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CRITICA DE LIBROS CARMELO LISÓN TOLOSANA Demonios y exorcismos en los siglos de oro. La España Mental I y Endemoniados en Galicia hoy. La España Mental II (Madrid, Akal Universitaria, 1990) Comentar una obra maestra es una tarea realmente difícil. Nunca la críti- ca o la recensión en unas pocas pági- nas puede dar cumplida cuenta de una obra que, por sus características, está naturalmente destinada a producir amplios efectos en la comunidad cien- tífica. Si, como señala Steiner 1 , la ver- dadera crítica de una obra sólo se pue- de apreciar en aquellas otras obras que gracias a ella ven la luz, tendre- mos, sin duda, que esperar a que la lectura y estudio de la obra de Lisón despliegue todo su potencial creativo fecundando la labor colectiva de la comunidad científica para poder ates- tiguarla. Una obra maestra es una obra viva, que tiene su propia biografía: una larga gestación, un nacimiento 1 G. STEINER, Presencias Reales. ¿Hay algo en lo que decimos?, Destino, Ensayos, Barcelona, 1991. público y un fértil crecimiento poste- rior. Mis comentarios, pues, consciente de que no pueden en modo alguno, aun adelantándose, suplir tal desarro- llo, sólo intentan anunciarlo, invitan- do a los lectores a esa gozosa celebra- ción que es la lectura. Se trata de una obra en dos volú- menes de tan apretada letra como el pensamiento del autor, como si con tan singular hechura quisiera el edi- tor sujetar mejor el vuelo de las ideas, ajustando el pensamiento del lector al ritmo adecuado para que no se le es- cape, junto con el rigor, la belleza de la obra, la intensidad de la experien- cia de su lectura. Ambos volúmenes tratan un mismo conjunto de proble- mas. De ahí la unidad del subtítulo La España Mental—, que refiere mejor el contenido de la obra que cada uno de los títulos que encabeza uno y Reis

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CRITICA DE LIBROS

CARMELO LISÓN TOLOSANA

Demonios y exorcismos en los siglos de oro. La España Mental Iy Endemoniados en Galicia hoy. La España Mental II

(Madrid, Akal Universitaria, 1990)

Comentar una obra maestra es unatarea realmente difícil. Nunca la críti-ca o la recensión en unas pocas pági-nas puede dar cumplida cuenta de unaobra que, por sus características, estánaturalmente destinada a produciramplios efectos en la comunidad cien-tífica. Si, como señala Steiner1, la ver-dadera crítica de una obra sólo se pue-de apreciar en aquellas otras obrasque gracias a ella ven la luz, tendre-mos, sin duda, que esperar a que lalectura y estudio de la obra de Lisóndespliegue todo su potencial creativofecundando la labor colectiva de lacomunidad científica para poder ates-tiguarla. Una obra maestra es una obraviva, que tiene su propia biografía:una larga gestación, un nacimiento

1 G. STEINER, Presencias Reales. ¿Hayalgo en lo que decimos?, Destino, Ensayos,Barcelona, 1991.

público y un fértil crecimiento poste-rior. Mis comentarios, pues, conscientede que no pueden en modo alguno,aun adelantándose, suplir tal desarro-llo, sólo intentan anunciarlo, invitan-do a los lectores a esa gozosa celebra-ción que es la lectura.

Se trata de una obra en dos volú-menes de tan apretada letra como elpensamiento del autor, como si contan singular hechura quisiera el edi-tor sujetar mejor el vuelo de las ideas,ajustando el pensamiento del lector alritmo adecuado para que no se le es-cape, junto con el rigor, la belleza dela obra, la intensidad de la experien-cia de su lectura. Ambos volúmenestratan un mismo conjunto de proble-mas. De ahí la unidad del subtítulo—La España Mental—, que refieremejor el contenido de la obra que cadauno de los títulos que encabeza uno y

Reis

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otro volumen. Y digo «mejor» porqueen ellos se trata de mucho más que dedemonios y exorcismos en los siglosde oro y que de endemoniados enGalicia hoy. Ambos temas son, en rea-lidad, punto etnográfico de partidapara una densa reflexión antropoló-gica sobre la condición existencialhumana enfrentada a la experienciadel mal. Reflexión que desarrolla siem-pre al hijo de una excelente y amplísi-ma etnografía, recogida en directo,durante casi treinta años de trabajode campo.

En realidad, se trata de una obraque culmina2 una larga trayectoria pro-fesional. Lleva Lisón muchos años es-cribiendo estos dos libros, preparán-dolos y pensándolos en esa actitud deescucha ante la etnografía sometida alas preguntas que traducen lo que lamisma etnografía empecinadamentecuestiona de nuestra imagen de lohumano, acrisolándola en sus propiasgalerías y paisajes interiores en los quela voz ajena encuentra el eco o la pre-gunta de la propia, desarrollando unimaginativo esfuerzo por liberar laduda de su imprecisión, hasta dejarlalibre en la amplitud de su densa com-plejidad, atestiguando, respetuosa-mente y con rigor, la precaria certi-dumbre de sus posibilidades. Sólo así,con tan larga y sostenida observación,manteniendo la tensión de la pregun-ta, se hace audible la delgada voz detoda respuesta valiosa, con toda la

2 Culmina, sí, pero no acaba. Mientrasescribo estas líneas tengo a mano una nuevaobra de Lisón recién publicada: La imagendel Rey. Monarquía, realeza y poder ritualen la Casa de los Austrias, Espasa-Calpe,Madrid, 1991, que amplía hasta 186 páginassu discurso de ingreso en la Real Academiade Ciencias Morales y Políticas, y aúnaguardan otras dos más en prensa.

riqueza de su pluralidad de tonos, no-tas, disonancias y armonías. El logro,clásico ya en Malinowski, consistenteen presentarnos antropológicamenteal hombre real, en la plenitud de sucontexto social y cultural, alcanza enla obra de Lisón el más hondo ejem-plo de la literatura sociológica espa-ñola, superando lo que Malinowskihubiese deseado gracias no sólo a untrabajo de campo mucho más prolon-gado, sino también a un mayor uso dela cuantificación, a la especial aten-ción prestada a la historia y a la ade-cuación del enfoque teórico-metodo-lógico simbolista, semántico y herme-néutico a los materiales etnográficoscon los que dialoga en su trabajo.

Consciente de la delicada naturale-za de las creencias, busca el autor su-jetar y multiplicar al máximo los tes-timonios, repetir y comprobar la ob-servación y las entrevistas a lo largode años, cuantificar aquellas de susdimensiones susceptibles de ser asíconsideradas, cartografiar su plasma-ción en la geografía hispana, contras-tar la frecuencia de sus manifestacio-nes conductuales, resumiendo gráfi-camente tensiones, líneas de fuerza, ovectores con los que consigue, en ungolpe de vista, hacernos ver la poten-cia creadora de realidad que posee lacreencia para los actores, sin preten-der hacernos creer que la realidad asíconstruida colectivamente sea paraellos menos incierta de lo que resultaser para cualquiera de sus lectores.Lisón repetidamente nos acerca a ese«creer dudoso» de los actores que, nopor debilidad de su creencia, sino porla humanidad de su naturaleza, sóloconsigue crear una realidad incierta.Toda experiencia de la realidad lo es,si es humana, como toda realidad es

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construida por la creencia; sólo quesiendo ésta diferente, también lo essu fruto, y es en el modo de ser dife-rente donde Lisón consigue apresar ycrear, a su vez, la especificidad deltalante cultural de toda una época es-pañola, la de los siglos de oro, o la deun contexto tan amplio como la cul-tura gallega.

Aun cuando la etnografía procedede los siglos de oro, en el primer vo-lumen, o de Galicia, en el segundo,sería injusto decir que la obra de Lisónno es más que una comparación entreambos contextos. Lisón cita y atiendea la pluralidad de estudios antropo-lógicos sobre la posesión, desde Áfri-ca a Inglaterra, para situar su estudioen su adecuado contexto científico-social, aun cuando, como avezadoantropólogo, su preocupación centralsea alcanzar con su reflexión dimen-siones universales de la condición hu-mana desde la especificidad de laetnografía elaborada en el trabajo decampo o en su amplísimo dominio delas fuentes históricas. Esa reflexiónlogra su adjetivo humanista desde laEspaña Mental porque, efectivamen-te, para poder interpretar la documen-tación o sus informes de campo, Lisónva más allá de Galicia o la Corte delos Austrias. No es casual que estaobra, comenzada en su elaboraciónen los años sesenta, vea la luz en losnoventa. Sus trabajos previos le per-miten contextualizar su reflexión enun denso y amplio conocimiento dela cultura hispana para, en esta obra,mostrarnos cómo «el continuado es-fuerzo epistemológico por conocer yclasificar al Otro creó, por oposición,la representación religioso-monolíticadel Nosotros nacional, resultado dela agónica convivencia con el Otro».

Describiendo en toda su densidad los«estados mentales fluctuantes y polié-dricos» que analiza, nos muestra cómo«se convierten en prototipos del pathosdel ser y de la consciencia» de losactores. «Todos ellos demuestran lacapacidad humana... para crear y ha-bitar esa región misteriosa que se ex-tiende más allá de la paráfrasis racio-nal... precisamente en un momentohistórico de extrema exaltación supre-ma del individuo, de su honor perso-nal y honra social.»

Por otra parte, si Lisón toma parasu estudio un contexto de tan ampliasdimensiones históricas y geográficas,y amplía sistemáticamente la contem-plación de la etnografía, documentalo de campo, contrastándola con la li-teratura y el arte, persiguiendo todossus posibles vínculos en el campo dela religión, la política, la medicina, lavecindad, la marginación social o lastensiones familiares, es en respuesta aun imperativo metodológico: sólo cabeaprehender comprensivamente la con-figuración cultural de la creencia de-tectando sus múltiples manifestacio-nes en todos esos campos y en todossus distintos niveles. Ir más allá de lareligión y del ritual, saltar incluso delextraño desasosiego interior de losactores, que sufren su singular expe-riencia, hacia su contextualización so-cial, fuerza al antropólogo a encon-trar, como marco de la homogeneidadde tan dispar etnografía, la cultura.Las conexiones simbólico-semánticassobre las que se sustentan las creen-cias poseen profundas, intrincadas yextensas raíces, a las que hay que aten-der para poder interpretarlas. De ahí,también, la barroca proximidad entrefiguras tan opuestas como el místico yel picaro, el monje y el aventurero, la

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beata y el poseso. En sus palabras:«con frecuencia capitanes truecan laespada por la cruz, los místicos domi-nan la pluma, los conquistadores setransforman en ermitaños y escritoresprofesan en vida religiosa. La con-densación de estas transferencias y latransitiva redundancia consecuente sefunden y producen un único dague-rrotipo de conexiones simbólicas...conforman un corpus homogéneo,totalizante, que a la vez que potenciala acción descubre un significado bá-sico, un vector común... la paridad enlo dispar evidencia una como matrizomnipresente».

