Análisis Histórico de los Modelos de Desarrollo

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ANTES DE EMPEZAR: lo que todos tienen que saber PARA EL GRUPO A 1. La asignatura empieza el 8 de octubre y termina el 22 de octubre 2. Todos los trabajos asignados deben realizarse hasta : Módulo I: 8 al 12 de octubre Modulo II : 13 al 16 de octubre Modulo III: 17 al 22 de octubre Cada participante tiene que - Leer los contenidos de los módulos. Lectura obligatoria - Ver los videos - Participar en los 2 Foros de la asignatura, con un aporte por foro como mínimo que será calificado - Responder y entregar los cuestionarios de evaluación via pagina web al final de cada semana (los cuestionarios se pueden ver en vista previa, para preparar sus respuestas antes de enviarlas definitivamente para la calificación) - Aportar al Diccionario de la asignatura (glosario) con al menos una explicación hasta el 22 de octubre. - Se incorporan lecturas complementarias (no obligatorias) si desean profundizar los temas de la asignatura.

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ANTES DE EMPEZAR: lo que todos tienen que saber

PARA EL GRUPO A

1. La asignatura empieza el 8 de octubre y termina el 22 de octubre

2. Todos los trabajos asignados deben realizarse hasta :

Módulo I: 8 al 12 de octubre

Modulo II : 13 al 16 de octubre

Modulo III: 17 al 22 de octubre

Cada participante tiene que

- Leer los contenidos de los módulos. Lectura obligatoria

- Ver los videos

- Participar en los 2 Foros de la asignatura, con un aporte por foro como mínimo que será calificado

- Responder y entregar los cuestionarios de evaluación via pagina web al final de cada semana (los cuestionarios se pueden ver en vista previa, para preparar sus respuestas antes de enviarlas definitivamente para la calificación)

- Aportar al Diccionario de la asignatura (glosario) con al menos una explicación hasta el 22 de octubre.

- Se incorporan lecturas complementarias (no obligatorias) si desean profundizar los temas de la asignatura.

Buen inicio y éxito en el trabajo

Juan Carlos Núñez

Tutor

Análisis Histórico de los Modelos de Desarrollo

CONSIDERACIONES GENERALES

Es importante tener un breve panorama general de la situación previa al análisis de los modelos de desarrollo incluido el tema del Modelo Primario Exportador (MPE). Si bien el concepto de “modelo económico” es relativamente nuevo y la preocupación por encarar el desarrollo de los países tomó su forma actual luego de la segunda guerra mundial, es posible encontrar las raíces de la concepción de desarrollo en el siglo anterior, es decir en el siglo XIX durante el periodo de la llamada segunda revolución industrial. Este periodo incluyó desarrollos tecnológicos como la extensión de las líneas férreas en toda Europa y Estados Unidos, acompañado del desarrollo del telégrafo (1836), el telégrafo público (1845) y el teléfono (1877). En este último cuarto de siglo se desarrollarían las zonas agrícolas en países menos desarrollados o las propias colonias. La utilización del acero en la industria y el desarrollo de la industria pesada alcanzaron niveles nunca antes vistos. Junto a ello, le siguieron avances científicos en todos los campos incluidos los descubrimientos de yacimientos de petróleo que dieron origen a una industria inimaginable antes, la industria del automóvil y luego la de la aviación, que definitivamente hizo despegar la sociedad capitalista hacia su fase imperialista. Pero este proceso no se dio en todos los países del mundo, ni siquiera en todos los países europeos ya que estuvo reducido a Estados Unidos, Inglaterra, Francia. Holanda, Alemania y Japón. Fueron fundamentalmente estos países (aunque no los únicos) que empezaron a articular al conjunto de naciones y colonias a un sistema económico único, mundial, en el sentido literal de la palabra. Desde fines del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX casi todos los países, colonias o regiones del mundo participaban de la economía mundial de una forma u otra. Pero a diferencia de los países más adelantados, para los países del resto del mundo, su papel fue otro. Mientras los países más desarrollados producían una ingente cantidad de productos, mucho más de lo que demandaban sus mercados, requería de otras regiones para poder vender estos “excedentes” de su producción, por un lado, pero además necesitaban materias primas que alimentaran su insaciable industria destinada a producir cada vez más.

