Cuentos de Xopa

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Monkape Un día lluvioso, en cualquier tiempo, en cualquier ciudad de nuestro México, en uno de esos cinturones de miseria que suelen refejar el desarrollo de los pueblos; cobijado por el río de cuatro paredes de cartón y un techo de l minas vieja s, en! alanadas po r clavos y corcholatas aplast adas, nació rata sarnosa, producto de una de tantas noches de vicio en los basureros a cielo abierto" #u padre era uno de los muchos pepenadores que pululan por ahí en busca de papel, cartón o peda$os de %erro viejo que pueden vender para comprar alcohol y así atenuar el hambre ancestral que los acompa&a" #u madre, una mujer demacrada con los senos vacíos y la piel reseca, había perdido la edad y los ras!os aciales bajo una capa de mu!re y mal olor" 'oco o nada se puede decir de la ni&e$ de rata sarnosa, salvo que vivió entre tiras de papel dejadas por las ratas, lamido (no sé si por cari&o o por hambre ) por perros amélicos que entraban y salían de su casa" #in embar!o, era la *nica compa&ía que tenía, ya que su madre sólo lle!aba por las noches, y muy entrada en humos alcohólicos" #e puede decir que lle!ó precipitadamente a su juventud, juventud que inició a los seis a&os de haber aparecido en el amar!o escenario de su existencia" Rata sarnosa era pues, un joven que no le importaba a nadie ms que a esos perros huesudos, envueltos en una piel sarnosa y purulenta, con quienes se disputaba, entre ladridos y !arrota$os, las sobras putreactas de basura que podían servirles de alimento" +as noches invernales las !uardaba en bolsas de polietileno junto con los días lluviosos; los días soleados los atesoraba en una caja repleta de experiencias" Muy pronto ue recompensado por la vida" ntre aquel mundo de basura y mu!re, aprendió el o%cio de reclamador de limosnas; aquello se lo ense&ó un viejo pepenador que durante un tiempo lo explotó

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Monkape

Un día lluvioso, en cualquier tiempo, en cualquier ciudad de nuestro

México, en uno de esos cinturones de miseria que suelen refejar el

desarrollo de los pueblos; cobijado por el río de cuatro paredes de

cartón y un techo de lminas viejas, en!alanadas por clavos y

corcholatas aplastadas, nació rata sarnosa, producto de una de tantas

noches de vicio en los basureros a cielo abierto"

#u padre era uno de los muchos pepenadores que pululan por ahí en

busca de papel, cartón o peda$os de %erro viejo que pueden vender para

comprar alcohol y así atenuar el hambre ancestral que los acompa&a"

#u madre, una mujer demacrada con los senos vacíos y la piel reseca,

había perdido la edad y los ras!os aciales bajo una capa de mu!re y

mal olor"

'oco o nada se puede decir de la ni&e$ de rata sarnosa, salvo que vivió

entre tiras de papel dejadas por las ratas, lamido (no sé si por cari&o o

por hambre ) por perros amélicos que entraban y salían de su casa" #in

embar!o, era la *nica compa&ía que tenía, ya que su madre sólo lle!aba

por las noches, y muy entrada en humos alcohólicos" #e puede decir quelle!ó precipitadamente a su juventud, juventud que inició a los seis a&os

de haber aparecido en el amar!o escenario de su existencia"

Rata sarnosa era pues, un joven que no le importaba a nadie ms que a

esos perros huesudos, envueltos en una piel sarnosa y purulenta, con

quienes se disputaba, entre ladridos y !arrota$os, las sobras putreactas

de basura que podían servirles de alimento"

+as noches invernales las !uardaba en bolsas de polietileno junto con los

días lluviosos; los días soleados los atesoraba en una caja repleta de

experiencias"

Muy pronto ue recompensado por la vida" ntre aquel mundo de basura

y mu!re, aprendió el o%cio de reclamador de limosnas; aquello se lo

ense&ó un viejo pepenador que durante un tiempo lo explotó

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inmisericordemente a cambio de dejarlo comer las sobras de su comida,

pero que murió en una triulca con otros cole!as" -al hecho dejó a rata

sarnosa en condiciones de ser su propio patrón, y de aprender un mejor

o%cio. el de ne!ociar unas monedas a cambio de car!ar las bolsas a las

se&oras y hacer uno que otro mandado" / también, de paso, una que

otra ratería en el mismo supermercado" 0sí pudo ase!urar su

alimentación en condiciones ms di!nas, hasta que por %n lle!ó a la

mayoría de edad" 1abía lle!ado el momento de obtener un apelativo de

respeto que supliera al de rata sarnosa  que tanto le recordaba las

patadas y los palos recibidos; había lle!ado el momento de reclamar sus

derechos y marcar su territorio; había lle!ado a la mayoría de edad y

eso había que celebrarlo"

#alió de los límites del basurero y en la primera esquina arrebató una

bolsa con comida y dulces a unos ni&os que ju!aban en el parque"

mprendió la u!a hacia su vieja casa y armó la comelitona" 0quella

noche no pasaría hambre; después de devorar tan suculentos manjares

y de inhalar una me$cla de pe!amento y thinner   que !uardaba

celosamente en una botella de plstico, se quedó dormido en su sucia

cama" 'or %n tenía trece a&os"l ruido de los camiones recolectores de basura y las violentas

expresiones de los pepenadores, lo despertaron a su nueva vida" #e

rotó el rostro con sus huesudas manos, se estiró cuan lar!o era y salió

de aquella cueva de cartón" chó una *ltima mirada a aquel mar de

basura y emprendió la marcha decidida sin voltear a ver una sola ve$"

'enetró en la enorme ciudad sopesando las posibilidades que tenía de

dar un !ran !olpe y obtener un buen botín; al %n que la suerte estaba

echada y él nunca re!resaría a la basura ni a los cinturones de miseria

donde había pasado su des!raciada vida"

2espués de caminar varias cuadras de aquella amplia avenida, se topó

con una rosticería" 34'or qué no5 6pensó3" Un peda$o de pollo sería

bueno para empe$ar el día3" / ya puesto en acción, emprendió una

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rpida carrera" 7i!$a!ueó entre los transe*ntes y, cual fecha que sale

velo$ del arco, estiró la mano hacia el caliente rosti$ador y prendió una

suculenta pierna de pollo" l auda$ ca$ador parecía volar" 2io vuelta a la

esquina y de pronto8 todo se volvió a$ul"

'or un momento no supo que pasaba, pero cuando levantó la vista se

percató que había chocado con un policía y éste ya lo llevaba en

volandas, asido por la mano, mientras el enmandilado propietario de la

rosticería proería ruidosos insultos" 390 la carcel: 6!ritaba3, 9a la carcel:3"

'or primera ve$, rata sarnosa  subiría a un automóvil;

desaortunadamente, era la patrulla de policía que lo trasladó a la

dele!ación sin mayores averi!uaciones" ue puesto tras las rejas, no sin

antes surir un par de patadas en el trasero que no le dolieron tanto

como haber abandonado su rico botín a orillas de aquella maloliente

alcantarilla"

Rata sarnosa no sabía qué hacer; sus tripas se peleaban como perros y

!atos entre un !ru&idero que ms parecía un llamado de auxilio, pero

nadie lo tomaba en cuenta" 'ara el medio día, su peque&o ombli!o ya se

rascaba en las salientes de la espina dorsal" 2e pronto dos uertes

!olpes resonaron en sus oídos, se abrió la reja y aquella vo$ lo volvió a larealidad. 390 comer, $n!anos:, 9a comer:3 +os prisioneros ormaron

rpidamente dos %las y dos re!ordetes cocineros empe$aron a repartir la

comida" Uno de los prisioneros lo jaló de la mano poniéndolo en una de

las %las mientras un viejo le ponía en las manos un cuenco de cartón, el

cual de inmediato le llenaron con un ma$acote de arro$ y rijoles

acompa&ados de un pu&o de tortillas" -odo aquello rebasaba los límites

de su entendimiento" <orrió a un rincón y por primera ve$ comió sin

temor a que le quitaran su alimento" <uando terminó de lamer su cartón,

hi$o sus clculos. si por una pierna de pollo le daban eso, 4qué le darían

por un pollo entero5

 -odo marchaba de maravillas" #u vida había dado un !iro de ciento

ochenta !rados; tenía tres comidas se!uras día tras día, a!ua hasta para

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ba&arse y un buen lecho para dormir" <laro que el trato no era muy

amable, pero sí mejor que el que le dieron sus anti!uos protectores"

 -odo parecía un sue&o" 0l día si!uiente, tendría una satisacción ms.

uno de sus compa&eros de ortuna, porque para él era una ortuna haber

caído en ese =paraíso>, le !ritó. 391ey, t*, mono cara de perro:, ven para

ac3" l cocinero recriminó al !ritón. 39<almado, llantas, calmado:, trata

al muchacho con ms respeto3, le dijo" l llantas haciendo !ala de chispa

e in!enio le contestó. 3st bien, viejo" 4?ué te parece si le llamo

Monkape5, con @a para que se escriba bien y no se oi!a tan mal3"

0quello era ms de lo que rata sarnosa podía esperar" Monkape8 0l %n

tenía un nombre decente. Mon-ka-pe; no le importaba que su nuevo

nombre si!ni%cara mono cara de perro" -anta elicidad no podía durar

mucho tiempo" 0l mediodía si!uiente, unos !uardias lo llevaron ante

unas damas de la alta sociedad, de esas que or!ani$an %estas de

bene%cencia, hablan de prodi!ar ayuda a todo el mundo, declaran en las

revistas emeninas su desa!rado por el maltrato a la ni&e$, luchan

enconadamente contra el aborto y terminan en !randes chismes en los

caés" sas damas habían lo!rado la libertad de Monkape  y declararon

en la radio y la televisión que no permitirían ms abusos contra menoresde edad"

