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    El propsito de este trabajo es presentar algunas de las ideas del estu-dioso Amrico Castro sobre el Quijotey Cervantes, tal como aparecenen los libros Hacia Cervantes (1960) y Cervantes y los casticismosespaoles(1966 y 1974), y en los estudios El Quijote, taller de exis-tencialidad (1967), Espaolidad y europeizacin del Quijote (1960)y Cmo veo ahora el Quijote (1971). Estos escritos constituyen unsegundo momento de exploracin despus de que Castro escribieraEl

    pensamiento de Cervantes (1925), libro que da cuenta del universointelectual cervantino.Espaa en su historia(1948) y sus replanteamientos en 1954 y 1962

    comoLa realidad histrica de Espaa,constituye, al decir de FranciscoMrquez Villanueva, un gran relevo de paradigmas, en donde el esquemaconstruido sobre un nacionalismo decimonnico y una ortodoxia neoin-quisitorial han de ceder el paso a otra forma de pensamiento fundadoen la libertad intelectual, los derechos humanos y el multiculturalismo.1Espaa en su historiaincorpora planteamientos de Kierkegaard, Heideg-ger, Unamuno, Ortega y Dilthey. Por su carcter crtico, la concepcinde una historia en incesante construccin y ciertas abstracciones inditasinnovadoras con las que el estudioso quera dar cuenta de fenmenosvivenciales (vividura, morada vital), tuvo acres detractores.2En

    El Quijoteen el pensamiento de Amrico Castro

    CRISTINA MGICA

    1

    Francisco Mrquez Villanueva, Prlogo, en Amrico Castro, Cervantes y loscasticismos espaoles,Obra reunida, vol. II. Madrid, Trotta, 2002, p. 10.

    2Al respecto, Juan Goytisolo ofrece un panorama sobre esta controversia. (JuanGoytisolo, Superviviencias tribales en el medio intelectual espaol, en Pedro Lan En-tralgo et al., Estudios sobre la obra de Amrico Castro. Madrid, Taurus, 1971, p. 112):En un pas en el que se escribe impunemente acerca del sevillano emperador Trajano

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    cuanto a su posicin como historiador, Amrico Castro propone una

    estrategia metodolgica interdisciplinaria y un trabajo hermenutico.Por otra parte, siguiendo la idea que formulara Menndez Pidal aprincipios del siglo XXen cuanto a la necesidad de estudiar el hecholingstico en una dimensin diacrnica, Castro establece un vnculoentre el Quijote, la Celestinay el Guzmn de Alfaracheen relacin consu parentesco con el humanismo y el Renacimiento.

    Exiliado en la Universidad de Princeton, Castro seala MrquezVillanueva intentaba encontrar una explicacin no ideolgica sino

    funcional para un proceso histrico capaz de acarrear un estallido comola Guerra civil de 1936-1939. El afn de don Amrico radicaba preci-samente en desideologizar la hermenutica, que siempre rechaz, delas dos Espaas y sustraerla de una vez a la sempiterna reyerta entreliberales y catlicos bajo la indita luz de una dinmica funcional.3

    Castro incorpora como fuente histrica a la literatura espaola y,para dar cuenta de sta, va siguiendo la historia intelectual de Espaa,

    uno de cuyos fenmenos cruciales resulta ser el erasmismo al que es-tudia con Bataillon. En sus estudios, va ms all de los planteamientosdel estudioso francs al establecer que, ms all de los tiempos deCisneros, el erasmismo entroncaba con una tendencia a la interioriza-cin del sentimiento religioso, visible en Espaa desde fines del sigloXIVy acentuada en las manifestaciones de los judeoconversos. As,Castro emprende un largo caminoHacia Cervantestrabajando sobrela tradicin del humanismo espaol, elLazarillo de Tormes, Juan deMal Lara y fray Antonio de Guevara.4

