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MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 1 -
Mirande, Jacqueline
Arturo
Y
Los Caballeros De La Tabla Redonda
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 2 -
Indice
Arturo .................................................................. 3 El Nacimiento De Arturo .......................................................... 4
Arturo Llega A Ser Rey ........................................................... 5
El Matrimonio De Arturo ......................................................... 6
Los Caballeros De La Tabla Redonda ........................................ 7
Perceval El Galo ................................................... 9 Perceval Y El Caballero Bermejo ............................................ 10
Perceval Se Hace Caballero .................................................... 12
Perceval En El Castillo De Blancaflor ..................................... 13
Perceval En El Pas Del Rey Pescador ................................... 16
Perceval Y El Orgulloso De La Landa .................................... 18
Vuelta Al Lado De Arturo ....................................................... 20
Lancelot Du Lac ...................................................23 Llegada De Lancelot A La Corte Del Rey Arturo ...................... 24
La Infancia De Lancelot ......................................................... 25
Lancelot En El Guardin Doloroso .......................................... 27
Galehaut, Seor De Las Islas Lejanas .................................... 31
El Valle Sin Retorno ............................................................. 33
La Traicin De Morgana ........................................................ 35
La Muerte De Arturo Y Lancelot............................................. 36
Quieres Saber Ms? ...........................................38 Origen De Las Leyendas ........................................................ 39
Los Personajes, Lugares Y Objetos De Las Leyendas .............. 40
El Mundo De La Caballera, Feudal Y Cristiana ...................... 41
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
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Arturo
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
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El Nacimiento De Arturo
Un hombre extrao, llamado Merln, viva en el reino de Bretaa, de esto
hace muchsimo tiempo. Se le llamaba el Encantador, pues posea cientos de
poderes, todos ellos extraordinarios. Conoca el pasado, predeca el porvenir, poda
tomar no importa qu apariencia, levantar una torre por alta que fuera, caminar
sobre un estanque sin mojarse los pies, hacer surgir un ro, un castillo, un paisaje...
En fin, Merln el Encantador era un mago.
Tena mucho aprecio al rey de Gran Bretaa, Uter Pendragn, a quien haba
ayudado a reconquistar su trono, despus de que el traidor Voltiger le hubiera
expulsado de l.
Un buen da, el rey decidi casarse. Dio una gran fiesta en su castillo de
Camelot, en el Pas de Gales.
Todos los seores de los alrededores acudieron con sus esposas e hijas.
Entre ellos estaba el duque de Tintagel y su mujer, la bella Igerne. Desde
que el rey la vio, se enamor de ella locamente.
Pero la bella Igerne quera a su marido y el rey se desesperaba
mortalmente. Llam a Merln en su ayuda y le expuso su tormento.
-Seor -dijo Merln-, si os ayudo, vos me daris lo que os solicite, ahora o
ms adelante, sea lo que sea?
El rey lo prometi.
Entonces Merln hizo preparar los caballos y parti con l hacia el castillo
de Tintagel.
Cuando llegaron a la vista de la muralla fortificada ya era tarde. Haba
cado la noche, oscura, sin estrellas ni luna.
Merln cogi una mata de hierba y orden al rey frotarse la cara. l
obedeci y vio con estupor cmo sus rasgos y su cuerpo se haban convertido en
otros absolutamente parecidos a los del duque de Tintagel!
Todos fueron engaados: los centinelas que, creyendo reconocer a su seor,
bajaron el puente levadizo, los sirvientes de armas, los criados y... la bella Igerne
que, tomndolo por su marido, pas la noche con l. El rey, ms enamorado que
nunca, parti por la maana. Ahora bien, la semana no haba acabado cuando se
conoci la muerte del duque.
Haba muerto en combate esa misma noche, cuando la bella Igerne le haba
credo de vuelta.
Por eso, ella se qued muy asombrada, pero no se atrevi a confiarlo a
nadie. Desde ese momento qued viuda; el rey entonces pidi su mano. Ella
acept. No obstante, por honestidad, ella le cont cmo una cierta noche muy
sombra haba credo ver a su marido.
El rey sonri, pero ella le cont que de aquella noche extraa iba a nacer un
nio.
En aquel momento el rey suspir, pues no poda revelarle su superchera.
Entonces decidieron guardar en secreto este nacimiento.
Un nio naci.
Merln, entonces, se present ante el rey y le record su promesa.
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El mago quera llevarse al nio. El rey se lo dio. Merln se lo confi a uno
de los ms nobles caballeros del reino, Antor. Su propia esposa lo amamant al
mismo tiempo que a su propio hijo, Keu.
El nio fue llamado Arturo y nadie sospechaba el fabuloso destino que le
esperaba.
Arturo Llega A Ser Rey
Arturo tena diecisis aos y viva todava con Antor, que le educaba como
a su propio hijo, cuando muri el rey Uter Pendragn.
El reino qued sin heredero y una tierra sin dueo no vale nada! Los
grandes barones, como no se ponan de acuerdo sobre la eleccin de un nuevo Rey,
mandaron llamar a Merln para pedirle consejo.
-Dinos a quin escoger! Tienes nuestra confianza.
Merln, despus de haber reflexionado respondi.
-Pronto ser Navidad. Reunid para esta fiesta a todos los nobles del reino y
esperad el signo que Dios os enviar.
As pues, la vspera de Navidad todos se reunieron en Logres, alrededor del
arzobispo. Antor haba acudido con Arturo y su hijo Keu.
Cada uno de ellos esperaba el signo que Merln haba anunciado. Entonces,
la maana de Navidad, todos vieron delante del portal una gran piedra cuadrada.
Venida de dnde? Nadie lo saba! Unos decan: Del Cielo!, otros: Del
Diablo!
El arzobispo se aproxim. Una espada estaba clavada en la piedra hasta la
cruz1 y en su empuadura
2 llevaba grabado en letras de oro: El que pueda
sacar la espada ser Rey. Todos los nobles comenzaron a disputar para saber quin sera el primero
en intentar la empresa, tan fcil como pareca! Pronto quedaron desengaados.
Ninguno pudo sacar la espada.
Los jvenes miraban burlones a sus mayores.
-Por qu no probamos tambin nosotros? -pregunt Arturo.
Se le permiti hacerlo. Arturo avanz hacia la piedra. Agarr la espada.
Tir. Sali tan fcilmente como si hubiera estado clavada en mantequilla.
Todos miraban estupefactos. La hoja de la espada brillaba como un montn
de velas encendidas. Llevaba grabado su nombre: Excalibur. Los nobles barones, recuperados de su asombro, grueron: cmo era
posible que este hombrecito, que ni siquiera era todava caballero3 y cuyo
nacimiento era oscuro, fuese el mismo designado por el Cielo?
El arzobispo les apacigu.
-Esperemos hasta la fiesta de la Candelaria.
1 Reborde que se encuentra entre la hoja y la empuadura y que sirve para
proteger la mano 2 Parte de la espada situada al principio de la hoja que se coge con la mano para
sujetarla 3 Seor de noble cuna, que tiene tierras propias, admitido en la orden de la
Caballera
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Hubo que rendirse a la evidencia: tan slo Arturo poda sacar la espada
clavada en la piedra.
El signo del Cielo estaba claro. Pero los nobles no cedan todava.
Pidieron a Arturo aplazar la ceremonia de la coronacin4 que le hara Rey
hasta Pentecosts5. De esa manera, pensaban, tendran tiempo para juzgarle.
Aconsejado por Merln, que haba permanecido cerca de l, Arturo acept.
Se comport tan generosamente que se granje la estima de todos los
nobles barones que, no pudiendo encontrar en su persona el menor defecto,
debieron inclinarse ante l.
Entonces, Merln revel el secreto de su nacimiento y cmo le haban
elegido sin saber que era hijo del difunto Rey. La satisfaccin fue grande para
todos.
Arturo fue coronado Rey la maana de Pentecosts. Teniendo la espada
Excalibur asida con ambas manos, la elev y jur hacer reinar sobre la Tierra, en la
medida de sus fuerzas, la paz, la lealtad y la justicia.
El Matrimonio De Arturo
Bien pronto, el juramento hecho el da de su coronacin fue puesto a
prueba.
El rey de Carmlida, Lodagan, fue atacado tradoramente por su vecino, el
temible Claudias de la Dserte.
Lodagan estaba viejo y las fuerzas de los dos ejrcitos eran desiguales. Era
de temer que fuera vencido.
Sin embargo, Arturo dudaba si dejar su tierra para socorrer a Lodagan.
Pero Merln, del que no poda prescindir por lo mucho que apreciaba su consejo, le
convenci para que le prestara ayuda.
As pues, Arturo parti acompaado de Merln y de cuarenta caballeros.
Llegaron a Carmlida cuando empezaba el combate. Se advertan las
primeras avanzadillas6 enemigas y el humo de los incendios. Merln despleg su
pendn7 bordado con las figuras de una tortuga y un dragn que pareca escupir
llamas. Arturo y sus compaeros se lanzaron a la batalla.
Las lanzas chocaban, las espadas golpeaban los yelmos y escudos. Se
creera escuchar el fragor de una tormenta!
Los hombres de Lodagan pronto estuvieron en mala situacin. El mismo
Rey cay a tierra, con su caballo muerto de un golpe de venablo. Los enemigos le
rodeaban. Estaba perdido! Pero Merln vigilaba. Dio un silbido. Se levant un
violento viento que hizo arremolinarse una oleada de polvo que ceg a los
soldados de Claudias, los cuales huyeron y, para completar la derrota, el dragn
pintado sobre el pendn de Merln se puso a escupir verdaderas llamas sobre las
tiendas enemigas que en seguida se abrasaron.
4 Ceremonia por la que la Iglesia confirma la soberana del rey
5 Fiesta cristiana celebrada el sptimo domingo despus de Pascua
6 Grupos de exploradores que se adelantan al grueso de las tropas de un ejrcito en
campaa 7 Bandera de un seor en la guerra
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Despus de esta victoria, el rey Lodagan condujo a Arturo, sus cuarenta
caballeros y Merln hasta su palacio. Su hija, la bella Ginebra, estaba all para
recibirles.
A ella le gust Arturo desde el primer momento en que le vio. Y l, por su
parte, no poda apartar la mirada de sus trenzas rubias y sus ojos risueos.
Merln, que conoca el porvenir, sonri divertido. Saba que aquellos dos
pronto se haran novios y que la bella Ginebra sera Reina al lado de Arturo. Lo
cual sucedi despus de un tiempo.