Monkape ue puesto nuevamente en las calles" Atra ve$ a enrentar el

río, la depravación, el vicio; pero sobre todo, el hambre" Atra ve$ a los

basureros, otra ve$ a pelear con los perros un mendru!o y un lu!ar entre

los cartones o las alcantarillas que pudieran servirles de casa; otra ve$ a

pedir limosna, a robar, a caminar descal$o sobre camas de vidrio; otra

ve$ a tra!ar ue!o y a morir lentamente hora tras hora sin importarle a

nada ni a nadie"

n ese no vivir transcurrieron dos a&os ms de su desastrosa vida" +a

sarna y el vicio se incrementaron" n ese tiempo conoció los humos del

alcohol, ue violado por sus compa&eros de arra, desarrolló una extra&a

enermedad que, se!*n le dijeron lue!o, era tuberculosis" / todo !racias

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a aquellas damas que lo habían sacado de la crcel y lo habían devuelto

al in%erno de su libertad" sas damas que le recordaban

reminiscentemente a otras damas que impidieron que su madre lo

abortara" 'ero no hay mal que dure cien a&os, ni cuerpo que los resista,

re$a el ada!io"

0l %n una dama, una verdadera dama, se compadeció de él" Una dama

tan ría, hambrienta y faca como él" Una que se llamaba Parka, también

asi, con @a, como Monkape, quien amaneció muerto a la edad de quince

a&os"

0quello a nadie extra&ó, ya que aquel remedo de humano podía haber

muerto de cualquier cosa" 0quel día su espíritu recorrió todo el país, y

descubrió que en todas las ciudades existen de esas piadosas damas

que luchan contra el aborto haciendo %estas y saliendo en televisión,

para traer a la vida (si eso puede llamarse vivir), a cientos de monkapes

como él"

Monkape lle!ó a una !ran sala de espera" Bba vestido con una t*nica

blanca y su piel resplandecía de limpia; no le quedaba una sola mancha

de mu!re, ni una pi$ca de sarna" #e acercó a una de las muchas almas

que esperaban en aquel lu!ar y pre!untó. 34?ué es aquí53" 0quellapersona le respondió. 3sto, ami!uito, es el limbo" Un lu!ar en donde

esperan los que mueren, hasta ser llamados para asi!narlos a una vida

eli$3" Co entendió nada, pero eso no le importaba" +o que le importaba

era que lle!ara la hora de comer, aunque tenía que reconocer que ya no

sentía aquella sensación de su ombli!o rascndose contra las salientes

de su espina dorsal"

Co supo cunto tiempo esperó, hasta que un se&or de luen!a barba le

pre!untó. 34-u nombre"""53" 3Monkape, monkape  con @a, se&or3,

respondió rpidamente" 6Monkape8 Monkape8 Monkape83, iba

repitiendo su interlocutor mientras buscaba aanoso en una lar!a lista"

3Co, no, no8, monkape no aparece en esta lista3, dijo al tiempo que

llamó a otra persona" 30dministrador, este joven no aparece en la lista3"

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#e armó un !ran revuelo ya que allí sólo accedían quienes estaban

enlistados" #e citó a una junta ur!ente" #e pidieron opiniones, pero nadie

encontraba una solución" <ien almas trabajaban a marchas or$adas,

hasta que por %n, después de catorce horas límbicas (una hora límbica

equivale a un a&o terrestre), un empleado encontró en el costado de un

viejo escritorio una borrosa anotación que a la letra decía. =<uando

exista la ms mínima duda sobre la identidad de al!*n visitante, ser

necesario promoverlo al in%erno=" ra todo, pero su%ciente para quitarse

de encima a aquel molesto huésped"

0 la ma&ana si!uiente, Monkape ue remitido al in%erno con un !aete

prendido sobre su blanca t*nica que decía. =#in expediente>" Monkape

no entendía lo que estaba sucediendo, y lo que ms le preocupaba era

que no lle!aba la hora de la comida" 0l ser recibido en el in%erno, los

demonios menores, que servían de secretarios, lo pasaron a la sala de

expedientes; cotejaron sus huellas dactilares, lo impre!naron con !ases

a$urosos y lo llevaron ante el mismísimo diablo" Dste, tras buscar en sus

malévolas computadoras, las cuales le proporcionaron inormación

pormenori$ada de la vida de Monkape  en la tierra, lan$ó una

estruendosa carcajada que hi$o temblar los cimientos del in%erno" 3Coes posible3, decía al tiempo que reía" 3Co es posible3, y se detenía el

vientre para soportar la risa" 3sta orma de vida sí que es inernal,

nunca pude ima!inar tanta hermosura de maldad"

+stima que no podemos alojar a este muchacho en nuestro averno, ya

que no podemos aplicarle un casti!o ms inernal que la vida que llevó

en la tierra; 9nosotros mismos no somos tan malos, ja, ja, ja:3, reía el

diablo al tiempo de apa!ar una l!rima de ue!o que corría por su

mejilla" 39Ee!résenlo al cielo:3, !ritó y se retiró envuelto en una nube de

humo rojo"

<on sus nuevas órdenes de presentación y a*n sin haber comido,

Monkape se presentó de nuevo en el cielo, adonde ue recibido con los

honores que corresponden a quien ha vuelto completamente ileso del

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in%erno" Cuevamente se buscó su expediente, pero su nombre se!uía

sin aparecer en la lista; por lo tanto, no estaba cali%cado para trasponer

las puertas de la !loria y acercarse al creador" 0sí que lo re!resaron al

in%erno" Ms tarde el in%erno lo re!resó al cielo" l cielo al in%erno, y así 

sucesivamente, hasta que a al!uien se le ocurrió reali$ar un cónclave

divino e inernal en donde lle!aron a la conclusión de consultar aquel

terrible problema, nada ms y nada menos que con el !ran creador"

2ios, después de un concien$udo anlisis con su in%nita sabiduría,

concluyó. 3Monkape  ser reubicado en una se!unda vida terrenal, sin

surimientos, sin problemas, sin sobresaltos, sin preocupaciones, sin

tareas, ms que un $n!ano; irresponsable hasta la desver!Fen$a, con

permiso para mentir, con viajes pa!ados, y mucho descanso3"

2urante mucho tiempo la comisión de secretarios divinos e inernales

buscó una vida modelo para ese desdichado, pero cada día las

posibilidades se a!otaban" 39+o haremos utbolista, ju!ar en el Eeal

Madrid:3, opinó uno, pero nadie secundó la idea" 39+o haremos un !ran

empresario, nunca tendría que trabajar, sólo mandar:3, !ritó otro, pero

sin voto al!uno de apoyo" 39strella de cine:3, dijo otro, pero se!uían sin

estar de acuerdo" +as propuestas si!uieron lloviendo. 39?ue lo ha!anmaestro, no importa que no sepa leer ni escribir:3" 'ero nada8 'or %n,

al!uien su!irió consultarlo nuevamente con 2ios" 0sí lo hicieron, y le

inormaron del racaso para buscarle nueva vida" 2ios hi$o un mohín de

enado y, en una rase llena de sabiduría, les dijo. 391!anlo diputado:3"

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El tigre de la sierra

ran las nueve de la ma&ana cuando entré en la o%cina del director de

El informador   (periódico en el que trabajo encar!ado de la nota roja)"

Dste me esperaba con cara de ur!encia" 3Eamiro 3me dijo3, tienes que ir

de inmediato a -apijulapa" 9/ a!rrate"": 9Mataron al tigre de la sierra:

#í""" no me mires con esos ojos""" me acabo de enterar que murió o

mataron, qué se yo, nada menos que a don Eosendo Marín, el que se

perdió en la sierra" 0 eso vas a -apijulapa, a enterarte de qué pasó con

ese antasma que los policías de dos estados no pudieron encontrar, y

adems a recopilar esa historia que parece un romance entre el sur de la

selva chiapaneca y el norte de la sierra tabasque&a, ese romance que se

perdió entre la lluvia y el lodo; con esa historia quiero dar el salto a un

periodismo ms a!resivo y maduro3"

0 mi automóvil le sonaba hasta la tapa del aceite, y el camino a -eapa

no era precisamente una autopista" Ms bien parecía una dura

advertencia para quien pensara en viajar; un reto de ms de medio día o

tal ve$ ms" +le!ar a -eapa ue un alivio; primero, porque pude car!ar

!asolina (sólo me quedaba un suspiro); se!undo, porque la sed yaapenas me había dejado saliva para pedir un po$ol que, por cierto, le

cayó a mi humanidad como un cordona$o de #an rancisco; y tercero,

porque pude estirar las piernas casi entumidas por los %erros del clutch

y el reno" 2ie$ o quince minutos después, partí hacia -acotalpa, el

*ltimo municipio serrano de -abasco, y al que pertenece -apijulapa, una

esmeralda hecha pueblo, con calles empedradas, casas con tejas de

barro y un eterno olor a lluvia, a caé, a canela y a pa$" se era mi

destino"

stacioné lo que quedaba de mi carro y me diri!í cru$ando la calle

empedrada hacia una casa blanca que quedaba enrente" +a casa tenía

una puerta con dos hojas de madera que daban acceso a una !ran sala

en cuyo centro había un viejo mostrador de esos que usaban los

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anti!uos tendajones" #obre el eterno mostrador se encontraba el cuerpo

inerte del casi olvidado y le!endario tigre de la sierra, envuelto en una

sbana blanca, con una cru$ de fores de papel crepé cubiertas de

para%na y rodeado de velas de cebo que ardían soltando su

característico olor ad calendas graecas" 3Guenas tardes3, dije

tímidamente a al!unos de los con!re!ados en el velatorio, y sólo obtuve

un leve asentimiento por respuesta" <on la vo$ que a penas salia de mi

!ar!anta pre!unté al!o a un viejo que estaba a mi lado" 6#í3, me

contestó casi sin querer responderme" +o tomé por un bra$o y lo invite a

salir de la casa" 0dentro se quedaron el olor a velas de muerto, el

cuchicheo de los se&ores, los lloriqueos de las comadres y las avemarías

de las re$anderas"

0uera, el sol ostentaba su calor y el verde de los montes le oponía una

inne!able resistencia, pues éste comen$aba a declinar ante el empuje

de una brisa proveniente del caudaloso río que bordeaba a aquel pueblo

m!ico" 2on Manuel rompió el encanto de aquel cuadro que orecía la

naturale$a, cuando me contestó la pre!unta que le había hecho un poco

antes" 30sí es muchacho, nadie lo conoció mejor que yo" uimos juntos a

la primaria y eramos los mejores ami!os" n ese mostrador en dondehoy est tendido Eosendo, su pap cortaba los cueros para orrar los

ustes, para hacer undas de machetes, porta estribos, cinturones y

protectores contra la picadura de la nauyaca" ra el mejor talabartero

del pueblo"

