Año IV Número 13 - Primer Trimestre 2016 Fernando Henrique ... · El libro tiene el indudable...

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Diálogo Latino Cubano es una publicación trimestral del Programa de Solidaridad Democrática Internacional (Puente Democrático) del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), cuyo objetivo es generar un intercambio entre referentes de la sociedad civil, académicos y analistas de América Latina con los actores del movimiento cívico cubano que contribuya a un escenario de apertura po- lítica y transición democrática en Cuba. Editores: Gabriel C. Salvia y Manuel Cuesta Morúa. Otra crisis generada en Cuba En 2013, como parte de sus tímidas y desarticuladas medidas reformistas, el gobierno cubano eliminó los permisos gubernamentales previos para viajar al exterior. Meses después, Ecuador, aliado de Cuba, eliminó las visas a los cubanos. Se abrió así una vía fácil para convertir a Quito en el punto de arranque de la nueva ruta terrestre, algo que el régimen, lejos de desestimular, incentivó, quizá como válvula de escape y mecanismo de presión sobre Estados Unidos. Pero la causa más profunda del éxodo hay que buscarla en la acelerada pauperización de la vida cubana, la represión que no cesa, la crónica falta de oportunidades y un entorno –tanto nacional como internacional— cada vez más crítico. Pág. 2 Por Eduardo Ulibarri Bilbao Año IV Número 13 - Primer Trimestre 2016 Diálogo Latino Cubano Crímenes de Estado: dilemas de la Justicia El libro tiene el indudable valor de abordar, de modo cla- ro, aspectos controversiales —a veces paradójicos— que suelen acompañar inevitablemente este tipo de procesos orientados a esclarecer —y aun castigar— las violacio- nes masivas de los derechos humanos perpetradas en la República Argentina u otros países. Pág.6 Por René Gómez Manzano Fernando Henrique Cardoso recibió a Cuesta Morúa Cuesta Morúa viajó a San Pablo con el apoyo del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CA- DAL) para brindar la conferencia “Hasta dónde pueden llegar los cambios en Cuba?” que organizó el Instituto Fernando Henrique Cardoso (IFHC). Pág.8 Candidatos por el cambio para construir el futuro Como un hecho destacable por su trascendencia debe referirse la postulación de al menos treinta personas en diferentes territorios y provincias en las pasadas eleccio- nes municipales de abril de 2015. Entre ellos Hildebrando Chaviano y Yuniel López. Pág. 4 Por Leonardo Calvo Cárdenas

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Diálogo Latino Cubano es una publicación trimestral del Programa de Solidaridad Democrática Internacional (Puente Democrático) del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), cuyo objetivo es generar un intercambio entre referentes de la sociedad civil, académicos y analistas de América Latina con los actores del movimiento cívico cubano que contribuya a un escenario de apertura po-lítica y transición democrática en Cuba. Editores: Gabriel C. Salvia y Manuel Cuesta Morúa.

Otra crisis generada en Cuba

En 2013, como parte de sus tímidas y desarticuladas medidas reformistas, el gobierno cubano eliminó los permisos

gubernamentales previos para viajar al exterior. Meses después, Ecuador, aliado de Cuba, eliminó las visas a los cubanos. Se abrió así una vía fácil para convertir a Quito en el punto de arranque de la nueva ruta terrestre, algo que el régimen, lejos de desestimular, incentivó, quizá como válvula de escape y mecanismo de presión sobre Estados Unidos. Pero la causa más profunda del éxodo hay que buscarla en la acelerada pauperización de la vida cubana, la represión que no cesa, la crónica falta de oportunidades y un entorno –tanto nacional como internacional— cada vez más crítico.Pág. 2Por Eduardo Ulibarri Bilbao

Año IV Número 13 - Primer Trimestre 2016

Diálogo Latino Cubano

Crímenes de Estado: dilemas de la Justicia

El libro tiene el indudable valor de abordar, de modo cla-ro, aspectos controversiales —a veces paradójicos— que suelen acompañar inevitablemente este tipo de procesos orientados a esclarecer —y aun castigar— las violacio-nes masivas de los derechos humanos perpetradas en la República Argentina u otros países. Pág.6

Por René Gómez Manzano

Fernando Henrique Cardoso recibió a Cuesta Morúa

Cuesta Morúa viajó a San Pablo con el apoyo del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CA-DAL) para brindar la conferencia “Hasta dónde pueden llegar los cambios en Cuba?” que organizó el Instituto

