EL FONDO DEL ALJIBE -...

1
OTOTOTWOTW mm^ m 12 EL MUNDO, 5i^ JUAN, P. R. JUEVES 24 DE NOVIEMBRE DE 1938. ••• Vé. MotUrai -••• Caula Vil ZONITE como tu Antiséptico y Microbicida Pertonal Uno de los fruto» mía im- portante*: de Ja ciencia en favor de la mujer es ZONITE I—un potent(simo pero inofen- sivo antiséptico y microbicida personal pera la Higiene Feme- nina.. Hoy en día, laa mujeres no necesitan recurrir a antisépticos peligrosos, cáusticos, irritantes y vanen osos como el ácido fénico ¡ o el bjsJoruro da mercurio. Dts- ' ponen da todaa laa ventajas da un antiséptico y microbicida . e/i rae a la vez que desodorante tde rápida acción—y de una se 1 guridad tan absoluta que lo recomiendan las autoridades de Sanidad, loa hospital** y los médicos. tavM Zonltc \ (I Antiséptico Seguro (- llll'lt IIS.Mt Su Apariencia... Tanga una apariencia natural usando los cosméticos da be- lleza franceses de Permanente! un hilo (french olí) Shampoo y Peinado por silo $4.oo Especialidad en tintas por la experta GILDA CARLO Mayfair Beanty Salón MRS. BALL Tti 1007 Plora Baldorioty Frenta o Kltin's San Juan, P. R. ELIXIR IACTIPIMTICO kreuiLUEi Prescrito desde mas de cien años (i8ia| contra todos les es- tados congestivos i Corazón y Veinasj Rifione» Hígado Pulmón Senilidad Paludismo UWntoriwIOCHUtáCl 12 KMétCrmilcPAJUSl /M roau LSI MaavMMa I 666 Alivia Catarros Fiebre y Jaque- cas debido a Ca- tarros. Prueba: "Rub- Liquido, Taoietas, My-Tlam"— un üngus n t o, Ootaa maravilloso Ll- Nasales nlmento. EL FONDO DEL ALJIBE (Continuación de la página 9) sorto en su tarea. Amenliábala el afanoso muchacho entonando una ranclón de los negros bozales, cuyo guirigay no hablaba él de ordinario. He aquí la letra de la canción: que Sino Rafe son guardia de tu hují que ta namorao de ti ' y se corresponde. Toro Francisca lo sé, ma que me lotes negand por eso tu tA prlslando mi corazón sin fell, por eso yo va morí y pena meta Jogando. Se detenía después un momento para amontonar, la lena, y luego cortaba y cantaba de nuevo. Su voz tenia notas agudas de ti- ple, y Áspelas y profundas de bajo, en esa rara y desagradable mezco- lanza que delata la criáis del que fué nlfto y aún no e. hombre. Pero, aunque desagradable, tenia dulces acentos, sobre todo al repetir esta última fraae: Por eso yo va morí y pena meta jomando; porque, mAs que cantarlo, suspirá- balos y es sabido que los suspiros del adolescente nunca fueron un rui- do tan. desigual como su canto. Pero mientras sus golpes y gritos anunciaban de tan ruidosa manera su presencia en aquel lugar, an- daba su imaginación por otros dife- rentes: ' —¡Cómo pasa el tiempo:—se de- cía—antes no cortaba yo lena, ral cana. Me pasaba todo el dia cuidán- dola. Ahora apenas %'. la veo. ¡Y có- mo ha cambiado la nina! ¡Qué gran- de «til Y dirigía una mirada de soslayo al montón fle troncos carcomidos que habla unoa veinte pasos mAs Alia, y sus ojos despedían llamara- das más fuertes y mAs vivas que los de la hoguera próxima. Sobre, uno de aquellos troneos habla una pareja de tórtolas... no le faltaban mas que las alas'. Aurora, con una bata blanca, entre cuyos adornos de encaje a penas se velan unos lazos de color azul celeste muy pequeños, llevaba sus cabellos, que de rubio de oro habíalos trocado el tiempo en cas- ta Ao obscuro, en dos trenzas par- tidas, una de laa cualea, adelan- tándose por encima del gracioso busto, seguía en acompasado mo- vimiento el que la respiración da- ba a su pecho. A su lado Eugenio, con un traje de dril recién plan- chado, del mismo color que la bata de ella, y con un magnifico som- brero de PanamA, se entretenía en azotarse las piernas con un lati- guillo. Los dos trigueños y guapos. Por- que Mauricio miraba a niño Euge- nio, y le encontraba los ojos -i:- masiado grandes y rasgados, y la boca demasiado pequeña y gracio- sa, para que no pudiese enamorar a cualquier muchacha, y eso .e hacia aufrir horriblemente... No porque él tuviese celos, que nunca se' le habría pasad, por la mente querer a niña Aurora mAs que co- mo una (imita muy buena, sino porque aquél era un malvado que quería robarle los cuartos a la ni- na... SI, él habla oído bien claro "...ochocientos mil durejos de rio- te... —Padre, me convine..." Su corazón le habla dicho lo demás, v era su corazón demasiado fiel para engañarle... Al pensar en tales cosas, Mauricio chillaba como un condenado. Luego bajaba la voz, y con .las notas graves y ahogadas del suspiro repetía: "Por eso yo va morí y pena metA jogando." Dirigióles de pronto una nueva mirada. ¿Por qué hablaban a me- dia voz? ¡Ah!... ¿Qué le dirlá ni- ño Eugenio que ella bajaba los ojos y se ruborizó? Mauricio se Imagina que hablan sorprendido su Indiscreta mirada, y la fijó Intensamente en el leño que partía en aquel momento, exa- minándolo o fingiendo examinarlo con grande atención. El leño era muy poroso; cual- quiera de aquellos agujeros podría servir de madriguera al guabá. En los troncos casi podridos en que ellos estaban sentados habla tam- bién