11 - Matrimonio de Sabuesos (a)

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Matrimonio de SabuesosAgatha Christie

ndiceCp. 1 El Hada Madrina Cp. 2 El Debut Cp. 3 El Caso De La Perla Rosa Cp. 4 El Caso De La Perla Rosa (Continuacin) Cp. 5 La Aventura Del Siniestro Desconocido Cp. 6 La Aventura Del Siniestro... (Continuacin) Cp. 7 Mutis Al Rey Cp. 8 El Caballero Disfrazado De Peridico (Continuacin) Cp. 9 El Caso De La Mujer Desaparecida Cp. 10 Jugando a La Gallina Ciega Cp. 11 El Hombre De La Niebla Cp. 12 El Hombre De La Niebla (Continuacin) Cp. 13 El Crujidor Cp. 14 El Crujidor (Continuacin) Cp. 15 El Misterio De Sunningdale Cp. 16 El Misterio De Sunningdale (Continuacin) Cp. 17 La Muerte Al Acecho Cp. 18 La Muerte Al Acecho (Continuacin) Cp. 19 Coartada Irrebatible Cp. 20 La Hija Del Clrigo Cp. 21 El Misterio De La Casa Roja Cp. 22 Las Botas Del Embajador Cp. 23 El Nmero 16, Desenmascarado

Cp. 1 El Hada MadrinaMistress Beresford cambi de postura en el divn y mir melanclica a travs de la ventana de su departamento. El panorama no era en realidad extenso. Se limitaba a un bloque de pisitos como el suyo, situado al otro lado de la calzada. Mistress Beresford lanz un suspiro. Despus bostez. Me gustara que sucediese algo imprevisto dijo. Su marido la mir con aire de reproche. Cuidado, Tuppence, este inmoderado afn que de pronto te ha entrado por el sensacionalismo vulgar acabar por alarmarme. Tuppence volvi a suspirar y cerr los ojos en actitud meditativa. De modo que Tommy y Tuppence se casaron para vivir felices el resto de sus vidas declam, y por lo que veo llevan camino de conseguirlo. Pero es extraordinario prosigui, despus de detenerse unos instantes lo diferente que son las cosas de tal como una se las forj. Un pensamiento profundo, Tuppence, pero carente de originalidad. Poetas eminentes y aun grandes predicadores lo han dicho ya repetidamente y, si me apuras, con bastante ms ingenio del que t has empleado para su evocacin. Hace seis aos continu Tuppence hubiese jurado que con suficiente dinero para comprar cuatro chucheras y un marido como t, la vida hubiese sido un eterno canto, como dice un poeta que a ti tanto parece entusiasmarte. Es la falta de dinero, o es tu marido lo que te produce ese desaliento? pregunt framente Tommy. Desaliento no es exactamente la palabra que pueda describir mi estado de nimo. Es simplemente que estoy acostumbrada a otro modo de vivir. Del mismo modo que nadie se da cuenta de la bendicin que supone respirar por la nariz hasta que no ha cogido un fuerte resfriado que le prive de hacerlo. No crees que sera conveniente que te descuidara un poco? sugiri Tommy. Que me fuera a los clubes nocturnos en compaa de otras mujeres? Para qu? respondi, indiferente, Tuppence. Para que me encontraras all en compaa de otros hombres? Y con una diferencia a mi favor: yo estara segura de que a ti no te gustaran las otras mujeres, mientras que t no podras decir lo propio con respecto a m. Bueno, quieres decirme de una vez qu es lo que te pasa? A qu vienen ahora esas vehemencias y ese descontento? No lo s. Quiero que sucedan cosas. Algo espeluznante. No te gustara, Tommy, que volvisemos a salir a la caza de espas alemanes? Te acuerdas qu das ms emocionantes aqullos? Claro que me contestars que, directa o indirectamente, sigues relacionado con el servicio secreto; pero no ya como agente activo, sino como chupatintas. Quieres decirme que te gustara que me mandasen otra vez a Rusia disfrazado de contrabandista bolchevique, o algo por el estilo? Eso no resolvera mi situacin dijo Tuppence. No me dejaran ir contigo, y soy yo precisamente quien desea las emociones. Algo en qu emplear mi tiempo. Es lo que vengo dicindome da tras da. Bah, cabezonadas tuyas! contest Tommy, agitando en el aire una de sus manos. Con veinte minutos de trabajo despus del desayuno puedo dejar la casa como una patena. Tienes alguna queja de m en cuanto a orden y limpieza? Al contrario. Tus menesteres como ama de casa son tan perfectos que casi resultan montonos. Me gusta el agradecimiento! T, como es natural, tienes tu trabajo prosigui; pero dime, Tommy: no sientes nunca un deseo ardiente por algo inesperado, por algo que rompiese esa monotona, como t dices, de nuestras vidas? 2

No contest Tommy, porque esas cosas que con tanto afn buscas quiz no fuesen tan agradables ni tan interesantes como supones. Qu prudentes son los hombres! exclam Tuppence, lanzando un suspiro. Y qu poco imaginativos! Quieres decirme qu clase de novela folletinesca has estado leyendo? pregunt Tommy. Has pensado en la emocin que experimentaras prosigui Tuppence, haciendo caso omiso de la stira si alguien llamase de pronto a la puerta y al abrir te encontrases con un cadver que entrase tambalendose y se desplomase de pronto a tus pies? Los cadveres no se tambalean. T sabes lo que quiero decir. Bueno, bueno. Te aconsejo un curso de Schopenhauer o de Kant. Eso para ti replic Tuppence, que empiezas ya a engordar y a buscar las delicias de un ancho y confortable silln. Eso no es verdad grit indignado Tommy. Eres t la que hace ejercicios para adelgazar. Eso lo hacemos todas las mujeres replic ella impertrrita. Pero al decir que engordabas no me refera precisamente a la materialidad de la panza, sino a ti en general. Que estabas acostumbrndote con exceso a la prosperidad y a la remolonera. No s qu mosca te ha picado hoy. Es el espritu de aventura que bulle dentro de m murmur Tuppence, siempre mejor que el de ansias amorosas, no te parece? Por ms que a veces... a qu negrtelo!, siempre he sentido el deseo de encontrarme con un hombre verdaderamente apuesto y gallardo. No me has encontrado ya a m? O es que no te basto? Un hombre tostado por el sol, fuerte, que monte a caballo y sepa manejar el lazo... S, y lleve zahones de piel y sombrero de vaquero intercal sarcsticamente Tommy. ... y que haya vivido en los bosques continu Tuppence. Me gustara que se enamorase perdidamente de m. Claro que yo, fiel a mis votos, y aunque el corazn se me fuera tras l, le rechazara virtuosamente. Tambin yo dijo Tommy he sentido a veces el deseo de que una mujer de extraordinaria belleza y temperamento de fuego se enamorase desesperadamente de m. Slo que a diferencia de ti, no estoy muy seguro de que... vamos, ya me entiendes. Tommy, eres un sucio. Pero quieres decirme de una vez lo que te pasa? Nunca me has hablado as. Lo s, pero es algo que desde hace tiempo est bullendo en mi cerebro. Como sabes, es muy peligroso eso de acostumbrarse a tener cuanto uno quiere, incluyendo el suficiente dinero para satisfacer cualquier capricho. Menos sombreros, como es natural. Sombreros? Pero si tienes ms de cuarenta. Y todos iguales, por aadidura. Eso es lo que a ti te parece. Pero son distintos. Precisamente he visto uno precioso esta maana en casa de Violette. Bien; si no tienes nada mejor que hacer que ir por ah comprando sombreros... T lo has dicho intercal rpidamente Tuppence. No tengo nada mejor, de momento. Ojal lo tuviera. Oh, Tommy! Quisiera que sucediese algo que nos sacara de este enervamiento. Creo... creo que sera beneficioso tanto para ti como para mi. Si al menos se nos apareciese una de esas hadas de las que tanto se habla en los cuentos... Un hada? exclam Tommy. Es curioso que hayas mencionado esa palabra. Se levant y atraves rpidamente la sala. Abri un cajn del escritorio y de all extrajo una pequea fotografa que entreg a su esposa. Oh! dijo Tuppence. Resulta que las has mandado revelar. Cul es sta, la que t sacaste o la que yo saqu de la habitacin? La que saqu yo. La tuya, como siempre, sali velada. Le das demasiada exposicin. Qu galante eres al suponer que siempre haces las cosas mejor que yo! 3

No es eso lo que yo he dicho, pero... En fin, lo que yo quera ensearte era eso. Seal una especie de pequea mancha que haba en la fotografa. Eso debe ser una rascadura de la pelcula dijo Tuppence. No. Eso, Tuppence, y aunque a primera vista no lo parezca, es un hada. Tonto! Fjate bien dijo, entregndole una lente de bastante aumento. Tuppence la cogi y estudi detenidamente la copia. Vio con sorpresa que, en efecto, la mancha representaba una pequea criatura con alas posada sobre el guardafuegos de la chimenea. Que curioso! exclamo con jubilo Tuppence. Un hada madrina en nuestro piso! Qu te parece si le escribiramos a Conan Doyle y le comunicsemos nuestro hallazgo? Oh, Tommy! Crees que nos concedera algo si se lo pidisemos? Pronto lo sabremos contest Tommy. Has estado deseando toda la tarde que sucediese algo y... quin sabe? En aquel momento se abri la puerta y un joven alto, de unos quince aos de edad, de aspecto entre paje y soldado, inquiri respetuosamente: Puedo saber si la seora recibe hoy? Acaba de sonar el timbre de la puerta. Quisiera que Albert no fuese tan a menudo al cine dijo Tuppence con un suspiro despus que aqul se hubo retirado al recibir una seal de asentimiento. Ahora est tratando de imitar los modales de un mayordomo de Long Island. Gracias a Dios que le he curado de la costumbre de pedir las tarjetas a los visitantes y trarmelas en una bandeja. La puerta se abri de nuevo y con solemnidad casi palaciega anunci Albert: Mster Crter. M jefe! balbuce Tommy con sorpresa. Tuppence se levant de un salto y se adelant a recibir a un hombre alto, de cabellos grises, ojos penetrantes y sonrisa cansada que acababa de aparecer. Mster Crter! dijo. No sabe usted lo que me complace su visita. En ese caso la complacencia es mutua, mistress Beresford. Y ahora quisiera que me contestase a la siguiente pregunta: cmo van sus asuntos? Bien. Y la vida? Un poco triste por lo general. Aja! Entonces espero hallarles en la mejor de las disposiciones. Esto parece interesante exclam Tuppence. Albert, personificando an al mayordomo de Long Insland, trajo el t. Cuando complet esta operacin sin el menor contratiempo y la puerta se hubo cerrado tras l, Tuppence estall de nuevo: Usted ha querido significar algo, no es verdad, mster Crter? Intenta usted acaso enviarnos en comisin de servicio a algn rincn de la sombra Rusia? No es eso exactamente replic mister Crter. Pero hay algo de lo que digo, no es as? Algo hay, es cierto, y no creo equivocarme al suponer que no son ustedes personas de las que tiemblan ni reculan ante el peligro. Los ojos de Tuppence brillaron con extrao fulgor. Hay un trabajo que preciso llevar a cabo en colaboracin con el Departamento y pens que quiz pudiese convenirles a ustedes dos. Contine dijo Tuppence. Veo que estn suscritos al Daily Leaderprosigui mister Crter, cogiendo el peridico que haba sobre la mesa. Busc la seccin de anuncios, seal uno con el dedo y pas el diario a Tommy. Lea usted eso dijo. Tommy obedeci. Agencia Internacional de Detectives. Theodore Blunt, gerente. Investigaciones privadas. Plantel competente de agencias. Discrecin absoluta. Consultas gratuitas. Calle Halchan, nmero 118, W. C. Levant la vista y mir interrogativamente a Crter. ste asinti con un movimiento de cabeza. Esa agencia de investigacin ha estado haciendo una serie de equilibrios durante los ltimos meses explic. Un amigo mo la ha comprado por una bicoca y estamos pensando en hacer una prueba 4

