Año 3º Panamá, 1 5 d e Marzo d e 1910 N o. 62

~15Nuevos Ritos ~

51+ Revista Quincenal Ilustrada +

EL ARPA DE MARMOL

De la colección "El Sueño dela Estatua, "dedicada áQuerol.

Si muero y vives tú, Querol divino,tú que das á las piedras melodía,esculpe un arpa donde el Sol se ríacoronando mi mármol diamantino.

Preste á sus cuerdas el temblor del trinotu cincel que es pasión y es energía,y pensaré que aún brota la peosíade mis dedos cual chorro cristalino.

Ya que un gran monumento me regalas,transmítale tu genio las escalascon que tejí mis risas y mi lloro.

Y en el cántaro eterno de la vida,caerá, por tí, cual fuente estremecida,el haz de Sol de mi canción de oro.

SALVADOR RUEDA.

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CARLOS A . MENDOZA.

El ciudadano que rige hoy los destinos de la Patriapanameña tiene ascendencia entre los luchadores que enel primer cuarto del siglo XIX libraron las mejores lidespor la libertad americana y entre aquellos raros persona-jes de singulares virtudes, que fueron receptáculo delrespeto y estimación de la sociedad y de la época enque vivieron . El caballero venezolano Don AntonioMendoza, Capitán del Ejército Libertador, y Don VictorinoSoto, Secretario de la Diócesis istmeña y Escribano Pú-blico de Panamá, fueron los abuelos del Dr . Carlos A.Mendoza, cuyo padre, Don Juan, desempeñó, á su vez, enel Istmo, los más altos é importantes cargos en el ordenadministrativo y judicial, ejerció la Presidencia del Esta-do en 1 .871 y 1872 y murió en Bogotá en 1876, joven toda-vía, cuando tenía asiento en el Senado de Colombia comoPlenipotenciario por el Estado de su nacimiento, que re-presentó en ambas Cámaras en más de tres períodos.

De él dijo Aníbal Galindo, como el mejor elogio aldespedir sus despojos yertos, ".que había muerto pobre,casi en la miseria, cuando una simple condescendencia enel ejercicio de los altos destinos que ocupó, habría basta-do para legar una fortuna á sus hijos" ; frases que en sícondensan los méritos y raros quilates de una vida de ab-negación y de desprendimiento puesta al servicio de supatria.

Del matrimonio legítimo de aquel patriota distingui-do y de la respetable señora doña Josefa Soto, que aunvive rodeada del respeto de sus conterráneos, nació enPanamá el 31 de Octubre de 1856 Carlos Antonio Mendoza,quien niño aún y después de haber demostrado su amoral estudio y la precocidad de su inteligencia en las escue-las de primera enseñanza existentes en la época en esta

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DOCTOR CARLOS A . MENDOZASegundo Designado Encargado del Poder Ejecutivo

capital, siguió en 1369 á complementar su educación enBogotá, becado por el Gobierno del Estado presidido porel General Buenaventura Correoso, en el cual actuabasu padre como Secretario General . Causas distintasyajenas á las buenas disposiciones del joven le obligaron áregresar al lado de su familia en 1875, en el hervor de las

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pasiones que en aquel período de la historia de, Colombiaagitaron los partidos políticos . Fue entonces cuando en-tró á prestar sus servicios en la casa comercial de Aro-semena Hermanos, y en esos sus pasos iniciales en la luchapor la vida le sorprendió, la infausta nueva de la muertedel autor de sus días, lo que obligó al joven Mendoza áredoblar sus bríos para concurrir con el aporte del pro-ducto de sus faenas al sostenimiento del huérfano hogar,aceptando el puesto de Archivero de la Secretaría de Go-bierno que le ofreció en aquella situación de luto y desam-paro el Presidente del Estado, General Rafael Aizpuru.

Con el desempeño de este modesto cargo comenzóMendoza su carrera pública. De entonces y hasta 1884ocupó en los gobiernos del Estado Soberano los puestosde Tesorero General de Instrucción Pública, Procura-dor General del Estado, Gobernador del Distrito Capital,Subsecretario de Hacienda, Diputado á la Asamblea Le-gislativa y Miembro del Cabildo de Panamá . En 1885 fueSecretario de, Gobierno del General Aizpuru, habiendoacompañado á este jefe en la revolución que encabezó paraconcurrir con los liberales en armas al plan general de de-rrocar el Gobierno de la Unión, pues afiliado Mendozapor herencia y por temperamento al Partido Liberal,prestó en toda ocasión á su causa política el contingentevalioso de sus luces y de sus esfuerzos en todos los cam-pos de la actividad, ya en el periodismo donde tempranose inició con bríos y culminó con éxito, ora en la tribunapolítica donde su verbo sonoro y arrebatado á veces hatenido siempre el poder de convencimiento y empujepeculiar de los caudillos y conductores de pueblos, ó bien en

los campamentos, cuando su partido jugó al azar de lasarmas la solución de intrincados problemas políticos ó lareconquista de sus derechos conculcados.

Como consecuencia de esa actitud sin intermiten-cias y del régimen implantado en Colombia después (leaquella aciaga lucha, Mendoza saboreó en ocasiones elpan amargo del ostracismo y en otras aprendió á amarmás la libertad privado de ella en el fondo de las prisio-nes, ya que en la selección de las víctimas de la venganzaó de la suspicacia de sus adversarios políticos, le tocó, porlo común y para su mayor prestigio, ser de los escogidos.

