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    AVANCEVOCERO DEL MOVIMIENTO ACCIN NACIONALISTA PERUANO - MANPE

    BUENOS AIRES - ARGENTINA Abril AO 2013 Distribucin Gratuita.

    ALEMANIA - ARGENTINA - AUSTRALIA - BOLIVIA - EE.UU - ESPAA - MEXICO- FRANCIA- ITALIA - PER - URUGUAY

    A LOS 83 AOS DE SU FALLECIMIENTO, EL AMAUTA JOSCARLOS MARIATEGUI, ENTRE EL SOCIALISMO Y ELN A C I O N A L I S M O : L A F U E R Z A D E L O SREVOLUCIONARIOS NO ESTA EN SU CIENCIA, SINO EN SUFE, EN SU VOLUNTAD, EN ESA MISTICA CUASIRELIGIOSA; ES LA FUERZA DEL MITO!.

    16-04-1930

    14-06-1894

    ..AVANZAMOS POR DONDEOTROS NO SE ATREVEN

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    AVANCE MANPE ARGENTINA2

    Breve narracin de la Campaa de la Brea(1881-1883)

    Por: Hugo Pereyra Plasencia Ex Cnsul del Per en la Argentina

    Andrs A. Cceres, lder de la resistencia anti-chilena, de no haber sidopor la sucesin de traiciones, hubiera recuperado los territorios peruanosocupados de haberse completado su gran contraofensiva

    El 17 de enero de 1881, luego de las batallas de San Juan y Miraflores,Lima fue ocupada por el ejrcito de Chile. Desde marzo de 1881, movidopor el deseo de tener un interlocutor, el gobierno chileno acept laconstitucin en Lima de un rgimen peruano dominado por los civilistas,enemigos polticos del dictador Nicols de Pirola, quien se habadesplazado hacia el interior con unos pocos restos de sus fuerzas luegodel desastre militar en las puertas de la capital. En la prctica, ellocondujo a la existencia de dos regmenes peruanos paralelos: ladictadura en la Sierra y el gobierno de La Magdalena en Lima.

    Entre abril y julio de ese ao tuvo lugar la primera incursin chilena haciala Sierra Central, encabezada por el comandante Ambrosio Letelier,quien se caracteriz por su corrupcin, por la abusiva e indiscriminadaimposicin de cupos a nacionales y extranjeros, y por la brutalidadejercida, especialmente, contra las poblaciones campesinas de Hunucoy de Junn. Esto fue, no cabe duda, un aviso para los habitantes de esaparte del pas, que comenzaron a sentir una amenaza hasta esemomento desconocida.

    Recuperado de una herida recibida en la batalla de Miraflores, el coronelAndrs A. Cceres escap de Lima bajo ocupacin militar y subi a la

    Sierra a ponerse a las rdenes de Nicols de Pirola. En abril, habiendosido ascendido previamente a general de brigada por sus mritos en ladefensa de Lima, fue nombrado por el dictador Jefe Superior Poltico yMilitar de los Departamentos del Centro. En ese tiempo, coincidiendo conla expedicin dirigida por Letelier a la que casi no se pudo oponerresistencia Cceres apenas empezaba la organizacin de sus tropasregulares y de sus cuadros guerrilleros.

    Para asombro de las fuerzas invasoras acantonadas en Lima bajo elcomando de Patricio Lynch, muy pronto, a fines de 1881, todo un ejrcitoperuano, organizado por Cceres, ocupaba con tiendas de campaa laestrecha quebrada de Chosica. Los acontecimientos se precipitarondurante el ltimo trecho del ao cuando Francisco Garca Caldern,cabeza del rgimen de La Magdalena, se neg altivamente a aceptar untratado de paz que implicara la cesin formal de los territorios

    conquistados por Chile en el Sur del Per durante las primeras fases de laguerra. Como represalia, Garca Caldern fue deportado a Chile y laautoridad pas a manos del vicepresidente, el contralmirante LizardoMontero, que entonces se encontraba en Cajamarca. Montero contabacon el respaldo del representante de los Estados Unidos en el Per (quea la postre result efmero), dentro del ajedrez de poder de las potenciasde la poca, encabe- zadas por Inglaterra, que no dejaban de mirar coninters la guerra en el Pacfico, vidas siempre por consolidar mercados,obtener materias primas y afirmar su influencia poltica en lo que paraellos era la lejana periferia del mundo.En noviembre de 1881, acatando la voluntad de la mayor parte de lasfuerzas peruanas del Norte, del Sur y las de su propio campamento deChosica, Cceres dio el paso de desconocer la autoridad de Pirola.Posteriormente, el 24 de enero de 1882, esperanzado en losofrecimientos del Ministro de los Estados Unidos de presionar a Chile

    para obtener una paz sin cesin territorial, y no sin grandes dudas, optpor plegarse al rgimen de Montero. Desde febrero de 1882, la autoridaddel nuevo mandatario peruano se extenda, adems de Arequipa y laSierra Sur, a la Sierra Central, a cargo de Cceres, y a la Sierra Norte, conbase en el departamento de Cajamarca, bajo Miguel Iglesias, quienhaba recibido el mando en esta rea de manos del propio Montero, elcual fij temporalmente su gobierno en Huaraz. Apartado del poder,Nicols de Pirola se haba dirigido a Lima, donde residi por algntiempo con la anuencia de las autoridades chilenas de ocupacin.

