150718 La Verdad CG- La Fuerza de Los Cursos p.11

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EDITORIAL La fuerza de los Cursos S AN Roque está de enhorabuena. La puesta de largo de la trigésimo quinta edición de sus Cursos de Verano, que organiza la Universidad de Cádiz de forma con- junta con el Ayuntamiento de la ciudad, no ha podido resultar más brillante, espectacular, atractiva, abierta y de- mocrática. Reunir en una misma semana a tres ponentes del presti- gio de Alfonso Guerra, Baltasar Garzón y Fabian Picardo para hablar de temas tan diversos, pero tan de actualidad, como El Quijote, los problemas del sistema jurídico y Gibraltar es un tanto que deben apuntarse los organizadores y que muy po- cos eventos académicos de cuantos se convocan en España se pueden permitir. Todo ello, quizás por ser los personajes más conocidos, sin incidir en la presencia de otros ponentes de re- nombre que están dando vida a los distintos seminarios que se están desarrollando. Especial mención merece el ejemplar talante mostrado con la charla que el jueves ofreció el ministro principal de Gibral- tar, a quien en un acto académico similar celebrado en Alge- ciras meses atrás se le prohibió hablar con amenazas y coac- ciones. Ahora, Fabian Picardo ha podido expresar su opinión, -otra cosa es que haya quien la comparta y quien no-, como no puede ser otra manera en un país libre y democrático como España, en el que se escuchan hasta los discrusos inde- pendentistas. La presente edición de los Cursos de Verano de San Roque se ha convertido estos días en el centro cultural y académico no sólo del Campo de Gibraltar, sino de toda la provincia de Cádiz. El acierto en la elección de los ponentes y la selección de las actividades que se están desarrollando le va a suponer otro éxito que ya le está permitiendo recuperar mucha par- te del prestigio que perdió por culpa de la crisis económica. Y ésta es sin duda una excelente noticia para el municipio san- roqueño y para todo el Campo de Gibraltar.

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La fuerza de los Cursos

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  • A NATHAN, SALUD:La proposicin de Soraya Fernndez no se hizo esperar. Como de costumbre, la hizo por telfono. Sin embargo, no estoy muy convencido de cundo sucedi verda-deramente. Me falta precisin. Para ser sincero, algo de exactitud. Pues ocurri que los lmites de la imaginacin se haban confundido tanto por culpa del sueo que ni siquiera estaba segu-ro de la clase de suelo en el que pona los pies. De modo que le escribo estas lneas, amigo Na-than, a tientas, sin saber a ciencia cierta dnde sostenerme. Puede que fuese a finales de esa se-mana en la que la periodista me propuso la ven-ta de su auto. O tal vez no. Aunque imagino que la nocin del tiempo es, como en toda circuns-tancia en que se tiene la im-presin de que se suea, un factor intras-cendente. Pon-gamos, por el mero hecho de continuar con la h istor ia , que fue este ltimo vier-nes.

    As, Soraya me hizo par-tcipe de una terrible duda que le corroa por dentro. Es como sentir un tumulto inte-rior, me dijo. He hecho tantos cambios en el coche que since-ramente no s si realmente es el mo. Los pape-les estn a mi nombre e incluso la tapicera des-prende el aroma de siempre. Ese olor artificial a detergente perfumado, que venden empapado en pequeos cartoncitos en las gasolineras. Pero de lo sustancial, de lo que es propiamente el coche, no podra decir lo mismo. Las ruedas son otras, tienen otro grosor, otra anchura; la carrocera y el cap lucen ya el color discreto que le comen-t, y hasta he reforzado el chasis original con una soldadura especial. Adems, he optado por eliminar los embellecedores laterales y esa ban-da blanca del techo que lo hacan una especie de ridculo blido de carreras y que a ti tanto te gustaban. Pero, el precio sigue en pie?, le pre-gunt contrariado, y ella se encogi de hombros

    y me mir con esos ojos negros y profundos que ahora me inspiraban tanta desconfianza. Sabes que no tengo ni puta idea de regatear, y Soraya se ech a rer porque, segn ella, no haba enten-dido nada en absoluto.

