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Antoinette
- 1 -
Para todas aquellas personas que inspiraron cada uno de los siguientes
personajes, ustedes saben quienes son, y cuanto los quiero y admiro; son una
gran razón de ser en mi vida.
I
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En ocasiones me pongo a pensar, sobre esos cuentos y leyendas, historias de
héroes y villanos, monstruos y seres fantásticos. En realidad existió alguien con
tanta imaginación para concebir en su cabeza a estos seres, que si nunca los
tuvo que imaginar, tal vez lo vio como un destello fugaz, que viene y se va,
quizás solo quizás esos seres son mas comunes de lo que pensamos.
Algo dentro de mí me dice que hay mas, que no son simples relatos que
cuentan los ancianos a los niños, esos mitos encierran verdades ocultas,
realidades que han sido contadas de manera exagerada todos estos años. Ese
sentir dentro de mí, me llama, todas las noches desde que tengo conciencia es
el mismo llamado. En mis sueños se escucha esa voz que pronuncia un nombre
desconocido para mi pero a la vez tan familiar, ese sueño de todas las noches,
soy yo de pequeña cinco quizás seis años, llevo un rojo de época victoriana, o
tal vez isabelina, al final de las mangas largas me adornan finos encajes en
tonos crema y dorados, el corsé se amolda a mi cuerpo de infanta, y por debajo
de aquel maravillosos vestido unos zapatos rojos brillantes, rodean mis
pequeños pies, es ella, si es ella, mi nana, me toma de la mano con
brusquedad mientras caminamos fuera de un inmenso castillo hacia un
carruaje tirado por caballos negros, dentro de esta carroza están las únicas
personas que han convivido conmigo, mi nana justo a mi lado tomándome
fuertemente la mano, en frente mío, están Concepción, y Beatriz, dos jóvenes
mujeres que ayudan en mi casa, Concepción siempre esta junto a mi. Mi nana
Ana, me ha dicho que Concepción esta conmigo para servirme en lo que me
plazca, nunca eh entendido por que, y Beatriz siempre esta en la cocina,
trabajando, eh de confesar que nunca eh visto mi recamara sin bocadillos
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recién hechos, esto podría ser llamado explotación, pero a ellas parece no
importarle, por el contrario se ven felices de servirme.
Ellas me acompañan en el carruaje, mi mano cubierta por el guante de seda
toca la ventanilla mientras observo aquel lugar lúgubre pero que a pesar de
todo me parece tan hogareño, Ana cierra la cortina de la ventana, y recuesto
mi cabeza en su regazo, los bucles castaños rojizos caen hasta poco mas
debajo de mis hombros, un silencio llena aquel pequeño lugar, y es entonces
cuando escucho esa voz, pronunciando aquel nombre francés o tal vez
holandés, la verdad no se pero es un nombre bellísimo, “Antoinette”, la voz es
apacible, es una voz de mujer seguida por una de hombre, la voz de la mujer
esta llena de amor, de desdicha y anhelo, mientras que la del hombre refleja
dureza, valor, y coraje, ambas son tan conocidas en mi mente, pero en mi vida
las eh escuchado, ambas desaparecen a medida que nos alejamos, de pronto
me veo rendida en un inmenso sueño del cual pareciese nunca querer
despertar, y entonces, como cada noche despierto.
Mas de una vez le he contado esto a Ana pero ella insiste en que son solo
pesadillas sin sentido, que no les preste atención, pero en cada una de las
ocasiones que me ha dicho esto; su mira se dirige al suelo, y por mas que le
pido me vea a los ojos y me diga que eso no es nada, nunca lo puede hacer, se
voltea rápidamente y me deja sola durante un tiempo.
Mi vida ha sido apacible, nunca he asistido a la escuela, toda mi educación ha
sido impartida por Ana, dentro de nuestra casa, historia, arte, sociedad y
política, son los tópicos mas comunes de nuestras sesiones de estudio, las
cuales empiezan cuando el sol sale y acaban poco después de medio día, nos
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sentamos en el inmenso comedor de madera, yo siempre a la cabeza como si
fuese la señora de la casa, Ana y Concepción mis subordinadas; Beatriz nunca
se sienta con nosotras, dice que es inapropiado, aunque no se el por que, soy
una joven que al parecer no tiene ni tubo familia, entonces por que estas tres
mujeres viven a mi alrededor cuidando y sirviéndome.
Por la ventana del segundo piso puedo observar a las personas que vienen y
van, al ritmo de sus propias vidas, personas que hacen lo que quieren cuando
quieren y donde quieren, jóvenes uniformados que pasan en conjunto
bromeando y hablando quien sabe de que, algunos se detienen a observar la
casa, otros al percatarse de mi rostro en la ventana se aparatan despavoridos.
Me dan envidia, envidio su vida ligera y despreocupada, y por en cambio vivo
alejada del mundo, desconectada de todo lo que pasa a mí alrededor.
Pocas veces abandono la casa, y siempre que lo haga Ana esta ahí para
acompañarme, caminamos hasta en centro de la ciudad, el cual es muy
apacible, pasamos por enfrente de la imponente iglesia de estilo barroco, en
ocasiones nos sentamos en una banca mientras todos quienes pasan nos
observan y murmuran sobre nosotras. Siempre que salimos uso un vestido
largo, unas veces negro, otras púrpura, y unas más rojo. No poseo la colección
mas moderna de ropa, por el contrario mi closet tiene cientos de vestidos de
época y atuendos como de tiempos pasados, la ropa común, simple, esa ropa
que usan las personas normales, son escasos. Una vez al mes, llega una
anciana con cargamento de ropa para que yo escoja lo que me plazca, gracias
a esto eh podido acrecentar mi guardarropa, con unos jeans, blusas sencillas,
faldas, etc.
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San Cristóbal de las Casas es una ciudad pequeña y tranquila, muy atractiva
para los turistas quienes invaden en ciertas temporadas del año, durante estas
temporadas, tengo prohibido siquiera asoma un ojo por la cerradura principal,
no puedo ver hacia fuera ni dejar que otros miren hacia adentro. Recuerdo una
vez bajando las escaleras, me dirigía hacia la cocina y oí a Ana hablar con
Beatriz, sobre unos cazadores, decían que nos habían seguido la pista hasta
este lugar, y que se tendrían que hacer cargo, no supe que pensar de eso, era
tan solo una niña que se espantaba por cualquier cosa, nunca le comente esta
situación a Ana, de nada serviría, son pocas las cosas que ella me dice.
Cada noche antes de dormir suelto mi cabellos cobrizo, y lo cepillo suavemente
frente al espejo, mi piel es mucho mas blanca y pálida que la de cualquier
persona que he visto en mis paseos con Ana o a través de la ventana, en mi
entero cuerpo no hay siquiera una peca, un lunar algo, todo es blanco como la
porcelana, mis ojos grises encierran misterio y desdicha, mis labios son rojos
como la mas fresca manzana de todo un campo, siempre eh sido delgada, y
según eh podido observar en la televisión mi cuerpo se almota fácilmente a los
estándares de belleza, no es voluptuoso, simplemente delgado, delicado, y
torneado. Ana siempre ha dicho que soy la joven mas bella de este lado del
mundo, no se a que se refiere, pero es un halago encantador.
Ellas me llaman Maria, pero ese nombre no es tan familiar para mi pese que
me han llamado así desde que tengo conciencia, hay algo en esta vida, algo
encerrado, algo secreto, algo que tarde o temprano saldrá a relucir, peor no
puedo imaginar que es.
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II
En un mes cumpliré diecinueve años y Ana prepara una gran fiesta, no se a
quienes puede ella invitar ya que no conocemos a nadie en especial. Estos
últimos meses se han pospuestos las clases debido a los preparativos de Ana,
además ella dice que ya se todo lo necesario, así que tengo un poco de tiempo
libre que paso sentada en la ventana del segundo piso, observando…
Hoy es 17, justo el tercer viernes del mes de julio, esta fecha es muy
importante para mi, hace nueve años, exactamente en el tercer viernes del
mes de julio del 2000, un niño de escasos once o doce años se paro justo frente
a la casa, estuvo unos minutos viéndola, cuando se percato de mi, a diferencia
de todos aquellos que me veían, el me sonrió, mientras saludaba con su mano,
en ese momento sentí un golpe en el estomago que no se como describir, el
pequeño estuvo horas parado hasta que se fue, a cada paso que daba volteaba
su rostro y me volvía a sonreír. El año siguiente justo ese mismo día, el tercer
viernes del mes de julio, el niño volvió, su estatura era poco mas que la del año
pasado, su cabellos estaba un poco mas largo, pero esos dulces y gentiles ojos
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azules eran los mismos, esta vez se detuvo a observarme unos minutos, me
sonrió, y sacudió su mano un para de veces, de nuevo sentí ese golpe, pero
esta vez sin miedo a recibir negativas le devolví el saludo y la sonrisa, el
pequeño se ruborizo, y así año con año el regresaba a esta calle, solo a pararse
sonreírme, saludarme y mirarme durante horas. Justo hoy debería regresar, me
senté en la ventana, llevaba puesto un vestido amarillo sin mangas, que caía
con elegancia hasta la altura de mi rodilla, estuve sentada una hora, después
dos, después tres, parecía que este año no vendría, de pronto un joven alto y
delgado, no escuálido, si no mas bien fornido, se aproximaba caminando
despacio, su rostro se fijaba con el suelo, y su cabello no se podía ver, llevaba
puesta una gorra de tela color gris, con cuadros, tenia puesto un suéter ligero
de color vino, unos pantalones grises y zapatos careces, me causo conmoción
ver esa silueta que no era nada parecida a la de mi joven amigo, esta era mas
bien enigmática, de pronto este muchacho se detuvo, justo frente a mi casa,
me levante de un golpe y me puse de pie junto al marco de la ventana,
mientras el alzaba la mirada, era el, esos ojos azules lo delataban, toco la orilla
de su gorra a manera de saludo, se rió conmigo mientras se sonrojaba, observo
ambos lados de la calle, y haciendo un gesto con la cara me pidió bajara con el.
Que podría yo hacer, si le decía a Ana me impediría salir, pero tenia tantas
ganas, que corrí hasta mi cuarto, recogí la llave de este y lo cerré por fuera,
baje las escaleras sigilosamente, Ana, Concepción y Beatriz se hallaban en la
cocina discutiendo, abrí la puerta principal muy despacio, tome mi suéter del
perchero y cerré la puerta como si nunca nadie hubiese utilizado esta. Me puse
el suéter mientras el se acercaba a mi con paso tranquilo, su mirada era mucho
mas profunda de cerca, y justo a dos pasos de mi extendió su brazo mientras
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decía – soy Robert - no podía disimular su acento era claro que era un turista
proveniente de algún país de habla inglesa, pero esto lo hacia aun mas dulce
de lo que hubiese imaginado, me miro de los pies a la cabeza, levanto una
ceja al notar que yo no contestaba su saludo, rápidamente tome su mano y
conteste – yo Maria – camino unos pasos al este, y nuevamente extendiendo su
mano hacia mi se dirigió – damos un paseo – no podía entender por que el
querría que yo lo acompañase pero rápidamente tome su mano y respondí su
pregunta con un rotundo por supuesto. Mientras caminábamos sin rumbo
aparente el me explicaba que hace diez años el quedo cautivado con la
inmensidad de la casa, y que al dirigir su mirada mas arriba noto una dulce
pequeña que parecía triste, año con año el pedí a sus padres volver a San
Cristóbal, y como a ellos les había fascinado la ciudad cada año volvían, y el
regresaba a mi casa, para verme a mi únicamente, no podía impedir sentirme
como una tonta ante aquella historia, claro que de principio le dije que no tenia
por que hablarme en español, yo hablaba fluidamente el ingles, francés,
alemán, portugués, chino, y Danés, el se había asombrado ante esto pero para
mi era muy natural, Ana nunca me los enseño pero era como si yo ya los
supiera desde antes, la platica era muy amena y ninguno de los dos parecía
cansarse por la caminata, ambos hablábamos, y hablábamos, le conté sobre mi
vida, creo que no tarde mas de media hora en contar mi rutina, lo cual resume
todo, el dijo que eso era raro, que yo no asistiera al colegio, o tuviera amigos,
siquiera novio, esta palabra no estaba en mi vocabulario, como podía alguien
fijarse en una persona que nunca esta, era todo un caballero tenia 21 años
cumplidos, y de su boca salían mas cumplidos que cualquier otra cosa esta vez
estaría en la ciudad un mes y medio y me había pedido que lo acompañara
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todo ese tiempo, propuesta a la cual no pude negarme, el ejercía una especie
de magia en mi su cabello ondulado, de color negro era delicado y armonizaba
con su piel blanca, y los hoyuelos en sus mejillas que se marcaban cada vez
que sonreía, sin darme cuenta había anochecido, y al fijar mis ojos enfrente
note que habíamos llegado nuevamente a mi casa, de pronto un sentimiento
de tristeza me invadía pero sabia que lo volvería a ver mañana así que me
despedí de el, y me voltee, di un paso, y el me tomo de la cintura, poco a poco
di vuelta, mientras su rostro se acercaba cada vez al mío, su aparente fuerza
no tenia tanto efecto en mi cuerpo, pero en un abrir y cerrar de ojos yo estaba
hecha una muñeca de trapo en sus brazo, lentamente cerré mis ojos, mientras
el presionaba sus finos y delicados labios, sobre los míos, nuestras bocas se
juntaron como si fuesen una, no cabía en mi no sabia que hacer, pero al mismo
tiempo mis labios reaccionaban como reacciona un animal a su instinto, el
momento fue eterno, hasta que el me soltó y con una risa se despidió; quede
parada si saber adonde ir o que hacer, lo único que atravesaba mi cabeza eran
sus labios húmedos, un minuto me basto para recordar que debía entrar, abrí
la puerta de lo mas despacio, esta vez las tras mujeres estaban en el gran
salón, decidiendo colores, y adornos, subí las escaleras aprisa pero
calladamente, tome la llave de mis bolsillo, y abrí la puerta, me senté en el
tocador de madera frente al espejo mientras mis dedos rozaban mis labios
recordando aquel dulce momento, es como si toda mi vida hubiese sido tan
sombría solo para que en realidad pudiese apreciar la dulzura e intensidad de
ese que fue mi primer y gran beso.
Así pasaron los días, en los cuales yo me escabullía de la casa para verme con
Robert, el tomaba mi mano mientras caminábamos, me llevaba a comer, o a
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tomar café en el kiosco del parque, platicábamos horas, y horas y cada
despedida era mas tardía y adictiva, cada adiós iba acompañado de un beso
mejor que el del día anterior, poco a poco nos fuimos conociendo, y entonces el
7 de agosto me abrazo, y apretó contra su pecho me beso de una manera que
no había hecho y me pidió ser su novia. No sabia si alegrarme o salir corriendo,
como podría yo tener una relación con el, algo dentro de mi me decía que lo
amaba pero eran muchos riesgos sin contar a Ana, pero no era mi cabeza quien
pensaba era mi corazón y este dio la respuesta a
Robert, quien al oírme me levanto fuertemente mientras me daba una vuelta
en los aires.
Nada me podía importar mas que el, le tome la mano mientras le comentaba
que mi cumpleaños se aproximaba y que Ana planeaba una gran fiesta a la
cual quería invitarlo, el se alegro, y rápidamente acepto ser mi pareja, ahora el
único problema seria confesarle todo a Ana, decirle que pese a sus consejos
decidí escaparme de casa día tras día mientras ella estaba ocupada para
verme con un muchacho que ahora resulta ser mi novio. Y si dice que no si se
niega a esto, que haré, que estupida fui al pedirle esto a Robert, ya que si Ana
se niega quedare totalmente en ridículo ante el, quizás hasta llegue a pensar
mal de mi, que idiota, que idiota, que idiota…
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III
Regrese a la casa como todos los días, pero al momento en que me encontraba
abriendo la puerta, Ana venia bajando las escaleras, rápidamente su cara
mostró un gesto de disgusto; velozmente bajo las escaleras cerro la puerta tras
de mi y pregunto -¿De donde vienes? – que podría decirle, talvez una mentira
pequeña o toda la verdad, mi cabeza giraba y mis labios respondieron solos,
como si nadie los manejara – estaba en el jardín de frente sentada bajo el árbol
– en su mirada sabia que no me había creído nada, ella me conocía tan bien, y
yo la conocía a ella, ninguna podía engañar a la otra. –Ven- replico con voz
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suave mientras se dirigía al salón, este estaba irreconocible antes era lúgubre y
tenebroso, ahora estaba pintado por completo de un azul profundo, el suelo
estaba reluciente, habían colocado cuadros pero no cualquier cuadros, eran
retratos, habían flores, y velas, todo era como un sueño caminamos hasta
llegar al extremo del salón, ahí tomo un cofre que se encontraba a los pies de
un retrato de una dama, sobre una pequeña mesa, el cofre era preciosos,
ciertamente de madera, pero con finos elementos grabados en ella, por el
frente lo adornaban piedras, que brillaban tal cual diamante, sus colores eran
amarillo, verde, azul y rojo. Ana tomo el cofre y lo puso en mis manos
apretando estas, me pidió que lo abriera y que me sentara, tome asiento
mientras lo abría, adentro, había un collar, con una llave dorada, que portaba
una insignia muy rara, era como una “v”rodeada por un circulo, junto a una “A”
invertida sobre el. También habían unos papeles, que hablaban de tierras y
posesiones, estaban escritos en Francés, eran demasiado, y justo debajo de
ellos se encontraba un vaso, un vaso de cristal, largo y deslumbrante, poseía
incrustaciones a lo largo de su cuerpo, parecían gemas, y trozos de cristal, su
base era de metal, la sensación era de alivio, yo antes había visto este vaso,
pero donde. Voltee a ver a Ana ella estaba frente a mi, además pude
percatarme que Beatriz y Concepción, estaban en el otro extremo de la
habitación, de pie como si esperaran algo.
Ana me vio a los ojos y dijo – es hora, de que sepas la verdad –
-Que verdad- respondí tajantemente a sus palabras
-La verdad de tu origen, de tus padres, de tu vida –
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Mi corazón comenzó a latir fuertemente al escuchar estas palabras, tome de la
mano a Ana mientras dejaba el cofre en el suelo junto a todos aquellos objetos
mientras asentía con la cabeza.
Existió mucho tiempo atrás, siglos, para ser precisos, en los cuales el mundo
estaba lleno de distintas criaturas, estas criaturas han sido llevadas a la
imaginación de los seres humanos a través de leyendas y mitos, pero nada de
eso esta bien contado, todos esos seres de los que mas de una vez te eh
contado, todos y sin excepción existieron en este mundo, ellos se encargaron
de nombrarnos de distintas maneras, y de acabar con nosotros. La cacería
comenzó hace 500 años poco a poco seres maravillosos fueron invadidos por la
raza humana en su afán de controlar todo el mundo, llegamos a un punto en el
que debíamos defendernos de estos ataques, así que entre especies
empezamos a aliarnos en esta lucha contra los humanos, ciertamente éramos
mas poderosos, pero éramos pocos, cada grupo por muy grande que fuese no
excedía los 500 integrantes, y ellos eran millones. Cien años estuvimos
peleando hasta que el llamado se hizo, los licántropos provenientes de
Alemania, nos pedían reunirnos todos para luchar por defender nuestra
especie, estos licántropos no son como los de los cuentos, todos ellos poseían
la forma de jóvenes fornidos, llegando la noche su cuerpo se transfiguraba y
tomaban forma de lobos, pero no eran violentos, poseían una fuerza increíble,
y una velocidad impactante. Al llamado respondimos todas las criaturas
distintas al hombre.
De las islas Griegas llegaron las musas, jóvenes mujeres de facciones más que
delicadas y preciosas, estas musas, poseían dones mágicos, el poder de
encantar a cualquier ser vivo con su canto, velocidad igual a la de la luz, y una
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capacidad para volar levemente, en base a su existencia el hombre creo el
mito de las hadas. Del oriente llegaron los transfiguradores, seres capaces de
tomar la forma y adquirir los dones de cualquier ser, criatura u objeto, su forma
real es similar a la de un niño humano, eran juguetones, y simpáticos hasta
cierto punto traviesos, su pueblo había tenido demasiadas perdidas por la
cacería contra todos nosotros, y de Europa central, llegamos nosotros, los
conocidos como vampiros, nuestra raza había podido crear imperios a lo largo
de Europa y éramos miles antes de las cacerías, poco a poco fuimos
desapareciendo, hasta que los pocos que quedaron decidieron unirse al
llamado en el pueblo de Colonia en Alemania, en este pueblo se dio fin a todas
esas criaturas.
Tus padres ciertamente eran vampiros, y no cualquier vampiros, eran los seres
mas importantes y poderosos de toda nuestra raza, veraz cada vampiro tiene
fuerza antinatural, velocidad, e inmortalidad, pero existen tres habilidades
especiales que solo ciertos vampiros desarrollan, una es la poseer un sentido
tan desarrollado en el oído, capaz de oír cualquier cosa desde cualquier
distancia, otro es el de tener premoniciones, futuras, y pasadas, y el ultimo es
el poder congelante de las manos capaz de congelar aquello que toque, pero
tus padres, poseían los tres dones, ya que eran Vampiros de sangre, desde
nacimiento, otros fuimos transformados a través de una mordida. Existían tres
grandes familias, la de los Louminis, los Frenchetos, y los Venisicope, tus
padres eran los últimos, y regían Francia, Austria, Holanda, y parte de España.
Tu madre Afremea, tenía mucha relación con las musas, las cuales llegaban
mucho a su palacio en Francia más aun cuando tú naciste. Ellas junto a
Afremea, sabían que la pelea en Colonia seria difícil, y si querían tener alguna
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esperanza debían ponerla en los infantes, tu ya tenias cinco años cuando esto
estaba pasando, juntas decidieron esconder a todos los infantes de vampiros, e
infantas musas, en lugares remotos, enviarlos en compañía de tutores, en caso
de que la batalla se perdiera, tu junto a otros cuatro infantes vampiros fueron
separaos de su familia y escondidos alrededor del mundo, pero antes de ser
llevados, las musas rociaron sobre ustedes parte de sus dones mágicos los cual
los termino poniendo a dormir por cientos de años, salimos del castillo aquella
noche, tus padres estaban destrozados por separase de ti, me encomendaron a
mi tu cuidado, llevabas un vestido rojo con adornos dorados, te subiste a la
carroza que nos esperaba, viste por ultima vez tu hogar a través de la ventana
y te recostaste sobre mi; despertaste hasta el año de 1995 año en que volví a
tener contacto con Idela, una musa muy amiga de tu madre, que había
escondido a diez infantas musas en Australia, ella vino acá y logro despertarte,
pero para ese entonces ya los otros tres infantes habían despertado, uno, el
varón de los Loumini había sido descubierto y su destino fue trágico, sus
cuidadores, huyeron junto a su hermana hasta los bosques de Canadá.
