Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

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    E L D E S C U B R I M I E N T O

    DE LA LITERATU RA

    EN EL REN AC IMIEN TO ESPAÑOL

    D I S C U R S O L E Í D O A N T E L A

    R E A L A C A D E M I A E S P A Ñ O L A

    E L D i A 1 0 D E A B R I L

    E N S U R E C E P C I Ó N P Ú B L I C A

    P O R E L

    EXCMO. SR, DON D O M I N G O Y N D U R Á I N

    Y C O N T E S T A C I Ó N D E L

    EXCM O. S R. D O N F R A N C I S C O R I C O

    M A D R I D

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    E L D E S C UB R I M I E N T O

    D E LA LITERATU RA

    EN EL RENACIMIENTO ESPAÑOL

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    E L D E S C U B R I M I E N T O

    D E LA LITERATU RA

    EN EL REN AC IMIEN TO ESPAÑOL

    D I S C U R S O L E Í D O A N T E L A

    R E A L A C A D E M L ^ E S P A Ñ O L A

    E L D Í A 20 D E A B R I L

    E N S U R E C E P C I Ó N P Ú B L I C A

    P O R E L

    EXCMO. SR . D ON D O M I N G O Y N D U R Á I N

    Y C O N T E S T A C I Ó N D E L

    EXCM O, S R, D O N F R A N C I S C O R I C O

    M A D R I D

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    .-t- 'T. •

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    D I S C U R S O

    D E L

    EXCMO. SR . D O N D O M I N G O Y N D U R Á I N

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    S E Ñ O R E S A C A D É M I C O S :

    'UNGA como hoy había deseado poseer la e locuencia , la capa-

    cidad necesaria para manifestar mi agradecimiento a la Real

    Academia Española , pues a pesar de que hay muchas perso-

    nas cuyos méritos , cuyas actividades y trabajos parecen vincularlas de

    manera narural a esta Institución, han decidido ustedes que sea yo

    quien entre a formar parte de el la . Creo que ha s ido gracias a los méri-

    tos acumulados por quienes me enseñaron y formaron en la vida y en

    la tradición de las disciplinas fi lológicas que profeso, porque de lo que

    siempre he gozado ha s ido de buenos maestros , a lgunos ya sólo pre-

    sentes en el recuerdo y e l corazón, otros por fortuna en activo y bien

    activos.

    Ha s ido, pues, la benevolencia y la l iberal idad de quienes me han

    propuesto y aceptado lo que me ha traído aquí a continuar la labor

    rea l izada , entre otros , por P ío Baroja , Alvaro Cunqueiro y E lena Qui-

    roga, autores a los que he admirado y estudiado con devoción e inte-

    rés; cuyo ejemplo me servirá de guía en este trabajo,

    Al recibir en esta casa a mi inmediata predecesora, Doña Elena

    Quiroga , mi maestro Don Rafae l Lapesa seña ló los rasgos fundamen-

    tales de su escritura; «conocimiento del a lma humana, sagaz observa-

    ción de lo s ignif icativo, rechazo de la desmesura y dominio del arce de

    novelar». Al ocuparse de   Viento del Norte,   evitaba situarla en la estela

    de los

      Pazos de Ulloa,

      la s

      Comedias bárbaras

      o

      Divinas palabras, y

      con -

    cluía : «Hay natural ismo pero no es e l de Zola ni e l de   La cuestión pal-

    pitante,  s ino ínt ima co m unica ción con la t ierra , su pa isa je , su fau na ,

    su flora, sus gentes, con el viento que la azota y el mar que se le abre;

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    sent imiento de mutua per tenencia a todo e l io , y también ra igambre y

    cont inuidad.» Y as í es , en e fecto , e l rea l i smo de Elena Quiroga, de

    manera que su obra parece enlazar mejor con e l romantic i smo di fuso ,

    con e l t rascenden tal i smo m oral de Fern án C aba l lero , de Ala rcón o de

    Pereda, pongo por caso ; con e l los coinc ide también en buscar su ins-

    piración en la tradición clásica española, Así , ya en su primera nove-

    la , E lena Quiroga retoma y ree labora e l cast izo tema del v ie jo y la

    n i ña , aunque doblándo lo c on un p r oblema soc i a l , e l mar c ado p or l a

    di ferencia de clase entre los protagonistas, algo que si parece coinci-

    dir , en ambiente y asunto, con   La Gaviota —y con tantas otras obras

    dec imonónicas , c lás icas y neoc lás icas— no deja de presentarse tam-

    bién como al ternat iva o respuesta , E lena Quiroga le proporc iona a l

    lector algunas pistas c laras en este sentido, como puede ser , por ejem-

    plo , e l nombre de la protagonista , Marcela , nombre que en nuestras

    letras v iene cargado de profundas resonancias desde que f ray Luis de

    Le ón baut izara con é l a un o de los inter locutores en   De los nombres de

    Cristo, y

      desde que Cervantes l lamara Marcela a la se lvát ica pastora

    del  Quijote;   nombre y s i tuac iones recordados y evocados s in duda por

    Pereda en

      Peñas arriba.

      En tod os estos casos , e l personaje as í de no m i-

    nado encarna la comunión con la naturaleza , la v ida espontánea, a le-

    jada de los arti f ic ios de la corte y de las complicaciones de la v ida

    urbana; pues bien, e l exper imento que Elena Quiroga rea l iza en   Vien-

    to del Norte  estr iba en sacar a uno de esos seres de su centro y obligar-

    le a v iv ir ima existencia que no es la suya: el resultado inevitable es

    el f racaso y la destrucción de los dos protagonistas, porque no es posi-

    ble —parece dec i r la autora— cambiar la naturaleza de las cosas y es

    van o hacerse i lus iones : la v ida es s iem pre m ás fuer te que las norm as y

    que los deseos de los hombres , por mucha pas ión que pongan en e l lo ;

    y así lo reconoce, de manera cervantina, el marido en el lecho de

    muer te .

    En la mayor parte de las novelas de Elena Quiroga, a pesar de

    esfuerzos y v iolencias, a pesar de los cr ímenes incluso, la v ida (y el

    t iempo) sigue su curso, impasible e indi ferente ante esa agitación

    superf ic ial . Es el conf l icto y la lección que parece encontrarse también

    en el fondo de otra novela.   La sangre,   obra en la que el bull i r v iolento

    e inúti l de la sangre es confrontado con la serenidad de la naturaleza

    representada por la savia del castaño que cuenta la histor ia.

    l O

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    T

    Tales son, a mi entender, los rasgos dominantes que caracterizan el

    arte novel ístico de Elena Quiroga: la continuidad de las esencias o cua-

    l idades naturales por encima de los esfuerzos por a l terarlas ; la melan-

    col ía por lo que habría podido ser y no fue, que se hace más intensa

    cua ndo , com o sucede aquí , los persona jes l legan al con venc imien to de

    que cales i lusiones en ningún caso se hubieran real izado. En conse-

    cuencia , sólo desde fuera de la vida, desde la indiferencia o la impasi-

    b i l idad es pos ib le com pren der — y ace pta r— el sentido de las cosas , la

    realidad profunda; es la situación a la que se l lega en   Viento del Norte,

    en   La enferma o en La sangre.

    La multipl icidad de puntos de vista y de perspectivas temporales

    que E lena Quiroga ensaya en   Trayecto uno, Tristura  y  Escribo tu nom-

    bre,

      los faulknerianos alardes técnicos de

      Algo pasa en la calle

      o

      Presen-

    te profündo  no alteran la un idad ni la co ntin uid ad de su m un do narra-

    tivo, su convicción de que el individuo es s iempre inferior a la estirpe,

    a la implacable sucesión de las generaciones, de forma que s i mudan

    los accidentes y las circunstancias, esto es, los individuos, se mantie-

    nen los rasgos esenciales de la especie: los ciclos y sucesiones no alteran

    ese principio abstracto, porque las repeticiones, las vueltas y revueltas

    de la rueda acaban por abol ir e l t iempo y coincidir con la inmovil idad

    de la muerte: para la autora, la diferente situación de los tres toreros de

    La última corrida,  las circunstancias de las tres mujeres en   Algo pasa en

    la calle  es , en def in i t iva , lo mism o; c om o en  Presente profundo   la m uer-

    te no es más que un relevo, una sucesión en la que los recién l legados

    real izan funciones equivalentes a las que l levaban a cabo los desapare-

    cidos. . .

    Esca lucidez, la serena y elegante aceptación de la necesidad, es la

    lección que aprende de Elena Quiroga a quien el azar ha querido que

    la sucediese en la precaria y ef ímera inmorcal idad que concede ocupar

    el sil lón que ella dejó vacante.

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    E L D E S C U B R I M I E N T O D E LA L I T E R A T U R A

    EN EL RENAC IM IENTO ES PAÑO L

    L

    que trato de p lantear , en determinados momentos   y   parcelas

    de la cultura española, es la relación confl ict iva que se establece

    Genere doctr ina y experiencia, entre lo conocido y v iv ido directa-

    mente por el sujeto frente a lo recibido como enseñanza de la auto-

    r idad com peten te. En pocas palabras: el jue go en tre la no rm a y la

    transgresión. En este juego, la l i teratura empieza siendo una al iada o

    instrumento subalterno de las disciplinas severas que se ocupan de

    def inir , al t iempo que la descr iben, la realidad, de l imitar la y ahormar-

    la, de sujetarla con leyes y reglas. Por ello, a la literatura se le exige que

    sea verdadera o, s i esto no, que sea verosímil ; se le pide que contenga

    una enseñanza más o menos expl íc i ta y más o menos adornada, pero

    enseñanza al cabo, Pero frente a las c iencias normativas que aspiran a

    tota l izar la comprensión del mundo mediante la formulac ión de unos

    principios def init ivos, unívocos e invariables, universales, la l i teratura

    va creando un discurso especí f ico en el que aparece la experiencia de lo

    inmediato , lo indiv idual y c i rcunstanciado y , por e l lo , cambiante ,

    ambiguo; un di scurso , pues , concebido como hi jo del entendimiento

    y que se ofrece a un lector l ibre de todo respeto y obligación, por uti -

    l izar las palabras de Cervantes en el prólogo del  Quijote,   con todo lo

    que al l í se contiene. Alternativa que sólo es posible cuando la l i teratu-

    ra se def in e directamen te co m o f i cc ión.

    Para esbozar esa evolución he utilizado dos bastidores: sobre uno de

    ellos se tejen las relaciones que se producen entre las leyes de la Anti-

    güedad, entendidas como pr inc ip ios abstractos , como normas, aunque

    perdidas, universales, y la realidad inmediata, bárbara; en el otro basti-

    dor atiendo a la realidad — y qu é t ipo de realida d— se concede a los

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    textos escritos, y la autoridad que se reconoce a las leyes que supuesta-

    mente r igen su creación e interpretación. En una palabra, qué elemen-

    tos o qué criterios definen el valor de una obra literaria según las épo-

    cas y los tiempos, segiln el tipo de medio cultural en el que aparece.