Un bello da de verano, delante de todos los barones de los dos reinos
reunidos, los nobles, los burgueses y el pueblo, Ginebra se cas con Arturo. Se
bail al son de los violines, de las flautas y de los caramillos8. Se consumi un
gran festn. El vino corri a raudales. Fue una hermosa boda, que la gente record
durante mucho tiempo.
Los Caballeros De La Tabla Redonda
Algn tiempo despus de su matrimonio con Ginebra, el rey Arturo decidi
dar una fiesta el da de Pentecosts. Invit a todas las personas de su Corte y a
todos los caballeros, acompaados de sus esposas e hijos.
Incluso acudieron personajes de los reinos vecinos, porque el renombre de
Arturo era muy grande. Y grande tambin su curiosidad! Pues el rey Arturo haba
dicho que en ese da seran escogidos los doce caballeros admitidos a ocupar plaza
alrededor de la famosa Tabla Redonda.
Esta mesa era un regalo de Merln y, en una poca donde todas las mesas
eran alargadas, sorprenda su forma redonda. Esta forma permita que no existiera
cabecera de mesa ni puestos ms humildes9 y todos se sentaban como iguales. A
unos, la mesa les recordaba el crculo que formaban alrededor de su Rey los
guerreros celtas10
de los primeros tiempos; a otros, la redondez del Sol y la Luna.
Merln lo explicaba muy bien. Y todos, reunidos al lado del Rey en este da
de Pentecosts, le escuchaban relatar el porqu de esta tabla y la maravillosa
historia del Grial.
El Grial era una copa misteriosa que haba contenido la sangre de Cristo y
que Jos de Arimatea haba legado al rey Bron y a sus descendientes.
-El Grial est en ese pas -precis Merln-. En el reino del rey Pescador.
Pero l no confiar la copa ms que a aquel que haya sabido encontrar su morada y
respondido a las preguntas que le plantee. Slo un caballero, superando a todos los
dems en honor y en lealtad, la conseguir. l se sentar entonces en el lugar
decimotercero de esta mesa, que quedar sin ocupar hasta su llegada.
Apenas haba terminado de hablar cuando sobre cada uno de los doce
asientos apareci un nombre en letras de oro. Slo en el lugar decimotercero no
haba nada escrito.
8 Flauta compuesta de una sola caa horadada de agujeros
9 El seor se instalaba en la cabecera de la mesa y los ms humildes al otro lado.
La mesa, as, simbolizaba el respeto por la jerarqua 10
Los celtas fueron un grupo de pueblos del siglo X al III antes de Cristo, cuya
civilizacin se extenda por el sur de la Europa del Oeste
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As, por vez primera aquel da, ocuparon los caballeros de la Tabla
Redonda su lugar alrededor de la tabla, presidida por el rey Arturo. A partir de este
momento se les conocera por este nombre.
Poco despus, con gran tristeza del rey, Merln dej la Corte para siempre.
Se iba a vivir a la Pequea Bretaa, en el bosque de Broceliande, junto al hada
Viviana, a la que amaba. Ella haba aprendido de l ciertos encantamientos que la
retenan prisionera en un crculo mgico. l hubiera podido romperlo, pero no
quiso hacerlo y permaneci cerca de ella hasta su fin.
En cuanto a los caballeros, uno tras otro intentaron la aventura y partieron
en busca del rey Pescador y del Grial.
La reina Ginebra haba encargado a cuatro clrigos del reino escribir sus
aventuras.
De esa manera entraron en la leyenda las hazaas de los ms clebres de los
caballeros de la Tabla Redonda: Perceval el Galo y Lancelot du Lac.
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Perceval El Galo
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Perceval Y El Caballero Bermejo
La primera vez que fue a la Corte del rey Arturo, Perceval era un buen
mozo, hermoso de rostro y de noble cuna, pero medio salvaje.
En efecto, su madre le haba educado en una aislada casa solariega del Pas
de Gales sin decirle ni una palabra sobre la caballera y sin dejarle ver a un solo
caballero (tanto tema que muriese en combate como haba sucedido con su padre
y sus dos hermanos!). Pero un da, cuando cazaba en el bosque, encontr una tropa
de caballeros que pertenecan a la Corte del rey Arturo.
Perceval les contempl, primero boquiabierto, despus maravillado por sus
espadas, sus armaduras y por lo que relataban de la Corte del Rey, todo ello cosas
que hasta ese momento l desconoca.
No tuvo ms que una idea: parecerse a ellos y partir l tambin a la Corte
del rey Arturo.
Su madre no pudo retenerle y cedi. Le prepar una gruesa camisa de pelo
de cabra que ella misma haba tejido y unos calzones a la moda de Gales, a los que
aadi un sayo y una capucha de cuero de ciervo. Despus le abraz llorando.
-Hermoso hijo -dijo ella-, mi dolor por veros partir es muy grande. Nadie
duda que el rey Arturo os tomar a su servicio y os dar las armas con las que tanto
sois. Pero, cuando tengas que usarlas, cmo lo haris? No demasiado bien y eso
me da miedo. Seris muy poco diestro, pues no se puede saber lo que no se ha
aprendido...
La madre dio un suspiro y continu
-Sin embargo, escuchad. He aqu mis tres recomendaciones: honrad a las
damas, seguid los consejos de los hombres experimentados y buenos, y rogad a
Dios para que os conceda el respeto de todo el mundo y os conceda una buena
muerte.
El caballo estaba ya ensillado. Perceval abraz a su madre y parti.
Cabalg desde la maana hasta el declinar del da y pas la noche en el
bosque. Cuando despert vio a un carbonero conduciendo un asno. Le detuvo.
-Cul es el camino ms corto para llegar a Camelot, el pas del rey Arturo?
El carbonero se lo indic y Perceval lo sigui. Pronto pudo ver, dominando el mar,
un bello y fuerte castillo. Un caballero sala de l, llevando en la mano derecha una
copa de oro y en la izquierda su lanza y su escudo.
Vesta una armadura bermeja11
completamente nueva. A Perceval le gust
mucho y, en su inocencia, pens que si se la peda al rey, la obtendra.
Y todava ms ingenuamente le dijo al caballero:
-Voy a la Corte a pedir al Rey vuestras armas.
El caballero se puso a rer, pero Perceval se haba ido ya.
En un santiamn lleg a la sala donde los caballeros estaban sentados
hablando y bromeando. Slo el rey Arturo, sentado en el extremo ms lejano de la
mesa, permaneca silencioso y pensativo.
11
De plata y recubierta de un bao de oro un poco rojo
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Perceval, ignorando las costumbres, avanz, todava montado en su
caballo, y llev a la bestia tan cerca del Rey que ste, despertado de sus
pensamientos, contempl a este joven desconocido que le saludaba, mirndole con
sus ojos claros. El Rey vio que iba vestido a la moda de los galos y calzado con
gruesos borcegues12
. Por armas slo llevaba dos venablos. De pronto alrededor de
la mesa, todos empezaban a burlarse de l.
Cortsmente, el rey dijo:
-Sed bienvenido. Si no respondo adecuadamente a vuestro saludo es porque
la pena me impide hablar. Mi peor enemigo, el caballero Bermejo, ha venido aqu,
me ha amenazado abiertamente y ha tenido la loca audacia de coger mi propia
copa y volcar sobre la reina Ginebra todo el vino que contena!
-Si es el caballero que he encontrado delante de la puerta y que se va con
vuestra copa -dijo Perceval-, dadme sus armas, pues yo quiero ser el caballero
Bermejo!
Esto produjo muchas risas. Y Keu el senescal13
, hermano de leche14
del rey
Arturo, siempre un poco celoso, agrio y presto a burlarse, dijo muy alto:
-Id a quitrselas, amigo! No esperis! Son vuestras!
Perceval no comprendi que se burlaba de l, pero el rey se enfad:
-Keu! Os lo ruego! Os encanta decir cosas molestas. Para alguien de
vuestra categora eso no est bien. Este muchacho puede ser de noble cuna y si no
tiene an buenos modales, puede adquirirlos y llegar a ser un hombre de pro!
En este momento Perceval repar en una bella joven sentada a la mesa y,
recordando el consejo de su madre, le present sus respetos. Ella se ech a rer
mirndole. Le pareca un poco loco, pero como lo encontraba hermoso, le dijo:
-Si vives mucho tiempo, mi corazn me dice que en todo el vasto mundo
ningn caballero te superar!
Habl tan alto que todos pudieron escucharla y ella se ri de nuevo.
Resulta que ella no haba redo desde haca seis aos. Keu, muy irritado
con sus palabras, se abalanz y con la palma de la mano le dio un golpe tan fuerte
que la tir al suelo. Al regresar a su lugar advirti la presencia del bufn del rey,
que sentenciaba:
-Siempre lo he dicho: esta chica no reir hasta el da en el que se encuentre
con aquel que ser el campen de toda la caballera!
El bufn estaba de pie cerca de la chimenea. Keu, lleno de clera y de
despecho, le lanz de una patada al fuego. El bufn chill, la joven llor... y
Perceval se march, sin ni siquiera un consejo y sin esperar ms, en busca del
caballero Bermejo.
El caballero haba posado la copa sobre una piedra gruesa y estaba sentado
a su lado, esperando combate y aventura. Desde el momento en que Perceval le
vio, le grit:
-El rey Arturo os ordena que me deis vuestras armas!
El caballero Bermejo mir de arriba abajo15
a Perceval y dijo con
desprecio:
-Eres t el campen que l ha encontrado para defender su causa?
12
Calzado de tela o de piel, que cubre el pie y la parte inferior de la pierna 13
Gran oficial real 14
Se dice de los nios que, habiendo sido alimentados por la misma nodriza, son
educados juntos 15
Con desdn
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-Dejad al instante las armas -grit Perceval encolerizado- o yo os las
arrebatar!
Entonces el caballero levant con las dos manos su lanza, para abatirla
sobre Perceval quien, en el mismo instante, lanzaba sobre l uno de sus venablos,
que dio al caballero Bermejo en la cabeza, le derrib y le dej muerto en el sitio.
Perceval le quit su armadura, se la coloc de mala manera, pues no tena
la costumbre de cubrirse con un yelmo, ni de ponerse una cota de malla, ni de
atarse las espuelas, ni, incluso, de ceirse la espada. Fue preciso que un caballero
del rey Arturo, que haba salido del castillo para ver la escena, le ayudase. Perceval
le agradeci su ayuda, y despus le dio la copa de oro:
-Llevad al Rey su copa y saludadle de mi parte. En cuanto a la muchacha
que ha sido golpeada, decidle que si puedo volver para vengarla -y se march.