    Para comienzos de enero de 1882, una segunda expedicin chilenahaba emprendido su marcha hacia la Sierra Central con el objeto dedestruir a Cceres. Luego de abandonar sus posiciones de Chosica y depermanecer por un breve tiempo en Jauja (donde reconoci a Montero elda 24), el jefe peruano esquiv el golpe y se bati hbilmente en retirada

    en el departamento de Junn, durante el primer combate de Pucar (el 5de febrero), acantonndose por ltimo en Ayacucho. Antes, en formaincreble, tuvo que dominar all un motn militar encabezado por elcoronel peruano Arnaldo Panizo, de simpatas pierolistas y declaradoadversario del rgimen de Montero que Cceres acababa de reconocer.Ello haba impedido hacer una resistencia ms efectiva a los chilenosque avanzaban sobre Junn.

    Establecido en Ayacucho, su ciudad natal, Cceres se dispuso a acelerarla organizacin de sus fuerzas. Ms al Norte, tambin desde febrero de1882, y siempre continuando los malones contra las poblacionescampesinas con todo su cortejo de horrores, los chilenos ocuparon LaOroya, Tarma, Cerro de Pasco y el eje Jauja-Huancayo hasta la zonafronteriza con el departamento de Huancavelica. Presos en sus crcelesmentales, y envenenando el ambiente local contra sus propios intereses,

    los oficiales y soldados chilenos acometan a las pacficas comunidadescampesinas peruanas con la misma voluntad de exterminio que habanmostrado, antes del conflicto, en las prcticas usuales de guerra contralos levantiscos mapuches del lejano Sur del Continente. Entre marzo yabril de 1882, las comunidades campesinas de Junn, con algnconcurso de los terratenientes del rea y de oficiales enviados porCceres, y con el claro respaldo de la Iglesia local, se levantaron contrasus opresores extranjeros. El episodio ms dramtico de esta lucha fuela defensa de Chupaca, el 19 de abril de 1882, donde hombres y mujeresdbilmente armados resistieron con desesperacin, casi hasta elexterminio, el feroz asalto de la caballera chilena.

    Cceres inici su ofensiva los primeros das de junio de 1882 y parti consu ejrcito desde Ayacucho rumbo al departamento de Junn, a tentar a lafortuna, en el que, sin duda, fue uno de los grandes momentos de lahistoria peruana. Muy poco antes de la salida de sus fuerzas, el primerode ese mes, se haba dirigido a sus soldados, dicindoles:

    Hace tres meses escasos que llegasteis a esta noble capital degloriosos recuerdos histricosHoy la salud y la honra del Per nosllaman al departamento de Junn, all donde los pueblos han levantado lasagrada ensea de la nacin contra el invasorVuestra misin no puedeser ms noble y generosa la victoria no podr negaros sus favores

    Para suerte de la causa nacional, las deserciones y los efectosdesastrosos de las pestes de viruelas, tifoidea y fiebre amarilla queinfestaban los cuarteles invasores, movieron al comando chileno de Limaa ordenar, el 16 de junio, un repliegue de sus fuerzas de solo parte de lazona ocupada en la Sierra. Muy probablemente enterado de estasituacin pocos das despus, Cceres comenz a dar los pasosnecesarios para convertir este simple repliegue en una apurada retiradageneral chilena de toda la Sierra Central. Cceres lleg a Izcuchaca, casia las puertas del departamento de Junn, cuando las comunidades delrea haban tomado las armas. Nueve das despus, en el pueblo de

    Acostambo, el 29 de junio de 1882, Cceres escribi un oficio a su amigoToms Patio, Prefecto de Huancavelica, donde pueden leerse lassiguientes palabras que reflejan el tenso ambiente de esos momentos:

    Tal ha sido el denuedo de nuestros guerrilleros, que tan solo armadosde lanzas, no slo han contenido a los opresores, sino que han marchadode frente, hasta hacerlos retroceder, dando muerte a lanzadas ydespedazndolos. Ignoro las bajas del enemigo; slo he visto conimpresin algunas cabezas de ellos en las puntas de las lanzas que losindgenas traan como trofeos de guerra.

    El mes siguiente, Cceres dio la orden de ataque general de todas sus

    fuerzas sobre el departamento de Junn, que arremetieron con granmpetu sobre las avanzadas enemigas.

    Con los buenos resultados de los combates en Marcavalle, Pucar(segundo) y Concepcin (9-10 de julio de 1882), la campaa contra losinvasores alcanz su clmax. Como no se vea desde los das de labatalla de Tarapac en la Campaa del Sur, los soldados chilenosretrocedan en pnico y arrojaban sus armas para correr mejor, acosadospor grandes masas de guerrilleros y por las fuerzas regulares nacionalesque atacaban en forma coordinada. En Concepcin, un destacamentochileno que no quiso rendirse fue exterminado por campesinosenfurecidos a consecuencia de recientes agravios. En conjunto, fue elmejor momento del pequeo Ejrcito del Centro, as como de las fuerzasauxiliares indgenas de Junn y de Huancavelica, que se dirigan enquechua al taita Andrs A. Cceres. El 19 de julio de 1882, apenas dos

    das despus de que el ejrcito chileno del coronel Estanislao del Cantose retirara penosamente de la Sierra Central por pasos cubiertos de hielocargando sus heridos y enfermos a cuestas, Cceres ingres en triunfoen Tarma en medio de repiques de campanas y rodeado del entusiasmode sus compatriotas.