    En la España del s ig lo xv , la desconf ianza —cuando no e l rechazo

    radical— frente a las leyes romanas, a los pr incipios abstractos y uni-

    versales, parece tener su correlato en el crédito que se concede a las his-

    tor ias de la An tigü ed ad ; y esto no sólo en lo que atañe a la verdad o fal-

    sedad de los hechos narrados en el las, s ino también en lo que respecta

    al va lor e jemplar de sus grandes hom bres , de la h i stor ia de R om a com o

    magistra viiae.

      Tod av ía para Al fon so X , Fernánd ez de He redia o Pérez

    de Guzmán, las histor ias antiguas, en especial las romanas, no sólo

    cuentan sucesos verdaderos, s ino que, además, tales hechos son ejem-

    plares, aunque sea necesar io interpretar los traspasando la corteza de

    que vienen revestidos. Las   Generaciones y semblanzas,   por e jemplo ,

    enfrentan la justic ia y veracidad de los antiguos escr i tores, que conce-

    dían la fam a a quien la había me rec ido, con ios cronicones m odern os ,

    que f^s i f i can los hechos , como sucede en la

      Coránica Sarrazina

      de

    Pedro del Corra l , de man era qu e come ten un pecado co ntra la just ic ia ,

    porqu e n o dan a cada uno lo suyo. Esta man ipulac ión interesada de las

    c r óni c as en l eng ua v u lg ar ha l l ev ado — af i r ma Pér ez de G uzmán— a

    que, en nuestros días, se conceda poco crédito a las histor ias patr ias,

    frente a lo que sucede en las antiguas

    ' P é r e z d e G u z m á n c om i e n z a s u l i b r o c on e s t z s r e f l e x i on e s : « M uc h a s v e r e s a c a e s-

    qe que las corónica .« e escor las que fab lan de los poderosos reyes e notab les pr ín í ipes e

    grandes ^ ibdades son av idas por sospechosas e Inc ier tas e les es dada poca fé e abtor l -

    d a d , lo qua l e n t r e o t r a s c a b s a s a c a e 5e e v i e n e p or d os : l a p r i m e r a , p or que a lgun os que

    s e e n t r e m e t e n d e e s c r i v i r e n ot a r l a s a n t i güe d a d e s s on on b r e s d e p oc a v e r güe ñ a e m á s

    les p laze re la tar cosas est rañas e marav i l losas que verdaderas e f i e r ras , c reyendo que no

    s e r á a v i d a p or n ot a b le l a e s t or i a que n on c on t a r e c os a s m uy gr a n d e s e g r a v e s d e c r e e r ,

    ans í que sean más dignas de marav i l la que de fe . I . . . ]»

    Pero advier te :

    « Ca s i p or f a l s a r un c on t r a t o , d e p e que ñ a c on t í a d e m on e d a , m e r e s c e e l c s c r i v a n o

    gr a n t p e n a , quá n t o m á s el c or on i s t a que f a l s i f i c a los n ot a b le s e m e m o r a b le s f e c h os ,

    d a n d o f a m a e r e n om b r e a los que lo n on m e r e s ^ i e r on e t i r á n d ola a los que c on gr a n -

    des pe l igros de sus personas e espensas de sus faz iendas , en de fens ión de su ley e ser -

    v ic io de su rey e ut i l id at de su repú bl ica e on or de su l ina je , f iz ieron nota b les abtos D e

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    E ansí lo fallará quien las romanas estorias leyere; que ovo

    muchos príncipes romanos que de sus grandes e notables fechos no

    demandaron premio nin galardón de riquezas salvo el renonbre o

    título de aquella provincia que vencían e conquistavan, así como

    tres (^ipiones e dos Metelos e otros muchos. Pues cales como éstos

    que non querían sinon fama, la qual se conserva e guarda en las

    letras, si estas letras son mintirosas e falsas, qué aprovechó a aque-

    llos nob les e vaUentes onbres todo su trabajo, pues quedaron frusta-

    dos e vazíos de su buen deseo e privados del fruto de sus mereci-

    mientos que es fama? [...]

    Y concluye su razonamiento exig iendo del h i stor iador sabidur ía ,

    buena retórica y que haya estado presente en los sucesos narrados o, en

    su defecto, haya recibido la información de testigos dignos de fe:

    Ca nunca h uvo nin averá actos de tanta m anifi^engia e santidad

    com o el nasgimiento, la vida , la pasión e resure^ión del nuestro Sal-

    vador Ihesu Christo; pero de quatro estoriadores suyos, los dos non

    fueron presentes a ello, mas escrivieron por relagión de otros.

    Según esta concepción, la h i stor ia , como   magistra,   ha conservado

    prec i samente los hechos e jemplares , porque son doctr inalmente va l io-

    sos, porqu e atesoran un conte nido m oral . D e este m od o se ident i f i can,

    de manera casi automática, las crónicas romanas y gr iegas no sólo con

    la verdad de los hechos, s ino también con una enseñanza posit iva,

    posi t iva por cuanto proporc iona casos e jemplares , comportamientos

    indiv iduales dignos de eterna memor ia e imi tac ión.

    S in embargo, t ranscurr idos unos pocos años , Fernando del Pulgar

    ya no ve las cosas como las veía Pérez de Guzmán; para él , los ejemplos

    clásicos son errores celeb rado s Tras nega r qu e les sea de bid a alaba nza

    l os q i i a l es ov o m uch os que m ás l o f i z i e ron p or que s u f am a e n on bre quedas e c l aro e

    glorioso en las es torias que non por la ut i l idad e provecho que del lo se les podía s iguir ,

    aun que gran d e f ues e .» C i to p or la ed i c ión de R . B . T ate , Lon d res , T ám es i s , 1 9Ó5 , p ág i -

    na.«: i-i.

    ^ R. B . Tate, en su edición de los

      Claros varones de Castilla

      (Madrid , 1985, pág. 55)

    advierte : «San Agustín , en la

      Ciudad de

     Z ) / Í Í d i ce de Ca tó n : " I x i s que h a i i p ues to s obre

    s us cuerp os m an os v i o l en tas deben s er qu i zá adm i rados p or l a g ran deza de s u a i m a,

    aunque no se los debe ap laudir por sanidad de juic io . S in embargo, s i se lo cons idera

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    algun a a una ser ie de personajes elogiad os en las histor ias rom ana s se

    ocupa Pulgar de

     Iñigo

      de Mendoza, del que escr ibe :

    E guardando su continencia con graciosa liberalidad, las gentes

    de su capitanía le amavan; e cerniendo de le enojar, no salían de su

    orden en las batallas.[.,.

    m ás p ro f un d am en t e , es d i f í c i l ca l i f i car de gran deza de a l m a a lo que l l eva a l h om bre a

    suicidarse en vez de aguantar los azares de la fortuna o los pecados en que no se ve

    impl icado. ¿No es más bien prueba de una mente débi l ser incapaz de sostener las

    penas de la serv idumbre corporal o las necias op iniones del vulgo?"

    Éste es también el argumento de Pulgar . La fuente es incluso más ev idente en el

    caso de Bruto, en el que el mismo verso de Virgi l io se c i ta en la

      Ciudad de Dios y

      en

    lo s

      Claros varones:

    I n f e l i x , u tcum que f oren t ea f ec ta m i n ores

    Y ba j o e l m i s m o en cabezam i en to de l a bús queda de f am a i l us or i a , San A gus t í n

    a ñ a d e l os e j e m p l o s d e M a n l i o T o r c u a t o y M u c i o C é v o l a . »

    En su edición de las   Generaciones,  recuerda late que en el   Mar de historias  se cita

    a San A gus t í n ,

      Civ. dei,

      V , iz , sobre la búsqueda de la fama por los romanos . E l texto

    de San Agu stín incluye una f rase de Salust io : uL audis av idi , pecun iae l iberales erant

    g l or i am i n gen i em , d i v i t i as h on es tas v o l eban t .o

      (Cat.,

      V I L 6) . La cos a l l ega , p or

    supuesto, hasta los

      Errores celebrados

      de Z aba l e ta .

    ' Y ref i r ién dose a M uc io C év ola ; uY po r c ierto s i la pen a que este dio a su bra^o

    tov iese logar de loor , loar íamos al espada que faze buen golpe e no al que la menea. E

    pues deste caso se faze grande est ima por los cs toriadores romanos , razón es que faga

    aqu í m em or i a de l o que s op e , y es n otor i o en Fran c i a , que f i zo un f i j oda l go v ues t ro

    natural que se l lamó Pedro Fajardo, mogo de veinte años . . .» Y también: «Loan los

    ystoriadores a [ . . - ] e a lega Virgi l io que fue caío infel ice; e s i enfel ice, no sé cómo la

    infel ic idad deva ser loada, n i qué loor puede conseguir aquel que repugna la natura, e

    contrarla la razón.», etc-

    ^ A quí con t i n úa s u c r í t i ca ; « Loan m uch o l as es tor i as rom an as e l cas o de M an l i o

    T orcato , cón s u l rom an o, e l cua l com o con s t i tuy es e que n i n gun o s i n s u l i cen c i a s a l i e -

    se de la hueste a pelear con los lat inos contrar ios de Roma, e un caval lero de la hueste

    contrar ia conbidase a batal la s ingular de uno por uno al f i jo deste cónsul , v i tuperan-

    do co n pa labras a é l y a los de la hue ste porq ue n o osavan eceb iar la batal la , no pod ien-

    do e l m an cebo s o f r i r l a m en gua que de s u m en gua res u l tav a a l os rom an os , p e l eó con

    aquel caval lero, e lo mató: e v iniendo como vencedor a se presentar con los espojos del

    vencido ante el cónsul su padre, le f izo atar , e contra voluntad de toda la hueste roma-

    na le mandó degol lar , porque fuesse enxemplo a otros que no osasen i r contra los

    m an d am i en to s de su cap i tán ; co m o s i n o ov i ese o t ro rem edi o p ara ten er la h ues te b i en

    mandada s ino matar e l cap itán su f i jo . Dura dev iera ser , por c ierto, e muy pert inas , la

    rebel ión de los romanos , pues tan cruel enxemplo les era necesario para que fuesen

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    No digo yo que las constituciones de la cavalleria no se devan

    guardar, por los inconvenientes generales que, no se guardando,

    pueden recrecer; pero digo que deven ser añadidas, menguadas,

    interpretadas e en alguna manera templadas por el príncipe, avien-

    do respeto al tiempo, al logar, a la persona e a las otras circunstan-

    cias e nuevos casos que acaescen, que son tantos e tales, que no pue-

    den ser com pre hendidos en los ringlones de la ley. E porque estas

    cosas fueron bien consideradas por este claro varón en las huestes

    que governò, con mayor loor por cierto y mejor enxemplo de dotri-

    na, se puede fazer me mo ria dé ; pues sin matar fijo ni fazer crueldad

    inhumana, mas con autoridad de su persona, y no con el miedo de

    su cuchillo, governò sus gentes, amado de codos e no odioso a nin-

    guno. (Tit. IV.)

