Alimentacion Obesidad Jana

458
JOSÉ MORAL DE LA RUBIA, JOSÉ LUIS YBARRA SAGARDUY, JAVIER ÁLVAREZ BERMÚDEZ, JOEL ZAPATA SALAZAR Y JOSÉ GONZÁLEZ TOVAR (Editores) ADOLESCENTES ESCOLARIZADOS: SUS HABITOS DE ACTIVIDAD FISICA Y ALIMENTACIÓN Un estudio comparativo en el noreste de México

Transcript of Alimentacion Obesidad Jana

Page 1: Alimentacion Obesidad Jana

JOSÉ MORAL DE LA RUBIA, JOSÉ LUIS YBARRA SAGARDUY, JAVIER ÁLVAREZ BERMÚDEZ,

JOEL ZAPATA SALAZAR Y JOSÉ GONZÁLEZ TOVAR(Editores)

ADOLESCENTES ESCOLARIZADOS:SUS HABITOS DE ACTIVIDAD FISICA

Y ALIMENTACIÓNUn estudio comparativoen el noreste de México

Page 2: Alimentacion Obesidad Jana

Page 3: Alimentacion Obesidad Jana

Este texto, arduo, riguroso y quizá demasiado técnico,está dedicado a nuestras hijas e hijos

en un intento de construir un mundo mejor,empezando por nuestro propio cuerpo,

hábitos y estilo de vida.

Page 4: Alimentacion Obesidad Jana

Page 5: Alimentacion Obesidad Jana

… La tarea no es ver lo que nadie ve, sino pensar en lo que nadie ha pensado,

acerca de lo que todos ven…

Arthur SchopenhAuer, 1819El mundo como voluntad y representación

Page 6: Alimentacion Obesidad Jana

10

Page 7: Alimentacion Obesidad Jana

11

IntroduccIón

El presente libro está dirigido a un público universitario, ya sean estudiantes, profesionales o investigadores, el cual esté interesado en la investigación de aspec-tos de salud y sociales sobre la problemática del sobrepeso y la obesidad, así como los trastornos alimentarios, en adolescentes escolarizados dentro del México urba-no contemporáneo. Es un libro de investigación donde se realiza una revisión pro-funda y actualizada de tópicos, como el ejercicio físico, los hábitos de alimentación, la imagen corporal, síntomas de trastornos alimentarios e índice de masa corporal.

El lector puede optar por leer los capítulos en el orden que se ajuste mejor a sus inquietudes y preferencias, de ahí que se ofrece un resumen breve de cada uno de ellos a fin de que pueda diseñar su ruta de lectura y se pueda hacer una imagen cla-ra del contenido del libro. No obstante, recomendamos seguir el orden del índice, ya que el texto se encuentra muy estructurado, empezando por un capítulo de método y terminando con un capítulo de conclusiones y propuestas.

La posición epistemológica del texto es positivista, desde un realismo crítico po-pperiano, que apuesta por la transducción, el contraste de hipótesis y modelos, así como la búsqueda del ajuste a los datos empíricos. Unos datos que nunca son pu-ros, sino que están teñidos de teoría desde los instrumentos de medida que los ge-neran, pero con unos indicadores de confiabilidad y validez que ponen al lector e investigador en sobre aviso; y por otra parte, necesariamente sometidos a la crítica de sus supuestos ideológicos y éticos, los cuales pretenden buscar la neutralidad, el respeto a la persona y el utilitarismo normativo, incluso sujetos al cuestionamien-to de intereses corporativos subyacentes (el profesional psicólogo), los cuales de-ben esforzarse por un servicio y compromiso con la comunidad (Moral, 2009a).

Así, dos técnicas de análisis de datos que se encuentran a lo largo del libro son el modelamiento de ecuaciones estructurales, análisis factorial confirmatorio, regre-

Page 8: Alimentacion Obesidad Jana

12

sión múltiple y regresión logística. Dominan claramente los datos cuantitativos, sin faltar datos cualitativos, además considerando que toda interpretación es un ejerci-cio cualitativo sobre los datos, ya sean numéricos, ordinales o categoriales.

Esperamos que la lectura del libro sea del agrado del lector y le resulte de utili-dad en sus diversas inquietudes y necesidades profesionales y de formación.

La introducción de este libro está divida en tres partes. En primer lugar, se habla de la perspectiva biopsicosocial que domina actualmente en las ciencias de la salud y se esbozan los factores psicológicos que intervienen en la salud y la enfermedad; en segundo lugar, se presenta el proyecto de investigación de donde nacen estos datos; y en tercer lugar, se muestra un resumen del contenido de todo el texto.

Factores psicológicos que intervienen en el estado de salud física

Las enfermedades infecciosas, intoxicaciones y déficit nutricionales eran proble-mas de salud endémicos en la mayoría de los países hasta finales del siglo xix y es-taban entre las principales causas de muerte. A lo largo del siglo xx han ido perdien-do presencia, sobre todo entre las causas de muerte en los países desarrollados y en vías de desarrollo, como es el caso de México. Las enfermedades no transmisi-bles, como la cardiopatía, cáncer y diabetes, en la actualidad ocupan ese puesto en mortalidad (Organización Mundial de la Salud (omS), 2003).

La diabetes, cardiopatía y el cáncer constituyen las tres primeras causas de muerte en adultos mexicanos. El cáncer es la segunda causa de muerte en niños de 5 a 14 años, tras los accidentes (Secretaría de Salud, 2007), y resulta la terce-ra causa en adolescentes, tras los accidentes y el suicidio (Secretaría de Salud, 2006).

Se pueden reducir a tres las vías psicosociales de determinación de enferme-dad física: hábitos de salud, descontrol emocional y conversión (Moral y Martínez, 2009).

Comencemos con los hábitos de salud entre los cuales se contempla: alimenta-ción, ejercicio físico, consumo de tóxicos y conductas sexuales de riesgo. Los fac-tores de dieta, hábitos de salud y ambiente físico son claves para la activación de oncÓgenes y la producción de mutaciones cancerígenas, asimismo para generar resistencia a la glucosa, hipertensión, hipocolesterolemia y ateromas (omS, 2003). Precisamente, una dieta pobre en antioxidantes y rica en nitritos claramente se aso-cia a la leucemia que es el tumor infantil más frecuente (Secretaría de Salud, 2002). Entre los hábitos y factores ambientales de riesgo asociados con el cáncer y la ma-yoría de las enfermedades no transmisibles se pueden citar los siguientes:

Page 9: Alimentacion Obesidad Jana

13

• Consumo escaso de frutas y verduras sin contaminantes y adecuadamente desinfectadas, ya que los tóxicos y patógenos en sí mismos pueden ser agen-tes cancerígenos u ocasionar otros daños a la salud.

• Consumo escaso de pescado.• Consumo excesivo de carnes rojas. • Consumo escaso de fibra vegetal en las comidas.• Sedentarismo sobre todo asociado con sobrepeso y obesidad.• Consumo de tabaco (5 o más cigarrillos al día).• Consumo excesivo de alcohol.• Conductas sexuales de riesgo, ante la posibilidad de contraer infecciones de

transmisión sexual, como hepatitis B y C, sida o papilomavirus.• Trabajar o vivir cerca de fuentes de radiación nuclear, solar y tóxicos ambien-

tales, como arsénico, asbesto, ciclofosfamida, cromato de cinc, cloruro de vi-nilo, cadmio, cromo, clorometilo, entre otros.

• Exposición excesiva al sol.

Para la hipertensión habría que añadir alto consumo de cloruro sódico; para la diabetes, alto consumo de carbohidratos simples, exceso de calorías y largos perio-dos de ayuno con ingestas muy copiosas; y para la cardiopatía, consumo excesivo de grasas saturadas.

Debe señalarse que la mayoría de la población incurre en varios de estos facto-res de riesgo, y que la probabilidad de hipertensión, diabetes, cardiopatía, y cáncer aumenta con la edad, de ahí se explica su incidencia creciente en los países desa-rrollados y en vías de desarrollo, donde la población está envejeciendo, como indi-ca el progresivo aumento de la esperanza de vida.

El tener unos hábitos saludables y vivir en un ambiente sano desde la infancia y adolescencia, conservados a lo largo de la vida adulta, es una clara vía de pre-vención del cáncer y otras enfermedades no transmisibles, estimulada por la omS (World Health Organization, 2008). La tasa creciente de sobrepeso y obesidad va convirtiéndose en la principal preocupación para las autoridades sanitarias, al ser factor de riesgo de hipertensión, diabetes, cardiopatía, disomnias, síndromes dolo-rosos musculoesqueléticos y cáncer.

La obesidad se considera actualmente un problema de salud pública a nivel mundial. En Europa afecta a 15% de la población, teniendo una incidencia crecien-te (Skidmore y Yarnell, 2004), por el cambio de dieta y estilo de vida (Popkin, 2001). En América Latina, la prevalencia de la obesidad ha aumentado considerablemente en todos los grupos sociales, particularmente en aquéllos de nivel socioeconómico bajo, llegando a afectar a 25% de la población. La prevalencia en la edad infantil (de

Page 10: Alimentacion Obesidad Jana

14

2 a 10 años) se aproxima al 3% y una de cada dos personas mayores de 50 años es obesa (Filozof, González, Sereday, Mazza y Braguinsky, 2008). En México, 69% de la población adulta tiene sobrepeso u obesidad. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición(Ensanut) 2006 (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúlveda, 2007), 39.7% tiene sobrepeso y 29.6 % obesidad, en hom-bres y mujeres. En cuanto a la infancia y adolescencia, esta encuesta indica que uno de cada cuatro niños en edad escolar (de 5 a 12 años de edad) presentan so-brepeso u obesidad y en adolescentes (de 12 a 19 años de edad) uno de cada tres.

La segunda causa señalada como factor psicológico que afecta al estado de sa-lud física son las emociones. Los estados emocionales de indefensión, desespe-ranza, derrota, depresión sostenidos en el tiempo (Giese-Davis, Conrad, Nouriani y Spiegel, 2008), una dieta rica en grasas, con exceso de calorías y pobre en fi-bra (Blanchard, Courneya y Stein, 2008; Ohba, Nishi y Miyake, 2008), sedentaris-mo y falta de ejercicio físico (Slattery, 2004; Tehard, Friedenreich. Oppert y Clavel-Chapelon, 2006) se asocian con el cáncer. Estados emocionales negativos de ira, ansiedad y depresión son factores de riesgo de cardiopatía, junto con la die-ta y sedentarismo (Amario, 2003; Fernández-Abascal, Martín y Domínguez, 2003; Wielgosz y Nolan, 2002). El consumo excesivo de alcohol y el consumo regular de 10 o más cigarrillos al día se asocian a ambas enfermedades (Capri, Zurriaga, González, Marzo y Buunk, 2007). A su vez, todos ellos son factores de riesgo de diabetes mellitus, aunque la dieta pasa a ser el factor con más peso, siendo en sí misma la diabetes un factor de riesgo de cardiopatía y cáncer (Bosch, Alfonso y Bermejo, 2002).

Toda emoción tiene una base orgánica que implica el sistema vegetativo, en-docrino, límbico y neocortical. Las emociones intensas y sostenidas en el tiempo, sean conscientes o no, afectan al equilibrio de estos sistemas (Moral, 2008). Los estados prolongados de depresión, indefensión, derrota y desmoralización provo-can niveles elevados de cortisona en sangre (Grossarth-Maticek y Eysenck, 1991). Este esteroide suprarrenal va mermando la competencia inmunológica del organis-mo (Giese-Davis et al., 2008). Una de las funciones del sistema inmunológico es detectar y destruir células cancerosas, las cuales se producen con cierta frecuencia en todo organismo vivo sano. Así, la inmunosupresión generada por los niveles al-tos de cortisona que implica la depresión facilita la proliferación de tumores.

En la infancia, con cierta frecuencia, se producen mutaciones y células cancerí-genas en los órganos hematopoyéticos y linfáticos por la inmadurez de éstos y alto nivel de actividad. No obstante, estas células defectuosas son detectadas y elimi-nadas por el sistema inmunológico en un alto porcentaje de casos. La competen-cia mermada del sistema inmunológico es un factor de riesgo para que se expre-

Page 11: Alimentacion Obesidad Jana

1�

se el cáncer (Del Castillo-Ruiz, Pérez-Vera y Blanco-Ibáñez, 2002). La negligencia y otros tipos de maltrato en el cuidado, junto con la inestabilidad familiar, o el ser víctima de acoso escolar y la soledad suelen constituir las causas de estos esta-dos emocionales negativos en la infancia (Saluja, Iachan, Scheidt, Overpeck, Sun y Giedd, 2004).

La depresión constituye una vía causal significativa, aunque el asma, enferme-dades autoinmunes e infecciones frecuentes, son complicaciones más comunes (Grossarth-Maticek y Eysenck, 1991). Debe señalarse que la depresión también afecta al curso de la enfermedad oncológica y tolerancia del tratamiento (Onitilo, Nietert y Egede, 2006). Sin quitar que la depresión puede ser un efecto del tumor por acción de las citoquininas (Pyter, Pineros, Galang, McClintock y Prendergast, 2009) o la quimioterapia (Youngmee, Hickok y Morrow, 2006). A su vez, la depre-sión por la disminución de los niveles de endorfinas y serotonina genera escasa re-sistencia al dolor y malestar, dificultando el desarrollo de la quimioterapia y curso de la enfermedad (Onitilo et al., 2006); de ahí que existe un círculo vicioso entre curso del cáncer y depresión que requiere ser evaluado y tratado a tiempo.

Se observa una alta tasa de depresión en pacientes con diabetes tipo 2 en comparación a personas no diabéticas (Anderson, Freedland, Clouse y Lustman, 2001; Gil Roales-Nieto e Ybarra, 2003). La prevalencia de depresión para pobla-ción general, varía de 5 a 10%. Sin embargo, esta prevalencia entre los pacientes con diabetes es más elevada, oscilando de 30 a 65% (De los Ríos, Ávila y Montes, 2005; Knol, Twisk, Beekman, Heine, Snoek y Pouwer, 2006; Lustman, Penckofer y Clouse, 2008). También se observa que la depresión parece incrementar de ma-nera significativa la probabilidad de desarrollar diabetes (Kinder, Kamarck, Baum y Orchard, 2002). Diversos estudios sugieren que los trastornos depresivos se acom-pañan de un incremento de la actividad del sistema simpático-adrenal (Kawakami, Takatsuka, Shimizu e Ishibashi, 1999), lo que a su vez está relacionado con un in-cremento en los niveles de glucosa en sangre o con la aparición de intolerancia a la glucosa (Surwit, Schneider y Feinglos, 1992). La depresión también se ha asociado con el descontrol del eje hipotalámico-pituitario-adrenal que ocasiona un incremen-to de la liberación de cortisol, y el exceso de esta hormona deriva en obesidad ab-dominal y alteraciones metabólicas, factores que aumentan el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y diabetes (Kathol, Jaeckle, Lopez y Meller, 1989).

La depresión es un factor de riesgo que aumenta de 2 a 3 veces la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular, siendo un factor más importante que el tabaquismo, la hipertensión y la obesidad (Naqvi, Naqvi y Merz, 2005). La depre-sión actúa sobre la enfermedad cardiovascular mediante mecanismos fisiopatoló-gicos directos e indirectos. Entre los primeros estarían: un efecto protrombótico a

Page 12: Alimentacion Obesidad Jana

1�

nivel de la función plaquetaria, reducción de la variabilidad de la frecuencia cardia-ca que favorece la aparición de arritmias y la asociación con hipercortisolemia que tiene un efecto proaterogénico (Rozansky, Blumenthal y Kaplan, 1999). Entre los efectos indirectos se puede encontrar el menor seguimiento de las prescripciones médicas y el incremento en conductas de riesgo para la salud (p. ej., tabaquismo, sedentarismo, etc.) (Zigelstein, Bush y Feuerbach, 1998).

La ira y el estrés son dos emociones con fuerte componente vegetativo simpá-tico que implican presión sanguínea alta y niveles elevados de adrenalina. Si estos estados emocionales son sostenidos en el tiempo, suelen conllevar hipertensión, sensibilización a la glucosa, mal control glucémico, hipercolesterinemia e hipertri-glicemia. Estas condiciones físicas pueden desembocar en angina de pecho, infar-to de miocardio y accidente cerebro-vascular. No obstante, estas últimas complica-ciones se presentan hasta la mediana edad (Miller, Smith, Turner, Guijarro y Hallet, 1996; Schneiderman, McCabe y Baum, 1992); en niños y adolescentes sólo apare-ce hipertensión, hipercolesterinemia e hipertriglicemia, así como sensibilización a la glucosa, mal control glucémico en casos de diabéticos tipo I (La Greca, Bearman, Delamater, Patino, Blumberg, Marks, Johnson, Shatz y Anderson, 2001).

Pasemos a la tercera vía señalada como factor psicológico en el estado de salud y de forma previa vamos a definir cuatro conceptos: sugestión, autosugestión, si-mulación y autoengaño, antes de llevar al concepto de la conversión. La sugestión consiste en la inducción de una conducta o aceptación de una creencia por algún agente externo a la persona, sin que ésta razone sus posibles bases lógicas. La su-gestión hipnótica requiere inhibir la capacidad crítica de la persona, una figura de autoridad o situación que genere sometimiento y una instrucción o clave sugestiva. La autosugestión es la influencia sin crítica racional de una idea, fantasía o imagen generada por la propia persona. Los llamados fenómenos de contagio emocional, preocupaciones hipocondriacas y con la imagen corporal pueden ser explicados por estos mecanismos. La simulación consiste en el fingimiento deliberado de al-gún síntoma con el fin de conseguir atención, afecto, control interpersonal o com-pensaciones económicas, evitar la pérdida de algún reforzador, la carga de alguna responsabilidad o recibir un castigo. Si la persona ejecuta una conducta propia de simulación de síntomas (conducta enferma sin implicar ninguna maniobra técnica, como consumo de tóxicos, inoculación de patógenos o laceraciones con objetos), pero mantiene con convicción interna que lo que le sucede es orgánico, involuntario y no fingido, se habla de autoengaño.

La conversión es un mecanismo que genera síntomas pseudoneurológicos de carácter sensorial o motor, involucrando músculos de inervación voluntaria, don- de no existe una causa orgánica conocida, pero sí se observa ganancia primaria

Page 13: Alimentacion Obesidad Jana

1�

(refuerzo interno en relación con un conflicto interno) y secundaria (refuerzo exter-no) para el mantenimiento de estas manifestaciones sintomáticas (ApA, 2000), inclu-so hay un componente expresión, donde el síntoma a modo de metáfora corporal, expresa el conflicto interno (Moral, 2008).

La conversión implica un mecanismo de auto-engaño o autosugestión para la generación de síntomas (Halligan y David, 1999). La autosugestión y el autoengaño se pueden explicar por un modelo de la conciencia que distingue un sistema ejecu-tivo central de procesamiento en paralelo de alta capacidad y un subsistema de pro-cesamiento serial y de capacidad limitada que trabaja con el esquema del autocon-cepto activado, el cual gestiona la memoria episódica. El sistema ejecutivo central puede actuar fuera de la autoconciencia, por decisión de ésta, para evitar conflictos con el autoesquema. Este sistema integra la información sensorial y motora y pue-de producir, monitorear y controlar fenómenos motores y conductuales complejos, como los síntomas conversivos, de ahí que este tipo de síntomas pueden fácilmen-te ser reproducidos por sugestión hipnótica (Oakley, 1999). Estos mecanismos están implicados en enfermedades pseudoneurológicas y reacción anormales a es-tímulos. A su vez, pueden afectar al curso y tratamiento de una cardiopatía, tumor o diabetes, pero no propiamente ser su causa.

El proyecto de investigación

Se ha demostrado en diversas investigaciones que cuando la obesidad se pre-senta desde la infancia y la adolescencia puede prevalecer hasta la vida adulta. Por lo tanto, la obesidad en la infancia y adolescencia representa un factor de ries-go para un número creciente de enfermedades crónicas en la etapa adulta como la diabetes, hipertensión, cáncer y enfermedades cardiovasculares (Must y Strauss, 1999; Wright, Parker, Lamont y Craft, 2001). Esto hace necesario estudios sobre los hábitos de alimentación y de actividad física de los adolescentes mexicanos como factores de riesgo de obesidad.

Dentro de los trastornos psicopatológicos, el más relacionado con la alteración del apetito, la ingestión alimentaria y el peso son los trastornos del humor. La de-presión mayor, especialmente si cursa con síntomas melancólicos, está asociada con pérdida de apetito, escasa ingestión de alimentos y pérdida de peso. El patrón atípico de la depresión, que se da con más frecuencia en adolescentes, y el pa- trón estacional, que se da en los países de las zonas templadas del globo, se asocia a aumento del apetito, voracidad y aumento de peso, con una clara atracción por los carbohidratos, como pasteles, galletas y chocolates (ApA, 2000).

Page 14: Alimentacion Obesidad Jana

1�

Una de las características epidemiológicas de la segunda mitad de siglo, espe-cialmente en los países industrializados, es el aumento de la incidencia y preva-lencia de los trastornos depresivos, con un fuerte incremento en población adoles-cente e infantil. En este grupo de edad se da con frecuencia el patrón atípico de la depresión, con hipersomnia, hiperfagia, abatimiento e hipersensibilidad al recha-zo interpersonal. Si a esto se le suma los factores de sedentarismo y alto consu-mo de alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares refinados, se puede dedu-cir que sobre todo en adolescentes esté aumentando el sobrepeso y la obesidad, como muestras las estadísticas (James, 2004; Olaiz et al., 2007). No obstante, la sociedad está desarrollando unos valores estéticos de delgadez para luchar con-tra esta tendencia, por lo que empieza aparecer como una nueva epidemia de en-fermedades hasta el momento desconocidas, la anorexia y la bulimia nerviosas. Precisamente, los valores de delgadez tienen mayor fuerza entre los jóvenes de clase alta y media que son entre quienes aparecen más los trastornos de la conduc-ta alimentaria. Por el contrario, en las clases sociales más bajas tienen menor peso, de ahí que aumente más el sobrepeso y la obesidad. De esta situación se deduce que detrás de los trastornos de la conducta alimentaria de los adolescentes hay un fondo depresivo, relacionado con la frustración de unos niveles elevados de aspira-ciones, generados por una cualificación académica alta, ante la realidad social de desempleo y puestos de trabajos no cualificados, así como por el fracaso escolar ante un sistema educativo cada vez más exigente en la formación curricular. Los adolescentes se enfrentan a unos valores materialistas de dinero, éxito y poder, en una sociedad que ya no cree en su religión (católica o cristiana) y cuyas familias se desestructuran por los divorcios y por las jornadas laborales de los padres que obli-gan a transferir el cuidado de sus hijos a la guardería, escuela, servicio doméstico y aparato de televisión (Moral, 2002). El comer excesivo nos habla de un placer muy primario o regresivo, al igual que el abuso de drogas psicoactivas, como la marihua-na, metanfetaminas, cocaína y opiáceos (Moral, 2008).

En la mayoría de los casos, el origen de la obesidad se halla en unos malos há-bitos alimentarios desde la infancia y mantenidos por la cultura familiar, como el ce-bar, el gusto por alimentos hipercalóricos, consumo excesivo de grasas saturadas y carbohidratos simples, sustitución del agua por bebidas azucaradas y falta de ejer-cicio físico; asimismo, por malos hábitos adquiridos en la vida adulta, como largos ayunos, desequilibrio nutricional, consumo excesivo de alcohol, intentos fallidos de adelgazar con todo tipo de dieta, seguidos de periodos de voracidad. Por lo tanto, todo tratamiento de la obesidad va a implicar cambiar los hábitos alimentarios y de ejercicio físico de la persona.

Page 15: Alimentacion Obesidad Jana

1�

En la etiología de la obesidad no debe quitarse peso a las variables constitucio-nales. Hay familias de obesos que tienen un número de adipocitos superiores a la media, ya desde el nacimiento. Por lo que su peso es siempre muy alto y les cuesta mucho adelgazar (Jebb, 1997).

Por los hábitos de alimentación y vida de la sociedad moderna ha aumentado el problema del sobrepeso y la obesidad a nivel internacional (Popkin, 2001). Como formación reactiva se han forjado unos valores estéticos de delgadez y unas acti-tudes sociales de marginación a los obesos. Estos valores y actitudes toman más fuerza entre las mujeres, jóvenes y clases altas. Precisamente, en estos grupos, ha disminuido el porcentaje de obesidad y sobrepeso y ha aumentado el bajo peso y los trastornos de la conducta alimentaria. Así, la sociedad parece enfrentarse a un dilema de engordar o sufrir un trastorno alimentario. Uno puede escapar de este dilema con unos hábitos alimentarios y de ejercicio adecuados. Conseguir una so-ciedad que no engorde ni enferme por el problema del sobrepeso y la obesidad, con unos hábitos adecuados de alimentación y ejercicio, así como con unos valores de salud y normopeso, evitará que se obsesione con la delgadez y prevendrá trastor-nos alimentarios (Moral, 2002).

Considerando estas problemáticas sociosanitarias, nos dimos a la tarea de dise-ñar y desarrollar un proyecto de investigación, el cual recibió el apoyo financiero del Programa de Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica (pAicyt SA1625-07) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (Moral, Álvarez e Ybarra, 2007). Los objetivos del proyecto eran conocer los factores de riesgo y protección para proble-mas en hábitos de alimentación y actividad física en adolescentes de 15 a 18 años de la zona noreste de la República mexicana; asimismo, con base en los resulta-dos, proponer estrategias psicoeducativas de prevención e intervención.

Como responsable del proyecto (pAicyt SA1625-07) figuró el doctor José Moral de la Rubia (Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León), como colaboradores el doctor Javier Álvarez Bermúdez (Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León) y el doctor José Luis Ybarra Sagaduy (Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Tamaulipas). Posteriormente se incorporaron el maes-tro Joel Zapata Salazar y el doctor José González Tovar, ambos de la Escuela de Psicología de la Universidad de Coahuila. Se contempló como una colaboradora inicial la doctora María Czyzewska del Departamento de Psicología de Southwest Texas State University. Precisamente, la mayor parte del instrumento de medida empleado se tomó de una investigación de la doctora María Czyzewska y la doctora Natalie Ceballos: Predictors of Health Risk Behaviors among Hispanic Adolescents. No obstante, la colaboración en este proyecto finalmente no se concretó.

Page 16: Alimentacion Obesidad Jana

20

Los productos que se deseaban crear con el proyecto de investigación se pue-den reducir a los 3 siguientes:

1. Tener un instrumento de evaluación validado sobre hábitos de alimentación y actividad física.

2. Hacer un diagnóstico de problemas de hábitos de alimentación y actividad fí-sica en la región noreste.

3. Proponer un programa de prevención en problemas de hábitos alimentarios y actividad física.

El presente libro es el producto final del proyecto de investigación que intenta responder a los objetivos y metas propuestos.

Contenido del libro

El primer capítulo del libro se titula: “Aspectos metodológicos de la investiga-ción”. Está escrito por el doctor José Moral de la Rubia. En este capítulo se con-centran gran parte de los aspectos metodológicos del estudio, ya que todos los da-tos reportados proceden de una muestra de estudiantes de media superior de tres ciudades del noreste de México. Se empieza con una descripción de la muestra, se presenta el instrumento de evaluación (cuestionario de autorreporte), se con-tinúa con los procedimientos de muestreo y traducción, y finalmente, se reportan las propiedades psicométricas de las escalas incluidas en el cuestionario. Las es-calas se estudian en el orden que tienen dentro del cuestionario. Se comienza con la Escala de Afectos Positivos y Negativos (eApn) que está inspirada en las escalas de Watson, Clark y Tellegen (1988), pero difiere de ésta en 12 de sus reactivos. Se continúa con una escala de ajuste escolar y problemas interpersonales en la casa y la escuela, un cuestionario de afrontamiento, una escala de usos de comer y satis-facción personal, el Inventario de Trastornos Alimentarios (edi-2) de Garner (1998), donde sólo se consideran 4 factores (obsesión por adelgazar, bulimia, insatisfac-ción corporal y conciencia introceptica). Se termina con la escala de Alexitimia de Toronto modificada, con todos sus reactivos redactados en sentido directo y con 10 reactivos nuevos para medir pobreza de la fantasía (tAS-30), considerando el estu-dio de Moral (2009b) en población mexicana. Con la excepción de la tAS-30 y el edi-2, las escalas están extraídas del Cuestionario Predictors of Health Risk Behaviors among Hispanic Adolescents de Czyzewska y Ceballos (2006), el cual fue traduci-do bajo las directrices de Muñiz y Hambleton (1996). Debe señalarse que en la in-

Page 17: Alimentacion Obesidad Jana

21

vestigación se manejó peso y talla autorreportados, considerando los resultados de confiabilidad observados en estudiantes universitarios de primeros semestres (Sánchez-Sosa, Moral y Cantú, 2008). No obstante, se hace una estimación de la confiabilidad en una muestra de 72 estudiantes. La correlación entre el imc repor-tado e informado en la muestra de mujeres fue 0.945, en la de hombres 0.925 y en la muestra conjunta 0.937, así la discrepancia entre imc auto-informado y el medi-do fue menor al 10%. Los grupos de peso se establecieron con los puntos de cor-te propuestos por la International Obesity Task Force (iotf) para menores de 18 años (Cole, Bellizzi, Flegal y Dietz, 2000; Cole, Flegal, Nicholls y Jackson, 2007), tal como hace la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Olaiz et al., 2007).

El segundo capítulo se titula: “Ejercicio físico. Diferencias y modelos predicti-vos”. Está escrito por el doctor José Moral de la Rubia. El capítulo inicia con la defini-ción de actividad y ejercicio físicos que realiza el Instituto Nacional de Salud Pública (inSp) (2007). Continúa recopilando algunos datos de la Organización Mundial de la Salud (omS) (2009) sobre consecuencias de la falta de ejercicio físico para la sa-lud, así como estadísticas de la Secretaría de Salud de México (Olaiz et al., 2007) sobre ejercicio físico en adolescentes y porcentajes de sobrepeso y la obesidad. Esta parte de revisión teórica es cerrada con la presentación de cuatro modelos de la Psicología de la Salud que se pueden aplicar a la explicación del tiempo dedica-do al ejercicio físico: creencias de salud (léase Becker y Rosenstock, 1987; y la re-visión crítica de Moreno y Gil, 2003), acción razonada (Fishbein y Azjen, 1975), ac-ción planeada (Azjen, 1985; Ajzen, Albarracín y Hornik, 2007) y etapas del cambio (Prochaska y Diclemente, 2005). Tras la sección de revisión, el capítulo prosigue con la presentación de un estudio empírico, cuyos objetivos eran: describir los há-bitos, valoración y disposición al ejercicio físico de la muestra; realizar comparacio-nes por sexos, ciudades y grupos de índice de masa corporal (infrapeso, normope-so, sobrepeso y obesidad) en las variables de ejercicio físico; estimar la relación de estas variables con la edad; asimismo, establecer un modelo para predecir las ho-ras a la semana en que se practica ejercicio físico, considerando como determinan-tes: la actitud, intención de conducta y estado afectivo. Los resultados de los mode-los de ecuaciones estructurales desarrollados se discuten haciendo referencia a las propuestas teóricas de Fishbein y Azjen (1975), así como Ajzen et al., (2007).

El tercer capítulo se titula: “Actividades extraescolares físicas y sedentarias. Escalamiento y diferencias”. Está escrito por el doctor José Moral de la Rubia. El ca-pítulo inicia con la clasificación de la actividad física, prosigue con la revisión de las consecuencias de la falta de ejercicio físico o de su abuso, asimismo presenta es-tadísticas de la Organización Mundial de la Salud (omS, 2004, 2009) y la Secretaría de Salud de México (Olaiz et al., 2007) sobre morbilidad y mortalidad para hacernos

Page 18: Alimentacion Obesidad Jana

22

una imagen del problema de salud y la importancia del ejercicio físico. Finalmente, se cierra esta sección de revisión con el resumen de algunos planteamientos polí-ticos para fomentar el deporte (Kahn, Ramsey, Brownson, Heath, Howze, Powel, Stone, Rajab, Corso y las Fuerzas de los Servicios Preventivos Comunitarios, 2002; omS, 2004, Conade, 2008). A continuación, tras esta revisión, se desarrolla un es-tudio empírico cuyos objetivos eran: Describir las actividades extraescolares en la muestra de estudiantes de educación media con énfasis en la actividad física; de-terminar la estructura factorial, consistencia interna y validez concurrente de una escala de actividades extraescolares; proponer un índice de actividad; realizar com-paraciones en el índice de actividad y sus factores por sexos (mujeres y hombres), ciudades (Ciudad Victoria, Monterrey y Saltillo) y grupos de índice de masa corporal (infrapeso, normopeso, sobrepeso y obesidad) para establecer perfiles diferencia-les; y finalmente formular algunas sugerencias con respecto a la inversión del tiem-po extraescolar de estos jóvenes para mejorar su condición física y estado de salud con base en los datos obtenidos y planteamientos políticos revisados.

El cuarto capítulo se titula: “Factores de riesgo y protección en hábitos alimen-tarios”. Está escrito por el maestro Joel Zapata Salazar, el doctor José González Tovar y el doctor José Moral de la Rubia. En este capítulo se hace un estudio des-criptivo de los hábitos de alimentación en relación con la frecuencia con que se come al día, frecuencia de consumo de alimentos al mes, mantenimiento de dietas y significados de cuidar la alimentación, realizándose comparaciones por sexos, ciu-dades y grupos de índice de masa corporal (definidos con base en los criterios iotf). Asimismo, se estudia la estructura factorial de una escala de consumo de alimen-tos, tomada del cuestionario de hábitos de salud de Álvarez (2002). Finalmente, se predice índice de masa corporal con los factores de esta escala, veces que se come al día y variables de actividad física. Se discuten los datos para hacer algunas suge-rencias en el diseño de programas de intervención en la población de adolescentes escolarizados de Ciudad Victoria, Monterrey y Saltillo. Algunos datos importantes que se rescatan son el consumo de pescado por encima de lo esperado, así como consumo bajo de refrescos, aunque la comida chatarra está muy presente, con ali-mentos como hamburguesas, hot-dogs, papitas y tortas. Por otra parte, el comer tres o más veces al día destaca como un factor protector claro de sobrepeso y obe-sidad.

El quinto capítulo se titula: “Factores asociados con el sobrepeso y la obesidad”. Está inscrito por el doctor José Luis Ybarra Sagarduy. Comienza con cuestiones de definición de la obesidad y datos epidemiológicos extraídos del Ensanut 2006 (Olaiz et al., 2007). Señala las complicaciones y efectos de la obesidad infantil y adoles-cente. Continúa revisando las causas de la obesidad y la relación entre la obesidad

Page 19: Alimentacion Obesidad Jana

23

infantil y adolescentes. Estas revisiones de estudios empíricos, evidencian una pro-blemática grave en México y con una tasa excesiva y creciente de sobrepeso y obe-sidad en todos los grupos de edad, de ahí que se plantea determinar la prevalencia de sobrepeso y obesidad en adolescentes del noreste de México y los principales factores asociados. El estudio desarrolla modelos de regresión logística para dis-cernir al grupo de sobrepeso y obesidad del resto de la muestra, así como modelos de regresión lineal para predecir índice de masa corporal. Los análisis se realizan en la muestra conjunta y separando ambos sexos.

El sexto capítulo se titula: “Los adolescentes y su imagen corporal: esquemas cognitivos, canon social, hábitos y emociones”. Está escrito por el doctor Javier Álvarez Bermúdez. En este capítulo se investiga acerca de la imagen corporal de los adolescentes en relación con los esquemas cognitivos de la imagen percibida de sí mismo, la imagen deseada, la imagen percibida de los pares, las emociones y los hábitos. Se analizan los datos empleando regresión lineal múltiple, asimismo comparaciones intragrupo entre los tres tipos de imágenes evaluadas. El autor des-taca cómo la evaluación del esquema corporal de sí mismo se ve afectada sobre todo por la imagen corporal ideal y la imagen percibida de los pares, más allá de las actividades físicas y del uso del tiempo libre. Lo que nos lleva a discutir los efectos en los adolescentes del sobreénfasis social en un ideal estético fomentado a través de los medios de comunicación y la mercadotécnica. Finalmente se realizan suge-rencias para la orientación de la educación en materias de salud en la media su- perior.

El séptimo capítulo se titula: “Clasificación y modelos discriminantes de trastor-nos de la conducta alimentaria”. Está escrito por el doctor José Moral de la Rubia. En este capítulo se desarrollan aspectos de conceptualización, definición y clasi-ficación de los trastornos alimentarios, a tal fin se sigue el dSm-iv-tr (American Psychiatric Association [ApA], 2000). Se continúa con el desarrollo de un estudio empírico que tenía como objetivos: evaluar el estado de la muestra en relación con los síntomas de trastorno alimentario evaluados con el Inventario Revisado de Trastornos Alimentarios (edi-2) (Garner, 1991); generar variables de clasificación para los participantes en función de 4 criterios: insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar, pérdida de control al comer e índice de masa corporal; y estimar mode-los lineales multivariados para diferenciar estos grupos con base en las variables: horas de ejercicio a la semana, alexitimia, conciencia introceptiva, ajuste escolar, afecto negativo, afecto positivo, problemas interpersonales y afrontamiento. El mo-delo de clasificación se obtiene por análisis de clúster y los modelos de diferencia-ción de grupos por regresión logística lineal (2 grupos) y análisis discriminante (3 o más grupos). Los análisis se realizan en la muestra conjunta, así como por separa-

Page 20: Alimentacion Obesidad Jana

24

do en cada sexo. Se pretendía definir 5 grupos: sin trastorno alimentario (normope-so, puntuaciones bajas en obsesión por adelgazar y bulimia y altas en satisfacción corporal), con trastorno alimentario tipo anorexia restrictiva (infrapeso con puntua-ciones altas en insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar, pero bajas en pér-dida de control al comer), trastorno alimentario tipo anorexia purgativa (bajo peso con puntuaciones altas en insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y pérdi-da del control al comer), trastorno alimentario tipo bulimia (normopeso con puntua-ciones altas en insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y pérdida del control al comer) y trastorno alimentario por atracones (obesidad con puntuaciones altas en insatisfacción corporal y pérdida del control al comer, pero promedio o bajas en obsesión por adelgazar); asimismo, definir dos grupos con o sin trastorno alimen-tario. Se señala que los casos de tcA no especificados parecen frecuentes en la muestra. Los modelos de clúster no son capaces de identificar anorexia en la mues-tra conjunta ni en la de hombres o mujeres. Lo que probablemente se deba a su ba-jísima expresión, sobre todo del subtipo restrictivo. Los modelos pueden identificar los problemas de descontrol alimentario o atracones. Con base en los datos obteni-dos se realizan sugerencias de intervención.

El octavo capítulo se titula: “Modelos predictivos de factores de riesgo de sínto-mas de trastornos de la conducta alimentaria”. Está escrito por el doctor José Moral de la Rubia. El capítulo inicia con la presentación de teorías y modelos explicati-vos de los trastornos alimentarios. Por una parte, se revisa la propuesta de Moral (2002), donde se propone que el estilo de alimentación y vida de la sociedad moder-na ha aumentado el problema del sobrepeso y la obesidad. Como formación reac-tiva se han forjado unos valores estéticos de delgadez y unas actitudes sociales de marginación a los obesos. Estos valores y actitudes toman más fuerza entre las mu-jeres, jóvenes y clases altas. Precisamente, en estos grupos ha disminuido el por-centaje de obesidad y sobrepeso y ha aumentado el bajo peso y los trastornos de la conducta alimentaria. Así, la sociedad parece enfrentarse a un dilema de engordar o sufrir un trastorno alimentario. Por otra parte, se revisan 7 modelos estructurales, los cuales tienen en común conceder un peso central a la insatisfacción con la ima-gen corporal en la determinación de la conducta bulímica o restrictiva. El capítulo continúa con el desarrollo de un estudio empírico, cuyos objetivos eran: Evaluar el estereotipo de la persona delgada y obesa del mismo sexo para contrastar si existe una excesiva polarización valorativa en consonancia con la supuesta presión cultu-ral hacia la delgadez; calcular un modelo de regresión lineal para predecir trastor-no de la conducta alimenticia con índice de masa corporal, horas de ejercicio a la semana, alexitimia, conciencia introceptiva, afecto positivo, afecto negativo, ajuste escolar, problemas interpersonales y afrontamiento; definir y contrastar un modelo

Page 21: Alimentacion Obesidad Jana

2�

de análisis de trayectorias desde los estudios revisados y los datos obtenidos en el análisis de clúster y discriminante (capítulo 7) y de regresión (en este capítulo); así como describir el estado de ánimo en la muestra, comparando por sexos, ciudades y grupos de imc.

El autor afirma, desde los modelos de clasificación, regresión y trayectorias de-sarrollados, que una obsesión excesiva por adelgazar puede ser peor que unos ki-los de más, por el círculo vicioso que se genera, si están presentes la alexitimia y problemas interpersonales. Así sugiere crear programas en forma de talleres donde se trabaje habilidades y autoeficacia para mantener un peso saludable sin obsesio-narse por el tipo de comida ingerida (ortorexia), el peso y la silueta (dismorfofobia), ni el ejercicio físico (vigorexia), asimismo sería importante trabajar habilidades de inteligencia emocional y sociales para desarrollar la capacidad de identificar y sim-bolizar las emociones, expresión y regulación de emociones, toma de decisiones con inteligencia emocional, empatía, asertividad, así como valores de convivencia, aceptación, congruencia y respeto.

El noveno capítulo se titula: “Diagnóstico y propuestas de intervención en re-lación con el ejercicio y la alimentación”. Está escrito por José Moral de la Rubia, José Luis Ybarra Sagarduy, Javier Álvarez Bermúdez, Joel Zapata Salazar y José González Tovar. Este último capítulo cierra el libro, haciendo una síntesis de hallaz-gos, extrayendo unas conclusiones evaluativas o diagnósticas y finalmente concre-tando una propuesta de intervención psicosocial, basada en técnicas de modifica-ción de conducta (Moral, en prensa).

JoSé morAl de lA rubiA,JoSé luiS ybArrA SAgArduy,

JAvier ÁlvArez bermúdez,Joel zApAtA SAlAzAr

y JoSé gonzÁlez tovAr

Page 22: Alimentacion Obesidad Jana

2�

Page 23: Alimentacion Obesidad Jana

2�

BIBlIografía

Ajzen, I. (1985), “From intentions to actions: A theory of planned behavior”, en J. Khul y J. Beckmann (eds.), Action control from cognition to behavior, Berlín, Verlag, pp. 10-39.

Ajzen, I., D. Albarracín y R. Hornik (2007), Prediction and Change of Health Be-ha-vior: Applying the Reasoned Action Approach, Mahwah, NJ., Lawrence Erlbaum Associates.

Álvarez-Bermúdez, J. (2002), Estudio de las creencias, salud y enfermedad, México, Trillas.

American Psychiatric Association (ApA) (2000), Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders, 4ª ed., text revised (dSm-iv-TR), Washington, Author.

Anderson, R. J., K. E. Freedland, R. E. Clouse y P. J. Lustman (2001), “The preva-lence of comorbid depression in adults with diabetes: a meta-analysis”, Diabetes Care, 24(6), pp. 1069-1078.

Armario, P. (2003), “Estrés, enfermedad cardiovascular”, Anales de Cirugía Car-diaca y Vascular, 9(4), pp. 226-234.

Becker, M. H. y I. M. Rosenstock (1987), “Comparing social learning theory and the health belief model”, en W. B. Ward (Ed.). Advances in Health Education and Promotion, vol. 2, Greenwich, CT., JAi Press, pp. 245-249.

Blanchard, C. M., K. S. Courneya y K. Stein (2008), “American Cancer Society’s ScS-ii. Cancer survivors’ adherence to lifestyle behavior recommendations and associations with health-related quality of life: results from the American Cancer Society’s ScS-ii”, Journal of Clinical Oncology, 26(13), pp. 2198-2204.

Bosch, X., F. Alfonso y J. Bermejo (2002), “Diabetes y enfermedad cardiovascu-lar. Una mirada hacia la nueva epidemiología del siglo xxi”. Revista Española de Cardiología, 55, pp. 525-527.

Page 24: Alimentacion Obesidad Jana

2�

Castillo-Ruiz, V. del, P. Pérez-Vera y B. Blanco-Ibáñez (2002), “Genética y cáncer en pediatría”, en R. Rivera Luna (ed.), Oncología pediátrica. Conceptos básicos y clínicos, México, Intersistemas, pp. 103-135.

Capri-Ballester, A., R. Zurriaga-Llorens, P. González-Navarro, J. Marzo-Campos y A. Buunk (2007), “Incidencia de los hábitos de conducta en la prevención de la enfermedad cardiovascular”, International Journal of Clinical and Health Psychology, 7(1), pp. 59-70.

Cole, T., M. C. Bellizzi, K. M. Flegal y W. H. Dietz (2000), “Establishing a Standard definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, British Medical Journal, 320, pp. 1-6.

Cole, T. J., K. M. Flegal, D. Nicholls y A. A. Jackson (2007), “Body mass index cut offs to define thinness in children and adolescents: international survey”, British Medical Journal, 335(7612), pp. 194-195.

Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) (2008), Actívate, vive me-jor, en <http://www.conade.gob.mx/>. [Consultado el 15 de mayo de 2008].

Czyzewska, M. y N. Ceballos (2006), Predictors of health risk behaviors among his-panic adolescents, en <https://synergy.txstate.edu/exchweb/bin/redir.asp?>.

Fernández-Abascal, E. G., M. D. Martín y F. Domínguez (2003), “Factores de ries-go e intervenciones psicológicas eficaces en los trastornos cardiovasculares”, Psicothema, 15(4), pp. 615-630.

Filozof, C., C. González, M. Sereday, C. Mazza y J. Braguinsky (2008), “Obesity prevalence and trends in Latin-American countries”, Obesity Reviews, 2(2), pp 99-106.

Fishbein, M. y I. Ajzen (1975), Belief, Attitude, Intention and Behavior: An Introduc-tion to Theory and Research, Massachusetts, EUA, Addison Wesley.

Garner, D. M. (1991), Eating Disorder Inventory-2. Professional Manual, Odessa, FA, Psychological Assessment Resources.

__________ (1998), edi-2. Inventario de trastornos de la conducta alimentaria. Manual, Madrid, teA Ediciones.

Giese-Davis, J., A. Conrad, B. Nouriani y D. Spiegel (2008), “Exploring emotion-regulation and autonomic physiology in metastatic breast cancer patients: Repression, suppression, and restraint of hostility”, Personality and Individual Differences, 44(1), pp. 226-237.

Gil Roales-Nieto, J., y J. L. Ybarra Sagarduy (2003), “Guía de tratamientos psico-lógicos eficaces en diabetes”, en M. Pérez, J. R. Fernández, C. Y. Fernández, y I. Amigo (eds.), Guía de tratamientos psicológicos eficaces II. Psicología de la Salud, Madrid, Ediciones Pirámide, pp. 215-242.

Page 25: Alimentacion Obesidad Jana

2�

Grossarth-Maticek, R. y H. J. Eysenck (1991), “Personality, stress and motivatio-nal factors in drink determinants of risk for cancer and coronary heart disease”, Psychological Reports, 69, pp. 1027-1045.

Halligan, P. W. y A. S. David (1999), Conversion hysteria: towards a cognitive neu-ropsychological account, Cognitive Neuropsychiatry, 4(3), pp. 161-163.

Instituto Nacional de Salud Pública (inSp) (2007), “Promoción de la actividad física”, en Boletín de Información Científica para el Cuidado en Enfermería, 7, en <http://www.insp.mx/Portal/Centros/ciss/nls/boletines/ICCE_07.pdf>. [Consultado el 8 de julio de 2009].

James, P .T. (2004), “Obesity: the worldwide epidemic”, Clinics in Dermatology, 22(4), pp. 276-280.

Jebb, S.A. (1997), “Aetiology of obesity”, British Medical Bulletin, 53(2), pp. 264-285.

Kahn, E. B., L. T. Ramsey, R. C. Brownson, G. W. Heath, E. H. Howze, K. E. Powel, E. J. Stone, M. W. Rajab, P. Corso y the Task Force on Community Preventive Services (2002), “The effectiveness of interventions to increase physical activity: A systematic review”, American Journal of Preventive Medicine, 22, pp. 73-107.

Kathol, R. G., R. S. Jaeckle, J. F. Lopez y W. H. Meller (1989) “Pathophysiology of HPS axis abnormalities in patients with major depression: an update”, American Journal of Psychiatry, 149, pp. 311-317.

Kawakami, N., N. Takatsuka, H. Shimizu y H. Ishibashi (1999), “Depressive symptoms and occurrence of type 2 diabetes among Japanese men”, Diabetes Care, 22, pp. 107-116.

Kinder, L. S., T. W. Kamarck, A. Baum y T. J. Orchard (2002) “Depressive sympto-matology and coronary heart disease in type I diabetes mellitus: a study of possi-ble mechanisms”, Health Psychology, 21, pp. 542-552.

Knol, M. J., J. W. Twisk, A. T. Beekman, R. J. Heine, F. J. Snoek y F. Pouwer (2006), “Depression as a risk factor for the onset of type 2 diabetes mellitus. A meta-analysis”, Diabetologia, 49, pp. 837-845.

La Greca, A. M., K. K. J. Bearman, A. Delamater, A. M. Patino, M. C. Blumberg, J. Marks, S. B. Johnson, D. Shatz y B. Anderson (2001), “Early life stress and di-sease among offspring and siblings of individuals with type 1 diabetes mellitus”, Journal of Pediatric Endocrinology and Metabolism, 14(Suppl. 1), pp. 661-668.

Lustman, P. J., S. M. Penckofer y R. E. Clouse (2008), “Recent advances in unders-tanding depression in adults with diabetes”, Current Psychiatry Reports, 10(6), pp. 495-502.

Page 26: Alimentacion Obesidad Jana

30

Miller, T. Q., T. W. Smith, C. W. Turner, M. L. Guijarro y A. J. Hallet (1996), “A meta-analytic review of research on hostility and physical health”, Psychological Bulletin, 119(1), pp. 322-348.

Moral, J. (2002), “Los trastornos de la conducta alimentaria, un complejo fenómeno biopsicosocial”, Revista de Salud Pública y Nutrición, 3(3). Disponible en< www.uanl.mx/publicaciones/respyn/iii/ensayos/trastornos.html>.

__________ (2008), “El constructo de la alexitimia: Medición, aplicación en la in-vestigación clínica y ubicación psicopatológica”, en J. Moral, R. Landero y M. T. González (eds.), Psicología de la salud en adolescentes y jóvenes, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 29-50.

__________ (2009a), “Posfacio. Sobre el método cualitativo en las ciencias socia-les”, en J. Moral y J. Álvarez (comps.), De la salud a la enfermedad. Hábitos tóxi-cos y alimenticios, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 295-317.

__________ (2009b), “Validación en México de Escala de Alexitimia de Toronto de 20 reactivos (tAS-20) y su aplicación al estudio del alcoholismo”, en J. Moral y J. Álvarez (comps.), De la salud a la enfermedad. Hábitos tóxicos y alimenticios, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 23-100.

__________ (en prensa), “Propuesta de tratamiento para la fibromialgia desde la terapia cognitivo-conductual para el trastorno de somatización”, en J. Moral, M. T. González y R. Landero (eds.), Evaluación, modelos y tratamiento de la soma-tización. Su aplicación al tratamiento de la fibromialgia, México, Editorial Plaza y Valdés y UANL, pp. 219-260.

Moral, J., J. Álvarez y J. L. Ybarra (2007), paicyt sa1625-07 Factores psicosociales de riesgo y protección en hábitos de alimentación y actividad física en adoles-centes para proponer estrategias psicoeducativas de prevención e intervención: Estudio comparativo entre los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila. Monterrey, N.L., México, Universidad Autónoma de Nuevo León.

Moral, J., y J. Martínez (2009), “Estrés y afrontamiento de los padres frente al diagnóstico de cáncer del hijo”, en J. Álvarez, J. Moral y J. Martínez (comps.), Psicología e investigación en enfermedades degenerativas crónicas, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 26-65.

Moreno, E. y J. Gil (2003), “El modelo de creencias de salud: revisión teórica, consi-deración crítica y propuesta alternativa: hacia un análisis funcional de las creen-cias en salud”, International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 3(1), pp. 91-109.

Muñiz, J. y R. K. Hambleton (1996), “Directrices para la traducción y adaptación de los tests”, Papeles del Psicólogo, 66, pp. 63-70.

Page 27: Alimentacion Obesidad Jana

31

Must, A. y R. S. Strauss (1999), “Risk and consequences of childhood and adoles-cent obesity”, International Journal of Obesity, 23(suppl. 2), pp. S2-S11.

Naqvi, T. Z., S. S. Naqvi y C. N. Merz (2005), “Gender differences in the link between depression and cardiovascular disease”, Psychosomatic Medicine, 67(Suppl 1), pp. S15-18.

Oakley, D. A (1999), “Hypnosis and conversion hysteria: A unifying model”, Cog-ni-tive Neuropsychiatry, 4(3), pp. 243-265.

Ohba, S., M. Nishi y H. Miyake (2008), “Eating habits and pancreas cancer”, International Journal of Gastrointestinal Cancer, 20(1), 37-42.

Olaiz, G., J. Rivera, T. Shamah, R. Rojas, R. Villalpando, M. Hernández, y J. Sepúlveda (2007), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut2006). Cuernava, Morelos, Instituto Nacional de Salud Pública.

Onitilo, A., P. Nietert y L. Egede (2006), “Effect of depression on all-cause mortali-ty in adults with cancer and differential effects by cancer site”, General Hospital Psychiatry, 28(5), pp. 396-402.

Organización Mundial de la Salud (omS) (2003), Informe Mundial de la oms. Prevención de las enfermedades crónicas, Ginebra, omS.

__________ (omS) (2004), Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud, Ginebra, Suiza, omS.

__________ (omS) (2009), Informe sobre la salud en el mundo 2008, Ginebra, Suiza, omS.

Popkin, B. M. (2001), “The nutrition transition and obesity in the developing world”, Journal of Nutrition, 131(3), pp. 871S-873S.

Prochaska J. O. y C. C. DiClemente (2005), “The transtheoretical approach”, en J. C. Norcross y M. R. Goldfried (eds.), Handbook of psychotherapy integration, 2nd ed., Nueva York, Oxford University Press, pp. 147-171.

Pyter, L., V. Pineros, J. Galang, M. McClintock y Prendergast (2009), “Peripheral tu-mors induce depressive-like behaviors and cytokine production and alter hypo-thalamic-pituitary-adrenal axis regulation”, Proceedings of the National Academy of Sciences, 106, 9069-9074.

Rozansky, A., J. A. Blumenthal y J. Kaplan (1999), “Impact of psychological factors on the pathogenesis of cardiovascular disease and the implications for the thera-py.”, Circulation, 99 (16), pp. 2192-2217.

Saluja, G., R. Iachan, P. C. Scheidt, M. D. Overpeck, W. Sun y J. N. Giedd (2004), “Prevalence of and risk factors for depressive symptoms among young adoles-cents”. Archives of Pediatric and Adolescent Medicine, 158(8), pp. 760-765.

Sánchez-Sosa, J. C., J. Moral y P. Cantú (2008), “El índice de masa corporal auto-rreportado como medida antropométrica pertinente en estudios de imagen cor-

Page 28: Alimentacion Obesidad Jana

32

poral”, Revista de Salud Pública y Nutrición (respyn), 9(4). Disponible en <http://www.respyn.uanl.mx/ix/4/articulos/articulo_imc_autorreportado.htm>.

Schneiderman, N., P. McCabe y A. Baum (1992), Stress and Disease Processes. Hillsdale, NJ., Lawrence Erlbaum Associates.

Secretaría de Salud (2002), Guías de nutrición y prevención del cáncer, Cuernavaca, Morelos, Secretaría de Salud.

__________ (2006), Mortalidad en México 2000-2004. Muertes evitables: magni-tud, distribución y tendencias, Cuernavaca, Morelos, Secretaría de Salud.

__________ (2007), Causas de muerte según códigos de la clasificación esta-dística internacional de enfermedades y problemas relacionados con la salud, Cuernavaca, Morelos, Secretaría de Salud.

Skidmore, P. M. y J. W. Yarnell (2004), “The obesity epidemic: prospects for preven-tion”, Quartely Journal of Medicine, 97, pp. 817-825.

Slattery, M. L. (2004), “Physical activity and colorectal cancer”, Sports Medicine, 34(4), pp. 239-252.

Surwit, R. S., M. S. Schneider y M. N. Feinglos (1992), “Stress and diabetes melli-tus”, Diabetes Care 15, pp. 1413-1422.

Talbot, F. (2000), “A review of the relationship between depression and diabetes in adults: is there a link?”, Diabetes Care, 23(10), pp. 1556-1562.

Tehard, B., C. M. Friedenreich, J. M. Oppert y F. Clavel-Chapelon (2006), “Effect of physical activity on women at increased risk of breast cancer: results from the E3N cohort study.”, Cancer Epidemiol Biomarkers Prevention, 15(1), pp. 57-64.

Watson, D., L. Clark y A. Tellegen (1988), Development and validation of brief mea-sures of positive and negative affect: The PANAS scales. Journal of Personality and Social Psychology, 54, pp. 1063-1070.

Wielgosz, A. T. y R. P. Nolan (2002), Biobehavior factors in the context of ischemic cardiovascular diseases”, Journal of Psychosomatic Research, 48, pp. 339-345.

World Health Organization (2008), 2008-2013 Action Plan for the Global Strategy for the Prevention and Control of Noncommunicable Diseases, Génova, Author.

Wright, C. M., L. Parker, D. Lamont y A. W. Craft (2001), “Implications of Childhood Obesity for Adult Health: Findings from Thousand Families Cohort Study”, British Medical Journal, 323, pp. 1280-1284.

Youngmee, K., J. T. Hickok y G. Morrow (2006), “Fatigue and depression in cancer patients undergoing chemotherapy: An emotion approach”, Journal of Pain and Symptom Management, 32(4), pp. 311-321.

Zigelstein, R. C., D. E. Bush y J. A. Feuerbach (1998), “Depression adherence be-havior and coronary disease outcome”, Archives of Internal Medicine, 158, pp. 80-89.

Page 29: Alimentacion Obesidad Jana

3�

I

aspectos metodológIcos de la InvestIgacIón

José Moral de la Rubia

Introducción

En este capítulo se desarrollan los aspectos metodológicos del estudio, ya que todos los datos reportados proceden de una muestra de estudiantes de media su-perior de tres ciudades del noreste de México. Se empieza con una descripción de la muestra, se presenta el instrumento de evaluación (cuestionario de autorrepor-te), se continúa con los procedimientos de muestreo y traducción, y finalmente, se muestran las propiedades psicométricas de las escalas incluidas en el cuestiona-rio. Las escalas se estudian en el orden que tienen dentro del cuestionario. Se co-mienza con la Escala de Afectos Positivos y Negativos (eApn) que está inspirada en las escalas de Watson, Clark y Tellegen (1988), pero difiere de ésta en 12 de sus reactivos. Se continua con una escala de ajuste escolar y problemas interpersona-les de rechazo y burlas en la casa y la escuela, un cuestionario de afrontamiento, una escala de usos de comer y satisfacción personal, el Inventario de Trastornos Alimentarios (edi-2) de Garner (1998), donde sólo se contemplan 4 factores (obse-sión por adelgazar, bulimia, insatisfacción corporal y conciencia introceptica). Se termina con la escala de Alexitimia de Toronto modificada, con todos sus reactivos redactados en sentido directo y con 10 reactivos nuevos para medir pobreza de la fantasía (tAS-30), considerando el estudio de Moral (2009) en población mexicana. Con la excepción de la tAS-30 y el edi-2, las escalas están extraídas del Cuestionario

Page 30: Alimentacion Obesidad Jana

3�

Predictors of Health Risk Behaviors among Hispanic Adolescents de Czyzewska y Ceballos (2006).

Como propiedades psicométricas se estudian: la estructura factorial, consisten-cia interna y distribución de las variables. La estructura factorial se determina prime-ro por análisis factorial exploratorio. Se factoriza por Componentes Principales con una rotación ortogonal (Varimax) u oblicua (Promax). El número de factores se fija por el criterio de Kaiser (autovalores mayores a 1), Cattell (punto de inflexión de la curva de sedimentación) o interpretación (Moral, 2006a). Se consideran saturación mayores o iguales a 0.40 para la interpretación de los factores. Se utiliza el análi-sis factorial confirmatorio para decidir la estructura y composición de reactivos que mejor se ajusta a los datos. La función de discrepancia se estima por el método de Máxima Verosimilitud. Se contemplan 14 índices de ajuste. En la Tabla 1 se especi-fican los valores para su interpretación. En la segunda columna aparecen los valo-res de mal ajuste y en la tercera los de buen ajuste. Entre ambos se ubicarían valo-res de ajuste adecuado. Debe señalarse que el estadístico χ2 se ve afectado por el tamaño grande de muestra (N=3189), incrementándose mucho su valor y haciendo muy difícil que se mantenga la hipótesis nula de ajuste (p>0.05), incluso esto afec-ta al cociente del estadístico chi-cuadrado por los grados de libertad (χ2/gl), resul-tando con frecuencia mayor a 3, de ahí que se resta valor a la hora de interpretar el ajuste a ambos índices (Moral, 2006b). La consistencia interna se estima por el co-eficiente alfa de Cronbach. Las escalas y subescalas se definen por suma simple. Asimismo, se estiman las puntuaciones factoriales para su uso en análisis multiva-riados de regresión o discriminantes. Se calculan por el método de Anderson-Rubin que proporciona variables ortogonales de media 0 y desviación estándar 1. El ajus-te a una curva normal se contrasta por la prueba de Kolmogorov-Smirnov. El nivel de significación estadística para el rechazo de la hipótesis nula en las pruebas de contraste se fija en p≤0.05. Los cálculos estadísticos se ejecutan con el SpSS16 y el análisis factorial confirmatorio por el StAtiSticA 7.

Page 31: Alimentacion Obesidad Jana

3�

Tabla 1. Interpretación de los índices de ajuste del Análisis Factorial Confirmatorio

Índices de ajuste Malo BuenoÍndices descriptivos básicos

Función de discrepancia (fd) >3 <2Estadístico χ2 p≤0.01 p>0.05Cociente de chi-cuadrado por sus grados de libertad (χ2/gl) >3 <2Residuo estandarizado cuadrático medio (rSm Sr) >0.075 <0.05

Índices de no centralidad poblacionalParámetro de no centralidad poblacional (pncp) >2 <1Error cuadrático medio de aproximación (rSm eA) de Steiger-Ling >0.075 <0.05Índice gamma poblacional (gpi) <0.80 >0.90Índice gamma poblacional ajustado (Agpi) <0.80 >0.90

Índices comparativos para una sola muestraÍndice de bondad de ajuste (gfi) de Jöreskog <0.85 >0.95Índice de bondad de ajuste ajustado (Agfi) de Jöreskog <0.80 >0.90Índice de ajuste normado (nfi) de Bentler-Bonett <0.80 >0.90Índice de ajuste no normado (nnfi) de Bentler-Bonett <0.85 >0.95Índice comparativo de ajuste (cfi) de Bentler <0.85 >0.95Delta de Bollen (Δ) <0.85 >0.95

Descripción de la muestra

La presente muestra de 3189 participantes está integrada por 1817 mujeres (57%) y 1368 hombres (43%), siendo el porcentaje de mujeres significativamente mayor que el de hombres (χ2(1, N=3185)=63.297, p<0.001). La media de edad es de 16.21 años con una desviación estándar 0.973, mediana y moda coinciden en 16 años. La edad mínima es 14 y la máxima 21, correspondiendo a estudiantes de pre-paratoria. La curva de la distribución de la edad es asimétrica positiva (As=0.886, eeas=0.043) y leptocúrtica (c=1.213, eec=0.087), es decir, está muy concentrada en torno a la media, con ligero sesgo hacia las edades más altas, no ajustándose a una curva normal (ZK-S=14.716, p<0.001). El 31% de la muestra procede de la ciudad de Saltillo (Coahuila), 37% de Monterrey (Nuevo León) y 32% de Ciudad Victoria (Tamaulipas), siendo el porcentaje de Monterrey significativamente mayor que los de Saltillo y Ciudad Victoria (χ2(2, N=3189)=19.355, p<0.001) (véase Tabla 2).

Page 32: Alimentacion Obesidad Jana

40

Tabla 2. Frecuencias y porcentajes de variables demográficas

Variable Categorías Frecuencia PorcentajePorcentajeacumulado

Sexos Mujeres 1817 57% 57%Hombres 1368 43% 100%

Edad 14 2 0.1% 0.1%15 738 23.1% 23.3%16 1408 44.2% 67.7%17 747 23.4% 91.3%18 196 6.1% 97.5%19 63 2% 99.5%20 15 0.5% 99.9%21 2 0.1% 100%

Ciudades Ciudad Victoria 1000 31.4% 31.4%Monterrey 1180 37% 68.4%

Saltillo 1009 31.6% 100%

La composición de sexos en las tres muestras por ciudades no es equivalente estadísticamente (χ2(2, N=3185)=35.136, p<0.001, cc=0.104, v=0.105). Hay más muje-res en Monterrey y más hombres en Ciudad Victoria, tomando en cuenta el conjun-to de las muestras. No obstante, en términos relativos a cada muestra, la composi-ción de porcentajes de hombres y mujeres es equivalente en la muestra de Ciudad Victoria y están más desequilibrados en la muestra de Saltillo (véase Tabla 3).

Tabla 3. Relación de los sexos con la ciudad donde se extrajo la muestra

Ciudades Sexos TotalMujeres Hombres

C. Victoria 500 (50%) 500 (50%) 1000 (100%)27.5% 36.5% 31.4%

Monterrey 684 (58%) 496 (42%) 1180 (100%)37.6% 36.3% 37.0%

Saltillo 633 (63%) 372 (37%) 1005 (100%)34.8% 27.2% 31.6%

Total 1817 (57%) 1368 (43%) 3185 (100%)100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (.0%) tienen frecuencias esperadas <5. La frecuencia esperada mínima fue 429.51.

Page 33: Alimentacion Obesidad Jana

41

Las medias de edad son estadísticamente disimilares entre las tres mues-tras por ciudades (k-w: χ2(2, N=3171)=309.470, p<0.001; F(2, 3167)=151.849, p<0.001; η=0.296, η2=0.088). Al haber heterocedasticidad entre las muestras (Levene: F(2, 3167)=31.039, p<0.001), se realizan las comparaciones a posteriori por la prueba T2 de Tamhane. Los estudiantes de la muestra de Monterrey son significativamen-te más jóvenes en que los de Saltillo (dm=-0.448, p<0.001) y Ciudad Victoria (dm=-0.680, p<0.001); a su vez los estudiantes de la muestra de Saltillo son más jóvenes que los de Ciudad Victoria (dm=-0.232, p<0.001). Las diferencias, aunque signifi-cativas, son muy pequeñas, menores a 9 meses. También hay una diferencia es-tadísticamente significativa en las medias de edad entre los sexos (t(2683)=5.998, p<0.001), siendo las muestras heterocedásticas (F(1, 3167)=59.478, p<0.001). Los hombres son 2 meses y medio en promedio mayores que las mujeres; así, es una diferencia aún menor que la encontrada entre las muestras por ciudades (véase Tabla 4).

Tabla 4. Diferencias de medias de edad entre sexos y ciudades

VariablesEdad Contraste de medias

N Media DERangomedio

Estadístico gl p

SexosMujeres 1810 16.11 0.91 1681.37 ZU=5.456 N=3169 0.000Hombres 1359 16.33 1.04 1681.37 t=5.998 2683(a) 0.000

Ciudades C. Victoria 1000 16.53 1.01 1878.21 K-W: 20.000

Monterrey 1176 15.85 0.85 1248.83 χ2=309.470 N=3171Saltillo 994 16.30 0.93 1690.82 F=151.849 2, 3167 0.000

Total 3170 16.21 0.97

(a) Prueba de Levene de igual de varianza: F=59.393, p<0.001. No se asume igual de varianzas.

Con base en los perfiles diferenciales, el sexo puede introducir un sesgo en las comparaciones entre las muestras por ciudades, pero no así la edad. De ahí que muchos de los análisis se repiten separando las muestras por sexos o controlando el sexo con técnicas estadísticas, como análisis de covarianza y análisis de varian-za de factores fijos.

El índice de masa corporal (imc) en la muestra conjunta varía de un mínimo de 12.8 a un máximo de 53.57. No se elimina ningún caso al estar comprendidos en el intervalo de 10 a 58, tal como estipula el Ensanut 2006 (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúlveda, 2007). La media de imc es 22.24, con una desviación estándar de 4.05 y un error estándar de la media de 0.76. Así, en una estimación con un intervalo de confianza de 95%, la media estaría comprendida

Page 34: Alimentacion Obesidad Jana

42

entre los valores 20.89 y 23.49. Por lo tanto, la media cae en el intervalo de normo-peso con estándares para adultos (de 18 años o más) [20, 24.99], también con los criterios internacionales para adolescentes de 16.5 años (media de edad) [19.35, 24.35] (Cole, Bellizzi, Flegal y Dietz, 2000). La media de imc de los hombres 22.95 (de=4.42) es significativamente mayor (ZU=8.269, p<0.001; t(2360)=8.041, p<0.001) que la media de imc de las mujeres 21.699 (de=3.648). Hay diferencias estadísti-camente significativas en las medias de imc por ciudades (k-w: χ2(2, N=2826)=24.720, p<0.001; F(2, 2823)=15.110, p<0.001). La media más alta aparece en la mues-tra de Ciudad Victoria (22.86±4.58), le sigue la media de la muestra de Monterrey (22.08±3.81) y la más baja aparece en la muestra de Saltillo (21.85±3.71). Las di-ferencias de la muestra de Ciudad Victoria con las de Saltillo (dm=1.01, p<0.001) y Monterrey (dm=0.78, p<0.001) son significativas, pero hay equivalencia entre las muestras de Saltillo y Monterrey (dm=-0.23, p=0.427) en la media de imc. Al realizar el análisis de varianza de dos factores fijos (sexo y ciudad), se obtiene que el sexo resulta el factor más diferencial (F(1, 2818)=58.791, p<0.001), las ciudades también son diferenciales (F(2, 2818)=10.604, p<0.001), pero no la interacción (F(2, 2818)=0.489, p=0.614). Por tanto, las diferencias de medias de imc entre las tres muestras por ciu-dades no son atribuibles a los sexos.

En la Encuesta Nacional de Nutrición 1999 (enn-99) (Resano-Pérez, Méndez-Ramírez, Shamah-Levy, Rivera y Sepúlveda-Amor, 2003) y la Encuesta de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut-2006) (Olaiz et al., 2007), los grupos de imc en menores de 18 años se establecieron con los puntos de corte propuestos por la International Obesity Task Force (iotf). Para generarse estos criterios, Cole et al. (2000) realiza-ron un estudio con muestras poblacionales de 6 países (Brasil, Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Holanda, Hong Kong y Singapur). Estimaron una prevalen-cia a la edad de 18 años de 11.5% de sobrepeso (95% IC [5-18%]) y de 2% de obe-sidad (95% ic [0.1-4%]), definiendo el sobrepeso como un índice de masa corporal (imc) mayor o igual a 25, pero menor a 30; y la obesidad como un imc mayor o igual a 30. Con base a estos porcentajes (11.5% de sobrepeso y 2% de obesidad) determi-naron los puntos de corte para menores de 18 años, a fin de que fuesen equivalen-tes en los distintos grupos de edad. En la Tabla 5, se pueden ver los puntos de cor-te para definir los cuatro grupos de imc en mujeres y hombres de 14 a 18 años. En un estudio posterior, Cole, Flegal, Nicholls y Jackson (2007) definieron los puntos de corte de infrapeso para las distintas edades, considerando valores para perso-nas de 18 años o más (18.5, 17 y 16). En este estudio se toma el valor de 18.5 que es establecido por la Organización Mundial de la Salud (who Expert Committee on Physical Status, 1995).

Page 35: Alimentacion Obesidad Jana

43

Tabla 5. Puntos de corte de los grupos de imc por edades y sexos desde los criterios iotf (<18 años)

EdadMujeres Hombres

Normopeso Sobrepeso Obesidad Normopeso Sobrepeso Obesidad14-15 14.5 17.2 23.7 28.9 16.7 23.0 28.015-16 15.5 17.7 24.2 29.3 17.3 23.6 28.616-17 16.5 18.1 24.5 29.6 17.8 24.2 29.117-18 17.5 18.4 24.8 29.8 18.3 24.7 29.7≥18 18.5 25 30 18.5 25 30

Con base en los puntos de corte de los criterios iotf, 11% de los participantes presenta infrapeso, 66% normopeso, 18% sobrepeso y 5% obesidad. Los porcenta-jes de grupos de imc son diferenciales entre los sexos (χ2(3, N=2824)=66.109, p<0.001). El 13% de la mujeres presenta infrapeso frente al 8% de los hombres, 69% normo-peso frente al 62% de los hombres, 14% sobrepeso frente al 23% de los hombres y 4% obesidad frente al 7% de los hombres. Así, el infrapeso es mayor en las muje-res que en los hombres y el porcentaje combinado de sobrepeso y obesidad es ma-yor en hombres (30%) que en mujeres (18%) (véase Tabla 6). No obstante, la aso-ciación entre los grupos de imc y los sexos es débil (cc=0.151, p<0.001; v=0.153, p<0.001).

Tabla 6. Frecuencia de grupos de imc (criterios iotf) por sexos

Grupos de IMC (criterios Iotf)

SexosTotal

Mujeres HombresInfrapeso 208 96 304

13.1% 7.8% 10.8%Normopeso 1097 765 1862

68.9% 62.1% 65.9%Sobrepeso 227 281 508

14.2% 22.8% 18.0%Obesidad 61 89 150

3.8% 7.2% 5.3%

Total1593 1231 2824100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada <5 y la frecuencia esperada mínima es 65.39.

Page 36: Alimentacion Obesidad Jana

44

Instrumento de evaluación

Se empleó un cuestionario de autoinforme estructurado. Gran parte del mismo está tomado del cuestionario Predictors of Health Risk Behaviors among Hispanic Adolescents de Czyzewska y Ceballos (2006), desarrollado en Estados Unidos de América y aplicado a estudiantes de educación media superior. Varias preguntas de hábitos alimentarios se toman del Cuestionario de Hábitos de Salud de Álvarez (2002).

Nuestro cuestionario empezaba con información sociodemográfica, donde se pedía indicar el peso y la talla, los cuales no eran medidos por medio de un esta-diómetro y una báscula, sino autorreportados. Continuaba con siete preguntas so-bre hábitos de ejercicio físico. Seguía explorando el área de la adaptación escolar, hábitos respecto a la inversión del tiempo extraescolar y percepción del esquema corporal. Además, incluía una escala de afectos positivos y negativos, una escala de problemas interpersonales de rechazo y burlas en la escuela y en la casa, otra de estrategias de afrontamiento y otra de usos del comer y satisfacción personal. También se solicitaba una evaluación con base en 31 descriptores de personalidad de unas figuras humanas del mismo sexo que el participante, una delgada y otra obesa. Proseguían las preguntas de hábitos alimentarios tomadas del cuestiona-rio de Álvarez (2002). Se añadió el Inventario Revisado de Trastornos Alimentarios (edi-2) (Garner, 1998), aunque sólo se contemplaban cuatro factores (obsesión por la delgadez, bulimia, insatisfacción corporal y conciencia introceptiva); asimismo, la Escala de Alexitimia de Toronto de 20 reactivos (tAS-20) con la adaptación a pobla-ción mexicana de Moral (2009), a la cual se añadió una subescala de 10 reactivos para medir fantasías o ensueños diurnos (véanse Anexos del libro con el cuestiona-rio para mujeres y hombres).

Procedimiento

El presente estudio fue financiado por el Programa de Apoyo a la Investigación científica y Tecnológica (pAicyt) de la Universidad Autónoma de Nuevo León, invir-tiéndose gran parte del dinero en el trabajo de campo.

Para la traducción y adaptación del cuestionario Predictors of Health Risk Behaviors among Hispanic Adolescents de Czyzewska y Ceballos (2006) se siguie-ron las directrices International Traduction Criteria (itc) (Muñiz y Hambleton, 1996). Con base en estas directrices, el responsable del proyecto (Jmr) tradujo el cues-tionario. A continuación, la primera versión traducida fue entregada a dos exper-

Page 37: Alimentacion Obesidad Jana

4�

tos (profesores de inglés) para que señalasen los reactivos que consideraran mal traducidos. Los reactivos en los cuales ambos expertos coincidieron en señalarlos como mal traducidos, fueron revisados. A tal fin, se reunieron ambos maestros para proponer juntos una traducción más correcta. A continuación, se entregó la traduc-ción con las correcciones a un conjunto de psicólogos expertos en el tema para que señalen si los reactivos eran comprensibles para la población de adolescentes mexicanos. En los reactivos donde el consenso era menor al 85% se procedió a la revisión de los mismos. Esta versión ya revisada se sometió a una muestra de 30 adolescentes para que cataloguen si cada reactivo era comprensible o no. Cuando el consenso en un reactivo era menor al 85% nuevamente era revisado, conside-rando las sugerencias hechas por los encuestados. Tras esto se fijó la versión tra-ducida presentada. Con la tAS-20 se empleó la traducción ya disponible en México (Moral, 2009), aunque todos sus reactivos aparecen en sentido directo (de alexiti-mia). Con el edi-2 se empleó la traducción de Corral, González, Pereña y Seisdedos editada por teA (Garner, 1998).

El cuestionario se aplicó en los salones de clase y se solicitaba a cada partici-pante el consentimiento informado de forma previa en la primera hoja. Ya que la for-ma de contestar el cuestionario era anónima, sólo se tenía que indicar que sí o no se aceptaba participar. Cuando las personas encuestadas optaban por no partici-par se preguntaba por qué. La participación fue alta (92%). Los motivos esgrimidos para rehusar participar fueron: desidia (58%), falta de tiempo (31%), indisposición (9%) y sin motivo (2%). Los datos fueron tratados con estricta confidencialidad, si-guiendo los estándares éticos de la ApA (2002).

Las aplicaciones fueron colectivas, estando siempre presente al menos dos per-sonas para resolver dudas y lograr un ambiente de silencio y concentración en el cuestionario. De forma previa se solicitó permiso a los directores de los distintos centros educativos y a los maestros que prestaron sus salones de clase. El cues-tionario llevaba unos 60 minutos en ser respondido, de ahí que se intentó aplicar en momentos en los que el salón tomaba una clase de dos horas. El levantamiento de la muestra tuvo lugar entre enero a junio de 2008.

El índice de masa corporal (imc) se calculó por la fórmula de Quetelet (1871), es decir, el cociente entre el peso en kilogramos y la talla en metros al cuadrado, esto es, kilogramos / (metros)2. Al ser el peso y la talla autoinformados, se estimaron la confiabilidad de los mismos en una preparatoria técnica de Monterrey.

Se midió y se pesó a un total de 36 varones y 36 mujeres de 15 a 18 años, sin previo aviso, aunque solicitando el consentimiento expreso en el momento. De for-ma previa se solicitó a los participantes que indicasen cuánto medían y pesaban. La talla se midió con un estadiómetro marca Dynatop con capacidad de 2 metros y con

Page 38: Alimentacion Obesidad Jana

4�

una precisión de 1 milímetro. El peso corporal se midió utilizando balanzas electró-nicas marca Tanita, con una precisión de 100 gramos. Estos aparatos se encontra-ban disponibles en la preparatoria. Se medía y pesaba en ropa interior y bata quirúr-gica. Las personas se desvestían tras un biombo.

La correlación entre el imc reportado e informado en la muestra de mujeres fue 0.945, en la de hombres 0.925 y en la muestra conjunta 0.937, así la discrepancia entre imc autoinformado y el medido fue menor al 10%. Las mujeres subestiman li-geramente el peso (2.7 kilos en promedio), al igual que los hombres (1.5 kilos en promedio), y los hombres sobreestiman ligeramente la talla (1 centímetro en pro-medio), cuando las mujeres son exactas (discrepancia de 1 milímetro en promedio, al igual que el error del instrumento de medida). La subestimación promedio del imc en mujeres es de -1.05, en hombres es de -0.87 puntos y total de -0.88. El hecho que las mujeres subestiman más su peso y sean exactas en el reporte de su talla se refleja en una mayor distorsión en el imc, cuando la subestimación del peso es com-pensada por la sobreestimación de la talla en el hombre, dando una menor distor-sión en el imc (véase Tabla 7).

Estos datos permiten afirmar que el autorreporte de peso y talla es confiable en adolescentes que cursan estudios medios superiores, al igual que se observó en una muestra de 126 estudiantes universitarias de psicología (Sánchez-Sosa, Moral y Cantú, 2008) con una correlación de 0.953.

Unikel, Ocampo y Zambrano (2009) estudiaron la exactitud del autorreporte de peso y talla en mujeres de 15 a 19 años. Emplearon una muestra representativa de 2 357 mujeres estudiantes en escuelas públicas de nivel medio superior en el Estado de México, a quienes se les solicitó el dato por autorreporte del peso y la es-tatura y luego se las midió y pesó con ropa (sin zapatos ni chamarras). Obtuvieron que 59.8% de la población sobrestimó su estatura y 61.6% subestimó su peso. Las correlaciones de Pearson entre los datos medidos y autorreportados fueron de 0.74 para la estatura y 0.92 para el peso. La diferencia de medias entre la estatura auto-rreportada y la medida fue no significativa, pero la diferencia en peso fue significati-va con una diferencia media de 1.34 kilos. Los autores concluyen que el autorrepor-te sobre todo es confiable para talla. No obstante, no informan de datos de imc.

Page 39: Alimentacion Obesidad Jana

4�

Tabla 7. Contraste de medias por la t de Student para muestras emparejadas

Medidas Descriptivos Correlación Diferencia t de StudentN M DE r p M DE t gl p

Muestra conjunta de hombres y mujeresPesoreportado

72 60.742 9.8080.961 0.000 -2.083 2.837 -6.231 71 0.000

Pesomedido

72 62.821 8.629

Tallareportada

72 1.665 0.08520.984 0.000 0.004 0.015 2.127 71 0.037

Tallamedida

72 1.662 0.0842

imc

reportado72 21.873 2.923

0.937 0.000 -0.869 1.039 -7.089 71 0.000imc

medido72 22.741 2.556

Muestra de hombresPesoreportado

36 67.333 8.0360.934 .000 -1.472 3.167 -2.789 35 0.008

Pesomedido

36 68.811 6.168

Tallareportada

36 1.724 0.0570.976 .000 0.010 0.014 2.828 35 0.008

Tallamedida

36 1.718 0.062

imc

reportado36 22.677 2.739

0.925 .000 -0.683 1.101 -3.723 35 0.001imc

medido36 23.361 2.178

Muestra de mujeresPesoreportado

36 54.14 6.4060.931 0.000 -2.694 2.352 -6.873 35 0.000

Pesomedido

36 56.83 6.268

Tallareportada

36 1.606 0.0660.973

0.000 0.001 0.015 0.325 35 0.747

Tallamedida

36 1.606 0.063

imc

reportado36 21.068 2.916

0.945 0.000 -1.054 0.954 -6.630 35 0.000imc

medido36 22.122 2.778

Page 40: Alimentacion Obesidad Jana

4�

Estructura factorial, consistencia interna y distribución de la Escala de Afectos Positivos y Negativos (eapn)

La Escala de Afecto Positivo y Negativo (panas) de Watson et al., (1988) se com-pone de dos escalas de 10 reactivos diseñadas para medir el afecto positivo y nega-tivo. Se pide a los entrevistados informar sobre la frecuencia de su humor durante las “últimas semanas” en una escala de seis puntos (1 nada en absoluto, 2 muy lige-ramente, 3 un poco, 4 moderadamente, 5 bastante y 6 extremadamente). Las esti-maciones de la consistencia interna han variado de 0.86 hasta 0.90 para la escala del afecto positivo; y de 0.84 hasta 0.87 para la del negativo. Se han publicado da-tos extensivos sobre la validez de la pAnAS (Watson et al., 1988). No obstante, la es-cala usada en el presente estudio tiene 13 reactivos de afecto negativo y 7 de afecto positivo. Con la escala de Watson coincide en 8 reactivos (entusiasmado, avergon-zado, fuerte, nervioso, culpable, asustado, orgulloso e irritable) y difiere en 12 (tris-te, calmado, alterado, somnoliento, feliz, alegre, relajado, solitario, enfadado, insa-tisfecho conmigo mismo, melancólico y preocupado).

Con base en el criterio de Kaiser-Guttman (autovalores iniciales mayores a 1), se pueden retener 4 componentes factoriales que explican 50.33% de la varian-za total. Al rotar esta matriz de 4 componentes por el método ortogonal Varimax, se definen los siguientes componentes factoriales. El primer componente factorial explica 18.28% de la varianza total y está integrado por 9 reactivos con saturacio-nes mayores a 0.40 (1, 5, 6, 15, 16, 17, 18, 19 y 20). Por el contenido de estos 9 reactivos lo podemos denominar afecto negativo de carácter ansioso-depresivo. La consistencia interna de los 9 reactivos es alta (α=0.821), sólo se incrementa ligera-mente al eliminar el reactivo 6 (somnoliento/a), subiendo 3 milésimas (α=0.824). La comunalidad final de este reactivo es la más baja (0.262); no obstante, queda por encima del umbral de 0.20. Todas las demás están por encima de 0.30. El segun-do componente factorial explica 14.31% de la varianza total y está integrado por 6 reactivos con saturaciones mayores a 0.40 (3, 7, 8, 11, 13 y 14). Por el contenido de estos 6 reactivos lo podemos denominar afecto positivo activador. La consistencia interna de los 6 reactivos es alta (α=0.759), no mejorando al eliminar algún reactivo. El tercer componente factorial explica 11.73% de la varianza total y está integrado por 4 reactivos por saturaciones mayores a 0.40 (4, 9, 10 y 12). Por el contenido de estos 4 reactivos lo podemos denominar afecto negativo de vergüenza y culpa. La consistencia interna de los 4 reactivos es alta (α=0.747), no mejorando al eliminar algún reactivo. El cuarto componente factorial explica 6.01% de la varianza total y está integrado por 2 reactivos por saturaciones mayores a 0.40 (2 y 13). Por el con-

Page 41: Alimentacion Obesidad Jana

4�

tenido de estos 2 reactivos lo podemos denominar afecto positivo de calma-relaja-ción. La consistencia interna de los 2 reactivos es muy baja α=0.370.

Una solución factorial con rotación oblicua (Promax) proporciona la misma composición de factores y en el mismo orden. La única diferencia estriba en que el reactivo 13 (relajado/a) tiene una carga factorial más alta en el cuarto componente factorial (0.457) que en el segundo (0.431) (matriz de patrones); no obstante, la co-rrelación del reactivo 13 es más fuerte con el segundo componente (0.500) que con el cuarto (0.478) (matriz estructural) (véase Tabla 8).

Tabla 8. Matrices de patrones y estructural de 4 componentes factoriales con 20 reactivos

ReactivosMatriz de patrones M atriz estructural

1 2 3 4 1 2 3 419 Irritable .883 .045 -.143 -.009 .783 -.223 .374 -.02718 Melancólico/a .820 -.019 -.098 .096 .766 -.270 .398 .07716 Enfadado/a .713 .073 .031 -.090 .708 -.179 .438 -.1006 Somno-liento/a

.607 .096 -.140 .019 .491 -.078 .202 .008

1 Triste .589 -.095 .054 .162 .651 -.299 .431 .1495 Alterado/a .537 .137 .195 -.223 .611 -.097 .480 -.22220 Preocu-pado/a

.521 .076 .230 -.132 .635 -.156 .521 -.133

17 Insatis-fecho/a

.441 -.080 .161 .063 .563 -.262 .443 .055

15 Solita-rio/a

.380 -.186 .166 .328 .536 -.337 .442 .317

7 Feliz -.054 .820 .015 -.089 -.321 .831 -.199 -.05211 Alegre -.001 .805 -.050 -.090 -.301 .812 -.230 -.0563 Entusias-mado/a

-.025 .675 .137 .176 -.175 .661 -.022 .210

8 Fuerte .059 .650 -.002 .099 -.163 .635 -.107 .12614 Orgulloso/a .215 .611 -.051 .080 -.023 .553 -.055 .1024 Avergon-zado/a

-.176 .003 .842 .138 .324 -.117 .740 .162

12 Asustado/a -.033 .010 .761 -.065 .419 -.149 .737 -.0449 Nervioso/a .062 .090 .684 -.117 .442 -.087 .698 -.09710 Culpable .146 -.098 .553 .011 .509 -.269 .662 .0182 Calmado/a .055 .101 -.019 .824 -.006 .123 .012 .82713 Relajado/a -.146 .431 .002 .457 -.299 .500 -.169 .478

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La solución convergió en 5 iteraciones.

Page 42: Alimentacion Obesidad Jana

�0

Los dos factores de afecto negativo tienen una correlación positiva y moderada-alta (0.597), el factor de afecto positivo activador posee una correlación negativa y moderada-baja con el de afecto negativo ansioso-depresivo (-0.338) y baja con el de afecto negativo de vergüenza-culpa (-0.220). No obstante, el factor de afecto po-sitivo de calma-relajación es independiente de los otros tres (véase Tabla 9).

Tabla 9. Matriz de correlaciones de los 4 componentes factoriales

Componentes Ansioso-depresivo Afecto positivo Vergüenza-culpa

Afecto positivo -0.338 1

Vergüenza-culpa 0.597 -0.220 1

Calma-relajación -0.019 0.044 0.025

Al forzar la solución a dos factores, con base en el criterio de Cattell (autova- lores por encima del punto de inflexión de la curva se sedimentación que se ubica en 3), aparecen los dos factores buscados que explica 39.131% de la varianza total (véase Figura 1)

Figura 1. Curva de sedimentación de los autovalores.

Número del componente

Aut

oval

ores

Page 43: Alimentacion Obesidad Jana

�1

Tras rotar la matriz de dos componentes por un método ortogonal (Varimax) se define un primer componente factorial que explica 24.69% de la varianza total y está integrado por 13 reactivos con saturaciones mayores a 0.40 (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12 15, 16, 17, 18, 19 y 20). Por el contenido de estos 13 reactivos lo podemos denominar afecto negativo. La consistencia interna de los 13 reactivos es alta (α=0.857), sólo se incrementa ligeramente al eliminar el reactivo 6 (somnoliento/a), subiendo una milésima (α=0.858). Precisamente, este reactivo tiene una comunalidad final baja (0.186), es decir, menor a 0.20. El segundo componente factorial explica 14.44% de la varianza total y está integrado por 6 reactivos con saturaciones mayores a 0.40 (3, 7, 8, 11, 13 y 14). El reactivo 2 (calmado) tiene su saturación más alta en el factor de afecto positivo, pero es menor a 0.40 (0.284). Por el contenido de estos 7 reac-tivos lo podemos denominar afecto positivo. La consistencia interna de los 7 reac-tivos es alta (α=0.733), si se elimina el reactivo 2 sube a α=0.759. Precisamente, la comunalidad final de este reactivo es muy baja (0.084), lo que indica que está mal explicado por esta solución de dos factores. Si se elimina el reactivo 2, la solu-ción sigue siendo la misma y el porcentaje de varianza total explicada asciende a 40.923%.

Si rotamos la matriz de componentes por un método oblicuo (Promax), la com-posición y el orden de los factores son los mismos, además el reactivo 2 (calmado/a) sigue presentando una carga factorial menor a 0.40 (véase Tabla 10). Ambos fac-tores presentan una correlación significativa, negativa y moderada-baja (r=-0.304), si se excluye al reactivo 2 el valor de la correlación no cambia (r=-0.305).

Tabla 10. Matrices de patrones y estructural de la solución bifactorial con 20 reacti-vos

Reactivos Matriz de patrones Matriz estructural1 2 1 2

19 Irritable 0.698 -0.015 0.703 -0.22718 Melancólico/a 0.691 -0.043 0.704 -0.25316 Enfadado/a 0.678 0.016 0.673 -0.19120 Preocupado/a 0.665 0.036 0.654 -0.1665 Alterado/a 0.638 0.067 0.618 -0.1279 Nervioso/a 0.624 0.117 0.589 -0.0731 Triste 0.615 -0.075 0.638 -0.26210 Culpable 0.612 -0.049 0.627 -0.23512 Asustado/a 0.609 0.064 0.590 -0.1214 Avergonzado/a 0.567 0.123 0.529 -0.049

Page 44: Alimentacion Obesidad Jana

�2

17 Insatisfecho/a conmigo mismo/a

0.557 -0.069 0.578 -0.238

15 Solitario/a 0.536 -0.101 0.566 -0.2636 Somnoliento/a 0.444 0.055 0.428 -0.0807 Feliz -0.078 0.777 -0.315 0.80111 Alegre -0.084 0.753 -0.313 0.7793 Entusiasmado/a 0.084 0.714 -0.133 0.6888 Fuerte 0.038 0.653 -0.160 0.64114 Orgulloso/a 0.141 0.598 -0.041 0.55513 Relajado/a -0.106 0.541 -0.270 0.5742 Calmado/a 0.114 0.304 0.021 0.269

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La solución convergió en 3 iteraciones.

Debido a la baja comunalidad del reactivo 2 en la solución de dos factores y el escaso número de indicadores del cuarto factor donde parece, se opta por eliminar-lo y factorizar los 19 reactivos restantes. Con base en el criterio de Kaiser-Guttman se obtienen 3 factores que explican 46.72% de la varianza total. El primer factor está definido por 9 reactivos con saturaciones mayores a 0.40 (1, 5, 6, 15, 16, 17, 18, 19 y 20), correspondiendo al factor de afecto negativo ansioso-depresivo de la solu-ción tetradimensional (α=0.821), el segundo factor está definido por 6 reactivos con saturaciones mayores a 0.40 (3, 7, 8, 11, 13 y 14), correspondiendo al componente factorial de afecto positivo de la solución tetradimensional ortogonal (α=0.759). El tercer factor está definido por 4 reactivos (4, 9, 10 y 12), correspondiendo al compo-nente factorial de afecto negativo de vergüenza-culpa de la solución tetradimensio-nal (α=0.747) (véase Tabla 11).

Tabla 11. Matriz de patrones y matriz estructural con 19 reactivos

Reactivos Matriz de patrones Matriz estructural1 2 3 1 2 3

19 Irritable 0.868 0.020 -0.135 0.784 -0.224 0.36518 Melan-cólico/a

0.796 -0.021 -0.067 0.764 -0.257 0.400

16 Enfa-dado/a

0.707 0.042 0.026 0.709 -0.188 0.427

6 Somno-liento/a

0.614 0.078 -0.157 0.498 -0.080 0.182

Page 45: Alimentacion Obesidad Jana

�3

1 Triste 0.569 -0.080 0.089 0.646 -0.281 0.4375 Altera-do/a

0.560 0.087 0.147 0.618 -0.124 0.452

20 Preocu-pado/a

0.534 0.043 0.202 0.638 -0.173 0.503

17 Insatis-fecho/a

0.429 -0.072 0.183 0.558 -0.249 0.448

15 Solita-rio/a

0.403 -0.128 0.245 0.523 -0.291 0.472

7 Feliz -0.032 0.801 -0.024 -0.300 0.816 -0.22611 Alegre 0.017 0.783 -0.085 -0.281 0.797 -0.2553 Entusias-mado/a

-0.022 0.700 0.142 -0.161 0.675 -0.031

8 Fuerte 0.053 0.664 0.009 -0.152 0.645 -0.11214 Orgullo-so/a

0.200 0.620 -0.031 -0.014 0.564 -0.057

13 Relaja-do/a

-0.186 0.513 0.085 -0.299 0.552 -0.140

4 Avergon-zado/a

-0.162 0.049 0.853 0.318 -0.095 0.748

12 Asusta-do/a

-0.008 0.017 0.740 0.416 -0.150 0.731

9 Nervio-so/a

0.093 0.079 0.647 0.444 -0.098 0.683

10 Culpa-ble

0.161 -0.089 0.561 0.515 -0.268 0.675

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La solución convergió en 5 iteraciones.

Como en la solución de 4 factores con 20 reactivos, los dos factores de afecto negativo tienen una correlación positiva y moderada-alta (0.581), el factor de afec-to positivo posee una correlación negativa y moderada-baja con el de afecto negati-vo ansioso-depresivo (-0.317) y baja con el de afecto negativo de vergüenza-culpa (-0.229) (véase Tabla 12).

Tabla 12. Matriz de correlaciones de las puntuaciones factoriales

Componentes Ansioso-depresivo Afecto positivoAfecto positivo -0.317Vergüenza-culpa 0.581 -0.229

Page 46: Alimentacion Obesidad Jana

�4

Al eliminar el reactivo 2 (calmado/a), con base en el criterio de Cattell, se definen 2 factores que explican 41% de la varianza total. El primero de afecto negativo está definido por 13 reactivos (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12 15, 16, 17, 18, 19 y 20) (α=0.857) y el segundo de afecto positivo por 6 reactivos (3, 7, 8, 11, 13 y 14) (α=0.759). En am-bos factores las cargas factoriales son mayores a 0.40. La correlación entre los dos factores es significativa, inversa y moderada-baja (r=-0.305).

Desde los resultados del análisis factorial exploratorio y las expectativas con base en el estudio original de Watson et al. (1988), se contrastan 3 modelos con 19 reactivos (sin el reactivo 2). El modelo de 4 factores es ignorado por la baja consis-tencia del cuarto factor.

• De 2 factores correlacionados con 19 reactivos: afecto negativo (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12 15, 16, 17, 18, 19 y 20) y afecto positivo (3, 7, 8, 11, 13 y 14)

• De 2 factores independientes con 19 reactivos.• De 3 factores correlacionados con 19 reactivos: Afecto negativo-ansioso-de-

presivo (1, 5, 6, 15, 16, 17, 18, 19 y 20), afecto negativo de vergüenza-culpa (4, 9, 10 y 12) y afecto positivo (3, 7, 8, 11, 13 y 14).

El modelo de 3 factores correlacionados es el que presenta el mejor ajuste a los datos, con unos índices de buenos (fd=0.515, rms sr=0.045, pncp=0.488, pgi=0.951, apgi=0.938 y agfi=0.932) a adecuados (rms ea=0.057, gfi=0.947, nfi=0.904, nnfi=0.900, cfi=0.912 y Δ=0.912). Por la prueba de la diferencia de los estadísticos de chi-cuadrado, el ajuste es significativamente mejor que el modelo de 2 factores correlacionados (dχ2(151-149=3)=1994.289-1642.677=351.612, p<0.001). No obstan-te, el modelo estructural se rechaza por la prueba de chi-cuadrado y el cociente en-tre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3, lo cual es co-mún ante muestras grandes. El modelo que peor se ajusta a los datos es el de dos factores independientes.

El modelo de dos factores correlacionados, no sólo se reproduce por análisis fac-torial exploratorio con base en el criterio de Cattell, sino que presenta unos índices de ajuste de buenos (fd=0.626, rms sr=0.048, npcp=0.631, apgi=0.922, agfi=0.916) a adecuados (rms ea=0.065, pgi=0.938, gfi=0.933, nfi=0.874, nnfi=0.877, cfi=0.892 y Δ=0.892) por análisis factorial confirmatorio, así se pueden contemplar ambos modelos para la escala: de 2 o de 3 factores correlacionados, eliminando el reactivo 2 (calmado) (véase Tabla 13).

Page 47: Alimentacion Obesidad Jana

��

Tabla 13. Índice de ajuste para modelos de dos y tres factores correlacionados

Índices Malo Bueno 2F-19-R 2F-19 3F-19-RDescriptivos básicos

FD >3 <2 0.626 0.734 0.515χ2/gl >3 <2 1994.3/151=13.21 2338.8/152=15.39 1642.7/149=11.028RSMSR >0.075 <0.05 0.048 0.095 0.045

De no centralidad poblacionalPNCP >2 <1 0.631 0.726 0.488RSMEA >0.075 <0.05 0.065 0.069 0.057GPI <0.80 >0.90 0.938 0.929 0.951AGPI <0.80 >0.90 0.922 0.911 0.938

Comparativos para una sola muestraGFI <0.85 >0.95 0.933 0.925 0.947AGFI <0.80 >0.90 0.916 0.906 0.932NFI <0.80 >0.90 0.874 0.864 0.904NNFI <0.85 >0.95 0.877 0.856 0.900CFI <0.85 >0.95 0.892 0.872 0.912Δ <0.85 >0.95 0.892 0.872 0.912

2F-19-R: Afecto negativo (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12 15, 16, 17, 18, 19 y 20) y afecto positivo (3, 7, 8, 11, 13 y 14). Los 2 factores correlacionados.

2F-19-I: Afecto negativo (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12 15, 16, 17, 18, 19 y 20) y afecto positivo (3, 7, 8, 11, 13 y 14).

3F-19-R: Afecto negativo-ansioso-depresivo (1, 5, 6, 15, 16, 17, 18, 19 y 20), afecto negativo de ver-güenza-culpa (4, 9, 10 y 12) y afecto positivo (3, 7, 8, 11, 13 y 14). Los 3 factores correlacionados entre sí.

El factor de afecto positivo (Ap) se define por la suma simple de 6 reactivos (3, 7, 8, 11, 13 y 14) y el factor de afecto negativo (An) por la suma simple de 13 reacti-vos (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12, 15, 16, 17, 18, 19 y 20). Las distribuciones de los factores de afecto positivo de media 25.79 (de=5.10) y negativo de media 30.93 (de=10.37) no se ajustan a una curva normal (zk-S=4.521, p<0.001 para Ap y zk-S=4.314, p<0.001 para An). Tampoco las puntuaciones factoriales obtenidas por el método de Anderson-Rubin.

Estructura factorial, consistencia interna y distribución de la escala de ajuste es-colar

La escala de ajuste escolar está integrada por dos reactivos tipo Likert con 6 puntos de rango 1 (completamente de acuerdo) a 6 (bastante de acuerdo). Los cua-tro están redactados en sentido de ajuste escolar.

Estos 4 reactivos muestran propiedades de factorización adecuadas. El va-lor de determinante es bajo (│D│=0.445), el índice de adecuación de la muestra

Page 48: Alimentacion Obesidad Jana

��

de Kaiser-Meyer-Olkin es mayor a 0.60 (mSA=0.620) y se rechaza la hipótesis nula de equivalencia de la matriz de correlaciones a una matriz identidad (χ2(6)=2550, p<0.001).

Al factorizar los 4 reactivos de la escala de ajuste escolar con base en el crite-rio de Kaiser se obtienen 2 factores que explican 76.90% de la varianza total. El pri-mer componente factorial explica 41.04% de la varianza total, está integrado por 2 reactivos (3 y 4) y se puede interpretar intención de continuar estudiando. El segun-do factor explica 35.86% de la varianza total, está integrado por 2 factores (1 y 2) y se puede interpretar como ajuste al rol de estudiante. El resultado es el mismo si se rota la solución por un método oblicuo (Promax), resultando ambos factores corre-lacionados (r=0.326) (véase Tabla 14).

Tabla 14. Matriz de patrones y estructural

Reactivos M. Patrones M. Estructural

1 2 1 2

1 Creo que soy buen/a estudiante

0.251 0.725 .488 .807

2 Disfruto reali-zando mis tareas escolares

-0.167 0.949 .142 .894

3 Planeo acabar la preparatoria

0.874 0.018 .880 .302

4 Estoy interesa-do/a en asistir a la Universidad

0.891 -0.045 .876 .245

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La rotación convergió en 3 iteraciones.

Al contrastar un modelo de 2 factores correlacionados, todos los índices de ajus-te son buenos (χ2/gl=1.497, fd=0.001, rms sr=0.004, pncp=0.001, rms ea=0.013, pgi=1, apgi=0.999, gfi=1, agfi=0.998, nfi=0.999, nnfi=0.999, cfi=1 y Δ=1), incluso el modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadrado (χ2(1)=1.497, p=0.221).

La consistencia interna de los 4 reactivos es adecuada (α=0.665). La del factor de intención de continuar estudiando es alta (α=0.706) y la del factor de ajuste al rol de estudiante adecuada (α=0.627). Las puntuaciones se obtienen por suma simple

Page 49: Alimentacion Obesidad Jana

��

de los 4 reactivos. Su distribución de media 19.12 y desviación estándar 3.038 no se ajusta a una curva normal (ZK-S=10.039, p<0.001).

Estructura factorial, consistencia interna y distribución de la escala de proble-mas interpersonales de rechazo y burlas en la escuela y en la casa

La escala de problemas de rechazo y burlas en la escuela y en la casa se com-ponen de 8 reactivos con 10 puntos de rango, de 0 (en absoluto estresante) a 10 (extremadamente estresante). El último reactivo es inespecífico (sentirse estresa-do por otra cosa) y se añade una pregunta abierta para especificarlo (por favor des-críbela brevemente). El problema señalado en esta última pregunta con más fre-cuencia es el de rendimiento escolar, le siguen problemas con el novio o la novia y con los amigos, por mencionar los tres principales (véase Tabla 15). Esta última pregunta no se incorpora a los análisis. Todos los reactivos son directos. Una pun-tuación alta refleja problemas interpersonales de rechazo y burlas en la escuela y en la casa estresantes para la persona.

Tabla 15. Categorización de los otros problemas especificados

Problemas Frecuencia PorcentajeCuestiones de rendimiento es-colar

717 55.6%

Problemas y preocupaciones con novios/as

169 13.1%

Problemas con los padres (por malas calificaciones, novios)

78 6.1%

Problemas de relaciones inter-personales con amigas/amigos

50 3.9%

Problemas de relaciones perso-nales por mal carácter

34 2.6%

Problemas de dinero en la fami-lia

55 4.3%

Problemas de peleas entre los padres y divorcio

2 0.2%

Por complexión física (estar gor-do, estar delgado, no poder)

24 1.9%

Problemas existenciales 82 6.4%Enfermedad 21 1.6%En el trabajo 57 4.4%Total 1289 100%

Page 50: Alimentacion Obesidad Jana

��

La escala de 7 reactivos de problemas interpersonales en la escuela y la casa resulta unidimensional y explica 47.67% de la varianza total. La consistencia interna de los 7 reactivos es alta (α=0.811), no mejorando al eliminar algún reactivo (véase Tabla 16).

Tabla 16. Matriz factorial

Reactivos Componente Comunalidad1 Tener problemas con los ami-gos

0.559 0.313

2 No tener tantos amigos como quiero

0.567 0.321

3 Ser excluido o rechazado 0.777 0.6044 Sufrir las burlas o ataques de otros chicos

0.788 0.621

5 Sufrir las burlas o ataques de otros miembros de la familia

0.790 0.624

6 Tener problemas en la casa con los miembros de la familia

0.709 0.503

7 Tener problemas con los pro-fesores o prefectos de la escuela

0.592 0.351

Autovalor 3.227% de varianza explicada 47.674%

El modelo unidimensional de 7 indicadores presenta valores de ajuste de bue-nos (fd=0.258, pncp=0.277) a adecuados (rms sr=0.055, pgi=0.927, apgi=0.853, gfi=0.926, agfi=0.851, nfi=0.882, nnfi=0.826, cfi=0.884 y Δ=0.884). No obstante, el modelo se rechaza por la prueba de chi-cuadrado y el cociente del estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3. Se obtiene las puntuaciones en la escala por suma simple de reactivos. Su distribución de media 12.74 y desviación estándar 13.18 no se ajusta a una curva normal (ZK-S=9.140, p<0.001).

Al factorizar juntos los 7 reactivos de problemas interpersonales y los 4 de la es-cala de ajuste escolar, con base en el criterio de Kaiser, se define un modelo de tres factores que explica 58.46% de la varianza total. El primer factor explica 30.14% de la varianza total y agrupa a los 7 reactivos de problemas interpersonales. El segun-do factor explica 15.16% de la varianza total y agrupa a los 2 reactivos de deseo de continuar estudiando y el tercer factor explica 13.15% de la varianza total y agrupa a los dos reactivos de ajuste al rol de estudiantes (véase Tabla 17). Al rotar la solu-ción por un método oblicuo el resultado es el mismo. Los dos últimos factores están

Page 51: Alimentacion Obesidad Jana

��

correlacionados entre sí (r=0.235), así como el factor de problemas interpersonales con el factor de intención de continuar estudiando, aunque esta correlación es muy débil (r=-0.048) (véase Tabla 18).

Al ser la solución trifactorial reproducible por distintos procedimientos de ro-tación, se obtienen las puntuaciones de los tres componentes por el método Anderson-Rubin para garantizar puntuaciones ortogonales en esta esfera del ajus-te escolar. Estas puntuaciones factoriales se emplean en algunos análisis. Las dis-tribuciones de las tres puntuaciones no se ajustan a una curva normal.

Tabla 17. Matriz factorial rotada

Reactivos 1 2 3Problemas interpersonales en la escuela y en la casa5 Sufrir las burlas o ataques de otros miembros de la familia 0.789 0.045 -0.0654 Sufrir las burlas o ataques de otros chicos 0.787 -0.084 0.0863 Ser excluido o rechazado 0.778 -0.116 0.1336 Tener problemas en la casa o con miembros de la familia 0.707 0.100 -0.1817 Tener problemas con los profesores o prefectos de la escuela 0.583 0.046 -0.2352 No tener tantos amigos como quiero 0.565 -0.132 0.2091 Tener problemas con los amigos 0.554 0.047 -0.050Intención de seguir estudiando4 Estoy interesado/a en asistir a la Universidad -0.027 0.857 0.1053 Planeo acabar la preparatoria 0.012 0.848 0.173Ajuste a rol de estudiante2 Disfruto realizando mis tareas escolares -0.018 0.063 0.8451 Creo que soy buen/a estudiante -0.034 0.395 0.727Autovalor 3.316 1.668 1.447% de varianza explicada 30.144 15.162 13.153% acumulado de varianza 30.144 45.306 58.459

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Varimax. La solución convergió en 5 iteraciones.

Tabla 18. Matriz de correlaciones de los tres componentes

Componentes Problemas interpersonales Seguir estudiando

Seguir estudiando -0.048

Ajuste al rol de estudiante -0.029 0.235

Page 52: Alimentacion Obesidad Jana

�0

Se contrasta por análisis factorial confirmatorio, el ajuste de un modelo de 3 fac-tores correlacionados, aunque considerando el ajuste al rol de estudiante indepen-diente de tener problemas personales en la escuela, así como un modelo de un factor general de ajuste escolar que determina a los otros tres. El ajuste de ambos modelos es estadísticamente equivalente (dχ2(52-51=1)=947.139-945.968=1.171, p=0.279). Los índices de ajuste son de buenos (fd, rms sr, pncp, apgi, agfi) a ade-cuados (pgi, rmS ea, gfi, nnfi, nfi, cfi y Δ), aunque ambos modelos se rechazan por la prueba de chi-cuadrado y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3 (véase Tabla 19).

Tabla 19. Índice de ajuste para los modelos de 3 factores correlacionados y anida-dos

Malo Bueno AJU12-3FR AJUS12-FG-3FDescriptivos básicosFD >3 <2 0.325 0.324χ2/gl >3 <2 947.139/52=18.21 945.968/51=18.55RSM SR >0.075 <0.05 0.042 0.041De no centralidad poblacionalPNCP >2 <1 0.338 0.338RSM EA >0.075 <0.05 0.081 0.081GPI <0.80 >0.90 0.947 0.947AGPI <0.80 >0.90 0.920 0.920

Comparativos para una sola muestraGFI <0.85 >0.95 0.944 0.944AGFI <0.80 >0.90 0.916 0.914NFI <0.80 >0.90 0.896 0.897NNFI <0.85 >0.95 0.875 0.897CFI <0.85 >0.95 0.901 0.901Δ <0.85 >0.95 0.902 0.902

AJUS12-3FR: Seguir estudiando (1 y 2), ajuste al rol de estudiante (3 y 4) y problemas interpersonales (5-12). Correlaciones de universidad con rol y problemas.

AJUS12: FG-3F: Factor general que determina a Seguir estudiando (1 y 2), ajuste al rol de estudian-te (3 y 4) y problemas interpersonales (5-12).

Estructura factorial, consistencia interna y distribución del cuestionario de estra-tegias de afrontamiento

Page 53: Alimentacion Obesidad Jana

�1

La escala de afrontamiento cuenta con 40 reactivos tipo Likert con 4 puntos de rango de 1 (en absoluto) a 4 (siempre). Todos son directos, ya que no se contempla una puntuación total, sino 8 puntuaciones por subescalas. Se esperan 8 factores: afrontamiento activo enfocado hacia el problema (1-4), trivializar (5-7), aceptación pasiva (8-10), evitación y negación (11-19), preocupación obsesiva (20-26), impul-sividad (27-29), indefensión con síntomas disociativos y depresivos (30-34 y 37-40) y culpabilizar (34-35).

Al factorizar los 40 reactivos, con base en el criterio de Kaiser, se obtienen 8 fac-tores que explican 48% de la varianza total. El análisis arroja los componentes fac-toriales esperados, salvo 4 reactivos que saturan en factores no esperados: 15, 16, 17 y 34. Al eliminar éstos se obtiene la estructura esperada que se explica 50.42% de la varianza total. El primer componente factorial explica 10.29% de la varianza total y está definido por los 6 reactivos de preocupación obsesiva (20, 21, 22, 23, 24, 25 y 26). El segundo explica 10.03% de la varianza total y está definido por 8 reactivos que reflejan una reacción de indefensión con síntomas disociativos y de-presivos (30, 31, 32, 33, 37, 38, 39 y 40). El tercero explica 5.97% de la varianza to-tal y está definido por 6 reactivos de evitación y negación. El cuarto explica 5.13% de la varianza total y está definido por los 4 reactivos del afrontamiento activo (1, 2, 3 y 4). El quinto explica 5.04% de la varianza total y está definido por los 3 reactivos de reacción impulsiva (27, 28 y 29). El sexto explica 5% de la varianza total y está definido por 2 reactivos de culpabilizar (35 y 36). El séptimo explica 4.49% de la va-rianza total y está definido por los 3 reactivos de aceptación pasiva (8, 9 y 10). El oc-tavo explica 4.47% de la varianza total y está definido por los 3 reactivos de triviali-zar o quitar importancia al problema (8, 9 y 10) (véase Tabla 20).

Tabla 20. Matriz factorial rotada con 36 reactivos

Reactivos 1 2 3 4 5 6 7 8Preocupación obsesiva

22 Cuando tengo problemas no pue-do parar de pensar en porqué me su-cedieron

0.701 0.181 0.137 0.155 0.055 0.016 0.099 0.011

20 Cuando los problemas surgen no puedo parar de pensar en cómo me siento

0.699 0.239 0.094 0.172 0.045 -.018 0.073 -.007

23 Cuando estoy teniendo problemas no puedo parar de pensar en ellos, in-cluso cuando intento dormir, o tengo pesadillas con ellos

0.690 0.232 0.013 0.007 0.079 0.127 0.018 0.047

Page 54: Alimentacion Obesidad Jana

�2

21 Cuando tengo problemas no pue-do parar de pensar en que hice o dije

0.676 0.214 0.080 0.206 0.078 -.097 0.124 0.012

24 Los pensamientos sobre los pro-blemas me hacen sentir que me esta-lla la cabeza

0.612 0.287 0.075 -.029 0.186 0.122 0.037 0.030

25 Me pongo realmente nervioso cuando estoy teniendo problemas

0.524 0.202 0.056 -.061 0.112 0.131 0.019 0.033

26 Cuando tengo problemas lo siento en mi cuerpo

0.496 0.204 0.029 0.036 0.239 0.082 0.069 0.015

Indefensión con síntomas disociativos y depresivos31 Me siento diferente cuando ten-go problemas, es como si estuviese apartado de todo

0.319 0.628 0.082 0.117 0.159 -.034 0.043 0.025

37 Realmente me es difícil concen-trarme o poner atención cuando ten-go problemas

0.277 0.621 0.054 0.039 0.093 0.098 -.031 0.019

39 Me parece no poder lograr que las cosas salgan cuando creo que tengo problemas

0.280 0.603 -.012 0.026 0.118 0.229 0.101 0.015

38 Cuando tengo problemas acabo tumbadome o durmiendo mucho

0.140 0.578 -.031 0.041 0.136 0.250 0.065 0.044

30 Cuando los problemas surgen con frecuencia en realidad no sé lo que siento

0.227 0.572 0.107 0.146 0.154 0.038 0.118 0.019

32 Cuando tengo problemas no pue-do estar cerca de las cosas que me recuerdan la situación

0.211 0.546 0.329 0.080 0.066 0.077 0.027 -.125

33 Mi mente se queda en blanco cuando tengo problemas, no puedo pensar en nada

0.220 0.544 0.079 -.074 0.103 0.325 -.026 0.074

40 Cuando me parece que tengo un problema quiero llorar pero sé que no debería

0.285 0.522 0.085 0.179 0.151 0.008 0.018 0.049

Evitación y negación11 Intentar no pensar en ello y olvidar-lo por completo

-.004 0.068 0.607 -.092 0.044 0.022 0.278 0.170

19 Aparto mi mente de los problemas -.004 -.014 0.605 0.179 0.205 0.023 -.005 0.10918 Pienso en cosas felices que apar-tan mi mente del problema o cómo me estoy sintiendo

0.141 0.144 0.550 0.253 0.017 -.101 -.050 0.248

14 Intento creer que nunca sucedió 0.204 0.042 0.531 -.141 0.002 0.460 -.035 0.06512 Intentar apartarme de las perso-nas y las cosas que me hacen sen-tirme mal o que me recuerdan el pro-blema

0.108 0.233 0.521 0.051 -.040 -.005 0.211 -.104

Tabla 20. (Continuación)

Page 55: Alimentacion Obesidad Jana

�3

13 Cuando algo va mal me digo no es cierto

0.213 -.002 0.510 -.064 -.029 0.488 -.002 0.118

Afrontamiento activo2 Pido a otras personas ayuda o ideas sobre cómo conseguir que la situa-ción mejore

0.107 0.120 0.021 0.656 0.047 0.112 0.015 0.046

1 Intento pensar modos diferentes de cambiar el problema o adaptarme a la situación

0.073 0.166 0.002 0.588 -.093 -.072 0.193 0.119

3 Pensar 0.037 0.094 0.072 0.522 0.028 -.119 0.021 0.0624 Permitir que alguien o algo sepa cómo me siento

0.057 -.249 0.048 0.510 0.314 0.320 -.033 -.079

Impulsividad28 Cuando tengo un problema hago cosas sin pensar

0.200 0.303 0.058 0.000 0.731 0.052 0.038 0.020

29 Cuando tengo problemas no pue-do controlar lo que digo o hago

0.227 0.191 0.087 -.003 0.728 0.116 0.030 0.019

27 Cuando tengo problemas me irri-tan cosas que usualmente no me mo-lestan

0.224 0.329 0.061 0.097 0.559 -.070 0.087 0.018

Culpabilizar35 Cuando tengo problemas con fre-cuencia pienso que es culpa de otra persona

0.050 0.257 -.008 0.003 0.103 0.666 0.125 0.021

36 Cuando estoy en problemas o ten-go problemas con frecuencia no es mi culpa

0.028 0.264 0.022 0.041 -.002 0.626 0.072 0.030

Aceptación pasiva9 Saber que tengo que vivir con las cosas tal como son

0.107 0.041 0.095 0.124 0.018 0.012 0.728 0.097

10 Tomar las cosas como se presen-tan, seguir la corriente

0.002 0.022 0.167 0.069 0.024 0.029 0.726 0.116

8 Decirme que las cosas podrían em-peorar

0.271 0.103 -.025 -.048 0.097 0.197 0.483 -.003

Trivializar6 Pensar en la manera de reírme de ello a fin que no me parezca tan malo

-.006 -.008 0.094 0.142 0.033 0.038 0.097 0.761

7 Decirme que no significa nada, que no tiene importancia

0.004 0.083 0.138 -.044 0.043 0.078 0.199 0.732

5 Decirme que todo saldrá bien 0.160 -.025 0.149 0.408 -.068 -.008 -.106 0.529Autovalor 3.705 3.612 2.148 1.847 1.813 1.801 1.615 1.609% de varianza explicada 10.29 10.03 5.97 5.13 5.04 5.00 4.49 4.47% acumulado 10.29 20.32 26.29 31.42 36.46 41.46 45.95 50.42

Método de extracción: Análisis de Componentes Principales. Método de rotación: Varimax. La rotación convergió en 9 iteraciones.

Tabla 20. (Continuación)

Page 56: Alimentacion Obesidad Jana

�4

Al rotar la solución por el método Promax, se obtienen los mismos componentes factoriales y en el mismo orden. Los factores de preocupación obsesiva, indefen-sión, impulsividad y culpabilizar están interrelacionados entre sí; por otra parte, los factores de solución activa, evitación, aceptación y trivialización (véase Tabla 21).

Tabla 21. Correlaciones entre los componentes factoriales

Componentes F1 F2 F3 F4 F5 F6 F7F2 0.566F3 0.338 0.219F4 0.228 0.114 0.152F5 0.404 0.369 0.135 0.163F6 0.266 0.147 0.214 -0.114 0.254F7 0.161 0.246 0.133 0.045 0.098 0.021F8 0.123 0.081 0.299 0.204 0.016 0.061 0.133

F1: Preocupación obsesiva (20-26), F2: Indefensión con síntomas depresivos y depresión (30-33 y 37-40), F3: Evitación y negación (11-14 y 18-19), F4: Afrontamiento activo (1-4), F5: Impulsividad (27-29), F6: Culpabilizar (34-35), F7: Aceptación pasiva (8-10) y F8: Trivializar (5-7).

Al obtener las puntuaciones factoriales por el método de regresión y ejecutar un análisis factorial de segundo orden, con base en el criterio de Kaiser que logra expli-car 58.94% de la varianza total. Al rotar la solución factorial por el método Promax, se obtiene un primer componente de estilo desaptativo o ansioso (preocupación ob-sesiva, indefensión e impulsividad), uno segundo de estilo evitativo (evitación y tri-vializar) y un tercero de estilo adaptativo o de asunción de la responsabilidad (afron-tamiento activo y no culpabilización). La aceptación pasiva queda mal representada y con mayor saturación en el factor de afrontamiento desadaptativo. El primer factor (estilo desaptativo) correlaciona con los otros dos (r=0.360 con estilo evitativo y r=-0.097 con adaptativo), pero estos dos últimos son independientes (r=0.028) (véase Tabla 22).

