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como una necesidad inaplazable no sólo para la propia cultura cubana, sino t ambién ,y sobre todo, para la cultura latinoamericana en general. El hombre nuevo , al que tanto se alu- de, sólo podrá surgir en la libertad enr iquecedora de esa confrontación , en el libre juego de conductas y con- cepciones distintas. De lo contrario, se podría caer -como tal vez está ocurriendo ya- en los parámetros delirantes del dis- curso esquizofrénico. Lasapoyaturas teóricas que signan las reflexiones de Imeldo Alvarez no rebasan los límites (geográficos e ideológicos) de la isla: Portuondo, Marinello, Lisandro Ote- ro, Mirtha Aguirre, Fernández Reta- mar y los dirigentes revolucionarios Fidel Castro, Ernesto Guevara, Ar- mando Hart Dávalos yV .1. Lenin . Ninguna voz de fuera, nada que pue- da manchar de "cosmopolitismo "o de "sometimiento cultural hacia las metrópolis opresoras " el discurso de Alvarez García. Sólo el eco de la pro- pia voz, la imagen en el espejo propi- cio . La homogeneidad y la rigidez sólo trabajan para la muerte .Y uno de sus signos -no el menos relevante por cierto- es precisamente el olvido, la censura que el poder ejerce sobre la historia, esa otra historia que se escri- be desde el poder y en la que los hombres y las cosas desaparecen en su diferencia, en su especificidad, o simplemente desaparecen . ¿Por qué en lugar de suprimir las heterogeneidades no se las hace emerger a las sintaxis del discurso? ¿Por qué no se las discute franca y abiertamente? Una cultura que no se problematiza a sí misma es una cultu- 38 ra muerta , o que trabaja para la mue rte . El número 6 de Cuadernos Ameri- canos incluye también ensayos de Silva Herzog, Leopoldo Zea, Cossío del Pomar y Carlos M. Rama, entre otros ; los discursos de Emigdio Mar- tínez Adame, José Luis Martínez y Sil- via Zavala en conmemoración del cuadragésimo quinto aniversario del Fondo de Cultura Económica, yestu- dios dedicados al análisis de la obra de destacados escritores latinoameri- canos: Octavio Paz, Wilberto Can- tón, Yáñez, Borges, Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Cuadernos Americanos, xico , año XXXVIII , vo l. CC XXVII, núm. 6, noviembr e-diciembre , 1979. MEXICO MODERNO México moderno, Revista mensual de Letras y Ar- te. Dirigida por Enr iq ue González Mart ínez, y des p ué s por Manuel Toussaint y Lo.eray Chávez. xico, D. F., agosto de 1920ajunJode 1923 (irregular). Primera edición facsimilar del F.e.E., Mé xico, 1979. POR GUILLERMO SHERIDAN Después de Argos y Pegaso, esta es la nueva revista de Enrique González Martínez, presencia cenital de la inci- piente cultura posterior a la Revolu- ción : poeta, edit or de revistas, guía de juventudes (si es que las actitudes de Jaime Torres Bodet y sus amigos logran que sus calvasinfantilesse deslicenala protección de tal con cep to)dispendio- so otorgador de nihilobstat a poemarios apresurados, campeón, en fin, de esta república de letras. Son los años en que el doctor es, como dice Torri, junto a Reyes, Vasconcelos y Caso, " uno de los cuatro grandes". La revista - sigo al anónimo prologuista de la edición- fue durante tre s año s "la pub licación que dio cuenta de la actividad intelec- tual del país", y, en definitiva, fue el úl- timo basti ón de "una cultura sin fisuras y empeñ ada en las altas tareas delespí- ritu qu e pront o, po r las vanguard ias, los nacionalismos culturales y los compro- misos con la realidad, vería atacados sus principios de alta cultu ra para da r paso a nuevas facciones y nuevos sectaris- mos". Efect ivam ente, las alas de la revista cob ijan , a ca da mo me n to , a los e n po- tencia, más encontrados huéspedes o, quizá serí a más adecuado de cirlo así, las más encontradas opciones ante la funció n de la literatu ra. Es indudable que, a dif erencia de lo que sucede en las artes plásticas y musicales, e n la filo- sofía, las l et ras nacionales tardarían mu- cho en resent ir el sacudimiento de la revolució n, y más aún la poes ía que la novelística. Esto, en part e al me nos, es achacable a la enér gica influe ncia que ejerce González Martínez como poeta y como cabeza del clan literario de la hora. No es difícil asegurar que lo úni- co que pasó después de qu e le to rció el cuello alcisne fue qu e nues tra poe- sía sigui ó s iend o un cisne, per o ahora con el c ue llo victimado por labursitis. En ese sen tid o no dej a de ser un méri- to que los estrid en tistas prop usieran, en medio de tod a su alh ara ca, la lectu- ra de autor es en tonces tod avía extra- ños a las lectu ras de los jóvenes: Max lacob, Cocteau yMarinetti.Por ejem- plo , del grupo d e jó venes q ue partici- pan en la empr esa (Torres Bodet, Or- tiz de Monte llano, González Rojo y Gorostiza) sea éste último el único que lee, digamos, a los Machado y a Juan Ramón jiménez, mientras los otros aún se dele itan co n Santos Cho- cano o el pr imer Lugones. En este sentido es interesante tam- bién releer una ardiente convocatoria de Ricardo Are nales, que ni siquiera era mexicano y que gravitaba también en la órb ita de Silénter: los poetas mo- dernos de Mé xico -dice- forman "una generación de intelectuales que se hunde con dele ites morosos en su concepto del arte y que , una vez den- tro, no escucha el frago r de las catástro- fes preñadas de ideal que revientan en la superficie", se queja de "la helada y egoísta serenidad de este libro -Anta- l