<hendo, como le decíamos de cari&o al tigre, era un muchacho tan

bueno y educado, que no era necesario saber de quién era hijo; estaba

dedicado al trabajo, al estudio y a so&ar que cuando uera médico le

daría consulta y medicina !ratis a su pueblo para que no murieran

tantos ni&os de sarampión, diarrea o tos erina" #iempre procuró hacer el

bien y siempre estaba contento, hasta que cumplió los catorce a&os en

que la des!racia lo llevó a poner los ojos en carmita"

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<armita era una muchacha de quince a&os, pelo ne!ro como el

a$abache, ojos entre verdes y violetas que en ve$ de mirar, acariciaban;

una sonrisa entre burlona y provocativa, una vo$ de terciopelo que casi

modelaba las palabras y un cuerpo que se movía al ritmo de los

carri$ales que rerescan sus raíces en las orillas del río" 'ero tenía un

deecto, era hija de don Malaquías, el odiado y malhumorado cacique del

pueblo y la re!ión" <hendo no pudo quitarse la idea de que carmita

podía ser su novia y, en cuanto a él, su pobre$a la dejaría atrs con

mucho trabajo y dedicación" +o malo es que carmita también se prendió

de chendo y por ahí empe$ó la leyenda del tigre de la sierra, que es ms

ima!inación que verdad.

3Cunca olvidaré aquel acia!o día""" <hendo y carmita estaban platicando

al %nal de esta calle" 0ll donde ve usted aquella construcción vieja por

aquel entonces era una brica de rerescos embotellados, la *nica

industría que yo he conocido en este pueblo" 'ues por ese rumbo

andaban los enamorados, sin ima!inar que don Malaquías había

ordenado a su hijo mayor y a cuatro de sus esbirros, que buscaran a

carmita, que se la llevaran a como diera lu!ar y que le dieran una pali$a

a chendo, para que supiera que hay de clases a clases"<uando los encontraron, el hermano de carmita sacó una pistola y le

metió dos tiros a chendo; el primero lo hirió en el bra$o i$quierdo y el

se!undo le pasó $umbando la cabe$a, mientras los esbirros se

abalan$aban hacia él con machetes queriendo hacerlo picadillo" 0l sentir

el caliente abejorro que mordió su bra$o, chendo dio un salto y ue a

caer tras un pital" n el mismo salto aprovechó y echó mano a la cintura,

sacando una hermosa escuadra cuarenta y cinco (de esas que le llaman

del caballito), que días antes le había comprado a un trabajador de la

embotelladora" Haló dos veces del !atillo y dos de los atacantes rodaron

heridos de muerte; un tercer disparo hi$o impacto en la rente del

hermano de carmita, quien salió impulsado como si hubiera recibido el

!olpe de un pu&o invisible" Mientras tanto, otro atacante recibió un

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certero disparo en la !ar!anta que casi le tumba la cabe$a" <armita se

desmayó por la impresión, mientras el *ltimo atacante corría como

liebre se!uida por los perros mientras !ritaba. 39Mataron al hijo de don

Malaquías: 9mataron al hijo de don Malaquías:3

Mas tarde don Malaquias, la policía municipal y los dos hijos restantes

del viejo cacique, lle!aron al lu!ar con la intención de dar muerte a

chendo, porque así lo habia ordenado el viejo" Una vecina de esas

piadosas que nunca altan, les dijo que mi ami!o había huído rumbo a la

cueva de la sardina y que iba como endemoniado; que los ojos le

echaban lumbre; que del hocico le salía una baba san!uinolenta que olía

a a$ure y que las manos eran como !arras de ti!re; de ahí le nació el

mote"

Mientras los muertos eran trasladados a la casa del pueblo para ser

velados, la policía y seis trabajadores del cacique salieron al monte para

dar una batida por toda la ribera del Axolotn" 0quel río ue testi!o de la

desaparición de chendo, aquel peli!roso asesino cuyo *nico pecado ue

enamorarse"

0quella tarde el sol, como apenado por el lamentable suceso, se

escondió tras una nube ne!ra que minutos ms tarde descar!ó unaterrible tormenta" 'arecía que el creador se hubiese molestado con el

pueblo, o que quisiera prote!er la huida del tigre, no se sabe; el caso es

que llovió como nunca" 2e los tejados caían chorros de a!ua roji$a, y por

las calles bajaban hacía el río verdaderos arroyos de san!re, como

advirtiendo a los perse!uidores la torpe$a de su aventura" +a verdad no

sé qué sucedió, pero ue la *nica ve$ que he visto llover de esa manera

durante tanto tiempo"

0l amainar la tormenta se trató de armar otra b*squeda, pero el miedo y

la superstición lo impidieron" Bncluso corrió el rumor de que a chendo se

lo había llevado el diablo y que lo había convertido en un ser poderoso

que recorría la serranía asaltando a la !ente que se aventuraba por

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aquellos rumbos" +a *nica verdad es que nunca se le volvió a ver, como

si se lo hubiera tra!ado la selva"

0&os después, una ve$ por semana, se veía bajar de la sierra teapaneca

a un hombre de lar!os bi!otes y barba mal recortada" -raía un ancho

sombrero de paja que malamente dejaba ver un rostro endurecido" +o

conocían como el arriero del a!ua porque, lloviera o tronara, siempre

lle!aba a las orillas de -eapa acompa&ado de cinco mulas car!adas de

costales de caé en !rano" #olía lle!ar los viernes por la tarde o los

sbados por la ma&ana, cobraba en dinero la mitad de su car!a y le

encar!aba al tendajonero que la otra mitad se la pa!ara con bultos de

sal, a$*car, arro$, ósoros y dems cosas con las que car!aba sus mulas

para re!resar a las alturas chiapanecas"

l dinero lo envolvía con un paliacate rojo y lo !uardaba en un morral de

henequén que siempre llevaba terciado al cuello, pendiendo del hombro

i$quierdo" 'oco era el tiempo que pasaba en el pueblo; si acaso en

al!una ocasión entraba a tomar una o dos cerve$as en una cantina

cercana al tendajón, balbuceaba al!unas palabras como recordando

al!*n encar!o y salía, siempre mirando a lado y lado bajo el ala del

ancho sombrero"0quel sbado no ue tan rutinario como todos los dems días de su

solitaria existencia" 2espués de car!ar y cubrir con capas de hule su

mercancía, emprendió un ati!oso ascenso con sus mulas por un camino

que casi se ne!aba a llevarlo" 1abía llovido toda la noche y todo estaba

cubierto de un lodo resbaladi$o y chicloso que hacía hundirse las

pesadas botas de piel y que casi se las arrancaba a cada paso" +levaba

un !rueso palo que le servía de cayado y resistía con %rme$a el peso de

aquel a*n poderoso cuerpo" +a pertina$ lluvia y el aire río bajaba en

ra!as, mientras que las acémilas parecían vencerse con el peso de la

car!a" 0penas el arriero pensó en darles descanso, cuando un silbido

caliente le arrancó el sombrero de paja que llevaba calado hasta las

orejas" Un se!undo disparo lo hi$o tirarse por entre una alambrada, y

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correr hasta prote!erse tras una ceiba" <asi al unísono se arrancó la

capa de hule con que se cubría de la lluvia y metió la mano en el morral

que traía terciado" #acó su escuadra (aquella <olt, que llaman del

caballito) y jaló tres veces del !atillo" -res disparos de aquella adiestrada

mano dieron al suelo con tres de sus atacantes" 0travesó corriendo por

entre unos naranjales, se detuvo y disparó dos veces ms, provocando

sendos !ritos entre la arboleda" Cuevamente emprendió la carrera y se

dejó escurrir por la lodosa ladera" Una ve$ ms el tigre de la sierra

rea%rmó su leyenda; el odio y la ven!an$a nuevamente lo hacían

convertirse en próu!o, y otra ve$ tuvo que buscar un lu!ar apartado

para ir a lamer las heridas de su alma y su conciencia"

0l abrir las inda!atorias el a!ente del ministerio p*blico, se supo por uno

de los sobrevivientes de la rerie!a sostenida en la ladera, que los

muertos eran de -acotalpa, concretamente de -apijulapa, y que uno de

ellos era hijo de don Malaquías" Dste, en su sed de ven!an$a había

vuelto a contratar matones para que acompa&aran a los de la policía

montada, quienes ase!uraban saber en dónde estaba el tigre de la

sierra3"

Mi interlocutor hi$o un alto en su relato y me invitó a pasar a la casa de

don Eosendo" Cuevamente sentí el olor que despiden las velas de cebo

al quemarse" n un rincón de la sala de velatorio había un taburete

sobre el que descansaba el morral de enequén que siempre acompa&ó

al tigre, la bien aceitada <olt y un par de car!adores repletos de balas;

en el rincón opuesto había una mesa con una olla de caé y una bandeja

de tortillas !ruesas hechas con maí$, rijol y shish de chicharrón" Cos

hicimos sendos potes de caé y nuevamente salimos a la calle para

continuar el relato" +a tarde estaba en todo su esplendor" +a sierra era

toda una poesía de tonalidades de verde que, ante la presencia de los

rayos del sol, parecía que el pueblo col!aba del cielo para remojar el

%nal de sus calles en las caudalosas a!uas del río" 2on Manuel rompió

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de nuevo la ma!ia del momento y continuó, al tiempo que encendía un

ci!arrillo de hoja"

32espués de aquel sbado de triste memoria, se dio una serie de

asaltos, abi!eatos, asesinatos y dems delitos en toda la re!ión, delitos

que le eran achacados al tigre de la sierra, cuya ama si!uió creciendo"

+o ms raro es que aquellos delitos se daban en el mismo río, lo mismo

en -eapa que en -acotalpa o en 'ichucalco, y en cada lu!ar había

testi!os que juraban haber visto y reconocido a Eosendo"