    El 13 de julio de 1882, por la misma poca de los triunfos de Cceres en elCentro del pas, el departamento de Cajamarca fue escenario de la

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    3AVANCE MANPE ARGENTINAexitosa accin de San Pablo contra una fuerza chilena merodeadora,como clara expresin de la clera y del hasto del pueblo frente a losabusos del invasor. La desolacin que trajo al departamento laoperacin punitiva chilena que sigui a San Pablo, y las enormesdificultades para contrarrestar la marea destructiva en ese terribletiempo de desmoralizacin y de desorden social, estuvieron entre lasmotivaciones que tuvo Miguel Iglesias para ponerse a la cabeza de unacorriente de opinin orientada a buscar la paz con Chile, de la cualcomo revela el epistolario de Cceres lleg a ser consciente elmismo caudillo ayacuchano. El 31 de agosto de 1882, el mismo da enque Montero haca su ingreso a la sede del gobierno constitucional en

    Arequipa luego de permanecer por unos meses en Huaraz, Iglesiaslanz desde su hacienda de Montn, en Cajamarca, un manifiesto

    donde se mostraba partidario de firmar la paz con Chile para terminarcon la ocupacin del pas. Comenzaron a confluir, de un lado, un estilode colaboracin con los chilenos que en algunos casos asumi la formade una abierta traicin y, de otro, la necesidad cada vez ms imperiosadel pas vencedor de poner trmino a una ocupacin ya demasiadolarga y que empezaba a ser costosa por el agotamiento de los recursosdel pas luego de ms de tres aos de guerra. Preocupaba adems a losdirigentes chilenos el elemento de incertidumbre que haba introducidola inesperada resistencia de Cceres, al extremo de haberles hechoconsiderar en agosto de 1882, luego de la precipitada evacuacinchilena de la Sierra Central, la posibilidad de un retiro de todas susfuerzas detrs de la Lnea de Sama en el Sur del Per.

    Cceres se distanci violentamente de Iglesias (a quien alguna vezlleg a llamar teniente chileno), y lo responsabiliz de la ruptura de la

    unidad de los peruanos en torno al gobierno de Arequipa que era,adems, el nexo con la aliada Repblica de Bolivia. Desde inicios de1883, con el propsito de iniciar conversaciones para arribar al ansiadoacuerdo poltico que confirmara las conquistas de Chile en el Sur, elgobierno ese pas reconoci al rgimen de Cajamarca todava demanera informal. Luego de unos meses de vacilacin, el presidenteDomingo Santa Mara haba terminado por convencerse de la utilidadque la actitud de Iglesias tena para su causa. De hecho, las primerasconversaciones tuvieron como punto de partida la cesin incondicionalde Tarapac a Chile, que Iglesias y sus partidarios aceptaban comoprecio para obtener la paz.Las Conferencias de Chorrillos entre los chilenos y los representantesde Iglesias tuvieron lugar en marzo, abril y mayo de 1883, precisamentepor los das en que Cceres ejerca mayor presin con sus fuerzasregulares y guerrilleras en las sierras aledaas a Lima. En febrero, con

    su lucidez caracterstica, Santa Mara haba expresado, refirindose aCceres: ese montonero es el verdadero Arequipa hoy. Con elloquera decir que sus ms temibles adversarios eran Cceres, el Ejrcitodel Centro y sus guerrilleros, y no las fuerzas peruanas acantonadas enla sede del gobierno de Lizardo Montero.

    Ayudado indirectamente por la actividad incesante de Cceres en laSierra, Jos Antonio de Lavalle, el representante clave de Iglesias enlas negociaciones diplomticas, consigui introducir la figura delplebiscito para el caso de Tacna y Arica. Aunque en la forma precariaque dictaban esas terribles circunstancias de derrota nacional, Lavallepudo as salvar estos territorios de una simple frmula de venta forzadaque el presidente chileno haba llegado a exigir antes del comienzo delas negociaciones. A inicios de mayo, en medio de la impacienciachilena, el primer borrador del futuro tratado de paz fue aprobado por

    Miguel Iglesias. Entre abril y mayo de 1883, Santa Mara concentrnerviosamente sus actividades militares en el objetivo de destruir aCceres, cuyas debilitadas fuerzas terminaron replegndose a Tarma.Las tropas chilenas recibieron rdenes de acelerar su marcha hacia elinterior en cuanto concluy la cuarta y ltima de las Conferencias deChorrillos, el 3 de mayo. Pese a los esfuerzos de sus soldados yguerrilleros para oponerse a la abrumadorared de hierro enemigaque empuj al pequeo ejrcito peruano hacia los departamentos delNorte del pas, y luego de la proeza que represent trasmontar lacordillera Blanca en el paso de Llanganuco, Cceres fue finalmentederrotado en Huamachuco el 10 de julio, donde estuvo a punto deperecer. A raz del encuentro y de los fusilamientos ordenados por elcoronel Alejandro Gorostiaga, el vencedor de la jornada, casi milnacionales perdieron la vida. El jefe chileno no haca sino cumplir lasrdenes de Lynch, para quien Cceres y sus valientes soldados eranmontoneros, situados al margen de las leyes de la guerra, a los quehaba simplemente que exterminar. Huamachuco fue una de las mssangrientas batallas de la guerra, y una hecatombe que conmovi atodo el Per, inclusive a muchos partidarios de Iglesias, el granadversario nacional de Cceres en ese momento. En el plano poltico, eltrgico desenlace fortaleci al caudillo cajamarquino y dej las manoslibres a Chile para atacar a Montero en el Sur.Poco antes del desastre de Huamachuco, el 23 de junio de 1883,mientras el ejrcito peruano se replegaba entre los grandes nevados dela Cordillera Blanca en ncash, un Congreso convocado por Monteroen Arequipa haba dado una ley por la que se autorizaba unanegociacin de paz con Chile sobre la base de la cesin de Tarapac.

