Cerramos un ciclo en el trabajo del partido, abrimos otro

XIISesión

Plenaria

Enero de 2015

Partido Comunista del PerúPatria Roja

CERRAMOS UN CICLO EN EL TRABAJO DEL

PARTIDO, ABRIMOS OTRO

CERRAMOS UN CICLO EN EL TRABAJO DEL

PARTIDO, ABRIMOS OTRO

Partido Comunista del Perú - 1 -

INFORME POLÍTICO AL XII PLENO DEL COMITÉ CENTRAL

CERRAMOS UN CICLO EN EL TRABAJO DEL PARTIDO,

ABRIMOS OTRO

Estimados camaradas miembros titulares y suplentes del Comité Central e invitados:

La presente sesión plenaria del Comité Central se lleva a cabo en una circunstancia especial con fuerte impacto en la situación política, so-cial y económica –desaceleración, déficit fiscal, inflación en alza, menor inversión de capitales, claros anuncios de vientos de crisis-. La desace-leración económica se acompaña de una política de ajuste a marcha reforzada, de tensiones en la cúpula de poder, de señales autoritarias que, sin embargo, no amaina la inestabilidad política y más bien debi-lita al gobierno de Ollanta Humala. Todo ello en un escenario mundial y latinoamericano cargado de tensiones crecientes que empujan a un reordenamiento de fuerzas globales y que conlleva riesgos de un nuevo

PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ

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período de “guerra fría”, incentivado por el imperialismo norteamerica-no, de consecuencias difíciles de prever.

El balance del panorama internacional que hizo la XI sesión plenaria del Comité Central, en mayo de 2014, viene siendo confirmado por los hechos. Es un buen material de estudio para todo el Partido que permite entender las tendencias globales y regionales en curso.

La información, importante desde luego, es un insumo, no el objetivo que nos proponemos alcanzar: la mayor y mejor aproximación a la rea-lidad mundial, latinoamericana y nacional, para extraer de ella conclu-siones correctas, definir la estrategia, la táctica y los planes a seguir, y avanzar a la consecución de los objetivos deseados. Es bueno insistir en que la interacción entre lo nacional y mundial es una realidad que los comunistas no podemos perder de vista.

CUESTIONES IMPORTANTES A TOMAR EN CUENTA

Un concepto fundamental a tomar en cuenta, por su alcance y con-secuencias planetarias, es el de crisis de civilización (concepto que asume el Partido desde el VIII Congreso). Se refiere, desde luego, a la civilización construida por el capitalismo desde el Renacimiento en adelante, en especial a partir de la primera revolución industrial con asiento en Europa, cuya expansión sintetiza Marx en el Manifiesto Co-munista: “Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes”. Pocos siglos después el capitalismo alcanza su cima con las formidables conquistas técnicas y científicas que pone al servicio de los dueños del capital y no de la humanidad, alentando el consumo desmedido por su afán incontenible de ganancia; concentrando la ri-queza en una dimensión jamás conocida, con predominio del capi-tal financiero y especulativo sobre el productivo; atentando contra la naturaleza, sometida a la voluntad del mercado, que todo lo rige y determina. No es que la contradicción capital-trabajo se diluya, sino


que adquiere nuevas dimensiones y cuyas consecuencias amenazan la misma sobrevivencia humana.

Los resultados están a la vista: el cambio climático por acción de los seres humanos, la desigualdad creciente entre naciones y al interior de estas, el desempleo estructural, el debilitamiento de los estados nacionales, los intervencionismos y las guerras, el afloramiento de posturas chovinistas y fascistas, así como el agotamiento del sistema de relaciones interna-cionales construido al culminar la Segunda Guerra Mundial. Todo esto ha sido posible gracias al inmenso poder acumulado por la burguesía y los monopolios, a su aplastante dominio de la información y la con-siguiente subordinación de la gente al pensamiento único: se asume la primacía del mercado, se justifica el consumo a costa de la depredación de la naturaleza, se enarbola la propiedad privada y el individualismo.

Y, sin embargo, volviendo al Manifiesto Comunista, se puede afirmar que el capitalismo de nuestro tiempo “se asemeja al hechicero que ya no logra dominar las fuerzas subterráneas que ha desencadenado con sus conjuros”. Las consecuencias de la intervención militar de la coalición encabezada por el imperialismo norteamericano en Serbia, Irak, Afga-nistán, Siria, Libia, su manejo en Ucrania para cercar y aislar a Rusia, lo confirman hasta la saciedad. El orden que pretenden imponer bajo su hegemonía se convierte en caos, cuyos efectos remecen sus mismas metrópolis.

El historiador Eric Hobsbawm culmina su extraordinario libro “Histo-ria del Siglo XX” con reflexiones que no se pueden dejar de compartir: “Vivimos en un mundo cautivo, desarraigado y transformado por el colosal proceso económico, técnico-científico del desarrollo del capita-lismo que ha dominado los dos o tres siglos precedentes…este proceso no se prolongará ad infinitum… Hay síntomas externos e internos de que hemos alcanzado un punto de crisis histórica”. Sí, crisis histórica, crisis de la civilización capitalista. Su conclusión es una advertencia y, al mismo tiempo, un llamado a la reflexión: “Si la humanidad ha de te-ner futuro, no será prolongando el pasado o el presente. Si intentamos construir el tercer milenio sobre estas bases, fracasaremos. Y el precio del fracaso…es la oscuridad”.

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El socialismo que proponemos como alternativa al capitalismo no puede ser, entonces, la reiteración de experiencias frustradas, sino la respues-ta teórica y práctica, innovadora, realista y posible, en corresponden-cia con la dimensión de las contradicciones y los problemas centrales del presente. No hay otra solución a la “crisis histórica” de la que habla Hobsbawm, que el socialismo. Esta convicción es hoy más fuerte que nunca. Nos lleva a ella el peso de una realidad aplastante que ya no es posible eludir.

La gran batalla en la que está empeñada la humanidad progresista, bus-cando respuestas aceptables frente a las amenazas que significan la crisis de civilización y el cambio climático en curso, no se puede detener. La conciencia de su necesidad y la disposición para enfrentarla es una tarea en la que debemos perseverar.

En este marco global se ubican la marcha de la economía, el conflicto socioambiental, las contradicciones sociales y la correlación de fuerzas, también el imperialismo, su estrategia y planes, así como los factores de resistencia y de cambio cada vez más activos y globales.

LA ECONOMÍA MUNDIAL NO TERMINA DE SALIR DE LA CRISIS

La economía mundial, sobre todo de los países centrales del capita-lismo, no termina de salir de la crisis financiera y económica que la devastó en 2008 y se mantiene, en distinto grado, hasta la actualidad. Se espera que la economía norteamericana escale del 1,7% de creci-miento en 2014 al 3% este año, de lejos la mejor situada, con Inglaterra y Canadá siguiéndole los pasos. La Eurozona, en promedio alcanza-rá este año el 1%, al igual que Japón, cuyo estancamiento va camino de dos décadas. Alemania, el motor y potencia hegemónica de la Unión Europea, tampoco se encuentra mejor. En promedio, los países capitalistas más desarrollados deberían alcanza el 2,4% de crecimien-to, superior sin embargo a los años precedentes. La victoria de Syriza en las recientes elecciones en Grecia significa un reto al modelo de ajuste presupuestal impuesto bajo hegemonía de la troika, que puede


extenderse a algunos países del Sur de Europa, España en particular, si Podemos quiebra el bipartidismo que se instaló luego del franquismo. La crisis española tiene responsables: el PP y el PSOE y las políticas neoliberales que vienen aplicando.