Fernando Henrique Cardoso (IFHC). Pág.8

Candidatos por el cambio para construir el futuro

Como un hecho destacable por su trascendencia debe referirse la postulación de al menos treinta personas en diferentes territorios y provincias en las pasadas eleccio-nes municipales de abril de 2015. Entre ellos Hildebrando Chaviano y Yuniel López. Pág. 4

Por Leonardo Calvo Cárdenas

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El pasado 12 de noviembre, las autoridades de Costa Rica desar-ticularon una banda de trafi-

cantes de personas, o “coyotes”, que se desempeñaba como un eslabón más en la compleja cadena de tráfico humano que opera entre Ecuador y México para movilizar a sus clientes –o víctimas— hacia Estados Unidos.

Desde meses atrás se había detec-tado un incremento inusual en el tra-siego de migrantes ilegales por el país. Aunque de múltiples nacionalidades, la inmensa mayoría eran cubanos. Pero la desmesurada magnitud del flujo solo quedó al descubierto cuan-do, muy pocos días después de la ope-ración policial, primero cientos y muy pronto miles de cubanos comenzaron a acumularse en la línea fronteriza entre Panamá y Costa Rica.

La creciente oleada humana que, oculta por la ilegalidad y eficacia de los coyotes y la complacencia de mu-chos países, se venía desarrollando a fuego lento, llegó a su ebullición e hizo crisis.

Sin posibilidades de detener la pre-sión de los migrantes que se acumula-ban en su frontera, y apegado a con-sideraciones legales y humanitarias, el gobierno de Costa Rica otorgó visas de tránsito a miles de ellos, los trans-portó hasta la línea con Nicaragua y habilitó albergues para atenderlos mientras tramitaban su ingreso a ese país, el siguiente en la ruta al norte.

La expectativa era que también el gobierno nicaragüense facilitaría el paso. Pero ocurrió lo contrario. No solo se los impidió, sino que reprimió indiscriminadamente a quienes in-gresaron por sectores sin control.

Resultado: el número de cubanos creció de manera exponencial en te-

rritorio costarricense, hasta que el gobierno suspendió la emisión de los permisos de tránsito y anunció que deportaría a quienes ingresaran ilegalmente. Nunca, desde el apogeo del conflicto centroamericano, el país había debido enfrentar una emergen-cia migratoria de tal magnitud, con severo impacto económico, social y diplomático.

Tras múltiples gestiones oficiales entre Costa Rica, El Salvador, Guate-mala, Honduras, México, Panamá y Estados Unidos, dos meses después se logró activar un “plan piloto” para reducir la presión. Si todo funciona según lo acordado, será posible un traslado ordenado de los migran-tes que permanecen en Costa Rica (casi 8.000) y Panamá (alrededor de 1.000) hasta la frontera estadouni-dense.

El martes 12 de enero, el primer contingente, de 180 adultos, viajó vía aérea a El Salvador, pasó Guatemala por carretera y llegó el miércoles a México, que les otorgó 20 días de gra-cia para permanecer en su territorio y alcanzar la frontera estadounidense por sus propios medios. Algunos lo lograron rápidamente: el viernes 15, un pequeño grupo se presentó a las autoridades migratorias en Laredo y fue admitido en Estados Unidos, al amparo de normas que otorgan a los cubanos trato especial tras llegar al país.

Tras el éxito de la prueba, habrá que decidir si se aplicará a gran escala, y cuándo, y también está por verse qué dificultades podrían surgir en el cami-no.

Sin embargo, el reto más serio es otro. Porque el posible traslado de los casi 9.000 cubanos a Estados Unidos

está lejos de ser una solución perma-nente a la crisis. La razón es tan clara como poderosa: su origen de fondo es la catastrófica situación política, so-cial y económica que padece Cuba, y nada indica que mejorará a corto pla-zo. Al contrario, las señales sugieren que empeorará.

Expulsión y atracciónEn todo proceso migratorio general-mente interactúan tres elementos macro: el país de origen, que por di-versas razones expulsa población; el de destino, que la atrae, y el o los paí-ses de tránsito. En este caso, se trata, en el mismo orden, de Cuba, Estados Unidos, y todos los que, a partir de Ecuador, punto de llegada desde la isla, son ruta hacia la meta.