    Y resume sus consideraciones en el elogio de Rodrigo de Narváez:

    E ni estos grandes señores e cavalleros e fìjosdalgo de quien aquí

    con causas razonables es fecha memoria, ni los otros pasados que,

    guerreando, a España la ganaron del poder de los enemigos, no

    mataron por cierto sus fijos, como fizieron los cónsules Bruto y

    Torcato, ni quemaron sus bracos, como fizo Cévola, ni fizieron en

    su propia sangre las crueldades que repugna la natura e defiende la

    razón; mas con fortaleza e perseverancia, ganando el amor de los

    suyos, e siendo terror de los estraños, governaron huestes, ordena-

    ron batallas, vencieron los enemigos, ganaron cierras agenas, e

    defendieron las suyas. (Tic. XVll.)

    Creo que aquí se pueden señalar var ias cosas; una de el las es el gus-

    to de Fernando del Pulgar por las hazañas caballerescas singulares en

    ob e d i e n t e s a s u c a p i t á n : e p or c i e r t o y o n o s é qué m a y or v e n ga n z a p ud o a v e r e l p a d r e

    de l la t ino venc ido de la que le d io e l padre de l romano vencedor . Deste caso fazen gran

    m i n c i ón Fr on t i n o e M á x i m o e o t r os e s t or i a d or e s , loa n d o a l p a d r e d e b ue n c a s t i ga d or ,

    e a J f i jo de buen vencedor : pero yo no sé cómo se deva loar e l padre de tan crue l cas-

    t igo c om o e l f ijo s e qu e x a , n i c óm o loa m o s a l fijo d e t an gr a n d t r a n s gr e s i ón c o m o e l

    p a d r e l e i m p on e . B i e n p od e m os d e z i r que f i z o e s t e c a p i t á n c r ue ld a d d i gn a d e m e m o-

    r i a , p e r o n o d oc t r i n a d i gn a d e e n x e m p lo , n i m uc h o m e n os d i gn a d e loor ; p ue s los m i s -

    mos loadores dizen que fue t r i s te por la muerte de l f i jo , e aborresc ido de la juventud

    i iDmana codo e l t i empo de su v ida ; e no puedo encender cómo e l t r i s te e aborresc ido

    deva ser loado.n

    1 7

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    18/56

    las que se muestra el arrojo personal y el ardor guerrero. En una pala-

    bra, la indisciplina y el individualismo como valor frente a la necesar ia

    disciplina de la guerra guerreada, Por ello, se le va la pluma tras las

    aventuras de caballeros andan tes co m o los que estudió Riq ue r o en

    favor de los arranques temperamentales can duramente castigados por

    los romanos.

    Pero lo que más me interesa resaltar en esto es la relación que el

    pensamiento tradicional ha establecido entre esos casos y las leyes, al

    presentar tales castigos no ya como ejemplos posit ivos de una época y

    una soc iedad determinadas , s ino en forma de pr inc ip ios vá l idos para

    cualquier t iempo y lugar , como si correspondieran y derivaran de la

    naturaleza de las cosas. Por contra, Pulgar pref iere unas normas cir-

    cunstanciadas y unos comportamientos insp i rados por la v i r tud de la

    epiqueya  antes que en preceptos abstractos e intemporales; y una obe-

    dienc ia f ruto de la conc ordia antes que de la coacc ión o e l tem or ' ' . Lo

    cual signi f ica, al mismo tiempo, que los c laros varones de Casti l la , s in

    necesidad de las leyes escr i tas de Roma, ni de sus ejemplos, supieron

    gobernar sus estados y dir ig ir sus huestes mejor que lo hicieron tan

    renombrados personajes. Los bárbaros, los herederos de la alta estirpe

    de los godos, no t ienen por qué ordenar sus v idas ni su sociedad de

    acuerdo con reglas ajenas.

    Este distanciamiento forma parte de la desconfianza respecto al

    m un do c lás ico que com ienza a man i festarse en e l s iglo x iv proba -

    ' Cu en ta , po r e jem plo , una h is toria cabal leresca y Pulgar la relacion a con

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    19/56

    blemei i te , e l proceso había empezado ya en t iempos de Petrarca , aun-

    que afectaba sólo a la exacti tud de textos

      y

      leyes, y a su recta interpre-

    tación, Poco después, en el s ig lo xv , el descrédito se ha extendido y

    generalizado , pues n o sólo se discute — y se rech aza — la letra de las

    leyes, s ino también el ámbito jur ídico de su aplicación. Gracias a los

    logros obtenidos por los jur istas, notar ios y canci l leres en el cult ivo de

    lógica, por ocro. Y desde el momento que los jur is tas basan sus argumentos en las

    f uen tes de l derech o rom an o, p ara l o cua l n eces i tan , com o v i m os , recon s t ru i r l os tex -

    tos or iginale s , topai i con los gram áticos , con los incip ien tes hu ma nistas de las feculta-

    des de letras , cuyo trabajo han prest ig iado precisamente los intentos de reconstrucción

    textual in ic iados por jur is tas y teólogos . S iguiendo la senda abierta por los jur is tas , que

    invaden todos los ámbitos de la v ida y empiezan a sust i tuir a los teólogos en el favor

    de los pr íncipes y comerciantes , los profes ionales de las letras comienzan también su

    ascens ión. Jur is tas y canonis tas intentan sacudirse tan pesados compañeros de v ia je , de

    manera que, ya en el s ig lo x iv , Azo, en Bolonia, recl iaza el es tudio de cualquier disci -

    p l ina a jena al derecho: «miranda canunt sed non crcdcnda poctae. . . a l ieno est a s tudio

    nostro, d inu m era nd o pedes et sy l labas , canta re in tym pan o. . . no n l icet a l legare nis i

    lust in iani leges» .  (Quaestiunes,  q . l o ) ; qu i zá p i en s e en I rn er i o (com o ap i m ta E n r i co

    Besta en   L Opera dilrnerio,  T ur i n , 189 6) , que h abí a ex p ues to en h ex ám etros la t i n os l a

    doctr i n a j u r í d i ca , a l a m an era de l

      Ars versificatoria

      d e M a t e o V e n d ô m e o c o m o P e d r o

    de Hél i e en l u i a g ram át i ca de 1 1 50 . A es te res p ecto , v éas e E n n i o Cortes e ,

      Il Rinasci-

    mento Giuridico Medievale,

      Ro m a, B u l z on i , 1 9 9 2 , p ágs . 1 2 3 - 1 2 5 .

    En esta s i tuación cobran otro sentido los ataques de Petrarca cuando, en carta a

    Urbano V, señala la ignorancia de los jur is tas f ranceses

      {Seniles,

      IX , l , de i j68) , cr i t ica a

    los juristas, porque no saben latín   {Fam.   XX, 4) y adv ierte que los padres del derecho

    medieval ignoraban no sólo el lat ín , s ino la h is toria y las fuentes   {Ai Posteri),   críti-

    cas se general izan a fmcs de s ig lo y son ya f recuentís imas en el xv ; Ascheri adv ierte :

    «4 . M a i l qu ad ro cam bia presto; basta volgers i a cons id erare i l per iod o petrarch es-

    co per averne una percezione s icura: a l lora è tutto un pul lulare di g iuris t i (spesso

    docen t i 0 com un que autor i d i op ere p erv en utec i ) i n rap p orto co i P et rarca 0 con p er -

    s o n a l i a l u i s t re t tam en te l egat i; i n o lt re g iur i s t i ch e h a n n o m os tra to i n teres si s e n on

    p rop r i o um an i s t i c i com un que n uov i r i s p et to a que l l i de i l o ro p redeces s or i . L ' um an e-

    s i m o s i f a s en t i re in qua l ch e m od o n e l la m a ^ i o re v ar i e tà de l l o ro i m p e gn o d i s c r i n o -

    r i o n e l la l o ro f orm azi on e cu ltura l e . — ] S i p en si a l dom en i c an o B ar to l om eo d i S . C o n -

    cord i o , m orco n e l ' 4 7 ; autore de l l a d i f f us a

      Summa

      cos i ddet ta

      Pisana,

      di trattati

    g ram m at i ca l i e f i l os o f i c i , n on ch é de l v o l gar i zzam en to d i Sa l l us t i o , n otev o l e p er i l l a t i-

    n i s m o de l l e s s i co c de l l a s t ru t tura de l p er i odo . M a an ch e a l Lan dol f o Co l on n a de l i n e-

    aro da l B i l l an ov i ch , m orto n e l 13 3 1 , g i à s tuden te d i d i r i tto a B o l og n a , raccog l i tore d ' u -

    na bibl ioteca ins igne, i l quale nel poco di f fuso

      Tractatus brevis de pontificali officio

      già

    esorta a non perder tempo nel lo s tudio dei legis t i (non del d ir i tto , s i noti ) , r improve-

    rat i per i l "p icturatus loquendi modus» .("Giuris t i , umanist i e inst i tuzioni del Tre-

    1 9

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    20/56

    las leerás, se han restaurado los códigos de la Antigüedad y se ha l lega-

    do a una interpretación correcta de eUos, lo cual ha puesto de rel ieve

    la di stanc ia inf ranqueable que media entre los dos mundos, la inade-

    cuación de las teorías antiguas con la práctica real: de hecho, las leyes

    romanas no se aplican, pero es que, además, ahora parecen inaplica-

    bles; y, según algunos, aunque f i jeran apropiadas no habría por qué

    acatar las ni concederles autoridad alguna®,

    Q u a t t r o c e n t o : q u a l c h e p r o b l e m a » ,

      Gli inizi dellíUmanesim o in Italia e in Germania,

    l roblemi culturali e sociali,  1975, pág. 49 ; y en   Annali delliinstitulo storico italo germa-

    nico in Trento,  3 , 1977) .

    ' Segú n M af fé i , en

      Gli inizi d all Uma nesimo giuridico,

      1 9 56 : « M a, a l f on d o , com e

    negl i attacchi contro la g iurisprudenza del l ' età di mezzo, era poi sempre l ' es igenza di

    col locare i l d i r i tto rom an o nel la s toria , d i spezzarne l ' autori tà v incola nte e di avv iare con

    ciò s tesso la formazione dei d ir i tt i nazional i . I l ibr i d i Giust in iano sono inuti l i nel l ' at-

    tuale s ituazione politica e sociale del

      Regnum Franciae:

      cos ì l 'Hotman sp iega le ragioni

    del suo

      Antitribonianus.