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como una necesidad inaplazable nosólo para la propia cultura cubana,sino también, y sobre todo, para lacultura latinoamericana en general.El hombre nuevo, al que tanto se alu­de , sólo podrá surgir en la libertadenriquecedora de esa confrontación,en el libre juego de conductas y con­cepciones distintas.

De lo contrario, se podría caer-como tal vez está ocurriendo ya­en los parámetros delirantes del dis­curso esquizofrénico. Las apoyaturasteóricas que signan las reflexiones deImeldo Alvarez no rebasan los límites(geográficos e ideológicos) de la isla:Portuondo, Marinello, Lisandro Ote­ro, Mirtha Aguirre, Fernández Reta­mar y los dirigentes revolucionariosFidel Castro, Ernesto Guevara, Ar­mando Hart Dávalos y V.1. Lenin .Ninguna voz de fuera, nada que pue­da manchar de "cosmopolitismo" ode "sometimiento cultural hacia lasmetrópolis opresoras" el d iscurso deAlvarez García. Sólo el eco de la pro­pia voz, la imagen en el espejo propi­cio .

La homogeneidad y la rigidez sólotrabajan para la muerte. Y uno de sussignos -no el menos relevante porcierto- es precisamente el olvido, lacensura que el poder ejerce sobre lahistoria, esa otra historia que se escri­be desde el poder y en la que loshombres y las cosas desaparecen ensu diferencia, en su especificidad, osimplemente desaparecen .

¿Por qué en lugar de suprimir lasheterogeneidades no se las haceemerger a las sintaxis del discurso?¿Por qué no se las d iscute franca yabiertamente? Una cultura que no seproblematiza a sí misma es una cultu-

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ra muerta, o que trabaja para lamuerte.

El número 6 de Cuadernos Ameri­canos incluye también ensayos deSilva Herzog, Leopoldo Zea, Cossíodel Pomar y Carlos M. Rama, entreotros; los discursos de Emigdio Mar­tínez Adame, José Luis Martínez y Sil­via Zavala en conmemoración delcuadragésimo quinto aniversario delFondo de Cultura Económica, yestu­dios dedicados al análisis de la obrade destacados escritores latinoameri­canos: Octavio Paz, Wilberto Can­tón, Yáñez, Borges, Carlos Fuentes yJulio Cortázar.

Cuadernos Americanos, México , año XXXVIII ,vo l. CCXXVII, núm. 6, noviembre-diciembre,1979.

MEXICO MODERNO

Méxicomoderno, Revista mensual de Letras y Ar­te. Dirigida por Enr iq ue González Martínez, ydes p ué s por Manuel Toussaint yAgustí~ Lo.erayChá vez. México, D. F.,agosto de 1920ajunJode1923 (irregular) . Primera edición facsimilar delF.e.E., Mé xico, 1979.

