ACOMPAÑAR_CRECIMIENTO_FE_GUON

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Dicastero Pastoral juvenil 11 ACOMPAÑAR EL CRECIMIENTO EN LA VIDA DE FE Por qué este seminario En la Carta apostólica Porta fídei, con la que el Papa Benedicto XVI nos anunciaba el Año de la fe, no se ha ahorran esfuerzos para presentar los contenidos fundamentales del Evangelio, con un lenguaje accesible a los hombres del siglo XXI. Y en esta línea, con ocasión del quincuagésimo aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II, el Papa convoca un Año de la fe, que comienza el 11 de octubre de 2012, para concluirse en la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, el 24 de noviembre de 2013. El inicio de este año coincide además con el vigésimo aniversario de la constitución apostólica Fídei depósitum, con la que el beato Juan Pablo II ordenó la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. El Año de la fe se presenta, pues, como una nueva llamada a cada uno de los hijos de la Iglesia para que tomemos conciencia viva de la fe, nos esforcemos por conocerla mejor y ponerla fielmente en práctica y, al mismo tiempo, nos empeñemos en difundirla, comunicando su contenido con el testimonio del ejemplo y de la palabra. En este contexto, el interés por el acompañamiento espiritual, en formas muy variadas, es un fenómeno esencial en nuestra misión evangelizadora para acompañar en el crecimiento de la vida de fe, es decir, para acompañar en la vida cristiana, en el seguimiento de Cristo. Pretendemos Este seminario pretende tomar en consideración el acompañamiento personal en vistas a la madurez de la experiencia de la fe, desde el punto de vista de las ciencias humanas (psicología, filosofía…) y de la espiritualidad. Para este fin, queremos: Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012

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ACOMPAÑAR EL CRECIMIENTO EN LA VIDA DE FE

Por qué este seminario

En la Carta apostólica Porta fídei, con la que el Papa Benedicto XVI nos anunciaba el Año de la fe, no se ha ahorran esfuerzos para presentar los contenidos fundamentales del Evangelio, con un lenguaje accesible a los hombres del siglo XXI. Y en esta línea, con ocasión del quincuagésimo aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II, el Papa convoca un Año de la fe, que comienza el 11 de octubre de 2012, para concluirse en la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, el 24 de noviembre de 2013. El inicio de este año coincide además con el vigésimo aniversario de la constitución apostólica Fídei depósitum, con la que el beato Juan Pablo II ordenó la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. El Año de la fe se presenta, pues, como una nueva llamada a cada uno de los hijos de la Iglesia para que tomemos conciencia viva de la fe, nos esforcemos por conocerla mejor y ponerla fielmente en práctica y, al mismo tiempo, nos empeñemos en difundirla, comunicando su contenido con el testimonio del ejemplo y de la palabra.

En este contexto, el interés por el acompañamiento espiritual, en formas muy variadas, es un fenómeno esencial en nuestra misión evangelizadora para acompañar en el crecimiento de la vida de fe, es decir, para acompañar en la vida cristiana, en el seguimiento de Cristo.

Pretendemos

Este seminario pretende tomar en consideración el acompañamiento personal en vistas a la madurez de la experiencia de la fe, desde el punto de vista de las ciencias humanas (psicología, filosofía…) y de la espiritualidad. Para este fin, queremos:

[1] Ayudar a clarificar y comprender mejor el recorrido de la vida de la persona:

a) describir el sujeto en su desarrollo afectivo, cognitivo, relacional; b) valorar la repercusión de ciertas áreas problemáticas en el tipo de experiencia de Dios: pasar de una religiosidad infantil a una religiosidad adulta.

[2] Ofrecer criterios para el acompañamiento en la madurez-crecimiento de la experiencia de fe:

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a) ayudar a una mayor toma de conciencia de la tarea de acompañante y a una revisión personal por parte de las personas que realizan este servicio de acompañar a otras en su camino personal.a) dar pistas de reflexión para que todo joven pueda discernir la experiencia nuclear de la fe en Dios, integrando su personalidad en el seguimiento en Jesús.

Con cuáles contenidos

CAPÍTULO IUN ACOMPAÑAMIENTO INTERDISCIPLINAR

1.1.- No podemos separar espiritualidad de personalidad1.2.- La espiritualidad y las ciencias humanas: una relación compleja pero necesaria1.3.- El deseo y la vida espiritual

Deseo y necesidad El pecado, un deseo contrario

1.4.- ¿Qué significa ser maduros? Madurez de la experiencia religiosa y madurez afectiva Parámetros de evaluación concretos de madurez emocional Los afectos en el camino espiritual Desarrollo afectivo desde el punto de vista psicológico

CAPÍTULO IIOBSTÁCULOS A LA MADUREZ DE LA EXPERIENCIA DE FE

2.1.- La complejidad de la psique humana2.2.- Algunos signos de inmadurez que pueden influir religiosamente

Reacciones exageradas Precario sentido de la realidad La incapacidad para hacer frente a las dificultades inesperadas

con sentido del humor La falta de autocontrol El pensamiento mágico Los afectos ‘negados’: la ira, la tristeza, el miedo

2.3.- La madurez de la experiencia espiritual

CAPÍTULO IIILA MATUREZ DE LA EXPERIENCIA DE FE: ASPECTOS ESPIRITUALES

3.1.- Una nueva gramática de la fe3.2- La necesidad de una formación integrada3.3.- La importancia de las relaciones sanas

Cristianismo, «la religión del como» La amistad en la vida espiritual

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La castidad como signo de la libertad afectiva 3.4.- La madurez afectiva del acompañante3.5.- La dimensión narrativa de la vita: un patrimonio olvidado

Leer el libro de la propia vida La Palabra de Dios compromete la existencia de su lector El ejemplo de vida como impulso para la acción La presencia de tradiciones sanas

CAPÍTULO IVCRITERIOS PARA EL ACOMPAÑAMIENTO VOCACIONAL

4.1. Discernimiento para la vocación (presbiteral) en la adolescencia4.2. Actitudes decisivas para el discernimiento vocacional

Una fe y una espiritualidad purificadas El temor de Dios en la persona acompañada Elemento discriminante La responsabilidad adulta Obediencia El riesgo de la decisión

4.3. La crisis en el camino espiritual La crisis, una realidad en la vida Una crisis que transfigura Recuperar el sentido de la gratuidad de la llamada

Bibliografía

Metodología

Considerando que cada participante ha recorrido su propio camino de fe, la metodología escogida para este Seminario se organiza en varios tipos de actividades: Ejercicios de tipo personal, los cuales tienen como finalidad

acercarse a la propia experiencia individual, interiorizarla y enriquecerla, despertando una actitud creyente. Modalidad especial será el acercamiento personal a la Palabra de Dios, mediante la lectura de textos seleccionados;

Ejercicios en grupos pequeños, las cuales tienen como finalidad el aprendizaje comunitario;

Ejercicios de motivación, cuya finalidad es puntualizar un determinado centro de interés, provocar y tomar conciencia de una experiencia;

Trabajo en la asamblea, con el fin de resaltar las principales conclusiones, afianzar en los participantes las claves para acompañar.

Al final de la jornada, el cuaderno o bitácora de trabajo:

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Según el diccionario de la Real Academia una bitácora es un “libro en que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de la navegación”. Quienes hemos optado y deseamos optar por el seguimiento de Jesús, de alguna forma somos navegantes, algunos de aguas profundas, otros de mares picados y otros de aguas plácidas donde el Espíritu de Dios aletea, sana y conforta la propia existencia para los demás. En este caminar o navegar tras las huellas de Jesús, cada uno está comprometido en llevar a puerto la propia nave en esta travesía. Al plantearnos la pedagogía del seminario proponemos tener a mano un cuaderno de ruta donde resuene los descubrimientos de estos días.

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CAPÍTULO IUN ACOMPAÑAMIENTO INTERDISCIPLINAR

El hombre que no conoce su pasado está condenado a repetirlo (Santayana)

1.1.- No podemos separar la espiritualidad de la personalidad

La psicología y la espiritualidad no pueden ser consideradas como mundos separados - en la experiencia de Dios - para toda persona deseosa de conocer las dinámicas que entran en juego en la relación con Dios.

No podemos separar espiritualidad de personalidad: Desde el momento en que la espiritualidad es una “experiencia relacional” con Dios, no se puede separar espiritualidad de formación de la personalidad. Mi espiritualidad se arma a la par de mi estructura de personalidad. Nos relacionamos con Dios desde lo que somos y como somos. Para que la espiritualidad nos ayude a madurar humanamente, es clave el “tipo de relación interpersonal” que se genera entre la persona y Dios. Es donde la acción de la gracia es efectiva: Cuando el área de sentido y el área afectiva, en cuanto “sistema operativo” de una persona, se integran en la relación interpersonal con Dios, ya que proporcionan equilibrio interior, centran a la persona y orientan su vida. Unifica el deseo en la experiencia de Dios.

Observa Santo Tomás: la gracia trabaja sobre la naturaleza1. Por su parte, el Papa Pablo VI: «La dificultad y los problemas que hacen a algunos penosa, o incluso imposible la observancia del celibato, derivan no raras veces de una formación sacerdotal que, por los profundos cambios de estos últimos tiempos, ya no resulta del todo adecuada para formar una personalidad digna de un hombre de Dios (1Tim 6, 11) [...]. Pero es también necesario que se tenga exactamente cuenta de su estado biológico para poderlo guiar y orientar hacia el ideal del sacerdocio. Una formación verdaderamente adecuada debe por tanto coordinar armoniosamente el plano de la gracia y el plano de la naturaleza en sujetos cuyas condiciones reales y efectiva capacidad sean conocidas con claridad. Sus reales condiciones deberán ser comprobadas apenas se delineen las señales de la sagrada vocación con el cuidado más escrupuloso, sin fiarse de un apresurado y superficial juicio, sino recurriendo inclusive a la asistencia y ayuda de un médico o de un psicólogo competente. No se deberá omitir una seria investigación anamnésica para comprobar la idoneidad del sujeto aun sobre esta importantísima línea de los factores hereditarios. Los sujetos que se descubran física y psíquica o

1 Cfr Summa Theol, I, q. 1, a. 8, ad 2um.

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moralmente ineptos, deben ser inmediatamente apartados del camino del sacerdocio: sepan los educadores que éste es para ellos un gravísimo deber; no se abandonen a falaces esperanzas ni a peligrosas ilusiones y no permitan en modo alguno que el candidato las nutra, con resultados dañosos para él y para la Iglesia. Una vida tan total y delicadamente comprometida interna y externamente, como es la del sacerdocio célibe, excluye, de hecho, a los sujetos de insuficiente equilibrio psicofísico y moral, y no se debe pretender que la gracia supla en esto a la naturaleza» 2.

El clásico adagio “gratia perficit naturam”: «Si la gracia ejerce efectos en la naturaleza humana, lo hace sólo en y a través del poder y la capacidad inherente a la naturaleza. No obstante se puedan predecir estos efectos intrapsíquicos, estos no pueden adoptar una forma que no sea coherente y expresiva con la psique humana»3. La gracia requiere apertura y colaboración, y no anula las mediaciones (ver la parábola de la buen sembrador, Mc 4,1-9).

Con la ayuda de las ciencias humanas podemos reconocer, eliminar los obstáculos (principalmente ejercitando la sospecha sobre las justificaciones que se presentan) y trabajar para hacer que “la tierra” sea más transparente y receptiva.

1.2.- La espiritualidad y ciencias humanas: una relación compleja pero necesaria

La relación entre las ciencias humanas y la religión no puede ser pensada en términos de "aut-aut” sino como un "et-et”: una fructífera influencia mutua, co-presencia e interrelación entre los dos tipos de conocimiento. Bruno Giordani: « La psicología no tiene la intención de discutir los problemas de índole teológica, sino proporcionar información útil para analizar cómo la palabra de Dios puede ser acogida y vivida por el hombre, y cómo se puede responder frente a lo sagrado […] de modo que la fe misma sea más y más purificada y que cada uno de nosotros esté siempre más preparado para entender la Palabra de Dios y comunicarla a los demás »4.

Señalemos algunas actitudes negativas al respecto.

