Contraesfera pública y emergentes laborales
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Este documento está disponible para su consulta y descarga en el portal on linede la Biblioteca Central "Vicerrector Ricardo Alberto Podestá", en el Repositorio
Institucional de la Universidad Nacional de Villa María.
CITA SUGERIDA
Ordóñez, M. de los A. y Abatedaga, N.C. (2017). Contraesfera pública y emergentes laborales.
Villa María: Universidad Nacional de Villa María
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional
Autor
Ordóñez, María de los Ángeles
Biblioteca Central "Vicerrector Ricardo A. Podestá"Repositorio Institucional
Contraesfera pública y emergentes laborales
autonarraciones desde la Teoría Crítica
Año
2017
Asociación Argentina De Especialistas en Estudios del Trabajo
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Contraesfera pública y emergentes laborales: autonarraciones desde
la Teoría Crítica
Autor/es: Lic. Ordóñez, María de los Ángeles ([email protected]). CEA. FCS. UNC.
Dra. Abatedaga, Nidia C. ([email protected]) FCC. UNC.
Resumen
La presente ponencia realizará un abordaje teórico con base en la propuesta teórica de
Oskar NegtyAlexander Kluge respecto a la noción de “esfera pública” (O. NegtyA. Kluge;
1993). El interés por este análisis teórico reside en avanzar en la comprensión sobre las
disputas que realizan determinados sectores sociales respecto al modo en que se narra su
identidad en el espacio público.
Los autores hacen referencia a tres tipos de “esfera pública”: la burguesa, la productiva-
comercial-que funcionan en alianza- y la proletaria. Si bien es preciso comprender estos tres
niveles en términos relacionales, nos centraremos en la última categoría. Los autores afirman
que los grupos sociales excluidos de la deliberación pública desbordan el espacio público
burgués, para expresar sus subjetividades, habitualmente reprimidas, humilladas y devaluadas
por esa misma dinámica del capital que moviliza en su beneficio una multitud de engranajes
cuya visibilidad no es siempre evidente (Holder; 2009).
Al indagar la construcción de esa “contraesfera pública” entendemos que aquellos
trabajadores autogestionados colectivamente, pertenecen a sectores oprimidos y conformarían
la (auto) denominada Economía Popular. Estos grupos constituyen, organizan, producen los
hechos y crean sentidos acerca de “lo que es verdad” (Gergen; 2007) a través de
autonarraciones contra hegemónicas que realizan por diferentes soportes.
Title: Contraesfera public and emerging labour: autonarraciones from the theory
criticism
Summary
The present paper will carry out a theoretical approach based on the theoretical proposal
of Oskar Negt and Alexander Kluge on the notion of "public sphere" (O. Negt and A. Kluge;
1993). The interest by theoretical analysis lies in advance in understanding of the disputes
that perform certain social sectors with respect to the mode that tells your identity in this
public space.
The authors make reference to three types of "sphere public": the bourgeois, the
productiva-comercial-that work in Alliance- and the proletarian. Although is must understand
these three levels in terms relational, we will focus in the last category. Them authors claim
that them groups social excluded of the deliberation public overflow the space public
bourgeois, to express their subjectivities, usually repressed, humiliated and undervalued by
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that same dynamic of the capital that mobilizes in their benefit a crowd of gears whose
visibility not is always evident. (Holder; 2009).
To the investigate the construction of that "contraesfera public" understand that those
workers self-help collectively, belong to sectors oppressed and formed the (auto) called
economy Popular. These groups constitute, organize, produce the facts and create senses
about "what is true"(Gergen; 2007) through autonarraciones against hegemonic that made by
different media.
Introducción
En primer lugar, es preciso realizar algunos señalamientos para comprender el contexto
en el cual se inscribe la propuesta teórica de los autores que aquí abordaremos. Para ello
retomaremos a S. Holder(2009) y M. Hansen (1993), quienes realizan un recorrido por las
obras de los pensadores mencionados.
Oskar Negt, filósofo y sociólogo alemán, escribe junto a Alexander Kluge, reconocido
como director y promotor del cine alemán independiente y Doctor en Derecho el libro
“Esfera pública y experiencia” (1972) que sería traducido al inglés –y por ende difundido
con mayor amplitud- veinte años después de su publicación. Será precisamente sobre los
aportes de este escrito que retomaremos el debate en torno a las disputas por la construcción
de una contraesfera pública.