Para Europa, en el presente período, se abren dos alternativas: la hege-mónica por hora, dominada por la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) con la Sra. Merkel como capitana del barco, que propicia el creci-miento con austeridad en el gasto público y ajuste de los derechos so-ciales; de otro lado, quienes proponen un “cambio político en Europa” con derechos sociales, soberanía de los estados, que corrija “el desastre de las políticas de austeridad” neoliberal, tales los casos de Syriza en Grecia o Podemos e IU en España. Apenas instalado el Primer Ministro Tsipras y su gabinete, consecuente con su plan de gobierno, tomó medi-das opuestas a las de su predecesor: aumentar el sueldo mínimo de 586 euros a 751 euros, frenar la privatización del puerto del Pireo, restaurar la negociación sindical, promover el acceso universal al sistema de salud público, entre otros.

En contraste, según el FMI la economía en los “países emergentes” bor-deará el 5,2%, teniendo como motores a China (7,1%), la India (6,4%), África Negra (5,8%). América Latina, luego de una década de creci-miento sostenido, para este año se estima que alcanzará con dificultad el 2%. En el caso del Perú, la estrella de ayer, el Citibank proyecta para el 2015 un crecimiento de 3,8%, ligeramente superior al año pasado, pero muy lejos del delirio de los empresarios en CADE 2014 que ven al Perú camino a incorporarse al grupo de países del Primer Mundo.

Con la caída brusca del precio del petróleo (en cuyo trasfondo no es difícil encontrar motivaciones políticas además de económicas), la ma-yoría de países productores de energía fósil, en especial Rusia, Irán, México y Venezuela, presentan serias dificultades presupuestarias que ponen en riesgo su estabilidad. El precio a la baja de los minerales surte un efecto parecido en los países productores, con América Latina como ejemplo, que disfrutaron de altos precios a consecuencia de la expan-sión de la economía China.

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En resumen, se puede afirmar que la turbulencia que desencadenó la crisis financiera y especulativa de 2008, no está superada. El salvataje del sistema financiero significó a los estados del capitalismo central deudas gigantescas de las que no saldrán fácilmente. El desempleo alcanzó en muchos países cuotas muy altas. Sus consecuencias se dejan sentir tam-bién en ámbitos como la educación, la salud, la innovación y la compe-titividad, y en la política con claras manifestaciones de inestabilidad, crecimiento de corrientes xenófobas, instalación de la corrupción como parte del clima nacional. El crecimiento de corrientes derechistas y ul-tranacionalistas, incluso fascistas, en Europa y Estados Unidos, es una realidad incontestable. También lo es el desencanto de amplios sectores de la población que exigen un cambio de rumbo frente a las políticas neoliberales, que ya se manifiestan activamente modificando el pano-rama europeo. El posicionamiento de Podemos en España, de Syriza en Grecia, indican la presencia de alternativas contrarias en un escenario complejo cargado de tensiones. Definitivamente el programa de “ajus-te” que impulsa la troika europea empieza a resquebrajarse. La duda acerca de la viabilidad de la Unión Europea, tiene sentido.

Ucrania condensa el grado de tensión que se vive en estos tiempos. Su importancia desborda sus fronteras. Es parte de la estrategia construida por Estados Unidos y la OTAN para subordinar a Rusia, cercándolo dentro de sus fronteras. El boicot a cuenta del bloque occidental para obligar a Rusia a reconocer al gobierno fascistoide de Ucrania, agudiza el conflicto al mismo tiempo que afecta la economía rusa, ya golpeada por la caída del precio del petróleo. El riesgo que se corre es serio y puede terminar desestabilizando la paz precaria que parió el colapso de la URSS.

Pero el problema es mayor. Abarca al planeta entero. Tiene que ver con el nuevo realineamiento de fuerzas en curso y con los afanes desespe-rados de Estados Unidos para preservar lo que considera su hegemonía mundial en un escenario cada vez más complejo, cuyo control se le es-capa de las manos. Esta situación no debe llevarnos a perder de vista que la punta de lanza de su estrategia, finalmente, es China, la potencia económica emergente que “hay que detener y someter”, e impedir que


valores culturales distintos a los de Occidente se abran paso e influyan en el mundo.

ECONOMÍA Y GEOPOLÍTICA

Si en líneas generales el panorama actual es el señalado, también es im-portante fijar la mirada más lejos. En perspectiva, el mundo será bas-tante diferente hacia el año 2030. Si es verdad que el futuro no se puede predecir con exactitud, sí es posible establecer las tendencias básicas que maduran en las entrañas del presente. El Partido está en la obligación de examinar y entender este proceso, pues es una condición fundamental para delinear su estrategia y definir su programa, tanto más si se propo-ne acceder a esferas de gobierno y poder.

En el Mensaje del C.C. con ocasión del 86 aniversario de la fundación del Partido se sintetiza esta tendencia compleja, pero a la vez dinámica. Se afirma allí: “El panorama mundial indica tiempos de cambio”…”Esta situación exige una nueva mirada, una más rápida capacidad de res-ponder a los nuevos retos, inteligencia para entender la interrelación dialéctica de lo que pasa en el mundo, en América Latina y en el Perú”.

Luego de cuatro siglos de hegemonía del Occidente capitalista, consi-derando además el poder que alcanzó Estados Unidos después de la Se-gunda Guerra Mundial, el signo más resaltante de estos tiempos es el desplazamiento del eje económico del Atlántico al Pacífico, de Europa a Asia. Desplazamiento que, desde luego, no es automático, ni fácil, ni rá-pido, ni libre de tensiones y conflictos, pero sí inevitable. “La era actual pertenece a Asia” declaró no sin razón Narendra Modi, Primer Ministro de la India y conocido político de derecha.

El “Grupo de Reflexión” compuesto por un conjunto de sabios presi-dido por Felipe Gonzáles, en su informe al Consejo Europeo arriba a conclusiones nada tranquilizadoras para Europa: “Los europeos –señala el informe- nos encontramos en un punto crítico de nuestra historia”… “Europa es la región más golpeada por una crisis que…ha puesto de relieve los problemas estructurales que venían detectándose desde hacía

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bastante tiempo”… “En los próximos veinte años –continúa-, no solo habrá varios polos de poder, sino que el centro de gravedad del mundo se habrá desplazado también: hacia Asia y el Sur del planeta…”. Con ello Europa, que moldeó la economía y la cultura Occidental, incluyendo sus instituciones, ingresa en una fase nueva de alcances difíciles de prever, pues, como recalca el documento, “vive la hora de la inseguridad”. Y Europa, se sabe, es el aliado estratégico de Estados Unidos.

Al examinar la perspectiva que le aguarda a los Estados Unidos, el informe Tendencias Globales 2025, que entregan cada cuatro años los servicios de inteligencia al gobierno norteamericano, reconoce que si bien “los Estados Unidos se mantendrá como el actor individual más poderoso, su fuerza relativa…declinará y sus palancas de influencia…serán más limitadas”. Admite también que “la riqueza no solo se está moviendo del Oeste hacia el Este sino que se está concentrando más bajo el control del Estado”, al mismo tiempo que “se proyecta un mun-do multipolar”. Otra conclusión importante del Informe es: “el estilo occidental de gobierno y el modelo económico no se sostendrán en este escenario”.

Del “fin de la historia” que anunció Fukuyama, entusiasmado por el co-lapso de la URSS y sus consecuencias, a la nueva realidad que se presen-ta a quien quiera ver los hechos, hay una distancia enorme. Tanto así que esa teoría es un desecho más.

Desde luego que el imperio norteamericano y las fuerzas de la derecha internacional no están en la pasividad. Ningún imperio, a lo largo de la historia, se ha derrumbado sin resistir a las fuerzas del cambio ni ha renunciado voluntariamente a su hegemonía. No tiene por qué ser dis-tinto hoy. La política de guerra, el intervencionismo, el fortalecimiento de su poderío militar, la construcción de un tejido de alianzas que sirva a sus fines, su potencia financiera, tecnológica e innovadora, represen-tan componentes importantes de su estrategia global y también regio-nal. Y, desde luego, el reordenamiento de sus fuerzas internas socavadas por la crisis financiera y económica que se desboca a partir de 2008. La intervención militar de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Serbia, Irak, Afganistán, Libia, Siria; las amenazas a Irán y el cerco a la


RPDC; el golpe de estado en Ucrania; las sanciones a Rusia, la construc-ción de bases militares en todos los confines de la tierra, confirman la permanencia de esa voluntad imperial que se resiste a perder su papel hegemónico.

