Concepto de Revolución

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Nieto Méndez Cecilia Historiografía de México III Gpo. 1701 Nuestra Revolución, ideas y raíces dentro de la historiografía mexicana Fondos y objetivos Cuando se habla sobre el siglo XX en México, uno de los temas que primordialmente sale a relucir es la Revolución mexicana. Ésta, decisiva en algunos lugares y pasajera en otros, es material abrasivo para no pocos mexicanos y mexicanas (extranjeros también); se debe a que representa un conjunto de nombres, ideales, instituciones y batallas que se libraron en sendas partes del país. Pero, ¿es para todos una masa uniforme de balazos y consignas?, ¿o difiere de región en región, de un lado a otro? Los escritores e historiadores, contemporáneos y posteriores, nos hacen ver un sinfín de panoramas que dependen necesariamente del lugar de enunciación en que se ubican. Además de lo anterior, resulta indispensable ubicar la importancia que adquirió La Revolución (homogénea) en su momento, y cómo es desplazada en el terreno intelectual por las revoluciones (heterogéneas). Por lo tanto, en el presente ensayo, se revisarán las distintas visiones de la Revolución mexicana, de acuerdo a lo expuesto por Luis Barrón en Historias de la Revolución mexicana, José Vasconcelos en su ensayo Una nación equívoca del mito y José 1

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Reflexión sobre el concepto de Revolución mexicana en José Vasconcelos y José Mancisidor.

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Nieto Méndez CeciliaHistoriografía de México III Gpo. 1701

Nuestra Revolución, ideas y raíces dentro de la historiografía mexicana

Fondos y objetivos

Cuando se habla sobre el siglo XX en México, uno de los temas que

primordialmente sale a relucir es la Revolución mexicana. Ésta, decisiva en

algunos lugares y pasajera en otros, es material abrasivo para no pocos

mexicanos y mexicanas (extranjeros también); se debe a que representa un

conjunto de nombres, ideales, instituciones y batallas que se libraron en sendas

partes del país.

Pero, ¿es para todos una masa uniforme de balazos y consignas?, ¿o difiere de

región en región, de un lado a otro? Los escritores e historiadores,

contemporáneos y posteriores, nos hacen ver un sinfín de panoramas que

dependen necesariamente del lugar de enunciación en que se ubican. Además de

lo anterior, resulta indispensable ubicar la importancia que adquirió La Revolución

(homogénea) en su momento, y cómo es desplazada en el terreno intelectual por

las revoluciones (heterogéneas).

Por lo tanto, en el presente ensayo, se revisarán las distintas visiones de la

Revolución mexicana, de acuerdo a lo expuesto por Luis Barrón en Historias de la

Revolución mexicana, José Vasconcelos en su ensayo Una nación equívoca del

mito y José Mancisidor en Una épica del y para el pueblo. Posteriormente, se

opinará acerca de la idea personal sobre lo anterior y la concepción misma de lo

que es la Revolución mexicana.

Ojos y acciones en la Revolución

Un estudio que avista los cambios y giros dentro de la historiografía es el expuesto

por Luis Barrón, que hace un breve recuento de todas las tendencias a partir de

que se dio el llamamiento a las armas por Gustavo I. Madero. En él, encontramos

a los participantes, estos hombres que tienen un papel dentro de la contienda

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armada y política. José Vasconcelos y José Mancisidor, políticos los dos y militar

el último.

Ambos autores, con ideologías harto desiguales, plasmaron pensamientos

influidos por creaciones dentro y fuera del territorio nacional. Mancisidor estudió en

el colegio militar de Veracruz, para después enfrentarse a las filas huertistas que

comandaba el usurpador. Para los años 30 ya era un consagrado político,

consagrado dentro de una institución “heredera” de la Revolución.

Él, como muchos seguidores de Cárdenas y demás cabezas socialistas, apostaba

por un concepto de Revolución ambicioso y rojo. Afirmaba que la masa proletaria y

campesina comenzó la gesta por su emancipación ante un régimen autoritario y

burgués, que únicamente explotaba y expropiaba tierras que determinaban la vida

de trabajadores y agricultores.

La clase obrera, organizada en sindicatos y casas (el mayor logro del movimiento),

no tenía líderes establecidos, pero sí había rumbo marcado y pactado que seguir.