+a policía de esos lu!ares lo buscaba aanosamente" 1abía recompensa

por cualquier inorme que llevara a su captura y don Malaquías orecía

un rancho de die$ hectreas, ms cincuenta mil pesos, a quien se lo

entre!ara vivo o muerto"

<on el paso del tiempo yo me ui del pueblo para trabajar de ca&ero en

el Bn!enio 2os patrias y no supe ms de este asunto; de lo que si me

enteré, es que don Malaquías murió lue!o, mordido por una nauyaca"

0quello trajo de nuevo un poco de pa$ al pueblo y la ama de su

enemi!o se ue diluyendo en las hojas del almanaque"

+a maldad siempre deja semilla y este caso no sería la excepción" ntapijulapa quedó  paquito, otro de los hijos del cacique que todos

queríamos olvidar" l joven heredero, si bien es cierto que no !o$aba de

los mismos avores del !obierno en turno, las autoridades se hacían de

la vista !orda cuando aquel remedo de cacique armaba problemas

contra los ms desvalidos, y sus abusos lle!aban hasta las o%cinas del

mismísimo !obernador" #iempre al!*n diputado lame suelas trataba de

!anarse avores y minimi$aban los abusos aduciendo que quienes se

quejaban, era porque a*n !uardaban viejos rencores de la época en que

don Malaquías Iquitaba y ponía presidentes municipales en -acotalpa,

cuando en realidad el voto popular era quien decidíaI" +a realidad era

otra, no pasaba un día en que  paquito  no armara escndalos en la

cantina, para lue!o pasar rayando su caballo rente a la casa del viejo

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padre de Eosendo, al que le !ritaba. cobarde, padre de asesino y otras

linde$as" 'or supuesto, siempre se le veía acompa&ado de cuatro tipos

mal encarados que cumplían todos los antojos de =don rancisco=" n

ms de una ocasión abusaron de muchachas indeensas a las que se

llevaba a su rancho para divertirse un tiempo y lue!o las abandonaba en

al!*n camino sin ms amparo que el del creador" <reo que  paquito,

como le !ustaba que le dijeran, era ms malo que su diunto padre"

Un día en que re!resaba de su rancho, se encontró al pap de chendo en

el mercado" l anciano talabartero estaba entre!ando una silla de

montar que había reparado" Paquito y sus cuatro lebreles insultaron al

viejo y, sin decir ms, dispararon sus armas, subieron a sus caballos, y

se dieron a la u!a" +a !ente se arremolinó" -odos trataban de

explicarse aquel iname asesinato" +as autoridades no hicieron otra cosa

que llenar las ormalidades de una deensa propia que sólo el silencio

atesti!uó"

0l sepelio sólo asistimos unos cuantos que tuvimos la ortuna de ser

ami!os del diunto, pero no hay duda de que el que siembra vientos,

tarde o temprano cosecha tempestades" 'or eso no hay que soplar a los

rescoldos aunque pare$ca que estn apa!ados, lo que necesitan es unara$ón para arder con ms uer$a y prousión; eso le paso a paquito, se le

ue la mano con la le&a"

Una tarde aquel tipo entró a la cantina, como siempre, acompa&ado de

sus hombres" 0l verlos entrar, los parroquianos abandonaron la barra y

aunque al!unos deseaban salir, el miedo a molestar a =don 'aquito> los

hi$o arrinconarse" l cantinero limpió solícito el lu!ar que ocuparían los

recién lle!ados que paseaban miradas retadoras entre la clientela que

!uardaba un temeroso silencio" -odavía no probaban un tra!o de sus

bebidas cuando de un rincón salió un tipo que llevaba un sombrero de

paja calado hasta las cejas y un morral de enequen terciado al cuello" 2e

su boca salió una seria vo$ que dijo. 3#oy Eosendo Marín3" ue todo" l

in%erno se desató en aquel antro" +a muerte abra$ó a  paquito  y sus

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!uardaespaldas, mientras aquel individuo salió tan silencioso como

había entrado" Cadie intentó detenerlo, nadie siquiera hi$o nin!*n

comentario y sólo se escuchó el relincho de un caballo" 'ara cuando la

policía lle!ó, no había un solo parroquiano en la cantina, salvo el

cantinero que se limitó a comentar que ni el mismo diablo se hubiese

atrevido a ver a aquel en!endro que tenía un cierto parecido al %nado

talabartero, y que lo ms probable es que uera su espíritu que re!resó a

cobrarse lo que le debían"

0 partir de aquel día, el pueblo como que despertó de su letar!o" l

miedo que deormaba el rostro de la !ente se convirtió en cari&o y

convivencia" +os peque&os terrenos de sembradío se ueron extendiendo

y los chismes de aquel amoso tigre de la sierra  se volvieron piedra

hasta conundirse con el lecho del río" / mire usted, las mujeres caminan

por las calles con la con%an$a de que son respetadas" -odo a partir de

aquel día en que el creador universal usó a chendo como su bra$o

ejecutor"

Cunca se volvió a saber nada de él, como si se lo hubiera tra!ado la

sierra" #u casa, esa casa donde hoy lo estn velando, se cerró desde la

muerte de su padre" / ya ve usted, hasta hoy se ha vuelto a abrir suspuertas" 3/ 4para qué53 dijo con un tono que ms bien parecía un

reclamo" Juardó un prolon!ado silencio mientras preparaba otro ci!arro

de hoja; se quedó mirando hacia la sierra como si buscara al!o en ella,

mientras una urtiva l!rima rodaba por su mejilla, escondida en el

humo del tabaco" 0quella l!rima que secó con la man!a de su raída

camisa de me$clilla, simulando secarse el sudor"

3<uando supe de la muerte de paquito 3continuó3, me re!resé a vivir a

este pueblo que me vió nacer" n mi vieja casa puse un ne!ocito de

matan$a de puerco y de eso me he sostenido" 1oy !racias a la ayuda de

mi esposa y de mis hijos que terminaron siendo los due&os, es la

carnicería ms importante y la rutería mejor surtida del lu!ar"

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El círculo

Drase una ve$, que a un pueblo de un país lejano, lle!ó un hombre que,

a decir de la !ente, actuaba de una manera tan sin!ular que se podía

pensar que estaba loco" #in embar!o, todos los habitantes del pueblo lo

admiraban por una u otra ra$ón" #u sin!ularidad era encomiable" 'odría

decirse que era uno de esos raros ejemplos de ciudadano que sólo

aportan bienes a la sociedad; siempre bien vestido, $apatos recien

boleados, correctamente rasurado, con una pronta mueca que parecía

ser una sonrisa, e invariablemente respetuoso de las normas sociales"

#e!*n comentaban quienes lo trataron de manera cercana, era un

excelente trabajador, con un !ran sentido de la puntualidad, dispuesto a

cumplir con sus obli!aciones y a buscar soluciones a los problemas a

que se enrentaban sus compa&eros de trabajo" #iempre comentaba que

Iquien est satisecho de hacer lo que le !usta, siempre tendr un

espíritu bien nutridoI" #iempre ue moderado en lo que a bromas se

re%ere, era asíduo cliente de la biblioteca p*blica, y su pasatiempo

avorito era cuidar los rboles que él mismo había sembrado en un

costado de la brica donde trabajaba" 0r!umentaba que todo debíallenarse de rboles. canchas deportivas, jue!os inantiles y espacios de

lectura; decía que los pueblos limpios hacen a sus habitantes contentos

y de carcter sencillo"

+o que no dejaba de ser un tanto extra&o, incómodo y hasta

compremetedor, era el hecho de que a donde este individuo lle!aba,

daba una vuelta alrededor del lu!ar en el que iba a reali$ar al!una

actividad; como si uera un perro que se quisiera echar, sólo que éste no

se echaba sino que, por el contrario, se dedicaba a recolectar todo tipo

de basura que se encontrara, dentro del extra&o círculo que había

tra$ado, siempre repitiendo la rase. =al!*n día se unirn todos los

círculos>"

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<on esto iniciaba sus actividades" Cunca se vió en su extra&o círculo una

envoltura de dulce, un palito de paleta, una colilla de ci!arro o al!o que

entrara en la denominación de basura, lo que mantenía su espacio

limpio y a!radable; eran dos metros de dimetro de absoluta limpie$a "

<omo queriendo justi%car su actitud, siempre comentaba. 3Cada hay

ms relajante que dar una buena asepsia al lu!ar en que se tiene que

reali$ar al!una actividad e inclusive, es una muestra de autoestima"

2urante a&os, aquel individuo se la pasó tra$ando círculos, hasta que un

día desapareció" Cadie volvió a saber de él, y todos sentían que al!o

altaba en el pueblo" xtra&aban a aquel amable y respetuoso tra$ador

que de al!una orma lle!ó a ormar parte del entorno cotidiano de aquel

lu!ar; sin embar!o, poco a poco se ueron dando cuenta del le!ado que

les habia dejado, pues ya nadie tiraba basura en las calles, todos barrían

el rente de sus casas, el trato entre vecinos era cordial y amable, todos

cuidaban las reas verdes del pueblo, y muchos dedicaban parte de su

tiempo libre a construir mesas de cultivo de hortali$as para su consumo"

+as autoridades, con el an de rendirle un merecido homenaje a su

memoria, construyeron a la entrada del pueblo un !ran círculo de

concreto en el que se leía lo si!uiente. "Los habitantes de este pueblorespetamos y cuidamos el círculo en que nos toco vivir" 'or otra parte,

en los lu!ares ms recuentados, se colocaron letreros que decían.

