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Conociendo Sudamérica

“Lo que realmente sueñas, irremediablemente sucede”

Durante mucho tiempo soñé con conocer Colombia, con caminar por sus calles tan llenas de

alegría y fiesta y conocer a esas personas con ese acentico tan peculiar, por fin el día llego, ya no

vería a Colombia solo en las series de televisión que tanto me gustan, aquellas series en las que

solo te muestran una cara de lo que es ese país, en donde la muerte , el narcotráfico y la

corrupción son el pan de cada día, así fue como nació mi deseo por conocer este país, por ver mas

allá de lo que te muestran en series televisivas como Rosario Tijeras, el cartel de los sapos, sin

tetas no hay paraíso, El capo, y la famosa serie que te muestra la vida del señor Pablo Emilio

Escobar Gaviria "El patrón del mal" por mencionar solo algunas, y así fue como mi compañero de

vida y yo decidimos emprender esta aventura , sin embargo no contábamos con que el destino

nos daría una buena sorpresa.

Unos días antes de viajar a Colombia por tan solo dos semanas, Christian y yo recibimos la noticia

de que recortarían personal en su trabajo así que recibió un dinero extra del que teníamos en

mente, yo por mi parte recibí dinero de mi papa y algunos ahorros que tenia, así que pensamos

que ahora tendríamos demasiado tiempo libre y había que ocuparlo en algo que realmente valiera

la pena, y que mejor forma de hacerlo que viajando y conociendo nuevas culturas y países, por lo

cual decidimos que nuestro viaje no seria únicamente a Colombia si no a toda nuestra América del

sur, empezamos por hacer algunas logísticas, calcular posibles precios de comida, hospedaje y

pasajes, por fortuna definitivamente la suerte estaba de nuestro lado, pues en una aerolínea

mexicana anunciaban su nueva ruta hacia Colombia, por ende los precios eran realmente

accesibles, nuestro primer pasaje era un hecho, nuestra gran aventura comenzó un mes antes de

abordar nuestro avión, pues planear un viaje así conlleva muchas cosas, empecé por investigar

qué clase de cosas eran las que íbamos a necesitar pues era un hecho que un viaje toda

Sudamérica no duraría menos de un mes, en internet encontré un sinnúmero de páginas

dedicadas a personas que viajan con la intención de conocer sin tener que gastar mucho dinero,

gente que no espera llegar a un hotel de 5 estrellas y ser atendidos por meseros ni rodeados de

lujos, sino personas que realmente quieren una aventura, dormir en lugares en donde jamás

creíste que dormirías, probar comida con sabores diferentes, y conocer personas con culturas

distintas a las nuestras, estas personas son los famosos backpakers en español los mochileros, hay

una página en particular que se llama mochileros.com que más que un pagina es un blog en donde

mochileros de todo el mundo comparten sus experiencias de viaje y regalan algunos tips para la

gente que planea viajar a esos lugares, fue muy útil para nosotros ya que no contábamos con

algunas cosas primordiales como la famosa vacuna de la fiebre amarilla que es indispensable para

viajar a Brasil, sobre todo si se planea conocer la selva amazónica , también hacían falta algunas

cosas materiales como mochilas especiales para viajar que fueran grandes pero cómodas para

cargar la mayoría del tiempo, repelente de insectos, bloqueador, analgésicos y pomadas en caso

de accidentes, comida practica como galletas y atún y la ropa que fuera estrictamente necesaria,

únicamente tres pantalones 7 playeras ropa interior y botas especiales para caminar mucho, esas

fueron algunas de las cosas que hicieron que mi mochila pesara poco mas de 15 kilos, aunque

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siendo sincera, como mujer sabía que habría días de fiesta u ocasiones especiales en las que

necesitaría un lindo vestido y maquillaje así que les guarde un pequeño espacio en mi mochila.

Por fin el día llego el vuelo de las 7 am hacia Colombia…

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Bogotá

Por fin el día llego, el vuelo de las 7 am con rumbo a la ciudad de Bogotá ya estaba listo, los

nervios me recorrían por todo el cuerpo, al llegar a documentar las maletas nos topamos con la

novedad de que cuando se viajar a otro país, obligatoriamente se debe tener un boleto con vuelo

de regreso, así que nos hicieron comprar los vuelos de vuelta a México, ingenuamente pensamos

que nuestro viaje duraría únicamente dos meses, no contábamos von todo lo que sucedería

después.