muchos agujeros. ¡Qué bueno que niño Eugenio hubiera acerta- do a ponerse en uno de elloa. y que de allí saliese el venenoso animal y le picara! Y aqiWIJo era máa que poaible, era hasta probable. Pero él no avi- larla, y sabiendo qut con apile ir fuego en la quemadura el veneno no habla de producir la muerte, él haría, sin embargo, como si nada supiese. ¿Por qué no saldría el guabá pa- ra picar a niño Eugenio? Un grito Interrumpió a Mauricio en sus reflexiones. Pero el grito era de Aurora, que con la mam Izquierda apretaba contra e< brazo derecho la manga de au vestido. —¡El guabá! Pensó aterrado Mauricio y tiró el machete, cogió de la hoguera un tizón y se lo aplicó en el brazo a niña Aurora antes de que Euge- nio hubiese podido darse cuenta de lo que pasaba. Al ver que el negro quemaba el brazo A* su novia se lanzó sobre él. y Mauricio, que no esperaba tan brusco ataque, cayó al suelo recibiendo un formidable latigazo. XX Ebrio de dolor, levantóse Mau- ricio del suelo... para recibir los golpe» de Mr. Broulon. que habla acudido apresuradamente a los gri- tos de su hija. —¿Qué has hecho, animal?—gri- taba e! amo fuera de si. ¿Qué has hecho? El negro Juan sostuvo a niña Aurora y al examinar el brazo ha- lló loa restos carbonizados de un animalejo oue reconoció en segui- da: un guabá. Mauricio no sabia lo que era una cauterización. Una noche le habla oído decir al mismo viejo Juan lo que era preciso hacer cuando pica- ba el guabá, "quemando el veneno ante» que la sangre lo chupase", y por eso habla de tan brutal ma- nera quemado a su amita. el más leal, el más entusiasta y el más desinteresado de sus servidores. XXI Mauricio no probó su ración de /«"che con bacalao. Al fin hablan reconocido la efi- caz prontitud con que el mucha- cho habla aplicado «1 bárbaro re- medio; pero Mr. Broulon creía que dar satisfacciones ai negro ara rn- bajarte, y se limitó a no cumplir la promesa que en el primer mo- mento habla hecho, de propinarle un centenar de latigazos. Asi pues, él, que nada sabia de todo esto, creyendo que habla co- metido la. mayor de las Infamias, senllsse anonadado y confuso. Aurora, la esbelta y graciosa se- ñorita Broulon. estaba ron fiebre, ;>• todo por culpa suya!, pensaba Mauricio. Y allí, en el lugar de sus refle- xiones, estaba el muchacho con el codo en el brocal del aljibe y !a frente en la mano. De vez «n cuando alzaba los ojos hacia una ventana entornada casi encima de su cabeza. Aquella ventana pertenecía al cuarto de su amita. La del lado, al de Mr. Broulon. Debajo de la primer* hallábase una de las columnas de hierro que sostenían la casa. Por ella trepa!>a una enredadera de jazmines. La niña habla hecho poner *n el borde de la ventana un listón grueso, del que arrancaban dos hierros por los que se enroscaban los retoños de la planta en forma de marco. ¡Asi estaba siempre su habitación tan perfumada! Pero cuando se olvidaba la en- redadera, era cuando la niña api- recia en el centro de aquel marco. ¡Entonces, si que estaba bonita ¡a ventana! Pero ahora ella no podría aso- marse. Estarla sufriendo, sufriendo mucho. ¡Ah! ¿Por qué habría sido tan atolondrado? ¿Por qué no habría consultado antea con su Genio? Hacia tanto tiempo que Mauricio no contaba sus cuitas, que el ídolo no le que- rría ya. Los ídolos son muy olvi- dadizos; necesitan frecuentes de- mostraciones de afecto o continuos sacrificios para que su protección no se entibie, y Mauricio no po- día hacerlas, porque desde que era un mozo, tenia tantas y tan rudas faenaa duranle el día. que al lle- gar la noche se entregaba rendi- do al descanso. Leco —el lector recordará que el despreocupado Jorge habla di- cho cierta vez que asi se llamaba, y ademas el mismo genio se lo ha- bla repetido— Leco. ain embargo. lo acogerla con cariño cuando lle- no de pasar, fueae donde él. Mauricio, tenia, sin embargo, sus dudas. Quizás el genio no de- seara verlo, después de lo que ha- bla hecho. El mejor medio de saber a qué atenerse era consultárselo. —¿Quieres que venga aquí? —Aquí... respondió la vos desde el fondo del aljibe. XXII —Así lo haré, porque quiero que estéa contento con tu negrito. —...grito... —¡Grito! ¿Qué significa eso?— preguntó atónito Mauricio.—¿Que- rrá decirme que espere. qu« me va a dar un grito?... ¿Que baje donde él, al fondo del aljibe, cuan- do oiga un grito? Y, asi, perplejo y sin aaber cómo interpretar aquello, permaneció un momento Inmóvil .esperando que algo inusitado viniese a darle la explicación del enigma. AI cabo de algunos segundos hi- zo el negro un movimiento de sor- presa." Habla oído, encima de él un gri- to, o más bien un quejido apagado que parecía pedir socorro. XXIII Pero aquel sonido no partió del aljibe, mas bien del cuarto de tu amita. Un ligero temblor se habla apo- derado de su cuerpo, y una terrible duda de su ánimo. Mauricio ae In- clinó hacia el aljibe. —¿Quieres que subs? —Suba—le respondió el genio. Ya no podía dudar: Leco se "o mandaba. Pero... ¿cómo obede- cerle? Al abrir la puerta—al