Cuando el caballero devolvi su copa al Rey y relat el combate, hubo
muchas exclamaciones entre los que se sentaban en torno a la mesa. Y el bufn,
muy contento, exclam:
-El muchacho volver y Keu pagar bien caro la patada que me dio y la
bofetada que propin a la muchacha. Ya veris, le romper el brazo derecho.
Keu estaba tan lleno de clera que hubiese querido matar al bufn all
mismo. Pero se contuvo a causa del Rey, que deca con tono desolado:
-Qu pena haber dejado marchar a ese muchacho sin ni siquiera conocer su
nombre! Ignora todo sobre las armas pero, si se le hubiera enseado el empleo de
la lanza, del escudo y de la armadura, qu buen caballero habra sido!
Perceval Se Hace Caballero
Despus de haber matado al caballero Bermejo, Perceval no perdi el
tiempo vagabundeando por el bosque.
March derecho hacia adelante y lleg a un lugar descubierto a la orilla de
un ro. All haba un castillo de hermoso aspecto, rodeado de muros y flanqueado
por cuatro fuertes torres.
Al frente haba un puente levadizo, que cumpla fielmente su misin:
durante el da era puente, por la noche puerta cerrada. Un hombre de aspecto
seorial vestido de armio16
se paseaba por el puente.
Perceval, recordando el segundo consejo de su madre, avanz hacia l y le
salud.
Comenzaron a hablar. Aquel noble, que se llamaba Gornemant de Goort, se
hizo amigo del joven Perceval. La ignorancia que ste tena en materia de caballe
ra le conmovi y decidi ensearle a servirse de sus armas, a cuidar de su lanza, a
espolear y contener a su caballo, a combatir con la espada... En definitiva, a llegar
a ser un perfecto caballero.
Durante un mes entero hosped a Perceval en su casa, pero apenas despus
de tres lecciones se maravillaba de verle tan gil y tan bien dotado.
A Gornemant le hubiera gustado retenerle ms tiempo, pero Perceval era
joven y la aventura le tentaba. Entonces, su anfitrin decidi que antes de su
marcha Perceval sera armado caballero17
all mismo y por l.
16
Piel blanca, manchada de puntos negros 17
En la Edad Media cuando un joven noble era hecho caballero (armado
caballero) reciba las armas y un equipo, mediante una solemne ceremonia
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Le hizo ponerse camisa y calzn de fina tela de lino, calzas teidas en rojo
de brasil18
y una saya de tela de seda violeta tejida en la India.
Perceval se visti con estos ropajes, en lugar de los trajes groseros que
antes llevaba.
Despus Gornemant se agach y le calz la espuela derecha, como manda
la costumbre para armar a un caballero. Seguidamente tom la espada, la levant
sobre su hombro y le dio el espaldarazo19
diciendo:
-Yo os otorgo la orden de caballera que no tolera ninguna bajeza. No
matis a vuestro adversario vencido si l os suplica gracia! Guardos de hablar
demasiado, ayudad a hombre, dama o seorita que encontris en desamparo y no
os olvidis de rogar a Dios por vuestra alma!
-Mi madre ya me haba hablado como vos lo habis hecho -dijo Perceval.
-En lo sucesivo, decid que estos consejos los habis recibido del que os ha
armado caballero.
Y haciendo el signo de la cruz sobre Perceval, Gornemant aadi:
-Que el Seor os preserve y os gue! Estis impaciente por partir. Id, pues,
y adis.
Perceval En El Castillo De Blancaflor
Perceval cabalg todo el da por el bosque solitario. All se encontraba
como en su casa, mejor que campo a travs.
La noche estaba cayendo cuando advirti la presencia de un castillo
imponente y bien emplazado, pero fuera de cuyos muros no se vea ms que agua y
tierra desolada.
Perceval cruz un puente tambaleante y llam con el puo a la puerta.
Una muchacha delgada y plida apareci en la ventana.
-Quin llama?
-Un caballero que pide hospitalidad para pasar la noche.
La muchacha desapareci y cuatro hombres de armas de pobre aspecto
vinieron a abrir la puerta. Perceval les sigui a travs de calles desiertas, bordeadas
de chozas y casuchas a punto de hundirse. No haba ni molinos para moler, ni
horno para cocer, ni rastro alguno de hombre o mujer, tan slo dos conventos
abandonados...
Llegaron a un palacio cubierto de pizarra. Un criado llev el caballo a un
establo sin grano ni heno, con apenas un poco de paja...
Otro condujo a Perceval hasta una hermosa sala, donde dos hombres de una
cierta edad y aire afligido vinieron a su encuentro.
Una joven les acompaaba. Sus ojos eran alegres y claros, sus cabellos, de
un rubio dorado, flotaban sobre su espalda, iba cubierta con un manto prpura20
18
rbol del que se obtiene un tinte de color rojo, parecido al de las brasas, y que
ha dado nombre al pas de Amrica del Sur, donde es abundante 19
Golpe dado con la hoja plana de la espada, sobre el hombro, que acompaa a la
ceremonia de armar caballero 20
Tela teida en rojo vivo, smbolo de riqueza o de un alto rango social
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
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oscuro, estrellado de vero21
y ribeteado de armio, que no poda estar ms rado!
Ms bella que esta joven no la hubo jams. Su nombre era Blancaflor.
Tom a Perceval de la mano y le condujo a una sala alargada con el techo
artesonado y le rog que se sentase a su lado, sobre el lecho cubierto de brocado22
.
-Aceptad nuestra casa tal como es. Aqu nada abunda, desgraciadamente.
Vos ya lo veis. En total slo tenemos seis hogazas de pan, que un santo hombre, el
prior, que es mi to, me enva para la cena de esta noche. Ninguna otra provisin,
salvo un corzo que uno de mis monteros23
mat esta maana.
Dicho esto, mand que se pusiesen las mesas. Todos se sentaron y la
comida fue breve.
Perceval se fue a acostar, con hambre todava en el estmago. Pero como
las sbanas eran muy blancas, la almohada blanda y la colcha de rica tela, en
seguida se durmi. Fue despertado por unos sollozos que sonaban muy prximos a
su rostro. Sorprendido, vio a Blancaflor llorando, de rodillas, delante de su cama,
con un corto manto de seda escarlata echado sobre el camisn.
-Bella dama, qu sucede? Por qu habis venido aqu?
-No me juzguis mal. Estoy desesperada. He aqu que el senescal de
Clamadeu des Des, el prfido Anguingueron, nos tiene sitiados. Ya no quedan ms
que cincuenta caballeros de los trescientos que tena mi guarnicin24
. Los otros han
perecido o estn prisioneros. Nuestros vveres, vos los habis visto, estn agotados.
No quedar ni para alimentar a una abeja! Maana rendiremos el castillo y yo ser
entregada con l. Pero no me cogern viva. Antes me matar. Esto es lo que he
venido a deciros.
La astuta saba bien lo que haca. Ningn caballero podra resistir or
impasible semejantes palabras. Perceval exclam:
-Secad vuestras lgrimas, hermosa amiga. Maana yo os defender!
Retar a combate singular25
a Anguingueron el senescal y le matar!
Al da siguiente por la maana pidi sus armas y se visti, mont a caballo
y sali del castillo. Anguingueron estaba entre los sitiadores, sentado delante de su
tienda. Vio venir a Perceval, se arm y salt a la silla de montar gritando:
-Vienes a buscar la paz o el combate?
-Responde primero: Qu haces en este lugar? Matar caballeros y asolar la
tierra?
-Quiero que el castillo se rinda, y tambin a la joven.
-Vete al diablo, t y tus palabras!
Perceval baj su lanza y los dos adversarios se precipitaron el uno sobre el
otro a toda la velocidad de sus caballos. El combate fue largo y furioso, pero, al
fin, el senescal se vio derribado sobre el suelo, gritando:
-Piedad! Tratadme con indulgencia! No seis cruel!
Perceval record el consejo del sabio Gornemant y dud.
-Si tienes un seor, envame a l -sigui diciendo el senescal-. Le relatar
tu victoria y, a causa de ella, aceptar que l decida mi suerte.
21
Piel de marta cebellina, pequeo mamfero que se cra en Rusia 22
Rica seda bordada con hilos de oro y plata 23
Oficial encargado de organizar la caza mayor en el bosque o en el monte
(montera). 24
Tropas que se sitan en una plaza para asegurar su defensa 25
Combate entre una sola persona y un solo adversario
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- 15 -
-En tal caso, irs al pas del rey Arturo. Saludars al Rey por m, hars que
te muestren a la joven que fue golpeada por Keu por haberse redo al verme. Te
entregars prisionero a ella y le dirs que espero no morir antes de haberla
vengado!
Perceval volvi al castillo entre las aclamaciones de los sitiados y
Blancaflor le am desde ese momento. Sin embargo, Clamadeu, creyendo que el
castillo haba sido tomado, acudi llevando con l cuatrocientos caballeros y mil
infantes. Pronto se desenga! Entonces, usando una treta desleal, ocult a sus
hombres, no mostrando ms que veinte caballeros con los cuales atac. Perceval y
los hombres de Blancaflor -seguros de vencer, puesto que eran ms numerosos-
abrieron las puertas y cargaron. Pero apenas se crean victoriosos cuando apareci
el grueso de las tropas de Clamadeu.
El combate se volvi entonces demasiado desigual. Fue preciso replegarse
hacia el castillo. Acosados, perseguidos con gran saa, cerraron las puertas a los
asaltantes. Milagrosamente lograron hacer caer una de ellas sobre las gentes que
estaban debajo. Hiri y mat a todos los que alcanz en su cada! Clamadeu
reprimi su clera y renunci a proseguir. Para qu continuar haciendo morir a
sus hombres cuando, maana, el hambre obligara a los sitiados y a Blancaflor a
rendirse? As pues, levantaron las tiendas para acampar.
Pero, ese mismo da, un gran viento arrastr sobre el mar un barco de
comerciantes cargado de trigo, vino, tocino salado, huevos y cerdos prestos a ser sa
crificados. Atrac intacto, justo delante del castillo. Se puede imaginar la alegra
de todos! Los comerciantes, que una vez a salvo su cargamento hacan un buen
negocio vendindolo, y los sitiados que pudieron al fin comer!
Clamadeu estaba loco de furor. De momento era intil confiar en rendir el
castillo por el hambre, continuar el sitio no servira para nada.
Decidi enviar un mensaje al castillo: propona al caballero de la armadura
bermeja, que haba vencido y hecho prisionero a Anguingueron, su senescal, un
combate cara a cara. El encuentro fue fijado al da siguiente antes del medioda.
