Apel Karl Otto - Wittgenstein Y Heidegger La Pregunta Por El Sentido Del Ser

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    Wittgenstein y Heidegger: La preguntapor el sentido del ser y la sospecha de falta

    de sentido contra toda metafsica

    Karl Otto Apel

    Traduccin de Bernab Navarroen Dianoia. Anuario de filosofa ,

    1967, F.C.E., Mxico, p. 111-148.

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    I. INTRODUCCIN

    La unin de los nombres de Wittgenstein y Heidegger en un ensayofilosfico suscita -a mi parecer con razn- todava alguna extraeza. Subrayointencionalmente: la unin en un ensayo filosfico ; pues en crculosliterarios con sensibilidad para lo caracterstico de la historia del espritu esamisma unin ha adquirido desde hace mucho un excitante tono heurstico:

    como si en cierto modo fuera una llave para una comprensin ms profundade la estructura espiritual de nuestra poca. En efecto: el historiador delespritu no puede hoy ya pasar por alto que Wittgenstein y Heideggerrepresentan figuras clave en la constelacin filosfica de este siglo, porcierto, figuras clave para regiones de la filosofa moderna muy diversas, esms, recprocamente cerradas con hermetismo. Y esta circunstancia a su vez

    justifica la extraeza con respecto al intento de hallar una correlacinsistemtica, es ms, quiz hasta un propsito comn en el pensamiento deWingenstein y Heidegger.

    La indicada oposicin de sus mundos filosficos se expresa tal vez en lacircunstancia de que probablemente no slo ambos pensadoresrepresentativos, sino tambin los representantes de sus escuelas en el msamplio sentido de la palabra, casi nunca han tomado nota seriamente unosde otros (aqu prescindo del intento de R. Carnap de hacer estallar en el airecon los medios de la lgica formal ciertas tesis capitales de Heidegger.[i]Efectivamente, es propio del carcter histrico de la ms reciente filosofaque los conceptos titulares filosofa existencial, fenomenologa, ontologafundamental, por una parte, filosofa analtica, positivismo lgico,

    semntica por otra, ponen de manifiesto no slo contrastes de unaorientacin objetiva y metdica del pensamiento, sino tambin contrastes dementalidad humana, por ejemplo, nacional. Se puede ilustrar el contrasteespiritual de los conceptos titulares mencionados directamente en lageografa de la cultura: se puede distinguir claramente una zona de cuoanglo-sajn con irradiacin hacia Escandinavia de una zona de cuo franco-alemn con irradiacin hacia Sudeuropa y Latinoamrica.

    Cmo sucedi que Wingenstein y Heidegger, dos pensadores delengua alemana, pudieran convertirse en exponentes de tan diversosmundos mentales?

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    Una caracterstica exterior de esta constelacin vista desde laperspectiva de los prejuicios tendra quiz el siguiente aspecto:Heidegger filosofa como tpico pensador alemn con la ms alta exigenciaespeculativa, la cual se traduce aun en su lenguaje: l pretende repetir latradicin entera de la metafsica occidental, entendindola, y al mismotiempo superarla. En ello la ciencia moderna y su nivel mental tcnicometdico, por ejemplo su preciso lenguaje lgico-matemtico, no sirvenen modo alguno como medida de la superacin espiritual, sino ms biencomo sntoma de aquello que, cual callejn sin salida en la historia del ser,ha de alejarse y superarse desde los orgenes: el desenvolvimiento de lametafsica en la tcnica. Esta interna coyuntura del pensamientoheideggeriano, junto con la pretensin de su estilo frecuentemente apenastolerable, parece tanto repugnar a los anglosajones y escandinavos, en elfondo creyentes en el progreso, como por otra parte favorece de modomanifiesto a un cierto resentimiento humanstico de las culturas latinascontra el predominio de la civilizacin tcnica.

    Por el otro lado, Wingenstein, en cuanto discpulo de B. Russell,representa en cierta forma la mentalidad anglosajona. Considerando msde cerca el estilo crticamente, lo dicho se aplica. slo con restriccin -pues tambin se puede documentar su parentesco espiritual con R. Musil,Karl Kraus, Kafka, y sobre todo con Lichtenberg-, y sin embargo aciertatan ampliamente que el Tractatus y las Investigaciones filosfi-cas pasan hoy por documentos clsicos de aquel filosofar fragmentario-analtico en torno a la ciencia experimental, que primero fue puesto enmovimiento en Amrica por Ch. S. Peirce y luego en Inglaterra por B.Russell y G. E. Moore. Es fcil que al lector alemn ese pensamiento leparezca carente de algo substancial, lo que al menos est tambin

    condicionado porque, en espera de perspectivas positivas e ideolgicas,apenas si ser capaz de advertir al principio los sutiles puntos del anlisiscrtico-lingstico. Aquel espritu no especulativo, o mejor

    antiespeculativo, que domina a la filosofa inglesa desde Occam, Hobbes,Berkeley y Hume, y la hace tan poco atractiva para pensadores comoHegel, Schelling o Heidegger, aquella sospecha escptica contra lametafsica por medio de la crtica del lenguaje, que caracteriza alnominalismo ingls - todo esto parece salir a la luz explcitamente en sunegatividad justo en el Tractatus de Wittgenstein: como universalsospecha de falta de sentido contra todas las proposiciones ontolgico-especulativas.

    Ahora bien, precisamente este fundamental principio crtico de sentidode la filosofa de Wittgenstein me parece hacer posible la comparacinentre Wittgenstein y Heidegger.

    No slo Wittgenstein, tambin Heidegger abriga frente a la metafsicatradicional qua ontologa una sospecha crtica de sentido, que semanifiesta en la pregunta fundamental por el sentido de ser: para elWittgenstein maduro la metafsica se funda en una especie de auto-

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    enajenacin del lenguaje, cuya autntica funcin (prctico-vital) es malentendida en el planteamiento filosfico del problema y cae en olvido en la metafsica. Para Heidegger la metafsica se funda en elinicial auto-malentendido de la pregunta por el ser y en el olvido deste resultante de ah; mas esto quiere decir, pensado desde el hombre:se funda en una especie de autoenajenacin de la ec-sistencia humana, la cual malentiende su ms peculiar empeo, el ser -que estsiempre en juego en toda comprensin del mundo-, al abandonarse, en laexpresin lingstico-categorial de ese empeo, a la mirada del ente, conel que se tropieza dentro del mundo.

    Al hacer el paralelo lingstico del punto de partida de Wittgenstein yde Heidegger acabo de emplear intencionalmente el trmino auto-enajenacin. Con este motivo puede recordarse una tercera crtica a lametafsica tradicional, en boga al presente, que parte asimismo de unasospecha fundamental: a la sospecha de falta de sentido de Wittgensteiny a la sospecha del olvido del ser de Heidegger precedi la sospecha deideologa de Karl Marx dirigida contra la metafsica. Esta consideracinlateral puede servir para delinear por completo el horizonte histrico-espiritual, dentro del que esferas de la filosofa contempornea presentan,por ms heterogneas y recprocamente separadas que parezcan, unpunto de referencia comn.

    El punto de referencia comn en conexin con nuestro problema es la puesta en cuestin de la metafsica occidental como cienciaterica.

    As pues, en lo que sigue yo deseo comparar entre s a Heidegger y a

    Wittgenstein desde el punto de vista de que a travs de ambos, cada unode diversa manera, la metafsica occidental es puesta en cuestin y conello es desplazada por nosotros fcticamente como un fenmeno histrico.El punto de vista de nuestra comparacin puede determinarse con msexactitud, si tenemos ante los ojos la pregunta fundamental de Heideggersobre el sentido del ser y la pregunta fundamental de Wittgenstein sobreel sentido de proposiciones filosficas como maneras de la crtica desentido.

    Una dificultad tcnica para nuestro propsito parece resultar del hechode que ambos pensadores por comparar, al menos en la conciencia de laopinin pblica, pasaron por una transformacin no insignificante. Sesuele distinguir entre el Wittgenstein primero del Tractatus logico-

    philosophicus y el Wittgenstein posterior de las Investigacionesfilosficas , de manera semejante como se distingue entre el Heideggerantes y despus del llamado retorno del anlisis de la existencia a la

    historia del ser. No obstante se mostrar que la suprema escala decomparacin en que tenemos fija la mirada es apta para allanarampliamente las dificultades del problema de periodizacin. Precisamenteel distanciamiento crtico de sentido de la metafsica tradicional es, en

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    efecto, el punto de vista que, en forma de sospecha de falta de sentido,enlaza al Wittgenstein primero con el posterior, y que, por otra parte,tambin en Heidegger fija el concepto equivalente, invariable respectodel motivo de filosofa de la existencia, como del de historia del ser.

    La primera y ms importante cuestin que hemos de plantear aambos pensadores -de acuerdo con las precedentes reflexiones-, tieneque ser la cuestin sobre el concepto de la metafsica terica, de la cualse distanciaron ellos en cada caso. A continuacin de esto habr depreguntarse, cmo el concepto positivo del pensamiento crticopresupuesto en ambos filsofos se relaciona con el concepto de lametafsica criticada, y si o hasta dnde el concepto positivo de filosofadel uno coincide con el concepto crticamente rechazado del otro.

    En esto procederemos tcnicamente, poniendo primero en relacin la ontologa fundamental de Heidegger, con el Tractatus deWittgenstein. En un segundo momento deben luego ser confrontadas las

    Investigaciones filosficas del Wittgenstein posterior con la ontologaexistencial de Heidegger y con su destruccin de la metafsica (inclusive de la propia ontologa).

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    II. EL TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS Y LA ONTOLOGA

    FUNDAMENTAL DE HEIDEGGER

    El concepto de la metafsica, contra el que se dirige la crtica desentido de Wittgenstein, constituye -por lo menos en el Tractatus - el

    presupuesto mismo de esta crtica de sentido. Se trata de la teora de lafiguracin del mundo del atomismo lgico, rastreable en los Principiamathematica de B. Russell hasta cierto punto como oculta metafsicade la logstica, que Wittgenstein desarrolla ya en las dos primerasproposiciones fundamentales del Tractatus logico-philosophicus enforma original y pone como fundamento de toda consideracin ulterior.Conforme a ello, el mundo es la suma de los hechos, los cuales sonfigurados mediante los hechos-signos del lenguaje o proyectados en el

    espacio lgico como hechos posibles o estados de cosas. Estafiguracin o proyeccin de los hechos mundanos mediante hechos-signos del lenguaje es posibilitada por la forma lgica comn paramundo y lenguaje.

