Arte, robo y falsificación

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Arte, Robo y Falsificación LA REVISTA VIRTUAL EN MÉXICO NO. 2 NOVIEMBRE 2011

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Arte, Robo y Falsificación

LA REVISTA VIRTUAL EN MÉXICO NO. 2 NOVIEMBRE 2011

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KALEIDOSCOPIO - Editorial ARTE, ROBO Y FALSIFICACIÓN

2 Universidad del Claustro de Sor Juana A.C. 2011

Somos ladrones, falsificadores, cada uno de nosotros. Todos, incluyéndote a ti querido lector, hemos sido víctimas del robo al igual que partícipes en él. El acto de tomar posesión de algo que no nos pertenece y volverlo propio ha caracterizado al ser humano desde que empezó a pintar animales en cuevas en la era Paleolítica. Aquellos hombres decidieron comenzar a pintar lo que veían en el mundo, pero no había un concepto de arte aún, no existía esa dualidad de la realidad y la representación, por lo cual, pintar ante sus ojos, era un acto mágico, de creación, era tomar aquello del mundo y recrearlo en estas paredes, como si realmente estuvieran cazando.Esto se puede ver en el comentario del indio Sioux rojo que entrevista el antropólogo Lucien Lévy-Bruhl acerca de un investigador haciendo bosquejos, el indio rojo dice, “Yo sé que este hombre ha puesto muchos de nuestros bisontes en su libro. Yo estuve ahí cuando lo hizo, y desde entonces ya no tenemos bisontes.”2 Somos ladrones de nuestra propia realidad, falsificadores. Simplemente

veamos la forma en la que el ser humano observa el mundo material: el cerebro recibe señales de luz que el ojo captura y las reorganiza a partir de la experiencia y memoria previa creando una imagen que le hace sentido a aquel individuo. Esto no es una observación objetiva. La volvemos una experiencia falsa, en el sentido que tomamos aquello que está afuera de nosotros y al capturarlo y apoderarnos de él lo volvemos propio, lo moldeamos a que represente aquello que podamos comprender. Como bien lo explica Beau Lotto3, un experto en la percepción y el sistema visual del cerebro- el ser humano ha evolucionado a partir de lo que se le ha presentado como útil y se ha definido por sus interacciones ecológicas con el mundo y no por las propiedades esenciales del cerebro. Aceptemos entonces, somos, tanto ladrones por nuestra forma psicológica de

interactuar con el mundo, como falsificadores de la realidad desde un nivel biológico, estructural. Consecuentemente y entendiendo al ser humano desde este punto de vista, podemos decir que, al ser ladrones y falsificadores, hemos tratado de proteger lo “nuestro” lo “poseído” de los demás. Nuestra identidad está demasiado relacionada con lo que poseemos; y el robo de una posesión es la apropiación que se vuelve parte de nuestra identidad, misma que construimos a través de nuestras vidas. Por eso el arte es tan preciado como posesión, ya que va más allá, extiende nuestra identidad y la eleva a realidades a l t e r n a s , i m a g i n a r i a s , transcendentales. El arte es una expresión humana de un carácter muy especial ya que está hecho para el otro. Es un objeto no sólo robado, pues tiene

Por: Tatiana Ortiz-Rubio

Arte, Robo y Falsificación“Todo, todo es robo, todo es incesante y

rigurosamente competencia en la Naturaleza; el deseo de llevarse con uno mismo la sustancia del

otro es la primera – la más legítima – pasión que la naturaleza ha criado dentro de nosotros y, sin duda

alguna, la más agradable.”

- Marquis de Sade

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una cualidad extra que lo lleva a tener la intención de compartir la obra, ya sea con una o mil personas. El arte es un diálogo, una charla abierta a quien esté parado enfrente, sin importar si uno se siente dueño legal o no.  Si profundizamos en lo que es la obra de arte a través del punto de vista del artista, vemos que el acto de la creación ha sido comprendido como uno de los pocos momentos de autenticidad humana, ya que cuando la pintura se asienta en la tela, el objeto reproducido recibe un universo de significados nuevos, gracias a una nueva luz que da el artista. Sin embargo, hay que reconocer que la existencia de la obra culmina en la falsificación de aquella otra mirada, la del espectador o del contexto en el que se mira. Pero, ¿Qué sucede cuando el mismo proceso de creación es falsificado, cuando un individuo toma una obra y la recrea? ¿Qué sucede durante ese momento de creación? ¿Será que al falsificarlo se le está haciendo un robo de identidad a aquel objeto original? Esto nos puede llevar a entender que hoy en día, en el ámbito académico, pueda repetirse como mantra: “ninguna imagen es auténtica, todo es un robo, una copia”. Esta proclamación  ha propuesto un

movimiento de la innovación, en donde ésta es valorada simplemente por eso, por ser nueva. El arte comienza a perderse en esta competencia por ser original, pero, en todo caso ¿algo lo es?Regresemos a Beau Lotto y su investigación sobre la visión humana. Si todo lo que vemos es manipulado automáticamente por nuestro cerebro para crear información razonable y lógica, entonces nada externo es recibido de una forma pura u objetiva a nuestro cerebro. El falsificar lo tenemos en las células.

E x t r a ñ a m e n t e n u e s t r a autenticidad como individuos cae en nuestra capacidad de falsificación de la realidad que nos rodea, pero una falsificación inédita e insustituible, plenamente individual. Lo increíble de los grandes artistas y pensantes de la historia es que han logrado trascender el robo al

reciclar aquellas imágenes falsificadas de la realidad material de una forma verdaderamente auténtica e innovadora. Y es aquí en donde está el valor de aquellas creaciones artísticas porque solo en ese acto creativo el ser humano recupera su autenticidad, solo en la expresión del individuo encontramos la posibilidad de una nueva visión de aquellas imágenes recicladas. Como decía Oscar Wilde, “Engañar al otro. Eso es lo que el mundo llama romance.”

 Este es el tema elegido para este número de Kaleidoscopio. Aquí es donde uno comienza a profundizar sobre la complejidad del “Arte, Robo y Falsificación”. Surgen de este cuestionamiento una serie de propuestas que tratan de llegar a una comprensión de cómo se relaciona el arte con la posesión, el arte con la identidad, el arte con la interpretación, el arte y la falsedad. ¿La verdad?

1 Hausser, Arnold. The Social History of Art: from prehistoric times to the middle ages. Vol. 1. Routledge Publishers. 1999.

2 Beau Lotto: Optical illusions show how we see. TED. http://www.ted.com/talks/beau_lotto_optical_illusions_show_how_we_see.html

El artista que entiende esto ya lleva una ventaja pues se da cuenta que lo único que queda es su interpretación,

su propia experiencia creativa, su propia

falsificación de la realidad.

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Los profesionales del arte en México saben quiénes se dedican a comercializar arte falso. Sin embargo, aquí es complicado perseguir el delito por una razón de orgullo y vergüenza: el defraudado no presenta la denuncia, porque en ese mundo aceptar que se compró obra falsa es pasar por “tonto” y por alguien a quien “le tomaron el pelo”. Por eso, no es extraño que en los últimos 10 años la casa de subastas de Rafael Matos Moctezuma –el perito valuador

más reconocido en México– detectara en sus análisis un total de mil 683 obras falsas, algunas ya compradas y otras apenas ofertadas a “grandes” coleccionistas. Además, si se considera que el precio de hacer una falsificación es mínimo respecto a la ganancia, esa actividad se vuelve un negocio redondo.

“Hemos sabido quiénes falsifican. Artistas no tan reconocidos y artistas reconocidos también.” Guadalupe Rivera Marín sabe muy bien de lo que

habla. Hija de Diego Rivera, uno de los artistas mexicanos más conocidos en todo el mundo, y también más falsificados, la presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre se ha topado con muchos falsos en su vida. Doctora en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mide muy bien sus palabras; sabe que no puede dar más datos cuando afirma que: “Aquí sabemos en dónde está el taller, y se

conoce y todo. Pero todo el mundo se hace tonto.” Y va más allá: “Hay redes, desde el lugar en donde hacen los falsos, se sabe quienes los hacen, quienes los negocian de primera mano, quienes los llevan después a una galería para que tenga un sello de autentificación, etcétera.” Guadalupe voltea a ver una foto en blanco y negro, casi sepia, que cuelga en la pared amarilla de la oficina de la Fundación Diego Rivera en Coyoacán. “Ahí estoy yo, con mi mamá y mi papá”. Los ojos le brillan, los labios se le tensan; está evidentemente emocionada: “Cuando nací, mi madre se iba al mercado y a esa edad me dejaba en las rodillas de mi papá… Y mi papá pintando y yo en las rodillas, ¿cree usted que yo no puedo distinguir el trazo de una obra de mi papá?” Se hace el silencio. Lupe toma un trago del exquisito café que como buena anfitriona ha ofrecido a la reportera, hace una pausa y continúa: “En Cuernavaca, nada más, ya me han pedido que vea yo, y he visto tres obras falsas de mi papá. Cuadros, no dibujos, cuadros.” Pero, ¿por qué nadie denuncia a los falsificadores?, ¿por qué siguen apareciendo casos escandalosos de falsificaciones, a veces demasiado obvias como para no notarse?

“Arte falso, negocio redondo”

Por: Irma Gallo

Participación especial de la revista Sin Embargo

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Vacío en la legislación mexicana.