No cabe duda de que, además de su atracción generalizada, Estados Uni-dos ha puesto en práctica decisiones que facilitan la migración cubana. Por un lado, gracias a acuerdos con La Habana en 1994 y 1995, Washington se comprometió a aceptar anualmen-te, de manera legal, a 20.000 cuba-nos, y a devolver a los que intercepta-ra en el intento de alcanzar sus costas. A la vez, de manera unilateral, adoptó la llamada política de “pies mojados-pies secos”, según la cual los cubanos que ingresen a su territorio tienen derecho, según lo establecido por la “Ley de ajuste cubano” de 1966, a tra-mitar residencia permanente.

El régimen de los Castro, que siem-pre transfiere a otros sus fracasos, culpa a esa política por la crisis mi-gratoria en curso, elude su responsa-bilidad en ella y desconoce el deber de proteger a sus migrantes. Su actitud no solo es inaceptable, sino fácilmen-te refutable.

Otra crisis generada en CubaPor Eduardo Ulibarri Bilbao

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Si esta oleada fuera culpa estadouni-dense, debió haberse producido desde que la política “pies mojados-pies se-cos” entró en vigencia. Sin embargo, en las dos décadas que han transcu-rrido desde entonces, el ingreso ilegal de cubanos a Estados Unidos, ya sea por mar (estrecho de la Florida) o tie-rra (México), rondó en un promedio anual de 5.000. ¿Por qué se multipli-có por diez en los últimos doce meses, cuando solo por la frontera mexicana ingresaron 45.000? La respuesta hay que buscarla en hechos recientes, vin-culados con la naturaleza y desempe-ño del régimen cubano.

Desde que comenzó el proceso de normalización de relaciones entre Washington y La Habana, surgió el rumor de que la política de “pies mojados-pies secos” llegaría pronto a su fin. Para una población experta en desconfianza, de nada han valido las garantías oficiales en sentido contra-rio. Como consecuencia, muchos cu-banos han decidido arriesgarse a sa-lir ilegalmente lo antes posible, ante la expectativa de que se cerrarán las puertas de Estados Unidos. Es decir, no es la política actual, sino el temor a que desaparezca, una de las razones del flujo.

Descalabro internoSin embargo, existen muchas otras razones que explican la crisis.

En 2013, como parte de sus tímidas y desarticuladas medidas reformistas, el gobierno cubano eliminó los per-misos gubernamentales previos para viajar al exterior. Meses después, Ecuador, aliado de Cuba, eliminó las visas a los cubanos. Se abrió así una vía fácil para convertir a Quito en el punto de arranque de la nueva ruta terrestre, algo que el régimen, lejos de desestimular, incentivó, quizá como válvula de escape y mecanismo de presión sobre Estados Unidos.

Pero la causa más profunda del éxodo hay que buscarla en la acelera-da pauperización de la vida cubana, la represión que no cesa, la crónica falta de oportunidades y un entorno

–tanto nacional como internacional— cada vez más crítico.

La pregonada “reforma” económica interna, parcial y homeopática, está lejos de ser un plan coherente para generar mayor producción, promover el crecimiento y estimular el bienes-tar general. Más bien, es una colec-ción de parches desarticulados con efectos colaterales imprevistos, como los generados cuando se permitió la venta libre de vehículos y casas a los particulares, antes controlada por el Estado. En otras circunstancias, esta medida pudo ser un componente más en el camino hacia una economía de mercado, capaz de introducir algún tímido dinamismo en la economía. En el contexto cubano, para mucha gente se convirtió en fuente para financiar su éxodo vía Quito y pagar a los coyo-tes. Así, un componente de las fallidas reformas terminó convertido en estí-mulo a la ilegalidad migratoria.

Todo esto ocurre mientras el dete-

rioro se acreciente y no existen opcio-nes de salida a corto plazo.

La caída vertical en los precios del petróleo ya había hecho que Ve-nezuela, principal fuente de apoyo financiero externo, comenzara a re-ducir las transferencias. Su cercano colapso económico y el parlamento controlado por la oposición harán aún más difícil mantener los subsi-dios a Cuba, y no se puede descartar que, a corto plazo, desaparezcan en su totalidad.

