Antoine Jean-Gros (pintura napoleónica).

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El Arte como Propaganda. La visión heroica del Imperio Napoleónico en la pintura neoclásica. Baños Selas, Uxía - B1 - 2012-2013.

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El Arte como Propaganda.

La visión heroica del Imperio Napoleónico en la pintura neoclásica.

Baños Selas, Uxía - B1 - 2012-2013.

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Índice

Introducción…………………………………………………………………………………………1

Capítulos

1. Contexto histórico……………………………………………………………………………...2

2. Contexto artístico………………………………………………………………………………3

3. Jean-Gros en relación al contexto artístico…………………………………………………4

4. Estilo pictórico y conceptual del autor……………………………………………………….5

5. Estudio: Napoleón en el puente de Arcole………………………………………………….7

6. Estudio: La batalla de Abukir…………………………………………………………………7

7. Estudio: Napoleón en Eylau…………………………………………………………………..8

8. Estudio: Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa……………………………………9

9. Repercusión de la obra de Jean-Gros……………………………………………………...10

Conclusión del alumno……………………………………………………………………………10

Relación de figuras………………………………………………………………………………..12

Bibliografía y Webgrafía…………………………………………………………………………..13

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Introducción

"La actitud ociosa de un ejército es su más seguro camino hacia la derrota."

Esta famosa cita del emperador Napoleón I Bonaparte de Francia es capaz de mostrarnos que, a la

hora de jugar a la guerra, él nunca dejaba nada a la ligera. Su agresiva actitud en el campo de

batalla era extrapolable a todos los aspectos de su vida, incluyendo a sus allegados y súbditos, y

disfrutaba sintiéndose temido por los que le rodeaban. Cabe por tanto esperar que en el ámbito

propagandístico de su imperio él se movía también con pies de plomo, procurando transmitir esa

imagen de grandeza de su persona a través del arte, a mayores de sus crueles actos.

En este trabajo que se nos plantea abordaremos este preciso tema de la propaganda pictórica del

Imperio Napoleónico, centrándonos en su contexto artístico. La época cultural que nos enmarcará

en todo momento será el mundo de la Ilustración, posterior al Barroco y anterior al Romanticismo,

enmarcado en los años que duró el primer Imperio Francés (1804 - 1813). En primer lugar

contextualizaremos la época, con sus características históricas y artísticas, para posteriormente

meternos de lleno en el autor del cual tenemos que estudiar sus obras: Antoine Jean- Gros.

Sobre este autor, el cual ocupará el grueso de nuestro trabajo, contextualizaremos su arte y su

formación. Al ser el mayor exponente de la figura propagandística Napoleónica, aun rivalizando con

la figura de su maestro, analizaremos las características de su pintura y realizaremos un recorrido

formal y conceptual por la mayor parte de su trabajo, para luego estudiar algunas de sus obras.

Una vez realizado este recorrido, se enumeraran las repercusiones de la obra del autor, y se

concluirá el trabajo con una breve conclusión sobre lo plasmado ya anteriormente, reelaborando

una serie de conclusiones personales extrapolables a la obra de Jean-Gros concretamente, y más

globalmente a la propia pintura napoleónica en general.

Con esto trataremos de demostrar nuestros conocimientos y estudio a lo largo del periodo de

preparación del tema a redactar, para así entender la conquista del género propagandístico

pictórico, no en la actualidad, en la era multimedia de la comunicación, sino ya en el siglo XIX

durante el primer Imperio francés.

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1.Contexto histórico

Si tuviéramos que explicar el motivo del nacimiento del movimiento Neoclásico, la palabra sería

‘Ilustración’. El origen de esta corriente de pensamiento data de finales del siglo XVII, en Francia,

aunque su influencia fue tal que su expansión al resto de Europa no fue un problema, afincándose

en mayor o menor medida en todos los países, y especialmente también en Inglaterra. Las bases

de esta corriente eran, entre otras, la erradicación del pensamiento dogmático de las creencias

religiosas, la soberanía de la razón humana sobre todas las cosas y la educación como

herramienta para adoctrinar al pueblo y trasmitir las ideas ilustradas. En Francia, por ejemplo,

burgueses y aristócratas tales como Voltaire, Diderot, D’ Alembert, Montesquieu y Rousseau

llevaron a cabo grandes aportaciones tales como la redacción de la enciclopedia, la creación de la

Academia y la difusión de ideas propias de este movimiento, como la tolerancia, la igualdad, el

escepticismo religioso y la confianza ilimitada en el progreso, a través de numerosos escritos.