EL MODELO PRIMARIO EXPORTADOR

Si bien el desarrollo económico es entendido como la capacidad de las naciones para generar la riqueza necesaria para satisfacer las necesidades de su población y promover su bienestar y alcanzar como Estado su soberanía, los modelos de desarrollo son las formas de encarar este proceso, es decir establecer un conjunto de acciones (políticas gubernamentales o privadas) para generar un proceso de desarrollo e industrialización armónico y coherente. Esta etapa del desarrollo económico mundial de fines del siglo XIX y principios del XX no presentó para los países menos desarrollados un proceso autónomo y menos voluntario, en realidad vino de afuera (aunque con la complicidad de las élites gobernantes) y en muchos casos como imposición. Por un lado, esta imposición se orientó a que las grandes empresas, respaldadas por sus gobiernos, tuvieran acceso a las fuentes de riqueza, sobre todo en la explotación de materias primas, y en segundo lugar como mercado para sus productos cada vez más desarrollados. Esta forma de articulación fue en muchos casos pacífica y negociada, con la articulación de empresarios extranjeros con sus pares locales (la minería de Arce, Pacheco y Aramayo en el caso boliviano), aunque en otros fue violenta y no se tuvieron escrúpulos para utilizar la fuerza militar para conseguir alguno de esos dos recursos, materias primas o mercados (la guerra del pacífico en el caso boliviano). En este sentido, el “Modelo” Primario Exportador fue la forma de asignación de esta condición de Primario Exportador para que la mayor parte de los países del mundo nos incorporáramos a la economía capitalista. Esta condición generó que sólo un sector de nuestras economías se desarrollara como capitalista y la otra permaneciera como pre-capitalista. Esta heterogeneidad estructural, donde la coexistencia de patrones de acumulación adelantados y modernos convivan con formas menos evolucionadas e incluso primitivas, esta es la característica estructural de nuestras economías que en muchos casos ha permanecido hasta la actualidad. El papel que nos tocó jugar de proveedor de materias primas y mercado para los productos, genera además una forma de relación económica y política entre los países más desarrollados, centrales y los menos desarrollados, colonias o periféricos, la misma que se ha caracterizado por la compatibilización de posiciones políticas afines al MPE y el surgimiento de las posiciones contrarias, en un proceso que fue la base de la relación contradictoria de dominación- dependencia, liberación-independencia, que marcará y explicará la historia política y económica de nuestro continente del siglo XX. La configuración mundial de la economía durante los siglos XIX y XX y el papel que le tocó jugar a cada región fueron consecuencia de una División Internacional de Trabajo que implica un conjunto de particularidades externas e internas que serán la base para la comprensión de los fenómenos políticos y sociales del siglo XX. 

En sus implicaciones externas (al continente) podemos advertir la constante pugna entre los países desarrollados o imperialistas que dieron origen a la primera y segunda guerra mundial, fundamentalmente por la contraposición de intereses entre ellos y por la contradicción de su necesidad de crecimiento que se enfrentaba con las necesidades de las otras potencias que pugnaban por espacios, mercados o materias primas. Al interior de nuestros países, esta División Internacional del Trabajo imponía la generación de una estructura de poder en cada uno de nuestros países que permitiera, por un lado, la articulación con los centros económicos desarrollados y por otro, que garantizara a estos centros económicos la dotación de materias primas y/o la apertura de los mercados para sus mercancías. Esta relación se basaba en la consolidación de un “bloque de poder” que incorporaba a los sectores capitalistas junto a sus aliados económicos y políticos para poder implementar este MPE. Sin embargo este “bloque de poder”, permitió el surgimiento de los sectores económicos y políticos de oposición, al principio por la resistencia de sectores pre capitalistas y conservadores que se oponían el avance de los sectores liberales o por el lado de las corrientes nacionalistas-marxistas de oposición. Esta articulación de exportadores hacia las metrópolis no empezó en el siglo XIX, sino que fue una de las características de la época colonial donde la exportación de minerales como el oro y plata y/o de productos agropecuarios como el azúcar y el tabaco, fueron los elementos constitutivos de la sociedad mercantil de ese periodo. Otra característica importante de la colonia es que las metrópolis prohibieron el desarrollo de productos manufacturados por la posibilidad de que compitieran con los productos producidos por ellos. En este periodo también tuvo lugar la producción agrícola con la incorporación de mano de obra esclava proveniente de África. Pero la diferencia más significativa se pudo advertir a finales de siglo XIX, ya que se había transformado radicalmente la economía mundial, debido a que el nivel de industrialización alcanzó logros inimaginables para la humanidad, lo que se expresó en un cambio en el destino de los productos: ahora eran Gran Bretaña o los Estados Unidos, ya no la España medieval y católica, habían sustituido por una forma de imperio cualitativamente distinto, eminentemente capitalista donde la producción industrial burguesa regía inobjetablemente. En la época colonial se exportaba oro o plata, en la época del modelo primario exportador se exportaban un sin fin de minerales que servían para la producción de productos manufacturados de los países centrales (cobre, estaño, zinc y posteriormente se añadiría el petróleo) que eran consumidos por ellos, pero además eran exportados a las nuevas colonias para deleite de las élites acomodadas o para los sectores industriales a los que estaban vinculados. Lo mismo sucedió con la producción agrícola ya que ahora trigo, maíz, café, carne, cueros, lana y algodón se convirtieron en los elementos por los cuales las naciones se articulaban a la economía mundial. 

Otra característica de este periodo es la declinación de Gran Bretaña y el ascenso de los nuevos imperios, como Estados Unidos, Alemania, Francia o Japón. Se pasó de la exportación de capital a la Inversión Extranjera Directa (IED) destinada a los sectores mineros, financieros y algunos servicios, como una forma de controlar la generación de materias primas que garantizaran el bienestar de sus economías[1] y como un mecanismo de control económico y en muchos casos político de los países periféricos.