A tan oscuros nubarrones se aña-den la caída en los precios del niquel –uno de los principales productos cubanos de exportación—, la falta de resultados de los tímidos cambios in-ternos, la crisis económica de Rusia, la desaceleración de China, el desca-labro político y económico de Brasil, el fin de la era Kirchner-Fernández en Argentina, y la imposibilidad de que una recuperación del turismo sea la válvula de salvación.

Todo esto lo saben y padecen los cu-banos, y se ha convertido en un pode-roso factor que empuja el éxodo masi-vo. Y como no hay indicios de mejora en los factores generadores de migra-ción, la única forma de frenarla será si el régimen restituye los controles de salida, Ecuador cierra totalmente sus fronteras y los países de tránsito op-tan por deportar a cualquier cubano que ingrese ilegalmente.

Es una posibilidad. Sin embargo, dejaría más al desnudo el fracaso del régimen y podría exacerbar ten-siones sociales que se vuelvan en su contra.

En el fondo, la crisis migratoria cu-bana es un reflejo más de la crisis del sistema. Y solo cuando este cambie podrá esperarse una solución estable.

En todo proceso migratorio generalmente interactúan tres elementos macro: el país de origen, que por diversas razones expulsa población; el de destino, que la atrae, y el o los países de tránsito. En este caso, se trata, en el mismo orden, de Cuba, Estados Unidos, y todos los que, a partir de Ecuador, punto de llegada desde la isla, son ruta hacia la meta.

Eduardo Ulibarri Bilbao es periodista y diplomático. Fue Embajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas entre 2010 y 2014.

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El complejo escenario político cubano actual exige de los ac-tores comprometidos con una

evolución conectada a los valores uni-versalmente reconocidos la capacidad de imaginar, definir y activar diseños destinados a enfrentar con éxito los enormes retos que implican la tan necesaria transformación estructural de una sociedad sumida en el retraso y la disfuncionalidad socioeconómica e institucional.

Varias décadas de hegemonismo ideológico y político han redundado no solo en la activación de muy bien estructurados mecanismos de con-trol, coerción y represión, sino en una muy grave deficiencia de cultura y autoestima cívica. Por lo general los cubanos carecemos de espacios, pero también de capacidades y referencias para canalizar y manifestar coheren-temente los malestares, inquietudes y rechazos cada vez más crecientes ha-cia ese poder que exige total fidelidad ideológica y disciplina social, pero que incumple de manera flagrante y sistemática su parte del contrato y sus compromisos esenciales.

Las disfuncionales correlaciones sociopolíticas de Cuba están mar-cadas por la perspectiva mesiánico-tiránica de los gobernantes que no admiten la libertad de pensamiento ni la independencia y soberanía de los individuos, por la incapacidad de los ciudadanos aún para utilizar y ejer-cer los pocos derechos que les están reconocidos y por la persistencia de atrofias y carencias conceptuales y metodológicas en los diseños y pro-yecciones de los que confrontan polí-ticamente al régimen de La Habana.

Incluso cuando por ya cuatro déca-das el movimiento opositor y de de-

fensa de derechos humanos de Cuba ha demostrado un pacifismo sin pre-cedentes, en gran medida no ha logra-do despojarse de lastres tradicionales como el personalismo, el elitismo, la violencia del lenguaje político y la ilu-sión de la victoria a través del derrum-be o la demolición del adversario.

Lamentablemente, todavía los ciu-dadanos e incluso demócratas expe-rimentados conceden mayor impor-

tancia a las aureolas personales de los líderes que a las ideas, las propuestas o la institucionalidad de los movi-mientos contestatarios. Muchos reco-nocidos líderes opositores conceden muy poco valor a la conexión y parti-cipación protagónica de los ciudada-nos en el proceso de reconstrucción democrática de nuestra convivencia.

De igual forma, con demasiada frecuencia apreciamos en líderes y activistas pro democracia una agresi-vidad verbal y argumental que se des-fasa de nuestras reales condiciones y necesidades. Con arrojo y valentía en extremo respetable casi cotidia-namente muchos valientes activistas con una dinámica confrontacional física y pública se convierten en iner-mes víctimas de la más cruel repre-sión y convalidan el diseño oficialista de terrorismo de estado.

Nos hemos acostumbrado tanto a pensar en la solución de nuestros traumas a través del derrumbe total y palmario del poder en plaza y por tal razón perdemos de vista que este evidente empate técnico entre poder y oposición demanda un sustancial cambio de dimensión en las dinámi-cas de confrontación políticas.