    Con tenacidad inaudita, Cceres retorn al Centro a fines de ese mismomes de julio dispuesto a continuar la resistencia. Sorte una cacerahumana llevada a cabo por chilenos y colaboracionistas que casi estuvoa punto de eliminarlo fsicamente en Tarmatambo, donde se defendi atiros de revlver. Desde Ayacucho, el 12 de agosto de 1883, escribi algobierno de Montero en Arequipa: el desastre sufrido, lejos de abatirmi espritu, ha avivado, si cabe, el fuego de mi entusiasmo. Sinembargo, y pese al intacto dinamismo de sus guerrilleros, no le fueposible rehacer su ejrcito por la devastacin generalizada. Una ltimaexpedicin chilena encabezada por el coronel Martiniano Urriola habasubido a la Sierra Central desde mediados de 1883 con el propsito de

    obstaculizar una eventual reorganizacin militar peruana en losdepartamentos de Junn, Huancavelica y Ayacucho, rea considerada porlos chilenos, con gran claridad, como el nidal de Cceres.

    En otro mbito, los propios enemigos, admirados del desempeo delEjrcito del Centro en la campaa de Huamachuco, se encargaban,paradjicamente, a travs de su prensa, de acrecentar la fama delguerrero ayacuchano entre la poblacin peruana. De hecho, a comienzosde agosto, Cceres haba ingresado a su ciudad natal como un hroe. Ibanaciendo as, de manera gradual, el lder poltico de aos posteriores.

    A inicios de octubre de 1883, presionado por las fuerzas chilenas deUrriola, Cceres se refugi en Andahuaylas. Poco despus, consider laposibilidad de viajar a Arequipa para coordinar la resistencia con Montero,en medio de la confusin que comenzaba a apoderarse del gobierno. Noobstante, ya era tarde. El 20 de octubre de 1883, dos das despus de serreconocido finalmente por Chile, el gobierno de Miguel Iglesias cedi aese pas el rico territorio salitrero del Sur. El Tratado de Ancn recogaesencialmente los acuerdos alcanzados previamente en las Conferenciasde Chorrillos. El instrumento era doblemente traumtico pues, junto con elterritorio, era entregada a Chile, en los hechos, la poblacin nacional deTarapac, de antiqusimas races histricas asociadas al Per, a la que seaadan las de Tacna y Arica, cuyos territorios quedaban retenidos pordiez aos hasta la realizacin de un plebiscito.

    Cuando todava estaba fresca la tinta del tratado de paz, y liberado delproblema militar que representaba Cceres en el Centro, el presidenteSanta Mara procedi a dar el siguiente paso dentro de su gran esquema

    geopoltico: la destruccin del gobierno de Arequipa encabezado porMontero, el aislamiento de Bolivia del mar, la liquidacin de la uninperuano-boliviana y el descarte definitivo de toda posibilidad de un arreglode paz que hubiese podido ser realizado a travs de la Alianza. Luego deun confuso levantamiento popular arequipeo, que obstaculiz todointento de contener a la expedicin chilena, Montero abandon la ciudadasediada y, de paso por Puno, alcanz a delegar el poder en el segundovicepresidente Andrs A. Cceres (nombrado en este cargo por elCongreso de Arequipa) antes de refugiarse en Bolivia. El 29 de octubre de1883, por la noche, una fuerza de 1,300 soldados chilenos inici laocupacin de Arequipa.

    En noviembre de 1883, enterado de la cada de Arequipa, Urriola decidiabandonar el escenario de la Sierra Central. Durante gran parte de suretirada, las tropas chilenas fueron hostigadas por los guerrilleros

    huantinos del terrateniente-coronel (y probablemente primer cacerista)Miguel Lazn. A fines de ese mes, Cceres abandon Andahuaylas yretorn a Ayacucho. En esas amargas semanas finales de 1883, golpeadopor la noticia de la ocupacin de Arequipa, rodeado de un ncleo demilitares y civiles incondicionales en medio de una relativa popularidadnacional de Iglesias, Cceres firm algunos de sus documentos msclebres, entre los que sobresale la Nota al Honorable Cabildo de

    Ayacucho, donde se refiri a las causas que haban conducido al desastrenacional y donde elogiaba, en los trminos ms expresivos, lagenerosidad y la valenta de sus guerrilleros.