De agosto de 2000 al mismo mes de 2011, tan sólo una casa de subastas en la Ciudad de México, la de Rafael Matos Moctezuma, recibió un total de mil 683 obras falsas. De ellas, 239 eran de Diego Rivera. La casa de subastas está en la Ciudad de México, en la calle de Leibniz, muy cerca de Mariano Escobedo, en Polanco. Detrás de la fachada pintada en azul claro, Rafael Matos Moctezuma, el perito valuador de arte más reconocido de México, guarda muchos originales y otros tantos falsos que, por diversos motivos, han llegado a sus manos: “Una, para pedirme mi opinión sobre su autenticidad; otra, para que nosotros lo pongamos a la venta, como casa subastadora que somos, y puede ser también el caso, y a veces se da, en que los traen para que yo los oriente porque se los están vendiendo”. A pesar de ser toda una autoridad en el mundo del arte en México, Matos es un hombre alegre, bromista. Una de sus frases favoritas, cuando relata anécdotas de quienes le vienen a ofrecer falsos es: “No me chingues” Pero se pone muy serio cuando se le pregunta por qué prolifera con tanta impunidad la falsificación de arte en México: “El gran problema, desde el punto de vista legal, es que yo puedo, es mi derecho, copiar… si yo tengo aquí un cuadro de Diego Rivera es mi potestad ponerme a copiarlo. La bronca está en si yo hago una venta de esa pieza”. Pero aún en este caso, el delito que se comete es el de fraude, coincide la crítica de arte e investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Teresa del Conde, y sólo se persigue si el afectado presenta una demanda, cosa que, según Guadalupe Rivera Marín, nunca, o casi nunca, sucede: “No conozco a nadie que después de comprar un falso quiera denunciar porque pasa por tonto. Si a usted le venden un falso, usted lo compra, lo cuelga en la pared de su casa, y luego le dicen: “Oye, este es un falso”. Y usted responderá: “No, no es falso. Es auténtico”. Y por nada del mundo va a aceptar que es falso. Es tanto como reconocer que le tomaron el pelo”. Por si fuera poco, y a pesar de su reconocimiento como perito valuador

de obras de arte, el mismo Rafael Matos Moctezuma admite que no se atreve a dictaminar que una obra es falsa: “Yo digo que no puedo avalar su autoría, nada más. Porque si no entonces viene la demanda porque “usted dijo que era falso y me hizo un mal patrimonial”… No, yo nada más digo que no lo puedo avalar”. Si a esto le sumamos el hecho de que los costos de hacer un falso son mínimos, en comparación con la ganancia que se obtiene si éste se vende, la falsificación, en México, es un negocio redondo.

Cincuenta y tres obras de Anguiano por 40 mil dólares

En abril de 2006, la coleccionista y crítica de arte Reyna Henaine encontró seis obras falsas de Raúl Anguiano en una casa de subastas de la Ciudad de

México. Los propietarios de la obra le mostraron a la viuda del artista, Brigita Anguiano, un grupo de 53 obras que habían comprado por 40 mil dólares. La señora Anguiano determinó que las obras eran falsas e informó de ello a la casa de subastas, a los propietarios y a la prensa. Brigita Anguiano solicitó entonces a Reyna Henaine y a Lance Arón, también investigador y crítico de arte, experto en la obra de David Alfaro Siquieros, que presentaran a Sari Bermúdez, entonces presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), los casos recientes de falsificación de obras de Anguiano y de Siqueiros. A partir de esta reunión se convocó a un grupo de trabajo que resumió sus conclusiones en el documento llamado: Manifiesto dirigido al pueblo de México para proteger el Patrimonio Artístico de la Nación contra

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la Falsificación de Obras de Arte y los Abusos en el Ejercicio de los Derechos de Autor. En enero de 2007, el manifiesto fue firmado por Alí Chumacero, Andrés Henestrosa, Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, Alberto Ruy Sánchez, los pintores Arnaldo Coen y Jorge Marín, los coleccionistas Lance Aaron, Andrés Blaisten y Ricardo Pérez Escamilla, críticos como Juan Coronel Rivera, Olivier Debroise e Irene Herner, y directores de las casas subastadoras Luis C Morton, Rafael Matos Moctezuma y Juan Francisco Matos, entre otros. El manifiesto se entregó al siguiente presidente de Conaculta, Sergio Vela. A partir de entonces, en el sitio oficial de Raúl Anguiano hay un link titulado Lucha contra las falsificaciones, cuyo es objetivo prevenir a futuros compradores de caer en las garras de este tipo de fraude. Según este sitio web, en el delito de falsificación intervienen artistas falsificadores, dealers, galerías, casas de subastas y hasta funcionarios que se hacen de la vista gorda a cambio de grandes beneficios económicos.

Sin embargo, los escándalos por falsificaciones son cada vez mayores.

Un carpintero con un baúl de 800 millones de dólares

El 4 de agosto de 2009, un grupo de galeristas, investigadores, coleccionistas y críticos, como Pedro Diego Alvarado, Teresa del Conde, Mariana Pérez Amor, James Oles, Hayden Herrera y Cristina Kahlo, publicó una carta abierta dirigida a las autoridades de Conaculta, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Fideicomiso Museos Diego Rivera y Frida Kahlo, en la que manifestaba “enérgicamente nuestra protesta y denuncia en contra de los autores y los responsables de la publicación del catálogo titulado El Laberinto de Frida Kahlo. Muerte, dolor y ambivalencia. Cartas ilustradas, dibujos y notas íntimas, editada por el llamado Centro de Estudios del Arte Mexicano ubicado en San Miguel de Allende, Guanajuato, en el año 2008, y publicada en los Estados Unidos bajo el título de Finding Frida Kahlo: Diaries, Letters, Recipes, Notes, Sketches, Stuffed Birds, and Other Newly Discovered

Keepsakes, escrita por Stephen Jaycox, editada recientemente por Princeton Architectural Press”. Los firmantes afirmaban que: “Toda la documentación y obras reproducidas en dichas publicaciones ha sido considerada y determinada por los más experimentados y acuciosos investigadores de la obra de FRIDA KAHLO como FALSA”. En septiembre de 2009, sólo un mes después de la carta abierta, el Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo presentó una denuncia formal ante la PGR “en contra de quien o quienes resulten responsables por conductas que pudieran ser constitutivas de delitos del orden federal”. Los miembros del Fideicomismo, que preside Carlos García Ponce, dirige Carlos Phillips Olmedo, y cuya secretaria vitalicia es Guadalupe Rivera Marín, sustentaban su demanda en que: “Mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 18 de julio de 1984, se declaró monumento artístico toda la obra de la artista mexicana Frida Kahlo Calderón, por lo que quedó protegida por la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, respecto de su conservación, restauración, comercialización, reproducción y exportación, lo cual se considera de utilidad pública, de acuerdo a lo dispuesto por la citada Ley”. Según la nota periodística publicada en el portal web Terra el 10 de junio de 2011: “El Ministerio Público solicitó al INBA el 17 de marzo de 2010 que designara un perito en materia de arte para determinar si las obras relacionadas con la indagatoria PGR/DDF/SPE-XXVII/4396/09-09 eran auténticas. El Instituto contestó el 8 de abril que no contaba ‘con personal calificado para realizar el dictamen’ y sugirió acudir a los peritos reconocidos por el Poder Judicial de la Federación, en particular, a Rafael Matos Moctezuma”. Finalmente, la PGR resolvió el no ejercicio de la acción penal contra los Noyola Fernández, ya que, según su dictamen: “los delegados fiduciarios del Banco de México jamás nos han acreditado que las obras sean monumento histórico o artístico… por lo que resulta procedente el no ejercicio de

la acción penal por hechos no constitutivos de delito”. El origen de esta historia se sitúa en 2005, cuando la fortuna pareció sonreír a los galeristas Carlos Eduardo Noyola Fuentes y Leticia Fernández. A través de un intermediario, que llegó a su galería ubicada en la calzada de La Aurora S/N, en San Miguel de Allende, Guanajuato, el ebanista Abraham Jiménez López les ofreció un baúl que contenía mil 200 obras, entre dibujos, recados, cartas y bocetos, que según él, Frida Kahlo le había regalado como pago a sus servicios de carpintería. Los Noyola Fernández le compraron la historia, y con ella el baúl. Con esta “colección” se editaron dos libros, uno en español y el otro en inglés, avalado nada menos que por la Universidad de Princeton, una de las más prestigiosas de Estados Unidos y del mundo. Cuando el grupo de conocedores del arte publicó su carta abierta, y después de que el Fideicomiso entabló su propia demanda, se logró retirar de circulación los libros impresos en Guanajuato, no así los de Princeton. En el portal de Amazon se ofrece todavía el libro a un precio reducido de 50 a 35.15 dólares. Sin embargo, las obras no han sido destruidas y los Noyola Fernández insisten en su autenticidad, a pesar de que especialistas en la obra de Kahlo, como la misma Teresa del Conde, insisten en su falsedad: “Desde el principio se vio que es muy difícil, o imposible, autentificar esas obras como originales de Frida Kahlo porque no lo son,” dice, convencida, Del Conde. La voz de Guadalupe Rivera Marín se torna más aguda cuando expone sus propios argumentos para asegurar que esas obras son falsas: “Mire, yo viví con mi papá y Frida en la Casa Azul. Viví con ellos una larga temporada, y le juro que ese señor que dice que es el carpintero jamás vivió en esa casa. El carpintero que vivía ahí era una persona humilde, como los que hay en todos los pueblitos y que todavía aquí los encuentra aquí en Coyoacán. Mi padre les dejó un cuartito que había por la calle de Allende, y en esos cuartitos vivían el carpintero y su esposa. ¿Por qué? Porque mi papá y Frida, sobre todo mi papá, trabajaba y le gustaba que sus telas se montaran

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inmediatamente. Le gustaba tener el material a la mano, no tener que ir a buscar a un carpintero que le hiciera los marcos. Bueno, cuando me enseñaron el libro (Finding Frida Kahlo) y la foto del que dijeron que era el carpintero al que Frida le había regalado toda esa obra les dije: “Bueno, pero e s t á n materialmente locos”. La gente que quiere hacer pasar a este individuo por el carpintero que vivía ahí. E s decir, es la prueba más fehaciente de la falsedad del asunto. Le ponen a un señor ahí muy elegante con cachucha española. ¿Cuál carpintero había en Coyoacán con esa pinta de español, de gachupín? Absurdo..”.

