DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO Liturgia y vida 19... · decirles que, en esto, imita a Cristo,...
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DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO
AÑO VII – nº 326 - 19 / 02 / 2012
1
Liturgia y vida
Se repite una escena parecida a la que comentábamos
hace unos días, cuando leíamos que Jesús curó a una
persona poseída por un espíritu inmundo. La gente dijo
entonces: «este enseñar con autoridad es algo nuevo,
hasta los espíritus inmundos le obedecen». Hoy, cuando
leemos que Jesús perdona y cura a un paralítico, vemos
que la gente dice: «nunca hemos visto una cosa igual».
Jesús actuaba de una manera distinta a como actuaban
los escribas, fariseos y demás maestros y charlatanes de
entonces. Jesús demostraba con sus obras la verdad de sus
palabras. Yo creo que esto es lo que sigue distinguiendo,
también hoy, el hablar y el actuar de Jesús, del hablar y
actuar de muchas personas y de muchos cristianos, Iglesias
e instituciones cristianas, en general. La gente nos oye
predicar que son bienaventurados los pobres, pero ve que
nosotros no queremos ser pobres; nos oye decir que son
bienaventurados los que luchan contra la injusticia, pero ve
que nosotros vivimos muy acomodados en nuestro mundo
injusto; nos oye decir que son bienaventurados los que son
limpios de corazón, pero ve que muchos de nosotros no
somos castos, ni puros, ni en nuestras intenciones, ni en
nuestras acciones. Y así en otras muchas cosas. Hablamos
muy bien, pero vivimos también “muy bien”, sin acercarnos,
ni comprometernos con los que se ven obligados a vivir
muy mal. La gente ve que nuestras palabras van por un
lado y nuestras acciones por otro. No hablamos “con
autoridad”, porque no demostramos con nuestras obras lo
que decimos con nuestras palabras. Hay entre nosotros,
afortunadamente, muchas honrosas excepciones, Cáritas
es una de ellas. Pero es verdad que mucha gente nos ve a
nosotros, y a nuestra Iglesia, así: que hablamos bien, pero
que no actuamos en consecuencia, que estamos poco
comprometidos con la realidad injusta en la que vivimos.
No ve que hablemos con autoridad.
El profeta Isaías, casi seis siglos antes de Cristo, también dice
a su pueblo que Dios va a realizar algo nuevo: abrirá
caminos en el desierto y ríos en el yermo. El pueblo que
confía en el Señor no debe perder nunca la esperanza: la
misericordia de Dios es mucho más grande que los pecados
de los hombres. Dios nos regala siempre su perdón y nos
ofrece su ayuda gratuita. Nosotros debemos dejarnos
gobernar por Dios y seguir sus caminos. El texto del profeta
Isaías es un mensaje de esperanza a un pueblo que estaba
abatido y desanimado. Es cuestión de confiar en Dios y de
dejarse guiar por él. Nuestra fe debe ser siempre el sostén
de nuestra esperanza en Dios.
San Pablo, en esta su carta de consolación, les dice a los
corintios que no ha cambiado su actitud hacia ellos. Si no
ha podido visitarles tan pronto como les había prometido,
no ha sido por falta de voluntad. Él ha estado siempre
dispuesto a ayudarles, porque se siente enviado por Cristo
para cumplir la misión de evangelizarles. Se atreve a
decirles que, en esto, imita a Cristo, que fue un “sí” total y
definitivo a la voluntad del Padre; Cristo fue el realizador
total de las promesas de Dios. Probablemente, nosotros
mezclamos muchas veces el sí con el no inadecuadamente
y no siempre que decimos “sí” es “sí”, ni cuando decimos
“no” es siempre “no”. Debemos pedirle a Dios que sea
siempre su Espíritu, el Espíritu de Cristo, el que nos dicte en
cada caso cuándo debemos decir “sí” y cuándo debemos
decir “no”. Y actuar en consecuencia.
Hemos pecado muchas veces contra el Señor; por eso,
estamos espiritualmente enfermos. Debemos pedir al Señor
perdón por nuestras culpas y la salud del alma y del cuerpo.
Como veíamos en el evangelio, Cristo puede perdonar
nuestras culpas y sanar nuestras enfermedades. Los judíos
pensaban que la enfermedad del cuerpo era
consecuencia del pecado del alma; nosotros no pensamos
exactamente así, pero sabemos que muchas
enfermedades del cuerpo siguen siendo hoy consecuencia
de nuestros pecados. Si en nosotros, como individuos, y en
la sociedad, como estructura social, desapareciera el
pecado, desaparecerían automáticamente también
muchas de las enfermedades que padecemos.
GABRIEL GONZÁLEZ DEL ESTAL
22 de febrero, MIÉRCOLES DE CENIZA
Imposición de la ceniza: Misas 10 h. y 19 h.