Quienes están comprometidos en la acción pastoral no pueden «equivocarse de siglo»: «Une Église qui se trompe de siècle » («una Iglesia que se equivoca de siglo»), 7 de agosto de 1971, por el académico francés Maurice DRUON en Le Monde.

2 PAOLO VI, Lettera enciclica Sacerdotalis coelibatus, 24 giugno 1967, nn. 60.63-64; la cursiva en el texto es mía.3 W. W. MEISSNER, «Response to Louis Ray», in Theological Studies 57 (1996) 334.4 B. GIORDANI, II colloquio psicologico nella direzione spirituale: il metodo di R. Carkhuff, Roma, Rogate, 1985, 37 s.

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La contribución ofrecida por las ciencias humanas y con la antropología filosófica inspirada en una concepción cristiana del ser humano nos ayuda a:

(1º) El progreso de la madurez espiritual: criterios para una religiosidad humanamente madura; posibles

distorsiones en la vivencia religiosa; purificar la pregunta religiosa auténtica. Mons. J. Laffitte: «La cuestión religiosa en sí misma no está exenta de peligros de reduccionismo cuando se olvida que la vida espiritual se encarna en una psicología que hay que tener en cuenta. El progreso espiritual no puede ignorar las curas a veces necesarias» 5;

multiplicidad de elementos en juego a propósito de la relación con Dios. La fe expresada (= “religión“), testimoniada, protestatio (dice Santo Tomás) en categorías como la oración, culto, piedad, sacrificio, etc. Un posible lugar de encuentro puede ser la vida afectiva de la persona.

La espiritualidad exige “autoconocimiento”: una auténtica espiritualidad exige trabajar el “yo real”. Se evita así caer en los “espiritualismos”.

(2º) La disposición a una plena donación de sí mismo.

Destaca la importancia de la salud de la experiencia religiosa en el itinerario de la formación presbiteral 6. Juan Pablo II: «La promesa de Dios asegura a la Iglesia no unos pastores cualesquiera, sino unos pastores «según su corazón». El «corazón» de Dios se ha revelado plenamente a nosotros en el Corazón de Cristo, buen Pastor. Y el Corazón de Cristo sigue hoy teniendo compasión de las muchedumbres y dándoles el pan de la verdad, del amor y de la vida (cf. Mc 6, 30 ss.), y desea palpitar en otros corazones —los de los sacerdotes—: «Dadles vosotros de comer» (Mc 6, 37). La gente necesita salir del anonimato y del miedo; ser conocida y llamada por su nombre; caminar segura por los caminos de la vida; ser encontrada si se pierde; ser amada; recibir la salvación como don supremo del amor de Dios; precisamente esto es lo que hace Jesús, el buen Pastor; Él y sus presbíteros con Él»7.

Resulta importante la elaboración de una antropología interdisciplinar 8.

5 J. LAFFITTE, «Prefazione», in D. BIJU-DUVAL, La profondità del cuore. Tra psichico e spirituale, Cantalupa (To), Effatà, 2009, 4.6 Cfr CONGREGAZIONE PER L'EDUCAZIONE CATTOLICA, Orientamenti per l'utilizzo delle competenze psicologiche nell'ammissione e nella formazione dei candidati al sacerdozio, 29 giugno 2008. Cfr G. CUCCI - H. ZOLLNER, «La psicologia nella formazione al sacerdozio», in La Civiltà Cattolica 2009 I 249-256.7 GIOVANNI PAOLO II, Esortazione apostolica post-sinodale Pastores dabo vobis, 25 marzo 1992, n. 82.8 Cfr CONGREGAZIONE PER L'EDUCAZIONE CATTOLICA, Orientamenti per l'utilizzo delle competenze psicologiche, cit., n. 15.

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El límite di un acercamiento meramente psicológico: es parcial y limitado a la realidad humana. De aquí la importancia ‘no delegable’ que tiene para los psicólogos - que ayudan en el crecimiento de la vida cristiana y religiosa - hacer referencia a una concepción del ser humano, de la vida y de Dios que «se inspiren en una antropología que comparta abiertamente la concepción cristiana sobre la persona humana, la sexualidad, la vocación al sacerdocio y al celibato, de tal modo que su intervención tenga en cuenta el misterio del hombre en su diálogo personal con Dios, según la visión de la Iglesia»9.

El ser humano tiene necesidad de creer para poder vivir, orientándose en una visión global de la vida, una visión «religiosa». Esta es la contribución esencial que la dimensión religiosa de la vida ofrece a la investigación psicológica: « [La esperanza] no es sólo que un elemento más que se agrega a la lista existente de lo que se puede esperar, sino que altera el sentido de todo [...]. Si usted ayuda a otros a encontrar la esperanza, este es un ejercicio similar al de medicar a un soldado herido para enviarlo de nuevo a la batalla que, en última instancia, perderá. Dentro del contexto de la fe cristiana, por el contrario, la relación interpersonal con el Dios que en Cristo ha liberado al hombre de la muerte [...], significa que nuestras actividades humanas, por limitadas que sean, también pueden ser una contribución a la construcción del Reino de Dios, una contribución que no se perderá, sino que será purificada y transfigurada por el Reino eterno y universal. Este horizonte no sólo aumenta la esperanza de la vida eterna, sino que da una nueva dimensión a todas nuestras esperanzas de menor valor»10.

Distingamos entre el acompañamiento psicológico, acerca de la estabilidad emocional y el autocontrol; el acompañamiento espiritual, basado en la propia relación con Dios y la comunidad de referencia; el acompañamiento vocacional, con el fin de reconocer y responder eficazmente al plan de Dios para nuestra vida, expresando la propia capacidad de amar como signo del don de uno mismo.

1.3.- El deseo y la vida espiritual

1.3.1. – Deseo y necesidad11

(1º) La necesidad desde el punto di vista psicológico puede ser definida como un estado di insatisfacción interior debido a la falta de alguna cosa.

Todas las necesidades están presentes en cada persona, y el criterio de valoración no es tanto que exista una necesidad, sino su

9 CONGREGAZIONE PER L'EDUCAZIONE CATTOLICA, Orientamenti per l'utilizzo delle competenze psicologiche, cit., n. 6.10 Th. HEALY, «Le dinamiche della speranza: aspetti interpersonali», in L. RULLA (ed.), Antropologia della vocazione cristiana, vol. III: Aspetti interpersonali, Bologna, Edb, 1997, 77.11 Cfr D. Von HILDEBRAND, Christian Ethics, David McKay Company, New York 1953.

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centralidad. Es decir, que puedan afectar a la vocación, a la autoestima… como un verdadero “dueño de casa”, es decir, con insuficiente capacidad de gestionar la necesidad (copying) por parte de la persona.

La necesidad está conectada a algo inmediato, limitado, puntual. La inmediatez es caprichosa: lo que quiero, lo quiero ya, aquí y ahora12.

(2º) La búsqueda de un bien que se echa de menos, pero está presente en el sujeto (el deseo de hacer justicia, el deseo de plenitud, la intuición de lo esencial, la ruptura de las inercias…).

(3º) La respuesta a algo presente que interpela al sujeto en su totalidad y libertad de modo permanente. Por ejemplo, una opción de vida, una empresa por acabar, el desvelamiento del Misterio que habita dentro, como sucedió a Job (“antes te conocía de oídas, ahora te han visto mis ojos”: Job 42,5).

El deseo es la capacidad de canalizar todas nuestras energías hacia un objeto estimado esencial para nosotros y apreciado en sí mismo: muestra la transcendencia propia de la persona; no desaparece; está unido al límite; mira una “realidad fundamental”; las cosas, acciones, opciones se convierten en importantes porque adquieren un valor simbólico-afectivo; necesita de la voluntad.

El deseo se encuentra a la base de una experiencia religiosa auténtica, por ello, necesita ser educado, crecer. El Evangelio hace una llamada a educar el deseo. Por ejemplo, la pregunta inicial de Jesús en el Evangelio de Juan: “¿Qué

buscáis?” (Jn 1,38); frente al paralitico: “Hay en Jerusalén, cerca de la Puerta de las

Ovejas, una piscina llamada en hebreo Betesda. Tiene ésta cinco pórticos, y bajo los pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, tullidos (y paralíticos. Todos esperaban que el agua se agitara, porque un ángel del Señor bajaba de vez en cuando y removía el agua; y el primero que se metía después de agitarse el agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Jesús lo vio tendido, y cuando se enteró del mucho tiempo que estaba allí, le dijo: «¿Quieres sanar?» El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua, y mientras yo trato de ir, ya se ha metido otro.» Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y anda.»” (Jn 5,2-8, en particular V.6. …¿Quieres sanar?)

Hay que ejercitar la escucha, purificar el deseo (cfr Lc 15,16-17) y reconocer que el deseo da alegría (Cfr. Mt 13, 44-46).

12 Cf. J.M. RODRÍGUEZ OLAIZOLA, Hoy es ahora (gente sólida para tiempos líquidos), Sal Terrae, Santander 2011, 78-81. Insiste el autor en la necesidad de «recuperar el control de nuestro tiempo», la necesidad de frenar y de aprender a esperar.

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Algunas tentaciones: eliminar el mundo de los deseos; negar el mundo de los límites; morir por saturación de necesidades; uso ideo-lógico del deseo religioso.

1.3.2.- El pecado, un deseo contrario

El pecado es un deseo contrario a nuestra identidad, es lo que induce la serpiente a Eva: se instala en un deseo que no es el suyo, que no le constituye, que la convierte en extranjera de una misma (cfr Gn 2,3).

El pecado es una relación que se rompe: “Contra ti, contra ti solo pequé” (Salmo 50, 1-21). Se rompe un relación, no un contrato, código o norma. Si no hubiera pecado creeríamos que nos ama porque nos lo merecemos. Una falta ética ante Dios es un pecado, es una categoría religiosa (importante la categoría “ante Dios”). Se rompe no cualquier relación con Dios (ordo ad Deum ), sino una relación redentora, salvadora con el Dios Trino.

Sentir a Dios amor en mi des-amor, en mi pecado: “Esperaba que diera uvas, pero dió agrazones” (Is 5,1-7; aquí 2). Cfr Rom 5, 6-11 (incapacitados de salvación propia, Dios nos reconcilia en Cristo).

Pedir al Señor un conocimiento interno de nuestro pecado, no para angustiarnos, sino para que sepamos hasta que punto llega el amor de Dios (cfr 2 Cor 5, 18-21). Maurice Blondel: “Hacer producir a los errores, a las negaciones, y a las debilidades de cualquier naturaleza, mediante un progreso metódico, la verdad latente de la cual viven las almas y de la cual puedan morir para la eternidad”13. Atención a la teoría de los moluscos; La última palabra la tiene el amor de Dios: “Pedir crecido e intenso

dolor y lágrimas de mis pecados” (S. Ignacio en EE [55]), es decir “consolación” EE [316] (no desolación), experiencia de pecado perdonado, conciencia de la Bondad Infinita de Dios. Que la luz de su amor desvele mi desamor, no la luz de mis análisis (a veces terribles, y otras pasar de largo). La única definición de Dios en el NT es ésta: “Dios es amor” (1Jn 4,8.16);

Dios no nos mira desde el pasado (lo que hemos sido), ni desde el presente , sino desde el futuro (lo que podemos llegar a ser ): Lc 15 (Hijo pródigo), Lc 19, 1-10 (Zaqueo), Lc 22, 54-62 (negación de Pedro), Salmo 50, 1-21 (De profundis ), Jn 8, 1-11 (mujer adúltera, caer en la cuenta del importantísimo “en adelante…”, también en Jn 5,14 );

Se trata de mirar mi disposición habitual de desconsideración con Él (que me lo ha dado todo). Pero mirar el pecado como lo ve Dios (=como es) para evitar culpabilidades narcisistas (que en el fondo se centran en uno mismo) y voluntarismos ingenuos. Sólo así se llega al arrepentimiento, vergüenza y gratitud ante el

13 L’Action (1983), 15 (esp).

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reconocimiento de su gratuidad. Os 11,1-5; 7-9 (“¿cómo voy a dejarte, Efraim?”); 2 Tim, 13; Lc 19, 12-27 (parábola de los talentos); Mt 18, 22-35 (el perdonado que no perdona); Sal 103; Sal116.

