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Actualización noviembre 2010
BUENAS PRÁCTICAS
EN INCENDIOS Y
MEDIDAS
PREVENTIVAS
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP
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Presentación y objetivos
Unidad 1. Introducción a la Prevención de Riesgos laborales
1.1. El trabajo y la salud.
1.2. Enfermedad profesional y factores de riesgo.
1.3. La prevención de riesgos laborales y su legislación.
1.4. Leyes y Reglamentos.
Unidad 2. El fuego. Teoría de la combustión.
2.1. Introducción.
2.2. Productos de combustión.
2.3 Propagación del calor.
2.4 Clases de fuego.
2.5 Efectos nocivos de un incendio.
2.6 Métodos de extinción.
Unidad 3. Extinción de incendios. Agentes extintores.
3.1. Definición.
3.2. Agua. 3.3 Espuma. 3.4 Polvo químico.
3.5 Anhídrido carbónico.
3.6 Otros agentes extintores.
Unidad 4. Extinción de incendios. Medios de extinción. 4.1. Medios manuales de extinción.
4.2. Detección de incendios.
Índice
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4.3. Instalaciones fijas de extinción.
Unidad 5. Medidas de emergencia y evacuación. 5.1. Introducción.
5.2. Emergencia. Definición y clasificación. 5.3 Acciones a desarrollar.
5.3.1 Alerta.
5.3.2 Alarma.
5.3.3 Evacuación.
5.4 La Brigada de Emergencia.
5.4.1 Definición.
5.4.2 Funciones.
5.5 Características de los componentes de la Brigada y auxiliares.
5.5.1 Jefe de emergencia.
5.5.2 Jefe de intervención.
5.5.3 Equipo de primera intervención.
5.5.4 Equipo de segunda intervención.
5.5.5 Equipo de alarma y evacuación.
5.5.6 Equipo de primeros auxilios.
5.5.7 Equipo de seguridad de materiales.
5.5.8 Centro de comunicaciones (telefonista).
5.5.9 Conserje o guarda de noche.
5.6 Implantación del Plan de Emergencia y Evacuación.
5.6.1 Información.
5.6.2 Formación.
5.7 Actuación ante una emergencia.
5.7.1 Secuencia de actuación.
5.7.2 Simulacros.
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5.8 Medidas preventivas y normas de actuación.
5.8.1 Normas de prevención de incendios
5.8.2 Normas de actuación ante un incendio.
5.8.3 Normas de actuación ante una evacuación.
Documentación
Créditos
Curso cedido por: Ibermutuamur Curso adaptado por: Instituto Asturiano de Administración Pública Adolfo Posada, Gobierno del Principado de Asturias Textos y fotografías: Ibermutuamur Depósito legal: AS-06744-2008 © 2008, todos los derechos reservados a favor del IAAP – Gobierno del Principado de Asturias
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La finalidad del curso Buenas prácticas en Incendios y Medidas de Emergencia es
proporcionar al alumnado información básica y general de los riesgos que surgen en
ese tipo de situaciones críticas.
Los contenidos del curso están organizados entorno a los siguientes módulos:
Unidad 1: Introducción a la prevención de riesgos laborales.
Unidad 2: Unidad 2: El fuego. Teoría de la combustión.
Unidad 3: Extinción de incendios. Agentes extintores.
Unidad 4: Extinción de incendios. Medios de extinción.
Unidad 5: Medidas de emergencia y evacuación.
Al finalizar este curso el alumnado será capaz de:
• Comprender la relación entre trabajo, salud y enfermedad profesional.
• Reconocer las normas legislativas en la prevención de riesgos laborales.
• Conocer los agentes extintores más usuales.
• Promover y adoptar las medidas preventivas correspondientes.
• Conocer los objetivos y contenidos básicos de un Plan de Emergencia.
Presentación y objetivos
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1.1 El trabajo y la salud
1.2 Enfermedad profesional y factores de
riesgo
1.3 La prevención de riesgos laborales y su legislación
1.4 Leyes y Reglamentos
Unidad 1:
Introducción a la prevención de
riesgos laborales
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• Salud y prevención El trabajo y la salud están fuertemente relacionados. El trabajo es una actividad
necesaria no sólo para satisfacer nuestras necesidades de supervivencia, sino que
es además una actividad por medio de la cual desarrollamos nuestras capacidades
tanto físicas como intelectuales.
Junto a esta influencia positiva del trabajo respecto a la salud, existe también un
lado negativo, que es la pérdida de la salud cuando el trabajo se desarrolla en
condiciones que pueden causar daño a nuestra integridad.
Según lo enunciado, y siguiendo el concepto de salud de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), podemos definir los
riesgos profesionales como aquellas situaciones de trabajo que
pueden romper el equilibrio físico, mental y social de las
personas. No podemos limitarnos a considerar como riesgos
solamente aquellas situaciones que han causado accidentes o
enfermedades, sino que habrá que buscar el origen de todos los desequilibrios de la
salud.
El trabajo siempre produce modificaciones en el medio ambiente, pueden ser
mecánicas, físicas, químicas, biológicas, psíquicas, sociales y morales, y estos
cambios lógicamente afectarán a la salud de la persona que trabaja. Según este
planteamiento, la prevención no es más que analizar y evaluar, mediante un
conjunto de técnicas, cada una de estas modificaciones y determinar en qué grado,
positivo o negativo, afectan a la salud de las personas para que minimizando los
efectos negativos y favoreciendo los positivos consigamos crear métodos de trabajo
que nos permitan acercarnos cada día más hacia ese estado ideal de bienestar
físico, mental y social al que todas las personas que trabajan tienen derecho.
1.1 El trabajo y la salud
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• Condiciones de trabajo
Se entiende como condiciones de trabajo cualquier aspecto del trabajo con posibles
consecuencias negativas para la salud de los trabajadores, incluyendo, además de
los aspectos ambientales y los tecnológicos, las cuestiones de organización y
ordenación del trabajo.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales define como condición de trabajo:
"... cualquier característica del mismo que pueda tener una influencia significativa
en la generación de riesgos para la seguridad y la salud del trabajador".
Quedan específicamente incluidas en esta definición:
Las características generales de los locales, instalaciones, equipos,
productos y demás útiles existentes en el centro de
trabajo.
La naturaleza de los agentes físicos, químicos y
biológicos presentes en el ambiente de trabajo y sus correspondientes
intensidades, concentraciones o niveles de presencia.
Los procedimientos para la utilización de los agentes citados anteriormente
que influyan en la generación de los riesgos mencionados.
Todas aquellas otras características del trabajo, incluidas las relativas a su
organización y ordenación, que influyan en la magnitud de los riesgos a
que esté expuesto el trabajador.
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Cuando hablamos de salud laboral y, por lo tanto, de salud en el trabajo, no nos
podemos olvidar de las condiciones de empleo, el modo en que se presta el trabajo
asalariado (los tipos de contratos, la jornada, el reparto de género de las tareas, la
doble jornada...). Todos estos aspectos tienen mucho que ver con la calidad de vida
y la salud.
• Accidente de trabajo
La legislación determina que un accidente de trabajo es toda lesión corporal que
el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute
por cuenta ajena (Art. 115 LGSS).
“La gran mayoría de los accidentes de trabajo son evitables, especialmente los
graves y mortales. Los accidentes son el resultado de la ausencia de unas prácticas
preventivas que son conocidas y aplicables”.
Estos aspectos junto a las consideraciones que de forma general se tiene sobre los
accidentes de trabajo, achacando las causas de los mismos a actos inseguros de las
personas o a condiciones inseguras existentes en los puestos de trabajo, están
dando como resultado estos valores tan elevados de siniestralidad laboral.
Cuando se profundiza sobre las causas que han originado los actos inseguros o
las condiciones inseguras existentes en el puesto de trabajo descubrimos que
sus causas más elementales están ocasionadas por temas de gestión.
La actuación sobre el acto inseguro o sobre la condición insegura del puesto de
trabajo, son actuaciones puntuales que corrigen situaciones puntuales y que no
abordan el problema en su totalidad.
Es necesario atacar el problema desde la base si deseamos corregirlos
verdaderamente. Si los accidentes son ocasionados por fallos de gestión la
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verdadera prevención se hará en la empresa cuando se contemple en ella las
actividades preventivas como otra actividad más a gestionar.
Es necesario darse cuenta que la seguridad no es una parte del trabajo que se
pueda delegar en otro sino un componente del trabajo que no se puede separar del
mismo. En cada actividad y tarea debe estar integrada la seguridad.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, contempla como elemento a considerar
la integración de la prevención en todos los niveles jerárquicos de la empresa, es
necesario un esfuerzo constante para ir creando y desarrollando en las empresas y
centros de trabajo una Cultura Preventiva.
“Protegiéndolo en el ámbito laboral seremos capaces de disfrutar de una mejor
calidad de vida extralaboral, beneficiándose de ello tanto el trabajador, su entorno
familiar y la sociedad en general”.
• Enfermedad profesional
La Ley General de la Seguridad Social, entiende por enfermedad
profesional la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por
cuenta ajena en las actividades que se especifican en el cuadro de
enfermedades profesionales, y que esté provocada por la acción
de los elementos o sustancias que en dicho cuadro se indican para
cada enfermedad profesional.
1.2 Enfermedad profesional y factores de riesgo
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La enfermedad profesional se diferencia del accidente de trabajo en que aquélla
se contrae, normalmente, de manera lenta y progresiva, y como consecuencia de
unas determinadas sustancias y contraídas en actividades contempladas en el
cuadro de enfermedades.
Cuadro de Enfermedades profesionales
Recientemente modificado por el Real Decreto 1299/2006, según el agente
causante, establece una división según las siguientes categorías:
Enfermedades profesionales producidas por agentes químicos.
Enfermedades profesionales causadas por agentes físicos.
Enfermedades profesionales provocadas por agentes biológicos.
Enfermedades profesionales causadas por inhalación de sustancias y
agentes no comprendidos en otros apartados.
Enfermedades profesionales de la piel causadas por sustancias y agentes
no comprendidos en alguno de los otros apartados.
Enfermedades profesionales causadas por agentes carcinogénicos.
Esta lista de enfermedades profesionales, se ha visto actualizada recientemente
debido no sólo a los cambios producidos en los procesos industriales, sino también
a la aparición de nuevos elementos y sustancias que pueden incidir en la salud
laboral de los trabajadores.
• Factores de riesgo
Un factor de riesgo, es una característica del trabajo, que puede incrementar la
posibilidad de que se produzcan accidentes o afecciones para la salud de los
trabajadores.
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Podemos clasificar los factores de riesgo en los siguientes grupos:
Factores ligados a las condiciones de Seguridad: se incluyen en este
grupo las condiciones materiales que influyen sobre la
accidentabilidad: pasillos y superficies de tránsito,
aparatos y equipos de elevación, vehículos de transporte,
máquinas, herramientas, espacios de trabajo,
instalaciones, etc.
Factores ligados al medioambiente del trabajador: se incluyen en este
grupo los denominados "contaminantes físicos" (ruido, vibraciones,
iluminación, condiciones termohigrométricas, radiaciones, etc.), los
"contaminantes químicos" presentes en el medio ambiente de trabajo en
forma de gases, vapores, nieblas, aerosoles, humos, polvos, etc., y los
"contaminantes biológicos", constituidos por microorganismos (bacterias,
virus, hongos y protozoos).
Factores derivados de las características del trabajo: incluye las
exigencias que la tarea impone al individuo que las realiza (esfuerzos,
manipulación de carga, posturas de trabajo, niveles de atención, etc.)
asociada a cada tipo de actividad y determinantes de la carga de trabajo,
tanto física como mental.
Factores derivados de la organización del trabajo: Se incluyen en este
grupo los factores debidos a la organización del trabajo (tareas que lo
integran y su asignación a los trabajadores, horarios, velocidad de
ejecución, relaciones jerárquicas, etc.).
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La prevención de riesgos laborales es la disciplina que busca promover la
seguridad y salud de los trabajadores mediante la identificación, evaluación y
control de los peligros y riesgos asociados a un proceso productivo, además de
fomentar el desarrollo de actividades y medidas necesarias para prevenir los
riesgos derivados del trabajo.
Si bien es un ámbito que, por lo menos en España, tiene una historia de más de
100 años, esta denominación ha sido relativamente reciente, a raíz de la Ley
31/1995, de 8 de noviembre de Prevención de Riesgos Laborales.
La presente ley tiene por objeto la determinación del cuerpo básico de garantías y
responsabilidades preciso para establecer un adecuado nivel de protección de la
salud de los trabajadores frente a los riesgos derivados de las condiciones de
trabajo, y ello en el marco de una política coherente, coordinada y eficaz de
prevención de los riesgos laborales.