no es- taha cerrada con llave—le oírla Mr. Broulon y... . Miró a la ventana, acercóse re- sueltamente a la columna, y echan- do hacia atrás ei machete que lle- vaba en el cinto para tener libres sus movimientos, trepó por ella co- mo solía hacerlo por los Usos tron- cos de las palmas de coco. Agarró- se luego al listón en que se clava- ban los hierros que sostenían la en- redadera, alcanzó por último el borde de la ventana y se deslizó aj fin sigilosamente en el cuarto de la niña, suavemente perfumado por el aroma de los jazmines. XXIV Una vez. allí se pjsó la manga de su camisa por la frente, de la que rodaban gruesas gotas de sudor, y por las mejillas y la boca, cuyo la- bio superior aombreaba un tímido bozo. Niña Aurora estaba delirando. Tenia los ojos cerrados y extendí.-» los brazos, y con las manos abier- tas Intentaba aeparar algún fan- tasma Invisible. Su respiración fre- cuente revelaba una agitación grande, aunque no tanto como la de Mauricio, que de pie Inmóvil. contemplaba la pálida y hermo.s cara de la niña que la luna besaba con aus planteados rayos. Ocurriósele a Mauricio una id»*, y se arrodilló Junto a la cama: ajsje» ría rezar. Pero hacia tanto tiempo que Agripina no le ponías a repetir las oraciones, que cas? las habla olvidado. Esto no fué. sin emhargi. un obstáculo, y apenas hh»o la se- ñal de la cruz empezó una extrafl.i plegaria: —Padre nuestro, que estás en «1 cielo y en el fondo del aljibe. Tú. mi buen genio, libra a mi ami:a de todo mal. Quítale las visiones que la hacen aufrir. Vénganos »n tu reino, y que se cure pronto mi amita. ¡Genio mío, bendito seas! ¡Qué hermoso es levantar el al- ma a reglones lo desconocido! ¡Qué bálsamo tan dulce para loa que sienten y creen cuando no hay ni columnas de mármol, ni magní- ficos candelabros, ni hombres ves- tidos de colorines, ni Instrumentos de" gangosa voz. ni hipócritas que ae den a un tiempo puñetazos en el pecho! Nada, nada de esos ridiculos con- vencionalismos. Atravesar sólo la región de los truenos y de los ra- yos, adonde sólo alcanzan las al- mas mlopea, para, gozar hidrópica sed del Bien infinito, y luego vol- ver a la realidad aintiéndoae más Justo, más bueno, más merecedor ./o del cariño rie /os que nos rodean y más animado para realizar nue.4 tra pequeña misión en este mundo de las Infinitas peqteñeces. ¡Mauricio, Mauricio! ¡Te envidio! XXV Pero'cuando el alma no está per- feccionada por el hábito del bien las transiciones son bruscas. El fa- nático y el criminal son dos aspec- tos de un mismo ser. Aquellos la- bios, de los cuales brotaba una ora- ción de amor y paz, hubieran arro- jado 1 la más horrible Injuria sobre el que se atreviese a decir a Mau- ricio que lo que hacia era una ex- travagancia. Es más: hubiera plan- teado al que negase los mágicos efectos de su plegarla. La agitación de niña Aurora iba poco a poco cesando. Sus descoloridos labios se ani- maban con una ligera sonrisa, y su respiración era más pausada cada vez y cada vez su sueño más tranquilo. Mauricio creyó que ya ningum falta hacia allí, y a* puso de pie rápidamente. Al hacerlo tropezó con la silla en que estaba la ropa de Aurora colocada, y la silla cayó. El ruido despertóla, y al vez aquella figura tan cerca dio un grito de espanto. XXVI —No, niña; no grite, que soy yo. Pero el grito de Aurora habla resonado en toda la casa, y Mr. Broulon, al oirlo, saltó del lecho y a medio vestir entró en el cuarto de su hija. Mauricio se volvió ate- rrado al verlo, y retrocedió lleno de espanto, como criminal sorpren- tido. Mr. Broulon dirigió una mi- rada a au hija y otra al negro, y rápido como el rayo se lanzó sobre éste. —¡Infame! ¡Infame! ¿Quéinten- tabas?—gritó el amo, por cuyo ce- rebro debió cruzar una sospecha de que era tan Inculpable el pobre Mauricio. Y golpeándole de un mo- do brutal, le hizo caer. Agripina. que habla acudido tam- bién, llamó en vano a la puerta; y como los gritos suplicantes que Aurora dirigía a su padre, y las imprecacionea de éste, y los que- jidos y aves de su maltratado hijo y el ruido de los golpes Iban en aumento, la madre deaesperada, co- menzó a forcejear la puerta con la energía de la locura. Cuando Mr. Broulon vio a Mau- ricio caldo, lejos de contentarse sin- tió acrecentarse su furor, y redo, bló sus golpes sin escuchar las sú- plicas de su hija ni los lamentos de la madre, que seguía forcejean- do por abrir la puerta. Ya no quería el amo inclinarse; las manos le dolían de tanto pe- gar; pero aún le quedaban los pies i para pisotearle. Y levantando uno de ellos; rilóle tan brutal pisón en la cara que la cabeza de Mauricio chocó fuerte- mente contra el pavimento. Al sentir sobre sus labios la plan- ta del verdugo, una revolución ho- rrible, instantánea, debió operarse en el alma de la victima. "La bestia bruta se convirtió en bestia feroz"; el ser abandonado a sus Instintos se reveló, y sin dete- nerle un nuevo golpe recibido se puso de pie. brilló el machete un momento en el aire; y Mr. Broulon se desplomó sobre