Perceval acept, a pesar de las splicas de todos y los ruegos de Blancaflor
-entremezclados con besos, pues los dos comenzaban a amarse intensamente!
Al da siguiente, a la hora convenida, solos en el campo de batalla,
Clamadeu y Perceval se enfrentaron con la lanza y despus a espada.
Al fin, Clamadeu tuvo que declararse vencido y, lo mismo que su senescal,
acept las condiciones.
Tom a su vez el camino de la Corte del rey Arturo. Lleg cuando la reina
Ginebra, el Rey y toda la Corte volvan de or la misa -pues estaban en
Pentecosts-. Tambin estaban Keu, la muchacha de la hermosa risa y el bufn.
Anguingueron, que haba llegado la vspera, corri delante de su seor para
recibirle. Los dos volvieron a contar las proezas del caballero de la armadura
bermeja -cuyo nombre desconocan- y transmitieron su mensaje concerniente a la
muchacha de la hermosa risa y a Keu.
El bufn salt de alegra, repitiendo su vaticinio:
-Yo lo dije: desgracia para Keu! El caballero le romper el brazo y la
clavcula y durante medio ao tendr que llevar el brazo colgando de su cuello!
Keu bramaba de clera. Al rey Arturo le apen no haber sabido conservar
en su Corte a este muchacho galo, desconocido y medio salvaje que haba llegado
a ser, en tan poco tiempo, tan buen caballero. Durante este tiempo, Perceval viva
unos das de extraa dulzura cerca de la bella Blancaflor, que haba puesto el amor
en su corazn. Y si l lo hubiera querido, ella le habra dado todas sus posesiones.
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 16 -
Pero l deseaba volver junto al rey Arturo.
Le prometi tantas veces que regresara que Blancaflor, muy triste, termin
por dejarle marchar.
Perceval En El Pas Del Rey Pescador
Perceval haba caminado todo el da sin encontrar persona alguna para
indicarle la ruta, y la noche iba a caer muy pronto. Al descender una colina, lleg
hasta un ro. El agua pareca profunda y rpida y l no se atreva a meterse para
cruzarlo. En ese momento vio una barca que descenda por la corriente. En ella
estaban sentados dos hombres. De repente, se pararon en medio de la corriente y
anclaron slidamente la barca. El que estaba delante pescaba con caa y estaba
cebando su anzuelo con un pececito. Perceval, desde la orilla, les salud y les
pregunt:
-Hay algn vado o un puente sobre este ro?
-No -respondi el pescador-, que yo sepa en veinte leguas, ni ro arriba, ni
ro abajo existe ni siquiera una barca lo suficientemente fuerte para pasar un
caballo.
-En nombre de Dios -dijo Perceval muy compungido-, decidme, os lo
ruego, dnde podr encontrar un albergue para la noche?
-Soy yo -dijo el pescador- quien os albergar esta noche. Subid por esta
brecha26
y cuando lleguis a lo alto, veris delante de vos, en un pequeo valle, la
casa que yo habito cerca del ro y de los bosques.
Perceval le obedeci, pero llegado a lo alto del cerrillo no vio nada ms que
el cielo y la tierra. Furioso, se puso a maldecir al pescador desleal que le haba
contado un embuste!
De repente todo apareci: el pequeo valle y lo alto de una torre cuadrada
flanqueada por dos torrecillas con una vivienda delante. Perceval, muy contento,
corri hacia ella, sin volver a tratar al pescador de tramposo, desleal y mentiroso!
Apenas haba llegado sobre el puente levadizo cuando cuatro criados
vinieron hacia l. Dos le quitaron su armadura, el tercero se llev su caballo para
darle forraje y avena. El cuarto le puso sobre los hombros un manto escarlata
recin estrenado y le gui hasta una gran sala donde brillaba un fuego de troncos
secos que proyectaba una llama clara. Un hombre con el cabello casi blanco estaba
sentado sobre una cama. Indudablemente era el seor del lugar, el pescador de la
barca.
-Amigo -dijo a Perceval, que le saludaba-, os ruego disculpis mi
descortesa, pero no puedo levantarme para recibiros pues mis movimientos son
muy dificultosos. Aproximaos sin temor, sentaos cerca de m y decidme de dnde
vens.
La conversacin se generaliz.
Mientras ellos hablaban, entr un criado llevando una espada que tendi al
anciano.
-Vuestra sobrina, la rubia y bella, os enva este presente. El que forj esta
espada no hizo ms que tres, y no forjar ms, puesto que ha muerto. Ella os ruega
que se la regalis al que os parezca ms digno de llevarla.
26
Abertura hecha en un muro o en un bosque (como en este caso).
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 17 -
All mismo, el anciano le entreg la espada a Perceval.
-Deseo que vos la tengis, amigo. Tomadla.
Perceval le dio las gracias y tom la espada. Era ligera para su tamao,
forjada de un acero duro, con el puo de oro y una vaina de orifrs27
de Venecia.
Un arma soberbia.
De repente, a la claridad del fuego que iluminaba la sala, Perceval vio a un
joven salir de la habitacin vecina. Llevaba una lanza resplandeciente de blancura.
Una gota de sangre brillaba en su punta y resbalaba hasta la mano del joven.
Cruz la sala pasando delante de Perceval y su anfitrin y desapareci.
Perceval debi de contenerse para no preguntar, tan extrao le resultaba este
espectculo. Pero record el consejo de Gornemant de Goort: quien no sabe
contener su lengua, faltar a menudo a las leyes de la cortesa. As pues, continu
mudo.
Poco despus, de la misma habitacin vecina, salieron dos hermosos
hombres llevando, cada uno, un candelabro de oro donde lucan diez velas. Detrs
de ellos marchaba, lentamente, una joven muy bella, ricamente vestida. Llevaba
entre sus manos una copa de oro guarnecida de piedras preciosas que brillaban
como un sol.
El extrao cortejo pas tambin delante de la cama donde estaban sentados
Perceval y el seor del lugar; despus desapareci. Perceval, cada vez ms
asombrado, debi esta vez esforzarse para no preguntar nada. Pero se contuvo por
miedo a parecer descorts, ya que su anfitrin no le daba ninguna explicacin.
Pens que al da siguiente preguntara a los habitantes del castillo.
La comida, servida inmediatamente, se compuso de platos exticos y de los
mejores vinos. Para la velada se ofreci una profusin de dtiles, higos, nuez
moscada, granadas al clavo, pasta de jengibre de Alejandra, acompaados de
nuevos vinos a la guindilla, sin miel ni pimienta.
Perceval estaba maravillado. No estaba acostumbrado a semejantes
manjares!
Despus de haber conversado largamente, el anciano dijo:
-Amigo, es la hora de acostarse. Vos dormiris aqu, cuando os convenga.
Yo regresar a mi habitacin, pero es preciso que me lleven. Yo no puedo
moverme solo.
Cuatro hombres robustos cogieron por las cuatro puntas el cubrecamas
sobre el cual estaba sentado y se lo llevaron.
Perceval qued solo con dos criados que le ayudaron a desvestirse y le
llevaron a la cama. Durmi hasta el amanecer.
Pero cuando abri los ojos, no vio a nadie cerca de l, se visti solo, tom
sus armas, toc en vano en varias puertas, todas cerradas. Llam en voz alta.
Ninguna respuesta. Sali de la sala, busc su caballo, lo encontr ensillado -ni
palafrenero, ni criado-. Todo el castillo pareca extraamente vaco de habitantes.
El puente levadizo estaba bajado. Perceval mont en el caballo, tom su escudo y
su lanza y parti, preguntndose dnde podan estar todas las gentes que l haba
visto la vspera!
Observ sobre un sendero huellas de caballo, todava frescas, y las sigui
pensando encontrar a los que buscaba.
27
Bordado en oro
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 18 -
Se intern en el bosque, siempre siguiendo las pisadas. De repente vio, bajo
un roble, a una muchacha que lloraba. Ella levant los ojos, le contempl y se
asombr:
-Parece que habis pasado una buena noche, vuestro caballo est limpio y
cepillado. Sin embargo, en veinticinco leguas a la redonda no hay una sola casa.
-Os equivocis, hermosa. Hay una cerca de aqu y excelente!
Empez a relatar lo ocurrido, pero a las primeras palabras, la muchacha le
interrumpi.
-As pues, vos habis sido husped del rico rey Pescador, que fue herido en
una batalla y perdi el uso de sus piernas. l no puede ms que, por distraerse,
hacerse llevar en una barca para pescar sobre el agua. De ah le viene el nombre.
Os ha hecho un gran honor recibindoos.
Mir a Perceval.
-Decidme, habis visto la lanza que tiene la punta ensangrentada?
-Cierto, s; la he visto.
-Habis preguntado por qu sangraba?
-He tenido buen cuidado de no hacerlo.
-Dios! Habis hecho muy mal! Y la copa llamada Grial, la habis visto?
Llevada por una joven a la que seguan dos criados llevando un candelabro lleno
de velas?
-He visto todo eso.
-Habis preguntado quines eran y adnde iban?
-Ni una palabra ha salido de mi boca.
-Oh, Dios! Cmo os llamis, amigo?
-Perceval el Galo.
-Desde ahora os tendrn que llamar Perceval el infortunado. Es por vos por
quien lloro. No habis hecho esas preguntas! El Rey hubiera vuelto a tener el uso
de sus piernas y vos hubierais entrado en posesin del Grial. No puedo deciros
ms, ni sobre la lanza, ni sobre la copa. Otro os ensear. Adis!
Se puso otra vez a llorar bajo el roble y Perceval prosigui su camino hacia
la Corte del rey Arturo.
Perceval Y El Orgulloso De La Landa
Por el sendero que segua Perceval, un poco ms adelante, marchaba un
caballo tan delgado que no tena ms que cuero sobre los huesos. Sus crines
estaban rapadas y sus orejas cadas. Pareca no poder ir muy lejos.
Sin embargo, llevaba a una muchacha. Desgreada, sin manto ni velo, la
piel quemada por el sol y la nieve. Iba vestida con una ropa recosida por seis sitios,
agujereada en otros. A pesar de eso, todava le quedaban restos de una gran
belleza.
Perceval corri hacia ella.
-Hermosa, que Dios os proteja! Cmo estis en tan triste estado?
Ella baj la cabeza y dijo muy bajo:
-Huid y dejadme en paz! Os digo que huyis!
-Yo huir? Por qu? Quin me amenaza?
-El Orgulloso de la Landa. Si os encuentra aqu, os matar por haberme
dirigido la palabra.