Mi corazón latía cada vez mas fuerte, y mi mente podía vislumbrar imágenes
de aquellas épocas, pero una parte dentro de mi me decía que eso era
imposible, yo, una vampiro prácticamente proveniente de la realeza vampirica,
eso cerraba muchos asuntos pero dejaba otros inconclusos, es como si nada
encajara, mis ojos lagrimeaban, y mis cuerpo temblaba era esto cierto, los
humanos destruyeron mi familia, mi vida, mi especie, ellos son en realidad mis
enemigos, como es eso posible, entonces, yo me enamore de mi peor enemigo,
Ana no dejaba de verme, y Beatriz y Concepción estaban detrás mío,
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Concepción tomo mi mano se inclino mientras decía –mi señora por fin conoce
la verdad. Ahora sabe que usted es nuestra vida, usted mi señora Antoinette-
Antoinette, ese nombre, yo sabia que lo conocía, voltee a ver a Ana mientras
ella asintió con la cabeza –Es verdad, tu Nombre verdadero es Antoinette
Venisicope, hija de Afremea Venisicope, y de Leandro Venisicope, lideres
Vampiricos. Yo por otro lado me llamo Antia, tuvimos que cambiar nuestro
nombre en el momento que huimos, Beatriz y Concepción son en realidad ellas
mismas, no hubo que cambiar sus nombres. Por eso vivimos aquí, en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, por ser un lugar lejano, remoto, apacible, y
seguro para nosotras-
Pronto me fije en los cuadros colgados en las paredes, yo conocía a todas esas
personas, me puse de pie y me acerque al primer cuadro, el de una mujer de
cabello cobrizo, largo, de piel igual a la porcelana, ojos grises, de complexión
delgada, portaba un vestido verde, con bordados en el corsé en tonos
metálicos, su pose marcaba fortaleza pero la dulzura de su rostro decía otra
cosa, el cuadro junto a ella, era de un hombre, fornido, alto, de cabello castaño
oscuro, ojos grises igual pero debajo de dos cejas un tanto pobladas,
ciertamente era atractivo pero denotaba una actitud rígida, es como un general
del ejercito, Concepción se acerco a mi se inclino y comento –Ellos son sus
padres, mi señora –
Ante esa revelación caí al suelo, tanto tiempo de imaginar a los seres que
serian mis padres, tantas idealizaciones por fin toman sentido, pero aunque
estaba alegre de por fin saber quienes fueron y entender el por que me
tuvieron que abandonar, saber que murieron protegiéndome me llena de gozo,
pero el que sean unos vampiros, el hecho de que yo sea un Vampiro me llena
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de terror, que eh de hacer ahora, que sigue, debo chupar sangre tal cual dicen
los relatos, en realidad que debo hacer, y esta Robert, no puedo explicar esta
situación de modo que no parezca yo ser una total desquiciada, en realidad
ahora pienso que mi vida era mucho mas simple sin el conocimiento de mis
padres.
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IV
Sentada frente al espejo del tocador, no dejaba de pensar en las palabras de
Ana o mas bien de Antia, que raro nombre, todo eso era mi vida, en realidad
mi vida nunca podría llegar a ser normal, siempre seré un ser fantástico, y que
pasa ahora conmigo, también me cazaran hasta el momento en que mi muerte
brinde placer y gloria a los hombre, en realidad soy un monstruo, esto supera
todo lo que en algún momento pude llegar a pensar, las distintas posibilidades
que rodean mi cabeza alrededor de mi origen ahora se vuelven insulsas y
ridículas, soy un vampiro y aunque cuesta decirlo, no me avergüenza,
simplemente me aterra, el simple hecho de pensar que en base a seres como
yo existen historias monstruosas, pero aquí sentada frente al espejo, veo mi
reflejo mi rostro, mi cabello, mis manos, son normales, no puedo simplemente
pretender que no soy eso, no puedo fingir ser normal, pero por otro lado pienso
en mis padres, la forma tan catastrófica en la cual murieron a manos de seres
humanos, similares a Robert, el ser que amo, mi especie esta a punto de
desaparecer y con ellos me iré yo inevitablemente, que debo hacer, que debo
hacer.
Ya es de mañana no pude siquiera pegar los ojos la noche anterior, solo
pensaba en ver a Robert, que diría el de esto, se asustaría, o me creería una
desquiciada, baje las escaleras como todos los días del mesa anterior, abrí la
puerta y justo al cerrarla tras de mi Robert ya estaba esperándome en el lugar
de siempre, justo frente a mi entrada, me dio un beso dulce, y fugaz, me tomo
la mano y me dijo que había buscada un traje perfecto para mi fiesta, mi fiesta
a la que yo lo había invitado, mi rostro no podía sonreír por mas que mi corazón
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estuviese acelerado a su lado, caminamos hasta el centro y nos sentamos a
beber chocolate en el kiosco, tome su mano, y con temor a su reacción
pregunte - ¿Te gusta quien soy?
-Claro – respondió muy seguro y rápido
-Que si yo no fuese quien aparento ser, que si yo fuera peligrosa, una especie
de ser, que no planea hacer daño, pero que es condenado por los dichos
populares, ¿Aun así me querrías?
Su rostro presentaba una incógnita, tomó mis dos manos sobre la mesa,
sujetándolas fuertemente asintió con la cabeza mientras reía con la boca
cerrada, haciendo que los hoyuelos de sus mejillas se marcaran ligeramente.
Me puse de pie, le pedí que nos viéramos en la noche en ese lugar, el Kiosco, y
partí de regreso, comencé caminando despacio, baje las escaleras del lugar, y
parecía que caminaba con algo de prisa, y pronto sin darme cuenta me
encontraba corriendo de una forma mas rápida de lo normal, solo veía pasar a
mi lado el movimiento mismo de mi rapidez, y en cuestión de segundos estaba
parada frente a mi casa, entre tempestivamente sin miedo de que notaran mi
ausencia, desde el recibidor comencé a gritar su nombre Antia, Antia, Antia,
cada vez el grito era mas fuerte, Antia apareció justo frente a mi como si se
hubiese desaparecido, la tome fuertemente, la abracé, mientras las lagrimas
rodeaban mis mejillas, y le pedí contestarme ¿Qué debo hacer?, ¿Qué sigue?, el
llanto y el dolor se hacían insoportables el no saber mi destino, pero conocer mi
pasado es abrumador, y ella sabia como me estaba sintiendo en ese momento
me acaricio lentamente la mejilla izquierda, me vio con ojos gentiles, y me
pidió acompañarla una vez mas al salón.
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-Debes hacer lo que tu corazón te mande, no tienes por que sacrificar algo si
no quieres, no te preocupes, del muchacho yo se-
-¿De que muchacho te refieres?-conteste con un toque de ironía, no era posible
que supiese lo mío con Robert, como….
-Te olvidas de los dones de los vampiros, yo poseo el oído agudo, eh escuchado
cada paso que das en esta casa, cada suspiro, cada golpe, y cada vez que
abandonas la casa; se también que piensas que el es malo, pues los de su
especie eliminaron a tus padres, Pues escúchame bien, no puedes culpar a
alguien de los errores que cometieron otros en el pasado, el es bueno eh oído
sus intenciones y son nobles, pero ten cuidado, si mi niña, no quiero que te
lleguen a lastimar-
El llanto se había mágicamente detenido con las palabras de Antia, ella es
buena, solo aparenta ser fuerte, la tome del brazo, y le pregunte -¿Cómo logro
aprender mis dones?-
-Solo concéntrate en lo que quieras y estos aparecerán, no me digas que no te
diste cuenta cuando venias de tu rapidez, así de espontáneos son- antia se rió
levemente y abandono el gran salón.
Subí a mi recamara, me senté frente al tocador una vez mas y tome, mi cepillo
de cabello, lo tome con las dos manos, cerré mis ojos y me concentre en el frío,
en mi mente se vislumbraba un bloque inmenso de hielo, no había nada mas
que el hielo, de repente sentí un impulso que emanaba de mis brazos en
dirección a mis manos, era como un calambre que al llegar a mis manos se
perdía, respire hondo y profundo y comencé abrir los ojos, despacio, tan
despacio, por miedo a lo que podría encontrarme, hasta que vi en el cepillo un
resplandor, mis ojos se abrieron completamente asombrados por que mi cepillo
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estaba ahora congelado, brillaba, a pesar de que no entrase luz por ningún
lado, no podía creer lo que había hecho, pero eso era, hielo puro en mis manos.
Deje caer el cepillo, y me cambie la ropa, lo mas rápido que pude, corrí
escaleras abajo y salí de la casa azotando la puerta tras mi; ya había
anochecido, sin embargo en mis ojos se veía un resplandor enigmático, corrí
nuevamente como si el tiempo no existiese, y al llegar al parque central lo vi,
sentado en la misma mesa de la mañana, solo, me acerque lentamente, cada
paso era mas difícil que el anterior hasta que llegue a estar frente a el. El se
levanto me dio un beso, yo lo tome del rostro le di otro beso como respuesta,
este era mas pasional, tome su taza de café y le pedí que observara, intente
otra vez lo que en mi alcoba había hecho, visualice un témpano de hielo en la
nada, ahora fue mas fácil el impulso voló sobre mis brazos hasta mis manos, y
rápidamente la taza junto con su contenido se congelaron, le acerque la taza
ya hecha hielo, mientras su asombro no lo dejaba hablar, sus manos estaban
tensas y su respirar se había vuelto tedioso, lo mire con tristeza, y exclame
-Esta soy yo, si quieres irte lo entenderé, pero si quieres quedarte tengo mucho
que explicarte-
El no mostraba seguridad, mas bien asombro y temor, me veía de una forma
rara, en la que nunca había hecho, se alejo lentamente unos cuantos pasos, su
mirada aun estaba vacía y su boca no podía articular nada, sus hombros
tensos, y rodillas débiles, me decían que estaba ocurriendo lo que temía,
estaba a punto de darme la vuelta y decirle adiós, cuando el e voz baja
contesto –Debo pensar, te veo luego- simplemente eso, y partió a su hotel, al
menos no me había dicho un rotundo no, existía alguna esperanza de que el se
repusiera de esto y me buscara una vez mas.
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V
Desde el día del parque al regresar, me senté en la ventana como hacia en
veces anteriores, a esperar a Robert, mi corazón pedía a gritos que me
permitiera explicarle todo y que aun así no huyera de mi, peor mi cabeza sabia
que esto era difícil y que lo mas probable es que se hubiese marchada a
Inglaterra lo mas rápido posible, el primer día fue eterno, la señora que vende
pan paso con su canasto en la cabeza gritando que su pan era el mejor,
después los niños que pasaban rumbo al parque a jugar football, llevaban una
pelota blanca con pequeños rombos negros, eran diez quizás doce niños no les
preste mucha atención, el día fue tediosos, y se volvió insufrible cuando vi
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pasar una pareja de enamorados, abrazados uno al otro, iban platicando de la
forma en que el y yo lo hacíamos.
Paso un segundo día, aun peor que el primero, y en el tercero una parte de mi
se resignaba, y para el cuarto no me atreví a asomarme a la ventana, mi fe en
el se habían ido, a pesar de todo mi dolor lo podía entender y me decía a mi
misma que lo perdonaba, por el daño que me había hecho. Quizás solo fue un
primer amor, no tenia por que ser el la persona de mi vida, con quien viviría
por siempre a su lado; podrían venir mas, talvez, pero ahora no podía hacer
nada mas que ayudar a Antia en los preparativos de la fiesta, llego la señora de
la ropa, con unos vestidos elegantísimos, y modernos una gran sorpresa para
mi, empecé probándome uno color púrpura, sin mangas, con un escote
pronunciado, caía naturalmente amoldándose a mi cuerpo, me encantaba
como lucia, entonces oí, oí unos pasos fuertes y firmes, pero nadie caminaba a
mi alrededor solo yo, seguí el ruido hasta la puerta, tome la perilla y deslice mi
mano fuertemente pero despacio, y abrí en el momento en el que alguien daba
un golpe contra la puerta, cuando la puerta estuvo abierta completamente
pude notar su rostro, su bello rostro estaba ahí, en mi puerta, no sabia que
hacia aquí, pero solo me importaba eso, que estaba aquí, era el, era Robert, no
había partido, me miro a lo ojos, regrese la mirada y dijo –estuve pensando,
pensé, mucho, demasiado de hecho y aun así no puedo dejar de pensar en ti,
no me importa nada, quiero saberlo todo-
No pude disimular mi alegría, lo abrace fuertemente por el cuello, lo bese y el
respondió a mi beso, le importaba, en realidad me quería, eso era mas de lo
que esperaba, me tranquilice y lo invite a pasar, se maravillo con la grandeza
de la casa, lo lleve hasta el salón para que conociera a Antia, Concepción, y
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Beatriz, mis tres damas protectoras, al llegar con ellas el saludo a todas,
Concepción fue la mas efusiva se presento y le dio un abrazo, rápidamente su
sonrisita tierna lo hizo sonrojar, Beatriz solo murmuraba, ella era mas seria que
Concepción, siquiera la mano le dio solo hizo una pequeña mueca con el rostro,
y Antia lo saludo con la mano mientras, le preguntaba si gustaba algo de comer
o beber. Le pedí que me esperara pues tenia que ir a quitarme el vestido que
llevaba puesto, el no tuvo problema con esto así que lo senté junto a
Concepción, para que se sintiera en compañía de alguien alegre.
Baje nuevamente, lo tome de la mano y le pedí me acompañara, caminamos
alrededor del salón mientras todos abandonaban el lugar, ya solos lo acerque a
uno de los extremos de esta, y le presente a los que fueron mis padres, nos
sentamos juntos en el suelo mientras me dispuse a contarle la historia que
Antia me había relatado anteriormente, no me interrumpió ni una sola vez,
podía sentir su corazón latir y latir exhaustivamente, sus palmas sudaban, y su
rostro hacia una cantidad de muecas y gestos, algunos de disgusto otras de
risa.
-Esta soy yo, una vampiro, no bebo sangre, no mato a personas; simplemente
soy diferente-
-Yo también lo soy- respondió a mis palabras
-Yo debo ser diferente por amar a alguien tan especial como tu- mientras
exclamaba estas bellísimas palabras me tomó por la cintura se acerco a mi y
me dio un maravilloso beso, se alejo nuevamente y prometió ayudarme en lo
posible, el era simplemente la persona mas dulce, amorosa, y comprensible del
mundo.
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La fiesta era mañana así que Robert decidió irse para no entretenerme mas con
su presencia, prometiendo primero que vendría mañana para ser mi compañía
en la gran fiesta.
El salón estaba lleno de arreglos florales inmensos que enmarcaban las
columnas de las esquinas, se habían instalados bellísimas mesas, con manteles
blancos bordados en tonos dorados, las velas adornaban a estas mesas, que
eran aproximadamente seis o siete, parecía una especie de gala, nunca el
salón había estado tan alumbrado, era tan maravilloso que aparentaba esas
grandes fiestas que realizaban únicamente las grandes personalidades de
épocas pasadas. Concepción me ayudo con mi arreglo, nunca antes había
alaciado mi cabellos, y lucia muy diferente, el maquillaje era impactante, mi
cabello suelto caía sobre los hombros desnudos de mi cuerpo, el cual se
encontraba debajo de un elegante vestido rojo, que caía hasta el piso, pero que
tenia una abertura a través de mi pierna izquierda. Alguien tocaba a la puerta,
ya había oído los pasos de esa persona a través de la calle, mi oído se hacia
cada vez mas agudo, tal y como lo explico Antia, era Robert quien tocaba, yo lo
sabia, rápidamente me puse las zapatillas de color rojo satinado, y baje por las
escaleras lentamente, sintiendo tan atractiva, como nunca en mi vida, su
mirada brillaba solo con verme, y la mía se encendía al verlo de pie
esperándome en la base de la escalera, portando elegantemente un traje
negro de gala, le pregunte que le parecía mi look, y el no supo contestar
simplemente sonrió levemente, mientras me entregaba una rosa, que traía con
el como obsequio. Me tomo del brazo y entramos al salón, no había llegado
nadie aun, faltaban dos horas para que iniciase todo, pero me tomo y pidió la
primera pieza de la noche, una pieza lenta, y romántica, sonaba, mientras
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bailábamos alrededor, juntos y tan felices, que nada mas importaba, solo el
vernos uno a uno a los ojos y sonreír, solamente sonreír.
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VI
En un abrir y cerrar de ojos el salón estaba lleno de muchos invitados que en
mi vida había visto, Antia me presento a mi y a Robert a cada uno de ellos, y
ellas, ni uno solo era humano, a pesar de que todos parecían serlo físicamente,
casi todos eran ninfas y elfos, físicamente altos y delgados y con una belleza
perfecta, sus rostros eran angelicales al igual que sus finas voces, Antia nos
llamo a una mesa en donde nos presento a una musa muy particular, su rostro
era de facciones finos, parecía de mi edad, pero en realidad era muy vieja, ella
se llamaba Nathalie, y había sido quien me despertó de mi largo sueño 14 años
atrás, había sido muy amiga de mi madre, y eso significaba mucho para mi, me
acerque a ella y pedí que me contara como había sido mi madre, y lo único que
pudo contestar es que fue muy bella y buena, para lo que le ocurrió.
Nathalie me tomo la mano sobre la mesa mientras comenzó a contarme algo
que no esperaba.
Hace dos años llegaron hasta su puerta un par de transfiguradores, que aun en
estos días seguía huyendo de algo o alguien, uno de ellos era un sobreviviente
de la batalla en Colonia, según el, trece transfiguradores, pudieron huir gracias
a su poder tan peculiar, ellos le dijeron que lo que se sabia de la batalla era
falso, la verdad estaba oculta tras un gran misterio, lo único que es cierto es
que todos murieron, pero ninguno a manos de los humanos, todo fue tan
rápido que muchos de ellos no pudieron entender lo que pasaba, los
transfiguradores, no dudaron en atacar pero unos se escondieron, y por tal
motivo se salvaron pero no vieron mucho. Antia se sobresalto con esto, y
continuo platicando con Nathalie, mientras yo tuve que salir a caminar junto a
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Robert, no entendía nada, y ahora esto, entonces los humanos no fueron
quienes nos extinguieron, pero entonces quienes fueron, me senté en una
banca del jardín mientras Robert intentaba que me tranquilizara, todo estaba
tan silencio, solo se podía escuchar nuestro respirar, estaba muy alterada para
prestar atención pero escuche algo, era un ruido, muy pequeño, pero emanaba
de un movimiento, algo había justo en mi jardín, me puse de pie mientras
Robert me observaba y preguntaba que pasaba, le pedí que entrara a la casa,
pero se negó, mi oído se percataba de que no era solo un sonido eran varios,
seis para ser exacta, eran seis pasos, alguien nos vigilaba, serian a quienes
Antia llamaba los cazadores, o serian esos seres que se encargaron de asesinar
a mis padres, mi cabeza se movía de derecha a izquierda observando con
detenimiento cualquier movimiento que surgiese de la nada, di un paso atrás y
volví a pedir a Robert que entra a la casa, pero esta vez le pedí llamara de
prisa a Antia y le dijera que había algo en el jardín, Robert no quería pero
acepto y corrió tras de mi, mientras yo me quedaba sola en el jardín, de la
oscuridad pude visualizar un ser moviéndose hacia mi, sus ojos llamaban la
atención eran oscuros, mas aun que la misma noche, alcé la mirada y su
silueta era aterradora, era un hombre, ciertamente mas que alto, su cuerpo era
musculoso, sin cabello, no podía distinguir su ropa, pero lo que era claro es que
no era nada bueno. Del silencio brincaba a mis oídos una conversación entre
estos seres.
-Ella es Vampiro-
-Esta sola-
-Es idéntica a Afremea-
-Debe ser la última Venisicope-
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Eran susurros, hablaban de mi, el corazón latía de adrenalina, mis piernas
parecían que no aguantaban mi ser, el nervio me invadía, no sabia que hacer,
si entraba a la casa, lo mas probable es que me atacaran antes de llegar a la
puerta, y si me quedo aquí, estoy indefensa ante ellos, de pronto se oyó un
grito – Antoinette, cuidado- era Antia, quien se acercaba de prisa junto a
Concepción, Beatriz, Nathalie, otras musas, y Robert, rápidamente esos seres
se dejaron venir sobre mi, como si supiesen que no podrían hacer nada en
cuanto todos estuviesen a mi lado, el mas grande se abalanzo rápidamente y
dio un salto estrepitoso hacia mi, empuñando en su mano una daga platinada,
pero mi cuerpo estaba inmóvil, el miedo me paralizo, era mi fin, y solo podía
pensar en que no quería que Robert fuese a salir lastimado, pero antes de que
siquiera me tocara, Antia salto frente a mi mientras atacaba, Concepción me
tomo de los hombros y pregunto si estaba bien lo cual no pude responder,
detrás de ese primero que me había atacado salieron cinco seres igualmente
proporcionados en dirección a mi con el único fin de destruirme, concepción
salto ante uno Beatriz ante otro, Nathalie, y las otras musas inmovilizaron a los
otros dos, pero rápidamente se escucho un grito desgarrador el cual atrajo a
mas criaturas de esa especie todas comenzaron atacar al mismo tiempo, de
pronto todos nuestros invitados estaban en el jardín luchando, pero eran
demasiados, y yo aun seguía en shock, mi ojos derramaban lagrimas que
recorrían mis mejillas hasta bajar por mi cuello y terminar en mi pecho, Robert
se puso frente a mi dispuesto a todo por defenderme, mientras me gritaba que
huyera, sus palabras parecía una especie de droga que únicamente me
alentaron a defenderlo, y antes de que alguien lo tocara, salte como si hubiese
luchado antes tome de los brazos a uno de esos enemigos, y mis manos
- 30 -
rápidamente empezaron a crear hielo, hasta poder dejarlo inmóvil, pero cada
vez llegaban mas y todo se tornaba imposible, voltee a ver a los demás y todos
luchaban fuertemente pero me percate de que Beatriz no estaba en el jardín,
de pronto un auto entro intespentivamente, manejado por ella, abrió la puerta
y grito que entráramos, Tome a Roberto y lo empuje dentro de este, Antia entro
de un salto, al igual que Concepción, entre yo, y por ultimo Nathalie, quien
cerro la puerta mientras Beatriz arrancaba fuertemente pese a que las
criaturas se tiraban sobre nosotros tratando de impedir nuestra huida, le pedí a
Beatriz que regresáramos por los demás pero Nathalie me explico que ellos
huirían hacia el bosque donde podrían desaparecer, sin que les hicieran daño.
Beatriz conducía como loca, rápidamente abandonamos la ciudad, todos
estaban alterados, especialmente Robert, Antia hablaba con Nathalie, las dos
hablaban muy rápido que me era difícil seguirlas. En menos de media hora
llegamos a la capital del estado, Tuxtla Gutiérrez, nos detuvimos, en una calle
solitaria, donde pudimos bajar de la camioneta. Ya todos estábamos un poco
más tranquilos, pero aun un poco confundidos, Antia se acerco a mí, y dijo:
-Debes huir, ya nos encontraron, huye lejos lo mas que puedas, Concepción te
acompañara siempre, ten esto- de su bolso saco una cartera negra, que en su
interior tenia muchas tarjetas, y dinero en efectivo.
-Puedes utilizar cuanto quieras, a final de cuenta esto es solo una pequeña
parte de tu fortuna real-
-Ve a Canadá- sugirió Nathalie
-Allí viven los Louminis, después de que los cazadores los hallaron y mataron al
Varón la infanta huyo con sus cuidadores, hasta allá, debes reunir las tres
familias de Vampiros, y prepararse para lo que viene-
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Antia se disgusto ante el comentario de Nathalie justificando que era muy
peligroso, yo aun estaba aturdida, pero en mi mente solo sabia que esos seres
que intentaron atacarme hoy habían sido responsables de exterminio de mi
especie, y sabia que no podía huir para siempre, me acerque a Nathalie, y le
pregunte - ¿Qué sugieres?- ella me miro con dulzura y respondió – debemos
reunir a los vampiros sobrevivientes, la respuesta la tienen los
transfiguradores, y se donde localizarlos, iré junto a Antia y Beatriz, mientras
tu, y Concepción buscan a los otros tres grandes vampiros, deben ponerlos en
alerta, y partir de sus escondites, es hora de la revancha, y podemos ganar,
encuéntrenlos y diríjanse a Paris, nos veremos en dos meses, exactos en el
arco del triunfo-
Acepte lo que Nathalie proponía igualmente Antia, Beatriz y Concepción, pero
Robert era muy débil para esto, no lo podía inmiscuir en un asunto tan
peligroso, no me podría perdonar si algo le pasara, me di vuelta, le di un beso,
y me despedí diciéndole –Regresa a Inglaterra, es muy peligroso que me
acompañes, yo te buscare si todo sale bien, te amo- las lagrimas salieron
inevitablemente de mis ojos que se encontraban hinchados a estas alturas, el
me miro y negó con la cabeza –no puedo abandonarte así, iré contigo así tenga
que morir, estaré feliz si estoy a tu lado- su seguridad era plena pero no podía
permitir eso, me aleje de el y le grite que no podía venir, Concepción se acerco
a mi y aun con un gesto gentil en su rostro agrego –Puedes transformarlo, un
Vampiro debe crear su clan, convirtiendo a humanos, para que vivan siendo
vampiros con nosotros- esas palabras me llenaron de cólera, como era posible
que me piedra que lo transformara en un momento así, que acaso no se deba
cuenta que lo amaba, el se acerco a mi y me pidió que lo mordiera, es que aun
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en un momento como este no dejaba de sorprenderme con su amor
incondicional, dispuesto a ser transformado en un ser, diferente, y hasta donde
el sabia maligno, pero eso no le importaba estaba dispuesto a dar la vida por
mi, mi corazón pedía que lo dejara acompañarme peor mi cabeza se negaba
rotundamente, Antia me dio un beso en la mejilla, y propuso –deja que te
acompañe, no habrá peligro, si los cazadores nos siguen a Beatriz, y a mi,
Cuídense y hablen, si después de todo esto el sigue dispuesto, puedes
transformarlo, para que puedan estar juntos.