      I n p r i m o luogo — egl i d i c e— è v an o a f fe t i carsi i n torn o a que-

    l le part i del la compi lazione giust in ianea che raccolgono norme sul l 'ordinamento cost i -

    tuzionale rom ano : infatt i uStatum reipubl icae rom anae m ultu m di f fèrre a s tatu Gal l ine,

    et nihilo seciu.« ex l ibcis lustiniani non posse addisci» [È i l titolo del Cap. I I del l '

      Anti-

    tribonianus, live dissertatio de studio legum. in Variorum opuscula ad Cultiorm Jurispru-

    dentiam adsequendam pirtinentia.

      V I I ( Pi si s, a p . A u g . P i z z o rn o , M D C C L X X I ) , p á g. 1 33

    y s igs . , pág. 143 . ] . Ma non è i l solo dir i tto pubbl ico romano ad essere divenuto inuti le :

    anche nel regolamento del rapport i pr ivat is t ic i la compi lazione giust in ianea è ormai di

    scarso aiuto: «Sed haec lacius persequi sup ervac ane um esset , praesert im cu m ex i i s, quae

    s up ra d i xi m us d uo h aec sa ti s com p erta s un t : un u m i n i que f i e r i qu od L i b roru m l us t i -

    niani s tudium, iur is c iv i l i s s tudium vocatur , cuius nec v icés ima pars nobis rel iqua man-

    s i t : a l terum, quod nec decima pars e ius quod restât in nostra Gal l ia in usum potest

    deduci.» [Cfr. i l cap. IX al le págs. 180-181 del l 'ediz. cit.] (págs. 61-Ó1).

    «La svalutazione di carattere tecnico del l 'opera del l ' imperatore bizantino ha,

    quindi , per base un 'es igenza del presente, avvert i ta in modo part icolare nel la Francia

    cinquecentesca.» (pág. 63) .

    « M a n on p erc i ò s i dev on o p erdere d i v i s ta l e or i g i n i e d i m en t i care ch e , an ch e p er

    l a p o l em i ca con tro T r i bon i an o , l a s c i n t i l l a p ar t i v a da I j s ren zo V a l l a e , com un que , da

    quel l ' ambiente pavese dal quale , negl i s tess i g iorni del 1433 , uscivano l iep is tola vál len-

    s e con tr o B ar to l o e il tra t ta te l l o de l V eg i o . R i a n n o da n d o , c om e si è det to p r i m a , l a

    com p i l az i on e g i us t i n i an ea a l l a g i ur i s p ruden za m edi ev a l e , s tab i l en do un rap p orto d i

    causa ef fètto tra la pr ima e la seconda, L .Val la s i ch iede se Giust in iano, nel l ' attuazio-

    ne del suo disegno legis lat ivo, s ia s tato pervaso da inv idia o da ingenuità : se s ia s tato

    cioè bramoso di es t inguere le vest ig ia c lass iche o se invece abbia sperato di e l iminare,

    p er s em p re , l a p os s i b i l i tà d i com m en tar i e i n terp retaz i on i de l l e n orm e g i ur i d i ch e

    romane.» (pág. 63 ; c f r . pág. 74) .

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    21/56

    ' i odo e l prest ig io del mundo ant iguo está suf r iendo ya un profun-

    do quebranto . Mucho t iempo antes que Erasmo escr iba su

      Ciceronia-

    nus  de 1527 o que Machiavelo redacte el capítulo LV del l ibro I de sus

    Discursos,  Guicc iardini , en sus   Ricordi {ca.   1512), constata el despertar

    del sueño del humanismo:

    quanto s'ingannano coloro che a ogni parola allegano e'Romani

    Bisognerebbe avere una città condizionata come era la loro, e poi

    governarsi secondo quello essemplo; el qu ale, a chi ha le qualità dis-

    proporzionace è tanto di sproporzionato quan to sarebbe volere che

    un asino facessi el corso di uno cavallo

    la desaparición del sueño (0 pesadi l la, según se mire) de la cultura

    antigua como realidad recuperable es, a lo que parece, solidaria de la

    desapar ic ión del derecho romano como ley actuante y posi t iva . Ahora ,

    quien pretenda cont inuar o resuc i tar aquel mundo parecerá un asno

    que pretende correr como un caballo. Pero es esta si tuación general la

    que permite una renovación de determinados géneros l i terar ios y el

    libre vuelo de la ftintasía, de la creación artística, aunque todavía con

    disfraces y arti f ic ios histór icos.

    En esta cr isis generalizada, hay quien plantea las cosas de manera

    radical , y au n saca provecho de el la; así respond erá fray An to ni o de

    Guevara a las cr í t icas del bachi l ler de Rhúa;

    Como, señor, sabéys, son can varios los escriptores en esca arte

    de humanidad que, fuera de las letras divinas, no ay qué affirmar ni

    Ta] independización es ya un hecho en el s ig lo xv , incluso entre los i ta l ianos ; as í

    p or e j em p l o , N i co l e to V ern i a s en ten c i a : uLeges autem j us t i n i an i i n G a l h a n i h i l v a len t»

    ( G a r i n ,  Disputa delle ani nel Quattrocento,   F l oren c i a , V a l l ecch i , 1 9 4 7 ) , y P ogg i o B rac-

    ciol in i ext iende y general iza la observación: « I tah tantum, ñeque hi omnes , huic

    v es t to i u r i c i v i l i obtem p eran t . N an i Hi s p an i , G a l l i , A n g l i c i , T h cuton es , G erm an i ,

    caeteraque que ad s ep ten tr i on em s p ectan t n at i on es , s i b i l eges qu i bus p arean t con s t i -

    tuerun t) ) ( i b i d . ) , con l o que n o h ac í a s i n o recon ocer l o d i ch o p or B on com p agn o d i

    S i en a . A l a n o . A zon e , B ar to l o , B a l do , Ca s t ro , G . S i n i ba l d i , e tc . , e s to es , l o qu e y a h a b í a

    es tab l ec i do de h ech o y

      de iure

      la

      consuetudo gallicana

      o las costu mb res y fue ros h ispá-

    nicos .

    Ricordi,  ed . S . M arcon i , M i l án , 1 9 85 , n úm . i i o - Sobre as n os b í p edos , v éas e   Hu-

    manismo y Renacimiento en España,

      Madrid , Cátedra. 1994- págs . 473 y s igs .

    2 1

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    22/56

    qué negar en ninguna dellas; y para dezir la verdad, a muy pocas

    dellas creo más de tom ar en ellas un passatiempo... ¿Y a qué se ha de

    dar fe?, pues ay doctores, y aun Sabellico quiere sentirlo que fue

    burla lo de Troya, sino que los griegos fueron destruydos.

      ¿Y

      qué

    dirá que otros dizen, que el verdadero H ércules fue Sansóm? A cuy a

    opinión se llega el Tostado. No haga Vuestra merced hincapié en

    historias gentiles y prophanas, pues no tenemos más certinidad que

    digan verdad unos que otros

    Con tal argumento justi f ica uno de los más exitosos fraudes f i loló-

    gicos de su época, al t iempo que salva el valor no sólo moral de las

    obras que cuentan histor ias falsas pero entretenidas y didácticas.

    Si , en la Ed ad M edia , a Berceo, por ejem plo, le parecía suf ic iente que

    algo estuviera me tido en escr ito para considerar lo verdadero — y , conse-

    cuentemente, sólo hacía falta meter algo en escr i to para que se convir-

    t iera en verdad—, a muchos humanistas les bastaba, al parecer , que

    estuviera en latín, en buen latín, Qué grado, si no de verdad, de verosi-

    mili tud haya que conceder a las noticias elaboradas por el obispo de

    Mondoñedo es algo que queda al buen juicio del lector . Pero no hacía

    otra cosa que seguir el camino trazado por los humanistas i tal ianos,

    aunque lo hiciera en su nativo vulgar que, para la ocasión, vestía con

    todas las galas y primo res de la retórica, Tal prá ctica sólo era posible por-

    que Guevara sigue (cierto que a su manera) las v iejas normas que r igen

    la construcción de las obras históricas; recordemos que, como repite

    Pérez de Guzmán, «para las estor ias se fazer bien e derechamente son

    ne9esarias tres cosas: la primera, que el estoriador sea discreto e sabio c

    aya buena retórica para poner la estoria en fermoso e alto esti lo», y de lo

    uno y de lo otro Guevara tenía de sobra; además de esto, los humanis-

    tas como Valla exigían un discurso coherente y bien construido y equi-

    librado en sus partes; y, por último, dada la f inalidad de la historia, era

    necesaria una enseñanza moral , quedando los datos objetivos de la

    supuesta hi stor ia como un adi tamento per fectamente presc indible" .

    « Carta de l rev eren d i s s i m o Señ or Obi s p o G uev ara a Rh úa» , en

      Cartas de Rhúa,

    lector en Soria, sobre las obras del Reverendissimo Señor Obispo de Mondoñ edo,  B u r g o s ,

    J ua n de J un ta . 1 54 9 , f o l . 54 c - v ; B N M , R - 3 1 3 2 2 . S i e l tex to n o es de G ue v ara , s in o de l

    B ach i l l e r , h abrá que recon ocer que s e n on è v ero . . .

    ' ' N o era , p ues , G ue v ara u n p i on ero en es to ; D o m en i co M af Fe i s eñ a l a l a f a l s i f i -

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    23/56

    Lo había sentenciado, como v imos, Pérez de Guzmán: e l c r i ter io

    de verdad se establece en dos niveles: de un lado, la Verdad de los

    Evan gel ios , f rente a la cual se conv ier ten en patrañas dudo sas — e

    inút i les— cualesquiera test imonios humanos; en otro p lano se s i túan

    los saberes humanos, respecto de los cuales y siguiendo, directa o

    indi rectamente , a Heródoto ( I , 8 , 3) se v iene a considerar verdadero

    sólo lo que el histor iador ha v isto con sus propios ojos o, eventual-

    mente , lo que ha o ído di rectamente de test igos presencia les y dignos

    de crédito, condición que sólo dura lo que la v ida de los testigos. Ésta

    es la cosa, salvas las escr i turas, todo lo demás parece dudoso cuando

    cadón de l p s eudo- Fen es te l l a , obra de l f l o ren t i n o D om en i co F i occh i , am i go de aque l

    A m brog i o T rav ers ar i a l que debem os un a ep í s to l a s obre l a n eces i dad de v o l v er a l a i

    f uen tes p uras en e l es tud i o de l derech o rom an o. Com en ta M af Fe i :

    "Más s igni f icat ivas parecen las c i rcunstancias de la fa l s i f icación de Fenestel la . No

    es que de esa fel si ficación — c o m o de ot ra s— los hum anista s no hay an tenido inm e-

    d i a tam en te con c i en c i a . L i l i o G regor i o G i ra i d i (G y ra l dus ) l o des v e l a en un o de s us d i á -

    logos : pero era algo sabido, porque ya Alciato, en una carta de 152 , 1 , señalaba, a pro-

    p ós i to de un cód i ce an t i gu o de A l f en o , m e n c i on ado p or el h um an i s ta n ap o l i tan o

