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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
La armadura del creyente, 6ª Parte: El yelmo de la salvación, 2ª Parte Escritura: Efesios 6:17
Código: 1960
John MacArthur Esta mañana de nuevo tenemos el privilegio de regresar al sexto capítulo de Efesios. Efesios,
capítulo 6; y continuamos con el estudio de la armadura del cristiano. Estoy seguro que para
este punto no nos hemos apurado a lo largo de esto. Y la razón es que esto está lleno de
verdades grandes y maravillosas para nosotros. Y consideramos que el Señor nos da un
privilegio tremendo al tener la oportunidad de compartirlo con usted debido a que quizás pase
mucho tiempo hasta que regrese a Efesios 6, si el Señor quiere. Y queremos hacerlo lo más
detallado posible.
Estamos viendo Efesios 6, versículos 13 al 17. Y conforme cerramos el libro de Efesios, y
estamos examinando la guerra del creyente y los recursos que él tiene para la victoria. A
manera de introducción esta mañana, quiero responder a una pregunta que siempre surge
cuando usted entra a un estudio como el que hemos tenido en las últimas semanas. Hemos
estado estudiando a detalle el tema del compromiso. Hemos estado hablando de la
dedicación, el compromiso, en cierta manera, el entregarnos a la obediencia para cumplir la
voluntad de Dios en nuestras vidas. Hemos hablado del asunto de disciplinarnos a nosotros
mismos, de controlar nuestros deseos y conformarnos a los estándares de Cristo. Hemos
hablado realmente de ser un soldado, un guerrero y hacer nuestro mejor esfuerzo por causa
de Él.
Ahora, esto de manera inmediata nos lleva a otra perspectiva que con frecuencia se presenta
en esta área de la vida cristiana. Hay algunas personas que creen que todo este ejercicio y
toda esta disciplina y todo este esfuerzo realmente no es lo que Dios está buscando. Y debido
a que esa pregunta se presenta, creo que por un momento o dos, en esta mañana, debo
responderla.
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Hay una afirmación en el Antiguo Testamento hecha en referencia el rey Josafat que dice que
la batalla no es tuya, sino que es del Señor. Ahora, esa afirmación se ha convertido en un
lema para un grupo de personas que han sido llamados los quietistas. Es el movimiento que
básicamente dice que la manera en la que debes vivir la vida cristiana no es mediante
disciplina personal, mediante esfuerzo y mediante compromiso, sino que más bien es
mediante el rendirte.
Y quizás, has sido expuesto en tu juventud o en algún otro momento, mediante lectura a este
concepto de “deja todo y deja a Dios.” De hecho, hay un programa en la actualidad en la
televisión, en una estación cristiana llamado “Deja todo y deja a Dios.” Hay una canción
llamada “deja todo y deja a Dios” que lleve a cabo Su voluntad maravillosa.
Oímos mucho acerca del tema de descansar, de permanecer en Cristo, de entregarle todo al
Señor. Sé que hay una canción contemporánea que dice ‘entrégale todo a Jesús’. Y usted oye
a personas decir ‘deja de luchar y deja de esforzarte y cede, y ríndete. Ríndete totalmente, de
manera completa. Y yo me acuerdo que oía mucho hablar de esto cuando era joven. Me
acuerdo de asistir a campamentos y conferencias. Y en la Universidad en particular a la que
asistí, hubo llamados constantes para venir al altar; y los alumnos eran como yo-yos, subían y
bajaban tratando de rendirse. De hecho, descubrimos que había muchos de nosotros que
estábamos dispuestos a rendirnos, sólo que no sabíamos cómo hacerlo. Parecía como si
usted llegaba al punto en donde las lágrimas comenzaban a fluir. Llegaba con sus rodillas al
altar, y se rendía. Y tres días después, pecaba. Y después, decía: “bueno, Señor, me rendí.
¿De quién es la culpa?” Entonces, se volvía muy difícil.
La gente que promueve esta manera de pensar usa una ilustración. Dicen que hay un cuarto
oscuro. No hay luz en el cuarto, está oscuro. Y la persona está ahí tropezándose con todo,
con las lámparas, con las sillas y demás y tratando de hacer lo que está haciendo. Y la razón
por la que está oscuro ahí es porque tiene esas persianas que oscurecen totalmente el cuarto.
Y afuera, hay luz de sol total. Y el sol está brillando. Pero el hombre adentro está tropezando
por todos lados en el cuarto oscuro. Cuando lo único que tiene que hacer es abrir las
persianas; y la luz del sol va a inundar de manera automática el cuarto para que pueda ver a
dónde va. Y dicen que así es el vivir la vida cristiana. El Señor no quiere que tropieces por
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todos lados en la oscuridad, simplemente abre la persiana. Siéntate y descansa; y todo va a
ser claro.
Hay personas que toman de Juan 15 el concepto de permanecer en Cristo no refiriéndose,
dicen ellos, al acto de ser salvos, sino a la idea de rendirse, a la idea de ceder. Quizás cuando
usted fue niño fue a un servicio en campamento y oyó hablar a alguien; y quizás lo exhortaron
a rendirse a Jesús y a entregarle todo al Señor. Una rendición total y cantaban canciones
acerca de esto y se emocionaban. Y cantaban estrofa tras estrofa. Me acuerdo cuando estuve
en una convención con 2000 personas en donde cantaron por lo menos veinticinco estrofas
de un himno hablando de que la gente se rindiera. Ha tenido esa experiencia, yo la he tenido.
He ido a un campamento y vi a un niño que estaba tan frustrado al final de la semana… oímos
tantos mensajes de la rendición y este pobre hombre estaba totalmente frustrado tratando de
entender cómo rendirse. Decidió que la mejor manera de hacerlo era rendir su tiempo al
Señor.
Y entonces, solían aventar una rama al fuego, un emblema de una vida rendida. Y él se
levantó y dijo: “quiero entregar mi tiempo al Señor.” Y él tomó su reloj, se lo quitó y lo aventó
al fuego. Y usted podía ver la frustración. Y usted sabe, eso no es inteligente. Esa es mala
administración, arrojar su reloj al fuego. Eso es no es lo que usted hace para rendirse. Pero él
estaba en el punto en el que estaba frustrado. Él había oído de dedicación, re dedicación,
consagración, re consagración; y estaba trabajando duro en esto. Es sorprendente cuántos
malos entendidos hay acerca de estos términos.
