prensa se pasó al enemigo con materiales y con mucha informa-
ción sobre esta zona: quiénes están aquí, el lugar en donde está el hospital,
etc. ¿Tendremos que mudar otra vez? Roberto piensa que no.
5 de abril de 1984
Javier ya está en la zona, pero en el camino cayeron dos veces en una embos-
cada, menos mal sin consecuencias desastrosas.
Tuvimos aquí en la costa una reunión con los médicos del FPL para ver cómo
colaborar mejor.
9 de abril de 1984
Dejamos la costa después de haber realizado una serie de cambios muy posi-
tivos. Las milicias están bien entrenadas militarmente, el trabajo político tuvo
un muy buen arranque, se está limpiando la zona de elementos contrarrevo-
lucionarios; en fin, nuestra estancia aquí tuvo buenos resultados.
Durante los días pasados, los aviones bombardearon dos veces los alrededores
de los pueblos; menos mal que no hirieron a ningún civil. El hecho de que
la represión contra la población civil va en aumento es también un paráme-
tro que demuestra que la zona se ha convertido políticamente en un nuevo
problema para el enemigo. Porque esto es lo que hacen cuando sienten que
pierden el control sobre cierta área: terrorizar a la población para que se vaya
de allí.
Esta lucha de liberación empieza poco a poco a hacerse más sangrienta, in-
tensa y prolongada en el tiempo, también debido a la intervención cada vez
mayor de los Estados Unidos. Los Estados Unidos invierten más dinero en
esta guerra, se meten en la planificación de la guerra, “prestan” pilotos para
capacitar a los salvadoreños, en fin un montón de elementos que llevan hacia
una intervención directa.
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10 de abril de 1984
Ayer traté de escribir una carta a casa, pero no logré plasmar sobre papel mi
visión personal sobre esta guerra. Siento que caigo cada vez más en eslógans
y esto no gusta en Europa.
El contacto con mi país de origen es cada vez más escaso y supongo que en
casa lo interpretarán mal y que no entenderán que no tengo un canal para
escribirles. Quisiera volver a ver a mi padre, mi madre, mis hermanos y her-
manas, mis amigos y amigas, aunque fuera un ratito, sólo para ver qué hace
y qué no hace cada quien con su vida.
13 de abril de 1984
Mañana salimos hacia la zona. Solamente me llevo a Rosa y Tila como briga-
distas y Matilde se vuelve a quedar en la costa. Recorrimos juntos las cosas
que faltan por hacer acá: construir una farmacia sobre palos para guardar los
medicamentos, escarbar un canal para esconder la lancha y llenar otra lancha
con agua dulce para tener una reserva durante las invasiones (aquí sólo hay
agua salada y se debe ir a buscar el agua dulce en lancha, lo cual no es posible
cuando hay una invasión porque entonces los helicópteros y los aviones nos
podrían descubrir), formar nuevos brigadistas, construir embutidos (no se
pueden hacer debajo de la tierra, debido al agua, así que hay que construir un
tipo de cabañita con troncos gruesos que pueda resistir a los impactos fuertes
de bombas y morteros).
Es muy probable que sólo estaremos poco tiempo en la zona, porque la si-
tuación sigue estando muy intranquila allí, ya que es una verdadera zona de
guerra.
15 de abril de 1984
Estoy de regreso en Tres Calles después de tres meses. Es verdaderamente
maravilloso sentir de nuevo tierra firme bajo los pies, bañarse en un riachue-
lo y tener mucho trabajo.
Karin se quedó en la zona costera con su equipo, sigo sin entender por qué.
Además están otra vez en el manglar. No será para ella un período agrada-
ble: aislamiento, soledad, aburrimiento… Espero que nos van a alcanzar
pronto. También la escuela de mujeres se quedó allí así como la escuela
militar.
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19 de abril de 1984
Estamos al final de la temporada seca y la zona se ha transformado en un
maravilloso paisaje otoñal que despierta en mi muchos recuerdos: el otoño
en casa; el calor, las frutas; la casita me recuerda a Ruanda; el olor de tierra
caliente y de hojas quemadas me recuerdan a Zimbabwe, aún si el ambien-
te es totalmente diferente acá. El ambiente me recuerda nuestra llegada al
volcán San Miguel, debido a la inseguridad de la situación, el constante estar
sobre aviso, porque los soldados nos pueden sorprender aquí en cualquier
momento.
21 de abril de 1984
Invasión: efectivamente, con tres batallones. Combates fuertes a la altura del
campamento de las FPL e intensos bombardeos. En el curso de la tarde, nos
replegamos tranquilamente, junto con las masas. Y en la noche cruzamos la
carretera, otra vez de camino hacia la costa. La bonita canción otra vez se
acabó. Caminamos toda la noche para llegar a las seis de la mañana a terreno
conocido: la casita de la clínica. Dormí toda la mañana hasta que Karin me
vino a despertar a mediodía.
22 de abril de 1984
Karin y yo habíamos planeado ir juntos a Las Mesas para “festejar” mi cum-
pleaños, cuando de repente llegó el médico de las FPL, René, para decir que
tienen dos heridos leves y un herido grave y en este momento no disponen
de un hospital, así que deben ser acogidos y operados por nosotros. Entonces,
en lugar de ir a Las Mesas, vamos a El Hulechacho, al encuentro de los heri-
dos. Hacemos el primer tramo en camión, pero éste se descompone al ratito
y lo abandonamos allí.
Después pasamos el resto del día en el hospital para operar, junto con René
y Sandra. De esta manera aprendí bastante sobre cómo quitar un trozo de
intestino y cómo pegar pedazos de intestino, pero, a pesar de todos nuestros
esfuerzos, el paciente falleció.
25 de abril de 1984
Esta mañana salimos con toda tranquilidad hacia El Hulechacho, en donde se
encuentra Karin; los soldados no siguieron su invasión más allá de El Lindero.
Hoy tampoco hubo aviones ni morteros, sólo se escuchaban lluvias de balas.
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Les sigo teniendo miedo a los soldados invasores y a las balas, mientras que a
los aviones y los morteros no: ¿por qué será?
Calor extremo, bichos y el murmuro del mar nos acompañan. Leí en la casi-
ta de Prensa “Le Nouvel Observateur” y “Newsweek”. Hojear, hojear y leer
sobre películas, Chrissie Hynde y los Pretenders.... olvidar el tiempo y el lu-
gar, sumergirme en la lectura para después preguntarme como un tonto: ¿en
dónde estoy? Son dos mundos completamente diferentes y yo he vivido en
ambos. Por lo pronto, escojo el mundo de la pobreza, las malas condiciones
de vida, el peligro, la muerte, la valentía y la camaradería.
27 de abril de 1984
El enemigo ya se retiró completamente, fue solamente una invasión leve y
breve. Según Roberto sólo quisieron averiguar un poco. Así que todo el mun-
do puede regresar a su “viejo” sitio. Roberto también me avisó que yo tenía
que arreglar todo con Matilde porque iba a tener que viajar. Fui a hablar con
Sonia y Blas de las FPL quienes vinieron a buscar a sus heridos y estaban con-
tentos por el buen entendimiento. Es una buena base para que en el futuro
por fin pensemos en un hospital común.
Karin se siente deprimida porque ella aún no tiene una perspectiva para salir
de la zona costera, espero que aguante. Es difícil para mi ayudarla, sobre todo
porque no estaré presente los próximos días. Es una lucha que tendrá que
llevar sola; no será nada fácil, porque las condiciones de vida y el ambiente no
son nada agradables acá. Pero estoy totalmente convencido de que vencerá
esta crisis y que saldrá de ella más fuerte y más revolucionaria. Porque, como
ya se ha dicho mucho aquí, es en los momentos difíciles cuando se reconoce
a los verdaderos revolucionarios. No es difícil ser revolucionario cuando toda
va sobre ruedas o cuando la victoria está a la vista, pero sí lo es cuando inicia
un período difícil y que logres superarlo.
1 de mayo de 1984
En todo el mundo hay fiesta y nosotros vamos caminando con un pequeño
grupo en dirección a El Tigre. Me gusta mucho caminar con un grupo redu-
cido, todo va mucho más rápido. Casi todas las estructuras internas siguen en
la costa. Así que yo tengo suerte.
Un pensamiento que a menudo me cruzó la mente mientras caminábamos:
¿saldré vivo de esta guerra? Desde la muerte de Armando, pienso que no.
Pero es mejor morir por esta revolución que no oponerme a otra agresión
imperialista más.
99
5 de mayo de 1984
Pasé la mayor parte de los últimos días caminando así que no tuve mucho
tiempo para escribir. Los soldados nos pisaron los talones casi sin cesar y
también en El Tigre hay en este momento una invasión así que estuvimos
atrapados unos cuantos días a la altura de San Chico. Pero, a pesar de la ten-
sión constante, son caminatas bonitas: las numerosas fincas, las pendientes,
las guardias, sentir la cercanía del enemigo, moverse entre la población y los
pueblos. ¡Qué contraste con la tranquilidad casi aburrida de la zona costera!
Ayer en la noche cruzamos la carretera entre Usulután y Santiago de María;
en la madrugada encontramos el camino hacia California y de allí fuimos en
dos autos y un bus a la Hacienda Miramar y finalmente volvimos a caminar
hasta Arenales.
El Tigre: se trata de una zona completamente diferente de Tres Calles, Jucua-
rán y la costa. Es una verdadera zona guerrillera. Aquí todo el mundo está
constantemente sobre aviso, listo con la mochila para irse caminando. No hay
tiempo para construir cabañitas ni para enterrar cosas. Los compas viven de
manera alternada en una finca o en otra, nunca más de tres días en el mismo
lugar.
Volví a ver a muchos viejos conocidos: Calín, Fito, Augusto y Ernesto Púas,
el Negro William, Emilio y Enrique, Marcos, etc. Todo un grupo que se ocupa
principalmente en acciones militares y trabajo político.
6 de mayo de 1984
Segunda vuelta de las elecciones. Licho y sus tropas, acompañados de Emilio,
entraron esta noche en San Miguel y causaron mucha bulla en la ciudad.
Y, como ya dije, el ejército nos está siguiendo de cerca. Esta mañana, algunos
compas, que se estaban bañando en la finca Las Marías, fueron sorprendidos.
Un compa cayó en manos del enemigo y fue asesinado. Y nosotros seguimos
nuestra caminata.
Nos encontramos ahora en las fincas cafetaleras, esperando a ver lo que vie-
ne. Hay muy poca comida y agua. Rosa es muy buena compañía pero Tila se
pone a veces insoportable.
7 de mayo de 1984
La segunda farsa electoral también pasó: no se votó en una tercera parte de
los municipios y en los demás poca gente votó, así que Duarte será el presi-
dente de menos de la mitad de los Salvadoreños.
100
10 de mayo de 1984
Seguimos mudándonos de una finca a otra. Los soldados nos han dejado
tranquilos desde hace casi una semana y estoy muy contento de conocer esta
zona. El ambiente aquí es muy agradable por el contacto constante con la
población y ya me acostumbré al “peligro”. El único problema es que aquí no
tengo nada que hacer.
Por mientras llegó el comandante Jonás y ya no podré contactar a Roberto
durante los días que vienen porque estarán reunidos constantemente.
12 de mayo de 1984
Salgo de una reunión informativa con Jonás en la cual aprendí mucho: un
análisis profundo de la situación actual a nivel político, militar y económico
así como a nivel internacional. Explicó que el FMLN, por medio de sus ac-
ciones antes, durante y después de las elecciones, logró impedir un plan de
intervención de los Estados Unidos. El plan militar consistió en replegar com-
pletamente a la BRAZ hacia la zona de Morazán para luego darles el golpe
final con la ayuda de 17.000 tropas estadunidenses (vía Honduras y desem-
barques con helicópteros), pero no lograron llevar a cabo su plan porque ni
siquiera lograron cumplir el primer requisito, a saber el repliego completo de
la BRAZ hacia el Norte.
A nivel socio-económico el país está por los suelos y las elecciones que su-
puestamente debían reconciliar a los partidos políticos sólo lograron hacer
relucir aún más las contradicciones entre Arena y el PDC.
Es decir que el FMLN sigue tomando en cuenta de manera muy seria una
intervención de los Estados Unidos.
El ERP sigue poniendo el acento en el oriente. Su planteamiento es que, si
el oriente es liberado, el resto del país seguirá rápidamente. Para liberar al
oriente, hay que actuar a nivel nacional y por esta razón se reabrieron los
frentes de Guazapa y Santa Ana. Para liberar al oriente se deben de asegurar
dos posiciones claves: el Norte de San Miguel y El Tigre y esto es lo que se
está haciendo ahora.
En Morazán se está construyendo el socialismo de manera muy activa y la
intención es que en todas las zonas controladas se empiece a vivir sobre bases
socialistas.
Esto y muchas otras cosas más aprendí, demasiado para poder escribirlo todo,
pero me siento muy feliz y aliviado debido a todas estas buenas noticias y pla-
nes. Por eso es que me gusta mucho el ERP, porque sabe analizar cada nueva
situación, porque cuestiona, corrige y combate errores.
101
La excursión (porque de hecho esto es) hacia acá me ayudó a avanzar mu-
cho y me volvió a dar mucha energía para trabajar duro en la zona. Ya estoy
impaciente por contarle todo a Karin, para que ella también agarre fuerzas
para seguir sin cansar. Ella también tenía varias críticas en contra del partido:
la falta de respeto y promoción de las mujeres, la lentitud y la pereza en el
trabajo y la falta de vida partidaria. Pero ahora se trabajará en esto. O sea que
son muy buenas noticias. Un respiro, un alivio.
15 de mayo de 1984
Estoy completamente fuera de combate debido a un ataque de malaria, pero
esto no me afecta la moral. Espero que los soldados nos dejen tranquilos por-
que en este momento no se me antoja caminar…
Por mientras ya conseguí algunos documentos: sobre el contexto internacio-
nal, sobre la lucha de 1932; la lucha de 69 a 81 (un período que me gustaría
mucho haber vivido) y el texto del FMLN que habla de la nueva situación, en
donde dice que lo que se debe hacer es crear una nueva situación revolucio-
naria a partir de la cual crear la posibilidad de tomar el poder.
Estoy muy animado para seguirme compremetiendo y veo que Roberto tam-
bién está lleno de energía. Efectivamente, la zona costera es la caverna de
Pluto: no hay vida partidaria, no hay información adecuada ni formación po-
lítica e ideológica, pero es un hecho que esto va a cambiar a partir de ahora.
20 de mayo de 1984
Estoy de regreso en la zona de Tres Calles y me dio otro ataque de fievre.
A mediodía Roberto salió inmediatamente para la costa, con Pepe y Javier. Yo
me quedé aquí debido a una cita con la Cruz Roja Internacional y para revisar
los embutidos; aunque esta vez hubiera preferido regresarme a la costa, sobre
todo para dar un nuevo impulso al trabajo médico y para volver a ver a Karin.
Lo bueno es que le pude enviar una carta y un librito y además hay buenas
posibilidades de que todo el grupo se venga pronto para acá.
El lugar en donde nos encontramos ahora no me parece nada agradable; es
un valle, rodeado de muchas alturas y demasiado cerca de San Agustín. Hoy
fui en búsqueda de un primer escondite y no lo pude volver a encontrar, por
falta de experiencia mía y también porque el entorno está completamente
cambiado. Cuando hicimos el hoyo, era temporada seca pero ahora ya llovió
y han crecido muchas plantas. Para los compas que saben orientarse por me-
dio de un palito o un árbol esto no significa ningún problema, pero, para un
Europeo que ha vivido lejos de la naturaleza, significa un problema grande.
102
Pero solicité que me mandaran a Jacinto (quien está ahora en Morazán), que
nos ayudó a hacer todos los escondites, porque él es indispensable acá.
27 de mayo de 1984
Estoy de regreso en el viejo hospitalito de La Montaña. Estoy contento de
disponer de una mesita en la cual trabajar, una casita y protección contra la
lluvia. En el camino hacia acá hablé mucho con Mister: pienso cada vez más
que no habrá oportunidad para tomarme unas vacaciones, visto la evolución
de la situación acá y la tremenda falta de médicos; también hablamos sobre la
reunión con Jonás y todo el trabajo práctico que nos espera...
La costa me parece estar muy lejos. Parece que allí a los soldados les fue mal
su desembarque por helicópteros, porque tuvieron que llevarse diez muertos.
No sé cuándo los compas vendrán para acá, pero anhelo mucho ver a Karin,
sobre todo porque tengo tantas cosas para contarle.
28 de mayo de 1984
Ya llevo varios días de regreso en la zona sin haber logrado realmente arran-
car. Los combatientes, al contrario, ya emprendieron varias pequeñas accio-
nes e inflijen diariamente unas siete a diez pérdidas al ejército (sólo en esta
zona); son acciones que les dan mucha confianza en si mismos, puesto que
ellos no sufren pérdidas.
Y aquí seguimos trabajando con este falso sentimiento de seguridad: no hay
aviones, no hay helicópteros, no hay patrullajes del enemigo.
Aproveché el tiempo libre para escribir algunas cartas, que no me convencen
mucho, porque no logro realmente expresar lo que pienso y siento, porque
son cartas breves, esquemáticas y anecdóticas y porque no dan una imagen
real de todo lo que está pasando aquí o de cómo yo veo la situación aquí. Con
un nudo en la garganta, también escribí que, después de dos años, no regreso,
aún si sé que unas breves vacaciones me caerían muy bien para hablar con
el partido, con los comités de solidaridad, con Oxfam y demás. También para
hablar con la familia y los amigos, para leer y estudiar mucho, pero ahora es
imposible. También escribí que estoy más decidido y convencido que nunca
de seguir el camino emprendido, de seguir comprometido en esta lucha de
liberación hacia la victoria o la muerte.
Y, después de la victoria, por un lado el porvenir estará abierto aunque por
otro lado también estará definido. Abierto en el sentido de que realmente no
sé si después de la victoria me quedaré aquí o si iré a luchar en otro país o si
me regreso a trabajar a Bélgica; pero también determinado, porque estoy se-
103
guro de que mi vida seguirá estando en el signo de la lucha anti-imperialista y
de la construcción de una sociedad justa, con todas sus consecuencias, como
por ejemplo el abandono de mis proyectos personales.
La victoria: al principio me preoccupaba mucho por ponerle una fecha y me
sorprendía que a los compas esto los dejaba bastante indiferentes, pero ahora
entiendo que no era indiferencia sino que la lucha de liberación es toda su
vida. Y en la medida de que esta lucha también se ha convertido en mi vida,
también me preocupo menos por una victoria pronta. La única razón por
la cual quisiera que llegara rápido es para poner un alto al gran número de
muertos.
2 de junio de 1984
Hoy me informaron que debo ir a la costa, mientras que al mismo tiempo re-
cibí noticias de que Karin y Roberto se vienen para acá. ¿Otra vez sólo vamos
a cruzarnos en el camino?
Aquí se habla de nuevo de una invasión, pero hasta ahora los soldados se
limitaron a la toma de San Chico y San Agustín. Sea lo que sea nos vamos
para la costa.
Será otra noche de patullar en el lodo, porque últimamente ha estado llo-
viendo mucho, sobre todo durante la noche.
3 de junio de 1984
Fue una caminata rápida. Nos fuimos acompañados de una escuadra; al caer
la noche, atravesamos de manera rápida y tranquila la carretera y a las diez
de la mañana ya estábamos en Zamorán. De allí nos bajamos en tractores. Y
ahora ya estamos en El Lindero, en donde me sorprendió ver el gran número
de compas que se encuentran aquí. Dos pelotones completamente nuevos y
muchas milicias.
Y tal parece que llegué en medio de una invasión. Casi todo el mundo está
en el manglar. Karin sigue en Hulechacho y aún no la he podido ver. Tuve
inmediatamente una reunión con Roberto y Matilde. Vine acá para asegurar
la formación de unos brigadistas y para arreglar unos asuntos pendientes. Tal
parece que se están aplicando algunos elementos del nuevo plan: una escue-
la militar, en donde los novatos deben quedarse dos meses y también hubo
bastante trabajo político e ideológico.
Por mientras esta zona también se ha convertido en una verdadera zona de
guerra. Hoy los compas eliminaron un comando de la marina que había ido
a Las Mesitas para terrorizar a la población. Un comando de 24 hombres,
104
armados hasta los dientes con todo tipo de material novedoso, tales como
pequeñas granadas, mosquiteros para las manos y la cabeza, cajitas especiales
de primeros auxilios (que nos sirven mucho), con entre otras cosas sierritas
para amputar y muchos materiales de sobrevivencia. Llegaron en una lancha
y se fueron inmediatamente a Las Mesas. Realmente un comando que uno
sólo piensa poder ver en las películas. Menos mal que los compas lograron
rodearlos antes de que tuvieran tiempo de molestar a la población y todo su
material fue confiscado. Resultado: trece muertos y cinco presos, entre los
cuales unos heridos graves. Fue una acción que levantó mucho la moral de
los compas y fue muy importante porque logramos evitar una masacre de la
población civil.
La mayor parte de la población de Las Mesas se fue y otros se incorporaron:
ésta es una muestra de la radicalización de la guerra: la población se ve obli-
gada o bien a tomar las armas o bien a mudarse a zonas en donde la guerra
aún está menos presente.
5 de junio de 1984
Los comandos muertos y heridos fueron enviados en camión hacia San Mar-
cos Lempa. Uno de los presos falleció esta noche a consecuencia de sus heri-
das. Tenía una bala en el vientro y me llamaron demasiado tarde para operar-
lo, porque no lograron medir la gravedad de la herida.
Fui en la noche a El Lindero para curarlo, pero llegué demasiado tarde. Los
demás presos sólo tenían heridas leves, se les trató y se les envió al cuartel,
junto con los muertos. A los presos se les interrogó y de estas interrogaciones
resultó que efectivamente habían venido para masacrar la población de Las
Mesas... O sea que era un comando asesino. Y, sin embargo, la guerrilla los
entrega.
Y luego también mandaron al batallón Arce para acá para buscar venganza.
Junto con Chomo nos fuimos para el manglar, pero los soldados nos estaban
siguiendo de muy cerca. Nos alcanzaron y Chomo me dijo de avanzar solo,
mientras que ellos opusieron resistencia a los soldados durante un tiempo. No
me sentí nada seguro avanzando solo en estas circunstancias; menos mal que ya
no estaba lejos y me estaba esperando una lancha para llevarme al manglar.
6 de junio de 1984
Otra vez estoy enfermo: no tengo apetito, no tengo ganas de café ni de ciga-
rros, estoy muerto de cansancio y sin energía. Además, aquí, en el campa-
mento de las provisiones, estamos todos amontonados como ratas, sin posibi-
105
lidad de lavarse o de dormir. Pero todo el mundo sigue de muy buen humor,
menos yo. Karin está en el campamento del hospital y no soy muy agradable
companía para ella.
13 de junio de 1984
Pasó una semana y perdí la cronología. En breve: los compas eliminaron el
comando; dos días más tarde apareció el batallón Arce; los compas obligaron
al ejército a sacar su artillería de Zamorán; hicieron explotar un camión y
mataron a muchos soldados. Después siguió la reacción más fuerte del ejér-
cito: Arce marchó hacia El Manza nillo, El Ceboyal y La Miliana y depositó
paracaidistas en la playa de La Tirana (en donde vamos a buscar nuestra agua
dulce y nos bañamos) y en Hulechacho, en donde está la Prensa. Es decir que
de hecho habían entrado al manglar. La marina los apoyó con ataques de
mortero. Todo el día pasaron aviones y helicópteros bombardeando todo. En
la tarde cayó Fredy en un bombardeo e Israel fue herido.
Al día siguiente esperamos muy tensos a ver si el enemigo iba a seguir su
invasión hacia el lugar en donde nos habíamos replegado, en una superficie
de aproximadamente un kilómetro cuadrado. Pero, en lugar de seguir su in-
vasión, se retiraron. Era muy claro que tenían mucho miedo, porque sabían
donde estábamos pero no se atrevieron a seguir. Durante su retiro, mataron
a los guías que habían llevado, ex-compas que se habían pasado a los rangos
del enemigo.
Fueron días de mucho temor pero que terminaron con una gran victoria.
Evitamos la masacre de los civiles de Las Mesas; eliminamos a los comandos
y conquistamos sus materiales; repelimos una ofensiva de dos batallones de
élite, lo cual fue en gran parte la obra de las milicias; nosotros mismos sufri-
mos pocas pérdidas pero inflijimos muchas pérdidas al enemigo y, sobre todo,
obtuvimos una victoria moral, puesto que el enemigo se retiró sin alcanzar
sus objetivos.
21 de junio de 1984
Durante el ataque a Las Mesitas, dos compas fueron gravemente heridos:
Aniceto, herido por un mortero que por así decir le arrancó el brazo, y Alex
que recibió un balazo que le rompió unas costillas. Me voy al encuentro de los
heridos e inmediatamente me doy cuenta de que es necesario operarlos. Así
que los llevamos rápidamente al hospital. Primero, le administramos sangre
y sero a Anicteo y luego le cosimos la herida a Alex; pero mientras le seguía-
mos dando sangre y sero a Aniceto; sin embargo Aniceto entró en acidosis ...
106
no había bicarbonato de atrio y empezó a suspirar y temblar peligrosamente.
Empezamos a operarlo pero después de diez minutos falleció.
Al día siguiente, dudé largamente sobre si había que operar a Alex y final-
mente lo hice, pero, por falta de materiales, no pude hacer gran cosa. Pasó
bien la operación, pero no así la transfusión de sangre; se le empezó a fallar
la respiración, empezó a temblar y se le dio hepatitis. Todo esto era una señal
clara de que se iba a morir, puesto que no podíamos conseguir ni una diálisis
de la sangre, ni una reparación de la función de los riñones. A pesar de esto,
aplicamos aún una toraco-centesis, que fue un éxito: los pulmones se expan-
dieron rápidamente y las heridas no se infectaron; sin embargo, después de
tres días, falleció.
Fue muy duro para mi: perdimos a Aniceto por falta de sodio de bicarbonato
y perdimos a Alex por un accidente de transfusión de sangre: su sangre y la
de Rosa no eran compatibles.
Debido a la muerte de estos dos compas, me deprimí tremendamente durante
dos días, aún si desde el punto de vista médico no me podía reprochar nada.
Las operaciones y el seguimiento médico se desarrollaron como debido, pero
las circunstancias de la guerra nos llevan a esto. Dos compas que, en otras
circunstancias, por ejemplo en un hospital adecuado, se pudieran haber sal-
vado, aquí se murieron.
22 de junio de 1984
Siento que en todo este tiempo he cambiado bastante, que estoy mucho más
tranquilo cuando hay bombardeos y balazos, que estoy mucho más decididi-
do en cuanto a “vencer o morir”; es algo que vivimos en cuerpo propio cuan-
do estábamos esperando a ver si el enemigo iba a atacarnos o retirarse.
2 de julio de 1984
Dejé descansar mi diario porque estuve muy mal. Físicamente, pero esto tie-
ne su repercusión en lo psíquico. Fue lo mismo como hace un año.
Seguí curando a los heridos de la última invasión; todos son heridos leves y
seguí pensando en Aniceto y Alex y maldiciendo mucho que se murieran.
También se murió Ulises, en la zona, debido a la fiebre tifoidea. Es muy raro
que alguien se muera debido a una enfermedad, a pesar de las muchas epide-
mias que reinan aquí y a pesar de las malas condiciones de vida y de la mala
alimentación. Sin embargo, puede pasar.
Mis tareas aquí en la costa están poco a poco llegando a su fin, así que des-
pués regresaré a la zona, pero en este momento no tengo las fuerzas sufi-
107
cientes como para emprender este viaje. Karin ya se fue con Roberto, sin que
hubiéramos tenido tiempo para pasar un rato solos tranquilamente, desde
que regresé de El Tigre. Además, debido a mi enfermedad, la tensión de la
invasión y los muertos, yo no era muy buena compañía que digamos.
Felizmente, a nivel político y miltar las cosas van bien. Duarte ya lleva un mes
en el poder y ya logró pelearse con el ejército, la iglesia, la oligarquía y los
sindicatos. Está bailando en la cuerda floja.
Los compas se apoderaron de Cerrón Grande e infligieron 500 pérdidas al
ejército. Lo cual demuestra que el FMLN sigue teniendo la capacidad de gol-
pear fuertemente, a pesar de la propaganda del ejército que pretende que no
es así. Es cierto que los ataques del FMLN son muy espaciados, pero esto es
porque aún no ha llegado el momento.
Al lado de esto, se está llevando a cabo una gran campaña de sabotaje para
evitar la siembra del algodón. Esta campaña se concentra en la zona costera,
que es la zona del algodón. El FMLN emitió un decreto en donde les prohibe
a los trabajadores del algodón sembrar, debido a que el algodón constituye
uno de los productos de exportación más importantes que sólo aprovecha a la
oligarquía; el FMLN exige que mejor se cultiven granos básicos.
6 de julio de 1984
Mi crisis pasó, estoy otra vez lleno de energía y estoy muy animado para
hacer mil cosas.
Estoy muy convencido de que quiero seguir en la lucha, a pesar de todos las
altibajas y las dificultades. El Salvador se encuentra actualmente en la cima de
la lucha de liberación y anti-imperialista en América Latina. No sabemos cuán-
to tiempo podrá durar la lucha, pero al mismo tiempo pienso que es necesario
pedir unas vacaciones, tarde o temprano, con el fin de no apartarme comple-
tamente de la lucha en mi propio país, porque tampoco es correcto que yo me
aísle y sobrestime el trabajo acá. Es necesario hacer todo en su tiempo debido.
14 de julio de 1984
Esta semana, el lunes 9 de julio, el FMLN impuso un paro del tráfico, que
ahora ya lleva cinco días y que ha tenido más impacto político que los paros
anteriores.
Los compas se dirigen diariamente a la carretera para poner emboscadas y
para averiguar si el paro del tráfico está siendo respetado.
Siguen siendo acciones “hit and run” (“pega y corre”), en donde los compas
disparan unas 500 balas y luego salen corriendo. De esta manera le causan
108
muchas pérdidas al enemigo sin sufrir pérdidas propias y sin gastar muchas
municiones. Verdaderas tácticas guerrilleras, pues.