[1] Arturo Guillén R, “Modelos de Desarrollo y Estrategias Alternativas en América Latina”

LAS CARACTERÍSTICAS DEL MODELO PRIMARIO EXPORTADOR

Las principales características del modelo primario exportador, según el Dr. Antonio Luis Hidalgo Capitán son las siguientes[1]: 

a) La propiedad de la tierra se mantiene inalterada, dependiendo por tanto su distribución del modelo primario-exportador preexistente, bien de enclave, bien de economía integrada. El capital utilizado en las actividades industriales es en gran medida extranjero aunque también hay capital nacional tanto público como privado, pero en actividades menos dinámicas.

b) En la producción nacional el sector primario sigue siendo muy importante, aunque el sector industrial posee también un gran peso, donde destacan los sectores productores de bienes de consumo no duradero y duradero, por ese orden; el sector servicios adquiere dimensiones demasiado grandes para el escaso desarrollo industrial.

c) A pesar de que el grado de articulación interna de la economía es ahora mayor que bajo el modelo primario-exportador, la dependencia del exterior se manifiesta en muchos aspectos; la estructura de las importaciones es ahora diferente pues los bienes de consumo han sido sustituidos por producción nacional y en su lugar han aparecido partidas importadoras de bienes intermedios y de capital necesarios para la industrialización; dichas importaciones se siguen financiando con los ingresos procedentes de las exportaciones de productos primarios y con capitales foráneos que, en forma de inversión extranjera directa o de préstamos y créditos, entran en el país. Las redes de infraestructuras siguen mostrando una fuerte articulación con el exterior. En los países en que los mercados domésticos son pequeños, éstos se amplían por medio de la conformación de procesos de integración regional.

d) La producción primaria se destina esencialmente hacia el mercado externo, mientras que la producción industrial va a parar al mercado

doméstico, bien sea nacional o regional, en este caso protegido por aranceles exteriores comunes.

e) La producción industrial se va a financiar por diferentes vías; la primera por medio del trasvase de recursos desde las actividades primarias, a través del sistema impositivo que gravando éstas puede conceder ayudas y subvenciones a aquélla; la segunda, son las inversiones directas de empresas extranjeras; y, la tercera, el endeudamiento externo, tanto de origen público como privado.

f) El Estado juega un papel destacado en este modelo interviniendo en todos los aspectos de la vida económica por medio de la planificación, llegando incluso a participar en el sistema productivo con un gran sector público empresarial.

g) El sector agrícola apenas tiene capacidad para absorber mano de obra, por lo que todos los aumentos de población se traducen en aumentos de población económicamente activa de los sectores industriales y servicios, que es ocupada en muchos casos en forma de subempleo. Por otro lado, el papel de la tecnología es de gran importancia; la tecnología utilizada en las actividades industriales es una tecnología importada, intensiva en factor capital y que requiere de fuentes de energía e insumos intermedios que deben ser también importados.

h) La apropiación del excedente generado por las actividades productivas la realizan, en primer lugar, las empresas transnacionales (ETN) en forma de repatriación de beneficios o de importación de insumos de otras filiales a precios superiores a los de mercado; en segundo lugar, la burguesía primario-exportadora, que será nacional en el caso de las economías integradas y extranjera en el caso de los enclaves; en tercer lugar, la burguesía industrial nacional, que aprovecha la estructura proteccionista para ampliar sus márgenes empresariales; y, en cuarto lugar, los prestamistas internacionales.

i) La estructura social aparece formada por una burguesía nacional, vinculada al sector primario-exportador y al sector industrial, que se complementa con el papel de burguesía que desempeñan las empresas transnacionales que participan tanto en las actividades industriales protegidas como en los enclaves primario-exportadores; junto a éstas destaca un proletariado urbano-industrial formado por emigrantes de las zonas rurales que ven mejorada su situación gracias al desarrollo industrial, frente a los campesinos sin tierras y jornaleros entre los que se dan importantes bolsas de pobreza rural; por otro lado, la intervención del Estado en la economía ha generado una pequeña clase media de burócratas y trabajadores públicos.

[1] Antonio Luis Hidalgo Capitán “El modelo agro-exportador doméstico-industrial costarricense“

LAS PARTICULARIDADES DEL MODELO DE DESARROLLO PRIMARIO EXPORTADOR EN AMÉRICA LATINA

Es importante notar que el desarrollo de las economías de América Latina no tuvo un proceso lineal de inserción en el capitalismo mundial, sino que este proceso fue muy heterogéneo, y dependió de las particularidades de cada país. En el sur del continente, Argentina, Chile y Uruguay se insertaron rápidamente a los intereses de Inglaterra y se convirtieron en una fuente de materias primas y productos agrícolas como la carne y los cereales. Las élites gobernantes se reacomodaron a las nuevas relaciones económicas y lograron beneficiarse ampliamente de ellas. Por otro lado, países como México y Brasil tuvieron procesos de independencia bastante complejos, ya que el primero sufrió una intervención militar externa que obstaculizó su proceso de articulación a la economía mundial y fue recién con la restauración de la república y el porfiriato que logró asimilarse plenamente. Brasil por su parte atravesó el poco común proceso de convertirse de colonia en metrópoli, con el arribo de la realeza portuguesa y su conversión en centro de poder, proceso que fue también retardatario para su incorporación al mundo capitalista del siglo XIX. Países como Bolivia lograron articularse a la economía mundial por la existencia de materias primas mineras que eran demandadas por los países centrales y sólo se les alcanzó para un desarrollo bastante desigual de su economía con la existencia de un sector primario exportador capitalista y sectores agrícolas con una clara raigambre de servidumbre. Estas particularidades del desarrollo abrieron el camino, entre otras cosas, para sellar el futuro de las naciones originarias, ya que en los países del cono sur se procedió a la eliminación física de los pueblos indígenas por no ser útiles al desarrollo capitalista y fueron remplazados por las migraciones europeas, y que a la postre generaron un proceso más armónico de desarrollo industrial, mientras que en los lugares donde no podía ser sustituida la mano de obra barata de la población indígena, ésta se mantuvo en condiciones de opresión y en muchos casos exentos de la tierra. En general la División Internacional del Trabajo moldeó, con las particularidades de cada país, al continente americano y al sub continente latinoamericano, presentando una deformación de las economías, con mayor o menor grado de distorsión, entre los segmentos capitalistas y los pre capitalistas en una suerte de “dualismo estructural” como fuera definido por Celso Furtado (Furtado 1967).