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 19 -
No haba terminado su frase cuando el Orgulloso, saliendo del bosque y
levantando una nube de polvo y arena sobre ellos, gritaba:
-Ay de ti, que te has detenido cerca de esta muchacha! Vas a morir! Pero
antes de matarte, te quiero explicar por qu la trato as y por qu le inflijo esta
vida. Yo la amaba ms que todo en este mundo, mas, un da que haba salido a
cazar y ella haba quedado sola en un pabelln, un muchacho galo pas, le pidi un
beso -ella lo confiesa diciendo que fue a la fuerza y que no haba pasado nada ms-
. Quin la creer? Yo no! No tendr ni vestido nuevo, ni buen caballo, ni techo, y
se alimentar de lo que crezca en el bosque, hasta que yo encuentre a ese
muchacho, le obligue a confesar y le mate.
Perceval haba escuchado con mucha atencin. Bruscamente, se acord de
un pabelln donde un da l haba, en efecto, besado por sorpresa a una muchacha.
sta se haba mostrado muy irritada. La miseria y el hambre la haban cambiado
tanto que no la haba reconocido.
Por su parte, cmo podra ella imaginar, bajo la armadura bermeja de este
hermoso caballero, en cota de cuero de ciervo y camisa de camo, a aquel
muchacho galo?
-Amigo -dijo Perceval-, ella os ha dicho la verdad. Soy yo quien le rob ese
beso. Por sorpresa. Fue todo lo que hice. Creedme. Perdonadle la penitencia. Ella
ha pagado bastante caro.
-O sea, confiesas! -grit el Orgulloso loco de clera-. Mereces la muerte!
-La muerte no est tan cerca de m como t piensas! -replic Perceval,
embargado tambin por la clera.
Sin tardanza se lanzaron uno sobre el otro con tal violencia que sus lanzas
volaron en pedazos y los dos cayeron del caballo. Se levantaron en seguida y
sacando sus espadas se lanzaron furiosos golpes. Al fin, el Orgulloso de la Landa
le tuvo encima y pidi clemencia.
-Otrgale, lo primero, clemencia a tu amiga -orden Perceval-. Ella no ha
merecido ser tratada como t lo has hecho. Puedo jurrtelo!
El Orgulloso de la Landa, que amaba a la joven ms que a la nia de sus
ojos, dijo:
-Yo he sufrido tanto como ella por lo mal que lo pasaba y estoy dispuesto a
reparar el mal causado.
-Hacedla baar y reposar despus, hasta que recupere su plena salud.
Despus, bien adornada y vestida, llevadla al rey Arturo. Saldale en mi nombre y
ponte a su servicio.
La misma tarde, el caballero hizo baar a su amiga y en los das siguientes
la rode de tantos cuidados que recobr toda su belleza. Entonces partieron los dos
a Camelot, donde el rey Arturo tena su Corte.
Ese da haba una fiesta y la reina Ginebra se encontraba al lado del Rey. El
Orgulloso de la Landa la salud y cont su historia. Todos escuchaban con gran
atencin. Gauvain, el sobrino del rey, sentado a su derecha, exclam:
-Quin es este joven hombre que ha vencido con las armas a un caballero
como el Orgulloso de la Landa? En todas las islas del mar, ninguno puede
compararse a l!
-Querido sobrino -respondi el Rey-, vos estis desde hace poco en mi
Corte. No conocis la historia de este muchacho galo que mat de un golpe de
venablo al caballero Bermejo en el bosque de Quinqueroi. Ignoro todo de l,
incluso su nombre. Pero no esperar ms tiempo para salir en su busca y no
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 20 -
reposar dos noches seguidas en el mismo lugar mientras no le haya visto, si est
vivo, en el mar o sobre la tierra.
Desde el momento en que el Rey hubo hablado, todos los miembros de la
Corte supieron que no haba otra posibilidad que ponerse en camino.
Vuelta Al Lado De Arturo
Febrilmente, se reunieron provisiones y bagajes, tiendas y pabellones,
mantas y almohadas y el rey Arturo dej Camelot, seguido de sus barones y de la
Reina, a su vez, rodeada de sus damas.
Cuando lleg la noche se alojaron en una pradera en la linde de un bosque.
A la maana del da siguiente, la nieve recubra el suelo. Perceval, levantado
temprano segn su costumbre, haba vuelto a tomar el camino. La casualidad le
llev derecho a la pradera nevada donde el rey acampaba con su Corte.
Estaba todava bastante lejos de las tiendas, cuando advirti el vuelo de
ocas salvajes. Huan delante de un halcn que surcaba el aire para atacarlas. Una
de ellas se desorient, el halcn la derrib a la tierra y despus volvi a volar.
Perceval acudi. La oca estaba herida en el cuello. Sangraba. Tres gotas de
sangre enrojecan el blanco de la nieve. A la llegada de Perceval, se ech a volar.
l, apoyado sobre su lanza, miraba la sangre y la nieve: volva a ver el rostro de
Blancaflor, el rojo de sus labios y la blancura de su cutis. Pensando eso olvid
dnde estaba, soando con aquella a la que amaba, y as transcurrieron las horas.
Se hizo completamente de da. Los escuderos, saliendo de sus tiendas, vieron a
Perceval perdido en sus ensueos. Creyeron que dormitaba.
El Rey Arturo todava estaba acostado. Sagremor, uno de los caballeros de
su escolta, le despert:
-Seor, fuera, en el campo, hay un caballero que dormita sobre su caballo.
El Rey orden que lo trajeran en seguida. Sagremor se arm, cogi su
caballo y lleg hasta donde estaba Perceval.
-Amigo -dijo Sagremor-, es preciso que vengis a la Corte.
Perceval, todava en su ensueo, no vea ni entenda. No se movi, ni
respondi.
Sagremor repiti su consejo en vano. A la tercera vez, se enfad y grit:
-Vendris por vuestro gusto o a la fuerza!
Y, reculando en el campo, lanz su caballo en direccin a Perceval.
Brutalmente arrancado de sus pensamientos, este ltimo se lanz a su vez. El
choque fue tan violento que la lanza de Sagremor se rompi y cay. Su caballo
huy y volvi al campamento ante los ojos de las gentes que se levantaban y salan
de sus tiendas.
Keu se burl de Sagremor ms fuerte que nadie. Tanto que el Rey, irritado,
le dijo:
-Id vos mismo! Veremos si vos nos trais a ese caballero desconocido!
-Seor -dijo Keu-, yo os lo traer, quiera o no quiera, y ser preciso que nos
diga su nombre.
Perceval continuaba contemplando las gotas de sangre sobre la nieve,
pensando en Blancaflor y olvidando el resto.
Keu, armado y a caballo, le grit desde lejos:
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 21 -
-Vasallo28
, llegaos al Rey! O lo pagaris caro!
Perceval, oyendo que le amenazaban, corri hacia Keu espoleando su
montura. Keu golpe tan violentamente que su lanza vol hecha aicos como si
estuviera hecha de corteza. Pero Perceval, golpeando en lo ms alto de su escudo,
le desmont. Keu cay sobre una roca, se disloc la clavcula y se rompi el brazo
derecho como si fuera madera seca!
Se desvaneci por el dolor y su caballo volvi trotando hacia las tiendas.
Al verle sin su dueo, todos se inquietaron.
Se encontr al senescal desvanecido y Perceval apoyado de nuevo sobre su
lanza y enfrascado en sus sueos...
El herido fue llevado a la tienda del Rey que le reconfort lo mejor que
pudo y le confi a un mdico muy experto. Gauvain, el sobrino del Rey, recin
llegado a la Corte y que era joven y alegre, adems de caballero corts29
por
excelencia, le dijo al Rey:
-Seor, no es justo que un caballero se permita, como estos dos lo han
hecho, arrancar de sus pensamientos a otro caballero. Podra ser que est pensan
do en su amiga y por ello sufra? Si me lo permits, yo ir a mi vez a buscarle y
tratar de traroslo.
Obtenido el permiso del Rey, Gauvain se march. El sol comenzaba a
fundir la nieve manchada de sangre y Perceval despertaba lentamente de su
ensueo de Blancaflor.
Gauvain se aproxim y dijo con calma:
-Vengo, enviado por el Rey, que os ruega vayis a hablarle.
-Para eso, ya han venido dos -respondi Perceval-. No les he seguido
porque tena delante de m el rostro de mi amiga, la bella que no quera dejar. Pero,
decidme es, pues, la Corte del rey Arturo la que est all? Y Keu el senescal?
-S, y vos acabis de luchar contra l. Le habis roto el brazo derecho y
desviado la clavcula!
-He aqu, pues, vengada la joven que l haba golpeado.
Gauvain se estremeci de sorpresa.
-Oh! -dijo-, sois vos el que el Rey busca entre todos! Cul es vuestro
nombre?
-Perceval, y el vuestro?
-Gauvain.
Perceval, muy alegre, exclam:
-He odo hablar de vos y estoy dispuesto a seguiros. Me sentira orgulloso
de que vos seis mi amigo!
-Yo tendra todava ms placer que vos!
Y he aqu el uno en los brazos del otro!
Desde el campo se haban seguido sus movimientos y visto su alegra. De
todo ello, los caballeros llevaron la nueva al Rey:
-He aqu vuestro sobrino Gauvain, que regresa con el caballero. Los dos
tienen el aspecto de sentirse muy contentos!
Y cada uno salt fuera de su tienda para ir a su encuentro.
28
Hombre que sirve a un seor, que a cambio le da la posesin de unas tierras
para su mantenimiento 29
En la Edad Media, la literatura corts exalta sutilmente el amor. Un caballero
corts es un caballero que se comporta segn los principios del amor refinado e
ideal
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 22 -
El mismo Rey se levant a fin de recibirles.
-Muchas gracias, hermoso sobrino, y vos, amigo, sed bienvenido. Cmo
debo llamaros?
-Mi seor -dijo Perceval inclinndose-, tengo por nombre Perceval el Galo.
-Oh, Perceval! Cmo he deplorado el no haberos retenido en mi Corte
cuando os vi por primera vez! Mas, he sabido de vuestras hazaas y odo la
prediccin: la muchacha y el bufn no se han equivocado, vos habis confirmado
sus profecas. Y, por mi parte, vos no partiris nunca ms!
Perceval cumpli por algn tiempo el deseo del rey Arturo. Se hizo
caballero de la Tabla Redonda, como su amigo Gauvain.