Esa misma atención al marco globalde la cultura le lleva a Lisón a buscarun modo específico de presentaciónde su reflexión: «en el Corpino...aprendo a observar un conjunto feno-menológico, esto es, una continuidade interdependencia entre niveles ypartes, un totum cultural maussianocuyos elementos me gustaría poderpresentar de golpe como la notaciónvertical de una sinfonía para que to-dos ellos pudieran apreciarse en ope-ración coordinada y simultánea. Estavisión fenomenológica-existencial,holística del hecho cultural corpiñescoes antitética de la cartesiana dualidadres cogitans/res extensa o sujeto/obje-to; la analítica existencial que aquísugiero proviene de otro horizonte depensamiento, de aquel que prima laconjunción de la heterogeneidad, lanaturaleza unitaria de opuestos».

El primer volumen, centrado en laEspaña Barroca, aun haciendo unaexcelente historia de la mentalidad dela época, mostrándonos con una am-plísima y rigurosa documentación elambiente de la creencia, es, a su vez,un brillante estudio de Antropología

religiosa, política y del arte en unasola pieza. El testimonio de la litera-tura de la época, de los informes delos inquisidores o el de los historia-dores, se cruzan y analizan bajo la luzde la hermenéutica antropológica hastamostrarnos discriminaciones centra-les de la cultura de los siglos de oro,para, desde ellas, contemplar modosde categorizar el mal. Cuando ese aná-lisis se vierte sobre testimonios realesaparecen sorprendentes similitudesestructurales entre personajes tan po-lares como los apuntados (místicos,poetas, posesos y beatas), pudiendoasí mostrar el talante común de la cul-tura que comparten. Su interés, pues,no reside tan sólo en la hondura conque estudia la intrincada Corte deCarlos II el Hechizado, sino en desve-lar, desde la cúspide del poder hastala clausura conventual, desde el tea-tro público hasta la atormentada con-ciencia de los actores, unos mismosprocesos culturales en operación quenos permiten comprender a una mis-ma doliente humanidad.

En su excelente introducción a laobra de Marcel Mauss, Lévi-Strausssubraya la importancia que para laAntropología Social tiene el estudio,en toda sociedad y cultura, de aque-llas nociones que «actúan un pococomo símbolos algebraicos, para re-presentar un valor indeterminado designificación, vacío en sí mismo desentido y susceptible, por tanto, deque se le aplique cualquier sentido,cuya única función sería cubrir la dis-tancia entre la significación y lo signi-ficado»3. No obstante, el estudio deLévi-Strauss sobre dicho problema se

3 C. LÉVI-STRAUSS, Introducción a laobra de Marcel MAUSS, Sociología y Antropo-logía, Madrid, Tecnos, 1971, p. 37.

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ha visto siempre limitado por su pro-pia metodología estructuralista, aleja-da de la analítica existencial que pre-coniza, entre otros, el profesor Lisón.De ahí, sin duda, la escasa fertilidaddel Estructuralismo a la hora de in-terpretar la significación y el sentidode los fenómenos culturales que po-nen en operación los actores de carney hueso. Lisón, por el contrario, des-de la Semántica y la Hermenéuticaantropológicas, consigue presentarnosel demonio barroco como «una figurasintética con numerosos pliegues designificado; su espesor semántico pro-viene de que actúa a veces como unsigno virtualmente vacío, es decir, re-gido por un código genérico y lábilpero capaz, por tanto, de vehiculizarreferencias opuestas, encarnar rolescontradictorios... fluctúa entre la te-rrible maldad y la inocua travesura...Sugiere, quizá... que lo mismo sucedecon el hombre, encadenado a una go-zosa y dolorosa humanidad, a una ra-dical ambivalencia y tensión moral...Mal y demonio tienen dimensioneshuecas, son categorías vacías... cuan-do parece que los captamos y aprisio-namos se diluyen en otros... el demo-nio es un vehículo simbólico, modoicónico de reproducción a la vez quemodo de representación creadora, dela malaise de la sociedad barroca».

El segundo volumen, centrado enGalicia, contiene quizá la más com-pleta etnografía sobre el tema de laposesión, la más delicadamente estu-diada en toda su complejidad. En élpodemos apreciar no sólo un serio es-tudio antropológico sobre un temaendiabladamente difícil de encarar ri-gurosamente, sino también aprenderuna sabia lección sobre cómo hacer

Antropología. En sus páginas quedapatente la contundencia del dato, lafuerza de la etnografía, la singulari-dad de la metodología antropológicay su enorme fertilidad cuando el tra-bajo de campo se desarrolla empática-mente durante años, repitiéndolo unay otra vez, convirtiéndose casi en unahistoria en vivo al seguir la trayecto-ria vital de unos mismos informantesdurante decenios. Consigue aquí Li-són, en su grado máximo hasta ahora,algo que ha sido una constante en todasu extensa obra: analizar minuciosa-mente los datos, bombardear la etno-grafía desde todos los ángulos posi-bles y, a la vez, respetar en su integri-dad su radical alteridad, su capacidadde sorprendernos al sentirnos por ellacuestionados, mostrándonosla contoda la riqueza de su ambigüedad,como experiencia real, resistente anuestro deseo de dominarla desde launilateralidad de los instrumentos deuna u otra rama del saber. El estudiode las fantasías ajenas halla su puntode realidad en su análisis de la semán-tica cultural sustentada colectivamentepor los actores. Demo, trasgo, meiga-llo, aparecen como categorizacionesde una densa y plural experiencia an-gustiosa que se resiste, en primer lu-gar, a los propios actores ante su in-tento de definición. No obstante, lavivencia del conflicto vecinal, de lamarginación, de la enfermedad, la frus-tración o el interno desdoblamiento,necesitan definirse de algún modo,atribuirse, acotarse, nombrarse parasaberse, glosando ese tan pessoanodesasosiego de todo vivir auténti-camente humano, tan enraizado en laconvivencia social, como herido, ensu precariedad, de trascendencia. Es

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entonces cuando el autor dispara supenetración apresando el esfuerzo cul-tural colectivo para dotar de realidadpública a la experiencia interior, mos-trando la estratégica ambigüedad conla que los actores construyen suscategorizaciones de bordes difusos,ejemplificando lo que Wittgensteinseñaló refiriéndose al lenguaje y queluego Needham aplicó al campo de lacultura.

También en este volumen «la capa-cidad de los semas» usados por losactores «dotan a demo de tal porosidady versatilidad que lo convierten ensimbolizador ideal para plantear pre-guntas y formular respuestas, ambasde suma importancia... esa palabra-clave origina a su vez una constela-ción simbólica tan plurívoca comopolivalente y... provoca todo un com-plejo discurso metafórico que evoca eintegra varios niveles de la estructurasocial y mental... La palabra del hom-bre transfigura la realidad; la crea. Unavez creada la cree». Creación de locreíble en la que el diálogo entre ac-tores juega un papel central. Desdo-blado el poseso en su interna plurali-dad brinda al antropólogo ocasiónpara recoger su diálogo: «Este "diálo-go" es, obviamente, un proceso de sig-nificación, una organización de signi-ficado, formula expresiones referen-ciales; este "diálogo" al generar untexto significativo crea una manera depresentación y un modo de ser deldiablo. Este demo es, pues, productode una estructura "diagonal"... La vozilocucionaria concreta procede de unendemoniado sometido a condicionescorpiñescas, tradicionales, comunes,aprendidas... Es por lo tanto, voz ge-nérica, grita en un nosotros plural...

los corpiñeros sufren culturalmente.»Tras estudiar a los actores, sus sín-

tomas y comportamientos, tras estu-diar la creencia, estudia el autor elconjunto de rituales de exorcismo quetransforman al actor dramatizándosea sí mismo como sujeto y objeto de laacción ritual, «representándose comonormal... y endemoniado», viendocómo el diálogo ritual del exorcismo«construye la alteridad... cincela suyo frente y contra el tú demoníaco...Con los dardos de sus certeras pre-guntas va cincelando el tú... cercandoal tú», descubriendo la complejidadde los distintos niveles del yo, del tú,del mí, hasta apresar la visión culturalque sobre el hecho de ser persona, detener que ser siendo un yo (poliédrico),poseen los actores.

Si el primer volumen lo terminaLisón, tras analizar la desdicha deCarlos II el Hechizado, preguntándo-se «¿qué hay detrás de ese distante ymisterioso poder Real?», contestan-do, tras atestiguar el sostén del poderpor la creencia, que «detrás del poderestá... la nada», termina su segundovolumen con una reflexión no menosprovocativa: «Demo, vecino, posesión,etc., son categorías culturales interpre-tativas... Trascienden, por tanto, ensu significado a las relaciones socialesque lo provocan. Las definiciones cul-turales son previas, anteriores a lossíntomas o, dicho de otra manera, lasimágenes y representaciones menta-les no vienen ni necesaria ni directa-mente determinadas por la estructurasocial e económica o de poder toutcourt.»

Se trata, pues, de una obra que,como habrá podido intuir el lector,interesará, sin duda alguna, tanto al

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antropólogo como al sociólogo, al his-toriador, al psicoanalista, al médico oal estudioso del arte. Es una obra que,presuponiendo su abundante obraprevia, que aquí culmina, puede leer-se por sí misma. Si en su anterior pro-ducción comenzó Lisón preguntándo-se por las raíces históricas y ecológicasde unas instituciones y pautas cultu-rales que teñían, a través de genera-ciones, valores como la honra de losaragoneses, creencias y símbolos quecoadyuvan en la génesis de una iden-tidad colectiva gallega, aragonesa, co-marcal, local incluso, en cada una delas Españas, paso a paso, texto a tex-to, ha ido aupándose el autor al bordedel horizonte de lo conocido para,desde el límite —desde el único lugar

desde el que cabe hacer avanzar lainvestigación—, otear la noche de laspersistentes preguntas, de aquellas quesiempre se ha formulado el hombresobre el Hombre y que, envejecidaspor el uso las respuestas, hay que vol-ver a formular, nunca en vano, por-que el arte antropológico, como todaslas Humanidades, es un saber o uncomprender esencialmente histórico,relativo en su formulación, a la épocapara la que se debe proferir. De aquelpunto de partida llega ahora a un nue-vo límite, al reto del sujeto, al bordede yo zaherido por la tensión de laexperiencia y que, mostrándose plu-ral, nos vuelve a preguntar: en reali-dad, ¿quién somos?