Por otro lado, donde sí existía un liderazgo palpable era en el ala

constitucionalista, vista en la presencia de Venustiano Carranza en el poder

presidencial. Con él, afirmaba, la Revolución se acercaba a las metas con que se

inició y rigió por tantos años.

Sin embargo, la falta de nacionalismo y proliferación de facciones militares y de

doctrinas, impidió que éstos objetivos se realizaran, afectando a los integrantes de

estratos pobres y obreros. Gracias a esto, percibimos en Mancisidor que no piensa

en la Revolución como una sola, sino que se dio en diversos lugares y con

distintos jefes, siempre simultáneamente.

No obstante, los actores, quienes tenían el papel estelar en este acontecimiento

magno, eran como habíamos dicho líneas antes, los proletarios, que en resumidas

cuentas llevaron a cabo una lucha de clases inspirados en máximas francesas y

europeas en general. Asevera que éstos emplearon nociones bien estructuradas,

de tinte marxista, para establecer sus parámetros de ofensa y defensa.

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Queda claro entonces que la orientación política de José Mancisidor condicionó su

manera de escribir y ordenar su Revolución, formando parte de la fila de escritores

que, según Barrón, hicieron. Pero no sería también miembro de la segunda ola

revisionista. Para evitar errores o falsos alegatos, convendría decir que no

pertenece a una tanto como a la otra, pues su visión es tan peculiar e

impresionante (por su pasado combatiente e institucional) que encasillarlo sería

cooptar su aportación al acervo histórico de la Revolución.

José Vasconcelos, apreciado y apestado en tan poco tiempo por el poder, nos

brinda un frustrante trabajo (frustrante por saber todo esa instrucción y

conocimiento desperdiciados en el coraje y autocompasión) que dice, en pocas

palabras, lo siguiente: la Revolución, caos que necesitaba la nación, la hicieron

Mader, Villa, Zapata, Carranza y Obregón; los actores son ellos mismo, seguidos

por una multitud cuasi ciega; los objetivos estaban en mejorar, mas no cambiar, el

sistema así como dar pie a la democracia (división de poderes).

Él colaboró en el plano de la propaganda y material conceptual, apoyando

esencialmente a Madero. No formó parte de los pobres, pero sí de los

intelectuales que estimularon la conflagración burguesa. En total, suma puntos

que no le parecen a los dirigentes del oriente y del sur, lo que deviene en su

desgaste político y descalificación nacional. Implicado, según Barrón, encaja a la

medida con su rubro.

Pero, y después de revisar a dos célebres hombres revolucionarios, ¿qué significa

la Revolución? Particularmente, considero que si bien existe una fecha oficial que

da banderazo al movimiento, el descontento de la clase media y baja fue

progresivo, rastreable desde comienzos del México independiente. Los ámbitos

involucrados que se vieron afectados de forma decisiva fueron la política,

economía y sociedad.

A modo de final

Para concluir, al momento de estudiar la Revolución (si es que aceptamos la

homogeneización forzada de verdaderas erupciones dispares) podemos como

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investigadores sociales y humanistas, apoyarnos en una u otra fuente presencial,

siempre teniendo en cuenta que lo más provechoso de ellas radica en el contexto

en que son vislumbradas. Es probable que lo enunciado no favorezca a la

monografía, pero sí al corte de la cultura y mentalidades. Inclusive, el cómo

veamos a la mismas es designado por nuestro propio entorno.

Las rebeliones, alzamientos, revueltas, enfrentamientos y derivados, a lo largo y

ancho de la latitud mexicana, las considero como caras heterogéneas de un

episodio histórico de México. Incluso la ausencia de acción bélica o política está

de una u otra forma relacionada con los conceptos anteriores. No considero

idóneo hablar de UNA Revolución, sino como afirman los regionalista, de varias.

Uniformar significa quitar las diferencias que hacen al uno del otro.

Fuentes

Barrón, Luis, Historias de la Revolución mexicana, prólogo de Friederich Katz,

México, FCE-CIDE, 2004, pp. 9-73.

José Vasconcelos, “Una nación equívoca del mito” en Semo Ilán y Septien

Valetina (comp.), La Revolución mexicana en la escritura de su historia, México,

Universidad Iberoamericana, 1995, pp. 17-50.

José Mancisidor, “Una épica del (y para el) pueblo” en Semo Ilán y Septien

Valetina (comp.), La Revolución mexicana en la escritura de su historia, México,

Universidad Iberoamericana, 1995, pp. 113-127.

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