Conocer Leer y Meditar a San Juan de La Cruz

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    apurando el camino, ms de uno se ha desanimado, olvidando que hay que leerlocontagiados de la misma experiencia del amor que tanto le arrebat y ocup. Juan dela Cruz es exigente consigo mismo: cambia la nada por el Todo de Dios, pero jams sin

    imponerse a los dems pues conoce que a cada uno lleva Dios por diferentes caminos,que apenas se hallar un espritu que en la mitad del modo que lleva convenga con elmodo que lleva convenga con el otro (Llama A, 3,51..A Juan hay que dejarlo ser elmismo, hay que dejarlo sonrer y rabiar, orar y enfrentar los negocios de la vida que leocupa, viajar, hacer de albail, tratar con los amigos, quejarse, que para todo l tienetiempo. Ojal! que, con un conocimiento ms a fondo de su vida, podamos leer mejorsus escritos y tener la valenta de ir ms all de l, abusando quiz de la prestanciaque nos dan sus palabras en el Prlogo de Cntico. porque los dichos de amor esmejor dejarlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche segn su modoy caudal de espritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar. Yas, aunque en alguna manera se declaran, no hay para qu atarse a la declaracin;porque la sabidura mstica (la cual es por amor, de que las presentes cancionestratan) no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y aficin

    en el alma, porque es a modo de la fe, en la cual amamos a Dios sin entenderle... .Siempre de Juan nos quedar algo porque, como mstico, va ms all de la palabra yde las contingencias de la misma. Como hombre nos dejar el entusiasmo por la vida yel amor. Como santo nos dejar el impulso que arranca del encuentro con el Amadoque, aunque huye, se hace ms y ms encontradizo en la historia.

    San Juan de la Cruz naci en Fontiveros (vila, Espaa) en 1542. Instrumentoprovidencial en manos de Teresa de Jess, le ayud en su refundacin de la OrdenCarmelita desde la primera obra de frailes carmelitas descalzos en Duruelo el 28 denoviembre de 1568. Naci de una familia econmicamente venida a menos, rozando ellmite de la pobreza extrema. No obstante los sufrimientos de su infancia -curtida enuna casa de tejedores donde a veces pudo faltar el pan, pero no el calor de amor

    hogareo. Juan de la Cruz entendi las cosas de Dios desde la hondura de su exquisitahumanidad, fogueada en la escasez de la infancia, en el contacto con la llaga de losenfermos infecciosos en Medina, en la crcel inhumana de Toledo y sumergido en losavatares de la vida conventual.

    Enfermo en beda, muri la noche del 13 de diciembre de 1591. Un detallesignificativo est en el examinar los momentos de su muerte y los testimonios que nosdejaron sus hermanos de hbito, ms all de la ingenua hagiografa y recuentopiadoso. Aunque en la reconstruccin de la muerte de San Juan de la Cruz que hicieronsus primeros bigrafos

    hay muchos elementos idealizados, de acuerdo al modelo barroco de santidad,hay tambin un dato interesante, nada convencional, y que por eso mismo, por loinslito del caso, puede ser considerado como histrico. Se trata de la reaccin que

    tuvo el enfermo ante los religiosos presentes en su celda cuando stos se disponan aleerle la recomendacin del alma: Djenlo, por amor de Dios, y quitense, lesrespondi fray Juan. El prior, no obstante, comenz a leer en voz alta la oracinfnebre, a lo que el enfermo replic de nuevo: Dgame, padre, de los Cantares, queeso no es menester. Es decir, lame el Cantar de los Cantares, que ese fue elalimento de mi vida.

    Que en tales circunstancias, y en lugar de los rezos usuales, fray Juan pidieraalgo tan extrao -ms an, tan peligroso- como era entonces la lectura del epitalamiobblico, libro que los custodios de la ortodoxia mantenan bajo virtual secuestro y comosigno inequvoco de toda sospecha, resultaba, ciertamente, una peticin atrevida, unasalida de tono que de hecho desconcert a los all presentes, quienes en su perplejidad

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    quiz pudieron atribuirla a una prdida de lucidez o a un alarde de osada, a nadaedificante en cualquier caso.

    Pero la peticin de fray Juan, al reclamar en ese momento la lectura delCantar bblico, era tan lcida como coherente: se trataba del libro con el que habavivido ntimamente compenetrado, fuente de su inspiracin potica y espiritual (conms de cien citas explcitas en sus escritos), el que le ense a vivir de cara al amor yel que le hizo ver que nada proclamaba mejor esa vivencia que la poesa, cuyo modelose propuso imitar en forma y fondo, tanto para reproducir en sus versos la seductorabelleza de Dios como para transmitir de esa manera, en cifra lrica, su propiaexperiencia de fe, para decir y dar el espritu que est all encerrado, el cual es muyms abundante que la letra y muy extraordinario y fuera de los lmites de ella (2S19,5).

    Con semejante peticin, adems, Juan de la Cruz estaba confirmandopersonalmente lo que poco antes haba escrito en su comunidad del Desierto de La

    Peuela, en su segunda declaracin de la Llama, sobre la muerte de amor de lasalmas que llegan a este estado, para quienes la condicin de su muerte en cuanto alnatural es semejante a las dems, pero en la causa y en el modo de la muerte haymucha diferencia. Porque, si las otras mueren muerte causada por enfermedad olongura de das, stas, aunque en enfermedad mueran o cumplimiento de edad, no lasarranca el alma sino algn mpetu y encuentro de amor mucho ms subido que lospasados... Y as, la muerte de semejantes almas es muy suave y muy dulce, ms queles fue la vida espiritual toda su vida, pues que mueren con ms subidos mpetus yencuentros sabrosos de amor, siendo ellas como el cisne, que canta ms suavementecuando se muere... Porque aqu vienen en uno a juntarse todas las riquezas del alma yvan all a entrar los ros del amor del alma en la mar, los cuales estn all tan anchos yrepresados que parecen ya mares (LB 1,30)... Ese era el trance que l estaba

    viviendo: una muerte de amor. Nada extrao, pues, que en su noche de bodas con lamuerte pidiera los versos amorosos del Cantar de los Cantares como anzuelo para eldeseado trnsito, y que fueran esos versos los que vinieran a cerrar su vida.

    Y como un eco de lo que tambin entonces revelaba el Cantar de los Cantaresal que haba sido su mejor intrprete nos ha llegado el testimonio de una exclamacin:Oh, qu preciosas margaritas! (qu perlas tan preciosas!), coment fray Juan,como si embargado de una emocin eficaz estuviera alumbrando un verso nuevo... Elcaso es que fue as, en mitad de un verso, bblico o propio, como Juan de la Cruzexpir en beda el 14 de diciembre de 1591, a la edad de 49 aos. Misteriosa yfecunda paradoja por la que se lograba el todo de la comunicacin definitiva y serasgaba el velo de cielo y tierra.

    Esta imagen final de Juan de la Cruz en su lecho de muerte con los versos delCantar de los Cantares, queriendo entonar con ellos su ltimo canto hacia el encuentrocon su Amado, como el cisne que canta ms suavemente cuando se muere, es laimagen que mejor define a quien era en cabal unidad un mstico y un extraordinariopoeta -radicalidad del misterio, radicalidad de la palabra-, viviendo una muerte deamor

    Si se muere como se ha vivido, Juan de la Cruz, mstico y poeta, muri como loque era, un enamorado. Y se muri, adems, como dijo Gerardo Diego, en mitad deun verso, en el silencio de la ms pura poesa, en el hueco mismo de lo inefable. Asera l, y as se entregaba a la muerte, que ms sera muerte de amor:

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    Gocmonos, Amado/ y vmonos a ver en tu hermosura/ al monte y al collado,/ do mana el agua pura; / entremos ms adentro en la espesura.

    2. LEER Y RELEER A JUAN DE LA CRUZ HOY.

    Los escritos sanjuanistas han sido objeto modernamente de abundantesestudios en los que destacan gran variedad de intelectuales, filsofos, telogos ypoetas. Se han dicho muchas cosas en pro y en contra de su verbo. Es el msticoprovocador que emerge de la Espaa del siglo XVII.

    Resulta difcil y ajeno un escritor como Juan de la Cruz que inaugura susgrandes obras escritas con la Subida al Monte Carmelo y la Noche Oscura. Caminodifcil de ascensin hacia el Monte de la Perfeccin. Este exordio como escritor no escasual. Aunque de difcil digestin, es el que da la tnica que afina toda la direccin de

    su obra: la unin total con el amor de Dios. Juan no se siente a gusto con lasmedianas y por eso se aventura por los caminos de su evangelio vivido.

    Nuestro recin estrenado siglo XXI, fiel al anterior, es enemigo de todo lo queno conduzca al facilismo, a lo prctico e inmediato. El placer es visto como laconsecucin de lo mejor a lo que se puede aspirar, es la recompensa del esfuerzoprocurado. Nada ms ajeno a Juan de la Cruz, a quien queremos hacer interlocutor deun dilogo que nos lleve a dilucidar las altas cotas de plenitud humana y divina quelogr a travs de su experiencia mstica. Quiz podremos descubrir que ni su caminoes tan duro como est desnudamente descrito por l, ni su meta es tan distante comopudiera parecer a cualquier mortal. Hay que leer primero y luego releer, que significailuminar la vida concreta de cada uno de nosotros con la luz que de l proviene.

    2.1. UN CONOCIDO DESCONOCIDO

    Juan de la Cruz es conocido y desconocido a la vez. Abrir las primeras pginasde la Subida al Monte Carmelo puede resultar un verdadero fiasco. Quiz ms de unose habr sentido desanimado con dicha lectura. Tampoco habr faltado quien hayaexperimentado franco rechazo a una doctrina que aparece tan descarnadamente dura.En esta ltima tendencia, hay quien ha visto en esta doctrina el monumento alautosacrificio en aras de un Dios que exige la inmolacin de las mismas entraas de laesencia humana con la espada de la negacin. Es por eso que me he permitido abordarde frente el escollo de todo lector inicial o, si queremos, la clave esencial de lectura delproceso ascendente del hombre que busca con autenticidad, como Juan de la Cruz, alDios que es todo amor. Ser que para amar con plenitud habr que morir a lo

    humano? Cul es el sentido ms hondo que tiene la negacin en San Juan de la Cruz?Habr sintonizado con el evangelio? Tiene algn significado esta doctrina para elhombre moderno?

    2.2. El POETA DE LA NOCHE OSCURA.

    La poesa es un primoroso quehacer que congenia con Juan de la Cruz. La llevainscrita en su ser. Con ella logra traducir lo inefable. La noche, uno de sus temaspreferidos, fue primero su noche, su experiencia de hombre de fe. Experiencialiberadora que sirve de base para explicar que los caminos de Dios en la vida necesitandar pasos hacia la madurez. La noche no es para Juan una oscura crcel, sino untrnsito hacia el encuentro con Aqul que le hace libre.