Una “duda razonable”

Pero, dado que en lo que respecta al arte hay mucho de subjetivo, ¿cómo saber, más allá de una simple apreciación visual, que una obra es falsa? Teresa del Conde responde que hay métodos científicos para comprobarlo: “Elementos técnicos: edad de los pigmentos y del lienzo, caligrafía en el caso de escrituras, enunciados o leyendas; confirmar si la firma está integrada o no al soporte. Elementos estéticos: los artistas suelen tener lo que llamamos “estilo”, aunque éste fluctúa mucho a lo largo de sus trayectorias; sin embargo, hay algunas constantes que suelen mantenerse. Hay también en muchas de las falsificaciones rasgos aberrantes respecto al artista que se trató de falsificar, sea en cuanto a iconografía que en cuanto a manejo de materiales o rasgos secundarios. Sin embargo, hay ocasiones en que ni así puede determinarse con absoluta certeza la autenticidad o inautenticidad de una pieza. Conviene mucho leer los tratados sobre falsificación, los hay en varios idiomas”. Rafael Matos Moctezuma insiste en que, cuando existe la duda, es indispensable convocar a un cuerpo colegiado de expertos: “muchas veces el órgano colegiado sugiere que se haga un estudio de pigmentos, que se haga un estudio de tela. Estos estudios de

pigmentos y de tela los hacen en la UNAM, hay aparatos, algunas personas se dedican a hacerlos. Nada más van a establecer si esos pigmentos son de la época, en que se supone que se realizó la obra, no van a decir si la realizó fulanito, fulanita”. El estudio de edad de pigmentos sólo es concluyente cuando arroja un resultado negativo; es decir, si la pintura que se utilizó no existía en la época en que vivió y trabajó el artista que supuestamente realizó la obra, porque entonces es imposible que la haya hecho. Pero si el resultado es positivo, se abre una posibilidad más: que sea una pieza contemporánea del artista a la que se le atribuye, aunque no necesariamente sea de su autoría.Así que, para no apoyar todo el diagnóstico

de autentificación en los elementos técnicos, Avelina Lésper, crítica de

arte, sugiere tomar en cuenta otros aspectos: “Se hace una

investigación histórica, se rastrea la vida de la pieza, de dónde

viene, cómo la obtuvieron, en qué época del artista se

realizó y si el tema y el estilo corresponden a ese

momento”.Y vuelve al tema de las obras

apócrifas de la colección de los

Noyola Fernández: “Por ejemplo, en el caso de Frida K a h l o hablar de mil 200 obras y objetos es más de una vida, son dos vidas, d e u n a persona que a los seis años contrajo la p o l i o , sufrió

accidentes y siguió toda su existencia

enferma, y murió a los 47 años, por fuerza tuvo una producción muy limitada”.Guadalupe Rivera Marín apunta un dato preciso: “Están catalogados, entre cartas, recados, letras, mensajes, lo que usted quiera y mande, y cuadros, 420 obras de Frida. En toda su vida. Es lo que está catalogado, por lo que se encontró en la Casa Azul, por lo que está en los museos, por lo que es absolutamente cierto que es obra de ella”. La mezcla de elementos característicos de la obra del artista, dispuestos en un orden distinto o descontextualizado también es una “señal” de que una obra puede ser falsa. Dice Avelina Lésper: “Si ves las piezas, están en el libro Finding Frida Kahlo de Barbara Levine, las pinturas son copias de elementos de Frida mezclados con otros, que es un método recurrente en la falsificación. Los otros objetos son memorabilia y souvenirs, postales y cartas que ella envío, y por una ilógica circunstancia, ella misma se supone que conserva”. En conferencia de prensa del 9 de junio de este año, en la sede del Museo Frida Kahlo en Coyoacán, Juan Coronel Rivera, nieto de Diego Rivera, coleccionista e historiador de arte, afirmó que si la colección de los Noyola Fernández fuera auténtica valdría cerca de 800 millones de dólares.

Agradecemos a la Revista Sin Embargo y a la autora Irma Gallo por el apoyo y la participación en este número de la Revista Kaleidoscopio e invitamos a nuestros lectores a leer la nota o r i g i n a l p u b l i c a d a e n e l p o r t a l www.sinembargo.mx y a conocer todos los artículos de esta publicación.

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El consumo de arte y antigüedades responde a modas, fluctuaciones de oferta y demanda, necesidades y deseos generados en los usuarios, competencias y condiciones de intercambio. Es decir, forma parte de un mercado y por tanto son productos que están sujetos al robo y a la falsificación.

Las fronteras entre la reproducción, la imitación y la influencia de un estilo en distinta época son muy endebles y en cierta medida elásticas, ésta es la opinión del anticuario Rodrigo Rivero Lake quien platicó con Kaleidoscopio sobre el tema.

Único mexicano miembro de la Oriental Ceramic Society de Londres, pionero en recuperación de templos, iglesias y calles enteras, reconocido autor y dueño de la

galería que lleva su nombre, con más de cuarenta años de experiencia, Rodrigo Rivero Lake ha llegado a la conclusión de que a pesar de los errores que se puedan dar, o las copias que puedan llegar a la venta, el límite que no se debe de cruzar es el fraude. “La idea del falso y de la réplica o de “la escuela de” o “al estilo de” es una cosa muy variada y realmente yo creo que lo que puede hacer daño es la mala fe, el dolo, en el cual se introduce esa pieza a un comprador.”

El oficio del anticuario

Ante el cuestionamiento de la participación de un anticuario en el mundo del arte, Rodrigo Rivero Lake comenta que “entra en la conciencia moral de cómo se están comprando y vendiendo las cosas, hay que tener una ética para llevar a cabo éste trabajo.” Especifica: “Yo he trabajado intensamente, desde que empecé esto, con una secta musulmana en India, ellos tienen una moralidad para comprar. Si tu llegas y ves algo que te gusta sabiendo que vale diez pesos, no puedes ofrecer ocho porque estás robando, estás cometiendo un acto de engaño, tienes que ofrecer los diez que vale.”

Sin embargo, el trabajo del anticuario es el de revalorizar la obra, Rivero Lake nos comenta que la pieza lo agradece y aclara que tienen su propia alma, el tiempo que han estado antes y después de nosotros les da un “destino

marcado” entonces, a pesar de esa gratitud, se irá con quien quiera, a donde tiene que estar. “Tú la vas estudiando, justificando, porque hay ciertos compradores que necesitan una justificación de por qué tiene ese precio y entonces puedes meterla al mercado, ya sea nacional o internacional.”

Para ejemplificar esta idea del destino, nos cuenta una experiencia vivida, platica que una vez en un periódico sobre antigüedades en Inglaterra vio una fotografía de un castillo en donde se veía algo que le recordó a un biombo de Tepotzotlán, que es la mitad del biombo de la familia de Moctezuma enconchado. Cuando lo notó, encontró que ese biombo era el mismo que el de Tepoztlán. A pesar de que alguna vez por teléfono se le había dicho que tal biombo no estaba a la venta, en realidad habían decidido subastarlo. “Las piezas te andan buscando. Primero el haberlo descubierto ahí, como una casualidad y después al momento de la venta había teléfonos de todo el mundo esperando la subasta, (y de pronto) se va la luz y yo me lo llevé, en el precio base, por eso digo: él agarró su camino”

Otra de las aportaciones del anticuario es rescatar y llevar a la comercialización a ciertos autores olvidados. “Para mí” – dice Rivero Lake – “La aportación fue la de Ángel Zárraga que era un tipo muy desconocido en México, nadie había realmente seguido su biografía y cuando se hizo su primer exposición

El valor de lo “original” en el arte

Entrevista con Rodrigo Rivero Lake

Por: Ana Mireles

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en el Museo Tamayo yo tenía treinta y ocho Zárragas, participé con ellos. Yo fui de los que hice la gran promoción para que esto sucediera y ahora es uno de los pintores mejor valuados del mercado mexicano, y como no se ha declarado patrimonio cultural puede existir un movimiento de intercambio de las piezas que participe también en el mercado internacional. Va subiendo, va teniendo unos precios extraordinarios por la gran calidad de las piezas.”

Nos confiesa también que a todos los que practican esta profesión les gusta hacer “sus juguetes”. Sobre su propio placer nos platica: “muchas piezas réplicas de platería que tengo, les pongo mi nombre, los numero, les pongo todo esto y después a los seis meses me están llamando para decirme: ya tengo tu pieza. Pero ya le quitaron el nombre, ya le quitaron la marca en la cual yo decía que era una pieza hecha por mí copiando una de las que tenía y que quería compartir ese gusto sin tener que dejar mi pieza.”

La valuación de las piezas

“Valuar una pieza – dice Rivero Lake - es muy complejo, pues entran muchos factores en consideración. En ocasiones una réplica puede llegar a ser más apreciada que un original, dependiendo de su pedigree.” Nos da un ejemplo hipotético de “una pieza réplica de una pieza romana que se bajó Napoleón cuando entró a Egipto y se la llevó en la mano, y la tuvo en su colección privada. Hay retratos en los cuales él está pintado con esta pieza, entonces tiene un valor mayor de la que podría tener un original por la historia que significa. No es lo mismo tener una carta firmada de Santa Anna diciendo que hay que fusilar a alguien, a otra en el cual se

comprometa dentro del nivel histórico a hacer acciones que están desconocidas, vamos a decir, en la historia tiene un valor muy personal, subjetivo la pieza en sí.”

Ayudan también las procedencias, los archivos, la conservación, las restauraciones, etc. Rivero Lake conversando nos comenta, de un ejercicio de reflexión que se hizo en Inglaterra con una exposición llamada ¿Cuánto vale?, y explica: “Había dos piezas iguales con los precios tapados, venía también toda una explicación de por qué una de las piezas, por decir, un candelabro que pertenecía a un rey valía más que la misma pieza que no pertenecía, ¿por qué uno vale diez y el otro cien?, la explicación es la condición en la cual estaba. El que vale cien es con el que mataron a algún noble, es del Castillo de algún personaje histórico, fue el que se llevó robado el Príncipe… El

mercado del arte es muy profundo, y es justamente lo que debe tener de profesionalismo el anticuario: estar pendiente de cuánto valen las cosas y poderlas justificar.”

En la época del internet, y con el gran flujo de información disponible, es mucho más difícil que a las casas subastadoras se les pasen ciertos datos, se ha facilitado la tarea de la clasificación. “De repente da hasta gusto ver un catálogo en Francia que diga que una pieza es oaxaqueña en base al libro de Rodrigo Rivero Lake, La visión de un anticuario. Ese era un poco el matiz del libro, dar un conocimiento a la gente. ¿Cómo compras las cosas? ¿Cómo hay que verlas? y ¿Cómo descubrir qué son? Se ha convertido en un libro de consulta de muchos países, afortunadamente para mi ego (risas) y eso es lo bonito de éste trabajo.”

