Dialogo de Platon

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DIALOGO DE PLATON. Conjunto de escritos de Platón. Sócrates no escribió nada, pues creía que la escritura no era el lugar apropiado para la transmisión de la verdad y del conocimiento. Sabemos que su método de investigación y de enseñanza era la mayéutica y que el diálogo era una de sus partes fundamentales. Platón será fiel en gran medida a su maestro y también considerará que la verdad se muestra en el intercambio de ideas entre diversos interlocutores. Incluso definirá el pensamiento como "el diálogo que el alma mantiene consigo misma". En su juventud Platón escribió tragedias, pero, según cuenta la tradición, cuando conoció a Sócrates decidió quemar todos sus escritos y dedicarse a la filosofía. Estos dos hechos ―la importancia que le dio al diálogo y su destreza literaria― se reúnen en el modo de escribir de este filósofo: sus obras están dotadas de una alta calidad estética y tienen la forma de diálogos, en su mayoría cortos: se reúnen varios amigos y entablan una conversación relativa a un tema de importancia filosófica (el conocimiento, el bien, la virtud, el amor, la belleza, el ser...); en casi todos los diálogos participa Sócrates como interlocutor principal y es quien habitualmente expresa las ideas del propio Platón. Los diálogos de Platón se suelen dividir en grupos atendiendo al momento en que fueron escritos: diálogos de juventud (o diálogos socráticos): presentan las ideas de Sócrates y una reivindicación de su figura; destacan "Apología de Sócrates" y "Protágoras"; diálogos de transición: primeros esbozos de la Teoría de las Ideas y de la inmortalidad del alma; destacan "Menón" y "Crátilo"; diálogos de madurez: en ellos presenta la Teoría de las Ideas ya desarrollada, sus implicaciones en antropología, ética y política, y los mitos más importantes; destacan "Banquete", "Fedón", "República", "Fedro"; diálogos de vejez: son los últimos escritos de Platón; aparecen algunas críticas a su propia teoría, preocupaciones por cuestiones lógicas y cosmológicas y en el campo de la filosofía política un mayor interés por la historia y las condiciones reales de la vida política; destacan "Teeteto", "Parménides", "Sofista", "Político", "Timeo" y "Leyes". Fiel a su maestro Sócrates, en el siguiente texto Platón presenta el diálogo como el escenario adecuado del pensar, incluso del pensar solitario y silencioso. ESCRITOS DE PLATON

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DIALOGO DE PLATON.Conjunto de escritos de Platón.

Sócrates no escribió nada, pues creía que la escritura no era el lugar apropiado para la transmisión de la verdad y del conocimiento. Sabemos que su método de investigación y de enseñanza era la mayéutica y que el diálogo era una de sus partes fundamentales. Platón será fiel en gran medida a su maestro y también considerará que la verdad se muestra en el intercambio de ideas entre diversos interlocutores. Incluso definirá el pensamiento como "el diálogo que el alma mantiene consigo misma". En su juventud Platón escribió tragedias, pero, según cuenta la tradición, cuando conoció a Sócrates decidió quemar todos sus escritos y dedicarse a la filosofía. Estos dos hechos ―la importancia que le dio al diálogo y su destreza literaria― se reúnen en el modo de escribir de este filósofo: sus obras están dotadas de una alta calidad estética y tienen la forma de diálogos, en su mayoría cortos: se reúnen varios amigos y entablan una conversación relativa a un tema de importancia filosófica (el conocimiento, el bien, la virtud, el amor, la belleza, el ser...); en casi todos los diálogos participa Sócrates como interlocutor principal y es quien habitualmente expresa las ideas del propio Platón.