    Ahora bien, si la esencia de la representacin lingstica del mundoconsiste en la figuracin de hechos mediante hechos en virtud de unaforma idntica, entonces la forma del mundo y del lenguaje no puede asu vez ser figurada, y esto significa: ser representada lingsticamente;pues para ello la representacin lingstica tendra que poder adoptaruna posicin fuera de su forma de representacin, lo cual es imposible a

    priori . Por consiguiente, la forma a priori del mundo se anticipa a cadarepresentacin del mundo como condicin de su posibilidad; se muestra cada vez slo en la estructura lgica de la representacin, como consta enWittgenstein.

    Esta conclusin, sorprendentemente simple, que Wittgenstein saca ya enla explicacin de la segunda de las proposiciones fundamentales, 7 en total,del Tractatus,[ii] contiene ya el autntico motivo fundamental de toda sufilosofa ulterior: la sospecha de falta de sentido frente a todas las

    proposiciones metafsicas . Estas proposiciones, en efecto, no se contentanen verdad con hacer, en virtud de la forma a priori del lenguaje y del mundo,afirmaciones sobre hechos empricos en el mundo, sino que elevan la

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    producto de sonido o escritura, una proposicin lingstica no es ningnhecho, que pudiera reproducir un hecho extralingstico. Una proposicin concebida en el sentido de Carnap es exclusivamente una cosa , tal quesegn Wittgenstein puede resolverse en un hecho de la descripcinmundana de las ciencias naturales. Slo en virtud de la correspondenciasemntico-categorial con una estructura ontolgico-categorial de un hechoreal se puede concebir la proposicin lingstica segn Wittgenstein comouna figuracin de la realidad.

    Precisamente esto expresa Wittgenstein con claridad en las tesis 3 y 4del Tractatus , las cuales sirven de enlace entre las tesis ontolgicas (1y 2) en sentido de Carnap y las tesis lgico-sintcticas (5 y 6) en sentidodel mismo. Ah se dice:

    Tesis 3: La imagen lgica de los hechos es el pensamiento ;

    Tesis 4: El pensamiento es la proposicin con sentido .

    Por tanto, si Carnap pretende entender a Wittgenstein mejor de lo quel mismo se entiende, al traducir sus proposiciones ontolgicas enanaltico-lingsticas, entonces la proposicin wittgensteiniana: El mundoes la totalidad de los hechos, no de las cosas, tiene que corresponder a laproposicin: La ciencia es la totalidad de las proposiciones verdaderas, node los nombres.[iv]

    Sin embargo, una proposicin semejante es, segn el criterio desentido de Wittgenstein, tanto una proposicin metafsica sin sentido,como la proposicin que estructuralmente le corresponde sobre el mundo

    como un todo. Es ms, de acuerdo con Wittgenstein, slo la traduccin dela proposicin ontolgica en la analtico-lingstica produce de un modoexplcito la falta de sentido de la primera. Pues, segn Wittgenstein,precisamente esto es la razn de la falta de sentido de proposicionessobre cosas en general, hechos en general, estados de cosas en general,en suma, sobre el mundo en su totalidad, de modo que pretendan hablarsobre la forma lgica comn a lenguaje y mundo. Proposicionesontolgicas hablan de hecho implcitamente sobre la forma del lenguaje -esto lo concedera Wittgenstein a Carnap. Pero esto no salva su sentido,sino que antes hace plenamente inteligible, por qu proposicionesontolgicas tienen que ser absurdas:

    La proposicin puede representar la realidad total, pero no puederepresentar lo que ha de tener en comn con la realidad, para poderrepresentarla - la forma lgica.

    Para poder representar la forma lgica, tendramos que podercolocarnos con la proposicin fuera de la lgica, es decir, fuera delmundo (4.12).

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    An ms estrechamente relacionado con el lenguaje formulaWittgenstein el mismo argumento crtico de sentido en la siguienteversin: Ninguna proposicin puede enunciar algo sobre s misma,porque el signo proposicional no puede estar contenido en s mismo. Yadvierte aqu con referencia a B. Russell: Esto es la entera theory of types (3.332)

    La referencia a la teora de los tipos de Russell nos da ocasin pararechazar como irrelevante una ulterior interpretacin ingenua de laparadjica autoanulacin del Tractatus .

    En la introduccin a la edicin inglesa del Tractatus , B. Russellmismo propuso resolver el problema del discurso lgicamente unvocosobre la forma del lenguaje por medio de una jerarqua de lenguajesartificiales potencialmente infinita;[v] y en crculos logsticos esteconsejo fue seguido celosamente y no rara vez recomendado como la salida del dilema wittgensteiniano. Frente a esto, sin embargo (como yafrente a Carnap), ha de subrayarse que en el Tractatus Wittgensteinpuso a discusin no la forma sintctica, que debe ante todo explicarsesemnticamente, de un clculo cualquiera, sino la forma del lenguaje realidntica a la forma categorial del mundo conocible. Esta forma dellenguaje real, pues, existente en toda jerarqua de lenguajes artificiales,as sea sta potencialmente infinita, se halla siempre presupuesta ya enla forma del lenguaje ordinario en cuanto ltimo metalenguaje in actu .Esto se muestra -para hablar con Wittgenstein- en la circunstancia deque slo con ayuda del lenguaje ordinario un clculo de signos puede serexplicado semnticamente, lo cual significa, ser legitimado comolenguaje.

    Es posible, por tanto, que la distincin de tipos-smbolo (Russell) o detipos-lenguaje totales (Russell-Tarski) descarte con xito la reflexividaddel lenguaje sobre s mismo relativamente a la fundamentacin deteoras cientficas formalizables: mas respecto a la solucin de laparadoja de la ontologa expuesta por Wittgenstein y, al mismo tiempo,del anlisis lingstico ontolgicamente relevante, todo depende de que

    justo la autorreflexividad del lenguaje -y en tal sentido del conocimiento-, prohibida en la logstica, sea posible.

    Una semntica constructiva en el sentido de Tarski y Carnap es capaz,sin duda, mediante la exclusin de la autorreflexividad del lenguaje, dehacer imposible a priori la aparicin de paradojas, como por ejemplo laparadoja del mentiroso, mas al mismo tiempo hace con ello tambinimposible el establecimiento de las llamadas proposiciones totales, porejemplo, de proposiciones sobre todas las proposiciones, y ello significa,sobre el lenguaje en general y su relacin con el mundo. Pero eso quieredecir: la semntica constructiva significa el fin de la filosofa como cienciaterica. Rudolf Carnap confirma esto en su artculo Empirism, Semanticsand Ontology de 1950,[vi] al explicar el esbozo de un framework

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    semntico ontolgicamente relevante como un negocio de la praxis. Aesta consecuencia haba llegado ya tambin Wittgenstein en el Tractatus ,donde se dice:

    ...La filosofa no es una doctrina, sino una actividad. Una obrafilosfica consiste esencialmente en explicaciones. El resultado de lafilosofa no son proposiciones filosficas, sino el aclaramiento deproposiciones...(4.112).

    Metafsica terica, por tanto, segn el Tractatus de Wingenstein, es elarrogamiento, ilustrado en el Tractatus mismo con apodctica pretensin,de un metalenguaje filosfico, es decir, empero, el intento de poner adiscusin lo que en un discurso con sentido solamente se muestra comocondicin de posibilidad de ese discurso: la forma lgica del lenguaje y delmundo descriptible.

    Con esta caracterstica de la dimensin de la metafsica el Wingensteinprimero se coloca fcticamente en el horizonte problemtico de la filosofatrascendental. Hasta qu punto?

    La filosofa trascendental plante en Kant por primera vez la preguntapor la posibilidad de la metafsica como reflexin sobre las condiciones deposibilidad de la experiencia y en ello formul como principio supremo elpostulado de la identidad de las condiciones de posibilidad de laexperiencia y de las condiciones de posibilidad de los objetos de laexperiencia. Precisamente este postulado lo traspuso Wittgenstein de una

    crtica de la razn pura a una crtica del lenguaje puro, comocomprueba con razn el finlands Erik Stenius.[vii] El lmite entre aquello

    que segn Kant es accesible a la razn terica y aquello que constituye laapariencia trascendental del uso superabundante de la razn, procuradeterminarlo Wingenstein mediante la distincin lgico-lingstica entresentido y sinsentido, entre aquello que se puede decir y aquello quesolamente se muestra. Slo con relacin a una experiencia posible puedendarse proposiciones con sentido - as se podra, apoyndose en Kant,formular el criterio de sentido wittgensteiniano de la figuracin de hechosposibles.

    Si se entiende de esta manera el Tractatus como trascendental crticade sentido, se observa por cierto de inmediato, que Wingenstein pone encuestin de. un golpe no slo la posibilidad de una metafsica dogmtica en el sentido de Kant, sino tambin la posibilidad de una filosofatrascendental cientfica como teora del conocimiento. Ambos tipos depensamiento filosfico hablan segn Wingenstein en cierto modo slodesde dos lados sobre lo mismo: sobre las condiciones de posibilidad delhabla, que al mismo tiempo son condiciones de posibilidad de los objetosdel habla. De estas condiciones trascendentales -de la estructura interna o

    forma lgica idntica en lenguaje y mundo- empero, no se puede, segnWittgenstein, per definitionem hablar. La forma trascendental se

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    muestra slo con ocasin de cada habla - se ha intentado completar conHeidegger: se muestra como la previo-concomitante comprensin del serdel habla actual sobre hechos nticos.

    As llega Wittgenstein a declarar tanto la ontologa dogmtica comotambin la crtica lingstica a priori (trascendental), y con ello elcontenido filosfico entero de su propio Tractatus , como metafsica sinsentido. A ella se aplica totalmente la 7 y ltima proposicin fundamentaldel Tractatus: De lo que no se puede hablar, sobre ello se tiene quecallar.

    (Y se entiende de suyo que tambin esta proposicin queda sujeta almismo veredicto de falta de sentido, en tanto que tiene la pretensin deser algo ms que una mera tautologa.)

    Quiz se estar inclinado a considerar como absurda la paradjicaproblemtica de falta de sentido del Tractatus vista desde el llamadosentido comn humano. No demuestra Wittgenstein precisamente pormedio de las proposiciones de su Tractatus , que nosotros hombresestamos en condiciones de poner a discusin la relacin entre lenguaje ymundo en su totalidad? Y no sucede esto en proposiciones que segn suestructura gramatical externa no son diferentes de proposiciones sobrehechos intramundanos? As, por ejemplo, la proposicin: el mundo sedescompone en hechos, se puede establecer segn el mismo planoconstructivo que la proposicin: el pastel se descompone en pedazos.

