Post on 16-Apr-2017
TEL
El trastorno específico del lenguaje (TEL) o trastorno específico del desarrollo del lenguaje (TEDL) es un trastorno en el lenguaje caracterizado por la incapacidad para usarlo.
El Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) es una patología del lenguaje que tradicionalmente ha sido considerada como evolu>va (Aguado, G., 2002).
El TEL es definido por la ASHA (American Speech-‐Language-‐Hearing Associa>on) como: "Una anormal adquisición, comprensión o expresión del lenguaje hablado o escrito. El problema puede implicar a todos, uno o alguno de los componentes -‐ fonológico, morfológico, semán>co, sintác>co o pragmá>co -‐ del sistema lingüís>co. Los individuos con TEL suelen tener problemas de procesamiento del lenguaje o de abstracción de la información significa>va para el almacenamiento y recuperación por la memoria a corto plazo" (Aram, D. M., 1991).
“Los límites de mi lenguaje, representan los límites de mi mundo” Ludwing Wi9genstein
• El trastorno específico del lenguaje, TEL es un trastorno que retrasa la adquisición del lenguaje en niños que no >enen pérdida de audición ni ninguna otra causa de retraso en su desarrollo. El trastorno específico del lenguaje también se conoce como trastorno del desarrollo del lenguaje, retraso en el lenguaje o disfasia de desarrollo. Es una de las discapacidades del aprendizaje más comunes durante la niñez, que afecta aproximadamente del 7 al 8 por ciento de los niños en el jardín de infancia. El impacto del TEL persiste en la edad adulta.
Caracterís;cas generales de este trastorno: Hay un nivel lingüís>co inferior a lo esperado para el grupo de edad (se considera que >ene que exis>r un retraso de al menos 12 meses, o de al menos 1,25 desviaciones \picas por debajo de la media de la población normal en un test de lenguaje). ︎ El niño presenta un desarrollo normal a nivel cogni>vo, social, de autoayuda y motor. ︎ No existen déficits sensoriales ni alteraciones cerebrales asociadas. ︎En defini>va, no existe una causa conocida que pueda explicar la gravedad del retraso en el lenguaje. Los déficits afectan a la competencia lingüís>ca (comprensión y producción) pero no a la comunica>va; es decir, que los niños con TEL suelen mantener una intención comunica>va importante. El problema es evidente desde las primeras etapas de adquisición del lenguaje (2-‐3 años). Los déficits >enen un carácter evolu>vo, de manera que si no se realiza una intervención adecuada, los problemas suelen ir empeorando a lo largo del >empo y los niños pueden acabar recibiendo un diagnós>co más severo (retraso mental, au>smo, etcétera)
Evaluación
Debido a la variedad de déficits que pueden presentarse en un caso de trastorno específico del lenguaje, y a la diversidad de problemas similares que deben descartarse diferencialmente, la evaluación del TEL es necesariamente compleja y abarca prác>camente todas las capacidades y habilidades relacionadas con el lenguaje y su adquisición.
Para poder establecer un correcto diagnós>co del TEL, la mayoría de inves>gadores y clínicos recomiendan evaluar las siguientes áreas:
Como siempre, una prác>ca necesaria en la evaluación de las alteraciones logopédicas consiste en determinar el estado general del niño; es decir, conocer su grado de funcionamiento en general. De esta forma, podremos obtener una imagen amplia de sus capacidades y/o limitaciones, y evitaremos el error de centrarnos exclusivamente en el problema sin tener en consideración las circunstancias del mismo. Además, en el caso del TEL resulta esencial conocer cuatro aspectos generales del niño, ya que son muy importantes para confirmar que efec>vamente estamos ante un problema de este >po, o por el contrario corresponde otro diagnós>co: ︎ El grado de desarrollo. ︎ La inteligencia. ︎ La existencia de posibles problemas neurológicos. ︎ El nivel de interacción social.
Otro aspecto que es necesario determinar para descartar la existencia de otros problemas que pudieran dar cuenta del retraso en el lenguaje, es que el niño no posea dificultades a nivel de bases funcionales: ︎ Audición: el nivel audi>vo debe ser normal y no corresponder a una hipoacusia o sordera. Para ello, se emplearán los exámenes audiológicos per>nentes (generalmente llevados a cabo por un audiólogo u OTL). ︎ Bases bucofonatorias: igualmente, no deben exis>r problemas a nivel motor ni morfológico en los órganos bucofonadores, lo que se comprueba mediante los exámenes habituales.