1.4.- ¿Qué significa ser maduros?

1.4.1.- Madurez de la experiencia religiosa y madurez afectiva

El afecto es una voz decisiva para evaluar cualquier tipo de experiencia y, por tanto, también la experiencia de fe: experiencias de satisfacción afectiva apropiadas; nuestra configuración genética nos equipa de receptores muy sensibles.

Pero, ¿qué se quiere decir con el término «madurez afectiva»? Distingamos entre emociones y sentimientos: Las emociones son «una tendencia sentida hacia algo valorado

como bueno o bien una lejanía de cualquier cosa clasificada como dañina. Esta atracción o aversión es acompañada de un patrón de cambios fisiológicos organizados en el sentido de la atracción o del rechazo. El patrón es diferente según la emoción»14.

La emoción tiene por lo tanto un fuerte vínculo con la acción; el sentimiento o afecto constituye, sin embargo, momento sucesivo, más reflexivo, relacional y consciente respecto a la emoción, menos intenso pero implica al sujeto de modo más profundo, estable y duradero: «Los sentimientos [...,] nos ponen en relación con un objeto, dan al conocimiento intencional su contenido, su momento, su energía, su fuerza. Sin estos sentimientos nuestro conocer y nuestro decidir serían tan finos como el papel. Precisamente de nuestros deseos y nuestros temores, de nuestra esperanza y nuestras desesperaciones, de nuestras alegrías y nuestros dolores, de nuestro entusiasmo e nuestra indignación, de nuestra estima y nuestro desprecio, de nuestra confianza y nuestra desconfianza, de nuestro amor y nuestro odio, de nuestra ternura y de nuestra cólera, de nuestra admiración, veneración, reverencia, de nuestro miedo, de nuestro horror, de nuestro temor... es como nuestra dirección recibe su peso y su dinamismo. Nosotros alimentamos sentimientos hacia otras personas, les tenemos simpatía, compartimos con ellos sentimientos. Alimentamos sentimientos a cerca de nuestras respectivas situaciones; a cerca del pasado y del futuro; a cerca de los males que nos duelen, a los cuales queremos poner remido; a cerca del bien que puede, o debería, o debe ser realizado»15.

14 M. ARNOLD, Emotion and Personality, vol. I, New York, Columbia University Press, 1960, 188; cfr R. LAZAEUS - B. LAZARUS, Passion and reason, New York - Oxford, Oxford University Press, 1994; G. LIOTTl, Le opere della coscienza. Psicopatologia e psicoterapia nella prospettiva cognitivo-evoluzionista, Milano, Raffaello Cortina, 2001.15 B. J. F. LONERGAN, Il Metodo in Teologia, Brescia, Queriniana, 1979, 52 s.

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La madurez de una persona si manifiesta ordinariamente a través de un equilibrio proporcionado entre los deseos y las emociones. Sin embargo, nadamos en el campo de la ambigüedad. La memoria afectiva es la documentación viviente de la historia de la vida emotiva de cada persona e condiciona:

(1º) La realidad, «coloreada» de resonancias interiores: limita el campo de la libertad; puede manifestarse en forma de omisiones, también intelectuales.

(2º) Las relaciones: el miedo nos aleja de los demás, la cólera los hace enemigos; la tristeza acentúa su ausencia. El creyente debe explicitar la propia representación psicológica de Dio (a veces no es la representación teológica). ¿Tienes experiencia de haber oscurecido y desfigurado su rostro? ¿Qué debemos hacer para que Dios sea creíble, amable, deseable?

(3º) Los valores: un acercamiento meramente emotivo a los ideales (propio de la edad de la adolescencia) conduce a seleccionar, transformar o rechazar valores incluso habiéndoles asumido e proclamados innumerable veces.

(4º) Las opciones de vida, autenticidad de los pasos vocacionales y de la perseverancia.

(5º) Las motivaciones interiores.

Las emociones tienen una componente esencialmente simbólica (una palabra, una imagen). Una mente fría y privada de emociones no se encuentra en condiciones óptimas para tomar decisiones sabias en la vida.

Lo que asusta de las emociones es su poder “invasivo”.

Más allá de la valoración emotiva y afectiva, la persona está capacitada de juicio racional, puede vivir de modo auto determinado.

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1.4.2.- Parámetros de evaluación concretos de madurez emocional

(1º) Ser capaz de crear una síntesis armónica, sea entre los diversos componentes de la vita emotiva, sea entre la emotividad, el inconsciente y la razón. Entre «el principio del placer» y el «principio de realidad» . Es importante la capacidad de reconocer y expresar el propio patrimonio afectivo y cuidar la “ortopatia”.

(2º) Ser capaz de dirigir sus energías y capacidades en beneficio de un valor reconocido como el centro unificador de la vida del sujeto: la presencia de motivaciones profundas y duraderas para el

cambio; la capacidad de amarse a sí mismo, aceptarse como uno es (y

aprender de la propia experiencia, sorprendiéndose ante las acciones "justas”);

la rehabilitación de la mirada. la capacidad de amar y permanecer en el amor.

La madurez afectiva se refiere por tanto a un camino complejo y articulado, en el que la persona es capaz de «crear y aprender las formas de expresión que nos permiten tratar las emociones de manera que no sólo no sean perjudiciales para uno mismo y para otros, sino que sean manifestaciones concretas de los valores fundamentales de la vida humana»16.

1.4.3.- Los afectos en el camino espiritual

Los afectos modelan los distintos modos de oración.

Una propuesta ignaciana de rezar con la Palabra de Dios: “sencilla estructura de las contemplaciones”:

1. Ruptura de nivel EE [75]: EE [78.79] en un ambiente adecuado; 2. Oración preparatoria EE[46]: “Pedir gracia a Dios nuestro

Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”;

3. Composición viendo el lugar EE[47]: sentidos espirituales (de los que hablaron Orígenes, Agustín, Buenaventura, Rahner, Balthasar);

4. Demandar lo que quiero y deseo EE[48] según la materia a contemplar;

5. Contemplación: dejar “reflectir” el misterio que se contempla; “todos llevamos los reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto, cada día con mayor resplandor, y nos vamos

16 IMODA, F, Sviluppo umano. Psicologia e mistero, Casale Monferrato (Al), Piemme, 1993, 167.

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transformando en imagen suya, pues él es el Señor del espíritu” (2 Cor 3,18);

6. Coloquio EE [53.54], como un amigo habla con su amigo. El “triple coloquio” EE[63] con María, con el Hijo y con el Padre;

7. Mirar, por un cuarto de hora, cómo me ha ido en el ejercicio EE [77].

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1.4.4.- Desarrollo afectivo desde el punto de vista psicológico

Las emociones y los sentimientos tienen su propia lógica interna y se desarrollan en estrecha conexión con la personalidad, en particular, dependen de la percepción de uno mismo, de los demás y del entorno17.

El nacimiento biológico y el psicológico del ser humano no coindicen.

El concepto de "cohesión de uno mismo" (utilizado por Kohut) indica la fuerza, la integridad y consistencia de la experiencia de uno mismo; depende principalmente de la calidad de la relación vivida con los padres18.

El ser humano crece en tensión, con el hábito de superar obstáculos; si estos son acordes con sus capacidades y etapas de crecimiento, habrá un desarrollo sano y armonioso, en el que el niño aprende a adquirir un sentido propio de la realidad y de estimación de sí mismo.

17 Cfr A. BISSI, Maturità umana, cammino di trascendenza, Casale Monferrato (Al), Piemme, 1991, 66 s. 18 H. KOHUT - E. S. WOLF, «Profilo riassuntivo dei disturbi del Sé e del loro trattamento», in H. KOHUT, La ricerca del Sé, Torino, Boringhieri, 1982, 178 s. Cfr SIANI R., La Psicologia del Sé, Torino, Boringhieri, 1992, 83s; PELANDA E., Modelli di sviluppo in psicanalisi, Milano, Raffaello Cortina, 1995,302-305; GABBARD G. O, Psichiatria psicodinamica, Milano, Raffaello Cortina, 1996,48-52.

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Bibliografía del capítulo I

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CAPÍTULO IIOBSTÁCULOS A LA MADUREZ DE LA

EXPERIENCIA DE FE

Somos conscientes de nuestros errores sólo cuando nos hemos alejado de ellos (E. Bloch)

2.1.- La complejidad de la psique humana

Una primera aplicación nos lleva a reconocer tres polaridades en la relación entre la dinámica psíquica y la vida de fe, tres componentes diferentes de la psique humana en la experiencia de la fe:

(1º) La polaridad virtud-pecado.

(2º) La polaridad el bien real y el bien aparente.

(3º) La polaridad normalidad-patología.

El punto de convergencia entre estas diferentes realidades es campo de lo que se ha llamado la "segunda dimensión", un conflicto, complejo e íntimo, entre los valores proclamados, actitudes y afectividad19. Son «las zonas de increencia» que crecen entre nosotros.

Animados por la convicción de que no se ha rechazado la propuesta del Señor, se vive con la doble vida frente a los ideales proclamados y aquellos por los que realmente se decide (cfr Mt 21,28-31). Dice Benedicto XVI en Porta Fidei, n.1: se cruza el umbral de la ‘puerta de la fe’ ( Hch 14,27) “cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que trasforma”. Y esto es un camino que dura toda la vida y comienza en la bautismo (cfr Rom 6,3-14).

Señalemos algunas conclusiones:

1º) Un cambio radical frente a las apariencias (cfr Mt 21,31-32): « La salvación no viene dada por la perfecta conformidad con la práctica de la palabra: el único camino de salvación es, por el contrario, la capacidad de cambiar de opinión, el coraje de contradecirse: es el arrepentimiento que debe ocurrir por lo menos ‘al final’, que debe convertirse en el fuente de inspiración para la decisión final»20.

19 Cfr L. RULLA - F. IMODA - J. RlDICK, «La seconda dimensione come la dimensione dimenticata», in ID., Antropologia della vocazione cristiana, voi. 2: Conferme esistenziali, Casale Monferrato [Al], Piemme, 1986, 269 s.20 A. Mello, Evangelo secondo Matteo, Magnano (Bi), Qiqajon, 1995, 377.

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(2º) Se requiere superar la identificación de la persona con las funciones que ejerce, las posesiones que acumula y las acciones que realiza.

(3º) Una distinción acerca de la libertad de querer (Lonergan)21: will, willing y willingness.

(4º) De ahí la importancia de una formación adecuada de los formadores y educadores.

2.2.- Algunos signos de inmadurez que pueden influir religiosamente

Aspectos psicológicos negativos que afectan a la experiencia de la fe.

2.2.1.- Reacciones exageradas

Explosiones de ira y desproporcionadas respuestas emocionales (también puede permanecer ocultas en el interior de la persona). Entre las causas, podemos citar: heridas profundas, recuerdos del pasado o transfert en las relaciones.

2.2.2. Precario sentido de la realidad

Que se puede ver en varios aspectos: en un intento simbólico y mágico para alcanzar la perfección y la

pureza de sí mismo; en las valoraciones en las que están presentes elementos

primitivos desde el punto de vista cognitivo; en la rigidez con la que tratamos de entender un evento, es decir,

la persona se hace preguntas no adecuadas a la complejidad de la situación que la desafía;

en el descontento permanente: falta una actitud de gratitud hacia la realidad: envidia (mientras en Hech 11,23-24 se da el polo opuesto); tristeza que hace a la persona más infeliz y se manifiesta en las relaciones de modo amargo y punzante; una herida en la estima de uno mismo.

2.2.3. La incapacidad para hacer frente a las dificultades inesperadas con sentido del humor

El humor es la capacidad de ver el mundo y la vida de forma alternativa, es expresión de buena salud psíquica y de gran importancia en la vida espiritual.

Humor, inteligencia y humildad están fuertemente relacionados.

21 Cfr LONERGAN B. J. E, Insight. Uno studio del comprendere umano, Roma, Città Nuova, 2007.

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La incapacidad para entender y expresar el humor es un problema del desarrollo cognitivo, por lo que el juego verbal con sentido de humor se considera un ataque a la dignidad de la persona.