    A. d 'Alessandro, que la notic ia tenía algo de parras iano (Parras io , d ice Alciato, acos-

    tum braba aduc i r autores que n o h abí a v i s to j am ás ) , a s í con t i n úa : « . . .n am et P om p o-

    n i us Laetus n on om n i n o h ac n ota caru i t , u t qu i Fen es te l l e n om i n e com m en tar i os

    quos dam ed i der i t , rurs us que B eros i , Caton i s , Fab i i P i c tor i s f ragm en ta , om n i a f i c t i s

    t i tul is» . U na sospe cha de f ti ls if icación grav i tab a as í sobre Po m po nio Le to (pero vere-

    m os que Leto s e ap oy ar á m ás tarde s obre la m i s m a m ater i a — y p or l o que res p ecta a

    las fa l s i f icacio nes de Beroso , Ca to ne , Fab io Pi ttore y otros , ta les fel si ficaciones se de-

    b í an a l h u m a n i s t a G i o v a n n i N a n n i , m á s c o n o c i d o p o r e l n o m b r e d e A n n i o d a V i t e r -

    bo , que h abí a recog i do en

      sus Anliquitatum variarum volumina XVII cum comentariis,

    Roma, 1498). Sea como sea, las fa l s i f icaciones no se les escapaban a los humanistas : las

    d e A n n i o d a V i t e r b o f u e r o n r á p i d a m e n t e c o n d e n a d a s , e n t r e o t r os p o r C r i n i t o , p o r

    Sabel l ico y por el Vol terrano. Pero más importante es observar que, a pesar de el lo , se

    sentía la neces idad de recurr i r a las fa l s i f icaciones . Fueter ha i lustrado bien la ps icolo-

    gía humaníst ica a es te respecto. Y a propós i to del tratadito de Fioccl i i , bascará con

    recordar que , a l a t r i bu i r l o a un con tem p orán eo de A ugus to , com o Fen es te l l a , s e con -

    ced í a a l a ex p os i c i ón de l a organ i zac i ón con s t i tuc i on a l y s acerdota l rom an a , con ten i -

    da en e l t ra tad i l l o . aque l carác ter de v erdad que un buen n úm ero de h um an i s tas a t r i -

    buía a la palabra de los antiguos , a d i ferencia del carácter de s imple veros imi l i tud que

    — c o m o b i e n e x p l i c a b a G . M a n e t t i — p o s e e n l o s

      nova rerum gestarum monum enta:

    « E a m Í nt e r q u a e c u m q u e v e t e r a e t n o v a r e r u m g e s t a r u m m o n u m e n t a d i f f e r e n t i a m e ss e

    reor , ut i l la vera haec autem veris imi l ia appel lar i mereantur.» (traduzco de MafFei ,

      Gli

    inizi dell umanesimo giuridico,

      M i l án , 1 9 56 , p ág . 1 09 y p ágs . 1 1 2 - 1 1 3 ) .

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    24/56

    no di rectamente fa lso y aun per judic ia l ; por lo cual sentencia Jorge

    M a n r i q u e :

    Dejo las invocaciones

    de los famosos poetas

    y oradores;

    non curo de sus ficciones

    que traen yerbas secretas

    sus sabores.

    A Aquél sólo me encomiendo

    Dexemos a los troyanos,

    que sus males non los vimos,

    nin sus glorias;

    dexemos a los romanos,

    aunque oímos o leímos

    sus hestorias

    Es cierto que otros histor iadores no sostendrán lo mismo, sea, por

    caso , Juan Ginés de Sepúlveda cuando, apoyándose en Val la , c reo

    ísanti l lai ia, en el

      Prohemio e carta,

      d ice; «Mas dexemos ya las escorias antiguas ,

    para al legarnos más cerca de nuestros t iempos . . .» Y , en efecto, crea la pr imera h is toria

    de l a l i te ra tura con tem p orán ea .

    V a l l a — p art i en do de T uc í d i des — des arro l l a l as cos as en o t ra d i recc i ón ; c rea

    un a n uev a con c ep c i ó n de l a h i s tor i ogra f í a cua n do , p or e j em p l o , en el p ró l ogo a la

      His-

    toriarum Ferdinandi regís Aragoniae {ca.  1445) da la vuel ta , inv ierte la relación que se

    da entre tes t imonios escr i tos y tes t imonios de v is ta : para Val la los tes t imonios dudo-

    sos son los que proporcionan los tes t igos que estuv ieron presentes en los hechos , en

    con s ecuen c i a s on m uy s up er i ores l as h i s tor i as e l aboradas o com p ues tas p or autores

    elocuentes y sabios que buscan la coherencia de los hechos , confrontan las fuentes y

    averiguan s i lo que se cuenca en el los se acomoda a las personas y los t iempos , etc-

    Quien recuerde sus denuncias sobre los textos fa l s i f icados no dejará de es tar de acuer-

    do con él en el lo;

    «An est quisquam qui credat admirabi les i l las in h is tori i s ut ique veras fuisse, et

    n on ab e l oquen t i ac s ap i en t i op i f i ce p ers on i s , tem p or i bus , rebus accom odatas i qu i bus

    n os e l oqu i e t s ap ere doceren t , qu i d i n e i us n atura p crs on arum grav i s s i m a tes t i m on i a ,

    qu i d l audes , qu i d v i tup erat i on es , qu i d m ul ta a l i a doctr i n ae a tque s ap i en t i ae p i en a?

    [ . . . ] N am de A es op o taceo , qu i f abe l l as p ros a orat i on e com p os u i c . P udor m e ten et e t

    rev eren t i a Hom er i a tque V erg i l i i , p l ura de h ac re ex cqucn di .» (p ágs . 1 9 - 1 0 ) .

    Y argum en ta l a p arado j a :

    M

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    25/56

    esboza una teorización sobre la verdad histór ica y la manera de obte-

    nerla A pesar de el lo, el hu m an ista que es Sep úlv eda tam po co acep-

    ta la pr ior idad legal de Roma ni la del Imperio, pues aunque reconoce

    "O po rce t in h is torico esse, praeter ipsam ni i rab i lem qu an da m ec mu it is sane doci-

    bus ex aggeracam s cr i ben d i s c i en dam , a l i a m ul ca s i n e qu i bus n on p os s i t s uum m un us

    i m p l ere : P r i m um i n cogn os cen dam re , s o l er t i am , acu m e n , i ud i c i um . N am quo tus

    qu i s que gerun d i s rebus qu i s c r i b i t i n ter f u i t? Qui v ero i n ter f uerun c , i i n on m odo, s i a

    divcrs is parnbus s teccrinc, inter se dissendre solent , sed edam s i ab eisdcm. Raro nam-

    que eadcm res a p lur i bus eode m m od o n arratur , p ar t i m s tud i o aut od i o , p arc im v an i -

    tate , cum al iqua quac sci re poterai nesciens v ideri vul t sc i re , vel non vul t v ideri nesci -

    re , p ar t i m credu l i ta te , cum a l i is qu i bu s cu m q ue re f eren t i bus tem ere c red i d it . V i x en i m

    f ier i potest , ut unus omnia quae in re gerenda contingunt, sens ibus suis perceperi t .

    N on n e i g i tur ad bu i us m odi v er i ta tcm eruen dam l i i s tor i co op us es t n on m i n ore accu-

    rat i on e , ac s agac i ta te , quam aut i ud i c i i n dep reh en den do v ero ac i us to , aut m ed i co i n

    p raev i den do m orbo a tque curan do? » (p ág . 2 1 ) -

    A dv i er te Sep ú l v eda : « 0 1 . A un que c i er tam en te , p ara es cr i b i r un a h i s tor i a es

    i m p res c i n d i b l e e l con oc i m i en to de l os h ech os   y   de los p lanes , no puede el escr i tor

    hal larse presente en todos los asuntos : en muchas ocas iones es preciso serv irse de la

    i n f orm ac i ón p rop orc i on ada p or o t ros que i n terv i n i eron en e l as un to o i n c l us o l o d i r i -

    gieron. Cuando uno hace eso con esmero y s igue en el lo la autoridad de escr i tores

    ser ios , ¿quien puede af i rmar que no es un his toriador veraz y ordenado? A no ser que

    tal vez pensemos que Salust io , a l que se cons idera el mejor de los h is toriadores roma-

    nos ,

      y

      L iv io , que es e l que le s igue, e igualmente Trogo y Curcio, escr i tores de gran

    prest ig io y veracidad, se hal laron presentes en todos los acontecimientos que relataron

    para recuerdo de la poster idad. Está c laro que 1 10 as is t ieron a ninguno, o a una míni-

    ma parte de el los ya que éstos , en general , tratan hechos de épocas pasadas . [ . . . ] V i l .

    P ero v ue l v o a tu am abi l í s i m o con s e j o , a l que re f uer/ a gran dem en te e l p er j ud i c i a l s i s -

    tem a de ap res urar l a ed i c i ón . P ues to que , a m en udo , cuen tan de m odo d i s t i n to un a

    misma cosa incluso personas que se hal laron presentes y e l h is toriador la ha invest iga-

    do de acuerdo con s u deber y es crup u l os i dad en recabar i n f orm ac i on es , p uede ocurr i r ,

    a veces , que al leer o escuchar algún pasaje de la h is toria escr i to con veracidad y ser ie-

    dad alguien que tenía una Idea dis t inta af i rme que eso es fa l so, la desacredite y la tache

    de mentirosa, haciéndosele caso por la única razón de que dice haber intervenido en

    el suceso y haber v is to que se desarrol ló de modo dis t into. Eso me ocurrió con una

    p ers on a n obl e y n ada ten den c i os a p ero que con s i deraba com o c i er tas cos as i n c i er tas y

    las aseguraba temerariamente. . . [ . . . ] IX . . . por otro lado, hay muchos asuntos que al

    p r i n c i p i o es tán os curos y s e cuen tan de f orm a am bi gua e i n s egura , p ero que , con e l

    t i em p o, s e des cubren y ac laran .» (E p í s to l a a D i ego de N e i l a , ed . B . Cu ar t y J . Co s tas

    en " D i ego de N ei l a co l eg i a l de B o l on i a» ,

      Studia Albornotiana,

      X X X V I I , 1 9 7 9 , p á gi -

    nas 261-3 13 , y ahora en

      Historia de Carlos V,

     ed . E . Rod r í gue z P eregr i n a

      y

      Bal tasar

    C u a r t , P o z o B l a n c o , A y u n t a m i e n t o d e P o z o B l a n c o . 1 9 9 5 , p á g s . X V - X X I I . )

    2 5

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    26/56

    la inf luencia romana y se enorgullece de el la, incluso freme a los i ta-

    l ianos s i túa el nac im iento de Esp añ a a l margen de R o m a

    Por un reg i stro consonante va Rodr íguez de Montalvo cuando, en

    el pró logo a su versión de l  Amadís,  explica cómo los histor iadores anti-

    guos fantasearon e inventaron casi todo lo que escr ibieron, en especial

    lo que cuentan sobre guerras y batallas, y lo demuestra acudiendo a la

    experiencia próxima: lo que hemos visto en las batallas que hoy se

    l ibran, y conocemos, pues como testigos presenciales, no se parece en

    " A s í , e s cr i be Sep ú l v eda : « C aes ar A u gus tos , p erd om i to f e re orbe , v i c t r i c i a ad eos

    arm a t ras tu l i t , p op u l uraque barbarum ac f e rum , l eg i bus ad cu l t i orem v i tae us um t ra-

    ductum , i n f orm am p rov i n c i ae redeg i t . . . »

      (Historia de Carlos

      Vf ed. eie., pág. 17 ); y m ás

    a l l á : « I ta f ec tum es t u t Hi s p an i n on s o l um cu l tum et l i um an i ta tem Rom an orum acc i -

    p eren t , s ed e t i am obl i t i p at r i am l i n guam , quam f u i s s e m ul t i p l i cem Strabo tes cacur ,

    Rom an a dum tax at l oqueren tur , quam ret i n en t e t i am n un c , ex p ar te qu i dem i n i ur i a

    t e m p o r u m e t B a t b a t o t u m c o m m e r c i o , s e d n i h i l o m a g i s q u a m I t a l i a R o m a q u e , i p s a

    corrup tam .» ( i b i d . , p ág . 2 1 } .