Me acuerdo cuando estábamos ahí en el centro familiar antes de que tuviéramos este
auditorio. El coro estaba cantando y me había ido atrás porque alguien quería que escuchara
un nuevo sistema de micrófonos o algo así. Y estaba ahí atrás, en la puerta de atrás durante
una canción del coro. Una dama entró por la puerta y traía a un perro con una cadena, algo
que no pasa con mucha frecuencia. No tenemos una regla acerca de eso, porque es algo
raro. Pero el ujier se quedó ahí de pie. Y yo estaba viendo esto pasar. Y el perro, yo admito
que estaba vestido de manera apropiada. Traía un suéter y un collar y era muy elegante y
entró por la puerta y pensé que me iba a quedar de pie y ver cómo el ujier iba a manejar la
situación.
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Bueno, fue obvio desde el principio que esta mujer no tenía todo a su favor. Algo andaba mal
con ella. Había algunas cosas que no estaban bien con ella. Pero bueno, llegó con el perro
encadenado y el ujier, como que pestañeó dos veces y la vio. Y finalmente, se le acercó y le
dijo: “usted no puede meter a su perro, señora.” A lo cual ella respondió: “está bien, Señor.
Está muy bien. Vamos al cuarto de oración porque el acaba de re dedicar su vida.” Y claro, mi
sonrisa se convirtió en un ahogo. Y claro, como un bautista en mi vida antigua, usted sabe
que yo fui criado en una Iglesia Bautista, mi primera reacción fue “¿cómo sabes que el perro
fue salvo para comenzar?” Usted sabe.
Pero bueno, el punto es que la señora obviamente no tenía todo a su favor. Pero lo importante
aquí es una palabra: re dedicar. No tiene más significado para esa mujer que algo de lo que
usted hace con su perro, llevar a su perro al cuarto de oración. No sé cómo eso se le metió en
la mente. Pero esta es una ilustración más bien rara del mal entendimiento del término.
Quizás, usted es como algunas personas que conozco que suben y bajan por pasillos a lo
largo de su niñez y en su juventud tratando de rendirse. Bueno, eso no es raro. No es raro en
absoluto. De hecho, solía haber este himno antiguo que decía algo así: “santidad por fe en
Jesús, no por mi esfuerzo.” Bueno, ‘deja todo y deja a Dios’ significa algo así como que usted
no hace nada. C.H.A. Trumbull, quien solía descender este sistema, dijo: “cuando usted está
totalmente rendido,” escuche esto, “nunca, ni siquiera experimentará tentación. Porque será
derrotada por Cristo antes de que tenga tiempo de meterlo a usted en una pelea.”
Bueno, si eso es verdad, entonces cómo es cuando usted peca, ¿a quién le echa la culpa?
Debe ser la culpa de Cristo, lo cual es algo aterrador de pensar. Porque eso no sería verdad.
Rendirse es quizás ilustrado de manera apta en un libro llamado ‘El secreto del cristiano de
una vida feliz’ escrito por Hannah Smith. En este libro, ella dice esto: “¿qué puede ser dicho
acerca de la parte del hombre en esta gran obra, sino que él debe rendirse de manera
continua? Pero cuando llegamos al lado de Dios en este tema, lo que quizás no se ha dicho
son las maneras múltiples y maravillosas en las que Él lleva a cabo la obra que se le
encomienda. Es aquí donde viene el crecimiento.” En otras palabras, lo que ella está diciendo
que si usted quiere crecer espiritualmente no hagan nada más que rendirse, deje que Él haga
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todo. Ella lo ilustra: “la masa de arcilla nunca podría llegar a ser un vaso hermoso si quedara
ahí en el foso de la arcilla durante miles de años. Pero cuando es colocado en las manos de
un alfarero hábil, crece rápidamente conforme es moldeado en la forma en la que el alfarero
quiere que sea. Y de la misma manera, el alma abandonada a la obra del Alfarero celestial es
formada en un vaso debajo del agua santificada y apta para el uso del Amo, del Maestro.”
Ahora, todo se oye muy bien. Pero si usted no es nada más que un pedazo de arcilla en las
manos de un alfarero y él está haciendo lo que él quiere que usted sea, ¿cómo es que usted
va a salir de ahí para pecar? ¿Acaso la arcilla de pronto dice ‘mira, ya terminé con esto’ y se
sale de la mano del alfarero para hacer lo que quiere hacer? Es algo difícil francamente para
la ilustración. En un momento, Hannah Smith tiene al cristiano como un pedazo de arcilla
suave y al siguiente momento, la arcilla ha salido de las manos del alfarero y está haciendo lo
que quiere.
Pero el punto es este: debe haber más en la vida cristiana que un enfoque en el que usted no
hace nada. La Biblia nunca enseña este enfoque. La Biblia simplemente no enseña que todo
lo que tiene que hacer en algún punto en su vida es rendirse. La Biblia no enseña eso en
absoluto. Hay muchos, muchos cristianos que han tratado, y tratado, y tratado interesado. Y
nunca olvidaré la ilustración de un hombre que me dijo que estaba en una Iglesia en donde
llamaban a la gente hacer esto y a hacer aquello. Y pasó al frente, ahí pasó y caminó por el
pasillo, se hincó en el frente del pasillo; y comenzó a orar y orar para rendirse y orar para
rendirse y orar para rendirse. Y el pastor lo vio en el medio de todo esto y finalmente le dijo:
“órelo hermano, ore por ello.” Y le dijo a todo el mundo en la audiencia que oraran por él. Y
finalmente, el hombre se levantó y dijo en voz alta ‘no puedo’. Y se salió por la parte de atrás.
Bueno, eso es mucha frustración. No sé qué estaban tratando de hacer, pero ese es el tipo de
frustración que viene cuando usted trata de rendirse y usted no entiende que hay otras cosas
involucradas.
Ahora, estoy de acuerdo que debemos depender del recurso de Dios. Estoy de acuerdo con
que debemos depender de la energía de Dios, del poder de Dios y de la fortaleza de Dios.
Pero no es bíblico pensar que lo único que hacemos es simplemente sentarnos ahí. Y
entonces, quizás algunas personas han tenido un problema con el énfasis que estoy haciendo
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en el compromiso, en la disciplina personal y en la vida cristiana, en sujetar su carne para la
fortaleza de Dios. Pero no debe tener problemas, porque eso es lo que la Biblia enseña.
Por ejemplo, versículo 10, regresemos a nuestro texto. Vea si usted encuentra ahí la palabra
rendir. Usted está en la batalla con el enemigo. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en
el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis
estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad
toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo,
estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la
coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo,
tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y
tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.”