=0mi!o visitante, te suplicamos que mientras permane$cas en este

pueblo, traces un círculo alrededor de tu persona y lo manten!as lleno

de ale!ría respeto y limpie$a"

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La expedición

0quella tarde, tal ve$ por eecto del alcohol o por locura de juventud,

decidimos ir a enrentar al !i!ante verde que, se!*n decían, escondía un

pueblo en el que se encontraba la respuesta al ori!en del hombre

americano" 0l si!uiente día ya estbamos acomodando nuestras

hamacas en una champa de jahuacte y !uano, que nos re!alaron en #an

'edro, el *ltimo pueblo que encontraríamos antes de internarnos en la

selva"

n la madru!ada del día si!uiente abordamos un cayuco que nos llevaría

a través de una !ran la!una hasta donde comien$a la selva" <uando

lle!amos a tierra %rme nuevamente, el sol se desli$aba trabajosamente

por entre la mara&a ormada por bejucos, lianas y ramas de aquel nudo

!ordiano; su andar era cansino" Eevisé mi reloj" Dste marcaba las die$ de

la ma&ana, pero las uer$as apenas alcan$aban para avan$ar por aquel

suelo soporíero ormado por hojas, ramas, mus!o y restos podridos por

eecto de la eterna humedad" l ambiente putreacto de ese suelo era

una clara invitación para todo tipo de bichos rastreros y voladores que

adoraban aquella temperatura, remedo del in%erno, que alcan$aba loscuarenta y cinco !rados, y que se hacía acompa&ar del ensordecedor

escndalo de los monos, loros, chachitas, !uacamayas y dems

habitantes de aquel terrible lu!ar"

ramos cinco los locos expedicionarios que, en un arranque de delirio

 juvenil, habíamos iniciado aquel reto al in%nito, sin ms experiencia que

los viajes reali$ados en nuestras aventuras de cacería y nuestras

acampadas a la orilla del mar" <arlos, de veinte a&os, semi calvo,

re!ordete, de mirada escrutadora y movimientos !iles; Mateo, faco,

enjuto, con una pelambrera que envidiarían los que cuidan los detalles

de las estrellas del cine; +uis, el clsico habitante de los !imnasios, de

bra$os uertes y protuberancias en todo el cuerpo, cuello de toro y una

espalda que parecía cincelada en roca, siempre dispuesto a deender a

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!olpes el presti!io del !rupo; Ea*l, personaje de porte com*n, sin nin!*n

interés por la vida, con una inteli!encia subyacente que rayaba en lo

extraordinario, y umador empedernido; el narrador de esta locura,

porque no se le puede llamar de otro modo a la orma en que nos

enrentamos a aquel !i!ante verde; y por supuesto, nuestro !uía, un

viejo le&ador de unos cuarenta y cinco a&os, que sólo nos acompa&aría

un trecho del camino"

Marchamos durante varias horas, pero al cru$ar el medio día, todos

estbamos cansados, nadie hablaba, el andar se volvió lento y el

brecheo se tornó ms diícil; Ea*l rompió el silencio para su!erir un

descanso, pero nuestro !uía ordenó se!uir caminando hasta las cuatro

de la tarde para instalar un campamento se!uro, y de ahí ms tarde,

reanudar la a!otadora marcha"

l brecheo nos lo alternamos <arlos, el !uía y yo, hasta que lle!amos a

un lu!ar que tenía un claro de una rare$a hermosa" #ólo un rbol crecía

en aquel claro y bajo sus ramas no había ni una bri$na de pasto" -odo

parecía preparado para instalar un buen campamento" <arlos se tiró en

calidad de bulto y yo corrí para recar!arme en aquel musculoso tronco,

cuando escuché al !uía decir. 390rriba:, todos tomen sus cosas y acontinuar, o morirn irremediablemente" 0caban de dar con el rbol del

sue&o, se llama chechén, y produce unos vapores que son veneno para

todo ser vivo" Una hora a su sombra y no despertarn jams" 0unque al

borde de nuestras uer$as, continuamos el camino por dos horas ms,

hasta que casi a punto de desmayarnos, +ucas (así se llamaba nuestro

!uía) ordenó detenernos para preparar otro campamento" 1icimos un

claro alrededor de unos rboles !emelos, cortamos varas lar!as a las

que les sacamos tiras de corte$a y a las varas les hicimos cortes para

que sirvieran de se!uros" 0rmamos una uerte tarima de

aproximadamente tres por dos metros con las varas peladas y las

amarramos con las tiras de corte$a" ncima de la tarima aser!uramos

los pabellones para contener los mosquitos y cru$amos cuatro !randes

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ramas para col!ar las hamacas" +ue!o construímos un vallado de

tronquetes alrededor del rbol, y en los extremos hicimos peque&as

techumbres para prote!er las o!atas"

0 las cinco de la ma&ana del día si!uiente, todo despertó como por arte

de ma!ia, y con ese todo desperté sobresaltado" Eevisé nuestro

campamento; casi debajo de mi dormitorio estaban los rescoldos de una

o!ata" Gaje rpidamente de la tarima e hice dos disparos para

despertar a los dems" ntonces me percaté de lo extra&o del lu!ar; no

habían moscos, ni pjaros, ni nin!*n otro ser vivo que no uéramos

nosotros; todo el ruido venia de los alrededores del campamento" Me

acerqué a <arlos y le comenté aquello, pero él dijo que qui$ se debía a

la cercanía de los rboles del sue&o o a las o!atas" /a no hice nin!*n

comentario y me dispuse a preparar un rpido desayuno mientras los

dems levantaban el campamento" 0l llamar a los expedicionarios me dí 

cuenta que Mateo y Ea*l tenían los pies infamados debido al constante

a!uijoneo de las espinas de jahuacte que abundaban en aquel suelo de

lodo, hojas y ramas podridas" 0quello nos obli!ó a improvisar un hospital

ambulante" 1asta ese momento me di cuenta que el !uía no estaba

entre nosotros, por lo que su!erí que trasladramos nuestrocampamento a un lu!ar ms se!uro, ya que debido a nuestros enermos

tendríamos que retrasar la marcha por lo menos un día y medio"

<on la salida del sol reiniciamos la marcha, ahora con un par de camillas

y con la esperan$a de que +ucas se reuniera con nosotros ms tarde"

1abíamos caminado aproximadamente una hora, cuando de pronto sentí 

atravesar una pared invisible" #e me pusieron los pelos de punta y de

inmediato el ruido, los moscos, los monos en la copa de los rboles y el

calor soocante, retornaron a nosotros" Cadie hi$o comentario al!uno

sobre el asunto y pensé que se trataba de una cuestión personal"

2etuvimos la marcha al pie de un a&oso huapaque y procedimos a

instalar un campamento ms se!uro que el de la noche anterior"

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<on cuerdas y eslabones de rapel, subimos al huapaque; construimos

una !ran tarima entre sus ramas y a unos quince metros de altura

montamos una uerte empali$ada que casi lo hi$o inexpunable, ya que

sólo quedaban como acceso a aquella atalaya un par de escaleras

retrctiles" 'or la parte del suelo, a punta de machete, limpiamos un

!ran círculo" <onstruimos una empali$ada exterior y cuatro techados

para mantener las o!atas encendidas" <erca de las seis de la tarde, ya

instalados, nos dispusimos a tomar los *ltimos alimentos del día y a

preparar sobre la tarima nuestras casas de campa&a que, atadas unas a

otras, soportarían mejor el viento y la lluvía propios de estas selvas"

Gajamos para encender las o!atas, preparar caé y comentar las

incidencias de aquel día, cuando +ucas hi$o su aparición diciendo que

era hora de subir a la tarima" Ms que por estar oscuro, porque los

monos se oían nerviosos y había visto correr a una manada de jabalíes,

lo que sin duda hablaba de la peli!rosa presencia del monarca de las

selvas de 0mérica, el ja!uar" Epidamente subimos a nuestro reu!io y

preparamos las armas; aquella noche sin duda no dormiríamos"

0 la media noche las o!atas comen$aron a ceder, lo que aumentó

nuestro temor" +os uertes ru!idos de los !randes elinos se oían cadave$ ms atrevidos y la lluvia pareció darse cuenta, ya que se intensi%có

hasta lle!ar a convertirse en una auténtica tormenta" n la copa de los

!i!antescos rboles los monos !ritaban espantados por una terrible

%esta eléctrica, cuando de pronto, un silencio sepulcral lo cubrió todo;

al!o fotaba en el ambiente, y entre el sue&o y la vi!ilia no supe cuanto

duró aquel extra&o enómeno, hasta que nuestro !uía llamó a !ritos que

el desayuno estaba listo" 1abía amanecido" 0quella ue la *ltima ve$ que

vimos a +ucas" Ms temblando de miedo que de río, acudimos al

llamado" -ras aquel momento de comunión con nuestro estóma!o,

reemprendimos el viaje"

'ara entonces, nuestras ropas estaban ras!adas y nuestro nimo

abatido" 0quello no era ni remotamente lo que habíamos ima!inado, ya

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que no creímos enrentar un monstruo de aquella talla que oponía cada

ve$ ms resistencia" +os machetes parecían incapaces de abrirnos paso

en aquella muralla verde, cuando de pronto, un enorme claro partido en

dos por un arroyo de a!uas cristalinas, que semejaba una lar!a cicatri$,

nos dio la bienvenida" 0l ondo, una hermosa casa de madera rodeada

de jardines parecía esperarnos"

Un hombre cincuentón, de bra$os uertes y rostro curtido por el sol, nos

salió al paso; nos dijo que su nombre era Cicasio y que su casa estaba a

nuestra disposición, que su mujer ya nos había preparado una buena

comida y que todo estaba dispuesto tal y como se lo indicara su

compadre +ucas"

Mientras disrutabamos un rico tepe$cuintle al achiote, le comenté a don

Cicasio aquel raro enómeno que silenció a la selva, y aquella extra&a

presencia que yo sentí, de al!o o al!uien que nos vi!ilaba" Mi

comentario causó cierto nerviosismo y después de un breve silencio,

como no dando importancia a mi comentario, comentó. 30quí las noches

se vienen de pronto y la de hoy no tarda en lle!ar, por lo que les

aconsejo que preparen un campamento a la orilla del arroyo" Mis hijos y

yo les ayudaremos" Ma&ana continuaremos la charla3"0l despertar, al día si!uiente, levantamos el campamento, armamos

nuestras mochilas, disrutamos un desayuno de rutas y nos dispusimos

a ayudar con las labores amiliares para a!radecer el sustento del día"

+impiamos !allineros, recolectamos huevos, des!ranamos maí$,

molimos nixtamal, cosechamos la hortali$a, dimos de comer a los

animales, recolectamos miel, reacomodamos las conejeras, cribamos

tierra para las mesas de cultivo, tarrayamos peces en la represa del

arroyo, orde&amos un par de vacas, salamos y secamos al humo carne

de puerco, preparamos queso y en %n, nuestras manos se multiplicaron;

en aquel lu!ar había todo lo necesario para que una amilia viviera sin

preocupaciones; nada le quitaban a la selva que no uera indispensable,

la selva era para ellos como un !ran dios verde que cuidaba y vi!ilaba

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su paraíso particular" llos eran parte de aquella naturale$a desbordada"

l sol indicó el %n de las labores y todos nos sentimos satisechos de

aquel día en que aprendimos tanto"