El presidente Obama acaba de reconocer que el bloqueo a Cuba ha sido un error. El costo que ha debido pagar es la humillación de no poder aislar ni derrotar a un país pequeño y a un pueblo heroico que resistió con coraje, inteligencia y dignidad, sin claudicar jamás de sus ideales socialistas. La OEA, la creatura del imperio para dominar América La-tina, es ya un mueble inútil; mientras que la CELAC, que sesionó en La Habana y cuyos integrantes en pleno acaban de participar en Beijing en el Foro China-CELAC, es clara señal de los nuevos tiempos.

En la historia, los momentos de transición han sido siempre complejos y han estado cargados de espesos nubarrones y tormentas, de desorden y confusión. Tanto más ahora cuando los problemas fundamentales que enfrenta la humanidad son globales y abrumadora la capacidad destruc-tiva creada.

DOS ESTRATEGIAS GLOBALES

Lo nuevo en la geopolítica internacional es el papel protagónico que asumen países en desarrollo como China, India, Brasil; la recuperación de Rusia, que se reconcentra sobre sí misma y enfrenta con dignidad la ofensiva norteamericana y europea; el tejido de alianzas que se constru-ye en torno del BRICS; la Organización de Cooperación de Shanghai; el papel y la influencia creciente de China en el escenario económico y mundial. Importantes no solo en el ámbito económico, político y di-plomático, sino también porque representan valores culturales nuevos y visiones nuevas en la relación entre países y pueblos.

En oposición a la estrategia hegemonista, militarista e intervencionista de los Estados Unidos y sus socios, que arrastra una larga estela de agre-sión, exterminio, esclavitud, sangre y sufrimiento, en cuyo seno siguen amamantando sus sectores más conservadores y chauvinistas, incluso

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fascistas; la línea y estrategia que asumen los líderes chinos marcha en otra dirección. Lo ha resumido bien el presidente Xi Jinping: “Hemos de enarbolar la bandera de la paz, el desarrollo, la cooperación y el benefi-cio mutuo; persistir en los nexos amistosos con los diversos países sobre la base de los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica, desplegar ac-tivamente los intercambios y la cooperación con todos los países sobre la base de la igualdad y el beneficio recíproco, defender la paz mundial y fomentar el desarrollo conjunto”.

La tendencia a la multipolaridad en lugar del unilateralismo es un he-cho objetivo y representa la tendencia fundamental en el mundo de hoy. Sin embargo, no significa una marcha rectilínea, sin tenciones ni peligros de guerra, libre de agresiones e intervencionismo. Tampoco significa que el capitalismo y el imperialismo renunciarán voluntaria-mente a su naturaleza expoliadora y opresiva, ni abandonarán gusto-sos sus privilegios, ni se colocarán entusiastas del lado de la justicia. Implica, sí, apertura de un nuevo escenario y un cambio importante en la correlación de fuerzas, por consiguiente una oportunidad para el desarrollo de las fuerzas progresistas y revolucionarias. La conforma-ción del BRICS, por ejemplo, es un paso positivo al respecto. El recien-te anuncio en la cumbre China-CELAC de la disposición de aquella de invertir en América Latina 250 000 millones de dólares en los próxi-mos diez años, es una decisión importante que desde luego no alegra al imperio norteamericano.

En este cuadro de conjunto un tema central que preocupa a la huma-nidad tiene que ver con el cambio climático. Sus orígenes son naturales o artificiales. En nuestro caso la responsabilidad principal es artificial, originada por la densidad de la emisión de gases de efecto invernadero en la atmósfera, resultado de la quema de combustible fósil, de la defo-restación, del mal uso del suelo y falta de mecanismos de protección. La responsabilidad mayor corresponde a los países industrializados, suje-tos a la lógica del consumo y la ganancia propios del sistema capitalista, para cuyos capitostes la naturaleza, el agua, la biodiversidad, el paisaje y la propia condición humana se convierten en mercancías. Del desastre ecológico son responsables países capitalistas de antigua industrializa-ción como Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, y nuevos como Chi-


na, de uso intensivo del carbón. Se espera que la Conferencia de París, en 2015, asuma decisiones claras y urgentes, pues los tiempos se acortan y los riesgos se acrecientan.

Implica también entender que, más allá de acuerdos globales para redu-cir los gases de efecto invernadero, se halla un modelo de sociedad y un modo de vida que alienta el capitalismo: culto por el mercado, patrones de consumo guiados por la alta rentabilidad, saqueo de los recursos na-turales, uso energético intensivo, desborde de los límites de la capacidad biológica -alterando las condiciones naturales del ciclo de vida de las especies del planeta-, deforestación de los bosques, contaminación de las aguas, concentración insultante de la riqueza, sobreexplotación del trabajo. Esta es una batalla de cuyos resultados depende la sobrevivencia de la especie humana. Queda claro que este tema es uno de los ejes del programa que levanta el Partido como tarea de hoy y de mañana.

Se requieren nuevas normas de convivencia y nuevas reglas que gobier-nen el escenario internacional, incluyendo la democratización de las Naciones Unidas.

La época de predominio imperialista debe terminar. Hasta entonces, por desgracia, el intervencionismo, las guerras, la inseguridad, el nar-cotráfico, las sanciones unilaterales, seguirán siendo azotes que debe soportar la humanidad. Pero un nuevo orden internacional es posible y necesario. Las fuerzas capaces de plasmarlas adquieren una presencia y peso crecientes en el escenario mundial.

AMÉRICA LATINA

América Latina, nuestro escenario de lucha, no escapa al proceso global descrito. Con el gobierno presidido por el Comandante Hugo Chávez en Venezuela, América Latina ingresó en un nuevo período: de lucha titánica por romper con el proyecto neoliberal y la dependencia de los Estados Unidos. A partir de ese momento Cuba deja de ser la Isla so-litaria que defiende el socialismo y enfrenta heroicamente el bloqueo norteamericano. La integración de América Latina y el Caribe se con-

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vierte en la gran meta estratégica que vislumbran Fidel y Hugo Chávez. El ALBA, UNASUR, CELAC, constituyen herramientas fundamentales para acelerar la unión de América Latina y el Caribe, lograr mejores condiciones para enfrentar la hegemonía norteamericana en la región, defender la soberanía de cada uno de sus países, complementar sus eco-nomías y construir un espacio de negociación con el resto del mundo desde posiciones de fuerza.

La instalación de gobiernos progresistas y de izquierda de acuer-do a las características de cada país, de la correlación de fuerzas en cada uno de ellos, del grado de radicalidad de sus vanguardias, representa un hecho nuevo que coloca a América Latina en la de-lantera en la lucha por la autodeterminación y la integración. Re-sulta cada vez más difícil, para el imperio del Norte, intervenciones militares como en Bahía de Cochinos, Granada o Panamá; o im-poner dictaduras siniestras como los Somoza, Davalier, Pinochet, Videla, y tantos sátrapas que poblaron nuestra región. Desde luego que nada de esto agrada al imperialismo, aun cuando no pocos go-biernos que se reclaman progresistas siguen moviéndose dentro del patrón neoliberal.

La respuesta del imperio no se hace esperar. Esto es especialmente no-torio en el caso de Cuba y Venezuela, de Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Golpes de Estado “institucionales” como en Honduras y Paraguay, o la reactivación de la IV Flota, son ejemplos claros de su contraofensiva. Cuenta a favor su cercanía en la región, el papel predominante que aún tienen organismos multilaterales como el BM y el FMI, los límites que significa acceder al gobierno mediante elecciones y con burguesías que mantienen intacto su control de los medios de producción y de comunicación masivos. En muchos casos permanecen Constituciones conservadoras que impiden llevar a cabo reformas importantes o no se cuenta con una correlación de fuerzas decisiva a favor de las iniciativas de cambio. La acumulación electoral resulta insuficiente si no va acom-pañada de una fuerte acumulación de masas, de una estructura partida-ria insertada en la sociedad, de una relación de alianzas amplia, además de influencia ideológica y cultural determinantes. El reduccionismo a


la acumulación electoral tiene límites que muchas veces no se entienden o no se resuelven correctamente, abriendo con ello el camino a derrotas futuras.