Pero la pena le atormentaba. Ahora conoca la historia de la lanza
misteriosa y de la gota de sangre goteando en su punta: era la que haba traspasado
el costado de Cristo sobre la Cruz. En cuanto al Grial, la copa santa que haba
recogido la sangre del Cristo, deseaba conquistarla ms que nadie en el mundo.
Para lo cual era preciso volver a encontrar el pas del rey Pescador y esta
vez, hacer las preguntas.
En cuanto pudo, parti. Pero el castillo donde haba dormido aquella noche
haba sido creado por un encantamiento. Simplemente, haba desaparecido.
Perceval se obstin vanamente en su busca. Vag por el mundo,
defendiendo a las damas, deshaciendo encantamientos, combatiendo a peligrosos
malhechores y a pjaros-hada.
Regresaba algunas veces para participar en los torneos o para guerrear al
lado del rey Arturo. Despus reemprenda la bsqueda del Grial, sin llegar jams a
encontrarlo.
Fue, durante una de sus ausencias, cuando se present en la Corte un joven
llamado Lancelot du Lac. Sus aventuras iban a igualarse a las de Perceval y, a su
vez, entrara en la leyenda de los caballeros de la Tabla Redonda.
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 23 -
Lancelot Du Lac
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 24 -
Llegada De Lancelot A La Corte Del Rey Arturo
Un da que el rey Arturo cazaba en el bosque con su sobrino Gauvain, Keu
el senescal y varios caballeros, vieron avanzar hacia ellos un extrao cortejo. Las
monturas de los caballeros que lo componan, sus armaduras, sus vestimentas, todo
era de un blanco brillante de nieve. Escoltaban a un joven y una dama30
igualmente
vestidos de blanco y ambos de una gran belleza.
La dama, al ver al Rey, avanz hacia l y le salud. El Rey respondi
cortsmente a su saludo y le pregunt quin era.
Ella dijo con una misteriosa sonrisa:
-Me llaman la Dama del Lago. Vos me habis conocido bajo otro nombre,
pero no es sta la cuestin. Yo os traigo a este joven para que vos le hagis
caballero, cuando l lo pida. l ya tiene sus armas.
El Rey estaba, a la vez, sorprendido de la peticin y curioso por saber quin
podra ser la Dama del Lago. No obstante, acept. La Dama, sin aadir nada ms,
se despidi brevemente del joven y se march escoltada por sus caballeros.
El Rey confi al recin llegado a su sobrino Gauvain, quien, despus de la
caza, le llev a su casa e intent averiguar algo ms, pero en vano. El joven no
respondi a ninguna pregunta. Pero despus de la comida que haban tomado
juntos, le pidi tranquilamente ser armado caballero al da siguiente, ya que era la
fiesta de San Juan y el rey Arturo deba ese da armar varios caballeros.
Gauvain protest. La preparacin, normalmente, era larga. Poda durar
hasta dos aos y l, en un solo da... Pero el joven se limit a repetir:
-Yo no tengo necesidad de ninguna preparacin. Estoy dispuesto.
Y puso tanta tenacidad que al fin, Gauvain cedi. Le condujo hasta el Rey.
Fiel a la promesa hecha a la Dama del Lago, Arturo acept -despreciando todas las
reglas- armar caballero al da siguiente a este sorprendente joven.
Segn era la costumbre, pas la noche en oracin y meditacin. Al da
siguiente, en la iglesia ms grande de la ciudad, acudi a arrodillarse cerca del altar
junto a los otros. Y delante del rey Arturo prest, en voz alta, juramento de
fidelidad.
El rey le fue dando, una a una, las piezas de su armadura, las cuales eran de
una gran belleza: blancas y plateadas.
La ltima parte de la ceremonia -la entrega de su espada a los nuevos
caballeros- tena lugar en la gran sala del castillo. La reina Ginebra y las dems
damas de la Corte tenan curiosidad por ver finalmente a ese misterioso joven del
que, desde la vspera, todo el mundo hablaba. Quin era? Cmo se llamaba? De
dnde vena? Nadie lo saba! Cuando apareci, enfundado en su armadura blanca,
que resaltaba su cabello rubio y su belleza, todas las miradas se fijaron en l con
admiracin.
Pero l no vea ms que a la reina Ginebra. En el mismo instante en que la
vio, haba quedado perdidamente enamorado de ella.
Y al instante tambin, jur que ella sera su dama. Ella sola.
30
Nombre dado a toda mujer de familia principal y noble nacimiento
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 25 -
Ahora bien, sucedi que en la confusin de la ceremonia, el Rey haba
olvidado devolver su espada al nuevo caballero. El joven no la reclam. l no
quitaba los ojos de la Reina. El banquete comenzaba cuando, de repente, lleg un
mensajero que, sin aliento y cubierto de polvo, se ech a los pies del Rey:
-La Dama de Nohaut me enva a pediros socorro. Est en gran peligro, su
tierra devastada, su castillo sitiado. No le queda ms que una esperanza: su
enemigo propone un combate singular entre uno de sus hombres y el caballero que
ella elija. Del resultado de esta prueba depender su suerte. As que os suplica que
designis al que consideris el mejor caballero, porque el combate ser rudo.
Sintiendo que le aludan, el caballero blanco -a falta de saber su nombre-
avanz vivamente hacia el Rey y dijo:
-Yo ir.
-Vos sois demasiado joven -respondi el Rey-, demasiado inexperto. Os
harais matar por nada.
Pero el caballero insisti tanto que finalmente el Rey, otra vez, cedi.
Al momento de partir con el mensajero, se postr a los pies de la Reina,
que se haba retirado a sus habitaciones. Puso una rodilla en tierra y dijo:
-No quiero marchar sin deciros adis y sin pediros que aceptis ser mi
dama. El rey Arturo ha olvidado ceirme la espada. Hacedlo vos y yo, Lancelot du
Lac, juro estar siempre a vuestro servicio.
La Reina, emocionada, tom la espada que le tenda y complet la
ceremonia para armarle caballero. Lancelot se reuni con el mensajero y parti
hacia el castillo de la Dama de Nohaut.
Sin embargo, la Reina pensaba:
-Lancelot du Lac... Este es pues su nombre... Un nombre extrao... De
dnde viene? Y quin es realmente?
Esta era una larga historia que haba comenzado haca quince aos.
La Infancia De Lancelot
Quince aos antes, en la Pequea Bretaa, en una sombra noche, el rey
Ban de Bnoic y su mujer, la reina Helena, llevando al pequeo Lancelot y
acompaados de un solo escudero, huan sobre un camino de tierra a travs de los
pantanos. Escapaban de su reino asolado por las tropas victoriosas de su terrible
enemigo, el rey Claudias de la Dserte. Acababan de dejar en secreto el ltimo
castillo que no haba cado en poder de su enemigo.
Ban de Bnoic iba a pedir ayuda al rey Arturo, su soberano31
, que hasta ese
momento no haba respondido a ninguna de sus llamadas. Cabalgaron toda la
noche. Por la maana temprano, antes de la hora en que cantan los gallos, se
encontraron en medio de un espeso bosque, delante de un calvero donde haba un
lago.
La reina Helena, agotada, se detuvo para reposar al borde del lago con el
nio Lancelot, que dorma. Mientras el escudero vigilaba los caballos, el rey Ban
quiso ver por ltima vez su castillo.
31
En el sistema feudal, el rey o seor que tena dominio sobre el resto de reyes o
seores de un pas o territorio
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 26 -
Cerca de all haba un cerrillo bastante elevado. Subi a lo ms alto y, una
vez all, vio con espanto y dolor altas llamas enrojecer el cielo: el castillo, cado en
las manos de Claudias, arda.
El rey, que era anciano y haba sufrido ya demasiados disgustos, no pudo
soportar este ltimo. Cay en tierra y muri.
El escudero, inquieto por no verle regresar, trep a su vez a la colina y,
descubriendo al Rey muerto, lanz gritos de dolor.
La reina Helena los oy y se levant llena de angustia. Dudaba en dejar al
beb solo, pero l dorma tranquilo y el lago tena tal aspecto de sosiego que se
decidi. Deposit al pequeo Lancelot en la hierba y corri hasta la colina.
Cuando vio al Rey tendido en tierra, comprendi la desgracia que acababa
de ocurrir y se desvaneci de dolor. El escudero consigui reanimarla. Ella llor
durante un momento, despus, pensando en su hijo, que haba quedado solo, volvi
deprisa al borde del lago.
Una mujer muy bella, vestida de blanco, se llevaba al nio apretado contra
su corazn y se sumerga con l en el agua del lago.
La Reina, desesperada, estuvo a punto de perder la razn y se retir a un
convento, lejos del mundo. Cmo podra saber ella que la tan bella dama de
blanco, que acababa de llevarse a su hijo, no era otra que el hada Viviana, tan
amada antao por Merln? l haba desaparecido, pero ella continuaba viviendo
siempre joven y bella -porque era un hada!- en ese reino acutico encantado que
era el lago. Lancelot pas con ella una infancia dichosa, ignorando quin era y el
drama que haba vivido su madre.
La Dama del Lago -como ella se haca llamar- le amaba y velaba para que
recibiese la educacin que mereca un hijo de Rey. Aprendi incluso a leer -lo que
era raro en aquellos tiempos!
Lancelot lleg a ser un bello adolescente de rostro seductor, gil de cuerpo
y que destacaba en todos los juegos. Robusto y lleno de gracia a la vez, manejaba
ya la lanza y la espada como un verdadero caballero. Amaba la caza y la danza y
cada tarde, la Dama del Lago le llevaba rosas frescas recogidas y trenzadas en
corona, generalmente rojas, el color del amor.
Pero lleg un da en que a pesar de los compaeros que ella le haba dado, a
pesar de los torneos, las justas32
y la caza, Lancelot se aburra. Quera ir a la Corte
del rey Arturo y ser armado caballero. Acababa de cumplir dieciocho aos.
La Dama del Lago se puso triste, pero lo disimul. Hizo preparar un yelmo
blanco como la nieve, la espada, el escudo... todo el equipo de un futuro caballero.
Despus le dijo a Lancelot:
-Vais a dejar el lugar de vuestra infancia y no podris volver aqu jams. Os
he educado, pero yo no soy vuestra madre. Algn da sabris el nombre de
vuestros padres y os sentiris orgullosos, pues sois hijo de Rey. Vais a vivir largas
y, algunas veces, dolorosas aventuras, pero yo estar siempre cerca de vos, sin que
os enteris, y os ayudar en vuestra bsqueda.