    y de la espaolidad de Sneca (Ortega y Gasset, Menndez Pidal), sobre el carcterpasajero de la islamizacin de Espaa (Menndez Pidal), en el que se sostiene que losmusulmanes esos mismos musulmanes calificados an recientemente de invasoresy depredadores nada menos que por Emilio Garca Gmez no fueron ingredienteesencial en la historia de Espaa (el ya citado Ortega) y se edifican teoras superfe-rolticas respecto al caballero espaol y cristiano, paladn defensor de una causa,

    deshacedor de entuertos e injusticias que va por el mundo sometiendo toda realidadal imperativo de unos valores supremos, absolutos, incondicionales (Garca Morente)elucubraciones y entelequias diariamente repetidas hasta el paroxismo por tantoplumfero irresponsable, la obra de A. Castro escandaliza y escandalizar.

    3F. Mrquez Villanueva, Prlogo, en A. Castro, op. cit., p. 11.4Ibid., p. 12.

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    Castro entiende las producciones culturales espaolas a partir de las

    condiciones sociales, polticas y religiosas de la vida en la pennsula,en las que los hombres de letras hubieron de protegerse de la muerteintelectual mediante el recurso a nuevos cnones expresivos.5En su im-portante estudio La Espaa de Fernando de Rojas (1972), entiendeStephen Gilman, discpulo de Castro, a la escritura de Rojas comouna forma no tanto de crearse a s mismo cuanto por un proceso detransmutacin de sus ms ntimos pesares salvarse a s mismo.6As,los hombres de letras de los siglos XVIy XVIIvivan acuciados por hacer

    presente su escueta voluntad de existir, jugndose en sus obras.As, Castro parte de la consideracin de que la literatura no es sepa-

    rable de las circunstancias en las que surge y pone nfasis en el hechode que la sociedad espaola de los siglos conflictivos estaba configuradapor tres castas: la de los cristiano-viejos, la de los judeoespaoles y la delos moriscos, descendientes de los hispanorabes. Los judeoespaolesfueron forzados a convertirse a partir de la ltima dcada del siglo XIV

    y como conversos fueron marginados y amenazados. Cervantes, afirmaAmrico Castro, pertenece a este linaje.7Cristianos viejos y cristianos

    5Ibid., p. 13.6Stephen Gilman,La Espaa de Fernando de Rojas. Madrid, Taurus, 1978, p. 29.

    Siguiendo esta cauda y con la hiptesis de la escritura de la Celestinacomo productode un taller realizado por estudiantes judeoconversos en la Universidad de Salamanca,

    ha sido publicado recientemente el estudio de Gustavo Illades,La Celestina en el tallersalmantino. Mxico, UNAM,Instituto de Investigaciones Filolgicas, 1999.7A mi manera de ver, lo decisivo de sus muy agudas nuevas ideas [se refiere a

    Amrico Castro] est constituido por un tringulo de afirmaciones bsicas y muy signi-ficativas: Cervantes es un cristiano nuevo; sus obras ms valiosas (el Quijote,Novelasejemplares) brotan de una visin marginal de un individuo que se siente inconforta-blemente situado en la sociedad en que vive, y por eso supera su tiempo, expresn-dose literariamente como un anti-Lope vate de la casta cristiano-vieja dominante yafirmada en sus creencias ms all de toda duda; pero, por ltimo, su marginalidad

    vital cuaja en una obra literaria magna (el Quijote) en la que los personajes se autode-terminan valiosamente existiendo desde su propio modo de ser singular y no renegandode un mundo absurdo [...] segn visin de Mateo Alemn en su Guzmn de Alfarache.(Guillermo Araya, Evolucin y proyecciones del pensamiento de Amrico Castro,apudJulio Rodrguez Purtolas, Prlogo en A. Castro,El pensamiento de Cervantes

    y otros estudios cervantinos, Obra reunida, vol. I. Madrid, Trotta, 2000, p. 21.)