el suelo con una mortal herida en la garganta, de la que salla la sangre a borboto- nes. XXVII Agripina. que consiguió forzar la puerta, aterróse ante aquel horri- ble espectáculo, cogió a su hijo del brazo, lo seeroó al cuerpo del ago- nizante, y haciéndole inclinarse so- bre él, dljole secamente* Ese es tu padre. —¡Mi padre!... ¡Me alegro!... Calla—añadió con una extraviada tranquilidad—calla, Leco, Leco me atoara. Tu grito ha sido la señal. Y abalanzándose a la ventana, saltó por ella. Su cuerpo tropezó en e! brocal y luego cayó en el fondo del aljibe. Laa aguas, que al caer saltaron separándose, volviéronse a juntar luego formando alrededor de ea la burbuja rizados circuios, que se em- pujaban, se extendían y se ensan- chaban lentamente. Ya la luz de la mañana besaba las hojas cuajadas de roclo, y el viejo Juan safla, por el lado opues- to de la rasa para el trabajo con su garrocha al hombro rielante de sua bueyes, entonando au copla fa- vorita: "No saben los adivinos por dónde el tormento viene, porque la desgracia tiene once mil y más caminos." EPILOGO La Academia premió la Memoria de Jorge, y la Prensa parisiense !e dedicaba grandes elogios, que re- producía la de los Departamentos. Sentíase el joven contento y ale- gre, y bien ajeno a la desgarrado- ra manera con que probaba la na- turaleza en aquellos mismos mo- mentos las tesis por él tan brillan- temente sustentadas. ¡Qué contraste! El alma del joven ilustrado, vien- do en torno suyo olas de sdmlra- ción que se empujaban, se exten- dían y se ensanchaban en un mun- do de luz, como ae empujaban, se extendían y se ensanchaban las ondas del agua que recibió el cuer- po riel niño Ignorante en el oscuro fonrio del aljibe. UN NUEVO DESCUBRIMIENTO EN COLORETE DA A SU CUTIS COLOR JUVENIL M. Cé¿Á*\ ha descubierto una nueva clase de matiz para la cara—un color tan tibio y vivo, que parece que es parte de su propia piel! . . . Uno de los seis matices del colorete I ,ady Esther hará que se vea Vd. más joven, no de más edad ! Hará sobresalir el brillo de sus ojos, adulará el tono de su piel y dará a todo su rostro una nueva bel- leza! Cuál matiz hará esto? La tínica manera de saberlo es en- sayar cada matiz en su cara. Seis pastillas de colorete gratis Simplemente envié el cupón y a vuelta de correo, reci- birá los seis matices del co- GRATIS lorete Lady i Esther absolu- | tamente gratis. | I.ADY ESTHER Rafael Rodrigues. Crua 33. 6an Juan. P. R M-21 Incluyo 3 centavo» en eatampillaa da correo pera que se sirva enviarme gra- tis una provisión liberal de loa dlea ma- tices del polvo facial Lady Eathsr. Nombre .. _ ._ .._ _.. __ _ Dirección „_ _.. „. _.. _ .._ ~ ¡GRAN VENTA PRE-MVIDAD! i UNA VENTA ESPECIAL AUTENTICA Slll.ll HASTA DICIEMBRE ID Gran surtido de mue- bles sólidos, modernis- tas y diferentes. Véalos. Compre ahora muebles de calidad a precios que SOLO SE OBTIENEN UNA VEZ AL AÑO JUEGOS DE SALA, DORMITORIO COMEDOR, DESAYUNO Y TERRAZA. ALFOMBRAS. LINOLEUMS. aproveche esta gran venta Suca, de .4. Mi YOL & Co. San Juan, P. Jf. A**»ft .^JF^ acta nnrhsftl ...esta noche! cono/ Masaje VapoRub "Dos por Tr?s" NADA que tra- gar—nada que desarregle el eatómago delicado del niño. Al acos- tarlo hágale Ud. simplemente esto: (1) frótele Vick VapoRub fuertemente en el cuello y el pecho; (2) fróteselo del mismo modo también en la espalda; (S) luego, para que au famosa doble acción dure máa y aea todavía máa fuerte, úntele, ain frotar, una capa gruesa del ungüento en el pecho y cúbrala con paño caliente. Sin ««pera: Obra al mamante El fuerte masaje hace que el VapoRub comience au obra ¿irrita a través de la piel, como laa cata- plasmas de tiempos antiguos. Aun antea que acabe lid. de frotarlo, el nlno ya siente la espalda y el pecho calientes y cómodos. Al mismo tiempo, al aer calen- tado por el cuerpo mismo, VapoRub deja aalir sua vapores medicinales que el nlfto respira 18 vece» por minuto dertcho hacia loa conductos irritados de adentro de la nariz, la garganta y el pecho. Efecto dobla y larga AI obrar de estos dos modos directos a la vez, el VapoRub alivia la irri- tación, afloja la flema, calma la toe. ayuda a que pase la congestión. Al aclararse los conductos del aire, la respiración ea otra vez fácil y natu- ral. Y sintiéndose entonces cómodo el enfermito, en poco tiempo logra dormirse, mientraa que el VapoRub sigue haciendo su buena obra por horas, cortando el resfriado, casi siempre, para el amanecer. Loa res- friadoa de loa adultoa ceden del mismo rápido modo a la acción poderosa de este ungüento. VlCK VAPORUB * LOS NIÑOS CRECEN SANOS Y FUERTES TOMANDO WELCH Los niños que toman el Jugo de Urea Welch crecen saludables. Welch nutre, ali- menta los tejidos del cuerpo, enriquece la sangre, y fortalece los huesos y músculos. Su azúcar natural no requiere digeitión— da nueva energía rápidamente y conserva la salud. Dele el Jugo de. Uvas Welch a sus niños diariamente para que estén en salud. (QUE DELICIOSO ESI INFLUYE GRANDEMENTE SOBRE SALSA DE TOMATE HEINZ