• Principios de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales
Es obligatorio prevenir: Prevención significa prever con antelación las
consecuencias negativas de una situación y actuar para cambiarla.
Las condiciones de trabajo afectan a la salud de los trabajadores,
incluidas las relativas a su organización y ordenación.
Los accidentes no son "accidentales": Son evitables si se adopta una
adecuada prevención, y hacerlo es una obligación empresarial.
1.3 La prevención de riesgos laborales y su legislación
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Prevención frente a todos los riesgos: ¿Cuáles son las condiciones
que pueden suponer un daño para la salud? El daño a la salud puede
proceder no sólo de las máquinas, herramientas o sustancias que se
emplean, ni de de los locales e instalaciones y procedimientos de
trabajo, sino también de la organización y ordenación de las tareas.
Integración de la prevención: Las cuestiones
relacionadas con la prevención de riesgos
laborales deben integrarse en la toma de
decisiones sobre cualquier otro tema, y por lo
tanto son tarea de todos.
Organización preventiva: La prevención debe estar integrada en la
gestión habitual, pero es también una tarea específica que debe ser
llevada a cabo de manera planificada, con recursos humanos cualificados
y asignando recursos materiales suficientes. La Ley de Prevención de
Riesgos Laborales obliga a que cada empresa disponga de una
organización de recursos preventivos adecuada a sus necesidades.
Evaluación de riesgos y planificación de la actividad preventiva:
La evaluación de riesgos es un proceso de adquisición organizada de
información sobre las condiciones de trabajo que sirve para aportar el
soporte de conocimiento necesario para la toma de decisiones. La
ejecución de esas decisiones requiere una planificación de actividades y
una apropiada organización de los recursos, humanos y materiales.
Participación: La participación de los trabajadores en la prevención
permite una mejor detección de los problemas y una adecuada
valoración de las posibles soluciones.
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Formación e información: Se establece el derecho a recibir toda la
información necesaria sobre los riesgos del puesto de trabajo y generales
del centro, sobre las medidas de protección y prevención aplicables y
sobre los planes de emergencia. Se establece el derecho a recibir
formación teórica y práctica en materia preventiva que deberá
actualizarse siempre que sea necesario. El tiempo dedicado a esta
formación debe tener la consideración de tiempo de trabajo. La
formación y la información son herramientas necesarias para que la
participación de los trabajadores tenga un contenido real y no se
convierta en un mero formalismo.
Vigilancia de la salud: Para verificar la eficacia de las medidas
preventivas adoptadas y para detectar precozmente cualquier daño a la
salud de origen laboral. La vigilancia se llevará a cabo de forma
esencialmente voluntaria para el trabajador; respetando su libertad,
intimidad y dignidad y garantizando la confidencialidad de la información
relacionada con su estado de salud.
Protección adaptada a la especial vulnerabilidad: Algunas personas
son especialmente vulnerables frente a determinados riesgos,
por concurrir en ellos determinadas circunstancias personales o
contractuales, como una especial sensibilidad, la minoría de edad, el
carácter temporal de su contratación o su encuadre en una empresa de
trabajo temporal. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales dispone
que la protección debe adaptarse a estas circunstancias especiales.
Protección de la maternidad y de la lactancia: Es un caso específico
de especial vulnerabilidad. La normativa obliga a adoptar las medidas
necesarias para evitar la exposición de trabajadoras en situación de
embarazo, parto reciente o período de lactancia a agentes,
procedimientos o condiciones de trabajo que puedan influir
negativamente en su salud, en el feto o en el lactante, a través de una
adaptación del puesto de trabajo, modificando las condiciones o el
tiempo de trabajo. Si dicho cambio no fuese técnica u objetivamente
posible, se podrá incluso apartar temporalmente a la trabajadora
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afectada durante el período necesario para la protección de su seguridad
o de su salud.
Protección en caso de riesgo grave e inminente: La Ley de
Prevención de Riesgos laborales obliga al empresario a adoptar medidas
para evitar que se produzcan daños personales en casos de riesgo grave
e inminente, como el establecimiento de un protocolo de actuación para
cuando se verifique el riesgo y la inmediata comunicación del riesgo y de
las medidas a adoptar a las personas afectadas.
Obligaciones de los trabajadores: Así como sin la participación de los
trabajadores es imposible abordar la prevención de forma eficaz, sin su
colaboración es imposible llevar a la práctica las medidas preventivas. El
personal debe velar por el cumplimiento de las medidas de prevención
que se adopten, usará adecuadamente y conforme a las instrucciones
recibidas las máquinas, aparatos, herramientas, sustancias peligrosas,
equipos de transporte..., utilizará correctamente los medios y equipos de
protección y los dispositivos de seguridad existentes, informará de
inmediato a la persona responsable acerca de cualquier situación que
pueda suponer un riesgo para la seguridad y salud y contribuirá al
cumplimiento de las obligaciones establecidas por las autoridades
competentes. Cada trabajador deberá velar según sus posibilidades,
formación, nivel jerárquico y capacidad de toma de decisiones inherente
al puesto, por su propia seguridad y su salud y por la de aquellas otras
personas a las que pueda afectar su actividad profesional.
• Principios Generales de la Acción Preventiva
Así mismo, en el artículo 15 de la Ley, se establecen unas pautas de actuación
para su aplicación en el trabajo, que son:
a) Evitar los riesgos.
b) Evaluar los riesgos que no se puedan evitar.
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c) Combatir los riesgos en su origen.
d) Adaptar el trabajo a la persona, en particular en lo que respecta a la
concepción de los puestos de trabajo, así como a la
elección de los equipos y los métodos de trabajo y de
producción, con miras, en particular, a atenuar el
trabajo monótono y repetitivo y a reducir los efectos del
mismo en la salud.
e) Tener en cuenta la evolución de la técnica.
f) Sustituir lo peligroso por lo que entrañe poco o ningún peligro.
g) Planificar la prevención, buscando un conjunto coherente que integre en
ella la técnica, la organización del trabajo, las condiciones de trabajo, las
relaciones sociales y la influencia de los factores ambientales en el trabajo.
h) Adoptar medidas que antepongan la protección colectiva a la individual.
i) Dar las debidas instrucciones a los trabajadores.
• Plan de Prevención de Riesgos Laborales
La prevención de riesgos laborales (Art. 16 de la Ley), deberá integrarse en el
sistema general de gestión de la empresa, tanto en el conjunto de sus actividades
como en todos los niveles jerárquicos de la misma a través del Plan de Prevención.
Dicho plan deberá incluir:
Estructura organizativa.
Responsabilidades.
Funciones.
Prácticas.
Procedimientos.
Procesos.
Recursos necesarios.
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La evaluación de riesgos y la planificación de la actividad preventiva, son los
instrumentos esenciales para la gestión y aplicación del plan de prevención
de riesgos.
En este sentido, el artículo 3 del Reglamento de los Servicios de Prevención, define
la evaluación de riesgos como el proceso dirigido a estimar la magnitud de
aquellos riesgos que no hayan podido evitarse, obteniendo la información necesaria
para que el empresario adopte las medidas preventivas adecuadas a los riesgos
existentes, y extendiéndose dicha evaluación, según el artículo 4 del citado
Reglamento, a cada uno de los puestos de trabajo de la empresa.
Se incluye una relación, no exhaustiva, de los textos legales que establecen las
disposiciones a tener en cuenta para la prevención de riesgos laborales en las
empresas.
• Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales.
• Real Decreto 39/1997, de 17 de enero, por el que se aprueba el
Reglamento de los Servicios de Prevención.
• Real Decreto 485/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas en
materia de señalización de seguridad y salud en el trabajo.
• Real Decreto 486/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de
seguridad y salud en los lugares de trabajo.
• Real Decreto 487/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de
seguridad y salud relativas a la manipulación manual de cargas que entrañe
riesgos, en particular dorsolumbares, para los trabajadores.
1.4 Leyes y reglamentos
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• Real Decreto 488/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de
seguridad y salud relativas al trabajo con equipos que incluyen pantallas de
visualización.
• Real Decreto 1215/1997, de 18 de julio, sobre disposiciones mínimas de
seguridad y salud para la utilización por los trabajadores de los equipos de
trabajo.
• Real Decreto 1942/1993, de 5 de noviembre, por el que se aprueba el
Reglamento de Instalaciones de Protección contra Incendios.
• Real Decreto 842/2002, de 18 de septiembre, por el que se aprueba el
Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión.
• Real Decreto 614/2001, de 8 de junio, sobre disposiciones mínimas para
la protección de la salud y seguridad de los trabajadores frente al riesgo
eléctrico.
• Real Decreto 664/1997, de 12 de mayo, sobre protección de los
trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes
biológicos durante el trabajo.
• Real Decreto 374/2001, de 6 de abril, sobre la protección de la salud y
seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con los
agentes químicos durante el trabajo.
• Real Decreto 773/1997, de 30 de mayo, sobre disposiciones mínimas de
seguridad y salud relativas a la utilización por los trabajadores de equipos de
protección individual.
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2.1. Introducción.
2.2. Productos de combustión.
2.3 Propagación del calor.
2.4 Clases de fuego.
2.5 Efectos nocivos de un incendio.
2.6 Métodos de extinción.
Unidad 2: El fuego. Teoría de la combustión
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP u2: el fuego. Teoría de la combustión
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El fuego es uno de los descubrimientos más importantes de la historia del hombre,
de él parte el desarrollo tecnológico de la humanidad.
Aunque las palabras fuego e incendio, se emplean indistintamente, definen
situaciones distintas:
Fuego: es una combustión dominada y controlada por
el hombre.
Incendio: es una combustión que se desarrolla sin
control en el tiempo y en el espacio.
El fuego es una reacción química de oxidación-reducción que se caracteriza por ir
acompañada de un desprendimiento de calor, humos, gases y, en algunos casos,
llamas.
En estas reacciones, denominadas combustiones, intervienen dos sustancias, una
que se oxida y que llamamos combustible, y otra que actúa como oxidante de la
anterior y que recibe el nombre de comburente.
Para que combustible y comburente reaccionen, además de estar uno en presencia
del otro, es preciso que ambos cuenten con una energía que los “incite” a llevar a
cabo la reacción. Esta energía recibe el nombre de energía de activación o
temperatura de ignición y habitualmente se trata de energía calorífica.
Por tanto, para que se produzca el fuego, es
preciso la presencia simultánea de tres elementos:
Combustible, comburente y energía de
activación (calor). Si falta o se suprime uno de ellos, el fuego deja de existir.
2.1 Introducción
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP u2: el fuego. Teoría de la combustión
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Estos tres elementos constituyen lo que se denomina el triángulo del fuego,
definiéndose cada uno de sus lados como:
Combustible: cualquier material (sólido, líquido o gaseoso). La combustión
tiene lugar en fase gaseosa, por la vaporización previa de los combustibles
(si no eran ya gases) o por su descomposición por el calor (pirólisis), dando
sustancias combustibles en estado gaseoso. Es decir, el combustible como
tal no arde (no arde el papel, ni la gasolina,…) sino que arden los vapores
combustibles que se desprenden del propio material al suministrarle calor.
Comburente: cualquier sustancia capaz de oxidar un combustible,
generalmente es el oxígeno del aire (en una proporción del 21%,
aproximadamente). Para que pueda producirse el fuego es preciso que
exista una mezcla entre los vapores o gases combustibles y el aire.
Pero no siempre, por el mero hecho de existir combustible en presencia de oxígeno,
se va a producir la combustión. Además de ser necesaria una mínima energía de
activación, es imprescindible que la mezcla de vapores combustibles con el oxígeno
se encuentre en unas proporciones determinadas, es decir, existen unos
determinados límites de inflamabilidad. Así tenemos:
Límite inferior de inflamabilidad: es la mínima concentración de
vapores de combustible, en mezcla con un comburente (oxígeno),
por debajo de la cual no se produce la combustión.
Límite superior de inflamabilidad: es la máxima concentración de
vapores de combustible, en mezcla con un comburente (oxígeno),
por encima de la cual no se produce la combustión.
Sólo cuando la relación vapor-oxígeno se sitúa en algún punto entre ambos límites,
puede producirse la combustión (rango de inflamabilidad). Cuanto más amplio es
este rango, más peligroso es el producto.
Debe tenerse en cuenta que una mezcla vapor-oxígeno, por encima de su límite
superior de inflamabilidad, puede entrar en la zona de peligro si, por cualquier
motivo (accidental o provocado), aumenta el aporte de aire (oxígeno).