EL DETERIORO EN LOS TÉRMINOS DE INTERCAMBIO

Un elemento importante de comprender es que esta División Internacional del Trabajo (DIT), fue asumida por las elites políticas locales como un estandarte político de desarrollo frente al atraso de la vieja economía feudal y permitió inclinar la balanza hacia posiciones liberales. En este escenario, la DIT fue concebida como el “rol” que debían desempeñar cierto tipo de naciones para estar insertos en la economía mundial. Esta postura era una posición ideológica asumida por sus élites que simplemente se habían asimilado a los nuevos vientos y tenían intereses en los sectores capitalistas como en los no capitalistas.“La prosperidad de las naciones no consiste en cultivar todos los ramos de la industria o cualquiera de ellos, sino los que convengan según la naturaleza de su suelo, su población, su situación geográfica y otras circunstancias. Por eso, unas son agricultoras y otras manufactureras, y no todas se dedican al cultivo de todos los productos de la industria agrícola y fabril”. “(…) Y se querrá que México oponiéndose a la naturaleza, se distraiga del comercio ventajoso que le proporcionan sus minas, para que sus brazos y sus capitales se dediquen a las manufacturas”. José María Luis MoraPero este Modelo Primario Exportador adolecía de un defecto congénito, y era el hecho de que su vinculación al capitalismo mundial se basaba en el comercio de materias primas, pero en cada país eran un par de ellas las que concentraban la mayor parte de las exportaciones (Argentina: maíz y trigo; Brasil: café y caucho; en México: plata y cobre; Bolivia: plata y estaño; Chile: nitratos y cobre). Se generó un efecto negativo para la economía de los países subdesarrollados que tiró por la borda el paradigma del MPE. En aquella época se argumentaba que el subdesarrollo era una etapa necesaria y natural previa al desarrollo y que el desarrollo integral arribaría con el empuje del sector moderno primario exportador y que este sería la locomotora que generaría el desarrollo. Pero Raúl Prebisch (1949), logró demostrar que en los hechos existía una crisis en los términos de intercambio que desmoronaba la teoría del MPE. Demostraba la falsedad de la DIT. Su argumento más importante es citado por Arturo Guillen:“…no obstante que la productividad en la producción de manufacturas en los centros capitalistas (con sistemas productivos homogéneos y articulados) era superior al crecimiento de la productividad en la producción de productos primarios en la periferia (con sistemas productivos heterogéneos, especializados y desarticulados), lo que haría suponer, de acuerdo con la teoría tradicional, una baja de los precios de las manufacturas mayor que la registrada en los productos primarios, los precios relativos se desenvolvían en el sentido opuesto. Ello significaba que en el marco de esa DIT, los países

subdesarrollados no retenían los frutos del progreso técnico y estos tendían a concentrarse en el centro (Pinto, 1965). Mientras los salarios reales tendían a estancarse en los países periféricos, estos y las utilidades aumentaban en los países centrales. lo que se traducía en tasas de acumulación más altas y mayores ingresos en éstos, mientras que en la periferia se bloqueaba el proceso de acumulación de capital y se limitaba considerablemente la posibilidad de elevar los salarios reales. La misma relación centro periferia y de concentración del progreso técnico se reproducía en el seno de las sociedades latinoamericanas en favor del sector “moderno” y de determinados espacios urbanos y regiones, y en detrimento del sector “atrasado”.[1] Junto a él, Octavio Rodríguez (1983) argumentó que eran los problemas estructurales de la economía los que generaban este deterioro en los términos de intercambio al estar basado en una estructura heterogénea, donde la existencia de un sector moderno se vincula con un sector atrasado y es este factor el que ejerce un influencia negativa para el crecimiento de los salarios reales en los países periféricos.

LA CONCENTRACIÓN DEL INGRESO

La naturaleza dual de la estructura económica, con la existencia de un sector atrasado y pre capitalista y un sector adelantado o moderno, inserto en la economía mundial por su carácter primario exportador, generó además una particularidad en relación al ingreso referido a su concentración en dos sentidos: en lo referido a las élites dominantes de cada país y otro en relación a las metrópolis adelantadas en relación a la periferia. Debe tomarse en cuenta que la existencia de un sector atrasado de la economía generó una mano de obra excesivamente barata y abundante, proveniente de los otros sectores de la economía pre capitalista, lo que a su vez generó un estancamiento de los salarios reales propiciando un proceso de concentración del ingreso que en muchos lugares era superior a los del centro. Por otro lado, Celso Furtado (1959) planteaba que, en relación a la experiencia brasileña y la exportación del café en el periodo del MPE, las ganancias de los grandes exportadores no se reflejaban en un mejoramiento de las condiciones sociales de los trabajadores en las fincas ni se mejoraban las condiciones de producción, sino que estos excedentes migraban al centro por el deterioro de los términos de intercambio o por medio de la dilapidación de los recursos asociado al consumo de artículos suntuarios destinados a las élites económicas y políticas de los países. En las fases depresivas de la economía, la caída de los ingresos por las exportaciones conducía a que los gobiernos devaluaran las monedas, lo que por un lado, protegía o paliaba la situación de los exportadores, pero trasladaba el peso de la crisis a los consumidores o trabajadores, por el deterioro de los salarios reales a partir de los ajustes monetarios. Esta tendencia a la concentración del ingreso en América Latina fue bastante heterogénea, pero en general su basamento estructural se lo puede apreciar en