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    nuevos se oponen a partir del siglo XVI, explica Pedro Lan Entralgo en

    su prlogo a losEstudios sobre la obra de Amrico Castro: Acaso noera de cristiano nuevo la mentalidad de Jovellanos, como dos siglos anteslo haba sido fueran cuales fuesen los detalles de su genealoga lade Miguel de Cervantes?8

    De acuerdo con Castro, Cervantes comparte races con Fernandode Rojas, fray Luis de Len, Mateo Alemn, Luis Vives, Antonio deNebrija, Garci Rodrguez de Montalvo, Bernal Daz del Castillo y sanPedro de Alcntara.

    Producido por el bloque Iglesia-Estado, el grupo judeoconversoconstituye un grupo de cristianos discriminados que expresan su dolory su existencia en una literatura intercastiza. As, hace notar MrquezVillanueva, el sealamiento de Castro en cuanto a que muchos escrito-res importantes de los siglos XVIy XVIIeran judeoconversos, lejos delracismo, se refiere a la emergencia de un sujeto cultural, absurdamentetachado de judo, tras muchas generaciones de bautizados, quienes, a

    partir de su lgica insatisfaccin, realizaron algo nico e inestimableen la historia del espritu humano.9

    De esta manera, a partir de los planteamientos de Amrico Castro,las obras de los siglos conflictivos se entienden como esa pugna delpensamiento creador con la opresin totalitaria del poder estatal.10De esta manera, tal como lo muestra Stephen Gilman enLa Espaade Fernando de Rojas, lo que el autor de la Celestinaenfrenta es unmundo que institucionaliza la amenaza como forma de existencia. Laescritura aparece entonces, en los planteamientos de Castro y sus dis-cpulos, como expresin de la subjetividad en resistencia, experienciade la historia que se contrapone a la de los vencedores y sus mitospatriticos y religiosos.

    Para explicar el surgimiento del Quijoteen este segundo momentode su produccin presidido porEspaa en su historia(1948), Castropartir de la secularizacin del erasmismo, esto es, de la religiosidad

    interior que, acentuada por el ingrediente judeoconverso, produce una

    8Pedro Lan Entralgo, Prlogo, en P. Lan Entralgo et al., op. cit., p. 19. 9F. Mrquez Villanueva, Prlogo, en A. Castro, op. cit., vol. II, p. 19.10Ibid., p. 34.

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    novela que narra modos de existencia conflictivos, como lo son los

    personajes cervantinos.En los cinco apartados siguientes, pretendo presentar una sntesisde las ideas de Amrico Castro sobre el Quijote.

    El erasmismo de Cervantes

    El pasaje las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen

    mrito ni valen nada (II, 36, p. 930),11censurado por el ndice expur-gatorio de 1632, tiene que ver con una corriente mstica provenientede la espiritualidad erasmista y con el iluminismo de los alumbrados.Este pasaje significa que las obras buenas y las oraciones han de acom-paarse por el fuego de la caridad y el amor a Dios, esto es, por unestado de gracia, pureza o perfeccin interior. De este modo, siguiendolos planteamientos erasmistas, las prcticas religiosas exteriores que-

    dan subordinadas a la disposicin interna del espritu, lo que suponeuna crtica a las formas de religiosidad dominantes, sus despliegues yostentaciones.

    En la Espaa de Cervantes, dice Amrico Castro, se erasmizaba,hasta donde se poda, con precaucin. En una carta a Marcel Bataillon,Castro compara la situacin de los intelectuales espaoles comba-tidos, calumniados durante los aos de la dictadura con la de los

    erasmistas cuatrocientos aos atrs.

    12

    As pues, al hablar de erasmismoy humanismo, Castro realiza una reflexin crtica del pasado, a partirde una concienciaprogresista, democrtica y republicana.

    El erasmismo en Espaa refuerza una tendencia a la interiorizacindel sentimiento religioso presente en la religiosidad judeoconversa.Erasmo pretenda llegar al fondo espiritual del cristianismo. En elQuijotese secularizan las actitudes religioso-contemplativas presentesen el erasmismo. De esta manera, la idea del personaje literario se fun-

    11Miguel de Cervantes,Don Quijote de la Mancha.Ed. de Francisco Rico. Bar-celona, Instituto Cervantes/Crtica, 1999. (Cito entre parntesis, indicando la parte ennmeros romanos, el captulo de que se trata y la pgina.)