    Los ltimos das de diciembre de 1883, sostenido por un pequeo ejrcitode menos de mil hombres y por sus leales fuerzas irregulares indgenas,Cceres rechaz una oferta de Miguel Iglesias, el PresidenteRegenerador, para deponer las armas y aceptar el tratado de paz con

    Chile. Este gesto fue el primer anuncio claro de la tormentosa guerra civilque asolara el Per en los dos aos siguientes. Pese a haber recibidoformalmente el poder por parte de Montero, Cceres decidi por entoncescontinuar en su viejo cargo de Jefe Superior Poltico y Militar de losDepartamentos del Centro, asociado a sus das de gloria en la luchacontra los chilenos. No obstante, en los hechos, mantuvo su jurisdiccinrebelde al rgimen de Montn. En la postrera carta que firm ese ao,Cceres escribi:

    Cuando se ha pasado por Tarapac y por Huamachuco, no se puederetroceder sin mengua: no quiero profanar con mis plantas, en ese extraoretroceso, las cenizas de tantas vctimas augustas, ni empaar con unamonstruosa desercin las glorias que he podido conquistar para mi patriaen sus desgracias.

    Difcilmente poda imaginarse una situacin ms dura para la Repblica:estaban acabadas las esperanzas de una resistencia efectiva, gran partede las zonas ms desarrolladas del pas, sobre todo de la Costa,permanecan ocupadas por los invasores sin perspectivas de retiroinmediato, y un gigantesco desorden social dominaba el interior. Paraempeorar cosas, comenzaban a asomar sobre el Per los negrosnubarrones de una confrontacin civil.

    Los desastres de la guerra, la destruccin del pas y el pavorosoespectculo de la divisin entre los peruanos, haban desencadenado en

    Andrs A. Cceres, hacia fines de la Campaa de la Sierra, como se dijoantes, una reflexin sobre los orgenes de la derrota. En general, en susdiversos escritos de los aos 1882 y 1883, Cceres se refiri a algunos delos problemas centrales del pas, entre los que destacaban la miopapartidista, la marginacin y la explotacin de las poblaciones campesinas,y la necesidad de afianzar un sentido ms nacional, sobre todo en lasclases directoras de la sociedad. Las cartas y documentos oficialessuscritos por Cceres en esa poca dejan sentir, entre lneas, la inevitablecomparacin entre el orgulloso Per de la preguerra, heredero delVirreinato y de las glorias del tiempo del Libertador Castilla y del 2 demayo, y el pas desolado, destruido y anarquizado de finales del conflicto.No obstante, sobre este lgubre teln de fondo, resplandecen en lostextos del general ayacuchano su patriotismo, su valenta y su indudableabnegacin. Tambin se perfilan en esas pginas las personalidades de

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    AVANCE 4 MANPE ARGENTINAlos valerosos civiles que siguieron a Cceres, as como el herosmo desus jefes, oficiales, soldados y guerrilleros, representantes todos ellosde los ms diversos sectores sociales del pas, unidos en una mismacausa nacional, combatiendo sin cesar a los invasores entre losabismos de los Andes

    (En su versin inicial, ligeramente distinta de la presente, este texto fuepublicado como captulo primero del libro Andrs A. Cceres y laCampaa de la Brea (1882-1883). Lima: Asamblea Nacional deRectores, diciembre de 2006 pp. 35-42. Los textos en itlicascorresponden a palabras de Cceres.)

    Nota del general Andrs A. Cceres al Honorable Cabildo de Ayacucho

    Ayacucho, Noviembre 29 de 1883

    Honorable Cabildo:

    Esta Jefatura Superior ha tenido la patritica satisfaccin de recibir eloficio colectivo de ese Honorable Cabildo de fecha 20 de los corrientes.

    Cuando todo el pas es desmoralizacin i desconcierto; cuando la ruinade nuestras instituciones no reconoce otra causa que la falta absolutadel sentido moral; cuando los grandes mviles sociales handesaparecido ante el empuje de los innobles propsitos i de losmezquinos i personales intereses, es ciertamente consolador i de

    fecunda enseanza el glorioso contraste que ofrecen el pueblo deAcostambo i los dems del Centro de la Repblica levantndose contoda la altivez de la dignidad nacional herida pero no humillada, contoda la desesperacin del patriotismo que no se detiene ni ante elsacrificio, resueltos a morir combatiendo contra los enemigos de fuera ide dentro del Per.

    La resistencia que hasta el ltimo instante hacen los pueblos por salvarla integridad i el honor nacional merecer un lugar en las pjinas [sic]brillantes de la historia del Per, as como ha merecido ya el aplauso i laadmiracin sincera del mundo, cuyo alto criterio no juzga de las causashumanas por el xito que tienen sino por la justicia que defienden.

    En el trgico [sic] poema de nuestra guerra de cuatro aos, los quemantenemos nuestra mente i nuestro corazn, tenemos forzosamente

    que desprender esta verdad que implica el remedio de nuestrarejeneracin [sic] en el porvenir.

    Dos clases de elementos ha contado el Per en la lucha sangrienta aque Chile lo provocara. El elemento de los capitalistas i el de losaudaces: compuesto el primero de comerciantes enriquecidos con lafortuna pblica, i el segundo de empleados civiles i militares sin talento isin carcter encumbrados por su propia miseria a la sombra derevoluciones injustificables que han desmoralizado la Repblica.