Recientes victorias electorales en Uruguay y Brasil son, desde luego, im-portantes. Sobre todo en el caso brasileño, por ser la séptima potencia económica del mundo y formar parte del BRICS, así como por el peso de su influencia en la región. No obstante, por moverse en un espacio eminentemente electoral, la gobernabilidad del país tiene un costo muy alto: un tejido de alianzas con serias concesiones a sectores de derecha, como lo demuestra la composición de su nuevo gabinete, donde hay representantes del neoliberalismo en puestos claves, sobre todo cuando en 2014 la economía cayó al 0,3 %.

La Alianza del Pacífico, de la que forma parte el Perú, representa la punta de lanza de los Estados Unidos para avanzar en la recuperación de posiciones e influencia en la región. Si bien la prioridad estratégica de Estados Unidos es Asia, China en particular, su atención a América Latina cobra fuerza. Su presencia militar es creciente, viene instalando nuevas bases militares y avanza sigilosamente en la Amazonía, la prin-cipal reserva de agua dulce y biodiversidad del planeta.

La negociación entre el gobierno de Colombia y las FARC para encon-trar una salida negociada a medio siglo de guerra interna, es un paso importante para alcanzar la paz en un país fuertemente marcado por la violencia. Las fuerzas en conflicto han llegado a un punto tal que no es posible la eliminación de una de ellas a través de la guerra, pese a que el ejército colombiano es hoy el más poderoso de la región y cuenta con el respaldo financiero y logístico de Estados Unidos. En esas condiciones se impone la negociación, que esperamos culmine satisfactoriamente en beneficio del pueblo de Colombia.

Resumiendo: América Latina es un escenario de lucha entre las fuer-zas que representan el cambio y la transformación revolucionaria de sus sociedades, con espacios de influencia importantes, y aquellas que representan los intereses del imperialismo, norteamericano en particu-lar, y de burguesías locales conservadoras comprometidas con el neo-

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liberalismo que se resisten a todo cambio. Lo nuevo y singular es que, al ascender el bloque de países en desarrollo, en especial quienes con-forman el BRICS, a posiciones cada vez más influyentes en el ámbito económico, comercial, financiero y político internacional, la hegemonía norteamericana en la región, antes monolítica, se resquebraja. Este es un escenario nuevo que hay que examinar con atención y aprovechar con inteligencia.

PERÚ: DEL MITO DEL CRECIMIENTO AL MITO DE PAÍS DEL PRIMER MUNDO

El X y XI Plenos del Comité Central confirman la profundización de las políticas neoliberales y la concentración de la riqueza en pocas ma-nos. La Constitución de 1993 se convierte en el instrumento jurídico que sostiene todo el edificio en que se apoya el neoliberalismo. De allí en adelante se fueron desmontando todo tipo de regulaciones, tales como la flexibilización laboral y la eliminación de la estabilidad labo-ral, entre otras. En ese contexto se entiende la negativa de la CONFIEP a la aprobación de la Ley General del Trabajo que ha dado paso, en su lugar, a decenas de decretos que eliminan derechos sociales, favorecen la sobreexplotación del trabajo, autorizan el cese colectivo y ahogan la organización sindical. La ley de empleo juvenil, derogada gracias a la presión de las masas juveniles, era parte de esa cadena antidemocráti-ca y arbitraria.

Para continuar profundizando la hegemonía neoliberal, a falta de jus-ticia, los pretextos son suficiente argumento. En ausencia de fuerzas de resistencia del mundo obrero y popular - que la derecha se ha encargado de socavar y la izquierda se ha sentido incapaz de sostener-, el gobierno patea el tablero impunemente. Los cuatro paquetazos últimos llevan la misma marca y se han impuesto casi sin resistencia. La Ley “Pulpín” debía seguir la misma suerte. El que fuera derogada a consecuencia de la lucha de la juventud, con el respaldo mayoritario de la población, sig-nifica una primera y fundamental derrota del gobierno y el Congreso, y una respuesta clara a la patronal y su política de ajuste.


Colocar en el centro de la atención de los trabajadores, sobre todo ju-veniles, la derogatoria de los numerosos decretos que discriminan, re-cortan o niegan derechos laborales, pugnando por construir una co-rrelación de fuerzas que obligue a la aprobación de la Ley General del Trabajo, quebrando la oposición de la derecha en pleno. Se negocia des-de posiciones de fortaleza, no de debilidad. Pasando a la ofensiva en lugar de dar respuestas defensivas, coordinando con todas las fuerzas posibles, concertando esfuerzos a escala nacional. Hay necesidad de re-vitalizar el movimiento sindical y popular desde sus bases, pasar de la acción burocrática a la lucha de masas, única manera de recuperar la confianza de los trabajadores y el pueblo en sus centrales.

Las ideas y políticas neoliberales se han impuesto debido en buena parte a la fragmentación y la debilidad de la oposición política, sobre todo de la izquierda severamente disminuida, y también del movimiento sindical y popular que no alcanzan a salir de su posición defensiva. La defensiva siempre ha sido el camino más fácil hacia la derrota, salir de ella es la tarea más ardua del conductor y estratega. Hay que poner en entredicho el mito del crecimiento como sinónimo de éxito y generador de bienestar automático. La supuesta superación de la pobreza, oculta tras de sí el desmantelamiento de los derechos sociales, la concentración de la riqueza en pocas manos, la preservación de un modelo de econo-mía como el primario exportador hace tiempo fracasado. La experien-cia de Cajamarca en relación a Conga, y ahora la lucha juvenil, señalan el camino a seguir: luchar con razón y ventaja, oportunidad, unidad y movilización del pueblo como elemento de presión y de confrontación desde las calles. Las demás formas de lucha acompañan o completan.

El escenario económico, social y político muestra signos de agotamien-to de un modelo resquebrajado y cada vez más insostenible. Los límites de un modelo que se apoya en la explotación de recursos naturales es-tán a la vista. Sus ventajas transitorias encubren su fragilidad, también la imposibilidad de construir -sobre esa base- una sociedad moderna, desarrollada, soberana, con justicia social, en equilibrio con el medio ambiente. Signos de agotamiento, no de plenitud, que son dos cosas dis-tintas y de consecuencias también diferentes.

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Agotamiento también del Estado neoliberal que consagra la Constitu-ción de 1993. El Estado ahora subsidiario del mercado, con el argumen-to de que el mercado puede espontáneamente asignar recursos, resulta ser un disparate que se está pagando caro. Hace tiempo que este Estado y sus instituciones han entrado en crisis, apenas se sostiene afianzando sus elementos autoritarios, en lugar de promover el consenso, y a costa de una democracia cada vez más formal y ficticia. Lo que queda claro es el predominio de los poderes de facto: económicos, mediáticos, lumpen, que arrastra el debilitamiento y descomposición de sus instituciones. Un Estado, además, sobrepasado por el narcotráfico, la violencia, la co-rrupción, la polarización social, incapaz de garantizar educación y salud de calidad, que confunde inclusión social con asistencialismo.

Por eso caen en el ridículo los representantes del empresariado cuando declaran que el Perú marcha hacia el Primer Mundo. Por donde se mire, un país que tiene todas las ventajas para salir adelante sigue aferrado a un pasado del que no se puede desprender. No es una casualidad que a la cabeza de ese fracaso histórico tengamos una clase dominante con-servadora y retardataria, servil, incapaz de seguir un camino propio, de integrar el país reconociendo la diversidad de sus componentes étnicos, culturales y lingüísticos, de promover el desarrollo de sus regiones en el marco de una estrategia nacional de desarrollo, de construir una econo-mía moderna, diversificada, tecnológicamente avanzada, una sociedad con justicia social.