La idea era descabellada pero servia, acepte, el trato junto a Robert, y
entramos nuevamente a la camioneta, Beatriz condujo hasta el aeropuerto,
donde por fin me tuve que despedir de ella, y de Antia, lo cual era mas difícil
de lo que jamás me pude llegar a imaginar, ellas dos me criaron como si fuera
su hija, y tendríamos que separar nuestros caminos, con la promesa de
reunirnos el 7 de octubre en el arco del triunfo en Paris, Nathalie me explico
que los Louminis se encontraban en una ciudad en el norte de Canadá,
mientras que los Frenchetos se hallaban escondidos en una isla llamada Capri,
en Italia, debíamos encontrarlos y explicarles la situación, para llevarlos hasta
Francia donde encontraríamos por fin respuestas en relación a la batalla en
Colonia.
El auto se alejo dejándonos a los tres, Concepción, Robert y yo, en el
aeropuerto de la ciudad, dispuestos a emprender un viaje lleno de riesgos.
Robert me tomaba de la mano mientras que Concepción posaba su mano sobre
mi hombro, viendo los tres la entrada al aeropuerto y pensando en que nos
depararía el destino.
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VII
Me acerque a la ventanilla de la aerolínea, con una cartera en mano,
dirigiéndome a la encargada le pedí tres boletos para Canadá, no sabia mucho
de viajes pero ella me explico que primero debía volar a México DF, después
tomar un vuelo hasta New York, y de ahí tomar el vuelo hasta Canadá, me pidió
los nombres de los pasajeros, le entregué las dos identificaciones que se
hallaban en la cartera, una mía y otra de Concepción, y Robert
afortunadamente llevaba su cartera consigo así que el dio su identificación.
Al llegar a México nos percatamos de que teníamos dos horas y media hasta
tener que abordar el siguiente vuelo, y los tres llevábamos trajes de gala, no
podíamos seguir viajando así, yo tenia en mi poder una cartera llena de dinero
y tarjetas a mi nombre, así que sugerí ir por ropa mas cómoda, rápidamente
abandonamos el aeropuerto de la ciudad, pedimos un taxi que nos llevara al
centro comercial mas importante de esta ciudad; compramos ropa, maletas,
zapatos, de todo, para los tres.
En un rato estuvimos de vuelta en el aeropuerto vistiendo totalmente distinto,
con maletas que cargar y dispuestos a tomar el siguiente vuelo a New York, yo
iba en la ventanilla, a mi lado siempre Robert tomándome de la mano, para
que no me sintiera presionada ni con miedo, Concepción iba justo después de
- 34 -
el, con los ojos bien abiertos y portando su sonrisa típica de ella. Llegamos a
New York únicamente para trasbordar el avión, y partimos casi de inmediato a
Vancouver, Canadá. Llevábamos horas sin poder dormir, Robert lucia agotado,
y yo pese a los inconvenientes no tenia ninguna necesidad de dormir, no tenia
una gran vitalidad tampoco, pero estaba bien.
Por fin anunciaban el descenso en el aeropuerto internacional de la ciudad de
Vancouver, tras tantas horas de viaje por fin estábamos llegando a nuestro
destino, en el momento en el cual el avión se detuvo completamente, todos los
pasajeros se pusieron de pie en los pasillos, dispuestos a bajar de este lo mas
rápido posible; al oír el ruido de la puerta abrirse di un gran respiro, me dije a
mi misma que no pasaba nada, me puse de pie esperando que los demás
bajaran para ser los últimos, Robert bajo las maletas, eran cuatro en total, dos
llevaba el y dos concepción, ninguno quiso que yo cargara, caminamos por el
tubo que conectaba el aeropuerto con la nave, mis pasos eran firmes pero
ansiosos, hasta que por fin vi los tumultos de personas en la gran sala de
abordaje del lugar, caminamos siguiendo los señalamientos hasta llegar a la
entrada del lugar, ahí se ubican múltiples stands promocionales de hoteles,
restaurantes, renta de autos, etc. Me acerque a uno de un hotel, el primero que
me fije, pregunte si tenia vacantes, el joven que atendía me miro de reojo, y
sonrió mientras me respondía afirmativamente, pedí tres habitaciones
sencillas, y juntas, el rápidamente introdujo ciertos datos en el computador, me
pidió mi numero de tarjeta, mi nombre, y otros, finalmente me entrego un
folleto con la dirección del hotel y me pidió me dirigiese a el, que ya todo
estaba arreglado, suspire aun mas, voltee a ver a Robert y Concepción, y dije –
Debemos descansar por hoy, mañana los buscaremos- ambos mostraron un
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semblante de alivio en su rostro, Concepción se encargo de pedir un taxi, el
cual no tardo en llegar por nosotros, le dimos la dirección, y en cuestión de
minutos estuvimos en la puerta de aquel grandioso hotel, su entrada era
completamente de vidrio, con armazones dorados, dentro había un gran
recibidor, en el que trabajaban cuatro personas, una de ellas pidió mi nombre –
Antoinette, Antoinette Venisicope- le respondí pronto hizo venir un botones, nos
dio tres llaves una a cada uno y pidió nos indicaran nuestras habitaciones,
subimos por un elevador, y caminamos por un corredor hasta llegar a la
primera habitación, le pedí a Concepción que la tomara, ella recogió su maleta,
dio las gracias y se quedo descansando, en la segunda se quedaría Robert, el
antes de entrar en esta, me dio un beso y me indico que nos veríamos
después, después llegamos a mi habitación, era idéntica a las otras, tenia una
gran cama King-size, un televisor, un pequeño recibidor con dos sillones y una
mesa, y una gran ventana en la cual se vislumbraba la ciudad, el joven botones
dejo las maletas restantes en el suelo, recordé que solo tenia efectivo
mexicano, así que le di unos billetes que llevaba mientras me disculpaba, a el
pareció no importarle, se despidió, dejo las llaves en la mesa, y cerro, la puerta,
dejándome completamente sola. Me despoje de los zapatos, camine hasta la
ventana pensando solo en si encontraríamos a alguien y de ser así, como
serian, feroces, violentos, agresivos, bruscos, ah pesar de conocer a Antia,
Concepción y Beatriz, que eran vampiros al igual que yo, no podía asegurar
que fuéramos especies seguras, que tal si ellos son en realidad como los
relatos, me creerían lo que nos paso en San Cristóbal, regrese hasta la cama,
me senté en la orilla y poco a poco fui recostando mi cuerpo, y sin darme
cuenta quede perfectamente dormida, inmersa en mis sueños y pesadillas.
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Nuevamente en mismo sueño, yo de niña abandonando el que una vez fue mi
hogar, de la mano de Antia, dirigiéndome al carruaje, pero esta vez pude
volteara ver antes de subirme, era ella, mi madre, estaba en la puerta llorando
viéndome partir, me miro dulcemente a los ojos, y asintió con el rostro, había
alguien mas con ella, era otra señora de tez blanca como ella, pero de cabello
castaño, lloraba quizás mas que mi madre, llevaba una gargantilla brillante con
un gravado de “L” en el frente, la cual tocaba con mucha desesperación, esta
imagen desaparecía ante mis ojos, y no era mas una niña de cinco años, de
pronto estaba de pie en una gran plaza, era de noche, llevaba un vestido negro
de gala, estaba sola, pero alguien se acercaba con paso fuerte, era un joven de
cabello castaño rizado, un poco largo, no demasiado, sus labios eran rojos, sus
ojos marrones, alto, y delgado simulaba una riza en el rostro, y entonces lo vi,
en su mano empuñaba esa gargantilla, un sentimiento de miedo me invadía
pero no podía correr algo me lo impedía, ni siquiera era capaz de hablar, poco
a poco sombras llenaron esa plaza eran personas, pero no reconocía a nadie
puesto que todos llevaban mascaras, que ocultaban su identidad, de hecho yo
tenia una pero estaba en mi mano derecha, era una situación rara, este joven
comenzó avanzar, y avanzar a mi hasta que… Desperté.
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VIII
Pronto llego el día siguiente y debíamos buscar lo que habíamos venido a
buscar hasta Canadá, pronto llamaron a la puerta de mi habitación me
apresure a abrir, era Robert quien ya estaba vestido adecuadamente para
salir, le pedí que pasara, el tenerlo aquí conmigo me daba mucha seguridad,
además de que me hacia sentir normal, su presencia era de gran ayuda, y el
apoyo que me brindaba en este momento era una característica que me hacia
mas difícil apartarlo de mi a pesar de que no quería que estuviese a un paso de
- 38 -
distancia de mi. Salimos de la habitación, y debimos haber ido por Concepción,
pero decidimos mutuamente dejarla descansar, los dos abandonamos el hotel,
y recordamos las indicaciones de Nathalie, caminar hasta la zona boscosa, en
el norte, no había nada en esta zona, siquiera ruido, caminábamos muy
cautelosamente sobre las hojas que habían caído al suelo, el frió era intenso,
en el rostro de Robert se apreciaba un sutil color rosa, que delataba su frió, le
pedí que volviéramos pero era muy obstinado, seguíamos adentrándonos mas
y mas en esta zona, ambos platicábamos sobre lo solitario de ese lugar, hasta
que un crujido hizo temblar mi cuerpo, corrí hasta el lado de Robert y ambos
nos pusimos alerta, no se oía mucho pero yo era capaz de distinguir un ruido
que se acercaba rápidamente, y como por arte de magia, alguien apareció
frente a nosotros, solté un grito mas que estrepitoso, que hizo volar las aves
que se encontraban en los árboles cercanos, era Concepción quien con una risa
burlona se disculpaba por espantarnos.
- Llevo rato buscándolos, por que me dejaron en el hotel- reprimió Concepción
-Yo pedí a Antoinette que no te despertáramos, discúlpala- respondí Robert ante
el reclamo de Concepción
Yo aun jadeaba del susto, así que no percate de que había otro ruido que se
acercaba velozmente desde muy muy lejos, Concepción pudo notar esto, se
paro frente a mi y a Robert y le pidió a este que se preparara para correr, me
erguí completamente preparándome anta cualquier cosa que pudiese pasar,
Concepción observaba toda el área con detenimiento, Robert estaba
confundido no sabia exactamente en que podía ayudar, yo por mi parte estaba
nerviosa, de que fuesen los “cazadores” que se habían presentado en mi jardín,
-Ya están aquí- anuncio Concepción con voz baja dirigiéndose a Robert y a mi,
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-¿Dónde?- Pregunto Robert, en un abrir y cerrar de ojos una mujer de tez
morena, con ojos verdes esmeraldas, portando un pantalón negro, con botas
careces, y un suéter color vino, se encontraba sentada en una roca frente a
nosotros, su cabello oscuro completamente brillaba de manera hipnótica,
mientras a su espalda aparecía un hombre, alto y sumamente fornido, su tez
era igualmente morena, su cabello era negro pero corto, sus ojos oscuros como
la noche, vestía de manera elegante al igual que la mujer, quien inhalo
fuertemente, al parecer el olor la desconcertaba así que dirigiéndose a mi
pregunto -¿Quién eres?- Concepción rápidamente me pidió no contestarle, el
hombre comenzó a moverse, hasta estar par en par con la mujer quien se paro
de la roca, Concepción parecía bajar la guardia, se acerco a ellos mientras
decía –Venimos de lejos, buscamos a alguien, quizás ustedes nos puedan
informar, sobre el paradero de quien porta el nombre Loumini, alguien nos dijo
que el lugar esta muy cerca de este – la joven mujer cambio su rostro a uno
mucho mas agradable extendió su mano hacia concepción, mientras
exclamaba
–Esperábamos su llegada algún día, sabíamos que pronto llegarían, mi nombre
es Nicolette, el es Joseph, ambos servimos a nuestra señora Giselle Loumini,
nuestro hogar se encuentra a unos kilómetros sígannos – Concepción volteo a
verme me pidió me acercara junto con Robert, y dirigiéndose a la mujer
respondió
– Yo soy Concepción y ella es la única Venisicope en el mundo, ella es mi señora
Antoinette, y su acompañante Robert – El hombre hizo un gesto y refiriéndose a
Concepción pregunto - ¿Qué hace el con ustedes? El es la razón de nuestra
desgracia, por que lo llevan consigo- su rostro es desafiante pero su pregunta
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era hiriente con Robert quien de inmediato se puso a la defensiva, yo en
cambio di un paso hacia el y exclame en tono molesto
–Precisamente de eso hemos venido a hablar, le sugiero no vuelva a realizar
una pregunta así- se disculpo de rodillas ante mi, comenzamos a seguirlos a
paso lento, hubiésemos llegado muy rápido pero Robert no puede correr tan
deprisa como nosotros, y ya que el no quería ser cargado tuvimos que ir a su
ritmo, aunque el se sentía culpable yo buscaba hacerlo sentir bien así que
comencé hablar sobre el paisaje y lo lindo que era apreciarlo caminando, el al
parecer notaba lo que trataba de hacer y se reía levemente, sin darnos cuenta
estuvimos frente a una gran casa de color blanco, a su alrededor pasaba un
arrollo, pero lo que mas llamaba la atención era su imponente puerta café,
grabada de punta a pie con un símbolo muy parecido a la letra “L”, esta se
comenzaba a abrir de forma lenta, la puerta se dividid, y de ella salía, una
joven mas que hermosa, su rostro era el de un ángel de ojos azules, su cabello
liso y castaño caía hasta poco mas debajo de su espalda, portaba un vestido
azul turquesa, corto, y unas zapatillas negras, su cuerpo se amoldaba
perfectamente al vestido y este a el, era indiscutiblemente bella, y lo peor es
que no era la única que se daba cuenta, pues Robert no tardo en fijarse en ella,
nos acercamos a ella, hizo a un lado a Nicolette, y a Joseph con tan solo mover
un dedo, me miro de pies a cabeza y me abrazo efusivamente, mi cuerpo no
respondía al abrazo pues no estaba segura del por que de este, ella se separo
de mi me tomo la mano, y me invito a pasar, junto a mis acompañantes, la
casa era enorme por dentro adornada con un gusto muy vanguardista, las
paredes eran blancas y simples mientras que los muebles eran de colores
alegres, y vistosos, caminábamos hacia la sala mientras ella pedía a Nicolette
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preparara una comida especial, y a Joseph que sirviera unas bebidas, esta
joven era algo rara, aunque yo no soy quien para juzgarla ya que no conozco a
nadie mas que a las tres mujeres que me criaron y a Robert, pero ella era
efusiva, alegre, segura, poseía una actitud muy alegre con nosotros, pero con
las personas que se suponía convivía día con día, era fría, y mandona, nos
sentamos juntas en un enorme sillón rojo, Robert se sentó en un sillón marrón
justo frente a mi y Concepción en otro frente a ella, -Que tonta soy no me eh
presentado, soy Giselle Loumini, y tu eres?- mi cara no disimulaba mi
incomodidad pero ofreciendo mi mano en gesto de saludo respondí – Yo soy
Antoinette Venisicope, ella es Concepción y el es Robert, venimos a pedirte
ayuda-
-Ayuda, ayuda para que, tú eres una Venisicope que puedes requerir de mí-
-Veraz, recientemente cumplí 19 años, y con estos se me revelo la historia de
mi origen y de nuestra especie, pero justamente en este lapso, un grupo de
cazadores atacaron mi casa, obligándonos a separarnos-
-Eso es triste pero donde entro yo en la historia, es decir, te presentas en mi
casa, a pedir mi ayuda junto a un humano, eso no te deja muy bien sabes, te
comentaron que fueron ellos los que se deshicieron de nuestra vida- su voz
gubia de tono a medida que hablaba
-Me temo que estas un poco atrasada, durante la batalla de colonia, muchos
transfiguradores pudieron huir, y son estos precisamente quienes afirman que
en esta batalla no había humanos, existe algo o alguien mas, y eso nos busca
incansablemente, tu deberías saberlo, según se, los atacaron hace años-
- 42 -
Su mirada se dirigió rápidamente al suelo, cerró sus ojos y dio un enorme
respiro, volvió a levantar la mira y asintió con su rostro, me tomo la muñeca
mientras con lágrimas en el rostro exclamaba –Te creo-.
Durante la comida me explico que cuando sufrieron el ataque de los cazadores,
su hermano perdió la vida, tuvo que huir junto a Nicolette, y Joseph, ya que
otro de sus cuidadores también fue atrapado, desde ese momento ella supo la
verdad, no hasta que cumpliera los 19, su hermano Alexander, era su gemelo,
y la perdida aun le pesa, pero a diferencia mía ella había aprovechado su
herencia, compraba todo lo que existe en cuanto a ropa, accesorios, zapatos,
etc. Y no desarrollo una relación con sus cuidadores ya que ella los ve como su
servidumbre, yo en cambio considero a Concepción y a Beatriz como mis
amigas, y a Antia, la quiero como a una madre. Su actitud era desenfadada,
mas bien parecía ser una niñita mimada, que no acababa de crecer, miraba con
desprecio a Robert y en cada ocasión que tenia hacia menos a Concepción, ella
había crecido con los lujos que yo no tuve por desconocimiento, y aparte con
oportunidades de salir, y conocer el mundo, en cierto aspecto una parte mía la
envidiaba, pero otra agradecía que no hubiese sido como ella.
IX
- 43 -
Le explique que teníamos dos meses para encontrarla a ella y a los Frenchetos
en Italia, y llegar a Paris, lugar en donde Antia nos esperaría para definir la
situación.
Giselle hizo que nos mudáramos del hotel hasta su casa, en cuestión de
segundos, y acepto enseñarme en todo lo posible a dominar mis dones, así
como ella hacia con los suyos, así que tome la decisión de quedarnos en
Canadá al menos dos semanas, por las mañanas Giselle y yo caminábamos
hasta un área sin árboles en donde me enseñaba a controlar mi fuerza,
velocidad, mi oído, y hasta como concentrar mis manos y el poder congelante,
aunque este ultimo ella no lo poseía, platicábamos horas, hasta que
Concepción llegaba a buscarnos para ir a comer, Robert por su parte convivía
mucho con Joseph, puedo decir que eran amigos, jugaban cartas, un poco de
soccer, y hacían fuerzas con las manos aunque Robert nunca ganaba siempre
quería mas y mas, Concepción se llevaba de maravilla con Nicolette, por lo
general estaban en la cocina, platicando, riendo, o haciendo cualquier otra
cosa, Yo a diferencia de ellos empezaba a considerar a Giselle como un ser
agradable, era extrañadamente graciosa, y alegre, siempre bromeaba con las
situaciones, aunque tenia un lado discriminatorio muy notorio, que me
molestaba en un principio pero me llegue a acostumbrar a esto tanto que ella
ofendía y yo me disculpaba en su lugar.
Al atardecer siempre estaba con Robert ya sea dentro o fuera de la casa, el se
veía contento, y me lo demostraba a cada segundo que convivíamos, ya no le
molestaban los comentarios de Giselle, en ocasiones hasta se reía de estos. La
pobre Nicolette, era la más ocupada de todos, mientras los demás estábamos
en miles de cosas, ella debía ordenar las maletas que Giselle llevaría consigo,
- 44 -
me sorprendía ver cuantas cosas tenía, parecían nunca acabar. Una noche
caminando por uno de los largos pasillos de la casa, junto a Robert, observe
una pintura era la familia de Giselle, su padre al fondo, su madre sentada en
medio, y ella y su hermano a los extremos, pero algo llamo mi atención, yo la
conocía, a su madre era la mujer de mis sueños, ese ultimo en el cual pude ver
a mi madre, esa mujer llevaba la misma gargantilla, con la “L” eso era esa “L”
era el símbolo de los Louminis, así como yo tenia aquel collar, que quedo en la
casa tras nuestra huida, pero por que soñé eso, le conté a Robert lo que me
había pasado, y el pensó que seria buena idea que se lo comentara a Giselle a
final de cuentas ella tiene mas experiencia en esto de ser vampiro, le pedí que
me acompañara pero el se disculpo y me dijo que se iría a dormir. Camine sola
hasta el final del corredor, era esa su habitación la puerta estaba abierta así
que entre, ella estaba sentada en la cama ojeando una revista, se percato de
mi presencia y salto a mi lado, preguntándome si quería algo, me senté en la
cama y comencé a explicarle todo, el sueño la pintura, y fijándome muy bien
en su rostro, me pude percatar que era ella, en el sueño el joven que esta
frente a mi con la gargantilla en su mano, era idéntico a ella, pero era hombre,
y con el cabello un poco mas claro, me dio escalofríos, y fue entonces cuando
entendí, no era ella, si no su hermano, de alguna manera intento darme algún
mensaje, o advertencia, pero su hermano estaba muerto; ella me miro
seriamente, mientras me explicaba que esos sueños que yo tenia eran
manifestaciones de un don conocido como las premoniciones, en las cuales mi
subconsciente me permitía ver situaciones del pasado, presente y futuro, y que
ya que yo había visto a su hermano junto a la gargantilla que desapareció, eso
podría significar que el estaba vivo, su rostro se maravillo ante la posibilidad,
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me tomo con sus brazos y apretó contra su pecho fuertemente, aun yo no
estaba acostumbrada a muestras de afecto tan efusivas como esta, pero podía
entenderla, si alguien me dijera que habría la posibilidad de que mis padres
estuviesen vivos, yo reaccionaria peor que ella, estábamos a dos días de partir
de Canadá, me dio las gracias, eran las 10 de la noche aun, tomo un abrigo
para ella, y me pidió que la acompañara, bajamos las escaleras, rápidamente la
espere en la entrada hasta que apareció dentro de un lujoso convertible negro,
se paso la mano por el cabello y me pidió subir, pero a donde vamos era la
incógnita que tenia, ella aseguraba que a la ciudad, que debíamos visitar unos
lugares, llegamos al centro de la ciudad, era de noche y había mucha vida,
muchos jóvenes en grupos, entraban y salían de bares, restaurantes y antros,
las tiendas brillaban con espectaculares, aparadores, se estaciono frente a una
muy vistosa, toco la puerta de cristal y una jovencita salio para decirnos que
estaban cerrando, Giselle no acepto una negativa, exigió le hablaran al gerente
avisándole que Giselle Lou, había llegado, la joven salio corriendo en busca de
alguien, no paso siquiera un minuto cuando un hombre de baja estatura y poco
cabello, se acercara de prisa con una llave, abrió las puertas de par en par, y
ofrecía muchas disculpas, Giselle se volteo y dirigiéndose a mi dijo –Soy una
chica muy conocida en estos lugares, no volveré a esperar- el hombre hacia
todo lo posible por agradarnos, pronto comenzamos a caminar dentro de la
tienda haciendo que se nos buscara cualquier prenda que quisiéramos, Giselle
se volvió loca cuando vio el aparador de los perfumes, comenzó a pedirlos
todos sin excepción, unas jovencitas nos seguían cargando paquetes de lo que
ya había comprando Giselle, llegamos a una sala, muy parecida a un salón, un
hombre delgado, de gestos afeminados, saludo a Giselle, ella me lo presento le
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decían Andrea, le explico que quería un cambio para mi, yo inmediatamente
me negué, pero me obligaron a sentarme, yo estaba cómoda con quien era,
pero si debía admitir que mi imagen era descuidada, últimamente solo usaba
jeans, y suéteres, el cabello, suelto y enredado, nunca pensé que a alguien le
importara mi arreglo, pero pronto, comenzaron a pintarme las uñas, depilar mis
cejas, colorear mis mejillas, recortar mi cabello, untar cremas, y menjurjes en
el, Giselle había desaparecido, volvía con vestidos y blusas, que me enseñaba
mientras yo debía estar quieta, según Andrea, me lavaron el cabello por ultima
vez, me retocaron el maquillaje y Giselle hizo que me probara un mini vestido
negro con un par de zapatillas, y entonces salí del probador, sintiéndome
totalmente distinta, el rostro de Giselle lucia satisfecho, yo aun ansiosa daba
pasos sin sentido, fue entonces cuando vi, en el espejo, mi reflejo, lucia
hermosa, mi rostro lucia perfecto, mi cabello era muy lacio y el corte diferente,
tocaba mi cabello, quería sentir que fuese real, mi cuerpo parecía otro en ese
vestido, en realidad era yo, el momento parecía congelarse, no me reconocía,
empecé a gritar de la emoción, mis manos temblaban voltee, corrí y abracé a
Giselle, al fin entendía lo que ella sentía cuando me abrazaba tan efusivamente
como ahora, éramos dos muñecas recién salidas del empaque, entonces
Giselle me dijo que era hora de irnos, me impidió volverme a cambiar, salimos,
emocionadas, y con una actitud distinta, era claro el cambio al salir por la
misma puerta de cristal toda persona nos volteaba a ver , hombres y mujeres,
su rostro detonaba admiración y envidia, ambos me hacían sentir de maravilla,
nos subimos al auto que iba repleto de bolsas y paquetes, Giselle, dio una
vuelta en U de manera tempestiva, y nos marchamos dejando un rastro de
humo únicamente.