El humor es un ingrediente importante para el equilibrio y la eficacia apostólica.

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2.2.4. La falta de autocontrol

No saber cómo hacer frente a situaciones de conflicto (que de hecho pueden afectar a las opciones tomadas o que pueden derivar en regresiones peligrosas); la acentuación de una ‘grandiosidad’ personal; la pérdida de todos los detalles de la realidad…

2.2.5. El pensamento mágico

2.2.6. Los afectos ‘negados’ (ira, tristeza, miedo)

(1º) Distinguir qué es la agresividad: una caja de resonancia afectiva que dura en el tiempo.

La responsabilidad no reside en la pasión, sino en la dirección que se asigna. La ira puede dar fortaleza, energía… o arruinar la salud, así como ‘envenenar’ a la persona. El problema de la represión de la agresividad.

La ira es una señal de alarma y se requiere un camino de reconciliación con la agresividad, esto es, ir a la raíz de la misma, a las necesidades profundas que siguen sin ser atendidas (“Auto apropiación” y el “focusing”22).

(2º) La tristeza y la vida espiritual

Tenemos que distinguir tres humores que provocan "estar mal": la aridez o sequedad; la indolencia o pereza espiritual; la depresión.

Vivir momentos de tristeza (como la sequedad o pereza) pueden ser un pronóstico favorable para las personas. Por eso, atención a las personas que nunca sienten tristeza, ansiedad, vergüenza, el miedo, culpa…

La vida cristiana no es la felicidad imperturbable: (cfr S. Juan de la Cruz; Teresa di Calcuta; S. Teresa di Lisieux; Job; Jeremías; Jesús mismo en Mt 26,38).

(3º) Los miles de rostros del miedo

El miedo se manifiesta en nuestras decisiones, pero especialmente en nuestras no-decisiones. Por otra parte, el miedo advierte de los peligros, una señal de advertencia rápida y poderosa.

Necesitamos un camino espiritual para tranquilizar el corazón asustadizo porque estamos en las manos de Dios: el número de nuestros cabellos (cfr 1 Sam 14,15; 2 Sam 14,11; 1 Re 1,52; Lc 21,18;

22 Cfr E. T. GENDIN, Focusing. Interrogare il corpo per cambiare la psyche, Astrolabio, Toma, 2001, pp. 62-76..

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At 27, 34): Jesús llama a sus discípulos amigos, la garantía del amor personal

de Jesús, quien los acompañará hasta la muerte. En Gen 2,4b-25. Al llegar el momento de la creación del hombre, la

Palabra creadora (Dios) puso Él mismo las manos, nos configuró por dentro y por fuera. Dios nos hizo, en palabras de Ireneo, no de barro sino de “polvo” (tierra = adamá -, en expresión del Génesis) que necesita del agua (Espíritu) para dar consistencia. Estamos configurados según Cristo en el Espíritu Santo. Cfr. metáfora bíblica del alfarero: Is 29, 16; 45, 9; 64,7; Jer 18,1-6; 19,1-13; Ecle 33,13; Sab 12,12; 15,7; Rom 9,20-21).

La herejía emocional coincide con la falta de esperanza (pensar que este mundo no hay quien lo arregle, pensar que uno mismo es un desastre y que no tiene solución...). La razón de la confianza en la vida está en la fe: significa aceptar la realidad, que no es percibida como constante amenaza: "así será mi Palabra: no volverá de vacío" (Is 55). La confianza es como una energía que nos hace esperar que las cosas saldrán adelante, que hay horizonte, que la vida merece la pena: «Y es que la fe no corre peligro con la interpretación equivocada del dogma [fe] ni con un comportamiento moral deficiente [caridad], sino que, ateniéndonos a la experiencia general, el peligro mayor deriva sobre todo del derrotismo religioso, que no otorga a esa fe energía alguna capaz de configurar la vida y el futuro, a la vez que lo desconcierta en forma de crisis de confianza [esperanza]. Cuando lo que debería encontrarse en la fe es un impulso inagotable al coraje, un motivo de seguridad y alegría y, en buena medida, también un estímulo a la auto-comunicación dialógica y operativa, es una paralización la que afecta a los corazones de los hombres, mientras que un triste velo gris parece caer sobre toda la realidad de su vida. Palabras como el carácter victorioso de la fe o su fuerza superadora de miedos y angustias suenan casi como términos extraños en ese paisaje»23.

El poder del miedo es lo que hemos decidido darle al mismo miedo. En contraste, Rm 8,35-39; Ef 1,3-14.

La seguridad se convierte en el supremo criterio de la vida: por un lado, vivimos en situaciones de prosperidad sin precedentes; por otro, prolifera el miedo que comporta una serie de expresiones.

En la Biblia, un hombre sin riesgo está muerto en términos de vida interior y espiritual. El riesgo es esencial para la fe. Hay episodios de la Biblia donde se muestra la seguridad y el miedo, dos extremos que se tocan: Gn 12,1-6; capítulo 2 de la carta a los Hebreos; 1 Sam 17,4-11.

23 E. BISER, Pronóstico de la fe. Orientación para la época postsecularizada, Herder, Barcelona 1994.

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La importancia de la fortaleza: el coraje en la vida espiritual y moral. Presupone, a su vez, la vulnerabilidad; la experiencia de entrar en la realidad; nutrir el deseo; reconocer la presencia del Otro, presencia benévola en la vida ("temor de Dios").

El coraje y el miedo no son incompatibles.

El apoyo de la comunidad eclesial: "Anímense unos a otros" (2 Corintios 13:11)24: la comunidad cristiana entendida ante todo como un lugar, casa 25; donde somos liberados de los miedos y donde cada uno recibe los ‘honores debidos’, es decir, el honor, la estima, el aprecio; somos «peregrinos» y «conversos»; lugar de relaciones fraternas y no significa ausencia de límites y defectos (cfr 1 Cor 5,1-2; 11, 20-22).

2.3.- La madurez de la experiencia espiritual

Según A. Vergote, una experiencia espiritual madura significa:

(1º) Integrada entre el deseo y límite, en el sentido de que esta dialéctica es reconocida y aceptada.

«Espacio intermedio»: la capacidad de distanciarse de su propia experiencia. Verdad es: “la apropiación existencial, en el fondo siempre ante Dios, de los límites de la existencia y las esperanzas que en ellos se anuncian” (M. García-Baró). Algunos ejemplos: el examen de conciencia, realizado cada jornada, constituye un

instrumento privilegiado para profundizar en el discernimiento. Un rato cada día en el que reconocer la gratuidad de Dios, para agradecerla; en el que depositar en las manos de Dios, de forma confiada, las preocupaciones e inquietudes que nos apuran; y en el que caer en la cuenta del daño causado para pedir perdón por él. Ese ejercicio cotidiano, sencillo y breve va esponjando el corazón y haciéndolo más sensible a la acción de Dios en nuestras vidas);

el contacto asiduo con la Palabra de Dios; el ejemplo de la vida de los santos; el acompañamiento

Convivir con las propias debilidades.

(2º) Selectiva y en relación:

La persona sabe cómo tomar decisiones y sacrificios; sabe cómo afrontar y reconocer la dimensión comunitaria de la experiencia de la fe; es capaz de estabilidad y persistencia; presenta una espiritualidad de tipo contemplativo y ascética.

24 Cfr G.C. PAGAZZI, C'è posto per tutti. Legami fraterni, paura e fede, Vita e Pensiero, Milano 2008.25 Cfr G.C.PAGAZZI, Sentirsi a casa. Abitare il mondo da figli, EDB, Bologna 2011.

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(3º) Absoluta, porque comprende todos los aspectos de la vida:

La claridad y honestidad de la propuesta religiosa26. La importancia para la “reforma de vida” (expresión de S. Ignacio de Loyola en su EE [189] para aquellos que ya han hecho elección de vida). Significa adquirir un hábito permanente de converso, de elección y reelección de Dios como nuestro principio y fundamento.

(4º) Entre presencia y ausencia: Aspecto de la lucha y de la tensión propia de la experiencia religiosa auténtica.

26 Per la trattazione specifica di questi argomenti cfr G. CUCCI, Il sapore della vita. La dimensione corporea dell'esperienza spirituale, Assisi (Pg), Cittadella, 2009, soprattutto cap. I.

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Bibliografía del capítulo II

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CAPÍTULO IIILA MATUREZ DE LA EXPERIENCIA DE FE:

ASPECTOS ESPIRITUALES

3.1.- Una nueva gramática de la fe

Bajo el impulso de la convocación del Año de la fe, vivimos un momento privilegiado para comprender y profundizar nuestra fe en un contexto cultural que está en cambio. La fe no cambia en su contenido esencial, pero sí lo hacen las personas creyentes y el marco donde esa fe ha de ser nuevamente confesada y comprendida. En esta situación necesitamos una nueva gramática de la fe construida desde lo esencial de la vida cristiana.

Los jóvenes deben encontrar en el Evangelio la respuesta verdadera a sus anhelos más profundos en un escenario histórico y eclesial complejo y en continua transformación. La Iglesia debe discernir qué modos de evangelización y qué acciones pueden tener mayor éxito entre los jóvenes27.

La expresión «Nueva Evangelización» (NE) ya no es tan nueva28: Han pasado más de treinta años desde esta primera formulación:

1) Juan Pablo II en 1979: «Donde surge la cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de la salvación del hombre mediante el amor... La nueva cruz de madera ha surgido no lejos de aquí, exactamente durante las celebraciones del milenario. Con ella hemos recibido una señal: que en el umbral del nuevo milenio –en esta nueva época, en las nuevas condiciones de vida– vuelve a ser anunciado el Evangelio. Se ha dado comienzo a una nueva

27 En la actualidad no es posible distinguir con tanta nitidez entre el primer anuncio del Evangelio y la nueva evangelización de los ya bautizados. El paisaje religioso se ha transformado radicalmente incluso en países en los que la Iglesia se encuentra presente desde tiempos antiguos.28 Pues no es la primera vez en la historia que se lanza una nueva evangelización. En tiempos difíciles siempre la ha habido: Bernardo de Claraval (+1179) desencadenó con sus homilías una ola de entusiasmo en toda Europa; Francisco de Asís (+1226) salvó a la Iglesia con sus homilías penitenciales; después de la crisis ocasionada por la Reforma, Pedro Canisio (+1597) se distinguió como segundo apóstol de Alemania; Felipe Neri (+1595), con su alegre y desenfadado apostolado en las calles y con los golfillos, es considerado el segundo apóstol de Roma; Alfonso María de Ligorio (+1787) fundó la congregación de los redentoristas, cuya principal tarea eran las misiones populares; Vicente Pallotti (+1850) fue uno de los primeros en fomentar el apostolado de los laicos; Juan María Vianney (+1859), el cura de Ars, renovó como sencillo párroco de pueblo una parroquia venida a menos; Don Bosco (+1888) fue un genio de la pastoral juvenil; y su amigo Don Luigi Orione (+1940) fue el primero en organizar la misión del extrarradio de Roma. Tampoco faltan mujeres santas que en su época se comprometieron con la nueva evangelización: Hildegarda de Bingen (+1179) fue la primera monja en predicar en público en Maguncia, Wurzburgo, Bamberg, Tréveris, Metz y Bonn; Catalina de Siena (+1380), aunque era muy joven e intervenir en público resultaba a la sazón insólito para una mujer, suplicó al papa que regresara de Aviñón a Roma. Ninguna de las dos se mordía la lengua. Y no podemos olvidar tampoco a la madre Teresa de Calcuta (+1997) como misionera del amor. Son solo unos cuantos ejemplos.

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evangelización, como si se tratara de un segundo anuncio, aunque en realidad es siempre el mismo»29.

2) El papa Wojtyla en las celebraciones del V Centenario de la evangelización de América y al episcopado europeo en 1985. En su encíclica Redemptoris missio.

3) 2010, el papa Benedicto XVI instituyó un nuevo dicasterio: el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

4) Este año 2012: la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, y la apertura del “Año de la fe” con motivo del 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II.

