Bourdieu analisis

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SABER Y CIENCIA, PODER Y POLÍTICA, COMUNIDADES EPISTÉMICAS LEONARDO ZÚÑIGA Resumen El presente trabajo está dedicado a examinar brevemente la relación que existen entre saber y ciencia y el poder y política, así como de entender la noción de comunidades epistémicas o campo científico, trabajado por Pierre Bourdieu, en su obra El oficio del científico. En una primera parte del trabajo y desde la perspectiva del ejercicio del poder y el manejo de la política veremos como el saber y la ciencia pueden ser usados a favor del imperialismo o ideologías políticas dominantes o las transnacionales, tomando como ejemplo a Monsanto, dirigidos al dominio de la política internacional o el mercado mundial, en contraposición de la noción de la ciencia al servicio de la humanidad. En una segunda parte, en cambio, intentaremos esbozar la noción de campo científico de Pierre Bourdieu, categoría que la trabaja desde la reinterpretación de la categoría de comunidad científica de Thomas Kuhn. Saber y ciencia, poder y política La ciencia en general ha sido uno de los motores de la transformación del mundo en los últimos siglos, siendo el siglo XX, en especial, el más productivo, debido claro está, entre otros, principalmente, a los conflictos bélicos que aceleraron los procesos científicos y tecnológicos. En un mundo dominado por la guerra, la física y la química, estaban ciencias dirigidas a llevar adelante proyecto de investigación para la construcción de armas más mortíferas; proyectos en que los países contendientes, en especial las potencias, no tuvieron reparos en invertir por millones.

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SABER Y CIENCIA, PODER Y POLÍTICA,

COMUNIDADES EPISTÉMICAS

LEONARDO ZÚÑIGA

Resumen

El presente trabajo está dedicado a examinar brevemente la relación que existen entre saber y ciencia y el poder y política, así como de entender la noción de comunidades epistémicas o campo científico, trabajado por Pierre Bourdieu, en su obra El oficio del científico. En una primera parte del trabajo y desde la perspectiva del ejercicio del poder y el manejo de la política veremos como el saber y la ciencia pueden ser usados a favor del imperialismo o ideologías políticas dominantes o las transnacionales, tomando como ejemplo a Monsanto, dirigidos al dominio de la política internacional o el mercado mundial, en contraposición de la noción de la ciencia al servicio de la humanidad. En una segunda parte, en cambio, intentaremos esbozar la noción de campo científico de Pierre Bourdieu, categoría que la trabaja desde la reinterpretación de la categoría de comunidad científica de Thomas Kuhn.

Saber y ciencia, poder y política

La ciencia en general ha sido uno de los motores de la transformación del mundo en los últimos siglos, siendo el siglo XX, en especial, el más productivo, debido claro está, entre otros, principalmente, a los conflictos bélicos que aceleraron los procesos científicos y tecnológicos.

En un mundo dominado por la guerra, la física y la química, estaban ciencias dirigidas a llevar adelante proyecto de investigación para la construcción de armas más mortíferas; proyectos en que los países contendientes, en especial las potencias, no tuvieron reparos en invertir por millones.

En ese sentido, se puede ver como el saber y la ciencia se convierten en elementos potenciales que permitirán materializar formas más eficaces del ejercicio del poder y por lo tanto el ejercicio de la política. Es común decir, que la ciencia ha sido pensada para el bienestar del ser humano y que su desarrollo va dirigido a mejorar su calidad de vida, así como de conservar el planeta de su posible y futura devastación, que bien es equiparable al discurso liberal, que decía que es la única forma de alcanzar la abundancia y la verdadera libertad y que se ha reducido a miseria, exclusión, una libertad formal cínica, etc.

Lo cierto es que, el discurso bajo el cual se ha arropado tal criterio, se ha convertido en un “obstáculo epistemológico” (Bachelard, 2000) para

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comprender que la ciencia – claro no toda o por lo menos no en toda su extensión – está dirigida a crear saberes, mecanismos y materias o artefactos, que aprovechados por el poder político pueden ser devastadores1. La investigación científica a nivel de transnacionales dedicadas a la producción de transgénicos por ejemplo, no está pensada para el bienestar y la salud – y mucho menos para poder suplir la necesidad de alimento, ni combatir el hambre en el mundo – sino para poder mantener el dominio de estas sobre el mercado mundial. La periodista y cineasta Marie-Monique Robin quien habría hecho una exhaustiva investigación sobre Monsanto dice en una entrevista al respecto que aquella empresa ha logrado la “dictadura de la soja […] Es una dictadura en el sentido de un poder totalitario, que abarca todo. Hay que tener claro que quien controla las semillas controla la comida y controla la vida. En ese sentido, Monsanto tiene un poder totalitario. […] Estamos en presencia de un programa político con fines muy claros. Una pregunta simple lo demuestra: ¿Quién decide qué se va a cultivar en Argentina? No lo decide ni el Gobierno ni los productores, lo decide Monsanto” (Aranda, 2012), además afirma que, esta “multinacional”, aspira crear un imperio industrial, para lo cual ha rebasado toda línea ética, y ha vendido productos tóxicos a todo el mundo, ya sea bajo la publicidad de agentes biodegradables, inofensivos, o bien disfrazándose con nombres falsos de empresas fantasmas para poder vender sus productos en países donde su venta estaba prohibida. Y sobre los científicos que sirven a Monsanto, contestando a la pregunta de si son cómplices o tienen temor, dice “Ambas cosas. El temor y la complicidad están presentes en los laboratorios del mundo. En el libro dejo claro que hay científicos, en todos los países, cuya única función es legitimar el trabajo de la empresa” (Ibídem). 