de digamos seis meses para ver si conseguimos volver a ponerla de nuevo en marcha. Como es natural, durante ese tiempo necesitaremos los servicios de un gerente. Y qu hay de mister Theodore Blunt? pregunt Tommy. Me temo que mister Blunt no mostr la discrecin que su cargo exiga y Scotland Yard se vio obligado a intervenir en el asunto. Hoy est hospedado a expensas del Gobierno de Su Majestad, y no creo que logremos extraer de l algunas informaciones, que por cierto nos interesara grandemente conocer. Comprendo dijo Tommy. O al menos, pretendo comprender. Sugiero que curse usted una instancia solicitando seis meses de vacaciones. Por razones de salud. Y como es natural, yo no sabr nada de que usted dirige, con el nombre de Theodore Blunt, una agencia de detectives privados. Tommy se qued mirando fijamente a su jefe. Hay alguna instruccin especial? pregunt. Tengo entendido que mster Blunt mantena correspondencia con el extranjero. Vigile unos sobres azules con sellos de Rusia. Son de un comerciante de jamones ansioso de encontrar a su esposa, que vino aqu como refugiada hace algunos aos. Humedezca el sello y encontrar usted el nmero diecisis impreso bajo l. Haga copia de estas cartas y mndeme los originales al Yard. Y si alguien se presenta haciendo cualquier referencia al nmero diecisis, tambin comunquemelo inmediatamente. Comprendido, seor dijo Tommy. Algo ms? Mster Crter recogi los guantes que haba dejado sobre la mesa y se dispuso a partir. Puede usted llevar la agencia como mejor le parezca. Se me ocurre tambin termin haciendo un picaresco guio que quiz tampoco le disgustara a mistress Beresford que le diera una oportunidad de probar sus dotes de sabueso.

Cp. 2 El DebutMster y mistress Beresford tomaron posesin de las oficinas de la Agencia Internacional de Detectives unos das despus. Estaban emplazadas en el segundo piso de un edificio bastante ruinoso, por cierto, de Bloomsbury. En la diminuta dependencia exterior, Albert abandon su papel de mayordomo de Long Island para convertirse en un mensajero de la oficina, cargo que, al parecer, sabia desempear a la perfeccin. Una bolsita de papel llena de caramelos, manos manchadas de tinta y una cabeza desgreada era el concepto que l tena del personaje. Dos puertas comunicaban esta especie de salita de espera con las oficinas interiores. En una de ellas se lea Empleados. En la otra Privado. Tras esta ltima haba una pequea, pero confortable habitacin amueblada con una enorme mesa de despacho, unos archivadores artsticamente rotulados, vacos todos, y unos cuantos sillones de piel. Tras la mesa se sentaba el supuesto mster Blunt tratando de dar la impresin de no haber hecho otra cosa en su vida que dirigir agencias de investigacin. Como es natural, haba un telfono al alcance de la mano. Tuppence haba ensayado varios efectos telefnicos y Albert tena tambin sus correspondientes instrucciones. En la habitacin adjunta estaba Tuppence con una mquina de escribir, un montn de mesas y sillas de clase inferior a las que haba en el despacho del gran jefe, y una cocinilla de gas para hacer el t. Nada faltaba en realidad, excepto los clientes. Tuppence, en el primer xtasis de su iniciacin, abrigaba lisonjeras esperanzas. Ser maravilloso declar. Atraparemos a los asesinos, descubriremos los lugares en que se esconden joyas familiares desaparecidas misteriosamente, encontraremos personas secuestradas y desenmascararemos a los impostores. Al llegar a este punto de sus divagaciones, Tommy se crey en el deber de intervenir.

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Clmate, Tuppence dijo, y procura olvidar esas novelas folletinescas a las que eres tan aficionada. Nuestra clientela, si llegamos a tenerla, constar exclusivamente de maridos que querrn que vigilemos a sus esposas y de esposas que querrn que vigilemos a sus maridos. Obtencin de pruebas para un divorcio ser casi la nica misin de nuestra agencia. Pues yo contest Tuppence arrugando la nariz en una mueca de fastidio no aceptara ningn caso de divorcio. Hemos de elevar el valor material y moral de nuestra profesin. Ah, s? respondi Tommy con aire de duda. Una semana despus de instalarse volvieron apenadamente a hacer un resumen de sus ms que pobres y ridculos progresos. Total, tres neurticas cuyos maridos acostumbran a pasar el fin de semana fuera de sus respectivas casas suspir Tommy. Ha venido alguien mientras yo estaba fuera comiendo? S, un viejo con una mujer poco enamorada, por lo visto, de las delicias del hogar respondi Tuppence con desaliento. Hace aos que he venido leyendo en la prensa el alarmante incremento de los casos de divorcio, pero hasta esta ltima semana no me haba dado cuenta de la gravedad del asunto. Estoy ya harta de estar diciendo a cada momento: No, seor, no admitimos casos de divorcio. Lo hemos hecho constar as en nuestros anuncios le record su esposo y espero que no vuelvan a molestarnos en lo sucesivo. Quin sabe! respondi Tuppence con un tono de melancola en su voz. De todos modos estoy decidida a no dejarme vencer. Ser yo quien cometa el crimen, si es preciso, y as podrs t hacerte cargo de su investigacin. Y qu saldramos ganando con ello? Pienso en n desesperacin cuando tuviera que darte mi beso de despedida en la puerta de la crcel. T ests pensando en nuestros das de noviazgo replic ella con irona. De todos modos prosigui, es preciso que hagamos algo. Aqu estamos t y yo cargados de talento y de grandes ideas y sin la menor oportunidad de ejercitar el uno y de llevar a la prctica las otras. Me admira tu optimismo, Tuppence. De modo que ests segura de tu capacidad mental? Claro que lo estoy! estall Tuppence abriendo unos ojos como platos. Y, sin embargo, no tienes la ms mnima experiencia en esta clase de asuntos. He ledo todas las novelas policacas que se han publicado en los ltimos diez aos. Tambin yo dijo Tommy, y no s por qu, pero tengo la idea de que de muy poco nos va a servir el haberlo hecho. Siempre has sido un pesimista, Tommy. Fe en s mismo, sa es la base del triunfo. Y t, por lo visto, la tienes. Naturalmente! Claro que en las novelas detectivescas la solucin es fcil, puesto que el autor basa sus deducciones en el proceso inverso que ha seguido para llegar a ellas. Quiero decir que si uno conoce la solucin de antemano es fcil establecer despus las pistas que le han de conducir a ella. Y ahora que pienso... Se detuvo frunciendo pensativamente el entrecejo. Di... Se me ha ocurrido de pronto algo que... prosigui Tuppence. Todava no consigo darle forma, pero... Se levant resueltamente. Creo que debo ir a comprar aquel sombrero del que te habl el otro da. Otro sombrero! exclam Tommy con desesperacin. Si, una verdadera obra de arte respondi ella con dignidad. Y a continuacin abandon la estancia con un gesto de determinacin retratado en su semblante.

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Al da siguiente Tommy trat de inquirir acerca de la misteriosa idea de su esposa, pero en vano. sta se limit a mover la cabeza pensativamente y a pedirle que le concediera tiempo para madurar debidamente su plan. Al fin, y en una gloriosa maana, lleg el tan ansiado primer cliente. Todo lo dems fue echado en el olvido. Hubo una llamada en la puerta exterior de la oficina y Albert, que acababa de colocarse un caramelo de limn entre los labios, gru un displicente adelante. El deleite y la sorpresa que le produjo lo que vio a continuacin le dej de momento sin habla. Un joven alto, exquisitamente ataviado, se detuvo indeciso en el umbral. Un petimetre, se dijo Albert para s. Su juicio en esta materia no careca de exactitud. El joven en cuestin debera tener unos veinticuatro aos de edad, pelo meticulosamente planchado y echado hacia atrs, tendencia a la coloracin roscea del crculo que rodeaba sus ojos y prcticamente ausencia absoluta de mentn. En un xtasis, Albert oprimi el botn que haba bajo su mesa y casi a continuacin se dej or un furioso tableteo que proceda de la habitacin de Empleados. Se vea que Tuppence haba acudido presurosa a su puesto frente a la mquina de escribir. El efecto que en el joven caus esta sensacin de actividad fue sorprendente. Es sta prosigui cohibido la Agencia Internacional de Detectives? Desea usted hablar con mster Blunt en persona? pregunt Albert con aire de duda en cuanto a la consecucin del propsito. Pues... s, jovenzuelo. sa es mi idea... si es posible. Por lo que veo, no tiene usted visita concertada. A decir verdad, no. Pues siempre es aconsejable tenerla. Mster Blunt es un hombre terriblemente ocupado. En este momento est conversando por telfono con Scotland Yard. Una consulta urgente. El joven qued profundamente impresionado. Albert baj el tono de voz y, en forma amistosa, se avino a hacer partcipe al visitante de una pequea informacin. Un importante robo de documentos en una de las oficinas gubernamentales. Desean que mster Blunt se encargue del caso. Qu me dice? Como lo oye. El joven se sent en una de las sillas, ignorante del hecho que dos pares de ojos le observaban atentos desde agujeros astutamente disimulados entre los objetos que adornaban las paredes, los de Tuppence, en intervalos de descanso de su frentico teclear, y los ojos de Tommy, en espera del momento oportuno de la admisin del anhelado cliente. Poco despus, un timbre son ruidosamente en la mesa de Albert. El jefe est libre. Voy a ver si puede recibirle dijo Albert encaminndose en direccin a la puerta sealada con el nombre de Privado. Reapareci casi inmediatamente. Quiere usted pasar, caballero? El visitante fue introducido en el despacho del gerente y un joven de rostro placentero, pelo rojo y aire de suficiencia se adelant a recibirle. Sintese, por favor. Desea usted consultarme alguna cosa? Soy mister Blunt. Ah, si? Perdone mi sorpresa, pero le crea ms viejo. Los das de los hombres de edad se han terminado dijo Tommy, agitando una de sus manos. Quines fueron los causantes de la guerra? Los viejos. Quines los responsables del presente desempleo? Los viejos. Y de todo lo malo que siempre ocurre? Los viejos, y slo los viejos. 7