    Sin embargo, precisamente esta semejanza externa de lasproposiciones filosficas y de las empricamente verificables constituye el

    verdadero obstculo para la sospecha de falta de sentido de Wittgenstein.Y con tal motivo se debera recordar que tambin las proposiciones de lacrtica kantiana de la razn, precisamente por su fatal semejanza con lasproposiciones sobre la experiencia posible, provocaron el escndalo de losfilsofos de su tiempo. Cuando Kant habl sobre la afeccin de nuestrossentidos por medio de la cosa-en-s, son exactamente igual como si sehablara de una relacin causal en el mundo de la experiencia; y sinembargo, Kant habl aqu de aquello sobre lo cual la categora decausalidad no debera encontrar ninguna aplicacin. Son entonces sinsentido las proposiciones filosfico-trascendentales de Kant sobre la cosa-en-s? Jacobi pareci inclinarse casi a esta concepcin. - O representa laestructura gramtico-sintctica de las proposiciones trascendental-filosficas una metfora? Es una traduccin de la estructura deproposiciones empricamente verificables a relaciones de alguna maneraanlogas?

    Tanto en Kant como tambin en Wittgenstein fue ensayada unainterpretacin semejante (ms o menos en la lnea de las doctrinasmedievales sobre la significacin impropia o anloga).[viii] -El yamencionado Erik Stenius, por ejemplo, entiende las proposiciones

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    semntico-trascendentales y a la vez ontolgicas de Wittgenstein sobre laforma del lenguaje y a la vez del mundo como metforas sintcticas.[ix]

    Una metfora sintctica es, por ejemplo, la proposicin rojo no es unasubstancia (sino una cualidad). En efecto, para impugnar lasubstancialidad de rojo, necesito ante todo ponerla, no obstante, en laforma-sujeto-predicado de la proposicin rojo es.... Del mismo modosucede en todas las afirmaciones sobre categoras. Que, por ejemplo,una substancia no es una cualidad, no se puede propiamente afirmarsegn Wittgenstein, slo se muestra en el uso del lenguaje. Si pretendoafirmarla directamente, entonces la afirmacin toma en su forma laapariencia de una proposicin sobre hechos empricos.

    Todava ms bsicas para la fundamentacin de la ontologa en generalson proposiciones de la forma:

    x es un ente.

    Debido a su estructura sintctica tendran que ser entendidas comoproposiciones de la forma: x es un caballo. Pero en realidad no tratan enmanera alguna de un concepto genrico, que determine la clase de losvalores posibles de las variables, sino que, segn Wittgenstein, explicanen cierto modo tautolgicamente el sentido de las variables en la funcinproposicional x es..., pero de manera que surge la impresin de que se

    da un gnero universal ente, as como se dan plantas, animales yhombres.

    Ya Aristteles haba tratado de prevenir este malentendido con laobservacin: ote t n ote t n gnow. Igualmente haba fundado lsobre el concepto del n n, del ente en cuanto tal, la prima

    philosophia , la llamada despus metafsica, como ciencia terica.

    Para Wittgenstein el hablar del ente y sus categoras es en cierto modoel pecado original de la autoenajenacin de la funcin lingstica, quecondujo al nacimiento de la metafsica como una ciencia aparente pseudo-

    objetiva. Proposiciones de la forma x es un ente son para l sinsentido, porque deben reproducir la estructura lgico-lingstica de lasvariables, en la que se muestra la funcin designativa del lenguaje,

    justamente por medio de esta funcin designativa. El mismo malentendidooriginario de la lgica de nuestro lenguaje se atestigua segn Wittgensteinen proposiciones aparentes, como: eso es un objeto o eso es unhecho, o: se dan estados de cosas, o bien: se dan ms de 3 estados decosas.[x] Sin embargo, Wittgenstein no puede menos de suponer laimplcita ontologa de la forma lgica del lenguaje, por ejemplo de la

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    estructura de las variables (x), y explicarla en su propio metalenguaje. Elsentido ontolgico de x es no puede en ningn caso, como veamos, sersustituido mediante convenciones sintcticas al estilo del Carnap primero;ms bien slo ese sentido asegura la funcin semntica del lenguaje. As,para Wittgenstein no cabe duda alguna de que, por ejemplo, el desempeode la variable x en x es inteligente, muestra en forma implcita,mediante el nombre propio Hans, que Hans existe. Mas si yo enuncio laproposicin Hans existe como ilustracin de una ciencia ontolgica, yaestoy dentro del sinsentido; pues la proposicin suena como sta: Hanscanta. Cmo puede la filosofa escapar a esta apariencia metafrica desu lenguaje? -ste es el verdadero problema que Wingenstein plante enel Tractatus !

    Tratemos de establecer en este punto una relacin entre Wittgenstein yHeidegger.

    Tambin para Heidegger se oculta en las proposiciones citadas de laontologa como ciencia del ente en cuanto tal por lo menos una profundaambigedad, que -para hacer visible el paralelo con la crtica de sentido deWittgenstein- se puede interpretar como un auto-malentendido histricode la pregunta por el ser, conductora de la ontologa: la proposicin, porejemplo: eso es un ente, sugiere para Heidegger una confusin deaquello que se muestra en el es, con lo que se muestra en el eso. Estoltimo se revela como el aspecto ntico de la ontologa en proposicionesempricas como eso es un caballo. Por el contrario, lo que se muestra ala mirada del filsofo en el es de la proposicin, segn Heidegger, es lacomprensin del ser que aparece de manera previo-concomitante entodas las proposiciones del hombre sobre caballos, rboles, casas,. etc. Y

    esta preontolgica comprensin del ser implcita en el lenguajedetermina tambin para Heidegger -no de otra manera que paraWittgenstein- las condiciones de posibilidad de la experiencia, llamadaspor Kant transcendentales, que son idnticas a las condiciones deposibilidad de los objetos de la experiencia. Por tanto, si ya en lo anteriorhabamos podido interpretar la distincin wittgensteiniana entre lo que sepuede decir y lo que solamente se muestra, como expresin de la

    diferencia transcendental de Kant, ahora se muestra esta diferenciacomo expresin de la diferencia ntico-ontolgica de Heidegger.

    Desde la perspectiva de Heidegger se podra, por tanto, intentar unarespuesta positiva a la sospecha de falta de sentido, fundamental paraWittgenstein, ms o menos en la siguiente forma: Lo que en todo discursoaparece de modo previo-concomitante, lo que segn Wittgenstein slo se

    muestra, pero no puede ser dicho, es el ser. El ser, empero, no es.Slo un determinado ente que se halla en el mundo es. Por eso el ser nopuede tampoco decirse en proposiciones verificables empricamente. Sloun ente que se encuentra dentro del mundo puede ser objeto deproposiciones verificables empricamente. El ser, por el contrario, setemporaliza en el proyecto mundano, el cual nos hace entrega siempre

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    comprensin tradicional-metafsica de la filosofa como una ciencia tericafundamental queda por principio superada. Y si miramos las cosas conexactitud, entonces la praxis de la semntica moderna, su mediacincircular entre construccin del lenguaje y legitimacin subsiguiente conayuda del lenguaje ordinario, se presenta como un caso especial de lo queHeidegger evidenci como el crculo hermenutico entre el estado deyecto y el proyecto de la comprensin del ser en El ser y el tiempo .

    Sin duda, todo esto que acabamos de comprobar sobre la diferenciaontolgica, segn Wittgenstein no puede decirse en general, a menos quese quiera llegar de nuevo a la corriente de una metafsica cuasi-terica.Heidegger, por otra parte, acometi de lleno -por lo menos en El ser y el tiempo - la empresa de enunciar en una forma universalmenteobligatoria la estructura del dejar el ser del ente a priori conforme alproyecto mundano de la existencia. l llam este intento ontologafundamental. Despus de todo lo previamente dicho resulta ahora latarea o de desenmascarar la ontologa fundamental de Heidegger desde laperspectiva de Wittgenstein como una recada en la metafsica terica, ode mostrar que la ontologa fundamental de Heidegger es capaz deresolver el problema bsico de Wittgenstein de un discurso filosfico consentido acerca de la forma a priori del discurso y su relacin con laforma de la realidad.

    En este punto, pues, es preciso atender a la circunstancia de que lacrtica wittgensteiniana, lgicamente orientada, del lenguaje puro en elTractatus , es decir, su teora de la forma idntica del lenguaje y delmundo, slo representa un caso lmite de lo que segn Heidegger sepodra llamar la preontolgica comprensin del ser del lenguaje.

    Visto desde la posicin de la filosofa trascendental tradicional, loextrao del Tractatus se halla en que identifica las condiciones formalesde posibilidad de toda experiencia con la forma lgica en sentidotautolgico-analtico. La lgica formal debe, por tanto, como parece,lograr tambin aquello que es en Kant la tarea de una lgicatrascendental. Que, por ejemplo, el mundo se descomponga encircunstancias en cuanto enlaces de cosas o substancias, caracteriza segnWittgenstein las propiedades internas o a priori del mundo, que sonidnticas a las propiedades internas o formales del lenguaje.[xv]Tambin la estructura geomtrica del espacio y la llamada ley decausalidad pertenecen a estas propiedades internas del mundo, que soncondicionadas por la forma lgica del lenguaje.[xvi] Por qu la estructurainterna del lenguaje y del mundo est as constituida - sobre esto no se daninguna informacin, es ms, ya el que proceda as no es, segnWittgenstein, propiamente expresable: ello se muestra como lotrascendental de la lgica formal misma.[xvii]

    Con esto guarda muy estrecha relacin el que, segn Wittgenstein, nose pueda dar propiamente ninguna filosofa del sujeto.[xviii]

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    En efecto: para una filosofa trascendental, que sustituye laconstitucin sinttica de la objetividad frente a una conciencia por elfactum trascendental de la lgica del lenguaje, para una filosofasemejante la conciencia en general o el sujeto trascendental coincideabsolutamente con la forma a priori del lenguaje. Y as puedeWittgenstein decir:

    Que el mundo es mi mundo, esto se muestra en que los lmites dellenguaje (del nico lenguaje que yo entiendo) significan los lmites de mimundo. (5.62)

    Y Wittgenstein concluye de ah:

    ..., que el solipsismo, sostenido rigurosamente, coincide con elrealismo puro. El yo del solipsismo se contrae a un punto inextenso, y sloqueda la realidad a l coordinada. (5.614)[xix]

    Aqu se muestra en forma extrema el carcter de caso lmite de lafilosofa trascendental wittgensteiniana del lenguaje. En tanto el sujeto esabsolutamente idntico al proyecto mundano formal del lenguaje purotrascendental, cesa toda reflexividad, toda reflexin del sujeto sobre suproyecto mundano de lenguaje. Todo se conduce en tal forma, como si noexistiera absolutamente sujeto alguno. Slo se dan los hechos reales as como son ya figurados siempre para nosotros por el lenguaje.