Los diálogos de Platón se suelen dividir en grupos atendiendo al momento en que fueron escritos:

diálogos de juventud (o diálogos socráticos): presentan las ideas de Sócrates y una reivindicación de su figura; destacan "Apología de Sócrates" y "Protágoras";

diálogos de transición: primeros esbozos de la Teoría de las Ideas y de la inmortalidad del alma; destacan "Menón" y "Crátilo";

diálogos de madurez: en ellos presenta la Teoría de las Ideas ya desarrollada, sus implicaciones en antropología, ética y política, y los mitos más importantes; destacan "Banquete", "Fedón", "República", "Fedro";

diálogos de vejez: son los últimos escritos de Platón; aparecen algunas críticas a su propia teoría, preocupaciones por cuestiones lógicas y cosmológicas y en el campo de la filosofía política un mayor interés por la historia y las condiciones reales de la vida política; destacan "Teeteto", "Parménides", "Sofista", "Político", "Timeo" y "Leyes".

Fiel a su maestro Sócrates, en el siguiente texto Platón presenta el diálogo como el escenario adecuado del pensar, incluso del pensar solitario y silencioso.

ESCRITOS DE PLATON

Al enfrentarnos con el estudio de la mayoría de los pensadores antiguos (especialmente presocráticos, sofistas, epicúreos y estoicos) nos encontramos con el problema que plantea la ausencia total de fuentes, limitándonos a un puñado de fragmentos y testimonios procedentes de autores posteriores. En el caso de Platón y de Aristóteles ya no se trata de escasez de textos, sino de superabundancia. Por ello la obra de Platón plantea dos tipos de problemas:

a) La autenticidad y atribución de sus obras: es necesario separar de las obras que las tradiciones le atribuyen, las obras dudosas y apócrifas.

b) El orden cronológico de las obras.

El problema de la clasificación de las obras de Platón proviene ya de la Antigüedad. Diógenes Laercio nos informa de cuatro sistemas de clasificación de las obras de Platón. El primero divide los Diálogos en dos clases según sus caracteres intrínsecos: los diálogos didácticos, que tienen por objeto la enseñanza de la verdad, y los diálogos zetéticos, que tienen por objeto el arte de descubrirla

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El segundo considera más la forma que el fondo, y clasifica los diálogos en tres series: dramáticos, narrativos y mixtos. Otros, y entre ellos Aristófanes de Bizancio, dividían los diálogos en trilogías. Por último, la clasificación atribuída por Trasilo al propio Platón agrupaba sus obras en nueve tetralogías (treinta y cuatro diálogos, la Apología, y las Cartas).

. Por ello, el problema de la autenticidad y atribución de sus obras es un aspecto esencial del problema platónico. La crítica filológica ha utilizado diversos criterios para juzgar la autenticidad de las obras platónicas:

1º) La tradición y los testimonios antiguos. Que los escritores antiguos hayan considerado auténtico un escrito es siempre una presunción de autenticidad. Una obra se tiene por auténtica si Aristóteles o Cicerón la atribuyen al filósofo, o si se hallan citas de una obra en el interior de otra. También los comentarios y críticas antiguos a las obras de Platón tienen valor probatorio, aunque con algunas reservas, pues estos testimonios obedecen, a veces, a criterios de escuela: Proclo declaró apócrifos la República, las Leyes y las Cartas.

2º) El contenido doctrinal. Un escrito será atribuido a Platón si armoniza con su filosofía. Pero este procedimiento plantea el problema del dialelo: definir primeramente a Platón para poder juzgar los trabajos después.

3º) El método estilométrico. Consiste en medir la frecuencia con que aparecen ciertas palabras griegas para determinar un "estilo" de Platón que permita autentificar una obra según su forma linguística. El método estilométrico se utilizará también para determinar el orden cronológico de los diálogos de Platón.

EL ORDEN CRONOLOGICO (B)

Los diálogos de Platón no están fechados y los críticos no han logrado ponerse de acuerdo para establecer una cronología rigurosa.