    Historia de Carlos

      Vf ed. c i t . , L ib. I , 35-36. Es un a tradició n ant igua y bien asen-

    tada ésta de reiv indicar los or ígenes godos ( i .e . bárbaros) de los reinos h ispánicos ,

    es p ec i a l m en te en Cas t i l l a .

    Cuan do e l Can c i l l e r don P ero Lóp ez de A y a l a t raduce l as

      Décadas

      de T i to L i v i o ,

    cons idera oportuno exal tar , en la dedicatoria a l Rey , las hazañas y g lor ias de los godos

    que arrasaron Roma, es decir , de quienes consti tuyen la es t i rpe de los reyes castel lanos :

    «la vuestr a pu ra e l inpia sang re real , la qu al trae co mie ndo d e aquella escelente e famo-

    sa conpaña de los godos , los pr íncipes e conquis tadores de los quales en la anciana c ib-

    dat de Rom a, p r i n ces a e con qui s tadora de l a redon deza de m un do, p us i eron s u m an o

    poderosa co n saña; e ja que los oi^u l losos gau los nin el lam oso e pode roso rey Pirru s

    n i n e l p ro f i os o e caute l os o en em i go H an í ba l a f r i can o n o l a con qu i s taron , un p r í n c i p e

    godo l lamado Alar iquo, predecesor del vuestro l inaje , encendió las l lamas en el la , e

    guardados los consagrados tenplos , todas las otras cosas de Roma tornó en polvo e en

    ceniza. E es ta obra tan grande e tan notable fecl ia por aquel pr íncipe excelente Alar iquo

    se ovo a fazer por armas , e otras muchas conquis tas e batal las se f iz ieron por los otros

    reyes godos que después d 'é l venie ron, a mu y grane avanta ja de la su onrra, p or tener en

    las sus guerras e batal las buena ordenanza e guardando la discip l ina de la caval ler ia» .

    Y Cartagena: «Vengamos agora a la pr imera, los reyes de España, entre los quales

    el pr incipal e pr imero e mayor es e l rey de Cast i l la e León, nunca fueron subjetos al

    en p erador . Ca es ta s i n gu l ar i dad t i en en l os rey es de E s p añ a , que n un ca f ueron s ub j ec-

    cos a l I n p er i o rom an o n i n a o t ro a l gun o . . . »

      {Discurso de D. Alonso de Cartagena obispo

    de Burgos sob re la precedencia del Rey Católico sobre el de Inglaterra en el Concilio de Basi-

    lea,  e d . M a r i o P e n n a , B A E , t o m o C X V I , M a d r i d , 1 9 5 9 , p á g . 2 1 0 a . ) A p a r t i r d e e s t o s y

    otros textos , la idea se general iza y se ut i l iza según conviene.

    2 6

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    27/56

    absoluto a las extrañas fazañas que leemos en los l ibros antiguos

    aunque haya un fondo de verdad:

    Bien se puede creer aver avido Troya, y ser cercada y destruyda

    por los griegos, y assi mesmo ser conquistada Jherusalem con otros

    muchos lugares por esce duque

      y

      sus compañeros, mas semejantes

    golpes que éstos, atribuyámoslos más a los escriptores, como ya dixe,

    que aver en effecco de verdad passado. O tros uvo de m ás baxa suer-

    te que escrivieron, q ue no solamente ed ificaron sus obras sobre algún

    cimiento de verdad, mas ni sobre el rastro della. Estos son los que

    compusieron las hystorias fengidas, en que se hallan las cosas admi-

    rables fuera de la orden de natura, que más por nombre d e patrañas

    que de crónicas con mucha razón deven ser tenidas y llamadas-

    Ref lexiona Montalvo sobre esto y adv ier te con melancol ía cómo las

    afruentas de las armas de las que tenemos noticia son sólo lo que son

    y, además, desviadas de v irtud y buena conciencia; mientras que las

    empresas que parecen admirables y graves son falsas. La conclusión a

    la que l lega, la única solución que encuentra es l ibrarse de la precepti-

    va histór ica e inventar aventuras absoluta y declaradamente falsas, de

    prin cipio a f in y sin rastro de verdad alguna o, co m o dirá Vald és,

    " M on t a lv o e x p la y a el a r gu m e n t o : oC oi i s i d e r a n d o los s a b i os a n t i gu os que los

    gr a n d e s h e c h os d e a r m a s e n s c r i p t o d e x a r on quá n b r e v e f ue a que l lo que e n e f e c t o d e

    verdad en e l las passò, ass i como las bata l las de nuestro t i empo, que nos fueron v i scas ,

    n os d i e r on c la r a e s p e r i e n z a y n ot i c i a , qu i s i e r on s ob r e a lgún c i m i e n t o d e v e r d a d c om -

    p on e r t a le s y t a n e s t r a ñ a s h a z a ñ a s , c on que n o s o la m e n t e p e n s a r on d e x a r e n p e r p e t ua

    m e m or i a a los que a f i c i on a d os f ue r on , m a s a que l los p or qu i e n l e í d a s f ue s s e n e n gr a n -

    d e a d m i r a c i ón , c om o p or l a s a n t i gua s h y s t or i a s d e los g r i e gos y t r oy a n os , y o t r os que

    bata l la ron, paresce por scr ipto. Ass i lo d ize e l Sa lust io : que tanto los hechos de los de

    Athenas fueron grandes quanto los sus scr ipcores los qui s ieron crescer y ensa lmar . [ . . . ]

    Por c ier to c reo yo que ass i lo verdadero como lo f ingido que por e l los f i i e ra recontado

    e n l a f a m a d e t a n gr a n p r í n c i p e , c on jus t a c a us a s ob r e t a n a n c h o y v e r d a d e r o c i m i e n -

    to pud iera en las nu bes tocar . C o m o se pu ed e creer qu e por los sus sab ios co ron istas ,

    s i l e s f ue r a d a d o s e gu i r l a a n t i güe d a d d e a que l e s t i lo , e n m e m or i a a los v e n i d e r os p or

    s c r i p t o d e x a r a n , p o n i e n d o c on jus t a c a us a e n m a y or gr a d o d e f a m a y a l te z a v e r d a d e r a

    los s us gr a n d e s h e c h os que los d e los o t r os e m p e r a d or e s que c on m á s a f i c i ón que c on

    v e r d a d que los n ue s t r os r e y y r e y n a f ue r on loa d os » ( e d . J e s ús R od r í gue z V e la s c o ,

    Madr id , B ib l ioteca Ca .< : t ro. 1997) .

    No e s p os i b le , c r e e M on t a lv o , c om p a gi n a r lo un o c on lo o t r o : "P ue s v e a m os

    agora s i las a fFruentas de las a rmas que acaescen son semejantes a aque l la que quas i

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    28/56

    «cosas tan a la c lara mentirosas que de ninguna manera las podéis

    tener por verdaderas» , en la esperanza —acaba Montalvo— de que,

    quizá, s i rvan de m od elo ideal , de ejem plo inalcanzable por qu e en la

    cada día vemos y pas iamos , y ahun por la mayor parte desv iadas de la v i rtud y buena

    conciencia , y aquel las que muy estrañas y graves nos parescen sepamos ser compues-

    tas y fengidas.

    ¿Que tomaremos de las unas y otras que algún f ruto provechoso nos acarreen? Por

    cierto, a mi ver , otra cosa no salvo los buenos ei ixemplos y doctr inas que más a la sal -

    vación nuestra se a l legaren, porque seyendo permitido de ser imprimida en nuestros

    corazones la gracia del muy al to Señor para a e l las nos l legar , tomemos por alas con

    que nuestras ánimas suban a la a l teza de la g lor ia para donde fueron cr iadas . Y yo esto

    con s i deran do , des s ean do que de m í a l gun a s om bra de m em or i a quedas s e , n o m e a t re -

    v i en do a p on er e l m i f l aco i n gen i o en aqu e l l o que l os m ás cuerdos s ab i os se oc up a ron ,

    quísele juntar con estos postr imeros que las cosas más l iv ianas y de menos substancia

    escr iv ieron por ser a é l , según su f laqueza, más conformes , corr igiendo estos tres l ibros

    de A m adí s .»

    " R.W . I fe señala : "L a  prosa vernácula   l es habría parecido a m uc ha s autorida des

    un térm ino a uto con trad icto rio , im híb rido entre poes ía e h is toria . E l m edio corres-

    pondiente a la h is toria era la prosa, por lo general e l lat ín , la f icción descarada era el

    dom i n i o de l a poes í a , cuy o m e di o corre s p on di en te era e l v erso»

      {Lectura y ficción en el

    Siglo de Oro.

