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Domingo 25 de noviembre 2018 2. A QUIEN DIOS LLAMA, CONSAGRA Y ENVÍA (Salmos 40:5-10) En el v. 5, David reconoce que todo lo que ha vivido hasta entonces –tristezas, enfermedades, persecuciones, injusticias, traiciones, dolor, angustia, así como también alegrías, abundancia, prosperidad y felicidad– son parte del propósito y plan de Dios para su vida. La voluntad de Dios no es caprichosa, sino que obra en amor. La voluntad de Dios no busca destruirlo, sino fortalecerlo y madurarlo. El salmista está tan maravillado con la obra de Dios en él, que quiere anunciar a todos esas maravillas y “designios” que ha vivido, ¡quiere glorificarlo! Luego, en los versículos 6 al 7, el salmista escribe que el precio a pagar para ser siervos fieles de Dios es la consagración total a él. Aquí vemos tres principios de consagración: a) Dios quiere un corazón obediente antes que una ofrenda perfecta. Relacionarse con sus redimidos, antes que con sus ofrendas (v. 6). b) Para ser fiel a Dios se debe ser fiel a la palabra escrita de Dios. David entendió que la palabra de Dios fue escrita para él (v.7). c) El deleite del siervo está en hacer la voluntad de su Señor (v.8). ¿Cuál es la voluntad de Dios que debemos hacer? Esta la vemos en los versículos 9-10: “He proclamado buenas nuevas de justicia en la gran congregación; he aquí, no refrenaré mis labios, oh SEÑOR, tú lo sabes. 10 No he escondido tu justicia dentro de mi corazón; he proclamado tu fidelidad y tu salvación; no he ocultado a la gran congregación tu misericordia y tu fidelidad”. - Una vez que el salmista aceptó el llamado de Dios de participar en la historia de redención de su ciudad y comprendió el precio a pagar por ello, ahora cumple su nueva misión de vida: proclamar las buenas nuevas de justicia, fidelidad, misericordia y salvación. - Él reconoce la doble tentación de un siervo fiel: dudar y callar el evangelio. Pero, el siervo fiel no duda de la Palabra de Dios en su propio corazón. - Esto significa que el siervo fiel no estorba el mensaje de Dios, ni busca controlarlo, manipularlo, modificarlo, mutilarlo, cambiarlo, camuflarlo; sino predicarlo claramente, fielmente. RESUMEN DEL SERMÓN ¿Qué nos impulsa a los cristianos a ser siervos fieles de Dios en la historia de redención de nuestra ciudad? ¿Cuál es el costo que pagamos? ¿Qué necesitamos de Dios en el cumplimiento de esta misión? Estas preguntas son respondidas en el salmo 40, el cual habla del poder del amor en la vida del creyente para cumplir su misión de colaborar en la historia de redención de su ciudad. 1. A QUIEN DIOS SALVA, LLAMA (Salmos 40:1-4) En la primera parte, el salmista dice que clamó a Dios y esperó, Dios oyó y le rescató, afirmó y enderezó sus pasos, dirigiéndolo a alabarlo públicamente para que los demás teman y confíen en Dios. El salmista pide auxilio, y espera con ansias la respuesta de Dios. Y Dios respondió en el tiempo que él consideró mejor. Dios no solo actuó en amor, sino en gracia y misericordia, según lo que el salmista pidió. No sabemos qué estaba sufriendo David, pero dice el salmo que la gracia de Dios hizo tres cosas: primero, le sacó de una situación de muerte segura; segundo, lo asentó en una roca, es decir que una vez lo salvó, lo mantuvo en pie, lo preservó. Y, puesto en pie, sus pasos fueron “afirmados”, dirigidos en una dirección. Vemos que Dios no solo lo salvó, sino que le dio un nuevo comenzar, esperanza y propósito. ¿Cuál fue el propósito de todo esto? “Muchos verán esto, y temerán y confiarán en el Señor”. Dios no solo lo salvó, sino que también lo llamó a colaborar en su obra redentora en esa ciudad. El salmista pasó de ser pecador a colaborador de su obra; de rebelde a siervo. Y este mismo llamamiento Dios nos lo hace a nosotros, como lo leemos en Romanos 12:1. Nuestro salvador es ahora nuestro dueño y nosotros siervos suyos en su obra redentora en nuestra ciudad. - No servimos a Dios para “ayudarle” o por “obligación”, sino porque es parte de nuestra nueva naturaleza el hacerlo. - Solo el verdadero cristiano es impulsado por el amor y agradecimiento a vivir como siervo en la obra de Dios. - Dios salva, pero al que salva lo llama a ser siervo, pero un siervo fiel (leer 1 Corintios 4:1-2). SIERVOS FIELES: COLABORADORES EN LA HISTORIA DE REDENCIÓN DE NUESTRA CIUDAD PASTOR JAVIER DOMÍNGUEZ © 2018 Gracia sobre Gracia. Todos los Derechos Reservados