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X
Llego el día de marcharnos, únicamente Giselle nos acompañaría, Nicolette y
Joseph se quedaban por instrucciones de Gis, éramos cuatro ahora, durante
estas semanas me había hecho muy amiga de Gis, pese a que Robert y
Concepción la detestaban; Robert estaba fascinado con mi cambio de look, en
un principio no sabia que decir, pero al parecer le encanto y me lo recuerda
muy a menudo, Partimos en una de las camionetas de Giselle, Joseph nos
llevaría hasta el aeropuerto, donde tomaríamos un vuelo que nos llevaría hasta
Italia, donde deberíamos encontrar en la isla de Capri a los Frenchetos.
El vuelo fue tedioso, muy largo para ser exactos, llegamos cansados, y
únicamente llegamos para tomar otro medio de transporte. Las costas de
Capri, son bellísimas, el mar mediterráneo adorna de una forma sublime la
calida ciudad, veníamos del frió de Canadá, ninguno esperaba un clima tan
húmedo y caluroso, pero era agradable, lamentablemente, no sabíamos por
donde empezar a buscar, decidimos dividirnos para abarcar mucho mas
territorio, Rob y yo iríamos a la parte norte de la isla, Concepción y Giselle
buscarían en la ciudad y en la costa, lamentablemente no encontramos nada,
la región estaba muy bien poblada, y no había señales de que vivieran aislados
- 48 -
como lo hacia Giselle, en la ciudad nadie había oído hablar de esos nombres, lo
mas seguro es que lo hayan cambiado, justo como hizo Antia conmigo.
Tres días duramos así, sin pista alguna de ellos, hasta que al cuarto nos
encontramos en una cafetería con vista a la costa, hablábamos de ellos,
cuando la mujer que nos atendía, nos pregunto - ¿Frenchetos?- si respondimos
a un mismo tiempo, la señora se senté muy confianzuda en nuestra mesa y nos
comenzó a decir que así se llamaba una familia a la que ella llevaba comida
todos los días, tenían dos hijos de la misma edad, pero no eran tan parecidos
como para ser gemelos, lamentablemente se habían mudado a Venecia justo
después de que ellos cumplieran 19 años, hace poco menos de tres años; no
había duda eran ellos, pero ahora tendríamos que ir hasta Venecia, y empezar
la búsqueda otra vez, la señora no sabia nada de direcciones, simplemente
perdió rastro de ellos, por la tarde noche partimos a Venecia, la ciudad de los
canales, iba a ser muy difícil buscarlos, había un festival de mascaras en la
ciudad, y muchos turistas llegaron; la ciudad tenia un toque enigmático, y
romántico a la vez, me hacia pensar en lo bueno que era tener a Robert
conmigo, sentirme querida, Giselle pese a su belleza no tenia novio y nunca
había tenido, no conocía a nadie como nosotras, así que le era difícil encontrar
pareja.
Decidimos tomar un viaje en góndola, esto nos permitiría ver la ciudad desde
un punto de vista favorable, éramos tres vampiros, y un humano, sin embargo
los cuatro sentimos que nos observaban, comenzaban a voltear como locos
buscando quien nos seguía con la mirada pero nada, quizás era paranoia, o el
mismo cansancio del viaje, pasado este episodio de ansiedad acabo el viaje,
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antes de bajar pregunte al encargado –disculpe, ¿ah oído hablar de los
Frenchetos?-
-Frenchetos, claro, la señora Lucia, y sus dos hijos, son muy populares aquí, son
muy buenos, cada que viajan en góndola vienen conmigo-
-Enserio los conoce, sabe donde podemos encontrarlos, somos unos viejos
amigos-
-Mmm… déjame ver, camina dos calles hasta un cruce, y gira a la derecha, es
una casa azul, no hay forma de perderse-
Agradecí efusivamente al hombre, Giselle por su parte le dio una muy buena
propina, y partimos a la dirección que nos daba, dimos muy rápido con la casa
azul, toque a la puerta y para sorpresa nuestra el hombre de la góndola abrió,
intercambiamos un par de miradas, nos pidió entráramos, lo cual aceptamos. –
Mucho gusto soy Patrick, el mayor de los Frenchetos, escuche rumores de que
unos forasteros buscaban a mi familia, la curiosidad me despertó, decidí
encontrarlos primero-
En la sala sentado había un joven, lucia mas joven que Patrick, su rostro era
encantador, cabello oscuro, ojos miel, junto a el una dama de facciones finas,
cabello rubio, ella se puso de pie, presentándose –Soy Lucia, mucho gusto, que
se les ofrece- su rostro era gentil y maternal, de ella emanaba un sentimiento
de confort y paz, su rostro era igualmente dulce, no podía evitar sonreírle,
entre esta atmósfera de quietud, Giselle respondió – muy bien, yo soy una
Loumini, ella es una Venisicope, la otra es una gata, y el es un estorbo,
venimos buscándolos, por asuntos muy importantes, que mi amiga les
explicara en cuanto deje de sonreírle- voltee y mire fijamente a Giselle, era una
imprudente, como podían salir de su boca tantas palabras hirientes al mismo
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tiempo, pero a ella parecía no importarle, yo, como costumbre de hace dos
semanas hasta acá, me disculpe en su nombre, la Señora Lucia no parecía
molestarse, por el contrario nos invito a sentarnos y de igual forma nos
presento al joven sentado, se llamaba William, era el menor de los dos
hermanos, ambos eran muy amables, Patrick desapareció y volvió aparecer con
bebidas para todos, eran demasiado corteses, y en ningún aspecto
contradecían a Lucia, ella debía ser lo que para mi fue Antia, Comencé con la
historia, y pareció impactarles, rápidamente ofrecieron su ayuda para lo que
fuese, a lo largo de la platica note que William no dejaba de verme,
ciertamente en el había un atractivo físico innegable, además de misterioso, su
caballerosidad lograban encantar, era una formula peligrosa.
Nos invitaron a quedarnos hasta el festival de mascaras, que seria en semana y
media, lo cual seria perfecto para terminar con los dos meses, y volar a Paris,
estaríamos justo a tiempo.
XI
Giselle sentía una atracción hacia Patrick, y el hacia el, era obvio para todos, yo
por mi parte viajaba con Rob, quien seria mi primer gran amor, sentía un amor
ciego hacia el, lo conocía, tenia confianza en el, además de que me había
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demostrado que me quería, y el apoyo que me ha dado es ciertamente algo
que no tiene precio, pero estos últimos días eh notado mas de lo normal a
William, su forma de ser es tan distinta a la de cualquiera que yo conociese,
además su belleza opaca fácilmente a quien estuviese al lado suyo. No se si
sea malo o bueno pero eh convivido mucho con el, hasta cierto punto eh
desplazado a Robert, el quizás no diga nada pero dudo que no se de cuenta,
pero era algo que yo no hacia con intención y que no notaba hasta mucho
después.
William me llevaba a caminar por las bellas calles de Venecia, el paisaje es
indescriptible, mas aun las puestas de sol vistas desde el muelle, en los paseos
en góndola el me platica sobre su vida, lo mucho que aprecia a Lucia y lo
cercano que es con Patrick quien por cierto le había confesado un
enamoramiento hacia Giselle, lo cual me encantaba, quería mucho a ella, era
mi primer gran amiga, y el me caía muy bien, en cuanto a William decía nunca
haberse enamorado, se sonrojaba cuando le preguntaba sobre su vida
amorosa, en ciertos aspectos era un niño tímido y discreto, que se avergonzaba
de muchas situaciones, el tenia esta pureza e inocencia que a Robert le faltaba,
no podía dejar de compararlos.
Era de mañana, y mientras desayunaba William apareció, llevaba puestos unos
pantalones blancos, y una playera de cuello color lila, una gorra aplastaba su
bello cabello, dejando entre ver hebras de este, me convenció rápidamente de
acompañarlo a dar un paseo, justo cuando nos disponíamos note a Robert a lo
lejos tratando de esconderse entre el pasillo, traía consigo un pequeño regalo,
pero parecía retenerse, mi corazón se partía en dos justo en ese momento, y
pese a mi sentir mis piernas aun caminaban siguiendo a William, fue ese
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momento, ese preciso instante en el que supe, que dentro de mi había
desplazado a Robert, no quería herir a ninguno pero parecía inclinarme hacia
William, al poco rato olvide la situación caminábamos en el centro de Venecia,
llegamos a una enorme biblioteca, por dentro era fría y oscura, habían cientos
de libros antiguos, y ni una sola persona dentro, pronto estaba abrazando el
brazo de William mientras caminábamos, note el sonrojo en sus mejillas, pero
yo estaba cómoda, y no quería soltarme, nos dirigimos a una habitación mas
solitaria aun, había una mesa en el centro, y dos enormes libreros repletos de
manuscritos, - Aquí están- exclamo William con tono alegre, yo no sabia a que
se refería pero el estaba contento de tenerme allí, tome un manuscrito que
estaba en la mesa, lo abrí, estaba en italiano, pero lo entendía perfectamente,
hablaba de ella, de mi madre, claramente su nombre esta en este, “Afremea
Venisicope”, entonces entendí dentro de estos documentos estaba nuestra
historia, eran cientos de ellos, todos y cada uno hablaban de nosotros los
Vampiros, era algo mágico, tenia una entrada a este mundo tan nuevo para mi,
el levanto la silla para que me sentara, se sentó junto a mi, mientras yo leía el
manuscrito. Estuvimos horas allí dentro, todo eso era tan bueno para mi, cada
documento exponía el dominio que ejercimos años atrás, mencionaba a cada
uno de los sirvientes, cada miembro de las tres familias vampiricas estaba ahí,
pronto conocí la vida de mis padres, y parte de la mía, yo, estaba en esos
documentos, al igual que William, Giselle y Patrick, hasta que en uno se
narraba una desaparición tajante y sin explicación, ni siquiera yo la conocía,
Antia creyó conocer esta explicación pero ahora sabemos que no es cierta, en
breves pasajes se mencionaban a las ninfas, y su contraparte masculina los
elfos, se hacían menciones muy vagas sobre los transfiguradotes, pero de los
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licántropos no había absolutamente nada, siquiera una palabra, nada.
William decidió que era tarde, y que debíamos regresar, al abandonar la
biblioteca me percate que era de noche, no estaba cansada, ni tenia hambre o
sed, no tenia con que agradecerle que me permitiera conocer este lugar que
encerraba grandes misterios de nuestra especie, ni siquiera le pregunte como
dio con este lugar, simplemente estaba feliz de que así fuese, se escuchaba a
lo lejos la música de los festivales de la ciudad, pronto comencé a bailar sola,
brincaba y daba vueltas al son de la música que sonaba, hasta que, un mal
paso hizo que cayera, no sentía dolor, es como si simplemente yo me hubiese
agachado a sentarme a media calle, sin embargo William inmediatamente
reviso mis tobillos, el momento era mágico, la luz de la luna iluminaba la calle y
nuestros rostros, los dos solos a mitad de la calle, en Venecia, sus ojos me
hipnotizaron, ya decir de el parecía sentirse igual, sin darme cuenta nuestras
narices se rozaban una con otra, mientras ambos nos acercábamos mas y mas
al otro hasta el momento en el que nuestros labios se encontraron, estallando
un beso dulce gentil y apasionado, un hormigueo inundo mi cuerpo, desatando
una sensación de placer, que culmino cuando el separo sus labios me miro a
los ojos se levanto y comenzó a disculparse, yo no entendía esta reacción le
pedía que no se disculpara que no había razón pero entonces el dijo la palabra
Robert, aun no lo había resuelto, mi vida se convertía en un caos, yo amaba a
Robert y entendía las disculpas de William, pero sentía algo por el también, lo
peor es que no sabia que era mas fuerte, no podía imaginar mi vida sin Robert,
sin ver su bello rostro cada mañana, sin probar sus labios, u oír su voz, pero
William despertaba en mi una atracción irresistible, un impulso de amor, que
me incitaba a buscarlo, ni una sola célula en mi sabia que hacer, mi cerebro se
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contradecía junto a mi corazón que deseaba poder romperse en dos, es posible
amar con locura a dos seres totalmente diferentes, como es que el amor es tan
adictivo, y tan necesario al mismo tiempo, le da sentido al vivir pero lo hace
mas peligroso también, en ese instante un segundo basto para que a través de
mi circularan todos estos pensamientos, tirada en una calle de Venecia, quería
poder decidir algo pero me era imposible, es que ahora soy yo la villana, que
puedo decirle a William, y debo ocultárselo a Robert.
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XII
La mañana siguiente fue extremadamente difícil no podía soportar la mirada de
Robert, le estaba ocultando una traición, peor que podría decirle que yo quería
besar a William, que no lo pude rechazar, y por otro lado William trataba de
evitarme, y no era nada bueno, nos topábamos en los pasillos, en el comedor,
en todos lados, la culpa parecía habérseme impregnado en mi piel, me seguía
como los perros siguen a los gatos, como instinto, Al menos en tres días
estaríamos en Paris, talvez fuera de esta ciudad mi situación cambie, y pueda
tomar una decisión.
Me había decidido pasar mas tiempo con Robert, sin importar que otras cosas
atravesaran mi mente, comíamos juntos, salíamos a las calles juntos, hasta nos
sentábamos simplemente a estar quietos uno con otro, sin decir una sola
palabra, el me recogía con sus brazos, y yo me apoyaba contra su pecho, hasta
el momento de volver a la realidad. Por la noche fui hasta la habitación de
Giselle, no tenia nadie mas con quien hablar de esta situación, toque la puerta
y me invito a pasar inmediatamente, estaba risueña y cordial, raro en ella, me
tomo por los brazos mientras me decía que era Patrick el primer ser que la
hacia sentirse bien, al fin conocía el amor, y le encantaba este sentimiento, el
le correspondía ya se lo había hecho notar, además se lo había dicho decenas
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de veces, me sentía feliz por ella, pero esto era lo ultimo que deseaba escuchar
en mi situación, la felicite por supuesto y entonces ella dijo –Por fin se lo que
sienten tu y Robert- la frase fue como una daga insertándose en mi corazón de
forma rápida y dolorosa, no pude mas, comencé a soltar lagrimas, me senté en
la cama y lloraba, esto no era justo para Giselle pero no podía contenerme,
tenia que sacarlo, o me haría mas daño yo por dentro, comencé a contarle
todo, desde las miradas inocentes con William, los paseos en góndola, las
caminatas, el beso, y Robert, el amor que aun le sentía, trataba de darle una
explicación a esto, pero todo se resumía en que cada uno ocupaba una mitad
de mi corazón, por partes iguales, no podía renunciar a ninguno; acaso soy
egoísta por querer a ambos, o simplemente soy alguien que esta demasiado
confundido como para tomar una decisión verdadera, una decisión que sea
justa con ellos, pero sobretodo conmigo y con mis sentimientos.
La decisión de pasar mas tiempo con Robert solo empeoraba las cosas, el era
tan bueno conmigo y al mismo tiempo pensaba en William y no podía dejar de
ver a William y no pensar en Robert, es un círculo vicioso que únicamente
empeora a cada minuto.
En la noche seria el baile de mascaras en la gran plaza de Venecia, la mañana
era fría y solitaria, desperté de mi sueño, percatándome únicamente de la
única cosa que no cuadraba en mi habitación; una enorme caja blanca, con un
moño dorado, me puse de pie, y aun descalza camine hacia ella, tenia una
pequeña tarjeta adentro de un pequeño sobre blanco; en ella únicamente
decía:
“Por que siempre serás la joven de Chiapas de quien me enamore”
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No decía quien la enviaba pero para mi resultaba obvio era de Robert, quite el
moño con delicadeza y abrí la caja, cubierto de papel se encontraba dentro, un
bello vestido negro, el corsé tenia bordadas flores en la parte superior color
plata, al sacarlo entendí, era un vestido de fiesta, pero no cualquier vestido era
uno típico de Chiapas, el lugar en el que fui criada, ese bello y exótico lugar
que me cobijo durante catorce años, el lugar que me enseño el amor, y todo lo
que hoy se y soy. El vestido venia acompañado por una mascara veneciana
color plata, adornada con plumas negras, y cuentas brillantes que caían
brillando de manera espectacular, era mi traje para la gala de la noche. Al
momento tocaron la puerta, sin siquiera anunciarse entro quien toco, era
Giselle, traía una gran bolsa café, no le importo preguntarme nada, únicamente
entro y su mirada se fijo en el vestido, corrió a mi preguntándome donde lo
había comprado, decía en tono de emoción que era bellísimo, que era perfecto,
dejo caer su bolsa al suelo y de ella saco un vestido amarillo de gala,
claramente se podía notar que este se Xenia a su cuerpo desde su pecho hasta
sus caderas y parte alta de piernas, a partir de ahí caía abriéndose mas y mas,
le sonreí discretamente, ella sabia lo que me pasaba, dejo el vestido en la
cama y me abrazo, me prometió que todo estaría bien, que yo encontraría la
respuesta, que solo debía dejar que esto fluyera de la manera que es, y pronto
la respuesta aparecería así, simplemente, quería creerle pero la duda me
mataba por dentro, el no saber que hacer, que decir, hacia donde ir, el simple
hecho de saber que tarde o temprano tendré que separarme de uno de ellos,
que lo haré sufrir, no me puedo permitir hacer esto, pero seria aun peor si no lo
hiciera. La culpa nace de una acción y se extiende en las entrañas como ramas
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en un árbol, atrapadas, y sin salida, ramas que tendrán que salir y acabar
conmigo. Además tenia mas en que pensar no podía evocarme simplemente a
una situación, estaba mi familia, su asesinato, ahora me encontraba buscando
respuestas a estos, iniciando una aventura con ansias de venganza pero eso
fácilmente se puso en un segundo plano, y por si fuera poco tengo en mis
hombros la esperanza de mi especie, según Concepción debo crear un clan,
convertir humanos en vampiros y hacer crecer nuestro numero de integrantes,
pero la idea es simplemente descabellada, y mas aun si pienso en que según
ella, Robert seria perfecto para esto y aun pero el lo quiere, son tantas cosas
en una sola cabeza. Giselle cuenta con que sea su amiga pero ahora no sirvo
para nada, rápidamente me he convertido en una especie de zombie que
deambula por los pasillos, que se sienta y mira al vacío, esperando encontrar la
solución en este o en cualquier otro suceso por insignificante que este sea, es
en este momento en el que desearía ser normal, una chica ordinaria viviendo
su vida, yendo a la escuela, teniendo problemas de personas normales, no a
una cantidad desproporcional como los que me aquejan.
XIII
En mi habitación nos encontrábamos tres chicas, Concepción, Giselle y yo, las
tres nos preparábamos para el baile, eran las siente en punto y este
comenzaba a las siete treinta, el tiempo se agotaba y teníamos tres caballeros
abajo que nos esperaban con ansias, dos de ellos vampiros y uno mas humano.
Concepción vestía púrpura, Giselle amarillo, y yo el hermoso vestido negro con
finos bordados que me habían mandado a regalar, bajamos con nuestras
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mascaras en mano, y ahí estaban ellos, vestidos con trajes negros, usando sus
debidas mascaras, pero yo sabia quien era quien Patrick solo veía a Giselle, su
altura sobresalía de los otros, a su lado Robert, su cabello ondulado era
recorrido por el viento que soplaba en su rostro y alborotaba su mascara, y al
final William de cuerpo mas delgado y proporcionado, su cabello era aun mas
oscuro que el de los demás, se notaba aun en sus gestos la incomodidad que
yo le hacia sentir, notaba que lo miraba pero no podía dejar de observarme,
pero ni siquiera intento saludarme, rápidamente tomo a concepción del brazo,
a mi me esperaba Robert, era lo mas lógico en esta situación y Giselle con
Patrick eran los únicos felices con su pareja; no es que no quisiera a Rob, es
mas me encantaba tomarlo del brazo y sentirme protegida por el, pero aun
sentía la necesidad de ser tomada por William, y de estar con el, sentiría la
necesidad de estar con Robert, caminamos hasta el auto, entramos todos, y
nos dispusimos a marchar al baile.
Las estrellas eran las luces de esa noche, el cielo brillaba como si se adornara
de cientos de bellas luces, la plaza lucia exquisita, y el rió enmarcaba la velada
reflejando suntuosamente la majestuosa luna llena, el aire olía a lilas
floreciendo en la primavera, era como si hubiesen previsto cualquier detalle,
como si hubiesen contratado a la naturaleza para lucirse este día en los
marines del río simplemente para que podamos admirarla, comencé a bailar,
Robert era muy diestro para esto, parecía pez nadando en agua, era natural en
el, el movimiento de sus pies, como me tomaba por la cintura y me hacia
seguirlo era mágico, la luz, la música, el ambiente, el, era suya en este
momento, me acomode en su pecho, aprensando mi rostro contra el, cerré mis
ojos y mi corazón latía mas rápido de lo normal, un paso a la vez me repetía, y
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yo le seguía, justo en medio de este momento una mano se asomo en su
hombro, era William, de la manera mas cordial le pidió bailar una pieza
conmigo, me miro en desconcierto y acepto, se partió dejándome sola allí sin
el, pero con William, me explico que lo ultimo que quería era bailar, pero aun
así tomo mi mano, y comenzamos a danzar, girábamos de un lado a otro,
mientras comenzamos a hablar:
-Luces hermosa-
-Gracias, tu también William, te ves muy bien- ambos evadíamos el tema pero
alguien tuvo que hablar primero.