Ya abordo del avión no podía dejar de pensar en todas las cosas nuevas que conocería, estaba tan

entusiasmada, tan contenta, definitivamente sería una gran experiencia.

Aun recuerdo esa sensación al aterrizar en tierras colombianas, de tener tantas emociones al

mismo tiempo, era una revoltura de varios sentimientos que realmente no sabía si reír o llorar

aunque al final no pude hacer ninguna de las dos, eran tantas las cosas que pasaban por mi mente,

quería que este viaje fuera perfecto.

Fue hasta que descendimos del avión y preguntamos a un policía donde quedaba algún transporte

que nos pudiera dirigir hacia el centro de la ciudad, fue cuando escuche ese acento tan peculiar de

los "rolos", (así es como se les llama a las personas originarias de la ciudad de Bogotá) cuando por

fin caí en cuenta de que la aventura ya había comenzado.

Honestamente sentí mucho miedo al salir del aeropuerto ya que mi prejuicio de Colombia era el

que yo traía de las cosas que había visto en televisión. Ates de salir del aeropuerto cambiamos

algunos dólares que previamente habíamos comprado en el centro de la ciudad de México, y de

ahí nos dirigimos hacia "el transmilenio" o "transmilleno" como le llaman vulgarmente los rolos, el

transmilenio es muy similar al metro bus de México, igualmente se maneja con tarjeta y también

tiene varios transbordes ,ya que en Bogotá no cuentan con servicio de metro, el transporte que

más utilizan en es éste, por ello la mayor parte del tiempo es un caos viajar en él y de ahí que los

rolos le llamen transmilleno.

Pensamos que el lugar ideal para encontrar un hostal seria en el centro de la ciudad, pues por lo

regular ese es el primer lugar a donde se dirigen los extranjeros cuando viajan, así que

nuevamente preguntamos a un policía que transmilenio teníamos que tomar, cuando de ponto se

nos acerco una joven (Vanesa) y muy amablemente nos dijo que ir al centro no era lo más seguro

para nosotros

Pensamos que el lugar ideal para encontrar un hostal seria en el centro de la ciudad, pues por lo

regular ese es el primer lugar a donde se dirigen los extranjeros cuando viajan así que nuevamente

preguntamos ab un policía que transmilenio teníamos que tomar, cuando de ponto se nos acerco

una joven (Vanesa) y muy amablemente nos dijo que ir al centro no era lo más seguro para

nosotros.

Vanesa es una chica originaria de la ciudad de Medellín Colombia, pero decidió estudiar la

universidad en la capital, ella estudio ecología en la universidad liberiana de la ciudad de Bogotá, y

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realizaba su tesis acerca de la vida humana en el amazonas, en donde se interno por algunos

meses para estudiar la vida diaria de una cultura indígena que vive en la selva, ella y su novio Isaí

que también ha dedicado varios años a luchar por los derechos de las culturas indígenas y a la

ecología, venían saliendo del aeropuerto al igual que nosotros.

Ellos ya habían viajado antes y sabían lo que sentíamos nosotros al haber llegado a un lugar donde

jamás habíamos estado y donde no conocíamos a nadie así que nos aconsejaron algunas cosas ,

una de ellas: no hospedarnos en el centro, en vez de ello nos guiaron hasta un lugar que se llama

"la candelaria" es cerca del centro pero nos dijeron que ahí no era peligroso y además habían

muchos hostales a donde podíamos llegar, hicimos muy buena química con ellos y nos hicimos

buenos amigos, algunos dicen que la primera impresión es la que cuenta y realmente me quede

sorprendida por su manera tan hospitalaria de tratarnos, tanto, que Vanesa nos invito a pasar

unos días en Medellín con ella y su familia, así que intercambiamos números y facebook para estar

en contacto y así podernos encontrar el fin de semana que coincidiríamos en Medellín.

llegamos a la estación museo del oro que era el más cercano a la candelaria y al cerro Monserrate

que es una de las cosas más representativas de la ciudad, hay un dicho muy famoso en Colombia

que dice: "si subes al cerro Monserrate con tu novia y no pruebas ........es como no haber........" por

fin encontramos el hostal que Vanesa e Isai nos habían recomendado, yo no sabía muy bien cómo

era la dinámica de los hostales, pero realmente después de haber estado ahí un día me hice fan de

ellos, pues es una oportunidad de conocer gente de diferentes partes del mundo, esa noche nos

quedamos en un dormitorio que era para 6 personas, 3 literas en total, nuestros compañeros de

cuarto fueron 3 chicas que venían de la ciudad de Londres , Inglaterra, una francesa y un ruso.