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    Probablemente escribe entre 1578 y 1579 su poema En una noche oscura. Laexperiencia de la lbrega crcel de Toledo y la fuga se revierten en la lira potica. El

    horizonte en que se mueve y el clima de la noche son una adherencia vital, reflejo desu propia experiencia. La salida, en secreto que nadie me vea, se fundamenta en smismo, en su xodo vital. Esta experiencia se diluye en el poema y, transformada ensmbolo potico hace que la noche oscura, la dichosa ventura, el salir sin sernotada estando la casa sosegada, por la escala disfrazada, sin otra luz ni gua sinola que en el corazn arda, todo pierde su concretizacin y objetividad para elevarsecon simbolismo propio, como corresponde a toda genial intuicin potica. La noche essmbolo y la poesa que la encarna es un monumento de la experiencia mstica:

    Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado dela perfeccin,que es la unin con Dios, por el camino de lanegacin espiritual. Del mismo autor.

    1. En una noche oscura,con ansias, en amores inflamadaoh dichosa ventura!,sal sin ser notadaestando ya mi casa sosegada.

    2. A oscuras y segura,por la secreta escala disfrazada,Oh dichosa ventura!,a oscuras y en celada,estando ya mi casa sosegada.

    3. En la noche dichosaen secreto, que nadie me vea,ni yo miraba cosa,sin otra luz y guasino la que en el corazn arda.

    4. Aqusta me guiabams cierto que la luz del medioda,adonde me esperabaquien yo bien me saba,en parte donde nadie pareca.

    5. Oh noche que guiaste!Oh noche amable ms que el alborada!Oh noche que juntasteAmado con amada,amada en el Amado transformada!

    6. En mi pecho floridoque entero para l slo se guardaba,all qued dormido,y yo le regalaba,y el ventalle de cedros aire daba

    7. El aire de la almena,cuando yo sus cabellos esparca,con su mano serenaen mi cuello heray todos mis sentidos suspenda.

    8. Quedme y olvidme,el rostro reclin sobre el Amado,ces todo y dejme,dejando mi cuidadoentre las azucenas olvidado.

    El smbolo que preside e indica la direccin del movimiento del poema es el dela noche. Est estructurado en ocho estrofas de las cuales cinco, las primeras, seencuentran sumergidas en el misterio nocturno. Las ltimas tres estrofas nomencionan para nada la noche, pero dan una solemne sensacin de calma en unaatmsfera de hiertico erotismo con ecos bblicos que suenan a Cantar de los Cantares.

    La palabra noche aparece cinco veces en las cinco primeras estrofas, pero nodistribuida uniformemente. El primer verso inicia el camino del alma en una nocheoscura. La accin va determinada por el sal de la primera estrofa. La noche es

    oscura. En la segunda estrofa dos veces la protagonista sale, por la secreta escaladisfrazada, a oscuras. A oscuras, segura y en celada. En el centro de toda la

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    estrofa est el oh, dichosa ventura y, al final, la misma conclusin de la primeraestando ya mi casa sosegada.

    La tercera estrofa interioriza ms la accin. Aparece nuevamente la noche, queahora es dichosa. Si en las dos primeras estrofas la amada est sumergida en unanoche oscura y a oscuras el oh dichosa ventura atena y hace positiva lanegatividad de la noche, ahora la interiorizacin es noche dichosa. La contraposicindel en secreto que nadie me vea y del ni yo miraba cosa denota una ausencia, unanegacin de la visin, tanto desde fuera nadie vea-, como desde dentro ni yomiraba-. Llegando a este punto aparece una tmida luz: sin otra luz ni gua, sino laque en el corazn arda. No todo es oscuridad ni ausencia, hay una presencialuminosa que se va afianzando en la marcha. Es una presencia que surge de lainterioridad.

    La cuarta estrofa contina la progresin que vamos percibiendo, los elementosnegativos de oscuridad y ausencia se difuminan, aunque no desaparecen. Ya no se

    habla de noche. Irrumpe la seguridad, ms fuerte que la luz: Aquesta me guiaba mscierto que la luz de medioda. Mediante el guiaba se introduce una nueva presenciaque viene desde afuera, una mano misteriosa que se tiende. La luz del medioda esel lugar adonde me esperaba quien yo bien me saba, en parte donde nadie pareca.La primera ausencia que pona en movimiento la bsqueda de la amada en la noche vasiendo conjurada: hay alguien que aparece y espera al trmino del camino.

    La quinta estrofa concreta en el menor espacio tres veces la palabra noche. Esel milagro de un misterioso encuentro. La noche ahora es mirada como un hechopasado, ha perdido sus propiedades normales: ausencia y oscuridad. El gozo inefablede quien ha sido prendida del corazn hace exultar en exclamaciones: Oh noche queguiaste! Oh noche amable ms que el alborada! Oh noche que juntaste!... La noche

    pareca ausencia y oscuridad, pero hay una mano que conduce y una luz naciente dealborada. La noche se convierte en gua hacia una meta, la noche junta, une. El rostrooscuro de la noche estalla gozosamente en un encuentro, es el fruto del caminotortuoso recorrido con tanto afn: es la conjuncin del Amado con amada, amada enel amado transformada.

    Juan de la Cruz lo sabe por propia experiencia: el camino que conduce en lavida a la unin con el Amado es una noche. Lo refuerza poticamente en las cincoprimeras estrofas del poema En una noche oscura. La noche representa la ausenciade luz, la privacin o negacin de la misma. Por ejercicio de la accin inspirada delpoeta, lo que normalmente se entiende como signo de ausencia de luz, presencia deoscuridad, tortuosidad en el camino de la noche, se reviste de plenitud beatificante quese resume en el encuentro del Amado con la amada.

    La accin de las cinco primeras estrofas transcurre entre la actividad del saliry la pasividad del ser guiada. Aqu el salir y el guiar son dos verbos que secomplementan recprocamente, acciones que se necesitan la una a la otra. El salir esnegacin en cuanto supone un dejar mi casa sosegada. El guiar mete en la escenaa Otro que suavemente se oculta en la sombra, amparado en la noche. Este guiaralcanza su clmax en la unin de la amada con el Amado. Hay alguien que toma de lamano, el Amado, y hay alguien que se deja suavemente conducir: la amada.

    La plenitud que va acrecentndose desde el comienzo del poema con ansiasen amores inflamada, con luz y gua- se afianza definitivamente en las tres ltimasestrofas. La belleza y la beatitud pacfica se apoderan de la amada. Las reminiscencias

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    del Cantar de los Cantares se acentan. La ausencia de la palabra noche no destruyela continuidad con el ambiente nocturno de las cinco primeras estrofas. Ahora laescena se resuelve en una atmsfera de clama silenciosa, ausencia de luz y colorido.

    Todo se centra en el encuentro. El resuelto ritmo del primer salir parece paralizarse,el tiempo de la amada se detiene mientras que el paisaje se anima y parece gozar conla escena a la que concurre: los cedros, el aire de la almena, las azucenas. Todo ahoraes encuentro y arrobamiento, los cuerpos del Amado y la amada se compenetrantiernamente y adormecen.

    La inefabilidad sublime de la experiencia mstica, plasmada en poesa, resistecualquier anlisis en esta segunda parte del poema. Todo se resume en una relacinentre la amada y el Amado, en un silencioso dilogo enmarcado en un paisaje quesusurra: en mi pecho... qued dormido y yo le regalaba, yo sus cabellosesparca...., en mi cuello hera, y todos mis sentidos suspenda. Es el dilogo degestos donde el uno afirma al otro, es la comunin en el ser amada en el amadotransformada.

    La ltima estrofa es xtasis y comunin afirmativa. Con una bellezaincomparable los verbos se multiplican y rodean de un halo de quietud la intimidad:

    quedme, olvidme, ces, djeme, dejando, olvidado... La amada y el Amado seunen: el rostro reclin sobre el Amado. Es la definitiva afirmacin del otro.

    Quiz sea una osada pretender explicar lo inexplicable. Sin embargo, Juan seatreve a hacerlo con toda propiedad al escribir todas sus obras mayores tomandocomo base la poesa. Es la certera tcnica de quien se sabe trascendido por lo inefable.Y debe permanecer claro que detrs de la fecundidad simblica se encuentra escondidauna verdad inmensa: el camino del encuentro con el amor de Dios es oscuro,purificador, a la vez que plenificador. Asimismo es evidente que ms all de todo el

    proceso est el infinito amor transformante del Amado, el Dios ansioso de comunicarsu propia vida a quien se abre a ella, porque la sustancia de su vida interior es el amorcomunicante y comunicado.

    3. LA NOCHE COMO SMBOLO QUE ABARCA TODAS LAS ETAPAS DE LA VIDA

    En el poema En una noche oscura todo lo potico est impregnado del smbolode la noche. La noche se prolonga en forma de metfora en los comentarios al poema,es decir, en Subida y Noche. En este proceso la noche pierde los atributos delsmbolo y se convierte en metfora, como lo expresa el mismo autor cuando habla de

    metfora y semejanza de la noche temporal (2 Noche, 25,1). La noche representatodo el camino de la unin con Dios. En esta metfora hay un movimiento que sedesarrolla entre un punto de partida y un punto de llegada. Se sale negando pues la

    noche no es otra cosa sino privacin de luz (1 Subida, 3,1). La negacin se encuentraen la carencia o, mejor, negacin del apetito del gusto posesivo, el apetito del gustode todas las cosas del mundo que posea (1Subida, 2,1). La prisin de la cual hayque liberarse se resume en el gusto y la posesin en que queda enredado elapetito y que incapacita para el vuelo ligero hacia Dios.

    El punto de llegada, la meta de esta noche es Dios. Y sigue siendo noche oscuraporque hay un camino de fe que es negacin de luz al entendimiento (Cfr 1 Subida2,3) y porque a Dios no le vemos cara a cara en esta vida, sino a travs del velo de lafe el cual ni ms ni menos es noche oscura para el alma en esta vida (1 Subida 2,1).Hay negacin de luz, del apetito del gusto, de la luz del entendimiento y de la luz delrostro de Dios cara a cara en esta vida. Es la experiencia dolorosa de quien opta por

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    Dios, es tambin camino de maduracin de quien est aprendiendo a un trato conalguien tan distinto, Dios: La causa por que le es necesario al alma, para llegar a ladivina unin de Dios, pasar esta noche oscura de mortificacin de apetitos y negacin

    de los gustos de todas las cosas es porque todas las afecciones que tiene en lascriaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales estando el alma vestida, notiene capacidad para ser ilustrada y poseda de la pura y sencilla luz de Dios, siprimero no las desecha de s. Porque no puede convenir la luz con las tinieblas (1Subida 4,1). Por la razn de que tinieblas y luz no pueden unirse hay que negar latiniebla para que la luz sea luz. La tiniebla es nada y quien abraza la nada no puedeunirse al todo, pues la unin identifica entre s a las personas: La aficin y asimientoque el alma tiene a la criatura iguala a la misma alma con la criatura, y, cuanto mayores la aficin, tanto ms la iguala y hace semejante, porque el amor hace semejanzaentre lo que ama y es amado... Porque el amor no slo iguala, ms an sujeta alamante a lo que ama ( 1 Subida, 4,3).

    La opcin de amor de Juan de la Cruz es radical, no se permite contradicciones

    internas, desea eliminarlas para ampliar la capacidad receptiva de la persona quebusca a Dios como meta y centro de su vida. El estilo evanglico de Juan se identificacon una radicalidad desnuda: o va por el Todo o se queda con nada, o apunta a lotrascendente o se confina a lo intrascendente: para venir a gustarlo todo, no quierastener gusto en nada... ( 1 Subida 13,11ss.).