la existencia de un bloque dominante surgido de la Independencia que articuló a las viejas oligarquías terratenientes, que asumieron el papel de ser al mismo tiempo proto capitalistas y desarrollaron sectores capitalistas en relación a algunos productos destinados a la exportación, o permitieron el ingreso y/o surgimiento de sectores capitalistas vinculados a las economías centrales a partir de la IED. De todas formas esta estructura económica y esta conformación de los bloques de poder fueron la base para el surgimiento del proceso de concentración del ingreso y esto generó una constante conflictividad política; ya sea por los distintos golpes militares que sucedían cuando el bloque en el poder advertía algún peligro, (motivado por las pugnas de sectores oligárquicos contrapuestos que generaban choque en la toma-mantención en el poder) o porque veían afectados sus intereses económicos. Esta tendencia a la concentración del ingreso ha sido reconocida por organismos como el Banco Mundial que en su informe de 2005 señalaba: “Aunque finalmente estas colonias (las de América Latina) lograron su independencia y el desarrollo de la tecnología y la economía mundial trajo consigo importantes cambios, la desigualdad extrema persistió en los siglos XIX y XX porque la evolución de las instituciones políticas y económicas tendió a reproducir la distribución altamente desigual de la riqueza, capital humano e influencia política” Finalmente es importante advertir que la estructura económico política latinoamericana, en su tránsito de la colonia a la independencia, permitió a las viejas oligarquías terratenientes mantener su estructura de privilegios, durante el proceso de modernización y su ingreso a la economía mundial, privilegios que por lo demás siguen manteniéndose hasta la actualidad y problemas como la concentración del ingreso o de la tierra, siguen siendo sus mayores exponentes.

VALORACIÓN DESDE LA ÉTICA SOCIAL

Podemos constatar que los problemas de desigualdad e injusticia social que se mantenían o aún se profundizaron en la fase de producción y exportación primaria (agrícola y de recursos naturales) no solamente presentan un problema ético y social, sino también causan dificultades económicas y políticas a mediano y largo plazo. Mientras la Iglesia Católica advertía en  la Encíclica  “Rerum Novarum” de León XIII en 1891, que por razones de justicia distributiva es obligación primordial del Estado proteger a la clase obrera, hoy expertos económicos nos confirman que la distribución medianamente equitativa de los ingresos de una económica es fundamental para la estabilidad y capacidad de crecimiento del sistema.

MODELO DE SUSTITUCION DE IMPORTACIONES (MSI)

El Modelo de Sustitución de Importaciones (MSI) es la forma en la que derivó el desarrollo de la economía mundial en su proceso globalizante de finales del siglo XIX, y que entró en una crisis severa a raíz de la primera guerra mundial, el proceso revolucionario en Rusia y los consecuentes intentos revolucionarios en Alemania y otros países, esta época que tuvo como corolario la gran depresión de los años 30 (Furtado 1967).

Junto a esos factores también deben tomarse en cuenta, los procesos de deterioro de los términos de intercambio, la concentración del ingreso, la presencia del nazismo y fascismo alemán e italiano, la política exterior japonesa y su invasión al sudeste asiático, la difusión del pensamiento nacionalista desde la China con el Kuomintang y sus repercusiones en América Latina, que en general serán el marco de referencia para el proceso de desarrollo del MSI.

Este proceso de crisis general de las primeras décadas del siglo XX que era consecuencia del agotamiento del Modelo Primario de Exportación (MPE), fue el basamento global del surgimiento del MSI y tuvo como detonante la gran crisis de 1929, que generó la abrupta caída de los precios de los productos que los países del continente exportaban, provocada por la reducción de la demanda internacional de esos productos a causa de la recesión y el desempleo mundiales.

Debemos recordar que los países de nuestra región eran en general “mono” exportadores –papel que les tocó jugar por la División Internacional de Trabajo (DIT) y la crisis mundial golpeó precisamente en los sustentos de nuestras economías, generando un profundo impacto interno.

En estas circunstancias, los sectores económicos y políticos más importantes volcaron la mirada hacia adentro, para proteger a los países de las crisis derivadas de las fluctuaciones económicas de los países centrales, la gran depresión y los efectos de las propias guerras. Así se acuñó desde lo económico y lo político un nuevo proceso que pretendió la industrialización interna en un nuevo escenario de desarrollo para la región.

“La industria se convirtió en el eje del proceso de acumulación de capital. Por primera vez en la historia latinoamericana, la economía contó con un motor interno y con un proyecto nacional de desarrollo. La gran crisis de los años treinta y las dos guerras mundiales no sólo crearon condiciones propicias para la sustitución de importaciones, sino que involucraron profundos cambios políticos y sociales, los que implicaron un nuevo “bloque de poder” que hizo viable la industrialización”[1].

Este MSI tuvo su correlato político con el surgimiento de corrientes nacionalistas, muchas de ellas influidas por el propio Kuomintang chino, y que dieron paso al surgimiento de gobiernos de índole nacionalista, que ante un oprobioso deterioro de los términos de intercambio, defendían el derecho al desarrollo de nuestros países, la necesidad de la generación de los bloques de poder y la alianza de clases en un lucha antiimperialista. Esto originó que gruesos sectores de las masas asalariadas vinculadas a los sectores industriales y los sectores campesinos más empobrecidos, liderados por las burguesías industriales modernizantes, junto a amplios sectores populares llevaran al gobierno a Víctor Paz Estenssoro en Bolivia, Juan Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil o Lázaro Cárdenas en México.