Si bien en los más tiernos inicios de la Ilustración el régimen que imperaba en Europa era la

monarquía absoluta, con la llegada de la Revolución Francesa, resultado de las ideas políticas de

esta corriente de pensamiento, los anteriores esquemas políticos se pondrán en tela de juicio. El

último monarca de la dinastía borbónica que reinaba en Francia, Luis XVI, será derrocado y

guillotinado junto con su familia y

toda una larga lista de aristócratas

por gente del propio vulgo en 1789,

fecha que también marca el

comienzo de la época

Contemporánea. Las ideas de la

Ilustración desembocarán en un

profundo cambio social e ideológico

en Francia, cuyas consecuencias

inmediatas traerán una serie de

gobiernos precarios de escasa

duración, y la época de la 1ª

República, donde se conseguirán adelantos políticos tales como la redacción de una constitución,

la separación de poderes y el sufragio censitario. Sin embargo, la sociedad democrática dará un

paso atrás con el golpe de Estado y la subida al poder Napoleón Bonaparte, lo cual dará comienzo

a la época del primer imperio francés, el Imperio Napoleónico.

Quince años se mantuvo Napoleón en el poder antes de ser vencido por los ingleses en la batalla

de Waterloo. Sin embargo, fue tiempo más que suficiente para convertirse en un personaje

Ilustración 1

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histórico de gran relevancia. Su admiración por la época romana, y más especialmente por la figura

de Julio César, incrementó aún más si cabe su deseo de convertir Francia en una potencia magna

como lo fue Roma en el pasado, y transformar a su propia corte en una corte romana. No es de

extrañar por tanto que se empapara de las corrientes neoclásicas para conseguir su objetivo.

2. Contexto artístico

La corriente artística ilustrada es el denominado Neoclasicismo, cuya entrada en vigor se produce a

mediados del siglo XVIII y se mantendrá en vigencia hasta el primer tercio del siglo XIX. Esta

corriente obviará la influencia religiosa y se remontará a los años anteriores al cristianismo. Esto

conlleva, como en la época renacentista, a un claro retorno a las influencias de la antigüedad

clásica: el arte romano en general, y más particularmente las fuentes de las cuales había bebido

este imperio, que eran mayormente griegas, pero también

etruscas, egipcias y de diversos países de Oriente próximo.

Las causas de este cambio en las tendencias artísticas

tienen como factor determinante el comienzo de los

hallazgos arqueológicos propios de la época clásica, y más

concretamente el de las ciudades de Herculano y Pompeya

en el reino de Nápoles. Esto provocará en los artistas la

urgente necesidad de atraer la atención del público a través

del nostálgico poder de las ruinas, como se puede apreciar

en los grabados de Giovanni Battista Piranesi. Sin

embargo, la vuelta al clasicismo en la pintura poseía el

inconveniente de las pocas obras registradas de aquellas

épocas. El ideal del pintor pasó a tener el mismo ideal de

belleza que la escultura clásica.