    Con bases tan efmeras, con medios de accin tan nulos, el resultadode la contienda tena que ser fatalmente el que ha sido: una serie dederrotas ignominiosas i de estriles sacrificios individuales que sirvencomo de puntos luminosos en la oscura noche de nuestros infortuniossin ejemplo.

    Mas cuando el vigor del patriotismo pareca haberse extinguido porcompleto; cuando el hundimiento del Per amenazaba revestir losoprobiosos caracteres de la cobarda, entonces las grandes virtudescvicas que no existan en las clases directoras de la sociedadreaparecen con ms prestijio [sic] i esplendor que nunca en el corazngeneroso de los pueblos, de esos mismos pueblos a quienes se titulabamasas inconscientes i a los que menospreciaban siempre, haciendogravitar sobre ellos en la poca de la paz los horrores del pauperismo ila ignorancia, i en el de la guerra los sacrificios i la sangre.

    Por mi parte, jams olvidar esta leccin que puede calificarse deprovidencial, i desde cualquier punto en que me arroje el destino, tendruna palabra de aplauso i un sentimiento de admiracin para los pueblosdel Centro i especialmente para el distrito de Acostambo que tantaspruebas de grandeza i valor ha dado en estos ltimos aos.

    Reciba el Honorable Cabildo la expresin de mis respetos i delprofundo dolor que esperimento [sic] por las nuevas vctimas de laguerra en esa comunidad, i tenga en todo caso presente que elsacrificio de hoy ha de ser la gloria de maana.

    ANDRS A. CCERES.

    Al Honorable Cabildo de Ayacucho.

    (Fuente: Pascual Ahumada Moreno, Guerra del Pacfico. Recopilacincompleta de todos los documentos oficiales, correspondencias ydems publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensade Chile, Per y Bolivia, conteniendo documentos inditos de

    importancia (tomo VIII). Valparaso: Imprenta de la Librera del Mercuriode Recaredo S. Tornero. 1891, p. 329. Vase tambin el diario limeoLa Prensa Libre del martes 1 de enero de 1884 (p. 2). Esta ltima fuenteperuana menciona que el documento fue publicado originalmente en elperidico El Per de Ayacucho. La versin aqu reproducida respeta laortografa del siglo XIX. Debido a un aparente error de las primerasreproducciones periodsticas, referido a la exactitud de su ttulo, esprobable que esta clebre Nota de Cceres haya sido dirigida, enrealidad, al Honorable Cabildo de Acostambo.)

    El MANPE le da la Bienvenidaal Dr. VIRGILIO ROEL !!!

    Los PERUANOS tenemos la OBLIGACIN de ser NACIONALISTAS!(Dr. Virgilio Roel, -dixit-)

    VIRGILIO ROEL PINEDA, es un intelectual y escritor peruano, graduado enla Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima como economista ycontador pblico, es tambin doctor en Ciencias Econmicas.Ha desempeado diversos cargos en la actividad pblica, pero

    fundamentalmente en los centros de formacin universitaria, tales como laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos donde es profesor emrito, laUniversidad San Luis Gonzaga de Ica, profesor honorario de la UniversidadTcnica del Altiplano, entre otras.

    DOCENCIA

    En el 2007, cumpli cincuenta aos como docente universitario. En lasdiversas ctedras siempre ha sabido inspirar a sus alumnos no slo por lasolidez de sus argumentos para explicar el proceso econmico, poltico,social y educativo peruano, sino que ante la problemtica contemporneadel pas brinda un camino para salir adelante, rescatando inclusive losverdaderos valores de la cultura originaria del Per.

    Actualmente es coordinador del Movimiento Indio Peruano.

    ESCRITOR

    Virgilio Roel tiene publicados ms de cincuenta y cuatro libros hasta la fecha(2009) sobre temas econmicos, polticos, sociales, histricos, militaresentre otros. Desde El sendero de un pueblo 1955, Problemas de laEconoma Peruana 1959, Historia Social y Econmica de la Colonia,1970, Los Libertadores 1971, hasta Cultura Peruana e Historia de losIncas 2001, La crisis general de la Globalizacin, 2006.En su mayora referidos al proceso peruano, destaca la solidez de susargumentos y el rescate histrico de la participacin del pueblo originariodel Per, tantas veces obviado y despreciado por la Historia oficial.

    Este autor a travs de investigaciones en documentos fidedignos interpretalos hechos histricos donde se destaca la vala de tantos combatientes ylderes que por ser indgenas o de extraccin popular fueron excluidos de lahistoria.

    Se suma as, en forma pionera a la corriente que rescata y dimensiona en suverdadero valor la cultura originaria del Per, algunos de cuyos exponentesson John Murra, Mara Rostorowsky, Nelson Manrique, etc.

