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CÓMO INTERRUMPIR LAS SOLUCIONES INTENTADAS DE LOS PADRES
27/04/2015 Alicia García Aguiar 2 comentarios conjura del silencio, familia, Modelos de familia, niños, observar sin
intervenir
En los casos nada raros en los que los padres, dándose cuenta
de que empeoran la situación, no consiguen salir de sus
círculos viciosos, es necesario intervenir con prescripciones
más directas (a la del cómo empeorar, se refiere).
Frecuentemente sucede que los padres deban solucionar sus
propias dificultades personales (miedo, ansiedad,
catastrofismo en relación al hijo) o guiones de interacción
familiar ya rígidamente estructurados en el tiempo (por
ejemplo hiperprotectivo, democrático-permisivo, autoritario,
delegante, intermitente, sacrificante) que no consiguen
modificar (Nardone, Giannotti, Rocchi, 2001).
En todos estos casos se hace necesario un trabajo ad
personam con los padres, como en el caso de una terapia
individual o familiar normal. La observación clínica nos lleva a
afirmar que cuando un padre se dirige a nosotros lamentando
un problema relativo al escaso rendimiento escolar de los
propios hijos, si consigue superar eficazmente las dificultades
propias individuales (la mayor parte de las veces de
naturaleza fóbico-ansiosas), en el 90% de los casos se traduce
también en un mágico mejoramiento de la actuación escolar
del hijo. []
Padre hiperprotector
Por ejemplo, una indicación típicamente usada para los
trastornos de ansiedad, es la del diario de las
preocupaciones(consistente en una anotación instantánea
de las preocupaciones para aplazar eventuales correctivos
conductuales) tiene el efecto de canalizar la atención del
padre sobre una tarea que interrumpe sus usuales reacciones
de ayuda. O bien la prescripción (dada al padre) de la peor
fantasía sobre los resultados catastróficos de las dificultades
escolares del hijo, que permite redimensionar la ansiedad de
los padres, también en este caso empujándolo por absurdo a
evitar intervenir.
Análogamente, se asiste a mejorías milagrosas también
cuando se consigue modificar (o suavizar) un modelo familiar
disfuncional adoptado con constancia en la relación con el
niño. []
La idea es la de introducir principios complementarios
respecto al modelo dominante. Por ejemplo, en un sistema
familiar hiperprotector el objetivo será el de hacer
desarrollar la confianza de los padres en su hijos (por ejemplo,
fiarse de su innata capacidad de aprendizaje). En un sistema
excesivamente democrático-permisivo, será importante
desarrollar la jerarquía (por ejemplo, establecer reglas
concretas sobre los horarios dedicados a las tareas). En un
sistema autoritario, improntado del sentido del deber, será
fundamental introducir márgenes y grados de libertad en los
hijos (por ejemplo, permitir pausas o momentos de
distracción). Un sistema delegante requerirá que la madre
y/o el papá asuman directamente la responsabilidad de
ocuparse de los niños (por ejemplo, informándose de las
tareas puestas por sus profesores). En un
sistema intermitente, será deseable que los padres se
pongan de acuerdo entre ellos (o con sigo mismos) sobre el
modelo educativo más útil para el aprendizaje (por ejemplo, si
permitir al niño empezar a estudiar a su capricho o a horas
fijas). En un modelosacrificante, finalmente, será necesario
introducir introducir un poco de placer junto al esfuerzo, a las
culpas y a los dolores del estudio (por ejemplo,…sonreir a los
hijos!).
En conclusión, queremos exponer una indicación terapéutica
adoptada transversalmente (prescindiendo del modelo de
familia y de la tipología de ayuda paternal) para limitar e
interrumpir el intervencionismo de los padres: la prescripción
de observar sin intervenir.
Los famosos antropólogos Margaret Mead y Gregory Bateson
Consiste en pedir a los padres que diariamente realicen una
verdadera y propia observación antropológica-descriptiva de
la evolución de la dificultad del hijo. El padre deberá hacerse
con un cuaderno de observación en el que anotar en una
columna todos los progresos y en la otra las dificultades aún
no superadas. Al lector experto en antropología saltará a la
vista que se trata de una observación de
antropólogo noparticipante. De hecho, la lógica de la
indicación es la de dar a los padres una tarea que desvíe su
atención sobre la observación activa, bloqueando la tendencia
a intervenir.
“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”. HEMINGWAY
En suma, en la consulta, una ayuda modesta es preferible a
una ayuda molesta.
También transversal es la prescripción dada a los padres
de la conjura de silencio. [] La prohibición de los padres de
hablar de la problemática del hijo (sobre todo en su presencia)
evita la creación del “caso”, o lo deshincha si ya se había
hinchado. Hay un modo universal para evitar la creación del
caso: la braquilogía, el hablar breve. Breve(mente) se dicen
muchas más verdades.