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP u2: el fuego. Teoría de la combustión
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Energía de activación: esta energía puede producirse de diversas formas,
pudiendo suministrar a los combustibles el suficiente calor para producir el
fuego.
Focos térmicos (aparatos de calor, llamas abiertas, radiación solar,
superficies calientes, trabajos de soldadura, fumar en locales
peligrosos,…).
Focos mecánicos (rozamiento, chispas
por impactos,…).
Focos eléctricos (calentamiento de
aparatos eléctricos, chispas de
interruptores, electricidad estática,
instalaciones eléctricas defectuosas, caída
de rayos,…).
Focos químicos (reacciones químicas entre sustancias,…).
Focos biológicos (fermentaciones de vegetales: paja, heno,…).
Cada material combustible requiere una temperatura específica para iniciar la
combustión. Por ello, se establecen los siguientes valores:
Punto, o temperatura, de inflamación: es aquella en la cual un
combustible (sólido o líquido), en presencia de oxígeno, llega a
desprender vapores que pueden inflamarse en presencia de una llama o
chispa.
Punto, o temperatura, de autoinflamación o autoingnición: es la
temperatura mínima a la que un combustible, en contacto con el aire,
arde espontáneamente sin necesidad de ningún foco de ignición.
Una vez iniciada la combustión, y surgido la llama, para que el fuego se mantenga,
es preciso que se verifique en el seno de la llama una reacción en cadena, entre
unos radicales libres producidos por la descomposición del combustible al arder.
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP u2: el fuego. Teoría de la combustión
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La aparición de este nuevo elemento, transforma, para las combustiones con llama,
el triángulo en el tetraedro del fuego.
La ausencia de alguno de estos elementos hace imposible la presencia del fuego, o
en caso de que éste ya existiera, lo extinguiría.
En cualquier tipo de combustión siempre aparecen una serie de productos, cuya
naturaleza dependerá del tipo de combustible, temperatura que se alcance e incluso
de la localización física de la combustión, ya que es distinto un fuego confinado que
si éste se da al aire libre.
Estos productos, en general, aparecen conjuntamente en el tiempo y han de ser
tenidos en cuenta para prevenir sus efectos nocivos sobre las personas. Podemos
agruparlos en:
Humos: representan un riesgo importante para cualquier persona que se
aproxima a un incendio, ya que reducen la visibilidad, producen irritación de
mucosas, ojos y vías respiratorias y, ante exposiciones prolongadas, afectan
al ritmo respiratorio y disminuyen considerablemente la capacidad de
respuesta de la persona que los inhala.
Su color depende de las sustancias que arden y de la cantidad de oxígeno
presente.
2.2 Productos de combustión
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Gases: constituyen el principal riesgo para las personas ante un incendio.
De hecho, las estadísticas demuestran que el mayor número de víctimas, en
un incendio, son como consecuencia directa de la inhalación de los gases
desprendidos durante la combustión y no como consecuencia de las llamas.
La naturaleza de estos gases dependerá del tipo decombustible que arda, lo
que dificulta una exposición detallada de estos riesgos.
Llamas: son gases incandescentes visibles que se producen cuando arde el
combustible (sólido, líquido o gaseoso).
Los combustibles sólidos que no se descomponen emitiendo vapores
inflamables (que son los que realmente arden), no producen llama.
Calor: la energía calorífica generada en la combustión, además de calentar
los gases y humos producidos, se transfiere al aire circundante.
El aire recalentado produce deshidratación, cansancio y quemaduras en las
personas, pudiendo causar hasta la muerte. En los materiales se producen
deformaciones y pérdidas de resistencia.
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El calor que se genera en cualquier combustión se transmite de varias formas, las
cuales se deben tener en cuenta a la hora de tomar medidas preventivas y de
actuación en la extinción de un incendio.
Conducción: El calor se transmite de unas partículas a otras, sin que haya
desplazamiento de materia. Se da principalmente en los cuerpos sólidos,
por ejemplo: una barra metálica que se caliente por un extremo.
Convección: La transmisión del calor se lleva a cabo por medio de un
fluido en movimiento. El aire existente en los alrededores de la combustión
se calienta, al calentarse aumenta de volumen y asciende dejando un vacío,
que es ocupado por otro aire más pesado (frío).
Es la forma de transmisión más corriente en los incendios de edificios.
Generalmente, la propagación se efectúa en vertical, de abajo a arriba,
aunque la presencia de corrientes puede provocar cambios de dirección.
2.3 Propagación del calor
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Radiación: El calor se transmite desde un cuerpo a otro (separado de
aquel) en línea recta a través de aire. El ejemplo más significativo de
fuente de radiación de calor es el sol.
Desplazamientos: Se produce por el desplazamiento de objetos ardiendo
(chispas, pavesas,…) que caen sobre zonas no afectadas por el incendio,
produciendo otros subsidiarios.
En función de la naturaleza del combustible involucrado, los fuegos se clasifican de
la siguiente manera:
Clase A: Fuegos de materiales sólidos (madera, papel, cartón, tejidos,...).
Este tipo de fuegos puede desarrollarse con llamas y brasas.
2.4 Clases de fuego
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Clase B: Fuegos de sustancias líquidas (gasolina, aceites, disolventes,…), o
de sólidos licuables o de bajo punto de fusión (ceras, grasas, parafina,...).
Estos fuegos se desarrollan con llamas, pero sin producir brasas.
Clase C: Fuegos de gases combustibles (acetileno, propano, butano,...).
Estos fuegos arden produciendo llamas.
Clase D: Fuegos especiales, donde los materiales involucrados son metales
(aluminio en polvo, magnesio…).
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Antiguamente, existía una quinta clasificación de fuegos, clase E, considerándose
como tales a los fuegos que se desarrollaban en presencia de tensión eléctrica.
Actualmente, no hay una clasificación específica para ellos, pues es frecuente que
alguna de las clases de fuego ya vistas (A, B, C ó D) se desarrolle en presencia de
corriente eléctrica.
En este caso, al peligro que presenta el fuego se le añade el riesgo de
electrocución. Por ello, al intentar apagar el fuego debe considerar esta posibilidad
y adoptar las medidas preventivas oportunas.
Las consecuencias que conlleva un incendio pueden ser muy graves e incluso
trágicas, todo va a depender de la intensidad del mismo y de la propia naturaleza
del combustible que arde.
En términos generales, los podemos agrupar de la siguiente manera:
2.5 Efectos nocivos de un incendio
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Calóricos:
Quemaduras en personas.
Deterioro de materiales que arden y próximos.
Propagación del incendio.
Emisiones:
Humos.
Gases irritantes, tóxicos o corrosivos.
Disminución del oxígeno del aire.
Estructurales:
Debilitamiento de estructuras, por la corrosión que la combustión
produce sobre los metales y pérdida de resistencia del hormigón armado
con el aumento de la temperatura.
Derrumbamientos, por la ruptura o disminución de la resistencia de
los materiales utilizados en la construcción del edificio o instalación.
Sabemos que para se produzca un fuego es necesaria la coincidencia en el tiempo y
el espacio de los cuatro elementos que componen el llamado “tetraedro del fuego”:
combustible, comburente (oxígeno), energía de activación (calor) y reacción en
cadena. En consecuencia, el mecanismo de extinción consistirá en suprimir uno o
varios de estos factores.
Según el elemento eliminado, el método de extinción recibirá el nombre de:
2.6 Métodos de extinción
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Desalimentación. Consiste en retirar o eliminar el combustible que
forma parte del incendio. Por ejemplo: cierre de una válvula de gas,
realización de cortafuegos (en incendios forestales)…
Desde el punto de vista teórico es el método más directo y eficaz. No
obstante, las enormes dificultades prácticas que conlleva su aplicación lo
hacen en muchas ocasiones inviable.
Como eliminación del combustible, se puede considerar la DILUCIÓN que,
en el caso de líquidos solubles en agua, el fuego se extingue cuando se
alcanza una dilución tal, que no permite la emisión de vapores de
combustible.
Enfriamiento. Consiste en eliminar la energía de activación (calor)
generado en la combustión para conseguir la reducción de la temperatura
del combustible, enfriando éste a un nivel que no pueda desprender
vapores para arder. Por ejemplo: proyección de agua a chorro, que absorba
el calor del combustible incendiado.
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Sofocación. Consiste en eliminar el comburente (oxígeno) de las
proximidades del combustible, impidiendo que los vapores inflamables
desprendidos de la combustión se pongan en contacto con el aire. Por
ejemplo: recubrir el combustible, impedir la ventilación de la zona
incendiada, utilizar gases inertes, proyectar agua pulverizada que (al
convertirse en vapor) desplaza el oxígeno.
Inhibición o rotura de la reacción en cadena. Consiste, en impedir que
se verifique la reacción en cadena que tiene lugar en el seno de la llama.
Para ello, debe proyectarse sobre la llama un producto químico capaz de
combinarse con los radicales libres producidos por la descomposición del
combustible ardiendo y, así, impedir su reacción con el oxígeno. Este
método de extinción sólo es aplicable a procesos de combustión con llama.
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3.1. Definición.
3.2. Agua. 3.3 Espuma. 3.4 Polvo químico.
3.5 Anhídrido carbónico.
3.6 Otros agentes extintores.
Unidad 3: Extinción de incendios.
Agentes extintores
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El agente extintor se define como un producto que, aplicado sobre el fuego,
realiza uno o varios de los efectos siguientes:
Desalimentación, o eliminación del combustible.
Sofocación, o eliminación del comburente.
Enfriamiento, o eliminación de la energía de activación (calor).
Inhibición, o rotura de la reacción en cadena.
En la actualidad se utilizan, mayoritariamente, los siguientes agentes extintores,
cada uno de los cuales actúa de manera distinta.
Es el agente extintor más antiguo, conocido y empleado a lo largo de los tiempos.
Al mismo tiempo, es el agente extintor más abundante y económico.
MECANISMOS DE EXTINCIÓN
AGENTE EXTINTOR EXTINCIÓN PRIMARIA
EXTINCIÓN SEGUNDARIA
Agua Enfriamiento Sofocación - dilución Espuma Sofocación Enfriamiento BC (polvo químico
seco) Inhibición -
ABC (polvo polivalente)
Inhibición + sofocación
- Polvo
D (polvos especiales) Sofocación -
Anhídrido carbónico – CO2 Sofocación Enfriamiento
(mínimamente) Otros agentes extintores
gaseosos Inhibición -
3.1 Definición
3.2 Agua
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Propiedades extintoras:
El agua tiene un doble efecto al entrar en contacto
con el fuego. Por un lado se produce un fuerte
enfriamiento del combustible, impidiendo o
retrasando la emisión de vapores inflamables. Por
otro, se produce un efecto de sofocación por el vapor de agua que se
forma, aumentando su volumen, desplazando el oxígeno.
Cuando se trata de combustibles hidrosolubles, como el alcohol, puede
lograrse la extinción por dilución.
Formas de aplicación:
La eficacia extintora del agua varía según la forma de aplicación:
Pulverizada: el agua así aplicada tiene mayor
capacidad de absorción de calor, consiguiendo una
extinción más rápida.
A chorro: de esta forma se consigue mayor
presión del agua y mayor alcance, por lo que es
óptima para la refrigeración de materiales a larga
distancia, pero enfría menos. Esta forma de
utilización presenta el inconveniente de dispersar
los materiales, por la fuerza de proyección del
agua.
Eficacia:
Clase A (sólidos): muy adecuado para este tipo de fuegos, aplicada
en forma pulverizada y adecuada si se lanza “a chorro”.
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Clase B (líquidos): aceptable para estos fuegos, siempre y cuando
se utilice en forma pulverizada.
Inconvenientes:
El mayor inconveniente que presenta el agua es el de su conductividad
eléctrica, por lo que nunca deberá emplearse en presencia de
electricidad cuando se actúa con medios manuales (aparatos extintores,
mangueras,…). El agua pulverizada es menos conductora, por el espacio de
aire que queda entre cada gota y que interrumpe el paso de la corriente. No
obstante, no deberá tampoco emplearse en fuegos en presencia de tensión.
Otro de los inconvenientes de la utilización del agua es los importantes
daños materiales que ocasiona.
No debe utilizarse sobre fuegos de la Clase D (metales), por el peligro que
supondría las reacciones explosivas con el metal.
Medios para su aplicación:
Extintores portátiles.
Bocas de incendios.
Motobombas (en vehículos o portátiles).
Rociadores.
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La espuma es un agregado de burbujas de aire con base acuosa. Se obtiene
mediante la mezcla aireada de un espumógeno con agua. Dependiendo del índice
de expansión del espumógeno, dan lugar a distintos tipos de espuma (baja
expansión, media expansión y alta expansión).