El autor sobre el cual versará nuestro trabajo, Antoine Jean-Gros (16 de marzo de 1771 - 25 de

junio de 1835), fue un destacado pintor francés de la época neoclásica. Su padre era pintor, y estas

raíces le inculcaron desde bien pequeño el amor por las artes, y eso le llevó por voluntad propia a

volverse discípulo del gran pintor neoclásico francés Jacques Louis David, quien se convertiría en

íntimo amigo suyo. Muertos sus padres, su único sustento fue la pintura, trabajando por

recomendación en la escuela de bellas artes de París. Elevado a la nobleza por Luis Felipe, se le

conocerá más en adelante como barón Gros. El estallido de la Revolución francesa le llevó a pasar

una temporada en Italia, y a su vuelta encontró por fin la que sería su gran dedicación: residir como

pintor de cámara de la corte de Napoleón Bonaparte. El hecho de que este emperador quisiera

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empapar de naturalidad las pinturas y retratos de las cuales era él el protagonista le llevó a hacerse

acompañar de artistas para que presenciaran sus batallas y se documentaran de primera mano en

el campo de batalla. Así, Jean Gros se convierte en uno de los primeros pintores que es además

cronista de guerra, lo cual se verá reflejado en algunos de sus cuadros más conocidos. Su postura

a caballo entre el propio neoclasicismo y el próximo romanticismo le llevaron a ser un

incomprendido de su época, así como un precursor de los próximos estilos artísticos, y fue esta

incomprensión la cual le llevó a su tumba. Serán las malas críticas referentes a su obra el motivo el

cual llevará a este pintor a suicidarse en el Sena a la edad de 65 años.

3. Jean-Gros en relación al contexto artístico.

Se hace patente que Jean-Gros es el único autor entre los de su tiempo en el cual casi la totalidad

de su obra reconocida abarca exclusivamente cuadros de propaganda napoleónica, sin llegar a

destacar en otros estilos. Su mentor, Jacques Louis David (1748-1825), el cual fue pintor de la

corte de Napoleón también, fue un autor mucho más maduro en muchos aspectos de su obra. En

contraste con Jean Gros, cuyas obras poseían ya un deje Romántico tanto en su temática e

interpretación como en las técnicas que utilizaba, su mentor es un puro hombre del Neoclasicismo.

Incluso sus primeros cuadros de temáticas cristianas ya contaban con características neoclásicas

tales como los cánones de belleza a seguir, el estilo del color y de los ropajes. A falta de modelos

de pintura greocorromana, se inspirará en los relieves, de los cuales tomará la simetría y la falta de

profundidad. Es un experto en la reproducción históricamente precisa de los detalles, lo cual lleva a

la gente que aprecia su pintura a revivir con vivacidad épocas pasadas. Su verdadera ruptura con

la estética barroca se aprecia en el cuadro ‘El juramento de los Horacios’, si bien también otros

cuadros le traerán la fama, como ‘Las sabinas’ o ‘Madame Récamier’. Como pintor de cámara de

Napoleón, sus dos obras más significativas son ‘Bonaparte cruzando los Alpes’ y ‘La coronación

de Napoleón’. Logró envanecer en grado sumo a Napoleón, el cual le otorgó el mandato sobre las

artes durante su gobierno.

François-Pascal Simon Gérard (1770-1837), también discípulo de Louis David y principal rival de

Jean-Gros, se decantará más en su pintura por los temas clásicos, tales como su pintura ‘Amor y

Psique’. Será un autor calificado como “de línea blanda”, el cual buscaba maximizar el esteticismo

en los cuadros por encima del rigor compositivo, y buscará acercarse cada vez más al ideal de

belleza humano. Sus cuadros pasarán a ser realidades intangibles. Esto también se hace visible en

las pinturas que le hizo al emperador Napoleón, las cuales son en su mayoría retratos, discrepando

con la tendencia de Jean-Gros de representar escenas bélicas o históricas. No olvidemos que

Jean-Gros sólo pintó un retrato de importancia para el emperador, y fue el primer encargo que este

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le hizo: el cuadro “Napoleón en el puente de Arcole”. Los retratos de este autor concuerdan más

en su visión del mundo estático, en el cual lo único que realmente se buscaba que fuese duradero

era la belleza humana. Esto contribuía a enaltecer la vanidad de Napoleón sólo en el ámbito

personal, pues lo que él buscaba más que verse reflejado en cuadros donde su belleza era fingida,

prefería recurrir a obras en las cuales rememorase y diese a conocer al público sus numerosas y

victoriosas campañas militares. Esto y no otra cosa hacen de Jean-Gros el pintor propagandístico

Napoleónico por antonomasia.