Ricardo SANMARTÍN

HANKJOHNSTON

Tales of Nationalism: Catalonia, 1939-1979(New Brunswick, Rutgers University Press, 1991)

Hay varias razones por las que ellibro de Johnston tiene un gran inte-rés para la sociología española en ge-neral y para todos aquellos que esténinvestigando en el área de los movi-mientos sociales, trabajando en insti-tuciones autonómicas o, simplemen-te, sientan curiosidad intelectual porunos temas de tanta actualidad comoel nacionalismo y la transición demo-crática en España. Una de esas razo-nes es la primera que se suele citar alrecomendar un libro: su indudableca/icfacf. Es consecuencia efe un tra6a-jo tenaz, bien sistematizado y con unasólida orientación metodológica, quecomienza con una investigación de

campo en Barcelona al principio de laúltima década y se desarrolla bajo ladirección de Aaron Cicourel y JosephGusfield en la Universidad de Califor-nia, San Diego.

La calidad del libro no sólo es re-sultado del tiempo invertido en estainvestigación sobre el movimientonacionalista catalán, sino de los su-puestos teóricos y metodológicos quela informan. Si es cierto que suele exis-tir una relación entre unos y otros,considero que los segundos en estecaso proceefen efe /a influencia quehan tenido los dos sociólogos citados.Si el primero es una autoridad mun-dial en el área de la metodología y

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uno de los dos fundadores de laetnometodología, el segundo es unclásico (puesto al día) en movimien-tos sociales. Su influencia explica quelos contenidos teóricos del libro no selimitan a los que en él se explicitan,sino que abarcan cuestiones tan im-portantes como la aplicación de su-puestos importantes procedentes dela «sociología interpretativa» y de laetnografía de la lengua al estudio delos movimientos contemporáneos (Ci-courel, 1980; Gusfield, 1989). La prin-cipal base empírica del libro sonochenta y dos entrevistas etnográficasrealizadas por el autor a militantes delos movimientos de oposición al fran-quismo, en su mayoría nacionalistas.Una de las contribuciones de la obraes metodológica y radica en su capa-cidad para mostrar cómo se aplicanlas técnicas sociolingüísticas vincula-das a la segunda orientación ai análi-sis de un objeto que tradicionalmenteha sido objeto de un tratamientomacrosociológico muy general (Ci-courel, 1980, 1982¿).

Johnston sigue el enfoque del aná-lisis de marcos, que proviene de laaplicación de la obra de Goffman alestudio de los movimientos sociales.El difícil y sugerente libro que llevaese nombre (Frame Analysis) ha sidoconsiderado el trabajo más ambiciosoy creativo de un autor que podemossituar entre los más importantes de lasociología contemporánea (Goffman,1964). Su aplicación a los movimien-tos sociales tiene lugar en esas facto-rías de síntesis y creatividad que sonlas buenas universidades norteameri-canas, de la mano de David Snow yRobert Benford (Snow y otros, 1986;Snow y Benford, 1988). Su rápida di-fusión en los últimos años está rela-

cionada con su utilidad para explorarlas dimensiones ideológicas y cultura-les de los movimientos sociales. Enlas dos últimas décadas, esos aspectoshan sido objeto de escasa atención porlos sociólogos debido a la influenciade enfoques centrados en las caracte-rísticas del contexto social, la estruc-tura de oportunidad política y la dis-ponibilidad de recursos organizativospara explicar estas formas de accióncolectiva (Snow y Benford, 1988;Johnston y Laraña con Gusfield, enprensa; Laraña, 1993).

En la investigación más avanzadasobre movimientos sociales se estáproduciendo una creativa síntesis desupuestos procedentes del análisis demarcos y de un sector de la investiga-ción sobre nuevos movimientos socia-les que se viene realizando en Europadesde los años setenta. Johnston pro-cede a una interpretación del movi-miento nacionalista catalán en la queexpone la interrelación de aspectosculturales y estructurales que están enel origen de su fuerza en la actuali-dad. El acierto en la forma de mos-trarlo es otro de los valores de estaobra, como consecuencia del esfuerzode síntesis que en ella se hace y de lacapacidad del autor para vincular lasdimensiones micro y macrosociológi-cas de la realidad investigada. El aná-lisis lingüístico de casos se combinacon datos históricos y otros sobre lavida cotidiana de los actores en elmovimiento nacionalista que confie-ren fluidez a la lectura del libro.

Una idea básica es que los marcosde referencia de ese movimiento cons-tituyen estructuras cognitivas a travésde las cuales sus seguidores confierensentido al mundo en que viven. Son«estructuras de sentido» (Cicourel,

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1982a) con capacidad de movilizacióncolectiva e importantes implicacionessociales y políticas. Durante el largoperíodo de latencia para los movimien-tos sociales en España que va desde elfin de la Guerra Civil hasta los añossesenta, esos procesos cognitivos sedesarrollan en el seno de las familiascatalanas y en una variedad de asocia-ciones voluntarias que desempeñaronun papel decisivo en la continuidaddel movimiento bajo duras condicio-nes de represión. De ahí la importan-cia del análisis detallado que haceJohnston sobre los hechos lingüísticosvinculados a la persistencia de ideas,símbolos y significados propios de lacultura catalana, tanto en los proce-sos de socialización como en dichosgrupos secundarios. Los segundosabarcan una variedad de asociaciones,desde grupos excursionistas, corales,literarios, musicales. Su persistenciaen la Cataluña de posguerra se rela-ciona con el papel protector desem-peñado por la Iglesia católica frente alas autoridades estatales, al igual queha sucedido en otros movimientosnacionalistas estudiados por Johnston(en prensa) en países del Báltico. Elalineamiento entre los marcos de re-ferencia del movimiento nacionalistay las orientaciones cognitivas indivi-duales de sus miembros se interpretaa partir de la imbricación de los pro-cesos de socialización con esa ampliagama de asociaciones culturales y re-creativas de larga tradición en Cata-luña y el País Vasco. Con ello, el librovincula aspectos estructurales y cul-turales de la acción colectiva, y desa-rrolla sus puestos planteados en otrasinvestigaciones sobre el nacionalismovasco que destacan el papel de la len-

gua y de las asociaciones intermedias(Pérez Agote, 1987; Tejerina, 1992).

El resultado de esa síntesis no con-siste simplemente en el resurgimientodel nacionalismo catalán en la etapafinal del franquismo, sino en su trans-formación en un movimiento de ma-sas, articulado en una «subcultura dela oposición» al Régimen del 18 deJulio. Este es un concepto esencial paracategorizar el proceso de atribuciónde significados, tal y como se mani-fiesta en los relatos de militantes na-cionalistas y de izquierda al hablardel origen de su militancia política.Con él se alude a un proceso más sutily penetrante que el habitualmenteexpresado con el término «ideología».Este último hace referencia al sistemade ideas lógicamente interrelacionadasy a una orientación racional del actoren su defensa, mientras que subculturade la oposición designa «un fenóme-no más complejo que abarca organi-zaciones, simbolismo, lazos socialespersistentes y continuidad en el tiem-po». Ese conjunto de elementos pro-vienen de la vida cotidiana de los ac-tores en el movimiento y tiene unaconnotación menos racional y máspróxima a los sentimientos. El con-cepto surge del análisis del papel quedesempeñaron las experiencias infan-tiles de los entrevistados, y sus redesde relaciones en sus familias, con susgrupos de amigos, en las escuelas, or-ganizaciones y asociaciones.

Esta subcultura se relaciona en ellibro con el proceso de redefinicióndel marco de referencia del movimien-to nacionalista catalán desde los añossesenta, que se considera decisivo parael cambio en su percepción por partede sectores tradicionalmente ajenos u

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hostiles al mismo, como el movimien-to obrero y los inmigrantes de otrasregiones. Frente a la imagen clásicadel movimiento nacionalista como«burgués», el nuevo marco es intercla-sista y permite el alineamiento de esossectores con el nacionalismo, lo cualposteriormente resulta clave para lascosechas de votos obtenidas por «Con-vergencia i Unió» en las eleccionesdemocráticas. Ello fue potenciado porla redefinición de la nacionalidad pro-movida por este partido y su exten-sión a todo el que vive y trabaja enCataluña (Laraña, en prensa).

El libro destaca la peculiar combi-nación de elementos ideológicos mar-xistas, nacionalistas y católicos (post-conciliares) en el surgimiento de unnuevo marco unitario, que confiereun fuerte impulso a los movimientosde oposición al franquismo, así comola mezcla de factores que intervienenen la producción de ese marco. Porejemplo, un fenómeno característicode los movimientos estudiantiles enEuropa y América durante los añossesenta como es la difusión de unmarco de referencia marxista entrejóvenes que no pertenecen a la clasetrabajadora. Johnston percibe adecua-damente el significado simbólico quetuvo aquel hecho en España, dondefue más un instrumento para la críti-ca radical del franquismo que la uni-ficadora y coherente ideología de cla-se propugnada desde el marxismo.Asimismo, este último suministraba,el discurso necesario para la coordi-nación entre los movimientos estu-diantiles, nacionalistas y el movimientoobrero.

Otro aspecto de interés es el deta-llado estudio del papel desempeñado

por la Iglesia en el surgimiento delnuevo «marco unitario», nacionalistade izquierdas. Estos procesos se fun-dan en el análisis del discurso de losseguidores del movimiento de oposi-ción, lo cual confiere al libro gran in-terés metodológico.

El resurgir del nacionalismo cata-lán y su transformación en un movi-miento de masas apoyado por las cla-ses medias se presentan asociados auna serie de acontecimientos públi-cos que tuvieron lugar desde el finalde los años cincuenta que actuaroncomo factores con capacidad para pre-cipitar los acontecimientos (Smelser,1962); en este sentido, destacan lasconcentraciones en demanda de liber-tad religiosa ante el Monasterio deMontserrat, el boicot al diario La Van-guardia o el encierro de estudiantes eintelectuales en el convento de losCapuchinos en 1965. La «capuchina-da» tuvo su origen en la misma rei-vindicación cuya prohibícióh fuera ele-mento motor del movimiento estudian-til en España, promover un sindicatoestudiantil independiente. Se le atri-buye aquí un significado importanteen la construcción del marco unita-rio, que permite la coordinación demovimientos de oposición muy dife-rentes, la subordinación de esa diver-sidad política a los sentimientos anti-franquistas y la fuerza de la identidadcatalana.

Otro hecho de especial importan-cia para la transformación del nacio-nalismo en un movimiento de masasfue la elección de un nuevo Papa, JuanXXIII, en 1958, y su defensa de losderechos de las minorías. El movimien-to de los católicos postconciliares y elcompromiso con él de algunos reli-

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giosos se consideran decisivos paraimpulsar el nuevo marco unitario quecombina marxismo y nacionalismo, yconvierte al segundo en el elementounificador de la oposición catalana.El apoyo de grupos religiosos y sacer-dotes hizo posible el alineamiento deamplios sectores de las clases mediascon el movimiento nacionalista.