    La intuicin sanjuanista que atraviesa como una misteriosa luz en la oscuridadpoema y comentario, va posesionndose de la noche oscura. En el fondo de la personasurge la plenitud ms afirmativa de su vocacin, luego de un camino que destaca lopropio de un proceso de crecimiento espiritual centrado en la radicalidad del amor.

    La noche oscura no es ms que la irrupcin de la gracia en la vida espiritual,

    gracia que acta y madura, gracia que en contraste- se hace a la vez que luminosaoscura. La fe es gracia y trascendencia, por esta razn a veces se nos hace extraa ydolorosa. La experiencia que plasma en sus escritos Juan de la Cruz se convierte en unparadigma del camino de la fe para toda persona de ayer y de hoy, por eso tiene tantavigencia.

    4. EN UNA NOCHE OSCURA... EN LA MITAD DE LA VIDA

    La mitad de la vida ha sido productiva en un buen nmero de santos en lahistoria de la Iglesia. San Agustn lament haber llegado tarde al gran descubrimientode su azarosa vida: tarde te encontr, tarde te encontr, oh verdad siempre antigua ysiempre nueva. Santa Teresa en la mitad de su vida dej atrs el camino que hastaentonces haba recorrido en su convento de la Encarnacin para lanzarse a un proceso

    por rumbos desconocidos, lo cual le produjo una enorme perplejidad. As nos narra sumomento de crisis:

    Acabado todo, sera como desde a tres o cuatro horas, me revolvi eldemonio una batalla espiritual, como ahora dir. Psome delantesi haba sidomal hecho lo que haba hecho, si iba contra obediencia en haberlo

    procurado sin que me lo mandase el Provincial (que bien me pareca a m lehaba de ser algn disgusto, a causa de sujetarle al Ordinario, por no se lohaber primero dicho; aunque como l no le haba querido admitir, y yo no lamudaba, tambin me pareca no se le dara nada por otra parte), y que sihaban de tener contento las que aqu estaban en tanta estrechura, si les habade faltar de comer, si haba sido disparate, que quin me meta en esto, pues

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    yo tena monasterio. Todo lo que el Seor me haba mandado y los muchospareceres y oraciones que haba ms de dos aos que no casi cesaban, todotan quitado de mi memoria como si nunca hubiera sido. Slo de mi parecer me

    acordaba, y todas las virtudes y la fe estaban en m entonces suspendidas, sintener yo fuerza para que ninguna obrase ni me defendiese de tantos golpes.

    Tambin me pona el demonio que cmo me quera encerrar en casa tanestrecha, y con tantas enfermedades, que cmo haba de poder sufrir tanta

    penitencia, y dejaba casa tan grande y deleitosa y adonde tan contenta siemprehaba estado, y tantas amigas; que quizs las de ac no seran a mi gusto, queme haba obligado a mucho, que quiz estara desesperada, y que por venturahaba pretendido esto el demonio, quitarme la paz y quietud, y que as no

    podra tener oracin, estando desasosegada, y perdera el alma.

    Cosas de esta hechura juntas me pona delante, que no era en mi manopensar en otra cosa, y con esto una afliccin y oscuridad y tinieblas en el alma,

    que yo no lo s encarecer. De que me vi as, fuime a ver el SantsimoSacramento, aunque encomendarme a El no poda. Parceme estaba conuna congoja como quien est en agona de muerte. Tratarlo con nadie nohaba de osar, porque aun confesor no tena sealado.

    Oh, vlgame Dios, qu vida esta tan miserable! No hay contentoseguro ni cosa sin mudanza. Haba tan poquito que no me parece trocara micontento con ninguno de la tierra, y la misma causa de l me atormentabaahora de tal suerte que no saba qu hacer de m. Oh, si mirsemos conadvertencia las cosas de nuestra vida! Cada uno vera por experiencia en lo

    poco que se ha de tener contento ni descontento de ella.

    Es cierto que me parece fue uno de los recios ratos que he pasado en mivida. Parece que adivinaba el espritu lo mucho que estaba por pasar, aunqueno lleg a ser tanto como esto si durara. Mas no dej el Seor padecer muchoa su pobre sierva; porque nunca en las tribulaciones me dej de socorrer, y asfue en sta, que me dio un poco de luz para ver que era demonio y para que

    pudiese entender la verdad y que todo era quererme espantar con mentiras(Vida 36,7-9).

    La segunda mitad de la vida es un tiempo que invita a un nuevo despertarespiritual en el que se obtiene como gran fruto, un nuevo significado y una vitalidadcreciente. No es necesario que irrumpa la crisis ni que lo haga de la misma forma entodos. Hay quienes viven ms serenamente este proceso, y tambin hay quienes sonsorprendidos por una profunda crisis interior.

    Entre los fariseos haba un personaje judo llamado Nicodemo. Este fuede noche a ver a Jess y le dijo: Rabb, sabemos que has venido de parte deDios como maestro, porque nadie puede hacer seales milagrosas como las quet haces, a no ser que Dios est con l. Jess le contest: En verdad te digoque nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba.Nicodemo le dijo: Cmo renacer el hombre ya viejo? Quin volver al senode su madre? Jess le contest: En verdad te digo: El que no renace del aguay del Espritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne escarne, y lo que nace del Espritu es espritu. No te extraes de que te hayadicho: Necesitan nacer de nuevo desde arriba. El viento sopla donde quiere, y

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    t oyes su silbido, pero no sabes de dnde viene ni adnde va. Lo mismo lesucede al que ha nacido del Espritu (Jn 2,1-8).

    Es necesario estar conscientes de que la mitad de la vida es una nueva etapa enla que se nos presenta la gran oportunidad de nacer de nuevo. En Juan 3, 1-8 elpersonaje interpelado por Jess se encuentra un poco confundido con aquello de quehay que nacer de nuevo. Nicodemo est como en una noche de oscuridad interior,Jess le hace ver la verdadera luz y el horizonte de la conversin, del cambio personal:hay que nacer del agua y del Espritu. La mitad de la vida es una ocasin para elexamen de s, la autocrtica, la modificacin de muchas relaciones y pensamientosacerca de s mismo, de los otros, de Dios y de la vida en general:

    La mitad de la vida no es, por tanto, el tiempo del desnimo, del hundimiento.Es el tiempo de la recomposicin de toda le existencia. Es el momento estelar de lavida en que somos invitados a una nueva conversin, a dejar atrs muchas cosas yconvicciones que nos atan para tomar nuevamente a nuestro cargo la vida. San

    Juan de la Cruz deca: Y, por tanto, no podr el alma llegar a la real libertad delespritu, que se alcanza en su divina unin, porque la servidumbre ninguna parte

    puede tener con la libertad, la cual no puede morar en el corazn sujeto a quereres,porque ste es corazn de esclavo, sino en el libre, porque es corazn de hijo (1Sub4,6)(lo que equivale a decir: la libertad no puede morar en un corazn dominado porlos apetitos, un corazn-esclavo; ella habita en un corazn liberado, que es un coraznde hijo)

    Las crisis de la mitad de la vida se asemejan a una noche oscura. La nocheoscura, en la historia de la espiritualidad y la mstica cristiana, es un proceso queparticularmente irrumpe en la mitad de la vida aunque no siempre ni exclusivamente,pues puede no darse o, bien, anticiparse a ese momento -, y ocasiona considerables

    prdidas que desorientan y confunden a quien desconoce lo que est sucediendo. Yan teniendo conocimiento, es algo que sorprende y que se singulariza en cadapersona. La noche oscura es fundamentalmente la mano de Dios metidadolorosamente en la historia personal e incluso en la historia de los pueblos. Tiene suspropias caractersticas: es noche y es oscura, como oscura y misteriosa es la fe. Peroes noche y es oscura como la madrugada no como la medianoche-, es el preludio delda que va a amanecer, cuando los arreboles agitan en su vuelo la esperanza de unnuevo sol. Es noche y es oscura como lo es el amor, el cual adolece de la mismaambigedad que tienen las experiencias ms impactantes de la vida: por el amor seve, pero no es lo que se ve sino lo que est ms all de lo que se ve, y que germina yanida en la profundidad del corazn. La noche oscura es una experiencia que no esfcil de ubicar dentro de otras experiencias de crisis personales. Resulta inefable ymisteriosa. Es una oscuridad interna y extraa en la cual podemos experimentar que

    Dios nos abraza y a la vez se aleja, cambiando radicalmente nuestra existencia.

    El referente fundamental de San Juan de la Cruz es la persona que se encuentracada nosotros-, dividida por las pulsiones que estn muy enterradas en el corazn,que la hacen esclava de s misma y de las criaturas de las cuales depende. La

    noche es una experiencia purificadora, no porque nuestra voluntad se lo proponga,sino porque hay Alguien que la desata: en Dios est su origen.

    La noche es un proceso de xodo donde experimentamos las exigencias delamor ms fuerte y decisivo de nuestra vida que nos invita a seguirlo. Es unaexperiencia liberadora que nos constituye criaturas nuevas. Jess tuvo su xodo, sucrisis en el desierto, crisis que se manifiesta en la plenitud de su vida y en el comienzo

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    de su misin salvadora. Las tres tentaciones de Jess, que presentan Mateo (4,1-24) yLucas (4,1-7), son un verdadero cortocircuito (una noche-desierto) para Jess. ldiscierne en el desierto, en medio de la tentacin, que para ser servidor de la

    humanidad tendr que obviar el camino del poder, el camino del prestigio y de laegolatra.

    La noche oscura entra, a veces violentamente, en nuestras vidas como unaexperiencia que se padece (dimensin pasiva). Nuestra inclinacin al goce y alfacilismo jams buscara la oscuridad, el dolor, el no saber qu hacer. Somossorprendidos por dolores y oscuridades no buscados. El diario caminar en la presenciamisteriosa y purificante de Dios nos atrapa en el dolor, la muerte, el no sentido, laslimitaciones personales, los aparentes fracasos, las enfermedades, las separaciones eincluso la propia experiencia del pecado. La noche tiene un sentido de negacin:ausencia de luz y reconduccin dolorosa de la vida pulsional: nuestras pasiones,nuestras tendencias, nuestros apetitos, nuestros instintos.

    En la experiencia religiosa nota San Juan de la Cruz cmo: Es harto de llorar laignorancia de algunos, que se cargan de extraordinarias penitencias y de otros muchosejercicios y piensan que les bastar eso y esotro para venir a la unin de la Sabiduradivina, si con diligencia ellos no procuran negar sus apetitos (1 Subida 8,4). Enpalabras de la actualidad es como decir que hay gente que cree haberse ganado a Diosdesgastndose en sus obras de apostolado e incluso en su oracin, pero no gastan sutiempo en desapropiarse de aquello de lo que se han hecho dueos en nombre de Diosy, por tanto, buscarlo slo a l desinteresadamente para luego buscar el bien del otrosin buscarse a s mismos.

