Di Meglio Los Sansculottes Despiadados Pr. 7

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'Los sanculotes despiadados". Los miembros de la plebe porteña en los conflictos de 1820. Este texto está extraído de la tesis de doctorado de Gabriel Di Meglio: Las prácticas políticas de la plebe urbana de Buenos Aires entre la Revolución v el Rosismo (1810-1829). FFyL, UBA, 2004. Es una parte del capítulo IV, pp. 219 a 258. "El año vigésimo del siglo 19 va á ser probablemente un teatro de serias y gloriosas escenas para nuestra patria", anunciaba La Gaceta a pocos días de su comienzo. 1 Aunque no de la manera planeada por el editor del periódico, las escenas se sucedieron durante 1820, que fue clave en el desarrollo político de los territorios del ex Virreinato del Río de la Plata. Ese año de "anarquía", en el que desapareció el gobierno central creado por la Revolución, estuvo en Buenos Aires jalonado por violentos conflictos y fue considerado tanto por los contemporáneos que escribieron sobre él como por ios historiadores un momento de crisis total, un compendio de calamidades desencadenadas simultáneamente. Su proclamada negatividad le dio un lugar importante en la historiografía argentina, que se detuvo asiduamente en sus peripecias. Aquí vuelve a ser abordado en referencia a uno sus aspectos que atañe a esta tesis: el importante pape! político que jugaron en ese momento varios miembros de la plebe urbana. 2 Para dilucidarlo nos centraremos en la complicada trama política de la ciudad. Los acontecimientos de 1820 en Buenos Aires constituyen un intrincado cúmulo de hechos desatados por la derrota en febrero del último Director Supremo, José Rondeau, en la batalla de Cepeda ante los entrerriano-santafecinos, que puso fin al largo conflicto entre el gobierno central y la disidencia litoral que había dirigido José Artigas. 3 La consecuencia directa fue la caída del Directorio y del sector político centralista de Buenos Aires -precisamente llamado "directorial" por sus oponentes- que dirigió el gobierno desde 1816. El resultado fue una crisis (y un breve pánico generalizado) en la hasta entonces capital, en el momento en que avanzaban las triunfantes tropas de Estanislao López y Francisco Ramírez. Manuel de Sarratea, opositor al grupo directorial, asumió la gobernación de la nueva provincia de Buenos Aires y pactó con ellos (en el tratado del Pilar, por el cual a cambio de armas y otros bienes se retiraban los invasores). El general Juan Ramón Balcarce había logrado escapar de Cepeda con la infantería intacta y había regresado con esas fuerzas a la ciudad. Vinculado al grupo directorial 1 Gaceta de Buenos Aires [GBA\ cit., T, VI, p. 1 (6 de enero de 1820). 2 La importancia de su participación durante ese año fue señalada con un siglo de diferencia por V. F. López, Historia de la República Argentina, cit., vol. 8, y T. Halperin Donghi, Revolución y Guerra [RG], cit. 3 Para los hechos de febrero a septiembre que no hemos tomado de fuentes -las cuales se indicarán oportunamente- seguiremos los detallados relatos de López, op. cit., y A. Saldías: filíenos Aires en el Centenario, Buenos Aires, Hyspaménca, T. I, 1988 (I o ed. 1910). 4 Tras la caída del Directorio el Cabildo reasumió el mando y convocó a la formación de una Junta de Representantes de la Provincia, de doce miembros elegidos por voto "popular", véase Saldías, op. cit., pp.

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Di Meglio Los Sansculottes Despiadados Pr. 7

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  • 'Los sanculotes despiadados". Los miembros de la plebe portea en los conflictos de 1820.

    Este texto est extrado de la tesis de doctorado de Gabriel Di Meglio: Las prcticas polticas de la plebe urbana de Buenos Aires entre la Revolucin v el Rosismo (1810-1829). FFyL, UBA, 2004. Es una parte del captulo IV, pp. 219 a 258.

    "El ao vigsimo del siglo 19 va ser probablemente un teatro de serias y gloriosas escenas

    para nuestra patria", anunciaba La Gaceta a pocos das de su comienzo. 1 Aunque no de la

    manera planeada por el editor del peridico, las escenas se sucedieron durante 1820, que fue

    clave en el desarrollo poltico de los territorios del ex Virreinato del Ro de la Plata. Ese ao de

    "anarqua", en el que desapareci el gobierno central creado por la Revolucin, estuvo en

    Buenos Aires jalonado por violentos conflictos y fue considerado tanto por los contemporneos que escribieron sobre l como por ios historiadores un momento de crisis total, un compendio

    de calamidades desencadenadas simultneamente. Su proclamada negatividad le dio un lugar

    importante en la historiografa argentina, que se detuvo asiduamente en sus peripecias. Aqu

    vuelve a ser abordado en referencia a uno sus aspectos que atae a esta tesis: el importante pape!

    poltico que jugaron en ese momento varios miembros de la plebe urbana. 2 Para dilucidarlo nos centraremos en la complicada trama poltica de la ciudad.

    Los acontecimientos de 1820 en Buenos Aires constituyen un intrincado cmulo de

    hechos desatados por la derrota en febrero del ltimo Director Supremo, Jos Rondeau, en la

    batalla de Cepeda ante los entrerriano-santafecinos, que puso fin al largo conflicto entre el

    gobierno central y la disidencia litoral que haba dirigido Jos Artigas. 3 La consecuencia directa

    fue la cada del Directorio y del sector poltico centralista de Buenos Aires -precisamente

    llamado "directorial" por sus oponentes- que dirigi el gobierno desde 1816. El resultado fue

    una crisis (y un breve pnico generalizado) en la hasta entonces capital, en el momento en que avanzaban las triunfantes tropas de Estanislao Lpez y Francisco Ramrez. Manuel de Sarratea,

    opositor al grupo directorial, asumi la gobernacin de la nueva provincia de Buenos Aires y

    pact con ellos (en el tratado del Pilar, por el cual a cambio de armas y otros bienes se retiraban los invasores).