Creo que tiene usted razn contest el cliente. Conozco a un muchacho que es poeta, al menos as lo dice l, que afirma exactamente lo mismo que acaba usted de decir tan convencido. Permtame que le diga que ni uno de los miembros que componen mi eficiente plantel de agentes pasa un solo da de los veinticinco aos. sta es la verdad. Ya que el eficiente plantel quedaba reducido a las personas de Albert y Tuppence, la declaracin no careca de veracidad. Y ahora los hechos dijo mister Blunt. Quiero que encuentre usted a alguien que acaba de desaparecer articul bruscamente el joven. Bien. Quiere hacer el favor de contarme los detalles? Eso ya es un poco difcil. Quiero decir que se trata de un asunto delicadsimo y que si la interesada llega a enterarse de este paso que doy... En fin, no s cmo explicrselo. Mir desesperadamente a Tommy, que empez a dar muestras de impaciencia. Haba estado a punto de salir a comer y prevea que la operacin de extraer los datos que necesitaba iba a tomar ms tiempo que el que su vaco estmago estaba dispuesto a concederle. Desapareci por su propia voluntad o sospecha usted de un rapto? pregunt con hosquedad. No lo s contest el joven. No puedo decrselo. Tommy cogi un bloque de papel y lpiz. Primero de todo, quiere tener la bondad de decirme su nombre? El muchacho que recibe a las visitas tiene instrucciones de no preguntar el nombre a nadie. De ese modo las consultas se hacen en forma muy confidencial. Excelente idea dijo el joven. Me llamo... me llamo Smith. No, no exclam Tommy. El nombre verdadero, por favor. Su visitante le mir desconcertado. Saint Vincent dijo, despus de titubear unos instantes. Lawrence Saint Vincent. Es curioso el hecho aclar Tommy de que son muy pocas las personas que realmente se llaman Smith. Personalmente le dir que no conozco a nadie con ese nombre. Sin embargo, nueve personas de cada diez acostumbran a dar el de Smith. Estoy escribiendo una monografa sobre el particular. En aquel momento, un zumbador que haba sobre su mesa dej or su amortiguado tintineo. Eso quera decir que Tuppence solicitaba permiso para tomar cartas en el asunto. Tommy, cuyo estmago daba ya seales de inquietud y senta una profunda antipata contra el joven Saint Vincent, acogi gustoso la transferencia de poderes. Perdneme dijo cogiendo el auricular del telfono. Su cara revel rpidos y consecutivos cambios: sorpresa, consternacin, jbilo contenido. No me diga dijo fingiendo una gran sorpresa. El primer ministro en persona? No, no, en ese caso ir inmediatamente. Volvi a colgar el auricular y se volvi a su cliente. Caballero, quisiera rogarle que me perdone. Se trata de una llamada urgente. Si quiere tener la bondad de dar los detalles a mi secretaria confidencial, ella le atender cumplidamente. Se levant y abri la puerta que comunicaba con la habitacin contigua. Miss Robinson. Tuppence, grave y pulcra, con pelo negro liso, y cuello y puos de inmaculada blancura, entr con paso rtmico y solemne. Tommy hizo las presentaciones de rigor y parti apresuradamente. Tengo entendido que una dama, por la que al parecer usted se interesa, acaba de desaparecer, es eso, mister Saint Vincent? dijo Tuppence con voz aterciopelada mientras recoga el bloque y el lpiz de su jefe y se sentaba frente al visitante. Era joven? 8

Bastante contest mister Saint Vincent. No slo joven sino bonita y con todo cuanto pudiera pedirse de una mujer. Dios mo! murmur ella. Espero que... Cree usted que haya podido pasarle algo? pregunt Saint Vincent presa de verdadero sobresalto. Supongo que no contest Tuppence con una forzada sonrisa que acab por deprimir an ms al asustadizo indagador. Escuche usted, miss Robinson. Haga cuanto est en su mano para encontrarla. No vacile en incurrir en cuantos gastos crea usted necesarios. Dara mi vida para que nada le hubiese sucedido. Parece usted comprensiva y no vacilo en confiarle que besara con gusto la tierra que ella pisase. Es nica en el mundo, miss Robinson, nica. Tenga la bondad de decirme su nombre y cuanto sepa acerca de ella. Se llama Janet, no conozco su apellido. Trabaja en una tienda de sombreros, en casa de madame Violette, en la calle Brook; pero le garantizo que es una mujer tan seria y decente como pueda serlo la primera. Como de costumbre, fui ayer a esperarla, pero no la vi salir. Despus me enter de que no haba acudido al trabajo ni haba enviado mensaje alguno. Madame estaba furiosa. Consegu que me diera la direccin de la casa en que se hospeda y all acud. Tampoco saban nada de ella. No se haba retirado la noche anterior. Cre volverme loco. Mi primera idea fue acudir a la polica, pero tem que Janet se enfadara si como espero, nada le ha ocurrido, y su ausencia se debe slo a motivos que ms tarde podrn ser explicados con la mayor naturalidad. Despus record que ella misma me haba enseado uno de los anuncios publicados por esta oficina, y aadi que, segn una de sus parroquianas, se haba hecho lenguas de la discrecin y la habilidad con que llevan ustedes a cabo sus investigaciones. As, pues, decid consultarles, y aqu estoy. Bien contest Tuppence, cul es la direccin de que usted me ha hablado? El joven se la dio. Creo que esto es todo dijo Tuppence despus de pensar unos instantes; es decir, debo presuponer que est usted prometido a esa joven dama? Saint Vincent se qued rojo como una amapola. Pues, en realidad, no, no es eso precisamente. Hasta hoy nada le he dicho, pero le juro que en cuanto vuelva a verla, y Dios quiera que as sea, lo primero que har ser pedirle que me conceda su mano. Tuppence volvi a dejar el bloque de papel que tena entre las manos. Quiere usted nuestro servicio especial de veinticuatro horas? pregunt en tono comercial. Y qu es eso? Los honorarios son dobles, pero dedicaremos al caso cuantos agentes tengamos disponibles. Mster Saint Vincent, si esa mujer est viva, maana a estas horas podremos darle noticias definitivas del lugar en que se encuentra en la actualidad. Qu? Eso es admirable! Slo empleamos a gente experta, y garantizamos resultados positivos. Y a propsito, todava no me ha dado usted las seas de esa seorita. Tiene el cabello ms maravilloso que pueda usted concebir, un rojo oscuro y radiante como la puesta de sol, eso es, del color de una puesta de sol. Es raro, pero hasta hace poco nunca se me haba ocurrido fijarme en una puesta de sol. Pelo rojo dijo Tuppence sin inmutarse y haciendo la correspondiente anotacin. Qu altura diremos que tiene la seorita? No lo s exactamente, pero es ms bien alta que baja, y ojos rasgados, creo que de un azul oscuro. Ah... y un andar resuelto y airoso capaz de quitarle el resuello al ms pintado. Tuppence escribi unas cuantas palabras ms, cerr su libro de notas y se puso en pie. Si viene usted maana a las dos, creo que podr darle ya algunas noticias sobre el particular. Buenos das, mister Saint Vincent. Cuando volvi Tommy encontr a Tuppence consultando unas pginas del Dehrell. 9

Tengo todos los detalles dijo sucintamente. Lawrence Saint Vincent es el sobrino y heredero del conde de Cheriton. Si logramos resolver satisfactoriamente este caso lograremos una grande y muy provechosa publicidad en las altas esferas. Tommy ley detenidamente las notas escritas en su bloque. Qu es lo que crees que en realidad le ha pasado a esa muchacha? pregunt a continuacin. Creo contest Tuppence que ha huido siguiendo los dictados de su corazn. Quera a este joven demasiado bien y necesitaba un poco de paz para su acongojado espritu. Tommy la mir dubitativo. Saba que eso se hacia en las novelas dijo, pero no en la vida real. Ah, no? replic Tuppence. Bien, quiz tengas razn. Pero casi me atrevo a afirmar que Lawrence Saint Vincent se tragar con facilidad esa pldora. Est en este momento lleno de romnticos anhelos y, a propsito, he garantizado resultados positivos en el plazo de veinticuatro horas, servicio especial. Tuppence! Idiota de nacimiento! Qu ventolera te ha dado para hacer una promesa as? Fue una idea que me vino de pronto a la cabeza. Crea, al menos, que sonaba bien. No te preocupes. Deja el asunto en manos de Mam. Mam sabe muy bien lo que tiene que hacer. Sali dejando a Tommy desorientado. Al poco tiempo se levant, lanz un profundo suspiro y sali decidido a hacer algo que enmendara en parte los graves errores cometidos por su esposa. Cuando a las cuatro y media volvi a presentarse mustio y apenado, encontr a Tuppence extrayendo una bolsa de galletas de su escondrijo en uno de los archivadores. Pareces un alma en pena observ, qu has estado haciendo? Tommy dej escapar un sordo gemido. Haciendo un recorrido por todos los hospitales con la descripcin que me has dado de esa muchacha. No te dije acaso que dejaras ese asunto en mis manos? pregunt Tuppence. Cmo vas a poder encontrar a esa muchacha, sola y antes de las dos de la tarde? No slo puedo encontrarla, sino que te digo que la he encontrado ya. Qu dices? Muy sencillo, Watson, muy sencillo. Y dnde est? Tuppence seal con el pulgar en direccin a su espalda. En mi oficina. Qu hace all? Tuppence se ech a rer. Con una marmita, un hornillo de gas y media libra de t explic Tuppence mirndole provocativamente a la cara; la conclusin es sumamente fcil de predecir. Los almacenes de madame Violette prosigui Tuppence con dulzura era de donde yo me provea de sombreros, y el otro da, entre las empleadas, me encontr con una antigua amiga y compaera de fatigas del hospital. Haba abandonado la profesin de enfermera y empez por cuenta propia un negocio tambin de sombreros. Fracas y tuvo que aceptar un puesto en la casa de madame Violette. Entre las dos convinimos en llevar a cabo este plan que estoy desarrollando. Ella se encargara de refregar nuestro anuncio por las narices de Saint Vincent antes de desaparecer. Eficiencia admirable de los brillantes detectives de la Agencia Blunt, publicidad para nosotros y un papirotazo que haga que el Joven Saint Vincent se decida de una vez a plantear su proposicin matrimonial. Janet estaba ya cansada de esperar. Tuppence! estall Tommy cuando aqulla hubo terminado. Esto es lo ms inmoral que he odo en toda mi vida. No slo ayudas, sino que patrocinas los amores de un Joven con una muchacha que no es ciertamente de su clase. 10

Tonteras. Janet es una muchacha como pocas, y lo curioso del caso es que est que echa las muelas por ese majadero con pantalones que vino a vernos esta maana. Ahora vers lo que verdaderamente necesitan algunas de esas empingorotadas familias que tanto se jactan de su exclusivismo y de su distincin. Una buena inyeccin de sangre roja y reconfortante. Janet ser para ese bobo una especie de ngel tutelar. Cuidar de l, pondr coto al abuso de combinados y de visiteos nocturnos a los clubes y cabars y har de l un hombre equilibrado y fuerte que es, hoy por hoy, lo que ms falta le hace a nuestro pas. Ven conmigo y te la presentar. Tuppence abri la puerta que comunicaba con la habitacin contigua y entr en ella seguida de Tommy. Una muchacha alta, de cara atrayente y una magnfica cabellera de un color pardo rojizo, dej la tetera que tena entre las manos y se volvi con una sonrisa que pona al descubierto dos blancas hileras de dientes. Espero que me perdonars, enfermera Cowley, quiero decir, mistress Beresford. Supuse que, como yo, estaras ansiosa por tomar una taza de t y... Fueron muchas las veces que hiciste lo propio por m en el hospital y a horas intempestivas de la madrugada. Tommy dijo Tuppence, permteme que te presente a mi buena y antigua amiga, la enfermera Smith. Has dicho Smith? Es curioso! respondi Tommy estrechando la mano que aqulla le tenda. Eh? No, nada, una monografa que estoy a punto de escribir. No te pongas nervioso, Tommy suspir Tuppence en su odo, al tiempo que le servia una taza de t. Ahora bebamos juntos termin, y brindemos por la prosperidad de la Agencia Internacional de Detectives y porque nunca llegue a conocer los sinsabores del fracaso.

