Distopías y Ciencia Ficción Apocalíptica en la Literatura

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Distopías y Ciencia Ficción Apocalíptica en la Literatura La palabra utopía, acuñada por Tomás Moro en su obra homónima, influenciada por la famosa República de Platón, podría provenir de la palabra griega “u-topos“, (no lugar) o de “eu-topos“, (buen lugar). Moro buscaba una manera de designar un lugar perfecto, un mundo ideal, una civilización evolucionada. Sin embargo, como demostró la propia experiencia de Platón, que intentó llevar su utopía a la realidad en Siracusa, con frecuencia el futuro no nos trae perfección y mejoría, sino desastre. Y aquí es donde comenzamos a hablar de distopía. Por su carácter futurista y especulativo, se trata de un subgénero temático que suele encuadrarse en el género de la ciencia ficción. Distopía: llamada también antiutopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto; al condicionamiento o, incluso, al exterminio de sus miembros, bajo una fachada de benevolencia. Los textos basados en distopías surgen como obras de advertencia, o como sátiras, que muestran las tendencias actuales extrapoladas en finales apocalípticos. Las utopías, en cambio, no se basan en la sociedad actual, sino que transcurren en una época y un lugar remotos, o indeterminados, o luego de una ruptura de la continuidad histórica. Las distopías guardan mucha relación con la época y el contexto socio-político en que se conciben. Por ejemplo, algunas distopías de la primera mitad del siglo XX advertían de los peligros del socialismo de Estado, de la mediocridad generalizada, del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias, del consumismo y el aislamiento. Otras más recientes son obras de ciencia ficción ambientadas en un futuro cercano y etiquetadas como ciberpunk, que utilizan una ambientación distópica en que el mundo se encuentra coercitivamente dominado por las grandes transnacionales capitalistas con altos grados de sofisticación tecnológica y carácter represivo.

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Análisis de obras literarias

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Distopías y Ciencia Ficción Apocalípticaen la Literatura

La palabra utopía, acuñada por Tomás Moro en su obra homónima, influenciada por la famosa República de Platón, podría provenir de la palabra griega “u-topos“, (no lugar) o de “eu-topos“, (buen lugar). Moro buscaba una manera de designar un lugar perfecto, un mundo ideal, una civilización evolucionada. Sin embargo, como demostró la propia experiencia de Platón, que intentó llevar su utopía a la realidad en Siracusa, con frecuencia el futuro no nos trae perfección y mejoría, sino desastre. Y aquí es donde comenzamos a hablar de distopía. Por su carácter futurista y especulativo, se trata de un subgénero temático que suele encuadrarse en el género de la ciencia ficción.Distopía: llamada también antiutopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o to ta l i t a r io— l levan a l cont ro l abso lu to ; a l condicionamiento o, incluso, al exterminio de sus miembros, bajo una fachada de benevolencia.

Los textos basados en distopías surgen como obras de advertencia, o como sátiras, que muestran las tendencias actuales extrapoladas en finales apocalípticos. Las utopías, en cambio, no se basan en la sociedad actual, sino que transcurren en una época y un lugar remotos, o indeterminados, o luego de una ruptura de la continuidad histórica.

Las distopías guardan mucha relación con la época y el contexto socio-político en que se conciben. Por ejemplo, algunas distopías de la primera mitad del siglo XX advertían de los peligros del socialismo de Estado, de la mediocridad generalizada, del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias, del consumismo y el aislamiento.

Otras más recientes son obras de ciencia ficción ambientadas en un futuro cercano y etiquetadas como ciberpunk, que utilizan una ambientación distópica en que el mundo se encuentra coercitivamente dominado por las grandes transnacionales capitalistas con altos grados de sofisticación tecnológica y carácter represivo.

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Otras distopías son presentadas como utopías en su visión superficial, pero a medida que los personajes se adentran en la misma descubren que el aparente mundo utópico mantiene ocultas características propias de las distopías que resultan indispensables para su funcionamiento. Estas distopías suelen estar pensadas para advertir sobre los riesgos de la manipulación mediática o política.Por lo general, cuanto más se acerca una distopía a temas que están presentes en nuestro tiempo, es decir, cuanto más plausible nos resulte, más incómoda y cercana será y, por tanto, mayor impacto tendrá en el lector. El poder de los medios de comunicación, la superpoblación, la escasez de alimentos, el neoliberalismo más extremo, la devastación ecológica… todos son problemas que reconocemos en nuestro mundo actual y que nos dirigen hacia un futuro poco prometedor.