“La falsificación es parte del mercado, encontramos que desde el

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tiempo de los romanos ellos mismos hacían falsificaciones” pero, tiene sus consecuencias, “se empobrece el mercado, se aligera la confianza del comprador”. Por lo tanto, Rodrigo Rivero Lake le aconseja a la gente que está comprando que compare antes de juzgar, que coteje los precios.

Por caso se refiere al arte de India, sobre todo en construcción y arquitectura, un mercado que él abrió en México. Invita al coleccionista a ver las piezas que se parecen a lo que él vende y que pareciera que son más baratas.

Rivero Lake explica que han habido confusiones en el mercado, expone que a partir de la experiencia y los viajes realizados por el mismo anticuario es que se pueden hablar de una mejor calidad en las piezas. “Me encanta ir con los dealers de allá y decirles no, esta pieza no porque es falsa. A lo que ellos contestan que los otros no lo ven, es así, el ojo que tiene la experiencia es básico”.

Réplica, imitación y copia

Al respecto de estos tres temas, Rodrigo Rivero Lake ejemplifica con la historia de una pieza de El Greco, que nos cuenta tuvo oportunidad de ver en México hace algunos años. Los expertos de varios museos dijeron al comprador que la obra no era del autor, si no de su hijo. Ya que se veían las pinceladas de cómo le estaba enseñando a pintar. “Por ejemplo, cuando le encargaron los doce apóstoles, el mismo año se los encargaron doce veces, lo cual da una suma de ciento cuarenta y cuatro piezas que se tuvieron que producir en un lapso de seis u ocho meses. Él hizo una serie, otra serie está hecha con participación de su hijo y otra por el taller del mismo pero nada más retocada por el

maestro. Entonces hay Grecos que pueden valer treinta mil dólares, otros ochocientos mil dólares y otros tres millones.”

Rodrigo Rivero Lake nos comparte también su experiencia de cuando empezaba en el negocio, cuando lo llevaban en España a ver a los grandes restauradores porque eran ellos quienes sabían hacer las copias, ya que, acota en otro momento sobre los restauradores, “como dicen en el argot legal alemán: el que inventó la ley, inventó el agujero.” Por lo tanto. “¿Hasta dónde es una falsificación si el maestro que lo está haciendo, está haciendo una copia de algo? ¿En qué momento se convierte en una falsificación? En el dolo de la acción jurídica.”

Bajo éste entendido funciona el mercado, tanto es así que no existe una ley que proteja a los compradores. El galerista nos explica que las casas de subastas trabajan por medio de contratos en los que se especifica que actúan solamente como comisionistas y que sus expertos expresan una opinión sobre la pieza, permitiendo que el comprador lleve a sus propios

valuadores a que vean, toquen y hagan las pruebas que consideren pertinentes sobre lo que van a adquirir, siendo entonces responsabilidad de cada uno si decide invertir.

El mercado del arte fluctúa más que ningún otro, Rivero Lake nos platica que “uno de los grandes jeques árabes, muy rico, estuvo coleccionando durante mucho tiempo huevos de Fabergé, tenía una colección increíble de los más caros y todos comprados en el mercado internacional en grandes subastas. Un día decidió cambiar de estilo, tomó esas piezas y las quiso meter en la misma casa de subastas donde las había comprado, pero no se las recibieron ya que tenían ahora nuevos asesores, nuevos descubrimientos, nueva información. Los expertos decían ahora que esas piezas no eran originales. El jeque hizo una demanda a la casa de subastas y no la ganó. La diferencia entre la opinión de la casa de subastas y el conocimiento del comprador no es una garantía.”

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Expresa también que el error cabe porque el valuar piezas sigue siendo un trabajo muy subjetivo en el que la experiencia pesa mucho, en ocasiones más aún que las pruebas científicas: “La idea del carbono 14 que es muy manejada por la gente, pero en realidad no es una prueba que pueda hacerse más allá de cuando se están sacando por primera vez las piezas, después ya no es funcional. Creo que lo más importante son los grandes anticuarios que ayudan mucho a partir de su experiencia en el tiempo y su saber, saber ver y saber tocar los falsos. Ahora estamos viendo también que en la porcelana china los grandes compradores chinos sí se van a los laboratorios a comprobar que la pieza es original, lo podemos ver en la pintura también, de ver si son los mismos pigmentos usados por el gran maestro al que se le atribuye esa pieza… en fin, hay mucho, está muy combinado entre la tecnología, la ciencia y el gusto o el ojo y el saber.”

“Ojalá se pudiera transmitir” comenta Rivero Lake “esa curiosidad con la cual vas conviviendo y vas aprendiendo, cuando vas metiéndote a este mundo.” Ahora hay cursos para saber de estilos, pero “lo que lleva al conocimiento es la práctica, el tocar, el tener ese gusto de ir a una tienda de antigüedades y saber, por qué estoy cargando un Tibor, de qué época es y si es muy ligero no puede ser de la época que me están diciendo aunque me den un certificado. Es un conocimiento muy personal, yo sé, yo soy el que sé, yo la encontré, yo la valoro y después, a través de mi próximo estudio la puedo poner en el mercado de acuerdo a lo que yo supuse. Generalmente es afortunado, pero también hay veces que no lo es.”

Sobre estos casos de equivocación nos narra una anécdota personal, a propósito de un cuadro de José

Juárez que se encuentra en su galería: “lo compré en una venta de Sotheby's y estaba catalogado como pieza española del diecisiete, cuando fui a verla con una serie de trucos me di cuenta que estaba sobrepintada la aclaración de donde era, pero la habían comprado en México. Entonces surgió esa emoción de descubrir como a un amigo, encontrarte en un reencuentro con alguien, del decirle: te voy a llevar de regreso a tu casa, ese juego con tu alma y con la pieza es lo bonito.”

El “original” en el arte contemporáneo

Como reflexión final le preguntamos a Rodrigo Rivero Lake sobre la posición que ocupan los originales en una época en la que impera la reproductibilidad técnica, a lo que respondió: “la cultura clásica, o inclusive la cultura popular o el arte tribal siempre tendrá un momento en el cual se pueda encajar en el arte contemporáneo, lo podemos ver en el gran Picasso, en toda su participación con el arte africano y toda su representación de ese arte e n l a c u l t u r a contemporánea. Entonces, el momento en que los grandes pintores de ahora tengan la suficiente seguridad en ellos y el deseo de poder decir de dónde sacaron esas ideas, obviamente van a empezar a meter el pie en lo clásico, porque nada es nuevo.

¿En qué momento el arte va a evolucionar? y el arte contemporáneo va a trascender, o ¿Qué es lo que va a trascender? lo vamos a ver con el tiempo, no creo que sea predecible.”

“Acerca del vacío que está

dejando la cultura actual, leí en un libro muy interesante que se llamaba Robándose la Mona Lisa que cuando se robaron la Mona Lisa a principios de siglo, había una afluencia de aproximadamente doscientas personas en la sala, después fue robada, se crea un escándalo durante los años que se encuentra perdida. Fueron tres años que se dejó el vacío en la pared y entonces iban más de mil personas a ver el vacío, no a ver la pieza. Esa idea del vacío es muy interesante porque es algo que repercute en el arte actual y el vacío que está dejando el tener que justificar que la pieza está hablando de una rebelión nuestra en contra de la sociedad.”

“No soy una persona especialista del arte contemporáneo o del arte moderno pero, lo veo un poco así, en base a esa idea, entrar de repente a un museo y decir: mira qué maravilla esto que está tirado en el piso o un escusado. Sí, es muy bonita la rebelión, pero ¿Cuál es el trasfondo? ¿Por qué hay que explicarlo?”

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Para nuestra edición Kaleidoscopio nº2 – Arte, Robo y Falsificación, el equipo de Kaleidoscopio tuvo la oportunidad de conversar con el artista visual (arquitecto, pintor, fotógrafo y escultor) mexicano, Gabriel de la Mora, quien nos recibió en su taller para hablar acerca de su más reciente exposición, Originalmente Falso.

Curada por Francisco Reyes Palma2 y presentada este año, durante los meses de abril y mayo en la galería OMR, Originalmente Falso es un proyecto que explora el paradigma de lo original y lo falso en la creación artística a través de piezas que encierran en sí mismas ambos polos de la escala y, por supuesto, toda la gama de grises que hay en medio.

Los conceptos de “original” y “falso” son ideas cuyo significado damos por sentado, a menudo sin detenernos a pensar en sus implicaciones ni a profundizar en la ambigüedad de su uso. ¿Cómo definir lo original? ¿Cómo distinguir qué es falso? ¿Desde qué perspectiva y bajo qué criterios? más aún ¿Existe la originalidad?

De La Mora ha enfocado gran parte de su carrera artística en explorar estos conceptos, a manipularlos y llevarlos al extremo en un ejercicio creativo de investigación, análisis y reflexión llevándolo a descubrir un “Nivel Cero” en la creación artística y a adoptar una postura muy particular respecto a lo que el arte es y deviene a partir de su propia identidad como creador.

Kaleidoscopio: ¿De dónde surge la inquietud de trabajar en torno a este tema?

Gabriel de la Mora: La primera vez que escribí, escribí al revés y me corrigieron porque el mundo gira para otro lado, así que me sentía diferente a los demás y al mismo tiempo igual que todo el mundo. Por otro lado estaba el tema de que tenía el mismo nombre que mi papá, Gabrielito y Gabriel, y eso siempre me causó un conflicto porque sentía que había que encontrar qué nos hacía distintos.

Antes de irme a Nueva York a estudiar mi maestría en 2001, hice una exposición en homenaje a un artista, que generó un caso legal muy delicado. Llegué a Nueva York y recibí un fax con una acusación de

Gabriel de la Mora Artista Invitado

“El arte no se crea ni se destruye, solo se transforma”

- Gabriel de la MoraPor: Sofía Llorente

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este artista de haber violado sus derechos de autor y diciéndome que él quería cobrar un porcentaje de las obras vendidas en mi exposición, y que las obras no vendidas, como afectaban la imagen de este artista, debían ser destruidas. El problema se arregló legalmente, pero esto me hizo empezar a cuestionarme: Yo puse “homenaje”, puse créditos, mi error fue no pedir permisos, pero el nombre y los títulos estaban correctamente citados, en ningún momento quise apropiarme de la imagen o el trabajo de este artista, sino al contrario, quería hacerle un homenaje. Eso me hizo leer muchísimo y estar en contacto con abogados especialistas en derechos de autor y Copyright, y entre más leía sobre apropiaciones, derechos de autor y temas relacionados, más en contra iba de ello.