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    SIONISMO Y NACIONALISMO EUROPEO

    El error del sionismo fue tratar de implantar por la fuerza, unapoblacin extraa sobre un territorio sin la compatibilidad histricay tnica de la poblacin nativa ya existente

    Una lectura desapasionada de los textos del fundador del sionismo,Teodoro Herzl, nos permite establecer definitivamente ciertos conceptosy evitar cualquier tipo de confusin, tal como se ha venido haciendo hastala actualidad, respecto del significado de tal movimiento y diferenciarlocon claridad de lo que es en cambio el judasmo en cuanto religin yconcepcin del mundo.El sionismo, ms que haber sido histricamente un movimientopropiamente judo, ha sido en cambio no solamente europeo en suorigen, sino en cuanto a los principios modernos y laicos que loinformaron como un nacionalismo de fundamentos romnticos eidealistas provenientes principalmente del mundo germnico de dondeera originario el fundador de tal movimiento.En una interesante autobiografa el aludido Herzl explica que desde losmismos inicios de su actividad de escritor adhiri a los ideales modernosconsistentes en la autonoma de la razn respeto de la fe y enconsecuencia en el concepto de Estado nacional autosuficienteconcebido como la expresin de un determinado pueblo o raza, por lo queera a partir de ello que saludaba la emancipacin de su pueblo al cual sele permitiera, a travs de los logros obtenidos por la RevolucinFrancesa, salir del ghetto en el que estuviera encerrado por siglos y

    acceder paulatinamente en situacin de igualdad a la nueva sociedadliberal y democrtica en vas de constituirse.Pero un buen da, a raz de un incidente acontecido al salir de unasinagoga cuando un grupo de personas en Viena le gritara: Cerdo judo,tal hecho lo hizo reflexionar sobre su situacin. Comprendi entoncesque el ghetto, a raz del incesante encierro y segregacin en la que habavivido durante siglos enteros su pueblo, haba generado en el judo uncarcter sumamente antisocial por lo que despertaba entre los otros unrechazo pronunciado, el que en el fondo era comprensible y razonable,generando as un nuevo movimiento contrario tambin antisemita comoen la Edad Media, pero esta vez no de carcter religioso, sinoesencialmente social y poltico. Pens al respecto que la actitud esta vezdeba ser diferente. Si bien era posible pensar que el judo, quizs condos generaciones, iba a poder corregirse y asimilarse al nuevo mundo alque haba ingresado, sin embargo esto no iba a poder suceder pues el

    antisemitismo, que lo mantea en acecho no iba a estar esperando a queesto aconteciera y al final se lo iba a terminar impidiendo, y estacircunstancia, en apariencias negativa, paradojalmente iba a generar porreaccin una contraccin del judo en su propia especificidad, echandoas las races de un nuevo nacionalismo. Por lo tanto el antisemitismomoderno, que a primera vista poda resultar odioso para el judo, en elfondo significaba aquel movimiento til y necesario como para que stepudiese reconquistar el Estado que haba perdido hace 2000 aos.Pero hay un hecho que resulta de lo ms significativo en la obra de Herzl,la cual tiene la ventaja de estar acompaada de una autobiografa endonde se sealan sus xitos y fracasos respecto de sus proyectosanunciados de obtener, mediante la propagacin del mismoantisemitismo, el tan necesario surgimiento de un Estado judo. Lo mssignificativo del caso es que no fue en ningn momento la mismacolectividad juda la que respald masivamente su proyecto, sino en

    cambio fueron los principales exponentes del nacionalismo europeo susms fervorosos propulsores. Destaquemos al respecto que, si bien comodijimos su movimiento fue sumamente minoritario en el mundo,prcticamente no hubo monarca y poltico significativo europeo que no lorecibiera en audiencia especial sealndole sin ms su simpata hacia elsionismo. En lo que sigue citaremos a ttulo ejemplificativo fragmentos delas reuniones que sostuviera, entre otros, sea con el Kaiser alemn comocon el monarca italiano.

    Destaquemos que, antes de haberse reunido con el primero, tuvo unacorrespondencia con Bismarck, el creador del imperio alemn, al cual lemanifestara su amplia simpata respecto de su proyecto nacionalista yexpansivo, demostrando en esto coincidir sobremanera con los conceptosdel filsofo Hegel para el cual el Estado prusiano era el encargado de llevarpor el mundo los ideales del 'occidente', es decir de la civilizacin en su faseltima y dialctica de consumacin de la idea. Le dice al respecto aBismarck: Pongo a disposicin del gobierno alemn mi proyecto, para quedisponga de l como mejor le parezca (pg. 202). Ante lo cual, antes de

    visitar al Kaiser, se reunir primeramente con el duque de Baden, suprincipal consejero, al cual le explicar de qu manera podan coincidir losintereses europeos con los del nuevo Estado judo.Si Turqua (en este caso el imperio Otomano) fuese desmembrada... sepodra establecer un Estado tapn en Palestina.... (para lo cual) los judostendrn que oponerse como rebeldes al Sultn.