Bajo ese paraguas tampoco puede prosperar una democracia verdade-ra. El espectáculo político no puede ser más deprimente. La crisis de los partidos políticos ha tocado fondo. La improvisación, la ausencia de programa e ideología definida, la desorganización y el oportunismo sin bandera dominan el escenario. Dejamos de ser ciudadanos para conver-tirnos en electores: el voto se ha vuelto una mercancía, el dinero y los medios de comunicación son hoy los grandes electores. Resulta que los candidatos, los electores y las inscripciones son parte del mercado. Aún más: el monopolio de los medios de comunicación, con la libertad de prensa como taparrabo, ha convertido el negocio electoral en un meca-nismo de presión y chantaje para lograr provecho económico. Se puede


afirmar que en el Perú de hoy la democracia no manda: manda el dinero bien o mal habido.

El proyecto neoliberal, que se atribuye el “milagro” económico del últi-mo decenio, ha encontrado su límite. El discurso del crecimiento como justificación de la hegemonía del gran capital y las transnacionales y como mecanismo de legitimación ideológico neoliberal, ya no conven-ce. No solo porque la economía se desacelera, sino porque el modelo primario-exportador nos lleva al callejón sin salida del atraso, la depen-dencia y la frustración que se acumula desde hace dos siglos; a la pola-rización social y al monopolio. Basta mirar la agricultura costeña, las fi-nanzas, los servicios, la minería, la pesca, para constatar esta tendencia.

Luego de abandonar su programa primigenio, el gobierno de Ollanta Humala asumió dos paradigmas ofrecidos por el Banco Mundial: cre-cimiento e inclusión social, resortes fundamentales que promoverían la prosperidad y reducirían la pobreza. Tal crecimiento está en cuestión y la inclusión social sigue siendo una promesa incumplida y, en parte, deformada por el asistencialismo. Necesario coyunturalmente o en ca-sos excepcionales, el asistencialismo no crea riqueza, no promueve el trabajo, no eleva la productividad y menos aún fortalece la dignidad de las personas.

Como demostración de que se gobierna para el gran capital y las trans-nacionales, y que la caída de la economía sirve de pretexto para pro-fundizar las políticas de ajuste en curso, en los primeros días del 2015 el Presidente Humala suscribió la RS 001-2015, refrendado por el Mi-nistro de Energía y Minas, supuestamente para impulsar la inversión en el sector minero “agilizando” trámites burocráticos, simplificando procedimientos y reduciendo plazos en todas las etapas de la actividad minera. En otras palabras, menos controles, incluyendo el ambiental; carta blanca a la inversión.

Lo cierto es que en la repartición de la riqueza creada con el crecimiento de la última década, la participación del capital en el PBI pasó del 55% en 2002 al 65% en 2012, mientras que la participación de los asalariados se contrajo del 25% en 2002 a 21,7% en 2012. Ejemplo suficiente para

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saber quiénes ganan y quiénes pierden en la ruleta del modelo de eco-nomía neoliberal.

Junto al mito construido en torno del crecimiento, se encuentra otro que CADE 2014 adoptó como bandera: “Hagamos del Perú un país del Primer Mundo”. Como se ve, la demagogia y el delirio marchan de la mano. El diagnóstico de la educación, de la salud, de los derechos so-ciales, del Estado y sus instituciones, de la democracia, de la ciencia y tecnología, de la seguridad ciudadana, de la corrupción y el narcotráfi-co, indican precisamente todo lo contrario: el fracaso del neoliberalismo para moldear una sociedad moderna, civilizada, con derechos y justicia social, arrastrando en su lugar factores de crisis y atraso.

UN ESCENARIO, UNA OPORTUNIDAD

Lo que queda claro luego de lo expresado –para el que quiera verlo, des-de luego-, es que nos encontramos en una situación excepcionalmente importante: la oportunidad que se le presenta a la izquierda peruana para ocupar el escenario que tiene al frente. La elección de Susana Vi-llarán a la alcaldía de Lima mostró un síntoma cuyas potencialidades se desaprovecharon por estrechez de miras y sectarismo. Esta nueva opor-tunidad puede perderse también por las mismas razones, por miopía, por incapacidad para entender la política en su verdadera dimensión: sumar el máximo de fuerzas posible y evitar ser aislados.

El derrumbe de IU nos mostró, dolorosamente, a dónde llevan las ape-tencias de grupo o de ciertas personas que renuncian en los hechos al proyecto común, la incapacidad para discernir quién es el enemigo principal y para resolver acertadamente las contradicciones en el seno del pueblo, la estrechez de miras y la intolerancia. Que esta oportuni-dad no la malogremos por ver el árbol y no el bosque. El descrédito de la derecha es grande. La desconfianza del pueblo en el modelo crece día a día. Se percibe en el ambiente una búsqueda angustiosa de al-ternativas. Recientes encuestas indican que solo el 45 por ciento del electorado confía en la ruma de candidatos de la derecha; un 47 por ciento los rechaza buscando una opción nueva. Política nueva, reno-


vada, audaz, alternativa al ajuste neoliberal, de cara a las masas, es lo que se necesita.

Como ayer Cajamarca, Moquegua, Arequipa, Amazonas, la juventud que se alza a la lucha puede significar el inicio de un período de re-novación: la incorporación de amplios sectores del pueblo a la acción política, vinculando sus exigencias inmediatas con el porvenir de esas luchas. En esas condiciones el apoliticismo y el apartidismo que predi-can algunos sectores supuestamente radicales, haciéndole eco a la dere-cha más conservadora, lleva el sello de la pasividad y el conformismo. Hay que estar ciegos para no ver, por ejemplo, que la Ley 30288 tiene un trasfondo político y económico inobjetable, que obliga a examinarla con criterio político y a tomar decisiones políticas, como lo demostró su derogatoria.

POLÍTICA DEL NUEVO CURSO

La contradicción cambio o continuismo sigue vigente y define las tareas del Partido en este período. La política del Nuevo Curso responde a estas condiciones de la lucha de clases y de la correlación de fuerzas, y debe ser entendida como tal. Explica el programa concreto, la estrategia y la táctica del período, el blanco de ataque de las fuerzas del cambio, el tejido de alianzas a construir, los métodos de lucha a tomar en cuenta.

La batalla que tenemos por delante no se limita al papel de oposición al gobierno de Ollanta Humala, víctima de sus propios errores e inconse-cuencias, condenado a la soledad, despreciado desde la derecha y desde el pueblo. Porque a fin de cuentas su fracaso es también consecuencia del proyecto neoliberal. El ollantismo culmina su ciclo como cualquier otro aventurero de la política nacional, sin pena ni gloria.

En esas condiciones, la estrategia de la derecha apunta a fortalecer sus posiciones y a garantizar la continuidad del neoliberalismo que viene de 1990 en delante. Para conseguirlo necesita conservar y, de ser posible, ampliar su radio de influencia al mismo tiempo que aísla y arrincona a la izquierda y al movimiento popular y progresista, sacándolo de su

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área de influencia potencial. Una estrategia realista e inteligente desde el lado de la izquierda y del movimiento popular debe moverse en sentido inverso: defender su espacio de influencia, ampliándolo hasta donde sea posible, buscando una polarización cambio o continuismo en lugar de la polarización derecha-derecha que quisieran los Kuckzinsky, García, Fujimori.

La batalla por la gran unidad para el gran cambio democrático, patrióti-co, descentralista, sigue siendo la piedra angular que marcará la diferen-cia con las tendencias estrechas y sectarias que solo ven las ventajas de corto plazo, y con las tendencias vacilantes y conciliadoras que renun-cian de antemano a una acción independiente, mientras se amoldan a los márgenes que tolera la derecha neoliberal.