De alguna manera Duchamp y sus readymades, Warhol y sus apropiaciones de Campbell’s están, desde el punto de vista legal, haciendo una violación del Copyright. Los grandes cambios en el arte moderno, contemporáneo, y conceptual, fueron hechos a raíz de esto y ahora la misma ley lo prohíbe, lo que me llevó a cuestionar un poco qué nos hace originales a nosotros para generar cosas originales, si una de las premisas del arte en ese entonces era la originalidad. [...]

K- Entonces la cuestión de originalidad y falsedad está ligada a una cuestión de identidad...

GM- Leo mucho acerca de criminología y me llama mucho la atención que lo primero que se busca en la escena de un crimen son fluidos, pelo, sangre, huellas digitales, todos estos elementos con los que me gusta trabajar, porque

son elementos muy universales. Tú puedes encontrar un cabello y no saber si es de un hombre, una mujer, un judío un católico, etc. pero si lo analizas puedes encontrar datos sumamente particulares de cada individuo. No me considero ni pintor ni fotógrafo, ni escultor, me parece injusto reducir el arte a una técnica. La parte técnica es fácil es perfectible con el tiempo, para mí el arte, se basa en una propuesta. Soy un artista que trabaja con ideas y con conceptos, y cada obra de pide una técnica. Odio el estilo como una obviedad.

K- ¿Qué descubriste al respecto de esta paradoja al trabajar en Originalmente Falso?

GM- Con esta exposición me interesaba hacer un ejercicio muy fuerte e interesante: estoy rodeado de amigos coleccionistas y al preguntarles “¿Alguna vez te han vendido un falso?” “ y obtener un “Sí” como respuesta, empecé a leer notas de obras falsas y cuestionamientos de grandes obras

en grandes museos que hasta la fecha se cuestiona si son originales o falsas; así que surgieron las preguntas ¿qué cambio habría [si se determinara que esas obras son falsas]?, ¿qué nos hace originales? Decidí trabajar con Francisco Reyes Palma en un diálogo curatorial y la idea era prácticamente localizar, sacar del mercado negro, e intercambiar obras de arte falsas y a través de un proceso de destrucción, en la mayoría de los casos, transformarlas en originales, y re-insertarlas al mercado.

Por otra parte, me surgió la cuestión de que el único que puede decir si la obra es falsa o verdadera es el artista. En este caso tomé obras de Frida Kahlo o Diego Rivera, gente que ya no está para certificar si

verdaderamente el cuadro es original o falso, y todo lo que se diga al respecto queda como opinión. Siempre quedará la duda acerca de si lo que destruí era [un original] o no era. Toda esa parte un poco intangible, esa incertidumbre me llama la atención. [...] Hay una pieza que es una pintura en un lienzo que no había sido pintado del siglo XVII o XVIII y esta contradicción de una pintura en un lienzo sin pintar donde 300 años dejan marcas en el lienzo y eso hace que sea una pintura en sí, hecha por el tiempo, en la que el artista no hace nada.

Son materiales que busca un falsificador para hacer una obra de arte. Son muchos temas, son muchas cosas, es un tema simple en apariencia, son ejercicios que se ven muy simples pero que tienen un gran trabajo detrás.

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K- Para ti, ¿Dónde se ubica la frontera entre original y falso?

GM- De alguna manera me interesa el concepto de original o falso porque es un nivel 0: en derechos de autor no es el autor que se supone que es, pero al ser un falsificador no va dar la cara, así que no hay un autor de alguna manera. [...] La

originalidad va ligada al concepto de “origen”, tienes que irte a la esencia de las cosas y de repente en las discusiones que teníamos Francisco y yo decíamos “¿qué es original?” Todo es mentira, la originalidad no existe.

Ahorita mi definición de arte está muy ligada a esta exposición en

paralelo a mi definición de energía: para mí el arte ni se crea ni se destruye sólo se transforma. Y creo que esta exposición refleja perfectamente esto que pienso que es arte. De alguna manera va ligado con todo, siempre tomamos cosas de otros y las ponemos. La originalidad está ligada con eso, el origen no existe, porque siempre va a haber

algo antes. Siempre vamos a tener algo antes: un falso, o un original, para transformarlo y generar otra cosa. Ni el origen ni el falso existen. Siempre hay una pequeña mentira. Así como no existe el origen tampoco existe la falsedad, ese punto para mi va ligado con el arte. Eso es lo que me encanta. Yo creo que cada artista, o cada espectador, cada persona le va poner algo a esa pieza o la va ver de una forma muy particular.

K- ¿Qué hay dentro de tu obra que critique o discurse a partir del mercado del arte como industria basada en el paradigma de la originalidad?

GM- Hay mucha gente que va en contra de esto, de la parte comercial del arte. Arte comercial y arte “no comercial”. Pero yo te puedo decir que todo en este mundo, en esta galaxia, todo se vende y todo se compra. Todo tiene un precio. Hay

falsos porque hay un mercado. Si no hubiera un mercado y no hubiera dinero de por medio no habría falsos. Yo si tengo un conflicto muy fuerte con cómo se ha estado manejando todo el rollo del mercado de arte y además creo que se le ha dado demasiada importancia. No me parece que la gente vea el arte como una inversión; como artista y como autor se me hace abominable. Un verdadero coleccionista es aquél que se conecta con la obra y yo creo que

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el coleccionista no escoge la obra de arte, sino que la obra de arte escoge al coleccionista. Si estás en el momento, en el tiempo y en el lugar adecuado, la obra era para ti. Y por otro lado también para los artistas, los que estamos produciendo, es bueno que alguien pueda tener una pieza tuya y ese dinero nos puede ayudar a seguir explorando, trabajando.

K- En el arte contemporáneo la originalidad va más allá del valor tangible, está en el valor discursivo y estético que se vuelve valor económico. ¿Dónde queda la originalidad, el valor de una obra?

GM- Yo creo que ambos valores van ligados y al mismo tiempo no podrían ir ligados. Por ejemplo en mi caso, a la serie de papeles quemados, (que es una serie importantísima en lo personal para mi carrera) ¿cómo le pones el precio? Sabes que es

una serie de un cierto número de papeles, que no existen, que son irrestaurables, que la idea es que algo tan efímero como quemar un papel se convierta en eterno. Algo más estable que la ceniza no existe, y al mismo tiempo es de una fragilidad extrema, entonces dependiendo del cuidado que se le dé, es el tiempo que va durar la pieza.

Yo creo que las cosas entre más raras, más asombrosas, más especiales,

más interesantes, son las que van a ser las más buscadas y deseadas. [...]

No tendría que ir ligado el concepto de una obra de arte con el precio, pero de alguna manera el mercado de arte si lo apunta. Entre más cosas haya de una serie su valor va ser más bajo. Mientras más rara o única o especial sea [más aumentará su valor].

En una serie que tengo de monedas mal acuñadas, la primera vez que vi una moneda mal acuñada me fascinó. Físicamente era un error, era una Sor Juana deforme. Para mí ésta es la mejor forma de explicar el arte: agarrar esta moneda que es un error, que fue mal acuñada por la máquina o el aparato, y que es descartada por la casa de moneda porque no va servir como una moneda de mil pesos, y se desecha, se va a la basura. Su valor como moneda se anula. Al ser un desecho, pasa a ser percibida como una cosa rara, de la que no hay dos iguales; quizás no tiene valor de mil pesos pero adquiere un valor en el mercado del coleccionismo de monedas mal acuñadas. No tiene el valor por el que fue concebida, pero

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al ser desechada su valor aumentó. El que haya menos monedas hizo que el falsificador quisiera engañar un coleccionista. Y este es feliz hasta que cambia la percepción, hasta que se sabe engañado.

Sin embargo, tomemos como ejemplo la Virgen de Guadalupe, la primera obra conceptual en México data de 1530, sin embargo con esa pintura, con esa imagen se evangelizaron a miles de indígenas, y yo creo que si viniera el Papa a decir que la Virgen es sólo una pintura, no creo que la religión desaparecería, ya que el valor de la Virgen es uno de fe, no de si es un milagro o una pintura. Es lo que sucede con muchas cosas. Todo está sustentado con secretos que eran necesarios para mantener un orden o un fin. El original o falso es una etiqueta.

Es con estas ideas que Gabriel de la Mora ha llegado a reflexionar a través de toda su carrera acerca de conceptos que son movibles, pero que necesitan una definición personal para poder ser aplicados en la producción de arte; el original, el falso, el concepto de arte, el mercado, el valor, el ícono, la historia, el origen, la creatividad, los derechos de autor, la propiedad privada entre muchas otras.

Gracias a estos conceptos es que Gabriel de la Mora nos muestra una producción riquísima de reflexiones en varios soportes, y es gracias a esta personalidad que la originalidad del artista nace sola.

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En este número de Kaleidoscopio tocamos los temas de “Arte, robo y falsificación” y para entender más a fondo estos fenómenos platicamos con distintos entes que tienen injerencia en el medio del arte y en el mercado. Todos los agentes son nodos en una red, los artistas, galeristas, coleccionistas, público, etc. Pero, ¿Qué es lo que pasa cuando hay una falla dentro de la red, una falsificación o un robo?

Es a partir de este discurso que nos interesó desde un principio la voz y la participación de un coleccionista y de una colección tan importante y con tanto eco hacia afuera como lo es la Colección Blaisten, para saber cómo son los procesos de selección y de vida de las obras, cuáles son los ruidos que hace una falsificación en el mundo y qué pasa cuando ocurre un robo.

Tuvimos el placer de conversar con Andrés Blaisten, coleccionista, director y promotor de esta colección acerca de estos temas y a continuación les compartimos sus acertadas respuestas:

Kaleidoscopio: ¿Cuándo nace el gusto por la colección y cuándo se toma la decisión de que un gusto se vuelva una colección en forma?