    Ahora bien, con ello hemos descubierto la verdadera razn de por qupara la filosofa trascendental del Wittgenstein primero no puede darseningn discurso con sentido del lenguaje sobre s. mismo y su relacin con

    el mundo, y esto quiere decir, no puede darse ningn lenguaje con sentidode la filosofa trascendental: en el Wittgenstein del Tractatus , queorientaba su comprensin lingstica hacia el lenguaje calculatorio de lalogstica, el lenguaje, y con ello el sujeto en la representacin del mundo,se anticipa en cierto modo ntegramente - para hablar con el Heideggerprimero. El lenguaje reproduce slo estados de cosas existentes, pero noofrece en la representacin del mundo al mismo tiempo tambin larelacin del hombre consigo mismo, es decir, con sus posibilidades deexistencia, ni, de ese modo, la ndole de su proyecto del mundo.

    Esta radicalizacin de la diferencia trascendental entre lenguaje ymetalenguaje es al menos sugerida por la lgica del lenguaje, que desdeantiguo asla juicios particulares sobre los llamados estados de cosas -o en todo caso conclusiones de unos estados de cosas a otros estados decosas-, como muestra de la funcin lingstica. Pues en proposicionesafirmativas aisladas sobre estados de cosas no parece demostrableninguna autorreflexividad del lenguaje. Sin embargo, no ocurreenteramente as: hasta en la proposicin afirmativa aislada se da unelemento que no puede concebirse desde la teora figurativa deWittgenstein, y que ms bien expresa implcitamente una autorrelacin del

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    lenguaje: toda proposicin afirmativa afirma su propia verdad mediante el es de la cpula, que puede tambin estar implcito en la formaconjugada del verbo.

    Esta afirmacin, que de acuerdo con el Tractatus asevera que un estado de cosas existe corno hecho,[xx] no es tampoco entendida porWittgenstein desde la funcin figurativa. Por ejemplo, en la proposicin:

    el libro est sobre la mesa, la unin representativa mediante combinacin de los nombres afecta slo al estado de cosas: el libro. ..sobre la mesa. El es, por el contrario, que asevera la existencia delestado de cosas, tiene que ser entendido puramente como expresin de laforma lgica del lenguaje.

    Ahora bien, puesto que, como sealamos en lo anterior, la forma lgicadel lenguaje segn Wittgenstein coincide de modo estrictamentetautolgico-analtico consigo misma y a la vez con el yo del sujetotrascendental, por eso el es en cuanto partcula lgica no puederepresentar para Wittgenstein ni una sntesis a priori de la conciencia deobjetos ni una sntesis como la de la autoconciencia. El sentido del es sereduce al tautolgico A = A de la matemtica, y con ello todaautorreflexividad del lenguaje, a la vez que toda autorrelacin del sujetotrascendental, queda descartada de antemano. A mi parecer, laimportancia de esta posicin como caso lmite de la filosofatrascendental se puede aclarar tal vez con la siguiente ficcin:supongamos que ocurriera en realidad de tal modo que la forma internade nuestro lenguaje fuera, por una parte, un a priori absolutoordenador del mundo por otra parte, tautolgicamente idntico consigomismo: entonces nosotros hombres tendramos sin duda una

    comprensin del mundo con garanta de validez universal. Esto quieredecir, empero, que concebiramos los estados de cosas absolutamenterelevantes para la vida ms o menos as como lo hacen las bestiasconforme a la teora uexklliana del mundo circundante,[xxi] es decir, sinninguna conciencia concomitante de una relacin vital con el mundo,relacin que constituye la importancia de los estados de cosas, y en esforma sin la posibilidad de una reflexin sobre el proyecto mundanoperteneciente a esa relacin vital. De hecho, segn el Tractatus deWingenstein el hombre es tan poco capaz de dar cuenta de laconstitucin del mundo lingstico de significado, como el animal acercade la constitucin de su mundo de operacin y percepcin, que estsubordinado a priori a su conducta instintiva.

    Ahora bien, no se puede enteramente negar que desde el punto devista de la lgica la interpretacin del contenido del mundo en cuantoalgo es siempre supuesta ya como acabada. Por eso, la filosofa dellenguaje de los antiguos y aun de la Edad Media, que naci en el mbito,es ms, hasta cierto punto como apndice semitico de la lgica, jamsadvirti algo de las diversas interpretaciones anteriores del mundopropias de las lenguas populares individuales. En lo que se refiere a la

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    lgica, parece como si el estado de cosas, por ejemplo: el libro (est)sobre la mesa, estuviera dado como perfecto en forma del todoindependiente del es de la cpula y con ello de estar-en-el-mundo delhombre. El es, como ya se indic, parece expresar una relacin con elhombre, en todo caso como reconocimiento del estado de cosas qua hecho, que existe independientemente del hombre.

    Pues bien, la absoluteidad del hecho, que se comprueba en laproposicin: el libro est sobre la mesa, no puede en manera algunaimpugnarse. Pero existe como algo puramente por reconocerse an - slobajo el supuesto de que esto sea un libro, o que esto sea una mesa,es ms, aun bajo el supuesto de que un libro pueda estar sobre unamesa. Ahora bien, la constitucin de estos supuestos no es, a ojos vistas,en manera alguna independiente del estar-en-el-mundo del hombre, parael cual pueden encontrarse cosas como algo o en determinados nexoscircunstanciales. Pero esto quiere decir: la constitucin de los supuestosmencionados no es solamente relativa a la existencia humana del modocomo un mundo de operacin y percepcin es segn Uexkll relativo a laexistencia genrica animal, sino que ms bien ha sido elaborada por elhombre en cierta forma junto con la construccin de su mismo lenguaje,por ms que le sea a l poco consciente.

    Si se sacan de estas reflexiones las consecuencias analtico-lingsticas,resulta que no solamente el es, qua reconocimiento de un estado decosas como hecho existente, expresa una relacin del hombre con elmundo, sino tambin ya el es como cpula del llamado estado decosas. Muy lejos de ser inesencial para el estado de cosas mismo, el es de la cpula pone de manifiesto ms bien la circunstancia de que ya

    los miembros del estado de cosas, supuestamente slo por designarse, deben su constitucin en cuanto algo a una sntesis, que corresponde a una relacin de ser del hombreconsigo mismo . Ni un animal ni un espritu puro, sino slo el hombre,que posee una relacin inteligente hacia su ser en cuanto posibilidad, escapaz de dejar-ser algo como libro o mesa, mas esto quiere decir,ganar para el mundo una significacin.

    Esta correspondencia fundamental de la sntesis hermenutica de algoen cuanto algo con la autocomprensin del hombre tiene que dar el selloal proyecto mundano total del lenguaje-ordinario. En oposicin al ideallogstico de un lenguaje simblico figurador de estados de cosasexistentes, el lenguaje real tiene que representar siempre en la concepcindel mundo juntamente una relacin del hombre consigo mismo, de otromodo no tendra l absolutamente nada que pudiera representar comoalgo. En esta prerreflexiva autorrelacin del discurso humano -as sepodra pensar- tiene que hallarse la posibilidad de una superacin de laparadoja fundamental del Tratado .

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    Se habr observado que la crtica arriba intentada de los supuestosfilosfico-lingsticos delTractatus se llev a cabo desde el enfoque de laontologa fundamental heideggeriana; mas esto quiere decir, desde elenfoque de una filosofa trascendental, que precisamente en oposicin a ladel Wittgenstein primero no conduce la sntesis kantiana de la concienciaobjetiva hacia el caso lmite analtico del A = A, sino que, recayendo en laconstitucin preterica del mundo vital, trata de fundarla, mediante lasntesis hermenutico-trascendental del algo en cuanto algo, en el nexocircunstancial de la praxis vital.

    La entrega lingstica del ente, que se encuentra dentro del mundo como algo (es decir, en una circunstancia), corresponde aqu a larelacin del hombre -ms exactamente, de los miembros de unacomunidad de lenguaje- con las posibilidades de su poder-estar-en-el-mundo. Mediante esa inexpresable autorrelacin de una comunidad delenguaje est siempre proporcionada ya en su constitucin la lingstica

    visin del mundo, llamada as por Humboldt. (Se puede revisar estofcilmente en un ejemplo, si con P. Zinsli se aclara el diversodescubrimiento del mundo alpino en el lxico de los dialectos campesinos,por una parte, y por otra, del alpinismo turstico.)[xxii] Con todo, seplantea la cuestin de si este entenderse-en-la-situacin de los hombres,implicado constantemente en el lenguaje ordinario, de si esta reflexinefectiva del lenguaje histrico, como dice J. Lohmann,[xxiii] es unasuficiente aclaracin de la posibilidad de una reflexin filosfica sobre laforma interna del lenguaje, sobre la comprensin del ser ah contenida.

    Heidegger mismo ha hecho en El ser y el t iempo una claradistincin entre la autocomprensin existencial* en la situacin, que

    corresponde a la reflexin efectiva del lenguaje, en el que uno seentiende, y la comprensin existenciaria de la filosofa. SegnHeidegger, sta tiene que radicalizar la preontolgica comprensin delser, que est implcita en el existencial comprendenser-relativamente a,para ponerlo en concepto. Mas, cmo debe entenderse este radicalizar?De la inteligencia de este trmino parece depender, en todo caso en El

    s e r y e l t iempo , la contestacin de la pregunta por la posibilidad yvalidez de afirmaciones filosficas!

    Th. Litt acometi este problema en su libro Hombre y Mundo (Munich, 1948) y seal que en su ontologa fundamental, por ejemplo enla indicacin formal de los llamados existenciarios, Heideggerreivindica para el pensamiento un grado de reflexin, que esfundamentalmente diverso de la comprensin del ser inmanente a laexistencia y a la historia, comprensin que trata de radicalizarlo, en formaque de este pensamiento -que concibe la existenciariedad, por ejemplo,la finitud e historicidad de la comprensin humana del ser- ya no sepuede decir simplemente que est l mismo slo existencialmentecondicionado, y esto quiere decir: que sea finito e histrico. Litt mostrque la autorreflexividad dispuesta en todo lenguaje natural permite una

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    explcita autogradacin del lenguaje, que en ltimo trmino hace valer laexigencia intersubjetiva de validez universal del logos filosfico en cadalenguaje individual. Esta exigencia de validez universal del lenguajefilosfico se constituye sobre un grado de reflexin superior al del logoshermenutico, que Heidegger reivindic en El ser y e l t ie mpo para lafundamentacin de su filosofa. El logos hermenutico del entender-se-en-la-situacin es, sin duda, suficientemente autorreflexivo para hacerposible, junto con la autocomprensin, a la vez la comprensin de laexistencia ajena, por ejemplo, junto con la comprensin del lenguajepropio, a la vez la traduccin desde un lenguaje extrao al propio; mas enello hace valer l irremisiblemente la perspectiva individual-histrica delpropio lenguaje o del propio punto de vista existencial. El logos filosfico,por el contrario, que en el reiterado retorno al logos hermenutico haceposible la indicacin formal de tales conceptos como individualidad,

    historicidad, etc., trasciende al logos hermenutico tanfundamentalmente como el ltimo trasciende al logos terico-objetivodel lenguaje de objetos (como la ciencia natural).