Alejado forzosamente el Partido Liberal de toda in-gerencia y representación en la cosa pública, Mendoza,hombre de ideas concentradas y de fidelidad á los princi-pios de su credo, que no tiene condiciones de claudica-dor ni acepta la resignación como virtud, vivió durante lalarga noche de la regeneración colombiana --período deprueba que no resistieron muchos—en las alternativas desus labores en el foro, donde tiene conquistado nombre, enla prensa, en la dirección política de su partido y en los

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esfuerzos de todo orden para alcanzar el predominio deéste en el Gobierno de la República . " La Idea" . "ElDeber", "El Ciudadano" y "El Criterio" fueron tribu-nas que levantó en medio de un régimen asfixiante queahogaba toda expresión del pensamiento, en cuyo inte-rregno desempeñó en su partido los cargos de mayorhonra y confianza, como miembro del Directorio Departa-mental, Delegado, con el Doctor Pablo Arosemena, á laConvención Liberal que se reunió en Bogotá en 1897, Can-didato escogido por sus copartidarios para representaren el Congreso colombiano alguna de las Secciones deiantiguo Departamento de Panamá, Secretario de Gobier-no del Jefe Civil y Militar, Dr . Belisario Porras, en lacampaña de 1900 y Visitador Fiscal en la que terminóel tratado del "Wisconsin" en 1902.

La obra de hacer del territorio istmeño un estado in-dependiente en el consorcio universal, encontró en Men-doza al obrero infatigable y entusiasta de todos los tiem-pos . Fue él de los primeros iniciados, cuando pendientelos anhelos de los patriotas istmeños de la decisión delCongreso colombiano respecto del Canal Interoceánico,preparaban en silencio las bases del edificio que, sólido 3 ,magnífico, se levantó el 3 de Noviembre de 1903 ; y fué,como ya se ha dicho, "cerebro del movimiento, de los queorganizaron el país y redactaron los documentos " comoel acta de independencia del Cabildo de Panamá.

Con la J unta del Gobierno Provisorio colaboró Men-doza en el importante puesto de Ministro de Justicia,hasta que nuevas inconstancias del destino y veleidadesde pasiones adormidas que siempre pusieron á prueba laentereza de su carácter, lo redujeron de nuevo á lacondición de un simple particular en la República que ha-bía ayudado á fundar, bien que investido del cargo hono-rífico de Tercer Designado que le confirió la ConvenciónConstituyente.

En Bocas del Toro estableció entonces su bufete deabogado, trabajó con éxito abriéndose su clara inteligen-cia camino amplio á la fortuna, cuando los acontecimien-tos políticos que se iniciaron á principios de 1908 para re'aovar en los comicios populares los Altos Poderes de laNación lo obligaron, como hombre de partido, á trasladar'se á la capital para asumir al frente del liberalismo la ac-titud de un combatiente tenaz en una lucha que culminócon la ascensión del señor don José Domingo de Obaldíaá la Presidencia de la República.

El país sabe cual fue la actitud del Dr . Mendoza enesos momentos de vacilaciones y de rebeldías en el senomismo del Partido Liberal, y sabe como su verbo vibran-te é impulsivo decidió en noche memorable la suerte de lacandidatura presidencial,

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En mérito á su labor política y en reconocimiento alsu- conducta en esa campaña cívica, con la cual seinaguróla era del sufragio en la República de Panamá,la ciudadanía capitolina llevó con sus votos al Dr. Mendoza al Ayun -tamiento del Distrito, el Presidente electo le llamó a colaborar en su Gobierno al frente del delicado cargo de Se-cretario de Hacienda, y á su turno la Asamblea Nacionalescogió su nombre para depositar en él la Segunda De'signatura en la sucesión legal del Poder Ejecutivo.

Los acontecimientos dolorosos que en término de unaño han arrebatado á la patria los dos meritorios ciudadanos en quienes radicaba la Primera Designatura y la Pre -sidencia Constitucional, han elevado al Dr . Mendoza alpuesto de Primer Magistrado de la República . El paísque conoce las relevantes dotes de tan distinguida perso-nalidad, sus condiciones de laboriosidad, su inteligencia ysu patriotismo visibles en cada acto de su accidentada yluminosa vida pública, espera confiadamente que su pa'so por el alto puesto que honran tales antecedentes,dejará ti, huella de un gobierno recto, justiciero y honrado .

JUAN 13 . SOSA.

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A SAMUEL LEWIS.

Fue una tarde ya lejana . Yo leía el bello opúsculoDe la vida desolada de aquel trágico cantor,Cuyas rimas son tan tristes como el pálido crepúsculoCon que inicia sus inviernos el hastío del amor.

Y ante el piano ella sentada, con sus manos cual dos liriosLos armónicos marfiles agitaba sin cesar,Y, * una música surgía que evocaba los martiriosDel que viaja por los yermos hiperbóreos del pesar.

En la calle resonaban, como insólito sarcasmo,Las canciones bulliciosas del alegre carnaval,Y sus ecos se apagaban en el tétrico marasmoerre envolvía nuestras almas en su atmósfera glacial.

Sus cabellos descendían, simulando fúnebre ala,A su talle doblegado como el tronco de un saúz,Mientras iban envolviéndola, extendidos por la sala,Los inciertos, misteriosos estertores de la luz.