Captulo 3 El Caso De La Perla RosaQu demonios ests haciendo? pregunt Tuppence al entrar en el santuario interior de la Agencia Internacional de Detectives, alias Brillantes Detectives de Blunt, y ver a su amo y seor tirado en el suelo y casi cubierto por un montn de libros. Tommy se levant haciendo un gran esfuerzo. Estaba tratando de arreglar esto en el estante superior del armario cuando de pronto la silla cedi y todo se vino abajo. De qu tratan estos libros, si puede saberse? pregunt Tuppence tomando uno de los volmenes . El perro de los Baskerville. Hombre!, no me disgustara volverlo a leer otra vez. Comprendes la idea? dijo Tommy sacudindose cuidadosamente el polvo. Media hora con los maestros, etctera, etctera. Comprenders, Tuppence, que no puedo por menos de comprender que somos hasta cierto punto un par de aficionados y que necesitamos mejorar nuestra tcnica. Estos libros son historias detectivescas escritas por verdaderos maestros de la literatura. Intento emplear diferentes sistemas y comparar despus los resultados. Hum... gru Tuppence. Me gustara saber cmo se habran comportado todos esos detectives en la vida real cogi otro volumen y prosigui: encontrars dificultades en pretender convertirte en un Thorndyke. No tienes experiencia mdica y menos legal, ni tampoco he odo que la ciencia haya sido nunca tu punto fuerte. Quiz no dijo Tommy. Pero de todos modos me he comprado una buena cmara fotogrfica y me dedicar a tomar fotografas de toda clase de huellas y hacer despus las correspondientes ampliaciones. Ahora, amiga ma, haz uso de la poca materia gris que te debe quedar en el cerebro, qu es lo que esto te trae a la memoria? Seal el estante inferior del armario. En l haba una bata de diseo un tanto cubista, unas babuchas turcas y un violn. Evidente, Watson contest Tuppence haciendo un mohn. 11

Exactamente repuso Tommy. Las caractersticas de nuestro inmortal Sherlock Holmes. Cogi el violn e hizo resbalar perezosamente el arco sobre sus cuerdas con gran consternacin de Tuppence. En aquel momento son el zumbador de la mesa, seal que indicaba la llegada de un cliente a la oficina exterior y de que era recibido y atendido por Albert, el cancerbero de la agencia. Tommy devolvi apresuradamente el violn al lugar que antes ocupaba y empuj con el pie el montn de libros ocultndolos tras la mesa. No es que tengamos gran prisa observ. Ya Albert se habr encargado de distraer a quien sea, contndole la consabida historia de mi conferencia telefnica con Scotland Yard. Vete a tu oficina, Tuppence, y empieza a teclear. Ese ruido le da cierta importancia a nuestra oficina. Espera. No. Es preferible que esta vez aparezcas tomando notas taquigrficas. Vamos a echar un vistazo desde nuestro observatorio antes de que Albert se decida a hacer pasar a la vctima. Se acercaron a la mirilla. El cliente, esta vez, era una muchacha de una edad aproximada a la de Tuppence, alta, morena y con cara ms bien macilenta y ojos retadores. Vestidos baratos y llamativos observ Tuppence. Hazla entrar, Tommy. Un minuto despus la joven estrechaba la mano del supuesto mster Blunt, mientras Tuppence tomaba asiento a su lado, con un cuaderno y un lpiz entre los dedos. Mi secretaria confidencial, miss Robinson manifest Tommy sealndola con la mano. Puede usted hablar ante ella con entera libertad. Despus se recost perezosamente sobre el respaldo de la silla y prosigui con ojos medio entornados y voz que daba la sensacin de un gran cansancio: Debe usted encontrar un tanto incmodo el tener que tomar el autobs a esta hora del da. He venido en taxi contest la muchacha. Ah! repuso Tommy un tanto apesadumbrado. Sus ojos se posaron en seal de reproche sobre un billete azul de autobs que asomaba por entre los pliegues de uno de los guantes. La muchacha sigui la mirada y acab de sacarlo sonriente. Se refiere usted a esto? Lo recog en la acera. Un nio de la vecindad hace coleccin de ellos. Tuppence tosi y Tommy le ech una angustiosa mirada. Vayamos a lo que importa dijo de pronto. Veo que necesita usted de nuestros servicios, seorita... Kingston Bruce se apresur a contestar la visitante. Vivimos en Wimbledon. Ayer noche una dama que se aloja invitada en nuestra casa perdi una valiosa perla rosa. Mister Saint Vincent, que se hallaba tambin entre los comensales, mencion encomisticamente el nombre de su firma durante la cena, y mi madre me envi aqu para preguntarle si querra usted encargarse del asunto. Esa prdida es un trastorno. La muchacha hablaba toscamente. Casi con disgusto. Se vea claramente que no haba habido un perfecto acuerdo entre la madre y la hija. Vena contra su voluntad. Han llamado ustedes por casualidad a la polica? No, por Dios! replic miss Kingston Bruce. Hubiese sido ridculo llamar a la polica y descubrir despus que la dichosa perla no hubiese hecho sino rodar debajo de un mueble o algo por el estilo. Ah, vamos! dijo Tommy. Entonces cabe la posibilidad de que la perla se haya extraviado simplemente. Miss Kingston Bruce se encogi de hombros. Hay personas que por lo visto se complacen en armar un caramillo por cualquier cosa murmur. Tommy carraspe como tratando de aclarar su garganta. 12

As es replic sin gran convencimiento en la voz. En fin, yo estoy extremadamente ocupado en estos momentos... Comprendido coment la muchacha levantndose. Hubo un sbito destello de satisfaccin en sus ojos que no escap a la penetrante mirada de Tuppence. Sin embargo continu Tommy, creo que podr componrmelas para ir a Wimbledon. Quiere usted hacer el favor de darme su direccin? The Laurels. Calle Edgeworth. Tome nota de ello, miss Robinson. Miss Kingston Bruce titube unos instantes y en forma muy poco ceremoniosa aadi: Entonces le esperaremos. Buenos das. Qu muchacha mas rara! dijo Tommy. No he tenido tiempo de darme cuenta exacta de su verdadera personalidad. No me extraara que fuese ella misma quien hubiese robado la perla observ Tuppence quedndose pensativa unos instantes. Vamos, Tommy dijo casi a continuacin, pongamos en orden todos estos libros. Despus saca el coche y vamos a Wimbledon sin perder un momento. A propsito, insistes en querer personificar a Sherlock Holmes? No. Para eso tendra que hacer un poco ms de prctica. Estuve un tanto desafortunado en la cuestin del billete de autobs, no te parece? Si contest Tuppence. Yo en tu lugar no intentara nada con esa muchacha. Es ms lista que el hambre, y desdichada por aadidura. Pobrecilla! No querrs decirme que con slo haberle visto la forma de la nariz dijo Tommy con sarcasmo, ya conoces su carcter y hasta su vida y milagros. Te dir mi idea de lo que vamos a encontrar en The Laurels prosigui ella inconmovible. Una familia de esas del quiero y no puedo, pero ansiosas siempre de moverse entre lo ms selecto de la sociedad. El padre, si es que lo hay, con seguridad ostenta algn grado militar. La muchacha se aviene a esta clase de vida por no contradecir a sus padres, aunque ello no signifique tener que despreciarse por su debilidad. Tommy ech una ltima mirada a los libros, cuidadosamente ordenados ya en el estante. Me parece que habr de decidirme por hacer hoy el papel de Thorndyke dijo despus de haberse quedado pensativo unos segundos. No crea que hubiese nada mdico legal en el asunto observ Tuppence. Quiz no, pero tengo unas ganas locas de probar mi nueva cmara. Me han dicho que tiene el objetivo ms fantstico del mundo. S, conozco esa clase de objetivos. Para cuando hayas conseguido ajustar el obturador y calculado el tiempo de exposicin, te habrn saltado los sesos y estars pidiendo, a voz en cuello, que te vuelvan a dar una de nuestras sencillas Brownies. Slo un alma desprovista de ambicin es capaz de contentarse con una de esas sencillas Brownies que mencionas. Te garantizo que yo obtendr mejor resultado con ellas que t con las tuyas. Tommy hizo caso omiso del reto. Debera de comprar una botella de Compaero del Fumador dijo pesarosamente. Me gusta-ra saber dnde las venden. Al menos tenemos el sacacorchos patentado que la ta Araminta nos regal por las Navidades pasadas concluy Tuppence tratando de secundar la emocin de su marido. Es verdad contest Tommy. Un cachivache que yo tom al principio por una mquina infernal, y que resultaba humorstico por proceder de una ta que jams supo qu gusto tena una copa de licor. 13

Yo ser Polton propuso Tuppence. Tommy la mir con desdn. Conque Polton, en? No tienes siquiera idea de lo que dices. Recogieron el sacacorchos y se dirigieron al garaje. Sacaron el coche y se pusieron en marcha en direccin a Wimbledon. The Laurels era un casern de aspecto medieval. Tena el aire de haber sido pintado recientemente y estaba rodeado de pulcros jardines llenos de geranios escarlata. Un hombre alto, de bigote blanco y recortado y un exagerado porte marcial abri la puerta antes de que Tommy hubiera podido tocar el timbre. Hace rato que le estoy esperando dijo ruidosamente. Supongo que es a mister Blunt a quien tengo el gusto de dirigir la palabra. Yo soy el coronel Kingston Bruce. Quiere usted venir a mi despacho? Le condujo a una pequea habitacin situada en la parte posterior de la casa. El joven Saint Vincent me ha contado cosas admirables acerca de su agencia. He visto tambin el anuncio que han puesto en los peridicos. Ese servicio de veinticuatro horas que ustedes mencionan debe de ser algo maravilloso. Es precisamente lo que nosotros necesitamos. Anatematizando en su interior a Tuppence por su irresponsabilidad al inventar este brillante detalle, Tommy replic: Est bien, coronel. Todo el caso es en s desagradable, caballero, verdaderamente desagradable... Sera usted tan amable de hacerme una relacin de los hechos? interrumpi Tommy con un dejo de impaciencia en la voz. Claro que lo har, ahora mismo. Tenemos en este momento residiendo con nosotros a una antigua y buena amiga nuestra, a lady Laura Barton, hija del difunto conde de Carrownay. El conde actual, su hermano, pronunci un brillante discurso en la Cmara de los Lores el otro da. Como digo, lady Laura es una antigua y buena amiga nuestra. Unos cuantos estadounidenses amigos mos que acababan de llegar, los Hamilton Betts, tenan muchas ganas de conocerla. Nada ms fcil les dije . Se hospeda en mi casa en estos momentos. Vengan a pasar el fin de semana conmigo. Usted sabe la debilidad que los estadounidenses sienten por los ttulos nobiliarios. No slo ellos, coronel Kingston Bruce. Verdad, caballero, verdad! No hay nada que yo deteste ms que el esnobismo. Pues como deca, los Betts vinieron a pasar el fin de semana. Ayer noche estbamos jugando al bridge, cuando se rompi el cierre de uno de los pendientes que llevaba mistress Betts. Se lo quit y lo dej sobre una mesa que haba a su lado, con el propsito de recogerlo de nuevo antes de retirarse a sus habitaciones. Por lo visto se olvid de hacerlo. Debo explicarle, mister Blunt, que el pendiente consista en dos pequeos diamantes laterales de los que colgaba una perla rosa. El pendiente fue encontrado esta maana en el mismo sitio en que mistress Betts lo dejara, pero la perla, una perla por lo visto de un gran valor, haba sido arrancada de l. Quin encontr el pendiente? La doncella, Gladys Hill. Hay algn motivo para sospechar de ella? Lleva con nosotros unos cuarenta aos y hasta la fecha no hemos tenido queja alguna. Sin embargo, eso no quiere decir nada. Exactamente. Quiere usted describirme la dependencia y decirme quines estaban presentes en la cena de ayer? Tenemos una cocinera que lleva slo dos meses en la casa, pero no creo que haya podido tener oportunidad de acercarse a la sala, y lo mismo podramos decir de su ayudanta. Adems, tenemos una criada, Alice Cummings. Tambin ha estado con nosotros algunos aos. Y la doncella de lady Laura, como es natural. Es francesa. 14