No obstante, lo que queremos dejar sentado en limpio es que el saber y la ciencia se han convertido en mercancías, el saber es fácilmente comprado en el que podríamos denominar mercado científico, en donde tenemos todo tipo de mercancías, aquellos que sirven a la humanidad, pero que normalmente en un escenario como el que mencionamos quedaría excluido inmediatamente o aquellos que haciendo el juego a programas de investigación de esa calidad, terminan siendo cómplices y legitimando practicas científicas perversas. Durante años en nuestro país, como en América Latina y países del llamado tercer mundo, los mejores “cerebros” han sido exportados a los países centrales, quienes en el pretexto de ayudarles, se lo han llevado, los han formado científicamente y lo han puesto al servicio del poder o del mercado, anulando así la capacidad, aunque será mínima, de nuestros países de lograr un avance científico o tecnológico a favor nuestro.

Más aun, como nos indica Pierre Bourdieu, las industrias se han asegurado las patentes de los productos comerciales más rentables, han logrado también desplazar desde los laboratorios universitarios, hacia sus sedes, la

1 Esto no quiere decir que abandonemos u olvidemos la buena ciencia, dirigida a combatir todos los efectos sino las atrocidades que la mala ciencia o la seudo-ciencia ha creado.

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labor investigativa. La forma cualitativa de saber del ser humano, se convierte entonces en la forma cuantitativa que el poder puede comprar del ser humano, su fuerza de trabajo seria su ingenio o su inteligencia, y su labor o trabajo consistiría en pensar nuevas formas de dominio, sometimiento, sea en la forma intelectual, desde pensadores sociales, como de científicos de las ciencias puras. Un claro ejemplo, se pudo ver en Vietnam con el mismo Monsanto puso su ciencia al servicio del poderío estadounidense, con el agente naranja, dirigido a causar más daño al Ejército de Liberación Nacional y cuyo resultado palpable fue la destrucción de enormes espacios de denso bosques y las tierras dedicadas al cultivo, toda las ricas tierras vietnamitas que fueron alcanzadas con agente naranja fueron reducidas tierras pobres, improductivas.

Incluso se puede decir que la ciencia, al servicio del poder, pasa por un proceso de sublimación a través del discurso político, pensar una invasión a Irak, por ejemplo, no puede hacerse desde el simple hablar de la emoción. Dice Francisco Maturana que “todas las guerras son enajenaciones”(Maturana, 2009)2, porque que no puede decirse las intenciones verdaderas a las que van dirigidas, puesto que son intenciones que no tienen racionalidad, y que nuestra razón es usada para inventarnos una teoría que justifique el accionar y por consiguiente, lo sublime, haciendo que la acción sea aceptada socialmente bajo estándares aparentemente lógicos como la intervención o la guerra en pro de la democracia.

Pero el hecho de la enajenación no solo pasa por aquellos que están peleando en una guerra sino por quienes están pensando el bagaje teórico que permita la sublimación del acto – esto no quieres decir que no exista personas que deliberadamente piensen a favor de actos como los mencionados – o bien de quien ha sido dominado por la lógica capitalista del lucro. Pienso en los beneficios que obtendrían aquellos cuyo acto de pensar haya justificado las grandes guerras y genocidios: teóricos del fascismo quienes lograron dar las herramientas suficientes para que el poder político sometiera a la población civil y militar a su antojo y la condujera hacia la guerra y la extinción bajo una ferviente creencia en la palabra de sus líderes, y como científicos o seudocientíficos bajo este mismo fervor dirigieron sus esfuerzos a pensar en grandes invenciones que puedan sostener las ambiciones de conquista y aniquilamiento en pos de la defensa de las naciones o de la raza o del espacio vital.