Propiedades extintoras:
La espuma extingue por sofocación, aislando el combustible del
comburente (al formar una capa de cierto espesor) e impidiendo la
liberación de los vapores combustibles volátiles.
Por otra parte, el gran contenido en agua de las espumas, las dota del
efecto de refrigeración o enfriamiento.
La espuma se puede aplicar sobre grandes superficies y no es tóxica.
Eficacia:
Clase A (sólidos), adecuado en estos fuegos.
Clase B (líquidos), adecuado para estos fuegos, especialmente
cuando los líquidos se mantienen estáticos (contenidos en un
recipiente), formando una capa sobre toda la superficie.
Inconvenientes:
Todas las espumas presentan una cierta conductividad eléctrica, por lo
que no deben utilizarse sobre equipos con tensión.
3.3 Espuma
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La espuma resulta incompatible con los agentes extintores de polvo,
descomponiéndose instantáneamente. Tampoco deben utilizarse,
simultáneamente, espumógenos de diferentes tipos.
En caso de derrames líquidos, éstos tenderán a seguir esparciéndose bajo la
capa de espuma.
Al igual que el Agua, no debe utilizarse sobre fuegos de la Clase D
(metales), por el peligro que supondría las reacciones explosivas con el
metal.
Medios para su aplicación:
Extintores portátiles.
Bocas de incendios.
Motobombas (en vehículos o portátiles).
Rociadores.
Equipos de generación y propulsión especiales.
Se trata de un agente extintor formado por sustancias químicas (sólidas), a las que
se les añaden diversos compuestos que mejoran sus características, asegurando
una fácil proyección, buena conservación y evitando su
apelmazamiento. Además, los productos resultantes de su
descomposición por efectos del calor, no deben resultar
tóxicos.
El polvo químico, además, cuando sale proyectado forma
una nube que ejerce un efecto reflectante que protege al
operador de la irradiación del calor del fuego.
3.4 Polvo químico
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Propiedades extintoras:
El mecanismo de extinción primario del polvo químico es el de inhibición. Al
ser descargado sobre las llamas, se combina con los radicales libres y rompe
la reacción en cadena.
El polvo químico, en general, no es conductor de la electricidad, no
obstante, las características específicas de cada tipo de polvo marcarán el
límite de tensión sobre la que pueden ser utilizados sin riesgo.
Inconvenientes:
Hay que tener en cuenta que el Polvo, aún no siendo tóxico, puede crear
problemas en su utilización al provocar una atmósfera de polvo que impide
la visión y puede irritar las vías respiratorias.
La mayor parte de los polvos químicos son incompatibles con las
espumas, la destruyen. Si fuera preciso utilizarse conjuntamente, deberá
utilizarse un tipo de polvo especialmente diseñado a tal efecto.
Medios para su aplicación:
Extintores portátiles.
Sistemas fijos de disparo automático.
Después de exponer las principales características del Polvo Químico, pueden
distinguirse tres grandes grupos de polvos químicos extintores, en función de su
eficacia extintora sobre las distintas clases de fuego:
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Polvo BC (Polvo químico seco o convencional).
Es apropiado para fuegos de las clases B (líquidos) y C (gaseosos), de
ahí su nombre.
El Polvo BC presenta el inconveniente de actuar como abrasivo y por su
poder dieléctrico, al utilizarlo sobre equipos delicados, puede
dañarlos.
Polvo ABC (Polvo polivalente).
Es adecuado para combatir fuegos de las clases A (sólidos), B (líquidos)
y C (gaseosos), de ahí su nombre.
También es válido sobre fuegos con presencia de tensión eléctrica,
siempre y cuando el fabricante certifique que ha superado el ensayo
dieléctrico normalizado.
Además del efecto de extinción por inhibición de todos los Polvos
Químicos, comentado anteriormente, en el caso concreto del Polvo
Polivalente, por la acción del calor, forma un residuo que aísla el
combustible del oxígeno, por lo que ejerce un efecto de sofocación.
Polvo D (Polvo Especial).
Se emplea para combatir fuegos de la clase D (metales). En este caso,
la mezcla de sales utilizada es específica para el tipo de metal sobre el
que se vaya a actuar.
La peligrosidad de la utilización de este tipo de Polvo parte de la
liberación de gases tóxicos del tipo de fuegos para el que se utiliza,
así como de posibles reacciones explosivas, altas temperaturas…
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El riesgo de este tipo de incendios se encuentra localizado en industrias
específicas, en las que se contará con un tratamiento particular y
especial formación del personal.
El anhídrido carbónico, también denominado dióxido de carbono o nieve carbónica,
es un gas incoloro e inodoro. Aunque hace unos años fue desplazado por otro
agentes gaseosos de mayor efectividad, como los halones, el perjuicio que estos
ocasionaban a la capa de ozono ha hecho que el CO2 adquiera de nuevo una gran
importancia como agente extintor.
Propiedades extintoras:
El anhídrido carbónico desplaza el aire existente en la zona, extinguiendo
el incendio por sofocación, ya que el CO2 tiene una densidad 1,5 veces
superior a la del aire, a la misma temperatura. Su eficacia se ve limitada,
en gran medida, si el fuego está situado en exteriores, y en especial si
existen corrientes de aire que puedan dispersar el agente.
No es conductor de la electricidad, lo que hace que pueda ser
empleado para la protección de equipos eléctricos en tensión.
No deja residuos después de su uso, lo que le hace muy recomendable
en locales donde existen materiales de alto valor (salas con equipos
informáticos, archivos…).
Es económico. Si exceptuamos el agua, es el agente extintor más
barato.
Proporciona su propia presión para ser descargado del recipiente donde
se encuentre almacenado.
3.5 Anhídrido carbónico
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Eficacia:
Clase A (sólidos), aceptable, aunque poco eficaz en estos fuegos, ya
que no apaga las brasas. Por tanto, sólo extingue los fuegos
superficiales.
Clase B (líquidos), adecuado para estos fuegos, especialmente si se
utiliza en sistemas de inundación total del local o si el fuego es de
pequeñas dimensiones.
Fuegos en presencia de tensión eléctrica, muy apropiado.
Inconvenientes:
Aunque no es un producto tóxico, el Anhídrido Carbónico no es
respirable, por lo que puede provocar la muerte por asfixia, al desplazar
el oxígeno.
El gas se descarga a una temperatura de 70 a 80º C (bajo cero), por lo
que puede producir quemaduras por congelación. De ahí la
recomendación, durante el uso de extintores, de sujetar la boquilla
difusora por la empuñadura aislante.
Su utilización en fuegos de la Clase D (metales) puede resultar
peligroso, ya que los metales pueden descomponer el CO2, alimentando
en este caso el incendio con Carbono y Oxígeno.
Durante la descarga, se puede generar electricidad estática que puede
ser peligrosa, especialmente en atmósferas explosivas. Para prevenir el
riesgo, se recomienda que, una vez utilizado el extintor, se toque con la
boquilla un objeto metálico conectado a tierra, con ello se descarga la
electricidad acumulada.
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Medios para su aplicación:
Extintores portátiles, característicos, pues son los únicos que no
poseen manómetro de indicación de presión y su boquilla tiene forma
cilíndrica o de cono invertido.
Sistemas fijos, para aplicaciones localizadas.
Sistemas automáticos, de inundación parcial o total, así como para la
inertización de ambientes peligrosos. En estos casos, se prevé un
sistema de alarma y un tiempo para posibilitar la evacuación del
lugar, antes de la descarga del CO2.
Durante unos cincuenta años se utilizaron un grupo de agentes extintores,
comúnmente conocidos con el nombre de halones, compuestos por varios
halógenos (fluor, cloro, bromo…) que extinguen, principalmente, por inhibición,
reaccionando químicamente con los radicales libres que se desprenden de la
combustión.
Desde el 1 de enero de 1994 está prohibida su comercialización, por tratarse de
una sustancia del grupo de los CFC (clorofluorcarbonados) responsables del
deterioro de la capa de ozono que rodea la Tierra. Si bien, aún se pueden encontrar
instalaciones fijas que aún estén cargadas de halón, al no haberse producido
ninguna descarga, los sistemas de protección contra incendios y los extintores de
incendios que contuviesen halones deberían haber sido retirados del servicio antes
del 31 de diciembre de 2003.
3.6 Otros agentes extintores
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Para sustituir al halón, están apareciendo nuevos productos sustitutivos que no son
dañinos ecológicamente, pero cuya garantía de eficacia es aún dudosa.
En el siguiente cuadro puede apreciarse, de forma resumida, la adecuación de los
agentes extintores a los distintos tipos de fuego.
CLASE DE FUEGO AGENTE EXTINTOR
A B C D Con tensión eléctrica
AGUA (a chorro)
AGUA (pulverizada)
ESPUMA
POLVO QUÍMICO SECO (BC)
POLVO POLIVALENTE (ABC)
POLVO PARA METALES (D)
ANHÍDRIDO CARBÓNICO (CO2)
SUSTITUTIVOS DEL HALÓN No aceptable Aceptable Bueno Excelente
A la hora de elegir el agente extintor más adecuado, hay que tener en cuenta:
El área o materiales que se desean proteger.
La posible toxicidad de los gases producidos, por su descomposición
por efecto del calor.
3.7 Elección del agente extintor
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Ventilación del área o local.
Posibilidad de dañar equipos electrónicos delicados.
Considerar el peligro de riesgo eléctrico.
Y como base, habrá que considerar el riesgo para los ocupantes del
local y su posible evacuación.
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4.1. Medios manuales de extinción.
4.2. Detección de incendios.
4.3. Instalaciones fijas de extinción.
Unidad 4: Extinción de
incendios. Medios de extinción
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Extintor de incendios
Introducción:
Los extintores de incendios son los elementos más idóneos
para una primera intervención contra el incendio, cuando
éste está en sus comienzos.
Se ha demostrado estadísticamente que más de la tercera parte de los
incendios ocurridos en la industria, podrían haber sido controlados tan solo
con la utilización de los extintores instalados.
Definición:
El extintor de incendios es un aparato autónomo que una vez presurizado,
permite proyectar y dirigir un agente extintor sobre un fuego. La presión que
permite la proyección puede proceder de una compresión previa del agente
extintor, de una reacción química o de la expansión de un gas auxiliar.
4.1 Medios manuales de extinción
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Clasificación:
Los extintores de incendios pueden clasificarse, en función de los siguientes
criterios:
Movilidad: relacionada con la masa total del extintor, se clasifican
en portátiles y sobre ruedas. Los portátiles, a su vez, se clasifican
en manuales y dorsales.
TIPO DE EXTINTOR MASA TOTAL (Kg.)
MANUAL ≤ 20 PORTÁTIL
DORSAL (1) ≤ 30
SOBRE RUEDAS (2) > 30
(1) Están equipados con un sistema de sujeción que permite
transportarlos a la espalda.
(2) Montados sobre un armazón provisto de ruedas que permiten
desplazarlos por el suelo.
Extintores automáticos: instalados sobre calderas de calefacción o
lugares donde el riesgo esté localizado en un área concreta y sin
vigilancia. Se instalan suspendidos o colgados a una distancia entre 1,5 y
2,5 metros del posible foco de incendio. Su accionamiento es automático.
Agente extintor: en función de la naturaleza del agente extintor
que contiene:
• Agua.
• Espuma.
• Polvo.
• Anhídrido carbónico.
• Especiales.
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Sistema de presurización: los diversos sistemas de presurización
de los aparatos extintores permiten clasificarlos en:
• Presión adosada, la presurización se consigue mediante un
gas propelente contenido en un botellín (interior o exterior),
que se descarga en el interior del extintor en el momento de
ser utilizado.
• Presión incorporada o permanentemente presurizados,
en los que el extintor contiene tanto el agente extintor como
el gas impulsor o, como en el caso del CO2, que el propio
agente extintor proporciona la presión de impulsión. Son de
uso inmediato y algunos disponen de un manómetro para
medir la presión.
Eficacia extintora. La eficacia de un extintor indica la capacidad de
extinción frente a las distintas clases de fuego. Viene expresada por
un número, seguido de una letra.
• La letra define la clase de fuego para la que se determina la
eficacia (fuegos clase A y B).
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• El número define las dimensiones del mayor fuego (hogar-
tipo) que ha sido capaz de extinguir durante una prueba de
laboratorio normalizada.
Por ejemplo: un extintor que tiene eficacia 21A – 113B, es aquel que ha
sido capaz de apagar un hogar-tipo con 21 Kg. de madera y 113 litros de
combustible líquido.