Los criterios utilizados frecuentemente para establecer la cronología son los siguientes: a) referencias de las obras a sucesos históricos conocidos, b) referencias de unas a otras, c) relación de dependencia respecto a otras obras de la época cuya fecha nos es conocida, d) el contenido doctrinal, e) el método estilo métrico que toma el estilo y el vocabulario de las Leyes (última obra que Platón dejó sin publicar según noticia de Diógenes Laercio) como patrones, y se va examinando la afinidad de los otros diálogos con ellos.

La aplicación de todos estos criterios nos permite agrupar los diálogos en diferentes épocas, sin pronunciación expresa del orden cronológico dentro de cada época. A ellos es necesrio añadir las Cartas.

a) Obras socráticas o de juventud (393-389): Eutifrón, Apología de Sócrates, Critón, Ión, Cármides, Laques, Lisis, Protágoras. Platón reproduce en estas obras las ideas de su maestro Sócrates, sin referencia alguna a la teoría de las ideas.

b) Diálogos de transición (388-385): Hipias Menor, Hipias Mayor, Gorgias, Menéxeno, Eutidemo, Menón, Cratilo. Junto a los temas socráticos aparecen los primeros esbozos de la teoría de las ideas. Análisis del lenguaje y temas órficos de influencia pitagórica.

c) Diálogos de madurez o dogmáticos (385-371): Banquete, Fedón República, Fedro. Se consolida la teoría de las ideas como base de la epistemología platónica, de la ética y de la política. Organización del Estado y teoría del amor. Aparecen también los grandes mitos platónicos.

d) Diálogos críticos (370-347): Parménides, Teeteto, Sofista, Político, Timeo, Critias, Filebo, Leyes, Epínomis. Adoptan a veces un tono autocrítico frente a sus antiguas concepciones. El aspecto ontológico de la teoría de las ideas pierde importancia frente a su aspecto lógico. Sócrates deja de ser el personaje principal.

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APOLOGIA DE SOCRATES

PRIMERA PARTE a- La introducción:

Sócrates empieza por dejar en claro que es mentira lo que sus acusadores han dicho de él y que en su defensa, él si se ajustará, como siempre, a la verdad. Lanza además, una daga con la punta anestesiada a algunos de los atenienses que lo juzgarán, pues cuando les solicita que lo disculpen, por no defenderse con el lenguaje de los tribunales, pues sólo conoce el lenguaje que acostumbra a usar en las plazas públicas, donde “muchos de vosotros me habéis oído[4]les está diciendo que de condenarlo, deberían de condenarse ellos también, por haberlo seguido en sus discursos. Deja la impresión que Sócrates ya intuye el desenlace de este juicio.[5]

Acto seguido, describe cómo será el desarrollo de su defensa:

Responder a las primeras acusaciones falsas.

Responder a sus primeros acusadores

Responder a las acusaciones más recientes.

Hace esta diferencia, porque indica que sus detractores lo acusan desde hace mucho tiempo atrás (él tiene 70 años para ese momento[6]y que estas acusaciones han calado hondo en las mentes de otros, de tal forma, que tiene en su contra, no solo a quienes lo calumnian desde siempre, sino además a los que han sido persuadidos y a su vez han persuadido a otros de que Sócrates no cree que haya dioses.

b- La acusación

Menciona a sus acusadores: Melito, Anito y Licón, que representan a los poetas, artífices y políticos y a los oradores, respectivamente. Luego, lee su acusación: “Sócrates es culpable de tratar de penetrar, con curiosidad impía, los secretos de la tierra y del cielo, de hacer de una mala una buena causa y de enseñar a otros cosas semejantes.”[7] Más adelante leerá: “Sócrates es culpable de corromper a los jóvenes, de no reconocer a los dioses del Estado y de introducir nuevas divinidades.[8]”

c- La explicación del porqué se le acusa

Sócrates, dialogando con sus juzgadores, en un franco monólogo, les dice, como hablando en voz alta: ¿De donde vienen esas calumnias que se han difundido contra ti? Y responde: viene de cierta sabiduría que hay en mí, aunque mas adelante dice que no la tiene. Explica que Cherefón, su amigo de la infancia, un día fue a Delfos, preguntó al oráculo si había en el mundo un hombre más sabio que Sócrates y la Pita respondió que no.

