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Del 24 de enero al 09 de febrero del 2011 18 SEGURIDAD PUBLICA A mparados por las primeras sombras de la noche, aquel grupo de encapuchados ir- rumpió unj jueves en el domi- cilio del empresario tijuanense Jacobo Acker- man, mientras las personas que se encontraban dentro no daban crédito a tamaño atropello. Los familiares de Ackerman, habitantes de ese domicilio ubicado en el fraccionamiento Chapultepec, no sabían si esos hombres arma- dos hasta los dientes eran policías federales, estatales o municipales. En principio pudieron pensar que podían ser militares, aunque de in- mediato descartaron esa posibilidad: los mili- tares no visten trajes oscuros. Con el rostro cubierto por una máscara de lana, uno de ellos le espeto a los habi- tantes que tenían informes que ese domicilio era utilizado como “casa de seguridad” y que su obligación era confirmarlo o descartarlo. Mientras media docena de encapuchados re- volvían cajones, los guarda-ropa y escudriña- ban entre las sabanas, media docena de ellos rodeo la casa ubicada entre cerrada de Los Olivos y cerrada de Jacarandas en la pomposa Chapultepec. Hasta la noche del lunes cuatro elementos permanecían plantados afuera de la residencia. Entre la desesperación de los familiares y los abusivos uniformados, uno de ellos se atrevió a preguntar por el empresario Acker- man, lo que levanto sospechas entre alguna de las personas que presencio el cateo. ¿Irían a buscar a Ackerman por alguna razón en es- pecial? ¿Por qué se retiraron después de una larga hora de revisión sin llevarse nada de valor (como generalmente sucede)? La respuesta puede ser que los uniforma- dos iban directamente por el ex dirigente de la Confederación Patronal de la República Mexi- cana (Coparmex) Tijuana. Apenas concluida la agresiva revisión, los familiares de Ackerman se comunicaron con él para relatarle lo acontecido momentos an- tes. Terminada la conversación familiar, Ja- cobo Ackerman estableció comunicación con el actual presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) Fernando Otáñez Mar- tínez y este le hablo al gobernador de Baja California José Guadalupe Osuna Millán. La recomendación de este último fue co- municarse con el procurador de Justicia del Estado Rommel Moreno Manjarrez, quien aseguran se mostro sorprendido por el ca- teo. El fiscal del Estado debió preguntar las características de los encapuchados, aunque las victimas no aportaron mucho: hombres armados, encapuchados, que viajaban en ca- mionetas blancas sin insignias, eran los re- sponsables. Una versión señala que pudo ser el propio gobernador quien llamo al actual secretario de Seguridad Pública del Estado Daniel de la Rosa Anaya. --¿Ordenaste un cateo a la casa de Ackerman? –¡No señor yo no!, debió re- sponder de la Rosa. Enterados del tema, se muestran pensa- tivos al recordar que situaciones similares se realizaban a nivel municipal durante las dos terceras partes del gobierno del panista Jorge Ramos Hernández. Esos ciudadanos “con me- moria” dibujan escenas muy parecidas a la registrada poco después de las siete de la no- che del pasado jueves. Los encapuchados irrumpían lo mismo en negocios particulares, que en bares y cantinas de la Zona Norte y en domicilios de personas de bien. El argumento era el mismo: una lla- mada anónima alertaba sobre la presencia de hombres armados en ese domicilio. Igualito que los militares, solo que estos no portaban uniformes verde olivo ni tampoco insignias. Hay quien recuerda que el promotor de esas prácticas era el anterior secretario de seguri- dad pública municipal Julián Leyzaola Pérez, el mismo que ahora despacha como subsecretario de seguridad pública estatal. Que coincidencia. Comentarios: [email protected] ¿Coincidencia? Quién cateó la casa del empresario Ackerman Jaime Flores Martínez Cicuta

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Cicuta 18 ¿Coincidencia? Jaime Flores Martínez Del 24 de enero al 09 de febrero del 2011

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Del 24 de enero al 09 de febrero del 201118 SEGURIDAD PUBLICA

A mparados por las primeras sombras de la noche, aquel grupo de encapuchados ir-rumpió unj jueves en el domi-

cilio del empresario tijuanense Jacobo Acker-man, mientras las personas que se encontraban dentro no daban crédito a tamaño atropello.