¿Qué significa la Nueva Evangelización?: “La puesta en marcha de caminos de discernimiento de los cambios que están afectando la vida cristiana en varios contextos culturales y sociales” (Lineamenta, nº 5):

No se trata de programar, se trata de discernir. Pide de nosotros “dedicar momentos y ocasiones de escucha y de confrontación recíproca, para que se mantenga en un nivel alto de calidad el ejercicio del discernimiento exigido por la acción evangelizadora, que, como Iglesia, estamos llamados a vivir” (Lineamenta, nº 4).

Sin discernimiento la evangelización queda en inercias, rutinas y mera programación de actividades: «hoy el “business as usual” ya no es válido. Como algunas Iglesias locales se empeñaron en afirmar, es tiempo que la Iglesia llame a las propias comunidades cristianas a una conversión pastoral, en sentido misionero, de sus acciones y de sus estructuras» (Lineamenta, nº 10). La unilateral horizontalización de la Iglesia y el oscurecimiento de Dios por parte del «personal de tierra» es con frecuencia la causa de que la gente no pueda percibir a Dios en la Iglesia.

Se necesita libertad interior - «indiferencia» dirá Ignacio de Loyola.

Benedicto XVI en su Carta Apostólica en Forma de Mutu Proprio Porta Fidei (donde convoca al año de la fe) ilumina, de alguna manera dos cuestiones sobre el proceso de transmisión de la fe:

(1º) Las cuestiones metodológicas.

(2º) El paradigma evangelizador (y los presupuestos teológicos y antropológicos que los nutren):

Hemos ofrecido un “cristianismo de tareas”, es decir, ha primado la eficacia del Amor y olvidado la gratuidad: “Las propuestas eclesiales a favor de la comunicación de la fe encuentran su caldo de cultivo preferencialmente en los escenarios de la inteligencia

29 Cf. JUAN PABLO II, «Homilía durante la Misa en el Santuario de la S. Cruz», Mogila (9 de junio de 1979): AAS 71 (1979), 865. Versión española en L’Osservatore Romano [ed. española, 24 de junio de 1979], 6. Citado en La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Lineamenta, febrero 2011, 5 (citado en adelante como Lineamenta)

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(la doctrina), del ethos (la ética), de la práctica (el compromiso) y de la pertenencia comunitaria (la eclesialidad) de la fe. Sin embargo, no terminan de encontrar su sitio en el de la unión cognitiva con Dios (la mística)”30.

¿Cuál es el motivo por el que el Papa invita al año de la fe?: Redescubrir la unidad es indisoluble entre el contenido y el acto de la fe. Así lo expresa en Porta fidei: “redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (nº2); “ introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe” (nº4); “redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida e rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año” (nº9).

En otras palabras, la boca y el corazón van unidos: confesar, proclamar (homologéin ) que Jesús es el Señor, que Dios ha obrado en Él y con Él resucitándolo de entre los muertos… y creer (pisteúein ), acto de fe, va unidos (cfr. Rom 10,9-10).

Todo comenzó con un encuentro31: En la primera Encíclica, “Deus Caritas est” Benedicto XVI dice: “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”32. Benedicto XVI afirma que “llegar a ser cristianos es un proceso pasivo”33 (cfr Jn 20, 10-18; Juan 20, 19-22; Juan 20, 24-29; Lc 24, 13-35).

¿Por qué unir la NE con el mundo juvenil? Juan Pablo II en 1985 se dirigió a los obispos europeos para estimular la evangelización en la vieja cristiandad e instituyó oficialmente la Jornada Mundial de la Juventud (que se celebraría por primera vez en Roma en 1986).

3.2- La necesidad de una formación integrada

La importancia de una específica atención educativa y formativa, ya desde el Concilio Vaticano II (GS 62; PC 12).

Salvada la gratuidad y el misterio de la acción del Espíritu, a nivel psicológico es posible individuar predisposiciones de fondo que

30 F. J. VITORIA, Dilatar el umbral de la fe. La mistagogía de la experiencia, en “Iglesia viva” (2007) 231, 36.31 “Todo comenzó con un encuentro. Unos hombres –judíos de lengua aramea y quizá también griega- entraron en contacto con Jesús de Nazaret y se quedaron con él. Aquel encuentro y todo lo sucedido en la vida y en torno a la muerte de Jesús hizo que su vida adquiriera sentido nuevo y un nuevo significado. Se sintieron renovados y comprendidos, y esta nueva identidad personal se tradujo en una solidaridad análoga con los demás, con el prójimo. El cambio de rumbo de sus vidas fue fruto de su encuentro con Jesús (…) No fue resultado de su iniciativa personal, sino algo que les sobrevino desde fuera.” (E. SCHILLEBEECKX, Cristo y los cristianos. Gracia y liberación, Madrid, Cristiandad, 1982, 13).32 BENEDICTO XVI, Carta encíclica Deus Caritas est (25.12.2005), nº 1.33 BENEDICTO XVI, Audiencia general del 10 de diciembre de 2008.

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facilitan la apertura a la gracia de Dios, aunque esas no constituyen ciertamente la causa.

Podemos constatar, por una parte, personas psicológicamente maduras que deciden no confiarse a Dios; por otra, personas con una estructura psíquica frágil che han vivido en plenitud su relación con Dios. Conclusión: la santidad de una vida no puede ser comprendida en base a la salud física, afectiva o psicológica; atención al peligro de identificar las dinámicas psicológicas con la vocación.

Los elementos de inmadurez pueden limitar la eficacia apostólica.

El verdadero enemigo de la gracia es dado, sobre todo, por las así llamadas consistencias defensivas, es decir, valores proclamados - incluso con convicción- pero, de hecho, alimentan necesidades contrarias a la propuesta de vida evangélica.

La importancia del encuentro entre el intelecto, los afectos y la voluntad a propósito de la experiencia de la fe. El corazón en la Biblia designa la sede de las fuerzas vitales.

La misión más importante del acompañante no es tanto poner en evidencia las carencias de la persona, sino hacer notar la potencialidad en crecimiento: Sana aceptación de uno mismo, Dios me ha plasmado así (Sab

11,21-26; 12,1-2.16-18). Adecuada relación entre la autoestima y las aspiraciones de

fondo: atención a concebir la vida en clave de ‘competición’ y a valorarse según los propios méritos (Mt 20,1-16; Lc 14, 7-11; Lc 18,6-14).

Si el hombre puede ser considerado espontáneamente religioso, no se puede decir que sea igualmente cristiano: «No obstante los esfuerzos de una catequesis renovada, la gran masa de los padres, aun siendo cristianos, continúan a usar a Dios de este modo: por una parte, castigador de los malos, por otra, Papá Noel: estos roles, que se adecúan mal al Dios de los Evangelios, contribuyen (con una multitudes diablos y ángeles custodios) a transmitir elementos de un cristianismo que es necesario llamar por fuerza folklórico [...]. En este punto, la resistencia a una especificidad del Dios cristiano es y conti-nuará a ser muy fuerte »34.

3.3.- La importancia de las relaciones sanas

3.3.1.- Cristianismo, «la religión del como»

La persona aprende su vocación auténtica, una llamada a la vida y al amor, que exige salir de sí mismo para encontrar al otro: «no es

34 A. GODIN, Psicologia delle esperienze religiose, Brescia, Queriniana, 1993, 27 s.

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bueno que el hombre esté solo» (Gn 2,18).

En la Ultima Cena el Señor ofrece al discípulo un nuevo modo di relacionarse con el otro.

El cristianismo puede ser definido «la religión del como», porque su elemento peculiar no se limita a mostrar la importancia del amor. Más bien, es el amor ‘como’ Cristo lo ha vivido concretamente, expresión del amor que el Padre tiene por el ser humano hasta dar la vida.

3.3.2.- La amistad en la vida espiritual

Las dos formas más significativas de relación son la amistad y amor esponsal.

+ Amar es ver, donde hay amor hay ojos - Ubi amor ubi oculos – ( Ricardo de San Víctor). El amor no es ciego, ve más; oye lo que va bien en el amor y de lo que no va bien. Por eso la mística cristiana, escuela de amor sin igual, es siempre una mística de la lucidez máxima en todos los órdenes (racional, afectivo, práctico…)

+ La amistad: es un bien precioso para todos (Sir 6,14-16). Aeiredo de Rielvaux:

“En las cosas humanas, en efecto, no podemos desear algo más santo, nada puede ser más útil, nada es más difícil de encontrar, nada se puede experimentar más dulce, ningún fruto más rico. La amistad lleva en si sus frutos en la vida presente y en la futura [...]. Un hombre sin amigos es una bestia, porque no hay quien se alegre con él cuando las cosas le van bien, o comparta su tristeza en los momentos de dolor; le falta uno con quien desahogarse cuando la mente está angustiada por cualquier preocupación, o alguno con quien poder comunicar alguna intuición genial o más luminosa que de ordinario. Ay de aquel que está solo, porque si cae no hay quien le levante. Se encuentra en la soledad total aquel que no tiene amigos [...]. Un amigo, dice el Sabio, es una medicina para la vida (Sir 6,16)... No existe, de hecho, en todo lo que puede sucedernos en la vida, medicina mejor, más válida y más eficaz para nuestra heridas, que tener un amigo que venga a compartir con nosotros los momentos de sufrimiento y los momentos de alegría, espalda contra espalda, come dice el Apóstol, llevando los unos el peso de los otros (Gal 6,2), mejor dicho, uno soporta más fácilmente los propios males que los de la amigo... La amistad, por tanto, es la gloria de quien es rico, la patria di quien está en el exilio, la riqueza de quien pobre, la medicina di quien está enfermo, la vita di quien está muerto, la gracia de quien está sano, la fuerza de quien es débil, el premio di quien es fuerte...”35;

introduce el color en la vida de las relaciones; ayuda a ser más libres interiormente;

35 AELREDO DÌ RIELVAUX, L'amicizia spirituale, II, 9-14, Paoline, Milano 1999, 136- 138.

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es una manera di hacer experiencia del amor de Dios; una ayuda preciosa para vivir los valores evangélicos. Juan Pablo II insistió en las “relaciones de serena amistad y de profunda fraternidad” para aquellos que viven el celibato. Igualmente, el consagrado tampoco es llamado a la soledad sino a la plenitud del amor: «A la vista del compromiso del celibato, la madurez afectiva ha de saber incluir, dentro de las relaciones humanas de serena amistad y profunda fraternidad, un gran amor, vivo y personal, a Jesucristo. [...] Puesto que el carisma del celibato, aun cuando es auténtico y probado, deja intactas las inclinaciones de la afectividad y los impulsos del instinto, los candidatos al sacerdocio necesitan una madurez afectiva que capacite a la prudencia, a la renuncia a todo lo que pueda ponerla en peligro, a la vigilancia sobre el cuerpo y el espíritu, a la estima y respeto en las relaciones interpersonales con hombres y mujeres. Una ayuda valiosa podrá hallarse en una adecuada educación para la verdadera amistad, a semejanza de los vínculos de afecto fraterno que Cristo mismo vivió en su vida»36.

La capacidad de amar es la progresiva disposición atenta a reconocer el bien del otro. Es una modalidad de un don.

Algunos signos reveladores de no-amistad, es decir que llevan a una relación que no ayuda a crecer.

3.3.3.- La castidad como signo de la libertad afectiva

La castidad no se refiere solo a quien ha hecho opción de virginidad. La castidad es la capacidad de vivir relaciones bajo la consideración del respeto, el don de sí mismo y de la no posesión. Existe una dimensión de castidad en todo estado de vida: la castidad consiste en la capacidad de vivir la afectividad como un don.

El celibato no es lo mismo que la virtud de la virginidad. La ley del celibato sacerdotal: “Los clérigos está obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato, que es un don peculiar de Dios, mediante el cual los ministros sagrados pueden unirse más fielmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres” (Código Derecho Canónico, 277 § I). El celibato es la oferta di un espacio sagrado particular a Dios que, como el jardín de Gn 2, viene custodiado y cultivado para poder vivir en comunión con Él y los otros.