Sócrates intenta comprender el significado del oráculo y busca a hombres sabios: poetas, políticos, oradores y artífices para corroborar que si existen hombres más sabios que él, sin embargo, se percata que, a los ojos de casi todos, estos pasaban por sabios sin serlo. Intentó convencerlos de tal error y esto le generó el odio de muchos. Es evidente que hace 2300 años, así como hoy, conducirse de esta forma, es asegurarse el desprecio de los otros y una forma de suicidarse.

Esto, que ha sido el origen del odio que le tienen, y que, pienso, le valió una fama de arrogante, aunque él se perciba muy humilde, será lo que a la postre, posiblemente, termine siendo la causa de su condena, pues está confirmando con sus propias palabras, lo que de boca en boca se transmitido y entre los 500 que lo juzgan, sin lugar a dudas, habrán habido: poetas, políticos y artífices.

Termina reafirmando: “Por esto es por lo que se me odia, por decir la verdad”[9]

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d- Su interpretación del Oráculo de Delfos

Termina entonces por decir lo que quiso decir el Oráculo: “Mortales, el más sabio de vosotros es aquél que, a ejemplo de Sócrates, reconoce que nada es su sabiduría.”[10] Sin embargo su humildad de reconocer que nada sabe, pienso, es, precisamente, la leña que hace encienda la hoguera del odio hacia él.

e- La refutación de los cargos

Ante las acusaciones, ya transcritas arriba, Sócrates se defiende atacando a sus difamadores. Acusa a Melito de mentiroso[11]de petulante y de insolente[12]Y lo confronta. Le refuta sus alegatos y los aniquila con sus preguntas. Primeramente le cuestiona ¿quién es la persona capaz de hacer mejores a los jóvenes? A lo que Melito contesta, las leyes. Le vuelve a plantear la pregunta y contesta Los Jueces (Jueces y Leyes están en absoluta concordancia).

En mi criterio, la respuesta de Melito es muy efectiva para acorralar a Sócrates, pues si este niega lo que dice Melito, estará diciendo que los 500 jueces (que lo están juzgando) y las leyes creadas por los mismos atenienses, son incapaces de hacer más virtuosos a los jóvenes, ergo, serán sus corruptores. Si por el contrario, acepta, como cierto, que esos 500 jueces son todos capaces de hacer mejor a los jóvenes, estaría aceptando que, por su envestidura de jueces, son hombres sabios y virtuosos, lo cual, a todas luces no es así. Sócrates sabía que Melito nunca contestaría la respuesta que él quería: el filósofo. Al final, la pregunta de Sócrates termina interpretándose como: ¿Quién es la única persona capaz de hacer peor a los jóvenes? Y para Melito sólo tiene una respuesta: Sócrates.

Así las cosas, Sócrates descalifica la respuesta de Melito, pero por su puesto, termina con ello de echar unas gotas más de cicuta a la copa que tendrá que beber.

En vista que está siendo acusado de corromper a los jóvenes, pregunta: ¿Qué cosa es mejor para ti, vivir entre gentes de bien o entre malvados? ¿No es verdad que los malos hacen siempre mal a los que están cerca de ellos y los buenos hacen siempre algún bien a los que con ellos viven? ¿Habrá, pues alguien que quiera recibir algún daño de aquellos con quienes trata, más bien que ser favorecido? ¿Cuándo me acusas de corromper a la juventud y de volverla peor, dices que la corrompo intencionalmente o sin quererlo? Melito responde: intencionalmente.