    12J. Rodrguez Purtolas, Prlogo, en A. Castro, op. cit., vol. I, p. 10.

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    da en la espiritualidad ntima, afirmado sobre el saberse ser quien se es,

    gobernado por el timn de la voluntad, e impulsado por la concienciade ser libre y por estar dispuesto a sacrificarlo todo al derecho a serquien ha decidido uno ser.13Los personajes en el Quijoteparecenseres vivos: realizan autnticamente el ser de su vivir de acuerdo conun destino que da ilusin de autonoma.14

    Un antecedente importante del Quijotees la novela pastoril, hijalaica de la mstica religiosa, que surge cuando el individuo, rompiendoamarras con la religiosidad, se aventura por los intrincados bosques del

    sentimiento: No teniendo vocacin de mstico, [Cervantes] se constru-y una disposicin en que se expresa el proceso penoso y conflictivode quien aspira a ser persona, e identifica la conciencia de persona-lidad con la pretensin de realizar el bien en un mundo malignamentedispuesto.15

    Cervantes, cristiano nuevo

    Dentro del catolicismo espaol, la posicin de Cervantes era la de uncristiano nuevo de inspiracin erasmista. Su posicin era perifrica,extra-vagante (en sentido etimolgico), y desde ella contemplaba obli-cua e irnicamente la sociedad, y gracias a ello pudo inventarse unanueva forma de hacer novelas.16

    Me parece hoy evidente que el Quijote, las erticas pastoriles,el arranque autobiogrfico del Lazarillo, el arrojo deliberado deciertas figuras de laCelestina, el fino sentir del agresivo frayLuis de Len, el enfrentamiento de la mstica contra la religiosidadmayoritariamente organizada, eso y algo ms, todo ello conduceespiritual e histricamente hacia una misma raz: al estado de nimo

    13A. Castro, Erasmo en tiempos de Cervantes, enHacia Cervantes. Obra reunida.Madrid, Trotta, 2000, vol. I, p. 515, n. 43.

    14A. Castro, Los prlogos al Quijote, en ibid.,p. 539.15A. Castro, Cervantes y elQuijotea nueva luz, en Cervantes y los casticismos

    espaoles.Obra reunida, vol. II. Madrid, Trotta, 2002, p. 119.16A. Castro, La estructura del Quijote, enHacia Cervantes,vol. I, pp. 584-585.

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    de los cristianos nuevos, a su adentramiento retrado respecto delmundo en torno a ellos.17

    Adentramiento en el mundo propio y extranjera con respecto de susociedad. El vivir de don Quijote ser un peregrinar por caminos, ven-tas, moradas campestres, arroyos, sierras, bosques sin contorno...18

    La vigilancia inquisitorial sobre los cristianos nuevos, las denunciasy el espionaje al que se vieron sometidos, institucionalizaron la amenazacomo forma de existencia. Fue entonces necesario que los conversos

    Cervantes, Rojas, fray Luis de Len, aprendieran a protegerse de lamuerte intelectual mediante el recurso de nuevos cnones expresivos.Al decir de Francisco Mrquez Villanueva, lo que Cervantes novela esel proceso mismo de creacin, en una comunicacin entre autor y lectorno sujeto a reglas establecidas, sino al compromiso de ir producindolasen todo momento. Por otra parte, Cervantes escribir sobre el sabersevivir de sus personajes: Seres puestos a la tarea de ser ellos mismos en

    cambiante y problemtico desequilibrio.19

    El tema del Quijote, diceAmrico Castro, es la dificultad misma de existir o [...] la expresinde la conciencia de estar viviendo en perenne conflicto.20

    La novela cervantina se presenta como enfrentamiento entre el per-sonaje quijotizado y un mundo que no lo est. Se trata pues de la pugnaentre quien ha decidido ser el que es y como es y los empeados en des-pojarlo de su personalidad. Castro seala la dificultad para distinguir, enel comportamiento de don Quijote, lo absurdo y lo insensato de los com-portamientos disidentes y contestatarios en la Espaa de su momento.