Page 57: Alimentacion Obesidad Jana

��

Tabla 22. Matriz de patrones y estructural del análisis factorial de segundo orden

Componentes de primer or-

denPatrones Estructural

1 2 3 1 2 3Indefensión 0.826 -0.078 0.072 0.791 0.222 -0.010Preocupación obsesiva

0.786 0.096 -0.010 0.821 0.379 -0.084

Impulsividad 0.782 -0.199 -0.057 0.716 0.080 -0.138Aceptación pa-siva

0.287 0.170 0.189 0.330 0.279 0.166

Trivializar -0.225 0.876 0.115 0.079 0.798 0.162Evitación y ne-gación

0.085 0.733 -0.173 0.366 0.759 -0.161

Culpabilizar 0.207 0.226 -0.769 0.363 0.279 -0.782Afrontamiento activo

0.280 0.230 0.684 0.296 0.350 0.663

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La rotación convergió en 4 iteraciones.

Con base en el criterio de Cattell, se definen dos factores correlacionados que explican 45.70% de la varianza total. Rotada la solución factorial por el método Promax, se obtiene un primer factor de estilo desaptativo, desorganizador o disrup-tivo de afrontamiento (preocupación obsesiva, indefensión, impulsividad y culpabi-lizar) y uno segundo de estilo adaptativo y acomodaticio de afrontamiento (afronta-miento activo, evitación, trivializar y aceptación pasiva). La correlación entre los dos factores es 0.298 (véase Tabla 23).

Page 58: Alimentacion Obesidad Jana

��

Tabla 23. Matriz de patrones y estructural de la factorización de los componentes de primer orden

Factores de pri-mer orden

Patrones Estructural

1 2 1 2Preocupación ob-sesiva

0.733 0.205 0.793 0.423

Impulsividad 0.727 -0.078 0.704 0.139Indefensión 0.708 0.114 0.742 0.325Culpabilizar 0.632 -0.252 0.557 -0.063Trivializar -0.188 0.784 0.046 0.728Afrontamiento ac-tivo

-0.098 0.669 0.101 0.639

Evitación y nega-ción

0.241 0.533 0.400 0.604

Aceptación pasiva 0.174 0.310 0.267 0.362

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La rotación convergió en 3 iteraciones.

Por análisis factorial confirmatorio, el modelo con mejor ajuste es el de 8 facto-res interrelacionados. Le sigue el modelo de tres factores de segundo orden. Por la prueba de la diferencias de los estadísticos de chi-cuadrado (dχ2(584-566=18)=3502.47 -2991.12 =511.35, p<0.001), se puede mantener que el modelo de 8 factores corre-lacionados se ajusta mejor que el modelo jerárquico. Con valores de buen ajuste aparecen 5 índices (fd=1.256, rmssr=0.045, rmsea=0.047, gpi=0.936 y agfi=0.911) y 6 con ajuste adecuado (pncp=1.229, gfi=0.925, nfi=0.860, nnfi=0.870, cfi=0.883 y Δ=0.884). Sólo aparece con valor de mal ajuste χ2/gl=5.28 (véase Tabla 24).

Tabla 24. Índice de ajuste para modelos de 4 factores correlacionados

Malo Bueno IIIF-8F-36 IIF-8F-36 8F-36Descriptivos básicos

FD >3 <2 1.471 1.509 1.256χ2/gl >3 <2 3502.47/584=5.99 3593.80/586=5.13 2991.12/566=5.28RSMSR >0.075 <0.05 0.064 0.066 0.045

De no centralidad poblacionalPNCP >2 <1 1.475 1.507 1.229RSMEA >0.075 <0.05 0.050 0.051 0.047GPI <0.80 >0.90 0.924 0.923 0.936

Page 59: Alimentacion Obesidad Jana

��

AGPI <0.80 >0.90 0.914 0.912 0.925Comparativos para una sola muestra

GFI <0.85 >0.95 0.913 0.911 0.925AGFI <0.80 >0.90 0.901 0.899 0.911NFI <0.80 >0.90 0.837 0.832 0.860NNFI <0.85 >0.95 0.849 0.845 0.870CFI <0.85 >0.95 0.860 0.855 0.883Δ <0.85 >0.95 0.860 0.856 0.884

IIIF-8F-36: ANSIOSO: Preocupación obsesiva (20-26), Impulsividad (27-29), Indefensión con sínto-mas disociativos y depresivos (30-33 y 37-40) y Aceptación pasiva (8-10) EVITATIVO: Trivializar (5-7) y Evitación/negación (11-14 y 18-19). RESPONSABLE: Afrontamiento activo (1-4) y Culpabilizar (34-35). Los 3 factores de segundo orden correlacionados entre sí.

IIF-8F-36: DESAPTATIVO Preocupación obsesiva (20-26), Impulsividad (27-29), Indefensión con síntomas disociativos y depresivos (30-33 y 37-40), Culpabilizar (34-35). ADAPTATIVO Trivializar (5-7), Evitación y negación (11-14 y 18-19), Afrontamiento activo (1-4), Aceptación pasiva (8-10). Los 2 facto-res de segundo orden correlacionados entre sí.

8F-36: Preocupación obsesiva (20-26), Indefensión con síntomas disociativos y depresivos (30-33 y 37-40), Evitación y negación (11-14 y 18-19), Afrontamiento activo (1-4), Impulsividad (27-29), Culpabilizar (34-35), Aceptación pasiva (8-10) y Trivializar (5-7). Los 8 factores correlacionados entre sí.

En los cálculos se maneja la escala con 36 reactivos y 8 escalas que presentan consistencia interna alta en tres factores: Indefensión con síntomas disociativos y depresivos (30-33 y 37-40) (α=0.829), Preocupación obsesiva (20-26) (α=0.828), e Impulsividad (27-29) (α=0.717), y baja, pero aceptable, en los 5 restantes: Evitación y negación (11-14 y 18-19) (α=0.662), Culpabilizar (34-35) (α=0.522), Trivializar (5-7) (α=0.574), Aceptación pasiva (8-10) (α=0.515) y Afrontamiento activo (1-4) (α=0.514). Las puntuaciones en las escalas se definen por suma simple de reac-tivos y las distribuciones de ninguna de ellas se ajusta a una curva normal (véa-se Tabla 25). Las puntuaciones factores se obtienen por el método de Anderson-Rubin. Estas puntuaciones resultan ortogonales, pero sus distribuciones no se ajustan a una curva normal.

Tabla 24. (Continuación)

Page 60: Alimentacion Obesidad Jana

��

Tabla 25. Estadísticos descriptivos, ajuste a una curva normal y consistenciainterna

F1 F2 F3 F4 F5 F6 F7 F8N 3008 3110 3151 2924 2840 2980 3128 3125Media 16.15 16.83 3.29 13.98 12.85 6.72 6.77 7.67DE 5.116 5.326 1.404 3.746 2.968 2.615 2.103 2.092ZK-S 3.831 4.040 12.378 4.119 3.901 6.966 6.278 5.692p 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000α 7 8 6 4 3 2 3 3p 0.828 0.829 0.662 0.514 0.717 0.522 0.515 0.574

F1: Obsesión y ansiedad, F2 Indefensión con síntomas disociativos y depresivos, F3 Culpabilizar y falta de responsabilidad, F4 Negación y apartarse del problema, F5 Enfocado a la solución del problema, F6 Descontrol e impulsividad, F7 Aceptación pasiva, y F8 Trivializar o quitar importancia.

Estructura factorial y consistencia interna de la escala de usos de comer y satisfacción personal

Al factorizar los 36 reactivos con base en el criterio de Kaiser se definen 7 com-ponentes factoriales que explican 59.98% de la varianza total. Al rotar la solución por un método ortogonal (Varimax), se obtiene que el primer componente fac-torial explica 14.77% de la varianza total, está integrado por 9 reactivos (3, 6, 12, 13, 14, 15, 16, 17 y 19) y se puede denominar: sofocación de emociones negati-vas (ira, aburrimiento y tristeza) a través del comer. Su consistencia interna es alta (α=0.878) y se incrementa al eliminar el ítem 3 (el comer me hace sentir fuera de control) (α=0.881). El segundo componente factorial explica 11.51% de la varian-za total, está integrado por 5 reactivos (23, 24, 27, 29 y 30) y se puede denominar: deseo de adelgazar. Su consistencia interna es alta (α=0.867) y ésta se incrementa al eliminar el ítem 27 (como comida de dieta) (α=0.878). El tercer componente fac-torial explica 9.84% de la varianza total, está integrado por 6 reactivos (1, 2, 4, 5, 7 y 11) y se puede denominar: autoindulgencia al comer ante el malestar emocional. Su consistencia interna es alta (α=0.854) y no se incrementa con la eliminación de algún reactivo. El cuarto componente factorial explica 7.36% de la varianza total, está integrado por 4 reactivos (8, 9, 10 y 18) y se puede denominar concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera. Su consistencia interna es alta (α=0.799) y no se incrementa con la eliminación de al-gún reactivo. El quinto componente factorial explica 6.99% de la varianza total, está integrado por 6 reactivos (20, 21, 22, 25, 26 y 31) y se puede denominar: glotone-ría y pérdida del control con el comer. Su consistencia interna es alta (α=0.798) y se

Page 61: Alimentacion Obesidad Jana

��

incrementa al eliminar el ítem 31 (como todo lo que quiero y en cualquier momento que quiera) (α=0.813). El sexto componente factorial explica 5.23% de la varianza total, está integrado por 4 reactivos (28, 32, 33 y 35) y se puede denominar: insatis-facción consigo mismo. Su consistencia interna es adecuada (α=0.687) y se incre-menta, logrando un valor alto, al eliminar el ítem 28 (creo que no tengo bastante for-taleza muscular en mi cuerpo) (α=0.708). El séptimo componente factorial explica 4.28% de la varianza total, está definido por 2 reactivos (34 y 36) y se puede deno-minar: satisfacción consigo mismo. Su consistencia interna es baja, aunque mayor a 0.50 (α=0.543) (véase Tabla 26). La consistencia interna de los 36 reactivos es alta (α=0.924) y sólo se incrementa con la eliminación del ítem 36 (estoy muy satis-fecho con lo que soy) a α=0.928. Los reactivos con comunalidades más bajas son el 28 (0.272) y 3 (0.322). En los demás reactivos la comunalidad final es mayor a 0.40.

Tabla 26. Matriz factorial rotada de 7 factores con 36 reactivos

Reactivos Componentes1 2 3 4 5 6 7

Sofocación de emociones negativas (ira, aburrimiento y tristeza) a través del comer14 Cuando estoy irritado/a con mis padres y amigos el comer me ayuda a reconciliarme con ellos

0.746 0.096 0.070 0.167 0.116 0.012 0.023

13 El comer me ayuda a evitar situa-ciones sociales incómodas

0.738 0.031 0.189 0.171 0.080 0.109 -.011

15 Cuando tengo tareas o deberes difíciles el comer me puede ayudar a evitar hacerlos

0.722 0.055 0.091 0.157 0.122 0.072 0.040

12 Comer es un modo de aguantar mi ira

0.719 0.060 0.287 0.118 0.080 0.140 -.015

17 El comer puede ayudarme a aho-gar mis emociones cuando no quie-ro sentirlas

0.714 0.112 0.289 0.132 0.125 0.082 -.040

19 El comer me ayuda a afrontar la tristeza u otras emociones displa-centeras

0.606 0.074 0.265 0.114 0.143 0.093 -.002

16 El comer me calma cuando estoy estresado/a o ansioso/a

0.578 0.088 0.451 0.141 0.215 0.048 0.006

6 Cuando como con frecuencia siento que no tengo el control de mi vida

0.471 0.298 0.217 -.084 0.194 0.073 -.018

3 El comer me hace sentir fuera de control

0.467 0.223 0.179 -.049 0.124 0.034 0.057

Page 62: Alimentacion Obesidad Jana

�0

Deseo de adelgazar29 Intento comer menos a fin de po-der perder peso

0.102 0.841 0.048 0.022 0.079 0.144 -.017

24 Pienso mucho en querer estar más delgado/a

0.018 0.825 0.088 -.037 0.128 0.182 -.048

30 No puedo comer mucha comida porque me engorda

0.105 0.819 0.043 0.035 0.012 0.160 0.012

23 Estoy asustado/a de tener so-brepeso

0.060 0.729 0.081 -.011 0.246 0.170 -.033

27 Como comida de dieta 0.237 0.643 0.010 0.045 -.065 0.035 0.127Autoindulgencia al comer ante el malestar emocional

4 Cuando me siento ansioso/a o es-tresado/a el comer me ayuda a re-lajarme

0.395 0.121 0.694 0.105 0.140 0.046 0.003

5 Cuando no tengo nada que hacer el comer me ayuda a aliviar el abu-rrimiento

0.213 0.040 0.687 0.123 0.301 0.127 -.008

1 Cuando me siento deprimido/a o mal el comer puede ayudarme a apartar la mente de mis problemas

0.266 0.115 0.662 0.076 0.117 0.017 0.050

7 El comer me ayuda a sentirme mejor si me siento estresado/a

0.472 0.091 0.582 0.226 0.131 0.057 -.034

2 Cuando hago algo bueno el comer es el modo de recompensarme

0.290 0.063 0.560 0.293 0.019 0.015 0.073

11 El comer es algo que se hace cuando te sientes aburrido/a

0.391 0.031 0.532 0.215 0.168 0.183 0.016

Concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera9 El comer me ayuda a pensar y es-tudiar mejor

0.203 0.010 0.164 0.800 0.084 0.052 0.074

18 El comer me ayuda a trabajar mejor

.0208 -.019 -.006 0.763 0.176 0.079 0.067

10 El comer es divertido y placen-tero

0.078 0.040 0.368 0.653 0.198 0.050 0.127

8 El comer es un buen modo de ce-lebrar

0.130 0.052 0.398 0.610 0.152 0.005 0.059

Glotonería y pérdida del control con el comer21 Estar con alguien quien está co-miendo con frecuencia me despier-ta el hambre suficiente para comer también

0.257 0.116 0.145 0.241 0.682 0.071 0.084

22 Cuando veo algo de comida que realmente me gusta con frecuencia tengo tanta hambre que tengo que comer justo en ese momento

0.232 0.108 0.177 0.243 0.667 0.158 0.063

Tabla 26. (Continuación)

Page 63: Alimentacion Obesidad Jana

�1

26 Algunas veces incluso cuando no estoy hambriento/a me parece que como mucho de una sentada

0.192 0.474 0.204 0.040 0.537 0.055 -.037

20 Algunas veces cuando comienzo a comer me parece no poder parar

0.458 0.277 0.243 0.054 0.493 0.018 -.041

25 Pienso mucho en la comida y el comer

0.325 0.341 0.257 0.168 0.483 0.062 -.021

31 Como todo lo que quiero y en cualquier momento que quiera

0.079 -.158 0.249 0.200 0.447 0.323 0.241

Insatisfacción consigo mismo33 Preferiría ser una persona dife-rente a la que soy

0.168 0.344 0.079 0.035 0.099 0.717 -.232

32 Hay muchas cosas de mí mismo que cambiaría si fuese posible

0.014 0.425 0.093 0.070 0.201 0.678 -.061

35 Me gustaría encajar más con la gente de moda

0.221 0.240 0.063 0.029 0.019 0.618 0.286

28 Creo que no tengo bastante for-taleza muscular en mi cuerpo

0.138 0.272 0.064 0.178 0.215 0.300 0.081

Satisfacción consigo mismo34 Creo que gusto y soy popular 0.114 0.092 0.065 0.103 0.008 0.177 0.81936 Estoy muy satisfecho con lo que soy

-.133 -.066 -.004 0.128 0.109 -.160 0.764

Autovalor 5.32 4.14 3.54 2.65 2.52 1.881 1.54% de varianza explicada 14.77 11.51 9.84 7.36 6.99 5.23 4.28% acumulado 14.77 26.28 36.12 43.49 50.48 55.70 59.98

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Varimax. La rotación convergió en 7 iteraciones.

Al rotar la solución factorial por un método oblicuo (Promax), la solución es la misma. Los factores están correlacionados. Entre las correlaciones más altas cabe destacar que la del factor de sofocación de las emociones con autoindulgencia al comer ante el malestar emocional (0.631) y glotonería y pérdida de control (0.492), la del factor de autoindulgencia al comer con glotonería y pérdida de control (0.602), la del factor de deseo de adelgazar con el de insatisfacción (0.434), y la del factor de concepción positiva del comer con satisfacción personal (0.250) (véase Tabla 27).

Tabla 26. (Continuación)

Page 64: Alimentacion Obesidad Jana

�2

Tabla 27. Matriz de correlaciones de los 7 componentes principalescon 36 reactivos

Componentes 1 2 3 4 5 62 0.3083 0.631 0.2624 0.341 -0.005 0.4445 0.492 0.396 0.602 0.3866 0.318 0.434 0.326 0.195 0.4107 0.020 -0.084 0.057 0.250 0.066 0.050

F1: Sofocación de emociones negativas (ira, aburrimiento y tristeza) a través del comer, F2: Deseo de adelgazar, F3: Autoindulgencia al comer ante el malestar emocional, F4: Concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera, F5: Glotonería y pérdida del control con el comer, F6: Insatisfacción consigo mismo, F7: Satisfacción consigo mismo.

Al eliminar los reactivos 3, 27, 28 y 31, aumenta la varianza total explicada a 60.62% con sólo 6 factores, asimismo se incrementan las saturaciones y las corre-laciones entre los componentes factoriales. Los factores son los mismos, salvo que se agrupan el deseo de adelgazar con el de insatisfacción personal. Si se fuerza la solución a 7 factores se explica 63.66% de la varianza total, en la rotación los 7 fac-tores tienen autovalores mayores a 1 y se reproducen los factores esperados (véa-se Tabla 28). La rotación oblicua por el método Promax arroja el mismo resultado, siendo la correlación entre deseo de adelgazar e insatisfacción personal de 0.484, alejándose de una correlación perfecta que indicaría redundancia.

Tabla 28. Matriz factorial rotada de 7 factores con 32 reactivos

Reactivos 1 2 3 4 5 6 7

Sofocación de emociones negativas (ira, aburrimiento y tristeza) a través del comer

14 0.754 0.098 0.096 0.151 0.114 0.001 0.033

13 0.745 0.038 0.212 0.161 0.083 0.091 -.009

15 0.726 0.072 0.112 0.145 0.124 0.049 0.040

12 0.717 0.062 0.312 0.112 0.086 0.133 -.017

17 0.716 0.115 0.312 0.111 0.129 0.072 -.024

19 0.603 0.063 0.289 0.086 0.169 0.098 0.013

16 0.569 0.091 0.476 0.119 0.225 0.044 0.019

6 0.429 0.308 0.242 -0.051 0.180 0.080 -0.028

Page 65: Alimentacion Obesidad Jana

�3

Deseo de adelgazar

29 0.120 0.853 0.044 0.022 0.051 0.130 0.003

24 0.032 0.851 0.075 -0.025 0.094 0.180 -0.009

30 0.121 0.821 0.042 0.029 -0.002 0.156 0.039

23 0.072 0.773 0.073 0.015 0.194 0.142 0.000

Autoindulgencia al comer ante el malestar emocional

4 0.356 0.114 0.714 0.102 0.140 0.053 0.003

5 0.180 0.055 0.697 0.141 0.289 0.110 -0.005

1 0.244 0.109 0.672 0.068 0.115 0.013 0.048

7 0.457 0.095 0.604 0.213 0.119 0.048 -0.019

2 0.265 0.057 0.571 0.303 0.010 0.006 0.054

11 0.384 0.040 0.543 0.212 0.170 0.162 0.017

Concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera

9 0.213 0.014 0.159 0.808 0.066 0.040 0.072

18 0.218 -0.009 0.002 0.770 0.161 0.058 0.065

10 0.074 0.031 0.371 0.657 0.187 0.041 0.122

8 0.119 0.038 0.403 0.610 0.150 0.013 0.063

Glotonería y pérdida del control con el comer

21 0.220 0.094 0.176 0.230 0.729 0.102 0.094

22 0.198 0.093 0.205 0.238 .708 0.184 0.078

26 0.192 0.505 0.206 0.054 0.513 0.040 -0.018

20 0.432 0.273 0.266 0.055 0.507 0.040 -0.034

25 0.317 0.360 0.266 0.177 0.464 0.045 -0.021

Insatisfacción personal

33 0.152 0.338 0.090 0.053 0.109 0.732 -0.226

35 0.207 0.197 0.075 0.027 0.071 0.667 0.298

32 0.013 0.444 0.091 0.097 0.178 0.665 -0.035

Satisfacción personal

34 0.118 0.055 0.071 0.098 0.014 0.201 0.825

36 -0.119 -0.057 -0.004 0.136 0.077 -0.180 0.781

Autovalor 4.847 3.741 3.687 2.575 2.291 1.741 1.491

Tabla 28. (Continuación)

Page 66: Alimentacion Obesidad Jana

�4

% de va-rianza ex-plicada

15.147 11.689 11.521 8.047 7.158 5.440 4.658

% acumu-lado de va-rianza

15.147 26.836 38.358 46.405 53.563 59.003 63.662

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Varimax. La rotación convergió en 6 iteraciones.

Con base en el criterio de Cattell se podrían definir tres factores que explican 47.18% de la varianza total con los 36 reactivos (véase Figura 2). El primer factor explica 21.80% de la varianza total, está definido por 17 reactivos (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 19, 20 y 25) y se puede denominar afrontamiento de ma-lestar emocional por medio de la comida. Agrupa los factores de sofocación de las emociones y autoindulgencia al comer, así como reactivos de pérdida de control. Su consistencia interna es alta (α=0.925) y ésta no mejora al eliminar algún reactivo. El segundo componente factorial explica 14.80% de la varianza total, está definido por 10 reactivos (23, 24, 26, 27, 28, 29, 30, 32, 33 y 35) y se pude denominar deseo de adelgazar e insatisfacción personal. Agrupa los factores de deseo de adelgazar y insatisfacción personal. Su consistencia interna es alta (α=0.870), pero ésta mejora al eliminar el ítem 28 (Creo que no tengo bastante fortaleza muscular en mi cuerpo) (α=0.872). El tercer componente factorial explica 10.58% de la varianza total, está definido por 9 reactivos (8, 9, 10, 18, 21, 22, 31, 34 y 36) y se puede denominar in-tegración del comer y satisfacción personal. Agrupa los factores de concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera, satis-facción personal, así como parte del de glotonería Su consistencia interna es alta (α=0.786), pero se incrementa al eliminar el ítem 36 (estoy muy satisfecho con lo que soy) (α=0.802) (véase Tabla 29).

Tabla 26. (Continuación)

Page 67: Alimentacion Obesidad Jana

��

Figura 2. Curva de sedimentación con 36 reactivos

Tabla 29. Matriz factorial rotada de tres factores con 36 reactivos

Reactivos Componentes1 2 3

Afrontamiento del malestar emocional por medio de la comida17 El comer puede ayudarme a ahogar mis emociones cuando no quiero sentirlas

0.769 0.157 0.090

12 Comer es un modo de aguantar mi ira 0.762 0.124 0.08716 El comer me calma cuando estoy estresado/a o ansioso/a 0.738 0.138 0.21013 El comer me ayuda a evitar situaciones sociales incómodas 0.734 0.084 0.0987 El comer me ayuda a sentirme mejor si me siento estresado/a 0.712 0.116 0.2694 Cuando me siento ansioso/a o estresado/a el comer me ayuda a relajarme

0.688 0.146 0.238

14 Cuando estoy irritado/a con mis padres y amigos el comer me ayuda a reconciliarme con ellos

0.681 0.115 0.075

15 Cuando tengo tareas o deberes difíciles el comer me puede ayu-dar a evitar hacerlos

0.668 0.103 0.100

19 El comer me ayuda a afrontar la tristeza u otras emociones dis-placenteras

0.661 0.131 0.117

11 El comer es algo que se hace cuando te sientes aburrido/a 0.615 0.121 0.32220 Algunas veces cuando comienzo a comer me parece no poder parar

0.572 0.364 0.174

5 Cuando no tengo nada que hacer el comer me ayuda a aliviar el aburrimiento

0.557 0.137 0.351

Page 68: Alimentacion Obesidad Jana

��

1 Cuando me siento deprimido/a o mal el comer puede ayudarme a apartar la mente de mis problemas

0.552 0.124 0.239

2 Cuando hago algo bueno el comer es el modo de recompensar-me

0.518 0.042 0.345

6 Cuando como con frecuencia siento que no tengo el control de mi vida

0.517 0.346 -.030

3 El comer me hace sentir fuera de control 0.477 0.246 -.00325 Pienso mucho en la comida y el comer 0.465 0.427 0.285

Deseo de adelgazar e insatisfacción personal24 Pienso mucho en querer estar más delgado/a 0.054 0.836 -.03629 Intento comer menos a fin de poder perder peso 0.097 0.823 -.02530 No puedo comer mucha comida porque me engorda 0.084 0.793 -.02523 Estoy asustado/a de tener sobrepeso 0.104 0.771 0.03432 Hay muchas cosas de mí mismo que cambiaría si fuese posible 0.076 0.682 0.17133 Preferiría ser una persona diferente a la que soy 0.217 0.607 0.01227 Como comida de dieta 0.156 0.571 -.02026 Algunas veces incluso cuando no estoy hambriento/a me pare-ce que como mucho de una sentada

0.327 0.562 0.198

35 Me gustaría encajar más con la gente de moda 0.154 0.457 0.21028 Creo que no tengo bastante fortaleza muscular en mi cuerpo 0.159 0.396 0.259

Integración del comer y satisfacción personal10 El comer es divertido y placentero 0.281 0.053 .6889 El comer me ayuda a pensar y estudiar mejor 0.291 -.004 .66018 El comer me ayuda a trabajar mejor 0.225 0.007 .6288 El comer es un buen modo de celebrar 0.343 0.039 .60031 Como todo lo que quiero y en cualquier momento que quiera 0.215 0.070 .53736 Estoy muy satisfecho con lo que soy -.225 -.108 .50234 Creo que gusto y soy popular -.018 0.144 .48422 Cuando veo algo de comida que realmente me gusta con fre-cuencia tengo tanta hambre que tengo que comer justo en ese mo-mento

0.367 0.293 .477

21 Estar con alguien quien está comiendo con frecuencia me des-pierta el hambre suficiente para comer también

0.372 0.270 .467

Autovalor 7.85 5.33 3.81% de varianza explicada 21.80 14.86 10.58% acumulado de varianza 21.80 36.61 47.19

Al rotar la solución por el método oblicuo (Promax) se obtienen los mismos fac-tores y en el mismo orden. Los tres factores están correlacionados. Sobre todo el factor de adelgazamiento e insatisfacción con integración del comer y satisfacción personal (véase Tabla 30). Al factorizar sin los reactivos 28 y 36, el resultado no se

Tabla 29. (Continuación)

Page 69: Alimentacion Obesidad Jana

��

altera, sólo se incrementa la varianza total explicada (48.79%), las saturaciones y los valores de correlación entre los componentes factoriales.

Tabla 30. Correlaciones entre los componentes factoriales

Componentes F1 F2F2 0.423F3 0.538 0.236

F1: Afrontamiento del malestar emocional por medio de la comida, F2: Deseo de adelgazar e insatisfac-ción personal, F3: Integración del comer y satisfacción personal.

Por análisis factorial confirmatorio, se contrastan 4 modelos de factores correla-cionados (véase Tabla 31).

Tabla 31. Índice de ajuste para modelos de 4 factores correlacionados

Índices Malo Bueno 7FR-36 7FR-32 6FR-32-R 3FR-34Descriptivos básicos

FDχ2/gl

>3>3

<2<2

2.346 1.932 2.265 3.3186113.037/573 5035.778/445 5902.114/449 8646.803/524

=10.668 =11.363 =13.145 =16.501RSMSR >0.075 <0.05 0.058 0.059 0.062 0.079

De no centralidad poblacionalPNCP >2 <1 2.400 1.910 2.288 3.722RSMEA >0.075 <0.05 0.065 0.066 0.071 0.084GPI <0.80 >0.90 0.882 0.893 0.875 0.820AGPI <0.80 >0.90 0.863 0.873 0.853 0.796

Comparativos para una sola muestraGFI <0.85 >0.95 0.873 0.885 0.867 0.812AGFI <0.80 >0.90 0.852 0.863 0.843 0.787NFI <0.80 >0.90 0.864 0.879 0.858 0.801NNFI <0.85 >0.95 0.862 0.875 0.853 0.798CFI <0.85 >0.95 0.875 0.888 0.867 0.811Δ <0.85 >0.95 0.875 0.888 0.867 0.811

7 factores correlacionados con los 36 reactivos: sofocación de emociones negativas a través del comer (3, 6, 12, 13, 14, 15, 16, 17 y 19), deseo de adelgazar (23, 24, 27, 29 y 30), autoindulgencia al comer ante el malestar emocional (1, 2, 4, 5, 7 y 11), concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera (8, 9, 10 y 18), glotonería y pérdida del control con el comer (20, 21, 22, 25, 26 y 31), insatisfacción personal (28, 32, 33 y 35) y satisfacción personal (34 y 36).

Page 70: Alimentacion Obesidad Jana

��

7 factores correlacionados con 32 reactivos: sofocación de emociones negativas a través del comer (6, 12, 13, 14, 15, 16, 17 y 19), deseo de adelgazar (23, 24, 29 y 30), autoindulgencia al comer ante el malestar emocional (1, 2, 4, 5, 7 y 11), concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera (8, 9, 10 y 18), glotonería y pérdida del control con el comer (20, 21, 22, 25 y 26), insatisfacción personal (32, 33 y 35) y satisfacción personal (34 y 36).

6 factores correlacionados con 32 reactivos: sofocación de emociones negativas a través del comer (6, 12, 13, 14, 15, 16, 17 y 19), deseo de adelgazar e insatisfacción personal (23, 24, 29, 30, 32, 33 y 35), autoindulgencia al comer ante el malestar emocional (1, 2, 4, 5, 7 y 11), concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera (8, 9, 10 y 18), glotonería y pérdida del con-trol con el comer (20, 21, 22, 25 y 26) y satisfacción personal (34 y 36).

3 factores correlacionados con 34 reactivos: afrontamiento de malestar emocional por medio de la comida (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 19, 20 y 25), deseo de adelgazar e insatisfacción per-sonal (23, 24, 26, 27, 29, 30, 32, 33 y 35) e integración del comer y satisfacción personal (8, 9, 10, 18, 21, 22, 31, 34).

De 7 factores con los 36 reactivos o con 32 reactivos, de 6 factores con 32 reac-tivos y de 3 factores con 34 reactivos. El modelo que ofrece mejor ajuste a los da-tos es el de 7 factores con 32 reactivos, con índices de ajuste adecuados (fd=1.932, rmssr=0.059, pncp=1.910, rmS ea=0.66, pgi=0.893, apgi=0.873, gfi=0.885, agfi=0.863, nnfi=0.879, nfi=0.875, cfi=0.888 y Δ=0.888) (véase Tabla 31). El modelo se re-chaza por la prueba de chi-cuadrado y la razón entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3. Lo cual es común con muestras grandes. Además, por la prueba de la diferencia de los estadísticos de chi-cuadrado (dχ2(573-

445=128)=6113.037-5035.778=1077.259, p<0.001), el ajuste es significativamente mejor para el modelo con menos indicadores y correlaciones, es decir, el modelo más parsimonioso. Se eliminan dos correlaciones en este modelo al no resultar sig-nificativas. Las del factor satisfacción personal con los factores de autoindulgencia y glotonería (véase Tabla 31).

Se definen 7 factores por suma simple de reactivos. El primero (F1) es el de so-focación de emociones negativas a través del comer (6, 12, 13, 14, 15, 16, 17 y 19), el segundo (F2) es el de deseo de adelgazar (23, 24, 29 y 30), el tercero (F3) es el de autoindulgencia al comer ante el malestar emocional (1, 2, 4, 5, 7 y 11), el cuarto (F4) es el de concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera (8, 9, 10 y 18), el quinto (F5) es de glotonería y pérdida del con-trol con el comer (20, 21, 22, 25 y 26), el sexto (F6) es el de insatisfacción personal (32, 33 y 35) y el séptimo es el de satisfacción personal (34 y 36). Todos ellos pre-sentan consistencia interna alta (α>0.70) y el séptimo de sólo dos reactivos adecua-da (α=0.643). La consistencia interna de los 32 reactivos es alta (α=0.924). Las dis-tribuciones de ninguno de ellos se ajustaron a una curva normal (véase Tabla 32).

Page 71: Alimentacion Obesidad Jana

��

Las puntuaciones factoriales obtenidas por el método de Anderson-Rubin tampoco presentan distribuciones normales.

Tabla 32. Descriptivos, ajuste a una curva normal y consistencia interna

F1 F2 F3 F4 F5 F6 F7Reactivos 8 4 6 4 5 3 2α 0.881 0.877 0.854 0.799 0.814 0.708 0.643N 3113 3018 3132 3083 3058 3109 3146Media 14.50 11.87 12.99 11.43 12.18 9.30 8.81DE 8.388 7.236 7.300 6.006 6.586 4.850 3.280ZK-S 12.238 7.741 9.456 6.179 7.613 5.533 6.583P 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000

F1: Sofocación de emociones (ira, aburrimiento y tristeza) a través del comer, F2: Impulso a adelgazar, F3: Autoindulgencia con el comer ante el malestar emocional, F4: El comer mejora el rendimiento y es actividad placentera, F5: Glotonería y pérdida del control con el comer, F6: Insatisfacción consigo mis-mo, F7: Satisfacción consigo mismo.

Estructura factorial, consistencia interna y distribución del edi-2 (reducido a 4 factores)

El edi fue creado por Garner, Olmsted y Polivy (1983) y revisado ocho años des-pués (Garner, 1991). Sus 91 elementos en la edición revisada permiten puntuar en 11 escalas: 8 principales (Obsesión por la delgadez, Bulimia, Insatisfacción corpo-ral, Ineficacia, Perfeccionismo, Desconfianza interpersonal; Conciencia introcepti-va y Miedo a la madurez) y 3 adicionales (Ascetismo, Impulsividad e Inseguridad social). La consistencia interna de las escalas varía de α=0.72 a α=0.95. En el pre-sente estudio, sólo se aplicaron 33 reactivos correspondientes a los tres factores clínicos (Obsesión por la delgadez, Bulimia, Insatisfacción corporal) y el factor de Conciencia introceptiva. Los reactivos tienen un formato tipo Likert con seis puntos de rango de 0 (nunca) a 5 (siempre). De estos 33 reactivos, 7 son inversos (1, 17, 18, 19, 21, 23 y 26). Cuanto mayor es la puntuación en la escala, hay más rasgos de trastorno de conducta alimentaria en la persona encuestada.

Tras recodificar los 7 reactivos con puntuaciones inversas, se obtienen valores de consistencia interna altos, con una α de 0.902 para la escala y de 0.762 a 0.884 para los cuatro factores. Las escalas se definen por suma simple de reactivos. Ninguna distribución se ajusta a una curva normal y sólo la insatisfacción corporal se aproxima a la normalidad (ZK-S=1.417, p=0.036). Todas presentan asimetría po-

Page 72: Alimentacion Obesidad Jana

�0

sitiva, es decir, sesgo hacia puntuaciones por debajo de la media, salvo la distribu-ción de la insatisfacción corporal que es simétrica (véase Tabla 33).

Tabla 33. Consistencia interna, distribución y ajuste a una curva normal

EDI33Obsesión por la delgadez

BulimiaInsatisfacción

corporalConciencia introceptiva

NR 33 7 7 10 9α 0.902 0.884 0.863 0.821 0.762N 2691 3075 3069 2969 3010Media 46.85 6.172 1.853 9.538 5.661DE 24.559 6.302 2.576 7.739 4.517As 0.796 0.465 1.917 0.077 0.716EEAs 0.047 0.044 0.044 0.045 0.045C 0.461 -0.654 4.093 -0.278 -0.056EEC 0.094 0.088 0.088 0.090 0.089ZK-S 4.577 4.435 11.731 1.417 5.102p 0.000 0.000 0.000 0.036 0.000

As=Asimetría, EEAs=Error estándar de la asimetría y C=Curtosis, EEC=Error estándar de la curtosis.

Al factorizar los 33 reactivos, con base en el criterio de Kaiser, se definen 6 fac-tores que explican 61.4% de la varianza total. Con base en el criterio de Cattell se puede reducir la estructura a 4 factores que explican 54.4% de la varianza total. Se reproduce bastante bien la estructura esperada; no obstante, 4 reactivos presentan saturación y comunalidad bajas (1, 20, 22 y 26) y 5 saturan en un factor no espera-do (13, 15, 16, 30 y 33), contaminando el factor de obsesión por la delgadez. Al eli-minar estos 9 reactivos, con el criterio de Kaiser, se reproduce una estructura de 4 factores conforme a lo esperado, explicándose 63.5% de la varianza total. El primer factor, tras la rotación ortogonal, explica 30.5% de la varianza total y está definido por 6 reactivos de impulso a la delgadez (2, 3, 4, 5, 6 y 7). El segundo factor explica 12.7% de la varianza total y está definido por los 7 reactivos de conciencia introcep-tiva (24, 25, 27, 28, 29, 31 y 32). El tercer factor explica 10.7% de la varianza total y está definido por los 6 reactivos de bulimia (8, 9, 10, 11, 12 y 14). El cuarto factor ex-plica 9.6% de la varianza total y está definido por 5 reactivos de insatisfacción cor-poral (17, 18, 19, 21 y 23) (véase Tabla 34).

Page 73: Alimentacion Obesidad Jana

�1

Tabla 34. Matriz factorial rotada de los reactivos del edi-2 reducido a 24 reactivos y 4 factores

Reactivos 1 2 3 4Obsesión por la delgadez

4 Me aterroriza la idea de engordar 0.841 0.168 0.092 0.0666 Estoy preocupado/a porque querría ser una persona más delgada/o

0.840 0.192 0.185 0.087

5 Exagero o doy demasiada importancia al peso 0.838 0.182 0.136 0.0737 Si engordo un kilo, me preocupa que pueda seguir ganan-do peso

0.837 0.197 0.159 0.050

2 Pienso en ponerme a dieta 0.820 0.141 0.107 0.0863 Me siento muy culpable cuando como en exceso 0.819 0.186 0.164 0.058

Conciencia introceptiva32 Tengo sentimientos que no puedo identificar del todo 0.108 0.796 0.116 -0.01225 Suelo estar confuso/a sobre mis emociones 0.144 0.770 0.086 0.04229 Temo no poder controlar mis sentimientos 0.183 0.770 0.131 0.03127 No sé qué es lo que ocurre en mi interior 0.088 0.738 0.122 0.03224 Me asusto cuando mis sentimientos son muy fuertes 0.157 0.706 0.062 0.03831 Cuando estoy disgustado/a no sé si estoy triste, asustado/a o enfadado/a

0.175 0.699 0.221 0.031

28 No sé muy bien cuando tengo hambre o no 0.221 0.511 0.274 0.014Pérdida de control al comer o bulimia14 Como o bebo a escondidas 0.075 0.127 0.923 0.02411 Suelo pensar en darme un atracón 0.035 0.101 0.839 0.01112 Como con moderación delante de los demás, pero me doy un atracón cuando se van

0.103 0.133 0.793 0.022

10 He ido a comilonas en las que sentí que no podía parar de comer

0.142 0.113 0.758 0.037

9 Suelo hartarme de comida 0.193 0.181 0.595 0.0238 Suelo comer cuando estoy disgustado/a 0.219 0.198 0.573 0.020

Insatisfacción corporal21 Creo que el tamaño de mis muslos es adecuado 0.046 0.022 0.040 0.81223 Creo que mis caderas tienen el tamaño adecuado -0.003 0.041 0.020 0.79518 Me siento satisfecho/a con mi figura 0.134 0.037 0.013 0.79319 Me gusta la forma de mis pompas 0.007 0.032 0.018 0.74017 Creo que mi panza tiene el tamaño adecuado 0.138 0.002 0.021 0.739Autovalor 7.317 3.047 2.576 2.301% de varianza explicada 30.486 12.697 10.734 9.587% acumulado 30.486 43.183 53.917 63.504

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Varimax. La rotación convergió en 5 iteraciones.

Page 74: Alimentacion Obesidad Jana

�2

Si se realiza una rotación ortogonal por el método Promax, el resultado es el mis-mo, salvo que los factores se mueven de orden. El primer factor es el de obsesión por la delgadez (2, 3, 4, 5, 6 y 7), el segundo es el de conciencia introceptiva (24, 25, 27, 28, 29, 31 y 32), el tercero es el de bulimia (8, 9, 10, 11, 12 y 14) y el cuarto es el de insatisfacción corporal (17, 18, 19, 21 y 23). Todos los componentes están corre-lacionados entre sí. El componente factorial de impulso a la delgadez es el que pre-senta correlaciones más altas y el componente factorial de insatisfacción corporal es el que presenta correlaciones más bajas (véase Tabla 35).

Tabla 35. Correlación entre los componentes

Componentes F1: Delgadez F2: Conciencia F3: BulimiaF2: Conciencia introceptiva 0.420F3: Bulimia 0.339 0.367F4: Insatisfacción corporal 0.169 0.084 0.072

Por análisis factorial confirmatorio, el ajuste de la estructura de 4 factores y 24 indicadores es algo débil, pero si se contempla sólo 5 indicadores para cada fac-tor, resultan unos índices de ajuste adecuados: descriptivos básicos (fd=1.269, χ2/gl=643.18/164=2.92, rmssr=0.051; de no centralidad poblacional: pncp=1.016, rmsea=0.079, pgi=0.908, apgi=0.882; y comparativos para una sola muestra: gfi=0.903, agfi=0.876, nfi=0.895, nnfi=0.884, cfi=0.900 y Δ=0.900). Los índi-ces mejoran si se reducen los indicadores de cada factor a 4: descriptivos básicos (fd=0.926, χ2/gl=206.78/98=2.11, rmSSr=0.036; de no centralidad poblacional: pncp=0.686, rmsea=0.074, pgi=0.921, apgi=0.890; y comparativos para una sola muestra: gfi=0.917, agfi=0.885, nfi=0.906, nnfi=0.888, cfi=0.909 y Δ=0.909). Por la prueba de la diferencia de los estadísticos de chi-cuadrado, el ajuste del modelo con 4 indicadores por factor es significativamente mejor que el ajuste del modelo con 5 indicadores (dχ2(164-98=66)=478.88-206.78=272.10, p<0.001) (véase Tabla 36).

Page 75: Alimentacion Obesidad Jana

�3

Tabla 36. Índice de ajuste para modelos de 4 factores correlacionados

Malo Bueno 4F-24 4F-20 4F-16Estadísticos básicos

FD >3 <2 2.240 1.269 0.926χ2/gl >3 <2 1066.80/254=4.20 478.88/164=2.92 206.78/98=2.11RSM SR >0.075 <0.05 0.145 0.051 0.036

No de centralidad poblacionalPNCP >2 <1 2.218 1.016 0.686RSM EA >0.075 <0.05 0.093 0.079 0.074GPI <0.80 >0.90 0.844 0.908 0.921AGPI <0.80 >0.90 0.816 0.882 0.890

Comparativos para una sola muestraGFI <0.85 >0.95 0.839 0.903 0.917AGFI <0.80 >0.90 0.809 0.876 0.885NFI <0.80 >0.90 0.847 0.895 0.906NNFI <0.85 >0.95 0.839 0.884 0.888CFI <0.85 >0.95 0.852 0.900 0.909Δ <0.85 >0.95 0.852 0.900 0.909

Modelos: 4F-24: Obsesión por la delgadez: 2, 3, 4, 5, 6, y 7. Bulimia: 8, 9, 10, 11, 12 y 14. Insatisfacción corporal: 17, 18, 19, 21 y 23. Conciencia introceptiva: 24, 25, 27, 28, 29, 31 y 32.

4F-20: Obsesión por la delgadez: 2, 4, 5, 6, y 7. Bulimia: 8, 10, 11, 12 y 14. Insatisfacción corporal: 17, 18, 19, 21 y 23. Conciencia introceptiva: 24, 25, 27, 29 y 32.

4F-16: Obsesión por la delgadez: 4, 5, 6, y 7. Bulimia: 10, 11, 12 y 14. Insatisfacción corporal: 17, 18, 21 y 23. Conciencia introceptiva: 25, 27, 29 y 32.

Por análisis factorial exploratorio, al factorizar los 20 o 16 reactivos selecciona-dos por Componentes Principales y rotar la solución, se produce la estructura de 4 factores esperada, con base en criterio de Kaiser, explicándose 66.9% de la varian-za total en el primer caso y 71.6% en el segundo. El resultado es el mismo con una rotación ortogonal (Varimax) u oblicua (Promax), salvo que se mueve el orden de los factores. El componente factorial más intercorrelacionado resulta el de obsesión por la delgadez y el menos el intercorrelacionado el de insatisfacción corporal.

Al conservar más reactivos la solución con 5 indicadores por factor, se maneja ésta en los cálculos: Obsesión por la delgadez (2, 4, 5, 6, y 7) (α=0.922), bulimia (8, 10, 11, 12 y 14) (α=0.866), insatisfacción corporal (17, 18, 19, 21 y 23) (α=0.850), y conciencia introceptiva (24, 25, 27, 29 y 32) (α=0.838). Las puntuaciones factores se obtienen por el método de Anderson Rubin. Las puntuaciones resultan ortogo-nales. La consistencia interna de los factores con 5 indicadores es mayor que con

Page 76: Alimentacion Obesidad Jana

�4

4. En los dos casos las distribuciones son asimetrías positivas (véase Tabla 37). La consistencia interna de los 20 reactivos es alta (α=0.858).

Tabla 37. Distribución y consistencia interna de los factores seleccionadosdel edi-2

Obsesión por la delgadez

BulimiaInsatisfacción

corporalConcienciaintroceptiva

NR 5 5 5 5α 0.922 0.866 0.850 0.838N 2872 2872 2872 2872Media 0 0 0 0DE 1 1 1 1ZK-S 5.683 11.552 3.781 2.260p 0.000 0.000 0.000 0.000

Estructura factorial, consistencia interna y distribución de la tas-30

Escala de Alexitimia de Toronto de 20 reactivos (20-items Toronto Alexitimia Scale, tAS-20) fue desarrollada por Bagby, Parker y Taylor (1994) y Bagby, Taylor y Parker (1994). Se trata de una escala tipo Likert con 5 puntos de recorrido por reac-tivo (de totalmente de acuerdo a totalmente en desacuerdo). Tres tercios de los ele-mentos están redactados en sentido alexitímico, salvo los ítems: 4, 5, 10, 18 y 19. La puntuación de la escala se obtiene por suma simple de los veinte reactivos, in-virtiendo de forma previa la puntuación de los cinco reactivos redactados en senti-do no alexitímico. Para realizar tal inversión restamos a 6 la puntuación del reac-tivo. Así, a mayor puntuación, mayor alexitimia. La puntuación total varía de 20 a 100 y su distribución se ajusta a una curva normal con media de 45 y desviación es-tándar de 12. Se considera a una persona como alexitímica, cuando presenta una puntuación por encima de una desviación estándar de la media (≥67). La tAS-20 presenta una consistencia interna por la alfa de Cronbach de 0.82 a 0.86 y una fia-bilidad temporal de 0.70 en intervalos de 2 a 6 semanas. La escala se compone de tres factores que explican 31% de la varianza: dificultad para distinguir sensacio-nes emocionales, dificultad para expresar verbalmente emociones y pensamiento externamente orientado. La escala fue originalmente desarrollada en Canadá con muestra anglófona como versión mejorada de la Toronto Alexitimia Scale publicada por Taylor, Bagby y Ryan en 1985. Ha sido adaptada con éxito en diversos países

Page 77: Alimentacion Obesidad Jana

��

y se considera la medida psicométrica más sólida de alexitimia, siendo la más em-pleada en los estudios.

Moral (2008) realizó un estudio de adaptación de la escala en población mexica-na. Se empleó una muestra de 381 estudiantes universitarios. Por análisis factorial, los reactivos de la tAS-20 presentaron una estructura de tres factores: dificultad para expresar sentimientos (2, 4, 11, 12, y 17), dificultad para identificar sentimientos (1, 3, 6, 7, 9, 13 y 14) y pensamiento externamente orientado (5, 8, 10, 15, 16, 18, 19 y 20). El análisis factorial confirmatorio por el método ml, desde la matriz de corre-laciones, indica buen ajuste de la estructura de tres factores correlacionados (rms sr=0.053, rms ea=0.041, pgi=0.949, apgi=0.935, gfi=0.923 y agfi=0.903). La escala resultó consistente (α=0.82) y fiable a los 6 meses (r=0.71), así como sus dos pri-meros factores (α=0.80 y r=0.55 y α=0.78 y r=0.61, respectivamente). La fiabilidad del tercer factor fue baja (α=0.53 y r=0.36). La distribución de la escala se ajustó a una curva normal, presentando sus factores asimetría positiva.

En este estudio, como en la adaptación de Moral (2008), se presentó la esca-la con 6 puntos de recorrido por reactivo (de 0 a 5) con tres puntos en cada polo y sin punto intermedio. Así, el rango potencial de la escala es de 0 a 100. Además, se añadió un cuarto factor, el de fantasía, que forma parte del constructo, pero se ha-bía perdido en la revisión de 1994 realizada por Bagby et al., (1994). Los 10 reacti-vos del factor de fantasía son los sugeridos por Moral (2009). A su vez, se formulan en sentido directo los 5 reactivos inversos que mostraron problemas de consisten-cia en anteriores versiones.

Al factorizar los 30 reactivos, por el criterio de Kaiser, se obtienen 4 factores que explican 51.13% de la varianza total. El primer factor explica 16.24% de la varian-za total y está integrado por los 10 reactivos de fantasía (21-30). El segundo factor explica 14.59% de la varianza total y está integrado por 8 reactivos, los 7 ítems del factor de dificultad para identificar los sentimientos (1, 3, 6, 7, 9, 13 y 14), además el reactivo 10 (estar en contacto con las emociones carece de importancia) que en la solución original pertenece al factor de pensamiento externamente orientado. El tercer factor explica 10.62% de la varianza total y está definido por 6 reactivos. Los 5 del factor de dificultad para expresar sentimientos (2, 4, 11, 12 y 17), además el reactivo 5 (prefiero sólo describir los problemas mejor que dar interpretaciones) que en la solución original pertenece al factor de pensamiento externamente orienta-do. El cuarto factor explica 9.69% de la varianza total y está integrado por 6 de los 8 reactivos del factor de pensamiento externamente orientado (8, 15, 16, 18, 19 y 20). Le faltarían los reactivos 5 y 10 para reproducir la solución original. Se podría etiquetar como estilo superficial de vida (véase Tabla 38). Si se factorizan los 20 reactivos de la tAS-20, sin los 10 de fantasía, por el criterio de Kaiser se obtienen 3

Page 78: Alimentacion Obesidad Jana

��

factores que explican 50.97% de la varianza total: dificultad para identificar los sen-timientos (1, 3, 6, 7, 9, 10, 13 y 14), dificultad para expresar sentimientos (2, 4, 5, 11, 12 y 17) y estilo superficial de vida (8, 15, 16, 18, 19 y 20). Así, también los reactivos 5 y 10 se mueven del tercer factor.

Tabla 38. Matriz factorial rotada de la tas-30

ReactivosComponentes

1 2 3 4Fantasía

27 Soy una persona que fantaseo mucho

0.801 -0.146 -0.143 -0.085

26 Con frecuencia tengo fantasías sobre mi futuro

0.744 -0.022 -0.149 -0.164

29 Paso mucho tiempo soñando despierto cuando no tengo nada que hacer

0.735 -0.163 -0.170 -0.090

25 A veces huyo de la realidad a través de la imaginación

0.700 -.271 -0.192 -0.108

24 He fantaseado con amores que sólo pueden tener lugar en mi ima-ginación

0.697 -0.186 -0.138 -0.095

23 Tengo fantasías de grandes éxitos y poderes

0.676 0.010 -0.114 -0.192

30 Cuando conozco a alguien que me gusta, tengo muchas fantasías sobre nuestra relación

0.658 -0.222 -0.068 -0.095

22 Cuando estoy haciendo algo aburrido el tiempo se me va en fantasías

0.654 -0.180 -0.144 -0.196

28 Tengo fantasías sexuales 0.431 -0.194 0.208 -0.22721 Cuando alguien se burla de mi, fantaseo terribles venganzas

0.355 -0.318 -0.006 -0.345

Dificultad para identificar las emociones7 A menudo estoy confundido/a con las sensaciones de mi cuerpo

-0.164 0.728 0.115 0.206

6 Cuando estoy mal no sé si estoy triste, asustado/a o enfadado/a

-0.146 0.692 0.263 0.143

9 Tengo sentimientos que casi no puede identificar

-0.174 0.669 0.341 0.145

13 No sé qué pasa dentro de mí -0.145 0.641 0.314 0.1851 A menudo estoy confuso con las emociones que estoy sintiendo

-0.224 0.612 0.378 -0.073

Page 79: Alimentacion Obesidad Jana

��

14 A menudo no sé por qué estoy enfadado/a

-0.166 0.611 0.136 0.286

3 Tengo sensaciones físicas que incluso ni los doctores entienden

-0.126 0.610 -0.011 0.194

10 Estar en contacto con las emo-ciones carece de importancia

-0.133 0.508 0.171 0.272

Dificultad para expresar las emociones4 Me es difícil expresar mis senti-mientos

-0.162 0.230 0.754 0.139

11 Me es difícil expresar lo que siento acerca de las personas

-0.189 0.217 0.685 0.205

12 La gente me dice que exprese más mis sentimientos

-0.084 0.194 0.648 0.286

2 Me es difícil encontrar las pa-labras correctas para mis senti-mientos

-0.198 0.463 0.576 0.016

17 Me es difícil revelar mis senti-mientos más profundos incluso a mis amigos/as más íntimos

-0.136 0.152 0.564 0.427

5 Prefiero sólo describir los pro-blemas mejor que dar interpreta-ciones

-0.174 0.378 0.438 0.207

Estilo superficial de vida o pensamiento externamente orientado16 Prefiero ver espectáculos sim-ples, pero entretenidos, que pro-fundos dramas psicológicos

-0.120 0.086 0.116 0.691

15 Prefiero hablar con la gente de sus actividades diarias mejor que de sus sentimientos

-0.083 0.153 0.201 0.677

20 Analizar y buscar significados profundos a películas, espectácu-los o entretenimientos disminuye el placer de disfrutarlos

-0.192 0.265 0.003 0.561

19 Considero de escasa utilidad examinar mis sentimientos para resolver problemas personales

-0.132 0.269 0.225 0.530

18 Me incomoda mucho el silencio en momentos de intimidad

-0.213 0.237 0.222 0.467

8 Me chocan las personas que se quiebran la cabeza con motivos y emociones en vez de aceptar las cosas como son

-0.211 0.073 0.190 0.392

Autovalores 4.87 4.38 3.18 2.91

Tabla 38. (Continuación)

Page 80: Alimentacion Obesidad Jana

��

% de varianza explicada 16.24 14.59 10.62 9.69% de varianza acumulada 16.24 30.83 41.44 51.13

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Varimax. La rotación convergió en 6 iteraciones.

Al rotar la solución de 30 reactivos con un método oblicuo como Promax se ob-tiene el mismo resultado. Sólo el reactivo 21 (cuando alguien se burla de mi, fan-taseo terribles venganzas) en la matriz de patrones presenta su carga factorial más alta en el factor de estilo superficial de vida, pero en la matriz estructural su correla-ción más alta es con el factor de fantasía, como se esperaba (véase Tabla 39).

Tabla 39. Matriz de patrones y matriz estructural de la tas-30

Matriz de patrones Matriz estructural1 2 3 4 1 2 3 4

1 -0.089 0.625 0.264 -0.283 -0.387 0.690 0.549 0.137 2 -0.056 0.363 0.539 -0.176 -0.377 0.615 0.701 0.212 3 0.031 0.721 -0.208 0.085 -0.280 0.627 0.219 0.325 4 -0.028 -0.004 0.811 -0.010 -0.344 0.464 0.816 0.299 5 -0.029 0.271 0.386 0.079 -0.349 0.539 0.580 0.357 6 0.046 0.742 0.100 -0.028 -0.350 0.763 0.491 0.329 7 0.030 0.822 -0.095 0.054 -0.362 0.778 0.378 0.382 8 -0.137 -0.077 0.153 0.375 -0.315 0.249 0.302 0.453 9 0.017 0.683 0.196 -0.035 -0.384 0.768 0.562 0.34110 0.032 0.519 0.031 0.168 -0.307 0.597 0.373 0.40311 -0.057 -0.015 0.724 0.073 -0.368 0.456 0.765 0.35712 0.069 -0.027 0.694 0.190 -0.272 0.418 0.721 0.40513 0.049 0.654 0.171 0.024 -0.353 0.737 0.531 0.36514 0.016 0.651 -0.044 0.164 -0.357 0.693 0.378 0.43815 0.083 -0.002 0.140 0.699 -0.262 0.355 0.364 0.71616 0.018 -0.071 0.052 0.734 -0.272 0.284 0.275 0.71317 0.015 -0.087 0.587 0.361 -0.325 0.402 0.665 0.53118 -0.084 0.108 0.142 0.423 -0.369 0.423 0.393 0.55919 0.029 0.153 0.142 0.500 -0.311 0.447 0.402 0.61020 -0.059 0.202 -0.132 0.556 -0.337 0.410 0.211 0.62421 0.273 -0.274 0.148 -0.277 0.465 -0.452 -0.218 -0.46122 0.663 -0.021 -0.028 -0.072 0.715 -0.399 -0.330 -0.367

Tabla 38. (Continuación)

Page 81: Alimentacion Obesidad Jana

��

23 0.738 0.215 -0.042 -0.105 0.691 -0.222 -0.253 -0.32824 0.730 -0.039 -0.021 0.048 0.738 -0.392 -0.316 -0.28125 0.707 -0.127 -0.062 0.059 0.770 -0.486 -0.393 -0.31626 0.810 0.194 -0.069 -0.053 0.763 -0.271 -0.301 -0.32627 0.861 0.031 -0.026 0.069 0.828 -0.379 -0.326 -0.28428 0.434 -0.190 0.372 -0.184 0.457 -0.279 0.024 -0.31429 0.777 0.006 -0.062 0.060 0.774 -0.387 -0.345 -0.28330 0.684 -0.115 0.067 0.041 0.698 -0.398 -0.255 -0.271

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La rotación convergió en 6 iteraciones.

Los 4 factores están correlacionados con valores de correlación moderados de 0.369 a 0.566. El factor con correlaciones más altas es el de dificultad para identifi-car los sentimientos y el factor con correlaciones más bajas el de estilo superficial de vida (véase Tabla 40).

Tabla 40. Matriz de correlaciones entre los componentes factoriales de la tas-30

Componentes Fantasía DIS DESDificultad para Identificar Sentimientos (DIS)

-0.496

Dificultad para Expresar Sentimientos (DES)

-0.397 0.566

Estilo Superficial de Vida (ESV) -0.414 0.456 0.369

Los consistencia interna de los 30 reactivos es alta (α=0.928) y ésta no se in-crementa con la eliminación de alguno de ellos. El factor de fantasía de 10 reacti-vos tiene una consistencia interna alta (α=0.881) y ésta se incrementa ligeramente (α=0.884), al eliminar el reactivo 28 (tengo fantasías sexuales). Los factores de difi-cultad para identificar los sentimientos (de 8 reactivos), dificultad para expresar los sentimientos (de 6 reactivos) y estilo de vida superficial (de 6 reactivos) tienen con-sistencias internas altas (0.864, 0.823 y 0.718, respectivamente) y éstas no se in-crementan al eliminar algún reactivo.

Se produce a contrastar por análisis factorial confirmatorio dos modelos, el ob-tenido por análisis factorial exploratorio y el hipotetizado con base en los resulta-dos con la tAS-20 original. El modelo que presenta mejor ajuste es el desarrollado a partir del análisis factorial exploratorio. Los índices son de buenos a adecuados,

Tabla 39. (Continuación)

Page 82: Alimentacion Obesidad Jana

�0

aunque se rechaza por la prueba de chi-cuadrado y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3. Si se eliminan dos indicadores del factor de fantasía (21 y 28), mejora el ajuste de forma estadísticamente signi-ficativa en comparación con el modelo de 30 indicadores (dχ2(399-344=55)=3327.01-2929.86=347.15, p<0.001). Toman valores de buen ajuste 4 índices (fd=1.112, rms sr=0.041, agpi=0.919 y agfi=0.909). Los restantes índices toman valores ade-cuados (pncp=1.036, rms ea=0.055, gpi=0.931, gfi=1.923, nfi=0.905, nnfi=0.907, cfi=916 y Δ=0.916) (véase Tabla 41).

Tabla 41. Índice de ajuste para modelos de 4 factores correlacionados

Malo Bueno TAS30-ORI tas-30-EXPL tas-28-EXPLEstadísticos básicos

FD >3 <2 1.425 1.320 1.112χ2/gl >3 <2 3590.58/399=8.99 3327.01/399=8.33 2929.86/344=8.51RSMSR >0.075 <0.05 0.048 0.066 0.041

No de centralidad poblacionalPNCP >2 <1 1.401 1.263 1.036RSMEA >0.075 <0.05 0.059 0.056 0.055GPI <0.80 >0.90 0.915 0.922 0.931AGPI <0.80 >0.90 0.900 0.910 0.919

Comparativos para una sola muestraGFI <0.85 >0.95 0.906 0.913 0.923AGFI <0.80 >0.90 0.890 0.900 0.909NFI <0.80 >0.90 0.884 0.893 0.905NNFI <0.85 >0.95 0.886 0.896 0.907CFI <0.85 >0.95 0.896 0.904 0.916Δ <0.85 >0.95 0.896 0.904 0.916

tAS-30-ORIGINAL: Fantasía (21-30), Dificultad para identificar sentimientos (1, 3, 6, 7, 9, 13 y 14), Dificultad para expresar sentimientos (2, 4, 11, 12 y 17) y Pensamiento externamente orientado (5, 8, 10, 15, 16, 18, 19 y 20). Los 4 factores correlacionados entre sí.

tAS-30-EXPLORATORIO: Fantasía (21-30), Dificultad para identificar sentimientos (1, 3, 6, 7, 9, 10, 13 y 14), Dificultad para expresar sentimientos (2, 4, 5, 11, 12 y 17) y Estilo superficial de vida (8, 15, 16, 18, 19 y 20). Los 4 factores correlacionados entre sí.

tAS-30-EXPLORATORIO-R: Fantasía (22-27, 29-30), Dificultad para identificar sentimientos (1, 3, 6, 7, 9, 10, 13 y 14), Dificultad para expresar sentimientos (2, 4, 5, 11, 12 y 17) y Estilo superficial de vida (8, 15, 16, 18, 19 y 20). Los 4 factores correlacionados entre sí.

Al factorizar los 28 reactivos, sin reactivos 21 y 28, se define la misma estructura de 4 factores que explica 53% de la varianza total, así se incrementa la varianza ex-

Page 83: Alimentacion Obesidad Jana

�1

plicada en 2%. También se incrementa la consistencia interna del total de reactivos (α=0.926) y del factor de fantasía (α=0.887) (véase Tabla 42). Los 4 factores están correlacionados entre sí con valores moderadas de -0.389 a 0.615 (véase Tabla 43). Al solicitar las puntuaciones factoriales por el método de Anderson-Rubin, la distribución de ninguno de los 4 factores se ajusta a una curva normal. El factor de fantasía muestra asimetría negativa y los tres restantes tienen asimetría positiva.

Tabla 42. Matriz de patrones y estructural de la tas-28 (sin los ítems 21 y 28)

Reactivos Matriz de patrones Matriz estructural1 2 3 4 1 2 3 4

1 -0.091 0.641 0.221 -0.264 -0.394 0.704 0.540 0.151 2 -0.049 0.372 0.517 -0.175 -0.387 0.636 0.691 0.233 3 0.017 0.734 -0.242 0.101 -0.270 0.622 0.246 0.315 4 -0.009 -0.031 .871 -0.066 -0.350 0.479 0.827 0.301 5 -0.025 0.265 .395 0.061 -0.349 0.547 0.595 0.359 6 0.038 0.757 .058 -0.011 -0.347 0.769 0.502 0.335 7 0.014 0.838 -.147 0.082 -0.356 0.777 0.398 0.384 8 -0.145 -0.050 .099 0.395 -0.318 0.256 0.303 0.472 9 0.012 0.696 .155 -0.018 -0.384 0.777 0.570 0.35310 0.023 0.519 .010 0.179 -0.301 0.593 0.396 0.40411 -0.036 -0.046 .793 0.019 -0.369 0.467 0.789 0.35612 0.083 -0.066 .767 0.132 -0.273 0.424 0.747 0.40313 0.043 0.656 .153 0.029 -0.351 0.742 0.550 0.36914 0.003 0.662 -.078 0.176 -0.350 0.691 0.404 0.43515 0.071 0.006 .123 0.693 -0.255 0.354 0.395 0.72116 -0.004 -0.032 -.018 0.753 -0.274 0.293 0.290 0.73317 0.022 -0.106 .621 0.326 -0.326 0.410 0.688 0.53918 -0.095 0.123 .101 0.436 -0.368 0.425 0.408 0.57119 0.013 0.172 .091 0.516 -0.310 0.450 0.414 0.62620 -0.076 0.212 -.157 0.561 -0.327 0.400 0.249 0.61622 0.666 -0.038 -.003 -0.077 0.716 -0.395 -0.352 -0.35423 0.741 0.196 .000 -0.124 0.695 -0.216 -0.258 -0.32524 0.723 -0.051 -.006 0.034 0.737 -0.388 -0.340 -0.27225 0.709 -0.157 -.012 0.035 0.776 -0.490 -0.404 -0.31526 0.811 0.157 -.007 -0.084 0.772 -0.275 -0.303 -0.33327 0.857 0.000 .022 0.038 0.833 -0.382 -0.337 -0.28629 0.776 -0.020 -.017 0.035 0.780 -0.388 -0.354 -0.28230 0.673 -0.112 .050 0.039 0.690 -0.388 -0.297 -0.250

Extracción: Componentes Principales. Rotación: Promax. La rotación convergió en 6 iteraciones.

Page 84: Alimentacion Obesidad Jana

�2

Tabla 43. Matriz de correlaciones de los 4 factores de tas-28

Componentes Fantasía DIS DESDificultad para Identificar Sentimientos (DIS)

-0.481

Dificultad para Expresar Sentimientos (DES)

-0.438 0.615

Estilo de Vida Superficial (EVS)

-0.389 0.443 0.433

Las puntuaciones en las escalas se definen por suma simple de reactivos. El factor de fantasía está integrado por 8 reactivos (22-27, 29-30), el segundo de difi-cultad para identificar sentimientos por 8 reactivos (1, 3, 6, 7, 9, 10, 13 y 14), el ter-cero de dificultad para expresar sentimientos por 6 reactivos (2, 4, 5, 11, 12 y 17) y el cuarto de estilo superficial de vida por 6 reactivos (8, 15, 16, 18, 19 y 20). La con-sistencia interna de los 4 factores es alta (α>0.80). Sus distribuciones no se ajustan a una curva normal (véase Tabla 44). Las puntuaciones factoriales obtenidas por el método de Anderson-Rubin tampoco se ajustan a una curva normal.

Debido a que reactivos del factor de fantasía están redactados en sentido inver-so al constructo, para obtener la puntuación total debe ser recodificado, es decir, se debe restar a 7 el valor de cada reactivo. La distribución de los 28 reactivos de me-dia 76.10 y desviación estándar 26.96 es asimétrica positiva (ZK-S=2.653, p<0.001).

Tabla 44. Descriptivos, ajuste a una curva normal y consistencia interna

Fantasía DIS DES ESVNº de reactivos 8 6 6 8α 0.887 0.864 0.823 0.718N 2988 2883 2987 3036Media 25.250 18.329 16.836 16.243DE 10.644 8.668 7.330 6.403ZK-S 3.134 6.266 3.844 3.513p 0.000 0.000 0.000 0.000

Page 85: Alimentacion Obesidad Jana

�3

Limitaciones y alcances del estudio

Una limitación del estudio es el tipo de muestreo empleado (no probabilístico). La muestra, aunque de tamaño grande, es de tipo incidental. Está integrada en su totalidad por estudiantes de media superior que es la población a la cual hay que inferir los resultados, lo que representa 61% de los adolescentes de 15 a 19 años (imJ, 2006). Los adolescentes y jóvenes que han abandonado los estudios o que no están matriculados en educación media superior serían una población distin-ta. Precisamente, 23% de los adolescentes mexicanos de 15 a 19 años trabaja y 16% ni estudia ni trabaja. En la muestra, las tres modalidades de la educación me-dia superior mexicana estaban representadas: general (60%), bivalente (25%) y técnica (15%).

En la muestra observamos un dominio porcentual de las mujeres (57%) sobre los hombres (43%). Aunque esto es consonante con el movimiento de las matrícu-las en las últimas décadas en los niveles de educación media superior y superior, la diferencia es mayor que la reportada en 2005 a nivel nacional en media superior (52% mujeres y 48% hombres) (inegi, 2005). Además, había diferencias entre las tres muestras por ciudad en la proporción de sexos. En la de Ciudad Victoria había equivalencia de sexos, en la de Monterrey había mayor proporción de mujeres y en Saltillo esta desproporción aún era mayor. Por tanto, la muestra tiene un sesgo fe-menino. De ahí que se ha intentado determinar su efecto con análisis de correspon-dencia múltiple, AncovA y análisis de varianza factoriales.

En cuanto a edades, dominan los adolescentes de 15, 16 y 17 años, que corres-ponden a las edades prototípicas de los estudiantes de media superior. Aunque la muestra de Ciudad Victoria tiene un promedio de edad más alto, la diferencia es mí-nima, al igual que es mínimo el efecto de la edad sobre las variables estudiadas; de ahí que no es un sesgo importante.

Por ciudades, la muestra de Monterrey es 6-7% mayor que las de Ciudad Victoria y Saltillo, lo que se podría justificar por su mayor población. La ciudad de Monterrey tiene 1 millón 200 mil habitantes. La ciudad de Saltillo cuenta con 634 mil habitantes y Ciudad Victoria cuenta con 300 mil habitantes (Conapo, 2005). El grupo de edad de 15 a 19 años representa 10% de la población mexicana, habien-do más mujeres que hombres (5.2% mujeres y 4.8% hombres). La población esco-larizada en media superior dentro de este grupo de edad es del 6% (imJ, 2006). Así, tendríamos, 73 200 escolares de media superior en Monterrey, 38674 en Saltillo y 18 300 en Ciudad Victoria. Si las cuotas por ciudad de la muestra fuesen propor-cionales a las poblacionales, entonces deberíamos contar con dos estudiantes de Saltillo y cuatro de Monterrey por cada estudiante de Ciudad Victoria, cuando la pro-

Page 86: Alimentacion Obesidad Jana

�4

porción corresponde más bien a 1 Ciudad Victoria, 1.16 Monterrey y 1 Saltillo, de ahí que se deben considerar una muestra de cuotas equivalentes y no una muestra de cuotas proporcionales a las ciudades. Al no detectarse un sesgo importante por estado, no se procedió a ponderar la muestra, restando peso en las estimaciones a la muestra de Ciudad Victoria (0.25) y Saltillo (0.50). Se consideró adecuado tener un número semejante de participantes para fortalecer la potencia en las pruebas de contraste estadístico.

Otra limitación es la naturaleza de autoinforme de la talla y el peso. No obstante, en una preparatoria técnica de Monterrey, se midió y se pesó a un total de 36 varo-nes y 36 mujeres de 15 a 18 años. La correlación entre imc reportado y medido en mujeres fue 0.97 y en hombres 0.92, lo que nos lleva a afirmar que el autorreporte de peso y talla es confiable entre estos adolescentes medios y tardíos, tal como se observó en estudiantes universitarios (Sánchez et al., 2008).

Una última limitación es la falta de estándares para las escalas de medida em-pleados, de ahí que se estudian sus propiedades psicométricas y se interpretan desde el rango de los reactivos.

Los datos de este estudio sólo deben generalizarse a estudiantes escolariza-dos urbanos de media superior de 15 a 18 años que residen en Ciudad Victoria, Monterrey y Saltillo.

Page 87: Alimentacion Obesidad Jana

��

referencIas

Álvarez, J. (2002), Estudio de las creencias, salud y enfermedad, México, Trillas.American Psychological Association (ApA) (2002), “ApA ethical principles of psycho-

logists and code of conduct”, American Psychologist, 57(12), pp. 1060-1073.Bagby, R. M., J. D. A. Parker y G. J. Taylor (1994), “The twenty-item Toronto alexi-

thymia scale-I. Item selection and cross-validation of the factor structure”, Journal of Psychosomatic Research, 38(1), pp. 23-32.

Bagby, R. M, G. L. Taylor y J. D. A. Parker (1994), “The twenty-item Toronto alexi-thymia scale-II. Convergent, discriminant and concurrent validity”, Journal of Psychosomatic Research, 38(1), pp. 33-40.

Cole, T., M. C. Bellizzi, K. M. Flegal y W. H. Dietz (2000), “Establishing a Standard definition for child overweight and obesity worldwide, international survey”, British Medical Journal, 320, pp. 1-6.

Cole, T. J., K. M. Flegal, D. Nicholls y A. A. Jackson (2007), “Body mass index cut offs to define thinness in children and adolescents, international survey”, British Medical Journal, 335(7612), pp. 194-195.

Consejo Nacional de Población (Conapo) (2005), II conteo de población, México, Conapo.

Czyzewska, M. y N. Ceballos (2006), Predictors of health risk behaviors among his-panic adolescents, en <https,//synergy.txstate.edu/exchweb/bin/redir.asp?>. [Consultado el 14 de mayo de 2008].

Garner, D. M., M. Olmsted y J. Polivy (1983), “Development and validation of a multidimensional eating disorder inventory for anorexia nervosa and bulimia”, International Journal of Eating Disorder, 2, pp. 15-35.

Garner, D. M. (1991), Eating Disorder Inventory-2. Professional manual, Odessa, FA, Psychological Assessment Resources.

Page 88: Alimentacion Obesidad Jana

��

Garner, D. M. (1998), edi-2. Inventario de trastornos de la conducta alimentaria. Manual, Madrid, teA Ediciones.

Instituto Mexicano de la Juventud (imJ) (2006), Encuesta Nacional de la Juventud 2005, México, imJ-Sep.

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (inegi) (2005), Estadís-ti-cas de educación. Educación básica, media superior y superior (fin de cursos). Cuernavaca, Morelos, inegi (Serie Boletín de Estadísticas continuas, demográfi-cas y sociales).

Moral, J. (2006a), Informe técnico de proyecto DS1217-05. Satisfacción marital y sexualidad en relación con los estados emocionales y el estilo comunicacional afectivo, Monterrey, N.L., México, Universidad Autónoma de Nuevo León.

Moral, J. (2006b), “Análisis factorial confirmatorio”, en R. Landero y M. T. González (eds.), Estadística y metodología de la investigación, Monterrey, N.L., México, Trillas, pp. 445-528.

Moral, J. (2008), Propiedades psicométricas de la Escala de Alexitimia de Toronto de 20 reactivos en México, Revista Electrónica de Psicología Clínica de Iztacala, 11(2), pp. 97-114, en <http,//www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/psiclin/principal.html>. [Consultado el 25 de marzo de 2010].

Moral, J. (2009), “Validación en México de Escala de Alexitimia de Toronto de 20 reactivos (tAS-20) y su aplicación al estudio del alcoholismo”, en J. Moral y J. Álvarez (comps.), De la salud a la enfermedad. Hábitos tóxicos y alimenticios, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 23-100.

Muñiz, J., y R. K. Hambleton (1996), “Directrices para la traducción y adaptación de los tests”, Papeles del Psicólogo, 66, pp. 63-70.

Olaiz, G., J. Rivera, T. Shamah, R. Rojas, S. Villalpando, M. Hernández y J. Sepúlveda (2007), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut2006), Cuernavaca, Morelos, Instituto Nacional de Salud Pública.

Quetelet, A. L. J. (1871), Anthropométrie, ou Mesure des différentes facultés de l’homme, Bruselas, C. Muquardt.

Resano-Pérez, E., I. Méndez-Ramírez, T. Shamah-Levy, J. Rivera y J. Sepúlveda-Amor (2003), “Metodología de la Encuesta Nacional de Nutrición 1999”, Salud Pública de México, 45(Supl 4), pp. S558-S564.

Sánchez-Sosa, J. C., J. Moral y P. Cantú (2008), “El índice de masa corporal auto-rreportado como medida antropométrica pertinente en estudios de imagen cor-poral”, Revista de Salud Pública y Nutrición (respyn), 9(4). Disponible en <http,//www.respyn.uanl.mx/ix/4/articulos/articulo_imc_autorreportado.htm>.

Page 89: Alimentacion Obesidad Jana

��

Taylor, G. J., D. P. Ryan y R. M. Bagby (1985), “Toward the development of a new self-report alexithymia scale”, Psychotherapy and Psychosomatics, 44(4), pp. 181-199.

Unikel-Santoncini, C., R. Ocampo-Ortega y J. Zambrano-Ruiz. (2009) “Exactitud del autorreporte de peso y talla en mujeres de 15 a 19 años del Estado de México”, Salud Pública de México, 51(3), pp. 194-201.

Watson, D., L. Clark y A. Tellegen (1988), “Development and validation of brief mea-sures of positive and negative affect, The PANAS scales”, Journal of Personality and Social Psychology, 54, pp. 1063-1070.

World Health Organization, Expert Committee on Physical Status (1995), Physical status, the use and interpretation of anthropometry. World Health Organization, WHO Technical Report Series 854, Ginebra.

Page 90: Alimentacion Obesidad Jana

��

Page 91: Alimentacion Obesidad Jana

��

II

ejercIcIo físIco. dIferencIas y modelos predIctIvos

José Moral de la Rubia

Introducción

El capítulo inicia con la definición de actividad y ejercicio físicos que realiza el Instituto Nacional de Salud Pública (inSp) (2007). Continúa recopilando algunos da-tos de la Organización Mundial de la Salud (omS) sobre consecuencias de la falta de ejercicio físico para la salud, así como estadísticas de la Secretaria de Salud de México sobre ejercicio físico en adolescentes y porcentajes de sobrepeso y la obe-sidad. Esta parte de revisión teórica es cerrada con la presentación de cuatro mo-delos de la Psicología de la Salud que se pueden aplicar a la explicación del tiempo dedicado al ejercicio físico: creencias de salud, acción razonada, acción planeada y etapas del cambio. El capítulo prosigue con la presentación de un estudio empírico, centrado en la descripción de los hábitos, valoración y disposición al ejercicio físico de una muestra grande de adolescentes que son estudiantes de educación media superior en tres ciudades del noreste de México, las cuales son capitales de estado; además, dentro de este estudio, se estiman perfiles diferenciales por sexos, ciuda-des y grupos de índice de masa corporal; se calculan las asociaciones de las varia-bles de ejercicio físico con la edad; asimismo, se contratan tres modelos para deter-minar las horas a la semana en que se practica ejercicio físico, como variables se contemplan: la valoración del ejercicio, intención de conducta y el estado afectivo. En la discusión de estos datos se retoman las estadísticas oficiales, las recomenda-ciones de organismos nacionales e internacionales de salud y el modelo de la ac-

Page 92: Alimentacion Obesidad Jana

100

ción razonada, para finalmente sacar unas conclusiones sobre la actividad física en los estudiantes de estas ciudades y ofrecer unas sugerencias, con la limitante de que el método de muestreo empleado para la colecta de datos fue no probabilístico.

Definición de actividad y ejercicio físico

El Instituto Nacional de Salud Pública (2007) define la actividad física como cual-quier movimiento producido por la contracción del músculo esquelético que tiene como resultado un gasto energético que se añade al metabolismo basal. Matiza que la actividad física se presenta en todas las actividades cotidianas, como trabajar, caminar o realizar quehaceres domésticos. El ejercicio físico es un tipo de actividad física planeada, estructurada y repetitiva, con un consumo de energía incrementa-do en relación con el basal, cuya finalidad es producir un mejor funcionamiento del organismo, ya sea a efectos de mejorar la condición física, salud, figura corporal, rendimiento o destreza deportiva. Cuando el ejercicio físico sigue unas pautas re-gladas por organismos internacionales y la destreza en el mismo se puede medir en competencias, se habla de deporte, como es el caso de fútbol o la gimnasia rítmica. El estudio que se presenta en este capítulo versa sobre ejercicio físico.

Ejercicio físico, sobrepeso y obesidad

La omS (2004) reportaba que, en el 2001, las enfermedades no transmisibles fue-ron la causa de casi 60% de las defunciones anuales y de 47% de la carga mundial de morbilidad. La omS (2009), en el Informe Sobre la Salud en el Mundo 2008, re-portaba que son pocos los factores de riesgo responsables de gran parte de la mor-bilidad y la mortalidad mundial: hipertensión arterial, hipercolesterolemia, escasa ingesta de frutas y verduras, exceso de peso u obesidad, falta de actividad física y consumo de tabaco.

Los cambios de hábitos de vida y laborales han llevado a las personas a tener una vida más sedentaria en donde la actividad física ha disminuido considerable-mente. Los niveles de inactividad física son demasiado altos en países desarro-llados o en vías de desarrollo y se presenta sobre todo en las ciudades grandes. La urbanización tiene varios factores ambientales que desmotiva a las personas a participar en actividades físicas, como la sobrepoblación, las jornadas extenuan-tes de trabajo, el incremento en el índice delictivo, el tránsito vehicular pesado, la pobre calidad del aire, así como la falta de parques, aceras y espacios recreativos

Page 93: Alimentacion Obesidad Jana

101

para deportes. Estos factores se ponen de manifiesto especialmente en países en vías de desarrollo, como México, y en países subdesarrollados, como los de Centro América. Además, gran parte del sedentarismo se debe a que las personas pasan mucho tiempo sentadas frente a una computadora o ante el televisor, lo que consti-tuye parte del estilo de vida urbano moderno (omS, 2009).

El Instituto Nacional de Salud Pública de México realizó la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut 2006) en donde se reporta, a nivel nacional, el ni-vel de actividad física en adolescentes y los índices de obesidad y sobrepeso, entre otros datos. La actividad física se estudió en una muestra de 24 921 participantes con un rango de edad entre 10 y 19 años. 40.4% de los adolescentes fueron cla-sificados como inactivos. La categoría de inactivo se refiere a aquellas personas que realizan menos de cuatro horas a la semana de actividad vigorosa o modera-da. Ejemplos de actividades vigorosas incluyen: jugar fútbol, básquetbol, voleibol, artes marciales, conducir bicicleta, bailar, correr, hacer gimnasia, aerobics, ballet, nadar y otros deportes o actividades en las que es necesario correr o agitarse. Las actividades moderadas requieren de un menor gasto de energía, por ejemplo, lim-piar o arreglar la casa, caminar a la escuela o en el campo cargando cosas. 24.4% de los adolescentes fueron considerados como moderadamente activos. La clasifi-cación de moderadamente activo se refiere a aquellas personas que realizan me-nos de siete horas, pero al menos cuatro horas a la semana de actividad vigorosa y/o moderada. 35.2% de los adolescentes eran considerados como activos. La cla-sificación de activo se refiere a aquellas personas que realizan al menos siete ho-ras a la semana de actividad moderada o vigorosa. En México, casi la mitad de los adolescentes son inactivos, siendo éstos fuertes candidatos a tener una pobre sa-lud con los años y disminuir su esperanza de vida (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúlveda, 2007).

En la encuesta Ensanut 2006 (Olaiz et al., 2007), se reportaba que 27.6% de la muestra de 10 a 19 años de edad invertía más de 21 horas a la semana vien-do televisión, 23.4% entre 12 y 21 horas a la semana y 49% restante menos de 12 horas. Así, estas cifras indican un porcentaje alto de adolescentes que pasan viendo televisión en detrimento del tiempo para tareas escolares y actividades vi-gorosas.

La obesidad y sobrepeso es el resultado de un desbalance entre la ingesta de calorías y el gasto energético. En el periodo de 1999 a 2006, a escala nacional en México, hubo un ligerísimo decremento, de 2 décimas, en la prevalencia de sobre-peso en niños menores de cinco años, ubicándose el porcentaje en 5.6%. Tanto la Ciudad de México como la región sur experimentaron disminuciones menores a 1% en sobrepeso, mientras que en la región norte la disminución fue de 2.4%. Cabe

Page 94: Alimentacion Obesidad Jana

102

destacar que en la región centro el sobrepeso aumentó 1% en el mismo periodo. El porcentaje de obesidad fue 1.1%, dando un porcentaje combinado de 6.7%. En niños mexicanos de 5 a 11 años se encontró una prevalencia combinada de sobre-peso y obesidad de alrededor de 26%, para ambos sexos, 26.8% en niñas y 25.9% en niños, lo que representa alrededor de 4, 158 800 escolares en el ámbito nacio-nal con sobrepeso u obesidad. El incremento fue muy fuerte (7%), respecto a la encuesta de 1999, donde el porcentaje era de 19.5%. En adolescentes de 10 a 19 años, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad fue de 32.5% (23.3% so-brepeso y 9.2% obesidad). También hubo un incremento con respecto a 1999, del 4%. Así, uno de cada tres adolescentes tiene sobrepeso u obesidad. Esto repre-senta alrededor de 5 757 400 adolescentes en el país. No hay tendencias claras del sobrepeso y la obesidad en relación con la edad en hombres adolescentes, aunque sí en mujeres, observándose mayor obesidad a mayor edad. Hay una equivalencia de porcentajes de sobrepeso y obesidad entre los sexos en los adolescentes de 12 y 19 años. En mujeres, 23.3% tienen sobrepeso y 9.2% obesidad, dando un porcen-taje combinado de 32.5%. En hombres, 21.1% tienen sobrepeso y 10% obesidad, dando un porcentaje combinado de 31.2%. En la muestra de adultos de 20 años o mayores, la prevalencia de sobrepeso en hombres fue de 42.5% y en mujeres de 37.4%. La prevalencia de obesidad reportada en hombres fue de 24.2% y en mu-jeres fue de 34.5%. Al sumar las prevalencias, 71.9% de mujeres presentan sobre-peso u obesidad, y en los hombres 66.7%, resultando un porcentaje para ambos sexos de 69.3% (Olaiz et al., 2007). Esto convierte a México en el país con más so-brepeso y obesidad en adultos, después de Estados Unidos de Norteamérica que presenta un porcentaje de 66%, donde 2 de cada 3 adultos estadounidenses tienen un IMC≥30, además, por razas, el grupo de latinos se destaca con una prevalen-cia de 72% (Ogden, Carroll, Curtin, McDowell, Tabak y Flegal, 2006).

Explicación de la práctica de ejercicio físico

Modelo de creencias en salud

Un modelo aplicable a los hábitos de salud, como el ejercicio físico, es el de creencias de salud. Se trata de un modelo cognitivo que considera dichos compor-tamientos como resultado del conjunto de creencias y valoraciones que la perso-na realiza ante una situación determinada. En el modelo, se contemplan dos facto-res para explicar cómo una persona decide practicar un comportamiento saludable,

Page 95: Alimentacion Obesidad Jana

103

como el ejercicio físico. El primer factor es la percepción de amenaza a la salud. Éste incluye los valores de salud en general, las creencias específicas acerca de la vulnerabilidad hacia una enfermedad específica y las creencias acerca de las con-secuencias de la enfermedad. El segundo factor es la percepción de reducción de amenaza. Incluye si la persona cree que la práctica de salud será efectiva; asimis-mo, si el costo de la práctica de salud excede los beneficios obtenidos (Becker y Rosenstock, 1987). En adolescentes se podría considerar como peligro para la sa-lud la obesidad y como medio para evitarla el ejercicio físico. Este modelo, desde su origen en la década de los años de 1950, se ha convertido en uno de los mar-cos teóricos más usados en Psicología de la Salud para explicar los comportamien-tos de salud y de prevención de la enfermedad. Aunque el número de investigacio-nes que genera aún hoy día es considerable, numerosos resultados contradictorios cuestionan su validez explicativa, resaltando la falta de correspondencia encontra-da entre las creencias de una persona y su comportamiento relacionado con la sa-lud (Moreno y Gil, 2003).

Sechrist, Walker y Pender (1987) trabajaron con el modelo de las creencias en salud. Estos investigadores crearon la Escala de Barreras y Beneficios del Ejercicio (ebbS). Los beneficios percibidos son definidos como la evaluación que hace el indi-viduo de su potencial de ganancia al comprometerse con un programa de ejercicio físico, por ejemplo, el lograr bienestar corporal. Las barreras percibidas se refieren a la evaluación del individuo de los obstáculos potenciales que le impiden compro-meterse en un programa de ejercicio físico, como falta de tiempo. El estudio se rea-lizó en una muestra comunitaria de 650 adultos del medio oeste de Estados Unidos. La escala ebbS está compuesta por 43 reactivos con un formato tipo Likert de 4 pun-tos de rango. El factor de segundo orden de beneficios consta de 29 reactivos y 5 factores de primer orden (rendimiento físico, sentirse en forma, mejora en la tarea, actividad placentera y salud preventiva). El factor de segundo orden de barreras consta de 14 reactivos y agrupa 4 factores de primer orden (fatiga, obstáculos en re-lación con las instalaciones, costes financieros y escasez de tiempo). Los 9 factores de primer orden explicaban 64.9% de la varianza total. Las consistencias internas del instrumento y del factor de beneficios fueron de 0.95 y la del factor de barreras de 0.87. Las consistencias de los factores de primer orden variaron de 0.67 a 0.82. Brown (2005), al estudiar la escala ebbS en una muestra de 398 estudiantes univer-sitarios, observó que sólo los factores de beneficios eran predictores de los niveles de actividad física, pero no los factores de barreras, lo que atribuía a la edad joven de la muestra, además indicaba que la potencia predictiva era baja, lo que cuestio-naba la validez del modelo. Posteriormente, Pender, Murdaugh y Parsons (2006)

Page 96: Alimentacion Obesidad Jana

104

enriquecieron la escala con los factores de presión social y la percepción de control o auto-eficacia, aproximándose al modelo de la acción planeada de Azjen (1985).

Modelos de la acción razonada

Otro modelo para explicar conductas de salud es el de la acción razonada de Fishbein y Ajzen (1975). Los autores sostienen que muchos de los comportamien-tos de los seres humanos se encuentran bajo control voluntario, por lo que la mejor manera de predecir un comportamiento dado es la intención de realizarlo o no. Esta intención estará en función de dos determinantes: la actitud y la norma subjetiva. El factor de actitudes se divide en las creencias de la probabilidad de obtener resulta-dos con la acción y en la evaluación de esos resultados. Las normas subjetivas se dividen en lo que otros piensan que la persona debe de hacer (creencias normati-vas) y en la motivación de cumplir lo que piensan los otros (presión normativa).

Modelo de la acción planeada

La consideración de que no todas las conductas se hallan bajo el control de pro-cesos volitivos, conjuntamente con la inestabilidad predictiva del modelo, condujo a la inclusión de una nueva variable predictiva, la percepción de control, dando lugar a la teoría de la acción planeada (Azjen, 1985) (véase Figura 1). Esta variable, a di-ferencia de las anteriores, puede influir directamente en la realización de la acción además de intervenir a través de la intención. Los antecedentes que explican esta variable son las creencias acerca de la habilidad de ejecución, es decir, la confianza del individuo en sus capacidades, conocimientos y destrezas, así como las creen-cias acerca de la facilidad o dificultad de realizar una acción. Ambos tipos de creen-cias configuran la percepción de la conducta y situación, pudiendo impedir o facilitar su ejecución. El constructo de percepción de control se ha equiparado al concepto de autoeficacia propuesto por Bandura (1977). Ambos comparten la percepción de capacidad por parte de la persona para realizar una conducta. No obstante, como ya indicó Ajzen (1996), la percepción de control que se maneja en la teoría de la ac-ción planeada considera, además, la percepción de barreras externas (dificultades o facilidades) que pueden interponerse en la ejecución del comportamiento.

Page 97: Alimentacion Obesidad Jana

10�

Figura 1. Teoría de la Acción Planeada de Azjen (1985)

Veamos un ejemplo, aplicando la teoría a la conducta de un adolescente varón quien practica fútbol y levantamiento de pesas. Su actitud hacia el ejercicio es fa-vorable. Como creencias acerca de los resultados de la conducta, el adolescente indica que si hace actividades físicas, tendrá más fuerza y mejor figura. Al evaluar los resultados de la conducta señala que si tiene más fuerza y una figura más atlé-tica, será más popular, le respetarán más y ligará más. Respecto a las normas sub-jetivas en relación con la acción, indica que sus compañeros y familia piensan que debe practicar algún deporte y que si no juega fútbol es un afeminado (creencias normativas). El joven quiere hacer lo que sus compañeros y familia esperan de él porque así se integrará más con sus compañeros y desea tener una figura atlética y una imagen social popular (motivación de cumplir). Finalmente posee una percep-ción del control de la conducta bien definida; cree que es capaz de jugar fútbol, ha-cer pesas y dedicarles ciertas horas a la semana. Precisamente, cuenta con un his-torial de aprendizaje exitoso en estas actividades físicas.

Kerner y Grossman (1998) remarcaban que un número amplio de adultos de-sean participar con regularidad en programas de ejercicio físico y deporte. Aunque estos programas son muy variados, menos de 40% continúa después del primer año. Casi la mitad de las personas que abandonan los programas dentro del primer año argumentan como razón lo que se podría etiquetar como pérdida de control o no ser capaz de cumplir las exigencias del programa en cuanto a tiempo y costos.

Los factores asociados con la probabilidad de continuar en un programa de ejer-cicio físico son: la participación anterior en el programa, enfermedad cardíaca coro-naria de alto riesgo, buen estado de salud percibido, nivel de educación alto, auto-motivación alta, auto-eficacia alta, habilidades de conducta apoyadas por otros significativos, tiempo disponible percibido, acceso a las instalaciones, influencia de la familia, presión de los pares y actitud positiva hacia la actividad física. Los facto-

Actitud

Norma subjetiva

Percepción de control

Intención Conducta

Page 98: Alimentacion Obesidad Jana

10�

res asociados con el abandono del programa, además de los anteriormente men-cionados en su polaridad opuesta, estarían los costos altos del programa y viajar con frecuencia. Todos estos motivos se pueden agrupar en 4 categorías: actitud hacia el ejercicio, apoyo de otras personas significativas, percepción de control y motivación.

Con base en estos 4 factores, extraídos de la teoría de la acción planeada de Azjen (1985), Kerner y Grossman (2001) han desarrollado un instrumento de me-dida denominada Escala de Actitud, Creencias, Percepción de Control e Intención de Ejercicio. La escala de actitud hacia el acondicionamiento físico está conforma-da por 19 reactivos, la escala de expectativas de los otros por 7 reactivos, la escala de control conductual percibido por 3 reactivos y la escala de intención de ejercicio por 11 reactivos. Todos ellos tienen un formato tipo Likert con un rango de 7 puntos. La consistencia interna de las cuatro escalas que los integran varían de α=0.75 a α=0.87.

Pender et al. (2006), realizaron una formulación muy próxima al modelo de la acción razonada. Por una parte, consideraron la percepción de beneficios y barre-ras; y por otra parte, las influencias interpersonales. Ambos factores determinarían el compromiso con un plan de acción y este compromiso determinaría la conducta promotora de salud. Asimismo, contemplaban la percepción de control o auto-efi-cacia que influiría de forma directa en la conducta y de forma indirecta a través del compromiso. Este es un modelo dinámico donde las experiencias previas y el tiem-po modifican los valores de las distintas variables implicadas.

El concepto de la auto-eficacia está implícito y toma mucha importancia den-tro del modelo de la acción planeada. Recientemente, Kroll, Kehn, Ho y Groah (2007) han desarrollado la Escala de Autoeficacia para el Ejercicio en una muestra de 368 pacientes con daño en la médula espinal. La escala consta de 10 reactivos tipo Likert con un rango de respuesta de 4 puntos. Por análisis factorial se obtiene una estructura unidimensional que explica 61% de la varianza total. Los 10 reac-tivos tienen una consistencia interna de α=0.93. Su correlación con la Escala de Autoeficacia General (gSe) de Jerusalem y Schwarzer (1992) es significativa, po-sitiva y moderada (rS=0.316). Así, es una escala con buenas propiedades métricas que requiere su replicación en una muestra comunitaria de población general e indi-ca la unidimensionalidad del concepto y su distintividad de la auto-eficacia general.

Modelo de las etapas de cambio

Prochaska y Diclemente, en la década de los años de 1980, desarrollaron un modelo de cambio de conducta para el tratamiento de las adicciones, el cual fue ge-

Page 99: Alimentacion Obesidad Jana

10�

neralizado a otras conductas relacionadas con la salud en lo que se ha llamado mo-delo transteórico. Este modelo propone que las personas pasan por varias etapas antes de lograr un cambio de conducta. Para cada una de estas etapas se requie-ren estrategias y metas diferentes. Las etapas propuestas son seis: Negación, con-templación, preparación, acción y mantenimiento (Prochaska y Diclemente, 2005).

• Negación: A pesar de sufrir alguna enfermedad o problema físico, la persona no tiene intención de cambiar su conducta problema, como la inactividad físi-ca. Puede que ni siquiera esté consciente de las consecuencias de la misma, aun cuando otras personas cercanas se lo señalen. Algunas personas en esta etapa buscan tratar su condición, pero lo hacen porque se sienten obligados por los demás, así no siguen las prescripciones o después de un tiempo regre-san a sus viejos hábitos.

• Contemplación: La persona está consciente de que existe un problema, cuál es su causa y piensa en ello, pero no ha hecho un compromiso para alcanzar el cambio. La persona puede durar años en esta etapa balanceando los pros y contras de cambiar su conducta.

• Preparación: La persona ya tiene intenciones de cambiar su conducta, pero todavía no lo ha hecho totalmente. Se escusa con diversos motivos, como el pasar por una etapa estresante, estar esperando el momento adecuado o por-que lo ha hecho antes y ha fallado en su intento. Puede que ya haya modifica-do un poco su conducta, como el empezar a caminar a la tienda en vez de utili-zar el automóvil, ante la inactividad.

• Acción: La persona ya cambió su conducta y empieza a hacer la cantidad de actividad física recomendada, invirtiendo su tiempo y energía en este cambio. Se han hecho modificaciones para construir un ambiente que motive y facilite la conducta de salud, como estar físicamente activo.

• Mantenimiento: Una vez que se ha mantenido la conducta de salud por seis meses en la etapa de acción, entonces se pasa a la etapa de mantenimiento, donde la persona trabaja para no recaer y para consolidar los beneficios obte-nidos. Dentro de este modelo las recaídas no son la excepción, sino la regla. Las recaídas son vistas como momentos de aprendizaje en donde se le ense-ña a la persona a seguir adelante con el cambio. Este modelo es un modelo espiral donde se puede avanzar de etapa, pero luego se retrocede para des-pués seguir avanzando.

• Terminación: Esta etapa se alcanza cuando la persona consolida de forma au-tomática o habitual la conducta promotora de salud, superando las recaídas o retrocesos, al ser capaz de prever y afrontar los mismos.

Page 100: Alimentacion Obesidad Jana

10�

Al seguirse este modelo, se debe evaluar en qué fase se encuentra la persona y establecer estrategias con el fin de lograr primero una conciencia del problema, segundo un deseo de cambio, tercero voluntad de acción, cuarto una capacidad de acción, quinto un refuerzo de la acción y finalmente una motivación para la per-sistencia y desarrollo de habilidades para su logro. A tal fin se acuden a diversas técnicas de modificación de conducta, como reestructuración cognitiva, control de estímulos, modelado, resolución de problemas, auto-registro, auto-refuerzo, pre-vención de recaídas, entre otras.

Pender et al., (2006) destacaban como un determinante importante de la reali-zación o no del ejercicio físico el estado de ánimo, siendo la depresión y el estrés inhibidores del mismo; precisamente el principal motivo esgrimido por las personas para fallar en el seguimiento de un programa de ejercicio físico es la falta de tiempo por exceso de trabajo o demandas laborales y familiares ineludibles. Por otra parte, las personas deprimidas tienen un nivel de actividad física muy bajo y su sintoma-tología mejora con el incremento de la misma (O’Neal, Dunn y Martinsen, 2000). No obstante, los estados afectivos como determinantes han sido poco estudiados. Lo más usual es que los afectos se manejen como aspectos consecuentes de la prác-tica regular del ejercicio. Así, un hecho bastante establecido es que el deporte es un reductor de estrés y mejora el estado de ánimo (Carmack, Boudreaux, Amaral-Meléndez, Brantley y de Moor, 1999), incluso el deporte es utilizado como factor te-rapéutico y preventivo (Brosse, Sheets, Lett y Blumenthal 2002; Lawlor y Hopker, 2001).

Objetivos

Los objetivos del estudio empírico que se presenta en este capítulo son los cin-co siguientes:

1) Describir los hábitos, valoración y disposición al ejercicio físico de la mues-tra.

2) Realizar comparaciones por sexos, ciudades y grupos de índice de masa corporal (infrapeso, normopeso, sobrepeso y obesidad) en las variables de ejercicio físico; asimismo, estimar su relación con la edad.

3) Establecer un modelo para predecir las horas a la semana en que se practi-ca ejercicio físico, considerando como determinantes: la actitud, intención de conducta y estado afectivo.

Page 101: Alimentacion Obesidad Jana

10�

Método

Revisar el capítulo de aspectos metodológicos para la descripción de la mues-tra, instrumento de evaluación, así como los procedimientos de muestreo y tra-ducción. Las 7 preguntas de actividad física analizadas procede del cuestionario Predictors of Health Risk Behaviors among Hispanic Adolescents de Czyzewska y Ceballos (2006).

Análisis estadísticos

Las variables se describen por medio de tablas de frecuencia, porcentajes, es-tadísticos de tendencia central (media, mediana y moda), de dispersión (desviación estándar y rango) y forma de la distribución (asimetría y curtosis).

Se definen cuatro grupos de índice de masa corporal (imc) con base en dos cri-terios: International Obesity Task Force (iotf) (Cole, Bellizzi, Flegal y Dietz, 2000; Cole, Flegal, Nicholls y Jackson, 2007). Además, se definen cuatro grupos de ejer-cicio físico con base en las horas de ejercicio a la semana, a semejanza de los tres grupos manejados por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Olaiz et al., 2007), añadiendo uno de 0 horas a la semana. Estas dos variables se contemplan como cualitativas.

Las distribuciones de las tres variables numéricas no se ajustan a una curva: índice de masa corporal (ZK-S=3.545, p<0.001), días a la semana en que se prac-tica ejercicio (ZK-S=8.006, p<0.001) y horas a la semana dedicadas al ejercicio (ZK-S=9.544, p<0.001).

Los contrastes entre los sexos se realizan por la U de Mann-Whitney y t de Student con las variables numéricas (índice de masa corporal, días a la semana en que se practica ejercicio y horas a la semana dedicadas al ejercicio) y por la U de Mann-Whitney con las variables ordinales (intervalos de tiempo promedio dedica-do al ejercicio cada vez que se practica, actitud e intención); así como, por la prue-ba de chi-cuadrado con las variables cualitativas (personas con las que se practica ejercicio, lugar donde se hace ejercicio y tipo de ejercicio que se hace). La fuerza de la asociación de los sexos con las variables numéricas y ordinales se estima por el coeficiente de correlación biserial-puntual (rbp); y con las variables cualitativas por el coeficiente de contingencia (cc) y el coeficiente V de Cramer.

Los contrastes de medias entre ciudades, grupos de índice de masa corporal y de ejercicio físico se hacen por Kruskal-Wallis y el análisis de varianza con las variables numéricas. Si ambas pruebas proporcionan diferencias significativas, se

Page 102: Alimentacion Obesidad Jana

110

calculan contrastes a posterior. Si las varianzas son homogéneas (lo que se con-trasta por la prueba de Levene), las comparaciones a posteriori por pares de gru-pos se realizan por la prueba de Diferencia Mínima Significativa (lSd), pero si hay heterocedasticidad, se emplea la prueba T2 de Tamhane. Los contrastes de pro-medios entre ciudades, grupos de imc y de ejercicio físico se hacen por la prueba de Kruskal-Wallis con las variables ordinales. Los contrastes de frecuencias entre ciu-dades, grupos de imc y ejercicio físico se realizan por la prueba de chi-cuadrado con las variables cualitativas. La fuerza de la asociación se estima por el coeficiente r de Pearson (r) entre variables numéricas, por el coeficiente rho de Spearman (rS) entre variables ordinales, por el coeficiente eta (η) entre una variable numérica u ordinal y otra cualitativa, por el coeficiente V de Cramer (V) entre una ordinal y otra cualitativa y por el coeficiente de contingencia (cc) entre dos cualitativas.

Debido a la composición diferencial de sexos en las tres muestras por ciudades, si hay diferencias significativas entre las ciudades en las variables numéricas u or-dinales, se emplea análisis de covarianza y el análisis de varianza factorial para de-terminar su efecto del sexo. Con las variables cualitativas se opta por el análisis de correspondencia múltiple. Así, se cruzan tres variables cualitativas (sexo y ciudad con tipo de compañía al ejercitarse, lugar de ejercicio, modalidad de ejercicio físico, grupos de imc o grupos de ejercicio físico). El análisis de correspondencia múltiple se ejecuta desde la tabla de Burt y el método Logit.

Las asociaciones lineales con la edad se estiman por la correlación de Pearson con las variables numéricas y por el coeficiente rho de Spearman con las ordinales: La relación con las variables cualitativas se estima el coeficiente η considerando la edad como variable dependiente o la V de Cramer.

Se estima un modelo predictivo de horas a la semana de ejercicio físico por re-gresión lineal, empleando el método Enter. Además, se contrastan tres modelos de determinación por ecuaciones estructurales lineales, usando el método de Máxima Verosimilitud. Los valores para interpretar los índices de ajuste se pueden ver en la Tabla 24 (Moral, 2006).

El nivel de significación estadística para el rechazo de la hipótesis es nula en las pruebas de contraste, se fija en p≤0.05. Los cálculos estadísticos se ejecutan con el SPSS16. El programa AmoS-7 se usa para estimar los modelos por la técnica de ecuaciones estructurales lineales. El programa StAtiSticA7 se emplea para el análi-sis de correspondencia múltiple.

Page 103: Alimentacion Obesidad Jana

111

Resultados

Actividad física: descripción y comparación por sexos, ciudades y grupos de imc

Número de días a la semana que se practica ejercicio

El 8% de la muestra no hace ejercicio, 16% lo practica un día a la semana, 17% dos días a la semana y 59% restante 3 o más días a la semana. La media de días de ejercicio a la semana es 3 con una desviación estándar de 2. Coinciden media, me-diana y moda en 3 días (véase Tabla 1).

Tabla 1. Frecuencia de días a la semana que se hace ejercicio físico

Días a la semana Frecuencia PorcentajePorcentajeacumulado

0 247 8.0% 8.0%1 492 15.9% 23.9%2 541 17.5% 41.4%3 625 20.2% 61.6%4 333 10.8% 72.4%5 449 14.5% 86.9%6 161 5.2% 92.17 249 8.0% 100%

Total 3 097 100%

Hay diferencia de medias en el número de días que se practica ejercicio entre los sexos, aunque la asociación entre días de ejercicio y sexo es débil (rbp=-0.292, p<0.001). La media de los hombres (3.81±1.95) es significativamente (ZU=16.533, p<0.001; t(2799)=16.892, p<0.001) mayor que la de las mujeres (2.64±1.86). Por ciudades hay diferencias de medias (k-w: χ2(2, N=3097)=24.944, p<0.001; F(2,

3094)=13.558, p<0.001; η=0.093, η2=0.009). La varianzas de las tres muestras son equivalentes (F(2, 3094)=1.702, p=0.182). Los estudiantes encuestados de Ciudad Victoria practican en promedio más días a la semana ejercicio físico que los de Saltillo (dm=0.417, p<0.001) y Monterrey (dm=0.387, p<0.001), siendo equiva-lentes las medias entre los estudiantes de estas dos últimas ciudades (dm=0.027, p=0.751) (véase Tabla 2). Al parcializar el efecto de sexo por análisis de cova-rianza, las ciudades siguen siendo un factor diferencial del número de días a la

Page 104: Alimentacion Obesidad Jana

112

semana dedicados al ejercicio (F(2, 3090)=7.278, p=0.001). Al considerar el sexo y la ciudad como dos factores de efectos fijos, ambos son significativos (sexo: F(1, 3088)=271.288, p<0.001; ciudad: F(2, 3088)=6.927, p=0.001), pero no la interac-ción (F(2, 3088)=1.115, p=0.328). No obstante, las medias son estadísticamente equi-valentes entre los grupos de imc (k-w: χ2(3, N=2750)=3.836, p=0.280; F(3, 2746)=1.003, p=0.390). A su vez, la correlación entre la edad y el número de días a la semana que se hace ejercicio carece de significación estadística (rS=0.018, p=0.324).

Tabla 2. Diferencia de medias por sexos, ciudades y grupos de imc en días a la se-mana dedicados al ejercicio

VariablesDías a la semana de ejercicio Contraste de mediasN M DE RM Estadístico gl p

SexosMujeres 1761 2.64 1.864 1319.17 ZU=16.533 N=3094 0.000Hombres 1333 3.81 1.949 1849.14 t=16.892 2799(a) 0.000

CiudadesC. Victoria 958 3.42 1.997 1667.41 K-W: 2

0.000Monterrey 1146 3.03 1.932 1499.84 χ2=24.944 N=3097Saltillo 993 3.01 2.016 1491.49 F=13.558 2, 3094 0.000

imc

Infrapeso 295 3.02 2.049 1294.25 K-W: 30.280

Infrapeso 1816 3.23 2.001 1386.02 χ2=3.836 N=2750Sobrepeso 496 3.20 2.012 1374.15

F=1.003 3, 2746 0.390Obesidad 143 3.27 1.839 1414.22

Total 3093 3.20 2.000

(a) Prueba de Levene de igualdad de varianzas: F=8.379, p=0.004. No se asume igualdad de varianzas.

Tiempo promedio dedicado cada vez que se practica ejercicio

De las personas que hacen ejercicio, 26% lo realiza en promedio menos de 30 minutos cada día en que lo practica, 39% de 30 minutos a una hora, 18% de una hora a hora y media, 11% de hora y media a dos horas y 6% más de dos horas (véa-se Tabla 3). La media, mediana y moda coinciden en 2 (de 30 minutos a una hora).

Page 105: Alimentacion Obesidad Jana

113

Tabla 3. Frecuencia del tiempo promedio dedicado al ejercicio por cada día en que se practica

Horas al día Frecuencia Porcentaje Porc.acumulado1 (menos de 30 minutos) 744 26.1% 26.1%2 (de 30 minutos a una hora) 1103 38.8% 64.9%3 (de una hora a una hora y media) 501 17.6% 82.5%4 (de una hora y media a dos horas) 313 11.0% 93.5%5 (más de dos horas) 185 6.5% 100%Total 2846 100%

Hay diferencia significativa entre los sexos en las horas en promedio dedicadas al ejercicio que se practica (u=668173, ZU=-15.516, p<0.001), aunque la asociación entre horas de ejercicio por día y sexo es débil (rbp=-0.265, p<0.001). Los hombres (de una hora a hora y media) le dedican más tiempo en promedio que las mujeres (de media hora a una hora). La diferencia de promedios no es estadísticamente sig-nificativa entre los grupos de imc (k-w: χ2(3, N=2692)=6.404, p=0.094). Por ciudades las medias son estadísticamente equivalentes (k-w: χ2(2, N=2844)=2.939, p=0.230). En las tres ciudades se dedica en promedio de media a una hora cada día que se hace ejercicio (véase Tabla 4). La correlación entre la edad y las horas dedicadas al ejercicio físico, diario, que se practica, carece de significación estadística (rS=0.029, p=0.115).

Tabla 4. Contraste de tendencia central de horas dedicadas por día en que se prac-tica ejercicio por sexos, ciudades y grupos de imc

VariablesHoras dedicadas por día Contraste de medias

N M DE RM Estadístico gl p

SexosMujeres 1685 2.02 1.080 1303.76 ZU=

1 0.000Hombres 1338 2.64 1.186 1774.25 -15.516

CiudadesC. Victoria 970 2.32 1.188 1530.46

K-W: χ2=2.939

2 0.230Monterrey 1157 2.25 1.155 1484.68Saltillo 899 2.32 1.169 1532.29

imc

Infrapeso 288 2.24 1.161 1290.65

K-W: χ2=3.760

3 0.289Normopeso 1768 2.35 1.164 1365.67Sobrepeso 488 2.30 1.185 1322.70Obesidad 148 2.28 1.207 1304.62

Total 3026 2.29 1.170

Page 106: Alimentacion Obesidad Jana

114

Horas a la semana dedicadas al ejercicio físico

Se crea una variable con el producto del número de días en que se practica ejer-cicio por el tiempo dedicado en promedio cada día, la cual presenta mayor rango que las dos variables que la definen. Se sustituyen los valores ausentes por las me-dias, para poder estimar, posteriormente, los modelos de ecuaciones estructura-les lineales con el AmoS. Además, se recodifica la variable de tiempo dedicado en promedio cada sesión de ejercicio para que exprese horas, dando el valor más alto del intervalo. El valor 1 (de menos de media hora) es recodificado como 0.5 horas, el valor 2 (de media a una hora) se recodifica como 1 hora, el valor 3 (de una hora a hora y media) como 1.5 horas, el valor 4 (de una hora y media a dos horas) como 2 horas y el valor 5 (más de dos horas) como 2.5 horas. Así, la nueva variable indi-ca horas a la semana dedicadas al ejercicio. La media es de 4 horas con una des-viación estándar de 3 horas y 47 minutos. La mediana y moda son 3 horas. El rango varía de 0 a 17.5 horas. La curva es asimétrica positiva (1.369±0.044) y leptocúrtica (1.568±0.088), es decir, se concentra en los valores bajos (véase Figura 2).

Figura 2. Histograma de horas que se dedica a la semana al ejercicio físico

Page 107: Alimentacion Obesidad Jana

11�

Los hombres (5.43±4.16) le dedican al ejercicio en promedio 2 horas y 26 mi-nutos más a la semana que las mujeres (2.99±3.10), siendo la diferencia estadís-ticamente significativa (ZU=18.965, p<0.001; t(2430)=18.942, p<0.001). La asocia-ción entre las horas de ejercicio y el sexo es moderada (rbp=-0.318, p<0.001) (véase Tabla 5).

También hay diferencia por ciudades (k-w: χ2(2, N=3189)=19.736, p<0.001; F(2, 3186)=7.362, p=0.001), con una asociación débil (η=0.068, η2=0.005). Al ser las varianzas equivalentes, las diferencias a posteriori se calculan por la prueba lSd (F(2, 3186)=1.628, p=0.196). En Ciudad de Victoria se dedican más horas a la sema-na al ejercicio que en Saltillo (dm=0.546, p=0.001) y Monterrey (dm=0.561, p=0.001), siendo las medias de horas de ejercicio a la semana equivalentes entre las dos últi-mas ciudades (dm=0.014, p=0.929) (véase Tabla 5). La diferencia en horas de ejer-cicio entre las ciudades deja de ser significativa si se controla el sexo por análisis de covarianza. El sexo afecta al número de horas que se practica ejercicio a la sema-na (F(1, 3181)=348.553, p<0.001), pero no así la ciudad de residencia (F(2, 3181)=2.864, p=0.057). Al realizar un análisis de varianza factorial, obtenemos que el sexo resulta el factor diferencial (F(1, 3179)=347.497, p<0.001), las ciudades de residencia no son diferenciales (F(2, 3179)=2.951, p=0.052), ni la interacción (F(2, 3179)=0.174, p=0.840). Por tanto, la relación entre las ciudades de residencia y las horas de ejercicio a la semana es espuria y atribuible a los sexos.

La diferencia no es significativa por grupos de imc (k-w: χ2(2, N=2826)=4.611, p=0.203; F(3, 2822)=1.058, p=0.366) (véase Tabla 5).

La correlación entre la edad y el número de horas de ejercicio a la semana care-ce de significación estadística (r=0.016, p=0.376).

Tabla 5. Diferencia de medias por sexos, ciudades y grupos de imc en horas a la se-mana dedicadas al ejercicio

VariablesHoras a la semana de ejercicio Contraste de medias

N M DERango medio

Estadístico gl p

SexosMujeres 1817 2.99 3.10 1325.61 ZU=18.965 N=3185 0.000Hombres 1368 5.43 4.16 1948.15 t=18.942 2430 0.000

CiudadesC. Victoria 1000 4.42 3.96 1701.23 K-W: 2

0.000Monterrey 1180 3.86 3.63 1555.23 χ2=19.736 N=3189Saltillo 1009 3.87 3.78 1536.22 F=7.362 2, 3186 0.001

Page 108: Alimentacion Obesidad Jana

11�

imc

Infrapeso 305 3.8061 3.75514 1323.62 K-W: 3 0.203Normopeso 1862 4.2293 3.87566 1429.02 χ2=4.611 N=2826Sobrepeso 509 4.1485 3.91626 1403.39

F=1.058 3, 2822 0.366Obesidad 150 4.2224 3.88130 1437.92

Total 3189 4.03 3.79

Prueba de Levene de igualdad de varianzas: F=168.872, p<0.001. No se asume igualdad de varianzas.

Si consideramos los grupos de actividad física que maneja la Ensanut 2006, aunque diferenciado los inactivos (0 horas), de los poco activos (de 1 a 3 horas a la semana), tendríamos: 8% inactivos (0 horas a la semana), 51% con baja actividad (menos de 4 horas), 20% con actividad moderada (entre 4 y menos de 7 horas a la semana) y 21% activos (7 o más horas a la semana). Las diferencias entre los sexos son muy marcadas (χ2(3, N=3185)=294, p<0.001, cc=0.291, v=0.301). 10% de las mujeres son inactivas frente al 5% de los hombres, 61% con poco activas frente al 37% de los hombres, 16% son moderadamente activas frente al 26% de los hom-bres y 13% son activas frente al 32% de los hombres (véase Tabla 6).

Tabla 6. Frecuencia de grupos de actividad física por sexos

Grupos de actividad*

Mujeres Hombres Total

Fre. Por. Por. ac. Fre. Por. Por. ac. Fre. Por. Por. ac.Nula 185 10.2% 10.2% 62 4.5% 4.5% 247 7.7% 7.7%Baja 1109 61.0% 71.2% 511 37.4% 41.9% 1623 50.9% 58.6%Moderada 291 16.0% 87.2% 359 26.2% 68.1% 650 20.4% 79%Alta 232 12.8% 100% 436 31.9% 100% 669 21% 100%Total 1817 100% 1368 100% 3189 100%

* Nula (0 horas), baja (menos de 4 horas), moderada (de 4 a menos de 7 horas) y alta (7 horas o más).

También aparecen diferencias por ciudades en la distribución de los grupos de actividad física (χ2(6, N=3189)=52.855, p<0.001, cc=0.128, v=0.091). En Ciudad Vic-toria son más activos que en Monterrey y Saltillo, ya que aparecen los porcentajes más altos de estudiantes moderadamente activos y activos. La mayor proporción de inactivos aparece en la muestra de Saltillo y de poco activos en Monterrey (véa-se Tabla 7).

Tabla 5. (Continuación)

Page 109: Alimentacion Obesidad Jana

11�

Tabla 7. Frecuencia de los grupos de actividad física por ciudades

Grupos deactividad física

CiudadesTotal

C. Victoria Monterrey Saltillo

Inactivos46 77 124 247

4.6% 6.5% 12.3% 7.7%

Poco activos502 640 481 1623

50.2% 54.2% 47.7% 50.9%

Moderadamente activos215 234 201 650

21.5% 19.8% 19.9% 20.4%

Activos237 229 203 669

23.7% 19.4% 20.1% 21.0%

Total1000 1180 1009 3189

100% 100% 100% 100%

Se cruzan por análisis de correspondencia las variables: sexo, ciudad y grupos de actividad. Por la prueba de chi-cuadrado hay relación entre las tres variables (χ2(64)=19875, p<0.001). Con las dos primeras dimensiones se explica 40.8% de la inercia o varianza total. La primera dimensión separa a hombres de mujeres y las tres ciudades. Saltillo aparece en una coordinada más próxima a Monterrey y am-bas se alejan de Ciudad Victoria. Las mujeres están próximas a Saltillo y Monterrey en esta dimensión. Los hombres están próximos a Ciudad Victoria. La segunda di-mensión separa los grupos de actividad y las ciudades. Dentro del espacio bidi-mensional, en el cuadrante superior derecho, se agrupan: hombre, activo y mode-radamente activo con Ciudad Victoria. En el cuadrante superior izquierdo se agrupa Monterrey, poco activo y mujer. En el cuadrante inferior izquierdo aparecen inactivo y Saltillo (véase Figura 3).

Page 110: Alimentacion Obesidad Jana

11�

Figura 3. Categorías de sexo (2), ciudad (3) y nivel de actividad (4) en el espacio bi-dimensional generado por análisis de correspondencia múltiple.

Las medias son estadísticamente equivalentes por grupos de imc (χ2(9, N=

2826)=11.934, p=0.217, cc=0.065, v=0.038). Asimismo, la edad es independiente de los grupos de actividad (η=0.033, η2=0.001, p=0.318), en consonancia con la falta de correlación lineal entre edad y horas de ejercicio.

Personas con las que se practica ejercicio

De los participantes, 45% se ejercitan solos, 24.6% en grupo, 21.8% unas veces solos y otras en grupo y 8.5% en pareja (véase Tabla 8).

Page 111: Alimentacion Obesidad Jana

11�

Tabla 8. Frecuencia de la variable con quién practicas ejercicio

Con quién practicas ejercicio Frecuencia PorcentajeSolo 1281 45.0%En pareja 243 8.5%En grupo 700 24.6%En diversas formas solo o acompañado 620 21.8%Total 2844 100%

Hay diferencia entre los sexos. Los hombres practican más el deporte en grupo en comparación con las mujeres. Las mujeres lo tienden a practicar en parejas o en formas diversas (χ2(3, N=2841)=79.559, p<0.001), siendo la asociación entre la moda-lidad de compañía y el sexo débil (cc=0.165, v=0.167, p<0.001) (véase Tabla 9).

Tabla 9. Frecuencia de la variable con quién haces ejercicio por sexos

Cuando haces ejercicio, cómo lo prac-ticas más

SexosTotal

Mujeres Hombres

Solo717 562 1279

45.6% 44.3% 45.0%

En pareja176 67 243

11.2% 5.3% 8.6%

En grupo301 398 699

19.1% 31.4% 24.6%

En diversas formas solo o acompañado378 242 620

24.0% 19.1% 21.8%

Total1572 1269 2841100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada < 5 y la frecuencia esperada mínima es 108.54.