Ahora, usted no lee nada ahí acerca de rendirse. Usted lee ahí acerca de disciplina. Usted lee
ahí acerca de compromiso. Esa es la idea. La vida cristiana es una guerra. Y si usted fuera a
Hebreos capítulo 12, descubriría que la vida cristiana es una carrera. Y si fuera a 1 Corintios 9
descubriría que la vida cristiana es una pelea. Debemos, como dice Tito 3:8, “ser cuidadosos
en aplicarnos a buenas obras.” Santiago 4, 1 Pedro 5, “debemos resistir al diablo”. Primera de
Corintios 9, “debemos golpear a nuestro cuerpo para sujetarlo”. Efesios, capítulo 5, “debemos
andar cuidadosamente.” Filipenses, capítulo 3, “debemos proseguir al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Segunda de Corintios 7:1, “debemos limpiarnos de toda
inmundicia de la carne perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
Ahora escuche, es demasiado simplista decir que todo lo que se necesita en la vida cristiana
es algún tipo de actitud en la que usted simplemente se desmaya y dice “muy bien, Dios, Tú
hazlo.” Eso es demasiado simple. Por un lado, eso es lo que están diciendo los quietistas. Y
se les opuso un grupo de llamado los pietistas que eran los legalistas diciendo “todo lo tiene
que hacer en la carne.” Y el equilibrio está en el medio. Sí, dependemos de la fuerza de Dios.
Sí, descansamos en Su poder. Sí, permanecemos en la vid. Sí, dependemos de un recurso
divino. Sí, no soy yo, sino Cristo; pero, por otro lado, debe haber en mente en la vida cristiana
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un nivel tremendo de compromiso. Un nivel de dominio propio y de disciplina personal. Debe
haber en la vida cristiana una dedicación de nuestras vidas diariamente a pelear contra
Satanás con toda la energía que tenemos. Es demasiado simple tan sólo decir “ríndete y eso
es todo”.
Permítame mostrarle el equilibrio al llevarlo a 2 Pedro capítulo 1. En 2 Pedro capítulo 1,
versículo 3 leemos esto: “como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos
han sido dadas por Su divino poder mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó por Su
gloria y excelencia.” Ahora escuche esto, Dios nos ha llamado a gloria y virtud. Y para
equiparnos para eso Su poder divino nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y
a la piedad.
Escuche, como cristiano, usted no carece de ningún recurso necesario. Usted tiene todas las
cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. ¿De dónde lo sacó? Mediante el conocimiento
de Él. Cuando usted un llegó a conocerlo en la salvación, Él le dio todo lo que necesita.
Entonces, el recurso divino está ahí. Él lo llama poder divino en el versículo 3. Tenemos poder
divino. Tenemos eso disponible.
Ahora, mediante ese poder divino, el versículo 4 dice: “por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas.” Tremendas promesas. Tremendo poder. Y después, nos
volvemos participantes. Tenemos poder, promesa y participación de la naturaleza divina
misma.
Ahora, esta es la parte de Dios. Dios dice: “aquí está Mi poder, aquí está Mi promesa.
Participa de Mi naturaleza misma.” Es un recurso magnánimo tremendo para vivir la vida
cristiana.” ¿Acaso sólo decimos ‘amén y ahora sólo voy a rendirme a eso’? ‘Voy a dejar todo y
dejar a Dios. Voy a entregárselo todo a Jesús. No voy a hacer nada.’ ¡No! Porque usted llega
inmediatamente después de esto al versículo 5. Y el versículo 5 dice: “vosotros también,”
vosotros también, poniendo toda diligencia, trabaja. Sé diligente. Sé disciplinado. “Añadid a
vuestra fe, virtud, a la virtud, conocimiento, al conocimiento, dominio propio, al dominio propio,
paciencia, a la paciencia, piedad y, a la piedad, afecto fraternal y al afecto fraternal, amor.” En
otras palabras, tú concéntrate en trabajar. Y amados, eso no es tan simple como caminar por
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un pasillo y hacer un acto de rendición. Eso es parte de su vida. Debe haber un compromiso
con el Señorío de Cristo. Debe haber un reconocimiento de Su poder y recurso en su vida.
Pero no termina ahí. Comienza ahí.
En Romanos 6, hay un ceder de usted, sí. Hay un ceder de usted en Romanos 6. Pero
también hay un hacer morir o un matar de las obras de la carne. Entonces, no es tan simple
como eso. Y esa es la razón por la que no vacilamos en proclamar las verdades de Efesios 6.
Hay un equilibrio.
Regrese, si es tan amable, por un momento, a Filipenses capítulo 2. Y ahí volverá a ver el
equilibrio. Filipenses, capítulo 2, versículo 12: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos de
vuestra salvación con temor y temblor,” y la palabra obedecer es la palabra clave en el
versículo. Usted se ocupa de su salvación en una vida de obediencia porque el versículo 13
dice: “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena
voluntad.” Usted tiene a Dios operando en usted Su voluntad. Y Él opera en su obediencia.
Esa es la idea. Dios opera en usted con Su voluntad. Usted lo opera mediante la obediencia.
Ahí está el equilibrio. Dios está operando y usted está operando.
Se observe Colosenses capítulo 1, versículo 29, quizás el versículo más claro en esto.
Colosenses 1:29 presenta de manera hermosa este equilibrio: “para lo cual también trabajo.
Esto es trabajo duro, luchando según la potencia de Él, la cual actúa poderosamente en mí.”
¿Lo ve? Yo trabajo y Dios trabaja. Esa es la razón por la que digo que es demasiado
simplista, simplemente estar tocando el tambor para el concepto de la rendición. Debe haber
un compromiso en mi vida con la disciplina personal, con la obediencia dirigente.
De hecho, si usted adopta la postura de ‘déjelo todo y dije a Dios,’ ¿qué es lo que usted hará
con todas las exhortaciones del Nuevo Testamento? ¿Qué significan? Si todo es el Señor,
entonces deberían haber sido dirigidas a Él, no a mí.
No, no. Hay un equilibrio entre ceder al Señorío de Cristo y una disciplina total y compromiso
en mi propia vida para seguir en obediencia. Ahora, en 2 Corintios, simplemente una palabra
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más que mostrarle, capítulo 6, versículo 4: “antes bien, nos recomendamos en todo,” todo lo
que queremos hacer es recomendarnos o demostrar que somos los ministros de Dios,
queremos que el mundo sepa “como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones,
en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos,
en ayunos, en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor
sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra.”