De hecho, se hace imperioso pasar definitivamente de la protesta a la propuesta, que esa propuesta se co-necte y vincule coherentemente con las necesidades y profundas tragedias socio vivenciales que agobian a la so-ciedad cubana y sobre todo activar mecanismos efectivos que generen un sólido liderazgo cívico y que convierta en demandantes a las crecientes ma-sas de ciudadanos descontentos, pero todavía desarmados para convertir esos malestares y rechazos en cohe-rente y beligerante activismo cívico.

Candidatos por el cambio para construir el futuroPor Leonardo Calvo Cárdenas

Se hace imperioso pasar definitivamente de la protesta a la propuesta, que esa propuesta se conecte y vincule coherentemente con las necesidades y profundas tragedias socio vivenciales que agobian a la sociedad cubana y sobre todo activar mecanismos efectivos que generen un sólido liderazgo cívico y que convierta en demandantes a las crecientes masas de ciudadanos descontentos.

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En esa perspectiva se inscribe el pro-yecto cívico “Candidatos por el cam-bio”, el esfuerzo de un grupo creciente de activistas con experiencia, quienes desarrollan una profunda y sostenida acción educativa destinada a utilizar los espacios que concede el sistema electoral vigente para estructurar pro-tagonismo efectivo de los ciudadanos y hacer mella considerable en ese poder absoluto que ha logrado estructurar el alto liderazgo de La Habana apoyado en sus legislaciones antidemocráticas y en el espíritu de inferioridad cívica que aqueja a las grandes mayorías.

Un profundo y certero análisis de las coyunturas políticas de la Isla demostró a los líderes de “Candida-tos por el cambio” el camino de la educación y activación cívica de los ciudadanos, de la estructuración de liderazgo ciudadano de base y de la apropiada utilización de los mecanis-mos electorales existentes se presenta harto difícil y presumiblemente largo. Sin embargo, resulta el más expedito para romper el círculo vicioso del he-gemonismo político gubernamental y la inmovilidad cívica de los ciudada-nos manipulados como instrumentos fácilmente manejables de los intere-ses políticos oficialistas.

Desde su conformación definitiva, en el verano de 2014, “Candidatos por el cambio” ha desarrollado un proce-so de instrucción cívico-comunitaria destinado a ampliar sistemáticamente los sectores dispuestos a participar e influir en los eventos electorales defi-nidos por las leyes vigentes. El proyec-to cívico promueve el conocimiento de la ley electoral y los derechos que ella comporta para los ciudadanos y la uti-lización efectiva de esos espacios para desmontar de manera paulatina pero efectiva la dinámica de manipulación plebiscitaria con que el régimen trata de legitimarse en términos de imagen.

Objetivo estratégico de “Candidatos por el cambio” es que los ciudadanos dejen de ver al sistema electoral como un coto privado e impenetrable para el gobierno y asuman como derechos inalienables la permanencia en el re-

gistro electoral, la participación so-berana en los actos de sufragio y es-crutinio, así como en los espacios de rendición de cuentas de los elegidos presto a ser utilizados como una vía excepcional de manifestación de cri-terios, demandas, presión e impugna-ción ciudadana.

Candidatos por el cambio apuesta fuerte por la estructuración de un sólido liderazgo comunitario capaz de movili-zar el respaldo ciudadano por encima de los mecanismos de manipulación y coerción gubernamental para disputar la elección en las instancias de base.

Como un hecho destacable por su trascendencia debe referirse la postu-lación de al menos treinta personas en diferentes territorios y provincias en las pasadas elecciones municipales de abril de 2015. Entre ellos Hildebran-do Chaviano y Yuniel López, quienes a pesar de su publica militancia opo-sitora tuvieron que ser admitidos en las boletas electorales de sus respec-tivas circunscripciones por razón del respaldo popular alcanzado, única vía que por demás que contempla la vi-gente Ley electoral.

A pesar de las presiones y campañas oficialistas los candidatos indepen-dientes alcanzaron el 20% de la masa electoral, lo cual convierte el acto en mucho más que una señal simbólica de que el complejo escenario puede ser en realidad transformado.