Para los fuegos de clase D no se determinan eficacias y tampoco para los
de clase C, en los que únicamente se evalúa sin son “aptos” o “no
aptos”.
Información sobre el extintor: Con el fin de que el usuario tenga
conocimiento de las prestaciones, limitaciones y estado del aparato,
todos los extintores de incendio deben ir provistos de una placa de
diseño (salvo en los de Anhídrido Carbónico, sustituida por las
correspondientes inscripciones en la botella) y una etiqueta de
características e instrucciones de uso.
Placa de diseño o placa timbre, que debe indicar:
• La presión máxima de servicio.
• Número de la placa que se asigna a cada extintor.
• Fecha de la primera prueba de presión hidráulica y de las
sucesivas (retimbrados).
Las indicaciones de esta placa deben ser legibles durante toda la vida útil
del extintor.
Los retimbrados han de hacerse cada cinco años y sólo se admiten tres,
por lo que la vida máxima del aparato es de 20 años.
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Etiqueta de características e instrucciones de uso, que deben
fijarse en el cuerpo del extintor y ser fácilmente legibles. En ella
figurará la siguiente información:
• La palabra extintor, tipo de agente extintor, carga
nominal y eficacia extintora.
• Modo de empleo, que puede expresarse con pictogramas
de manera que resulte suficientemente explícito.
• Limitaciones de uso, referidas a temperatura máxima y
mínima de uso, clases de fuego sobre los que NO debe
emplearse, comportamiento en presencia de tensión
eléctricas y toxicidad.
• Nombre del fabricante.
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Mantenimiento de los extintores:
Este es un aspecto muy importante para asegurar, en la medida de lo
posible, que el extintor se encuentre en todo momento en adecuadas
condiciones de utilización. Así, en caso de que sea necesario su uso, podrá
prestar el servicio que se espera de él, con la eficacia debida.
Por ello, es preciso establecer un programa mínimo de mantenimiento
periódico de los extintores que permita descubrir cualquier fallo en su
funcionamiento y los mantenga en todo momento en condiciones óptimas de
operatividad (según el Reglamento de Instalaciones de Protección Contra
Incendios).
Por parte del usuario (cada tres meses):
• Comprobación de la accesibilidad del extintor.
• Comprobación del buen estado aparente (boquilla, válvula,
manguera, seguro, precintos, inscripciones…).
Por parte de la empresa instaladora o mantenedora
(cada año):
• Verificación del estado de carga (peso y presión).
• Estado de la manguera, boquilla, válvulas y partes
mecánicas.
Por parte de la empresa instaladora o mantenedora
(cada 5 años):
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• A partir de la fecha de timbrado (y por tres veces) se retimbrará
el extintor de acuerdo al Reglamento de Aparatos a Presión sobre
extintores.
Recarga de los extintores:
Cada vez que se utilice un extintor, incluso parcialmente, o cuando se
descubra algún defecto de carga o presión, debe procederse a su recarga.
Esta operación deberá realizarla el fabricante o empresa mantenedora.
Emplazamiento de los extintores:
El procedimiento para decidir, o comprobar, la distribución correcta de los
extintores en un edificio o local, será (como mínimo):
Fácilmente accesibles. Preferentemente colgados (para evitar
cambios de emplazamiento), y de ser así, a una altura máxima de
1,70 metros medidos desde el suelo a la parte superior del extintor.
Podrán colocarse en el suelo, sobre soportes adecuados, en locales
que, por las características de los ocupantes, lo hagan aconsejable.
Por ejemplo: mayoría de ocupantes en sillas de ruedas.
Convenientemente señalizados (dispondrán de la correspondiente
señal que indique su localización) y libres de obstáculos (que
impida su rápida localización y/o acceso).
Situados (preferentemente) junto a las salidas y cerca de los
puntos de mayor riesgo.
Uno por cada 100 m2, o fracción.
La distancia máxima a recorrer (en horizontal), desde cualquier
punto del local hasta el extintor más cercano, 15 metros.
Normas de utilización de los extintores:
A la hora de tener que enfrentarse a un incendio con un extintor, para que la
operación se resuelva con éxito, es preciso seguir unas pautas de carácter
general.
El extintor es altamente eficaz para atacar los incendios en sus comienzos,
por lo que la rapidez es fundamental.
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Se utilizará el extintor más próximo al incendio, que
seguramente contendrá el agente extintor más apropiado a los
combustibles presentes en la zona. No obstante, se verificará el tipo
de agente a utilizar.
Preparar el extintor para ser utilizado, siguiendo las
instrucciones de uso que aparecen en la etiqueta.
Realizar un corto disparo de prueba, para verificar el correcto
funcionamiento del aparato, antes de acercarnos al incendio.
Debemos tener en cuenta que, dependiendo del tipo de agente y
capacidad del extintor, el tiempo de descarga del mismo se
encuentra comprendido entre 10 y 70 segundos (proyectando
continuamente). Esto nos da una idea del poco tiempo del que
disponemos para apagar el fuego con un único extintor.
Atacar el fuego de espaldas al viento (en exteriores) y entre el
incendio y una vía de escape (en interiores), siempre que sea
posible.
El acercamiento al foco del incendio será el mínimo que nos
permita el alcance del chorro del agente extintor.
El chorro del agente extintor debe dirigirse a la base de las
llamas.
Una vez extinguido el fuego, nos retiraremos sin dar la espalda,
por si se produjese una reignición.
El extintor usado, aunque sólo haya sido una pequeña parte del
contenido, NO se colgará de nuevo en su lugar, deberá mandarse
recargar. Una vez retirada la anilla del precinto, irá perdiendo la
presión, lo que impedirá que el agente extintor pueda proyectarse.
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Actualizado: noviembre 2010 Página 56 de 97
PREPARACIÓN
Descolgar el extintor asiéndolo por la maneta o asa fija y dejarlo sobre el suelo en posición vertical dando un golpe seco. Comprobar la presión.
Asir la boquilla de la manguera del extintor y comprobar, en caso de que exista, que la válvula o disco de seguridad está en una posición sin riesgo para el usuario. Sacar el pasador de seguridad tirando de su anilla.
Si el extintor es de presión adosada abrir la válvula de presurización. Hacer una pequeña descarga de comprobación. Si el extintor es de CO2 tener especial cuidado en asir la boquilla por la parte aislada y no dirigirla hacia personas.
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ATAQUE
< > Dirigir el agente extintor hacia la base de las llamas. En caso de incendio de líquidos proyectar superficialmente el agente extintor para evitar que la propia presión de impulsión provoque el derrame del líquido incendiado.
< > Hacer movimientos de barrido y zigzag con la boquilla del extintor para envolver el fuego. No focalizar la acción del agente extintor sobre un único punto.
< > Combatir el incendio teniendo el viento a su espalda (en exteriores). Aproximarse lentamente al fuego hasta un máximo de un metro. Vigilar que las llamas no obstaculicen las vías de escape. Nunca atacar un fuego en dirección contraria al viento.
< > Es más rápido y efectivo atacar el fuego en varios frentes. Si tiene posibilidad de ayuda procure no actuar en solitario.
< > Permanecer en guardia hasta asegurar la total extinción del fuego. No abandonar el área si existe la posibilidad de reactivación del fuego.
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Bocas de incendio equipadas
Las bocas de incendio equipadas complementan a los
extintores cuando las dimensiones del fuego superan sus
posibilidades de extinción o éstos no han conseguido el
objetivo. Siempre habrá que considerar que la utilización
de agua no suponga ningún riesgo, es decir, que el
fuego no se desarrolle en presencia de electricidad.
Definición:
Una boca de incendio equipada (B.I.E.) podría definirse como una toma de agua
dotada de los elementos necesarios para transportar y proyectar el agua desde el
punto de la red de incendios donde se encuentra, hasta el fuego.
Una B.I.E. está constituida por los siguientes elementos:
Boquilla: elemento que, en el extremo de la lanza, permite conformar y
regular el chorro de agua.
Lanza: tubo que une la boquilla a la manguera, para facilitar su manejo.
Manguera: tubo flexible o semirrígido, provisto de racores en sus
extremos que permiten su conexión a la lanza, a la válvula o a otra
manguera.
Racor: pieza metálica que posibilita el acoplamiento rápido de
mangueras, lanzas y válvulas.
Válvula: Dispositivo que permite la apertura
y cierre del paso de agua a la manguera.
Manómetro: instrumento para la medida
de la presión en la red. Se situará antes de
la válvula.
Soporte de manguera: elemento de sujeción de la manguera,
enrollada o plegada, que permite su extensión rápida y eficaz.
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Armario: elemento destinado a contener los componentes anteriores.
Todos estos elementos, debidamente acoplados y conectados permanentemente a
una red de abastecimiento de agua, constituyen una boca de incendio equipada.
Tipos de B.I.E.
Atendiendo a sus características constructivas, a sus aplicaciones y al diámetro
nominal de las mangueras, las B.I.E. se clasifican en dos tipos:
B.I.E. 45 mm.: este tipo de B.I.E. emplea una
manguera (de 45 milímetros de diámetro),
flexible y enrollada en la devanadera.
El tamaño y tipo de manguera empleada,
confiere a esta boca las siguientes
características:
Para su empleo es necesario desenrollar la manguera en su
totalidad antes de abrir la válvula.
Al transportar gran caudal de agua, la fuerza de reacción es
alta, hace que su manejo requiera dos o más personas.
Gracias a su alto caudal (200 litros/minuto, aproximadamente),
se utiliza para la protección de locales en los que se
prevean incendios de magnitud.
B.I.E. 25 mm.: este tipo de B.I.E. emplea una manguera (de 25
milímetros de diámetro) semirrígida.
El tamaño y tipo de manguera empleada, aporta a esta boca las
siguientes características:
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No es necesario desenrollar la
manguera en su totalidad para proceder
a su uso y su extensión resulta sencilla.
Al aportar bajos caudales de agua (100
litros/minuto, aproximadamente), la
fuerza de reacción es baja, lo que
permite ser utilizada por una única
persona.
Las limitaciones de caudal de estas bocas de incendio, la hacen
aconsejable en locales donde la carga de fuego no sea elevada
(oficinas, viviendas, escuelas…).
Mantenimiento de las B.I.E.´s:
Con el fin de conseguir la mayor eficacia en su utilización, son necesarias las
operaciones de verificación y mantenimiento sobre las B.I.E.; éstas nos darán la
seguridad de que en todo momento se encuentran en perfectas condiciones de
funcionamiento, sin deterioro alguno y sin obstáculos que dificulten su visibilidad y
acceso (según el Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios).
Por parte del usuario (cada tres meses):
• Comprobación de la accesibilidad y señalización de los
equipos.
• Comprobación visual del estado aparente de todos los
elementos, despliegue de la manguera (en su totalidad) y
accionamiento de la boquilla en sus distintas posiciones.
• Lectura del manómetro, para comprobar la presión de servicio.
• Limpieza del conjunto y engrase de cierres y bisagras en
puertas del armario.
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Por parte de la empresa instaladora o mantenedora
(cada año):
• Desmontaje de la manguera y ensayo en lugar adecuado.
• Comprobación del correcto funcionamiento de la boquilla en
sus distintas posiciones.
• Comprobación de la estanqueidad de racores, manguera y
estado de las juntas.
• Comprobación de la indicación de manómetro con otro de
referencia (patrón).
Por parte de la empresa instaladora o mantenedora
(cada 5 años):
• La manguera será sometida a una presión de prueba de 15 kg.
Emplazamiento de las B.I.E.´s:
Altura colocación: a 1,50 m. como máximo, medidos desde su centro
hasta el suelo.
Ubicación: 5 m. (distancia máxima) de las salidas de cada sector y en
zonas libres de obstáculos.
Separación: 50 m. (máximo) entre cada B.I.E.
Distancia a recorrer: 25 m. (máximo), desde cualquier punto del local
hasta la B.I.E. más cercana (suponiendo que la manguera mida 20 m.).
Para mangueras de longitud mayor, esa distancia deberá ser igual a la
longitud de la manguera más 5 m.
Manejo de las mangueras:
Cuando la magnitud o problemática de un incendio requiere para su extinción el
empleo de una, o varias, mangueras, las personas que deban utilizarlas deben
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contar con un adiestramiento previo que les permita resolver con éxito los
problemas o inconvenientes que puedan presentarse.