4. Estilo pictórico y conceptual del autor.

Gros no transmitió la frialdad clasicista de la cual

hacía gala su maestro, sino que dio un paso más.

En su concepción dinámica no existe la mínima huella

neoclásica de David, pues aunque a pesar de que se

compromete a respetar la herencia que este le deja,

no puede ocultar sus tendencias puramente

románticas, estilo al cual él dará impulso. El

Romanticismo francés pasa ineludiblemente por

Jean-Gros. Sufrirá pues el hecho de estar entre dos

corrientes opuestas pero paralelas en el tiempo; entre

las nuevas tendencias románticas y el desfasado neoclasicismo, ya llevado a su máxima expresión

por Ingres. Esto desembocará en el pluralismo estilístico de finales del XIX, con los comienzos del

eclecticismo, los neoclasicismos y el impresionismo.

Para desgracia del autor, todo lo que el pinte de tema grandioso o heroico, siguiendo las temáticas

de su mentor, será hueco y falto de originalidad. De ahí que esta parte de las obras del autor hayan

sido enterradas hace ya mucho tiempo. Como ejemplo de

esto están las pinturas que Jean Gros ejecutó para adornar la

cúpula del Panteón de París, las cuales se abolieron con la

Restauración.

En cambio, el destino resarció a este autor al provocar su

encuentro con el emperador, pues se vio obligado a pintar

hechos históricos cruciales, lo cual será un buen camino para

su pintura. Gros viajará documentando estos hechos, y será

testigo de la realidad de un mundo completamente dinámico,

Ilustración 3

Ilustración 4

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y no estético, como le había enseñado su maestro. Los cuadros de Jean Gros de esta época son

de una tendencia artística gesticulante y declamatoria, más que puramente estéticos. Napoleón se

representará lleno de brío, pero elegante y cauto, cosa que agradará profundamente al emperador.

Otra de las grandes influencias de Jean-Gros sin duda fue Pedro Pablo Rubens, un autor del siglo

XVII de la escuela flamenca. Será en gran medida el elemento rubeciano lo que le traerá la fama a

Jean Gros. De él extraerá el colorismo y los movimientos violentos, los cuales sabrá aplicar tanto a

figuras aisladas importantes como a los grupos de personajes secundarios de sus obras. Uno de

los elementos de sus cuadros que definen bien estas características son los caballos agitados que

aparecen en la mayoría de sus obras. El pintor Ferdinand-Victor-Eugène Delacroix, coetáneo

francés y profundo admirador suyo, los describía de esta forma:

[…] “…en carácter y ejecución los caballos de Gros son completamente distintos de lo que los

pintores habían hecho en este género hasta entonces. Es cierto que Rubens le había precedido

con su audacia en dar vida y brío a sus nobles animales… pero les falta la nobleza, incluso podría

decirse que la pasión, de los de Gros. Estos, como sus jinetes, parecen exhalar amor al peligro y a

la gloriosa aventura. En estas refriegas poéticas se les ve encabritarse, morder, relinchar,

acometerse de frente; las crines, relucientes y trenzadas, brillan bajo el más resplandeciente de los

soles, entre el polvo de la batalla, y todavía se admira la sabiduría con que el pintor los ha dibujado

y la belleza de sus proporciones. Esta inusitada combinación de fuerza y elegancia es sin duda

alguna la cima del arte.”

Así se pueden explicar la frescura y viveza del

color, así como la forma y el movimiento que

adquieren los cuadros sobre batallas. Cuadros

menores del autor como ‘Batalla en las pirámides’,

‘La rendición de Madrid’ y ‘Entrevista a dos

emperadores’ también gozarán de estas

características.

Jean Gros no será un pintor realista (al menos en el sentido moderno del término), pero tampoco

un copista de batallas, como podría haber sido Van der Meulen en el siglo XVII por ejemplo.