Estas misteriosas palabras sorprendieron un poco a Lancelot, pero era
demasiada la alegra que senta por partir junto al rey Arturo. La Dama del Lago
hizo ensillar los caballos blancos y ella misma se visti de armio. Despus,
escoltados por jinetes, Lancelot y ella dejaron el reino del Lago, para encontrar al
rey Arturo que estaba ese da de caza...
32
Combate singular con lanza y caballo
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 27 -
Y si ella no revel entonces al Rey su verdadero nombre de Viviana -bajo
el cual, l la haba conocido- fue por un resto de malicia: pues haba estado, en otro
tiempo, muy celosa de la amistad que Merln tena por Arturo.
Lancelot En El Guardin Doloroso
Llegado al castillo de la Dama de Nohaut, Lancelot venci al caballero
enemigo, al precio de una ligera herida que le retuvo algunos das en ese lugar.
Ahora bien, mientras estaba reposando, la Dama del Lago le hizo llegar tres
escudos blancos, mediante una de las doncellas de su squito, llamada Saraide.
Eran del mismo blanco brillante que el resto del equipo de Lancelot y los
tres tenan el mismo tamao y la misma forma.
Slo les diferenciaba el nmero de cintas rojas que los atravesaban: el
primero tena solamente una, el segundo dos y el ltimo tres.
-El que no tiene ms que una banda -explic Saraide- os dar, adems de
vuestra fuerza, la de otro caballero. El que tiene dos bandas os dar la fuerza de
dos caballeros y el que tiene tres, la de tres caballeros. La Dama del Lago os pide
que os sirvis de ellos sin dudarlo, segn el uso que os sea necesario. Porque antes
de volver a la Corte del rey Arturo vais a vivir grandes aventuras, en las que
podris demostrar vuestro valor.
Lancelot tom los escudos y dio las gracias a Saraide, a la cual haba tenido
gran placer en volver a ver. Ella le cont muchas novedades de la Dama del Lago
y de las gentes de su Corte.
Desde el da siguiente, a pesar de los ruegos de la Dama de Nohaut -que
hubiera querido conservarle cerca de ella ms tiempo-, Lancelot dej el castillo.
l no amaba ms que a la reina Ginebra y slo a ella quera mostrar de qu
hazaas era capaz. Caminando a travs del bosque, Lancelot lleg una maana a
las puertas de una ciudad que dominaba un imponente castillo. La ciudad pareca
rica y, sin embargo, pesaba sobre ella un extrao silencio. Las calles estaban casi
desiertas y los raros habitantes con los que se cruz, parecan tristes y abatidos.
Detuvo a una muchacha que llevaba un cntaro de agua y le pregunt la
razn.
-Forzosamente -respondi ella- sois extranjero en este pas para ignorar los
maleficios que Brandis le Feln hace pesar sobre nosotros. El castillo que veis le
pertenece. Se le llama El Guardin Doloroso, pues, entre sus muros, estn
prisioneros gran cantidad de nobles caballeros que han intentado librarnos de l.
Ninguno ha podido conseguirlo, pues el castillo est muy bien defendido. Ninguno
ha podido, siquiera, flanquear la primera puerta. Ay! Quin nos librar?
-Yo!
La muchacha le mir tristemente:
-Vos sois demasiado joven para morir. Marchaos de aqu!
Pero Lancelot avanzaba ya hacia la primera puerta. El puente levadizo baj
sbitamente y diez caballeros armados se lanzaron al encuentro de Lancelot.
El combate fue terrible y dur casi todo el da. Lancelot debi utilizar el
primero de los tres escudos para llegar a ser dueo de la situacin, pero al fin lo
consigui.
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 28 -
Cuando cay la noche, la primera puerta haba sido abatida. Los habitantes
de la ciudad haban contemplado el combate con angustia. Llevaron a Lancelot a
descansar. Comenzaban a abrazar una pequea esperanza...
Al da siguiente, al alba, avanz hacia la segunda muralla. Por la puerta,
sbitamente abierta, nuevamente diez caballeros se lanzaron sobre l.
Pero l les golpe tan rudamente que retrocedieron en desorden hacia el
interior del castillo empujndose para volver a pasar la puerta.
Ahora bien, Brandis haba hecho colocar encima de esta puerta una gran
estatua de bronce que representaba a un caballero, smbolo de su poder.
De un golpe de su lanza, Lancelot la hizo tambalearse y caer en tierra. En
su cada, mat a un caballero. Los otros se vieron perdidos y huyeron espantados.
Pero, por desgracia, en medio del tumulto, Brandis el Feln pudo tambin
huir. Los habitantes se desconsolaron, pues, a causa de ello continuara la
maldicin que les martirizaba! A menos que... el caballero vencedor aceptase
quedarse durante cuarenta das en la ciudad, sin salir de ella.
Era pedir demasiado -bien lo saban- a un hombre en busca siempre de
emociones y aventuras, que permaneciera ocioso, con los pies arrimados a los
morillos33
!
As que se preguntaban cul sera la mejor manera de conseguir retenerle.
Resulta que cerca del castillo exista un curioso cementerio. Cada abertura del
muro que lo rodeaba estaba coronada con un yelmo de caballero.
Intrigado, Lancelot fue all y vio que bajo cada uno de los yelmos se
encontraba una tumba, en la que se lea la inscripcin: Aqu yace Fulano de Tal y
he aqu su cabeza.
Mas, al lado, haba otras tumbas ms bien extraas. Ningn yelmo las
remataba y llevaban grabados los nombres de caballeros todava vivientes.
Varios de estos nombres los conoca de la Corte del rey Arturo. La
inscripcin estaba redactada en futuro: Aqu reposar Fulano de Cual... Lancelot
qued un momento contemplndolas. Despus avanz hacia el centro del
cementerio. All haba una gran losa de metal, adornada con oro y pedreras. Tena
inscritas estas palabras: Slo el que haya liberado El Guardin Doloroso
podr levantarme. Entonces sabr de quin es hijo. Sbitamente, una voz de mujer se elev detrs de Lancelot:
-Brandis el Feln ha intentado muchas veces levantar esta losa. Jams lo
consigui!
Lancelot se volvi bruscamente. Qu haca all Saraide, la doncella de la
Dama del Lago, que le haba entregado los tres escudos?, no se haba ido, pues?
Ella sonri ante su asombro.
-Ni un solo instante os he dejado. Pero vos no lo sabais. He recibido esta
orden de la Dama del Lago. Levantad esta losa, no sois vos el vencedor?
Lancelot se agach, empu la losa por uno de los bordes donde se
estrechaba y, sin esfuerzo, la levant. Entonces vio estas palabras: Aqu
descansar Lancelot, hijo del rey Ban de Bnoic. Hijo de un Rey... La Dama del Lago se lo haba dicho antao. Pero ahora
saba de qu Rey... un Rey muerto, un reino perdido...
Dej caer la losa. Saraide dijo entonces dulcemente:
33
Piezas metlicas colocadas en las chimeneas para sostener los leos. Esta
expresin significa aqu: quedarse al lado del fuego cmodamente
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
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-La Dama del Lago me ha encargado que os cuente cmo el rey Ban,
vuestro padre, perdi su reino y por ello muri.
Ella le explic toda la historia, que hizo que Lancelot estuviera todava ms
intrigado. Por qu el rey Arturo, tan buen soberano, no haba acudido en socorro
de su padre?
Ignoraba que el Rey haba olvidado esta antigua falta, aunque, bien pronto,
un ermitao34
se la recordara.
Lancelot tom la costumbre de ir a reflexionar a menudo a este extrao
cementerio, donde los muertos compartan el terreno con los vivos.
Durante este tiempo, la nueva de la liberacin de El Guardin Doloroso
haba llegado hasta la Corte del Rey. Y todos exclamaron:
-Quin ha llevado a cabo la singular hazaa?
-Un caballero desconocido -fue la nica respuesta que pudo dar el
mensajero.
El rey Arturo, por saber ms sobre lo sucedido, envi a aquel lugar a su
sobrino Gauvain y a algunos caballeros.
Cabalgaban confiados cuando Brandis el Feln, que les vigilaba, les cay
encima por sorpresa y les hizo prisioneros a todos.
El rey Arturo mont en clera y decidi ir l mismo al castillo de El
Guardin Doloroso. La reina Ginebra y toda la Corte le acompaaban. Cuando
llegaron delante del castillo, Lancelot estaba en el cementerio. Sumido en sus
ensoaciones no advirti su presencia. Los guardas del castillo, no habiendo
recibido rdenes, rehusaron dejar entrar al Rey y a su escolta, los cuales tuvieron
que dar la vuelta.
Cuando Lancelot se enter, se desesper. Por su culpa, la reina Ginebra -a
la que amaba locamente- se haba visto rechazada del castillo que l acababa de
conquistar! Cmo se hara perdonar cuando lo supiera?
En seguida hizo ensillar su caballo y, a pesar de las splicas de los
habitantes, parti a todo galope hacia el bosque para intentar alcanzar al rey y su
escolta.
Pero, qu direccin tomar?
Un ermitao sala en ese momento de su choza, Lancelot le interrog y se
enter a la vez de la cautividad de Gauvain y la trampa que Brandis se dispona a
tender al rey Arturo.
La desesperacin de Lancelot aument al saber que, por su culpa, la reina
Ginebra estaba en peligro. Se precipit hacia el lugar del bosque donde Brandis
preparaba su emboscada. Cuando le tuvo a la vista, se lanz sobre l, la espada en
alto, consigui tirarle a tierra e iba a cortarle la cabeza cuando Brandis le record
que tena a Gauvain prisionero. Su muerte traera consigo la de Gauvain. Por el
contrario, si Lancelot le dejaba la vida, l prometa liberar a todos sus prisioneros.
El rey Arturo, que llegaba con su escolta, intervino tambin. Lancelot cedi
y liber a Brandis.
Entonces partieron todos para El Guardin Doloroso, cuyas puertas, esta
vez, se abrieron ante Ginebra y Arturo. Lancelot no haba tenido tiempo de
quitarse el yelmo y nadie le haba reconocido.
Tampoco nadie le vio partir, algunas horas ms tarde, cuando el festn en
honor del Rey y de la Reina se desarrollaba en la gran sala del castillo.
34
Religioso que vive retirado en un lugar desierto
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 30 -
Y cuando el rey Arturo quiso al fin conocer la casa y el nombre del
caballero que haba llevado a cabo tales hazaas, no se le pudo encontrar. Haba
desaparecido.
Para Lancelot siguieron unos das de solitario vagar. Iba rumiando sus
pensamientos lo mismo que si fueran hierbas amargas y meditando con qu hazaa
podra reparar su falta respecto a Ginebra.