El coronel Kingston Bruce dijo esto ltimo con cierta solemnidad. Tommy, indiferente por la revelacin de la nacionalidad de la doncella, dijo: Bien. Y los comensales? Mister y mistress Betts, nosotros, mi esposa, mi hija y yo, lady Laura y el joven Saint Vincent. Mister Rennie estuvo un rato en la casa despus de la cena. Quin es mister Rennie? El hombre ms pestilente que pueda usted imaginarse. Socialista rabioso. Buena figura, eso s, y con fuerza persuasiva en la argumentacin. Pero un hombre, no me importa decrselo a usted, a quien no confiara ni siquiera la cabeza de un alfiler. Un hombre peligroso, en suma. Es entonces de ese mister Rennie de quien usted sospecha? pregunt Tommy con sequedad. S, seor, a qu negarlo? Estoy seguro, por los puntos que calza, de que es un hombre sin escrpulos. Qu le hubiese costado, en el momento en que todos estbamos absortos en el juego, arrancar la perla y guardrsela en el bolsillo? Todo cabe en lo posible admiti Tommy. Y dgame una cosa, cul fue la actitud de mistress Betts durante todo ese quid pro quol Quera que yo llamase a la polica contest el general un tanto reacio a abordar el tema. Quiero decir, despus de que nos hubisemos convencido de que la perla no haba rodado por debajo de alguno de los muebles. Fue usted quien la disuadi de su idea? Yo era contrario a esta clase de publicidad, as como tambin mi esposa y mi hija. Despus mi esposa record que el joven Saint Vincent haba mencionado en el curso de la velada su agencia y su servicio especial de veinticuatro horas. A Tommy le dio un vuelco el corazn. Como usted ve prosigui el coronel, no ha habido ningn mal en hacer lo que hemos hecho. Si maana llamamos a la polica, puede suponerse que nuestro retraso en hacerlo se debi a la duda de que la perla pudiera meramente haberse extraviado. A propsito, esta maana no se le ha permitido a nadie salir de la casa. Con excepcin de su hija, como es natural dijo Tuppence, abriendo la boca por primera vez. Es verdad, excepto mi hija asinti el coronel, que se ofreci voluntariamente a someter el caso a su consideracin. Tommy se levant. Haremos cuanto humanamente nos sea posible para satisfacer sus deseos dijo. Ahora quisiera ver la sala y la mesa en que se deposit el pendiente. Tambin deseara hacer unas cuantas preguntas a mistress Betts. Despus de eso, mi ayudante, miss Robinson, se encargar de interrogar a la servidumbre. El coronel Kingston Bruce les condujo a lo largo del vestbulo. Mientras caminaban, lleg claramente a sus odos una observacin hecha por una persona que estaba en la habitacin a la cual se acercaban. La voz era la misma que la de la joven que haba ido a verles aquella maana a la agencia. T sabes muy bien, mam, que trajo a casa una cucharita escondida en el manguito. Un instante despus fueron presentados a mistress Kingston Bruce, una mujer pattica, de modales lnguidos, que les recibi con una ligera inclinacin de cabeza. Su cara en estos momentos era ms hosca que nunca. Mistress Kingston Bruce era voluble. ... pero s, o al menos me figuro, quin debi cogerla termin diciendo; quin va a ser sino ese condenado socialista? Est enamorado de los rusos y de los alemanes y detesta a los ingleses. Qu otra cosa puedes esperar de un hombre as? Eso no es cierto! replic la joven con firmeza. Le estuve observando toda la noche y no es posible que se me pasara un detalle como se. Mir retadora a todos los presentes. Tommy cort la tensin reinante solicitando venia para ver a mistress Betts. Cuando hubo salido mistress Kingston Bruce acompaada de su esposo e hija en busca de mistress Betts, Tommy lanz un apagado silbido. 15

Me gustara saber dijo con intencin quin es esa que trajo una cucharita escondida en el manguito. En eso mismo estaba yo pensando replic Tuppence. Mistress Betts, seguida de su marido, irrumpi en la habitacin. Era gruesa y de aspecto decidido y resuelto. Su marido era el reverso de la medalla. Seco y pusilnime. Tengo entendido, mister Blunt, que es usted un investigador privado y por lo visto poco amigo de andarse por las ramas. As es, mistress Betts. Y ahora que sabe quin soy, me permite que le haga unas cuantas preguntas? Las cosas se sucedieron rpidamente. Tommy vio el pendiente, la mesa en que fue dejado, y mister Betts sali de su taciturnidad para hacer mencin del valor, en dlares, de la desaparecida perla. A pesar de todo, Tommy tena la irritante certeza de no haber logrado hacer todava el menor progreso en ningn aspecto. Creo que esto es todo dijo al fin. Miss Robinson, quiere usted tener la bondad de traer la mquina especial que dej en el vestbulo? Tuppence hizo lo que le pedan. Es un pequeo invento mo explic Tommy. En apariencia, como ustedes ven, es como otra cmara cualquiera. Experiment una ligera satisfaccin al ver el efecto que sus palabras haban producido en los Betts. Retrat el pendiente y la mesa, y tom varias vistas generales de la habitacin. Despus miss Robinson fue delegada para interrogar a las criadas, y en vista de la expectacin reflejada en los semblantes del coronel Kingston Bruce y de mistress Betts, Tommy se crey obligado a emitir su autorizada opinin sobre el particular. La posicin, como ustedes ven dijo, es la siguiente: o bien la perla est todava en la casa o no lo est. Es cierto afirm el coronel con ms respeto quiz que el que mereca una perogrullada semejante. Si no est en la casa, puede estar en cualquier parte; pero si lo est, ha de estar forzosamente oculta en alguna parte... Y se impone un registro intervino exaltadamente el coronel. S, s, le doy carta blanca, mister Blunt. Revuelva la casa, desde el desvn hasta el stano. Oh, Charles! murmur llorosa mistress Kingston Bruce. Crees que es prudente llevar a cabo lo que dices? Los criados pueden tomarlo a mal y abandonar el servicio. Sus habitaciones sern registradas las ltimas aadi Tommy, tratando de complacerla. Es seguro que el ladrn habr escondido la alhaja donde uno menos hubiera podido imaginarse. Creo que yo he ledo algo acerca de esto ltimo que acaba usted de decir asinti el coronel. Es posible. Recuerda usted el caso de Rex contra Bailey, que fue el que cre ese precedente? El caso de...? S, s... creo recordar... Y el lugar, a mi juicio, en que a nadie se le ocurrira mirar es en las habitaciones de la propia mistress Betts. Sera realmente ingenioso! exclam admirada la aludida. Y sin aadir comentario adicional alguno, condujo a Tommy a sus habitaciones, donde ste hizo uso una vez ms de su aparato especial para tomar fotografas. Poco despus se le incorpor Tuppence. Espero que no pondr objecin mistress Betts, a que mi ayudante eche una mirada a sus armarios. Claro que no! Me necesita usted para algo ms? Tommy le asegur que no haba ya motivo alguno para su retencin. As es que mistress Betts se march, dejando el campo enteramente a disposicin de los investigadores. 16

No tenemos ms remedio que proseguir con la farsa dijo Tommy, pero maldita la confianza que pueda yo tener en encontrar lo que buscamos. Y de esto nadie tiene la culpa sino t y tu dichoso servicio de veinticuatro horas. Escucha, Tommy. No creo que sean las criadas las que hayan cometido el robo, pero me las he compuesto para tirarle un poco de la lengua a la camarera francesa. Segn sta, lady Laura pas aqu tambin unos das el ao pasado y al volver de tomar t en casa de unos amigos del coronel Kingston Bruce, parece ser que se le cay, en presencia de todos, una cucharita de plata que llevaba escondida dentro del manguito. Todos creyeron al principio que se trataba meramente de uno de tantos accidentes fortuitos. Pero hablando de robos similares he conseguido ampliar mi informa-cin. Lady Laura no tiene ni un cntimo y le gusta siempre pasar confortables temporadas con gentes para quienes un ttulo tiene todava una gran significacin. Quiz sea una coincidencia, o quiz no lo sea, pero lo cierto es que cinco robos han tenido lugar en cinco sitios diferentes, en que ella se ha hospedado, unos de objetos insignificantes, y otros de joyas de gran valor. Tommy dej escapar de sus labios un prolongado y agudo silbido. Dnde est el cuarto de esa pjara? pregunt. Frente por frente de este en que estamos. Entonces creo que lo mejor ser que echemos un vistazo a esas habitaciones. Por la puerta entornada se poda ver un espacioso departamento con muebles esmaltados y cortinas de un raso brillante. Una puerta interior comunicaba con el cuarto de bao y frente a sta se hallaba una muchacha morena y delgada, vestida con gran pulcritud. Tuppence vio la expresin de estupor que su sbita entrada hizo aparecer en las facciones de la sirvienta. Soy Elise, mister Blunt dijo tratando de dibujar una de sus ms encantadoras sonrisas. La doncella de lady Laura. Tommy cruz el umbral de la puerta que separaba la alcoba del cuarto de bao y qued sorprendido del lujo y modernismo que reinaba en su interior. Se puso a curiosear las diferentes instalaciones con objeto de disipar la mirada de sorpresa que haba aparecido en el rostro de la sirvienta. Parece que est usted muy entretenida con sus quehaceres, verdad, mademoiselle Elise? S, monsieur, estaba limpiando el bao de milady. Podra usted ayudarme unos instantes a tomar unas cuantas fotografas? Tengo aqu una cmara especial y deseo retratar con ella los interiores de todas las habitaciones de la casa. Fue interrumpido por el estrpito que produjo la puerta al cerrarse de pronto. Elise dio un respingo. Qu ha sido eso? Debe haber sido el viento contest Tuppence. Volvamos a la alcoba. Elise se adelant para abrirla, pero por ms esfuerzos que hizo slo consigui arrancar del pomo unos dbiles chirridos. Qu pasa? pregunt Tommy. Ah, monsieur, alguien debe haber cerrado desde fuera contest Elise. Tom un trapo y lo volvi a intentar. Esta vez el pomo gir con facilidad y consigui abrir. Voil ce qui est curieux. Debi de haberse atascado. No haba nadie en el dormitorio. Tommy recogi su aparato y se puso a manipularlo ayudado por Tuppence y por la doncella. De vez en cuando no poda por menos de dirigir una furtiva mirada a la misteriosa puerta. Tengo curiosidad por saber se dijo entre dientes qu demonios le ha pasado a esa puerta. La examin detenidamente, abrindola y cerrndola repetidas veces. La manecilla funcionaba rpidamente y a la perfeccin.

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Bueno, una fotografa ms exclam acompaando la peticin con un suspiro. Quiere usted hacer el favor de descorrer un poco esa cortina, mademoiselle Elise? Gracias. Mantngala as unos segundos. Son el clic familiar. Tommy entreg la placa a Elise, y a Tuppence el trpode, mientras l reajustaba y cerraba cuidadosamente la cmara. Se vali de un ftil pretexto para alejar a Elise, y cuando sta hubo partido, cogi de un brazo a Tuppence y le habl rpidamente: Escucha, Tuppence, tengo una idea. Puedes permanecer aqu unas cuantas horas ms? Registra los cuartos uno por uno, esto te dar tiempo. Trata de tener una entrevista con esa pjara, ya sabes a quin me refiero, a lady Laura, pero por Dios!, no la alarmes innecesariamente. Dile que sospe-chamos de la camarera. Y hagas lo que hagas, no permitas de ningn modo que abandone la casa. Yo me voy con el coche y tratar de estar ausente el menor tiempo posible. Est bien dijo Tuppence, pero no des por tan seguras tus conclusiones. Te has olvidado de una cosa. De qu? De miss Kingston Bruce. Hay algo en ella que no acabo de comprender. Escucha. Me he enterado de la hora en que sali de aqu esta maana. Tard dos horas en llegar a nuestra oficina. No te parece una exageracin? Dnde estuvo durante todo ese tiempo? Si, parece que hay algo de sentido en lo que dices admiti su marido. Bien, t sigue la pista que quieras, pero vuelvo a repetirte que bajo ningn concepto permitas que lady Laura salga de la casa. Qu es eso? Su fino odo haba captado un leve crujido que vena del descansillo. Sali al corredor, pero no vio a nadie. Bueno, hasta la vista dijo despidindose. No tardar.