La perspectiva desde la cual los autores realizan el abordaje es la denominada Teoría
Crítica. Cabe señalar aquí una aclaración respecto a la corriente en la cual podemos inscribir
sus pensamientos. Al respecto diremos con Holder que:
“Por definición, la teoría crítica, en la versión de su corriente cálida, no pretende
estabilizarse en un sistema. Es constantemente crítica de sí misma y se sitúa en un
espacio dinámico, en la encrucijada entre la filosofía, las ciencias sociales, la estética,
la literatura y los movimientos políticos, asociativos y sindicales. No pretende dominar
sobre nada porque quiere sacar a la luz todos los dispositivos de dominación que dan
lugar, de forma compleja, a reacciones de sumisión, regresión, indignación o abierta
rebelión” (Holder; 2009).
Además de esta pertenencia, la autora considera que un punto de encuentro entre Negt y
Kluge fueron “los debates en el despertar del movimiento estudiantil acerca de la relación
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entre la Teoría Crítica y la práctica social” (Hansen; año: 5). Si bien, antes de “Esfera pública
y experiencia”, ambos autores realizan un recorrido teórico con focos diferentes, para
Hansen, los dos estuvieron siempre preocupados en sus trayectorias por:
“la cuestión de cómo la experiencia social se articula y se hace relevante; en otras
palabras, por cuáles mecanismos y medios de comunicación, en interés de quién y con
qué efectos se constituye un ‘horizonte social de la experiencia’. Para Negt y Kluge,
esta cuestión fue el centro de -sino lo mismo que- el problema de la esfera pública”
(Hansen; 1993: 5)
La cuestión de lo público
Numerosos autores toman la noción de “esfera pública” desarrollada por Habermas, ya
sea para profundizar su análisis como para hacer una crítica a sus reflexiones. Tanto
Holder(2009) como Hansen (1993) plantean la necesidad de abordar esta noción de Esfera
pública en virtud de que Negt y Kluge toman como punto de partida sus postulados y se
distancian de ellos en diferentes momentos. Al respecto, Hansen señala como contribuciones
de Habermas a este debate dos puntos centrales:
“(1) el intento de reconstruir la esfera pública como una categoría fundamentalmente
histórica, vinculada a la formación de la sociedad burguesa bajo el capitalismo liberal,
y (2) la delimitación de la opinión pública como un cuarto término, distinto del Estado,
el mercado y la esfera íntima de la familia. (Hansen; 1993: 24)
En relación a Habermas, Holder afirma que “ha identificado un modelo de espacio
público ideal capaz de ser lugar para la publicidad de las ideas y saberes, el lugar por
excelencia de la deliberación y el lugar para la búsqueda de un consenso entre los
ciudadanos” (Holder; 2009).
Por otro lado, Fraser coincide con éstos y otros autores afirmando que la explicación
ofrecida por Habermas “idealiza la esfera pública burguesa” y agrega que está basada en un
número importante de exclusiones, vinculadas al género, la clase social. El problema para
Fraser no es que se produzca esta idealización, sino que, aunque Habermas no ignora la
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existencia de otras esferas diferentes de la burguesa, deja de examinarlas y de explicar, en
base a la competencia que se produce con ellas, la propia existencia de la esfera pública
liberal (Fraser; 1999). En otras palabras, supone posible comprender la esfera pública
burguesa considerándola aislada de otras esferas públicas alternativas.
