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SENTIDO E IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN RELIGIOSA
ESCOLAR, EN EL MARCO DE UN ESTADO LAICO
P. Álvaro Javier Chamorro G.
Nos hemos dado cita para participar de la presentación de los estándares para
la educación religiosa escolar, los cuales marcan desde ya, un camino y un
horizonte de aprendizaje y conocimiento; a la vez potencian y jalona al
estudiante a una comprensión multidimensional y trascendente de la realidad,
dándole una nueva mirada a los intereses del conocimiento que según Jurgen
Habermas, son práctico, técnico y emancipador; que a nuestro modo de ver
están diluidos en las diversas destrezas con criterio de desempeño de las
áreas fundamentales del currículo.
Los estándares son el resultado de un proceso de experiencia e investigación,
que se alimentan y definen, no solo desde el ámbito religioso, también desde
las diversas ciencias y disciplinas que apoyan y definen a la educación. No son
fruto de una inspiración, sino producto de un equipo disciplinado,
multidisciplinar e interdisciplinar. El saber que sustenta al estándar, es un
saber, que desde tiempos inmemoriales, viene aportando a la construcción de
la cultura, por consiguiente, a la humanización de las sociedades y
consolidación de la ciencia.
El saber religioso, es un saber que desde sus orígenes es democrático, es
decir, llega a todos; contribuye en la definición de las identidades, en la lucha
por la liberación de toda esclavitud, reduccionismo o espejismo al que es
sometido el ser humano. Ese saber, tan sencillo pero tan potente; tan
revolucionario y tan humano, es el saber religioso; que hoy, ciertas ideologías
construidas con retazos de aquellas ideologías, que como las denomina Hans
Kung (1990), eran “programas sin futuro”.
Los estándares para la educación religiosa escolar, no reducen ni dogmatizan;
no hacen proselitismo religioso, ni contrarían la naturaleza del currículo
nacional, ni la filosofía de la educación impulsada por el Estado Laico; por el
contrario, contribuyen a alcanzar y garantizar el derecho humano a la
educación, a desarrollar los principios constitucionales de la educación, el
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carácter y naturaleza democrática del Estado. Iluminan la calidad de la
educación, con una mirada y comprensión, que va más allá de los procesos
educativos y administrativos, para abordar la pedagogía y las prácticas
pedagógicas del docente, puesto que allí está el corazón y espíritu de la
calidad educativa y de toda política adjetivada de educación.
Sea esta la oportunidad y el escenario, para precisar algunos elementos
fundamentales en relación a la educación religiosa escolar y la política pública
de educación; muchos sujetos y en diversos escenarios, hacen ver a la ERE y
al currículo como antagónicos, llegando hasta el extremo de reducir lo religioso
al carácter interior y privado de la persona. Esta forma de actuar produce un
debilitamiento de los principios mismos del Estado, como democracia, paz,
justicia, garantía de derechos y libertades. En lo concerniente a la educación,
ponen en entredicho algunas finalidades de la LOEI y del carácter holístico e
integral de la educación.
ESTADO Y SABER RELIGIOSO
La cultura occidental, de la cual somos parte, tiene un alto componente
religioso, de naturaleza cristiana y católica, que está presente en el tejido social
de los pueblos y países, de manera particular, en los de nuestra América. Por
más que se quiera ignorar o negar esta verdad, siempre sale y salta en las
costumbres, conductas, comportamientos, pensamientos y lenguaje de los
hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos; nuestra sociedad respira y
transpira saber religioso, e incluso en aquellas mentes ideologizadas que
buscan apagar y ocultar aquello que les cuestiona e interpela.
En este orden de ideas, el saber religioso está presente, acompaña e inspira a
hombres y mujeres, en las diversas luchas y batallas que oscilan entre las de la
ignorancia y la libertad; las de la identidad y la justicia; las de la miseria y la
exclusión. El saber religioso es una fuente en la que muchos Estados bebieron,
valores y filosofías para construir unos sistemas éticos y morales; bebieron de
unos saberes y conocimientos, para más tarde fundamentar y plantear
procesos de investigación y producción de ciencia. La misma modernidad, se
eleva sobre pilares que tienen de alguna u otra manera saber religioso
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cristiano y católico; son los procesos de modernismo y de pensamiento débil
que llevan a priori a plantear que la piedra o la roca, no es necesarias en la
construcción de un edificio, como es el edificio de la sociedad y del hombre y
mujer de nuestro tiempo.