      B arce l on a , Cr í t i ca , 1 9 9 2 , p ág . 1 5 ) ; y m ás a l l á ; " La m en dac i dad dé l as obras

    de f i cc ión des con cer taba v i s i b l em en te a l a gen te de un a ép oca que es taba acos tu m b ra-

    da a la autoridad de los l ibros , y a la veracidad de sus autores . Esto se h izo aún más

    p aten te cuan do l a f i cc i ón aban don ó toda ap ar i en c i a de rea l i dad y ex i g i ó s er acep tada

    según sus propias reglas .» ( ibid . , pág. 33) . En efecto, como hemos ido v iendo, lo acep-

    tado era que, .«obre una base de verdad, se exageraran o embel lecieran los hechos c ier-

    tos , cosa que, en def in idva, era la función de la poes ía ; a l menos as í udl izan el con-

    cepto y la palabra los autores del s ig lo XV, por e jemplo Rodríguez del Padrón: «¿Et

    qu i én h a p or en ten d er C i r9 e qu e , s egun d p oé t i ca f ic t i on , l a s gen tes de l n av egan te Ul i -

    xes convert ió en best ias , non averio en su palagio e a los suyos con grande honor res^e-

    bido? Et usand o, com o aco stum bra va con tra los que v in ían de f tinbre e sed tra bajado s ,

    de su l i ber tad v i r tu t aque l l os , p ren d i en do de l os b i en es de B ach o m ás de l con v en i b l e ,

    perdieron el razonable sentido; onde los fmgiences poetas , convert idos en best ias los

    escr iv ieron por es ta f igura. Los onbres sus pequeños fechos por f i s ión ensalmaron, los

    actos v ic iosos poetando encubrieron; et las obras de las mugeres , por v i rtud e meres9Í -

    miento c laras , con f i s iones fa l sas cscuregieron. [ . . . ] dando a los atores occas ión de poe-

    tar e l non pensado v igió , e fengir más adelante.» (

     Triunfa de las donas,

      e d . C é s a r H e r -

    n án dez , M adr i d , E d i tora N ac i on a l , 1 9 82 , p ágs . 2 4 8- 2 4 9 ; c f r . p ág . 2 50) , E s un a v ar i an te

    de las d i fundidas interpretaciones de la mitología . Más di f íc i l es descubrir la fa l sedad

    de los h is toriadores c lás icos , y más aún la de los contemporáneos , que no t iene just i -

    f icación teórica algun a, co m o ven imo s v iendo .

    28

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    29/56

    realidad nunca se encuentra tanto esfuerzo ni tanta v irtud. Ahí se

    ci fran y resumen algunos de los aspectos fundamentales del conf l icto;

    en primer lugar , la disparidad entre lo directamente conocido, lo que

    cada día vemos, y los testimonios que dejaron por escr i to los histor ia-

    dores antiguos: cuando lo narrado por el los no coincide con la verdad

    de la experiencia real e inmediata, habrá que concluir af i rmando la fal-

    sedad de cales testimonios, y eso es lo que hace Montalvo apoyándose

    precisamente en Tucídides (y quizá en Plutarco,   De Herodo ti ma ligni-

    tate) \

      Y

      apoyándose en la observación directa de las guerras que él mis-

    mo ha visco o conocido. Hay, pues, un fondo de verdad, sobre ese fon-

    do se han fabricado invenciones desmesuradas, quizá verosímiles, pero

    sin duda falsas.

    En otro registro, también Juan del Encina encuentra di f icultades

    para adecuar lo leído con lo v isto, por ejemplo en su   Trivagia,   d o n d e

    escribe al llegar a Tierra Santa:

    Y o c r e o q u e t o d o e s t á m u y m u d a d o ,

    s e g u n d o t r o s c u e n t a n d e a q u e s t e v i a j e ,

    q u e n o a y a q u e l m o d o d e p e r e g r i n a j e ,

    n i m u c h o d e a q u e l l o d e l t i e n p o p a s a d o ,

    1 - 0 u n o y l o o t r o d e v e e s c a r c r o c a d o ;

    i g l e s i a s n o v e o , c a p i l l a s n i a l t a r e s ,

    l o m e d i o q u e d i z e n , n i e n t a n t o s l u g a r e s ,

    m a g u e r d e v a c o d o s e r m u y v e n e r a d o

    Y concluye con una clara advertencia, que resume la nueva pers-

    pectiva y los nuevos cr i ter ios que se van imponiendo:

    ^^ C i co po r

      Obra completa,

      ed . M i gue l P érez P r i ego , B i b l i o teca Cas t ro , M adr i d ,

    199S. pág- 454-

    Encina da cuenca de esca excrañeza una y otra vez:

    "Peq ueñ a gibd ad es ]eru salcm ,/a lo que parece , que dos mi l vezinos/ 1 10 creo que

    ten ga , y aun h ar to m ez qui n os , " o gen te de guerra n i de n i n gd n b i en . / N i v em os

    v es ti g ios que m ues t ras n os den / de l t i en p o p as ad o , de m u y gran g i bdad , / y as i d o n on -

    brada por su d in i dad ,/ as í com o a s ido la chica Bc lcm .

      1640I

      N o dudo av er s i do , en

    t i en p o p as ado , / J e rus ak m gran de , s egun d d i zen todos ; / m as p i er i o n o v eo m an eras n i

    modos/ de grandes grandezas de lo que aya es tado./ Y puede ser bien averio causado

    1645/ las destruigiones que en el la an venido,/ las quales , s in duda, tan grandes an

    s ido/ que p iedra con p iedra no a < ; ierto quedado.»/ (págs . 452-453 , c f r . 446) .

    2 9

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    30/56

    Mi cálamo y pluma no escrive ni canta

    sino sólo aquello que mis ojos vieron;

    y

      aunque otros escrivan tanbién lo que oyeron,

    tomar yo li^enfia no quiero aquí tanca.

    Pero lo má s sign i f icativo no es la declaración en sí, s ino el hech o de

    que sea exacta, como se puede comprobar si se compara el texto de

    Encina con e l

      Viaje a Tierra Sancta

      escr i to por Bernardo de Breiden-

    bach y t raducido por M art ín M art íne z de Am piés (Pablo Hu rus , Zara -

    goza, 1498).

    En cuanto a los relatos caballerescos, hacía t iempo que las inter-

    pretaciones de algunos lectores habían encontrado en el los un ámbito

    de l ibertad, Porque si alguno de los textos ci tados recuerdan el hora-

    ciano «aut prodesse uolunt aut delectare poetae/ aut simul iucunda et

    idonea dicere uita», Francisco Delicado, al editar el Amadís en Vene-

    cia en 1533, parece echar mano de estos otros versos «pictoribus atque

    poetis/ quidlibet audendi Semper fuit aequa potestas», para autorizar

    su interpretación y valoración del l ibro:

    Quán maravillosamente este Autor nos pintó este cavallero

    Amadís de Gaula? Y hízolo por fazer la razón. Que los Pintores

    y Poetas y estociadores como él tienen licencia de pintar y dezir lo

    que a ellos les pareciere para fazer sus obras en codos y a codos her-

    mosas.

    En apariencia, el problema de la verdad objetiva y la función didác-

    tica de la l i teratura ha quedado resuelto. S in embargo, y a pesar de

    estas proclamas, el conf l icto se mantiene y sigue planteándose una y

    otra vez en el territorio de las letras, incluso con mayor fuerza, se trata

    ahora de la verosimili tud ar istotélica.

    Se suele aceptar habitualmente que una de las c laves de la creación

    li terar ia, presente ya en las obras de Boccaccio y Petrarca, se encuentra

    en ese concepto de la verosimili tud. Según esta interpretación, la vero-

    simili tud se habría convertido en la base o condición imprescindible

    sobre la que se construyen las obras narrativas a partir del Renaci-

    miento. En consecuencia, una narración verosímil ser ía aquella en la

    que se narraran hechos que, aunque no hayan sucedido, pudieran

    3 0

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    31/56

    haber sucedido , es dec ir , que no son — o no pare cen — desmesurado s ,

    extraordinarios, imposibles. . . Claro que, en algunos casos, pudiera

    ocurr ir que episodios increíbles se convirt ieran en verosímiles para el

    lector u oyente gracias a los recursos retóricos qu e el autor po ne en ju e-

    go. Además, y por lo que se ref iere al concepto de verosimili tud artís-

    t ica o l i terar ia, habría que tener en cuenta también los géneros l i tera-

    rios, la credulidad o el sentido crítico de los oyentes, y otros factores

    igualmente escurr idizos,

    A pesar de todo el lo, los comentadores y continuadores tratan una

    y otra vez de precisar el concepto de verosimili tud, de def inir lo y ence-

    rrar la práctica en unos límites claros y distintos; lo cual quizá sirva

    para elaborar una teoría y una doctr ina, pero di f íc i lmente concuerda

    con los usos y costumbres, es decir , con la práctica l i terar ia, mucho

    más libre y creativa de hecho.

    Me parece claro, en este sentido, que una de las quiebras más pro-

    fundas en el pr incipio de verosimili tud es, precisamente, la que se pro-

    duce cuando se trata de precisar qué sea lo real y lo irreal, Por ejemplo,

    las marav i l las del mundo que en la Edad Media se aceptan como des-

    cr ipciones objetivas de la realidad no pasarán poco después la prueba

    de la verda d ni de la vero sim ili tud , y eso a pesar de que m uch as de el las

    venían avaladas por textos antiguos, c lásicos; s in embargo, todavía en

    los siglos XVI y XVII se dan por buenos algunos de tales prodigios. Pero

    no hay que maravi l larse de esto cuando la histor ia de la c iencia se ha

    def inido como una ser ie inf inita de errores decrecientes; y así es en el

    mejor de los casos,

    Lo de la verosimili tud es, pues, un problema de perspectivas y de

    opiniones sobre qué sea la realidad, hasta dónde l lega lo probable, lo

    posible , lo improbable

      y

      lo imposible. Esto en lo que afecta a los fenó-

    menos de la naturaleza, porque, s i se extiende a las artes, las tradicio-

    nes l i terar ias y culturales introducen otros factores que aun complican

    más el asunto. Así por ejemplo, es bien conocida la burla sobre el lec-

    tor ingenuo que está convencido de la realidad de los disparates que

    cuenta un l ibro , prec i samente porque es un texto impreso , e impreso

    con l icencia del Rey; en otro nivel se si túan quienes creen algo porque

    así lo af i rmaron los gr iegos o los romanos, Y, por últ imo, se aceptan

    determinadas formas, contenidos, etc . , porque así lo establece una tra-

    dición l i terar ia, un género determinado, ecc,

    3 1

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    32/56

    Pero lo que ahora me interesa señalar y resaltar es que la divertida

    y di fundida si tuación en la que un lector identiñca y confunde la f ic-

    ción l i terar ia con la realidad objetiva, como le sucede a Don Qui jote,

    sólo es posible cuando esos dos ámbitos están ya bien di ferenciados

    por el común de los lectores, lo cual no es lo dado de manera espontá-

    nea, s ino el resultado de un proceso complejo por el que esos elemen-

    tos f ict ivos se van di ferenciando, separando e independizando de las

    narraciones histór icas que los contenían, hasta crear una realidad nue-

    va y di ferente , como hemos venido v iendo,

    El problema, pues, se plantea en dos niveles: por una parte, el rea-

    lismo aristotelizante, donde la dificultad estriba en saber qué sea lo real

    y hasta dónde llega lo posible; por otra parte, es inevitable plantear si

    esa verosimili tud —sea lo que f i jere— es aceptada y seguida por los

    escritores, o sólo es algo así como un latiguillo o una coartada, algo que

    se acata pero no se cumple, o algo, por f in, que ni se acata ni se cumple.