Coincidimos con Hansen cuando afirma que Negt y Kluge realizaron una radical
redefinición del concepto de lo público “desde la perspectiva del presente, es decir, partiendo
de una situación dominada por la producción industrial y las formas electrónicamente
mediadas de publicidad” (Hansen; 1993: 26). Retomaremos a dicha autora para señalar cuatro
puntos centrales que definen el modo en que conciben la esfera pública Negt y Kluge:
“(1) como una mezcla inestable de los diferentes tipos de publicidad, que corresponden
a diferentes etapas de la organización económica, técnica y política; (2) un sitio de
confrontación discursiva para y entre agrupaciones múltiples, diversas y desiguales; (3)
un proceso potencialmente imprevisible debido a las superposiciones y las conjunciones
entre los diferentes tipos de publicidad y de los diversos públicos, y; (4) una categoría
que contiene una dimensión más amplia para la traducción de los diversos públicos que
está fundamentado en las estructuras materiales, en lugar de las ideales abstractas, de
la universalidad” (Hansen; 1993: 26-27)
Negt y Kluge cuestionan la relación entre idea e ideología que Habermas sostiene en la
concepción de la esfera pública, “es decir, en el intento de rescatar un ideal de la Ilustración
que, por así decirlo, es contrario a su realización histórica” (Hansen; 1993: 25). Para estos
autores las contradicciones son inherentes a la esfera pública burguesa pues “la esfera pública
burguesa se basa en un principio abstracto de generalidad, utilizado en la lucha contra
cualquiera y todas las particularidad” (Hansen; 1993: 25). El reconocimiento por parte de
Negt y Kluge de los mecanismos de exclusión que dicha pretensión de generalidad producen
permite abrir las puertas hacia el cuestionamiento sobre aquellos sectores sociales que quedan
por fuera de la representación de la voluntad general que intenta encarnar la esfera pública
burguesa. Al respecto, y en referencia a los planteos de Negt y Kluge, Holder afirma:
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“Históricamente, cuando ha habido un espacio público los burgueses lo han utilizado
para resolver sus diferencias y algunos de sus problemas, y para defender sus intereses
marginando o neutralizando a sectores enteros de la sociedad. Bajo su control, el
espacio público es “una síntesis social ilusoria” [p. 116]. (Holder; 2009).
Aquella ilusión encontraría sus limitaciones cuando se producen desbordes por parte de
aquellos sectores que no son incluidos en el debate en el espacio público. Son precisamente
estos desbordes los que fundamentan nuestro interés por indagar esta propuesta de análisis de
lo público.
Entre otros aspectos, la idealización de la esfera pública burguesa en Habermas remite a
un espacio de deliberación en el que las distinciones existentes, relativas a la posición social
se ponen en suspenso y se neutralizan. Para Fraser este es uno de los supuestos más
cuestionables de Habermas, debido a que, si se entiende que el espacio público burgués no se
encuentra aislado de otros espacios alternativos y aún más, si se advierte que al mismo
tiempo que el público burgués surgieron muchos otros contra – públicos (proletarios, negros,
de mujeres, etc.), se puede comprender que el espacio público es un ámbito esencialmente
conflictivo. “Prácticamente desde el principio, los contra-público disputaron las normas
excluyentes del público burgués, elaborando estilos de comportamiento político alternativos
y formas alternativas de expresión pública” (Fraser; 1999: 105).
En particular, aquí nos referimos como contra-públicosal sector de trabajadores y
trabajadoras que forman parte de experiencias autogestivas, entendiéndolas como el conjunto
de prácticas sociales que se caracteriza por la naturaleza democrática de las tomas de
decisión, que favorece la autonomía de un “colectivo”. A estos trabajadores los
denominamos“Emergentes Laborales”, siguiendo a Abatedaga (2016), diremos que se
caracterizan por desarrollar diferentes formas de autogestión – formales o informales-
colectivas del trabajo, no lucrativas, de subsistencia que potencialmente pueden protagonizar
prácticas laborales y políticas distintas a las conocidas asalariadas, cuentapropistas o
desocupadas y donde podrían surgir identificaciones colectivas no convencionales. Estos
emprendimientos experimentan modalidades laborales que minimizan la presencia de
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relaciones asalariadas (Gaiger; 2004). Desde una mirada más operativa podemos referirnos a
“la gestión de los trabajadores sobre una unidad empresarial prescindiendo de capitalistas y
gerentes y desarrollando su propia organización del trabajo, bajo formas no jerárquicas”
(Ruggeri; 2009), donde sus trabajadores definen colectivamente las normas que regulan la
producción, la organización del proceso de trabajo, el uso de los excedentes y la relación con
el resto de la economía y la sociedad. Estas organizaciones se ubicarían en un campo más
amplio: el de la Economía Social y Solidaria (ESS). Ésta tiene como principal característica
el desarrollo de iniciativas colectivas, asociativas, que se plantean como prácticas alternativas
a las definidas en la denominada “economía de mercado” (Coraggio; 2011:13). Siguiendo a
Coraggio (2011), consideramos que la ESS engloba al conjunto de recursos, actividades,
instituciones y organizaciones que, en base a principios de solidaridad, se apropian de
recursos para la producción, distribución, circulación, financiamiento y consumo digno y
responsable.