Pero en este periodo existe un factor más, que muy pocas veces se hace referencia, y se refiere a las consecuencias políticas de la Segunda Guerra Mundial: tras su culminación y efecto de ella, la Unión Soviética había ganado no sólo en los campos de batalla contra la Alemania de Hitler, sino que mundialmente había alcanzado un gran prestigio - que se intentó neutralizar por la enorme propaganda norteamericana y británica de su protagonismo en la guerra. Tras el “despliegue de la cortina de hierro” (W. Churchill, 1946) y el inicio de la Guerra Fría, la URSS de Stalin insertó en el debate mundial la teoría de la “Revolución por etapas”, la misma que coincidía en muchos aspectos con los postulados de los movimientos nacionalistas de los países emergentes y particularmente con los latinoamericanos. Este escenario político mundial de la post guerra influirá significativamente en el proceso de desarrollo del MSI.

LA CONCEPCIÓN BÁSICA DEL MSI

El MSI es una consecuencia natural de la evolución y el agotamiento del MPE y del propio desarrollo de la sociedad capitalista que se orienta, a través de una estrategia de desarrollo paulatino y con la incorporación del Estado como elemento patrocinante, donde su protección y acción económica jugaban un papel central, se aspiraba a un desarrollo endógeno, un proceso de industrialización interno que permitirá convertir a la industria en el eje del desarrollo económico y de la acumulación del capital.

La actividad productiva que se generó se relacionó directamente con el comportamiento de la economía mundial, estimulando la iniciativa privada y la inversión de capitales extranjeros, poniendo en marcha una estrategia de industrialización basada en una política de sustitución de importaciones que aceleró la inversión industrial, principalmente para el mercado doméstico, con control estatal de los precios del mercado y al acceso al financiamiento y las importaciones. Es posible establecer 3 ejes centrales del MSI:

Un decidido cambio de rumbo hacia un proceso industrial modernizante, enterrando las viejas consignas del MPE, colocando al Estado como actor principal del proceso económico ya sea a partir de los subsidios o a partir de la participación directa en la economía (nacionalización de las minas en Bolivia).

Se desarrolló una política proteccionista muy fuerte destinada a apoyar a la industria nativa y fomentar la producción de bienes sustitutivos a los importados, para lo cual se apoyó la inversión privada, local o foránea o se generó una inversión estatal directa y se estableció altos aranceles a las importaciones.

Se estableció una política cambiaria o monetaria favorable a los productores locales.

No es casual que el surgimiento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) traiga consigo un conjunto de argumentos de apoyo a esta nueva perspectiva de desarrollo que planteaba:

El progreso técnico sustituye productos primarios por productos manufacturados, lo que ocasiona un descenso de la demanda por productos primarios y, por tanto, una disminución en los precios de los mismos.

El progreso técnico ocasiona que el producto final requiera menor cantidad de productos primarios, con efectos similares a los del primer punto.

La elasticidad-ingreso de la demanda[1] por alimentos es menor que la unidad en los países avanzados, de tal manera que el crecimiento del ingreso implica un crecimiento menos que proporcional en su demanda.

Los países avanzados han establecido una política proteccionista sobre bienes primarios (estableciendo aranceles, cuotas y subsidios al comercio internacional).

Los objetivos estrictamente económicos tendían a "asegurar la expansión de las industrias que se habían desarrollado durante la segunda guerra mundial, reducir la propensión media a importar y contrarrestar los límites al crecimiento económico que el comportamiento errático de las exportaciones primarias habían aparentemente impuesto" (Ramírez de la O, 1980: 31), conseguir mayor autonomía frente al centro, lo que permitiría, con el tiempo, construir una base endógena de acumulación de capital.

[1] La cantidad demandada de un bien es sensible a los cambios en el ingreso de los demandantes, de modo que al cambiar éste cambiará también la demanda. La Elasticidad Ingreso de la Demanda permite cuantificar estos cambios y se define como la variación porcentual en la cantidad demandada de un bien que resulta de una variación porcentual en el ingreso.

LAS ETAPAS DEL MSI

En general los autores coinciden en que el MSI atravesó por dos grandes etapas: la primera, la que el pensamiento estructuralista definió como “sustitución fácil”, que terminará a mediados de los años cincuenta, y la etapa de la “sustitución difícil” que culminaría en 1982 con el quiebre del modelo, a raíz de la crisis de la deuda externa (Arturo Guillén R.).

La primera etapa tendrá como eje el proceso de sustitución de importaciones en el sentido más literal de la palabra que se caracterizará por la producción interna de productos que anteriormente se importaban, en general, bienes de consumo como textiles, alimentos, bebidas, etc., que utilizaban técnicas de producción relativamente sencillas [1]

Este proceso fue en general un proceso natural debido a las fuertes limitaciones externas que impedían un fácil proceso de importación que fueron acompañadas por procesos de tipo cambiario y las políticas arancelarias proteccionistas. Esto generó un fuerte impacto interno que apuntaló al proceso sustitutivo no sólo en lo económico sino y sobre todo en lo político, brindando a los actores políticos un mayor respaldo y legitimidad.