Ahora, ¿nota algo maravilloso en esto? Hay una mezcla fenomenal de cosas. Paciencia, es
esa actitud personal. Tribulaciones, necesidades, angustias, azotes, cárceles, tumultos,
trabajos, desvelos, ayunos, pureza, ciencia, longanimidad, bondad. Todas esas son las cosas
que yo debo producir en mi vida. Pero debo atender a esas cosas. ¿Y cuál es la fuente? Por
el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, la cual es la Biblia y por el poder de
Dios y por la armadura de justicia. Esas son las cosas que Dios nos da. La mezcla perfecta de
los dos. Entonces, dependemos de Dios si hacemos nuestro mejor esfuerzo. Ésa es la idea.
Ahora, regresemos a Efesios 6 con eso en mente. Lo que estoy tratando de decirles, amados,
es que Efesios 6 no contradice a la Biblia en ningún otro punto. Y la gente que quizás le ha
enseñado en su trasfondo que lo único que necesitaba hacer es rendirse no ha entendido el
punto. Hay mucho más en la vida cristiana que eso.
¿Sabe una cosa? Solían, de hecho, decir que la única manera en la que usted podía crecer
en la vida cristiana es mediante esa rendición total en donde usted no hace nada. Mientras
que la Biblia dice que usted crece al actuar de una manera obediente, en un compromiso de
disciplina personal con Jesucristo, que es un tema de esfuerzo diario. Usted no crece al no
hacer nada. Usted crece mediante el esfuerzo máximo.
Ahora, veamos la armadura nuevamente. Y entonces, no titubeamos el vestirnos de ella.
Espero que esto aclare el punto. Estamos en una batalla y esta batalla que debe ser ganada
demanda nuestro mayor esfuerzo. Y entonces, primero debemos tener el cinto de la Verdad y
después, la coraza de justicia y después el calzado del Evangelio de la paz. Y después, el
escudo de la fe. Y después, en el versículo 17, debemos tomar el yelmo de la salvación.
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Y ahí nos detuvimos la última vez. ¿Qué significa eso? ¿Qué el casco de la salvación? La
última vez le dijimos que eso no significa ser salvo. Escuche, usted no tendría el cinto de la
Verdad, y no tendría la coraza de justicia, y no tendría el calzado del Evangelio de la paz y no
tendría el escudo de la fe sino fuera salvo. Esta semana oí a un hombre hablando en la
televisión acerca de esto y él dijo que el casco de la salvación significa ser salvo. Eso no
significa ser salvo. Usted no es salvo en quinto lugar. En primer lugar, usted es salvo. Y como
dije la semana pasada, fuimos salvos en el capítulo 2. Éste es el capítulo 6. Y ya hemos sido
salvos por cuatro capítulos. El casco de la salvación es algo diferente que tan sólo el simple
acto de gracia salvadora. Ya estamos en el ejército. Eso da por sentado que ya somos salvos.
¿Qué es? Le dije que la salvación tiene tres dimensiones: pasada, presente y futura. Ahora
escuche: ésa es la única definición de la salvación que la Biblia comprende. No hay otro tipo
de salvación fuera de una salvación de tres dimensiones. Pasada, presente, futura. La Biblia
no conoce nada de una salvación que sólo es válida en el pasado. La Biblia no conoce nada
de una salvación es sólo es válida en el presente. La Biblia no conoce nada de una salvación
para la cual usted tiene que esperar para ver si usted la va a recibir en el futuro.
La Biblia sólo conoce una salvación de tres dimensiones: pasada, presente, futura. Hemos
sido salvos, estamos siendo salvos y seremos salvos. El pasado: justificación, lo cual resulta
en santificación y promete glorificación. La salvación sólo es vista bíblicamente en estos tres
términos. Todos reunidos en uno. El pasado, fuimos salvos de la paga del pecado. El
presente, estamos siendo salvos del poder del pecado. En el futuro, seremos salvos de la
presencia del pecado. Entonces, debe ver la salvación en esas tres dimensiones.
Ahora, la dimensión de la que Pablo habla específicamente aquí es la futura. El casco de la
salvación no es algo que tiene que ver con el pasado. No es algo que ni siquiera tiene que ver
con el presente, en un sentido. Es algo que tiene que ver con el futuro. Y eso es lo que él está
diciendo. Usted puede estar seguro de su salvación en el futuro. Y eso se convierte en una
protección en contra de la espada grande que Satanás usa.
La última vez le dije que él tiene una espada grande, ancha, la palabra griega es una
rhomphaia. Y tiene dos orillas. Una orilla es el desánimo y la otra orilla es la duda. Y Satanás
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quiere pegarle a usted con el desánimo y la duda. Y la protección que usted tiene es el casco
de la salvación. El yelmo de la salvación. Cuando usted se desanime, recuerde que está por
venir un día glorioso. Cuando usted se desanime, recuerde que está por venir una celebración
de victoria. Cuando usted se desanime y quiera cansarse de hacer el bien, recuerde que
usted va a cosechar si usted no desmaya. Recuerde que algún día, va a venir una
recompensa. Recuerde que vendrá un día de coronación. Algún día, Jesús lo va a enfrentar a
usted y le dirá: “bien, buen siervo y fiel.” Y recuerde que ese día está por venir. Y cuando
Satanás quiere pegarle con el desánimo porque en la batalla lo cansa, porque usted se cansa,
porque la lucha es interminable, recuerde que viene un día de victoria. Hay una meta final.
Hay una pistola al final. El reloj va a acabar y estaremos de frente cara a cara con Jesucristo
en ese momento glorioso.
Y entonces, así es el casco de la salvación. Confianza en el futuro, como Pablo lo llama en 1
de Tesalonicenses 5, el yelmo de la esperanza de la salvación. Pero el casco nos da la
fortaleza para continuar en el presente. Nos da la fortaleza para continuar en el presente aun
cuando las cosas se ponen difíciles. Hay una meta final, hay una recompensa gloriosa. Hay
un fin en mente. Viene un día de coronación. Habrá un momento en el que dejemos este velo
de lágrimas y entremos en la presencia de Jesucristo y nuestra carne sea hecha a un lado. Ya
no habrá más pecado, no habrá más lucha y no habrá más guerra y no habrá más batalla.
Viviremos en un universo glorioso nuevo. Está por venir y será disfrutado de manera plena en
base al nivel más elevado de compromiso ahora.
Entonces, lo que estamos diciendo es que cuando Satanás quiere afectarlo a usted con
desánimo en la batalla, reconozca que viene un día de victoria y no se rinda. Habiendo hecho
todo, esté firme.