De las torres se elevaba la plegaria de los broncesCual un ruego del crepúsculo al espíritu de Dios . . ..Se miraron á distancia nuestros ojos, y hubo entoncesMil presagios de amarguras en los ojos de los dos . . ..

Calló el piano. Lentamente avanzó ella por la alfombra.Ya la noche la envolvía en la seda de su tul,Y su rostro, hermoso y pálido, emergía de la sombraComo un astro solitario de lo obscuro del azul.

En mi hombro reclinóse blandamente su cabeza . ..Nuestros labios se juntaron en un beso sin rumor . . ..Y en el beso aquel pusimos toda la íntima tristeza,:Todo el duelo de presagios que enlutaba nuestro amor . . ..

Darío HERRERA.

Carnaval de 1910.-(Callao-Perú)

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Damos publicidad en el presente número á dospáginas arrancadas del álbum de nuestro amigo y compañe-ro de labores don Guillermo Andreve, actualmente En-cargado de Negocios de la República en la gentil hermana,la bella Costa Mica . Suscriben esas hermosas páginas dosliteratos de valía : Ricardo Fernández. Guardia, actualMinistro de Relaciones Exteriores de su patria, quien esun afanoso evocador de las bellezas del pasado y un

conteur delicioso y Roberto Drenes Mesén, Subsecretario deInstrucción Pública de Costa Rica, que es á un tiempo,en dualidad maravillosa, pensador profundo ysugestivo ypoeta de alta inspiración y ardiente colorido.

Para ellos, por sus bellas frases para nuestra queri-da tierra, todo agradecimiento y todo cariño.

PANAMA PRETERITAEn el Album de Guillermo Andreve

Tengo la desgracia, ó tal vez la fortuna, de no ser demi tiempo. Vivo enamorado de lo que fue ; mi alma secomplace en la misteriosa poesía de las edades muertas.Maricastaña y el Rey que rabió son mis amigos predilec-tos ; los libros de Historia mi mayor deleite ; los papelesviejos mi inocente manía.

Así cuando mi pensamiento se dirige á Panamá, pa-tria de mi amigo Andreve y, cuna de mis abuelos, no sedetiene en el presente ; vuela hacia atrás y evoca las ga-

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llardas figuras de Nicuesa, de Vasco Núñez, de Pedra-rias, que desfilan ante mis ojos vestidas con el prestigioque les han dado los siglos.

El nombre de Panamá ocupa un espacio inmenso enla historia americana. En su territorio fundó Colón laprimera colonia continental ; desde las cimas de sus mon-tañas divisó Balboa por primera vez la majestad inmensadel Pacífico; de sus playas salieron Gil González Dávilay Francisco Fernández de Córdoba para Costa Rica y Ni-caragua; Pizarro y Almagro á la conquista del Perú.Por Panamá pasaron los tesoros de los incas, las sedasy brocados con que se cubrían los rudos conquistadoresconvertidos en magnates ; pasaron también los crueles pi-ratas y los filibusteros desalmados ; bajo su suelo duermenel sueño eterno multitud de intrépidos y nobles caballe-ros, que habiendo soñado con adquirir gloria á la som-bra de los invencibles pendones del Gran Capitán, cave-ron víctimas de las flechas enponzoñadas de los indios,del hambre y de los miasmas tropicales . Bolívar pensó enhacer de Panamá la capital de todos los pueblos hispa-no–americanos.

Este pasado de grandeza es para mí mucho más dig-no de admiración que el maravilloso Canal, los yankis in-fatigables y sus máquinas portentosas.

R. FERNÁNDEZ GUARDIA.

San José de Costa Rica . 11 de Mayo de 1909.

II

PANAMA, FARO DEL FUTUROEn el Album de Guillermo Andreve

Del mar de Syria y del Egeo, del Adriático y el Ti-rreno empurpuradas por el Sol ó por el múrice llegaban áAlejandría las velas portadoras de civilización y de gran-deza.

El destino que rige las naciones, superior al destinode los hombres, hizo de Alejandría la heredera de la sa-biduría de dos razas diferentes : fue como un incendiopara iluminar las aguas y las gentes del Mediterráneo.

El sol de Alejandría comienza á aparecer en el horizonte de Panamá . Todos los pensamientos y todas las len-guas afluirán á su cerebro. Y si ella sabe alzar el farode la tolerancia y la libertad al lado de la torre de diamantede la justicia, las razas y los pueblos no nacidos aún, re-petirán en el porvenir con admiración su nombre, comonosotros el de la bella y la sabia ciudad de Alejandría.

ROBERTO BRENES MESEN.

San José, 11 de Junio de 1909 .

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(Para NATANAEL MENDEZ)

Amo las cosas vagas :La estela fugitiva de un barco en lontananza,

los ayes y sollozos de un niño soñoliento,los humos esparcidos en noches de bonanza,el éter que se escapa en alas de los vientos;

Los últimos celajes que brillan en la tarde,la espuma blanquecina llevada por el río,las palmas que á lo lejos se mecen con alarde,las yerbas macilentas con gotas de rocío;

Los rayos de la luna, las luces de la aurora,los tintes indecibles de flores ya marchitas,la música que gime, la música que llora,perdida entre los muros de solitaria ermita

Por eso, y más que todo, me gustan tus ojeras,tus trajes que semejan girones de neblina,tus estremecimientos de virgen casadera,tus flexibilidades de larga serpentina;

Me encanta ver tus labios, de palidez de cirio,temblar cuando me piden alguna cosa rara tu talle que se cimbra como muriente lirio,tu busto hecho de nieve con mármol de Carrara;

Me gustan tus suspiros, me gusta tu plegaria,tu rostro que se enciende, tu rostro que se apaga,tus risas que provocan pasión imaginaria,tu ensueño, tus . . . . virtudes, las cosas que son vagas . . ..