La extinción de incendios mediante la utilización de mangueras involucra una serie
de operaciones a realizar con suma meticulosidad, si no queremos ser sorprendidos
por imprevistos.
o Comprobaciones previas:
Abrir la tapa del armario, o romper el cristal de protección
empleando un objeto contundente y colocando sobre el mismo
alguna prenda que impida que los cristales sean proyectados contra
los usuarios. Retirar los restos de cristal presentes en los cercos del
armario para impedir que la manguera resulte dañada al ser
desenrollada.
En presencia de corriente eléctrica, el agua no es aceptable
como agente extintor.
Si se trata de una B.I.E. de 45 mm., con carácter previo a su uso,
la manguera deberá ser totalmente desenrollada y extendida,
evitando la presencia de pliegues en la misma.
La lanza deberá ser sujetada por dos personas, a las que se
añadirá una tercera que abrirá la válvula de paso del agua
lentamente, para eliminar el aire existente en la manguera.
Comprobar que disponemos de agua con presión suficiente.
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La boca de la B.I.E. permite la salida del agua en forma de chorro
compacto, lo que permite alcanzar lugares alejados, o de manera
pulverizada, muy útil para evitar que el fuego se disperse cuando se
trate de sólidos, materiales granulados, partículas de poco peso o
líquidos incendiados.
Comprobar que las personas de nuestra línea están preparadas.
o Posicionamiento en la línea:
Adoptar una posición estable que permita contrarrestar la fuerza
de reacción que ejerce el agua al salir de la manguera (que tiende a
echar hacia atrás a las personas que la manejan), y evitar
accidentes por caídas debidas a tropiezos con los obstáculos de los
suelos.
Colocar el cuerpo de manera que la superficie expuesta al fuego
sea mínima (de lado o agachado, protegiéndose con el chorro de
agua).
Siempre que la disponibilidad de medios humanos lo permita,
manejarán la línea tres personas (especialmente en mangueras de
45 mm. por el gran caudal y presión de agua, que haría complicado y
muy peligroso el manejo por una sola).
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• Primera persona: encargada de
dirigir al fuego el chorro de agua
apropiado para conseguir la
extinción (manejo de la lanza).
• Segunda persona: tendrá como
misión mantener el control sobre la manguera, con el fin de
facilitar el trabajo de la primera persona. Además, realizará las
funciones de la tercera persona, si no fuese posible disponer de
tres personas en la línea.
• Tercera persona: será la encargada de facilitar el avance-
retroceso de las dos primeras personas, evitando que se formen
cocas o nudos que reduzcan o corten el caudal.
o Colocación del cuerpo, piernas-pies y manos:
La colocación del cuerpo, piernas-pies y manos es fundamental a la hora de
manejar una manguera, especialmente en las dos primeras personas (posición de
estabilidad).
Cuerpo: la parte que se exponga al fuego será mínima (de lado al
fuego y ligeramente hacia delante, para contrarrestar la fuerza de
reacción ejercida por el chorro de agua).
Piernas y pies: la primera y segunda persona deben colocarse con
la pierna izquierda adelantada y ligeramente flexionada. La pierna
derecha se retrasa y se mantiene estirada y con el pie en dirección
oblicua al pie izquierdo (así se consigue una posición estable).
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La primera persona agarrará la manguera con la mano diestra, la
otra mano se coloca en el selector de chorro. La segunda persona
tomará la manguera con la mano derecha e izquierda (ésta última a
la altura de la primera persona).
o Avance y retroceso con mangueras:
Para evitar caídas o pérdidas de equilibrio, debe conservarse, en todo momento,
la posición de estabilidad referida anteriormente. Tanto al avanzar hacia el
incendio, como al retroceder, debe asegurarse una pisada firme,
conservándose, en todo momento, el apoyo sobre el suelo.
Avanzar: arrastrar el pie derecho, con la precaución de no
adelantarlo hasta la altura del pie izquierdo. El pie izquierdo se
levanta y adelanta, a la vez que se tantea el terreno.
Detención: la posición de los pies será la de partida, es decir,
posición de estabilidad.
Retroceso: se realizará de igual manera que el avance, con la
salvedad de que en este caso, es el pie derecho el que se levanta y el
pie izquierdo el que se arrastra.
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o Formas generales de actuación:
Conviene realizar, previamente, una refrigeración en la zona
afectada, con el efecto cortina. De este modo conseguimos prevenir
la rotura por recalentamiento de tanques, depósitos,…, evitar que el
incendio alcance a materiales aún no afectados en las proximidades y
bajar la temperatura en la zona afectada.
Cuando se ha avanzado lo suficiente para comenzar el ataque
directo al incendio, seleccionaremos el efecto chorro y
comenzaremos la extinción.
Si durante la extinción, por un cambio de viento o cualquier otra
causa, nos viéramos sorprendidos por las llamas o el calor, la
selección efecto cortina, nos mantendrá protegidos, como si fuera
un escudo.
Al terminar la extinción, la lanza no se soltará hasta que la válvula no
sea totalmente cerrada para evitar que la presión del agua haga que
la manguera golpee a los usuarios.
Hidrante de incendio
La instalación de hidrantes tiene por objeto asegurar al Servicio Bomberos un
abastecimiento de agua suficiente para extinguir un incendio en un edificio.
Definición:
Un hidrate podría definirse como una toma de agua no
equipada, es decir, un dispositivo de conexión para mangueras
cuya función es la lucha contra incendios. Su manejo requiere
un adiestramiento adecuado, por ello son de uso exclusivo
para Bomberos.
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Los hidrantes tienen dos funciones básicas:
Servir de conexión y abastecimiento de agua a las mangueras para
la protección y lucha contra incendios.
Servir de abastecimiento de agua a los vehículos autobomba del
Servicio de Bomberos.
El abastecimiento de agua debe permitir el funcionamiento simultáneo de, al menos,
dos hidrantes durante dos horas con un caudal mínimo de 1.000 litros/min.
Tipos de hidrante:
Hidrante de columna seca: está diseñado de manera que el
agua solo penetra en la columna cuando se abre la válvula
principal. Este tipo de hidrante está indicado en
lugares donde exista riesgo de heladas,
evitándose que el agua pueda congelarse en la
columna, impidiendo su inutilización.
Hidrante de columna húmeda: en este tipo
de hidrante la columna está continuamente llena de agua y
dispone de válvula de corte en cada una de las bocas de salida.
Hidrante de arqueta: la boca de salida está alojada en una
arqueta enterrada y cubierta con una tapa a ras de
suelo.
El empleo de hidrantes en la lucha contra incendios requiere una serie
de elementos que permitan transportar y proyectar el agua sobre el
fuego (válvulas de corte, bifurcaciones, mangueras y lanzas de agua).
Mantenimiento de los hidrantes:
Al igual que los anteriores equipos de extinción, los hidrantes deben ser verificados
y mantenidos por el titular de la instalación:
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Cada tres meses:
• Comprobación de la accesibilidad del entorno y señalización.
• Inspección visual de la estanqueidad.
• Retirar las tapas de salida, engrasar roscas y comprobar las
juntas.
Cada seis meses:
• Comprobación del funcionamiento (abrir y cerrar hidrante).
Emplazamiento de los hidrantes:
Es muy importante que estos equipos sean fácilmente accesibles para
los vehículos del Servicio de Bomberos, fuera del espacio destinado
a circulación y estacionamiento de vehículos, que podrían golpearles
durante sus maniobras.
La distancia máxima desde cualquier punto de la fachada al hidrante no
superará 100 m.
Cuando se requieran varios hidrantes, se distribuirán de tal manera que
la distancia máxima entre ellas no supere los 200 m.
COLUMNA SECA
Su uso, al igual que los hidrantes, es exclusivo para el Servicio de Bomberos, por
ejemplo mediante un camión autobomba con el que suministran agua y presión al
sistema.
Esta instalación, actualmente, es obligatoria en edificios (de nueva construcción) de
más de 8 plantas (o más de 25 m. de altura) y contarán con salidas en:
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Las plantas pares, hasta la 8ª.
Todas las plantas a partir de la
8ª.
Al igual que otras, esta instalación debe ser objeto de verificaciones y
mantenimiento periódicos (accesibilidad, señalización, estado de llaves de
seccionamiento, conexiones…), que garanticen su correcto estado de
funcionamiento en todo momento.
Una de las premisas fundamentales para luchar eficazmente contra el incendio es
poder actuar en el menor tiempo posible. Ello implica que se tenga conocimiento de
su existencia con la máxima rapidez, es decir, cuando se halla en fase de conato.
Cuando la detección queda confiada a las personas, esta premisa no se cumplirá en
la mayoría de las ocasiones, dado que, en general, no existe presencia humana
continua en todas las dependencias de una empresa o edificio. En este caso, la
4.2 Detección de incendios
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detección del fuego tendría lugar cuando las dimensiones del incendio sean
demasiado importantes, lo que dificultará o impedirá su extinción.
Detección automática de incendios:
La detección de incendios implica descubrir el conato de incendio con rapidez,
localizar (con precisión) el lugar donde se ha producido y dar la alarma
preestablecida que implicará la activación del plan de emergencia.
El sistema ha de ser lo más rápido y fiable posible, lo que se consigue eficazmente
con la utilización de sistemas de detección automática de incendios y
transmisión de la alarma (con o sin intervención humana). Opcionalmente, estos
sistemas podrán realizar funciones auxiliares (disparo de instalaciones de
extinción, corte del aire acondicionado, cierre de
puertas,...
Los componentes principales de un sistema de
detección automática son:
Detectores automáticos.
Central de señalización y control.
Pulsadores de alarma.
Sirena de alarma.
o Detectores automáticos.
Son elementos que detectan el fuego al reaccionar frente a alguno
de los fenómenos que acompañan al mismo: gases, humos, luz o
calor. Así, los detectores automáticos se clasifican en:
Detectores ópticos (de llamas): se activan por las radiaciones
emitidas por las llamas.
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Detectores ópticos (de humos): se activan cuando ya hay humos
visibles.
Detectores térmicos: están regulados para que
se activen cuando se alcanza, en un recinto, la
temperatura predeterminada.
Detectores termovelocimétricos: se basan en
la medición de la velocidad de aumento de la
temperatura. Es decir, actúan ante un
incremento rápido de la temperatura en el interior del recinto, no
producido (por ejemplo) por las condiciones térmicas exteriores.
o Central de señalización y control.
Es el elemento más importante de la instalación. La señal activada por detectores o
pulsadores se transmite hasta la centralita que estará situada en un lugar donde
esté asegurada su vigilancia permanente mientras el edificio o recinto esté
ocupado.
Para garantizar su funcionamiento, las centralitas están conectadas a dos fuentes
de alimentación, a la red general de fuerza y a una batería recargable.
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Las centralitas, además, pueden estar diseñadas para activar múltiples funciones
(disparo de los sistemas automáticos de extinción, transmisión de la alarma a
teléfonos prefijados (Servicio de Bomberos, Jefe de Emergencia…), corte de
suministros (eléctrico, aire acondicionado, aire comprimido…), cierre de puertas
cortafuegos, apertura de exutorios de evacuación de humo...
o Pulsadores de alarma.
Un sistema automático de detección no puede nunca sustituir totalmente al
elemento humano, por ello, en las instalaciones de detección se colocan
pulsadores de alarma, que sirven para enviar aviso a la central de detección con
solo romper el cristal. Su instalación cumplirá los requisitos siguientes:
Estarán situados de modo que el recorrido, desde
cualquier punto del recinto al pulsador más próximo,
no exceda de 25 metros.
Fácilmente visibles.
Colocados a una altura accesible a discapacitados
físicos.
Alimentados por dos fuentes de suministro.
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o Sirena de alarma.
La señal que transmita la centralita en caso de alarma (accionada manual o
automáticamente) será audible y visible, esto último en caso de que el nivel de ruido
del recinto donde esté instalada pueda impedir que sea percibida.
En locales de pública concurrencia, para evitar el pánico, puede
incorporarse un sistema de prealarma a las Brigadas de
Emergencia antes de disparar la alarma general.
Las instalaciones de detección automática de incendios, incluyendo
todos sus componentes (detectores, centralita, pulsadores y sirena) deben ser
objeto de verificaciones y mantenimiento periódico (verificación integral, pruebas
periódicas con simuladores, sustitución de pilotos, fusibles… defectuosos, limpieza
periódica y calibración de los detectores), que garanticen su correcto estado de
funcionamiento en todo momento.
Son instalaciones de gran capacidad extintora, que vigilan permanentemente el
riesgo que protegen y que llevan asociados sistemas de detección que provocan,
automáticamente la proyección del agente extintor sobre el incendio, sin necesidad
de la intervención humana.
Normalmente, se instalan en aquellos lugares donde, por sus
especiales características (localización, alto riesgo, ausencia de
personal, alto valor del material a proteger…) exigen que la
extinción del incendio se acometa de forma automática.