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Domingo 25 de noviembre 2018

2. A QUIEN DIOS LLAMA, CONSAGRA Y ENVÍA(Salmos 40:5-10)

En el v. 5, David reconoce que todo lo que ha vivido hasta entonces –tristezas, enfermedades, persecuciones, injusticias, traiciones, dolor, angustia, así como también alegrías, abundancia, prosperidad y felicidad– son parte del propósito y plan de Dios para su vida.

La voluntad de Dios no es caprichosa, sino que obra en amor. La voluntad de Dios no busca destruirlo, sino fortalecerlo y madurarlo. El salmista está tan maravillado con la obra de Dios en él, que quiere anunciar a todos esas maravillas y “designios” que ha vivido, ¡quiere glorificarlo!

Luego, en los versículos 6 al 7, el salmista escribe que el precio a pagar para ser siervos fieles de Dios es la consagración total a él. Aquí vemos tres principios de consagración: a) Dios quiere un corazón obediente antes que una

ofrenda perfecta. Relacionarse con sus redimidos, antes que con sus ofrendas (v. 6).

b) Para ser fiel a Dios se debe ser fiel a la palabra escrita de Dios. David entendió que la palabra de Dios fue escrita para él (v.7).

c) El deleite del siervo está en hacer la voluntad de su Señor (v.8).

¿Cuál es la voluntad de Dios que debemos hacer? Esta la vemos en los versículos 9-10: “He proclamado buenas nuevas de justicia en la gran congregación; he aquí, no refrenaré mis labios, oh SEÑOR, tú lo sabes. 10 No he escondido tu justicia dentro de mi corazón; he proclamado tu fidelidad y tu salvación; no he ocultado a la gran congregación tu misericordia y tu fidelidad”.- Una vez que el salmista aceptó el llamado de Dios de

participar en la historia de redención de su ciudad y comprendió el precio a pagar por ello, ahora cumple su nueva misión de vida: proclamar las buenas nuevas de justicia, fidelidad, misericordia y salvación.

- Él reconoce la doble tentación de un siervo fiel: dudar y callar el evangelio. Pero, el siervo fiel no duda de la Palabra de Dios en su propio corazón.

- Esto significa que el siervo fiel no estorba el mensaje de Dios, ni busca controlarlo, manipularlo, modificarlo, mutilarlo, cambiarlo, camuflarlo; sino predicarlo claramente, fielmente.

RESUMEN DEL SERMÓN

¿Qué nos impulsa a los cristianos a ser siervos fieles de Dios en la historia de redención de nuestra ciudad? ¿Cuál es el costo que pagamos? ¿Qué necesitamos de Dios en el cumplimiento de esta misión? Estas preguntas son respondidas en el salmo 40, el cual habla del poder del amor en la vida del creyente para cumplir su misión de colaborar en la historia de redención de su ciudad.

1. A QUIEN DIOS SALVA, LLAMA (Salmos 40:1-4)

En la primera parte, el salmista dice que clamó a Dios y esperó, Dios oyó y le rescató, afirmó y enderezó sus pasos, dirigiéndolo a alabarlo públicamente para que los demás teman y confíen en Dios. El salmista pide auxilio, y espera con ansias la respuesta de Dios. Y Dios respondió en el tiempo que él consideró mejor. Dios no solo actuó en amor, sino en gracia y misericordia, según lo que el salmista pidió.

No sabemos qué estaba sufriendo David, pero dice el salmo que la gracia de Dios hizo tres cosas: primero, le sacó de una situación de muerte segura; segundo, lo asentó en una roca, es decir que una vez lo salvó, lo mantuvo en pie, lo preservó. Y, puesto en pie, sus pasos fueron “afirmados”, dirigidos en una dirección. Vemos que Dios no solo lo salvó, sino que le dio un nuevo comenzar, esperanza y propósito.

¿Cuál fue el propósito de todo esto? “Muchos verán esto, y temerán y confiarán en el Señor”. Dios no solo lo salvó, sino que también lo llamó a colaborar en su obra redentora en esa ciudad. El salmista pasó de ser pecador a colaborador de su obra; de rebelde a siervo. Y este mismo llamamiento Dios nos lo hace a nosotros, como lo leemos en Romanos 12:1.