POR GUILLERMO SHERIDAN

Después de Argos y Pegaso, esta es lanueva revista de Enrique GonzálezMartínez, presencia cenital de la inci­piente cultura posterior a la Revolu-

ción : poeta, edit or de revistas, guía dejuventudes (si es que las actitudes deJaime Torres Bodet y sus amigos logranque sus calvas infantilesse deslice n a laprotección de tal con cepto) dispendio­so otorgador de nihilobstat a poemariosapresurados, campeón, en fin, de estarepública de letras. Son los años en queel doctor es, como dice Torri, junto aReyes, Vasconcelos y Caso, "uno de loscuatro grandes". La revista - sigo alanónimo prologuista de la ed ició n­fue durante tres años "la pub licaciónque dio cuenta de la actividad intelec­tual del país", y, en definitiva, fue el úl­timo bastión de "una cultura sin fisurasy empeñada en las altas tareas de l espí­ritu qu e pronto, po r las vanguard ias, losnacionalismos culturales y los compro­misos con la realidad, vería atacados susprincipios de alta cultu ra para da r pasoa nuevas faccion es y nuevos sectaris­mos".

Efect ivam ente, las alas de la revistacobijan , a cada mo me nto, a los e n po­tencia , más encontrados huéspedes o,quizá sería más adecuado de cirlo así,las más e ncontradas opciones ante lafunción de la literatu ra. Es ind udableque, a difere ncia de lo qu e sucede enlas artes plásticas y musicales, e n la filo­sofía, las letras nacionales tardarían mu­cho en resentir e l sacudimiento de larevolució n, y más aún la poes ía que lanovelística. Esto, en part e al me nos, esachacable a la enérgica influe ncia queejerce Go nzález Mart ínez como poetay como ca beza del clan literario de lahora. No es d ifícilasegurar que lo úni­co que pasó despu és de qu e le to rcióel cuello al cisne fue qu e nuestra poe­sía sigui ó siendo un cisne, pero ahoracon el cuello victimado por la bursitis.Enese sentid o no dej a de se r un méri­to que los estridentistas propusie ran,en medio de tod a su alh ara ca, la lectu­ra de autores ento nces todavía extra­ños a las lec tu ras de los jóve nes: Maxlacob, Cocteau y Ma rine tt i. Por ejem­plo , del grupo de jóvenes q ue partici­pan en la empresa (Torres Bod et, Or­tiz de Montellano , Go nzález Rojo yGorostiza) sea éste último el únicoque lee, digamos, a los Machado y aJuan Ramón jim é nez, mien tras losotros aún se deleitan co n Santos Cho­cano o el primer Lugo nes.

En este sentido es interesante tam­bién releer una ardiente convocato riade Ricardo Arenales, que ni siquieraera mexicano y que gravitaba tambiénen la órbita de Silénter: los poetas mo­dernos de Mé xico -dice- forman" una generación de intelectuales quese hunde con deleites morosos en suconcepto del arte y que, una vez den­tro, no escucha el frago r de las catástro­fes preñadas de ideal que revientan enla superficie", se queja de " la helada yegoísta serenidad de este libro -Anta-

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logia de poetas modernos de México -" ytermina sosteniendo que la poesía mo­derna del país "es porfiri sta".

Las vanguardias, sin embargo, estánrepresentadas en la revista, única y ex­clusivamente, por José Juan Tablada.Los estridentistas tenían su propia revis­ta -Actual, que por cierto no parece es­tar considerada en las reediciones delF.C.E.- y, además, se atrincheraban enlas páginas de El Universal Ilustrado. Noimporta. La explosión tabladiana impli­ca ya la eventual llegada de actitudespoéticas como las de Novo y Villaurru­tia, si bien aún faltan ocho años paraque Ulises toque las playas nacionales.La otra presencia que, cautivada comootras al principio por el resplandor deEGM, definitivamente es ya dueña deuna voz bien particular, es la de CarlosPell icer, qu ien a lasazón se encontrabatodavía de viaje por América del Sur.¡Qué lejanos ya del rebolledismo can­sado de Gladios! Aparecen sus poemas"Yo no sé qué tiene el mar" y "Recuer­dos de Iza" :

Aquí no suceden cosas/ de mayortrascendencia que las rosas...