¿Y cómo está Karin? En el curso de los últimos meses, pasamos muy poco
tiempo juntos: ella estaba en la zona, mientras yo estaba en la costa; yo fui a
El Tigre, mientras que ella se quedó en la costa; y ahora ella está en la zona,
mientras que yo estoy en la costa... y así seguimos, siempre esperando vol-
vernos a encontrar pronto. Y cuando lo logramos, se presenta una invasión,
de manera que de nuevo no tenemos tiempo para estar juntos.
16 de julio de 1984
Casi en todos lados, a nivel nacional, las acciones guerrilleras siguen afectan-
do la moral de los soldados: el batallón Arce perdió 22 hombres en El Tigre,
nueve en Guazapa, tres en el Norte de San Miguel y otros más en San Miguel
mismo y en Jucuarán y ayer los soldados, completamente desmoralizados,
abandonaron una posición en La Colonia. No estamos hablando aquí de
combates grandiosos; sin embargo, presentan problemas serios para el ejér-
cito, puesto que sus tropas se adelgazan de manera lenta pero segura.
Aquí en la costa el ejército atacó una lancha pesquera y mató a uno de los
hombres que estaban pescando e inmediatamente después hubo un bom-
bardeo, que tuvo como resultado un herido, felizmente no muy mal herido.
Ya que era un civil, no lo pude llevar al hospital (debido a la clandestinidad)
y lo atendí en El Lindero, mientras unos cuantos compas estaban haciendo
guardia. Un nuevo ataque del ejército o un bombardeo eran muy posibles.
Unos compas nos abandonaron y es cierto que ellos conocen muy bien la
ubicación del hospital; esto significa que tenemos que volver a mudarnos,
porque pudieran servir de guías para el enemigo y no podemos correr este
riesgo.
Algunos compas empiezan a quejarse, porque no están llevando a cabo gran-
des golpes militares; ellos están inquietos por luchar, pero tengo la impresión
de que la estrategia del FMLN está cambiando mucho, sólo que no sé en cual
sentido.
Otra vez estoy pasando por un período malo; me siento exactamente como
Karin, cuando me fui para El Tigre. Ella lo superó, lo que demuestra su for-
taleza y sé que yo también conoceré tiempos mejores.
20 de julio de 1984
Alberto, Wilfredo y Kerwin están construyendo el nuevo hospital.
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Hoy hablé con Manuel sobre la radicalización de la guerra. Muchas zonas de
guerra se han convertido en zonas de guerra pura, sin la presencia de pobla-
ción civil, como es el caso de la zona de Tres Calles y del Cerro San Pedro.
Gracias a sus múltiples invasiones, el ejército logró que la población huyera
de las zonas, lo cual de hecho está en contradicción con el plan Conara, ya
que el objetivo principal de este plan era hacer huir a la guerrilla y ganarse
a la población civil. Pero muchos jóvenes no huyeron y se incorporaron a la
guerrilla. En la zona este proceso está en pleno auge: Montecristo, La Tirana,
las Mesas.... están completamente vacíos. San Juan, Las Arañas, El Marillo y
Cuchemonte aún no, pero si siguen las invasiones estos poblados probable-
mente correrán la misma suerte.
Esta conversación también demostró que estamos en una fase medio muerta
a nivel militar, que la comandancia del FMLN decidió utilizar unos ocho me-
ses (de enero a septiembre) para prepararnos políticamente y militarmente a
una nueva fase de la guerra. Pero esto significa también que este período está
llegando a su fin. Y, después de este período, ¿habrá crecido mucho la BRAZ
y estará técnicamente bien preparado?
Por mientras, la tensión en torno a una nueva invasión o acción de un co-
mando va en aumento.
22 de julio de 1984
Matilde me dice que en la noche estuve gritando en mi sueño. Y, efectiva-
mente, me acuerdo que en mi sueño estaba frente a un pelotón de soldados
que dirigían sus fusiles hacia mi. Este sueño es una señal clara de que hay
mucha tensión aquí.
Tensión debido a los helicópteros que nos sobrevuelan, debido a los combates
que se libran casi diariamente. Ayer el pelotón de Carmelo se fue a patrullar
y descubrieron que los soldados habían establecido un campamento en San
Juan; en la noche se les entregó un mortero y toda la noche estuvieron lan-
zando tiros; todo esto es una señal de que están preparando una invasión. No
me siento muy seguro, porque el nuevo hospital aún no está listo y porque
lo más probable es que los soldados conocen la ubicación del hospital actual.
Me paso ahora casi todo el tiempo en el hospital con el fin de acelerar la cons-
trucción del nuevo hospital.
Pero, a pesar de esta tensión creciente, no siento realmente miedo, al contra-
rio, más bien me siento agresivo y combativo. Si realmente llegan a atacar a
este hospital lo defenderé hasta lo último. Y esto no es puro discurso, sino que
lo digo en función de la cruda realidad de que no estamos jugando aquí.
110
23 de julio de 1984
Lunes en la mañana.
Morteros a la altura de la costa, un desembarque y combates a la altura de Las
Mesitas y San Juan. Hay pocos combatientes aquí, ya que casi todos se fueron
para la zona. Estamos a la espera, llenos de tensión.
Lunes en la tarde.
Muchos helicópteros nos sobrevuelan a alturas muy bajas. Nuestros nervios
están muy tensos. Pienso en la invasión anterior, cuando estuvimos esperan-
do todos muy tensos a ver si los soldados se iban a adentrar en el manglar.
Hoy es seguro que ya no nos invadirán, ¿pero mañana?
25 de julio de 1984
La invasión se pospone y la tensión bajó un poco, porque entretanto enten-
dimos el objetivo de tanto movimiento del ejército. Duarte pretendió que, vía
la isla Montecristo, se estaban introduciendo armas y es por esta razón que
los soldados instalaron allí durante varios días un campamento y que escar-
baron más de cien trincheras a lo largo de la playa. Por eso es que hubo tanto
movimiento de helicópteros. Pero obviamente no encontraron nada. Si el go-
bierno realmente está convencido de que están entrando armas por la costa,
es seguro que van a querer limpiar esta zona de guerrilleros. Esta razón, junto
con el hecho de que se cultiva mucho algodón acá, y el hecho de que estamos
cerca de la carretera del litoral, convertirán esta zona en una verdadera zona
de guerra.
Normalmente nos tocaba mudarnos hoy hacia el nuevo hospital, pero se pos-
puso por algún tiempo. Tenemos que organizar una relación buena y clandes-
tina entre el aprovisionamiento y el hospital, puesto que nos vamos a adentrar
más aún en el manglar. Aún nos falta construir una casita para los heridos leves
así como escondites. Es decir que aún nos falta trabajo por unas seis semanas.
Hoy recibí una carta de Karin que me animó mucho: cuenta sobre la situación
en la zona, sobre sus dificultades con compas tales como Patricia, Romeo y
Alfredo, que trabajan con ella, y yo la admiro por su paciencia y su perseve-
rancia.
Ya estamos otra vez separados desde hace un mes.
27 de julio de 1s984
Casi todas las mujeres que estaban aquí en la escuela de mujeres se han in-
corporado al trabajo político organizativo. Esto significa un importante paso
111
adelante para estas muchachas que ya no sólo tendrán que estar en la cocina
y también es una prueba de la importancia que se le está otorgando al trabajo
político organizativo.
Porque, ¿cómo alcanzaremos una nueva situación revolucionaria si las masas
no juegan su papel?
Y me enojé con Matilde porque no respeta ni las mínimas medidas de seguri-
dad para al hospital nuevo.
30 de julio de 1984
Después de casi un mes de encierro en el manglar, me fui de visita a El Linde-
ro, en donde me contaron que dentro de poco regresaré a la zona. Edelnilson
se vino desde la zona para acá con todo tipo de noticias y me regresaré para
allá junto con él. Por fin volveré a ver a Karin, Roberto, Javier, Matías.... y
por fin algo de movimiento.
Mientras tanto, ya terminamos e instalamos el nuevo hospital, así que me
puedo ir tranquilamente.
1 de agosto de 1984
El hospital se mudó. A primera vista, parece un lugar repulsivo, pero si se-
guimos invirtiendo un poco de energía en la mejora del entorno y en hacer
un poco más agradable la casita misma, no estará tan mal. No es la primera
vez que un lugar totalmente inhospitalario se convierte en un campamento.
Las casitas son mucho más grandes que en el hospital anterior, pero el lugar
está aún más aislado y más adentrado en el agua, de manera que constan-
temente andas aquí con los pies mojados y con hongos entre los dedos de
los pies.
Y otra vez hay una invasión, lo cual significa que no podré irme muy pronto
de la costa.
5 de agosto de 1984
La invasión ya lleva cuatro días, pero hoy en la tarde ya se sentía el punto de
ruptura. Ayer ya sólo hubo morteros y esta mañana hubo una escaramuza a
la altura del río Lempa. A mediodía los compas ya estaban de regreso en Las
Mesas. Fue otra invasión “en menor”, cuyo objetivo consistió en arruinar los
campos de maís y en terrorizar la población de El Marillo.
112
9 de agosto de 1984
Desde anteayer los soldados ya están únicamente en El Lindero y de allí has-
ta la costa vía el río Lempa. Se trata del batallón Bracamonte, 600 efectivos,
así como la mitad del batallón Belloso. Pero el ejército está proclamando sus
proezas por medio de la radio nacional. Como si por este medio obtuvieran
victorias. Aquí lograron dos veces nada, aparte del hecho de que tuvieron
que evacuar muertos y heridos. Para nosotros todo estuvo muy tranquilo,
no hubo ningún herido, de vez en cuando morteros y a veces unos balazos
a lo lejos. Pero me estoy aburriendo muchísimo, porque no puedo salir del
hospital.
La administración Reagan y el mando supremo del ejército entraron en pá-
nico porque simplemente no logran eliminar a la guerrilla, porque sienten
que la guerrilla está más fuerte que nunca, que está creciendo, que se está
preparando para una ofensiva grande, que tiene cada vez más influencia
sobre la población... Por eso Duarte le pide mayor apoyo a los Estados Uni-
dos; El Salvador consiguió 70 asesores más y fabricaron una película sobre
los supuestos transportes de armas vía Nicaragua (en la película enseñan
algunas mulas cargadas de sacos... como si se pudiera hacer una guerra con
esto).
El enemigo espera una gran ofensiva para septiembre y desde ahora ya se está
perdiendo en declaraciones nerviosas. Espero que tengan razón, no deseo
nada más.
12 de agosto de 1984
Ya son seis semanas desde que Karin se fue y por fin estamos en camino hacia
la zona. A pesar de que el batallón Bracamonte sigue aún en El Lindero, pero
también se está preparando para marcharse. ¿Hacia dónde?
Al atardecer avanzamos hacia Las Mesas. El recorrido hasta El Marillo estuvo
muy tenso, porque en cada momento nos podíamos encontrar con soldados;
finalmente alcanzamos nuestro destino a través de campos y lodazales. Mi
mochila está muy cargada y pesa como plomo. Esta misma noche quisimos
aún atravesar el litoral, pero la escuadra que nos iba a esperar nunca apare-
ció. O sea que tuvimos que esperar la mañana. En Cuchemonte.
Dejé cuatro heridos en la costa: Orlando que pronto podrá quitar su yeso (la
pregunta es: ¿logrará volver a caminar bien?); Franklin, que podrá regresar
a su sección dentro de una semana; y Francis que sigue con bastante fiebre,
su herida es muy dolorosa, caliente e hinchada: ¿desaparecerá la infección?
¿No le está apretando demasiado el yeso la herida? Y, finalmente, Gonzalo,
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la herida de su pierna se está curando bien, pero su brazo sigue sangrando…
Y así siempre hay alguien por quien seguirse preocupando. Y siempre este
sentimiento de dejar algo “a medias”.
14 de agosto de 1984
Hoy me encontré con la Cruz Roja Internacional y recibí muchas medicinas.
También me visitaron Manuel y Nunuco; ambos trabajan en esta zona y nos
advirtieron de que los soldados estaban muy cerca. En el momento en que
nos retiramos se acercaron a 200 metros de nosotros y pudimos ver pasar los
tanques, mientras que un avión nos sobrevolaba. Nos salvamos por poco.
Por esta razón tuvimos que hacer todo un rodeo para alcanzar el litoral. Al-
canzamos la carretera en el momento en que el ejército recogía sus guardias.
Nunuco y sus compas salieron primero para reconocer el terreno y después
nosotros atravesamos tranquilamente el litoral.
16 de agosto de 1984
Todo el tiempo sentimos a los soldados muy cerca; sin embargo, llegamos sa-
nos y salvos “a casa”. Pero aquí tampoco la situación está tranquila.
La semana pasada los compas le infligieron fuertes pérdidas al Atonal y como
consecuencia hay patrullajes casi a diario.
Pero no me preocupo por una invasión, porque por lo menos aquí uno se
puede mover libremente, no es como en la costa en donde uno está atorrado
en el manglar y que no hay a dónde irse.
Me espera mucho trabajo: los escondites, las reuniones con las FPL, la revi-
sión médica de las tropas y el almacenamiento de los medicamentos.
La estructura médica en la zona es una perla en comparación con la de la cos-
ta: cada escuadra, cada pelotón, cada sección y columna tienen su brigadista;
hay un equipo quirúrgico y se trabaja la prevención (higiene, pastillas contra
la malaria, etc.); hay una buena reserva de materiales (aún si me parece que
tenemos que cuidarlos aún más).
El reencuentro con Karin fue difícil. Porque tenemos muchas cosas que con-
tarnos y no sabemos cómo empezar. Porque cada uno tiene su propia vida
y que nuestros caminos sólo se cruzan de vez en cuando. Pero ambos lo
tomamos con más calma, porque ambos partimos de la idea de que no forzo-
samente tenemos que estar juntos todo el tiempo y porque queremos sacar lo
máximo de los momentos en los que sí estamos juntos. Pero esto no siempre
es posible, debido a las circunstancias y la cantidad de trabajo.
114
20 de agosto de 1984
Hoy llega un nuevo comandante, pero aún no sabemos quién es. Y nos pre-
guntamos si Roberto aún va a regresar o si se va a quedar en Morazán, por-
que está muy mal de salud (sobrecansancio, peligro de quedarse ciego...). A
pesar de la confianza en Roberto, pienso que un soplo nuevo sería bueno
para la zona. ¿Y cuándo me van a mudar a mi a otro lugar? Si yo mismo
pudiera escoger, sería Guazapa o Santa Ana, porque en Morazán ya tienen
suficientes médicos. Santa Ana me llama mucho la atención por su pasado
revolucionario y porque es un gran desafío volver a levantar el trabajo allá.
Vamos a mudarnos un poco más allá en la zona, a Los Horcones.
A cada rato llegan por aquí “políticos” y, según cuentan, esta zona se está ex-
tendiendo mucho, por lo menos el control político sobre la zona. Esto significa
que el enemigo también debe ocuparse de una zona cada vez más extensa.
Y, por lo demás, el tiempo pasa rapidísimo, cada día hay muchas cosas por
hacer: solamente para bañarte y para lavar tu ropa, necesitas mucho tiempo,
sin hablar siquiera del trabajo mismo.
Hoy hablé con Karin sobre mis planes para el futuro. Casi es seguro que no me
quedaré en Bélgica, pero me gustaría regresar algún tiempo para recibir mayor
formación, después de lo cual lo más probable es que optaría por otra lucha de
liberación “en el terreno”. Lo que también me hace falta es un buen entrena-
miento militar. Pero quizás y me lo den acá, si tengo un poco de paciencia.
Pero, claro, la gran pregunta es: ¿saldré vivo de esta guerra?
6 de septiembre de 1984
Hoy llegué con Karin a la conclusión de que tenemos que renunciar a lo que
nuestra relación fue antes, porque vivimos en circunstancias completamente
distintas. Debemos vivir de manera más autónoma ya que la realidad es que
pasamos más tiempo solos que juntos, tendremos que solucionar solos mu-
chas dudas y problemas, tendremos que analizar muchas cosas solos, pero
tenemos que investir mucho en los momentos que pasamos juntos. Todavía
tenemos muchísimo que ofrecernos el uno al otro, pero de una manera dife-
rente a como lo hacíamos antes. Ambos crecimos y maduramos mucho (de
manera independiente) pero felizmente nos seguimos llevando y comple-
mentando muy bien.
Una primera reunión con los responsables de las diferentes estructuras de
esta zona: Checo, Peche, Paco (comunicación), William (aprovisionamiento),
Edelnilson (taller de explosivos), Karin (prensa) y yo (clínica). Estudiamos el
análisis del FMLN sobre la situación actual. Un análisis que lleva a la conclu-
115
sión de que hay que poner el acento principal en el trabajo político, tanto a
nivel interno como externo. Es necesario que las masas en las zonas controla-
das y en las zonas en disputa conozcan las causas de la guerra y el contenido
del socialismo. En otras palabras, es necesario educar a la población hacia el
socialismo y procurar su integración en la lucha (incorporándose al ejército
guerrillero o otros medios de colaboración). Un segundo punto fue el revivir
del trabajo sindical en las ciudades y el tercer punto las dificultades con las
que lucha Duarte.
Durante las ofensivas anteriores, nos acercamos a la victoria, pero para que
la situación fuera determinante, faltó un gran factor: las masas. Y esto hay
que resolverlo. Pero esto significa una prolongación de la guerra, porque esto
no es algo que se consigue de hoy a mañana. Pero, como dice Karin, vale la
pena que la guerra se prolongue algo, si de esta manera se logra asegurar la
victoria y asegurar el apoyo incondicional de la población en el momento en
el que sea necesario. Es mucho mejor trabajar en favor de una victoria lenta
pero segura que conseguir una victoria rápida y luego tener que enfrentar
una población que no está madura.
Yo siempre soy demasiado impaciente. Yo quisiera que la gente se incorpore
ya el día de hoy, que se abran nuevas zonas políticas, que el trabajo en la ca-
pital rinda más, pero estos frutos sólo los conseguiremos después de meses y
eventualmente años de trabajo.
8 de septiembre de 1984
Estamos otra vez en pleno operativo, porque el batallón Belloso fue señalado
en los alrededores, aunque más bien parece que quieren invadir otra vez la
zona de expansión política (Taburete).
El Taburete es una zona llena de perspectivas para nosotros, es una zona de
fincas que recibe mucha atención de parte de los políticos.
El batallón Cuscatlán se desmembró debido a las numerosas pérdidas que su-
frieron y el batallón Atonal va por el mismo camino. Las acciones diarias de la
guerrilla los afectan muy seriamente y el ejército se ve obligado a incorporar
por la fuerza a jóvenes en sus rangos.
Según Radio Venceremos una intervención de los Estados Unidos es poco
probable. Los Estados Unidos nunca se imaginaron que la guerrilla urbana
y el sindicalismo combativo fueran a revivir, pero lo están haciendo. Estados
Unidos pensó aislar al FMLN de las masas y pensó que varios sectores se iban
a reagrupar alrededor de Duarte (como centro), pero en esto se equivocó
completamente: la iglesia sigue criticando, la justicia y la economía siguen
en manos de la oligarquía, el ejército no quiere someterse a la “autoridad” de
116
Duarte... de manera que Estados Unidos no dispone de una base política ni
diplomática para una intervención.
Hoy estuve pensando otra vez en que no quisiera terminar esta guerra como
médico del frente de guerra, que quisiera seguirme desarrollando a nivel médi-
co pero también a nivel político y militar, para que después pueda prestar me-
jores servicios en otra lucha anti-imperialista, ya sea en Bélgica o en otro país.
9 de septiembre de 1984
Está lloviendo muchísimo desde hace dos días y seguimos a la expectativa en
cuanto a una invasión del batallón Belloso. Una maniobra en tales circunstan-
cias no es muy agradable: caminar en la lluvia, dormir en la lluvia, llevar ropa
constantemente mojada... pero también tiene sus ventajas, porque desmoraliza
mucho al enemigo. Por ahora les perdimos la huella, así que pudiera ser que
estén preparando una acción ofensiva rápida. Pero estamos preparados y de
todas maneras tales acciones tienen poco sentido. Y, mientras, seguimos traba-
jando tranquilamente: dar clases, pláticas políticas, reuniones, consultas, ...
10 de septiembre de 1984
Buenas y malas noticias.
Las buenas noticias son que los soldados siguen sin aparecer y que nos dejan
trabajar tranquilamente; que el pelotón de Carlos salió para Morazán para
asistir a la escuela militar y que va a venir un pelotón de allá para acá.
La mala noticia es que dos compas, Farabundo y Reflejo, se dejaron apresar
en estado de ebriedad en la calle. Esto es malo, porque tienen mucha infor-
mación y, si estaban borrachos, seguro que habrán soltado mucha informa-
ción a los soldados: la ubicación del campamento actual, los hábitos y los
caminos hacia la costa, conocen a muchos de los civiles que colaboran con
nosotros... temo mucho lo que pueda pasar.
Casi cada noche se oyen balazos en San Marcos Lempa. No es posible que
cada noche se ataque al pueblo; lo más probable es que, por pura nerviosidad,
los soldados empiezan a disparar desde que oyen algún ruido sospechoso.
15 de septiembre de 1984
Toda América Central festeja su independencia.
Estamos ahora en otro hospitalito temporalmente; no me gusta mucho por-
que es muy pequeño y entra la lluvia por todos lados. Sólo estaremos aquí
por un tiempo, pero a pesar de esto debemos trabajar para que la casita sea
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habitable. Hay que hacer un baño y una cocina y así todo el mundo está otra
vez ocupado en traer y clavar tablas.
El agua está lejos de aquí y, debido a las fuertes lluvias, nadie tiene ganas de
irse a bañar.
Pasé por el pelotón de Giovani, que antes era el “primer pelotón”, pero, desde
que se fueron Farabundo y Reflejo, fue degradado. Está claro que aquí se ne-
cesita una mano fuerte, sobre todo en cuanto a la educación política, porque
sigue siendo un grupo que es machista y que hace demasiada bulla. Recibir
un mes de educación en Morazán les vendría muy bien.
Después seguí hasta San Agustín para encontrarme con la Cruz Roja Interna-
cional, que no me pudo ayudar con material ni para operar hernias, ni para
limpiar cataratas (muchos compas sufren de esto debido a la gran cantidad
de polvo y de viento), ni para curar roturas. Los médicos de la Cruz Roja In-
ternacional se preguntan cuándo va a iniciar la ofensiva de la guerrilla y me
dicen que en la capital todo el mundo habla de esto.
Durante los días pasados Mister habló mucho sobre la gran cantidad de bue-
nos compas que murieron y sobre algunas deserciones que se produjeron en
la costa. En estos momentos te das cuenta de que la guerra es larga y dura,
pero lo bueno es también que regularmente llegan noticias sobre “nuevos”
compas que se incorporan: Fredy trajo a su primo; Clarita trajo a su herma-
na; hay dos muchachas nuevas de San Agustín, etc. Y aparte hay una gran
cantidad de personas que colaboran de una u otra manera y que se van a in-
corporar cuando las cosas se pongan serias. U otros que aún están esperando
alguna motivación, como una gran ofensiva, por ejemplo.
18 de septiembre de 1984
Estamos en una finca en la zona de El Taburete. Venimos aquí con El Peche
y también Daniel llegó de la costa con los novatos de la escuela militar y con
Edelnilson, Alex y Nico. Según los rumores, el batallón Belloso se encuentra
en la zona, en donde están buscando muy activamente nuestros escondites, y
en San Agustín. Los compas los esperaron justo fuera del pueblo y los provo-
caron para que se salieran del pueblo, disparando al aire y luego esperándolos
en el camino. De esta manera los soldados sufrieron seis pérdidas: cuatro
muertos y dos heridos graves.
Pero nosotros nos quedamos tranquilamente en la finca, hasta que de re-
pente llegó Checo y nos ordenó irnos inmediatamente porque los soldados
estaban a 15 minutos. Por mientras, nuestro grupo creció mucho, porque casi
todos los compas que estaban dispersos en la zona vinieron a concentrarse
acá. Pero sólo se trata de “estructuras internas”, no hay ningún combatiente,
118
ya que éstos se encuentran en la zona para infligirle pérdidas al enemigo. Esto
significa que, si nos topamos con una unidad del ejército, nos tenemos que
defender solos.
Caminamos tranquilamente unas dos horas hasta cerca de Berlín.
El solo hecho de que podamos caminar tan tranquilamente en esta zona de-
muestra que algo ha cambiado, en el sentido de que nuestro espacio para
movernos se ha extendido mucho. ¿Será éste el resultado del trabajo de los
compas políticos, que llevan meses trabajando aquí?
21 de septiembre de 1984
Estamos de regreso en el viejo campamento.
Ayer regresamos a la zona, pasamos muy cerca de los soldados, nos abrimos
un camino a través del monte y así llegamos al lugar en donde los soldados
durmieron la noche anterior y fueron asaltados. Es decir que los estamos si-
guiendo mientras que ellos piensan que nos están siguiendo.
Todo está muy tranquilo. Aquí sólo se encuentran las estructuras internas y la
escuela militar, los combatientes persiguieron a los soldados para darles otro
golpe y los políticos se quedaron en sus zonas, en donde, según Checo, están
haciendo trabajo político-militar según el principio de la unidad guerrillera.
Esto es algo muy diferente de lo que eran anteriormente las actividades de
la BRAZ. Los combatientes ya no están en las zonas sino que están también
en la zona de expansión, de tal manera que aquí nosotros ya solamente for-
mamos la retaguardia. Solamente recibimos noticias del exterior por medio
de los visitantes. Pero se trata de una retaguardia agradable, no es como en
la costa.
Finalmente planeé terminar de una vez por todas los folletos para los briga-
distas. Es una lástima que no haya nadie con quien pueda revisar el conte-
nido y el método y que no haya otro médico en los alrededores con quien
hacer esto.
24 de septiembre de 1984
Hoy llegó Calín desde El Tigre, en donde la guerra de guerrillas bate su pleno:
operan en pequeñas unidades, sin retaguardia y sin estructuras internas, son
todas unidades guerrilleras que cada noche duermen en un lugar diferen-
te, evitan los caminos, surgen de repente y vuelven a desparecer sin dejar
huellas, se aprovisionan completamente con la ayuda de la población que
les da comida y ropa. La semana pasada fueron duramente afectados debido
a la muerte de Sánchez (jefe anterior de columna y segundo responsable de
119
la zona). Era un guerrillero con largos años de experiencia y que conocía la
zona como su bolsillo. Fue atacado cuando estaba subiendo un cerro con la
responsable de la radio para emitir una comunicación por radio. Ambos mu-
rieron en el acto.
El Tigre es muy peligroso porque el comandante de la Tercera Brigada, Do-
mingo Monter rosa, quiere recuperar este terreno cueste lo que cueste. El es
uno de los pocos comandantes del ejército que acompaña a sus tropas en sus
asaltos para estimularlos.
Está muy claro que el carácter de algunas zonas, tales como esta zona y la del
Tigre, están en pleno cambio; y que el carácter de la guerra también está cam-
biando. ¿Quién sabe cómo esté Morazán, tradicionalmente la vanguardia?
1 de octubre de 1984
El sábado llegaron los compas de Morazán, con e.o. Jonás, Carmelo y Roberto
y una sección bajo las órdenes de Francis. El frente del sur se refuerza y el
comando de este frente primero se va a reunir acá.
Mientras, nosotros también ya tuvimos una primera reunión en donde se
explicaron la nueva situación y la nueva estrategia, pero yo necesito madurar
estas cosas antes de poderlas integrar. Dicho en pocas palabras, significa que
tenemos que prepararnos mejor y durante más tiempo para librar golpes es-
tratégicos; que debemos vincularnos otra vez más fuertemente con las masas
y que debemos aprender la táctica guerrillera. Muchas cosas suenan muy bo-
nitas: la lucha de masas, la unidad dentro del FMLN, la guerra de extenuación
y desintegración contra el ejército, la expansión del campo de la guerra hacia
el occidente y las ciudades...
Empiezo a entender bien los cambios en la situación, pero no así los cambios
en la estrategia; pero supongo que seguiremos discutiendo ampliamente estos
puntos.
Aún no sé cuál va a ser mi lugar al interior de todos estos cambios, pero sí sé
que tendremos que ser más móviles, que tendremos que hacer más trabajo
político-ideológico hacia la estructura médica y hacia la población, que ten-
dremos que ser más militares y que tendremos que defendernos solos en caso
de invasiones, sin depender de los combatientes (de hecho así ya fue cuando
la última invasión).
Hay muchos compas en la zona, lo cual también significa que escuchamos
muchos relatos: relatos sobre el Norte, sobre la “escuela revolucionaria” en
donde se forma a los cuadros, relatos sobre la táctica geurrillera en El Tigre...
Nos hace mucho bien escuchar hablar de lo que está pasando en otras zonas
y así abrir un poco nuestras perspectivas.
120
4 de octubre de 1984
Hubo otra invasión breve.
Durante toda la invasión, los comandantes seguían reuniéndose y nosotros
seguíamos estudiando con los brigadistas. Todo esto sólo se interrumpió en el
momento en el que tuvimos que empezar a caminar.
El gran tema de conversación entre los compas es el hecho de que ahora to-
dos, en algún momento, tendrán que ir a Morazán para tomar cursos en la
escuela revolucionaria. Me pregunto si será cierto esto, y, si realmente es así,
¿también me enviarán a mi?
En la costa, Arnoldo y Ricardo caminaron sobre una mina anti-personal que
el ejército dejó: ambos perdieron un pie. ¿Lograrán Matilde y Manuel hacer
esta operación o me mandarán a mi a la costa?
7 de octubre de 1984
La reunión sigue.
Nosotros también nos hemos reunido mucho.
Todas las estructuras, tales como las tropas, la propaganda, el aprovisiona-
miento se acercan más a la población, pero la clínica seguirá en el mismo lu-
gar, debido a sus características. Los brigadistas, que acompañan a las tropas,
se encargarán de la atención a la salud de la población y sólo en casos graves
llamarán a un médico.
8 de octubre de 1984
El tema de conversación de hoy: la propuesta de diálogo emitida por Duarte,
que llegó de manera inesperada y que fue aceptada por el FMLN- FDR.
¿Qué obligó a Duarte a hacer esta propuesta? ¿Debilidad? ¿Presión externa?