Andrés Blaisten: Empieza hace mas de 30, con un conjunto de obras de artistas amigos contemporáneos. Como consciencia de colección, surge cuando tengo un grupo de piezas y veo que es un cuerpo importante de obras y que no tiene una coherencia, pues compré un poco de mis amigos, de artistas que me gustaban en ese momento…pero no tenían mucho que ver una con la otra.

Ya con el conjunto pensé que sería interesante hacer que dialogaran las obras de alguna manera, es entonces

cuando empiezo a adquirir obra de la primera mitad del siglo XX, que era un periodo bastante olvidado en ese momento, sobre todo en los artistas grandes contemporáneos.

Tracé una especie de guion curatorial a partir de los artistas que más me

interesaban en ese momento y ahí es cuando decido hacer una colección y la planeo.

Kaleidoscopio: Parte del proceso que vive una obra para entrar a una colección tiene que ver tanto con la parte artística como con la autenticidad de la obra ¿Cuál es el proceso en el caso de la Colección Blaisten?

Andrés Blaisten: Ha ido cambiando, en un principio yo era más joven y tenía menos experiencia. Tenía seleccionados a una serie de artistas que me interesaban, buscaba y boletinaba en

galerías y con dealers para que cuando hubiera obra de esos artistas me avisaran, cuando aparecían obras de ellos entonces venía la decisión de si era la pieza adecuada y si la que quería.

En muchos casos no tenia medio de comparación para seleccionar obras porque eran artistas que no estaba

historiados, por lo tanto no podía saber si el cuadro que me estaban ofreciendo era el mejor, el peor o un promedio, tenía que guiarme por una calidad, si el cuadro tenía calidad en base a mi criterio. Eso en cuanto a calidad, acerca del tema, tenía que ser uno que me agradara y gustara.

En cuanto a autenticidad consulté mucho al principio con críticos, historiadores, amigos, gente del medio y personas que tenían más experiencia y trayectoria en el medio del arte que yo. Esto me enseñó a ver muchas cosas que yo no veía antes, nunca he confiado ciegamente en mi criterio, siempre intento desconfiar de mí porque cuando uno abusa de su confianza comete errores.

Como tengo preparación de pintor, de artista plástico por la Academia de San Carlos, aprendí a ver los modos y

La Colección Blaisten

Entrevista con Andrés Blaisten

por: María José Ballesteros

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maneras de pintar de los artistas, me fue cada vez mas fácil identificar la obra auténtica. Esto es algo que normalmente no ven los especialistas, historiadores y la gente que tiene más formación de teórico porque no tienen la parte del pintor. Es como cuando reconoces la letra de alguien, el acento, la v o z , t o d o s t e n e m o s peculiaridades y generalmente el falsificador aunque intenta imitar esas peculiaridades, siempre externa, aunque no quiera, ese “yo”. Aflora inconscientemente y eso es lo que lo evidencia.

Kaleidoscopio: La experiencia que se tiene al conocer la pintura y ser coleccionista al mismo tiempo, ¿Permea la selección de obras en la colección? ¿Se fija el coleccionista en la expresión del “yo” a través de la pintura?

Andres Blaisten: Me fijo en eso y también en el resultado final, tiene que ser contundente. El tema es una cosa bastante irrelevante en la selección de la obra, es lo último que veo. Antes de ver el tema veo la parte abstracta, la que el artista deja detrás de la superficie, lo no obvio, la emoción o el contenido emotivo.

A veces yo me encuentro viendo una obra y no me he fijado todavía en el tema cuando ya estoy apasionado con ella, al final veo el tema, personajes, etc. Finalmente eso ya es anecdótico, pero cómo está armada, la armonía del color, el equilibrio de las formas, las emociones que el artista trasmitió a través de su sensibilidad…eso es más interesante.

Eso es en función a la obra en sí, pero en función a la colección en un principio no me propuse formalmente que dialogaran las piezas entre ellas, pero obviamente todo partió de mi gusto personal, preferencias que empezaron a relacionar las piezas de alguna manera.

Una vez vino una historiadora y dealer, me dijo “qué curioso, tu colección

parece que fue pintada por el mismo artista”, es cuando me percaté que lo que le daba unidad a la colección era mi gusto; ciertos colores, gamas, forma y demás que empataban en los cuadros. Un gusto por un lado, por otro son obras que nacieron en un momento histórico en el cual los mismos artistas estaban hermanados entre sí. Son las dos cosas, gusto personal y la época/tendencia que los artistas estaban siguiendo.

Con el tiempo aprendí a ver otras cosas y dentro de la propia colección se dieron núcleos temáticos, por lo tanto ahora cuando llega una obra no solamente veo las dos cosas anteriores sino que también veo que queda perfectamente en este núcleo, y que encaja perfecto o lo apuntala porque estaba débil o situaciones así.

Cada vez se van complicando más los diálogos entre las obras, pero finalmente es lo que lo enriquece. Además es muy divertido.

Kaleidoscopio: ¿Qué es lo que sucede con la situación de las falsificaciones? ¿Qué pasa cuando alguien dentro del mercado detecta un falso?

Andrés Blaisten: He sido muy exigente acerca de la selección de mis obras y no ha sido señalado nunca ningún falso en mi colección, pero si he visto otras

colecciones en las que hay cierta proporción de falsos, a veces alarmante.

Cuando yo empezaba a coleccionar y ya detectaba estas cosas, llegaba a casas de amigos y conocidos y les comentaba “me parece que esta obra no es auténtica” y generalmente me ganaba enemistades, no gusta que se diga eso, aprendí a quedarme callado y a respetar si no me preguntan, y aun cuando me preguntan solamente opino con mucha cautela dependiendo de quién busca el comentario.

Obviamente a la gente no le gusta decir que cometió un error, que lo estafaron. Todos tenemos un cierto pudor de decirlo, “Que feo que me estafaron… y peor que se note”, comentarlo es evidenciar una situación complicada. ¿Y para qué provocarlo?

¿Me ofrecen falsos a mi? sí, me ofrecen continuamente falsos. Podría decir que aproximadamente el treinta por cierto de lo que me ofrece es falso. O de lo que me ofrecían, tal vez ahora no tanto porque ahora los dealers y galeristas se cuidan más de lo que me ofrecen, saben que tengo un mayor nivel de exigencia y no

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se quieren “quemar” conmigo ofreciéndome falsos.

Eso los más sensatos, pues hay algunos a los que aun les da exactamente lo mismo ofrecer autentico o falso, además no lo notan ni ellos mismos, creen que tienen una maravilla en las manos. No ven ninguna diferencia y su intención no es de mala fe, muchas veces son el instrumento del falsificador para introducirse en el mercado.

Kaleidoscopio: Entonces es enorme el porcentaje de lo que circula como falsos en el mercado…

Andrés Blaisten: Ahora ya lo veo menos, pero sí, siempre ha habido. No es una cosa privativa de México, todo artista cotizado es falsificado porque es muy tentador para algún artista o pintor que no es exitoso. Es más atractivo hacer una obra plagiada que va a vender a un precio interesante que vender con su autoría sin ser conocido, estos “artistas” sí logran vender una se van con la siguiente y se sitúan en ese camino.

Kaleidoscopio: ¿Es casi una profesión?

Andrés Blaisten: No se cómo decirle, pero es una forma de hacer dinero fácil ilegalmente como cualquier otro delito.

Kaleidoscopio: ¿Qué papel juega y qué valor tienen la autenticidad en el mundo del arte? ¿Podríamos decir que es la base del mercado?

Andrés Blaisten: Obviamente, pero no porque sea auténtica vale más. El falsificador va a intentar vender al mismo precio su falso que un auténtico. No es que una obra auténtica valga más que una falsa, un falso vale nada, su valor es cero en la realidad, aunque no falta un incauto que cae y paga por algo que vale cero.

Pero creo que tampoco es una cosa alarmante. Hay que dejar claro que es un fenómeno que ocurre y que los coleccionistas jóvenes lo que tienen que hacer es asesorarse y comprar con entidades (galerías, dealers, etc) de prestigio.

Es como si fueras a comprar un anillo de diamantes en la calle. Es obvio, si lo

compras en la calle es probable que no sea un anillo de diamantes. Pero si vas a una joyería de prestigio por lo menos tienes a dónde ir a reclamar y decir “alguien me dijo que esto no es autentico” y te responderán porque es un establecimiento que existe y que tiene alguien que dé la cara.

Y eso es lo equiparable. Hay que tener cuidado a quién se le compran las obras, independientemente de que siempre hay dudas, hay que pedir opiniones. Hay que acercarse a la gente que tiene prestigio en su área, gente seria y ética para consultarles… Eso es lo que haría cualquiera que compre tanto una obra como una joya.

Yo por ejemplo, si voy a comprar una joya y me dan un vidrio no notaría la diferencia porque no soy experto en joyas, lo que haría sería ir a una joyería importante y preguntar si es es auténtico. Es lo mismo en el mundo del arte. Hay que tener cuidado dónde y cómo se compran las piezas y asesorarse si hay dudas… y aunque no se tengan dudas consultar. Eso es lo que yo recomiendo.

Yo aun así cuando me ofrecen piezas, siempre las comento con amigos y gente cercana para no tener sólo mi opinión. De hecho, me han pedido ayuda en cuanto a comprobar autenticidad porque he aprendido a mirar, pero nunca hay que abusar de esa confianza porque uno puede cometer errores también.

Kaleidoscopio: Si, dos opiniones son mejor que una…

Andrés Blaisten: Si, a veces otra persona te puede hacer ver algo que tú no viste, nunca está por demás comentarlo.

Cuando empezaba a coleccionar y me ofrecían una pieza que me parecía interesante a veces incluso hacia reuniones, invitaba gente del medio: historiadores, críticos, amigos, pintores y demás, y en las reuniones mostraba la pieza y se discutía. Así no solamente aprendía yo, sino todos, porque se enriquecía la discusión.

Kaleidoscopio: Gran parte de lo que enriquece el círculo del arte es esta comunicación y la relación entre los

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distintos agentes para poder generar respuestas e información…

Andrés Blaisten: Sí, sí hay comunicación, por ejemplo las galerías de prestigio, o la gente que ve obras de arte y da opiniones sobre ellas. Generalmente estamos en contacto porque lo falsificadores llevan las obras a distintas personas a ver cuáles son las

reacciones, si alguno cae con un falso y le entrega un certificado, de ahí se agarran los falsificadores para decir “aquí alguien dio opinión positiva”.