Los ot ros miembros del primer grupoque después culminaría en la revistaContemporáneos (Novo yVillaurrutia se­rán los primeros en acercarse a TorresBodet; Owen y Cuesta serán "descu­biertos" eventualmente por Villaurru­tia) dejan en México moderno lasno po­cas veces lastimeras huellas de su for­mación literaria como lo han venidohaciendo desde 1916: la típica e infalta­ble sección "La joven literatura mexica­na", a cargo de don Agustín Loera yChávez (uno de esos casosen losque labuen a voluntad deja muy atrás a los re­cursos de la inteligencia)quien se dedi­ca a sabotear los afanes de los que ya .

desde entonces imagina sus discípulos.Así, Torres Bodet es un poeta de "un­ciones líricas, íntimas vibracionesy má­gicas musitaciones" que destila "vahosde pesimismo" desde "los frescosalambiques de su tierna juventud";González Rojoes dueño de "élitros deinfinita movilidad" que amasan "conlos átomos de su propio polen clarina­das líricas de ondulante transparencia",etc. Lo mismose dice de Gorostiza - elmejor entre ellos, sin duda: "Vuelvo ati" y "Gaviota" son dos poemas quepodrían haber entrado a lasCandonessin desdoro para nadie - y de Pellicer.Enfin, para nadie es un secreto que losaudaces efebos eran, en esos años,unos solemnes y precoces ancianos de17años lo suficientemente hábiles parahacerse de un sitioen la nómina de lasletrasnacionales - yen otrastambién­mimetizando losvicios yvirtudesde al­gunos poderosos. Insisto: tendrán quellegar Novo y Villaurrutia, educadoscon otras personas, lectores de otras li­teraturas y otras intenciones, para quela generación adquiera su verdaderomatiz vanguardista después de Ulises,sinduda lamásextraordinaria revista li­teraria de esos años. Yes que su pasopor la revista permite levantar un índi­ce de sus lecturas de entonces : TorresBodet, cuya personalidad por desgraciapermea a la de sus compañeros, co­menta todavía que Rolland debe ven­cer la misantropía del degeneradoHuysmans, lee a larnmes y a AnatoleFrance y a Samain. La figura de Gide,que será tan importante para lagenera­ción, por fin empieza a abrirse pasopara colmar las iras de Maples Arce-quien años después, por cierto, sos­tendrá una moción en la cámara dediputados dirigida a prohibirlo a él y a

Proust por "maricones y pederastas" ­Sin embargo el saldo es bien represen­tativo de la escandalosa lentitud con laque las letras fra ncesas - ya no se diganorteamericanas o inglesas - llegaron aMéxico. Esto se comprende si se tieneen cuenta que EGM y Vasconcelos in­sisten en hacer de Tolstoi, Rolland yTa­gore los guías de la juventud. Pell icer,que está afuera, comentando el oscurolibro de un todavía más oscuro poetajoven sudamericano, clama refiriéndo­se a los prematuros anhedónicos: " llo­rar así desde un librode versos y a gri­tos es una grave falta de cortesía.. . LaAmérica Indoespañola está renován­dose y sus jóvenes poetas deben yaabandonar los gestos pasados y profe­sar lavida de un modo más respetuosoysincero", losjóvenes poetas, dice, de­ben "abrir su corazón al corazón es­pléndido de nuestra América nueva",pues es una lástima que esa "tristezalleve al caos o al ridículo al 99% de losinfinitos poetas jóvenes de América:cuando un poeta llega a confesar quesu vida es un abismo y llorafemenina­mente y cita nombres de mujeres vul­gares, está perdido..." Ya con Henrí­quez Ureña en el consejode redacción-EGM ha salido a cumplir susdeberesde diplomático-, al principio del ter­cer año, después del hermoso númerodedicado a López Velarde por motivode su muerte, aparecen SalvadorNovo y XavierVillaurrutia.El grupo deTorres Bodet ha desertado en plenopara treparse al carro de la transfor­mación latinoamericana que fue ElMaestro . Novo, con Tablada, PelliceryGorostiza significa laalternativa quela poesía tiene que seguir en el mo­mento.

Todo, poeta, todo -el libroese ataúd- al cesto!Y las palabras, esascortesanas...

La ironía, el requiebro lúdico, el capri­cho sport aparecen con él ycomienzana desplazar un tanto, en el nivel de lamilitancia estética, los humosos vahosrosie/eres de Torres Bodet y Ortiz deMontellano. Estos últimos números dela revista, los de 1923, le dan más im­portancia a las cuestiones nacionales;hay un recatado folclorismo nacido enla fiesta pública ("La feria" de Julio To­rri), o las voces de la ciudad. Novo ini­cia la sección "Repertorio" donde dacabida a XV y donde hablan de artesplásticas y cine. Juntos traducen a Pater,Santayana y Huxley y comentan, porprimera vez, cuestiones de teatro.

Entre mexicana y nacionalista, entremoderna y contemporánea, la revistaes bien interesante y, en definitiva,hace las veces de una espora a puntode estallar ycuyo polen , diverso, con­tradictorio, caerá eventualmente entierra férti1.