    Don Quijote y Cervantes vuelven la espalda a la sociedad de 1600y emprenden la tarea de construirse un mundo suyo, distinto del reco-nocido por todos como nico e inamovible. Cervantes [...] concibi

    17A. Castro, Los prlogos al Quijote, en ibid., p. 546.

    18A. Castro, A. Castro, La estructura del Quijote, en ibid., p. 571. Muchos otrospersonajes aparecen tambin alejados de la vida ciudadana (galeotes, desesperados deamor, bandidos).

    19F. Mrquez Villanueva, Prlogo, en A. Castro, op. cit., vol. II, p. 16.20A. Castro, Espaolidad y europeizacin del Quijote, enHacia Cervantes, vol.

    II, p. 277.

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    la extraa idea de hacer dialogar a unos cuantos retrados, situados al

    margen del vivir gregario a fin de que airearan sus razones en el pblicoespacio de una pgina impresa.21As, es posible entender el Quijotecomo la respuesta cervantina a la marginalidad a la que se condenabaa los cristianos nuevos a quienes se negaba, por ejemplo, el acceso a laNueva Espaa, situacin que poda convertirlos en parias o en inquisi-dores, y que los incitaba a las bsquedas heroicas.

    El Quijotey los librosEl Quijotesale a la luz despus de veinte aos de mutismo. (Al cabode tantos aos que ha que duermo en el silencio del olvido, dice la vozprologal del Quijote.) Durante esos largos aos de silencio, Cervantespasa por un proceso de meditacin en el que lograr deshacerse de losmodelos librescos que, en ese momento, corran por Espaa e Italia.No era de esperarse, sin embargo, que el libro apareciese como obrade un profesional de las letras, ya que Cervantes era poco conocidoantes de 1605.22

    el Quijotees un libro forjado y deducido de la materia activa de otroslibros. La primera parte emana radicalmente de los libros ledos pordon Quijote; la segunda es, a su vez, emanacin de la primera, puesno se limita a seguir narrando nuevos sucesos, sino que incorpora

    en la vida del personaje su conciencia de estar ya preexistiendo enotro libro.23

    Los personajes presentan una existencia migratoria, emanada de lamateria de los libros o que pasan a travs de las interpretaciones de otraspersonas o de otras palabras escritas, como es el caso de Gins de Pasa-monte, cuya verdad se encuentra en su autobiografa. El Quijotedebesu existencia tanto a una tradicin de formas y gneros literarios, como

    21A. Castro, Cmo veo ahora el Quijote, en ibid., pp. 370-371.22Cf. A. Castro, Los prlogos al Quijote, en ibid., p. 532.23A. Castro, La palabra escrita y el Quijote, en ibid., p. 603.

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    a una tradicin de maneras de ser vivida la literatura.24La palabra es-

    crita es sentida como realidad de alguien, vitalizada.

    25

    El libro comorealidad viva, animada, comunicada e incitante, proviene de la tradicinoriental y se liga estrechamente con la creencia de que la palabra contieney transmite una revelacin.26Lo escrito posee una vitalidad capaz deafectar a otras vidas, y su realidad consiste en esa accin vital.27

    Los libros de caballeras, los romances, las narraciones pastoriles ypicarescas dejan de ser objetos literarios encerrados en sus pginas.

    Ahora van a ser una fluencia animada, que se deslizar sin reposode una a otra figura de existencia humana, cuyo existir precisa-mente consistir en la forma e impulso adquiridos en virtud de taldeslizamiento.28

    En el mundo islmico, horizonte presente en la novela cervantina,todo es desliz y corrimiento: Las palabras son tambin inestables. [...]