0. MENDEZ P.

Santiago de Chile, Febrero de 1910 .

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La Musa de un vago

Un cronista inglés escribe:

<La casualidad me llevó á un tribunal donde suelen desarrollarse estenas y aun dramas curiosísimos.

Entre lo primero que sorprende mi vista es un joven que ocupa el banco de los acusados.

De rostro muy pálido, cabellera flotante, mirada soñadora y traje des-cuidadísimo, escuchaba sonriendo la acusación que se le hacía de haber si-do sorprendido á las dos de la mañana escupiendo en la fuente del parque y viendo con placer inefable los círculos que se formaban en el agua.

El presidente del tribunal le miró con curiosidad y le dijo:

-¿Que hacíais á las dos de la mañana en el parque?

El, oyendo esto suspiró, se puso una mano en el corazón y contestócon acento melodrámatico:

Del bello parque en la parlera fuentecon placer escupíaviendo correr el agua indiferente

Acusado, interrumpió el presidente, se os habla en prosa y m deseasaber qué oficio tenéis,

Contestó el acusado:

Soy un átomo errante en el espacio,las calles del país son mi palacio,y en las alas de mi

-Acusado, no se desea saber si sois ó no un átomo, sino si es ciertoque sois vago.

El acusado se puso de rodillas y levantando la mano contestó:

—¡Musa de la verdad! di con acento,que resuene en el vientoal implacable juez

El público lanzó una estrepitosa carcajada y el acusado fué absuelto porhaber probado que era poeta romántico y vago por añadidura>

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La bola negraVERSION ESPAÑOLA

Una de las más suntuosas casas en el gran boulevard deBudapest_

Es una tarde de invierno ; la nieve cae en menudos copos .El hotel del conde Matías Fernyi se ilumina . El comedor decurado con viejas maderas que encuadran retratos antiguosestá preparado para una, cena íntima ; los criadas han dispues-to, entre flores ,y cristales, dos cubiertos . En el inmueble uncalor de invernadero.

Por doquiera lacayos con vestidos arcaicos. Todo en estahabitación de gran señor, revela riqueza ; y es seguramente unamano de mujer la que adornó con exquisito gusto esta moradade príncipe.

Hé aquí la dueña de la casa que entra . Es rubia, cuenta,treinta y cinco años ; es bella, Su talle ha conservado toda laelegancia do la primera ;juventud ; sus ojos glaucos están llenosde una poesía melancólica . Tiene la nariz correcta y la bocaburlona de las lindas vienesas . Es bien formada y un trajo detertulia de satín malva dibuja sus formas adorables.

Pocas joyas; una flor graciosamente colocada en sus cabellos. Es lagracia en persona.

El conde llega, por una puerta opuesta, abotonándose lospuños. Está alegre é impaciente por reunirse á su esposadespués de los negocios del día . El frac y la blanca corbata lesientan admirablemente . Ese por lo demás, ano de los hombresmejor parecidos de Budapest. Los cabellos de él son tan Ne-gros como rubios los de su esposa . Usa barba á la moda ma .

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conde Matías, así que se autorizaron las exequias . Miles depersonas asistieron á ellas, consternadas, incapaces de encon-trar explicación á este golpe trágico.

Algunas horas más tarde la condesa Fernyi, abrumada porel dolor, vio entrar en su casa, grave y entristecido al mejor ami-go de su marido, su camarada de la juventud, el abogado Hor-vatz.

—Sabe usted, algo? le preguntó ansiosa.

~Sí, mi pobre amiga, sí sé sé, y vengo á decir á us -ted todo.

Fue una metamorfosis. La posibilidad de aclarar el mis-terio despejó la frente de la bella viuda.

No podía dominar su impaciencia y preguntó:

—Había perdido dinero en algún negocio? Millones, tal vez?Todos sus bienes?

—No. Sus cuentas están en un orden admirable . El Juezlas ha examinado. Jamás había estado Matías más rico que alpresente.

—Entonces . . . .? No puedo creer en penas de amor . Porquién?

--Oh! no. Si á alguien amó seriamente en su vida fue á us-ted, querida y buena Berta.

. . . . Hay, pues, otra mujer?

—Hubo. Eso pasó yo . Hace diez años . Escúcheme ustedsin temblar, amiga mía.

—Vuestro querido difunto me encargó hacerle la espan-tosa revelación.

El abogado, á un gesto suplicante de la condesa., se habíasentado junto á ella.. Dio un suspiro y continuó con voz entre-cortada:

—Es usted austriaca y por lo tanto no está familiarizadaconciertas tradiciones un poco salvajes de nuestra Hungría..Una hay que excede a las demás en atrocidad ; es el duelo sincombate.

—No comprendo.

~Le llaman también duelo á la americana, por más que losamericanas no estén sometidos á esta tradición á lo que creo.Pero poco importa . La costumbre es horrible.

—Qué va usted á contarme, Horvatz?