Algunos de los autores con los cuales se le compara en cuanto a la temática de batallas serán

Salvatore Rosa, Il Borgognone, y más concretamente con la obra “Batalla de Constantino” de Giulio

Romano, aunque al propio Gros más bien le disgustaban los tonos oscuros de esta obra.

Ilustración 5

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5. Estudio: Napoleón en el puente de Arcole.

Este cuadro será el preludio de los cuadros heroicos de Gros. Se trata del boceto de un joven

general Bonaparte dirigiendo a sus tropas

sobre el puente de Arcole.

En comparación con su maestro, Jean-

Gros es más bien un retratista pobre en

cuanto a concepto. Al compararlo con la

obra ‘Napoleón cruzando los Alpes’, un

retrato muy famoso del emperador hecho

por Jacques Louis David, queda patente

que a pesar de la monumentalidad del

lienzo de la obra de Jean Gros, sigue

siendo fría. Gros se centra en representar

el dinamismo del ser humano: el rostro de bello corte, el cabello al viento, el torso girado. Por tanto,

descuida el hecho de plasmar la propia personalidad de la persona retratada, cosa que David

consigue.

Sin embargo, esta obra con respecto a cualquiera de su mentor gana mucho en el tema del

colorido. La viveza de las tonalidades se convirtió en una gran innovación desde que el cuadro fue

expuesto.

6. Estudio: La batalla de Abukir.

Este será el primer gran cuadro de batallas que

ejecute Jean-Gros, y preludio de las grandes

obras que vendrán después. En el centro de la

composición se encuentra el oficial Murat a

caballo, junto con un joven caudillo árabe que

blande una cimitarra. A ambos lados hay una gran

confusión de personas, caballos y cadáveres,

representados con pleno colorismo. Sin embargo,

no existe ningún intento de contención por parte

del autor, el cual aún necesita muchas obras para estilizar y mejorar su técnica.

Ilustración 6. Ilustración 7.

Ilustración 8.

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7. Estudio: Napoleón en Eylau.

El 8 de febrero de 1807, Napoleón se

enfrentará en la localidad de Eylau, en

Polonia, contra las tropas rusas comandadas

por el comandante Benigssen. El emperador,

que ya había probado las fuerzas de su

armada en la Batalla de Austerlitz (1805) y en

la de Jean- Auerstädt (1806) consigue en la

de Eylau, tras dos días de ardua batalla, la

retirada rusa, con la victoria y el honor que

eso supone. Esta convierte a Eylau un tema

perfecto de propaganda napoleónica.

Al perseguir la obra fines publicitarios, al autor le resulta imposible separar la visión ética y artística

en orden de contar los sangrientos acontecimientos que tienen lugar. Desde una visión cruel,

aparecen en este cuadro dos figuras antagónicas que se superponen e intentan ganar

protagonismo a partes iguales: una es la figura del emperador, dotada de un ‘pathos’ heroico,

situada en el centro del cuadro ligeramente a la izquierda, el cual aparece de forma regia y

victoriosa abriéndose paso a través del cruel campo de batalla. Vestido con ropas invernales de

estilo imperio, centro su acción hacia el exterior del cuadro dando órdenes a sus tropas de cesar el

enfrentamiento, pues la batalla está ganada. Bendice a su ejército mientras la característica figura

de un viejo soldado besa sus pies, mostrando la humanidad del vencedor. A la hora de convocar el

concurso de esta pintura, el emperador afirmó que se debía presentar el momento exacto en el que

él mismo recitaba la frase: “Si todos los reyes de la tierra pudieran contemplar esta escena,

moderarían su ambición de guerras y conquistas.”

La otra figura a destacar en este cuadro son los muertos. Es inevitable que atraigan la vista del

espectador al estar situados en primer plano, oscureciendo la obra de paisaje invernal. Los rasgos

de estos aparecen abocetados y casi invisibles, condescendencia del artista que contribuye a

decrecer el pavor que crean estas figuras y a contraponerlas aún más con la figura del emperador,

cuyos rasgos son claros, jóvenes y llenos de vida. Los muertos se confunden con las siluetas de

los vivos, ofreciendo una imagen macabra. Otra figura a destacar es la del barón Percy, cirujano

jefe de la armada francesa, a la izquierda sosteniendo un oficial enemigo que alza su brazo en

señal de clemencia.