Por las consideraciones señaladas cobra actualidad promover y orga-nizar un vasto movimiento a favor de una nueva Carta Constitucional, impulsando la elaboración de un proyecto para su debate. Ningún cam-bio de fondo será viable al amparo de la Constitución de 1993. Su dis-cusión coloca sobre el tapete cuestiones fundamentales del Estado, de la economía, de la cultura, de la democracia, de los derechos fundamen-tales y, por consiguiente, de la construcción de la correlación de fuerzas que lo garantice.

CLARIDAD Y FIRMEZA EN EL MANEJO TÁCTICO

El examen de la correlación de fuerzas, de las potencialidades que traba-jan a favor de las izquierdas, del movimiento popular y progresista, nos lleva a ratificar la táctica reajustada en el X Pleno del Comité Central: “Desenmascarar y golpear a la gran burguesía neoliberal y al gobierno en sus puntos más débiles, impulsando la lucha política de masas y la unidad de las fuerzas antineoliberales, democráticas, patrióticas y des-centralistas, levantando las banderas de democracia, justicia social, so-beranía, descentralización efectiva, seguridad, desarrollo y honestidad”.

La táctica que asume el Partido coloca su punto de ataque en el proyec-to neoliberal y sus representantes políticos y económicos, incluyendo


el gobierno de Ollanta Humala; y su punto de apoyo, en la unidad de las fuerzas antineoliberales, democráticas, patrióticas, descentralistas. Tal su amplitud, también sus fronteras. El método: la lucha política de masas, el deslinde sin concesiones con el neoliberalismo y sus represen-tantes, la unidad más amplia para aislarla, concentrando el golpe en sus eslabones más débiles.

Si la victoria se construye, nos corresponde la tarea de convocar al pueblo a esta batalla. Sin unidad, sin lucha, sin articulación nacio-nal, lo que nos espera son derrotas. Si el éxito nos acompañara, para asegurar su consolidación también será indispensable preservar la unidad y la acción concertada y responsable de las fuerzas políticas y sociales que se pronuncian por el cambio de rumbo en el Perú. Tarea enorme, compleja, difícil, que solo la suma de inteligencia, unidad, organización y la fuerza de masas podría sostener. El ejemplo de Lima con la gestión de Fuerza Social es ilustrativa en sentido ne-gativo: una victoria electoral que no supo consolidarse, que se aisló y agotó pronto, terminó esfumándose sin pena ni gloria, sin dejar huella organizada detrás.

Como comunistas que se apoyan en los hechos, que toman en cuenta los factores presentes y su interrelación dialéctica, que se esmeran en ver el amplio escenario de la lucha y su proyección, que no confunden al enemigo principal de los secundarios ni desconocen sus contradic-ciones, estamos obligados a no dejarnos ganar por la cerrazón sectaria y triunfalista, ni arrastrar por el inmediatismo o el oportunismo político. Nuestra lucha no termina en las próximas elecciones ni en la huelga siguiente. Es parte de un proceso en cuya meta se inscribe un Nuevo Curso para el Perú como alternativa al neoliberalismo, y en el socialis-mo como objetivo histórico a construir.

Apoyarse exclusivamente en la unidad por arriba, como fue el caso del Frente Amplio, es desde luego insuficiente. La debilidad de las agru-paciones de izquierda y su escasa vigencia política señalan sus límites. Necesitamos impulsarla también desde las bases, abriendo el abanico a sectores más amplios, por lo general no afiliados a organización política

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alguna, con iniciativa y audacia, proyectando liderazgos nuevos, presio-nando desde abajo y con masas la batalla por la unidad.

EL MÉTODO DE TRABAJO DE LOS COMUNISTAS

En general tenemos dos métodos de trabajo fundamentales: 1) el de la línea de masas, que es el método correcto; 2) el que se encasilla en el estilo burocrático y sectario, ajeno al marxismo leninismo y opuesto al estilo de trabajo que corresponde a los comunistas. Los resultados no pueden ser más distintos y opuestos. Al examinar la experiencia de Cajamarca tanto en la confrontación con la minera Conga como en la última campaña electoral regional, su sello fundamental fue apoyarse en las masas, movilizarlas a la lucha poniendo en pleno juego su iniciativa y creatividad. En ambos casos se pusieron en acción miles de hombres y mujeres, con sus propios medios. Fue una lucha de masas, por lo tanto de la voluntad, del entusiasmo, de la dignidad, de la disciplina fraguada en la experiencia de las rondas campesinas. Esta experiencia de masas nutrió también la campaña electoral que aseguró la victoria del 5 de oc-tubre, permitiendo contrarrestar las ventajas del adversario, sobre todo económicas y logísticas, y pasar a la ofensiva supliendo la carencia de recursos económicos y mediáticos. Como información, es bueno saber que no se gastó un sol en avisos en la televisión local. Este estilo de trabajo es lo que ha permitido incorporar a la acción política miles de personas de todas las edades, creando las mejores condiciones para su incorporación organizada al MAS y al mismo Partido. Con dinero se compra el voto de un pueblo; con trabajo, de cara a las masas, siempre que alimente un proyecto transformador serio, se gana la conciencia y la confianza del pueblo, indispensable para avanzar en la construcción de un verdadero partido comunista y abrir las sendas que llevan a la revolución y al socialismo.

Este es el método de trabajo y de lucha que hay que estudiar, analizar, asi-milar y desarrollar. Método que debe caracterizar el accionar del Partido en todas las circunstancias de su actividad: en los sindicatos, en las orga-nizaciones juveniles, en la lucha de masas o electoral, en la labor de pro-


paganda, donde quiera que estén presentes sus dirigentes y militantes. Las consignas: ¡Todo con las masas, nada sin ellas! ¡Persona por persona, casa por casa, pueblo por pueblo! sintetizan este estilo de trabajo que parte del principio de que las masas hacen la historia y que, a su vez, es el mejor antídoto contra el sectarismo, el burocratismo o el oportunismo político.

MÁS ATENCIÓN AL TRABAJO EN LAS ORGANIZACIONES SOCIALES

Un frente de trabajo de fundamental importancia para el Partido son las organizaciones sociales: sindicatos, campesinas, étnicas, juveniles, profe-sionales, culturales, de género, populares en general. En adelante se juzga-rá el trabajo de los camaradas por sus vínculos con las masas, su organi-zación y lucha. Con mayor razón tratándose de las células del Partido, que deben ser el nexo directo entre el Partido y las masas populares.

Requerimos examinar con ojo crítico la experiencia acumulada, enfo-cando sin temor los aciertos y los errores presentes en nuestro trabajo, evaluando sus causas y consecuencias. Estudiar las nuevas condiciones de la lucha, de la técnica, del ambiente psicológico. El concepto innova-ción no debe sernos ajeno. Por lo demás el conocimiento no se detiene nunca. Si las condiciones de la lucha cambian, si son nuevos los actores, debemos también cambiar los métodos que no correspondan, las for-mas de organización y lucha superadas, la manera de relacionarnos con la gente. De aquí la importancia de tener viva la llama de la crítica fran-ca, honesta y oportuna, de la autocrítica como capacidad de autoevalua-ción. Haremos bien en recoger el consejo aquel que dice: “si la crítica es justa, corrige el error; si no es correcta, tómala en cuenta para evitarlo”.

El movimiento sindical, por ejemplo, o las organizaciones campesinas y estudiantiles, antes poderosas, hoy se encuentran débiles, y no pocas casi desaparecidas. No han sido capaces de resistir la ofensiva neoliberal, comenzando por la desregulación laboral, la liquidación de derechos adquiridos como el de sindicación o la estabilidad laboral. Situación que se complica por la insuficiente presencia de cuadros experimentados y

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capacitados y por la débil inserción del Partido en ellas. Necesitamos examinar con ojos críticos esta realidad, indispensable para encontrar nuevas respuestas, nuevos métodos, nuevas maneras que permitan re-cuperar la confianza de los trabajadores, de la juventud, de la mujer, de las etnias, en sus sindicatos y demás organizaciones naturales.