Cabe aclarar que cuando hablamos de emprendimientos “emergentes” no estamos
desconociendo la larga trayectoria histórica que las prácticas cooperativas y solidarias poseen
en los sectores populares (Movimiento de Fábricas Recuperadas, Movimiento de
Trabajadores Desocupados). Lo que hacemos es diferenciar experiencias que “emergieron”
en un determinado período de tiempo signado por un contexto social, político y económico
post-crisis del 2001 en Argentina. Dentro de ésta definición el universo de éstos
emprendimientos excluye las denominadas “empresas recuperadas”, que cuentan con una
infraestructura previa de capital privado y atravesaron periodos de crisis o de quiebra
empresaria (Abatedaga; 2016: 4). Tampoco incluye a las denominadas “Nueva Generación de
Cooperativas”, híbridos entre cooperativas tradicionales y empresas de capital” ocupadas en
asumir nuevos acuerdos de negocios o reducir vacíos en la producción primaria o en el
mercado de consumidores (Elgue; 2012: 88).
La conformación de espacios públicos alternativos
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Las sociedades capitalistas son por definición sociedades que producen y mantienen
desigualdades en la estructura de la producción social, a la vez que reproducen diferencias
político – ideológicas y discursivas. Para Fraser, ya que no es posible aislar los espacios
discursivos de los efectos de las desigualdades sociales, los procesos deliberantes en las
esferas públicas tenderán a operar en favor de los grupos dominantes y en desventaja de los
subordinados. Sin embargo, la historiografía revisionista sobre la esfera pública registra un
número importante de grupos sociales subordinados (mujeres, trabajadores, personas de
color, gays, lesbianas) que probaron repetidamente que resulta ventajoso constituir públicos
alternativos. Fraser propone llamar a éstos contra públicos subalternos que constituyen
espacios discursivos paralelos donde los miembros inventan y hacen circular contra –
discursos, lo que a la vez les permite formular interpretaciones opuestas de sus identidades,
intereses y necesidades” (Fraser; 1999:115).
Recientemente hemos asistido en Argentina al surgimiento de contra públicos subalternos
que encontraron nuevas formas de autonombrarse que estos sectores han asumido, a saber: la
Economía Popular. El surgimiento de la Confederación de Trabajadores de la Economía
Popular (CTEP) implica para estos actores un modo particular -en oposición a la generalidad
de la esfera pública burguesa- de auto-definirse y auto-organizarse. Se autodefine como una
“organización gremial independiente de todos los partidos políticos y representativa de los
trabajadores de la economía popular y sus familias”23
. A su vez, en el Segundo Cuaderno de
formación para trabajadores, militantes, delegados y dirigentes de organizaciones populares:
Nuestra Organización Grabois24
reconoce como parte de la Economía Popular:
“a los excluidos, a los marginados, a "los que sobran", a los últimos de la fila... A esos
compañeros que sufren en su carne las injusticias del capitalismo y a quienes dedicamos
toda nuestra militancia. Los compañeros que tuvieron que salir a inventarse el trabajo,
revolver la basura en la noche fría para juntar plástico, papel y cartón, pasar noches en
vela para recuperar la empresa quebrada, vender baratijas en trenes y colectivos,
aprender a producir artesanías para subsistir, tirar la manta en la calle frente a la
23
Página web CTEP: www.ctepargentina.org 24
Grabois Juan, referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular.
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mirada adusta de la policía, bancar la parada en la feria, salir con el carro a caballo a
fletear, subirse a la moto arriesgando la vida para llevar mensajes y encomiendas,
cultivar la tierra frente a la amenaza constante del agronegocio, sostener un
emprendimiento familiar ante la competencia de los capitalistas, pintar una escuela o
barrer las calles por un mísero subsidio, cuidar chicos en el barrio, cocinar en los
comedores, trabajar en espacios comunitarios… Todos estos compañeros fueron
creando, desde esos basurales sociales, ejemplos de trabajo, organización, lucha y
dignidad. Lo que nosotros llamamos “Economía Popular”” (Grabois; 2014:3).
Lo dicho forma parte del “nosotros” de aquel sujeto colectivo que comienza a
constituirse como tal. En análisis previos en torno a las narrativas identitarias consideramos
que, entre otros factores, necesarios para lograr la autonomía de una experiencia se considera
como central a la construcción de narrativas identitarias que permiten reducir las diferencias
entre el auto reconocimiento (identificaciones subjetivas que reconocen) en tanto trabajadores
y las identidades que procuran proyectar en el espacio público. Un espacio público burgués,
marcado por las pretensiones de generalidad de los sectores dominantes. Volveremos a este
punto más adelante, pero lo que nos interesa señalar en este caso es que:
“Estos grupos sociales excluidos de la deliberación pública actúan y toman la palabra
con ocasión de revoluciones y de diversos movimientos, en torno a espacios como
clubes, comités, coordinadoras o consejos que inventan y a los que dan vida por fuera
del espacio público burgués que pretende representar a toda la sociedad” (Holder;
2009).