¿O hacerle una mala jugada al FMLN?
Estuvimos trabajando en nuestra tarea de volver la clínica más móvil. Hicimos
una mochila para los productos farmaceúticos y aligeramos mi mochila, porque,
si vamos a caminar mucho, yo ya no podré cargar una mochila tan pesada.
11 de octubre de 1984
Para cambiar, aparecí otra vez en el periódico. Esto fue hace tres semanas
como consecuencia de la traición de Farabundo y Reflejo quienes hablaron
sobre mi; y ahora aparecí otra vez porque captaron en la costa a la brigadista
Marla quien aparentemente también soltó información.
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14 de octubre de 1984
Hoy se lleva a cabo un primer contacto entre Duarte y el FMLN-FDR en La
Palma, Chalatenango. Y nosotros pasamos el día en San Augustín, en donde
la gente es muy abierta y de buen humor, casi en ambiente de fiesta. Quizás
piensan que por fin va a llegar la paz, pero, por otro lado, por lo que dicen,
también constatamos que no se hacen ilusiones.
El diálogo significa una verdadera ruptura para el FMLN-FDR, puesto que de
esta manera se le reconoce como verdadero interlocutor.
Esto ya había quedado claro cuando se intercambió al coronel Medina-Garay
por 60 compas heridos que pudieron salir del país y ahora otra vez debido a
este diálogo. Al mismo tiempo el terreno de trabajo se abre para los compas,
tanto a nivel interno como internacional. Ofrece más posibilidades para en-
trar en la arena política y diplomática.
Me informaron que tendré que ir a la costa porque Ricardo necesita una se-
gunda intervención y Matilde no se atreve a hacerla.
18 de octubre de 1984
Estoy de regreso en la costa.
Ayer salí de la zona, hasta cerca del litoral en donde esperé a Oscarón quien
vendría a buscarme. Logré dormir un rato, porque Oscarón sólo llegó a la
una y media de la noche. Bajamos corriendo y cruzamos el litoral sin explo-
ración previa ni medidas de seguridad. Dormimos una hora en El Morón y
luego hicimos el resto del camino. La lancha nos llevó hasta el hospital, en
donde estoy ahora: patullando en el lodo, muy cansado y mis zapatos hechos
pedazos.
Arnoldo va muy bien, tanto a nivel médico como moral, pero Ricardo no.
Mañana lo volveré a operar.
19 de octubre de 1984
Operé a Ricardo. Primero le di dos bolsitas de sangre, también sangre mía. La
operación misma no tuvo problemas, pero aún me falta mayor rapidez en la
oclusión de los vasos sanguíneos. El reconocimiento de las estructuras me fue
más fácil de lo que había pensado: los grupos musculares, los huesos, los vasos
sanguíneos y los nervios. Sin embargo, casi estoy convencido de que la herida
va a producir pus, porque ya tenía pus, porque la operación no se pudo hacer de
manera suficientemente estéril y porque Ricardo presentó ataques de fiebre.
Pienso que Matilde pudiera haber realizado esta operación.
122
22 de octubre de 1984
Ya llevo tres días en Cuchemonte, esperando para atravesar el litoral. Como
siempre, es más fácil llegar a la costa que salir de ella.
Por fin vamos a salir. Yo, con mis zapatos rotos, caminando a una velocidad
máxima porque nos esperan urgentemente en Los Horcones.
Y, cuando llegamos, muertos de cansancio, me informan que debo acompa-
ñar inmediatamente a las tropas que esta misma noche van a llevar a cabo
una acción en Santiago de María. Lo único que me preocupa son mis zapatos,
puesto que mis pies ya están llenos de heridas y en ningún lugar encuentro
un par de zapatos a mi medida (¡grande!). Los compas me dicen que sin falta
me van a conquistar un par en Santiago de María...
Según Radio Venceremos hay una gran invasión en Mora zán, llamada “Toro-
la 4”, que tiene entre otras cosas el objetivo de eliminar nuestra Radio.
23 de octubre de 1984
Ha sido un día de grandes victorias. La acción en Santiago de María fue un
éxito. El ejército perdió 15 hombres entre los cuales un preso, se conquistaron
cuatro fusiles y un montón de municiones y también se capturó a un “rico”.
Todo esto sin muertos ni heridos de nuestro lado. Menos mal, porque yo tenía
poco material de curación, puesto que no había previsto que tuviera que acom-
pañar a los compas. Pero me hizo mucho bien estar tan cerca de los combates.
Desde Morazán nos llegan las primeras noticias sobre el derrumbe de un heli-
cóptero, lleno de militares importantes, entre los cuales Domingo Monterrosa
y Herson Calito, comandante del batallón Atlacatl. Dos verdaderos asesinos.
Apenas ayer se derrumbó otro avión de reconocimiento con cuatro asesores
estadunidenses; y en Morazán los compas hicieron explotar un tanque.
Y éste no es el fin, porque el FMLN está lleno de planes nuevos y atrevidos,
que poco a poco llegamos a conocer. Aquí en la zona se trabajará sobre todo
en el sabotaje de la cosecha del algodón y en el sabotaje de la vía del tren.
Urge que se incorpore más gente. Los compas volverán a aprender la táctica
guerrillera, operarán en pequeñas unidades, trabajarán con explosivos, bus-
carán protección e información con la población... Un elemento nuevo im-
portante del análisis es que son las masas las que deben llevar a cabo la lucha
y que ellas determinarán el momento de la victoria.
En 1981, la lucha de las masas fue muy fuerte, pero faltaba el brazo político
para asegurar la toma del poder. El ejército revolucionario actual surgió de
esas masas y ahora se trata de volver a levantar otra vez un ejército político
organizando de nuevo a las masas. La colaboración entre ambos es la garantía
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de la victoria. Si el FMLN funciona como una unidad, si se logra cansar su-
ficientemente al ejército, si las organizaciones y las incorporaciones avanzan
bien, entonces la victoria llegará. Pero no será para mañana.
El análisis de la situación y los cambios estratégicos del FMLN son la prueba de
una gran flexibilidad y capacidad mental; elaborar e imponer las consecuencias
de estos cambios exige mucho coraje y mucha osadía. Pero éstas son cualidades
propias del FMLN, a saber esta capacidad de volver a analizar siempre y de in-
ventar cada vez nuevas cosas. La situación de guerra obliga a los comandantes
a nunca bajar la guardia. Aquí reina el lema: quien no avanza pierde.
La revolución es una verdadera escuela, de la cual yo saco mucho más de lo
que pienso: los principios y la aplicación de la lucha de clases, de la organi-
zación de las masas, de la guerra de guerrillas, son el plato de cada día, son
realmente una cuestión de vida o muerte.
Hoy Karin y yo hablamos con Carmelo sobre unas eventuales “vacaciones”
y de la conversación saqué que mis vacaciones no serían oportunas en este
momento, debido a la gran falta de médicos y a las actividades militares que
se avecinan. Como dijo Carmelo: el FMLN no tiene aquí médicos o ciriujanos
que se pueden encargar de y expander el sector médico; si yo decido irme, se
verán obligados a buscar otros médicos. Así de sencillo. Y yo decidí quedarme.
Al contrario, el regreso de Karin sí se juzga oportuno, porque podría significar
un gran aporte a la solidaridad. Y si Karin logra capacitar rápidamente a unas
cuantas personas, ella tranquilamente puede irse por un tiempo. Pero Karin
dice que ahora tampoco tiene ganas de cruzar el océano.
26 de octubre de 1984
Durante los últimos días, hablé varias veces con Carmelo, que aparentemente
se va a quedar en esta zona. Estas conversaciones me dieron mucha tranqui-
lidad y me ayudaron a entender aún mejor mi papel en esta lucha.
El hecho de que ahora no tome vacaciones puede significar que aún pasaré
varios años aquí, porque la victoria no es para mañana; pero también puede
significar que ya no regresaré nunca jamás, por ejemplo si llegara a morir acá.
Pero de esto no me preocupo ahora, porque siento y sé que ahora mi lugar
está aquí.
1 de noviembre de 1984
El martes a mediodía nos llegó la noticia de que el Atonal se encontraba en
San Agustín y se movía hacia acá. Así que otra vez tuvimos que esconder
todo rapidísimo. Hacia las tres de la tarde los soldados se toparon con los com-
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pas de Daniel en El Jocote y hacia las cinco de la tarde estaban en El Congo.
Nosotros nos retiramos cruzando algunos cerros.
Hubo mucho caos, porque había bastantes viejitos y niños del otro lado del
río, en donde también había una invasión. Y, al lado de esto, nuestro se-
cuestrado de Santiago de María, el preso y Reflejo, quien esta vez fue hecho
preso por los compas, y todas las estructuras internas. Roberto y Carmelo se
encuentran en la costa. Todos los políticos y combatientes, menos un pelotón,
están en la zona del café. Así que estamos completamente solos.
El miércoles en la mañana tuvimos que salir corriendo porque los soldados se
acercaban mucho más rápido de lo que pensamos. Los morteros caían muy
cerca, un mortero se cayó justo en medio del grupo de los compas del mando
y de la cocina, pero por suerte no estalló. Pero, después de esto, el enemigo
no siguió su invasión.
En la noche caminamos tranquilamente hacia una finca en los alrededores
de Berlín. Los viejitos y los niños se fueron hacia el otro lado del río Lempa,
porque allí todo está tranquilo.
El ejército está otra vez llevando a cabo invasiones en casi todo el país, por-
que quieren evitar cueste lo que cueste una acción del FMLN. Es una táctica
defensiva pura, pues. Y, además, no saben que para este período el FMLN no
ha planeado ninguna gran ofensiva. El ejército sigue con su viejo esquema
en la cabeza y, cuando finalmente se den cuenta del cambio de estrategia del
FMLN, la guerrilla ya habrá pensado de nuevo en otras cosas nuevas y, así, el
ejército siempre viene un pasito atrás.
Volví a hablar con Karin sobre qué sería lo más sensato: seguir luchando aquí,
por muy largo que pueda ser el camino, o quedarme aquí un tiempo limi-
tado, suficiente como para capacitar a una serie de personas, sificiente para
impulsar el sector médico, para luego ir a otro país para hacer lo mismo. El
problema es que puedes hacer bonitos planes para capacitar a la gente y para
impulsar el sector médico, pero la guerra siempre viene a cruzar estos planes.
O bien se muere el brigadista con el que ya has trabajado dos años, o bien te
mandan a otra zona. En fin, muchas cosas hacen que no puedes trabajar aquí
“normalmente” y por eso estoy convencido de que mi presencia aquí sigue
siendo muy necesaria. Por esta razón decidí quedarme y, después de dos o
tres años, volveré a hacer un balance. No en función de donde sea más agra-
dable trabajar, sino en función de las mayores necesidades.
11 de noviembre de 1984
No escribí nada durante más de diez días.
125
Estamos de regreso en el campamento, pero nos ausentamos más tiempo de
lo que había pensado.
Todas las casitas del campamento fueron destruidas, pero los compas cons-
truyeron rápidamente algunas casitas nuevas, así que estamos protegidos de
la lluvia. Perdimos un escondite, lo que me preocupa mucho, porque ahora
tengo que encontrar lo antes posible material nuevo.
De los otros frentes recibimos puras buenas noticias. En diferentes lugares se
está combatiendo duramente. Así, por ejemplo, en Morazán que sufre una
nueva invasión, llamada Torola 5. Aún no se reponen bien de los duros gol-
pes que sufrieron durante Torola 4 y ya deben enfrentar nuevos golpes.
En Suchitoto los compas derrumbaron tres helicópteros, dañaron otros tres
y dispararon a un A-37. ¡Se habla de un total de 148 pérdidas del lado del
ejército!
Durante los últimos días, los Hondureños penetraron otra vez varias veces
en territorio salvadoreño (Morazán) y una unidad de la división A-82 se en-
cuentra en Honduras. Nicaragua llamó a una mobiliza ción general; todo esto
hace pensar en una intervención de Estados Unidos.
Aparentemente ya no se habla de diálogo; tal parece que fue una maniobra
de distracción de parte de Duarte en su afán de coadyudar en la relección de
Reagan.
El movimiento de huelga sigue y todas las acciones de los compas (por lo
menos en esta zona) giran en torno al sabotaje de las cosechas de algodón,
café y caña.
14 de noviembre de 1984
Otra amenaza de invasión. Karin escondió sus materiales. Nosotros aún no.
Aprovechamos la situación para estudiar un primer folleto de la “escuela re-
volucionaria” con nuestro colectivo: Yarol, Alberto, Karin y Patricia, Nelson y
yo. “Las clases sociales en El Salvador” es un buen documento para empezar,
pero a mi entender está presentado demasiado en blanco y negro, demasiado
simplista. Pero, debido al bajo nivel cultural de la mayoría de los compas, es
un buen folleto.
17 de noviembre de 1984
Roberto fue a San Agustín para organizar un mítin. Nosotros trabajamos todo
el día en los escondites, ya que tenemos que terminarlos ya, porque todo el
tiempo corren rumores sobre una nueva invasión y no nos podemos arriesgar
a perder los medicamentos recién adquiridos.
126
Mientras estaba trabajando, pensé en mi conversación de anoche con Rober-
to sobre la situación en la costa. Ya no hay nadie en el manglar (aparte del
hospital); todos se repartieron en la región. Cada pelotón ocupa cierta zona y
hace allí trabajo político, acciones de sabotaje y de vez en cuando pequeñas
acciones militares. De esta manera alcanzan a mucho más personas que an-
tes. Lo mismo pasa en la zona del café y en las zonas aquí cerca. Ahora sólo
le faltan a la guerrilla cuadros políticos experimentados para guiar, organizar
y orientar a la población; por eso la “escuela revolucionaria” de Morazán. Ro-
berto está convencido de que esta estrategia traerá muchas incorporaciones
en el futuro y que la población se involucrará cada vez más en la lucha (no
sólo militar).
Sobre la amenaza de intervención de los Estados Unidos: los Estados Uni-
dos nunca han dejado que se desarrolle tranquilamente una revolución, ni
en Guatemala, ni en Cuba, ni en República Dominicana, ni en Chile, ni en
Granada... así que es un hecho que tampoco dejarán tranquilos a Nicaragua
y El Salvador. Aunque la situación internacional no es tan propicia para una
intervención militar. Un nuevo viento “democratizador” está soplando sobre
América Latina (Venezuela, Argentina, Bolivia), hay movimientos guerrilleros
fuertes en El Salvador, Perú, Colombia, Filipinas y un movimiento fuerte de
protesta en Brasil, Uruguay y Chile.
18 de noviembre de 1984
De manera paulatina pero segura, la situación en el país está evolucionando
hacia una nueva “madurez revolucionaria” y esta vez la toma de poder se
llevará a cabo, sólo que aún no está claro cuándo ocurrirá.
Otra vez constaté que la combatividad y la moral están sorprendentemente
elevadas. En cinco años de guerra ya murió una generación entera de revo-
lucionarios, dirigentes políticos y cuadros militares. Sin embargo, se sigue la
lucha. Ahora se forman nuevos cuadros, de los cuales se sabe de antemano
que la mitad caerá en la lucha, pero no es una razón para desanimarse, al
contrario. Los “revolucionarios europeos”, para quienes ser de izquierda o de
derecha no es una cuestión de vida o muerte, pueden aprender mucho de lo
que pasa aquí. Sobre todo en cuanto a la moral revolucionaria.
Para mi, “moral revolucionaria” significa seguir luchando por la revolución
sin importar si la situación en el momento sea buena o mala. Pero tampoco
significa para mi una sumisión acrítica a todas las líneas emitidas por el par-
tido. Quiero seguir reflexionando y emitiendo críticas hacia el partido. Hay
momentos en los que dudo de ciertas líneas, que dudo sobre las posibilidades
127
reales de la toma del poder, pero NUNCA tengo dudas en cuanto a la justicia
y a la necesidad de la lucha misma.
Por ejemplo, es difícil para mi juzgar sobre la fortaleza o la debilidad del ene-
migo y a este nivel confío mucho en los comandantes, porque ellos disponen
de muchas más fuentes de información que nosotros, ya que nosotros depen-
demos casi únicamente de los programas de radio locales, además llenos de
propaganda gubernamental.
22 de noviembre de 1984
Es la última semana de noviembre. Supongo que en Bélgica ya está haciendo
bastante frío. Ha pasado mucho tiempo en que no he sentido el aire helado,
pero aún lo recuerdo muy bien así como su contraste con el calor agradable
dentro de las casas. Aquí, la cosecha del café está llegando a su fin y se acer-
can la cosecha del algodón, los vientos calientes del Norte, la sequía de los
ríos, los bichos…...
30 de noviembre de 1984
Hoy tuvo lugar la segunda ronda del diálogo, la cual tuvo mucho menos
impacto que la primera. Esta vez se hizo en Ayagualo. El FMLN-FDR pre-
sentó su proyecto de “gobierno provisional de amplia participación”. Lo
que quiere decir que la guerrilla quiere participar en un gobierno en donde
también sesionen todo tipo de otros sectores (menos la extrema derecha),
por medio de la vía del diálogo y de la negociación. Duarte, por su parte,
exige la rendición incondicional de la guerrilla. Lo cual obviamente es im-
posible y demuestra que Duarte no está interesado en lo más mínimo en
negociaciones. Ni siquiera se presentó en Ayagualo sino que envió a su
“representante”.
Los discursos de Facundo Guardado y Rubén Zamora eran aceptables, por-
que no mienten a la gente o no les están presentando ilusiones falsas.
2 de diciembre de 1984
Después del diálogo, la guerra continuó más fuerte que nunca.
El balance militar y político es otra vez muy positivo. Hoy el batallón Arce
salió de Morazán, después de 48 días de “invasión” y durante su retroceso
aún cayeron cuatro veces en una emboscada. En total perdieron 257 (¡!)
hombres, sin lograr infligirnos un golpe fuerte o estratégico.
128
También en Chalatenango conseguimos varias victorias, esta vez de los ba-
tallones Felipe Peña, Ernesto Morales y un batalllón guerrillero nuevo: 60
muertos, 40 heridos y 40 presos. El botín: 104 fusiles, 5 ametralladoras, 13
radios verdes, 2 lanza-granadas y un cañón de 90 mm.
Aquí los compas están en pleno sabotaje de la cosecha del café. La cosecha
está casi paralizada, porque a los trabajadores no les gusta trabajar cuando los
soldados están cerca; además muchos no quieren trabajar mientras no se les
garantice el pago del salario acordado. Y de manera paulatina pero segura los
compas extienden el control político sobre la zona.
A nivel interno el partido está pasando por una purificación, desagradable
pero necesaria. Debido a la situación del momento, la actividad relativamente
reducida a nivel militar, el nivel elevado de estudio y de preparación, etc. hay
muchos compas que están perdiendo de vista la perspectiva de la victoria o
que no se sienten capaces de enfrentar la prolongación de la guerra y prefie-
ren retirarse. El partido opina que aquéllos que prefieren retirarse lo hagan,
de tal manera que los que se quedan sean realmente personas en las cuales
se puede confiar plenamente. Además, ahora hay muchas otras tareas por
cumplir y así muchos compas que ya no quieren vivir en los campamentos
pueden ser útiles de manera diferente.
Hoy, por ejemplo, Alfredo, que trabajaba en Prensa, se fue. Ya desde hace
tiempo él tenía problemas y Karin ya había propuesto despedirlo y encar-
garle otras tareas. Ahora él se fue solo sin hablarlo con el partido y esto es
una lástima. También Matilde y Manuel se vinieron para acá, parece que
para entregar su “renuncia”, porque no aguantan más las duras condiciones
de vida. Ambos son de la capital e intelectuales y yo entiendo que la vida es
muy dura aquí para ellos; sin embargo, me molesta pensar que son médicos
y salvadoreños y que no entienden la necesidad de su presencia y trabajo
aquí.
3 de diciembre de 1984
Los soldados están en los alrededores de Berlín y en San Agustín y San Chico.
El campamento está siendo atacado constantemente con morteros. Durante
las noches pasadas, constantemente hubo tiros a la altura de San Marcos,
Tierra Blanca y la carretera.
Hoy llegó Oswaldo, un activista que trabaja en la zona de Gualache, con una
pierna rota. Fue herido durante una emboscada y fue acogido y atendido por
la población. Hubo soldados en los alrededores durante toda una semana, de
manera que no lo pudieron transportar antes. Realmente, es una señal de
mucho valentía de parte de la población, porque saben perfectamente bien
129
que, si los soldados descubren que tienen a un guerrillero en casa, ellos mis-
mos son hechos presos o asesinados.
5 de diciembre de 1984
Hoy el Atonal quiso adentrarse en nuestra zona, pero a la altura de La Bomba
se toparon con una mina y con nuestros buenos tiradores, que les causaron
siete pérdidas, lo que los obligó a retirarse inmediatamente.
Para nosotros la situación seguía estando tranquila, descontando los morteros
y los helicópteros que nos sobrevolaban.
Nos llama la atención que el ejército también empieza a moverse en unidades
más pequeñas y que trabaja ahora sobre todo con patrullas. Parece que ya se
adaptaron a la táctica guerrillera, pero por otro lado esto los hace muy vulne-
rables, porque para los compas es muy fácil eliminar estos pequeños grupos.
Hay muchos activistas políticos en la zona, que vinieron a tomar cursos.
La Cruz Roja Internacional vino hoy a distribuir medicamentos a la población
y el ejército los esperó en San Chico, no los dejó solos ni un minuto y quiso
que se fueran lo más rápido posible.
10 de diciembre de 1984
Estoy casi solo en la clínica y aprovecho para seguir escribiendo un poco.
Tila, que ya tuvo su bébé, está de regreso y se encuentra en el viejo hospital
del manglar. Pienso que voy a trabajar alternativamente con ella y con Nel-
son, para que ambos lleguen a conocer la situación en la costa. Pienso que
Tila es capaz de sustituir a Matilde.
Me siento mal y me temo que tenga hepatitis, ya que mis ojos están amarillos
y que mi urina tiene el color de la coca-cola. No me extrañaría porque ya he
tenido varios pacientes con hepatitis.
Hoy hablé con Karin sobre la idea de tratar de sacar mis diarios de aquí antes
de que se pudran en el suelo. No es que sean tan importantes, pero pienso que
pueden ser útiles para algo o para alguien. Me doy cuenta de que son muy
personales, que escribo muy pocos análisis o críticas, que desarrollo demasiado
poco los aspectos médicos (pero para esto tengo otro cuadernito) y que descri-
bo demasiado poco las cosas, porque no tengo realmente talento de escritor.
Pasan tantas cosas por mi cabeza, pero no siempre logro ponerlas en el papel.
Siento que aprendí muchísimo a nivel político e ideológico. No me quejo para
nada de haber venido acá y sigo convencido de que me quedaré largo tiempo
más, aún si la situación tomara un giro negativo, aún si la muerte se acercara...
También siento que crecí a nivel social, a pesar de la enorme pobreza social.
130
12 de diciembre de 1984
Los soldados salieron de los pueblos durante un solo día y ya están de regreso.
Parece que su objetivo es “dejarnos morir de hambre”. Esta mañana el Ato-
nal concentró sus tropas supuestamente para meterse en la zona, pero hasta
ahora no los hemos visto. Sin embargo, estamos muy atentos, pero los cursos
políticos y el estudio siguen.
En las fincas del café sigue el juego del gato y el ratón con los soldados y el
sabotaje a las cosechas del café y del algodón sigue, mientras que el enemigo
sigue sufriendo pérdidas en la zona de Jiquilisco, en el litoral y aquí en la zona,
debido a las minas. También la costa se ve totalmente diferente. Los compas
son muy agresivos y siguen constantemente de muy cerca a los soldados y es-
tán cerca de la población. Es tiempo de que vaya otra vez un rato para allá.
Según Carmelo, que acaba de regresar de Jucuarán, la situación en El Tigre se
ha tranquilizado un poco, desde la muerte de Monterrosa y desde que el ejér-
cito se está enfrentando en todos lados con unidades guerrilleras. Me puedo
imaginar que, si en todas las zonas las cosas se pasan como acá, el ejército se
ha de sentir en serios problemas.
20 de diciembre de 1984
Karin también tiene hepatitis, así que ambos estamos bastante débiles. En
Bélgica casi nunca me enfermaba, pero las circunstancias y la mala nutrición
te afectan la salud.
Hoy el Atonal se retiró, pero inmediatamente después llegó el Bracamonte,
cansado después de la invasión en Jucuarán, para sustituirlo. Está claro que,
mientras dure la cosecha del café, deben dejar tropas acá. Y, en tales circun-
stancias, a nosotros nos va mal: no tenemos azúcar, ni café, ni cigarrillos, muy
pocos medicamentos, no hay velas (así que sólo puedo escribir de día), ...
23 de diciembre de 1984
La zona empieza paulatinamente a llenarse porque todos van a venir acá
a pasar las fiestas de Navidad y hoy los compas del aprovisionamiento, re-
forzados con unos cuantos compas de cada estructura, salieron para irse de
compras, puesto que el Bracamonte se estableció en los alrededores de Berlín.
Pepe hasta logró traer un par de puerquitos. Así comeremos rico, lástima que
ahora estoy sin apetito. Karin está muy sensible los últimos días, en parte
debido a la enfermedad, en parte también porque ahora debe decidir si se va
a arriesgar a hacer el viaje a Bélgica o no.
131
29 de diciembre de 1984
El Bracamonte pasó las fiestas de Navidad en las plantaciones de café. La
noche de Navidad se acercaron a San Chico y Los Horcones y el día después
de Navidad pasaron por San Agustín. Después, supuestamente iban a atra-
vesar la zona para dirigirse a la litoral; sin embargo, no lo hicieron, aún si el
comandante le comunicó por radio verde a su jefe haberlo hecho. O sea que
las tropas de élite ya no son lo que fueron antes. Sencillamente no cumplen
las órdenes recibidas.
Y hoy el Atonal volvió a surgir en los alrededores de Berlín.
Los discursos navideños presentaron una evaluación de la situación política,
militar y general del FMLN.
A nivel militar, se lograron grandes avances en el curso del año. Se logró frus-
trar los planes y la agresión de los Estados Unidos. Se frustró la intervención
inminente de los Estados Unidos y se aniquilaron los planes de la CONARA,
en gran parte gracias a la aplicación de la táctica guerrillera. Se dieron varios
golpes estratégicos (el puente Cuscatlán, la toma de Cerrón Grande, la elimi-
nación de helicópteros y de mandos estratégicos...), se fortaleció el control
en las zonas existentes y se extendió hacia nuevas zonas; se reabrió el frente
occidental y hay de nuevo presencia militar y política en las ciudades.
A nivel político el gran avance consiste en el fortalecimiento de los lazos con
las masas así como el trabajo organizativo en las ciudades y en las zonas ru-
rales. Y el diálogo.
Carmelo planteó en su discurso que El Salvador sigue a la cabeza de la lucha
anti-imperialista. La ingerencia y la agresión de los Estados Unidos van en
constante aumento, pero la decisión firme del pueblo salvadoreño de seguir
la lucha crece en la misma medida.
Patricia, a quien Karin había estado formando desde que llegó acá, se fue. Se
fue tras de Roberto, quien se fue para la capital. Karin está furiosa, comple-
tamente impotente.
31 de diciembre de 1984
Fue una víspera de año nuevo sin muchas coronas.
Me fui al pueblo para encontrarme con la Cruz Roja Internacional y me en-
contré con un periodista italiano que a fuerzas quería adentrarse en la zona.
Pero no le pude dar este permiso. Me parece extraño que esta persona salga
al campo la víspera de año nuevo en lugar de dedicarse a emborracharse en el
hotel junto con sus compañeros. Ha de haber sido buena persona.
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Radio Venceremos recuerda a los muertos: Cecilia, Sánchez, Ramón, Maris-
ca, Silvia, Claudia, Gustavo, Carlos, Moreno, Davidchón, Walter, Samue l...
y tantos otros. Solamente en esta zona ya son unos veinte. La guerra sigue
exigiendo muchos sacrificios.
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135
Diario ãno 1985
Jueves 3 de enero de 1985
El campamento se encuentra aún flotando en el espíritu fiestero y el Atonal
aún ronda sin causarnos mucha molestia.
Hoy estudiamos con la clínica « el plan estratégico del enemigo » después de
haberlo discutido ayer con todos los responsables. Muchos compas aún tie-
nen sus dudas acerca de la nueva táctica, yo también al principio, pero cuan-
do examinas bien los planes del enemigo, entonces constatas que el FMLN de
nuevo tiene la razón. Pero, ¿cómo traspasas esta certeza a los otros compas?
Mientras más analizas la situación, más te convences de que vamos por el buen
camino, que el proceso en este país es muy importante y que el FMLN está en
la vía correcta para poner en jaque al imperialismo de los Estados Unidos.
Martes 8 de enero de 1985
Volví a la clínica después de una breve maniobra que realizamos en el curso
de los últimos días. Fue otra vez una invasión que se desarrolló de forma muy
tranquila. Pero no parece ser así al otro lado del rio, en el volcán Chichon-
tepeque. Durante toda la noche dispararon luces de bengala. Esta mañana
temprano hubo fuego de morteros desde el Ingenio Jiboa, después aviones
y un desembarque de helicópteros. Y ahora bombas sin cesar, morteros y
fuego de ametralladoras. Es un poco extraño ver todo esto a distancia y tra-
tar de imaginarse cómo está la situación en la zona. Me imagino que debió
haber una concentración de compas, que ahora resisten fuertemente, porque
normalmente el ejército ya no realiza este tipo de invasiones. Seguramente
es una respuesta a la seria derrota que sufrió el batallón Tehuacana en « El
Chile »: 15 muertos y 24 heridos (¡según fuentes del ejército!). Por un lado,
me preocupo por los compas en la zona, pero por otro lado tengo confianza
en que ellos resisten a las invasiones del ejército tan bien como lo hacemos
nosotros. Y también existe la posibilidad de que sólo sea un balón inflado
destinado a subir la moral de los soldados.
Aquí seguimos siendo muy cautos, siempre muy móviles - lo que resulta di-
fícil con tantas estructuras internas. Pero una movilidad como en « El tigre »
no es necesaria aquí, porque ésta es una zona de retaguardia. La situación en
la zona cafetalera de Berlín, donde sólo se encuentran algunas unidades de la
guerrilla, es muy diferente.