En síntesis, el libro debe traducirsepronto al castellano por todas estasrazones, que son tanto de contenido(su contribución al conocimiento deun aspecto tan importante de la reali-dad social en España) como de méto-do (su aportación a la investigaciónde los movimientos sociales con téc-nicas de análisis del discurso). Si nose traduce, el público que no conocela lengua inglesa se vería privado dealgo que tiene gran interés; si sólo setraduce al catalán, lo mismo sucede-ría con los millones de personas queno entienden esa lengua.

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Enrique LARAÑA

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J. CARABAÑA y A. DE FRANCISCO (COMPS.)

Teorías contemporáneas de las clases sociales(Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1993)

En el marco de la sociología es fácilencontrar el reconocimiento de quelas sociedades actuales se estratificanen dimensiones tales como las de cla-se social y status.

Aun admitiendo lo anterior, las con-troversias sobre los términos de clasesocial y status han sido y son muy nu-merosas. El fondo de la polémica estáen la discusión sobre si dichas dimen-siones proporcionan unas categoríasadecuadas al análisis de la estructurade las sociedades contemporáneas.

La importancia de la aclaración seconvierte así, para la sociología, enuno de los problemas más acuciantesen la actualidad. Cómo situar a losnuevos directivos de las sociedadesoccidentales en las categorías tradi-cionales, es un ejemplo de los exis-tentes que nos ayuda a comprender laimportancia del tema.

Opciones que podrían parecer sim-ples como la amplicación de los tér-minos o definiciones de las catego-rías, o asumir algunas otras que nosexpliquen las nuevas dimensiones, handado lugar a mayores y nuevas con-troversias, y a escasos puntos deacuerdo.

Los artículos y ensayos compiladospor J. Carabaña y A. de Francisco nossugieren aproximaciones y solucionesmuy interesantes sobre el concepto declase social a través de diversos enfo-ques metodológicos provenientes delos planteamientos originarios de lasteorías de clase social de Marx yWeber.

Resulta importante, pues, apuntar

cuáles son los puntos de partida delas teorías de clase social marxista yweberiana para conectarlos con el co-mentario de cada uno de los artículoscompilados.

Aunque en Marx no exista una teo-ría de la clase social propiamente di-cha, lo cierto es que la dimensión declase social es uno de los ejes centra-les de su teoría del cambio social. Laseparación entre propietarios de me-dios de producción y productores enel modo de producción capitalista,dicotomizada en la forma explotado-res-explotados, se articula en uno delos elementos explicativos de la supe-ración del modo de producción capi-talista: la lucha de clases.

Max Weber emplea, en cambio, trescriterios de estratificación social: eleconómico, representado en las clasessociales; el del honor o estimación so-cial, representado en el status; y el depoder, representado en los partidospolíticos.

La clase social, en ambas perspecti-vas analíticas, se configura con simi-lar criterio clasificatorio: el del siste-ma de relaciones económicas en elmercado que sitúa a los individuos ogrupos de individuos en una determi-nada estructura social. Sin embargo,las coincidencias se agotan en estepunto.

Las conceptualizaciones de clasesocial en Marx y Weber no respon-den a explicar ni a comprender lasnuevas dimensiones de las estructu-ras sociales actuales. De ahí que, tan-to desde el marxismo como desde las

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posturas weberianas, se hayan reali-zado reelaboraciones sobre el concep-to, e incluso se hayan conjuntado.

En esta línea, la introducción deuno de los compiladores de este volu-men, A. de Francisco, nos resume lastendencias esenciales sobre la proble-mática de las teorías contemporáneasde las clases sociales; y los artículoscompilados son un excelente expo-nente de las concepciones neomar-xistas y neoweberianas.

El ensayo de Erik Olin Wright, «Re-flexionando una vez más sobre el con-cepto de estructura de clases» (1989),parte del presupuesto marxista de queson las clases «el determinante funda-mental del conflicto y el cambio so-cial» (p. 17). Pero considerando quela estructura social ha engendrado di-mensiones sociales de difícil acopla-miento a la teoría marxista de clases,replantea su análisis a dos niveles: pri-mero, el estudio de conceptos microsen la estructura de clases, y segundo,el objeto del análisis de la estructurasocial en clases agrupadas bajo inte-reses materiales.

Realizando una revisión crítica,Wright llega a la conclusión de que esnecesario resolver en la teoría de cla-se marxista la problemática concep-tual que suponen las nuevas clasesmedias. Replantea, en primer lugar,el vínculo entre los intereses de clasey los empleos; en segundo, el recono-cimiento de posiciones sociales quederivan de «redes sociales más quedirectamente de los diversos tipos derelaciones sociales de producción» (p.89), y, por último, la «dimensión tem-poral» de los intereses de clase. Enestos tres nuevos ejes centra el estu-dio de adecuación de la dimensión

clase media a la teoría de clase socialmarxista, haciendo hincapié en lascategorías de profesionales y exper-tos y en la de los directivos y emplea-dos estatales. En este sentido ofrecedirecciones teóricas de gran interés.

El ensayo de Val Burris, «La sínte-sis neomarxista de Marx y Weber so-bre las clases», examina, en palabrasde su propio autor, «el estado actualde las teorías marxista y weberianasobre clases y estructura de clase» (p.128). Para ello analiza profundamen-te las teorías de clases marxistas ac-tuales, representadas fundamental-mente por J. Roemer, J. Elster y E. O.Wright, resaltando, a su vez, las in-corporaciones weberianas que reali-zan algunos de estos autores. Por otrolado, expone cómo las teorías webe-rianas y marxistas se han complemen-tado mutuamente, en la reelaboraciónde la dimensión de clase social.

El deseo de síntesis del autor le lle-va a plantear los puntos de divergen-cia entre las teorías marxistas y webe-rianas (véase estructura y acción, con-cepción unidimensional y multidimen-sional, explotación y dominación, re-laciones de producción y relacionesde mercado) como referencias com-plementarias y necesarias en la aproxi-mación al estudio de las clases socia-les.

El resultado es el desarrollo de loque Val Burris denomina teoría neo-marxista de las clases, necesaria por-que «aunque las teorías marxista yweberiana clásicas conservan su im-portancia para acotar y diferenciar elterreno general de análisis, hoy ya noes posible trazar una línea nítida dedemarcación entre ambas escuelas teó-ricas» (p. 153).

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En el artículo «¿Qué hay de teóricoen la teoría marxista de las clases?»,Andrés de Francisco analiza el alcan-ce que la teoría de clases marxista tie-ne como teoría social. En- primer lu-gar, el autor plantea hasta qué puntoresulta explicativo el concepto de cla-se social en el marco teórico marxista.En esta línea, reconoce la importan-cia de la reconstrucción de la relaciónentre clase/explotación, como factorexplicativo de la desigualdad en lasestructuras sociales: «Gracias a estamodalidad del concepto marxista declase y explotación cobra la teoría uninteresante sesgo normativo; gracias aella, en otras palabras, podemos ha-blar de una posible injusticia de lasrelaciones de explotación y de la es-tructura social levantada sobre ellas»(pp. 164-165). Señala, por otro lado,que una de las constricciones que elconcepto de clase posee en la teoríamarxista es el grado de indetermina-ción para explicar y predecir la luchade clases en las sociedades actuales.

Por último, A. de Francisco trata elposicionamiento de las clases mediasen el concepto marxista de clase so-cial, centrándose principalmente enlos planteamientos de Wright y Roe-mer.

Ph. van Parijs, en su ensayo «Unarevolución en la teoría de las clases»,recoge las concepciones de clases deErik Wright y Roemer, buscando laconvergencia entre el análisis de cla-ses marxista y weberiano, a través delestudio de una de las problemáticasmás importantes de las sociedadescontemporáneas: el desempleo. Expo-ne así que la división más significati-va del capitalismo del Estado del Bien-estar no proviene de las clases de em-pleo, sino de la división entre los em-

pleados/desempleados. En palabras deVan Parijs: «Para establecer que ladivisión de empleo se ha vuelto hoymás significativa que la división declase, no basta con mostrar que losque no tienen trabajo se beneficiaríanmás de una redistribución de los em-pleos que de una redistribución de lariqueza —del mismo modo que mos-trar que los que no tienen propiedadse beneficiarían más de esta últimaredistribución que de la primera nobastaría para establecer que la pro-piedad del capital sigue siendo el de-terminante central de la estructura declases—. Lo que debe probarse es quela distribución de los bienes de em-pleo, y no la de bienes de capital, ex-plica (causalmente) una porción ma-yor de las diferencias en bienestarmaterial que se dan entre los indivi-duos» (p. 218). Reformula así unanueva concepción de la lucha de cla-ses, donde la propuesta de un subsi-dio universal o ingreso básico se con-vierte en parte fundamental de su aná-lisis.

El último ensayo compilado, el deJohn Goldthorpe, «Sobre la clase deservicio, su formación y su futuro»,analiza la problemática de la concep-tualización de las clases medias surgi-das en las sociedades contemporáneas,desde un enfoque netamente webe-riano. Desde éste, establece que elconcepto de «clase de servicio», claseque incluye a directivos, expertos yprofesionales, tiene como ejes funda-mentales la relación de empleo y lasituación de mercado. La relación deempleo sitúa a la clase de servicios enposiciones nítidamente diferenciadasde otras clases sociales en situacionesde mercado, situaciones donde semanifiestan intereses de clases espe-

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cíficos. La elaboración conceptual deGoldthorpe sobre clase de servicio tie-ne como transfondo el enfrentamientocon los planteamientos marxistas so-bre la conceptualización de clase me-dia: «La mejor base para una especu-lación bien informada sobre el futurode la clase de servicio... reside, en elestudio actual, en un análisis que par-ta de consideraciones estructurales.Empero, éste deberá ser un análisisque siga unas líneas sustancialmentedistintas a las de las explicacionesmarxistas de los nuevos estratos me-dios» (p. 253). Así que lo importantees el estudio de las relaciones socialessurgidas del posicionamiento de la cla-se de servicio y de los intereses declase a partir de dichas relaciones.

Para finalizar, debemos resaltar lainteresante aportación empírica deGoldthorpe en torno a la construc-ción que realiza del concepto de clase

de servicio. Comparando cifras de In-glaterra, Francia y Suecia, demuestracómo la demanda de clases de servi-cio ha aumentado considerablementeen estos países, y cómo este hecho hadado lugar a diferentes circunstanciasque han coadyuvado a la caracteriza-ción del proceso de formación de laclase de servicio en las sociedades oc-cidentales.

Los ensayos compilados por J. Cara-baña y A. de Francisco tienen el graninterés de hacernos reflexionar desdedistintos enfoques teóricos sobre lasnuevas clases sociales surgidas en lassociedades contemporáneas, partien-do de la consideración de que las teo-rías clásicas de clase social, marxista yweberiana, necesitan nuevas direccio-nes y aportaciones teóricas que lasexpliquen.