    El general Juan Ramn Balcarce haba logrado escapar de Cepeda con la infantera

    intacta y haba regresado con esas fuerzas a la ciudad. Vinculado al grupo directorial

    1 Gaceta de Buenos Aires [GBA\ cit., T, VI, p. 1 (6 de enero de 1820).

    2 La importancia de su participacin durante ese ao fue sealada con un siglo de diferencia por V. F.

    Lpez, Historia de la Repblica Argentina, cit., vol. 8, y T. Halperin Donghi, Revolucin y Guerra [RG], cit. 3 Para los hechos de febrero a septiembre que no hemos tomado de fuentes -las cuales se indicarn

    oportunamente- seguiremos los detallados relatos de Lpez, op. cit., y A. Saldas: filenos Aires en el Centenario, Buenos Aires, Hyspamnca, T. I, 1988 (Io ed. 1910). 4 Tras la cada del Directorio el Cabildo reasumi el mando y convoc a la formacin de una Junta de

    Representantes de la Provincia, de doce miembros elegidos por voto "popular", vase Saldas, op. cit., pp.

  • desplazado, se apoder del gobierno y llam a un Cabildo Abierto que lo confirm en el mando

    el 6 de marzo. Las tropas de Ramrez y Lpez avanzaron sobre los suburbios de la ciudad

    reclamando la permanencia de Sarratea, quien haba huido a la campaa; por su parte, el general

    en jefe del ejrcito de la capital, Migue! Soler, moviliz a los milicianos del segundo tercio cvico fuera del espacio urbano para presionar a Balcarce. Se rumoreaba que un oficial que

    segua a Soler, Manuel Pagola, haba asegurado a los del segundo tercio que les permitira

    saquear las casas de los del primero, con el cual tenan una franca rivalidad. 5 Tambin los

    granaderos de infantera, quienes haban sido comandados por Soler en el pasado, abandonaron

    su cuartel en la Ranchera y salieron de la ciudad vivando su nombre. Balcarce lanz un bando

    llamando "a todos los ciudadanos capaces de llevar armas a pie o a caballo", trat de convocar

    al primer tercio -una parte del cual concurri- y al tercero, pero este cuerpo se dispers casi

    enteramente al salir del cuartel para ir a encontrarse con el gobernador. 6 El nico apoyo que le

    qued a Balcarce fue el batalln de aguerridos, pero el 12 de marzo los suboficiales y soldados

    de este cuerpo se sublevaron y dispersaron y aun la guardia del fuerte abandon al gobernador,

    quien no tuvo ms remedio que dejar el mando. 7 Se convoc entonces a un Cabildo Abierto en el que se hizo presente el chileno Juan Manuel Carrera, quien introdujo a Carlos de Alvear -ambos haban llegado a Buenos Aires junto a las tropas litoraleas- como nuevo comandante de armas nombrado supuestamente por Sarratea, a quien todava consideraban gobernador. La

    noticia de que esos dos personajes estaban en el ayuntamiento atrajo a una serie de cvicos y otra gente armada en su contra, que oblig a Alvear a ocultarse. Sarratea regres y reasumi el

    mando, manteniendo Soler su lugar de comandante de las fuerzas porteas,

    Alvear actu de todos modos con decisin, logr la adhesin de varios oficiales y se

    instal en los cuarteles del Retiro como paso previo a entrar en la capital al frente del batalln

    de aguerridos, cuyo jefe le era adicto. Soler "era sumamente popular entre la plebe y deba presumirse que estara ya ponindola en accin para sublevarla contra sus perseguidores", pero

    en cambio fue apresado por oficiales alvearistas y encerrado en un barco. La agitacin creci

    contra Alvear, quien era muy impopular en Buenos Aires, y el Cabildo convoc a las milicias

    urbanas para defender a la ciudad. Una patrulla de cvicos del segundo tercio captur a Toms

    de Iriarte, lugarteniente de Alvear, quien haba ingresado a la ciudad en procura de monturas

    para el ejrcito; los milicianos intentaron fusilarlo sin xito, puesto que el capitn Genaro Salomn lo protegi y salv de quienes queran matarlo.

    34 y 35. 5 De acuerdo a un informe del oficial del Estado Mayor Ignacio lvarez Thomas citado por Lpez, op.

    cit., vol. 8., p. 153. Recurdese que el primer tercio agrupaba a los habitantes del centro (varios de ellos miembros de la lite). 6 El bando en GBA, cit. T. V, p. 104 (11 de marzo).

    7 Beruti, "Memorias Curiosas", cit., p. 3921. Al Cabildo se le comunic la "sublevacin de varios cuerpos

    en la Fortaleza" y la fuga del gobernador, en Acuerdos del Extinguido Cabildo [en adelante AEC], serie IV, Tomo IX, Buenos Aires, 1927, p. 78.

    z .