    Con todo, reconsideramos los trminos del acuerdo que establecimos en el sueo. Porque me invadi la sospecha de que el auto al que nos referimos haba dejado de serlo. Ni siquiera me result posible reconocerlo. Era como otro co-che. Soraya haba reemplazado partes funda-mentales del original. Sin embargo, sopes la posibilidad de formular el problema como una cuestin de grado: Hasta qu punto uno puede hacer cambios en las cosas para que estas de-jen de ser esas cosas mismas? En qu momen-

    to empiezan a no ser lo que fueron? Lo cierto era que me iba en ello la revaloriza-cin al alza del autom-vil.

    Entonces se me vinie-ron a la cabe-za los calceti-nes de Locke, el viejo filso-fo empirista. Le recordar que este re-flexionaba so-bre si su cal-cetn favorito podra seguir

    siendo el mismo despus de aplicarle varios re-miendos en los tomates que apareceran inevita-blemente por culpa del extremado uso al que le estaba sometiendo.

    Pero luego, y eso fue lo terrible, me asalt esa misma inquietud de un modo ms personal y contundente. Y es que me dio por trasladar el problema a mi propio ser, a mi propio cuerpo. Porque record que haba concertado una cita con el dentista. Esta era ineludible. Das antes, haba apalabrado varios implantes en la mand-bula inferior y, lo que es an peor, haba antici-pado gran parte del dinero. Supuse que la son-risa que tena contratada con la clnica sera posiblemente la sonrisa de un nuevo pero des-conocido hombre que con el paso de los aos a duras penas se ira recomponiendo.

    cartas de nathan

    MANUEL BARROS

    El auto (II)

    Editorial

    La fuerza de los Cursos

    SAN Roque est de enhorabuena. La puesta de largo de la trigsimo quinta edicin de sus Cursos de Verano, que organiza la Universidad de Cdiz de forma con-junta con el Ayuntamiento de la ciudad, no ha podido resultar ms brillante, espectacular, atractiva, abierta y de-mocrtica.

    Reunir en una misma semana a tres ponentes del presti-gio de Alfonso Guerra, Baltasar Garzn y Fabian Picardo para hablar de temas tan diversos, pero tan de actualidad, como El Quijote, los problemas del sistema jurdico y Gibraltar es un tanto que deben apuntarse los organizadores y que muy po-cos eventos acadmicos de cuantos se convocan en Espaa se pueden permitir. Todo ello, quizs por ser los personajes ms conocidos, sin incidir en la presencia de otros ponentes de re-nombre que estn dando vida a los distintos seminarios que se estn desarrollando.

    Especial mencin merece el ejemplar talante mostrado con la charla que el jueves ofreci el ministro principal de Gibral-tar, a quien en un acto acadmico similar celebrado en Alge-ciras meses atrs se le prohibi hablar con amenazas y coac-ciones. Ahora, Fabian Picardo ha podido expresar su opinin, -otra cosa es que haya quien la comparta y quien no-, como no puede ser otra manera en un pas libre y democrtico como Espaa, en el que se escuchan hasta los discrusos inde-pendentistas.

    La presente edicin de los Cursos de Verano de San Roque se ha convertido estos das en el centro cultural y acadmico no slo del Campo de Gibraltar, sino de toda la provincia de Cdiz. El acierto en la eleccin de los ponentes y la seleccin de las actividades que se estn desarrollando le va a suponer otro xito que ya le est permitiendo recuperar mucha par-te del prestigio que perdi por culpa de la crisis econmica. Y sta es sin duda una excelente noticia para el municipio san-roqueo y para todo el Campo de Gibraltar.

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    Redactora jefeSoraya Fernndez

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    11LA VERDAD DEL CAMPO DE GIBRALTAR SBADO, 18 DE JULIO DE 2015

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