Rosario ALVAREZ

JUAN ANDRÉS VILLENA PONSODA

Fundamentos del pensamiento social sobre el lenguaje(Constitución y crítica de la Sociolingüística)

(Málaga, Agora, 1992)

Con frecuencia se identifica la ta-rea de la sociolingüística con ciertocambio de rumbo de la ciencia dellenguaje centrándola en el camino dela objetividad y la neutralidad y de laciencia verdadera. El ensayo que co-mentamos pretende iniciar una revi-sión y poner de manifiesto el carácterrelativo de ciertas «verdades diferen-ciadoras» de la ciencia social del len-guaje. Los aspectos tanto positivoscomo negativos de la investigación

lingüístico-social no han de extraerseúnicamente del acopio de datos em-píricos, ni tampoco deben deducirsede la producción de conocimientosteóricos nuevos y diferentes en el ám-bito interdisciplinario. Más bien seprecisa de la consideración del espa-cio que los nuevos conceptos ocupanen el sistema de nociones científicasde la ciencia del lenguaje; de la consta-tación de los nuevos aspectos descu-biertos en el objeto de la ciencia del

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lenguaje, y de la precisión acerca delas relaciones de la disciplina novedosacon la ciencia del lenguaje en general.

No puede afirmarse que haya habi-do un gran interés por la organiza-ción sistemática, la ordenación de hi-pótesis y de cuestiones básicas, comoresultado de variadas contribucionesdesde campos teóricos ajenos al especí-ficamente lingüístico: la etnolingüís-tica; la sociología lingüística francesade inspiración durkheimiana; la psi-cología de Mead y sus consecuencias;la antropología cultural, entre otros.Desde el campo académico y científi-co de la lingüística, los investigadoreshan contribuido a engrosar el terrenointerdisciplinario, pero sin insistir enuna fundamentación conceptual y teó-rica propia, ni buscar una consisten-cia disciplinar específica. No se tratasólo de la complicada situación inter-disciplinaria propia, sino del apremiode organizar los resultados que se ibanacumulando en el trabajo de campo.

El panorama descrito puede enten-derse si se tiene en cuenta, en primerlugar, el interés práctico por el len-guaje y su relación con la cultura ycon el funcionamiento comunitariopor parte de los antropólogos; y ensegundo lugar, la existencia teóricade un espacio disciplinario especiali-zado para el estudio de la conductalingüística dentro de la sociologíacomo teoría general de la acción.

La lingüística de orientación socialha sido durante mucho tiempo el re-sultado de una necesidad surgida enel interior de la ciencia del lenguaje ycentrada en la explicación del cambiolingüístico. Se trata, por tanto, de unaperspectiva glotocéntrica. Su princi-pal apoyo a la investigación lo pro-

porcionó el hecho de que se estable-ciera o se aceptase plenamente la exis-tencia de una relación constante en-tre un conjunto de necesidades socia-les y el uso lingüístico interpretadocomo síntoma de las mismas. Dichasnecesidades se centran especialmenteen tres dominios: la pobreza, comoproblema social y cultural; la educa-ción, como medio de acción terapéu-tica sobre los resultados de la des-igualdad social, y el desarrollo, comoasunto de interés político prioritario.

El pensamiento social moderno so-bre el lenguaje concentra, pues, sucrítica sobre las definiciones restrin-gidas del objeto de la ciencia lingüís-tica y sobre la inadecuación con res-pecto a los datos. Es preciso prestaratención al modo de comportamientolingüístico comunitario, mediante laobservación metódica de cada varie-dad, el establecimiento y la represen-tación de las relaciones entre ellas ysu conexión entre los factores extralin-güísticos.

El objeto glotológico —como lo lla-ma el autor— es propio y específico,es decir, un sistema heterogéneo y rea-lista frente a las restricciones de loscientíficos tanto del campo de lalingüística como de las ciencias socia-les, y el material conceptual con elque cuenta se apoya en conceptoscomo el de red social (que hoy porhoy es el concepto mediador por ex-celencia, tanto desde el punto de vis-ta teórico como metodológico) querelaciona las esferas colectivas con lasindividuales; como señaló Granovetterabre un puente entre los niveles macroy micro; repertorio verbal, accióncomunicativa, registro, y otros deri-vados o conexos forman el material

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primario básico para el estudio de losvariados modos a través de los cualesse ajustan las lenguas en las diferentessociedades. Se erigen asimismo comoelementos conceptuales intermediosen un doble sentido: primero, entrelos conceptos sociológicos, tales comorol, clase, status, etc., y los glotológicos,como sistema, representación y reglalingüística, morfema, significado, etc.;y segundo, entre el nivel biográfico-fenomenológico y el nivel social globalo institucional. Se traza así un mode-lo bidimensional de mediación lingüís-tico/social. De hecho, la historia delas lenguas puede y debe concebirsecomo un proceso de organización yajuste entre los diferentes factores so-ciales y políticos determinantes queconllevan frecuentemente procesos demezclas y amalgamas que constituyenpasos previos a las simplificaciones yestandarizaciones. La formación de laslenguas literarias europeas ha sido fru-to de estos procesos de agregación-disgregación apoyados en dichos fac-tores sociopolíticos. De esta forma,los actos verbales se encuentran de-terminados por instituciones socialesy por sistemas de estratificación con-cretos, tales como los sistemas de pa-rentesco; el sistema de estratificacióno estructura socioeconómica; los sis-temas de castas, etc. Los actos verba-les se conciben como el resultado con-dicionado de los valores culturales,saberes y consensos normativos socia-les (tanto formales o de status, comoinformales o de solidaridad).

El desarrollo de la lingüística socialexige una valoración crítica que mues-tre la verdadera identidad de los mo-delos de la ciencia del lenguaje criti-cados como insuficientes y asocíales;esto es, cuáles son los límites de los

modelos glotológicos para el estudiodel lenguaje como hecho social. Estese puede concretar en el problema dela desigualdad social y de sus mani-festaciones lingüísticas; por ejemplo,el de la consecuencia del círculo so-cial de la pobreza, como bien señalael autor, y del postulado de la incomu-nicación como síntoma de las dificul-tades de acceso a los bienes simbóli-cos o no simbólicos por parte de lascapas más desaventajadas de la socie-dad.

De hecho, la pobreza, el subdesa-rrollo y la desigualdad de condicio-nes, ya sea ésta respecto a la institu-ción escolar o en el nivel del mercadode trabajo, genera una enfermedadsocial cuya solución bien podría serlingüística (la deficiencia verbal aso-ciada a determinadas condiciones so-ciales); ahora bien, ésta acaba siendola causa, produciéndose un círculovicioso de la pobreza que relacionaentorno sociocultural y socioeconó-mico a través del siguiente proceso:entorno sociocultural —> lengua —•>rendimiento escolar —» paro —» len-gua. De aquí la necesidad de ofreceruna respuesta concreta, especialmen-te a los problemas educativos y deacceso a los mercados económicos ysociales en dicho marco, donde se pro-duce una diversificación de posicio-nes sobre la que viene a fundamentar-se la distinción entre modelos «asocia-Íes» y «sociales», es decir, consensua-listas y disensualistas.

La sociología del lenguaje se inte-resa por el estudio de la organizaciónsocial de la diversidad lingüística, asaber, la coexistencia de sistemas, com-plementaria o conflictiva, cuyo fun-cionamiento objetivo, así como los sis-temas de actitudes que les son pro-

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píos, se encuentran regulados por nor-mas sociales compartidas considera-das como explicativas. La considera-ción de las constantes del comporta-miento variable como realización delas lenguas y variedades lingüísticasse enfoca en dos direcciones funda-mentales: 1) la correlación causal oprobabilística entre factores explica-tivos de la estructura social y hechoslingüísticos dependientes; es decir, lavaloración de la función desempeña-da por la lengua en los procesos desocialización y sus consecuencias enla estructura social y en los sistemasde reparto y de acceso a bienes y mer-cancías; 2) determinados fenómenoslingüísticos comunitarios objetivos(como la estratificación lingüístico-social) pueden reflejarse de modo es-pecífico en la conducta individual,constituyendo una variable intraper-sonal. De ahí la importancia de con-ceptos intermedios sociológicos yglotológicos capaces de relacionar elplano individual y el institucional oformal. Desde el punto de vista socio-lógico, la red social cumple perfecta-mente esta función; sin embargo, enla ciencia del lenguaje, las complica-ciones son mayores, especialmente sise utilizan modelos de competenciaque por definición son individuales.

La educación es el aspecto común yde mayor interés en todos los estu-dios lingüísticosociales. La escuelaconstituye el ámbito idóneo para latransmisión de concepciones unifica-das, arbitrarias o socialmente privile-giadas de la lengua común o de varie-dades o sistemas lingüísticos determi-nados de la comunidad, así como deideologías sobre los usos lingüísticos,tal y como pusieron de manifiesto

Baudelot y Establet en su conocidotrabajo La Escuela capitalista en Fran-cia. La función de los mecanismoseducativos en relación con la estruc-tura de clases sociales, códigos, y otrossistemas de desigualdad social y dereparto de bienes, ha sido un tema deinterés de la sociología lingüística des-de sus orígenes, así como su conexióncon la estructura de capas sociales, ysu relación con las barreras lingüísticasen la movilidad social.

Se pone así de manifiesto la distin-ción de dos vías: funcional o «glo-tocéntrica» y cultural o «semiocéntri-ca», como estudio, respectivamente, de:1) los hechos lingüísticos en cuantodeterminados por los saberes acercade las cosas o cultura, y 2) del conteni-do o cultura en cuanto que resulta ma-nifestada por las lenguas. Por este mo-tivo el autor aconseja siempre tenerpresente en la mente todos los planosnecesarios para el estudio de la len-gua: los planos (del hablar, de las len-guas y del discurso); los ejes (diacró-nico y sincrónico), y los fines (teóricoy aplicado). Y todo, a su vez, debe sertratado como un sistema que sólo co-noce su propio orden.

En fin, se trata de un trabajo querequiere una lectura atenta y concen-trada, aunque algunas veces puederesultar algo difícil. A cambio el lec-tor se encontrará ante una erudita ex-posición del estado actual y de la tra-yectoria seguida por el pensamientode orientación social sobre el lengua-je, en el que se suscriben interesantesvías de reflexión sobre la naturaleza ylos fundamentos de la lingüística des-de el punto de vista social.

Félix REQUENA SANTOS

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J. LANGER (ed.)