  • Cuando me capturaron, algunos creyeron que era Alvear el prisionero, y esta falsa noticia lleg a la plaza; el furor y la exaltacin haba tomado mayor incremento con tal creencia, y se oa un incesante clamoreo de 'muera, Alvear, muera, muera'. Muchos se me acercaban para atravesarme con sus espadas y con sus bayonetas; pero Saiomn y algunos cvicos que lo acompaaban me defendan... Me apuntaban con los fusiles desde las azoteas y Salomn les gritaba: 'c no hagan ustedes fuego, no ven que por matar a este hombre me van ustedes a matar a mi. 9

    La multitud se agolpaba entusiasta en la plaza de la Victoria, a la espera del anunciado

    ataque de Alvear -quien lleg a avanzar sobre a ciudad por el camino del Bajo- mientras el Cabildo se mantena encerrado en su recinto. Los cvicos respondan al ayuntamiento, pero al

    espantado Iriarte le pareca que eran ellos los que controlaban la ciudad, mandado por tribunos

    como Salomn o Epitacio del Campo. 10 Ante la decidida resistencia miliciana y las dificultades

    que encontr para hacerse obedecer por el cuerpo de aguerridos, Alvear (a quien se llam "el Catilina americano") se retir sin atacar y Soler regres triunfante. 11

    La tensin continu durante varios meses: en abril una nueva Junta de Representantes

    reemplaz a Sarratea por Ildefonso Ramos Meja, presidente de ese cuerpo, pero eso no aquiet la situacin, puesto que Soler presion hasta lograr desplazarlo y ser elegido l en ese cargo.

    Eso fue en junio, en el momento en que se dio un nuevo avance de Alvear y Carrera, quienes llegaban con un ejrcito santafecino conducido por Lpez. Soler, nombrado gobernador provisorio, sali a enfrentarlos y fue derrotado en a Caada de la Cruz; sin embargo:

    La popularidad de Soler en la ciudad era tan extraordinaria entre la plebe, que a pesar de la derrota reciente cuando el mismo da veintiocho lleg a Buenos Aires, la multitud lo aclamaba con frenes del delirio para que se pusiese a la cabeza de! pueblo y organizase la resistencia contra tos invasores. 12

    Pero Soler decidi apartarse de la escena dada la oposicin que tena de otros sectores, y

    se march a Colonia del Sacramento. El vaco de poder fue aprovechado por otro oficial, que

    traa intacta una columna salvada en la batalla, para ocupar fugazmente el poder por la fuerza: el coronel Pagola, amigo de Soler, se haba abrogado el mando nombrndose el mismo comandante general de Armas; y como este paso lo haba dado apoyado por los exaltados descamisados -los cvicos- el Cabildo tema los avances de la canalla y tuvo que someterse, es decir, que la ciudad quedo en acefala y expuesta a ser teatro de un desorden sangriento, del saqueo y desolacin, porque el coronel Pagola era tan frentico y de limitada capacidad como los hombres en quienes apoyaba su autoridad.

    8 T. Iriarte, Memorias, cit., vol. 1, p. 242.

    9 Iriarte, op. cit., 275. E! otro jefe al que Iriarte menciona como dirigente de los cvicos es Epitacio del

    Campo, "hombre vano de un carcter violento para quien el general Soler era un dolo", a quien l encontr al mando de una partida de cincuenta hombres patrullando amenzadoramente las calles; en ibid, p. 251. ' Iriarte, que fue herido ese da. describe a los que ocupaban la plaza ante la amenaza de Alvear como "una multitud ebria y furiosa", "masa frentica", "plebe amotinada... "; Ibid, 275. 11

    Los episodios de la accin de Alvear el 25 y 26 de marzo (y su denominacin como Catilina) se especifican en un sumario realizado contra el Teniente don Gregorio Idemundo, quien fue acusado de participar en el encierro de Soler en el barco y ms tarde de marchar en las filas del ejrcito invasor de la provincia; AGN, X, legajo 29-11-5, SM, 465.

    Iriarte, op cit., vol. 1, p. 324. 13

    Ibid, 325.

  • Durante dos das Pagola aterroriz a la gente decente al mantener encerrado a! Cabildo

    en su sala de sesiones acusndolo de connivencia con Alvear y el viejo partido directora!, accin apoyada por el "populacho que lo segua". '4 Public una proclama para la defensa de

    Buenos Aires, por la cual "ordeno y mando a todos los havitantes, cierren sus puertas, y

    concurran a tomar armas a la plaza grande sin distincin de persona bajo la pena de la vida el que no lo hiciese, reunindose los tercios argentinos en sus puntos". 15 Muchos cvicos

    acudieron, pero finalmente fue controlado y desarmado sin violencia por Manuel Dorrego, otro

    militar que gozaba de popularidad entre la plebe, quien acababa de regresar de su exilio en

    Estado Unidos. Un sector del segundo tercio se pleg al avance que hizo al frente de parte del

    ejrcito desde la Convalecencia hacia la ciudad y entr sin combatir a) fuerte, asegurndole a Pagola que tenan los mismos intereses y logrando que depusiera las armas.

    Un mes ms tarde Pagola se disculpara ante el Cabildo diciendo que l no fue el autor

    sino que cuando se aproximaba a la ciudad despus de la batalla de Caada de la Cruz, y se

    detuvo en los corrales de Miserere,

    se presento una porcin considerable de Ciudadanos pidindome con insistencia entrase en la Plaza, y como los esfuerzos mas enrgicos fuesen intiles para separarlos de su designio, anticipando el parte correspondiente, march acia el retiro: todava no llegaba a este punto, y ya vi correr acia mi nueva multitud de ciudadanos, unos con armas, y otros pidindomelas y todos proclamndome su Gral. y exgiendo imperiosamente entrse en la Plaza, asegurando que todo el Pueblo me seguiria. 16

    Su argumentacin no pareca muy convincente, pero es interesante que pudiera

    intentara aprovechando el estado de agitacin callejera que viva la ciudad. Para Iriarte, la "multitud desbordada", la misma que los detuvo en marzo, impidi el

    triunfo de los alvearistas en junio: "El pueblo que aun no haba dejado las armas, se manifestaba con sntomas ms alarmantes que nunca, estaba energmeno, y decidido a oponerse a Alvear y

    sus aliados". 17 Ms all de las exageraciones en que pudiesen caer los contemporneos en sus

    testimonios, lo cierto es que la movilizacin de una parte de la plebe fue decisiva para resolver

    la suerte de la poltica en esos momentos crticos, dada la falta de poder de respuesta de los

    sectores dominantes. 18 Contemporneos e historiadores decimonnicos vean a los cvicos del

    segundo tercio como plebeyos, por provenir de las orillas. En nuestro anlisis de un barrio