    En el lenguaje ordinario vivo, por tanto, est dispuesta en cierta formasegn Litt una inmanente teora de tipos semntica, que preseala a laautorreflexin humana los grados de sentido y universalidad posibles engeneral. Antes de la teora logstica de los tipos de B. Russell se lacaracteriz mediante el hecho de que no condiciona ningn regressusad infini tum , sino que mediante la elevacin, ligada a la reflexin, delos grados de universalidad de las afirmaciones llega a un remate, quecoincide con su autofundamentacin, es decir, con la autorreflexinnoolgica de la filosofa. En el lenguaje del Wingenstein joven estosignificara: el discurso filosfico sobre la forma lgica del lenguaje y a la

    vez del mundo no presupone en absoluto una posicin fuera de lenguaje ymundo, sino que nicamente sigue a la reflexividad dialctica de la formalgico-trascendental del lenguaje. Aqu no va en juego una ontologa deestilo prekantiano, que presente la relacin del conocimiento o dellenguaje con el mundo como un commercium entre un sujeto ante losojos y un objeto ante los ojos (Heidegger), en cierta forma desde unlado, sino una filosofa trascendental dialctica y crtica de sentido. stadescubre la apariencia metafrica de la forma lingstica externa deproposiciones filosficas y formula, por ejemplo, sus proposiciones sobrela relacin entre lenguaje y mundo, de tal manera que se excluye unaconfusin de su sentido con el sentido de proposiciones lingstico-objetivas mediante la regla del uso lingstico que se halla en laautogradacin dialctica del lenguaje.[xxiv]

    Yo creo efectivamente que esta interpretacin dialctica, inspirada porHegel, del metalenguaje filosfico contiene la nica respuesta posible a laparadoja del Tractatus y con ello a la provocacin de la sospechawittgensteiniana de falta de sentido contra toda filosofa terica. Sinembargo, queda por notar que esta solucin de la pregunta por el sentidoy posibilidad de la filosofa hace a sta a la vez volver a la pobreza de su

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    autosatisfaccin sistemtica; pues el lenguaje filosfico debe todocontenido de sentido, y aun el contenido material mismo de las categorasy existenciarios, al logos hermenutico, en el que el histrico estar-en-el-mundo articula su respectiva comprensin del ser. Para nosotroshombres, que al menos tambin somos finitos y estamos entregados aun futuro incierto, es imposible por principio identificar la substancialcomprensin del mundo del engagement histrico, como quera Hegel,con la dialctica sistemtica de la reflexin y suprimirla en cuanto alcontenido en el saber del saber.

    Esta reflexin hace aparecer comprensible, como me parece -aunquede ningn modo lo justifica-, que Heidegger no siguiera el camino, talvez an posible en El ser y el tiempo , de una renovacin crtica desentido ni de ensanchamiento de la filosofa trascendental, sino msbien creyera tener que distanciarse, dentro de la historia del ser, de lasistemtica cuasi-terica de su ontologa fundamental, aun hasta comoexpresin de la metafsica por superar de lo ante los ojos, a saber, de loante los ojos de una substancia ntica como sujeto de la conciencia.

    Mediante esta decisin, que Heidegger mismo quisiera entendercomo necesario retorno de su pensamiento, dio en cierto sentidorazn a la sospecha wittgensteiniana contra la metafsica terica. Porejemplo, l tom a la letra la apariencia metafrica del hablar sobre elsujeto del pensamiento y de sus realizaciones activas -exactamentecomo Wingenstein- y lo interpret como abandono a la mirada de lo quese encuentra dentro del mundo y est presente de continuo. Estatendencia al desenmascaramiento del lenguaje de la metafsica,orientado hacia la lgica de la objetividad, lleva nuevamente a

    Heidegger lo ms cerca posible de la crtica del lenguaje deWittgenstein, como ste la desarroll en su obra posterior, las Investigaciones filosficas . Tanto Heidegger como Wittgensteincreen en ltimo trmino deber evitar a todo precio las sugestionesrepresentativas de toda onto-lgica tradicional, a fin de hacer que semuestre lo encubierto y olvidado en esas rgidas esquematizaciones eidealizaciones: el ser que acontece en el juego-espejo de lailuminacin mundana (Heidegger) - o el juego lingstico malentendido en toda metafsica (Wittgenstein).

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    III. LAS INVESTIGACIONESFILOSFICAS DE WITTGENSTEIN

    Y LA DESTRUCCIN DE LAMETAFSICA DE HEIDEGGER

    En el Tractatus logico-philosophicus Wittgenstein conden lametafsica terica como sin sentido, slo en cuanto que con losmedios semntico-sintcticos de un lenguaje, que slo puede figurar

    estados de cosas existentes dentro del mundo, pretende poner adiscusin las condiciones ontolgicas y trascendentales de posibilidad dela figuracin de estados de cosas. Mas esto quiere decir: en esa obra de

    juventud Wittgenstein no puso en cuestin, respecto al contenido, laontologa de los estados de cosas o la filosofa lingstica de lafiguracin lgica de un mundo constituido por estados de cosas. Alcontrario, la supone para su concepcin de un uso lingstico consentido, e intent aclarar estos supuestos ontolgico-trascendentalesdentro de una concepcin del atomismo lgico que va mucho ms allde B. Russell, una concepcin, cuya precisabilidad queda ah como algonico en la historia de los sistemas filosficos.[xxv]

    Si nos es permitido considerar esta ontologa del atomismo lgico como una versin -por cierto muy moderna y refinada- de la ontologa delser-ante-los-ojos de lo ante-los-ojos, llamada as por Heidegger,entonces llegamos a la siguiente comprobacin en el paralelo de la crticaa la metafsica entre Heidegger y Wittgenstein: mientras en El s er y e l t iempo Heidegger no slo combate el general olvido del ser medianteel punto de vista de la diferencia ntico-ontolgica, sino pone encuestin especialmente la oculta prerrogativa de la ontologa del ser-ante-

    los-ojos de lo ante-los-ojos, la crtica metafsica del Wittgenstein primeroresulta exclusivamente de la agudizacin paradjica de la diferenciantico-ontolgica en el mbito de validez de la ontologa del ser-ante-los-ojos de lo ante-los-ojos: mediante la distincin de lo que se puede decir(sc. lo que es el caso), y de lo que en la afirmacin solamente se

    muestra (sc. la forma lgica del mundo). Wittgenstein seala aqu -para hablar con Heidegger- que la lgica de nuestro lenguaje solamentenos permite afirmaciones con sentido sobre estados de hecho nticos

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    Si se reflexiona, pues, que tambin para Heidegger la interpretacin ontolgica de su hermenutica del cotidiano ser-en-el-mundo nodeba sostener la ltima palabra, se tiene toda la base para comparar enprimer trmino, independientemente de la pregunta por la ltimafinalidad de Heidegger y Wittgenstein, la hermenutica del cotidiano ser-en-el-mundo y el anlisis de los juegos de lenguaje cotidianos.

    En atencin al mtodo de Heidegger primariamente fenomenolgico-ontolgico y al mtodo de Wittgenstein primariamente analtico-lingstico, sin duda ser til en semejante tentativa establecer unarelacin entre los modelos categoriales bsicos de la ontologa occidentalpor una parte, y por otra, de la filosofa del lenguaje. Una relacinsemejante -en cierto modo lo que correlaciona la terminologa deHeidegger y Wittgenstein- se impone francamente, si se trata de leer los 1-38 de las Inves t igaciones f ilosficas de Wittgenstein, pordecirlo as con los ojos de Heidegger: se encuentra aqu, dicho grossomodo , una discusin del modelo de pensar dominante en la lgica dellenguaje desde Aristteles, segn el cual las palabras del lenguaje tienensu significacin porque designan algo, y esto quiere decir -siguiendohasta su origen el esquema representativo subyacente aqu-: porque laspalabras son nombres para cosas ante los ojos u objetos.[xxviii]

    De este modo resulta el punto de vista heurstico de comparar ladiscusin del modelo designativo de la filosofa tradicional del lenguaje deWittgenstein con la discusin de la ontologa del ser-ante-los-ojos deHeidegger (o de su filiacin moderna: la ontologa y filosofa trascendentalde la objetividad).

    Dentro de la historia de la filosofa va a terminar esto en unadestruccin paralela de la lgica tradicional del lenguaje y de la ontologa,que en la Escolstica medieval efectivamente apenas pueden serseparadas una de otra: expliquemos esto brevemente por medio dealgunas indicaciones histricas.

    A la lgica tradicional del lenguaje le era claro, y por cierto desdeAristteles, que las palabras, en tanto tienen una significacin universal,no son nombres propios, y que, tambin como designaciones universales,no todas estn como nomina (en el sentido de la gramtica) en lugar de

    substancias, sino tambin de cualidades, relaciones y otrasentidades, que segn Aristteles solamente de modo anlogo puedenconcebirse como cosas o pragmata . Por sobre esto, a propsito de lasdeterminaciones llamadas despus trascendentales, como ser y

    unidad, y asimismo de las palabras de enlace o partculas lgicas engeneral, Aristteles puso en entredicho que designaran algo real. Masprecisamente estas distinciones -fundamentales para la filosofa dellenguaje y la ontologa occidentales- muestran que el problema de la

    significacin de las palabras slo pudo pensarse de acuerdo con elesquema representativo de la designacin, y esto quiere decir,

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    propiamente de la denominacin de una cosa ante los ojos mediante unnombre. Si esta representacin no era aplicable, se caa en eldesconcierto, como lo atestigua la clasificacin de las partculas lgicascomo synkategoremata o la problemtica de la analoga de loskategoremata en la tesis escolstica: tot praedicamenta tot res . Esms, todava la protesta nominalista contra la hipostacin csica de todoslos kategoremata muestra que toda la disputa de los universales tiene supresupuesto filosfico-lingstico en la concepcin del significado de laspalabras como designacin de algo - as sea este algo una res ensentido propio o analgico, o una cosa concreto-individual o ununiversale ante res o un universale in rebus , o solamente un ensrationale , un conceptus . Por esto, segn Wittgenstein, los representan-tes de ambos partidos en la disputa de los universales eran propiamente

    nominalistas, en el sentido de un modelo de representacin filosfico-lingstico; pero sobre todo aquellos reformadores matemticos de lalgica del lenguaje, como Frege, Russell y el joven Wittgenstein, eran aunellos nominalistas, que en la vspera y al comienzo del siglo XX quisieronponer en una clara frmula el problema del significado segn laalternativa: o tiene significado una palabra, y entonces tiene el carcter deun nombre que denomina a un objeto en el ms amplio sentido y puedeser instituido como valor para una variable en el clculo lingstico-objetivo de la logstica; o -y esta posibilidad fue pensada hasta su ltimolmite primeramente por el joven Wittgenstein en forma paradjica- lapalabra no tiene en absoluto ningn significado, no est en vez de algo,sino que slo seala -en cuanto constante lgica- la forma lgica del lenguaje y del mundo.