Aunque no se pueda suponer que los espacios públicos subalternos sean siempre
virtuosos, se puede admitir, junto con Fraser que, en general estos contra – públicos surgen
como respuestas a exclusiones dentro de los públicos dominantes y contribuyen a extender el
espacio discursivo porque al interactuar discursivamente como miembros de un público
(subalterno o no) pueden aspirar a difundir el propio discurso en espacios cada vez más
amplios. Los contra-públicos subalternos, además de no poder ser concebidos
independientemente de las esferas públicas dominantes, tienen para la autora un doble
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carácter: funcionan como espacios de retiro y reagrupamiento a la vez que constituyen bases
y campos de entrenamiento para actividades de agitación dirigidas a públicos más amplios.
En la dialéctica entre estas dos funciones reside su potencial emancipatorio y la posibilidad
de disminuir los privilegios participativos injustos que disfrutan los miembros de los grupos
sociales dominantes (Fraser; 1999:117).
Espacio público burgués, de producción y proletario
Las premisas antes mencionadas respecto a los contra-públicos subalternos pueden
ponerse en diálogo con una de las tipologías de espacio público que Negt y Kluge proponen:
el proletario. Expresión que, afirma Negt, “no sólo afecta a la experiencia de los trabajadores,
designa a toda potencia humana de rebeldía, en busca de un modo propio de expresión [p.
222]” (Holder; 2009). Además del ya mencionado espacio públicoliberal-burgués -del cual
hemos hecho algunos señalamientos anteriormente- y de la esfera pública proletaria, existe
para Negt y Kluge una esfera intermedia: la esfera pública de la producción
(Produktionsöffentlichkeiten). Es importante indicar que estos tres tipos “no pueden ser
comprendidos en su ‘esencia’ o aislados entre sí, sino en su mutua interrelación, en la
específica superposición, convivencia y contradicciones” (Hansen; 1993: 27).
Siguiendo el desarrollo de Negt y Kluge, la esfera pública de la producción es definida
por Hansen como la más “ambivalente” ya que si bien se trata de formas de publicidad que
“difieren del modelo liberal-burgués”, se constituyen como una “expresión inmediata” del
proceso de producción” (Hansen; 1993: 27). A su vez, esta esfera cuenta con una falta de
legitimación política propia, por lo que mantiene una relación de interdependencia con la
esfera pública burguesa (especialmente representada en el Estado y los parlamentos). Es
posible identificar, como lo hace Hansen, que aquella interdependencia o alianzas entre
ambas esferas “trabajan por lo general para reproducir la ideología dominante y, sobre todo,
para simular una coherencia activa y transparente de una esfera pública que no es única”
(Hansen;1993: 28). La publicidad industrial-comercial tiene como objeto de apropiación es el
mismo “contexto de vida” de sus consumidores, y tienen el propósito explícito de obtener
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ganancias. Es por ello, que en ocasiones generan mecanismos de “inclusión” como nuevos
públicos de sectores sociales que se encuentran en los márgenes o marginados produciendo
una incorporación como consumidores. Al respecto Grabois (2014) afirma que la Economía
Popular no se encuentra desvinculada de la economía global de mercado ya que:
“los puntos de conexión son múltiples tanto a nivel de la producción como del consumo.
La propaganda incesante nos arrastra al consumismo y muchas actividades populares
integran cadenas de valor de grandes empresas. Incluso el sector financiero
concentrado se beneficia de los intereses usurarios que los pobres pagan por los
préstamos personales” (Grabois; 2014:3).
Precisamente, Negt y Kluge, reconocen la complejidad de los impactos que la esfera
pública de la producción tiene sobre la cotidianeidad de la vida de los sujetos:
“las formas industrial y comercial de publicidad en su dinámica estructural ponen de
manifiesto una función muy diferente de la esfera pública: la de un “horizonte de
experiencia”, un discurso basado en el contexto de la vida cotidiana, en la (re)
producción material, psíquica y social”. (Hansen; 1993: 28).