Era fin de semana y en los hostales acostumbran a juntarse en un área determinada y socializar

con los demás, así que salimos a comprar un par de cervezas y nos unimos a ellos, ahí conocimos a

algunos europeos que ya llevaban algún tiempo viviendo en Colombia por diferentes razones,

algunos por trabajo, otros por escuela, y algunos otros por la rumba y las mujeres bellas, nos

dieron algunos consejos, como cocinar en los hostales para gastar menos dinero, qué transportes

podíamos tomar, y recomendaciones de lugares para salir a conocer.

Esa noche era sábado y en el hostal tenían un tour nocturno que recorría la ciudad en una chiva

rumbera, la chiva rumbera es un tipo de bus en donde ponen música para bailar, sobretodo

ballenato, y en algunas ocasiones se puede ir ingiriendo bebidas alcohólicas, al final del recorrido

por la ciudad terminaban en "Andrés carne de res " uno de los lugares más famosos de la ciudad

para cenar y seguir la fiesta. Era nuestra primera noche y veníamos un poco cansados del vuelo así

que preferimos quedarnos a descansar para subir el cerro Monserrate muy temprano.

Eran aproximadamente las 7 de la mañana y salimos con rumbo al cerro Monserrate que nos

quedaba a tan solo unas cuadras del hostal, existen tres maneras de subir al cerro: caminando,

donde no te lleva más de una hora, en teleférico y en tren. Nosotros decidimos subir en teleférico

y bajarlo en tren, cada boleto debe costar aproximadamente 35 pesos mexicanos.

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Al llegar a la cima se puede apreciar una vista hermosa a toda la ciudad, además de ser mirador

también hay una iglesia, varias estatuas y jardines, y también un mercado; en el mercado se

pueden encontrar muchas cosas tanto artesanales como la comida típica del país

Fue ahí donde conocí el famoso sombrero volteado, y literal es un sombrero que puedes doblar y

doblar y siempre regresara a su estado original, no deje pasar la oportunidad de probar las

famosas arepas muy típicas de este país, en realidad se parecen mucho a las gorditas de México

pero tienen un sabor especial, hay muchos tipos de arepas, están las de choclo (así les dicen al

maíz) , las de queso y las de yuca.

También probamos los pinchos, son brochetas con diferentes tipos de carne, ya sea res, pollo o

chorizo.

Paseamos por un buen rato por el bonito cerro Monserrate, hasta que descendimos y nos

encaminamos a la terminal de buses para dirigirnos hacia la siguiente ciudad Medellín.

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Medellín

Ciudad de la eterna primavera como le llaman en Colombia, definitivamente se convirtió en uno

de mis lugares favoritos en el mundo, por su tradición, por su gente, su comida.

La gente en este lugar es muy bacana como dicen aquí para referirse a “buena” en realidad son

muy hospitalarios y te hacen sentir como en casa, en general tratan bien a la mayoría de los

extranjeros pero en particular a los mexicanos.

Existe una conexión y un gran parecido entre los mexicanos y los colombianos, la gente es muy

fuerte, a pesar de las condiciones de vida en las que puedan estar siempre están y te reciben con

una sonrisa, las mujeres son muy luchonas y las familias unidas.

Llegamos a Medellín un viernes por la mañana al llegar mi piel se estremeció, pues en realidad es

uno de los lugares que siempre soñé conocer, lo primero que hicimos al llegar a la ciudad fue

llamarle a nuestra amiga Vanesa a quien habíamos conocido apenas una semana antes en Bogotá

y muy amablemente nos ofreció llevarnos a conocer su ciudad natal Medellín.