    Hay géneros en los que la ev idente fa lsedad del argumento no

    empece su valor moral , e jemplar . La exegesis humanística de los mitos

    clásicos, unida a la tradición esópica, permitía (y aun obligaba) a

    defender ei valor y el mérito de algunas narraciones inverosímiles, s i

    eran bien entendidas y si se atendía a la sustancia, al s igni f icado ocul-

    to, etc . Esto es lo que sostienen una y otra vez los humanistas, desde

    Bo cca ccio a Viv es, y lo qu e enseña San Isidoro y recuerda el prólogo

    del Ysopete^^. Queda ahí un espacio poco def inido, en el que se mue-

    ven las obras cuyos argumentos no son verdaderos ni verosímiles (ni lo

    pretenden), pero cuya signi f icación últ ima (se acepta que verdadera)

    depende de los pr imores hermenéuticos del lector , pues las fábulas, en

    cuanto a la letra, son siempre inverosímiles; y son absolutamente inve-

    ro.símiles, precisamente para resaltar que ocultan una verdad moral y

    obligar ai lector a que la busque. Ahora bien, hay fábulas y labulas, y

    la di ferencia entre unas y otras sólo depende de lo que el exegeta

    encuentre — o no en cue ntr e— bajo la ferm osa cobertura , de que e l

    meollo sea bueno o malo, de que induzca al bien o al mal, en una pala-

    bra, de que la enseñanza coincida o no coincida con las creencias y los

    intereses del lector.

    V é a s e  Humanismo y Renacimiento en España,  M a d r i d , C á t e d r a , 1 9 9 4 .

    3 2

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    33/56

    En conjunto, en la narración en prosa hay dos posibilidades básicas:

    la historia y la fábu la esópica; pero entre ellas aparece u na tercera posibi-

    lidad, nefata y escandalosa, la de las fábulas milesias, que ni son verdad

    ni enseñan nada^^. A lo largo del siglo xvi se afirma una   y   otra vez que

    ^^ Es es ta opos ic ión la qu e se man i f ies ta en los reproches q ue Ju an Gi né s de

    Sep ú l v eda l e d i r i ge a E ras m o: « Sed p r i us qu am d i co de  Naufiagii d iiiogo  qu i d s en c i am ,

    i n d i cab o c i b i, E ras m e, m eam n eg l i gen t i am : p ro f i teor en i m m e ad us que tem p us , q uo

    h an c s cr i ben d i curam s us cep i , re l i quorum s cr i p corum cuorum p erp auca , e t carp t i m ,

    co i i oqu i orum autem n e v erb um qu i d em l eg i ss e : eadem n i m i rum rat i on e , quam de

    A l ber to P i o m em orav i , quod th eo l og i am ex s acr i s e t l i t te r i s e t doctor i bus , p h i l os o-

    p h i am ex A r i s to te l e , e l oque n t i am ex C i c ero n e , quam ex l i br is E ras m i , l i ce t s i n t , u t

    s un t , e l oquen tes e t e rud i t i , m i h i uber i us con t i n gere p os s e ex i s t i m abam . Sed h oc l abo-

    re suscepto, ne mihi vere obi icere posses , quod de Alberto Pio lev i sane ex causa sus-

    p icaris , voluisse me de tuis l ibr is , antequam legerem, iudicium fecere, et a l ia v idi , quae

    opus esse putav i , et a l iquot col loquia perlegi , sed i l la in primis , in quibus de funere

    ag i cur , de n auf rag i o , de p eregr i n ar i on e re l i g i on i s caus a s us cep ta . Quae cum l egerem .

    D eus i m m orta l i s i quan tum ego r i s i , quam m i h i p rae te v i s us es t i p s e quoque f acet i a -

    rum p ater Luc i an us f r i gere Sed i l l a i ocorum atque s a l i um i ucun di tace , quae s aep e

    mentem obcaecat , quo minus v ideat , s i quid mal i sub ea lat i tat , ref r igerata, rem pau-

    l o s ev er i us , i n ten t i or i que a n i m o reco l ere coep i . Ub i cu m ea , quae de a f f ec t i h us ab an i -

    mo p io profect is edisser is , s ine r i su perpendissem, da venia, Erasme, non potui non

    magnopere in earn suspicionem venire, in qua erat Albertus Pius , re , cum ca scr iberes ,

    l on ge a l iam m en tem h abui s s e , qua m i p s e n u n c a f f i rm as , dum i m p rop e ran n bus s a t is -

    fácete laboras . In quo s i forte ft il sus sum op inio ne me a, d i f f ic i le es t en im Eras mo

    máximo v iro de animi sui sentenria in causa p ietat is tes t i f icanti non credere, i l lud cer-

    te con f i rm a re p os s um , te m ax i m a m occas i on em ded i s s e , u t qu i c um que ea tua co l l o -

    quia legeri t , putet ce de monachaci i in

      Funere,

      de cu l tu d i v orum i n

      Peregrinatione,

      d e

    hoc ipso, ec voc ali co nfe ssio ne , ac d e vocis n un cu pati s non recce sensisse in   Naufrago.

    Nam (ut redeamus, unde fueramus digress i ) quod ipsum excusas , quas i in eo nihi l

    a l i ad , quam v ar ios v u l gar i um h o m i n u m a f f ec tu s des cr ip s er is , n i h i l a íFers : p i os en i m

    rel ig ionis af fectus s ic depingis , uc ipsos p iane i rr idere v idearis .»

      {Antapolo^a,

    c a p . X L V I I l ;

      Opera omnia,

      ed . c i t , tomo IV, pág. 575) .

    « N ec en i m des un e h om i n es n on i n urban i , qu i tu i s

      coUo/juiis

     perlectis , ce cavi l ien-

    tur i n e i s p ot i s s i m um Luc i an um m agi s t rum n on s o l um s cr i ben d i , s ed argum en t i

    e t i am gen ere i m i ta t i v o l u i s s e . Luc i an us en i m , quod cu m ax i m e n os t i , h om o n atura

    f es t i v is s i m us , s ed p h i l os op h i s m agn o p ere i n f en s us , et a cu l tu deo rum , quos n u l l os es se

    p ucabac , s i qu i s um quam , a l i en us , d i a l ogocum s ev er i ta tem , qu i bus an te i p s um res

    dumcaxac ad nacuram aut mores pert inentes tractabantur, i ra remis i t , ut eos coegeri t

    l us i bus e t i oc i s com oed i aru m i n s erv i re , e t d i a l og um cum c om oed i a p r i m u s om n i u m ,

    quod i p s e g l or i a tur , cop u l av i t . Quo gen ere s c r i ben d i i n n u l l os m ag i s p er r i s um et

    i ocum i n v eh i tur , quam i n deos ec p h i l os op h os . T e i g i tur v i der i d i cun t , cer tare v o l u i -

    3 3

  • 8/19/2019 Discurso de Ingreso Domingo Yndurain

    34/56

    los libros de caballerías corresponden a las fábulas milesias, por su falca

    de verdad y verosimilitud, por la ausencia de contenidos ejemplares.

    Pero puesto que otras grandes novelas, como las pastoriles y las bizanti-

    nas, tampoco son verdaderas ni verosímiles, para prestigiarlas habría que

    marcar las distancias respecto a las caballerescas, y señalar su relación y

    dep end enc ia, directa o indirecta, sea con la realidad sea con las f íbu-

    las esópicas sea con las narraciones mitológicas. Otra vez nos encontra-

    m os co n qu e el valor de las obras literarias depen de de la cantid ad de ver-

    dad ob jetiva que atesoran, sea esta verd ad ma terial o moral, y del acu erdo

    que establecen con los modelos del género. Así lo siente, por ejemplo,

    Alonso Núñez de Reinoso cuando explica la radical di ferencia que media

    entre una obra como la suya y los disparates de las caballerescas:

    Esca Historia pasada d e Florisea yo no la escribí para que servie-

    se solamence de lo que suenan las palabras; sino para avisar a bien

    vivir, como lo hicieron graves Ancores, que inventando ficciones,

    moscraron a los hombres avisos para bien regirse, haciendo sus

    cuentos apacibles por inducir a los lecoces a leer su abscondida

    moralidad, que toda va fundada en gran fruto y provecho. Y deba-

    jo de su invención hay grandes secretos; [,.,

    s s e cun i Luc i a i i o , n e i l l e f es t i v us G raecc déos e t p h i l os op h os , quam tu Lat i n e , eodem

    scribcndi genere, d ivos et monachos , res , quae v ideti possuri t non penitus abs imi ics ,

    exagi tare ex is t imetut ;» ( ibid . , cap . XLVl , pág. 575)- Creo que la equivalencia es tableci -

    da por Sepúlveda entre las «his torias verdaderas» y la baja comedia la toma del propio

    L u c i a n o   {Doble acusación   o   Los tribunales,   habla Si r io) , lo cual quizá obl igaría quizá a

    establecer y es tudiar la d i ferencia entre comedias didácticas y comedias burlescas , pero

    no es és te e l momento de abordar can interesante dis t ingo, aunque s í cabe señalar que

    tanto en las comedias burlescas como en las fábulas mi les ias y en las h is torias lucia-

    nescas , cabe la pos ibi l idad de que, quitada la corteza, no se hal le meol lo alguno.

    Con un fondo de real idad, a l menos . La novela sentimental ya había señalado

    con f recuencia que el caso narrado había sucedido en la real idad, pero que se mudan los

    nom bres para la ocas ión (véase m i edición de la  Penitencia de amor,   M adr i d , A k a l , 1 9 9 6) ;

    y , como es lógico, la novela que continúa y sucede a la sentimental , es to es , la pastori l ,

    p re ten de ot ro tan to , com o as ev era M o n te m ay o r en l a Z J i i wa . ' icY de aqu í com i en za e l p r i -

    mero l ibro. Y en los demás hallarán muy diversas historia.^ de casos que verdaderamen-

    te han sucedido, aunque van dis f razados dcbaxo de nombres y es t i lo pastori l .» («Argu-

    mento deste l ibro» , ed. E . Moreno Bac? . , Madrid , Editora Nacional , 1976. pág, 8) .

    Aquí añade una ref lex ión canónica; «porque ¿qué otra cosa es f ingir los Poetas

    la batal la de los g igantes s ino mostrar los hombres que v iven s in razón? Y ¿qué otra

    3 4

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    Y así ninguna cosa liay en aquella Historia que no tenga algún

    ejemplo para bien vivir. Por lo cual quien a las cosas de aquel libro

    diere nombre de las vanidades que tratan los libros de caballerías,

    dirá en ello lo que yo en mi obra no quise decir; porque en verdad

    que ninguna palabra escrebí que