Podemos interrogarnos si aquella pretensión de “inclusión” mediante el consumo
constituiría una estrategia de reproducción de la ideología dominante que permita “contener”
los desbordes que ciertos sectores sociales pueden protagonizar en la construcción de una
esfera pública proletaria.Negt y Kluge la comprenden como un “contra concepto” de las
otras dos variantes. Para los autores este espacio representa no sólo “la potenciación de
grupos hasta entonces excluidos del espacio de la opinión pública, sino también un principio
de organización, un concepto diferente de la vida pública” (Hansen; 1993: 29). Para los
autores la utopía de una esfera pública auto-determinado, es en definitiva una forma radical
de democracia.
En cuanto a la denominación de esta esfera, es necesario señalar que el uso del término
“proletario” se sustenta en el sentido otorgado por el marxismo según el cual:
“el proletariado, aunque se basa en la clase obrera como sujeto histórico del trabajo y
de la vida alienados, no es una categoría empírica. Es una categoría de negación tanto
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en sentidos crítico como utópico, referida a la fragmentación del trabajo y la existencia
humana, y a su opuesto dialéctico, la negación práctica de las de las condiciones
existentes en su totalidad” (Hansen; 1993: 29)
Dicho esto es posible definir que la esfera pública proletaria puede construirse,
“discursivamente, a partir de la negación sistemática de los esfuerzos hegemónicos de
suprimir, fragmentar, deslegitimar o asimilar cualquier formación de públicos que propongan
una organización alternativa y autónoma de la experiencia”(Hansen; 1993: 30).Entre otras,
los contra públicos subalternos desarrollan estrategias para hacer frente a la fragmentación y
la vez, que les permitan construir horizontes de otro tipo. Desde su perspectiva, se puede
observar la interacción dialéctica de tres elementos: la experiencia de reproducción alienada
bajo el capitalismo, el bloqueo de aquellas experiencias como horizonte de derechos y la
resistencia como respuesta al bloqueo, donde se producen estrategias imaginativas, como
protestas y reapropiaciones creativas. (Hansen: 1972: 29). Es por ello que la “esfera pública
proletaria es el nombre de un proceso social, colectivo de producción que tiene como objeto a
los sentidos humanos en su interrelación”. (Hansen; 1992: 32). Precisamente se trata de un
proceso que desborda el espacio público burgués, “una mediación entre seres humanos cuyas
vidas son arruinadas, disminuidas y rotas por el proceso de explotación capitalista” (Holder;
2009). Al respecto de la Economía Popular, Grabois afirma que existe con claridad un sector
de la sociedad que precisa ser excluido como demanda del propio sistema de reproducción
del capital. En palabras textuales sostiene:
“La contradicción fundamental en nuestra sociedad es cada día más clara: están los que
caben y los que sobran. Los integrados y los excluidos. Los que son útiles para el
proceso de acumulación capitalista por un lado; los “residuos sociales” que ensucian y
amenazan la civilización burguesa por el otro. Los que comen en la mesa y los que
juntan las migajas.” (Grabois; 2014: 2)
Narrativas y espacio público
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Con base en Negt, Holder, hace referencia a una relación dialéctica entre un espacio
público burgués y el proletario. Al respecto afirma que el primero ha sufrido
transformaciones producto del desarrollo de los medios masivos de comunicación. En cuanto
al espacio público proletario sostiene que este puede pasar por diversos momentos de mayor
o menor presencia o expansión y señala la existencia de “obstáculos” para su conformación.
Por un lado, menciona a los medios masivos de comunicación que:
“Generan una segunda realidad, ordenando y deformando la información,
proporcionando calculadas ficciones que obren como objetos de deseo para alimentar
los afectos de la audiencia. Todo esto tiene un impacto acuciante en el contexto de un
estilo de vida que no deja a nadie tiempo para la crítica y la reflexión. Lo virtual tiende
a reemplazar las experiencias vividas por los sujetos sociales” (Holder; 2009).
Por un lado, se entiende que la circulación discursiva de una contra hegemonía es
inconcebible aislada y autónoma de la formas dominantes, sino que nacen y se desarrolla
dentro de ellas. Por otro, creemos importante recuperar la perspectiva de Enzensberger, quien
retoma la mirada de Brecht y Benjamin, en tanto propone pensar que “los medios deben ser
transformados de un aparato de difusión en un aparato de comunicación”, es decir,
refuncionalizar aparatos mediáticos para permitir el desarrollo de formaciones históricas
nuevas (Hansen; 1972:18).