Por ciudades aparece también diferencia (χ2(6, N=2844)=13.301, p=0.038), aunque la asociación entre modalidad de compañía y ciudad es débil (cc=0.068, v=0.048). Los perfiles de Monterrey y Saltillo se asemejan más. En Ciudad Victoria se practi-ca el deporte en pareja más que en las otras dos ciudades. En Saltillo y Monterrey se realiza más de formas diversas en comparación con Ciudad Victoria (véase Tabla 10).

Page 112: Alimentacion Obesidad Jana

120

Tabla 10. Frecuencia de la variable con quién haces ejercicio en la comparación por ciudades

Con quiénhaces ejercicio

CiudadesTotal

C. Victoria Monterrey Saltillo

Solo414 484 383 1281

45.4% 45.4% 44.2% 45.0%

En pareja98 83 62 243

10.8% 7.8% 7.2% 8.5%

En grupo226 256 218 700

24.8% 24.0% 25.2% 24.6%

Solo o acompañado173 244 203 620

19.0% 22.9% 23.4% 21.8%

Total911 1067 866 2844

100% 100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada < 5 y la frecuencia esperada mínima es 73.99.

Al cruzar el sexo, ciudad y el tipo de compañía, por análisis de corresponden-cia múltiple, se halla una relación significativa (χ2(64, N=2844)=18458.1, p<0.001). Con las dos primeras dimensiones se explica 37.5% de la inercia total. En el espacio bi-dimensional generado, se observa que Monterrey y Saltillo figuran muy próximos, quedando más distante Ciudad Victoria. Las mujeres se ubican más próximas a Monterrey y Saltillo, asimismo a las modalidades de ejercitarse solo o diversas for-mas (solo o acompañado). El hacer ejercicio en grupo se asocia con ser hombre. El hacer ejercicio en parejas permanece muy independiente del sexo y la ciudad (véa-se Figura 4).

Page 113: Alimentacion Obesidad Jana

121

Figura 4. Categorías de sexo (2), ciudad (3) y acompañamiento al hacer ejercicio (4) en el espacio bidimensional generado por análisis de correspondencia múltiple

No hay diferencia estadísticamente significativa en la distribución de la frecuen-cia de la variable con quién se hace ejercicio en la comparación por grupos de índi-ce de masa corporal (χ2(9, N=2702)=13.933, p=0.125). Tampoco surge diferencia si se contrasta la media de imc por grupos de la variable con quién se hace ejercicio (F(3,

2698)=2.109, p=0.097). A su vez, la compañía al hacer ejercicio es independiente de la edad (η=0.039, η2=0.002, p=0.119).

Lugar donde se practica ejercicio

El 48% practica el ejercicio físico con más regularidad en la casa, 19% en el parque, 12% en el club deportivo, 11% en la escuela y 10% en el gimnasio (véase Tabla 11).

Page 114: Alimentacion Obesidad Jana

122

Tabla 11. Frecuencia del lugar donde se practica ejercicio con más regularidad

Lugar donde se hace ejercicio Frecuencia PorcentajeEn tu casa 1337 48.1%En la escuela 314 11.3%En un parque 526 18.9%En un club deportivo 338 12.2%En un gimnasio 263 9.5%Total 2778 100%

Hay diferencia entre los sexos (χ2(4, N=2775)=98.226, p<0.001), con una asocia-ción entre lugar donde se practica ejercicio y sexo débil (cc=0.188, v=0.185). Las mujeres practican el deporte de forma más regular en la casa y en la escuela que los hombres. Los hombres van al parque, club deportivo y gimnasio con más fre-cuencia que las mujeres (véase Tabla 12)

Tabla 12. Frecuencia del lugar donde se practica ejercicio con más regularidad por sexos

Lugar donde se hace ejercicio

SexosTotal

Mujeres Hombres

En tu casa805 531 1336

52.3% 43.0% 48.1%

En la escuela221 92 313

14.4% 7.4% 11.3%

En un parque256 269 525

16.6% 21.8% 18.9%

En un club deportivo127 211 338

8.2% 17.1% 12.2%

En un gimnasio131 132 263

8.5% 10.7% 9.5%

Total1540 1235 2775100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada <5 y la frecuencia esperada mínima es 1117.05.

Hay diferencia por ciudades (χ2(8, N=2778)=56.686, p<0.001), con una asocia-ción débil (cc=0.141, v=0.101). En Ciudad Victoria se practica más en la casa y

Page 115: Alimentacion Obesidad Jana

123

en el club deportivo, en Monterrey en el parque y en Saltillo en la escuela (véase Tabla 13).

Tabla 13. Frecuencia del lugar donde se hace ejercicio por ciudades

Lugar donde se hace ejercicio

CiudadesTotal

C. Victoria Monterrey Saltillo

En tu casa456 474 407 1337

50.3% 45.6% 48.9% 48.1%

En la escuela62 131 121 314

6.8% 12.6% 14.5% 11.3%

En un parque171 228 127 526

18.9% 21.9% 15.3% 18.9%

En un club deportivo144 103 91 338

15.9% 9.9% 10.9% 12.2%

En un gimnasio74 103 86 263

8.2% 9.9% 10.3% 9.5%

Total907 1039 832 2778

100% 100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada <5 y la frecuencia esperada mínima es 78.77.

Al cruzar el sexo, ciudad y el lugar donde se hace ejercicio, por análisis de co-rrespondencia múltiple, se halla una relación significativa (χ2(81, N=2778)=21163.2, p<0.001). Con las dos primeras dimensiones se explica 33.5% de la inercia total. En el espacio bidimensional generado, se observa una asociación entre Saltillo, mujer y hacer ejercicio en casa o la escuela, lo que define el cuadrante superior derecho. En el cuadrante superior izquierdo se agrupan las categorías hombre, gimnasio, Ciudad Victoria y club deportivo. El hacer ejercicio en el parque se aproximaría más a Monterrey en los cuadrantes inferiores (véase Figura 5).

Page 116: Alimentacion Obesidad Jana

124

Figura 5. Categorías de sexo (2), ciudad (3) y lugar donde se hacer ejercicio (5) en el espacio bidimensional generado por análisis de correspondencia múltiple.

No hay diferencia estadísticamente significativa en la distribución de la frecuen-cia del lugar donde se practica ejercicio físico por grupos de índice de masa corpo-ral (χ2(12, N=2644)=18.462, p=0.102). Tampoco se halla diferencia si se contrasta la media de imc por los grupos definidos por los lugares donde se practica ejercicio (F(4, 2639)=2.054, p=0.084).

Sí hay relación entre el lugar donde se hace ejercicio y la edad (η=0.075, η2=0.006, p=0.002), aunque es débil. Los más jóvenes hacen más ejercicio en la escuela (véase Tabla 14).

Page 117: Alimentacion Obesidad Jana

12�

Tabla 14. Media de edad por categorías de lugar más usual de ejercicio

Dónde haces ejercicio N Media D. E.En tu casa 1444 16.224 0.9741En la escuela 336 16.048 0.8308En un parque 557 16.167 0.9887En un club deportivo 346 16.249 0.9819En un gimnasio 270 16.344 1.0184Total 2953 16.207 0.9689

Tipo de ejercicio que se practica

El 35% de los encuestados en las tres ciudades practica deportes aeróbicos como correr, trotar, caminar o andar en bicicleta; 24% deportes de competencia, como fútbol, baloncesto o beisbol; 18% deportes anaeróbicos, como levantamien-to de pesas o ejercicios de lagartijas y sentadillas; 15% combina ejercicio aeróbico y anaeróbico; 5% baila, ya sea ballet clásico, folklórico, hawaiano o tahitiano; y 3% practica artes marciales, como taekwondo, karate, judo o boxeo (véase Tabla 15).

Tabla 15. Tipo de ejercicio que se practica

Tipo de ejercicio que se practica Frecuencia PorcentajeDeportes aeróbicos 931 34.7%Deportes de competencia 652 24.3%Deportes anaeróbicos 475 17.7%Combinados aeróbicos y anaeróbicos 416 15.5%Bailar 135 5.0%Artes marciales 77 2.9%Total 2686 100%

Hay diferencias entre los sexos (χ2(5, N=2683)=443.6, p<0.001). Las mujeres practi-can más deportes aeróbicos y danza; los hombres, deportes de competencia, com-binados y anaeróbicos (véase Tabla 16). La asociación entre el tipo de ejercicio practicado y el sexo es moderada (cc=0.407, v=0.377).

Page 118: Alimentacion Obesidad Jana

12�

Tabla 16. Comparación del tipo de ejercicio practicado por sexos

Tipo de ejercicioSexos

TotalMujeres Hombres

Deportes aeróbicos695 235 930

47.1% 19.5% 34.7%

Deportes de competencia177 474 651

12.0% 39.3% 24.3%

Deportes anaeróbicos243 172 415

16.5% 14.3% 15.5%

Combinados aeróbicos y anaeróbicos210 265 475

14.2% 22.0% 17.7%

Bailar120 15 135

8.1% 1.2% 5.0%

Artes marciales31 46 77

2.1% 3.8% 2.9%

Total1476 1207 2683100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada <5 y la frecuencia esperada mínima es 34.64.

También hay diferencias por ciudades (χ2(10, N=2686)=126.4, p<0.001), aunque la asociación es débil (cc=0.212, v=0.153). En Monterrey se practican más depor-tes aeróbicos y artes marciales; en Ciudad Victoria, los deportes anaeróbicos; y en Saltillo, el baile. La combinación de deportes aeróbicos y anaeróbicos se da menos en Monterrey en comparación con Saltillo y Ciudad Victoria (véase Tabla 17).

Tabla 17. Frecuencia del lugar donde se hace ejercicio por ciudades

Lugar donde se hace ejercicioCiudades

TotalC. Victoria Monterrey Saltillo

Deportes aeróbicos266 409 256 931

30.8% 40.7% 31.3% 34.7%

Deportes de competencia208 242 202 652

24.0% 24.1% 24.7% 24.3%

Deportes anaeróbicos182 181 112 475

21.0% 18.0% 13.7% 17.7%

Combinados aeróbicos y anaeróbicos165 80 171 416

19.1% 8.0% 20.9% 15.5%

Page 119: Alimentacion Obesidad Jana

12�

Bailar29 44 62 135

3.4% 4.4% 7.6% 5.0%

Artes marciales15 48 14 77

1.7% 4.8% 1.7% 2.9%

Total865 1004 817 2686

100% 100% 100% 100%

0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada menor a 5 y la frecuencia esperada mínima es de 23.42.

Al cruzar el sexo, ciudad y el lugar donde se hace ejercicio, por análisis de co-rrespondencia múltiple, se halla una relación significativa (χ2(81, N=2686)=8144.5, p<0.001). Con las dos primeras dimensiones se explica el 32.7% de la inercia to-tal. En el espacio bidimensional generado, se observa una asociación entre mujer, ejercicios aeróbicos, baile, combinación de aeróbicos y anaeróbicos y Saltillo, lo que define el cuadrante superior derecho. En el cuadrante superior izquierdo figu-ran: hombre, Ciudad Victoria, deportes de competencia y ejercicio anaeróbico. Las artes marciales se relacionarían con Monterrey en las regiones inferiores (véase Figura 6).

Figura 6. Categorías de sexo (2), ciudad (3) y modalidad de ejercicio (6) en el espa-cio bidimensional generado por análisis de correspondencia múltiple

Tabla 17. (Continuación)

Page 120: Alimentacion Obesidad Jana

12�

No hay diferencia estadísticamente significativa en la distribución del tipo de ejercicio físico que se practica por grupos de índice de masa corporal, (χ2(15,

N=2533)=14.104, p=0.518). Tampoco surge diferencia si se contrasta la media del imc por grupos de tipo de ejercicio (F(5, 2527)=0.332, p=0.894).

Hay relación con la edad (η=0.078, η2=0.006, p=0.004), aunque débil. Los más jóvenes bailan más y realizan más deportes aeróbicos. Los más grandes practican más deportes anaeróbicos o combinados (véase Tabla 18).

Tabla 18. Media de la edad por las categorías del tipo de ejercicio practicado

Tipo de ejercicio practicado N Media DEDeportes de competencia 680 16.213 1.021Deportes aeróbicos 987 16.161 0.982Deportes anaeróbicos 508 16.333 1.010Bailar 139 16.014 0.789Combinados aeróbicos y anaeróbicos 431 16.253 0.924Artes marciales 79 16.165 0.883Total 2824 16.211 0.979

Valoración del ejercicio

La mayoría de los encuestados en las tres ciudades (74%) concede bastante o mucha importancia a realizar ejercicio físico (véase Tabla 19).

Tabla 19. Importancia concedida al ejercicio

Consideras importan-te hacer ejercicio

Frecuencia PorcentajePorcentaje acumulado

1 (Nada) 8 0.3% 0.3%2 (Algo) 244 7.7% 7.9%3 (Regular) 586 18.4% 26.4%4 (Bastante) 1190 37.4% 63.8%5 (Mucho) 1151 36.2% 100%Total 3179 100%

Page 121: Alimentacion Obesidad Jana

12�

El promedio de valoración del ejercicio de los hombres es mayor que el de las mujeres, pero la diferencia entre los sexos no es estadísticamente significativa (U=1187904.5, ZU=-1.944, p=0.052; rbp=-0.031, p=0.076).

Por ciudades hay diferencia significativa (k-w: χ2(2, N=3179)=7.688, p=0.021), con una asociación débil entre valoración del ejercicio y ciudad (η=0.052, η2=0.003, p=0.014). En Monterrey se valora más el ejercicio que en Saltillo y Ciudad Victoria. Debe señalarse que los promedios son muy homogéneos, valorándose en prome-dio como bastante importante en las ciudades de los tres estados (véase Tabla 20).

La diferencia no es significativa por grupos de imc (χ2(3, N=2819)=4.963, p=0.175) (véase Tabla 20). Debe señalarse que las diferencias de medias en índice de masa corporal (variable numérica continua) por grado de importancia concedido al ejer-cicio, no son estadísticamente significativas (F(4, N=2814)=0.629, p=0.642) y la corre-lación lineal entre imc y valoración del ejercicio tampoco es significativa (r=-0.010, p=0.590).

La valoración del ejercicio es independiente de la edad (rS=0.022, p=0.233).

Tabla 20. Contraste de tendencia central de valoración del ejercicio por sexos, ciu-dades e imc

VariablesValoración del ejercicio Contraste de medias

N M DE RM Estadístico gl p

SexosHombres 1360 4.05 0.937 1623.04 ZU=

1 0.052Mujeres 1816 3.99 0.935 1562.63 -1.944

CiudadesC. Victoria 1000 3.98 1.021 1578.99 K-W:

χ2=7.6882 0.021

Monterrey 1177 4.08 0.895 1641.86Saltillo 1002 3.98 0.890 1540.06

imc

Infrapeso 305 3.96 0.949 1349.76

K-W: χ2=4.963

3 0.175Normopeso 1857 4.06 0.909 1430.62Sobrepeso 508 4.02 0.919 1393.45Obesidad 149 3.93 0.994 1332.69

Total 3179 4.02 .936

Intención de hacer ejercicio

La mayoría de los encuestados en las tres ciudades (71%) tiene bastante o mu-cha intención de hacer ejercicio físico (véase Tabla 21).

Page 122: Alimentacion Obesidad Jana

130

Tabla 21. Intención de realizar ejercicio

Estás dispuesto ahacer ejercicio

Frecuencia Porcentaje Porcentaje acumulado

1 (Nada) 11 0.3% 0.3%2 (Algo) 225 7.1% 7.4%3 (Regular) 690 21.7% 29.2%4 (Bastante) 1088 34.3% 63.4%5 (Mucho) 1162 36.6% 100%Total 3176 100%

Los hombres están más dispuestos que las mujeres (U=1155504, ZU=-3.201, p=0.001), siendo la asociación entre intención de ejercicio y sexo débil (rbp=-0.057, p=0.001). Por ciudades no hay diferencias (k-w: χ2(2, N=3176)=4.048, p=0.132). La diferencia no es estadísticamente significativa por grupos de imc (k-w: χ2(3,

N=2816)=4.119, p=0.249). Tampoco hay diferencia de medias en imc por grado de convicción en la intención de realizar ejercicio físico (F(4, 2811)=0.068, p=0.992). La correlación lineal entre intención de ejercicio e imc no es significativa (r=0.003, p=0.889) (véase Tabla 22). La intención de hacer ejercicio es independiente de la edad (rs=0.026, p=0.150).

Tabla 22. Contraste de tendencia central de intención de hacer del ejercicio por sexos, ciudades e imc

VariablesIntención de hacer ejercicio Contraste de medias

N Media D. E: R. M: Estadístico gl p

SexosHombres 1361 4.06 0.927 1643.99 ZU=

1 0.001Mujeres 1812 3.95 0.961 1544.20 -3.201

CiudadesC. Victoria 994 3.97 1.017 1579.85

K-W: χ2=4.048

2 0.132Monterrey 1177 4.04 0.917 1626.45Saltillo 1005 3.97 0.909 1552.61

imc*

Infrapeso 304 3.95 .979 1361.13

K-W: χ2=4.119

3 0.249Normopeso 1858 4.04 .931 1429.31Sobrepeso 506 3.99 .924 1376.41Obesidad 148 3.95 .967 1354.31

Total 3176 4.00 0.948

Page 123: Alimentacion Obesidad Jana

131

Predicción de las horas dedicadas por semana al ejercicio físico

Por medio de la importancia dada al ejercicio físico, la intención de realizarlo y el afecto negativo se intenta predecir las horas que se dedican al ejercicio físico a la semana. Las tres variables son predictoras significativas, con más peso la intención (β=0.239) que la valoración (β=0.098) y por último el afecto negativo (β=-0.089) (véase Tabla 23).

Tabla 23. Modelo de regresión lineal de horas dedicadas por semana al ejercicio fí-sico

Modelo BError Est.

Beta t Sig.Correlaciones Colinealidad

r p sp Tol. VFIConstante -0.387 0.368 -1.050 0.294Intención 0.958 0.083 0.239 11.593 0.000 0.297 0.201 0.195 0.663 1.509Afecto Neg. -0.033 0.006 -0.089 -5.328 0.000 -0.095 -0.094 -0.089 1.000 1.000Valoración 0.400 0.084 0.098 4.776 0.000 0.239 0.084 0.080 0.663 1.509

R=0.321, R2=0.103, R2aj=0.102, Error Estándar de Estimación=3.592. Tol. Tolerancia. VFI: Función in-

versa del valor de tolerancia. Correlación: r: producto momento de Pearson, p: parcial, sp: semiparcial.

La varianza pronosticada por el modelo es significativamente mayor que la es-perada por azar (F(3, 3185)=122.089, p<0.001). La correlación entre las puntuacio-nes observadas y las pronosticadas por el modelo es de 0.321, siendo su cuadra-do 0.103. Así, el modelo explica 10% del criterio. La distribución de los residuos se ajusta a una curva normal de media 0 y desviación estándar 0.99 (ZK-S=2.082, p=0.211). No obstante, que el modelo presenta colinealidad al tener valores de tolerancia bajos e inversos altos para los predictores: intención y valoración. Precisamente, ambas variables están correlacionadas (r=0.582, p<0.001).

Contraste de modelos de determinación de las horas de ejercicio físico a la semana

Se define un modelo estructural con las tres variables del modelo predictivo. Se manejan todas como latentes (modelo-1). La actitud al ejercicio tiene dos indicado-res (valoración e intención), para lo cual nos basamos en su correlación moderada-alta. El afecto negativo se define con los cuatro reactivos del pAnAS con mayor peso en dicho factor dentro de la muestra (ira, enfado, melancolía y preocupación). El

Page 124: Alimentacion Obesidad Jana

132

ejercicio físico se define con los días a la semana en que se practica y el tiempo pro-medio que se dedica cada día que se hace ejercicio. El afecto negativo es indepen-diente de la actitud, así que no se contempla la correlación entre las dos variables latentes exógenas.

El ajuste de este primer modelo es adecuado. Al revisar los índices de mejora de ajuste se observa una covariación entre el error 1 y 2, determinantes de los indica-dores de afecto negativo (enfado y melancolía), lo cual hace referencia al solapa-miento de estos estados afectivos en la depresión de los adolescentes (ApA, 2000). Al contemplar esta covariación (modelo 1 corregido), se logra un ajuste bueno. Por lo que sería un modelo adecuado para explicar la frecuencia de ejercicio físico, aun-que la varianza explicada sea algo limitada, sólo de 24% (véanse Figura 7 y Tabla 24).

Page 125: Alimentacion Obesidad Jana

133

Figura 7. Modelo 1 corregido: estructural lineal de actitud y afecto negativo como determinantes de la frecuencia de ejercicio físico en adolescentes

.48

E nfado

e1

.55

M elanco lía

e2

.55

Ira

e3

.33

P reocupación

e4

.46

V a lo rac ión

.73

In tenc ión

e5

e6

Afecto N ega tivo

.69

.74

.74

A ctitud

.68

.86

.24

E je rc ic io

.48

D ías a la sem ana

e7

.31

H oras a l d ía

e8

.47

e9

.56

-.22

.57

.69 -.12

Page 126: Alimentacion Obesidad Jana

134

Tabla 24. Índices de ajuste para el modelo de actitud y afecto negativo para explicar frecuencia de ejercicio físico

Índice de

ajuste

AjusteModelo-1

Modelo-1 co-rregido: cov

(el1, e2)Modelo-3

Modelo-3 co-rregido:

cov (e1, e2)Bueno Mal

χ2 p>0.05 p<0.01χ2(18)=64.924,

p<0.001χ2(17)=26.948,

p=0.059χ2(3)=24.072,

p<0.001χ2(2)=1.448,

p=0.485χ2/gl <2 >3 3.607 1.585 8.024 0.724NFI >0.95 <0.90 0.988 0.995 0.985 0.999RFI >0.95 <0.90 0.981 0.992 0.971 0.997IFI >0.95 <0.90 0.991 0.998 0.987 1TLI >0.95 <0.90 0.986 0.997 0.975 1CFI >0.95 <0.90 0.991 0.998 0.987 1PR ↓ ≈1 0.643 0.607 0.500 0.333

PNFI ↓ ≈1 0.635 0.604 0.493 0.333PCFI ↓ ≈1 0.637 0.606 0.494 0.333NCP ↓ ↑ 46.924 9.948 21.072 0.000FD <1 >2 0.020 0.008 0.008 0.000

RMSEA <0.05 >0.075 0.029 0.014 0.047 0.000AIC ↓ ↑ 116.924 80.948 46.072 25.448

ECVI ↓ ≈1 0.037 0.025 0.014 0.008

χ2: chi-cuadrado, χ2/gl: cociente de chi-cuadrado por sus grados de libertad, nfi: Índice de ajuste nor-mado de Bentler-Bonnet (delta 1), rfi: Índice de Ajuste Relativo de Bollen (rho 1), ifi: Índice de ajuste incremental de Bollen (delta 2), tli: Índice de Tucker-Lewis (rho 2), cfi: Índice de ajuste comparativo de Bentler, pr: cociente de parsimonia de James-Mulaik-Brett, pnfi: Índice de ajuste normado parsimonio-so de James-Mulaik-Brett, pcfi: Índice de ajuste comparativo parsimonioso de James-Mulaik-Brett, pcfi: Parámetro de no centralidad poblacional, fd: Función de discrepancia, rms ea: error cuadrático medio de aproximación, aic: Criterio de información de Akaike, ecvi: Factor de escala constante.

Se introduce el afecto positivo en un intento de mejorar la capacidad explicativa del modelo. Se maneja como una variable latente con 4 indicadores (feliz, alegre, entusiasmado y fuerte), que son los reactivos con cargas más homogéneas y ele-vadas dentro del factor en la solución bifactorial de la Escala de Afectos Positivos y Negativos (eApn). No obstante, el parámetro de determinación sobre el ejercicio no resulta significativo (b=0.014, ee=0.032, rc=0.497, p=0.655). Incluso si se conside-ran los factores de afecto positivo y negativo correlacionados, el valor del paráme-tro de determinación del afecto positivo sobre el ejercicio aún baja más (b=0.001, ee=0.035, rc=0.030, p=0.976). Precisamente, la correlación entre los dos factores sí es significativa (r=-0.341).

Page 127: Alimentacion Obesidad Jana

13�

Se maneja un tercer modelo más apegado al propuesto por Fishbein y Azjen (1975) donde la valoración determina la intención y la intención determina la con-ducta de ejercicio. Además, se introduce el determinante del afecto negativo como inhibidor del ejercicio. Se maneja como un modelo de análisis de trayectorias con todas las variables manifiestas (modelo-3). El afecto negativo se define por la suma simple de los 13 reactivos que integran la escala de afecto negativo del eApn. El mo-delo explica 9.6% de la varianza del ejercicio, se rechaza por la prueba de chi-cua-drado, el cociente del estadístico chi-cuadrado por su grado de libertad es mayor a 3, pero los otros índices de contraste son buenos. Como en el modelo anterior se procede a realizar una corrección y considerar los dos residuos correlacionados (modelo 3 corregido). El modelo disminuye su potencia explicativa (8.3%), pero pre-senta un ajuste perfecto (véanse Tabla 24 y Figura 8).

Figura 8. Modelo 3 corregido: De valoración, intención y afecto negativo

V a lo rac ión

.3 4

In tenc ión

.0 8

e je rc ic io

A fec to nega tivo

.5 8 .4 1

-.0 9

e1 e2

-.1 4

Page 128: Alimentacion Obesidad Jana

13�

Discusión

Valoración interpretativa de la frecuencia de ejercicio

El Departamento de Salud y Servicios Humanos Estadounidense (uSdhhS) (2008) sugiere una hora o más de actividad física diaria para niños en edad esco-lar y adolescentes La Organización Mundial de la Salud (2004) recomienda media hora diaria, aunque el Consejo de Medicina Deportiva y Acondicionamiento Físico (cSmf) y el Consejo de Salud Escolar estadounidenses (cSh) (2006) indican la ne-cesidad de alcanzar un mínimo de 4 horas para que el ejercicio físico sea efectivo en el tratamiento y prevención de la obesidad. La Secretaria de Salud mexicana se adhiere a la recomendación de al menos 4 horas diarias de ejercicio físico (Olaiz et al., 2007). En la presente muestra, 8% no hace nada ejercicio y 41% hace ejercicio menos de 3 días a la semana. Por tanto, 59% sigue la recomendación de, al menos, tres días de ejercicio a la semana. Tres cuartos de los que realizan ejercicio (74%) lo practican más de media hora cada vez que lo hacen. Si consideramos el producto de los días por las horas, 59% de la muestra no cubre 4 horas a la semana de ejerci-cio físico y 79% de los encuestados no alcanzan las 7 horas de ejercicio a la sema-na. Así, sólo 21% de los estudiantes cumplen con las exigencias estrictas de ejerci-cio físico (uSdhhS, 2008) y 41% con las exigencias mínimas (cSmf y cSh, 2006; Olaiz et al., 2007). Por sexos, la diferencia es muy marcada. 32% de los hombres cubren 7 horas semanales, pero sólo 13% de las mujeres. Si fijamos 4 o más horas, 58% de los hombres las cubren y 29% de las mujeres. A pesar de que el participante prome-dio de la presente muestra cumple con la exigencia de 4 ó 3 horas de ejercicio a la semana, los datos concuerdan con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición que más de la mitad de muestra, especialmente las mujeres, requieren incrementar las horas a la semana dedicadas al ejercicio físico.

Si consideramos los grupos del Ensanut 2006 (Olaiz et al., 2007), en la mues-tra conjunta de hombres y mujeres, tenemos 59% inactivos (menos de 4 horas), 20% moderadamente activos (de 4 a menos de 7 horas) y 21% activos (7 o más horas). La encuesta nacional en el grupo de 10 a 19 años reporta 40.4% inacti-vos, 24.4% moderadamente activos y 35.2% activos. Al realizar el contraste por la prueba de chi-cuadrado para una sola muestra, la diferencia es significativa (χ2(2,

N=3189)=466.921, p<0.001). En la muestra hay un porcentaje menor de adolescentes activos y mayor de inactivos. Estas diferencias deben atribuirse a que las muestras de los dos estudios corresponden a poblaciones distintas. La del presente estudio son adolescentes escolarizados. A pesar de que la educación física es obligatoria y reciben materias de educación para la salud, su actividad física es menor, lo que

Page 129: Alimentacion Obesidad Jana

13�

podría deberse a la carga de las tareas escolares, incluso algunos con cargas la-borales y a la pobreza del programa de educación física escolar. La población del Ensanut 2006 incluye a estos adolescentes escolarizados, que integran 61% de la misma, pero 39% restante son adolescentes que trabajan o desempleados.

Los datos de actividad física de la Encuesta Nacional de Salud 2006 fueron obte-nidos a través de una adaptación abreviada del cuestionario International Physical Activity Questionnaire (ipAq) (Booth, 2000) de 4 preguntas. Además, se incluyeron algunas variables del cuestionario validado por Hernández, Gortmaker, Golditz, Peterson, Laird y Parra-Cabrera (1999), relacionadas con el tiempo destinado a es-tar frente a pantallas y ejercicio físico en la escuela. Así, se integró un instrumento de 8 preguntas. Las preguntas se asemejan mucho a las utilizadas en la presente investigación y se centran exclusivamente en ejercicio físico, sin explorar la activi-dad física general. Así, la diferencia no debe atribuirse al instrumento de medida u operativización de la variable.

Perfiles diferenciales por sexos y ciudades de residencia

Aparte de que los estudiantes varones hacen más ejercicio, hay un perfil diferen-cial en cuanto a tipo de deporte practicado y situación. Los hombres practican más deportes de competencia y de grupo. Las mujeres más ejercicios aeróbicos y baile. Lo cual es concordante con las expectativas culturales de género. A los niños se les fomenta jugar al fútbol, baloncesto o beisbol y a las niñas se les inculca el gusto y práctica de la danza y otras actividades de expresión artística.

En la comparación de las ciudades, los adolescentes de Monterrey resultan sig-nificativamente más sedentarios que los de Ciudad Victoria (p=0.001), pero no los de Saltillo (p=0.948) con base en la prueba lSd (diferencia mínima significativa). El perfil diferencial por ciudades, en un principio, podría atribuirse al efecto que tiene el vivir en una ciudad grande, la cual desmotiva el ejercicio físico por diversos fac-tores, como mayor delincuencia, espacios más reducidos y contaminados, casas más pequeñas, distancias más grandes, entre otros. Precisamente, la capital más pequeña de las tres es Ciudad Victoria, donde los estudiantes reportan más horas de ejercicio a la semana; y la más grande es Monterrey, donde reportan menos ho-ras de ejercicio. Al considerar el número de días en que se practica ejercicio físico, la diferencia por ciudades es genuina, no siendo atribuible al sesgo de sexo que tie-ne la muestra, con base en el análisis de covarianza y análisis de varianza de dos factores de efectos fijos. No obstante, al considerar las horas a la semana, ésta es una relación espuria y es atribuible al efecto de los sexos, sin ser achacable a una

Page 130: Alimentacion Obesidad Jana

13�

mayor valoración del ejercicio entre los participantes victorianos, ya que ésta apare-ce en la muestra de Monterrey; ni a una mayor intención de hacer ejercicio, porque no es diferencial entre las tres muestras.

Los perfiles de las muestras de Monterrey y Saltillo se asemejan más entre sí, resultando más distintiva la muestra de Ciudad Victoria. Así, Monterrey y Saltillo son ciudades mucho más grandes que Ciudad Victoria, además, en el presente es-tudio, tenían mayor proporción de participación femenina.

El deporte en las ciudades grandes (Monterrey y Saltillo) se practica más en la escuela frente a Ciudad Victoria, aunque en las tres el lugar preferencial para la práctica deportiva es la casa y no la escuela. Lo que habla de una deficiencia de los programas escolares de educación física.

En la muestra de Saltillo se practica más el baile, al haber mayor proporción de mujeres; y en la muestra de Ciudad Victoria se practica más el levantamiento de pe-sas, al haber mayor proporción de hombres. Tal como revela un análisis de corres-pondencia múltiple al cruzar las tres variables: sexo, ciudad y tipo de ejercicio prac-ticado. Las artes marciales se practican más en Monterrey.

Un dato curioso es que los adolescentes regiomontanos participantes acuden más al parque para hacer ejercicio físico que los victorianos y saltillenses, cuando es una ciudad más grande e insegura. El motivo puede estar en la regulación urba-nística. Así, en Monterrey, las autoridades municipales se han preocupado más de preservar y mantener espacios verdes que en las otras dos ciudades. Además, este dato habla de la importancia de esta estrategia para fomentar el deporte, como tro-tar, caminar o jugar al fútbol. Precisamente, Di Loreto, Fanelli, Lucidi, Murdolo, De Cicco, Parlanti, Ranchelli, Fatone, Taglioni, Santeusanio y De Feo (2005) muestran que el caminar diario una hora (3 kilómetros) es un regulador muy eficaz de la glu-cemia sanguínea en diabéticos tipo 2.

Índice de masa corporal y ejercicio

En la muestra, los índices de sobrepeso y obesidad con los criterios iotf fueron menores que en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Olaiz et al., 2007). Se encontró sobrepeso y obesidad en un cuarto frente a un tercio de la muestra poblacional. Además, los hombres mostraban más sobrepeso y obesidad que las mujeres (30% hombres versus 18% mujeres), cuando en la muestra nacional hubo equivalencia. Esto se puede deber a diferencias poblacionales como antes se men-cionó con los grupos de actividad física. La presente muestra fue extraída de una población estudiantil. Así, está ausente más de un tercio de los adolescentes y jó-

Page 131: Alimentacion Obesidad Jana

13�

venes que sí aparecen en la muestra de la Secretaría de Salud. Hemos de consi-derar casos de embarazos no deseados, situaciones de pobreza y ambientes no estimulantes para el estudio que obligan a muchos jóvenes a dejar las escuelas. Precisamente, en el grupo excluido, los porcentajes de sobrepeso y obesidad son mayores (Conapo, 2005).

Las comparaciones por los criterios iotf para menores de 18 años no ofrecen diferencias significativas. Con los criterios nom-008-SSA2-1993 para grupos de peso en adolescentes, se observa perfil diferencial en la intención de hacer ejer-cicio (k-w: χ2(3, N=2881)=17.053, p=0.001). En las restantes variables los perfiles son equivalentes: días a la semana de ejercicio (F(3, 2888)=2.162, p=0.086), horas al día de ejercicio (k-w: χ2(3, N=2892)=6.211, p=0.102), horas a la semana de ejerci-cio (F(3, 2888)=2.273, p=0.075), compañía al hacer ejercicio (χ2(9, N=2759)=5.604, p=0.779), lugar donde se hace ejercicio (χ2(12, N=2700)=17.360, p=0.137), tipo de ejer-cicio que se practica (χ2(15, N=2586)=16.946, p=0.322) y valoración del ejercicio (k-w: χ2(3, N=2881)=6.420, p=0.093). Los adolescentes de ambos sexos con desnutrición son los que menos intención tienen de hacer ejercicio y aquéllos con normopeso son los que más. En la muestra de mujeres, también la intención de hacer ejerci-cio es diferencial (k-w: χ2(3, N=1635)=9.645, p=0.022). Tienen más intención aquellas estudiantes con peso normal y menos aquéllas con desnutrición. En la muestra de hombres, la valoración del ejercicio (k-w: χ2(3, N=1244)=8.926, p=0.030) y la intención de hacer ejercicio (k-w: χ2(3, N=1244)=8.878, p=0.031) muestran diferencias significati-vas de promedios. Los estudiantes varones con peso normal son los que más valo-ran y tienen más intención de hacer ejercicio. Los varones con desnutrición son los que menos lo valoran y tienen menos intención de practicarlo.

Aunque los adolescentes de la muestra de Ciudad Victoria son los más activos que los de Monterrey y Saltillo (diferencia debido al sesgo femenino de las muestras de comparación), también son los que presentan el porcentaje de sobrepeso y obe-sidad más altos. Este mayor porcentaje no se puede atribuir exclusivamente a que haya más hombres que mujeres en la muestra de Ciudad Victoria en comparación con la muestra de Saltillo o de Monterrey, ya que la interacción de los factores ciu-dad y sexo en un análisis de varianza factorial, tomando imc como variable compa-rada, no es significativa, cuando el factor ciudad y el factor sexo sí lo son; asimismo, al controlar el efecto del sexo por análisis de covarianza, la ciudad sigue teniendo un efecto diferencial sobre el imc. No obstante, el sexo es el factor con más capaci-dad diferencial. Sin embargo, una variable crítica para esta mayor proporción de so-brepeso y obesidad podría ser la dieta. En la muestra de Ciudad Victoria hay un ma-yor consumo de carne, huevos, fritos, leche, cereal, refrescos, frutas y frijoles, pero el más bajo en pescado y legumbres. Así, probablemente, hay un mayor ingesta

Page 132: Alimentacion Obesidad Jana

140

de calorías y probablemente de grasas y azúcares refinados. Lo cual se plantea como hipótesis, ya que nuestros datos no permiten estimar calorías consumidas. El Ensanut 2006 sí indica peor calidad de la dieta en Tamaulipas sobre todo en com-paración con Coahuila. Un indicador de exceso de grasas y azúcares en la dieta es la hipercolesterolemia. La prevalencia general de hipercolesterolemia es de 26.5% en población adulta mexicana, con 28.8% correspondiente a mujeres y 22.7% a hombres. Las entidades estatales con prevalencias de hipercolesterolemia mayo-res a 30% son: Tamaulipas, Chihuahua, Baja California, Quintana Roo, Baja califor-nia Sur, Jalisco y Sinaloa. Coahuila figura entre los estados con tasas promedios de colesterol más bajas. En la muestra de este estudio, los porcentajes de sobrepeso y obesidad resultaron menores en los estudiantes saltillenses participantes. De ahí que la calidad de la dieta puede explicar que en Ciudad Victoria haya más casos de sobrepeso y obesidad, a pesar de que los estudiantes victorianos eran los más acti-vos físicamente.

En la presente muestra, el porcentaje de sobrepeso y obesidad (23.3%) es ma-yor que el correspondiente al estándar internacional fijado por Cole et al., (2000) (13.5%) (χ2(1, N=2826)=233.3, p<0.001). No obstante, es más bajo que el reportado por la Secretaría de Salud en el 2006 (Olaiz et al., 2007) (32.5%) (χ2(1, N=2826)=123.7, p<0.001). Si consideramos que estos estudiantes adolescentes son menos activos que los participantes en el Ensanut 2006, pero tienen menos problemas de sobre-peso y obesidad; que en la muestra de estudiantes de Ciudad Victoria había más sobrepeso y obesidad que en las de Coahuila y Monterrey, sin diferencia en activi-dad física entre las tres muestras, pero probablemente los estudiantes victorianos tenían una dieta de peor calidad, con exceso de calorías, grasas saturadas y azú-cares refinados; y que entre los estudiantes masculinos de esta muestra había más sobrepeso y obesidad que en las estudiantes femeninas, cuando eran significativa-mente más activos; entonces se llega a la conclusión que la dieta tiene mucho más peso en el problema del sobrepeso y la obesidad que el ejercicio físico entre estos adolescentes escolarizados.

La edad en la presente muestra está débilmente relacionada con el imc, a más edad, más masa corporal, manifestándose la relación con la misma magnitud en hombres y mujeres, cuando el Ensanut 2006 halla esta relación significativa, pero sólo en las mujeres. A más edad, observamos más masa corporal tanto en hombres como mujeres. La diferencia puede estribar en la población estudiantil observada frente a una de población general. Un porcentaje importante de estas adolescentes se convertirán en mujeres profesionales donde el porcentaje de sobrepeso y obesi-dad es menor (McLaren y Godley, 2009). Aparte de esta relación, la edad es inde-pendiente de las variables de ejercicio físico (número de días, promedio de tiempo

Page 133: Alimentacion Obesidad Jana

141

por día, promedio de horas a la semana, valoración, intención y compañía al hacer ejercicio) dentro de este rango de edades de estudiantes de educación media su-perior, salvo que los más jóvenes hacen más deporte en la escuela y practican más baile y deportes aeróbicos. Los más grandes hacen más deportes anaeróbicos y combinados. Esto indica que en los adolescentes, según crecen, se buscan más opciones ante la pobreza de la oferta de actividad física en la escuela, haciendo pe-sas y ejercicios en la casa.

Modelo para explicar horas de ejercicio

El modelo desarrollado en el presente trabajo tiene una capacidad explicativa de un cuarto de la varianza de las horas de ejercicio físico dedicadas a la semana por los estudiantes participantes. A pesar de este porcentaje discreto de varianza expli-cada, el modelo muestra buen ajuste a los datos y es muy parsimonioso. Habría un factor de actitud con dos indicadores (valoración e intención) que es un determinan-te directo y un factor de afecto negativo con cuatro indicadores (enfado, melancolía, ira y preocupación) que es un determinante inverso. El modelo, aunque se inspira en la teoría de la acción razonada de Fishbein y Azjen (1975), difiere en varios pun-tos de ésta. En primer lugar, no se incluyen los aspectos de presión grupal y del en-torno hacia la realización de la conducta saludable. En segundo lugar, la definición de actitud es distinta. En este modelo la actitud es indicada por la valoración del ejercicio y la intención de hacerlo, cuando Fishbein y Azjen sólo consideran aspec-tos valorativos en la actitud y la intención de conducta se maneja como una variable aparte. En tercer lugar, el afecto negativo está ausente en el modelo de Fishbein y Azjen, cuando en el presente modelo el afecto negativo es un determinante directo e independiente de la actitud, indicado por aspectos ansioso-depresivos muy pro-pios de la depresión de los adolescentes (ApA, 2000).

Un modelo más próximo a la propuesta de Fishbein y Azjen (1975) también pre-senta un buen ajuste a los datos, pero tiene una potencia explicativa muchísimo menor, entre 9 y 8% de la varianza. La intención estaría determinada por la valora-ción de la conducta. El ejercicio físico sería determinado por la intención y el afecto negativo. Faltaría introducir aspectos de matices de beneficios y barreras en el fac-tor actitudinal (Brown, 2005), presiones sociales, incluso de auto-eficacia (Pender et al., 2006), con lo cual se aumentaría la competencia explicativa, la cual figura en torno a un tercio de la varianza (Ajzen, Albarracín y Hornik, 2007).

Page 134: Alimentacion Obesidad Jana

142

Conclusiones

Debido a que no se empleó una muestra probabilística, las presentes conclusio-nes deben manejarse como hipótesis más que como inferencias establecidas sobre la población de estudiantes de media superior de las tres ciudades estudiadas.

Índice de masa corporal y ejercicio físico en la muestra

La media de imc de esta muestra de estudiantes de media superior cae dentro del intervalo de normopeso con estándares para adultos y para adolescentes de 16.5 años, siendo la media de imc mayor en hombres que en mujeres. Con base en los puntos de corte por los criterios iotf, 11% de la muestra presenta infrapeso, 66% normopeso, 18% sobrepeso y 5% obesidad. Así, el porcentaje combinado de so-brepeso y obesidad es mayor que el internacional; no obstante, menor que el por-centaje en jóvenes de 10 a 19 años en México, donde los estudiantes sólo repre-sentan 61% (imJ, 2006).

La media, mediana y moda de días de práctica de ejercicio físico a la semana es de 3 días. Tres cuartos de los participantes realizan ejercicio al menos media hora cada vez que se ejercitan. La media es de 4 horas a la semana de ejercicio, siendo la mediana y moda de 3 horas. El rango varía de 0 a 17.5 horas. A pesar del prome-dio de 4 horas, 71% de las mujeres y 42% de los hombres serían calificados como inactivos con base en los criterios del Ensanut 2006 (Olaiz et al., 2007), lo que in-dica un nivel de actividad en estos estudiantes más bajo que el de la población de adolescentes mexicanos (59% versus 40%).

Como rasgos del ejercicio en el perfil promedio de los participantes se observa que la práctica deportiva es solitaria usualmente, se hace en la casa, y los ejercicios aeróbicos, como correr, trotar, caminar o montar en bicicleta, son los más practi-cados. Le siguen los deportes de competencia, como fútbol, baloncesto o beisbol. Tres cuartos de los encuestados conceden bastante o mucha importancia a realizar ejercicio físico y tienen bastante o mucha intención de hacerlo. En la muestra, domi-na el grupo de baja actividad, así sólo 41% presentan una actividad de moderada a alta. Llama la atención que la escuela no es el lugar que se destaca más como em-plazamiento usual de la práctica de ejercicio. Ante la baja actividad, esto es una lla-mada de atención hacia la necesidad de reforzar la educación física en los planteles de media superior.

Page 135: Alimentacion Obesidad Jana

143

Diferencias por sexos, ciudades e Imc

El sexo es la variable más diferencial. Los hombres dedican más horas a la se-mana a realizar ejercicio, practican más deportes de competencia, en grupo y acu-den más al gimnasio y clubes deportivos.

Hay un fuerte sesgo de los sexos en las muestras por ciudades. Así, las dife-rencias encontradas en actividad entre las ciudades son atribuibles esencialmen-te al sesgo de los sexos. La muestra de Ciudad Victoria tiene sesgo masculino y las de Saltillo y Monterrey femenino. En Ciudad Victoria dedica más horas al ejerci-cio a la semana, pero esta diferencia deja de ser significativa si se controla el efec-to del sexo. Por tanto, el nivel de actividad debe considerarse equivalente entre las tres ciudades, con la excepción del número de días que se practica ejercicio físico. Los estudiantes victorianos practican más los ejercicios anaeróbicos. En Saltillo se practica más el baile y en Monterrey las artes marciales. En Monterrey y Saltillo se hace más deporte en la escuela que en Ciudad Victoria, pero como se señaló, éste no es el lugar preferencial, lo que destaca la debilidad de los programas de educa-ción física escolares.

Los grupos de índice de masa corporal no son diferenciales si se definen por los criterios iotf. Con los criterios nom-008-SSA2-1993 para grupos de peso en ado-lescentes, se observa perfil diferencial en la intención de hacer ejercicio tanto en la muestra conjunta como en la de hombres y mujeres, además de diferencia en va-loración del ejercicio en hombres. Los adolescentes de ambos sexos con desnutri-ción son los que menos intención tienen de hacer ejercicio y aquéllos con normope-so son los que más. Esta misma tendencia se observa en varones con la valoración del ejercicio.

Con base en la menor actividad de la muestra en comparación con la población de 15 a 19 años mexicana, pero también menor porcentaje de sobrepeso y obesi-dad; así como la menor actividad de las mujeres participantes en comparación con los hombres, cuando éstas tienen menores porcentajes de sobrepeso y obesidad; asimismo por el mayor índice de masa corporal en la muestra de Ciudad Victoria en comparación con la de Saltillo y Monterrey, cuando tiende a ser la más activa, pero probablemente con una dieta menos balanceada, se infiere que la dieta tiene más peso que el ejercicio en el problema del sobrepeso y la obesidad. No obstante, por los perfiles diferenciales que introducen los grupos de índice de masa corporal (con criterios de adultos), el ejercicio cobra su importancia para lograr o mantener el nor-mopeso.

Debe señalarse que la conjunción de variables de actividad y alimentación pre-dice menos de 4% de la varianza del índice de masa corporal en la muestra de es-

Page 136: Alimentacion Obesidad Jana

144

tudiantes. Esto se debe a limitaciones importantes en las variables de alimentación consideradas en nuestro cuestionario. Carecemos de una estimación por partici-pante de las calorías totales ingeridas, calorías totales gastadas y de la relación entre las calorías aportadas por proteínas, grasas y carbohidratos. A su vez, los grupos de alimentos son demasiado amplios y todos los datos manejados son de autorreporte. Con observaciones directas de las variables antes mencionadas, la potencia explicativa probablemente sería mayor e indicaría un peso importante de la dieta.

Modelo explicativo

Se propone un modelo explicativo de actitud con dos indicadores (valoración e intención) y afecto negativo (ansioso-depresivo) muy parsimonioso, con buen ajuste a los datos y que explica un cuarto de la varianza. No obstante, el modelo de la acción razonada (Fishbein y Ajzen, 1975) también muestra buen ajuste con una potencia explicativa menor, socavada por el hecho de omitir una variable críti-ca del mismo (influencias externas), incluso el de la acción planeada (Azjen, 1985), si se influyese la auto-eficacia. También, estas variables se podrían contemplar en el modelo de actitud y afecto negativo como determinantes directos de la conducta saludable. A tal fin se podría emplear el cuestionario de Kerner y Grossman (2001), adaptándolo a la conducta de ejercicio físico, superando las limitaciones del cues-tionario tan breve (de 7 preguntas) para ejercicio físico empleado en el presente es-tudio.

Page 137: Alimentacion Obesidad Jana

14�

referencIas

Ajzen, I. (1985), “From intentions to actions: A theory of planned behavior”, en J. Khul y J. Beckmann (eds.), Action Control from Cognition to Behavior, Berlin, Verlag, pp. 10-39.

Ajzen, I. (1996), “The directive influence of attitudes on behavior”, en P. M. Gollwitzer y J. A. Bargh (eds.), The psychology of action. Linking cognition and motivation to behavior , NewYork, Guilford Press, pp. 385-454.

Ajzen, I., D. Albarracín y R. Hornik (2007), Prediction and change of health beha-vior: Applying the reasoned action approach, Mahwah, NJ, Lawrence Erlbaum Associates.

American Psychiatry Association (ApA) (2000), Diagnostic and statistical manual of mental disorders, 4ª ed., text revision (dsm-iv-tr), Washington, DC., ApA.

Bandura, A. (1977), “Self-Efficacy: Toward a unifying theory of behavioral change”, Psychological Review, 84, pp. 191-215.

Becker, M. H. y I. M. Rosenstock (1987), “Comparing social learning theory and the health belief model”, en W. B. Ward (ed.), Advances in health education and pro-motion, (vol. 2, Greenwich, CT., JAi Press, pp. 245-249.

Booth, M. L. (2000), “Assessment of physical activity: An international perspective”, Research Quarterly for Exercise and Sport, 71 (2), pp. 114-120.

Brosse, A. L., E. S. Sheets, H. S. Lett y J. A. Blumenthal (2002), “Exercise and the treatment of clinical depression in adults”, Sports Medicine, 32, pp. 741-760.

Brown, S. A. (2005), “Measuring perceived benefits and perceived barriers for phy-sical activity”, American Journal of Health Behavior, 29(2), pp. 107-116.

Carmack, C. L., E. Boudreaux, M. Amaral-Meléndez, P. J. Brantley y de C. Moor (1999), “Aerobic fitness and leisure physical activity as moderators of the stress-illness relation”, Annual of Behavior Medicine, 21(3), pp. 251-257.

Page 138: Alimentacion Obesidad Jana

14�

Cole, T., Bellizzi, M. C., Flegal, K. M. y Dietz, W. H. (2000), “Establishing a Standard definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, British Medical Journal, 320, pp. 1-6.

Cole, T. J., K. M. Flegal, D. Nicholls y A. A. Jackson (2007), “Body mass index cut offs to define thinness in children and adolescents: international survey”, British Medical Journal, 335(7612), pp. 194-195.

Comité Consultivo Nacional de Normalización de Regulación y Fomento Sanitario (28 de julio, 1994), “Norma oficial mexicana nom-008-SSA2-1993, control de la nutrición, crecimiento y desarrollo del niño y del adolescente. Criterios y pro-cedimientos para la prestación del servicio”, Diario Oficial de la Federación, en <http://www.colpos.mx/bancodenormas/noficiales/nom-008-SSA2-1993.PDF>. [Consultado el 20 de marzo de 2010].

Consejo Nacional de Población (Conapo) (2005), II conteo de población, México, Conapo.

Council on Sports Medicine and Fitness and Council on School Health (cSmf & cSh) (2006), “Active healthy living. Prevention of childhood obesity through increased physical activity”, Pediatrics, 117(5), pp. 1834-1842.

Czyzewska, M., y Ceballos, N. (2006), Predictors of health risk behaviors among hispanic adolescents, en <https://synergy.txstate.edu/exchweb/bin/redir.asp?>. [Consultado el 14 de mayo de 2008].

Di Loreto C., C. Fanelli, P. Lucidi, G. Murdolo, A. de Cicco, N. Parlanti, A. Ranchelli, C. Fatone, C. Taglioni, F. Santeusanio y P. de Feo (2005), “Make your diabetic patients walk: long-term impact of different amounts of physical activity on type 2 diabetes”, Diabetes Care, 28(6), pp. 1295-1302.

Fishbein, M. y I. Ajzen (1975), Belief, Attitude, Intention and Behavior: An Introduction to Theory and Research, Massachusetts, EUA, Addison Wesley.

Hernández, B., S. L. Gortmaker, G. A. Golditz, K. E. Peterson, N. M. Laird y S. Parra-Cabrera (1999), “Association of obesity with physical activity, television progra-ms and other forms of video viewing among children in México City”, International Journal of Obesity, 23(8), pp. 845-854.

Instituto Mexicano de la Juventud (imJ) (2006), Encuesta Nacional de la Juventud 2005, México, imJ-Sep.

Instituto Nacional de Salud Pública (inSp) (2007), “Promoción de la actividad física”, Boletín de Información Científica para el Cuidado en Enfermería, 7, en <http://www.insp.mx/Portal/Centros/ciss/nls/boletines/ICCE_07.pdf>. [Consultado el 8 de julio de 2009].

Page 139: Alimentacion Obesidad Jana

14�

Jerusalem, M. y R. Schwarzer (1992), “Self-efficacy as a resource factor in stress appraisal processes”, en R. Schwarzer (ed.), Self-efficacy: Thought Control of Action, Washington, DC., Hemisphere, pp. 195-213.

Kerner, M. S. y A. H. Grossman (1998), “Attitudinal, social, and practical correla-tes to fitness behavior: a test of the theory of planned behavior”, Perceptual and Motor Skills, 87(3), pp. 1139-1154.

Kerner, M. S. y A. H. Grossman (2001), “Scale construction for measuring attitu-de, beliefs, perception of control, and intention to exercise”, Journal of Sports Medicine and Physical Fitness, 41(1), pp. 124-131.

Kroll, T., M. Kehn, PS. Ho y S. Groah (2007), “The SCI Exercise Self-Efficay Scale (ESES): development and psychometric properties, International Journal of be-havioral nutrition and Physical Activity, 34(4), en <http://www.ijbnpa.org/con-tent/4/1/34>. [Consultado el 20 de julio de 2009].

Lawlor, D. A. y S. W. Hopker (2001), “The effectiveness of exercise as an interven-tion in the management of depression: systematic review and meta-regression analysis of randomised controlled trials”, British Medical Journal, 322, pp. 1-8.

McLaren, L., y J. Godley (2009), “Social class and BMI among Canadian adults: a focus on occupational prestige”, Obesity, 17(2), pp. 290-299.

Moral, J. (2006), “Análisis factorial confirmatorio”, en R. Landero y M. T. González (eds.), Estadística y metodología de la investigación, Monterrey, N.L., México, Trillas, pp. 445-528.

Moreno, E. y J. Gil (2003), “El modelo de creencias de salud: revisión teórica, consi-deración crítica y propuesta alternativa: hacia un análisis funcional de las creen-cias en salud”, International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 3(1), pp. 91-109.

O’Neal, H., A. L. Dunn y Martinsen, E. W. (2000), “Depression and exercise. International Journal of Sport Psychology, 31, 110-135.

Ogden, C. L., M. D. Carroll, L. R. Curtin, M. A. McDowell, C. J. Tabak y K. M. Flegal (2006), “Prevalence of overweight and obesity in the United States, 1999-2004”, Journal of American Medical Association, 295(13), 1549-1555.

Olaiz, G., J. Rivera, T. Shamah, R. Rojas, S. Villalpando, M. Hernández y J. Sepúl-veda (2007), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut 2006), Cuernavaca, Morelos, Instituto Nacional de Salud Pública.

Organización Mundial de la Salud (omS) (2004), Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud, Ginebra, Suiza, omS.

Organización Mundial de la Salud (omS) (2009), Informe sobre la salud en el mundo 2008, Ginebra, Suiza, omS.

Page 140: Alimentacion Obesidad Jana

14�

Pender, N. J., C. L. Murdaugh y M. A. Parsons (2006), Health promotion in nursing practice, 5ª ed., Upper Saddle River, NJ., Prentice Hall.

Prochaska J. O. y C. C. DiClemente (2005), “The transtheoretical approach”, en J. C. Norcross y M. R. Goldfried (eds.), Handbook of psychotherapy integration, 2ª ed., New York, Oxford University Press, pp. 147-171.

Sechrist, K. R., S. N. Walker y N. J. Pender (1987), “Development and psychome-tric evaluation of the Exercise Benefits/Barriers Scale”, Research of Nursery and Health, 10, pp. 357-365.

U.S. Department of Health and Human Services (uSdhhS) (2008), “Physical activity guidelines for Americans, Atlanta, GA., uSdhhS.

World Health Organization, Expert Committee on Physical Status (1995), “Physical status: the use and interpretation of anthropometry, Ginera, World Health Organization, WHO Technical Report Series 854.

Page 141: Alimentacion Obesidad Jana

14�

III

actIvIdades extraescolares físIcas y sedentarIas. escalamIento y dIferencIas

José Moral de la Rubia

Introducción

El capítulo se inicia con clasificaciones descriptivas de actividad física. Prosigue con la revisión de las consecuencias de la falta de ejercicio físico o de su abuso. Continúa presentando estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (omS) y la Secretaría de Salud de México (SS) sobre morbilidad y mortalidad para hacernos una imagen del problema de salud y la importancia del ejercicio físico. Finalmente, se cierra esta sección de revisión con el resumen de algunos planteamientos polí-ticos para fomentar el deporte. Tras esta información se presenta un estudio sobre las propiedades psicométricas de una escala para medir actividades extraescola-res en adolescentes. Se estudia la estructura factorial de la escala y su consisten-cia interna, se propone un índice de actividades extraescolares energéticas, y se determinan perfiles diferenciales en el índice y sus factores por sexos, ciudades de residencia e índice de masa corporal. El capítulo termina discutiendo los datos y extrayendo unas conclusiones en relación con las actividades de estos jóvenes y las propiedades psicométricas de la escala de actividades extraescolares estudia-da, asimismo se realizan algunas sugerencias desde los enfoques de intervención mencionados en el texto.

Page 142: Alimentacion Obesidad Jana

1�0

Tipos de actividad física

La actividad física es todo tipo de movimiento corporal que realiza el ser humano durante un determinado periodo de tiempo, ya sea en su trabajo o en sus momentos de ocio, que aumenta el consumo de energía y el metabolismo de reposo. Si esta actividad física es estructurada y repetitiva, realizándose con el propósito de me-jorar la salud, modelar el cuerpo o entrenamiento, entonces se denomina ejercicio físico. A su vez, si el ejercicio físico es especializado, de carácter competitivo que requiere de entrenamiento físico y que generalmente se realiza de forma muy inten-sa, se le denomina deporte. Este último tipo de ejercicio está reglamentado por ins-tituciones y organismos estatales o internacionales. De modo que su objetivo princi-pal no es el de mejorar o mantener salud, sino que está hecho principalmente para competir, incluso por su alta exigencia puede resultar lesivo y dañino para la salud, como el deporte de alto rendimiento (Corbin, Pangrazi y Franks, 2005).

Entre las variables que influyen en el consumo de calorías cuando se realiza una actividad física se pueden destacar las cuatro siguientes:

• Tiempo: A mayor cantidad de tiempo que se dedica a la actividad física, más consumo de calorías.

• Intensidad: A mayor intensidad o un ritmo más rápido en la ejecución de la ac-tividad física, mayor consumo de calorías.

• Índice de masa corporal: A mayor índice de masa corporal en la persona que realiza una actividad física, mayor cantidad de calorías quemadas.

• Densidad muscular: A mayor proporción de músculo en la masa corporal, ma-yor consumo de energía.

Las variables ambientales influyen en el consumo de energía de forma indirec-ta a través del rendimiento (tiempo e intensidad), al facilitarlo o dificultarlo, entre ellas se encuentran: la temperatura, humedad, presión atmosférica, calidad del aire y distractores (Foran, 2007).

Los tipos de actividad física se categorizan según el contexto en el que se reali-zan. Las categorías más comunes incluyen, la actividad física del trabajo, del hogar, de tiempo de ocio y de transporte. La actividad física de tiempo libre se puede sub-dividir en deportes competitivos, actividades recreativas (p. ej., excursiones y ciclis-mo) y ejercicio para acondicionamiento físico. El ejercicio físico se puede clasificar de varias maneras, según la frecuencia, intensidad y propósito (Wilmore y Costill, 1995). En cuanto a la frecuencia por días se pueden considerar cuatro categorías: con baja frecuencia (1 o menos días a la semana), frecuencia media (2 o 3 días a la

Page 143: Alimentacion Obesidad Jana

1�1

semana), con frecuencia alta (4 o 5 días a la semana) y con frecuencia muy alta (6 o 7 días a la semana). En cuanto a la intensidad por horas en cada sesión se pueden considerar también 4 categorías: leve (menos de media hora), moderada (de media hora a una hora), fuerte (de una a dos horas) y muy fuerte (más de dos horas). La intensidad también se puede medir por el consumo de calorías por hora: una activi-dad ligera consume menos de 500 calorías por hora (p. ej., caminar), una actividad moderada de 500 a 1000 calorías por hora (p.ej., trotar) y una actividad pesada de 1000 a 1500 caloría por hora (p. ej., correr) y muy pesada por encima de 1500 ca-lorías por hora (p. ej., remar). En cuanto al propósito se pueden distinguir cuatro: acondicionamiento físico, preservación de la salud por prescripción médica, con fi-nes competitivos amateur y actividad profesional.

La intensidad del ejercicio físico también se puede estimar por el porcentaje de consumo de oxígeno en relación al máximo potencial para la persona o por el por-centaje de frecuencia cardiaca en relación con la máxima potencial. Una actividad física es intensa con un consumo de oxígeno de 40 a 85% del máximo y una fre-cuencia cardiaca de 55 a 90% de la máxima. Estos niveles de intensidad son ópti-mos para los fines de acondicionamiento físico y competencia. No obstante, inten- sidades más bajas también pueden tener un efecto positivo para la salud y realizarse por prescripción médica (Ceballos, Pérez, Medina, Calatayud y Segura, 2005).

Según Corbin et al., (2005), la aptitud o estado físico se define como la habilidad para llevar a cabo tareas diarias con vigor, sin fatiga indebida y con suficiente ener-gía para disfrutar del tiempo libre empleado y encarar situaciones de emergencia. Dentro de la aptitud física se pueden distinguir tres componentes:

• Básico: Incluye los atributos básicos que permiten promover la salud y el bien-estar, como la resistencia cardiorrespiratoria, fuerza muscular, resistencia muscular, composición corporal y flexibilidad.

• De desempeño: Incluye los atributos relacionados con las destrezas, como la coordinación, el balance, el tiempo de reacción y la velocidad. Se busca desa-rrollar capacidades motoras específicas para cada actividad competitiva o alto desempeño deportivo.

• Fisiológico: Indica el funcionamiento de los sistemas biológicos, como el me-tabólico, morfológico e integridad ósea; sistemas que pueden mejorar nota-blemente con bajos incrementos de actividad física sin necesidad de entrena- mientos que tengan por objetivo mejorar el desempeño físico. Este compo-nente es obviado por el básico, salvo para programas terapéuticos específi-cos, donde resulta central; y en poblaciones clínicas, como pacientes con is-quemia cardiaca.

Page 144: Alimentacion Obesidad Jana

1�2

Beneficios y perjuicios del ejercicio físico

El cuerpo del ser humano ha sido diseñado para moverse y es necesario que lo haga con el fin de mantenerse funcional y evitar enfermedades; incluso antes de nacer ya se encuentra en movimiento dentro de la placenta materna. Las con-secuencias de la falta de actividad física son varias. La más evidente es la baja densidad muscular, alta proporción de tejido adiposo, bajo metabolismo basal y propensión a engordar, sobre todo con la edad; por lo que la actividad física pre-viene la aparición de la diabetes tipo 2 (Di Loreto, Fanelli, Lucidi, Murdolo, de Cicco, Parlanti, Ranchelli, Fatone, Taglioni, Santeusanio y de Feo, 2005). Otra conse-cuencia es una menor densidad ósea que con la edad puede conllevar osteoporo-sis (Brown, Burton y Rowan, 2007). Las faltas de elasticidad y fuerza musculares, aunadas a una menor densidad ósea, por falta de ejercicio físico, pueden impli-car lesiones, incluso fracturas, ante pequeños accidentes, como resbalarse en el piso o caer por un tramo pequeño de escaleras (Mikkelsson, Nupponen, Kaprio, Kautiainen, Mikkelsson y Kujala, 2006). El ejercicio ayuda a regular una serie de ciclos hormonales, como la hormona del crecimiento, insulina, tirosina, hormonas sexuales, adrenalina y cortisona. De ahí que la práctica regular y moderada de ejer-cicio físico, junto con una alimentación balanceada, ayuda al crecimiento en niños y adolescentes (Malina, Bouchard y Bar-Or, 2004). Facilita tener un sueño de cali-dad (Paparrigopoulos, Tzavara, Theleritis, Soldatos y Tountas, 2008) y un menor impacto de los estresores (Carmack, Boudreaux, Amaral-Meléndez, Brantley y de Moor, 1999). Asimismo, es un factor de prevención de cáncer de mama (Tehard, Friedenreich, Oppert y Clavel-Chapelon, 2006), cáncer de colon (Slattery, 2004), in-farto (Gaziano, Manson y Ridker, 20007) y demencia vascular (Abbott, White, Ross, Masaki, Curb y Petrovitch, 2004; Larson, Wang, Bowen, McCormick, Teri, Crane y Kukull, 2006).

El ejercicio físico tiene beneficios evidentes para la salud y el bienestar; no obs-tante, su exceso implica perjuicios importantes, como tendinitis, agotamiento mus-cular, calambres y contracturas, alteraciones en el apetito, así como pérdida de peso y deseo sexual y amenorrea. Este exceso de ejercicio puede estar motivado por la práctica de un deporte a nivel de competencia, exigencias laborales inade-cuadas para la edad, algún trastorno alimentario o de la imagen corporal (Hardman y Stensel, 2003; Moral, 2002).

El Departamento Estadounidense de Salud y Servicios Humanos, en 2008, publicó sus guías de actividad física y actualizó la información de sus beneficios. Señalaba que existen evidencias científicas fuertes que la actividad física dismi-nuye el riesgo de muerte temprana, enfermedad coronaria, embolias cerebrales,

Page 145: Alimentacion Obesidad Jana

1�3

presión sanguínea alta, perfil adverso de lípidos en la sangre, diabetes tipo 2, sín-drome metabólico, cáncer de colon y mama; previene el aumento de peso y ayuda a su pérdida; reduce la depresión; mejora funciones cognitivas en adultos mayores y ayuda a estar en buena forma muscular y cardiorrespiratoria. La evidencia es en-tre moderada y fuerte en cuanto a que la actividad física mejora la salud funcional en adultos mayores y reduce la obesidad abdominal. La evidencia es moderada en cuanto a que la actividad física disminuye el riesgo de fracturas de cadera, disminu-ye el riesgo de cáncer pulmonar, disminuye el cáncer de endometrio, incrementa la densidad ósea, mejora la calidad del sueño y ayuda a mantener el peso después de haberlo perdido. Esta organización recomienda una hora diaria de ejercicio físico de intensidad moderada en adultos (usdhhs, 2008).

Recomendaciones sobre el ejercicio físico para niños y adolescentes

La omS (2004) recomienda 30 minutos de actividad regular de intensidad mode-rada casi diaria para mejorar la salud. El Departamento Estadounidense de Salud y Servicios Humanos (2008) sugiere una hora o más de actividad física diaria para ni-ños en edad escolar y adolescentes. La mayor parte de esta hora de actividad debe de incluir ejercicios aeróbicos de intensidad moderada o vigorosa; asimismo, de- be incluirse unos tres días manejo de peso para fortalecer músculos y huesos. No obstante, es necesario motivar a los niños y adolescentes a participar en estas ac-tividades, las cuales deben estar diseñadas de acuerdo a sus edades, de tal forma que las puedan disfrutar.

Tipos de intervenciones para fomentar el ejercicio físico

El incremento de la actividad física y el ejercicio son una de las prioridades que se manejan a nivel mundial para prevenir la obesidad y enfermedades no conta-giosas, como diabetes tipo 2, cardiopatía isquémica y cánceres. Kahn, Ramsey, Brownson, Heath, Howze, Powel, Stone, Rajab, Corso y las Fuerzas de los Servicios Preventivos Comunitarios (2002) realizaron un estudio de meta-análisis de las estrategias de intervención para incrementar la actividad física. Clasifican los distintos tipos de intervenciones en tres categorías:

Page 146: Alimentacion Obesidad Jana

1�4

• De información: Esta categoría incluye campañas a nivel comunitario, mensa-jes en puntos de decisión, campañas en medios de comunicación y temas de salud en los programas académicos.

• De conducta y social: Esta categoría incluye educación física en las escue-las, educación de la salud junto con educación física en universidades, edu-cación de la salud en los salones enfocada a reducir el tiempo de televisión y videojuegos, intervenciones de apoyo social centradas en la familia, interven-ciones de apoyo social en la comunidad, programas de cambio de comporta-mientos de la salud adaptados individualmente.

• De ambiente: Esta categoría incluye la creación de lugares o el mejoramiento de acceso a espacios diseñados para la actividad física, en combinación con una mayor información hacia la población derecho-ambiente de estos servi-cios. Este tipo de intervención involucra los esfuerzos de lugares de trabajo, coaliciones, agencias y comunidades para crear o proveer de acceso a luga-res o instalaciones en donde las personas puedan estar físicamente activas.

Kahn et al. (2002), en su meta-análisis, obtenían que los programas de cam-bio de comportamientos de la salud adaptados individualmente son la modalidad de intervención más eficaz; así el tiempo dedicado a la actividad física se incre-mentaba en 35% y el gasto de energía en 64%. Estos programas enseñan a las personas habilidades de conducta específicas para que puedan incorporar activi-dades físicas de intensidad moderada en sus rutinas diarias. Estas actividades pue-den ser planeadas, como hacer un horario para caminar, o pueden ser espontá-neas, como subir las escaleras cuando se presenta la oportunidad. La mayoría de estas intervenciones se basan en modelos teóricos de cambio de conducta, como el Modelo de Creencias en Salud (léase Becker y Rosenstock, 1987; y la revisión crítica de Moreno y Gil, 2003), la Teoría de la Acción Planeada (Ajzen, Albarracín y Hornik, 2007) y el Modelo Transteorético de Cambio de Conducta (Prochaska y Diclemente, 2005). Todas las intervenciones incluyen el ponerse metas, el monito-reo del progreso hacia las metas, construcción de redes sociales de apoyo, refuer-zos de conducta a través de premiarse a uno mismo, hablarse a sí mismo de forma positiva, técnicas de solución de problemas para mantenerse activo y la prevención de recaídas (sedentarismo). Le siguen en eficacia: la educación física en las escue-las, las intervenciones de apoyo social en la comunidad, la creación de lugares o el mejoramiento de acceso a lugares diseñados para la actividad física; así como campañas a nivel comunitario.

Page 147: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Propuestas políticas de la oms para fomentar el deporte

La omS (1994) realizaba las siguientes recomendaciones para mejorar las políti-cas de fomento del deporte dentro de sus países miembros:

• Formulación y revisión de las políticas públicas. Los gobiernos nacionales y locales deben formular políticas y proporcionar incentivos para garantizar la accesibilidad y seguridad de actividades físicas, como caminar, montar en bi-cicleta u otras formas de ejercicio; en las políticas de transportes se debe in-cluir el uso de medios no motorizados; las políticas relativas al medio laboral deben favorecer la realización de actividades físicas y la creación de instala-ciones deportivas y recreativas que concreten el concepto de “deporte para todos”. Las políticas públicas y la legislación deben proporcionar las posibili-dades de realizar actividades físicas, por ejemplo las disposiciones en materia de transportes, planificación urbana, educación, trabajo, inclusión social y fi-nanciación de la atención de salud que guarde relación con esas actividades.

• Participación comunitaria y creación de entornos favorables. Las estrategias deben orientarse al cambio de las normas sociales y el mejoramiento de la comprensión y aceptación por las comunidades de la necesidad de integrar la actividad física en la vida cotidiana. Es preciso promover la creación de entor-nos que faciliten dicha actividad y establecer infraestructuras de apoyo para aumentar el acceso a instalaciones adecuadas y su utilización.

• Asociaciones. Las secretarías de salud deben tomar la iniciativa de formar asociaciones con organismos pertinentes y con partes interesadas, tanto pú-blicas como privadas, para elaborar conjuntamente un programa y plan de tra-bajo encaminados a promover la actividad física.

• Mensajes públicos claros. Es preciso transmitir mensajes directos y sencillos sobre la cantidad y la calidad de la actividad física necesaria para lograr bene-ficios sanitarios sustanciales.

• Instrumentación en la escuela: Se alienta a las escuelas a impartir educación física todos los días y contar con equipos e instalaciones necesarias para lle-varla a cabo. También se sugiere a los gobiernos que adopten políticas que favorezcan una alimentación saludable en las escuelas y limiten la disponibili-dad de productos con alto contenido de sal, azúcar y grasas.

A las organizaciones de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales, la omS (2004) hace las siguientes recomendaciones.

Page 148: Alimentacion Obesidad Jana

1��

• Liderar la movilización comunitaria y promover la inclusión de la alimentación sana y la actividad física entre las prioridades gubernamentales.

• Apoyar la difusión amplia de información sobre la prevención de las enferme-dades no contagiosas basada en una dieta sana y equilibrada, así como en la actividad física.

• Crear redes y grupos de acción para promover la disponibilidad de alimentos saludables y las posibilidades de realizar actividades físicas, e impulsar y apo-yar programas que fomenten la salud y campañas de educación sanitaria.

• Organizar campañas y otras actividades que propugnen la adopción de medi-das.

• Destacar la función de los gobiernos en la promoción de la salud pública, la alimentación saludable y la actividad física; seguir de cerca los progresos rea-lizados en la persecución de los objetivos; y colaborar con otras partes intere-sadas, por ejemplo, entidades del sector privado, y vigilar su actuación.

• Fomentar activamente la aplicación de la estrategia mundial. • Contribuir a la utilización de los conocimientos y las pruebas científicas.

Las recomendaciones que hace la omS (2004) al sector privado son las siguien-tes:

• Promover los regímenes alimentarios saludables y la actividad física de con-formidad con las directrices nacionales, las normas internacionales y los obje-tivos generales de la estrategia mundial.

• Limitar los contenidos de grasas saturadas, ácidos grasos transhidrogenados, azúcares simples y de sal en los productos existentes.

• Seguir desarrollando y ofreciendo a los consumidores opciones asequibles, saludables y nutritivas.

• Examinar la posibilidad de lanzar nuevos productos que sean más nutritivos.• Proporcionar a los consumidores información adecuada y comprensible sobre

los productos y la nutrición.• Adoptar prácticas de comercialización responsable que apoyen la estrategia

de salud, en particular con la disminución de alimentos con alto contenido de grasas saturadas, ácidos grasos transhidrogenados, azúcares simples y sal, especialmente los dirigidos a los niños.

• Adoptar un etiquetado de los alimentos que sea sencillo, claro y coherente, asimismo, realizar declaraciones sobre las propiedades relacionadas con la salud que estén basadas en pruebas científicas y ayuden a los consumidores

Page 149: Alimentacion Obesidad Jana

1��

a adoptar decisiones fundamentadas y saludables respecto al contenido nutri-tivo de los alimentos.

• Suministrar a las autoridades nacionales información sobre la composición de los alimentos.

• Ayudar a elaborar y poner en práctica programas de promoción de la actividad física.

Política de promoción del deporte en México

En México, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) para lograr las metas propuestas por la omS de incrementar la actividad física ha em-prendido una serie de acciones. En el mes de agosto de 2008, el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, puso en marcha el programa “Actívate, vive mejor” (Conade, 2008), el cual busca promover, a nivel nacional, la actividad físi-ca en toda la población mexicana. Dentro de los objetivos principales se encuentra fortalecer la educación física en las escuelas del país para que todos los niños dedi-quen por lo menos 30 minutos diarios de ejercicio. En segundo lugar se busca pro-mover, en el ámbito laboral, con empresas y sindicatos, que las instituciones públi-cas y privadas integren dentro de su horario de trabajo por lo menos 15 minutos de actividad física al día. En tercer lugar se quiere fomentar el deporte en la sociedad a través de eventos y ferias de actividad física. El Consejo Nacional de Autoridades Educativas aprobó apoyar la práctica de la educación física diaria en las 90 000 es-cuelas primarias del país de las cuales forman parte 25 millones de niños.

Este programa es un gran esfuerzo que el gobierno ha iniciado para incremen-tar la actividad física en el país. Sin embargo, siguiendo las sugerencias de la omS (2004) en la aplicación de programas, las autoridades federales, locales e institu-cionales deben evaluar el efecto derivado del mismo, realizando mediciones an-tes y después de su aplicación. Debe haber una retroalimentación, la cual permitirá mejorar año con año el programa y algún tipo de estandarización en los ejercicios. La estandarización de los ejercicios debe incluir aquellos que se saben son los más efectivos para la población objeto. Se requiere también al Conade que idee un plan para incrementar la actividad física en adultos, basándose en las intervenciones que han sido más efectivas y cuentan con respaldo científico, como las estudiadas por Kahn et al. (2002), donde se destacan los programas de cambio de comporta-mientos de la salud adaptados individualmente y las intervenciones de apoyo social en la comunidad.

Page 150: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Objetivos del estudio empírico presentado

Los objetivos del estudio empírico que se presenta en este capítulo son los 5 si-guientes:

1) Describir las actividades extraescolares de una muestra grande de adoles-centes que son estudiantes de educación media superior en tres ciudades del noreste de México (Ciudad Victoria, Monterrey y Saltillo).

2) Determinar la estructura factorial, consistencia interna y validez concurrente de una escala de actividades extraescolares.

3) Proponer un índice de actividad.4) Realizar comparaciones en el índice de actividad y sus factores por sexos

(mujeres y hombres), ciudades (Ciudad Victoria, Monterrey y Saltillo) y gru-pos de índice de masa corporal (infrapeso, normopeso, sobrepeso y obe-sidad) para establecer perfiles diferenciales. Los grupos de imc se definen por medio de dos criterios: internacionales para menores de 18 años (Cole, Bellizzi, Flegal y Dietz, 2000; Cole, Flegal, Nicholls y Jackson, 2007).

5) Con los datos obtenidos, realizar algunas sugerencias respecto a la inver-sión del tiempo extraescolar de estos jóvenes para mejorar su condición físi-ca y estado de salud.

Método

Revisar el capítulo de aspectos metodológicos para la descripción de la mues-tra, instrumento de evaluación, donde se encuentra la Escala de Actividades Extraescolares (eAe), así como procedimientos de muestreo y traducción. La escala eAe mide hábitos de actividad y ejercicio físico en relación con la inversión del tiem-po fuera de la escuela, procede del cuestionario Predictors of Health Risk Behaviors among Hispanic Adolescents (Czyzewska y Ceballos, 2006). El cuestionario fue de-sarrollado en Estados Unidos de América y aplicado a estudiantes de grado medio superior. La escala de autoinforme está compuesta por 8 reactivos, 6 con un forma-to tipo Likert con 8 puntos de rango (de 1 nunca a 8 más de 20 horas) y 2 preguntas abiertas (una sobre los programas de televisión o temáticas de DVD o vídeos prefe-ridos y la otra sobre gustos de lectura).

Page 151: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Análisis estadísticos

La estructura factorial se determinó, en primer lugar, por análisis factorial ex-ploratorio. Se factorizó por Componentes Principales (pc). Se empleó una rotación para una definición más clara de los componentes factoriales, acudiéndose tanto a un método ortogonal (Varimax) como oblicuo (Promax). Para fijar el número de fac-tores se consideraron varios criterios: Kaiser-Guttman (autovalores iniciales mayo-res a 1), Cattell (punto de inflexión de la curva de sedimentación) e interpretación semántica (Moral, 2006a). En segundo lugar, se contrastó por análisis factorial con-firmatorio el ajuste de los modelos estructurales propuestos con base en el análisis factorial exploratorio. Como método para la estimación de los parámetros del mo-delo se empleó Mínimos Cuadros Generalizados (glS). Se optó por este método al ser más robusto que Máxima Verosimilitud ante la falta de normalidad en las distri-buciones de los reactivos. Los parámetros se estimaron desde la matriz de correla-ciones. Los residuos (delta) se consideraron independientes en el contraste de los modelos.

Para valorar el ajuste de los modelos estructurales propuestos se manejaron 9 índices de bondad ajuste: 4 descriptivos básicos: función de discrepancia (fd), chi-cuadrado de Pearson (χ2), cociente de chi-cuadrado por sus grados de libertad (χ2/gl) y residuo estandarizado cuadrático medio (rms sr), 3 poblacionales basados en la no centralidad: parámetro de no centralidad poblacional (pncp), error cuadrá-tico medio de aproximación (rms ea) e índice de no centralidad de McDonald (McI) y 2 comparativos diseñados para una sola muestra: índice de bondad de ajuste de Jörekog (gfi) e índice ajustado de bondad de ajuste de Jöreskog (agfi). En las Tablas 12 y 13 se indican los valores que reflejan buen o mal ajuste de cada uno de estos índices. Entre ambos se hallarían los valores aceptables (Moral, 2006b).

La consistencia interna se calculó por la alfa de Cronbach. El ajuste de la distri-bución a una curva normal se contrastó por la prueba de Kolmogorov-Smirnov.

Debido a que el índice de actividad enérgica y sus componentes no se ajustaron a una curva normal, los contrastes de tendencia central se realizaron por la prueba U de Mann-Whitney (sexos) y Kruskal-Wallis (ciudades y grupos de imc). La asocia-ción bivariada se calculó por el coeficiente biserial-puntual (rbp) (con sexos), coefi-ciente eta (η) (con ciudades y grupos de imc) y rho de Spearman (rS) (con imc).

El nivel de significación de las pruebas de contraste para rechazar la hipótesis nula se fijó en p≤0.05. Los cálculos se realizaron con SpSS 16 y StAtiSticA 7.

Page 152: Alimentacion Obesidad Jana

1�0

Resultados

Tiempo invertido a la semana por horas en diversas actividades extraescolares

Entre las actividades extraescolares (fuera de la escuela y la tarea escolar) pre-valecen las de tipo sedentario, ocupando en primer lugar, el ver televisión, y en segundo lugar, aquellas que requieren la computadora. Le siguen el ejercicio fí-sico, baile, deportes en equipo y, en último lugar, la lectura. 96% ve la televisión al menos media hora a la semana, 52% entre 1 y 5 horas y 14% al menos 6 horas. El 93% pasa al menos media hora a la semana en actividades extraescolares que implican la computadora, 49% entre 1 y 5 horas y 27% al menos 6 horas. El 50% dice practicar deportes en equipo menos de media hora a la semana o nunca, 45% no realiza nada de ejercicio físico o lo practica menos de media hora, 49% no baila nada o practica baile menos de media hora a la semana. 67% no lee o dedica me-nos de media hora a la semana a la lectura. Las distribuciones de los reactivos son asimétricas positivas (se inclinan hacia valores inferiores al tomar como eje de si-metría el valor de la media, quedando la moda y la mediana por debajo de la me-dia) y aplanadas (salvo la distribución de las actividades de computadora y tele-visión que son mesocúrticas), así ninguna se ajusta a una curva normal (véanse Tabla 1 y Figura 1).

Tabla 1. Distribución de los 6 reactivos de la Escala de Actividad

Hrs/sem.

Deportes Ejercicio Baile Computadora Televisión Lectura

f % f % f % f % f % f %

0 899 28.3 476 15.0 906 28.6 239 7.5 119 3.7 874 27.8

>1/2 703 22.1 948 29.8 637 20.1 551 17.3 531 16.7 1244 39.5

1-2 780 24.5 889 28.0 638 20.1 806 25.3 860 27.1 611 19.4

3-5 359 11.3 419 13.2 536 16.9 716 22.5 778 24.5 240 7.6

6-10 207 6.5 225 7.1 250 7.9 391 12.3 397 12.5 90 2.9

11-14 115 3.6 127 4.0 101 3.2 211 6.6 212 6.7 47 1.5

15-20 75 2.4 65 2.0 47 1.5 118 3.7 142 4.5 20 0.6

>20 40 1.3 31 1.0 57 1.8 149 4.7 136 4.3 22 0.7

Total 3178 100 3180 100 3172 100 3181 100 3175 100 3148 100

Page 153: Alimentacion Obesidad Jana

1�1

Media 2.72 2.93 2.80 3.73 3.85 2.29Mdn 2 3 3 3 4 2Mo 1 2 1 3 3 2DE 1.633 1.496 1.662 1.738 1.654 1.265Sk 1.023 0.988 0.881 0.660 0.720 1.557C 0.722 0.886 0.465 0.039 0.130 3.420ZK-S 10.259 11.710 9.641 9.299 10.345 14.749p 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000Error estándar de la asmetría (EESk) = 0.043 y error estándar de la Curtosis (EEC) = 0.087.

Figura 1. Diagrama de barras y bigotes de los 6 reactivos de la Escala de Actividad.

Se preguntó por los programas que se preferían ver en la televisión. Se realizó un análisis de contenido y se definieron 9 categorías. Entre los programas de tele-visión favoritos prevalecen las series televisivas, películas y telenovelas, lo que re-presenta 57% de las temáticas señaladas (véase Tabla 2). El perfil de preferencias

Tabla 1. (Continuación)

TelevisiónD

VD

, videos

Com

putadora oInternet

Leer

Bailar

Ejercicio físico

Deportes en

equipo

4

2

Page 154: Alimentacion Obesidad Jana

1�2

es diferencial por sexos. Los hombres prefieren los partidos y programas depor-tivos, películas y caricaturas; las mujeres, las telenovelas y las series televisivas (χ2(8, N=2164)=388.4, p<0.001, cc=0.390, v=0.424).

Tabla 2. Distribución del programa de televisión favorito

Tipo de programaHombres Mujeres Totalf % f % f %

Series televisivas 153 18.2 288 21.7 441 20.4Películas 181 21.6 246 18.6 427 19.7Telenovelas 21 2.5 346 26.1 367 17Videos y programas musicales 124 14.8 189 14.3 313 14.5Partidos y programas deportivos 164 19.5 18 1.4 182 8.4Programas cómicos o de entretenimiento 124 14.8 189 14.3 160 7.4Caricaturas 74 8.8 69 5.2 143 6.6Documentales 43 5.1 53 4 96 4.4Noticieros 15 1.8 20 1.5 35 1.6Total 839 100 1325 100 2164 100%Prueba χ2: 0 celdas (.0%) tienen frecuencias esperadas < 5. La frecuencia esperada mínima fue 13.57.

Se preguntó cuál era el tipo de lectura favorito. Se clasificaron las respuestas en 7 categorías. Entre los contenidos de lecturas prevalentes figuraban las nove-las (acción, ficción, romántica, misterio, drama y terror) y revistas (chismes, de jó-venes, deportes, fútbol y coches), lo que presenta 63% de los contenidos señala-dos (véase Tabla 3). También existe un perfil diferencial por sexos en los gustos de lectura, aunque menos marcado que en los gustos televisivos. Las mujeres prefie-ren las novelas, libros de realización personal, cuentos, libros de poesía; los hom-bres prefieren los periódicos, libros técnicos y comics (χ2(7, N=1948)=199.1, p<0.001, cc=0.247, v=0.240).

Tabla 3. Distribución del tipo de lectura favorita

Tipo de programaHombres Mujeres Total

f % f % f %Novelas 268 36.1 561 46.6 829 42.6Revistas 139 18.7 262 21.7 401 20.6Periódicos (fútbol y de noticias) 133 15.2 58 4.8 171 8.8

Page 155: Alimentacion Obesidad Jana

1�3

Libros de texto, técnicos y de historia 82 11 80 6.6 162 8.3Biblia, espirituales y superación personal 43 5.8 94 7.8 137 7.0Cuentos 38 5.1 85 7.1 123 6.3Libros de poesía 19 2.6 50 4.1 69 3.5Historietas, caricaturas y comics 41 5.5 15 1.2 56 2.9Total 743 100 1205 100 1948 100%

Prueba χ2: 0 celdas (.0%) tienen frecuencias esperadas <5. La frecuencia esperada mínima fue 21.36.

Estructura dimensional de la Escala de Actividad

Por la prueba de Bartlett se rechaza la hipótesis nula de equivalencia de la ma-triz de correlaciones a una matriz identidad, es decir, con 1 en la diagonal princi-pal y 0 fuera de la misma, lo que sería el caso de variables independientes (χ2(15,

N=3189)=1955, p<0.001). No obstante, el determinante de la matriz de correlaciones toma un valor de 0.534 y el índice de adecuación de la muestra de Kaiser-Meyer-Olkin de 0.585, lo que refleja que las relaciones entre las variables son más bien pobres. Al ser el determinante menor a 1 y el índice de adecuación de la muestra mayor a 0.50, se puede considerar adecuado la aplicación del análisis factorial. Al revisar la matriz de correlaciones, se observa que todos los coeficientes son signifi-cativos con una p<0.01. El rango de las correlaciones varía de r=0.050 (p=0.003) a r=0.513 (p<0.001), con una media de 0.171 (p<0.001) y una desviación estándar de 0.122 (véase Tabla 4).

Tabla 4. Matriz de correlaciones

(1)Deportes

(2)Ejercicio

(3) Bailar(4)

Computadora(5)

Televisión(2) Ejercicio 0.513**(3) Bailar 0.077** 0.181**(4) Computadora 0.092** 0.135** 0.177**(5) Televisión 0.050** 0.072** 0.111** 0.371**(6) Leer 0.073** 0.177** 0.150** 0.180** 0.213**

*p<0.05, ** p<0.01.

Tabla 3. (Continuación)

Page 156: Alimentacion Obesidad Jana

1�4

Tanto por el criterio de Kaiser (autovalores iniciales mayores de 1) (véase Tabla 5) como por el criterio de Cattell (punto de inflexión de la curva de sedimentación de los autovalores) (véase Figura 2), se pueden definir dos factores que explican 52.8% de la varianza total (véase Tabla 5).

Tabla 5. Varianza total explicada por la solución de dos factores independientes

Compo-nentes

Autovalores inicialesSumas de saturaciones

al cuadrado tras laextracción

Sumas de lassaturaciones al

cuadrado tras la rotación

Total%

Var.%

acum.Total

%Var.

% acum.

Total%

Var.%

acum.1 1.871 31.189 31.189 1.871 31.189 31.189 1.629 27.154 27.1542 1.295 21.579 52.768 1.295 21.579 52.768 1.537 25.614 52.7683 0.908 15.129 67.8964 0.842 14.033 81.9295 0.616 10.266 92.1956 0.468 7.805 100

Método de Factorización: Componentes Principales. Método de rotación: Varimax.

Figura 2. Curva de sedimentación de los 6 autovalores de la escala aee.

Page 157: Alimentacion Obesidad Jana

1��

El primer componente factorial que explica 31.2% de la varianza total, está inte-grado por 4 reactivos (3, 4, 5 y 6) y se puede interpretar como un componente de ac-tividades sedentarias y baile. El segundo componente factorial explica 21.6% de la varianza total, está integrado por 2 reactivos (1 y 2) y se puede interpretar como un componente de ejercicio físico (véase Tabla 6).

Tabla 6. Comunalidades y matriz factorial rotada de la solución de dos factores in-dependientes

ReactivosComunalidades Matriz factorial rotada

Iniciales Finales F1 F25) Ver televisión, DVD o videos 1 0.579 0.756 -0.0824) Computadora 1 0.555 0.745 0.0306) Leer 1 0.323 0.549 0.1463) Bailar 1 0.226 0.421 0.2212) Ejercicio físico 1 0.753 0.154 0.8541) Deportes de equipo 1 0.730 0.023 0.854

Método de Extracción: Componentes Principales. Método de rotación: Varimax. Convergió en 3 itera-ciones.

El resultado es el mismo si la solución se rota por un método oblicuo como Promax (véase Tabla 7). La correlación entre los dos factores es significativa, di-recta y baja (r=0.152, p<0.001), es decir, los factores comparten menos de 3% de la varianza.

Tabla 7. Matrices de patrones y estructural de la solución de 2 factorescorrelacionados

ReactivosMatriz de patrones Matriz estructuralF1 F2 F1 F2

5) Ver televisión, DVD o videos 0.770 -0.136 0.749 -0.0184) Computadora 0.748 -0.021 0.745 0.0936) Leer 0.541 0.110 0.558 0.1923) Bailar 0.405 0.194 0.435 0.2562) Ejercicio físico -0.050 0.860 0.212 0.8641) Deportes de equipo 0.082 0.852 0.081 0.853

Método de Extracción: Componentes Principales. Método de rotación: Promax. Convergió en 3 iteracio-nes.

Page 158: Alimentacion Obesidad Jana

1��

La consistencia interna de los 4 reactivos del primer factor de actividades pa-sivas (3, 4, 5 y 6) es baja (α=0.600) y mejora ligeramente si se elimina el reactivo 3 (bailar) que es el menos consonante por su contenido; no obstante, el valor si-gue siendo bajo (α=0.612). La consistencia interna de los dos reactivos del segun-do factor de actividades enérgicas (1 y 2) es adecuada (α=0.675). Si se le añade el reactivo 3 (bailar), que podría encajar por su contenido, no mejora, por el contrario, disminuye bastante (α=0.499) (véase Tabla 8).

Tabla 8. Correlación total-reactivo corregida y alfa de Cronbach eliminado el reac-tivo

Reactivos rc αi (0.500) Reactivos rc αi (0.675)3) Bailar 0.203 0.512 1) Deportes de equipo 0.368 0.3064) Computadora 0.374 0.346 2) Ejercicio físico 0.470 0.1435) Ver Tv, DVD o videos 0.351 0.373 3) Bailar 0.146 0.6756) Leer 0.260 0.460

rc: correlación total-reactivo corregida (eliminado el reactivo) χi alfa de Cronbach del factor eli-minado el reactivo.

El reactivo 3 (¿cuántas horas a la semana pasas bailando?) es el que está peor representado por la estructura bidimensional (comunalidad final=0.226) (véase Tabla 6), es el menos coherente con el significado dominante del factor (sedenta-rismo), incluso la consistencia interna del factor mejora ligeramente al eliminarlo, pasando de α=0.600 a α=0.612. Así, parece demandar un nuevo factor para su de-finición.

Al forzar la solución factorial a 3 componentes se explica 67.9% de la varianza total. Tras la rotación los tres factores tienen autovalores (sumas de las saturacio-nes al cuadro) mayores a 1. Además, los reactivos 3 y 6 pasan a estar mucho me-jor explicados por esta solución de tres factores. El primer componente factorial tie-ne un autovalor de 1.514, explica 25.2% de la varianza total, está integrado por dos reactivos (1 y 2) y corresponde al componente de ejercicio físico. El segundo com-ponente factorial tiene un autovalor de 1.454, explica 24.2% de la varianza total, está integrado por 2 reactivos (4 y 5) y se puede interpretar como un componen-te de actividades sedentarias relacionadas con estar sentado ante la televisión o computadora. El tercer componente tiene un autovalor de 1.106, explica 18.4% de la varianza total y está definido por dos reactivos (3 y 6), es decir, corresponde a un componente de actividades recreativas expresivas de carácter más femenino (baile

Page 159: Alimentacion Obesidad Jana

1��

y lectura) (véase Tabla 9). La consistencia interna del segundo factor es adecuada (α=0.639), pero baja la del tercero (α=0.256).

Tabla 9. Comunalidades y matriz factorial rotada de la solución de 3 factores inde-pendientes

ReactivosComunalidades Matriz factorial rotada

Iniciales Finales FI FII FIII1) Deportes de equipo 1 0.784 0.884 0.038 -0.0422) Ejercicio físico 1 0.754 0.844 0.072 0.1935) Ver Tv, DVD o videos 1 0.701 -0.004 0.837 0.0014) Computadora 1 0.606 0.081 0.764 0.1263) Bailar 1 0.870 0.055 0.023 0.9316) Leer 1 0.359 0.109 0.403 0.429χ 1.514 1.454 1.106% explicado 25.240 24.228 18.429% acumulado 25.240 49.488 67.896

Método de Extracción: Componentes Principales. Método de rotación: Varimax. Convergió en 4 itera-ciones.

El resultado es el mismo, si la rotación se realiza por un método oblicuo como Promax (véase Tabla 10). La correlación del componente factorial de ejercicio fí-sico con el de actividades recreativas expresivas es significativa, positiva y baja (r=0.190, p<0.001), así como con el componente de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora (r=0.142, p<0.001). La correlación entre el componente factorial de actividades relacionadas con el estar ante la televi-sión o computadora y actividades recreativas expresivas es positiva y baja (r=0.220, p<0.001). Así, el factor de actividades recreativas expresivas está más relacionado con el de sedentarismo que con el de ejercicio físico (véase Tabla 11).

Page 160: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Tabla 10. Matriz de patrones y estructural de la solución de 3 factores correlaciona-dos

ReactivosMatriz de patrones Matriz estructural

FI FII FIII FI FII FIII1) Deportes de equipo 0.902 -0.012 -0.123 0.877 0.089 0.0452) Ejercicio físico 0.838 0.000 0.119 0.861 0.146 0.2785) Ver televisión -0.049 0.857 -0.091 0.055 0.830 0.0884) Computadora 0.029 0.764 0.039 0.146 0.776 0.2133) Bailar -0.030 -0.075 0.951 0.140 0.130 0.9296) Leer 0.050 0.362 0.388 0.175 0.455 0.478

Método de Extracción: Componentes Principales. Método de rotación: Promax. Convergió en 4 iteracio-nes.

Tabla 11. Correlación entre los componentes factoriales

Componentes FI FIIFII 0.142FIII 0.190 0.220

FI: Ejercicio físico, FII: Actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora, FIII: Actividades recreativas expresivas.

A continuación se contrastan 6 modelos por análisis factorial confirmatorio defi-nidos desde los resultados obtenidos en el análisis factorial exploratorio:

• Dos factores independientes con 6 indicadores (2FI-6): El primer factor (F1) de sedentarismo y baile tiene 4 indicadores (3, 4, 5 y 6) y el segundo factor (F2) de ejercicio físico 2 indicadores (1 y 2).

• Dos factores correlacionados con 6 indicadores (2FR-6): Los factores son F1 y F2.

• Dos factores independientes con 5 indicadores (2FI-5): El primer factor (F1r) de sedentarismo tiene 3 indicadores (4, 5 y 6) y el segundo factor (F2) de ejer-cicio físico 2 indicadores (1 y 2). En este modelo no se contempla la variable manifiesta de baile.

• Dos factores correlacionados con 6 indicadores (2FR-5): Los factores son F1r y F2.

Page 161: Alimentacion Obesidad Jana

1��

•Tres factores independientes con 6 indicadores (3FI-6): El primero (FI) de ejer-cicio físico tiene 2 indicadores (1 y 2), el segundo (FII) de actividades relacio-nadas con el estar sentado ante la televisión o computadora también cuenta con dos indicadores (4 y 5). El tercero (FIII) de actividades recreativas expre-sivas igualmente posee dos indicadores (3 y 6).

• Tres factores correlacionados con seis indicadores (3FR-6): Los factores son FI, FII y FIII. Al ejecutar el cálculo la correlación entre el factor de ejercicio físi-co (FI) y el factor de actividades relacionadas con el estar sentado ante la te-levisión o computadora (FII) no era significativa, por lo que se eliminó, así se contemplaron sólo las correlaciones del tercer factor con el primero (FI-FIII) y segundo (FII-FIII).

Con base en los índices, los modelos que presentan mejor ajuste son los de dos factores correlacionados. Entre éstos, el modelo con 5 indicadores posee mejor ajuste que el modelo de 6 indicadores, al ser la prueba de la diferencia de los esta-dísticos de chi-cuadrado significativa (dχ2(8-4=4)=116.180-66.216=49.964, p<0.001). En un rango de buen ajuste aparecen seis índices: fd=0.021, rms sr=0.035, pncp=0.020, McI=0.990, gfi=0.992 y agfi=0.968; y uno en un rango de ajuste ade-cuado (rms ea=0.071). No obstante, el modelo se rechaza por la prueba de chi-cua-drado (χ2(8)=66.216, p<0.001) y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3 (χ2/gl=16.554) (véase Tabla 12).

Tabla 12. Índices de ajuste de 6 modelos

Índicesajuste

Interpretación ModelosMalo Bueno 2FI-6 2FR-6 2FI-5 2FR-5 3FI-6 3FR-6

FD >2 ≤2 0.067 0.037 0.042 0.021 0.115 0.091χ2GLS 208.018 116.180 132.615 66.216 357.449 284.840gl 10 8 6 4 11 8P <0.01 ≥0.05 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000χ2/gl >3 ≤2 20.801 14.522 22.102 16.554 32.495 11.315RMSSR >0.075 ≤0.05 0.086 0.043 0.077 0.035 0.122 0.099PNCP >1 ≤1 0.063 0.035 0.040 0.020 0.111 0.089RMSEA >0.075 ≤0.05 0.080 0.066 0.082 0.071 0.100 0.105McI <0.80 ≥0.90 0.969 0.983 0.980 0.990 0.946 0.957GFI <0.90 ≥0.95 0.978 0.988 0.983 0.992 0.962 0.970AGFI <0.85 ≥0.90 0.953 0.967 0.958 0.968 0.927 0.920

Descriptivos básicos: fd: función de discrepancia, χ2GSL: chi-cuadrado del modelo estimado por glS, gl: grados de libertad, p: probabilidad de χ2, χ2/gl: cociente de chi-cuadrado por sus grados de liberad, y rms sr: residuo estandarizado cuadrático medio. Basados en la no centralidad: pncp: parámetro de no centralidad poblacional, rms ea: error cuadrático medio de aproximación de Steiger-Lind y McI: índice de McDonald. Para una sola muestra: gfi: índice de bondad de ajuste de Jöreskog y agfi: índice ajustado de bondad de ajuste.

Page 162: Alimentacion Obesidad Jana

1�0

Al considerar la consistencia interna muy baja del factor que hemos denomina-do actividades recreativas expresivas (baile y lectura) (α=0.256), donde parecía en-cajar mejor el baile, y que el modelo de dos factores muestra mejor ajuste, si no se contempla el reactivo de baile; se definen nuevos modelos para dar cabida a la ac-tividad de baile. Ahora se introduce un factor general de actividad que determina a los factores de sedentarismo y ejercicio físico. La variable de baile se maneja como una variable manifiesta determinada por el factor general o como un indicador del factor de sedentarismo y baile. La variable de lectura se maneja como un indicador de sedentarismo o como una variable manifiesta determinada por el factor general de actividad. Así, se definen 4 modelos jerarquizados:

• En el primer modelo (FG-2Fy1VM), el factor de actividad determina a los fac-tores de actividad sedentaria (con 3 indicadores: 4, 5 y 6) y de ejercicio físico (con 2 indicadores: 1 y 2), además determina a la variable manifiesta (3: bai-le).

• En el segundo modelo (FG-2Fy2VM), el factor de actividad determina a los factores de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora (con 2 indicadores: 4 y 5) y de ejercicio físico (con 2 indicadores: 1 y 2), además determina a las variables manifiestas: baile (3) y lectura (6).

• En el tercer modelo (FG-2F), el factor de actividad determina a los factores de actividades sedentarias y baile (con 4 indicadores: 3, 4, 5 y 6) y de ejercicio fí-sico (con 2 indicadores: 1 y 2).

• En el cuarto modelo (FG-2Fr), el factor de actividad determina a los factores de actividades sedentarias (con 3 indicadores: 4, 5 y 6) y de ejercicio físico (con 2 indicadores: 1 y 2). En este modelo se elimina la actividad de baile (3).

El modelo que considera un factor general de actividad, el cual determina a los factores de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o com-putadora (con 2 indicadores: 4 y 5) y de ejercicio físico (con 2 indicadores: 1 y 2), así como a las variables manifiestas de baile (reactivo 3) y lectura (reactivo 6) (FG-2Fy2VM) es el que muestra mejor ajuste a los datos (véase Tabla 13).

Page 163: Alimentacion Obesidad Jana

1�1

Tabla 13. Índices de ajuste de 4 modelos jerarquizados

Índicesde ajuste

Interpretación ModelosMalo Bueno FG-2Fy1VM FG-2Fy2VM FG-2F FG-2Fr

FD >2 ≤2 0.027 0.015 0.037 0.021χ2GLS 84.688 47.245 116.180 66.216g.l. 7 7 8 4P <0.01 ≥0.05 0.000 0.000 0.000 0.000χ2/gl >3 ≤2 12.098 6.749 14.522 16.554RMSSR >0.075 ≤0.05 0.034 0.023 0.043 0.035PNCP >1 ≤1 0.025 0.013 0.035 0.020RMSEA >0.075 ≤0.05 0.060 0.043 0.066 0.071McI <0.80 ≥0.90 0.988 0.994 0.983 0.990GFI <0.90 ≥0.95 0.991 0.995 0.988 0.992AGFI <0.85 ≥0.90 0.973 0.985 0.967 0.968

Descriptivos básicos: fd: función de discrepancia, χ2GLS: chi-cuadrado de ml, gl: grados de libertad, p: probabilidad de χ2GSL y rms sr: residuo estandarizado cua-drático medio. Basados en la no centralidad: pncp: parámetro de no centralidad po-blacional, rms ea: error cuadrático medio de aproximación de Steiger-Lind y McI: índice de McDonald. Para una sola muestra: gfi: índice de bondad de ajuste de Jöreskog y agfi: índice ajustado de bondad de ajuste de Jöreskog.

En un rango de buen ajuste aparecen siete índices: fd=0.015, rmssr=0.023, pncp=0.013, rmsea=0.043, McI=0.994, gfi=0.995 y agfi=0.985. Incluso el ajuste es mejor que el modelo de 2 factores correlacionados con 5 indicadores con base en la prueba de la diferencia de los estadístico de chi-cuadrado (dχ2(7-4=3)=66.216-47.245= 18.971, p<0.001) (véase Tabla 13). Todas las vías de determinación de este modelo estructural son significativas. Los parámetros del mismo se pre-sentan en la Tabla 14. No obstante, se rechaza por la prueba de chi-cuadrado (χ2(7)=47.245, p<0.001) y el cociente entre los estadísticos chi-cuadrado y sus gra-dos de libertad es mayor a 3 (χ2/gl=6.749), aunque estos valores son bastante me-nores que los obtenidos con el modelo bifactorial.

Page 164: Alimentacion Obesidad Jana

1�2

Tabla 14. Parámetros de las vías de determinación y sus errores del modelo FG-2Fy2VM

Modelo Parámetro EE t p Error E.E t p(F1)-1->[1] 0.514 0.013 38.941 0.000 0.735 0.014 54.095 0.000(F1)-2->[2] 1.000 0.000 93.73x107 0.000 0.000 0.000(F2)-3->[4] 0.656 0.030 21.851 0.000 0.570 0.039 14.491 0.000(F2)-4->[5] 0.571 0.027 20.797 0.000 0.674 0.031 21.524 0.000(FG)-9->(F1) 0.372 0.026 14.229 0.000 0.861 0.020 44.167 0.000(FG)-10->(F2) 0.610 0.037 16.303 0.000 0.628 0.046 13.785 0.000(FG)-11->[3] 0.390 0.026 14.846 0.000 0.848 0.020 41.404 0.000(FG)-12->[6] 0.479 0.028 17.119 0.000 0.770 0.027 28.672 0.000

(FG): Factor general de Actividad, (F1): Factor de Ejercicio físico, (F2): Actividad sedentaria relacionada con estar sentado ante la televisión o computadora. [1] Deporte de equipo, [2] Ejercicio como correr, na-dar o montar en bicicleta, [3] baile, [4] computadora, [5] ver televisión, DVD o video, [6] lectura.

El índice de actividades extraescolares enérgicas

Desde el modelo estructural con mejor ajuste (FG-2Fy2VM) se debería contem-plar una puntuación total de actividad, otra de ejercicio físico (1+2), otra de activida-des relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora (4+5), otra actividad de baile (3) y otra de actividad de lectura (6). Ya que nuestra intención es tener un puntaje de actividad energética, la puntuación total se obtiene sumando el factor de ejercicio físico y la actividad de baile y restando el factor de actividades re-lacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora y la actividad de lectura.

El coeficiente alfa de Cronbach, con los 6 reactivos estandarizados de la esca-la, es bajo (α=0.554), aunque en un rango aceptable (>0.50) (Nunnally y Bernstein, 1994). La consistencia interna no mejora al eliminar alguno de los 6 reactivos (véa-se Tabla 15). La correlación media intraclase es de 0.551 (IC 95% [0.526, 0.575]), siendo significativamente distinta de cero (F(3121, 1605)=2.225, p<0.001).

Page 165: Alimentacion Obesidad Jana

1�3

Tabla 15. Consistencia interna de los 6 reactivos de la Escala de ActividadesExtraescolares

Cuántas horas a la semana pasas … rc αc

haciendo deportes de equipo 0.268 0.517haciendo otros tipos de ejercicio físico 0.380 0.466bailando 0.233 0.534haciendo alguna actividad que requiera la computadora 0.336 0.483viendo la televisión, DVD o videos 0.283 0.510leyendo 0.272 0.516

rc: Correlación del reactivo con la suma simple del resto de los reactivos de la escala.αc: alfa de Cronbach sin incluir el reactivo.

Las distribuciones del índice, de los dos factores y de los reactivos 3 (baile) y 6 (lectura) no se ajustan a una curva normal. Son distribuciones asimétricas y lep-tocúticas. La asimetría es positiva, es decir, la distribución de las puntuaciones se concentran más en valores por debajo de la media, con la excepción del índice de actividad enérgica que muestra asimetría negativa (véanse Tabla 16 y Figura 3).

Tabla 16. Descriptivos del índice de actividades extraescolares energéticasy sus dos factores

Estadísticos IAE F1 F2 Baile LecturaN 3122 3174 3169 3172 3148Media -1.428 5.647 7.578 2.80 2.29Mediana -1 5 7 3 2Desviación estándar 4.192 2.720 2.808 1.662 1.265Asimetría -0.127 1.039 0.757 0.881 1.557Error estándar de asimetría 0.044 0.043 0.043 0.043 0.044Curtosis 1.173 1.092 .377 .465 3.420Error estándar de Curtosis 0.088 0.087 0.087 0.087 0.087Mínimo -20 2 2 1 1Máximo 17 16 16 8 8ZK-S 4.629 8.277 8.297 9.641 14.749p (bilateral) 0.000 0.000 0.000 0.000 0.000

IAE: índice de actividades extraescolares energéticas, F1: Factor de ejercicio físico, F2: Factor de activi-dades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora.

Page 166: Alimentacion Obesidad Jana

1�4

Figura 3. Histograma del índice de actividades extraescolares enérgicas

Validez convergente: horas de ejercicio a la semana

Se calculan las correlaciones del índice de actividades extraescolares enérgi-cas, sus dos primeros factores, así como de los reactivos de baile y lectura con las horas de ejercicio físico a la semana. Se estiman por el coeficiente rho de Sperman (rS), debido a la falta de normalidad de las variables correlacionadas, así como por el coeficiente r de Pearson, al ser muy utilizado en variables numéricas, aun cuando se viole la normalidad. Se esperan unas correlaciones moderadas y directas con el factor de ejercicio físico e índice de actividades extraescolares enérgicas; directas y bajas con la actividad de baile; e inversas y bajas con el factor de actividades re-lacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora y actividad de lec-tura.

Se confirman las correlaciones significativas, moderadas y directas con el factor de ejercicio físico (rS=0.599, p<0.001) e índice de actividades extraescolares enér-gicas (rS=0.398, p<0.001). La correlación es inversa y muy baja con el factor de ac-tividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora y sólo

Page 167: Alimentacion Obesidad Jana

1��

significativa por el coeficiente rho de Spearman (rS=-0.037, p=0.041). Cuanto más horas se está ante la televisión o computadora, menos horas de ejercicio se ha-cen a la semana, como se esperaba. La actividad de baile resulta independiente de las horas de ejercicio a la semana (rS=0.009, p=0.628). Finalmente, la actividad de lectura sólo presenta correlación significativa por el coeficiente rho de Spearman, como el factor de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora, pero ésta es positiva (rS=0.053, p=0.004). A más actividad física, más tiempo se dedica a la lectura. No obstante, estas tres últimas actividades de-ben considerarse independientes de las horas de ejercicio físico a la semana. Los coeficientes tan bajos y sólo significativos por el método ordinal en el caso del factor de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora y la lectura sugieren que son relaciones espurias. Así, estas actividades sedentarias son realizadas tanto por los estudiantes adolescentes activos como inactivos, de ahí que su tendencia es confusa (véase Tabla 17). Esto es congruente con el hecho de que las correlaciones entre las puntuaciones factoriales, ya sea en la solución de dos o tres factores, son siempre directas. Lo cual seguramente es una característi-ca de la muestra. Con base en el cumplimiento de las expectativas de relaciones di-rectas, se puede afirmar que la escala presenta validez convergente, atribuyendo la violación de las hipótesis de relación inversa a una característica poblacional igno-rada.

Tabla 17. Correlaciones con las horas de ejercicio a la semanaN rS p r p

IAEE 3028 0.398 0.000 0.385 0.000F1 3079 0.599 0.000 0.559 0.000F2 3075 -0.037 0.041 -0.030 0.099Bailar 3078 0.009 0.628 0.018 0.322Leer 3050 0.053 0.004 0.020 0.265

IAE: índice de actividades extraescolares energéticas, F1: Factor de ejercicio físico, F2: Factor de activi-dades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora.

Page 168: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Comparaciones y asociaciones con el Iaee y sus componentes

Por sexos

Hay diferencia significativa en el índice y sus componentes por sexos, salvo en el factor de actividades sedentarias frente a la televisión o computadora. El prome-dio de los hombres en el índice de actividades extraescolares enérgicas es menos negativo, es decir, domina menos las actividades sedentarias; y es más alto en el factor de ejercicio físico. El promedio de las mujeres es más alto en los reactivos de baile y lectura. En el factor de actividades relacionadas con el estar sentado ante televisión o computadora las mujeres promedian más alto, aunque sin diferencia estadísticamente significativa en comparación con los hombres (véase Tabla 18). Así, los hombres son más activos, aunque hay un perfil diferencial de actividad. Los hombres hacen más deporte o ejercicio físico y las mujeres practican más baile o danza. La asociación, por el coeficiente biserial-puntual, varía de moderada-baja (-0.347) a baja (0.072), es decir de 12% de la varianza compartida a menos de 1% (véase Tabla 19).

Tabla 18. Comparación de tendencia central por sexos

SexosDescriptivos U de Mann-Whitney

N RM M DE U Z p

ÍndiceIAEE

Hombres 1327 1710.14 -.7604 4.24298989751 -8.040 0.000Mujeres 1792 1448.82 -1.9235 4.07951

Total 3119 -1.4287 4.18885

F1Ejerciciofísico

Hombres 1361 1962.01 6.7333 2.87230719959.5 -20.222 0.000Mujeres 1810 1303.27 4.8287 2.28012

Total 3171 5.6462 2.71942

F2Tvy PC

Hombres 1357 1561.95 7.5321 2.837521198169.5 -1.157 0.247Mujeres 1809 1599.66 7.6119 2.78464

Total 3166 7.5777 2.80726

BailarHombres 1357 1238.13 2.22 1.527

758742 -18.898 0.000Mujeres 1812 1844.77 3.23 1.629Total 3169 2.80 1.662

LeerHombres 1344 1491.18 1.231 2.37

1100304.5 -4.578 0.000Mujeres 1801 1634.06 2.37 1.286Total 3145 2.29 1.266

Page 169: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Tabla 19. Correlaciones por el índice biserial-puntual con los sexos

IAEE F1 F2 Bailar Leerrbp -0.137 -0.347 0.014 0.299 0.072rbp

2 0.019 0.120 0.000 0.089 0.005p 0.000 0.000 0.428 0.000 0.000N 3119 3171 3166 3169 3145

Género: 1=hombre y 2=mujer, IAEE: Índice de actividades extraescolares energéticas, F1: Factor de ejercicio físico, F2: Factor de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisor o computa-dora.

Por ciudades de residencia

Por ciudades hay diferencia en el índice y todos sus componentes. Los más ac-tivos son los estudiantes encuestados en Ciudad Victoria y los más sedentarios los encuestados en Monterrey. En Ciudad Victoria aparece el promedio menos negati-vo en el índice de actividades extraescolares enérgicas, el más alto en el factor de ejercicio físico y el más bajo en actividades ante la televisión o computadora. Por el contrario, el índice más negativo de actividad aparece en Monterrey, al igual que el promedio más bajo en el factor de ejercicio y el más alto en el factor de tiempo inver-tido ante la televisión o computadora. El promedio de actividad de baile es más alto en Saltillo, pero más bajo en Ciudad Victoria. En Saltillo y Monterrey se dedica más tiempo a la lectura que en Ciudad Victoria (véase Tabla 20). No obstante, la aso-ciación del lugar de residencia y las dimensiones de actividad es baja con base en el coeficiente eta, variando de 0.119 a 0.063, es decir, menos de 2% de la varianza compartida (véase Tabla 21).

Tabla 20. Comparación de tendencia central por ciudades

Actividad CiudadesDescriptivos Kruskal-Wallis

N RM Media DE χ2 gl p

ÍndiceIAEE

C. Victoria 979 1713.36 -0.75 4.014

47.442 2 0.000Monterrey 1156 1445.75 -1.95 4.288Saltillo 987 1546.44 -1.48 4.161Total 3122 -1.43 4.192

Page 170: Alimentacion Obesidad Jana

1��

F1Ejerciciofísico

C. Victoria 997 1676.81 5.90 2.787

14.145 2 0.001Monterrey 1174 1540.66 5.52 2.665Saltillo 1003 1553.56 5.55 2.701Total 3174 5.65 2.720

F2Tv y PC

C. Victoria 991 1426.94 7.16 2.856

50.923 2 0.000Monterrey 1172 1705.43 7.95 2.876Saltillo 1006 1600.40 7.56 2.615Total 3169 7.58 2.808

Bailar

C. Victoria 991 1460.97 2.60 1.669

30.456 2 0.000Monterrey 1176 1617.84 2.85 1.666Saltillo 1005 1673.61 2.93 1.634Total 3172 2.80 1.662

Leer

C. Victoria 986 1412.14 2.08 1.176

50.408 2 0.000Monterrey 1168 1646.40 2.37 1.283Saltillo 994 1651.07 2.39 1.305Total 3148 2.29 1.265

Tabla 21. Correlaciones por el coeficiente eta con las ciudades de residencia

IAEE F1 F2 Bailar Leerη 0.119 0.063 0.117 0.082 0.111η2 0.014 0.004 0.014 0.007 0.012p 0.000 0.002 0.000 0.000 0.000N 3122 3174 3169 3172 3148

IAEE: Índice de actividades extraescolares energéticas, F1: Factor de ejercicio físico, F2: Factor de acti-vidades relacionadas con el estar sentado ante televisión o computadora.

Ya que la distribución de los sexos no es equivalente en las muestras de las tres ciudades, se procede a repetir la comparación de las actividades por ciudades, por una parte en la muestra de mujeres y por otra parte en la muestra de hombres.

En la muestra de hombres (n=1817), se hallan diferencias muy semejantes en-tre las ciudades a las encontradas en la muestra conjunta (N=3189). Así, aparece diferencia estadísticamente significativa tanto en el índice como en sus componen-tes. La única diferencia con la muestra conjunta es que los adolescentes varones de Saltillo promedian ligeramente más alto que los de Ciudad Victoria en el factor ejer-cicio físico. Al igual que en la muestra de hombres y mujeres, el promedio más bajo se ubica entre los adolescentes de Monterrey. Así, los adolescentes menos activos en sus actividades extraescolares son los de Monterey (véase Tabla 22).

Page 171: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Tabla 22. Comparación de tendencia central por ciudades en la muestrade hombres

Actividad CiudadesDescriptivos Kruskal-Wallis Asociación

N RM Media DE χ2 gl p η η2

ÍndiceIAEE

Victoria 485 703.40 -0.406 3.970

15.736 2 0.000 0.094 0.009Monterrey 482 609.94 -1.282 4.302Saltillo 360 683.30 -0.540 4.456Total 1327 -0.760 4.243

F1Ejerciciofísico

Victoria 498 687.79 6.787 2.877

3.259 2 0.196 0.040 0.002Monterrey 493 657.08 6.586 2.842Saltillo 370 703.73 6.857 2.906Total 1361 6.733 2.872

F2Tv y PC

Victoria 494 626.43 7.227 2.942

17.207 2 0.000 0.104 0.011Monterrey 492 729.05 7.904 2.944Saltillo 371 682.62 7.445 2.482Total 1357 7.532 2.837

Bailar

Victoria 493 624.69 2.02 1.414

17.126 2 0.000 0.105 0.011Monterrey 494 702.71 2.32 1.570Saltillo 370 719.71 2.38 1.587Total 1357 2.22 1.527

Leer

Victoria 491 610.30 1.98 1.064

22.243 2 0.000 0.127 0.016Monterrey 490 703.19 2.29 1.301Saltillo 363 715.21 2.32 1.308Total 1344 2.18 1.231

En la muestra de mujeres, el resultado diferencial es semejante. El promedio menos negativo del índice de actividades extraescolares enérgicas aparece entre las adolescentes de Ciudad Victoria y el más negativo entre las adolescentes de Monterrey. El promedio de actividades ante la televisión o computadora más alto se halla entre las adolescentes de Monterrey y el más bajo entre las de Ciudad Victoria. Los promedios de lectura más altos están entre las adolescentes de Saltillo y Monterrey el más bajo entre las adolescentes de Ciudad Victoria. Los pro-medios de las tres muestras de mujeres son equivalentes en ejercicio físico y baile. Así, las adolescentes menos activas en sus actividades extraescolares son las de Monterrey (véase Tabla 23).

Por la congruencia y significación de los perfiles diferenciales entre las ciudades en las dos muestras de los sexos, se puede afirmar que la asociación entre las ciu-dades de residencia y las actividades no es una relación espuria reducible al efecto de los sexos, aun cuando el efecto atribuible a los hombres tome más peso en estos perfiles diferenciales que el atribuible a las mujeres.

Page 172: Alimentacion Obesidad Jana

1�0

Precisamente, al aplicar un análisis de covarianza controlando el efecto de los sexos, el índice de actividades extraescolares energéticas (F(2, 3115)=19.314, p<0.001), el factor de actividades relacionadas con el estar sentado ante la tele-visión o computadora (F(2, 3162)=21.606, p<0.001), así como las actividades de bai-le (F(2, 3165)=4.808, p=0.008) y lectura (F(2, 3141)=17.605, p<0.001) siguen siendo significativos. Sólo el factor de ejercicio físico pierde significación estadística (F(2,

3167)=2.183, p=0.113), siendo el efecto atribuible al sexo.