— Se remonta á los tiempos bárbaros de nuestra historiamagyar. Oiga: cuando un gentilhombre ofende gravemente áuno de sus iguales, sucede que el ofendido, después de pedirreparación al ofensor, evita el encuentro ordinario, aquel quepone á los duelistas uno frente á otro, con las armas en lamano, para exigir el duelo sin combate, un duelo á distancia,pues se saca á la suerte el nombre del que deberá suicidarse .

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—Abominable!

– En presencia de testigos, los dos hombres ven caer en unsombrero dos bolas de madera: una es blanca, la otra negra . Elagraviado hunde, á la voz de mando, la derecha en el sombre-ro. Aquel de los dos adversarios que saca la bola negra, es des-de luego la víctima del otro. A la primera intimación debedarse la muerte en un término de veinticuatro horas, bajo penade infamia . Los refinamientos del favorecido por esta loteríamortal son á veces crueles . Demoran años para reclamar elpago de la deuda de honor contraída . Es este uno de esoscasos.

Durante su permanencia en Viena, Matías ofendió grave-mente al conde Rickas ; y éste á quien correspondía la elecciónde armas, exigió el duelo á la bola negra . Matías, valiente comoera, aceptó. La bola blanca tocó á Rickas cuando metió la mano en el sombrero de uno de los testigos . . . . Era yo ese tes-tigo .

–Hace diez años Horvatz . . ..

—No importa. El conde Rickas ha querido esperar queMatías fuese feliz, completamente feliz, para satisfacer conmayor crueldad su venganza.

—Miserable!

—En los primeros años Matías esperaba cada día reci-bir la orden fatal . El tiempo pasaba y ]legó á creer en lagenerosidad de Rickas; pero éste no lo había perdonado.Guardad este secreto ; la justicia no debe jamás descubrirlo.

--Sí; lo que usted dice es verdad . El día anterior, sen-tados á la mesa, Matías recibió la terrible carta. Amado mío!Imposible imaginarme qué día tan horrible sería el siguien-te para mí. Estuvo conmigo más cariñoso que nunca . Aho-ra comprendo.

—Lea, usted, dijo el abogado, abriendo ante sus ojos unacarta. Su adiós en tres líneas : <Mi buen amigo de, siempre,nuestro verdugo no ha olvidado. Llegó la hora . Explica ámi adorada Berta lo que para ella será inexplicable . Adiós.

Y habiéndose puesto el abogado y da viuda á buscar elsiniestro mensaje, descubrieron en el cajón secreto de unmueble un cofrecito de plata_ La llave, minúscula, estaba en lacerradura. La condesa le dio vuelta y abrió el cofre.

La bola negra estaba allí, acurrucada dentro de un acol-chado color de cereza, como una reliquia de esas á las cualesdamos de tiempo en tiempo una ojeada para no olvidarlas-.

PIERRE GIFFARD

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De FRANCISCOREDI

(Traduccíón del italiano por don Juan NavarroD.)

El Dios del vino—que de Oriente á Ocasocomo una augusta majestad domina-establecido habíaen la más verde y más gentil colinaque en los campos de Etruria se encontrarasu mansión de placer y de alegría.

Sobre el césped sentado cierto díacon su bella adoradaentre el vino y las báquicas cancionesá su . Ariadna sin par así decía:

Si de la uva el jugo amableno circula por las venases muy breve y detestablenuestra vida con sus penas.

Son estos jugos opimosdel Sol ardorosos besosque se quedaron iay! presosen la red de los racimos.

Aquel buen vinoclaritoq ' nos da Aviñón, bendito,bendito mil veces sea;de aquel vino con placeren mi pecho yo quisieraun vaso enorme verter.

Pero de aquel de Artiminode aquel vino suculentode aquel de color punzó,¡Oh de aquel[ feliz, contento,Mil cubos bebiera yo.

Mientras se inflan mis pulmonesde esa sangre embriagadora

Oh! mi Ariadna, te consagrocubo, frasco y cantimplora

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Bebería antes venenoq ' una taza de café,y si el musulmán en Asiade beberlo no se sacia,yo os lo juro por mi fe,que con ese raro viciodemuestra ser el asiáticoun hombre falto de juicio,un tonto, un loco, un maniático.

Tontos no son de Toscanalos devotos bebedoresporque á ellos fuerza, alegríay vida dan los vaporesde la rubia malvasía.

Mientras que hierve y murmurapor las fauces y el esófagoen el pecho experimentoel mas sabroso contentoque puedo experimentarmas, porto incógnito y vago,yo no lo puedo expresar.

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LO AJENOSi no fuera porque hemos sabido que una fiebre ar-

diente le quemó las entrañas y le destrozó la vida ; Si enmomentos sagrados que transcurrieron íntimos en el senode una amistad que emocionó iguales impresiones y quedepuró la prueba de muchos días, no hubiera confiado alsagrario demuestro pecho el secreto de sus esperanzas yel motivo de sus pesares, á condición de que llegarlo eldía en que él ya bajo tierra, sin ojo para verlugares tristes ni oídos para oír, tal vez, cosas ingratas, nos dispen-sara de guardar el singular secreto, todavía el silencioprivaría en nuestra alma y en su historia, y no sin hondapena nuestros ojos verían en la escritura elegante v va-ronil de su mano, aquel vehemente ardor del pensamientoque expresaba con pasión en sus palabras.