Ciencia ficción apocalíptica: es un género literario o cinematográfico de anticipación, que versa su línea narrativa o descriptiva, en un probable destino calamitoso o cataclísmico de la humanidad. Con una visión generalmente pesimista, ese género describe de manera magnificada los errores que comete la humanidad actualmente y sus consecuencias en el futuro, pero con un final generalmente nefasto. Desde ese punto de vista, se avizora el final de la civilización por una guerra nuclear, plaga, o algún otro desastre general terrestre o cósmico.

La visión fatídica del final de los tiempos para la especia humana, no es nada nuevo. Varias religiones y creencias mitológicas -del pasado y presente- alrededor del planeta, presuponen un término abrupto y desolador en la existencia terrena del hombre. La ingenuidad en los autores por el desconocer de por qué ocurrían los fenómenos naturales los hacían acudir a soluciones divinas. Esto cambió con el avance de la ciencia, el cual dio la posibilidad de separar lo celestial como generador del acabamiento del ser humano en el planeta e insertar nuevos motivos: pestes traídas del espacio exterior o creadas en laboratorios, armas cuyos poder de destrucción arrasarían con la vida humana o por lo menos su sistema de vida, o máquinas que una vez igualadas a su creadores, someten a éstos o los exterminan. Este nuevo género floreció, obviamente, en la literatura, pero no tardó en conquistar el área del cine, donde se ha hecho más popular.¿Qué motiva a los escritores de ciencia ficción? ¿Qué recuerdos se les ponen en juego? ¿Qué deseos? Frenéticos adoradores de la información, pensadores del futuro; son los profetas de nuestro tiempo. Construyen mundos posibles, metáforas surrealistas de la cruda realidad; relatan en el imaginario lo que nuestro estado consciente se niega a descubrir. Odian los círculos ilustrados, se dirigen a las masas, son agitadores libertarios que bregan por la rebelión del mundo esclavo. Desde una oscura y pequeña habitación, algunos en situación de pobreza, rezan al mundo sus plegarias.

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¿Científicos frustrados? “Los profesores creen saber más que los alumnos, y eso es falso, tienen prejuicios...”, decía Bradbury. La ciencia oficial es un medio, pero está muy lejos del fin, que no es otro que un universo en armonía donde la naturaleza, el hombre y la máquina convivan en perfecto equilibrio. Por eso, su punto de referencia es el fin de este mundo. Y eso los vuelve escritores apocalípticos.La ciencia ficción es generadora de paradigmas filosóficos e ideológicos que alimentan nuestra percepción crítica del mundo.Y la literatura apocalíptica es propia de la cultura judía, varios siglos antes de Cristo, y da fruto a los libros más importantes del Antiguo Testamento (Zacarías y Daniel principalmente). Durante la resistencia judía, se alzan las voces proféticas y apocalípticas que vaticinan el fin del mundo, o el fin de una guerra sangrienta entre la ley de Dios y la ley del hombre.Esa literatura, sumamente creativa y poética, desaparece con la aniquilación completa del cristianismo primitivo y con la cooptación absoluta de sus creencias por parte del imperio de Constantino.Pero la literatura apocalíptica moderna, en cambio, surge en el siglo XIX, ya no desde la religión, sino desde la ciencia y la filosofía, con la misma dosis de simbolismo y metaforismo que la apocalíptica antigua. Es cierto que dentro de este género se escribió mucho y una buena parte es escritura de folletín comercial. El mismo Theodore Sturgeon (famoso y muy creativo escritor de CF) dijo: “El noventa por ciento de la ciencia ficción es basura, pero también el noventa por ciento de todo es basura”. ¿Y acaso comprendemos el fenómeno que le da origen: épocas de revolución burguesa y de avances tecnológicos que amenazan con el futuro de la humanidad, y la aparición de obras que cambiaron el rumbo de la literatura y la cultura en general?El siglo XX, repleto de guerras mundiales, revoluciones, tiranías, grandes crisis económicas, siglo del dominio del capital sobre las personas, es el marco ideal para el surgimiento de nuevos profetas. La deshumanización del mundo y, en el peor de los casos, su destrucción por los medios que el mismo hombre inventó: la tecnología creada por el hombre pero al servicio del capital, el robot contra su creador.Pero durante todo el siglo XX, en la contraposición violenta de realidades, en el marco de una gran guerra ideológica, con el fantasma rojo recorriendo el mundo y el tironeo constante de la palabra libertad; los escritores de CF apuntaron al corazón del conflicto: la deshumanización. El feroz progreso perdía de vista al ser humano, y las nuevas armas consolidaban la muerte a gran escala. La visión pesimista de autores como el británico Aldous Huxley, con su novela futurista (y una enorme carga de sátira) Un mundo feliz (1932), formaba una corriente distópica, creadora de mundos de pesadilla, en oposición a la CF utópica, representada por Julio Verne.