    La ausencia de peso esencial permite a la literatura rabe fluir vertigi-nosamente en inalcanzables cuentos como los deLas mil y una noches,en donde quien cuenta y lo contado se trenzan indefinidamente.29 ElQuijotese origin como un ro provisto ya en su nacimiento deun cauce tan movible como el discurrir de sus aguas.30Desde las pri-meras frases, todo lo escrito es dudoso, cuestionable en su identidad.Las realidades imaginadas, soadas, descritas, narradas o conocidas sonen el Quijote, adems, vivenciadas por alguien ms, lo que tambin lashabr de transformar; por ejemplo, el lugar en el que vive el hidalgoQuijano queda transmutado en el no quiero acordarme de su nombre,

    24Ibid., p. 613.25Ibid., p. 614.26Cf. ibid., p. 615. El espritu hebreo, aunado con el pensar neoplatnico, da lugar

    a la creencia en el logos-palabra como espritu emanado y creador.27Ibid., p. 619.28A. Castro, Espaolidad y europeizacin del Quijote, en ibid., p. 300.29Ibid., p. 303.30A. Castro, El cmo y el porqu de Cide Hamete Benengeli, en ibid., vol. I,

    p. 644.

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    de manera que podemos decir que en el Quijoteno hay nada hecho, que

    todo est en proceso de irse haciendo.

    31

    La palabra escrita como realidad problemtica y mltiple se hacepresente en el captulo 32 de la Primera parte del Quijote,en el que larealidad de los libros de caballeras se resuelve en los reflejos y reac-ciones que producen en sus lectores (el ventero, Maritornes, la hija delventero). La vida de la literatura aparece a travs de las vivencias delectores y escuchas. Esta realidad problemtica, dice Amrico Castro:

    se proyecta simultneamente como un ngulo abierto hacia el Quijotecomo libro ledo y hacia la amplia vastedad de sus lectores. Cervantesles concede licencia, les invita a servirse de su libro, lo mismo quelos personajes que habitan en l hacen a cada paso con cuanto vaaconteciendo en torno a ello.32

    De la misma manera, elLibro de buen amores esencialmente am-bivalente, oscilante y su sentido, depende del que se le preste en lavida de quien lo lea:33

    Qualquier omne que.l oya, si bien trobar sopiere,ms (a) aadir e enmendar, si quisiere;ande de mano en mano a quienquier que.l pidiere,como pella a las dueas, tmelo quien podiere. (1629)34

    La nueva manera de novelar

    Segn el autor del Quijote, vivir humanamente consiste en estarrecibiendo el impacto de cuanto pueda afectar al hombre desde fuera

    31

    Cf. ibid., p. 645.32A. Castro, Cervantes y el Quijotea nueva luz, en Cervantes y los casticismosespaoles, p. 83.

    33Idem.34 Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Libro de buen amor. Ed. de Alberto Blecua.

    Madrid, Ctedra, 2001.

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    de l, y estar transformando tales impresiones en procesos de vida.35

    Existir implica entonces la incorporacin de la experiencia en forma deafectos, ensueos, creencias, anhelos; forma de fecundacin que con-vierte cualquier dato emprico en algo con sentido problemtico, nuncacerrado ni definitivo:36el fluir de la existencia emana de la fascinanteconjugacin de las ilusiones, de las creencias y de las esperanzas conla marcha del propio vivir...37Don Quijote va urdiendo la trama desu existir: Su vida consiste en estrsela haciendo en conexin con lasotras figuras y con unas circunstancias que crean la ilusin de que la

    vida de alguien est desplegndose a nuestra vista, en un tiempo y enun espacio actuales.38

    De esta manera, don Quijote y otros personajes manifiestan un servolitivoy, por tanto, van remontando el curso de su existencia literariaincitados por un libre designio y sostenidos por la esperanza de unposible bien.39

    Amrico Castro hablar de una nueva manera de novelar en la que:

    la metfora lrica o el tema pico ingresa activamente en el procesovital de quien recibe su impresin. De esta manera, los molinosno son slo gigantes, sino adems contenido de la experiencia dealguien que los vive como tales, y tambin de quienes los siguenviendo como molinos. La metfora se convierte en una existenciametaforizada, puesto que los molinos son gigantes en la medida enque Alonso Quijano sea don Quijote.40