    14Beruti, op. cit., 1960, p. 3927. 15

    Consta en el juicio que luego te hicieron por "excesos cometidos contra la tranquilidad de la Provincia", AGN, X, 30-2-1, SM, 707. 16

    Archivo General del Ejrcito [en adelante AGE], legajo de Manuel Pagola. 17

    Iriarte, op. cit., p. 325. 18

    Segn V. F. Lpez: "El pueblo genuino... esencialmente localista, callejero y plebeyo... no tena ms bandera que el impulso mecnico de la defensa local, y que flotaba indecisa todava, aunque con predilecciones naturales a favor de tos revoltosos [los opositores al Directorio], que moralmente eran ms allegados su ndole y su trato, que las clases superiores. Entre estos elementos populares ocupaban los

    4

  • orillero, La Piedad, consignado en el captulo I, vimos que se trataba de un zona en la que vivan plebeyos y miembros de los sectores medios entremezclados, aunque claramente no haba personas de la lite. Como detallamos en el captulo III, el segundo tercio agrupaba a los habitantes de barrios no cntricos y suburbanos y entonces en su oficialidad aparecan pulperos de esa zona (como Salomn y Del Campo). Haba una mayora de plebeyos entre sus soldados, al igual -obviamente- que en el tercer tercio, de pardos y morenos.

    El 4 de julio Dorrego fue nombrado gobernador y sali a la campaa, en la que derrot dos veces a la invasin de Lpez, Carrera y Alvear, persiguindolos hasta la frontera

    santafecina. Segn un observador ingls, su ejrcito se compona "de cuantos carreros y mozos de cordel pudo hallar". 19 Despus procur atacar a Lpez en Santa Fe, pero fue seriamente

    vencido en el combate del Gamonal. Tras la derrota, la Junta reemplaz a Dorrego por Martn

    Rodrguez, el comandante de los Blandengues -custodios de la frontera de Buenos Aires con los

    indgenas-, pero el Cabildo y los cvicos recibieron con desagrado esta noticia por tratarse de un

    integrante de la faccin "directorial". En octubre ese descontento se volvera accin.

    El levantamiento de octubre

    El levantamiento de octubre de 1820 consolid a la plebe urbana como un actor poltico.

    No porque la plebe hubiese conducido el alzamiento ni porque sus miembros hubieran

    intervenido solos en ese episodio (un actor suele compartir el escenario con otros), sino porque su participacin en l condens una serie de prcticas delineadas en este captulo y en los

    anteriores, que hasta entonces se haban dado en forma paralela y esta vez se unieron.

    Cuando Martn Rodrguez fue designado gobernador, el descontento aument

    notablemente entre los cvicos, que deseaban la continuidad de Dorrego, quien "haba heredado

    la popularidad del fugitivo Soler... teniendo en su favor la gran mayora de los proletarios de la

    ciudad". 20 Dorrego haba llevado al segundo tercio cvico a las victorias de San Nicols y Pavn

    sobre los santafecinos, tras lo cual el cuerpo regres a Buenos Aires (su funcin era la defensa y no la invasin de otra provincia). Una vez derrotado en el Gamonal, Dorrego haba pedido que le enviaran a su "leales" cvicos del segundo tercio, 21 lo cual muestra que haba una buena

    relacin entre oficiales y tropa con el efmero gobernador.

    Otra vez los milicianos fueron la columna vertebral del levantamiento: el 1o de octubre,

    el segundo y el tercer tercio cvico, junto al pequeo batalln Fijo, del ejrcito regular, se

    cvicos, y principalmente el regimiento llamado segundo tercio, el primer rango de la milicia urbana", en op. cit., 100. 19

    Un ingls, op. cit., p. 150. 20

    Iriarte, op. cit., vol. 1, pp. 354 y 368. Hilarin de la Quintana, uno de los jefes del levantamiento, sostuvo que los cvicos queran que Dorrego fuese el gobernador, en "Manifiesto del coronel don Hilarin de la Quintana, para justificar su conducta en los acaecimientos de los das 3, 4 y 5 de octubre de 1820, en la ciudad de Buenos Aires" (1821), en Biblioteca de Mayo, cit., T. II, v. 2, 1398.

    5

  • sublevaron conducidos por sus jefes. Se pronunciaron contra los directorales, entre los cuales clasificaron a Rodrguez, y desde sus cuarteles en el Retiro avanzaron hasta la Plaza de la

    Victoria, la que fue tomada tras una escaramuza con tropas leales al nuevo gobernador. Los

    cvicos volvan a mostrar su poder en la ciudad, como hicieron en marzo y en junio. Ocuparon la plaza principal, se atrincheraron en las azoteas de los edificios circundantes y mantuvieron la

    posicin hasta el final de la revuelta. La tropa estaba exaltada y contenida por los oficiales,

    como se desprende del relato de un capitn leal que fue hecho prisionero al comenzar el

    levantamiento y fue conducido con otras oficiales de Retiro a la Plaza de la Victoria: cuya entrada en la ultima quadra de la calle de las Torres recibi el que expone un fuerte golpe en e! pecho... no not el Declarante expresiones ni acciones en ningn oficial que injuriasen los respetos del govierno, ni que alguno de ellos hablaran de la revolucin, solo si que uno otro soldado prorrumpa en voces descompuestas sobre que los Presos (hablando del Exponente y el corone! Martnez) deban con sus vidas, pagar las de los que haban fenecido en la entrada la Plaza. 22

    El levantamiento estaba conducido por Pagola, secundado por Pedro Agrelo e Hilarin

    de la Quintana. 23 Pero en el juicio posterior se mencion que la organizacin la hicieron algunos capitanes del segundo tercio en la pulpera-caf de uno de ellos, Jos Bares (de quien ya hemos hablado); entre ellos estaban Salomn y del Campo. 24 Temeroso, el gobierno haba impedido en los das previos que los milicianos se acuartelasen, pero el grueso de! segundo y tercer tercio se

    dirigi al cuartel del batalln Fijo en Retiro (que haba mandado Soler) para iniciar desde all el movimiento.