    La nica provisin, el nico avo que se recomienda para partir a tientas en estanoche oscura es el amor: la luz interna del amor. Las ansias de amor son las que dan

    direccin a todo el proceso (2 Noche Oscura, 24,4). El amor es la fuente derenacimiento y resurreccin para la persona. Esta noche no puede llegar a felizmente asu objetivo si no est con ansias en amores inflamada, sin amor no ser venturosa(feliz). Por esta razn hay que decir que todo el proceso de purificacin de la nocheest ntimamente relacionado con la experiencia orante, que es experiencia de amor, yes en la oracin donde ms se evidencia y madura el camino de la noche. La oracines el lugar de aquilatamiento del amor. La oracin es un momento fuerte deencuentro con Dios, un ejercicio de amor. Pero, cmo orar si hasta orar nos cuesta?Es entonces cuando la oracin se convierte en gemido salido del corazn, en queja delamigo para con el amigo, en lamentacin, en dolor compartido o, tal vez, en unsilencio profundo que se deja abandonar en la espera.

    En resumen, despus de la redencin de Cristo, seguimos condicionados por

    inclinaciones y tensiones (apetitos en la terminologa de Juan de la Cruz) que nospueden apartar del bien real encerrndonos en nuestras pretensiones egostas. Lanoche es un proceso que nos invita a dar un salto hacia la interioridad y autoposesintotal. Esta experiencia integradora unifica nuestro ser dividido.

    Vivimos en una civilizacin que querra borrar de un plumazo todo lo que tieneque ver con la negacin de s mismo. Sin embargo, San Juan de la Cruz seala que laaficin y asimiento que el alma tiene a la criatura iguala a la misma a la criatura (1Subida 4,3). Que es lo mismo que ser esclavos de los asimientos, de los apegos yamarres que nos atan a lo que poseemos. La negacin es una renuncia perentoriasubordinada a la consecucin de la plenitud del amor, dejando a un lado lo que nofavorece el camino hacia l. La noche es un reto a la integracin del hombre. A travs

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    del proceso de purificacin de la noche, la persona canaliza toda su capacidad de serhacia un nico objetivo de realizacin: ser en Dios. Todo el mundo de nuestrainterioridad con sus pasiones, inclinaciones, deseos -es decir, toda la vida pulsional- es

    enderezado, a travs del paso de la noche-negacin, a la comunin con Dios. Poreso Juan de la Cruz sentencia: En el Deuteronomio...dice Moiss: Amars a tu SeorDios de todo tu corazn, y de toda tu nima y de toda tu fortaleza. En la cual secontiene todo lo que el hombre espiritual debe hacer y lo que yo aqu le tengo deensear para que de veras llegue a Dios por unin de voluntad por medio de lacaridad. Porque en ella se manda al hombre que todas las potencias y apetitos yoperaciones y aficiones de su alma emplee en Dios(3 Subida 16, 1).

    En quien se encuentra en la mitad de la vida, significa un retomar la existenciacon un nuevo sentido, con una nueva orientacin que integra lo vivido y lo reordena yproyecta hacia metas nuevas y ms definitivas. La crisis de la mitad de la vida empiezapor redimensionar nuestra relacin con Dios apartndonos de la tirana de lasconcepciones estrechas y egostas que fabricamos los hombres en relacin a Dios.

    El amor define el camino del proceso purificador. El amor liberante es amorabierto al prjimo, porque amor de Dios y amor al prjimo van emparejados: cuantoms crece este amor, tanto ms crece el de Dios, y cuanto ms el de Dios tanto msste del prjimo; porque lo que es en Dios es una misma razn y una mismacausa(3 Subida 23,1).

    El futuro de la mitad de nuestra vida depender de la voluntad de dejarnos enmanos totalmente de Dios, confiando en que l nos va llevando, abandonndonos enl. Depender tambin de la humildad sincera con que nos enfrentemos a nosotrosmismos, sin escabullirnos, conscientes de que cualquier paso que demos para ubicarnuestra propia realidad personal y nuestra historia nos ser de gran ayuda.

    La transformacin del nuevo nacimiento en nuestra vocacin cristianarequiere tanto el desarrollo psicolgico como la conversin. La conversin es unproceso continuo por medio del cual las personas llevan sus vidas hacia unaadecuacin con la trama central de la fe cristiana. No es una negacin de nuestrodesarrollo humano sino una transformacin y realizacin del mismo. Y este proceso esun viaje, un camino: se hace camino al andar.

    5. DOS PRLOGOS QUE SON TODO UN PROGRAMA: LA PASCUA DE LAPERSONA, APRENDER A DEJARSE LLEVAR POR DIOS.

    Juan de la Cruz nos explica en el prlogo comn de Subida al Monte Carmelo y

    Noche Oscura, dos obras complementarias, que quiere dar a entender esta nocheoscura por la cual pasa el alma para llegar a la divina luz de la unin perfecta del amorde Dios (Prlogo, 1). Es decir, el smbolo de la noche es el dinamismo operante delcamino. Los verbos pasar y llegar introducen la movilidad: el alma pasa movimiento hacia- por la oscuridad de la noche, por las profundas tinieblas ytrabajos, as espirituales como temporales (ib.), a la divina luz de la unin perfectadel amor de Dios, meta a la que llega. La noche es oscuridad, privacin, negacin. Launin con Dios en amor es luz, posesin, afirmacin plena. Hay dos fuerzascontrapuestas y polarizadas que, a su vez, se complementen y cumplen con el objetivode la unin con Dios: la negacin y la afirmacin.

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    El movimiento del alma que hoy podremos tambin traducir por personapara afirmar la integralidad del proceso- que se mueve hacia la divina unin es un

    pasar, una autntica pascua, como el pesaj del pueblo de Israel por el Mar Rojo y

    el desierto hacia la tierra prometida. Pero la resolucin plena se concreta en elentrar, que da la razn ltima del proceso purificador de la noche. Dichomovimiento puede verse obstaculizado por no se entender o no ser entendida por

    guas idneas y despiertas. Entonces sobreviene la desgracia: no entrar o nodejarse entrar.

    Para San Juan de la Cruz este paso no tiene nada que ver con un recinto desoledad cerrada ni con la ausencia. En medio de la oscuridad de la noche se divisa eintuye una presencia, la cual contrasta, a su vez, con una sensacin interior deausencia. Es la contradiccin constitutiva de la noche.

    El alma se ve en peligro no solamente de no entrar, sino tambin de nodejarse entrar, no dejarse conducir. Dios est presente y ofrece su mano en la noche.

    l mismo es el lazarillo de quien camina en oscuridad. Por eso en la noche oscuraJuan expresa la pasividad en el dejarse entrar: Dejndose poner libremente en elpuro y cierto comino de la unin. La actividad se resalta particularmente en la libreaceptacin de quien abre su corazn al gua de la noche. Esta es la enseanza que elmstico quiere comunicar: para este saberse dejar llevar de Dios cuando su Majestadlos quiere pasar adelante, as a los principiantes como a los aprovechados, con suayuda daremos doctrina y avisos, para que sepan atender o, a lo menos, dejarse llevarde Dios (Prlogo, 4). Nos ofrece, pues unas lneas orientadoras que se adentrarn yramificarn, se entrelazarn y casi se confundirn. A la oscuridad de la noche por laque pasa el alma se contrapone la luz de la unin de amor, oposicin entre negacin yafirmacin. Al entrar libre del alma se contrapone el dejarse entrar o llevar. Y, enadmirable complemento, se resume todo el proceso.

    En el prlogo del Cntico Espiritual B, San Juan de la Cruz llama al alma adejarse llevar por el Espritu del Seor: porque el Espritu del Seor que ayuda anuestra flaqueza, como dice San Pablo (Rm 8,26) morando en nosotros, pide pornosotros con gemidos inefables lo que nosotros no podemos bien entender nicomprender para lo manifestar. La presencia inefable del Espritu Santo da vida a todoel proceso de encuentro con Dios y garantiza la libertad y profundidad con que elmismo se lleva. El Espritu es el gua en la noche y el que, adems, da toda laanchura y copia que el espritu fecundo ofrece a los dichos de amor, los cuales esmejor declararlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche segn sumodo y caudal de espritu. La palabra que describe todo el hecho pascual queconfigura al hombre en un nuevo ser por medio del Espritu es la de San Juan de laCruz y la de cada uno de los que experimentan la sabidura divina del encuentro

    amoroso. Leyendo San Juan de la Cruz, leyendo sus poemas y sus declaraciones seahonda en la sabidura que entiende las verdades divinas, sabidura que se sabe poramor, en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan (las verdades deDios).

    6. UNA MIRADA CONTEMPLATIVA CON SAN JUAN DE LA CRUZ Y SANTATERESA

    La dimensin contemplativa fundamentalmente es la respuesta teologal de fe,esperanza y amor con la cual el creyente se abre a la revelacin y a la comunin delDios vivo por Cristo en el Espritu Santo. "El esfuerzo por fijar en El (Dios) la mirada yel corazn, que nosotros llamamos contemplacin, se convierte en el acto ms alto y

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    ms pleno del espritu, el acto que hoy todava puede y debe coronar la inmensapirmide de la actividad humana" (SCRIS, La Dimensin Contemplativa de la VidaReligiosa,1, 1980)

    1. Contemplacin, vocacin cristiana

    "Hermosura que tiene en s todas las hermosuras" (CV 22,6)."Oh, hermosura que excedis a todas las hermosuras!"

    Y vio Dios que todo lo que haba hecho era bueno".

    El Gnesis refiere que en el amanecer de la creacin, al concluir cada obra suya,Dios vio que todo lo que haba hecho era bueno (1,31 y vv.). La primera mirada en laEscritura es la de Dios. Una mirada de amor y de complacencia por la obra salida desus manos. Una mirada que precede a la del hombre quien, a su vez, ser dotado de

    una especial capacidad de ver como Dios. Dios crea con su palabra omnipotente y miraal ser humano, hecho a su imagen y semejanza. Su mirada serena es una invitacin amirar como l lo hace.