Nuestro salvador es ahora nuestro dueño y nosotros siervos suyos en su obra redentora en nuestra ciudad.- No servimos a Dios para “ayudarle” o por “obligación”,

sino porque es parte de nuestra nueva naturaleza el hacerlo.

- Solo el verdadero cristiano es impulsado por el amor y agradecimiento a vivir como siervo en la obra de Dios.

- Dios salva, pero al que salva lo llama a ser siervo, pero un siervo fiel (leer 1 Corintios 4:1-2).

SIERVOS FIELES:COLABORADORES EN LA HISTORIADE REDENCIÓN DE NUESTRA CIUDADPASTOR JAVIER DOMÍNGUEZ

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EL EVANGELIO

Esto lo vemos con Jesús. En Hebreos 10:5-7 se cita este salmo hablando de Jesucristo. El autor busca mostrar la obra redentora perfecta de Jesucristo, el Siervo Fiel, por quién ya no es necesario hacer ofrendas expiatorias.

Él venció el pecado, pero también a sus enemigos. Su resurrección es la evidencia de que el Padre aceptó el sacrificio. Y ahora, los que creen en él y su obra, son salvos, llamados a ser siervos fieles de Cristo como él lo fue de su Padre.

IMPLICACIONES

Luego de citar el salmo 40, en Hebreos 10:19-25, encontramos cuatro implicaciones para nosotros:

1. Acerquémonos con corazón sincero y plena certidumbre de fe = confesemos nuestros pecados diarios con la confianza de que no seremos condenados, pues su perdón es eterno.

2. Mantengamos la firme profesión, es decir, seamos siervos fieles, colaboradores de la historia de redención en nuestra ciudad. Este salmo es parte de nuestra historia como iglesia Gracia Sobre Gracia.

3. Estimulémonos en las buenas obras y al amor. 4. No dejemos de congregarnos. No se puede ser fiel a

Dios sin ser fiel a su Palabra. Estamos a punto de ir a un nuevo lugar en donde viviremos una nueva parte de la historia; pero el llamado es el mismo, la misión es la misma, es al mismo Señor a quien obedecemos y servimos.

PASAJES CITADOS EN EL SERMÓNSalmo 40; Romanos 12:1; 1 Corintios 4:1-2; Hebreos 10:5-7; 19-25.

La misión del siervo fiel es predicar el evangelio de las virtudes de justicia, fidelidad, misericordia y salvación de su Señor. No es predicar un evangelio académico o memorizado, sino aquel evangelio que testificado en la Biblia ha sido aplicado a su vida.

3. A QUIEN DIOS ENVÍA, AUXILIA Y FORTALECE(Salmos 40:11-17)

La nueva vida en Dios implica haber adquirido una nueva misión o propósito, pero con ello también fue incluido hacer nuevos sacrificios y enfrentar nuevos enemigos. Por eso, el salmista, ahora que conoce al Dios de la justicia, misericordia, fidelidad y salvación, pide su intervención en estas luchas.

De los versículos 11 al 14 vemos que hay tres enemigos que el siervo fiel enfrentará en su vida consagrada:

a) “Me rodean males sin número”, desgracias, todo tipo de circunstancias dolorosas. Puede ser prueba o disciplina.

b) “Iniquidad”. La culpa por su propio pecado.c) Enemigos reales.

Por eso el salmista ora pidiendo:

a) Que sea guardado por la compasión, misericordia y fidelidad de Dios. Que cuando sufra no haga sufrir a otros, no tome venganza ni se amargue.

b) Ser liberado y perdonado de sus pecados que le atan. Que cuando peque, ore confiando en su gracia, en su perdón eterno.

c) La humillación de sus enemigos. No tomar venganza, sino pedir justicia. Nuestra lucha no es contra carne.

Con esto vemos que A QUIEN DIOS ENVÍA, AUXILIA Y FORTALECE. Por esto el salmista alaba a Dios, porque confía en Él: “Regocíjense y alégrense en ti todos los que te buscan; que digan continuamente: ¡Engrandecido sea el SEÑOR! los que aman tu salvación. 17 Por cuanto yo estoy afligido y necesitado, el Señor me tiene en cuenta. Tú eres mi socorro y mi libertador; Dios mío, no te tardes” (16-17).

El salmista sabe que como siervo de Dios su fidelidad tiene que ser probada, pero confía que en aquel que lo llamó a ser siervo, le preserve como siervo fiel. La confianza de él en Dios no es académica, sino experimental.

IDEA CENTRAL DEL SERMÓN

A quién Dios salva lo llama a ser siervo fiel en la santa vocación de predicar su evangelio, inspirando en ellos una vida consagrada para que perseveren ante las nuevas tentaciones y enemigos que enfrentarán.