Por lo tanto sí es necesario estar en comunicación para poder comentar “Me ofrecen esta pieza, ¿Qué has sabido al respecto?” este tipo de cosas son muy importantes. El medio en realidad es muy pequeño.

Kaleidoscopio: Ya hemos tocado los temas de la falsificación y el plagio, Pero ¿Qué sucede con el robo de arte en las instituciones y colecciones públicas y privadas?

Andrés Blaisten: El robo de arte se da fundamentalmente en las iglesias, arte sacro propiedad del estado. Creo que el estado no ha hecho lo propio para catalogar lo que es propiedad de la nación. Si estuviera catalogado sería muy fácil, podrían tener un sitio de internet como el mío y colgar fotos digitales sin tanto costo. Todo esto para que haya registro de las obras que tienen las iglesias y todos los templos del país, de tal manera que si hay algún robo los

coleccionistas puedan por lo menos saber que se robaron tal obra de tal iglesia y tener la imagen.

Qué pasa si a un coleccionista le ofrecen una obra de este tipo, no tiene manera de saber si es robada o no porque hay colecciones que vienen de tiempos atrás con obras de gran formato que se parecen a obras de arte de templos, pero son de colecciones privadas y legitimas.

Es difícil para los coleccionistas saber si una obra es o no robada. Cuando compro una obra de esas características, colonial, lo primero que hago es subirlo a la red y lo pongo en mi colección diciendo “yo compré esto”.

Si alguien lo reconoce puede entonces avisarme, para eso sirve también la red, para legitimarlo. Yo tengo en la red toda mi obra colonial y digo abiertamente que es mía. También sirve esto para mí, yo también puedo sufrir un robo, pero si a mí me roban algo está catalogado y en la red, por lo tanto es fácil de localizar porque está publicado.

En cuanto a robo de arte contemporáneo, afortunadamente nuestros rateros no son muy cultos (risas) y seguramente tirarían la tela para llevarse el marco. Además el robar una obra de arte contemporáneo o moderno no es tan fácil ya que son más reconocibles, se les puede dar seguimiento rápidamente. No es un fenómeno común, sucede más en el arte sacro de iglesias.

Kaleidoscopio: La Colección Blaisten apuesta por lo virtual al tener un museo en línea, el internet desde su nacimiento ha tenido un estigma por ser facilitador de la copia y el robo de imagen, ¿Cuál fue el por qué de poner toda la colección en línea?

Andrés Blaisten: Fue el primer museo virtual que hubo en México y creo que en muchas partes del mundo, nació en el 2002 y salió con todo el

contenido de la colección. No como otros que solo sube los highlights y anuncian los horarios del museo. Yo puse todo, me di cuenta de que la red es un instrumento nuevo y extraordinario de difusión y pensé “qué mejor forma de que se conozca el arte mexicano que en la red”.

En cualquier parte del mundo pueden tener acceso a ver esto, y justamente el objetivo del arte es que se vea. Si yo lo tengo guardado en mi bodega no sirve de nada, es como si no se hubiera producido. Aunque la tuviera en la sala de mi casa y la viera yo y mi familia tampoco creo que sea ese el objetivo del arte, el objetivo real es que lo vea el gran público. Por lo tanto siempre mi colección ha estado a disposición de museos y de proyectos curatoriales, siempre he prestado la colección.

Pero cuando hubo la oportunidad de crear el portal de internet, pensé que sería mejor que un libro de arte, porque un libro finalmente tiene una circulación limitada, cuando se agota se agotó, no se puede modificar a partir de que sale al público, si se cometió algún error ya quedó ahí. La web al contrario es facilitadora, se puede poner a disposición del público y la gente empieza a aprender.

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Yo después de ponerlo al público me di cuenta de que había errores en la biografías de los artistas. Al principio hubo personas que nos corrigieron errores de datos biográficos que se había arrastrado históricamente en libros y otras publicaciones, nos hablaban familiares que decían “no, la fecha de mi padre no está bien y desde siempre ha estado mal, aquí está el acta.” Y entonces la corregíamos…cosas que hemos ido depurando.

Con el tiempo me di cuenta de que el sitio estaba siendo usado por escuelas de arte para enseñanza, ejemplos, etc. Me dio muchísimo gusto porque ese es el objetivo del portal, que sirva para algo.

El sitio está construido de manera fácil para navegar y ha sido un éxito. Fue premiado en el 2005 como el segundo mejor museo virtual de arte en Latinoamérica y el Caribe por una instancia de la UNESCO y ellos nos invitaron participar. No había muchos museos entonces y querían que compitiéramos.

Me dio un gran gusto y hemos seguido trabajando en el museo virtual, no está tan bien como yo quisiera. Queremos todavía actualizarlo más, hacer más cosas, estar un paso adelante.

Cada pieza que adquirimos la ponemos en el portal, tenemos una zona de recientes adquisiciones para que el

público sepa qué es lo nuevo de la colección y lo visite, ya hay gente asidua que está siempre curioseando.

Kaleidoscopio: Esta colección se difunde y se sociabiliza muchísimo, la cosa es alcanzar la sociedad desde todas las plataformas. ¿Es la vocación de la colección sociabilizarse?

Andrés Blaisten: Absolutamente, desde el principio así lo fue, ponerla al público, a su disposición.

Las obras cuanto más público tienen más se enriquecen, porque hay retroalimentación. Van quedando en el inconsciente colectivo las obras en cuestión y cuando las personas llegan al museo y ven la obra en vivo, es enorme la emoción que les produce. Ya la tenían en el inconsciente porque la vieron en alguna publicación o en internet y les da una emoción tremenda ver el original, es una experiencia incomparable ver un original a cualquier reproducción. Es como el preámbulo para ver la obra real.

Kaleidoscopio: ¿Y la enriquece o la aminora? porque hay comentarios que dicen que la infinita reproductibilidad que tiene el internet hace menos la experiencia sensible al pararte frente a una obra…

Andrés Blaisten: No, las buenas obras de arte no se te olvidan. Si se te olvidó no era buena. Generalmente

las buenas obras te quedan grabadas como un sello en el inconsciente. Aunque en el momento se olviden, ahí están y perduran no se van, eso enriquece el espíritu, por llamarle de alguna manera.

Kaleidoscopio: En vez de ver las otras plataformas como algo que aminora, es entonces el preámbulo…y más en esta colección.

Andrés Blaisten: Por supuesto, además es muy educativo, a mí me parece extraordinario el internet para difusión de las obras y de la cultura de un país. Se debería hacer más de este desde instituciones públicas para difundir el arte.

Toda esta cuestión de la copia no importa, las fotos de mi colección las

encuentro en mil lugares porque las toman para un artículo o hasta para vender helados, solo porque les vino bien la imagen.

No es malo, finalmente son imágenes que entran en otros públicos que nunca hubieran visto esa imagen de otra manera. Es otra forma en la que va entrando a otros medios de la sociedad. Por mí, que la repliquen infinitamente.

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El arte se ha convertido a través de los años en más que una mera expresión del sentir humano, en algo más allá que una representación y todavía mucho más allá que solo un discurso.

Actualmente el arte es tanto cultura como mercado y tiene tanto un valor estético y subjetivo como un valor mercantil. El mercado de arte es real, y muy redituable. Alrededor del mundo hay estructuras de mercado que engloban a varios agentes y que juntos generan un flujo de intercambio que al mismo tiempo es difusión para las mismas obras.

Mundialmente hay productores, dealers, galeristas y coleccionistas que a través del arte generan un proceso creativo, valorativo y que además, genera suficiente dinero como para poder vivir de la industria de la cultura.

Es verdad que el mercado del arte se maneja a partir de una lógica distinta al resto de las industrias,

pero aun así, al mercado le es inevitable evadir los problemas que cualquier empresa exitosa tiene, por ejemplo, el robo.

El robar, en general es un delito contra el patrimonio de cualquier persona, empresa o institución. Ha sido desde el nacimiento de la propiedad privada, una situación que aqueja a los propietarios de bienes. Y por otro lado, ha sido una práctica que para sus ejecutores es obviamente muy redituable.

A partir de esta realidad es que existe el otro color de los mercados, el mercado negro. El cual ilegalmente intercambia, compra y vende productos hurtados generando así mayor ganancia para los mercaderes.

El robo y el mercado negro del arte son, así como el mercado legal, espacios y trabajos los cuales económicamente generan ganancias y transacciones

g r a n d e s mundialmente. Es

con estos datos y esta lógica por las que el robo de arte a nivel mundial es una práctica común, la cual, no solo genera ganancias grandes para quien comete el delito, sino que también causa enormes problemas a los dueños de estas propiedades.

En el resto de los artículos y entrevistas de esta edición de Kaleidoscopio hemos discutido con nuestros invitados los conceptos de originalidad, falsedad, origen, réplica y valor. La obra de arte se envuelve en estos temas por naturaleza, ya que al generar productos que derivan de la creatividad personal de un artista, los valores y mercados se vuelven más complejos.

Pero específicamente en este artículo no estamos hablando de crear falsos, copias o plagios, sino de extraer un bien físico y privado de su propietario, comenzando

Detectives del arte

Por: Equipo editorial editorial de Kaleidoscopio

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desde lo general hasta la complejidad y particularidad del producto artístico. Cuando hablamos de robo no estamos lidiando con derechos de autor o valuadores profesionales, sino directamente con ladrones, investigadores y delitos legales.

Por ejemplo, hoy en México ni la falsificación ni la piratería de obras de arte están tipificadas como delitos, esto, aunque no aminora la gravedad de un plagio o una falsificación, al mismo tiempo no permiten la ejecución de sanciones así como lo hace el robo.