Ahora Sócrates, descarga su furia contra Melito, haciendo ver que si él corrompiera a la juventud, de manera intencional, se estaría exponiendo a que ellos mismos lo dañaran luego y por lo tanto, se estaría dañando a sí mismo. Algo así como el refrán que dice: Cría cuervos y te sacarán los ojos. En mi criterio, pareciera que Sócrates, sí crió cuervos. Los mismos cuervos que lo escuchaban en sus disertaciones, fueron quienes le llenaron la copa de cicuta.[13]

Por último Sócrates demuestra que la acusación de que no cree en los dioses es falsa, pues hace que Melito acepte que Sócrates sí cree en los Demones, como hijos de los dioses, y si cree en estos, no puede ser que no crea en los dioses. f- La autoaniquilación

Siendo que Sócrates sabe las razones del odio que se le profesa y que intuye cuál será el desenlace de ese juicio, le vuelve a abrir la llave al dispensador de cicuta, cuando luego de terminar el interrogatorio, en su discurso le dice a los 500 jueces: “De todas maneras, hagáis caso de Anito o no hagáis, me absolváis o me condenéis, nunca jamás obraré de otro modo, así tenga que sufrir mil muertes.[14]”

Para concluir, Sócrates recuerda al jurado que no va a recurrir a trucos de llantos, ni traerá a sus hijos a provocar compasión. Afirma no temer a la muerte y asegura que no actuará de manera contraria a su deber religioso, por lo que confiará plenamente en su sólida argumentación y en la verdad para ganarse el veredicto. El jurado, sin embargo, lo encuentra culpable por 281 votos a 220.[15]

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SEGUNDA PARTE

La aceptación

Sin extrañarse, Sócrates acepta la condena, sin embargo, dice que esperaba ser condenado por más votos en su contra y no por una diferencia de tan solo 30.

En la época, nos dicen Meabe y Ascárate (pag 54, nota 26): “Cuando un acusado era declarado culpable y el acusador pedía contra él la pena de muerte, la ley permitía al acusado condenarse a sí mismo a una de estas tres penas: prisión perpetua, multa o destierro. La ley había establecido esta disposición para que los jueces no tuvieran ningún escrúpulo de condenar a un hombre que, condenándose a sí mismo, se declarara culpable por confesión propia. No cayó Sócrates en el lazo; no se condenó en manera ninguna, por lo que dice Jenofonte, ni permitió a sus amigos que lo hiciera: que esto era reconocer la culpa. De manera que Sócrates reclama su inocencia, y por obedecer a la ley, se señala a sí mismo una recompensa en lugar de un castigo.” El señalamiento de la pena

Sócrates, tenía derecho a formular una contrapropuesta a la pena que se le impuso[16](la pena de muerte), por lo que propone lo siguiente:

Ofrece comida gratuita en el Pritaneo, lo que “era un honor reservado a atletas y otros ciudadanos importantes.”[17] Descarta el destierro y considera una multa de 30 minas, que es lo que sus amigos pueden pagar, pero el jurado no aceptará por considerarlo una suma muy pequeña comparada con el castigo impuesto. La pena de muerte es impuesta. TERCERA PARTE

a- La profecía

Profetiza a los que lo condenaron que serán castigados, que tendrán un gran número de censores a quienes él (Sócrates) contenía, quienes serán tanto más severos cuanto que son más jóvenes. Les dice que matando gente para que no les censuren sus malas vidas, no es una forma honesta de desembarazarse de los censores. Es mejor esforzarse en ser más virtuoso.Se dirige luego a los que lo absolvieron y los llama: Jueces, y les dice que no deben temer a la muerte, que la muerte no es un mal, sino un bien. Luego se despide para siempre de ellos.

DIALOGO DE PROTAGORAS

El Protagoras es la obra de platón donde el tema central de el dialogo es la virtud.Protagoras era un filósofo conocido en la escuela sofista y él decía ser capaz de instruir a una persona en el arte de la virtud, por lo que recibía una cuota de dinero por sus servicios. La virtud entendida en la época de la antigua Grecia era conocida como la areté , que significaba la excelencia, y era un estado al que todo varón Griego, libre y aristócrata aspiraba a la areté sobre el arte que dominaban ya sea la guerra la gimnasia la oratoria la música así como otras artes mas.