Captulo 4 El Caso De La Perla Rosa (Continuacin)Al ver partir a su marido, Tuppence qued pensativa. Tommy pareca estar muy seguro de cuanto haca, y ella, en cambio, no. Haba una o dos cosas que, a su juicio, an quedaban por poner en claro. Se hallaba todava junto a la ventana contemplando distrada la calzada cuando vio de pronto que un hombre sala de una de las puertas, cruzaba la calle y haca sonar la campana de la puerta. Como un relmpago, Tuppence sali del cuarto y baj rpidamente las escaleras. Gladys Hill, la camarera, iba a contestar a la llamada, pero Tuppence le oblig con un gesto autoritario a que se retirara. A continuacin se dirigi a la puerta y la abri de par en par. Un joven larguirucho, con ropas de un corte bastante deplorable y ojos vidos y oscuros, apareci en el umbral. Titube un instante y despus pregunt: Est miss Kingston Bruce? Quiere usted tener la bondad de entrar? Se retir a un lado para dar paso al joven. Mister Rennie, no es as? pregunt con dulzura. S, el mismo. Quiere usted venir por aqu? Abri la puerta del despacho, que volvi a cerrar una vez hubieron entrado ambos. Estaba vaco. Quiero ver a miss Kingston Bruce dijo Rennie volvindose a ella y frunciendo el entrecejo. No estoy muy segura de que pueda conseguirlo respondi Tuppence con voz sosegada. Oiga, quin demonios es usted? pregunt Rennie con rudeza. Agencia Internacional de Detectives respondi lacnicamente Tuppence. Al ver el efecto que sus palabras haban causado en su interlocutor prosigui: Tenga la bondad de sentarse, mister Rennie. Empezar diciendo que todos estamos enterados de la visita que miss Kingston Bruce le hizo esta maana. 18

El tiro, disparado al azar, haba dado en el blanco. Dndose cuenta de la consternacin de su vctima, prosigui sin pausa: Es la recuperacin de la perla lo que en estos momentos les interesa a todos, mister Rennie, no la publicidad. Creo que podramos llegar a un arreglo. El joven se la qued mirando fijamente. No s exactamente dnde quiere usted ir a parar dijo pensativamente. Djeme pensar un momento. Hundi la cabeza entre las manos; despus hizo una pregunta tan curiosa como inesperada. Es cierto que el joven Saint Vincent va a casarse pronto? Lo es. Conozco a la novia. A partir de aquel momento Rennie se hizo ms comunicativo. He sufrido mucho confes. Han estado invitndole aqu maana, tarde y noche, y metindo-le a Beatrice por las narices. Y todo porque no ha de tardar en heredar un ttulo. Si las cosas cambian, como espero... Bien, no hablemos de poltica se apresur a interponer Tuppence. Tendr usted algn inconveniente en decirme, mister Rennie, por qu cree usted que fue miss Kingston Bruce quien rob la perla? Yo no lo he credo nunca. No intente negarlo replic Tuppence con calma. Espera usted escondido a que se marche el detective y cuando usted cree que el campo est libre, viene y pide permiso para ver a la muchacha. Todo est claro como el agua. De haber sido usted el autor del robo, no estara ni la mitad de preocupado de lo que est en estos momentos. Su conducta era tan extraa... comenz a hablar el joven. Vino a verme esta maana, antes de ir a no s qu agencia de detectives y me explic lo del robo. Pareca como ansiosa de decir algo, sin encontrar la forma de hacerlo. Bueno aadi finalmente Tuppence. Todo cuanto yo quiero es la perla. Ms vale que ahora vaya y hable con ella. En aquel momento se abri la puerta y apareci el coronel Kingston Bruce. La comida est preparada, miss Robinsn. Espero que nos honrar usted aceptando un asiento en nuestra mesa. El... Se detuvo, mirando fijamente al indeseado visitante. Por lo que veo dijo mister Rennie, no se decide usted a extenderme esa misma invitacin. Est bien, me voy. Vuelva ms tarde susurr Tuppence en su odo al pasar junto a s. Tuppence sigui al coronel Kingston Bruce, que an continuaba mascullando imprecaciones contra la desfachatez de ciertas gentes, a un espacioso comedor, donde se hallaba ya congregada la familia. Slo una de las personas presentes le era desconocida a Tuppence. sta, lady Laura, es miss Robinsn, que est tambin prestando su ayuda en el esclarecimiento del dichoso caso de la perla. Lady Laura hizo una ligera inclinacin de cabeza y se qued mirando fijamente a Tuppence a travs de las gafas. Era una mujer alta, delgada, de sonrisa triste, de voz suave y ojos duros y astutos. Tuppence le devolvi la mirada sin pestaear. Al terminar la comida, lady Laura entr en la conversacin con aire de simple curiosidad. Qu tal segua la investigacin? Tuppence puso un gran nfasis en sus sospechas por la camarera, ya que la persona de lady Laura no entraba en sus clculos. Lady Laura podra esconder cucharillas y otras chucheras por el estilo entre sus ropas, pero no una perla como sta. Poco despus, Tuppence prosigui con el registro de la casa. El tiempo iba pasando sin que Tommy, y lo que an era peor, Rennie, dieran seales de vida. De pronto, al salir de una de las alcobas, se dio de bruces con Beatrice Kingston, que, completamente ataviada, se encaminaba en direccin a la escalera. 19

Me temo le dijo Tuppence que no va usted a poder salir a la calle en estos momentos. Eso no es asunto de usted respondi la joven con altanera. Quiz no, pero s lo es el telefonear a la polica en el caso de que se decida a contravenir mis rdenes. La muchacha se qued plida como un muerto. No, no, a la polica no... Har lo que usted diga, pero no llame a la polica. Extendi los brazos en ademn de splica. Mi querida miss Kingston Bruce dijo Tuppence con sonrisa compasiva, este caso lo he visto claro como la luz desde su comienzo. Cuando... No termin la frase. El incidente le haba absorbido de tal manera que no oy lo que abajo ocurra. De pronto y con gran sorpresa, vio a Tommy subir apresuradamente las escaleras, mientras en el vestbulo sonaba una voz recia que deca: Soy el inspector Marriot, de Scotland Yard. Con un giro, Beatrice se apart de Tuppence y descendi rpidamente a tiempo de ver abrirse de nuevo la puerta y aparecer en ella la figura de Rennie. Ahora s que lo has estropeado todo rugi Tuppence con rabia. Ah, s! replic Tommy sin detenerse. Entr en la habitacin de lady Laura, pas al cuarto de bao y sali a los pocos instantes con una gran pastilla de jabn entre las manos. El inspector llegaba en aquel momento al descansillo. No ha opuesto la menor objecin a su arresto anunci. Es una antigua cliente del Departamento, y sabe muy bien cundo el juego est perdido. Qu hay de la perla? No s por qu dijo Tommy entregndole la pastilla, pero me figuro que va usted a encontrarla aqu dentro. El inspector la observ apreciativamente. Un viejo truco, y bueno contest el inspector. Cortar la pastilla en dos, escarbar un pequeo hueco para el objeto y volver a juntar los pedazos alisando bien las junturas con agua caliente. Un buen trabajo por parte de usted y de la agencia. Tommy acept agradecido la lisonja. Al descender despus las escaleras acompaado de su esposa, se encontr con el coronel Kingston Bruce, que le estrech calurosamente las manos. Caballero exclam. No s cmo darle las gracias no slo en mi nombre, sino tambin en el de lady Laura. Oh, de nada, de nada. Lo nico que nos complace es saber que estn ustedes satisfechos de nuestro trabajo, y ahora nos vamos. Tengo una cita muy urgente. Con un miembro del Gabinete. Sali apresuradamente de la casa, con Tuppence pisndole los talones, y ambos se metieron en el automvil. Pero, Tommy observ ella; despus de todo no han arrestado a lady Laura. Ah, no te lo he dicho? contest su marido. No, no arrestaron a lady Laura. A quien arrestaron fue a la camarera Elise. Vers prosigui mientras Tuppence se sentaba dando muestras del ms vivo estupor. He intentado a menudo abrir una puerta con las manos llenas de jabn. Es imposible hacerlo, las manos resbalan. As, pues, me pregunt: qu es lo que Elise habra estado haciendo para tener las manos tan enjabonadas? Como recordars, cogi despus una toalla y con ella limpi las huellas de jabn que hubiesen podido quedar en el pomo. Pero se me ocurri que si t hubieses sido una ladrona profesional, no habra sido un mal plan el de convertirte en camarera de una dama sospechosa de cleptomana y que se pasaba grandes temporadas en las casas de los dems. Le tom una fotografa a Elise con el pretexto de sacar una vista general, la induje a que cogiera entre los dedos una de las placas y lo llev todo, sin prdida de tiempo, a Scotland Yard. Un rpido revelado del negativo, iden20

tificacin de las huellas dactilares, y luego una foto. Elise result ser una antigua conocida. Para referencias, a Scotland Yard. Y pensar dijo Tuppence cuando al fin pudo articular unas palabras que esos dos idiotas de Beatrice y Rennie han estado sospechando el uno del otro de esta forma ridcula que slo se hace en las novelas. Pero, por qu no me dijiste lo que tenas entre manos cuando saliste de la casa? En primer lugar, porque sospech que Elise estaba escuchando desde el descansillo, y en segundo... En segundo,qu? Mi inteligente secretaria parece haber perdido la memoria dijo Tommy con intencin. Thorndyke nunca dice nada hasta el ltimo momento. Adems, Tuppence, recuerda que t y tu amiguita Janet Smith me jugasteis no hace mucho una mala pasada. Estamos sencillamente en paz, querida, en paz.

Captulo 5 La Aventura Del Siniestro DesconocidoQu da ms aburrido! dijo Tommy bostezando desesperadamente. Es casi la hora de tomar el t contest Tuppence, haciendo lo propio. La Agencia Internacional de Detectives no daba muestras de una gran actividad. La esperada carta del comerciante ruso de jamones no haba llegado an y los casos dignos de ser tenidos en cuenta brillaban por su ausencia. Albert, el mensajero de la oficina, entr con un paquete sellado que dej sobre la mesa. El misterio del paquete sellado dijo Tuppence. Contendr acaso las fabulosas perlas de la gran duquesa rusa? O se trata quiz de una mquina infernal encargada de hacer volar a los brillantes agentes de Blunt? A decir verdad aclar Tuppence poniendo al descubierto el contenido, se trata de mi regalo de boda a Francis Haviland. Verdad que es bonito? Tommy cogi la fina pitillera de plata que aqulla le alargaba, se fij en la fina inscripcin: A Francis, de Tuppence, que haba en la tapa, la abri, la cerr e hizo un gesto de aprobacin. Veo que te gusta tirar el dinero observ. La prxima vez que yo cumpla aos, que ser dentro de un mes, me pienso comprar una pitillera como sta, slo que de oro. Me extraa que hagas esos despilfarros tratndose de Francis Haviland, que, como sabes, naci, es y morir burro. Olvidas que yo fui su chofer cuando l era general durante la guerra. Ah, qu das aquellos! Y que lo digas! asinti Tommy. Mujeres hermossimas, venan a estrechar mi mano en el hospital. Pero, vaya!, no se me ha ocurrido pensar que por ello me viera obligado a enviarles regalo de boda a todas ellas. No creo que la novia te agradezca mucho el presente, Tuppence. No me dirs que no es bonito. No, no dijo Tommy, metindoselo tranquilamente en el bolsillo. Hombre! Aqu viene Albert con el correo de la tarde. Posiblemente la duquesa nos confe la misin de encontrar a su desaparecido pequins. Entre los dos revisaron la correspondencia. De pronto Tommy lanz un prolongado silbido. Una carta azul con un sello de Rusia exclam. Recuerdas lo que el jefe nos dijo? Que estuvisemos siempre a la expectativa, por si llegaba alguna precisamente con estas seas. Oh, qu emocionante! Por fin ha ocurrido algo! grit Tuppence. brela y mira si el contenido est de conformidad con lo que nos dijeron. Un fabricante de jamones, no era eso? Espera. Necesitaremos un poco de leche para el t. Se olvidaron de dejarla esta maana. Voy a enviar a Albert a que compre un poco. 21