Y traté de compartir con usted en la última vez que, si no hubiera un elemento futuro de la
salvación, las otras dos partes no tendrían sentido. Si yo fui salvo y estoy siendo salvo, pero
no hay futuro, ¿por qué seguiría haciendo esto? ¿Por qué debo pelear tan duro si no hay
futuro? Si no hay esperanza de una plenitud y un elemento final de salvación, ¿por qué hacer
todo este esfuerzo? Permítame ilustrarle esto en Primera de Corintios 15:32. Y esto es muy
apto a partir de la experiencia de Pablo. Pablo dice en este versículo, 1 Corintios 15:32: “si,
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según los hombres, o estrictamente de una manera humana, he peleado con bestias en
Éfeso, ¿de qué me sirve si los muertos no resucitan? Comamos y bebamos por que mañana
moriremos.” Escuche, si no hay futuro en esto, olvídelo. Si tengo que ir a Éfeso y la cosa se
pone tan difícil ahí, y la persecución es tan severa que tengo que pelear con bestias salvajes,
¿de qué me va a servir si no hay resurrección? ¿Qué tipo de salvación es ésta que no va a
ningún lugar? ¿Creen que me voy a jugar la vida por una multitud de animales salvajes?
¿Creen que voy a enfrentar a una multitud de paganos hostiles con el Evangelio de Cristo si
no hay resurrección, si no hay elemento futuro de salvación? Yo me rendiría en este
momento, tiraría la toalla y me iría. Y diría que se acabó. Ésa es la idea. Él está diciendo
“¿qué tipo de salvación sería si no tuviera un futuro?” No tendría poder en absoluto que me
hiciera pelear la batalla en la actualidad.
Observe 2 Corintios capítulo 4, versículo 6: “porque Dios quien mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” Ahora, lo que ese versículo significa
es que Dios nos ha hecho luces en el mundo. Dios ha colocado a Cristo en nuestros
corazones para irradiarlo al mundo y, por lo tanto, versículo 7, tenemos este tesoro. ¿Cuál es
el tesoro? Es la luz de Dios en nuestras vidas. Tenemos estos vasos de barro, estos cuerpos.
Y la excelencia del poder es de Dios, no es de nosotros. Tenemos poder divino en la morada
de Cristo.
¿Y qué sucede? Muy bien, llevamos a Cristo al mundo. Tenemos el poder y la luz está ahí.
Salimos y ¿cuáles son los resultados? Versículo 8: “estamos atribulados en todo mas no
angustiados, en apuros. Mas no desesperados, perseguidos, mas no desamparados.
Derribados, pero no destruidos, llevando en el cuerpo siempre y por todas partes la muerte de
Jesús.” Versículo 11: “porque nosotros que vivimos siempre estamos entregados a muerte por
causa de Jesús.” Ahora vea eso, él dice: “así es como debemos ministrar por Cristo.” Una
gran carrera en que entrar, ¿verdad? Adondequiera que vamos hay aflicción, estamos
derribados, llevando en nuestro cuerpo la muerte del Señor, siempre al filo de la muerte,
alguien quiere quitarnos la vida. Así es como vivimos día tras día. Día tras día, confrontando a
un mundo hostil, impío. Usted podría preguntarle: “bueno, ¿por qué te molestas, Pablo? ¿Por
qué te molestas? El versículo 14 dice por qué se molesta. “Sabiendo que el que resucitó al
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Señor Jesús a nosotros también nos resucitará con Jesús y nos presentará juntamente con
vosotros.”
Ahora escuche, lo que sostuvo a Pablo en el nivel de compromiso que tuvo fue que algún día
él sería resucitado a la gloria con Cristo, ¿se da cuenta? De tal manera que la dimensión
futura de la salvación se convierte en una fuerza poderosa al vivir la vida ahora. Oiga, ¿sabe
una cosa?, voy a estar cara a cara con Jesucristo algún día. Voy a estar cara a cara con un
registro de lo que he hecho para servirle. Y lo amo lo suficiente, tengo suficiente deseo como
para conocer la plenitud de la vida eterna y todo lo que puede darme, como para que yo
entregue todo lo que puedo dar mientras que Dios me dé aliento en este pequeño respiro de
lágrimas en esta pequeña vida que es sólo neblina que aparece por un poco de tiempo y se
desvanece. Quiero aprovechar al máximo estos pocos años para que pueda experimentar la
plenitud de la glorificación en la eternidad con Cristo para siempre. Y la razón por la que no
quiero cansarme en hacer el bien es porque sé que cosecharé una recompensa gloriosa si no
desmayo aquí. Ese es el caso de la salvación.
Entonces, cuando Satanás viene en contra de mí y quiere desanimarme y dice: “¿por qué no
dejas de predicar por un tiempo y descansas? Tómate un tiempo de descanso. Oh, no, no le
des tanto tiempo y dedicación al estudio, simplemente piensa en algunas cosas. Cuéntales
historias simpáticas, anécdotas. No notarán la diferencia. Simplemente, disfrútalo.” Y a veces
me afligen las cosas en las que yo inclusive trabajo duro y Satanás dice: “Oh, el ministerio es
muy desalentador, la gente no te valora. Tú sabes, la Iglesia no es como quieres que sea. O
no está haciendo las cosas que tú quieres que haga. Simplemente, date por vencido.” Y usted
aguanta ahí porque usted sabe que el día de coronación está por venir. Usted sabe que el día
de rendición de cuentas está por venir. Usted sabe que ese día en el cual usted será como
Jesucristo está por venir y usted hace su máximo esfuerzo porque es una certeza que ese día
está por venir.
Eso es lo que movió a Pablo. Eso es lo que debe motivarnos. Él dijo: “he peleado la buena
batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe.” ¿Por qué Pablo? Porque me espera una
corona de justicia la cual el Señor, el juez justo, me dará mí y no sólo a mí sino también a los
que aman Su venida. Y lo hago porque se lo que está por venir. Y entonces, cuando Satanás
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viene con la espada de desánimo y la orilla del desánimo en contra de nuestras vidas, nos
aferramos y estamos protegidos por la confianza de que la salvación que Dios prometió va a
cumplirse.
Hay una segunda cosa y es que Satanás tiene otra orilla en su espada. No es desánimo, es
duda. Y quizás la duda es el desánimo definitivo. ¿Sabe usted que Satanás quiere que dude
de su salvación? Bueno, realmente es bueno en eso. La mayoría de la gente sufre de eso en
algún punto de su vida cristiana al principio. Ahora, si usted crece en el Señor y llega al punto
en el que quizás ya no duda, ninguno de nosotros es totalmente invulnerable a las tentaciones
de Satanás en ese punto. Pero Satanás quiere venir después de que usted acaba de hacer
algo que es pecaminoso y decirle: “tú no eres cristiano, no puedes ser cristiano, ¿por qué el
Señor te va a salvar? No eres lo suficientemente bueno. No mereces ser salvo. ¿Cómo sabes
que realmente lo tomaste de en serio cuando lo hiciste? Más vale que lo vuelvas a intentar a
ver si funciona mejor.” Satanás realmente ataca a la gente en esa área.