    Cuando San Juan de la Cruz se hace eco de este momento tan importante parael hombre, la primera mirada creadora de Dios, se hace prdigo en lirismo:

    Mil gracias derramandopas por estos sotos con presura,y, yndolos mirando,con sola su figura

    vestidos los dej de su hermosura (Cntico E.).Y explica as el verso:

    "Segn dice San Pablo, el Hijo de Dios es resplandor de su gloria y figura de sussustancia (Heb 1,3). Es, pues, de saber que con sola esta figura de su Hijo mir Diostodas las cosas, que fue darles el ser natural, comunicndoles muchas gracias y donesnaturales, hacindolas acabadas y perfectas, segn dice el Gnesis por estas

    palabras: Mir Dios todas las cosas que haba hecho, y eran mucho buenas (1,31). Elmirarlas mucho buenas era hacerlas mucho buenas en el Verbo, su Hijo. Y nosolamente les comunic el ser y gracia naturales mirndolas, como habemos dicho,mas tambin con sola esta figura de su Hijo las dej vestidas de su hermosura,comunicndoles el ser sobrenatural; lo cual fue cuando se hizo hombre, ensalzndole

    en hermosura de Dios, y, por consiguiente, a todas las criaturas en l, por haberseunido con la naturaleza de todas ellas en el hombre. Por lo cual, dijo el mismo Hijo deDios: Si ego exaltatus a terra fuero, omnia traham ad meipsum (Jn 12,32). Esto es: Siyo fuere ensalzado de la tierra, levantar a m todas las cosas. Y as, en estelevantamiento de la Encarnacin de su Hijo y de la gloria de su resurreccin segn lacarne, no solamente hermose el Padre las criaturas en parte, mas podremos decirque del todo las dej vestidas de hermosura y dignidad." (CB 6,4)

    El hombre es el centro de la creacin y la expresin mxima de la hermosuracreadora de Dios. Ha sido hecha por l a su misma imagen y dotada de dones delCreador. El hombre ha sido capacitado para ver. Hombres y mujeres vemos porquetenemos ojos, don del creador. Pero no solamente "vemos" con los ojos pues nuestra

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    mirada trasciende, va ms all de la sencilla percepcin material del mundo externo.Podemos ver "ms all", pues todos los seres humanos tenemos capacidad de ver conel corazn, posibilidad de ver desde dentro y mirar hacia dentro. Los animales no

    trascienden la materialidad de las cosas, no ven desde dentro, el ser humano s. Lavista y el mirar son tan importantes para el ser humano que cuando faltan no se pierdela capacidad de ver: hay un nuevo ver que nace desde dentro de la persona. Slo lapersona humana es capaz de mirar desde el corazn porque Dios la dot de esacapacidad: la hizo a "su imagen y semejanza". Por eso, mirar desde dentro es miraramando, como Dios. El amor es la sabidura profunda que lo penetra todo, y que,sobre todo, sabe ver. Ven amando la madre y el hijo, el esposo y la esposa, losamigos, los novios Nuestro mirar es posibilidad de amar simplemente por vocacinhumana. De all arranca la comn vocacin a la contemplacin de todo hombre. Lo quenecesita es aprender a ver.

    2. Aprender a ver.

    Detengmonos con detalle en nuestras acciones rutinarias: un da cualquiera demi vida salgo a la calle, realizo mis actividades cotidianas, cumplo casi mecnicamentecon lo propuesto y regreso a casa. En estos casos no es extrao que yo no recuerdemuchas personas y circunstancias que me acontecen o que se me cruzan por elcamino. Hay veces que vamos por la vida viendo sin mirar. En cambio, un buen darepito lo mismo, pero en esa ocasin percibo la realidad circundante, del todosemejante a la del resto de mis otros das de costumbre. Recuerdo un poco mejor laspersonas con las que me tropiezo, las mismas que quiz no percibo en otrosmomentos. Esta vez, no he realizado simplemente una accin mecnica ms, esta vezme "he dado cuenta". Es decir, me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor,percibo, toco el ambiente y, sobre todo, las personas.

    "Darnos cuenta es lo mismo que abrir los ojos y, en consecuencia, vivir con losojos abiertos. Abiertos a qu y para qu?. San Juan de la Cruz lo llama "caer el almaen la cuenta" (CB 1,1). En la experiencia espiritual se trata de un nuevo mirar la vida,de una toma de conciencia fundamental, que es juntamente opcin interior por algoque define el horizonte y la direccin de la vida desde el encuentro del amor. Es lavisin y el encuentro con la verdad que orienta y enamora una vida. Por ella nosdamos cuenta de que somos y estamos situados en el mundo y en la historia con unainterioridad habitada. No estamos vacos. Cuando me doy cuenta los ojos ven lomismo que antes, pero hay una perspectiva nueva, distinta: la existencia se ve y sevive desde la profundidad que se abre a la gratuidad del amor de Dios, al que ledebemos todo, el mismo que impregna mi vida de su presencia transformante.

    Nuestra civilizacin conoce la fuerza, el carcter persuasivo de la imagen. La

    publicidad explota sin pudor esta faceta del ser humano. Nuestras grandes ciudades,ahogadas por el colorido de los carteles publicitarios son vctimas de esta irrupcin. La

    redinternet- es el smbolo de la complejidad de lo visual. Con frecuencia, en estaindefensin en que nos encontramos, el inconsciente se hace depositario de todo tipode "imagen-basura" llena de colorido e insinuante. Desde esta marea crecienteseguimos experimentando, como ayer -o no s si ms que ayer- un profundo vaco ennuestro interior.

    Las leyendas, aunque son relativas y fantasiosas, nos ayudan a entender mejorciertos aspectos de la vida humana. Cuenta una parte fruto de mi invencin- que enun principio Dios hizo del ser humano tambin un dios (con minscula), junto a toda lacorte celestial de dioses. Pero el ser humano comenz a usar mal de su divinidad. Dios

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    entonces, perplejo ante aquella actitud, llam a consulta a la corte divina. Les propusocomo solucin despojar al hombre de su divinidad, pero los otros dioses le advirtierondel peligro de destruirlo de esta manera. Entonces cruz por un prado lleno de luz una

    hermosa mariposa de mltiples colores que se fue a perder en la oscuridad del follajedel bosque. Entonces Dios pens: ya s lo que har, como esa mariposa que escondesu colorido en el bosque, as le esconder muy dentro la divinidad al ser humano, demodo que la nica manera de verla ser mirando dentro. Desde entonces, el serhumano tuvo que mirar dentro de s para poderse encontrar con su identidad. Lainterioridad es el primer paso, siempre obligado, para poder ver toda su existenciadesde un nuevo horizonte.

    a) Primero hay que mirar dentro de s y descubrir la propia capacidad de ser.

    El mirar dentro es la ubicacin realista que me permite redimensionar todo,descubriendo la verdad de m mismo y desde m mismo. Este verse con ojos nuevos seidentifica con la humildad o tambin el "propio conocimiento". Teresa de Jess seala

    en conocidsima frase que "Una vez estaba yo considerando por qu razn era nuestroSeor tan amigo de esta virtud de la humildad, y psoseme delante -a mi parecer sinconsiderarlo, sino de presto- esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildades andar en verdad" (6 Mor 10, 7). El edificio espiritual se fundamenta en ella: esteedificio todo va fundado en humildad, mientras ms llegados a Dios, ms adelante hade ir esta virtud (V 12, 4) Y mientras ms crece el amor y humildad en el alma,mayor olor dan de s estas flores de virtudes, para s y para los otros (V 21,8). Juande la Cruz aade: "la humildad... tiene los efectos de la caridad, que no estima suscosas ni las procura, ni piensa mal sino de s, y de s ningn bien piensa, sino de losdems" (cfr. 1 Cor 13,4-7) (3 Sub 9,4).

    La persona que se descubre a s misma a la luz de la verdad de Dios est en

    condiciones de verse con realismo y ver a las personas y las cosas con ojos nuevos.Por eso tiene la capacidad de los dichosos de los que habla el Evangelio: " felices loslimpios de corazn porque ellos vern a Dios"(Mt 5,8). Es el mirar del que habla el librodel Principito: con el corazn. El ciego no tiene la luz exterior, sin embargo hay para luna luz que viene de adentro, tan real como su misma ceguera: puede ver con elcorazn. Sin embargo, cuntas veces -sin apenas darnos cuenta- vamos por la vidacomo ciegos videntes! Es decir, ciegos que dicen ver. Jess recriminaba a los fariseosesa ceguera autosuficiente (Jn 9,35-41). Solamente la intervencin de Dios puedeconvocar la luz y otorgarnos la vista. l nos hace descubrir nuestra ceguera y nosotorga una luz nueva: La capacidad de ver con ojos nuevos nos es dada: es gracia,don, regalo! Los ojos nuevos no se obtienen sino desde el "encuentro": Quin es,Seor, para que pueda creer en l?. Jess le contest: ya lo has visto, el que esthablando contigo.. (Jn 9, 37)

    b) Saber mirar es aprender a vivir..

    Saber mirar es aprender a vivir. Quien sabe mirar devuelve a cada cosa ypersona, desde la experiencia contemplativa del nuevo mirar, su sentido estableciendocon ella una nueva relacin. Si antes no se haba percibido la armona, el saber mirarnos devuelve la perspectiva real de las cosas y de las personas. Esta nueva posibilidadnos la otorga Dios desde la experiencia de la gratuidad, como resalta Pablo (Rom 4,16)y luego repite Teresa del Nio Jess: Todo es gracia!

    El amor, la experiencia suprema del ser humano, es don total, no se busca, seencuentra. Para quien vive su experiencia cristiana en clave de amor -nica forma de

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    vivir el cristianismo en su sentido pleno y profundo-, el sentirse amado por Diosdespierta y pone en movimiento toda su potencialidad vocacional. La vivencia del amorde Dios ilumina nuestra existencia cristiana y nos introduce en la sabidura del que

    "sabe ver": si el "mirar Dios es amar Dios" o, ms bellamente an: "el mirar de Dios esamar" (CB 31, 6 y 8), "saber mirar es amar". Es la sabidura de msticos como SanJuan de la Cruz.

    La mirada se transforma cuando es mirada que se encuentra con mirada.Entonces se convierte, desde esta perspectiva en un "encuentro" de miradas. Podemosmirar que Dios nos mira con una mirada de amor. Y en el encuentro de miradas seresuelve el amor. Las coordenadas de miradas se unifican en la hondura de la persona.De aqu arranca la sabidura del "saber amar". La humildad, segn Santa Teresa es

    andar en verdad. Andar en la verdad propia, del otro y de Dios. Todo consiste en unvernos, ver a Dios y ver al otro con ojos nuevos.

    c) Mirando dentro de nosotros mismos y descubrindonos amados por Dios nos

    encontramos con su mirada:

    Teresa de Jess descubre un nuevo juego, el de las miradas, la de Dios y la delhombre que se encuentran en la oracin. Es algo ms que un simple mtodo oracional,es una experiencia de encuentro de dos miradas en una: la de Dios y la nuestra (CV26, CE 42):

    "Procuraba representar -lo que equivale a mirar- a Cristo dentro de m... Enaprovechando, aprovecha mucho, porque es en amar..." (V 9,4-5). "Si

    pudiere, ocuparle (el entendimiento) en que mire que le mira, y le acompae yhable y pida y se humille y regale con l" (V 13,22; cfr.CV 26,3). "Poned losojos en el crucificado y harseos todo poco; si su Majestad nos mostr el amor

    con tan espantables obras y tormentos, cmo queris contentarle con slopalabras?..." (7Mor 4,8).

    El encuentro con la mirada de Dios en Cristo es contemplacin amorosa que serealiza en las instancias ms profundas de nuestro ser. El encuentro puede ser tanfuerte que la experiencia del espacio se reduce de tal forma que no hay fronteras entrelo que vemos fuera y lo que vemos dentro. Nos hacemos uno con l.

    Cuando dos miradas se encuentran, la nuestra y la de Dios, la vida de la graciaen nosotros desarrolla una libertad inmensa, libertad que es fuerza de amor que liberapara amar: As lo seala Santa Teresa por propia experiencia:

    "De ver a Cristo me qued imprimida su grandsima hermosura, y la tengo hoy

    da... Despus que vi la gran hermosura del Seor, no vea a nadie que en sucomparacin me pareciese bien ni me ocupase; que con poner un poco los ojosde la consideracin en la imagen que tengo en mi alma he quedado con tantalibertad en esto... Y tengo yo por imposible, si el Seor por mis pecados no

    permite se me quite esta memoria, podrmela nadie ocupar de suerte que, conun poquito de tornarme a acordar de este Seor, no quede libre" (V 37,4).