Transcript of EL FONDO DEL ALJIBE -...

  • OTOTOTWOTW mm^ m

    12 EL MUNDO, 5i^ JUAN, P. R. JUEVES 24 DE NOVIEMBRE DE 1938.

    V. MotUrai - Caula

    Vil ZONITE como tu Antisptico y Microbicida Pertonal

    Uno de los fruto ma im- portante*: de Ja ciencia en favor de la mujer es ZONITE

    Iun potent(simo pero inofen- sivo antisptico y microbicida personal pera la Higiene Feme- nina.. Hoy en da, laa mujeres no necesitan recurrir a antispticos peligrosos, custicos, irritantes y vanen osos como el cido fnico

    o el bjsJoruro da mercurio. Dts- ' ponen da todaa laa ventajas da un antisptico y microbicida

    . e/i rae a la vez que desodorante tde rpida acciny de una se

    1 guridad tan absoluta que lo recomiendan las autoridades de Sanidad, loa hospital** y los mdicos.

    tavM

    Zonltc \ (I Antisptico Seguro

    (- llll'lt IIS.Mt

    Su Apariencia... Tanga una apariencia natural usando los cosmticos da be- lleza franceses de

    Permanente! un hilo (french ol)

    Shampoo y Peinado por silo

    $4.oo Especialidad en tintas por la

    experta

    GILDA CARLO

    Mayfair Beanty Saln MRS. BALL Tti 1007

    Plora Baldorioty Frenta o Kltin's San Juan, P. R.

    ELIXIR IACTIPIMTICO kreuiLUEi

    Prescrito desde mas de cien aos (i8ia| contra todos les es- tados congestivos i Corazn y Veinasj Rifione Hgado Pulmn Senilidad Paludismo UWntoriwIOCHUtCl 12 KMtCrmilcPAJUSl

    /M roau LSI MaavMMa I

    666 Alivia

    Catarros Fiebre y Jaque- cas debido a Ca- tarros.

    Prueba: "Rub- Liquido, Taoietas, My-Tlam" un ngus n t o, Ootaa maravilloso Ll- Nasales nlmento.

    EL FONDO DEL ALJIBE (Continuacin de la pgina 9)

    sorto en su tarea. Amenlibala el afanoso muchacho entonando una rancln de los negros bozales, cuyo guirigay no hablaba l de ordinario.

    He aqu la letra de la cancin: X s que Sino Rafe son guardia de tu huj que ta namorao de ti

    ' y t se corresponde. Toro Francisca lo s,

    ma que me lotes negand por eso tu tA prlslando mi corazn sin fell, por eso yo va mor y pena meta Jogando.

    Se detena despus un momento para amontonar, la lena, y luego cortaba y cantaba de nuevo.

    Su voz tenia notas agudas de ti- ple, y spelas y profundas de bajo, en esa rara y desagradable mezco- lanza que delata la criis del que fu nlfto y an no e. hombre. Pero, aunque desagradable, tenia dulces acentos, sobre todo al repetir esta ltima fraae:

    Por eso yo va mor y pena meta jomando;

    porque, mAs que cantarlo, suspir- balos y es sabido que los suspiros del adolescente nunca fueron un rui- do tan. desigual como su canto.

    Pero mientras sus golpes y gritos anunciaban de tan ruidosa manera su presencia en aquel lugar, an- daba su imaginacin por otros dife- rentes: '

    Cmo pasa el tiempo:se de- caantes no cortaba yo lena, ral cana. Me pasaba todo el dia cuidn- dola. Ahora apenas %'. la veo. Y c- mo ha cambiado la nina! Qu gran- de til

    Y diriga una mirada de soslayo al montn fle troncos carcomidos que habla unoa veinte pasos mAs Alia, y sus ojos despedan llamara- das ms fuertes y mAs vivas que los de la hoguera prxima.

    Sobre, uno de aquellos troneos habla una pareja de trtolas... no le faltaban mas que las alas'.

    Aurora, con una bata blanca, entre cuyos adornos de encaje a penas se velan unos lazos de color azul celeste muy pequeos, llevaba sus cabellos, que de rubio de oro habalos trocado el tiempo en cas- ta Ao obscuro, en dos trenzas par- tidas, una de laa cualea, adelan- tndose por encima del gracioso busto, segua en acompasado mo- vimiento el que la respiracin da- ba a su pecho. A su lado Eugenio, con un traje de dril recin plan- chado, del mismo color que la bata de ella, y con un magnifico som- brero de PanamA, se entretena en azotarse las piernas con un lati- guillo.

    Los dos trigueos y guapos. Por- que Mauricio miraba a nio Euge- nio, y le encontraba los ojos -i:- masiado grandes y rasgados, y la boca demasiado pequea y gracio- sa, para que no pudiese enamorar a cualquier muchacha, y eso .e hacia aufrir horriblemente... No porque l tuviese celos, que nunca se' le habra pasad, por la mente querer a nia Aurora mAs que co- mo una (imita muy buena, sino porque aqul era un malvado que quera robarle los cuartos a la ni- na... SI, l habla odo bien claro "...ochocientos mil durejos de rio- te... Padre, me convine..." Su corazn le habla dicho lo dems, v era su corazn demasiado fiel para engaarle... Al pensar en tales cosas, Mauricio chillaba como un condenado. Luego bajaba la voz, y con .las notas graves y ahogadas del suspiro repeta:

    "Por eso yo va mor y pena metA jogando."

    Dirigiles de pronto una nueva mirada. Por qu hablaban a me- dia voz? Ah!... Qu le dirl ni- o Eugenio que ella bajaba los ojos y se ruboriz?

    Mauricio se Imagina que hablan sorprendido su Indiscreta mirada, y la fij Intensamente en el leo que parta en aquel momento, exa- minndolo o fingiendo examinarlo con grande atencin.