Celebración Catequesis 17,30 h. Día de ayuno y abstinencia.
2
Palabra de Dios
LECTURAS DE LA MISA PARA LA SEMANA
Lunes 20 Santos Nemesio y Eleuterio Sant 3, 13-18 / Sal 18 / Mc 9, 14-29 Martes 21 San Pedro Damián Sant 4, 1-10 / Sal 54 / Mc 9, 30-37 Miércoles 22 Miércoles de Ceniza Jl 2,12-18 / Sal 50 / 2Cor 5,20-6,2 / Mt 6,1-6.16-18 Jueves 23 Policarpo, obispo Dt 30,15-20 / Sal 1 / Lc 9,22-25 Viernes 24 Santos Modesto y Sergio Is 58,1-9a / Sal 50 / Mt 9,14-15 Sábado 25 Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario Is 58,9b-14 / Sal 85 / Lc 5,27-32
PRIMERA LECTURA
Lectura del profeta Isaías.
Is 43,18-19.21-22.24b-25.
Así dice el Señor: «No recordéis lo de antaño, no
penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya
está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el
desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del
pueblo que yo formé, para que proclamara mi alianza.
Pero tú no me invocabas, Jacob; ni te
esforzabas por mí, Israel; no me saciabas con la grasa
de tus sacrificios; pero me avasallabas con tus
pecados, y me cansabas con tus culpas. Yo, yo era
quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me
acordaba de tus pecados.»
SALMO RESPONSORIAL
Sal 40,2-3.4-5.13-14.
R./ Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido,
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti».
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia,
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén. Amén.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol San
Pablo a los Corintios. 2 Cor 1,18-22.
Hermanos: ¡Dios me es testigo! La palabra que os
dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo
de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado,
no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido
en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y
por él podemos responder «Amén» a Dios, para gloria suya.
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto
con vosotros. Él nos ha ungido, Él nos ha sellado y ha puesto
en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Marcos.
Mc 2,1-12.
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún,
se supo que estaba en casa. Acudieron tantos, que no
quedaba sitio ni a la puerta. El les proponía la Palabra.
Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no
podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima
de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron
la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le
dijo al paralítico: - «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban
para sus adentros: -«¿Por qué habla éste así? Blasfema.
¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: -
«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al
paralítico “tus pecados quedan perdonados”, o decirle
“levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para
que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra
para perdonar pecados...» Entonces le dijo al paralítico: -
«Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu
casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió
a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a
Dios diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»
3
Queridos hermanos y hermanas
La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de
reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad.
En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la
ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos,
renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como
comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la
oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera
de vivir la alegría pascual.
Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un
breve texto bíblico tomado de la Carta a los
Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la
caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte
de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a
confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos
obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a
Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes
teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón
sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en
laesperanza que profesamos» (v. 23), con una atención
constante para realizar junto con los hermanos
«la caridad y las buenas obras» (v. 24). Asimismo, se afirma
que para sostener esta conducta evangélica es importante
participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la
comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión
plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que,
en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y
siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la
atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.
1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano.
El primer elemento es la invitación a «fijarse»: el verbo
griego usado es katanoein, que significa observar bien,
estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una
realidad. Lo encontramos en el Evangelio, cuando Jesús
invita a los discípulos a «fijarse» en los pájaros del cielo, que
no se afanan y son objeto de la solícita y atenta
providencia divina (cf. Lc 12,24), y a «reparar» en la viga
que hay en nuestro propio ojo antes de mirar la brizna en el
ojo del hermano (cf. Lc 6,41). Lo encontramos también en
otro pasaje de la misma Carta a los Hebreos, como
invitación a «fijarse en Jesús» (cf. 3,1), el Apóstol y Sumo
Sacerdote de nuestra fe. Por tanto, el verbo que abre
nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante
todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no
mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos.
Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud
contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del
egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la
«esfera privada». También hoy resuena con fuerza la voz del
Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos
cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos
«guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que
entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado
reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien.
El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a
tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad
respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios: el
hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos,
también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un
verdadero alter ego, a quien el Señor ama infinitamente.
Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la
justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán
naturalmente de nuestro corazón. El Siervo de Dios Pablo
VI afirmaba que el mundo actual sufre especialmente de
una falta de fraternidad: «El mundo está enfermo. Su mal
está menos en la dilapidación de los recursos y en el
acaparamiento por parte de algunos que en la falta de
fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» (Carta.
enc. Populorum progressio [26 de marzo de 1967], n. 66).