    Este nuevo "ver" le permite a Teresa amar con libertad. Su experiencia resaltamagistralmente la simbiosis entre las miradas donde la mirada del Seor se convierteen fuente unificadora que ensancha el amor y deshace cualquier actitud intimista oegosta de la contemplacin. Lo que equivale a decir que la contemplacin amorosa deDios expande nuestra capacidad de amar:

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    "Esto tengo, seala Teresa de Jess, de unos aos ac, que no veo persona quemucho me contente que luego querra verla del todo dar a Dios, con unas

    ansias que algunas veces no me puedo valer. Y aunque deseo que todos lesirvan, estas personas que me contentan es con muy gran mpetu, y asimportuno mucho alSeor con ellas"(V 34,7).

    La contemplacin, desde la experiencia contemplativa de Santa Teresa, es unproceso de interiorizacin de la relacin con la persona de Cristo. Tiene como punto departida la educacin a la mirada:

    "No os pido ahora que pensis en l, ni que saquis muchos conceptos, ni quehagis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os

    pido ms que le miris. Pues, quin os quita de volver los ojos del alma -aunque sea de presto, si no podis ms- a este Seor? Pues podis mirar cosasfeas, y no podris mirar la cosa ms hermosa que se puede imaginar? Pues

    nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras... Mirad que no estaguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos; como lequisiereis le hallaris. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedar

    por diligencia suya" (C 26,3).

    La mirada de quien contempla a Cristo se hace tan transparente que quedaposibilitada para mirar de muchas maneras la vida propia. Jess quiso compartir connosotros nuestra historia y nuestra realidad, compartir nuestras alegras y nuestrastristezas as que lo podemos identificar presente en nuestro contexto vital:

    "Si estis alegre, miradle resucitado; que slo imaginar cmo sali del sepulcroos alegrar, Ms, Con qu claridad y con qu hermosura, con qu majestad,

    qu victorioso, qu alegre! Como quien tan bien sali en la batalla adonde haganado un tan gran reino, que todo le quiere para vos, y a S con l. Pues, esmucho que a quien tanto os da volvis una vez los ojos a mirarle? Si estis contrabajos o triste, miradle camino del huerto; qu afliccin tan grande llevabaen su alma!, pues con ser el mismo sufrimiento la dice y se queja de ella. Omiradle atado a la Columna..." (26,4-5).

    Por su parte, San Juan de la Cruz nos indica cul es la consecuencia delencuentro amoroso de miradas, encuentro liberador que ensancha las potencialidadesdel hombre nuevo que de all sale: "La mirada de Dios cuatro bienes hace en el alma,es a saber: limpiarla, agraciarla, enriquecerla y alumbrarla; as como el sol cuandoenva sus rayos, que enjuga y calienta y hermosea y resplandece" (CB 33, 1). Esmirada y es luz que enva Dios a cada uno, si se lo pide y dispone a recibirla con

    humildad, con sencillez. La mirada de Dios es activa como activo es su amor gratuito.

    La experiencia de "encuentro de miradas" es sobre todo experiencia de graciaadems de contemplacin amorosa. La contemplacin es una experiencia a la quetodos, de una manera u otra, somos convocados desde nuestra identidad cristiana. Noes una exclusividad de ciertas personas, aunque pueda ser ms profunda en unos queen otros, aunque haya vocaciones en la Iglesia exclusivamente dedicadas a ella,aunque haya personas concretas privilegiadas por Dios con una experiencia msticacomo Teresa o Juan de la Cruz.

    La contemplacin es la mirada nueva de la persona que se ha encontrado defrente con la mirada de Dios. A este mirar Juan de la Cruz lo llama: "Tu vista de amor"(CB 33,6). Y siendo gracia, aade, poniendo la frase en boca de Dios: "Mis ojos te

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    dieron gracia por su vista" (CB 33,7).Es una experiencia de "encuentro" que produceuna novedad en el hombre, que proporciona una luz profunda, aunque las tinieblassean ms espesas que las del ciego: Porque "quien no quiere otra cosa sino a Dios, no

    anda en tinieblas, aunque ms oscuro y pobre se vea" (S. Juan de la Cruz, carta del12-10-1589).

    La plenitud de la experiencia de la mirada contemplativa le expresa de muchasmaneras San Juan de la Cruz. Una de los lugares ms sublimes lo encontramos en sucomentario a la cancin 36 de Cntico B: "Gocmonos, Amado, y vmonos a ver en tuhermosura..." All, luego de hacer un original juego potico con la palabra"hermosura", comenta, definiendo la naturaleza de la experiencia contemplativa:

    "Esta es la adopcin de los hijos de Dios, que de veras dirn a Dios lo que elmismo Hijo dijo por San Juan al Eterno Padre, diciendo: Todas mis cosas son tuyas, ytus cosas son mas ( 17m 10). l por esencia, por ser Hijo natural, nosotros porparticipacin, por ser hijos adoptivos. Y as, lo dijo l, no slo por s, que es la cabeza,

    sino por todo su cuerpo mstico, que es la Iglesia. La cual participar la mismahermosura del Esposo en el da de su triunfo, que ser cuando vea a Dios cara a cara"(CB 36,5).

    3. Maestro, que yo vea!

    "El hijo de Timoteo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto alcamino. Al enterarse de que era Jess de Nazaret, se puso a gritar: Hijode David, Jess, ten compasin de m! Muchos le decan que se callara,

    pero l gritaba mucho ms: Hijo de David, ten compasin de m! Jessse detuvo y dijo: Llmenlo. Llaman al ciego, dicindole: nimo,levntate, te llama! Y l, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde

    Jess. Jess, dirigindose a l, le dijo: Qu quieres que te haga? Elciego le dijo: Maestro, que vea! Jess le dijo: Vete, tu fe te ha salvado.Y al instante, recobr la vista y le segua por el camino" (Mc 10,46-52).

    a. Ver a Jess.

    En el episodio de Bartimeo tenemos una oracin de plegaria: Hijo de David,Jess, ten compasin de m! Al paso de Jess por su vida la conciencia de que slo lpuede curar su ceguera le hace sobreponerse a la presin de los circunstantes.

    Jess desde el bautismo tambin apareci por el camino de nuestra vida. Hoy

    sigue pasando por ella. Todava podemos sentirnos como el ciego Bartimeo: por elcamino se acerca una y otra vez Jess a nosotros. La oracin de ciegos y mendigospodra ser infinitamente: Hijo de David, Jess, ten compasin de m!

    Si leemos otro evangelio, el del ciego de nacimiento en Juan 9 lo sentiremoscomo una experiencia de luz. El Evangelio de Juan est recorrido de smbolosluminosos que manifiestan que la experiencia de fe, de encuentro con Jess, esiluminadora. Este evangelio es prototipo del encuentro con Jess, luz del mundo, elcual se profundiza a partir y a raz del bautismo Es un paso de las tinieblas a la luz,encuentro liberador con el Seor:

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    La Palabra era la luz verdadera,la luz que ilumina a todo hombre,y llegaba al mundo.

    Ya estaba en el mundo,este mundo que se hizo por Ella, o por El,este mundo que no lo recibi.

    Vino a su propia casa,y los suyos no lo recibieron;

    pero a todos los que lo recibieronles dio capacidad para ser hijos de Dios (Jn 1,9-12).

    Nuestra vida est sujeta a la lucha entre la oscuridad-tinieblas y la luz-fe,combate vencido por la muerte y resurreccin del Seor. En su infinito amor alhombre, la muerte que es el pecado y la ceguera no es ms que un pretexto para queDios, en su accin salvadora, por medio de Jesucristo manifieste su gloria curando la

    ceguera de nacimiento: "es para que se manifieste su gloria" (cfr. Jn 9,3). El encuentrocon la mirada de Jess es luz y salvacin para quien padece del pecado y la cegueraque l produce, o del pecado de la ceguera espiritual.

    Jess es la luz que ilumina nuestras tinieblas. l pasa por el camino de nuestrasvidas, y, aunque seamos tan ciegos como el ciego de nacimiento, l puede abrirnuestros ojos a la luz. Nosotros podemos pedirle insistentemente que nos d la luz.

    b) Cuando no amamos estamos incapacitados para ver.

    No es verdad que el amor sea ciego. Lo que se entiende por amor ciego es unacaricatura. Es como la mariposa que se enamora del fuego: all encuentra su muerte.

    Lo dice San Juan de la Cruz:"Poco le sirven los ojos a la mariposilla, pues que el apetito de lahermosura de la luz la lleva encandilada a la hoguera... Porque la causadel encandilamiento es que, como pone otra luz diferente delante de lavista, cigase la potencia visiva en aquella que est interpuesta y no vela otra" (1 Sub 8,3).

    En cambio, el amor es luz, todo lo viste de hermosura. Pero a pesar de ello,cuntas veces equivocamos el camino del verdadero amor y nos quemamos con unfuego fatuo que, luego de interponrsenos y engaarnos, nos destruye! Nos negamosa nosotros mismos la capacidad para entendernos y entender cuando nos empeamosen elegir por luz las tinieblas, cuando las experiencias que aparentemente colman el

    sentido de nuestra vida no encuentran su centro de definicin en la decisinfundamental por Dios. Qu es lo que vale realmente la pena para dirigir mi capacidadde amar, dejando a un lado lo menos importante? Realmente voy conduciendo mivida con la sabidura que me otorga el nuevo ver del encuentro con el Seor Jess?

    c. Cmo ver a Jess?

    Todo amor pone sus condiciones. La condicin del amor es que no tolera mediastintas ni intromisiones. San Juan de la Cruz comenta una leyenda sobre un ciertopjaro solitario, que "no sufre compaa" (D 120). La experiencia del que opta por"Dios slo" es una extraa "soledad sonora". Es decir, es una decisin que no puede

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    ser sustituida por nadie. Es personal. El amor es total e insustituible. Es importanteque tengamos claridad en este sentido.

    La visin del contemplativo se centra en Dios, y ste, a su vez, se convierte enlente para ver todo lo dems. Es el principio de un cambio total de la orientacin de laexistencia que culmina necesariamente en el encuentro con el Dios personal de Jess.Un Dios a la vez que diferente a nosotros, cercano a nosotros. Dios complicado connuestra historia, el mismo que nos ha mostrado Jess en su gesto de amasar barrocon saliva para untar el lodo de la nueva creacin hecha en l (cfr. Jn 9). Teresa deJess insiste en que hemos de poner nuestros ojos en l. Es en l donde se realiza eseejercicio de amor, encuentro de miradas que ella llama "mire que le mira": estarpendientes con nuestra mirada que Dios nos mira. Y no hay que huir de su miradaporque es la de Alguien que nos ama.

    Resumiendo, la primera gran condicin para ver a Jess es poner totalmente lamirada en l y no apartarla para nada: "Los ojos en vuestro Esposo..." (CV 2,1; cfr CV

    26,3). La mirada de Dios es una mirada de amor, una mirada de Padre. Jess en supersona resume todas las cualidades de esa mirada. Por eso, el encuentro con su mirares el encuentro con todo lo que entraa el corazn mismo de Dios.

    d. Ver lo bello, ver al "otro".