Y hay personas, como usted sabe, que van a ciertas iglesias en donde enseñan que usted
puede perder su salvación. Viven constantemente en el temor. La gente pregunta: “¿vives en
la seguridad eterna?” En un sentido, eso es lo que la Biblia está diciendo aquí. En lo que yo
no creo es en la inseguridad eterna. Pero hay algunas personas que viven en eso todo el
tiempo. Simplemente, viven en un estado constante de inseguridad. Y a algunas personas se
les dice que nunca sabrán si son salvos hasta que enfrenten al Señor. ¿Se puede imaginar
vivir así? Toda su vida pensando ¿voy a llegar p no voy a llegar? Oh, me estoy acercando…
¿Voy a llegar o no? ¡Qué existencia tan horrible! Eso no sería nada de “estas cosas os he
escrito para que vuestro gozo sea cumplido”. Usted tendría que decir que el Nuevo
Testamento tendría que decir “estas cosas os he escrito para que sean miserables”. No podría
ser feliz sabiendo que esto es como una adivinanza.
Después, hay otras personas que creen que cada vez que usted peca, usted pierde su
salvación. Nunca olvidaré a un hombre en la televisión en el canal 40, al cual le hicieron
algunas preguntas y alguien llamó y le dijo: “si pecas siendo cristiano y se te olvida confesarlo
antes del rapto, pecas, el rapto viene y no has tenido tiempo para confesar, ¿qué pasa?” Él
dijo: “te vas al infierno.” Ahora, ¿se puede imaginar vivir bajo ese tipo de temor?
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Satanás quiere que nosotros tengamos temor de que no tenemos salvación. Él quiere que
dudemos de la salvación. ¿Sabe por qué? Porque él quiere que dudemos de la promesa de
Dios. Él quiere que creamos que Dios no guarda Su palabra. Él quiere que creamos que la
salvación no es para siempre, que Dios no puede sostenernos. Él quiere que neguemos el
poder de Dios, que neguemos al recurso de Dios, que neguemos que Dios puede
sostenernos, que neguemos que Dios habla la verdad. Y todas estas cosas son negaciones
simples de esto.
Entonces, Satanás viene contra nosotros, nos hace dudar. ¿Cómo reaccionamos a esto? El
casco de la salvación es que, si usted tiene una salvación pasada, hermano, hermana, si
usted tiene una salvación pasada, usted también tiene una futura, ¿verdad? Porque no hay
otro tipo de salvación vista en la Biblia. No hay otro tipo. Pero la totalidad de lo que incluye
justificación, santificación, glorificación. A quien Él llamó, Él justificó. A quien Él justificó, Él
glorificó. Y no hay nadie que se pierda.
Ahora, permítame mostrarle esto a medida que regresamos en la Biblia a Juan, capítulo 6.
Sólo quiero que quede en claro este punto y después, lo dejó irse. Y entraremos en la espada
la próxima vez. Pero en Juan, capítulo 6, un pasaje muy, muy importante en el versículo 37.
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí. Y el que a Mí viene, no le echaré fuera.” Ahora, lo
que el Señor dice es que, si usted viene a Él, Él no lo va a echar afuera. Y no lo va a echar
significa bajo ninguna circunstancia. No hay circunstancia en la existencia del universo por la
cual Cristo deseche a alguien que viene a Él. Eso es lo que Él está diciendo. Si usted viene a
Él, bajo ninguna circunstancia, bajo ninguna condición, en ningún caso, Él lo va a echar fuera.
¿Por qué? Porque los únicos que vienen a Él son los que el Padre da, ¿se da cuenta?
Y si Dios le entrega a usted a Cristo, entonces usted tiene el decreto de Dios de la salvación
eterna. Y usted tiene la respuesta de Cristo a la salvación eterna y no hay manera de perder.
El Padre, entonces, simplemente para darle una ilustración de lo que Él está diciendo, el
Padre está recompensando al Hijo. El Hijo ha hecho bien al ir a la cruz y cumplir la redención.
Entonces, el Padre le da a Él regalos. Y los regalos son preciados. Son las almas de los
hombres. Usted y yo, que conocemos a Cristo, somos los regalos del Padre al Hijo, muestras
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del amor del Padre. Y el Padre ama tanto al Hijo que le entrega este tipo de regalos. Y de la
misma manera, el Hijo ama tanto al Padre que Él se aferra a esos regalos tan preciados. Todo
lo que el Padre le da, vendrá a Él. Y cuando vienen, bajo ninguna circunstancia los voy a
echar fuera. ¿Por qué? No es debido usted. No es debido a usted en absoluto. Usted ni
siquiera entra aquí en el escenario. Es porque el Hijo ama al Padre demasiado como para
perder a alguien que fue un regalo de amor del Padre al Hijo, ¿se da cuenta? Todo se
encierra en la Trinidad.
Ahora, observe el siguiente versículo, 38, “porque Yo descendí del cielo no para hacer Mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Este fue el plan del Padre desde siempre. El plan
entero del Padre fue redimir a algunas personas, entregárselas al Hijo y que el Hijo las
guardara. Ése es el plan entero. “Y esta es la voluntad del Padre que me envió.” ¿Cuál es Su
voluntad? “Que de todo lo que Él me ha dado, no pierda Yo a nadie, sino que lo resucite en el
día postrero.” ¿A cuántos pierde Jesús? A ninguno, a ninguno, a ninguno. No hay pérdida en
el decreto del Padre, el regalo al Hijo y la resolución del día postrero.
Entonces, usted tiene justificación, santificación, glorificación. Pasado, presente, futuro. Sin
pérdida. Entonces, la Biblia enseña que Dios tiene un concejo que no puede ser cambiado, un
llamado que no puede ser revocado. Una herencia que no puede ser contaminada. Un
cimiento que no puede ser quebrantado. Un sello que no puede ser sacudido. Una vida que
no puede perecer.
Ahora, pase a Juan 10, versículo 27 por un momento. Ahora, aquí hay siete hebras en la
cuerda que nos amarra eternamente a Cristo. Siete grandes razones por las que usted
mantiene la salvación. Siete verdades grandes. Número uno, versículo 27: “Mis ovejas.” Mis
ovejas. Deténgase ahí. ¿Usted es oveja de quién? Usted es la oveja de Cristo. Ahora
escuche, si usted en la oveja de Cristo, es el deber de Él como pastor cuidar de usted y
protegerlo a usted. Si Él lo pierde a usted, esto de hecho es una mancha, una falla en Su
capacidad como pastor. ¿Entendió eso? Si usted es Su oveja, y el pastor debe cuidar de las
ovejas, entonces el hecho de que alguien se pierda refleja la virtud y calidad del pastor.