Tabla 23. Comparación de tendencia central por ciudades en la muestra de mujeres

Actividad CiudadesDescriptivos Kruskal-Wallis Asociación

N RM Media DE χ2 gl p χ χ2

ÍndiceIAEE

Victoria 494 996.87 -1.089 4.032

28.585 2 0.000 0.133 0.018Monterrey 674 835.50 -2.433 4.216Saltillo 624 882.92 -2.034 3.864Total 1792 -1.923 4.079

F1Ejerciciofísico

Victoria 499 944.52 5.012 2.388

3.971 2 0.137 0.050 0.002Monterrey 681 888.11 4.746 2.233Saltillo 630 893.39 4.773 2.238Total 1810 4.829 2.280

F2Tv y PC

Victoria 497 797.53 7.090 2.770

33.920 2 0.000 0.128 0.017Monterrey 680 974.89 7.988 2.829Saltillo 632 914.31 7.617 2.686Total 1809 7.612 2.785

Bailar

Victoria 498 883.79 3.18 1.700

1.609 2 0.447 0.018 0.000Monterrey 682 908.09 3.24 1.625Saltillo 632 922.68 3.25 1.575Total 1812 3.23 1.629

Leer

Victoria 495 809.12 2.18 1.271

23.493 2 0.000 0.089 0.008Monterrey 678 940.92 2.44 1.267Saltillo 628 930.32 2.44 1.304Total 1801 2.37 1.286

Por índice de masa corporal (variable continua) y grupos de imc (cualitativa)

En la muestra conjunta (N=3189), la única correlación lineal significativa del ín-dice de masa corporal (como variable continua) es con el reactivo de la actividad de baile. La correlación es negativa y baja (rS=-0.122, p<0.001). Quienes más horas bailan a la semana, tienen un menor índice de masa corporal. En la muestra de mu-jeres (n=1817), aparte del baile, también es significativa la correlación con el factor

Page 173: Alimentacion Obesidad Jana

1�1

de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora. En las adolescentes, a menos índice de masa corporal, más se baila y más horas se dedican a ver la televisión o estar ante la computadora. En la muestra de hombres (n=1368), todas las correlaciones son significativas, salvo con el factor de activida-des relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora y la activi-dad de lectura. En los adolescentes varones, a menos masa corporal, más se baila, más activo se es y más ejercicio físico se practica (véase Tabla 24). No obstante, to-das estas correlaciones son bajas y coinciden si se calculan por el coeficiente r de Pearson vez de la de rho de Spearman, salvo la significación del factor de activida-des relacionadas con el estar sentado ante la televisión y computadora en la mues-tra de mujeres (r=-0.037, p=0.114).

Tabla 24. Correlaciones del imc con iaee y sus componentes

Total Mujeres HombresN rS p N rS p N rS p

IAEE 2772 -0.018 0.337 1573 -0.022 0.387 1197 -0.078 0.007F1 2814 0.015 0.437 1586 -0.037 0.144 1226 -0.065 0.023F2 2814 -0.034 0.072 1589 -0.057 0.023 1223 0.006 0.835Baile 2812 -0.122 0.000 1589 -0.066 0.008 1221 -0.093 0.001Lectura 2795 -0.010 0.593 1580 0.002 0.946 1213 -0.001 0.967

IAEE: Índice de actividades extraescolares energéticas, F1: Factor de ejercicio físico, F2: Factor de acti-

vidades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora.

En la muestra conjunta (N=3189), al considerar los grupos de índice de masa corporal y estimar las asociaciones por el coeficiente eta, sólo la actividad de bai-le muestra asociación baja y significativa. Al hacer las comparaciones por la prue-ba de Kruskal-Wallis, se observa que los estudiantes con infrapeso y normopeso son los que más bailan y aquéllos con sobrepeso u obesidad los que menos (véase Tabla 25).

Page 174: Alimentacion Obesidad Jana

1�2

Tabla 25. Comparación de tendencia central por grupos de imc

en la muestra conjunta

Grupos de Imc

Descriptivos Kruskal-Wallis AsociaciónN RM Media DE χ2 gl p η η2 p

ÍndiceIAEE

Infrapeso 299 1397.20 -1.32 3.895

5.371 3 0.147 0.047 0.002 0.110Normopeso 1829 1405.36 -1.30 4.155Sobrepeso 501 1312.69 -1.81 4.408Obesidad 143 1381.50 -1.41 5.093Total 2772 -1.40 4.230

F1

Infrapeso 303 1302.18 5.34 2.502

6.303 3 0.098 0.050 0.003 0.067Normopeso 1855 1426.23 5.79 2.777Sobrepeso 507 1397.65 5.67 2.702Obesidad 149 1422.05 5.80 2.850Total 2814 5.72 2.741

F2TV. y PC

Infrapeso 304 1352.45 7.41 2.748

5.001 3 0.172 0.029 0.001 0.485Normopeso 1854 1431.32 7.67 2.754Sobrepeso 507 1373.42 7.61 2.965Obesidad 149 1339.44 7.50 3.035Total 2814 7.62 2.81

Bailar

Infrapeso 304 1533.75 3.07 1.681

44.071 3 0.000 0.113 0.013 0.000Normopeso 1853 1446.45 2.89 1.655Sobrepeso 506 1249.36 2.51 1.590Obesidad 149 1183.64 2.43 1.694Total 2812 2.82 1.658

Leer

Infrapeso 301 1397.54 2.29 1.232

5.300 3 0.151 0.041 0.002 0.201Normopeso 1843 1399.21 2.30 1.270Sobrepeso 505 1432.10 2.36 1.302Obesidad 146 1265.75 2.11 1.187Total 2795 2.30 1.268

Debido al posible efecto de los sexos en la relación entre la actividad y el índice de masa corporal, considerando el mayor porcentaje de mujeres en la muestra to-tal y una composición diferencial de sexos entre las tres muestras de ciudades, se procede a repetir las comparaciones por separado en la muestra de hombres y en la muestra de mujeres, al igual que se hizo con las correlaciones de imc (como varia-ble continua).

Debe señalarse que al realizar un análisis de covarianza, controlando el efec-to de los sexos, las diferencias entre los grupos de imc en la actividad de baile (F(3, 2805)=5.127, p=0.002) siguen siendo significativas.

Page 175: Alimentacion Obesidad Jana

1�3

Al igual que en la muestra conjunta en la muestra de mujeres (N=1817), sólo aparece diferencia y asociación significativas con la actividad de baile. Las adoles-centes que más bailan son las que tienen infrapeso y obesidad y las que menos aquéllas con sobrepeso (véase Tabla 26).

Tabla 26. Comparación de tendencia central por grupos de imc en mujeres

Grupos de Imc

Descriptivos Kruskal-Wallis AsociaciónN RM Media DE χ2 gl p η η2 p

ÍndiceIAEE

Infrapeso 204 796.20 -1.85 3.782

4.190 3 0.242 0.054 0.003 0.205Normopeso 1086 792.59 -1.90 4.049Sobrepeso 225 735.84 -2.40 4.294Obesidad 58 848.34 -1.24 5.648Total 1573 -1.94 4.123

F1Ejerc.físico

Infrapeso 206 776.37 4.72 2.057

4.884 3 0.181 0.055 0.003 0.193Normopeso 1094 809.03 4.95 2.343Sobrepeso 226 740.22 4.63 2.204Obesidad 60 769.85 4.85 2.503Total 1586 4.87 2.296

F2Tv y PC

Infrapeso 207 786.04 7.56 2.701

5.342 3 0.148 0.042 0.002 0.434Normopeso 1094 809.86 7.73 2.745Sobrepeso 227 756.00 7.56 2.994Obesidad 61 704.09 7.21 3.039Total 1589 7.66 2.788

Bailar

Infrapeso 207 852.53 3.43 1.581

8.243 3 0.041 0.067 0.004 0.071Normopeso 1095 794.47 3.23 1.605Sobrepeso 226 733.03 3.04 1.635Obesidad 61 838.93 3.41 1.811Total 1589 3.24 1.617

Leer

Infrapeso 206 808.52 2.42 1.292

1.391 3 0.708 0.033 0.001 0.623Normopeso 1090 784.41 2.36 1.272Sobrepeso 225 811.64 2.47 1.373Obesidad 59 759.50 2.29 1.232Total 1580 2.38 1.287

En la muestra de hombres (N=1368), hay diferencias estadísticamente significa-tivas y asociaciones con el índice de actividades extraescolares enérgicas, el factor de ejercicio físico y la actividad de baile. Los adolescentes varones con normope-so e infrapeso son los que tienen el índice de actividades extraescolares enérgicas menos negativo (más activos) y son los que más bailan. Por el contrario, los que

Page 176: Alimentacion Obesidad Jana

1�4

presentan obesidad o sobrepeso son los que tienen el índice de actividades ex-traescolares enérgicas más negativo (menos activos), hacen menos ejercicio y son los que menos bailan (véase Tabla 27).

Tabla 27. Comparación de tendencia central por grupos de imc (iotf) en hombres

Grupos de Imc

Descriptivos Kruskal-Wallis AsociaciónN RM Media DE χ2 gl p η η2 p

ÍndiceIAEE

Infrapeso 94 635.55 -.20 3.912

13.035 3 0.005 0.111 0.012 0.002Normopeso 743 620.64 -.40 4.149Sobrepeso 275 548.54 -1.36 4.442Obesidad 85 532.70 -1.53 4.707Total 1197 -.69 4.262

F1Ejerc.físico

Infrapeso 96 587.10 6.62 2.841

8.859 3 0.031 0.080 0.006 0.051Normopeso 761 636.46 6.99 2.912Sobrepeso 280 577.32 6.51 2.777Obesidad 89 559.46 6.44 2.904Total 1226 6.81 2.882

F2Tvy PC

Infrapeso 96 544.46 7.10 2.849

3.919 3 0.270 0.050 0.003 0.383Normopeso 760 619.38 7.58 2.766Sobrepeso 279 614.23 7.66 2.947Obesidad 88 614.90 7.70 3.033Total 1223 7.57 2.834

Bailar

Infrapeso 96 606.04 2.29 1.628

22.932 3 0.000 0.127 0.016 0.000Normopeso 758 642.01 2.40 1.603Sobrepeso 279 566.55 2.08 1.413Obesidad 88 490.22 1.75 1.215Total 1221 2.27 1.549

Leer

Infrapeso 94 557.72 2.00 1.037

7.580 3 0.056 0.073 0.005 0.091Normopeso 753 611.50 2.22 1.264Sobrepeso 279 632.89 2.28 1.242Obesidad 87 538.29 1.99 1.146Total 1213 2.20 1.236

Discusión

Valoración de las actividades extraescolares

En el primer capítulo, al estudiar el ejercicio físico en esta muestra de estudian-tes, se halló una media, mediana y moda de 3 días de ejercicio físico a la semana.

Page 177: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Tres cuartos de los participantes realizaban ejercicio al menos media hora cada vez que se ejercitaban. La media era de 4 horas a la semana de ejercicio, siendo la me-diana y moda de 3 horas. El rango variaba de 0 a 17.5 horas. A pesar del prome-dio de 4 horas, 71% de las mujeres y 42% de los hombres eran calificados como inactivos, con base en los criterios del Ensanut 2006 (menos de 4 horas a la se-mana de ejercicio intenso o moderado) (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúlveda, 2007), lo que indicaba un nivel de actividad en estos es-tudiantes más bajo que el de la población de adolescentes mexicanos (59% versus 40%). Como rasgos del ejercicio en el perfil promedio de los participantes se obser-vaba que, la práctica deportiva era solitaria usualmente; se hacía en la casa; y los ejercicios aeróbicos, como correr, trotar, caminar o montar en bicicleta en aparatos de acondicionamiento, eran los más practicados. Le seguían los deportes de com-petencia, como fútbol, baloncesto o beisbol. Llamaba la atención que la escuela no era el lugar que se destacaba más como emplazamiento usual de la práctica de ejercicio, por lo que se recomendaba reforzar la educación física en los planteles de media superior, asimismo crear y mantener parques públicos adecuados para es-tos tipos de ejercicio.

Volviendo a los datos estudiados en este capítulo, en los estudiantes de media superior encuestados prevalecen las actividades extraescolares sedentarias (dos tercios), ocupando en primer lugar el ver televisión, y en segundo lugar, aquellas que requieren la computadora. La actividad física extraescolar a la semana es es-casa, al menos en la mitad de ellos. El 50% dice practicar deportes en equipo me-nos de media hora o nunca, 45% no realiza nada de ejercicio físico o lo practica me-nos de media hora, 49% no baila nada o practica baile (clases) menos de media hora. No obstante, hay que considerar también, la actividad a la que están someti-dos estos adolescentes en relación con los desplazamientos a la escuela (de 5 a 10 horas por semana) y las actividades de deporte obligatorias en los planteles (2 ho-ras a la semana). Si a las niñas y niños de primaria los padres los llevan a la escuela en sus automóviles, las adolescentes y adolescentes de la educación media supe-rior suelen ir por sus propios medios, es decir, van caminando y utilizan el transpor-te público.

Desde los valores de las medianas vamos a integrar estas actividades extraes-colares en el horario promedio (hipotético o figurado) de un estudiante de tiempo completo de media superior, asignando el valor medio del intervalo de horas a cada actividad extraescolar estudiada. El día lo vamos a dividir en tres grupos de 8 ho-ras. Al sueño le vamos a asignar 8 horas diarias. En los planteles los alumnos es-tán unas 30 horas con un máximo de 36 horas, a lo cual habría que sumar una hora y media diaria de desplazamientos, salvo los fines de semana, aunque en algunos

Page 178: Alimentacion Obesidad Jana

1��

bachilleratos hay clases los sábados. Por lo tanto, vamos a considerar que la mitad de las horas de vigilia de lunes a viernes se las pasan en la escuela o en los des-plazamientos. Así, nos restan 8 horas de cada día de diario (de lunes a viernes), es decir, 40 horas; además están las 16 horas de cada día de fin de semana, es decir, 32 horas. A estas 72 horas de vigilia fuera de la escuela y de los desplazamientos relacionados con la escuela, le vamos a restar unas 4 horas diarias dedicadas a la tarea escolar (buen estudiante), lo que representa 28 horas. Nos restan 44 horas. Ahora veamos las actividades extraescolares estudiadas. La mediana de ver tele-visión es 4 (de 3 a 5 horas a la semana), así le corresponde 4 horas a la semana. Las medianas de actividades en computadora, ejercicio físico y baile son 3 (de una a dos horas), lo que les corresponde una hora y media, sumando estas tres modali-dades resultan 4 horas y media. Las medianas de deportes en equipo y lectura son 1, correspondiéndoles media hora, sumando las dos modalidades 1 hora. El total suma 9.5 horas a la semana, 6 horas en actividades más pasivas (63%) y 3.5 en actividades más enérgicas (37%). Lo que resta son 34.5 horas de vigilia fuera de la escuela, de los desplazamientos relacionados con la escuela y las actividades ex-traescolares estudiadas. En este tiempo, los estudiantes tendrán que comer (unas 10 horas a la semana, con aproximadamente hora y media por día), asearse (unas 5 horas a la semana, con aproximadamente media hora por día), realizar tareas de la casa, como hacer su cama, así como arreglar y limpiar su cuarto (2 horas a la sema-na, con aproximadamente un cuarto de hora por día). Esto suman 21 horas, con lo que finalmente restan 13.5 horas para convivir con los amigos y la familia fuera de la escuela, tareas y comidas. En algunos estudiantes habría que sumar actividades laborales que pueden representar hasta 4 horas diarias de lunes a viernes y 16 ho-ras los fines de semana, aunque éstos quedan excluidos de nuestro perfil hipotético de estudiantes de tiempos completos y aplicados a sus estudios. Precisamente, es-tas horas laborales aparecen en detrimento de las horas de estudio, lo que genera fracaso y abandono escolares. La convivencia con los amigos la vamos a conside-rar una actividad física de baja intensidad, ya que en esta etapa evolutiva domina el platicar, ir al cine y pasearse por los centros comerciales, salvo el ir los fines de se-mana a la discoteca, donde la actividad es moderada. Dentro de este horario cons-truido, tenemos 2 horas de deporte en el colegio, 3 horas y media de actividad física extraescolar, 10 horas de desplazamientos (a la escuela y con los amigos), 2 horas de tareas domésticas y unas 4-5 horas de discoteca, lo que suma 22 horas de acti-vidad física a la semana, es decir, un quinto de las horas de vigilia. Lo cual es poco, sobre todo considerando que la adolescencia constituye una de las etapas de la vida más activas en la sociedad actual. El sedentarismo se hará mucho más marca-do en las siguientes etapas de la vida, salvo que se desempeñe un trabajo manual,

Page 179: Alimentacion Obesidad Jana

1��

de ahí la epidemia de sobrepeso y obesidad en los adultos (Sallis, 2000; Telama y Yang, 2000), que en México afecta al 69% (Olaiz et al., 2007).

Volviendo a los datos de actividades extraescolares, estos adolescentes dicen pasar pocas horas a la semana ante la televisión, 52% refiere entre 1 y 5 horas, cuando la mediana en adultos y los niños es de 16 horas por semana (Yarce, 1993). Esto se puede atribuir a las tareas escolares, el convivir con los amigos y al dominio del aparato de televisor por parte de los adultos a la hora de los noticieros y teleno-velas nocturnas, así como al hábito familiar de poner las caricaturas a horas tem-pranas de la tarde para los hermanos más pequeños (Martínez, 2002).

Hernández, Gortmaker, Golditz, Peterson, Laird y Parra (1999), en una muestra de estudiantes de 9 a 16 años de edad de la Ciudad de México, encontraron que és-tos pasaban en promedio 2.4 horas a la semana viendo televisión y 1.7 horas jugan-do videojuegos. A su vez sólo 1.8 horas a la semana realizaban actividades físicas intensas o moderadas. Además, hallaron que el tiempo dedicado a ver televisión incrementaba la probabilidad de obesidad y el tiempo dedicado al ejercicio físico la disminuía. Estos datos coinciden con los presentados, aun cuando los intervalos de edad difieren ligeramente. No obstante, distan más de los datos del Ensanut 2006. Olaiz et al. (2007), en una muestra probabilística de 24 921 adolescentes mexica-nos entre 10 y 19 años de edad, observaron que 51% de los encuestados pasaban más de 12 horas a la semana frente a la televisión y de éstos más de una cuarta parte hasta tres horas por día en promedio. Lo que resulta una mediana mucho más alta que la del presente estudio. Sin embargo, son poblaciones distintas. El Ensanut abarca un rango de edad más amplio e incluye adolescentes que han abandonado los estudios. No obstante, ambos estudios concuerdan en que las horas de ver tele-visión resultan independientes de las horas de actividad física en los adolescentes.

El dedicar gran tiempo a internet tiene un valor social, especialmente en ciuda-des grandes, como Monterrey, donde el acceso a los amigos de la escuela se hace más difícil. Precisamente, en esta ciudad es donde más tiempo se dedica a activi-dades sedentarias ante la computadora con base en nuestros datos. En el conjunto de la muestra, 49% de los estudiantes dedica entre 1 y 5 horas a actividades con la computadora que no tienen que ver con la tarea escolar.

Entre las actividades físicas más practicadas está el ejercicio a nivel individual o de gimnasio, le sigue el baile (clases) y los deportes de equipo. Lo cual refleja que la actividad física realizada en la institución educativa (2 horas por semana) queda corta para las necesidades de estos jóvenes. Con estos complementos extraesco-lares, al menos la mitad cubren la media hora diaria recomendada por la omS (2004), incluso el perfil promedio esbozado completa la hora de ejercicio diaria recomenda-

Page 180: Alimentacion Obesidad Jana

1��

da por el Departamento Estadounidense de Salud y Servicios Humanos (2008). No obstante, en este perfil encajan menos de 40% de los encuestados. De ahí que las autoridades escolares deberían imponer una hora obligatoria de ejercicio de lunes a viernes, incluso actividades voluntarias los sábados y domingos. Así, los estudian-tes podrían invertir su tiempo libre extraescolar en actividades lúdicas, artísticas y culturales que son básicas en su desarrollo humano.

Entre los datos obtenidos destaca el poco tiempo que se dedica a la lectura, 67% no lee o dedica menos de media hora a la semana a la lectura. Esto, en parte, está determinado por el exceso de carga escolar, sin quitar peso al factor cultural de escaso hábito de lectura en los adultos (padres). Los adultos mexicanos suelen leer menos de 3 libros al año, según la Encuesta Nacional de Lectura, mientras que en Canadá, en ese periodo, se leen 17 libros o en Argentina 7. La mediana es de 1 libro por año y la moda es 0 libros al año. Los jóvenes son quienes leen más. El 32% lee textos escolares, 23% novelas, 22% libros de historia, 19% de superación personal y 11% cuentos (Conaculta, 2006). En la muestra de este estudio lo que más se lee, como actividad extraescolar, son novelas (románticas, de aventuras) y revistas (de chismes, juveniles, deportes), es decir, como lecturas fuera de las correspondien-tes a las tareas escolares (libros de texto, fotocopias y apuntes).

Propiedades psicométricas de la Escala de Actividades Extraescolares

Con los seis reactivos de actividades extraescolares se ha intentado definir una escala que hemos denominado Escala de Actividades Extraescolares (eAe). Ésta tiene unas propiedades psicométricas algo débiles. No alcanza una consistencia interna alta (χ≥0.70); y los indicadores de factorización, aunque son aceptables, se presentan en los límites bajos. Los reactivos sí muestran intercorrelación; sobre todo los reactivos de ejercicio físico entre sí, siendo las relaciones más débiles en-tre los reactivos de sedentarismo y baile. Entre los reactivos de actividades seden-tarias, los más correlacionados entre sí, son los dos referentes a actividades ante la televisión y la computadora.

A pesar de esta comunalidad algo pobre, al factorizar por un método exploratorio (componentes principales), con base en el criterio de Kaiser-Guttman o de Cattell y rotar la solución factorial (Varimax o Promax), se definen de forma clara una estruc-tura de dos factores. Por el contenido semántico de los reactivos se esperaría un primer factor de actividad física (ejercicio, deporte y baile) y otro de sedentarismo (televisión, computadora y lectura). El resultado se asemeja bastante a lo espera-do, lo único que no concuerda es la actividad de baile. No se relaciona con el factor

Page 181: Alimentacion Obesidad Jana

1��

de actividad física, sino con el de sedentarismo. Esto se puede deber a un efecto de género, siendo las mujeres las que más bailan y dedican más tiempo a activida-des sedentarias de ocio. Así, se define un primer factor de actividades sedentarias y baile y un segundo factor de ejercicio físico. El resultado es el mismo con distintos métodos de factorización (Ejes principales, Máxima verosimilitud, Mínimos cuadra-dos generalizados, Mínimos cuadrados no ponderados, Alfa o Imagen) y distintos métodos de rotación (Oblimin, Equamax o Quartimax). No obstante, el reactivo de horas dedicadas al baile está mal representado en esta solución de dos factores, al tener una comunalidad final y una carga factorial bajas. Al hacer el cálculo, fijando tres factores, el factor de sedentarismo no sólo pierde el reactivo de baile, sino tam-bién el de lectura. Así, se queda con el núcleo más correlacionado que eran las acti-vidades sedentarias ante la televisión y computadora. El nuevo factor en sí no tiene mucho sentido, ya que agrupa baile y lectura. Se denominó actividades recreativas de expresión artística de naturaleza femenina, al considerar los contenidos de lec-tura dominantes.

Se preguntó por el tipo de lectura favorita. Las novelas eran el contenido de lec-tura más frecuente. Le seguían las revistas, periódicos, libros de texto, manuales técnicos o de historia, biblia, lecturas espirituales o de superación personal, cuen-tos, viñetas cómicas y poesía. Así, parece haber un predominio de gustos femeni-nos con novelas románticas y de aventuras, revistas de chisme y libros de autoayu-da (más de 60% de los contenidos).

Aparte de resultar difícil de interpretar y etiquetar este tercer factor, su consis-tencia interna es muy baja (α=0.256), en un rango inaceptable (α≤0.50) (Nunnally y Bernstein, 1994). En un primer momento parece mejor eliminar el reactivo de baile y considerar una escala de 5 reactivos y dos factores débilmente correlacionados. Precisamente, el análisis factorial confirmatorio lo indica. El modelo con mejor ajus-te es el de dos factores correlacionados, uno de ejercicio físico con dos indicadores y otro de sedentarismo con tres indicadores.

En un intento de definir un nuevo modelo estructural que englobe a los 6 reacti-vos se consideró un factor general de actividad, éste determinaría no sólo a los dos factores que se definen bien por análisis factorial exploratorio (ejercicio físico y se-dentarismo), sino también a la actividad de baile. Se barajaron varias opciones y la que resultó con mejor ajuste contempla un modelo con un factor general de activi-dad que determina al ejercicio físico, las actividades relacionadas con estar senta-do ante la televisión o computadora, la actividad de baile y la actividad de lectura. Así, finalmente, la actividad de lectura tampoco encaja bien ni con las actividades sentado ante televisión o computadora ni con la actividad de baile, demandando un factor propio.

Page 182: Alimentacion Obesidad Jana

1�0

Esta estructura de 4 facetas (ejercicio físico, sentado ante televisión o computa-dora, baile y lectura) jerarquizada a otra de orden superior (actividad) tiene un ajus-te aceptable y una consistencia interna global adecuada (α=0.654), lo que justifica su consideración como escala.

Al rotar la solución de dos factores por un método no ortogonal, se observan que los factores carecen de relación inversa como se esperaría. La correlación entre ejercicio físico y sedentarismo debería ser inversa y se obtiene una directa. El pro-blema no se resuelve con una recodificación de los reactivos de sedentarismo para dar un índice de actividad con mayor gasto de energía. Las saturaciones en ambos factores siempre son positivas y la consistencia interna no mejora tras la inversión de puntuaciones. De ahí que al factor general lo hemos denominado simplemente actividad.

El índice de actividad que estimamos es un artificio al jugar con los signos de las variables. Lo denominamos de actividad enérgica o con mayor consumo de ener-gía. Contribuyen con signo positivo el factor de ejercicio físico y baile y con signo negativo el de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora, así como lectura. Debido a su artificiosidad se manejan a su vez los 4 componentes de la escala. Se debe dar mayor peso al factor de ejercicio que al índice de actividades extraescolares energéticas como indicador de actividad, ya que finalmente las actividades sedentarias las realizan por igual estudiantes activos como inactivos.

Al estudiar la validez concurrente de la escala de actividades extraescolares se confirman las correlaciones directas y moderadas del factor de ejercicio e índice de actividades extraescolares energéticas con las horas de ejercicio a la semana. La correlación del factor de actividades relacionadas con el estar sentado ante la tele-visión o computadora logra una correlación negativa, como se esperaba, pero muy baja y sólo significativa por el coeficiente rho de Spearman. Lo que sugiere que es una relación espuria. Lo mismo debe considerarse con la actividad de la lectura. Su correlación fue muy baja y sólo significativa por el coeficiente rho de Spearman y no por el coeficiente r de Pearson. Por lo tanto, la lectura, junto con la actividad de bai-le, cuya correlación era no significativa, y las actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora deben contemplarse como independien-tes de las horas de ejercicio a la semana (criterio de validez concurrente). Esta in-dependencia está reflejando características de la muestra. El baile parece que es una actividad extraescolar importante sobre todo, en las estudiantes más jóvenes y delgadas de la muestra de Saltillo que hacen muy poco ejercicio. A su vez, las mu-jeres con obesidad son las que más bailan y son bastante activas, pero los hombres con obesidad son los que menos bailan y son los menos activos. Los hombres con

Page 183: Alimentacion Obesidad Jana

1�1

normopeso que son los más activos son los que más bailan. Las mujeres con so-brepeso son las que menos bailan y son las menos activas. La tendencia lineal no es clara, de ahí la falta de relación entre baile y el ejercicio físico. De igual forma que con la lectura, se observa que los estudiantes con sobrepeso son quienes más leen y son los menos activos, seguido de las personas con normopeso que son las más activas. El conjunto de adolescentes con obesidad son quienes menos leen, pero resultan ser bastante activos, sobre todo las mujeres. De ahí nuevamente la falta de relación con el ejercicio físico. Por la confirmación de las expectativas de las rela-ciones positivas y considerando las independencias idiosincrásicas de la muestra, y probablemente de la población, se puede afirmar que la escala de actividades ex-traescolares sí presenta validez convergente con las horas de ejercicio a la semana.

Diferencias por sexos

Al estudiar los sexos se observa un perfil diferencial. Los hombres hacen más ejercicio físico y son más activos. Las mujeres son menos activas, aunque bai-lan más que los hombres; y por otra parte, leen con más frecuencia que los hom-bres. Este perfil diferencial de actividades físicas por sexos es consonante con otros estudios realizados en la misma población de adolescentes, no sólo en Monterrey (Álvarez, 2004; Ceballos, Álvarez y Medina, 2006) y Morelos (Caballero, Hernández, Moreno, Hernández-Girón, Campero, Cruz y Lazcano-Ponce, 2007), sino en otros países, como Estados Unidos de América (Colchico, Zybert y Basch, 2000) y España (Tercedor, 2001), entre otros. Como ya indicamos antes en la dis-cusión, los contenidos de lectura tenían un perfil más femenino. En cuanto al factor de horas a la semana dedicadas a ver televisión o estar ante la computadora no hay diferencias entre hombres y mujeres. También se preguntó por los contenidos que se preferían ver en la televisión. En primer lugar aparecían las series televisivas. Le seguían películas, telenovelas, programas musicales, partidos y programas de-portivos, programas de entretenimiento, caricaturas, documentales y noticieros. El conjunto de contenidos no tenía un claro dominio de género femenino ni masculino, al sopesar las frecuencias de los gustos diferenciales.

Diferencias por ciudades

Al estudiar el perfil diferencial de la escala por ciudades se observa que los es-tudiantes adolescentes de Monterrey son más pasivos y los de Ciudad Victoria los

Page 184: Alimentacion Obesidad Jana

1�2

más activos. Saltillo ocupa un lugar intermedio, aunque es donde más se dedica tiempo extraescolar al baile. En un primer momento la diferencia entre las ciuda-des se podría atribuir a los sexos. La distribución de hombres y mujeres no es esta-dísticamente equivalente en las tres ciudades. En términos de frecuencia absoluta, hay más mujeres en Monterrey y más hombres en Ciudad Victoria. En términos de frecuencia relativa a la ciudad, el mayor dominio femenino aparece en la muestra de Saltillo y el menor dominio en la de Ciudad Victoria. No obstante, el resultado es semejante si la comparación entre las tres ciudades se realiza por separado en la muestra de hombres y en la muestra de mujeres. Las únicas diferencias son que la actividad de baile y ejercicio físico no son diferenciales entre las mujeres de las tres ciudades.

Los hombres y mujeres de Ciudad Victoria poseen el índice de actividades ex-traescolares energéticas más alto, además los hombres de esta muestra son los que hacen más ejercicio en comparación con los hombres de las otras dos ciuda-des; los hombres y mujeres de Saltillo son los que leen más y los hombres de esta muestra son los más bailan en comparación con los hombres de las otras dos ciu-dades; los hombres y mujeres de Monterrey son los poseen el índice de actividades extraescolares energéticas más bajo y las mujeres de esta muestra son las que pa-san más tiempo en actividades relacionadas con el estar sentadas ante la televisión o computadora en comparación con las mujeres de las otras dos ciudades. De ahí que el perfil de actividad diferencial debe atribuirse a usos y costumbres locales, donde influyen las políticas de disposición de espacios públicos. La mayor aglo-meración y dispersión de la ciudad de Monterrey, así como su mayor peligrosidad y costos de vida puede motivar a que los jóvenes estén más recluidos en sus casas, especialmente las mujeres ante la sensibilidad de las familias frente al tema de la inseguridad. Precisamente, la preocupación por la inseguridad era una de las pro-blemáticas más importantes señaladas por los ciudadanos de Monterrey y su zona metropolitana en un estudio de percepción política antes de la selección de 2006 (Moral, González y Ortega, 2009).

Sólo si concedemos más peso al factor de ejercicio físico entre las activida-des extraescolares, el perfil diferencial entre ciudades es atribuible al efecto de los sexos. Al realizar un análisis de covarianza, el efecto de las ciudades deja de ser significativo al emplear como covariante el sexo. A su vez, este factor sólo es dife-rencial en hombres y en la muestra conjunta, pero no en mujeres. Esto es congruen-te con el hecho de que la diferencia en horas a la semana dedicadas al ejercicio físi-co entre las ciudades es una relación espuria atribuible al efecto de los sexos, como se vio en el primer capítulo. No obstante, el baile sigue teniendo un efecto diferen-cial al parcializar la varianza atribuible a los sexos, aun cuando en las mujeres sólo

Page 185: Alimentacion Obesidad Jana

1�3

muestra tendencia a la significación estadística, siendo esta actividad significativa sólo en la muestra de hombres y en la conjunta.

Diferencias por índice de masa corporal

Las correlaciones lineales entre el índice de masa corporal y las variables de ac-tividad son débiles. En la muestra total el imc sólo correlaciona con el baile que es la relación más clara al presentarse tanto en hombres como en mujeres. Los que más bailan tienen menos masa corporal. La correlación con el factor de actividades rela-cionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora sólo es significativa en mujeres. Ven más la televisión y están sentadas más tiempo ante la computado-ra aquellas estudiantes con menor masa corporal. Las correlaciones con el índice de actividades extraescolares energéticas y el factor de ejercicio son significativas sólo en la muestra de hombres. Los hombres con menos masa corporal, hacen más ejercicio y son más activos. Estas correlaciones son muy débiles y esto se debe a que la relación diferencial no es claramente lineal.

Al hacer la comparación por índice de masa corporal las diferencias se remar-can en los factores de actividad, siendo más débiles en los aspectos sedentarios. Los estudiantes con normopeso son más activos y hacen más ejercicio; a su vez, aquéllos con infrapeso son los que bailan más, habiendo una mayor proporción de mujeres en la actividad de baile. Los estudiantes con sobrepeso son los menos ac-tivos. Lo cual refleja claramente en este grupo de edad que la inactividad genera un sobrepeso; por el contrario, la actividad física lo previene. El grupo de obesidad es más complejo, pues seguramente tiene prescripción médica de ejercicio y debe es-tar afectando los aspectos genético-hereditarios en su etiología. Los hombres obe-sos son los menos activos, pero las mujeres obesas tienden a ser las más activas, haciendo al grupo de obesos el segundo más activo en la muestra conjunta.

Por lo tanto, el estilo de vida poco activo en este grupo de edad se refleja esen-cialmente en sobrepeso, es decir, un índice de masa corporal entre 25 y 30. Esta re-lación de la actividad física y el sobrepeso sobre todo, se evidencia en hombres que son más desinhibidos en sus hábitos alimentarios ante los excesos y cuidan me-nos la calidad de su alimentación. Precisamente, las diferencias y asociaciones son más definidas en la muestra de hombres; por el contrario, en la muestra de mujeres, sólo en la actividad de baile hay diferencia estadísticamente significativa, donde las adolescentes obesas bailan más y aquéllas con sobrepeso menos. En horas dedi-cadas al baile le siguen las adolescentes con infrapeso y aquéllas con normopeso. De nuevo, la falta de actividad apunta hacia el sobrepeso. Incluso en la muestra de

Page 186: Alimentacion Obesidad Jana

1�4

hombres se puede afirmar que la inactividad se asocia con la obesidad, pero no así en mujeres.

Conclusiones

Los estudiantes de media superior encuestados son poco activos en su tiempo extraescolar. El ver televisión y estar sentado ante la computadora son las activida-des en las que más tiempo se invierten. Entre las actividades de más gasto energé-tico realizadas destaca el ejercicio físico, como correr, montar en bicicleta, nadar e ir a un gimnasio. En las mujeres también destaca el baile, siendo las mujeres con obesidad e infrapeso las que más bailan.

La realización de ejercicio en las actividades extraescolares se ve reflejado en el imc, cuando no es así el número de horas de ejercicio a la semana (véase ca-pítulo 2). Aquellos adolescentes más pasivos son los que sufren más sobrepeso. Esencialmente la falta de actividad se relaciona con el sobrepeso y la actividad con el normopeso, siendo la relación más definida en el grupo de hombres. Incluso en hombres la falta de ejercicio se relaciona con la obesidad, pero no así en muje-res. La falta de efecto del número de horas de ejercicio a la semana en el índice de masa corporal indica que la actividad física que se hace dentro de los planteles es de mala calidad. Lo que redunda en la necesidad de mejorar la educación física en las escuelas.

Por ciudades aparecen claras diferencias. En Ciudad Victoria los estudiantes son más activos en sus actividades extraescolares y en Monterrey más pasivos. La diferencia no se puede atribuir exclusivamente a una composición diferencial de sexos, ya que al realizar los análisis por separado en hombres y mujeres, los estu-diantes de Monterrey son los más pasivos. Los distintos entornos urbanos tienen su efecto. No obstante, las diferencias en el factor de ejercicio físico extraescolar sí son atribuibles al efecto de los sexos, como indica el análisis de covarianza y el he-cho de que sólo sean diferenciales en la muestra conjunta y en hombres, pero no en mujeres; lo que es consonante con el dato de que la diferencia en horas a la sema-na dedicadas al ejercicio físico entre las ciudades es una relación espuria atribuible al efecto de los sexos.

La escala de actividad de 6 reactivos presentada en este estudio tiene una es-tructura jerárquica de un factor general de actividad que determina un factor de ejer-cicio físico, otro de actividades relacionadas con el estar sentado ante la televisión o computadora, la actividad de baile y la actividad de lectura. Aunque también se pue-de considerar un modelo de dos factores correlacionados, uno de ejercicio físico

Page 187: Alimentacion Obesidad Jana

1��

con dos indicadores y otro de actividades sedentarias con tres indicadores, donde se excluye el reactivo relacionado con la actividad de baile. La consistencia interna es pobre, aunque en un rango aceptable, siendo más alta la del factor de ejercicio fí-sico. Se sugiere un índice de actividades extraescolares enérgicas con la suma del factor de ejercicio y el reactivo de baile menos la suma del factor de sedentarismo, el cual parece útil para estudiar perfiles diferenciales. No obstante, hay que conce-der más peso al factor de ejercicio, no sólo por su mayor consistencia interna, sino por la correlación directa de todas las actividades. Así, las actividades extraesco-lares sedentarias son realizadas tanto por los estudiantes activos como inactivos. De ahí que su resta sea algo artificial. Ante todo, esta escala se podría tomar como punto de partida para desarrollar otra con mejores propiedades métricas, conside-rando la estructura factorial propuesta.

Sugerencias

Se recomienda mejorar la calidad de la materia de educación física en los plan-teles de educación media superior, de tal forma que se haga una hora diaria de ejercicio los días de escuela, sin dejar que sea la actividad extraescolar la que de-limite el efecto sobre la masa corporal; es decir, que la actividad física escolar sea la que tenga el efecto saludable. Asimismo, dentro de la materia de salud, se indi-ca insistir en la importancia del ejercicio físico en este grupo de edad para evitar el sobrepeso presente y la obesidad futura, con las complicaciones que conlleva, como la diabetes tipo 2, hipertensión y mayor riesgo de infarto y cáncer (omS, 2009). Precisamente, la omS (1994) en la instrumentación de la política para el fomento de la actividad física en la escuela sugiere impartir educación física todos los días y contar con equipos e instalaciones necesarias para llevarla a cabo. También su-giere a los gobiernos que adopten políticas que favorezcan una alimentación salu-dable en las escuelas y limiten la disponibilidad de productos con alto contenido de sal, azúcar y grasas.

En el meta-análisis de Kahn et al., (2002) la educación física en las escuelas re-sultaba la segunda intervención más eficaz para cambiar los hábitos de salud. Para mejorar su eficacia sería importante instrumentarla bajo el modelo de la acción pla-neada (Azjen et al., 2007), considerando valores de salud, presión social y percep-ción de control. Estos factores se pueden trabajar en dinámicas y talleres prácticos dentro de la materia de educación para la salud. Incluso se recomienda que la ma-teria deje de llamarse educación física y desarrollo humano; en su lugar sería me-jor denominarla gimnasia y deporte para centrar más sus objetivos y contenidos. No

Page 188: Alimentacion Obesidad Jana

1��

se debe impartir en las aulas, sino en el gimnasio y las canchas deportivas. Debe ser impartida por maestros cualificados de tiempo completo, cuyo contrato exija de-mostrar un alto nivel de acondicionamiento físico y que pueden constituir modelos de identificación. A lo largo de la hora, el alumno debe estar activo, no haciendo fila y recibiendo de forma pasiva instrucciones. Los ejercicios o deportes han de re-sultar estimulantes, lo cual se puede lograr a través de la organización periódica de exhibiciones, torneos y procesos de selección para entrar en el equipo olímpico o nacional. Los planteles deben estar dotados de gimnasios y vestuarios grandes y climatizados, de preferencia ocupando todo el nivel inferior o subterráneo de la construcción. Además, por el perfil deportes señalados, también sería importante acondicionar y mantener parques públicos, seguros y limpios, donde se pueda tro-tar, montar en bicicleta y jugar fútbol y baloncesto. Esta ordenación se debería reali-zar a nivel de colonia dentro de cada municipio urbano.

Page 189: Alimentacion Obesidad Jana

1��

referencIas

Abbott, R. D., L. R. G. White, W. Ross, K. H. Masaki, J. D. Curb y H. Petrovitch (2004), “Walking and dementia in physically capable elderly men”, Journal of American Medical Association, 292(12), pp. 1447-1453.

Ajzen, I., D. Albarracín y R. Hornik (2007), Prediction and Change of Health Behavior: Applying the Reasoned Action Approach, Mahwah, N.J., Lawrence Erlbaum Associates.

Álvarez, J. (2004), Los jóvenes y sus hábitos de salud. Una investigación psicológi-ca e intervención educativa, México, Trillas.

Bagby, R. M., J. D. A. Parker y G. J. Taylor (1994), “The twenty-item Toronto alex-ithymia scale-I. Item selection and cross-validation of the factor structure”¨, Journal of Psychosomatic Research, 38(1), pp. 23-32.

Becker, M. H., y I. M. Rosenstock (1987), “Comparing social learning theory and the health belief model”, en W. B. Ward (ed.), Advances in health education and pro-motion, vol. 2, Greenwich, CT., JAi Press, pp. 245-249.

Brown, W. J., N. W. Burton y P. J. Rowan (2007), “ Updating the evidence on phys-ical activity and health in women”, American Journal of Preventive Medicine, 33(5), pp. 404-411.

Caballero, C., B. Hernández, H. Moreno, C. Hernández-Girón, L. Campero, A. Cruz y E. Lazcano-Ponce (2007), “Obesidad, actividad e inactividad física en adoles-centes de Morelos, México, un estudio longitudinal”, Archivos Latinoamericanos de Nutrición, 57(3), pp. 231-237.

Carmack, C. L., E. Boudreaux, M. Amaral-Meléndez, P. J. Brantley y C. de Moor, (1999), “Aerobic fitness and leisure physical activity as moderators of the stress-illness relation”, Annual of Behavior Medicine, 21(3), pp. 251-257.

Page 190: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Ceballos, O., J. Álvarez y R. E. Medina (2006), “Actividad y condición física en los jóvenes de Monterrey. Diferencias de género”, en O. Ceballos, J. Álvarez, A. Torres y J. Zaragoza (ed.), Actividad física y calidad de vida, Monterrey, NL., Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 53-123.

Ceballos, O., J. A. Pérez, M. Medina, J. Calatayud y J. Segura (2005), “Cómo me-dir la actividad física de los escolares”, en C. García, J. Montalvo, A. Torres, O. Ceballos y J. Álvarez (2005), La actividad física y la psicología del deporte, México, UANL, pp. 119-155.

Colchico K., P. Zybert y C. E. Basch (2000), “Effects of after-school physical activ-ity on fitness, fatness, and cognitive self-perceptions, A pilot study among urban, minority adolescent girls”, American Journal of Public Health, 90, pp. 977-978.

Cole, T., M. C. Bellizzi, K. M. Flegal y W. H. Dietz (2000), “Establishing a Standard definition for child overweight and obesity worldwide, international survey”, British Medical Journal, 320, pp. 1-6.

Cole, T. J., K. M. Flegal, D. Nicholls y A. A. Jackson (2007), “Body mass index cut offs to define thinness in children and adolescents: international survey”, British Medical Journal, 335(7612), pp. 194-195.

Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) (2008), Actívate, vive me-jor, en <http://www.conade.gob.mx/>. [Consultado el 15 de mayo de 2008]

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) (2006), Encuesta nacional de lectura. Informes y evaluaciones, México, Conaculta.

Corbin, C. B., R. P. Pangrazi y B. D. Franks (2005), “Definitions: Health, fitness and physical activity”, President’s Council on Physical Fitness and Sports Research Digest, 3(9), pp. 1-8.

Czyzewska, M. y N. Ceballos (2006), Predictors of health risk behaviors among his-panic adolescents, en <https://synergy.txstate.edu/exchweb/bin/redir.asp?>. [Consultado el 14 de mayo de 2008].

Di Loreto, C., C. Fanelli, P. Lucidi, G. Murdolo, A. de Cicco, N. Parlanti, A. Ranchelli, C. Fatone, C. Taglioni, F. Santeusanio y P. de Feo (2005), “Make your diabetic patients walk: long-term impact of different amounts of physical activity on type 2 diabetes”, Diabetes Care, 28(6), pp. 1295-1302.

Foran, B. (2007), Acondicionamiento físico para deportes de alto rendimiento, Bar-celona, Editorial Hispano Europea.

Garner, D. M. (1991), Eating Disorder Inventory-2. Professional Manual, Odesa, Florida, Psychological Assessment Resources, Inc.

__________ (1998), edi-2. Inventario de trastornos de la conducta alimentaria Manual, Madrid, teA Ediciones.

Page 191: Alimentacion Obesidad Jana

1��

Gaziano, J. M., J. E. Manson y P. M. Ridker (2007), “Primary and secondary pre-vention of coronary heart disease”, en P. Libby, R. O. Bonow, D. L., Mann, D. P. Zipes (eds.), Libby: Braunwald’s heart disease: a textbook of cardiovascular medicine, 8ª ed., Philadelphia, PA., Saunders, pp. 123-140.

Hardman, A. E. y D. J. Stensel (2003), “Hazards of exercise”, en A. E. Hardman y D. J. Stensel (ed.), Physical activity and health: The evidence explained, vol. 1, Part 4, Routlege, Taylor & Frances Group, pp. 225–240.

Hernández, B., S. L. Gortmaker, G. A. Golditz, K. E. Peterson, N. M. Laird, N. M. y S. Parra-Cabrera (1999), “Association of obesity with physical activity, televi-sion programs and other forms of video viewing among children in México City”, International Journal of Obesity, 23(8), pp. 845-854.

Kahn, E. B., L. T. Ramsey, R. C. Brownson, G. W. Heath, E. H. Howze, K. E. Powel, E. J. Stone, M. W. Rajab, P. Corso, y The Task Force on Community Preventive Services (2002), “The effectiveness of interventions to increase physical activity: A systematic review”, American Journal of Preventive Medicine, 22, pp. 73-107.

Larson, E. B., L. Wang, J. D. Bowen, W. C. McCormick, L. Teri, P. Crane y W. Kukull (2006), “Exercise is associated with reduced risk for incident dementia among persons 65 years of age and older”, Annual International Medicine, 144(2), pp. 73-81.

Malina, R. M., C. Bouchard y O. Bar-Or (2004), Growth, Maturation, and Physical Activity, 2ª ed., Champaign, IL., Human Kinetics.

Martínez, I. (2002), TV ¿Quién decide lo que ven tus hijos?, México, Pax.Mikkelsson, L. O., H. Nupponen, J. Kaprio, H. Kautiainen, M. Mikkelsson y U. M.

Kujala (2006), “Adolescent flexibility, endurance strength, and physical activity as predictors of adult tension neck, low back pain, and knee injury: A 25 year fol-low up study”, British Journal of Sports Medicine, 40(2), pp. 107-113.

Moral, J. (2002), “Los trastornos de la conducta alimentaria, un complejo fenómeno biopsicosocial”, Revista de Salud Pública y Nutrición (respyn), [en red] 3(3), en <www.uanl.mx/publicaciones/respyn/iii/ensayos/trastornos.html>. [Consultado el 4 de julio de 2009].

__________ (2006a), “Análisis factorial y su aplicación al desarrollo de escalas”, en R. Landero y M. T. González (ed.), Estadística con spss y metodología de la in-vestigación, México, Trillas, pp. 387-443.

__________ (2006b), “Análisis factorial confirmatorio”, en R. Landero y M. T. González (ed.), Estadística con spss y metodología de la investigación, México, Trillas, pp. 445-528.

Page 192: Alimentacion Obesidad Jana

200

Moral, J., M. E. Ortega y M. González (2009), “Identidad y percepción del ambiente político en Monterrey y su zona metropolitana. Enfoque psicosocial de la elec-ción de 2006”, Polis, 5(002), pp. 20-55.

Moreno, E., y J. Gil (2003), “El modelo de creencias de salud: revisión teórica, con-sideración crítica y propuesta alternativa: hacia un análisis funcional de las creencias en salud”, International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 3(1), pp. 91-109.

Muñiz, J. y R. K. Hambleton (1996), “Directrices para la traducción y adaptación de los tests”, Papeles del Psicólogo, 66, pp. 63-70.

Nunnally, J. C., y I. H. Bernstein (1994), Psychometric theory, 3ª ed., Nueva York, McGraw-Hill.

Olaiz, G., J. Rivera, T. Shamah, R. Rojas, S. Villalpando, M. Hernández y J. Sepúl-veda (2007), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut 2006), Cuernavaca, Morelos, Instituto Nacional de Salud Pública.

Organización Mundial de la Salud (omS) (2004), Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud, Ginebra, Suiza, omS.

__________ (2009), Informe sobre la salud en el mundo 2008, Ginebra, Suiza, omS.Paparrigopoulos, T., C. Tzavara, C. Theleritis, C. Soldatos y Y. Tountas (2008),

“Physical activity may promote sleep in cardiac patients suffering from insom-nia”, International Journal of Cardiology, 134(4), pp. 122-128.

Prochaska J. O., y C. C. DiClemente (2005), “The transtheoretical approach”, en J. C. Norcross y M. R. Goldfried (eds.), Handbook of Psychotherapy Integration, 2ª ed., Nueva York, Oxford University Press, pp. 147-171.

Sallis, J. F. (2000), “Age-related decline in physical activity: a synthesis of human and animal studies”, Medicine and Science in Sports and Exercise, 32(9), pp. 1598-1600.

Slattery, M. L. (2004), “Physical activity and colorectal cancer”¨, Sports Medicine, 34(4), pp. 239-252.

Tehard, B., C. M. Friedenreich, J. M. Oppert y F. Clavel-Chapelon (2006), “Effect of physical activity on women at increased risk of breast cancer: results from the E3N cohort study”, Cancer Epidemiol Biomarkers Prevention, 15(1), pp. 57-64.

Telama, R. y X. Yang (2000), “Decline of physical activity from youth to young adult-hood in Finland”, Medicine and Science in Sports and Exercise, 32(9), pp. 1617-1622.

Tercedor, P. (2001), Actividad física, condición física y salud, Madrid, Gymnos.US Department of Health and Human Services (uSdhhS) (2008), Physical Activity

Guidelines for Americans, Atlanta, GA., uSdhhS.

Page 193: Alimentacion Obesidad Jana

201

Wilmore, J. H., y D. L. Costill (1995), “Exercise standards. Physiology of sport and science. Champaign AhA”, Medical/Scientific Statement Circulation, 91, pp. 580-615.

Yarce, J. (1993), Televisión y familia, México, Minos.

Page 194: Alimentacion Obesidad Jana

202

Page 195: Alimentacion Obesidad Jana

203

IV

factores de rIesgo y proteccIón en háBItos alImentarIos

Joel Zapata SalazarJosé González Tovar

José Moral de la Rubia

Introducción

El capítulo, inicia con una breve revisión de la alimentación como un factor crí-tico en la salud y el crecimiento, así como los cambios que se está sufriendo en los hábitos alimentarios en todos los grupos de edad a nivel internacional, con un de-terioro en la calidad nutricional y desbalance energético, cuando estos hábitos se adquieren de forma temprana en el seno familiar. Estas consideraciones instigan y justifican el estudio de los hábitos alimentarios en adolescentes escolarizados so-bre quienes fácilmente se pueden aplicar programas de educación para la salud. Con estos objetivos en mente se presentan datos sobre frecuencia de comidas al día, frecuencia de ingesta de grupos de alimentos, significados que toma el comer sano y seguimiento de dietas, acudiendo a la muestra de 3189 adolescentes esco-larizados estudiados en este libro. Se determinan los factores de consumo de ali-mentos y se hacen comparaciones por sexos, ciudades y grupos de índice de masa corporal (imc) (definidos con los criterios iotf) (Cole, Bellizzi, Flegal y Dietz, 2000; Cole, Flegal, Nicholls y Jackson, 2007). Se predice índice de masa corporal con es-tos factores, veces que se come al día y variables de actividad física. Finalmente,

Page 196: Alimentacion Obesidad Jana

204

se discuten los datos para hacer algunas sugerencias en el diseño de programas de intervención en esta población.

La dieta como un hábito implicado en la salud y la enfermedad

Los hábitos alimenticios desarrollados en la infancia juegan un papel altamente significativo en la configuración de los patrones alimenticios de la juventud y de la vida adulta. La familia –particularmente la madre– y luego la escuela, ejercen un rol central en dicha conformación conductual.

En 1981, Doll y Peto concluyen que en Estados Unidos más de 35% de las cau-sas de muerte por cáncer son atribuibles a la dieta. En América Latina las cifras no son muy diferentes, aunque en general las mujeres demuestran tener más infor-mación y conciencia de los problemas asociados con el sedentarismo y el mante-nimiento de una dieta inadecuada –agregan más frutas y verduras a su consumo y restan dulces y bocadillos, fundamentalmente por razones estéticas–, en ambos géneros el sobrepeso y la obesidad alcanzan casi al 50% de la población juvenil y adulta.

La edad, la clase social y el nivel de ingreso son variables importantes que se han de considerar. Los cambios metabólicos relacionados con la edad y la incor-poración paulatina al mundo del trabajo favorecen el desarrollo del sobrepeso y la obesidad. Por otra parte, la motivación central para consumir alimento en la clase media y alta se emparenta con la ingesta de alimentos adecuados, la salud y las proporciones adecuadas, en la clase menos favorecidas se relaciona con la subsis-tencia. Por su parte, el nivel de ingreso se encuentra fuertemente ligado a la carac-terización prototípica de la dieta. En hogares con ingresos bajos, la percepción de la comida se establece como una prioridad y actúa bajo esquemas estereotipados no necesariamente balanceados a los que se agrega un conjunto de consumos igual-mente priorizados, tales como el pago de servicios, renta y transporte.

Casi ha transcurrido una década del siglo xxi y se puede observar –no siempre con lucidez– cómo el siglo arrastró elementos de la problemática psicosocial en-raizados profundamente en el último cuarto del siglo xx. Entre ellos la dimensión alimentaria ha ocupado un lugar central, sobre todo por las fuertes implicaciones socioeconómicas y de políticas públicas, interés de los gobiernos sobre todo en Europa a partir del siglo xix (Rappo-Miguez, 2002).

Ante esta realidad se han establecido múltiples vías para el abordaje y explica-ción de los fenómenos psicosociales relacionados con la conducta alimentaria en donde la transdisciplinariedad en los estudios sociales aglutina eclécticamente pa-

Page 197: Alimentacion Obesidad Jana

20�

radigmas emanados de distintas disciplinas y enfoques teórico-metodológicos que facilitan una comprensión integradora del fenómeno de los hábitos de consumo en-quistados en la dinámica del mundo de los jóvenes en el contexto de la postmoder-nidad (Oblitas, 2004). Finalmente la significación en el orden de lo simbólico, social, histórico y cultural, inciden de manera provechosa o adversa en la dieta, la impor-tancia de la misma, los hábitos de consumo asociados con ella y el estilo de vida (Halgin y Krauss-Whitbourne, 2004).

Ante esta realidad se precisa la indagación profunda en aquéllas variables que faciliten la comprensión y desarrollo de los procesos de salud-enfermedad ligados a la conducta alimentaria y que a su vez permitan establecer líneas generales de ca-rácter profiláctico con relación a los trastornos alimenticios que caracterizan a nues-tro tiempo y psicoeducativas en sus distintas formas y modalidades, siendo de gran relevancia la perspectiva del género (Ortíz, Vázquez y Montes, 2005).

El estudio de la conducta alimentaria presenta ciertas dificultades intrínsecas: resulta algo tan natural e innato en el ser humano que pocas veces reparamos en los significados psicológicos y culturales que acarrea consigo. Las conductas rela-cionadas con las elecciones de alimentos, la preparación y presentación de los mis-mos, así como los tiempos dedicados a las comidas sintetizan la historia y los patro-nes idiosincráticos de una civilización, esto es, su ser colectivo.

En nuestros días, la sociedad occidental ve a la lejanía y tal vez con un dejo de nostalgia las décadas en que en los hogares se destinaba gran parte del tiempo co-tidiano a la preparación de alimentos y al fortalecimiento de los lazos familiares y sociales a partir de los espacios dedicados a la comida. Los patrones conductua-les que caracterizan a las sociedades industrializadas favorecen estilos de vida que poco han favorecido el desarrollo de hábitos saludables, tales como el consumo de tabaco y alcohol y el abuso de sustancias, el sedentarismo y la ingesta excesiva de alimentos procesados (Fausto, Valdez, Aldrete y López, 2006). Incluso, ha apa-recido una percepción social de la inseguridad o peligrosidad ante ciertos alimen-tos, en clases sociales bajas por tóxicos, y en las medias y altas por engordadores (Oseguera-Parra, 2004).

De aquí la necesidad de detenernos en las implicaciones emocionales y com-portamentales de la conducta alimenticia que franquean la línea de lo meramen-te nutritivo y la natural dependencia física a los alimentos. Las fuertes relaciones emocionales hacia los alimentos atenuados o magnificados por la cultura, sirven para ilustrar la situación. No extraña que las personas hambrientas manifiesten sig-nos de ansiedad, irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento y desaso-siego; en contraste, una buena comida no sólo se afilia con la idea de plenitud, sino

Page 198: Alimentacion Obesidad Jana

20�

con asociaciones subjetivas de nutrición, bienestar, salud y felicidad (Villaseñor, Ontiveros y Cárdenas, 2006).

En la materia que nos ocupa, la investigación de los hábitos relacionados con el consumo de alimentos es relativamente reciente. De aquí la importancia de la operacionalización y delimitación de nuestro objeto de estudio. En este sentido, los hábitos alimentarios constituyen un conjunto de patrones conductuales referi-dos al rechazo, preferencia, intensidad, tiempo y duración con que se consumen los alimentos como parte de los procesos naturales de subsistencia humana. Dichos patrones se encuentran referidos al contacto y experiencias que las personas ha-yan tenido con los alimentos. La información generada hasta el momento condu-ce a la búsqueda de la formación de dichos patrones en etapas tempranas de la in-fancia, anteriores a los primeros cinco años de vida (Osorio, Weisstaub y Castillo, 2002). Hay evidencia de que las grasas y los sabores dulces resultan my atrayen-tes para los niños pequeños y tal vez se trate de un condicionamiento genético re-forzado desde las etapas de gestación. El feto recibe su primera carga nutritiva a través del fluido amniótico que para el final de la gestación habrá aportado al feto “glucosa, fructosa, ácido láctico, ácido pirúvico, ácido cítrico, ácidos grasos, fos-folípidos, creatinina, urea, ácido úrico, aminoácidos, proteínas y sales” (Menella y Beauchamp, en Marks, Murray, Evans, Willig, Woodall, y Sykes, 2008, p. 140); pos-teriormente, por medio de procesos químico-biológicos y el incipiente desarrollo de los sentidos del olfato y del gusto, la leche materna se convierte en un fuerte condi-cionante para que el niño sea proclive a los sabores dulces.

Por medio del reflejo de succión el niño no sólo se alimenta, sino que además establece los primeros lazos significativos con el mundo de lo social a través de la madre y el reforzamiento consecuente de ésta y las personas significativas en su entorno inmediato. Desde esta perspectiva, la madre ejerce un rol fundamental en la formación inicial de hábitos y la inculturación de conductas alimentarias a los hi-jos. Los ritmos propios de las ingestas del niño, la adaptación paulatina a sabores, olores y texturas sentarán las bases para el desarrollo ulterior de los patrones ali-menticios (Levy, 1999).

La investigación reciente en la formación de hábitos alimenticios en la infancia destaca el papel de los medios masivos de comunicación y las respuestas de los niños, correlacionando la efectividad de las campañas publicitarias de comida con la influencia de las preferencias de compra y consumo de alimentos, marcas y tipos de comida. De este modo se pudieron establecer cuatro líneas generales de ali-mentos: cereales endulzados, golosinas, refrescos y panecillos a los que se agre-gan el juego, la fantasía, la diversión y la novedad. Esa población se vuelve cada

Page 199: Alimentacion Obesidad Jana

20�

día más exigente y demanda productos más vistosos, aunque no necesariamente más nutritivos (Toro, 1996).

Como nicho de mercado, los niños están sometidos a múltiples influencias en donde los estímulos de comida atenazan poderosamente a esta población. Los in-tereses de las empresas transnacionales están moldeando los patrones alimenti-cios de los niños y jóvenes proponiendo dietas menos saludables que los están-dares requeridos para su edad y nivel de actividad física y mental. Los grandes ausentes: la nutrición y la promoción de bienestar integral.

De acuerdo con diversos trabajos (Klepp, 1994; Welten, Kemper, Post, Van Staveren y Twisk, 1997; Pérez y Aranceta, 2001; Dixey, Sahota, Atwal y Turner, 2001), el desarrollo de hábitos alimenticios durante la infancia presenta cierta es-tabilidad en el tiempo e influyen significativamente en los hábitos desarrollados en la adolescencia y la vida adulta. Finalmente la conducta alimentaria guarda una es-trecha relación con las experiencias emocionales de la infancia y cómo dichas ex-periencias son absorbidas e incorporadas a patrones conductuales y cognitivos en-quistados en la personalidad.

Capaldi (1996) propone cuatro procesos básicos de aprendizaje a partir de los cuales el hombre, desde la infancia, desarrolla los condicionantes que orientan las preferencias hacia la comida:

a) Por simple exposición a los estímulos alimenticios.b) Aprendizaje por asociación de sabores, donde los sabores endulzantes ge-

neran vínculos con otros alimentos que los contengan.c) Aprendizaje por asociación sabor/nutriente. Establecida a partir de la estre-

cha relación entre ambas variables. Los estímulos discriminativos favorecen la preferencia de determinada proteína.

d) Aprendizaje de aversión por un sabor: resultado de la interacción entre un estímulo condicionado (el sabor expuesto) seguido por un nuevo sabor (es- tímulo incondicionado de naturaleza aversiva) que producirá respuestas (de-sagradables) no condicionadas.

Partiendo de esta premisa anterior, se revisaron las principales tendencias en materia de hábitos alimenticios en el noreste de México. El interés surge a partir del énfasis que algunas investigaciones han puesto en lo inadecuado de los hábitos ali-menticios de los jóvenes y el consecuente desconocimiento de una dieta balancea-da (Ortega, Requejo, Quintas, Andrés, Redondo y López, 1997; Brook y Tepper, 1997). En México, el problema no se limita a variables cognitivas relacionadas con el desconocimiento de lo que se debe comer para estar sano; la formación de hábi-

Page 200: Alimentacion Obesidad Jana

20�

tos alimenticios guarda una relación estrecha con variables asociadas con factores, como la pobreza, la marginación social y la desnutrición, los cuales se han vuelto constantes en los estudios relacionados con los patrones alimenticios en las últi-mas tres décadas.

Aunque en nuestros días estas variables parecen matizarse, en las últimas dé-cadas se ha observado un aumento importante en el peso promedio de distintas parcelas poblacionales a los que se añaden cambios en la dieta tradicional –influi-da fuertemente por la condición de frontera de los estados del noreste mexicano–, la dinámica poblacional de cada una de estas entidades y los patrones de ejercicio, sobre todo entre poblaciones jóvenes. Elementos aunados a estilos de vida que fa-vorecen poco la práctica de conductas saludables, condicionan fuertemente el de-sarrollo de patologías relacionadas con los hábitos de consumo alimenticio.

Estos signos contrastantes, característicos de las sociedades influidas por la globalización se desarrollan en contextos industrializados, como las que carac-terizan al noreste mexicano. Estas sociedades han sido tipificadas por Egger y Swinburn (1997) como obesogénicas, es decir, promotoras de niveles considera-dos de gordura en la población general. Las variables contextuales, como el nivel promedio de ingreso, las características demográficas, el ritmo de trabajo, la incor-poración de la mujer al mercado laboral y la frecuencia con que se come fuera de casa, refuerzan a nivel individual y promueven la presencia del llamado estilo de ali-mentación obeso, derivado de los estudios realizados hace casi cincuenta años por Ferster, Nurnberger y Levitt (1962) y que aún conservan validez.

Para entender el comportamiento alimenticio de los jóvenes en el noreste mexi-cano, se ha planteado el presente estudio transversal de naturaleza descriptivo-co-rrelacional, inscrito dentro de los trabajos de la investigación acerca de los “Factores psicosociales de riesgo y protección en hábitos de alimentación y actividad física en adolescentes para proponer estrategias psicoeducativas de prevención e in-tervención: Estudio comparativo entre las ciudades de Monterrey, Tamaulipas y Coahuila”. Esta investigación recoge información de distintos aspectos clínicos y socio-demográficos relacionados con la conducta alimenticia y factores asociados en la población juvenil de las capitales de dichos estados. Enseguida se presentan los principales resultados.

Page 201: Alimentacion Obesidad Jana

20�

Resultados

Significados de cuidar la alimentación

Se realizó una pregunta abierta: ¿qué es para ti cuidar la alimentación? Se apli-có un análisis de contenido temático y se definieron 7 categorías de respuestas.

De la muestra, el 35% considera que cuidar la alimentación se relaciona con co-mer alimentos, 16.1% con comer para estar saludable, 13.1% con comer cantida-des adecuadas, esto es, no comer en exceso y comer lo suficiente, 11.7% con co-mer balanceado, balancear los nutrientes, balancear las cantidades, 5.4% con no comer comida chatarra, 4.5% con cuidar la figura, estar delgado y 1.4% de la mues-tra, con comer a las horas debidas. El 12.8% restante no respondió a la pregunta (véase Tabla 1).

Tabla 1. Frecuencias de significado de cuidar la alimentación

¿Qué es cuidar la alimentación? Frecuencia PorcentajeComer alimentos sanos (comer alimentos sanos, co-mer saludable)

1116 35.0%

Comer para estar saludable 515 16.1%Comer cantidades adecuadas (no comer en exceso, comer lo suficiente)

418 13.1%

Comer balanceado (nutrientes y cantidades) 372 11.7%No comer comida chatarra 171 5.4%Cuidar la figura (estar delgado) 144 4.5%Comer a sus horas 44 1.4%Total 2780 87.2%Valores Perdidos 409 12.8%Total 3189 100%

Diferencias por sexos, ciudades y grupos de imc en las definiciones de cuidar la alimentación

Respecto a las implicaciones de cuidar la alimentación asociadas con los sexos, los resultados se muestran en la Tabla 2. Existen diferencias significativas por sexos en el significado otorgado a la alimentación (χ2(6, N=2777)=22.821, p<0.001). Es significativamente mayor la cantidad de mujeres que consideran que cuidar la alimentación es comer alimentos sanos, comer saludable, a la que le corresponde 42.3%, los hombres presentan una frecuencia de 37.1%; por otro lado, es más fre-

Page 202: Alimentacion Obesidad Jana

210

cuente en hombres con 19.4% considerar que cuidar la alimentación es comer para estar saludable, siendo que las mujeres presentan una frecuencia de 17.9%.

De igual manera, es más común en hombres, con un 14.1%, indicar que es co-mer balanceado, balancear los nutrientes y balancear las cantidades, ya que las mujeres tienen una frecuencia de 12.8%; 17.1% de los hombres dicen que cuidar la alimentación es comer las cantidades adecuadas y no comer en exceso, es decir, comer lo suficiente, frente al 13.6% de las mujeres; asimismo, el 6.2% de los hom-bres considera que es cuidar la figura y estar delgado, en comparación con 4.5% de las mujeres.

Tabla 2. Tabulación cruzada de significados de cuidar la alimentación por sexos

¿Qué es cuidar la alimentación?Sexo

TotalHombres Mujeres

Comer alimentos sanos 37.1% 42.3% 40.2%Comer para estar saludable 19.4% 17.9% 18.5%Comer balanceado 14.1% 12.8% 13.3%Comer a sus horas 1.1% 1.8% 1.5%Cuidar la figura (estar delgado) 6.2% 4.5% 5.2%Comer cantidades adecuadas 17.1% 13.6% 15.1%No comer comida chatarra 4.9% 7.1% 6.2%Total 100% 100% 100%

0 celdas (.0%) tienen una frecuencia esperada menor a 5 y la frecuencia esperada mínima es de 17.76.

Existen diferencias significativas por ciudades, en cuanto al significado otorgado a cuidar la alimentación. El 42% de los participantes de Monterrey, 40% de Saltillo y 38% de Ciudad Victoria indican que cuidar la alimentación es comer alimentos sa-nos, comer saludable. De los estudiantes de Ciudad Victoria 25% considera que cuidar la alimentación es comer para estar saludable, así como 17% de Saltillo y 15% de Monterrey. El 14% de los participantes victorianos, 16% regiomontanos y 14% saltillenses indican que para ellos cuidar la alimentación es comer cantida-des adecuadas, es decir, no comer en exceso, comer lo suficiente; por otro lado, los adolescentes que consideran que cuidar la alimentación es comer balanceado, balancear los nutrientes y cantidades de comida, se distribuyen en 8% en Ciudad Victoria, 14% en Monterrey y 16% en Saltillo (véase Tabla 3).

Page 203: Alimentacion Obesidad Jana

211

Tabla 3. Tabulación cruzada de significados de cuidar la alimentación por ciudades

¿Qué es cuidar la alimentación?Ciudad

TotalVictoria Monterrey Saltillo

No comer comida chatarra 6.0% 6.0% 6.5% 6.2%Comer cantidades adecuadas 13.8% 16.4% 14.4% 15.0%Cuidar la figura (estar delgado) 7.3% 5.4% 3.3% 5.2%Comer a sus horas 1.4% .8% 2.7% 1.6%Comer balanceado 8.4% 14.2% 16.4% 13.4%Comer para estar saludable 25.2% 15.2% 17.2% 18.5%Comer alimentos sanos 38.0% 42.1% 39.6% 40.1%

Total 100% 100% 100% 100%

4 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada menor a 5 y la frecuencia esperada mínima es de 11.70.

No se presentan diferencias significativas en la distribución de frecuencias y por-centajes por grupos de imc en cuanto al significado de cuidar la alimentación (χ2(18,

N=2493)=22.846, p=0.197). Los estudiantes encuestados que consideran que cuidar la alimentación es comer alimentos sanos, comer saludable son 40% de los adoles-centes con infrapeso, 41% con sobrepeso, 40% con obesidad y 14% con normope-so. Los adolescentes que consideran el cuidar la alimentación como comer para es-tar saludable representan 20% de participantes con infrapeso, 17% con sobrepeso, 18% con sobrepeso y 19% con imc correspondiente a obesidad. Para el 12% de los estudiantes con infrapeso consideran que cuidar la alimentación es comer balan-ceado, de igual manera lo consideran el 14% con normopeso, 16% de sobrepeso y 11% con obesidad. Por otro lado, 15% de los participantes con sobrepeso, 15% con normopeso, 16% con sobrepeso y 17% con obesidad consideran que cuidar la ali-mentación es comer cantidades adecuadas de comida, no comer en exceso o co-mer lo suficiente. No comer comida chatarra es el significado de cuidar la alimenta-ción para el 7% de la muestra con infrapeso, 65% con sobrepeso, 4% de sobrepeso y 10% con obesidad. Tan solo 2% de los participantes con infrapeso, 1% con nor-mopeso, 1% con sobrepeso y 2% con obesidad otorgan ese significado a comer a sus horas (véase Tabla 4).

Page 204: Alimentacion Obesidad Jana

212

Tabla 4. Tabulación cruzada de significados de cuidar la alimentaciónpor grupos de imc

¿Qué es cuidar la alimentación?Intervalos de Imc

TotalInfrapeso Normopeso Sobrepeso Obesidad

No comer comida chatarra 6.9% 6.0% 4.4% 10.0% 6.3%Comer cantidades adecuadas 14.7% 15.1% 16.5% 17.3% 15.3%Cuidar la figura 4.8% 5.0% 4.9% 11.8% 5.2%Comer a sus horas 1.8% 1.4% 1.1% 1.8% 1.5%Comer balanceado 12.1% 14.3% 15.9% 10.9% 13.7%Comer para estar saludable 19.8% 17.1% 17.6% 19.1% 18.1%Comer alimentos sanos 40.0% 41.0% 39.6% 29.1% 40.0%Total 100% 100% 100% 100% 100%

1 celda (36%) tiene una frecuencia esperada menor a 5 y la frecuencia esperada mínima es de 1.63.

Veces en que se come al día

De la muestra, 3% come una vez al día, 20% dos veces, 52% tres veces, 19% cuatro veces, 5% cinco veces y 1% seis veces (véase Tabla 5). La media, mediana y moda coincide en 3 veces; no obstante, la distribución de las veces que se come al día no se ajusta a una curva normal (ZK-S=13.282, p<0.001), siendo marcada-mente leptocúrtica.

Hay diferencia de sexos en las medias de veces que se come al día, ya sea que contraste por la t de Student (t(2272)=4.123, p<0.001) o U de Mann-Whiney (U=575342, ZU=-4.110, p<0.001). Los hombres comen en promedio más veces que las mujeres (véase Tabla 6).

Tabla 5. Frecuencia de veces que se come al día

Frecuencia Porcentaje Porcentaje acumuladoUna vez 64 2.8% 2.8%Dos veces 451 19.8% 22.6%Tres veces 1195 52.5% 75.1%Cuatro veces 437 19.2% 94.3%Cinco veces 111 4.9% 99.2%Seis veces 19 0.8% 100%Total 2277 100%

Page 205: Alimentacion Obesidad Jana

213

Tabla 6. Comparación de medias de las veces en que comen al día por sexos

SexosDescriptivos Levene t de Student

N Media DE F p t gl pHombres 978 3.15 0.832

0.042 0.837 4.123 2272 0.000Mujeres 1296 2.99 0.904

Hay diferencias significativas en los promedios de veces que se come al día por ciudades (k-w: χ2(2, N=2277)=7.352, p=0.025). En Saltillo se come más veces que en Monterrey; el promedio de Ciudad Victoria toma un valor intermedio (véase Tabla 7).

Tabla 7. Contraste de tendencia central de las veces que se come al díapor ciudades

Ciudades N Media DE Rango medio K-W: χ2 gl pC. Victoria 878 3.04 0.810 1140.64

7.352 2 0.025Monterrey 571 3.00 0.911 1085.40Saltillo 828 3.12 0.918 1174.23Total 2277 3.06 0.877

Hay diferencias significativas en el promedios de veces que se come al día por grupos de índice de masa corporal (k-w: χ2(2, N=2003)=16.114, p=0.001). Las per- sonas con infrapeso y normopeso son las que comen con más frecuencia al día y aquéllas con obesidad son las que comen con menos frecuencia (véase Tabla 8).

Tabla 8. Contraste de tendencia central de las veces que se come al díapor grupos de imc

Grupos Imc N Media DE Rango medio K-W: χ2 gl pInfrapeso 209 3.25 0.858 1105.61

16.114 3 0.001Normopeso 1328 3.07 0.901 1004.52Sobrepeso 367 3.01 0.818 971.66Obesidad 99 2.87 0.791 861.89Total 2003 3.07 0.879

Page 206: Alimentacion Obesidad Jana

214

Las correlaciones (por el coeficiente de Spearman) de las veces que se come al día son significativas, inversas y débiles con el índice de masa corporal (rS=-0.116, p<0.001) y la frecuencia con que se han hecho dietas (rS=-0.133, p<0.001). Sin em-bargo, las veces que se come al día es independiente de las definiciones de cuidar la alimentación (χ2(6, 1969)=7.281, p=0.296). Las personas que comen más veces al día consumen con más frecuencia, al mes, frijoles, legumbres, verduras, frutas, ce-real y huevos, lo que son alimentos sanos, aunque las asociaciones son débiles (véase Tabla 9).

Tabla 9. Correlaciones entre veces que se come al día y frecuencia de consumo de alimentos

Grupos de alimentosCuántas veces al día comes

N rS pCarne 2259 0.017 0.414Huevos 2265 0.045 0.033Leche 2255 0.061 0.004Cereal 2237 0.047 0.026Pescado 2222 0.041 0.051Frutas 2250 0.052 0.013Verduras 2232 0.054 0.011Papitas y fritos 2230 -0.018 0.384Frijoles 2231 0.075 0.000Hamburguesas, tortas, hot-dogs 2221 -0.021 0.318Refrescos 2218 0.015 0.470Legumbres 2256 0.073 0.001

Realización de dietas

La distribución de frecuencias en las que los participantes indican haber reali-zado dietas de adelgazamiento muestra que 63.3% de los participantes indica que nunca ha hecho dietas, 19% afirma que cuando menos en una ocasión, 12.8% va-rias veces y sólo 3% refiere que muchas veces ha hecho dietas de adelgazamiento. El 1.5% no responde a la pregunta (véase Tabla 10).

Page 207: Alimentacion Obesidad Jana

21�

Tabla 10. Distribución de frecuencias de las dietas de adelgazamiento

¿Has hecho dietas de adelgazamiento? Frecuencia PorcentajeMuchas veces 95 3.0%Varias veces 407 12.8%Una vez 620 19.4%Nunca 2018 63.3%Total 3140 98.5%Valores perdidos 49 1.5%Total 3189 100%

Las mujeres han hecho con más frecuencia dieta que los hombres (ZU=-14.609, p<0.001) (véase Tabla 11).

Tabla 11. Diferencias de tendencia central en frecuencia de dietas por sexos

Sexos N Rango medio Suma de Rangos U ZU pHombres 1341 1336.26 1791922.5

892111.5 -14.609 0.000Mujeres 1796 1742.78 3130030.5

Los estudiantes regiomontanos son quienes más dietas hacen y los victorianos quienes menos (Kruskal-Wallis: χ2(2, N=3140)=6.681, p=0.035) (véase Tabla 12). La di-ferencia es significativa si se controla el efecto del sexo por AncovA (F(2, 3133)=3.328, p=0.036).

Tabla 12. Diferencias de tendencia central en frecuencia de dietas por ciudades

Ciudades N Rango medio χ2 gl pC. Victoria 984 1528.47

6.681 2 0.035Monterrey 1164 1613.60Saltillo 992 1561.61

Los estudiantes con obesidad o sobrepeso han hecho más dietas que aquéllos con infrapeso o normopeso (k-w: χ2(2, N=2787)=175.587, p<0.001) (véase Tabla 13).

Page 208: Alimentacion Obesidad Jana

21�

Tabla 13. Diferencias de tendencia central en frecuencia de dietaspor grupos de imc

Grupos Imc IOTF N Rango medio χ2 gl pInfrapeso 305 1112.01

175.587 3 0.000Normopeso 1837 1342.61Sobrepeso 497 1637.88Obesidad 148 1794.05

Frecuencia de consumo de alimentos

En el último mes, 41% de los participantes consumió carne una vez por semana, 32% cada tres días, 16% una vez por semana, 8% diariamente y 2% nunca. El 1% no proporcionó ninguna respuesta (véase Tabla 14).

Tabla 14. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de carne

Frecuencia del consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 270 8.5%Cada 3 días 1019 32.0%Una vez por semana 1299 40.7%Menos de una vez por semana 517 16.2%Nunca 54 1.7%Total 3159 99.1%Valores perdidos 30 0.9%Total 3189 100%

En el último mes, 32% de los participantes consumió huevos una vez por sema-na, 28% cada tres días, 20% menos de una vez por semana, 13% diariamente y 6% nunca. El 1% no respondió (véase Tabla 15).

Page 209: Alimentacion Obesidad Jana

21�

Tabla 15. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de huevos

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 432 13.5%Cada 3 días 895 28.1%Una vez por semana 1012 31.7%Menos de una vez por semana 634 19.9%Nunca 187 5.9%Total 3160 99.1%Valores perdidos 29 0.9%Total 3189 100%

En el último mes, 41% consumió leche, menos de una vez por semana, 27% dia-riamente, 14% una vez por semana, 12% cada tres días y 5% nunca. El 1% no res-pondió (véase Tabla 16).

Tabla 16. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de leche

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 859 26.9%Cada 3 días 391 12.3%Una vez por semana 442 13.9%Menos de una vez por semana 1304 40.9%Nunca 157 4.9%Total 3153 98.9%Valores perdidos 36 1.1%Total 3189 100%

En el último mes, 27% de la muestra tiene un consumo de cereal de menos de una vez por semana, 24% una vez por semana, 20% come cereal diariamente, 21% cada tres días y 6% nunca. El 2% no respondió (véase Tabla 17).

Page 210: Alimentacion Obesidad Jana

21�

Tabla 17. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de cereal

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 653 20.5%Cada 3 días 663 20.8%Una vez por semana 768 24.1%Menos de una vez por semana 863 27.1%Nunca 181 5.7%Total 3128 98.1%Valores perdidos 61 1.9%Total 3189 100%

En el último mes, 32% de los estudiantes encuestados consumió pescado cada tres días, 24.5% una vez por semana, 18% nunca, 12 % diariamente y 11% menos de una vez por semana. El 2.5% no respondió (véase Tabla 18).

Tabla 18. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de pescado

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 388 12.2%Cada 3 días 1025 32.1%Una vez por semana 781 24.5%Menos de una vez por semana 353 11.1%Nunca 561 17.6%Total 3108 97.5%Valores perdidos 81 2.5%Total 3189 100%

En el último mes, 32% consumen menos de una vez por semana fruta, 24% una vez por semana, 22% diariamente, 19% cada tres días y 2% nunca. El 1% no res-pondió (véase Tabla 19).

Page 211: Alimentacion Obesidad Jana

21�

Tabla 19. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de frutas

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 688 21.6%Cada 3 días 608 19.1%Una vez por semana 770 24.1%Menos de una vez por semana 1025 32.1%Nunca 54 1.7%Total 3145 98.6%Valores perdidos 44 1.4%Total 3189 100%

En el último mes, 29% de los participantes ha comido verduras menos de una vez por semana, 25% una vez por semana, 20% cada tres días, 19% diariamente y el 5% nunca. El 2% no respondió (véase Tabla 20).

Tabla 20. Distribución de Frecuencias del consumo en el último mes de verduras

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 588 18.4%Cada 3 días 655 20.5%Una vez por semana 806 25.3%Menos de una vez por semana 915 28.7%Nunca 158 5.0%Total 3122 97.9%Valores perdidos 67 2.1%Total 3189 100%

En el último mes, 28% ha comido papitas y fritos una vez por semana, 27% cada tres días, 22% menos de una vez por semana, 15% diariamente y 6% nunca. El 2% no respondió (véase Tabla 21).

Page 212: Alimentacion Obesidad Jana

220

Tabla 21. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de papitasy fritos

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 469 14.7%Cada 3 días 860 27.0%Una vez por semana 901 28.3%Menos de una vez por semana 689 21.6%Nunca 203 6.4%Total 3122 97.9%Valores perdidos 67 2.1%Total 3189 100%

En el último mes, 28% consumió frijol menos de una vez por semana, 26% una vez por semana, 22% cada tres días, 19% diariamente y 3% nunca. El 2% no res-pondió (véase Tabla 22).

Tabla 22. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de frijoles

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 599 18.8%Cada 3 días 696 21.8%Una vez por semana 837 26.2%Menos de una vez por semana 889 27.9%Nunca 102 3.2%Total 3123 97.9%Valores perdidos 66 2.1%Total 3189 100%

En el último mes, 40% de los encuestados reporta que su consumo de comida rápida, como hamburguesas, tortas y hot dogs, fue de cada tres días, 29.4% indica que una vez por semana, 12.4% diariamente, 10.4% una vez por semana y 5.3% nunca. El 2.5% no respondió (véase Tabla 23).

Page 213: Alimentacion Obesidad Jana

221

Tabla 23. Distribución de frecuencias del consumo en el último mesde hamburguesas, tortas, hot dogs

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 394 12.4%Cada 3 días 1275 40.0%Una vez por semana 938 29.4%Menos de una vez por semana 331 10.4%Nunca 170 5.3%Total 3108 97.5%Valores perdidos 81 2.5%Total 3189 100%

En el último mes, 35% de la muestra total indica que su consumo de refrescos fue de menos de una vez por semana, 22% diariamente, 17% una vez por semana, 16% cada tres días y 8% no consumió este producto. El 2% no respondió (véase Tabla 24).

Tabla 24. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de refrescos

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 702 22.0%Cada 3 días 505 15.8%Una vez por semana 528 16.6%Menos de una vez por semana 1116 35.0%Nunca 254 8.0%Total 3105 97.4%Valores perdidos 84 2.6%Total 3189 100%

En el último mes, 27% de la muestra no consumió legumbres, 26% cada tres días, 22% una vez por semana, 14% diariamente y 10% menos de una vez por se-mana. El 1% no respondió (véase Tabla 25).

Page 214: Alimentacion Obesidad Jana

222

Tabla 25. Distribución de frecuencias del consumo en el último mes de legumbres

Frecuencia de consumo Frecuencia PorcentajeDiariamente 433 13.6%Cada 3 días 859 26.9%Una vez por semana 689 21.6%Menos de una vez por semana 313 9.8%Nunca 862 27.0%Total 3156 99.0%Valores perdidos 33 1.0%Total 3189 100%

Con base en los promedios de frecuencia de consumo más altos y porcentajes de nunca consumido en el mes más bajos, los alimentos más consumidos son car-ne, hamburguesas, frutas, frijoles, huevos y cereal. Los menos consumidos son le-gumbres, refresco y pescado. No obstante, entre aquellos que lo consumen, los promedios de consumo de legumbres y pescado son los más altos (cada 3 días), al igual que el de las hamburguesas. En los restantes alimentos el promedio es de 3 (una vez a la semana). En porcentajes de consumo diario, destacan la leche, fruta, refresco y hamburguesas que se aproximan a un cuarto de la muestra; le siguen ce-real y frijoles, con un quinto de la muestra (véase Tabla 26).

Tabla 26. Resumen para la valoración de consumo de alimentos

Grupos de alimen-tos

Nunca en último

mesDiariamente

Media de frecuenciade consumo en la

muestra

Media entre quie-nes

lo consumieronCarne 2% 8% 3.30 3.34Huevos 6% 13% 3.24 3.38Leche 5% 27% 3.16 3.27Cereal 6% 20% 3.24 3.38Pescado 18% 12% 3.10 3.57Frutas 2% 22% 3.27 3.31Verduras 5% 19% 3.19 3.31Papitas 6% 15% 3.23 3.38Frijoles 3% 19% 3.26 3.33Hamburguesas 5% 22% 3.45 3.59Refrescos 8% 22% 3.09 3.28Legumbres 27% 14% 2.90 3.62

Page 215: Alimentacion Obesidad Jana

223

Diferencias en la frecuencia de consumo de alimentos por frecuencia de dietas, grupos de Imc, sexos y ciudades

No se encuentran diferencias significativas según la frecuencia en que los estu-diantes realizan dietas de adelgazamiento, distribuidos en los grupos de nunca, una vez, varias veces y muchas veces (variable de comparación), en cuanto a las me-dias de frecuencia de consumo de alimentos en el último mes (variables compara-das) (véase Tabla 27).

Tabla 27. Contraste de tendencia central de la frecuencia de consumo de alimentos por frecuencia en que se han hecho dietas

Grupos dealimentos

Has hecho dietas N Rango medioKruskal-Wallis

χ2 gl p

Carne(N=3117)

Nunca 2004 1564.03

4.770 3 0.189Una vez 613 1584.07Varias veces 406 1536.26Muchas veces 94 1386.44

Huevos(N=3119)

Nunca 2005 1553.16

4.037 3 0.257Una vez 616 1571.45

Varias veces 403 1609.73

Muchas veces 95 1419.05

Leche(N=3111)

Nunca 2003 1576.11

3.795 3 0.284Una vez 613 1508.94

Varias veces 402 1545.42

Muchas veces 93 1478.85

Cereal(N=3086)

Nunca 1989 1545.73

1.146 3 0.766Una vez 603 1563.76

Varias veces 400 1514.17

Muchas veces 94 1491.07

Pescado(N=3067)

Nunca 1970 1541.25

0.848 3 0.838Una vez 606 1506.03

Varias veces 399 1543.29

Muchas veces 92 1522.68

Page 216: Alimentacion Obesidad Jana

224

Frutas(N=3103)

Nunca 1995 1567.36

3.656 3 0.301Una vez 613 1548.68Varias veces 401 1511.15Muchas veces 94 1421.87

Verduras(N=3081)

Nunca 1979 1552.37

6.571 3 0.087Una vez 608 1555.33Varias veces 404 1511.65Muchas veces 90 1325.83

Papitas(N=3082)

Nunca 1982 1547.75

6.248 3 0.100Una vez 606 1552.30Varias veces 401 1545.31Muchas veces 93 1321.52

Frijoles(N=3083)

Nunca 1985 1539.16

1.807 3 0.613Una vez 605 1543.47Varias veces 402 1575.90Muchas veces 91 1444.47

Hamburguesas(N=3068)

Nunca 1973 1545.75

4.072 3 0.254Una vez 601 1496.26Varias veces 400 1564.92Muchas veces 94 1413.49

Refrescos(N=3065)

Nunca 1961 1538.54

.674 3 0.879Una vez 605 1538.41Varias veces 404 1507.28Muchas veces 95 1493.65

Legumbres(N=3115)

Nunca 2002 1544.56

1.450 3 0.694Una vez 613 1574.30Varias veces 407 1589.55Muchas veces 93 1601.87

Por la prueba de Kruskal-Wallis, se registran diferencias significativas por gru-pos de imc en las medias de frecuencia de consumo de alimentos en el último mes, sólo en dos categorías: huevos (k-w: χ2(3, N=2802)=12.037, p=0.007) y frijoles (k-w: χ2(3, N=2772)=10.086, p=0.018) (véase Tabla 28).

Tabla 27. (Continuación)

Page 217: Alimentacion Obesidad Jana

22�

Tabla 28. Contraste de tendencia central de frecuencia de consumopor grupos de imc

Alimentos Grupos Imc N Rango medio K-W: χ2 gl p

Carne(N=2802)

Infrapeso 301 1316.69

5.542 3 0.136Normopeso 1849 1401.17Sobrepeso 503 1438.78Obesidad 149 1451.09

Huevos(N=2802)

Infrapeso 303 1276.95

12.037 3 0.007Normopeso 1848 1405.15Sobrepeso 503 1471.86Obesidad 148 1371.76

Leche(N=2796)

Infrapeso 302 1351.24

5.275 3 0.153Normopeso 1842 1386.96Sobrepeso 502 1442.56Obesidad 150 1487.93

Cereal(N=2775)

Infrapeso 303 1382.61

0.702 3 0.873Normopeso 1829 1381.75Sobrepeso 497 1402.29Obesidad 146 1428.86

Pescado(N=2761)

Infrapeso 298 1470.96

4.830 3 0.185Normopeso 1817 1374.81Sobrepeso 499 1353.78Obesidad 147 1367.56

Frutas(N=2790)

Infrapeso 297 1362.02

2.967 3 0.397Normopeso 1841 1385.92Sobrepeso 502 1445.34Obesidad 150 1412.58

Verduras(N=2769)

Infrapeso 299 1375.41

2.480 3 0.479Normopeso 1822 1371.67Sobrepeso 499 1426.82Obesidad 149 1427.18

Papitas(N=2767)

Infrapeso 300 1362.95

.685 3 0.877Normopeso 1818 1384.97Sobrepeso 502 1401.51Obesidad 147 1355.20

Frijoles(N=2772)

Infrapeso 299 1262.46

10.086 3 0.018Normopeso 1825 1402.24Sobrepeso 499 1419.77Obesidad 149 1331.24

Page 218: Alimentacion Obesidad Jana

22�

Hamburguesas(N=2758)

Infrapeso 297 1439.09

4.138 3 0.247Normopeso 1823 1385.08Sobrepeso 491 1332.27Obesidad 147 1347.66

Refrescos(N=2752)

Infrapeso 292 1328.64

7.388 3 0.061Normopeso 1821 1360.12Sobrepeso 492 1435.86Obesidad 147 1475.84

Legumbres(N=2798)

Infrapeso 304 1435.91

1.608 3 0.658Normopeso 1839 1401.44Sobrepeso 506 1387.89Obesidad 149 1340.69

Por análisis de varianza, también sólo se obtienen diferencias en la frecuencia de consumo de huevos (F(3, 2798)=3.473, p=0.015) y frijoles (k-w: χ2(3, N=2772)=10.086, p=0.018) (F(3, 2768)=3.104, p=0.026). Las comparaciones múltiples a posteriori se realizan por la prueba de Tukey-Snedecor, Se encuentra que, en el consumo de huevos, el grupo de infrapeso tiene mayor consumo que el de sobrepeso; en la in-gesta de frijol, los participantes de normopeso y sobrepeso consumen más que aquéllos con infrapeso (véase Tabla 29).

Tabla 29. Prueba HSD de Tukey-Snedecor para comparaciones múltiples post hoc

Variable depen-diente

(I) Grupos Imc (J) Grupos ImcDiferencia

(I-J)Error estándar Sig.

Consumo en el último mes de huevos

InfrapesoNormopeso -0.172 0.068 0.054Sobrepeso -0.253* 0.079 0.008Obesidad -0.130 0.109 0.635

NormopesoInfrapeso 0.172 0.068 0.054Sobrepeso -0.081 0.055 0.451Obesidad 0.042 0.093 0.970

SobrepesoInfrapeso 0.253* 0.079 0.008Normopeso 0.081 0.055 0.451Obesidad 0.123 0.102 0.623

ObesidadInfrapeso 0.130 0.109 0.635Normopeso -0.042 0.093 0.970Sobrepeso -0.123 0.102 0.623

Tabla 28. (Copntinuación)

Page 219: Alimentacion Obesidad Jana

22�

Consumo en el último mes de frijoles

InfrapesoNormopeso -0.198* 0.071 0.029Sobrepeso -0.224* 0.084 0.038Obesidad -0.098 0.115 0.831

NormopesoInfrapeso 0.198* 0.071 0.029Sobrepeso -0.026 0.058 0.970Obesidad 0.100 0.097 0.732

SobrepesoInfrapeso 0.224* 0.084 0.038Normopeso 0.026 0.058 0.970Obesidad 0.126 0.107 0.639

ObesidadInfrapeso 0.098 0.115 0.831Normopeso -0.100 0.097 0.732Sobrepeso -0.126 0.107 0.639

* La diferencia de medias es significativa a p=0.05.

Por la prueba de Kruskal-Wallis, existen diferencias significativas por ciudades en la frecuencia en el consumo en el último mes de los 12 grupos de alimentos: carne, huevos, leche, cereal, pescado, frijol, frutas, verduras, así como de alimentos cha- tarra tales como fritos, hamburguesas, refrescos y legumbres. Tamaulipas prome-dia más alto, con la excepción de pescado, legumbres y hamburguesas. El pro- medio más alto en el consumo de pescado aparece en Monterrey; y en legumbres y hamburguesas, en Saltillo (véase Tabla 30).

Tabla 30. Análisis comparativo de Kruskal-Wallis por ciudades para el consumo de 12 alimentos

Alimentos Ciudad N Rango medioKruskal-Wallis

χ2 gl p

CarneTamaulipas 991 2046.89

449.477 2 0.000Monterrey 1172 1280.93Saltillo 996 1467.37

HuevosTamaulipas 990 2149.92

612.567 2 0.000Monterrey 1172 1262.65Saltillo 998 1388.91

LecheTamaulipas 989 2368.56

1253.586 2 0.000Monterrey 1170 1095.52Saltillo 994 1356.15

CerealTamaulipas 981 2126.34

609.543 2 0.000Monterrey 1168 1222.02Saltillo 979 1410.11

Tabla 29. (Continuación)

Page 220: Alimentacion Obesidad Jana

22�

PescadoTamaulipas 972 1266.39

161.587 2 0.000Monterrey 1168 1728.66Saltillo 968 1633.66

FrutasTamaulipas 981 2358.16

1179.941 2 0.000Monterrey 1174 1111.17Saltillo 990 1342.65

VerdurasTamaulipas 979 2198.36

791.892 2 0.000Monterrey 1157 1166.28Saltillo 986 1392.92

PapitasTamaulipas 984 1919.93

252.608 2 0.000Monterrey 1160 1338.75Saltillo 978 1465.08

FrijolesTamaulipas 989 2294.84

1046.448 2 0.000Monterrey 1165 1129.72Saltillo 969 1333.75

HamburguesasTamaulipas 982 1393.46

57.004 2 0.000Monterrey 1157 1588.77Saltillo 969 1676.78

RefrescosTamaulipas 971 2221.62

908.988 2 0.000Monterrey 1156 1108.77Saltillo 978 1414.25

LegumbresTamaulipas 990 1448.66

32.827 2 0.000Monterrey 1173 1614.02Saltillo 993 1665.99

Se reportan diferencias significativas por sexo en el consumo en el último mes de huevos, leche, cereal, pescado, frutas, verduras, frijol y refrescos. Los prome-dios son más altos en los hombres. Por otro lado, existe equivalencia entre hom-bres y mujeres en el consumo de carne, frituras y legumbres (véase Tabla 31).

Tabla 31. Análisis comparativo por la U de Mann-Whitney entre hombres y mujeres para el consumo de 12 alimentos

Alimentos Sexo NRangomedio

Suma derangos

U de Mann-WhitneyU ZU p

CarneHombres 1353 1589.95 2151201

1204239 -0.647 0.517Mujeres 1803 1569.91 2830545

Huevos**Hombres 1353 1628.01 2202702

1154091 -2.708 0.007Mujeres 1804 1542.24 2782201

Tabla 30. (Continuación)

Page 221: Alimentacion Obesidad Jana

22�

Leche***Hombres 1355 1658.38 2247099

1103816 -4.672 0.000Mujeres 1795 1512.94 2715726

Cereal**Hombres 1342 1623.24 2178390

1115549 -3.330 0.001Mujeres 1783 1517.66 2705985

Pescado*Hombres 1337 1588.32 2123585

1134684 -1.970 0.049Mujeres 1768 1526.29 2698480

Frutas***Hombres 1349 1645.14 2219291

1110041 -4.086 0.000Mujeres 1793 1516.10 2718362

Verduras***Hombres 1340 1628.29 2181902.5

1100427.5 -3.788 0.000Mujeres 1779 1508.57 2683737.5

Papitas y FritosHombres 1339 1554.69 2081734.5

1184604.5 -0.322 0.748Mujeres 1781 1564.87 2787025.5

Frijoles***Hombres 1339 1632.67 2186151.5

1095737.5 -4.003 0.000Mujeres 1781 1506.24 2682608.5

HamburguesasHombres 1341 1555.42 2085813

1179522 -0.138 0.890Mujeres 1764 1551.16 2736252

Refrescos**Hombres 1330 1612.63 2144803

1097072 -3.411 0.001Mujeres 1772 1505.62 2667950

LegumbresHombres 1350 1591.20 2148114

1197861 -0.779 0.436Mujeres 1803 1566.37 2824167

Las diferencias se marcan significativas según *p<0.05 **p<0.01 ***p<0.001

En el análisis gráfico de la distribución de frecuencias de consumo de alimentos mensual según el sexo, se observa que se da un comportamiento similar en el con-sumo de cereales, encontrándose que para hombres y mujeres la mayoría de su ingesta se da menos de una vez por semana y una vez por semana (véase Figura 1). Se destaca también que en ambos sexos se presenta un amplio número de ca-sos que reportan un consumo diario de cereales. Una mínima cantidad de hombres y mujeres reporta no consumir este grupo de alimentos. Por otro lado, el consumo de frutas por parte de las mujeres se presenta en la mayoría en un rango de inges-ta de menos de una vez por semana y una vez por semana; esto es diferente a los hombres, cuyo consumo se distribuye de menos de una vez por semana a consumo diario (véase Figura 2).

La distribución de frecuencias en el gráfico muestra que el consumo de huevos es similar en el caso de ambos géneros, ubicándose que para hombres y mujeres la ingesta de huevos es, en su mayoría, de una vez por semana a tres veces por se-mana, registrándose una mínima cantidad de hombres y mujeres que reportan no consumir este grupo de alimentos (véase Figura 3). Por otro lado, el consumo de le-

Tabla 31. (Continuación)

Page 222: Alimentacion Obesidad Jana

230

che se presenta en dos frecuencias modales bien definidas tanto en hombres como en mujeres, indicando su ingesta menos de una vez por semana y un consumo dia-rio (véase Figura 4).

Por otro lado, las mujeres indican en su mayoría consumir refrescos de menos de una vez por semana a una vez por semana, en el caso de los hombres su nivel de consumo se distribuye de manera equitativa a lo largo de la escala que va de me-nos de una semana a consumo diario en el lapso del último mes (véase Figura 5). El consumo de frijol se presenta similar en hombres y mujeres, distribuyéndose en ambos grupos a lo largo de la escala a partir del consumo menor a una vez por se-mana hasta el consumo diario (véase Figura 6).

El consumo de verduras en los grupos de mujeres y hombres se presenta con una ligera tendencia en mujeres, ubicándose la mayoría de éstas en una ingesta menor a una semana y una vez por semana, el consumo de los hombres se distribu-ye desde menos de una semana hasta el consumo diario (véase Figura 7).

Figura 3. Distribución de frecuencias por mes del consumo de leche.

Figura 4. Distribución de frecuencias por mes del consumo de huevos.

Figura 1. Distribución de frecuencias por mes del consumo de frutas.

Figura 2. Distribución de frecuencia por mes del consumo de cereal.

Page 223: Alimentacion Obesidad Jana

231

Factores de frecuencia de consumo de alimentos

Al factorizar los 12 grupos de alimentos (por Análisis de Componentes Principales y rotación Promax), se definen 3 componentes factoriales con base en el criterio de Kaiser (autovalores mayores a 1) que explican 55.8% de la varianza total. El primer componente se denomina de alimentos saludables de ingesta fre-cuente, al presentar como grupos de alimentos con saturaciones altas: frutas, le-che, verduras, cereal, frijoles y huevos; su consistencia interna es alta (α=0.833). El segundo componente se denomina alimentos no saludables, al presentar como grupos de alimentos con saturaciones altas: papitas y fritos; refrescos; hamburgue-sas, tortas y hot dogs; así como carnes rojas. La consistencia interna de este se-gundo componente es baja (α=0.541), pero toma un valor adecuado si se elimina

Figura 5. Distribución de frecuencias por mes del consumo de frijol.

Figura 6. Distribución de frecuencias por mes del consumo de refrescos.

Figura 7. Distribución de frecuencias por mes del consumo de verduras.

Page 224: Alimentacion Obesidad Jana

232

el grupo de las hamburguesas, tortas y hot-dogs (α=0.602). El tercer componente se denomina alimentos saludables de ingesta poco frecuente, al representar como grupos de alimentos con saturaciones altas: legumbres y pescado; su consisten-cia interna es muy baja (α=0.388) (véase Tabla 32). La correlación entre el factor de consumo de alimentos saludables de ingesta frecuente y no saludable es signi-ficativa y directa (r=0.236, p<0.001). A su vez, la correlación entre el componente de consumo de alimentos saludables de ingesta frecuente y saludables de inges-ta poco frecuente es significativa, pero inversa (r=-0.159, p<0.001). Sin embargo, la frecuencia de consumo de comida no saludable es independiente de la frecuen-cia de alimentos saludables de ingesta poco frecuente (r=-0.021). Si la solución se fuerza a dos factores por el criterio de Cattell (punto de inflexión de la curva de sedi-mentación de los autovalores), una vez rotada, se obtiene un factor de frutas, leche, verduras, cereal, frijoles, huevos, refresco y carnes rojas) (α=0.841) y otro de ham-burguesas, legumbres, papitas y pescado (α=0.359). Los dos factores son inde-pendientes (-0.028) y explican 45.4% de la varianza total. Al carecer ambos compo- nentes de una interpretación clara y, el segundo, tener una consistencia interna muy baja se desestiman.

Tabla 32. Matriz de patrones y estructural de la frecuencia de consumo de los 12 grupos de alimentos

Consumo en el último mes

Matriz de patrones Matriz estructural1 2 3 1 2 3

Frutas 0.832 -0.031 -0.007 0.826 0.166 -0.138Verduras 0.810 -0.122 0.116 0.763 0.068 -0.010Leche 0.804 0.041 -.048 0.821 0.232 -0.177Cereal 0.741 -0.055 0.143 0.705 0.117 0.026Frijoles 0.604 0.262 -0.101 0.682 0.407 -0.203Huevos 0.489 0.279 -0.066 0.566 0.396 -0.150Papitas y fritos 0.048 0.729 -0.042 0.227 0.741 -0.065Hamburguesas -0.340 0.677 0.351 -0.236 0.589 0.392Refrescos 0.367 0.540 -0.159 0.520 0.630 -0.228Carne 0.292 0.450 -0.094 0.414 0.521 -0.149Legumbres 0.202 -0.035 0.783 0.069 -0.004 0.752Pescado -0.022 0.054 0.745 -0.128 0.034 0.747

Factorización: Componentes principales. Rotación: Promax. La solución convergió en 6 iteraciones.

Page 225: Alimentacion Obesidad Jana

233

Al eliminar el grupo de las hamburguesas, el consumo de huevo y frijol pasa al componente que hemos denominado de alimentos no saludables,

Si se fuerza a cuatro factores, entonces se tiene un primer factor de comida sa-ludable de ingesta frecuente (frutas, verduras, leche y cereal) (α=0.824), otro de comida no saludable (papitas, refrescos y carne) (α=0.602), un tercero de comida popular (huevos y frijoles) (α=0.666) y uno cuarto de comida saludable de ingesta poco frecuente (legumbres y pescado) (α=0.388) (véase Tabla 33). Los cuatro fac-tores están correlacionados entre sí. Con estos cuatro componentes factoriales se explica 65.5% de la varianza total (véase Tabla 34).

Tabla 33. Matriz de patrones y estructural de consumo de 11 grupos de alimentos forzando la solución a 4 componentes

AlimentosMatriz de patrones Matriz estructural

1 2 3 4 1 2 3 4Cereal 0.851 -0.028 -0.118 0.062 0.772 0.267 0.313 -0.002Frutas 0.832 0.025 0.011 -0.048 0.852 0.369 0.463 -0.130Verduras 0.830 -0.065 -0.008 0.074 0.792 0.260 0.397 0.002Leche 0.692 0.022 0.198 -0.061 0.811 0.379 0.577 -0.151Papitas -0.180 0.869 0.032 0.077 0.181 0.801 0.245 0.008Refrescos 0.070 0.596 0.250 -0.059 0.447 0.721 0.510 -0.150Frijoles 0.140 0.107 0.690 -0.012 0.548 0.416 0.804 -0.116Carne 0.181 0.566 -0.018 -0.044 0.404 0.636 0.288 -0.112Huevos -0.080 0.045 0.877 0.050 0.395 0.328 0.845 -0.049Pescado 0.083 0.218 -0.331 0.758 -0.075 0.060 -0.296 0.768Legumbres -.018 -.179 0.343 0.818 0.013 -0.138 0.172 0.797

Factorización: Componentes principales. Rotación: Promax. La solución convergió en 5 iteraciones.

Tabla 34. Matriz de correlaciones entre los 4 componentes

F1 F2 F3F2 0.404F3 0.526 0.364F4 -0.094 -0.094 -0.117

F1: Saludable de ingesta frecuente (frutas, leche, verduras y cereal), F2: no saludable (papitas, refres-cos y carnes), F3: popular (huevo y frijoles) y F4: saludable de ingesta poco frecuente (legumbres y pes-cado).

Page 226: Alimentacion Obesidad Jana

234

Se contrasta un modelo de 3 factores correlacionados, contemplando la corre-lación entre el segundo y tercer factor. El primer factor tiene cinco indicadores (fru-tas, leche, verduras, cereal, frijoles y huevos), el segundo cuatro (papitas, refres-cos, hamburguesas, carnes) y el tercero dos (legumbres y pescado). Se rechaza el modelo por la prueba de chi-cuadrado y el cociente del estadístico chi-cuadrado por sus grados de libertad es mayor a 3 (χ2/gl=7.57). A su vez, el error cuadrático medio de aproximación es mayor a 0.075 (rsm ea=0.099) y el índice normado de Bentler-Bonnet es menor a 0.85 (nfi=0.806). No obstante, al eliminar el consumo de ham-burguesas como indicador del segundo factor (comida no saludable), el ajuste me-jora. Los índices toman valores de buenos (fd=0.338, rms sr=0.049, pncp=0.348, gpi=0.941, agfi=0.904 y agfi=0.900) a adecuados (gfi=0.938, nfi=0.890, nnfi=0.857, cfi=0.984 y Δ=0.894), aunque el modelo se rechaza por la prueba de chi-cuadrado, el cociente del estadístico chi-cuadrado es mayor a 3 (χ2/gl=3.62) y rmsea es ma-yor a 0.075 (0.090). El ajuste es aún mejor para el modelo de 4 factores correlacio-nados. Los índices toman valores de buenos (fd=0.186, rms sr=0.035, pncp=0.173, gpi=0.970, agfi=0.947, gfi=0.967 y agfi=0.943) a adecuados (χ2/gl=2.41, rm-sea=0.067, nfi=0.939, nnfi=0.918, cfi=0.943 y Δ=0.943), aunque el modelo se re-chaza por la prueba de chi-cuadrado (véase Tabla 35). Para más detalle sobre los índices de ajuste véase Moral (2006).

Tabla 35. Índice de ajuste para modelos de 3 y 4 factores correlacionados

Índices Malo Bueno Modelo 3F-12 Modelo 3F-11 Modelo 4F-11FD >3 <2 0.498 0.338 0.186χ2/gl >3 <2 386.2/51=7.57 148.7/41=3.62 91.937/38=2.41RSMSR >0.075 <0.05 0.067 0.049 0.035PNCP >2 <1 0.500 0.348 0.173RSMEA >0.075 <0.05 0.089 0.072 0.067GPI <0.80 >0.90 0.923 0.941 0.970AGPI <0.80 >0.90 0.882 0.904 0.947GFI <0.85 >0.95 0.920 0.938 0.967AGFI <0.80 >0.90 0.878 0.900 0.943NFI <0.80 >0.90 0.846 0.890 0.939NNFI <0.85 >0.95 0.806 0.857 0.918CFI <0.85 >0.95 0.850 0.894 0.943Δ <0.85 >0.95 0.850 0.894 0.943

3F-12: Saludables de ingesta frecuente (frutas, leche, verduras, cereal, frijoles y huevos), no saludables (papitas, refrescos, hamburguesas, carnes) y saludables de ingesta poco frecuente (legumbres y pesca-do). Los tres factores correlacionados.3F-11: 3F corregido sin hamburguesas en el factor no saludable.4F-11: Saludables de ingesta frecuente (frutas, leche, verduras y cereal), no saludables (papitas, refres-cos y carnes), populares (huevo y frijoles) y saludables de ingesta poco frecuente (legumbres y pesca-do). Los cuatro factores correlacionados.

Page 227: Alimentacion Obesidad Jana

23�

Se aconseja emplear el modelo de 4 factores. Las distribuciones de las pun-tuaciones factoriales del segundo (ZK-S=1.319, p=0.062) y tercer factor (ZK-S=0.958, p=0.317), calculadas por el método Anderson-Rubin, se ajustan a una curva nor-mal, no así las del primero (ZK-S=3.536, p<0.001) y cuarto (ZK-S=2.862, p<0.001).

Diferencias de medias en los factores de consumo de alimentos por sexos, ciudades y grupos de Imc

Hay diferencias de medias entre los sexos, salvo en el factor de comida no sa-ludable. Promedian más alto los hombres. Los cuatro factores son diferenciales por ciudades. Promedian más alto los estudiantes de Ciudad Victoria en los factores de huevos y frijoles, comida saludable de ingesta frecuente y comida no saluda-ble. Los promedios más bajos aparecen en los estudiantes de Monterrey e inter-medios en los de Saltillo, aunque más próximos a los regiomontanos. Sin embargo, en comida saludable de ingesta poco frecuente el promedio más alto aparece en Monterrey y el más bajo en Ciudad Victoria, próximo a Monterrey se ubica el prome-dio de Saltillo. El factor de la ciudad es más diferencial que el sexo en los factores de grupos de alimentos y todas las diferencias por ciudades siguen siendo significa-tivas si se controla el sexo por AncovA. Por grupos de índice de masa corporal, sólo hay diferencias en el factor de comida popular (huevos y frijoles). Promedian más altos los estudiantes con sobrepeso y normopeso y más bajo los estudiantes con in-frapeso y obesidad. La diferencia sigue siendo significativa si se controla por el sexo por AncovA (F(3, 2749)=3.089, p=0.026) (véase Tabla 36).

Tabla 36. Estadísticos de contraste de medias por sexos, ciudades y grupos de imc

FactoresSexos Ciudades Grupos de Imc

t p F p F pF1 4.716 0.000 671.440 0.000 0.364 0.779F2 0.580 0.562 168.507 0.000 0.582 0.627F3 2.494 0.013 221.443 0.000 3.347 0.018F4 2.473 0.013 43.297 0.000 1.448 0.227

F1: Saludables de ingesta frecuente (frutas, leche, verduras y cereal), F2: no saludables (papitas, refres-cos y carnes), F3: populares (huevo y frijoles) y F4: saludables de ingesta poco frecuente (legumbres y pescado).

Page 228: Alimentacion Obesidad Jana

23�

Las correlaciones lineales del Índice de masa corporal (como variable conti-nua) son significativas, débiles y directas con comida saludable y no saludable en la muestra total; así como, con comida no saludable y popular en la muestra de muje-res. En la muestra conjunta, se observa más índice de masa corporal, a mayor con-sumo de comida no saludable (rS =0.047, p=0.018) y comida saludable de ingesta frecuente (r=0.046, p=0.021). En las mujeres, se observa más índice de masa cor-poral, a mayor consumo de comida no saludable (r =0.069, p=0.010) y de huevos y frijoles (rS =0.058, p=0.029). En la de hombres, el imc es independiente de los facto-res de frecuencia de consumo de alimentos (véase Tabla 37).

Tabla 37. Correlaciones lineales del imc con los factores de consumo de gruposde alimentos

Factores de consumo de alimentos

CorrelaciónHombres(n=1099)

Mujeres(n=1402)

Total(N=2503)

Saludable frecuenter 0.026 0.038 0.046p 0.388 0.151 0.021

No saludabler 0.020 0.069 0.047p 0.506 0.010 0.018

Popularr -0.008 0.058 0.033p 0.788 0.029 0.102

Saludable poco frecuente

r -0.018 -0.041 -0.022p 0.548 0.124 0.278

Diferencias de medias en los factores de consumo de alimentos por participante

Se calculan las puntuaciones de los factores por suma simple de reactivos y se divide por el número de grupos que lo integran para poder hacer comparaciones de los factores por participante. El rango de los factores varía de 1 (nunca en el mes), 2 (menos de una vez por semana), 3 (1 o 2 veces por semana), 4 (3 o 4 veces a la se-mana) y 5 (diariamente). Las distribuciones de ninguno de los factores se ajustan a una curva normal.

En las comparaciones de medias de los cuatro factores por participante, las fre-cuencias de consumo de los factores de alimentos son diferenciales en la mues-tra conjunta (Friedman: χ2(3, N=2809)=38.056, p<0.001), de hombres (Friedman: χ2(3,

N=1281)=29.631, p<0.001) y mujeres (Friedman: χ2(3, N=1589)=25.767, p<0.001). En la

Page 229: Alimentacion Obesidad Jana

23�

muestra conjunta y en la de hombres, se consume más huevos y frijoles, le sigue la comida no saludable, comida saludable de ingesta frecuente y finalmente comida saludable de ingesta poco frecuente. En la muestra de mujeres, se consume más comida chatarra, seguida de huevos y frijoles, comida saludable de ingesta frecuen-ta y por último comida saludable de ingesta poco frecuente (véase Tabla 38).

Tabla 38. Diferencia de promedios de los factores de consumo de alimentos en comparaciones por participante (anova de medidas repetidas)

Hombres Mujeres TotalN RM Media DE N RM Media DE N RM Media DE

Saludable frecuente

1311 2.57 3.321 1.016 1717 2.46 3.136 0.982 3028 2.51 3.216 1.001

No saluda-ble

1300 2.45 3.231 0.860 1732 2.60 3.189 0.821 3032 2.53 3.204 0.838

Popular 1331 2.58 3.338 0.998 1771 2.55 3.189 0.958 3102 2.58 3.253 0.978Saludable poco fre-cuente

1326 2.38 3.049 1.025 1760 2.39 2.969 1.092 3086 2.38 3.003 1.065

χ2 29.631 25.767 38.056p 0.000 0.000 0.000

Predicción del Imc

Se procede a predecir el índice de masa corporal (imc) considerando los cua- tro factores ortogonales de frecuencia de consumo de productos alimenticios, las veces que se come al día, las horas de ejercicio a la semana, así como la actividad extraescolar de baile que era la actividad física más relacionada con el imc. Se em-plea la técnica de regresión lineal por el método Stepwise. En la muestra conjunta, resultan cuatro predictores significativos: veces que se come al día (β=-0.112), ho-ras de baile a la semana como actividad extraescolar (β=-0.109), factor de frecuen-cia de consumo de alimentos saludables de ingesta frecuente (β=0.051) y horas de ejercicio a la semana (β=0.048). Este modelo explica 2.6% de la varianza de imc. Indica que cuantas menos veces se come al día, menos se baila, más se consu-men comida saludable de ingesta frecuente (frutas, leche, verduras y cereal) y más ejercicio físico se hace, se reporta más masa corporal en hombres y mujeres. Los predictores no presentan colinealidad como requiere la técnica estadística (véase Tabla 39).

Page 230: Alimentacion Obesidad Jana

23�

En la muestra de hombres, resultan dos predictores significativos: veces que se come al día (β=-0.139) y horas de baile a la semana como actividad extraescolar (β=-0.133). El modelo indica que cuantas menos veces se come al día y menos ho-ras se baile a la semana, habrá más masa corporal en hombres. Explica 3.7% de la varianza de imc y sus predictores no muestran colinealidad (véase Tabla 39).

En la muestra de mujeres, resultan dos predictores significativos: veces que se come al día (β=-0.109) y el factor de consumo de alimentos populares al mes (hue-vos y frijoles) (β=0.064). El modelo indica que cuantas menos veces se come al día y más huevos y frijoles se consume, habrá más masa corporal en mujeres. Explica 1.5% de la varianza de imc y sus predictores no muestran colinealidad (véase Tabla 39).

Tabla 39. Coeficientes del modelo de regresión en la muestra conjunta, de hombres y mujeres

ModeloSin estanda-

rizar βSignificación Correlaciones Colinealidad

B EE t p r rp rsp Tol. FIVMuestra conjunta (R=0.169, R2=0.029, R2ajustada=0.026, EEE=4.085)Constante 24.490 0.393 62.378 0.000Comidas al día

-0.522 0.111 -0.112 -4.723 0.000 -0.107 -0.112 -0.111 0.987 1.013

Baile -0.278 0.060 -0.109 -4.624 0.000 -0.112 -0.110 -0.109 0.999 1.001Saludable frecuente

0.208 0.096 0.051 2.161 0.031 0.053 0.051 0.051 0.991 1.009

Ejercicio 0.051 0.025 0.048 2.020 0.044 0.039 0.048 0.047 0.982 1.019Muestra de hombres (R=0.198, R2=0.039, R2ajustada=0.037, EEE=4.405)Constante 26.302 .662 39.737 .000Comidas al día

-.753 .192 -.139 -3.920 .000 -.147 -.140 -.139 .996 1.004

Baile -.401 .107 -.133 -3.753 .000 -.141 -.134 -.133 .996 1.004Muestra de mujeres (R=0.121, R2=0.015, R2ajustada=0.013, EEE=3.745)Constante 23.166 .407 56.932 .000Comidas al día

-.444 .130 -.109 -3.424 .001 -.103 -.108 -.108 .994 1.007

Popular .234 .117 .064 2.006 .045 .055 .064 .063 .994 1.007

β: Coeficiente de regresión estandarizado. Correlación producto-momento de Pearson (r), parcial (rp), semiparcial (rsp) y múltiple (R). Estadístico de diagnóstico de la colinealidad: Tol: Tolerancia, FIV: Factor de inflación de la varianza. EEE= Error estándar de estimación.

Page 231: Alimentacion Obesidad Jana

23�

Conclusiones

Los alimentos más consumidos son: carne, hamburguesas, tortas, hot dogs, fru-tas, frijoles, huevos y cereales. Los menos consumidos son: legumbres, refresco y pescado, aunque, entre aquellas personas que comen estos tres últimos alimentos, la frecuencia promedio de consumo es alta (cada 3 días). También las hamburgue-sas, tortas y hot dogs presentan un promedio de consumo de cada 3 días; en los de-más alimentos el promedio es de una vez por semana. Entre los alimentos que se consumen a diario, destacan: leche, fruta, refresco y hamburguesas, siendo con-sumidos con esta frecuencia por un cuarto de la muestra; le siguen cereales y frijo-les, siendo un quinto de la muestra los adolescentes que reportan consumo a diario. Así, a partir de los resultados obtenidos se observa que los estudiantes encuesta-dos consumen cantidades importantes de proteínas y grasas saturadas, por lo que puede haber algunos aspectos de desbalance en la dieta, sobre todo por exceso de hamburguesas, hot-dogs y tortas. No obstante, en conjunto, la dieta parece ade-cuada. El refresco está ausente en la dieta de 8% de los encuestados y el promedio de consumo es de una vez por semana, aunque 22% lo consume a diario.