-No quiero que ese beso, esa noche sea el único, te quiero, te quiero y no tengo
miedo de decirlo-
-No hagas esto William, ya es lo suficientemente difícil-
-¡Difícil! Eso es para ti, yo se que sientes lo mismo, lo pude sentir en tus labios,
y tus miradas estos días te delatan-
-Es que esto esta mal-
-No esta mal, niégame que no disfrutaste de mis labios sobre los tuyos, ambos
queremos estar uno con otro, es un sentimiento mutuo lo se, no puedes
negarlo-
-Esto es difícil, quiero mucho a Robert…-
-¿Mas que a mí?-
Mi mente divago no tenia una respuesta para eso, el lo supo en ese momento
supo que mi corazón se encontraba dividido entre ellos dos
-Te amo-
-William- solté su mano y di vuelta, Salí corriendo de aquel lugar, le pedí no me
siguiera y respeto eso, corría sin saber adonde iría, solo quería alejarme, pronto
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me detuve justo en el extremo de un puente, me detuve y comencé a jadear,
lloraba sin esperanza de que alguien pudiese pararme, quería liberarme de
este sentimiento pero no saldría a través de las lagrimas, mi corazón latía
desenfrenadamente por ellos, deseaba sacarlo de mi cuerpo, para que pudiera
dejar de sufrir esto, pero el destino tenia otro plan en mente. El jadeo no
permitía notar que no estaba sola, justo en el extremo opuesto del puente
había un hombre, al percatarme de su presencia intente dejar de llorar, de
pronto algo en mi tomaba sentido, yo ya había estado aquí, en este puente,
esta fiesta, este vestido, ese hombre, ya los había visto. Levanto su rostro y al
verlo supe la verdad, era mi sueño, era el, Alexander, el hermano de Giselle,
sonreía de una forma un tanto rara, sus ojos no brillaban simplemente eran
oscuros y vacíos, su cabello castaño, un poco largo era llevado por el viento en
dirección contraria a el, extendió su mano y hay estaba, la gargantilla de los
Loumini, pero había algo mas era otra cadena, era mucho mas familiar.
La caja que Antia me había mostrado meses atrás en casa, aquella que
contenía los papeles que me daban el derecho de toda la herencia bajo el
apellido Venisicope, un vaso, y la cadena, la cadena de mi madre, el la tenia,
justo lo vi, el estaba presente en el ataque de aquellos seres el día de la fiesta,
fue casi imperceptible peor mi mente lo grabo, tras los arbustos, de pie
mirándome fijamente, justamente con la misma risa en el rostro, sin notarlo
saco una pistola antigua de su abrigo, apuntando a mi, sonó el disparo, y dio,
aterrizo en mi, la bala era de plata pura, se sentía el frió en ella, entrando por
mis entrañas, comencé a balancearme hasta caer a lo profundo del río.
Recordé un momento en Canadá, Giselle y yo practicando en el bosque, me
enseñaba a cubrirme, la única forma de destruir a un vampiro, era atravesando
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su garganta con plata, eso me dijo ella, y ahora lo confirmaba, el sabia lo que
yo era, el era lo mismo, sabia de la plata, me había seguido, esperando en la
sombra el momento perfecto para atacar, y ahora; hundiéndome cada vez mas
en el río, me preguntaba el por que, el por que, alguien que debería estar
apoyándonos hace esto, fue simplemente un segundo, lo que tardo esa bala en
salir de la boca del arma y penetrar mi piel, el se desvaneció inmediatamente,
mientras mi cuerpo descendía al helado y profundo río, a pesar de ser este un
momento inoportuno solo una imagen venia a mi cabeza, el rostro de Robert,
sus manos tomándome, los dos bailando en aquella gran plaza que acababa de
abandonar, la luna bañándonos de luz, no pensaba en William, o lo que me
había dicho solo en Robert, al fin, Giselle tenia razón, la respuesta llego a mi,
fluyendo como el agua fluye en el río, aunque quizás, solo quizás, era
demasiado tarde.
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XIV
Veo fluir el agua a mi alrededor, fluye, sin destino aparente solo fluye, si hoy en
este momento, en el agua eh de morir, se al menos que eh vivido, eh llorado,
eh amado, me han amado, eh disfrutado, eh reído, eh compartido, eh sentido.
Soy lo que soy y la sombra de eso me siguió desde pequeña, ahora comprendo
que soy como fui hecha, pero aun así tengo el poder de escoger que quiero ser,
y escogí ser alguien que por sobre todas las cosas ama, y se deja amar.
Un vampiro no es presa de su naturaleza, es presa de su destino, y se que este
nos depara mucho, un viaje termina pero otro comienza, se que faltan muchas
piezas en este rompecabezas, pero aprendí que con esfuerzo lograre descubrir
que paso, por lo pronto mi mente piensa en Paris, en reunirme con quienes
saben lo que sucede, recoger piezas restantes y crear las que falten, no es el
final de nada.
Las calles de Venecia lucen casi abandonadas, no hay nadie en ellas; las
tiendas cerradas aun, nada, camine con el vestido hecho un desastre,
caminaba lento en un principio, pero a medida que avanzaba recobraba el
aliento y empezaba a correr, cada vez mas rápido, llegue a la casa de William y
su hermano, la puerta esta abierta, entre pero lucia aun mas desolada allí
adentro, camine llamando a cualquiera que estuviese ahí, pero nada, todas las
habitaciones lucían vaciadas, todas tenían la puerta abierta y nada en su
interior salvo los muebles, pero al llegar a la que era mi recamara la puerta aun
seguía cerrada, entre y todo estaba tal cual lo deje antes de partir anoche
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rumbo a la fiesta, la ventana estaba entreabierta y el frío cada vez entraba mas
y mas. No sabia por que la ciudad lucia así, ni por que me habían dejado aquí,
parecía que ellos habían partido a Paris sin mí, que estaba pasando ahora, que
los había obligado a dejarme; sin darme cuenta me quede dormida.
Se escuchan gritos, la gente corre, todos confundidos, estalla el caos, ¿Qué es
esto? ¿Que pasa?, veo sombras, sombras conocidas, sombras de aquella noche
en el festival, esto es, esto paso, es real, lo siento en mi piel, hombres de
inmensas proporciones saltan por los edificios, atacando a todo que se les
ponga en su camino, la gente huye, y corre. Los busco, los busco con anhelo de
verlos a salva pero ellos no están, solo lo veo a el, es Robert, mi amado Robert,
esta corriendo se pierde en una calle, no puedo seguirlo, al fin veo a los demás,
William, Concepción, Patrick, y Giselle, están aquí, están peleando, murmuran
entre ellos, pero no escucho nada, en un parpadeo Patrick esta en el suelo lo
acaban de herir profundamente en el pecho, es un gran rasguño, Giselle grita,
quiero ayudar, pero no puedo, quiero estar ahí, pero no estoy, yo no formo
parte de esto, un aullar resuena es lo único que escucho los hombres atacantes
comienzan a cambiar, su tamaño se incrementa, sus piernas se hacen fornidas
y fuertes al igual que sus brazos, su pecho se ensancha y comienza a crecer
pelo, mucho pelo, su rostro se llena de ira, son grandes y furiosos lobos con
ojos negros como un abismo sin final, son muchos veinte quizás treinta o mas,
mis amigos no pueden con ellos, Patrick yace herido en el suelo, Giselle esta a
punto de caer ante las bestias, William se conserva fuerte pero cansado son
demasiados, junto a el de pronto apareció Lucia, su bello rostro se tornaba en
peligro, fue la primera vez que vi a un Vampiro como ella, de su boca salían dos
colmillos afilados, brillaban del filo tan exquisito que poseían, sus ojos se
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llenaron de sangre, sus manos derribaban a los lobos como si fuesen afiches de
papel, la ira corría en ella, peor ninguno de los demás actuaba de esa manera,
pero con recelo atacaba y volteaba a mirar en toda ocasión a Patrick quien
estaba en una situación critica. Pensaba que éramos inmortales, pero al
parecer existen cosas que nos pueden hacer mucho daño, aun así no podía
ayudarlos, yo era como una sombra en el suelo que se queda fija sin poder
hacer, decir o ayudar en nada, la impotencia llena mi alma, pero aun mas la
curiosidad de saber en donde estaría Robert, daría todo lo que poseo por saber
que esta bien, pronto todo se comienza a teñir de negro, mi mente viaja hasta
ese punto, yo, Alexander apuntándome, ahora lo veo, el no quería matarme de
haberlo querido hubiese disparado al cuello, el me disparo al vientre, el sabia
que no me haría daño, pude ver el movimiento en su mano, con la intención de
darme un disparo en la zona del abdomen, pero aun mejor, sus ojos negros,
reflejaban mi rostro, lleno de desesperación y mi cuerpo inmovilizado por los
nervios, pero había algo mas, a lo lejos, alguien se acercaba, venia gritando,
siento el disparo entrar en mi, caigo por el puente al canal, y lo veo era Robert,
Robert vio como Alexander me ataco, el creería que yo estoy muerta, pero
entro al agua y no se mas, el estuvo allí, trato de impedirlo, pero caí al agua, y,
sudaba como si me encontrara en un especie de sauna, estaba amaneciendo,
eso se percibía gracias a la luz del sol, entonces un papel se enredo en mis
piernas, había sido arrastrado por el agua, lo tome, y me di cuenta que era el
periódico, la fecha era borrosa, pero parte de lo que decía se entendía pese a
las malas condiciones por el agua, era la portada, y ahí estaba como noticia
titular, el simple hecho de verlo me dio escalofríos, no se había detenido
conmigo.
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“Ataque en el festival de mascaras”
Ataque en el festival de mascaras, leí lo poco que entendía, hablaba sobre un
ataque hacia las personas, no había explicación de ello. No eran animales, eran
Licántropos, algo en mi me decía que eran licántropos, era un sentir de verdad,
no de una posibilidad, sabia que eran ellos, pero lo mas importante ahora era
encontrar a los demás, principalmente a Robert, no había forma de que
estuviesen en la ciudad, pues hubiesen llegado a la casa, si había una
esperanza, la mas mínima de que sobrevivieran al ataque, esta estaba en Paris,
ellos sabían que ante cualquier obstáculo iría a Paris, seguro partieron allá con
al esperanza de encontrarme; solo eso tenia, una esperanza de encontrarlos, y
no la abandonaría.
XV
Todo venia y desaparecía, el ir y venir me mareaban, pero no era yo, no era mi
cuerpo, me sentía frágil, liviana, capaz de ser arrastrada por el mas mínimo
soplo de viento, que es, esto, que es esto, que es esto…
Ahhhh!... me levante de golpe, comencé a respirar de forma rápida y anormal,
mi corazón latía fuertemente, entonces me di cuenta, todo fue un sueño, creí
ver las calles vacías, creí ver un combate en el festival de mascaras, creí ver el
periódico enrollado en mis pies, que flotaban en el agua, es que acaso eso no
paso, se sentía tan real, tan vivido y crudo, como la verdad misma, pero esto
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pasaba a segundo plano, no era la casa de William, tenia una aguja incrustada
en mi mano, un monitor a la derecha de la cama; mi vestido se había fugado, y
en cambio traía puesta una bata azul, era un hospital, estaba en un hospital,
como llegue aquí, por que estoy en un hospital, justamente pasaba un joven
delgado, alto, de cabello rubio, ojos gentiles, y voz profunda, se acerco a mi,
reviso un expediente y pregunto.
- Por fin despertaste, que bien, dime te sientes bien-
No sabía si contestar o exigir una respuesta del que hacia yo ahí –Si – conteste
de manera dócil, pero la verdad es que me sentía muy bien, ni siquiera estaba
cansada o lago parecido, en ese momento recordé el disparo, eso si fue real, no
había forma de sentir ese dolor en un sueño, empecé a buscar la herida, me
toque la garganta con ambas manos, y seguí descendiendo hasta llegar a mi
abdomen, no había nada, - La bala, el me disparó- le dije esas palabras al joven
quien aparentemente era mi doctor, sus cejas se fruncieron, mientras revisaba
nuevamente el expediente, me aseguraba que no había bala, que no tenia
herida, pero era cierto Alexander me disparo, y caí al río, pero, pero –Robert,
Robert, donde esta, el estaba ahí corrió hacia mi, pero no me alcanzo-
El joven doctor, se sentó junto a mi en la cama de la habitación, me acaricio la
mejilla y pregunto -¿Sabe usted que fue lo que paso?- Negué con la cabeza, y
el volvía a preguntar -¿Sabe usted cual es su nombre?- eso si lo sabia –
Antoinette Venisicope- respondí a su pregunta, el mostró sentir agrado diciendo
que no era común oír un nombre como ese, comenzó a explicarme lo que había
pasado, ayer en punta de las once de la noche inicio un ataque en el festival,
no se sabe quienes fueron, pero todos afirman que eran enormes, de hecho no
habían muchos heridos, la mayoría se había lastimado al intentar huir, pero
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insistía en que a ciencia cierta nos e sabia mucho, me señalo a mi compañero
de cuarto, un señor ya de edad, recostado, se suponía que el afirmaba que
hombres habían volado de entre los edificios, una jovencita decía que eran
osos enormes, y otros mas que eran gigantes bien fornidos, entonces recordé
ese episodio de mi sueño, yo no estuve allí, pero tuve un momento en mis
sueños para presenciar lo que mis amigos pasaron, entonces de manera
ansiosa le pedí un favor al doctor, le rogué que los buscara, por si estaban en el
hospital, debía saber si ellos estaban aquí, le di sus nombres, el de Robert,
Concepción, Giselle, William y Patrick, el prometió buscarlos solo si lo dejaba de
llamar de usted y lo llamaba por su nombre “ Ryan” , la situación me pareció
incomoda, pero no podía dejar de tener esta preocupación por saber que paso
con ellos, el dijo que iría inmediatamente a buscar, mientras yo debía hablar
con la policía, salio del cuarto y regreso con una pareja de policías, el se
despidió nuevamente y se fue caminando, la mujer llevaba el cabello recogido,
apenas maquillada, no veía a su compañero a los ojos, el, su compañero
parecía galante, era bien parecido, y no le importaba disimularlo, ambos
comenzaron a hacer preguntas sobre anoche, no tenia muchas ganas de hablar
así que les dije que todo era borroso que no recordaba bien, la mujer
presionaba mas con las preguntas, mientras que el hombre parecía querer
agradarme, pronto comenzó halagarme, situación que me incomodo, no estaba
para eso, tenia cosas mas importantes que hacer, Ryan, el doctor, ya estaba
nuevamente de pie en el marco de la puerta, espero callado, mientras
observaba la declaración, no paso mucho para que los policías se convencieran
de que no sabia nada, y decidieran irse, el hombre, se despidió besando mi
mano, y la mujer solo intentaba disimular sus celos, salieron del cuarto y entro
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Ryan, traía consigo una carpeta llena de documentos, la abrió y comenzó a
hablar sobre mi situación medica, me encontraron en un canal, atorada gracias
a mi vestido, me rescataron y trajeron al hospital, pero no tenia ninguna herida
grave, ni hipotermia o un simple catarro, tenia mas salud que todo el hospital
junto, aunque decía que era raro, considerando la caída que debí tener, que
estuve mas de una hora en el canal, la situación no cuadraba del todo, yo sabia
por que, pero no podía ir gritando a los cuatro vientos que yo era un vampiro,
tenia una preocupación y esta a su vez me ayudaría a evadir ese tema, le
pregunte por mis amigos, pero negó con la cabeza, nadie de entre los heridos
respondí a esos nombres, ni siquiera de las personas interrogadas por los
policías, debía irme, pero Ryan no me dejo, me pidió que me quedara todo el
día, que por la mañana me daría de alta, pero no podía esperar. Tardo un poco
que los pasillos se tranquilizaran, me puse de pie, me calcé unas sandalias que
estaban en el piso y salí caminando lentamente, en la habitación contigua
había una señora durmiendo, y en un perchero un abrigo largo color negro,
entre y lo tome, estaba vestida simplemente con una bata azul, no podía
abandonar el hospital vestida de esta forma, me puse el abrigo que me cubría
hasta las rodillas, salí caminando por el recibidor del hospital, ciertamente
había mucha gente, demasiada para ese hospital, empuje la puerta de vidrio
de la entrada y deje el hospital, no podía evitar voltear y ver a todo esa gente
que estuvo en el lugar incorrecto, nos buscaban a nosotros, no a ellos,
caminaba y sin querer choque con un hombre de abrigo café, me disculpe y OH
error era el doctor Ryan, que malo para mi, rápidamente comenzó a regañarme
pero le conteste que no podía quedarme que debía ir a un lugar, pero que no
sabia hacia donde estaba, me quedo viendo de reojo exclamo un esta bien, me
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tomo del brazo y comenzó a jalarme hasta llegar a un automóvil plateado en el
estacionamiento, me abrió la puerta y me ayudo a entrar a pesar de que ya le
había dicho que me sentía bien, cerro la puerta tras de mi y entro por el otro
lado, encendió el auto y me pregunto a donde iba, se estaba ofreciendo a
llevarme, lo mas que pude fue indicarle mas o menos que había por la casa de
William, logramos llegar sin tantos contratiempos, pese a que no sabia la
dirección, me despedí de el pero el se bajo conmigo, afirmaba que aun era mi
doctor y debía ver que estuviese bien, me acompaño adentro y era como mi
sueño, la puerta abierta, todo parecía un caso, y al subir y ver mi cuarto aun
cerrado, un escalofríos recorrió mi cuerpo, tome la perilla y abrí lentamente,
todo estaba tal cual, lo único que tome fue mi cartera con todos mis
documentos y tarjetas, me cambie la ropa, me puse un par de jeans, una
playera blanca, encima un suéter a rayas blanco y café, el sol comenzaba a
salir y la luz se escabullía de entre las ventanas, pero por una de ellas una
sombra se colaba entre la luz, se movía de manera casi imperceptible, alce la
mirada y era una bestia café de grandes proporciones, idéntico a quienes
atacaron en el festival, era un licántropo, observándonos, le pedí a Ryan que
bajara despacio y encendiera el auto, el me hizo caso, deje la habitación, cerré
la puerta, espere un momento, un ruido se escucho de dentro de mi cuarto, y
comencé a correr, bajando las escaleras, mientras el feroz licántropo entraba
destruyendo todo a su paso, empezaba una cacería mas, salí de la casa la
puerta del auto estaba abierta entre, y gritaba a Ryan que arrancara, el
licántropo se tomo de la puerta que seguía abierta y comenzó a trepar, tome
fuerzas y lo golpee fuertemente con una patada, así rodó por la calle, pero se
levanto rápidamente, cerré la puerta y Ryan manejaba como desquiciado sin
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saber por que, el animal nos seguía y parecía que nos alcanzaría, Ryan se
ponía histérico solo con imaginarse que una fantasía tomaba realidad en ese
momento, la bestia nos alcanzo y de un salto se coloco sobre el auto
comenzando a golpear fuertemente, le pedí a Ryan que detuviera el auto, le
explique que el siguiera, que me quería a mi, detuvo el auto, y el licántropo
salio disparado gracias a la velocidad, abandone el auto, le di nuevamente las
gracias y comencé a correr, tan rápido como alcanzaba a hacerlo, el licántropo
me seguía de cerca pero no era capaz de igualar mi velocidad, era cuestión de
tiempo únicamente para que desistiera o me perdiera completamente
XVI
Sabia que debía volar inmediatamente a Paris, pero peligroso, Alexander me
conoce, igual esos licántropos que atacaron, si me veían lo mas probable es
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que me atacaran inmediatamente aunque no se que pueden querer de mi, el
peligro es latente y ya que voy en busca de mis amigos, debo protegerlos a
ellos también, es obvio que todo esto es contra mi no contra ellos, debo de
tratar de pasar desapercibida, aunque no será fácil, pero puedo intentar
cambiar mi aspecto físico, ellos buscaran a una joven de cabello cobrizo y
ondulado, eso puede ser de gran ayuda, me dirigí al primer salón de belleza
que encontré en el camino, y le pedí a la joven que me atendía que quería un
cambio total, lo que fuese, pero distinto. Estuve ahí por casi dos horas, el
resultado fue muy bueno, salí del establecimiento caminando, llame un taxi y
ahora si, directo a Paris.
Baje del automóvil, con maleta en mano, las puertas de cristal del aeropuerto
reflejaban mi nueva imagen, aun era yo pero mi cabello, estaba
completamente lacio, y un poco mas largo, y su color era rubio ya no cobrizo,
me veía muy bien, pero no era momento de absurdas vanidades, aun en mi
pecho latía un corazón preocupado y dolido por lo acontecido, compre mi
boleto, y me senté a esperar mi llamado de abordar. Al escucharlos, tome mi
maleta y me dirigí a la fila que se había formado en la puerta de abordar;
entregue mis documentos y voltee a ver por ultima vez, mis ojos quedaron
perplejos, era Robert, estaba parado justo ahí, a media sala, parecía verme
pero no se movía, no hacia gestos ni mucho menos me llamaba, voltee al
llamado de la señorita tome mis papeles y corrí tras el, pero se había
desvanecido, buscaba por todos lados debía encontrarlo, al menos ahora sabia
que estaba bien, lo vi nuevamente, estaba descendiendo por las escaleras, lo
perseguí hasta la salida del aeropuerto, donde lo perdí, había tanta gente,
tantas direcciones que pudo tomar, por que no me espero, estaba casi segura
- 73 -
de que me había visto antes de abordar, un convertible rojo paso rápidamente
frente a mi. En mi cabeza era cámara lenta, lo pude ver, alguien iba manejando
y en asiento del copiloto iba Robert, estaba segura de que era el, entonces
corrí deprisa pero jamás los alcanzaría, vi un taxi, tenia las llaves puestas y la
puerta abierta, el conductor ayudaba a una pareja a meter las maletas en el
cofre, metí mi maleta y entre arrancando velozmente sin dar oportunidad a que
me detuvieran, comencé a seguir al convertible, este parecía querer que lo
siguiera, pronto el trafico se disolvía, estábamos en la autopista, el y yo, sabían
que los seguía, pero no se detenía, pero era Robert, y no lo podía abandonar,
buscaba acelerar pero el auto no daba para mas, pronto comenzó una carrera
entre los dos autos, el taxi que yo manejaba no estaba hecho para esto pero
aun seguí en pie, era imposible que los alcanzara pero al menos les seguía el
rastro, la adrenalina se sentía en las venas y corría mas velozmente que los
mismos autos, ni siquiera podía ver cuantos autos había pasado, mi mirada se
fijaba en el frente en la parte trasera de ese convertible rojo, esto apenas
comenzaba, ellos no pararían y yo mucho menos, tenia que llegar hasta Robert,
pero era muy difícil, el auto comenzó a hacer ruidos extraños, el motor se
estaba sobrecalentando, este auto no iba a poder seguir mas, lo presentía,
pero no podía parar, no ahora había llegado tan lejos, no me podía dar por
vencida, debía llegar lo mas lejos posible, no me puedo detener.