Es verdad que no podemos trabajar en todos ellos por igual, pues no conta-mos con el contingente humano, cuantitativa y menos cualitativamente. Lo que nos obliga establecer prioridades y un plan de mediano y largo plazo.

La primera tarea es agrupar a los camaradas y examinar con ellos cada caso. Solo contando con una radiografía lo más completa posible de cada uno de estos (CGTP, trabajadores estatales, rondas campesinas, estudian-tes, frentes regionales, educación, etnias, etc.) estaremos en condiciones de definir objetivos, políticas, estrategias específicas, establecer priori-dades y, al mismo tiempo, articularlas en una estrategia y plan nacional únicos que coordine lo político y lo social, lo parcial y general, espacio y tiempo. La estrategia de las tres acumulaciones se propone dar respuesta y solución al divorcio de estos, que es precisamente el rasgo característico del pensamiento y acción de los comunistas peruanos, en oposición al pensamiento y acción del legado de Mariátegui, que entendía la lucha por el socialismo como un todo, donde cada una de sus partes, sin perder su singularidad, calzaban y acumulaban hacia el objetivo común.

Ello será posible si el Partido toma conciencia de esta necesidad, desde sus niveles más altos de dirección hasta sus bases, siempre que cuente con un pensamiento estratégico y con políticas claras que orienten su trabajo entre las masas. Debemos admitir que tenemos deficiencias que hay que corregir y superar, comenzando por la mayor atención que hay que prestar al trabajo del partido en el seno de las masas populares, si-guiendo el principio de la línea de masas. Las secretarías respectivas del Comité Central deben tomar las medidas del caso, con el respaldo del Buró Político. Poco avanzaremos, sin embargo, si no hacemos esfuer-zos serios orientados a la formación de líderes con experiencia, claridad de objetivos, solvencia teórica y moral; si no fortalecemos el sistema organizado del Partido que asegure que sus comités asuman esta tarea


en el espacio de su circunscripción. En el trabajo de masas la clave no es el sindicato u organizaciones parecidas; es el Partido y los cuadros preparados para ese fin, que se aferran a la línea de masas, tienen claro el programa, no pierden de vista su objetivo estratégico, parten en todo momento de las condiciones reales asumiendo con firmeza el apotegma de Lenin: “análisis concreto de cada situación concreta”.

Implica, también, manejar bien la relación partido-sindicato como dos formas de organización cualitativamente diferentes y, al mismo tiempo, interrelacionadas. Esta relación dialéctica, donde el factor político es el determinante y dirigente, no es entendida y los resultados están a la vis-ta: tenemos casos de sindicatos que, al final, en los hechos, subsumen al Partido; en otros, Partido político que subordina al sindicato perdiendo de vista su naturaleza de frente único. En el primer ejemplo la política se somete a la lucha económica, al movimiento espontaneo, renuncian-do a su rol dirigente en la lucha por la emancipación de los trabajado-res, por el socialismo; en el segundo ejemplo, se termina por sectarizar, angostar y burocratizar los sindicatos, sujetos al “control” del Partido. Con ello se debilita o anula la democracia sindical, restándole vitalidad, quitándole fuerza y amplitud en la lucha por las reivindicaciones de los trabajadores, punto de partida de la organización sindical como del des-pertar de su conciencia de clase.

Un tema de fondo que está sobre la mesa es la lucha por la Ley General del Trabajo, que respete los derechos de los trabajadores que niega el capitalismo, sobre todo en su versión neoliberal. Todo dependerá del camino que siga: o bien, el burocrático, que es lo que tenemos hasta el presente; o bien el camino que se apoya en la línea de masas y en su participación activa en la lucha.

EL MAS Y LAS IZQUIERDAS

Con el propósito de ampliar el radio de influencia del Partido y de incorporar a la lucha política sectores de la población sin pertenencia partidaria, yendo más allá de sus fronteras, y de contribuir mejor a la unidad de las izquierdas, del movimiento popular y democrático,

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en el marco de la política del Nuevo Curso venimos impulsando el Movimiento de Afirmación Social (MAS). Surgido inicialmente en Cajamarca ahora se propone extenderse a todo el territorio nacional. Fundado en noviembre de 2012 en su primer congreso, las expectati-vas que le dieron origen, no obstante, no se han cumplido aún. De sus integrantes iniciales el partido Democracia Directa se ha desligado. No se ha logrado su ampliación con nuevos contingentes, ni su creci-miento con la velocidad del caso.

Esta situación no puede continuar. Para cumplir su misión es im-prescindible dar un giro hacia la acción política. Gregorio Santos, su presidente, en su discurso de fundación dijo lo siguiente: “Esperamos que este sea un congreso de unidad, de apertura al amplio sector de la población peruana que espera y busca un cambio de rumbo para el país, de voluntad para construir una alternativa de izquierda neta que contribuya a la gran unidad de los hombres y mujeres de las iz-quierdas, el progresismo y el movimiento popular, capaz de disputar el gobierno de la nación e iniciar la marcha por la transformación social y económica de la sociedad peruana”.

Su estatuto lo ratifica cuando afirma que el MAS “es una organización política nacional, electoral, inclusiva, democrática, de izquierda…cuya visión de país es construir una nueva república”. Queda así definido sus objetivos y programa básico.

Sin embargo, esta línea estratégica y programática no es entendida aún como se quisiera, menos asumida. En su lugar permanecen métodos y formas de trabajo que fracasaron o no surtieron efecto en las experiencias del UNIR y el MNI. Estas experiencias se ago-taron bajo el peso del sectarismo, del estilo burocrático de trabajo, de métodos artesanos en su conducción, que de conjunto anularon su necesidad de apertura y expansión. De ese modo se sustituyeron los métodos de una organización de frente único por aquellos que son propios de los partidos políticos, confundiendo dirección con control burocrático, rutina en los cuerpos directivos con acción política.


Sin acción política abierta a las masas carece de sentido el MAS. Esto es lo que se tiene que hacer a fin de ensanchar su influencia y asumir un rol más protagónico en el escenario electoral, pues allí reside su ca-racterística sustantiva: el de frente político electoral. Característica que, además, consagra su estatuto.

La batalla por su inscripción legal no está agotada, sino postergada. Para emprender esta tarea con éxito y para asegurar su continuidad, una condición básica es su organización a escala nacional, que exista realmente organizado en cada provincia, que amplíe sus raíces a las bases. Es decir que cuente con comités activos, actúe como fuerza política organizada, incorpore nuevos afiliados, promueva sus lide-razgos a escala local, regional y nacional. Para el MAS, sus afilia-dos deben caracterizarse por ser militantes activos, con derechos, presencia real allí donde se organizan, abiertos a la incorporación constante de nuevos miembros, que hunde sus raíces en los pueblos y distritos, en las empresas, donde haya un conglomerado humano. Su divisa debiera ser: ¡Organización, capacitación, propaganda y lucha para ser gobierno y poder! En el caso de los partidos de derecha, que ciertas organizaciones de izquierda imitan, interesa el elector, no la militancia. Su visión termina allí donde terminan las aspiraciones de su líder.

Con independencia del curso que tome las próximas elecciones na-cionales, el MAS debe organizarse y actuar políticamente, proyectarse más allá de ella construyendo sus espacios de influencia propios. Caja-marca debe ser, al respecto, una experiencia de construcción del MAS que incorpore miles de afiliados, que sirva de ejemplo de cómo hay que trabajar y cómo ensanchar y activar sus filas, de cómo se puede construir una base política fuerte y duradera que no se agota en los avatares de cada período electoral o de las aspiraciones de cada can-didato. Esta misma estrategia, de acuerdo con cada realidad concreta, deberá desarrollarse en espacios definidos de cada región o provincia. En suma: ser fuertes, con raíces profundas, en lugar de hoja que arras-tra el viento.