Una maana un caballero le abord:
-No sois vos el que liber de Brandis a El Guardin Doloroso?
-Soy yo, en efecto.
-Entonces seguidme, deprisa. Pues la reina Ginebra, por traicin, es
retenida prisionera en ese castillo. Ella os ha hecho buscar por todo el reino, pues
slo vos podis liberarla!
Lancelot, por fin, tena el medio de reparar su falta. Sigui al caballero.
Llegados a El Guardin Doloroso, no vieron ms que a gentes llorando y gimiendo
por la brusca partida del caballero desconocido que les dejaba vctimas de los
sortilegios de Brandis.
Lancelot, impaciente por liberar a la Reina, no prest atencin a sus
palabras.
Una vez los caballos en la cuadra, Lancelot sigui al caballero hasta una
puerta de cobre que cerraba la torre central del castillo. El caballero la abri,
diciendo:
-La Reina est ah.
Lancelot se precipit. La puerta cay sobre l, cerrada. A su vez l estaba
prisionero. Por detrs de una ventana enrejada de hierro, apareci un rostro y una
voz dijo:
-Perdonad nuestra pobre estratagema, seor caballero. La Reina de ninguna
manera est prisionera. En realidad, parti de aqu hace largo tiempo. Pero
nosotros queramos veros volver para que cesen los encantamientos que sufrimos.
Si vos os quedis aqu cuarenta das...
Lancelot, muy contento por saber a la Reina fuera de peligro, exclam
riendo:
-Es demasiado tiempo para m! No existe otro medio?
-Estn las llaves de los encantamientos -dijo la voz, dudando-, pero es muy
grande el peligro de ir a buscarlas...
-Dejadme salir -orden Lancelot-, yo ir a buscarlas.
Se le liber y se le gui hasta la entrada de un subterrneo.
All penetr, espada en mano.
Unos gritos horribles le detuvieron, entrecortados por gemidos que helaban
la sangre, que hacan temblar; despus el suelo vacil, unos fulgores le
deslumbraron, olores repulsivos casi le ahogaban, pero l continu avanzando.
De repente se encontr frente a dos caballeros de bronce que, con un gesto
mecnico levantaron y abatieron sus espadas, cruzando sus hojas como mayales35
y, tan prximos, que ni una mosca hubiera podido pasar entre ellos.
Lancelot blandi su espada por encima de las estatuas y, sosteniendo con
las dos manos su escudo sobre la cabeza, para protegerla, se lanz. Recibi un
corte en la espalda que casi le hizo caer, pero consigui pasar, metindose bajo las
espadas. Los gritos aumentaron y le ensordecan, los vapores asfixiantes se
35
Herramientas agrcolas usadas para batir cereales, compuestas por dos
bastones cuyos extremos estn atados con correas
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
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convirtieron en un humo espeso que rodeaba un enorme pozo que ocupaba todo el
paso. Otra estatua mecnica con un hacha en la mano se hallaba detrs. Un
gigantesco caballero! Cmo pasar?
De un golpe, Lancelot salt por encima del pozo y cay sobre el caballero,
al que arrastr en su cada. Consigui empujarle hasta el borde y precipitarle
dentro.
Lancelot estaba al borde de sus fuerzas cuando, al fin, dos puertas se
abrieron delante de l. Una joven cubierta de velos le tenda dos llaves diciendo:
-Esta abre la columna de bronce y esta otra el cofre de los encantamientos.
Con una mano que temblaba un poco, Lancelot abri la una y el otro. Del
cofre salieron entonces treinta espritus diablicos que mantenan el castillo bajo
sus encantamientos. Daban alaridos y se arremolinaban alrededor de Lancelot, que
cay desvanecido.
Cuando volvi en s, todo estaba en calma y tranquilo. Las estatuas, el
puente y el subterrneo haban desaparecido. l estaba tendido en un jardn, donde
cantaban los pjaros.
A partir de aquel da, El Guardin Doloroso tom el nombre de El
Guardin Alegre. Pero sus habitantes, a pesar de lo mucho que suplicaron, no
pudieron conservar a Lancelot entre ellos. Estaba demasiado impaciente por volver
a ver a la reina Ginebra.
Galehaut, Seor De Las Islas Lejanas
Lancelot se diriga en pequeas jornadas hacia la Corte del rey Arturo,
soando con la reina Ginebra y con las hazaas que quisiera llevar a cabo para
complacerla. Cul no sera su sorpresa cuando se enter de que Galehaut, seor de
las Islas Lejanas, haba decidido apropiarse del reino del rey Arturo!
Se haba apoderado de su mente la loca idea de poseer treinta reinos. Por
qu treinta? Nadie lo saba! Hasta ese momento, Galehaut se haba contentado
con su reino de Sorelois, rico y poblado.
Por lo dems, era un hombre valiente y un peligroso enemigo. Mas sus
tropas eran numerosas y el rey Arturo estaba expuesto a ser vencido.
Lancelot lleg justo a tiempo para la ltima batalla. Para no ser reconocido
se visti con una armadura negra -hasta entonces siempre haba vestido de blanco-
y se lanz en medio de la refriega. Combati con tanto furor que las tropas de
Galehaut se replegaron.
El mismo Galehaut quiso conocer a ese caballero negro, cuya valenta le
haba privado de la victoria. Sali en su busca y le invit a su tienda tan
cortsmente que Lancelot no pudo rehusar. Los dos hombres hablaron y trabaron
amistad. Hasta el punto de que Lancelot acept pasar la noche en el campo de
Galehaut.
Cuando esto fue conocido en el ejrcito del rey Arturo, la confusin fue
grande y la reina Ginebra se desesper.
Pensaba: Si el caballero negro nos abandona, maana Galehaut nos
vencer. Y todos pensaban como ella.
Durante ese tiempo, Galehaut, para demostrar mejor su admiracin y el
deseo que tena de llegar a ser su amigo, exclamaba con entusiasmo e imprudencia:
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
- 32 -
-Tengo por vos tanta admiracin que estoy presto a concederos todo lo que
me pidis! Yo os lo juro.
-Vos no debis prometer nada que no podis cumplir! -respondi Lancelot
sorprendido.
-Aun as, podis creerme. Soy conocido como el ms leal de los caballeros.
Cenaron y se acostaron. Durante la noche, Galehaut oy a Lancelot gemir y
llorar pues, incluso en sus sueos, pensaba en la reina Ginebra y en el amor
imposible que por ella senta.
Pero, cuando por la maana Galehaut intent preguntarle sobre las razones
de su tristeza, respondi:
-No es nada. Un sueo.
Despus, aadi:
-Recordis la promesa que me hicisteis ayer tarde?
-Cierto, amigo! Pedid! Si est en mis manos, lo tendris!
-Id al combate, pero cuando estis a punto de vencer al rey Arturo,
proponedle la paz y poneos en sus manos, renunciando con ello a conquistar su
reino. En cuanto a m, yo no os combatir hoy y me quedar a vuestro lado.
Al principio, esta peticin dej a Galehaut estupefacto, despus dijo:
-Os lo haba prometido. As que proceder como me lo peds.
Y mantuvo la palabra. En el momento en que las tropas del rey Arturo iban
a ser definitivamente vencidas, se vio al caballero negro hacer un signo. Galehaut
se lanz hacia el Rey, que se encontraba con la cabeza baja, bajo el peso de la
derrota y le miraba tristemente.
Entonces, bajo la incrdula mirada de todos, Galehaut salt del caballo e
hinc la rodilla delante del Rey, pronunciando con fuerte voz estas increbles
palabras:
-Seor, vengo a hacer justicia y, para reparar el perjuicio que os he hecho,
invadiendo vuestras tierras, yo me someto a vuestra gracia.
El rey Arturo le levant y le dio un largo abrazo, aceptando con alegra el
homenaje as ofrecido.
Era la paz! Todos rean y aplaudan.
La reina Ginebra se preguntaba quin es ese caballero negro capaz de obrar
tal milagro.
Interrog a Galehaut, pero l guard silencio, pretendiendo que el
misterioso caballero haba abandonado ya el campo. La Reina no le crey e insisti
en encontrarse con l. Cuando lo supo, Lancelot suspir:
-He hecho la promesa de no presentarme ante ella hasta que mis hazaas
me hayan hecho digno de ello.
-Dejadme hacer a m, amigo -dijo Galehaut-, yo arreglar ese encuentro sin
que tengis que romper vuestra promesa.
Hacia el final del da, la Reina fue a una pradera un poco alejada del
campo. Por all corra un riachuelo. Sobre una de sus riberas estaba Lancelot. No
llevaba entonces su armadura negra y Ginebra le reconoci. Camin hacia l,
Galehaut, que le acompaaba, murmur:
-l es el caballero negro.
Despus les dej solos. Lancelot estaba tan turbado que apenas poda
hablar. Pero cuando la Reina le pregunt:
-Para complacer a qu dama habis llevado a cabo tantas hazaas?
Reveladme su nombre. Yo soy vuestra Reina.
l sonri.
MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS
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-Sois vos misma. No he jurado que vos serais mi dama el da que me
ceisteis la espada?
La Reina, turbada por la declaracin de este amor y la belleza de Lancelot
murmur:
-Soy vuestra amiga y por ello siento una gran alegra. No quiero volver a
veros triste.
Le bes. Despus, como la noche se aproximaba, Lancelot volvi a pasar el
ro y regres al campo de Galehaut.
Se encontraron varios das seguidos en la pradera y eran dichosos. Pero
lleg el momento en que Galehaut decidi volver a sus tierras de Sorelois.
Lancelot confi entonces a la Reina que haba decidido acompaar a su amigo.
Estaba deshecho por la idea de tener que dejar a Ginebra, pero saba que su amor
era imposible. Y el rey Arturo acababa de hacerle caballero de la Tabla Redonda!
Nuevas aventuras le esperaban.
El Valle Sin Retorno
A partir de ese momento, Lancelot reparti su tiempo entre largas estancias
en Sorelois, junto a Galehaut, y breves viajes a la Corte del rey Arturo -casi
siempre para participar en torneos, donde era invariablemente el vencedor-. All
gan la reputacin de mejor caballero del mundo, incluso entre sus iguales36
de la
Tabla Redonda, cuyas hazaas, sin embargo, eran famosas.
Algunas veces, se lanzaba a solitarias cabalgadas, en busca de aventuras y
de hazaas en bosques perdidos y mgicos, en combates de justicia o de liberacin.
Se mostraba siempre fiel a su juramento de caballero que aceptaba que si uno de
entr