Un Estado laico, no significa, que el Estado sea “arreligioso o antirreligiosos,
sino tan solo que es aconfesional, es decir, no profesa ninguna confesión
religiosa determinada”; por ser un Estado democrático, debe “garantizar su
libertad y la paz entre los seguidores de las diversas religiones; y la Iglesia,
como expresión social de la fe cristiana, por su parte, tienen su independencia
y vive su forma comunitaria basada en la fe, que el Estado debe respetar”.
(Carta de los obispos del Ecuador. 2014).
En lo concerniente a la educación, el Estado reconoce, que la educación es un
derecho de las personas, un área prioritaria, garantía de la igualdad e inclusión
y proceso en el que deben participar con responsabilidad las personas, las
familias y la sociedad (art. 26), ahora, estos actores, tienen en su identidad,
cultura, lenguaje y cosmovisión, un substrato religioso de carácter cristiano y
católico, que es consubstancial a su personalidad, y que no se puede ni se
debe deslindar de ello para acompañar procesos educativos.
En esta misma línea, el artículo 29 de la Constitución, afirma: el “Estado
garantiza la libertad de enseñanza, y el derecho a que las madres y padres o
los representantes de los estudiantes, tengan la libertad de escoger para su
hijas e hijos una educación acorde con sus principios, creencias y opciones
pedagógicas”. En este principio constitucional, se enraízan los estándares para
la educación religiosa escolar, a la vez, se garantiza el respeto a la educación
de naturaleza, enfoque y práctica católica; en un dialogo abierto y respetuoso
con el currículo nacional y objetivos de la educación.
Cuando en la aplicación y desarrollo de las políticas públicas, no se tienen claro
los conceptos, y se hace una lectura sesgada de la política y de la realidad, se
termina implantando decisiones y regímenes contrarios al espíritu del
constituyente primario y de la misma Constitución.
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SABER RELIGIOSO Y EDUCACIÓN
La educación es un proceso de enseñabilidad y educabilidad, orientado a
desarrollar y enriquecer a las personas en todas sus dimensiones. No se agota
en una sola dimensión, se abre y trasciende a otras, en su proceso continuo de
perfectibilidad. El ser humano es habitante de la esfera cuantitativa y
cualitativa, construye conocimientos y sentidos desde la ciencia, como de las
historias de vida; desde el mundo de la vida, el ser humano se plantea
interrogantes y busca soluciones a las mismas, ya sea desde los constructos
científicos, como de los grandes metarrelatos, que explican el universo.
En este marco de comprensión debe entenderse el artículo 27 de la
Constitución, cuyo centro de la educación es el estudiante, se le debe
garantizar su desarrollo holístico, la garantía de sus derechos, el compromiso
con sus responsabilidades, el desarrollo de capacidades y el fortalecimiento de
su autonomía; en términos de Emmanuel Kant, la educación debe contribuir a
que el estudiante alcance su mayoría de edad, esto es, el desarrollo de la
razón, la formación del juicio y la capacidad autocrítica; postulados de la
filosofía moderna, pero que la Iglesia, desde sus procesos de evangelización y
educación, los viene haciendo desde tiempos inmemoriales.
El ser humano, es un ser multidimensional, y no debe ser reducido a lo
cognitivo, social, político, emocional, racional; por el contrario, la escuela en
cualquiera de sus niveles, ha de evitar tal reduccionismo antropológico, y
plantear un currículo, contenidos, metodologías y procedimientos que
contribuyan significativamente al desarrollo de todas las dimensiones del ser
humano, incluida la dimensión religiosa, espiritual y trascendente. De estas
dimensiones no solamente se habla en las antropologías, también en las
ciencias cognitivas y psicopedagógicas, como tipos de inteligencias; una de
ellas, es la inteligencia espiritual, que se encarga de los problemas de la
existencia.
El saber religioso, como un saber cultural y antropológico, no es un saber
mítico ni empírico, es un saber con estatuto epistemológico, esto es, tiene un
objeto de estudio, un método, unas categorías de análisis y unas
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sistematizaciones, que se expresan en corrientes de pensamiento, con un
corpus teológico y hermenéutico, lo cual le permite dialogar con los otros
saberes del currículo e iluminarles en su teleología, en lo concerniente a la
formación del hombre, como sujeto creador de ciencia, desarrollo y convivencia
armónica; principios estructurales en la Ley Orgánica de Educación
Intercultural, del Reglamento, del currículo y de los estándares del sistema
educativo ecuatoriano.