El hecho de la batalla no se muestra en un conjunto caótico de figuras, sino en personajes bien

individualizados como promueve el principio de individualismo del clasicismo. Se ha rechazado el

Ilustración 9.

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ideal de equilibrio formal, logrando representar hechos bélicos de forma convincente. El efecto es

tan apabullante que el cuadro consigue el efecto sobrecogedor de identificarte con la pintura,

transmitiéndote una sensación de pavor y de respeto ante la gloriosa figura del emperador de

Francia.

8. Estudio: Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa.

Este cuadro se trata de una de las obras más famosas de Jean Gros, y de las pocas cuya fama

aún perdura. La obra retrata al emperador visitando a los apestados por la peste y tocando las

llagas de una víctima. La obra al principio se proyectó para ser dibujada en la sala del hospital,

representada de una forma más objetiva. Pero la necesidad teatral de Gros le llevó a enmarcarlo

todo en una escena más romántica. Por ello se escogió como escenario final la arcada ojival del

patio en un claustro gótico, a través del cual entrevemos la ciudad que se esconde detrás. Siendo

sólo posible esta decoración a través de descripciones

textuales descritas con mucha exactitud, esta

representación no dejaba de ser algo completamente

inusual en un alumno de David, detallándose ahora la

amplitud del espacio y la concurrencia natural de figuras.

La representación pictórica de la peste era un viejo

motivo del cual existían muchos ejemplos, ya que se

dibujaba con frecuencia a San Carlos Borromeo y a San

Roque, patrones de la peste. Con Gros, Napoleón se

erige como una figura novedosa, impasible e

imperturbable ante las calamidades. Como el gesto de la duda de Santo Tomás, toca la llaga del

enfermo. Gros sustituye a la típica madre moribunda de la esquina del cuadro de estas

composiciones por de la un médico, afectado también, que sostiene en brazos a un moribundo.

La combinación y el efecto que surte este cuadro al principio es de asombro y excitación, aunque el

gran colorido del cuadro actualmente es difícil de apreciar. En la presentación de la obra, el propio

David alabó la obra del alumno sin mostrar envidia. Tras enmarcar el cuadro con una corona de

laurel, se celebró un banquete en honor del pintor. Jean-Gros se encontraba, por tanto, en la

cumbre de su fama.

Ilustración 10.

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9. Repercusión de la obra de Jean Gros

A pesar de tratarse Jean-Gros de un autor mayormente polémico, incluso entre sus coetáneos, que

tenían opiniones de lo más variado en cuanto a sus obras, la huella de este autor en la historia del

arte es innegable.

Históricamente su aportación radica en la narración de las epopeyas napoleónicas a través de su

pintura. A pesar de la visión aproximada y, como ya hemos dicho, propagandística del autor, sí que

podemos conocer muchos datos que sus cuadros nos insinúan, así como acercarnos al psique y a

las tácticas del emperador. Su labor sería comparable a la de cualquier historicista, pero con un

valor añadido, que es el que nos da su propia visión personal y que inevitablemente empaña su

pintura.

A nivel de obras de arte, Gros destaca por ser la llave de entrada al romanticismo: el primer autor

que fue capaz de romper con los ideales davinianos clasicistas y redescubrir las aptitudes

rubencianas y pasionales del siguiente estilo. Autores posteriores como Gericault y el ya nombrado

Delacroix serán sólo algunos de los que buscarán inspiración en su obra. De hecho, muchos

afirman que para comprender en su totalidad la obra de Jean-Gros debemos verle con los ojos de

Delacroix, quien a pesar de ser su rival artístico, supo ver las virtudes que escondían sus cuadros y

escribió en 1840 un ensayo en el cual sólo poseía alabanzas para el autor. Elogios conmovedores

que quizá sean uno de los motivos por los que en la actualidad Jean-Gros se haya hecho eco en

los libros de historia.