Emerging Sociology(Aldershot, Avebury, 1992)

Todo parece evidenciar que la so-ciología, una disciplina eurocéntricaen sus orígenes, se ha profesionalizadode manera definitiva, constituyendouna comunidad global de sociólogos,que comparten un acervo común deconocimientos, cómoda de habitar porla tolerancia teórica y metodológicaen su interior y donde las relacionesinternacionales constituyen una parteimportante del prestigio académico.Sin embargo, sólo muy recientementeha empezado a mostrar sensibilidadpor la epistemología de otras civiliza-ciones, siendo raros, cuando no au-sentes, los ejemplos procedentes decivilizaciones extraeuropeas (en sen-tido cultural, no geográfico). Ese es,al menos, el punto de partida del mar-co de análisis en el que sitúa JosefLanger los trabajos incluidos en laobra que nos trae. Emerging Sociologyes una recopilación de trabajos de muydiverso signo, presentados al pasadoXII Congreso Mundial de Sociología,con el denominador común de su pro-cedencia periférica y su temática entorno a la aparición, recomposición ysituación de sociologías emergentes.

El diagnóstico de la comunidad so-ciológica que hace Langer es, cierta-mente, pavoroso, cuando no descora-zonador. Un repaso al devenir de lasociología en las tres últimas décadas—algo aún por realizar— no certifi-caría, desde luego, la aparición de esasociología integral que pronosticabaSorokin en 1965. Muy al contrario, loque sí podría constatar serían los avan-ces habidos hacia una mayor diversi-

dad, dentro de la desilusión, el estan-camiento y el agotamiento técnico. Elgremio de sociólogos, si bien reforza-do por la fortaleza de sus actividadesprofesionales, asiste en este comienzode la década de los noventa, entre des-concertado y paralizado, a una seriede cambios históricos importantes, sinque el positivista savoir pour prevoir,prevoir pour prevenir de Comte hayahecho no ya acto de presencia, sino elmenor intento de asomo; dejando a lasociología y sus seguidores sin haberpodido ni saber, ni predecir, ni pre-venir lo más mínimo acontecimientostales como el colapso del bloque so-viético y su sustitución por un abiga-rrado avispero de nacionalismos irre-dentos, la crisis económica que leacompaña y carga sus fuerzas sobre eldesempleo de una manera inmiseri-corde, o la reaparición de los proble-mas de integración multicultural, algoolvidados durante los años ochenta.Sólo aquellos miembros del gremioque acceden, con unas u otras propo-siciones, al discurso apocalíptico delos medios de comunicación del mo-mento consiguen recibir algún tipode reconocimiento temporal, mientraslas teorías sociológicas serias apare-cen como estériles o anticuadas. ParaLanger, el gremio sociológico, en lu-gar de tal previsión, aparece empeña-do en debatir cuestiones de método ydisputas internas entre el funciona-lismo, el marxismo, la fenomenología,la teoría de la acción o los cambios devalores en los movimientos sociales,mostrando la ceguera de la sociología

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hacia los actuales desarrollos socialese históricos. Lo más paradójico deltema es que, todo ello, se da acompa-ñando a una creciente presencia de lasociología en la vida cotidiana: a tra-vés de las universidades, los estudiose informes, los congresos mayorita-rios, o los analistas sociales que fre-cuentan los talky-shows radiotele-visivos o las columnas de las grandescadenas de rotativos. La globalizaciónde la sociología es, más que una reali-dad, un proceso organizativo de con-ferencias y congresos internacionaleso de visitas mutuas y proyectos comu-nes. Y la aldea global, de la que formaparte esa globalización, un inventooccidental que aburre a sus creado-res, sin llegar a satisfacer a los pue-blos de otras culturas.

En las sociedades que se han incor-porado con retraso a la historia (late-comers), la situación es diferente, es-tando la disciplina en una fase expan-siva y considerada como un compo-nente de su progreso social. Los artí-culos que se incluyen en el libro edi-tado por Langer vienen a corroboraresa dirección empírica, presentandoel estado de la materia en los paísesde origen. En el fondo, lo que se plan-tea a discusión es la indigenización dela teoría sociológica y la reposiciónde la teoría de la dependencia de lospaíses en vías de desarrollo, a travésdel eurocentrismo de las ciencias so-ciales. La indigenización reconoce lasociología como una clase de concien-cia refinada de la realidad social, perocuestiona que los conceptos y méto-dos que surgieron tiempo atrás en lahistoria de Occidente se puedan apli-car adecuadamente a civilizaciones yculturas no europeas. Nadie duda la

relación con los centros de poder delos fundadores de la sociología, en sumayoría procedentes de países pro-testantes, más favorables para el de-sarrollo de la sociología que las cultu-ras católicas, generadoras de sus pro-pias teorías sociales y menos indivi-dualistas y complejas, por lo general,que las teorías dominantes en socio-logía. Sin contar con el papel de resis-tencia a la emergencia de la moderni-dad que el catolicismo político desem-peñó, ni con la aproximación sensualal conocimiento que el catolicismorealiza, simbolizada en los ritualessacramentales (v.g.f la Comunión),versus la cultura protestante de la pa-labra, más favorable al discurso cien-tífico.

En las civilizaciones extraeuropeas,la dependencia colonial y la forma-ción de las élites políticas y culturalesen las universidades occidentales die-ron origen a una dependencia cultu-ral en la que el proceso de asimilaciónde la teoría sociológica tuvo que vercon el tipo de relaciones con los paí-ses hegemónicos de Occidente. Sonlos casos del Japón, con la importa-ción de Spencer, o de la India, con larecepción de Durkheim, vía el funcio-nalismo americano de Parsons yMerton.

La retórica de la sociología para unsolo mundo de los congresos interna-cionales resulta equívoca, ya que esoscongresos raramente reflejan el esta-do de la sociología en las diferentesculturas nacionales fuera de los cen-tros hegemónicos. Entre otras cosasporque, en la práctica de sus debates,la exclusividad del inglés realmenteexistente, además de la primacía y elsesgo sajón que introduce, merma has-

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ta la simplicidad la posibilidad de diá-logos y comunicación de ideas. Mu-chas veces, tras dicha retórica, no de-jan de esconderse intereses espúreospor mercados académicos suprana-cionales (ediciones, viajes y conferen-cias, por ejemplo) que poco tienenque ver con la realidad de una exis-tencia unificada de la disciplina.

Para el análisis de la dependenciasociocultural de la sociología, Langerestablece una tipología de cinco tiposde sociedades, de acuerdo con su pa-pel histórico y sus pautas culturalesbásicas: 1) late-comers: países asiáti-cos, latinoamericanos y africanos in-corporados tardíamente a la sociedadde naciones; 2) ídem europeos, queno han podido desarrollarse como es-tados hasta bien entrado el presentesiglo, por la dominación feudal de susvecinos poderosos; 3) protagonistasde la modernidad; 4) países católicosy ortodoxos de la periferia del suresteeuropeo; y 5) civilizaciones extraeuro-peas. Las contribuciones al libro pro-ceden, según su editor, de los tipos5), 4) y 2); es decir: de Japón, China eIndia; de Eslovenia, Bulgaria y la exRDA; y de Finlandia y España. Crite-rios clasificadores obviamente subje-tivos, en los que se echan en falta,independientemente del grado de de-sarrollo de sus sociologías, todas lasrepúblicas de la ex URSS, con Rusia ala cabeza, y todas las de América La-tina.

Al final, le queda a uno la duda,cuando no la sospecha, de si son lostemas tratados origen del tema y títu-lo del reading o, por el contrario, eltítulo del libro responde a los temastratados, reunidos para tal fin. Talduda la alimentan las situaciones

anecdóticas con que a veces se tratanalgunos temas, como el de la recep-ción colonial de Durkheim en la In-dia o la de Spencer en Japón. O lafalta de coherencia entre los diferen-tes temas tratados, cuyo único hiloconductor parece ser el geopolítico.En definitiva, los canales particularistaspor los que los autores acceden a laedición de sus obras, plantea el temade los circuitos editoriales privilegia-dos: sea dentro de la mainstream o dela emerging sociology.

Sea como fuese, el contenido sustan-tivo del libro abarca una serie de tra-bajos en torno a la emergencia de lasociología en los países citados. Es elcaso de Japón, donde Hiroyuki pare-ce fundamentar la teoría de la evolu-ción social de Spencer, popularizadaentre los japoneses durante la era Meijide occidentalizacíón del país, en lacorrelación entre desarrollo socioló-gico y desarrollo social, englobandolos dos procesos generales del cambiosocial evolutivo: diferenciación y com-plejidad creciente y paso del militan-tismo al industrialismo. Así parece sertambién en la República India, dondetanto Raj Chauhan y su estudio de larecepción de Durkheim como AshokKaul y su historia de la sociología se-ñalan esa correlación, no exenta decontradicciones, como es el procesode aprendizaje en dirección inversaque supone la influencia colonialanglosajona, que introduce antes aMalinowsky, Spencer, Parsons oMerton que a Comte, Marx, Pareto,Durkheim o Weber. El caso del naci-miento, caída y resurgir de la sociolo-gía en China es otro ejemplo que ilus-tra cómo la sociología acompaña, ensus orígenes y desarrollo, al cambio

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social. Ming Yan muestra cómo seabren las puertas a la recepción y de-sarrollo de la sociología, sólo tras laalteración que la industrialización pro-duce en la bimilenaria estabilidad ycerrazón de una sociedad tradicionalimbuida de los principios de Confucio.Una recepción que, como en los otroscasos, los avatares coloniales irán mar-cando en sus ritmos y contenidos: gue-rra del opio, recepción de Spencer;guerra chino-japonesa, traduccionesdel japonés de los otros clásicos. Elascenso comunista conlleva la muertey desaparición de la sociología, hastael fin de la Revolución cultural y lamuerte de Mao. Su restablecimientoposterior se hace con una fuerte cargaindígena, entendiendo por tal, en estecaso, la dedicación prioritaria al estu-dio de la sociedad china.

El drama de la sociología bajo losregímenes del socialismo real apareceilustrado en los casos de la antiguaRDA, Bulgaria y Eslovenia, dondeparecen haberse reproducido los pro-blemas que la sociología y el marxis-mo tuvieron en sus inicios decimo-nónicos. Tales problemas se incrus-tan ahora en las relaciones entre unestado que proclama el marxismocomo su modelo y los sociólogos queplantean el análisis y la crítica. Laequiparación entre sociología e ideo-logía burguesa y una propaganda ofi-cial que defiende la homogeneidadsocial son serios hándicaps para quie-nes pretenden estudiar, en un marcode independencia intelectual, la es-tructura de la diferenciación social.