    La tradicin entera de la lgica del lenguaje occidental, poco antes

    sealada, que hasta cierto punto culmina en el Tractatus logico- philosophicus del Wittgenstein primero, la desea el Wittgensteinposterior caracterizar y trascender, al escribir en las Investigacionesfilosficas ( 383):

    . . los nominalistas cometen el error de explicar todas las palabrascomo nombres , esto es, no describen realmente su empleo, sino pordecirlo as dan slo una indicacin formularia de una descripcin tal.

    Hasta para la formacin radical del nominalismo filosfico-lingstico-ontolgico, que conduce al atomismo lgico y a su distincin entrevariables-nombres y forma lgica del lenguaje, encuentra Wittgensteinahora una temprana comprobacin histrica en el Teetetes , dondeScrates expone la siguiente hiptesis:

    Si no me engao, he escuchado de algunos que para los elementos primitivos -para expresarme as -, de los que estamos compuestosnosotros y todo lo restante, no hay ninguna explicacin; pues todo lo quees en s y por s slo se puede designar con nombres; otradeterminacin no es posible; ni la de que es, ni la de que no es... Mas por

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    esto es imposible hablar en forma explicativa de un elemento cualquieraprimitivo; pues para ste no existe sino la pura denominacin; slo tiene,en efecto, su nombre. Mas, sobre cmo lo que se compone de estoselementos primitivos es ello mismo una estructura constituida, a eserespecto sus denominaciones han venido a ser en esta constitucindiscurso explicativo; pues su esencia es la constitucin denombres.[xxix]

    No puede haber ninguna duda de que tambin Heidegger consideratoda la lgica tradicional del lenguaje como correlato de la ontologa pordestruir de lo ante los ojos en su puro ser ante los ojos, y de que en lacuestin de la disputa de los universales no slo les reprochara a loshabitualmente llamados nominalistas y a sus continuadores modernos,los positivistas, olvido del ser en el sentido de un estar abandonado a loante los ojos intramundano, sino precisamente tambin a los llamadosrealistas de los universales, quienes creen tener que pensar el ser delente como un ente de una especie particular.

    Por cierto que en este paralelo llaman la atencin dos cosas:

    1) Por lo menos el Heidegger primero, en contraste con Wittgenstein,hace que la lgica del lenguaje (aristotlico-russelliana) se funde en laontologa de lo ante los ojos, ms bien que, al revs, la ontologa de loante los ojos se funde en el -especial- juego lingstico de la imposicinde nombres o de la explicacin indicadora de nombres. Se podra estartentado a decidir entre estos resultados divergentes de un enfoque msfenomenolgico y de otro ms analtico-lingstico, en el sentido de quepara el nacimiento del lenguaje filosfico (como ya antes para el de la

    filosofa inmanente al lenguaje) es ms plausible el abandono de lacomprensin del ser al carcter de cosa, que se despliega, del mundoexperimentable sensiblemente, mientras despus el preconcebir lingsticode la ontologa substancial, que se refleja en la lgica nominalista dellenguaje, fija desde ste la concepcin mundana terico-objetiva de laciencia.

    2) El segundo punto que llama la atencin y ofrece dificultades ennuestro fundamental cotejo entre Heidegger y Wittgenstein sobre elproblema de una destruccin del nominalismo lgico-ontolgico, es lacircunstancia de que el Wittgenstein posterior parece dirigir su destruccinen primera lnea contra aquellos nominalistas filosfico-lingsticos, que-como platnicos- tambin entienden las funciones del lenguaje, nodemostrables mediante un juego lingstico de explicacin indicadora,como funciones designativas, y desde ah son llevados a la hipostacin detantas entidades cuantas palabras existen. Esta tendencia de Wingensteinse muestra especialmente en su crtica del supuesto socrtico-platnico deuna esencia permanente y unitaria como substancia de los significadosde las palabras en las Investigaciones filosficas , as como en sucrtica radical de toda fundamentacin platnico-infinitista del concepto de

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    nmero y hasta del concepto, supuesto por los intuicionistas, de una regla de construccin en las Observaciones a los fundamentos de lamatemtica.[xxx] Frente a esto, en el campo del positivismo moderno seha recibido siempre la ontologa fundamental de Heidegger como unrealismo extremo de los universales, especialmente el hablar del ser yde la nada. La impresin de que aqu se ofrece una anttesis en relacina la disputa de los universales, sorprende efectivamente al que est fuera,sobre todo en la comparacin del estilo de lenguaje heideggeriano con elde las Investigaciones filosficas : pues, segn parece, Heideggerintenta, a menudo con una sola metfora, hipostasiante ya casi en formamitolgica, poner a discusin lo que Wittgenstein ms bien indica queafirma de un modo tericamente explcito mediante una cantidad deejemplos en su lbum filosfico.[xxxi] As por ejemplo, el hablarHeidegger del lenguaje como la casa del ser y la morada del serhumano[xxxii] contiene en cierta forma un equivalente resumido de loque el lector aprendi despus de la lectura de las Investigacionesfilosficas sobre el nexo entre el lenguaje y la forma de vida humana, y tambin entre la gramtica profunda y la estructuraesencial del mundo, vlida a priori .

    Sin querer restar importancia a la distincin, indicada poco antes, enla diccin y con ello tambin en el mtodo de Heidegger y Wittgenstein,con todo me parece no estar tan profundamente enraizada, como hacesuponer el recproco aislamiento y rechazo de las dos escuelasfilosficas procedentes de ambos pensadores. Mas bien me parece queslo resulta comprensible, si se ve en ella la doble expresin de unaposicin, que precisamente es comn a Heidegger y Wittgenstein: elindicado distanciamiento crtico del modelo de pensar nominalista -en

    un sentido ms profundo- o de la ontologa respectiva. Con base en estedistanciamiento ni Wingenstein puede reducir la precomprensinmundana implicada en la gramtica profunda del lenguaje a lodesignable en sentido del positivismo, ni Heidegger puede entender elser del ente como un ente designable. Ms bien ambos pensadoresprocuran poner a discusin la multiplicidad y profundidad de lacomprensin del ser, no objetiva, pero s supuesta ya para laconstitucin objetiva, de tal manera que el contraataque contra ellenguaje de la metafsica permanece siempre efectivo. El Wittgensteinposterior trata de alcanzar esto no estableciendo en lo posibleabsolutamente ninguna tesis terico-objetiva a la manera de la ciencia;Heidegger lo hace, en primer lugar, intentando trazar la nuevadimensin en un sistema conceptual inusitado, a menudo violentamenteprovocador y, despus, sobre todo tomando prestadas a la etimologa oal lenguaje potico imgenes y metforas, que son tan extraas, queprecisamente por ello anulan la apariencia metafrica de la ontologa dela objetividad, ya dispuesta en nuestro lenguaje.

    El Heidegger posterior ha expresado varias veces muy claramente ladificultad fundamental que le resulta del contraataque al lenguaje de la

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    metafsica. En tal sentido se dice en la introduccin a la 5 edicin de Qu es metafsica? :

    El intento de pasar de la representacin del ente en cuanto tal alpensamiento de la verdad del ser, debe, partiendo de aquellarepresentacin, representar an en cierta forma tambin la verdad delser, de manera que esta representacin permanezca necesariamente deotra ndole y, en definitiva, en cuanto representacin, inadecuada a lopor pensar.

    Que en esta gravosa situacin de apuro, en que el representar debeser relegado a sus lmites por un representar de otra ndole, el lenguajedel representar participa esencialmente, lo descubre el siguiente pasajede Identidad y diferencia :[xxxiii]

    Lo difcil se halla en el lenguaje. Nuestras lenguas occidentales son,cada una de diversa manera, lenguas del pensamiento metafsico. Si laesencia de las lenguas occidentales fue en s acuada slometafsicamente, y segn ello de manera definitiva por la onto-teo-lgica,o si estas lenguas ofrecen otras posibilidades del decir, y ello significa, a lavez, del no-decir dicente, tal problema tiene que permanecer abierto.

    Con esto podran compararse los siguientes pasajes de las Investigaciones filosficas de Wittgenstein:

    Donde nuestro lenguaje nos hace suponer un cuerpo, y no hay cuerpoalguno, ah, quisiramos decir, hay un espritu . ( 36) As se llega alproblema filosfico de los procesos y estados anmicos y del behaviorismo?

    - el primer paso es completamente accidental. Hablamos de procesos yestados, y dejamos su naturaleza indeterminada! Quiz alguna vezsabremos ms sobre ellos - opinamos nosotros. Mas precisamente poresto nos hemos atado a una determinada manera de considerar. Puesnosotros tenemos un determinado concepto de lo que significa: aprender aconocer ms de cerca un proceso. El paso decisivo en el arte de laprestidigitacin ha sido dado, y precisamente l nos pareci inocente. Aladentrarnos ms a fondo en el problema, nos volvemos crticos: Yentonces se desbarata la comparacin que nos debera hacercomprensibles nuestros pensamientos. Y luego caemos -conviene a saber,dentro de la filosofa naturalista-behaviorista- en la apora opuesta:

    En consecuencia, tenemos que negar el proceso an no entendido enel medio an no investigado. Y as nos parece haber negado, pues, losprocesos espirituales. Y sin embargo, no queremos negarlos. ( 308)

    Aqu caracteriza Wittgenstein acertadamente el dilema, que en supropio mtodo corresponde a la dificultad de Heidegger en el pensamientodel ser: mientras Heidegger cae siempre de nuevo en el peligro dehacerse, sin quererlo, mediante sus ensayos especulativos de una filosofa

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    que trasciende la metafsica, no obstante, una representacin objetiva delo que no puede ser representado como una cosa, el Wittgensteinantiespeculativo cae en el peligro, a causa de su negacin de losfenmenos espirituales hipostasiados objetivamente, de ser confundidocon los positivistas, que niegan absolutamente estos fenmenos, o lostratan de reducir a fenmenos tales, que se puedan describir en el

    lenguaje de cosas de la fsica.