 -ras la comida de la tarde nos quedamos en una a!radable sobremesa"

0uera de aquella caba&a todo era calma" l aire comen$ó a soplar con

su rescura nocturnal y una luna temerosa asomó su diente para saludar

al sol que no terminaba de ocultarse" 2on Cicasio me invitó a salir y nos

acomodamos en sendos taburetes" 'or un momento !uardamos un

respetuoso silencio en honor de aquel anochecer que parecía asomarse

entre los rboles" +ue!o don Cicasio rompió el silencio al decirme. 3+a

selva, al i!ual que los bosques, siempre ha prote!ido a los hombres,

pero estos le han devuelto sus cuidados con la tala, la quema y la

destrucción; creando desiertos y provocando cambios climticos"

Cuestra ambición nos ha llevado a terminar con especies animales y

ve!etales, nuestra locura nos ha hecho contaminar las a!uas, nuestra

necedad nos obli!ó a enrarecer el aire y nuestra estupide$ nos esta

llevando a terminar con este hermoso planeta que tanto nos ha dado"

1oy todo proviene del petróleo, y los mares hastiados de deter!entes y

basura plstica, vomitan peces muertos3" ue todo el comentario" #elevantó y se marchó arrastrando los pies como si en sus espaldas llevara

todas las penas del mundo"

0 la ma&ana si!uiente, don Cicasio nos dio provisiones para tres días"

Cos indicó el camino a se!uir para dar con nuestro objetivo, que eran

unas ruinas mayas de las que nos habían comentado, y que habían dado

pie para reli$ar aquella locura que estabamos viviendo" Eeemprendimos

nuestro viaje, siempre acompa&ados por aquella extra&a presencia que

parali$aba la vida a nuestro alrededor y nos provocaba indecibles

temores"

0 las tres de la tarde, cansados de tirar mandobles contra aquella

muralla verde, hicimos un alto a la marcha para comer y construir

nuevamente un campamento apropiado" Cuestras casas de campa&a,

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por sí solas, no nos eran *tiles en aquella mara&a" Mientras comíamos,

comenté con mis compa&eros lo que me había dicho don Cicasio" 2e

pronto, un muro de silencio se levantó entre nosotros al tiempo que el

cielo abrió sus puertas" 0quello nos trajo desesperación y sólo nos

apretujamos entre nosotros, temerosos e indeensos, hasta que un sopor

nos envolvió y todo quedó en silencio"

<uando despertamos, el sol había iniciado su diario pere!rinar y ante

nosotros había un conjunto de pirmides con caracteres mayas, pero no

estaba en ruinas" 'arecía que el tiempo no había transcurrido ahí" +a

misma ve!etación respetaba aquel lu!ar, todo estaba %namente tallado

y limpio y los altares bellamente adornados; depósitos de piedra labrada

contenían una !ran variedad de rutos" Un a!radable olor se esparcía del

humo de resinas, y toda la majestad de la anti!ua ra$a maya brotaba de

cada una de las piedras de aquel conjunto monumental" +a pa$ que se

respiraba lle!aba hasta los huesos" Un a!radable murmullo salía de la

selva" / entonces la extra&a presencia que nos acompa&ó durante la

expedición se maniestó como una lu$ a$ul violeta en la parte ms alta

de la pirmide principal" ntonces una %na lluvia de plumas nos envolvió

y el sue&o volvió a prenderse de nosotros"0 la si!uiente ma&ana, cuando despertamos, estbamos en el interior de

una cho$a construída a orillas del río #an 'edro" Un anciano se nos

acercó y nos dijo. 3#i esperaban la barca$a que lleva la mercancía a los

ranchos de las mr!enes, ya los dejó" #e ue hace ms de una hora y no

vuelve a pasar por aquí hasta el próximo mes" Cos miramos asombrados

unos a otros, ya que cada uno de nosotros tenía una pluma de aisn

dorado en las manos"

 

Un duende llamado Yumka

Eoberto podía ser el modelo perecto del hombre coste&o" 1abía nacido

en un pueblo tiburonero llamado <uauhtemot$in, y su vida transcurrió

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i!ual que la de la mayoría de los habitantes del Jolo de México" <uando

sus padres decidieron irse a vivir a la villa y puerto de #nche$

Ma!allanes, =tito> como solían llamarle, se enroló con un !rupo de

sacadores de ostión con los que a veces se aventuraba mar adentro para

cambiar la rutina de la recolección del bivalvo, por la pesca del camarón"

n una de esas salidas, una ma&ana ría en que la humedad calaba

hasta los huesos y el mar parecía no estar de buen humor, el aire

comen$ó a enracharse y la lluvía amena$aba con hacer acto de

presencia en cualquier momento" -ito y sus cuatro compa&eros viajaban

en silencio y temerosos, pero nin!uno propuso la posibilidad de re!resar"

+a lancha en que viajaban parecía un caballo desbocado que sólo

dome&aba la habilidad del motorista" l cielo abrió sus caudales y el dios

olo infó los carrillos para soplar ms uerte, por lo que la embarcación

quedó a la deriva y se vio arrastrada mar adentro" -odo el día y toda la

noche aquella terrible tormenta a$otó a la tripulación" Kenciéndolos de

cansancio, los durmió hasta la lle!ada del si!uiente día en que un sol en

todo su esplendor les hi$o ver su inausta situación" staban perdidos en

la inmensidad del mar, por lo que sólo se encomendaron a 2ios y a la

esperan$a de que sus amiliares dieran conocimiento a las autoridadesportuarias para que se iniciara una b*squeda" #ólo era cosa de

mantener la calma y conservar la vida, por lo que primero hicieron una

inspección de da&os para reconsiderar el !asto de a!ua dulce, y lue!o

hacer una lista de provisiones y alternativas de alimentos" l resultado

no ue nada hala!Fe&o; a!ua para dos días o tal ve$ tres si era bien

racionada; comida para un día" l motor había perdido la propela y sólo

conservaban un carrete de sedal y un rasco con an$uelos" 'ero lo peor

era que no sabían su posición !eo!r%ca" #i al!una corriente los hubiera

alejado de las $onas de nave!ación, entonces tendrían que enrentar la

muerte"

+a orden de iniciar la b*squeda ue dada por el capitn de puerto" Una

veintena de embarcaciones de todo tipo salieron hacia los puntos ms

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conocidos por los pescadores con la orden de reportarse cada cuatro

horas con la capitanía de puerto, y por radio cada hora con el =albatros>,

la lancha de la secretaría de marina que encabe$aba aquella b*squeda"

1abía la esperan$a de encontrarlos con vida, ya que cuatro de los

desaparecidos eran pescadores acostumbrados a los %eros temporales,

y aun tito, que era apenas un joven de veinte a&os, podía decirse que

contaba con una basta experiencia"

0quella ma&ana se dividieron las tareas; dos se dedicaron a unir seis

arpillas que tenían entre la caja de herramientas, para ormar una

relativa protección contra las inclemencias del sol; otros dos desarmaron

y limpiaron el motor de la embarcación para intentar usar una vieja

propela que llevaban de repuesto en un viejo tambor de !rasa; mientras

que Eoberto se dedicó a preparar an$uelos con se&uelos de pluma de

!aviotas para ver si la suerte les sonreía y se pe!aba al!*n pe$"

<uando el sol declinó en aquel hori$onte interminable, el espectculo ue

inenarrable; la lu$ troco el a$ul del cielo en una %esta de colores que

iban del verde aceituna al amarillo limón; a$ules de distintas tonalidades

parecían emer!er del mar, abriéndose en un abanico de listones

anaranjados coronados por un halo color rojo ue!o, dando la impresiónde un ser divino que poco a poco se uera sumer!iendo en el mar"

<uando el *ltimo rayo se perdió en el hori$onte, la bóveda celeste

extendió su capa y entonces pareció que se habían conectado miles de

oquitos o que el manto nocturnal estuviera perorado en toda su

extensión, mientras el resco de una brisa nocturnal les acarició el rostro"

Eevisaron los an$uelos por enésima ve$, sólo que la suerte se!uía de

espalda; ni un pe$, y el a!ua dulce casi se había terminado" l

cansancio, la deshidratación y el hambre, los hi$o conciliar el sue&o, lo

que en cierta orma los aliviaría un momento de aquel terrible pesar"

+a madru!ada del si!uiente día, levantó a 'edro (el due&o de la lancha)

de un violento tirón" +a tabla de pescar, que le servía de almohada, y

que tenía enrollados unos cien metros de sedal, pareció cobrar vida;

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emprendió una loca carrera de proa a popa, en donde se detuvo de

pronto al atorarse con el bra$o del motor" milio y 'edro corrieron tras la

tabla y de dos saltos elinos la atraparon con desesperación" 0l!o jalaba

uertemente en el otro extremo del cordel y ese al!o si!ni%caba comida"

 -ras die$ minutos de lucha, un hermoso esmedre!al era subido a bordo"

0l poco tiempo no quedó de él ms que unas pocas espinas, una cabe$a

desarticulada y al!unas visceras que ueron preparadas como carnada"

'ara completar la ortuna, el día se nubló y !ruesas !otas de lluvia

empe$aron a caer sobre sus rostros resecos como mscaras de cartón,

como un auténtico man" 0quella rerescante a!ua no cayó por mucho

tiempo, pero ue su%ciente para aliviar la sed de aquellos miserables y

para crear una peque&a reserva"

l dia transcurrió lentamente" -odo estaba nublado, !ris, sin viento, sin

ruido, como si en aquella inmensidad de a!ua salada no existiera ms

vida que la de los nura!os; parecía una peque&a lancha de ju!uete

puesta por los dioses sobre una alombra inmutable de color a$ul

acerado que absorbía todo rayo de esperan$a"