Los familiares de Ackerman, habitantes de ese domicilio ubicado en el fraccionamiento Chapultepec, no sabían si esos hombres arma-dos hasta los dientes eran policías federales, estatales o municipales. En principio pudieron pensar que podían ser militares, aunque de in-mediato descartaron esa posibilidad: los mili-tares no visten trajes oscuros.

Con el rostro cubierto por una máscara de lana, uno de ellos le espeto a los habi-tantes que tenían informes que ese domicilio era utilizado como “casa de seguridad” y que su obligación era confirmarlo o descartarlo. Mientras media docena de encapuchados re-volvían cajones, los guarda-ropa y escudriña-ban entre las sabanas, media docena de ellos rodeo la casa ubicada entre cerrada de Los Olivos y cerrada de Jacarandas en la pomposa Chapultepec. Hasta la noche del lunes cuatro elementos permanecían plantados afuera de la residencia.

Entre la desesperación de los familiares y los abusivos uniformados, uno de ellos se atrevió a preguntar por el empresario Acker-man, lo que levanto sospechas entre alguna de las personas que presencio el cateo. ¿Irían a buscar a Ackerman por alguna razón en es-pecial? ¿Por qué se retiraron después de una larga hora de revisión sin llevarse nada de valor (como generalmente sucede)?

La respuesta puede ser que los uniforma-dos iban directamente por el ex dirigente de la Confederación Patronal de la República Mexi-cana (Coparmex) Tijuana.

Apenas concluida la agresiva revisión, los familiares de Ackerman se comunicaron con él para relatarle lo acontecido momentos an-tes. Terminada la conversación familiar, Ja-

cobo Ackerman estableció comunicación con el actual presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) Fernando Otáñez Mar-tínez y este le hablo al gobernador de Baja California José Guadalupe Osuna Millán.

La recomendación de este último fue co-municarse con el procurador de Justicia del Estado Rommel Moreno Manjarrez, quien aseguran se mostro sorprendido por el ca-teo. El fiscal del Estado debió preguntar las características de los encapuchados, aunque las victimas no aportaron mucho: hombres armados, encapuchados, que viajaban en ca-mionetas blancas sin insignias, eran los re-sponsables.

Una versión señala que pudo ser el propio

gobernador quien llamo al actual secretario de Seguridad Pública del Estado Daniel de la Rosa Anaya. --¿Ordenaste un cateo a la casa de Ackerman? –¡No señor yo no!, debió re-sponder de la Rosa.

Enterados del tema, se muestran pensa-tivos al recordar que situaciones similares se realizaban a nivel municipal durante las dos terceras partes del gobierno del panista Jorge Ramos Hernández. Esos ciudadanos “con me-moria” dibujan escenas muy parecidas a la registrada poco después de las siete de la no-che del pasado jueves.

Los encapuchados irrumpían lo mismo en negocios particulares, que en bares y cantinas de la Zona Norte y en domicilios de personas de bien. El argumento era el mismo: una lla-mada anónima alertaba sobre la presencia de hombres armados en ese domicilio. Igualito que los militares, solo que estos no portaban uniformes verde olivo ni tampoco insignias. Hay quien recuerda que el promotor de esas prácticas era el anterior secretario de seguri-dad pública municipal Julián Leyzaola Pérez, el mismo que ahora despacha como subsecretario de seguridad pública estatal. Que coincidencia.

Comentarios: [email protected]

¿Coincidencia?

Quién cateó la casa del empresario Ackerman

Jaime Flores Martínez

Cicuta