Los emergentes laborales colectivos, en este caso, sujetos de los relatos, en ocasiones
pretenden visibilizar una identidad narrativa coherente con su lógica en el espacio público,
construyendo su historia cotidiana narrada, sin embargo, el cruce de intereses que conforman
el espacio público burgués y de producción, en la mayoría de los casos,dificulta la
visibilización de relatos que constituyan identidades cuestionadoras de la lógica del capital
privado basado en el trabajo asalariado.
Para Negt y Kluge, un problema clave en la esfera pública es el asalto del presente sobre
el resto del tiempo, porque erosiona la matriz temporal del horizonte de experiencia y la
posibilidad de la memoria colectiva, que es condición previa para cualquier contra
hegemonía. (Hansen; 1972: 32) Aquí, la memoria constituida en “historia”, se entiende como
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una unidad de significados que provee un marco para la experiencia vivida, y es a través de la
historia que la esta experiencia es interpretada. (Gergen:2007). De allí que tenga un gran
valor, para la formación de identificaciones públicas coherentes con el propósito solidario de
estos emergentes laborales, la búsqueda de visibilización en el espacio público, a través de
narrativas que muestren su propia experiencia de manera integrada.
Los autores no arriesgan su utopía de una esfera pública proletaria en el modelo de las
relaciones cara a cara; aún cuando insisten en la necesidad de estas relaciones para la
ecología de la conciencia humana. Pero tampoco celebran la proliferación global de los
medios electrónicos en el espíritu de McLuhan. Por el contrario, Negt y Kluge ven los medios
de comunicación de la publicidad industrial-comercial en sus consecuencias más negativas,
como un horizonte ineludible, y como el lugar más avanzado de lucha por la organización de
la experiencia cotidiana que contextualiza todos los demás sitios (Hansen; 1993: 39-40).
Por otro lado, Holder afirma que “en las organizaciones políticas, sindicales y asociativas
sólo se cristaliza una pequeña parte de las experiencias vitales de los trabajadores” y que en
algunos casos funcionan como “obstáculo a la comprensión de la realidad y a la movilización
de la memoria de las experiencias pasadas” (Holder; 2009). A su vez, agrega que estas
barreras u obstáculos son menos intensas “cuando el espacio de oposición se despliega en las
calles, las empresas, las universidades o en Internet […], surge la posibilidad de que cada
participante desarrolle los recursos de energía e imaginación que posee” (Holder; 2009).
Podemos analizar desde esta perspectiva al proceso de lucha por la Ley de Emergencia
Social encabezado por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular en
Argentina. Dicho proceso comenzó con una masiva movilización a Plaza de Mayo el 7 de
agosto del 2016 (Día de San Cayetano), a lo que se sumaron ollas populares en casi todas las
provincias del interior nacional. El 24 de noviembre se realizó una nueva movilización del
sector logrando el compromiso del Estado Nacional de dar tratamiento al proyecto de ley que
sería aprobado en sesiones extraordinarias del Congreso Nacional ese mismo año. De este
modo se logró, entre otros puntos que, por primera vez, desde el Gobierno Nacional se
generara el Registro Nacional de la Economía Popular; se creara el Consejo Nacional de la
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Economía Popular; y se garantizara un Salario Social Complementario para las y los
trabajadores del sector. En términos de la CTEP se lograron: “Las primeras paritarias de la
Economía Popular”.
Si bien, en el centro de la escena se colocaron las reivindicaciones que permitieran
mejorar las condiciones materiales del sector, tuvo como objetivo visibilizar a una gran parte
de la sociedad que se autodefine como Economía Popular y generar espacios dentro del
ámbito del Estado que las reconociera como tal. Considerando los sujetos colectivos, las
autonarraciones funcionan en gran medida como modos de obtener un reconocimiento dentro
de la sociedad. Así como las historias personales no son meramente una forma de hablarle a
alguien (o a uno mismo) sobre la vida de uno; son medios a través de los cuales se forman
identidades (Gergen; 2007: 162) las historias que dan cuenta de los colectivos
autogestionarios pueden constituirse en medios para contar a la sociedad las identificaciones
que procura lograr para ser reconocidos en el espacio público.
La emergencia o irrupción en el espacio público burgués, del cual están excluidos; y de
producción, en donde fueron incluidos como “consumidores”, implicó un desborde de ambos
espacios, constituyendo una esferapública proletaria o contra-esfera que les permitiera
comenzar a construir una narrativa identitaria propia.