<uando la tarde comen$ó su descenso, aquella escena de los

inortunados nura!os, se ue haciendo cada ve$ ms antasma!órica"0l %lo de las cinco de la tarde, un !rito desesperado ras!ó la espesura

del ambiente; se extendió por aquel espacio de a!ua y cielo" 390lbatros:,

9son albatros:3" +a vieja lancha pareció cobrar vida" +a actividad se

desató por toda la embarcación" l motor tosió dos, tres, cuatro veces

tratando de arrancar, hasta que sus cansados caballos de poder

movieron la embarcación" ue el punto ms l!ido de las emociones"

1abía que se!uir el vuelo de aquellas soberbias aves, pues

representaban la indudable presencia de tierra %rme" 2urante dos horas

el paisaje no cambió. a!ua, nubes y dos siluetas que se desli$aban

indolentemente por el cielo; era todo lo que rodeaba a aquellos

pescadores que no perdían de vista a los albatros que los !uiaban a la

salvación" / si bien es cierto que el paisaje no variaba, tambien era

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cierto que las aves no cambiaban su rumbo" ra cuestión de tener

paciencia" 'asadas dos horas ms, una oscura linea comen$ó a correr

hacia ellos" 9-ierra:, 9tierra: #in duda que era tierra; rara, pero tierra al

%n" Una extra&a tierra inmersa en un banco de niebla; una pared de

al!odón que cubría o parecía brotar de la tierra; una hermosa

ve!etación anunció su presencia y aquellos viajeros sólo sabían dar

!racias al arquitecto del universo" #e sentían como los nuevos Ulises en

la tierra de <irce"

 -odo cuanto había en esa tierra tenía un toque de antasía; la fora y la

auna era distinta a todo cuanto conocían; los animales convivían en

pa$; el círculo vital se desarrollaba de manera perecta; todas las

especies tenían su depredador natural y la convivencia se daba sin

nin!una clase de abuso" 2espués de saciar el hambre y la sed con

rutas, se dieron a la tarea de recorrer la isla para calcular la se!uridad"

0quello les permitió tomar, sin preocupaciones, un merecido descanso"

Un sue&o revitali$ador los atrapó y sólo el canto de las aves de una

nueva ma&ana los pudo despertar"

Una enorme ale!ría los embar!aba" -ras un ru!al desayuno, caminaron

por la $ona donde acamparían" +os animales los observaban concuriosidad, pero sin temor" +a caminata se prolon!ó por ms de una hora

hasta que en un recodo del camino dieron con una caba&a en cuyo

alrededor ju!ueteaban conejos, jueches, tepe$cuintles, tu$as, monos,

cervatillos, loros, tucanes, pavos salvajes y todo tipo de rumiantes; era

como estar en el paraíso bíblico" 1asta el clima era tranquilo, pues la

rara neblina parecía mantener una a!radable temperatura" staban

sorprendidos, y sólo la silenciosa presencia de un nuevo personaje los

volvió a la realidad"

ra un hombrecito vestido a la usansa choca. pantalón y camisa de

manta, paliacate rojo al cuello, sombrero de paja, huaraches de cuero,

bush, machete al cinto y una constante y ami!able sonrisa" #u presencia

ue repentina y pací%ca, y con una melodiosa vo$ les dijo. 3spero que se

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sientan descansados, olviden sus temores" n mis dominios no existe la

maldad" 'ueden caminar con libertad por estas tierras, alimentarse con

sus rutos, acercarse a los animales y acariciarlos si así lo desean, ya

que ni el ja!uar les har da&o" n esta tierra la libertad est por encima

de todo valor; la *nica limitante es la muerte" Co podrn disponer de la

vida de nin!*n animal, ni derribar rboles" -oda acción violenta siempre

traer aparejada un resultado violento de la misma intensidad, como

resultado de la ruptura del ciclo vital de esta isla" Dste es el *nico lu!ar

que queda sin que la mano del hombre pervierta, corrompa y destruya"

0 cambio, esta isla los proveer de todo cuanto necesiten, e incluso

podrn disponer de carne para su alimentación, si es que les place, pero

sólo con la condición de que ustedes los reprodu$can, los crien y los

alimenten; sólo entonces podrn disrutar de la carne" 0provecharn sus

huesos y su piel, sin que se desperdicie nada de ellos" Co podrn

disponer de animal al!uno sólo por capricho, por costumbre, por

vanidad, por ornato o por repulsión; el que trans!reda esta ley natural

enrentar su destino y las consecuencias de su necedad" / lo mismo se

aplica para la madera; si quiere derribar un rbol, primero tendrn que

sembrar cinco rboles de la misma especie que ase!ure su eternaexistencia" <uando el hombre se dé cuenta de su estupide$ y deje de

oender a la naturale$a, sólo entonces podr ase!urar la existencia de

su especie y por consecuencia la existencia de este planeta que tanto

nos ha dado"

3#e&or 3le dijo Eoberto3, no sabemos donde estamos" 1ace ya muchos

días que salimos de nuestros ho!ares y nuestros amiliares nos han de

dar por muertos" / ya que la ortuna nos hi$o lle!ar aquí, quisieramos

que nos ayudara a tomar rumbo con buena mar y buen viento3" 3<uando

re!rese de mis labores, dentro de treinta días, quien quiera re!resar a su

tierra podr hacerlo; yo les proporcionaré los medios adecuados y el

buen tiempo para nave!ar3" <on el mismo si!ilo con que apareció aquel

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extra&o hombrecito, desapareció entre la ve!etación" -odo volvió al

silencio y a la tranquilidad"

+os visitantes entraron en la caba&a de piso de tierra y su sorpresa ue

may*scula. los muebles estaban tallados en %nas maderas; había una

cama cubierta con ricas pieles y rasadas de vistosos colores abricadas

con plumas de aves; una mesa de caoba con incrustaciones de jade;

sillas con vestiduras de piel de ja!uar; una bolsa hecha con piel de

nutria; utensilios de cocina tallados en coco, y una %na cuchillería

elaborada con bamb*" 'ero lo que ms llamaba la atención, era que todo

cuanto había dentro de la caba&a tenía !rabada la cabe$a de un ja!uar

y, debajo de ésta, escrito con ncar, un nombre. /um@a"

 -oda una semana estuvieron recorriendo la isla" Cada perturbaba su

monótona espera" +a naturale$a les proporcionaba cuanto necesitaban,

e incluso en al!unas ocasiones encontraban ricas viandas preparadas

con carne de conejo, de pato, de cojolita o de pescado" #in embar!o, en

nin!una de esas ocasiones pudieron ver a su an%trión"

Una tarde en que se reunieron en la playa, Manuel, un recio pescador de

tiburones, les comentó. 3/o no puedo estar comiendo rutas y verduras

todos los días, ni voy a comer carne cada que se le antoje a estehombrecito" 0 partir de hoy voy a comer la carne que quiera, le !uste o

no le !uste a este sujeto" Me importan un comino sus absurdas re!las y

no lo voy a esperar para planear la orma de salir de esta crcel" 0 partir

de aquella tarde, el ms ero$ de los depredadores entró en acción" l

miedo y la $o$obra se extendieron como una pla!a por toda la isla" l

monstruo insatisecho de la maldad y la destrucción había despertado"

'or doquier se encontraban restos de animales parcialmente

consumidos, y !randes brechas se abrieron en la, hasta entonces, vir!en

ve!etación" 1ermosas pieles de animales se secaban al sol; manatíes

abandonados en la arena se encontraban por doquier tras aportar su

mar%l; la uria destructora del hombre se había ense&oreado de aquel

paraíso" #ólo Eoberto se había ne!ado a participar de aquella barbarie"

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'or eso lo tenían encerrado en una uerte jaula de bamb* que

representaba el poder del hombre sobre todo lo que no se doble!a a su

capricho; sus compa&eros lo consideraban traidor"

2espues de treinta días, el hombrecito !obernante de aquella isla

re!resó, y con prounda triste$a observó lo que había sucedido" 2erramó

l!rimas en tal cantidad que ormó un arroyuelo en cuyas riveras

empe$aron a crecer fores de colores tan vivos, que parecían un arco iris

al contacto con el sol"

l cansancio y la sed se habían apoderaron de Eoberto" #us resecos

labios parecían no haber tocado a!ua en mucho tiempo; sus uer$as sólo

le alcan$aron para despe!ar los prpados y darse cuenta que era

trasladado a un barco camaronero, para después sentir cómo se

sumer!ía en el po$o de la inconciencia" <uando despertó estaba siendo

atendido en el centro de salud de la villa y puerto de #nche$

Ma!allanes" #us amiliares y ami!os lo rodeaban" 're!untó que había

pasado y el capitan del puerto le comentó que el *nico que podía saber

lo que había pasado sería él, ya que ue el *nico que pudo ser rescatado"

Co sabían cómo lo!ró sobrevivir, ya que los dems que naura!aron con

él nunca aparecieron" 'ero lo mas raro era que desde el día delnaura!io ya habían transcurrido dos meses, lo que hacía imposible que

no hubiera muerto" / ms raro aun ue el parte médico, en el que se

a%rmaba no haber encontrado si!nos de deshidratación, ni alta de

alimentación, ni quemaduras en la piel, por tanto resultaba inexplicable

su condición ísica" Eoberto comentó al médico lo que recordaba" +e

habló de la isla y su raro habitante" sto hi$o sospechar al !aleno cierta

la posibilidad de una locura temporal provocada por al!una impresión"

<on el paso de los días, el re!reso del nura!o se ue olvidando y

Eoberto re!resó a su quehacer cotidiano" 'ero desde entonces le dio por

platicar sus aventuras a los ni&os, y la !ente comen$ó a llamarlo =el loco

que re!resó del mar>"

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n sus tardes libres, Eoberto se dedicó a sembrar rboles rutales; a

producir composta para bene%ciar la tierra de sus hortali$as; a la crian$a

de aves de corral y a platicarle a los ni&os su !ran aventura" +es ense&ó

a cuidar las plantas y les transmitió su !ran cari&o por los animales; les

ense&ó a convivir con la naturale$a; les hablaba de los unestos alcances

de la contaminación y del cunto suría nuestro planeta a causa de la

conducta humana, cuando rebasaba las leyes que un ser superior dejó

para que los en!ranes de la vida pudieran uncionar" <uando una

especie animal o ve!etal se extin!ue, o un río o un la!o se contaminan,

es como si los en!ranes que mueven la cadena de la vida perdieran un

diente, y esto pone en peli!ro toda la existencia"