Se escuchó un ruido, estallando dentro del motor, el auto se detuvo
sorpresivamente haciéndose patinar en la autopista, para cuando el auto se
detuvo totalmente, una cortina de humo saliente del motor de este
obstaculizaba mi vista, no podía ver siquiera el rastro de aquel convertible,
abandone el auto, que comenzaba a quemarse, me quede parada en medio de
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la autopista hasta que me deje caer al suelo, lloraba, no podía creerlo, estuve
tan cerca de poder estar con Robert, que había pasado, como fue posible que
no me viera, es que me había ignorado, o quería que lo siguiera, era raro que
no estuviese con Concepción, Giselle, o William, de quien era ese auto, tenia
tantas dudas y tanta rabia dentro de mi, pronto comencé a escuchar como los
autos se detenían detrás mío, esperando saber si había ocurrido un accidente,
me puse de pie, caminando hacia las personas que habían formado un circulo a
mi alrededor; todos susurraban entre si en italiano, entonces un pequeño niño
que jalaba el suéter de su madre, comenzó a gritar - ¡Viene un auto! ¡Viene un
auto! – gire lentamente, era el convertible rojo, el auto que transportaba a
Robert venia hacia mi a una velocidad a la cual seria imposible frenar, las
personas se orillaron rápidamente en cuanto se dieron cuenta, me gritaban que
me moviera, que me iban a matar, pero no podía dejar que se fuese otra vez,
el auto no freno, dio vuelta rápidamente dejando caer una pequeña caja
forrada de satín negro, la caja boto por el suelo hasta llegar a mis pies, el auto
siguió su camino sin dejarme siquiera acercar, tome la caja tenia un pequeño
broche para abrirse, dentro estaba la joya mas bella que mis ojos han podido
ver, la cadena de mi madre, esa cadena con una rara insignia que se refería a
mi familia, y una nota:
“Veme en el coliseo, mañana a la media noche”
Mi cuerpo se estremeció ante esto, si era Robert, pero me aterrorizaba con
quien estaba, la cadena la tenia Alexander, el la llevaba en la mano el día que
me disparo, el tenia a Robert, lo había hecho prisionero, buscando algo de mi,
solo me quedaba ir hasta el Coliseo en Roma, tendría que ir sola, no tenia nadie
- 75 -
conmigo y no podía perder tiempo, mi prioridad ahora era rescatar a Robert. No
conocía a Alexander pero intuía que era mi peor enemigo en estos momentos,
no podía confiar en nada que viniera de el, pero tampoco podía negarme a lo
que pedía el me tenia justo donde quería, sola, sin ayuda, y sabe que no podría
abandonar a Robert, a su suerte, no importa lo que cueste debo ser mas lista
que el, Robert depende de mi y no le puedo fallar, no puedo, ya le eh fallado
antes y no me permitiré dejarlo morir, acabo de descubrir que lo amo por
sobretodos las cosas, no puedo perderlo, simplemente no puedo.
Estaré a medianoche en el coliseo, dispuesta a lo que sea, lo que sea.
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XVII
Son las diez de la noche, pude llegar al coliseo romano sin problemas, tenia
pensado permanecer afuera de este vigilando la entrada con al esperanza de
emboscar a Alexander a su llegada pero esta nunca llego, quizás llevaba
adentro mas tiempo de lo que yo tenia aquí afuera, dos horas estuve sin poder
hacer nada mas que esperar; los nervios llegaban al tope, la ansiedad, las
ganas de entrar corriendo, las ganas de desgarrar el cielo si era necesario.
Por fin se escucho a lo lejos, la campanada de medianoche, el sonido
retumbaba en mis tímpanos haciendo eco en mi interior, me estremecía con
cada golpe de la campana, comencé a avanzar pero avía vigilancia, no podía
tomar la entrada, tenia que ingeniarme otra entrada, pero no existía otra
entrada, camine hasta estar justamente frente a los guardias, había llegado el
momento de poner en practica lo que me enseño Giselle, aunque no tenia
intención de lastimarlos, debía entrar a toda costa, corrí velozmente tan rápido
que mi cuerpo no se distinguía de entre el viento, no basto ni un segundo para
que me acercara lo mas posible al las enormes e imponentes paredes del
Coliseo, y diera un salto con todas mis fuerzas, parecía que volaba en el cielo,
pero mi cuerpo solo se elevaba gracias al impulso de mis piernas, me agarre
- 77 -
fuertemente a una columna, y comencé a trepar, trepar hasta encontrar un
orificio que me permitiera entrar, pronto estaba en los pasillos del Coliseo,
debía dirigirme a la arena, era el lugar mas lógico para encontrarnos, camine
despacio, no quería sobre-alertarlos de mi presencia, por fin pude distinguir la
luz de la luna bañando el final del corredor, indicando una salida a las gradas,
tome aire, y camine decidida a todo, me mostré de pies a cabezas, sentía en
ese momento que me observaban, sabia que ellos me habían visto ya. Los
buscaba por las gradas, pero no estaban, el momento de verlos fue decisivo,
estaba allí, en la arena, Alexander, de pie me miraba con recelo, y odio, sus
ojos negros no emanaban algún otro sentimiento mas que la ira, odio, cólera y
miedo, si eso era, tenia miedo, su mirada lo delataba, pero ese miedo era casi
nulo, justo detrás suyo a escasos metros estaban dos hombres, ambos
sostenían a Robert, quien no estaba consiente en ese momento, su cuerpo
pese a que lo mantenían de pie, se deslizaba hacia el suelo tal cual pañuelo,
sin fuerza, mis ojos se llenaron de lagrimas, pero no podía mostrar debilidad,
camine cuesta abajo, hasta llegar al punto en que los escalones se terminan,
me apoye en una barda y brinque dentro de la arena, nadie se movía siquiera
un escaso y triste centímetro, camine hasta estar frente uno del otro, mi
respiración se aceleraba a pesar que intentaba tranquilizarme, Alexander por
su parte lucia frío y calculador, fingía una sonrisa en el rostro, queriendo
intimidarme, luchaba por mostrarme que estaba confiado pero no era verdad,
esta igual que yo.
- ¿Qué quieres?- pregunte
- A ti - respondió sarcásticamente
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- No veo el por que tengas la necesidad de amenazarme para llegar a esto, el
no tiene nada que ver, déjalo ir, el asunto es entre tu, y yo, nadie mas, o acaso
ves que yo traigo alguien conmigo, no necesito ayuda –
-¿Qué te hace pensar que yo si? Te eh estado observando, no sabes nada, no
eres capaz ni de defenderte a ti, por que necesitaría ayuda-
- ¿Qué es lo que quieres de mi? –
-Fácil, te quiero a ti, quiero tu vida, tú eres el principal obstáculo en nuestro
camino, y los obstáculos se exterminan-
Aun no podía entender lo que decía, a que se refería con “nuestro camino” el
de el y quien mas, no podía desperdiciar tiempo, si lo que quería era matarme
no podía garantizar que Robert viviera, debía jugara o todo o nada, no había
elección, deje caer la cadena de mi madre que llevaba en mi mano, el la miro
peor no se molesto, me agache lentamente a recogerla, puse ambas manos en
el suelo, cerré los ojos, y concentre el poder, tal como me explico Giselle, debía
extender mi don a través del suelo, hasta un destino fijo, los hombres a su
espalda, no tardo mucho en que Alexander se diera cuenta lo que hacia, a lo
cual respondí con una patada, mi cuerpo voló hasta el extremo de la arena,
había utilizado todas sus fuerzas para herirme pero mi cuerpo podía aguantar,
para el era tarde, quienes sostenían a Robert lo habían dejado caer, yacían
inmóviles, como esculturas completamente de hielo seco, me estaba poniendo
de pie cuando Alexander estaba frente a mi, me tomo del cuello y me levanto,
trate de hacer fuerza con mis brazos tomándolo a el de los suyos, y una vez
mas intentaba convertir a hielo, su brazo derecho comenzó a congelarse desde
el codo hasta el hombro, pero con el izquierdo ensarto sus dedos en mis
costillas, perforándome estas, el dolor que sentía era muy fuerte y hasta cierto
- 79 -
punto insoportable, pero debía seguir, logre safarme de el, corrí hasta media
arena tome la cadena de mi madre, la empuñe en mis manos y me dirigí hacia
el, a toda velocidad, pero el era igual de rápido que yo, pronto se había movido
totalmente al darme cuenta el estaba de rodillas junto a Robert, me hizo
detenerme, si me movía el lo mataba, estaba atascada en este punto, no había
retorno, debía de idear algo, no podía dejar que todo terminara aquí, debía
arriesgarme, todo o nada me repetí a mi misma, desaparecí con el viento,
corría en dirección a el, dispuesta a atacar o morir, pero el no perdió tiempo,
atravesó su mano por completo al torso de Robert, la sangre brotaba como
agua que brota del cielo, sentí un golpe en el corazón, que únicamente avivo
mi fuerza, el dolor me comía por dentro pero se unía a la fuerza con la cual me
dirigía a el, comencé a atacarlo, el me regresaba los golpes, no permitía que lo
tocara por mas de un segundo , sabia que podía congelarle otra extremidad, y
entonces un impulso vino de muy dentro de mi comencé a sentirme llena de ira
desenfrenada, al parecer mis dientes incisivos se volvieron mas filosos de lo
que eran, recordé a Lucia en Venencia cuando atacaba los licántropos, parecía
que podía llegar al punto de ser un vampiro como el de las historias, comencé
a clavarle mis dientes, era claro que sentía el dolor, cada vez que un diente
penetraba en su piel, esta humeaba y no se regeneraba como con las demás
heridas, el cuerpo de Robert se convulsionaba, la imagen de el dañando su
cuerpo me venia una y otra vez a la mente, eso me hacia atacarlo una y otra, y
otra vez , sentía que podía estar toda la eternidad atacándolo sin cansarme ni
lo mas mínimo, solo deseaba hacerlo sufrir lo mas que se pudiera, el hacia lo
posible por devolverme el ataque, pero a estas alturas yo tenia una clara
ventaja de fuerza y resistencia sobre el, sus golpes no me hacían nada, los
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míos en cambio lo dañaban demasiado, a pesar que nuestros cuerpos se
regeneraban por ser vampiros, los golpes que le daba tardaban mucho en
sanar, el no estaba dispuesto a luchar mas tiempo, no tenia fuerzas para
seguir, lo tome del cuello, y empuñe la cadena con mi otra mano, el dije con el
símbolo de los Venisicope, mi familia, tenia una punta muy afilada, la cual era
perfecta para terminar con esto, el me miro aun con una mirada retadora soltó
una pequeña risa burlona y dijo:
- Esto aun no termina, no soy yo quien comenzó esto, es el, y no dejara esto
tan fácilmente, te crees muy poderosa, pero aun no lo conoces -
- ¿Quién es el? De que hablas dímelo ahora-
- Quien me ordeno destruirte, el me lo pidió, el fue quien tuvo la idea de
dispararte y atacar Venecia, solo para separarte de ese clan de vampiros, sin ti
ellos no son nada, y ese humano es una mas de tus debilidades, tu sola
firmaste tu sentencia de muerte-
-¿Quién es el?- demande
- Lo conoces muy bien, mejor de lo que imaginas, pregúntale a Lucia, ella sabe
bien quien es el, lo conoce igual que tu, o no recuerdas a tu tío-
- Mi que…tío…yo no tengo ningún tío-
-Claro que lo tienes, por tus venas corre su sangre, tu no eres la única con
dones adicionales, prepárate que pronto tendrás que combatir con el y te
aseguro que no saldrás victoriosa, a propósito, te gusto el vestido fue
elaborado especialmente para ti-
No pude escuchar mas, en ese momento clave la cadena contra su garganta, la
plata comenzó a brillar, y su carne comenzó a quemarse por dentro, pronto su
mirada quedo en vació, deje que su cuerpo cayera al suelo como la alimaña
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que era, poco a poco el cuerpo comenzó a consumirse y volverse polvo, voltee
rápidamente pero Robert no estaba, mire por todo el coliseo pero no había
rastro de el, se había desvanecido completamente, ni polvo quedo en el lugar
en el que se hallaba recostado, comencé a buscarlo como loca, pero no lo
encontré, caí de rodillas, el dolor me vencía, no sabia que había pasado con
exactitud. Robert había muerto, lo vi con mis propios ojos, no había duda, pero
y su cuerpo. Aunque ya no importaba, el no estaba mas conmigo y nuca mas
podría estarlo.
Me senté en las gradas esperando que por alguna razón no hubiese pasado lo
que paso, que existiera la mas mínima excusa que desapareciera lo ocurrido
hace apenas unas horas, la luz del alba anunciaba la mañana y los primeros
visitantes del coliseo entraban y salían por los pasillos detrás mío. No podía
dejar de ver el lugar, ese era, no existía ni la menor manera de que el cuerpo
desapareciera, aun permanecían restos de los hombres que congele, aunque
rotos, por la pelea, pero aun se ven, como es posible que Robert se
desvaneciera, el no era un vampiro para que se consumiera, no tenia lógica,
pero si algo eh aprendido estos meses es que la lógica no es una gran amiga
mía.
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XVIII
Me pase todo el día sentada en las gradas del coliseo, buscaba una explicación,
pero no había ninguna, mas que…
Creer, creer en lo que Alexander dijo, existía alguien mas, había alguien detrás
de esto, pero que busca, por que me querrá muerta, acaso de verdad soy una
amenaza para el, pero un tío, a estas alturas de mi vida sabia que en
precisamente en esta, existían tantas cosas que desconocía, pero aun así, si el
es mi tío, por que busca dañarme, habré hecho algo mal, solo puedo buscar al
único ser que Alexander menciono que podría responder mis dudas, la dulce y
tierna Lucia, ella debió partir con los otros a Paris, tengo que encontrarla, y si
este nuevo mundo que estoy conociendo es tan fantástico, quizás tenga una
esperanza para recuperar a Robert, o quizás deba empezar a olvidarme de el.
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Tome el primer vuelo que encontré a Paris, Francia, el tiempo ya no importaba,
no tenia por que apurarme; cuando al fin despegamos, mi mirada se fijo en la
ventanilla, pose mi mano en esta, de la misma forma en como me despedía de
mis padres en el sueño. Talvez no entendía por completo por que me despedía,
pero una parte dentro muy dentro de mi sabia que ya no los vería más, esa
parte que guardaba con recelo este recuerdo en mi memoria.
Llegue a Paris y no quería ver la ciudad, quería despertar de una larga pesadilla
que me seguía a todas partes, un sueño mas que perverso en el que perdía mi
razón de ser y existir. Adonde debía ir, el único lugar que podía recordar era el
arco del triunfo, lugar en el que me encontraría con Antia, no era aun la fecha
exacta pero no tenia otro lugar al cual ir, cuando al fin lo pude ver, estaba
sentada en un vehículo de transporte, el taxista me decía si estaba bien que
me dejara aquí, solo pague y abandone el auto, no traía nada conmigo, no
maletas, no nada, justo ahí, de pie en el arco, esperando mi llegada estaba
William, sabia que venia, me esperaba con una sonrisa, pero no podía
devolverla, no pude continuar, me quede perpleja sin dar un paso, el se acerco
a mi , comenzó a hablar pero para mi eran puras palabras sin sentido, no le
prestaba atención, se veía preocupado por mi actitud, hasta que no pude
contenerme mas, explote, frente a el, lo abrace lo mas fuerte que pude,
lamentándome, preguntándole por que, como si el me pudiera dar una
respuesta honesta, escucho cada frase que salía de mi boca, tardo en entender
lo que de verdad había pasado, cuando junto las piezas el resultado era ese, el
mismo, Robert estaba muerto, murió atrapado por un vampiro, por el hermano
de Giselle, le pedí, le rogué me llevara con Lucia ahora mismo, no quería
esperar mas, me tomo en brazos fuertemente, su corazón latía como
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diapasones, en su pecho ardía una llama de deseo, comencé a sentir el viento
en el rostro, íbamos tan lapido, me llevaba cargada, su mirada fija al horizonte,
saltábamos por sobre los edificios, éramos una pluma en el viento que se
deslizaba suavemente, por entre avenidas, era cuestión de minutos para que
encarara a Lucia, debía pedir una explicación, que iba mas allá de lo de
Alexander, tenia que saber por que me puse tan violenta en el coliseo, de la
misma forma como ella se violento en Venencia. La respuesta a una larga
pregunta la tenia ella, y las demás venían en camino junto a Antia, por fin
comprendí que no podía parar, lo que paso fue fuerte y yo más que nadie lo
sabía, pero eso era un motivo mas para descubrir esta red de engaños, algo es
seguro, los licántropos no son amigos nuestros, son nuestros enemigos, y ellos
sirven a un Vampiro aun mas poderoso que Alexander, ese vampiro podría se
un Venisicope, así como yo, pero a partir de este momento se desataba una
guerra, una guerra entre especies, una guerra de poder entre vampiros, musas
y elfos, debemos unirnos, debo empezar una unificación quizás es momento de
iniciar un clan, llenar fuerzas, las que sean necesarias para acabar con todo
esto.
Lucia, Giselle, Concepción y Patrick me esperaban en un antiguo hotel, la
primera en notarlo fue Concepción, me vio llegar con William, pero veía dolor
en mis ojos, y por mas que buscaba con la mirada no lograba ver a Robert, me
parece que intuyo lo que paso por su cuenta, los demás estaban contentos de
verme, aunque mi rostro y mi actitud delataban mi apatía, la única que no
paresia alegrarse era Lucia, me acerque a ella, y le pedí que habláramos, ella
respondió que era justamente lo que estaba buscando hacer.
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Nos dirigimos a una habitación y nos encerramos únicamente las dos,
dispuestas a aclarar todas nuestras dudas.
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XIX
Lucia sabia que tenia mucho que preguntar, mucho por contar, pero apenas
entramos me pidió hablar primero, ella era un ser maravilloso en muchos
aspectos, de ella emanaba una sensación de tranquilidad en fusión con su
innegable belleza estética, era difícil decirle que no, mas aun con el calor
maternal que irradia, pese a su preocupación su rostro no mostraba gestos
alarmantes, sabia disimular muy bien, al parecer no sabia como empezar, se
quedo de pie junto a la ventana y comenzó a hablar:
- Hay una historia que tu aun no conoces Antoinette, esa historia juramos no
volver a repetirla jamás pero, regreso; veraz, seguramente Antia te platico de
las tres grandes familias de vampiros, los Venisicope, Louminis y Frenchetos,
todos descendiente de un mismo núcleo, un único ser, pero esto no es
correcto, en realidad eran cuatro familias, la ultima eran los llamados
Demitrios, quienes eran casi tan poderosos como los Venisicope, los únicos
descendientes vivos de los Demitrios eran el mayor Carlo y el menor Leandro,
tu padre; Carlo intento a toda costa conquistar a Afremea Venisicope, por ser
ella el vampiro mas poderoso de todos, pero ella nunca simpatizo con el, si no
con Leandro, con quien se caso, Leandro cambio su nombre, abandonando ser
un Demetrio, y adoptando el nombre Venisicope, por ser mas poderoso. Carlo
nunca estuvo conforme con esto, huyo a Rusia y comenzó a intentar crear un
clan tan poderoso como el de tus padres, convertía a cuanto ser humano viera,
esto comenzó a ponernos en riesgo, ya que nuestras identidades eran ocultas
al hombre; Carlo llego a tener un ejercito de vampiros convertidos, y planeaba
derrocar a tus padres, los Loumini y los Frenchetos, acudieron a tus padres en
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señal de apoyo, y juntos marcharon a la antigua Rusia, a poner un alto a Carlo,
pronto una guerra entre vampiros se suscito, la cantidad de combatientes de
Carlo era cien veces mayor, pero nosotros teníamos mucha mas fuerza, y fue
fácil destruirlos, desafortunadamente, Carlo volvió a huir y nunca pudimos
encontrarlo, no se supo mas de el, vinieron años prósperos, la nueva
generación se veía venir, los Frenchetos fueron los primeros en tener un
descendiente, de ahí surgieron los gemelos Loumini, nació el menor de los
Frenchetos, y por ultimo estuviste tu, lamentablemente la revuelta de Carlo,
puso en aviso a los hombres de que no estaban solos, y de nuestra existencia,
no paso mucho tiempo para que descubrieran en Grecia a las musas y elfos,
hubo una terrible aniquilación, las pocas musas huyeron despavoridas, después
los transfiguradotes tuvieron una grave crisis al ser descubiertos y por ultimo
nosotros, después vino el llamado de los licántropos para combatir en Colonia,
llamado al que respondieron todos, tanto vampiros, como musas, y
transfiguradotes; las musas vinieron a buscarnos y pedirnos ayuda, ellas irían a
Colonia, pero las mas jóvenes serian ocultas en compañía de adultas, por si
cualquier cosa llegara a pasar, los vampiros decidimos hacer lo mismo, cada
familia mando a los niños lejos en compañía de uno o dos tutores, pero esa
noche, las carrozas nos esperaban afuera de los castillos, cuando yo me
marchaba con Patrick y William, lo vi, de pie junto a un gran árbol, Carlo había
venido a despedirse de mi, antes de que se marchara a Rusia, vivimos un
inmenso y verdadero amor, amor que el traiciono al marcharse y
posteriormente declararnos la guerra, aun hoy no puedo evitar soñar con su
rostro, con sus manos tocando suavemente mi rostro, pero entonces recuerdo
todo lo que fue capaz de hacer y me dan ganas de matarlo con mis propias
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manos. Vino a mi la noche del baile en Venecia, creí que quería únicamente
hablar, pero no era así, venia con dos licántropos, esos seres desagradables
que ahora le sirven a el, me pidió volver con el, me dijo que era tarde para
ustedes pero no para nosotros, el hace años ataco a los Loumini, llevándose
consigo al niño, Alexander, lo educo y formo a su imagen, cultivando el odio
por sobre todas las cosas, lo convirtió en su discípulo, maquilando todos estos
años una venganza, una venganza que había comenzado antes de lo que
creíamos, el fue, en Colonia, los licántropos al mando de Carlo, atacaron a
todos los que habían acudido, el ataque fue rápido y efectivo, no hubo
sobrevivientes, a excepción de unos cuantos transfiguradotes que pudieron
escapar usando sus habilidades, no fue el ser humano, nunca lo fue, eran ellos,
son ellos, y siempre serán ellos si no los logramos detener, Antoinette querida,
el te quiere a ti, tu sangre esconde un secreto, un secreto tan antiguo que se
remonta hasta el núcleo único de los vampiros, no se que sea, pero el si, no te
quiere muerta, te quiere por que eres la llave que le permitirá tener lo que
siempre anhelo, poder, riqueza, y control, a el no le interesa que seas su
sobrina, hija de su hermano, le interesa acabar con nosotros-
Sabia que Lucia tenia miedo de lo que pudiese pasar, pero no podía evitar
pensar en Robert, y en lo sucedido en Roma, aunque estaba totalmente de
acuerdo con ella, debíamos detener a Carlo, no podía dejar de sufrir por dentro,
me solté en lagrimas, lagrimas de dolor y angustia, ella me abrazo
gentilmente, mientras acariciaba mi cabello con una de sus manos, y
susurrando al oído exclamo – Le hizo daño, verdad – no pude contestar pero mi
reacción respondía por mi con un doloroso si.
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No podía mas con esto en el pecho, le conté todo, desde el hospital, la
persecución con Ryan, el coliseo, la batalla con Alexander y lo demás, Lucia
sentía mi dolor, que penas era la mitad de lo que sentiría después de que se
volviera a levantar, me mirara con miedo a mi reacción y me dijera – Hay algo
mas – mas como podía haber mas me sentía abrumada por tanto pero debía oír
lo que tenia que decirme
- Antia, Beatriz, y Natalie, partieron en búsqueda de los transfiguradotes
sobrevivientes ¿No es así?, pues, decidieron regresar a tu casa, donde fueron
emboscadas por Alexander, y Carlo, el final creo que ya tu lo sabes-
Entre en una especie de espiral y frenesí, pronto sentía que las paredes
comenzaban a juntarse entre si, me sentía atrapada en un callejón sin salida,
un lugar oscuro y vació en el cual me estoy quedando acompañada únicamente
de mi soledad, Antia era como una madre para mi, Concepción y Beatriz eran
como hermanas, no podía pensar que ellas Antia, y Beatriz hubieran sido
presas de alguien que me busca a mi, a mi, y únicamente a mi, a nadie mas.