36 Giovanni Paolo II, Esortazione apostolica Pastores dabo vobis, cit., n. 44. La mismo subraya Th. RADCLIFFE, quien fue Superior general de los dominicos, en su carta sobre la afectividad en la vida religiosa: «Como nunca antes, tenemos necesidad de nuestros amigos, hermanos y hermanas, que ejerzan su fe en nostro cuando no podemos más, para que en este desierto podamos encontrar al Señor de la vida» («La promessa di vita», in ID. Cantate un canto nuovo, Bologna, Edb, 2001, 136).

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Una gran afinidad entre humildad y castidad: podemos ser puros como ángeles, mas orgullosos como demonios.

La sexualidad humana no se puede reducir al principio estímulo-respuesta. La sexualidad (entendida como genialidad) puede ser manifestación privilegiada del afecto, pero no necesariamente: el caso de la vida consagrada y del celibato.

Esta separación entre estímulo y gratificación inmediata («intervalo»37) desmiente la teoría del determinismo de los impulsos, la visión estímulo-respuesta.

Si la castidad no es concebida como capacidad de vivir la afectividad como don se pone en crisis el celibato y el matrimonio.

Incluso a la base de muchas formas de dependencia (p.e., internet) se descubre casi siempre una pobreza de relaciones afectivas reales y una baja estima de sí, que se reflejan en la incapacidad de estar satisfecho con la propia vida.

La crisis vocacional, aun presentando una componente sexual, tiene que ver frecuentemente con ámbitos más amplios.

La formación para la madurez afectiva para los candidatos a la vita sacerdotal y religiosa viene expresada en los documentos de la Iglesia: Gaudium et spes (n.62) e Perfectae Caritatis (n.12) del Concilio Vaticano II; Encíclica Sacerdotalis Coelibatus del 1967 (nn. 60.64); Código de derecho canónico (CIC can. 642); La vida fraterna en comunidad de 1994 (n.37); Direttive sulla formazione negli istituti religiosi (Potisssiumn istituzioni 1990, n.43); Orientamenti per l’utilizzo delle competenze psicologiche del 2008 (nn. 4 e 15); Pastores davo vobis de 1992 (n.43); Nuevas vocaciones para una nueva Europa (n.37); Vita consacrata del 1996 (nn.65.66).

3.4.- La madurez afectiva del acompañante

(1º) La ‘trasparencia’ y la ‘docilidad’ expresada más arriba se exigen, por mayor razón, en quien llamado a acompañar a una persona en el camino de fe.

(2º) El acompañante espiritual es un instrumento, dócil al Espíritu. Es muy importante el “encuadre” del acompañamiento porque marca el estilo o modalidad del acompañamiento para evitar signos reveladores de la falta de «espacio intermedio» como, por ejemplo, obrar por preferencias y favoritismos; atar el acompañado a la propia persona del acompañante; no reconocer que existen modalidades de vivir la relación con Dios de manera diferentes a la propia del acompañante (Lc 6,39-40); acompañar con excesivo autoritarismo o

37 Cfr A. GODIN, Psicologia delle esperienze religiose, Brescia, Morcelliana, 1983, 174-177.

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directividad.

(3º) Encuentro con el joven en su profundidad:

actitud de escucha afectiva: escuchar "con el corazón" a la persona que está hablando. En los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35), Jesús pregunta a los dos hombres cuál es el motivo de su discusión. Verdaderos apóstoles son los que dan todo el tiempo necesario para la escucha con atención e interés sinceros. En ocasiones, nos acercamos a los jóvenes exhibiendo un exceso de seguridad, adelantando nuestras respuestas a preguntas que aún no se han hecho. Ofrezcamos estima y escucha afectuosa también a aquellos que se muestran menos dóciles y obsequiosos;

escuchar para clarificar el corazón, para educar el deseo. cuidar los afectos que entran en juego, que posibilitan o bloquean

el proceso del joven: ser consciente de lo que yo “despierto” en el acompañado, esto es, idealización, apegos, reclamos, rebeldías, ambivalencia afectiva; ser consciente de lo que el acompañado “despierta” en mí, por ejemplo, cariño, lástima, rechazo, cansancio, hastío, frustración, satisfacción; acompañar desde la autenticidad, es decir, vínculos consistentes, confiables, transparentes, definidos, fieles…

(4º) La evangelización implica la transformación de las interpretaciones básica de la realidad (elaboraciones culturales) con las que espontáneamente nos manejamos en la vida diaria y que la sociología de la vida cotidiana denomina “definiciones de la realidad”, “significados” (en palabras de Schillebeeckx).

En resumen, el “encuadre” que marca el estilo o modalidad del acompañamiento se resume en: ubicarse desde un vínculo empático y no desde el autoritarismo, la

acepción de personas o los paternalismos; desde una relación a-simétrica; con una actitud llena de respeto y confiabilidad; ofreciendo una atención personalizada, sistemática y agendada.

3.5.- La dimensión narrativa de la vita: un patrimonio olvidado

3.5.1.- Leer el libro de la propia vida

Para educar la experiencia de fe hemos privilegiado en la Iglesia la componente propia de la narración.

La narrativa es un modo de comunicación transcultural. Su importancia proviene del hecho de que, por medio de la narración, se llega más fácilmente a la comprensión de sí, de los demás, del mundo, de Dios. En ámbito cristiano pensamos en las narraciones de

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la Sagrada Escritura, de las “confesiones” de los místicos, de las hagiografías.

¿Por qué es importante la autobiografía? En la Famila Salesiana pensamos en el espíritu salesiano que se ha transmitido a través de la narración, especialmente por parte de Don Bosco; hoy “se forma narrando”.

El saber «sapiencial» en general (la fábula, el mito, el símbolo y la metáfora), incluso la misma problemática religiosa, continúa a ser valorados come saberes de «serie B» a los ojos de del homo tecnologicus.

Narrar significa recorrer los aspectos más significativos de la propia vida. La dimensión narrativa de la vida es una ayuda preciosa para reconocer los aspectos sapienciales de la existencia. En el ámbito de la fe, estamos llamados a una relectura de la propia vida, haciendo el «punto de la situación».

3.5.2.- La Palabra de Dios compromete la vida de su lector

La Palabra de Dios (siendo sobre todo narración, poesía, símbolo) toca las dimensiones fundamentales de la existencia.

Esta imagen ha encontrado en la Iglesia orante una rica y vital tradición, expresada en la lectio divina: escucha afectiva de la Palabra de Dios: «La Palabra de Dios no es un libro, una colección de escritos, es una semilla, algo que contiene la vida dentro y que desarrolla esta vida hasta crear el gran árbol del Reino. Germina por tanto en la historia como en la vida personal de toda persona, crece llenando la realidad de una nueva presencia, santifica porque nutre y da alimento a cuantos la reciben, e ilumina porque desvela el secreto de las cosas dotándoles de sabiduría y llevándolas a su cumplimiento último »38:

¿Qué dice el texto? Comprender la Palabra (Lectio): Leer despacio porque es como soplar las brasas, enciende más el fuego, te remite a más cosas, significados…es una lectura profunda;

¿Qué me dice el texto a mí/a nosotros? Acoger, actualizar la Palabra (Meditatio): Llegar al detalle, es una “consideración”, es la conexión de una cosas con otras;

¿Qué nos hace decir el texto a Dios? Responder, orar la Palabra (Oratio): San Benito decía: “sit brevi set pura”, es decir, breve pero con resonancia en mi vida;

¿Cómo cambia el texto mi/nuestra mirada? Practicar la Palabra (Actio): inspira mi vida. mueve a una forma de vida nueva.

Esta Palabra transforma el modo di pensar, ver, imaginar del lector. San Juan Crisostomo: «La causa de esta tibieza en la que se ha caído depende de no leer la Escritura en su integridad, depende de hacer una opción que parece más clara y útil sin tener en cuenta el resto.

38 E. BIANCHI, Pregare la parola, TORINO, GRIBAUDI, 1974, 19.

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Las herejías se han introducido por este modo de no querer leer toda la Escritura e de creer que existen en la Escritura partes importantes y partes secundarias»39.

3.5.3. El ejemplo de vida como impulso para la acción

En el mito, en la narración, en la fábula emergen con evidencia la realidad del mal (el elemento oscuro de la vida, el mal presente en cada uno de nosotros) y de la lucha que hay que sostener para que el bien triunfe.

De aquí la necesidad de ejemplos afectivamente atrayentes, capaces de ir más allá de la generalización o de la protesta estéril. Esto es fundamental para la experiencia de fe: el valor viene interiorizado a través de la transmisión por parte de una comunidad cristiana, mediante la imitación de personas buenas.

3.5.4.- La presencia de tradiciones sanas

La tradición puede ser definitiva como un patrimonio que las generaciones precedentes entregaron (traditio) al individuo para que pueda vivir, presentándoles puntos de referencia indispensables frente a las dificultades de la vida.

Muchas propuestas culturales de la edad moderna han perdido el significado de términos investigados en los últimos tres siglos: palabras como «virtud», «libertad», «justicia», «igualdad», «caridad», «piedad», «deber», «amor», «moral», «santidad». La reconstrucción de un vocabulario esencial de los valores propios de una tradición.

39 GIOVANNI CRISOSTOMO, S., Omelia su Priscilla e Aquila, in E. BIANCHI, Pregare la parola, Torino, Gribaudi, 1974, 10S.

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Bibliografía del capítulo III

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CAPÍTULO IVCRITERIOS PARA EL ACOMPAÑAMIENTO

VOCACIONAL

4.1. Discernimiento para la vocación (presbiteral) en la adolescencia

La adolescencia (11-18 años) es un estadio de fuerte proyectualidad de vida y que vivirla de un modo o de otro tiene no pocas consecuencias en la activación y éxito del sucesivo estadio adulto. Padres y no pocos educadores dudan de la actualidad de este periodo formativo.

La opción de la radicalidad cristiana: no hay distinción de edad.

¿En qué sentido podemos decir que Dios puede llamar al sacerdocio también a un adolescente? ¿De qué libertad puede disponer un adolescente?

Predisposiciones interiores para responder (willingness ).

4.2. Actitudes decisivas para el discernimiento vocacional

4.2.1. Una fe y una espiritualidad purificadas

La espiritualidad reubica el deseo en el proyecto de Dios. Existen distintos tipos de espiritualidades según la estructura de personalidad. Por eso, podemos encontrar los siguientes “rasgos” religiosos o “estilos” de relación con Dios que nos estarían indicando “inconsistencias humanas” que se proyectan en la espiritualidad: Religiosidad “sensitiva” Religiosidad “fusional” Religiosidad “evitativa” (defensiva) Religiosidad cargada de culpa Religiosidad del “deber ser”, apoyada en los propios méritos Religiosidad idealista Religiosidad ideológica y racional

Para que Dios sea “objeto de fe purificada”, hay que evaluar en la persona: si a partir de la experiencia espiritual, genera un vínculo afectivo-

teologal con Dios; si el encuentro interpersonal que se genera entre él y Dios le

posibilita hacer del amor el eje entorno al cual gira su vida; si la pastoral acapare su interés; si puede renunciar por el bien y felicidad de otros; si puede asumir la frustración a las propias expectativas;

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si la relación con Dios le permite integrar de manera positiva (sin patologías) la cruz de las luchas interiores;

si asume su realidad (límites y pecados) sin negarla o justificarla; En síntesis, debo evaluar si va adquiriendo, fruto de la relación

interpersonal con Dios, las cualidades humanas y evangélicas de Jesús, según el carisma salesiano. Para ello es importante que el joven entienda que el seguimiento de Jesús no consiste tanto en reproducir un rol, sino en adquirir una identidad: configurarse con Jesús.

4.2.2. El temor de Dios en la persona acompañada

El acompañante no puede evidentemente decidir si la persona tenga o no vocación; su misión es más bien reconocer y explicitar posibles elementos de madurez o de inmadurez, sea humana que spiritual, y que pueden facilitar u obstaculizar la dinámica del discernimiento vocacional.

En la vida espiritual es clave la capacidad de reconocer el mistero de Dios como una presencia no reducible a los propios modos de ver y evaluar. Es lo que la Biblia indica con el término «temor de Dio», el inicio de la sabiduría (cfr Sal 111,10; Pr 1,7; 9,10; 15,33; Sir 1,14; Gb 28,28), es decir, el mismo mundo de Dios.