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Hay una segunda hebra que nos amarra o liga a Cristo: “Mis ovejas oyen Mi voz y Yo las
conozco y me siguen.” Escuche, siguen a Cristo, Sus ovejas, sin excepción alguna. No van a
escuchar a extraños. Sólo lo escuchan a Él. Los cristianos verdaderos son entonces
guardados por el poder del gran pastor. Ésa es la hebra número uno.
En segundo lugar, seguirán. Eso es lo que Él dice: “seguirán.” Pueden tropezar en pecado,
pero estarán ahí.
En tercer lugar, versículo 28, “Yo les doy vida eterna”. Ahora, ¿la vida eterna cuánto tiempo
dura? Para siempre. Es vida eterna. Para hablar de ella como final es una contradicción en
términos. La vida eterna es eterna.
Entonces, estamos seguros por la naturaleza del Pastor. Estamos seguros por la naturaleza
del Pastor conforme siguen. Y estamos seguros por la definición misma del regalo de la vida
eterna. Es para siempre. Además, es un regalo. Y yo les doy vida eterna. Usted no hizo nada
para ganársela. Usted no puede hacer nada para guardarla. Es un regalo.
En quinto lugar, otra hebra que nos mantiene seguros con Cristo es que Él dice: “y nunca
perecerán.” Si un cristiano llegara a perecer, entonces Cristo no dijo la Verdad. Si Cristo no
dijo la Verdad, entonces deshágase de su Biblia, olvídese del cristianismo. Todo está
equivocado. Además, el cristianismo dice “y ninguno puede sacarlos de la mano de Mi Padre.”
No hay poder en el universo que sea más fuerte que Dios.
Y si Dios quiere mantenernos seguros, así va a ser. Nadie puede sacarnos de la mano del
Padre. Y, además, Él añade en el versículo 29: “Mi Padre que me las dio es mayor que todos
y nadie puede sacarlos de la mano de Mi Padre.” Observe el versículo 28, Él dice ‘Mi mano’.
Versículo 29, Él dice ‘la mano de Mi Padre’. Protección doble.
Ahora, lo que le estoy tratando de mostrarle en estos dos pasajes en Juan es que Jesús
mismo, por Sus propias palabras confirma el hecho de que una salvación pasada incluye una
futura también. La vida eterna es simplemente eso. Nunca perece, nunca falla. Nunca pierden
ninguna de ellas. Así es como Jesús habló de eso. No es sorprendente que cuando usted
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llega a Romanos 8, versículo 38, el apóstol Pablo dice: “por lo cual estoy persuadido de que ni
la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que
es en Cristo Jesús nuestro Señor.” Pablo está diciendo que no hay nada en el universo ahora
o en el futuro que jamás pueda separar a un creyente de Cristo.
En Filipenses, capítulo 1, versículo 6, dice: “estando persuadido de esto: que el que comenzó
en vosotros la buena obra, esa es la parte pasada de la salvación. Él la comenzó. “La
perfeccionará” ese es el presente, “hasta el día de Jesucristo.” Ese es el futuro. Los tres
elementos de la salvación se encuentran en el mismo versículo.
Y quiero cerrar nuestro estudio en esta mañana al pedirle que me acompaña al libro de Judas,
el penúltimo libro en el Nuevo Testamento. Y quiero compartir con usted simplemente dos
versículos aquí que son tremendamente poderosos. Permítame tan sólo decir esto a manera
de perspectiva general de Judas.
El libro de Judas trata con la apostasía o una partida de la fe. Está preocupado
primordialmente con la naturaleza vil de los falsos profetas y los falsos maestros. Habla en el
versículo 4 acerca de ciertas personas que se han infiltrado, básicamente ordenados para la
condenación, hombres impíos que han convertido la gracia de Dios en lujuria. Habla de
soñadores sucios en el versículo 8. Habla de profetas que profetizan por motivos de avaricia
en el versículo 11. Estas manchas, llamadas manchas en el versículo 12, nubes sin agua,
árboles sin fruto, doblemente muertos, arrancados por las raíces, olas salvajes del mar,
estrellas errantes para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre.
Murmuradores, quejumbrosos, simplemente seres impíos, sensuales, horrendos. Estos son
los apóstatas. Y aquí esta este pequeño grupo de cristianos, por así decirlo, en el medio de
una edad apóstata, no diferente de la nuestra en la actualidad. De hecho, estoy trabajando
ahora en un libro que se llama Cómo Sobrevivir en los Días de la Apostasía. Y está
básicamente basado en Judas.
Pero el concepto aquí es que, en medio de la enseñanza falsa, vil, mala, la corrupción de la
Iglesia, la corrupción del cimiento, por así decirlo. Hay un grupo pequeño de creyentes que
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podría estar pensando ‘hombre, realmente a lo mejor nos va a arrastrar esto. ¿Qué nos va a
suceder?’ Ven que todo va hacia abajo como nuestra sociedad con el liberalismo, la neo
ortodoxia y toda la basura que viene en el nombre del cristianismo que parece estarse
vendiendo por todos lados. Y nosotros preguntamos: ‘¿qué hay de nosotros? ¿Seremos
arrastrados por todo esto?’ Y entonces al comienzo de Judas, versículo 1 y al final de Judas,
versículos 24 y 25 Judas reitera el hecho de que no tenemos que temer. No importa qué tan
malo el día se ponga, no importa qué tan mal esté el mundo que nos rodea, Judas, siervo de
Jesucristo, hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre y guardados en
Jesucristo.” Mejor traducido: “guardados por Jesucristo” en el caso dativo. Él dice en medio de
toda la corrupción que los rodea, han sido apartados por Dios y guardados por Jesucristo.
Tēreō es el verbo griego. Significa guardar, velar, mantener y preservar. Es inclusive usado
fuera de la Biblia para hablar de algo que es garantizado. Cuando usted fue salvado, a usted
se le dio una garantía.
La Biblia habla acerca del hecho de que se nos han dado la arras del Espíritu. Y las arras
significa un anillo de compromiso. Un enganche, una garantía. Cuando usted fue salvo, Dios
le dio a usted el Espíritu Santo como una garantía de que algún día usted será glorificado en
la presencia de Dios. Inclusive, en los tiempos más difíciles. ¿Sabe una cosa? Jesús oró:
“Padre, oro porque los guardes, a los que me has dado. Que los guardes del maligno.” En
Juan 17:11 y 15; y la oración de Jesús será respondida. El Padre guardará al creyente. Y eso
es lo que Él está diciendo ahí. Ustedes no sólo son santificados. Ustedes son guardados por
Jesucristo. Ése es el casco de la salvación.