SENTIDO Y NATURALEZA DE LA EDUCACIÓN RELIGIOSA
La historia del País registra las polémicas suscitadas, en los diversos
momentos, acerca de la Educación Religiosa Escolar (ERE); controversias que
son más de carácter ideológica que educativo, más políticas que sociológicas,
más coyunturales que de principios. Polémicas permanentes en el tiempo e
intensas en declaraciones, pero, pobres en los argumentos; estos reflejan una
escasa comprensión del Estado laico. Por el contrario, los estados modernos y
auténticamente democráticos, no ideologizan las prácticas de gobierno, ni
miran con sospecha las acciones de la Iglesia, ni restringen el enfoque
pedagógico y educativo de corte cristiano y católico.
Superando el debate apologético e ideológico sobre la educación religiosa
escolar, es necesario hacerlo desde el campo de la episteme; a través de los
siguientes argumentos:
a. Argumento antropológico: el ser humano no se agota en las diversas
definiciones y caracterizaciones, es una realidad que no se contiene en
una definición conceptual ni en una política social; el ser humano es
capaz de múltiples experiencias: poética, ética, histórica, estética,
religiosa y mística.
Respecto a esto Víctor Frankl, en sus obras el “hombre doliente” y la
“experiencia ignorada de Dios”, plantea que el ser humano jamás podrá
dejar de ser un “homo religiosus”, puesto que “toda realidad humana, por
su capacidad de autotrascendencia, está orientada hacia algo o alguien
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que no es él mismo. Yo sólo puedo ser plenamente hombre y realizar mi
individualidad en la medida en que me trasciendo a mí mismo de cara a
algo o alguien que está en el mundo”. En otros términos, por naturaleza
el ser humano se autotrasciende no por sí, sino por alguien que lo
abarca; desde esta experiencia, el hombre incrementa su proceso de
perfectibilidad.
En este mismo orden de ideas, Mircea Eliade, plantea la no supresión de
la pregunta religiosa, es imposible antropológicamente, porque el ser
humano siempre está referido a algo sagrado; “el ser humano nunca se
halla completamente desacralizado, incluso es dudoso que esto sea
posible alguna vez. La secularización ha sido llevada a cabo con éxito
en el nivel de la vida consciente. Pero ningún ser humano normal que
esté vivo puede ser reducido exclusivamente a su actividad consciente y
racional, ya que el hombre moderno todavía sueña, se enamora,
escucha música. En resumen, vive no solamente en un mundo histórico
y natural, sino también en un mundo existencial y privado, y al mismo
tiempo, en un universo imaginario”
Queda claro que no se puede privar al ser humano de lo religioso,
porque sería negarle su apertura a lo trascendente y por consiguiente
generar un reduccionismo antropológico, que con el tiempo produce
graves consecuencias para la persona y la vida armónica y justa en la
sociedad. Hacer esto es dar paso a que el hombre, sea lobo para el
hombre, por un empobrecimiento de humanidad.
Tampoco hay que reducir el saber religioso a lo ético y estético; él
contiene estos elementos, pero no se agota en ellos, lleva al estudiante,
a hondar en la complejidad de lo humano y aclarar el sentido y la razón
de ser de determinadas actividades, que constituyen formas de lo
humano como el rito, la oración, el sacrificio, el silencio, la acción.
b. Argumento histórico: la historia no es sucesión arbitraria de hechos
que ocurren sin motivo y sin razón. En ella existe una lógica, unos
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factores que determinan la sucesión y cadena de hechos históricos.
Factores como la economía, la geografía y el clima, también la religión,
en la sociedad antigua como moderna, hace inmanente un mensaje de
salvación en cada contexto y en cada época.
El saber religioso, en particular el saber cristiano católico, es
fundamental para ahondar en el seno de la propia tradición. Sin
educación no puede sobrevivir la tradición, porque no se podría
transmitir; por otra parte, una educación sin tradición y conocimiento
histórico, es una educación vacía, sin contenido, sin mensaje de
salvación. La tradición hace posible el sentido social y fortalece el tejido
de las sociedades, donde crecen y se fortalecen los valores y los
principios.