Entre los 12 grupos de alimentos contemplados, el mayor consumo de huevos y frijoles se asocia con sobrepeso. Además, en las mujeres, destaca más la comida no saludable (papitas, refrescos y carne), como factor de riesgo de mayor índice de masa corporal, pero no así en hombres. No obstante, el hecho de que la frecuen-cia de consumo de los distintos grupos de alimentos esté escasamente relaciona-da con el índice de masa corporal, puede estar indicando que la dieta de los adoles-centes afecta poco al peso, especialmente en hombres, o que el reporte se aleja del verdadero consumo, es decir, es poco confiable. Debe señalarse que al considerar horas de ejercicio físico a la semana, la actividad extraescolar de baile, veces que se come al día y los cuatro factores de frecuencia de consumo, se explica menos de 4% de la varianza del índice de masa corporal. Las veces que se come al día es el único predictor que es significativo en la muestra conjunta, de hombres y mujeres, además es el que tiene más peso. Cuantas más veces se come al día, menos masa corporal se tiene. El baile destaca en hombres y en la muestra conjunta. Cuantas más horas del tiempo extraescolar se dedican al baile, menos masa corporal se tie-ne. En la muestra conjunta y en la de mujeres aparecen factores de frecuencia de consumo. En sí reflejan cantidad de consumo de productos como frutas, leche, ce-real, frijoles y huevos. Las horas a la semana dedicadas al ejercicio físico sólo resul-tan un predictor significativo en la muestra conjunta. Cuantas más horas se hacen de ejercicio, más masa corporal se reporta, no resultando un factor protector de so-

Page 232: Alimentacion Obesidad Jana

240

brepeso y obesidad. Sin embargo, el comer tres o más veces al día sí es un factor protector de sobrepeso y obesidad, al igual que el baile.

¿Por qué ni las horas de ejercicio físico ni la frecuencia de consumo de alimen-tos son capaces de predecir índice de masa corporal en los hombres, cuando éstos presentan más sobrepeso y obesidad que las mujeres? La confiabilidad del auto-rreporte puede estar influyendo. De ahí que se aconseja estimar la correlación en-tre la frecuencia reportada de consumo y la autorregistrada en estos adolescentes escolarizados. Sin embargo, hay limitaciones importantes en las variables consi-deradas. Carecemos de una estimación por participante de las calorías totales in-geridas, calorías totales gastadas y de la relación entre las calorías aportadas por proteínas, grasas y carbohidratos. A su vez, los grupos de alimentos son dema-siado amplios. Así, la naturaleza de autorreporte de los datos y las limitaciones de las variables determinan la escasa varianza explicada del índice de masa corporal. Con observaciones directas de las variables antes mencionadas, la potencia pre-dictiva debería ser bastante mayor, de al menos un tercio de la varianza (Sánchez-Carracedo y Saldaña, 1998).

Un dato importante que se rescata es el alto consumo de pescado, lo que con-trasta con los estándares nacionales e internacionales de las poblaciones que se encuentran alejadas del mar, y en general, con el consumo de este producto por parte de los jóvenes. Por ciudades destaca Monterrey y Saltillo en el consumo de pescado. La mayor ingesta de productos del mar, tanto en Monterrey como en Saltillo, ya sean secos, molidos o salados, se relaciona con el calendario religioso cristiano, en concreto con los días de Cuaresma. La muestra de Monterrey se cap-turó a principios del invierno, la de Saltillo a principio de la primavera y la de Ciudad Victoria a finales de la primavera. Así, la Cuaresma sí pudo afectar al mayor repor-te de consumo de pescado en la muestra de estudiantes saltillenses, pero no en los estudiantes regiomontanos que son quienes reportan mayor ingesta de este pro-ducto. De ahí que el alto consumo de pescado parece un rasgo de la dieta de estos adolescentes, lo que es indicador de una comida saludable, rica en proteína de alta calidad y ácidos grasos poliinsaturados.

Martínez y Villezca (2005) señalan que la falta de ingresos es una de las causas más importantes que impiden a la población obtener una dieta adecuada. En los ho-gares más pobres el aporte dietético estriba en pocos alimentos, entre los que des-taca el consumo del maíz; en los hogares que cuentan con alto ingreso, la energía y los nutrientes se adquieren de una variedad más amplia de alimentos, entre los que destacan frutas, vegetales y carnes. Así, los datos obtenidos en nuestro estudio re-flejan que los adolescentes escolarizados de Monterrey, Saltillo y Ciudad Victoria

Page 233: Alimentacion Obesidad Jana

241

pertenecen a clases medias y acceden a una gran variedad de alimentos, como pescado, carnes y frutas.

La media, mediana y moda de veces que se come al día es tres, lo cual es lo recomendable, si las cantidades son adecuadas (Food Standards Agency, 2008; Gibney, Elia, Ljungqvist y Dowsett, 2009). Comen con más frecuencia los hom-bres (promedio de 3.15 veces) que las mujeres (2.99 veces), se come con más fre-cuencia en Saltillo y Monterrey que en Ciudad Victoria y comen con más frecuencia las personas con infrapeso y normopeso que aquéllas con obesidad o sobrepeso. Además, el predictor con más peso de imc fue las veces que se come al día. Así, el comer tres o más veces al día es un claro factor protector de sobrepeso y obesidad en estos adolescentes escolarizados.

La calidad de la dieta resulta mejor en los estudiantes de Monterrey y Saltillo en comparación con los de Ciudad Victoria, con un menor consumo de comida chata-rra y más consumo de pescado. Así, entre los adolescentes victorianos hay más sobrepeso y obesidad que entre los saltillenses y regiomontanos. Por sexos hay diferencias, reportando los hombres, en general, consumir con más frecuencia los distintos grupos de alimentos. Así, parece que la frecuencia de ingesta al mes tam-bién puede estar indicando cantidad de comida. Las mujeres consumen en térmi-nos relativos más comida chatarra que los hombres, ya que el promedio es equiva-lente entre ambos sexos, cuando en los otros tres factores promedian más alto los hombres, y en la comparación de medidas repetidas, el promedio de comida chata-rra es más alto que en los otros grupos de alimentos en las mujeres, cuando es el tercer promedio en hombres.

Existen diferencias significativas por sexos en los significados otorgados a cui-dar la alimentación. Entre los aspectos diferenciales destaca que las mujeres con-sideran que cuidar la alimentación saludable es comer alimentos sanos (42% frente al 37% de los hombres); y los hombres, comer cantidades adecuadas (17% frente al 14% de las mujeres). En las demás categorías los porcentajes son muy semejan-tes. Como se indicó, los hombres reportan mayor frecuencia de consumo al mes de todos los productos, salvo carne, hamburguesas, tortas y hot dogs, papitas y legum-bres, asimismo presentan mayor promedio en los factores de comida saludable de ingesta frecuente, comida popular (huevos y frijoles) y comida saludable de ingesta poco frecuente (pescado y legumbres); a su vez, los hombres comen más veces al día. De ahí que los varones pueden estar más preocupados por las cantidades in-geridas, sobre todo cuando presentan mayor porcentaje de sobrepeso y obesidad (30%) que las mujeres (18%). Por otra parte, en las mujeres, se destaca la comida no saludable y se refleja en mayor porcentaje de sobrepeso, de ahí que den más im-portancia a los alimentos sanos. No obstante, en el conjunto de la muestra, el cuidar

Page 234: Alimentacion Obesidad Jana

242

la alimentación se define por comer alimentos sanos, como frutas, verduras, pesca-do, aves y cereales.

Si se considera a los ítems de la frecuencia de consumo al mes de los 12 grupos de alimentos como una escala, ésta tiene una consistencia interna alta (α>0.70) y una estructura de 4 factores correlacionados con buen ajuste a los datos. Al extraer de la factorización al grupo de hamburguesas, tortas y hot dogs, mejoran la consis-tencia interna y el ajuste. Precisamente, estos últimos son los alimentos más con-sumidos por igual entre hombres y mujeres, así como entre los distintos grupos de peso (con un promedio más alto en aquéllos con infrapeso), aunque se come más en Saltillo y Monterrey que en Ciudad Victoria. Así, presentan un patrón de consu-mo diferente que la mayoría de los restantes alimentos, los cuales son consumidos con más frecuencia por los hombres y estudiantes victorianos, a su vez, el grupo de infrapeso tiene el promedio más bajo de consumo en todos ellos. Este patrón diferencial parece estar provocando su baja consistencia con los otros grupos de alimentos. Los cuatro factores que integrarían la escala son: comida saludable de ingesta frecuente (frutas, verduras, leche y cereal), comida no saludable (papi-tas, refrescos y carne), comida popular (huevos y frijoles) y comida saludable de ingesta poco frecuente (legumbres y pescado). Sólo este último factor tiene con-sistencia baja. Por lo tanto, sí se podría manejar como una escala. Se sugiere en fu-turas investigaciones diferenciar aves de carnes rojas e incluir un ítem sobre aguas de sabor y jugos embasados.

Con base en estos datos, se recomienda insistir en la disminución de la inges-ta de hamburguesas, hot dogs y tortas que son muy frecuentes en la dieta de estos adolescentes, así como, de refresco, que es muy frecuente en un subconjunto de la muestra. Por otra parte, el mayor consumo de comida no saludable pesa más en mujeres reflejándose en sobrepeso, como en otros estudios (Bourges-Rodríguez, 2007). Se destaca el comer tres o más veces al día como un factor de protección de sobrepeso y obesidad. En Ciudad Victoria se debería hacer más énfasis en las can-tidades que se come e ingesta de comida no saludable que en Monterrey y Saltillo, al ser los promedios significativamente más altos y contar con más sobrepeso y obesidad, asimismo, en incrementar las veces que se come al día, repartiendo de forma más equilibrada el total de calorías ingeridas. No obstante, la dieta de estos jóvenes parece en conjunto adecuada, si el reporte se considera confiable, con un consumo de pescado por encima de lo esperado, e incluso bajo consumo de refres-co en casi dos tercios de la muestra (máximo una vez a la semana). Es importan-te que en la educación nutricional no se genere miedo a engordar y obsesión por adelgazar, en una sociedad con una fuertísima epidemia de sobrepeso y obesidad, pues se puede inducir trastornos de la conducta alimentaria (González, Hidalgo,

Page 235: Alimentacion Obesidad Jana

243

Hurtado, Nova y Venegas, 2002; Moral, 2002), además, considerando que los tras-tornos de la conducta alimentaria están tomando una presencia importante, inclu-so en el ámbito rural (Suárez, Vaz, Guisado y Gómez, 2003). Es necesario educar también en estrategias para lograr y mantener el normopeso sin obsesionar a los adolescentes con la báscula y la comida (Gerlinghoff y Backmund, 2004), trabajan-do estos aspectos dentro de programas educativos de salud integradores (Durán, Hernández, M. Díaz y Becerra, 1993; Trull y Phares, 2003).

Finalmente, cabe señalar que los estudios relacionados con la formación y de-sarrollo de hábitos alimenticios entre la población infanto-juvenil son limitados en México, Latinoamérica y el mundo en su conjunto, cuando pueden ser claves para el diseño de propuestas de intervención en salud nutricional (Báez, Tapia, Rodríguez, Vázquez y Terrones, 2003). Así, se aconseja su estudio en diseños longitudinales de cohorte o un diseño transversal estratificado por edades.

Page 236: Alimentacion Obesidad Jana

244

Page 237: Alimentacion Obesidad Jana

24�

BIBlIografía

Báez Báez, M. G. L., A. Tapia-Curiel, C. A. A. Rodríguez-Carlos, E. K. Vázquez-Terrones y J. A. Terrones-Orozco (2003), “Alcances y limitaciones de las inter-venciones alimentarias en México”, Investigación en Salud, 5(2), pp. 117-121.

Bourges-Rodríguez, H. (2007), “Análisis crítico de la evolución de la mala nutrición durante las últimas décadas en México: resultados de la Ensanut: 2005-2006”, Salud Pública de México, 49(Supl. 1), pp. 266-266.

Brook, U., y I. Tepper (1997), “High school students: attitudes a knowledge of food consumption and body image: implications for school based education”, Patient Education and Counseling, 30(3), pp. 283-288.

Capaldi, E. D. (1996), Why we eat what we eat: the Psychology of Eating, Washington, DC., American Psychological Association.

Cole, T., M. C. Bellizzi, K. M. Flegal y W. H. Dietz (2000), “Establishing a Standard definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, British Medical Journal, 320, pp 1-6.

Cole, T. J., K. M. Flegal, D. Nicholls y A. A. Jackson (2007), “Body mass index cut offs to define thinness in children and adolescents: international survey”, British Medical Journal, 335(7612), pp. 194-195.

Dixey, R., P. Sahota, S. Atwal y A. Turner (2001), “Children talking about healthy ea-ting: data from focus groups with 300 9-11-year-olds”, Nutrition Bulletin, 26(1), pp. 71-79.

Doll, R., y R. Peto (1981), “The causes of cancer: Quantitative estimates of avoi-dable risks of cancer in the United States today”, Journal of National Cancer Institute, 66, pp. 1193-1308.

Page 238: Alimentacion Obesidad Jana

24�

Durán-González, L. I., M. Hernández-Rincón, L. Díaz-Nieto y J. A. Becerra-Aponte (1993), “Educación para la salud. Una estrategia integradora”, Perfiles Educativos, 62, pp. 42-48.

Egger, G., y B. Swinburn (1997), “An ‘ecological’ approach to the obesity pandemic”, British Medical Journal, 315, pp. 477-480.

Fausto-Guerra, J., R. M. Valdez-López, M. G. Aldrete-Rodríguez, M. C. López-Zermeño (2006), “Antecedentes histórico-sociales de la obesidad en México”, Investigación en Salud, 7(2), pp. 91-94.

Ferster, C. B., J. I. Nurnberger y E. E. Levitt (1962), The control of eating”, Journal of Mathetics, 1, pp. 87-109.

Food Standards Agency (2008) Manual of Nutrition, 11ª ed., Londres, The Stationery Office (tSo).

Gerlinghoff, M., y H. Backmund (2004), Anorexia y bulimia, Madrid, Manual Mo- derno.

Gibney, M. J., M. Elia, O. Ljungqvist y J. Dowsett (eds.) (2009), Introduction to hu-man nutrition, 2ª ed., Oxford, Wiley-Blackwell.

González, L., M. Hidalgo, M. Hurtado, C. Nova y M. Venegas (2002), “Relación en-tre factores individuales y familiares de riesgo para desórdenes alimenticios en alumnos de enseñanza media”, Revista de Psicología de la Universidad de Chile, 11(1), pp. 91-115.

Halgin, R. P. y S. Krauss-Whitbourne (2004), Psicología de la anormalidad. Perspectivas clínicas sobre los desórdenes psicológicos, Madrid, Mc Graw Hill.

Klepp, K. (1994), “Twelve year follow-up of a school-based health education progra-mme. The Oslo Youth Study”, European Public Health, 4, pp. 195-200.

Levy, F. (1999), Anorexia y Bulimia: Un enfoque Psicoanalítico, México, Sociedad Psicoanalítica de México.

Marks, D. F., M. Murray, B. Evans, C. Willig, C. Woodall y C. Sykes (2008), Psicología de la salud. Teoría Investigación y práctica, México, Manual Mo- derno.

Martínez-Jasso, I. y P. A. Villezca-Becerra (2005), “La alimentación en México. Un estudio a partir de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares”, Ciencia UANL, 8(2), pp. 196-208.

Moral, J. (2002), “Los trastornos de la conducta alimentaria, un complejo fenómeno biopsicosocial”, Revista de Salud Pública y Nutrición, 3(3), en <www.uanl.mx/publicaciones/respyn/iii/ensayos/trastornos.html>. [Consultado el 20 de marzo de 2010].

Page 239: Alimentacion Obesidad Jana

24�

__________ (2006), “Análisis factorial confirmatorio”, en R. Landero y M. T. González (eds.), Estadística y metodología de la investigación, Monterrey, N.L., México, Trillas, pp. 445-528.

Oblitas, L. A. (2004), Psicología de la salud y calidad de vida, México, Thompson.Ortega, R. M., A. M. Requejo, M. E. Quintas, P. Andrés, M. R. Redondo, y A. M.

López-Sobaler (1996), “Desconocimiento sobre la relación dieta-control de peso corporal de un grupo de jóvenes universitarios”, Nutrición Clínica, 16(4), pp. 147-153.

Ortíz Gómez, A. S., V. Vázquez-García y M. Montes-Estrada (2005), “La alimenta-ción en México: enfoques y visión a futuro”, Estudios Sociales, 13(25), pp. 8-34.

Oseguera-Parra, D. (2004), “Comidas peligrosas: la percepción social de la (in)se-guridad alimentaria”, Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, 10(19), pp. 31-51.

Osorio, J., G. Weisstaub, C. Castillo-Durán (2002), “Desarrollo de la conducta ali-mentaria en la infancia y sus alteraciones”, Revista Chilena de Nutrición, 29(3), pp. 280-285.

Pérez-Rodrigo, C. y J. Aranceta–Bartrina (2001), “School-based nutrition education: lesson learned and new perspectives”, Public Health Nutrition, 4(1), pp. 131-139.

Rappo-Miguez, S. (2002), Reseña de “la alimentación de los mexicanos en la albo-rada del tercer milenio (2001)”, Aportes, 7(019), pp. 177-179.

Sánchez-Carracedo, D. y C. Saldaña (1998), “Evaluación de los hábitos alimen-tarios en adolescentes con diferentes índices de masa corporal”, Psicothema, 10(2), pp. 281-929.

Suárez-González, F., F. Vaz-Leal, J. A. Guisado y L. Gómez-Lozano (2003), “Estudio de hábitos alimentarios en población femenina comparando grupos con patología y sin patología alimentaria”, Nutrición Hospitalaria, 18(5), pp. 259-263.

Toro, J. (1996), El cuerpo como delito. Anorexia, bulimia, cultura y sociedad, Barcelona, Ariel Ciencia.

Trull, T. J. y E. J. Phares (2003), Psicología clínica. Conceptos, métodos y aspectos prácticos de la profesión, México, Thompson.

Villaseñor-Bayardo, S. J., C. Ontiveros-Esqueda y K. V. Cárdenas-Cibrián (2006), “Salud mental y obesidad”, Investigación en Salud, 8(2), pp. 86-90.

Welten, D., H. Kemper, G. Post, W. Van Staveren y J. Twisk (1997), “Longitudinal development and tracking of calcium and diary intake from teenager to adult”, European Journal of Clinical Nutrition, 51, pp. 612-618.

Page 240: Alimentacion Obesidad Jana

24�

Page 241: Alimentacion Obesidad Jana

24�

V

factores asocIados con el soBrepeso y la oBesIdad

José Luis Ybarra Sagarduy

Podríamos comenzar este capítulo señalando que, en el momento actual, existe un consenso casi unánime entre los distintos profesionales sanitarios en reconocer a la obesidad como uno de los mayores problemas de salud con que el ser huma-no se enfrenta en los albores del tercer milenio. Tanto es así, que la Organización Mundial de la Salud ha llegado hasta el extremo de utilizar el término epidemia glo-bal para referirse a este trastorno (World Health Organization, 1997). Y los datos ofrecidos por diversos estudios parecen indicar que su incidencia está aumentando de forma realmente alarmante. Así, por ejemplo, si en 1993 Kaplan y colaboradores (Kaplan, Sallis y Patterson, 1993) mostraban que, en Estados Unidos, 34 millones de personas eran obesas (Gil Roales-Nieto, 2004), tan sólo cuatro años después otro estudio denunciaba que 54.9% de los estadounidenses presentaba sobre-peso y que 22.3% encajaba claramente en la categoría de obesos (Kuczmarski, Carroll, Flegal, y Troiano, 1997). Estas y otras varias investigaciones (Flegal, Carroll, Kuczmarski y Johnson, 1998; Kuczmarski, Flegal, Campbell, y Johnson, 1994; Pawson, Martorell y Mendoza, 1991) han propiciado el progresivo cambio de perspectiva respecto a la obesidad, desde su conceptuación clásica como sim-ple factor de riesgo para diversos trastornos de salud, entre los que cabría citar la diabetes (Chan, Rimm, Colditz, Stampfer y Willett, 1994), trastornos cardiovascu-lares (Hubert, Feinleib, McNamara y Castelli, 1983; Keys, 1981; Pelkonen, Nikkilä, Koskinen, Penttinen y Sarna, 1977; Yudkin, Kumari, Humphries, y Mohamed-Ali, 2000) o incluso, algunos tipos de cáncer (Giovannucci et al., 1995; Pi-Sunyer,

Page 242: Alimentacion Obesidad Jana

2�0

1993), hasta llegar a su moderna consideración como una enfermedad por sí mis-ma de carácter eminentemente crónico, y definida, fundamentalmente, en términos del exceso de grasa corporal que la persona presenta (Anderson y Wadden, 1999).

En el caso de México y según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2006 (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúlveda, 2007), el so-brepeso y la obesidad de manera conjunta afectan a cerca de 70% de la pobla-ción mexicana (mujeres 71.9 % y hombres 66.7%) entre los 30 y 60 años, en am-bos sexos. Entre las mujeres existe un mayor porcentaje de obesidad –índice de masa corporal (imc) igual o mayor a 30– que entre los hombres (mujeres, 34.5% y hombres, 24.2%). Sin embargo, la prevalencia de sobrepeso es más alta en hom-bres (42.5%) que en mujeres (37.4%). La prevalencia conjunta de la obesidad y el sobrepeso en los adultos mexicanos se ha ido incrementando con el tiempo desde 34.5% en 1988 a 69.3% en 2006. En cuanto a la evolución de la obesidad, los resul-tados de la Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas (Secretaría de Salud, 1993) mostraron que la prevalencia de obesidad en adultos era de 21.5% en 1993. Mientras que, con datos de la Encuesta Nacional de Salud del 2000 (Secretaría de Salud, 2000), se observó que 24% de los adultos mexicanos la padecían y, más re-cientemente, con mediciones obtenidas por la Ensanut 2006, se encontró que alre-dedor de 30% de la población mayor de 20 años tiene obesidad.

Y si parece quedar claro que la obesidad constituye un grave problema de salud en personas adultas, cuando nos referimos a niños y adolescentes, la cuestión al-canza cotas realmente preocupantes; baste decir que, a estas edades, supone en la actualidad el trastorno metabólico con mayor prevalencia, así como la principal enfermedad no declarable. En este sentido, estudios recientes demuestran que la incidencia y prevalencia de la obesidad infanto-juvenil han aumentado de manera progresiva durante los últimos seis decenios, y de modo alarmante en los últimos 20 años, hasta alcanzar cifras de 10 al 20% en la infancia y de 30 al 40% en la etapa adolescente (Calzada, 2003).

En México, la Ensanut 2006 muestra que la prevalencia nacional combina-da de sobrepeso y obesidad en niños de 5 a 11 años, utilizando los criterios de la International Obesity Task Force (iotf), fue de alrededor de 26%, para ambos sexos (26.8% en niñas y 25.9% en niños), lo que representa alrededor de 4 158 800 esco-lares en el ámbito nacional con sobrepeso u obesidad. La prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad en 1999, bajo el mismo criterio, fue de 18.6% (20.2% en niñas y 17% en niños). El aumento entre 1999 y 2006 fue de 39.7% en tan sólo sie-te años para los sexos combinados; el aumento en niñas fue de 33% y en niños de 52%. El aumento de la prevalencia de sobrepeso en niños fue de 41% y en niñas de 27%. El incremento más alarmante fue en la prevalencia de obesidad en los ni-

Page 243: Alimentacion Obesidad Jana

2�1

ños, pasando de 5.3 a 9.4% (77%); en las niñas este aumento fue de 5.9 a 8.7% (47%). La prevalencia de sobrepeso aumentó progresivamente entre los 5 y los 11 años de edad, tanto en niños (de 12.9 a 21.2%) como en niñas (de 12.6 a 21.8%). La prevalencia de obesidad aumentó entre las mismas edades 6.5 puntos porcentua-les en niños (de 4.8 a 11.3%) y 3.3 puntos porcentuales en niñas (de 7.0 a 10.3%). Cabe señalar que este último aumento no se comportó de manera sistemática. En resumen, entre 1999 y 2006, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad en los sexos combinados aumentó un tercio; los mayores aumentos se dieron en obe-sidad y en el sexo masculino.

En 2006, de acuerdo con los resultados de la Ensanut, uno de cada tres hom-bres o mujeres adolescentes (31%) tiene sobrepeso u obesidad. No hay claras ten-dencias del sobrepeso y la obesidad en relación con la edad, salvo una ligera ten-dencia de mayor obesidad a mayor edad en el caso de las mujeres. Se comparó la prevalencia de sobrepeso y obesidad de las mujeres de 12 a 19 años en 2006 con la de 1999, utilizando los criterios propuestos por la iotf. Se observa un incremento modesto en sobrepeso de 21.6 a 23.3 (7.8%) y un aumento absoluto pequeño, pero elevado en términos relativos, en obesidad: de 6.9 a 9.2 (33.3%).

Sin embargo, pese a su gravedad e importancia, son ciertamente escasas las investigaciones dedicadas al estudio de la obesidad y el sobrepeso en la población mexicana infantil y adolescente (Brewis, 2003; Hernández et al., 2003; Hernández et al., 1999), si bien habría que señalar que aquéllas realizadas con muestras es-tadounidenses de origen mexicano son algo más abundantes (Alexander y Blank, 1988; Blank y Alexander, 1988; Calderon, Johnston, Lee y Haddad, 1996; Foreyt y Cousins, 1993; Lacar, Soto y Riley, 2000; Malina, Zavaleta y Little, 1986; Sherman, Alexander, Dean y Kim, 1995; Tyzenhouse, 1988). Es importante resaltar esta fal-ta de información relativa a la prevalencia de sobrepeso y obesidad en las primeras etapas del desarrollo vital, porque, como veremos con más detenimiento en las pá-ginas que siguen, en primer lugar, la obesidad en la niñez supone graves problemas sobre la salud física y el bienestar psicosocial de la persona y, en segundo lugar, se ha identificado la obesidad en estas edades como el factor de riesgo con mayor ca-pacidad predictiva para la aparición de obesidad en la etapa adulta y, por ende, de los trastornos con ella relacionados (Must y Strauss, 1999).

Pero antes de pasar revista a las diversas problemáticas relacionadas con la obesidad infantil y su posterior proyección en la etapa adulta, conviene apuntar, si-quiera de forma somera, los criterios por los que se define la obesidad, es decir, cuáles son los parámetros por los que se considera que una persona determinada padece sobrepeso u obesidad.

Page 244: Alimentacion Obesidad Jana

2�2

Sobrepeso y obesidad en la infancia y adolescencia: criterios definitorios

Aunque han sido varias las medidas propuestas para determinar la presencia de normopeso, sobrepeso u obesidad, hoy día la que más se utiliza, en detrimen-to de la tradicional medición del peso neto de la persona, es el índice de masa cor-poral (imc) (Shape Up America, 1996), entre otras razones, porque el imc, a diferen-cia del peso neto, no necesita ser comparado con un peso ideal, aspecto éste que traía más complicaciones que soluciones a la cuestión de encontrar un instrumento de medida objetivo y preciso para la obesidad. No obstante, y aún admitiendo que el imc constituya una forma de medir la obesidad más adecuada que otras, no deja de presentar sus detractores y sus limitaciones. En breve, la principal crítica que se hace al imc es que no tiene en cuenta la importante distinción entre masa grasa y masa magra. Así, se ha observado que, aunque algunos niños obtienen un imc den- tro de los límites normales, presentan valores de masa grasa en rangos claros de obesidad (Cole, Bellizi, Flegal y Dietz, 2000), siendo la masa lipídica determinada por métodos, como la pletismografía por desplazamiento de aire (sistema bod-pod), la absorciometría dual de rayos X y la impedanciometría (Elia y Ward, 1999). Otras de las limitaciones que se han atribuido al imc son la necesidad de encontrar la po-blación de referencia ideal; los cambios seculares que ésta puede sufrir, con la con-siguiente necesidad de actualización de las curvas de referencia; y por último, la dificultad a la hora de identificar los límites de corte para distinguir obesidad y so-brepeso (Prentice, 1998). Sin embargo, y admitiendo estas críticas, el imc presenta la ventaja frente a los métodos citados de su mayor sencillez y menor coste, lo que le hace, por ahora, el método más cómodo para evaluar la obesidad. Dicho esto, se-ñalaremos que el imc se define como el peso (en kilogramos), dividido por el cuadra-do de la estatura (en metros) de la persona (Anderson y Wadden, 1999; Pi-Sunyer, 1993). Con base en este índice, tanto el National Heart, Lung, and Blood Institute (1998) estadounidense como la World Health Organization (1997) admiten actual-mente como criterios de peso los siguientes:

• Infrapeso: <19 imc

•Normopeso: 19-24.9 imc

•Sobrepeso: 25-29.9 imc

•Obesidad: 30 ó más imc

oTipo I: 30-34.9 imc

oTipo II: 35-39.9 imc

oTipo III: >40 imc

Page 245: Alimentacion Obesidad Jana

2�3

Por lo que respecta a los niños y adolescentes, se utilizan tres tipos de refe-rencias para clasificarlos con sobrepeso u obesidad. La primera utilizada fue la del cdc/nchS (Kuczmarski et al., 2002), la cual es una revisión de los datos de 1977 del nchS, basada en la US National Survey (nhAneS i, nhAneS ii y nhAneS iii), donde se ac-tualiza y por primera vez se proporcionan percentiles continuos para cada mes de edad. Esta referencia es utilizada en niños y adolescentes en Estados Unidos de 2 a 19 años. La segunda referencia fue de la who (World Health Organization Expert Committee, 1995) que está basada en la encuesta nhAneS i y provee percentiles (5, 50, 85 y 95) por cada año de edad entre los 6 y 74 años. En estas dos primeras re-ferencias se ha utilizado generalmente como punto de corte para sobrepeso el per-centil > 85 y para obesidad el percentil > 95. Por último, la referencia de la iotf (Cole et al., 2000) se propuso con la intención de utilizarla para comparaciones interna-cionales ya que reúne una serie de encuestas representativas de varios países del mundo como Brasil, Rusia, Estados Unidos, Inglaterra, Hong Kong, Holanda y Singapur y ofrece valores para cada 0.5 años de edad. Esta referencia utiliza una aproximación diferente para establecer los puntos de corte. Los centiles del imc para niños están ligados a los cortes de imc 25 y 30 utilizados en adultos para definir so-brepeso y obesidad respectivamente hasta los 18 años. Esto permite una fácil utili-zación del imc además de ofrecer una mayor representatividad internacional (Cole et al., 2000). Esta última referencia fue usada en la Ensanut 2006 (Olaiz et al., 2007) (véase Tabla 1).

Tabla 1. Puntos de corte para definir sobrepeso y obesidad en niños y adolescen-tes (iotf)

Edad años

Índice de Masa Corporal (Imc)

Sobrepeso Obesidad

Niños Niñas Niños Niñas

2 18.41 18.02 20.09 19.81

2.5 18.13 17.76 19.80 19.55

3 17.89 17.56 19.57 19.36

3.5 17.69 17.40 19.39 19.23

4 17.55 17.28 19.29 19.15

4.5 17.47 17.19 19.26 19.12

5 17.42 17.15 19.30 19.17

5.5 17.45 17.20 19.47 19.34

Page 246: Alimentacion Obesidad Jana

2�4

6 17.55 17.34 19.78 19.65

6.5 17.71 17.53 20.23 20.08

7 17.92 17.75 20.63 20.51

7.5 18.16 18.03 21.09 21.01

8 18.44 18.35 21.60 21.57

8.5 18.76 18.69 22.17 22.18

9 19.10 19.07 22.77 22.81

9.5 19.46 19.45 23.39 23.46

10 19.84 19.86 24.00 24.11

10.5 20.20 20.29 24.57 24.77

11 20.55 20.74 25.10 25.42

11.5 20.89 21.20 25.58 26.05

12 21.22 21.68 26.02 26.67

12.5 21.56 22.14 26.43 27.24

13 21.91 22.58 26.84 27.76

13.5 22.27 22.98 27.25 28.20

14 22.62 23.34 27.63 28.57

14.5 22.96 23.66 27.98 28.87

15 23.29 23.94 28.30 29.11

15.5 23.60 24.17 28.60 29.29

16 23.90 24.37 28.88 29.43

16.5 24.19 24.54 29.14 29.56

17 24.46 24.70 29.41 29.69

17.5 24.73 24.85 29.70 29.84

18 25.00 25.00 30.00 30.00

Obesidad en la infancia y la adolescencia: problemas relacionados

Podríamos distinguir, a efectos expositivos, entre problemas orgánicos y proble-mas psicosociales relacionados con la obesidad infantil.

Problemas orgánicos o biomédicos

Aunque, como hemos señalado líneas atrás, los estudios disponibles son más bien escasos, sin embargo, contamos con datos suficientes como para afirmar que

Page 247: Alimentacion Obesidad Jana

2��

el sobrepeso y la obesidad en la niñez y adolescencia van a tener, muy probable-mente, una repercusión significativa sobre la salud física y psicosocial de la per-sona en edad adulta (Must, Jacques, Dallal, Bajema y Dietz, 1992). Se sabe, por ejemplo, que muchas de las consecuencias cardiovasculares que caracterizan a la obesidad de inicio en la edad adulta son precedidas por anomalías que comienzan en la niñez y adolescencia (Hubert et al., 1983; Keys, 1981; Pelkonen et al., 1977; Yudkin et al., 2000). Otros trastornos, como la dislipidemia (Foster, Wadden y Vogt, 1987; Marniemi, Seppanen y Hakala, 1990; Olefsky, Reaven y Farquhar, 1974), la hipertensión (Eliahou, Laina, Gaon, Shochat y Modan, 1981; Pi-Sunyer, 1993) o la tolerancia anormal a la glucosa (Kannel, Gordon y Castelli, 1979) se han relaciona-do, de forma cada vez más frecuente, con la presencia de obesidad en la infancia y adolescencia (Freedman, Dietz, Srinavisian y Berenson, 1999). En este sentido, por citar un ejemplo, Must et al. (1992) encontraron que el sobrepeso en la ado-lescencia predecía un amplio rango de efectos adversos para la salud que eran independientes del peso que la persona presentaba en su etapa adulta. Así, por ejemplo, el riesgo de morbilidad por trastorno coronario y arterioesclerosis se in-crementaba entre los hombres y mujeres que habían presentado sobrepeso en la adolescencia; el riesgo de padecer cáncer colorrectal y gota era mayor entre los hombres, mientras que el riesgo de sufrir artritis era mayor entre mujeres que hu-bieran padecido sobrepeso de adolescentes. Con base a estos datos, Must et al. (1992) concluyeron que un peso por encima del normal en la adolescencia era un predictor más poderoso para los trastornos citados, que la presencia de sobrepe-so en la madurez, hasta el punto de que el sobrepeso en la adolescencia predijo un amplio rango de efectos adversos sobre la salud que eran independientes del peso adulto incluso después de 55 años de seguimiento (Must et al., 1992).

Por otra parte, como han demostrado Ramos, Baglivo, Ramírez y Sánchez (2001), la persistencia de obesidad infantil hasta la edad adulta aumenta significati-vamente el riesgo de padecer el síndrome X o metabólico-vascular, diversas enfer-medades de la vesícula biliar e incluso esteatosis hepática. Tal y como pusieron de manifiesto estos autores, en gran parte de los niños afectos de obesidad se pueden detectar ciertos indicadores que predicen la posibilidad de padecer estas enferme-dades en su forma completa de expresión, si no se trata su obesidad a tiempo.

Además, los niños y adolescentes afectos de obesidad pueden llegar a padecer alteraciones del desarrollo puberal como las que se mencionan a continuación:

• Pubertad adelantada: la mayoría de los niños obesos se sitúan por encima del percentil 50 de la talla para su edad. Un gran porcentaje de estos niños presentan crecimiento lineal adelantado, edad ósea también adelantada y en

Page 248: Alimentacion Obesidad Jana

2��

ellos suelen ser precoces la maduración sexual y el llamado estirón puberal. Como consecuencia de todo este precoz e inadecuado desarrollo, algunos de ellos alcanzan una talla media o relativamente baja al llegar a la vida adulta.

• Pseudohipogenitalismo: en los varones prepúberes es un problema muy fre-cuente, ya que la grasa suprapúbica excesiva llega a ocultar la base del pene, lo que disminuye su tamaño real.

• Ginecomastia: es también un problema frecuente en los varones obesos, de-bido a la acumulación de grasa en la región mamaria, sin existir generalmente aumento real del tejido glandular mamario.

Otros de los problemas que pueden presentar los niños afectos de obesidad se-vera son los dermatológicos: estrías, infecciones por hongos en las zonas de plie-gues y acantosis nigricans (esta última aparece en relación a la alteración en la sen-sibilidad a la insulina).

Muy importantes pueden llegar a ser también las repercusiones que la obesidad tiene sobre la función pulmonar: los niños con sobrepeso tienden a padecer disnea de esfuerzo ante el ejercicio físico moderado e incluso, insuficiencia respiratoria con intoxicación por dióxido de carbono, característica propia del llamado síndrome de Pickwick, si bien esta última se observa sólo en los casos extremos de obesidad. En casos de obesidad severa-moderada los índices espirométricos están altera-dos y existe un aumento en el riesgo de padecer infecciones respiratorias. Además, la obesidad favorece el broncoespasmo y empeora las crisis de asma. Muchas ve-ces estos niños presentan también apnea durante el sueño (hasta un 30% de niños obesos presentan este trastorno). Como consecuencia de todo ello, los niños obe-sos suelen tener un nivel de actividad física disminuido: se cansan antes que sus compañeros y no pueden competir con ellos.

Muy importantes también son las posibles alteraciones en el metabolismo lipídi-co: los pacientes obesos tienen un perfil lipídico caracterizado por concentraciones elevadas de colesterol total, C-LDL, triglicéridos y apoproteína B, y concentraciones disminuidas de C-HDL, más evidentes cuanto mayor es la edad, y que tiende a me-jorar si se pierde peso en la infancia.

Tampoco hay que olvidar las posibles alteraciones del metabolismo de los hidra-tos de carbono, pues aunque existen pocos datos sobre la frecuencia de intoleran-cia a la glucosa e hiperinsulinismo en niños obesos, los disponibles apoyan su exis-tencia (Kannel et al., 1979).

Por último, pero no menos importante, debemos citar la patología osteoarticular secundaria al excesivo peso que tienen que soportar las articulaciones. Ya durante la infancia, el exceso de peso que acompaña a ésta constituye una sobrecarga para

Page 249: Alimentacion Obesidad Jana

2��

el aparato locomotor, siendo frecuente encontrar en los niños obesos algunos tras-tornos ortopédicos, como el Genu valgum y la epifisiolisis de la cabeza femoral, pie plano, escoliosis, coxa vara y enfermedad de Perthes.

Es importante resaltar que todas las repercusiones descritas anteriormente son más notorias y frecuentes cuanto más dure el estado de obesidad y cuanto más se-vera sea ésta.

Además, la obesidad en la niñez es un factor de riesgo independiente para la obesidad en la edad adulta (Calderón et al., 1996; Gibson et al., 2002; Whitaker, Wright, Pepe, Seidel, Dietz, 1997). Así, por ejemplo, un estudio de Guo y Chumlea (1999) puso de manifiesto que el riesgo de desarrollar obesidad en la edad adulta (imc > 28) para los niños mayores de nueve años con obesidad (definida como un imc superior al percentil 95 para el peso) es de hasta 80% a los 35 años. Además, como ya se ha apuntado, existe cierta evidencia de una asociación entre la obesi-dad en la adolescencia y el aumento de los riesgos para la salud en la vida adulta (Must et al., 1992; Must y Strauss, 1999).

Problemas psicosociales

En primer lugar, y como es obvio, todos los trastornos que hemos descrito en el apartado anterior van a influir de forma decisiva en la calidad de vida que la perso-na obesa va a disfrutar, tanto durante su infancia y adolescencia, como al llegar a la edad adulta. En este sentido, cabe citar a Schwimmer, Burwinkle y Varni (2003), quienes informaron que los niños y adolescentes con obesidad grave que necesi-tan de un tratamiento para su obesidad sufren cinco veces más riesgo de presentar una baja calidad de vida en comparación con una muestra de referencia de niños y adolescentes saludables, lo que supone un riesgo similar al descrito para los niños y adolescentes diagnosticados con cáncer.

Por otra parte, es muy importante la repercusión que la obesidad va a tener sobre el desarrollo psicológico y la adaptación social del niño. En general, las perso- nas obesas sufren una marcada discriminación social, que puede hacerse más ma-nifiesta aún en la etapa escolar y en la adolescencia (Anderson y Wadden, 1999; Toro, 1996); en este sentido, y en palabras de Stunkard y Sobal (1995), el menos-precio hacia las personas obesas se ha convertido en la última forma de prejuicio aceptada socialmente. Al respecto, cabría apuntar que la mayor parte de la socie-dad moderna tiende a pensar que la pérdida de peso es una cuestión de simple fuerza de voluntad, y con base en esta suposición, considera a los individuos obe-sos como abúlicos y carentes de motivación (Anderson y Wadden, 1999). Por des-

Page 250: Alimentacion Obesidad Jana

2��

gracia, muchas personas obesas han llegado a interiorizar esa percepción que los demás tienen de ellos, lo que añade, a los problemas de salud antes apuntados, importantes costos psicológicos (Gil Roales-Nieto, 2004; Saldaña y Rosell, 1988; Stunkard y Sobal, 1995; Toro, 1996; Wadden y Stunkard, 1996). Así, se ha compro-bado que los niños obesos tienen una pobre imagen de sí mismos y expresan sen-saciones de inferioridad y rechazo. Por lo tanto, suelen presentar dificultades para hacer amigos. La discriminación por parte de los adultos o de los compañeros des-encadena en ellos actitudes antisociales, que les conducen al aislamiento, depre-sión e inactividad, y frecuentemente producen aumento en la ingestión de alimen-tos, lo que a su vez agrava o al menos perpetúa la obesidad. En la adolescencia, el concepto de sí mismos es de tal importancia que cualquier característica física que les diferencie del resto de sus compañeros tiene el potencial de convertirse en un problema más grave, en concreto disminuyendo su autoestima (Willis, McCoy y Berman, 1990).

En cuanto al desarrollo psicomotor y del proceso de conformación de la perso-nalidad, también se observan diferencias muy marcadas, determinando el estado de obesidad en el desarrollo psicosocial, y éste a su vez, en el mantenimiento del estado de obesidad. Uno y otro se determinan, y por ello, al enfrentar el tratamiento, se deben tratar uno y otro. En la misma medida en que van creciendo, y tienen ma-yores edades, la actividad es más compleja y mucho más social, se exigen mayores relaciones interpersonales, y por ello, el estado de obesidad limita mucho más sus actividades propias de la edad, que es en definitiva, entre otras, la que determina y rige el desarrollo psicomotor y de conformación de la personalidad en la edad infan-to-juvenil (Kirschenbaum, et al., 2001).

Etiología de la obesidad

La obesidad se origina por una combinación compleja de influencias multifacto-riales, donde las genéticas y ambientales se consideran las más importantes. Así, la predisposición genética, la alteración en el equilibrio de energía, los factores bioquí-micos, culturales y psicosociales juegan un papel importante en la aparición de esta enfermedad (Lyznicki, 2001). Sin embargo, el rápido incremento en la obesidad no puede relacionarse sólo con el cambio genético, pues la base genética cambia len-tamente a través de miles de años. En contraste, el medio ambiente ha cambiado de manera espectacular al paso de las últimas décadas y se le ha considerado, qui-zá, el factor más trascendental en el incremento actual de la obesidad (Rossner, 2002).

Page 251: Alimentacion Obesidad Jana

2��

En la actualidad existe un consenso de que la obesidad es el resultado de un desequilibrio entre la ingestión y el gasto energético. Este desequilibrio es frecuen-temente consecuencia de cambios en los estilos de vida, concretamente, la inges-tión de dietas con alta densidad energética y bajas en fibra, y de bebidas azucara-das, en combinación con una escasa actividad física. Los cambios en el estilo de vida han conducido a reducciones significativas en el gasto energético. Esto ha sido mucho más impactante en los niños y jóvenes. Así, la falta de actividad física, el se-dentarismo y los hábitos inadecuados de alimentación en niños y adolescentes pro-voca el aumento de la obesidad y el sobrepeso en este sector de la población en México, según datos de la Ensanut 2006 (Olaiz et al., 2007). En esta encuesta se estudiaron los niveles de actividad física de los adolescentes mexicanos. Se clasifi-có a los adolescentes, de acuerdo con el tiempo que dedican a realizar actividades moderadas o vigorosas, en activos, moderadamente activos e inactivos, conforme a los siguientes criterios: los adolescentes que informaron realizar al menos siete horas a la semana de actividad moderada o vigorosa fueron clasificados como acti-vos; los que informaron realizar menos de siete horas y al menos cuatro, como mo-deradamente activos, y como inactivos a los que realizan menos de cuatro horas a la semana de actividad vigorosa /o moderada. De acuerdo con lo anterior, el 35.2% de los adolescentes mexicanos son activos, un 24.4% son moderadamente activos y 40.4% son inactivos.

También se clasificó el tiempo que los adolescentes pasan frente a una panta-lla, ya sea viendo la programación televisiva, películas o jugando videojuegos. Se consideró como tiempo adecuado hasta 12 horas a la semana en promedio de es-tar frente al televisor; es decir, aproximadamente una hora con 20 minutos al día; más de 12 horas y menos de 21 como poco adecuado (en promedio dos horas con 15 minutos por día) y más de 21 horas a la semana (tres horas o más al día), como inadecuado. Más de 50% de los adolescentes pasa más de dos horas diarias fren-te a un televisor y de éstos más de una cuarta parte hasta tres horas por día en pro-medio.

Los resultados de la Ensanut 2006 indican que los adolescentes mexicanos rea-lizan menos actividad física moderada y vigorosa que la deseable. Sólo la tercera parte realiza el tiempo recomendado (35.2%). A esto debe agregarse que más de la mitad de los adolescentes dedica más de 12 horas a la semana frente a pantallas

El otro factor a tener en cuenta son los hábitos alimentarios de los adolescentes mexicanos. La Ensanut 2006 evalúa el estado nutricional pero no ofrece informa-ción sobre los hábitos de alimentación de los adolescentes. Hay algunos estudios realizados en las áreas urbanas de México con muestras reducidas de adolescen-tes que indican un consumo relativamente alto de alimentos ricos en grasas satu-

Page 252: Alimentacion Obesidad Jana

2�0

radas, azúcares y sal, como la leche, las carnes, los cereales refinados y los ali-mentos procesados con una omisión creciente de frutas, verduras y legumbres (Castaneda, Rocha y Ramos, 2008; Jiménez, Bacardí y Jones, 2002; Macedo et al., 2008; Sámano, Flores-Quijano y Casanueva, 2005).

El tiempo subóptimo que dedican los adolescentes a actividades físicas mode-radas o vigorosas, el tiempo excesivo dedicado a actividades sedentarias y la in-gesta calórica excesiva explican parcialmente el incremento en la prevalencia de sobrepeso y obesidad en este grupo de edad en México.

Estudios sobre factores de riesgo de sobrepeso y obesidad

Los factores predictores de sobrepeso y obesidad en la infancia y adolescencia se pueden agrupar en tres grandes grupos: factores sociodemográficos, estilos de vida y factores psicosociales.

Factores sociodemográficos

Se ha encontrado una asociación significativa entre el imc de los padres y el de los hijos (Burbano, Fornasini y Acosta, 2003; Kosti et al., 2008; Maffeis, Talamini y Tatò, 1998; Pisabarro, Recalde, Irrazábal y Chaftare, 2002). Es difícil diferenciar el origen genético o ambiental de esta relación. Algunos estudios sobre el impacto de los hábitos alimentarios y de práctica de ejercicio físico en los padres han consta-tado estilos de vida similares entre padres e hijos, aunque esta relación se va de-bilitando hacia la adolescencia. Sin embargo, otros estudios realizados con niños adoptados sugieren un predominio del origen genético (Sorensen, Holst, Stunkard y Skovgaard, 1992).

A pesar de las dificultades para la comparación, debido a los diferentes plan-teamientos de las investigaciones existentes, parece posible concluir que, en ge-neral, los grupos de más bajo nivel socioeconómico tienen mayor probabilidad de presentar adolescentes obesos que los grupos de alto nivel en los países industria-lizados. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo, los grupos de elevado ni-vel socioeconómico presentan un mayor riesgo de padecer obesidad (Wang, 2001; Wang, Monteiro y Popkin, 2002).

Según los países, la influencia del lugar de residencia sobre el riesgo de obesi-dad en niños es variable. En los países pobres y en los de transición nutricional el medio rural parece un factor de protección; sin embargo, en estudios realizados en

Page 253: Alimentacion Obesidad Jana

2�1

países desarrollados se ha identificado como de riesgo (Singh, Kogan, Van Dyck y Siahpush, 2008)

Estilos de vida

El sedentarismo indirectamente estimado por el número de horas consumidas en actividades lúdicas sedentarias (televisión, ordenador, videojuegos), se ha aso-ciado de manera significativa con la obesidad (Desai, Miller y Bravender, 2008; Hernández et al., 1999; Janssen et al., 2005; Janssen, Katzmarzyk, Boyce, King y Pickett, 2004; Parsons, Manor y Power, 2008). Sin embargo, un reciente estudio realizó un meta-análisis de estas investigaciones y encontró que esta relación es de escasa magnitud, por lo que queda en duda la relevancia clínica de esta asociación (Marshall, Biddle, Gorely, Cameron y Murdey, 2004). Según los autores de este es-tudio, puede explicarse la existencia de esta relación en el hecho de que varios es-tudios epidemiológicos han evidenciado una asociación directa entre la cantidad de horas consumidas en ver la televisión y la ingesta energética y grasa (Robinson, 1999).

Por contra, la actividad física moderada se identifica como un factor protector ante el sobrepeso y la obesidad (Janssen et al., 2005; Levin, Lowry, Brown y Dietz, 2003; Parsons, Power y Manor, 2005). Sin embargo, en una revisión sistemática de la literatura se encontró que sólo 6 de 21 estudios en adolescentes han mostrado una asociación significativa entre la actividad física y el sobrepeso/obesidad (Sallis, Prochaska y Taylor, 2000). Además, a partir de los datos de los que se dispone ac-tualmente es difícil concluir si es la actividad física el origen de la obesidad o es esta obesidad la que condiciona un modo de vida más sedentario (Colomer, 2005).

Sobre los hábitos de alimentación se ha encontrado evidencia de que un ma-yor número de comidas durante el día está relacionado con un menor imc (Moore, Singer, Qureshi y Bradlee, 2008; Mota et al., 2008). Sin embargo, diversos estu-dios epidemiológicos han mostrado que la ingesta calórica no se encuentra asocia-da con el imc de un modo fiable puesto que la gente con sobrepeso y obesidad tien-den a infravalorar su ingesta de comida (Janssen, et al. 2004; Jebb, 2002; Maffeis et al., 1998; Patrick et al., 2004). Hay evidencia de una relación entre la ingesta de grasas y obesidad, pero no se ha estudiado lo suficiente el posible papel de frutas, vegetales y fibra (Levitsky, 2001). También se ha encontrado que olvidarse con fre-cuencia del desayuno o tomar un desayuno pobre en calidad nutricional está rela-cionado en adolescentes con un mayor riesgo a presentar sobrepeso y obesidad (O’Dea y Caputi, 2001; Ortega et al., 1998). Por último, deben destacarse aquellos

Page 254: Alimentacion Obesidad Jana

2�2

estudios que han mostrado que el realizar dietas adelgazantes puede ser un pre-dictor de incrementos en el peso en adolescentes (Neumark-Sztainer et al., 2006; Neumark-Sztainer, Wall, Haines, Story y Eisenberg, 2007; Stice, Presnell, Shaw y Rohde, 2005).

Se ha encontrado una correlación entre una menor duración del sueño y una mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad en adolescentes (Chaput, Brunet y Tremblay, 2006; Sekine et al., 2002). Sin embargo, son necesarias más investiga-ciones para confirmar estos resultados y explicar los mecanismos causales de esta correlación, preferiblemente con datos longitudinales.

Factores psicosociales

En estudios recientes se ha encontrado que ciertas variables psicológicas como presencia de síntomas depresivos y de ansiedad así como síntomas de trastornos del comportamiento alimentario (p. ej., restricción estricta de la dieta, insatisfacción por el propio cuerpo, intenso deseo de bajar peso y miedo terrible a volverse obeso, etc.) son factores de riesgo de obesidad y sobrepeso en adolescentes (Calderón, Forns y Varea, 2009; Desai et al., 2008; Franko, Striegel-Moore, Thompson, Schreiber y Daniels, 2005; Liem, Sauer, Oldehinkel y Stolk, 2008; Stice et al., 2005).

Se ha podido comprobar que variables psicosociales como la autoeficacia y el locus de control respecto a la dieta pueden ser predictores del imc en adolescentes (O’Dea y Wilson, 2006). Por último, no se ha encontrado una relación consistente entre sobrepeso/obesidad y otras variables como autoestima, estrés psicosocial o bienestar emocional (Strauss, 2000; Sweeting, Wright y Minnis, 2005; Viner et al., 2006).

Objetivo

El objetivo del presente estudio es determinar la prevalencia de sobrepeso y obe-sidad en adolescentes del noreste de México y los principales factores asociados.

Método

Para los detalles sobre la muestra, instrumentos de evaluación y procedimiento, véase el primer capítulo sobre “Aspectos metodológicos de la investigación”.

Page 255: Alimentacion Obesidad Jana

2�3

Análisis de datos

En la Encuesta Nacional de Nutrición 1999 (enn-99) (Resano-Pérez, 2003) y la Encuesta de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut-2006) (Olaiz et al., 2007), los grupos de imc en menores de 18 años se establecieron con los puntos de corte propuestos por la International Obesity Task Force (iotf). Para generarse estos criterios, Cole et al. (2000) realizaron un estudio con muestras poblacionales de 6 países (Brasil, Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Holanda, Hong Kong y Singapur). Estimaron una prevalencia a la edad de 18 años de 11.5% de sobrepeso (ic del 95% [5-18%]) y de 2% de obesidad (ic del 95% [0.1-4%]), definiendo el sobrepeso como un índice de masa corporal (imc) mayor o igual a 25, pero menor a 30; y la obesidad como un imc mayor o igual a 30. Con base a estos porcentajes (11.5% de sobrepe-so y 2% de obesidad) determinaron los puntos de corte para menores de 18 años, a fin de que fuesen equivalentes en los distintos grupos de edad. En la Tabla 2, se pueden ver los puntos de corte para definir los cuatro grupos de imc en mujeres y hombres de 14 a 18 años. En un estudio posterior, Cole et al. (2007) definieron los puntos de corte de infrapeso para las distintas edades, considerando valores para personas de 18 años o más (18.5, 17 y 16). En este estudio se toma el valor de 18.5 que es establecido por la Organización Mundial de la Salud (who Expert Committee on Physical Status, 1995)

Tabla 2. Puntos de corte de los grupos de imc por edades y sexos desde criterios iotf

EdadMujeres Hombres

Normopeso Sobrepeso Obesidad Normopeso Sobrepeso Obesidad14-15 14.5 17.2 23.7 28.9 16.7 23.0 28.015-16 15.5 17.7 24.2 29.3 17.3 23.6 28.616-17 16.5 18.1 24.5 29.6 17.8 24.2 29.117-18 17.5 18.4 24.8 29.8 18.3 24.7 29.7

≥18 18.5 25 30 18.5 25 30

Para determinar los factores asociados con el sobrepeso y la obesidad se apli-carán análisis de regresión multivariados. En un primer momento, se realizarán análisis de regresión múltiple para conocer los factores predictores del nivel del imc. Se aplicará el método de pasos sucesivos (Stepwise) que garantiza una mayor in-dependencia de los predictores, siendo la variable criterio el nivel de imc. Se calcu-

Page 256: Alimentacion Obesidad Jana

2�4

larán análisis tanto para la muestra conjunta, así como de manera separada para cada uno de los géneros. Las variables independientes serán aquellas variables que puedan ser factores relacionados con el sobrepeso y la obesidad: Frecuencia y duración del ejercicio, Horas a la semana ante computadora y ante TV, Números de comidas en un día, Consumo de comida sana con alta frecuencia (fruta, verdura, ce-real, frijoles y huevos), Consumo de comida no saludable (carne, papitas, hot-dogs y frijoles), Consumo de pescado, legumbres, Haber realizado dietas de adelgaza-miento, Estrategias de Afrontamiento (Obsesión y Ansiedad, Indefensión con sín-tomas depresivos y asociativos, Culpabilizar y falta de responsabilidad, Negación y apartarse del problema, Enfocado a la solución del problema, Descontrol e im-pulsividad, Aceptación pasiva, Trivializar o quitar importancia), Trastornos de la conducta alimentaria (Obsesión por la delgadez, Descontrol alimentario o Bulimia, Insatisfacción corporal, Conciencia Interoceptiva), Alexitimia (Dificultad para iden-tificar sentimientos, Dificultad para expresar sentimiento, Orientación externa del pensamiento, Fantasía), Afecto Negativo, Afecto positivo, Descontrol alimentario y usos compensatorios del comer (Sofocación de emociones a través del comer, Impulso a adelgazar, Autoindulgencia con el comer ante el malestar emocional, El comer mejora el rendimiento y es actividad placentera, Glotonería y pérdida del control del comer, Insatisfacción consigo mismo).

A continuación, se llevarán a cabo análisis de regresión logística para detectar las variables que mejor permiten predecir el presentar o no sobrepeso y obesidad. Para este análisis, la variable dependiente será una variable dicotómica con dos va-lores: aquellos casos en que el imc no indica sobrepeso u obesidad y aquellos casos en los que el imc sí indique sobrepeso u obesidad. Las variables independientes se-rán las mismas que en los análisis anteriores, añadiéndose el sexo y la ciudad de procedencia. Se realizarán los cálculos tanto en la muestra conjunta como de ma-nera separada en hombres y mujeres.

Resultados

El índice de masa corporal (imc) en la muestra conjunta varía de un mínimo de 12.8 a un máximo de 53.57. No se elimina ningún caso al estar comprendidos en el intervalo de 10 a 58, tal como estipula el Ensanut 2006 (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúlveda, 2007). La media de imc es 22.24, con una desviación estándar de 4.05 y un error estándar de la media de 0.76. Así, en una estimación con un intervalo de confianza de 95%, la media estaría compren-dida entre los valores 20.89 y 23.49. Por lo tanto, la media cae en el intervalo de normopeso con estándares para adultos (de 18 años o más) [20, 24.99], también con los criterios internacionales para adolescentes de 16.5 años (media de edad)

Page 257: Alimentacion Obesidad Jana

2��

[19.35, 24.35] (Cole et al., 2000). La media de imc de los hombres 22.95 (de=4.42) es significativamente mayor (ZU=8.269, p<0.001; t(2360)=8.041, p<0.001) que la me-dia de imc de las mujeres 21.699 (de=3.648). Hay diferencias estadísticamente sig-nificativas en las medias de imc por ciudades (k-w: χ2(2. N=2826)=24.720, p<0.001; F(2. 2823)=15.110, p<0.001). La media más alta aparece en la muestra de Ciudad Victoria (22.86±4.58), le sigue la media de la muestra de Monterrey (22.08±3.81) y la más baja aparece en la muestra de Saltillo (21.85±3.71). Las diferencias de la muestra de Ciudad Victoria con las de Saltillo (dm=1.01, p<0.001) y Monterrey (dm=0.78, p<0.001) son significativas, pero hay equivalencia entre las muestras de Saltillo y Monterrey (dm=-0.23, p=0.427) en la media de imc. Al realizar el análisis de varianza de dos factores fijos (sexo y ciudad), se obtiene que el sexo resulta el fac-tor más diferencial (F(1. 2818)=58.791, p<0.001), las ciudades también son diferencia-les (F(2. 2818)=10.604, p<0.001), pero no la interacción (F(2. 2818)=0.489, p=0.614). Por tanto, la diferencia entre las tres muestras por ciudades en imc no es atribuible a los sexos.

Con base en los puntos de corte de los criterios iotf, 11% de los participantes presenta infrapeso, 66% normopeso, 18% sobrepeso y 5% obesidad. Los porcenta-jes de grupos de imc son diferenciales entre los sexos (χ2(3. N=2824)=66.109, p<0.001). El 13% de las mujeres presenta infrapeso frente al 8% de los hombres, 69% normo-peso frente al 62% de los hombres, 14% sobrepeso frente al 23% de los hombres y 4% obesidad frente al 7% de los hombres. Así, el infrapeso es mayor en las muje-res que en los hombres y el porcentaje combinado de sobrepeso y obesidad es ma-yor en hombres (30%) que en mujeres (18%) (véase Tabla 3). No obstante, la aso-ciación entre los grupos de imc y los sexos es débil (cc=0.151, p<0.001; v=0.153, p<0.001).

Tabla 3. Frecuencia de grupos de imc (criterios iotf) por sexos

Grupos de Imc

(criterios IOTF)Sexos

TotalMujeres Hombres

Infrapeso 208 96 30413.1% 7.8% 10.8%

Normopeso 1097 765 186268.9% 62.1% 65.9%

Sobrepeso 227 281 50814.2% 22.8% 18.0%

Obesidad 61 89 1503.8% 7.2% 5.3%

Total 1593 1231 2824100% 100% 100%

Prueba χ2: 0 celdas (0%) tienen una frecuencia esperada < 5 y la frecuencia esperada mínima es 65.39.

Page 258: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Las variables a tener en cuenta como posibles factores relacionados con el so-brepeso y obesidad se presentan en la Tabla 4.

Tabla 4. Valores de las variables relacionadas con sobrepeso y obesidad

Variables % Rango Media DE

CiudadMonterrey 37.0Ciudad Victoria 31.4Saltillo 31.6

GéneroHombres 43Mujeres 57

Edad 14-21 16.21 0.973Horas de ejercicio a la semana 0-17 4.04 3.792Horas a la semana ante computadora y TV 2-16 7.58 2.808Número de comidas en un día 1-6 4.96 3.035Consumo de comida sana con alta frecuencia (fruta, verdura, cereal, frijoles y huevos)

0-30 18.92 4.230

Consumo de comida no saludable (carne, papi-tas, hot-dogs y frijoles)

0-30 19.45 4.170

Consumo de pescado y legumbres 0-30 18.45 4.050Haber realizado dietas de adelga-zamiento

Si 63.3

No 35.2

Afrontamiento: Obsesión y Ansiedad 7-51 16.15 5.116Afrontamiento: Indefensión con síntomas depre-sivos y asociativos

8-32 16.83 5.326

Afrontamiento: Culpabilizar y falta de responsa-bilidad

4-20 3.29 1.404

Afrontamiento: Negación y apartarse del proble-ma

5-30 12.85 2.968

Afrontamiento: Enfocado a la solución del pro-blema

5-21 12.85 2.968

Afrontamiento: Descontrol e impulsividad 2-15 6.72 2.615Afrontamiento: Aceptación pasiva 3-13 6.77 2.103Afrontamiento: Trivializar o quitar importancia 3-13 7.67 2.092Obsesión por la delgadez 0-35 11.79 8.983Descontrol Alimentario (Bulimia) 0-35 4.12 5.528Insatisfacción corporal 0-45 16.98 8.669Conciencia Interoceptiva 0-48 14.46 9.517Dificultad para identificar sentimientos 7-42 16.03 7.829Dificultad para expresar sentimiento 5-30 14.14 6.385

Page 259: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Tabla 4. (Continuación)

Orientación externa del pensamiento 8-48 21.31 7.951Fantasía 10-60 29.79 12.143Afecto Negativo 13-77 30.86 10.509Afecto Positivo 7-124 29.18 5.801Sofocación de emociones a través del comer 9-97 14.50 8.388Impulso a adelgazar 5-35 11.87 7.236

Auto-indulgencia con el comer ante el malestar emocional

6-42 12.99 7.300

El comer mejora el rendimiento y es actividad placentera

4-28 11.43 6.006

Glotonería y pérdida del control del comer 6-42 12.18 6.586Insatisfacción consigo mismo 4-28 9.30 4.850Satisfacción consigo mismo 2-14 8.81 3.280

Mediante el procedimiento de regresión lineal múltiple por pasos sucesivos (Stepwise) se encuentra que el mejor modelo predictor del imc (F(6,1308)=24.533, p<0.001) es aquel constituido por las siguientes variables predictoras: la edad (β=0.416, t=3.765, p<0.001), el impulso a adelgazar (β=1.028; t=9.641, p<0.001), la satisfacción consigo mismo (β=-0.410, t=-3.820. p<0.0001), el percibir que el comer mejora el rendimiento y es una actividad placentera (β=-0.362, t=-3.373, p<0.001) y el presentar descontrol alimentario (bulimia) (β=0.323, t=2.835, p<0.01) (véase Tabla 5).

Tabla 5. Coeficientes del modelo de regresión

ModeloCoeficientes

t pCorrelaciones Colinealidad

B EE Beta r rp rsp Tol. VIF

Constante 15.590 1.797 8.677 0.000Impulso a adelgazar

1.028 0.107 0.254 9.641 0.000 0.256 0.258 0.254 0.995 1.005

Satisfacciónconsigo mismo

-0.410 0.107 -.101 -3.82 0.000 -.115 -.105 -.100 0.987 1.013

Edad 0.416 0.110 0.099 3.765 0.000 0.088 0.104 0.099 0.997 1.003El comer mejora elrendimientoy es actividad pla-centera

-0.362 0.107 -.089 -3.37 0.001 -.072 -.093 -.089 0.992 1.009

Bulimia 0.323 0.114 0.075 2.835 0.005 0.085 0.078 0.075 0.984 1.016

Page 260: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Las variables independientes que quedan en el modelo son independientes y no redundantes como reflejan los estadísticos de colinealidad. Así, los valores de tolerancia y del factor de inflación de la varianza se aproximan a uno. Sin embar-go, la correlación múltiple es baja (R=0.313); siendo su valor elevado al cuadrado de 0.098, y tras su ajuste, de 0.095. Por lo tanto, este modelo explica una varianza aproximada de 10% de la varianza del criterio con un error estándar de estimación de 3.877.

Cuando se calcula la regresión lineal múltiple sólo con los adolescentes del sexo masculino, las únicas variables predictoras del imc son el impulso a adelgazar (β=2.031; t=9.637, p<0.0001), la satisfacción consigo mismo (β=-.489; t= -2.894. p<0.01) y el percibir que el comer mejora el rendimiento y es una actividad placen-tera (β=-.401; t=-2.337, p<0.05). Sin embargo, en el caso del sexo femenino, ade-más de las variables impulso a adelgazar (β=0.949; t=8.157, p<0.0001), la satisfac-ción consigo mismo (β=-.436; t=-3.439, p<0.001), el percibir que el comer mejora el rendimiento y es una actividad placentera (β=-.454; t=-3.597, p<0.0001) y la edad (β=0.387; t=2.827, p<0.01), también surge como variable predictora del imc la co-mida no saludable (comer papitas, hot dogs, carne, frijoles) (β=0.255; t=1.997, p<0.05).

Para la predicción de presentar sobrepeso/obesidad se utiliza el análisis de regresión logística. Según este análisis los predictores de presentar sobrepeso y obesidad son: género (or=2.971, IC del 95% [2.223, 3.969]), impulso a adelgazar (or=1.721, IC del 95% [1.407, 2.104]), percibir el comer como una vía de mejora del rendimiento y una actividad placentera (or=0.836, IC del 95% [0.730, 0.958]), pre-sentar satisfacción consigo mismo (or=0.740, IC del 95% [0.652, 0.841]), y haber practicado dietas adelgazantes (or=1.658, IC del 95% [1.368, 2.009]). Respecto al ajuste de este modelo, el cambio significativo en la desvianza muestra un ajus-te global (χ2(6)=154.911, p<0.001), confirmado por el Test de Hosmer-Lemeshow (χ2(8)=6.750, p=0.564) y permite hacer una estimación correcta de 77.5% de los ca-sos (véase Tabla 6). Sin embargo, el coeficiente R2 de Nagelkerke indica que sólo 15% de la variabilidad en la variable dependiente viene explicada por el modelo de regresión logística.

Page 261: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Tabla 6. Clasificación por el modelo de regresión logística

Observado

Pronosticado

Presentar sobrepeso/obesidad

No presentarsobrepeso/obesidad

% Casos acertados

Presentar sobrepeso/obe-sidad

34 302 97.3%

No presentar sobrepeso/obesidad

31 1113 10.1%

% Casos acertados 77.5%

Cuando sólo se tienen en cuenta adolescentes del sexo femenino, las únicas variables predictoras del sobrepeso/obesidad son la satisfacción consigo mismo (or=0.734, ic del 95% [0.612, 0.880]) y el haber practicado dietas adelgazantes (or=1.659, ic del 95% [1.367, 2.001]). En el caso de los hombres, las variables pre-dictoras son el impulso a adelgazar (or=1.819, ic del 95% [1.411, 2.344]), la satis-facción consigo mismo (or=0.745, ic del 95% [0.622, 0.892]), y el haber practicado dietas adelgazantes (or=2.096, ic del 95% [1.538, 2.858]) (véase Tabla 7).

Tabla 7. Factores relacionados con el sobrepeso y obesidad según el modelo mul-tivariado

B EE Wald gl p OR95% IC

Inf. Sup.

Sexos 1.089 0.148 54.231 1 0.000 2.971 2.223 3.969Impulso a adelgazar 0.543 0.103 27.998 1 0.000 1.721 1.407 2.104Percibir el comer como una vía de mejora del rendimiento y una ac-tividad placentera

-.179 0.070 6.618 1 0.010 0.836 0.730 0.958

Presentar satisfacción consigo mismo

-.301 0.065 21.506 1 0.000 0.740 0.652 0.841

Haber practicado die-tas adelgazantes

0.505 0.098 26.616 1 0.000 1.658 1.368 2.009

Page 262: Alimentacion Obesidad Jana

2�0

Conclusiones

En esta investigación se presentan diversos factores predictores del sobrepeso y obesidad de adolescentes de tres ciudades del noreste de México.

La muestra presenta según los criterios de la ioft un menor sobrepeso (18% vs. 23.3%) y obesidad (5% vs. 9.2%) que la muestra estudiada por la Ensanut 2006 (Olaiz et al., 2007). La razón de esta diferencia puede residir en que la población en la presente investigación son adolescentes escolarizados y en un contexto urbano mientras que la población en la Ensanut también tuvo en cuenta jóvenes no escola-rizados y de ámbitos rurales.

Los resultados muestran que las variables que se presentan de manera consis-tente como predictores del sobrepeso y la obesidad son tres factores de la escala de usos del comer y satisfacción personal: impulso a adelgazar, satisfacción consi-go mismo y percibir el comer como una vía de mejora del rendimiento y una activi-dad placentera. El primero como un factor de riesgo y los otros dos como factores de protección.

Otras variables que aparecen como predictores, pero no de manera tan consis-tente como las anteriores, son haber practicado dietas adelgazantes y el presentar síntomas relacionados con la bulimia. Así, el haber realizado dietas adelgazantes se presenta como un factor de riesgo de sobrepeso/obesidad, tanto en chicos como en chicas. Por tanto, se coincide con estudios previos que muestran que el realizar dietas adelgazantes puede ser un importante factor asociado con el sobrepeso y la obesidad (Neumark-Sztainer et al., 2006; Neumark-Sztainer et al., 2007; Stice et al., 2005). La bulimia se presenta como un factor predictor de un mayor imc lo que es un resultado similar a otros estudios que han mostrado que síntomas de trastornos de la conducta alimentaria pueden ser factores de riesgo de sobrepeso y obesidad (Calderón et al.,2009; Desai et al., 2008; Stice et al., 2005).

Por último, se debe mencionar una variable que aparece asociada con el imc, con una asociación débil y sólo en el caso de adolescentes femeninas. Esta va-riable es una dieta rica en comida poco saludable (papitas, hot dogs, carne, frijo-les). Este hallazgo se corresponde con investigaciones que muestran que existe una asociación poco consistente entre el imc y el tipo de dieta (Janssen, et al. 2004; Jebb, 2002; Maffeis et al., 1998; Patrick et al., 2004), posiblemente debido a que los participantes en los estudios reportan valoraciones de su ingesta de comida pocas confiables. Así, en nuestro estudio, las mujeres reportan una ingesta menos fre-cuente de todos los grupos de alimentos que los hombres, salvo la comida chatarra.

Es necesario comentar que en este estudio no se observa una relación entre la actividad física y el imc o el sobrepeso/obesidad cuando en diversos estudios se ha

Page 263: Alimentacion Obesidad Jana

2�1

comprobado su papel como factor protector (Janssen et al., 2005; Levin et al., 2003; Parsons et al., 2005). Tampoco los resultados muestran que el sedentarismo indi-rectamente estimado por el número de horas consumidas en actividades lúdicas sedentarias sea un factor predictor de sobrepeso y obesidad como así reflejan otros estudios (Desai et al., 2008; Janssen et al., 2005; Janssen et al., 2004; Parsons et al., 2008).

Page 264: Alimentacion Obesidad Jana

2�2

Page 265: Alimentacion Obesidad Jana

2�3

BIBlIografía

Alexander, M. A. y J. J. Blank (1988), “Factors related to obesity in Mexican American preschool children”, Image, The journal of Nursing Scholarship, 20(2), pp. 79-82.

Anderson, D. A. y T. A. Wadden (1999), “Treating the obese patient: Suggestions for primary care practice”, Archives of Family Medicine, 8(2), pp. 156-167.

Blank, J. J., y M. A. Alexander (1988), “Factors associated with obesity in Mexican-American preschool children: A cardiovascular risk”, Progress in Cardiovascular Nursing, 3(1), pp. 27-31.

Brewis, A. (2003), “Biocultural aspects of obesity in young Mexican schoolchildren”, American Journal of Human Biology, 15(3), pp. 446-460.

Burbano, J. C., M. Fornasini y M. Acosta (2003), “Prevalencia y factores de ries-go de sobrepeso en colegialas de 12 a 19 años en una región semiurbana del Ecuador”, Revista Panamericana de Salud Pública, 13(5), pp. 277-284.

Calderón, C., M. Forns y V. Varea (2009), “Adolescent obesity: Anxiety, cogni-tive and behavioural symptoms characteristic of eating disorders”, Anales de Pediatría (Barcelona), 71(6), pp. 489-494.

Calderón, L. L., P. K. Johnston, J. W. Lee y E. H. Haddad (1996), “Risk factors for obesity in Mexican-American girls: dietary factors, anthropometric factors, and physical activity”, Journal of the American Dietetic Association, 96(11), pp. 1177-1179.

Calzada, L. (2003), Obesidad en niños y adolescentes, México, Editores de Textos Mexicanos.

Castaneda, O., J. C. Rocha y M. G. Ramos (2008), “Evaluación de los hábitos ali-menticios y estado nutricional en adolescentes de Sonora, México”, Archivos en Medicina Familiar, 10 (1), pp. 7-9.

Page 266: Alimentacion Obesidad Jana

2�4

Chan, J. M., E. B. Rimm, G. A. Colditz, M. J. Stampfer y W. C. Willett (1994), “Obesity, fat distribution, and weight gain as risk factors for clinical diabetes in men”, Diabetes Care, 17, pp. 961-969.

Chaput, J. P., M. Brunet y A. Tremblay (2006), “Relationship between short sleep-ing hours and childhood overweight/obesity: results from the ‘Québec en Forme’ Project”, International Journal of Obesity, 30(7), pp. 1025-1026.

Cole, T. J., M. C. Bellizzi, K. M. Flegal y W. H. Dietz (2000), “Establishing a stan-dard definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, British Medicine Journal, 320, pp. 1240-1243.

Colomer, J., y Grupo PrevInfad (2005), “Prevención de la Obesidad Infantil”, Revista Pediatría de Atención Primaria, 7, pp. 255-275.

Desai, M. N., W. C. Miller, B. Staples y T. Bravender (2008), “Risk factors associat-ed with overweight and obesity in college students”, Journal of American College Health, 57(1), pp. 109-114.

Elia, M., y L. C. Ward (1999), “New techniques in nutritional assessment: body com-position methods”, Proceedings of the Nutrition Society, 58, pp. 33-38.

Eliahou, H. E., A. Iaina, T. Gaon, J. Shochat y M. Modan (1981), “Body weight reduc-tion necessary to attain normotension in the overweight hypertensive patient”, International Journal of Obesity, 5, pp. 157-163.

Flegal, K. M., M. D. Carroll, R. J. Kuczmarski y C. L. Johnson (1998), “Overweight and obesity in the United States: Prevalence and trends, 1960-1994”, International Journal of Obesity and Related Metabolic Disorders, 22, pp. 39-47.

Foreyt, J. P. y J. H. Cousins (1993), “Primary prevention of obesity in Mexican-American children”, Annals of the New York Academy of Sciences, 699, pp. 137-146.

Foster, G. D., T. A. Wadden y R. A. Vogt (1997), “Resting energy expenditure in obese African American and Caucasian women”, Obesity Research, 5, pp. 1-8.

Franko, D. L., R. H. Striegel-Moore, D. Thompson, G. B. Schreiber y S. R. Daniels (2005), “Does adolescent depression predict obesity in black and white young adult women?”, Psychological Medicine, 35(10), pp. 1505-1513.

Freedman, D. S., W. H. Dietz, S. R. Srinavisian y G. S. Berenson (1999), “The rela-tion of overweight to cardiovascular risk factors among children and adolescents: the Bogalusa Heart Study”, Pediatrics, 103, pp. 1175-1182.

Gil Roales-Nieto, J. (2004), “Alimentación, actividad física y salud”, en J. Gil Roales-Nieto (ed.), Psicología de la salud: Aproximación histórica, conceptual y aplica-ciones, Madrid, Pirámide.

Page 267: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Giovannucci, E., A. Ascherio, E. B. Rimm, G. A. Colditz, M. J. Stampfer y W. C. Willett (1995), “Physical activity, obesity, and risk for colon cancer and adenoma in men”, Annals of Internal Medicine, 122(5), pp. 327-334.

Guo, S. S. y W. C. Chumlea (1999), “Tracking of body mass index in children in re-lation to overweight in adulthood”, American Journal of Clinical Nutrition, 70, pp. S145-S148.

Hernández, B., L. Cuevas-Nasu, T. Shamah-Levy, E. A. Monterrubio, C. I. Ramirez-Silva, R. Garcia-Feregrino, J. A. Rivera y J. Sepúlveda-Amor (2003), “Factors associated with overweight and obesity in Mexican school-age children: results from the National Nutrition Survey 1999”, Salud Pública de México, 45(Suppl 4), pp. S551-S557.

Hernández, B., S. L. Gortmaker, G. A. Colditz, K. E. Peterson, N. M. Laird y S. Parra-Cabrera (1999) “Association of obesity with physical activity, television programs and other forms of video viewing among children in Mexico city”, International Journal of Obesity and Related Metabolic Disorders, 23(8), pp. 845-854.

Hubert, H. B., M. Feinleib, P. M. McNamara y W. P. Castelli (1983), “Obesity as an independent risk factor for cardiovascular disease: A 26-year follow-up of partici-pants in the Framingham Heart Study”, Circulation, 67, pp. 968-977.

Janssen, I., P. T. Katzmarzyk, W. F. Boyce, M. A. King y W. Pickett (2004), “Overweight and obesity in Canadian adolescents and their associations with di-etary habits and physical activity patterns”, Journal of Adolescent Health, 35(5), pp. 360-367.

Janssen, I., P. T. Katzmarzyk, W. F. Boyce, C. Vereecken, C. Mulvihill, C. Roberts, C. Currie, W. Pickett y Health Behaviour in School-Aged Children Obesity Working Group (2005), “Comparison of overweight and obesity prevalence in school-aged youth from 34 countries and their relationships with physical activity and dietary patterns”, Obesity Reviews, 6(2), pp. 23-32.

Jebb, S. A. (2002), “Energy intake and body weight”, en C. G. Fairburn y K. D Brownell (eds.), Eating Disorders and Obesity: A Comprehensive Handbook, 2ª ed., Nueva York, N.Y., Guilford, pp. 37-42.

Jiménez, A., M. Bacardí y E, G. Jones (2002), “Consumption of fruits, vegetables, soft drinks, and high-fat-containing snacks among Mexican children on the Mexico-U.S. border”, Archives of Medical Research, 33(1), pp. 74-80.

Johnson, S. L. y L. L. Birch (1994), “Parents’ and children’s adiposity and eating style”, Pediatrics, 94, pp. 653-666.

Kannel, W. B., T. Gordon y W. P. Castelli (1979), “Obesity, lipids, and glucose intol-erance: The Framingham Study”, American Journal of Clinical Nutrition, 32, pp. 1238-1245.

Page 268: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Kaplan, R. M., J. F. Sallis y T. L. Patterson (1993), Health and human behavior, Nue-va York, McGraw-Hill.

Keys, A. (1981), “Overweight, obesity, coronary heart disease, and mortality: The W. O. Atwater Memorial Lecture, 1980”, en Nutrition in the 1980s: Constraints on our knowledge, Nueva York, Alan R. Liss, Inc., pp. 31-46.

Kirschenbaum, D. S. (2000), “Obesity”, en Britannica International Encyclopedia, Chicago, Britannia Centre.

Kirschenbaum, D. S., W. G. Johnson y P. M. Stalonas (2001), Tratamiento de la obesidad en niños y adolescentes, Oxford, Pergamon Books.

Kosti, R. I., D. B. Panagiotakos, Y. Tountas, C. C. Mihas, A. Alevizos, T. Mariolis, M. Papathanassiou, A. Zampelas y A. Mariolis (2008), “Parental Body Mass Index in association with the prevalence of overweight/obesity among adolescents in Greece; dietary and lifestyle habits in the context of the family environment: the Vyronas study”, Appetite, 51(1), pp. 218-222.

Kuczmarski, R. J., M. D. Carroll, K. M. Flegal y R. P. Troiano (1997), “Varying body mass index cutoff points to describe overweight prevalence among U.S. adults: nhAneS iii (1988 to 1994)”, Obesity Research, 5(6), pp. 542-548.

Kuczmarski, R. J., K. M. Flegal, S. M. Campbell y C. L. Johnson (1994), Increasing prevalence of overweight among US adults: The National Health and Nutrition Examination Surveys 1990-1991”, Journal of the American Medical Association, 272, pp. 205-211.

Kuczmarski, R. J., C. L. Ogden, S. S. Guo, L. M. Grummer-Straw, K. M. Flegal, Z. Mei, L. R. Curtin, A. F. Roche y C. L. Johnson (2000), “CDC Growth Charts for the United States: Methods and development. National Center for Health Statistics”, Vital Health Statistics, 246, pp. 147-148.

Lacar, E. S., X. Soto y W. J. Riley (2000), “Adolescent obesity in a low-in-come Mexican American district in South Texas”, Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine, 154(8), pp. 837-840.

Levin, S., R. Lowry, D. R. Brown y W. H. Dietz (2003), “Physical activity and body mass index among US adolescents: youth risk behavior survey, 1999”, Archives of Pediatric Adolescents Medicine, 157(8), pp. 816-820.

Levitsky, D. A. (2001), “Macronutrient intake and the control of body weight.”, en A. M. Coulston, C. L. Rock y E. R. Monsen (eds.), Nutrition in the Prevention and Treatment of Disease, Nueva York, N.Y., Academic Press, pp 499-516.

Liem, E. T., P. J. Sauer, A. J. Oldehinkel y R. P. Stolk (2008), “Association between depressive symptoms in childhood and adolescence and overweight in later life: review of the recent literatura”, Archives of Pediatric and Adolescent Medicine, 162(10), pp. 981-988.

Page 269: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Lyznicki, J. (2001), “Obesity: Assessment and management in primary care”, American Familiar Physician, 63, pp. 2185-2196.

Macedo, G., M. F. Bernal, P. López, C. Hunot, B. Vizmanos y F. Rovillé (2008), “Hábitos alimentarios en adolescentes de la Zona Urbana de Guadalajara, México”, Antropo, 16, pp. 29-41.

Maffeis, C., G. Talamini y L. Tatò (1998), “Influence of diet, physical activity and par-ents’ obesity on children’s adiposity: a four-year longitudinal study”, International Journal of Obesity and Related Metabolic Disorders, 22(8), pp. 758-764.

Malina, R. M., A. N. Zavaleta y B. B. Little (1986), “Estimated overweight and obes-ity in Mexican American school children”, International Journal of Obesity, 10(6), pp. 483-491.

Marniemi, J., A. Seppanen y P. Hakala (1990), “Long-term effects on lipid metabo-lism of weight reduction on lactovegetarian and mixed diet”, International Journal of Obesity, 14, pp. 113-125.

Marshall, S. J., S. J. H. Biddle, T. Gorely, N. Cameron y I. Murdey (2004), “Relation-ships between media use, body fatness and physical activity in children and youth: a meta-analysis”, International Journal of Obesity, 28, pp. 1238-1246.

Moore, L. L., M. R. Singer, M. M. Qureshi y M. L. Bradlee (2008), “Dairy intake and anthropometric measures of body fat among children and adolescents in nhAneS, Journal of American College Nutrition, 27(6), pp. 702-710.

Mota, J., F. Fidalgo, R. Silva, J. C. Ribeiro, R. Santos, J. Carvalho y M. P. Santos (2008), “Relationships between physical activity, obesity and meal frequency in adolescents”, Annals of Human Biology, 35(1), pp. 1-10.

Must, A., P. F. Jacques, G. E. Dallal, C. J. Bajema y W. H. Dietz (1992), “Long-term morbidity and mortality of overweight adolescents: a follow-up of the Havard Growth Study of 1922 to 1935”, New England Journal of Medicine, 327, pp. 1350-1355.

Must, A. y R. S.Strauss (1999), “Risks and consequences of childhood and adoles-cent obesity”, International Journal of Obesity, 23(Suppl, 2), pp. S2-S11.

National Heart Lung and Blood Institute (1998), “Clinical guidelines on the identifica-tion, evaluation, and treatment of overweight and obesity in adults: the evidence report”, Obesity Research, 6(Suppl. 2), pp. S51-S210.

Neumark-Sztainer, D., M. Wall, J. Guo, M. Story, J. Haines y M. Eisenberg (2006), “Obesity, disordered eating, and eating disorders in a longitudinal study of ad-olescents: how do dieters fare 5 years later?”, Journal of American Dietetic Association, 106(4), pp. 559-568.

Neumark-Sztainer, D., M. Wall, J. Haines, M. Story y M. E. Eisenberg (2007), “Why does dieting predict weight gain in adolescents? Findings from project eAt-ii: a

Page 270: Alimentacion Obesidad Jana

2��

5-year longitudinal study”, Journal of American Dietetic Association, 107(3), pp. 448-455.

O’Dea, J. A. y P. Caputi (2001), “Association between socio-economic status, weight, age and gender and the body image and weight control practices of 6 to 19 year old children and adolescents”, Health Education Research, 16, pp. 521-532.

O’Dea, J. A. y R. Wilson (2006), “Socio-cognitive and nutritional factors associat-ed with body mass index in children and adolescents: possibilities for childhood obesity prevention”, Health Education Research, 21(6), pp. 796-805.

Olaiz, G., J. Rivera, T. Shamah, R. Rojas, S. Villalpando, M. Hernández y J. Sepúl-veda (2007), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut 2006), Cuernavaca, Morelos, Instituto Nacional de Salud Pública.

Olefsky, J., G. M. Reaven y J. W. Farquhar (1974), “Effects of weight reduction on obesity: Studies of lipid and carbohydrate metabolism in normal and hyperlipo-proteinemic subjects”, Journal of Clinical Investigation, 53, pp. 64-76.

Ortega, R. M., A. M. Requejo, A. M. López-Sobaler, M. E. Quintas, P. Andrés, M. R. Redondo, B. Navia, M. D. López-Bonilla y T. Rivas (1998), “Difference in the breakfast habits of overweight/obese and normal weight school children”, International Journal of Vitamin and Nutrition Research, 68, pp. 125-132.

Parsons, T. J., O. Manor y C. Power (2008), “Television viewing and obesity: a pro-spective study in the 1958 British birth cohort”, European Journal of Clinical Nutrition, 62(12), pp. 1355-1363.

Parsons, T. J., C. Power y O. Manor (2005), “Physical activity, television viewing and body mass index: a cross-sectional analysis from childhood to adulthood in the 1958 British cohort.”, International Journal of Obesity, 29(10), pp. 1212-1221.

Patrick, K., G. J. Norman, K. J. Calfas, J. F. Sallis, M. F. Zabinski, J. Rupp y J. Cella (2004), “Diet, physical activity, and sedentary behaviors as risk factors for over-weight in adolescence”, Archives of Pediatric Adolescents Medicine, 158(4), pp. 385-390.

Pawson, I.G., R. Martorell y F. E. Mendoza (1991), “Prevalence of overweigth and obesity in US Hispanic populations”, American Journal of Clinical Nutrition, 54(Suppl), pp. S1522-S1528.

Pelkonen, R., E. A. Nikkilä, P. Koskinen, K. Penttinen y S. Sarna (1977), “Association of serum lipids and obesity with cardiovascular mortality”, British Medical Journal, 2, pp. 1185-1187.

Pi-Sunyer, F. X. (1993), “Medical hazards of obesity”, Annals of Internal Medicine, 119(7 Pt 2), pp. 655-660.

Page 271: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Pisabarro, R., A. Recalde, E. Irrazábal y Y. Chaftare (2002), “enSo niños 1: Primera encuesta nacional de sobrepeso y obesidad en niños uruguayos”, Revista Médica de Uruguay, 18(3), pp. 244-250.

Prentice, A. M. (1998), “Body mass index standards for children”, British Medical Journal, 317, pp. 1401-1402.

Ramos, F., H. P. Baglivo, A. J. Ramírez y R. Sánchez (2001), “The metabolic syn-drome and related cardiovascular risk”, Current Hypertension Reports, 3, pp. 100-106.

Robinson, T. N. (1999), “Reducing children’s television viewing to prevent obesity: a randomized controlled trial”, Journal of the American Medical Association, 282, pp. 1561-1567.

Rossner, S. (2002), “Obesity: the entity of the XXI century”, International Journal of Obesity, 26(Suppl. 4), pp. S2-S4.

Saldaña, C. (2001), Obesidad, Barcelona, Editorial Martínez Roca. Saldaña, C. y R. Rosell (1988), Obesidad, Barcelona, Martínez Roca.Sallis, J. F., J. J. Prochaska y W. C. Taylor (2000), “A review of correlates of physical

activity of children and adolescents”, Medicine y Science in Sports y Exercise, 32, pp. 963-975.

Sámano, R., M. E. Flores y E. Casanueva (2005), “Conocimiento de nutrición, hábi-tos alimentarios y riesgo de anorexia en una muestra de adolescentes en la ciu-dad de México”, Revista de Salud Pública y Nutrición, 6(2), en <http://www.re-spyn.uanl.mx/vi/2/articulos/conocimientos.htm>. [Consultado el 20 de marzo de 2010].

Schwimmer, J. B., T. M. Burwinkle y J. W. Varni (2003), “Health-related quality of life of severely obese children and adolescents”, Journal of American Medical Association, 289, pp. 1813-1819.

Secretaría de Salud (1993), Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas, México, Secretaría de Salud.

__________ (2000), Encuesta Nacional de Salud del 2000, México, Secretaría de Salud.

Sekine, M., T. Yamagami, K. Handa, T. Saito, S. Nanri, K. Kawaminami, N. Tokui, K. Yoshida y S. Kagamimori (2002), “A dose-response relationship between short sleeping hours and childhood obesity: results of the Toyama birth cohort study”, Child Care Health Development, 28(2), pp. 163-170.

Shape Up America (1996), Guidance for treatment of adult obesity, Bethesda, Md, Shape Up America.

Page 272: Alimentacion Obesidad Jana

2�0

Sherman, J. B., M. A. Alexander, A. H.Dean y M. Kim (1995), “Obesity in Mexican-American and Anglo children”, Progress in Cardiovascular Nursing, 10(1), pp. 27-34.

Singh, G. K., M. D. Kogan, P. C. Van Dyck y M. Siahpush (2008), “Racial/ethnic, so-cioeconomic, and behavioral determinants of childhood and adolescent obesity in the United States: analyzing independent and joint associations”, Annals of Epidemiology, 18(9), pp. 682-695.

Sorensen, T. I., C. Holst, A. J. Stunkard y L. T. Skovgaard (1992), “Correlations of body mass index of adult adoptees and their biological and adoptive relatives”, International Journal of Obesity Related Metabolism Disorders, 16, pp. 227-236.

Spiegel, T. A., J. M. Kaplan, A. Tomassini y E. Stellar (1993), “Bite size, ingestion rate, and meal size in lean and obese women”, Appetite, 21, pp. 131-145.

Stice, E., K. Presnell, H. Shaw y P. Rohde (2005), “Psychological and behavioral risk factors for obesity onset in adolescent girls: a prospective study”, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 73(2), pp. 195-202.

Strauss, R. S. (2000) “Childhood obesity and self-esteem”, Pediatrics, 105(1), p. e15.

Stunkard, A. (1996), “Diet, exercise and behavior therapy: a cautionary tale”, Obesity Research, 4, pp. 293-294.

Stunkard, A. J. y J. Sobal (1995), “Psychosocial consequences of obesity”, en K. D. Brownell y C. Fairburn (eds.), Eating disorders and obesity: A comprehensive handbook, Nueva York, Guilford Press, pp. 417-421.

Sweeting, H., C. Wright y H. Minnis (2005), “Psychosocial correlates of adolescent obesity, ‘slimming down’ and ‘becoming obese’”, Journal of Adolescent Health, 37(5), pp. 409.e9-409.e17.

Toro, J. (1996), El cuerpo como delito: anorexia, bulimia, cultura y sociedad, Barcelona, Ariel.

Tyzenhouse, P. S. (1988), “Factors related to obesity in Mexican-American pre-school children”, Image-the Journal of Nursing Scholarship, 20(4), pp. 236-237.

Viner, R. M., M. M. Haines, S. J. Taylor, J. Head, R. Booy y S. Stansfeld (2006), “Body mass, weight control behaviours, weight perception and emotional well being in a multiethnic sample of early adolescents”, International Journal of Obesity, 30(10), pp. 1514-1521.

Wadden, T. A., y A. J. Stunkard (1996), “Psychological consequences of obesity and dieting.”, en A. J. Stunkard y T. A. Wadden (eds.), Obesity: Theory and ther-apy, 2ª ed., Philadelphia, PA., Lippincott-Raven, pp. 163-177.

Page 273: Alimentacion Obesidad Jana

2�1

Wang, Y. (2001), “Cross-national comparison of childhood obesity: the epidemic and the relationship between obesity and socioeconomic status”, International Journal of Epidemiology, 30, pp. 1129-1136.

Wang, Y., C. Monteiro y B. M. Popkin (2002), “Trends of obesity and underweight in older children and adolescents in the United States, Brazil, China, and Russia”, American Journal of Clinical Nutrition, 75, pp. 971-977.

Whitaker, R. C., J. A. Wright, M. S. Pepe, K. D. Seidel y W. H. Dietz (1997), “Predicting obesity in young adulthood from childhood and parental obesity”, New England Journal of Medicine, 337(13), pp. 869-873.

Willis, D. E., B. McCoy y M. Berman (1990), “The effect of weight management program on self esteem and body image in obese youth”, American Journal of Diseases in Childhood, 144, p. 417.

World Health Organization (1997), Obesity: Preventing and managing the global ep-idemic. World Health Organization, Ginebra, Suiza, Author.

World Health Organization Expert Committee (1995), “Physical Status: the use and Interpretation of anthropometry. Report of an omS Expert committee”, World Health Organization Technical Report Services, 854, pp. 1-452.

Yudkin, J. S., M. Kumari, S. E. Humphries y V. Mohamed-Ali, (2000), “Inflammation, obesity, stress and coronary heart disease: is interleukin-6 the link?”, Atherosclerosis, 148, pp. 209-214.

Page 274: Alimentacion Obesidad Jana

2�2

Page 275: Alimentacion Obesidad Jana

2�3

VI

los adolescentes y su Imagen corporal: esquemas cognItIvos, canon socIal, háBItos

y emocIones

Javier Álvarez Bermúdez

La imagen corporal es una representación simbólica compuesta por factores, como aquel que refiere a los procesos perceptivos, cómo las personas perciben a los demás y a sí mismas; otro, el cognitivo, aludiría a dos aspectos, lo que piensan acerca de cómo se perciben a sí mismas y lo que piensan de cómo los perciben los demás; un factor afectivo que refiere a las emociones producto de cómo se perciben y piensan acerca de sí mismas y cómo perciben y piensan acerca de los demás; y el factor comportamental que alude a lo que hacen las personas en relación a su ima-gen corporal (ejercicio, dieta, sedentarismo, comilonas, prótesis, cirugías estéticas, etc.). La relación de dichos factores daría como resultado una determinada imagen corporal, ya sea que se piense que es adecuada o inadecuada.

Otro factor sería el entorno cultural en el que se desenvuelven las personas y sus “cánones”, “parámetros” o categorías sociales acerca de una “buena” o “mala” imagen corporal (que sería ser chaparra/o, “prieto”, “güero”, etc.), así como los gra-dos de aprobación o desaprobación de determinadas imágenes corporales. De ahí que en la constitución de la imagen corporal influyen factores tanto internos como externos. Los primeros, señalados anteriormente, respecto a las simbolizaciones corporales de cada persona y los segundos refieren a lo mismo pero en las perso-nas cercanas como padres, amigos, parejas, además del de los ideales culturales

Page 276: Alimentacion Obesidad Jana

2�4

(Facchini, 2006a,b). Así, no es lo mismo que una persona no se preocupe por su imagen corporal, ni que las personas y el entorno que la rodean lo hagan, a que su entorno cultural y los grupos sociales a los que pertenece la imagen corporal sea una preocupación constante.

Podemos considerar que estas categorías sociales de la imagen corporal a la vez se asocian a los estilos de vida (life styles), concepto que alude a las diversas conduc-tas o hábitos cotidianos que tienen las personas, ya sean positivos o negativos, tales como la práctica o falta de ejercicio, los hábitos higiénicos o alimenticios adecuados o inadecuados, el consumo o no de alcohol, tabaco y drogas, prácticas sexuales segu-ras o de riesgo, etc., es decir, su forma de vivir. Los procesos de categorización social como son las imágenes corporales también se asocian con los diversos estereotipos culturales y éstos con sus respectivas actitudes, valores y normas morales que existen en los diferentes grupos y estratos sociales. La influencia de la ideología que susten-ta una cultura no se reparte por igual en el espectro social, se ancla de forma diferente y está determinada por la posición social de la persona, en el caso concreto de la ima-gen corporal, por ejemplo, lo es el género, ya que para cada sexo, hombre o mujer, se da un marco de influencia social para que posean determinados cuerpos y vías por las cuales se puede llegar a ello, así como determinadas comportamientos. Por lo tanto, el proceso de socialización influye en la constitución de determinado marco de actuacio-nes tanto para el hombre como para la mujer, para el adolescente como para el adulto, para el rico como el pobre, etc. y sus cuerpos.

Los estilos de vida a los que las personas están expuestas se hallan inmersos en el contexto social y psicológico. Es evidente que las conductas individuales referentes a las prácticas en el cuidado del cuerpo no son hechos aislados de lo social, de hecho muchas de estas prácticas están marcadas por lo social e institucional. Así, estas con-ductas están relacionadas con hechos cotidianos concretos, como son el medio es-pecífico en el que se desenvuelve la persona, los alcances económicos de la misma, o las modas tanto locales como transnacionales. Esta base cultural de los estilos de vida está compuesta de significados representacionales, que son una organización específica de significados y que éstos servirán como guía y darán coherencia y siste-maticidad a las conductas, en este caso relacionadas con el cuidado del cuerpo y su efecto en la imagen corporal. Los estilos de vida de las personas permiten un marco global para el entendimiento de esta problemática y confeccionar estrategias de in-tervención psicosociales para la promoción de estilos de vida eficaces en la preven-ción de riesgos para la salud y el aliento de comportamientos saludables, por lo cual, tener un conocimiento objetivo del proceso social y sus estilos de vida es pertinente. Conocimiento que explique las influencias culturales más amplias de las conductas de

Page 277: Alimentacion Obesidad Jana

2��

salud, o de riesgo para las personas, a la par de las explicaciones de las conductas de salud individuales.

Los estilos de vida se adquieren por medio del proceso de aprendizaje, ya sea mediante la experiencia directa o la experiencia vicaria. Se dan regularmente en contextos o escenarios donde se llevan a cabo esos comportamientos, por lo cual todas aquellas intervenciones tendientes a tratar de modificar positivamente los pa-trones de comportamiento de la población respecto a los hábitos saludables, deben considerar a los grupos de jóvenes una población objetivo con un doble propósito: el de que adquieran hábitos saludables para su etapa adulta y aumentar el nivel de conciencia respecto a las conductas saludables en toda la población. Es un hecho ya comprobado que los jóvenes constituyen un grupo de alto riesgo, debido sobre todo a que ellos presentan más conductas de riesgo y menos hábitos saludables que los adultos (Álvarez, 2004).

La toma de decisiones por parte de las personas para llevar a cabo determina-dos comportamientos no puede considerarse absolutamente libre de influencias. Las decisiones están definidas por el contexto económico, cultural, social y físico. Es así que la variedad de opciones de decisión que tienen las personas a su vez están precisadas por decisiones tomadas a otros niveles, lo cual influye en la toma personal de decidir consumir o no alcohol, tabaco, alimentos chatarra, de hacer ejercicio o preocuparse en exceso por la imagen corporal. Es por todo ello, que para comprender los diversos comportamientos de las personas relacionados con su sa-lud, es necesario considerar todos estos factores.

Lo otro que establece el comportamiento son las cogniciones, creencias y afec-tos que se tienen respecto al self y las cogniciones, creencias y afectos referentes a llevar a cabo ciertos comportamientos en relación a la consecución de una determi-nada imagen corporal que sustente ese self.

Se sabe que una imagen corporal negativa tiene sus raíces en la imagen corpo-ral infantil y que cuando esto se prolonga hasta la adolescencia temprana se asocia a depresión y trastorno alimentario. En la adolescencia el fenómeno de la imagen corporal se incrementa debido precisamente a la gran transformación física en flo- recimiento que se vive en esa etapa del desarrollo. De ahí que sentirse flac@, chaparr@, no “bien” proporcionad@, son causas que inciden en la insatisfacción corporal. Algunas investigaciones (Attie y Brooks-Gunn, 1989; Baile, Guillén y Garrido, 2002; Koff y Rierdan, 1991; Gralen, Levine, Smolak y Murnen, 1990; Richard, Casper y Larson, 1990; Thompson, 1990) han mostrado cómo el compo-nente cultural de la imagen corporal basada en la delgadez y la moda es un factor explicativo en la preocupación de los jóvenes respecto a su peso corporal y a su fi-gura. Una consecuencia lógica de la preocupación por la imagen corporal y el peso

Page 278: Alimentacion Obesidad Jana

2��

es el establecimiento de métodos de control dentro de los que destaca el segui-miento de dietas. De la misma forma se piensa que la alteración de la imagen cor-poral es un factor relacionado con los trastornos emocionales, alimentarios o se-dentarios (Acosta y Gómez-Peresmitré, 2003; Gómez-Peresmitré y Acosta, 2000; Thompson, 1990).

Al respecto, en una investigación con adolescentes femeninas de 10 a 14 años, Archibald, Graber y Brooks (2002) estudiaron la asociación entre la dieta, la imagen corporal y las relaciones con padres. Los datos revelaron que la percepción que las adolescentes tenían de las relaciones con sus padres se asociaba con sus actitu-des y hábitos referidos a la ingesta de alimentos y la imagen corporal. Otros estu-dios han evidenciado la relevancia del establecimiento de las actitudes, intenciones y conductas asociadas con conseguir un “cuerpo socialmente deseable” (Álvarez, 2004; Raich, Deus, Muñoz, Pérez y Requena, 1991; Wiederman, 2000; Wiederman y Hurst, 1998), factor común en personas con anorexia o bulimia (Wardle, 1987; Zaitsoff, Fehon y Grilo, 2009).

En un trabajo con jóvenes de la ciudad de Chicago, Haynes y Ross (1987) en-contraron que los jóvenes varones tienden más hacia el ejercicio y las mujeres hacia el cuidado alimenticio para la consecución de una mejor imagen corporal. Replicando ese estudio y comparando los jóvenes norteamericanos de la ciudad de Chicago con jóvenes alemanes del área industrial de las márgenes del río Rin, Cockerham, Kuntz y Lueschen (1988) descubrieron que los jóvenes alemanes re-portaron mejores hábitos alimenticios que los norteamericanos y que la aparien-cia corporal no era un factor que guiaba estos hábitos, los cuales estaban más de-terminados por las preocupaciones acerca de la salud. En un estudio longitudinal Quadrel y Hartman (1990) encontraron que los hábitos alimenticios de los jóvenes se deterioraban progresivamente en la medida que se alejaban del entorno familiar e incursionaban en nuevos ambientes, aun cuando estos jóvenes creían tener bue-nas barreras para no caer en malos hábitos alimenticios. Todo esto como parte del fenómeno de búsqueda de independencia. Por otra parte, un estudio con adoles-centes españolas Raich, et al. (1991) descubrieron que las diversas preocupacio-nes de las chicas por su imagen corporal les provocaban serios problemas en sus hábitos alimenticios. Halpin y Fitzgerald (1992), en estudios consecutivos con estu-diantes adolescentes irlandeses, reportan resultados contrastantes en las actitudes respecto a la alimentación entre hombres y mujeres, donde las mujeres presenta-ron mayores actitudes y creencias negativas ante la alimentación que los hombres. Por su parte Patten (1994) comparó los hábitos alimenticios tanto de jóvenes es-tudiantes méxico-norteamericanos y caucásicos del primer año de universidad, su estudio reveló que los hábitos alimenticios de dichos jóvenes, dadas sus caracterís-

Page 279: Alimentacion Obesidad Jana

2��

ticas, podían conducirlos directamente a enfermedades crónicas como la diabetes y que esto era más sobresaliente en los méxico-norteamericanos. En esa misma línea, Le-Grange, Tibbs y Selibowits (1995) en un estudio con jóvenes estudiantes norteamericanos encontraron que algunos jóvenes caucásicos presentaban serios problemas de hábitos alimenticios, más las mujeres que los hombres.

Otras investigaciones han puesto de manifiesto que las actitudes, más que la percepción que tienen las personas respecto a su imagen corporal, tienen una fuer-te influencia y que cuando son negativas se asocian con variados trastornos ali-mentarios (Sepúlveda, Botella y León, 2001). Asimismo, que las diversas creencias que tienen las personas sobre sí mismos se asocian estrechamente con la insatis-facción corporal. Como se ha comentado la moda de la delgadez en mujeres y la corpulencia en hombres con el afán de poseer cuerpos “atractivos o esculturales” (Álvarez, 2004) aunada a la influencia familiar, se asocia con el incremento de des-órdenes alimentarios como la anorexia y la bulimia, principalmente en mujeres, a causa del disgusto con su propio cuerpo (Baile, et al., 2002).

Todo lo anteriormente mencionado nos habla que los factores perceptivos y acti-tudinales de la imagen corporal se ven influidos por factores representacionales, de ahí que las “distorsiones” de la imagen corporal están asociadas con todo un proce-so simbólico subyacente, a una “distorsión” simbólica del propio cuerpo. La variabi-lidad del proceso simbólico acerca del propio cuerpo tiene como consecuencia que muchos jóvenes y adultos pueden presentar ciertos niveles de insatisfacción con su cuerpo o alguna parte del mismo, lo que nos lleva a preguntar si los criterios de diagnóstico basados sólo en la imagen corporal son útiles al momento de diferen-ciar personas con problemas clínicos de esa índole respecto a la población normal, diferenciar cuando las personas tienen un deseo natural de “mejorar” alguna parte de su cuerpo o diferenciar aquellos procesos de insatisfacción corporal producto de los cambios sui generis en los distintos estadios de desarrollo y con los que hay que aprender a vivir, a la par de las presiones sociales en cuanto a la imagen corporal “ideal”, así como las imágenes corporales “no bien vistas” dirigidas a los diversos grupos de edad y sexo. Hablamos de la categorización basada no sobre una copia de la realidad en la mente de la persona, sino sobre las especificidades (atencionales, motivacionales, culturales, etc.) de esta última. La significación es una parte insepara-ble de la categorización que las personas elaboren respecto a su propio cuerpo, cate-goría que da una interpretación de ello, este proceso fenomenológico nos indica que las significaciones deben ser descubiertas, ya que ellas nos dan las categorías de in-terpretación del cuerpo de sí mismo, lo que corresponde más a una construcción que a un reflejo de la realidad.

Page 280: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Las personas juegan un rol activo en la determinación de sus categorías y los pro-cesos referenciales de similitud o disimilitud en cuanto a otros cuerpos, los cuales son elegidos entre una infinidad de rasgos de comparación posibles. La determinación de los atributos de los cuerpos se asentaría en los conocimientos y teorías implícitas que las personas tienen a propósito de sus referentes. Justamente la imagen corporal se considera como algo construido en un contexto dado por una persona particular que tiene objetivos específicos, producto de un conjunto de relaciones causales que le dan sentido a la observación de sí mismo como cuerpo.

En realidad, las categorías no están formadas de una adición de rasgos, sino de un conjunto elaborado de rasgos que mantienen similitudes entre ellos, características reconocidas por la persona. Nuestros conocimientos nos permiten entonces a la vez detectar esquemas de asociación pertinentes y dar un significado razonable a las aso-ciaciones, esta coherencia provendría entonces del conocimiento del mundo, actuali-zado bajo la forma de teorías explicativas. Serían los procesos de explicación que de-terminarían la construcción y la coherencia categórica que establecen las personas. Por lo cual, un conjunto de atributos corporales puede ser categorizado de diferen-tes formas en función del sistema de relaciones evocado por las estructuras de co-nocimiento de la persona, para lo cual la similitud se constituye como una base de ca-tegorización que da conectividad a los atributos de los rasgos, estableciendo así las relaciones entre ellos. Los conceptos y los rasgos están ligados a los conocimientos generales de las personas y sus teorías implícitas respecto al mundo.

El razonamiento causal en las actividades de categorización de las personas de-penderá del conocimiento y de los objetivos de las mismas, la categorización com-prende tanto al agente perceptor como las características del objeto categorizado, en este caso su cuerpo. Las condiciones naturales de categorización corresponden a menudo a las explicaciones y relaciones en la organización de las informaciones, estas explicaciones y categorizaciones varían con el tiempo, pero también conservan rasgos estables. La actividad de categorización deriva de un intercambio entre la per-sona y su entorno. Las categorías sociales son tratadas generalmente por las perso-nas como categorías naturales aun y que están basadas en construcciones arbitrarias y cambiables. Estas categorías sociales están igualmente vinculadas a propiedades subyacentes en la mente de las personas. Los procesos de categorización corporal serían facilitados por la saliencia de similitudes, como el color de la piel o la configura-ción corporal. Todo esto proporcionaría un proceso de homogeneización dentro de las categorías y de heterogeneización entre esas categorías. Mi “cuerpo” sería distingui-do de los de “ellos” en referencia no simplemente a los atributos superficiales, sino a esencias (genéticas, culturales, lingüísticas, históricas, etc.) que les dan un significa-

Page 281: Alimentacion Obesidad Jana

2��

do. Este razonamiento supone representar las características que se desea compartir respecto a la imagen corporal.

Al mismo tiempo que la categorización está sostenida por una explicación que “cimenta” las similitudes y acentúa la diferenciación; a su vez, está impregnada de las relaciones sociales que la determinan a la par de como ella las afecta. La expli-cación y las relaciones sociales juegan entonces un rol fundamental en la selec-ción de los atributos que definen las categorías, y viceversa. Por otra parte, la de-terminación de las categorías sociales podría situarse en el consenso acerca de las propiedades subyacentes que en definitiva, les dan sentido a un objeto, el cuerpo. En otros términos, lo que estaría en juego no sería solamente sobre la realidad y las características asociadas con las categorías sociales ya formadas respecto “al cuerpo”, sino lo que estaría más en juego sería la pertinencia de interpretaciones postuladas para dar cuenta de la existencia y de la coherencia de lo que piensa la persona respecto a su propio cuerpo.

Las relaciones que mantienen estos diferentes atributos serán destacadas en referencia a explicaciones implícitas o sui generis a menudo contradictorias y car-gadas de significaciones múltiples que determinarían nuestras categorías. Así, di-ferentes sistemas de interpretación permitirían poner en relación estos atributos y asegurar la coherencia de categorías. La calidad de las relaciones sociales que mantienen las personas tiene una influencia tanto en la selección de los atributos como la configuración de las categorías.

El proceso de categorización cognitivo y social es un fenómeno que está íntima-mente asociado con la naturaleza cognitiva de comprensión y simplificación del me-dio y de las relaciones sociales. La elección de criterios de similitud, la elaboración de razonamientos causales y teorías explicativas o representaciones pone en relieve los mecanismos y propiedades subyacentes que se deben abordar como un fenómeno a dilucidar. La categorización cognitiva del self (incluido el cuerpo) y la categorización social deben ser comprendidas como procesos negociados de puesta en común de sistemas de interpretación algunas veces contradictorios y siempre socialmente signi-ficativos. Las representaciones sociales derivadas de estos procesos consistirían prin-cipalmente en categorías que sirven a las personas para clasificar sus circunstancias, los fenómenos que las rodean y a las otras personas en relación a sí mismas, repre-sentaciones que permiten emitir una opinión sobre todo ello. Estas representaciones están ancladas en las relaciones sociales y, al igual que los procesos de socialización, tenderían a reificarlas. Dichas representaciones sociales poseerán una base concep-tual relacionada con la ideología que es un producto y una causa de las interacciones sociales basada precisamente en un conjunto de creencias y teorías implícitas.

Page 282: Alimentacion Obesidad Jana

2�0

Justamente investigaciones en adolescentes muestran las relaciones existen-tes entre la apariencia, la preocupación por el peso y la dieta así como una alta valo-ración de la apariencia física y las conductas restrictivas (Benedito, 2003). Es decir, aquellos adolescentes que se involucraban más en la práctica de dietas y cambios de peso mostraron más alteraciones en la imagen corporal. Otro trabajo con estu-diantes de ambos sexos evidenció que la mayoría de las jóvenes deseaban pesar menos y tenían miedo a ganar peso, siendo esto mayor en las chicas (Lameiras, Calado, Rodríguez y Fernández, 2003). Distintos trabajos han mostrado que, en las chicas, la preocupación por el peso y la imagen corporal inicia al entrar en la adolescencia (Lameiras, 2001; Raich, et al., 1991; Smolak y Turnen, 2001). Otros muestran cómo la insatisfacción con el propio cuerpo y el peso motiva a conductas de control de peso como son las dietas alimentarias (Abraham y Llewelln-Jones, 1997).

En los últimos tiempos la preocupación de las adolescentes por las dietas se ha incrementado, lo que ha constituido a las dietas como un factor de riesgo para los trastornos de la conducta alimentaria (French, Story, Downes, Resnick y Blum, 1995). La insatisfacción corporal es una de las razones más frecuentes por las que las jóvenes en su mayoría presentan desórdenes alimentarios y que en algunos ca-sos deciden iniciar alguna dieta, pues la preocupación por el peso y su imagen son más comunes en estas personas, las niñas en general desean estar más delgadas, lo cual se incrementa en la adolescencia hasta en 80% y que la insatisfacción cor-poral se puede detectar desde los 12 años en niñas (Baile, et al., 2002).

En nuestro contexto, en un estudio acerca de la imagen corporal con preadoles-centes mexicanos (Gómez-Peresmitré, 1997), se encontró que 50% de ellos esta-ban insatisfechos con su imagen corporal. En otro estudio respecto a las preocu-paciones por el peso, la dieta y la imagen corporal en niños de 6 a 9 años (Lucero, Hill y Ferraro, 2002) se hizo evidente la insatisfacción corporal y en el sexo femeni-no la tendencia hacia la delgadez y la insatisfacción con el cuerpo era mayor que en el sexo masculino. En algunos estudios se ha asociado la imagen corporal con el índice de masa corporal (imc), en un trabajo realizado con adolescentes mexica-nos se encontró una tendencia de ambos sexos a presentar un mayor porcentaje de trastornos de la conducta alimentaria a medida que se incrementa el índice de masa corporal y la edad de las personas (Unikel, Saucedo, Villatoro y Fleiz, 2002). Por otra parte, Álvarez (2004) encontró que las formas para tener un buen cuerpo diferían en función de los sexos. Las mujeres estaban más orientadas al cuidado y restricción alimentaria; y los hombres, más orientados hacia la actividad física. De igual manera, el buen cuerpo estaba asociado en las mujeres con la esbeltez; y en los hombres, con el volumen y definición musculares.

Page 283: Alimentacion Obesidad Jana

2�1

La insatisfacción con la imagen corporal se considera un predictor de riesgo de trastornos de la alimentación (León, Fulkerson, Perry y Cudeck, 1993). Otras inves-tigaciones (Cogan, Bhalla, Sefa-Dedeh y Rothblum, 1996) han mostrado que la del-gadez y la gordura son evaluaciones culturales, valores que promueven dentro de la cultura. Así, todas aquellas dificultades asociadas con valorar adecuadamente las dimensiones corporales propias se constituyen en factores de riesgo para la nu-trición y el desarrollo de las personas, ya que tienden a ser factores precipitantes de trastornos alimentarios.

Considerando que los jóvenes representan un porcentaje importante de la po-blación, juzgamos pertinente diseñar una investigación con jóvenes del noreste de México que permitiera conocer las relaciones de algunos factores con el fenómeno de la imagen corporal, entre ellos los esquemas cognitivos-perceptuales referidos a su propio cuerpo, al cuerpo deseado, al cuerpo percibido de sus pares, sus hábitos de cuidado alimenticio, actividad física y sus emociones.

Método

Para los detalles sobre la muestra, instrumentos de evaluación y procedimiento, véase el primer capítulo sobre “Aspectos metodológicos de la investigación”.

Análisis estadísticos

Las variables se describen por medio de tablas de frecuencia, porcentajes, es-tadísticos de tendencia central (media, mediana y moda), de dispersión (desviación estándar y rango) y forma de la distribución (asimetría y curtosis). Los contrastes de medias entre sexos se realizan por la t de Student y entre ciudades por el análisis de varianza. Los contrastes de frecuencia se realizan por la prueba de chi-cuadra-do. Se estima un modelo de regresión lineal por el método Enter. Los cálculos se realizaron con SpSS16.

Resultados

Imagen corporal

En cuanto a la imagen corporal podemos ver en la Tabla 1 las medias del posi-cionamiento de los jóvenes de la muestra en general respecto a las tres variables.

Page 284: Alimentacion Obesidad Jana

2�2

En las tablas 2, 3 y 4 podemos ver en detalle los datos respecto a cada variable en función de su escala de medida. La media más alta corresponde a cómo se perci-ben los jóvenes a sí mismos, seguida de la media de cómo perciben a sus pares y la media más baja corresponde a la imagen corporal deseada. En otras palabras, los jóvenes se perciben ligeramente más robustos en comparación de los pares, de-seando más bien estar con una imagen más esbelta que la que perciben de ellos y sus pares.

Tabla 1. Estadísticos de tendencia central de las variables de imagen corporal

Imagen corporal de sí mismo deseada de los paresN (válidos) 3175 3177 3154Media 4.50 3.95 4.25Mediana 4 4 4Moda 3.67 4 4

Tocante a la percepción de la imagen de sí mismos vemos en la Tabla 2 cómo el normopeso bajo tiene el mayor porcentaje (33.2%) seguido del normopeso medio (25.4%) y delgadez (21.6%); con menor proporción está el normopeso alto (13.8%), sobrepeso (4.8%) y la obesidad (1.2%). La media es de 4.5, lo que nos habla de que la mayoría de los jóvenes se percibe a sí mismo con un normopeso medio (véase Tabla 2).

Tabla 2. Frecuencias de la variable imagen corporal de sí mismo

Valores Frecuencia PorcentajePorcentajeacumulado

1. Muy delgado/a 19 0.6% 0.6%2. Bastante delgado/a 373 11.8% 12.4%3. Delgado/a 292 9.2% 21.6%4. Normopeso bajo 1055 33.2% 54.8%5. Normopeso medio 805 25.4% 80.2%6. Normpoeso alto 442 13.9% 94.1%7. Sobrepeso 151 4.8% 98.9%8. Ligera obesidad 24 0.8% 99.6%9. Obesidad 12 0.4% 100%Total 3173 100%

Page 285: Alimentacion Obesidad Jana

2�3

Respecto a la percepción de la imagen deseada, a diferencia de la imagen de sí mismos donde los jóvenes en su mayor porcentaje correspondía al normopeso medio, aquí casi la mitad de ellos respondieron a una imagen de normopeso bajo (45.8%), seguido del normopeso medio (24.5%) y el verse delgada/o (17.6%) y con menor proporción el sobrepeso (0.3%) y la obesidad (0.4%). La media es de 4.5, lo que nos habla de que la mayoría de los jóvenes desearían verse a sí mismos con normopeso bajo (véase Tabla 3).

Tabla 3. Frecuencias de la variable imagen corporal deseada

Valores Frecuencia PorcentajePorcentajeacumulado

1. Muy delgado/a 19 0.6% 0.6%2. Bastante delgado/a 274 8.6% 9.2%3. Delgado/a 560 17.6% 26.8%4. Normopeso bajo 1455 45.8% 72.6%5. Normopeso medio 778 24.5% 97.1%6. Normopeso alto 68 2.1% 99.3%7. Sobrepeso 9 0.3% 99.6%8. Ligera obesidad 1 0.0% 99.6%9. Obesidad 13 0.4% 100%Total 3177 100%

En cuanto a cómo los jóvenes perciben la imagen corporal de sus pares vemos que la mayoría (35.9%) señala el normopeso bajo seguido del normopeso medio (31.2%) (véase Tabla 4).

Estos resultados nos señalan que los jóvenes en general tienden a desear verse más delgados (normopeso bajo) y que perciben a sus pares más delgados (normo-peso bajo) de cómo ellos se perciben (normopeso medio).

Tabla 4. Frecuencias de la variable imagen corporal de los pares

Variable Frecuencia PorcentajePorcentajeacumulado

1. Muy delgado/a 49 1.6% 1.6%2. Bastante delgado/a 319 10.1% 11.7%3. Delgado/a 292 9.3% 20.9%4. Normopeso bajo 1131 35.9% 56.8%5. Normopeso medio 984 31.2% 88.0%6. Normopeso alto 288 9.1% 97.1%

Page 286: Alimentacion Obesidad Jana

2�4

7. Sobrepeso 66 2.1% 99.2%8. Ligera obesidad 4 0.1% 99.3%9. Obesidad 21 0.7% 100%Total 3154 100%

Con el objetivo de conocer si existían diferencias entre los sexos respecto a las variables imagen de sí mismo, imagen deseada e imagen de los pares se realizó un análisis de comparación de medias por la prueba t de Student. La tabla 5 nos mues-tra que las diferencias son significativas en las tres variables: las mujeres obtienen medias más altas que los hombres en la percepción de su imagen corporal 3.30 contra 4.60, la imagen corporal deseada 3.26 contra 3.80 y la imagen de los pares 3.40 contra 4.26.