    El leo era muy poroso; cual- quiera de aquellos agujeros podra servir de madriguera al guab. En los troncos casi podridos en que ellos estaban sentados habla tam- bin muchos agujeros. Qu bueno que nio Eugenio hubiera acerta- do a ponerse en uno de elloa. y que de all saliese el venenoso animal

    y le picara! Y aqiWIJo era ma que poaible,

    era hasta probable. Pero l no avi- larla, y sabiendo qut con apile ir fuego en la quemadura el veneno no habla de producir la muerte, l hara, sin embargo, como si nada supiese.

    Por qu no saldra el guab pa- ra picar a nio Eugenio?

    Un grito Interrumpi a Mauricio en sus reflexiones. Pero el grito era de Aurora, que con la mam Izquierda apretaba contra e< brazo derecho la manga de au vestido.

    El guab! Pens aterrado Mauricio y tir

    el machete, cogi de la hoguera un tizn y se lo aplic en el brazo a nia Aurora antes de que Euge- nio hubiese podido darse cuenta de lo que pasaba.

    Al ver que el negro quemaba el brazo A* su novia se lanz sobre l. y Mauricio, que no esperaba tan brusco ataque, cay al suelo recibiendo un formidable latigazo.

    XX Ebrio de dolor, levantse Mau-

    ricio del suelo... para recibir los golpe de Mr. Broulon. que habla acudido apresuradamente a los gri- tos de su hija.

    Qu has hecho, animal?gri- taba e! amo fuera de si. Qu has hecho?

    El negro Juan sostuvo a nia Aurora y al examinar el brazo ha- ll loa restos carbonizados de un animalejo oue reconoci en segui- da: un guab.

    Mauricio no sabia lo que era una cauterizacin. Una noche le habla odo decir al mismo viejo Juan lo que era preciso hacer cuando pica- ba el guab, "quemando el veneno ante que la sangre lo chupase", y por eso habla de tan brutal ma- nera quemado a su amita. el ms leal, el ms entusiasta y el ms desinteresado de sus servidores.

    XXI Mauricio no prob su racin de

    /"che con bacalao. Al fin hablan reconocido la efi-

    caz prontitud con que el mucha- cho habla aplicado 1 brbaro re- medio; pero Mr. Broulon crea que dar satisfacciones ai negro ara rn- bajarte, y se limit a no cumplir la promesa que en el primer mo- mento habla hecho, de propinarle un centenar de latigazos.

    Asi pues, l, que nada sabia de todo esto, creyendo que habla co- metido la. mayor de las Infamias, senllsse anonadado y confuso.

    Aurora, la esbelta y graciosa se- orita Broulon. estaba ron fiebre, ;> todo por culpa suya!, pensaba Mauricio.

    Y all, en el lugar de sus refle- xiones, estaba el muchacho con el codo en el brocal del aljibe y !a frente en la mano.

    De vez n cuando alzaba los ojos hacia una ventana entornada casi encima de su cabeza.

    Aquella ventana perteneca al cuarto de su amita. La del lado, al de Mr. Broulon.

    Debajo de la primer* hallbase una de las columnas de hierro que sostenan la casa. Por ella trepa!>a una enredadera de jazmines.

    La nia habla hecho poner *n el borde de la ventana un listn grueso, del que arrancaban dos hierros por los que se enroscaban los retoos de la planta en forma de marco. Asi estaba siempre su habitacin tan perfumada!

    Pero cuando se olvidaba la en- redadera, era cuando la nia api- recia en el centro de aquel marco. Entonces, si que estaba bonita a ventana!

    Pero ahora ella no podra aso- marse. Estarla sufriendo, sufriendo mucho. Ah! Por qu habra sido tan atolondrado?

    Por qu no habra consultado antea con su Genio? Hacia tanto tiempo que Mauricio no contaba sus cuitas, que el dolo no le que- rra ya. Los dolos son muy olvi- dadizos; necesitan frecuentes de- mostraciones de afecto o continuos sacrificios para que su proteccin no se entibie, y Mauricio no po- da hacerlas, porque desde que era un mozo, tenia tantas y tan rudas faenaa duranle el da. que al lle- gar la noche se entregaba rendi- do al descanso.

    Leco el lector recordar que el despreocupado Jorge habla di-

    cho cierta vez que asi se llamaba, y ademas el mismo genio se lo ha- bla repetido Leco. ain embargo. lo acogerla con cario cuando lle- no de pasar, fueae donde l.

    Mauricio, tenia, sin embargo, sus dudas. Quizs el genio no de- seara verlo, despus de lo que ha- bla hecho.

    El mejor medio de saber a qu atenerse era consultrselo.

    Quieres que venga aqu? Aqu... respondi la vos desde

    el fondo del aljibe. XXII

    As lo har, porque quiero que esta contento con tu negrito.

    ...grito... Grito! Qu significa eso?

    pregunt atnito Mauricio.Que- rr decirme que espere. qu me va a dar un grito?... Que baje donde l, al fondo del aljibe, cuan- do oiga un grito?

    Y, asi, perplejo y sin aaber cmo interpretar aquello, permaneci un momento Inmvil .esperando que algo inusitado viniese a darle la explicacin del enigma.

    AI cabo de algunos segundos hi- zo el negro un movimiento de sor- presa."

    Habla odo, encima de l un gri- to, o ms bien un quejido apagado que pareca pedir socorro.

    XXIII Pero aquel sonido no parti del

    aljibe, mas bien del cuarto de tu amita.

    Un ligero temblor se habla apo- derado de su cuerpo, y una terrible duda de su nimo. Mauricio ae In- clin hacia el aljibe.

    Quieres que subs? Subale respondi el genio. Ya no poda dudar: Leco se "o

    mandaba. Pero... cmo obede- cerle? Al abrir la puertaal no es- taha cerrada con llavele orla Mr. Broulon y... .