    Martn Rodrguez opt por marcharse a la campaa y los alzados se presentaron en el

    Cabildo solicitando la disolucin de la Junta de Representantes y protestando por la eleccin de

    Rodrguez. El ayuntamiento volvi a ejercer una funcin que no le desagradaba, en tanto institucin y ms all de quien lo integrara: reasumi el poder y no reconoci al fugitivo. En la

    sesin en que se tomaron estas decisiones, en la sede del Cabildo, hubo varios miembros de la

    plebe presentes ("todo lo que all se resolvi... fue por el tumulto"25), al igual que ocurri en el Cabildo Abierto que se organiz sin ningn resultado claro al da siguiente en la iglesia de San

    Ignacio. 26 Los lderes del movimiento y los capitulares buscaban ganar tiempo hasta que

    21 En Lpez, op. cit., p. 278.

    22 Declaracin del capitn de caballera Nicols Martnez, AGN, X, 29-10-6, Sumarios Militares [SM],

    Conspiracin del 1o de octubre de 1820, 279. 21

    De acuerdo a Lpez (op. cit., p. 289), Agrelo era partidario de Sarratea, mientras que Pagola responda a Soler -refugiado en Colonia-; el segundo tercio cvico segua a Dorrego. 24

    Lo declar Antonio Colina, quien trabajaba en la pulpera-caf de Bares, en AGN, X, legajo 29-10-6, SM. Esta organizacin fue destacada por Fabin Herrero en su "Un golpe de estado en Buenos Aires durante octubre de 1820", en Anuario del IEHS, n 25, Tandil, UNCPBA, 2004. 25

    Declaracin del escribano del Cabildo, Jacinto Ruz, cit. en Heras, C: ''Iniciacin del gobierno de Martn Rodrguez. El tumulto del 1o al 5 de octubre de 1820", en Humanidades, La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, UNLP, 1927, tomo VI, p. 274. Aunque los capitulares buscaban desvincularse del hecho volcando la culpa en el tumulto, el hecho de que puedan esbozar esta explicacin muestra que tena cierto asidero (al menos que la concurrida reunin existi). 26

    Segn Jos Mara Rojas, quien all estuvo, se encontraban: "La faccin del Cabildo. La de Sarratea

  • Dorrego se hiciera presente con sus tropas y decidiera la situacin, lo que no iba a ocurrir,

    puesto que aquel acat las resoluciones de la Junta de Representantes. Fortalecieron las entradas

    a la plaza y las azoteas aledaas, al tiempo que ubicaron destacamentos en las esquinas de San

    Ignacio y de San Francisco. El nmero de participantes es difcil de definir, pero se ha sostenido

    que rondaban los 800. 27 No slo tomaron parte en el alzamiento los plebeyos que integraban las

    milicias y los soldados del Fijo, tambin se agregaron otros: se denunci que un esclavo que trabajaba en una panadera "fug en la revolucin del 1o de octubre. . . y se incorpor entre las gentes que se hallaban en la Plaza". 28

    Mientras tanto, Rodrguez organizaba "extramuros" fuerzas con las que avanz sobre

    Buenos Aires secundado por las tropas que conduca el comandante de milicias de la campaa,

    el hacendado Juan Manuel de Rosas. Entraron en la ciudad y se dispusieron a asaltar la Plaza de

    la Victoria, nico punto controlado efectivamente por los cvicos, ante lo cual los dirigentes del

    levantamiento -capitulares y militares- buscaron pactar. Enviaron entonces al coronel Lamadrid,

    neutral en la contienda, junto al alcalde de primer voto Dolz -principal funcionario del Cabildo-a parlamentar con Rodrguez; ste detuvo al alcalde, pero sin embargo se mostr dispuesto a

    negociar.

    Regresando yo a la plaza y habiendo impuesto al Cabildo de lo ocurrido con el alcalde de 1. voto, se sobrecogieron todos y me pidieron... me arreglara con el seor gobernador y le propusiera el modo de someterse las fuerzas rebeldes, evitndose todo el mal que pudiera hacerle el gobierno. El jefe del fuerte o gobernador provisorio o qu s yo que era Hilarin de la Quintana, as como el coronel Pagola que estaba al mando de las fuerzas que estaban en la plaza se convinieron tambin en que yo formara el arreglo de! modo que mejor me pareciera, consultando la seguridad de todos los comprometidos. 29

    Lamadrid propuso una retirada de ambas partes, la entrega de las armas por parte de los

    cvicos y a promulgacin de un indulto general, pero Rodrguez quera que "se entregaran a

    discrecin en el acto, o seran atacados y reducidos por la fuerza". 30 Tambin De la Quintana se entrevist con Rodrguez y quiso luego convencer a los de la plaza que marcharan hacia los

    cuarteles de Retiro:

    me dirig a la recova, y hablando con firmeza y resolucin a los cvicos, les hice presente la necesidad que haba de evitar ms derramamiento de sangre, y ellos, demostrando mucha oposicin, se resistan a! abandono de sus puestos... Don Angel Pacheco contuvo a un cvico que me iba a tirar. 31

    que perteneca Agrelo, escoltado de 10 12 hombres de pual. Algunos jvenes honrados quienes nada de esto les aterraba. Los federales bobos, muchos extranjeros mirones y entrometidos, alguna gente decente y bastante chusma de todos los partidos", en "Carta de Jos Mara Roxas a Manuel Jos Garca" (15 de octubre de 1820), en Saldas, Buenos Aires en el Centenario, cit, p. 252. 27

