LA CIUDAD DE ESPIRITU INQUEBRANTABLE

Post on 02-Mar-2016

233 views 0 download

description

Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1982/10/24

Transcript of LA CIUDAD DE ESPIRITU INQUEBRANTABLE

S ANTA CRUZ guarda rin-cones entrañables, rin-cones donde el tiempo

parece dormido, rincones don-de, sólo de cuando en cuando,pone su ronroneo un suave mo-tor y la estampa estilizada ybrillante de un auto cruza so-bre callaos que parece guardanaún el color y hervor de laplaya que fueron.

Viejas casas, viejos patiosque se abren a las calles que,relativamente tranquilas aún—¿por cuánto tiempo?— permi-ten juegos y risas infantiles,esos mismos juegos y risas in-fantiles que disfrutamos ennuestra niñez y que, por impe-rativos del tiempo que avanza,hoy están vedados a nuestroshijos.

Estos niños del Santa Cruzque conserva la paz casera, tie-nen, sí, la dicha innegable devivir en lugares no señaladosaún por la marcha vertiginosa,angustiada y angustiante, ru-bricada casi siempre por chirri-dos de neumáticos en bruscosvirajes. Y es que aquellas callesse hicieron para sonoro y tran-quilo trotar de corceles cuyasférreas herraduras marcaban,con parsimonia, el ritmo de to-da la ciudad.

Landos y coches de puntoponían sus estampas clásicasen los distintos barrios de San-ta Cruz que, hoy vanas som-bras del pasado, resultan insu-ficientes para dar cabida, sali-da y aparcamiento a los autosrelucientes que guardan en suinterior —trepidantes y simbóli-cos— a los caballos de antaño.

¿Cuántas de estas viejas ca-lles quedan aún en Santa Cruz?¿Cuántas conservan su espírituinquebrantable? En el viejoToscal —allí, donde estuvo elaún recordado El Blanco— en-contrarnos algunas que, en casitoda su longitud, parece se re-mansan y conservan el tiempoido. Otras, un tanto moderniza-das, sólo en parte mantienenaquel aire indiscutible de lo quefueron y significaron en la en-tonces pequeña ciudad, que re-costada en la playa y sedientade brisas, se iba ensanchando ycreciendo, pero sin que nuncapasase por la mente de sus re-gidores —aquellos del buen ybien hacer, ejecutar y planear—que alcanzaría el espléndidodesarrollo actual.

Y, repetimos, de aquel SantaCruz de Tenerife nos quedan

Desde la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, una antigua perspectiva de Santa Cruz de Tenerife

Santa Cruz de ayer y de hoy

La ciudad de espírituinquebrantable

unos lugares, unas zonas don-de, felizmente, el tiempo aúnduerme. Y en estos viejos ba-rrios, en estas viejas calles, to-dos —todos, sin excepción— en-contramos algo del tiempo ido,algo de nuestros años niños, deaquellos del alma blanca y fres-ca de la infancia.

En la esquina de la calle—¿qué importa el nombre y susituación?— se alza el mismolaurel de Indias que dio sombraa nuestros juegos de niño. Y losmismos callaos de entonces—de cuando sólo turbaba la pazuna campana— ponen su es-tampa marinera en la vieja ca-lle que, acamellada, parecearrancada de una antigua ilus-tración.

No hay asfalto en la vía, sólocallaos. En las aceras, de losaschasneras antes, ya no se perfi-lan con nitidez las arquillasque, con anterioridad a la ins-talación de la red de agua pota-ble —tiempos de don SantiagoGarcía San abría— eran obliga-das en todas las edificacionesde cierta prestancia, en todaslas que, por disponer de aljibe,no acudían a los «chorros»—Morales, Isabel II, de los Ca-ballos, etc.— que surtían a laciudad del agua de Aguirre.

Aquel viejo laurel de Indiasnos trae a la mente juegos, ami-gos y distracciones de enton-ces. Los juegos ya se han olvi-dado. La ciudad de hoy no esapta para ellos y sólo en estoslugares —lugares de la ya leja-na niñez— es posible recordar-los y evocarlos. Y con tristezasiempre, con esa tristeza quecaracteriza a todo lo que pudohaber sido y no fue, con esatristeza del tiempo ido, añora-do, perdido casi.

Con el viejo laurel de Indiasse alzan casi las mismas casasde antaño. Vencidas, mordidaspor el tiempo, esperan el mo-mento de caer para siempre pa-ra que, sobre sus solares, se

eleven nuevos edificios. Estosserán los que, con su cemento ycristal —con su sombra— daránmuerte al laurel, descendientedirecto de aquellos que, en1860, el capitán Serís trajo deLa Habana española en su ber-gantín redondo «El Guanche»,de la santacrucera firma deHamilton y Compañía. Deaquellos plantones nacieron losque, con el tiempo, se han con-vertido en la cofradía del ver-dor perenne que da escolta ga-llarda a todos los jardines yplazas de la ciudad, de la Islatoda.