    Una persona me cont hace tiempo esta experiencia: "Despus de vermealgunos das sumido en la tristeza sub a lo ms alto de la casa, comenc a ver lamontaa frente a m. Todos los das ha estado all, pero yo la he ignorado, enconchadomuy dentro, en la tiniebla interior. Y pens: qu lstima! me he perdido durante estosdas algo tan bello: la hermosa montaa, sinfona de verdes y azules, acariciada porlas nubes y el cielo. Hoy hasta imagino all lejos, cascadas y frondas mecidas por el

    viento. Y por qu antes no? Slo cuando me doy cuenta de la realidad, cuando la veode frente, entonces puedo dimensionarla, sentir su plpito y su peso vital en m. " Estenuevo estado de nimo fue consecuencia de una ruptura con el enconchamiento quepudo derivar en depresin. La verdad interior y la verdad exterior, toda la capacidadde ver, chocaba con la ceguera que produce el no saber o no querer ver.

    Cuesta, a veces y en circunstancias muy determinadas, ver con ojos nuevos lo"otro" y al "otro", especialmente cuando nos topamos con el "otro" una y otra vez, y lamente y el corazn se van llenando de archivos clasificatorios que ponen trabas a larelacin fluida. La ruptura con el crculo vicioso que no nos permite hacer la aventuradel amor la expresa san Juan en su primera carta cuando une el amor a la experienciade la "luz": "el que ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza" (I Jn 2,10).Tropieza el que no ama porque no est en la luz.

    Amar es un aprendizaje. Amar al otro supone un morir tambin. Morir a lasformas de verlo, de sentirlo. El examen de nuestra tarde es el amor. As lo resume SanJuan de la Cruz: "a la tarde te examinarn en el amor" (D 59). El amor al otro se abrecon un sentido profundamente universal desde la profundidad de quien ama desdeDios. As cobran sentido expresiones sanjuanistas como sta: "no pienses que, porqueen aquel no relucen las virtudes que t piensas, no ser precioso delante de Dios por loque t no piensas" (D 61).

    El amor nace de una actitud de disponibilidad siempre nueva a ver al otro conojos nuevos, como Dios nos est mirando constantemente con ojos nuevos. Es decir,como Dios nos ama. Juan de la Cruz propone un modo de amar que es toda una

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    mxima: "holgndote del bien de los otros como del de ti mismo y queriendo que losantepongan a ti en todas las cosas, y esto con verdadero corazn" (Cautelas 13).

    Conclusin.

    Es estimulante la invitacin a cultivar una mirada contemplativa que hace elPapa Juan Pablo II en su Evangelium Vitae: "urge ante todo cultivar, en nosotros y enlos dems, una mirada contemplativa". sta nace de la fe en el Dios de la vida, que hacreado a cada hombre hacindolo como un prodigio (cf. Sal 139/138,14). Es la miradade quien ve la vida en su profundidad, percibiendo sus dimensiones de gratuidad,belleza, invitacin a la libertad y a la responsabilidad. Es la mirada de quien nopretende apoderarse de la realidad sino que la acoge como un don, descubriendo encada cosa el reflejo del Creador y en cada persona su imagen viviente (cf. Gn 1,27; Sal8,6). Esta mirada no se rinde desconfiada ante quien est enfermo, sufriendo,marginado o a las puertas de la muerte, sino que se deja interpelar por todas estassituaciones para buscar su sentido y precisamente en esas circunstancias, encuentra

    en el rostro de cada persona una llamada a la mutua consideracin, al dilogo y a lasolidaridad. Es el momento de asumir todos esta mirada, volviendo a ser capaces, conel nimo lleno de religiosa admiracin, de venerar y respetar a todo el hombre..."(n.83). Segn Juan Pablo II la "mirada contemplativa" nace del Dios de la vida. Es unamirada libre y liberadora: "no pretende apoderarse de la realidad". Es una mirada que,libre de todo egosmo, se abre al "otro", a su rostro. Y todos podemos abrirnos a estamirada.

    El mirar de Dios es amar

    7. SAN JUAN DE LA CRUZ, LECTOR ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS

    Juan de la Cruz fue un gran lector de la Biblia. Hojeando sus escritos aunquesea superficialmente descubrimos en ellos abundancia de citas y comentarios a laEscritura. La abundancia de citas revela de su parte una erudicin innegable. Sinembargo salta a la vista que su inters no es el de demostrar que conoce mucho deella. Su utilizacin de la Escritura es fundamentalmente testimonial, lo cual indica queen su manejo de los textos bblicos hay una profunda implicacin personal, una vida yuna luz propia que invade todo.

    Junto al valioso testimonio personal que plasma en sus escritos y poemastenemos el de los que le conocieron y que atestiguan su aficin a la Palabra de Dios,

    algo que se fue haciendo familiar entre frailes, monjas y seglares.

    Juan de la Cruz despliega en sus escritos una fidelidad creativa a la Palabra deDios fruto de su amor profundo por la misma. Es el carmelita que ha asumidocabalmente la invitacin de la Regla y la ha sabido plasmar dando lugar a un modooriginal de confrontarse con la Palabra.

    A continuacin har en primer lugar un acercamiento a Juan de la Cruz comolector de la Palabra con ojos nuevos, se pondr en evidencia la metodologa que utilizay que llama la atencin hoy. A continuacin recurro a los testimonios como lector de laBiblia: sus escritos y quienes conocieron su asiduidad a la misma. Desde estaconsideracin paso a referirme a sus escritos como instrumento vital de su experiencia

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    de lector de la Biblia. El valor vivencial de sus escritos toma cuerpo desde la propiaexperiencia de la lectio divina. Finalmente, la fuerza creativa de su lectura bblica seofrece como un aliciente inspirador para leer y contextualizar la Palabra de Dios desde

    la realidad y abrir horizontes de luz desde la experiencia carmelitana de meditar da ynoche la Ley del Seor.

    4.1. Juan de la Cruz, un lector de la Palabra con ojos nuevos.

    El modo de abordar la Palabra de Dios en Juan de la Cruz sin duda est endeuda con los estilos exegticos de su tiempo. Su novedad no radica all sino en elhorizonte experiencial del misterio de Dios en el hombre y de la Iglesia en el que Juanse sita. En todo momento, quiere dejar bien en claro, se sujeta al parecer de laIglesia (cf. sus prlogos).

    La creatividad sanjuanista hace surgir una simbologa con sabor bblicohondamente compenetrada con su propia experiencia. Esto nos llama mucho la

    atencin hoy. Ms all de una simple adaptacin, aparecen el smbolo nupcial, lanoche, la llama, el monte, y muchos otros, menos conocidos y relevantes en elcontexto de su obra escrita. Su simbologa es la rica expresin de una vida marcadapor la presencia plenificadora de Dios, encerrada en la inefabilidad y abocada a lacomunicacin del misterio de amor. Redescubrir a Juan de la Cruz en esta perspectivaestimula e invita a leer la Palabra de Dios compenetrados de su misma audacia,creatividad y fidelidad.

    Lo novedoso de Juan no est en el mero citar la escritura. Cuando en el CnticoEspiritual aparece como fondo experiencial el Cantar de los Cantares nos encontramosante una autntica recreacin con ricos acentos de expresividad lrica. Adems, Juanes poeta y es comentarista: se crea y se recrea. Estas son sus dos maneras de

    encontrar cauce para comunicar lo inefable de la experiencia mstica. El smbolonupcial que recorre todas las pginas del Cntico es la vivencia del mstico sumergidoen el misterio salvfico de comunin, que ha alimentado e iluminado dicha experienciacon el Cantar de los Cantares y ha hecho de todo este proceso una simbologa abiertaa la plenitud. Su Cntico Espiritual es una: declaracin de las canciones que tratan delejercicio de amor entre el alma y el esposo Cristo . Las cuales semejanzas lasimbologa, diramos hoy-, no ledas con la sencillez del espritu de amor e inteligenciaque ellas llevan, antes parecen dislates que dichos puestos en razn, segn es de veren los divinos Cantares de Salomn y en otros libros de la Escritura divina, donde, nopudiendo el Espritu Santo dar a entender la abundancia de su sentido por trminosvulgares y usados, habla misterios en extraas figuras y semejanzas. De donde sesigue que los santos doctores, aunque mucho dicen y ms digan, nunca pueden acabarde declararlo por palabras, as como tampoco por palabras se pudo ello decir; y as, lo

    que de ello se declara, ordinariamente es lo menos que contiene en s (Cntico E. B,prlogo).

    Tambin conocemos sus referencias a San Pablo, San Juan, xodo, Job, losprofetas, especialmente Isaas y Jeremas. Su familiaridad con los textos le permite

    consustanciarse con ellos, conectar misteriosamente con la corriente salvfica quearranca de la experiencia que le ha precedido y se encarna en dichos personajes.Aquello que le permite sentirse unido a ellos radica en buena parte en la vocacin delos mismos y su relacin muy personal con Dios. As que, fundamentalmente, aunteniendo en cuenta las distintas lecturas que hace de la Palabra de Dios, su lectura esmstica y contemplativa.

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    Cmo procede metodolgicamente? Salta a la vista la creatividad de Juan de laCruz a la hora de desgranar la Escritura. Esta creatividad est dotada de profundalibertad: cita de memoria, descontextualiza con frecuencia e interpreta casi de una

    manera ilimitada. Para l la Palabra divina ilumina y se multiplica infinitamente porquelos dichos de amor es mejor declararlos en su anchura. Es por ello que no siemprese ajusta al sentido de un texto bblico sino que, fruto de su lectura orante, expandeespiritualmente la riqueza del mismo.

    Sin embargo, no podemos hablar de una libertad literaria acomodaticia en Juan,sino que en l existe una actitud espiritual para captar el sentido literal, moral yalegrico de la Escritura. Esto significa que busca, ante todo, acudir al sentidopletrico, a la iluminacin ms profunda de la Palabra que arranca del encuentro con elEspritu de Dios. Esto hace que la palabra humana, la palabra de Juan adquiera vuelosdivinos por encontrarse en simbiosis con la Palabra de Dios.

    4.2. San Juan de la Cruz, lector de la Biblia

    Era un asiduo lector de la Biblia. Y esto se refleja en sus escritos donde nosofrece un total de 1.653 citas o referencias 1.160 del Antiguo Testamento y 493 delNuevo- . En cambio sus citas bibliogrficas en relacin a otros escritos son ms bienraras.

    Entre los hermanos carmelitas cunde la fama del saber bblico tan connatural aJuan de la Cruz. Conoca la Biblia con mucha familiaridad, casi de memoria comodicen algunos testigos. La Escritura era su libro predilecto. Llevaba la Biblia consigo enlos viajes. Por los caminos iba cantando o recitando frecuentemente pasos bblicos:salmos, versculos del Cantar de los Cantares, del Evangelio de San Juan. Su sentidobblico le llevaba, como a pocas personas en su tiempo, a servirse de la Biblia no

    solamente como libro para s mismo sino tambin a ponerla como fundamento parainstruccin de los dems, como har particularmente en sus escritos.