Tabla 5. Contraste de medias de las imágenes corporales por sexos

Imagencorporal

SexoDescriptivos Levene Student

N Media DE F p t gl pDe sí misma/o

Hombre 1358 3.30 1.056123.981 0.000 -30.413 3165 0.000

Mujer 1815 4.60 1.353

DeseadaHombre 1363 3.26 0.764

109.642 0.000 -17.204 3173 0.000Mujer 1814 3.80 0.989

De los pares

Hombre 1359 3.40 1.03127.610 0.000 -21.475 3117 0.000

Mujer 1795 4.26 1.224

En otras palabras, los hombres no muestran grandes diferencias si considera-mos las medias que obtienen en las tres variables 3.30, 3.26 y 3.40, es decir, la di-ferencia en cómo se perciben y cómo se quisieran ver es muy baja (3.30 versus 3.26), asimismo cuando se compara con los pares (3.30 versus 3.40), lo que nos habla que en general perciben un poco más robustos a sus pares en comparación de ellos mismos.

Las mujeres por su parte muestran evidentes diferencias si consideramos las medias de las tres variables, así la diferencia en cómo se perciben y cómo desean estar es alta (4.60 vs 3.80) al igual que cuando se comparan con los pares (4.60 vs 4.26), es decir comparadas con sus pares las mujeres se perciben más robustas.

Aquí volvemos a encontrar una característica o tendencia de sexo que muestra que los hombres tienden a verse más robustos que sus pares dando a esto una va-loración positiva y que cuando ocurre esto en las mujeres, es decir, verse más ro-

Tabla 4. (Continuación)

Page 287: Alimentacion Obesidad Jana

2��

bustas es considerado como algo negativo. Lo que concuerda con estudios previos en nuestro contexto donde para los hombres un buen cuerpo significa fuerte-muscu- loso y para las mujeres un buen cuerpo va asociado con la esbeltez (Álvarez, 2004).

Con el objetivo de conocer si existían diferencias entre los jóvenes de las dife-rentes ciudades respecto a las variables imagen de sí mismo, imagen deseada e imagen de los pares se realizó un análisis de varianza (AnovA). La tabla 6 nos mues-tra que las diferencias son significativas en dos de las tres variables, que correspon-den a la imagen corporal deseada y la imagen corporal de los pares: vemos que los jóvenes de Monterrey tienden a desear estar más delgados en comparación de los de Saltillo y Victoria (3.45 vs 3.56 y 3.70 respectivamente) asimismo tienden a perci-bir a sus pares más delgados que los jóvenes Saltillo y Victoria (3.80 vs 3.89 y 4.00 respectivamente).

En otras palabras, si bien en general los jóvenes de las tres ciudades desean estar más delgados de como están, los jóvenes de Monterrey tienden a desear es-tar más delgados en comparación de la media de los jóvenes de las otras ciuda-des, asimismo tienden a ver más delgados a sus pares que los jóvenes de Saltillo y Victoria, lo que nos habla de que existe una mayor tendencia por parte de los jóve-nes de Monterrey a valorar más la delgadez en comparación que los jóvenes de las otras ciudades, además, en general, los jóvenes tienden a verse más robustos que sus pares. Lo que nos habla que la moda de la delgadez está más establecida en la cultura regia, cognitivamente hablando.

Aquí encontramos una característica cultural de los jóvenes del noreste de México en cuanto a valorar la delgadez como un ideal en contraste de cómo per-ciben su imagen corporal, y que tienden a percibir a sus pares como más esbeltos que ellos, es decir, la cultura “del cuerpo como insignia” (Álvarez, 2004).

Tabla 6. Diferencias de medias por ciudades

Imagen corporal Ciudades N Media DE EE F P

De sí misma/oDeseada

Victoria 996 4.02 1.422 0.045

1.132 0.323Monterrey 1179 4.02 1.376 0.040Saltillo 1001 4.10 1.380 0.044Total 3176 4.04 1.392 0.025

De los paresDe sí misma/o

Victoria 997 3.70 1.012 0.032

19.525 0.000Monterrey 1177 3.45 0.875 0.025Saltillo 1006 3.56 0.913 0.029Total 3180 3.57 0.937 0.017

Page 288: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Deseada

Victoria 991 4.00 1.281 0.041

7.278 0.001Monterrey 1171 3.80 1.140 0.033Saltillo 995 3.89 1.244 0.039Total 3157 3.89 1.221 0.022

Dados los anteriores resultados y los antecedentes de estudio sobre el tema expuestos en los otros apartados en el sentido de que aquellas personas que tie-nen una mayor preocupación respecto a su imagen corporal tenderán más a seguir dietas, contrastamos las distribuciones de frecuencias con que se han hecho die-tas de adelgazamiento en relación con los sexos, por la prueba de chi-cuadrado de Pearson. Los resultados se muestran en la Tabla 7.

Tabla 7. Contraste de frecuencia con que se han hecho dietas de adelgazamiento por sexos

Has hecho dietas de adelgazamiento

SexosTotal

Hombre MujerNunca 1049 (78.2%) 967 (53.8%) 2016 (64.3%)Una vez 192 (14.3%) 427 (23.8%) 619 (19.7%)Varias veces 86 (6.4%) 321(17.9%) 407 (13%)Muchas veces 14 (1%) 81 (4.5%) 95 (3%)Total 1341 (100%) 1796 (100%) 3137 (100%)

χ2(3, N=3137)=214. p<0.001.

El análisis contingencia entre las variables has hecho dietas de adelgazamiento y sexo nos muestra que es significativo, en general se puede observar que son más las mujeres que han tendido a realizar dietas en mayor proporción que los hombres tanto una vez como varias o muchas veces. Es decir, casi la mitad de las mujeres han realizado uno o más intentos de adelgazamiento, por el contrario los hombres sólo alrededor de 25% lo ha intentado. Estos datos coinciden con otras investiga-ciones (Álvarez, 2004), en cuanto a que las mujeres tienden más a emplear las die-tas como una estrategia para la consecución de un “buen” cuerpo, asociado esto con la esbeltez.

Con el objetivo de observar las relaciones entre las variables cuánto tiempo al día dedicas a hacer ejercicio y sexo, realizamos un contraste de distribuciones de frecuencias por la prueba de chi-cuadrado, cuyos resultados se muestran en la

Tabla 6. (Continuación)

Page 289: Alimentacion Obesidad Jana

2��

Tabla 8. El análisis resultó significativo y nos presenta cómo en general los hom-bres dedican más tiempo a la actividad física que las mujeres, en cuanto al tiem-po dedicado al ejercicio de media hora y una hora al día son las mujeres, a partir de una hora y media y más son los hombres quienes más lo señalan. El resultado aquí encontrado difiere con resultados de investigaciones anteriores (Álvarez, 2004) en el sentido que aquí la mayoría de las mujeres reporta hacer ejercicio entre unos mi-nutos y una hora, siendo inclusive más las mujeres que los hombres en ese tiempo (75.9 % contra 53.5%), pero hay más hombres que le dedican mayor tiempo a la ac-tividad física, hora y media o más (46.5% versus 24.1%). Es decir, sigue existiendo una tendencia de dedicar más tiempo al ejercicio por parte de los hombres como una forma de tener un “buen” cuerpo, actividad en la cual las jóvenes de nuestro contexto han ido equiparándose a los hombres, no así los hombres respecto al cui-dado alimenticio para tener un “buen cuerpo”.

Tabla 8. Contraste de frecuencia de cuánto tiempo se dedica a hacer ejercicio al día por sexos

Los días que haces ejercicio,¿cuánto tiempo le dedicas?

SexosTotal

Hombre Mujer1. Menos de 30 minutos 215 (16.1%) 635 (37.7%) 850 (28.1%)2. De 30 minutos a una hora 500 (37.4%) 643 (38.2%) 1143 (37.8%)3. De una hora a una hora y media 291 (21.7%) 221 (13.1%) 512 (16.9%)4. De hora y media a dos horas 212 (15.8%) 113 (6.7%) 325 (10.8%)5. Más de dos horas 120 (9%) 73 (4.3%) 193 (6.4%)Total 1338 (100%) 1685 (100%) 3023 (100%)

χ2(4, N=3023)=2339.9. p<0.001.

Con el objetivo de observar las relaciones entre las variables cuánto tiempo al día dedicas a ver televisión, videos, dvd, etc. y sexo, realizamos un contraste de las distribuciones de frecuencias por la prueba de chi-cuadrado, cuyos resultados se muestran en la Tabla 9. Vemos que el análisis resultó significativo y sobresale el dato de que en todas las categorías de tiempo empleado para ver televisión, las mujeres dedican más tiempo a esa actividad, en cuanto al tiempo dedicado al ejer-cicio de media hora y una hora al día son las mujeres, a partir de una hora y media y más son los hombres quienes más lo señalan. Además se observa que aquellos jóvenes que nunca ven televisión son los menos, asimismo la mayor cantidad de jó-

Page 290: Alimentacion Obesidad Jana

2��

venes se agrupa en la categoría de una a dos horas seguida de la categoría de tres a cinco horas.

Tabla 9. Contraste de frecuencia de cuánto tiempo dedicas a ver televisión, videos, DVD por sexos

Cuántas horas a la semana pasasviendo la televisión, DVD o videos

SexoTotal

Hombre Mujer1. Nunca 48 (3.5%) 70 (3.9%) 118 (3.7%)2. Menos de una hora 256 (18.8%) 274 (15.1%) 530 (16.7%)3. De una a dos horas 385 (28.3%) 475 (26.2%) 860 (27.1%)4. De tres a cinco horas 319 (23.5%) 459 (25.3%) 778 (24.5%)5. De seis a diez horas 149 (11%) 247 (13.6%) 396 (12.5%)6. De once a catorce horas 86 (6.3%) 126 (6.9%) 212 (6.7%)7. De quince a veinte horas 56 (4.1%) 86 (4.7%) 142 (4.5%)8. Más de veinte horas 60 (4.4%) 76 (4.2%) 136 (4.3%)Total 1359 (100%) 1813 (100%) 3172 (100%)

χ2(7, N=3172)=14.665. p=0.041.

Con el objetivo de comparar los sexos en función de las emociones medidas por la Escala de Afectos Positivos y Negativos (eApn-20) se realizó un análisis por la t de Student, cuyos resultados se presentan en la Tabla 10. La comparación de medias respecto a las emociones entre los sexos nos muestra que las diferencias son signi-ficativas, se evidencia que en general las mujeres muestran mayor posicionamien-to en emociones negativas (nerviosa, asustada, enfadada, insatisfecha, melancóli-ca e irritable) con excepción en entusiasmada, por su parte los hombres presentan mayores puntajes en calmado, fuerte y relajado. Estos resultados nos presentan un mayor despliegue emocional de carácter negativo en las mujeres.

Tabla 10. Análisis de comparación de medias entre las variables sexo y emociones

Sexo N Media DE F p t gl p

1. TristeHombre 1357 2.20 1.100

2.365 0.124 -12.736 3168 0.000Mujer 1813 2.72 1.172

2. Calmado/aHombre 1356 3.46 1.300

4.910 0.027 2.465 2850 0.014Mujer 1802 3.35 1.246

Page 291: Alimentacion Obesidad Jana

2��

3 Entusiasmado/aHombre 1347 4.13 1.156

3.585 0.058 -2.712 3144 0.007Mujer 1799 4.24 1.179

4 Avergonzado/aHombre 1348 2.12 1.137

1.341 0.247 ,702 3150 0.482Mujer 1804 2.09 1.173

5 Alterado/aHombre 1345 2.53 1.333

0.162 0.688 -2.649 3139 0.008Mujer 1796 2.66 1.349

6 Somnoliento/aHombre 1312 2.66 1.412

1.229 0.268 -5.679 3046 0.000Mujer 1736 2.96 1.500

7 FelizHombre 1353 4.73 1.161

0.722 0.395 -3.773 3157 0.000Mujer 1806 4.89 1.176

8 FuerteHombre 1336 4.29 1.114

12.354 0.000 3.716 3015 0.000Mujer 1776 4.13 1.242

9 Nervioso/aHombre 1349 2.57 1.252

5.390 0.020 -5.371 3011 0.000Mujer 1797 2.82 1.354

10 CulpableHombre 1341 1.92 1.229

3.755 0.053 ,130 3109 0.896Mujer 1770 1.92 1.258

11 AlegreHombre 1335 4.66 1.261

2.981 0.084 -5.198 3108 0.000Mujer 1775 4.90 1.246

12 Asustado/aHombre 1345 1.95 1.187

4.229 0.040 -2.127 2.956 0.034Mujer 1787 2.04 1.239

13 Relajado/aHombre 1356 3.99 1.285

10.290 0.001 8.032 2.942 0.000Mujer 1797 3.61 1.306

14 Orgulloso/aHombre 1337 4.03 2.930

0.931 0.335 -,022 3123 0.982Mujer 1788 4.03 1.492

15 Solitario/aHombre 1347 2.18 1.323

3.171 0.075 ,217 3139 0.828Mujer 1794 2.17 1.370

16 Enfadado/aHombre 1350 2.34 1.275

11.052 0.001 -2.951 3004 0.003Mujer 1780 2.48 1.373

17 Insatisfechoconmigo mismo

Hombre 1353 2.23 1.37549.430 0.000 -6.255 3085 0.000

Mujer 1805 2.56 1.577

18 Melancólico/aHombre 1343 1.93 1.202

73.186 0.000 -10.627 3089 0.000Mujer 1799 2.43 1.416

19 IrritableHombre 1349 2.02 1.195

40.592 0.000 -5.028 3060 0.000Mujer 1794 2.25 1.352

20 Preocupado/aHombre 1354 2.69 1.361

2.299 0.130 -6.867 3155 0.000Mujer 1803 3.04 1.488

Por último, con base en los resultados de los análisis anteriores, realizamos un análisis de regresión tomando como variable dependiente la imagen corporal y como variables independientes la imagen corporal deseada, la imagen percibida de

Tabla 10. (Continuación)

Page 292: Alimentacion Obesidad Jana

300

los pares, realizar dietas, hacer ejercicio, emplear el tiempo libre en ver televisión y las emociones

La Tabla 11 muestra el análisis de regresión múltiple, tomando como variable dependiente la imagen corporal de sí mismo y como variables independientes la imagen corporal deseada, la imagen percibida de los pares, tiempo dedicado a la actividad física, tiempo dedicado a ver televisión y las emociones: calmado entu-siasmado, fuerte, nervioso, asustado, relajado, enfado, insatisfecho, melancólico e irritable.

El modelo presenta un coeficiente de determinación r cuadrado de 0.429 y la dis-persión es 1.045 que es mediana y F muestra significancia al nivel menor a 0.001. En el análisis de la varianza vemos que se rechaza el contraste de regresión ya que la diferencia entre el modelo reducido y el modelo con las variables predicto-ras es significativa. Este modelo para predecir la valoración de la imagen corporal de sí mismo muestra que el valor predictivo más alto lo tiene la variable de imagen corporal deseada (β=0.506), seguido de haber realizado dietas de adelgazamiento (β=0.370), con niveles de significación de p < 0.001.

Tabla 11. Coeficientes del modelo de regresión para predecir la imagen corporal de sí mismo

Coeficientes Significación ColinealidadB EE Beta t p Tol. FIV

Constante 0.190 0.156 1.216 0.224Imagen corporal deseada 0.760 0.023 0.506 33.575 0.000 0.898 1.114Imagen corporal de los pares -.007 0.017 -.006 -.382 0.702 0.893 1.119Has hecho dietas de adelgazamiento 0.614 0.024 0.370 25.427 0.000 0.960 1.041Ejercicio físico extraescolar -.083 0.014 -.089 -6.150 0.000 0.961 1.040 2. Calmado/a 0.004 0.016 0.003 0.216 0.829 0.914 1.094 3. Entusiasmado/a 0.005 0.019 0.004 0.252 0.801 0.824 1.213 8. Fuerte 0.055 0.018 0.047 3.010 0.003 0.820 1.219 9. Nervioso/a 0.007 0.017 0.007 0.410 0.682 0.777 1.28812. Asustado/a 0.002 0.019 0.002 0.133 0.894 0.768 1.30113. Relajado/a -.007 0.017 -.007 -.411 0.681 0.804 1.24316. Enfadado/a 0.008 0.018 0.008 0.450 0.652 0.663 1.50917. Insatisfecho/a conmigo mismo/a 0.068 0.015 0.074 4.538 0.000 0.767 1.30418. Melancólico/a 0.013 0.019 0.013 0.710 0.478 0.614 1.62919. Irritable -.007 0.020 -.007 -.361 0.718 0.579 1.729

R=0.657, R2=0.432, R2ajustada=0.429 y EEE=1.045.

Page 293: Alimentacion Obesidad Jana

301

Discusión

De forma general podemos señalar que los jóvenes participantes en el estudio desean verse “diferentes” a como están. En el caso de los hombres si bien se perci-ben más robustos en comparación de los pares, desean tener una imagen más es-belta que la que tienen tanto ellos como sus pares. En la primera comparación, en el campo de competición intragénero, se pueden estar activando valores de fuerza y dominio; y en la segunda, valores culturales de delgadez, al pensar en un ideal. La mayoría de los jóvenes se percibe a sí mismo con un normopeso medio, pero contrastado con la imagen deseada ellos respondieron a una imagen de normope-so bajo. Es interesante ver cómo los hombres no muestran grandes diferencias en-tre sí, considerando los contrastes entre cómo se perciben, cómo se quisieran ver y cómo ven a los pares. Estos datos coinciden con los de otros investigadores (Koff y Rierdan, 1991; Baile, et al., 2002; Álvarez, 2004; Facchini, 2006a).

Las mujeres, al compararse con sus pares, se perciben más robustas, que, a diferencia de los hombres, esto está mal evaluado por las mujeres, ya que tienden más a una imagen de delgadez. Aquí volvemos a encontrar una característica o tendencia de sexo que muestra que los hombres tienden a verse más robustos que sus pares dando a esto una valoración positiva y que cuando ocurre esto en las mu-jeres, es decir, verse más robustas es considerado como algo negativo. Lo que con-cuerda con estudios previos en nuestro contexto donde para los hombres un buen cuerpo significa fuerte-musculoso y para las mujeres un buen cuerpo va asociado con la esbeltez (Gómez y Acosta., 2000; Álvarez, 2004; Zaitsoff et al., 2009). Por otra parte, las chicas se perciben con más masa corporal que la deseada, lo que evidencia la internalización de unos valores culturales de delgadez.

Además podemos considerar una influencia de la urbanización en el fenómeno, ya que si bien los jóvenes de las tres ciudades desean estar más delgados de como están, los jóvenes de Monterrey tienden a ver más delgados a sus pares que los jó-venes de Saltillo y Victoria y tienden a desear estar más delgados en comparación de los jóvenes de las otras ciudades. Al ser la ciudad de Monterrey la de mayor po-blación, esto nos habla que la moda de la delgadez está más establecida en la cultu-ra regia, cognitivamente hablando. Dichos resultados nos permiten argumentar que existe una característica cultural de los jóvenes del noreste de México en cuanto a valorar la delgadez, es decir, la cultura “del cuerpo como insignia” (Álvarez, 2004).

Encontramos también que son las mujeres las que mayoritariamente utilizan res-tricciones alimenticias como estrategia para la consecución de una buena imagen corporal lo que coinciden con otras investigaciones (Unikel, et al., 2002; Álvarez,

Page 294: Alimentacion Obesidad Jana

302

2004), en cuanto a que las mujeres tienden más a emplear las dietas como una es-trategia para la consecución de un “buen” cuerpo asociado esto con la esbeltez.

Otro aspecto interesante es que a diferencia de resultados de investigaciones anteriores (Álvarez, 2004), aquí la mayoría de las mujeres reporta hacer ejercicio, si bien sigue existiendo una tendencia de dedicar más tiempo al ejercicio por par-te de los hombres como una forma de tener un “buen” cuerpo, lo que nos habla que en nuestro contexto de la región noreste de México las mujeres en general se han ido equiparando a los hombres en la práctica de la actividad física, no así los hom-bres respecto al cuidado alimenticio para tener un “buen cuerpo”. Aunque suele se-guir ambos sexos empleando tiempo diario a ver televisión, más las mujeres que los hombres.

En cuanto a las emociones es evidente que la manifestación emocional se des-pliega más en las mujeres, sobre todo aquellas emociones negativas como el sentir-se nerviosa, asustada, enfadada, insatisfecha, melancólica e irritable; por su parte, los hombres manifiestan sentir más emociones como en calmado, fuerte y relajado.

Por lo que respecta al modelo explicativo de la imagen corporal encontramos que, en el esquema representacional de la imagen de sí mismo, la influencia más evidente es la de la imagen deseada y el haber realizado dietas de adelgazamien-to, lo que desde nuestro punto de vista podemos interpretarlo como que aquellas personas en las que la brecha entre la imagen corporal de sí mismo y la imagen cor-poral deseada es amplia existirá una tendencia a realizar controles alimentarios. Al ser estas variables en las que se encontraron diferencias entre los sexos, podemos señalar que este fenómeno constituye un factor de riesgo que se puede encontrar más en las mujeres. Dichas variables tendrían más relevancia que las de carácter emocional o el desarrollo de actividad física o empleo del tiempo libre.

Puesto que la preocupación por la imagen corporal parece ser una característi-ca de los jóvenes en nuestro contexto y que las formas básicas para llegar a poseer una buena imagen serían de restricción alimenticia en las mujeres y el incremento en el desarrollo de actividad física en los hombres, creemos se torna necesario de-sarrollar programas que permitan incrementar la cultura del cuidado alimentario, el ejercicio y el restar importancia a modelos de imagen corporal que pueden ser un peligro para la salud de los jóvenes.

Page 295: Alimentacion Obesidad Jana

303

BIBlIografía

Abraham, S. y D. Llewellyn-Jones (1997), Eating disorders: The facts, Oxford, Oxford, University Press.

Acosta-Peresmitré, M. V. y G. Gómez (2003), “Insatisfacción corporal y seguimien-to de dieta. Una comparación transcultural entre adolescentes de España y México”, International Journal of Clinical and Health Psychology, 3, pp. 9-21.

Álvarez, J. (2004), Los jóvenes y sus hábitos de salud, México, Trillas.Archibald A. B.,J. A. Graber y G. J. Brooks (2002), “Associations among parent-ado-

lescent relationships, pubertal growth, dieting and body image in young adoles-cent girls: A short-term longitudinal study”, Journal of Research on Adolescence, 9, pp. 395-415.

Attie, I., y J. Brooks-Gunn (1989), “Development of eating problems in adolescent girls: A longitudinal study”, Developmental Psychology, 25, pp. 70-79.

Baile, J. I., F. Guillén y E. Garrido (2002), “Insatisfacción corporal en adolescentes medida con el Body Shape Questionnaire (BSQ): efecto del anonimato, el sexo y la edad”, International Journal of Clinical and Health Psychology, 2, 439-450.

Benedito, M. (2003), “Restricción alimentaria en adolescentes”, Anales de Pediatría, 58, 268-272.

Cockerham, W., G. Kunz y G. Lueschen (1988), “On concern whit appearance, health beliefs, and eating habits: A reappraisal comparing American and West Germans”, Journal of Health and Social Behavior, 29(3), pp. 265-270.

Cogan, J., S. Bhalla, A. Sefa-Dedeh y E. Rothblum (1996), “A comparison study of United States and African students on perceptions obesity and thinnes”, Journal of Cross-Cultural Psychology, 27, pp. 1996-1998.

Facchini, M. (2006a), “La imagen corporal en la adolescencia ¿es un tema de var-ones?”, Revista Argentina de Pediatría, 104(2), pp. 177-189.

Page 296: Alimentacion Obesidad Jana

304

__________ (2006b), “La preocupación por el peso y la figura corporal en las niñas adolescentes actuales: ¿de dónde proviene?”, Revista Argentina de Pediatría, 104(4), pp. 345-350.

French, S. A., M. Story, B. Downes, M. D. Resnick y R. W. Blum (1995), “Frequent dieting among adolescents: Psychosocial and health behavior correlates”, Ame-rican Journal of Public Health, 85, pp. 695-701.

Gómez-Peresmitré, G. (1997), “Alteraciones de la imagen corporal en una muestra de escolares mexicanos preadolescentes”, Revista Mexicana de Psicología, 14, pp. 31-40.

Gómez Peresmitré, G. y M. V. Acosta (2000), “Imagen Corporal como factor de ries-go en los trastornos de la alimentación: una comparación transcultural entre México y España”,Clínica y Salud, 11, pp. 35-58.

Gralen, S., M. P. Levine, L. Smolak y S. Murnen (1990), “Dieted and disordered eat-ing during early and middle adolescent: Do the influences remain the same?”, International Journal of Eating Disorders, 9, pp. 501-512.

Halpin, C. y M. Fitzgerald (1992), “Screening for abnormal eating attitudes in male Dublin adolescents”, Irish Journal of Psychiatry, 13(2), pp. 3-5.

Haynes, D. y C. Ross (1987), “Concern whit appearance, health beliefs, and eating habits”, Journal of Health and Social Behavior, 28(2), pp. 120-130.

Koff, E. y J. Rierdan (1991), “Perceptions of weight and attitudes toward eating in early adolescent girls”, Journal of Adolescent Health, 12, pp. 307-312.

Lameiras, M. (2001), “Sexualidad e imagen corporal en mujeres con trastornos de la conducta alimentaria”, Anuario de Sexología, 7, pp. 63-74.

Lameiras, M., M. Calado, Y. Rodríguez y M. Fernández (2003), “Hábitos alimentar-ios e imagen corporal en estudiantes universitarios sin trastornos alimentarios”, International Journal of Clinical and Health Psychology, 3, pp. 23-33.

Le-Grange, D., J. Tibbs y J. Selibowitz (1995), “Eating attitudes, body shap, and self- disclosure in a community sample of adolescent girls and boys”., Journal of treatament and prevention of Eating Disorders, 3(3), pp. 253-264.

León, G. R., J. A. Fulkerson, C. L. Perry y R. Cudeck (1993), “Personality and be-havioral vulnerabilities associated with risk status for eating disorders in adoles-cent girls”, Journal of Abnormal Psychology, 55, pp. 673-685.

Lucero, L., F. Hill y F. Ferraro (2002), Body dissatisfaction in young children”, Psychology, 3, pp. 36-42.

Patten, J. A. (1994), Dietary patterns of Hispanic and White college freshmen”, College Student Journal, 28(1), pp. 39-45.

Page 297: Alimentacion Obesidad Jana

30�

Quadrel, M. J. y K. A. Hartman (1990), “Development and change of young adults´preventive health beliefs and behavior: Influence from parents and peers”, Journal of Health and social Behavior, 31(3), pp. 240-259.

Raich, R. M., J. Deus, J. M. Muñoz, O. Pérez y A. Requena (1991), “Evaluación de la preocupación por la figura en una muestra de adolescentes catalanas”, Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, 18, 210-220.

Richard, M., R. Casper y R. Larson (1990), “Weight and eating concerns among pre- and young adolescent boys and girls”, Journal of Adolescent Health Care, 11, pp. 203-209.

Sepúlveda, A. R., J. Botella y J. A. León (2001), “La alteración de la imagen corporal en los trastornos de la alimentación: Un meta-análisis”, Psicothema, 13(1), pp. 7-16.

Smolak, L. y S. K. Murnen (2001), “Gender and Eating Problems”, en R.H. Striegel-Moore y L. Smolak (eds.), Eating disorders: New directions for research and practice, Washington, DC., American Psychological Association, pp. 91-110.

Thompson, J. K. (1990), Body Image Disturbance: Assessment and Treatment, Nueva York, Pergamon Press.

Unikel, C., T. Saucedo, J. Villatoro y C. Fleiz (2002), “Conductas alimentarias de riesgo y distribución del Índice de Masa Corporal en estudiantes de 13 a 18 años”, Salud Mental, 25(002), 49-57.

Wardle, J. (1987), “Eating style: a validation study of the Dutch eating behavior questionnaire in normal subjects and women with eating disorders”, Journal of Psychosomatic Research, 31, pp. 161-169.

Wiederman, M. W. (2000), “Women‘s body image self- consciousness during physi-cal intimacy with a partner”, Journal of Sex Research, 37, pp. 60-68.

Wiederman, M. W. y S. R. Hurst (1998), “Body size, physical attractiveness, and body image among young adult women: Relationships to sexual experience and sexual esteem”, Journal of Sex Research, 35, pp. 272-281.

Zaitsoff, S. L., D. C. Fehon y C. M. Grilo (2009), “Social competence and social-emotional isolation and eating disorder psychopathology in female and male adolescent psychiatric inpatients”, International Journal of Clinical and Health Psychology, 9(2), pp. 219-228.

Page 298: Alimentacion Obesidad Jana

30�

Page 299: Alimentacion Obesidad Jana

30�

VII

clasIfIcacIón y modelos dIscrImInantes de trastornos de la conducta alImentarIa

José Moral de la Rubia

Introducción

La presentación de los trastornos alimentarios se divide en dos capítulos sepa-rados debido a su extensión. En este primer capítulo se desarrollan aspectos de conceptualización, definición y clasificación, asimismo se analizan los datos de la muestra de las tres ciudades para generar modelos de clasificación y discrimina-ción de los grupos creados. Los análisis se realizan tanto en la muestra conjunta como en la de hombres y mujeres. En el segundo capítulo se presentan teorías y modelos explicativos de los trastornos alimentarios. También se analizan los da-tos de la muestra estudiantil para desarrollar modelos de predicción y explicativos de trastorno alimentario, realizando los análisis en la muestra conjunta y separando los sexos.

Qué es un trastorno alimentario y su clasificación

A nivel psicopatológico, y siguiendo la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (dSm) de la Asociación Psiquiátrica Americana (ApA, 1994), en de los trastornos de la conducta alimentaria, se distinguen: la ano-rexia nerviosa, la bulimia nerviosa y una categoría residual donde se puede desta-

Page 300: Alimentacion Obesidad Jana

30�

car el trastorno por atracones, quedando este último como propuesta para la inves-tigación.

Desde la década de 1970 se ha despertado gran interés en estos síndromes por el aumento alarmante de casos, y desde la tercera edición del dSm (ApA, 1980), apa-recen como entidades nosológicas perfectamente individualizadas. Inicialmente se ubican dentro del grupo de trastornos de inicio en la infancia, niñez y adolescencia, pero en la cuarta edición (ApA, 1994), se les ha dado un apartado independiente, el de trastornos de la conducta alimentaria, quedando separados de la pica o alotro-fagia, el trastorno por rumiación o mericismo y el negativismo infantil a comer que tienen una etiología y curso muy diferente. Así, están circunscritos a la infancia y la niñez y tienen su origen en carencias de afecto y de estimulación, siendo muy fre-cuentes en niños acogidos en instituciones públicas, niños maltratados (abuso o negligencia físico o emocional) y niños con retraso mental o malformaciones.

Dentro del capítulo dedicado a los trastornos mentales de la Clasificación Internacional de las Enfermedades (cie), aparecen, por vez primera, aunque de forma poco definida, en la modificación clínica de la novena revisión (cie-9-cm) Organización Mundial de la Salud (omS, 1978), bajo la categoría de síndromes o sín-tomas especiales no clasificados en otro lugar. La anorexia nerviosa presenta un código especificado y la bulimia o sobreingesta de origen no orgánico figura junto a la pica, la rumiación psicógena y otros trastornos y trastornos no especificados de la alimentación. En la décima revisión (omS, 1992), quedan en la categoría de tras-tornos del comportamiento asociados con disfunciones fisiológicas y factores so-máticos, dentro de la subcategoría de trastornos de la conducta alimentaria, junto a otras subcategorías como los trastornos no orgánicos del sueño, las disfunciones sexuales no orgánicas, los trastornos mentales y del comportamiento en el puerpe-rio no clasificados en otro lugar y los factores psicológicos y del comportamiento en trastornos y enfermedades clasificados en otro lugar; es decir, en la categoría de somatizaciones y enfermedades psicosomáticas. En esta décima revisión en com-paración con la anterior aparecen mucho más definidos y de forma muy semejante al dSm-iv y ya como síndromes claramente aislados. La pica, la rumiación y el negati-vismo alimentario infantil quedan en la categoría de trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual en la infancia y adolescencia.

Anorexia nerviosa

Este cuadro clínico bajo la denominación de “consumación nerviosa” fue intro-ducido por el médico estadounidense Morton (1694). De forma casi paralela, fue in-

Page 301: Alimentacion Obesidad Jana

30�

dividualizado nosológicamente por el psiquiatra francés Lasegue (1873), bajo la de-nominación de “anorexia histérica”, y el psiquiatra británico Gull (1874), quien crea el término de “anorexia nerviosa”. Fue objeto de escasa atención por el reducido número de casos y considerado un síndrome neurótico. En la década de los 70 em-pieza a observarse un fuerte aumento de casos, despertando el interés de los clíni-cos e investigadores. Así, será en 1980 en el dSm-iii (ApA, 1980) cuando queda como síndrome perfectamente individualizado.

Con base en el dSm-iv (ApA, 1994), la anorexia nerviosa se caracteriza por: (a) la negativa a mantener un peso adecuado para la edad y talla de la persona, no alcan-zándose 85% del peso ideal, (b) una preocupación obsesiva por el peso, la silueta y la posibilidad de engordar, (c) una distorsión de la imagen corporal, así la perso-na se ve gorda a pesar de estar emaciada y (d) presencia de alteración endocrina que en la mujer se manifiesta por la amenorrea durante 3 ciclos consecutivos y en el hombre, tal como señala la cie-10 (omS, 1992), por la pérdida del deseo y la potencia sexual. Se distinguen 2 subtipos: anorexia restrictiva (no aparecen atracones ni pur-gas) y compulsiva/ purgativa (aparecen con frecuencia atracones o purgas).

En los países occidentales desarrollados coinciden bastante los datos epide-miológicos con los reportados por la ApA (2000). Más de 90% de los casos son mu-jeres y entre hombres se da más entre homosexuales. Se señala una proporción de 1 hombre por cada 20 mujeres. Tiene una prevalencia (porcentaje anual de casos) de 0.5 al 1% en población general, y una incidencia anual de un nuevo caso por cada 1 000 mujeres de 13 a 18 años de edad (Lewinsohn, Striegel-Moore y Seeley, 2000). Los estudios en población mexicana, realizados en la Ciudad de México, es-timan una prevalencia de 0.5 (Acosta-García, Llopis, Gómez-Péresmitré y Pineda, 2005; Unikel, Saucedo-Molina, Villatoro y Fleiz, 2002). Suele iniciarse en la adoles-cencia, entre los 13 y los 18 años de edad. Es raro que aparezca, por vez primera, en mujeres mayores de 30 años. En sólo 5% se inicia tras los 20 años. Aparece más en clases alta y media. Es más frecuente en profesionales del arte y la interpreta-ción (cantantes, actrices, gimnastas, bailarinas), siendo un factor de riesgo activi-dades físicas que consumen mucha energía metabólica. Es raro en países africa-nos y asiáticos, excepto Japón. Toro (2004) señala que está relacionado sobre todo con la cultura occidental y la sobrevaloración de la delgadez. El tipo restrictivo es el más crónico. En el tipo compulsivo hay más antecedentes familiares de trastornos afectivos, del control de los impulsos y abuso de sustancias. Además, en este sub-tipo, aparecen con mayor frecuencia los trastornos de personalidad límite y el an-tisocial y una tasa de suicidios alta de 10%. Respecto al curso observa Chinchilla (1994) que en un tercio aparece un curso crónico, en otro tercio un curso intermiten-te con remisiones parciales o totales y nuevas recidivas y en otro tercio un episodio

Page 302: Alimentacion Obesidad Jana

310

único, casi siempre con algún síntoma crónico residual subclínico que se atenúa con la edad. Así, se trata de una enfermedad crónica.

Como factores de inicio de la enfermedad se pueden enumerar los siguientes:

− Sobrevaloración de la delgadez, convirtiéndose el estar delgado en la base de la autovaloración en un periodo de frustración y crisis, por ejemplo, al verse la persona sobrecargada de estresores que minen su autoestima y aumenten la sensación de dependencia, tales como fracaso escolar o estancia prolon-gadas fuera de casa (Garfinkel y Garner, 1982; Toro, 2004).

− Pérdida fuerte de peso, ya sea por enfermedad o exceso de ejercicio, con una eficaz negación y aislamiento de la sensación de hambre, ante el refuerzo so-cial y unos valores de grupo de delgadez (Saldaña, 2000).

− Conflictos de individuación; es decir, de autoafirmarse y definirse como inde-pendiente del ambiente familiar, convirtiéndose el estar delgado en la base de la autoafirmación y poder de negativa ante la demanda e intromisión ma-terna, especialmente en familias sobreprotectoras o sobreimplicadas que no dejan espacio para el desarrollo personal de sus miembros. Así, la negativa a comer surge como protesta contra una familia que coarta el desarrollo e inde-pendencia de la persona (Minuchin, Rosman y Baker, 1978).

− Conflictos con la apariencia sexual del cuerpo que aparece con la pubertad, ya sea un duelo no realizado por la pérdida de la protección infantil, o el de-seo de uno o de los dos padres de que la hija no crezca para poderla retener y controlarla como a una niña; por lo que la cuestión de la delgadez se convierte en el medio de conservar un cuerpo infantil (Bruch, 1981).

− Factores hereditarios. Holland, Hall y Murray (1984) hallaron una concordan-cia entre gemelos homocigóticos de 55% y en heterocigóticos de 7%, lo que apoya la intervención de un factor genético. Hudson, Pope, Yurgelun-Todd, Jonas y Frankenburg (1987) señalan que el factor genético estaría relaciona-do con una vulnerabilidad a trastornos afectivos, muy frecuentes como ante-cedentes familiares.

Como factores mantenedores se pueden señalar los siguientes:

− Necesidad de no ganar peso y mantener la restricción alimentaria: Se sue-le decir que no toda persona puede convertirse en anoréxica, sino que exis-te una disposición genética para serlo. Dicha disposición está relacionada con un mayor control y aislamiento de la sensación de hambre y está aso-ciada con antecedentes familiares de trastornos depresivos melancólicos

Page 303: Alimentacion Obesidad Jana

311

(Chinchilla, 1994). En la mayoría de las personas que bajan de peso, al princi-pio, según pierden kilos, se pierde el hambre. Ello se debe al aumento de los cuerpos cetónicos en sangre que inhiben el apetito. Esto se mantiene hasta que se baja de un valor mínimo de peso que tiene programado el organismo y empieza a aparecer déficit de nutrientes. Entonces, el cuerpo reacciona con un hambre voraz que motiva los atracones. La persona, si tiene acceso a la comida, ganará rápidamente peso, e incluso por encima del que tenía antes. En este punto desaparecen los atracones y disminuye el hambre. El organis-mo se vuelve más frugal al comer y suele recuperar el peso de equilibrio pro-gramado por su organismo, siempre que éste no se haya modificado por una disminución del metabolismo basal. Sin embargo, en la persona anoréxica, la reacción de hambre es más tenue o sus mecanismos de control son más efectivos. Aquí es donde puede intervenir su disposición genética. Eso sí, la anoréxica se comporta como un organismo hambriento, ya que constante-mente está pensando y hablando de la comida. También, la anoréxica sabe que comiendo poco y bebiendo grandes cantidades de agua se controla me-jor, pero en el momento que empiece a aumentar de peso, el organismo le va a pasar recibo por ignorar sus necesidades. Por tanto, el mantener el bajo peso y la restricción alimentaria se convierte en necesidad. Su obsesión por engordar no es ficticia, pues el descontrol aporrea violentamente la puerta de su conciencia, aun cuando intenta ignorarlo.

− La preocupación obsesiva por el peso y la silueta va en aumento. Se atribuye a un aumento del humor depresivo, reducción de la actividad serotoninérgica e hipoactividad frontal (Hollander, 1993).

− Alexitimia o incapacidad para expresar emociones: Se desarrolla un aisla-miento de las sensaciones corporales y de las emociones o se acentúa éste si ya estaba presente como rasgo caracterial. Se inhibe la fantasía y el pensa-miento se orienta hacia referentes externos, ignorando su mundo vivencial in-terno. Precisamente, la pérdida de conciencia emocional y corporal hace más efectiva la negación del hambre y de la situación de ruina personal a la que conduce la enfermedad (Moral, 2002).

− En la medida que el adolescente o joven se va desadaptando y fracasa en sus metas de desarrollo personal, la enfermedad se convierte en su único sentido de vida a modo de adicción comportamental y justificación de su situación vi-tal (Toro, 2004).

Una vez que se inicia el trastorno, especialmente si la disposición genética lo fa-cilita, la restricción alimentaria y el no ganar peso se convierte en necesidad para no

Page 304: Alimentacion Obesidad Jana

312

sucumbir a la voracidad y caer en la obesidad. Cada vez la persona se aísla más de su cuerpo para ignorar sus necesidades. El eje de toda su vida pasa a ser el man-tenerse delgado. Toda su actividad se reduce a las estrategias para mantener ese bajo peso, llenando una vida vacía y absurda, y justificando su fracaso evolutivo. Sin duda, la preocupación y sobrevaloración de una sociedad que engorda por su dieta y estilo de vida, va a determinar que los problemas en la autovaloración y au-toestima, así como las angustias y dependencias no resueltas del adolescente, con el consecuente estado depresivo y la alteración del apetito y la ingestión, conduz-can a un deseo de delgadez, entrándose en una dinámica en la cual se pierde el control y el adolescente queda atrapado.

Pierce y Epling (1996) elaboraron un modelo de la anorexia considerando facto-res culturales, conductuales y biológicos. El modelo se basa en las relaciones fun-cionales que regulan la anorexia explicando cómo los síntomas físicos y psicológi-cos son producto del hambre y del aprendizaje social. Estos autores sostienen que, cuando en las personas de peso normal o bajo se ve incrementado el nivel de activi-dad, el apetito disminuye, esta condición propicia un ciclo de incremento actividad-reducción de ingesta que en situación experimental con animales, como ratas de laboratotio, provoca el deceso. El componente cultural del modelo de anorexia por actividad se centra en el ideal de belleza occidental cuya característica es la extre-ma delgadez, este parámetro cultural propicia que se refuercen las dietas restricti-vas y el incremento de actividad física. Un aspecto muy importante de este modelo es que sostiene que los síntomas físicos y psicológicos de la anorexia van seguidos antes que precedidos por la actividad inducida por el hambre, de tal manera que tanto la preocupación por la comida, los vómitos, distorsión de imagen corporal, de-presión y pérdida de deseo sexual se producen después de que el ejercicio y las restricciones alimenticias son rutinarias.

Bulimia nerviosa

Galeno (130-200 d. C.), médico de origen griego y afincado en Roma, fue quien acuñó el término de patología bulímica o “gran hambre”. A su juicio, la bulimia era causada por un humor ácido alojado en el estómago que producía falsas señales de hambre. La bulimia continuó mencionándose esporádicamente en varios textos sin despertar gran atención hasta tiempos recientes (Brumberg, 2000). El psiquiatra estadounidense Rusell (1979) acuñó el término de “bulimia nerviosa” y fijó su con-cepto actual. Bajo esta etiqueta diagnóstica describía a un grupo de pacientes que presentaban un cuadro caracterizado por tres síntomas: (a) deseos apremiantes e

Page 305: Alimentacion Obesidad Jana

313

irrefrenables de comer en exceso, (b) evitación de los efectos engordantes de la co-mida mediante la autoinducción del vómito o el uso de diuréticos o laxantes y (c) un miedo morboso a engordar.

La bulimia nerviosa, con base en el dSm-iv (ApA, 1994), se caracteriza por la pre-sencia de atracones y conducta inadecuada para compensar la ingestión excesiva de calorías. El atracón se define como una ingestión voraz, en un tiempo discreto de tiempo, de una cantidad de comida exagerada para cualquier persona en su mis-ma situación, junto a una sensación de pérdida de control. La persona siente que no puede parar de comer ni controla la cantidad de calorías que ingiere. Los atracones y conducta compensatoria inadecuada aparecen, al menos 2 veces a la semana, durante 3 meses consecutivos. La autoevaluación está excesivamente influencia-da por el peso y la silueta. Además, es requisito que el trastorno no surge dentro del curso de una anorexia nerviosa. Se distinguen 2 subtipos: bulimia purgativa (como conducta compensatoria inadecuada más frecuente se emplean las purgas; es de-cir, los vómitos, laxantes, diuréticos y estimulantes tiroideos) y no purgativa (como conducta compensatoria más frecuente se acude al ejercicio físico excesivo y el ayuno).

Los atracones van precedidos de una gran angustia o impulso de hambre cre-ciente e ingobernable que provoca la pérdida de control. Suelen ocurrir durante la noche o al hallarse la casa sola y siempre a escondidas. Durante los mismos hay una clara sensación de no poder parar e incluso un estado disociado de concien-cia, especialmente en las primeras fases de la enfermedad. Terminan cuando el estómago se halla desagradablemente distendido. Van seguidos de un fuerte senti-miento de culpa, y en más de 70% de los casos, la persona se autoinduce el vómito. Se ingiere una media de 1 500 calorías, es decir, en una ingestión se come todo el requerimiento energético del día, con un exceso de grasas de 40 al 45% de las calo-rías, especialmente saturadas, con un porcentaje de 50 al 60% aportado por carbo-hidratos y un defecto de proteínas de 5 al 10%. Rara vez superan las 3 000 calorías. Normalmente, se comen alimentos que la persona se prohíbe y que no requieren preparación, como galletas, pasteles, chocolates, helado y frituras industriales de harinas, así como sobras de alimentos guardados en el refrigerador. Los alimentos se engullen y mezclan sin casi masticar ni paladear. Sólo en fases avanzadas los atracones se pueden planear y saborear la comida. Aparece una media de 2 atraco-nes diarios (Acosta-García et al., 2005).

Pope, Katz y Hudson (1993) describen un síndrome que denominan vigorexia o anorexia reversa, que se caracteriza por: (a) una obsesión por desarrollar músculo y hacer desaparecer la grasa corporal; (b) temor a verse débiles y adiposos con una gran preocupación por las medidas, silueta y peso; (c) comer en cantidades exage-

Page 306: Alimentacion Obesidad Jana

314

radas, sin una clara sensación de pérdida de control y sin sentimientos de angustia y culpa, bajo una dieta hipercalórica, hiperproteíca y reducida en grasas; (d) entre-namiento excesivo con pesos y aparatos de musculación y (e) abuso de esteroides anabólicos de tipo androgénico, hormona del crecimiento y complementos para de-sarrollar músculo y quemar grasa, incluso de estimulantes como las anfetaminas, sin reparar en su coste personal y para la salud. La conducta de alimentación, do-paje y entrenamiento va progresivamente dominando todas las esferas de la vida de la persona, llegándose a ver controlada y dañada por la misma en lo económico, familiar, laboral y en la salud. La vigorexia aparece fundamentalmente en hombres que practican físicoculturismo. Se puede ver como una forma de bulimia nerviosa no purgativa egosintónica, clasificándose como un trastorno no especificado de la conducta alimentaria; o ver como una adicción comportamental, clasificándose en el apartado de control de los impulsos no especificado. Al igual que en la anorexia nerviosa la persona sólo consulta por presiones de terceros, como la esposa, o por graves problemas de salud.

También en la mayoría de los países occidentales desarrollados coinciden los datos epidemiológicos de bulimia con los reportados por la ApA (2000). En las mu-jeres es 10 veces más frecuente el trastorno que en hombres. Tiene inicio un poco más tardío que la anorexia nerviosa, entre los 18 y 25 años, y suele debutar tras un periodo de pérdida de peso. Como observa Chinchilla (1994), un tercio de los ca-sos aparece un curso con periodos de remisión, en otro tercio un curso crónico que se atenúa con la edad y en otro tercio se presenta como episodio único, quedando algún síntoma residual que desaparece con los años. Así también es un trastorno crónico. Se halla una tasa de prevalencia de 1 al 3% en muestras grandes de pobla-ción general y se informa de una prevalencia de 3 al 5% de las formas subclínicas de anorexia y bulimia nerviosas. Hsu (1996) halla, en una muestra norteamerica-na de población general, una tasa de incidencia de 0.18 por cada 1 000 habitantes. Los estudios en población mexicana, realizados en la Ciudad de México, estiman una prevalencia de 1.5 al 2.5 (Unikel et al., 2002). Es más frecuente en clases altas y medias, zonas urbanas, profesionales del espectáculo y en países occidentaliza-dos. La bulimia no purgativa es más benigna y suele remitir con el tiempo, presen-tándose más en varones. La forma purgativa es la más persistente. Se suele aso-ciar a trastornos de la personalidad del grupo B (histriónico, límite y antisocial) y presenta una mortalidad de 10% de los casos, normalmente por suicidio.

Entre los factores de inicio también se menciona un problema de individuación y pérdida de autoestima que provocan un fondo depresivo, frecuentemente con sín-tomas atípicos (somnoliencia, hiperfagia, abatimiento e hipersensibilidad al rechazo interpersonal), ganancia de peso y dietas para compensarla, junto a una sobrevalo-

Page 307: Alimentacion Obesidad Jana

31�

ración del bajo peso y la silueta esbelta en la autovaloración y autoafirmación. La per-sona para mantener su peso va introduciendo más ayunos y alterando más sus há-bitos alimentarios, ante el aumento de apetito y de ingestión de comida, ya sea por el estado depresivo o dietas inadecuadas, hasta el momento en que aparecen los atra-cones; entonces se ve obligada a utilizar métodos más radicales para evitar engor- dar, como purgas, ayunos largos y ejercicio físico exagerado. En la medida que se alteran más sus hábitos de alimentación y sus sensaciones de hambre y saciedad, queda enganchada en un círculo vicioso que llega a dominar por entero su vida. Ayuna o hace ejercicio hasta caer presa de un apetito voraz que no puede saciar. El atracón y las conductas se van convirtiendo en la única fuente de placer a modo de una adicción comportamental en una vida que se va echando a perder. El hecho de que haya au-mentado tanto este trastorno en las últimas décadas se debe a la sobrevaloración de la delgadez en una sociedad que engordan, expresándose más en los grupos sociales donde más fuerza tienen los valores de delgadez.

Es de señalar que en más de 40% de los casos en los que remite el cuadro a largo plazo presentan sobrepeso u obesidad leve, problema que ya existía antes de debu-tar el trastorno alimentario o existían antecedentes familiares de obesidad. En relación a esto, Saldaña (2000) halló una fuerte asociación entre el seguimiento de dietas y trastornos de la conducta alimentaria. En 81% de las mujeres bulímicas, la die-ta precedió a los atracones, y hasta un 96% de bulímicas señalaron que realizaban dietas antes del diagnóstico. Un buen predictor de bulimia es el seguimiento de die-tas largas en personas jóvenes con normopeso y antecedentes personales o fami-liares de obesidad o sobrepeso. Podría concluirse que la bulimia, en muchos casos, es la consecuencia de una lucha perdida contra una obesidad genéticamente pre-destinada, al emplear estrategias inadecuadas persiguiendo la delgadez. Se esti-ma que los factores genéticos explican 30% de la varianza de la obesidad entre los factores causales (Perusse, 2000).

Los estudios con gemelos de Treasure y Holland (1989) muestran mayor con-cordancia entre homocogóticos (35%) que con dicogóticos (29%), pero mucho más débil que en la anorexia restrictiva. Especialmente, en el subtipo purgativo, el factor genético no parece que sea tanto una vulnerabilidad al trastorno alimentario, sino a la obesidad o una estructura de personalidad con tendencias disfóricas, impulsivi-dad, inestabilidad y búsqueda de sensaciones, donde surgen diversas adicciones con un carácter euforizante o antidepresivo, tal como coinciden en señalar auto-res como Bullik y Tozzi (2004) o Kendler, MacLean, Neal, Kessler, Heath y Eaves (1991).

Page 308: Alimentacion Obesidad Jana

31�

Trastorno por atracones

Se caracteriza por la presencia de atracones sin ir acompañados de conducta compensatoria inadecuada, por lo que provocan aumento de peso. La persona pre-senta un profundo malestar al recordar los atracones y una relación con la comida llena de angustia, culpa y vergüenza. Es requisito que no aparezca en el curso de una anorexia o bulimia nerviosas. Se inicia en la edad adulta (entre los 18 y 30 años) y remite con el tiempo. Las personas que lo padecen suelen tener antecedentes de obesidad en su familia, presentan hábitos de comida muy alterados y gran disforia por su sobrepeso.

Spitzer, Yanoski y Wadden (1993) hallan, en un estudio multicéntrico, que la di-ferencia por sexos es mucho menor que en la anorexia y bulimia (60% mujeres y 40% hombres). Se da más en jóvenes y zonas urbanas. Se estima que 30% de los obesos presentan este trastorno y puede estar presente entre 2 y 3% de la pobla-ción general. En estas personas aparece un fuerte rechazo y vergüenza por su físi-co, preocupación por el peso y la silueta, idealización de la delgadez, una larga his-toria de fracaso en las dietas y una dinámica muy alterada de alimentación, llena de sentimiento de angustia, vergüenza y culpa. Presentan con frecuencia anteceden-tes de depresión, abuso de sustancias y trastornos de control de impulsos.

La conducta de comer compulsivo, como otras conductas adictivas, se caracte-riza por una potente estimulación de las vías mesolímbicas dopaminérgicas: tecto- acumbens y nigroestriada. Esta estimulación actúa como un poderoso reforzador, genera fenómenos de escalada en la frecuencia de la conducta por habituación del efecto y del craving o necesidad ansiosa, especialmente en periodos vitales de depresión, frustración o falta de estímulos y actividad motivadora (Rogers y Smit, 2000). Por otra parte, se ha hallado la capacidad de la sobreingesta de carbohi-dratos de estimular la actividad serotonérgica y opoide, ambas deficitarias en cua-dros depresivos, por lo que los atracones tendrían un efecto antidepresivo reforzan-te (Fairburn, 1995).

La prevalencia de este trastorno en adultos está aumentando y muchos inves-tigadores y clínicos apoyan que se contemple como un trastorno específico en la quinta revisión del dSm que se espera sea publicada en 2012 (Striegel-Moore y Franko, 2008). Incluso, Marcus y Kalarchian (2003) proponen como criterios de in-vestigación para el trastorno por atracones en niños. El trastorno se definiría por la presencia de episodios recurrentes de atracones, caracterizados por la búsque- da de comida en ausencia de hambre (p. ej., después de una comida completa) y falta de control sobre la ingesta de comida (p. ej., la persona refiere no poder parar cuando empieza a comer). Estos episodios de atracones están asociados con uno

Page 309: Alimentacion Obesidad Jana

31�

o más de los siguientes síntomas: búsqueda de comida en respuesta al afecto ne-gativo (p. ej., tristeza, aburrimiento, fatiga), búsqueda de comida como recompen-sa y guardar o ocultar comida. Los síntomas persisten por al menos 3 meses. Estas conductas no están asociadas con el uso regular de conductas compensatorias in-apropiadas, como purgarse, ayunar, ejercitarse en exceso, y no ocurren durante el curso de una anorexia o bulimia nerviosas.

Objetivos

Los objetivos del estudio empírico que se presenta en este capítulo son los 3 si-guientes:

1. Evaluar el estado de la muestra en relación con los trastornos alimenta-rios evaluados con el Inventario de Trastornos Alimentarios (edi-2) (Garner, 1991).

2. Generar una variable de clasificación para los participantes en función de 4 criterios: insatisfacción corporal, impulso a adelgazar, pérdida de control al comer e índice de masa corporal. Se pretende definir 5 grupos: sin trastorno alimentario (normopeso, puntuaciones bajas en impulso a adelgazar y buli-mia y altas en satisfacción corporal), con trastorno alimentario tipo anorexia restrictiva (infrapeso con puntuaciones altas en insatisfacción corporal e im-pulso a adelgazar, pero bajas en pérdida de control al comer), trastorno ali-mentario tipo anorexia purgativa (bajo peso con puntuaciones altas en in-satisfacción corporal, impulso a adelgazar y pérdida del control al comer), trastorno alimentario tipo bulimia (normopeso con puntuaciones altas en in-satisfacción corporal, impulso a adelgazar y pérdida del control al comer) y trastorno alimentario por atracones (sobrepeso u obesidad con puntuacio-nes altas en insatisfacción corporal y pérdida del control al comer, pero pro-medio o bajas en impulso a adelgazar). Asimismo, definir dos grupos con o sin trastorno alimentario. Esta clasificación se basa en los perfiles diferencia-les hallados por Unikel, Bojorquez, Carreño y Caballero (2006) en los distin-tos grupos de tcA diagnosticados con el dSm-iv y evaluados con el edi (Garner, Olmsted y Polivy, 1983).

3. Estimar un modelo lineal multivariado para diferenciar dos grupos con base en las variables: horas de ejercicio a la semana, alexitimia, conciencia intro-ceptiva, ajuste escolar, afecto negativo, afecto positivo, problemas interper-sonales y afrontamiento.

Page 310: Alimentacion Obesidad Jana

31�

Método

Revisar el capítulo de aspectos metodológicos para la descripción de la mues-tra, instrumento de evaluación, así como los procedimientos de muestreo y traduc-ción. En dicho capítulo aparecen los datos de análisis factorial y consistencia inter-na de las variables manejadas en el presente estudio.

Análisis estadísticos

Las puntuaciones en las tres escalas clínicas del edi-2 se obtienen por suma sim-ple de reactivos, tras invertir las puntuaciones en los reactivos reversos (1, 7, 18, 19, 21, 23 y 26) y sin eliminar ninguno. Se calculan los estadísticos descriptivos para compararlos con grupos estudios en España (Garner, 1998), Estados Unidos de América (Garner, 1991) y México (García, Vázquez, López y Arcila, 2003). A conti-nuación se hace un contraste de medias intragrupo para determinar cuál de los fac-tores prevalece (análisis de varianza de medidas repetidas y prueba de Friedman), así como un contraste intergrupo entre sexos (t de Student y U de Mann-Whitney) y ciudades (AnovA de medidas independientes y Kruskal-Wallis). Se divide cada es-cala por su número de reactivos para obtener una escala de rango homogéneo de 6 puntos (0=nunca, 1=pocas veces, 2=A veces, 3=A menudo, 4=Casi siempre y 5=Siempre) antes de realizar la comparación intragrupo. Se emplean pruebas pa-ramétricas, pero debido a la falta de normalidad de las distribuciones se repiten los análisis por pruebas no paramétricas.

El modelo de clasificación se obtiene por análisis de clúster y los modelos de di-ferenciación de dos grupos por regresión logística lineal (método de pasos reversos de Wald). Los análisis de clúster y regresión logística se realizan con las puntuacio-nes factoriales, las cuales son calculadas por el método de Anderson-Rubin. Este método proporciona variables ortogonales de media 0 y desviación estándar 1, ya que la independencia es un requisito de estos análisis. Los grupos obtenidos se in- terpretan desde el contraste de medias por un análisis de varianza para grupos independientes. El nivel de significación estadística para el rechazo de la hipóte-sis nula en las pruebas de contraste se fija en p≤0.05. Los cálculos estadísticos se ejecutan con el SpSS16.

Page 311: Alimentacion Obesidad Jana

31�

Resultados

Trastornos alimentarios en la muestra

El promedio en la escala de obsesión por la delgadez es de 6.17 (≈6) en la muestra conjunta, de 2.48 (≈2) en hombres y 8.91 (≈9) en mujeres. Considerando los estándares españoles de adolescentes sin trastornos de conducta alimentaria (Garner, 1998), los hombres se ubican en un centil 59 y las mujeres en un cen-til 69 en obsesión por la delgadez. El promedio en la escala de bulimia es de 1.85 (≈2) en la muestra conjunta, de 2.41 (≈2) en hombres y 1.44 (≈1) en mujeres. Considerando los mismos estándares españoles, los hombres se ubican en un cen-til 65 y las mujeres en un centil 57 en bulimia. El promedio en la escala de insatisfac-ción corporal es de 9.54 (≈10) en la muestra conjunta, de 4.77 (≈5) en hombres y 13 en mujeres. Considerando los mismos estándares españoles, los hombres se ubican en un centil 69 y las mujeres en un centil 70 en insatisfacción corporal (véa-se Tabla 1).

Tabla 1. Descriptivos de las escalas clínicas del edi

EscalasHombre Mujer Total

N Media DE N Media DE N Media DEObsesión por la del-gadez

1324 2.48 5.355 1761 8.91 5.510 3075 6.17 6.302

Bulimia 1311 2.41 2.851 1768 1.44 2.261 3069 1.85 2.576Insatisfacción cor-poral

1249 4.77 6.299 1720 13.00 6.790 2969 9.54 7.739

Los valores son muy altos comparados con la muestra española de adolescen-tes, aproximándose a los valores medios de una población de adolescentes con trastornos alimentarios. En una muestra de mujeres españoles con tcA el valor de 9 en obsesión por la delgadez corresponden al centil 35, el valor de 1 en bulimia al centil 46 y el valor de 13 de insatisfacción corporal al centil de 50. Si se emplean es-tándares de Estados Unidos, hay un mayor distanciamiento del perfil promedio clí-nico. Las mujeres se ubicarían en el centil 20 en obsesión por la delgadez, 5 en bu-limia y 37 en insatisfacción corporal. Los rasgos en el perfil medio reflejan un patrón de insatisfacción corporal con cierta obsesión por adelgazar, propio de un trastorno de la conducta alimentaria no especificado.

Page 312: Alimentacion Obesidad Jana

320

En México, García et al. (2003) publicaron un estudio de validación del edi-2. Para la investigación emplearon una muestra de 25 mujeres con tcA (en su mayoría estudiantes de preparatoria, solteras y con tratamiento ambulatoria de aproximada-mente un año en la Ciudad de México) y 25 mujeres sin tcA, seleccionadas aleato-riamente de población estudiantil de secundaria y preparatoria de una escuela pri-vada de la Ciudad de México. La media de las pacientes en la escala de impulso a la delgadez (An) fue 16.64 (de=3.02) y de las estudiantes 5.68 (de=5.64), la media de las pacientes en bulimia (bul) fue 7.73 (de=6.98) y de las estudiantes 1.20 (de=2.29), y la media en insatisfacción corporal (IC) de las pacientes fue 19.05 (de=6.95) y de las estudiantes 7.52 (de=6.80). Los autores proponen como puntos de corte diag-nósticos con mayor sensibilidad: 12 para la escala de Impulso a la delgadez (sen-sibilidad 95% y especificidad 80%), 2 para la escala de Bulimia (sensibilidad 77% y especificidad 76%) y 11 Insatisfacción corporal (sensibilidad 86% y especificidad 72%), asimismo con mayor especificidad: 14 para la escala de Impulso a la del-gadez (sensibilidad 86% y especificidad 84%), 3 para la escala de Bulimia (sensi-bilidad 68% y especificidad 84%) y 14 insatisfacción corporal (sensibilidad 77% y especificidad 80%). Cuando las puntuaciones rebasan los puntos de corte indican caso clínico. Con base en estos cortes, el promedio de insatisfacción corporal de las 1 720 estudiantes de la muestra (m=13) está por encima del punto de corte más sensible, pero menos específico (>11).

Los promedios de las 1 720 estudiantes son diferenciales en comparación con los promedios de las 25 estudiantes capitalinas, más altos, pero también con los promedios de las 25 pacientes, más bajos, es decir, resultan intermedios (véase Tabla 2).

Tabla 2. Contraste de medias por la t de Student para una sola muestra

EscalaMedia

teórica*Muestra

t gl p dm95% IC

N Media DE EEM Inf. Sup.

AN16.64 1761 8.91 5.51 0.13 -58.872 1760 0.000 -7.730 -7.987 -7.472 5.68 1761 8.91 5.51 0.13 24.600 1760 0.000 3.230 2.972 3.487

BUL 7.73 1768 1.44 2.26 0.05 -116.975 1767 0.000 -6.290 -6.395 -6.184 1.20 1768 1.44 2.26 0.05 4.463 1767 0.000 0.240 0.134 0.345

IC19.05 1720 13 6.79 0.16 -36.953 1719 0.000 -6.050 -6.371 -5.729 7.52 1720 13 6.79 0.16 33.471 1719 0.000 5.480 5.159 5.801

* García, Vázquez, López y Arcila (2003)

Page 313: Alimentacion Obesidad Jana

321

Al contrastar las medias de la obsesión por adelgazar por un análisis de varian-za de dos factores de efectos fijos (sexo y ciudad), el sexo resulta diferencial (F(1,

3069)=1011.302, p<0.001), así como la ciudad (F(2, 3069)=9.555, p<0.001), pero no la interacción entre ambas variables (F(2, 3069)=1.370, p=0.254). Las mujeres repor-tan más preocupación por adelgazar (m=8.91, de=5.51) que los hombres (m=2.48, de=5.35), con independencia de la ciudad. A su vez, los estudiantes victorianos de ambos sexos (m=5.19, de=6.22) están menos preocupados por adelgazar que los regiomontanos (m=6.74, de=6.34) y saltillenses (m=6.47, de=6.22), siendo las me-dias estadísticamente equivalentes entre estos dos últimos (p=0.258). Las diferen-cias en bulimia son significativas por sexos (F(1, 3063)=104.930, p<0.000) y ciudades (F(2, 3063)=3.181, p=0.042), pero no hay interacción (F(2, 3063)=0.549, p=0.577). El pro-medio es más alto en hombres (m=2.41, de=5.85) que en mujeres (m=1.44, de=5.26); a su vez, los estudiantes victorianos de ambos sexos (m=2.08, de=2.89) tienen una media más alta que los saltillenses (m=1.76, de=2.44) y regiomontanos (m=1.73, de=2.39), siendo las medias estadísticamente equivalentes entre estos dos últi-mos (p=0.785). El promedio en insatisfacción corporal es diferencial por sexos (F(1,

2963)=1079.372, p<0.001) y ciudades (F(2, 2963)=11.128, p<0.001), pero no hay inte-racción (F(2, 2963)=2.389, p=0.092). Las mujeres reportan más insatisfacción (m=13, de=6.79) que los hombres (m=4.77, de=6.30). Los estudiantes victorianos de ambos sexos (m=8.09, de=7.33) se hallan más satisfechos con su cuerpo que los regiomon-tanos (m=10.18, de=7.97) y saltillenses (m=10.14, de=7.66), siendo equivalentes las medias entre estos dos últimos (p=0.875).

Por la prueba U de Mann-Whitney, hay diferencia significativa entre los sexos en los promedios de las escalas de obsesión por la delgadez (ZU=-29.730, p<0.001), insatisfacción corporal (ZU=-29.075, p<0.001) y bulimia (ZU=-12.835, p<0.001). Así, las mujeres están más insatisfechas con su imagen corporal y se hallan más pre-ocupadas por adelgazar que los hombres, pero reportan más control de la conduc-ta alimentaria. Por la prueba de Kruskal-Wallis, hay diferencia entre las ciudades en los promedios de las escalas de obsesión por adelgazar (χ2(2, N=3075)=36.528, p<0.001) e insatisfacción corporal (χ2(2, N=2969)=39.285, p<0.001), pero equivalen-cia en bulimia (χ2(2, N=3069)=1.998, p=0.368). Los estudiantes de Ciudad Victoria de ambos sexos se preocupan menos por adelgazar y están más satisfechos con sus cuerpos que los de Monterrey y Saltillo.

Se divide cada escala por su número de reactivos para obtener una escala de rango homogéneo de 6 puntos (0=nunca, 1=pocas veces, 2=A veces, 3=A menudo, 4=Casi siempre y 5=Siempre). Así, se dividen por 7 a las escalas de obsesión por la delgadez y de bulimia; y se divide por 9 a la escala de insatisfacción corporal.

Page 314: Alimentacion Obesidad Jana

322

Por la prueba de Friedman (χ2=1354.535, p<0.001), hay diferencia significativa en las tres escalas clínicas del edi-2. Por análisis de varianza de medidas repetidas, las medias entre las escalas son diferenciales. Al no poderse asumir esfericidad en la matriz de varianzas-covarianzas de los residuos (prueba de Mauchly: W = 984, χ2(2, N=2808)=45.272, p<0.000), con la corrección de Greenhouse-Geisser se obtine una F significativa (F(1.638, 5525.567)=1379.953, p<0.001), siendo el tamaño del efec-to mediano (eta2 parcial=0.330) y la potencia estadística del contraste muy alta (Φ = 1). La relación entre las medias más que lineal (F(1, 2807)=140.560, p<0.001, eta2 parcial=0.048, Φ = 1) es cuadrática o en forma de U (F(1, 2807)=2341.209, p<0.001, eta2 parcial=0.455, Φ = 1). El promedio más alto se ubica en insatisfacción corporal (m=1.0573, de=0.861), le sigue obsesión por la delgadez (m=0.880, de=0.900) y el más bajo aparece en bulimia (m=0.255, de=0.359) (véase Figura 1).

Figura 1. Diagrama de medias de las tres escalas clínicas del edi-2 en la compara-ción intragrupo

Si se introduce el sexo como un factor de efectos fijos, su interacción con el fac-tor de medidas repetidas de las tres escalas clínicas del edi-2 es significativa bajo un modelo cuadrático o en forma de U (F(1, 2806)=2213.777, p<0.001), además el sexo es diferencial (F(1, 2806)=889.372, p<0.001). Las mujeres reportan más insatisfacción

Page 315: Alimentacion Obesidad Jana

323

corporal y obsesión por adelgazar que los hombres, es decir, en los dos factores con promedios diferencialmente más altos; y reportan menos bulimia que los hom-bres en el factor con promedio diferencialmente más bajo (véase Figura 2).

Figura 2. Diagrama de medias de las tres escalas clínicas del edi-2 en la compara-ción intragrupo de los dos grupos de sexo (hombres y mujeres).

Si se introduce la ciudad como un factor de efectos fijos, su interacción con el factor de medidas repetidas de las tres escalas clínicas del edi-2 es significativa bajo un modelo cuadrático o en forma de U (F(2, 2805)=31.819, p<0.001), siendo la ciudad también diferencial (F(1, 2806)=16.243, p=0.012). Los estudiantes de Ciudad Victoria de ambos sexos reportan menos insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar que los estudiantes de Monterrey y Saltillo, es decir, en los dos factores con prome-dios diferencialmente más altos; pero su promedio de conductas bulímicas, que es la escala con media diferencialmente más baja, es ligeramente más alto que el pro-medio de los estudiantes regiomontanos y saltillenses (véase Figura 3).

Page 316: Alimentacion Obesidad Jana

324

Figura 3. Diagrama de medias de las tres escalas clínicas del edi-2 en la compara-ción intragrupo de los tres grupos de ciudad (Victoria, Monterrey y Saltillo).

Análisis de clúster: grupos de trastornos alimentarios en la muestra conjunta

La discrepancia de promedios con la muestra de estudiantes mexicanas sin tras-torno alimentario del estudio de García et al., (2003) justifica definir grupos desde la muestra, generados con análisis de clúster, en lugar de emplear los puntos de corte propuestos por los autores.

Primero se crean dos grupos con índice de masa corporal y las variables de las puntuaciones factoriales de obsesión por adelgazar, bulimia e insatisfacción corpo-ral. La solución converge en 10 iteraciones. Las 4 variables resultan definidores sig-nificativos (véase Tabla 3). El primer grupo de 1755 estudiantes presenta los cen-troides en las puntuaciones bajas o negativas y el segundo de 801 estudiantes en las puntuaciones altas o positivas (véanse Tablas 4 y 5). Así, al primer grupo lo po-dríamos denominar como personas con normopeso y sin síntomas de trastorno ali-mentarios y al segundo a personas con peso alto y síntomas o rasgos de conducta alimentaria de riesgo.

Page 317: Alimentacion Obesidad Jana

32�

Tabla 3. Contraste de media de las variables definidoras por los grupos creados por anova

Variables definidorasClúster Error

F pMC gl MC gl

Índice de masa corporal 24082.976 1 6.993 2554 3444 0.000Obsesión por la delgadez 92.034 1 0.983 2554 93.621 0.000Bulimia 10.956 1 0.997 2554 10.992 0.001Insatisfacción corporal 4.195 1 0.994 2554 4.222 0.040

Tabla 4. Centroides en las 4 variables definidoras de los dos grupos

Variables definidoras Clúster 1 Clúster 2Índice de masa corporal 20.17 26.79Obsesión por la delgadez -0.12 0.28Bulimia -0.04 0.10Insatisfacción con la imagen corporal -0.03 0.06

Tabla 5. Contraste de medias por la t de Student entre los dos grupos en las 4 varia-bles definidoras

Variablesdefinidoras

ClústerDescriptivos Levene Student

N Media DE F p t gl pÍndice de masacorporal

1 1755 20.17 2.0996.728 0.000 -48.795 1059 0.000

2 801 26.78 3.57

Obsesión por ladelgadez

1 1755 -0.12 0.9710.876 0.001 -9.480 1476 0.000

2 801 0.28 1.03

Bulimia1 1755 -0.04 0.96

21.947 0.000 -3.178 1403 0.0022 801 0.10 1.08

Insatisfacciónimagen corporal

1 1755 -0.03 1.00 0.626 0.429 -2.055 2554 0.040

2 801 0.06 0.98

En la muestra conjunta, en el primer grupo de personas con normopeso y sin síntomas de trastorno alimentario hay más mujeres que hombres (74% versus 62%). A la inversa, en el segundo grupo de personas con peso alto y rasgos de con-ducta alimentaria de riesgo hay más hombres que mujeres (38% versus 26%) (χ2(1,

Page 318: Alimentacion Obesidad Jana

32�

N=2554)=38.548, p<0.001; con la corrección de Yates χ2(1, N=2554)=37.925, p<0.001) (véase Tabla 6).

Tabla 6. Porcentaje de sexo por grupo

GruposSexos

Total1=Hombre 2=Mujer

1 676 (62.1%) 1078 (73.6%) 1754 (68.7%)2 413 (37.9%) 387 (26.4%) 800 (31.3%)

Total 1089 (100%) 1465 (100%) 2554 (100%)

1= Personas con normopeso y sin síntomas de trastorno alimentarios.2 = Personas con peso alto y síntomas rasgos de conducta alimentaria de riesgo.

Por ciudades también hay diferencia significativa (χ2(3, N=2556)=18.924, p<0.001; cc=0.086, p<0.001). Entre los estudiantes encuestados en Saltillo está más presen-te el grupo 1 y entre los estudiantes encuestados en Ciudad Victoria el segundo. Los de Monterrey ocupan un lugar intermedio (véase Tabla 7).

Tabla 7. Porcentajes de ciudades por grupos

GruposCiudades

TotalC. Victoria Monterrey Saltillo

1 468 (62.9%) 689 (69.4%) 598 (73.0%) 1755 (68.7%)2 276 (37.1%) 304 (30.6%) 221 (27.0%) 801 (31.3%)

Total 744 (100%) 993 (100%) 819 (100%) 2556 (100%)

1= Personas con normopeso y sin síntomas de trastorno alimentarios.2 = Personas con peso alto y síntomas rasgos de conducta alimentaria de riesgo.

Al definir 4 grupos, la solución converge en 10 iteraciones. Las cuatro variables definidoras son significativas (véase Tabla 8). El primero de 1,110 (43%) parece re-presentar a las personas con menor patología. Su promedio de imc cae en la ban-da del normopeso y presentan puntuaciones bajas en los factores de obsesión por adelgazar, bulimia e insatisfacción corporal. Lo podemos denominar grupo sano. El segundo grupos de 336 personas (13%) se aproxima al sobrepeso y puede presen-

Page 319: Alimentacion Obesidad Jana

32�

tar características de trastorno alimentarios con rasgo de anorexia y bulimia. Lo po-demos denominar grupo con tca. El tercer grupo de 22 personas (1%) presenta un promedio de imc en la banda de la obesidad presenta conducta alimentaria de ries-go, pero niega preocupación por su imagen corporal. Lo podemos denominar grupo de obesidad con car. El cuarto grupo de 1,098 personas (43%) presenta un imc en la banda del normopeso, próximo al sobrepeso, tiene una gran preocupación por per-der peso e insatisfacción corporal sin presentar conductas de bulimia. Lo podemos denominar grupo preocupado por adelgazar. Los grupos con mayor patología son el 2 y 3 que representan 14% de la muestra (véanse Tabla 9 y Figura 4).

Tabla 8. Contraste de media de las variables definidoras por los 4 grupos creados anova

Variables definidorasClúster Error

F pMC gl MC gl

Índice de masa corporal 11643.059 3 2.748 2552 4236 0.000Obsesión por la delgadez 42.798 3 0.970 2552 44.141 0.000Bulimia 5.201 3 0.996 2552 5.224 0.001Insatisfacción corporal 6.732 3 0.988 2552 6.814 0.000

Tabla 9. Centroides en las 4 variables definidoras de los cuatro grupos

Variables definidoras Clúster 1 Clúster 2 Clúster 3 Clúster 4Índice de masa corporal 18.92 28.70 40.95 23.23Obsesión por la delgadez -0.25 0.33 0.18 0.15Bulimia -0.02 0.20 0.15 -0.04Insatisfacción corporal -0.08 0.13 -0.48 0.05

Page 320: Alimentacion Obesidad Jana

32�

Figura 4. Diagrama de medias por los 4 grupos creados por análisis de clúster

En los grupos 2 (grupo con tcA), 3 (grupo de obesidad con conducta alimentaria de riesgo) y 4 (grupo preocupado por adelgazar) hay mayor proporción de hombres y en el grupo 1 (sano) de mujeres (χ2(3, N=2554)=53.909, p<0.001; cc=0.145, p<0.001) (véase Tabla 10).

Page 321: Alimentacion Obesidad Jana

32�

Tabla 10. Porcentaje de sexo por grupo

GruposSexos

TotalHombres Mujeres

1 397 (36.5%) 702 (47.9%) 1099 (43%)2 191 (17.5%) 145 (9.9%) 336 (13.2%)3 15 (1.4%) 7 (.5%) 22 (0.9%)4 486 (44.6%) 611 (41.7%) 1097 (43%)

Total 1089 (100%) 1465 (100%) 2554 (100%)

1= grupo sano. 2= grupo con tcA. 3= grupo de obesidad con CAR. 4=grupo preocupado por adelgazar.

Hay diferencia en la distribución de los grupos por ciudad (χ2(6, N=2556)=42.007, p<0.001; cc=0.127, p<0.001), el grupo 1 (sano) está más presente entre los estu-diantes encuestados en Saltillo y Monterrey. Los grupos 2 (grupo con tcA), 3 (grupo de obesidad con conducta alimentaria de riesgo) y 4 (grupo preocupado por adelga-zar) entre los estudiantes encuestados en Ciudad Victoria (véase Tabla 11).

Tabla 11. Porcentajes de ciudades por grupos

GruposCiudad

TotalC. Victoria Monterrey Saltillo

1 272 (36.6%) 453 (45.6%) 375 (45.8%) 1100 (43.0%)2 119 (16.0%) 132 (13.3%) 85 (10.4%) 336 (13.1%)3 16 (2.2%) 3 (0.3%) 3 (0.4%) 22 (0.9%)4 337 (45.3%) 405 (40.8%) 356 (43.5%) 1098 (43.0%)

Total 744 (100%) 993 (100%) 819 (100%) 2556 (100%)

1= grupo sano. 2= grupo con tcA. 3= grupo de obesidad con CAR. 4=grupo preocupado por adelgazar.

El introducir un quinto grupo en un intento de separar anorexia de bulimia no es exitoso. Así, parece que ambas patologías se combinan en las mismas personas, probablemente en cuadros mixtos de trastorno alimentario no especificado. Con cinco grupos aparece el grupo sano (935 de 2,556, 36.6%), de obesidad con tcA (8 de 2,556, 0.7%), de sobrepeso con preocupación por adelgazar, bulimia e insatis-facción (137, 5.4%), así como dos grupos de normopeso con insatisfacción corporal y sin bulimia, pero uno con más preocupación por adelgazar (475 de 2,556, 18.6%) que el otro (1,001 de 2,556, 39.2%).

Page 322: Alimentacion Obesidad Jana

330

Análisis de clúster: grupos de trastornos alimentarios en la muestrade hombres

Al definir 4 grupos en la muestra de hombres (véase Tabla 12), las variables de imc y obsesión por la delgadez resultan diferenciales, pero no así la insatisfac-ción con la imagen corporal y conducta de pérdida de control al comer (véase Tabla 13). El primer grupo de 7 estudiantes varones está constituido por adolescentes con obesidad que muestran impulso a adelgazar y tiene el promedio más alto en pérdi-da de control al comer y más bajo en insatisfacción corporal. Los grupos 2 (417 per-sonas) y 4 (170 personas) con promedios de imc en el intervalo del normopeso son los que menos impulso muestran a adelgazar. El tercer grupo de 170 estudiantes varones con un promedio de imc en el intervalo del sobrepeso es el que más se pre-ocupa por adelgazar (véase Figura 5).

Tabla 12. Centroides de los 4 clúster en la muestra de hombres

Variables definidoras Clúster 1 Clúster 2 Clúster 3 Clúster 4Índice de masa corporal 48.61 19.22 29.08 23.60Obsesión por la delgadez 0.00 -0.62 0.12 -0.28Bulimia 0.87 0.24 0.24 0.12Insatisfacción con la imagen corporal -0.69 -0.07 0.04 -0.04

Tabla 13. anova de las 4 variables definidoras entre los 4 grupos definidos en hom-bres

Variables definidorasClúster Error

F pMC gl MC gl

Índice de masa corporal 5665.065 3 2.967 1044 1909 0.000Obsesión por la delgadez 23.227 3 .594 1044 39.086 0.000Bulimia 2.392 3 1.166 1044 2.052 0.105Insatisfacción corporal 1.506 3 1.024 1044 1.470 0.221

Page 323: Alimentacion Obesidad Jana

331

Figura 5. Diagrama de medias de las 4 variables definidoras en relación con los 4 grupos definidos en la muestra de hombres

Al definirse tres grupos, respecto a la solución anterior, se agrupan el segundo y tercero (véase Tabla 14). El análisis de varianza indica que el imc y la obsesión por adelgazar son diferenciales (véase Tabla 15). La insatisfacción corporal se aproxi-ma a la significación estadística, pero la conducta de pérdida del control al comer no resulta diferencial. Así, el primer grupo de 593 personas presenta normopeso, bajo impulso a adelgazar y satisfacción corporal. El segundo grupo de 441 personas pre-senta sobrepeso, impulso a adelgazar, pero satisfacción corporal. El tercer grupo de 14 personas presenta obesidad, impulso a adelgazar e insatisfacción corporal, asi-mismo el promedio más alto en conducta bulímica (véase Figura 6).

Page 324: Alimentacion Obesidad Jana

332

Tabla 14. Centroides de los 3 clúster en la muestra de hombres

Variables definidoras Clúster 1 Clúster 2 Clúster 3Índice de masa corporal 20.10 26.06 42.66Obsesión por la delgadez -0.55 -0.09 0.07Bulimia 0.20 0.16 0.73Insatisfacción con la imagen corporal -0.04 -0.02 -0.64

Tabla 15. anova de las 4 variables definidoras entre los 3 grupos definidos en hom-bres

Variables definidorasClúster Error

F pMC gl MC gl

Índice de masa corporal 7247.056 2 5.357 1045 1.353E3 0.000Obsesión por la delgadez 28.271 2 0.606 1045 46.633 0.000Bulimia 2.323 2 1.167 1045 1.991 0.137Insatisfacción con la imagen corporal 2.540 2 1.022 1045 2.485 0.084

Figura 6. Diagrama de medias de las 4 variables definidoras en relación con los 3 grupos definidos en la muestra de hombres.

Page 325: Alimentacion Obesidad Jana

333

Al definir dos grupos (véase Tabla 16), el imc y la obsesión por adelgazar son diferenciales, pero no así el descontrol a comer y la insatisfacción con la imagen corporal. El primer grupo de 759 estudiantes varones presenta normopeso, bajo impulso a adelgazar, el promedio más bajo en descontrol al comer y más alto en sa-tisfacción corporal (véase Tabla 17). El segundo grupo de 289 estudiantes varones presenta un promedio de imc en el intervalo del sobrepeso, muestra impulso a adel-gazar tiene el promedio más alto en descontrol al comer y más bajo en satisfacción corporal (véase Figura 7).

Tabla 16. Centroides de los 2 clúster en la muestra de hombres

Variables definidoras Clúster 1 Clúster 2Índice de masa corporal 20.92 28.14Obsesión por la delgadez -0.50 0.04Bulimia 0.17 0.23Insatisfacción con la imagen corporal -0.04 -0.06

Tabla 17. anova de las 4 variables definidoras entre los 2 grupos definidos en hom-bres

Variables definidorasClúster Error

F pMC gl MC gl

Índice de masa corporal 10918.168 1 8.771 1046 1.245E3 0.000Obsesión por la delgadez 60.873 1 0.602 1046 101.198 0.000Bulimia 0.762 1 1.170 1046 0.651 0.420Insatisfacción con imagen corporal 0.086 1 1.026 1046 0.084 0.772

Page 326: Alimentacion Obesidad Jana

334

Figura 7. Diagrama de medias de las 4 variables definidoras en relación con los 2 grupos definidos en la muestra de hombres.

Análisis de clúster: grupos de trastornos alimentarios en la muestra de mujeres

Al definir 4 grupos en la muestra de mujeres (véase Tabla 18), las cuatro varia-bles resultan diferenciales (véase Tabla 19). El primer grupo de 449 estudiantes está constituido por adolescentes con un promedio de bajo peso, con impulso a adelgazar y satisfechas con su imagen corporal. El segundo grupo de 533 estudian-tes con un promedio de imc en el intervalo de normopeso son las que menos con-ductas de pérdida de control al comer presentan. El tercer grupo de 362 estudiantes con un promedio de imc en el intervalo del sobrepeso es el que muestra más preocu-

Page 327: Alimentacion Obesidad Jana

33�

pación por adelgazar, muestra conductas de pérdida de control al comer en un pro-medio equivalente al grupo de bajo peso y están insatisfechas con su imagen cor-poral. El cuarto grupo de 86 estudiantes tiene un promedio de imc en el intervalo de la obesidad, es el segundo grupo más preocupado por adelgazar, son las que más presentan conductas de pérdida de control al comer y las más insatisfechas con su imagen corporal (véase Figura 8). El grupo cuatro es el que más patología presenta en la esfera del trastorno por atracones, hiperfagia o bulimia.

Tabla 18. Centroides de los 4 clúster en la muestra de mujeres

Variables definidoras Clúster 1 Clúster 2 Clúster 3 Clúster 4Índice de masa corporal 12.27 21.48 29.38 38.22Obsesión por la delgadez -0.93 -0.68 1.59 -0.18Bulimia -0.43 -0.36 3.65 -0.16Insatisfacción con la imagen corporal 0.47 -1.71 1.00 0.11

Tabla 19. anova de las 4 variables definidoras entre los 4 grupos definidos en mu- jeres

Variables definidorasClúster Error

F pMC gl MC gl

Índice de masa corporal 5648.780 3 1.685 1426 3352 0.000Obsesión por la delgadez 48.613 3 1.029 1426 47.244 0.000Bulimia 4.026 3 0.767 1426 5.248 0.001Insatisfacción con la imagen corporal 4.988 3 0.967 1426 5.159 0.002

Figura 8. Diagrama de medias de las 4 variables definidoras en relación con los 4 grupos definidos en la muestra de mujeres

Page 328: Alimentacion Obesidad Jana

33�

Al definir 2 grupos en la muestra de mujeres (véase Tabla 20), las cuatro varia-bles resultan diferenciales (véase Tabla 21). El primer grupo de 948 estudiantes está constituido por adolescentes con un promedio de normopeso, con el menor promedio en impulso a adelgazar y conductas de pérdida de control al comer y el más alto en satisfacción con la imagen corporal. El segundo grupo de 482 estudian-tes, con un promedio de imc en el intervalo de sobrepeso, presenta el promedio más alto en impulso a adelgazar, conductas de pérdida de control al comer y el más en satisfacción con la imagen corporal (véase Figura 9). Así, el segundo grupo es el que más trastornos de la conducta alimentaria presenta.

Tabla 20. Centroides de los 2 clúster en la muestra de mujeres

Variables definidoras Clúster 1 Clúster 2Índice de masa corporal 19.66 25.73Obsesión por la delgadez 0.06 0.62Bulimia -0.21 -0.08Insatisfacción con la imagen corporal -0.03 0.15

Page 329: Alimentacion Obesidad Jana

33�

Tabla 21. anova de las 4 variables definidoras entre los 4 grupos definidos en muje-res

Variables definidorasCluster Error

F pMC gl MC gl

Índice de masa corporal 11775.624 1 5.304 1428 2220 0.000Obsesión por la delgadez 99.756 1 1.060 1428 94.127 0.000Bulimia 4.922 1 0.771 1428 6.384 0.012Insatisfacción con la imagen corporal 9.308 1 0.969 1428 9.601 0.002

Figura 9. Diagrama de medias de las 4 variables definidoras en relación con los 2 grupos definidos en la muestra de mujeres.

Page 330: Alimentacion Obesidad Jana

33�

Modelos de regresión logística para diferenciar a dos grupos

Se predice el pertenecer al grupo de personas con normopeso y sin síntomas de trastorno alimentarios (1) o al grupo de personas con peso alto y síntomas rasgos de conducta alimentaria de riesgo (2) con base en 18 predictores: Los 4 factores de la tAS-28 (dificultad para identificar sentimientos, dificultad para expresar sentimien-tos, pensamiento externamente orientado y fantasía), los 8 factores de la escala de afrontamiento (preocupación obsesiva, indefensión, evitación y negación, afronta-miento activo, impulsividad, culpabilizar, aceptación pasiva y trivializar), el factor de conciencia introceptiva del edi, los tres factores de la escala de ajuste escolar (pro-blemas interpersonales, aspiraciones universitarias y rol de estudiante) y los dos factores del eAnp-19 (afectivo negativo y positivo). Se emplea el método por pasos hacia atrás de Wald. Primero se realiza en la muestra conjunta, luego en la de hom-bres y por último en la de mujeres.

En la muestra conjunta

Sólo 2 variables resultan predictores significativos: Dificultad para expresar sen-timientos (b=0.126, w=4.403, p=0.036, or=1.134, IC del 95% [1.008, 1.275]) y afron-tamiento activo (b=-0.142, W=5.657, p=0.017, or=0.867, IC del 95% [0.771, 0.975]). El modelo explica 19% de la varianza del criterio por la correlación al cuadrado de Nagelkerke y clasifica de forma correcta al 78% de las personas, poseyendo más es-pecificidad (eliminar no-casos) (100%) que sensibilidad (detectar casos) (25%). Hay más probabilidad de ser un estudiante adolescente con normopeso y sin síntomas de trastorno alimentarios si se posee facilidad para expresar los sentimientos y pre-dominio de afrontamiento activo ante los problemas (véase Tabla 22). Debe señalar-se que los factores de afectos también se aproximaban a la significación.

Page 331: Alimentacion Obesidad Jana

33�

Tabla 22. Modelo de predicción

Modelo B EE Wald gl p OR95% IC

Infe-rior

Supe-rior

Constante -0.797 0.061 171.947 1 0.000 0.451Dificultad para ex-presar sentimientos

0.126 0.060 4.403 1 0.036 1.134 1.008 1.275

Afrontamiento ac-tivo

-0.142 0.060 5.657 1 0.017 0.867 0.771 0.975

En la muestra de hombres

El modelo por el índice de Nalgerkeke explica 17% de la varianza del criterio y clasifica de forma correcta al 80.5% de las personas (447 de 555). Presenta más es-pecificidad (rechazar no caso) (99%, 404 de 407) que sensibilidad (detectar casos) (29%, 43 de 148). Queda definido por 4 variables: afecto negativo, horas de ejerci-cio físico dedicadas a la semana, afrontamiento de evitación y negación, y concien-cia introceptiva. El primer grupo de estudiantes varones con normopeso, bajo im-pulso a adelgazar, control al comer y satisfacción corporal reportan menos afectivo negativo, hacen más ejercicio físico, emplean más el afrontamiento de evitación y negación y presentan más conciencia introceptiva. El segundo grupo de estudian-tes varones con sobrepeso, impulso a adelgazar, descontrol al comer y baja satis-facción corporal reporta más afecto negativo, hace menos horas de ejercicio, acude menos a la evitación y negación ante los problemas y posee menos conciencia in-troceptiva (véase Tabla 23).

Tabla 23. Modelo de regresión logística

B EE Wald gl p OR95.0% IC

Inferior SuperiorConstante -0.662 0.163 16.515 1 .000 0.516Afecto negativo 0.353 0.111 10.026 1 .002 1.423 1.144 1.770Ejercicio físico -0.065 0.025 6.711 1 .010 0.937 0.892 0.984Evitación y negación -0.244 0.100 5.959 1 .015 0.784 0.644 0.953Conciencia introceptiva -0.242 0.116 4.303 1 .038 0.785 0.625 0.987

Page 332: Alimentacion Obesidad Jana

340

En la muestra de mujeres

El modelo por el índice de Nalgerkeke explica 15% de la varianza del criterio y clasifica de forma correcta al 74.2% de las personas (513 de 691). Presenta más especificidad (rechazar no caso) (97.4%, 445 de 457) que sensibilidad (detectar ca-sos) (29.1%, 68 de 234). El modelo queda definido por 4 variables: problemas inter-personales, afrontamiento activo, dificultad para expresar sentimientos y estilo de vida superficial. El primer grupo de mujeres con normopeso, bajo impulso a adelga-zar, control al comer y satisfacción corporal tiene menos problemas interpersona-les, afronta con más frecuencia los problemas de forma activa, tiene más capacidad para expresar sentimientos y muestra un estilo de vida menos superficial. El segun-do grupo de mujeres con sobrepeso, impulso a adelgazar, descontrol al comer y baja satisfacción corporal tiene menos problemas interpersonales, afronta con me-nos frecuencia los problemas de forma activa, tiene menos capacidad para expre-sar sentimientos y muestra un estilo de vida más superficial (véase Tabla 24).

Tabla 24. Modelo de regresión logística

Modelo B EE Wald gl p OR95% IC

Inf. Sup.Constante -0.663 0.083 63.556 1 0.000 0.515Afrontamiento activo -0.241 0.086 7.863 1 0.005 0.786 0.664 0.930Problemas interpersonales 0.209 0.077 7.415 1 0.006 1.233 1.060 1.433Estilo de vida superficial 0.151 0.083 3.341 1 0.068 1.163 0.989 1.367Dificultad para expresar sentimien-tos

0.136 0.077 3.100 1 0.078 1.146 0.985 1.334

Conclusiones

El Inventario de Trastornos Alimentarios revisado (edi-2) de Garner (1991) no permite realizar diagnósticos dSm-iv de trastornos de la conducta alimentaria. Se puede contemplar como un indicador de posibles problemas cuando se rebasan los puntos de corte por escalas. Nuestros datos claramente reflejan promedios y porcentajes altos, incluso en la escala de insatisfacción corporal por encima de los puntos de corte para población de adolescentes españolas y mexicanas, resultan-do los promedios obtenidos intermedios entre los de población clínica y general en México. Así, el participante promedio del estudio está insatisfecho con su imagen corporal y presenta cierto impulso a adelgazar. Es importante señalar que el forma-

Page 333: Alimentacion Obesidad Jana

341

to del edi-2 usado difiere del estándar. Se simplificó a 4 factores y la presentación de los reactivos se agrupó por escalas (véanse Anexos del libro), lo cual pudo afectar a los promedios obtenidos, incrementándolos. Por lo tanto, se requeriría una estan-darización específica antes de poder informar de un porcentaje específico de tras-tornos alimentarios.

Con base en los promedios obtenidos, parece que la información de los proble-mas de sobrepeso, obesidad y diabetes, así como las campañas para mitigarlos es-tán haciendo mella en estos adolescentes, generándoles preocupación y afectan-do a su conducta. No son los valores de salud los que provocan esta preocupación y alteración, sino una cuestión estética. Cuando los miembros de una sociedad en sus distintos estratos sociales engordan por sus estilos de vida, el engordar pasa a ser una preocupación y la delgadez un ideal estético. Los adolescentes y jóvenes son los que más se aproximan a la imagen corporal idealizada. Esta posesión de la imagen idealizada, cuando la sociedad actual está limitando sus fuentes de emanci-pación y autonomía, e imponiendo una exigencia excesiva en su formación, puede revertir en que la delgadez pase a constituir una base de la autoestima. El estilo de vida, junto con un fondo depresivo que en la adolescencia con frecuencia se mani-fiesta con hipersomnio, sensibilidad emocional, irritabilidad, así como aumento del apetito y el peso, puede generar dinámicas alteradas en relación con el comer, en el intento de controlar el peso e imagen corporal que son centrales para la autoestima (Moral, 2002). No obstante, debe señalarse que en la muestra prevalece el afecto positivo sobre el negativo, más en los hombres que en las mujeres, más en los es-tudiantes victorianos que en los regiomontanos y saltillenses, con base en los datos de la escala eApn.

Uno de los objetivos del estudio era generar una clasificación de los participan-tes en función de 4 variables: insatisfacción corporal, impulso a adelgazar, pérdi-da de control al comer e índice de masa corporal. Los tres últimos criterios son to-mados del edi-2. La escala de Bulimia del edi-2 no mide propiamente el síndrome de bulimia que se caracteriza por atracones recurrentes, conducta compensatoria inadecuada para evitar los efectos engordantes de los atracones y preocupación excesiva por el peso y la silueta. La escala sólo pide descontrol alimentario, inclu-yendo atracones. Está ausente cualquier medición de la conducta compensatoria inadecuada, sobre todo lo referentes a purgas, ayunos y ejercicio físico excesivo.

Considerando los sistemas de clasificación actuales (dSm-iv y cie-10), se pronos-ticaban 5 grupos: sin trastorno alimentario, con trastorno alimentario tipo anorexia restrictiva, trastorno alimentario tipo anorexia purgativa, trastorno alimentario tipo bulimia y trastorno alimentario por atracones. Al realizar un análisis de clúster, es-tos 5 grupos no se definen con los datos presentes. En la muestra conjunta y en las

Page 334: Alimentacion Obesidad Jana

342

de mujeres se definen 4 grupos y en la de hombres 3. La ausencia de una escala de conducta compensatoria inadecuada es una de las causas de esta dificultad. Para superar este problema se sugiere utilizar en estudios futuros el Cuestionario Breve de Conducta Alimentaria de Riesgo de Unikel, Bojorquez y Carreño (2004). El cues-tionario está integrado por 11 preguntas sobre preocupación por engordar, prácti-ca de atracones, sensación de falta de control al comer y conductas alimentarias de tipo restrictivo (dietas, ayunos, ejercicio y uso de pastillas para bajar de peso) y purgativo (vómito autoinducido, uso de laxantes y de diuréticos) y 3 factores (res-tricción alimentaria, atracones-purgas y otras conductas compensatorias inadecua-das) o añadir una escala de conducta compensatorias al edi.

Como se indicó, en la muestra conjunta, se definen cuatro grupos. El primero, con 43% de los participantes, representa a las personas con menor patología. Su promedio de imc es de normopeso y tienen las puntuaciones más bajas en obsesión por adelgazar, bulimia e insatisfacción corporal. Este era uno de los grupos espera-dos. También con 43% de los participantes está el cuarto con normopeso, preocu-pación por perder peso e insatisfacción corporal, sin presentar conductas de des-control alimentario, lo podemos denominar grupo preocupado por adelgazar. Este 86% parece estar integrado por adolescentes sin tcA. El segundo grupo se aproxi-ma al sobrepeso y presenta promedios altos en obsesión por adelgazar, descontrol alimentario e insatisfacción corporal. Constituye 13% de la muestra y puede estar integrado por casos subclínicos de un trastorno alimentario no especificado. El ter-cero está formado por adolescentes con obesidad, que no se preocupan por su ima-gen corporal y presentan bastante descontrol alimentario. Estos dos últimos grupos son los que muestran mayor patología y representan 14% de la muestra. Los gru-pos con más patología están más definidos en hombres y en estudiantes victoria-nos, ya que es una patología que se inclina más hacia el descontrol alimentario que hacia la restricción dietética.

En la muestra de mujeres también se definen bien cuatro grupos. El primero es con normopeso bajo y sin tcA. El segundo es de normopeso alto sin tcA, aunque cierta insatisfacción corporal. Estos dos grupos constituyen 69% de las participan-tes. El tercero, con 25% de las estudiantes, está integrado por adolescentes con sobrepeso, preocupadas por adelgazar, con conductas de pérdida de control al co-mer e insatisfechas con su imagen corporal. Se pueden aproximar a casos subclíni-cos de tcA sin especificar. El cuarto, con un 6%, está formado por adolescentes con obesidad, preocupación por adelgazar, pérdida de control al comer e insatisfacción con su imagen corporal. El grupo cuatro es el que más patología presenta y en la esfera del trastorno por atracones, hiperfagia o bulimia. Así, la prevalencia del tcA parece más alta en mujeres que en hombres y se inclina más hacia la esfera de la

Page 335: Alimentacion Obesidad Jana

343

bulimia e hiperfagia. Los aspectos de anorexia restrictiva el análisis de clúster no es capaz de identificarlos.

En hombres se definen tres grupos. El primero con 57% de los participantes pre-senta normopeso, bajo impulso a adelgazar y satisfacción corporal. Es equivalen-te al primer grupo de la muestra conjunta. El segundo con 42% de los participantes presenta sobrepeso, impulso a adelgazar, insatisfacción corporal, pero ausencia de descontrol alimentario. Se asemeja al tercer grupo de la muestra general con insa-tisfacción corporal y parece ser un grupo sin tcA. El tercero con 1% de los hombres presenta obesidad, impulso a adelgazar, descontrol alimentario y negación de insa-tisfacción corporal. Es un grupo con tcA sin especificar.

Al realizar el análisis separando a hombres y mujeres, el análisis de clúster re-fleja más tcA en mujeres que en hombres y es capaz de detectar más patología de descontrol alimentario que anorexia restrictiva. Al juntar las dos muestras, toman más peso el descontrol alimentario de los hombres y se desdibuja la patología fe-menina, especialmente cuando la anorexia restrictiva no se llega a identificar. En la muestra conjunta el modelo discriminante indica que existe más probabilidad de pertenecer al grupo sano si la persona presenta un afrontamiento activo de los pro-blemas y posee capacidad para identificar sus sentimientos. En la muestra de hom-bres, el modelo indica que existe más probabilidad de pertenecer al primer grupo (sano) frente al tercer grupo (con patología) si el adolescente presenta más afec-to positivo, menos negación de la insatisfacción corporal y más afrontamiento ac-tivo, asociándose esta función discriminante a mayor número de horas dedicadas al ejercicio, menor dificultad para identificar sentimientos y ausencia de reacción de indefensión con síntomas de estrés y disociativos. En la muestra de mujeres no se logra definir ninguna función por ausencia de variables significativas. Los mode-los tienen una relación pobre con los grupos. No obstante, destacan el afrontar los problemas y menor confusión emocional entre las personas en el grupo con menos probabilidad de tcA.

Los estándares españoles (Garner, 1998) y estadounidenses (Garner, 1991) parecen inadecuados para la presente muestra, de ahí que se intenta separar en dos grupos a la muestra por análisis de clúster. El resultado es equivalente en la muestra conjunta y mujeres. Un grupo es de normopeso, satisfacción corporal, me-nor preocupación por adelgazar y menor descontrol alimentario. El otro grupo tie-ne mayor imc, más insatisfacción corporal, más impulso a adelgazar y más descon-trol alimentario. Así, destaca que el normopeso, especialmente normopeso bajo está relacionado con satisfacción corporal y ausencia de tcA. En hombres existe una diferencia. El grupo con más imc, más obsesión por adelgazar y más descon-trol alimentario reporta menor insatisfacción corporal, es decir, mayor negación de

Page 336: Alimentacion Obesidad Jana

344

la misma, ya que sí está preocupado por adelgazar. De nuevo destaca el descontrol alimentario como variable crítica que afecta más a hombres y estudiantes victoria-nos. En la muestra conjunta, el modelo de regresión logística al separar a estos dos grupos arroja un resultado semejante que el modelo discriminante al separar a los 4 grupos. Hay más probabilidad de ser un estudiante adolescente con normopeso y sin síntomas de trastorno alimentarios si se posee facilidad para expresar los senti-mientos y se predomina el afrontamiento activo ante los problemas. Ahora destaca la capacidad para expresar sentimientos cuando en el modelo anterior era la capa-cidad para identificar sentimientos. En las mujeres, aparte de la capacidad para ex-presar sentimientos y el afrontamiento activo aparece otro factor de la alexitimia, estilo superficial de vida superficial y los problemas interpersonales. Las mujeres con normopeso, bajo impulso a adelgazar, control al comer y satisfacción corpo-ral tiene más capacidad para expresar sentimientos, muestra un estilo de vida me-nos superficial, afronta con más frecuencia los problemas de forma activa y tiene menos problemas interpersonales. En hombres el modelo difiere. Las estudiantes varones con menor imc, obsesión por adelgazar, descontrol alimentario y menor negación de insatisfacción corporal, hacen más ejercicio físico, emplean menos la evitación y negación, presentan más conciencia introceptivo y reportan menos afectivo negativo.

En conclusión, los casos de tcA no especificados parecen frecuentes en la muestra. El tener un peso bajo parece protector de los rasgos de conducta alimen-taria. Los modelos de clúster no son capaces de identificar anorexia en la muestra conjunta ni en la de hombres o mujeres. Lo que probablemente se deba a su bají-sima expresión, sobre todo del subtipo restrictivo. Los modelos pueden identificar muy bien los problemas de descontrol alimentario o atracones que afectan a las per-sonas con más masa corporal. Al carecerse de una escala de conductas compensa-torias inadecuadas no podemos distinguir la bulimia, de la hiperfagia o trastorno por atracones. Al realizar los análisis de forma independiente en hombres y mujeres, los posibles casos de tcA destacan más en mujeres que en hombres, como es lo es-perado. No obstante, al juntar ambas muestras, el descontrol alimentario masculi-no toma más peso y los posibles casos de tcA están más presentes en los hombres que en las mujeres. Este es un dato muy interesante que puede arrojar algunas crí-ticas sobre el sistema actual de clasificación del tcA, el cual tiene un clarísimo sesgo femenino. ¿Está subestimando la patología alimentaria en varones? En los varones con más descontrol alimentario, obsesión por adelgazar y más imc aparece mayor negación de la insatisfacción corporal, asimismo como mayor afecto negativo. Lo que indica hiperfagia con un posible componente afectivo. Por lo tanto, la patología alimentaria masculina puede estarse diagnosticando como depresión con un patrón

Page 337: Alimentacion Obesidad Jana

34�

de síntomas atípicos (ApA, 2000), es decir, por su etiología más que con su sintoma-tología. De ahí más que una crítica puede verse como una matización.

La cultura parece jugar un papel diferencial a través de la cuestión del género en la manifestación de la patología alimentaria. Los hombres niegan su preocupación por la imagen corporal y su comer excesivo tiene un fondo afectivo más definido. En la mujer no aparece esta negación y el componente afectivo no se define tan claro. Sin embargo, el afrontamiento activo y las relaciones personales que son protecto-res de afecto negativo, destacan más en las mujeres.

En los modelos para diferenciar los grupos está presente la alexitimia, como se esperaba (Taylor, Bagby y Parker, 1997). Al diferenciar a varios grupos (4 o 3) des-taca el factor de dificultad para identificar sentimientos, al diferenciar a dos grupos, la dificultad para expresar sentimientos, incluso el estilo superficial de vida en las mujeres. En hombres destaca el factor de conciencia introceptiva que es una ope-rativización de la dificultad para identificar los sentimientos. Por tanto, la alexitimia se presenta como un factor de riesgo. Otra variable que destaca es el afrontamiento activo o solución de problemas como factor protector. Las relaciones personales son importantes en las mujeres y el ejercicio físico en los hombres como factores protec-tores. Desde los datos presentes, una intervención basada en la regulación afectiva (alexitimia y afrontamiento activo en ambos sexos y relaciones interpersonales en mujeres) y estrategias para lograr el normopeso, como el ejercicio físico en hom-bres, puede ser eficaz.

Page 338: Alimentacion Obesidad Jana

34�

Page 339: Alimentacion Obesidad Jana

34�

BIBlIografía

Acosta-García, M., J. Llopis, G. Gómez-Péresmitré y G. Pineda (2005), “Evaluación de la conducta alimentaria de riesgo. Estudio transcultural entre adolescentes de España y México”, International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 5(3), pp. 223-232.

American Psychiatric Association (ApA) (1980), Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders, 4ª ed. (dSm-iii), Washington, Author.

__________ (ApA) (1994), Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders, 4ª ed. (dSm-iv), Washington, Author.

__________ (ApA) (2000), Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders, 4ª ed., text revised (dSm-iv-TR), Washington, Author.

Bruch, H. (1981), “Developmental considerations of anorexia nervosa and obesity”, Canadian Journal of Psychiatry, 26(4), pp. 212-217.

Brumberg, J. J. (2000), Fasting Girls: The History of Anorexia Nervosa, Nueva York, NY., Vintage Books.

Bulik, C. M. y F. Tozzi (2004), “The genetics of bulimia nervosa”, Drugs Today, 40(9), pp. 741-749.

Chinchilla, A. (1994), Anorexia y bulimia nerviosas, Madrid, Margan.Fairburn, C. G. (1995), Overcoming Binge Eating, Nueva York, Guilford Press.García-García, E., V. Vázquez-Velázquez, J. C. López-Alvarenga y D. Arcila-

Martínez (2003), “Validez interna y utilidad diagnóstica del Eating Disorders Inventory en mujeres mexicanas”, Salud Pública de México, 45(3), pp. 206-210.

Garfinkel, P. E. y D. M. Garner (1982), Anorexia Nervosa: A Multidimensional Pers-pective, Nueva York, Brunner/Mazel.

Page 340: Alimentacion Obesidad Jana

34�

Garner, D. M., M. Olmsted y J. Polivy (1983), “Development and validation of a multidimensional eating disorder inventory for anorexia nervosa and bulimia”, International Journal of Eating Disorder, 2, pp. 15-35.

Garner, D. M. (1991), Eating Disorder Inventory-2. Professional Manual, Odessa, FA., Psychological Assessment Resources.

Garner, D. M. (1998), edi-2. Inventario de trastornos de la conducta alimentaria, Manual, Madrid, teA Ediciones.

Gull, W. W. (1874), “Anorexia nervosa (aspsia hysterica and anorexia hysterica)”, Transactions of the Clinical Society of London, 7, pp. 47-55.

Holland, A., A. Hall y R. Murray (1984), “Anorexia nervosa: a study of 34 twin pairs and one set of triplets”, British Journal of Psychiatry, 145, pp. 414-419.

Hollander, E. (1993), Obsesive-Compulsive Related Disorders, Washington, DC., American Psychiatric Press.

Hsu, L. K. (1996), “Epidemiology of the eating disorders”, The Psychiatric Clinics of North America, 19, pp. 681-700.

Hudson, J. I., H. G. Pope, D. Yurgelun-Todd, J. M. Jonas y L. M. Frankenburg (1987), “A controlled study of lifetime prevalence of affective and other psychi-atric disorders in bulimic outpatients”, American Journal of Psychiatry, 144(10), pp. 1238-1287.

Kendler, K. S., C. MacLean, M. Neal, R. Kessler, A. Heath y L. Eaves (1991), “The genetic epidemiology of bulimia nervosa”, American Journal of Psychiatry, 9, pp. 1627-1637.

Lasegue, C. (1873), “De L’ anorexie hystérique”, Archives Générales de Médecine, 1, pp. 316-385.

Lewinsohn, P. M., R. H. Striegel-Moore y J. R. Seeley (2000), “Epidemiology and natural course of eating disorders in young women from adolescence to young adulthood”, Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 39, pp. 1284-1292.

Marcus, M. D. y M. A. Kalarchian (2003), Binge eating in children and adolescents”, International Journal of Eating Disorders, 34(suppl), pp. S47-S57.

Minuchin, S., B.L. Rosman y L. Baker (1978), Psychosomatics Families: Anorexia Nervosa in Context, Cambridge, Harvard University.

Moral, J. (2002), “Los trastornos de la conducta alimentaria, un complejo fenómeno biopsicosocial”, Revista Salud Pública y Nutrición, 3(3), en <http://www.respyn.uanl.mx/iii/3/ensayos/trastornos.html>. [Consultado el 21 de agosto de 2009].

Morton, R. (1694), Physiology or a Treatise of Consumption, Londres, Smith & Walford.

Page 341: Alimentacion Obesidad Jana

34�

Organización Mundial de la Salud (omS) (1992), cie-10. Décima revisión de la Clasificación Internacional de las Enfermedades. Trastornos mentales y del comportamiento. Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico, Madrid, Meditor.

Perusse, L. (2000), “Genetics of human obesity: results from genetic epidemiology studies”, Annals of Endocrinology, 61(Suppl. 6), pp. 24-30.

Pierce, W. D. y W. F. Epling (1996), “Theoretical developments in activity anorexia”, en W. F. Epling y W. D. Pierce (eds.), Activity Anorexia: Theory, Research, and Treatment, Hillsdale, NJ., Erlbaum, pp. 23- 41.

Pope, H. G., D. L. Katz y J. L. Hudson (1993), “Anorexia nervosa and ‘reverse an-orexia’ among 108 male bodybuilders”, Comprehensive Psychiatry, 34(6), pp. 406-409.

Rogers, P. y H. J. Smit (2000), “Food craving and food addiction. A critical review of the evidence from biopsychosocial perspective”, Pharmacology Biochemistry and Behavior, 66(1), pp. 3-14.

Russell, G. F. M. (1979), “Bulimia nervosa: an ominous variant of anorexia nervosa”, Psychological Medicine, 9, pp. 429-448.

Saldaña, C. (2000), “Consecuencias psicopatológicas del seguimiento de dietas”, Formación Continuada en Nutrición y Obesidad, 3(1), pp. 2812-2889.

Spitzer, R. L., S. Yanovski y T. Wadden (1993), “Binge eating disorder: its further validation in a multisite study”, International Journal of Eating Disorders, 13, pp. 137-153.

Striegel-Moore, R. H. y D. L. Franko (2008), “Should binge eating disorder be includ-ed in the DSM-V? A critical review of the state of the evidence annual.”, Review of Clinical Psychology, 4, pp. 305-324.

Taylor, G. J., R. M. Bagby y J. D. A. Parker (1997), Disorders of Affect Regulation. Alexithymia in Medical and Psychiatric Illness, Cambridge, UK., Cambridge University Press.

Toro, J. (2004), Riesgo y Causas de la Anorexia Nerviosa, Barcelona, Ariel.Treasure, J. y A. J. Holland (1989), “Genetic vulnerability to eating disorders: evi-

dence from twin and family studies”, en H. Remschimdt y M. H. Schmidt (eds.), Child and Youth Psychiatry: European Perspectives, Nueva York, Hogrefe and Huber, Cap. 8, pp. pp. 167-189.

Unikel, C., I. Bojórquez y S. Carreño (2004), “Validación de un cuestionario breve para medir conductas alimentarias de riesgo”, Revista Salud Pública de México, 46, pp. 509-515.

Page 342: Alimentacion Obesidad Jana

3�0

Unikel, C., L. Bojórquez-Chapela, S. Carreño-García y A. Caballero-Romo (2006), “Validación del Eating Disorders Inventory en una muestra de mujeres mexica-nas con trastornos de la conducta alimentaria”, Salud Mental, 29(2), pp. 44-51.

Unikel, C., T. Saucedo-Molina, J. Villatoro y C. Fleiz (2002), “Conductas alimenta-rias de riesgo y distribución del índice de masa corporal en estudiantes de 13 a 18 años”, Salud Mental, 25(2), pp. 49-57.

Page 343: Alimentacion Obesidad Jana

3�1

VIII

modelos predIctIvos de factores de rIesgo de síntomas de trastornos de la conducta alImentarIa

José Moral de la Rubia

Introducción

El capítulo se inicia con una revisión teórica de modelos explicativos de los tras-tornos alimentarios. En primer lugar, se desarrolla una propuesta teórica que con-templa el problema que sufre la sociedad actual con la obesidad como un trasfondo de los trastornos alimentarios; y en segundo lugar, se revisan un conjunto de inves-tigaciones que manejan modelos estructurales para la explicación de los trastornos alimentarios, donde la insatisfacción corporal, la autoestima, así como la dificultad para identificar sentimientos, destacan como determinantes de trastornos alimen-tarios. A continuación se presenta un estudio empírico que tiene por objetivo desa-rrollar modelos predictivos y de trayectorias sobre trastorno alimentario, emplean-do los datos obtenidos en los 3 160 estudiantes de media superior del noreste de México. Se manejan variables como índice de masa corporal (imc), afecto negativo, afrontamiento, ajuste escolar, dificultad para identificar sentimientos e insatisfac-ción corporal, considerando los antecedentes teóricos expuestos. Asimismo, se es-tudian los atributos diferenciales que se asocian a dos imágenes, una obesa y otra delgada del mismo sexo, para indagar aspectos de estereotipos y valores cultura-les, los cuales son destacados por la presión social hacia la delgadez de los mode-los estructurales. Finalmente, se describe el estado de ánimo en la muestra, rea-lizando comparaciones por sexo, ciudad y grupos de imc en los factores de afecto

Page 344: Alimentacion Obesidad Jana

3�2

positivo y negativo, también por la importancia de esta variable en las propuestas explicativas. Se discuten los datos para sacar conclusiones válidas para la pobla-ción objeto de estudio en relación con los trastornos alimentarios.

Obesidad, preocupación socio-sanitaria y trasfondo de los trastornos alimentarios

Definición de la obesidad

Existen múltiples criterios para definir obesidad. En adultos se estipula como obesidad un peso superior al 20% del ideal. Otro criterio es un índice de masa cor-poral [imc = (peso en Kg./altura en m2) x 100] mayor a 30 o superior al centil 85 para el grupo de sexo y edad. Un tercer criterio es un porcentaje de grasa corporal su-perior al 35% en mujeres y 30% en hombres (Serra-Majem, Ribas-Barba y Pérez-Rodrigo, 2007). En menores de 18 años se han desarrollado tablas de peso (Comité Consultivo Nacional de Normalización de Regulación y Fomento Sanitario, 1994) e índice de masa corporal (Cole, Bellizzi, Flegal y Dietz, 2000; Cole, Flegal, Nicholls y Jackson, 2007) adecuados para la edad y sexo en correspondencia con los valores para adultos. Aunque la definición y clasificación más exactas de obesidad sería por la proporción de tejido adiposo y disposición corporal de este exceso de grasa, se recomienda utilizar el índice de masa corporal de Quetelet en los estudios epi-demiológicos de adultos y niños (Salas-Salvadó, Rubio, Barbany, Moreno y Grupo Colaborativo de la Seedo, 2007).

Causas de la obesidad

La obesidad puede ser ocasionada por enfermedades endocrinas, como la en-fermedad de Cushing, hipotiroidismo o hipogonadismo; síndrome de ovarios poli-quísticos; tumores que afectan al hipotálamo ventromedial o la hipófisis; algunos síndromes neurológicos, como el de Prader-Willis y de Bardet-Biedl; infección por adenovirus-36; síndromes genéticos, como ausencia de receptores corporales para las leptinas, número excesivo de receptores hipotalámicos para las leptinas, mutaciones del gen que codifica los receptores beta-3 de la adrenalina, déficit de enzimas oxidativas de las grasas o mutación de las proteínas ucp 2 y ucp 3 que pro-voca una disminución de la capacidad del organismo para eliminar exceso de calo-rías por termogénesis. A su vez, la obesidad puede ser secundaria al consumo de

Page 345: Alimentacion Obesidad Jana

3�3

fármacos, como esteroides, antidepresivos o neurolépticos, así como drogas ilega-les, como la marihuana. Entre las enfermedades médicas, la obesidad sobre todo se relaciona con la diabetes mellitus y la desensibilización del organismo a la insuli-na. Esta enfermedad endocrina tiene un determinante genético, así como ambien-tal asociado con la dieta y el sedentarismo (Epstein, Paluch, Roemmich y Beecher, 2007).

En la mayoría de los casos, el origen de la obesidad se halla en unos malos há-bitos alimentarios desde la infancia y mantenidos por la cultura familiar, como el cebamiento y el gusto por alimentos hipercalóricos, ricos en grasas y azúcares re-finados, falta de ejercicio físico y sustitución del agua por bebidas azucaradas y al-cohólicas; asimismo en unos malos hábitos adquiridos en la vida adulta, como lar-gos ayunos, desequilibrio nutricional, intentos fallidos de adelgazar con todo tipo de dieta y periodos de voracidad. Por lo tanto, todo tratamiento de la obesidad va a implicar cambiar los hábitos alimentarios y de ejercicio de la persona. Asimismo, en algunos casos el origen de la obesidad está en una hiperfagia, donde el comer se convierte en un regulador emocional y fuente adictiva de placer. Más allá de los hábitos, control emocional, enfermedades y sustancias no debe quitarse peso a las variables constitucionales. Hay familias de obesos que tienen un número de adipo-citos superiores a la media, ya desde el nacimiento, por lo que su peso es siempre muy alto y les cuesta mucho adelgazar.

Las autoridades sanitarias, como la Organización Mundial de la Salud (omS) (2004), acentúan que el problema de la obesidad y su tratamiento residen en un cambio de hábitos y estilo de vida. Así, los factores que intervienen en la obesidad, sin considerar enfermedades médicas y consumo de fármacos, serían: dieta des-equilibrada (exceso de grasas saturadas y azúcares refinados con alto nivel glu-cémico, horarios de ingestión caóticos o largos periodos de ayuno) e hipercalórica (>3000 Kcal diarias), sedentarismo, sentimientos de angustia y culpa ante la comi-da, afecto negativo (disforia, ansiedad, depresión, ira), baja autoestima, autodes-precio físico, excesivo hedonismo, despreocupación por la salud y el estado físico, así como el empleo de la comida como una estrategia como mitigar con el afecto negativo. Como factores para prevenir la obesidad y los trastornos de la conducta alimentaria tendríamos: dieta ajustada a las necesidades calóricas de la persona (usualmente de 2,000 a 2,500 calorías), equilibrada (15-30% de proteínas, 40-60% de carbohidratos y 25-30% de lípidos), con alto contenido en fibra (de 25 a 30 gra-mos diarios) y vitaminas, así como bajo en grasas saturadas y azúcares refinados, hábitos de ingestión regulares (de 4 a 6 ingestas al día sin que sobrepase ninguna las 800 calorías), ingerir abundante agua (2 a 3 litros diarios) y ejercicio físico regu-lar (30 a 60 minutos de ejercicio aeróbico diario combinados con algunos ejercicio

Page 346: Alimentacion Obesidad Jana

3�4

de fuerza), para lo cual es importante la preocupación y valoración de la salud y la condición física. Por otra parte, la ausencia de angustia y culpa ante la comida, ac-titud positiva ante los problemas, optimismo, carácter autónomo y propósito vital no garantizan el normopeso, pero sí mantiene la eutimia y previenen el afecto negati-vo. Es vital aceptar el propio cuerpo, aunque tenga unos kilos de más y evitar la bús-queda de un físico perfecto y una meta no realista de delgadez para la cual nuestro organismo no esté programado genéticamente. Es más peligroso una dieta de adel-gazamiento que unos kilos de más en una persona que mantiene el peso. Si el peso aumenta, el objetivo es aprender a mantenerlo y nunca de primeras adelgazar; en caso contrario, se está en peligro de entrar en círculos vicios de dietas y engorda-miento que perpetúan la obesidad (omS, 2004).