La tarde en que por última vez se despedía de noso-tros á bordo del buque, observamos en él notadle desfalle-cimiento, parecía como que un halo sombrío y enfermizocircundaba los angulosos contornos de su cuerpo ; el brilloextraño de sus pupilas hacía aparecer como mas aguda ypenetrante su mirada, había en su rostro algo de grave yangustiado, haciéndolo profundamente triste las huellasdolorosas que se notaban en su frente y amenazaban conhacer más pálidas y enjutas sus mejillas.

—Dudo del regreso mío caro, mas no olvides de es-cribirme con frecuencia--nos decía por vez postrera.

Mira, ya hasta la cabeza la siento mala, olvida y piensacomo se le antoja, pues una cosa esecialísima que te heestado reservando precisamente para este funeral ins-tante, ya la iba olvidar en mala hora para lo que yo deseo.Es una cosa especialísima que tengo para tí

Y el viejo amigo sacó del bolsillo interior de su ame-ricana, un bien enrollado envoltorio que me entregó di-ciendo con fatigosa languidez.:

--Esto tenía para tí : y no es otra cosa que un infelizy desmedrado manuscrito que he ido componiendo en di-versos días, en varios momentos en que he tenido necesi-dad como de escribirme á mí mismo Examínalo, ysi te parece bien, á tí que te gusta la ocupación de emba-durnar cuartillas, utilízalo, escoge de él lo que mejor teconvenga para alguna romántica y pasional historia . . .

nuEVOS LUTOS 36&

Eso sí, te encargo del modo más severo y riguroso, quesiempre tengas ni¡ nombre en la reserva más completa.

Y de aquellos notablemente ajados y amarillentospapeles copiamos los párrafos siguientes.

"Miércoles 10

"Por capricho ó por simple curiosidad voy 'á ir ano-tando las impresiones que me causa la vista de una perso-na de quien ni siquiera conozco el nombre . Es una mu-jer bellísima, que reúne por sus atractivos todas las pro-vocaciones para ser adorada; no sé qué de noble soberbia

brilla en su mirada, ni qué de insolente orgullo en su son-risa. Con algunos intervalos de tiempo la veo en la calle;en el parque, en el almacén y siempre la sigo con la mi=rada y á solas la evoco con el pensamiento hasta que laimpresión se borra, desaparece para revivir de nuevo conun nuevo encuentro. Cuando l la miro piensoentusiastaasí me gustan á mí las mujeres ; como ésta, que ni es altani pequeña, rostro fresco y bello, senos un tanto pronun-ciados y una amplitud de caderas que seríaenvidia hastapara la casta Venus . )Pero quién será esa mujer que cíetal manera me impresiona? ¿Y por qué si de este modome conmueve, no me ingenio, no busco la manerade tomardatos sobre su persona? Hoy la encontré en la AvenidaCentral, y fue tal ni¡ turbación al ver sus ojos, que in-conscientemente se clavaron en mí, que tropecé con unpar de perros que estaban en la acera, y como era

natural, lanzaron á los vientos fuertes ladridos de protestaañadiendo la anti-cristiana amenaza de vengarse con loscol millos.

Me he impuesto la firme resolución de tomar infor-mes, y voy á iniciar las primeras averiguaciones.

Lunes14

Ya sé lo que tenía que saber respecto á la desconoci-da que tanto me viene preocupando: se llama Rosario, escasada y extranjera; vive en el tercer piso de una de lascasas de la calle X . Después de saber ésto, he quedadoprofundamente desconcertado, por primera vez he sentidola congoja de la incertidumbre, pues mi afición á esamujer es criminal . Yo no sé qué haría si me casara y miesposa resultara adultera . Me parece que es negocio delcual alguno salga con el cráneo roto . En verdad, teneruna mujer en compañía es una abominación : Ios judíos lacastigaban á pedradas, y aun me parece poco . Lo cuer-do, lo prudente en ni¡ caso es despreocuparme de mis lo•cas pretensiones, y seguir viviendo como si mis ojos nola hubieran visto nunca, ni mi cerebro tántas veces pen

sado en ella .

NUEVOS RITOS 355)0

Sábado ¢

A Honorio m¡ primo, que me traía atormentado porquerer saber el hondo y terrible secreto que me hace sufrir,al fin he tenido que declararle la verdad, más con el obje-to de tener en 61 un confidente que de complacerlo en ha-cerle saber lo que me pasa.

¡Malo!, muy malo! Honorio me ha salido con la mu-letilla de que lo ajeno para su dueño, y que lo ajeno, comoen- mi caso, si no mata, siempre causa enojo y sinsabores.¡Ah! majadero! te he pedido, acaso, yo consejos sobre elmodo y la manera cómo ha de latir mi corazón? ¡Puedeel amor ser propiedad exclusiva de una sola alma y nopuede esta alma dividirse en dos? El afecto está sujetoá una ley de espontaneidad irresistible, el cual se fecun-diza por el desarrollo que adquiere en nuestro corazón, yen mucha parte es por esta causa que el amor llega á seruna dicha y también una fatalidad . No sé qué mé-todo de vida pueda adoptarse para evitar lo inevitable ; áveces el destino manifiesto se cumple de un modo 'que notiene réplica . Yo he nacido para amar á Rosario . Seráésta una malévola predestinación, una perversa fatalidadque se, encarna en ni¡ propio destino, pero ¿qué he dehacer? mi conciencia apenas murmura de un mo-do sordo, casi apagado, mas ni¡ corazón con su latir vio-lento parece que lile dice :--Llena el hueco que lile atormenta, el vacío que me inquieta, y angustia, llénalo conun amor resuelto, con una pasión que me deje tranquilopalpitar . ¿Obedeceré á tan enérgicas é insinuantes voces?Pues naturalmente que sí, y confío y creo que en la lenti-tud de las horas y lo s días, siempre seré guíado por elardiente resplandor de mi dichosa estrella.