“La sustitución no es, pues, un proceso estático de producción interna de una determinada cantidad de bienes anteriormente importados, sino que abarca dinámicamente la satisfacción de la mayor y cambiante demanda que se va creando como consecuencia del desarrollo.” (Ferrer, 2004)

Por otro lado, es posible apreciar que el coeficiente de importaciones registró una baja importante en este periodo lo que significó una mejor situación de la balanza comercial, mientras que el esfuerzo de inversión descansó fundamentalmente en inversionistas privados nacionales, donde el Estado tuvo un papel protagónico en base a las medidas antes señaladas.

Sin embargo la DIT no se modificó sustancialmente y prueba clara de ello es que las exportaciones fueron esencialmente de productos primarios, y las importaciones de productos manufacturados, aunque existió indudablemente una mayor compra de bienes de capital e intermedios.

En este periodo los márgenes de endeudamiento externo eran bajos, la mayor parte de los países de la región muestran que habían pagado las deudas anteriores y las nuevas, eran muy escasas, lo que significó una estabilidad en materia de la balanza de pagos.

[1] “De esta manera se da el caso, paradójico sólo en apariencia, de que la presencia de las masas en los últimos años haya constituido, a causa de su presión por incorporarse al sistema político, en uno de los elementos que ha provocado el dinamismo de la forma económica vigente. (…) En la fase inicial de este proceso (de la sustitución de importaciones) los grupos industriales aparecían en alguna medida en una situación marginal. Sin embargo, por el hecho de formar parte de los nuevos sectores urbanos, su papel alcanza cierta importancia porque de hecho, en este conglomerado, constituyen el único grupo que posee un base económica real, aunque ésta no sea decisiva si la referimos a la totalidad del sistema económico vigente.”(Cardoso y Faletto 1969: 36)

LA SEGUNDA ETAPA DEL MSI

La segunda etapa llamada “sustitución difícil”, se registra en la década del 50 pero no se presenta en todos los países del sub continente, sino fundamentalmente en los países de mayor crecimiento relativo. Aunque la orientación es la misma, es decir la búsqueda de un desarrollo endógeno, es posible percibirse en este periodo que los nuevos bienes industriales que comienzan a producirse son, principalmente, bienes de consumo duradero (electrodomésticos, automóviles, etc.) y ya no tanto una sustitución de importaciones en el sentido tradicional. Aquí es posible apreciar que son los países centrales que empiezan a transferir su tecnología a partir de la Empresas Transnacionales (ETN) hacia los países en desarrollo. Además puede advertirse un elemento muy importante referido a que ya no es tanto la inversión nativa la que se convierte en el motor del desarrollo, sino que son estas empresas que empiezan a ocupar un rol cada vez más protagónico a través de la IED.

Esta etapa se orientó a controlar los sectores más dinámicos y de mayor rentabilidad de las economías emergentes de la industria, produciéndose lo

que Cardoso y Faleto (1969) denominaban “la internacionalización del mercado interno”.

Este factor tuvo su correlato político porque fueron los países y los Estados que paulatinamente perdieron la capacidad de dirigir el proceso industrializador ya que las decisiones más importantes dejaban de tomarse en cada nación y se las tomaban en los centros desarrollados (Furtado, 1967; Sunkel, 1971) o en las oficinas centrales de las ETN. Esto estuvo acompañado de un proceso de declive en el ímpetu antiimperialista de los procesos nacionalistas, que a la postre abrirá el paso al modelo neoliberal de la década del 80.

Esta etapa permitió que el nacionalismo y la industrialización nacional fueran cooptadas desde el exterior y se convirtiera en una nueva fase del desarrollo de los países centrales donde la dependencia tecnológica jugó cada vez más un papel protagónico, y las ETN generaron una integración con la economía mundial, acentuando las deformaciones de las economías nacionales. Si bien este periodo permitió avanzar, en el caso de Brasil, hacia la producción de bienes intermedios (siderurgia, química y petroquímica), la producción de bienes de capital fue muy exigua. Esto significó un desarrollo no armónico de la economía o la desaparición de la heterogeneidad estructural. Estas deformaciones se acentuaron y perpetuaron y aquí fueron elementos decisorios el “tamaño del mercado, angostado por la alta concentración del ingreso, la restricción de divisas o la trasnacionalización de las decisiones”[1].

“Al sector exportador moderno heredado del MPE se sumó un nuevo sector moderno liderado por la industria orientada al mercado interno. Al sector tradicional antes circunscrito, fundamentalmente, al mundo rural y a las comunidades indígenas, y que se definía como desempleo disfrazado o latente, vino a agregarse un nuevo sector de subempleados y marginados urbanos que emigraron del medio rural o de ciudades más pequeñas, pero que no lograron ser absorbidos por el sector moderno ubicado en las grandes urbes. A pesar del dinamismo de la industria, al operar ésta con técnicas de producción intensivas en capital importadas del centro, resultó incapaz de absorber la migración procedente del campo, dando origen al fenómeno de la economía informal, que ahora nos inunda”.[2]

En este periodo se reafirmó de forma significativa la característica heterogénea de nuestras economías y dieron lugar a fenómenos que eran marginales anteriormente, como las migraciones a las ciudades y el vaciamiento de las

zonas rurales deprimidas, la conversión de estos elementos en la mano de obra industrial de reserva, el subempleo, la informalidad y la marginalidad de nuestras ciudades.

Pero además este proceso fue consecuencia de un sometimiento más significativo de los gobiernos a las políticas generadas desde Washington y la implantación en muchos casos de golpes de Estado que frenaron el proceso desde la esfera de lo político.