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XX
Tarde tiempo en recuperarme de las perdidas, aun hoy duelen en el pecho,
pero se hacen mas leves con el tiempo, al menos tengo grandes amigos que
me cuidan y apoyan, William y Patrick siempre están viendo en que ayudan,
Giselle ah aprendido a valorar a Concepción y se comienzan a llevar bien, eh
conocido mejor a Lucia y la quiero mucho, y ella a mi y a los demás, Nicolette y
Joseph vinieron desde Vancouver hasta Paris, adquirimos una casa en donde
vivimos todos juntos, han pasado a penas un año desde Venecia, y aun hoy no
podemos estar tranquilos sabiendo que alguien esta al tanto de nuestro existir,
comienzo a valorar cada momento que paso con quienes quiero, salimos a
divertirnos de vez en cuando, y solo cuando tenemos tiempo, hemos invertido
cada día en entrenarnos mutuamente, cada quien tiene habilidades, y
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destrezas muy distintas a las del otro, y complementándonos logramos
desarrollar aun mas nuestras habilidades, pronto, partiremos en búsqueda de
nuestro enemigo, quien seguramente espera con ansias ese día. Antia y
Beatriz viven en mí, su recuerdo me acompaña a mí y a Concepción, las hecho
mucho de menos, pero estoy segura que no me hubieran querido ver sufrir, si
no por el contrario me quisieran ver feliz y es lo que les doy, cada sonrisa, cada
abrazo, cada broma, cada momento, se los dedico a ella. Robert vive pero en
mi corazón, William es muy agradable pero descubrí que el amor estaba con
Robert y solo con el, basta con que vea a cualquier hombre con el cabello
parecido al de el para que mi corazón se encienda y comience a latir, por que
en el fondo, algo me dice que el esta vivo, que el se encuentra en algún lugar,
es un sentimiento fuerte, y se que estos sentimientos surgen por algo, aunque
eh decidido no hacerme falsas esperanzas, a final de cuentas yo lo vi morir, de
cualquier forma no puedo evitar pensar que tal vez, lejos muy lejos el se
encuentra pensando en mi y en encontrar nuestras miradas fijas en el otro, y
redescubrir mutuamente nuestros labios una ultima vez.
Una vez a la semana era yo quien iba al mercado, siempre en compañía de
Concepción, comprábamos lo necesario para toda la semana venidera, y
regresábamos a la casa, no hacíamos amigos muy a menudo, por decisión de
Lucia, era mejor pasar desapercibidos por el momento. Pero ese día en el
mercado mientras tomaba un par de manzanas de entre los cestos de un
pequeño puesto, atendido por una dulce anciana de cabellos blancos; sentí que
alguien me observaba, gire mi cabeza pero de entre la multitud no distinguía a
ninguna persona. Terminamos las compras, y nos disponíamos a regresar a
casa, cuando un hombre sentando en una banca justo en nuestro camino se
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levanto de esta, dirigiéndose a mi, levantaba la mirada y se despojaba de un
sombrero café que dificultaba ver su rostro, -Antoinette, ¿Verdad?, eres tu,
¿enserio eres tu? – el hombre que hablaba era tan conocido como un dolor en
el estomago, era Ryan, el doctor de Venecia, aquel joven doctor que me
atendió después de que me encontraran flotando en el canal, el mismo que me
llevo a casa de William, y quien me ayudo a escapar de licántropos, el mismo
hombre de cabellos dorados, risa burlona, y poseedor de un carácter que me
hace enojar; no tenia idea de que contestarle, sentía pena por poner en riesgo
su vida, no podría explicarle todo lo que paso, pero también sentía unas ganas
inmensas de abofetearle, las cuales me reprimía desde el hospital, era un poco
pesado en comentarios, pese a que su apariencia es gentil. Su carácter era lo
contrario, parecía ser un fanfarrón, alguien con un autoestima muy elevado,
demasiado para mi gusto. Me decida a saludarlo y preguntarle el porque estaba
en Paris, respondió rápidamente que se había inscrito a unos seminarios en la
universidad de medicina, que por casualidades de la vida tenia sede aquí, en
Paris, intente despedirme de una forma sutil, pero tomo las bolsas de las
compras, y decidió acompañarnos hasta nuestro destino, su pretexto fue, que
lucíamos cansadas; a Concepción parecía agradarle, eran muy similares en
cuanto a forma de ser, me refiero únicamente a esa risa que los dos portan en
sus rostros toda la vida, caminamos hasta la esquina de la casa, había hablado
como loco todo el camino, le pedí me devolviera las bolsas, que ya habíamos
llegado, menciono que la casa era muy bella, lo cual agradecí, abrimos la reja,
y entramos, se despidió de Concepción con un “Nos vemos pronto”, yo me
despedí de el, y me dio un beso en la mejilla, entre, cerré la reja y comencé a
caminar hasta la puerta, pero el no se marchaba, voltee disimuladamente, pero
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el se daba cuenta de esto, a lo cual respondía con una carcajada; justo cuando
estaba a punto de entrar a la casa, me llamo por mi nombre “Antoinette”,di un
giro con la cabeza, deje las bolsas en el suelo, camine de vuelta hacia el,
expresando el enojo en mi rostro -¿Qué?- pregunte con firmeza y en un tono no
muy amable, me estaba invitando a salir, a comer talvez, mañana por la
mañana como a las 11:00 a.m. –No puedo- respondí tajantemente, di vuelta
una vez mas dándole la espalda –Me lo debes- agrego el, sin escrúpulo alguno,
me estaba chantajeando para salir con el, pero era verdad se lo debía y en
grande, de no ser por el quizás no estaría aquí, le conste que pasara por mi a
esa hora, sin darle la cara, -Perfecto- afirmo el, y partió de mi entrada. Justo
ahora regresaba a la casa, Concepción y Giselle, me veían con una risa
mezquina en sus respectivo rostro, al parecer habían escuchado lo que hablaba
con Ryan, comenzaron a hacer preguntas que por supuesto no contestaba, se
abalanzaban sobre mi sin importarles nada, tome las bolsas del suelo, entre a
la casa, cerré la puerta y ellas seguían preguntando, para Concepción era un
joven muy atractivo e interesante, Giselle afirmaba que era muy guapo y que
podría ser interesante que saliera con el. William estaba sentado frente a
nosotras tres, su rostro denotaba curiosidad y un poco de enfado, pero no
estaba de humor para dar explicaciones, camine hasta la cocina a dejar las
bolsas, regrese al recibidor, William seguía ahí, subí las escaleras, en compañía
de dos mujeres que parecían niñas hablando tan rápido, entre a mi alcoba, gire
agraciadamente, y cerré la puerta en sus narices.
XXI
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Eran las once y media, llevaba treinta minutos de retraso, cada minuto que
pasaba me estresaba, y aun mas si era de retraso, el no era mi persona
favorita en el mundo, Ryan era hasta cierto punto muy desagradable, recuerdo
que en el hospital actuó muy hostigante conmigo, hasta parecía acosarme, y
aun así estaba de pie junto a la puerta esperando que llegara por mi, William
bajaba las escaleras, habíamos tenido una discusión ayer por la noche, subió a
mi alcoba y me reclamo el hecho de salir con un extraño, se sentía dolido pero
no podía soportar que el actuara de una forma tan irracional, al final de todo
habíamos quedado en ser amigos, yo le explique claramente que mis
sentimientos hacia el nunca podrían prosperar, azotó la puerta y no me ha
dirigido la palabra desde entonces. Su mirada se clavaba en mi, aunque sin
sentido alguno el rencor que alberga en estos momentos.
Eran las once cuarenta y cinco, cuando, Ryan toco a la puerta, iba vestido de
una forma casual, con su risa de siempre, le reclame el retraso pero lo único
que pudo decir fue – El retraso de alguien, solo incrementa la ganas de otro por
verlo- era tan ego centrista el simple hecho de que pensara que tenia ganas de
verle el rostro, lo apure diciendo que ya era tarde, me llevo caminando hasta
una pequeña cafetería, las mesas se encontraban afuera del negocio así que
nos sentamos, el ordeno un pedazo de pastel y un te, yo únicamente agua, no
tenia por que alargar esto, y así fue, se inclino hacia mi, sin rodeos, me miro
directamente a los ojos y pregunto
- ¿Qué paso ese día?- su tono era serio, y sus ojos brillaban en búsqueda de
una respuesta
– No se, la situación fue muy extraña, pero, ¿Qué puedo yo saber?- la respuesta
fue claramente desagradable para el
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–Recuerdo que tú hablaste de que te buscaban a ti, y si mas no recuerdo, no
eran precisamente hombres honestos, por el contrario ni siquiera eran
hombres, eran unas bestias peludas y de inmensas proporciones, ¿De verdad
crees que soy tan estupido? – la respuesta a esa pregunta era obvia y se la hice
notar
- En verdad lo creo, solo alguien tan estupido podría pensar que se que paso- la
respuesta se encontraba cargada de ironía e indiferencia, con un pequeño
toque de burla
-Esta bien, pero debo aclararte, que si no me das una respuesta que me
parezca adecuada, me veré forzado a obligarte a salir conmigo hasta que te
decidas a contarme la verdad-
-Y según Ryan, ¿Cuál es la verdad?, ¿Cómo sabrás que no te miento?-
-Te conozco y me basta con eso-
-Sabes, precisamente oraciones como esa, son las que me hacen aborrecerte-
nos miramos fijamente uno al otro esperando que alguien continuara con la
platica, la cual el prosiguió
-Ah…. ¿Te aborrezco? , estas segura, yo podría jurar que te gusto- tiro una
carcajada al viento, tome mi abrigo de la silla contigua, me puse de pie y
reclame
- Sabes que, cancela el pedido, no soporto un minuto mas teniendo que
soportar tu inmenso ego-
Me fui mas que enojada, el si que era una de esas personas que no puedo
soportar, a decir verdad es la primera y espero que sea la ultima, no podría con
mas como el. Se quedo sentado viéndome partir, pero pronto me di cuenta que
había dejado mi bolso en la mesa, no quería regresar, pero, tome un soplo de
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aire, camine de vuelta a la mesa tome mi bolso al momento que la camarera
aparecía con la orden, no me importo, nada, me dispuse nuevamente a partir,
cuando el agrego – Disculpe señorita, me podría usted acompañar, mi invitada
se marcho, creyendo que es indispensable- la joven no dudo en aceptar la
proposición, unidamente trataba de molestarme, y lo peor es que lo conseguía
con esa actitud tan, tan asquerosamente insoportable, regrese a la casa
furiosa, subí a mi cuarto directamente, en el estaba Giselle, quien se impacto
por lo rápido de la cita, le comencé a contar, la clase de patán que era, y que
esperaba no volver a verlo, ella insistía en que yo debía ser mas flexible, pero
no es que yo fuera insensible, era simplemente que me caí mal, existen
personas que desde el primer momento te caen mal, no se nos es posible
masticarlos, mucho menos tragarlos; Giselle reía, diciendo que el actuaba de
esa forma, por que yo no le dejaba alternativa, según su torcida mente estaba
siendo malagradecida, y pesada, no sabia si Giselle estaba a mi favor o a favor
de Ryan, únicamente lo favorecía a el con los comentarios, los cuales eran
totalmente erróneos, me parece que Giselle, solo se encuentra pensando en
que Ryan es atractivo a la vista, pero eso a mi no me importaba, el iba por la
vida diciendo mírenme, mírenme soy guapo, pero a mi no me importaba eso,
así que no caería rendida a sus pies de falso príncipe azul.
- 97 -
XXII
Dos días pasaron para que volviera a ver a Ryan, llego a la casa, pidió verme
pero me negué, Lucia le invito a pasar y tomar algo, Giselle los acompañaba en
la sala, mientras, en el jardín William hablaba y hablaba de lo mal que era esto,
que no sabían quien era el, que si yo no lo quería ver lo deberían correr, pero
en realidad eran los celos los que hablaban por el, los cuales tenían harto al
pobre de Patrick que lo debía soportar, Concepción estaba conmigo en la parte
de arriba de la casa, la enviaba de vez en cuando abajo para que se percatara
si aun seguía así, la respuesta de Concepción era mala, Lucia y Giselle estaban
mas que contentas con la compañía de Ryan, se veía que les agradaba; eso me
lo esperaría de Giselle, pero Lucia, creí que tenia mejor juicio para reconocer a
las personas, en fin.
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Llevaba semana y media viniendo a platicar con Lucia, Giselle, y Concepción,
en cierto momento Patrick entro en la conversación y hasta a el le agradaba, el
único que expresaba mi sentir al respecto era William, aunque por la forma
incorrecta. Me tenia harta y estaba decidida a poner punto final a esto, tome
un suéter, me calcé unos zapatos, y baje, ciertamente todos estaban
encantados con el, hasta Nicolette y Joseph estaban en la sala, y vaya que ellos
si eran serios, entre a la sala, todos me voltearon a ver, incluso Ryan, se puso
de pie para saludarme, entonces le dije –Esta bien, vamos, te lo diré todo- se
despidió de todos, de una forma muy atenta, nunca era así conmigo, bueno
quizás hasta actor es, en vez de doctor, salimos de la casa, me ayudo a
ponerme el suéter, lo cual fue lindo, y comenzamos a caminar, ambos
guardábamos silencio, ninguno hablaba, pero el silencio me desesperaba aun
mas -¿Qué quieres saber? – Pregunte viéndole a los ojos, -Lo que tu, me quieras
contar- respondió; no entendía su actitud, hace casi dos semanas, insistió
demasiado en que hablara, y ahora parece no importarle, caminamos aun mas,
y ninguno parecía cansarse, me empezó hablar sobre la que el creía era mi
familia, todos se le hacían agradables y muy corteses, salvo el joven que se
quedaba siempre en el jardín, evitándolo, era William, le indique que no le
prestara atención y que ellos en realidad no tenían ninguna relación familiar
conmigo, aunque para mi sean mas que simples amigos, la realidad es que no
somos parientes, talvez muy parecidos, similares en cuestiones naturales, o
sobrenaturales. Eran la primea vez que me encontraba hablando bien con el, ni
siquiera ese día, en Venecia, en su coche, era bastante bueno escuchando, y
comenzaba a notar un aire cómico en sus comentarios, en primera instancia
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podrían ser tomados como insultos, pero si lo analizas mejor, son frases bien
pensadas, graciosas, y agradables.
-Sabes, en realidad no soy lo que parezco, es decir, digo…ah! si soy yo, pero
soy, se podría decir que algo especial, raro-
-¿Raro?, bueno eso es algo de lo que me había dado cuenta, desde antes, no
me malinterpretes, ese día en el hospital, tenias todo para una pulmonía, pero
ni siquiera un resfriado, nadie tiene tantas defensas, y algo mas, tenias suero
en la mano, una aguja, estaba incrustada a tu vena, te la quitaste y
abandonaste el hospital, ahí te volví a ver, llevabas la mano con una ligera
inflamación, y un derrame, por ser tan brusca y arrancarte la jeringa, pero, en
el coche, cuando te lleve a esa casa, pude ver tu mano recargada sobre tu
muslo, y no tenia nada-
Como eh podido ser tan tonta, nunca me di cuenta de eso, recuerdo la aguja,
pero lo demás no, y por que no me habrá dicho nada, -Debo irme- reclame, el
me tomo por el brazo, se acerco a mi, me sostuvo por debajo de los hombros,
comenzó a acercarse mas y mas y mas, pronto no hubo mas entre los dos que
una muy ligera capa de aire, levante la mirada y sus ojos parecía hipnotizarme,
ahora me daba cuenta de lo que decía Giselle, si era atractivo, demasiado, su
respirar inundaba mi rostro, sus brazos me aprisionaban a el, y aunque pude
alejarlo con un solo movimiento, algo dentro de mi me lo hacia imposible, sabia
que esto podría terminar en un beso, y en vez de sentir repulsión por el, me
sentía, me sentía atraída, mis ojos comenzaron a entrecerrase, y sus labios, no
podían disimular el deseo por los míos; -Hasta luego- dijo en voz baja y
profunda, se separo de mi, mi cuerpo se encontraba decepcionado, hacia tanto
que no experimentaba un beso, que clamaba por volver a sentir que esa llama
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en mi pecho aun seguía viva, y no se había extinto en el intento, se alejo unos
pasos mas de mi, y me pregunto si deseaba que me acompañara de regreso,
simplemente moví la cabeza en señal de no, di la vuelta y mis labios aun
esperaban ansiosos los suyos, comencé a caminar mientras el se alejaba a mi
derecha, gire de manera rápida, y le grite –Te espero mañana- el solo volteo
hacia mi, mostró una pequeña risa en el rostro, y movió su cabeza en señal de
un si.
Regrese caminando a casa, pensando en que lo habría hecho cambiar de
opinión, ya había pasado un año, quizás era tiempo de seguir con mi vida, pero
intentarlo con Ryan, nunca se me hubiese ocurrido, pensaba en Robert, en la
primera vez que me beso, en sus brazos rodeando mi cuerpo, su cabello
ondulado llevado por el viento, la amabilidad con la que trataba a todos, y la
ultima vez que lo vi, recostado en el suelo con una gran herida en el abdomen,
murió por mi culpa, por conocerme como soy y por apoyarme, podría ser yo, si
es que soy una persona, una mala, un ser mezquino, por decidirme a olvidarlo,
a el le gustaba verme sonreír, y desde su… las sonrisas han desaparecido, no
en totalidad pero son escasas, habré llegado a un punto en que estoy resentida
por lo que paso y culpo al mundo. Un ruido llamo a mi atención, algo corría
rápidamente alrededor mío, si algo me había enseñado Italia, era a estar
atenta, mis sentido se han agudizado gracias a las practicas constantes, por fin
pude percatarme de alguien, en la oscuridad, camine hacia el, era William, me
sentí reconfortada por un momento de que fuera el y no alguien mas, pero
entonces entendí que me había estado siguiendo a mi y a Ryan, le reclame, el
que se creyera con los derechos suficientes como para invadir mi intimidad, lo
que hiciera yo o dejara de hacer, no era asunto suyo, aunque no me basto
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mucho tiempo para pensar que los celos lo manejaban y que además estaba
preocupado por mi, William se había convertido en un hermano para mi, no
podía enojarme con el, lo abrace fuertemente, lo tome de la mano y le pedí que
fuéramos a casa.
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XXIII
A partir de ahora, se me era costumbre salir a caminar con Ryan casi todos los
días, exceptuando aquellos en los que tenia conferencias hasta tarde,
caminábamos hasta que nos cansáramos, hablando sobre nuestras vidas,
pronto sentía una confianza enorme hacia el, le conté de mis padres, que
habían muerto cuando yo era muy pequeña, también le habla de Antia, Beatriz
y Concepción, como viví con ellas en Chiapas, y la búsqueda de Giselle, William
y Patrick, por razones difíciles de explicar, el por su parte, era norteamericano
de California, pero sus padres se divorciaron, así que su madre se fue a vivir a
Italia, junto con el, el se regreso a América a estudiar la carrera de medicina, y
al finalizarla se mudo nuevamente a Venecia, su madre estaba muy mal,
cuando el llego ella había fallecido, se vio solo en un lugar que no recordaba
del todo, pero según el su destino fue el que lo guió, pues en el hospital
buscaban un doctor, el obtuvo el trabajo y así desde entonces, hasta que vio la
oportunidad de unas excelentes conferencias en Paris, y vino, sin pensar que se
toparía con una paciente un tanto loca, que hizo que su vida peligrara, me
sentía tonta ante esta parte de la historia, pero era verdad, además me sentía
mal con el, Ryan se abrió completamente conmigo, no guardo nada, fue un
libro abierto, y yo por otra parte le contaba todo a medias, quería contarle la
verdad, pero antes debía consultarlo con alguien.
Lucia era la mas grande de todos, a pesar de eso apenas se veía mayor, ella
tenia mucha experiencia, y sabiduría y si alguien me podría decir si debo
contarle o no a Ryan era ella, además tenia la certeza de que si me decía que
no, nunca podría traicionarla. Fui hasta ella, mientras estaba cocinando con
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Nicolette, le pedí que habláramos a solas, y Nicolette se limito a salir de la
cocina, le comencé a contar sobre mis caminatas con Ryan y lo confiada que
me senita con el, pero que no sabia si decirle la verdad o no, -Te gusta verdad-
pregunto Lucia a lo cual conteste con un rotundo no haciendo énfasis en otro
“No”, ella parecía no creerme pero igual me dijo –Tu eres la única que sabe que
debe hacer, solo te pido un favor querida, asegurate de que es alguien
adecuado, es muy doloroso cuando alguien como nosotros, cuenta la verdad
sobre su origen a un humano, y este primero la cree loca, y cuando al fin
prueba ante el que es una Vampiro, el huye, dejándote devastada - Su
reacción fue algo rara, y note que en sus ojos se reflejaba una experiencia del
pasado -¿Algo así te paso a ti?– pregunte, -No, le sucedió a una muy grande
amiga, tu la conociste, Antia nunca volvió a ser la misma joven risueña que era
quedo herida por ese muchacho que la desprecio- Antia, como fue posible, esa
mujer que fue como una madre para mi, vivió herida por un rechazo de amor,
no podía dejar de sentirme mal por ella, mientras Lucia perdió su mirada en el
vació, me pregunto, que estará recordando, pues sus ojos se llenan de lagrimas
y su boca plasma una sonrisa.
El siguiente día Ryan no podría llegar, estaría ocupado, así que salí de la casa,
tome un taxi, y le pedí me llevara a la universidad de Medicina, cuando
llegamos baje del auto, y me dirigí a un modulo de información, en el pregunte
por las conferencias, una joven estudiante me indico el camino hasta el
edificio, me dispuse a ir hasta el, pero justo cuando caminaba, me quede
perpleja, un latido en el corazón me detuvo, sentí algo, o a alguien, todo lo
demás giraba alrededor mío, yo conoció este latir, este sentir en el pecho, pero
no es posible, buscaba entre los estudiantes, las personas que pasaban justo
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ene se momento por ese lugar, cerré mis ojos, y me concentre, veía a la
multitud en mi cabeza, y comencé a desaparecerla, poco a poco mi mente
depuraba a las personas hasta que me indico el lugar, el sitio exacto de donde
provenía este sentir en mi corazón, a mi derecha, a unos diez metros, abrí los
ojos y dirigí mi mirada a ese lugar, jóvenes iban y venían pero entre ellos
estaba, inmóvil, viéndome, vigilándome -¡Robert!- exclame, estaba ahí de pie,
vivo, con los ojos brillantes y su cabello despeinado era llevado por la brisa
hacia mi, su aroma no se percibía, pero era el, aunque algo diferente, en un
segundo, dio un salto y desapareció entre el viento y los árboles. Corrí hasta
donde se suponía había estado, no sabia hacia donde había marchado, pero el
no podía saltar de esa forma, quizás era una nueva trampa, como la del
aeropuerto en Italia, no podía quedarme con la duda, en menos de un minuto
Ryan había desaparecido de mi mente, me vi obligada a regresar a la casa,
Lucia podría saber algo, yo lo vi morir, Robert estuvo frente a mi cuando
Alexander le atravesó, pero desapareció, y ahora parecía tener cualidades
sobrenaturales, igual a las de un vampiro.