El temor de Dios (literalmente «el respeto de Dio») es el justo sentido de la distancia, que no puede ser anulada, aunque la relación con Dios pueda ser vivida desde el afecto y desde la confianza (cfr Sal 130: “Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre”). La humildad es ‘matriz de toda virtud’ (Angelo de Foligno), “la respiración interior de cada una de las virtudes” (Jean-Louis Chrétien).

La ausencia del temor de Dios coincide con el ingreso del vicio («Abrahán le contestó: “Pensé que en este país no respetan a Dios y que me matarían por causa de mi mujer”, Gn 20,11); la vida se hace presa de miedos y soledad; la concepción narcisista de sí y de la vida40; la rigidez y la indisponibilidad para autocriticarse; el legalismo como modalidad de vida espiritual.

Es importante que la persona esté dispuesta a revisar la propia imagen de Dios. Considerar a Dios más intimo que mi propia intimidad: cfr Sal 138, 1-24, tan cercano que me envuelve con su amor, el Único que me conoce de verdad, el Único que me puede “prestar sus ojos” para que me vea como Él me ve. “Tú formaste mis entrañas (lit.: riñones), me tejiste en el vientre de mi madre” (v.13), soy un prodigio de tu amor; cfr Sal 102, 1-27, sabes de qué barro estamos plasmados (v.14); cfr Sal 33, 15.18-19.22, “Él modeló sus

40 Cfr B. STANDAERT, II timore dì Dio è il suo tesoro, Milano, Vita e Pensiero, 2006, 69.

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corazones y comprende todas sus acciones”. Somos más verdaderos cuanto más enraizados en la Vida Verdadera (cfr. Jn 15,1-17).

Los tiempos del Señor son ordinariamente largos, acompañados de particulares incidentes en el camino: patriarca José (cfr Gn 37,5-10; 45,4-11); Don Bosco…

4.2.2. Elemento discriminante: el deseo de conocerse y la voluntad de cambiar

«¿Qué buscáis?» (Jn 1,38), una pregunta que invita a clarificar el corazón, antes que iniciar el seguimiento de Cristo; «¿Quieres curarte?» (Jn 5,6). Conocimiento interno: que no pretende ser exhaustivo, sino sintético, afectivo y movilizador. Se requiere unir la vocación al proprio sistema de deseos y no a la satisfacción de los ‘deseos particulares’: la madre de los hijos del Zebedeo (Mt 20-23); "¿Deseáis marcharos también vosotros?" (Jn 6,67).

Jesús no forma a sus discípulos por ningún camino distinto de la oración, como especialmente acentúa Lucas: «Por aquel tiempo subió a una montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a los discípulos, eligió entre ellos a doce y los llamó apóstoles» (Lc 6,12-13). De noche, Jesús anticipó ya en la oración lo que luego de día realizaría en la vida. La vocación de los doce apóstoles nace de la noche de oración de Jesús, y la oración nocturna en la montaña es el «lugar interior de la vocación». También en la actualidad debe ser la oración el centro íntimo de toda animación vocacional, a fin de que no dejemos de ser conscientes de que no somos nosotros quienes ganamos personas para Cristo, sino que las recibimos de Dios.

4.2.3. La responsabilidad adulta

El fundamento de sentido capaz de resistir las tempestades de la vida (Mt 7,2427) y encontrar motivos para seguir viviendo. A veces, preferimos permanecer ‘bajo la tutela’ de otros: la sociedad, el destino, los padres, nuestras manías…

Una situación particularmente ambigua se crea cuando la persona se muestra pasiva, «es hermoso estar aquí» (Mc 9,5).

La inclinación y curiosidad por buscar las huellas de Dios en la realidad mundana y gestionarla a partir de esas huellas. Se trata de la willingness de María Magdalena frente al sepulcro vacío: «se han llevado a mi Señor…, dime donde lo han puesto y yo iré a recogerlo » (Jn 20,11-18).

4.2.4 Obediencia

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La parábola del sembrador (cfr Mc 4,1-8) reconoce cuatro posibles polaridades de resistencias: semilla-camino; semilla-piedras («Un día dichoso hace olvidar la desgracia, un día desgraciado hace olvidar la dicha; », Sir 11,25; « Cuando estás harto, acuérdate del hambre, y cuando seas rico, de la pobreza e indigencia», Sir 18,25; « No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo» Mt 7,21; Mt 25,1-13); semilla-espinas («Y todos los que quieran vivir religiosamente, como cristianos, sufrirán persecuciones» (2 Tm 3,12); el terreno bueno.

El modelo formativo hoy se centra el paradigma “integrativo humano-espiritual”. La vida consagrada es una invitación (vocación) del Espíritu a “configurarse con Cristo”, desde un espacio de referencia y pertenencia carismática concreta (Congregación Salesiana), con la finalidad de comprometerse totalmente al Reino (misión). Los tres pilares del modelo “integrativo humano-espiritual”:

1. Se arma desde un proceso teologal de configuración con Cristo y el Reino.2. La “tierra buena” = se sustenta en la madurez humana y moral del religioso: el formando es el responsable primero y principal de su formación, con actitud activa que requiere transparencia, confianza, autoconocimiento e idoneidad.3. Y en una identificación al carisma: con su vida interna y misión.

4.2.5 El riesgo de la decisión

La decisión por el Reino provoca una situación de lucha interior (“Ojalá aguantarais algún desatino a menudo. Sé que me aguantáis “, 2 Cor 11,1).

Maslow: « Tenemos miedo de nuestras posibilidad más altas»41.

El riesgo es el estilo de hacer no calculado y la disponibilidad para alcanzar un horizonte ligeramente superior respecto a las propias prestaciones.

Las tentaciones: dejarse llevar por el miedo de Dios, como el hombre de los

orígenes (cfr Gn 3). Un hombre incapaz de arriesgar es un hombre muerto: David y Goliat (cfr 1 Sam 17);

desatender la invitación a causa de motivaciones inspiradas en el “buen sentido”.

Algunos jóvenes en la búsqueda, amarrados a la seguridad, apagan el gusto por la vida (cfr 1 Sam 3,1-14; cfr Mt 19,22): «Es una lógica

41 A. MASLOW, «Neurosis as a failure of personal growth», in Humanitas, 1967, N.3, 163-166.

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que reduce el futuro a la elección de una profesión, a la situación económica o a la satisfacción sentimental-afectiva, dentro de horizontes que de hecho reducen la voluntad de libertad y las posibilidades de la persona a proyectos limitados, con la ilusión de ser libres. Son opciones sin ninguna apertura al misterio y al trascendente, y quizá también con escasa responsabilidad respecto a la vida, propia y ajena, de la vida recibida como don y para transmitir a otros. Es, en otras palabras, una sensibilidad y mentalidad que corren el peligro de diseñar una especie de cultura antivocacional […] Produce una inmensa pena encontrar jóvenes, incluso inteligentes y dotados, en los que parece haberse extinguido la voluntad de vivir, de creer en algo, de tender hacia objetivos grandes, de esperar en un mundo que puede llegar a ser mejor también gracias a su esfuerzo. Son jóvenes que parecen sentirse superfluos en el juego o en el drama de la vida, como dimisionarios en relación con ella, extraviados a lo largo de senderos truncados y aplanados en los niveles mínimos de la tensión vital. Sin vocación, pero también sin futuro, o con un futuro que, todo lo más, será una fotocopia del presente»42.

42 PONTIFICIA OPERA PER LE VOCAZIONI ECCLESIASTICHE, Nuove vocazioni per una nuova Europa, 8 diciembre 1997, N.11c.

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4.3. La crisis en el camino espiritual

4.3.1. La crisis, una realidad en la vida

Como aridez en la vida spiritual o como crisis de la “edad del medio”.

Tres tentaciones inadecuadas para hacer frente a esta crisis de la ‘edad del medio’.

4.3.2.- Una crisis que transfigura

Se requiere purificar los propios ideales de vida.

Jesús experimenta la crisis (1 Cor 11).

4.3.3. Recuperar el sentido de la gratuidad de la llamada

El cardenal Daneels, arzobispo de Bruselas, durante un encuentro con algunos responsables de las comunidades del Arca, decía: «Cuando regreso a casa después una larga jornada de trabajo, voy a la capilla y rezo. Digo al Señor: "Aquí estoy, acabada la jornada. Ahora, seamos serios, esta diócesis ¿es tuya o es mía?" El Señor dice: "¿Tú qué crees?" Y yo respondo: "Pienso que es tuya "Es verdad, dice el Señor, es mía". Y entonces digo: "Por tanto, Señor, te corresponde a ti tomar la responsabilidad de la diócesis y dirigirla. Ahora me voy a dormir "». Después añadía: «Este principio es válido tanto para los padres cuanto para el responsable de una diócesis…o de una comunidad. Debemos siempre recordar las palabras de Jesús a Pedro: "Apacienta mi rebaño"». Sí, la comunidad es esencialmente el rebaño de Jesús. Nosotros sólo somos sus instrumentos”43: La consideración de la realidad en términos de don, es decir, la

pregunta: ¿qué es lo que he recibido como don?, ¿qué puedo hacer con este don de Dios? Cfr Ex 19,4: “a vosotros os he llevado sobre las alas de águila y os he traído a mi”.

Relectura de mi vida personal como un don de Dios: toda existencia humana se puede mirar en la experiencia paradigmática del pueblo de Israel que hizo de su historia oración, alabanza, salmo (cfr Sal 135, 1-26: “porque es eterno su amor”). Podemos hacer de nuestra historia nuestro propio salmo. “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber” (Jn 4,10).

Capacidad de experiencia estética en situaciones favorables y también adversas: saber captar la belleza en sí misma incluso cuando no siento emotivamente - aqui y ahora – esta belleza para mi.

La asunción de un compromiso-deber, “como velas finlandesas”.

43 J. VANIER, La comunità luogo del perdono e della festa, Jaca Book, Milano 1995, pp. 238-239

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La primera tarea del educador debería ser la de estimular, en la lectura de la vida del acompañado, el sentido del misterio, la admiración, la imaginación, la gratitud fundamental por la experiencia de la fe: «Nos deleitamos cuando rezamos plegarias, porque la oración no sólo expresa la alegría, sino la completa, es el cumplimiento. No es sólo una cuestión de elogio que los amantes siguen diciendo lo hermosos que son, el placer no está completo hasta que se expresa»44. La capacidad de admiración y sorpresa nos abre a la vida, a no vivir fragmentariamente, da sentido de totalidad y globalidad: "¡Ahí va!, “Iré a ver esta maravilla” (Ex 3). No hace falta tenerlo todo controlado: la persona que no necesita tenerlo todo bajo control está abierta a la novedad, al cambio, sigue aquello que se sale de sus esquemas le suma en una inseguridad radical.

La gratitud es una lección muy valiosa: una contribución esencial para el equilibrio del interior de la persona: «Cuando más agradecidas son las personas, más expresan satisfacción en su vida [...] las personas agradecidas tienden a ser felices»45. La gratitud ofrece un rasgo de bondad de las cosas.

Experimentar la gratitud no sólo aumenta el propio estado anímico interior, sino que es esencial en la experiencia de la fe, porque la salvación es la gracia: San pablo recuerda que la impiedad propia de los últimos tiempos es la ingratitud (cfr 2 Tim 3, 2), mientras que invita a los que han conocido la caridad y la paz del Señor a agradecer, dando gracias a Dios por medio de Jesús (cfr Col 3,15.17); "Estén siempre alegres, oren sin cesar, dad gracias en todo; esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús hacia vosotros "(1 Tes 5,18). Por el contrario, vemos la amargura del episodio de los diez leprosos (cf. Lc 17, 12-19). La Eucaristia misma es “dar gracias”46.

La gratitud es fundamental para la perseverancia vocacional.