En la dimensión del ingreso el MSI el coeficiente Gini se mantuvo en líneas generales igual que en el modelo anterior, aunque en algunos países sufrió una mejora marginal. Por otro lado, la presencia de las ETN generó no sólo una deformación en la estructura económica, sino que ésta estuvo acompañada de un cambio en el comportamiento de los ciudadanos de las grandes ciudades ya que se introdujeron pautas de consumo similares a las de los países centrales pero que estaban muy lejos de estar en coordinación con el desarrollo y la homogeneidad de las economías, aspecto que a su vez acentuó la concentración del ingreso y sectores importantes de la población se mantuvieron al margen del consumo de bienes manufacturados que eran elaborados para satisfacer la demanda de las élites suntuarias.

En este periodo, el papel del Estado declinó significativamente, orientándose cada vez más hacia los designios de los países centrales y no se generaron políticas correctivas que permitieran reorientar el proceso hacia el desarrollo endógeno, mientras que el proceso de acumulación de capital tuvo como margen de existencia, la estreches de los mercados y la heterogeneidad de las economías.

Las importaciones de bienes finales fueron sustituidas por compras de bienes intermedios y de capital. Como estas importaciones tienen una elasticidad con el ingreso, resultó que el desequilibrio comercial tendía aumentar más rápido que el crecimiento del PIB.

A finales de la década de los sesenta y durante los setenta, los gobiernos de los países de la región, que ya habían perdido su hegemonía y cuyo liderazgo estaba en entredicho, resolvieron un conjunto de problemas estructurales del MSI a partir del endeudamiento externo. Asimismo el proceso fue facilitado por el hecho de que las tasas de interés reales se tornaron negativas, como

consecuencia del relajamiento de la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Este hecho y el argumento propagandístico de “los gobiernos no quiebran” fue impulsado por los países centrales y los bancos acreedores que a la postre delimitarían el fin del MSI y darían pie, en la década del 80, al Modelo Neoliberal.

Sin embargo en la década de los setenta y con las dictaduras militares de por medio, se empezó un cuestionamiento al MSI y se utilizó para ello la realidad de los países del sudeste asiático, tomando como referencia la presencia del Estado en nuestros países, frente a la posición más liberal de aquellos.

Sin embargo, problemas como la concentración del ingreso, los problemas de la distribución de la tierra, la marginalidad, el sub empleo y la informalidad, que fueron y son factores que abaten nuestras economías, como un efecto de la heterogeneidad estructural, nunca fueron de interés de los portavoces de las corrientes pro centristas y a la larga, modelo neoliberal incluido, nunca fueron ni de interés de éstos y menos resueltas por los gobiernos que les fueron afines. Al respecto F. Fajnzylber (1990) mencionaba:

“Si, por ejemplo, se centra la atención exclusivamente en la necesidad de abrir los mercados internos, el efecto inmediato será intensificar la modernidad de escaparate, debilitar aún más la frágil base empresarial y acentuar la inserción por la vía de los recursos naturales. Por otra parte, resulta voluntarioso el intento de reforzar la base empresarial nacional aplicando el expediente aparentemente eficaz de transferir la propiedad de las empresas ya establecidas a agentes (privatización o estatización) manteniendo constante un patrón de consumo difícilmente compatible con el crecimiento”.

“La experiencia regional e internacional sugiere que para alcanzar los objetivos generales del desarrollo es preciso avanzar a un mismo tiempo hacia una articulación económica social interna y hacia una sólida participación en la economía internacional. Es ilusorio pretender esa participación excluyendo en forma parcial a sectores sociales y regiones ya que las tensiones sociales latentes se traducen inexorablemente en la incertidumbre y comprometen, en último término, la inversión y el crecimiento”.

“Las contradicciones del modelo podrían haber sido confrontadas, de haberse aplicado reformas estructurales que redistribuyeran el ingreso, políticas

adecuadas para impulsar los ‘efectos hacia atrás’ de la industrialización y la articulación del sistema productivo, así como la revisión selectiva de los esquemas de protección. Opciones había. Lo que faltaba era voluntad política para llevar adelante las reformas. O, para decirlo de otra manera, los obstáculos eran fundamentalmente políticos.”

El papel protagónico para el ocaso del MSI, no fueron las imposibilidades de generar nuevas respuestas a los escollos, sino la presencia de las élites económicas y políticas cada vez más vinculadas a los capitales transnacionales y a las decisiones políticas de los países centrales, toda vez que el argumento más importante era la Guerra Fría y la lucha contra el comunismo, donde cualquier proceso nacionalista tenía por ende, un aliento a socialismo insoportable para los designios de Washington.

VALORACIÓN DESDE LA ÉTICA SOCIAL (MSI)

La Doctrina Social de la Iglesia responde a los desafíos de la época con dos grandes documentos: En 1963, Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris enfatiza la vigencia de los derechos humanos para cada persona frente a las múltiples dictaduras en todo el mundo y la necesidad de una regulación de las relaciones internacionales. Pablo VI en la Populorum Progressio en 1968 toma el tema del desarrollo y progreso como núcleo de su mensaje y exige el derecho al desarrollo para todas las naciones y solidaridad global para los países más pobres. La desigualdad e injusticia social han alcanzado dimensiones mundiales que en las décadas posteriores van en aumento. No hemos logrado de enfrentar los problemas estructurales a nivel global como propuso Juan XXIII.