Karin sigue acompañada de Matilde y Manuel, que esperan su partida y no
tienen nada que hacer. Da la impresión de que la estructura de Karin es con-
136
siderada como un refugio para los casos difíciles y perdidos. Menos mal que
ella tiene mucha paciencia.
Jueves 10 de enero de 1985
Una fecha importante para el FMLN: el cuarto aniversario de la ofensiva final
y el nacimiento de Radio Venceremos.
Cuando pienso que la guerra aquí ya dura cuatro años, entonces me parece
que la segunda guerra mundial en Europa fue breve en comparación. Aun-
que la diferencia entre una guerra convencional con armas de destrucción
masiva y esta guerra de guerrillas es muy grande.
La situación sigue tensa a causa del constante patrullaje del Atonal, que
cada tercer día se nos acerca, sin realmente atacarnos. Según las conversa-
ciónes y las órdenes por la radio verde, tienen orden de entrar en la zona
cada tercer día , para así tenernos caminando sin cesar, pero no lo hacen.
¿Por qué? ¿Por miedo a las minas y a los francotiradores? ¿Porque les falta
la moral?
Tila, que está en la costa, sigue insistiendo en que la examine, porque se sien-
te muy enferma; es hora de que vaya otro rato para allá.
Martes 15 de enero de 1985
En el hospital de la costa reina un ambiente de tranquilidad enorme y de
compañerismo entre los compas. La mayoría es gente adulta y madura que
puede vivir con esta falta de higiene y en este aislamiento. El lugar es mucho
más agradable que el antiguo hospital y mucho más seguro.
Fue una sorpresa agradable ver como todo se desarrolla aquí de manera
ordenada gracias a las capacidades médicas, ideológicas y organizativas de
Tila. Me preocupa la hinchazón de su vesícula que necesita una operación a
la que no me arriesgo por los muchos riesgos ligados a ella. Tendremos que
arreglar de forma urgente su traslado a la capital. Lástima que con eso el
hospital quedará otra vez abandonado a su suerte. ¿O regresamos Nelson o
yo a trabajar allí?
Aquí me siento como si estuviera de vacaciones; se oyen los enfrentamientos
y la guerra, pero de lejos. Sólo los zancudos son una verdadera peste.
Jueves 17 de enero de 1985
Una mañana calurosa. La bulla de los pescadores y cazadores de cangrejos se
está apagando. No hay morteros ni balas.
137
Ayer en la mañana trajeron un herido que por accidente había pisado una
mina de los compas. Las heridas son superficiales, pero, después de dos dias,
aún no se recupera del trauma.
Ayer fui con Oswaldo (recuperado ya) a Cuchimonte para arreglar con Javier
el traslado de Tila y otros pendientes más.
Allá supe que para el domingo se planea una acción grande: el asalto a una
fábrica de algodón donde se encuentran unos 75 soldados fuertemente arma-
dos. Por consiguiente me quedaré aquí porque pudiera haber heridos.
Mientras tanto, Mister hizo un poco de humo quemando plasta de vaca; sin
esto, los zancudos nos hacen la vida imposible.
Por el momento hay que esperar las actividades de los compas y mientras tan-
to paso el tiempo dándoles clases a los brigadistas y organizando reuniones
sobre la situación política y militar actual.
Este pequeño hospital sólo existe desde hace tres semanas y ya está “quema-
do”, a pesar de las estrictas y respetadas medidas de seguridad. Seguido pasan
pescadores en sus embarcaciones y ellos habrán notado que hay compas en
el lugar.
El año cuenta sólo 15 días y según Radio Venceremos el ejército ya perdió 256
hombres. Hoy hubo una manifestación de los cooperativistas en la capital, se
destruyó un beneficio del café y para el domingo ya hay un programa. El año
empezó bien.
Lunes 21 de enero de 1985
Por la noche y también esta mañana oímos disparos de fusiles y morteros.
Tengo curiosidad por saber cómo se desarrolló nuestra acción y espero que no
haya habido ni heridos graves ni muertos de nuestro lado.
Ayer finalizó la acción « Torola 5 » en Morazán con poco éxito, porque los
compas destruyeron el puente sobre el río Torola y de esta forma separaron a
los soldados que se encontraban en la zona de su puesto de mando y del resto
de las tropas, lo que ocasionó pánico y el rescate inmediato por helicóptero
de los soldados rodeados.
El vientre hinchado de Tila me hace dudar: ¿cálculos biliares? ¿Cálculos re-
nales? ¿O tiene que ver algo con su embarazo anterior? Trabajar sólo en base
a datos clínicos es difícil a veces.
Moris (el que pisó la mina) se recupera, pero de forma lenta y está para-
lizado del lado izquierdo. ¿Por qué? ¿Tal vez una esquela entró en el ce-
rebro? ¿Tal vez recibió un golpe en la nuca? Espero que se recuperará por
completo.
138
Hablé con Cesarito de lo que muchas veces también ya discutí con Karin, a
saber que he tomado la decisión de pelear contra toda injusticia y de construir
un mundo justo, y que esto es lo que estoy tratando de hacer ahora y aquí,
sin que este lugar sea necesariamente el último. Peleo hoy aquí porque se
trata de una lucha crucial que se está llevando de forma correcta.
También me di cuenta de que últimamente le temo menos a la muerte o a caer
herido. Estamos en guerra y siempre se corre peligro, pero lo considero como
un mérito poder morir peleando por la liberación de este pequeño país.
Mientras tanto, hemos recibido la noticia de que la acción de los compas
transcurrió sin problemas: destruyeron dos depósitos de algodón y se retira-
ron con toda calma. No pudieron infligirles pérdidas a los soldados porque
éstos salieron corriendo.
Domingo 27 de enero de 1985
Pasó otra semana y estoy de vuelta en la zona.
Vi a algunos compas « nuevos » que llegaron desde Morazán, sobre todo po-
líticos. Federico viene también para acá para poner en marcha una escuela
revolucionaria.
En toda la semana no hemos sentido reales amenazas por parte de los solda-
dos, así que en el campamento reina un clima relajado. Leí algunos folletos
nuevos que posteriormente estudiaremos con el colectivo: sobre el Che y
Rafael Arce Zablah, sobre la lucha armada y la lucha de masas, sobre el impe-
rialismo... Y, por lo demás, llenamos el tiempo con tareas rutinarias: exami-
nar a los hombres, controlar escondites, reponer medicinas, consultas, sacar
dientes y reuniones.
Ayer, a la altura de Jiquilisco, los compas volaron dos locomotoras. Esto quie-
re decir que también en la costa siguen siendo activos y esto me alegra.
El balance de este mes es bastante positivo y se caracteriza sobre todo por las
acciones de sabotaje que le han proporcionado pérdidas millonarias al régi-
men. Además, las tropas del enemigo se reducen cada vez más y el ejército
se ve obligado a actuar sólo en forma defensiva: la protección de la cosecha
de algodón y café.
Los compas tienen ya muy bien dominadas las técnicas guerrilleras.
Jueves 31 de enero de 1985
Estoy de nuevo en la costa. Parezco un judío andante. Ahora que Tila se en-
cuentra muy enferma y que Matilde se va, tendré nuevamente que estarme
moviendo más a menudo.
139
Aproveché mis pocos días en la zona para conversar mucho con Karin quien
se volverá a ir pronto. ¿Cuándo volveré a verla?
El traslado de Tila no nos ha resultado tan fácil como lo habíamos pensado,
por el hecho de que no dispone de ningún papel de identificación. Ojalá lo
logremos este fin de semana. Y este fin de semana comenzaremos también
la construcción de un nuevo hospital, porque este lugar ya no cuenta con las
medidas de seguridad necesarias. Lo que es una lástima porque la ubicación
de este hospital era ideal. Esto quiere decir que tendré que permanecer aquí
unas dos o tres semanas más hasta que todo esté terminado.
Domingo 3 de febrero de 1985
Esta mañana me desperté asustado por el fuego de morteros y ametralladoras
que se oía muy cerca. Pensé de inmediato en una acción de comando, pero el
fuego se concentraba en el Manglar, al otro lado del río. Esto de todas mane-
ras demuestra que el ejército sabe de nuestra presencia aquí y esto hace aún
más urgente la mudanza hacia un nuevo hospital.
A pesar de todo el caos de la guerra, sigue habiendo civiles en busca de garo-
bos o cangrejos y otros vienen a pescar. Debido a que el río cambió su curso,
seguido hay sequía y la población se acerca cada vez más a donde hay agua.
Toño, Alberto, Julián, Nuñuco y Mister están muy ocupados en la construc-
ción del hospital nuevo.
Oswaldo y Lety parten ambos hacia la zona a pesar de que aún cojeen. Les di
una carta para Karin; en tales momentos me doy cuenta que la voy a extrañar
muchísimo cuando se vaya.
Tila también se fue hoy, justo un mes después de haber sufrido su primera
crisis. Estoy muy preocupado por ella y de verdad espero que la traten bien y
que pronto pueda volver.
Miércoles 6 de febrero de 1985
Mañana los fundamentos de las casitas tienen que estar listos y después sigue lo
más crucial: la mudanza del material, del barco y de la reserva de maís, y todo
se tiene que hacer en secreto... Es verdaderamente urgente, porque se habla de
una invasión y no nos podemos permitir ser sorprendidos por el enemigo.
Hoy me sentí enormemente lejos de la zona, tanto en tiempo como en dis-
tancia. Será porque aquí no se oyen ni balas, ni morteros, ni bombas. Aquí
estamos realmente cortados de la realidad.
Debería aprovechar mi estadía aquí para escribir a casa, a mi hermano Willem,
para explicarle por qué me quedo aquí.
140
Domingo 10 de febrero de 1985
Estoy en una hamaca, en el nuevo hospital. Hay casitas con piso de madera;
agua dulce y limpia fluye por debajo y aquí no hay ni sanguijuelas ni zancu-
dos. Cuando se terminen los puentes, será aún más agradable.
El hospital tiene como única protección su clandestinidad. Fuera del per-
sonal, los heridos y Javier, nadie conoce su ubicación. Solamente se puede
llegar o salir de noche. El camino es sumamente malo, en algunos lugares
te hundes hasta la cintura en el lodo. Esto no es problema si vienes para acá
porque después te puedes lavar, pero si te vas de aquí resulta problemático.
Estamos completamente aislados del mundo exterior. Aquí necesitamos ver-
daderamente una radio para saber en dónde se encuentran los compas y el
enemigo.
El viernes desmontamos completamente la vieja casita y toda la noche trasla-
damos tablas, láminas y sacos. Todos estaban muertos de cansancio, pero a pe-
sar de esto todo el sábado seguimos descargando y transportando materiales.
Hoy arreglé el cuarto de operación y la farmacia, puse en marcha la cocina y
por fin estoy descansando un poco.
Toño, Alberto, Alfredo y Julián trabajaron como burros. De verdad no sé de
donde sacan las fuerzas y la resistencia. Maldijeron a medio mundo y todo
pero nunca se quejaron. Sin refunfuñar, cargaban cinco a seis tablas en la
espalda y así patullaban por el lodo. No pude seguirles el ritmo. Cuando ter-
minamos, quería llorar de cansancio. Es la primera vez que tengo que hacer
tanto esfuerzo físico aquí y lo sentí tan pesado porque aún no me he repues-
to de la hepatitis. Tuve que apretar los dientes y es en esos momentos me
pregunto: ¿qué podría aún desesperarme en Europa? Siento que de aquí en
adelante puedo resistir a todo.
Martes 12 de febrero de 1985
Son las siete y media de la noche y me encuentro solo en el hospital con los
heridos. Tendría que haber salido hacia la zona pero mi salida fue retrasada
por dos días; ¿Por qué? ¿Se estará planeando otra acción?
El FMLN realizó ayer una acción coordinada de sabotaje de la electricidad a
nivel nacional. Fue un tipo de ejercicio para todo lo que aún es posible hacer
en el futuro.
En la zona se está llevando a cabo una invasión y los bombardeos se oyen
hasta aquí, en este nido abandonado. Espero que no caigan heridos graves,
ahora que estoy tan alejado.
¿Cómo estará Karin?
141
En la radio escuché una buena entrevista con Gutiérrez, el fundador de
la teología de la liberación. Gutiérrez explica que no quiere escribir libros
gruesos sobre teología y revolución, sino que prefiere participar activamen-
te en la revolución. Explica que hay lucha de clases en todos los países
latino americanos y que con la gente él no habla sobre la teología de la li-
beración, porque esto no les aporta mucho, sino que habla sobre las tareas
concretas de la revolución. El habla como un Carmelo, sin muchos tapujos,
aclarando y explicando la situación. Esas son personas a las que uno quie-
re, personas de pocas palabras, pero que actúan de manera consecuente.
Por fin alguien que también dice que es mejor morir luchando que enve-
jecer analizando.
Miércoles 13 de febrero de 1985
El viento del norte hace tambalear las casitas.
Federico llegó aquí para arreglar algunos asuntos. Trae nuevas instrucciones
a nivel político, militar y organizativo, que deben darle un nuevo impulso a
la zona.
Me temo que esto seguramente prolongará mi estadía acá. La verdad es que
ahora preferiría ir a la zona, porque Karin puede irse en cualquier momento
y me gustaría mucho despedirme de ella, quien sabe por cuanto tiempo.
Domingo 17 de febrero de 1985
Sigo en la costa. Un poco en contra de mi voluntad, puesto que mi trabajo
aquí ya está terminado. Revisé toda la tropa, los heridos están mejorando,
el hospital está terminado. Ahora sólo me queda esperar a Federico para ir
a la zona.
Sábado 23 de febrero de 1985
El desembarque estaba planeado para la costa. La marina atacó a la altura de
la isla Méndez. Todavía no nos llegan más noticias, aunque pienso que no fue
nada serio.
A la altura de esta zona, el Atonal y el Bracamonte siguen dando vueltas,
pero el ambiente está muy tranquilo. Estudiamos y nos reunimos mucho.
Y tengo que terminar urgentemente varios folletos para los cursos para los
brigadistas.
Karin está muy ocupada en formar a Raquel y yo me ocupo sobre todo de la
formación de Chayo, Chofa y Rosa.
142
Jueves 28 de febrero de 1985
Hoy se termina el paro del transporte.
Los compas de Morazán tomaron el centro de comunicaciones de la Torreci-
lla, eliminaron a 43 soldados y se apoderaron de diez fusiles y una radio.
El Bracamonte y una parte del Atlacatl están en San Agustín, pero aún no
está claro si entrarán en la zona.
Viernes 1 de marzo de 1985
La amenaza de una invasión permanece.
Tanto Karin como yo estamos muy ocupados. Pronto ella partirá hacia el
norte para posteriormente desde allá partir rumbo a Bélgica. Estoy un poco
celoso, pero aún así ahora no quiero salir de aquí.
Martes 5 de marzo de 1985
Estamos en la Hacienda El Coroz. Hace ya tres días que salimos de la zona
porque el Atonal vino a buscarnos, pero fue nuevamente el prototipo de una
invasión tranquila.
Mientras, la clínica cuenta algunos pacientes más: Vicente recibió un balazo
a través de su mochila, que afortunadamente no penetró profundamente;
William recibió un balazo en la pierna y Chico se torció el pie. De nuevo fue
una invasión con poco movimiento y, mientras, los políticos siguen trabajan-
do normalmente en su zona.
Hasta fui al pueblo junto con Peche donde la Cruz Roja Internacional nos
contó que Médicos sin Fronteras también va a trabajar en El Salvador, entre
otros en el Jocoro, Tierra Blanca, es decir en donde el enemigo tiene cuarte-
les. Personalmente no me convence mucho esta iniciativa.
Yáñez, el coronel de Usulután, fue trasladado por corrupción hacia Argentina
como agregado militar: un premio en lugar de una sanción. Así funciona este
mundo, en donde tanto los políticos como los militares son profundamente
corruptos.
Miércoles 6 de marzo de 1985
Ya llevo cuatro días en el mismo lugar y no puedo seguir dando el curso por-
que Chayo se encuentra en el puesto de mando. No me queda más que seguir
trabajando en la redacción de nuevos cursos. Así el tiempo vuela.
143
Ayer Federico regresó con la noticia de que habían excluido a Mister a causa
de sus problemas alcohólicos. Yo personalmente no estoy de acuerdo con esta
decisión y hablaré con Carmelo para que se retracten, porque él nos puede
seguir siendo muy útil si sigue trabajando con nosotros y si no se le abandona
a su suerte.
Hoy tuvimos unos momentos de pánico porque llegaron aún más soldados
a San Agustín y al mismo tiempo hay mucho movimiento de aviones y heli-
cópteros, pero por lo pronto todo sigue estando tranquilo.
Mientras tanto, Karin ya sabe que va a salir por San Miguel y Guazapa. Esto
significa una buena caminata, pero a ella no le importa porque al mismo
tiempo será una oportunidad para conocer varios otros frentes.
Domingo 11 de marzo de 1985
Primero pasé cuatro dias en El Coroz y ahora ya llevo cuatro días en Los
Canales, bastante cerca de San Agustín. La operación del Atonal tiene clara-
mente como objetivo la destrucción de los campamentos y la recuperación de
materiales. Según los periódicos ya encontraron mucho, pero sólo sabremos
si es cierto cuando regresemos a los campamentos, porque generalmente los
periódicos están llenos de mentiras.
El Atonal ya sufrió muchas pérdidas, sobre todo a causa de las minas.
Siguen siendo días sin mucho que hacer y los lleno reescribiendo el manual
de la brigada médica. En momentos de espera como éstos, me siento tan
inútil, aún si sé que no lo soy. Además, Chofa está de mal humor: está emba-
razada y quiere ir a Morazán; y, además, Chayo es combatiente y está en la
clínica en contra de su voluntad. Pero lo que más me desespera es el no poder
hacer nada, mientras planeamos tantas cosas y hay tantas cosas que hacer.
Miércoles 14 de marzo de 1985
Desde ayer estoy de vuelta en mi lugar viejo y conocido. El lunes, el Atonal
abandonó la zona, rapidísimo, de manera que nos sorprendió. Los compas
aún les causaron cinco bajas y nosotros también tuvimos un muerto, mien-
tras que Pacita recibió un balazo en la mandíbula. Tuvimos que irnos rápida-
mente y operar a Pacita en el camino. El martes en la mañana los soldados
llegaron hasta el lugar donde habíamos dormido la noche anterior y abrieron
el fuego con un .50 y un mortero de 60 mm. Fue un caos tremendo, pero de
todas maneras pudimos llegar al campamento sin problemas, donde perma-
necemos ahora. Estamos en el mismo lugar donde se encontraba la clínica el
año pasado, un lugar muy aislado.
144
Lo positivo es que no tenemos que construir casitas y esto significa que po-
dremos comenzar nuestro trabajo de inmediato. Felizmente, toda la propa-
ganda sobre el descubriemiento por los soldados de nuestros medicamentos
fue pura mentira y todos nuestros escondites están intactos.
La operación de Pacita fue un éxito, pero se quedará mutilada, porque gran
parte de su mandíbula estaba hecha pedazos. Es un duro golpe psicológico
para ella.
Sábado 16 de marzo de 1985
Son días de mucho trabajo.
De la evaluación de la última maniobra resultó que las estructuras internas
deben aprender a manejar mejor las minas, para así causarle mayores pérdi-
das al enemigo.
Ayer fui al pueblo y por fin recibí dos libros muy buenos de medicina de la
Cruz Roja Internacional. Regresé al campamento muy cargado y a mi vuelta
aún saqué dientes e hice consultas. Karin iba a irse hoy, pero su salida fue
otra vez pospuesta debido a una invasión en el norte de San Miguel.
Hoy fue otro día de triunfos: se eliminó a una compañía en el volcán de San
Salvador y se destruyó un centro de comunicaciones. En Jucuarán los com-
pas ocasionaron 12 bajas al enemigo y seis en el norte de San Miguel. En San
Vicente sabotearon un beneficio del café y en Usulatán una vía de tren... Le
han pegado duro al ejército.
Aquí el Atonal se retiró llevándose muchos muertos y heridos. Mientras, ya
están de regreso en la zona. Así que nuevamente tuvimos que enterrar todo,
pero seguimos trabajando. Espero que los soldados nos dejen tranquilos unos
cinco días más para así poder terminar todos los asuntos pendientes, pero así
no es como funciona la guerra...
Lunes 18 de marzo de 1985
Estamos en El Cedro, en medio de la zona y nuevamente en maniobras.
Es evidente que se acercan las elecciones, municipales esta vez, y el ejército
se las juega por hacer que todo marche ‘normalmente’.
Los políticos partieron esta mañana hacia sus zonas y la gente de la costa
también se fue.
Hubo muchos disparos durante la noche, a la altura del litoral y en otros
lugares de la zona. Posteriormente se supo que eran los soldados que fueron
sorprendidos por cuzucos.
145
Martes 19 de marzo de 1985
Estoy de regreso en la clínica. Desde hace dos días duermo fuera de la casa.
El Atonal abandonó hoy la zona y perdió por lo menos veinte hombres, no-
sotros ninguno. Un balance muy positivo. Por mi parte, así pueden regresar
cuantas veces quieran, para que nos den aún más oportunidades para pro-
porcionarles pérdidas.
Cuando hoy regresamos al campamento, me quedé sorprendido por lo cerca-
no que estaba. A pesar de que ya haya pasado un par de años en esta zona,
casi siempre en el mismo entorno, todavía no la conozco como la palma de
mi mano. Fuimos recibidos con un intenso fuego de morteros.
Jueves 21 de marzo de 1985
Hasta que terminen las elecciones, la tensión de los soldados a nuestro alrede-
dor, las maniobras y las pérdidas, seguirán. Acabo de recibir la noticia de que
tenemos que prepararnos para un fuego cruzado de morteros (desde cuatro
direcciones); los soldados nos rodean en forma de medio círculo. Pero a na-
die parece perturbarle mucho esto, todos se preparan tranquilamente. Poco
a poco nos hemos acostumbrado a esta otra manera de vivir. El tiempo de la
retaguardia tranquila, que sólo subía una invasión cada tres a cuatro meses,
se ha acabado. La guerra ha cambiado totalmente de carácter. El ejército tiene
que abarcar mucho más territorio que hace un par de años y le resulta difícil
realizar grandes invasiones con un número grande de tropas. La mayoría de
las veces se limitan a patrullar porque de esta forma logran repartir mejor sus
tropas. Pero éste fue precisamente el obejtivo del FMLN, porque, a partir del
momento en que el ejército estará verdaderamente muy fragmentado, será
fácil eliminar unidades enteras.
Hoy tuvimos que hacerle un aborto a una compa que trató de abortar sola
ingiriendo toda una mezcla de hierbas. Sigue sangrando mucho y esto me
preocupa.
Domingo 24 de marzo de 1985
Una mañana de domingo sin pacientes ni brigadistas en la clínica, porque
todos se fueron a un acto. Yo me quedé aquí para así poder trabajar tranqui-
lamente y pasar algún tiempo con Karin, porque, aunque su partida cada día
se posterga más, ella puede irse en cualquier momento.
Karin tuvo una larga conversación con Carmelo, sobre la importancia de su
partida, sobre la importancia de explicarles nuestra situación a la gente en Eu-
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ropa, sobre la importancia de la solidaridad, sobre todo a nivel político. Su ta-
rea más importante será actuar en contra de la abrumadora desinformación.
Martes 26 de marzo de 1985
Pacita se recupera de manera sorprendente y pronto podrá partir rumbo a su
casa en la costa. Pero G. regresó después de que expulsó el feto y el resto de
la placenta. Ella requiere de mucha atención y de muchos cuidados. Tiene
fiebre y está muy debilitada; mi preocupación es que la placenta no fue ex-
pulsada completamente, pero confío en que todo saldrá bien.
Recibí una carta animadora desde la costa: los heridos están bien, Tila quizás
volverá pronto, Nelson trabaja bien, pero Manuel cada día decae un poco más.
Aquí no tengo un minuto de descanso: enterrar y desenterrar, los cuidados
de Pacita, la formación de los brigadistas, el estudio político y, mientras tanto,
estoy estudiando el libro sobre cirugías urgentes.
De nuevo estoy pensando en escribir un ‘testamento’, es decir, poner en
papel todo lo que he aprendido hasta ahora, explicar mi convencimiento y
motivos para trabajar aquí, el porqué del estudio y análisis, el porqué de la
organización, el porqué de la politización, por qué llegar hasta las últimas
consecuencias, por qué no hacer compromisos consigo mismo... Lo escribiré
para mi, para Karin y para cualquiera que piense poder aprender o recono-
cerse en algo de lo que hago.
Espero que, si muero aquí, Karin se encargue de hacer un libro con todos mis
apuntes. No es que piense que lo que hago aquí sea tan importante, pero tal
vez haya unas cuantas personas en esta tierra que encuentren un mensaje en
mis escritos y se animen a actuar de forma consecuente.
Viernes 5 de abril de 1985
Semana Santa.
Una semana de mucho trabajo, con las consecuencias de las elecciones muni-
cipales que terminaron en menores.
Radio Venceremos acusó a la CIA de haber orquestado las elecciones para
ayudar al PDC a ganarlas. También el ejército cooperó y envió sus batallones
de élite para asegurar las elecciones en Usulatán, San Miguel, La Paz y Cha-
latenango. Las acusaciones hicieron que los partidos políticos se pelearan aún
más entre ellos. El CCE (Consejo Central de Elecciones) y el ejército emitie-
ron muchos comunicados para desmentir la acusación.
Después de las elecciónes, la actividad militar disminuyó un poco. Rosa fue
hoy al pueblo y volvió con muchos medicamentos, aunque hay otros medi-
147
camentos muy difíciles de conseguir. Y yo tengo un dolor de muelas que me
paraliza. Mi dentadura poco a poco se está echando a perder.
Me siento desolado, pensando mucho en la partida de Karin, que se acerca
cada vez más. Cuando ella se vaya, tendré que arreglarmelas solo, porque
aquí es difícil encontrar a alguien como ella para conversar. En casa no
me faltaban interlocutores (Harrie, Jan, Anne, Willem y otros hermanos...),
pero aquí es mucho más difícil encontrarlos. La consigna aquí es ‘camara-
dería’, vivir y trabajar en grupo; pero, a pesar de esto, a menudo me siento
solo.
Lunes 8 de abril de 1985
El tiempo vuela.
Invertí mucho tiempo en el curso de los brigadistas, el curso político y en
Karin que se fue hoy.
Comienza una nueva etapa para mi, pero me siento tranquilo y lleno de
energía.
Martes 9 de abril de 1985
La guerra, las circunstancias, las tareas cambian constantemente. Continua-
mente hay que analizar, evaluar, y el que no lo hace, peligra.
Joaquín Villalobos es uno de esos hombres que siempre se adelantan al tiem-
po. En un análisis en la Radio decía que el desafio más grande para el FMLN
no es el ejército salvadoreño (porque militarmente ya está vencido), sino lo
que mantiene en pie al ejército: el apoyo estadunidense. Sin este apoyo, la si-
tuación en El Salvador ya estaría decidida. De ahí que lo más importante para
el FMLN en este momento no es asestar golpes espectaculares, sino enfocarse
hacia una guerra efectiva de extenuación.
Hoy el FMLN hizo una nueva propuesta de diálogo, a alto nivel. Se trata de
reunirse el 21 de este mes en Perquín (Morazán). La propuesta del FMLN
pasa por el abandono del sabotaje económico, con la condición de que ambas
partes renuncien a la adquisición de nuevas armas.
En Jucuarán (Usulatán), los compas causaron 24 bajas, mientras que los coman-
dantes del ejército estaban discutiendo entre si. Demasiadas cosas buenas...
Jueves 11 de abril de 1985
Hoy he podido trabajar tranquilo: reuniones con los brigadistas, con los acti-
vistas políticos y hasta he sacado dientes y eliminado esquirlas.
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La clínica se ha quedado casi vacía, porque los brigadistas se fueron junto
con las bases de la guerrilla. Algo se aproxima nuevamente. Los soldados se
encuentran en las lomas de Berlín y los guerrilleros planearon una nueva
acción de comando.
He reflexionado sobre algunas críticas que tengo hacia el partido. Lo que
más me molesta es la formación muy dirigida de los cuadros, que deja muy
poco espacio a la iniciativa, a la verdadera discusión y al desarrollo perso-
nal; lo cual a mi también me frena mucho a la hora de pensar, de discutir
y de tomar iniciativas. En resumen, es una manera de trabajar demasiado
vertical.
Hoy me tocaron algunos asuntos agradables: el campeonato de fútbol de los
compas, al cual se entregaron al 100% y esto mientras un helicóptero estaba
sobrevolando; el estudio político, al cual se entregan con tanto entusiasmo;
la vista sobre San Marcos Lempa y su puente a la hora de la puesta del sol; la
calma y el relajamiento en el campamento; la amistad entre Chayito y Doris
en la clínica; el gran número de mujeres en los rangos de la guerrilla.... En
resumen, muchas cosas que te hacen pensar y sentir: éste es un buen lugar
para trabajar y para morir.
Domingo 14 de abril de 1985
Este mes está pasando rapidísimo.
Tuvimos una reunion de evaluación de la situación actual: la situación del
imperialismo, los partidos políticos, las masas y el FMLN.
En cuanto a este último: la tarea del FMLN es la toma del poder para la
construcción del socialismo. Una primera condición es la unidad dentro del
FMLN; la segunda es la continua extenuación del enemigo en el ámbito eco-
nómico, político, militar y diplomático; y la tercera condición es la frustración
de una intervención directa de los Estados Unidos.
Estamos bien en todos estos terrenos. Pero, ¿cómo se producirá la toma del
poder?
En primer lugar se debe formar un ‘ejército político’, formar a las masas or-
ganizadas para que alcancen la madurez revolucionaria. O sea que la primera
tarea y la más urgente es la organización de las masas.
La cuarta condición es la consolidación de los rangos militares y la atracción
de nuevas fuerzas. Aquí nos queda mucho trabajo por hacer.
Fue una de esas reuniones buenas, que te ayudan a fortalecer la moral.
Después de la reunion me quedé conversando y bromeando con los compas.