    De esta manera, la metfora implica al poeta que la crea. Por ejemplo,la aventura de los molinos gigantes resuena, entre otras cosas, comoun combate contra la prepotencia y la opresin. Esta posicin subjetivaest presente en otros episodios: el de los gigantes-frailes benitos, el

    35A. Castro, La estructura del Quijote, enHacia Cervantes, vol. I, p. 564.36Cf. idem.37Ibid., p. 566.38Ibid., p. 575.39A. Castro, La palabra escrita y el Quijote, en ibid., p. 629.40A. Castro, La estructura del Quijote, en ibid., p. 568.

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    de las bodas de Camacho y en el de don Fernando y Dorotea. De esta

    manera, concluye Castro, don Quijote, figura translcida, no impidevislumbrar lo que pensaba el autor y tambin l mismo respecto desu tiempo.

    En la estructura del personaje se incluye el proceso de hacersede su vida, la creacin de la experiencia vital. En este mundo fluyente,la identidad existencial aparece cuestionable o interpretable de variosmodos, por lo que no puede cimentarse sino en la conciencia de sentirsevivir. La figura literaria se vuelve entonces un saberse estar siendo. El

    sentirse uno mismo se consigue a costa del ininterrumpido esfuerzode sostenerse a s [...] don Quijote y su escudero quieren subsistir co-mo seres personalizados, artfices de su ventura.41Como en Unamunoy en Pirandello, el personaje reclama para s existencia tanto real comoliteraria y exige no ser tratado de cualquier manera.42

    Desde el captulo IIde la Segunda parte, los personajes principalesdel Quijotese despliegan en su doble condicin de seres reales y de

    figuras literarias. En la medida en que sus aventuras y avatares han sidorecogidas por un escritor, adquieren densidad y quedan marcados porla idea de que su vida es tambin materia de escritura.43

    Don Quijote y Sancho

    En tanto que figura literaria, don Quijote aparece en estado naciente,dotado de la capacidad de construir su propio horizonte.44As, entre-verado loco (II, 18, p. 776), don Quijote aparece hacindose a smismo, sirvindose de la incitacin de unos libros.45En un momentodado, don Lorenzo, hijo de don Diego de Miranda, hablando con donQuijote sobre poesa le dice: Verdaderamente, seor don Quijote, quedeseo coger a vuesa merced en un mal latn continuado [en un sosteni-

    41Ibid., p. 596.42Cf. A. Castro, Cervantes y Pirandello, en ibid., p. 693.43Cf.Idem.44Cf. A. Castro, Cervantes y el Quijotea nueva luz, en ibid., p. 139.45Ibid., p. 82.

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    do desbarrar], y no puedo, porque se me desliza de las manos como

    anguila (II

    , 18, p. 777). Fluyente, don Quijote simultneamente discu-rre y se escurre. En ese escurrirse se incluye el preguntarse por elsentido de sus afanes: Yo hasta agora no s lo que conquisto a fuerzade mis trabajos (II, 58, p. 1097), afirma, rompiendo con el marco delhroe pico-caballeresco y enfatizando su dimensin personal.

    Cervantes, dice Amrico Castro, escribe elQuijoteen gran soledad,en la ms apartada reclusin del nimo. Los personajes de su novelason igualmente solitarios:

    Aquel Quesada, Quijada, o como le llamaran, lleg a los 50 aos enmontona soledad, cazando sin amigos, oyendo las simplezas de dosmujeres u observando la tosquedad inerte del mozo que le ensillabael rocn [...]. El hidalgo se evade de su reclusin por entre la com-pacta letra de unos libros. Gracias a l, el buen Sancho va a poneren parntesis su condicin de labriego y de porquero. Luego haremosque Marcela se escape de su pueblo, y brinque gil sobre las bardasde su existencia, harta de ser sobrina del clrigo, y empalagada detanto requiebro a su belleza. Haremos luego que los galeotes rompansus cadenas y nos encantar que el bandido Roque Guinart campeepor sus respetos, y administre una justicia muy razonable dentro delas circunstancias de su vida. Mientras ronda su nsula, Sancho ysus acompaantes encuentran a una linda muchacha que, harta devivir encerrada, haba salido a pasear de noche, vestida de hombre,a fin de ver el mundo, por ella barruntado y no conocido. Al ver sulindo rostro, el mayordomo del duque perdi el seso.46