    Lo hizo Fabin Herrero siguiendo a algunos contemporneos en "Un golpe de Estado... ", cit. Para Vicente Fidel Lpez Pagola lleg a comandar alrededor de 1500 hombres. 28

    Perteneca a D. Pedro Bureigo. AGN, X, 12-4-4, Solicitudes militares, 1821. 39

    Aroz de Lamadrid, Memorias del general La Madrid, cit., p. 247. Seguramente hubo tambin otros en las negociaciones; as memorias de Lamadrid estn plagadas de exageraciones a su favor. 30

    Ibid, p. 248.

  • En ese momento, Rodrguez atac de improviso con su caballera y los cvicos

    comenzaron a resistir sin esperar rdenes:

    el oficial Gaeta, estaba conteniendo los cvicos del Terser tercio, que cargaban las armas sin su conosimiento y que pareca no le obedecan. 32

    A un oficial se le orden "que todos se retirasen, y no obedeciendolo los dems, lo

    execut el que confiesa". 33 De la Quintana fue acusado de traicin y atacado a tiros, sin consecuencias, por varios cvicos. 34 Otro oficial sostuvo que no pudo "contener a la gente y

    privar que se siguiese el fuego que ellos havian empesado sin su orden por hallarse

    comiendo". 35 Luego del primer embate (que tom el puesto de la esquina de San Francisco) se hizo un nuevo ofrecimiento de rendicin, pero

    en vano algunos de su jefes y los parlamentarios Alzaga y Sauvidet manifestaban a la chusma despechada que seran pasados a cuchillo: ella les amenazaba fusilarlos s no se retiraban... muchos facciosos metidos tras de los pilares de la Recoba nueva en la vereda ancha prefirieron morir a rendirse. 36

    Se reanud el violento combate ("todos revueltos se mataban unos a otros sin compasin"37), que finaliz con el triunfo de las tropas de Rodrguez, cuya columna vertebral eran los colorados de Rosas. Hubo entre trescientos y cuatrocientos muertos segn diferentes

    testigos, una cifra obviamente muy alta. 38 Conclua as el ltimo episodio violento de 1820;

    Rodrguez afianz su autoridad y poco despus se le retir al Cabildo la conduccin de las

    milicias cvicas, 39 las que a su vez seran pronto reformadas.

    Esta narracin deja aspectos sin dilucidar: el por qu del decidido ataque de los leales al gobernador y las causas de la intransigencia de la tropa miliciana y del batalln fijo ante la voluntad negociadora de sus jefes, temas de los que la historiografa se ha ocupado poco. Todas las obras generales sobre el perodo destacan el hecho, limitndose a describirlo y a sealarlo

    como el final del caos del ao veinte. Sin embargo, algunas provechosas interpretaciones fueron

    elaboradas sobre el levantamiento. Enrique Barba destac su represin como la gran derrota del

    federalismo porteo, que nunca ms llegara al poder; eso persegua el ataque de Rodrguez. La

    postura fue criticada por Fabin Herrero, para quien ese sector, cuyo federalismo era en realidad

    31 Hilarin de la Quintana, cit., p. 1400.

    32 Declaracin de un oficial del Presidio que combati de parte de los leales a Rodrguez, en AGN, X, 29-

    !0-6, SM, (expediente sin nmero). 33

    El tambor Felipe Gutirrez. El tribunal no le crey que se hubiese retirado y lo conden a muerte. Lo interesante es la existencia de la orden no obedecida. En AGN, X, 29-10-6, SM, 275. 34

    Hilarin de la Quintana, cit., p. 1401. 35

    Declaracin de Epitacio del Campo. Aunque quera desligarse de su responsabilidad, su testimonio adquiere alguna verosimilitud en comparacin con los dems, en AGN, X, 29-0-6, SM, 275. 36

    "Carta de Jos Mara Roxas a Manuel Jos Garca", en Saldas, op. cit., p. 255. 37

    Ibid. 3S

    Segn el cnsul norteamericano fueron "ms de cuatrocientos muertos", en Forbes, op. cit., p. 85; para Iriarte hubo ciento cincuenta cados de cada lado, op. cit., p. 368; la misma cifra brinda el ingls Samuel Haigh, op. cit., p. 146. 39

    Pasaron ai control directo de Rodrguez, vase AEC, cit., tomo IX, p. 297.

    8

  • un confederacionismo, fue vencido pero no exterminado, como procuraron quienes respaldaron

    la accin del gobernador. 40 Para ambos, el conflicto fue parte del enfrentamiento ms largo entre

    federales/confederacionistas -de acuerdo a cada uno- con la antigua faccin centralista, que

    haba perdido el poder con el fin del Directorio y lo recuper con el ascenso de Rodrguez. En

    cambio, Vicente Fidel Lpez ubicaba el problema en el enfrentamient entre los directoriales -

    que volvan al poder- y el "partido popular" que aglutinaba a todos los descontentos de la

    dcada revolucionaria. En esta lnea se coloca la visin de Halperin Donghi, quien postula al

    grupo derrotado como la "vieja oposicin popular", vencida en esta ocasin por la primera intervencin directa de los sectores dominantes de la economa portea en la poltica de Buenos

