29 to blog

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Domingo 29 del Tiempo Ordinario. Evangelio (Mateo 22, 15.21). 19 de octubre 2014. Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares. LA PALABRA ES VIDA La vida que nace del Evangelio para cada semana … CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES Se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas ¿es lícito pagar impuestos al César o no?”. Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: “¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto”. Le presentaron un denario. Él les preguntó: “¿De quién son esta cara y esta inscripción?”. Le respondieron: “Del César”. Entonces les replicó: “Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y a Dios lo que es de Dios Pagadle al César lo que es del César. Eso es lo que podéis darle: lo que lleva su imagen; el dinero y lo que éste significa; todo lo que se puede comprar y vender, lo que no rebasa la escasa altura de un sucio montón de monedas. Eso, pero sólo eso. No subáis más arriba, pues estaríais invadiendo otra esfera: la de Dios. “El César” no puede mandar en el hombre: éste lleva otra imagen, otra impronta que queda por encima de todas las manipulaciones de cualquier poder, de cualquier “césar”. El hombre ha salido de las manos de Dios, lleva su sello: está hecho a imagen y semejanza de Dios. Por eso, todo lo que no puede –lo que nunca debería- comprarse con dinero, queda por encima del poder del “César”; pertenece al ámbito de Dios. El amor y la vida, la ciencia, el arte y la libertad; la dignidad de ser persona, aunque tantas veces no lleve el adorno del dinero o de la simpatía; el derecho a una familia y a lo necesario para vivir feliz con ella; el poder rezar libremente, de escoger a sus amigos, de ofrecer a quien uno quiera su lealtad, de poseer la llave de la propia intimidad, de tener esta o la otra manera de pensar, o de hablar, o de vivir… ¿Qué tiene que ver “el César” con todo esto? Todo esto es sagrado: es de Dios. Pues “¡A Dios lo que es de Dios!”. Pero “el César” quiere más. Todos los césares de la historia han querido más. Y han invadido, una y otra vez, el terreno de Dios; que es casi como decir el terreno del hombre: de los derechos más sagrados de la persona; de ésos a los que hasta Dios, con ser su dueño, respeta. Por eso los criados que manda Dios a pedir cuentas de la viña, o los pregoneros que envía por los cruces de todos los caminos para invitar a la boda de su Hijo, son recibidos frecuentemente a pedradas, o a pistoletazos. Los césares no quieren que nadie venga a soliviantar a los pobres de la tierra –sus esclavos- hablándoles de paz, o de libertad, o de derechos humanos o de que Dios –el único dueño- sí que los ama. Por eso los misioneros, “servidores de la vida”, se van dejando la suya a pedazos por todos los caminos del mundo. “Al César lo que es del César”. Muy bien. Pero sólo eso. De ahí para arriba, es Dios el que manda. La Iglesia anuncia al mundo, valientemente, que hay que “dar a Dios lo que es de Dios”. PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO: ¿Qué le das tú a Dios y qué “al César”? ¿Estás tan preocupado/a por las “cosas del César” que te hacen olvidar “las cosas de Dios”? ¿Qué reconoces de esta reflexión en tu entorno?

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Domingo 29 del Tiempo Ordinario. Evangelio (Mateo 22, 15.21). 19 de octubre 2014.

Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.

LA PALABRA ES VIDALa vida que nace del Evangelio para cada semana …

CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES

Se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas ¿es lícito pagar impuestos al César o no?”. Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: “¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto”. Le presentaron un denario. Él les preguntó: “¿De quién son esta cara y esta inscripción?”. Le respondieron: “Del César”. Entonces les replicó: “Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Y a Dios lo que es de DiosPagadle al César lo que es del César. Eso es lo que podéis darle: lo que lleva su imagen; el dinero y lo que éste significa; todo lo que se puede comprar y vender, lo que no rebasa la escasa altura de un sucio montón de monedas.Eso, pero sólo eso. No subáis más arriba, pues estaríais invadiendo otra esfera: la de Dios. “El César” no puede mandar en el hombre: éste lleva otra imagen, otra impronta que queda por encima de todas las manipulaciones de cualquier poder, de cualquier “césar”. El hombre ha salido de las manos de Dios, lleva su sello: está hecho a imagen y semejanza de Dios.Por eso, todo lo que no puede –lo que nunca debería- comprarse con dinero, queda por encima del poder del “César”; pertenece al ámbito de Dios. El amor y la vida, la ciencia, el arte y la libertad; la dignidad de ser persona, aunque tantas veces no lleve el adorno del dinero o de la simpatía; el derecho a una familia y a lo necesario para vivir feliz con ella; el poder rezar libremente, de escoger a sus amigos, de ofrecer a quien uno quiera su lealtad, de poseer la llave de la propia intimidad, de tener esta o la otra manera de pensar, o de hablar, o de vivir… ¿Qué tiene que ver “el César” con todo esto? Todo esto es sagrado: es de Dios. Pues “¡A Dios lo que es de Dios!”. Pero “el César” quiere más. Todos los césares de la historia han querido más. Y han invadido, una y otra vez, el terreno de Dios; que es casi como decir el terreno del hombre: de los derechos más sagrados de la persona; de ésos a los que hasta Dios, con ser su dueño, respeta.Por eso los criados que manda Dios a pedir cuentas de la viña, o los pregoneros que envía por los cruces de todos los caminos para invitar a la boda de su Hijo, son recibidos frecuentemente a pedradas, o a pistoletazos. Los césares no quieren que nadie venga a soliviantar a los pobres de la tierra –sus esclavos- hablándoles de paz, o de libertad, o de derechos humanos o de que Dios –el único dueño- sí que los ama. Por eso los misioneros, “servidores de la vida”, se van dejando la suya a pedazos por todos los caminos del mundo.“Al César lo que es del César”. Muy bien. Pero sólo eso. De ahí para arriba, es Dios el que manda.La Iglesia anuncia al mundo, valientemente, que hay que “dar a Dios lo que es de Dios”.

PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:¿Qué le das tú a Dios y qué “al César”?¿Estás tan preocupado/a por las “cosas del César” que te hacen olvidar “las cosas de Dios”?¿Qué reconoces de esta reflexión en tu entorno?