    Todas estas figuras huyen del mundo, liberadas del aburrimiento, de latontera, de la arbitrariedad, de las barreras de casta y, a partir de unlargo soliloquio consigo mismas, son capaces de dialogar con otros.

    En la relacin de don Quijote y Sancho no se oponen, dice AmricoCastro, idealismo y materialismo, sino la voluntad proyectiva de don

    Quijote y la voluntad receptiva de Sancho. Don Quijote se adentra ensu transcurso y, desde su capacidad creadora, va forjando el mundo;

    46Ibid., pp. 90-91.

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    394El Quijote en el pensamiento de Amrico Castro

    Sancho va viviendo a partir de lo que le sale al encuentro, encajado en

    el mundo quijotizado en torno.A pesar de sus diferencias de casta y rango, don Quijote y Sanchose unen y acaban por entenderse cordialmente:

    Cervantes liber de la vulgaridad paralizante a su hidalgo Quija-da, condenado a comer duelos y quebrantos todos los sbados. Deaquella figura inerte, oprimida por la opinin, sin horizontede esperanzas, surgira un hombre nuevo, desdeoso de los linajes

    y de la obsesin cristiano-vieja, afanoso de aventuras liberadoras[...] Sancho, por su lado, se espiritualiza a su modo, y a travs de lse zahiere la presuncin cristiano-vieja y la de quienes todo lo re-ducen a ser enemigo mortal de los judos [...] Por encima de lasdiferencias de linaje, dos figuras en su raz opuestas acaban porarmonizar sus vidas dialogando, conviviendo, sin dejar de ser cadauno quien quiere ser.47

    A manera de conclusin

    Escritos desde el exilio y a partir del desgarramiento de la Guerra civil,los ensayos en torno al Quijote correspondientes al segundo momentode exploracin de Amrico Castro intentan contribuir a una reflexincrtica sobre la cultura espaola.

    Castro delinea las corrientes espirituales, culturales y existencialesque configuran el Quijote. Ante todo el erasmismo, que constituye undesprendimiento de las constricciones de la religiosidad imperante y sussanciones; liberacin que permite bsquedas espirituales sustentadasen la autenticidad. De esta manera, la bondad y el contacto con Diosse fundan en la disposicin interior, dimensin que explorar la lite-ratura espaola de los siglos XVIyXVIIen la mstica, la asctica, la tra-gicomedia y la novela.

    Por otra parte, Castro presenta las formas espirituales y existencialespresentes en el Quijotecomo producto de la influencia del pensamien-

    47Ibid., p. 148.

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    to erasmista sobre el horizonte existencial judeoconverso: el paso de

    un horizonte simblico a otro, el establecimiento de la morada vitalentre dos mundos, la marginalidad y la imposicin de una vigilanciaamenazante. La novela narra el persistente hacerse de la existencia ysu condicin problemtica.

    Siguiendo la lectura de Amrico Castro, la novela cervantina cuentala historia de un hidalgo, su existencia configurada a partir de la materiade los libros que lee y devuelta a stos. Los libros resultan entoncesformas animadas, capaces de influir sobre vidas y hombres. Como los

    libros de los que se desprende, el protagonista de la novela cervantinafluye indeterminado, trazando arabescos. La indeterminacin constituyeuna realidad oscilante, susceptible de albergar diversos sentidos, mbitoque implica tambin al lector.

    Adems de ir construyendo su experiencia vital, los personajes dela novela cervantina se saben siendo y son por tanto capaces de rompercon las constricciones a las que aparecen encadenados; de esta manera,

    transforman su transcurso y, menos solitarios, dialogan y se encuentrancon los otros.