Nisbett (1972) formuló la teoría del punto de equilibrio para explicar la dificultad para mantener el peso tras haber realizado una dieta hipocalórica. El autor postula-ba que toda persona tiene un intervalo de peso programado. Si lo sobrepasa, con facilidad baja de peso, usualmente ingiriendo menos calorías y aumentando la ac-tividad física. A su vez, si por cualquier motivo baja de peso, en los días que siguen, ingerirá más alimento, volviendo a recuperar el peso inicial. El valor de equilibrio podría situarse a nivel hipotalámico, donde se ubican los centros del hambre y la saciedad. Un factor determinante del peso mental o hipotalámico es el número de adipocitos. De ahí que las personas que han sido obesas ya desde niños, por cons-titución o cebamiento, es muy difícil que adelgacen, ya que es en la infancia cuan-do se incrementa el número de adipocitos y determina un peso mental más alto. El mayor número de adipocitos de estas personas obesas desde la infancia deman-da una mayor proporción de tejido adiposo que en el resto de las personas. De ahí que siempre estén sobrepasadas de peso y que al perder reservas lipídicas por una dieta hipocalórica, sus adipocitos envíen mensajes químicos para recuperar-las, aumentando el hambre excesivamente por su gran número. Por el contrario, una persona que venía siendo delgada, si engorda ya adulta, no suele incrementar el número de adipocitos, y le cuesta menos adelgazar. Por este motivo, la ablación de tejido adiposo da buen resultado en las obesidades rebeldes, pero no así la lipo-succión. También, parece afectar la superficie de absorción del intestino delgado, precisamente una cirugía muy efectiva para bajar y mantener un peso adecuado es la duodectomía parcial; asimismo afecta el volumen del estómago que se puede re-ducir por bandas ajustables (Mun, Blackburn y Matthews, 2001).

Page 347: Alimentacion Obesidad Jana

3��

La obesidad como trasfondo de los trastornos alimentarios

La obesidad es un claro problema de salud en los países desarrollados, afectan-do de un cuarto a un tercio de su población. Aumenta el porcentaje de obesos con la edad, sobre todo a partir de los 40 años de edad. El porcentaje de obesidad en las mujeres era mayor que en los hombres (3 mujeres por cada 2 hombres) hasta la dé-cada de 1980, pero la diferencia de estos porcentajes han ido disminuyendo desde la década de 1990 (Ogden, Carroll, Curtin, McDowell, Tabak y Flegal, 2006).

Los factores ambientales que provocan obesidad son el sedentarismo y una die-ta hipercalórica muy rica en grasas saturadas y azúcares refinados que inducen incrementos rápidos en los índices de glucemia tras su ingestión. En cualquier es-pecie animal se observa el fenómeno de la obesidad al estar en cautividad y con constante acceso al alimento (West, 1996). Precisamente, la vida urbana y el desa-rrollo han aumentado el sedentarismo y la alta disponibilidad de alimentos ricos en azúcares refinados y grasas saturadas (galletas, pasteles, hamburguesas, hot dog, etc.), los cuales constantemente se anuncian ante un público consumista. Vivimos en la sociedad de la comida rápida y lista para llevar, incluso sin bajarse del auto-móvil. Así, es lógico que haya aumentado la obesidad y como formación reactiva se halla forjado un concepto estético de delgadez, para compensar la tendencia a en-gordar (Contreras, 2002).

La obesidad, en los países desarrollados, tiene mayor prevalencia en la clase social baja. Esta mayor prevalencia en dicha clase social se puede atribuir a la pre-sencia de unos valores de delgadez en las clases altas y medias, ausentes o con mucho menor peso en las bajas, así como a una peor calidad de la alimentación, más rica en grasas saturadas y azúcares refinados. Precisamente, en los grupos sociales en ascenso, la tasa de prevalencia de la obesidad es menor en el grupo de origen, en cuanto que se empiezan a regir y medir por los valores de la clase social a la que desean acceder (McLaren, 2007).

La mayor tasa de la obesidad en las mujeres con la edad se atribuye a un meta-bolismo basal más bajo, mayor proporción de tejido adiposo y tendencia a almace-nar grasas. Desde el análisis psicosocial se puede achacar, por una parte, al des-cuido de la estética tras el matrimonio y el nacimiento de los hijos, adoptando un rol materno desexualizado. Ella le llama “papá” y él la llama “mamá o mi gorda”. Precisamente, el embarazo es un estrés somático que induce incremento de peso. Si no hay una motivación para recuperar la estética, los hijos sucesivos van gene-rando la obesidad. Por otra parte, se puede atribuir a un mayor sedentarismo que impone una vida ligada a la casa. Finalmente, también contribuye un humor depre-sivo ante el alejamiento de un esposo que ya no la ve atractiva y la emancipación de

Page 348: Alimentacion Obesidad Jana

3��

los hijos, los cuales habían dado sentido a su vida y estructurado su tiempo, desde el mismo momento que quiso ser más madre que mujer (Moral, 2002).

La obesidad es menor entre las mujeres profesionistas que entre las amas de casa, ya que éstas primeras se preocupan más por su imagen, tienen menos hijos y más tardíos, son más activas, nunca dejan de cuidar su atractivo físico y de cons-truir un sentido a su vida fuera del hogar. Entre las amas de casa, hay más obesidad en las clases bajas que entre las altas. Debido a que, en las clases altas, se impo-nen los valores estéticos de delgadez, la mujer no asume totalmente un rol mater-no desexualizado, al contar con un servicio doméstico para la casa y los hijos y te-ner más oportunidades de dar un sentido a su vida fuera del hogar (McLaren, 2007). Finalmente, el cambio en el porcentaje de la obesidad entre hombre y mujer en las dos últimas décadas es atribuible al mayor peso de los valores de delgadez en las mujeres, que son el grupo en donde más se manifiestan los trastornos de la conduc-ta alimentaria (Chinchilla, 1994).

En de los trastornos psicopatológicos, el más relacionado con la alteración del apetito, la ingestión alimentaria y el peso son los trastornos del humor. La depre-sión mayor, especialmente si cursa con síntomas melancólicos, está asociada con la pérdida de apetito, escasa ingesta de alimentos y pérdida de peso. El patrón atí-pico de la depresión, que se da con más frecuencia en adolescentes, y el patrón estacional, que se da en los países de las zonas templadas del globo, se asocia a un aumento del apetito, voracidad y aumento de peso, con una clara atracción por los carbohidratos (p. ej., pasteles, galletas y chocolates) (ApA, 2000). Precisamente, hay varios estudios que relacionan los trastornos alimentarios con depresión como-bórdida o antecedente, como los de Measelle, Stice y Hogansen (2006) y Nolen, Stice, Wade y Bohon (2007). El primer estudio transversal reporta cómo la conduc-ta de rumiar asociada con la bulimia está determinada por estados depresivos; y el segundo estudio longitudinal halla que en las personas con trastornos alimentarios presentaron niveles altos de depresión antecedentes.

Una de las características epidemiológicas de la segunda mitad del siglo xx, es-pecialmente en los países industrializados, es el aumento de la incidencia y pre-valencia de los trastornos depresivos, con un fuerte incremento en población ado-lescente e infantil (ApA, 2000). Precisamente, en estos grupos de edad, se da con frecuencia el patrón atípico, con hipersomnia, hiperfagia, abatimiento e hipersen-sibilidad al rechazo interpersonal. Si a esto se le suma los factores de sedentaris-mo y alto consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares refinados, se puede deducir que en adolescentes esté aumentando la obesidad. Hecho que sí es cierto. No obstante, la sociedad está desarrollando unos valores estéticos de del-gadez para luchar contra esta tendencia, por lo que empieza aparecer una nueva

Page 349: Alimentacion Obesidad Jana

3��

epidemia de enfermedades hasta el momento desconocida: la anorexia y la bulimia nerviosas. Precisamente, estos valores de delgadez tienen mayor arraigo entre los jóvenes de clases altas y medias que son quienes más padecen los trastornos de la conducta alimentaria. Por el contrario, en las clases sociales más bajas tienen menor peso, de ahí que aumente sobre todo la obesidad. De aquí se deduce que detrás de los trastornos de la conducta alimentaria de los adolescentes, no sólo está el estilo de vida engordador y los valores reactivos de delgadez, sino que tam-bién hay un fondo depresivo, relacionado con la frustración de unos altos niveles de aspiraciones ante la realidad social del desempleo y puestos de trabajo no cualifi-cados, así como ante el fracaso escolar en un sistema educativo cada vez más exi-gente en la formación curricular. Estos adolescentes se enfrentan a unos valores materialistas de dinero, éxito y poder, en una sociedad que ya no cree en su religión (católica o cristiana), ni sigue las prácticas ascéticas o restrictivas religiosas. Viven en un mundo social donde las familias se desestructuran por los divorcios y por las jornadas laborales de ambos padres que obligan a transferir el cuidado de sus hi-jos a la guardería, la escuela, el servicio doméstico y la televisión. El comer excesi-vo nos habla de un placer muy primario o regresivo, al igual que el abuso de drogas psicoactivas, que es otro problema de la juventud actual, es decir, de un exceso in-controlado de sensualidad.

En síntesis, por el estilo de alimentación y vida de la sociedad moderna, ha au-mentado el problema del sobrepeso y la obesidad. Como formación reactiva se han forjado unos valores estéticos de delgadez y unas actitudes sociales de margina-ción a los obesos. Estos valores y actitudes toman más fuerza entre las mujeres, los jóvenes y las clases altas. Precisamente, en estos grupos ha disminuido el por-centaje de obesidad y sobrepeso y ha aumentado el bajo peso y los trastornos de la conducta alimentaria. Así, la sociedad parece enfrentarse a un dilema de engordar o sufrir un trastorno alimentario. La persona puede salir de este dilema con una ade-cuada educación de hábitos alimentarios y de ejercicio. Conseguir una sociedad que no engorde ni enferme por problema de obesidad, con unos hábitos adecuados de alimentación y unos valores de salud y normopeso, evitará que se obsesione con el tema de la delgadez y prevendrá trastornos alimentarios; pero el malestar de la juventud puede persistir, ya que la juventud actual se ve afligida por el exceso de población, desempleo profesional, exigencia curricular excesiva y postergación de la emancipación en un mundo hedónico, con escasos controles religiosos y alta dis-ponibilidad de drogas y otros placeres materiales (Moral, 2008).

Page 350: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Modelos estructurales para trastornos de la conducta alimentaria

Williamson, Netemeyer, Jackman, Anderson, Funsch y Rabalais (1995) con-trastaron un modelo de análisis de trayectorias sobre factores de riesgo psicoso-ciales para síntomas de desórdenes alimenticios en atletas universitarios. Como variables manifiestas exógenas correlacionadas consideraron: la presión social del ideal de delgadez, ansiedad del desempeño atlético y auto-apreciación de logro atlético. Estas tres variables pronosticaban la preocupación por la imagen corpo-ral y ésta predecía los síntomas de trastorno alimenticio que era la variable endó-gena final (véase Figura 1). El modelo muestra relaciones significativas entre las variables con coeficientes estandarizados de ponderación mayores a 0.20 y expli-ca 74% de la varianza de síntomas de trastorno alimentario, asimismo los indicado-res comparativos (gfi, agfi y cfi) mostraron valores superiores a 0.90, reflejando un ajuste adecuado. No obstante, el modelo se rechaza por el estadístico chi-cuadra-do (p<0.01). Así, el modelo indica que la presión social de entrenadores y pares res-pecto al ideal de delgadez, aunada a la ansiedad sobre el desempeño atlético y la auto-apreciación negativa de logro atlético son predictores de la preocupación por la imagen corporal. A su vez, la excesiva preocupación por la imagen corporal pro-nostica síntomas de trastorno alimentario.

Figura 1. Modelo para tca en deportistas de Williams et al. (1995)

Presión social

Ansiedad dedesempeño

Preocupacióncorporal

Auto-valoración deldesempeño deportivo

Síntomas detrastorno

alimentario

Page 351: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Saucedo-Molina y Gómez-Peresmitré (2004) desarrollaron, por análisis de tra-yectorias, un modelo de dieta restrictiva en una muestra de 497 púberes mexica-nas, considerando 6 factores de riesgo de efecto directo: La influencia de la publici-dad (β=0.440), índice de la masa corporal (β=0.262), preocupación por el peso y la comida (β=0.241), percepción de la imagen corporal (β=0.182), malestar por la ima-gen corporal (β=0.181), asimismo insatisfacción con la imagen corporal (β=0.009). Entre los efectos indirectos, la influencia social, que era una variable exógena y pro-nosticaba el malestar por la imagen corporal (β=0.607), así como la preocupación por el peso y la comida (β=0.278); a su vez, el índice de masa corporal, que era otra variable exógena que pronosticaba la percepción de la imagen corporal (β=0.610), insatisfacción con la imagen corporal (β=0.215) y preocupación por el peso y la comida (β=0.091). Finalmente, el malestar por la imagen era predictor de insatis-facción con la imagen corporal (β=0.246) y preocupación por el peso y la comida (β=0.203) (véase Figura 2). El modelo explicaba 32% de la varianza de la variable endógena final y se mantenía por el estadístico chi-cuadrado (χ2(6)=10.659, p> 0.1), además el índice de ajuste normado de Bentler (nfi) fue 0.999, y error cuadrático medio de aproximación (rmsea) 0.04, indicando un buen ajuste a los datos.

Figura 2. Modelo para dieta restrictiva de Saucedo-Molina y Gómez-Peresmitré (2004).

Insatisfacción con la imagen corporal

Preocupación por el peso y la comida

Percepción de la imagen corporal

Índice de masa corporal

Dieta restrictiva

Influencia

social

Malestar con la imagen corporal

Page 352: Alimentacion Obesidad Jana

3�0

Cohn (2006) probó un modelo de ecuaciones estructurales para predecir el es-tado dietético en una muestra de 301 mujeres, estudiantes universitarias que esta-ban inscritas en cursos introductorios de Psicología en la Universidad Estatal de Colorado. El modelo contemplaba como variables endógenas y predictores de au-toestima: el apoyo parental, el apoyo de los pares, las normas de aceptabilidad so-cial, asertividad e influencia social. La insatisfacción corporal figuraba como varia-ble endógena predicha por la autoestima y el índice de masa corporal. El estatus dietético era pronosticado por la insatisfacción corporal (véase Figura 3). El modelo explicaba 62% del estatus dietético. Aunque el modelo se rechazaba por el estadís-tico chi-cuadrado (χ2(136)=475.54, p<0.001) y el índice de ajuste normado (nfi) se mostró ligeramente bajo (0.81), los índices gfi y agfi (>0.90) y rmsea (<0.075) mos-traron valores de ajuste adecuados.

Figura 3. Modelo para dieta restrictiva de Cohn (2006).

Hund (2008) desarrolló un modelo de ecuaciones estructurales para predecir dieta restrictiva y comer compulsivo, contemplando las variables: conflicto y cohe-sión en la familia, abuso infantil, alexitimia, malestar emocional e insatisfacción de imagen corporal. El modelo indicaba que la presencia de conflicto familiar y bajos niveles de cohesión se asocian con el abuso infantil y éste a su vez con alexitimia y malestar emocional. El malestar emocional pronosticaba insatisfacción con la ima-gen corporal, restricción dietética y atracones. La insatisfacción corporal era predic-

Índice de masa

corporal

Apoyo parental

Apoyo

de pares

Normas

Asertividad

Influencia social

Autoestima

Insatisfacción

corporal

Dieta

restrictiva

Page 353: Alimentacion Obesidad Jana

3�1

tora de restricción alimentaria. Finalmente, la restricción alimentaria era predictora de atracones (véase Figura 4). El modelo explicaba 60% de la restricción dieté-tica y 58% del comer compulsivo y los índices de ajuste eran buenos (χ2/gl=2.60, gfi=0.95, cfi=0.98, nnfi=0.98, rmsea=0.44).

Precisamente, un factor de personalidad que incide en los trastornos de con-ducta alimentaria es el de la alexitimia, sobre todo el factor de dificultad para identi-ficar sentimientos, por la dificultad en la regulación emocional que conlleva (Moral, 2002). Tal es la importancia de este factor que fue introducido en el inventario de trastornos alimentarios (edi), denominándolo conciencia introceptiva (Garner, 1991). Por citar algunos estudios, Chapur y Marian (1999) encontraron altos porcentajes de comorbilidad en los tcA en relación con la depresión (99%) y alexitimia (71%). En otro estudio realizado por De Berardis, Carano, Gambi et al., (2007) en población no clínica, se encontró que rasgos alexitímicos, aunados a baja autoestima e insa-tisfacción de imagen corporal, eran factores de riesgo para el desarrollo de un tras-torno de la conducta alimentaria. La alexitimia suele ser antecedente, pero se agra-va con el trastorno y retorna a su periodo basal tras el tratamiento (Taylor, Bagy y Parker, 1997).

Figura 4. Modelo para restricción alimentaria y atracones de Hund (2008).

Bastianelli, Vicentini, Spoto y Vidotto (2007) realizaron un estudio con una mues-tra aleatoria de 483 mujeres adolescentes. Consideraron 3 factores de riesgo de trastorno alimentario (afecto negativo, presión social hacia la delgadez y autoesti-ma) y tres aspectos clínicos (insatisfacción corporal, restricción dietética y atraco-nes). El modelo con mejor ajuste, más potencia explicaba y sentido teórico mostra-ba que la insatisfacción corporal era pronosticada por la autoestima, presión social

Cohesiónfamiliar

Conflictofamiliar

Maltratoinfantil

Malestaremocional

Alexitimia

Atracones

Insatisfaccióncorporal

Restricciónalimentaria

Page 354: Alimentacion Obesidad Jana

3�2

y afecto negativo. La restricción dietética era predicha por la insatisfacción corporal y presión social, siendo predictora de afecto negativo. Los atracones eran pronos-ticados por afecto negativo, presión social y restricción dietética. A diferencia de otras propuestas, la restricción dietética induce afecto negativo, el cual es el pre-dictor más importante de los atracones y cierra el círculo vicioso de los síntomas de trastorno alimentario, induciendo más insatisfacción corporal que es un predictor de restricción dietética junto con la presión social (véase Figura 5).

Figura 5. Modelo de síntomas de la conducta alimentaria de Bastianelli et al. (2007).

Gómez-Peresmitré, Pineda-García y Oviedo-Camacho (2008) construyeron va-rios modelos de análisis de trayectorias para explicar la conducta bulímica. El estu-dio se basó en una muestra de 196 estudiantes universitarios de ambos sexos. El modelo con mayor potencia explicativa de la conducta bulímica (51%) aparecía en la muestra de mujeres. Este modelo mostraba cómo la insatisfacción corporal influ-ye directa e indirectamente sobre dieta restrictiva a través del afecto negativo, de-presión y estrés, estableciéndose un círculo de influencias entre insatisfacción cor-poral, afecto negativo y dieta, para desembocar finalmente en conducta bulímica, la cual a su vez recibía influencia directa del estrés y la dieta restrictiva (véase Figura 6). Los índices de ajuste fueron buenos (rms ea=0, agfi=0.96, nfi=0.98), además el modelo se mantenía por la prueba de chi-cuadrado (χ2(6)=4.96, p=0.605).

Autoestima

Presión social

Afecto negativo

Insatisfacción corporal

Restricción dietética

Atracones

Page 355: Alimentacion Obesidad Jana

3�3

Figura 6. Modelo de conducta bulímica de Gómez-Peresmitré et al. (2008)

Sánchez-Sosa (2009) desarrolló un modelo de ecuaciones estructurales para explicar conducta alimentaria del riesgo en una muestra de 1285 estudiantes de secundaria y media superior de ambos sexos. Se contemplaron 7 variables la-tentes con tres indicadores cada una: apoyo comunitario, apoyo de amigos, ajus-te escolar, funcionamiento familiar, autoestima, síntomas depresivos e insatisfac-ción corporal. La variable latente exógena apoyo social comunitario era predictora de funcionamiento familiar (β=0.41), apoyo de amigos (β=0.41) y ajuste escolar (β=0.71). El ajuste escolar (β=0.61), apoyo de amigos (β=0.22) y funcionamiento familiar (β=0.22) eran predictores de autoestima. Por otro lado, el funcionamiento familiar (β=-0.34) y la autoestima (β=-0.20) eran predictores de sintomatología de-presiva. La variable sintomatología depresiva era el único predictor de insatisfac-ción de imagen corporal (β=0.44). Finalmente, la conducta alimentaria de riesgo era determinada por insatisfacción de imagen corporal (β=0.77), sintomatología de-presiva (β=0.14) y autoestima (β=-0.11) (véase Figura 7). El modelo explicaba 70% de la varianza y presentaba un ajuste a los datos adecuado (nfi=0.90; nnfi=0.91; cfi=0.92; gfi=0.91; agfi=0.89; rmsea=0.056).

Depresión

Figuraideal

Insatisfaccióncorporal

Dietarestrictiva

Conductabulímica

Estrés

Page 356: Alimentacion Obesidad Jana

3�4

Figura 7. Modelo de conducta alimentaria de riesgo de Sánchez-Sosa (2009).

Los 7 modelos de ecuaciones estructurales revisados tienen en común conce-der un peso central a la insatisfacción con la imagen corporal en la predicción de la conducta bulímica o restrictiva. La introducción en el modelo del índice de masa corporal como predictor directo de síntomas de trastorno alimentario (Saucedo-Molina y Gómez-Peresmitré, 2004) parece disminuir el valor predictivo de insatis-facción corporal en la conducta restrictiva (Sánchez-Sosa, 2009). En los modelos de Saucedo-Molina y Gómez-Peresmitré (2004) y Cohn (2006), se observa que una mayor masa corporal induce más preocupación o insatisfacción por la imagen corporal y esta última conlleva conducta alimentaria restrictiva más frecuente. No obstante, la masa corporal también es un predictor directo de restricción dietética (Saucedo-Molina y Gómez-Peresmitré, 2004). Este efecto probablemente se deba a la colinealidad o varianza compartida entre imc y preocupación por la imagen cor-poral. También podría deberse a la mirada o presión social que hay sobre la perso-na con obesidad a la hora de comer. En los modelos se observa que la restricción dietética conduce finalmente a atracones (Hund, 2008; Gómez-Peresmitré et al., 2008). El afecto negativo (ansiedad, estrés y depresión) suele actuar de forma in-directa a través de la preocupación o insatisfacción corporal sobre conducta res-trictiva o bulímica. También, la alexitimia aparece como un predictor indirecto que actúa por medio del afecto negativo, sobre todo en relación con el malestar emocio-nal y la depresión. Como revelan otros estudios, el factor alexitímico de la dificultad para identificar sentimientos es el responsable de esta mediación (Taylor, Bagby y Parker, 1997). En el modelo de Bastianelli et al., (2007), la conducta de dieta restric-tiva era un predictor de atracones a través del afecto negativo que induce el estar a

Apoyo social

comunitario

Ajuste

escolar

Funcionamiento

familiar

Depresión

Apoyo de

amigos

Autoestima

Insatisfacción

con la imagen

corporal

Conducta

alimentaria

de riesgo

Page 357: Alimentacion Obesidad Jana

3��

dieta. Los atracones eran predictores de insatisfacción corporal y ésta de restricción dietética, cerrándose así un círculo vicioso.

Objetivos del estudio empírico

Los objetivos del estudio empírico que se presenta en este capítulo son los 4 si-guientes:

1. Evaluar el estereotipo de la persona delgada y obesa del mismo sexo para contrastar si existe una excesiva polarización valorativa en consonancia con la supuesta presión cultural hacia la delgadez.

2. Calcular un modelo de regresión lineal para predecir trastorno de la conduc-ta alimenticia con horas de ejercicio a la semana, índice de masa corporal, alexitimia, conciencia introceptiva, afecto positivo, afecto negativo, ajuste es-colar, problemas interpersonales y afrontamiento.

3. Definir y contrastar un modelo de análisis de senderos desde los estudios re-visados y los datos obtenidos en el análisis de clúster y discriminante (capítu-lo 7) y de regresión. Con base en los estudios presentados, sería importante considerar la conciencia introceptiva o dificultad para identificar sentimientos como una vía de predicción directa de síntomas de conducta alimentaria e indirecta a través del afecto negativo. Como fuentes de afecto negativo pue-de considerarse el ajuste escolar, así como los problemas interpersonales de rechazo y burlas, constituyendo la dificultad para identificar sentimientos y el índice de masa corporal determinantes potenciales de este tipo de pro-blemas interpersonales. Asimismo, debería contrastarse la secuencia de in-satisfacción corporal, restricción dietética y conducta bulímica, donde el índi-ce de masa corporal es determinante de insatisfacción corporal; a su vez los atracones inducen más preocupación por engordar, cerrando un círculo vi-cioso.

4. Describir el estado de ánimo de la muestra con los factores de afecto positivo y negativo, realizando comparaciones por sexo, ciudad y grupos de imc, para contrastar un posible humor depresivo subyacente.

Método

Revisar el segundo capítulo de aspectos metodológicos para la descripción de la muestra, instrumento de evaluación, así como procedimientos de muestreo y tra-ducción.

Page 358: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Análisis estadísticos

Dos figuras del mismo sexo, una obesa y otra delgada, dibujadas en un contor-no relleno de color negro, eran evaluadas con 31 atributos. El encuestado sólo palo-meaba aquellas características que consideraba que describían a una persona con ese físico. Así, los atributos se manejan como variables dicotómicas (0=No y 1=Sí). El contraste de atributos, para determinar el perfil diferencial entre las dos figuras, se realiza por la prueba de McNemar para dos variables dicotómicas emparejadas.

En relación con el segundo objetivo, las variables empleadas en los modelos de regresión proceden de las puntuaciones factoriales obtenidas por el método de Anderson-Rubin, el cual proporciona variables ortogonales con media 0 y desvia-ción estándar 1. Se factorizó por Componentes Principales y se rotó la matriz facto-rial por el método Varimax. El número de factores se fijó por el criterio de Kaiser (au-tovalores mayores a 1), Cattell (punto de inflexión de la curva de sedimentación) o interpretación. El análisis de regresión lineal se realiza por el método Stepwise.

El modelo de análisis de trayectorias se estima con la puntuación total de cada escala, determinada por suma simple de reactivos puntuados todos en la misma di-rección. Se emplea el método de Máxima Verosimilitud para calcular la función de discrepancia y los parámetros. Se manejan 9 índices de contraste. En la Tabla 1 se especifican estos índices, así como los valores de interpretación de los mismos.

Tabla 1. Índices de ajuste y su interpretación

Índices de ajuste Símbolo Bueno MaloProbabilidad de la prueba de chi-cuadrado p >0.05 ≤0.01Cociente de chi-cuadrado y sus grados de libertad χ2/gl <2 >3Función de discrepancia FD <1 >2Error cuadrático medio de aproximación de Steiger-Lind RMSEA <0.05 >0.075Índice de ajuste normado de Bentler-Bonett NFI >0.90 <0.80Índice de ajuste relativo ρ de Bollen RFI >0.95 <0.85Índice de ajuste incremental Δ de Bollen IFI >0.95 <0.85Coeficiente χ de Tucker-Lewis TLI >0.95 <0.85Índice de ajuste comparativo de Bentler CFI >0.95 <0.85

El factor de afecto positivo se define por la suma simple de 6 reactivos (3, 7, 8, 11, 13 y 14) y el factor de afecto negativo por la suma simple de 13 reactivos (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12, 15, 16, 17, 18, 19 y 20). Para el cuarto objetivo de descripción del es-

Page 359: Alimentacion Obesidad Jana

3��

tado afectivo, se divide cada factor por su número de reactivos. De este modo, se obtiene un rango potencial equivalente (de 1 nunca a 6 siempre) y se puede realizar la comparación intragrupo entre los dos factores. Las comparaciones entre sexos y ciudades también se hacen con el rango reducido a 6 puntos. Las distribuciones del afecto positivo (ZK-S=4.521, p<0.001) y negativo (ZK-S=4.314, p<0.001) no se ajus-tan a una curva normal, por lo que se emplean pruebas no paramétricas para los contrastes. El contraste intragrupo entre afecto positivo y negativo se realiza por la prueba de rangos asignados de Wilcoxon, la diferencia de promedios entre muje-res y hombres por la prueba U de Mann-Whitney y entre ciudades por la prueba de Kruskal-Wallis. Las comparaciones intragrupo de los factores e intergrupo por ciu-dades se repiten por separado en mujeres y hombres para evaluar posibles interac-ciones y el sesgo que pueda introducir el sexo.

El nivel de significación estadística para el rechazo de la hipótesis nula en las pruebas de contraste se fija en p≤0.05. Los cálculos se ejecutan con SPSS16 y AMOS7.

Resultados

Perfil diferencial de atributos asociados con la imagen obesa o delgada del mismo sexo

En la muestra conjunta, los atributos más frecuentes y diferenciales de la ima-gen delgada son: saludable, feliz, alegre, animado, abusado, limpio, guapo, débil, cuidadoso y despierto; también diferenciales, pero menos frecuentes, son: agra-dable, amigable, egoísta, tonto y estúpido. Como atributos más frecuentes y dife-renciales de la figura obesa están: glotón, lento, perezoso, vergonzoso, descuida-do, flojo, débil y solitario, siendo sus menos frecuentes y diferenciales: infeliz, triste, aburrido, feo, honesto y sucio. Los atributos: amable, inteligente y servicial son se-ñalados con la misma frecuencia en ambas figuras. Hay algunas diferencias en-tre los sexos. Amigable y agradable son atributos equivalentes entre ambas figu-ras delgada y obesa en la muestra de mujeres, pero son diferenciales en la muestra de hombres y en la conjunta. Honesto, débil y estúpido son atributos diferenciales en las mujeres, como en la muestra conjunta, pero son equivalentes para los hom-bres. En la muestra conjunta amable, inteligente y servicial son rasgos atribuidos por igual a ambas imágenes, pero son diferenciales por sexos y de signo opuesto, de ahí que la diferencia no sea significativa en la muestra conjunta. Los hombres

Page 360: Alimentacion Obesidad Jana

3��

consideran más amable, inteligente y servicial a la imagen delgada; pero las muje-res evaluaban de ese modo a la figura obesa (véase Tabla 2).

Tabla 2. Atributos diferenciales entre la imagen delgada y obesa

AtributosConjunta (N=3185) Mujeres (1817)

Hombres (1368)

Ning. Obe. Delg Ambas χ2 p χ2 p χ2 pSaludable 1640 95 1321 127 1059.763 0.000 511.626 0.000 543.463 0.000Feliz 1149 289 1114 631 483.946 0.000 199.459 0.000 289.335 0.000Alegre 1080 406 1027 668 268.248 0.000 102.612 0.000 170.315 0.000Animado 1589 262 1009 320 437.857 0.000 190.370 0.000 248.013 0.000Abusado 1936 140 971 137 620.072 0.000 377.087 0.000 242.693 0.000Limpio 1358 251 970 606 422.215 0.000 161.080 0.000 265.340 0.000Guapo 1834 136 946 269 604.881 0.000 273.373 0.000 340.718 0.000Débil 1495 475 875 334 115.233 0.000 163.440 0.000 0.821 0.365Cuidadoso 1806 270 883 218 324.843 0.000 217.786 0.000 109.848 0.000Despierto 2056 142 845 141 499.295 0.000 164.167 0.000 339.380 0.000Agradable 1295 523 747 617 39.157 0.000 0.908 0.341 66.120 0.000Amigable 744 503 735 1190 43.103 0.000 1.635 0.201 72.017 0.000Egoísta 2308 159 638 77 286.680 0.000 230.373 0.000 68.389 0.000Tonto 2389 293 403 98 17.070 0.000 75.960 0.000 10.545 0.001Estúpido 2497 239 331 119 14.528 0.000 35.108 0.000 0.083 0.773Glotón 1119 1976 37 52 1865.794 0.000 1086.391 0.000 776.426 0.000Lento 1224 1654 118 179 1334.609 0.000 571.860 0.000 767.229 0.000Perezoso 1349 1484 131 218 1131.829 0.000 549.704 0.000 307.861 0.000Vergonzoso 1327 1358 200 298 859.210 0.000 612.799 0.000 515.417 0.000Descuidado 1231 1219 281 454 585.313 0.000 304.594 0.000 279.560 0.000Flojo 1540 1215 218 211 692.265 0.000 400.933 0.000 290.573 0.000Solitario 1762 1010 202 211 537.334 0.000 303.493 0.000 232.654 0.000Infeliz 1782 778 333 289 177.440 0.000 68.024 0.000 123.785 0.000Triste 1964 736 272 211 212.668 0.000 105.460 0.000 110.385 0.000Aburrido 2210 635 230 108 188.689 0.000 68.865 0.000 124.735 0.000Feo 2289 595 179 120 222.513 0.000 73.928 0.000 158.669 0.000Honesto 1835 593 353 402 60.382 0.000 88.531 0.000 1.381 0.240Sucio 2568 455 104 55 219.141 0.000 92.277 0.000 124.783 0.000Amable 1352 625 609 599 0.182 0.669 22.060 0.000 21.360 0.000Inteligente 1664 526 587 409 3.235 0.072 4.348 0.037 22.166 0.000Servicial 1958 502 447 276 3.073 0.080 37.620 0.000 16.525 0.000

Page 361: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Modelos de regresión

Modelo de regresión en la muestra conjunta

Se procede a predecir por regresión lineal los síntomas de trastornos alimenta-rios (suma de las escalas de obsesión por adelgazar, bulimia e insatisfacción cor-poral del edi-2) con un conjunto de 20 potenciales predictores: Horas de ejercicio a la semana, índice de masa corporal, los 4 factores de la tAS-28 (Fantasía, Dificultad para identificar sentimientos, Dificultad para expresar sentimientos y Estilo su-perficial de vida), los 8 factores de la escala de afrontamiento de 36 reactivos (Preocupación obsesiva, Indefensión, Evitación y negación, Afrontamiento activo, Impulsividad, Culpabilizar, Aceptación pasiva y Trivializar), el factor de conciencia introceptiva del edi-30, los 3 factores de ajuste escolar y problemas interpersonales (Problemas interpersonales, Aspiraciones universitarias, ajuste al rol de estudian-te) y los dos factores afectivos de la eApn-19 (Afecto positivo y afecto negativo). Se introducen las puntuaciones factoriales obtenidas por el método Anderson-Rubin para minimizar la colinealidad, a su vez, se emplea el método Stepwise para reducir predictores redundantes espurios.

El modelo de regresión resultante cuenta con 10 predictores: dificultad para identificar sentimientos (β=0.199, p<0.001), índice de masa corporal (β=0.176, p<0.001), reacción de indefensión con síntomas ansioso-depresivos y disociati-vos (β=0.125, p<0.001), fantasía (β=-.113, p<0.001), afecto negativo (β=0.109, p<0.001), estilo superficial de vida (β=0.106, p<0.001), preocupación obsesiva (β=0.091, p=0.001), culpabilizar (β=0.077, p=0.003), problemas interpersonales de rechazo y burlas (β=0.057, p=0.038) y aspiraciones universitarias (β=0.056, p=0.025) (véase Tabla 3). El modelo explica 24% de la varianza del criterio (sínto-mas de trastorno alimentario). La varianza explicada es significativamente mayor que el efecto atribuible al factor de azar (F(10, 1236)=40.364, p<0.001) y se cumplen los supuestos de normalidad e independencia de los residuos. Así, las 10 variables predictoras muestran valores de tolerancia e inflación de la varianza (fiv) próximos a 1 y la nube de dispersión que definen los valores residuales estandarizados y los pronosticados carece de tendencia lineal, lo que refleja baja colinealidad. A su vez, la media de los residuos es 0 y la desviación estándar 0.99, aproximándose su dis-tribución a una curva normal (ZK-S=1.865, p=0.002). El modelo indica que es más probable que un estudiante, ya sea hombre o mujer, sufra síntomas de trastorno ali-mentario (obsesión por adelgazar, restricciones dietéticas y atracones) si presen-ta dificultad para identificar sentimientos, tiene un índice de masa corporal eleva-do, reacciona ante los estresores con síntomas ansioso-depresivos y disociativos,

Page 362: Alimentacion Obesidad Jana

3�0

muestra pobreza de la fantasía o deficiencias de simbolización, afecto negativo, un estilo superficial de vida, rumiación obsesiva, tiende a culpabilizar a los demás de sus errores, presenta problemas interpersonales de rechazo y burlas, asimismo re-porta falta de aspiraciones de continuar los estudios.

Tabla 3. Coeficientes del modelo de regresión lineal de síntomas de trastorno ali-mentario en la muestra conjunta

ModeloSin estandarizar

Beta t pCorrelaciones Colinealidad

B EE r p sp Tol. FIVConstante 13.728 2.292 5.989 0.000DIS 3.282 0.472 0.199 6.954 0.000 0.331 0.194 0.172 0.749 1.336ÍMC 0.719 0.101 0.176 7.084 0.000 0.195 0.198 0.175 0.985 1.015Indefensión 2.144 0.488 0.125 4.397 0.000 0.274 0.124 0.109 0.757 1.322Fantasía -1.875 0.433 -.113 -4.330 0.000 -.162 -.122 -.107 0.894 1.118Afecto negativo 1.793 0.479 0.109 3.744 0.000 0.312 0.106 0.092 0.714 1.401EVS 1.769 0.417 0.106 4.238 0.000 0.143 0.120 0.105 0.974 1.026Preocupación obsesiva

1.500 0.438 0.091 3.422 0.001 0.202 0.097 0.085 0.870 1.150

Culpabilizar 1.321 0.439 0.077 3.008 0.003 0.133 0.085 0.074 0.939 1.065Problemas interpersonales

0.954 0.460 0.057 2.074 0.038 0.239 0.059 0.051 0.803 1.246

Aspiraciones universitarias

0.956 0.426 0.056 2.246 0.025 0.033 0.064 0.055 0.982 1.018

R=0.496, R2=0.246, R2 ajustada =0.240, Error Estándar de Estimación=14.540.

En la muestra de mujeres, se predice la puntuación total de las 3 escalas clíni-cas del edi (obsesión por adelgazar, bulimia e insatisfacción corporal) con los 19 predictores, sin la escala de conciencia introceptiva, ya que resulta significativa jun-to con el factor de dificultad para identificar sentimientos y aumenta la multicolinea-lidad en los residuos. El modelo de regresión resultante cuenta con 9 predictores: índice de masa corporal (β=0.189, p<0.001), dificultad para identificar sentimientos (β=0.172, p<0.001), estilo superficial de vida (β=0.155, p<0.001), afecto negativo (β=0.148, p<0.001), fantasía (β=-0.121, p<0.001), reacción de indefensión con sín-tomas ansioso-depresivos y disociativos ante los estresores (β=0.120, p<0.001), horas de ejercicio físico a la semana (β=0.110, p=0.001), aceptación pasiva (β=0.087, p=0.001) y preocupación obsesiva (β=0.070, p=0.045) (véase Tabla 4).

Page 363: Alimentacion Obesidad Jana

3�1

El modelo explica 24% de la varianza del criterio. La varianza explicada es significa-tivamente mayor que la esperada para un factor de azar (F(9, 689)=25.996, p<0.001) y se cumplen los supuestos de normalidad e independencia de los residuos. Así, los 9 predictores tienen valores de tolerancia y de inflación de la varianza (FIV) próxi-mos a 1 y la nube de dispersión que definen los valores residuales estandarizados y los pronosticados carece de tendencia lineal, lo que refleja baja colinealidad. A su vez, la media de los residuos es 0 y su desviación estándar 0.99, aproximándose su distribución a una curva normal (ZK-S=1.486, p=0.024). El modelo indica que las estudiantes mujeres con más masa corporal, con más dificultad para identificar los sentimientos, con un estilo superficial de vida, que reportan más afecto negativo, muestran pobreza de la fantasía, reaccionan con síntomas de ansioso-depresivos y disociativos ante los estresores, dedican más horas a la semana al ejercicio, afron-tan los problemas con aceptación pasiva y rumiación obsesiva, tienen más probabi-lidad de presentar un trastorno alimentario.

Tabla 4. Coeficientes del modelo de regresión lineal de síntomas de trastornoalimentario en la muestra de mujeres

Sin estandarizarβ t p

Correlaciones ColinealidadB EE r p sp Tol. FIV

Constante 10.674 3.481 3.066 0.002ÍMC 0.882 0.155 0.189 5.691 0.000 0.227 0.212 0.187 0.980 1.020DIS 2.739 0.598 0.172 4.578 0.000 0.288 0.172 0.151 0.770 1.299EVS 2.618 0.567 0.155 4.614 0.000 0.190 0.173 0.152 0.962 1.040Afectonegativo

2.368 0.617 0.148 3.840 0.000 0.326 0.145 0.126 0.733 1.365

Fantasía -1.956 0.549 -.121 -3.560 0.000 -.143 -.134 -.117 0.933 1.072Indefensión 2.025 0.622 0.120 3.258 0.001 0.258 0.123 0.107 0.798 1.253Ejercicio 0.569 0.171 0.110 3.321 0.001 0.109 0.126 0.109 0.985 1.015Aceptaciónpasiva

1.425 0.549 0.087 2.596 0.010 0.127 0.098 0.085 0.976 1.025

Preocupaciónobsesiva

1.162 0.579 0.070 2.005 0.045 0.172 0.076 0.066 0.879 1.137

R=0.426, R2=0.246, R2 ajustada=0.236, Error Estándar de Estimación=14.699.

Modelo de regresión lineal en la muestra de hombres

En la muestra de hombres, se predice la puntuación total de las 3 escalas clí-nicas del edi (obsesión por adelgazar, bulimia e insatisfacción corporal) con los 20

Page 364: Alimentacion Obesidad Jana

3�2

predictores empleados en los dos análisis anteriores. El modelo de regresión re-sultante cuenta con 8 predictores: dificultad para identificar sentimientos (β=0.273, p<0.001), índice de masa corporal (β=0.218, p<0.001), fantasía (β=-0.119, p<0.001), culpabilizar (β=0.183, p<0.001), reacción de indefensión con síntomas ansioso-depresivos y disociativos (β=0.091, p=0.029), preocupación obsesiva (β=0.090, p=0.021), estilo superficial de vida (β=0.089, p=0.018) y dificultad para expresar sentimientos (β=0.073, p=0.54) (véase Tabla 5). El modelo explica 26% de la varianza del criterio. La varianza explicada es significativamente mayor que la esperada para un factor de azar (F(8, 546)=25.090, p<0.001) y se cumplen los su-puestos de normalidad e independencia de los residuos. Así, los 8 predictores tie-nen valores de tolerancia y de inflación de la varianza (FIV) próximos a 1 y la nube de dispersión que definen los valores residuales estandarizados y los pronosti- cados carece de tendencia lineal, lo que refleja baja colinealidad. A su vez, la me-dia de los residuos es -0.01 y su desviación estándar 1, ajustándose su distribución a una curva normal (ZK-S=1.018, p=0.251). El modelo indica que, a mayor dificultad para identificar los sentimientos, mayor masa corporal, tendencia a culpar a los de-más, reacción de indefensión con síntomas de estrés y disociativos ante los proble-mas, preocupación obsesiva al afrontar las dificultades, un estilo de vida superficial e impulsividad, el adolescente varón tiene más probabilidad de presentar un trastor-no alimentario.

Tabla 5. Coeficientes del modelo de regresión lineal de síntomas de trastornoalimentario en la muestra de hombres

Modelo deregresión

Sinestandarizar Beta t p

Correlaciones Colinealidad

B EE r p sp Tol. FIVConstante 9.525 3.008 3.167 .002DIS 4.618 .702 .273 6.580 .000 .370 .271 .241 .775 1.290ÍMC .762 .129 .218 5.927 .000 .230 .246 .217 .989 1.012Fantasía -1.981 .658 -.119 -3.012 .003 -.144 -.128 -.110 .859 1.164Culpabilizar 3.017 .620 .183 4.864 .000 .242 .204 .178 .950 1.053Indefensión 1.593 .727 .091 2.191 .029 .233 .093 .080 .773 1.293Preocupaciónobsesiva

1.440 .621 .090 2.319 .021 .181 .099 .085 .894 1.119

EVS 1.426 .603 .089 2.365 .018 .153 .101 .087 .952 1.051DES 1.256 .651 .073 1.928 .054 .069 .082 .071 .929 1.076

R=0.518, R2=0.269, R2 ajustada=0.258, Error estándar de estimación=13.639.

Page 365: Alimentacion Obesidad Jana

3�3

Modelos de análisis de senderos

Se definen cuatro modelos para la muestra conjunta de hombres y mujeres (N=3189), constituidos sólo por variables manifiestas, de ahí que se hable de aná-lisis de senderos (path analysis). En los dos primeros modelos (1 y 2), se conside-ra como variable endógena final o diana la suma de las tres escalas clínicas del edi (insatisfacción corporal, anorexia y bulimia), lo que se justifica por la incapacidad de los análisis de clúster de diferenciar al grupo de adolescentes anoréxicos del grupo de adolescentes bulímicos, ya sean mujeres u hombres. En los dos últimos mode-los (3 y 4), estas tres escalas quedan definidas como tres variables manifiestas en-dógenas. Esta segunda especificación se realiza con la pretensión de conceder un papel destacado a la insatisfacción corporal, como contemplan varias propuestas teóricas. Además, se define un ciclo vicioso, donde la insatisfacción corporal pro-nostica restricción dietética y obsesión por adelgazar, ésta lleva a los atracones, los cuales agravan la preocupación por la imagen corporal, al minar la percepción de eficacia para mantener el peso y la silueta.

En dos modelos (1 y 3) se maneja la escala de alexitimia de 28 reactivos, ya que sus factores (pobreza de la fantasía, dificultad para identificar sentimientos, dificul-tad para expresar sentimientos y estilo superficial de vida) tomaron gran peso en los modelos de regresión. En los otros dos modelos (2 y 4) se maneja la dificultad para identificar sentimientos en lugar del constructo de la alexitimia. Este déficit cogniti-vo-emocional es medido por la escala de conciencia introceptiva del edi en el mode-lo 2 y por el factor de Dificultad para Identificar Sentimientos de la tAS-28 en el mo-delo 4, para optimizar el ajuste a los datos.

Aparte de la alexitimia. Se introduce el índice de masa corporal, el afecto nega-tivo, así como los problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y la es-cuela.

En algunos modelos se contempla la correlación entre el índice de masa corpo-ral y la conciencia introceptiva, que figuran como variables exógenas. Se conside-ran todos los residuos independientes. Sólo en el primer modelo se introduce una correlación entre dos residuos para mejorar el ajuste.

Los análisis se realizan primero en la muestra conjunta y a continuación sepa-rando las muestras de ambos sexos para contrastar si son válidos tanto para mu-jeres como para hombres, debido a que los trastornos alimentarios han sido más estudiados en población femenina. Al contrastar en ajuste en ambos sexos se mo-difica el tercer modelo, eliminando el afecto negativo, obteniéndose el modelo con mejor ajuste y válido para mujeres y hombres.

Page 366: Alimentacion Obesidad Jana

3�4

Modelos de análisis de senderos en la muestra conjunta de mujeres y hombres

A continuación se presentan los parámetros, índices de ajuste y porcentajes de varianza explicada de los cuatro modelos contrastados, introduciéndose una modi-ficación (correlación entre los dos residuos) en el primero. En la Tabla 6, se mues-tran los índices de ajuste de estos modelos.

Tabla 6. Índices de ajuste de los 4 modelos definidos en la muestraconjunta (N=3189)

Modelo 1 Modelo 1 cor. Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4χ2 20.206 1.453 8.006 7.689 8.512gl 4 3 3 6 6p 0.000 0.693 0.460 0.262 0.203χ2/gl 5.501 0.484 2.669 1.281 1.419NFI 0.986 0.999 0.995 0.997 0.997RFI 0.949 0.995 0.984 0.988 0.987IFI 0.989 1 0.987 0.999 0.999TLI 0.959 1 0.990 0.997 0.996CFI 0.989 1 0.997 0.999 0.999

FD0.005

[0.002, 0.011]0.000

[0.000, 0.002]0.030

[0.000, 0.008]0.001

[0.000, 0.004]0.001

[0.000, 0.005]

RMSEA0.036

[0.022, 0.052]0.000

[0.000, 0.022]0.029

[0.004, 0.054]0.000

[0.000, 0.026]0.000

[0.000, 0.027]

En el primer modelo, la alexitimia (suma de los factores de pobreza de la fanta-sía, dificultad para identificar sentimientos, dificultad para expresar sentimientos y estilo superficial de vida) pronostica problemas interpersonales en la casa y la es-cuela, afecto negativo y síntomas de trastorno alimentario; los problemas interper-sonales actúan por intermediación del afecto negativo sobre los síntomas de tras-torno alimentario; y el afecto negativo e índice de masa corporal son predictores directos de síntomas de trastorno alimentario. No se contempla la correlación entre las dos variables exógenas (alexitimia e índice de masa corporal) al carecer de sig-nificación estadística (r=0.011, p=0.594).

Todos los parámetros del modelo son significativos. Los síntomas de trastorno alimentario son pronosticados por la alexitimia (β=0.314), índice de masa corporal (β=0.197) y afecto negativo (β=0.152). Los problemas interpersonales de rechazo y burlas son predichos por la alexitimia (β=0.307). El afecto negativo es pronosticado por la alexitimia (β=0.323) y problemas interpersonales (β=0.283) (véase Tabla 7). El modelo se rechaza por la prueba de chi-cuadrado (χ2(4, N=3189)=20.206, p<0.001)

Page 367: Alimentacion Obesidad Jana

3��

y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3 (χ2/gl=5.501). No obstante, el resto de los índices toman valores de buen ajus-te. El residuo cuadrático medio de aproximación es menor a 0.05 (0.036 con un IC del 90% [0.022 y 0.052]), la función de discrepancia tiende a 0 (fd=0.005 con un IC del 90% [0.002 y 0.011] y los índices comparativos son mayores a 0.95 (nfi=0.986, ifi=0.989, tli=0.959 y cfi=0.989), salvo rfi (0.949) que se aproxima (véase Tabla 6). Si se introduce una corrección, la correlación entre los residuos del afecto negati-vo y el trastorno alimentario, el ajuste es bueno. Se mantiene la hipótesis nula de ajuste por la prueba de chi-cuadrado (χ2(3, N=3189)=1.453, p=0.693), el cociente en-tre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es menor a 3 (χ2/gl=0.484), el residuo cuadrático medio de aproximación es menor a 0.05 (0.000 con un IC del 90% [0.000 y 0.022]), la función de discrepancia tiende a 0 (fd<0.001 con un IC del 90% [0.000 y 0.002] y los índices comparativos son mayores a 0.95 (nfi=0.999, rfi=0.995, ifi=1, tli=1, cfi=1) (véase Tabla 6). Ambas variantes del modelo explican 9% de la varianza de los problemas interpersonales y 24% de la varianza del afecto negativo. El modelo, en su primera versión, explica 20% de la varianza de los sínto-mas de trastorno alimentario; y al introducir la corrección, baja al 14% (véase Tabla 8). Con la corrección se incrementa el peso del afecto negativo en su predicción de los síntomas de trastorno alimentario (β=0.421) y disminuye el peso de la alexitimia (β=0.202) (véase Tabla 7 y Figura 8).

Tabla 7. Parámetros de los modelos 1 y 1 corregido en la muestra conjunta

Vías depredicción

Modelo 1 Modelo 1 corregidoβ B EE CR p β B EE CR p

TAS28→Probl 0.307 0.150 0.009 16.321 0.000 0.303 0.148 0.009 16.091 0.000TAS28→AN 0.323 0.126 0.007 17.006 0.000 0.324 0.126 0.007 17.086 0.000Probl→AN. 0.283 0.226 0.014 15.590 0.000 0.283 0.225 0.014 15.593 0.000TAS28→TCA 0.314 0.210 0.014 15.414 0.000 0.202 0.135 0.023 5.845 0.000AN→TCA 0.152 0.260 0.034 7.548 0.000 0.421 0.722 0.117 6.170 0.000IMC→TCA 0.197 0.877 0.080 10.964 0.000 0.198 0.881 0.080 11.060 0.000

r Cov. EE CR p r Cov EE CR pe2―e3 -.279 -42.868 10.344 -4.144 0.000

tAS-28: Alexitimia, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, An: Afecto negativo, tcA: suma de insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y bulimia. imc: Índice de masa corporal. e2 (residuo de afecto negativo) y e3 (residuo de tcA).β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, CR: Razón crítica, p: Probabilidad.

Page 368: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Tabla 8. Porcentaje de varianza explicada por los modelos 1 y 1 corregidoen la muestra conjunta

Modelo 1 Modelo 1 cor.Problemas interpersonales (Probl) 9.4% 9.2%Afecto negativo (AN) 24.0% 24.1%Síntomas de trastorno de la conducta alimentaria (tcA) 20.0% 13.6%

Figura 8. Modelo 1 corregido de síntomas de trastorno alimentario en la muestra conjunta

En el segundo modelo, la conciencia introceptiva o dificultad para identificar sentimientos pronostica problemas interpersonales, afecto negativo y síntomas de trastorno alimentario; los problemas interpersonales actúan por intermediación del afecto negativo sobre los síntomas de trastorno alimentario; y el afecto negativo e índice de masa corporal son predictores directos de los síntomas de trastorno ali-mentario.

in te rpersona les

m asa co rpora l

A lexitim ia

.09

P rob lem as

A fecto

negativo

Índ ice de

.14

T rasto rno

a lim entario

.30

.32

.28 .20

.42

e1

e2

e3

.20

-.28

Page 369: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Este segundo modelo presenta todos sus parámetros significativos. Los sín-tomas de trastorno alimentario vienen pronosticados sobre todo por la dificultad para identificar sentimientos (β=0.498, p<0.001), le sigue el índice de masa corpo-ral (β=0.185, p<0.001) y con mucho menor peso por el afecto negativo (β=0.052, p=0.0012). El modelo explica 32% de la varianza de los síntomas de trastorno de conducta alimentaria (tcA). La variable endógena afecto negativo es predicha por conciencia introceptiva (β=0.388, p<0.001) y problemas interpersonales de recha-zo y burlas en la casa y en la escuela (β=0.258, p<0.001). Éstos dos determinantes explican 28% de la varianza del afecto negativo. A su vez, los problemas interper-sonales vienen pronosticados por la conciencia introceptiva (β=0.313), lo que expli-ca sólo 10% de la varianza. Las dos variables exógenas se contemplan correlacio-nadas, siendo la asociación directa, significativa y débil (r=0.074, p<0.001) (véanse Tabla 9 y Figura 9). El ajuste del modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadra-do (χ2(3, N=1987)=8.006, p=0.460), el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es menor a 3 (χ2/gl=2.669) y los otros índices de ajuste toman un valores de buen ajuste. Así, la función de discrepancia tiene un valor próximo a 0 (fd=0.029 con un IC del 90% [0.000 y 0.008]), el error cuadrático medio de aproxi-mación es menor a 0.05 (rms ea =0.029 con un IC del 90% [0.004, 0.054]) y los esta-dísticos comparativos con el modelo saturado o línea de base son mayores a 0.95 (nfi=0.995, rfi=0.984, ifi=0.987, tli=0.990, cfi=0.997) (véanse Figura 9 y Tabla 6).

Tabla 9. Parámetros de los modelos 2 en la muestra conjunta

Vías depredicción

Modelo 2β B EE CR p

C. Intro.→Probl 0.313 0.435 0.030 14.670 0.000C.Intro→AN. 0.388 0.436 0.023 19.328 0.000Probl→AN. 0.258 0.208 0.016 12.854 0.000C.Intro→ tcA 0.498 0.941 0.040 23.777 0.000A.N.→ tcA 0.052 0.088 0.035 2.502 0.012IMC→ tcA 0.185 0.841 0.084 10.002 0.000

r Cov. EE CR pC. Intro↔ imc 0.074 2.747 .0834 3.292 0.000

C. Intro: Conciencia introceptiva del edi, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, An: Afecto negativo, tcA: suma de insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y buli-mia. imc: Índice de masa corporal.β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

Page 370: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Figura 9. Modelo 2 de síntomas de trastorno de la conducta alimentaria en lamuestra conjunta.

En el tercer modelo se separan tres aspectos del trastorno alimentario: insa-tisfacción corporal, obsesión por adelgazar y bulimia. En este modelo la alexitimia pronostica problemas interpersonales, afecto negativo, así como los tres aspectos clínicos de los síntomas de trastorno alimentario. El afecto negativo predice insatis-facción corporal y obsesión por adelgazar. El índice de masa corporal es predictor de insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar. Asimismo, los problemas in-terpersonales de rechazo y burlas son predictores de afecto negativo, obsesión por adelgazar y bulimia. La insatisfacción corporal lleva a la restricción dietética y ésta al descontrol alimentario, cuando la dificultad para identificar sentimientos, proble-mas interpersonales, afecto negativo y un índice de masa corporal alto están ac-tuando sobre la obsesión por adelgazar. Finalmente, se forma un círculo vicioso, donde el descontrol alimentario afecta a la preocupación por la imagen corporal. No se considera la correlación entre las dos variables exógenas (alexitimia e índice de masa corporal) al carecer de significación estadística (r=0.013, p=0.529).

C oncienc ia

in trocep tiva

.10

P rob lem as

in te rpersona les

.28

A fecto

negativo

Índ ice de

m asa co rpora l

.32

T rasto rno

a lim entario

.31

.39

.26 .50

.05

e1

e2

e3

.19

.07

Page 371: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Todos los parámetros del modelo son significativos. La insatisfacción corpo-ral (In Cor) es predicha por el índice de masa corporal (χ=0.149, p<0.001), alexiti-mia (χ=0.141, p<0.001), afecto negativo (χ=0.080, p<0.001) y bulimia (χ=0.145), lo que explica 12.5% de su varianza. La obsesión por adelgazar (Ano) es pronostica-da por la insatisfacción corporal (χ=0.353, p<0.001), alexitimia (χ=0.193, p<0.001), índice de masa corporal (χ=0.131, p<0.001), afecto negativo (χ=0.096, p<0.001) y problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela (χ=0.072, p<0.001), lo que explica 30% de su varianza. La bulimia está predicha por la obse-sión por adelgazar (χ=0.270, p<0.001), alexitimia (χ=0.235, p<0.001) y problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la familia (χ=0.085, p<0.001), lo que explica 22% de su varianza. A su vez, el afecto negativo está pronosticado por la alexitimia (χ=0.324, p<0.001) y problemas interpersonales (χ=0.283, p<0.001), lo que explica 24% de su varianza. Finalmente, los problemas interpersonales están pronosticados por la alexitimia (χ=0.304, p<0.001), lo que explica 9% de su varianza (véase Tabla 10 y Figura 10).

Tabla 10. Parámetros del modelo 3 en la muestra conjunta

Vías de predicción β B EE CR pTAS28→Probl. 0.304 0.148 0.009 16.151 0.000TAS28→Af Neg 0.324 0.126 0.007 17.113 0.000Probl→Af Neg 0.283 0.226 0.014 15.653 0.000TAS28→In Cor 0.141 0.045 0.007 6.373 0.000TAS28→Bul 0.235 0.048 0.004 12.165 0.000TAS28→Ano 0.193 0.064 0.006 10.163 0.000Probl→Ano 0.072 0.049 0.012 4.145 0.000IMC→Ano 0.131 0.292 0.036 8.079 0.000IMC→In Cor 0.149 0.318 0.039 8.196 0.000Probl→Bul 0.085 0.036 0.007 4.849 0.000Af. Neg.→In Cor 0.080 0.066 0.017 3.955 0.000Af Neg→Ano 0.096 0.082 0.016 5.099 0.000In Cor→Ano 0.353 0.366 0.017 21.051 0.000Ano→Bul 0.270 0.166 0.011 14.520 0.000Bul→In Cor 0.145 0.228 0.032 7.034 0.000

tAS-28: Alexitimia, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, Af. Neg: Afecto negativo, imc: Índice de masa corporal, In Cor: Insatisfacción corporal del edi, Ano: Obsesión por adelgazar del edi, Bul: Bulimia del edi.β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

Page 372: Alimentacion Obesidad Jana

3�0

El ajuste del modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadrado (χ2(6,

N=3189)=7.689, p=0.262) y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es menor a 3 (χ2/gl=1.281), el residuo cuadrático medio de aproxima-ción es menor a 0.05 (rmsea=0.009 con IC del 90% [0.000-0.026]), la función de dis-crepancia tiende a 0 (0.001 con un IC del 90% [0.000-0.004]) y los índices compara-tivos son mayores a 0.95 (nfi=0.997, rfi=0.988, ifi=0.999, tli=0.997, cfi=0.999), lo que indica un buen ajuste a los datos (véase Tabla 6).

Figura 10. Modelo de 3 de síntomas de trastorno alimentario en la muestra conjunta

En el cuarto modelo, se separan los tres aspectos del trastorno alimentario y se introduce como determinante el factor de dificultad para identificar los sentimientos (DIS) de la TAS-28 en lugar de la puntuación total de TAS-28. En este cuarto mode-

.09

P rob lem as

in te rpersona les

A lexitim ia

Índ ice de

m asa co rpora l .12

Insa tis facc ión

corpora l

.30

O bsesión

por ade lgadar

.22

B ulim ia

.14

.23

e1

e3

e4

e5

.19

.07

.13

.30

.15

.35

.24

A fecto

negativo

.32

e6

.27

.15

.08

.08

.10

.28

Page 373: Alimentacion Obesidad Jana

3�1

lo, la dificultad para identificar sentimientos pronostica problemas interpersonales, afecto negativo, insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y bulimia; el índice de masa corporal predice insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar; el afec-to negativo pronostica insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar; los proble-mas interpersonales predicen obsesión por adelgazar y bulimia. La insatisfacción corporal pronostica obsesión por adelgazar; la obsesión por adelgazar, bulimia; y la bulimia, insatisfacción corporal, cerrándose un círculo vicioso. No se contempla la correlación entre las dos variables exógenas (dificultad para identificar sentimientos e índice de masa corporal) al carecer de significación estadística (r=0.36, p=0.063). Así, es semejante al tercer modelo.

Este cuarto modelo también presenta todos sus parámetros de ponderación sig-nificativos. La insatisfacción corporal está pronosticada por el índice de masa corpo-ral (β=0.145, p<0.001), dificultad para identificar sentimientos (β=0.120, p<0.001), afecto negativo (β=0.087, p<0.001) y bulimia (β=0.149, p<0.001), lo que explica 12% de su varianza. La obsesión por adelgazar está predicha por insatisfacción corporal (β=0.357, p<0.001), dificultad para identificar sentimientos (β=0.180), ín-dice de masa corporal (β=0.127, p<0.001), afecto negativo (β=0.100, p<0.001) y problemas interpersonales de rechazo y burlas (β=0.074, p<0.001), lo que explica 30% de su varianza. La conducta de atracones está pronosticada por la dificultad para identificar sentimientos (β=0.264, p<0.001) y obsesión por adelgazar (β=0.263, p<0.001), lo que explica 23% de su varianza. Como en el modelo anterior, el afecto negativo está pronosticado por la dificultad para identificar sentimientos (β=0.329, p<0.001) y problemas interpersonales (β=0.288, p<0.001), lo que explica 25% de su varianza. Los problemas interpersonales vienen predichos por la dificultad para identificar sentimientos (β=0.291, p<0.001), lo que explica sólo 8.5% de la varianza (véanse Tabla 11 y Figura 11). El modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadrado (χ2(6, N=3189)=8.512, p=0.203), el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus gra-dos de libertad es menor a 3 (χ2/gl=1.419), el residuo cuadrático medio de aproxi-mación es menor a 0.05 (rmsea=0.000 con IC del 90% [0.000, 0.027]), la función de discrepancia tiende a 0 (0.001 con un IC del 90% [0.000, 0.005]) y los índices com-parativos mayores a 0.95 (nfi=0.997, rfi=0.987, ifi=0.999, tli=0.996 y cfi=0.999), in-dicando buen ajuste a los datos (véase Tabla 6).

Page 374: Alimentacion Obesidad Jana

3�2

Tabla 11. Parámetros de los modelos 4 en la muestra conjunta

Vías de predicción β B EE CR pDIS→Probl 0.291 0.490 0.030 16.227 0.000DIS→Af Neg 0.329 0.441 0.024 18.467 0.000Probl→Af Neg 0.288 0.230 0.014 16.211 0.000DIS→In Cor 0.120 0.133 0.023 5.703 0.000DIS→Bul 0.264 0.186 0.013 14.716 0.010DIS→Ano 0.180 0.207 0.020 10.132 0.000Prob→Ano 0.074 0.051 0.012 4.317 0.000IMC→Ano 0.127 0.281 0.036 7.795 0.000IMC→In Cor 0.145 0.310 0.039 7.994 0.000Probl→Bul 0.081 0.034 0.007 4.715 0.000Af Neg→In Cor 0.087 0.072 0.017 4.312 0.000Af Neg→Ano 0.100 0.086 0.016 5.335 0.000In Cor→Ano 0.357 0.370 0.017 21.393 0.000Ano→Bul 0.263 0.162 0.011 14.342 0.000Bul→In Cor 0.149 0.234 0.033 7.169 0.000

DIS: Dificultad para identificar sentimientos de la tAS-28, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, Af. Neg: Afecto negativo, imc: Índice de masa corporal del edi, In Cor: Insatisfacción corporal del edi, Ano: Obsesión por adelgazar, Bul: Bulimia del edi.β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

Figura 11. Modelo de 4 de síntomas de trastorno alimentarioen la muestra conjunta.

.08

P rob lem as

in te rpersona les

D IS

Índ ice de

m asa co rpora l .12

Insa tis facc ión

corpora l

.30

O bsesión

por ade lgadar

.23

B ulim ia

.12

.26

e1

e3

e4

e5

.18

.07

.13

.15

.36

.25

A fecto

negativo

e6

.26

.08

.09

.10

.29

.29

.15

Page 375: Alimentacion Obesidad Jana

3�3

Modelos analizando por separado las muestras de hombres y mujeres

Tabla 12. Índices de ajuste de los modelos 1, 2, 3 y 4 analizando por separado hom-bres y mujeres

Modelo 1 Modelo 1c Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 χ2 33.084 14.533 9.772 15.876 15.850gl 8 6 6 10 10p 0.000 0.024 0.135 0.103 0.104χ2/gl 4.136 2.422 1.629 1.518 1.585NFI 0.978 0.990 0.994 0.995 0.995RFI 0.916 0.951 0.980 0.971 0.973IFI 0.983 0.994 0.998 0.998 0.998TLI 0.935 0.970 0.992 0.989 0.990CFI 0.983 0.994 0.998 0.998 0.998

FD0.008

[0.003, 0.015]0.003

[0.000, 0.007]0.002

[0.000, 0.008]0.002

[0.000, 0.007]0.002

[0.000, 0.007]

RMSEA0.031

[0.021, 0.043]0.021

[0.007, 0.035]0.018

[0.000, 0.037]0.014

[0.000, 0.026]0.014

[0.000, 0.026]

Se consideran las dos variables exógenas correlacionadas en los modelo 2, 3 y 4, no así en el primero.La corrección del modelo 1 es la correlación entre los residuos de afecto negativo y tcA.

En el primer modelo, la correlación entre las dos variables exógenas (alexitimia e índice de masa corporal) sólo es significativa en mujeres (r=0.082, p=0.002), pero no en hombres (r=-0.032, p=0.299), de ahí que se ignora esta correlación, tal como se hizo en la muestra conjunta, donde carecía de significación (r=0.011, p=0.594). Este primer modelo (sin correcciones) presenta todos sus parámetros significativos (véase Tabla 13). Su ajuste a los datos se rechaza por la prueba de chi-cuadrado (χ2(8)=33.084, p<0.001) y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3 (χ2/gl=4.136). No obstante, el residuo cuadrático medio de aproximación es menor a 0.05 (rmsea=0.031 con un IC del 90% [0.021-0.043]), la función de discrepancia tiende a 0 (0.008 con un IC del 90% [0.003-0.015]) y los índices comparativos son mayores a 0.95 (nfi=0.978, ifi=0.983 y cfi=0.983), salvo rfi=0.916 y tli=0.935 que son mayores a 0.90, lo que son indicadores de buen ajus-te (véase Tabla 12). El modelo explica el 9% de la varianza de los problemas inter-personales en hombres y 9.5% en mujeres, 22.5% del afecto negativo en hombres y 24% en mujeres y 17.5% de síntomas de trastorno alimentario en hombres y 21% en mujeres (véase Tabla 14).

Page 376: Alimentacion Obesidad Jana

3�4

Este primer modelo con corrección (correlación entre los residuos de trastor-no alimentario y afecto negativo) presenta buen ajuste en ambas muestras (véa-se Tabla 12). Todos los parámetros del modelo son significativos en mujeres y hombres (véase Tabla 13). El modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadrado (χ2(6)=14.533, p=0.024), el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es menor a 3 (χ2/gl=2.422), el residuo cuadrático medio de aproxima-ción es menor a 0.05 (rmsea=0.021 con un IC del 90% [0.007-0.035]), la función de discrepancia tiende a 0 (0.003 con un IC del 90% [0.000-0.007]) y los índices com-parativos son mayores a 0.95 (nfi=0.990, rfi=0.951, ifi=0.994, tli=0.970, cfi=0.994) (véase Tabla 12). Con la introducción de la corrección, aumenta el peso del afecto negativo en la predicción de los síntomas de trastorno alimentario, disminuyendo el peso de la alexitimia; por otra parte, desciende el porcentaje de varianza explicada de síntomas de trastorno alimentario (12% en hombres y 14% en mujeres) (véase Tabla 14).

Tabla 13. Parámetros del modelo 1y 1 corregido en mujeres y hombres

Vías de

predicción

Mujeres HombresModelo 1

β B EE CR p β B EE CR pTAS28→Probl 0.309 0.156 0.013 12.353 0.000 .294 .137 .013 10.203 0.000TAS28→AN 0.338 0.135 0.010 13.399 0.000 .288 .107 .011 9.892 0.000Probl→AN. 0.266 0.210 0.019 10.973 0.000 .301 .238 .022 10.906 0.000TAS28→TCA 0.302 0.207 0.018 11.287 0.000 .324 .200 .019 10.336 0.000A.N→TCA 0.157 0.269 0.045 5.946 0.000 .084 .140 .052 2.710 0.007IMC→TCA 0.242 1.234 0.119 10.376 0.000 .206 .763 .104 7.340 0.000

Modelo 1 corregidoTAS28→Probl 0.305 0.154 0.013 12.188 0.000 0.290 0.136 0.014 10.036 0.000TAS28→AN. 0.339 0.135 0.010 13.442 0.000 0.291 0.107 0.011 9.958 0.000Probl→AN. 0.265 0.210 0.019 10.964 0.000 0.302 0.238 0.022 10.941 0.000TAS28→TCA 0.178 0.122 0.033 3.682 0.000 0.229 0.141 0.030 4.732 0.000A.N→TCA 0.448 0.769 0.164 4.676 0.000 0.329 0.549 0.164 3.351 0.000IMC→TCA 0.243 1.237 0.119 10.432 0.000 0.207 0.768 0.104 7.418 0.000

r Cov. EE CR p r Cov EE CR pe2→e3 -.300 -48.6 15.321 -3.175 .001 -.258 -34.3 13.009 -2.638 0.008

tAS-28: Alexitimia, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, An: Afecto negativo, tcA: suma de insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y bulimia. imc: Índice de masa corporal. e2 (residuo de afecto negativo) y e3 (residuo de tcA).β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

Page 377: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Tabla 14. Porcentaje de varianza explicado de las variables endógenas por los mo-delos 1 y 1 corregido analizando por separado las muestras de mujeres y hombres

Variablesendógenas

Mujeres Hombres1 1c 2 2c

Problemas interpersonales 9.5% 9.3% 8.6% 8.4%Afecto negativo 24.0% 24.0% 22.5% 22.6%tcA 21.4% 14.1% 17.5% 12.1%

El segundo modelo presenta un buen ajuste en ambas muestras. Se mantie-ne por la prueba de chi-cuadrado (χ2(6)=9.772, p=0.135), el cociente del estadísti-co chi-cuadrado y sus grados de libertad es menor a 3 (χ2/gl=1.629), la función de discrepancia se aproxima a cero (fd=0.002), el error cuadrático medio de aproxima-ción es menor a 0.05 (rmsea=0.018) y los índices comparativos son mayores a 0.95 (gfi=0.998, agfi=0.990, nfi=0.994, rfi=0.980, ifi=0.998, tli=0.992, cfi=0.998) (véa-se Tabla 12). En la muestra de mujeres, el modelo explica 33% de la varianza de los síntomas de trastorno alimentario y en la muestra de hombres 31%. El afecto nega-tivo también resulta mejor explicado en la muestra de mujeres (28%) que en la de hombres (25%), pero los problemas interpersonales se explican mejor en hombres (11%) que en mujeres (9%) por la conciencia introceptiva (véase Tabla 15). En la muestra de mujeres todos los parámetros son significativos, pero en la muestra de hombres la vía de predicción de los síntomas de trastorno alimentario por el afecto negativo no es significativa (β=-0.10, p=0.742) (véase Tabla 16).

Tabla 15. Porcentaje de varianza explicada por el modelo 2 analizando por separa-do las muestras de mujeres y hombres

Mujeres HombresProblemas interpersonales (Probl) 8.8% 10.6%Afecto negativo (AN) 28.4% 24.9%Trastorno de la Conducta Alimentaria (tcA) 32.9% 31.3%

Page 378: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Tabla 16. Parámetros de los modelos 2 analizando por separado las muestras de mujeres y hombres

Mujeres: Modelo 2 Hombres: Modelo 2β B EE CR p β B EE CR p

CI→Probl 0.296 0.406 0.039 10.428 0.000 0.325 0.471 0.047 10.066 0.000CI→AN. 0.407 0.452 0.029 15.452 0.000 0.329 0.376 0.036 10.505 0.000Probl→AN 0.244 0.197 0.021 9.244 0.000 0.283 0.223 0.025 9.021 0.000CI→TCA 0.469 0.884 0.053 16.776 0.000 0.511 0.942 0.058 16.349 0.000AN→TCA 0.062 0.105 0.047 2.234 0.025 -.010 -0.017 0.050 -0.329 0.742IMC→TCA 0.219 1.124 0.126 8.927 0.000 0.213 0.805 0.107 7.489 0.000

r Cov EE CR p r Cov EE CR pCI―imc 0.134 4.765 1.068 4.463 0.000 0.049 1.774 1.252 1.417 0.156

CI: Conciencia introceptiva del edi, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, An: Afecto negativo, tcA: suma de insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y bulimia. imc: Índice de masa corporal.β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

En el tercer modelo, la correlación entre las dos variables exógenas es signifi-cativa en la muestra de mujeres (r=0.080, p=0.003), pero no en la muestra de hom-bres (r=-0.029, p=0.351). Si se introduce en el modelo esta correlación el ajuste me-jora. El modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadrado (χ2(10)=15.876, p=0.103) y los restantes índices de ajuste son buenos (χ2/gl=1.588, rmsea=0.014, fd=0.002, nfi=0.995, ifi=0.971, rfi=0.998, tli=0.989 y cfi=0.998) (véase Tabla 12). El modelo presenta todos sus parámetros significativos en las dos muestras por sexos, con la excepción de la predicción de la insatisfacción corporal (β=0.025, p=0.421) y de la preocupación por adelgazar (β=0.056, p=0.051) por el afecto negativo en los hom-bres (véase Tabla 17). Explica 9% de la varianza de los problemas interpersonales en mujeres y 8% en hombres, 24% de la varianza del afecto negativo en mujeres y 23% en hombres, 16% de la insatisfacción corporal en mujeres y 10% en hombres, 30.5% de la obsesión por adelgazar en mujeres y 29% en hombres y 28% de la buli-mia en mujeres y 23% en hombres (véase Tabla 18). Si se elimina la correlación en-tre imc y tAS-28, el ajuste del modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadrado con una p>0.01 (χ2(12)=25.407, p=0.013), el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es menor a 3 (χ2/gl=2.117), el residuo cuadrático medio de aproximación es menor a 0.05 (rmsea=0.019 con un ic de 90% [0.008-0.029]), la función de discrepancia tiende a 0 (0.004 con un ic de 90% [0.001-0.010]) y los índi-

Page 379: Alimentacion Obesidad Jana

3��

ces comparativos son mayores a 0.95 (nfi=0.992, rfi=0.962, ifi=0.996, tli=0.979 y cfi=0.996), lo que refleja buen ajuste a los datos, no afectando a los porcentajes de varianza explicada, ni los parámetros del modelo.

Tabla 17. Parámetros del modelo 3 analizando por separado las muestras de muje-res y hombres

Vías depredicción

Mujeres: Modelo 3 Hombres: Modelo 3β B EE CR p β B EE CR p

TAS28→Probl 0.306 0.154 0.013 12.261 0.000 0.290 0.136 0.013 10.073 0.000TAS28→Af Neg 0.341 0.136 0.010 13.599 0.000 0.289 0.107 0.011 9.989 0.000Probl→Af Neg 0.264 0.209 0.019 10.954 0.000 0.303 0.239 0.022 11.002 0.000TAS28→In cor 0.124 0.040 0.009 4.263 0.000 0.128 0.040 0.011 3.790 0.000TAS28→Bul 0.244 0.047 0.005 9.958 0.000 0.221 0.048 0.006 7.542 0.000TAS28→Ano 0.183 0.064 0.009 7.233 0.000 0.227 0.063 0.008 7.943 0.000Probl→Ano 0.066 0.046 0.016 2.897 0.004 0.086 0.051 0.016 3.235 0.001IMC→Ano 0.134 0.349 0.058 6.057 0.000 0.238 0.399 0.041 9.667 0.000IMC→In Cor 0.222 0.536 0.056 9.493 0.000 0.106 0.199 0.053 3.755 0.000Probl→Bul 0.096 0.037 0.009 4.296 0.000 0.079 0.037 0.012 2.984 0.003Af Neg→In Cor 0.079 0.064 0.021 3.004 0.003 0.025 0.021 0.026 0.804 0.421Af Neg→Ano 0.078 0.069 0.022 3.129 0.002 0.056 0.042 0.022 1.952 0.051Ano→Bul 0.325 0.180 0.013 13.874 0.000 0.297 0.236 0.022 10.751 0.000Bul→In Cor 0.159 0.265 0.045 5.845 0.000 0.163 0.231 0.045 5.141 0.000In Cor→Ano 0.348 0.376 0.025 15.226 0.000 0.285 0.254 0.023 11.003 0.000

r Cov. EE CR p r Cov EE CR pC.I.― imc 0.080 7.887 2.679 2.944 0.003 -.029 -3.379 3.622 -.933 0.351

tAS-28: Alexitimia, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, Af. heg: Afecto negativo, In Cor: Insatisfacción corporal, Ano: Obsesión por adelgazar, Bul: Bulimia, imc: Insatisfacción de la imagen corporal.β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

Page 380: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Tabla 18. Porcentaje de varianza explicada por el modelo 3 analizando por separa-do las muestras de mujeres y hombres

Variables endógenas Mujeres HombresProblemas interpersonales (Probl) 9.4% 8.4%Afecto negativo (Af Neg) 24.1% 22.7%Insatisfacción corporal (In Cor) 16.8% 10.0%Obsesión por adelgazar (Ano) 30.5% 29.0%Bulimia (Bul) 27.9% 22.7%

En este tercer modelo, dentro de la muestra de hombres, el afecto negativo no resulta un predictor significativo. Si se elimina esas dos vías de predicción no signi-ficativas el ajuste es bueno, incluso sin contemplar la correlación entre las variables exógenas (χ2(8)=13.577, p=0.093, χ2/gl=1.697, rmsea=0.015, fd=0.002, nfi=0.994, rfi=0.970, ifi=0.998, tli=0.987 y cfi=0.998), resultando todos los parámetros sig-nificativos en la muestra de hombres y mujeres (véase Tabla 19). Este tercer mo-delo modificado (sin afecto negativo) explica 9% de la varianza de los problemas interpersonales en mujeres y 8% en hombres, 16% de la insatisfacción corporal en mujeres y 10% en hombres, 30.5% de la obsesión por adelgazar en mujeres y 29% en hombres, así como 28% de la bulimia en mujeres y 23% en hombres, es decir, no hay cambio en la varianza explicada de las variables endógenas en compara-ción con su definición anterior. También en la muestra conjunta el ajuste es bueno (χ2(4)=7.390, p=0.117, χ2/gl=1.847, rmsea=0.016, fd=0.001, nfi=0.997, rfi=0.983, ifi=0.998, tli=0.992 y cfi=0.998). El modelo explica el 9% de la varianza de los pro-blemas interpersonales, 12% de la insatisfacción corporal, 30% de la obsesión por adelgazar y 22% de la bulimia, con todos sus parámetros significativos (véase Figura 12).

Tabla 19. Parámetros del modelo 3 modificado analizando por separado las mues-tras de mujeres y hombres

Vías depredicción

Mujeres: Modelo 3 modificado Hombres: Modelo 3 modificadoβ B EE CR p β B EE CR p

TAS28→Probl 0.299 0.150 0.013 11.857 0.000 0.293 0.137 0.014 10.126 0.000TAS28→In Cor 0.159 0.051 0.009 5.970 0.000 0.139 0.043 0.010 4.425 0.000TAS28→Bul 0.245 0.047 0.005 9.995 0.000 0.225 0.049 0.006 7.625 0.000TAS28→Ano 0.215 0.075 0.008 9.034 0.000 0.243 0.067 0.008 8.874 0.000

Page 381: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Probl→Ano 0.086 0.060 0.015 3.898 0.000 0.102 0.060 0.015 4.008 0.000IMC→Ano 0.139 0.360 0.058 6.243 0.000 0.239 0.400 0.041 9.672 0.000IMC→In Cor 0.228 0.548 0.056 9.738 0.000 0.106 0.199 0.053 3.744 0.000Probl→Bul 0.097 0.037 0.009 4.349 0.000 0.076 0.036 0.012 2.849 0.004Ano→Bul 0.321 0.178 0.013 13.750 0.000 0.296 0.235 0.022 10.686 0.000Bul→In Cor 0.167 0.279 0.045 6.152 0.000 0.164 0.232 0.045 5.158 0.000In Cor→Ano 0.351 0.379 0.025 15.317 0.000 0.286 0.254 0.023 11.005 0.000

tAS-28: Alexitimia, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escue-la, In Cor: Insatisfacción corporal del edi, Ano: Obsesión por adelgazar del edi, Bul: Bulimia del edi, imc: Insatisfacción de la imagen corporal.→: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

Figura 12. Modelo 3 modificado de síntomas de trastorno de la conducta alimentaria en la muestra conjunta

.09

P rob lem as

in te rpersona les

A lexitim ia

Índ ice de

m asa co rpora l .12

Insa tis facc ión

corpora l

.30

O bsesión

por ade lgadar

.22

B ulim ia

.17

.24

e1

e3

e4

e5

.23

.10

.13

.30

.15

.27

.08

.15

.36

Tabla 19. (Continuación)

Page 382: Alimentacion Obesidad Jana

3�0

En el cuarto modelo, la correlación entre las dos variables exógenas (imc y diS) es significativa en la muestra de mujeres (r=0.082, p=0.002), pero no en la muestra de hombres (r=0.017, p=0.573), tal como en la muestra conjunta (r=0.36, p=0.063). No obstante, se introduce la correlación en el modelo, ya que mejora el ajuste. El ajus-te del modelo se mantiene por la prueba de chi-cuadrado (χ2(10)=15.850, p=0.104), el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es menor a 3 (χ2/gl=1.585), el residuo cuadrático medio de aproximación es menor a 0.05 (rmsea=0.014, con un ic del 95% [0.000, 0.026]), la función de discrepancia tiende a 0 (fd=0.002 con un ic del 95% [0.000, 0.007]) y los índices comparativos son mayo-res a 0.95 (nfi=0.995, ifi=0.973, rfi=0.998, tli=0.990 y cfi=0.982) (véase Tabla 12). El modelo explica 16% de la varianza de insatisfacción corporal en mujeres y 10% en hombres, 30% de obsesión por adelgazar en mujeres y 29% en hombres, 28% de la conducta de atracones en mujeres y 25% en hombres, 25% del afecto nega-tivo en mujeres y 22% en hombres, así como 8% de los problemas interpersonales en mujeres y 9% en hombres (véase Tabla 20). En las mujeres todos los paráme-tros son significativos, pero en los hombres la vía de predicción de la insatisfacción corporal por el afecto negativo no es significativa (β=0.028, p=0.358) (véase Tabla 21). Si se elimina la correlación entre diS y imc empeora el valor del estadístico chi-cuadrado (χ2(12)=26.258, p=0.010), aunque los restantes índices tienen valores de buen ajuste (χ2/gl=2.188, rmsea=0.019, fd=0.004, nfi=0.992, ifi=0.962, rfi=0.996, tli=0.979 y cfi=0.996), no afectando a los porcentajes de varianza explicada ni los parámetros del modelo. La eliminación de la vía no significativa (afecto negativo so-bre insatisfacción corporal) empeora el ajuste del modelo a los datos, de ahí que es mejor conservarla.

Tabla 20. Porcentaje de varianza explicada por los modelos 4 analizando por sepa-rado las muestras de mujeres y hombres

Mujeres HombresProblemas interpersonales (Probl) 7.9% 8.6%Afecto negativo (A Neg) 25.3% 21.8%Insatisfacción corporal (I Cor) 16.3% 10.0%Anorexia (Ano) 29.9% 29.0%Bulimia (Bul) 28.3% 25.2%

Page 383: Alimentacion Obesidad Jana

3�1

Tabla 21. Parámetros del modelo 4 analizando por separado las muestras de muje-res y hombres

Vías depredicción

Mujeres: Modelo 2 Hombres: Modelo 2β B EE CR p β B EE CR p

DIS→Prob 0.282 0.472 0.040 11.778 0.000 0.293 0.498 0.046 10.744 0.000DIS→A Neg 0.355 0.471 0.031 15.162 0.000 0.270 0.363 0.037 9.770 0.000Prob→A Neg 0.271 0.215 0.019 11.542 0.000 0.309 0.245 0.022 11.264 0.000DIS→I Cor 0.088 0.095 0.030 3.209 0.001 0.130 0.147 0.037 3.996 0.000DIS→Bul 0.250 0.161 0.015 11.058 0.000 0.288 0.230 0.022 10.572 0.000DIS→Ano 0.159 0.185 0.028 6.692 0.000 0.226 0.228 0.027 8.397 0.000Prob→Ano 0.073 0.051 0.016 3.214 0.001 0.081 0.048 0.016 3.058 0.002IMC→Ano 0.133 0.347 0.058 6.007 0.000 0.230 0.385 0.041 9.363 0.000IMC→I Cor 0.223 0.538 0.057 9.516 0.000 0.101 0.190 0.053 3.581 0.000Prob→Bul 0.100 0.039 0.008 4.568 0.000 0.061 0.029 0.012 2.369 0.018A Neg→I Cor 0.090 .073 0.021 3.412 0.000 0.028 0.024 0.026 0.918 0.358A Neg→Ano 0.086 0.075 0.022 3.407 0.000 0.062 0.047 0.021 2.199 0.028I Cor→Ano 0.354 0.383 0.025 15.543 0.000 0.285 0.253 0.023 11.044 0.000Ano→Bul 0.327 0.181 0.013 14.203 0.000 0.276 0.219 0.022 10.172 0.000Bul→I Cor 0.166 0.278 0.045 6.121 0.000 0.160 0.227 0.046 4.963 0.000

r Cov. EE CR p r Cov EE CR pC.I.― imc 0.082 2.426 0.766 3.169 0.002 0.017 0.534 0.948 0.564 0.573

DIS: Dificultad para identificar sentimientos de la tAS-28, Probl: Problemas interpersonales de rechazo y burlas en la casa y en la escuela, A Neg: Afecto negativo, I Cor: Insatisfacción corporal del edi, Ano: Obsesión por adelgazar del edi, Bul: Bulimia del edi, imc: Índice de masa corporal.β: Coeficiente de ponderación estandarizado, b: Coeficiente de ponderación sin estandarizar, r: Correlación, Cov.: Covariación, ee: Error estándar, cr: Razón crítica, p: Probabilidad.

Estado afectivo en la muestra de estudiantes

La media del afecto positivo es 4.2 y la mediana 4.3 (≈ 4 moderadamente). El valor de la media y mediana del afecto negativo coincide en 2.3 (≈ 2 muy ligera-mente). Si se considera una puntuación en afecto negativo igual o mayor a 3 (poco) como relevante a nivel fenomenológico, con base en los resultados obtenidos en el pAnAS en población mexicana (Robles y Páez, 2003), 22.6% de la muestra, 26.3% de las mujeres y 17.8% de los hombres serían casos posibles. Si el punto se sube a una puntuación igual o mayor a 4 (moderadamente), resultarían 4% de la muestra, 5.6% de las mujeres y 2% de los hombres afectados de un nivel alto de afecto nega-tivo con relevancia clínica (véase Tabla 22).

Page 384: Alimentacion Obesidad Jana

3�2

Tabla 22. Frecuencia del afecto negativo en la muestra conjunta de mujeresy hombres

ANConjunta (N=3189) Mujeres (n=1817) Hombres (n=1368)

Fre Por. Por. acu. Fre Por. Por. acu. Fre Por. Por. acu.1 1113 34.9% 34.9% 561 30.9% 30.9% 552 40.4% 40.4%2 1355 42.5% 77.4% 779 42.9% 73.7% 573 41.9% 82.2%3 592 18.6% 96.0% 376 20.7% 94.4% 215 15.7% 98.0%4 120 3.8% 99.7% 94 5.2% 99.6% 26 1.9% 99.9%5 9 0.3% 100% 7 0.4% 100% 2 0.1 100%

Al realizar la comparación intragrupo entre los dos factores, en la muestra con-junta de hombres y mujeres, el promedio del afecto positivo es significativamente mayor que el del afecto negativo (Wilcoxon: χ2(2, N=3189)=-46.029, p<0.001). Lo mis-mo se observa en la muestra de mujeres (Wilcoxon: χ2(2, N=1817)=-34.002, p<0.001) y en la de hombres (Wilcoxon: χ2(2, N=1368)=-30.905, p<0.001) (véase Tabla 23).

Tabla 23. Contraste de tendencia central entre afecto positivo y negativo por la prueba de rangos asignados de Wilcoxon en las muestras conjunta, de mujeres y hombres

Muestra N RM SR χ2 p

Conjunta(N=3189)

AN < AP 2909 1692.36 4923076.50-46.029 0.000AN > AP 275 536.16 147443.50

AN = AP 5

Mujeres(n=1817)

AN < AP 1630 970.41 1581775.50-34.002 0.000AN > AP 184 350.16 64429.50

AN = AP 3

Hombres(n=1368)

AN < AP 1275 719.60 917486.00-30.905 0.000AN > AP 91 177.75 16175.00

AN = AP 2

En la comparación entre los sexos, las estudiantes mujeres reportan más afecto negativo que los varones (ZU=-7.220, p<0.001), pero los promedios son equivalen-tes en afecto positivo (ZU=-0.471, p=0.802) (véanse Tabla 24).

Page 385: Alimentacion Obesidad Jana

3�3

Tabla 24. Contraste de promedios en afecto negativo y positivo entre hombres y mujeres por la prueba U de Mann-Whitney

Sexo N Rango medio Suma de rangos ZU pAfecto positivo(N=3185)

Hombre 1368 1584.17 2167151-0.471 0.638

Mujer 1817 1599.64 2906554

Afecto negativo(N=3185)

Hombre 1368 1457.48 1993827.5-7.220 0.000

Mujer 1817 1695.03 3079877.5

En las comparaciones por ciudades, hay diferencias de promedios de afecto po-sitivo en la muestra de mujeres (k-w: χ2(2, N=1817)=7.884, p=0.019) y la diferencia se aproximan a la significación estadística en la muestra conjunta (k-w: χ2(2, N=3189)= 5.951, p=0.051). Las estudiantes mujeres victorianas reportan más afecto positivo que las saltillenses; asimismo hay diferencia de promedios de afecto negativo en la muestra conjunta (k-w: χ2(2, N=3189)= 7.671, p=0.022) y se aproxima a la significación en la muestra de hombres (k-w: χ2(2, N=1817)= 5.899, p=0.052). Los estudiantes salti-llenses reportan más afecto negativo que los victorianos. Por lo tanto, los estudian-tes victorianos son los más felices y los saltillenses son los menos felices, estando los estudiantes nuevoleoneses más próximos a los saltillenses en afecto negativo, pero más próximos a los victorianos en afecto positivo. Se produce una interacción entre el sexo y la ciudad en afecto positivo. En Ciudad Victoria las mujeres repor-tan más afecto positivo que los hombres cuando la tendencia es la contraria en las otras dos muestras, así como en la muestra conjunta de las tres ciudades, es de-cir, los hombres reportan más afecto positivo que las mujeres; además, se espera-ba que los hombres saltillenses mostrasen el promedio más alto, cuando resulta el más bajo (véanse Tabla 25).

Tabla 25. Contraste de promedios en afecto negativo y positivo entre las tres ciuda-des en las muestra conjunta, de mujeres y hombres por la prueba de Kruskal-Wallis

Muestra Afecto Ciudad N Rango medio χ2 gl p

Conjunta(N=3189)

PositivoC. Victoria 1000 1636.28

5.951 2 0.051Monterrey 1180 1607.66Saltillo 1009 1539.29

NegativoC. Victoria 1000 1528.41

7.671 2 0.022Monterrey 1180 1621.62Saltillo 1009 1629.87

Page 386: Alimentacion Obesidad Jana

3�4

Mujeres(n=1817)

PositivoC. Victoria 500 961.99

7.884 2 0.019Monterrey 684 901.45Saltillo 633 875.30

NegativoC. Victoria 500 892.80

1.524 2 0.467Monterrey 684 928.08Saltillo 633 901.18

Hombres(n=1368)

PositivoC. Victoria 500 680.38

2.835 2 0.242Monterrey 496 706.09Saltillo 372 681.26

NegativoC. Victoria 500 653.75

5.899 2 0.052Monterrey 496 689.94Saltillo 372 718.58

Existen diferencias de promedios en afecto negativo por grupos de índice de masa corporal en la muestra conjunta (k-w: χ2(3, N=2826)= 7.839, p=0.049) y de muje-res (k-w: χ2(3, N=1593)=12.749, p=0.005). Las personas con obesidad y sobrepeso re-portan más afecto negativo que aquellas con normopeso. No hay fenómeno de inte-racción entre el sexo y los grupos de imc. Los promedios son equivalentes en afecto positivo en las muestras conjunta, de mujeres y hombres (véanse Tabla 26).

Tabla 26. Contraste de promedios en afecto negativo y positivo entre los 4 grupos de imc en las muestras conjunta, de mujeres y hombres por la prueba de Kruskal-Wallis

Muestra Afecto Grupos Imc N Rango medio χ2 gl p

Conjunta(N=2826)

Positivo

Infrapeso 305 1410.65

1.612 3 0.657Normopeso 1862 1417.98Sobrepeso 509 1422.71Obesidad 150 1332.43

Negativo

Infrapeso 305 1435.42

7.839 3 0.049Normopeso 1862 1386.77Sobrepeso 509 1458.59Obesidad 150 1547.72

Tabla 25. (Continuación)

Page 387: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Mujeres(n=1593)

Positivo

Infrapeso 208 812.76

0.884 3 0.829Normopeso 1097 799.52Sobrepeso 227 775.04Obesidad 61 779.70

Negativo

Infrapeso 208 782.56

12.749 3 0.005Normopeso 1097 777.65Sobrepeso 227 867.39Obesidad 61 932.28

Hombres(n=1231)

Positivo

Infrapeso 96 580.30

4.087 3 0.252Normopeso 765 617.78Sobrepeso 281 639.57Obesidad 89 564.80

Negativo

Infrapeso 96 634.26

3.065 3 0.382Normopeso 765 604.22Sobrepeso 281 626.08Obesidad 89 665.75

Discusión

Estereotipo de la persona obesa y delgada

Se estudia las evaluaciones a dos figuras, una obesa y otra delgada, como una aproximación al estereotipo o significados asociados con la obesidad y la delga-dez. El conjunto de 31 características de personalidad consideradas, proceden de un estudio cualitativo con grupos focales. En el cuestionario sólo se tenía que indi-car cuáles de los rasgos eran propios de una persona con ese físico, siendo la ima-gen del mismo sexo que el encuestado y lo más impersonal posible, al consistir en un contorno relleno de negro. Se observa que la evaluación de la figura delgada es positiva. Se la califica como saludable, activa, despierta, atractiva y feliz. La figura obesa es vista como más pasiva, descuidada, fea e infeliz. La inteligencia resulta un atributo más bien independiente de la imagen corporal por su equivalencia en am-bas figuras en la muestra conjunta y de hombres, así como el bajo peso diferencial de otros atributos relacionados, como tonto y estúpido. Las mujeres atribuyen debi-lidad a la figura delgada, pero no así los hombres, asimismo amabilidad, servilismo e inteligencia a la figura obesa. Estas diferencias se podrían atribuir a rasgos dife-renciales que cada género percibe de sí mismo, ya que cada participante evaluaba figuras de su mismo sexo.

Por los atributos claramente se observa que la imagen delgada es la deseada, aunque de estos datos no se desprende un rechazo categórico de la figura obesa,

Page 388: Alimentacion Obesidad Jana

3��

sobre todo en las mujeres, ya que se atribuye algunos rasgos negativos a la figura delgada, como egoísta, tonto y estúpido; a su vez, se asocia un rasgo positivo a la obesa, como honesto, incluso amable, inteligente y servicial en la muestra de mu-jeres. Si el rechazo fuese categórico o extremo se polarizarían aún más los rasgos positivos y negativos. Debe considerarse que más de un tercio de estas mujeres adolescentes tienen madres con sobrepeso y obesidad a las que respetan y quie-ren.

La obesidad posee muchos atributos no deseados, como pasividad, tristeza, so-ledad, fealdad e infelicidad, que presionan hacia la búsqueda de una imagen delga-da con sus atributos deseados de actividad, felicidad, atractivo y éxito, aunque hay cierta aceptación de las personas obesas; de ahí se deduce que la presión social a la delgadez está definida, pero no excesivamente polarizada.

Alexitimia y afecto negativo

En los modelos de regresión toma gran peso la alexitimia, la cual es introducida considerando sus 4 factores. En primer lugar aparece la dificultad para identificar sentimientos, le sigue la pobreza de la fantasía y, en tercer lugar, se tendría al esti-lo superficial de vida. Incluso, en la muestra de hombres, la dificultad para expresar sentimientos es un predictor significativo. Precisamente, la dificultad para identifi-car sentimientos es un factor contemplado dentro de la constelación de los trastor-nos de la conducta alimentaria por Garner (1991).

La relación entre los trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia e hiper-fagia) y la alexitimia es interpretada, por unos autores, como causal directa, y por otros autores, como indirecta. Desde la presunción de una relación causal directa, la alexitimia determina el trastorno alimentario por el déficit de simbolización que implica. La tensión emocional que no logra ser estructurada en fantasías, ensueños conscientes y palabras, y por lo tanto no logra ser aliviada por la actividad volitiva, altera la función hipotalámica-hipofisiaria y las sensaciones de hambre y saciedad. La persona entra en una dinámica alterada de alimentación, presionada por unos valores de delgadez para evitar engordar ante la falta de control sobre la ingesta y la sensación de hambre-saciedad, donde ayuna, hace exceso de ejercicio e incurre en atracones, incluso se purga. A su vez, estos hábitos alterados dificultan más el control y agravan el miedo a engordar, generándose un círculo vicioso que instaura el cuadro clínico. Esta hipótesis ha recibido su mayor apoyo en el grupo de pacien-tes obesos (Bull y Legorreta, 1991; Elfhag y Lundh, 2007) y bulímicas (Carano, De Berardis, Gambi, Di Paolo, Campanella, Pelusi, Sepede, Mancini, La Rovere, Salini,

Page 389: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Cotellessa, Salerno y Ferro, 2006), pero no tanto en pacientes anoréxicos (Pierloot, Houben, y Acke, 1988). La propuesta de una depresión primitiva (temprana en el desarrollo), en una estructura de personalidad alexitímica (sin una desomatización terminada de sus emociones), que no se expresa en tristeza, sino que se somati-za y enmascara bajo la forma de trastorno alimentario y otras somatizaciones, es una propuesta próxima a la relación directa (McDougall, 1982; Chinchilla, 1994). Desde la presunción de una relación causal indirecta, se defiende que los pacien-tes con un trastorno alimentario padecen un cuadro depresivo pronosticado por los problemas interpersonales y de adaptación social que generan los déficits alexití-micos. Precisamente, los cuadros depresivos en adolescentes, que es el grupo de edad donde más se manifiestan los trastornos de la conducta alimentaria, se ca- racterizan por síntomas atípicos (hiperfagia, hipersomnia, abatimiento y reactividad emocional con gran sensibilidad al rechazo interpersonal). Los síntomas atípicos conllevan aumento de peso. Si la persona, bajo la presión de valores estéticos de delgadez, altera sus hábitos alimentarios y emplea conductas compensatorias in-adecuadas para evitar los efectos engordantes de la comida, puede derivar hacia un trastorno alimentario, presentando una patología primaria de carácter afectivo, pero de la cual no es consciente, ni la expresa verbalmente por su alexitimia. En esta línea, Hund (2008) plantea la alexitimia como una vía de predicción indirecta de los síntomas de trastorno alimentario, la cual a su vez está pronosticada por an-tecedentes de maltrato infantil. Más allá del papel etiológico, Ayuso y Baca (1993), en un estudio de seguimiento de pacientes anoréxicos y bulímicos, observan que el grado de alexitimia aumenta con el tiempo. De forma progresiva hay una mayor di-sociación entre las emociones y vivencias corporales y la conciencia sobre las mis-mas, lo que agrava el cuadro, pues la persona cada vez es menos consciente de su estado de hambre-saciedad y presenta más dificultades para seguir los programas terapéuticos. Así, los investigadores concluyen que el papel de la alexitimia más que causal es cronificador.

La relación más fuerte y consistente de la alexitimia con la psicopatología se da con la depresión. Así, la tAS-20 correlaciona de forma moderada con el Inventario de depresión de Beck, alcanzando coeficientes de 0.30 a 0.60 en población gene-ral (Honlampi, Hintikka, Tanskanen, Lehtonen y Viinamäki, 2000) y de 0.40 a 0.60 en muestra clínicas (Honkalampi, Saarinen, Hintikka, Virtanen y Viinamäki, 1999). Se ha señalado que los dos primeros factores de la Escala de Alexitimia de Toronto (tAS), dificultad para identificar sentimientos y dificultad para comunicar verbalmente sentimientos, son los que explican la relación entre la alexitimia y la depresión. A su vez, la tAS-20 se ve afectada, en algún grado, por los cambios en el nivel de depre-sión sin que se pueda afirmar que la alexitimia es una forma de depresión (Luminet,

Page 390: Alimentacion Obesidad Jana

3��

Bagby y Taylor, 2001). Aunque tempranamente se planteó que la alexitimia pudiese ser una forma de depresión enmascarada, la conceptualización actualmente domi-nante es considerar que la depresión surge como consecuencia de la desadapta-ción social que determinan los rasgos alexitímicos (Taylor, Bagby y Parker, 1997).

Moral (2006), en una muestra de 362 estudiantes, estudió la relación de la alexi-timia con la depresión y otros rasgos psicopatológicos. La alexitimia se midió por la tAS-20 y las variables psicopatológicas por el mmpi. La escala de depresión del mmpi correlacionó de forma directa (de 0.265 a 0.199) con la puntuación total de la tAS-20 y sus dos primeros factores (Dificultad para expresar sentimientos y Dificultad para identificar sentimientos), permaneciendo independiente de Pensamiento externa-mente orientado. En el estudio de las estructuras factoriales, la puntuación total de la tAS-20 y el factor de Dificultad para identificar sentimientos aparecieron asocia-dos con un estilo de baja defensividad y deseabilidad social, permaneciendo inde-pendientes del factor de depresión e introversión social. El factor de Pensamiento externamente orientado se asoció a la manifestación de un rol de género instru-mental y poco expresivo (masculino), no mostrando ninguna asociación con la de-presión. Sólo la Dificultad para expresar sentimientos formó parte del factor de de-presión e introversión social. Por lo que se concluía que la alexitimia (medida por la tAS-20) y la depresión (medida por el mmpi) son dos variables que correlacionan en-tre sí de una forma significativa, directa y moderadamente baja; resultando dos con-ceptos claramente distinguibles, no pudiéndose reducir la alexitimia a una forma de depresión enmascarada.

Volviendo a los datos del estudio, en los modelos de análisis de trayectorias de-finidos se contempló la alexitimia como determinante directo, así como indirecto a través de la depresión, tomando en cuenta los antecedentes teóricos revisados. Al ser la alexitimia manejada como la suma de sus cuatro factores (fantasía, dificultad para identificar sentimientos, dificultad para expresar sentimientos y estilo superfi-cial de vida), resulta un determinante tanto directo como indirecto de los síntomas del trastorno alimentario, definidos éstos como un conjunto unitario. Incluso, al in-troducir una corrección en el modelo para mejorar el ajuste (la correlación inversa entre una parte residual del afecto negativo y de los síntomas de trastorno alimenta-rio), la alexitimia pierde peso frente al afecto negativo. Lo que apoya más la hipóte-sis de una depresión enmascarada o alexitimia primaria sin capacidad de expresar psicológicamente la tristeza. Sin embargo, si los síntomas de trastorno alimentario se separan para definir un círculo vicioso o si la alexitimia se reduce a su factor de dificultad para identificar los sentimientos, entonces resulta un determinante direc-to, donde el afecto negativo toma un peso mínimo.

Page 391: Alimentacion Obesidad Jana

3��

El hecho de que la depresión tome peso cuando la alexitimia es medida por la tAS-28, donde se incluye fantasía, pero que éste desaparezca al manejar sólo el factor alexitímico de dificultad para identificar sentimientos, indica que la pobreza de conciencia introceptiva es un rasgo propio del trastorno alimentario, sea la per-sona alexitímica o no. No obstante, si la persona es alexitímica (presenta la conste-lación de los 4 rasgos, incluida la dificultad para identificar sentimientos), va a sufrir más problemas interpersonales y más afecto negativo; éstos aunados a un proble-ma de sobrepeso y obesidad, ante la presión social hacia la delgadez, aumenta la probabilidad de desarrollar un trastorno alimentario. Al separar los tres aspectos del trastorno alimentario contemplados, la depresión pronostica obsesión por adel-gazar y la preocupación por la imagen corporal, siendo esta relación más clara en mujeres que en hombres. No obstante, la alexitimia adquiere mayor peso como pre-dictor de los tres aspectos del trastorno alimentario, resultando el afecto negativo un predictor no significativo en la muestra de hombres. Por lo tanto, los presentes datos apoyan más las teorías de relación directa (Bull y Legorreta, 1991; Chinchilla, 1994; McDougall, 1982) y factor cronificador de la alexitimia, propuesta por Ayuso y Baca (1993) que la propuesta de una relación indirecta, donde el peso más impor-tante lo tendría el afecto negativo (Hund, 2008).

Índice de masa corporal

Otro predictor importante en los modelos de regresión es la masa corporal. Está presente en la muestra conjunta de mujeres y hombres. Tiene más importancia para las mujeres que para los hombres, lo cual podría ser reflejo de la influencia so-cial y la presión a la delgadez que existe en el grupo de pares y en la sociedad en general (Moral, 2002). Aunque esta variable psicosocial no se midió de forma direc-ta en el presente estudio, sí aparece en la investigación de Williamson et al. (1995), donde era predictora de insatisfacción corporal y ésta de síntomas de trastorno ali-mentario; en el estudio de Gómez-Peresmitré et al. (2008), donde también prede-cía insatisfacción corporal; asimismo, Bastianelli et al. (2007), donde pronosticaba insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y atracones. En el presente estu-dio se analizaron los datos de rasgos asociados con las imágenes de una persona obesa y delgada del mismo sexo, indicando valoración de la delgadez y evaluación negativa de la obesidad sin polarización extrema, sobre todo en las mujeres. No se incluyó la evaluación del sexo opuesto, ya que se esperaba que fuese menos seve-ra que la del propio sexo. Estas evaluaciones, al ser una estimación indirecta de la

Page 392: Alimentacion Obesidad Jana

400

presión social, pueden indicar que la presión social finalmente no juega un papel tan destacado. Así, requiere de estudios posteriores con una estimación directa.

En los modelos de análisis de trayectorias, el índice de masa corporal se introdu-jo como un determinante directo de síntomas de trastorno alimentario o de preocu-pación por adelgazar y restricción dietética, resultando una variable significativa, al igual que en el modelo Saucedo-Molina y Gómez-Peresmitré (2004) y Hund (2008) antes revisados.

La alexitimia (TAS28) y su factor de dificultad para identificar sentimientos son independientes del índice de masa corporal en la muestra conjunta y en la de hom-bres, aunque sí existe una correlación directa y débil en la muestra de mujeres. Así, no se manejó una relación causal, sino una correlación, al hacer el contraste entre mujeres y hombres. Estos datos son consonantes con los estudios que reportan in-dependencia (de Zwaan, Bach, Mitchell, Ackard, Specker, Pyle, y Pakesch, 1995) frente a otros autores que hablan de relación directa de la alexitimia con la obesidad (Bull y Legorreta, 1991); o una correlación definida (Clerici, Alhonetti, Papa y Penati, 1992; Elfhag y Lundh, 2007) en población adulta con obesidad mórbida.

El índice de masa corporal, en los modelos de análisis de trayectorias, por una parte, presenta su relación con obsesión por adelgazar mediada por la insatisfac-ción corporal, aunque, por otra parte, también actúa como una vía directa sobre la obsesión por adelgazar, como tal observan Lynch, Hiel, Wagner y Havens (2008). Estos investigadores estudiaron la relación entre insatisfacción corporal, conducta alimentaria de riesgo e índice de masa corporal en una muestra de 962 estudian-tes adolescentes mujeres. Emplearon análisis factorial confirmatorio para este fin. Hallaron que, en la correlación entre la restricción dietética y el índice de masa cor-poral, el efecto mediador de la insatisfacción corporal era significativo para sus tres indicadores (preocupación por el peso, la apariencia y la forma corporal), explican-do de 31% al 66% de la varianza compartida. Igualmente ocurría con ejercicio físico y vómito, pero no así con la conducta de atracones, donde la insatisfacción corporal carecía de efecto mediador.

Indefensión y afecto negativo

Otros dos predictores destacados son la reacción de indefensión con síntomas de ansiedad y disociativos y el afecto negativo. Ambos están presentes en la mues-tra conjunta y en la muestra de mujeres. En la muestra de hombres, el afecto ne-gativo no resulta un predictor de síntomas de trastornos alimentarios. La reacción de indefensión puede relacionarse con los antecedentes de maltrato infantil que se

Page 393: Alimentacion Obesidad Jana

401

contemplan en el modelo de Hund (2008) como determinante de alexitimia y males-tar emocional. En los modelos de trayectorias se manejó finalmente el afecto ne-gativo, ya que arrojaba mejor ajuste que la indefensión. También, se desarrollaron modelos estructurales con variables latentes (no presentados en este trabajo), y en éstos el afecto negativo era determinante de tres indicadores (enfado, melancolía e irritabilidad), es decir, se trata de un humor depresivo propio del adolescente. Se eligieron esos indicadores por presentar más peso en una solución unidimensio-nal. Así, el afecto negativo en el presente estudio debe interpretarse como un hu-mor depresivo con fuerte componente de la irritabilidad y el enfado, no tanto como un humor ansioso, tal como aparece en los estudios de Hund (2008) y Sánchez-Sosa (2009), también con población adolescente. En la investigación de Gómez Peresmitré et al. (2008), el estrés (ansiedad) tomaba más peso que la depresión, dando más bien un humor ansioso-depresivo que contribuye a la restricción dieté-tica y el descontrol alimentario.

Estrategias de afrontamiento

Dos estrategias de afrontamiento que surgen como predictores significativos en el modelo de regresión de la muestra conjunta son: la preocupación obsesiva y la tendencia a culpabilizar. La preocupación obsesiva es predictor tanto en hombres como mujeres. Precisamente, las preocupaciones obsesivas y los rituales compul-sivos son rasgos clínicos de los trastornos de la conducta alimentaria, especialmen-te de la anorexia, cuando la persona sufre desnutrición. Estos fenómenos clínicos parecen apuntar a rasgos premórbidos que anteceden a la obsesión por adelga-zar y la preocupación excesiva por el peso y la silueta, ya que la anorexia nerviosa no está claramente representada en la muestra, por la incapacidad del análisis de clúster para identificar un grupo con esas características. La tendencia a culpabili-zar sólo aparece en la muestra conjunta y en la de hombres. Indica una disposición a no asumir las propias responsabilidades y descargar las culpas propias en los de-más, ante una pauta de comportamiento irresponsable y la falta de realización per-sonal. Aunque esta última variable no destacó en los modelos discriminantes de grupos de trastorno alimentario, frente a la indefensión o el afrontamiento activo, Garner (1991) contempla un factor de desconfianza personal entre las característi-cas de los trastornos de la conducta alimentaria que está próximo a esta estrategia de afrontamiento, donde los demás son vistos como malos o peligros y la persona tiende a mostrar una distancia defensiva. En la muestra de mujeres, pero no así en la conjunta y en la de hombres, aparece como predictor la aceptación pasiva o re-

Page 394: Alimentacion Obesidad Jana

402

signación ante los problemas. El culpabilizar en hombres y la resignación en mu-jeres remarcan aspectos culturales de género, relacionados con los polos: activo-agresión-masculino y pasivo-sumisión-femenino del comportamiento socialmente sancionado para cada género.

En el presente estudio, los afrontamientos de negación y evitación no destaca-ron como predictores, aunque éstos sí correlacionaron con la puntuación total de las tres escalas clínicas del edi, siendo la correlación directa y débil (r=0.118 en la muestra conjunta, r=0.110 en la muestra de mujeres y r=0.120 en la muestra de hombres). Sin embargo, en otros estudios, sí resultaron significativos. Ghaderi (2007) hizo un estudio prospectivo en una muestra aleatoria de 807 mujeres de 18 a 32 años en población general sueca. Baja autoestima, baja percepción de apoyo social de la familia, niveles altos de preocupación corporal, así como empleo relati-vamente alto de afrontamiento de evitación-escape constituían los factores de ries-go para el desarrollo posterior de trastorno alimentario.

Ajuste escolar

En los modelos de regresión, se introdujeron tres factores de ajuste escolar: ajuste al rol de estudiante, aspiraciones universitarias y problemas interpersona-les de rechazo y burlas en la casa y en la escuela. En la muestra general, las ba-jas expectativas de continuar los estudios y los problemas interpersonales surgían como predictores significativos de síntomas de trastorno alimentario. En los mode-los de análisis de trayectorias, los dos primeros factores del ajuste escolar pare-cían no aportar buen ajuste a los datos, ya sea como predictores directos de afecto negativo e indirectos de los síntomas de trastorno alimentario; o como predictores directos de síntomas de trastorno alimentario; no obstante, los problemas interper-sonales sí contribuían al ajuste como predictores significativos. En los modelos de síntomas de trastornos alimentarios considerados como un conjunto, los problemas interpersonales actúan como una vía indirecta a través del afecto negativo, ya sean pronosticados por alexitimia (tAS-28) o el factor de conciencia introceptiva del edi. En los modelos donde se separan los tres aspectos clínicos de los trastornos ali-mentarios en una relación de círculo vicioso, los problemas interpersonales actúan como predictores directos de obsesión por adelgazar y bulimia e indirectos a través del afecto negativo, ya sean que estén pronosticados por la alexitimia (tAS-28) o el factor de Dificultad para identificar sentimientos de la tAS-28. Esto nos indica que los problemas interpersonales son el predictor de peso, el cual trasciende la situa-

Page 395: Alimentacion Obesidad Jana

403

ción de la escuela, por el contrario los aspectos más centrados en la escuela tienen poco peso.

Se consideró al índice de masa corporal como un predictor de problemas in-terpersonales, pero no resultó significativo. Así, parece que el rechazo interperso-nal no es debido a tener sobrepeso u obesidad, lo cual es consonante con la ligera aceptación de la imagen obesa en la muestra, sobre todo en mujeres. Tampoco la suma del ajuste al rol de estudiante y aspiraciones universitarias eran predictores significativos. Tan sólo la alexitimia o la dificultad para identificar sentimientos lo eran, aunque explican muy poca varianza (8-10%). Probablemente, juegan un pa-pel causal otros factores, como impulsividad, conducta violenta, conducta desho-nesta, egocentrismo, inmadurez y falta de empatía, es decir, rasgos del trastorno de conducta disocial o trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Cortesse, Dalla Bernardina y Mouren (2008) hallan una asociación entre trastorno por déficit de atención e hiperactividad y comer compulsivo. Así, en un estudio futuro, se su-giere contemplar la conducta disocial, por ejemplo utilizando la Escala de conduc-ta Disocial de Moral y Pacheco (2010), y el déficit de atención e hiperactividad, em-pleando las escalas de déficit de atención de Brown para adolescentes y adultos (Brown, 1996). La conducta disocial actuaría como predictor directo de problemas interpersonales, e indirecto de síntomas de trastorno alimentario; aunque también se le podría considerar un predictor directo de atracones.

Ejercicio físico

El ejercicio físico resultó un predictor de síntomas de trastorno alimentario sólo en el modelo de regresión de la muestra de mujeres. El exceso de ejercicio físico es considerado como una conducta compensatoria inadecuada ante los atracones, así como una práctica para perder peso en personas anoréxicas con infrapeso. Su relevancia como predictor se atribuye más al aspecto compensador de los atraco-nes que a la presencia de anorexia restrictiva, ya que en los modelos de clúster des-taca el grupo de control alimentario, sin definirse un grupo con anorexia. El ser hom-bre y tener mayor masa corporal son factores asociados con la vigorexia (Muñoz y Martínez, 2007). No obstante, la variable criterio empleada no evalúa propiamente vigorexia u obsesión por el desarrollo muscular, condición física y figura ideal, sino formas de anorexia y bulimia nerviosas, así como trastorno por atracones, donde el ejercicio físico es una forma de quemar calorías ante los excesos con la comida (autoindulgencia) y los atracones (pérdida de control). El ejercicio como conducta

Page 396: Alimentacion Obesidad Jana

404

compensatoria inadecuada, en este estudio, toma más relevancia en la población femenina.

Modelo predictivo de factores de riesgo

Se ensayaron 4 modelos de análisis de trayectorias. El que presenta mejor ajus-te, tanto en la muestra conjunta como en las muestras separadas por sexos, con to-dos los indicadores de ajuste con valores en un rango de buen ajuste, sin necesidad de introducir correlaciones entre los residuos y con todas sus vías de predicción sig-nificativas es el tercero modificado. En este modelo, la alexitimia predice problemas interpersonales, insatisfacción corporal, obsesión por adelgazar y bulimia; el índi-ce de masa corporal predice insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar; y los problemas interpersonales predicen obsesión por adelgazar y bulimia. A su vez se contempla el círculo vicioso entre insatisfacción corporal-obsesión por adelgazar-bulimia-insatisfacción corporal. En este modelo el índice de masa corporal es inde-pendiente de la alexitimia y se eliminó el afecto negativo por carecer de peso en los factores de trastorno alimentario dentro de la muestra de hombres.

El modelo indica que la alexitimia no es un predictor de imc, como en el estu-dio de Zwaan et al. (1995), y que el afecto negativo pierde peso predictivo contra la alexitimia, donde se incluye el factor de pobreza de la fantasía, y contra los proble-mas interpersonales. Este modelo claramente mantiene la hipótesis de una rela-ción directa de la alexitimia con los trastornos alimentarios por el déficit en la simbo-lización de las emociones. Asimismo, indica que el tener exceso de masa corporal va a provocar malestar con la imagen corporal que aunado a la alexitimia determina restricción dietética y obsesionarse con perder peso. Este perder peso, junto con la alexitimia y rechazo interpersonal, genera el descontrol del hambre y la ingesta, in-curriendo la persona en atracones. Este descontrol, a su vez, genera más preocu-pación por la imagen corporal, cerrando un círculo vicioso de más insatisfacción, más obsesión y más atracones.

Faltó contemplar un factor de conductas compensatorias (purgas y ejercicio) que fuese pronosticado por la bulimia, obsesión por adelgazar y alexitimia. Si se introduce el ejercicio físico empeora el ajuste y sólo se explica 1% de su varianza. De ahí que no se contempló. Además, las conductas compensatorias usuales son ayuno y vómito, especialmente en mujeres. Asimismo, se podría haber introducido un factor de presión social hacia la delgadez como predictor de insatisfacción cor-poral. Tampoco se contempló la autoestima, que sí aparece en otros modelos como los de Cohn (2006), Bastianelli et al. (2007), y Sánchez-Sosa (2009). En el mode-

Page 397: Alimentacion Obesidad Jana

40�

lo de Cohn (2006), la insatisfacción corporal es pronosticada por el índice de masa corporal y la autoestima, lo que difiere bastante de los modelos del presente estu-dio, pues no aparece el afecto negativo. En el modelo de Sánchez-Sosa (2009) se contempló el afecto negativo (depresión) y la autoestima como predictores de la in-satisfacción corporal, pero no el índice de masa corporal. Sólo la depresión resultó predictor significativo, no así la autoestima. De ahí que la autoestima probablemen-te pierda peso ante el afecto negativo y más aún ante la alexitimia y la dificultad para identificar sentimientos.

El modelo de Bastanelli et al. (2007) contemplaba la relación entre la restricción dietética y la bulimia fundamentalmente como indirecta, mediada por el afecto ne-gativo. Con los datos de la muestra presente no se observa dicha relación. El cam-biar la flecha de dirección, de la obsesión, adelgazar al afecto negativo, no altera el valor de su parámetro y el trazar una flecha del afecto negativo a la bulimia no la convierte en una vía de predicción significativa.