La contribución de las profesorasMaría Antonia García de León y Glo-ria de la Fuente a la obra es un estu-dio sobre las tesis doctorales leídas en

la Facultad de CC.PP. y Sociología deMadrid entre los años 1948 a 1988.El trabajo es una incursión específicaen el proceso de profesionalizaciónde la sociología en España, a travésdel estudio de sus resultados acadé-micos más genuinos y ostensibles y delas claves políticas de la selección yconcentración de los directores de te-sis en el sector de catedráticos de uni-versidad (la catedrocracia, le llaman lasautoras), único profesionalizado en lapráctica hasta la aprobación de la LRU.Las autoras comparan los contenidosde las tesis, su orientación y metodo-logía y sus temas con la realidad so-cial, planteando, en consonancia conla tesis general de Langer, que el re-traso histórico introducido por elfranquismo en la sociedad españolasupuso un retraso equivalente en lasociología, relegada a estudios histó-ricos, internacionales o de contenidomuy abstracto, que obviaban la difi-cultad de referencias a la situacióninterna. Tratan, igualmente, el papelde la Iglesia católica y su papel, vica-rio primero e impulsor después, en elresurgir de la sociología en nuestropaís. Quizá por ello, deberían haberincluido en la muestra las tesis elabo-radas en las Universidades de Deustoy Pontificia de Salamanca (Facultadde León XIII), que, aunque en un pe-ríodo de tiempo menor, aportarían uncontrapunto necesario a la muestralaica general. Un punto de gran inte-rés radica en el análisis de género queaplican, donde establecen cómo losmodelos culturales actúan sobre hom-bres y mujeres estableciendo dos ti-pos de tesis. Las mujeres, en concre-to, escriben sobre temas más ligadosa la realidad social, más específicos y

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claramente definidos, con el predo-minio de métodos cualitativos y áreascomo la antropología, la cultura, laeducación y la mujer. Sus conclusio-nes abundan tanto en que la sociolo-gía española es un ejemplo de cienciasocial periférica, desarrollada por in-fluencias externas; en un distancia-miento entre tesis y realidad social,sobre todo en la época franquista; enel escaso significado de los trabajosdesde el punto de vista de la investi-gación (ensayos, carencia de rigormetodológico, recurso constante a losdatos secundarios...), y en la inexis-tencia de trabajos monográficos.

Como síntesis y conclusión a ladicotomía entre globalización e indi-genización de la sociología, quizá lassoluciones más plausibles, desde elpunto de vista de la política sociológi-ca, puedan venir de los estudios sobrela sociología en la India y en Eslovenia,

según los cuales: 1) las influencias occi-dentales (externas, podríamos decir,sin ningún asomo de chovinismo nietnocentrismo mal comprendidos) sepueden reconducir con una vuelta alos pioneros indígenas y el desarrollode la tradición cultural propia (Kaul),y 2) las teorías importadas deberíanser probadas a niveles locales para,retando las presunciones universa-listas, llegar a un avance de la teoríasociológica (Stolte-Heiskanen), el au-téntico campo común. Todo ello, másallá de las pretensiones particularistasque, a semejanza de la teoría de unsolo mundo o universalización, tam-bién puede ser tildada de favorecerintereses espurios, ahora justos suscontrarios: proteccionismo, temor aldebate, o reclusión en el ámbito fami-liar incuestionable.

Antonio GUERRERO SERÓN

MANUEL ALCÁNTARA SÁEZ E ISMAEL CRESPO MARTÍNEZ,

con la colaboración de PABLO MIERES

Partidos políticos y procesos electorales en Uruguay (1971-1990)(Madrid, CEDEAL, 1992)

La estabilidad del sistema políticouruguayo desde el principio del sigloxx hasta la década del 60 (con unainterrupción en los años treinta) seconstituyó como resultado de un com-plejo sistema de equilibrio entre ydentro de los dos partidos tradiciona-les. En este equilibrio, el sistema elec-toral, basado en el doble voto simul-táneo, cumplió un papel fundamen-tal, ya que permitió la unidad electo-ral de partidos fuertemente fraccio-

nados. Este fraccionamiento, a su vez,permitió la coexistencia dentro de cadapartido de fracciones con programasy sensibilidades políticas y socialesmuy diversas. Como esta situación sedaba por igual en los dos partidos,éstos se constituyeron en partidoscatch-all que competían por el con-junto del electorado. Al mismo tiem-po, la falta de diferencias ideológicasentre los partidos tradicionales, ya queen ambos estaba representado, a nivel

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de fracciones, más o menos el mismoespectro ideológico, constituyó uno delos elementos claves de la estabilidaddemocrática.

Ahora bien, en la década del 60comienza a gestarse la crisis del siste-ma político. Las mismas virtudes delsistema electoral y de partidos quehabían contribuido a la estabilidad dela democracia se vuelven, ante la cri-sis, defectos que impiden encarar demanera coherente y consecuente lareforma política y económica. Estacombinación de virtudes que se vuel-ven defectos vuelve a jugar en el pro-ceso de transición y consolidación dela democracia después de la experien-cia dictatorial de los años setenta.Las características ya apuntadas delsistema electoral y del sistema de par-tidos posibilitan una transición exitosay equilibrada a la democracia, pero almismo tiempo producen serios blo-queos en el sistema político actual.

El libro de M. Alcántara e I. Cres-po, con la colaboración de PabloMieres, constituye un aporte funda-mental para abordar el estudio de di-chas virtudes y defectos del sistemapolítico uruguayo. Los autores se pro-ponen abordar dos líneas de investi-gación. La primera se centra en el es-tudio del sistema electoral. El objeti-vo es mostrar la peculiar importanciaque tiene en el Uruguay el recurso ala ingeniería electoral como mecanis-mo para solucionar los problemas delsistema político. La historia políticadel siglo xx ha estado marcada porese hecho y esto sigue siendo así en laactualidad: hoy por hoy, todos los par-tidos coinciden en la necesidad decambiar el sistema electoral para lo-grar una racionalización del sistema

político, pero al mismo tiempo nocoinciden sobre qué tipo de reformarealizar, ya que cada partido y frac-ción de partido intenta una soluciónde ingeniería electoral que lo favo-rezca.

La segunda línea de investigaciónes el estudio del proceso de redefi-nición del espacio político y del siste-ma de partidos. La estabilidad del sis-tema político hasta la década del 60se basó en un sistema bipartidista conlas características ya apuntadas. Sinembargo, dentro de la estabilidad, elsistema de partidos ha ido sufriendotransformaciones a lo largo del siglo,incluyendo la ruptura del bipartidismopor la aparición y consolidación deuna tercera fuerza política (y poste-riormente una cuarta, aunque todavíano se puede decir que esta nueva fuer-za política esté consolidada).

Estas dos líneas de investigaciónconfluyen en el objetivo explícito delos autores de poner de manifiesto laparte determinante que juegan, en laevolución del sistema político urugua-yo, las peculiares características delsistema electoral y del sistema de par-tidos.

Para esto, en el primer capítulo esdescrito y analizado el sistema electo-ral y sus efectos sobre el sistema departidos. Las características más im-portantes del peculiar y complejo sis-tema electoral uruguayo son expues-tas con gran claridad tanto en lo queconcierne a su génesis como en lo queconcierne a su funcionamiento. Lue-go, los autores abordan el análisis delos efectos del sistema electoral sobreel sistema de partidos. En particular,se trata de responder a dos preguntasque constituyen puntos de litigio tan-

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to entre los politólogos como entrelas fuerzas políticas. La primera pre-gunta es la de si el doble voto simul-táneo produce el fraccionamiento delos partidos. La segunda es la de si eldoble voto es la causa de la debilidadideológica de los partidos.

Esto conduce a la segunda línea deinvestigación: el estudio de la evolu-ción y transformación del sistema departidos. Para esto, los autores partendel origen de los partidos en el siglopasado, siguiendo las transformacio-nes tanto en sus relaciones recíprocascomo dentro de cada partido. En esesentido, una vez consolidada la de-mocracia a principios del siglo XX, cris-taliza una característica fundamentaldel sistema de partidos uruguayo, a lacual los autores prestan especial aten-ción. Esta característica es la de que,gracias al sistema electoral, el sistemade partidos tradicional era bipartidistaen los procesos electorales y multipar-tidista durante los períodos de gobier-no. Luego, los autores analizan la cri-sis de ese equilibrio y los efectos quetuvo a nivel de reforma política. Eneste sentido es analizada la reformaconstitucional aprobada en 1966.

En la segunda parte del libro esestudiada la evolución política en elmarco de la nueva Constitución a tra-vés del análisis minucioso de los pro-cesos y resultados electorales desde1971 hasta 1990.

A través del estudio del procesoelectoral de 1971 se analiza la rupturadel tradicional bipartidismo urugua-yo por la aparición de una tercera fuer-za de izquierda: el Frente Amplio.

El siguiente proceso electoral estámarcado por ser el de la transición ala democracia. Por lo tanto, el estu-

dio del proceso electoral propiamen-te dicho es precedido de un detenidoanálisis de dicha transición. En cuan-to al proceso electoral, los autoresanalizan la reconstrucción del sistemade partidos de antes de la democra-cia. Es decir, no ya el bipartidismotradicional, sino un sistema de trespartidos, ya que el Frente Amplio seconsolida como tercera fuerza electo-ral. Sin embargo, a pesar de la ruptu-ra del bipartidismo, las característi-cas principales de los dos partidos tra-dicionales se mantienen incambiadas,aunque con variaciones en las corre-laciones de fuerza entre ellos y dentrode ellos.

Las siguientes consultas electoralesestudiadas son el referéndum de 1989,por el cual se decidió el problema dela amnistía a los militares acusados deviolaciones de los derechos humanos,y las elecciones del mismo año.

Por último, Pablo Mieres, investi-gador del CLAEH en Uruguay, reali-za un balance de los cambios en elsistema de partidos y en el electoradodespués de terminado el primer go-bierno de la transición democrática.

En resumen, se trata de una obramuy completa que conjuga una deta-llada exposición de la historia y lascaracterísticas del sistema electoral ydel sistema de partidos con un análi-sis riguroso de su articulación y desus efectos en el funcionamiento y enla evolución del sistema político. Enese sentido se constituye en una he-rramienta fundamental para compren-der las virtudes y los defectos, la di-námica y los bloqueos del sistema po-lítico uruguayo.

Pedro NARBONDO

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VARIOS AUTORES (Prólogo de ANTONIO GALA)

Pobreza, desarrollo y medio ambiente(Barcelona, Deriva Editorial, 1992)

El libro que presentamos es el re-sultado de un ciclo de conferenciasorganizado por la organización nogubernamental de ayuda al desarrolloINTERMON, bajo el apasionante tí-tulo de Pobreza, desarrollo y medioambiente.