    A tal efecto las ventajas generales del Estado judo para Europa seran quesanearamos el foco infeccioso del Oriente (es decir haramos triunfar en talregin los valores del occidente en contra del peligroso Islam, tal como hoysostienen los identarios europeos). Construiramos las vas frreas al Asia,permitiendo as el camino real de los pueblos civilizados. Y este camino realno estara en poder de una sola gran potencia. Es decir no sera el orientepropiedad de los ingleses o franceses solamente, sino de la totalidad de laspotencias europeas (henos aqu pues con el nacionalismo europeo que yaen ese entonces sostuviera el fundador del sionismo). Entusiasmado por tal

    proyecto, el Gran Duque agreg: De esta manera se solucionara incluso lacuestin de Egipto pues los ingleses siguen aferrados a ello por el solomotivo de asegurar el camino a la India. Es decir entonces, pongmonosde acuerdo los europeos para controlar el mundo entero, tal como en sumomento hicieran escoceses y britnicos que renuniaron a hacerse laguerra para construir as un gran imperio, y para tal fin usemos tambin anuestros judos. Entusiasmado por tal proyecto el Gran Duque propone unapronta reunin con el Kaiser, la que se concretar en la ciudad deCostantinopla al poco tiempo, el 19 de octubre de 1898, dos mesesdespus de que se efectuara el congreso sionista de Basilea. Dejemos quesea Herzl quien nos exponga lo sucedido. El Kaiser,vestido con unformeoscuro de hsar, me vino al encuentro. Me detuve a inclinarmeprofundamente (tal palabra indica un estado de plena satisfaccin yadmiracin).... Le dije: Por dnde empezar seor?. Por donde quera,dijo l con cierta irona reclinndose. Entonces repet el contenido de la

    carta que le haba mandado, con voz bastante trmula, mientras el coraznme lata fuertemente contra las costillas.... Mas cuando haba expuesto lode la empresa colonizadora y del protectorado alemn, asinti contento...No tard en dirigir la conversacin. Me explic que simpatizaba con elmovimiento sionista. Hablando de los judos los llamaba siempre 'miscompatriotas'. No dud que con los capitales y con el material humano quetenemos, seramos capaces de realizar la colonizacin de Palestina...Yo le expliqu que, adems de ello, quitbamos a los judos de los partidosrevolucionarios. Tal como vemos una plena y total coincidencia deobjetivos.Ms interesante fue la reunin sostenida con el rey italiano Vctor ManuelIII. Este ltimo tambin se manifest como sumamente coincidente con lacausa del sionismo explicando adems que en Italia los judos tenanmucha injerencia en los principales estamentos, habiendo ya en eseentonces parlamentarios, jueces y generales de tal comunidad, a diferenciade lo que suceda en cambio con otros pases. Que incluso surepresentacin era superior al porcentaje real que tenan en la sociedaditaliana pues en vez de tener un diputado solamente, como hubiera tenidoque ser de aplicarse un principio estrictamente democrtico, tenan encambio 18. Hubo de todas maneras algo interesante y significativo. Ante lapregunta del rey respecto de si esperaban aun un Mesas, la respuesta fuecontundente y cabal en su laicismo. Esto Seor sucede entre los crculosreligiosos. Entre los acadmicos y esclarecidos se entiende que no lo hay...nuestro movimiento no es religioso, sino puramente nacional. (386)Destaquemos finalmente otro hecho curioso. Luego de la reunin con elmonarca quiso hacerlo con los 18 parlamentarios judos antesmencionados, pero stos se negaron a ello. l nico que acept fue elsenador Malvano el cual le hizo presente su rechazo por el sionismo, adiferencia de lo acontecido con el rey y que solamente acceda a reunirsepor razones de cortesa, por lo que en la reunin se habl de cualquier otracosa menos de los planes de Herzl.

    Marcos Ghio

    ParaTodosyTodas.

  • 7/30/2019 Avance Abril 2013

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    AVANCE MANPE ARGENTINA6

    MANPE CRECE. LA NICA VERDAD,

    ES LA REALIDAD!"Esto es muestra de incapacidad administrativa (del Alias, PresidenteRegional), no entendemos cmo se llenan la boca diciendo a todo el pas,que es la regin que ms gast en inversin responsable el 2012, si hemosvisto que ha devuelto dinero" dijo CARLOS MILLA (Presidente de laFADA).

    () No podemos quedarnos callados al verificar que la gestin delgobierno regional en forma silenciosa y diramos hasta de egosmo y

    mezquindad poltica, que son ajenas a las necesidades agrarias las hayaimpuesto en su administracin, negndonos esos 7 MILLONES DESOLES para la ejecucin de canales de regado, irrigaciones en las partesaltas de HUARAZ que garanticen la presencia de agua que tanta faltahace, sobre todo en la CORDILLERA NEGRA, simplemente devolverlo alestado sabiendo adems que no era dinero del canon minero sino deltesoro pblico FUENTE: MANPE ANCASH

  • 7/30/2019 Avance Abril 2013

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    AVANCE MANPE ARGENTINA7

    Pukar en Villa Gesell2 Festival Latinoamericano de Arte en el Mar

    Este sbado 13 de abril, el Municipio deVilla gessell y el Compaero Emilio JosMoreno invitaron a la Asociacin Pukara aparticipar en el segundo FestivalLatinoamericano de arte en el mar,

    Estamos muy contentos todos los queintegramos el Pukara de participar y seguirdifundiendo nuestra cultura a travs de lasdanzas y a la vez felicito a todos los quefueron y dejar bien en alto nuestro Per,manifest francisco Azarte

    Emilio Jos Moreno, mostrando su arte.

  • 7/30/2019 Avance Abril 2013

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    AVANCE MANPE ARGENTINA

    Colaborarn:Francisco Flix Azarte A.

    Ciro lvarez RoblesD R j

    AzarAzarGRUPO S.AAVANCEVocero del Movimiento de Accin Nacionalista Peruano.MANPERegistro de propiedad Intelectual en Trmite.

    Gentileza:

    8

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