Estado afectivo de la muestra

En la muestra conjunta, al igual que desagregando mujeres y hombres, el afecto positivo prevalece claramente sobre el negativo. El nivel promedio de afecto positi-vo en el conjunto de la muestra es de intensidad moderada (4.3) y el nivel promedio del afecto negativo es de intensidad muy leve (2.37). Por lo tanto, no se confirma un fondo depresivo dominante en la muestra de estudiantes. Hay diferencia entre los sexos en afecto negativo, reportan más las mujeres, como se espera en función de las expectativas de género y psicopatología diferencial (ApA, 2000). Precisamente, el Ensanut 2006 (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúl-veda, 2007) reporta más depresión y suicidio en adolescentes mujeres que adoles-centes varones. No obstante, el promedio de afecto negativo de las mujeres (2.47) queda por debajo de 3 (poco) que se desvía del promedio en el pAnAS, indicando re-levancia fenomenológica (Robles y Páez, 2003). Con base en este punto, 26% de las mujeres y 18% de los hombres presentarían un nivel alto de afecto negativo; a su vez, 6% de las mujeres y 2% de los hombres con probable relevancia clínica, los cuales son porcentajes esperados en población general de adolescentes escolari-zados (Hernández y Gómez, 2006).

Hay diferencias por ciudades en ambos factores. Los estudiantes saltillenses reportan más afecto negativo y menos positivo. Por el contrario, las estudiantes vic-torianas reportan más afecto positivo y los estudiantes victorianos de ambos sexos reportan menos afecto negativo. Así, parecen más felices en Ciudad Victoria que

Page 398: Alimentacion Obesidad Jana

40�

es una ciudad pequeña, próxima a la costa y con entorno verde, y menos felices en Saltillo que es una ciudad mediana en un paraje muy árido. Sin embargo, se obser-va una interacción entre la ciudad y el sexo en afecto positivo, debido al reporte de menos afecto positivo de lo esperado por la tendencia lineal en los hombres victo-rianos, y reporte de más afecto positivo de lo esperado en las mujeres victorianas. Así, el estilo de vida de Ciudad de Victoria, que se podría calificar de más sencillo y tradicional, afecta de forma diferencial a hombres y mujeres jóvenes. Las mujeres adolescentes escolarizadas se amoldan mejor que los hombres a la vida en esta ciudad pequeña.

Por grupos de índice de masa corporal, hay diferencias en afecto negativo en la muestra conjunta y de mujeres, pero no en la de hombres. Las personas con obesidad y sobrepeso reportan más afecto negativo que aquéllas con normopeso, sin que haya interacción entre el grupo de masa corporal y el sexo. Esto es con-gruente con el efecto que tiene el afecto negativo sobre insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar. El efecto es significativo en la muestra conjunta y de mu-jeres, pero no en la de hombres, dentro de los modelos de análisis de trayectorias. Precisamente, las personas con obesidad y sobrepeso son las que reportan más obsesión por adelgazar e insatisfacción corporal. Además, es consonante con el perfil de rasgos descritos para la imagen obesa por los encuestados, donde se atri-buía a la persona obesa el ser más lenta, perezosa, descuidada, vergonzosa, soli-taria, infeliz, triste y aburrida en comparación con la delgada, es decir, se le atribu-yen rasgos depresivos. Esto, en un principio, no parece encajar con los resultados del análisis de clúster. Al definir los grupos con el imc y las tres escalas clínicas del edi, el estado afectivo, tanto la presencia del afecto negativo como la ausencia del po- sitivo, toma peso como variable discriminante en la muestra de hombres, pero no en la de mujeres. Por el contrario, al predecir síntomas de trastorno alimentario, por medio de los modelos de regresión y análisis de senderos, considerando al imc y el afecto negativo como predictores, el afecto negativo toma peso en la muestra de mujeres, pero no en la de hombres. Esto indica que hay un subgrupo de hombres con hiperfagia emocional claramente definido, no así en mujeres, de ahí que el aná-lisis de clúster sea capaz de identificarlo. El hecho de que el afecto negativo tome más peso predictivo en el círculo vicioso que implican los síntomas de trastorno ali-mentario en la muestra de las mujeres que en la de los hombres, como reflejan los modelos de análisis de trayectorias con mejor ajuste, se debe a la relación que exis-te entre depresión, trastorno alimentario y sexo en el conjunto de la muestra, sien-do esta relación consonante con las expectativas. Es decir, en las mujeres, al sufrir depresión, se agravan la insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar de forma mucho más definida que en los hombres (Chinchilla, 1994).

Page 399: Alimentacion Obesidad Jana

40�

Conclusiones

En los modelos de regresión lineal, el índice de masa corporal, los factores de la alexitimia, problemas interpersonales, indefensión y preocupación obsesiva resul-taron predictores significativos de trastorno alimentario en ambas muestras, a su vez, el ejercicio físico y la aceptación pasiva en las mujeres y culpabilizar en hom-bres. Estos modelos predictivos explican un cuarto de la varianza de los síntomas de trastorno alimentario. De los modelos de análisis de trayectorias definidos, el que presenta mejor ajuste a los datos en ambas muestras es el que considera a la alexitimia como predictor de problemas interpersonales, insatisfacción corporal, ob-sesión por adelgazar y bulimia; al índice de masa corporal como predictor de insa-tisfacción corporal y obsesión por adelgazar; y los problemas interpersonales como predictores de obsesión por adelgazar y bulimia, contemplándose el círculo vicioso entre insatisfacción corporal-obsesión por adelgazar-bulimia-insatisfacción corpo-ral. La relación entre alexitimia y síntomas de trastornos alimentarios resulta direc-ta, a su vez, el índice de masa corporal sólo está débilmente influido por la alexitimia en la muestra de mujeres. La alexitimia sí pronostica problemas interpersonales de rechazo en la casa y en la escuela, pero no así el tener sobrepeso u obesidad. Se recomienda en futuros estudios contemplar las variables de presión social a la del-gadez y conductas compensatorias inadecuadas ante efectos de la sobre ingesta calórica en los atracones (purgas, ayunos y ejercicio). Precisamente, el modelo es consonante con la propuesta de Moral (2002), pero en ésta se concede gran impor-tancia a la presión social hacia la delgadez y valores estéticos culturales que son aspectos no incluidos en este estudio. Los datos sobre los rasgos diferenciales atri-buidos a la imagen obesa y delgada indican una polarización con la valoración de la delgadez y descalificación de la obesidad, aunque no extrema, sobre todo en mu-jeres.

Considerando los promedios altos en las escalas clínicas del edi, se sugiere en-focar los programas de salud en relación con la dieta y ejercicio hacia la prevención de trastornos de la conducta alimentaria y no sólo hacia cuestiones preventivas de salud. Con base en los modelos de clasificación, regresión y trayectorias desarro-llados, se podría afirmar que una fuerte insatisfacción corporal y obsesión por adel-gazar pueden ser peor que unos kilos de más, por el círculo vicioso que se genera, si están presentes la alexitimia y problemas interpersonales, como también señala Saldaña (2000) en su estudio de seguimiento de dieta en adultos españoles. Se de-berían crear programas en forma de talleres donde se trabajase habilidades y auto-eficacia para mantener un peso saludable sin obsesionarse por el tipo de comida ingerida (ortorexia), el peso y la silueta (dismorfofobia), ni el ejercicio (vigorexia),

Page 400: Alimentacion Obesidad Jana

40�

asimismo sería importante trabajar habilidades de inteligencia emocional y socia-les, donde se desarrollase la capacidad de identificar y simbolizar las emociones, expresión y regulación de emociones, toma de decisiones con inteligencia emocio-nal, empatía, asertividad, así como valores de convivencia, aceptación, congruen-cia y respeto.

Debe señalarse que en la presente muestra domina el afecto positivo (en una presencia moderada) sobre el negativo (con una presencia muy leve), manifestán-dose el afecto negativo más en mujeres que en hombres. A pesar de la manifesta-ción muy leve del afecto negativo en el conjunto de la muestra, éste tiene su efecto sobre los síntomas de trastorno alimentario, sobre todo en las mujeres, no así en hombres. Con base en los modelos, la alexitimia y los problemas interpersonales son predictores de afecto negativo. Los posibles casos clínicos de síntomas de an-siedad y depresión, están dentro de lo esperado en población general de adoles-centes, 6% en mujeres y 2% en hombres.

En el análisis de clúster, al definir los grupos con la inclusión del imc, el esta-do afectivo toma peso en hombres, pero no en mujeres. Por el contrario, al prede-cir trastorno alimentario, considerando el imc y el afecto negativo como predictores, este último toma peso en la muestra de mujeres, pero no en los hombres. Esto indi-ca que hay un subgrupo de hombres con hiperfagia emocional claramente definido, no así en mujeres, como refleja el análisis de clúster; a su vez, existe una relación entre ser mujer, sufrir depresión y agravarse la insatisfacción corporal y la obsesión por adelgazar, como reflejan los modelos de regresión y análisis de trayectorias.

Page 401: Alimentacion Obesidad Jana

40�

BIBlIografía

American Psychiatric Association (ApA) (2000), Diagnostic and statistic manual of mental disorders, 4ª ed., text revised (dsm-iv-tr), Washington, Author.

Ayuso, J. L. y E. Baca (1993), “Trastornos de la conducta alimentaria y alexitimia”, Actas Luso-Españolas de Neurología, Psiquiatría y Ciencias Afines, 21(3), pp. 72-77.

Bastianelli, A., M. Vicentini, A. Spoto y G. Vidotto (2007), “Structural equation model in the study of risk factors in the maintenance of binge eating”, Giornale Italiano di Medicina del Lavoro ed Ergonomia, 29(3 Suppl B), pp. B50-B55.

Brown, T. E. (1996), Brown Attention Deficit Disorder Scales for Adolescents and Adults, San Antonio, TX., The Psychological Corporation, Harcourt Assessment Corporation.

Bull, R. H. y G. Legorreta (1991), “Outcome of gastric surgery for morbid obesity: weight changes and personality traits”, Psychotherapy and Psychosomatics, 56(3), pp. 146-156.

Carano, A., D. De Berardis, F. Gambi, C. di Paolo, D. Campanella, L. Pelusi, G. Sepede, E. Mancini, R. la Rovere, G. Salini, C. Cotellessa, R. M. Salerno y F. M. Ferro (2006), “Alexithymia and body image in adult outpatients with binge eating disorder”, International Journal of Eating Disorders, 39(4), pp. 332-340.

Chapur, P. y L. Marian (1999), “Depresión y alexitimia en trastornos de la conducta alimentaria”, Alcmeon. Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica, 7(4), pp. 30-42.

Chinchilla, A. (1994), Anorexia y bulimia nerviosas, Madrid, Margan.Clerici, M., S. Alhonetti, R. Papa y G. Penati (1992), “Alexithymia and obesity: study

of the impaired symbolic function by the Rorschach Test”, Psychotherapy and Psychosomatics, 57, pp. 88-93.

Page 402: Alimentacion Obesidad Jana

410

Cohn, M. (2006), A Proponed Model of Dieting and Nondieting in College Women, (Tesis de doctorado), Fort Collins, Colorado Colorado State University.

Cole, T., M. C. Bellizzi, K. M. Flegal y W. H. Dietz (2000), “Establishing a Standard definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, British Medical Journal, 320, pp.1-6.

Cole, T. J., K. M. Flegal, D. Nicholls y A. A. Jackson (2007), “Body mass index cut offs to define thinness in children and adolescents: international survey”, British Medical Journal, 335(7612), pp. 194-195.

Comité Consultivo Nacional de Normalización de Regulación y Fomento Sanitario (1994, 28 de julio), “Norma oficial mexicana nom-008-SSA2-1993, control de la nutrición, crecimiento y desarrollo del niño y del adolescente. Criterios y proced-imientos para la prestación del servicio”, Diario Oficial de la Federación.

Contreras, J. (2002), “La Obesidad: una perspectiva cultural”, Formación Continua en Nutrición y Obesidad, 5(6), pp. 275-286.

Cortesse, S., B. Dalla-Bernardina y M. C. Mouren (2008), “Attention-deficit/hiperac-tivity disorder (ADHD) and binge eating”, Nutrition Reviews, 65(9), pp. 404-411.

De Berardis, D., A. Carano, F. Gambi, D. Campanella, P. Giannetti, A. Ceci, E. Enrico Mancini, R. la Rovere, A. Cicconetti, L. Penna, D. di Matteo, B. Scorrano, C. Cotellessa, R. M. Salerno, N. Serroni y F. M. Ferro (2007), “Alexithymia and its relationships with body checking and body image in a non-clinical female sam-ple.”, Eating Behaviors, 8(3), pp. 296-304.

De Zwaan, M., M. Bach, J. E. Mitchell, D. Ackard, S. M. Specker, R. L. Pyle y G. Pakesch (1995), “Alexithymia, obesity, and binge eating disorder”, The Inter- national Journal of Eating Disorders, 17(2), pp. 135-140.

Elfhag, K. y L. G. Lundh (2007), “tAS-20 Alexithymia in obesity, and its links to per-sonality”, Scandinavian Journal of Psychology, 48, pp. 391-398.

Epstein, L. R. Paluch, J. Roemmich y M. Beecher (2007), “Family-based obesity treatment, then and now: twenty-five years of pediatric obesity treatment”, Health Psychology, 26(4), pp. 381-391.

Garner, D. M. (1991), Eating Disorder Inventory-2. Professional Manual. Odessa, FA, Psychological Assessment Resources.

Ghaderi, A. (2003), “Structural modeling analysis of prospective risk factors for eat-ing disorder”, Eating Behaviors, 3(4), pp. 387-396.

Gómez-Peresmitré, G., G. Pineda-García y L. Oviedo-Camacho (2008), “Modelos estructurales: Conducta bulímica en interrelación con sus factores de riesgo en muestra de hombres y mujeres universitarios”. Psicología y Salud, 18(1), pp. 45-55.

Page 403: Alimentacion Obesidad Jana

411

Hernández-Cervantes, Q. y E. L. Gómez-Maque (2006), “Evaluación del riesgo suicida y estrés asociado en adolescentes estudiantes mexicanos”, Revista Mexicana de Psicología, 23(1), pp. 45-52.

Honkalampi, K., J. Hintikka, A. Tanskanen, J. Lethonen y H. Viinamäki (2000), “Depression is strongly associated with alexithymia in the general population”, Journal of Psychosomatic Research, 48, pp. 99-104.

Honkalampi, K., P. Saarinen, J. Hintikka, V. Virtanen y H. Viinamäki (1999), “Factors associated with alexithymia in patients suffering from depression”, Psychotherapy and Psychosomatics, 68, pp. 270-275.

Hund, A. (2008), Structural Model of Association Between Child Abuse and Disordered Eating: Extension of the Coping with Trauma Model, (Tesis docto-ral), Chicago, IL., University of Illinois.

Luminet, O., R. M. Bagby y G. J. Taylor (2001), “An evaluation of the absolute and relative stability of alexithymia in patients with major depression”, Psychotherapy and Psychosomatics, 70, pp. 254-260.

Lynch, W. C., D. P. Hiel, E. Wagner y M. D. Havens (2008), “Body dissatisfaction mediates the association between body mass index and risky weight control be-haviors among white and Native American adolescent girls”, Appetite, 51(1), pp. 210-213.

McDougall, J. (1982), “Alexithymia: a Psychoanalytic viewpoint”, Psychotherapy and Psychosomatics, 38, pp. 81-90.

McLaren, L. (2007), “Socioeconomic status and obesity”, Epidemiologic Reviews, 29(1), pp. 29-48.

Measelle, J., E. Stice y J. Hogansen (2006), “Developmental trajectories of co-oc-curring depressive, eating, antisocial, and substance abuse problems in female adolescents”, Journal of Abnormal Psychology, 115(3), pp. 524-538.

Moral, J. (2002), “Los trastornos de la conducta alimentaria, un complejo fenómeno biopsicosocial”, Revista Salud Pública y Nutrición, 3(3), en <http://www.respyn.uanl.mx/iii/3/ensayos/trastornos.html>. [Consultado el 21 de agosto de 2009].

Moral, J. (2006), “Ubicación de la alexitimia en relación con los rasgos psicopa-tológicos del mmpi”, Salud Mental, 29(3), pp. 41-50.

Moral, J. (2008), “Una perspectiva biopsicosocial de las causas y tratamiento de las adicciones”, en J. Moral, R. Landero y M. T. González (eds.), Psicología de la salud en adolescentes y jóvenes, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 257-290.

Moral, J., y M. E. Pacheco (2010), “Propiedades psicométricas de una Escala de Conducta Disocial en adolescentes del noreste de México”, Enviado para su publicación.

Page 404: Alimentacion Obesidad Jana

412

Mun, E. C., G. L. Blackburn y J. B. Matthews (2001), “Current status of medical and surgical therapy for obesity”, Gastroenterology, 120(3), pp. 669-681.

Muñoz, R. y A. Martínez (2007), “Ortorexia y vigorexia: ¿nuevos trastornos de la conducta alimentaria?” Trastornos de la Conducta Alimentaria, 5, pp. 457-482.

Nisbett, R. E. (1972), “Hunger, obesity and the ventromedial hypothalamus”, Psy-chological Review, 79, pp. 433-453.

Nolen, S., E. Stice, E. Wade y C. Bohon (2007), “Reciprocal relations between rumi-nation and bulimic, substance abuse, and depressive symptoms in female ado-lescents”, Journal of Abnormal Psychology, 116(1), pp. 198-207.

Ogden, C. L., M. D. Carroll, L. R. Curtin, M. A. McDowell, C. J. Tabak y K. M. Flegal (2006), “Prevalence of overweight and obesity in the United States, 1999-2004”, Journal of the American Medical Association, 295(13), pp. 1549-1555.

Olaiz, G., J. Rivera, T. Shamah, R. Rojas, S. Villalpando, M. Hernández y J. Sepúl-veda (2007), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut 2006), Cuernavaca, Morelos, Instituto Nacional de Salud Pública.

Organización Mundial de la Salud (omS) (2004), Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud, Ginebra, Suiza, omS.

Pierloot, R. A., M. E. Houben y G. Acke (1988), “Are anorexia nervosa patients alexi-thymic?”, Acta Psychiatrica Belgica, 88(3), pp. 222-232.

Robles, R. y F. Páez (2003) “Estudio sobre la traducción al español y las propie-dades psicométricas de las escalas de afecto positivo y negativo (pAnAS)”, Salud Mental, 26(1), pp. 69-75.

Salas-Salvadó, J., M. A. Rubio, M. Barbany, B. Moreno y Grupo Colaborativo de la Seedo (2007), “Información del artículo Consenso Seedo 2007 para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y el establecimiento de criterios de intervención ter-apéutica”, Medicina Clínica (Barcelona), 128(5), pp. 184-196.

Saldaña, C. (2000), “Consecuencias psicopatológicas del seguimiento de dietas”, Formación Continuada en Nutrición y Obesidad, 3(1), pp. 2812-2889.

Sánchez-Sosa, J. C. (2009), Un modelo estructural de conducta alimentaria de riesgo en adolescentes escolarizados (tesis de doctorado), Monterrey, N.L., Universidad Autónoma de Nuevo León.

Saucedo–Molina, T. y G. Gómez-Peresmitré (2004), “Modelo predictivo de dieta restringida en púberes mexicanas”, Revista Psiquiatria Facultad de Medicina Universidad de Barcelona, 31(2), pp. 69-74.

Serra-Majem, L., L. Ribas-Barba y C. Pérez-Rodrigo (2007), “Methodological limi-tations in measuring childhood and adolescent obesity and overweight in epide-miological studies: does overweight fare better than obesity?”, Public Health and Nutrition, 10(10A), pp. 1112-1120.

Page 405: Alimentacion Obesidad Jana

413

Taylor, G. J., R. M. Bagby y J. D. A. Parker (1997), Disorders of Affect Regulation. Alexithymia in Medical and Psychiatric Illness, Cambridge, UK., Cambridge University Press.

West, D. (1996), “Genetics of obesity in humans and animal models”, Endocrinology and Metabolism Clinics of North America, 25(4), pp. 801-813.

Williamson, D., R. Netemeyer, L. Jackman, D. Anderson, C. Funsch y J. Rabalais (1995), “Structural equation modeling of risk factors for the development of ea-ting disorders in female athletes”, International Journal of Eating Disorders, 17(4), pp. 387-393.

Page 406: Alimentacion Obesidad Jana

414

Page 407: Alimentacion Obesidad Jana

41�

IX

dIagnóstIco y propuestas de IntervencIónen relacIón con el ejercIcIo y la alImentacIón

José Moral de la Rubia,José Luis Ybarra Sagarduy,

Javier Álvarez Bermúdez, Joel Zapata Salazar y José González Tovar

Introducción

Este último capítulo cierra el libro, haciendo una síntesis de hallazgos, extrayen-do unas conclusiones evaluativas o diagnósticas, con las limitaciones del instru-mento de medidas y procedimiento de muestreo empleado, y concretando una pro-puesta de intervención psicosocial. Así, se retoman los objetivos planteados por el proyecto investigación:

1. Tener un instrumento de evaluación validado sobre hábitos de alimentación y actividad física.

2. Hacer un diagnóstico de problemas de hábitos de alimentación y actividad fí-sica en la región noreste.

3. Proponer un programa de prevención en problemas de hábitos alimentarios y actividad física.

Page 408: Alimentacion Obesidad Jana

41�

Síntesis de hallazgos

El instrumento de medida para evaluar salud y ajuste en adolescentes escolarizados

Se empleó un cuestionario de auto-informe estructurado. Gran parte del mis-mo está tomado del cuestionario Predictores de conductas de riesgo en salud entre adolescentes hispanos de Czyzewska y Ceballos (2006), desarrollado en Estados Unidos de América y aplicado a estudiantes de educación media superior. Las pre-guntas sobre frecuencia de consumo de grupos de alimentos y la pregunta sobre significados de cuidar la alimentación se toman del Cuestionario de Hábitos de Salud de Álvarez (2002).

Nuestro cuestionario empezaba con información sociodemográfica, donde se pedía el peso y la talla. Como indican otros estudios (Sánchez-Sosa, Moral y Cantú, 2008; Unikel, Ocampo y Zambrano 2009) y nuestros datos obtenidos en una mues-tra de estudiantes de preparatoria técnica (n=72), el peso y la talla autorreportados son confiables; de ahí que nos evitamos las complicaciones de llevar una báscula y un estadiómetro para medir peso y talla.

El cuestionario continuaba con siete preguntas sobre hábitos de ejercicio físi-co. Seguía con la exploración del área de adaptación escolar, hábitos respecto a la inversión del tiempo extraescolar y percepción del esquema corporal (imagen de sí mismo, deseada y de los pares del mismo sexo). Además, se incluía una esca-la de afectos positivos y negativos, una escala de problemas interpersonales, otra de estrategias de afrontamiento y otra de usos del comer y satisfacción personal. También se solicitaba una evaluación con base en 31 descriptores de personali-dad de dos figuras humanas del mismo sexo que el participante, una delgada y otra obesa. Proseguían las preguntas de hábitos alimentarios. Se añadió el Inventario Revisado de Trastornos Alimentarios (edi-2) (Garner, 1998), aunque sólo se con-templaban cuatro factores (obsesión por la delgadez con 7 ítems, bulimia con 7, insatisfacción corporal con 9 y conciencia introceptiva con 10), cuyos reactivos se dispusieron ordenados por escalas. Finalmente, aparecía la Escala de Alexitimia de Toronto de 20 reactivos (tAS-20) con la adaptación a población mexicana de Moral (2009a), a la cual se añadió una subescala de 10 reactivos para medir fantasías o ensueños diurnos y se redactaron los 5 reactivos inversos en sentido directo de alexitimia, siguiendo las recomendaciones de Moral (2009b).

Por la singularidad del cuestionario aplicado y con el objetivo de elaborar un ins-trumento de evaluación, se estudiaron las propiedades psicométricas de las distin-tas escalas que lo integraban. Éstas mostraron, en general, buenas propiedades

Page 409: Alimentacion Obesidad Jana

41�

psicométricas, aunque la distribución de ninguna de ellas se ajustó a una curva nor-mal.

Escala de ajuste escolar y de problemas interpersonales en la escuela y en la casa

La escala de ajuste escolar está integrada por cuatro reactivos tipo Likert con 6 puntos de rango 1 (completamente de acuerdo) a 6 (bastante de acuerdo). Al fac-torizar los cuatro reactivos de la escala de ajuste escolar con base en el criterio de Kaiser se obtienen 2 factores que explican 76.90% de la varianza total. El primero está integrado por 2 reactivos (3 y 4), se puede interpretar intención de continuar estudiando y su consistencia interna es alta (α=0.706). El segundo factor está inte-grado por dos factores (1 y 2), se puede interpretar como ajuste al rol de estudian-te y tiene una consistencia interna adecuada (α=0.627). Al contrastar un modelo de 2 factores correlacionados, todos los índices de ajuste son buenos (χ2/gl=1.497, fd=0.001, rms sr=0.004, pncp=0.001, rms ea=0.013, pgi=1, apgi=0.999, gfi=1, agfi=0.998, nfi=0.999, nnfi=0.999, cfi=1 y Δ=1), incluso el modelo se mantiene por la prueba chi-cuadrada (χ2(1)=1.497, p=0.221).

La escala de problemas de rechazo y burlas en la escuela y en la casa se compo-nen de 7 reactivos específicos con 10 puntos de rango, de 0 (en absoluto estresan-te) a 10 (extremadamente estresante). La escala de 7 reactivos resulta unidimen-sional por el criterio de Kaiser y explica 47.67% de la varianza total. La consistencia interna de los 7 reactivos es alta (α=0.811). El modelo unidimensional de 7 indica-dores presenta valores de ajuste de buenos (fd=0.258, pncp=0.277) a adecuados (rms sr=0.055, pgi=0.927, apgi=0.853, gfi=0.926, agfi=0.851, nfi=0.882, nnfi=0.826, cfi=0.884 y Δ=0.884). No obstante, el modelo se rechaza por la prueba chi-cuadra-da y el cociente de la chi-cuadrada y sus grados de libertad es mayor a 3.

Se contrastó por análisis factorial confirmatorio, el ajuste de un modelo de 3 fac-tores correlacionados (intención de seguir estudiando (1 y 2) (α=0.706), ajuste al rol de estudiante (3 y 4) (α=0.627) y problemas interpersonales de rechazo y burlas (5-12) (α=0.811), aunque considerando el ajuste al rol de estudiante independiente de tener problemas interpersonales, así como un modelo de un factor de ajuste esco-lar que determina a los otros tres. El ajuste de ambos modelos fue estadísticamente equivalente (dχ2(52-51=1)=947.139-945.968=1.171, p=0.279). Los índices de ajuste fueron de buenos (fd=0.325, rms sr=0.042, pncp=0.338, apgi=0.920, agfi=0.916) a adecuados (pgi=0.947, rms ea=0.081, gfi=0.944, nnfi=0.896, nfi=0.875, cfi=0.901 y

Page 410: Alimentacion Obesidad Jana

41�

Δ=0.902), aunque ambos modelos se rechazaban por la prueba chi-cuadrada y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad era mayor a 3.

Escala de actividades extraescolares

La escala de actividades extraescolares de 6 reactivos presentada en este es-tudio tiene una estructura jerárquica de un factor general de actividad (α=0.654) que determina un factor de ejercicio físico (1 y 2) (α=0.675), otro de actividades sedentarias ante la televisión o computadora (4 y 5) (α=0.639), la actividad de bai-le (3) y la actividad de lectura (6). En un rango de buen ajuste aparecen siete ín-dices: fd=0.015, rmssr=0.023, pncp=0.013, rmsea=0.043, McI=0.994, gfi=0.995 y agfi=0.985. No obstante, se rechaza por la prueba chi-cuadrada y el cociente entre las chi-cuadradas y sus grados de libertad es mayor a 3 (χ2/gl=6.749). También se puede considerar un modelo de dos factores correlacionados, uno de ejercicio físi-co con dos indicadores (1 y 2) y otro de actividades sedentarias con tres indicado-res (4, 5 y 6) (α=0.612), donde se excluye el reactivo relacionado con la actividad de baile (3). Con 6 indicadores con valores de buen ajuste (fd=0.021, rms sr=0.035, pncp=0.020, McI=0.990, gfi=0.992 y agfi=0.968) y uno en un rango de ajuste ade-cuado (rms ea=0.071), aunque se rechaza por la prueba chi-cuadrada y el cociente entre la chi-cuadrada y sus grados de libertad es mayor a 3 (χ2/gl=16.554). Se su-giere un índice de actividad enérgica con la suma del factor de ejercicio y el reactivo de baile, menos la suma del factor de sedentarismo (1 + 2 + 3 - 4 - 5 - 6).

Estrategias de afrontamiento

Por análisis factorial confirmatorio, el modelo con mejor ajuste es el de 8 facto-res interrelacionados: Preocupación obsesiva (20-26) (α=0.828), indefensión con síntomas disociativos y depresivos (30-33 y 37-40) (α=0.829), evitación y nega- ción (11-14 y 18-19) (α=0.662), afrontamiento activo (1-4) (α=0.514), impulsivi-dad (27-29) (α=0.717), culpabilizar (34-35) (α=0.522), aceptación pasiva (8-10) (α=0.515) y trivializar (5-7) (α=0.574). Al factorizar estos 8 componentes, se ob-tienen tres factores de segundo orden. El primer factor de segundo orden se deno- mina estilo desaptativo o ansioso (preocupación obsesiva, indefensión e impul-sividad), el segundo de estilo evitativo (evitación y trivializar) y el tercero de es- tilo adaptativo o de asunción de la responsabilidad (afrontamiento activo y no cul-pabilización). Por la prueba de las diferencias de las chi-cuadradas (dχ2(584-

Page 411: Alimentacion Obesidad Jana

41�

566=18)=3502.47-2991.12=511.35, p<0.001), se puede mantener que el modelo de 8 factores correlacionados se ajusta mejor que el modelo jerárquico. Con valores de buen ajuste aparecen 5 índices (fd=1.256, rmssr=0.045, rmsea=0.047, gpi=0.936 y agfi=0.911) y 6 con ajuste adecuado (pncp=1.229, gfi=0.925, nfi=0.860, nnfi=0.870, cfi=0.883 y Δ=0.884), aunque el modelo se rechaza por la prueba chi-cuadrada y el cociente entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3.

Escalas de Afectos Positivos y Negativos (eapn)

La escala manejada difiere de la creada por Watson, Clark y Tellegen (1988) en 12 reactivos, además tiene una composición desigual de reactivos de afecto positivo (7) y negativo (13). Sólo coinciden en 8 reactivos, el rango de respuesta de cada reactivo y el diseño general. Eliminado el reactivo 2 (calmado) del eApn, el modelo de 3 factores correlacionados es el que presenta el mejor ajuste a los da-tos, con unos índices de buenos (fd=0.515, rms sr=0.045, pncp=0.488, pgi=0.951, apgi=0.938 y agfi=0.932) a adecuados (rms ea=0.057, gfi=0.947, nfi=0.904, nnfi=0.900, cfi=0.912 y Δ=0.912). Por la prueba de la diferencia de las chi-cuadra-das el ajuste es significativamente mejor que el modelo de 2 factores correlaciona-dos (dχ2(151-149=3)=1994.289-1642.677=351.612, p<0.001). El modelo estructural se rechaza por la prueba chi-cuadrada y el cociente de la chi-cuadrada por sus grados de libertad es mayor a 3, lo cual es común ante muestras grandes. El modelo que peor se ajusta a los datos es el de dos factores independientes.

En el modelo tridimensional, el primer factor estaría integrado por 9 reactivos (1, 5, 6, 15, 16, 17, 18, 19 y 20) y por su contenido se denomina afecto negativo de ca-rácter ansioso-depresivo (α=0.821). El segundo componente factorial está integra-do por 6 reactivos (3, 7, 8, 11, 13 y 14) y por su contenido se denomina afecto posi-tivo (α=0.759). El tercer factor está definido por 4 reactivos (4, 9, 10 y 12) y por su contenido se denomina afecto negativo de vergüenza-culpa (α=0.747)

El modelo de dos factores correlacionados se reproduce por análisis factorial exploratorio con base en el criterio de Cattell y presenta unos índices de ajuste de buenos (fd=0.626, rms sr=0.048, npcp=0.631, apgi=0.922, agfi=0.916) a adecuados (rms ea=0.065, pgi=0.938, gfi=0.933, nfi=0.874, nnfi=0.877, cfi=0.892 y Δ=0.892) por análisis factorial confirmatorio. El factor de afecto negativo estaría integrado por 13 reactivos (1, 4, 5, 6, 9, 10, 12 15, 16, 17, 18, 19 y 20) (α=0.857) y el de afecto po-sitivo por 6 reactivos (3, 7, 8, 11, 13 y 14) (α=0.759).

Page 412: Alimentacion Obesidad Jana

420

Así, se pueden contemplar ambos modelos para la escala, de 2 o de 3 factores correlacionados, eliminando el reactivo 2 (calmado) en ambos casos. En los análi-sis se empleó el modelo de 2 factores por ser más familiar en la literatura.

Escala de usos del comer y satisfacción personal

El modelo que ofrece mejor ajuste a los datos es el de 7 factores con 32 reac-tivos, con índices de ajuste adecuados (fd=1.932, rms sr=0.059, pncp=1.910, rms ea=0.66, pgi=0.893, apgi=0.873, gfi=0.885, agfi=0.863, nnfi=0.879, nfi=0.875, cfi=0.888 y Δ=0.888), aunque el modelo se rechaza por la prueba de chi-cuadra-do y la razón entre el estadístico chi-cuadrado y sus grados de libertad es mayor a 3. Lo cual es común con muestras grandes. El primer factor de sofocación de emo-ciones negativas a través del comer está integrado por 8 reactivos (6, 12, 13, 14, 15, 16, 17 y 19) (α=0.881), el segundo de deseo de adelgazar por 4 reactivos (23, 24, 29 y 30) (α=0.877), el tercero de autoindulgencia al comer ante el malestar emocio-nal por 6 reactivos (1, 2, 4, 5, 7 y 11) (α=0.854), el cuarto de concepción del comer como un modo de mejorar el rendimiento y como actividad placentera por 4 reacti-vos (8, 9, 10 y 18) (α=0.799), el quinto de glotonería y pérdida del control con el co-mer por 5 reactivos (20, 21, 22, 25 y 26) (α=0.814), el sexto de insatisfacción perso-nal por 3 reactivos (32, 33 y 35) (α=0.708) y el séptimo de satisfacción personal por 2 reactivos (34 y 36) (χ=0.643). La consistencia interna de los 32 reactivos es alta (χ=0.924).

Escala de frecuencia de consumo de alimentos

Al factorizar los 12 grupos de alimentos, se definen 3 componentes factoriales con base en el criterio de Kaiser: alimentos saludables de ingesta frecuente (fru-tas, leche, verduras, cereal, frijoles y huevos) (α=0.833), no saludables (papitas y fritos, refrescos, hamburguesas, carnes rojas) (α=0.541) y saludables de ingesta poco frecuente (legumbres y pescado) (α=0.388), explicando 56% de la varianza total. La frecuencia de consumo de los 12 grupos de alimentos tiene una consisten-cia interna alta (α=0.737) y mejora si se elimina el grupo de alimentos de hambur-guesas (α=0.755), al igual que la consistencia interna del factor de comida no salu-dable (α=0.602).

Al factorizar los 11 grupos de alimentos (sin hamburguesas) y forzar la solución a 4 factores, por su interpretabilidad, se define un primer factor de comida saluda-

Page 413: Alimentacion Obesidad Jana

421

ble de ingesta frecuente (frutas, verduras, leche y cereal) (α=0.824), otro de co-mida no saludable (papitas, refrescos y carne) (α=0.602), un tercero de comida popular (huevos y frijoles) (α=0.666) y uno cuarto de comida saludable de inges-ta poco frecuente (legumbres y pescado) (α=0.388). Los cuatro factores están co-rrelacionados entre sí y explican 65.5% de la varianza total. Este modelo de 4 fac-tores correlacionados presenta unos índices de ajuste de buenos (fd=0.186, rms sr=0.035, pncp=0.173, gpi=0.970, agfi=0.947, gfi=0.967 y agfi=0.943) a adecuados (χ2/gl=2.41, rms ea=0.067, nfi=0.939, nnfi=0.918, cfi=0.943 y Δ=0.943). El ajuste es mejor que el modelo de tres factores correlacionados (sin incluir el grupo de ham-burguesas, tortas y hot-dogs).

En el modelo tetradimensional, las distribuciones de las puntuaciones factoria-les del segundo (ZK-S=1.319, p=0.062) y tercer factor (ZK-S=0.958, p=0.317), calcu-ladas por el método Anderson-Rubin, se ajustan a una curva normal, no así las del primero (ZK-S=3.536, p<0.001) y cuarto (ZK-S=2.862, p<0.001).

edI-2 (reducido a 4 factores)

Tras recodificar los 7 reactivos con puntuaciones inversas, se obtienen valores de consistencia interna altos para los 33 reactivos, con una α de 0.902 para la es-cala y de 0.762 a 0.884 para los 4 factores. Las escalas se definen por suma sim-ple de reactivos. Ninguna distribución se ajusta a una curva normal, por el contrario, presentan asimetría positiva, es decir, sesgo hacia puntuaciones por debajo de la media, que es lo esperado al estarse midiendo fenómenos patológicos y no rasgos de personalidad. No obstante, la distribución del factor de insatisfacción corporal es simétrica y se aproxima a una curva normal. Esto podría indicar que la insatis-facción se aproxima a un rasgo en esta muestra, cuando su valor promedio es muy alto.

Con base en el criterio de Cattell se puede reducir la estructura a 4 factores que explican 54.4% de la varianza total. Se reproduce bastante bien la estructura espe-rada; sin embargo, 4 reactivos presentan saturación y comunalidad bajas (1, 20, 22 y 26) y 5 saturan en un factor no esperado (13, 15, 16, 30 y 33), contaminando el factor de obsesión por adelgazar. Al eliminar estos 9 reactivos, con el criterio de Kaiser, se reproduce una estructura de 4 factores conforme a lo esperado, explicán-dose 63.5% de la varianza total.

Por análisis factorial confirmatorio, el ajuste de la estructura de 4 factores y 24 indicadores es algo débil, pero si se contempla sólo 5 indicadores para cada fac-tor, resultan unos índices de ajuste adecuados: descriptivos básicos (fd=1.269, χ2/

Page 414: Alimentacion Obesidad Jana

422

gl=643.18/164=2.92, rmssr=0.051; de no centralidad poblacional: pncp=1.016, rm-sea=0.079, pgi=0.908, apgi=0.882; y comparativos para una sola muestra: gfi=0.903, agfi=0.876, nfi=0.895, nnfi=0.884, cfi=0.900 y Δ=0.900).

Por análisis factorial exploratorio, al factorizar los 20 reactivos seleccionados por Componentes Principales y rotar la solución, se produce la estructura de 4 fac-tores esperada, con base en el criterio de Kaiser, explicándose 66.9% de la varian-za total. El resultado es el mismo con una rotación ortogonal (Varimax) u oblicua (Promax), salvo que se mueve el orden de los factores. El componente factorial más intercorrelacionado resulta el de impulso a la delgadez; y el menos, el de insatisfac-ción corporal.

La solución con 5 indicadores por factor se maneja en los cálculos: Obsesión por adelgazar (2, 4, 5, 6, y 7) (α=0.922), Bulimia (8, 10, 11, 12 y 14) (α=0.866), Insatisfacción corporal (17, 18, 19, 21 y 23) (α=0.850), y Conciencia introceptiva (24, 25, 27, 29 y 32) (α=0.838). La consistencia interna de los 20 reactivos es alta (α=0.858). Se sugiere en estudios futuros incluir una escala de conductas compen-satorias (inducción del vómito, ayunos, ejercicio físico excesivo y uso de diuréticos, laxantes o pastillas para adelgazar), tal como aparece en la escala de conductas alimentarias de riesgo de Unikel-Santoncini, Bojórquez-Chapela y Carreño-García (2004) (2006) o de Álvarez, Mancilla y Vázquez (2000).

Escala de Alexitimia de Toronto de 30 reactivos

En este estudio se tomó la adaptación de Moral (2009a), donde los reactivos de la escala tienen un rango de 6 puntos de recorrido (de 0 a 5) con tres puntos en cada polo y sin punto intermedio. Así, el rango potencial de la escala es de 0 a 100. Además, se añadió un cuarto factor, el de fantasía, el cual formaba parte del constructo, pero se había perdido en la revisión de 1994 realizada por Bagby et al. (1994). Los 10 reactivos del factor de fantasía son los sugeridos por Moral (2009b). A su vez, se formulan en sentido directo los 5 reactivos inversos que mostraron pro-blemas de consistencia en anteriores versiones.

Se contrastó por análisis factorial confirmatorio dos modelos, el hipotetizado con base en los resultados con la tAS-20 original de 4 factores correlacionados [Fantasía (21-30), Dificultad para identificar sentimientos (1, 3, 6, 7, 9, 13 y 14), Dificultad para expresar sentimientos (2, 4, 11, 12 y 17) y Pensamiento externamente orientado (5, 8, 10, 15, 16, 18, 19 y 20)] y el obtenido por análisis factorial exploratorio de 4 factores correlacionados que tiene los mismos 4 factores, salvo que los reactivos 5 y 10 pasan al factor denominado Estilo superficial de vida. El modelo que pre-

Page 415: Alimentacion Obesidad Jana

423

senta mejor ajuste es el desarrollado a partir del análisis factorial exploratorio. Los índices son de buenos a adecuados, aunque se rechaza por la prueba chi-cuadra-da y el cociente entre la chi-cuadrada y sus grados de libertad es mayor a 3. Si se eliminan dos indicadores del factor de fantasía (21 y 28), mejora el ajuste de for-ma estadísticamente significativa en comparación con el modelo de 30 indicadores (dχ2(399-344=55)=3327.01-2929.86=347.15, p<0.001). Toman valores de buen ajus-te 4 índices (fd=1.112, rms sr=0.041, agpi=0.919 y Agfi=0.909). Los restantes ín-dices toman valores adecuados (pncp=1.036, rms ea=0.055, gpi=0.931, gfi=1.923, nfi=0.905, nnfi=0.907, cfi=0.916 y Δ=0.916).

El factor de fantasía está integrado por 8 reactivos (22-27, 29-30) (α=0.887), el segundo de dificultad para identificar sentimientos por 8 reactivos (1, 3, 6, 7, 9, 10, 13 y 14) (α=0.864), el tercero de dificultad para expresar sentimientos por 6 reacti-vos (2, 4, 5, 11, 12 y 17) (α=0.823) y el cuarto de estilo superficial de vida por 6 reac-tivos (8, 15, 16, 18, 19 y 20) (α=0.718). La consistencia interna de los 28 reactivos es alta (α=0.926). Se recomienda su uso no sólo en población adolescente, sino también en adulta.

Ejercicio físico en los adolescentes escolarizados encuestados

La media, mediana y moda de días de práctica de ejercicio físico a la semana es 3. Tres cuartos de los participantes realizan ejercicio al menos media hora cada vez que se ejercitan. La media es de 4 horas a la semana de ejercicio, siendo la media-na y moda de 3 horas. El rango varía de 0 a 17.5 horas. A pesar del promedio de 4 horas, 71% de las mujeres y 42% de los hombres serían calificados como inactivos (menos de 4 horas a la semana) con base en los criterios del Ensanut 2006 (Olaiz et al, 2007), lo que indica un nivel de actividad en estos estudiantes más bajo que el de la población de adolescentes mexicanos (59% en la muestra versus 40% en el estu-dio poblacional).

Como rasgos del ejercicio en el perfil promedio de los participantes se observa que la práctica deportiva es solitaria usualmente, se hace en la casa y los ejercicios aeróbicos, como correr, trotar, caminar o montar en bicicleta, son los más practi- cados. Le siguen los deportes de competencia, como fútbol, baloncesto, béisbol o tenis.

Tres cuartos de los encuestados conceden bastante o mucha importancia a rea-lizar ejercicio físico y tienen bastante o mucha intención de hacerlo.

Si consideramos los grupos de actividad física que maneja la Ensanut 2006, aunque diferenciado los inactivos (0 horas), de los poco activos (de 1 a 3 horas a la

Page 416: Alimentacion Obesidad Jana

424

semana), tendríamos 8% inactivos (0 horas a la semana), 51% con baja actividad (menos de 4 horas), 20% con actividad moderada (entre 4 y menos de 7 horas a la semana) y 21% activos (7 o más horas a la semana).

El sexo es la variable más diferencial. Los hombres dedican más horas a la se-mana a realizar ejercicio, practican más deportes de competencia en grupo, asimis-mo acuden más al gimnasio y clubes deportivos. 10% de las mujeres son inactivas frente al 5% de los hombres, 61% poco activas frente al 37% de los hombres, 16% moderadamente activas frente al 26% de los hombres y 13% activas frente al 32% de los hombres. Llama la atención que la escuela no es el lugar que se destaca más como emplazamiento usual de la práctica de ejercicio. Ante la baja actividad, hay una llamada de atención hacia la necesidad de reforzar la educación física en los planteles de media superior.

En Ciudad Victoria se dedica más horas al ejercicio a la semana, pero esta dife-rencia deja de ser significativa si se controla el efecto del sexo. Por tanto, las horas de ejercicio a la semana debe considerarse equivalente entre las tres ciudades, con la excepción del número de días que se practica ejercicio físico. Los estudiantes en-cuestados de Ciudad Victoria le dedican en promedio más días al ejercicio que los de Saltillo y Monterrey, aun controlando el efecto de los sexos.

En la comparación entre las tres ciudades, los estudiantes victorianos practican más los ejercicios anaeróbicos; los estudiantes saltillenses practican más el baile; y los regiomontanos, artes marciales. En Monterrey y Saltillo se hace más deporte y ejercicio en la escuela que en Ciudad Victoria. Debe considerarse que este ejerci-cio físico escolar es de baja intensidad o cualidad, ya que no impacta en el índice de masa corporal, cuando sí lo hacen los deportes que se practican como actividades extraescolares. El deporte en la escuela se caracteriza por periodos prolongados de inactividad por explicaciones, filas y correcciones, así como clases sentados en el aula, como se observó a lo largo del levantamiento de datos en los distintos plan-teles.

Los grupos de índice de masa corporal definidos por los criterios International Obesity Taskforce (iotf) (Cole, Bellizzi, Flegal y Dietz, 2000; Cole, Flegal, Nicholls y Jackson, 2007) no son diferenciales para días, horas cada vez que se hace ejerci-cio, ni horas a la semana de ejercicio.

En los estudiantes de media superior encuestados prevalecen como activida-des extraescolares el ver televisión y estar sentados ante la computadora. Entre las actividades enérgicas destaca el ejercicio físico, como correr, montar en bicicleta, nadar, ir a un gimnasio. En las mujeres también destaca el baile, siendo las muje-res con infrapeso las que más bailan, seguidas de aquéllas con obesidad. El 50% dice practicar deportes en equipo menos de media hora a la semana o nunca, 45%

Page 417: Alimentacion Obesidad Jana

42�

no realiza nada de ejercicio físico o lo practica menos de media hora, 49% no baila nada o practica baile menos de media hora a la semana fuera de la escuela. La rea-lización de ejercicio en las actividades extraescolares se ve reflejada en el índice de masa corporal. Aquellos adolescentes más pasivos son los que sufren más obesi-dad y sobrepeso, por el contrario, los más activos son el grupo de normopeso, es-tando la relación más definida en el grupo de hombres.

Por lo tanto, se observa falta de ejercicio en más de un tercio de los jóvenes, so-bre todo en mujeres. Se remarca que el ejercicio físico que se hace dentro de los planteles es de muy mala calidad, ya que no se refleja las horas de ejercicio en el índice de masa corporal, cuando sí se refleja el practicar deporte de forma extraes-colar.

Se contrastó un modelo de ecuaciones estructurales muy parsimonioso, con buen ajuste a los datos y que explica un cuarto de la varianza de las horas de ejerci-cio físico a la semana. Habría un factor de actitud con dos indicadores (valoración e intención) que es un predictor directo y un factor de afecto negativo con cuatro indi-cadores (enfado, melancolía, ira y preocupación) que es un predictor también direc-to, pero de signo negativo, estando ambas variables predictoras correlacionadas entre sí con signo negativo. El modelo, aunque se inspira en la teoría de la acción razonada de Fishbein y Azjen (1975), difiere en varios puntos de ésta. En primer lu-gar, no se incluyen los aspectos de presión grupal y del entorno hacia la realización de la conducta saludable. En segundo lugar, la definición de actitud es distinta. En este modelo la actitud es identificada por la valoración del ejercicio y la intención de hacerlo, cuando Fishbein y Azjen, en la actitud sólo consideran aspectos valorati-vos. La intención de conducta se maneja como una variable aparte. En tercer lugar, el afecto negativo está ausente en el modelo de Fishbein y Azjen, cuando en el pre-sente modelo, el afecto negativo es un determinante directo e independiente de la actitud, indicado por aspectos ansioso-depresivos muy propios de la depresión de los adolescentes (ApA, 2000).

Un modelo más próximo a la propuesta de Fishbein y Azjen (1975) también pre-senta un buen ajuste a los datos, pero tiene una potencia explicativa muchísimo menor, entre 9 y 8% de la varianza. La intención estaría determinada por la valora-ción de la conducta. El ejercicio físico sería determinado por la intención y el afecto negativo. Faltaría introducir aspectos de matices de beneficios y barreras en el fac-tor actitudinal (Brown, 2005), presiones sociales, incluso de auto-eficacia (Pender, Murdaugh y Parsons, 2006), con lo que aumentaría la competencia explicativa, la cual figura en torno a un tercio de la varianza (Ajzen, Albarracín y Hornik, 2007).

Page 418: Alimentacion Obesidad Jana

42�

Hábitos de alimentación

Como primer hábito saludable se estudió el ejercicio físico y como segundo hábito se indaga en la alimentación. La media de veces que se come al día es 3, lo cual es recomendable, comiendo con más frecuencia los hombres que las mujeres. Se come con más frecuencia en Saltillo y Monterrey que en Ciudad Victoria y comen con más frecuencia las personas con infrapeso y normopeso que aquellas con obe-sidad o sobrepeso. Además, el predictor con más peso de imc entre las variables de ingesta alimentaria fue las veces que se come al día. Así, el comer tres o más veces al día es un claro factor protector de sobrepeso y obesidad en estos adolescentes escolarizados.

Las hamburguesas, tortas y hot-dogs, carnes, frutas y frijoles son los grupos de alimentos más consumidos. En un lugar intermedio aparecen los huevos, cereal, papitas y verduras. Legumbres, refrescos, pescado y leche son los alimentos me-nos consumidos. Se observan algunos aspectos de desbalance en la dieta, como exceso de hamburguesas, hot-dogs y tortas. No obstante, en conjunto, la dieta pa-rece adecuada, con consumo de pescado por encima de lo esperado y bajo consu-mo de refresco; por lo que los programas educativos que se implantan en la media superior para la salud están teniendo un efecto positivo. Además, la frecuencia de consumo de los distintos grupos de alimentos está escasamente relacionada con el índice de masa corporal, lo cual podría indicar que se sigue una dieta bastante ba-lanceada. En mujeres destaca más la comida no saludable, pero en hombres el imc es independiente de los grupos de ingesta de alimentos.

La calidad de comida resulta mejor en Monterrey y Saltillo en comparación con Ciudad Victoria con un menor consumo de comida chatarra y más consumo de pes-cado. Por sexos hay diferencias, reportando los hombres, en general, consumo con más frecuencia de los distintos grupos de alimentos. Así, parece que frecuencia también está indicando cantidad comida. Las mujeres consumen en términos relati-vos más comida chatarra que los hombres, ya que el promedio es equivalente entre ambos sexos en la comparación intergrupo, cuando los demás factores promedian más los hombres; y en la comparación de medidas repetidas, el promedio de comi-da chatarra es más alto que en los otros grupos de alimentos en las mujeres, cuan-do es el tercer promedio en hombres.

Existen diferencias significativas por sexos en los significados otorgados a cui-dar la alimentación. Las mujeres consideran que cuidar la alimentación saludable es comer alimentos sanos (42% frente al 37% de los hombres); y los hombres, co-mer cantidades adecuadas (17% frente al 14% de las mujeres). No obstante, en el

Page 419: Alimentacion Obesidad Jana

42�

conjunto de la muestra, el cuidar la alimentación se define consumir alimentos salu-dables como: vegetales, verduras, frutas, pescado y cereales.

Se aconseja estimar las correlaciones entre las frecuencias reportadas de con-sumo y las autorregistradas (u observadas) en estos adolescentes escolarizados para determinar sus confiabilidades por el escaso potencial predictivo de estas va-riables. No obstante, hay limitaciones importantes en las variables consideradas. Carecemos de una estimación por participante de las calorías totales ingeridas, ca-lorías totales gastadas y de la relación entre las calorías aportadas por proteínas, grasas y carbohidratos. A su vez, los grupos de alimentos son demasiado amplios. Así, la naturaleza de autorreporte de los datos y las limitaciones de las variables de-terminan la escasa varianza pronosticada del índice de masa corporal por las va-riables de ingesta alimenticia. Con observaciones directas de las variables antes mencionadas, la potencia predictiva debería ser mayor, al menos de un tercio de la varianza (Sánchez-Carracedo y Saldaña, 1998).

Estado afectivo

En la presente muestra, domina el afecto positivo sobre el negativo, aunque el nivel de afecto negativo es más alto en mujeres que en hombres y tiene su efecto sobre los síntomas de trastorno alimentario (insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar), especialmente en las mujeres y no tanto en hombres. Los posibles ca-sos clínicos de síntomas de ansiedad y depresión, están dentro de lo esperado en población general de adolescentes, 6% en mujeres y 2% en hombres.

En la factorización de la escala de afectos positivos y negativos (eApn) se dis-tingue un factor de vergüenza y culpa de otro ansioso-depresivo. Por el contrario, el afecto positivo resulta más unitario, no llegándose a distinguir de forma clara un componente de afecto positivo activador (placer-alegría-felicidad) de otro de ausen-cia de afecto negativo (calma-relajación). En la secuencia de síntomas de trastorno alimentario es el ansioso-depresivo el que toma más peso.

Por ciudades hay más afecto negativo en Monterrey y menos en Ciudad Victoria. Por otra parte, hay más afecto positivo en Ciudad Victoria y menos en Saltillo. No obstante, hay un fenómeno de interacción entre el sexo y la ciudad. Las mujeres victorianas son las que reportan más afecto positivo, claramente por encima de lo esperado por la tendencia lineal, y los hombres victorianos son los que reportan menos afecto positivo, de forma equivalente a los hombres saltillenses y claramen-te por debajo de lo esperado por la tendencia lineal (véase Figura 1). Así, hay algo en la vida social de Ciudad Victoria que genera más afecto positivo en las adoles-

Page 420: Alimentacion Obesidad Jana

42�

centes o las adolescentes victorianas son más extrovertidas. Se ha demostrado que el afecto positivo no sólo se asocia con extroversión, sino que esta variable de personalidad explica parte de su varianza con independencia del ambiente (Lucas, Le y Dyrenforth, 2008).

Figura 1. Medias por sexos y ciudades en afecto positivo y negativo. Líneas separa-das para hombres ( - - -) y mujeres ( )

Índice de masa corporal

En la muestra domina el normopeso (65%). El porcentaje de bajo peso (11%) es equivalente al reportado por el Ensanut 2006 (Olaiz, Rivera, Shamah, Rojas, Villalpando, Hernández y Sepúlveda, 2007), pero los porcentajes de sobrepeso y obesidad son menores. Los porcentajes de sobrepeso y obesidad disminuyen en 7%, aumentando el grupo de normopeso en esta proporción. Por sexos hay más sobrepeso y obesidad en hombres; y por ciudades, en Ciudad Victoria. A su vez, a mayor edad, se observa más sobrepeso y obesidad. Las variables sociodemográ-ficas resultaron factores de riesgo con mucho peso. Le sigue la obsesión por adel-gazar, hacer dieta, imagen negativa del comer, escasa satisfacción consigo mismo y descontrol alimentario (bulimia). Ni el ejercicio ni los grupos de alimentos fueron factores de riesgo de sobrepeso y obesidad, aunque en las mujeres la frecuencia de consumo de alimentos no saludables (hamburguesas, papitas, refresco, tortas, tacos y hot-dogs) era predictor significativo de índice de masa corporal.

Page 421: Alimentacion Obesidad Jana

42�

Imagen corporal

Aparecen indicadores de malestar con la imagen corporal, preocupación por adelgazar e intentos de restricción dietética, con perfiles que aproximan a mucho de estos jóvenes a formas de trastorno alimentario no especificadas. Esta misma conclusión de altísima expresión de los trastornos alimentarios ya fue adelantada por Suárez, Vaz, Guisado y Gómez (2003) con un estudio en población rural, aun-que realizado en España.

Los programas de educación para la salud y el contexto en el que se desenvuel-ven los adolescentes parecen que les están generando mucha preocupación por su peso y silueta, con un marcado deseo de adelgazar, con la excepción de aquéllos con bajo peso.

La obesidad posee muchos atributos no deseados, como pasividad, tristeza, so-ledad, fealdad e infelicidad, que presionan hacia la búsqueda de una imagen delga-da con sus atributos deseados de actividad, felicidad, atractivo y éxito, aunque hay cierta aceptación de las personas obesas. Así, recibe algunas atribuciones positi-vas como honestidad, amabilidad y servilismo. A su vez, a la imagen delgada se le atribuyen algunos rasgos negativos, como egoísmo y estupidez. De ahí se deduce que la presión social a la delgadez está definida, pero no excesivamente polariza-da, sobre todo en mujeres. Se recomienda en estudios futuros complementar estos datos con los factores del cuestionario de Influencias sobre los Modelos Estéticos Corporales (cimec-26) de Toro, Salamero y Martínez (1994).

En promedio, la imagen corporal se percibe en un rango del normopeso en am-bos sexos. No obstante, en mujeres hay una fuerte discrepancia entre la deseada (que es delgada) y la percibida (normopeso alto). En hombres no se produce tanto esta discrepancia (véase Figura 2).

Figura 2. Medias de los tres tipos de imágenes evaluadas con líneas separadas por sexos.

Page 422: Alimentacion Obesidad Jana

430

Trastornos alimentarios

Los casos de tcA no especificados parecen frecuentes en la muestra. Los mo-delos de clúster no son capaces de identificar anorexia en la muestra conjunta ni en la de hombres o mujeres. Lo que probablemente se deba a su bajísima expresión, sobre todo del subtipo restrictivo. Los modelos pueden identificar muy bien los pro-blemas de descontrol alimentario o atracones relacionados con más masa corporal y muy ligados a los hombres. Al carecerse, en el estudio, de una escala de conduc-tas compensatorias inadecuadas no podemos distinguir la bulimia de la hiperfagia o trastorno por atracones. Al realizar los análisis de forma independiente en hom-bres y mujeres, los posibles casos de tcA destacan más en mujeres que en hom-bres, como es lo esperado. No obstante, al juntar ambas muestras, el descontrol ali-mentario masculino toma más peso, con lo que los posibles casos de tcA están más presentes en los hombres que en las mujeres. Esto es un dato muy interesante que puede arrojar algunas críticas sobre el sistema actual de clasificación del tcA, el cual tiene un clarísimo sesgo femenino. ¿Está subestimando la patología alimentaria en varones? En los varones con más descontrol alimentario, obsesión por adelgazar y más imc aparece mayor negación de la insatisfacción corporal y mayor afecto nega-tivo, lo que indica hiperfagia con un posible componente afectivo. Por lo tanto, la pa-tología alimentaria masculina puede estarse diagnosticando como depresión con un patrón de síntomas atípicos (ApA, 2000), es decir, por su etiología más que con su sintomatología. De ahí más que una crítica puede verse como una matización.

En los modelos de regresión lineal, el índice de masa corporal, los factores de la alexitimia, problemas interpersonales, indefensión y preocupación obsesiva resul-taron predictores significativos de trastorno alimentario en ambas muestras, a su vez, el ejercicio físico y la aceptación pasiva en las mujeres y culpabilizar en hom-bres. Estos modelos predictivos explican un cuarto de la varianza de los síntomas de trastorno alimentario. De los modelos de análisis de trayectorias definidos, el que presenta mejor ajuste a los datos en ambas muestras es el que considera a la alexitimia como predictor de problemas interpersonales, insatisfacción corporal, ob-sesión por adelgazar y bulimia; al índice de masa corporal como predictor de insa-tisfacción corporal y obsesión por adelgazar; y los problemas interpersonales como predictores de obsesión por adelgazar y bulimia, contemplándose el círculo vicioso entre insatisfacción corporal-obsesión por adelgazar-bulimia-insatisfacción corpo-ral. La relación entre alexitimia y síntomas de trastornos alimentarios resulta direc-ta, a su vez, el índice de masa corporal sólo está débilmente influido por la alexitimia en la muestra de mujeres. La alexitimia sí pronostica problemas interpersonales de rechazo en la casa y en la escuela, pero no así el tener sobrepeso u obesidad. Se

Page 423: Alimentacion Obesidad Jana

431

recomienda en futuros estudios contemplar las variables de presión social a la del-gadez y conductas compensatorias inadecuadas ante efectos de la sobreingesta calórica en los atracones (purgas, ayunos y ejercicio). Precisamente, el modelo es consonante con la propuesta de Moral (2002), pero en ésta se concede gran impor-tancia a la presión social hacia la delgadez y valores estéticos culturales que son aspectos no incluidos en este estudio. Los datos sobre los rasgos diferenciales atri-buidos a la imagen obesa y delgada indican una polarización con la valoración de la delgadez y descalificación de la obesidad, aunque no extrema, sobre todo en mujeres.

En el análisis de clúster, al definir los grupos con la inclusión del imc, el esta-do afectivo toma peso en hombres, pero no en mujeres. Por el contrario, al prede-cir trastorno alimentario, considerando el imc y el afecto negativo como predictores, este último toma peso en la muestra de mujeres, pero no en los hombres. Esto indi-ca que hay un subgrupo de hombres con hiperfagia emocional claramente definido, no así en mujeres, como refleja el análisis de clúster; a su vez, existe una relación entre ser mujer, sufrir depresión y agravarse la insatisfacción corporal y la obsesión por adelgazar, como reflejan los modelos de regresión y análisis de trayectorias.

Diagnóstico

Deben señalarse tres importantes limitaciones que tiene este estudio. La mues-tra empleada no es probabilística y aunque es de tamaño grande tiene un sesgo por sexos, con una mayor representación del sexo femenino (14% más mujeres que hombres). El sesgo de los sexos se remarca en la composición por ciudades. En la muestra de Saltillo es más fuerte cuando en la muestra de Ciudad Victoria hay equi-valencia en la frecuencia de hombres y mujeres. Esta limitación se superó contro-lando el sexo estadísticamente en las comparaciones o repitiendo los análisis en la muestra de hombres y mujeres. En segundo lugar, las escalas del instrumento de medida no permiten diagnósticos dSm-iv ni cie-10, además no están estandarizadas para población mexicana. De ahí que se estudiaron sus propiedades psicométricas. En tercer lugar, todos los datos son autorreportados, entre ellos el índice de masa corporal (imc) y la frecuencia de consumo de alimentos. Como ya se informó, el imc reportado resulta confiable. No obstante, se requeriría triangular método, emplean-do observación y registros cuantitativos, especialmente en referencia al consumo de alimentos, calorías y nutrientes. Asimismo, debe esclarecerse los alcances del estudio. La población objeto de estudio son adolescentes escolarizados de media superior urbanos del noreste de México. Los adolescentes no escolarizados, así

Page 424: Alimentacion Obesidad Jana

432

como aquellos que viven en poblaciones rurales constituyen, en un principio, pobla-ciones distintas. La generalización de estos resultados a estas poblaciones debe hacerse a modo de hipótesis y no como una evidencia establecida.

Con estas limitaciones y alcances, el nivel promedio de ejercicio físico es acep-table, aunque un porcentaje importante presenta baja actividad (más de un ter-cio), sobre todo en mujeres, siendo el deporte que se practica en la escuela de baja calidad.

A nivel de estado afectivo no hay indicadores de alarma. El porcentaje de sobrepeso y obesidad está alto (23%), aunque significati-

vamente menor al reportado por el Ensanut 2006 que era muy alarmante (32%). Prevalece el normopeso (66%) y la mayoría así se percibe.

Hasta un 36% de la muestra ha hecho dieta adelgazante alguna vez en su vida. Son alarmantes los indicadores de insatisfacción corporal y obsesión por adelga-zar, indicando una presencia de trastornos de la conducta alimentaria, probable-mente por encima de 1-3% observados en otros estudios (ApA, 2000). La anorexia no está bien definida, pero sí el trastorno por atracones entre los hombres. La forma modal de trastorno alimentario correspondería al criterio trastorno de no especifica-do o subclínico con insatisfacción corporal y obsesión por adelgazar en la mayoría de los casos, destacando el descontrol alimentario en un subgrupo de hombres con sobrepeso u obesidad. Se requeriría un estudio con entrevistas estructuradas para diagnóstico de trastorno alimentario, como el Scid (First, Spitzer, Gibbon y Williams, 1996).

La depresión en hombres parece definir un subgrupo de adolescentes con hi-perfagia y sobrepeso u obesidad y en mujeres actúa como un factor agravante del círculo vicioso de síntomas de trastorno alimentario, iniciado en la insatisfacción corporal. Precisamente, existe diferencia significativa entre cómo perciben las mu-jeres su cuerpo (normopeso alto) y como lo desean (delgado).

Los capítulos 6 y 7 destacan el valor de la delgadez como un factor determinante de la insaisfacción corporal en estos adolescentes, así la imagen de la persona obe-sa se halla desvalorizada con rasgos de pasividad, descuido, fealdad e infelicidad, no obstante, el rechazo no es radical, pues también se le atribuyen rasgos positivos, como amabilidad, servilismo e inteligencia. A su vez, auque dominan los rasgos po-sitivos en la imagen de la persona delgada, como salud, actividad, vivacidad, atrac-tivo y felicidad, también hay rasgos negativos, el ser tonto y estúpido, probablemen-te en un sentido de soberbia u orgullo inadecuado.

La insatisfacción corporal no sólo aparece en un rango de posible caso clínico, sino que la distribución de la escala es simétrica y próxima a una curva normal, lo cual indica que la insatisfacción toma formalidades de un rasgo en esta muestra de

Page 425: Alimentacion Obesidad Jana

433

estudiantes escolarizados, además apoya y acentúa la interpretación de que los va-lores de delgadez y el terror a la obesidad están muy presentes en estos adolescen-tes, poseyendo un alto potencial patógeno.

En el estudio de Moral (2009a), con el rango de 6 puntos por reactivos en la TAS-20, se observó una diferencia de medias muy marcada entre estudiantes universi-tarios de psicología (24.90±12.27) y parejas casadas (36.73±11.97). Los alumnos de media superior encuestados presentan medias (51.08±19.40) más altas que los adultos casados. Si se divide la media (51) por el número de reactivos (20) resulta 2.55, un valor entre 2 (bastante en desacuerdo) y 3 (algo en desacuerdo), es decir, se inclina hacia el polo no alexitímico, aunque con un valor superior a los adultos como se espera evolutivamente (Moral, 2008; Taylor, Bagby y Parker, 1997). Estos datos indican la necesidad de un estudio poblacional para establecer los paráme-tros de la escala, ya sea con la forma original o con el formato modificado (los 20 reactivos redactados en sentido alexitímico, añadiendo 8 del factor de fantasía).

Propuestas de intervención

Se recomienda mejorar la calidad de ejercicio en las escuelas e incrementar las horas a la semana; de preferencia una hora diaria los días de escuela, ya que el ejercicio no sólo es bueno para mantener el peso y lograr una buena figura, sino que también mejora el estado de salud y anímico, tal como indica el Departamento estadounidense de servicios de salud y humanos (uSdhhS) (2008). A tal fin se reco-mienda un ejercicio de acondicionamiento, como Tae-Bo, pilates y otros por el es-tilo. Esto es, se sugiere una actividad sostenida por más de media hora que integre ejercicio de resistencia y fuerza, ejecutada de forma individual, pero dentro de un grupo grande en un espacio limitado.

Aunque la falta de ejercicio físico no es un claro predictor de sobrepeso y obesi-dad en esta muestra de estudiantes escolarizados, se sugiere retomar las recomen-daciones internacionales de ejercicio, para que se aprovechen sus múltiples benefi-cios. Precisamente, en la presente muestra, existe una correlación inversa, aunque baja, entre horas de ejercicio a la semana y afecto negativo (r=-0.112, p<0.001) y directa con afecto positivo (r=0.095, p<0.001).

Con este programa de educación física diaria se garantizarían las horas de ejer-cicio recomendadas y se permitiría la inversión del tiempo extra académico en ta-reas escolares y aspectos sociales, considerando que la mayor proporción de ejer-cicio extraescolar practicado es individual y en la casa. Esto plantea el seguimiento

Page 426: Alimentacion Obesidad Jana

434

de los programas de educación física en la universidad, incluso su acondiciona-miento en las empresas grandes.

El baile es una actividad física a la cual también se le puede dar su importan-cia, muy atractiva para las mujeres y claramente relacionada con un menor índice de masa corporal. Así, se puede incluir salsa-aerobics entre los otros ejercicios de acondicionamiento. Ya que a los adolecentes les gusta la variedad, se podrían al-ternar por días, distintas modalidades de ejercicios de acondicionamiento.

Es muy importante que los instructores sean claros modelos para los adolescen-tes con cuerpos esculpidos por el ejercicio físico y en plena forma. Lo cual juega a favor de la motivación. Por el contrario, es un error que profesores de otras mate-rias, con sobrepeso u obesidad y con marcada falta de condición física impartan es-tas clases.

Los espacios deben ser apropiados para grandes grupos, acomodados a las distintas condiciones climáticas, con duchas y vestuarios. Lo cual probablemente requiera inversiones en infraestructura dentro de los planteles.

Esta primera propuesta trae el inconveniente de requerir la realización de una in-versión fuerte en los planteles estudiantiles. Se habla de gimnasios amplios, duchas y maestros de educación física. A nivel de los escolares, sus padres les supondrían gastos en ropa deportiva, incluso aparatos de deporte. Por lo tanto, se necesitan re-cursos financieros y el consentimiento de los padres. También es imprescindible el apoyo activo de los estudiantes para que la medida sea efectiva y además correc-ta éticamente. En caso contrario, el adolescente estaría siendo forzado, de forma automática, a tener una actividad física alta, aunque adecuada, con el propósito de mejorar su estado de salud presente y futuro. Esto es, se estaría adoptando una ac-titud paternalista, violando la autonomía, voluntad y poder de decisión de los meno-res. Por lo tanto, antes de modificar los planes de educación física, debe hacerse un trabajo de participación ciudadana con los padres y especialmente con los estu-diantes. Una vez aprobado por ellos se daría el paso a nivel reglamentario y ejecuti-vo. Aparte de estos inconvenientes prácticos y éticos, también se podría hacer una objeción teórica o técnica. Una vez que se abandone la media superior con el rigor físico planeado, ¿se transferirán los hábitos de ejercicio a la vida cotidiana del adul-to, ya sea el joven o la joven estudiante universitario, trabajador, ama de casa, em-presario o rentista?

El hecho de que el ejercicio físico esté diseñado para hacerse en casa en poco espacio, que consista en rutinas bien aprendidas, gratas a los jóvenes y que éstos hayan visto sus resultados, dentro del discurso de salud en el que se imparten, don-de se insiste en la necesidad de seguirlas, cuando la universidad o el lugar de traba-jo no las oferten, puede facilitar esta transferencia. El hacer ejercicio sólo dos veces

Page 427: Alimentacion Obesidad Jana

43�

a la semana, aunque mejorando la calidad del mismo bajo las recomendaciones dadas, y dejar que el adolescente se haga cargo del resto, pensamos que es peor opción. En realidad no habría un cambio importante en relación con la situación pre-sente, probablemente daría muy pocos frutos y finalmente generaría menor trans-ferencia hacia el futuro. El cambio marcado y fuerte generará unos hábitos y pro-porcionará una experiencia que son necesarios para la adecuada transferencia o internalización. Debe señalarse que toda función que queda inscrita en la persona-lidad, en primer lugar fue una actividad externa que la persona recibió o a la que fue sometida (Vygostki, 1978).

El comer tres o más veces al día se observa como un factor protector de sobre-peso y obesidad. Este hábito debe incluirse en la educación alimenticia. Se sugie-re desmotivar el consumo alto de hamburguesas, hot-dogs y tortas, sobre todo en Saltillo y Monterrey, así como de refresco.

Se remarca la necesidad en la educación para la salud de trabajar las habili-dades de control de hambre y el apetito, desarrollar autoeficacia para mantener el peso y la silueta para prevenir trastornos alimentarios. Los modelos de predicción de factores de riesgo para el trastorno alimentario señalan la importancia de las ha-bilidades propias de la inteligencia emocional, como son la capacidad de simbolizar las emociones, su identificación adecuada e integración en la toma de decisiones y regulación de la propia conducta. De ahí que también debería trabajarse estos as-pectos en el programa de educación para la salud, lo cual sería más efectivo si ya se hubiesen abordado desde la educación primaria.

La polarización no extrema del rechazo de la obesidad, aunado al dominio de una afectividad positiva en la muestra de estudiantes y una expresión de trastornos de ansiedad y del estado de ánimo dentro de los porcentajes esperados, nos ofre-ce un panorama alentador y facilitador de una intervención psicosocial en las es-cuelas. A tal fin especificamos una propuesta psicoeducativa para el desarrollo de hábitos de salud, donde se trabajan aspectos de identificación, expresión y modula-ción afectiva con técnicas tomadas de un tratamiento de grupo cognitivo-conductual para trastornos somáticos funcionales (Moral, en prensa). Debido a los indicadores de trastorno alimentario en la muestra y el papel del déficit de conciencia emocional, esta intervención se vislumbra prometedora. Además, el nivel de alexitimia es más alto que en adulto, como se espera por la etapa evolutiva, lo que remarca la adecua-ción de estas técnicas en la población de adolescentes escolarizados.

Page 428: Alimentacion Obesidad Jana

43�

Intervención para el desarrollo de habilidades emocionales

Se propone desarrollar la conciencia emocional con el apoyo de autorregistros, requiriéndose una actitud de apertura y aceptación de las emociones, para lo cual se acude a la técnica de reestructuración cognitiva. El trabajo se realizaría en gru-pos pequeños (de 8 a 16 participantes) bastante homogéneos en su nivel de alexi-timia (alto, medio, bajo), siendo recomendable separar los grupos por sexos en las primeras sesiones.

En una primera sesión, se inicia con la definición de emociones básicas y sen-timientos, con sus indicadores, contextos y ejemplificaciones en la vida del adoles-cente: ansiedad, miedo, pánico, tristeza, nostalgia, alegría y entusiasmo. Se hacen dinámicas para abordar las ideas irracionales sobre las emociones, indicando y mo-tivando a los participantes a que relaten sus creencias y temores sobre las emocio-nes. Se abordan los casos donde se constata ausencia de registros de emociones o registros inadecuados o inconsistentes para ayudar a una correcta identificación y etiquetado.

Se prosigue en otra sesión con las definiciones y ejemplificaciones de emocio-nes básicas y sentimientos: vergüenza, envidia, celos, compasión, orgullo y grati-tud. De nuevo se hacen dinámicas acerca de ideas irracionales sobre las emocio-nes y su aceptación. Se instruye para la aplicación de la reestructuración cognitiva al campo de las emociones propias. Se abordan las dificultades de registro de emo-ciones en las tareas para hacer en casa.

En una tercera sesión, se desarrolla dinámica sobre ideas irracionales en torno a las emociones y su aceptación, trabajando el conjunto de emociones ya presenta-das. Se aplica la reestructuración cognitiva al campo de las emociones propias y se abordan dificultades de registro de emociones en las tareas para hacer en casa.

En una cuarta sesión, se introducen estrategias de autocontrol emocional (respi-ración diafragmática, reflexión, re-evaluación positiva de la situación, búsqueda de apoyo y solución de problemas).

En las siguientes sesiones, en grupos de ambos sexos, se leen registros de identificación de emociones e intentos exitosos, así como frustrados de control. Se escenifican los fracasos y se construyen dramáticamente afrontamientos exitosos adaptativos a la situación. Así, se va introduciendo el desarrollo de las habilidades de asertividad y empatía. Aparte sería útil trabajar autoconcepto positivo.

Estas dinámicas de desarrollo personal se podrían llevar dentro de las materias de salud y ética, para lo cual se requeriría personal docente con un diplomado en modificación de conducta que enseñe estas técnicas específicas o psicólogos con

Page 429: Alimentacion Obesidad Jana

43�

entrenamiento en modificación de conducta. Para una introducción a la modifica-ción de conducta véase el manual de Caballo (1998) y García-Cadena (2006).

Se sugiere intercalar las actividades de desarrollo personal en un semestre o dos semestres, con una sesión de dos horas a la semana, asimismo diseñar un for-mato estandarizado para que sea evaluado en aspectos de cambios, costos y be-neficios; de tal forma que pueda ser revisado y mejorado.

En el tercer semestre se debería trabajar control del hambre y el apetito a través de unos hábitos adecuados y disciplinados de ingesta de alimento. Ahora se apro- vecharían los talleres previos de conciencia emocional para identificar la indulgen-cia y pérdida del control ante reacciones emocionales y conductas autodestructi-vas. Incluso se podría trabajar educación sexual con el desarrollo de autoeficacia para evitar conductas sexuales de riesgo y consumo de drogas perjudiciales para la salud.

De gran utilidad para el control de impulsos y la ansiedad son las técnicas de re-lajación, empezando por la técnica de respiración diafragmática. Una de las técni-cas de relajación más usada, especialmente en el campo de la psicosomática, es el entrenamiento autógeno de Schultz y Luthe (1959), la cual recomendamos que se enseñe a los estudiantes dentro de estos talleres, practicada en grupo y recomen-dada como tarea antes de dormir. Se basa en la sugestión, intentando inducir en la persona las sensaciones propias de un estado de relajación para lograr el mismo. Son sensaciones como pesadez corporal, calor, ritmo cardiaco y respiratorio regu-lar y mente despejada. La sugestión se logra por medio de un ritmo lento y monóto-no, una voz profunda y relajada, así como por el poder relajante asociado con cier-tas palabras que desencadenan una respuesta condicionada de relax. En su forma reducida, el entrenamiento autógeno de Schultz y Luthe (1959) toma el siguiente formato:

Adopte tranquilamente la postura que haya elegido (tumbado o sentado) y me-diante pequeños movimientos haga los ajustes necesarios que le permitan experi-mentar la máxima comodidad. (Pausa de 20 segundos).

Mientras respira profundamente, lleve la atención a su cuerpo, y comience len-tamente a relajarse de un modo progresivo: los músculos de los pies (pausa 5 se-gundos), los músculos de las piernas (pausa de 5 segundos). Mientras lleva la aten-ción a la pelvis, relaje los músculos del abdomen (pausa 5 segundos), los músculos del tórax y los de los hombros (pausa 5 segundos). Descienda con el pensamiento por la espalda hasta llegar a los glúteos (pausa 5 segundos). Ahora suba hasta los hombros y descienda por los brazos hasta llegar a las muñecas (pausa de 5 segun-dos), las manos, las yemas de los dedos (pausa de 5 segundos).

Page 430: Alimentacion Obesidad Jana

43�

Aprovechando la ola de la respiración, que ha vuelto a ritmo normal, suba por los brazos hasta llegar a los músculos del cuello, los músculos de la cara, la frente y todo el cuero cabelludo. (Pausa de 10 segundos).

A fin de prepararse mejor para los ejercicios del Entrenamiento Autógeno, repi-ta mentalmente la fórmula: Estoy tranquilo y sereno (repetir cinco veces con pausas de 10 segundos).

Con el pensamiento imagine que su cuerpo es cada vez más pesado. Para au-mentar esta sensación repita mentalmente: Mi cuerpo es pesado (repetir cinco ve-ces con pausas de 10 segundos).

Imagine que está a orillas del mar, tumbado sobre la arena, luego sienta el peso de su cuerpo mientras el sol le calienta agradablemente desde el cuello hasta los pies (pausa de 5 segundos). Para aumentar la sensación de calor en todo el cuer-po, puede repetir la fórmula del calor. Mi cuerpo está agradablemente caliente (re-petir cinco veces con pausas de 10 segundos).

Mientras continúa disfrutando de estas sensaciones de pesadez y calor, lleve su atención a la respiración, a la lenta y rítmica subida y bajada del tórax, que pare-ce una ola marina (pausa de 5 segundos). Déjese mecer por ella mientras repite: Mi respiración es tranquila y regular (repetir cinco veces con pausas de 10 segundos).

Mientras está inmerso en la sensación de pesadez y calor y es mecido por su respiración, deje resbalar su atención hasta llegar al plexo solar (pausa de 5 segun-dos). Parece como si en ese punto el sol calentase un poco más, los músculos se soltasen, las tensiones desapareciesen y percibiese que el plexo solar está cada vez más caliente. Para incrementar esta agradable sensación, puede repetir men-talmente: Mi plexo solar está cada vez más caliente (repetir cinco veces con pausas de 10 segundos).

Continúe dejándose mecer por su respiración mientras siente que su cuerpo es cada vez más pesado y está más caliente, y también el calor aumenta en el plexo solar. Lleve su pensamiento al corazón, en el centro del pecho y un poco a la iz-quierda (pausa de 5 segundos). Perciba su latido y repita mentalmente: Mi corazón late tranquilo y regular (repetir cinco veces con pausas de 10 segundos).

Ahora lleve la atención a la frente (pausa de 5 segundos). Imagine que, mien-tras está tranquilamente tumbado sobre la arena, una agradable brisa le refresca la frente (pausa de 5 segundos). Repita mentalmente la fórmula. Mi frente está fresca (repetir cinco veces con pasuas de 10 segundos).

Page 431: Alimentacion Obesidad Jana

43�

Esquema de la forma reducida:

− Relajación fraccionada en grandes bloques, sin entrar en detalles.− Fórmula de la tranquilidad repetida 5 veces.− Fórmula de la pesadez, que afecta directamente a todo el cuerpo desde el

cuello hasta los pies: “Mi cuerpo es pesado” (repetida 5 veces).− Fórmula del calor, que afecta directamente a todo el cuerpo desde el cuello

hasta los pies: “Mi cuerpo está caliente” (repetida 5 veces).− Fórmula de la respiración: “Mi respiración es tranquila y regular” (repetida 5

veces).− Fórmula del plexo solar: “Mi plexo solar está caliente” (repetida 5 veces).− Fórmula del corazón: “Mi corazón late tranquilo y regular” (repetida 5 veces).− Fórmula de la frente fresca: “Mi frente está fresca” (repetida 5 veces).

Tiempo medio de ejecución de 6 a 8 minutos.

A continuación se pueden introducir ejercicios de profundización y visualización. Para la profundización, en un tono hipnótico, se dan las siguientes instrucciones: Ahora vamos a realizar un ejercicio para lograr más relajación y poder de la fanta-sía. Se ve dentro de un ascensor. El ascensor está en una planta alta, en la décima planta. El ascensor va a descender lentamente y en la medida que baja nos vamos sintiendo más y más relajados. Vemos en la pantalla digital del ascensor el núme-ro diez que marca el piso donde estamos. Lo ponemos en marcha. Empieza a bajar lentamente y nos vamos sintiendo más y más relajados. Vemos que marca el núme-ro 9. Sigue descendiendo y nos sentimos más y más relajados. Vemos que marca el número 8. Sigue desciendo y nos sentimos más y más relajados. … Vemos que marca el número 0 y se detiene. Las puertas se abren. Ante nosotros hay un hermo-so paisaje verde. Estamos en lo alto de una colina y abajo hay un río. Empezamos a bajar la ladera. Sentimos el aíre limpio y fresco de la naturaleza y según descende-mos nos sentimos aún más relajados. Seguimos desciendo hasta llegar a la orilla. Vemos una piedra grande y plana y nos tumbamos en ella mirando al cielo azul.

De aquí le sigue el ejercicio de visualización para lograr efectos motivacionales o somáticos deseados. Por ejemplo, para el control del dolor: Ahora visualiza su cuer-po. Puede ver los puntos de dolor en rojo. Va a sentir una ráfaga suave de aire fres-co que torna estas zonas en color azul. Según cambia el color va desapareciendo el dolor y el malestar y se va sintiendo cada vez mejor y más relajado. Pasados unos minutos, se inicia el ejercicio de activación. En nuestra fantasía ahora nos vamos a levantar de esa roca junto al río y vamos a empezar a subir la colina verde. Según

Page 432: Alimentacion Obesidad Jana

440

subimos nos vamos sintiendo cada vez más activos. Entramos en el ascensor que tiene las puertas abiertas. Le damos al botón del piso décimo. El ascensor empieza a subir y nos vamos sintiendo más activos. Llevados al piso décimo, se abre la puer-ta del ascensor y abrimos los ojos. Puede que sienta todavía el cuerpo muy dormi-do. Cierre y abra las manos para ir activándose más.

En síntesis, se sugieren cambios importantes en la educación física y de la salud para hacerla más efectiva:

• Incrementar a una hora diaria de ejercicio y cambiar a ejercicios de acondicio-namiento físico en toda la media superior.

• Contratar a instructores cualificados y con clara condición física para impartir la educación física.

• Hacer inversiones en infraestructura dentro de los planteles educativos para que se puede llevar a cabo actividades de acondicionamiento físico diarias con todos los alumnos.

• Realizar talleres semestrales de desarrollo de habilidades de conciencia y control emocional, así como desarrollo de un auto concepto positivo, en los dos primeros semestres, con una sesión de dos horas a la semana.

• Crear talleres de enseñanza aplicada de hábitos de comer para el control de hambre y apetito, contemplando las situaciones de auto indulgencia y descon-trol alimentario ante emociones negativas, en el tercer semestre.

• Dar importancia a las técnicas de relajación, especialmente el entrenamien-to autógeno de Schultz y la visualización para que sea practicada en grupo de clase y por las noches por los estudiantes, como un recurso para controlar el estrés, trabajar su motivación y problemas físicos, como dolor.

• Entre los hábitos alimenticios correctos se recomienda comer tres o más ve-ces al día.

• Desde esta plataforma trabajar otros aspectos de salud, como sexualidad (prevención de embarazo no deseado e infecciones de transmisión sexual) y drogas, desde el tercer semestre.

• Emplear personal cualificado para estos talleres, ya sean docentes con diplo-mados o psicólogos profesionales.

• Hacer diagnósticos tempranos de trastorno de la conducta alimentaria con una adecuada canalización por parte de estos profesionales.

Page 433: Alimentacion Obesidad Jana

441

BIBlIografía

Ajzen, I., D. Albarracín y R. Hornik (2007), Prediction and Change of Health Be- havior, Applying the Reasoned Action Approach, Mahwah, NJ., Lawrence Erlbaum Associates.

Álvarez, J. (2002), Estudio de las creencias, salud y enfermedad, México, Trillas.Álvarez, R. G., J. M. Mancilla y A. R. Vázquez (2000), “Propiedades psicométricas

del Test de Bulimia (bulit)”, Revista Psicología Contemporánea, 7(1), pp. 74-85.American Psychiatric Association (ApA) (2000), Diagnostic and Statistic Manual of

Mental Disorders, 4ª ed., text revised (dsm-iv-TR), Washington, Author.Brown, S. A. (2005), “Measuring perceived benefits and perceived barriers for phys-

ical activity”, American Journal of Health Behavior, 29(2), pp. 107-116.Caballo, V. (1998), Manual de técnicas de terapia y modificación de conducta (4ª

ed.), Madrid, Siglo XXI.Cole, T., M. C. Bellizzi, K. M. Flegal y W. H. Dietz (2000), “Establishing a Standard

definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, British Medical Journal, 320, pp. 1-6.

Cole, T. J., K. M. Flegal, D. Nicholls y A. A. Jackson (2007), “Body mass index cut offs to define thinness in children and adolescents: international survey”, British Medical Journal, 335(7612), pp. 194-195.

Czyzewska, M. y N. Ceballos (2006), Predictors of Health Risk Behaviors Among Hispanic Adolescents, en <https://synergy.txstate.edu/exchweb/bin/redir.asp?>. [Consultado el 14 de mayo de 2008].

First, M. B., R. L. Spitzer, M. Gibbon, J. B. W. Williams (1996), Structured Clinical Interview for dsm-iv Axis I Disorders, Clinician Version (Scid-cv), Washington, DC., American Psychiatric Press.

Page 434: Alimentacion Obesidad Jana

442

Fishbein, M. y I. Ajzen (1975), Belief, Attitude, Intention and Behavior: An Introduction to Theory and Research, Massachusetts, EUA, Addison Wesley.

García-Cadena, C. H. (2006), Introducción al conductismo contemporáneo, México, Trillas.

Garner, D. M. (1998), edi-2. Inventario de trastornos de la conducta alimentaria. Manual, Madrid, teA Ediciones.

Lucas, R. E., K. Le y P. S. Dyrenforth (2008), “Explaining the Extraversion/Positive Affect Relation, Sociability Cannot Account for Extraverts’ Greater Happiness”, Journal of Personality, 76(3), pp. 385-414.

Moral, J. (2002), “Los trastornos de la conducta alimentaria, un complejo fenómeno biopsicosocial”, Revista Salud Pública y Nutrición, 3(3), en <http://www.respyn.uanl.mx/iii/3/ensayos/trastornos.html>. [Consultado el 21 de agosto de 2009].

__________ (2008), “El constructo de la alexitimia: Medición, aplicación en la in-vestigación clínica y ubicación psicopatológica”, en J. Moral, R. Landero y M. T. González (eds.), Psicología de la salud en adolescentes y jóvenes, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 29-50.

__________ (2009a), “Factor structure and reliability of tAS-20 in Mexican samples”, The International Journal of Hispanic Psychology, 2(2), pp. 70-89.

__________ (2009b), “Validación en México de Escala de Alexitimia de Toronto de 20 reactivos (tAS-20) y su aplicación al estudio del alcoholismo”, en J. Moral y J. Álvarez (comps.), De la salud a la enfermedad. Hábitos tóxicos y alimenticios, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 23-100.

__________ (en prensa), “Propuesta de tratamiento para la fibromialgia desde la terapia cognitivo-conductual para el trastorno de somatización”, en J. Moral, M. T. González y R. Landero (eds.), Evaluación, modelos y tratamiento de la soma-tización. Su aplicación al tratamiento de la fibromialgia, México, Plaza y Valdés y uAnl, pp. 219-260.

Olaiz, G., J. Rivera, T. Shamah, R. Rojas, R. Villalpando, M. Hernández y J. Sepúl-veda (2007), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut 2006), Cuernava, Morelos, Instituto Nacional de Salud Pública.

Pender, N. J., C. L. Murdaugh y M. A. Parsons (2006), Health Promotion in Nursing Practice, 5ª ed., Upper Saddle River, NJ., Prentice Hall.

Sánchez-Carracedo, D. y C. Saldaña (1998), “Evaluación de los hábitos alimen-tarios en adolescentes con diferentes índices de masa corporal”, Psicothema, 10(2), pp. 281-929.

Sánchez-Sosa, J. C., J. Moral y P. Cantú (2008), “El índice de masa corporal auto-rreportado como medida antropométrica pertinente en estudios de imagen cor-poral”, en Revista de Salud Pública y Nutrición (respyn), 9(4), en <http://www.

Page 435: Alimentacion Obesidad Jana

443

respyn.uanl.mx/ix/4/articulos/articulo_imc_autorreportado.htm>. [Consultado el 20 de marzo de 2010].

Schultz, J. y W. Luthe (1959), Autogenic Training: A Psychophysiologic Approach in Psychotherapy”, Nueva York, Grune and Stratton.

Suárez-González, F., F. Vaz-Leal, J. A. Guisado y L. Gómez-Lozano (2003), “Estudio de hábitos alimentarios en población femenina comparando grupos con patología y sin patología alimentaria”, Nutrición Hospitalaria, 18(5), pp. 259-263.

Taylor, G. J., R. M. Bagby y J. D. A. Parker (1997), Disorders of Affect Regulation. Alexithymia in Medical and Psychiatric Illness, Cambridge, UK., Cambridge University Press.

Toro, J., M. Salamero y E. Martínez (1994), “Assessment of sociocultural influen-ces on the aesthetic body shape model in anorexia nervosa”, Acta Psychiatrica Scandinavica, 89, pp. 147-151.

Unikel-Santoncini, C., I. Bojórquez-Chapela y S. Carreño-García (2004), “Validación de un cuestionario breve para medir conductas alimentarias de riesgo”, en Revista Salud Pública México, 46, pp. 509-515.

Unikel-Santoncini, C., R. Ocampo-Ortega y J. Zambrano-Ruiz (2009), “Exactitud del autorreporte de peso y talla en mujeres de 15 a 19 años del Estado de México”, en Salud Pública de México, 51(3), pp. 194-201.

US Department of Health and Human Services (uSdhhS) (2008), Physical Activity Guidelines for Americans, Atlanta, GA., uSdhhS.

Vygotsky, L. S. (1978), Mind in Society, Cambridge, MA., Harvard University Press.Watson, D., L. Clark y A. Tellegen (1988), “Development and validation of brief mea-

sures of positive and negative affect: The PANAS scales”, Journal of Personality and Social Psychology, 54, pp. 1063-1070.

Page 436: Alimentacion Obesidad Jana

444

Page 437: Alimentacion Obesidad Jana

44�

ANEXOS

anexo 1

Cuestionario diseñado para su aplicación en mujeres

Edad: Género: Masculino FemeninoPeso: kilosAltura: metros

Nos gustaría saber sobre tus hábitos actuales y forma de pensar respecto al ejercicio físico en las siguientes siete preguntas. Pon una X en la opción de res-puesta que más te caracterice. No hay respuestas correctas, ni incorrectas.

¿Cuántos días a la semana haces ejercicio físico?

0 1 2 3 4 5 6 7 días

¿Los días que haces ejercicio en promedio cuánto tiempo le dedicas?

□ Menos de 30 Minutos□ De 30 Minutos a una Hora□ De una hora a una hora y media□ De hora y media a dos horas□ Más de dos horas

Page 438: Alimentacion Obesidad Jana

44�

¿Cuándo haces ejercicio cómo lo practicas más?□ Solo□ En pareja□ En grupo□ En diversas formas solo o acompañado

¿Regularmente dónde haces ejercicio? (si eliges más de una opción pon números dentro de las casillas indicando con 1 el más frecuente, 2 menos frecuente que el anterior y así sucesivamente)□ En tu casa□ En la escuela□ En un parque□ En un club deportivo□ En un gimnasio

¿Qué tipo de ejercicio practicas? (si practicas más de un ejercicio especifica to-dos en orden de frecuencia o tiempo dedicado)

¿Consideras importante hacer ejercicio?

Nada Algo Regular Bastante Mucho

¿Estarías dispuesta a hacer ejercicio?

Nada Algo Regular Bastante Mucho

Nos gustaría saber cómo te va en la escuela. Por favor lee cada frase y señala el número con el que más estés de acuerdo. Es decir, en qué grado estás de acuer-do con la frase y crees que es cierta. No hay respuestas correctas o incorrectas. Elige solamente una respuesta por cada frase. No dejes ninguna pregunta en blan-co. Piensa cómo te va en la escuela la mayoría de los días y no cómo te sientes en días o con sucesos específicos.

Escala de respuesta: 1 = Completamente en Desacuerdo, 2 = Bastante en Desacuerdo, 3= Ligeramente en Desacuerdo, 4 = Ligeramente de Acuerdo, 5 = Bastante de Acuerdo y 6 = Completamente de Acuerdo.

Page 439: Alimentacion Obesidad Jana

44�

CD BD LD LA BA CA

¿Creo que soy buen estudiante? 1 2 3 4 5 6

¿Disfruto realizando mis tareas escolares? 1 2 3 4 5 6

¿Planeo acabar la preparatoria? 1 2 3 4 5 6

¿Estoy interesada en asistir a la Universidad? 1 2 3 4 5 6

Las siguientes preguntas son sobre cómo te gusta pasar tu tiempo cuando no estás haciendo las tareas escolares. Es decir las cosas que haces después de la escuela o los fines de semana. Indícalo tomando en cuenta una semana típica de periodo escolar.

Escala de respuesta: 1 = Nunca, 2 = Menos de una hora, 3 = De una a dos ho-ras, 4 = De tres a cinco horas, 5 = De seis a diez horas, 6 = De 11 a 14 horas, 7 = De 15 a 20 horas y 8 = Mas de 20 horas.

¿Cuando no estás en la escuela, aproximadamente cuántas horas a la semana pasas haciendo deportes de equipo?

1 2 3 4 5 6 7 8

¿Cuando no estás en la escuela, aproximadamen-te cuántas horas a la semana pasas haciendo otros ti-pos de ejercicio físico como correr, montar en bicicleta o asistir al gimnasio?

1 2 3 4 5 6 7 8

¿Cuando no estás en la escuela, aproximadamente cuántas horas a la semana pasas bailando?

1 2 3 4 5 6 7 8

¿Cuando no estás en la escuela, aproximadamente cuántas horas a la semana pasas haciendo alguna ac-tividad que requiera la computadora, como videojuegos o navegar en Internet?

1 2 3 4 5 6 7 8

¿Cuando no estás en la escuela, aproximadamente cuántas horas a la semana pasas viendo la televisión, dvd o videos?

1 2 3 4 5 6 7 8

Lo que más me gusta ver es (descríbelo brevemente)

Page 440: Alimentacion Obesidad Jana

44�

¿Cuando no estás en la escuela, aproximadamente cuántas horas a la semana pasas leyendo?

1 2 3 4 5 6 7 8

Mi lectura favorita es ( Descríbela brevemente)

En la siguiente pregunta verás un grupo de imágenes que muestran físicos dife-rentes que los jóvenes de tu edad pueden presentar. Por favor mira las nueve for-mas corporales de abajo y selecciona la forma que más se asemeja a cómo pien-sas que te ves en este momento. Cuando tú elijas una forma corporal piensa en el conjunto del cuerpo y no en partes corporales específicas como piernas o brazos.

Una vez más, por favor, mira las nueve formas corporales de abajo pero esta vez selecciona la imagen corporal que más se asemeje a cómo te gustaría verte. Cuando tú elijas una forma corporal piensa en el conjunto del cuerpo y no en partes corporales específicas como piernas o brazos.

Page 441: Alimentacion Obesidad Jana

44�

De nuevo, por favor, mira las nueve formas corporales de abajo pero esta vez selecciona la forma corporal que más se asemeje a cómo tú piensas que son la ma-yoría de las chicas en tu escuela. Cuando tú elijas una forma corporal piensa en el conjunto del cuerpo y no en partes corporales específicas como piernas o brazos.

Abajo hay palabras que describen sentimientos y emociones diferentes, lee cada palabra y señala en qué grado tú te sientes de ese modo durante las últimas semanas.

Emoción osentimiento

Enabsoluto

Muyligeramente

Poco Moderadamente Bastante Mucho

TristeCalmadaEntusiasmadaAvergonzadaAlteradaSomnolientaFelizFuerteNerviosaCulpableAlegreAsustadaRelajadaOrgullosaSolitariaEnfadadaInsatisfecha con-migo mismaMelancólicaIrritablePreocupada

Page 442: Alimentacion Obesidad Jana

4�0

Incluso cuando las cosas van bien para los jóvenes casi todo el mundo tiene momentos difíciles, nos gustaría averiguar cuántas de las siguientes cosas te han sucedido últimamente. Señala con una X todas las cosas que en la lista de abajo han representado un problema para ti desde que empezaste el semestre actual. En aquellas que señales con una X, indica con los siguientes números cuán estresan-tes o molestos estos problemas fueron para ti.

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10En absoluto Un poco Algo Muy Extremadamenteestresante estresante estresante estresante estresante

Tener problemas con los amigos 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

No tener tantos amigos como quiero 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Ser excluida o rechazada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Sufrir las burlas o ataques de otros chicos 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Sufrir las burlas o ataques de otros miem-bros de la familia

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Tener problemas o conflictos en casa con miembros de la familia

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Tener problemas con los profesores o pre-fectos de la escuela

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Sentirme estresada por otra cosa 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Por favor descríbela brevemente

Page 443: Alimentacion Obesidad Jana

4�1

Abajo hay una lista de cosas que la gente, algunas veces, hace, piensa o sien-te cuando algo estresante les sucede. Todo el mundo afronta los problemas a su modo. Algunas personas hacen o sienten muchas cosas de esta lista, otras perso-nas hacen o piensan unas pocas cosas. Piensa en las situaciones que señalaste anteriormente para cada pregunta, en la lista de abajo señala un número del 1 (En absoluto) al 4 (Mucho) que muestre cuánto tú haces o sientes estas cosas cuando tienes problemas como los que señalaste. Por favor déjanos saber todo lo que tú haces, piensas o sientes incluso si tú no piensas que ayuda a que las cosas mejo-ren.

Escala de respuesta: ¿Cuánto tú haces esto? 1 = En absoluto, 2 = Poco, 3 = Bastante, 4 = Mucho

Intento pensar modos diferentes de cambiar el problema o adaptarme a la situación 1 2 3 4

Pido a otras personas ayuda o ideas sobre cómo conseguir que la situación mejore 1 2 3 4

Hago algo para calmarme cuando tengo estos problemas 1 2 3 4

Señala todo lo que haces: Respirar profundo _____ Escuchar música ____ Rezar ____ Tomar un descanso _____ Caminar _____ Pensar _____ Otros (descríbelos brevemente)_______________

Permitir que alguien o algo sepa cómo me siento 1 2 3 4

Señala con todos los que hablas: Padres____ Amigos____ Hermanos____ Mascotas____ Profesores_____ Dios_____ Objetos____ Otro (Describe brevemente)

Decirme que todo saldrá bien 1 2 3 4

Pensar en la manera de reírme de ello a fin que no me parezca tan malo 1 2 3 4

Decirme que no significa nada, que no tiene importancia 1 2 3 4

Decirme que las cosas podrían empeorar 1 2 3 4

Saber que tengo que vivir con las cosas tal como son 1 2 3 4

Tomar las cosas como se presentan, seguir la corriente 1 2 3 4

Intentar no pensar en ello y olvidarlo por completo 1 2 3 4

Page 444: Alimentacion Obesidad Jana

4�2

Intentar apartarme de las personas y las cosas que me hacen sentirme mal o que me re-cuerdan el problema

1 2 3 4

Cuando algo va mal me digo no es cierto 1 2 3 4

Intento creer que nunca sucedió 1 2 3 4

Afronto el problema deseando que se vaya, que todo funcione por sí solo 1 2 3 4

Deseo que alguien venga y me saque del lío 1 2 3 4

Deseo ser más fuerte, más inteligente o más popular para que las cosas fueran dife-rentes

1 2 3 4

Pienso en cosas felices que apartan mi mente del problema o cómo me estoy sintiendo 1 2 3 4

Aparto mi mente de los problemas 1 2 3 4

Señala todo lo que haces: Haciendo ejercicio_____Realizando un hobby_____Con videojuegos____Viendo amigos____Viendo televisión____Otros (descríbelo brevemente)

Cuando los problemas surgen no puedo parar de pensar en cómo me siento 1 2 3 4

Cuando tengo problemas no puedo parar de pensar en qué hice o dije 1 2 3 4

Cuando tengo problemas no puedo parar de pensar en por qué me sucedieron 1 2 3 4

Cuando estoy teniendo problemas no puedo parar de pensar en ellos, incluso cuando intento dormir, o tengo pesadillas con ellos

1 2 3 4

Los pensamientos sobre los problemas me hacen sentir que me estalla la cabeza 1 2 3 4

Me pongo realmente nerviosa cuando estoy teniendo problemas 1 2 3 4

Cuando tengo problemas lo siento en mi cuerpo 1 2 3 4

Señala todo lo que te sucede: Mi corazón comienza a latir más rápido____Me siento caliente o sudoro-sa____Siento alterado mi estómago____Tengo dolores de cabezaEmpiezo a respirar más rápido____Mis músculos están tensos____

Cuando tengo problemas me irritan cosas que usualmente no me molestan 1 2 3 4

Cuando tengo un problema hago cosas sin pensar 1 2 3 4

Cuando tengo problemas no puedo controlar lo que digo o hago 1 2 3 4

Señala todas las cosas sobre las que tú tienes problemas de control: No puedo parar de hablar o gri-tar____No puedo parar de comer____No puedo parar de ver televisión____ No puedo parar de jugar con videojuegos o navegar en Internet____Hago cosas peligrosas____Tengo que mantener las cosas bajo control y orden____Otra (escríbela brevemente)

Page 445: Alimentacion Obesidad Jana

4�3

Cuando los problemas surgen con frecuencia en realidad no sé lo que siento 1 2 3 4

Me siento diferente cuando tengo problemas, es como si estuviese apartada de todo 1 2 3 4

Cuando tengo problemas no puedo estar cerca de las cosas que me recuerdan la si-tuación

1 2 3 4

Mi mente se queda en blanco cuando tengo problemas, no puedo pensar en nada 1 2 3 4

Cuando una situación difícil sucede puedo estar tan alterada que no puedo recordar lo que sucedió o lo que hice

1 2 3 4

Cuando tengo problemas con frecuencia pienso que es culpa de otra persona 1 2 3 4

Cuando estoy en problemas o tengo problemas con frecuencia no es mi culpa 1 2 3 4

Realmente me es difícil concentrarme o poner atención cuando tengo problemas 1 2 3 4

Cuando tengo problemas acabo tumbadota o durmiendo mucho 1 2 3 4

Me parece no poder lograr que las cosas salgan cuando creo que tengo problemas 1 2 3 4

Cuando me parece que tengo un problema quiero llorar pero sé que no debería 1 2 3 4

Nos gustaría saber un poco más sobre tus sentimientos. Por favor lee cada frase y señala el número con el que más estés de acuerdo. Es decir, en qué grado estás de acuerdo con la frase y crees que es cierta. No hay respuestas correctas o inco-rrectas. Elige solamente una respuesta por cada frase. No dejes ninguna pregunta en blanco.

Escala de respuesta: 1 = Completamente en Desacuerdo, 2 = Bastante en Desacuerdo, 3= Ligeramente en Desacuerdo, 4 = Ni de Acuerdo ni en Desacuerdo, 5 = Ligeramente de Acuerdo, 6 = Bastante de Acuerdo y 7 = Completamente de Acuerdo.

Cuando me siento deprimida o mal el comer puede ayudarme a apartar la mente de mis problemas

1 2 3 4 5 6 7

Cuando hago algo bueno el comer es el modo de recompensarme 1 2 3 4 5 6 7

El comer me hace sentir fuera de control 1 2 3 4 5 6 7

Cuando me siento ansiosa o estresada el comer me ayuda a relajarme 1 2 3 4 5 6 7

Cuando no tengo nada que hacer el comer me ayuda a aliviar el aburrimiento 1 2 3 4 5 6 7

Page 446: Alimentacion Obesidad Jana

4�4

Cuando estoy comiendo con frecuencia siento que no tengo el control de mi vida 1 2 3 4 5 6 7

El comer me ayuda a sentirme mejor si me siento estresada 1 2 3 4 5 6 7

El comer es un buen modo de celebrar 1 2 3 4 5 6 7

El comer me ayuda a pensar y estudiar mejor 1 2 3 4 5 6 7

El comer es divertido y placentero 1 2 3 4 5 6 7

El comer es algo que se hace cuando te sientes aburrida 1 2 3 4 5 6 7

Comer es un modo de aguantar mi ira 1 2 3 4 5 6 7

El comer me ayuda a evitar situaciones sociales incómodas 1 2 3 4 5 6 7

Cuando estoy irritada con mis padres y amigos el comer me ayuda a reconciliar-me con ellos

1 2 3 4 5 6 7

Cuando tengo tareas o deberes difíciles el comer me puede ayudar a evitar ha-cerlos

1 2 3 4 5 6 7

El comer me calma cuando estoy estresada o ansiosa 1 2 3 4 5 6 7

El comer puede ayudarme a ahogar mis emociones cuando no quiero sentirlas 1 2 3 4 5 6 7

El comer me ayuda a trabajar mejor 1 2 3 4 5 6 7

El comer me ayuda a afrontar la tristeza u otras emociones displacenteras 1 2 3 4 5 6 7

Algunas veces cuando comienzo a comer me parece no poder parar 1 2 3 4 5 6 7

Estar con alguien quien esta comiendo con frecuencia me despierta el hambre suficiente para comer también

1 2 3 4 5 6 7

Cuando veo algo de comida que realmente me gusta con frecuencia tengo tanta hambre que tengo que comer justo en ese momento

1 2 3 4 5 6 7

Estoy asustada de tener sobrepeso 1 2 3 4 5 6 7

Pienso mucho en querer estar más delgada 1 2 3 4 5 6 7

Pienso mucho en la comida y el comer 1 2 3 4 5 6 7

Pienso mucho en la comida y el comer 1 2 3 4 5 6 7

Algunas veces incluso cuando no estoy hambrienta me parece que como mucho de una sentada

1 2 3 4 5 6 7

Como comida de dieta 1 2 3 4 5 6 7

Creo que no tengo bastante fortaleza muscular en mi cuerpo 1 2 3 4 5 6 7

Intento comer menos al fin de poder perder peso 1 2 3 4 5 6 7

Page 447: Alimentacion Obesidad Jana

4��

No puedo comer mucha comida porque me engorda 1 2 3 4 5 6 7

Como todo lo que quiero y en cualquier momento que quiera 1 2 3 4 5 6 7

Hay muchas cosas de mí misma que cambiaria si fuese posible 1 2 3 4 5 6 7

Preferiría ser una persona diferente a la que soy 1 2 3 4 5 6 7

Creo que gusto y soy popular 1 2 3 4 5 6 7

Me gustaría encajar más con la gente de moda 1 2 3 4 5 6 7

Estoy muy satisfecha con lo que soy 1 2 3 4 5 6 7

Nos gustaría saber sobre tus hábitos actuales y forma de pensar respecto al co-mer en las siguientes preguntas. Pon una X en la opción de respuesta que más te caracterice. No hay respuestas correctas, ni incorrectas.

Page 448: Alimentacion Obesidad Jana

4��

¿Cuántas veces al día comes?

¿Qué alimentos consumiste durante el último mes?

Nunca DiariamenteCada 3

días1 vez porsemana

Menos de 1 vezpor semana

Carne

Huevos

Leche

Cereal

Pescado

Frutas

Verduras

Papitas y fritos

Frijoles

Hamburguesas, tortas,hot-dogs

Refrescos (coca, soda)

Garbanzos, lentejas, ha-bas, etcétera.

¿Has hecho dietas de adelgazamiento?

Nada Una vez Varias veces Muchas veces

¿Qué es para ti cuidar la alimentación?

Page 449: Alimentacion Obesidad Jana

4��

A continuación te vamos a hacer unas preguntas referentes a la comida, senti-mientos y actitudes que experimentas. Señala con una X la opción de respuesta que mejor te caracterice.

Escala de respuesta: 0 = Nunca, 1 = Pocas veces, 2 = A veces, 3 = A menudo, 4 = Casi siempre y 5 = Siempre

1. Como dulces e hidratos de carbono sin preocuparme 0 1 2 3 4 5

2. Pienso en ponerme a dieta 0 1 2 3 4 5

3. Me siento muy culpable cuando como en exceso 0 1 2 3 4 5

4. Me aterroriza la idea de engordar 0 1 2 3 4 5

5. Exagero o doy demasiada importancia al peso 0 1 2 3 4 5

6. Estoy preocupada porque querría ser una persona más delgada 0 1 2 3 4 5

7. Si engordo un kilo, me preocupa que pueda seguir ganando peso 0 1 2 3 4 5

8. Suelo comer cuando estoy disgustada 0 1 2 3 4 5

9. Suelo hartarme de comida 0 1 2 3 4 5

10. He ido a comilonas en las que sentí que no podía parar de comer 0 1 2 3 4 5

11. Suelo pensar en darme un atracón 0 1 2 3 4 5

12. Como con moderación delante de los demás, pero me doy un atracón cuando se van

0 1 2 3 4 5

13. Pienso en vomitar para perder peso 0 1 2 3 4 5

14. Como o bebo a escondidas 0 1 2 3 4 5

15. Creo que mi panza es demasiado grande 0 1 2 3 4 5

16. Pienso que mis muslos son demasiado gruesos 0 1 2 3 4 5

17. Creo que mi panza tiene el tamaño adecuado 0 1 2 3 4 5

18. Me siento satisfecha con mi figura 0 1 2 3 4 5

19. Me gusta la forma de mis pompas 0 1 2 3 4 5

20. Creo que mis caderas son demasiado anchas 0 1 2 3 4 5

21. Creo que el tamaño de mis muslos es adecuado 0 1 2 3 4 5

Page 450: Alimentacion Obesidad Jana

4��

22. Creo que mis pompas son demasiados grandes 0 1 2 3 4 5

23. Creo que mis caderas tienen el tamaño adecuado 0 1 2 3 4 5

24. Me asusto cuando mis sentimientos son muy fuertes 0 1 2 3 4 5

25. Suelo estar confusa sobre mis emociones 0 1 2 3 4 5

26. Puedo reconocer las emociones que siento en cada momento 0 1 2 3 4 5

27. No sé qué es lo que ocurre en mi interior 0 1 2 3 4 5

28. No sé muy bien cuando tengo hambre o no 0 1 2 3 4 5

29. Temo no poder controlar mis sentimientos 0 1 2 3 4 5

30. Me siento hinchada después de una comida normal 0 1 2 3 4 5

31. Cuando estoy disgustada no sé si estoy triste, asustada o enfadada 0 1 2 3 4 5

32. Tengo sentimientos que no puedo identificar del todo 0 1 2 3 4 5

33. Cuando estoy disgustada, temo empezar a comer 0 1 2 3 4 5

A continuación te vamos a hacer unas preguntas referentes a tus sentimientos y pensamientos. Señala con una X la opción de respuesta que mejor te caracterice.

Escala de respuesta: 1 = Totalmente en desacuerdo, 2 = Bastante en desacuer-do, 3 = Algo en desacuerdo, 4 = Algo de acuerdo, 5 = Bastante de acuerdo y 6 = Totalmente de acuerdo

1. A menudo estoy confusa con las emociones que estoy sintiendo 1 2 3 4 5 6

2. Me es difícil encontrar las palabras correctas para mis sentimientos 1 2 3 4 5 6

3. Tengo sensaciones físicas que incluso ni los doctores entienden 1 2 3 4 5 6

4. Me es difícil expresar mis sentimientos 1 2 3 4 5 6

5. Prefiero sólo describir los problemas que dar interpretaciones 1 2 3 4 5 6

6. Cuando estoy mal no sé si estoy triste, asustada o enfadada 1 2 3 4 5 6

7. A menudo estoy confundida con las sensaciones de mi cuerpo 1 2 3 4 5 6

Page 451: Alimentacion Obesidad Jana

4��

8. Me chocan las personas que se quiebran la cabeza con motivos y emocio-nes en vez de aceptar las cosas como son

1 2 3 4 5 6

9. Tengo sentimientos que casi no puedo identificar 1 2 3 4 5 6

10. Estar en contacto con las emociones carece de importancia 1 2 3 4 5 6

11. Me es difícil expresar lo que siento acerca de las personas 1 2 3 4 5 6

12. La gente me dice que exprese más mis sentimientos 1 2 3 4 5 6

13. No sé qué pasa dentro de mí 1 2 3 4 5 6

14. A menudo no sé por qué estoy enfadada 1 2 3 4 5 6

15. Prefiero hablar con la gente de sus actividades diarias mejor que de sus sentimientos

1 2 3 4 5 6

16. Prefiero ver espectáculos simples, pero entretenidos, que profundos dra-mas psicológicos

1 2 3 4 5 6

17. Me es difícil revelar mis sentimientos más profundos incluso a mis amigos más íntimos

1 2 3 4 5 6

18. Me incomoda mucho el silencio en momentos de intimidad 1 2 3 4 5 6

19. Considero de escasa utilidad examinar mis sentimientos para resolver pro-blemas personales

1 2 3 4 5 6

20. Analizar y buscar significados profundos a películas, espectáculos o entre-tenimientos disminuye el placer de disfrutarlos

1 2 3 4 5 6

21. Cuando alguien se burla de mí, fantaseo terribles venganzas 1 2 3 4 5 6

22. Cuando estoy haciendo algo aburrido el tiempo se me va en fantasías 1 2 3 4 5 6

23. Tengo fantasías de grandes éxitos y poderes 1 2 3 4 5 6

24. He fantaseado con amores que sólo pueden tener lugar en mi imaginación 1 2 3 4 5 6

25. A veces huyo de la realidad a través de la imaginación 1 2 3 4 5 6

26. Con frecuencia tengo fantasías sobre mi futuro 1 2 3 4 5 6

27. Soy una persona que fantaseo mucho 1 2 3 4 5 6

28. Tengo fantasías sexuales 1 2 3 4 5 6

29. Paso mucho tiempo soñando despierto cuando no tengo nada que hacer 1 2 3 4 5 6

30. Cuando conozco a alguien que me gusta, tengo muchas fantasías sobre nuestra relación

1 2 3 4 5 6

Page 452: Alimentacion Obesidad Jana

4�0

anexo 2

Cuestionario diseñado para su aplicación en hombres

El cuestionario para hombres es exactamente igual sólo discrepa en las figuras humanas y en el género de las preguntas. El rango de evaluación de la imagen cor-poral es de 7 puntos cuando en las mujeres es de 9 puntos. Para realizar las compa-raciones entre sexos, se recodifican los valores de los hombres:

Valor Incremento (*.2222) Valor incrementado

1 .22 1.22

2 .44 2.44

3 .67 3.67

4 .89 4.89

5 1.11 6.11

6 1.33 7.33

7 1.56 8.56

Page 453: Alimentacion Obesidad Jana

4�1

Page 454: Alimentacion Obesidad Jana

4�2

Page 455: Alimentacion Obesidad Jana

4�3

edItores

José Moral de la Rubia. Nacido en Madrid, España, el 17 de julio de 1969 y actualmente naturalizado mexicano. Doctor por la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares. Psicólogo Especialista en Psicología Clínica por el Programa de 3 años de Psicólogo Interno Residente. Licenciado en Psicología por la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid, España). Es profesor-investi-gador de la Facultad de Psicología de la uAnl desde agosto de 1999. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores: Nivel 1. Posee Perfil PROMEP (docente de calidad) y es miembro de Cuerpo Académico consolidado de Psicología Social y de la Salud. Autor de numerosas publicaciones como artículos y capítulos sobre alexi-timia, adicciones, trastornos alimentarios, maltrato infantil, familia, pobreza, sexua-lidad, satisfacción marital y participación ciudadana. Además, es coautor en tres manuales de pruebas psicológicas y compilador de cuatro libros de psicología de la salud.

José Luis Ybarra Sagarduy. Nacido en Bilbao (Vizcaya, España), el 4 de sep-tiembre de 1972 y actualmente residente en México. Doctor y licenciado en Psicología por la Universidad de Almería (España). Es profesor-investigador de la Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Tamaulipas desde febrero de 2005. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel Candidato. Posee Perfil PROMEP y es lí-der del Cuerpo Académico en formación de Estudios de Psicología. Posee numero-sas publicaciones como artículos y capítulos sobre factores psicosociales en adic-ciones y en enfermedades crónicas (diabetes e hipertensión).

Javier Álvarez Bermúdez. Doctor en Psicología Social por la Universidad del País Vasco, España. Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación, San Sebastián, Guipúzcoa. Máster en Educación Superior por la Facultad de Filosofía y

Page 456: Alimentacion Obesidad Jana

4�4

Letras de la uAnl. Licenciado en Psicología por la Facultad de Psicología de la uAnl. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores: Nivel 2. Profesor-investigador de la Facultad de Psicología de la uanl. Posee Perfil PROMEP. Miembro del Cuerpo Académico consolidado de Psicología Educativa de la Facultad de Psicología, uAnl. Autor de varios libros, múltiples artículos indizados, arbitrados y capítulos de libros en salud, educación, violencia familiar y psicología política.

Joel Zapata Salazar. Maestro en Estudios Humanísticos por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Coahuila. Licenciado en Educación por la Escuela Normal Superior del Estado de Coahuila. Actualmente se desempeña como profe-sor-investigador de tiempo completo en la Escuela de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila. Es miembro del Cuerpo Académico en formación de Psicología. Coordinador de Servicios de Extensión Universitaria en la misma ins-titución. Ha desarrollado ponencias en distintos congresos nacionales e internacio-nales; además cuenta con diversas publicaciones, como artículos en revistas arbi-tradas y capítulos de libro.

José González Tovar. Doctor en Ciencias de la Educación por la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la Universidad Autónoma de Coahuila. Asesor y jefe del Departamento de Investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila. Miembro colaborador del Cuerpo Académico en formación de Psicología, adscrito a la línea de investigación: Estrategias para la prevención y atención de problemas psicosociales. Posee publicaciones de divul-gación en el área de violencia en el ser humano, ponente en congresos nacionales e internacionales en las áreas de psicología y pedagogía, además cuenta con diver-sas publicaciones, como artículos en revistas arbitradas y capítulos de libro.

Page 457: Alimentacion Obesidad Jana

4��

índIce

Introducción .................................................................................................. José Moral de la Rubia, José Luis Ybarra Sagarduy, Javier Álvarez Bermúdez, Joel Zapata Salazar y José González Tovar.

Capítulo 1Aspectos metodológicos de la investigación ................................................. 21José Moral de la Rubia

Capítulo 2Ejercicio físico. Diferencias y modelos predictivos ........................................ 63José Moral de la Rubia.

Capítulo 3Actividades extraescolares físicas y sedentarias. Escalamiento y diferencias 98José Moral de la Rubia.

Capitulo 4Factores de riesgo y protección en hábitos alimentarios ............................... 135Joel Zapata Salazar, José González Tovar José Moral de la Rubia

Capítulo 5Factores asociados con el sobrepeso y la obesidad ...................................... 166José Luis Ybarra Sagarduy

Page 458: Alimentacion Obesidad Jana

4��

Capítulo 6Los adolescentes y su imagen corporal: esquemas cognitivos, canon social, hábitos y emociones ................................................................ 189Javier Álvarez Bermúdez

Capítulo 7Clasificación y modelos discriminantes de trastornos de la conductaalimentaria .................................................................................................... 205José Moral de la Rubia

Capítulo 8Modelos predictivos de factores de riesgo de síntomas de trastornosde la conducta alimentaria ............................................................................ 235José Moral de la Rubia

Capítulo 9Diagnóstico y propuestas de intervención en relación con el ejercicioy la alimentación ........................................................................................... 280José Moral de la Rubia, José Luis Ybarra Sagarduy, Javier Álvarez Bermúdez, Joel Zapata Salazar y José González Tovar

Anexo 1. Cuestionario diseñado para su aplicación en mujeres .................... 301Anexo 2. Cuestionario diseñado para su aplicación en hombres ................... 312

Editores ........................................................................................................