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Lunes 15 de abril de 1985
Esta mañana me reuní con los brigadistas y constatamos que fallamos en
muchos aspectos: la formación es insuficiente, la escucha en conjunto de Ra-
dio Venceremos se posterga muchas veces, no se elabora el periódico mural,
la construcción de la casa no está terminada, se deben revisar los escondites,
etc.
Los últimos días he recibido muchas críticas: que soy demasiado emocional
(algo que me dijeron por primera vez a los 14 años y que aún no he su-
perado); que soy demasiado radical (expreso lo que pienso de manera de-
masiado abierta) y que he formado demasiado pocas personas: apenas dos
realmente buenos brigadistas en dos años. En cuanto a lo último, no estoy
totalmente de acuerdo: a pesar del hecho de que el partido me enviaba a
menudo compas con un nivel cultural e ideológico bajo, he dado mucha
formación a los brigadistas. Pero, bueno, la crítica me motiva a trabajar aún
más duro.
Hoy fui al pueblo a hablar con MSF (Médicos sin Fronteras). Sin mucho resul-
tado. Había dos muchachas en ropa de playa que no hablaban ni una palabra
de español y no sabían nada de la situación en el país. Verdaderas turistas.
Además, están establecidas en Tierra Blanca, donde el ejército también se
encuentra.
Me pregunto qué cuenta esa gente en Europa sobre El Salvador...
Martes 16 de abril de 1985
Hoy aseguramos los escondites contra la lluvia; esto quiere decir que pone-
mos todo en bolsas de plástico y que después tapamos muy cuidadosamente
el hoyo para que la lluvia no llegue. Es un trabajo pesado.
También di clase de política y tuvimos buenas discusiones. Chayo se preguntó
si finalmente estábamos ganando o no. Yo le di el ejemplo de Rusia y Cuba,
que tampoco lograron el triunfo en el primer intento; también conocieron
períodos de desanimación, fracasos y depuración interna; pero que la persis-
tencia en la lucha nos acerca cada vez más a la victoria. Sería bueno que los
compas estudiaran un poco más de historia, sobre todo relacionada con otros
procesos revolucionarios.
Viernes 19 de abril de 1985
Hoy conocí en el pueblo a un médico de la Cruz Roja Internacional, un orto-
pedista algo mayor. Tuvimos una conversación agradable. El conoce también
150
al padre Stephens de Zimbawe y estaba muy sorprendido por el hecho de que
yo ya llevaba tanto tiempo en este lugar, sin contacto con el mundo exterior.
A la gente de afuera le cuesta imaginarse que un extranjero pueda permane-
cer y trabajar durante tanto tiempo en tales condiciones. Una conversación
así rompe con tu aislamiento y sentí fuertemente lo mucho que extraño el
intercambio de experiencias con otros médicos. Tengo que proponerle a Car-
melo organizar urgentemente una reunión con los médicos de las otras orga-
nizaciones que se encuentran en esta zona.
Ayer, durante un desembarque de helicópteros en el cerro de San Pedro
(San Vicente), tomaron presa a Nidia Díaz. Un golpe duro para la zona.
¿Y qué le pasará a ella? Ojalá y no le pase lo mismo que a la comandante
Filomena, que, después de su arresto, fue torturada tan terriblemente que
se murió.
Lunes 22 de abril de 1985
Un cumpleaños solitario.
Esta mañana hubo enfrentamientos serios, más arriba en la zona, que se ter-
minaron en el curso de la mañana. Seguramente fue otra vez solamente una
patrulla.
Entonces, seguimos trabajando tranquilamente: enterramos un gran barril
con medicamentos, terminé el curso, vacuné a unos veinte compas contra el
tétano, tuvimos reuniones, estuve meditando...
Viernes 26 de abril de 1985
El Atonal abandonó la zona la noche pasada. Se fueron en la tarde y llegaron
a la una de la mañana al puente del río Lempa. Se fueron con la moral baja
y cinco heridos. Nosotros regresamos al campamento de base con un herido
leve. Los compas estaban contentos pero reclamándoles a los soldados por
haberse retirado sin darles la oportunidad de causarles más bajas aún.
La máquina de propaganda del ejército trabaja a todo vapor. COPREFA habla
todo el tiempo de deserciones por parte de la guerrilla, de recuperaciones, de
la falta de golpes estratégicos, etc.
Debido a la falta de triunfos reales en el campo de batalla, ellos buscan de esta
forma decepcionar a los compas y animar a sus propias tropas.
Radio Venceremos denunció hoy la desaparición y el asesinato de innume-
rables personas en las zonas de conflicto, como parte del plan de los Estados
Unidos para aterrorizar a la población y obligarla a abandonar esas zonas.
También es el caso en esta zona: hay un gran número de muertos y desapa-
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recidos entre la población, y no es por coincidencia, sino que es un plan bien
trazado.
Radio Venceremos juega un papel muy importante en la denuncia de esta
política del ejército y del régimen. Si no lo hiciera ella, ¿quién lo haría?
Domingo 28 de abril de 1985
Un verdadero domingo: tranquilidad completa en el campamento.
Todavía no hemos experimentado nada de los nuevos planes del enemigo. En
los seis meses pasados tuvimos apenas dos invasiones, en las que tuvimos que
caminar sólo un par de horas.
Manolo no está muy bien y el problema es que no tenemos inyecciones de
anti-inflamatorios para tratarlo. ¡Esta constante falta de material médico! De
vez en cuando me pongo a soñar en lo mucho que aprovecharíamos una
máquina de radiografías para rastrear las balas y esquirlas en los cuerpos de
los heridos.
Hoy volví a reflexionar sobre mi contribución aquí, escribí algo para enviar a
casa como testamento político.
Lástima que no esté Karin para discutir con ella. ¿Dónde estará ahora?
Lunes 29 de abril de 1985
Hoy fue un día desgraciado.
Boonerge se fue al pueblo y aún no regresa. Todavía no logré encontrar el
buen promedio entre una conducta estricta y flexible.
Rosa tuvo un ataque de cólera que no pude contrarrestar de inmediato.
Es un grupito de compañeros extraño el de la clínica: los cuatro M: Matías,
Mauricio, Manolo y Moris... un grupito ameno.
Mandé una invitación a los médicos de otras organizaciones para programar
un encuentro.
Miércoles 1 de mayo de 1985
Ha empezado la época de lluvias: sopla un viento helado del norte y tenemos
chubascos ocasionales. Me recuerda la humedad de Bélgica.
¿Cuándo volveré a dar un paseo por los bosques y campos belgas, a echar-
me un trago en un bar, a dar una vuelta en coche o en moto, a desterrar la
soledad saliendo con amigos, a salir al cine o al restaurante, a trabajar en mi
jardín ...? Lo añoro todo tal como añoraría el ambiente en el que vivo ahora
porque ya forma parte de mí.
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Dos compañeros, Lito y Mauricio, fallecieron ayer en una emboscada. Así es
la guerra ... pero duele mucho.
Viernes 3 de mayo de 1985
Ayer, a eso de mediodía, pasaron unos helicópteros y aviones. Enseguida
pensamos en un desembarque y preparamos todo para el escape. Fui al pues-
to de mando y al regresar a la clínica estaba todo preparado para marcharnos
y estábamos todos tranquilos. Es un buen equipo: tienen disciplina y toman
mucha iniciativa. Al reducir el material para heridos de ocho a tres no pesa
tanto mi mochila. Resulta mejor para la movilidad.
Últimamente el ambiente es bastante relajado en la clínica. Los brigadis-
tas se atreven a decir públicamente que soy ‘bravo’, lo que significa que
confían en mí. Rosa es buena trabajadora y Chofa también. Me agrada ver
cómo se empeñan. En una siguiente fase podríamos formar un colectivo
con Rosa y Chayo para que puedan asumir más responsabilidad y tomar
más iniciativa.
Hoy me han traído una carta de Karin del norte de San Miguel. Me alegro,
así me entero de la situación en otros frentes. Ahí son muy activos y los com-
pas lograrán obstaculizar el último plan de los gringos (Plan Mil) haciendo
prisioneros a los alcaldes en favor del Plan. Tienen que eliminar ‘el poder
local’ de las autoridades y sabotear la infraestructura (hospitales, comunica-
ciones telefónicas, redes de electricidad).
Sábado 4 de mayo de 1985
En ‘Radio Venceremos’ oí el discurso de Joaquín Villalobos en el que hacía
el balance de nueve meses de política guerrillera. Un verdadero empujón.
Siempre me pregunto cómo hacen los comandantes tales análisis y siguen in-
geniándose siempre nuevos planes. El Pentágono dispone de un “thinktank”
y de un sinfín de consejeros y no obstante no pueden con la creatividad y la
inteligencia de nuestros hombres/mujeres.
Me confirma que necesito continuar a trabajar aquí a pesar de la pobreza,
del aislamiento, de la lentitud del proceso. Parece que mi contribución, por
pequeña que sea, es mucho más importante que la palabrería y los debates
sin fin en mi patria.
Echo de menos a Karin. Con ella puedo hablar y los buenos interlocutores
no son fáciles de encontrar aquí. Tanta gente solitaria en esta guerra. Muchos
compas saldrán deformados.
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Domingo 5 de mayo de 1985
Hoy ha habido una reunión con los médicos de otras organizaciones. Que-
remos realizar mejor colaboración y mejor intercambio ... pero de modo
realista ... lo que significa que no habrá ni hospital ni administración común
porque ya no corresponde a la táctica guerrillera. Cada zona seguirá traba-
jando de manera autónoma pero con el mismo objetivo y dentro del mismo
marco. En esta zona mantendremos dos hospitales móviles y dos puestos
médicos.
Hay progreso en la unidad y en concreto se nota.
Viernes 10 de mayo de 1985
Rosa y Mister salen al pueblo a celebrar el día de la Madre. ¿Cómo estará mi
madre? ¿Y los demás familiares?
Ocurre mucho en este país.
El alcalde de Alegría (Berlín) ha sido secuestrado. Así se hundirá el Plan Mil
y aportamos todos nuestro granito de arena. Jonás nos explicó lo del Plan y
cómo piensa reaccionar el FMLN a ello. La situación está totalmente ame-
ricanizada y el FMLN piensa frustrar cualquier plan de Estados Unidos. Me
parece bien que secuestren a los alcaldes.
En Jucuarán continuamos a causar importantes pérdidas al ejército. Aquí la
situación está más tranquila pero seguro que cambiará.
La sexta brigada ha trasladado su base de San Agustín a El Tablón, más allá,
pero los compas los encontrarán. Es una zona de expansión y ahí siempre hay
compas presentes.
Seguimos con el diálogo pero en el extranjero. Es muy probable que no con-
duzca a nada puesto que Duarte es una marioneta de Estados Unidos.
Y éstos no quieren diálogo. La economía, el ejército y también las decisiones
políticas están en manos de los estadunidenses así que tendría que ser un
diálogo con Estados Unidos.
El proceso revolucionario va evolucionando. La lucha sindical se intensifica
y se politiza cada vez más. También se hacen escuchar las cooperativas pero
al mismo tiempo aumenta la represión. Tan sólo esta semana han sido asesi-
nados tres sindicalistas.
En el plano militar continúa el sabotaje y el ejército sufre importantes pérdi-
das en Jucuarán, en San Miguel y en la ciudad de Usulután.
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Domingo 12 de mayo de 1985
Hoy es domingo y aprovecho la ocasión para acabar el folleto de primeros
auxilios, el n° 8 de la siguiente lista:
1] ¿Cómo asegurar la higiene? – 2] La medicina preventiva – 3] Las 10 enfer-
medades más comunes – 4] ¿Cómo curar y suturar heridas? – 5] Anatomía
– 6] Fisiología - 7] Anestesia.
Cuesta mucho concentrarme aquí con toda la gente que me rodea, por el
calor y por el hambre ... constante.
Lunes 13 de mayo de 1985
Un día exasperante.
No me caen bien las reuniones latinas. Prever todo un día para una reunión
que se podría concluir en dos ó tres horas ... El nivel cultural de la mayoría de
los compas deja marcada esta lucha de liberación ... Y yo con mi impaciencia
europea ...
Al hablar con Mister adquiero la certeza de que esta lucha debe cambiar de-
finitivamente de rumbo dentro de un plazo de dos años. Ya se me había
olvidado pensar en el día de la victoria ... pero me parece que no tardará
mucho. El cúmulo de un crecido y radical movimiento de masas, un ejército
desangrado, un Duarte desenmascarado y un experimentado FMLN podrían
llevar a la toma del poder. Ojalá me den la razón.
Domingo 26 de mayo de 1985
El jueves terminé una serie de clases: la explotación capitalista, el curso de
anatomía y fisiología y el curso de matemáticas. Y ahora me toca preparar
otra serie ... Es un trabajo exigente.
El viernes por la mañana estábamos en plena reunión cuando oímos una enor-
me explosión y unos minutos después vinieron a buscarme porque se les había
explotado a José y a Elsa una mina en las manos. José había perdido los ante-
brazos y el rostro. Lo cuidamos bien, le aliviamos el dolor pero murió al cabo
de dos horas. Menos mal porque las heridas que tenía en el rostro eran atroces.
Elsa había perdido una mano, un antebrazo y un ojo (o quizás ambos ojos) y tu-
vimos que operarla. Al amputarle el brazo me costó localizar la arteria (todavía
me queda mucho que estudiar de anatomía) y luego le amputamos la mano. A
las diez me fui a hablar con Carmelo. Elsa entraba cada vez más en schock. So-
bre medianoche empezamos a suministrarle sangre pero murió por haberlo he-
cho demasiado lento. Desde un punto de vista médico podríamos haber salvado
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a José pero dadas las circunstancias fue imposible. Podríamos haber salvado a
Elsa. Los brigadistas vieron que actuamos a tiempo y con eficacia, que no pegué
ojo mientras velaba por ella ... pero murió porque tardamos con la transfusión.
Me sorprende que no me atemoricen las operaciones salvo cuando tuve que
cuidarle el rostro a José. No me agrada la idea de tener que atender a malheri-
dos pero tampoco me descontrola. El equipo quirúrgico hacía su trabajo: Rosa
se ocupaba de la anestesia, Mister me daba los instrumentos, Chayo le tenía la
mano a Elsa y Nico sujetaba la lámpara. Al principio me puse nervioso porque
iba todo muy lento pero enseguida me calmé.
Hoy he asistido a una reunión de la R.N. (Resistencia Nacional, otra organiza-
ción del FMLN) y he hablado con Carmelo quien me ha dicho: nunca más te
dejaremos marcharte de aquí. Como médico he adquirido una inconcebible
experiencia: he aprendido a diagnosticar enfermedades y heridas no sólo en
el plano quirúrgico y en el plano de la medicina general sino también en el
plano organizativo e ideológico. Un domingo como hoy no se siente la gue-
rra. La amenaza del PRAL, los morteros, los tiros ... y no obstante lo tomo con
calma mientras que José y Elsa me persiguen. ¿Cuándo tiraré yo la toalla? Sé
que hay buena posibilidad de que ocurra y de que ocurra en un instante: un
mortero, una emboscada, un asalto, ...
¡Cuánto me gustaría ir a otra zona, Occidente por ejemplo, y dejar esta zona
en manos de otro médico!
Martes 28 de mayo de 1985
Me doy cuenta de que probablemente no salga nunca de esta pequeña con-
tribución técnica, por mucho que me agrade sobre todo porque es estratégica
mi tarea y porque no hay nadie quien pueda sustituirme. Puedo profundizar
la formación política e ideológica de aquí pero no podré nunca desarrollarme
en otro plano que no sea el plano médico. Una tarea muy técnica. No han dis-
minuido mis aspiraciones de ser activo en el partido y en la organización pero
tampoco me siento frustrado por mi labor. Mi pequeña, limitada contribución
es de gran importancia para la guerra de liberación. Hay bastantes líderes
militares y políticos y encima me parece mejor que continúe con mi trabajo
por ser tan europeo (por mi apariencia, mi lenguaje, mi manera de trabajar)
aunque siempre estaré dispuesto a encargarme de cualquier otra tarea.
Viernes 31 de mayo de 1985
El mes de mayo se ha acabado y sigo con los mismos achaques. Es el tercer
año que el inicio de la época de lluvias me afecta, cada vez de otra manera,
156
enfermedades que no sé identificar, pero que van minando mi salud. Debo
tener cuidado de no descargar mi mal humor sobre los demás.
Hoy he estado pensando en que debería movilizarme más en la vida del parti-
do, es decir abrirme a las iniciativas del dirigente del partido al mismo tiempo
que las aplique de manera más agresiva. Debo, en fin, abandonar aquella idea
fija de que sólo tengo que ejecutar órdenes superiores. Yo mismo tengo que
hacer que los objetivos se realicen y ofrecer más apoyo a los demás responsa-
bles: Peche, Lino, William, Edelnilson, Lety, etc.
Hoy hemos tenido una reunión acerca de cómo realizar nuestro objetivo
de aumentar el nivel de la zona. Mis tareas en la clínica: el reclutamiento
ideológico de Rosa y Mister, la formación médica de Chayo, así como la
formación de Nico y la autonomización del equipo. Yo por mí tendría que
concederles más responsabilidad a Chayo y Rosa; y sobre todo, aprender a
expresar mis experiencias y mis convicciones, pensando en las palabras de
Carmelo: el revolucionario puede morir a condición de que esté convencido de que
lo entienden los demás, y que su convicción siga viva. Por lo cual quiero apuntar
algunas ideas mías, antes del fin del año, para enviarlas a Bélgica; y deducir,
a partir de las experiencias que he vivido aquí, la definición de una sociedad
superior en si como la de la misión de un grupo o una organización deter-
minados en ella...
Y cada vez llego a la misma conclusión de que las iniciativas concretas del
partido tienen una base fundamental y lo suficientemente general; que la re-
volución sólo es posible con revolucionarios profesionales, con personas que
se esfuercen un 100% y para siempre.
Yo por mí sé que me han reclutado para la lucha anti-imperialista, y sé que
no la abandonaré nunca.
Es ésta la lucha que estoy entablando ahora y aquí, en El Salvador, pero que,
en un momento dado, podría llevarme a “otra parte”. Por eso sé que siempre
llevaré una vida difícil, tanto física, psíquica como socialmente. Y por eso sé
también que moriré joven pues el que lucha de tal manera nunca se hará
viejo.
Estoy cada día más convencido de que es correcto lo que decía Lenin: no
hay mejor escuela que la lucha revolucionaria. Al principio me pesaba la falta de
libros ... mientras que ahora ya no me preocupa mucho, ya que esta revo-
lución es una escuela de lo real. Está claro que algunos libros... no vendrían
mal, pero aquí uno va aprendiendo más de la realidad cotidiana. Para un re-
volucionario tanto los fracasos como los éxitos son instructivos, a condición
de que él no deje de analizarlos e integrarlos en los nuevos planos. He estado
pensando en una frase que figura en el folleto y que trata del imperialismo:
“convencer a los compas de que tenemos la misión estratégica de derrum-
157
bar el imperia lismo y que tenemos las capacidades para hacerlo”. Es así que
este pueblecito, que el FMLN pueden triunfar. El FMLN, unido, y una vez la
concientización y la formación del pueblo llevadas a cabo, será un ejército
invencible.
Pero por mucho que me identifique con esta lucha, nunca olvidaré la lucha
en mi patria.
Domingo 2 de junio de 1985
Ayer hice un chequeo en El Jocote del pelotón de Ricardo y aproveché la
ocasión para jugar un partido de fútbol con los compas.
Tanto en los periódicos como en la radio se van escuchando las declaracio-
nes del traidor Miguel Castellanos, diciendo que el pueblo ya ha dejado de
rebelarse y que el momento culminante de la guerrilla también ya ha pasado.
¡Qué malogrado! Para un revolucionario no existe acto peor que la traición.
Milton y Garrión, dos compas a quienes hicieron presos en la costa hace poco
no dijeron nada y murieron. Talvez no fueran grandes héroes pero por lo
menos fueron revolucionarios de verdad.
Ni una vez me he arrepentido de haber entablado esta lucha. Es una lucha
justa y la llevamos correctamente: contribuye a la consolidación de la revo-
lución nicaragüense al mismo tiempo que al aplastamiento del imperialismo
americano.
La invasión de la zona de la costa se ha acabado, pero ahora nos encontra-
mos en un ambiente de pre-invasión: toda clase de rumores, estar prepa-
rado, estar alerta al PRAL. No tengo miedo, pero la falta de una formación
militar podría serme fatal. Si uno logra evitar las primeras balas, y con un
poco de experiencia y capacidad ya llegará, pero ahora yo no sé cómo ha-
cerlo.
Miércoles 5 de junio de 1985
Alta tensión. Yarol ha descubierto huellas sospechosas durante su explora-
ción y todos hablan del PRAL.
También a nivel político están pasando cosas. Hoy más de 5000 personas
han invadido las calles, a pesar de la interdicción de manifestación, a favor
de la liberación de los sindicalistas presos.
Duarte, por su parte, ha empezado una campaña de propaganda intensiva
en la radio y en la tele, en que acusa a los huelguistas y manifestantes de
militantes del FMLN. Y encima el FMLN amenaza con otra paralización del
tráfico.
158
Martes 11 de junio de 1985
Desde hace unos cinco días estamos en otro campamento. Jueves por la tarde
dos helicópteros sobrevolaron muy bajo y ametrallaron la clínica. Pero fue
todo. Por la noche decidimos mudar el campamento, porque hace tiempo ya
que estamos aquí y tal vez el enemigo nos haya ubicado.
Primero montamos unas tiendas de plástico y después comenzamos a cons-
truir una casita que tendrá que servir de clínica y cocina. Fuimos a buscar
chapas de hierro para el techo, pero casi todas estaban acribilladas a balazos
(lo hacen los soldados para desanimar a los compas), de manera que ya no
servían.
La paralización del tráfico ha resultado muy efectiva, casi todos los compas
participaron alrededor de la carretera del litoral y de la Panamericana. Además
iba acompañado de una gran campaña de sabotaje contra la electricidad. El
ejército sufrió grandes pérdidas y también en Santa Ana hicieron estragos.
Hay más unidad, el enemigo está quedándose agotado, las masas están or-
ganizándose mejor y radicalizándose a la vez... falta sólo el incremento de
nuestras filas. Pero ello no mina mi fe en la victoria final.
Este año, ya mi tercero con la guerrilla, se va volando y me gustaría terminar
el año completando el arsenal de formaciones médicas y teniendo un equipo
médico que sepa funcionar con cualquier médico. En este caso continuaré
dos o tres años más, a no ser que haya estirado la pata antes, para después
analizarlo todo bien: si ir a luchar en otro país (eventualmente Bélgica) o si
seguir trabajando aquí. Es siempre lo mismo: siento un incremento de con-
vicción y dedicación a favor de la revolución y que debería intentar guardar...
hasta la victoria o la muerte.
He logrado sentirme bien aquí con los compas, a pesar de su carácter a veces
algo rudo. Admiro su sencillez, su conciencia de pertenecer a una determina-
da clase y su dedicación incondicional a la revolución y al partido.
Pues la verdad es que a mí no siempre me va así tan fácilmente lo de dedi-
carme de forma incondicional; mi espíritu crítico tan europeo se rebela, sigo
considerándome como el consejero técnico que ha venido de apoyo mera-
mente médico. Lo de hacerse el revolucionario no resulta siempre tan ro-
mántico como les gusta hacer creer en las novelas, a veces no me es nada fácil
ser consecuente.
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Testamento político
12 de junio de 1985
Esta carta contiene algunas páginas de mi diario. Las ideas son aún confusas
pero constituyen un primer intento de testamento político-ideológico.
El objetivo es buscar la línea correcta al nivel político y definir las tareas tan-
to de una revolución como las de un revolucionario.
No pretenden contener la verdad suprema; quiero que inciten al crecimiento
continuo tanto a nivel teórico como práctico.
Domingo 28 de abril de 1985
Hoy me he dado cuenta de que mi tarea técnica y de hecho bastante limita-
da como médico podría, no obstante, ser más importante y más útil en esta
lucha decisiva contra el imperialismo como estadio supremo del capitalismo
que cualquier cargo político en mi país natal. Esta idea quiero pasarla a la
gente que se ha quedado en mi país para que ella entienda y apoye mi tra-
bajo aquí.
Después de haber obtenido un éxito o de haber sufrido un fracaso deberé,
siempre, seguir analizando para, luego, seguir luchando contra el imperia-
lismo y el capitalismo, y de este modo cumplir con mi misión, que ésta sea
en mi país natal o en otro país.
Así estaba pensando: si hubiera vivido en los años 30, la lucha decisiva
habría sido la lucha antifascista en España, en los años 40 habría sido la
resistencia antifascista en Europa contra Hítler o la lucha en China, en los
años 50 la lucha en Corea, en los años 60 en Vietnam, en los años 70 en
Nicaragua y en estos años 80 en El Salvador – o en el Oriente Medio, en el
África del Sur o en las Filipinas. Y en mi país natal: combatir la ideología
individualista y organizar a la gente en la lucha anticapitalista: sindicalismo
de lucha y trabajo político e internacionalismo basados en el marxismo-
leninismo.
Como decía el Che: “No importa dónde la muerte nos sorprenda, pero que
sea en la lucha contra el imperialismo”. Este combate y sus cientos de frentes
pueden librarlo, ya sea en su país natal o allí donde se pueda dar una patada
decisiva al imperialismo, y que de este modo sea un paso más adelante hacia
su definitivo aplastamiento. Es éste el caso ahora en El Salvador.
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Hubo batallas decisivas también en la España de los años 30 que resultaron
en una derrota, el aplastamiento del fascismo, la lucha en China, en Corea,
Vietnam, Cuba, Nicaragua y ahora en El Salvador. No importa que termine
en victoria o derrota, mientras se trate de una lucha estratégica, habrá que
entablarla, hasta vencer o morir.
Quiero que este testamento político traduzca la (mi) convicción anticapita-
lista y anti-imperialista, la convicción de que tenemos que construir una so-
ciedad más justa.
Y por eso prefiero contribuir no tanto a la realización de un superhombre
al nivel espiritual y físico, sino a la de una sociedad siempre más desarro-
llada.
¿Por qué? ¿Cuál es la misión de un revolucionario en la vida humana?
Consiste en catalizar la evolución en el mundo hacia un modo de vida supe-
rior. Y eso no lo puede conseguir un individuo. No, este paso sólo es posible a
medida que evoluciona la humanidad, ya que ésta prima sobre el desarrollo
del individuo. Hay un lazo histórico y dialéctico entre el individuo y la socie-
dad. Nuestra misión es la de desarrollar la sociedad con el fin de desarrollar el
individuo y no lo contrario.
¿Cuáles son las características de un revolucionario?
Su conciencia de clase y su ética revolucionaria, su compromiso.
¿Cómo llegar a ellas?
No dejando nunca de desarrollarse ideológicamente tanto a nivel teórico
como práctico.
Lo que escribe es su trabajo teórico y su compromiso en esta lucha es el tra-
bajo práctico. Su madurez teórica llevará siempre consigo consecuencias a
nivel práctico. Por eso hay que seguir estudiando, pensando, analizando...
siempre.
Estas frases no pretenden contener la verdad, son sólo reflexiones destinadas
a todos los que quieran leerlas con el objetivo de crecer ideológicamente y
llegar a percibir cuál es su misión y cómo ejecutarla.
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Martes 28 de mayo de 1985
Hoy he estado pensando. Me está quedando claro que mi misión aquí es la de
ser médico, porque se necesitan cirujanos y porque me parece que lo estoy
haciendo muy bien... Mientras que la de construir el partido les toca a otras
personas.
Se trata de un trabajo muy técnico y no lo digo con desdén, pues es indispen-
sable. He cambiado mucho, de tal modo que este trabajo mío, casi puramente
técnico, ya no me frustra.
Martes 4 de junio de 1985
Este tercer año como guerrillero va muy rápido. Con las lluvias se va volando.
Me gustaría terminarlo con un testamento revolucionario: uno puede morir a
condición de que esté convencido de que su convicción siga viva; así como el arsenal
de formaciones médicas completado y teniendo un equipo médico que sepa
funcionar con cualquier médico.
Quiero continuar aquí dos o tres años más, a no ser que haya estirado la pata
antes. Después lo analizaré todo: si seguir luchando aquí o si buscar a alguien
que me pueda suceder mientras yo esté combatiendo en otro país, por ejem-
plo en mi país natal, Bélgica.
Es siempre la misma canción: hacen falta una conciencia y una capacidad
revolucionarias así como una madurez revolucionaria siempre mayores. Pase
lo que pase tendré que seguir desarrollándolas... hasta la muerte.
Esperando una respuesta de ustedes o hasta que nos veamos.
Michaël
Sábado 15 de junio de 1985
Esta mañana me he levantado con un dolor de muelas. Me han sacado una
muela que, la verdad, me dolía desde hace algún tiempo, ¡pero Rosa me ha
sacado una buena! Así que sigo con el mismo dolor y, encima, un dolor de
cabeza que parece que me va a estallar.
Martes 18 de junio de 1985
El Atonal está en la zona, pero de momento estamos bien. Ha vuelto a co-
menzar la época de las ofensivas del gobierno, pues los gringos han ido
166
ideando otro plan (hasta ahora todos han fallado), pero es siempre la misma
canción: la misma música, sólo que ha cambiado la letra. Les gustaría despo-
blar alguna que otra zona, así como el norte de Morazán, la zona de la costa
y Jucuarán y, luego, hacer retroceder a la guerrilla a unas zonas aisladas
para, finalmente, darle el golpe de gracia. Nos hallamos en una fase parecida
a cuando el plan Conara y el período de Domingo Monterrosa.
Acabo de hablar con Mister sobre los compas caídos. Es la guerra, es decir
que inevitablemente caen compas, pero tenemos que ser conscientes de
que morir en esta revolución es un honor. Si uno de estos días caigo yo
por alguna imprudencia o por puro azar, que así puede ser, tal muerte vale
mucho.
Hoy han vuelto a decirme que no puedo fallar, más que nada para que no se
quiebre la moral de los compas, pues la falta de un médico sería lo último.
Me he dado un susto al escuchar en la radio que una belga resultó herida
en un bombardeo en Guazapa - pensé inmediatamente en Karin -, pero
Carmelo me ha dicho que ella sigue por el norte. Pero entonces, ¿quién es
ella?