Jueves10

¡Albricias! alma mía, m¡ asunto progresa por rasa-das corrientes de leche y miel. Una de aquellas coin-cidencias que la oportuna diosa Casualidad, siempre an-da ofreciendo á los mortales, es lo que ha venido á . darmeseguridad de ventura y amables promesas de amorosotriunfo.

Hasta me parece increíble que Rita, mi antigua que-rida que abandoné por díscola y desorejada, sea esta vezmi auxiliar más importante, ara¡ cómplice más ferviente ydecidido . Se halla como criada al servicio de Rosario,y esta circunstancia me ha llevado más lejos de lo que alprincipio esperaba.

Nada de cartas, mujer, nada de cartas ; la mejor esla que no se escribe nunca, dice el dicho, y no falta razón.Rita no sabe hasta donde hay que ser de hábil para jugarcon ascuas . Un descuida, un olvido, un encuentro casualsería lo suficiente para que todo se trastornase, se hun-

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diera todo y hasta es posible terminase con algún apéndicedesagradable. ¿Cartas? iJamás!—le he dicho, Que pro-ceda conforme mis instrucciones, que se ajusté en un to-do á mis indicaciones, que el tiempo y mi conducta harálo demás de la labor.

Tengo que convenir en que no sólo Penélope tegió ydestejió, pues ello es muy característico en la triste con-dición humana . Se hacen todos los días tantas cosas quees preciso volverlas á deshacer, es tan frecuente decirhoy alegremente una cosa y tener mañana que desdecirlacon tristeza, que ello me excusa, por supuesto, siahoracaigo en la misma debilidad y flaqueza de que otros yahan sido víctima.

Ya le he hecho comprender á Rosario lo mucho que meinteresa, aun que es verdadera pasión la que me domina,la que me ofusca á veces, en términos queme causa temo-res mi propio porvenir.

Veremos si lo que pienso hacer amortigua ó robustece aún más mis esperanzas.

Viernes S

¡Bendita sea Rita! que tan buena inspiradora me hasido en mis inquietudes y deseos . Le he escrito á Rosa-rio, es decir, he ejecutado lo que no quería, lo que no pen -saba, pero le he escrito con la lava hirviente de mis en-trañas, poniéndole al desnudo la verdad del estado de mialma, ¿Qué pensará de mí? A sus ojos seré un audaz,un atrevido, cuando no soy más que un simple enamora-do. Hay que convenir en que si realmente se ama, el co-razón se atreve á todo ; nacendesconocidas enterezas, surge un valor que hasta ayer dormía ignorado y unatransformación maravillosa que sorprende y regocija, nos ba-ña con nueva luz el camino de la vida.

Rita me ha dicho que Rosario leyó la carta, pero queno le dijo nada, sino que guardó el más profundo silencio.Por lo demás—añadió—ella se muestra contenta y satisfe-cha, por lo que creo que piensa contestarte, De s q incli-nación hacia tí, no tengas la menor duda, porque es sufi-ciente conque varias veces haya pronunciado tu nombresin el menor disgusto . Ayer, por cierto, nos ocupamosde tí, ¡Bueno!, muy bueno! Esto me alienta y regocija,aleja de mi crueles ráfagas de incertidumbre que me ha-cen sufrir y me hace experimentar la dulce emoción de ladicha ansiada y el calor del deseo que va en pos del bienamado.

Esperemos su carta, espérala almamía!

Domingo 20

¡Qué impertinente y pesado se me ha vuelto Honorio!

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Vuelve con el mismo ritornelo de que lo ajeno para sudueño, y que lo ajeno si no mata causa daño y sinsabores.Qué cursi y antojadizo se ha tornado mi primo! lo consi-deraba can mayores, alas ; con más grande espuela, pero ,resulta un polluelo que aún pía el grano en el corral . Siyo pudiera transmitirle algún fósforo de ni¡ cerebro yalgo del fuego que calcina mi corazón, ya vería Honoriocuán dulzona -y tonta viene á ser su moraleja. Las re-flexiones morales son buenas para toda virtud fría. y cal-culadora, pero no para una pasión cual la mía, que q o tie-ne otro límite n¡ valla, como no sean los negros y divinosojos de Rosario.

Hoy he hablado con Rita largamente ; y puedo asegu-gurar que en muchas cosas me ha adivinado el pensamien-to. Es una muchacha lista, inteligente yservicial.Dios le pague con un buen novio, el mucho bien que meha hecho y proporciona . i\2e ha preparado el camino, metiene expedita la vía y sólo falta que suene la hora en elreloj de la supreina felicidad.

La cita es para mariana, para mañana en la noche, yya me figuro con arrobadores pensamientos, á cuántoplacer desconocido y á cuánta dicha divina está mi cora-zón predestinado.