La atención al otro conlleva desear el bien para él o para
ella en todos los aspectos: físico, moral y espiritual. La
cultura contemporánea parece haber perdido el sentido
del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con
fuerza que el bien existe y vence, porque Dios es «bueno y
hace el bien» (Sal 119,68). El bien es lo que suscita,
protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión.
La responsabilidad para con el prójimo significa, por
tanto, querer y hacer el bien del otro, deseando que
también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el
hermano significa abrir los ojos a sus necesidades. La
Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de
tener el corazón endurecido por una especie de
«anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los
sufrimientos de los demás. El evangelista Lucas refiere dos
parábolas de Jesús, en las cuales se indican dos ejemplos
de esta situación que puede crearse en el corazón del
hombre. En la parábola del buen Samaritano, el
sacerdote y el levita «dieron un rodeo», con indiferencia,
delante del hombre al cual los salteadores habían
despojado y dado una paliza (cf. Lc 10,30-32), y en la del
rico epulón, ese hombre saturado de bienes no se
percata de la condición del pobre Lázaro, que muere de
hambre delante de su puerta (cf. Lc 16,19). En ambos
casos se trata de lo contrario de «fijarse», de mirar con
amor y compasión. ¿Qué es lo que impide esta mirada
humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia
son la riqueza material y la saciedad, pero también el
anteponer los propios intereses y las propias
preocupaciones a todo lo demás. Nunca debemos ser
incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre;
nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben
absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos
sordos al grito del pobre. En cambio, precisamente la
humildad de corazón y la experiencia personal del
sufrimiento pueden ser la fuente de un despertar interior a
la compasión y a la empatía: «El justo reconoce los
derechos del pobre, el malvado es incapaz de
conocerlos» (Pr 29,7). Se comprende así la
bienaventuranza de «los que lloran» (Mt5,4), es decir, de
quienes son capaces de salir de sí mismos para
conmoverse por el dolor de los demás. El encuentro con
el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son
ocasión de salvación y de bienaventuranza.
Continúa…
Esta es nuestra fe
MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2012 (I) «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10, 24)
DOMINGO 19 10:00 – DIF. FAM. BENDITO CAÑIZARES, AMELIA, CARLOS, LOURDES, GRACIANO, LEONARDO, MANUELA, SOR MATILDE
Chantal, RUPERTO, MATILDE, FAMILIA MORENO, LEONARDO,YANELI,DANIEL López; 12:00 - POR EL PUEBLO; 13:30- EMILIO, ESTEBAN, MARIA, ARMANDO, PACO; 19:00 –
LUNES 20 19:00 – SALVADOR Gil , HERMELINDA, ALFREDO, ÁNGELES
MARTES 21 19:00 – MIÉRCOLES 22 10:00 – ADELINA , ANTONIO, ALFONSO, MARINA, MANOLA, MARIATE; 19:00 - JUEVES 23 10:00 – ESPERANZA, MANUEL, MOISÉS, MARI CRUZ , ALBERTO, JOAQUIN, ELENA, ROSA; 19:00 – VIERNES 24 10:00 – DARÍA; 19:00 - SÁBADO 25 11:00 – ; 19:00 – MAURICIO, JAVIER, DOLORES, ERNESTO, SERAFIN, ENRIQUE, DIF. FAM. GALVAN
DOMINGO 26 10:00 – DIF. FAM. BENDITO CAÑIZARES, CIDOALDA; 12:00 - POR EL PUEBLO; 13:30- EMILIO, FRANCISCO, ROSARIO,
ESTEBAN; 19:00 –
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AVISOS
INTENCIONES DE MISA:
AVISOS AVISOS
Para prepararse…
AVISOS AVISOS
CUARESMA EN LA PARROQUIA 2012
«Fijémonos los unos en los otros para estímulo
de la caridad y las buenas obras»
(Hb 10, 24)
Todos los Viernes de cuaresma
18,20 h. Vía Crucis 19,00 h. Misa
Sábado 10 de marzo
RETIRO espiritual de Cuaresma - preparación a la Semana Santa Comenzará a las 9,00 h. hasta las 18,30 h.
Para asistir inscribirse hasta el jueves 8 de marzo
Miércoles 28 de marzo 19,00 h. Celebración Comunitaria del Sacramento de la Reconciliación: nos confesamos
El fin de semana del 9-11 de marzo nos vamos a la JAVIERADA en Navarra los jóvenes de los grupos de Juveniles y Jóvenes NSR. Os invitamos a venir con nosotros. Más info o entrega de la inscripción al catequista o en
el Despacho parroquial.
“Operación Kilo” El pasado domingo se recogieron:
146 Kg de alimentos
195,10 € en donativos
Gracias por vuestra colaboración
LA GRATUIDAD ES UN DON
VIVE PARA LOS DEMÁS