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MÁS ATENCIÓN AL TRABAJO CON LOS INTELECTUALES

El Partido, comenzando por el Comité Central, está en la obligación de corregir un serio error que nos acompaña desde tiempo atrás: la sub-estimación del trabajo con los intelectuales, con los trabajadores de la cultura y el arte, con los técnicos y administradores.

Prepararse para gobernar implica prepararse para conducir el país; y conducir el país implica resolver los problemas de millones de perua-nos. Una tarea de tal magnitud no se puede dejar a la espontaneidad, tanto más en una época donde una fuerza productiva fundamental son la ciencia y la tecnología, el conocimiento y la información.

La política revolucionaria no debe disociarse ni debilitar el trabajo del Partido con los intelectuales. Todo lo contrario, debe asumirla como una de sus tareas centrales. La batalla en el frente de las ideas y de la cul-tura es de vital importancia. Tanto más tratándose de comunistas cuyo pensamiento se funda en el materialismo y la dialéctica, en la ciencia y en la investigación. Aquí es insuficiente la intuición, la experiencia no sistematizada, el querer hacer bien las cosas sin contar con la debi-da preparación. La misma clase obrera de hoy no es la de antes: para participar en un mundo sujeto a cambios constantes, ella necesita estar capacitada y actualizada.

No podemos atrevernos a gobernar un municipio, región, tener pre-sencia en el Congreso o dirigir la nación, sin la adecuada preparación intelectual, moral y técnica de los cuadros y militantes del Partido, sin incorporar a nuestras filas cientos de profesionales: economistas, so-ciólogos, médicos, ingenieros, abogados, maestros, artistas, músicos, administradores, etc., formados en el marxismo leninismo y, al mis-mo tiempo, altamente capaces en su especialidad. Esto es igualmente válido al momento de considerar el trabajo con las nuevas generacio-nes de intelectuales, cuya preparación profesional, teórica y política debe merecer nuestra preocupación. Intelectualizar a la clase obrera,


al campesino, al trabajador, no es una palabra vacía, menos demagógi-ca. Es una tarea que el Partido debe asumir con su militancia, pues no hay otra forma de ser partido de vanguardia ni de prepararse en serio para gobernar

Necesitamos entender que la cultura es un frente de batalla fundamental en la lucha entre el capitalismo y el socialismo. Si no se gana la batalla en el ámbito de las ideas no es mucho lo que se podrá ganar; y si se gana la batalla esta será frágil y no duradera. Allí donde echan raíz profunda las ideas nuevas, allí crecerá un árbol capaz de resistir la fuerza de las tormentas.

FORTALECER EL TRABAJO CON LA JUVENTUD COMUNISTA

Nos sentimos satisfechos con el surgimiento de una Juventud Comu-nista que se irradia a todo el país y madura con rapidez, despliega su iniciativa en el trabajo, se muestra audaz en la acción al mismo tiem-po que se esmera en atraer nuevos contingentes a sus filas. Los avances que se vienen alcanzando son importantes, pero aún insuficientes si los comparamos con la magnitud de las tareas que les aguarda y la respon-sabilidad que les espera en el futuro próximo.

Comparativamente con el período anterior cuenta con mayor estabili-dad y menos tensiones internas, con dirigentes que maduran con rapi-dez convirtiéndose en un potencial valioso para enriquecer el Partido con nuevos cuadros en diferentes campos de su actividad. Sin embargo, tenemos problemas que resolver. Se trata de los comités intermedios del Partido quienes muchas veces no entienden o descuidan el trabajo con los jóvenes, lo que representa un serio error de dirección. Todos los organismos del Partido deben prestar atención al trabajo en la juventud, esmerarse en la educación de los militantes de la Juventud Comunista en el espíritu comunista, en el ejemplo de Mariátegui, promoviendo su iniciativa y creatividad. Entender los tiempos y lo que esto implica, en lugar de mirar el presente con los ojos de ayer.

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No está demás reiterar lo que dijimos al respecto en el Mensaje de Ani-versario del Partido de octubre último: “Un saludo especial a la mili-tancia de la Juventud Comunista, a las jóvenes y los jóvenes que están mostrando firmeza en sus convicciones revolucionarias, madurez en el trabajo político, pasta para formarse como futuros líderes políticos, in-telectuales y de masas. Los queremos formados en el temple de Mariáte-gui, en los estilos de trabajo de Mariátegui, en la grandeza de Mariátegui. Los queremos recogiendo lo mejor de nuestras tradiciones comunistas, lo mejor de la herencia milenaria de nuestro pueblo, los mejores valores de la humanidad. Los queremos unidos como la uña al dedo con los tra-bajadores, con los campesinos, con los indígenas, con los maestros, con los intelectuales. Los queremos metidos entre la juventud, orgullosos de ser jóvenes comunistas, continuadores de Mariátegui, de Vallejo, de Cá-ceres, de Grau, de Arguedas, de Huamantica, de Horacio. Los queremos dignos, luchadores, cultos, abiertos a los nuevos tiempos. Los quere-mos firmes, disciplinados, pero también críticos, superando los errores, limitaciones y deficiencias de las generaciones que les anteceden. Los queremos optimistas, alegres, seguros, capaces de enfrentar unidos todo tipo de obstáculos, dispuestos a conquistar victorias para el pueblo y la causa revolucionaria”.

Es así como hay que entender y trabajar con la Juventud Comunista, velando por su sano desarrollo, esmerándose en que cada vez sea más fuerte, influyente, capaz, la semilla que alimentará con nuevos militan-tes, cuadros y dirigentes al Partido.

El Comité Central, sus integrantes, también los comités regionales y locales del Partido, están en la obligación de apoyar y orientar la or-ganización de la Juventud Comunista, la educación de sus integrantes. Es importante respetar la iniciativa de los camaradas jóvenes y hacer respetar también las normas que se desprenden de los estatutos de la JC y del Partido en todo lo que tiene de apropiado para su labor. En cada joven comunista hay que ver un futuro militante, y en cada militante un futuro cuadro y dirigente. Por eso mismo se debe prestar atención a una correcta promoción de los jóvenes comunistas al Partido, evitando actitudes precipitadas o irresponsables.


Estimados camaradas:

Sabemos que el trabajo del Partido no es uniforme ni eficiente siempre. Adolecemos de deficiencias y errores que serán tratados en el segun-do tema de la agenda de esta Sesión Plenaria. En Lima, por ejemplo, comparativamente con su importancia, el trabajo político está rezagado, pero al mismo tiempo es más complejo. Hay regiones donde los avances son mayores y otras donde nos encontramos rezagados. Partiendo del principio de concentración de fuerzas se atenderá con mayor rigor estos escenarios. En lo que concierne a Cajamarca se hará una experiencia piloto con el fin de alcanzar en el futuro la construcción de una base po-lítica. Experiencia que podría hacerse también, con criterio igualmente experimental en determinadas localidades o espacios comprendido en los comités regionales del Partido, con la única exigencia de que el tra-bajo allí sea considerado como una totalidad ajustada a la estrategia de las tres acumulaciones.

Al concluir este informe no podemos menos que insistir en la impor-tancia especial que tiene el trabajo ideológico en la formación de los co-munistas como luchadores de vanguardia. Mariátegui como intelectual, teórico, organizador, promotor de la lucha de los trabajadores, su vida, su método de trabajo, su manera de entender y asumir el marxismo leninismo, de aproximarse al Perú y al mundo, es el mejor ejemplo de lo que es un comunista intelectual, ideológica y moralmente formado.

Lima, enero de 2015

XII Pleno del Comité Central

PRECIO5.00

Insistir en la importancia especial que tiene el trabajo ideológico en la formación de los comunistas como luchadores de vanguardia. Mariátegui como intelectual, teórico, organizador, promotor de la lucha de los trabajadores, su vida, su método de trabajo, su manera de entender y asumir el marxismo leninismo, de aproximarse al Perú y al mundo, es el mejor ejemplo de lo que es un comunista intelectual, ideológica y moralmente formado.

Cerramos un ciclo en el trabajo del partido, abrimos otro

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