    El ejemplo de la representacin csica de lo espiritual, queWittgenstein analiza, recuerda por lo dems la crtica a Descartes deHeidegger en El ser y el tiempo , cuyos puntos crtico-lingsticosprecisamente desembocan en que Descartes, con la pregunta: Qu es elindubitable ego cogito ?, da aquel paso, en apariencia inocente, que loata a una determinada manera de considerar (substancial-ontolgica),mediante la apariencia metafrica de la pregunta por el qu. (SiDescartes responde a esa pregunta: El ego cogito es una res sive

    substantia cogitans , con esto causa l a fin de cuentas aquellosproblemas aparentes adivinados as por Heidegger como por Wittgenstein,como la existencia de un mundo exterior o la coincidencia de estemundo exterior con el sujeto que existe aisladamente de aqul en laaccin intencional o en el conocimiento.[xxxiv]

    Despus de que hemos comprobado as la ms profunda comunidadentre Heidegger y el Wingenstein posterior en el intento de unasuperacin crtico-lingstica de la onto-lgica, vamos a investigar en loque sigue, hasta dnde llega el paralelo en la relativizacin de estaonto-lgica con base en una fenomenologa positiva del cotidiano ser-en-el-mundo o de los juegos lingsticos de todos los das.

    Segn Wittgenstein, la representacin tradicional de una denominacin de objetos, o de la explicacin de significados depalabras mediante un explicar indicador de la funcin denominativa delas palabras, no es tal vez enteramente errnea. Ms bien ha sidodescifrada en un juego lingstico que efectivamente ocurre en la praxisde la vida, por ejemplo, en ciertos mtodos de la enseanza dellenguaje.

    Entonces fcilmente parece aqu como si el hombre ya conocierasiempre un mundo de objetos estructuralmente articulado y elaprendizaje ordinario del lenguaje consistiera esencialmente en laatribucin correcta de nombres a objetos conocidos. Ms o menos as describi de hecho San Agustn en las Confessiones el propioaprendizaje del lenguaje:

    Cuando los adultos nombraban un objeto cualquiera y al efecto sevolvan, hacia l, yo perciba eso y comprenda que el objeto eradesignado mediante los sonidos que ellos pronunciaban, puesto quequeran referirse a l. (I. F. [ Investigaciones filosficas ], 1).

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    Esta representacin del aprendizaje originario del lenguaje, empero,pasa por alto, segn Wittgenstein, el que un nio, que por primera vezaprende el lenguaje, no puede an entender en manera algunaexplicaciones indicadoras, puesto que no dispone todava ni de unaarticulacin estructural del mundo, que le diga a qu se alude en cadacaso mediante una indicacin (si, por ejemplo, color o forma o especie onmero), ni conoce an la funcin en el lenguaje de la palabra poraclarar, o su aplicacin. Una explicacin indicadora de nombres laentiende, segn Wingenstein, slo aquel que sabe ya emprender algocon ella (1. F., 31): Se tiene ya que saber o ser capaz de algo, a finde poder preguntar por la denominacin... (I. F., 30). Si yo, porejemplo, sealo un objeto y explico: ste es el rey, dicha explicacinpuede tener sentido tal vez como denominacin de una pieza deajedrez. Mas esto supone, como explica Wingenstein, que .el queaprende ya sabe qu es una pieza de juego. Que por tanto, quiz ha

    jugado ya otros juegos, o que ha presenciado con inteligencia el juegode otros - y cosas semejantes . (I. F., 31)

    Segn esta explicacin de Wittgenstein, puede uno fcilmenterepresentarse lo que supone una plena comprensin de la explicacin:

    ste es el rey, si se alude al representante efectivo de una monarqua.Por tanto, al querer San Agustn reducir, desde el horizonte decomprensin de la filosofa nominalista del lenguaje, el aprendizaje dellenguaje a la explicacin indicadora de nombres, entonces, segnWingenstein, describe l el aprender del lenguaje humano, como si elnio llegara a un pas extrao y no entendiera el lenguaje del pas; esdecir: como si tuviera ya un lenguaje, pero no se. O tambin: como si elnio pudiera ya pensar , pero todava no hablar.. . (1. F., 5 32).

    El sentido positivo, slo sealado por Wittgenstein, de estasindicaciones de los inadvertidos supuestos del juego lingstico de ladenominacin, o de la explicacin indicadora de nombres, slo se puedesacar del contexto de su caracterstica de los juegos de lenguaje comounidades de uso lingstico, praxis de conducta y descubrimiento desituacin; en suma: como formas de vida. Ese sentido, dichobrevemente, est en la superacin de aquella idea, enraizadaprofundamente, de la teora tradicional del conocimiento y de la filosofadel lenguaje, segn la cual en primer trmino conocemos un mundo deobjetos -en lo posible cada uno por s- y posteriormente hacemoscorresponder signos a estos objetos, para poder retenerlos en la memoriay comunicarlos a otros. Como verdadero ncleo de esta representacinmodelo se descubre para Wittgenstein la funcin del juego lingstico de ladenominacin o de la explicacin indicadora de nombres. Este juegolingstico, sin embargo, es un fenmeno secundario mltiplemente fundado, que slo representa algo as como un modus deficiente deaquellos juegos lingsticos en que los nios, juntamente con elaprendizaje de su lengua materna, asimilan tambin una determinada

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    forma de vida y una determinada comprensin del mundo, estructural-mente articulada, como situacin de la praxis vital.

    Al aplicar nosotros poco antes el punto de vista del modus deficiente o del estar fundado a la no independencia, expuesta por Wittgenstein, del

    juego lingstico de la denominacin, hemos ya sealado lascorrespondencias con la hermenutica del ser-en-el-mundo de Heidegger.stas se pueden comprobar, tanto con respecto a la articulacin designificatividad del llamado por Heidegger mundo-til, como del ser-

    juntamente con los otros, llamado as por Heidegger; especialmente serefieren a ellas las maneras regulares del ser-juntamente en el modus del

    se y el pblico estar interpretado del mundo, determinado desde aqu.

    Con respecto a la articulacin de significatividad del mundo (como del en dnde del comprender, que se refiere), la ms profunda correspon-dencia entre Wingenstein y Heidegger se halla en el reconocimiento deque todas las explicaciones cientficas, en cuanto enlaces lgicos de losllamados datos, presuponen ya un comprender originario de algo encuanto algo, que en cada caso puede entregar muy diversos datos segn el juego lingstico entretejido con la forma de vida. En Heideggerresulta esto de la igual originariedad de los existenciarios hallarse,

    comprender habla, habindose concretizado esta ltima, de acuerdocon el estado de yecto del ser-ah sobre una situacin, siempre en laforma de un lenguaje determinado histrico-mundial.[xxxv] EnWittgenstein justamente este supuesto de una precomprensin del mundoarticulada lingsticamente es explicado con ejemplos que debendemostrar el sinsentido de la pregunta por la estructura ontolgica del

    mundo en general. Por ejemplo en la siguiente observacin:

    Pero, cules son los elementos simples, de los que se compone larealidad? - Qu son los elementos simples de un silln? - Las piezas demadera, de las que est ensamblado? O las molculas, o los tomos?

    Simple quiere decir: no compuesto. Y - ah est lo importante:compuesto en qu sentido? No tiene ningn sentido hablar de los

    elementos simples del silln absolutamente (I. F., 47).

    Con Heidegger se podra explicar: lo importante es el por mor de que de la cura respectiva del ser-en-el-mundo: desde l nos ha sidoproyectado siempre a nosotros hombres un horizonte-de-conformidad,que -como simblico contexto de referencia- dirige nuestra bsqueda delos elementos del silln y se hace conforme con partes muy determinadas.Este anlisis estructural de la hermenutica existencial podra a su vezejemplificarse en sentido de Wittgenstein de la siguiente manera: si lapregunta por los elementos del silln es planteada desde el juego delenguaje profesional de los transportadores de muebles, los elementos,con los que nos hacemos conformes, sern diversos que si se trata de lapregunta de qumicos o fsicos atmicos.

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    Al tomar en consideracin nosotros, junto con Wingenstein, el estarentretejido del juego lingstico, que gua de manera previa-concomitante el descubrimiento del mundo, con una forma social de vida,acertamos a la profunda convergencia de sus puntos de vista con los deHeidegger en el problema de la tradicionalmente llamada intersubjeti-vidad.

    A Heidegger se le pasa aqu en cierto modo el principio solipsista de la teora del conocimiento tradicional a travs del concepto del ser unocon otro. Mientras la filosofa que parte del sujeto del conocimiento creetener que constituir como objeto de mi conciencia el ser de los otrosexactamente como el ser de las cosas del mundo exterior, Heidegger davigencia al punto de vista fenomenolgico-hermenutico de que el yo, el

    t y los otros, como datos mencionables con sentido, se constituyen originariamente igual desde el ser uno con otro de nuestro ser-en-el-mundo; y por encima de esto reconoce que en el pblico estarinterpretado del mundo la precomprensin -acuada tradicionalmente enel lenguaje- se anticipa siempre en el modus del se al poder-opinar delindividuo y lo gua en primer lugar y la mayora de las veces en laconducta media de todos los das.

    Esta superacin del solipsismo metdico la confirma el Wittgensteinposterior en forma notable mediante su discusin aportica de la preguntapor la posibilidad de un lenguaje privado.