No necesita escuchar las dudas de Satanás: ‘oh, más vale que te asegures que es un
cristiano para comenzar.’ Si usted está tambaleándose en ese punto, no puede tener ninguna
confianza. Si usted no tiene confianza alguna, número uno, quizás no sea cristiano en
absoluto. Pero número dos, quizás sea un cristiano que está siendo atacado severamente por
Satanás; y más vale que se ponga el casco de la salvación.
Pase al versículo 24 de Judas. Y aquí esta lo mismo de nuevo, nada más que con mayor
detalle. “Y Aquel que es poderoso para guardaros sin caída.” ¿No es eso maravilloso? La
palabra poderoso. Él es lo suficientemente poderoso para guardarlo de caer. No es nada más
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que Cristo no quiere que caiga, sino que Él tiene la capacidad de prevenirlo, ¿se da cuenta?
Él tiene la capacidad de prevenirlo. Y Él es poderoso para presentarlo sin mancha, amōmos,
sin mancha. Y, por cierto, amōmos se usa en 1 Pedro 1:18 y 19 para referirse a Cristo. Él
puede guardarlo de que usted tropiece. Guardarlo de caer y presentarlo tan puro como Cristo
es puro, algún día en la presencia de Dios Padre. Ése es el poder protector de Cristo.
Es una seguridad tremenda, tremenda. Y la palabra aquí, que está hablando de presentarlo
no es tēreō, la misma que la primera de guardarlo, sino que es phulassō lo cual significa
segura en el medio de un ataque. Entonces, sin importar lo que todas las huestes del infierno
le hagan a usted, Cristo es lo suficientemente poderoso como para guardarlo y presentarlo
amōmos, tan irreprensible como Jesucristo en la presencia de Dios. No es sorprendente que
el salmista dijera con confianza: “ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los
días de mi vida.” Él lo sabía. Y en últimas, moraré, ¿en dónde? En la casa de Jehová para
siempre.” Todos los días.
Como puede ver, él sabía que la salvación que Dios le dio era una salvación pasada, presente
y futura. Ciertamente, él dijo, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida y
en últimas, moraré en la casa de Jehová todos los días. En 1 Tesalonicenses, capítulo 5,
versículo 23, Pablo dice en una bendición gloriosa: “Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la
venida de nuestro Señor Jesucristo.” Y me encanta esto, “fiel es el que os llama, el cual
también lo hará.” ¡Que cosa tan grande! Tan maravillosa.
Pablo dice en esta gran bendición, preservados, irreprensibles y fiel es el que os llama el cual
también lo hará. No. No aceptamos los ataques de duda que Satanás trae contra nosotros.
Nuestra armadura es la confianza de que nuestra salvación es futura así como también
presente y pasada. Y Cristo nos sostiene en el poder de Su propia mano. En Hebreos 6:16 al
19, la Biblia dice que hay dos cosas, dos cosas inmutables, dos cosas incambiables: la
promesa de Cristo y el juramento de Cristo que anclan el alma del creyente para siempre.
Hebreos 6:16 al 19.
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Y entonces, es esa confianza que nos hace defendernos en contra de los ataques de
Satanás. Amados, cuando él venga con desánimo, cuando él venga con duda, recuerde con
certeza que está por venir un día de gloria. Está por venir un día de victoria y pelee la buena
batalla, tenga confianza en la salvación que Dios le dio a usted. Y sepa que usted estará ahí
para el día de la coronación. Y en el himno maravilloso, el cimiento de la Iglesia, el escritor
dice: “en el medio de la tribulación y la aflicción y el tumulto de sus guerras, ella espera la
consumación de la paz para siempre, con la visión gloriosa de sus ojos anhelantes hasta que
sea entonces bendecida y la gran Iglesia victoriosa se vuelva la Iglesia descansando.” Algún
día vendrá el descanso. Pero no ahora. Estamos en la batalla. Tenemos que pelear la batalla.
El descanso viene más adelante cuando la victoria haya sido nuestra.
Otro himno, y usted lo conoce bien, dice: “estad por Cristo firmes. Estad por Cristo firmes. La
lucha no será larga. En el día de hoy, hay ruido de batalla, al día siguiente, la canción
victoriosa. Aquel que venciere, la corona de vida será suya. El Rey de gloria con él reinará
eternamente.” Y terminó con las palabras de John Bunyan, “ningún enemigo puede atemorizar
su Espíritu. Él sabe que al final la vida heredará. Él no tome lo que los hombres dicen. Él
trabajará día y noche para ser un soldado.” El querido John Bunyan fue arrojado a la cárcel de
Bedford; y ahí fue donde él determinó que pelearía y nunca se cansaría. Él no sentiría los
golpes del desánimo y la duda; y en esa época en la cárcel, él miró hacia adelante, hacia el
día en donde estaría con Jesucristo. Y en lo peor de las circunstancias, él produjo lo más
grandioso que jamás produjo en su vida, El Progreso del Peregrino. No se rinda, no deje que
Satanás lo haga víctima del desánimo y la duda, porque usted ganará al final. Mantenga el
casco puesto.
Oremos. Padre, Te damos gracias por nuestro tiempo en esta mañana. Habla a todos
nuestros corazones. Mientras que sus cabezas están inclinadas por tan sólo un momento, a
mi derecha en la parte de adelante, está nuestro cuarto de oración. Y quizás, mientras que
usted está meditando, quizás Dios lo está llamando a un compromiso de algún tipo. Quizás
usted no lo conoce a Cristo, quizás usted lo conoce, pero no está viviendo para Él. Quizás
usted está buscando una iglesia. Quizás usted tiene preguntas que necesitan respuesta. En
lugar de irse, después de que oremos en unos segundos, venga al frente a mi derecha, ahí en
las puertas dobles de madera y permita que un consejero ore con usted. Hay material gratuito,
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alguien con quien hablar, con quien orar. Su vida puede ser cambiada hoy. Lo estaremos
esperando aquí adelante y lo alentamos a que venga.
Padre, oramos para que Tú traigas a aquellos que quieres que vengan esta mañana. Y Señor,
trae en esta noche a aquellos que necesitan oír Tu palabra en el tema del divorcio también.
Gracias por este gran día, Señor. Ayúdanos a pelear la batalla fielmente para que la victoria
sea Tuya y la gloria y el honor Tuyos, en el nombre de Jesús. Amén. Que Dios los bendiga.
Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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