La tradición no ha de ser reducida a un tradicionalismo, que limita y
empobrece; ella es puente entre el pasado y el presente, es acervo,
sedimento, biografía común de los actores sociales, que tienen un
lenguaje símbolo y unas expresiones, como el rito y el mito que nos
conectan con el pasado y nos abren al futuro.
Tradición, simbolismo y educación forman un círculo interpretativo
fundamental para la antropología, que para las sociedades modernas y
democráticas, es una riqueza que no se debe privar a los actores de la
escuela, porque ello contribuye a recuperar el sentido, y la comprensión
completa y crítica de la historia.
c. Argumento cultural: entorno a la cultura existe una polifonía de
definiciones y métodos para entenderla e interpretarla; lo común a todas
ellas, es el universo simbólico, el cual tiene un fuerte referente religioso.
No hay que desconocer el substrato religioso en las culturas de todos los
tiempos, incluida la postmoderna y la secularizada; los arquetipos y
modelos de índole religioso y sacro, siempre están presente consciente
e inconscientemente en las persona..
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En el contexto cultural es evidente la importancia y lugar que ocupa el
saber religioso, es una dimensión universal que transversaliza todas las
culturas, incluso las radicalmente secularizadas. Las creaciones
culturales como instituciones sociales, tecnología, ideales morales, arte,
música, etc., no pueden ser correctamente entendidas sino se conoce la
matriz religiosa original, a la que tácitamente critican, modifican o
rechazan.
d. Argumento intercultural: para aprender a vivir en la diversidad, no
basta educar en la tolerancia. Educar en la pluralidad no es sólo
concesión entre iguales para ceder un espacio a la diferencia; educar en
la pluralidad es enseñar a cambiar nuestra relación con el mundo, con la
historia, con el discurso científico, que se ha enaltecido tanto, pero no ha
disminuido la injusticia, pero si ha incrementado las desigualdades y la
indiferencia por el ser humano.
Dentro de la gama de derechos que contemplan la Constitución están el
respeto a las diferencias, la inclusión, la vivencia armónica y pacífica con
las distintas identidades; lo cual es posible desde el reconocimiento y
valoración de lo ajeno, y del lenguaje simbólico, cuya naturaleza es
religiosa.
En el contexto intercultural, el saber religioso está destinado ayudar a
entender las situaciones existenciales, desde un conocimiento más
profundo del ser humano, el cual se expresa y se manifiesta a través de
lenguajes diversos, cuya esencia es siempre lo simbólico.
e. Argumento pedagógico: el sistema educativo del país, plantea una
educación centrada en la persona y orientada al desarrollo holístico; por
lo cual el currículo ha de enfatizar no solamente en los saberes, sino en
el desarrollo de capacidades, valores, actitudes, experiencias y
enriquecimiento integral del estudiante, para ello hay que superar la
instrucción y lo meramente técnico.
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El proceso educativo no ha de fijarse solamente en los contenidos,
desarrollo de destrezas cognitivas o técnicas, sino que ha de favorecer
el encuentro cara a cara entre los sujeto del proceso de enseñanza y
aprendizaje; garantizar el contacto interpersonal y el encuentro fecundo,
además educará en valores, capacidades, conductas y comportamientos
que indiquen que los aprendizajes son significativos en y para la vida.
Si la Constitución y la Ley plantea el desarrollo integral de las personas,
no se debe dejar al margen el saber religioso, ni tampoco privar de este
derecho al estudiante, padres y representantes de los estudiantes que
han optado por el enfoque y orientación pedagógica de nuestras
instituciones educativas.
RAZONES PARA QUE LA EDUCACIÓN RELIGIOSA ESCOLAR ESTE Y
HAGA PARTE DEL CURRICULO
La educación religiosa escolar, no es un saber empírico, ni saber de segunda
categoría; es un saber esencial y vital en la formación del estudiante y del
ciudadano; la institución educativa y los docentes deben conocer, ofrecer y
proponer el saber religioso, no como marginal a la disciplina que enseñan, sino
como un saber fundante e iluminador de cualquier conocimiento.
Los docentes, en particular los que trabajan en instituciones educativas de
naturaleza católica o de inspiración cristiana, han de tener claro que la
educación no se reduce al plano comunicativo de unos saberes o
conocimientos, ni al control y gestión de unas actividades escolares; su
finalidad es el desarrollo armónico e integral de la persona, provocando
aprendizajes que lleven a moldear esquemas cognitivos y al enriquecimiento
humano de los estudiantes.