    Mir a la ventana, acercse re- sueltamente a la columna, y echan- do hacia atrs ei machete que lle- vaba en el cinto para tener libres sus movimientos, trep por ella co- mo sola hacerlo por los Usos tron- cos de las palmas de coco. Agarr- se luego al listn en que se clava- ban los hierros que sostenan la en- redadera, alcanz por ltimo el borde de la ventana y se desliz aj fin sigilosamente en el cuarto de la nia, suavemente perfumado por el aroma de los jazmines.

    XXIV Una vez. all se pjs la manga de

    su camisa por la frente, de la que rodaban gruesas gotas de sudor, y por las mejillas y la boca, cuyo la- bio superior aombreaba un tmido bozo.

    Nia Aurora estaba delirando. Tenia los ojos cerrados y extend.- los brazos, y con las manos abier- tas Intentaba aeparar algn fan- tasma Invisible. Su respiracin fre- cuente revelaba una agitacin grande, aunque no tanto como la de Mauricio, que de pie Inmvil. contemplaba la plida y hermo.s cara de la nia que la luna besaba con aus planteados rayos.

    Ocurrisele a Mauricio una id*, y se arrodill Junto a la cama: ajsje ra rezar. Pero hacia tanto tiempo que Agripina no le ponas a repetir las oraciones, que cas? las habla olvidado. Esto no fu. sin emhargi. un obstculo, y apenas hho la se- al de la cruz empez una extrafl.i plegaria:

    Padre nuestro, que ests en 1 cielo y en el fondo del aljibe. T. mi buen genio, libra a mi ami:a de todo mal. Qutale las visiones que la hacen aufrir. Vnganos n tu reino, y que se cure pronto mi amita. Genio mo, bendito seas!

    Qu hermoso es levantar el al- ma a reglones d lo desconocido! Qu blsamo tan dulce para loa que sienten y creen cuando no hay ni columnas de mrmol, ni magn- ficos candelabros, ni hombres ves- tidos de colorines, ni Instrumentos de" gangosa voz. ni hipcritas que ae den a un tiempo puetazos en el pecho!

    Nada, nada de esos ridiculos con- vencionalismos. Atravesar slo la regin de los truenos y de los ra- yos, adonde slo alcanzan las al- mas mlopea, para, gozar hidrpica sed del Bien infinito, y luego vol- ver a la realidad aintindoae ms Justo, ms bueno, ms merecedor

    ./o del cario rie /os que nos rodean y ms animado para realizar nue.4 tra pequea misin en este mundo de las Infinitas peqteeces.

    Mauricio, Mauricio! Te envidio! XXV

    Pero'cuando el alma no est per- feccionada por el hbito del bien las transiciones son bruscas. El fa- ntico y el criminal son dos aspec- tos de un mismo ser. Aquellos la- bios, de los cuales brotaba una ora- cin de amor y paz, hubieran arro- jado1 la ms horrible Injuria sobre el que se atreviese a decir a Mau- ricio que lo que hacia era una ex- travagancia. Es ms: hubiera plan- teado al que negase los mgicos efectos de su plegarla.

    La agitacin de nia Aurora iba poco a poco cesando.

    Sus descoloridos labios se ani- maban con una ligera sonrisa, y su respiracin era ms pausada cada vez y cada vez su sueo ms tranquilo.

    Mauricio crey que ya ningum falta hacia all, y a* puso de pie rpidamente. Al hacerlo tropez con la silla en que estaba la ropa de Aurora colocada, y la silla cay.

    El ruido despertla, y al vez aquella figura tan cerca dio un grito de espanto.

    XXVI No, nia; no grite, que soy yo. Pero el grito de Aurora habla

    resonado en toda la casa, y Mr. Broulon, al oirlo, salt del lecho y a medio vestir entr en el cuarto de su hija. Mauricio se volvi ate- rrado al verlo, y retrocedi lleno de espanto, como criminal sorpren- tido. Mr. Broulon dirigi una mi- rada a au hija y otra al negro, y rpido como el rayo se lanz sobre ste.

    Infame! Infame! Quinten- tabas?grit el amo, por cuyo ce- rebro debi cruzar una sospecha de que era tan Inculpable el pobre Mauricio. Y golpendole de un mo- do brutal, le hizo caer.

    Agripina. que habla acudido tam- bin, llam en vano a la puerta; y como los gritos suplicantes que Aurora diriga a su padre, y las imprecacionea de ste, y los que- jidos y aves de su maltratado hijo y el ruido de los golpes Iban en aumento, la madre deaesperada, co- menz a forcejear la puerta con la energa de la locura.

    Cuando Mr. Broulon vio a Mau- ricio caldo, lejos de contentarse sin- ti acrecentarse su furor, y redo, bl sus golpes sin escuchar las s- plicas de su hija ni los lamentos de la madre, que segua forcejean- do por abrir la puerta.

    Ya no quera el amo inclinarse; las manos le dolan de tanto pe- gar; pero an le quedaban los pies

    i para pisotearle. Y levantando uno de ellos; rille

    tan brutal pisn en la cara que la cabeza de Mauricio choc fuerte- mente contra el pavimento.

    Al sentir sobre sus labios la plan- ta del verdugo, una revolucin ho- rrible, instantnea, debi operarse en el alma de la victima.

    "La bestia bruta se convirti en bestia feroz"; el ser abandonado a sus Instintos se revel, y sin dete- nerle un nuevo golpe recibido se puso de pie. brill el machete un momento en el aire; y Mr. Broulon se desplom sobre el suelo con una mortal herida en la garganta, de la que salla la sangre a borboto- nes.

    XXVII Agripina. que consigui forzar la

    puerta, aterrse ante aquel horri- ble espectculo, cogi a su hijo del brazo, lo seero al cuerpo del ago- nizante, y hacindole inclinarse so- bre l, dljole secamente*

    Ese es tu padre. Mi padre!... Me alegro!...