    Aires, mediante el envo de tropas rurales para reprimir a la plebe urbana. 41 Adscribimos a esta

    mirada porque creemos que el resquemor que ios militares y publicistas que integraban la

    faccin popular causaban a la lite econmica y al viejo grupo centralista provena, ms que de una propuesta de modelo poltico, de su posibilidad de generar inestabilidad, lo cual conseguan

    principalmente por su capacidad de movilizar a parte de la plebe. La accin decidida de la lite,

    que pronto dara vida al "Partido del Orden", se dirigi contra lo ocurrido en la dcada que

    terminaba, contra el modo de politizacin de la sociedad que incluy a sus sectores bajos. 42

    Tres actores de la poltica revolucionaria fueron derrotados en octubre de 1820: el

    Cabildo, los lderes de la "oposicin popular" y la plebe. Obviamente no eran homologables: los

    plebeyos seguan generalmente a los otros. Fabin Herrero ha expuesto recientemente que no

    hubo una participacin activa de los miembros de la plebe en este ltimo episodio, sino que

    estuvieron all porque recibieron rdenes, no por su propia voluntad. Sin embargo, la

    intransigencia de la tropa muestra el desarrollo de una especie de "motn plebeyo", como ios

    que hemos visto antes en esta tesis, no contra sus dirigentes, sino llevando adelante las

    posiciones que estos haban defendido ms all de las intenciones de esos mismos lderes (con la excepcin de algunos oficiales que combatieron hasta el final). La unin de distintas prcticas de la dcada previa -acudir a movimientos facciosos liderados por la lite y realizar motines sin

    la intervencin de sta en la milicia y el ejrcito- explcito el papel activo que la plebe haba adquirido, a travs de la intransigencia de quienes ocupaban la Plaza de la Victoria, el lugar

    central de la vida poltica portea, y de la desobediencia a las negociaciones de sus oficiales (no de todos, insistimos; un sargento mayor exhort a las tropas a no ceder y Epitacio del Campo

    40 E. Barba: Unitarismo, federalismo, rosismo, Buenos Aires, CEAL, 1982; F. Herrero: Federalistas de

    Buenos Aires. Una mirada sobre la poltica posrevolucionaria, 1810-1820, tesis doctoral, FFyL, UBA, 2000, cap. 8 (retom luego el tema en "Un golpe de Estado... "). 41

    Lpez, op. cit; Halperin lo llama "la victoria de los sectores altos y las fuerzas armadas rurales sobre la plebe urbana", Halperin Donghi: De a Revolucin de Independencia..., cit., p. 210. 42

    Un sector de la lite que formara el mencionado partido impuls al poco tiempo la creacin de un sistema electoral de amplia participacin, para suplantar a las formas de la poltica que slo generaban inestabilidad, segn seal Marcela Ternavasio en La Revolucin del voto, cit., pp. 72 y 73. Abordaremos la cuestin de as elecciones en el captulo VI.

  • fue acusado de haber tratado de matar al gobernador Rodrguez cuando ste entr en la plaza43). Esta resistencia facilit el objetivo de los sectores que respaldaban a Rodrguez: desarticular la alianza entre los tres actores antedichos. La plebe era una molestia en tanto actor poltico, a lo

    que se sum en esta ocasin un fogonazo de temor a un desborde social. Porque octubre de

    1820 fue el momento en el que un hecho de este tipo pareci ms cercano a producirse, en la

    percepcin de la lite, en todo el perodo estudiado (y quizs en todo el siglo XIX). Esto puede explicar la intervencin de Toms de Iriarte, quien, aunque enfrentado con las dos facciones en

    pugna, acept pelear para el gobierno porque "el odio a Borrego", referente del movimiento,

    "era mayor, a l pertenecan tos cvicos del segundo tercio, los sanculotes despiadados, los de

    los ojos colorados"44; la oposicin a la plebe inclin la balanza. A su vez, el observador Beruti se alarmaba:

    la patria se ve en una verdadera anarqua, Nena de partidos y expuesta a ser vctima de a nfima plebe, que se halla armada, insolente y deseosa de abatir a la gente decente, arruinarlos e igualarlos a su calidad y miseria, '15

    incluso en la correspondencia posterior, donde la intencin propagandstica tiene poco

    sentido, aparecen referencias a la amenaza de la plebe: Esta ha sido la feliz terminacin del 5; pero Cul habra sido si vencen los contrarios? En pocas palabras: 1o El saqueo de Buenos Aires, pues la chusma estaba agolpada en las esquinas envuelta en su poncho, esperando el xito; y si la intrepidez de ios colorados no vence en el da, esa misma noche se les une 4 6 mil hombres de la canalla y es hecho de nosotros. 46

    El miedo es comprensible si se tiene en cuenta que los que se levantaron fueron los

    tercios con mayora plebeya, el segundo y el tercero, adems de plebeyos sueltos como el

    esclavo ya detallado, mientras que los integrantes del primer tercio cvico, que agrupaba a la

    gente del centro de la ciudad, "concurrieron con sus personas en favor de la conservacin del

    orden". 47 Lucharon, segn sostuvo uno de sus oficiales, "por la autoridad legtima". 48

    Sin embargo, la presencia de un temor social de la lite -al tumulto, al saqueo- no debe

    ocultar la intencin principal: disciplinar la poltica neutralizando a sus actores, entre ellos a las

    dscolas milicias (un visitante extranjero sostuvo que las "milicias estaban destinadas a guardar el orden en la ciudad, pero sus frecuentes insurrecciones mantenan a la poblacin en un estado

    de agitacin continua"49), una plebe dispuesta a secundar al Cabildo o a militares populares en

    Al comenzar la negociacin, el sargento mayor don Nicols Pombo "fue uno de los mas obsecados para que no se entrase en transaccin alguna", en AGN, X, 30-2-1, SM, 683. El comentario de la actitud de del Campo lo hizo Roque Baudrix, quien combati del lado de los cvicos en esa ocasin, cit. en Saldas, op. cit., p. 79. 44

    Iriarte, op. cit., vol. 1, 370. 45

    Beruti, op. cit., 1960, 3933. 46

    "Carta de Jos Mara Roxas... ", cit. 47

    Solicitud de Mario Martnez, AGN, X, 11-7-4, Solicitudes Civiles y Militares. 48

    Testimonio del "Teniente del primer tercio cvico Don Juan de Dios Arrasain" en AGN, X, legajo 30-1-3, SM, 586. 49

    Un Ingls, op. cit., p. 155.