Al volver de dar sus rdenes al mensajero, se encontr a Tommy leyendo una hoja de papel, tambin azul. Como nos figurbamos, Tuppence observ. Casi palabra por palabra, lo que dijo el jefe. Estaba redactada en un ingls pulcro y era, al parecer, de un tal Gregor Feodorsky, que estaba ansioso por tener noticias de su esposa. Se urga a la Agencia Internacional de Detectives a no escatimar gasto alguno en su bsqueda. Le era imposible salir en aquellos momentos de Rusia debido al gran descenso experimentado en el mercado de la carne de cerdo. Me gustara saber lo que todo esto significa dijo Tuppence dejando la carta sobre la mesa y tratando de alisar sus arrugas con la palma de la mano. Supongo que estar escrita en clave respondi Tommy. De todos modos, eso ya no es asunto nuestro. Nuestras instrucciones son copiarla y mandar el original inmediatamente a Scotland Yard. Mejor ser que comprobemos si debajo del sello aparece, como nos dijeron, el nmero diecisis. Est bien contest Tuppence, pero creo que... Se detuvo en seco y Tommy, sorprendido por la sbita pausa, levant la vista y vio la figura de un hombre alto y fornido que bloqueaba completamente la puerta de comunicacin con la oficina exterior. El intruso era un hombre de aspecto dominante, cuadrado, de cabeza redonda y un mentn slido y agresivo que revelaba una gran fuerza de voluntad. Su edad debera de oscilar entre los cuarenta y cuarenta y cinco aos. Les ruego me perdonen dijo el desconocido avanzando hacia el interior de la habitacin, sombrero en mano. Encontr vaca la sala de espera y abierta esta puerta, as que me aventur a entrar. Supongo que sta es la Agencia Internacional de Detectives, me equivoco? No, no se equivoca. Es usted quiz mister Blunt? Mister Theodore Blunt? En efecto, soy mister Blunt. Desea usted consultarme alguna cosa? Permtame que le presente a mi secretaria, miss Robinson. Tuppence inclin graciosamente la cabeza, pero continu observando al recin llegado a travs de sus casi entornados prpados. Se preguntaba a s misma cunto tiempo podra haber estado aquel hombre esperando en la puerta y cunto podra, ms o menos, haber visto u odo. No se escap a su perspicacia el hecho de que mientras hablaba con Tommy sus ojos no cesaban de dirigirse al papel azul que su marido tenia en aquel momento entre las manos. La voz de Tommy, con una nota de advertencia en ella, le hizo recordar las necesidades del momento. Miss Robinson, srvase estar preparada. Y usted, caballero, tenga la bondad de explicarme el motivo de su visita. Tuppence se apresur a coger su lpiz y libro de notas. Me llamo Bower principi el hombre con voz ronca. Doctor Charles Bower. Vivo en Hampstead, donde tengo mi consultorio. He venido a verle, mister Blunt, porque desde hace algn tiempo me estn ocurriendo cosas extraas. Prosiga. Una o dos veces, en el curso de la ltima semana, me han llamado por telfono para un caso de urgencia. En ambas ocasiones comprob que la llamada haba sido falsa. La primera vez cre que se trataba simplemente de una broma de dudoso buen gusto, pero al retirarme a la casa la segunda vez, me encontr con que en mi ausencia alguien haba andado curioseando entre mis papeles confidenciales. Hice un detenido examen de todos ellos y llegu a la conclusin de que todos mis cajones haban sido abiertos y los documentos devueltos apresuradamente a sus respectivos lugares. El doctor Bower se detuvo y mir a Tommy. Qu me dice usted, mister Blunt? Y usted qu cree, mister Bower? replic el joven, dibujando una sonrisa. Pues en realidad no lo s, y espero que usted me lo cuente. Veamos primero los hechos. Qu es lo que guarda usted en los cajones? 22

Ya se lo he dicho: mis papeles confidenciales. Bien, y en qu consistan esas confidencias? Qu valor podran tener esos papeles para un ladrn vulgar o una persona cualquiera en particular? Para un ladrn vulgar creo que ninguno, pero tratndose en ellos de ciertos alcaloides, llammosles, tenebrosos, podran tenerlo para cualquiera que poseyera suficiente conocimiento tcnico en la materia. Hace aos que vengo haciendo estudios sobre ese particular. Estos alcaloides son venenos activsimos y de difcil descubrimiento, pues no dejan rastro alguno de su presencia ni de su accin. Cree usted entonces que el conocimiento de ese secreto podra reportar algn beneficio material a su poseedor? Si es falto de escrpulos, s. Y sospecha usted de alguien? El doctor se encogi de hombros. Puertas y ventanas estaban intactas, lo cual me hace suponer que el atentado no proceda del exterior. Sin embargo... Se detuvo de pronto. Despus prosigui: Mister Blunt, quiero hablarle con entera franqueza. No me atrevo a encomendar el caso a la polica. De mis tres sirvientes estoy completamente seguro. Todos llevan en mi casa un largo tiempo y me han servido siempre con fidelidad. Comprendo, no obstante, que... En fin, ya me entiende usted. Tengo, adems, conmigo a mis dos sobrinos, Bertram y Henry. Henry es un buen muchacho, muy buen muchacho, que jams me ha proporcionado el ms mnimo disgusto. Trabajador y servicial como ninguno. Bertram, siento tener que decirlo, es el reverso de la medalla, ingobernable, extravagante y gandul. Comprendo dijo Tommy pensativamente. Usted sospecha que su sobrino Bertram tiene algo que ver en todo este asunto y yo pienso precisamente lo contrario. Yo sospecho del bueno de Henry. Por qu? Por tradicin. Por precedentes. Tommy agit una mano con gesto enigmtico. En mi opinin, los individuos sospechosos son por lo general inocentes y viceversa. S, decididamente sospecho de Henry. Perdneme usted, mister Blunt dijo Tuppence, interrumpiendo respetuosamente. He de entender que el doctor Bower guarda estas notas sobre esos alcaloides que mencionaba mezcladas con los dems papeles en un cajn de su mesa? Las guardo en la misma mesa, mi distinguida seorita, pero en un cajoncito secreto cuya existencia slo yo conozco y que ha desafiado siempre cualquier intento de registro. Y qu es exactamente lo que usted quiere que yo haga, doctor Bower? pregunt Tommy. Ha querido darme a entender que anticipa la posibilidad de otra nueva visita del misterioso merodeador? As es, mister Blunt. Tengo motivos para temerlo. Esta tarde recib un telegrama de uno de mis pacientes que envi no hace mucho a Bournemouth. El telegrama deca que mi paciente estaba en estado crtico y me suplicaban acudiera sin perder un instante. Sospechando ya por los acontecimientos que haban precedido, decid mandar personalmente un telegrama, contestacin pagada, a mi paciente en cuestin. Como supuse, me enter de que estaba en perfecto estado de salud y de que no me haba enviado aviso de ninguna clase. Se me ocurri que, si finga haber dado crdito al mensaje y haber salido para Bournemouth, tendramos una gran oportunidad de agarrar a nuestros malandrines con las manos en la masa. Quien sea esperar indudablemente a que se haya retirado la servidumbre para empezar sus operaciones. Sugiero que nos encontremos esta noche, a las once, en los alrededores de mi casa y que investiguemos juntos el asunto con todo cuidado y calma. Tommy repiquete pensativo en la mesa con la contera de un pisapapeles. Su plan me parece excelente, doctor Bower dijo al fin. Veamos, su direccin es... Los Pinos, avenida Hangman, un lugar, por cierto, bastante retirado pero con vistas soberbias. As es, conozco el sitio. El visitante se puso en pie. 23

Entonces le espero esta noche, mister Blunt. Junto a Los Pinos a... digamos a las once menos cinco para estar ms seguros? Conforme. A las once menos cinco. Adis, doctor Bower. Tommy se levant, oprimi un botn que haba bajo la mesa y Albert apareci para acompaar hasta la puerta al cliente. El doctor cojeaba visiblemente al caminar, pero su fortaleza era evidente a pesar de este pequeo defecto. Un cliente difcil de manejar se dijo Tommy para s. Bien, Tuppence, encanto, qu me dices de todo esto? Te contestar con una sola palabra respondi su esposa. Patizambo. Qu? He dicho patizambo. No en vano me he dedicado al estudio de los clsicos. Tommy, esto me huele a chamusquina. Conque alcaloides tenebrosos, eh? Jams he odo una paparrucha semejante. Tampoco a m me ha parecido una historia muy convincente admiti su marido. Te fijaste cmo miraba la carta? Tommy, se es uno de la cuadrilla. Le han informado de que t no eres el verdadero mister Blunt y vienen en busca de nuestras cabezas. En ese caso dijo Tommy abriendo el armario lateral, e inspeccionando las filas de libros almacenados en l nuestro papel es fcil de colegir. Seremos los hermanos Okewood. Yo ser Desmond aadi con firmeza. Tuppence se encogi de hombros. Est bien. Como quieras. Yo har de Francis. Recordars que Francis es el ms inteligente de los dos. Desmond acaba siempre por meterse en callejones sin salida y Francis es quien siempre aparece en el momento oportuno para salvar la situacin. No olvides que yo pienso ser una especie de super-Desmond. En cuanto llegue a Los Pinos... Pero, es que piensas ir a Hampstead esta noche? Y por qu no he de ir? Pero, es que vas a ir a esa trampa que te tienden con los ojos cerrados? No, hija ma, no. Ir a esa trampa, eso s, pero no con los ojos cerrados como t dices, sino abiertos, muy abiertos. Ya vers la sorpresa que se va a llevar nuestro querido amigo el doctor Bower. No me gusta nada todo esto replic Tuppence. T sabes lo que ocurre cuando Desmond desobedece las rdenes y acta por su propia cuenta. Las nuestras fueron clarsimas. Enviar las cartas e informar inmediatamente sobre cualquier incidente que ocurriese. No lo has entendido bien. Debemos informar inmediatamente, en el caso de que alguien venga y mencione el nmero diecisis. Hasta este momento nadie lo ha hecho. Eso es una sutileza tuya observ Tuppence. Pues, aunque t creas que lo es, pienso llevar este asunto slito y en la forma que crea ms conveniente. No temas nada, querida esposa. Ir armado hasta los dientes. Tommy, ese hombre es fuerte como un gorila. Y qu? Acaso no lo es tambin mi automtica? Se abri la puerta que comunicaba con el despacho y entr Albert. Despus de cerrarla tras de s, se acerc con un sobre entre sus manos. Un caballero desea verle anunci. Cuando empec a contarle mi monserga habitual sobre su conferencia con Scotland Yard, me dijo que no me molestara. Que se saba de memoria el disco, puesto que era precisamente de donde l venia. Despus escribi algo en una tarjeta, la puso dentro de este sobre y me suplic que se la entregara. Tommy tom el sobre y lo abri. Al leer el contenido una sonrisa se dibuj en su semblante. Ese caballero, Albert, se divirti a tu costa diciendo la verdad. Hazle pasar. Entreg la tarjeta a Tuppence. Llevaba el nombre del inspector Dymchurch y escritas en lpiz, aparecan las siguientes palabras: Un amigo de Marriot. Un minuto despus el detective de Scotland Yard penetr en la oficina interior. En apariencia tena una gran semejanza con el inspector Marriot. Ambos eran bajos, rechonchos y con ojos astutos y observadores. 24