    Callaaadi con una extraviada tranquilidadcalla, Leco, Leco me atoara. Tu grito ha sido la seal.

    Y abalanzndose a la ventana, salt por ella. Su cuerpo tropez en e! brocal y luego cay en el fondo del aljibe.

    Laa aguas, que al caer saltaron separndose, volvironse a juntar luego formando alrededor de ea la burbuja rizados circuios, que se em- pujaban, se extendan y se ensan- chaban lentamente.

    Ya la luz de la maana besaba las hojas cuajadas de roclo, y el viejo Juan safla, por el lado opues- to de la rasa para el trabajo con su garrocha al hombro rielante de sua bueyes, entonando au copla fa- vorita:

    "No saben los adivinos por dnde el tormento viene, porque la desgracia tiene once mil y ms caminos."

    EPILOGO La Academia premi la Memoria

    de Jorge, y la Prensa parisiense !e dedicaba grandes elogios, que re- produca la de los Departamentos.

    Sentase el joven contento y ale- gre, y bien ajeno a la desgarrado- ra manera con que probaba la na- turaleza en aquellos mismos mo- mentos las tesis por l tan brillan- temente sustentadas.

    Qu contraste! El alma del joven ilustrado, vien-

    do en torno suyo olas de sdmlra- cin que se empujaban, se exten- dan y se ensanchaban en un mun- do de luz, como ae empujaban, se extendan y se ensanchaban las ondas del agua que recibi el cuer- po riel nio Ignorante en el oscuro fonrio del aljibe.

    UN NUEVO DESCUBRIMIENTO EN COLORETE DA A SU CUTIS COLOR JUVENIL

    M. C*\ ha descubierto una nueva clase de matiz para la caraun color tan tibio y vivo, que parece que es parte de su propia piel! . . . Uno de los seis matices del colorete I ,ady Esther har que se vea Vd. ms joven, no de ms edad ! Har sobresalir el brillo de sus ojos, adular el tono de su piel y dar a todo su rostro una nueva bel- leza! Cul matiz har esto? La tnica manera de saberlo es en- sayar cada matiz en su cara.

    Seis pastillas de colorete gratis

    Simplemente envi el cupn y a vuelta de correo, reci- bir los seis matices del co-

    GRATIS

    lorete Lady i Esther absolu- | tamente gratis. |

    I.ADY ESTHER Rafael Rodrigues. Crua 33. 6an Juan. P. R M-21

    Incluyo 3 centavo en eatampillaa da correo pera que se sirva enviarme gra- tis una provisin liberal de loa dlea ma- tices del polvo facial Lady Eathsr. Nombre .. _ ._ .._ _.. __ _ Direccin _ _.. . _.. _ .._ ~

    GRAN VENTA PRE-MVIDAD! i UNA VENTA ESPECIAL AUTENTICA

    Slll.ll HASTA DICIEMBRE ID

    Gran surtido de mue-

    bles slidos, modernis-

    tas y diferentes.

    Valos.

    Compre ahora muebles de calidad a precios que

    SOLO SE OBTIENEN

    UNA VEZ AL AO

    JUEGOS DE SALA,

    DORMITORIO

    COMEDOR,

    DESAYUNO Y

    TERRAZA.

    ALFOMBRAS.

    LINOLEUMS.

    aproveche esta gran venta Suca, de .4. Mi YOL & Co. San Juan, P. Jf.

    A**ft .^JF^ acta nnrhsftl ...esta noche! cono/

    Masaje VapoRub "Dos por Tr?s"

    NADA que tra- garnada

    que desarregle el eatmago delicado del nio. Al acos- tarlo hgale Ud. simplemente esto: (1) frtele Vick VapoRub fuertemente en el cuello y el pecho; (2) frteselo del mismo modo tambin en la espalda; (S) luego, para que au famosa doble accin dure ma y aea todava ma fuerte, ntele, ain frotar, una capa gruesa del ungento en el pecho y cbrala con pao caliente.

    Sin pera: Obra al mamante El fuerte masaje hace que el VapoRub comience au obra irrita a travs de la piel, como laa cata- plasmas de tiempos antiguos. Aun antea que acabe lid. de frotarlo, el nlno ya siente la espalda y el pecho calientes y cmodos.

    Al mismo tiempo, al aer calen- tado por el cuerpo mismo, VapoRub deja aalir sua vapores medicinales

    que el nlfto respira 18 vece por minuto dertcho hacia loa conductos irritados de adentro de la nariz, la garganta y el pecho.

    Efecto dobla y larga AI obrar de estos dos modos directos a la vez, el VapoRub alivia la irri- tacin, afloja la flema, calma la toe. ayuda a que pase la congestin. Al aclararse los conductos del aire, la respiracin ea otra vez fcil y natu- ral. Y sintindose entonces cmodo el enfermito, en poco tiempo logra dormirse, mientraa que el VapoRub sigue haciendo su buena obra por horas, cortando el resfriado, casi siempre, para el amanecer. Loa res- friadoa de loa adultoa ceden del mismo rpido modo a la accin poderosa de este ungento.

    VlCK VAPORUB

    * LOS NIOS CRECEN SANOS Y FUERTES

    TOMANDO WELCH Los nios que toman el Jugo de Urea Welch crecen saludables. Welch nutre, ali- menta los tejidos del cuerpo, enriquece la sangre, y fortalece los huesos y msculos. Su azcar natural no requiere digeitin da nueva energa rpidamente y conserva la salud. Dele el Jugo de. Uvas Welch a sus nios diariamente para que estn en salud.

    (QUE DELICIOSO ESI

    INFLUYE GRANDEMENTE

    SOBRE

    SALSA DE TOMATE

    HEINZ