Entre en la casa corriendo, busque a Lucia, la encontré sentada en el jardín
trasero, junto a Nicolette, le pedí que entráramos a la casa, la lleve hasta la
sala y entonces le dije lo que había visto, a Robert, en la universidad entre la
multitud, y de cómo desapareció ante mi dando un gran salto; Rápidamente el
rostro de Lucia se ponía a la defensiva, ni siquiera ella lograba entender con
claridad que pasaba, -Como fui tan estupida, estupida, estupida- se siguió
insultando así misma mientras golpeaba su cabeza, con la palma de la mano –
Lo siento Antoinette, no pensé bien, debí haberlo sabido, es tan obvio en estos
momentos, como no lo note-
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-¿Qué pasa?, ¿Que obviaste?- le replique
- El sabia, todo este tiempo este era su plan, Alexander fue solo un títere en su
obra, el sabia que Alexander no podría contigo, existía una gran diferencia de
poderes, lo buscaba a el; Carlo no es tan tonto, te probo, sabia que tus poderes
son por mucho mayores a los suyos, Alexander solo sirvió para medirte a ti, y
ahora que sabe de lo que eres capaz, habrá formulado un plan, y Robert entra
en el, se dio cuenta de que Robert es un punto muy débil en ti, lo usa para
llegar a tu persona, escúchame bien Antoinette, ese que tu viste no es mas
Robert, el lo transformo, ahora es un vampiro, pero no como tu y yo, cuando un
vampiro de sangre convierte a una persona en vampiro, este atraviesa un
periodo de dolor, se quema por dentro poco a poco, la locura lo maneja, y los
recuerdos de la que alguna vez fue su vida se desvanecen en un segundo,
dejando atrás solo sombras dentro de un gran espacio vació, toma años lograr
cordura, yo lo viví, hasta hace poco logre rescatar el único recuerdo de mi vida
como mujer humana, no es un recuerdo de mi familia, de mi vida, de lo que
era, si no son un par de ojos, unos ojos que me miran desde lejos, era el ser
que yo ame, pero no soy capaz de ver su rostro, lo único que recuerdo son esos
hermosos ojos-
-Eso quiere decir que Robert esta vivo, sigue aquí, aun no es tarde- la idea en
si era simplemente maravillosa, pensar que Robert todo este tiempo estuvo
bien, y que ahora puede vivir eternamente a mi lado
-¡No! Antoinette, presta atención, el no es mas quien tu conociste, Carlo lo
manipula, el ni siquiera te recuerda, el es ahora parte del enemigo- Lucia
parecía enojada conmigo, pero aun existía una posibilidad, quería salir
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corriendo en búsqueda de el, pero sabia que Lucia me detendría
inmediatamente.
XXIV
Lucia llamo a todos a la sala, William, Patrick, Giselle, Concepción, Nicolette, y
Joseph, todos estábamos aquí, Lucia comenzó a indicarles que Carlo nos había
localizado y estaba aquí en Paris, les hablo a todos de Robert, y lo sucedido,
comenzamos a discutir la situación, pero yo lo único en lo que pensaba era en
reunirme con Robert o lo poco que quedara de el, Lucia explico que no
podríamos combatir con Carlo a estas alturas, el tiene a los licántropos consigo,
y de seguro ah formado un clan de vampiros recién convertidos, los números
pueden ser muy pobres o demasiado, simplemente es imposible saberlo,
necesitaríamos toda la ayuda que nos pudieran brindar, debía ir a las islas
griegas y encender el llamado a las musas y elfos del mundo, no había tiempo,
Lucia partiría en este momento junto a Nicolette, Lucia dijo que ella debía ir por
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que Carlo no se atrevería a lastimarla, partieron inmediatamente sin llevar ni
una sola maleta, quedamos bajo indicaciones de no salir, y estar alerta.
Las horas transcurrían y todos intentaban consolarme, decían que no valía la
pena que me torturara con el asunto, le daban la razón a Lucia, ese ya no era
más Robert, pero antes debía constatarlo por mi misma, espere en la oscuridad
de mi recamara a que todos se fueran a sus respectivos cuartos, salí despacio
intentando no hacer ningún ruido, baje las escaleras, pero rayos, sentado junto
a la puerta de entrada estaba William, se levanto inmediatamente frente a mi –
No Antoinette, no lo hagas-
-Debo hacerlo William, solo así podré estar tranquila-
-Antoinette, no-
-Por favor, si alguna vez sentiste algo por mi, por mas remoto que haya sido,
por ese sentimiento, déjame ir - las lagrimas brotaban por mis ojos, el se dio
cuenta de que estaba determinada a salir, sin importarme a quien debía pasar
encima, inclino su brazo ante mi, y tomo su chaqueta del perchero detrás mío –
Te acompañare- dijo, no sabia como expresar las gracias, salimos a la calle,
eran aproximadamente la una de la mañana, no sabia a donde ir, en donde
comenzar a buscar, debía ser un lugar, conocido, un sitio importante, la torre
Eiifel , no no concuerda, algún lugar, pero cual, entonces vino a mi mente una
historia en relación a los orígenes de mi nombre, Antia me contó que mi madre
una vez, solo una vez vio a una joven noble de Austria, Marie Antoinette, quedo
impresionada con su belleza, y encantada con su forma de ser y existir, nunca
mas la volvió a ver, pero el dia en que yo nací, le recordé tanto a ella, que
decidió ponerme su nombre, esa joven llego a ser reina, reyes, la nobleza
Francesa, ese era el sitio Versalles, el Palacio, le dije a William que debíamos ir
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hasta Versalles, pero estaba muy lejos, Patrick, había mandado a traer su coche
desde Venecia, un bello automóvil deportivo, en color rojo, como la sangre de
las venas, William corrió hasta el garaje, tomo un par de llaves y lo encendió,
nos subimos y arrancamos, aunque el auto no emitía ningún tipo de sonido,
sabia que era cuestión de segundos para que los demás notaran nuestra
ausencia, así que debíamos tomar la mayor ventaja posible, William condujo
muy rápido, pero le pedí que parara unos cuantos kilómetros antes, no quería
llamar la atención llegando en el automóvil, eso los podría alertar,
comenzamos el camino a pie, atravesando unos enormes campos verdes,
bañados por la luz de una inmensa luna, por fin llegamos, el palacio de
Versalles, este gloriosos lugar que años atrás había albergado a la realeza de
Francia, no parecía que hubiese alguien, la seguridad estaba muy bien
plantada en las entradas, monitoreando cualquier señal de alarma, pero aun
estaban los bellísimos jardines de Versalles; William me pidió que
regresáramos, pero me negué, le indique que el se podría marchar, pero no
quiso abandonarme, seguíamos caminando, escondidos entre la oscuridad de
la noche y la inmensidad del palacio y sus jardines.
Comencé a sentir su presencia, no estábamos solos, se podía sentir los
movimientos de seres yendo y viniendo entre los jardines, eran los licántropos,
que se movían rápidamente, ya debieron haber notado que estamos aquí, se
deben estar preparando. Entonces, dando un suspiro, pasaron, veinte quizás
treinta vampiros, todos jóvenes y fuertes, pasaban corriendo como gacelas, un
humano nunca los hubiera notado, pero ante mi era como una especie de
cámara lenta, veía los rostros de todos y cada uno de los que iban ahí, pero
ninguno era Robert, ni siquiera uno, no podía, no podía creer que lo
- 109 -
confundiera, fue tan claro, yo lo vi, en la universidad, era el, su cabello, sus
ojos, su rostro, estoy segura que era el, quizás Lucia tenia razón, no era mas el
mismo ser que iba cada año hasta Chiapas, para verme en la ventana de mi
hogar, anhelando salir, el mismo que de pequeño me alegraba la vida al verlo
de pie, afuera, sonriéndome, cuando todos los demás parecían temernos.
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XXV
De la nada surgió un ruido, un sonido como el que emite a un apagador al ser
presionado, pero este sonido fue muy fuerte, y con el comenzaron a iluminarse
los pasillos de los jardines, el agua comenzó a brotar de entre las fuentes, los
jardines se inundaban de resplandor y vida, los colores eran mas brillantes
ahora, las flores se bañaban de luz, y el verde del pasto parecía intensificarse
mas y mas hasta ser lo completamente hermoso que se es , volteamos y
aunque no se veía nada, sabíamos que estábamos acorralados, y entonces…
justo ahí, frente a nosotros dos, Un hombre alto, de cabello castaño con
algunas canas creciéndole, nos observaba, el debía ser Carlo, junto a el una
bella dama, blanca como la porcelana, parecía tener una especie de códigos
grabados, de sus manos se extendían flechas que subían sobre su brazo, hasta
perderse dentro de su vestido, en su cuello, grecas de distintos tamaños y
formas se acomodaban de atrás hacia delante, su cabello rubio, muy claro,
combinaba con el ámbar de sus ojos; detrás de esta majestuosa dama había
una joven, como de mi edad, la oscuridad no me permitía verla del todo, y a
unos cuantos metros de ellos, estaba Robert, vestía harapos, pero su belleza no
se dejaba esconder, mostraba los dientes en señal de amenaza, su rostro
parecía llenarse de odio, y su cuerpo clamaba por atacar, el impacto fue brutal,
nunca espere, ni mucho menos desee verlo en estas condiciones, precisamente
por eso, le pedí, que no nos acompañara, en Chiapas, yo me negué pero todos
dijeron que seria buena idea, que buena idea podría ser, si a causa de ella, el
esta en estas condiciones. Carlo, dio un paso adelante, nos miro con un solo
sentimiento en su mirar, Venganza, y al par de ella, dio un grito escalofriante -
- 111 -
¡Matéenlos! – inmediatamente, licántropos, y vampiros salieron de entre la
oscuridad y los árboles, saltaban y corrían como locos hambrientos de violencia
y desdicha, todos se abalanzaban contra nosotros, incluso Robert, quien podría
decir era el mas ansioso por hacernos sufrir, comenzamos a pelear contra ellos,
William los golpeaba, uno tras otros pero se reponían con gran facilidad,
recordé que antes de salir de mi alcoba, tome una daga de plata y la guarde,
en la bolsa derecha de mi suéter, saque la daga y se la avente a William, el la
tomo, y le dije - ¡En la garganta William! -, no podíamos ponernos a dividir
entre vampiros mercenarios y licántropos, así que atacábamos a todos por
igual, los vampiros se convertían en cenizas al atravesarles la daga, y los
licántropos, no eran inmortales, mucho menos inmunes a los ataques, yo por
mi parte, ponía en practica, las lecciones del ultimo año, había aprendido a
canalizar la mayoría de mis dones hacia un ataque, el poder congelante podía
transportarse por la tierra, y congelar a cuantos seres se tope, las
premoniciones eran algo mas difícil, si me concentraba, podía hacer llegar
hasta sus mentes, concusión, y dolor que los paralizaba completamente, y por
supuesto los golpes que me habían enseñado William y Patrick, pero aun así
eran demasiados, no podíamos contra tantos, en conjunto sumaban cientos de
ellos. Poco a poco comenzábamos a desplazarlos, lo cual nos facilitaba todo,
pero Carlo, no estaba dispuesto a esperar mas que simples sirvientes hicieran
su trabajo, salto sobre mi con una cruz de plata afilada en sus extremos, me
hizo caer, me tenia aprisionada, y estaba dispuesto a matarme, -Ya me harte de
ti, maldita mocosa, tu, eres el fin de los Venisicope, y el principio de mi época
como ser supremo-, empuño la cruz muy fuerte, y; William salto sobre el
derribándolo, la cruz callo al suelo, los licántropos y Vampiros restantes se
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vinieron contra nosotros una vez mas, William, luchaba contra Carlo, pero este
parecía empezar a ganar, me veía acorralada, si ayudaba a William, se nos
vendrían encima los de más y no tendríamos oportunidad, y si luchaba contra
todos, William quedaba solo contra Carlo, el dilema era grande pero el tiempo
de reacción era de solo dos segundos, que hacer. -¡Antoinette!-, -¡Antoinette!-,
escuche un grito, me llamaban por mi nombre, eran Giselle, Concepción,
Patrick, y Joseph, era un alivio tenerlos aquí, Patrick corrió tras Carlo, y
comenzó ayudar a William quien se encontraba muy herido, pero aun luchaba
de pie, y estaba dispuesto a mas, Giselle, comenzó atacar desde afuera, se
abría paso caminando y derribando a cuanto licántropo se pusiera en frente
suyo, Concepción dio un salto enorme hasta donde estaba yo, me sonrió
levemente y comenzamos a atacar juntas, pronto todos ellos caían ante
nuestros ojos, Giselle, William, Patrick y yo, teníamos habilidades especiales,
que los vampiros transformados nunca podían tener, eso nos facilitaba todo,
Joseph era imponente al igual que su fuerza, y Concepción era tenaz como
ninguno.
Quedamos solo Robert y yo, nadie pareció atreverse a atacarlo, me vi frente a
el, Giselle me replicaba que acabara con esto, el no era mas la dulce persona
de antes. –Robert, soy yo, Antoinette- comencé a hablarle esperando que
alguna palabra algún sonido despertara su memoria, -Recuerdas, Chiapas, tu y
yo tomando café, tu hogar, Inglaterra- nada parecía sacarlo de esa postura de
ataque que había adoptado, me acerque a el, extendiendo mi mano, tome la
suya, el parecía no querer moverse –Se que estas ahí dentro, solo debes
encontrarte- pronto bajaba su guardia, parecía que algo dentro de si lo
llamaba, volteaba a ver a todos, el sabia que nos conocía, que habíamos
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estado con el, pero, nada, salto sobre mi, y corrió hasta donde estaba la dama
blanca con las insignias en su piel, Carlo estaba justo detrás mío, pero
aprisionado por William y Patrick, la dama , no parecía tener la mínima pizca de
interés por Carlo, Giselle se dispuso atacarla, corrió frente a ella y, un inmenso
“No” se escucho por todo el cielo, recorriendo el lugar a través del eco, Lucia,
y Niclote estaban al fondo, parecían recién llegar, junto a unas diez jóvenes
musas, el “No” detuvo a Giselle, las musas parecían tenerle miedo a la dama
quien no se movía ni un milímetro, Lucia de pronto estaba al lado mío -¿Dónde
está?- me pregunto,
-¿Dónde esta quien?-exclame.
-La joven que estaba con ellos- contesto Lucia
-No se, desapareció mientras peleábamos-explique a Lucia
Lucia comenzó a caminar hacia la dama preguntándole lo mismo que me
pregunto a mi ¿Dónde está?, la dama río levemente y contesto
-Mi hija, esta sana y salva, gracias por preguntar- su voz era tranquila y baja
-Sabes que no me refiero a eso- replico Lucia a la dama
-OH, Lucia tanto tiempo de conocernos, y piensas que te lo diré, no, no, no;
además traer musas, que maravillosa idea, sabes que ninguna musa del
mundo se atrevería siquiera a levantarme la voz, por algo, soy, un ser superior,
en lo que a mi respecta, hagan con Carlo, lo que se les antoje, nunca me ha
interesado su bienestar, y si algún día quieres continuar esta platica, sabes que
las puertas de mi hogar siempre estarán abiertas para entrar, mas nunca para
salir, o es que acaso no recuerdas, que me habías visitado antes, Lucia eres un
ser olvidadizo, tu viniste a ofrecerme a tu hija, querías que la protegiera de su
origen, no querías que nadie ni siquiera Carlo, supiera que habías tenido a su
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hija, una hija que por cierto, te odia, pero no la culpes a ella, soy yo quien la ah
educado, ha sido muy buena aprendiz y no es mas una simple vampiro, tu
sabes que mis dones me permitieron enseñarle lo que se, y hasta hace apenas
diez años no pensaba en hacer nada, pero Carlo vino, buscando a su única
heredera, me comento lo que planeaba hacer, y ahora que lo medito, se que no
lo necesito, mi hija, será el ser mas poderoso de la tierra, y todos, humanos,
vampiros, licántropos, musas, elfos, y trasnfiguradores, aclamaran por ella, y
por supuesto, por mi, escúchenme bien, hoy inicia una época de redención a
nuestras especies, una época en la que yo gobernare, no hay, ni un solo y
patético ser que se puede oponer a mi mandato, ni siquiera tu, pequeña
Venisicope, tu madre junto con los demás vampiros me ofendieron en vida, y
haré que todos ustedes se arrepientan por ellos.-
Sus palabras eran escalofriantes, aun no sabía quien era ella, pero sabía que su
poder era incalculable, la mirada llena de terror de Lucia lo decía todo, la
dama, continuo hablando, y cuando termino extendió la palma de su mano, un
haz de luz comenzó a emanar de su palma, pequeñas formas de luz
comenzaron a salir, y a perderse en distintas direcciones, pronto el cielo sobre
Versalles se lleno de estas pequeñas formas de luz, que volaban hacia todas
partes. La dama desapareció con la luz.
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XXVI
Los gobiernos comenzaron a derrumbarse, el ambiente en el mundo era
desolador, comenzaba una época de esclavitud, para los seres vivos, ahora
sabíamos que esa dama era una de las cuatro cardinales, cada una respondía a
un elemento, agua, tierra, aire y fuego, y a una posición terrestre, norte, sur,
este y oeste, estas vigilan el equilibrio natural de la tierra, son una especie de
musas mucho mas desarrolladas, capaces de poseer poderes magníficos,
encerrados en la magia que ellas manejan. La dama de esa noche era La
cardinal del norte, responsable del viento, los signos de su piel son las líneas de
la tierra, son la base de su fuerza, vive en el punto mas al norte del planeta,
uno de los polos; nadie sabe como localizar a las cardinales, ellas nunca salen,
exceptuando la gran excepción que acabábamos de presenciar, ninguna musa
era capaz de atacarla por que ellas son las madres de todas las musas, ellas
representan lo mas alto de una musa, además de que todas ellas, las cuatros
son indispensables individualmente, el des balance de alguna provocaría una
catástrofe como la que se ve venir, los vientos soplan fuertemente en el
mundo, los huracanes comienzan a invadir diversas partes, los intensos aires
elevan la marea de los océanos, y han creado una eterna tormenta de arena en
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los desiertos, que se extienden día con día, los gobernantes están en crisis
puesto que las condiciones han obligado a cerrar toda comunicación y
transporte, los seres vivos han comenzado a sufrir esclavitud por parte de
quienes aun tienen sustento pese a las condiciones, la única solución que
hemos encontrado es la de partir y buscar a las tres cardinales restantes, ellas
deben saber lo que esta sucediendo, solo ellas son capaces de detener este
caos, partiremos mañana, llevando con nosotros las cosas necesarias
únicamente, Joseph, Nicolette, y Lucia, partirán en búsqueda de la cardinal del
este y del fuego yendo a Asia junto con Adele, una musa; Giselle, Patrick, y dos
musas Kirstin, y Delia, partirán por la cardinal de oeste dama de la tierra, a
América, y William, Concepción, y yo, junto a una ultima musa, Celine,
partiremos lo mas al sur posible, a los mares del polo, por la cardinal del sur;
señora de las aguas.
Hemos intentado despedirnos pero ah sido difícil, a esto debo agregar que
Ryan no ah dejado de venir, le eh dicho que se aleje pero quiere estar conmigo,
apenas hoy le dije que me marcho, espero se encuentre bien, su inherencia me
alegra las mañanas pero, considero que los acontecimientos recientes no
fueron mas que una señal, una señal que me dice que no inmiscuya mas
personas en esto, Ryan es una persona desagradable en primer termino, pero
lo pude conocer a fondo y resulto ser alguien sumamente especial, es por eso
que no permito decirle nada, ya una vez puse su vida en peligro sin conocerlo y
no repetiré eso. El último día que le vi, trajo consigo un ramo de flores púrpura,
adornadas con un delicado listón blanco, me pidió que lo contactara en cuanto
llegara a mi destino; hasta el momento el creía que me iba a cuidar a una
amiga enferma; se despidió de mi con un abrazo; William acomodaba las
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maletas en el portaequipaje del auto, Concepción estaba adentro; Giselle y
Patrick se habían marchado la noche anterior, Lucia, Nicolette y Joseph partían
hoy mismo, nos despedimos con anterioridad de ellos.
Me encontraba de pie al lado del carro, tomada de la mano de Ryan, William
estaba un poco molesto, al parecer tenia prisa, Concepción, lo trataba de
calmar, me subí al auto, limpie un par de lagrimas que descendían por mis
mejillas, cerré la puerta detrás de mí, Ryan estaba de pie viéndonos partir, en
tan poco tiempo había adquirido un gran afecto hacia Ryan, y el hacia mi, era
muy difícil todo esto, pero necesario, si dejáramos que la cardinal del norte
hiciese lo que quisiera por un poco mas de tiempo, los resultados serian
catastróficos, si al día de hoy, los noticieros no paran con las noticias de
ciclones, huracanes, tornados, los mares son bestias de agua agitados por los
vientos, los desiertos no paran de tormentas de arena, inmensas que se
mueven lentamente hacia otras parte del mundo, el caos invade, y no seria
justo que dejara esto por estar con Ryan, además el es un amigo y cuando esto
termine, si es que termina, regresare a verlo. William encendió el motor, y
comenzamos avanzar lentamente, llevábamos pocos metros, cuando Ryan
comenzó a correr detrás nuestro, corría y gritaba -¡Antoinette!- -¡Antoinette!-
no quería voltear la mirada hacia el, eso me haría detener a William, y ya
hemos perdido el tiempo suficiente; El mundo no es justo, claro que no, mucho
menos conmigo, el destino no debió permitir que Ryan dijera esas palabras.
Corría detrás de nosotros, me llamaba y al ver que no obtenía respuesta, su
voz se alzo por el aire, transmitiendo cada vibrado hasta mi oído –Te amo-, la
frase me petrifico, William detuvo el auto, al momento que el también escuchó
el grito intenpestuoso de Ryan. La puerta del auto se abría mas que
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lentamente, parecía cámara lenta, saque mis piernas de este y me puse de pie,
camine hacia Ryan, el se mostraba cansado, por perseguirnos, me detuve
hasta estar frente a frente, uno con otro, no vi mas, que mi mano en su mejilla,
abofeteándolo, no le dije siquiera la mas mínima palabra, el sabia que estaba
atravesando un mal momento sentimentalmente hablando y aun así no le
importo en lo mas mínimo mi pesar interno y decidió hacerlo todo aun mas
complicado, ya habíamos pasado por algo similar y yo le había advertido que
no podía corresponderle, pero en este momento, el instante en que nos vemos
obligados a separarnos sin saber si algún día volveremos a fijar nuestras
miradas una en la otra, en este instante decidió complicar las cosas; me voltee
y comencé a caminar hasta el auto, pero el me alcanzo, me tomo del brazo,
giro mi cuerpo totalmente hasta que me tuvo pegada a el, viéndolo
detenidamente a los ojos, no dijo nada el tampoco, simplemente me beso, me
beso profundamente, un beso lleno de pasión, locura, anhelo, y recuerdos; no
pude resistirme ni tratar de apartarlo, la verdad es que necesitaba ese beso,
pero aun sintiendo los labios de Ryan, aun cuando dentro de mi emerge un
nuevo sentimiento, como si fuera poco, aun espero que Robert dondequiera
que este, se encuentre bien, sano y salvo, y espero con ansias encontrarlo, y
que el se encuentre así mismo dentro del ser que es ahora.
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FIN
Maria es una joven adolescente, que toda su vida ah vivido alejada del mundo
que la rodea, viviendo en San Cristóbal de las Casas una bella ciudad colonial
de Chiapas, se refugia en su hogar junto a tres mujeres que le hacen compañía
y la atienden como si ella fuera importante; al serle revelada la verdad sobre su
origen, Maria descubre que en realidad ella es Antoinette Venisicope , una de
los últimos Vampiros de la tierra, vampiros que habían sido escondidos tras una
batalla que extermino con todos los seres fantásticos que existían, pronto se ve
envuelta en una peligrosa y misteriosa batalla, en búsqueda del dominio del
poder entre los vampiros, buscando una alianza parte en búsqueda de los
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demás vampiros sobrevivientes, búsqueda que la lleva hasta Vancouver, Italia
y por ultimo a Paris, en donde deberá enfrentar una enorme batalla contra un
enemigo en común, quien busca venganza del pasado. Al mismo tiempo
Antoinette luchara contra sus sentimientos, al estar enamorada de un joven
humano desde la infancia quien la acompaña en este viaje, y encontrar un
sentimiento casi tan grande en un Vampiro amigo, la catástrofe volcara su vida
y otro hombre ara revivir su corazón destrozado. Pronto Antoinette descubrirá
que la guerra que ella había pensado, no es mas que una excusa tonta, el
enemigo en realidad es un ser mucho mas poderoso, un ser hambriento de
poder, que destruirá el mundo tal cual ah sido conocido.
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