Entendemos que la identidad como narración se concreta cuando las personas y nosotros
agregamos, grupos organizados de trabajadores, dan significado a sus relaciones contando su
experiencia (Epston, Murray & White; 1993; 13). Las historias son los modos a través de las
cuales la experiencia vivida es interpretada y el medio crítico a través del cual nos hacemos
inteligible dentro del mundo social. Las historias les permiten a los grupos de personas unir
aspectos de su experiencia a través de la dimensión del tiempo. No pareciera haber otro
mecanismo para la estructuración de la experiencia que capture el sentido del tiempo vivido
(Ricoeur; 1983).
Se asume aquí los procesos de identificación son el resultado de las relaciones sociales
que los sujetos colectivos encarnan. Entendida narrativamente la identidad se reconstruye en
el relato que por una parte, confiere al grupo una iniciativa, es decir, el poder de comenzar
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una serie de acontecimientos, sin que este comienzo se constituya como un comienzo
absoluto, un comienzo del tiempo, y, por otra parte, dando al narrador en cuanto tal poder de
determinar el comienzo, el medio y el fin de la acción. Las personas y los grupos en tanto
sujetos del relato no son ni constituyen una identidad distinta de sus experiencias. El relato
construye la identidad del personaje, su identidad narrativa, al construir la de la historia
narrada. Es la identidad de la historia la que hace la identidad del sujeto colectivo (Ricoeur;
1996).
Distinguimos aquí entre Identidades colectivas y públicas, proponiendo pensar en
identidades socio – laborales colectivas. Las identidades colectivas son “una definición
compartida, interactiva y producida por varios individuos que está relacionada con las
orientaciones de la acción y con el campo de oportunidades y constricciones en la que ésta
tiene lugar.” (Melucci; 1990: 106). Las identidades se elaboran con cuatro rasgos: (a) La
pertenencia a un "nosotros" y la distinción respecto a un "otros", (b) Ciertos atributos
comunes reconocidos como propios; (c) Una narrativa histórica común; (d) Cierto proyecto
compartido. Las identidades públicas son afirmadas y atribuidas, asignadas por identidades
dominantes o hegemónicas y conforman campos de resistencia, tensiones dirimidas en el
espacio público; definiciones asignadas por organismos estatales o medios masivos de
difusión. (Hank Johnston, Enrique Laraña y Joseph Gusfield; 1994: 265).
Se entiende aquí que las autonarraciones proponen una visión relacional del auto
concepto, de aquellas identificaciones que los grupos construyen relacionalmente y con otros,
acerca de sí mismos. Proponen explicaciones que los sujetos colectivos elaboran acerca de la
relación que existe entre los eventos relevantes a través del tiempo y que se constituyen en los
principales recursos culturales que los sujetos colectivos utilizan para su auto identificación
en el espacio público (Gergen; 2007: 158).
Resulta indispensable, para nuestro trabajo, recuperar la importancia de pensar una esfera
pública con grados importantes de autodeterminación, y proporcionar relevancia analítica a la
costosa elaboración de contra-conceptos que los grupos subalternos proponen realizar en
espacios y con soportes limitados.
Asociación Argentina De Especialistas en Estudios del Trabajo
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La proliferación de medios electrónicos parece favorecer la reapropiación de procesos
por parte de grupos subalternos, antes exclusivamente reservados al poder hegemónico y
ejercido en un uso despótico y unidireccional de medios masivos dominantes. Así, las
autonarraciones audiovisuales colocadas en el cyber espacio bajo formatos accesibles y en
soportes como YouTube o páginas institucionales; las radios abiertas protagonizadas por los
vecinos del barrio en eventos locales (día del niño, día del trabajador), que enfatizan en
colocar en el espacio público las necesidades e intereses concretos de la experiencias de
grupos subalternos, constituyen indicios de contra – producciones que instalan críticas
legitimadas en la experiencia local, al poder hegemónico.
Aunque limitadas en el espacio tiempo del capitalismo actual, experiencias de
autonarraciones que facilitan presencias discursivas contra hegemónicas en el espacio
público, construyen realidades alternativas a los discursos dominantes. Un caso, como ocurre
con el sujeto colectivo de los trabajadores y trabajadoras de la Economía Popular, un sujeto
que antes se encontraba atomizado, invisibilizado o sólo considerado a partir de la mirada de
los sectores dominantes, fue construyendo su identidad pública a partir de estrategias
narrativas que permiten, no sin tropiezos y dificultades, ir construyendo paulatinamente una
realidad local y colectiva diferente.
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