En la introducción, Ignacio Senillosa(Director del Departamento de Estu-dios de INTERMON) cuestiona lasolución tecnocrática al problemamedioambiental, porque no se plan-tea el modelo de crecimiento econó-mico actual. Esta suele ser la posturade los gobiernos, considera los pro-blemas medioambientales como me-ras «externalidades» del sistema eco-nómico. Frente a esta posición estásurgiendo con vigor lo que Joan Martí-nez Alier llama el «ecologismo de lospobres». Algunas de sus característi-cas son las siguientes: utilización demétodos no-violentos, protagonismode la mujer, aplicación de modelosdistintos y viables de desarrollo a suscomunidades, etc. «No es pues deestrañar que estos grupos presentesen todos los continentes, tanto en zo-nas urbanas (...) como rurales, estánsiendo sometidos a numerosas presio-nes y que la mayoría hayan sido dura-mente reprimidos» (p. 31). Merece lapena dar a conocer algunos de estosgrupos. El movimiento de Chipko, alpie de la cordillera del Himalaya, enel Estado de Uttar Pradesh (India),iniciado principalmente por mujeresen 1973, se opone a la tala comercialde sus bosques, abrazándose a los ár-

boles para evitarlo (la palabra Chipkosignifica «abrazar» en hindi). El mo-vimiento de oposición al proyecto delvalle del río Narmada (India), colide-rado por la activista Medha Patkar.El movimiento de los Penan, apoyadopor Sahabat Alam Malaysia (Amigosde la Tierra, Malasia); se opone a latala del bosque de Sarawak, en el queviven, mediante el bloqueo de las ca-rreteras de acceso. El movimiento delos seringueiros (recolectores de cau-cho), defensores de la utilización res-petuosa de los recursos forestales dela Amazonia brasileña y encabezadopor el sindicalista Chico Mendes (ase-sinado en 1988 por sicarios de unoslatifundistas).

Joan Martínez Alier (Catedrático deEconomía e Historia Económica en laUniversidad Autónoma de Barcelona):«Ecología y pobreza: una crítica alInforme Brundtland». El autor co-mienza su ponencia con una críticacertera a la afirmación simplona quesostiene que la pobreza es causa dedegradación ambiental; con ser ciertaesta aseveración, es incompleta. Lapresión de una producción sobre losrecursos (y no sólo de la presión de lapoblación) es causa de degradaciónmedioambiental. El dato básico paracorroborar lo anterior es la siguientecita, verdaderamente significativa:«Podría escribirse la historia ecológicade Latinoamérica no como una histo-ria de degradación causada por unexceso de población, sino como unahistoria de producción de exportacio-

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nes a expensas del capital natural, unahistoria de "dependencia ecológica"»(p. 39). El Informe Brundtland, pu-blicado en 1987 con el título de Nues-tro futuro común, representa la másimportante contribución de la social-democracia europea al debate ecológi-co internacional. Este informe enfatizade un modo sospechoso (propio delos países del Norte) a la pobreza comocausa principal de la degradaciónmedioambiental. Como demuestra elautor, esta tesis no es del todo cierta.Otro concepto del informe es la ex-presión «desarrollo sustentable»; paraMartínez Alier, la capacidad de susten-tación no sólo depende de la densi-dad de población, sino también deluso de insumos y de los términos deintercambio comercial con otras re-giones. La tesis del Informe Brund-tland es que el crecimiento económi-co es «bueno» para el ambiente; estono puede ser aceptado. «El incremen-to de la productividad por unidad detrabajo, que en algunos lugares hapermitido la generalización de la "ri-queza democrática" mediante un ma-sivo consumo de bienes, se ha conse-guido a expensas del agotamiento derecursos y la contaminación del en-torno» (p. 42).

Un claro ejemplo del diverso trata-miento que se da entre los países delNorte y los países del Sur con respec-to a las soluciones en torno al medioambiente lo representa el siguientehecho: el World Resources Institute,institución prestigiosa que cada añoedita un anuario sobre temas de me-dio ambiente y desarrollo, en el anua-rio del año 1990-1991 se analizan lascausas del cambio climático globalcomo consecuencia del incremento delefecto invernadero. Aparecen en el

informe estadísticas de emisión dedióxido de carbono por países, asícomo de emisiones de metano. El in-forme del World Resources Institutede 1990-1991 proponía una reducciónproporcional de gases invernaderopara todos los países, ricos y pobres.

La reacción del Centre for Scienceand Environment, de Nueva Delhi(institución al margen del Estado,ONG conocida en el mundo por losecologistas por la publicación de susvolúmenes titulados The State of In-dia s Environment), no se hizo espe-rar. Narain y Agarwal, investigadoresde este Centro, afirmaron que no esjusto este «reparto» de emisiones,porque no es proporcional al númerode habitantes de cada país. El infor-me del World Resources Institute nodistingue entre los países que ya sehan «comido» su parte de la capaci-dad de absorción y los que aún estánpor debajo, entre los cuales se encuen-tra la India. Martínez Alier ofrece,frente al ecologismo tecnocrático in-ternacional, el «ecologismo de los po-bres»: «la ecología de la superviven-cia hace a los pobres conscientes de lanecesidad de conservar los recursos.Esta consciencia a menudo es difícilde descubrir porque no utiliza el len-guaje de la ecología científica (...) sinoque utiliza lenguajes políticos locales,a veces religiosos» (p. 49). La ponen-cia del autor termina con un apéndicededicado a la propuesta latinoameri-cana ante UNCED (Río de Janeiro,junio 1992).

Henk Hobbelink (coordinador de laorganización GRAIN-Genetic Resour-ces Action International): «El cuartorecurso». Los recursos que solemosconocer y hablar son el suelo, el agua

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y el aire, pero olvidamos un cuartorecurso: los genéticos.

Resulta curioso cómo algunos paí-ses del Norte como Estados Unidostienen grandes bancos de genes don-de se almacenan muestras de semillasen condiciones de humedad y tempe-ratura controladas, pero estas semi-llas pierden su capacidad de germina-ción si no se reproducen periódica-mente. Organizaciones como la FAOconsideran a este recurso como patri-monio común de la Humanidad, peroen realidad son una plataforma denegocio para industrias farmacéuticas.Así lo expresa Henk Hobbelink: «Talvez el aspecto más notable de las nue-vas biotecnologías sea que están desa-rrolladas y controladas principalmen-te por las grandes multinacionales parapromocionar y perpetuar sus intere-ses corporativos» (p. 72).

El progreso de la biotecnología ten-drá más consecuencias negativas quepositivas para los países del TercerMundo. En primer lugar, los agricul-tores dependen del insumo que es lasemilla. Desde hace más de una déca-da, las multinacionales productoras desustancias farmacéuticas y agroquí-micas han ido comprando masivamen-te industrias de semillas por todo elmundo. No sólo de las semillas, sinode los pesticidas (el 60 por 100 delmercado mundial). Las nuevas biotec-nologías pueden ser positivas para lospaíses del Tercer Mundo si tienen encuenta toda la labor realizada por losagricultores de estos países (el autorles llama los biotecnólogos origina-les).

Bob Sutcliffe (economista británico,especialista en temas de economía in-

ternacional y de desarrollo): «Desa-rrollo, redistribución y medio ambien-te». El autor somete a crítica el con-cepto de desarrollo actualmente vi-gente; incluso el Programa de Nacio-nes Unidas para el Desarrollo (PNCD)no incluía en su definición del desa-rrollo humano las cuestiones relativasal medio ambiente, o lo hacía de ma-nera deficiente.

El indicador del desarrollo de lospaíses sigue siendo el PNB, pero éstesigue siendo marcadamente crema-tístico, dejando fuera de su análisiscuestiones tan vitales para el desarro-llo humano como el índice de alfabe-tismo, la esperanza de vida, la conser-vación de los recursos naturales, etc.

Desde posiciones interesadas (paí-ses del Norte) se quiere cargar toda laculpa de la destrucción del medioambiente a la pobreza, más concreta-mente a la superpoblación. Esta lógi-ca neomalthusiana concluiría que ha-bría que reducir a aquella parte de lapoblación que más contamina, pero,qué curioso, ésta se encuentra en lospaíses ricos; sin embargo, se da la vuel-ta a este argumento diciendo que enlos países ricos el problema es el de ladespoblación (impidiendo al mismotiempo la entrada de inmigrantes).«En tanto que la pobreza contamine,la solución pasa por la eliminación dela pobreza y no, como muchas vecesse presupone, de los pobres» (p. 141).

Para Bob Sutcliffe, el problemaecológico se encuentra íntimamenterelacionado con la redistribución derenta, propiedad, derechos y bienes-tar de los seres humanos. Se calculaque la cantidad de ayuda al TercerMundo necesaria para la realizaciónde los acuerdos de la Conferencia de

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Río asciende a 125.000 millones dedólares anuales. Hasta 1990, los gas-tos anuales del Programa de las Na-ciones Unidas para el Medio Ambienteno sobrepasaron los 30 millones dedólares anuales, el equivalente a cin-cuenta minutos de los gastos milita-res de los Estados Unidos.

Ana Sugranyes (arquitecta, lleva casiveinte años trabajando en AméricaLatina): «El derecho a un lugar don-de vivir en la ciudad en condicionesmedioambientales sanas». La autorade este artículo ofrece alternativas paraalcanzar el derecho a vivir en un lugarsano, de la misma manera que se hanhecho mejoras en los demás derechosbásicos. El dato de que estas alterna-tivas (p. ej., el asentamiento La Limo-nada, en Guatemala) sean locales noles resta importancia, dado que «eléxito de las microexperiencias autoges-tionarias puede representar pasos pau-latinos hacia una mejor gestión de laciudad en su conjunto; pero muchoqueda por hacer para que estos pe-queños logros de democracia en elbarrio puedan constituirse en una fuer-za social que articule cultural y políti-camente lo micro y lo macro, la man-zana y la ciudad» (p. 159).

María Elena Hurtado (periodistachilena, directora de la ONG británi-ca de temas relacionados con el Ter-cer Mundo, World Development Mo-vement-WDM): «Pobreza, medio am-biente y crecimiento de la población».Como en los anteriores autores, Ma-ría Elena Hurtado critica las falacias

de la superpoblación. Para atajar elproblema del medio ambiente se tie-nen que tener en cuenta los siguientesfactores: población, consumo despilfa-rrador y tecnologías contaminantes odestructoras, al mismo tiempo. Enmuchas ocasiones, una tecnología in-adecuada puede ser la causa principalde contaminación, más importante aúnque el consumo exagerado o el creci-miento de la población.

Como bien afirma Lawrence Adeo-kum, profesor adjunto de estadísticademográfica y social de Nigeria, quiendice que «la cultura de la pro-natali-dad no es la causa del subdesarrollode los países [africanos] sino que, encierto sentido, es el síntoma de la po-bre gestión de sus recursos humanos»(p. 178).

Nos encontramos ante una obra muyinteresante; ya no se trata de hablarpor hablar, sino de denunciar una si-tuación que está afectando a la granmayoría de la población mundial(hambre, desnutrición, destrucción delmedio ambiente). Los autores, ade-más de ser expertos conocedores ensus respectivos campos de investiga-ción, colaboran asiduamente en orga-nizaciones no gubernamentales de ayu-da al desarrollo. Por mi parte, tienenmi respeto y admiración por su labor.Por otra parte, animamos a la Funda-ción INTERMON para que siga com-pletando esta interesante colección queacaba de iniciar con la publicación deeste libro.

Alberto GUTIÉRREZ MARTÍNEZ

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