    Veamos algunos testimonios significativos:

    - Era muy amigo de leer en la Sagrada Escritura, as nunca jams le vileer otro libro sino la Biblia, la cual saba casi toda de memoria, y en unSan Agustn contra haereses, y en el Flos Sanctorum. Y cuandopredicaba alguna vez, que fueron pocas, o haca plticas, que era deordinario, nunca lea otro libro sino la Biblia (BMC 13, 386: declaraJuan Evangelista, su compaero, amigo y confesor).

    - y en esto de hablar de Dios y exponer lugares de la Escrituraasombraba, porque no le pidieran lugar que no lo dijera con muchas

    explicaciones; y en las recreaciones algunas veces se gastaba la hora,y mucho ms, en exponer lugares que le preguntaban. Sera nuncaacabar tratar de esto (BMC 10,341: del mismo Juan Evangelista).

    - tengo por cierto que saba toda la Biblia, segn juzgaba de diferenteslugares de ella en plticas que haca en captulo y refectorio, sinestudiar para ello, sino ir por donde el espritu le guiaba, diciendosiempre cosas excelentes y de provecho y de edificacin para las almaspor verlas practicadas en l (BMC 13,375: Pablo de Santa Mara quevivi con fray Juan en Segovia).

    - ...tena don particular del cielo y grande eminencia para declararcualesquier dificultades que se ofrecan de la Sagrada Escritura (BMC14,144: Fernando de la Madre de Dios que vivi con l en varios

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    conventos). Este miso declara sobre el arte de fray Juan en explicarcualquier salmo o pasos de Semana Santa (BMC 14,325)1.

    La Biblia en cuanto historia y en cuanto forma permanente de trato entre Dios

    y los hombres, constituye para Juan de la Cruz un mundo tan real y verdadero como elde su historia contempornea y de su experiencia personalsima. Las citas numerosasno responden a reminiscencias o afn de erudicin. Vive, respira y se mueve en elmundo de la revelacin bblica. Siente los hechos y palabra se la Escritura comoexpresin espontnea de la propia experiencia, y la propia experiencia comoverificacin de esos hechos y palabras. En los momentos fuertes, se identifica con lostestigos personales, que han experimentado las mismas alegra y penas: David, Job,Jeremas, Pablo; sobre todo, con Jesucristo, hecho y palabra por excelencia. Sabia laBiblia de memoria y de corazn2

    4.3. San Juan de la Cruz nos trasmite su experiencia de lector de la Biblia.

    Hay que admitir que la Biblia es el nico libro que se puede llamar fuente de laexperiencia y de los escritos de San Juan de la Cruz. En sus escritos, rebosantes decitas bblicas, Juan de la Cruz testimonia su ms profunda experiencia de lector de laPalabra de Dios. Sus libros tienen en ella el referente permanente, el entroque con suexperiencia contemplativa, el punto de encuentro y el de partida. Es por ello que ponela Escritura muy por encima de cualquier otra fuente de experiencia y escritos: nofiar ni de experiencia ni de ciencia porque lo uno y lo otro puede faltar y engaar;ms aprovecharme he... de la divina Escritura, por la cual guindonos no podremoserrar, pues que el que en ella habla es el Espritu Santo (Subida, prlogo, n.2).

    En la Llama de Amor viva declara que se ir arrimando a la Escritura Divina(prlogo, n.1) y en el Cntico vuelve a confrontar ciencia y experiencia propia y ajena

    con la Escritura: No pienso afirmar cosa de mo, findome de experiencia que por mhaya pasado, ni de lo que en otras personas espirituales haya conocido o de ellas odo,aunque de lo uno y de lo otro me pienso aprovechar, sin que con autoridades de laEscritura divina vaya confirmado y declarado, a lo menos en lo que pareciere msdificultoso de entender (prlogo, n.4).

    Es tal su consustanciacin con la Palabra de Dios que llega a identificar ladeclaracin o comentario de su poesa mstica con el modo de comentar y entender laPalabra de Dios. Ponernos ante su poesa y ante la Palabra de Dios requiere, segnJuan, actitudes equivalentes; porque en la Escritura no pudiendo el Espritu Santo dara entender la abundancia de su sentido por trminos vulgares y usados, hablamisterios en extraas figuras y semejanzas. As mismo tiene que ser con la poesamstica, porque para leerla es necesario tener la sencillez del espritu de amor e

    inteligencia que ellas llevan (Cntico, prlogo). Juan parece tener conciencia de quesu palabra es comunicada a los dems para que ella se convierta, a su vez, en palabraque lleva al encuentro con Dios, funcin que corresponde primordialmente a la Palabrade Dios.

    San Juan de la Cruz hace dos importantes lecturas de la Palabra en las querevela su capacidad de dar con los filones fundamentales de inteligencia de la misma,ellas conducen a la centralidad del amor en la vida cristiana y su fundamentacin lapersona de Jesucristo:

    1 Jos V. Rodrguez, San Juan de la Cruz, Profeta enamorado de Dios y Maestro . Madrid 1987,p.67.2 F. Ruiz, San Juan de la Cruz. Obras Completas. Introduccin General. Madrid EDE 1993, 5.ed.p.11.

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    4.3.1. El amor, origen y meta de la vida cristiana.

    Amars a tu Seor Dios de todo tu corazn, y de toda tu nima, y de toda tufortaleza (Dt 6,5;3S 16,1;2N 11,3-4). Frase bblica lapidaria que todo lo que elhombre espiritual tiene que ser y lo que Juan le puede ensear para que llegue a Diosy se una a l en perfeccin de amor. En realidad, el objetivo trazado por Juan es el dedemarcar con claridad el camino y la meta de la persona: su mxima vocacin es elamor. Es un amor integrador que nace de las ms profundas exigencias de radicalidadevanglica. El fundamento es Jesucristo (cfr. 2Sub 7). El amor es el centro y la raznde todo el camino.

    Para Juan de la Cruz la persona humana est dotada para amar. Su realidadpulsional, sus sentimientos y pasiones, todo su ser est dirigido al amor, aunque nosiempre acierte con ese objetivo supremo. Esa interioridad, muchas veces perturbadapor la realidad del pecado, no queda anulada por l. El proyecto humano, desde las

    perspectivas de la gracia de Dios radica en que la potencialidad interior humana estllamada a la maduracin. Toda la persona, alma y cuerpo, queda integrada en elproceso creador en el que la noche oscura purifica y capacita para amar. En esainterioridades donde Dios tiene recogidas todas las fuerzas, potencias y apetitos delalma, as espirituales como sensitivas, para que toda esta armona emplee sus fuerzasy virtud en este amor, y as, venga a cumplir de veras con el primer precepto, que nodesechando nada del hombre ni excluyendo cosa suya de este amor, dice (Dt 6,5):Amars a tu Dios de todo tu corazn, y de toda tu ente y de toda tu alma, y de todastus fuerzas(2N 11,4).

    La noche de la fe es sobre todo experiencia teologal (2 Sub 6,1). La noche esirrupcin del amor de Dios y capacitacin madurante, desde los resortes ms

    humanos, para el amor a Dios y al prjimo. De esta manera, manejando un pasaje delAntiguo Testamento que el mismo Jess asume como suyo, desde la novedadevanglica, Juan de la Cruz crea un lenguaje mstico que se radica en las capacidadespotenciales de la persona humana invadidas por la fuerza renovadora y liberadora dela gracia de la noche, autntico xodo hacia la tierra de promisin de la unin deamor.

    4.3.2. Cristo, Palabra viva.

    Cristo es la referencia inequvoca de la autenticidad de la vida cristiana. Todo elcamino del hombre se encuentra en l. Particularmente, Juan enfrenta la exigenciafundamental del radicalismo evanglico, algo por cierto- no inventado por l: Cunangosta es la puerta y estrecho el camono que gua a la vida y pocos son los que le

    hallan! (Mt 7,14; cf. 2S 7,2-3; 1N 11,4). La puerta es Cristo y, en definitiva, Cristocrucificado y resucitado. La fuerza de su cruz lleva a la manifestacin de su luz y a lariqueza insondable de su misterio (CB 36,10-13), porque para entrar en estasriquezas de su sabidura, la puerta es la cruz, que es angosta (ibid). En la misma lneadel seguimiento de Cristo se sita el captulo 7 del libro segundo de la Subida, todo lse encuentra penetrado de textos evanglicos fundamentales en su referencia alradicalismo evanglico que tiene su centro y ejemplo en la persona de Cristo. Elseguimiento como renuncia a todo lo que es secundario es encuentro con la vidamisma. El que se haga perdidizo con Cristo ser encontrado por l (cfr. CB 29,7-11).

    Hay textos bblicos que enardecen el alma mstica de Juan de la Cruz, uno deellos es el conocido Vivo yo, ya no yo, pero vive en mi Cristo (Ga 2.20): Pero sobre

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    este dibujo de fe hay otro dibujo de amor en el alma del amante, y es segn lavoluntad, en la cual de tal manera se dibuja la figura del Amado y tan conjunta yvivamente se retrata en l, cuando hay unin de amor, que es verdad decir que el

    Amado vive en el amante, y el amante en el Amado; y tal manera de semejanza haceel amor en la transformacin de los amados, que se puede decir que cada uno es elotro y que entrambos son uno. La razn es porque en la unin y transformacin deamor el uno da posesin de s al otro, y cada uno se deja y trueca por el otro; y as,cada uno vive en el otro, y el uno es el otro y entrambos son uno por transformacinde amor. Esto es lo que quiso dar a entender san Pablo (Gl. 2, 20) cuando dijo: Vivoautem, iam non ego; vivit vero in me Christus, que quiere decir: Vivo yo, ya no yo,

    pero vive en m Cristo. Porque en decir vivo yo, ya no yo, dio a entender que aunqueviva l, no era vida suya, porque estaba transformado en Cristo, que su vida ms eradivina que humana; y por eso dice que no vive l, sino Cristo en l (CB 12,7; cfr CA11,6). Este texto de San Pablo resume en pocas palabras la gran aspiracin de losmsticos que, como Juan de la Cruz, ven en l el resultado final y la apetecible meta detransformacin del hombre viejo en hombre nuevo, la pascua del binomio muerte-vida.

    Este proceso transformante lo retoma nuevamente en sus comentarios a Romanos8,14 y Efesios 4,22-24, textos referidos al nacimiento para una vida nueva y al pasodel hombre viejo al hombre nuevo: Y como quiera que cada viviente viva por suoperacin, como dicen los filsofos, teniendo el alma sus operaciones en Dios por launin que tiene con Dios, vive vida de Dios, y as se ha trocado su muerte en vida, quees su vida animal en vida espiritual( LB 2,34; cfr ib 2,33).

    La centralidad de Jesucristo, la escucha de su palabra como fundamento de lavida cristiana ocupa un lugar primordial en la visin sanjuanista del conjunto de dichavida. Las palabras que al respecto nos ofrece son una autntica obra de arte teolgicadonde el recurso a la Escritura no es una excusa, es punto de partida y meta: porms misterios y maravillas que han descubierto los santos doctores y entendido las

    santas almas en este estado de vida, les qued todo lo ms por decir, y aun porentender; y as hay mucho que ahondar en Cristo: porq