Las instalaciones fijas de extinción tienen como objetivos
principales:
4.3 Instalaciones fijas de extinción
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Extinguir el incendio en el momento de producirse.
Combatir el fuego hasta la llegada del Servicio de Bomberos.
Evitar la propagación del incendio.
Según el agente extintor utilizado, las instalaciones fijas pueden ser:
• Rociadores automáticos de agua.
Son las instalaciones fijas de extinción más extendidas, pues coinciden en ellas las
tres etapas fundamentales de la lucha contra el fuego (detección, alarma y
extinción).
Consiste en un sistema de distribución de agua a presión, mediante la adecuada
red de tuberías, que cubre el recinto a proteger y a la que están conectados los
rociadores (sprinklers).
Por supuesto, la utilización de este tipo de instalación es
inadecuada, e incluso incompatible, en aquellos recintos
donde no es aconsejable la utilización del agua.
Los rociadores (sprinklers) son válvulas especiales
diseñadas para distribuir el agua en forma de lluvia. Su
apertura es individual y se produce al alcanzar cada
rociador una temperatura determinada, dejando libre la salida del agua. El
mecanismo de cierre de las cabezas rociadoras es sencillo y sensible al calor y,
según el fabricante, puede ser por:
Rotura de la ampolla (por dilatación del fluido contenido en el
interior).
Fusión de la soldadura.
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Cada tres meses, el titular de la instalación comprobará, visualmente, el buen
estado de los componentes y realizará una limpieza de los mismos (especialmente
de boquillas rociadoras).
Cada año, la empresa instaladora o mantenedora, realizará las operaciones de
comprobación integral y verificación de todos los componentes del sistema,
especialmente los dispositivos de disparo y alarma, comprobación del agente
extintor (peso, presión y estado), así como una prueba de la instalación.
• Instalaciones fijas de espuma.
Es un sistema constituido por dispositivos para la generación y distribución de
espuma y su lanzamiento sobre el fuego (depósito de agua, generador de espuma,
equipo de bombeo, red de distribución y boquillas de lanzamiento.
Se aplica, principalmente, para la extinción de incendios de líquidos
inflamables en instalaciones permanentes (por ejemplo: almacén de
combustibles) y para la prevención de la ignición en derrames.
• Instalaciones fijas de anhídrido carbónico (CO2).
El sistema se compone de depósitos de almacenamiento de Anhídrido Carbónico,
red de tuberías y boquillas de descarga. Las características inocuas del CO2 lo
hacen especialmente indicado para la protección de locales que contengan
elementos de alto valor.
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Este sistema actúa por inducción total y pueden ser activadas automática o
manualmente. En cualquier caso debe existir señalización óptica y acústica que
indique que el sistema ha sido activado, con antelación a la descarga de CO2, con el
fin de dar tiempo a las personas para desalojar la zona.
• Instalaciones de polvo químico seco.
Se puede emplear en todos los casos en los que se necesite una extinción
rápida y donde no haya posibilidades de reignición. No se recomienda para
proteger equipos eléctricos delicados, ya que pueden sufrir daños por el polvo. El
sistema se compone de un depósito de polvo, gas impulsor, tuberías, boquillas y
mecanismos de activación, manuales y automáticos.
La reducción de la visibilidad y las dificultades de respiración que provoca la
descarga de polvo hace necesaria una rápida evacuación de los locales, por lo que
deben existir elementos de señalización adecuados.
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP
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5.1. Introducción.
5.2. Emergencia. Definición y clasificación. 5.3 Acciones a desarrollar.
5.3.1 Alerta.
5.3.2 Alarma.
5.3.3 Evacuación.
5.4 La Brigada de Emergencia.
5.4.1 Definición.
5.4.2 Funciones.
5.5 Características de los componentes de la
Brigada y auxiliares.
Unidad 5: Medidas de
emergencia y evacuación
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP
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5.5.1 Jefe de emergencia.
5.5.2 Jefe de intervención.
5.5.3 Equipo de primera intervención.
5.5.4 Equipo de segunda intervención.
5.5.5 Equipo de alarma y evacuación.
5.5.6 Equipo de primeros auxilios.
5.5.7 Equipo de seguridad de materiales.
5.5.8 Centro de comunicaciones (telefonista).
5.5.9 Conserje o guarda de noche.
5.6 Implantación del Plan de Emergencia y
Evacuación.
5.6.1 Información.
5.6.2 Formación.
5.7 Actuación ante una emergencia.
5.7.1 Secuencia de actuación.
5.7.2 Simulacros.
5.8 Medidas preventivas y normas de actuación.
5.8.1 Normas de prevención de incendios
5.8.2 Normas de actuación ante un incendio.
5.8.3 Normas de actuación ante una evacuación.
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP U5: medidas de emergencia y evacuación
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La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, en su artículo 20, Medidas de
Emergencia, establece que:
"... el empresario, teniendo en cuenta el tamaño
y la actividad de la empresa, así como la
presencia de personas ajenas a la misma, deberá
analizar las posibles situaciones de emergencia y
adoptar las medidas necesarias en materia de
primeros auxilios, lucha contra incendios y
evacuación de los trabajadores, designando para ello al personal encargado
de poner en práctica las medidas y comprobando periódicamente su
correcto funcionamiento. "
A pesar de que las empresas hayan adoptado las medidas necesarias para evitar
tanto el inicio de una emergencia como, en caso de ocurrir, que ésta sea controlada
con la mayor brevedad posible, no se puede descartar la posibilidad de que en un
momento determinado se imponga la necesidad, por el motivo que fuera, de actuar
ordenadamente y de forma lógica ante un acontecimiento imprevisto.
El Plan de Emergencia y Evacuación está destinado a organizar los medios
técnicos y humanos disponibles para la prevención del riesgo de incendios o
cualquier otro equivalente. Reduce al mínimo sus consecuencias con una
intervención inmediata y permite organizar, en caso necesario, una evacuación
rápida, ordenada y sin daños para los trabajadores y los ocupantes eventuales.
Objetivos:
La elaboración de un Plan de Emergencia, para implantar en una empresa, implica
el establecimiento de una serie de objetivos:
5.1 Introducción
Buenas prácticas en incendios y medidas preventivas IAAP U5: medidas de emergencia y evacuación
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Conocer la totalidad de instalaciones, así como las zonas de riesgo existentes.
Conocer los medios de protección disponibles y garantizar su funcionamiento.
Preparar la actuación de las ayudas exteriores.
Determinar las zonas de seguridad y las vías de evacuación.
Disponer del personal adecuado para actuar con rapidez y eficacia ante una emergencia.
Informar y formar a todo el personal sobre su actuación ante una emergencia, de modo que:
Conozcan que hacer en caso de emergencia.
Sepan cómo y por dónde tiene que evacuar las instalaciones.
Dispongan de un manual de instrucciones específicas.
Cumplir con la legislación vigente.
5.2.1 Definición
Emergencia es cualquier situación, no deseada, que pone en peligro la integridad,
tanto de unas dependencias como de las personas que las albergan, exigiendo una
evacuación rápida de las mismas.
De la anterior definición se desprende la gran cantidad de situaciones con esas
características que pueden originarse en un centro de trabajo y la dificultad de
dictar normas específicas para cada una de ellas:
5.2 Emergencia. Definición y clasificación
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Incendio.
Amenaza de bomba.
Catástrofes naturales.
Emergencia médica.
Derrame o escape de productos peligrosos.
Fugas de gases…
5.2.2 Clasificación
La clasificación de “emergencia”, atendiendo a su gravedad en función de las
dificultades existentes para su control y posibles consecuencias, es:
Conato de emergencia: La situación puede ser neutralizada con los
medios contra incendios y emergencias disponibles en el lugar donde
se produce la emergencia. Por ejemplo: pequeños fuegos controlados
mediante la utilización de extintores portátiles.
Emergencia parcial: La situación no puede ser neutralizada de
inmediato y obliga a solicitar la ayuda de un
grupo de intervención de la empresa preparado
al efecto. Puede requerir la evacuación total o
parcial de una zona o planta. Por ejemplo:
incendio en un almacén que requiere el uso de
bocas de incendio equipadas.
Emergencia general: La situación requiere la actuación de todos
los equipos y medios de protección del lugar y apoyo de ayudas
exteriores, como el Servicio de Bomberos. Normalmente, la
emergencia general supondrá la evacuación de personas de
determinadas zonas e, incluso, de la totalidad del edificio.
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El Plan de Emergencia debe definir la secuencia de acciones que se desarrollan
para el control inicial de las emergencias que puedan producirse. En particular,
deberá dar respuesta a las siguientes preguntas:
¿Qué se hará?
¿Quién lo hará?
¿Cuándo?
¿Cómo?
¿Dónde?
5.3.1 Alerta
La alerta provocará la puesta en marcha de los medios internos
(Brigada de Emergencia) y, necesariamente, se avisará a las
ayudas exteriores.
Debe definirse QUIÉN lo hará (de no realizarse de forma automática, mediante
detección automática) y CÓMO se hará (pulsadores, teléfono…).
5.3.2 Alarma
La definición de un sistema de aviso adecuado es vital para la rapidez de
organización y actuación de la Brigada.
La alarma provocará el inicio de la evacuación de los ocupantes del centro.
Siempre se dará a instancias del Jefe de Emergencia.
5.3 Acciones a desarrollar
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En función de los medios disponibles, deberá definirse una señal (sirena,
megafonía, teléfono, busca-personas…), que indique a todos los ocupantes (de
forma inequívoca) que se ha producido una situación de emergencia.
Aunque no se pueden dar normas estrictas al respecto, ya que
depende mucho de la actividad de la empresa y de su tamaño, sí
que deben tenerse en cuenta una serie de circunstancias:
En caso de adoptar una sirena de alarma, estarán definidos los toques de
aviso a los componentes de la Brigada, distinguiéndose de los de
evacuación del edificio, p.e.: toques continuos para aviso a la Brigada y
discontinuos para evacuación general del edificio.
Hay casos donde, por la actividad de la empresa, el aviso mediante toque
de sirena a la Brigada puede provocar reacciones no deseadas entre las
personas ajenas a la plantilla: nerviosismo, situaciones de pánico,
evacuaciones sin planificar, etc. En estos casos, son recomendables los
buscapersonas para el Jefe de Emergencia y componentes del Equipo de
Intervención, consiguiendo así que tan sólo sean conocedores de la
aparición del conato quienes tienen que actuar.
El teléfono convencional resulta un método lento de comunicación por lo
que no se recomienda para el aviso. El teléfono móvil, sin embargo podría
ser válido.
Un equipo de megafonía interior sí puede ser utilizado como aviso a la
Brigada, aunque en determinadas circunstancias puede presentar
dificultades de audición.
5.3.3 Evacuación
La evacuación supondrá la puesta en marcha del
desalojo, de forma organizada y planificada de las
diferentes dependencias del centro.
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Como aviso de evacuación general sólo se recomienda la sirena o timbre de
alarma. Deberá estar dotada de una potencia tal que se oiga en todas las
dependencias, pudiéndose utilizar un equipo de megafonía (si existe) para
tranquilizar e informar a quienes están efectuando la evacuación.
Previamente, deben quedar definidas las vías de evacuación (horizontal y
vertical) a seguir desde cualquier punto del interior hasta la salida exterior.
El punto final, punto de reunión, será un lugar exterior, alejado del edificio
evacuado y con extensión suficiente para acoger a todo el personal a evacuar. Se
evitarán zonas de tráfico y no serán válidos patios interiores o lugares que
dificulten la llegada de ayudas externas.
Las anteriores, vías de evacuación y punto de reunión, deberán reflejarse en los
planos y sobre el terreno.
5.4.1 Definición
Para una mayor efectividad, tanto en el control de la emergencia, como en el
desarrollo de una posible evacuación, se deberán definir los integrantes de la
Brigada de Emergencia.
La Brigada de Emergencia es el equipo humano
encargado para la prevención y actuación para las
emergencias de lucha contra incendios.
5.4 La Brigada de Emergencia
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La composición y estructura de la Brigada de Emergencia dependerá en gran
medida de las dimensiones, distribución y número de ocupantes del centro de
trabajo.
Deberá preverse, no sólo para condiciones normales del desarrollo de su actividad,
sino también para períodos de funcionamiento atípicos, tales como: noche,
festivos y vacaciones.
ORGANIGRAMA DE UNA BRIGADA DE EMERGENCIA
5.4.2 Funciones
Aunque cada equipo tiene encomendadas unas funciones específicas, con carácter
general son las siguientes:
Estar informados de los riesgos a que está sometido el centro.