Hoy, Santa Cruz busca la ex-pansión en zonas que, céntri-cas, han permanecido un tantoolvidadas. Es necesario que laciudad logre su máximo desa-

rrollo y, ante ello, no cabe du-da, hay que matar —en contrade nuestra íntima querencia-todo aquello que tanto quisi-mos, que tanto queremos. Conel pesimismo que ahorra desen-gaños, tenemos que arrancar,con profunda pena y dolor, laestampa de la ciudad que aúnqueda en nuestra mente, la ciu-dad de nuestros años niños.

Pese al pesimismo, bien sa-bemos que el recuerdo irásiempre en alguna gota de lasangre de nuestras venas.

Conservaremos, mientrasnuestro cuerpo proyecte som-bra, el recuerdo y la evocaciónde los anchos relámpagos deespuma en las playas que fue-ron —Ruiz, La Peñita, San An-tonio y Los Melones— al abrigo

del Muelle Sur que crecía. A lasombra de los laureles de laAlameda del Muelle, lloraba lafuente de mármol un llanto tré-mulo, casi eterno, mientrasnuestros ojos bebían el azul delcielo y el azul del mar.

Aquel viejo Santa Cruz —bienreflejado en la prosa de Juandel Castillo León— nos llegadesde la bruma de los olvidos,nos llega como un dolor de co-razones rotos . Lejos están losatardeceres de lejana infancia,de aquella que fluyó como uncauce de aguas tranquilas. Ahí,en la imagen, un Santa Cruz deantaño que bien nos hace com-prender que no se puede vivirsino muriendo, que no se puedeser sino dejando de ser.

La vida era entonces plácida

y, cada cierto tiempo, desapa-recía una generación para dor-mir bajo los verdes cipreses ylas casas se llenaban de hijos yde nietos que no rompían conlos desaparecidos y, así, talescasas eran la continuidad dulcey enternecedora a través deltiempo: el triunfo sobre lamuerte.

Las viejas casas tenían suhistoria y su pequeña anécdotay habían viajado —sin mover-se— con el transcurso del tiem-po. Aquella —que hasta hacepoco se alzaba en céntrica ca-lle— fue en su tiempo casa decampo, a la que se iba en cochede caballos y entre el trigal to-davía verde y las rojas amapo-las cuyo recuerdo hoy oprimeel asfalto. Y aquella otra, cer-cada de ciudad, figura en losviejos planos como extramurosde la ciudad.

En la imagen, la ciudad que—nacida en la playa— iba hacialos montes y los surcos, hacialos amaneceres de siembras ylas noches de bosques. En laimagen, la ciudad que biencomprendió que ser no es sinoquerer ser. Y aquí está —comoantes y después— con su espíri-tu inquebrantable.- Juan A.Padrón Albornoz.

U N E LC O UNELCOUNION ELÉCTRICA DE CANARIAS.S.A.

Comunica a sus abonados, de acuerdo con el ar-tículo 68 del Reglamento de Verificaciones Eléctricas,que procederá a la suspensión del suministro de ener-gía eléctrica el próximo martes, día 26 de octubre de1982, en las siguientes zonas:

Zona La Laguna (de 8 a 17 horas)Edificio Trinidad.Las líneas y cables se consideran en tensión du-

rante el tiempo que está anunciada la suspensión desuministro.

Rogamos disculpen las molestias que puedanocasionar las interrupciones programadas para mejo-ra del servicio.

Santa Cruz de Tenerife, 23 de octubre de 1982.LA DIRECCIÓN

VIAJES LÍDER, S.A.GRUPO A TITULO 139

SOLICITASECRETARIA DE DIRECCIÓN

LUGAR DE TRABAJO: PUERTO DE LA CRUZ

EXIGIMOS:

• IDIOMA INGLES HABLADO Y ESCRITO CORRECTAMENTE• TAQUIMECANÓGRAFA• ARCHIVO

(ABSTENERSE SI NO REÚNE ESTOS REQUISITOS)

OFRECEMOS:• INCORPORACIÓN INMEDIATA• SUELDO A CONVENIR SEGÚN APTITUDES

DIRIGIRSE A: C/ CALVO SOTELO, 58-PUERTODE LA CRUZ.OFERTA DE EMPLEO N° 8758 (Pto. de la Cruz)

(A)