El dialogo inicia con Sócrates dialogando con un amigo suyo cuyo nombre no aparece, solo aparece como “amigo”, platicaban sobre la llegada de un extranjero a la ciudad un extranjero hermoso, “¿Cómo no va a parecer más bello lo que es más sabio?”

Querido amigo, decía Sócrates. El dialogo continua cuando Hipócrates va en busca de Sócrates, enterado de la llegada de Protagoras y este invita a Sócrates le acompañe a casa de Calias, donde descansa Protagoras ,para deleitarse de sus enseñanzas .Pues este desea ejercitarse, para ser un hombre ilustre y cree que la sabiduría de Protagoras es la indicada

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para lograrlo sin importar si tiene que entregar sus recursos y los de sus amigos .A lo que Sócrates al ver la ingenuidad de su joven amigo le advierte de los peligros que correría al ser instruido por Protagoras, y le da una definición de lo que es un sofista “ el sofista viene a ser un traficante o un tendero vendiendo cosas para el alma que pudiesen resultan dañinas.

Los sofistas eran muy respetados en algunas partes de la Grecia antigua, pero también por algunos otros eran vistos como unos «mercenarios » de la enseñanza y que ofrecían sus conocimientos al mejor postor, y se pensaba que los sofistas se centraban mas en este punto de obtener ganancias y respeto, que el de dar una instrucción correcta a sus alumnos. Sócrates se convence y acompaña a Hipócrates, se encuentran con Protagoras con quien Sócrates inicia una discusión con Protagoras, el tema central de su discusión es la virtud.Sócrates y Protagoras se enfrentan en un duelo verbal hablando sobre la virtud, Protagoras asume la postura de que la virtud se puede enseñar y aprender cómo se aprende la gimnasia, la música y otras artes. A lo que Sócrates preguntaba si en verdad que eso puede ser posible que si se puede enseñar la virtud del arte político. A lo que Protagoras respondía con gran habilidad discursiva y excelente manejo de la retorica pone como ejemplo que el mito de Prometeo y el origen y la civilización y explica que todo hombre es apto ,es «natural», para participar en la política y que las enseñanzas sofistas son la mejor forma de « pulir» tales aptitudes .Es en toses cuando Sócrates cambia su método y ahora interroga a Protagoras mediante preguntas y respuestas

En cada respuesta de Protagoras aparecía una nueva pregunta de Sócrates, y Protagoras parecía muy seguro en sus respuestas, al contestar con tranquilidad y con gran seguridad, que conseguía arrancar aplausos de los ahí presentes y la admiración del propio Sócrates. Por lo que Sócrates en una muestra de su gran sagacidad, al igual que Protagoras se apoyo en un mito el lo hace en un poema de Simónides de Ceos

Pero también había preguntas de Sócrates que llevaban a una aparente contradecían a Protagoras, al grado que este contestara a sus preguntas de mala gana y en algunos momentos no contestar. Mediante el uso de este poema Sócrates trata de hacer tropezar a Protagoras, ya que utiliza mucho parodias hasta cierto punto burlonas, y pareciera que ciertamente también juega con el sofista. Llegando a uno de los momentos importantes de la obra donde Sócrates demuestra que la virtud tiene fundamentos de conocimiento y moral y si puede conocerse, en toses es una ciencia. Por lo que Protagoras sin mucho ánimo y que si es conocimiento es ciencia, pero si es ciencia se puede enseñar, y si la virtud, es ciencia la virtud puede enseñarse. Por lo que se invierten los papeles, Protagoras ya no está seguro si la virtud es enseñable, y Platón si es conocimiento. Por lo que ambos optaron por elogiarsemutuamente y dar por concluido su dialogo alegando que “ya era hora de partir”

dejando inconclusa su discusión