La presencia y desarrollo de la Educación Religiosa Escolar en el currículo y en
cada una de nuestras instituciones es importante porque:
1. Posibilita a los estudiantes situarse lúcidamente en la tradición cultural,
ayudándoles a comprender el patrimonio cultural y a entender el sentido
de sus actos; para ello hay que desarrollar una pedagogía de la mirada.
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2. La ERE proporciona elementos culturales y principios de interpretación,
para entender el mundo de la vida y no quedarse en lo rutinario. Esto es
desarrollar una pedagogía de lo cotidiano.
3. La enseñanza de la religión promueve el desarrolle desde adentro,
potenciando todos los talentos e inteligencias; todo esto se logra con
una pedagogía de la interioridad.
4. La enseñanza de la religión lleva al estudiante a decidir con fundamento,
objetividad y autonomía, le enseña a actuar desde sus convicciones.
Esto es desarrollar una pedagogía de la libertad.
5. La enseñanza de la religión contribuye al proceso comunicativo, en la
medida aporta al desarrolla las capacidades de escucha y comprensión
del sujeto en su contexto, favoreciendo el dialogo, antes que los juicios y
opiniones, que terminan cerrando posibilidades al camino de la
pluralidad. Para esto hay que trabajar la pedagogía del diálogo.
6. La enseñanza religiosa escolar brinda elementos para convivir sincera y
auténticamente con las diferencias, más allá de la mera tolerancia.
Desde este saber se busca mejorar el mundo, mejorando primeramente
al estudiante, dentro de una pedagogía de la convivencia, que supera en
mucho a la formación ciudadana.
7. El saber religioso permite mirar y ahondar en la complejidad de uno
mismo, posibilita las preguntas que ponen al estudiante en camino hacia
su identidad personal en medio del mundo. Enseña a descubrir lo
invisible. Este saber permite el desarrollo de una pedagogía del
descubrimiento de lo invisible a partir del corazón.
8. El saber religioso ayuda al estudiante a desarrollar capacidades
interiores que le permitan esperar sin estresarse, y a renunciar a todo
aquello que lo centra y lo define como consumidor. Junto a ello le amplía
el horizonte para replantear las prácticas de la escuela y empezar una
pedagogía de la esperanza y del esfuerzo, dentro de una cultura que se
contenta con los mínimos.
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CONCLUSIÓN
El saber religioso es importante que esté en el currículo del sistema educativo
nacional, por ser un saber cultural y existencial, consubstancial al ser humano y
a la sociedad; que como cualquier saber contribuye al desarrollo de la
inteligencia, en especial, como lo plantea Howard Gardner, a la inteligencia
espiritual, o también conocida como una inteligencia existencial y trascendente;
se entiende esta inteligencia como “la capacidad para situarse a sí mismo con
respecto a los rasgos existenciales de la condición humana como el significado
de la vida, el significado de la muerte y el destino final del mundo físico y
psicológico en profundas experiencias como el amor a otra persona”
En esta misma línea de pensamiento, Viktor Frankl, considera la inteligencia
espiritual como el desarrollo de la capacidad de “autotrascendencia, que le
lleva al ser humano a superar barreras y adentrarse en terrenos desconocidos,
a superarse indefinidamente a sí mismo, a buscar lo que se esconde más allá
de los límites de su conocimiento”.
Por su parte, Zohar y Marshall (1997) ven la inteligencia espiritual como
“complemento a la inteligencia emocional y lógico-racional, y faculta para
afrontar y trascender el sufrimiento y el dolor, y para crear valores; da
habilidades para encontrar el significado y el sentido de nuestros actos”.
En definitiva la enseñanza religiosa escolar, ayuda a la escuela y al estudiante
a no solamente se quede en la libertad, sino ir la justicia; no solo se quedarse
en la igualdad, sino construir un auténtico pluralismo. No solo centrarse en la
fraternidad, sino abrirse a una hermandad. No sólo hablar de coexistencia, sino
construir una verdad cultura de paz. No solo desarrollo, productividad y cambio
de matriz de producción, sino solidaridad y respeto con el medio ambiente. No
solo tolerancia, sino también ecumenismo. (Hans Kung. 1990)
Gracias.
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