    10

  • sus intereses. Los sectores dominantes de la economa, que necesitaban la paz para intentar

    una prosperidad que les pareca posible, y los integrantes de la faccin directora!, buscaron

    eliminar toda posibilidad de desorden y en su enfrentamiento con el sector ms capacitado para

    producirlo (la faccin que contaba con apoyo plebeyo) atacaron a lo que lo volva peligroso: la plebe. De estos dos elementos -el objetivo poltico y la breve histeria de temor social- parti la decisin de un ataque que desemboc en un combate de llamativa ferocidad, indito en la

    ciudad desde las invasiones inglesas y que no volvera a darse durante varios aos.

    La resolucin del conflicto ilustra el grado de movilizacin al que haba llegado la plebe

    urbana: los jefes queran negociar, la tropa no. La actitud de los cvicos de no abandonar sus posiciones frente a las vacilaciones de quienes los comandaban tambin tiene sus races en la

    experiencia poltica de la dcada que terminaba. El Cabildo y los lderes del alzamiento gozaban

    de gran popularidad, como veremos en el siguiente apartado, pero eso no explica la resistencia

    de la tropa cuando aquellos comenzaron a realizar negociaciones. Se trata de un terna difcil de

    dilucidar dado el lmite de la documentacin: en el juicio posterior, los participantes sostuvieron que haban obedecido rdenes. 51 Pero en los juicios, por una cuestin de autopreservacin que inclua a la supervivencia, muy rara vez ios acusados admitan haber cometido aquello por lo

    que se los enjuiciaba. De ah proviene la necesidad de un abordaje a diversos tipos de fuentes para comprender la participacin poltica plebeya (de no ser as, podra concluirse que la plebe nunca particip en nada, puesto que sus miembros no lo admitan luego ante las autoridades que

    los juzgaban por ello). Consideramos que para comprender este episodio, entender la violencia de su

    conclusin, hay que centrarse en los diez aos de guerra y politizacin, en las nuevas relaciones

    generadas en el ejrcito y la milicia. En el complejo 1820, en el que hubo por momentos vacos de poder, los miembros de la plebe que estaban en la milicia compartieron las posiciones

    polticas de los capitulares y los oficiales de la oposicin, y luego de una experiencia de diez

    aos de prcticas de movilizacin, llegaron a defenderlas intransigentemente ms all de la

    voluntad de sus dirigentes.

    Al poco tiempo de finalizado el suceso, empezaron los sumarios a los oficiales que

    tomaron parte en l. La mayora no fue condenada -entre ellos de la Quintana- mientras que Pagola se fug a Montevideo. Uno de los pocos inculpados fue el capitn Epitacio del Campo,

    condenado a una prisin en las islas Malvinas. El tribuno de la plebe busc poco creblemente

    desvincularse de lo acaecido sosteniendo que particip obligado por la tropa y acept "por

    considerarse capaz de impedir los desordenes que pudieran ocasionarse, y se amenasavan, con

    50 Para un acercamiento a los temores polticos de las lites hispanoamericanas en el periodo

    independentista vanse Guerra, Modernidad e Independencias, cit.; Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados, cit.; Izard, El miedo a la Revolucin, cit. 5i

    Fabin Herrero toma estas afirmaciones para su hiptesis de que no hubo una impronta plebeya en el acontecimiento, en "Un golpe de Estado... ", cit.

  • el influxo que sobre ellos tenia". Dijo que a! terminar todo -particip del proceso completo de la rebelin- no se present a las autoridades porque "temeroso de ser insultado por la pleve trat de

    ocultarse en su casa". 52 Otros dos lderes, entre ellos Genaro Salomn -el otro tribuno- fueron

    condenados a muerte, 53 pero la represin fue ms fuerte con los miembros de la plebe que con

    los conductores, dado que las penas para estos fueron escasas pero la matanza de la tropa en la

    plaza fue terrible.

    Era la movilizacin plebeya lo que la lite buscaba detener. "La crisis mas peligrosa

    para todo el pais que entra en la carrera de la revolucin", dira ms tarde Iriarte, "es aquella en

    que las clases inferiores del pueblo desbordadas y sin freno por haber perdido las leyes su

    prestigio, se sobreponen a Jas altas clases, convirtindose la sociedad en un caos de anarqua y

    desorden: el pueblo de Buenos Aires estuvo entonces amenazado de disolucin". 54 Un impreso

    publicado pocos das despus de la represin, amenazaba "si entre nosotros hay alguno, como

    ha habido en tiempos anteriores, que quiera erigirse en tribuno de la plebe... que tiemble". 55 El

    Partido del Orden que se hizo de! poder con Martn Rodrguez reinstaur la calma poltica y

    reencauz la movilizacin plebeya en el sistema electoral, como veremos en el captulo VI.

    52AGN, X, 29 10 6, SM, 279. 53

    El otro fue el tambor mayor licenciado Felipe Gutirrez, ambos "sentenciados a muerte por el gravsimo delito de principales fautores, y cooperadores en el tumulto", en GBA, cit., T. VI, 278. 54

    Iriarte, op. cit., vol. l, p. 232. 55

    Prospecto cit. en Herrero, tesis doctoral, cit., cap. 8, p. 36.

    12.