Candidatos por el cambio ha lo-grado en determinadas localidades generar intensas dinámicas de parti-cipación y presión ciudadana, lo cual constituye un modelo de como iniciar un cambio sustancial en las correla-ciones y percepciones políticas, sobre todo a nivel de base. De igual forma el proyecto no descuida la continuidad de la sostenida dinámica de genera-ción de exposiciones y debates sobre temas trascendentales de naturaleza histórica, cultural y política, proceso encaminado a profundizar y extender la cultura cívica y política a través de la gestión del conocimiento.

Candidatos por el cambio, junto al accionar marcado por la firmeza, la moderación y la educación cívica de los ciudadanos, asume como patrón estratégico de proyección el vínculo estrecho y coherente con sectores, mi-noritarios o no, que también luchan por sus identidades y derechos. Para los líderes y animadores del proyecto el duro bregar de mujeres, religio-sos, afrodescendientes, la comunidad LGBTI o los campesinos en busca del reconocimiento de espacios y dere-chos está estrechamente vinculado con la esencia y el objetivo final de la iniciativa cívica.

Las autoridades cubanas deben acostumbrarse a la idea, nada agrada-ble para ellos por cierto, de que cada vez más cubanos sabrán batallar por sus derechos y valores con las armas de la civilidad y en el marco de los es-pacios legales reconocidos.

Leonardo Calvo Cárdenas es historiador y politólogo e integrante del Comité de Ciudadanos por la Integración Racial.

Desde su conformación definitiva, en el verano de 2014, “Candidatos por el cambio” ha desarrollado un proceso de instrucción cívico-comunitaria destinado a ampliar sistemáticamente los sectores dispuestos a participar e influir en los eventos electorales definidos por las leyes vigentes.

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No resulta fácil hacer la reseña de un libro sabiendo que él no debe ofrecer especial interés

para el público en general, debido a su carácter especializado y al lenguaje técnico que utiliza en algunos pasajes. Es lo que sucede en el caso de Críme-nes de Estado: dilemas de la Justicia de Jaime Malamud Goti (Editorial Hammurabi, Buenos Aires, 2016), una obra que, por su propia natura-leza, debe aspirar a que sus lectores sean fundamentalmente hombres de leyes y personas interesadas en lo que se ha dado en llamar justicia transi-cional.

El libro, realizado con la colabora-ción del prestigioso Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) y de Hernán Albe-rro en particular, está compuesto por una serie de artículos escritos por el competente y experimentado jurista Jaime Malamud Goti (Universidad de Buenos Aires, 1965) “en los últimos quince años”, según anuncia su autor en las “Palabras previas”.

En la misma portada se puntualiza el alcance de la obra: “La restitución de la credibilidad de la justicia en una sociedad fragmentada por el terror; el rol de los juicios de tipo penales contra los violadores de los derechos humanos; venganza, castigo y el retri-bucionismo centrado en la víctima; el problema de la memoria y el perdón en la transición a la democracia”.

En todo ese inventario, al igual que en el título y el subtítulo de la obra, echo de menos una mención al país natal del autor. Esto ilustraría me-jor sobre el alcance real del texto, ya que aunque en éste aparecen valiosas consideraciones teóricas de carácter general y alusiones a situaciones con-

frontadas en otras partes del mundo, es la realidad argentina, derivada de las violaciones de los derechos hu-manos —en especial las perpetradas bajo las dictaduras militares—, la que es abordada una y otra vez, como una especie de leitmotiv.

Este hecho de centrarse en la reali-dad de su Patria lo reconoce el doctor Malamud Goti en sus Palabras Pre-vias: “En lo esencial, he tomado como ejemplo a la Argentina, anárquica aun durante una brutal dictadura militar”.

Sin perjuicio de lo antes señalado, Crímenes de Estado tiene el induda-ble valor de abordar, de modo claro, aspectos controversiales —a veces paradójicos— que suelen acompañar inevitablemente este tipo de procesos orientados a esclarecer —y aun cas-tigar— las violaciones masivas de los derechos humanos perpetradas en la República Argentina u otros países.

Entre esos aspectos polémicos que este interesante libro esclarece para el lector (al abordarlos en sus diversas facetas), se encuentran: • El efecto pernicioso que ocasiona el

terrorismo de Estado al aislar a los ciudadanos unos de otros.

• La íntima relación que, en los crí-menes de Estado, existe entre lo po-lítico y lo jurídico.

• La paradoja de que los efectos per-niciosos del terror político sean vis-tos a menudo como “causados por la víctima”.