Conclusión del alumno.

A juicio personal, creo que es evidente que el pintor Jean-Gros no deja de ser una figura menor

dentro de la historia del arte. Es triste decir que pocos autores que no hayan tenido un estilo

claramente definido han conseguido triunfar del todo.

En el caso de Jean-Gros, sus ideas adelantadas al estilo pictórico del momento ayudarán a las

posteriores generaciones, pero serán incapaces de darle el impulso necesario al propio autor.

Encasillado en una sola temática, en cuanto Jean-Gros abandonaba el marco napoleónico sus

deficiencias se hacían patentes y dejaban entrever sus puntos más débiles. Esta y no otra será,

además, la causa de su declive y posterior muerte.

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Jean-Gros representa uno de los muchos tránsitos que se producen a lo largo de la historia del

arte: el cambio de los estilos fríos a los pasionales, de los academicistas a los más puramente

artísticos y personales. Siendo estas dos posiciones antagónicas, que se vienen alternando (y se

alternarán) a lo largo de la propia historia del arte, el nadar entre dos aguas es siempre una opción

desfavorable.

A pesar de esta disyuntiva, cuando echamos la vista atrás y apreciamos la obra de este polémico

autor, podemos aprender más de lo que creemos. Debemos mirarle con los mismos ojos con los

que le apreciaron los posteriores artistas como Delacroix, y saber distinguir los aspectos en los que

de verdad destacaba como pintor. Los sentimientos que provocan en nosotros sus pinturas a través

de la figura del emperador, y de la muerte o el caos que le rodea, no son mentira.

Ahí es donde reside el verdadero genio.

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Relacion de figuras

Ilustración 1. DAVID, Jacques Louis: ‘La coronación de Napoleón’. Óleo sobre lienzo. 667

cm × 990 cm, 1807. Museo del Louvre, París.

Ilustración 2. GERARD, François: ‘Retrato del pintor Jean-Gros’, 1790.

Ilustración 3. JEAN-GROS, Antoine: ‘La rendición de Madrid’. Óleo sobre lienzo, 1808.

Musée National des Châteaux, Versalles.

Ilustración 4. JEAN-GROS, Antoine: ‘Entrevista a dos emperadores.’ Óleo sobre lienzo,

1805. Musée National des Châteaux, Versalles.

Ilustración 5. JEAN-GROS, Antoine: ‘Batalla en las pirámides’. Óleo sobre lienzo. 389 x

311 cm, 1810. Musée National des Châteaux, Versalles.

Ilustración 6. JEAN-GROS, Antoine: ‘Napoleón sobre el puente de Arcole’. Óleo sobre

lienzo, 417x354 cm, 1824. Museo Louvre, París.

Ilustración 7. DAVID, Jacques Louis: ‘Napoleón cruzando los Alpes’. Óleo sobre lienzo.

260x221 cm, 1800. Palacio de Charlottenburg, Berlín.

Ilustración 8. JEAN-GROS, Antoine: ‘La batalla de Abukir’. Óleo sobre lienzo, 578 x 968

cm, 1806. Musée National des Châteaux, Versalles.

Ilustración 9. JEAN-GROS, Antoine: ‘La batalla de Eylau’. Óleo sobre lienzo, 533 x 800 cm,

1807-1808. Museo del Louvre, París.

Ilustración 10. JEAN-GROS, Antoine: ‘Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa’. Óleo

sobre lienzo, 523 x 715 cm, 1804. Museo del Louvre, París.

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Bibliografía

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Webgrafía

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http://www.udc.es/dep/com/castellano/arte_virtual/indice_arte.html

Liceus: El Neoclasimismo como expresión pictórica: http://www.liceus.com/cgi-

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Spanish Arts: Antoine Jean-Gros:

http://www.spanisharts.com/history/del_neoclasic_romant/romant_gros.html