    Lo aparentemente constrictivo de la idea de que tiene que poder darseun lenguaje privado descansa, segn Wittgenstein, al igual que elsolipsismo metdico de la teora moderna del conocimiento, en el supuesto

    de un sujeto que existe aisladamente y que designa con nombres sussensaciones -por ejemplo, los dolores- como objetos accesibles solamentea l. Wittgenstein ilustra este supuesto por medio de la siguientecomparacin:

    Supongamos que cada quien tuviera una cajita y que all estuvieraalgo que nosotros llamamos escarabajo. Ninguno puede ver en la cajitadel otro; y cada uno dice que, slo por la visin de su escarabajo, sabequ es un escarabajo. Pues ciertamente podra ser que cada uno tuvieraen su cajita una cosa diversa. Es ms, podra uno imaginarse que tal cosase cambia constantemente. Hasta aqu Wittgenstein aclara la reflexinque parece conducir a la hiptesis de un lenguaje privado posible, es ms,necesario. Mas luego prosigue: Ahora bien, y si la palabra escarabajo de esta gente tuviera, con todo, un uso? Entonces ste no sera el de ladesignacin de una cosa. La cosa que hay en la cajita no pertenece enabsoluto al juego del lenguaje; ni tan siquiera como un algo; ...medianteesa cosa de la cajita puede ser despejado; eso se suprime, cualquier cosaque sea. Es decir: cuando se construye la gramtica de la expresin de lasensacin conforme al modelo de objeto y designacin, entonces elobjeto queda fuera de consideracin como irrelevante. (I. F., 293).

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    Con esto Wingenstein no pretende decir que una sensacin de dolorprivada no es nada o pertenece tal vez slo como sensacin colectiva a un

    juego posible de lenguaje. Lo que l pretende decir es ms bien esto:nuestras sensaciones privadas se hacen pblicas en un mediointersubjetivo, porque nosotros hablamos de ellas (o por lo menos lasexpresamos). Sin enlace con este medio intersubjetivo, es decir, sinenlace con criterios externos como expresin, actitud dolorosa y palabrasdel lenguaje pblicamente vlidas unidas a ello, no podra el individuoexperimentante ni siquiera identificar su sensacin en cuanto tal yreconocerla de nuevo.[xxxvi]

    Wittgenstein discute el mismo problema todava en una forma diversamediante la pregunta: Qu significa seguir una regla? (I. F., 197 y

    ss , Lo que nosotros llamamos seguir una regla, es algo que slo un hombre, slo una vez en la vida podra hacer?. . . La respuesta deWittgenstein reza: Ni siquiera una nica vez pudo haber sido hecha unacomunicacin haber sido dada y comprendida una orden, etc. Seguir unaregla, hace una comunicacin, dar una orden, jugar una partida deajedrez, son costumbres (usos, instituciones). Entender una proposicinsignifica entender un lenguaje. Entender un lenguaje significa dominar unatcnica (I. F., 199).

    Las consecuencias de estas tesis para la lgica de las ciencias socialesque fueron sacadas hace muy poco,[xxxvii] son parecidamente amplias,como aquellas que resultan de la indicacin de Heidegger sobre la igualoriginariedad fenomnica entre comprender y ser-con para lafundamentacin del entender hermenutico en las ciencias del espritu; semuestra, en efecto, que todo comprender de un comportamiento

    humano, en oposicin al mero explicar de los procesos naturales, suponedos cosas: 1. Que la regla del comportamiento por entender deba sercontrolable en el contexto de una forma social de vida, que a la vez sea un

    juego del lenguaje; 2. que el intrprete del comportamiento reglamentadotenga por principio que poder participar en este juego de lenguaje. Si nose cumple alguno de los dos supuestos, no puede excluirse una confusindel entender con una mera explicacin, que slo desde fuera impongauna regla al comportamiento.[xxxviii]

    La primera condicin de un control social del comportamientoreglamentado por medio de otros puede ciertamente ser cumplida tambinpor el intrprete mismo y, de ese modo, el cumplimiento de la primera yde la segunda condicin coinciden, si la regla por entender es la de undilogo. Y aqu tropezamos de hecho con aquel juego de lenguaje o conaquella forma social de vida, que fueron supuestos ya incluso para lavalidez de la lgica formal, es decir, para la comprensibilidad de aquellasreglas que implica todo comportamiento reglamentado. En otras palabras:de la penetracin en la igual originariedad del ser con, comprender y

    habla (Heidegger), o del estar entretejido de juego lingstico y forma social de vida (Wittgenstein), resulta la posibilidad de una

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    fundamentacin de la lgica formal en el dilogo - una posibilidad que hasido ya realizada por Paul Lorenzen en forma totalmente independiente.

    El paralelo entre la hermenutica existencial de Heidegger y el anlisisde los juegos de lenguaje como formas de vida de Wittgenstein se podraan llevar mucho ms lejos. En esa forma podran compararse tal vez elimplcito pragmatismo de la fenomenologa heideggeriana del cotidianoser-en-el-mundo, del tener-que-hacer que se cura de y su descubrimientode la significatividad, con el criterio de sentido del juego de lenguajeque funciona en la praxis de la vida. En ambos casos la elaboracin decomplejos funcionales, prctico-vitales, sirve para poner en cuestin laontologa terico-objetiva.

    En este respecto es de mencionarse especialmente la amplia concor-dancia en la crtica del ideal matemtico de exactitud.

    Para Heidegger los supuestos ontolgicos del conocimiento historio-grfico superan radicalmente la idea del rigor de las ms exactasciencias, por ser el comprender en sentido existenciario el poder ser del

    ser ah mismo (El ser y el tiempo , pgs. 177-8).[xxxix] De manerasemejante Wittgenstein relativiza tambin el ideal de la exactitud endireccin al objetivo que cada vez est en juego en una formadeterminada de vida (I. F., 88). Si en El ser y el tiempo Heideggerdescubre la ltima medida oculta de todo entender y con ello tambin delapreciar y medir en el por mor de de la cura del-ser-ah, entonces sedice en Wittgenstein: El prejuicio de la pureza cristalina (se alude al idealabsoluto de exactitud de una metafsica de la lgica matemtica) slopuede ser eliminado si damos vuelta totalmente a nuestra

    consideracin..., pero alrededor de nuestra propia necesidad como puntoangular (I. F., 108).

    El subrayar los aspectos pragmticos en la filosofa de Heidegger yWittgenstein, empero, se adapta tambin de modo excelente paracaracterizar con alguna exactitud el punto de divergencia de ambospensadores:

    En el Wittgenstein posterior el pragmatismo, y por cierto un pragma-tismo del presente pluralista-relativista-finitista, que supera con muchoen radicalidad a todas las especies del pragmatismo americano, es, segntoda apariencia, el ltimo fundamento metafsico-antimetafsico de supensamiento. A la pregunta, por ejemplo, de por qu la filosofa deWittgenstein, que en cuanto fenomenologa descriptiva del empleolingstico deja todo, como est ,[xl] no hace valer tampoco los juegosde lenguaje especulativos de la metafsica en cuanto tales, no se da en las

    Investigaciones filosficas ninguna otra respuesta que la sospecha defalta de sentido, dirigida ahora pragmticamente, contra tales juegos delenguaje, que ya no funcionan en el contexto de la praxis vital, donde lamquina del lenguaje marcha en vaco.[xli]

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    Manifiestamente el criterio de sentido de la verificacin prctica se hatambin a la base de la peculiar caracterizacin del lenguaje cotidiano(ordinary language) como la patria de todo uso verbal con sentido. Enello Wingenstein tiene siempre ante los ojos una coordinacin de formassinpticas de la confirmacin recproca entre uso lingstico y praxis vital.Es posible que estas formas sean diversas y estn sujetas al cambio: peroen todo caso se hallan al descubierto como unidades actualmente enfuncin La verificacin prctica del uso lingstico no puede, segnWingenstein, consistir en que la comprensin de manifestacioneslingsticas conduzca a una nueva fundacin histrica de las formas devida - en lo posible sobre la lnea de una progresiva correccin dellenguaje y de la forma de vida, regulada por el telos del entendimientouniversal. Ni el impulso interno de todo juego de lenguaje hacia laautorreflexin, el cual hace posible toda traduccin e interpretacin en lasciencias del espritu, ni la continuidad, condicionada precisamente por ello,de un dilogo humano que enlace todos los juegos de lenguaje, vienen adiscusin en Wittgenstein. Su anlisis del lenguaje es ahistrico y -comose entiende casi de por s- sin ningn fin ulterior especulativo.

    Con el ahistrico pragmatismo del presente, propio de la concepcindel juego de lenguaje del Wittgenstein posterior, est estrechamenterelacionada adems otra deficiencia observable en su filosofa lingstica:aun cuando Wittgenstein previene a los filsofos repetidamente contra unadieta unilateral de ejemplos, no se encuentran en su lbum filosficoningunos anlisis del uso potico del lenguaje. Lo que en el fondo leimpide esto es, en apariencia, precisamente su concepto instrumentalistadel uso del lenguaje. Wingenstein compara el lenguaje no sin razn conuna caja de herramientas y pone en juego la ilimitada variedad de las

    funciones instrumentales en contra de la funcin designativa,monopolizada desde Aristteles por la filosofa del lenguaje. Con elloindudablemente hizo posible una fructfera ampliacin del pensamientofilosfico-lingstico: una ampliacin, por lo dems, que podra estar tanconforme con la relacin instrumental-operativa del hombre modernorespecto del mundo y del lenguaje, como el modelo aristotlico de ladesignacin lo estaba con la relacin terico-contemplativa de los griegosrespecto de un cosmos, que pasa como determinado en su esenciapreviamente a toda praxis lingstica de los hombres y, segn esto, sloha de designarse y conocerse.

    Sin embargo, esta interpretacin instrumentalista de la esencia dellenguaje podra iluminar solamente una tendencia de primer plano en larelacin del hombre moderno con el lenguaje. Segn Wittgenstein, ellapermite calcular debidamente la multiplicidad de los modos de empleo dellenguaje en atencin a una multiplicidad de los fines que deben suponerseo de las necesidades de la praxis humana. Por el contrario, no permite

    percibir todas las formas del - sit ven ia verbo - uso del lenguaje engeneral, y mucho menos apreciarlas, en las que el sentido de las palabrasha de juzgarse no desde su funcin instrumental en el contexto de un

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    propsito ya fijo de juego de lenguaje, sino desde la superior necesidaddel hombre de lograr ante todo un horizonte de sentido para losverdaderos fines y necesidades de la praxis. Esta meta-necesidad podraestar en una relacin complementaria con una instrumentalizacin,siempre progresiva, del lenguaje en la poltica, en la tcnica, en laeconoma y en la ciencia, y crecer en una relacin complementaria; y ellapodra tal vez producir en el arte, en la religin y en la filosofaespeculativa juegos de lenguaje, en los que no tanto la regla convencionaldel empleo fija el sentido de las palabras y proposiciones como tiles detrabajo, sino ms bien al revs, la concentracin de sentido en palabras yproposiciones colabora en la construccin de un juego de lenguaje y, conello, de una nueva forma de vida. Aqu habran de poder tomarse encuenta las llamadas figuras de lenguaje y metforas en el ms ampliosentido, todos los medios de los poetas para enajenamiento de lacomprensin de sentido convencional y esta