'or muchos a&os, el loco que re!resó del mar se la pasó platicando las

aventuras que vivió en aquella rara isla que habitaba /um@a, el peque&o

hombrecito que le salvara la vida a él y sus compa&eros, y que

posteriormente los casti!ara por no respetar a la naturale$a y sus leyes"

0quella historia viajó por los senderos de -abasco y ue conocida por

muchos ni&os, los cuales ueron creciendo con aquel bello recuerdo que

se extendió en el tiempo" 0l ser hombres, estos ni&os decidieron rendirle

un homenaje a tito, el deensor de la vida" n su memoria construyeronuna hermosa reserva a la que pusieron por nombre /um@a, a la que

asisten los ni&os de los cuatro puntos cardinales de la vida, para conocer

la historia de Eoberto, el joven pescador que conoció y vivio en la isla de

donde se!uramente se ori!inó la vida"

El hombre que conoció a Dios

n el peque&o poblado de <erro pelado, ubicado en el municipio de

 Honuta, -abasco, vivía un viejo que presumía de haber conocido a 2ios

cuando él tenía die$ a&os de edad, y que desde entonces sabía cual es

el ori!en del hombre" 'or las tardes se reunía en el patio de su casa,

bajo la sombra de un rondoso tamarindo, con los ni&os y jóvenes de la

localidad" +es platicaba historias que había escuchado en el transcurso

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de sus noventa a&os" +a que ms le !ustaba contar era la de la vida y la

muerte, de la cual comentaba, con or!ullo, que se la había escuchado al

mismísimo 2ios.

=<uando el hombre irrumpió en la existencia del planeta tierra, la vida

ya se desarrollaba de manera cotidiana" 'or consi!uiente, la eterna

lucha entre la vida y la muerte era parte del transcurrir de los días>"

3scuchen ni&os. si aceptramos el hecho de que la vida y la muerte son

dos seres distintos, entonces nos tendríamos que pre!untar, 4quién ue

primero5 / al estar demostrado que la !eneración espontnea no existe,

entonces tendremos que encontrarles un ori!en distinto de estas

eternas contradicciones, pero continuemos3"

Un día, un viejo ermita&o me comentó que el *nico que sabía quién

había lle!ado primero a la tierra, era 2ios y que, por lo tanto, si querían

saber tendrían que pre!untarle al !ran arquitecto del universo" 'ara ello

tendrían que viajar hasta donde inicia el !ran río Usumacinta, el cual

nace muy adentro de la selva, en un lu!ar en el que los primeroshombres de 0mérica habían construido un !ran monumento para que

2ios les escribiera y resolviera todas sus dudas"

0l si!uiente día comencé a preparar todo lo necesario para hacer el

viaje" l lu!ar venía indicado en un viejo mapa de piel que el ermita&o

saco de una bolsa de cuero que había perdido su color con la ptina del

tiempo" 0quel mapa me lo aprendí de memoria, previendo la posibilidad

de una pérdida o un robo" 0 la si!uiente semana, inicié mi b*squeda"

3'rimero. debers encontrar un afuente del !ran río, que no esté

contaminado" Una ve$ que lo encuentres, se!uirs su curso hasta

encontrar la !ran morada de los loros a$ules que platican la historia de

los primeros hombres; lue!o vers a los monos que hablan el maya" +a

*nica restricción que existe es que, durante tu marcha, no podrs comer

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nin!*n tipo de carne de animal que mates, ni comer rutos que no hayan

madurado en el rbol"

#e!undo. una ve$ que los loros te hayan platicado la historia de los

primeros hombres y los monos te ense&en a hablar el maya, tendrs que

viajar durante cinco días por las copas de los rboles, sin bajar en

nin!*n momento al suelo de la selva, con la *nica condición de que

durante tu viaje por los rboles, sólo hablars en maya y contars la

historia de los hombres"

 -ercero. cuando encuentres la plancha de 2ios, dormirs en ella toda la

noche, y al si!uiente día, parado en el centro de la plancha, que no es

otra cosa que el centro de la tierra, !ritars. 9arquitecto del universo,

4quién ue primero, la vida o la muerte5: Kolvers a dormir, y cuando

despiertes, escrita en la plancha encontrars la respuesta que buscas"

l viajero si!uió los caminos indicados en el viejo mapa y cumplió con

las re!las indicadas" 0l si!uiente día, encontró la respuesta que tanto

quería y que quiso compartir con todos los hombres, sólo que cuando lo

intentaba, ya sólo sabía hablar en maya y le daba mucho sue&o L

N>O:P>O y $$$$$$$$$"

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Un resultado divino

1ace mucho tiempo, cuando el espacio in%nito sólo estaba habitado por

los dioses de la creación, en un lu!ar muy lejano a lo que ahora

conocemos como la Kía +ctea, se ormó un !ran alboroto, ya que los

dioses encar!ados de proveer de diversión a los inmortales, se

maniestaron con un plantón permanente ante las o%cinas del

mismísimo 2ios, el !ran creador" #e declararon en huel!a aduciendo

como pretexto que ellos, que se encar!aban de la diversión universal,

nunca tenían tiempo para divertirse, y esto violaba sus derechos divinos"

0 partir de ese momento el departamento de diversiones cerraba sus

puertas y tomaban como se&al inequívoca, una bandera roja y ne!ra"

'ara resolver aquel penoso asunto, que preocupaba a los dioses, no era

posible recurrir a los esquiroles, ni se podía resolver vía dinero, ya que

no existían los líderes sindicales que pudieran vender el movimiento ni

había patrones que pa!aran, ni autoridades venales que se vendieran,

pero lo peor era que en aquel preciso momento, el !ran 2ios se

encontraba en una !ira de creación en los con%nes de la nada" 0 los

dioses no les quedó ms remedio que solicitar una audiencia con el !ransecretario, que era nada ms ni nada menos, que la Bdea (que era una

chispa de ener!ía divina que se quedaba a car!o de la solución de

problemas durante la ausencia del creador)"

Epidamente se ormó una comisión encar!ada de plantear el terrible

problema y, tras escucharlos pacientemente, la Bdea les advirtió que la

solución que ella les indicara debería ser aceptada por todos los dioses

durante toda la eternidad" +a solución consistía en reali$ar una

competencia de crear y contrarrestar, pero sin destruir; sin la inclusión

de intereses ajenos ni el mal uso de los poderes divinos" s de aclarar

que la Bdea a veces estaba un poco alta de ener!ía, motivo por el que

podía allar en sus clculos, pero como con 2ios siempre había

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uncionado, los dioses con%aban en que siempre sería así" ntonces se

dispusieron a competir si!uiendo el re!lamento"

30mi!os 3les dijo la Bdea3, los dioses huel!uistas tendrn como tarea el

crear todo lo que sus contrarios estarn obli!ados a contrarrestar y por

lo tanto sern los huel!uistas los que iniciaran esta sin!ular

competencia" #iendo las doce divinas horas, declaro inau!urados los

primeros jue!os de la raternidad" ?ue !anen los mejojojores y8

disculpen voy a a a solucionar un pepepeque&o problema de ener!ía

que me est aectando"

<omo primera prueba, los dioses huel!uistas tomaron lodo del divino

suelo donde habitaban" 1icieron pelotas y las lan$aron en todas

direcciones, animadas por una extra&a uer$a que les impedía

desacelerar y mucho menos retornar; a esa uer$a la denominaron

fuer!a centrífuga" +os dioses del otro equipo, tenían la obli!ación de

contarlas pero sin re!resar a aquellas eternas viajeras"

'ara poder superar aquella prueba, los oponentes le dieron a las pelotas

viajeras una extra&a uer$a que las obli!aba a atraerse unas a otras en

ra$ón directa de sus masas y en ra$ón inversa al cuadrado de sus

distancias, lo que provocó la creación de c*mulos que denominaron!alaxias" sto acilitó el conteo de las pelotas sin detenerlas ni hacerlas

volver, y a aquella extra&a uer$a le dieron el nombre de fuer!a

centrípeta" s así que aquella primera competencia dio ori!en al !ran

universo ormado por !alaxias y, por consecuencia, a los sistemas

planetarios como nuestro sistema solar"

n la se!unda prueba, los huel!uistas escondieron una divina l!rima en

una de los millones de pelotas viajeras" l equipo contrario estaba

obli!ado a encontrarla sin usar su visión divina y, adems, evitar que al

ser encontrada, la l!rima saltara y se perdiera en el insondable

espacio" 'ara superar aquella prueba, los dioses oponentes dotaron a las

pelotas viajeras de un centro de calor tan poderoso que uera capa$ de

evaporar la divina l!rima para hacerla salir de su escondite, pero como

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no querían que escapara en cuanto la vieran, rodearon a todas las bolas

del universo con una capa de !ases en la que, cuando ésta quiso

escapar convertida en vapor, se condensó y re!resó convertida unas

veces en !rani$o, otras en nieve y otras en lluvia" / allí quedó atrapada

para siempre creando sus propios cauces y lechos, ríos, la!os y mares" 0

la pelota en la que los dioses escondieron la l!rima, la llamaron tierra"

<omo la competencia consistía en cinco pruebas y dos ya habían sido

superadas, todo parecía indicar que los jue!os terminarían pronto; pero

esta ve$ la Bdea no ue tan certera"

'ara la si!uiente prueba, los dioses del crear aprovecharon la existencia

del a!ua y el oxí!eno en la tierra, para crear distintas ormas de vida,

dndole a cada ser viviente la capacidad de reproducción; por lo que los

dioses contrarios deberían controlar la reproducción y posteriormente

terminar con todo si!no de vida, pero sin intervenir en el aniquilamiento

de la vida de manera directa"

2espués de mucho pensar, los dioses lle!aron a la conclusión de que la

*nica orma de lo!rarlo era creando una orma de vida que uera capa$

de dominar y destruir las otras ormas de vida, pero que en su an de

destrucción no le importara su propia existencia" 0 tan terrible creaciónla llamaron hombre y con él, los dioses estn consi!uiendo un resultado

divino"