Por supuesto, el grueso de la evaluación de un posible caso de TEL debe centrarse en el nivel de competencia lingüís>ca que muestra el niño, y la relación entre este nivel y el que correspondería a su nivel de edad. Debido a la importancia de realizar un buen diagnós>co de este punto, y a la necesidad de comparar el nivel lingüís>co encontrado con un nivel ideal, es conveniente tener en cuenta tres consideraciones: • ︎ Es importante que los instrumentos empleados permitan una evaluación lo más amplia y general
posible, de manera que se cubran todos los aspectos formales del lenguaje, tanto en comprensión como producción.
• ︎ Es recomendable emplear más de un instrumento, para evitar que posibles problemas en la aplicación
del mismo conduzcan a un diagnós>co erróneo. • ︎ Al menos uno de los instrumentos debería ser un test estandarizado de lenguaje, de fiabilidad y validez
contrastadas.
En general, las técnicas de intervención logopédica que se emplean con mayor asiduidad se centran en ocho aspectos fundamentales: – Atención a las familias. – Adquisición de requisitos básicos para el lenguaje. – Nivel fonológico del lenguaje. – Nivel léxico-‐semán>co del lenguaje. – Nivel morfosintác>co del lenguaje. – Nivel pragmá>co del lenguaje. – Enseñanza de la lectoescritura. – Atención escolar.
El niño que sufre El niño, en muchos casos, no sabe en qué momento pronuncia mal, debido a que no discrimina todavía el sonido correcto del incorrecto, lo cual suele ocurrir a los 5 ó 6 años aproximadamente. Pese a esto, él "sabe", intuye o se da cuenta de que habla mal o con defecto; que no habla igual que los demás niños. Además, en el contexto familiar, así como en la escuela, se lo van haciendo notar su;l o manifiestamente. Frente a esta situación, el niño puede reaccionar con tensión y frustración, manifestándose agresivo, comportamiento que es una reacción lógica ante la contrariedad. Otra forma de reaccionar del niño ante su incapacidad para expresarse correctamente, es el retraimiento y la ;midez. En estos casos el niño evitará todos los contactos y posibilidades de relacionarse con los demás, por temor a tener que hablar y no saber expresarse en forma correcta. En el peor de los casos, el niño que sufre algún trauma o humillación por esta causa, va cerrándose cada vez más, disminuyendo su confianza en sí mismo y en sus posibilidades de superación, con un grado creciente de inseguridad que, en suma, afecta el desarrollo de su personalidad integral. Esta es la razón por la que los padres deben asumir una ac;tud comprensiva, afectuosa y tolerante con el niño, buscando también la ayuda del profesional especialista para tratarlo oportuna y eficazmente, evitando consecuencias futuras en la vida del niño.
TEL y colegio Cuando el niño inicia la escolaridad presentando el defecto en el habla, esto por lo general cons>tuirá un desventaja para su integración social y para conseguir el rendimiento escolar en proporción a su capacidad. En el medio escolar, el niño puede sen>rse fácilmente marginado por los compañeros que, a veces, ni le entenderán cuando se expresa, esto es, si se trata de un defecto severo. Con frecuencia le dirán que habla mal y lo humillarán, creándole nuevos traumas e inhibiciones que irán comprome>endo y empeorando la situación del niño.
Si los efectos de estas experiencias nega>vas son bastante trauma>zantes, no solamente le harán disminuir ostensiblemente su rendimiento escolar, sino también le generarán otros desajustes de conducta, incluso comportamientos fóbicos a la escuela y a las relaciones sociales. Estos niños suelen presentar correla>vamente al defecto del habla, ciertas conductas como distraibilidad, poca concentración y dificultades en la lecto-‐escritura. También suelen tener fallas en la percepción, orientación espacial y en la discriminación audi>va.
Cuando estos defectos o errores que comete el niño no son muchos o no son marcados, los padres no suelen darles importancia y no procuran ponerles remedio sino hasta cuando llega a la edad escolar, situación en la que se hacen más patentes sus manifestaciones, afectando otras áreas del comportamiento. El ambiente escolar es, entonces, una fuente de tensión y frustración para esta clase de niños, empeorando y haciendo didcil el tratamiento del problema. Para evitar todo esto, es conveniente realizar el tratamiento lo más tempranamente posible, antes que ingrese el niño a la escuela. Esto es lo correcto y más conveniente, ya que dentro del ambiente de confianza del hogar, bajo un tratamiento bien planeado, el niño >ene la posibilidad de ir superando su defecto sin>éndose capaz y notando su progreso, lo cual no es posible cuando está expuesto a con>nuos impactos emocionales trauma>zantes, como suele ocurrir en la escuela.
TEL y familia La familia es el medio psicológico donde el niño va encontrando progresivamente los es\mulos y las respuestas para su maduración y desarrollo armónico. En ella es donde por primera vez va adquiriendo la necesidad y la capacidad de comunicarse, es decir, donde el niño da los primeros pasos por la senda de la comunicación humana. Pero, toda alteración en las relaciones familiares pueden retardar o frenar su desarrollo afec>vo o emocional, dando lugar, a veces, a los trastornos del habla como un síntoma más de ese desequilibrio.