44 C. S. LEWIS, Reflection on the Psalms, NEW YORK, HARCOURT BRACE, 1958, 95.45 P. WATKINS, «GRATITUDE AND SUBJECTIVE WELL-BEING,», IN M. MCCULLOUGH - R. EMMONS (EDS.), The Psychology of Gratitude, NEW YORK, OXFORD UNIVERSITY PRESS, 2004, 169.172. CFR G. CUCCI, «LA GRATITUDINE, RADICE DEL BENESSERE», IN La Civiltà Cattolica IV (2008) 466-473.46 Cfr G. LAFONT, Eucaristia. Il pasto e la parola. Grandezza e forza dei simboli, Elledici, Leumann 2005.

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Anexo 1

El poder de los deseos(Javier Montes SJ)

Seguro que si ahora mismo nos preguntaran si tenemos algún deseo responderíamos sin dudar que sí. Y no uno, sino muchísimos. Basta escucharnos un poco por dentro para darnos cuenta de que, como dice mi compañero Adolfo, somos un puñadito de deseos.

Y, ¿qué pasa si los deseos se cumplen?. Lo fácil sería pensar que yo sería feliz si mis deseos se realizaran. Eso es lo que nos prometen muchos anuncios en los que los publicistas, con mucho arte, nos hacen creer que su producto cumplirá nuestros deseos. Incluso podríamos llegar a simplificar tanto que llegásemos a pensar que la vida consiste en cumplir deseos.

Si hacemos un poco de memoria, podemos caer en la cuenta de que no todos los deseos son iguales. Hay unos, que cuando se hacen realidad, tras un momento de euforia, nos dejan como antes. O puede ser peor si en seguida se ha instalado otro en nuestro interior y nos vemos como atrapados, con la sensación de que nunca nos quedamos satisfechos. Esos son los deseos que se alían con nuestra imagen, nuestros éxitos, el poder… son egoístas, porque soy yo quien está en el centro.

Pero hay otros deseos, que al realizarse, nos quedamos llenos, quizá sin mucho ruido y sin llamar la atención, pero dejan un poso de paz en nosotros y van dibujando una felicidad honda en nuestro corazón. Y curiosamente en estos deseos no somos nosotros los protagonistas, sino que el deseo apunta hacia los demás, y nos hace salir, darnos a la gente.

Es cierto que no podemos controlar nuestros deseos porque ellos van apareciendo sin pedir permiso. Pero lo que sí podemos

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hacer es ir distinguiendo con la práctica cuáles son con los que me busco a mí mismo y cuáles los que me llevan a los demás. Y así ir educando nuestra capacidad de desear para que no nos atrapen los deseos egoístas sino que podamos cumplir los que nos llevan a entregarnos generosamente.

Creo que es de las cosas más auténticas de los seres humanos el estar continuamente deseando. También me gusta pensar que Dios tiene deseos, y estoy seguro de que seremos más felices cuando nuestros deseos y los suyos vayan de la mano.

No me resisto a poner algo de lo más bonito que se ha escrito sobre los deseos: Nos hiciste Señor para Ti, y nuestro corazón permanecerá inquieto hasta que descanse en Ti. Estoy pensando que esta Navidadno diré a nadie “que se cumplan tus deseos”, sino que “tus deseos te lleven a Dios”.

Reflexiona… el árbol de los deseos

Hoy por hoy, ¿cuál son mis intereses vitales? ¿Qué me hace 'vibrar"? Es una llamada a tener o hacerme con un centro personal desde donde vivir. ¿Dónde, en qué ámbitos me dejo vivir, allí donde me siento que soy yo, respiro, nace lo mejor de mi...?

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Anexo 2

La lectura del goteo Escuchar y saborear el texto Hacer silencio, para una lectura personal… “¿Qué palabra o frase

me gusta o me impacta más?” Compartir creativamente la palabra o frase que más nos haya

gustado. Lo puede hacer no sólo con palabras, sino también con símbolos o representaciones.

Lc 15, 12-32

Jesús continuó: «Había un hombre que tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: "Dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y el padre repartió sus bienes entre los dos. El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después, se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. Fue a buscar trabajo, y se puso al servicio de un habitante del lugar que lo envió a su campo a cuidar cerdos. Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie le daba algo. Finalmente recapacitó y se dijo: ¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados.» Se levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó. Entonces el hijo le habló: «Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus servidores: «¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.» Y comenzaron la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile. Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. El le respondió: «Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.» El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. Pero él le contestó: «Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo, que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.» El padre le dijo: «Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.»

Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012

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Lc 19, 1-10

Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Entonces todos empezaron a criticar y a decir: «Se ha ido a casa de un rico que es un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más.» Jesús, pues, dijo con respecto a él: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abraham. El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Lc 22, 54-62

Entonces lo apresaron y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote, donde entraron; Pedro los seguía a distancia. Prendieron un fuego en medio del patio y luego se sentaron alrededor; Pedro también se acercó y se sentó entre ellos. Como estaba ahí sentado en la claridad del fuego, una muchachita de la casa lo vio y, después de mirarlo, dijo: «Este también estaba con él». Pero él lo negó diciendo: «Mujer, yo no lo conozco.» Momentos después otro exclamó al verlo: «Tú también eres uno de ellos.» Pero Pedro respondió: «No, hombre, no lo soy.» Como una hora más tarde, otro afirmaba: «Seguramente éste estaba con él, pues además es galileo.» De nuevo Pedro lo negó diciendo: «Amigo, no sé de qué hablas.» Todavía estaba hablando cuando un gallo cantó. El Señor se volvió y fijó la mirada en Pedro. Y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

Salmo 50, 1-21

Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad, por tu gran corazón, borra mi falta. Que mi alma quede limpia de malicia, purifícame tú de mi pecado. Pues mi falta yo bien la conozco y mi pecado está siempre ante mí; contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice. Por eso en tu sentencia tú eres justo, no hay reproche en el juicio de tus labios. Tú ves que malo soy de nacimiento, pecador desde el seno de mi madre. Mas tú quieres rectitud de corazón, y me enseñas en secreto lo que es sabio.

Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012

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Rocíame con agua, y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve. Haz que sienta otra vez júbilo y gozo y que bailen los huesos que moliste. Aparta tu semblante de mis faltas, borra en mí todo rastro de malicia. Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu. No me rechaces lejos de tu rostro ni me retires tu espíritu santo. Dame tu salvación que regocija, y que un espíritu noble me dé fuerza. Mostraré tu camino a los que pecan, a ti se volverán los descarriados. Líbrame, oh Dios, de la deuda de sangre, Dios de mi salvación, y aclamará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza. Un sacrificio no te gustaría, ni querrás si te ofrezco, un holocausto. Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito. Favorece a Sión en tu bondad: reedifica las murallas de Jerusalén; entonces te gustarán los sacrificios, ofrendas y holocaustos que se te deben; entonces ofrecerán novillos en tu altar.

Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012

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Anexo 3

Os 11, 1-5. 8-9

Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero mientras los llamaba, más se alejaban de mí. Ofrecieron sacrificios a los baales y quemaron incienso ante los ídolos. Yo, sin embargo, le enseñaba a andar a Efraím, sujetándolo de los brazos, pero ellos no entendieron que yo cuidaba de ellos. Yo los trataba con gestos de ternura, como si fueran personas. Era para ellos como quien les saca el bozal del hocico y les ofrece en la mano el alimento. Mi pueblo está pagando ahora su infidelidad. Llamen si quieren a Baal, pero nadie lo levantará. ¿Cómo voy a dejarte abandonado, Efraím? ¿Cómo no te voy a rescatar, Israel? ¿Será posible que te abandone como a Adma o que te trate igual que a Seboím? Mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas. No puedo dejarme llevar por mi indignación y destruir a Efraím, pues soy Dios y no hombre. Yo soy el Santo que está en medio de ti, y no me gusta destruir.

Mt 18, 22-35

Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces.» «Aprendan algo sobre el Reino de los Cielos. Un rey había decidido arreglar cuentas con sus empleados, y para empezar, le trajeron a uno que le debía diez mil monedas de oro. Como el hombre no tenía con qué pagar, el rey ordenó que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todo cuanto poseía, para así recobrar algo. El empleado, pues, se arrojó a los pies del rey, suplicándole: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» El rey se compadeció y lo dejó libre; más todavía, le perdonó la deuda. Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas. Lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: «Págame lo que me debes.» El compañero se echó a sus pies y le rogaba: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» Pero el otro no aceptó, sino que lo mandó a la cárcel hasta que le pagara toda la deuda. Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contárselo todo a su señor. Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo: «Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste.¿No debías también tú tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?» Y hasta tal punto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos, hasta que pagara toda la deuda. Y Jesús añadió: «Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano.»

Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012

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Anexo 4

Un niño perdió su osito de peluche y por alguna circunstancia excepcional su madre lo encontró 3 años más tarde. Al principio del vídeo: “Sus abuelos le regalaron al niño un pequeño osito azul en su primer cumpleaños. El niño llamó al osito “Ah-ah”. El osito se convirtió en un nuevo miembro de la familia y el niño lo llevaba a todas partes. Estaban todo el día juntos, incluso iban juntos a la guardería. En el verano del 2009, “Ah-ah” se perdió durante un campamento. El niño quedó absolutamente destrozado. La madre lo buscó por todos los lados pero nadie parecía haberlo visto. Parecía que se había ido para siempre. Sin embargo, la madre no se dio por vencida. 3 años más tarde la madre acudió a eBay (un gran portal de compra-venta de artículos de segunda mano) y buscó las palabras “mono azul”. Un pequeño mono azul estaba en venta. La madre observó que parecía el mismo “Ah-ah”. Parecía imposible que fuera el mismo “Ah-ah” pero lo compraron igualmente. Cuando lo recibió, no podía creer lo que veían sus ojos. Era “Ah-ah”, había regresado a casa. Él necesitaba reunirse con su hijo.”

1 Haz un rastreo por tu mundo emocional. Fíjate en las emociones que tienes, descríbelas e intenta situarlas en alguna situación que te haya pasado. Puedes hacerlo a modo de cuadro poniendo en una columna la emoción y en otra la situación. Cuantas más emociones logres identificar, mejor.

2 De todas las que te han salido... ¿cuáles muestras abiertamente a la gente? ¿Hay alguna que sólo la muestres a muy pocas o a sólo una persona? ¿Cuál? ¿Por qué?

3 ¿Qué estrategias utilizas cuando sientes emociones que desearías no sentir? ¿Qué sueles hacer? ¿ Silencio, crítica, indiferencia, fuerza bruta?

4 Las emociones vinculadas a la felicidad, alegría, sensación de plenitud, gozo profundo, ilusión... ¿Cuándo las experimentas?

5 Cuando rezas, ¿cuáles son tus emociones? Descríbelo lo más concretamente que puedas.

6 ¿Cómo han afectado ciertas emociones “no placenteras” a tu vida espiritual? p. ejemplo, la tristeza (pérdida, abandono, fracaso, renuncia), enfado (ofensas contra ti o los tuyos, agresión o invasión de límites, trato injusto); miedo; ansiedad; vergüenza…

Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012

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Anexo 5

Escribe tu propio salmo

140 caracteres. Esa es la velocidad en la cual estamos metidos. 140 signos lingüísticos que limitan nuestras expresiones. No podemos ocupar más espacio. Ahora tenemos que pensar con tan sólo 140.

Pero la calidad de nuestra vida es mucho mayor. No somos capaces de rezar con tan solo 140 caracteres. 258 tiene el Padre Nuestro y 200 el Ave María. El ritmo de Dios es otro. Él nos ha llamado para amar y servir a los demás y no andar corriendo para todo. A nosotros nos toca buscarle todos los días, pero confiando y esperando su respuesta, pues no podemos exigirle que nos twitee como nosotros hacemos con Él; un ratito de oración por la noche y “exigimos” respuesta rápida. Pon modo y orden y déjate encontrar. Escribe tu salmo:

Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012

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Mi cuaderno o bitácora de trabajo

Escribe, narra, describe… emociones, sentimientos, conflictos, observaciones, reacciones, interpretaciones, reflexiones, pensamientos.. que te han surgido hoy. Apuntes rápidos, espontáneos, escritos con pasión, observación, memoria de lo vivido…puedes usar la escritura, dibujos, esquemas, etc.

Miguel Angel García Morcuende, octubre MEM 2012