• Los escollos que debe enfrentar la justicia transicional para juzgar abusos en los que, directa o indirec-tamente, participó una proporción importante de ciudadanos, o tras cuya perpetración ha decursado un tiempo considerable.

• La realidad de que los abusos pro-

piciados desde el Estado, general-mente sólo pueden sostenerse con el concurso de un segmento signifi-cativo de la población.

• La conveniencia de evitar el nom-bramiento de jueces nuevos e inex-pertos, que una parte de la opinión pública pueda considerar como de-signados con el fin de castigar a los acusados, lo cual ocasionaría tam-bién la pérdida de la legitimidad de los tribunales.

• La importancia de que los juicios que se celebren gocen de “legitimi-dad”, en el sentido de que el grupo derrotado los acepte como verdade-ros actos de justicia, y no como un simple ajuste de cuentas parcializa-do de un grupo sobre otro.

• La incidencia de esa “legitimidad de los juicios” en las posibilidades de culminar con éxito la ansiada tran-sición política.

• La conveniencia de aprovechar, al celebrar esos juicios, el área o zona “gris”, dentro de la cual las perso-nas condicionan su adhesión a uno u otro de los segmentos en pugna, según las acciones que realice cada uno de sus miembros.

• El significativo impacto emocional que los juicios por violaciones de los derechos humanos causan entre quienes soportaron el daño.

• El debilitamiento de la autoridad de los tribunales que dan importancia a circunstancias externas basadas en consideraciones sociales y polí-ticas.

• Las diversas implicaciones de los juicios realizados “desde dentro” (por connacionales de los procesa-dos) o “desde fuera” (por cortes in-ternacionales).

• La correlación entre las distintas

Crímenes de Estado: dilemas de la JusticiaPor René Gómez Manzano

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concepciones de poder (“articula-dor”, “desarticulador” y “estructu-ral”).

• Las diferencias entre la “inculpa-ción fina” (dirigida contra indivi-duos o grupos pequeños) y la “grue-sa” (enfilada hacia grupos grandes, y especialmente contra los regíme-nes dictatoriales de larga duración).

• La paradoja de que, cuando quie-nes transgreden la Ley actúan en la creencia de que están haciendo algo moralmente correcto, la justifica-ción de la sanción penal se vuelve dudosa.

• La valoración sesgada que sectores importantes de la población pueden hacer en determinadas coyunturas, al valorar las denuncias de las vio-laciones de los derechos humanos como acciones antipatrióticas.

• La diferencia entre “culpa retributi-va” y “culpa restaurativa”.

• La necesidad de que la búsqueda de la verdad esté basada en “paráme-tros anclados en criterios normati-vos y evaluativos que ordenan los recuerdos”.

Reconozco que la lista es larga, pero es que igualmente larga es la relación de los aspectos novedosos, inespera-dos, que el doctor Malamud Goti ex-pone con maestría ante el lector, for-zándolo a prestar atención a facetas que éste antes no habría podido ima-ginar siquiera que pudiesen existir o tener importancia.

En mi opinión, es ése el mérito principal de esta obra, que conside-ro de obligada lectura para todos los que se interesan por los temas abor-dados. Creo que, en particular, esto es válido para los cubanos. Con esto no quiero decir que cada uno de los planteamientos del autor sea apli-cable tel quel en el país antillano (en verdad son muy grandes las diferen-cias entre la situación argentina bajo las “fugaces” juntas militares y las que existen en la Isla tras 57 años de régimen castrista). Pero sí considero útil que quienes se interesan en estas cuestiones tengan la valiosa referen-

cia de los artículos redactados por el doctor Malamud Goti.

No obstante los méritos de este li-bro, hay que señalarle también deter-minadas deficiencias.

Por ejemplo, echo de menos una explicación de por qué se usan de manera sistemática las comillas cada vez que se emplea el término “subver-sivo” (u otros de la misma raíz) para referirse a quienes combatían contra las dictaduras militares argentinas. ¿Es que el autor desea recalcar que ése era el vocablo oficial emplea-do en aquellos tiempos? ¿O se trata de que pone en duda que los “anti-sistema” de la época (la generalidad de ellos imbuidos de los conceptos castro-guevaristas de lucha armada, y muchos —además— organizados, entrenados y financiados desde La Habana) tuvieran en verdad esa con-dición subversiva?