Me llamo la atención como es que en Medellín si

cuentan con servicio de metro, y Bogotá siendo la

ciudad capital del país no. En realidad el metro en

Medellín me encanto, tienen lo que le llaman

“cultura metro” y a mi me pareció que es una gran

forma de educar a la gente para saber utilizar este

medio de transporte, mientras uno va dentro de los

vagones vienen dando anuncios como: “por favor si

ves que la persona que esta delante de ti necesita

más el asiento que vos, sédelo”, “recuerda que no a

todos nos gusta la misma música que tu escuchas,

por favor utiliza audífonos”, “favor de no ingerir

alimentos y bebidas mientras estés a bordo del

vagón”, y como estos anuncios hacen muchos más,

haciendo que la gente sea más consiente, y

también haciendo que el viaje en metro en esta

ciudad sea una muy buena experiencia, también

cuentan con el famoso metro cable que es una extensión mas del metro para las personas que

viven en lo alto de los cerros, por ejemplo en las comunas, las comunas es un sector popular en

donde suelen vivir las personas que cuentan con menos recursos, las clases sociales en Colombia

se miden por “estratos” por ejemplo: el 1 y 2 son los de más bajos recursos, los 3 y 4 son las

personas de clase media y los 4,5 y 6 son los de la alta sociedad.

Mientras viajábamos en el metro me fui percatando de las cosas importantes que había en cada

estación, dentro del vagón te van anunciando que estación es la que sigue y las actividades que se

pueden realizar en ese lugar, por ejemplo en la estación Envigado se encuentra el museo Oribe

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Restrepo que es patrimonio cultural, en Poblado se encuentra el aeropuerto y la terminal del sur,

en la estación Parque Berrio se encuentra la plaza Botero y el museo de Antioquia, en lo personal

uno de los lugares más bonitos de Medellín, por fin llegamos a la estación en donde nos

encontraríamos con Vanesa, luego de esperarla alrededor de 10 minutos llego por nosotros y nos

llevo a su casa, me sorprendió muchísimo que a pesar de solo habernos visto una sola vez, nos

invito a pasar a su casa e incluso nos ofreció quedarnos ahí a dormir, en realidad nos hicimos muy

buenas amigas, esa misma noche salimos a cenar junto con otro amigo Juan Molina, al centro de

envigado, probamos los famosos chorizos y morcilla y finalmente terminamos en una “fondita” así

se refieren a los bares tipo cantina, me llamo mucho la atención que a la gente en Colombia le

gusta mucho la música mexicana, en especial Vicente Fernández y José Alfredo Jiménez, después

de algunas cervezas “parce” nos fuimos a casa de Vanesa.

Al otro día muy temprano Juan paso por nosotros para llevarnos a la hacienda de su hermano

Mauricio Molina quien es un jugador muy famoso de Colombia quien actualmente juega en Japón,

antes de llegar desayunamos unas ricas arepas y probamos el famoso pan de yuca, estuvimos en la

hacienda toda la mañana y ya en la tarde fuimos a comer a un restaurante típico de Medellín,

como dice Vanesa “no puedes irte de Medellín sin haberte comido una rica bandeja paisa”.

En nuestra estancia en esta hermosa ciudad conocimos muchas cosas, el parque arvi, el pueblito

paisa, y uno de mis lugares preferidos, la plaza botero en donde se encuentran expuestas algunas

obras de este personaje, tomamos un recorrido en el turibus y así nos fue más fácil conocer toda

la ciudad.

Después de una semana decidimos que era tiempo de seguir con nuestra gran aventura…

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Cartagena

El centro de Cartagena es un lugar mágico, lleno de color e

historia, uno de los centros históricos más bonitos que he

visitado.

Llegamos una noche entre semana y lo primero que hicimos fue

buscar un hostal en “hostelworld” es una aplicación muy útil si

es que vas a viajar como mochilero, ya que te da toda la

información de los hostales a los que puedes llegar en todo el

mundo, costos y ubicaciones.

Por fin encontramos uno cerca de la costa y del centro, después

de habernos instalado decidimos salir a dar una vuelta al centro

y aprovechar para cenar algo, me llamo mucho la atención el

acento tan peculiar que tienen los costeños, pues hablan tan rápido que a veces no se les entiende

nada, además de que tienen fama de que siempre te quieren vender todo y no te dejan en paz

hasta que les compras.

Al otro día muy temprano rentamos unas bicicletas para conocer la ciudad, recorrimos alrededor

de 5 horas lo mas que pudimos para al final terminar en el centro y caminar por sus hermosas

calles, habían chivas rumberas por todos lados, barcos en el malecón algunos con un toque de

piratas, incluso algunos eran museos, entramos al castillo que está en el centro para escuchar

algunas historias acerca de los piratas que llegaban ahí.

Comimos unos pinchos en el centro y compramos algunas artesanías para después pasar al hostal

a recoger nuestras cosas pues había que partir a nuestra siguiente parada, Santa Marta, había sido

en definitiva un día largo y muy cansado.