Sábado 22 de junio de 1985
Jacinto ha vuelto de la costa y ha traído nada más que buenas noticias: que
Tila volvería, que Nelson está trabajando muy bien, que Elmer ha mejorado,
que Ricardo está bien y que Ricardito también está mejor.
Estos días no he hecho casi nada, más que nada porque el Atonal está cerca.
Nada de excursiones a La Montaña, ni de dar clases... nada más que tareas
prácticas.
Los compas del pelotón de Xavier siguen insistiendo en que les procure
tranquilizantes por lo que me hallo en una situación difícil, pues a menu-
do es difícil saber quién sí y quién no los necesita realmente. Los compas
(y seguramente este pueblo) tienen una cultura de pastillas. Cuanto más
pastillas les des, mejor médico eres. Cuanto más fuerte su color, mejor la
pastilla. Es algo que está arraigado en ellos. Acontece a menudo que vienen
para una consulta y son ellos que te dicen las pastillas que necesitan. Al
principio me resistía y era mal médico. Ahora parece que me han conferido
más confianza y que entienden que no les prescribo pastillas cuando no las
necesiten verdaderamente. Además, la escasez de medicamentos nos obliga
a economizar.
Estos últimos días he estado pensado en mudar a otra zona así como en
cambiar de trabajo (¿político?), pues parece que me está embotando lo de
siempre el mismo sitio y siempre el mismo trabajo.
167
Martes 2 de julio de 1985
He tenido mucho trabajo y por eso hace tiempo ya que no escribo nada.
El viernes estábamos en una reunión con las diferentes estructuras, cuando
nos amenazaron con morteros, dirigidos exactamente al campamento y al la-
vadero. Es decir que finalmente Enano se ha incorporado al ejército y que nos
ha traicionado. Hacía ya más de un año que el enemigo no consiguió ubicar-
nos, pero ahora les sobrarán informaciones. Yo no me pongo nervioso pero
sí me enfado. Hacía tiempo ya que Enano formaba un problema, a lo mejor
habíamos tenido que mandarlo a pasear mucho antes, de manera que no hu-
biese tenido que irse él. Durante todo el día nos acribillaron de morteros, cada
dos horas unos cinco tiros. A pesar de las informaciones, no son efectivos. Tal
vez sigan unas dos semanas más difíciles, pero después el enemigo volverá a
quedarse agotado y las informaciones adquiridas ya no valdrán, pues mien-
tras nos hallaremos en otro sitio y ellos tendrán que volver a ubicarnos.
En este momento se está procesando una depuración natural, los más débi-
les abandonan la lucha, van desertando. Pero estas deserciones no llegan a
influir en el proceso revolucionario, al contrario. Siempre hay de estas per-
sonas que no evolucionan y que se incorporaron a la guerrilla por razones
muy particulares, pero que no se preocupan realmente por la revolución o
que han perdido ya la perspectiva de una victoria. En esta fase de la guerra
no nos podemos permitir que haya compas entre nosotros que dañen a la
organización, que cometan actos como exigir comida sin pagar o no respetar
a los otros ciudadanos. La organización invierte mucho tiempo y energía en
la formación ideológica y política de sus miembros, pero si éstos no quieren,
preferimos que se marchen, eventualmente en una tentativa de convertir su
deserción en una misión específica. No todo el mundo puede con la vida dura
en el monte, y ya que ahora mismo hay bastantes tareas que cumplir es mejor
atribuirles tareas que correspondan a sus capacidades. Por supuesto, es mejor
para la guerrilla que tenga a su servicio la cantidad de personas más grande
posible, pero, por otra parte, ella también sabe que no hay que exigir de las
personas lo que no son capaces de dar.
Yo por mí estoy bastante tranquilo, a pesar de las enemistades a nuestro alrede-
dor. Tengo mucha confianza en la cúpula así como en el partido mismo y apoyo
plenamente su enfoque ideológico, duro, es cierto, pero sabio. Tenía dudas pero
éstas han desaparecido completamente y quiero dedicarme cien por ciento a
una tarea importante: la formación de revolucio narios. Como dijo Francisco:
la formación de técnicos es fácil, la de revolucionarios al contrario... Yo por mí,
curar a los heridos es fácil, reclutarlos para la revolución es cosa más difícil.
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Hoy he tenido otra reunión aún, con los pacientes. Algunos entre ellos no
están de acuerdo con que no les den pistolas, pero yo entiendo por qué el
mando ha tomado esta decisión. Con sólo acordarme de aquel compa que me
amenazó con su pistola cuando yo quise darle una inyección.
Miércoles 3 de julio de 1985
Hoy ha sido un día tranquilo lleno de todo tipo de tareas. Sólo que más mor-
teros, esta vez apuntados con bastante precisión; dos morteros cayeron donde
solíamos lavarnos, menos mal que nos mudamos antes.
La nueva casita está casi terminada, falta taparla por un lado. Ha quedado
muy agradable, en comparación con la otra: dentro hay una chimenea, dos
camas grandes y tres hamacas, es una pena que seguramente vaya a durar
poco.
Lo que echo de menos es un buen radio para poder escuchar las noticias belgas
e internacio nales.
Viernes 5 de julio de 1985
Ayer el Atonal salió del pueblo y según los habitantes salieron con el rabo
entre las patas. Inmediatamente mandé a tres brigadistas para ir a comprar y
ellos se toparon con un bombardeo. A las seis de la mañana empezó el circo,
un desembarque de un helicóptero exactamente donde se encontraban las
tropas de Francis. Rexona hirió al ametrallador de un helicóptero que iba
volando muy bajo. Cuando aterrizaron y quisieron avanzar, chocaron con
dos minas, lo que impidió su marcha. Luego después otra mina, que arrancó
un pie y de este modo impidió un segundo avance. Los soldados no querían
continuar a no ser que recibiesen refuerzos del batallón completo (tres com-
pañías) o artillería más pesada así como apoyo aéreo. Ni siquiera querían ir a
San Agustín por la simple razón de que allí el Atonal sufrió pérdidas conside-
rables. Los helicópteros llegaron para recogerlos, pero no sin que les fuesen
tirando encima. Y evidentemente seguían los bombardeos: por impotencia.
Pero significa otra victoria más, y no sólo militar, sino sobre todo moral. Que-
da clara la situación en que se halla la moral de las tropas y, por otro lado,
la combatividad y la creatividad de los nuestros. Contamos con tal sólo un
herido.
Hoy seguíamos charlando en el mando durante un buen rato, todo en un
ambiente muy agradable.
¡Nos sentimos sucios como chanchos, agotados, pero felices!
169
Lunes 8 de julio de 1985
Hoy nos hemos mudado a otro campamento, un poco más hacia abajo, cerca
del agua. Aquí ha quedado alguna que otra casita aprovechable. La mudanza
fue rápida.
Ha acontecido otra cosa importante hoy, a saber la conferencia de prensa de
los comandantes Joaquín Villalobos y Shafick Handal en Perquín. Ha sido
otra victoria política más: el hecho de que los periodistas negaron la prohibi-
ción de llegar al departamento de Morazán, demuestra que el FMLN es una
autoridad, al igual que el gobierno.
Las cinco organizaciones revolucionarias del FMLN se reunieron en Morazán
hace poco y la conferencia de prensa es consecuencia de ello. Un paso más
adelante hacia la unidad, y, por supuesto, hacia la victoria.
Los compas han vuelto a ponerse activos en las ciudades, con una lucha rei-
vindicativa y con acciones militares. Ayer hubo una gran manifestación en la
capital, participaron unas 30 a 40 mil personas.
Me gustaría seguir estudiando un poco la situación actual, una pena que no
esté Karin: pensarlo todo solo, ir averiguando solo las cosas, dormir solo...
Miércoles 10 de julio de 1985
He vuelto al pueblo. Pero daba una impresión triste, desolada, poca gente en
la calle. Durante su estancia los soldados fueron construyendo fortificaciones
por todos lados. Y durante una visita de éstas te das cuentas de que la guerra
está por todas partes, y no solamente en nuestras zonas. El camino hacia el
pueblo se ha convertido en una cadena de agujeros de bombas. Cada vez me
pregunto: la cantidad de toneladas de bombas que hay y, sin embargo, tan
pocos heridos y muertos... Como los campesinos suelen decir: no puede ser o
Dios está con la revolución.
Sábado 13 de julio de 1985
Dentro de unos tres días iré a la zona costera; esto significa: preparar debida-
mente al equipo que se queda aquí para su trabajo. Estoy un poco preocupa-
do: José sigue cojeando, Jacinto está débil, derribado por la ictericia y Chayo
todavía tiene que aprender a ser líder de un equipo. Pero creo que realmente
lo lograrán. Todo esto me hace soñar con tomar otras responsabilidades apar-
te de las médicas. Me absorbe demasiado el trabajo médico al faltar otro tra-
bajo y eso es válido para los brigadistas también. Me gustaría cambiarlo pero
entonces tendría que tomar la iniciativa y es “andar en la cuerda floja”.
170
Hoy volvió a empezar el paro del tráfico mientras un comando liberaba a
centenas de presos de Mariona, entre los cuales se encuentran varios presos
políticos.
En la radio: Bruce Springsteen en concierto. Otro mundo.
Domingo 14 de julio de 1985
Un día de descanso. Reunión con el colectivo de los brigadistas y conversacio-
nes con los pacientes, un conjunto muy variado.
Me pregunto a veces lo que la organización piensa de mí, para esto no son
muy abiertos. Siento por muchas cosas que me aprecian bastante, pero nunca
me dicen francamente lo que hago mal o lo que opinan de mí.
Parece que ahora va cambiando con Federico, intuye muy bien cuál es la
situación de la clínica y no ve los problemas como específicos para la clínica
sino como problemas generales de la zona. Sopla un viento fresco, en todos
los campos.
Lunes 15 de julio de 1985
Hemos tenido una reunión importante que me dio mucha claridad. Los res-
ponsables aquí constataron una gran falta de formación política e ideológica
en esta zona. Durante un rato funcionó, cuando nos reuníamos y estudiába-
mos cada día, pero últimamente resulta que no lo hacemos mucho. Luego me
criticaron a mí: que soy un excelente técnico pero que fallo en la formación
y la educación política e ideológica. Una parte viene de mi insistencia en
los conocimientos técnicos que tengo que transmitir y también de la barrera
cultural.
Me alegro de que el problema se plantee claramente y al analizarlo de más
cerca parece que no es sólo un problema mío sino que atañe a toda la zona
en general. Además constato que mis análisis y mi crítica son objetivas y jus-
tas: falta de vida de partido (como se lo dije a Carmelo) y falta de formación
en el campo político e ideológico. A veces pienso que en Morazán ya habría
alcanzado otro nivel o ¿me estaré engañando?
Los meses que vienen voy a esforzarme más. Si logro romper la barrera cul-
tural aquí, puedo hacerlo donde sea, así que tengo que aprovechar por com-
pleto las posibilidades que me proporcionan aquí.
Federico también expresó muy bien lo que es el gran problema de la revolu-
ción, es decir la falta de cuadros y eso precisamente da mucha importancia a
la función de la formación. Muchas revoluciones fallaron por falta de cuadros
y eso no nos puede ocurrir a nosotros.
171
Jueves 18 de julio de 1985
Hoy recibí una larga carta de Karin, del norte de San Miguel. Ella también
habla de la nueva situación -al parecer el optimismo es tan grande en todas
partes- y de la importancia de su traslado a Bélgica en el marco de una nueva
línea internacional. Pero parece no tener prisa para salir y ya ha aprendido a
ser útil en todas partes. Su carta demuestra que lo tiene bien claro: sabe cuál
es la tarea de un revolucionario y cuál es su tarea en esta revolución.
Una carta que me hace mucho bien y me anima, pero me deja hambriento:
me gustaría saber más sobre las nuevas líneas.
Domingo 21 de julio de 1985
Un domingo de verdad, o sea pasear en el campamento, detenerme de vez en
cuando para charlar, tomar café.
Otra vez constato que es muy importante saber cuáles son las dudas, las críti-
cas y las exigencias de los compas para liderar mejor. Para mí la fórmula ideal
es estar atento, atender a las necesidades, pero al mismo tiempo ser exigente
en cuanto al trabajo.
Realmente quiero romper con mi trabajo médico; en la otra zona también
hay médicos que desempeñan otras tareas aparte de la médica. Voy a empe-
ñarme aún más en ganarme a Mister para la revolución para que no deserte.
Pero lo más delicado sigue siendo mi trato con los pacientes, los heridos.
Exigen mucha atención, a veces son muy caprichosos y muchas veces tienen
la moral baja. Tengo que cuidarlos mucho e intentar recurrir a ellos para las
actividades normales cotidianas de estudio, cuanto más mejor.
Jueves 25 de julio de 1985
Un día extremadamente tranquilo. Sólo hay dos heridos en la clínica. He
trabajado mucho en un folleto médico y he estudiado los textos de Morazán.
Me gustaría tener más de estas cosas en mis manos. Empiezo a abrirme un
poco socialmente pero tengo que cuidar a que algunas mujeres no lo inter-
preten mal.
Miércoles 31 de julio de 1985
Otro mes pasó y es ahora, sobre las ocho y media, que cae el chaparrón co-
tidiano. La lluvia me hace pensar en la lluvia de mi tierra, en el paseo de las
Teresianas, en la avenida Cogels-Osy, en la calle Osy.
172
Hoy en las horas de estudio tratamos el tema de lo que significa una “situación
revolucionaria”, lo que es la base estructural y coyuntural, la dialéctica entre
el movimiento de masas y la lucha armada. Eso significa que pude volver a
activar unos conocimientos anteriores y analizarlos en este contexto nuevo.
Tristes noticias de Morazán: Fidel, Omar y Mabel fallecieron. Tres personas
maravillosas, dos bastante jóvenes todavía. Constato otra vez que esta guerra
cobra un precio elevado y mató a casi una generación entera de revoluciona-
rios. Creo que muchos se sentirán muy solos y tristes en la victoria, pensando
en los numerosos amigos entrañables de verdad que murieron. Una genera-
ción de revolucionarios que dieron su vida para facilitarle una sociedad mejor
a la generación siguiente. Me podría pasar a mí también, pero no importa,
vale la pena. Mi madre siempre me advertía que era temerario, pero esto no
es temeridad, estoy convencido de lo que hago y conozco todos los riesgos.
Miércoles 7 de agosto de 1985
Un día muy duro.
Alirio fue asesinado en la zona donde hace trabajo político, por tres infil-
trantes; encima huyeron con su fusil, arnés y mochila. Claro que había sub-
estimado la táctica y el trabajo del enemigo y no había entendido que esas
personas trabajaban para el ejército.
Me ha trastornado por completo, un sentimiento de rabia impotente.
Te hace enfrentar la realidad. Con su muerte me doy cuenta y queda muy
claro que para mí la perspectiva tampoco es ver la victoria. Boonerge me re-
cordaba las palabras de Jonás: no me importa ver la victoria, importa que el
pueblo vea la victoria.
Los últimos días he estado pensando que yo también me siento así, que he
evolucionado de tal manera que no me preocupo de saber si YO veré la victo-
ria sino que lucho con convicción y compromiso para que el pueblo salvado-
reño pueda vivir la victoria. Y me acordé de las palabras del Che: “ No importa
morir si es contra el imperialismo... y por el socialismo.”
No sé por qué pero siento que nunca veré la victoria, que no volveré a ver mi
país, que nunca volveré a ver a Karin. Pero esta idea no me asusta, al contrario
me hace más obstinado para luchar y trabajar cada día como si fuera el último.
Jueves 8 de agosto de 1985
Voy a concluir este diario hoy y sacarlo cuanto antes de aquí; hay cierto peligro
en eso (que caiga en manos enemigas), pero por otra parte sería tonto enterrar-
lo (donde ya hay tantos) hasta que pudra o se descubre. Ya llevo 2 meses solo.
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Sobre todo los últimos meses me estoy hundiendo totalmente en esta lucha de
liberación, convencido por completo de dar todo lo que pueda y de abandonar
los proyectos personales (como regresar o luchar en otra parte). Empeñarme
completamente en esta lucha y en este partido y dejar la decisión sobre qué
hacer luego a este partido y la necesidad de la lucha anti-imperialista.
El mes pasado también di un paso importante en mi desarrollo de revolu-
cionario. El proceso revolucionario va madurando, yo también. Intuyo que
de vez en cuando aún desafino: me enojo, estoy de mal humor pero intento
aguantarme y cambiar.
Sobre todo me importa llegar a sacar estos escritos de aquí; quizás otros pue-
dan sacar de ellos alguna lección, no porque yo anuncie la última verdad,
pero para que los amigos en casa y otros revolucionarios puedan entender
por qué lucho y me quedo aquí. Siempre me es difícil transmitir esta ex-
periencia. Quisiera que todo el mundo entendiera que esta lucha es justa y
necesaria y está cada vez más en buen camino; que el FMLN lidera esta lucha
de manera correcta y por eso como miembro del ERP he decidido continuar
esta lucha.
Y mis ideas dan vueltas: sobre la lucha en el propio país, en otros países, la
victoria.
Estoy muy curioso de saber cómo está la situación en Europa, y particular-
mente en Bélgica. Pero últimamente he oído poquísimos análisis sobre ello,
al faltar la radio y las lecturas. Me interesaría saber cómo el PVDA analiza la
situación y cuál es su estrategia y técnica y si hay una dialéctica, si coinciden
las diferentes formas de lucha: sindicalismo de lucha, movimiento de paz,
papel de las masas...
Aquí en El Salvador secuestraron al presidente de Fedecores y también a un
sacerdote norteamericano... siguen desaparecidos. Es trabajo de los escua-
drones de la muerte o del ejército, lo que finalmente es lo mismo. A Duarte
no le importa nada la política de los derechos humanos. Hoy todavía hubo
bombardeos contra la población civil en Chalatenango; el líder de derechas de
Arenas, el ex-coronel Ochoa, afirmó que quería utilizar bombas de napalm.
También he enviado una notita breve a Karin:
“No te preocupes por mí, no te preocupes con volverme a ver, no te preocu-
pes si eventualmente no vuelves a verme nunca jamás... Pero preocúpate
por la lucha anti-imperialista y la construcción del socialismo, como forma
de sociedad más alta y justa, en cada momento de tu vida. Que la lucha anti-
imperialista sea tu vida completa, tu muerte y siga viviendo después de tu
muerte. Por eso trabaja continuamente y con toda la energía que tienes en tu
formación y desarrollo político e ideológico.”
Si llego a morir este es mi testamento para ella y todos los amigos.
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Viernes 9 de agosto de 1985
Encuentro con la Cruz Roja Internacional. Estos encuentros son muy diver-
sos según las personas que vienen. Esta vez fue una decepción. Federico dijo
algo que me cayó mal cuando me presentó como: “Sebastián, nuestro médico
belga, el hombre técnico”. Pensaba justamente que ellos no querían verme
sólo como un técnico, y yo tampoco lo quiero, ese período ya pasó. Quiero
contribuir de manera integral, tanto técnica, política como ideológicamente.
Sé que puedo lograr desarrollarme de manera integral en, por y con este
partido.
Domingo 11 de agosto de 1985
Hoy ha empezado una reunión maratónica, para estudiar los textos que vi-
nieron de Morazán. El análisis de la situación actual y las nuevas pautas para
el futuro. Fascinante, pero tomará mucho tiempo para que todos se familiari-
cen con ello. El nivel cultural y a veces también político muy bajo de ciertos
compas nos juega malas pasadas.
En el campo internacional, África del Sur sigue en la actualidad. Una lucha -
también estratégica- que por fin despierta. Los Estados Unidos pondrán todos
los medios ahí también para evitar que este país sea liberado y vaya a formar
un frente con los demás países socialistas del sur de África.
Miércoles 14 de agosto de 1985
Me sorprende que, a pesar de que haya estudiado poca política y de que lleve
tres años aislado, mis análisis no estén muy alejados de la realidad y que mi
capacidad para razonar esté intacta. Gracias a estas investigaciones llego a
entender de verdad lo que es el materialismo histórico y aprendo a aplicarlo
en la práctica. Otra vez me convenzo de que los intelectuales que no tuvieron
práctica difícilmente pueden entender a fondo a Marx y a Lenin.
Carmelo y Federico tienen un nivel político asombroso, particularmente Car-
melo, que asimiló la mayor parte de sus conocimientos a partir de la práctica.
Me hace pensar en Karin que a menudo habla de chicos como Licho que no
sabían leer ni escribir cuando entraron en la guerrilla y que ahora son líderes
asombrosos, capaces de analizar cada situación nueva sin necesitar grandes
teorías.
Hoy he hablado con Carmelo de la situación belga, la estrategia del PVDA, y si
existe la posibilidad en Europa de una dialéctica entre lucha de masas y lucha
armada; también sobre las tres contradicciones en Bélgica...
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Sábado 17 de agosto de 1985
Llevamos casi cinco días de reuniones, a trompicones. Si vamos machacando,
la gente sigue sin entender, pero, si lo hacemos tranquilamente, se aburren.
No es sino buscar y tantear para encontrar el método adecuado. A pesar de
los problemas y de la lentitud del proceso aprendo mucho. Federico dijo: “Si
quieres ganar la revolución, la voluntad no basta, tienes que descubrir las
leyes que rigen la revolución y aplicarlas a la situación concreta.”
Los compas me molestan cada vez más diciendo que soy racista porque no
quiero acostarme con una salvadoreña. Soy demasiado selectivo para intentar
explicar que no tiene nada que ver con la nacionalidad o buscar un sucedá-
neo para reprimir la soledad. Encuentro difícilmente a alguien que me haga
olvidar a Karin, además hay el nivel cultural muy bajo. A veces lo compensa
un nivel ideológico muy alto pero aun así... No quiero una relación que me
influya en lo negativo, sólo una que me lleve adelante, como la que tengo
con Karin. Así que prefiero seguir “soltero” hasta que vuelva Karin.
Miércoles 21 de agosto de 1985
No he escrito nada los últimos días porque estaba muy ocupado de día y que
por la noche los mosquitos no me dejaban en paz y la lluvia me molestaba.
Acaban tres días de paro del tráfico.
Hoy un avión ha venido de exploración, el enemigo debe de tener una idea
de dónde nos ubicamos más o menos. Esta vez no nos trasladamos, porque
seguramente vamos a hacer maniobras.
Se desmantela entonces la clínica y se queda con el personal mínimo, es
algo bueno y todos recibimos otras tareas. Pero yo estoy impaciente porque
todavía no sé cuáles son las tareas que me añadieron y tengo que matar el
tiempo poniéndome a la disposición de los heridos y enfermos. Por suerte ya
he aprendido a ser paciente y también he aprendido a ser más flexible frente
a las situaciones nuevas.
Martes 27 de agosto de 1985
El batallón Atonal ya lleva dos días en San Agustín. Ayer y hoy recibieron
órdenes para entrar en la zona... Nosotros alertas pero no pasó nada. Sin
embargo informaron que durante dos días habían rastreado la zona y que no
habían visto ni un guerrillero. Su moral no es muy alta. El efecto de las minas
es enorme, los soldados saben que, si entran en la zona, pueden tropezar con
una mina y esto les asusta bastante. Hace pensar a menudo en Vietnam, don-
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de pasaban cosas semejantes y algunas unidades mataban a sus superiores
para no tener que seguir. Aquí también muchas tropas no quieren avanzar si
no les preceden los oficiales. Parece que aprendieron algo de nuestros carte-
les: “Soldados, dejen al oficial ir delante, las minas son para él.”
Lunes 2 de septiembre de 1985
Una semanita de hostilidades con el batallón Atonal. Ellos en el pueblo y no-
sotros a una horita (a vuelo de pájaro aún menos).
Los aviones sólo vinieron dos veces; los morteros volaron encima y al lado de
nosotros. Primero llegó una patrulla en las afueras del pueblo, luego insistie-
ron a la altura de una de las salidas del pueblo... y los compas no utilizaron
minas, pero un soldado sí fue herido por un tirador.
Esta mañana los soldados salieron otra vez y tropezaron con una mina, lo que
les hizo retroceder inmediatamente.
Todo el rato estuvimos listos para defendernos o hacer maniobras, pero sólo
nos asustamos una vez cuando las balas de una metralleta nos rozaron.
Los meses de invierno, es decir las lluvias, pasan rápido. Los últimos tres días
no ha habido lluvia. Y en mi tierra es el primer mes del otoño, se me hace
urgente escribir unas cartitas a casa, pero espero un momento oportuno: ¿mi
tercer cumpleaños? ¿El año nuevo?
Por el momento tengo una gran hambre mental, me gustaría transponer la
enorme experiencia que he adquirido por la práctica en teoría, pero para eso
no dispongo de la formación teórica suficiente.
¿Cuándo podré matar esa hambre? Ya que por el momento lo primero es la
guerra y que todavía puede durar un rato, jamás quizás.
También estoy ansiando cada vez más una formación militar; en cambio el
ansia de formación médica disminuyó mucho.
Experimentamos cada día que la guerra avanza continuamente, hoy Aníbal
escapó por los pelos a la muerte. Todos estos muertos para solucionar un
problema político... las leyes de la humanidad y de su desarrollo son tremen-
damente duras.
Viernes 6 de septiembre de 1985
Hoy hubo unos combates muy esporádicos, pero se nota que no son ataques
organizados. Hicimos refugios antiaéreos para protegernos de los aviones y
los morteros. El Atonal se concentró otra vez en San Agustín, acercó los mor-
teros de 105 metros y consolidó las dos posiciones frontales. Unos helicóp-
teros les abastecieron hoy no más, parece que no plantean largarse aún. Si
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deciden hacer una invasión masiva aquí, esto se va a poner muy difícil: José a
caballo, Orlando en la camilla, Aristides cojo, Jacinto y Xiomara enfermos.
Aparte de eso he ido a buscar material y me he bañado en el río bien fresco.
Pese a esta confusión he pensado hoy que es muy difícil aquí hacerse amigos
de verdad. Hay un montón de gente agradable, de compañeros; pero muy po-
cos con los cuales construir una amistad verdadera. Otra vez me siento solo.
Federico dice que tengo que aprender a hablar mejor el español. No entiende
que el problema fundamental es que tengo que mejorar mi articulación en
general. Ya es un problema antiguo y no se me va tampoco la R francesa.
Sábado 14 de septiembre de 1985
Hoy llegaron al campamento los activistas políticos y nos contaron sus ex-
periencias durante la invasión. Operan en pequeñas unidades y por lo tanto
pueden maniobrar con gran facilidad.
Robertillo estuvo desaparecido durante 22 días, había perdido el rastro de su
unidad, se escondió primero en un maizal y luego se mantuvo escondido en
casa de varias personas. Marta, ocho días caminando sin rumbo, protegida por
la población, y los dos otros compas, lo mismo, durante dos días. Muchas si-
tuaciones increíbles, en las que sin embargo ves cómo los compas consiguen
escapar sobre todo porque pueden contar con el apoyo de la población, porque,
de lo contrario, caminar así sin rumbo por estas regiones tan pobladas sería un
suicidio. Daniel permaneció varios días en casa de un hombre quien al recibir
la “visita” de unos soldados borrachos, quería matarlos en un impulso.
Lunes 16 de septiembre de 1985
Ayer, la celebración de la Fiesta Nacional transcurrió tranquilamente, al me-
nos en el campamento.
Israel regresó hoy de Guazapa y, a principios de septiembre, por lo visto Karin
todavía estaba allí. Cinco meses han pasado desde que salió de aquí, por lo
tanto aún tardará mucho tiempo hasta que volvamos a vernos, ¿o quizá nunca
más? Le tengo un poco de envidia por haber podido conocer tantos frentes.
Martes 19 de septiembre de 1985
Esta mañana he amanecido mareado. ¿Parásitos intestinales?
Parecía que iba a ser un día tranquilito, pero llegó una carreta llena de enfer-
mos. Hoy no me siento muy bien, con el humor un poco contrariado, por el
hecho de que me pongo muy nervioso cuando nos sobrevuelan aviones o heli-
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cópteros y transmito mi tensión a los demás porque estoy constantemente refi-
riéndome a eso. Tengo que aprender a callarme esos comentarios y prepararme
en silencio a una eventual invasión. Otra vez, soy demasiado impaciente.
Por otra parte, también eso es debido a la situación, porque la formación política
e ideológica se ve totalmente impedida por la situación, porque no nos reuni-
mos y no se estudia y sobre todo a causa de la soledad. A menudo tengo la sen-
sación de que me repliego totalmente sobre mí mismo, no sólo en el ámbito de
mis asuntos personales, sino también porque no se producen intercambios en el
trabajo, en el ámbito médico. Sigo pensando en Karin que no consigue salir del
país y en mí mismo, que no puedo salir de esta zona, o del ámbito médico.
Otra cosa en la que hoy me he quebrado el coco pensando todo el día: ¿Cómo
puede ser que el FMLN sea tan fuerte, consiga tanto apoyo de la población, y
sin embargo no consiga que esa gente se enliste de forma masiva? Supongo
que toda la nueva línea del FMLN también se hace ese tipo de preguntas y por
eso le dan tanta importancia a la organización del trabajo político. Las victo-
rias militares son muy importantes y necesarias, pero no son suficientes.
Viernes 20 de septiembre de 1985
El miércoles fue un día muy productivo. Celebramos una reunión con el
equipo médico de las demás organizaciones y hemos acordado que la cola-
boración es más un asunto de coordinación que una verdadera colaboración.
Cómo me gustaría poder utilizar más la presencia de los demás médicos, como
los dos cirujanos de las FPL, para poder ampliar más mis conocimientos y para
poder aprender a operar mejor, pero en la práctica eso es difícil de organizar,
por la situación bélica y la inestabilidad. Casi todos dan comentarios bastante
entusiastamados sobre su funcionamiento a nivel de la organización política:
muchos detalles, muchas anécdotas, muchas palabras alentadoras, demasia-
das cosas para nombrarlas todas, pero todo ello demuestra una vez más que
estamos en buen camino. Jonathan ha vuelto de nuevo a esta zona, pero aún
no lo he visto. También he pensado que mi situación es delicada porque no
hay aquí un segundo responsable. Otro médico vendría muy bien aquí o un
buen brigadista a quien también podría traspasarle mi responsabilidad.