Cuán lentas y angustiosas resultan las horas, cuandola mujer que se espera finge el alma verla más allá de laobscura curva del horizonte . Mas, espera corazón, quemañana mañana

Miércoles 25

¡Maldición sobre mí y esa mujer que me engañó tris-temente! No sentiría ahora la amargura del fracaso niel dolor fiero y persistente que desde aquélla noche sien-to, si más avisado y más prudente me hubiera atenido álos consejos de mi primo Honorio . Razón tenía en susadvertencias, pero ya es tarde para reparar lo irrepara-ble . Y debo dejar constancia del fatal suceso.

Dejándome guíar por las indicaciones de Rita, pene-tré en la casa de Rosario á las doce y cuarto poco más ómenos. Aseguróme que su marido no regresaría del Clubantes de las dos, pues esa era su costumbre . Siempreinquieto por extraño temor, me eché al bolsillo una nava-ja y á la hora supradicha con pasos lentos y apagados, de-teniendo el aliento y sudando copiosamente á pesar deque la noche estaba lluviosa y fría, me encontré de prometoen uno de los bonitos salones de la mansión de Rosario.

El silencio era extenso y yerto, y sólo una incandes-cente del corredor, prestaba luz en aquel lugar, de mane-ra que al avanzar roe hallé de pronto envuelto en una pe-

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numbra. ¿Por qué no se presentaba Rosario á la citaconvenida? ¿Por qué Rita no se presentó á guíarme co-mo fue prometido? ¡Maldición sobre mí y esa mujer queme engañó tal vilmemte!

No sé cuánto tiempo hubiera transcurrido, pero derepente alguien subió la escalera y penetró en el salóndonde yo estaba y avanzó . Por recatarme aún más entrela sombra, y por torpeza <í turbación lamía tropecé con nosé qué cosa que hizo caer al suelo un objeto como de por-celana. El desconocido, que era sin duda. el esposo deRosario, se paró un instante al oír el ruido y no sé si medescubrió en las tinieblas en que me encontraba, pero lovi dirigirse al lugar opuesto y fue tiempo que, aprovechépara correr y ganar la puerta y después las escaleras.

¡Fatalidad!, fatalidad la mía! Aquel hombre me per-1 guió, pues al llegar al corredor para bajar la última es-calera-sentí que ni<-, dio un golpe formidable como con unladrillo, un trozo de hierro ó un pedazo de mármol, conalgo duro, muy duro ; golpe mortal que me produjo asfixiapor algún instante . Al golpe caí de rodillas, y levantán-dome reaccioné colérico, lleno de ira el corazón . Conpresteza saqué la navaja, le hice frente á , aquel hombreque se me vino encima prodigándome fuertes bofetadas yyo le correspondí con uno, dos, tres, no sé cuántos golpesde ni¡ arma hastaque de repente le, vi darvueltas, muchasvueltas, más vueltas que un perro moribundo antes decaer para morir.

Dio un traspié como beodo y se desplomó con ruidocavernoso.

El viento era frío como el aliento de la muerte, y meencontré en la calle solitaria, sin más compañero que eldolor de mis entrañas .

Martes 8

He sido víctima de la venganza de una mujerzuela,de una querida abandonada que aprovechó mi inexperiencia ; no tengo derecho á lamentarme, sino á sufrirlas con-cuencias de un amor ingrato y preñado de imposibles.Sin embargo, el remordimiento ni me mortifica nimeabruma, únicamente sientouna sorda cólera que metie-ne en tensión los nervios y con horrible fiebre en lasarterias,

Me siento grave, muy grave y á ratos me imaginoque no tengo nada sano dentro del pecho, así es el es-trago que ha causado en mi el golpe brutal que recibíaquella noche.

Prepárome á partir, mi salud lo exige á gritos, ycon cuánto pesar lo hago en mitad de mis dolores! Yestos papeles, estas impresiones, 'estos recuerdos que

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constituyen parte de mi vida porque mi vida se ha mí—rado en ellos, qué fin, qué destino les daré? . . Seránpara un amigo que harto conoce cómo ha, nacido la florde la desgracia ."

Loo repetimos, sino fuera porque hemos sabido queuna fiebre ardiente le quemó las entrañas y le destrozóla vida, todavía el silencio privaría en nuestra alma y ensu historia, y no sin honda pena nuestros ojos verían enla escritura elegante y varonil de su mano, aquel vehe-mente ardor del pensamiento que expresaba con 'pasiónen sus palabras..

SIMON RIVAS.

,.Y,1,S

Procedente de Barcelona, en dondeha residido muchosaños,se encuentra entre nosotros de paso; nuestro culto compatriota,el distinguido joven Don Carlos Mouynés Vallarino.

Durante mucho tiempo ha desempeñado el señor Mouynéspuesto de confianza en la casa comercial de Don León Bugadá,de Barcelona, quien ha sentido la separación de empleado tancompetente y tan cumplido como el señor Mou ynés.

Como el joven Mouynés viene á su América, á nuestraAmérica, en busca do campos propicios donde desarrollar susiniciativas y las energías de sus veinticuatro afros, sería de de .searse que encontrara en su patria algo que dejara satisfechossus nobles anhelos.

Saludamos muy atentamente al joven Mouynés y le ofrece-mos las hojas de nuestra Revista, pues según tenemos entendi-do, es un hábil dibujante.

Procedente de Costa Rica se encuentra entre nosotros elapreciable caballero Ramón P. Acevedo.

Lo saludamos,

En viaje de recreo seguirá á New Orleans Don . FranciscoV. de la Espriella acompañado de su señora esposa y de sus hi-jas las señoritas Cristina y Josefina.

Les deseamos feliz viaje .