Pero bien, entendemos que el robo de piezas de arte es real, de hecho, tan real que año con año se incrementan los casos y el dinero que generan en el mercado negro. Por ejemplo, una de las áreas que más se afecta a partir de estas situaciones es el arte sacro. A pesar de su poca notoriedad, se trata de una de las actividades ilícitas que más ha crecido en nuestro país. Su práctica ha aumentado en los últimos 20 años hasta en un 600 por ciento, con un total de 26 iglesias afectadas cada semana.2

Es por eso que esta acción la llevamos a un plano distinto al del resto, un robo no queda en el discurso de una obra ni en la firma de una pintura, sino en una denuncia, en el levantar un acta frente a las autoridades correspondientes y… comenzar a buscar el bien robado.

Y entonces, ¿Cómo puede un coleccionista, una institución, un

particular o una empresa proteger sus obras de arte?

Siempre existen los seguros, los cuales a partir de la valuación de la obra pueden proteger el valor económico que conlleva una obra de arte. También existe la seguridad para físicamente proteger el objeto gracias a nuevas tecnologías que se desarrollo específicamente para resguardar estos bienes.

Pero, qué pasa si alguien logra pasar más allá de la seguridad física y legal de la obra y exitosamente hurta un producto artístico… ¿existe algún organismo u personajes que nos pueda ayudar a recuperarlo?

Si.

Además de las áreas gubernamentales que tienen como deber el darle seguimiento a una denuncia y “buscar las pistas” que le lleven a recuperar el objeto hurtado, también existen personas y o r g a n i s m o s privados los c u a l e s s e dedican a encontrar tus o b j e t o s perdidos. Si, a lgo muy similar a un d e t e c t i v e privado pero en este caso especializado en obras de arte como p i n t u r a s , esculturas y

otras artes plásticas.

Y es que, aun cuando el robo puede ejercerse hacia cualquier objeto, el recuperar una obra de arte requiere de todo un conocimiento e investigación especializada en historia del arte, en técnica, en mercado actual del arte, casa de subastas y obviamente en cómo se mueve las redes del mercado negro nacional e internacionalmente ya que sin esto los investigadores no sabrían qué buscar, o dónde buscar.

Estos detectives especializados son entonces los que tienen la infraestructura y la técnica para poder recuperar objetos perdidos y al mismo tiempo la sensibilidad para detectar las redes y espacios en donde las obras de arte adquieren un valor mayor al estético y hasta al legal. A fin de cuentas entonces, ellos son los que, junto con todo el aparato del arte, protegen el patrimonio privado o público, artístico.

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Algunos ejemplos

The Art Loss Register es una iniciativa que se fue creando poco a poco, primeramente naciendo en Nueva York en 1969 como una base de datos o registro de arte robado llamado IFAR. Hoy en día esta organización es un registro y base de datos computarizado internacional que captura información acerca de obras de arte, antigüedades y objetos coleccionables hurtados para que después sea posible el seguimiento de estos datos logrando con esto rescatar el patrimonio.

Chriss Marinello es el actuar director y administrador de este registro, el cual está completamente dedicado a resolver casos de robo y desaparición de arte. A partir de la gran base de datos que se fue formando de únicamente obras desaparecidas, Marinello junto con su equipo decidieron llevar estas acciones a algo más, abriendo oficinas y antenas de información en diversos países para a partir de ellas revisar los circuitos del arte e intentar encontrar las obras perdidas.

Art Loss Register con todas estas antenas en el mundo revisa extensivamente catálogos, subastas, ferias, exposiciones y hasta ventas de garaje para encontrar entre ellas alguna de las piezas que en su base de datos se

muestra como robadas, y entonces, poder localizarla, adquirirla y regresarla a su dueño.

Otro notable ejemplo de la complejidad que conlleva el rescatar una obra de arte es Robert King Wittman, un trabajador del FBI que fue entrenado específicamente para recuperar obras de arte y otros objetos de valor similar.

A partir de un entretenimiento especializado en identificación de arte, antigüedades, joyería y gemas, Wittman se volvió uno de los investigadores más importantes y el coordinador de casos relacionados a estas áreas así como al fraude. Durante sus 20 años con el FBI, ha recuperado más de $300 millones de dólares en arte y propiedad artística. También es uno de los creadores del Art Crime Team de la FBI y ha capacitado a miles de personas alrededor del mundo en torno a recuperar obras y mantenerlas seguras.

La lista de obras que ha rescatado es impresionante y muy extensa, entre sus logros se encuentran varias obras de Francisco Goya, un autorretrato de Rembrandt y una de las copias originales de la Declaración de Derechos (Bill of Rights) de 1865.

Su fama y su especialidad en el trabajo lo han llevado a miles de lugares, y todas sus experiencias

las depositó en su primer libro “Priceless: How I Went Undercover to Rescue the World's Stolen Treasures”. Actualmente trabaja con la iniciativa privada como uno de los mejores detectives de arte del mundo.

 Estos dos ejemplos son apenas un esbozo de lo que existe en el mundo entero para recuperar obras de arte extraviadas o robadas, como ya fue mencionado, el mercado negro del arte es un negocio altamente redituable que no deja dormir a varios agentes del mercado. Lamentablemente gracias a ellos es que la protección y el aseguro de las obras de arte crece cada vez más y el temor a ser víctima de un hurto está en la mente de todos.

Los “detectives del arte” son entonces quienes nos protegen, los que a partir de un robo no permiten que se pierda la esperanza de recuperar el valor económico y artístico de una propiedad. Son a fin de cuentas, los que cierran este círculo de movimiento en el mundo del arte. Ya que en el mercado se tejen redes entre los galeristas, coleccionistas y artistas, pero cuando surge un robo el círculo se puede romper, gracias a los detectives que recuperan las obras, el mercado puede volver a rodar.

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KALEIDOSCOPIO - Recomendaciones ARTE, ROBO Y FALSIFICACIÓN

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NOTICIAS

• Robo de arte en un museo de Francia 14/10/11 (artforum.com/news/#news29175)

• Tráfico de arte en México (www.am.com.mx/Nota.aspx?ID=505713)

• Iglesia se compromete a resguardar arte sacro (www.eluniversal.com.mx/notas/801424.html)

LIBROS Y TEXTOS

• Texto de Francisco Reyes Palma para la exposición “Originalmente Falso” de Gabriel De la Mora en la galería OMR.

• Pulsión y Método con textos de Willy Kautz, Gilbert Vicario, Robert C. Morgan y Miguel González Virgen. Libro acerca de la obra de Gabriel De La Mora. 2011.

• Arte y Falsificación en América Latina de Daniel Schávelzon, FCE.

• Priceless: How I Went Undercover to Rescue the World's Stolen Treasures - By Robert King Wittman. www.amazon.com/Priceless-Undercover-Rescue-Worlds-Treasures/dp/0307461475

• The Man Who Stole the Mona Lisa by Robert Noah www.amazon.com/Man-Who-Stole-Mona-Lisa/dp/0312169167/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1319213649&sr=1-1

ENLACES WEB

• The Art Loss Register (www.artloss.com/content/home)

• Entrevista con el director de Art Loss Register (artmarketmonitor.com/2009/04/22/a-closer-look-at-the-art-loss-register/)

• Asociación de Investigación sobre crímenes en contra del Arte  (Association for Research into Crimes against Art)(www.artcrime.info/)

• Museum Security Network www.museum-security.org/

• International Foundation for Art Research www.ifar.org/

PELICULAS

• How to Steal a Million (1966), dirigida por John Woo.

•  The Thomas Crown Affair, (1999)

• Ocean's Twelve (2004)

• Reit, Seymour (1981). The Day They Stole the Mona Lisa.

•• Nicholas, Lynn (1995). The Rape of

Europa: The Fate of Europe's Treasures in the Third Reich and the Second World War.

RECOMENDACIONES

¡Más y más y más arte!

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KALEIDOSCOPIO - Agradecimientos ARTE, ROBO Y FALSIFICACIÓN

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AgradecimientosQueremos extender un fuerte agradecimiento a todos quienes hacen posible esta publicación en cada número, permitiéndonos acercarnos a su quehacer para compartirlo con los lectores:E N T R E V I S TA D O S Y PA RT I C I PA C I O N E S

R O D R I G O R I V E R O L A K E

A N D R E S B L A I S T E N

R E V I S TA S I N E M B A R G O - I R M A G A L L O

A RT I S TA I N V I TA D OG A B R I E L D E L A M O R A

D I F U S I O N C U LT U R A LS I D D H A R T H A G A R C Í A

R O D R I G O V I Ñ A S

M E L I S S A V A L E R O

J AV I E R O R T I Z

C O N TA C T OE D I T O R I A L

R E V I S TA @ R E V I S TA K A L E I D O S C O P I O . C O M

I N F O R M A C I Ó N

I N F O @ R E V I S TA K A L E I D O S C O P I O . C O M

U N I V E R S I D A D D E L C L A U S T R O D E S O R J U A N A

W W W . U C S J . E D U . M X

I Z A Z A G A 9 2 , C E N T R O H I S T Ó R I C O , C . P. 0 6 0 8 0 , M É X I C O D . F. / T E L É F O N O S : 5 1 3 0 3 3 0 0 L A D A

N A C I O N A L S I N C O S T O : 0 1 8 0 0 5 7 0 2 1 2 8 L A D A I N T E R N A C I O N A L S I N C O S T O ( E S TA D O S

U N I D O S Y C A N A D Á ) : 1 8 6 6 3 5 7 1 6 7 1

C O N S E J O D E R E D A C C I O NC A R M E N B E AT R I Z L O P E Z - P O RT I L L O

– R E C T O R AS A N D R A L O R E N Z A N O – V I C E -

R E C T O R ATAT I A N A O RT I Z - R U B I O – D I R E C T O R A

M A R Í A J O S É B A L L E S T E R O S V I L L A R E A L – E D I T O R

C O N S E J O E D I T O R I A LA L B E RT O B L A N C O

A N D R E S C A R R E T E R OC A R M E N C U E N C A

J U L I E N C U I S S E TD A N I E L L I E B S O H N

O S C A R R O M A NR O D R I G O R I V E R O - L A K E

S A L LY YA R D

E Q U I P O D E R E D A C C I Ó NS O F I A L L O R E N T E – A S I S T E N T E

E D I T O R I A L

D A F N E J . D I A Z D E L AV E G A – A S I S T E N T E E D I T O R I A L

A N A PA U L A M I R E L E S - A S I S T E N T E E D I T O R I A L