Sábado 21 de septiembre de 1985
Aún nos queda un mes de lluvia por delante. Estos meses de lluvia a menudo
se hacen muy pesados, sobre todo en esta zona en que apenas quedan ca-
sas. Si se produce una invasión debemos dormir fuera, cubriéndonos con un
plástico, pero en un abrir y cerrar de ojos te quedas empapado, o las largas
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caminatas nocturnas, empapado ... no obstante, la temporada de las lluvias
también tiene su lado positivo: menos calor y todo el entorno está verde, ve-
getación y matorrales en los que te puedes esconder ...
En Europa se considera como un deporte el internarte un mes en la natura-
leza, una relajación, aquí es una durísima realidad.
Domingo 22 de septiembre de 1985
Se ha aplazado mi salida a la costa, porque el Atonal se encuentra a alturas
de Ozatlán. Supongo que el mando espera una dura invasión, de lo contrario
no me dejarían aquí.
Miércoles 25 de septiembre de 1985
El Atonal aún no ha penetrado en la zona y por lo visto se ha concentrado
en la “zona de expansión”; su objetivo principal parece ser la lucha contra la
organización política. Pero los compas están constantemente en movimiento
y están jugando al juego del gato y el ratón.
Aún tengo achaques de disentería amébica, no puedo trabajar dos horas se-
guidas de pie y tengo que tumbarme cada dos por tres. Vaya situación.
Jueves 26 de septiembre de 1985
El Atonal está en las cercanías de San Agustín, pero, por lo visto, aún no nos
han descubierto. Nacho dice que se han reforzado con otro batallón y Javier
nos comunica una concentración de tropas a alturas de Tierra Blanca, o sea
que muy probablemente vamos a tener movimiento. De todas formas, esta-
mos preparados: trincheras, minas, explosivos ...
Sábado 28 de septiembre de 1985
La situación sigue igual. El Atonal sigue rondando a alturas de San Agustín y
Berlín y los compas siguen desarrollando su labor, sólo que están muy atentos
a la posibilidad de emboscadas y ataques sorpresa.
Lunes 30 de septiembre de 1985
Por fin he podido conseguir un radio y esta noche he podido escuchar todas las
noticias posibles, como un hambriento que se echa encima de su plato de comi-
da. Mientras que los morteros siguen cayendo en la zona, lejos de nosotros.
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El Atonal aún seguirá patrullando unos quince días en la zona, para proteger
la cosecha del café, porque la guerrilla ya ha anunciado que va a sabotear los
cafetaleros que no quieren pagar el sueldo mínimo a los cosechadores de café
tal como lo ha determinado el FMLN.
Los soldados se esconden casi continuamente, de noche minan el terreno
en el que duermen, cambian de lugar cada día, de tal forma que los compas
realmente tienen que buscarlos para causarles bajas. El mundo al revés: la
guerrilla buscando los soldados, y éstos adoptando tácticas guerrilleras. La
moral del ejército está notablemente baja. De invasión, ni hablar, aunque sea
lo que más quisiéramos, y ataques aéreos, tampoco, precisamente ahora que
más queremos derribar aviones.
Una propuesta de paz del FMLN fue rechazada por Duarte. La propuesta
consistía, entre otros puntos, en el cese del sabotaje económico si el ejército
paraba sus ataques aéreos. El gobierno está muy dividido por la cuestión del
sabotaje, porque las reparaciones exigen gran parte del dinero que normal-
mente se destinaría a objetivos militares. Pero el ejército no parará nunca
sus ataques aéreos, porque en ellos está basada toda la estrategia de la gue-
rra y la moral de las tropas. Sin aviones o helicópteros no avanza ningún
soldado.
En general, hay buenas perspectivas, pero a menudo mi impaciencia europea
vuelve a resurgir: quisiera que el proceso de maduración de la revolución
fuera más rápido, pero eso no se puede forzar (y por otra parte sería un grave
error y podría costar vidas humanas). Sé muy bien que mi impaciencia tiene
su origen en mi ignorancia, porque estoy aquí aislado en estos montes y no
tengo ni idea de lo que pasa en las demás zonas y en las ciudades y en el ám-
bito internacional; me ocurre sobre todo porque no siento realmente el esta-
do de ánimo de las masas y su lucha sindical y política. Eso sí, oigo todo tipo
de rumores positivos por parte de los compas que trabajan en “expansión”,
pero no es lo mismo que si estás continuamente moviéndote entre la gente.
Una impaciencia que es típicamente occidental.
Martes 1 de octubre de 1985
Otro de esos días típicos de la temporada de lluvias. Pensaba que iba a ser un
buen día, pero la muerte de William “el gringo” le asestó un duro golpe al
buen estado de ánimo.
Chipopo dice que se están aferrando en torno al canjeo de la hija de Duarte,
que ha sido secuestrada por el FMLN. A cambio de su liberación, el FMLN
exige la liberación de prisioneros políticos y la posibilidad de dejar salir al ex-
tranjero a compas heridos graves o compas con amputaciones. Duarte ordenó
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una prohibición de noticias en torno a su secuestro. ¿Acaso hará alguna vez
tanta bulla el gobierno cuando se detiene y encima se tortura horriblemente
a un líder sindical o a un simple campesino?
Viernes 4 de octubre de 1985
Estoy en la “mesa de operación” y escucho las noticias matutinas. Tengo los
pies completamente hechos pedazos por estar constantemente andando con
zapatos mojados, que además me quedan demasiado pequeños. Simplemen-
te, ya no soporto los zapatos, o sea que otra vez ando cojeando. Menos mal
que estos días no tenemos que ir caminando.
Cayeron los dos responsables del pelotón de Tres Calles. Primero William y
ahora Mario. Un duro golpe. William cayó cuando iba a informar a Mario que
los soldados, que él ya había descubierto, estaban avanzando. Sólo tuvo una
pequeña imprudencia, que le costó la vida. Esta noche, los soldados monta-
ron una emboscada, que realizaron durante una larga y dura noche lluviosa
y Mario cayó en dicha emboscada.
Dos elementos claves, no eran así no más, eran dos hombres valientes.
William decía a menudo: “Un guerrillero nunca muere, su cuerpo sí, pero su
ejemplo y su lucha perduran”. Mario decía: “Nosotros todos no venceremos
al enemigo, pero sí lo haremos con el pueblo, con su conciencia de clase y
su moral”. Cayeron con la cabeza alta y nosotros tenemos que seguir en el
camino que ellos nos han trazado.
El Atonal sigue concentrado en San Agustín, siempre en sus trincheras; de
vez en cuando tienden una emboscada, pero no se dejan ver.
Domingo 6 de octubre de 1985
Esta noche nos sacudió por sorpresa un tiro de morteros, algunos de los cuales
cayeron muy cerca de nosotros. Es de suma urgencia que terminemos el túnel
de refugio. Hoy de nuevo estuve pensando que también me gustaría combatir,
me siento hiperprotegido, porque preferiría morir en una actitud ofensiva en
lugar de caer por una simple bomba o un vulgar tiro de mortero.
A pesar de todo, ha sido una apacible y buena tarde de domingo.
Al parecer, las negociaciones en torno a la liberación de la hija de Duarte
siguen buen curso.
He oído en la radio una entrevista de la comandante Ana María sobre su visi-
ta a Angola, sobre la SWAPO ... otro mundo. En las noticias francesas: Prost,
campeón del mundo de fórmula uno, un mundo totalmente diferente.
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Martes 8 de octubre de 1985
Decimoctavo aniversario de la muerte de Che Guevara, el auténtico mito del
revolucionario.
Miles de guerrilleros siguen aquí su ejemplo, pero la lucha se ha adaptado
aquí a los tiempos modernos y a las situaciones específicas.
Y casi se me olvidaba: hoy hace justo tres años que estoy en este país. Seguro
que Karin también se habrá acordado. ¿Dónde estará ahora? A ratos, la echo
mucho de menos.
Me siento muy alejado de casa y del PVDA. Tengo que escribir unas buenas
tarjetas de año nuevo para ellos, para los amigos y los familiares. ¿Siguen aún
pensando en mí y qué piensan? ¿Que soy un inútil, un alocado, un fanático o
me tienen respeto? ¿Comprenden la lucha que se está llevando a cabo aquí y
entienden mi participación en la misma? Espero que Karin se lo explique bien.
Jueves 10 de octubre de 1985
Aniversario de la formación del FMLN. Un aniversario zumbante. Anoche, el
FMLN atacó el cuartel de La Unión y comunica un total provisional de 200
bajas. Al mismo tiempo, llevó a cabo un ataque al centro de comunicaciones
de El Pacayal y otro a la prisión de Mariona, en la capital. Continúa la pa-
ralización del tráfico, se sabotea la electricidad y las invasiones en Morazán,
Chalatenango, Guazapa y Cerros de San Pedro se han saldado con fracasos.
La línea del FMLN se resume en la práctica en lo siguiente: utilizar las inva-
siones del enemigo para causarle bajas, provocar enfrentamientos a alturas de
las ciudades (en Berlín, por ejemplo) y asestar duros golpes a su retaguardia
(capital y cuarteles) y, además, sumándole a eso el sabotaje y la colaboración
con las masas.
Viernes 11 de octubre de 1985
He escuchado Radio Venceremos. El objetivo de la acción en La Unión era
la detención de diez asesores estadounidenses y del coronel ... pero los pá-
jaros ya habían volado. De esa forma, el FMLN hubiera podido demostrar
claramente la inmisción de los EE.UU. en los asuntos interiores salvadoreños.
Sin embargo, el otro objetivo sí se logró, es decir, la destrucción del cuartel
y las bajas provocadas: 80 muertos y 150 heridos, entre los cuales, muchos
oficiales.
Continúa la congestión del tráfico y el sabotaje de la energía (Usulu tán sin
luz, sin agua y con escasez de alimentos).
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Son días que les suben la moral a todos, los combatientes y las masas, y se
demuestra claramente quién tiene la iniciativa de la ofensiva, quién está ga-
nando la guerra. No con palabras, sino con actos. Las victorias del FMLN no
son como las del ejército: en el papel.
Por eso me gusta el ERP, porque es una organización que actúa. Si se plantea
algo, también lo hace. En la práctica tanto como en los actos, demuestra lo
valiosa que es una organización.
La unidad en el seno del FMLN no resulta ser palabras vacías. En esta zona
la colaboración ya ha tenido una seria progresión en comparación con hace
unos meses.
Por supuesto, las noticias de la BRT no reportan la acción; por lo visto, la
difusión de la información se realiza con base en los hechos que sólo tienen
importancia para los belgas y los americanos.
A causa de esta acción, se ha hecho el silencio en torno al secuestro de Inés
Duarte.
El Atonal no se rinde, pero sí se echa a correr cuando es atacado. Sólo dejó la
artillería en San Agustín un día durante todo el período, por temor a que los
compas la conquistaran.
Lo que ahora me aterroriza es el hecho de que se avecina una epidemia mor-
tal de dengue ... y aquí estamos hundidos de mosquitos. Ojalá no llegue hasta
aquí; porque esto podría causar graves problemas.
Me preocupa el estado de José y Griselda que están gravemente enfermos y
no puedo determinar su enfermedad.
Lunes 14 de octubre de 1985
El sábado, el Atonal salió de San Agustín y el batallón Bracamonte protege la
carretera del litoral, pero no entra en la zona. Continúa la invasión de Mora-
zán, así como la paralización del tráfico.
El ataque contra el cuartel de La Unión se saldó con un total de 272 bajas,
14 en nuestro bando, todos buenos compas que muy difícilmente pueden ser
sustituidos dada su larga experiencia y sus años de formación. El asalto fue
grande y bueno, pero la pérdida de los compas impide la alegría. Me sigue
sorprendiendo la mentalidad y la entrega de estos jóvenes, quienes al inicio
de una operación saben de forma casi certera que pueden morir, pero, opti-
mistas como son, siempre piensan que salvarán el pellejo. Sacrifican sus vidas
para la victoria de la revolución y de este pueblo.
La tensión en el país sigue en su más alto nivel: Duarte puso a su familia en
“seguridad” en los Estados Unidos; la paralización del tráfico y el sabotaje de
la electricidad empiezan a hacer sentir sus estragos; la invasión de Morazán
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agota al ejército; mañana se ha planeado una manifestación para exigirle el
diálogo a Duarte.
Martes 15 de octubre de 1985
Una buena noticia: José y los dos amputados podrían salir de la zona al final
de la semana próxima. Casi no me lo puedo creer; los tres días que faltan nos
parecerán muy largos y esperamos que no pase nada imprevisto entretanto.
Sábado 19 de octubre de 1985
El miércoles fuimos de compras al pueblo, nos dio buen impulso a la moral.
Por la tarde, al volver, nos cayó encima un aguacero tremendo.
El jueves emprendí otro rastreo para buscar cosas que podríamos utilizar en
la clínica. Ayer tuvimos una reunión con los médicos de la RN: un aconteci-
miento entusiasta y refrescante para poder intercambiar experiencias.
Hoy leí la entrevista a Fidel Castro relativa a la deuda exterior. Un análisis
claro de la situación de Latinoamérica. Fidel resalta que una reforma social
es imposible sin una reforma económica. La justicia social exige una justicia
económica, ello significa que primero se debe destruir la explotación capita-
lista para poder repartir el pastel equitativamente. El socialismo no es una
reforma social, pero es esencial para llevar a cabo una reforma económica.
Otro texto que me prestó Carmelo es el que se relaciona con la ayuda de los
Estados Unidos a este pequeño país: la intención de la misma, de qué consta
dicha ayuda y cómo se suministra. Un texto bueno y aclarador.
También hoy empezaron a llegar poco a poco a la zona casi todos los compas
que trabajan en expansión, o sea que montaremos una verbenita. Descansar
un poco, para poder enfrentar los últimos meses del año con toda fuerza.
Porque la cosecha del café y del algodón está al caer y eso significa que se ave-
cinan tiempos muy intensivos: el ejército pone todo en marcha para proteger
las cosechas y nosotros nos esforzamos por sabotearlas. Todos andan muy
idealizados; en esta zona la deserción ha cesado completamente; por lo visto
ha terminado el período de infiltración y ahora empieza de nuevo un período
de incorporación ... pero no es un proceso muy rápido, sino paulatino que
respeta una fase de crecimiento.
Esta noche van a capturar al Enano. Espero de todo corazón que lo conse-
guirán, puesto que esto no sólo significaría el desmantelamiento de una red
contrarrevolucionaria, sino que también supondría un apoyo moral para la
población de San Agustín y para los compas: la afirmación clara de que los
traidores no pueden escaparse.
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Lunes 21 de octubre de 1985
Tengo que conseguir por fin que este cuadernito salga al exterior.
Al parecer se ha pospuesto la liberación de los alcaldes y el traslado de los
heridos, pero no se ha anulado. Me sentiré más tranquilo cuando esto se haya
conseguido.
El verdadero impacto del ataque contra el cuartel de La Unión y del secuestro
de la hija de Duarte empieza poco a poco a quedar claro. Duarte ha perdido
toda credibilidad: frente a las masas debido a que rompió el diálogo con el
FMLN, frente a los empresarios porque se mostró incapaz de contarrestar el
sabotaje económico, frente al ejército por enviar a su familia a Estados Unidos
y por emprender negociaciones para liberar a su hija. Duarte está vacilando,
se está enemistando con todo el mundo. Pasará sin duda esta crisis, pero pro-
bablemente ya no aguantará una siguiente.
La perspectiva de una victoria popular ha adquirido una forma firme y con-
creta. Y todo va muy rápido.
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Aparte de su diario, escrito en neerlandés, Michaël redactó también un “Manual de Cirugía” con dibujos para sus brigadistas de salud.
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Diario años 1986 y 1987
Domingo 17 de agosto de 1986
Ya llevo casi dos meses como encargado de la estructura interna en la zona
costera. En el curso de este período sufrimos una invasión seria del ejército
así como una ofensiva más ligera y varios ataques aéreos. El primer mes tra-
bajamos a buen ritmo, porque la situación estaba bastante tranquila, pero
desde este mes la situación se ha vuelto bastante inestable. De tal manera que
no pudimos dedicar el tiempo suficiente a la formación y la capacitación. Está
claro que el enemigo sabe que se encuentra un hospitalito acá así como otras
estructuras de retaguardia. Ahora hay dos posibilidades: o bien nos muda-
mos o bien ampliamos fuertemente nuestras actividades militares y nuestra
presencia. Y así esta guerra sigue su curso. Ayer apenas los compas bajaron
un helicóptero en Morazán; esto se está volviendo una costumbre. ¿Cuándo
vamos a bajar uno aquí?
El diálogo entre el FMLN-FDR sigue estando a la orden del día. El Plan “Uni-
dos para Reconstruir” lleva a la guerra a un estadio más elevado y más cruel;
ahora, la confrontación entre las masas y el gobierno y el imperialismo queda
mucho más clara; el proceso revolucionario sigue en ascenso, pero también
la intervención estadunidense.
En esta zona el año transcurrido ha sido bueno bajo todos los aspectos. Sin
embargo, lo que me sigue preocupando es que la incorporación avanza muy
lentamente (otra vez mi impaciencia eterna).
Lunes 18 de agosto de 1986
Ya es muy noche, cayó un aguacero refrescante y estoy bien abrigado en el
hospitalito. Otra vez pasaron aviones durante todo el día y hoy Federico salió
hacia la zona.
Urge que organicemos reuniones en el campamento y tenemos que planear
otro traslado más del hospital. Todo esto lo podemos organizar muy bien en
una semana: volveremos a tener un campamento bien ordenado y luchador
y un hospitalito bien protegido... y luego otra vez a trabajar, estudiar, hacer
ejercicios o maniobras, no importa.
Hoy volví a constatar que me gusta mucho más moverme por todos lados, de
preferencia con pocas personas o solo. Cuando estoy en movimiento, gene-
ralmente me siento tranquilo y decidido, mientras que cuando estoy estanca-
do en algún lugar o cuando no tengo nada que hacer, entonces no me siento
nada bien, aunque en esto ya he cambiado bastante. Antes me la pasaba an-
190
gustiado contando las horas del día, ahora ya no; ahora estoy más tranquilo
y dispuesto a enfrentar cualquier cosa.
A nivel médico, me doy cuenta que tengo muchos automatismos, pero cuan-
do alguien me hace una pregunta o cuando analizo bien lo que estoy hacien-
do, entonces constato que mis acciones se basan en un juicio correcto basado
en la experiencia y el conocimiento, aún si muchas veces haga las cosas de
manera inconsciente. A menudo tengo que decidir muy rápido sin tener el
tiempo de pensar bien, debido a las circunstancias, pero rara vez me equivo-
co. Estos siete años de formación en Bélgica y la práctica aquí aparentemente
me han dejado algo.
Una de las cosas que añoro fuertemente es la falta de estudio y de discusión
a nivel médico, ya que llevo mucho tiempo trabajando aquí como único mé-
dico. Adquirí mucha experiencia y conocimiento, pero la falta de retroali-
mentación impide que éstos se desarrollen más. No hay superación dialéctica
entre teoría y práctica a nivel médico.
Lunes 26 de agosto de 1986
Estamos en un hospitalito “nuevo”, un verdadero lodazal.
La semana pasada dejamos una lanchita en uno de los canales y los heli-
cópteros reaccionaron inmediatamente. Así que tuvimos que mudar inme-
diatamente también. Espero que el mes entrante podamos regresar al lugar
anterior, porque aquel es mucho más adecuado.
Por lo demás todo sigue estando muy tranquilo.
Hoy tuvimos una reunión con el colectivo, que me dijo que a veces soy de-
masiado estricto o esquemático; Lety está en pleito con su gente y Gladys
perdió el norte en su trabajo. Así que todos aún tenemos mucho trabajo por
delante...
Martes 2 de septiembre de 1986
Una reunión con el colectivo y con Federico, en donde estudiamos la si-
tuación actual. Todo suena muy optimista: tenemos que prepararnos para
avanzar hacia la contra-ofensiva y el levantamiento popular. Sólo que me
impacienté por la lentitud de la reunión.
Ahora dicen que todas las estructuras irán a la zona y que yo me quedaré aquí
en la costa. Parece que llegaron a un acuerdo con las otras organizaciones en
cuanto a levantar una clínica común en la zona. Sin embargo, yo tengo que ir
a la zona antes para preparar las cosas y es muy probable que, como siempre
ha resultado anteriormente, me quede allí, porque hay más trabajo allí.
191
Yo me sigo planteando esta pregunta importante: ¿en dónde debe estar el
médico? ¿En la retaguardia (como plantea el Che) o cerca de las tropas y del
combate? Sigo convencido de que lo último es lo mejor y espero llegar algún
día a convencer a Carmelo y Federico.
El batallón Lempa está otra vez cerca. Estoy contento de estar cerca del com-
bate.
Viernes 5 de septiembre de 1986
El enemigo se retiró muy rápido de la zona costera, después de que su marcha
fuera detenida por dos minas. La herida de Ernesto se está curando muy bien
y por eso tomé una decisión muy rara, a saber enyesarlo ya, puesto que la
quebradura me preocupa más que la herida. Sin embargo, esto significa que
tendremos que cambiar más a menudo el yeso.
Tuve una reunión con Federico, que me dejó muchísimo: a saber que volví
a caer en un montón de viejos errores: caudillismo (sobre todo en el hospi-
talito y en la cocina), que trabajo de manera desordenada (en relación con
las estructuras y con el sector médico), que ando mucho por todos lados sin
hacer nada concreto y que me debo incorporar de manera más activa en la
formación política, militar y técnica. Fue otra vez una lección muy seria que
me puso a pensar. ¿Cuál es mi perspectiva? Estoy convencido de que con el
tiempo podré corregir todos estos errores, si me apoya en esto el partido. Fe-
derico me dijo que a lo mejor ya estoy “viejo” pero que aún soy joven en la
organización y que por eso me queda mucho crédito.
O sea que hay muchísimo trabajo por hacer, el reto es pesado y muy exigente.
Sería mejor si me pudiera quedar unos 15 días más en la costa para poner en
marcha las estructuras internas y para elaborar un plan coherente y concreto
para el sector médico.
Jueves 11 de septiembre de 1986
Tuvimos una semana muy ocupada. Lety debería de irse hoy para la zona
y Federico, Colocha y yo deberíamos de seguirle dentro de una semana. La
dirección de las estructuras internas aquí en la costa sigue siendo una tarea
ardua, porque muchos compas, que tienen problemas, no quieren cambiar y
porque aquí no existe un colectivo de nivel hacia el cual elevarse. Federico es
un apoyo muy bueno, porque continuamente te cuestiona y te corrige, pero
me gustaría más que esto se hiciera de manera colectiva. Todo mi tiempo se
va en la vida del campamento, en el apoyo a Lety, Colocha y David... de ma-
nera que estoy descuidando un poco el trabajo médico.
192
Lunes 22 de septiembre de 1986
Me temo que voy a perder para siempre el ánimo de seguir con este dia-
rio.
Durante los últimos días anduve mucho por arriba y por abajo sin reali-
zar gran cosa. Terminé un folleto sobre medicina, estudié algunos días con
Nelson, Zulma y Rosa y reconocimos una parte de la zona. Otra vez me
sorprendí de que la zona de retaguardia es muy pequeña aquí y por eso
mismo no entiendo cómo es que el ejército nunca intenta penetrar en esta
zona del río Lempa. Sólo vimos huellas de pescadores.
El ambiente en el campamento es tenso y confuso. Tenso después de la
ejecución de un infiltrante y la exclusión de otro compa y confuso debido
a lo mucho que andamos por arriba y por abajo.
Lunes 29 de septiembre de 1986
Todo sigue igual. Lety, quien iba a ir a trabajar en el taller común en la zona,
sigue aquí.
Las cosas siguen estando tranquilas, aún si una unidad del PRAL se nos
acercó mucho, pero lo más probable es que no nos descubrió. En el Noreste
otra invasión terminó con 320 bajas en el campo del enemigo y 20 muertos
de nuestro lado. Doce de ellos murieron en el curso de una sola acción.
Julio, el médico, cayó y me recuerdo de lo que me dijo Federico, a saber que
casi todos los buenos cuadros y revolucionarios mueren y no ven la victoria.
Así fue en Nicaragua, y parece que aquí también es así. Ya llevo cuatro años
aquí y en este tiempo me identifiqué completamente con esta revolución
y ya no me preocupo tanto por lo que haré “después” o por saber cuándo
regresaré a Bélgica. Y si ayudo de manera consecuente y agresiva a ejecutar
los planes del FMLN, la posibilidad de que yo también deje aquí la vida es
grande, y grande es la posibilidad de que nunca más vuelva a ver a Karin
y a mi familia. Pero no me preocupo por eso, porque sé que vale la pena.
Porque sé que luché de manera consecuente y que gozo del privilegio de
pertenecer al pequeño ejército de verdaderos revolucionarios.
Las FPL descubrieron hace poco toda una red de infiltrados, que le pasaba
información al enemigo en relación con las acciones planeadas de los com-
pas y que también montó emboscadas muy buenas que llevaron a la muerte
a muchos cuadros.
193
Viernes 10 de octubre de 1986
Una fecha histórica: hace seis años las organizaciones revolucionarias se unie-
ron en el FMLN. Seis años más tarde aún no hay un partido unificado, pero
vamos por buen camino.
Hace cuatro años llegué al volcán san Miguel, esto no es algo tan histórico.
“Jugué” cuatro años a ser médico en El Salvador y no me he arrepentido ni
un solo momento. Mi compromiso con esta revolución cada día se vuelve más
grande y más sólido. Esta revolución es mi tarea en la vida, hasta la victoria
o hasta la muerte. Este año un gran terremoto afectó sobre todo a San Salva-
dor. Y esto empeora aún más la situación económica y social. Probablemente
Duarte aprovechará esta situación para transformar a nivel internacional la
ayuda a las víctimas de este desastre en apoyo político. Pero, vista la situación
explosiva de las masas, seguramente no tendrá éxito.
Martes 28 de octubre de 1986
Estoy de regreso en la zona de Tres Calles, porque los heridos fueron trans-
portados a otro lugar y porque el trabajo en la zona costera estaba más o
menos en marcha.
Llegué aquí con una escuadra del PRTC y una lluvia de balas nos sorprendió
a la altura de la calle, pero pasamos bien.
La zona ha cambiado mucho. El trabajo aquí consiste sobre todo en la capaci-
tación, la organización de la logística, estructurar y dirigir.
Por mientras ya fui dos veces a la clínica de las FPL para hacer una operación
de hernia, y ahora es algo que también sé hacer, gracias a los médicos de esta
organización.
Aquí es donde se desangró la operación Herson Calito del ejército y ya van 15
días que nos dejan tranquilos. Ya es la tercera vez que un esfuerzo estratégico
del enemigo no tiene ningún resultado.
Por fin recibí unas cartas de casa, que Karin me mandó: de Willem, Trui,
Anne y Marijke.
Mi preocupación de que aquí me volveré tonto, por la falta de material de
estudio, desapareció completamente, porque en el curso del último año y
medio recibí una educación marxista-leninista profunda, entendí muchas
actitudes y opiniones pequeño-burguesas y mi carácter maduró. Gracias a
toda esta experiencia, entiendo fácilmente cualquier análisis y también logro
hacer cualquier análisis. Gracias a esta formación ideológica, logro enfrentar
de manera más tranquila y consecuente cualquier situación y estoy armado
para seguir luchando aquí, hasta la victoria o hasta la muerte.
194
Domingo 9 de noviembre de 1986
Pasé los primeros días del mes con mis hermanos de las FPL en un curso para
brigadistas. Lástima que los brigadistas de la costa no pudieron participar.
Ahora estoy “listo” para ir a la costa, pero parece que esto va a tardar. El
problema es que me necesitan tanto aquí como en la costa, de manera que
siempre me es difícil irme. Sería bueno que llegara otro doctor acá, pero por
mientras yo tendré que seguir yendo y viniendo. Y esto no es bueno para mi
formación política-ideológica.
Mientras, los cuatro heridos, que ya estábamos esperando desde hace algún
tiempo, llegaron, todos en estado de buena recuperación: Rexona sin mano,
Jaime con un solo pulmón, Beto con herpes y Miguel con una muñeca rota.
Entonces, levantamos una pequeña clínica improvisada con los cuatro he-
ridos, Mister, Nico y yo. Rosa por el momento ha sido excluida de la clínica
debido a su comportamiento exhibicionista, su sentimiento de superioridad
y por muchas otras razones. Está en “observación”, es decir que no ha sido
excluida totalmente, le queda una oportunidad para reaccionar.
Durante los últimos días hice un balance del trabajo médico de este año y,
expresado en números, curamos hasta ahora 35 heridos, de los cuales sólo
uno, Gerardo, finalmente murió. O sea que el resultado es positivo.
Lunes 17 de noviembre de 1986
Me da vergüenza leer mi diario porque mis garabatos se vuelven cada vez
más ilegibles, pero esto se debe a que a menudo tengo que escribir en una
posición muy incómoda.
En los últimos días se descubrió una red de infiltrados que actuaba sobre
todo en la costa. Algunos de ellos se escaparon mientras otros fueron ejecu-
tados. Menos mal que fueron descubiertos pronto y que no lograron causar
demasiado daño. Y siempre actúan de la misma manera: el ejército envía a
un hombre (o una mujer) que busca a las personas más débiles para invo-
lucrarlas en su red de infiltración. Hacen lo mismo con la población, buscan
personas que quieren aprovecharse por ambos lados, gente sin principios.
En los juicios, se hace una diferencia entre los que llegan a implementar este
trabajo y los otros que se dejan llevar.
Yo mismo me puedo contar ahora entre los heridos, porque el 11 de noviem-
bre pisé una mina. Es un milagro que no me haya muerto o que no haya per-
dido una pierna, porque este tipo de minas generalmente provocan la muerte
o heridas graves. Me salvé con un oído sordo (debido a la explosión – ahora
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estoy igual que Karin) y algunas heridas de granada en la pierna. Está claro
que la mina estaba mal dirigida. Que suerte para mi.
Jueves 27 de noviembre de 1986
Un gran desembarque de helicópteros del otro lado del río. Y aquí preparacio-
nes para un ataque. Inició una nueva campaña militar del FMLN. Las cosas se
están moviendo. Aquí en el campamento se siente la tensión, el compromiso,
la disposición a luchar.