Las condiciones afec>vas que priman en el hogar como producto de las relaciones entre sus miembros, padres e hijos, influyen en la adquisición y desarrollo del habla, que es uno de los aspectos del desarrollo integral del niño. Para que aparezca y se desarrolle el habla, es preciso que el niño exteriorice una necesidad emocional para comunicarse, como una forma de abrirse a los demás. Esta necesidad es aprendida en el seno ín>mo y afec>vo de la familia, donde los padres, especialmente la madre, lo inician en el proceso de socialización y comunicación a través del lenguaje verbal, cuando no se dan esas condiciones propiciadoras, el niño >ene problemas para la adquisición del habla, siendo esta la causa del retraso y, en el peor de los casos, de los trastornos del lenguaje verbal.
Debemos saber que el desarrollo del habla no >ene un curso evolu>vo uniforme, sino que hay irregularidades o desfases que pueden deberse a una diversidad de causas. Por ejemplo, en algunos niños, después de haber alcanzado un nivel lingüís>co acorde con su edad, reaparecen en su lenguaje formas y modalidades expresivas propias de edades anteriores. Así, un niño de 4 ó 5 años vuelve a hablar como lo hacía a los 3 años o como lo hace el hermanito menor, por quien se siente desplazado en el cariño y atención de los padres.
Indudablemente, cuando los padres no comprenden y no saben proceder de manera adecuada ante estas conductas verbales o "solicitudes" de atención, le generan tensiones y frustraciones, dando lugar a la aparición de trastornos del habla u otros >pos de desajustes de conducta, como un síntoma que puede afectar el desarrollo de la personalidad del niño.
En otros casos, suele suceder que pese a la aparente estabilidad afec>va que prima en la familia, surge "inexplicablemente", sin causa aparente, el trastorno del habla en el niño, mo>vando lógicamente reacciones de desconcierto y desajuste en la familia. Como tal, los padres se resisten a aceptar el problema, manifestando ante esto, de manera encubierta comportamientos y ac>tudes de sobreprotección hacia el niño. Todo esto no hace sino rodear al afectado de un ambiente familiar que agrava más el defecto en lugar de facilitar la mejoría y su tratamiento oportuno. Así pues, el clima afec>vo que hay en la familia, así como las ac>tudes de los padres hacia el niño con defecto del habla, influyen de manera importante y crucial en la situación o estado del mismo y, consiguientemente, en sus ac>tudes hacia el tratamiento. Por eso los padres que son comprensivos y tolerantes, sobre todo prudentes y cautos en sus comportamientos con el niño, le brindan un mejor apoyo y es>mulación para superar el problema, incluso acudiendo al especialista, ya que esto no es una cues>ón que debe enfrentarse en forma casera, sobre todo cuando el defecto >ende a progresar.
Reflexión
Que diferente sería si por un momento pudieramos sen;r por lo que está pasando un niño con TEL, ya que en muchos casos, no sabe en qué momento pronuncia mal, debido a que no discriminan todavía el sonido correcto del incorrecto, Pese a esto, él "sabe", intuye o se da cuenta de que habla mal o con defecto; que no habla igual que los demás niños, razón por la cual ya se empieza a sen;r aislado o peor aún es objeto de burla de sus comapeños, muchas veces los papás los presionan exigiéndoles que hablen bien, como si fuera algo así tan fácil, ¿ qué pensarán, que lo hacen por puro gusto ? Más bien creo que tanto padres como educadores deberíamos ser los principales responsables de iden;ficar lo más pronto posible cualquier ;po de trastorno de lenguaje.
Como docente que soy creo que debemos tener más que >no, corazñon para saber como reaccionar frente a un niño con TEL, para así evitar el retraimiento y la >midez. Es importante hacerle saber a sus compañeros cuál es problema, siempre creo importante el trabajo en equipo, recalcarle que lo que >ene es únicamente un problema de lenguaje, pero que sobretodo es un niño muy inteligente y que vamos a explotar esas habilidades que >ene, hay que ayudarlo a que su autoes>ma este en lo más alto, es>mulando sus capacidades, que él sobresalga por ejemplo haciendo experimentos, manualidades, etc .
No hay que olvidar la comunicación con los padres, y la importancia de que deben asumir una ac;tud comprensiva, afectuosa y tolerante con el niño, buscando también la ayuda del profesional especialista para tratarlo oportuna y eficazmente, evitando consecuencias futuras en la vida del niño. De nosotros depende que estos niños disfruten cada momento, salgan adelante y se sientan seguros de sí mismos.