Harán constar las anomalías que detecten y verificar su subsanación.
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Conocer los medios materiales de lucha contra incendios existentes y la
forma de utilizarlos.
Estar capacitados para el corte de corriente eléctrica, cierre de llaves de
fluidos, aire comprimido, etc.
Combatir las emergencias desde su descubrimiento.
Prestar los primeros auxilios a las personas accidentadas.
Coordinarse con los miembros de otros
equipos.
Composición
Jefe de Emergencia.
Jefe de Intervención.
Equipo de Primera Intervención.
Equipo de Segunda Intervención.
Equipo de Alarma y Evacuación.
Equipo de Primeros Auxilios.
Además existirá una serie de personas, que no forman parte de la Brigada
propiamente dicha, pero que asumirán un importante papel dentro de su
organización. Estas son:
Equipo de Seguridad de Materiales.
Telefonista o centro de comunicaciones.
Conserje o Guarda de Noche.
Observaciones
Hay que tener en cuenta que lo expuesto en cuanto a la composición de la Brigada
es a título orientativo. Esto faculta a los responsables de las empresas a elegir
criterios distintos. Si bien, estos criterios deben garantizar niveles de seguridad
equivalentes.
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Ejemplos:
5.5.1 Jefe de emergencia
Será la persona que desde el Centro de Comunicaciones (con la
información facilitada a través del Jefe de intervención sobre la
evolución de la emergencia), enviará al área siniestrada las ayudas
internas o externas que sean necesarias, para el control de la
misma.
El conjunto de la Brigada estará dirigido por un sólo Jefe, no
obstante, deben preverse tantos suplentes como sean necesarios. De
esta forma se asegura la presencia en la empresa de alguno de ellos en
cualquier momento.
En caso de emergencia será la única persona que dirija las
operaciones, para lo cual, tendrá la suficiente ascendencia en la
empresa, o se le dará la autonomía suficiente, para actuar con absoluta
independencia, sin tener que recibir órdenes de nadie, cosa que sería
totalmente contraproducente.
En función de la gravedad de la emergencia puede dar la orden de
evacuación de las instalaciones.
El puesto de "Jefe de Emergencia" y "Jefe de Intervención", asumidos
por una misma persona.
Menor número de personas en cada uno de los equipos.
Nombramiento de menos equipos que los apuntados aquí, adaptados a
las características y riesgos de la empresa.
5.5 Características de los componentes de la Brigada y auxiliares
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5.5.2 Jefe de intervención
Será la persona que, una vez situada en el lugar de la emergencia,
valorará y asumirá la dirección y coordinación de los Equipos de
Intervención, manteniendo informado al Jefe de Emergencia en todo
momento. Esta comunicación se hará mediante un enlace o utilizando
medios electrónicos de transmisión (teléfono, transmisor-receptor,
etc.).
5.5.3 Equipo de primera intervención
Este equipo constará de, como mínimo,
una persona por cada sección o planta.
Cuando se detecte un incendio en su zona
de influencia, accionarán la alarma y
usarán el extintor más adecuado.
A la llegada del personal del Equipo de Segunda Intervención se
retirarán junto con el resto de la plantilla o apoyarán la función de este
equipo.
5.5.4 Equipo de segunda intervención
Actuará cuando, a juicio del Jefe de Emergencia, la situación no
pueda ser controlada por el Equipo de Primera Intervención.
Prestarán apoyo a los servicios de ayuda exterior cuando su actuación
sea necesaria.
El personal idóneo es el de mantenimiento, ya que conocen
perfectamente las instalaciones, están entrenadas para hacer
reparaciones y, en un momento determinado, pueden acometer alguna
improvisación. También es óptimo el personal que trabaja en lugares de
la empresa especialmente peligrosos.
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En función de la importancia de su posible actuación, deberá asegurarse
el que estas personas posean amplios conocimientos acerca de la
prevención y lucha contra incendios.
Su número irá en relación con las dimensiones de la empresa, si bien
con carácter general se puede fijar en ocho personas. Este número
permite el uso de extintores y mangueras a un mismo tiempo.
5.5.5 Equipo de alarma y evacuación
Sus componentes realizan acciones encaminadas a asegurar una
evacuación total y ordenada de su sector, dirigiendo a las personas
hacia las salidas de emergencia, verificando la evacuación total de
edificio y colaborando con el Equipo de Primeros Auxilios.
Es interesante que integren este equipo los Jefes de Sección o
Departamento de cada una de las zonas, ya que conocen las incidencias
de la plantilla (personal ausente de la entidad, bajas por enfermedad,
etc.) ., siendo su misión la de canalizar la evacuación del personal
dentro del mayor orden posible, dando cuenta al "Jefe de emergencia"
de toda ausencia de personal que detectase en su zona.
El número de componentes de este equipo será, como mínimo, igual al
número de zonas a evacuar.
5.5.6 Equipo de primeros auxilios
Su misión consiste en prestar los primeros auxilios a los
accidentados, así como preparar y acondicionar el traslado o
evacuación de los mismos.
Estará integrado por dos personas (como mínimo), que sean
socorristas, personal sanitario o que hayan recibido una formación
específica en primeros auxilios.
Deberán conocer bien a sus compañeros de plantilla, especialmente en
lo referido a características antropológicas o minusvalías.
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5.5.7 Equipo de seguridad de materiales
Estas personas actuarán requeridas por el Jefe de Emergencia si
juzga necesaria su intervención para proteger o retirar de la zona
siniestrada materiales o equipos valiosos antes de ser alcanzadas por la
emergencia.
No es necesario que formen parte de la Brigada, aunque si conviene
que estén elegidos previamente y conozcan a
fondo su cometido.
Como norma general, estará integrado por dos
personas.
5.5.8 Centro de comunicaciones
(telefonista)
La persona que desempeña este puesto estará bajo órdenes directas
del Jefe de Emergencia respecto a cualquier tipo de comunicación
(interna o externa) que deba realizarse.
Si la tecnología lo permite cortará las líneas tanto interiores como
exteriores, para poder estar dispuesta a transmitir las órdenes que
reciba.
5.5.9 Conserje o guarda de noche
Esta persona, durante las rondas, independientemente de cumplir con
sus funciones propias, verificará la inexistencia de anomalías que
puedan provocar una emergencia.
Al detectar un incendio, llamará al Servicio de Bomberos.
Estará capacitado para atacar al incendio con el extintor más adecuado.
A la llegada de los Bomberos, saldrá a su encuentro para dirigirlos al
lugar del incendio, permaneciendo con ellos para suministrarles
cualquier información precisa.
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Avisará al Jefe de emergencia y al Director de la empresa.
5.6.1 Información
Para desarrollar cualquier acción en la empresa
relacionada con la prevención de accidentes, es
fundamental contar con la colaboración y
conocimiento de todos los estamentos. Esta
premisa cobra más vigor en el caso de una
actuación conjunta ante una emergencia.
Por ello es conveniente acometer en distintas fases, y a todos los niveles, una
serie de reuniones donde se explique y comente el plan de actuación.
Estas fases se pueden dividir en:
Fase 1ª: Reunión con la Dirección de la empresa y Comité de Seguridad y
Salud.
Fase 2ª: Reunión con el personal de plantilla para exponerles el plan,
recabar opiniones y motivarles a que formen parte de la Brigada.
Fase 3ª: Formación teórico-práctica, adaptada a la realidad de la empresa,
a los miembros de la Brigada, de acuerdo con su papel dentro de la misma.
5.6.2 Formación
Jefe de emergencia, jefe de intervención y equipos de primera y
segunda intervención
5.6 Implantación del Plan de Emergencia y Evacuación
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Teórica. Curso de Prevención de Incendios y Planes de Emergencia.
Práctica. Realizarán prácticas de extinción de incendios sobre fuegos
reales (del tipo específico que se pueda dar en la empresa) dirigidos por
monitores cualificados.
Reciclaje. Participará en jornadas técnicas de forma periódica sobre
temas específicos de emergencias.
Equipo de alarma y evacuación
La formación teórica y reciclaje serán
los mismos que los anteriores.
Práctica. Realizarán prácticas de
evacuación de las instalaciones.
Equipo de primeros auxilios
La formación teórica y reciclaje serán los mismos que los anteriores.
Específica. Curso superior de primeros auxilios.
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5.7.1 Secuencia de actuación
5.7.2 Simulacros
Los simulacros de emergencia general servirán de
adiestramiento de la Brigada de Emergencia y
resto del personal, así como para comprobar la
viabilidad del diseño del plan de alarma y
evacuación.
5.7 Actuación ante una emergencia
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Su objetivo es:
Sistematizar la conducta de los ocupantes del edificio ante una
emergencia.
Reducir la posibilidad de que surja el pánico en una emergencia real.
Disminuir el tiempo de ejecución de la evacuación.
Se efectuarán periódicamente, al menos una vez al año, simulacros de
emergencia y evacuación por orden de la empresa y bajo la dirección del Jefe de
emergencia, que sólo advertirá de los mismos a las personas que deban ser
informadas, para evitar daños y riesgos innecesarios.
5.8.1 Normas de prevención de incendios
Mantener los locales ordenados y limpios.
No fumar, salvo en exterior de los locales de trabajo.
No arrojar colillas en papeleras o cubos de basura.
No sobrecargar las líneas eléctricas.
No efectuar conexiones o adaptaciones eléctricas. Serán realizadas
únicamente por el personal de mantenimiento.
Apagar o desconectar, al final de la jornada de trabajo todos los
equipos de trabajo.
Colocación de los extintores en lugares visibles y señalizados.
No instalar calefactores, ni otras fuentes de calor, sin consentimiento
expreso del Responsable del Centro.
Respetar rigurosamente las prohibiciones establecidas.
5.8 Medidas preventivas y normas de actuación
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5.8.2 Normas de actuación ante un incendio
Al descubrir el incendio, la primera acción a tomar debe ser la de
comunicar la alarma (pulsadores de alarma, telefónicamente o por
medio de otra persona.
Si por la magnitud del incendio, los
medios disponibles y la preparación de
la persona, ésta se viese capacitada
para extinguirlo, pedirá ayuda a otras
personas y, en compañía de éstas,
tomarán el medio de extinción más
oportuno y tratarán de controlar el
incendio.
Es muy importante, no enfrentarse a un incendio en solitario o sin
que otra persona sepa que lo está haciendo.
Si es posible, se cortará el fluido eléctrico en la zona afectada. Si no
es posible, no deberá emplearse agua en la extinción.
Al atacar el incendio, deberá situarse entre el fuego y la puerta o vía
de evacuación.
Si utilizar un extintor portátil, antes de dirigirse hacia el fuego, hará un
disparo de prueba para verificar su funcionamiento.
El ataque al fuego debe iniciarse desde su parte más baja.
5.8.3 Normas de actuación ante una evacuación
Conserve la calma y actúe con rapidez.
Desconecte los aparatos que estuviere utilizando.
Elija el recorrido más corto hasta el exterior.
Evite, en la medida de lo posible, pasar por las zonas afectadas por
el incendio.
No utilice los ascensores como medio de evacuación, ya que podría
quedar atrapado y morir asfixiado por los humos.
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Tampoco se considere las ventanas como vías de evacuación.
Para evacuar un edificio, debe utilizarse la escalera y hacerlo de
manera organizada.
No se detenga en las salidas ni en lugares de paso.
Cierre las puertas y ventanas al abandonar los recintos, tras
comprobar que no quede nadie.
Antes de abrir la puerta de una habitación donde exista un incendio,
debe tocarla con la palma de la mano. Si está muy caliente no se debe
abrir.
Si se decide a abrir, se hará muy lentamente y pegado a la pared.
Si hubiera humo, colóquese un trapo en las vías respiratorias y
salga agachado/a, a ras del suelo, ya que el humo y los gases
calientes son más ligeros que el aire y tienden a irse hacia arriba.
Si se le incendian las ropas, no corra, ya que las llamas aumentarán.
Debe revolcarse por el suelo o envolverse en una manta o abrigo.
Si queda atrapado en un recinto:
o Cierre puertas y ventanas.
o Tape, con trapos húmedos, las rendijas de las puertas.
o Intente hacerse ver a través de los cristales de las ventanas,
agitando un pañuelo o trapo.
Intente ayudar a las personas, siempre que sea posible, de lo
contrario no arriesgue su vida.
Curso cedido por: Ibermutuamur
Curso adaptado por:
Instituto Asturiano de Administración Pública Adolfo Posada, Gobierno del Principado de Asturias
Textos y fotografías:
Ibermutuamur
Depósito legal: AS-06744-2008
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