Varios de los capítulos del libro fue-

ron publicados originalmente en inglés, pero no en todos los casos se especifi-ca quién realizó la traducción. Este as-pecto del trabajo merece ser calificado como muy bueno. Aunque no faltan errores, como el uso de “Exodus” y “Zeno”; también el disparate “tribuna-les canguro”, cuando la versión caste-llana de “kangaroo trials” sería —como es obvio— “farsas judiciales”.

Aunque esto sólo se observa en de-terminados pasajes, es cierto que en el libro no faltan algunas repeticio-nes de conceptos, que un trabajo de edición más enérgico habría podido evitar. Algunos ejemplos: la expli-cación de por qué se usa el concepto “Falkland/Malvinas” (pp. 14 y 160), los procesos contra Von Weizacker y Agosti (pp. 44, 62, 89, 98), las alusio-nes a las esclavas sexuales del Ejército Japonés (pp. 149 y 180), la explicación del concepto de área o zona “gris” (pp. 70 y 187), y la de la inculpación “grue-sa” o “fina” (pp. 143 y 178).

Otra de las deficiencias del trabajo de edición consiste en que, en alguna ocasión, al aludir a otros artículos del mismo autor, la cita se remonta al tex-to original (en inglés) del trabajo, pese a que este último figura, en su versión castellana, en el mismo libro. Es lo que sucede en la Nota 25 de la pág. 155.

Por encima de los defectos señala-dos, considero que Crímenes de Esta-do es un libro de obligada lectura para todos los que se interesan por la com-pleja problemática que él aborda y lo recomiendo con entusiasmo.

En la misma portada se puntualiza el alcance de la obra: “La restitución de la credibilidad de la justicia en una sociedad fragmentada por el terror; el rol de los juicios de tipo penales contra los violadores de los derechos humanos; venganza, castigo y el retribucionismo centrado en la víctima; el problema de la memoria y el perdón en la transición a la democracia”.

René Gómez Manzano es abogado. Fue uno de los autores del popular mani-fiesto “La Patria es de todos”. En dos ocasiones ha sufrido prisión política por años, entre 1997 y 2000, y entre 2005 y 2007. Ha sido reconocido como “Preso de Conciencia” por Amnistía Internacio-nal. Recibió varios premios, entre ellos el Premio de Derechos Humanos de la American Bar Association.

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El ex presidente de Brasil re-cibió al portavoz del Arco Progresista de Cuba en la

sede de San Pablo de la fundación que lleva su nombre.

Cardoso fue dos veces presidente de Brasil, entre 1995 y 2002. Nacido en Río de Janeiro en 1931, Cardoso es sociólogo y profesor emérito de la Universidad de San Paulo. En Bra-sil fue Senador entre 1983 y 1992, Ministro de relaciones exteriores en 1992 y Ministro de Hacienda entre 1993 y 1994. Es uno de los fundadores y presidente honorífico del Partido de la Social Democra-cia Brasileña (PSDB). Por su parte, Manuel Cuesta Morúa se graduó en Historia en la Universidad de La Habana en 1986. Entre 1986 y 1991 trabajo en varias instituciones oficiales. De 1988 a 1991 en la Casa de África del Museo del Historiador en Habana Vieja. Fue expulsado de esta última institución en 1991 por sus ideas políticas. Ese mismo año ingresa en la entonces organización socialdemócrata, Corriente Socialis-ta Democrática Cubana, alternativa al régimen. En 2002 funda el Arco Progresista.

La presentación de Cuesta Morúa fue moderada por Sergio Fausto, Super Intendente del Instituto Fer-nando Henrique Cardoso y Conse-jero Académico de CADAL. El ex presidente Cardoso asistió a la pre-sentación de Cuesta Morúa y al fina-lizar la misma ofreció sus comenta-rios.

A la charla que brindó Cuesta Morúa también asistió Ricardo Zúñiga, Cón-sul de los Estados Unidos de América en San Pablo y uno de los protagonis-tas del proceso de negociaciones que llevó al restablecimiento de relacio-nes diplomáticas entre Cuba y Esta-dos Unidos.

Fernando Henrique Cardoso recibió a Cuesta Morúa

n Fernando Henrique Cardoso y Manuel Cuesta Morúa.

n Fernando Henrique Cardoso, Sergio Fausto y Manuel Cuesta Morúa.

n Manuel Cuesta Morúa y Ricardo Zúñiga.