Buenas tardes dijo el detective campechanamente. Marriot ha salido para el sur de Gales y me ha suplicado que venga a echar un vistazo a todo esto. Oh, no se preocupe se apresur a aadir al ver el gesto de sorpresa que se dibuj en la cara de Tommy, estamos enterados de todo, pero no acostumbramos a inmiscuirnos en nada que no afecte directamente a nuestro Departamento. Alguien, sin embargo, parece haberse dado cuenta de que no todo es lo que parece. No hace mucho que un caballero ha estado aqu a verles, no es as? No s qu nombre habr dado, no me importa, puesto que lo desconozco en realidad. No obstante, s algo acerca de l y me gustara ampliar, a ser posible, la informacin. Les ha dado acaso una cita para esta noche? Me lo figur. En el nmero diecisis, Westerham Road, parque de Finsbury? No respondi Tommy con una sonrisa. Se equivoca. En Los Pinos, Hampstead, lo cual es muy distinto. Dymchurch pareci sorprenderse. No esperaba, por lo visto, esta respuesta. No lo comprendo murmur; debe de ser algn nuevo plan. Dice usted que en Los Pinos, Hampstead? S. Hemos de encontrarnos all a las once menos cinco. Si quiere seguir mi consejo, no vaya. Lo ves? interrumpi Tuppence. Tommy se puso encarnado como una cereza. Si usted cree, inspector, que... empez a decir acaloradamente. Pero el inspector hizo un gesto como tratando de calmarle. Le dar mi opinin, mister Blunt, si me lo permite aadi. El lugar en que debe usted estar a esta hora es precisamente aqu, en esta oficina. Qu? exclam asombrado. Lo que oye, aqu en esta oficina. No le importe saber cmo me he enterado, a veces los departamentos se extienden ms all de sus jurisdicciones respectivas, pero s que una de esas cartas azules ha llegado hoy a su poder. Es posible que ese pjaro que acaba de salir ande tras ella. Le atrae a usted con cualquier pretexto a Hampstead, se asegura as de su ausencia en estos alrededores y al llegar la noche viene tranquilamente y se entrega al registro sin que nadie pueda molestarle en lo ms mnimo. Y por qu ha de pensar que guardo la carta aqu? No sera ms lgico suponer que la llevo encima o que la he remitido ya a su destino? Eso es precisamente lo que l no puede saber. Lo ms probable es que se haya enterado de que usted no es el autntico mister Blunt, sino un hombre que, lleno de buena fe, se ha hecho cargo del negocio. En este caso creer que la carta no tiene para usted ms significacin que la estrictamente comercial, y que sera archivada en esta oficina junto con todas las dems. Comprendo dijo Tuppence. Es preciso que siga creyndoselo. Ser el modo de que podamos sorprenderle esta misma noche en plena operacin. Entonces, se es el plan? replic Tuppence. As es. Ahora son las seis. A qu hora acostumbran ustedes a salir de la oficina? Ms o menos a sta. Entonces hganlo como de costumbre y volvamos pasado algn tiempo. No creo que vengan antes de las once, pero tampoco est de ms el tomar ciertas precauciones. Ahora voy a echar una mirada por los alrededores para ver si hay moros en la costa. Tan pronto como sali Dymchurch, Tommy y Tuppence iniciaron una acalorada discusin que dur unos instantes. Al fin, Tuppence hubo de capitular. 25

Est bien dijo. No hablemos ms. Me ir a casa y all me sentar como una buena nia mientras t te entretienes a jugar a los ladrones. Pero me las pagars. No te olvides de lo que te digo. Dymchurch volvi en aquel momento. Parece que el campo est libre. Salgamos. Tommy llam a Albert y le dio instrucciones para que cerrara. Despus, los cuatro se dirigieron al cercano garaje donde acostumbraban a dejar el coche. Tuppence se sent al volante con Albert a su lado. Tommy y el detective se acomodaron en el asiento posterior. Poco despus quedaron detenidos por el trfico. Tuppence mir por encima del hombro haciendo una sea. Tommy y el inspector abrieron una de las portezuelas y saltaron en medio de la calle Oxford. Al cabo de uno o dos minutos, Tuppence y Albert prosiguieron solos su camino.

Captulo 6 La Aventura Del Siniestro... (Continuacin)Mejor ser que no vayamos todava dijo Dymchurch al tiempo de entrar presuroso en la calle Haleham. Tiene usted la llave consigo? Tommy asinti con un movimiento de cabeza. Qu le parece si fusemos primero a tomar un bocadillo? Es temprano y conozco un lugar desde donde, al mismo tiempo, podemos vigilar cmodamente la casa. Lo hicieron tal como haba sugerido el inspector, quien para Tommy result un compaero expansivo y agradable, por dems. La mayor parte de su trabajo oficial pareca haber sido realizada entre espas y cont relatos que dejaron maravillado a su sencillo oyente. Permanecieron en el restaurante hasta las ocho, hora en que Dymchurch aconsej ponerse en movimiento y seguir su plan. Es ya de noche, y cerrada explic; as que podemos entrar sin que nadie note nuestra presencia. Atravesaron la calle, echaron una rpida mirada a los alrededores y penetraron resueltamente en el portal. Subieron las escaleras y Tommy sac la llave y la insert en la cerradura de la pequea salita exterior. Al hacerlo oy un silbido a su espalda que l crey proceda de Dymchurch. Por qu silba? pregunt con aspereza. Quin, yo? contest el inspector mostrando sorpresa. Cre que era usted el que haba silbado. Bueno, pues alguien... empez a decir Tommy. No termin la frase. Unos brazos fornidos le sujetaron por detrs y antes de que pudiera emitir el ms ligero grito sinti que una almohadilla empapada de un lquido dulce y sofocante era aplicada fuertemente contra su nariz y boca. Luch violentamente, pero fue en vano. El cloroformo empez a dejar sentir sus efectos. Pareca que todo giraba vertiginosamente a su alrededor y que la tierra le faltaba bajo los pies. Luego, una ligera sensacin de ahogo... Despus... la inconsciencia. Volvi dolorosamente en s y en plena posesin de todas sus facultades. La dosis de anestsico haba sido, por lo visto, insignificante. La precisa para poder ponerle una mordaza y evitar as una posible alarma. Cuando recuper el conocimiento se encontr en el suelo, medio recostado contra una de las paredes de su propio despacho. Dos hombres estaban febrilmente ocupados en revolver el contenido de los cajones de la mesa y los estantes de los armarios. Mientras lo hacan no dejaban de lanzar toda suerte de imprecaciones. Que me maten si aqu est lo que busca, jefe dijo el ms alto de los dos, con voz aguardentosa. Pues ha de estar respondi el otro volvindose de pronto. Encima no la lleva. 26

La sorpresa de Tommy no tuvo lmites al reconocer en el merodeador al propio Dymchurch, quien al ver su estupor se sonri burlonamente. Parece que mi buen amigo ha vuelto a despertarse dijo, y por lo visto, bastante estupefacto; s, s, he dicho bien, estupefacto. Y sin embargo, la cosa es simple por dems. Sospechamos que algo ocurra en la Agencia Internacional de Detectives. Me presto voluntariamente a investigar. Si mister Blunt, me digo, es, como supongo, un espa, sospechar, y, por lo tanto, no estara de ms el enviar por delante a mi antiguo y querido amigo Cari Bauer. Cari es instruido para comportarse en forma de poder inspirarles confianza contando una historia a todas luces inverosmil. As lo hace, y entonces aparezco yo en escena haciendo uso del nombre del inspector Marriot para ganar as su confianza. Lo dems no creo que necesite ya de explicacin. Tommy rabiaba por poder decir cuatro cosas, pero la mordaza que llevaba sobre la boca se lo impeda. Tambin rabiaba por hacer otras cuantas ms, especialmente con manos y pies, pero, oh desdicha!, tambin ese detalle haba sido tenido en cuenta por los salteadores, y una fuerte cuerda haca imposible el ms insignificante intento de hacer uso de sus extremidades. El hecho que ms llam su atencin fue el sorprendente cambio producido en el hombre que ahora se encontraba ante l. Como inspector Dymchurch, cualquiera le hubiera tomado por un sajn de pura cepa. Ahora, a las claras se vea que no era sino un extranjero de esmerada educacin que hablaba el ingls correctamente y sin dejo especial alguno. Coggins orden el falso detective dirigindose a su rufianesco acompaante. Saque su salvavidas y monte guardia al lado del prisionero. Voy a quitarle la mordaza. Comprender, mi querido mister Blunt, que sera una criminal locura por su parte exhalar el menor aullido. Es usted bastante inteligente para su edad y espero que no olvidar mi consejo. Con gran habilidad extrajo el pauelo que taponaba su boca y dio un paso atrs. Tommy movi de un lado a otro la mandbula inferior, recorri con la lengua la cavidad bucal y trag saliva dos o tres veces, pero no dijo nada. Le felicito por su cordura se expres el otro. Veo que se hace usted perfecto cargo de la situacin. Y ahora recuerde bien y piense si tiene algo que decirnos. Lo que yo haya de decir me lo reservo. No creo que la espera pueda perjudicarme en lo ms mnimo. Pero a m, s. En resumidas cuentas, mister Blunt, dnde est esa carta? Para contestar a esa pregunta sera preciso primero que yo lo supiera. Yo no la tengo, como usted habr tenido ocasin de comprobar. Siga buscando. Me gusta verle a usted y al amigo Coggins jugando juntos al escondite. La cara del otro se ensombreci. Parece, mister Blunt, que encuentra usted un placer en decir impertinencias replic el otro. Ve usted aquella caja cuadrada que hay sobre la mesa? En ella hay una infinidad de objetos muy interesantes para los que, como usted, se resisten a hablar. Vitriolo..., s, vitriolo..., hierros que pueden ser calentados al fuego y aplicados luego a partes sensibles... Tommy movi tristemente la cabeza. Un error en la diagnosis murmur. Tuppence y yo habamos catalogado mal esta aventura. No es una historia de Patizambo, sino una de Bull Dog Drummond, y usted es el inimitable Cari Peterson. Qu tonteras est usted diciendo? Ah! prosigui Tommy. Veo que est usted poco familiarizado con los clsicos. Qu lstima! Oiga, imbcil, quiere usted decir de una vez lo que le pido o prefiere que diga a Coggins que saque sus herramientas y le haga una pequea demostracin de sus habilidades? No sea tan impaciente exclam Tommy. Claro que har lo que me pidan, siempre y cuando se dignen decirme primero lo que es. No creer usted que me complace la idea de verme hecho filetes como un lenguado o asado a la parrilla como un lechn. Dymchurch le ech una mirada desdeosa. Good!. Qu cobardes son estos ingleses! 27

Cuestin de sentido comn, querido amigo. Deje quieto el vitriolo y vamos a lo que importa. Quiero esa carta. Ya le he dicho que no la tengo. Pero sabe, como tambin lo sabemos nosotros, quin es la nica persona que podra tenerla: la secretaria. Posiblemente tenga razn asinti Tommy. Quiz se la metiera en el bolso cuando su compinche Cari nos asust con su sbita aparicin. Menos mal que no lo niega. Entonces me har el favor de escribir a Tuppence, como usted la llama, diciendo que venga con ella inmediatamente. No puedo hacer eso empez a decir Tommy. Ah, no? interpuso Dymchurch sin dejarle termin