En este sentido, podemos comprender como se vincula la el saber y la ciencia con el poder y la política. Tenemos entonces que el saber cómo la ciencia, pueden comprenderse en el plano del poder y la política cuando las primeras sirven a las segundas, es decir, a la visión dominante3 o al proceder dominante: en el primer caso están las ciencias sociales como fuentes legitimadoras del discurso del poder político, en el segundo las ciencias puras, como creadoras o innovadoras de elementos que permiten

2 Referirse a los cinco primeros videos continuos de la entrevista.3 Pierre Bourdieu

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ejercer el poder, como nuevas armas bélicas o informáticas o mecanismos de biopoder que será abordado en otro trabajo.

Sociología de la ciencia, comunidades epistémicas o campo científico

Ahora yendo por el lado de Pierre Bourdieu, vemos que él se asienta sobre la reflexión con ambición científica sobre las ciencias sociales. El objetivo, dice, es resolver el problema de las verdades transhistóricas “validas eterna y universalmente” (Bourdieu, 2003): pensar estas verdades la propone a través de la sociología de la ciencia, sin dejar de lado la sociología de la sociología que permite reconocer el mismo fenómeno dentro de esta ciencia.

La condición para hacer una buena sociología de la ciencia pasa por la “ruptura de dos binomios epistemológicos” (Ibídem), esto es el dogmatismo logicista y el relativismo, serios obstáculos que no permiten pensar la ciencia en un sentido “dialógico y argumentativo de un campo científico” (Ibídem).

Sin embargo, la sociología de la ciencia presenta sus dificultades: Primero que la gran extensión de bibliografía no permitiría que se tenga una aprehensión suficiente de esta, segundo la construcción de colectivos científicos – podría decirse de comunidades epistémicas – es una posibilidad utópica, si se piensa en reunir investigadores y analistas para que trabajen juntos, esto debido a factores sociales, una tercera viene de los archivos y discursos de los científicos que son usados por los epistemólogos o analistas de la ciencia, que muchas de las veces están contaminados de filosofías de una época anterior: inadecuados o superados, y por último uno de los obstáculos es que la epistemología termine siendo calificada de “justificativo de la ciencia”, lo que sugiere que la legitimidad de la ciencia y su uso pasa por una lucha.

La propuesta de Bourdieu va por el lado de resaltar las contribuciones teóricas y empíricas que la ciencia ha aportado, “tratare de establecer, por una parte, el estilo cognitivo de la corriente considerada y, por otra, la relación que mantiene con las condiciones históricas”(Ibídem), claro que esto tiene su sentido, puesto que quiere superar, dice, al campo de la disciplina o de los agentes que toman la ciencias como objeto y cuyo análisis se queda en las controversias y conflictos habidos entre los distintos investigadores, y por lo tanto, no existe una verdadera reflexividad que no se agote en planteamientos o discusiones del tipo filosóficos.

Por otro lado, Bourdieu, comparte con Thomas Kuhn, su principal aporte que es el haber demostrado que la “ciencia no es un proceso continuo, sino que está marcado por una serie de rupturas y por alternancia de pedidos de ciencia normal y de revoluciones” (Citado por Bourdieu, 2003: Kuhn, 1972),

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además de la noción de comunidad científica que no es más que una comunidad cerrada “cuya investigación se refiere a un abanico muy definido de problemas y que utilizan unos métodos adaptados a esa tarea” (Ibídem).

Una reinterpretación de esta noción de comunidad científica – para Bourdieu campo científico - arroja como resultado que no es como se creía una revolución que hace tabla rasa de un paradigma y construye otro, sino que Bourdieu ve esta “lógica de campo”, es decir, el paso de la ciencia normal a la revolución, como un agotamiento intelectual de un paradigma, como una “tensión esencial” no entre lo normal de la ciencia y la exigida revolución, es decir, no la última como externa a la primera sino más bien como interna al mismo paradigma que una vez que ha agotado toda su posibilidad de conocimiento bajo sus reglas y métodos en la ciencia normal, requiere o exige una revolución. Llegando a ser el científico innovador, un revolucionario de la ciencia, siempre y cuando este tenga “un gran dominio de la tradición (y no [solo sea] alguien que hace tabla rasa del pasado o que, más simplemente, lo ignora)” (Bourdieu, 2003).

BibliografíaAranda, D. (2012). Taringa. Recuperado el 14 de 05 de 2013, de

http://www.taringa.net/posts/info/14597218/Entrevista-a-Marie-Monique-Robin-sobre-Monsanto.html

Bachelard, G. (2000). La formación del Espíritu Científico (Vigedimo tercera ed.). (J. Babini, Trad.) Mexico, D.F.: Siglo Veintiuno.

Bourdieu, P. (2003). El Oficio del Científico. Barcelona: Anagrama.

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Maturana, H. (11 de 09 de 2009). Recuperado el 03 de 2012, de Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=e5zIpNO_XoY