Ayer cayó Mauricio en la costa y Daniel fue herido durante un ataque de sol-
dados mientras estaban en una reunión. Estas siguen siendo las consecuencias
del trabajo de infiltración. Mauricio fue un compa de la primera generación de
esta zona, uno de los primeros organizados de la zona de Tres Calles. Lo cual
vuelve a demostrar que la guerra ya se llevó casi una generación entera de
revolucionarios, pero a pesar de esto el pueblo sigue organizado y el proceso
revolucionario sigue su curso. Mejor dicho, no “a pesar de” sino “gracias a”.
Tendremos muchísimo trabajo, tanto acá como en la costa. Siempre seguir
capacitando, organizar mejor el trabajo, bien distribuir y aprovechar el poco
material del cual disponemos, y también mucho estudio ya que llegaron mu-
chos libros. Pero ahora no hay velas, así que siempre hay algo que te limita.
Por fin escribí una carta a Karin, pero tengo que lograr sacarla ahora.
Sábado 6 de diciembre de 1986
Esta mañana los compas tomaron Santa Rosa de Lima. Según Radio Neder-
land hubo 40 muertos en el ejército y se destruyó un depósito de armas. Es
extraño que Radio Venceremos no mencionó nada. Y en otros lugares sigue
lloviendo emboscadas, ataques sorpresa y sabotajes. El lunes se va a iniciar
otro paro del tráfico; y todo esto apenas son “ejercicios de calentamiento”,
como dicen los compas.
También la incorporación de nuevos compas empieza a caminar bien acá (según
compas que vienen de otras zonas, allí la incorporación ya lleva tiempo). Hoy vi-
nieron otra vez 9 compas de la zona costera y otros más vinieron de Gualache.
Las organizaciones de masa también empiezan a formarse de manera más
clara, pero la represión de parte del gobierno y del ejército también aumen-
ta. Casi no pasa un día sin ataques aéreos contra lugares poblados de civiles.
Hace poco bombardearon los alrededores de Berlín. Otra forma muy frecuen-
te de represión es el encarcelamiento de dirigentes sindicales.
La lucha alcanza niveles cada vez más elevados, más crueles, pero nos acer-
camos claramente a la victoria.
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Sigo sin irme a la costa. Checo se fue con varios compas y así me quedé otra
vez solo con la responsabilidad por las estructuras internas que quedan aquí.
Está mejor así, porque en este momento no hay mucho trabajo médico.
Martes 9 de diciembre de 1986
Normalmente me hubiera tenido que ir esta mañana para la costa, junto con
el grupo y ya me había hecho a esta idea porque allí tengo que hacer varias
cosas: dos operaciones de hernia, dos partos y la revisión de mi trabajo, pero
Carmelo no me quiso dejar ir. ¿Por qué? Probablemente por dos razones:
porque Checo no está y porque el Atonal está en San Agustín, lo que significa
que probablemente va a haber una invasión.
Y efectivamente hoy llegó el día. Los helicópteros nos vinieron a buscar, die-
ron vueltas en el cielo durante largo tiempo y descubrieron los compas de
Matías. Y bombardearon, ametrallaron y más tarde invadieron y emprendie-
ron combates por tierra.
Lunes 22 de diciembre de 1986
Desde el punto de vista militar han sido días calientes en la zona. La mayoría
de los movimientos de tropas se acompañan ahora de desembarques desde
helicópteros.
Ayer la fiesta empezó con helicópteros volando muy bajo, bombas y ametralla-
mientos, combates. Nos llegó bastante pronto la noticia de que Quincho estaba
gravemente herido y por esta razón me quedé cerca del puesto de mando.
Efectivamente, Quincho estaba muy malherido, pero ni Nico, ni Rosa estaban
en los alrededores para ayudarme en la operación. Ambos salieron corriendo,
sin esperar una orden y así se habían aislado del resto de los compas. Menos
mal que hoy reaparecieron y finalmente pudimos operar. La operación se
llevó a cabo bajo cierta tensión porque, según las noticias, los helicópteros
siguen estando en San Marcos Lempa y esto significa que pueden regresar.
Y, reflexionando después, dejamos demasiado que nos desorganicen, pero
aprendí mucho porque yo tomé la iniciativa. A nivel de la disciplina, fallé,
porque no hice lo que me había dicho Checo: por ejemplo, no fui a los poci-
tos de agua para esperar a Quincho, porque me pareció un lugar demasiado
aislado y también me pareció demasiado peligroso, así que lo estuve espe-
rando en otro lugar. Pero aprendí mucho y esto es muy necesario, porque en
cualquier momento yo mismo tendré que tomar las decisiones (por ejemplo,
cuando no estén ni Checo, ni Carmelo, ni Federico, lo que sucede de vez en
cuando). Así, por ejemplo, hay que aprender a calcular cuándo es necesario
197
retirarse; también aprendí que no hay que dejarse descubrir; que debes de
desalojar inmediatamente el lugar en donde se bombardea, porque allí es en
donde después los helicópteros depositan a los soldados; y aprendí que hay
que retirarse donde no hay caminos, a la mitad de las pendientes, etc...
De esta manera ni tiempo te da para tener miedo, porque estás demasiado
preocupado por poner en seguridad a los demás. A pesar de los muchos mo-
mentos tensos, nunca me sentí realmente con miedo, pero sí preocupado.
Ahora todo está tranquilo y Quincho va bien.
Lunes 29 de diciembre de 1986
Radio Venceremos hizo un balance del año y Carmelo lo aplicó a nuestra
zona. Estuvo breve pero bueno; y hubo una rememoración en honor de
los compas caídos. La función de teatro que armamos en último momento
no estuvo tan mala. Y después hubo baile y con esto terminó otra fiesta de
año nuevo. Cuánta diferencia con las borracheras y comilonas del mundo
“civilizado”.
La formación militar me puso otra vez a pensar: 12 compas que estaban
presentes el año anterior y ahora faltaron. Muchas caras nuevas y luego
tantos otros que no pudieron estar presentes porque están llevando a cabo
otras tareas o porque están trabajando en la clandestinidad. Esto me llevó a
dos reflexiones: una, que está claro que estamos avanzando y que la situa-
ción revolucionaria a finales del año próximo pudiera estar muy madura. La
incorporación creciente es un hecho, la creciente organización de las masas
también, así como el crecimiento cualitativo interno; así que tenemos todas
las razones para ser optimistas. Mi segunda reflexión es que pudiera ser que
el año próximo yo ya no estuviera allí. Este año tuve mucha suerte cuando
el accidente de la mina, pero pueden pasar muchas cosas, porque la guerra
se va a volver más intensa y más cruel… pero, yo sé que, si muero, otros
compas están listos para retomar mi fusil.
Ya llevo más de cuatro años en este país y mi compromiso con la revolución y
con esta organización sigue creciendo. Ya eché por el bordo todos los proyec-
tos personales y mi único deseo es que este año Karin pueda pasar por aquí.
Esta tarde Quincho se fue para la costa y yo me quedé otra vez acá.
Jueves 1 de enero de 1987
Día de año nuevo. Todo está tranquilo en la zona. Y casi todo el mundo está
haciendo planes. La comandancia está reunida, Checo hizo la planeación po-
lítica-ideológica y yo la planeación médica.
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Sentí otra vez la confianza y la camaradería, tanto de parte de los comba-
tientes como de los responsables. Carmelo, Federico, Pepe, Checo a menudo
vienen conmigo para charlar, así como los combatientes a quienes les gusta
venir a bromear y que me vienen a proponer todo tipo de “novias”. Cuando
comparo con cómo me sentía hace unos años, noto una diferencia inmensa
y me imagino que aún puedo cambiar mucho. Lo rico de la vida aquí es que
sientes que estás constantemente en desarrollo, porque no te dejan estan-
carte.
Viernes 9 de enero de 1987
En este momento el ejército está otra vez lanzando morteros de un cañón
de 105 mm. El Atonal se acercó a una hora de aquí y esperamos que aún se
acerque más para poderle dar una buena paliza. Todos los caminos por los
cuales están avanzando están minados.
Tuvimos una reunión con el colectivo y constatamos que casi todos estamos
algo estancados en cuanto a nuestro desarrollo y que es urgente que se haga
algo al respecto, en vista de las exigencias que el período futuro nos va a
imponer. Carmelo indicó como mayor causa del estancamiento la falta de
un entorno estimulante y la falta de una buena dirigencia. La perspectiva
de la victoria existe (más que nunca), pero exige que todos tendrán que
dar lo mejor de si. Para satisfacer las exigencias del momento, tendremos
que trabajar mucho, no sólo a nivel técnico, sino sobre todo a nivel político
e ideológico. Entre más se acerca la victoria, mayores serán las exigencias.
Cuando la victoria esté a la vista, se tendrán que librar combates decisivos
y esto impondrá grandes esfuerzos. Pero estos esfuerzos no me asustan, al
contrario.
Fui confirmado como militante del partido, pero esto aún no significa que
para mi todo está arreglado. Tengo que seguir creciendo, pero, como dijo
Federico, es una cuestión de coraje y de ser consecuente. En el colectivo me
siguieron indicando los mismos errores, pero ya en mucho menor medida
que antes, o sea que es una cuestión de perseverar hasta que ya no quede
nada. Y para esto tengo todo el apoyo y las posibilidades que me brinda el
partido.
Y no sólo tengo que mejorar yo, sino que también tengo que ayudar a los
demás a avanzar. En primer lugar, los compas que trabajan conmigo en la
clínica. Se trata de dar el buen ejemplo y si tu no eres el impulsor, no obtie-
nes nada.
Y, mientras, los tiros de morteros aumentaron. Hace algunos días un helicóp-
tero nos sobrevoló y disparó un cohete que cayó a cien metros de la clínica.
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Miércoles 14 de enero de 1987
Ya llevo unos 15 días luchando contra una falta de apetito, cansancio y ma-
reo. Otra vez parásitos.
El Atonal está investigando la zona, con patrullas, con helicópteros; segura-
mente están preparando algo.
El trabajo interno se desarrolló de manera algo irregular, así como la forma-
ción cultural.
Hoy me pregunté otra vez por qué me siento tan bien como soltero. No siento
la menor envidia hacia las parejas. Aparentemente, no pertenezco a los “ne-
cesitados sexuales” ; otros compas hablan a menudo de la necesidad sexual,
pero yo no la siento tanto. A lo mejor se debe a que soy muy exigente en
cuanto a una relación. Y porque debería invertir demasiado tiempo y energía
en una nueva relación y esto sólo se podría hacer a costa del trabajo.
Domingo 18 de enero de 1987
Todo está muy tranquilo en el campamento porque la mayoría de los compas
se fueron y los helicópteros que nos visitaron durante muchos días parecen
haber sido barridos del cielo. Y aprovecho la tranquilidad para poner la última
mano al estudio político. Mientras, a nivel médico, muchos de los planes ya
han sido concretizados.
En este cambio de año, adquirí una convicción férrea en la victoria y al mismo
tiempo la convicción férrea de dar todo lo posible por contribuir a ella. A nivel
militar, esto significa actuar de manera serena y agresiva; a nivel político, en-
señar a los compas los principios del marxismo-leninismo; a nivel ideológico,
combatir de manera tranquila y segura las actitudes erróneas; a nivel médico,
funcionar a un nivel y un ritmo mucho más elevados para poder contribuir de
manera valiente y consecuente. La situación es ahora más dura y exigente, pero
los compas están a la altura de la situación y de esta manera el nivel de confron-
tación se agudiza así como el de las personas que juegan un papel activo.
Esta tarde tuve muchísimas ganas de grabar una cinta para Karin para con-
tarle sobre la situación actual del país y de la zona, sobre el campamento,
sobre el nivel más elevado de la confrontación y sobre mi mismo, pero por lo
pronto no logré encontrar una grabadora.
Martes 20 de enero de 1987
Ayer, a las dos de la tarde, estaba yo en la comandancia, cuando escuchamos
una explosión fuerte, con luz cegadora y humo. Primero pensé que otra vez
200
había yo activado una mina, después pensé que fue un ataque, y después
hubo silencio, silencio, hasta que alguien vino corriendo y gritando: “Gladys
se jodió”. Gladys o Colochita tuvo un accidente con una mina. En mis largos
años nunca había visto a alguién tan maltratado.
Duele tanto perder a personas tan buenas como Gladys; la vamos a extrañar
muchísimo, como explosivista, como militante del partido y para mi también
a nivel personal, porque era la persona con quien tenía yo el contacto más
cercano y en quién tenía la mayor confianza.
Desde hace dos días corren rumores de que el Atonal anda por la zona, sin
saber por qué. Hay tensión y tenemos que ser precavidos.
Jueves 22 de enero de 1987
Otra fecha histórica. Hace 55 años hubo un levantamiento popular. Hace sie-
te años se llevó a cabo la mayor manifestación en San Salvador y la unifica-
ción del FMLN. Y hoy se inició un paro del tráfico muy efectivo así como una
huelga de toda la industria privada. Duarte se encuentra en una situación
difícil: por un lado un movimiento revolucionario cada vez más fuerte y por
el otro lado la derecha que aprovecha esto para adquirir mayor influencia en
la repartición del poder.
La muerte de Gladys nos sigue afectando mucho, pero no nos impide seguir
trabajando. Su responsabilidad ya fue retomada por otros compas, lo que de-
muestra que la preparación de los compas lleva frutos; que la muerte de un
compa no desestabiliza o desmoraliza el funcionamiento.
Sábado 24 de enero de 1987
La huelga del sector privado terminó. El paro del tráfico, que fue efectivo en
casi 100%, también. Esto demuestra que la derecha sigue teniendo mucho
poder pero también que el FMLN se ha extendido en todo el territorio.
Poco a poco empieza a evidenciarse el impacto real que ha tenido el asalto al
cuartel de La Unión y el secuestro de la hija de Duarte. Este ha perdido toda
credibilidad: con respecto a las masas, por la ruptura del diálogo con el FMLN;
con respecto a los empresarios, por su impotencia en contrarrestar el sabotaje
de la economía; con respecto al ejército, al haber mandado a su familia a los
Estados Unidos y haber iniciado negociaciones para la liberación de su hija.
Duarte se tambalea y está poniendo a todos en contra suya. Probablemente
sobreviva esta crisis, pero quizás no la siguiente.
La perspectiva de la victoria del pueblo ha tomado pues una forma sólida y
concreta. Y todo está sucediendo muy rápidamente.
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He seguido pensando mucho en la revolución. Cuando vi a Gladys, muerta,
sentí de manera muy intensa que es algo que le puede pasar a cualquiera en
cualquier momento. Pero también que la muerte de un compa no te puede
desanimar. Maldices, estás triste, sientes un vacío, pero sigues luchando.
También pensé en mi mismo; a los 15 años tomé la decisión de convertirme
en un revolucionario, sin saber qué era el marxismo, sin saber qué significaba
esto precisamente. Esta decisión fue aclarándose y madurando con los años.
Al optar por estudios universitarios, escogí estudiar medicina. Durante mis es-
tudios trabajé al estilo pequeño-burgués, por un lado debido a mis diferencias
con el partido y por otro lado por falta de comprensión y madurez. Después
de mis estudios llegó el momento en el cual tuve que optar claramente por
una vida revolucionaria o una vida pequeña-burguesa. Siguiendo mi decisión
juvenil, o bien podía hacerme miembro del PVDA o podía inscribirme en la
lucha anti-imperialista. Opté por lo último, lo cual no excluye lo primero.
Ahora ya llevo cinco años acá y estoy profundizando y depurando mi visión
revolucionaria y ya adquirí cierta madurez. Ninguna persona, ningún contra-
tiempo podrá desviarme de mi convicción de seguir luchando aquí.
Y también pienso en Karin y me pregunto si ella también sigue en la misma
línea (en sus últimas cartas está claro que sí). Espero que ella sepa que es muy
probable que yo me muera acá, y, si esto pasa, será la última consecuencia de
mi ser. Si llego hasta la victoria, seguramente no descansaré, sino que traba-
jaré doblemente en este país o en cualquier otro país, siempre en contra del
imperialismo y por la construcción del socialismo. Seguiré luchando como
Belga y como Salvadoreño (porque este pueblo me ha incorporado comple-
tamente).
Son unos minutos antes de las seis de la tarde. Un avión 0-2 ronronea arriba
de la zona. Estamos en guerra.
Después de los Acuerdos de Paz en 1992, en el pueblo Las Marías en Usulután se estableció un Centro de Salud con el nombre de guerra de Michaël: Sebastián. Esta iniciativa vino de dos compañeros de Michaël, Emilio y Quique, dos médicos del FMLN, dos internacionalistas. Por falta de apoyo del Gobierno, este Centro de Salud ya no existe.
Sebastián
Conocí a Sebastián en agosto de 1983. Ya para entonces, sabía que Sebastián
era un médico bélga, internacionalista igual que yo y mi brother Quique,
otro médico ecuatoriano. Todos los compas de Tres Calles, incluyendo la
brigada médica, habían llegado de refuerzo a la zona de Jucuarán. En el
aire se olía que la Comandancia de la Brigada Rafael Arce Zablah del Frente
Oriental Francisco Sánchez, tramaba un buen desaguisado. A los trescalle-
ños los ubicaron como a un kilómetro al Sur de la clínica donde Quique y yo
acampábamos, les alojaron en unas casas de paredes de adobe y techo de te-
jas semidestruidas. En la tarde me mandó llamar Chamba, nuestro coman-
dante para ordenarme que fuera a examinar a los compas de Tres Calles,
pues casi todos estaban fuera de combate con calentura y fuertes dolores. En
el camino íba pensando, que qué clase de médico sería ese Sebastián que,
para atender a su gente, necesitaba de los servicios curativos de otro médi-
co? Pero, grande fue mi sorpresa cuando vi entre aquellos compas acostados
en posición fetal, doblado sobre su costado y tiritando de frío, a un chele
enormemente largo, arqueado sobre sí mismo castañeando los dientes. A la
puta, si Sebas, el médico, también está jodido, dije y me puse a platicar con
él y concluíamos que el plasmodium falciparum o sea el parásito del paludismo
más frecuente en la zona costa, era el causante de tanta baja militar, así que
pusimos mano a la cloroquina y dispusimos que en la cocina se les hiciera
sopa los tres tiempos de comida y así, al cabo de una semana, habíamos con-
jurado la epidemia palúdica.
Al cuarto día recibimos la visita de Sebastián, venía con un compa llamado
Bonerges quien era brigadista y asistente de él; era Bonerges un tío muy sim-
pático. Cuando me paré a la par de Sebastián, pude ver cuán grande era, pero
su estatura fue aumentando en la medida en que el Sebas nos contaba como
él y su compa Laura se habían autoreclutado para ser parte de la revolución
salvadoreña y en particular del errepé o sea del Ejército Revolucionario del
Pueblo. Resulta que, como no tenían mucho pisto, se vieron obligados a ven-
der todas sus pertenencias; hasta un loro que tenían de mascota mordió el
polvo de la subasta y así, pidiendo dinero prestado con oferta de pago a largo
plazo, ya fuera en efectivo o con bonos revolucionarios, pero prometiendo
que más tarde que temprano saldarían sus deudas con todos aquellos que les
apoyaron para que supuestamente realizaran un tour recorriendo las Euro-
pas. Viajaron en moto, en bicicleta, en patines, en bus, en tren, en barco y
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por último saltaron el charco del Atlántico en el lomo de un pájaro de acero,
que les depositó tembloroso en el Valle de las Hamacas o sea en la capital del
Pulgarcito de América, es decir en San Salvador a principio de 1982.
Unos días de tensa espera en un hotelucho sin estrellas, de esa calma aparen-
te que desespera hasta el borde de la consternación, les tocó vivir en San Se-
var, hasta que una tarde un guerrillero urbano clandestino les llevó la noticia
de que pronto saldrían para el frente suroriental. En un pick-up Dodge doble
cabina emprendieron pues el camino “Hasta la Victoria Siempre” devorando
el asfalto de la carretera del Litoral; cruzaron el río Lempa por el entonces
todavía famoso puente de “Oro” hasta llegar cerca del desvio del Delirio, por
donde entrarían a la “Curruncha”, una zona de lava antigua, coagulada arro-
jada ya diítas, o sea hace mucho tiempo por el volcán Chaparrastique. Todo
íba muy bien, los compas habían recogido al Sebas y a la Laura cabal, a la
hora y en el lugar que de antemano se había acordado. ¡Ah! pero en la guerra
como en el amor no hay que confiarse, porque en un santiamén, justo des-
pués de que bajaron una cuesta, se toparon a boca de fuego con los cuilios de
la fuerza armada y ahí nomás se armó un pandemonium. Tronaron las ame-
tralladoras punto sesenta, los eme dieciseís, los eme setentainueve, las eme
uno y al poco rato de haberse formado aquel desvergue, apareció un helicóp-
tero uacheunoache de fabricación norteamericana quien escoltó la comitiva
guerrillera hasta el mismísimo cráter del volcán Chaparrastique a punta de
puros rocketazos. Sudados, fatigados, hambrientos y asustados, los guerrin-
ches descansaron en las faldas peladas de aquella gran montana. Ese fue el
bautizo guerrillero de Sebastián y Laura y ese fue también el preludio de la
separación entre ambos esposos y el desencanto, pues según ellos venían a la
guerra para estar y aportar juntos, oh pobres suenos románticos, desviacio-
nes de pequeños burgueses radicalizados, dijeron los/as comandantes/tas de
la comandancia del errepé, brazo armado del perreese o, lo que es lo mismo,
el partido de la revolución salvadoreña y al tal Sebastián le dieron pa’l frente
suroriental Comandante Gonzalo o sea pa’ Tres Calles en Usulután y a la tal
Laura le dieron rumbo al frente nororiental Comandante Clelia o sea pa’ las
zonas liberadas de Morazán; ay Dios pasarían muchas noches y días, muchos
veranos e inviernos con sus temporales, hasta que esos guerrilleros de lengua
flamenca volvieran a encontrarse.
Sebastián era mago. Cuando él llegó al frente no tenía ni un año de haberse
graduado como médico general, es decir tenía muy poca experiencia prácti-
ca, pero la escuela de la guerra, los heridos, los fracturados, las laparotomías
exploradoras, las toracotomías, el instrumental quirúrgico, las torundas, el
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iodo y toda la asepsia y antisepsia hicieron de él un cirujano diestro y expe-
rimentado, veloz y certero, efectivo y eficiente, eficaz y sabio y su escalpelo
plateado era su varita mágica y todo aquel compa moribundo que Sebastián
tocaba con sus cheles dedos largos, por obra y gracia de Sebastián el mago, se
salvaba. Tal era su experticia que su fama se fue convirtiendo en leyenda y,
donde Sebastián estaba, estaba el hospital de guerra y los compas en la línea
de fuego confiaban en su retaguardia, donde Sebastián el mago, impaciente,
aguardaba. Luego, en las noches boca de lobo, Sebas encendía un pabilo, un
grafito, una libra de azúcar y agarraba su cuaderno en el cual escribía con
una letrita flamenca microscópica su vida diaria en el frente de guerra y así
se estaba, dale que dale, escribiendo sus críticas políticas y revolucionarias a
la dirección del errepé – perreese, hasta que amanecía y con la noche, Sebas-
tián el mago, la libra de azúcar y la luz del pabilo, desaparecía.
Sebastián era estóico, heróico; Sebastián era el hombre nuevo, era un revo-
lucionario de convicción, de corazón, de principios, repleto y pletórico de
solidaridad, de verdad. Sebas era tan magnánimo como su estatura corporal,
como su corazón descomunal. Ay, pero también le tocó sufrir la separación,
la lejanía de Laura, de Bruselas, y padeció las picadas inclementes de en-
jambres de zancudos y jejenes, y el agua salada de los manglares, cuidando
compas heridos en hospitales clandestinos, de tablas, de “punches”, de bos-
ques salados. Una vez al Sebastián lo curó del “empacho” un curandero que
vivía en el caserío el Zúngano, del municipio de San Francisco Javier, o sea
de la zona de Tres Calles en Usulután. Resulta que a Sebastián le agarró una
dispepsia o, lo que es lo mismo, mala digestión; varios días pasó viendo la
comida con ojos de rechazo, tenía naúseas y unos cólicos abdominales que
lo mantuvieron sin apetito y empezó a adelgazar a tal grado que el enorme
uniforme se miraba más grande y él, Sebastián el médico, que era infali-
ble para diagnosticar y tratar la enfermedades infecciosas y parasitarias que
afectaban la salud de los compas, se veía débil, cansino y con los ojos semi-
hundidos. Bonerges le dijo que lo que tenía era “empacho”, que algo que
había comido le había caído mal y que lo que necesitaba era unas sobadas
en los brazos y en las piernas y salió apresurado en busca del curandero del
Zúngano. Tres sesiones de sobadas lubricadas con aguardiente y ruda basta-
ron para que Sebastián recuperara el apetito. Su ánimo cambió, aumentó de
peso y otra vez la sonrisa floreció en su rostro y volvió a entonar un estribillo
de una canción de moda – dime poiqué, lo judo, lo judo, dime poiqué, estribillo
que siempre andaba canturreando, hasta que algun compa aburrido le gri-
taba – a la puta Sebastián, ¿que no te sabés otra canción? –
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Una noche lo ví llorar como niño por la muerte de un compa que había
atendido. El llanto de Sebastián era de dolor, de rabia, de impotencia, de
tristeza, de lamento, de congoja. Se reprochaba, se recriminaba y decía -
pero si hubiera hecho tal cosa, a lo mejor lo hubiera salvado y él mismo
se echaba la culpa por la muerte del compa y yo le decía, tratando de con-
solarlo, pero Sebas la herida era mortal por más que hubieras hecho no lo
hubieras salvado, ni vos ni nadie. Sebastián el sensible, el humano, a pesar
de todo, pasó deprimido varios días y más se deprimía cuando todas las
mañanas, después del cotidiano ejercicio físico o sea del matutino, en la for-
mación el comandante del campamento guerrillero gritaba a todo pulmón,
¡Compañero Fulano! haciendo homenaje al guerrillero caído en combate y
toda la mara contestaba a una sola voz ¡Presente!, ¡Presente! Mucho tiempo
después, precisamente en una de esas formaciones militares y después de
cantar el “himno” (el FMLN nunca tuvo himno, lo que se cantaba en las for-
maciones militares más bien era un tango… el efeemeeleene vanguardia de un
pueblo que luchaaa), se había ordenado que para romper fila y retirarse, había
que extender la pierna derecha, dar un zapatazo y gritar !VENCEREMOS! y,
al hacer eso Sebastián, quien no se había fijado que había un tronco debajo
suyo, al dar el zapatazo, le dió al tronco y antes de que pudiera gritar vence-
remos, rodó por el suelo, cuan largo era; no sería honrado si omitiera decir
que ver a Sebastián volar por los aires provocó entre nosotros los guerrilleros
presentes una gran carcajada colectiva y general que enrojeció a Sebastián
quien también se desternillaba de risa.
Unas dos semanas antes de que Sebastián muriera, a los cuilios les agarró por
mortarear al azar la zona de Tres Calles todas las benditas noches. Colocaban
varias piezas de artillería a ambos lados del rio Lempa, para lanzar obuses
cientocinco milímetros a diestra y siniestra desde las siete hasta las nueve
de la noche. Los guerrilleros sabedores de la delicadeza de los cuilios para
darles las buenas noches, se preparaban física y mentalmente para aguantar
la andanada de mortíferos proyectiles, oían primero el ¡PUM! de salida de
las granadas letales, después el siseo ¡SSIIIFFF! del proyectil al surcar el aire
y por último el ¡BLAMM! del estallido final; calculaban la zona a donde
había aterrizado el obús y, con base en esos detalles auditivos, buscaban pro-
tegerse del próximo morterazo. Después del último obuzaso, los guerrinches
se disponían a descansar y algunos acudían al campamento de los logísticos
para ver por televisión el noticiero de las nueve de la noche. Sebastián era
un asiduo televidente del famoso noticiero. Pero, cuando el destino ya tiene
echadas las cartas del futuro de uno, no hay forma de cambiar las cosas.
Resulta que el día de la muerte de Sebastían, los mugrosos cuilios, en contra
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de la rutina, dejaron de morterear a la hora acostumbrada, silencio, silen-
cio. Sebastián, también en contra de la costumbre, no fue a ver el noticiero
y junto con su equipo médico (Bonerges, Chayito y otro compa) se acostó
al pie de un árbol de amate. Despuesito de las nueve de la noche se oyó un
único ¡PUM! y ese artero proyectil de mala muerte fue a caer exactamente
donde Sebastián y su grupo pernoctaban. Sebastián, herido mortalmente,
antes de pensar en él mismo, hizo un último intento por salvar la vida de
Bonerges y el otro compa, pero ya era demasiado tarde; la parca sesgó la vida
de uno de los médicos más consecuentes de la revolución salvadoreña.
Años después, cuando el conflicto armado terminó, haciendo un recuento
de los logros alcanzados con la firma de los Acuerdos de Paz versus la gran
cantidad de guerilleros muertos, dormidos en tumbas guerrilleras disemina-
das a todo la largo y ancho del país, llegué a la conclusión de que tanta mor-
tandad no había servido para gran cosa; pero, si bien era cierto que habían
muerto cientos de revolucioonarios, una cosa me quedó muy clara, que la
REVOLUCIÓN NO HA MUERTO y que Sebastián, el médico belga guerri-
llero, sólo se encuentra durmiendo el sueño eterno de los justos buenos, en
espera del último asalto al cielo.
Creo también que la forma tan absurda en que murió Sebastián le ha de
haber provocado frustación, pues alguna vez que hablamos acerca de la for-
ma en que nos gustaría morir en la guerra, ambos coincidíamos en que lo
mejor sería morir combatiendo de frente al enemigo, como buen guerrero;
pero, como uno propone y la guerra dispone, pues ni modo, así como murió
Sebastián también mueren los héroes.
Por último, a los que sobrevivimos a la guerra, sólo nos queda gritar a todo
pecho:
¡COMPAÑERO SEBASTIÁN, HASTA LA VICTORIA SIEMPRE¡
Emilio
Invierno de 2002